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Debate sobre el Ajuste Estructural en América Latina Osvaldo Rosales ILPES/CEPAL

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Debate sobre el Ajuste Estructural en América Latina

Osvaldo Rosales

ILPES/CEPAL

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INTRODUCCION

El fracaso de las políticas ortodoxas para enfrentar el

problema de la deuda externa ha conducido a una paulatina

modificación en las propuestas de los organismos financieros

internacionales. Es así como han surgido las propuestas Baker y

luego Brady, sin que hasta el momento se aprecien cambios

sustantivos en la evolución de las economías deudoras y sin que

se avizore en el horizonte próximo un retorno a los mercados

voluntarios de crédito. Como señala Sachs (1987), la mayoría de

las economías bajo supervisión del FMI aún no recuperan su

capacidad de crecimiento y el peligro de colapso no ha

desaparecido, luego de siete años de aplicación del recetario

ortodoxo.

Frente a este dato de la realidad la propuesta renovada de

la ortodoxia financiera internacional reacciona con prontitud.

Así es como se plantea la idea que las economías endeudadas deben

someterse a un “ajuste estructural”, que les permita incrementar

sus exportaciones y mejorar la calidad de su crecimiento, como

condición de acceso a las nuevas modalidades de negociación.

Sin embargo, como lo demuestra la reciente experiencia de América

Latina, no cualquier incremento de exportaciones ayuda a la tarea

del desarrollo.

En este trabajo se examinan las características de la

propuesta de ajuste estructural que subyace en los enfoques de

los organismos financieros multilaterales, poniendo de relieve

los conflictos de política económica que ella puede conllevar,

así como señalando algunas áreas insuficientemente tratadas.

El éxito indudable de un número limitado de países de

reciente industrialización en incrementar su participación en el

comercio mundial, particularmente en las exportaciones de

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manufacturas, ha inducido a que el debate sobre estrategias de

desarrollo privilegie crecientemente el rol de las exportaciones.

Ello se ha visto facilitado por el desencanto asociado a la

versión tradicional de las políticas de sustitución de

importaciones y por el accionar de las agencias multilaterales de

financiamiento que promueven vigorosamente el paradigma del

desarrollo exo-dirigido.

Resulta incuestionable que la región enfrenta el desafío de

mejorar la calidad de su especialización internacional, buscando

unas inserción más activa y radicada en las áreas dinámicas del

comercio internacional. Ello, en primer lugar, supone como

requisito previo eliminar la sangría que representa la actual

transferencia neta de capitales al exterior. De otro modo, no

puede pensarse seriamente en una reactivación sostenida ni menos

en transformación de la estructura productiva. Sin embargo, no

basta con reducir la actual transferencia neta al exterior. Es

necesario, además, un gran esfuerzo de mejoría en la calidad y

consistencia de las políticas económicas internas, favoreciendo

las estabilidad macroeconómica, racionalizando y modernizando el

sector público, eliminando las distorsiones contra las

exportaciones e instaurando un clima favorable a la inversión

productiva.

La experiencia de diversos países en desarrollo, muestra en

todo caso, que el dinamismo exportador se asocia estrechamente a

la exportación de manufacturas y, por tanto, una política

sostenida de exportaciones no puede verse aislada del diseño de

la política industrial. En ese sentido, la necesidad de una

nueva industrialización latinoamericana es crucial para ayudar a

mejorar la competitividad, equilibrar la balanza industrial y

otorgar mayor importancia a la promoción tecnológica y a la

innovación, pilares de la competitividad a mediano plazo.

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Las economías de la región deberán enfrentar en los próximos

años un inevitable ajuste estructural, entendido éste como

transformaciones importantes en la estructura productiva y en la

gestión de la política económica. Sin embargo, dependiendo del

carácter pasivo o activo, agregado o selectivo de las políticas

públicas de desarrollo, las consecuencias económicas y sociales

pueden ser muy diferentes.

Esta fuera de discusión que nuestras economías deberán

orientar una mayor parte de sus recursos hacia las exportaciones

y hacia la sustitución eficiente de importaciones. Ahora bien,

esto puede darse en un contexto de crecimiento, de recuperación

de la inversión y diversificación de la estructura

exportadora, lo que sería un escenario favorable. Pero también

puede darse un ajuste estructural –en el sentido de mutaciones

en la estructura productiva- con una situación de estancamiento,

de retroceso inversionista y de creciente especialización en

exportaciones primarias. Este segundo escenario conduce a una

especialización empobrecedora, a un ajuste regresivo que

desarticula cada vez más el aparato productivo, que obliga a

vivir pendiente de los ajustes a corto plazo en Balanza de

Pagos, privilegiando la disminución de la demanda interna.

El debate sobre estrategias de desarrollo en los países en

desarrollo (ped) ha privilegiado el análisis de la propuesta de

“ajuste estructural”, la que supuestamente se apoyaría

empíricamente en las experiencias del Sudeste Asiático. Así es

como sobre el destacado desempeño industrial y exportador de un

número limitado de NIC`s se ha venido construyendo

trabajosamente, y sin mucho respeto por la evidencia histórica,

el mito del “modelo sudeste asiático”, supuestamente la prueba

empírica de aplicación estricta del paradigma neoliberal: un

Estado reducido y pasivo, liberalización de importaciones

(Balassa, 1978), una tasa de cambio realista (Bhagwati, 1978),

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asignación de recursos según sistema de precios y ventajas

comparativas, privilegio del mercado e integración a la economía

mundial (Kruegger, 1978).

El contrapunto normalmente utilizado en dichos trabajos es la

industrialización sustitutiva de importaciones (ISI)

latinoamericana y su sustrato teórico, el enfoque estructuralista

del desarrollo. Cada vez más, la crítica neoliberal se ha venido

concentrando en el ataque a la intervención pública en la

actividad económica. En un comienzo, la crítica neoliberal

destacaba como dicha interferencia en precios y cantidades,

limitaba la posibilidad de la competencia, sin embargo, esa

crítica se fue desplazando cada vez más hacia la contradicción –

supuestamente insalvable - entre el accionar público y el

privado. De esta manera, la interferencia gubernamental

desalentaría la iniciativa privada y el costo alternativo de los

recursos que financian al sector público sería elevado pues – y

este es otro axioma – la asignación privada de recursos siempre

sería más eficiente que la asignación pública de los mismos.

Bajo este marco, la participación pública per se es nociva y

genera un estilo de bajo crecimiento, discrecionalidad

administrativa y despilfarro de recursos. Ciertamente aquí el

salto ideológico es evidente y tiene poco que ver con análisis

serios y documentados, al menos en lo que se refiere al

desarrollo económico en la región y a la contribución relativa

del sector público latinoamericano a ese proceso.

La reforma estructural y la modernización del sector público

latinoamericano es una de las tareas principales de los próximos

años, sin embargo, el verdadero desafío es que dichas reformas

posibilitan un Estado eficiente y más democrático y ello no

es sinónimo de Estado-mínimo. Por el contrario, las tareas

sociales, de infraestructura, de fomento tecnológico y de

negociaciones internacionales exige un accionar público más

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vigoroso que el acaecido en los años ochenta, si bien todo ello

no podría ser realizado con eficacia si no se respetan criterios

de selectividad, de competencia y de profesionalismo en la

actividad del sector público. Tampoco podrán abordarse las

tareas citadas en un adecuado nivel de financiamiento fiscal,

compatible con la estabilidad macroeconómica, la cual actualiza

la necesidad de modificaciones tributarias que aumenten la

progresividad en la recaudación, elemento que virtualmente ha

desaparecido del debate económico.

En tal sentido, lo temas de eficiencia del sector público,

características de una nueva inserción internacional, reducción

de la pobreza y de la creciente inequidad en nuestras sociedades,

no se agotan en el diseño de corto plazo de la política

económica, si bien requieren un manejo eficaz de la coyuntura, en

armonía con los objetivos de transformación productiva, fomento

de la competitividad y la equidad, ejes que dominan la actual

preocupación latinoamericana por el desarrollo. Al respecto, en

un artículo reciente se examinan algunos de los rasgos básicos de

la propuesta neo-estructuralista latinoamericana, (Rosales,

1988), intento que busca superar las limitaciones del pensamiento

estructuralista articulado en torno a la industrialización

sustitutiva de importaciones y a un activo rol del sector

público, recogiendo las dimensiones del desafío de eficiencia,

competitividad y transformación productiva que hoy plantea

impostergablemente la economía internacional.

En este trabajo se discuten las tesis centrales de la

propuesta de ajuste estructural levantada por el Banco Mundial,

destacando sus aportes, señalando eventuales desafíos teóricos

que continúan pendientes, junto con indicar ciertas

incongruencias históricas de la propuesta con las experiencias

concretas de desarrollo de los NIC`s.

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1. El ajuste estructural y las propuestas recientes

del Banco Mundial

Definiremos las políticas de ajuste estructural como aquel

conjunto de reformas económicas, políticas e institucionales que

aproximen la economía a su crecimiento potencial, asegurando

además la viabilidad de mediano plazo de su balanza de pagos .

Dicho ajuste estructural supone reorientar las actividades

internas hacia bienes exportables y sustitutos de importaciones,

de modo de cambiar la estructura del crecimiento, esto es, se

busca crecer sin tensiones inmanejables en balanza de pagos.

Para ello, es necesario realizar reformas microeconómicas

(impuestos), macroeconómicas (equilibrio fiscal) e

institucionales (eficiencia del sector público). (World Bank,

1988). Ciertamente tales reformas están directamente

relacionadas, de allí la necesidad de tratar conjuntamente los

temas de estabilización (equilibrio externo e interno) y de

ajuste (cambios institucionales y en la estructura de los

incentivos). De allí la propuesta de “ajuste estructural” que

busca mejorar la asignación de recursos, la eficiencia global del

sistema económico, expandir el crecimiento potencial y mejorar la

resistencia interna de los “shocks” económicos.

En realidad, el ajuste estructural es una antigua bandera

del Tercer Mundo que hoy aparece desde el Norte, remozada y con

un nuevo contenido, con algún divorcio de los intereses del

Tercer Mundo. La plataforma del Grupo de los 77 hace mucho tiempo

incluye la necesidad de un ajuste estructural en la

economía mundial, con sugerencias de políticas para diversos

campos de las relaciones económicas internacionales, destacando

entre ellos:

a) Fortalecimiento del sector de productos básicos, incluyendo

medidas para la estabilización de los ingresos de

exportación, una mayor elaboración y procesamiento local y

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una mayor participación del Sur en la comercialización y

distribución.

b) Industrialización y comercio de manufacturas, postulando

metas de rápida industrialización y de incremento en la

presencia exportadora de manufacturas de los países en

desarrollo, lo cual requiere de ajuste estructural en los

sistemas industriales de las economías centrales, de manera

de permitir los cambios necesarios en las pautas de

especialización, internacional, reduciendo las corrientes

proteccionistas, particularmente en productos básicos y en

manufacturas donde los ped han ido ganando competitividad.

Esto es, se insiste en la necesidad de reconversión

industrial en el Norte y de reducción del proteccionismo

para las manufacturas provenientes del sur.

El objetivo de las políticas de Ajuste Estructural

- impulsadas por el Banco Mundial- en general, apuntan al

vigoroso intento por gestar modificaciones en la política

económica de los países deudores, en particular, del Tercer

Mundo en general en el sentido de una creciente desregulación

económica, privatización de actividades económicas,

liberalización de mercados comerciales y financieros y mayor

apertura a la Inversión Extranjera Directa (IED). Menor énfasis

se detecta en estas propuestas sobre la reducción del

proteccionismo en las economías industrializadas, la reducción de

los desequilibrios en cuenta corriente en las principales de

estas economías y sobre las marcadas asimetrías en el sistema

monetario y financiero internacional que afectan a los ped en la

actualidad, particularmente sobre la transferencia neta de

recursos que hoy realiza América Latina hacia la banca comercial

y multilateral por concepto del servicio de la deuda externa.

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Los lineamientos básicos de esta propuesta de “ajuste

estructural” se pueden reducir a:

- creciente confianza en el mercado y en el sector

privado y gran desconfianza en la planificación y el

sector público para incrementar el empleo, la

producción y la eficiencia:

- acciones del lado de la oferta para movilizar los

ahorros internos domésticos y facilitar la inversión

privada nacional y extranjera, por medio de reformas

impositivas inspiradas en el ofertismo; acompañado

esto con reformas del mercado laboral que incrementen

la flexibilidad en la contratación y el despido;

- políticas de estimulo a la competencia y al accionar

del mercado, a través de la privatización de

actividades, liberalización de precios y eliminación de

subsidios, de manera que los precios actúen estimulando

la eficiencia1

- políticas monetarias y fiscales orientadas a reducir

los desequilibrios domésticos, la inflación y a liberar

recursos para el sector privado;

- políticas que intenten frenar y revertir la fuga de

capitales, para lo cual se confía básicamente en

políticas cambiarias realistas y de tasa de interés

elevada, así como en la confianza que el conjunto de

estas políticas suscitaría en los agentes económicos

privados, nacionales y extranjeros.

1 El debate teórico es antiguo al respecto. Señalemos, por de pronto, que mercados libres no son sinónimos de mercados competitivos ni en equilibrio, de manera que mercados libres, pero concentrados y/o en desequilibrio entregan señales erróneas que no fomentan la eficiencia.

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Una versión decantada de este enfoque sugiere los siguientes

frentes y lineamientos de política económica (Balassa, 1986):

i) orientación al exterior con tipos de cambio

competitivos, evitando la protección excesiva a las

importaciones y buscando incentivos a las exportaciones

que sean internacionalmente aceptables;

ii) aumento del ahorro interno y mejora en la eficacia de

su asignación, con tasa positivas (no excesivas) de

interés real, políticas fiscales que alienten el

ahorro, reducción de déficits presupuestarios y

estímulos al capital extranjero y a la IED;

iii) reducción en el tamaño y las responsabilidades del

Estado, fomentando los procesos de desregulación y

privatización, concentrando al Estado en políticas

sociales y políticas públicas estables;

iv) apoyo de países industriales, el que se entiende como

crítico para la viabilidad de esta estrategia. Este

apoyo externo, nada de irrelevante, surgiría de un

crecimiento económico mundial no inferior al 3% anual;

la liberalización del comercio en los países

industriales, evitando nuevas protecciones a

importaciones y subsidios a las exportaciones, caída en

la tasa de interés real que enfrentan los ped vía

reducción en el déficit fiscal norteamericano y en los

márgenes de la banca comercial acreedora y, finalmente

aporte de nuevos fondos netos a América Latina del

orden de los US$ 20 mil millones por año.

Además de las fuertes y razonables dudas que despierta la

posibilidad de apoyo de los países industriales en los términos

descritos, parece destacar como objetivo estratégico en esta

propuesta – al menos, esa es la opción explícita de la Fundación

Heritage – el reducir las tareas económicas del Estado

latinoamericano, tanto en el ámbito de la producción directa de

bienes y servicios, como en el de regulador del proceso económico

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y social. El enfoque aquí presente se apoya en el paradigma de

la competencia, aspirando por esta vía a mejorar la eficiencia en

la asignación de recursos. Sin embargo, no se advierte gran

preocupación en estas propuestas sobre los efectos económicos y

sociales que puede producir la concentración excesiva de la

actividad económica y financiera, quedando en claro que lo que en

realidad se promueve es la liberación de mercados, resultado

que no es estrictamente similar a mayor competencia. En el plano

internacional, este enfoque se apoya en una concepción estática

de las ventajas comparativas, acompañada de supuestos optimistas

sobre el grado de competencia en la economía internacional y

sobre el efecto de arrastre que tendría la dinámica de

crecimiento en la OCDE sobre las economías en desarrollo.

a) El marco analítico

En septiembre de 1979 en su reunión anual, el Banco Mundial

propone iniciar un programa de préstamos de ajuste estructural

para atender las dificultades de balanza de pagos que afectaban a

sus países miembros. Estos prestamos buscarían (Stern,1983):

i) Apoyar cambios específicos de políticas y reformas

institucionales que conduzcan a reducir el déficit de

cuenta corriente a niveles sostenibles;

ii) reducir los costos de transición de los cambios

estructurales en la industria y la agricultura,

aumentando la oferta de divisas de libre

disponibilidad

iii) Actuar como catalizador de la entrada de nuevo capital

externo, favoreciendo el alivio de balanza de pagos.

Los prestamos de ajuste estructural (SAL) son definidos por

el Banco Mundial como aquellos destinados a apoyar cambios en

política económica y aspectos institucionales necesarios para

modificar la estructura de la economía, de modo de acercarse a la

tasa de crecimiento potencial y la viabilidad de mediano plazo de

balanza de pagos, esto es, se está hablando de actividades que

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involucran el régimen de comercio, las políticas del sector

público, así como las reformas institucionales.

De esta forma, la viabilidad de mediano plazo de balanza de

pagos se le aprecia ligada a una reestructuración del aparato

productivo – cambios estructurales en la industria, en la

agricultura y modernización de los servicios – y modificaciones

en la política económica. Este grado de amplia cobertura no era

posible de alcanzar con los prestamos para proyectos, área de

desempeño tradicional del Banco, ya que si bien el préstamo

sectorial permite abordar amplias cuestiones de política

sectorial, la probabilidad que el BM tuviera una serie

coincidente de operaciones sectoriales en todos los sectores

relevantes para el ajuste estructural en un país era muy

reducida. Además existen cuestiones de política general que no

pueden ser abordadas adecuadamente en un contexto de proyectos

sectoriales.

Los programas de ajuste estructural (PAE) comprenden tres

paquetes de actividades:

i) declaración explícita de objetivos estructurales

específicos a alcanzar en un período de 5 a 7 años

(aumento de las exportaciones no tradicionales,

reducción de los niveles de protección efectiva,

reducción de incentivos fiscales a la promoción de

exportaciones, aumento de incentivos a la inversión

privada, metas de ahorro de energía, aumento de la

producción agrícola, etc.);

ii) conjunto de medidas que se tomarán en un período

aproximado de 5 años para alcanzar los objetivos

anteriores (reforma arancelaria y del sistema de

protección industrial, aumento del precio real de la

energía, modificación de los precios de intercambio a

favor de la agricultura, liberación de precios,

reducción de los subsidios, etc. );

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iii) programa de medidas a ser tomadas por un gobierno y

controladas por el Banco, tanto antes de la operación

como durante los siguientes doce o dieciocho meses.

El cambio de orientación del Banco Mundial desde los

préstamos vinculados a proyectos hacia los SAL introduce un

cambio significativo en las características del financiamiento

multilateral de los países en desarrollo. Estos préstamos SAL

introducen una condicionalidad macroeconómica de mediano plazo a

los países prestatarios, la que sumada a la condicionalidad de

corto plazo que caracteriza a los programas del FMI, da origen a

una “condicionalidad cruzada” que preocupa a los países en

desarrollo. En efecto, más allá de la eventual eficacia de ambas

condicionalidades, no es descartable que el cruce de ellas

reduzca los grados de autonomía de la política económica interna,

particularmente cuando se incluyen en el análisis las

restricciones que el entorno político impone a los gobiernos.

En todo caso, este nuevo enfoque del Banco Mundial recoge

algunas de las críticas a los programas tradicionales de ajuste

monitoreados por el FMI, reconociendo implícitamente sus

limitaciones. Por lo mismo, y estando aún en fase de

elaboración, los SAL mantienen destacadas áreas de conflicto con

los programas de ajuste del Fondo (de ahora en adelante, PAF).

Los esquemas PAF aspiran a establecer una posición viable de

balanza de pagos (BP) bajo condiciones de libre comercio y libre

movilidad de capitales (Guitian,1981).2 Aparentemente, dicho

enfoque podría conciliarse con la viabilidad de mediano plazo en

2 Resta una ardua tarea analítica por definir dicha viabilidad en el actual contexto de mutaciones significativas en el sistema de comercio internacional y en el acceso al financiamiento externo de los países en desarrollo. Por ejemplo se detecta un cierto consenso en la región en que, aunque las economías se sometan a un ajuste estructural, el acceso al mercado voluntario de créditos continúa bloqueado para América Latina.

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BP que postulan los SAL. Sin embargo, las propuestas de SAL

surgen justamente luego de comprobar la insuficiencia de los PAF

en el ajuste de balanza de pagos.

La eficacia de un ajuste de BP radica en la posibilidad de

orientar los recursos hacia la producción de bienes transables –

exportables e importables – y ello es un fenómeno que se da en el

mediano plazo, mediante cambios en la estructura de la inversión

y, por ende, en la estructura productiva. Se trata entonces de

modificaciones por el lado de la oferta que se dan en el mediano

plazo. En este sentido, los SAL apuntan simultáneamente a

influir sobre (World Bank,1985):

i) la reducción en el déficit de BP

ii) la recuperación del nivel de ingreso potencial

iii) los cambios en la estructura productiva para prevenir

futuros shocks externos

iv) las políticas de estabilización y de BP.

Como es conocido, las modalidades de ajuste y financiamiento

frente a shocks externos se dividen en tres categorías:

i) políticas de absorción, esto es, reducir el gasto

interno frente al producto. En teoría, esto puede

lograrse aumentando el ingreso proporcionalmente más

que el gasto interno o incrementando la tasa de ahorro

frente a un ingreso constante, sin embargo, dadas las

rigideces de diversos tipos en mercados de bienes y

factores, en la práctica, esta política conduce a un

ajuste vía reducción de las importaciones, de las

inversiones y del crecimiento actual y futuro. Esto

es, la conocida política de ajuste recesivo;3

3 En un exhaustivo trabajo sobre el tema, Ground detecta cinco fuentes de sesgo recesivo en los programas de ajuste del FMI: i) insuficiencia de financiamiento; ii) inconsistencia de políticas económicas internas; iii) el empleo de acervos de activos externos netos como un criterio de ejecución; iv)

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ii) políticas de composición del gasto o de reasignación,

desplazando la producción hacia transables, fomentando

las exportaciones y la sustitución eficiente de

importaciones. Este es el elemento distintivo de las

políticas de ajuste y por definición, opera en un

período más amplio que las políticas de absorción pues

si bien en el corto plazo es posible comprimir las

importaciones y, por esa vía, mejorar la situación de

BP, en el mediano plazo es crucial aumentar la

inversión, de manera de modificar la estructura

productiva hacia una mayor producción de exportaciones y

sustitución de importaciones. La idea de estas

políticas es desviar el gasto desde bienes importados a

bienes nacionales y estimular un crecimiento de

exportaciones, afectando la rentabilidad de

exportaciones e importaciones y/o afectando

directamente el quantum de comercio exterior. La más

relevante de estas políticas es la devaluación que

promueve X y desalienta M, promoviendo sustitución de

importaciones. Las tarifas, cuotas, depósitos previos,

etc., comprimen las M y los subsidios a las X fomentan

un mayor nivel de exportables;

iii) políticas de financiamiento, sugeridas como el camino

más apropiado para desequilibrios transitorios de

pagos, así como para ayudar a resolver, en conjunto con

otras políticas, aquellos desequilibrios fundamentales

pero no permanentes. Típicamente aquí aparece el uso de

las reservas o el acceso al crédito externo.

Las políticas PAF han privilegiado el ajuste en el corto

plazo con excesivo énfasis en políticas de absorción, descuidando

el uso de metas específicas fijas para los criterios de ejecución; y v) el vínculo entre financiamiento externo y ajuste.

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los necesarios cambios de mediano plazo en la estructura

productiva y en la estructura de la inversión y del comercio

exterior. Aquí es entonces donde se plantean las diferencias

entre los PAF y las políticas de Ajuste Estructural (PAE) que

tienden a privilegiar los cambios de oferta en el mediano plazo.

Los PAF privilegian la reducción del gasto interno y la

devaluación, como instrumento reasignador. La combinación de

estas políticas aumentaría las exportaciones metas, mientras que

una supuesta flexibilidad a la baja en precios y salarios en el

sector de bienes no transables, permitiría que el ajuste se diese

allí vía menores precios y no vía menor producción y empleo.

Las PAF aplicadas han resultado ineficientes y recesivas,

por el énfasis excesivo en la reducción de la demanda interna,

por el monto muy elevado que se, precisaba corregir y por la

inusitada rapidez con que debieron llevarse a cabo (CEPAL, 1986).

Además en el corto plazo han sido inflacionarias pues el

principal instrumento usado para reasignar la demanda ha sido la

devaluación, la misma que ha elevado el precio relativo de los

transables. Si a esto agregamos la rigidez a la baja de los

precios de los bienes no transables y los mecanismo vigentes de

indización y expectativas, resulta que el ajuste se obtiene por

una caída innecesariamente severa en la producción – empleo del

sector no transable.

Por otro lado, las políticas de reasignación – las que dada

la magnitud de la crisis pueden ser sobrecompesadoras

(aranceles, subsidios, créditos) (CEPAL,1986) – deben ser

temporales y altamente selectivas. Igualmente las políticas de

control de la demanda deben ser selectivas pues las reducciones

agregadas del gasto sacrifican en demasía la inversión, en

circunstancias que otros ítems del gasto público tienen un menor

costo alternativo en materia de reactivación y empleo.

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De este modo, las PAE para ser eficaces deben incluir un

paquete más amplio, ciertamente no son suficientes las políticas

de control de la demanda y de reasignación. Estas deben ir

acompañadas de políticas de inversión, de políticas de ingreso y

de políticas sociales.

Las políticas de inversión son fundamentalmente para promover

el cambio estructural, reasignando recursos hacia la producción

transable, fortaleciendo las políticas tecnológicas, la

infraestructura y los servicios de apoyo a la producción.

Un proceso de ajuste eficiente no puede apoyarse entonces en

una reducción indiscriminada de la inversión. La eficiencia del

ajuste radica en el aumento de la producción transable, lo que

exige una recomposición de la demanda hacia bienes no transables

y una reorientación de las inversiones hacia la producción de

bienes transables (CEPAL,1986).

El ajuste requiere entonces ser complementado con

crecimiento y con financiamiento externo neto que facilite tal

ajuste con crecimiento. Esta es una antigua demanda de los ped y

ello queda bien reflejado en el punto 115 de un informe de 1987

del grupo de los 24, entidad de los ped para los temas monetarios

y financieros en el marco de los organismos multilaterales.

“Los países en desarrollo experimentan dos tipos de

problemas de balanza de pagos: los que obedecen a un exceso de

demanda agregada y los carácter esencialmente estructural, a

los que se agregan los provenientes de factores exógenos

transitorios corregibles. En la práctica, muchos países padecen a

la vez todos estos problemas. En la medida que existe un

exceso de demanda, la solución adecuada guarda relación con la

gestión de la demanda. En cambio, los déficit estructurales

obedecen a lo inadecuado de la capacidad productiva y a que la

estructura de producción no esta diversificada, lo que se debe,

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entre otros factores, a que el crecimiento económico y la

inversión son insuficientes. Por lo tanto, todo programa de

ajuste estructural de balanza de pagos debe asegurar que las

medidas prescritas sean compatibles con el crecimiento económico.

El mejor modo de lograrlo es adoptar medidas de política

económica orientadas hacia una mejora del nivel y la composición

de la oferta. Esa medidas no dan resultado sino transcurrido

cierto tiempo, y entre tanto es necesario financiar los déficit

de balanza de pagos. Dicho de otro modo, la solución de los

problemas estructurales de balanza de pagos consiste en combinar

el ajuste, el crecimiento económico y el financiamiento, todos

factores complementarios entre sí”

(Boletín del FMI, 17 de agosto, 1987)

En síntesis, no puede esperarse un ajuste eficiente de BP en

economías virtualmente estancadas y con coeficientes decrecientes

de inversión, como ha venido aconteciendo en América Latina. El

punto crucial entonces es discutir sobre las políticas más

eficientes para orientar la producción hacia los transables –

promoción de exportaciones y sustitución eficiente de

importaciones – en el marco de las tendencias más previsibles del

comercio y del financiamiento internacionales.

Tampoco puede concebirse un ajuste exitoso sin remediar la

actual situación de zona exportadora neta de capitales que afecta

a América Latina, con un flujo anual promedio de US$ 25,000

millones que salen anualmente desde la región, desde hace siete

años. Es decir, si de ajuste estructural se trata, no son ajenos

a esta temática la necesidad de un trato distinto a la deuda

externa y la urgente recomposición de las corrientes netas de

financiamiento externo, tema de importancia crucial que aquí no

será abordado.

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INVERSION INTERNA BRUTA, 1960-1988 (%DEL PIB)

PROMEDIOS a/

País 1970-79 1980-86 1987-88

Argentina 21.7 15.6 14.0

Bolivia 21.4 12.4 10.3

Brasil 23.9 16.5 17.6

Colombia 19.1 19.8 17.8

Costa Rica 23.7 20.6 26.9

Chile 17.9 16.9 18.0

Ecuador 24.6 20.4 16.6

El Salvador 16.8 12.1 12.7

Guatemala 13.8 10.2 10.1

Haití 14.0 17.4 18.8

Honduras 21.4 18.2 15.9

México 23.2 21.8 16.0

Nicaragua 15.7 21.4 23.2

Panamá 27.9 18.8 17.1

Paraguay 20.4 24.0 22.5

Perú 15.8 16.1 22.4

Rep. Dominicana 23.6 15.0 28.3

Uruguay 12.5 12.6 9.7

Venezuela 35.3 25.1 19.7

América Latina 23.2 18.0 17.2

a/ Los totales regionales no son estrictamente comparables por

falta de información completa para algunos países ara 1960,

1970, 1985 y 1986. Los años 1985 y 1986 corresponde a

estimaciones del BID.

Fuente: BID, con base en estadísticas de los países miembros.

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ESTRUCTURA TIPICA DE UN PROGRAMA DE AJUSTE ESTRUCTURAL4

==================================================================

1. Estructura de incentivos

- Eliminación gradual de las restricciones cuantitativas

a las importaciones;

- Simplificación de los trámites de comercio exterior

- Reducción de las dispersión arancelaria; reducción de la

protección efectiva en la industria y aumento en la

agricultura; reducción de la protección media;

- Igualación de incentivos para la producción interna y

de exportación: subsidios a las exportaciones,

impuesto al consumo y a las ventas;

- Políticas de precios: liberación de precios, paulatina

reducción de los subsidios presupuestarios;

mejoramiento de los incentivos a la producción agrícola;

precios internos de la energía similares a los

internacionales;

- tributación: simplificación de la estructura

impositiva, principios de neutralidad tributaria;

- tasa de interés: liberación de la tasa de interés,

unificación de los mercados de crédito;

- tasa de cambio: unificación cambiaria y mantención de

un tipo de cambio real alto y estable.

4 Basado en Stern, 1983

Page 21: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

21

2. Inversión pública

- prioridad a proyectos que alivien la restricción de

divisas: energía hidroeléctrica, exploración petrolera,

expansión cultivos de exportación, inversión en nuevas

minas y yacimientos marginales;

- introducción sistemática de criterios de evaluación

social de proyectos: precio-sombra realista para las

divisas:

- preferencia a proyectos de gestación más rápida, que

ahorran más capital y generan más empleo;

- fortalecimiento de la capacidad de planificación :

análisis de preinversión y proyectos, impacto

macroeconómico del programa de inversiones públicas,

financiamiento de la inversión pública y vínculos con

el resto de la política económica.

3. Gestión del presupuesto y de la deuda

- reducción del déficit presupuestario, cuidando

minimizar el impacto negativo sobre la actividad

productiva;

- reducción de los subsidios al consumo;

- recuperación del atraso en las tarifas de los servicios

públicos;

- reducción de gastos no relacionados con el desarrollo:

servicios militares y administrativos, por ejemplo.

- Orientación más precisa de los programas de asistencia

social a los beneficiarios más necesitados;

- reducción del costo unitario de los programas sociales;

- reestructuración de la deuda externa, como condición

previa para un programa PAE;

- complementariedad entre los PAE y los programas del

FMI.

Page 22: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

22

4. Reforma institucional

- coordinación del sector descentralizado: mejoramiento

del sistema de información y seguimiento de la

planificación de la inversión pública, de los registros

de la deuda externa, generalización de criterios

económicos de gestión;

- reforma del sistema de empresas públicas: disciplina

financiera más estricta, criterios de

autofinanciamiento, mayor autonomía administrativa,

déficit de las empresas estatales financiados en el

mercado de capitales;

- actualización y mantención del valor real de las

tarifas de los servicios públicos;

- introducción de criterios de competencia en el

desempeño de las empresas estatales;

- privatización de empresas públicas productoras de

bienes;

- licitación de actividades al sector privado: fases de

procesos productivos específicos, provisión de

servicios (correo, aseo, ornato, educación).

==================================================================

b) Fuentes de conflicto entre la teoría económica, las opciones

nacionales de desarrollo y las políticas de ajuste estructural

Mencionemos, en primer lugar, los conflictos potenciales

entre el actual accionar del FMI y las políticas SAL.

Si bien las PAE requieren algún grado de restricción de

demanda para restaurar la estabilidad financiera, el eje de sus

Page 23: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

23

preocupaciones está en las medidas de oferta. Por ejemplo, en

medidas orientadas a mejorar el transporte, el crédito, la oferta

de insumos, la infraestructura para la producción de transables.

La probabilidad de conflicto entre estas políticas de oferta y

los techos crediticios y de gasto que a acompañan a las PAF es

bastante alta, particularmente en condiciones de restricción

externa.

Del mismo modo, a la hora de evaluar el desempeño de las PAF

y las PAE aparecerán problemas de definición de horizontes. Las

primeras definen su objeto de estudio entre 1 y 3 años – a veces

mucho menos- y las segundas, no pueden sino ser evaluadas entre

los 5 y los 7 años (Wohlmuth, 1985).

La propia base teórica de las PAF se orienta a un ejercicio

de programación financiera, en tanto las PAE se desenvuelven en

un marco de programación económica del sector productivo. Por lo

mismo, el instrumental asociado a cada óptica es disímil y puede

enfrentar contradicciones en el corto plazo. Los techos al

crédito interno y al gasto fiscal, propios de las PAF, no tienen

por que coincidir necesariamente con los criterios de desempeño

de las PAE. El desarrollo del sector transable en el mediano

plazo puede requerir – más bien necesita – de subsidios que

chocan con la política presupuestaria; los techos crediticios

pueden dificultar políticas de tasas de interés activa para

favorecer determinados programas de inversión (Wohlmuth, 1985).

Se impone pues la necesidad de articular visiones de

corto y mediano plazo en aras de un ajuste expansivo. Parece

indudable que el horizonte de las políticas convencionales de

ajuste debe expandirse para permitir la modificación de la

estructura productiva. Del mismo modo, estas políticas deben

incluir elementos de oferta en su evaluación, buscando conciliar

los techos crediticios con los programas de inversión pública y

Page 24: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

24

de gasto reasignado. Por otro lado, las PAE deben establecer un

sendero posible de objetivos macroeconómicos de corto plazo

compatibles con el ajuste estructural.

Las políticas del FMI continúan recibiendo severas críticas

en el ámbito técnico y político por su sobre-simplificación e

inflexibilidad en sus enfoques de corto plazo. En la actualidad,

el Banco Mundial se expone a una situación similar en temas

políticamente más controversiales y sin tratamientos técnicos

unívocos. (Helleiner, 1986.)

Ello es así porque los temas de ajuste de mediano plazo en

balanza de pagos – asociados como se señalaba a la transformación

en la estructura productiva – rápidamente terminan siendo debates

sobres estrategias alternativas de desarrollo. Es ingenuo querer

debatir dichos temas de ajuste sin una definición previa sobre el

rol del Estado, el ámbito de la empresa privada, el grado y forma

de la orientación al exterior y la distribución del poder y del

ingreso resultante de la estrategia de desarrollo. Huelga

señalar que esas definiciones previas no son tecnocráticas y

hablan de la necesidad de mecanismo institucionales y políticos

estables que permitan la expresión de los diversos intereses y –

ojalá – su concertación dinámica tras proyectos nacionales de

desarrollo.

Liberalización comercial y competitividad

En el debate sobre desarrollo económico se comparte cada vez

más la adopción de estrategias que aprovechen los beneficios de

la apertura comercial en la producción (mercados más amplios,

economías de escala, normas más estrictas de calidad y

cumplimiento) y en el consumo (acceso a una canasta más

diversificada de consumo y a menor costo).

Page 25: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

25

Del mismo modo, se estima que economías abiertas al comercio

exterior gozarán de mayores niveles de eficiencia en la

asignación de recursos y de mayor estabilidad de precios internos

que aquellas sometidas a excesivas protecciones. En efecto, el

hecho de enfrentar la competencia externa obliga a un mayor nivel

de eficiencia, no sólo en los exportadores y sustituidores de

importaciones sino también en aquellas actividades destinadas a

proveer de insumos, bienes y servicios a las anteriores, en la

medida que ello afecta también la competitividad de las

actividades transables internacionalmente. Así también en

economías más abiertas al exterior la mantención de exceso de

gasto interno sobre el producto repercute rápidamente en las

cuentas externas, afectando el nivel de reservas y/o el tipo de

cambio. Si el ajuste de las cuentas externas se hace descansar en

la devaluación, esto puede impactar en el nivel de precios

internos, afectando la competitividad.

La verdadera discusión radica entonces en los mecanismos más

eficaces para fomentar la competitividad de bienes y servicios.

Para esto, la reducción de las barreras al comercio es un paso

inicial imprescindible pero siendo una medida necesaria es

insuficiente. En efecto, mejorar la inserción comercial supone

un incremento de competitividad en bienes y servicios y ello, en

el mediano plazo, sólo es sostenible con incrementos en la

productividad e incorporación de innovaciones tecnológicas que

compatibilicen equilibrio de balanza de pagos con mejoría en el

nivel de vida de la población.

Un tal esfuerzo requiere implementar los niveles de ahorro o

inversión, lo cual implica, por un lado, facilitar la

movilización de recursos financieros de modo que ellos se

transformen efectivamente en inversión productiva y, por otro,

mejorar la asignación de la inversión para lo cual colaborar

eficazmente un entorno de una economía en crecimiento, abierta al

Page 26: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

26

exterior y con desequilibrios macroeconómicas leves o bajo

control.

El desafío de competitividad entonces alude a una política

de apertura comercial (reducción de aranceles-promedio, de la

dispersión arancelaria, de controles cambiarios y comerciales,

etc.), a políticas macroeconómicas consistentes (política

monetaria, crediticia y fiscal), a políticas de incentivos,

precios e ingresos (subsidios, política tributaria, reducción de

controles de precios, vinculo salarial real y tipo de cambio,

etc.) pero también incluye elementos más estructurales ligados a

la política tecnológica, reestructuración productiva, sistema

educativo. En síntesis, en el mundo actual no sólo compiten

productos sino más bien a través de ellos se manifiesta la

competencia de sistemas productivos, tecnológicos y educacionales

(Rosales, 1989).

En este sentido, la preocupación por la liberalización

comercial es un subconjunto de un tema más amplio, cual es el de

la competitividad, articulación y modernización del aparato

productivo.

Con todo, en materia de comercio exterior, la propia

expresión “liberalización comercial” refleja aún cierta vaguedad.

En efecto, unívocamente expresa alguna relajación en los

controles comerciales y cambiarios, sin embargo, en el ámbito de

la teoría no existen respuestas únicas sobre intensidad de la

liberalización, esto es, niveles finales de las variables y

plazos del ajuste, considerando el punto macroeconómico de

partida y las posibilidades de cada economía. (Edwars, 1987.)

En todo caso, existe un cierto rango de experiencias que cabe

desatacar y que facilitan una aproximación pragmática hacia los

criterios de “éxito” liberalizador. En efecto, se encuentra

que las economías con mejores resultados en apertura comercial

Page 27: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

27

son aquellas donde ha acaecido: i) un aumento del tipo de cambio

real y, más importante aún, que éste no haya sufrido

fluctuaciones violentas; ii) una reducción en las tarifas

promedio; iii) una menor dispersión en las tarifas; iv) los

sistemas de licencias previas son de baja cobertura; v) los

criterios no arancelarios de protección son reemplazados por

protección arancelaria. (Michaelly, 1989.)

Page 28: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

28

Apertura comercial y política macroeconómica

No es posible encontrar nada en la historia económica

contemporánea de Japón ni de los NIC`s del Sudeste Asiático que

permita postular la utilidad de una apertura comercial en medio de

una crisis macroeconómica o en respuesta a una crisis de deuda

externa (Sachs,1987).

La situación de las economías latinoamericanas en promedio,

se viene caracterizando por una gran dificultad para recuperar su

capacidad de crecimiento y por la necesidad de hacer frente a un

pesado servicio de la deuda externa (4% del Producto como

promedio) y a intensos procesos inflacionarios. Se trata de una

situación inédita en los anales de la historia económica en la

medida que hace coincidir en el tiempo las tareas de ajuste

externo, estabilización, equilibrio fiscal y servicio de la deuda

externa. En tal circunstancia, el paradigma del Sudeste Asiático

aporta menos luces pues nunca la apertura comercial fue allí

concebida para enfrentar este conjunto simultáneo de desafíos de

política económica.

Así, por ejemplo, en América Latina en el año 1988 el

coeficiente de inversión ha caído 6.4 puntos del PIB respecto del

período 1979-81, en tanto el ahorro interno ha aumentado en 2.7

puntos. Esto es el año 1988 acumula respecto de 1979-81 la

friolera de 9 puntos de PIB como vuelco en la transferencia real

de recursos, financiada en 70% por caída de la inversión y 30%

por mayor ahorro interno. Este vuelco de 9 puntos de PIB en la

transferencia de recursos se descompone en el año 1988 en 1.2

puntos por mayor tasa de interés, 4.8 puntos por deterioro en

términos de intercambio y 3.1 puntos por caída en el

financiamiento externo.

Page 29: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

29

AMERICA LATINA: TRANSFERENCIA NETA Y FINANCIAMIENTO

DE LA INVERSION a/

(% del PIB. Promedios simples por períodos)

1976-78 1979-81 1982-84 1985-87 1988 b/

Inv. Interna

Bruta 23.5 23.4 17.2 16.6 17.0

Ahorro Interno

Bruto 23.4 22.5 23.0 24.1 25.2

Ing. Netos por

Serv. Fact. -2.2 -3.0 -5.4 -4.3 -4.2

Efecto relac.

Prec. Internac c/ -1.2 -0.5 -2.6 -4.2 -5.3

Ahorro nac.bruto 20.0 19.0 15.0 15.3 15.7

Ahorro externo 3.5 4.4 2.2 1.3 1.3

Fuente: CEPAL, sobre las base de cifras oficiales (citado en

Eyzaguirre,1989).

a/ A precios de mercado, en dólares constantes de 1980, al tipo

de cambio ajustado.

b/ Preliminar

c/ Incluye transferencias unilaterales privadas.

Page 30: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

30

Esta modalidad de ajuste ha impactado adversamente sobre los

presupuestos fiscales, en la medida que el sector público

latinoamericano ha terminado siendo responsable del 80% de la

deuda externa regional, con lo cual cerca de 4 puntos del

producto han repercutido directamente en las cuentas fiscales. En

la medida que el coeficiente–medio de tributación alcanza a un

15% del PIB en la región, ello ha significado un sobre-esfuerzo

cercano al 30% en los ingresos fiscales, lo cual no tiene

precedentes en la región y sólo puede considerarse como una

violenta “reforma tributaria” que no ha favorecido la retoma del

crecimiento económico, que ha fortalecido los procesos

inflacionarios, que ha agravado la desigualdad distributiva, todo

ello como mecanismo necesarios para continuar financiando las

transferencias netas al exterior.

Adicionalmente en esas experiencias asiáticas se encuentra

una distinción práctica entre liberalización y promoción de

exportaciones. De hecho, hasta hoy el MITI japonés es famoso por

sus controles cambiarios y sus controles administrativos al

comercio exterior y nadie podría discutir su rol de gran promotor

de las exportaciones japonesas. Un examen desapasionado de estas

experiencias-vitrinas permite comprobar la presencia de gobiernos

altamente dirigistas, con fuertes controles a las importaciones,

severas regulaciones en los mercados de capital, por un lado, y

por el otro, inflaciones bajas y estables, presupuestos fiscales

cercanos al equilibrio y rentabilidad exportadora sostenida no

por una liberalización de importaciones sino por una combinación

de incentivos fiscales y gestión del tipo de cambio. (Sachs,1987)

La profundidad de las reformas de liberalización

comercial y financiera también plantea una serie de delicadas

opciones en política económica, en la medida que los efectos

indirectos – y de signo no deseado- puede ser significativos

sobre la estructura productiva, la inversión interna, el empleo.

Del mismo modo, la ejecución simultánea de estas dos reformas

Page 31: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

31

introduce efectos de diverso signo y que actúan en diversos

horizontes sobre la cuenta corriente y de capital. El efecto

neto, por tanto, de estas reformas continúa en la teoría con un

importante dosis de incertidumbre (Zahler,1980).

De hecho, las propias publicaciones del Banco Mundial

recogen la complejidad de este debate. Edwars (1987) aboga por

una liberalización de la cuenta corriente previa a la

liberalización de la cuenta de capitales, sometiendo esta última

a una clara secuencia: i) control del déficit fiscal; ii) reforma

del mercado financiero interno y aumento de la tasa de interés,

para recién entonces proceder a liberar la cuenta de capitales.

Este planteamiento intenta recoger la experiencia aperturista del

Cono Sur, es decir, antes de abrir la cuenta de capitales

conviene reformar el mercado interno de capitales, de otro modo,

sobrevendrá una masiva fuga de capitales. Del mismo modo, si la

reforma del mercado de capitales –y el subsecuente incremento en

la tasa de interés interna- no es precedido del control del

déficit fiscal, la resultante será un incremento del impuesto-

inflación. La prelación de la cuenta corriente en la apertura

apunta a evitar flujos desestabilizadores de capital, los que

dependiendo de la política cambiaria, pueden transformarse en

presiones a la apreciación real del tipo de cambio, generando

innecesarios y costosos movimientos de recursos entre los

sectores productivos. Más aún, luego de haber liberalizado el

comercio, la cuenta de capital deberá liberalizarse gradualmente,

manteniendo un estricto control sobre las entradas de capital,

recogiendo esta vez las lecciones de la crisis del sistema

financiero en el Cono Sur, a consecuencia de una desregulación

excesiva.

Una opinión muy distinta es la que maneja Lal (1987), quien

argumenta que reduciendo el déficit fiscal y las distorsiones del

mercado doméstico de capitales, es necesario acometer la

liberación simultánea y drástica de las cuentas corrientes y

Page 32: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

32

de capital, a condición de mantener un tipo de cambio flotante

durante la transición. En opinión de Lal, la simultaneidad de

estas reformas deriva de razones de economía política pues, por

tratarse de reformas que afectan intereses sectoriales, es

preciso actuar con celeridad para evitar la organización de los

intereses afectados.

En el plano técnico aparecen otras dificultades nada de

despreciables para la aplicación de los SAL. Es preciso

reconocer que en materia de teoría económica, es poco lo que

sabemos sobre la dinámica del ajuste económico, sobre el “timing”

y secuencias de las reformas (Feinberg,1986). Del mismo modo,

habiendo acuerdo sobre la necesidad de tipos de cambio

apropiados, de adecuadas tasas de ahorro e inversión y de

políticas monetarias y fiscales responsables, dicho acuerdo se ve

dificultado a la hora de definir el significado preciso de los

calificativos: “apropiado”, “adecuadas” y “responsables”.

(Helleiner, 1986).

El estado actual de la teoría económica no permite dar

respuestas unívocas sobre el tránsito de una situación de

desequilibrio a otra. En particular, es posible argumentar que

dadas las estructuras de mercados y la distribución de recursos

en economías periféricas, la forma específica en que se transite

de una situación de desequilibrio a una nueva posición, influye

sobre esa posición final. En otras palabras, el conjunto de

políticas adoptadas para dicho transito no es neutro respecto del

objetivo final, lo condiciona tanto en términos de equidad

(distribución social de los costos del ajuste) como en términos de

eficiencia estática (interrelaciones entre los mercados de bienes

y factores) y dinámica(impacto sobre la tasa y estructura de la

inversión) (French-Davis, 1987.)

Tampoco el avance en la teoría macroeconómica permite

otorgar respuestas unívocas al tema de la interacción entre

Page 33: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

33

variables reales y financieras, menos aún en contextos de crisis

de la deuda externa, fuga de capitales e inflación desatacada

(Helleiner, 1986).

El rol de la tasa de interés en el proceso de ahorro, por

otra parte, continúa siendo incierto (FMI,1985) y en aquellos

casos en que una alta tasa de interés activa incrementa el ahorro

financiero, de allí no se infiere ni teórica ni empíricamente que

ello favorezca la inversión productiva (CEPAL,1986). En la

hipótesis monetarista, la desregulación y la descompresión del

sistema financiero, al liberar la tasa de interés e incrementar la

oferta de activos con mayor retorno, aumentaría el ahorro

privado y –con una suficiente apertura en la cuenta de capitales

- también aumentaría el flujo de ahorros externos, y con ello la

inversión privada (Mckinnom, 1973). Aquí surgen reminiscencias

pre-keynesianas pues se retoma la idea que es el ahorro el que

determina la inversión, contrariando el abecé keynesiano.

Como los ahorros determinarían la inversión posible, el

crecimiento económico encontraría su límite en la “insuficiencia

de ahorro”. La función del sector público y de la política

económica sería entonces la de proveer de incentivos al ahorro

privado, a través de instrumentos financieros. La expresión más

extrema de esta incomprensión de la dinámica macroeconómica se

encuentra justamente en las políticas de ajuste, donde se aspira

a incrementar el ahorro interno en un contexto recesivo y de

caída de la inversión. Se habla de “ahorro insuficiente” y para

fomentarlo se sugiere sistemáticamente “moderar el crecimiento de

los salarios, a fin de recomponer las ganancias y fomentar la

inversión”. El resultado también sistemático es un achatamiento

del mercado interno, reducción de las ganancias empresariales

productivas, desaliento de la inversión privada y deterioro de la

participación salarial del ingreso. En ese marco, dadas las

expectativas de restricción del mercado interno, los recursos

excedentarios tienden a orientarse hacia las “burbujas

Page 34: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

34

especulativas, reflejando que, por esa vía, nunca se alcanzará

un nivel “suficiente de ahorro”.

Hay otro corolario: no seria posible redistribuir antes de

crecer pues ello reduciría la capacidad de ahorro de la economía

y, por tanto, la propia capacidad de crecimiento. La única

posibilidad de redistribución estaría sujeta a políticas sociales

específicamente diseñadas para los sectores más pobres de la

población. La política tributaria debería ser rediseñada,

olvidándose de los objetivos de redistribución que supuestamente

limitan el crecimiento, los impuestos deberían ser neutrales en

términos distributivos y – recogiendo las propuestas ofertistas-

debiera también reducirse la progresividad en el impuesto a la

renta para fomentar la creación de riqueza.

Como se puede apreciar, se trata de un claro retroceso a

cuestiones zanjadas hace décadas:

“En resumen, el mal radica en la insuficiencia de las

inversiones para emplear todo el ahorro. Y como el ahorro es

toda aquella parte de la producción que no se consume,

insuficiencia de inversiones significa insuficiencia de demanda.

De ahí la conclusión práctica de Keynes: hay que provocar

deliberadamente el crecimiento de aquellas, hasta que la demanda

sea insuficiente para absorber toda la oferta que proviene del

empleo pleno de las fuerzas productivas” (Prebisch, 1947).

El test empírico ha sido poco benevolente con el monetarismo

pues desde 1982, pese a importantes desregulaciones y

descompresiones financieras en algunas economías de la región,

pese a importantes incrementos en la tasa de interés doméstica,

no sólo los flujos de capital externo no aparecen sino que esas

mismas economías continúan haciendo costosas transferencias netas

al exterior. Considerando entonces los desequilibrios actuales

en la economía mundial –déficit fiscal y comercial

norteamericano, inestabilidades cambiarias entre las principales

Page 35: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

35

monedas, dificultades de coordinación entre las políticas

macroeconómicas de la OCDE- es posible sostener que, por un largo

período, los flujos de recursos externos continuarán siendo

insensibles a las diferenciales de interés que puedan presentar

las economías endeudadas.

En materia fiscal, la teoría aún no nos provee –y

difícilmente lo hará algún día- de instrucciones irrefutables

sobre el tamaño óptimo del gobierno o sobre el grado óptimo de

intervención gubernamental. Sin embargo, la experiencia nos

señala que, al menos, una condición necesaria del éxito

exportador parece ser un déficit fiscal reducido y financiable

sin presiones inflacionarias desestabilizadoras (Michaelly,

1989).

En todo caso, la difundida tesis del “crowding-out” fiscal

requiere ser matizada con alusiones a realidades concretas. En

primer lugar, no es claro empíricamente que el ahorro privado sea

muy sensible a los cambios en la rentabilidad después de

impuestos, así como tampoco parece ser muy sensible la inversión

privada a la tasa de interés, eslabón clave de esta tesis (Khan y

Knight, 1978). Además si existe una suficiente complementariedad

entre proyectos públicos y privados de inversión, el tal

“crowding-out” pierde relevancia. Blejer y Khan (1984) detectan

que la inversión pública en infraestructura tiende a activar la

inversión privada y justamente, a consecuencia del ajuste

recesivo, se detecta en la región una fuerte caída en esta clase

de inversión pública, lo que probablemente haya arrastrado a la

baja a la inversión privada.

Page 36: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

36

Liberalización y mercados externos

Tampoco se asegura en los SAL una consistencia con la

evolución de las exportaciones mundiales y de los mercados de

capitales. En efecto, las características de la recuperación de

la economía mundial desde 1983 en adelante viene mostrando una

marcada marginación de los países en desarrollo en el comercio

internacional y en el acceso al financiamiento bancario, así como

en la ayuda oficial al desarrollo y en los créditos de

exportación.

Así, por ejemplo, a comienzos de la actual década, los países

en desarrollo respondían por un 27% de las exportaciones

mundiales y en 1986 sólo por un 20% de las mismas. El valor en

dólares de las exportaciones primarias no combustibles de 1986

continuó siendo inferior al valor alcanzado en 1980 (GATT, Focus

49). En particular, se aprecia un retroceso de la participación

relativa de América Latina, ya que la misma respondía en 1980 por

un 5.4% de las exportaciones y un 6% de las importaciones

mundiales. En 1986 esas participaciones cayeron a 4.4% y 3.8%,

respectivamente. (Direction of Trade Statistics, U.S., 1987.)

PARTICIPACIÓN DE A.LATINA EN EL COMERCIO MUNDIAL

(% sobre Exportaciones mundiales)

1970 1980 1983 1985 1987

5.5 5.5 5.8 5.4 3.8

Fuente: Gatt, diversas publicaciones

En la medida que la política apunta a que los SAL

incrementen su presencia en los países en desarrollo, conviene

que una supervisión global de los SAL se preocupe por evitar

excesos de oferta de exportaciones en algunos mercados pues ello

Page 37: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

37

afecta adversamente los términos de intercambio de los países

exportadores. Del mismo modo, la simultaneidad de programas

nacionales que busquen contener el gasto interno introduce un

sesgo recesivo en la economía mundial.

Como se puede apreciar en el cuadro adjunto del comercio

exterior latinoamericano, en 1987, luego de 6 años de costosas

políticas de ajuste, la región luego de aumentar en 32% su

quantum de exportaciones respecto de 1980 percibía prácticamente

el mismo valor por ese esfuerzo productivo de aumento de 4% anual

en sus exportaciones físicas, lo que ciertamente supera la

evolución del comercio mundial, en realidad la cuadruplica. Un

doloroso ejemplo que rebate la consigna “exportar o morir” pues

estas cifras señalan que es perfectamente posible morir

exportando. En otras palabras, no basta exportar: la estructura

de las exportaciones es un dato crucial sobre las posibilidades de

dinamismo económico de los países.

AMERICA LATINA: QUANTUM Y VALOR UNITARIO

DE SU COMERCIO EXTERIOR a/

(1980=100)

VALOR V.UNITARIO QUANTUM RELACION

INTERC.

X M X M X M R.I

1980 100 100 100 100 100 100 100

1982 97 80 88 105 110 81 84

1984 109 65 86 100 126 68 93

1986 88 66 69 86 127 77 79

1987 99 73 74 86 132 84 79

1988 115 82 74 95 156 87 78

1989 124 91 79 100 157 91 79

FUENTE: CEPAL, sobre la base de cifras oficiales.

Page 38: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

38

De igual forma, las propuestas recientes del Banco Mundial

estimulando a las economías deudoras a incrementar sus incentivos

a la IED, sustituyendo de este modo al financiamiento bancario,

subestiman el creciente proceso de concentración geográfica de la

IED en las economías centrales. Por otro lado, desconocen el

peso de variables de largo plazo, como localización,

abastecimiento y tamaño del mercado en las decisiones de las

transnacionales y de la IED (Morán, 1986). No es descartable que

si estas sugerencias de estímulo unilateral a los incentivos a la

IED fueran adoptadas conjuntamente por un número relevante de

países periféricos, el efecto más probable sería el de

cuasirentas para la IED, sin cambios positivos en la recepción

neta de recursos externos por parte de los países en desarrollo.

La participación de América Latina en los flujos de destino

de la IED viene por los demás cayendo sistemáticamente por razones

que escapan a variables de política interna, esto es, por las

necesidades de financiamiento de la economía norteamericana, el

proceso de readecuación tecnológica en las economías centrales y

los procesos de liberalización financiera en estas mismas

economías.

=================================================================

PARTICIPACION DE AMERICA LATINA EN LA IED

(% sobre flujos de destino)

1976-1980 1981-1985 1982 1985 1987

Flujos mundiales 13.2 10.9 17.1 9.5 5.7

Flujos a ped 55.3 42.1 52.1 36.7 46.7

=================================================================

Fuente: IMF, Balance of payments tape, Arpil,1987: FMI-BPSY,

diversos números.

Page 39: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

39

Finalmente no menos importante, cualquier opción de ajuste

estructural –entendida como modernización de la estructura

productiva y adaptación flexible a las condiciones de la demanda

mundial- exige financiamiento para nuevas inversiones. Ello

obliga a reconsiderar el trato actual de la deuda externa así

como nuevas opciones de financiamiento externo neto, cuestiones

que aún parecen lejos del horizonte pero que son

imprescindibles para que un ajuste estructural sea sostenido y no

agrave las condiciones de equidad.

CONTRACCION DEL FINANCIAMIENTO EXTERNO A LOS PED.

(flujos netos en miles de millones de dólares)

1979 1980 1982 1984 1986 1988

===============================================================

PRIVADOS 48.9 80.8 46.5 13.6 2.9 -9.6

OFICIAL 30.1 23.7 35.2 35.8 35.9 32.3

TRANSF. 6.4 5.6 8.3 11.0 15.0 17.2

IED 8.3 4.7 19.0 13.7 9.9 10.6

TOTAL 93.7 114.8 109.9 74.7 63.7 56.5

===============================================================

Fuente: FMI, World Economic Outlook, octubre 1988.

En síntesis, existe un amplio listado de lagunas en la

teoría económica sobre aspectos cruciales involucrados en los

SAL. Esto aconseja moderación en la aplicación de estas

políticas y la mantención de juiciosas intervenciones directas en

aquellos caso en que las respuestas de la variables-objetivo en

Page 40: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

40

el corto plazo –exportaciones e importaciones, ahorro e

inversión- sean débiles (World Bank,1985).

Un listado breve de algunos de los conflictos de política

económica que debe enfrentar un SAL –sin respuestas consensuales

en la teoría económica- incluiría, por lo menos, los siguientes

temas: Liberación comercial, e impacto negativo sobre la cuenta

corriente en el corto plazo, reducción de aranceles y caída en

los ingresos fiscales, cuando se intenta simultáneamente reducir

el déficit fiscal; devaluación e impacto inflacionario, cuando se

privilegian objetivos de estabilización, reducción de subsidios a

las exportaciones por razones de ajuste fiscal, conspirando

contra la mantención de mercados externos; reducción del crédito

interno y la ineficiencia que significa el aumento de la

desocupación y de la capacidad ociosa, etc. (World Bank, 1985).

Aún permanecen en el campo del debate macroeconómico los

vínculos entre liberalización financiera y ahorro-inversión; la

profundidad y modalidad de la apertura comercial y la eficacia de

la inversión y, en fin, el vínculo de corto y mediano plazo entre

apertura al exterior y equidad.

No es fácil, por tanto, una demanda espontánea por SAL desde

los países de la región. Probablemente ello explique que en

América Latina el Banco Mundial le esté dando mayor importancia a

los prestamos de ajuste sectorial (Sector Adjustment Loans), los

que suponen un menor grado de interferencia en el diseño global

de las políticas económicas nacionales.

En el período 1979-85 por ejemplo, América Latina fue

receptora del 13.5% del total de los prestamos SAL y de un 40.5%

del total de prestamos de ajuste sectorial otorgados por el Banco

Mundial. El país que en la región recibió el mayor monto de

recursos SAL fue Chile, con un 38% de dichos préstamos asignados

a América Latina (ver Nelson, 1986). Sigue a Chile, Jamaica con

Page 41: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

41

un 29% de los prestamos SAL para América Latina, con lo que estos

dos países tienden a transformarse en la avanzada de la

experimentación con los SAL, habida cuenta que, en la región

concentran 2/3 de dichos prestamos.

Finalmente, no deja de ser sorprendente que, justo cuando

las condiciones de ajuste recesivo en la región impactan tan

severamente en los sectores más pobres de la población, ello

coincida con la marginalización del tema de la pobreza y las

necesidades básicas en el Banco Mundial. Como se recordará,

ellas fueron las grandes consignas del Banco Mundial en la década

de los 70, culminando en novedosas y sólidas propuestas de

“redistribución con crecimiento” (Chenery, 1974). 5

La relativa equidad de partida de las experiencias del

Sudeste Asiático –particularmente en virtud de la Reforma

Agraria-, liberó a las políticas fiscales de una gran

preocupación en ese plano, permitiéndoles concentrarse en tareas

de eficiencia y crecimiento. La realidad latinoamericana es

dramáticamente distinta y esto no puede ser obviado a la hora de

discutir los programas de ajuste estructural (Sachs,1987),

particularmente a la hora de perfilar los niveles tributarios

compatibles con un financiamiento no inflacionario de programas

sociales más significativos que los actuales.

5 Quizás como símbolo de esta reorientación, un trabajo reciente menciona el cambio de denominación de un departamento de investigación del Banco Mundial. De llamarse “Employement and Income Distribution” , su actual denominación pasó a ser “Labor Markets” (Feinberg,1986). Otro trabajo llama la atención sobre el hecho que de más de 3,000 profesionales en el Banco Mundial, sólo se cuente con un sociólogo, un funcionario dedicado tiempo completo a las organizaciones no gubernamentales y un solitario profesional dedicado, en jornada parcial, a los temas de pobreza (Annis, 1986).

Page 42: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

42

2. LAS ETAPAS DE AJUSTE ESTRUCTURAL

En un interesante e innovador documento reciente del Banco

Mundial(Selowsky,1989), se expone un modelo estilizado de las

fases del ajuste estructural por las que deberían transitar las

economías latinoamericanas para recuperar su nivel de crecimiento

de mediano plazo, reduciendo sus niveles de endeudamiento

externo.

El documento sugiere tres etapas caracterizada, cada una de

ellas, por una combinación específica de políticas económicas

internas y de aporte del financiamiento externo. Cada etapa

enfrenta objetivos también específicos y no sería posible pasar a

la etapa siguiente, sin haber resuelto los temas claves de la

etapa previa.

El objetivo de la etapa I sería conseguir una mínima

estabilidad macroeconómica, reduciendo los niveles de inflación y

de tasa de interés real, lo cual apuntaría centralmente a generar

un superávit primario en las cuentas públicas (ingresos fiscales

superiores a los gastos públicos distintos de los pagos por

intereses).

La etapa II se define por la implantación de reformas

estructurales orientadas a promover la competencia interna y

externa. Para ello se postulan reformas en el sistema de

incentivos, en el sistema global de regulación y en las reformas

institucionales que promueven el incremento del ahorro público.

Las políticas más importantes de esta etapa serían las reformas

comerciales que igualen incentivos a exportaciones y sustitutos

de importaciones; la desregulación de la tasa de interés y la

descompresión del sistema financiero; la liberalización de la IED

y la desregulación en el sector productivo.

Page 43: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

43

La etapa III es una fase de consolidación de las reformas

estructurales, apuntando a una recuperación sostenida en los

niveles de inversión privada, nacional y extranjera.

El aporte del financiamiento externo es crucial en cada etapa

pues permite, al comienzo, que al ajuste sea menos recesivo

(etapa I), luego facilita la recuperación de la importaciones

(etapa II) y, finalmente, estimula una recuperación de las

inversiones (etapa III). La complementariedad del financiamiento

externo varía entonces en cada etapa, pues en la etapa I financia

parte del déficit fiscal, reduciendo el endeudamiento interno del

sector público; en la etapa II debiera de aportar financiamiento

fresco para recuperar el nivel de importaciones y, finalmente en

la etapa III, debiera procederse a una reducción de deuda para

reducir incertidumbre y vulnerabilidad frente a “Shocks” externos

y para evitar una reversión en las reformas estructurales.

El documento de Selowsky incluye el conjunto de los temas

relevantes del ajuste estructural y aportar dos elementos

novedosos: i) plantea la estricta complementariedad entre la

calidad de las políticas económicas internas y el aporte del

financiamiento externo, postulando incluso la reducción de deuda

de aquellas economías ubicadas en la etapa III del ajuste; ii)

otorga su reconocimiento a los planes heterodoxos de

estabilización en la etapa I, en la medida que los acuerdos

salariales y la señales de precios-guías facilitan la

convergencia hacia una nueva tasa de inflación de equilibrio,

compatible con un superávit fiscal primario y una política

monetaria menos expansiva. Estos planes heterodoxos reducen el

costo en empleo y producto durante la fase de estabilización, sin

embargo, es una política de corto alcance si no va acompañada de

las necesarias reformas fiscales.

Page 44: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

44

Siguiendo la lógica del modelo estilizado de ajuste

estructural, los países podrían recuperar su nivel de inversión y

crecimiento, contando en cada etapa con un apoyo estrictamente

funcional del financiamiento externo y aspirando a una reducción

de deuda en la etapa final.

La propuesta surge como altamente atractiva y movilizadora,

en la medida que, además, sugiere precisos lineamientos de

política económica para cada etapa. Pese a ello, surgen algunas

dudas que se presentan, brevemente, a continuación.

i) Funcionalidad del Financiamiento externo

Está por demostrarse que los países endeudados y sometidos a

políticas de ajuste estructural pueden contar con un apoyo

externo ex-ante que facilite la estabilización y las reformas

estructurales. De hecho no ha acontecido así en buena parte de

las economías latinoamericanas y el fracaso del Plan Baker y las

duras negociaciones de México para inaugurar las reducciones de

deuda del Plan Brady son buen testimonio de ello.

ii) Sobre-endeudamiento y reducción de deuda.

El documento no precisa la forma en que se determina el

sobre–endeudamiento y, por tanto, los niveles de reducción de

deuda que deberían plantearse en la etapa III. Buena parte de la

discusión radica, justamente en precisar el nivel de sobre-

endeudamiento y su génesis (incremento en tasa de interés

internacional, shock en términos de intercambio o políticas

internas inconsistentes) pues ello define el grado de

corresponsabilidad en la gestión del endeudamiento excesivo. No

aparecen, por ejemplo alusiones a los mercados secundarios de

los bonos de la deuda externa latinoamericana, los que expresan

Page 45: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

45

que el mercado estaría por reducciones de deuda bastante

superiores a las propuestas por la iniciativa Brady.

iii) Origen de la inestabilidad macroeconómica

Se postula que la raíz de los desequilibrios macroeconómicos

se encuentra en un déficit fiscal excesivo, financiado con

endeudamiento interno. En el caso de Chile, sin embargo, el

desequilibrio en cuenta corriente coexistió con un superávit

fiscal y con un sobre-endeudamiento del sector privado motivado

por un marcado atraso cambiario. Posteriormente Chile acomete

una fase de sobre ajuste fiscal, caracterizada por una política

activa de privatizaciones, y de reducciones tributarias,

difíciles de impulsar en otros contextos políticos.

iv) Peculiaridades nacionales.

Un modelo estilizado no puede pretender captar las

diferencias nacionales. Sin embargo, tales diferencias pueden

llegar a pesar en algunas etapas del ajuste. Por ejemplo, la

situación fiscal de Chile –superavitaria en divisas debido al

carácter estatal del cobre- permite que una devaluación mejore

las cuentas fiscales; en otras economías, una devaluación amplía

la brecha fiscal pues incrementa el déficit del sector público en

moneda extranjera y, en ausencia de recursos tributarios

adecuados, se transforma en presiones sobre la tasa de interés o

en mayor impuesto-inflación. En otras palabras, un mismo

esfuerzo fiscal entregará resultados distintos en materia de

superávit primario, dependiendo de la posición neta de divisas

del sector público.

Page 46: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

46

v) Liberalización y eficiencia.

A lo largo del documento prima la liberalización como

sinónimo de eficiencia. Aquí la primera aproximación que cabe

retener es que liberalización no es lo mismo que competencia,

esto es, mercados imperfectos y/o en desequilibrio entregan

señales que no promueven la eficiencia en la asignación de

recursos. En promedio, esquemas más liberalizados de asignación

de recursos, fomentan un mayor nivel agregado de eficiencia pero

una postura demasiado polarizada en este ámbito puede inducir

series costos de eficiencia económica y mayores, aún, de equidad.

En efecto, los trabajos del propio BM sobre la apertura en

el Cono Sur detectan costos innecesarios de eficiencia, motivados

por una excesiva desregulación financiera y en la secuencia e

intensidad de las liberalizaciones comercial y financiera, por

ejemplo (Corbo-Melo,1986).

Del mismo modo, cabe una cuota de prevención frente a los

efectos que una liberalización global de mercados y el retiro de

las regulaciones puede provocar sobre la concentración y

desnacionalización de actividades económicas. Si acontece esta

concentración económica y se la favorece, además con políticas

que reducen la cargar tributaria sobre el capital, no cabe duda

que se deterioran las condiciones de equidad y queda por

demostrar que mejoren sustantivamente el nivel y la eficacia de la

inversión. Al menos en el caso de Chile y Uruguay, planteados

en el documento como representativos de la etapa III, los niveles

de ahorro e inversión continúan siendo bajos y las reducciones

tributarias no han tenido una respuesta proporcional en el

incremento de la inversión.

Page 47: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

47

vi) Eficiencia privada- ineficiencia pública.

Otro tema recurrente en el documento es concebir la

eficiencia como patrimonio del sector privado y la ineficiencia

como atributo definitorio del sector público. Ciertamente, el

sector público latinoamericano requiere un marcado ajuste

estructural que incremente su eficiencia y su capacidad de

gestión efectiva de la política económica. Sin embargo de allí,

a postular una política global de privatizaciones y de un estado

mínimo, existe un salto considerable que exige un mayor

refinamiento empírico en función de las diversas actividades de

producción, regulación, fomento y distribución que realiza el

sector público en cada contexto nacional.

Por de pronto, lo acaecido con las crisis de los sistemas

financieros nacionales en América Latina, llama a una actitud más

cautelosa pues, en estos caso, liberalización y sector privado

no han conducido a un incremento en la eficiencia global del

sistema.

vii) El superávit primario del sector público.

A la hora de perfilar las políticas específicas del cambio

estructural en el sector público se plantean los temas de la

reforma tributaria, la racionalización del empleo público, la

privatización de empresas estatales y la focalización de los

programas sociales. Se trata, por supuesto, de tareas necesarias

que demandan tiempo, de allí la acertada propuesta de apoyar este

ajuste fiscal con renegociaciones que reduzcan el peso de la

deuda y que eviten un costo recesivo muy agudo. Ahora bien,

gestar un superávit primario en las cuentas públicas requiere

actuar sobre los gastos disminuyéndolos y/o sobre los ingresos,

aumentándolos. La tónica del documento tiende a privilegiar la

reducciones de gastos y si, además, las reformas tributarias

Page 48: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

48

privilegian la reducción de la carga impositiva, es claro que

ello conduciría a una reducción permanente en la capacidad

financiera del sector público. Ello es coherente con postular el

protagonismo de la inversión privada, sin embargo, la sola

protección de los niveles de inversión pública complementaria con

la inversión privada –infraestructura, promoción tecnológica- y

la mantención de niveles de gasto público social compatibles con

la deuda social acumulada, obliga a un nivel permanente de

recursos públicos superior al que hoy percibe el sector público de

la región. En este sentido además, y después de reducir la

evasión tributaria y modernizar el sistema de recaudación,

probablemente sea necesario reorientar la estructura tributaria

hacia un mayor peso relativo de los tributos a la renta y a la

propiedad, recuperando algo de la progresividad tributaria que la

crisis de los 80 ha venido reduciendo. Por supuesto, para que

ello tenga sentido, se requiere también la reforma en los gastos

públicos, eliminando el empleo público improductivo, reduciendo

los subsidios a sectores de ingresos medios y altos y sometiendo

las actividades públicas a estrictos criterios de competencia y

focalizando los gastos sociales en los grupos más carentes. De

nuevo, aquí conviene explicitar si la verdadera discusión es un

sector público más pequeño o un sector público más eficiente y

cabría demostrar que le eficiencia pública esté asociada a la

pequeñez y a la insuficiencia de recursos.

viii) Equidad y reducción de la pobreza

Aquí la orientación del documento concentra el tema de la

equidad en la focalización de los programas sociales para

combatir la pobreza. El tema de reducir la concentración del

ingreso no es mencionado, por tanto, cabe inferir que, o bien el

tema de la equidad se agota en la responsabilidad fiscal frente a

la pobreza, o bien se aspira a que el futuro crecimiento y

recuperación de la inversión genere los empleos productivos en

Page 49: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

49

cuantía y calidad suficientes para resolver pobreza y moderar el

patrón concentrador de los ingresos.

Resulta desmesurado suponer que el tema de la pobreza pueda

ser enfrentado, adecuadamente, sólo a partir de una mayor

eficiencia en la asignación del gasto social, máxime considerando

que a partir del ajuste recesivo de los 80, éste ha caído en la

mayoría de las economías latinoamericanas. Más aún, incluso en

condiciones de una posterior reactivación económica no existe

ningún sector público latinoamericano en condiciones de abordar

eficazmente el tema de la pobreza y, menos aún, si la tendencia

apunta a reducciones en la carga tributaria sobre los sectores de

mayores ingresos.

Por otro lado, durante los años 70, trabajaos de Chenery

mediante, se arribó a un consenso en orden a un trato simultáneo

de los temas de crecimiento y redistribución, a través de

estrategias orientadas a favorecer un crecimiento mayor del

ingreso en los grupos más pobres respecto de otros tipos de

ingresos (Ahluwalia – Chenery, 1976). Para que esto fuese

posible se entendía como esencial un tratamiento explicito de la

distribución de los distintos tipos de activos. Como; a la vez,

se comprobaba que la distribución de activos es más concentrada

que la distribución de ingresos y que el tema de la

redistribución de activos existentes planteas severos problemas de

conflicto político y de eficiencia económica, se ponía el énfasis

en alterar el patrón intertemporal de concentración del capital

humano y físico. En este sentido, la composición de la

producción futura – por tanto, la asignación de la inversión- no

es indiferente para enfrentar el problema distributivo. En

particular, aquí los trabajaos del Banco Mundial destacaban un

rol privilegiado a la inversión pública en aras de sostener los

ingresos de los más pobres y fortalecer su prioridad y acceso a

recursos físicos y humanos (Alhuwalia – Chenery,1976).

Page 50: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

50

En materia de política económica que concilie crecimiento y

redistribución, el consenso detecto varias áreas de intervención

pública: i) mercados de factores que reduzcan el costo relativo

del trabajo y eleven el costo relativo del capital; ii)

redistribución dinámica de la estructura de activos,

reorientando las inversiones y otorgando preeminencia a los gastos

de educación que mejoren la productividad de los grupos más

pobres; iii) necesidad de movilizar recursos para un crecimiento

redistributivo, obteniendo tales recursos de una estructura

tributaria progresiva, en particular, descansando más en

impuestos a la riqueza y a la propiedad; iv) suministro directo

de bienes de consumo público o transferencias directas de ingreso

hacia los grupos más pobres, preocupándose de reducir las

filtraciones hacia grupos distintos del “grupo-objetivo”

(Ahluwalia,1976).

En síntesis, lo que estos trabajos rescataban es la idea que

la composición de la demanda final por bienes afecta la demanda

de factores y, por tanto, influye directamente en la

determinación de la estructura distributiva. En otras palabras,

la distribución del ingreso define la demanda por bienes a través

de los patrones de consumo y, por tanto, pretende resolver la

situación de pobreza y de marcada concentración distributiva sólo

a partir de programas focalizados de combate a la pobreza resulta

una marcada trasgresión al contexto de equilibrio general del

que surgen los temas de distribución y crecimiento.

En rigor, algunos de los temas planteados por Chenery y

otros son recogidos en las propuestas actuales de ajuste

estructural pero hay otros que desaparecen o reciben un trato

disminuido, en particular aquellos referidos a la redistribución

estática o dinámica de activos, a la necesidad de una estructura

tributaria más progresiva y al rol más activo de la inversión

pública en la conformación del patrón global de inversión.

Page 51: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

51

ix) Sobre los casos exitosos

Selowsky incluye a Chile y Uruguay como ejemplos de

economía ya ubicadas en la etapa III, esto es, economías que han

seguido la estabilidad interna y externa y donde la

productividad de la inversión es alta en términos sociales y

privados. Es decir, en esta etapa se han conseguido los pre-

requisitos para el crecimiento sostenido, en la medida que existe

un clima apropiado para la inversión. La única restricción al

crecimiento consiste en que el financiamiento externo está

racionado pese al alto retorno de la inversión. De allí la

importancia de la reducción de deuda para convencer a los agentes

económicos que no habrá reversión en las reformas emprendidas.

Los resultados económicos de 1989 muestran la fragilidad

relativa de estas experiencias poniendo de relieve justamente la

necesidad de avances más rápidos en la reducción de deuda pues de

otro modo, resultados meritorios –y de elevado costo social- en

la consecución de la estabilidad externa e interna se reflejan

como marcadamente precarios.

TASAS ANUALES DE INFLACIÓN EN CHILE Y URUGUAY.

1985 1986 1987 1988 1989

CHILE 26.4 17.4 21.5 12.7 21.2 a/

URUGUAY 83.0 70.6 57.3 69.0 82.2 a/

Fuente: Cifras oficiales.

a/ Corresponde a la variación entre noviembre 1988 y noviembre

1989.

En materia de crecimiento, Uruguay creció 7.5% en 1986, 5.9

en 1987. Sin embargo, se desacelera bruscamente hasta llegar a

0.5% en 1988 y 1989, demostrando que continua pendiente la alta

Page 52: OsvasldoRosalesAjuesteEstructural (1)

52

sensibilidad de la economía uruguaya a los vaivenes del comercio

exterior.

Chile, luego de crecer 5.4% en 1987 y 7.1% en 1988,

consiguió crecer un 8.5% en 1989, sin embargo, dicho crecimiento

ha dado origen a un sobre-calentamiento de la economía pues la

capacidad productiva viene creciendo a un 3 ó 4%, correspondiendo

dicho elevado crecimiento a una política excesivamente expansiva

del gasto, con ocasión del plebiscito de 1988. En ocasión, el

favorable precio del cobre permitió reducir el IVA desde un 20 a

un 16%, incrementar sueldos y salarios y llevar a cabo una

política monetaria que incrementó los medios de pagos en más del

50% anual. Las consecuencias de tal política empezaron a sentirse

en el último trimestre de 1989, obligando a ajustes sucesivos en

la tasa de interés y en el tipo de cambio, con lo cual el último

bimestre 1989 culminó con tasas de inflación anualizadas cercanas

al 30%.

Las nuevas autoridades económicas aspiran a obtener en 1990

un crecimiento no superior al 4% y una tasa de inflación no

inferior al 20%. Pro otra parte, la economía chilena deberá

enfrentar en el periodo 1990-1994 servicios financieros

promedio anual de US$ 2.500 millones, con lo cual de no mediar

renegociaciones exitosas y un elevado precio internacional del

cobre, se cernirá nuevamente sobre su economía la restricción

externa con renovada intensidad, reduciendo el margen de

crecimiento y limitando las posibilidades de una modificación de

los parámetros distributivos presentes en la experiencia

autoritaria.

De los anterior, se deduce la precariedad de mediano plazo de

las economías que más han avanzado en el equilibrio fiscal y en

reformas estructurales en materia de incentivos. Vale la pena

retener dicha precariedad a la hora de realizar un balance de las

experiencias latinoamericanas en la década de los ochenta.