Óscar Mazin

24

Transcript of Óscar Mazin

Page 1: Óscar Mazin
Page 2: Óscar Mazin

r-

30J.:}071\-12 92

Las representaciones del poder en las sociedades hispánicas I Óscar Mazín,editor. -- la ed. -- México, D.F. : El Colegio de México, Centro deEstudios Históricos, 2012.480 p. ; 22 cm.

ISBN 978-607-462-321-5

1. Poder (Ciencias sociales) - Mesoamérica _ Historia. 2. Poder(Ciencias sociales) - Historia. 3. Poder (Ciencias sociales) _ Europa-Historia. 4. Poder (Ciencias sociales) - América _ Hisroria _ Colonia,1540-1810.1.Mazín, Óscar, ed.

Primera edición, 2012

DR © EL COLEGIO DE MÉxICO, A.c.Camino al Ajusco 20Pedregal de Santa Teresa10740 México, D.F.www.colmex.mx

ISBN 978-607-462-321-5

Impreso en México

,-

IN DICE

111111111\1' ión ......................... 9

1,11 1/11'111 Oliuier, "Las metamorfosis divinas del rey\'11 ·1México central prehispánico" , . 25

I ,I/I/N(I L ehouve, "Rey y reo, Los dos rostros del soberano

51

83

123

133

175

211

229

MESOAMÉRICA AL FINAL DE LA ÉPOCA PREHISPÁNICA

111 -soamericano" ................

II EL OCCIDENTE MEDIEVAL

1,(1/ [lromas, "La invención de la persona moral('11 la Edad Media: comentarios sobre el casoti ' la comunidad desaparecida" . . . , . . . .

1,,11,1';"/ Martinez-Gros, ''Arraigo local e identidad imperial('11 al-Andalus'". . , , .

/ ~ 1/11(1 Rucquoi, "cuius rex, eius religio: ley y religión('11 In España medieval .....

I I 1/1(' Bnschet, "Poder de Dios y poder de la Iglesia('11 las representaciones medievales (siglos XIII-XV)" ... , ..

III LOS SIGLOS XVI A XVIII

;"/111 f',MériC' chaub, "la Monarquía hispánica: ideaspnl':! un planreami neo omparacivo" . , .....

,II"/II/Idm sorio, "El r y n Lima simulacro r al y el ejercicioti ,/ pod'r .n la l.irnn d '1 li' isicrc" .

[1'/

Page 3: Óscar Mazin

,)'o/ange Alberro, "R 'Y 'S Y monarquía en las fiestas virreinalcde la Nueva España y del Perú» .. 275

A lejandro Cañeque, "El poder transfigurado. El virrey comola 'viva imagen del rey' en la Nueva Españade los siglos XVIy XVII» . 301

Rebeca Kraselsley, "Una galería pictórica del poder: los virreyesde la Nueva España» . . . .. " 337

Oscar Mazin, "Representaciones del poder episcopal en NuevaEspaña (siglo XVIIy primera mitad del XVIII)" 373

Bernardo Carda Martinez, "Representaciones del poder en lospueblos de indios del centro de México en la época colonial.Notas para una revisión conceptual (primera parte)" . 403

[ean-Paul Zúñiga, "Figuras del poder. Presentacióny representación en la América hispana: de la identificaciónétnica como símbolo del poder (siglos XVII-XVIII)) . 415

Nelly Sigaut, "Los cultos marianos locales en Hispanoamérica» . . 437

IV EL SIGLO XIX MEXICANO

Anne Staples, "El temor a Dios y al poder del Estado:diez lecciones bien aprendidas de la niñez mexicanadecirnonónica" . . .. 461

INTRODUCCIÓN

111 "1 Idl 1l10S v inte años los estudios acerca del poder han dado lugar, 1111 1 1 -novn i n de las ciencias sociales y las humanidades. Pensar el

1"1111 1 11 1 supu to para juristas, filósofos, antropólogos, sociólogos, y1, "1 111' 'o historiadores, elaborar nuevas categorías o herramientas1, 111 d ,~I.~.L s nuevos enfoques de la historia del derecho nos dicen

'1'11 ""I.!lll 1llamado "Antiguo régimen», el poder !::~.~~~~~~!1.9..~~.a111 1 pt'lllí a disS!!:lt¡¡.deuJlª_s9~k.dad.,oiiSiitúla:a,pO.r ..cuerpos, ...~tno

'1"1 "J '1' i 1~e4~~.n~~una __oEga.!l~.'~s;.i.é~,~~e~.i~,~I~~fundida en todo elti,.l11I NO .lal.' s~aecl~I>.:.queel poder se halló.J,iS}É.Eri.~sm'[{mi:X.",<Lt;,ela1111 ti 'í n de réY~onc~~r,¡"6~9~J~~7f.{t.~~~Ü,~.t~lil.§.~sk.-ªJJLQ!"ldad.111 1111 .vo enfoqües~ñañsido determinantes para superar la tendencia1 11111 • .tar el:2 _l-cr~@,i1ii~,ívi"ffiple respecto del estudio de las formas1" d 1 ns. Ahora podemos aproximarhos a éstasaesae"supropfii"legitlfui-11111 (111 ~\So me.~2J._4~Bn~a) y su propia construcción jurídica, política y1 1111111':1 1 ~~~ eje~~~ ~~~~i..~.Étad2Jgk~t'l~.!il~9!!e., e.ss~.mos, 111 1 t:l biruado s,y~q.ue...px.Pye_~!ftW9,.s¿m..L~l'y!,.Y,.íl;§..§'Q,bJ~".~,Lf?,~gq.9~~eI?~to,I¡¡IN1,a imp~Atillu.dlexionar, so,b.red);:'lr:?ct<r&,e§,~~~:te,I?!~IlE~C.?~x.:~~,?si-

11 le 1 a segl,lng,il;.9./,.mejor dicho, sobre la situación de los cuerpos ecle-,1 en la sociedad; pero también sobre el hecho de haber sido la

1"11 estad espiritual, y no sólo la temporal o secular, que hoy llamamos"( vil», parte sustantiva del poder. Por lo demás la dualidad de potes-, Id 'S, s decir, la secular-profana y la re1tgic)sa:eaesTrstíc;'~t'~'iñpoC'o'seI III it aba a la esfera de la Corona.

'in éstos y otros elementos heurísticos se dificulta sobremanera tra-d (1 'i r los presupuestos de lo que.ho ~eD.d.e.m.QS-P.Q¡".blgQÚ!t':g21Jti-\ .1" a los térJUi!lQ.s_d..ela..é.p.uca-q;:e..int~ntamQS,l:.8):.¡!s;.tnL~~!:: •.b-sí, para los~i!,losXVIa XVIIIlos estudiosos del derecho y la sociedad han construidoun a visión compleja de esta última según la cual la instancia guberna-

I HESPANHA, "Dignitas numquam moritur", pp. 445-455.

[9]

Page 4: Óscar Mazin

10 IN II\OIHICCI( N

mental es sólo central cuando coincide con la cúspide del aparato jurí-dico. En cambio, ella se vuelve marginal, aunque no menos presente,en la medida que se aleja de los órganos de toma de decisiones."

Pero el poder, lo enseñó Michel Foucault desde finales de la décadade ~Dlén ha de ~~ranalizado CJlIDQ..~!g9_,SllJecircula o más bien~ algo que no (~Dcio~a si o ~~~. No_~s.;~~~~a localiz~. aquío a h,no,$s un atnbuto como la nqueza o un bien. ELPodeilu~;;; ejerce, a tr;;;aeuña-orgarrTz:reloilretlcüIatque se funde en el ordensocial, donde existen redes y donde circulan no sólo los individuos, sinolos escritos.' Gracias, pues, a estas y otras aportaciones, podemos enten-der hoy que la relación entrs la corte del rey de España y los vÍrrematosc:íe1iS1ñdiaS""occidw~ks:1a -;cl@., BIiP'año-~mª!éa,~~,estuvo nuncaorgañTiada'corÍio~de;~"de transmisión simple y directa e or e:--ne ,/ mo como un engranaje é]uri~qI~i"oñe~liíterconectadasy;:-veces~,_2SS~g~.~,J!~5EE9T~~i:~bk}:er,'~q!ÜJjpÚ2.§..~mp'~~~~

A la luz de esta renovación, una quincena de colegas, la mayo-ría historiadores, reflexiona aquí acerca del poder. Pero también sobrela manera como se lo ha representado en diversas sociedades, ya seapeninsulares ibéricas o americanas. El conjunto brinda elementos deanálisis de gran valor para la historia y las ciencias sociales. Los autoresproceden de diversos centros académicos, tanto europeos como hispano-americanos. Dos participaciones se refieren a Mesoamérica al final de laépoca prehispánica; cuatro al Occidente medieval; nueve a los siglos XVI

a XVIII tanto en la península Ibérica como en las posesiones españolasdel Nuevo Mundo; un artículo está dedicado al siglo XIX mexicano.

Es difícilmente sostenible que la primera Nueva España haya per-manecido ajena a la sacralidad y al ceremonialismo mesoamericano.Abre el volumen Guilhem Olivier con un texto que se pregunta por lametamorfosis de índole divinizadora que se operaba en el nuevo tlatoanimexica durante su proceso de entronización. El autor enumera las oca-siones en que aquél aparecía como representante o sustituto de las dei-dades; Olivier analiza en seguida los ritos de entronización mediante loscuales el futuro soberano se identificaba con varios dioses en un reco-rrido ritual que expresaba, con diversos matices, su muerte, su sacrifi-cio y su renacimiento como tlatoani.

2 SCHAUB, Le Portugal au temps du comte-duc d'Oliuares.3 FOUCAULT, Microfísica.

INTR I)U I N 11

(;011 una mirada n ntr p 1 gi a, aniele Dehouve muestra cómo elI"HI"I ti '10 S b ran S mesoamericanos asumió dos papeles opuestos yI II1I q,I'1)1 n ari s: uno, garante de la prosperidad colectiva; el otro, res-p(lIl.~:lhl de las desgracias públicas. Echando mano de lbs mitos y de la1\11 11':1, 1 a autora analiza la entronización en sus ritos de expiación vic-1 111.11'1:.1 Y autosacrificial. Una vez entronizado, el rey asumía el rostro1,1 1I )$ sol, pero asumía igualmente otro rostro asimilado al del "chi-'11 'X piatorio", el cual le hacía cargar con ciertas culpas para expiadas

1 11 nombre del grupo. El soberano podía ser una víctima potencial a1 ,III.~ade una penitencia mal llevada, en cuyo caso debía ceder el lugar1 '11' sujeto más competente o bien atenerse a un castigo consecuente.l lchouve examina esta ambivalencia real en Mesoamérica y en algunas111 I -dades sagradas africanas.

La Edad Media; en particular la ibérica, presenta continuidadesnsosp chadas tanto en Mesoamérica como en los Andes, es decir, en

III~ nú leos más antiguos de la futura Hispanoamérica. Sus acontece-,.,.." Su ritmos y su impacto sobre las sociedades autóctonas dejarondi S 'r peninsulares y esperan a ser desentrañados y caracterizados por11 investigador. En la tónica de la renovación de la historia del dere-111o, pero también del medievalismo más vigente, Yan Thomas nos111 111 Ia sus reflexiones póstumas acerca de la aparición de la personamoral o jurídica. Nos entrega, de hecho, una herramienta de trabajo,Ioll'a abordar la historia de los cuerpos colegiados, una de las entida-I1 s de mayor importancia del orden social de los siglos denominados,1 . "Antiguo Régimen".

En el derecho romano, nos explica Thomas, no existió la personatuoral. Sólo se dio la pluralidad considerada como tal. Consecuentemen-It \ 'a ciudad o civitas, nunca estuvo considerada como cuerpo o sujeto'11 sí al firmar un contrato o al ser parte de un pleito. Con apoyo enuna serie de textos, sobre todo de derecho romano, Thomas enseña que1'0 • la glosa medieval, a finales del siglo XII, la que elaboró la noción def ión jurídica o fictio iuris. La técnica de la representación que supo-II ' dicha elaboración está, pues, basada en la ficción y amplía la esferad ' acción de los sujetos, sean personas privadas o públicas. En el siglo

lit se inició la personificación de las colectividades. A partir de la idea.ibstracta del nombre de derecho o nomen iuris, los juristas medievaleslransforrnaron la colectividad en una persona representada. La llama-ron persona fleta, persona represaentata y persona imaginaria. Así, una

Page 5: Óscar Mazin

12 INTRODUCCIÓN

persona se transforma en moral siempre y cuando esté representada. Lateoría se desarrolló finalmente durante los siglos XIV y XV. Fueron susprincipales exponentes Guillermo de Ockham, Bartola de Sasoferrato yNicolás Tudeshis, el panormitano.

Gabriel Martínez Gross da cuenta de las dificultades historiográ-ficas que hoy enfrentamos para justipreciar el pasado y la herencia deal-Andalus, la España musulmana, entidad sujeta a un proceso de ela-boración identitaria centrado en la noción de arraigo al territorio. Tan-ta los ataques por parte de beréberes del norte de África como la caídade la dinastía Omeya en el Oriente Medio y la presencia de un vásta-go tránsfuga de. ella en Occidente, explican el aislamiento geográficode al-Andalus, así como el establecimiento del emirato y califato ibé-rico. Explican, consecuentemente, la necesidad experimentada por losOmeyas de Córdoba de construir un mito de fundación que hizo dela tierra su fuente principal de inspiración y de la península ibérica unamparo, una isla de refugio, una Nueva Siria.

Rara vez vemos atrás de la serie de bulas que entre 1493 y 1508 cons-tituyeron el patronato de los Reyes Católicos sobre el Nuevo Mundo,momento inicial de la empresa hispana en este último. Hemos conver-tido esa especie de "delegación de soberanía" por parte del papado enun verdadero "ídolo del origen" que nos impide asumir la continuidadde la doble potestad del rey. Ésta es sólo apreciable en la larga duración.Adeline Rucquoi la pone aquí de relieve partiendo de los episodios delreinado de los Reyes Católicos en que las divergencias entre el poderreal y el pontificio fueron manifiestas: la instauración de la Inquisición,la expulsión de los judíos y la reforma del clero de Castilla. La auto-ra está convencida de la continuidad del concepto de poder en materiareligiosa y eclesiástica heredado de la Antigüedad tardía por los sobe-ranos hispánicos. Sigue de manera retrospectiva los momentos articu-ladores de la tradición romana que reuniera en la figura del princeps elcarácter imperial, secular o profano, y el sacerdotal. El artículo explicalas relaciones que mantuvieron en España los reyes con el cristianismo,la religión "oficiar' -que no única- de sus reinos. También analiza los,~ tos del reforzamiento del poder del papado en los reinos hispáni-

\ I IN n pOI'I'i r de la reforma gregoriana (finales del siglo XI) y mediante lasd VI"" I,~ poi 'mi os entre canonistas y teólogos hasta finales del xv. No'lit 111111, 11" I 'odnN :1' -r a d la potestad plena de los papas no pare-I I 11 11 ¡\ II lid lit d" '11 1,1 pn ('1 i ':) de los reyes hispánicos. Es decir, que

INTRODUCCIÓN 13

11 h irencia teodosiana de la Antigüedad tardía no pudo ser erradicadaIHII' Roma y los reyes de Castilla, de Aragón, de Navarra o de Portu-1'0" siguieron considerándose vicarios de Dios en la. tierra, únicos res-Iti msables de la fe de su pueblo y autoridad suprema de cualquier ley.11" de ir, que el poder del papa era puramente espiritual, pertenecía al, unpo de la teología y del dogma, en ningún caso se extendía por enci-11HI d J poder real y ni siquiera se ejercía sobre la institución eclesiástica ..

El texto de jéróme Baschet se inserta en el contexto del poder de1>1I~ Yde sus relaciones, de diversa índole (de procedencia, correspon-di 11 'Ia y representación), con el poder de la Iglesia en el Occidente1111' ltcval. Se centra en el problema de la representación del poder divi-'11 I 1101" parte del poder eclesial mediante las imágenes, que en la EdadMl,tI la no son sólo representaciones, sino también presencia, de ahí queI 1I able del "poder de las imágenes". El autor concatena varios temasI /"III'acivos con el fin de considerar varios aspectos del problema, en par-I I 11111' la doble presencia (masculina y femenina) del poder eclesial: el'11 1 lo Final, asimilable a la potestad de juzgar, de impartir la justicia,'111(' iquí se ilustra mediante el juicio pontifical, la Iglesia como Madre,d '111 in able con la Virgen María hasta el momento en que se fijó unaI 1111'(,;1\1 ndencia estrecha entre ambas figuras. De hecho el culto rnaria-uu, qll. se impuso de manera mucho más acentuada a partir del siglo

1 r, constituyó una forma de exaltación de la Iglesia y en particular del111H \\'1' sacerdotal y del papado.

El derrumbe de entidades, de sistemas políticos multinacionales y1 111':1' ionamiento de soberanías a escala mundial han sido fenómenosI 11,1 1 'l'Ísticos desde finales de la década de 1980. Ellos han estimulado11 mirada a las monarquías compuestas, entidades políticas del pasa-1111 qu ' a umieron exitosamente el reto de la multiculturalidad. TalesI erros 11van a Jean Frédéric Schaub a sostener que la comparación en

11 torln S hoy tan imprescindible como el experimento en las ciencias1\ I :l~ ..• 1autor asume que las Monarquías compuestas, como España

l' 1'111'1 u al, tuvieron un carácter no estatal, consecuentemente antitéti-I II l' SI co de las ideas acerca del equilibrio entre potencias; es decir,'1111 110 tu ron la fragua de un sistema internacional de relaciones entreI 1 Ido.' indivídualizados, sino su contrario. Ve, por 10 tanto, en ellas,ti 111 ,(Id, d ualídades heurísticas que facilitan la empresa compara-1 ,1: ofrc n una ale rnativa a la tiranía de la identidad nacional; ami-11111,111 b r nd n i~1a irnp n r la unidad ultural y lingüística; evitan

Page 6: Óscar Mazin

I~ IN'I'I( lJ) "1 N

el abuso anacrónico de querer ver por doquier un secularismo precoz.Schaub considera al imperio turco otomano, pero sobre todo al britá-nico, casos paradigmáticos susceptibles de una comparación sistemáticacon la Monarquías ibéricas,

En razón de su escala planetaria y de las distancias enormes res-pecto de la corte del rey, el poder del monarca debió ser "naturalizado"en cada una de sus posesiones ultramarinas. Alejandra Osario estu-dia uno de los aspectos de dicho fenómeno para la corte virreinal deLima, a saber, el del cuerpo tanto político como material del rey en elsiglo XVII. Nada sino el ritual, la ceremonia, fue capaz de hacer presen-te al rey, de manera tal que su representación visual adquiriese rasgosde verosimilitud, de una concreción imaginaria análoga a la presencia deDios, que podía ver sin ser visto. Pero además, en una Monarquía india-na en que las ciudades tuvieron una posición sumamente preeminente,las ceremonias de simulacro del rey (la jura, o las exequias) constituye-ron un capital simbólico que contribuyó, según la autora, a consolidarla preeminencia y centralidad de Lima en el virreinato meridional. Lamagnificencia ritual de las ciudades solía traducirse en términos deriqueza, de capital simbólico y de posibilidades de obtener patrociniopor parte de la corte del rey. La autora ahonda en el papel del fasto ydel lujo como elementos de una cultura de las apariencias como sopor-te del orden social.

Solange Alberro inicia su texto resumiendo la función social de larealeza en las monarquías occidentales actuales, con el fin de poder dis-tanciarIas de las de los siglos XVI a XVIII y así alcanzar una comprensiónmás ajustada de éstas. Los reyes de hoy son profesionales de la repre-sentación, aun cuando los ciudadanos no dejan de imaginarios segúnun pasado mítico. Es la fiesta virreinal el tema de que se ocupa la auto-ra, misma en la que sobresale la referencia casi permanente a la institu-ción monárquica, lo mismo que figuras de los reyes en las procesiones;algunos monarcas, míticos, otros "verdaderos" y hasta más abstractosque remiten a soberanos extranjeros o de tierras desconocidas. El textoestá organizado según esta tipología. Es de notar la presencia, suma-mente temprana, de representaciones de los soberanos prehispánicos detiempos de la conquista tanto en México como en el virreinato andino.También es digno de mención el hecho de haber entrado en las repre-sentaciones procesionales no sólo las personas reales, sino las ciudadesy territorios que habían contribuido a la formación de los reinos de dis-

INTR DU I N 15

IIlIlas I onarqufas, incluso de la Antigüedad, así como alegorías de "lasu.u r pare s d I mundo". Por su parte, la Monarquía española buscaba

N J" I r ibida como integrada al cosmos y formando la parte preeminen-Il' d 1 rden universal. Las representaciones de la misma monarquía se11/:1 naron en exaltar el arraigo profundo de ella en la Antigüedad greco-rrornana, es decir en la Europa mediterránea como centro del mundo.

Fincado en textos de preceptiva y doctrina que describen sus fun-clones, Alejandro Cañeque caracteriza la figura y el poder del virrey en1.\Monarquía española como "la viva imagen del rey". La asocia con lall1agen de la república secular como cuerpo místico encabezado por

\·1lugarteniente de la persona real; pero también con uno de los rasgosIIl:iS señeros del ritual en aquellos siglos: hacer presente aquello mismoqu e representaba. Así, el cuerpo del virrey, expuesto públicamente

011 magnificencia, constituía, según el autor, una declaración visual del1joder regio. Sin embargo, y con grado diferente, toda autoridad delegada'/1 la Monarquía española reproducía un poder superior que en últimanstancia era el divino. La ceremonia y el ritual construían, pues, cada

ti la el poder del virrey; en este caso el de Nueva España, cuyo trayec-10 desde el puerto de Veracruz a la capital era una peregrinación ritual

:1 legórica de toma de posesión del reino. Ningún símbolo del poderI -eío y divino fue mayor que el palio, cuyo uso suscitara una serie de,1 'bates en la corte de Madrid hasta alcanzar una solución salomónica,It' la que también da cuenta aquí el autor. En las Indias la asimilaciónImbólica ritual del virrey con el soberano tan distante es considerada,

1"I • , una de las claves de explicación acerca de la duración en ellas deldominio monárquico hispano. Cañeque sostiene que los virreyes Ilega-1011 incluso a imitar algunos de los gestos de la realeza en relación con1.1 hostia consagrada, dada la asociación estrecha de la casa de Habs-11" rgo con ella. Concluye que la lejanía extrema del rey, aprovechada11:1ra exaltar la majestad, coexistió de manera armónica con la presen-, l:I ritual pero concreta del lugarteniente real.

Rebeca Kraselski, por su parte, inicia su texto sugiriendo que lasmágenes no siempre reproducen de manera unívoca los procesos de la

historia. Refiere tres casos en que el retrato del virrey de México fueI)hj to de escarnio, de oprobio. Como testimonio del pasado, el retratoI)U de asumir un carácter sustitutivo, evocador e ilustrativo. A partir,1 . los elementos constitutivos de ese género pictórico, este trabajo abor-d.1 las dos series de los virreyes de Nueva España que han llegado has-

Page 7: Óscar Mazin

I ) INTROI)U ;CI( N

ta nosotros: la del Castillo de Chapultepec y la del Ayuntamiento dela ciudad de México. La autora se atiene aquí a los retratos correspon-dientes a los siglos XVI y XVII. Como forma particular de representa-ción plástica del virrey, Kraselski considera necesario poner el retratoen contacto con otras formas y géneros tales como los arcos de triunfo,ya que la función y el entorno para el cual las imágenes se producían esdeterminante; no todas tuvieron por fin la adulación y algunas hicie-ron una crítica del gobierno. Mientras que los arcos de triunfo, dispues-tos para espacios públicos, parangonaron a los virreyes con deidades dela Antigüedad clásica, los retratos, concebidos para espacios cerradosy oficiales, hicieron de ellos funcionarios de la Monarquía carentes delos atributos del rey. En este último caso, la fuerza de su presencia pic-tórica se halló vinculada con el conjunto o galería de retratos. El aspec-to formal de éstos es tan importante, que las descripciones del atuendovirreinal hechas con motivo de ocasiones de distinta índole, no per-miten ningún tipo de asimilación con aquéllos. La presencia de escu-dos nobiliarios en la parte superior y de canelas en la inferior de losretratos, que consta desde el siglo XVI, corrobora el esquema visual deun conjunto coherente y seriado. La autora asienta que no es posible, apartir de una imagen del virrey, dar una explicación única de los lími-tes y capacidades de su poder. Por lo tanto, resulta necesario considerarlas condiciones de producción de las imágenes, así como las condicio-nes históricas del territorio, amén de entrecruzamientos con las demássedes virreinales de la Monarquía española.

Si los autores precedentes se ocupan del poder del virrey, el que estoescribe aborda en seguida la figura de los obispos de Nueva España yen particular la del arzobispo de México. Se trata de una autoridad dealguna manera antitética respecto de aquél, dado que reivindicaba lapotestad del soberano en lo espiritual. La relación entre ambos digna-tarios estuvo marcada por frecuentes roces y conflictos, pues el virreydebía velar por el patronato eclesiástico de la Corona en sus posesio-nes del Nuevo Mundo; pero las asperezas también derivaron del mayorarraigo local de los obispos y de su identificación con los grupos criollosrectores. El texto se halla organizado en dos secciones: la que caracterizael perfil de los prelados, su influjo y las áreas de su actividad de acuer-do con el tratamiento que la historiografía ha dado a los momentos deenfrentamiento entre el arzobispo de México y el virrey; y aquella queda cuenta del repertorio de recursos simbólicos de que los arzobispos

IN'I'ROIU I N 17

11 1IIIon mano para rnanif star Su p d r: la procesión pública, el uso1111 p,li lo, la fu rza militar y el ulto de Nuestra Señora de Guadalu-111 ti' M xi

I uda la ignorancia, deformación o uso irreflexivo persistentes acer-1 1 ti . los pueblos de indios, Bernardo García Martínez inicia su estudio.11 1.1. r presentaciones del poder en ellos precisando su definición, mis-11111 qll no puede prescindir de su evolución histórica. Se trata de enti-d,ltlr.. orporativas de naturaleza política y territorial muy diversas en1 1l11í1 1 Y complejidad, fincadas en modelos prehispánicos aun cuan-.111 ('XP rimentaron cambios determinantes durante el llamado periodo1 Illon Ial temprano. En los pueblos convergían organizaciones de índo-I1 (1 v '1' a: de parentesco, ocupación o vecinales; pero también jerar-'111 I~, diferenciación social, bases jurídicas y tradiciones históricas. De1 1 I,~ d rivaba el principio de su autoridad y su legitimidad, mismas que

1 hullaron fincadas en el linaje, así como en sus figuras heroicas. Las/11 '8 nahuas tlatoahni (personaje que encabezaba un linaje gobernan-

11 ) altepet] (equivalente en lo esencial a "estado") fueron traducidas11111 los conquistadores españoles como "señor natural" y como "pue-11111'. Para el autor, lo más llamativo de la evolución de esas entidades• l., • ntinuidad entre el periodo prehispánico y la Nueva España pri-

I11 1 1va en lo tocante a identidad y legitimidad. Así, en cada pueblo o111 11 'ipado pudo mantenerse una representación legítima y reconocibleI1I I p der. Las formas de asociación entre varios de ellos, como la Tri-1111 Alianza, llegaron generalmente a imponer un dominio sobre todo11 [mtario. Sin embargo, en la antigua Mesoamérica nunca integraron1111 sistema imperial compacto. La sola excepción de una construcción1'IIIId a mayor parece haber sido la del Michoacán de los tarascos.

Ni la inserción de las encomiendas, ni la de las doctrinas, es decir.11' las principales instituciones españolas, implicó una desestructura-I ('111 de los pueblos y sus sistemas de gobierno. Se dio más bien lugarI formas alternativas de cohesión entre ellos, como la del santo patro-

1111, 1ue contribuyeron a reforzar las identidades preexistentes. Supues-I 1, pues, la continuidad, el autor caracteriza el dominio español sobre111: S de un millar de pueblos como "indirecto", de acuerdo con un con-Il'pl acuñado por los ingleses en la India (Indirect ruley, pero cuya rea-I da I había tenido lugar, de hecho, según García Martínez, dos siglosIlIt ·sen la América española. No obstante, con el tiempo fueron intro-.lu .iéndose elementos para la forja de autoridades alternas. Un proceso

Page 8: Óscar Mazin

r-------------~==~~~~~=~=~------

18 INTRODUCCI6N

complejo de esta otra índole fue el de las congregaciones, el cual supu-so un reordenamiento espacial de cada pueblo en la forma de nuevosnúcleos de población, así como la significación creciente de los "suje-tos" frente al núcleo central o "cabecera"; supuso igualmente el refuer-zo de los lazos de asociación territorial sobre los de asociación personal.El autor nos explica que, situaciones como éstas en las que el peso delas iglesias y del culto a los .santos fueron el factor decisivo de identidady prestigio, dieron lugar con el tiempo a la fragmentación de los pue-blos y a la fragmentación de los fragmentos. Una de las expresiones deeste proceso consistió en el desplazamiento de los príncipes o caciquespor contendientes diversos muchas veces surgidos del común del pue-blo. Las bases para detentar su poder no radicaron ya en las tradicio-nes antiguas de origen prehispánico, sino muchas veces en realidadesrecientes, específicas y hasta circunstanciales como una iglesia o hastaun reclamo de tierras.

A inspiración de lo que Bourdieu llamara "capital simbólico", JeanPaul Zúñiga se pregunta por los rasgos y las prácticas que en la Amé-rica española definieron la búsqueda de la diferenciación social comoobtención de prestigio. Nacidas de las formas de reformulación y rein-vención del momento fundador de la Conquista, el autor nos explica quelas estrategias de diferenciación de las sociedades americanas se fincaronen una serie de indicadores de "hispanidad". Se trata de un conjunto demarcadores que permitió a los individuos adscribirse al grupo hispánico.Entre ellos sobresalió el elemento étnico, es decir, lingüístico y cultu-ral (habla, atuendo y costumbres). Tal adscripción, que era socialmenteresuelta o negociada, fue un proceso largo y silencioso que, sin embargo,dejó intactas las barreras sociales formales. En dicho proceso, nos diceZúñiga, el fenotipo desempeñó un papel cada vez menos importanteconforme' aumentó su variedad en aquellas sociedades. Ahora bien, elautor muestra que el papel determinante de los parámetros socio-cultu-rales de afirmación no se limitó a las capas aristocráticas, sino que fuetambién propio de los medios modestos del orden social. La fuerza dela valoración del legado cristiano e hispánico (religión y lengua) fue asíreivindicada, aun en aquellos casos de filiación con el pasado prehispá-ni O y dio lugar a auto representaciones diversas que intentaron mini-111i,,::U'1 trauma de la conquista. Para el autor, la lengua castellana y lar 'ligióll rólica funcionaron como elementos de cohesión de una actitud(k· nxlm i 1:1'ión 1 ntro d un orden social particularmente segmentado,

IN'I'1t I)U CIÓN 19

1 ~ ti· 11', om vehí ul S privil giad S de una "hispanización" entendí-d, 1'()1110 amino único viable para un futuro posible, según una diná-111 (':1 tu Zúñiga entiende como "especular" y en la que intervinieronIlit t'lnS del ser, del parecer y del pertenecer. Esos parámetros cultura-l, ¡ comunes fueron, sin embargo, declinados de maneras diversas. Fue11I ( 11' ula ión el aspecto que desempeñó el papel más importante en la111 111 .ra de presentarse y de auto representarse. El trasiego del Atlánti-, '1 t'I':\ la ocasión para que las prácticas culturales establecieran un lazo1 i l' , .ho entre la adscripción cultural y el dominio social. La impor-I mclu de la hispanización fue tal que las Indias occidentales, según el11111)1', llegaron a estar en posibilidad de presentar un modelo de "espa-1101 ' a la Península como distinto del "castellano". Sin embargo, el mis-1110 !\lICOrconviene en que el fenómeno no fue privativo de la AméricaI I I 'pana, sino que operó en toda la Monarquía como una especie de1 tilO énesis compuesta de un homo hispanicus imperialis. El proceso sed o de manera simultánea al de la forja de una imagen estereotipada111' los españoles en el resto de Europa, lo cual incluyó, por supuesto,1I Invención de calificativos denigratorios como, por ejemplo, del tipo"II('¡rro" o "medio sarraceno" por parte de los anglosajones. La "hispa-111) V nesis parece haber conocido expresiones o inflexiones específicasu-rupranas en las posesiones no peninsulares (europeas o americanas)lit, la Monarquía.

A efecto de tomar distancia respecto de la lectura anacrónica -basa-d.1 '11 la supremacía blanca- que concluye el carácter racista de las

(1 ¡edades hispánicas, Zúñiga propone la relectura de algunos estu-d os recientes acerca del "mestizaje" en poblaciones franco y angla ame-¡\ xmas correspondientes a los actuales Canadá y Estados Unidos. Laupnrición, en los siglos XVIII y principios del XIX, de términos de autodt·signación análogos al modelo de integración hispánica enunciado,llevan al autor a preguntarse si también puede hablarse de etnogénesis,I,l que lo que define en los documentos a aquellos otros individuos es

,,1 .arácter francés (lengua, religión) respecto de sus vecinos anglófonos.A pesar de los rasgos comunes de ambos procesos de selección por

-x .lusión, Zúñiga concluye que una serie de elementos socio cultura-It'S y demográficos terminó por hacer que el racialismo cobrara fuerzaespecífica en el mundo angla americano. Como explicación, propone11 r cepción diferenciada de una misma ola de racialismo hemistéri-

O característica del siglo XIX y que dio lugar a sus dos grandes expre-

Page 9: Óscar Mazin

20 INTRODUCCIÓN

siones en todo el continente: la esencialización del "mestizaje" comocimiento y virtud de la Nación, y el "blanquismo" segregador que setradujo en guerras contra la barbarie o en políticas migratorias rege-neradoras de las "lacras coloniales". El autor termina recordándonosque el nexo íntimo entre comunidad cultural y poder político propiodel "modelo colonial de Antiguo Régimen" explica en buena medidala longevidad del imperio español, que mal podía haberse mantenidopor simple coacción.

El mapa de las Indias Occidentales se pobló de nichos, de altares,ermitas, capillas y lugares sacralizados por la presencia mariana; deimágenes "importadas" de carácter fundacional o de imágenes primi-tivas. Además de ponemos al día en materia historiográfica sobre estacuestión, Nelly Sigaut explica que las adaptaciones marianas localesdieron siempre lugar a redes que cohesionaron distintos territorios y die-ron identidad a regiones geográficas; algunas imágenes de la Virgen seconvirtieron, de hecho, en patronas de las naciones surgidas a partir dela independencia. Los procesos de apropiación dieron lugar a resigni-ficaciones diversas como la Virgen de la Candelaria, convertida en lasde Copacabana y de Cocharcas en el Perú; o la de Chiquinquirá en elNuevo Reino de Granada, "renovada milagrosamente" a partir de laimagen de Nuestra Señora de la Antigua. Por su parte, la formacióndel panteón mariano en la Nueva España significó un proceso com-plejo durante el cual se consolidaron las cuatro imágenes protectoraso baluartes de la ciudad de México: la Piedad, la Virgen de la Bala ysobre todo Nuestra Señora de los Remedios y Santa María de Guada-lupe. Las imágenes italianas introducidas por la Compañía de Jesús afinales del siglo XVII dieron, por otro lado, una lucha vigorosa fren-te a las anteriores por su fuerte relación con las misiones. Consecuen-temente, el culto mariano a lo largo de Hispanoamérica se atomizóhasta en 457 devociones locales; en torno de algunas se tejieron tra-mas de relaciones sociales de fuerte identidad territorial. En relacióndirecta con esta multiplicidad, y con el tema del poder objeto de estevolumen, Sigaut advierte desde mediados del siglo XVIII la difusiónde modelos grabados con el tema de las letanías en honor de la virgenMaría. Avanza la hipótesis según la cual esa difusión respondió a lainr n i n de crear un modelo mariano homogéneo que contrarrestarab f< n:d 7,,3 d la identidades propias de los cultos locales, conforme,d .. prl"itll horb ni de centralización 'Yde regla fija.

1N '1" IH) 1 '1 N 21

( ;1 .rru 'se' v Íurncn u 11 e 'X re d An ne raples acerca de las nocio-111 t' 1111, n s d 1poder que la niñ z habrá podido representarse, prin-I p.lm 'm en la ciudad de México, durante la primera mitad del siglo

1., l.a autora explora cómo el niño iba entendiendo quiénes tenían el1"11('1', uándo lo ejercían y por qué medios podían evitar sus efectos11h ne ativos. Aborda el tema tanto desde el ángulo de la educaciónnlurmal (representaciones auditivas y visuales) como de la formal. Ade-

11ti ~ ti ' las enseñanzas del aula, muchos niños se hallaban expuestosI I.IN 1·1taller y del mercado, donde aprendían oficios bajo la tutoría

111 1111maestro. Visualmente, el centro de la ciudad fue un surtidero de111,11Iufas civiles y eclesiásticas cuya iconografía se halló vinculada a la111',ld:1ión del trabajo, del ocio y del esparcimiento. Staples pasa revis-I 1~om ra a las expresiones arquitectónicas, al atuendo, a las cererno-11I,~Yprocesiones que expresaban estructuras de dominio, prerrogativas1 t I In males, precedencias y protocolo. También son tema de su interés111~.xpr siones auditivas asociadas con diferenciadores y jerarquizacio-111 s iales como el transporte y el régimen impuesto por el tañer de1.1 :1mpanas. La segunda parte del texto, referente a la educación en• I .iula, subraya el carácter fuertemente vocal de las enseñanzas, segura-1IIt'IIt en razón de la herencia de las tradiciones retóricas. Consecuen-11III .nte, fue la doctrina cristiana, que ante todo subrayaba el preceptodi' la bediencia, el texto tanto verbal como escrito más preeminente1'.11':1la niñez. La autora destaca cómo la doctrina de todo fiel creyen-I! l' 'b rzó las formas visuales y sonoras de la autoridad mediante lasI'Khortaciones a la obediencia y al respeto a la autoridad. Los catecis-111(IS "cristiano-políticos" urgieron la necesidad de sujetar la voluntad1I . lo jóvenes. Enlistan las jerarquías políticas y eclesiásticas y definen111qué consiste la subordinación del niño, el futuro súbdito o ciudada-1111.También contribuyó a ello la lectura de fábulas, de las que la auto-111proporciona varios ejemplos. Conforme al gusto y exigencias de losI h '!'ates, la clase de catecismo se transformó en una de "moral", que110 lejó de insistir en el respeto a la autoridad y el temor al poder.

Quiero dejar aquí constancia de mis agradecimientos a OrnarV -lasco Herrera y a Graciela San Juan por su ayuda en la edición det'NtO trabajos.

ÓSCAR MAZÍN

Febrero de 2011

Page 10: Óscar Mazin

372 REBECAKRASELSKY

SIGÜENZAy GÓNGORA,CarlosTeatro de virtudes política. Alboroto y motín = los indio: .de MI; '!rO,

M,. Porrú a Biblioteca mexicana de escntores polltlcos, 1)1\(II eX1CO, ,

STOICHITA,VíctorLa invención del cuadro, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2000,

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVAESPAÑA (SIGLO XVII Y PRIMERA MITAD DEL XVII!)!

ÓSCARMAzÍN

El Colegio de México

l lasta poco más allá de la primera mitad del siglo XVII, los virreyes deNueva España tuvieron que hacer frente al influjo ejercid;P;;;-1~~._arzo- ,hispos de México sobre los grupos locales más preeminentes. Como ~íecto, en las décadas de 1~2..º--Y1660 sobrevi~o una serie de crisis polí-

I¡ 'as.2 Su secuencia ha sido objeto de un estudio y algunas han sidoonsideradas de manera unilateral, pues hasta hace poco interesabanobre todo como fOL~~4~_<:Q!!fH~toy de"_l,'e~I~.t~~ia·,ACOriseCüeñC:ia.fJI' larenovación de la historia de las monarquías ibéricas y del dere- ;/--------_ ...-.,.~- ~~---~_.,._-he, se impone hoy retomar el tema y ¡¡etéertales crisis. a de hacerse,mpero, a la luz de los elementos jurídiros-., mora.es y. soc.ia.les.prop.¡.os /(Ir esa renovación, según los cuales en aquellos siglos el conflicto ennuda tuvo de excepcio~aTeñ"~T ord~;-;;;~iaCsiño-que~rti~-rn~~"bie~-iaI ()ffña:31')icño'(fe'otfa~añ"~-;~:-r~""¿;;~flf~~i;id~d;idebe abordarsedes--Un; perspectiva coherente ~~~Ja s~b__ordi13~~ión de laesfera polúi,~a{ons~tos tales ,SOIl,W-jr.!!isaiccióJl·usti'~~a!•.~arid-a<l'l"J~t.!~~~Ffidel~~~.d,I diencja, obli,gaciÓ'rr;-b"eñfflcencia,/trrafitud,Jiberalidad y Oi:ros~qPorfuetapoco, enaITCJ$recierites' seecha'rrranode uir-enfóque trasatlán-

I O que subraya la importancia de la circulación y que conecta los epi-o líos de la Nueva España con los de la corte de Madrid, todo lo cualI redimensionado los objetos históricos.'

I Este texto es una reelaboración de mi trabajo precedente "Una jerarquía his-nica, los obispos de la Nueva España". Introduce nuevos postulados y bibliografía11xire, Abunda, además, en la cuestión de la representación objeto de este volumen,

2 De ellas se ocupó Jonathan 1. ISRAEL,Race, Class and Politics ...J RUIZ y SABATINI,"Monarchy as Conquest..4 CARDIM, "'Governo e política' ... y GIL, "The Good Law ... "l Los estudios sobre circulación en la Monarquía Hispánica, y por ende en la

[373]

Page 11: Óscar Mazin

374 ÓSCARMAZfN

Como se comprenderá, este texto ni pretende ni puede asumir l' 1tarea. El espacio del que aquí dispongó1Q.l~ meJ?ermite ex .!2r.ar al!'.11nas de las áreas de actuación de los obispos de l~l~üeva España; par:l, 11segui a:dEcerüir una serie de prácticas, atributos e imágenescom:o r:l~I',11sobresalientes de las representaciones del poder objeto de este volu t11 '11

ÁREAS DE ACTUACIÓN

En su desempeño, los obispos de la Nueva España asumían una 111111ción hispánica muy antigua que hizo de ellos consejeros del rey '11111conducente al bien de los vasallos." Su perfil contrastaba con I dI' 111virreyes, pues la gestión de éstos duraba pocos años y su residen ia NIIII 1limitarse a la capital virreinal." Los prelados, en cambio, tenían 01,11\ción de visitar su diócesis y se mantenían en correspondencia activ 1 1111sus homólogos de otros obispados y sus cabildos o "senados". La 11111'''1permanencia de los obispos les permitió arraigarse a la Nueva I~~I'1111Y acaso igualmente a las Indias en general. Pero además, a pan ir" 1,segunda mitad del siglo XVII las familias de muchos obispos 0111,111111con ramas en ambos lados del Atlántico que generalmente s h:1I1 di ",vinculadas al gran cornercio.f

Por otro lado, hay que recordar que en la América española la (1 1111Icación diocesana fue una unidad intermedia que llenó el vacío qlll 11

Lusitana, tienen diversas genealogías intelectuales. En lo tocante a intcr ':lI,dll,,~ IIrurales, el libro acaso más significativo sigue siendo el de GRUZINSKI,I I '1"parties ... Sólo de forma más reciente interesa el enfoque de la gestión polír lru, ,1I 1 ,personas, como respecto a modelos administrativos). Véanse MAZÍN, ,1'.11/11 II

linero, Une oille. .. y YUN,(ed.), Las Redes. Sobre la producción reciente u 1'111 ti IMonarquías Ibéricas en general, véanse MAZÍN,Una ventana ... , y RUI:r.VIII IHistoria de España ... , cap. 6.

6 MARTIN,Lagéographie du pouvoir ... Véasecapítulo: "LeshOITlm .~d"lllI" 117 Al virrey se le notaba donde residía y podía llegar a ignorárs .\, \'1\ """

rritorios. Para los casos sudamericanos, véase HERZOG,"La prescn 'ill II"~I"l'p. 823. Hasta donde sé, esta cuestión no ha sido abordada de rnan '1'111 Ii 1,,11para la Nueva España. No obstante, la tesis reciente de Lara SEMB !'ONI 1111.cargo de la consolidación del poder del virrey de México, véase "L~ 'Ol! 111I I , I

la autoridad ... "8 IRIGOYEN,"Un obispado para la familia "; CASTAÑEDAY A 1(I(Nt\, I

tuense en México ... ; CUART,Familias coLegiales ; HERNÁNDEZ,1-¡,//IllItI l' l' IMAZÍN,Entre dos Majestades ... ; PÉREZ,Tiempos de crisis...

REPRESENTAI NESDELPODEREPISCOPALENNUEVAESPAÑA 375

i itaban la estrechez del territorio comprendido por las alcaldías mayoresla jurisdicción sumamente vasta de las Reales Audiencias." La conso-

lida ión misma de la diócesis como una unidad territorial privilegiadapor la ~orona para allegarse todo tipo de información fue, de hecho, f Ilmultánea en el Nuevo Mundo con el proceso que hizo del apego a la

t lcrra el ingrediente principal de lealtad al Rey.En efecto, la patria, ya fuese el lugar de nacimiento, de crianza o

ti ' vecindad, surgió como el referente primario frente a la Monarquía.'?( ;:lsi siempre connotaba un sentido de deber, compromiso y devoción1~·Iigiosa. En las Indias, como en otras latitudes de ella, la Monarquíal' halló así fincada en los sentimientos y creencias que el individuo

profesaba a su patria, a sus santos, a su rey y a su Dios. No obstan-\' la lealtad_no fue monoHtica, Varias modalidades de elGintera-;~a-Ion o simplemente entraran en contacto unas con otras en coyunturasI'0l(ticas cambiantes. D~ ah!..- ue obi~E~~irreyes podían entender y[cr er la lealtad y su servicio al rey de manera CfíferetÍtesegún1a. eÍJO-.1. ero, para comp icar auññiT;las ~o7;s:""?i~;-~~'~~r;;~e~p-;;~iones

1I perfiles diversos, como el amor cristiano. as obligacIOnes de deíen-,1 y asistencia fiscal o bien deberes de carácter contractual n to Ó

.lso;eIr"las Inaiasel sentiao delealtad al reydio lugar a condiciones'111" entre 1650 y 1760 grosso modo, permitieron que la vida local fueseubre todo orientada por la Corona y no alterada sustancialmente por1111, como de hecho ocurrió mas tarde. Esto equivale a afirmar que el

poder real se asentó en última instancia sobre una base consensual.P11111' eso las élites criollas llegaron a desarrollar al máximo las posibili-ludcs de autonomía relativa que les confería la estructura convencional1 la Monarqufa."

Ahora bien, acaso como ninguna otra autoridad, los obispos estu- , ,-r n en posibilidad de respaldar, amplificar e incluso sancionar las (1

110 .lividades a esa especie de autogobierno; lo hicieron con entusias-10. Para fundar sus demandas echaron mano de autores como PedroI Ribadeneyra (1595) y esgrimieron el argumento de que ningún epí-

ro convenía más al rey que el de "Pastor". De igual manera, enten-

9 MAZÍN,"Cristianización e impronta urbana ... ", p. 285. 0)0 _10RucQuOI, "Reyes y reinos en la Península ibérica medieval".It GIL, "The Good Law... "Il HAUSBERGERY MAZÍN,"La Nueva España, los años de autonomía".IJ GARRIGA,"Patrias criollas, plazas militares: .."

Page 12: Óscar Mazin

376 OSCARMAZfN

dieron por gobernar no otra cosa que "apacentar", tal y 1110 '11 lidlo había propuesto en Madrid el fraile agustino Juan Márqucz 1 11 11retrato del Governador cristiano."

A efecto de mantener el orden social en sus posesiones 1 jalHI, 1

rey tenía la obligación de velar por la distribución justa de los ni I 11

Por lo tanto, fue éste uno más de los argumentos esgrimidos pOI 111

obispos: los cargos de gobierno e impartición de la justicia d bín 11 I 1111

fiarse a los sujetos más aptos "naturales de la tierra". Desde las 111 1111

ras décadas del siglo XVII, sobre todo en el Perú, aparecieron t XIO', 1111

defendían la preferencia que debía hacerse de los españoles na ido I11 1Nuevo Mundo. Hasta en el mismo Consejo de Estado, en Madi d,llegó a discutir la posibilidad de reservar para siempre una de las 1'11 I

del Consejo de Indias a sujetos naturales de ellas." Pero, ad n t: • I11

obispos sostuvieron y defendieron que debía prohibirse a los vil 11 \.

investir a sus criados con cargos de jurisdicción."Como en otros temas, en éste obispos 1. ':.iE!:~Y~.S..•t.~'y!.~r?npON 1 11l nes divergentes. Yes-qUeer'is~eñ-;;-yT;pr~moción de los cri 1111 1I1

'eñ~las=rña:las-rñas'flcil p.or las sendas de la administración ecl si; 1 hque por las de la secular o temporal. El acceso de los obispos a 111 1 111

te de Madrid, que los virreyes no siempre pudieron controlar, n' 11111

determinante. Sus informes al Consejo de Indias, tanto como $11 '111

cidad de servir de intermediarios o brokers para la designación y I 1'1111111

ción de aquellos sujetos integrados a sus clientelas, permiten expl h 11 11presencia en la Nueva España, ya desde los contornos de 1630, di 1111

clero diocesano de origen local bien comunicado y compacto. 1.:1 11 11

ción de los prelados con el Consejo era directa, personal; ya sea p01l11l

hubiesen fungido corno miembros titulares de él, como fue el ;1~I 1 11

los arzobispos Pedro Moya de Contreras, Francisco Manso y Zúlll I

Juan de Paláfox y Mendoza; o en razón de su capacidad como p:ltllll Inadores para producir o reforzar nexos clientelares. Se aprecian VIII 11

14 FERNÁNDEZ,"Unión de almas, autonomía de cuerpos: ... "15 Está, por ejemplo, e! texto de! lic. Juan ORTIZ DE CERVANTES,prorlllililt"

de los encomenderos de! Perú en Madrid, Información a favor del derecho q"r 111/1los nacidos en las Indias a serpreferidos en las Prelacias, Dignidades y Canongt«. )1 11/

Beneficios Eclesiásticosy Oficios Seculares de ellas, año de 1619. Fue impreso en M,lillllpor la viuda de Alonso Martín en los años 1619 y 1620. Otros textos poste: 1111hallan citados en GARRIGA,"Patrias criollas, plazas militares ... ", p. 29, nota HO

16 BÜSCHGES,"De! criado al valido. El patronazgo de los virreyes ... "

IU,PRI! UNTA 1 NESDELP.oDEREPISC.oPALEN NUEVAESPAÑA 377

niv le: 1del presidente del Consejo y de algunos consejeros a él incon-di ionales, generalmente "hechuras" del valido real en turno; aquel queIIIN mantenía en relación con la Cámara de Castilla y la Cámara de111 Has según épocas; y otro más relativo al pleno del Consejo, cimien-to del sistema de gobierno convencional de la Monarquía.'?

Sin abjurar de la dicotomía moral-justicia, ni de su deber de pro-I urar esta última, en especial para los indios," los virreyes parecenhnber favorecido una conducción más autocrática orientada a garan-t lzar el control regio y a incrementar los recursos fiscales procedentesd· la Nueva España en momentos de gran presión financiera y mili-1.lr en la Monarquía. Fincar su poder sobre funcionarios de confían-l.1 y proteger los intereses de las órdenes mendicantes, cuya presencia( ra preeminente en la "República de los Indios", fueron los ingredien-tt'S básicos con que los virreyes intentaron contener los ímpetus de lospl' lados, sobre todo de los arzobispos de México. Aquéllos confiaban111 nos en la subordinación de la élite local que en sus propias clientelasti . origen peninsular. Por eso la leal_ta~de Íos obernadores de Rrovin-rla o alcaldes mayores a los '~T~re'~7~<kqui~es ckp;-r;:a1;""ff~-;G;,ente¡ ¡

11 "ñO;;br~~kma",r~ruItó"d~~rmill"~nt~ en el~~f~~~t;i;:i~~t~-}~risdic- f /l ¡ na eV(;Ca o. Ei1 carñDioTo;p~raaos-d~r sigl~~xvlr consecuentescon

11 vocacion iirf ana, se inclinaron por la desaparición de esos funciona-rios y por el fortalecimiento de los alcaldes ordinarios de los Ayunta-mientos. Es preciso insistir en que la vocación citadina antigua de losobispos se vio reavivada a partir del siglo XVI. Bajo la inspiración demáximas ciceronianas, la vida en ciudad fue entendida como una seried deberes del ciudadano. De ahí que el patriotismo más egregio fue-s el urbano. Por tradición, los obispos fueron sus garantes y gestoresmás conspicuos. Corno veremos, no vacilaron en apoyar a las oligar-quías presentes en los Ayuntamientos.

Deshacer entuertos entre entidades político sociales diferentes, aun-¡ue a diez mil kilómetros de la Corte, no fue posible sin una política dequilibrios mutuos, de contrapesos y de equilibrios precarios entre diver-

sos cuerpos a mediano y a largo plazo. Es dicha política la que parecepresidir la lógica de impartición de la justicia por parte de la Corona.

17 MAZÍN, "Una jerarquía hispánica ... ", e IRIGOYEN, "un obispado para la fa-milia ... ", pp. 566-569.

18 Remito al estudio ya mencionado de SEMBOLONI.

Page 13: Óscar Mazin

378 6SCAR MAZÍN

En el Perú la autoridad del virrey, al parecer más sólidamente consoldada que en la Nueva España, tuvo sus principales detractores en 10/1herederos de los conquistadores y en los encomenderos, ávidos de hallores y ennoblecimiento. En México la situación parece más compleja! 11instancias del episcopado, actores sociales como los comerciantes, 111111parte de la Real Audiencia y los Ayuntamientos de la capital y de la PIIl'

bla de los Ángeles reivindicaron su arraigo, sumaron esfuerzos y h:1HIIIecharon abajo o dificultaron sobremanera el gobierno de los virreyc: ,

Ahora bien, en los territorios ganados por conquista, como 1.1Indias, donde la cristianización legitimó la empresa hispana en su ('01 1lidad, los prelados diocesanos no ejercieron siempre la misma dosis d~.I poder. Entre m~~_i~dosdel siglo XVI y finales del XVIII se aprecian ('11

\ ~ Nueva España1iasta tres etapas en su desempeño. La primera compr '11, de aproximadamente hasta 1660.~e halla caracterizada por el enl"l'('11

tamiento crónico con los virreyes, -pt>rla vulnerabilidad de los obisp: I

ante las órdenes religiosas y por la presencia de estructuras dioces.u 111J'Iri, aún no consolidadas.Pñ,a segunda transcurre aproximadamente durnunVI un siglo, pues llegahasta la década delZ60. En ~'!:}.?'fR,~lad~~ ale 111

zaron la cúspide del poder y lasigls:.~!i1~.,S<l:~.~s!ra1essu m,aX~E.infJlIjo1I1étoÍ.'cn~nso""cÍa:1bajo'u!iX~gÜii~!i,ª~;a\lto.gQ.bi~wo relativo, qge [a N I1 ' ¡ 1't,spa~fi'a"~'h;:bf~~E~-gi4~LYque. nunca .volzería a tener.Jos grupos 1('1tores;'crloíIos'yaen su mayoría, fueron entonces capaces de ne )()( 11

C9 con éxito e~ la cort~ de Madrid. La terce~~ e:ap~, correspo?dien~',' 111

segunda mitad del SIgloXVIII, ~~ deL~~!.!p.J.ffito de 9.bI~pos 1'1'1',1r t listas" sujetos a los designios de reforma y unificación de los Borboruf' Ii Está marcada por la diferencia de conducción y de estilo respc 111di~i ~los prelados de la etapa precedente. Estos últimos experimentaron dii'! .'conciertos dramáticos ante los efectos desestabilizadores de las reform 1

\,.~$ ...Ii" implant~da,s por la .Corona. ., ~ ~ Aquí solo consideraremos supuestos y propuestas de la pnl1l '11 \

~ f.:::; següñCIa:etapás:oe--!ús·ciiaIesCfesp.reñcreremos elementos clav S 1111 1;/)- 'ffireñCIeiti7epresentación del poder episcopal. La hi~~ri~~~af~~hn lll~

<, tido en los rasgos ya evg,s:~g9.~;Jº..§.•prelados, de mayoría peninsu 111,s'~.eiJ'g~-~ii':r(;feñs'o'iéS'd~los intereses de los descendientes de conqu 1 1l' dores y primeros pobladores, de cuyas familias se recluta una par!¡' dllclero diocesano. Según vimos, favorecen a grupos ubicados en los /\ 11111

~

i"fl

\.

~

19 MAZÍN, "Una jerarquía hispánica ... "

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 37

tamientos, en una parte de las Audiencias y en el gran comercio. Se apo~yan, pues, fundamentalmente, en la élite criolla y en intereses indianos.

También dijimos ya que los obispos se pronunciaron por la promociónde los novohispanos a los puestos superiores del gobierno eclesiástico ytemporal. Aseguraron ser ésa la piedra de toque del estatuto jurídi O

y político de los dominios americanos del rey de España. Pero los gru~pos de poder local eran, además, los más importantes contribuyentes d ·1diezmo, la principal renta eclesiástica. De ahí una vinculación estre haentre el poblamiento hispánico, con su economía mayormente agrop '~uaria, y la consolidación del clero secular. Me explico: según la ép :t

Y hasta donde lo permitieran los sistemas de recaudación (por adrn i-nistración directa o mediante arrendamiento al mejor postor), el abi I-do catedral dispuso de saberes de una geografía administrativa gu nosólo llevaba registro de los causantes y de la ubicación de sus pr pie-dades, sino también del nombre y número de personas que tomabantierras en las haciendas, en alquiler o en subarriendo. Por el he ha dearrendar y de obtener su propia producción, distintos tipos de 111 lic-('OS Y terrazgueros se constituían en causantes adicionales del pa O d ,1diezmo. Había, por lo tanto, que idos agregando en las oficinas d ' Inratedral. Las diferentes reformas o arreglos de esa geografía dio sanafu ron también un medio por el cual las catedrales estuvieron al 1a 1\_10 del número de aglomeraciones que surgían en el obispado: iudadcs,villas, pueblos, ranchos, sitios, puestos y hasta pegujales de labranza:di ha de otra manera, en las catedrales se fue teniendo con irni 'lIlOd ,1 proceso de poblamiento hispánico de los territorios.

Como se imaginará, los obispos se opusieron a un régim n d scpn-1'\iión entre la república de indios y la de españoles. También r sist] '1'011Id proyecto de una iglesia separada exclusiva de la pobla ión 3UCÓ '(O

un. Los prelados insistían en el principal mecanismo integrador d ' los11líos a la economía hispana presente ya desde entonces: qu pr 'Sin

11111sus servicios a propietarios hispanos, o bien que 1 S xhorrarn n¡rhar mano del arrendamiento o subarrendamiento de la tierra In '<.1 i:1I11'dguna de sus expresiones como la mediería o la adquisi ión 1, ti 'I'I":IS

'11forma particular. Ya como jornaleros terrazguero, orn 111ti icrns oItll' .ndararios, los indios de la Nueva España central fu ron a 'T 'g:llldo1111'vos núcleos de pobla ión, csd las primeras dé adas d 1 S Is 'it'll

IO.~, aun n sus pu blos, SIIS (;1'11:1~a d olas 10S:1 r aron :\ la '011<11I ón d labri 'os. R' 'h(l!'"II'OII los pi't'!:1 los igualm 'ni' 1011pl'lyll 'glo.~

Page 14: Óscar Mazin

380 ÓSCARMAZfN

pontificios de las órdenes religiosas, tanto como el control exclusivo dilos frailes sobre las doctrinas de indios y su asociación con los alca I( I 'mayores. Deseosos de instaurar una situación que limitara el ím P '111de las órdenes mendicantes, los obispos la Nueva España no enconuuron mejor recurso que el poblamiento y arraigo de los pobladores 1111'peos; ni mejor contribución de la iglesia diocesana que la formaci 11(1los hijos de aquéllos, los españoles de ultramar.

Para los obispos, entonces, las órdenes religiosas no contribu f:t 111una relación apropiada entre la Corona y los vecinos de la Nueva Es!, 1ña. Por lo tanto precisaban de reforma, pues los privilegios las cerrnh 111dándoles una independencia política y económica inadmisible. !\dl

más de haber entre los religiosos, peninsulares numerosos en perjuh 11de las aspiraciones criollas, se esforzaban por ejercer el control solur 11tierra y la mano de obra autóctona, La Compañía de Jesús, una Oldl 11

de mayoría peninsular en el siglo XVII, halló, empero, arraigo en u' , 111grupos criollos mediante su red de colegios. Sin embargo, una s 1'111I1privilegios pontificios eximía de diezmar a sus numerosas haciendux, 111que suscitó la oposición de los obispos y del clero de las catedral 'N,

Las actividades de los obispos adquieren un sentido nuevo si ,II! 11demos a sus relaciones permanentes con el Consejo de Indias. ti t 111111de miembros del Consejo del rey no fue meramente honorífico y 11IIIpoco se restringió a su capacidad de acceder directamente al mOIl>11I1En consecuencia, su representación en Madrid se vio redimensiou It 11en comparación con otros cuerpos igualmente capaces de conuu 11111procuradores o delegados en la corte. De hecho, las mudanza I ,111111'secular en el orden social de Nueva España no se aprecian sin el (11111"que vincula la experiencia local con la estructura de gobierno p '1\ 1111lar. Los obispos estaban convencidos de que las catedrales no s ' lO 1 l'

tarían" sino en la medida que se desmantelara el orden social SII')', ,"

de la conquista y se consolidaran los avances del arraigo y pobluut 11to hispánico en los territorios diocesanos. Las relaciones de los pl -11111"permiten corroborar que la administración de los territorios no rU11I11111como una cadena de mandos simple y directa, Es más ajusta 1:1 111 1111gen de un engranaje de jurisdicciones interconectadas y Cal 1'1'1'111111cia contradictorias, tanto en las Indias como en la Península y h:l 11111

otros dominios de la Monarquía."

20 CANTU, Las cortes virreinales de la Monarquía española.

REPRESENTACIONESDELPODEREPISCOPALENNUEVAESPAÑA 381

Un lenguaje político elaborado en la corte desde finales del reina-do de Felipe II ahonda nuestra comprensión de los vínculos de los obis-pos con Madrid. Fue recogido mayormente en los Espejos de Príncipespor autores como Fadrique Furió Ceriol y el ya mencionado Pedro dRibadeneira." Favorables a una visión contractual del gobierno, exal-an el papel preeminente de los Consejos frente al avance del poder d

los validos y de sus clientelas en la confianza del monarca. Exaltan elarácter vitalicio del nombramiento de los consejeros, su papel impor-

tante en la impartición de la justicia y en la economía de la liberalidaddel rey para con sus súbditos, en particular para con los naturales d·ada reino. Tales autores pretenden recuperar para los Consejos su pap IOtrora central y así contribuir a revertir el declive de la Monarquía .nnombre de la reputación. Los obispos de Nueva España no vacilaronin adoptar tales discursos. En cambio los virreyes de la primera mitaddel siglo XVII parecen haber sido más consecuentes con las ideas de la" ristiana razón de estado" y con afanes de acción autónoma por pare'ti i la Corona.P Esta otra práctica halló expresión en tratados de temas(omo las tecnologías de la dominación, la cuantificación de las fuerzas\'l\jo el comando del Príncipe y los medios que éste poseía para pr e '.

2. Tres son los principales escritores contractualistas: Fadrique FURJÓ ERIOI.,

¡:¡ onsejo y los consejeros del Príncipe (1559), Pedro de RIBADENEIRAS.]., Tratado ti/'1" religión y virtudes que debe tener el Príncipe Christiano para gobernar y conseruar 1/'

vados, contra lo que Nicolás Maquiavelo y lospolíticos de este tiempo enseñan (1 ) Y111,111de MARJANAS. J., De rege et regis institutione [La dignidad realy la educacián tlr/¡I/incipe, 1599J. Censuraban duramente la existencia de validos o favoriros.

22 Giovanni o Juan BOTERO había acertado a recoger esas ideas en su RngíIJllr,/1 Stato (1589). En ella logró mucho más que encauzar las incómodas enseñanz: S el 'Muquiavelo por las sendas de la ortodoxia tridentina. Más que en una amplia '1 11dI' las facultades legislativas o judiciales de la Corona, tema ardienrernenr 1 'hnt!dI! por otros autores, Botero se pronunció por la mejora de los recursos humnuox y1111(.riales del Príncipe. Buscó igualmente "formar un príncipe religioso y prud 'IlI '

11111'11saber gobernar y conservar su estado en paz y justicia ... " La primera d. mu ·!tusuudu ciones de su obra en lenguas extranjeras fue la castellana, encargada por ,1 pro-¡tlo Ii .lipe 11a su cronista Antonio de Herrera y Tordesillas, quien la publ i Ó bajo ,11111110: Los diez libros de la razón de estado (Madrid, Luis Sánchez, 15 ). La re 'P 'lól1d! lIocero coincidió en tiempo con las obras de Jean BODlN o Juan B 01N .Los rtsI//'/'II de la república, (1590) de Ju to LIPSTO,Los seis Librosde la politica o doctrln» rM/'II/(' lruen para el gobierno dt,/ reino (J pl'incipado (1604), d Tomrnnso AM PAN I\I,I,A,

!'I/I trchia di Spngna (1 A) I ti ,1 hlslOdll 101'romano orn li TÁ rro, Los Aualrs.I 11-mn ·smuy amplio I1OI"Io-dl' '" ,lljld nbordndo .u Su totulldr d.

Page 15: Óscar Mazin

382 áSCAR MAZÍN

gerse de sus enemigos. Tal práctica, que supuso la creación de juntas 11//

hoc en detrimento de los Consejos, dio lugar a una volatilidad in 011

sistente con la práctica de elevar a un solo ministro todopoderoso.Releamos una de las crisis evocadas al inicio de este texto. Fue 11

defensa de las élites criollas de la Nueva España lo que hizo estallar, ('11

enero de 1624, el grave conflicto entre el arzobispo Pérez de la Senilel virrey marqués de Gelves. La excomunión lanzada contra este ¡'¡ Iimo dio lugar a la expulsión del prelado de la capital, a la proclamar 1'111

de un entredicho y al tumulto que precipitó la caída del gobierno .11 1

virrey. Así se suspendió y destruyó un programa de reformas P:11'11 11

Nueva España orquestado por el conde-duque de Olivares." La 1en México adquirió tales proporciones que, antes de cumplir su H'I 11

año, el gobierno secular había sido derribado. Este hecho =inusitadn 11

los anales de las Indias occidentales- no se explica exclusivament '011111

reacción adversa de los grupos hispanos locales a las acciones r f()!1I11

doras del virrey. Lo decisivo fue que el clero secular y especialm '1111 1arzobispo de México, abrazaran la causa de los desafectos esgri m l( 11 1"la justicia del rey como principal recurso. Al descontento de la (·1 l. ,sumó el enfrentamiento entre ambos cleros con su secuela de di I ., 1 11

cias entre las cabezas de ambas potestades. Fue así, la esfera ecl si: 1 1 I

el medio donde encontraron expresión las principales contradi '10111 I

conflictos políticos de la Nueva España.Ahora bien, tras la caída del marqués de Gelves la más S '1'1., ti /1

cultad de la Audiencia fue justificarse ante Madrid. Luego d· 011 111

tar al arzobispo, el tribunal decidió que el mejor medio de ha ' " 1111de manera convincente era el viaje del propio Pérez de la I'n:1 1111111

cabeza de una delegación a la corte, a pesar de lo inédito de la 111('11,1.

Nunca un prelado había vuelto a Madrid sin instrucciones PI'l' 1 ,1hacerla. El Consejo mostró desconfianza a la Audiencia y la d,' 1"'yó, de hecho, de la facultad de asumir el gobierno interino. -;11 ('1/11111

ro fue usual que Madrid nombrase gobernadores sustitut s () 1''' lit 1

23 Los acontecimientos del motín del 15 de enero de 1624 fuer 11 01111 111 d.latos y de análisis agudos de los hechos. Véase "Relación del levantarni '11111 qlll 11111

en México contra el virrey", en GARCÍA, Colección de documentos ¡¡¡Idlllll. 1'11 ,273. Véanse igualmente los documentos relativos al Marqués de elv'~ "("111 dll 1HANKE, Los virreyes españoles de la Casa de Austria, t. lIT, pp. 111- I¡ R¡ NI,1 ,,1 Id ti

libro ya citado de 1 RAEL,Race, Class and Politics, pp. '135-160.

I\I\I'I\I\SI!NTA 1 N(!S 1 EL 1'( 1 "R 1\I'ISCOI'AI.I\N NIII'ViI 1(,\I'ilNiI IH,\

virreyes." El ascenso de la séptima Audiencia gobernad 1'3 n 1 )I¡') sedebió a la muerte del obispo-gobernador Marcos d T rr S y RlI ·da.Este suceso entronca, sin embargo, con lo que empezaba a S r u 11:1 rru-dición de la Nueva España: el nombramiento de obispos 0111 vi 1'1' ,_

yes interinos. Tres casos habían precedido, el de los arzobispos P d 1'0

Moya de Contreras (1584-1585), fray García Guerra O.P. (1 ]1-1 1 )Y del obispo de Puebla y visitador de Nueva España, Juan de Palafox yMendoza (1642). La Corona no echó mano del mismo recurso para ,1Perú antes de 1678 y lo hizo sólo en ocasiones muy contadas en mpa-ración con el virreinato septentrional." ¿Puede el más agudo nfr nta-miento entre ambos cleros en la Nueva España, explicar la designa iónde prelados para el cargo de virrey interino como una medida ten 1 i n-I a contrarrestar el mayor poder de las órdenes, generalmente favor ,_'idas por los virreyes?

Al saberse en el Consejo de Estado en 1626 que en México aún noN había restablecido la calma tras el tumulto de dos años atrás, 1 d 's-l ncierto fue grande. Se comisionó a don Francisco de Manso y Zúñi a,consejero de Indias, para llevar el perdón general a esa capital y cancela l'

las medidas del visitador Martín Carrillo por parecer demasiado ásperas.En tales coyunturas era imprescindible rehacer los lazos de fidelidad. ~I

distancia trasatlántica debió desempeñar un papel importante para qu(·1 rey otorgara su perdón a la ciudad de México. Pero, además, Mans

11 edió a Don Juan Pérez de la Serna como arzobispo de México. LI

d .signación satisfizo enteramente a su predecesor, dado que desagradó('/1 sumo grado a sus detractores, sobre todo al nuevo virrey, el marqu sd . Cerralvo. Apoyado a regañadientes por este último, el nuevo prela-do publicó en enero de 1628 el indulto general del rey a la Ciudad. Sinmbargo, desde ese mismo momento Cerralvo advirtió a Madrid qu

Manso mostraba ya señales que presagiaban obstáculos a su gobierno.Insinuó que no había sido prudente nombrar arzobispo de México a unhombre que, como miembro del Consejo de Indias, tenía a la mano pre-

24 H' S P "L Id' "vease ANCHEZ EDROTE, os pre a os-vrrreyes , pp. 211-253 aunque enI 111.ión con el Perú. Este autor no menciona los hechos de 1624-1625 en México ytlllllpOCO proporciona explicación alguna sobre la introducción de la fórmula de los[uolndos-virreyes, acaso en razón de esa misma omisión.

25 MAzÍN, Iberoamérica, véase el apéndice de virreyes de Nueva España y dell' ,,'1.

Page 16: Óscar Mazin

¡;--:---------------

384 Os ARMAZrN

textos para intervenir cuando quería." Asustaba a los virreyes 1 (\1'1" I

go del clero criollo y la facilidad con que los vecinos y pobladores 1IIhacían vocero del descontento. A esto debemos añadir la preocupaclónentre los círculos madrileños, según la cual la lealtad de los espa ,oltamericanos, como la de otras aristocracias regionales de la Monarqu 1,

se debía ante todo a la tierra donde habían nacido y se habían criado ,sólo después, a la Corona. En conclusión, el que un consejero de lnd 1I

experimentado pasara a la Nueva España como arzobispo de M 'x ¡I

resultó clave. Sin embargo, lo sería aún más otra modalidad: a s:lhl'I,

que algún día el rey hiciera de un antiguo fiscal y consejero de Indio,obispo de alguna diócesis importante del Nuevo Mundo; máxime I

además, se le confiaba la visita del reino. Es éste, claro está, un rcrrutuhablado de Don Juan de Palafox y Mendoza.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII dominó el clero sccular sobre el regular en la designación de los prelados. Aparecen inclnso algunos obispos de origen criollo como Alonso de Cuevas Dáv:II¡,[México, 1664-1665 y antes de Oaxaca, 1657-1664] o Nicolás Ortiz dl,lPuerto [Oaxaca]. Muchos provenían ahora de los cabildos catedral S tilas propias Indias, en particular de las canonjías de oficio Y SU CUI:\/l1

honorum se hallaba ahora más vinculado al Nuevo Mundo. Contahuucon valedores en la corte del rey, hecho que su condición de ex colegia 1Isolía favorecer por ser fuente de solidaridad de la que resultaban red .~¡Iapoyo mutuo." Por si fuera poco, sus familias solían.financiarles las pll

tensiones. Indicios son éstos de un mayor arraigo personal y familia r dilos prelados a la Nueva España. Después de 1662, por ejemplo, todolos arzobispos de México procedieron de alguna mitra novohispann I1

indiana, ya no directamente de la Península." Lo mismo vale para lo

26 MAZÍN, Gestores... , capítulo cinco, pp. 272-290.27 Doctoral, magistral, lectoral o de teología y penitenciaria. Se asignaban jllIl

concurso de oposición.28 CUART, "Familias colegiales", pp. 55-63. Para un ejemplo concreto d ('NI I

segunda etapa, véase IRIGOYENLÓPEZ, "Un obispado para la familia", pp. 557- () ,29 Don Diego Osorio de Escobar y Llamas, obispo de Puebla, fue gobem:«!nt

del arzobispado de México entre 1663 y 1664. Le sucedió para el periodo 1664·(111el criollo Alonso de Cuevas y Dávalos, ex obispo de Oaxaca. Véase MAZÍN, Arl';';,.,1del Cabildo Catedral Metropolitano, p. 1064. Los cuatro siguientes prelados fu '1'(111

promovidos a la sede metropolitana desde la de Valladolid de Michoacán: fray Mili

cos Ramírez de Prado OFM. en 1666 quien, no obstante, murió antes de cumplir 1111

año de su promoción al arzobispado; fray Payo Enríquez de Rivera OSA. en 16(1H,

REPRESENTACIONESDELPODEREPISCOPALENNUEVAESPAÑA 385

abildos catedrales, cuyas mayorías criollas llegaron a promediar pocomás de 80% para finales del siglo. Es posible, de hecho, trazar rutas depromoción al episcopado a partir de la circulación de capitulares anti-guos de México y de otras sedes durante varias décadas. 3D Entre 1670 y1747 tuvo así lugar un intercambio activo entre las catedrales de Méxi-co, Puebla, Valladolid, Guadalajara y Mérida de Yucatán en razón deun escalafón de promociones dentro del mismo reino.

También se consolidaron las estructuras diocesanas. Por lo que aprácticas de gobierno se refiere, echamos de ver que, cuando no habíanya emprendido movimientos aislados de secularización de las doctri-nas administradas por los frailes, los obispos hicieron progresos en lasujeción de los regulares a su jurisdicción." También se esforzaron porconcretar el cobro del diezmo sobre las haciendas del clero regular trasun larguísimo litigio sentenciado definitivamente en 1662 a favor dlas principales iglesias catedrales de Indias" Por otra parte los obispo,';presionaron, como ya lo advertimos, para que se cercenara a los virr _yes la facultad de nombrar a los alcaldes mayores, lo que lograron sólode manera provisional. El número y la continuidad de otros designiosy afanes permiten ver un mismo proyecto socio-cultural perfilado yadesde la etapa anterior. Sus elementos principales son los siguientes:

Dotar de estudios a un clero secular cada vez más numeroso pormedio de la fundación de los colegios seminarios prevista por el con i-lio de Trento."

para gobernar la mitra mexicana durante doce años, seis de los cuales ejerció ademáscomo virrey interino hasta su regreso a España en 1680; Don Francisco de Agll iar ySeijas tomó posesión de la sede metropolitana en 1681 y la gobernó hasta su rnu re'en 1698; en fin, Donjuan de Ortega y Montañez, quien fungiera como virrey inrcri-no en 1696, tomó posesión del arzobispado vacante en el año 1700, y una vez más el .1cargo de virrey al año siguiente. Fue arzobispo de México hasta su muerte en 1708.MAZÍN, El cabildo catedral de Valladolid, p. 246.

30 MAZÍN, El cabildo catedral de Valladolid. Al respecto, véanse los capítulos 4 y 5.3l RUBIALGARCÍA, "La mitra y la cogulla", pp. 239-272.32 MAZÍN, Gestores de la real justicia. A partir de los años de 1680 es posible

oorroborar incrementos sustanciales y sin precedente en las gruesas de diezmos dlas iglesias de la Nueva España. Para Valladolid de Michoacán véanse MORIN, Mi.choacán en la Nueva España ... y MAZÍN, El cabildo catedral. .. Para Gl(:.tdnbjur~.CALVO,Guadalajara y su región... Para Puebla, MEDINA, La iglesiay la protllltc/ólI ...Para México, PÉREZ, Tiempos de crisis... y MAZÍN, Archivo del Cabildo .t//I"/m/ MI'tropolitano ... Véase también, PÉREZ, "Dos periodos de conflicto".

33 AGUIRRE, "Los límites de la carrera eclesiástica".

Page 17: Óscar Mazin

386 ÓSCAR MAZíN

1(I,I'llgSENTA IONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 387

• Impulsar la enseñanza intensiva del castellano a los indios.3~• El aumento inusitado de fundación de entidades corporanvn

principalmente aniversarios, capellanías, obras pías, permite idc11

tificar procesos sistemáticos de organización so.ci~le~ torno ~ ,1111

catedral de más larga duración y con una dmamlCa propia. 11

trata de una serie de condiciones regulares y duraderas qu . 11111

vocaron o acompañaron una sucesión de fenómenos vin U 1.11 I11

con las actividades de grupos sociales numerosos. La conduc 1 1111

de todo ello recayó mayormente sobre el clero catedral. Sus. 11 1

o perfiles de operación fueron cuatro: el culto religioso (qllt 111

se restringía a la iglesia sede diocesana, sino que se extend I 111

u

calles, barrios, calzadas, conventos, casas reales y santuario ), Ibeneficencia (que comprendió hospitales, casas de recogim 1111"

dotaciones para huérfanas, suministro de agua y abasto d 1'.1 11111

entre otras actividades), la enseñanza (que incluyó fun Itll 1111

de becas, establecimiento Yfinanciación de cátedras, er .' 1111 ,1colegios o seminarios) yel préstamo de caudales (tant 111 111111

sión misma de recursos propiamente eclesiásticos, como ti 11111

llos dados en administración por la gente acaudalada a ti 1 111 '

corporaciones eclesiásticas a falta de bancos)." ,• Los obispos Ysus iglesias fueron objeto del favor del. 011' 1" 1

Indias en lo concerniente a diversas materias: la destiru 1111 1virrey en turno por parte de prelados (el marqués de VII\¡ 111 1Juan de Palafox en 1642; el conde de Baños por i '!'.(I 11de Escobar y Llamas en 1664), los conflictos de pr ·dl·11I 1

los virreyes o la designación del arzobispo de México 1111111 11

interino durante periodos inusitados hasta de sei a 111 1 ,1 I

el caso de fray Paya Enríquez de Rivera (1674-1680 "1Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740).36

Según vimos, la política central de la Monarquía, sobre todo apartir de 1660, fue propicia a un clima de autogobierno relativo en losdomin.ios del Rey Católico, La "conservación", y yano la hegemoníaonfesíonal de escala planetaria, fue el eje rector bajo los últimos Aus-

crías. Ahora bien, a medida que aumentó en Europa la incertidumbre.n lo tocante a la sucesión de Carlos I1, un monarca sin heredero, losvirreyes de América se vieron obligados a conducirse con prudencia.El desarrollo de sus carreras tropezó con filiaciones políticas esencial-mente movedizas. Desprovisto de neutralidad, el estilo de su conduc-.ión aprovechó a los obispos de la Nueva España, quienes no vacilaronn reforzar su posición frente a aquéllos." Lo hicieron echando manole la lealtad en un momento en que la Corona ponía en ella un inte-rés renovado; así, esgrimieron una mística que sacralizaba los privile-g~oseclesiásticos en nombre del trono. Comparados ya en 1656 por elvirrey duque de Alburquerque con los duques italianos o los príncipesde Flandes, los prelados de la Nueva España concebían a la Iglesia comola cabeza y guía de la nación." De manera desusada, y no obstante el'am?io de dinastía reinante en 1700, vimos ya que los prelados ejercie-ron incluso el cargo de virrey interino durante largos años. Acaso nos • recapacitara por entonces en las implicaciones a futuro de una dosisnorme de poder local en manos de la Iglesia.

Con la excepción de la arquidiócesis de México, hasta aproxima-lamente 1760 los grupos de mayor poder económico y político de la

\

virrey, ninguno para el virreinato meridional. Durante los tres siglos de dominaciónspañola se cuentan respectivamente 11 prelados-virrey en la Nueva España, y sólo 4n el Perú. MAZÍN, Iberoamérica, véase "Genealogías, Reyes y virreyes de las Indias

1 España".37 En carta a~rey, el obis~o de Michoacán Juan de Ortega y Montañez elogió "el

lo con que [el.vlrr~y m~rques de La Laguna] favorece a los eclesiásticos, sus nego-los y los de las iglesias, Siendo estimadísimas las honras con que asiste a los prelados

1... 1. ~e hallaba en consecuencia, el reino de la Nueva España, en la mayor paz que hexperimentado en veinticuatro años de asistencia en él". AGI, México 374, el obisportega y Montañez al rey, México, 21 de agosto y 18 de octubre de 1684.

38 "S [1 bi .. on os o l~pOSmeXlc~nos]lo que los duques de Saboya, Mantua, Parma yIgobierno de Venecia para Italia, [0]10 que los reyes y príncipes vecinos para Flan-

N, con esta s~l~ di.ferenci~,q~e los hace peores: que estos obispos proceden bajo elmbozo d~1 pn~¡\eg!O ecles.,ast1c~, del cual se valen para iniciar pleitos y disensionesuntra el interes de su Majestad", el virrey duque de Alburquerque a Luis Méndez

Haro, México, 25 de julio de 1656, en Archivo de los Duques de AlburquerqueI 16-1, núm. 30. '

34 TANCK, "Tensión en la torre de marfil", pp. 27-99.35 SÁNCHEZ, El sistema de empréstitos ... ; VON WOBESER, El crédlt» ,,1 ,36 Véanse, respectivamente, las referencias anotadas más arribn di' 1'1 1

I1

pos de crisis; CASTAÑEDAy ARENAS, Un portuense en Mé~ico ... l l« ('1'1111111I11

estudio que dé cuenta de la significación del nombramlellto de IlIt 1"1,, I

Como ya dije, el poder político de los obispos en general y de I s nrwhl !"1 "co, parece haber sido más importante en la Nueva España qu n (·11I11 1

dato es revelador del grado de intervención episcopal en I obl'I'1I11di 11 Ihasta el año 1642 se cuentan para México tres prelados en qui '11s 11'1.11 1

Page 18: Óscar Mazin

388 6SCAR MAZfN

Nueva España estuvieron en condiciones de influir en el nombra m i '11to de prelados de origen peninsular, aunque de fuerte y antigua fill.,ción indiana. Las redes familiares y clientelares de algunos abar :11'011por ejemplo, de manera simultánea, las Montañas de Santander, 11'1'

no de Nueva Vizcaya e incluso el virreinato del Perú. El caso d loSánchez de Tagle, marqueses de Altamira desde 1705, es indicativo dital amplitud de horizontes. ¿Qué permitió la promoción de miemlunde esas familias a mitras no metropolitanas en las Indias? ¿Intervillltron mecanismos de exclusión o de ostracismo de los nobles no ad '11tos a la casa reinante, al valido en turno o a los círculos de poder 1111vinculados al monarca? Me parece que ningún otro campo de ind:!!'.,ción arrojaría más luz sobre este asunto que el gran comercio trasatl: 1I

tico. En cualquier caso, es necesario estudiar esos grupos a escala dt· 11Monarquía mediante un enfoque prosopográfico.

PRÁCTICAS, ATRIBUTOS E IMÁGENES

Hubo un repertorio de recursos simbólicos del que echaron mano 111prelados para manifestar su poder a lo largo de las etapas aquí cara 11rizadas. Trataré someramente de cuatro: la procesión pública, el uso di 1palio, la fuerza militar y el culto a la Virgen de Guadalupe.

La procesión

En medio de la tormenta suscitada por el enfrentamiento con el 11111qués de Gelves, el arzobispo Juan Pérez de la Serna se valió de e t ' 111mer recurso. A pesar de la orden y de la junta ad hoc convocada pOI 1primero, el arzobispo no levantó su sentencia de excomunión 011111el virrey. Confrontado a la lentitud voluntaria de procedimientos IH 11parte de la Audiencia, Gelves convocó de nuevo a una junta, esta VI

de letrados, que debían pronunciarse sobre la cuestión siguiente: ¿Pod \el arzobispo excomulgar al alter ego del monarca? Como era d (' 11rarse, la mayoría dio una respuesta negativa. Se hallaba encab ''/.1111por fray Juan de Burguillos, el confesor del virrey, a quien seCU!1(,1:1I1111los franciscanos, dominicos, agustinos y el vicario general de los f 1,1l.de La Merced. El partido opositor, minoritario, defendió la supr '111\

IlI'l'I(I(,'I'N'I'A '1 NI) OIlL P OER EPIS PAL EN NUEVA ESPANA 389

fa del brazo e lesiástico sobre el secular. En él se hallaba, desde luego,I clero secular, los carmelitas descalzos y los jesuitas.'? El 3 de enero

de 1624 el prelado habló de la posibilidad de declarar un entredicho ocesatio a divinis que cerraría todas las iglesias de la ~iudad de México.

1dramatismo llegó a su apogeo cuando el 11 de ese mes, con apego alas formas e instancias contractuales del poder real, Don Juan Pérez dela Serna salió de su palacio con la cabeza baja en señal de humildad,acompañado de un centenar de clérigos y de feligreses. La procesióne encaminó a la sede de la Real Audiencia. Una vez ahí, el arzobispo

pidió que su causa fuese escuchada y que se le impartiera justicia. Pérezde la Serna se rehusó a abandonar la sede del tribunal luego de que asíse 10 ordenasen los oidores al cabo de una primera sesión. El marqués de

elves decidió intervenir. Obligó a dichos oidores' a tomar una acciónextrema: sentenciar al arzobispo a abandonar la ciudad de México y aser deportado a España. En marcha solemne hacia Veracruz, el séquitocpiscopal se detuvo en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.Desde ahí, el prelado envió misivas que confirmaban la excomunióndel virrey y que preparaban la proclamación del entredicho. De prontoy con el ánimo de presionar al marqués de Gelves, la Real Audienciatornó la decisión de suspender la sentencia y de hacer volver al arzobispoa la capital. Movido por la cólera, el virrey ordenó el encarcelamiento detres oidores. A las siete de la mañana del 15 de enero de 1624, antes deque el arzobispo entrara triunfante en México, el cabildo catedral pro-clamó el entredicho. La medida suscitó la célebre rebelión en gran esca-la que aquel día dio lugar al derrocamiento del virrey.'?

El acto de ingreso triunfal de los arzobispos de México tambiéncontendió en despliegue de magnificencia con la entrada de los virreyes.Así tenemos que, en 1682, para el ingreso de Don Francisco de Aguiary Seijas, el cabildo catedral de México contrató un arco que se publicóal año siguiente con el título de Transformación teopolítica... Era aná-logo al que el mismo cuerpo colegiado había pagado a sor Juana paraque escribiera el Neptuno alegóricoen honor del virrey conde de Paredes.egún el arco en su honor, el arzobispo Aguiar y Seijas se transformaba

39 ISRAEL, Race, Class and Politics ...40 Véase arriba, nota 23: "Relación del levantamiento que hubo en México con-

tra el virrey", en GARCÍA, Colección de documentos inéditos, pp. 265-273.

Page 19: Óscar Mazin

390 ÓSCARMAZfN

en águila, ave que la emblemática ornitológica asocia con el poder, lasoberanía y la justicia

El Águila singularle siguen sin resistirsus hijos para volar;No es mucho se haga seguir,. d . 1 41Sien o su eJemp o A-GUIAR

El orden procesional se halla también manifiesto en La apariciólIde San Miguel, uno de los lienzos monumentales pintados al óleo gu .en la década de 1680 se ejecutaron en la sacristía de la catedral metropolitana. Con una procesión de clérigos como fondo, en la parte in f¡,rior de esa obra, de Cristóbal de Villalpando (1684-88), el arzobis] ()Aguiar se halla arrodillado frente a la aparición milagrosa del Ar ~tlgel. El prelado va acompañado de los canónigos patronos y bienhechores que costearon los lienzos del recinto.V

Finalmente, al describir la gran procesión con que se celebr '11

1737 la procLimación de Nuestra Señora de Guadalupe como patl'Ona de la ciudad de México, Cayetano Cabrera Quintero hizo figura r ,11arzobispo virrey Vizarrón como "otro (rey] David ungido", que bailillllante el arca de la Alianza a la entrada de ésta en Jerusalén.

43

El palio

El uso del palio en la entrada pública y toma de posesión de los a 1"1,11

bispos de México también fue motivo de desavenencia con lo v ¡1 1

yesoEste recurso expresó diferencias en términos del poder ejercido 1'111

ambos dignatarios del rey. Es, además, ilustrativo de la tradición d 11

41 SIGAUT, "La tradición ... ", pp. 414-415. El título del arco arzobispnl 111

Transformación teopolítica. Idea mito lógica de príncipe pastor, sagrado Proteo, flor ,'/1 Iaparato magnífico del triunfal arco y patrón glorioso, en el Fausto día de su reclbltnh 11

to... México, 1683, citado en DE LA MAZA, "La mitología ... " pp. 127-1 ~. 1'\11'\ I1contratación de sor Juana por el cabildo catedral de México, véase, All El (1, "111creto del cabildo catedral. .."

42 SIGAUT,"La tradición ... ", p. 415,43 ABRERA,Escudo de Armas. .. , pp. 8· 8,

REI'RESENTACIONESDEL1 01 I',I(I!I'IS' I'AI.ENNUIWAESPANA .1')1

dualidad d.e potestades, secular y espiritual, característica del pod r l·los re~es hispanos. No se trata aquí del palio como insignia ponrif '< I-prevIsta p.or lo demás por el Pontifical romano- que el Papa con d (:1

a los arzobispos y a algunos obispos, especie de faja blanca con ru 'sneg~as que al imponerse pendía de los hombros sobre el pecho del suj '-to, SI~O,del dosel ~olocado sobre cuatro o más varas largas y bajo el unlse recibía a los mas altos dígnatarios."

En teoría, el soberano había reservado el uso del palio sólo pa 1':1

la entrada del virrey. Poco más tarde, entre 1608 y 1614, acabó d sl'i-nándose exclusivamente a la persona real." Sin embargo, la lejanía delas Indias y el enfrentamiento con los virreyes acentuaron la necesidaddel d~spliegue y demostración pública de la autoridad de los arzobis-pos. Estos lo consideraron una honra necesaria en las Indias, donde lasalmas se afirmaban más en la fe mediante las manifestaciones sagra-das externas. Uno que otro virrey simpatizante de los grupos crioll 5,

com~, V~lasco II o el marqués de Montesclaros, llegaron a toleradopara evitar nota o murmuraciones, sin que por esto se entienda qu ' S •

hace costumbre'l " Velasco permitió que fray García Guerra entrara n~éxico bajo palio en 1608. En cambio, no lo hicieron los enérgicos yVIg~roSOSprelados Jua~ Pérez de la Serna y Francisco Manso y Zúñi-ga. Pero hubo excepCIOnesnumerosas. La mayoría se concentra en I sarzobispos de la segunda etapa aquí evocada: Mateo Sagade Bugu if(~

e~ 1656, Alonso de C~evas y Dávalos en 1664, fray Payo Enríquez d .RIvera en 1670, Francisco de Aguiar y Seijas en 1683, Juan de Orte :ty Montañez en 1702 (quien había fungido apenas como virrey int ri-no), José de Lanciego y Eguílaz en 1714; finalmente, Juan Antonio d:i~arrón ~ Eg,u~a~retae~ 1732.48 La entrada solemne bajo palio de e eúltimo se justificó mediante una indagación en los casos de sus pred -

44 MARTÍ, Roma y las iglesias...45 Sol~rzano recog~ una real cédula del 2 de junio de 1596 en que se prohíbe I

uso del palio a los arzobispos y se tolera para los virreyes, SOLÓRZANOPEREIRA P •litica In.diana, libro V, capítulo 12, núm. 48. Varias reales cédulas restrictivas d;er~,con el tl~m~~ lugar, respectivamente, a las leyes 4 y 19, títulos 15 y 3, del libro 1lI dela Recopilacián de leyes de Indias ... que acabó por reservar el palio al rey.

46 AGI, México 806.47 e - AASTANEDAY RENAS,Un portuense en México, p. 71 y ss.48 MAzÍN, Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano, vol. II, apéndice: crono-

logía de los arzobispos de México, pp, 1059-1070.

Page 20: Óscar Mazin

392 S AR MAZfN

cesores inmediatos. El propio arzobispo Vizarrón pidió al rey sandonar la costumbre, pero fracasó. Por decreto de 22 de abril de 17 t·1Consejo de Indias zanjó la cuestión: el palio, sólo para el rey."?

Las armas

Fue la función guerrera y de las armas un motivo más de diferen 'i:l\,El arzobispo Sagade Bugueiro ofreció al virrey duque de Alburqu rqur:ir de capellán del rey en la fuerza expedicionaria que apoyaría la lI'

rra santa en la isla de Jamaica en rechazo de la invasión de los ingleses,iniciada en abril de 1655. A fin de expulsar a los "infieles", el preladoofreció participar, además, con un donativo personal de 100000 P 'so,yel alistamiento de un contingente. Sin embargo, los afanes de Sag:HJ¡,fueron mal acogidos por Alburquerque, quien le acusó de transgr 'd I

su jurisdicción y competencia en asuntos de guerra y gobierno ternporal. La flota de refuerzo no zarpó rumbo a Jamaica sino hasta agosto dt'1657. La negativa del virrey movió al arzobispo a quejarse ante Madridasegurando que la isla se perdió sólo por la soberbia del duque.t"

Otro ejemplo: en ocasión de la turbación provocada por el turnulto del 8 de junio de 1692 en México, el virrey conde de Galve dispusoechar mano de los graneros de Puebla para abastecer de cereales la capital. En respuesta, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz esgrimióde nuevo el recurso militar. Dijo que, antes de permitir que se toca l'tI

una sola semilla de sus pósitos en la Puebla, tendría que "ver su roquete y sagradas vestiduras teñidas en su propia sangre"."

Nuestra Señora de Guadalupe

Durante los años que duró la grave inundación de México (1629-1631¡),las necesidades de la población afectada hallaron en el culto a la Virg '11

de Guadalupe un soporte poderoso. Desde su santuario extra muros, 1:1

49 CASTAÑEDA y ARENAS, Un portuense en México; AGI, México 806.50 ISRAEL, Race, Class and Politics, pp. 257-258.51 TORRES, Dechado de príncipes eclesiásticos. La cita aparece en el cap. XXXI x,

f.259.

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 393

imagen sagrada había sido llevada a la catedral en medio de una granprocesión acuática presidida por el arzobispo Manso y Zúñiga a bordode barcas floridas. La intercesión pedida a la Virgen. para conjurar losmales manifestaba el clamor de la feligresía. Sin embargo, el preladoaprovechó el ritmo impuesto por las circunstancias para ganar terre-no frente al virrey marqués de Cerralvo y los frailes.F Promovida sobretodo por el clero secular, la devoción guadalupana acabó generalizán-dose a partir de 1650.

Fue el arzobispo Aguiar quien decidió en 1695 demoler el antiguosantuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Con el apoyo financiero demagnates criollos, se determinó a hacer edificar una iglesia espléndidapara la Virgen que fue completada en 1709. Su costo aproximado, de475000 pesos, fue recaudado en buena medida por Don Juan de Orte-ga y Monrañez, a quien el rey elevó al rango de virrey en dos ocasiones:primero como obispo de Michoacán (1696), luego como arzobispo deMéxico (1701).

A empeño e instancias del arzobispo Juan Antonio de Vizarrón yEguiarreta, el Ayuntamiento de la capital y el cabildo catedral metro-politano proclamaron a la Virgen de Guadalupe como patrona de laciudad en abril de 1737, a consecuencia de la epidemia que asolaralos valles centrales desde el mes de agosto anterior. Se suele pasar poralto que tal hecho aconteció en plena gestión del arzobispo Vizarróncomo virrey interino (1734-1740). Y como se hubiese pedido a este últi-mo extender el patronato de la Virgen a todo el reino, el prelado replicóque primero era preciso tomar el parecer de los demás obispos, cabildosseculares y eclesiásticos de Nueva España. En el mismo año de 1737votaron los prelados y cabildos de Puebla, Valladolid de Michoacán,Oaxaca, Guadalajara y Santiago de Guatemala, además de los ayu 111'3-

mientas de ciudades de menor jerarquía, es decir, no epíscopa 1 s, (:11 'scomo Guanajuato, Toluca y Querétaro. Sin embargo, la pro lama 1('¡1l

de Guadalupe como patrona del reino no tuvo lugar sin: hlL~tn 17 ).Una de las causas posibles del retraso fue el argum '1110 'sl'.l'Illlldo 101'

algún detractor aislado, en el sentido de que ra Il('l('snl'l:1 In aproba-ción del papa. Traduciendo el sentir del arzobispo V 'l"II"')I1, 1mismoCayetano de Cabrera Quintero replicó qu ' 1:1 t'k· IÓII l· algún patróno patrona era una "promesa espontán :t y d ·1Ih -rudu" del pueblo cristia-

52 ISRAEL, Race, Class and Politirs, p. IH\ IH .

Page 21: Óscar Mazin

394 ÓSCAR MAZÍN

no; que por lo tanto la sanción eventual de Roma no podía tener otrofin que confirmar tal acción. La proclamación de la Virgen mexicanacomo patrona del reino vino así a coronar la reivindicación patrióti ':1

de la Nueva España en el concierto de la Monarquía española."

Conclusión

La asimilación de los obispos de la Nueva España a una tradición hpánica milenaria que atraviesa los siglos, hizo de ellos consejeros di 1rey. Según ella, reyes y obispos consiguieron crear un sentimiento dpertenencia a una comunidad política, misma que un rey-pastor :1

sorado por sus prelados llevaría hacia el Juicio fina{54Esa tradici 11 diorigen medieval ibérico hizo de los obispos no sólo dirigentes r lil' 11

sos, sino primeros magistrados al cuidado de los súbditos. Compa 1'1 1111

además muchos de los rasgos de los funcionarios seculares de la ,(1111

nao Reunían en su persona la figura tradicional del patronus y J pll!,' 1

bíblico del juez. La amplitud de sus atribuciones los ubicó por 11 111 1

del defensor ciuitatis de los últimos tiempos del imperio romano. ;011111

los monarcas ibéricos se ostentaron como defensores de la fe, v j 11 1I

de Dios en su reino y únicos responsables de la salvación del pu hlll, 11

patronato sobre las Indias estuvo muy lejos de restar al rey dEN!, Ifl

firmeza y aun beligerancia ante la Santa Sede. Dicho de otra rna 1I!'I 1,11dualidad de potestades de la Corona fue ejercida con mayor .lo 11,,11

vía en el Nuevo Mundo que en la propia Península, pues no se 11111111

jamás la influencia directa del papado.También es digno de mención el recurso de la Corona 1 111111

mano de los obispos de Nueva España. Parece explicado la n 'll' "111de contrarrestar los efectos de la alianza tradicional entre J S VIII \ I

Ylas órdenes religiosas mendicantes. Se advierten varias m 1:11 d 111

la de un arzobispo de México en plena gestión (Pérez de la S '11(1) Ide algún prelado ex consejero de Indias que es designado nl"wll l'(Manso y Zúñiga), La de un consejero de Indias nombra lo ,1 11 I

obispo y visitador (Palafox), y la de algún prelado desi nado 11

53 CABRERA y QUINTERO, Escudo de armas de México. Véase tarnhl 11, 1\11 111Mexican Phoenix, pp. 127"129.

54 MARTTN, La géogrfl:fJhie.

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAKlA 395

interino durante un periodo largo de tiempo (Enríquez de Rivera yVizarrón)

El ocaso del siglo XVII y la aurora del siguiente s~ significaron enla Nueva España por el predominio de las iglesias catedrales. Fue elpatronato real el que contribuyó en parte a ese predominio, no sólo ala hacer posible un incremento considerable de sus rentas, sino al tolerare incluso promover la organización de muy numerosos grupos en tor-no a las iglesias en sus sedes respectivas." Apoyados en los privilegiose inmunidades sancionados por el rey, los obispos concibieron la Igle-ia como cabeza y guía vital de la nación. Nunca lo expresaron mejor

que en el programa de imágenes con que el cabildo catedral de Méxi-o adornó su sacristía en la década de 1680.56

BIBLIOGRAFIA

AGI Archivo General de Indias

AGUIRRESALVADOR,Rodolfo

"Los límites de la carrera eclesiástica en el arzobispado de Méxi-co, (1730-1747)", en Carrera, linaje y patronazgo, Clérigosy juristasen Nueva España, Chile y Perú, México, Plaza y Valdés, 2004, pp.73-120.

ÁLVAREZDETOLEDO,Cayetana

Politicsand Reform in Spain and ViceregalMexico, the Life and Thoughtofjuan de Palafox (1600-1659), Oxford, Clarendon Press, 2004.

BRADING,David A.

"Tridentine Catholicism and Enlightened Despotism in BourbonMexico", en [ournal o/LatinAmerican Studies, 15:1 (1983), pp. 1-22.

Church and State in Bourbon Mexico, The Diocese o/Michoacán, 1749-1810, Cambridge, Cambridge University Press, 1994.

Mexican Phoenix.· Our Lady o/ Guadalupe, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 2001.

55 Véase nota 17.56 SIGAUT, "La tradición ... "

Page 22: Óscar Mazin

396 6SCAR MAZIN

BÜSCHGES,Cristian

"Del criado al valido. El patronazgo de los virreyes de Nápolc ..~Nueva España (primera mitad del siglo XVII)", en Francesca CAN'I'!I

(ed.), Las cortes virreinales de la Monarquía española: América e 1//1

lia, Roma, Viella, 2008, pp. 157-182.

CABRERAy QUINTERO, Caye~ano Javier de

Escudo de armas de México celestial protección de esta nobilissimn 1'1/1

dad, de la Nueva España, y de casi todo el Nuevo Mundo: MIli htSantissima, en su portentosa imagen, del mexicano Guadalupe, mll«grosamente apparecida, en el Palacio Arzobispal patrona el passadu ¡/1737, México, Viuda de Hogal, 1746.

CALVO,Thomas

Guadalajara y su región en el siglo XVII: población y economía, Gu:ulllajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1992.

CANTU, Francesca (ed.)

Las cortes virreinales de la Monarquía española: América e hllll/I,Roma, Viella, 2008.

CARDIM, Pedro,

'''Governo' e 'política' no Portugal da seiscentos. O olhar da j "~1II I

António Vieira", Penélope, núm. 28, 2003, pp. 59-92.

CASTAÑEDA,Paulino y Isabel ARENAS

Un portuense en México: Don Juan Antonio de Vizarrón, arzobispo J

virrey, El Puerto de Santa María, Ayuntamiento del Puerto d . SIIII

ta María, 1998.

CUARTMONER, Baltasar

"Familias colegiales y familias de colegiales", en HERNÁNDEz ¡:I\MI

co (ed.), 1995, pp. 55-63.

DE LAMAZA, Francisco

La mitología clásica en el arte colonial de México, México, 111511111111

de Investigaciones Históricas, UNAM, 1968.

FERNÁNDEZALBALADEJO,Pablo

"Unión de almas, autonomía de cuerpos: sobre los lenguajes de 1I / I 1111

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 397

en la Monarquía Católica, 1590-1630", en Modernitas, estudios enhomenaje al profesor Baudlio Mallón, 2008, pp. 111-120.

Monarquía, imperio y pueblos en la España Moderna, Alicante, Cajade Ahorros del Mediterráneo Universidad de Alicante, 1997.

GARCÍA,Genaro

Colección de documentos inéditos y muy rarospara la historia de Méxi-co, México, Editorial Porrúa, 1982.

GARRIGA,Carlos

"Patrias criollas, plazas militares: sobre la América de Carlos IV", enEduardo Matiré, coord., "La América de Carlos IV" (Cuadernos deInvestigaciones y Documentos, 1), Buenos Aires, Instituto de Inves-tigaciones de Historia del Derecho, 2006, pp. 35-130.

GIL PUJOL,Javier,

"The Good Law of a Vassal: Fidelity, Obedience and Obligation inHabsburg Spain", Rieu, revista internacional de los estudios Vascos,núm. 5,2009, pp. 83-106.

GRUZINSKI,Serge

Les quatre parties du monde. Histoire d 'une mondialisation, París, Edi-tions de La Marriniere, 2004.

HANKE, Lewis

Los virreyes españoles de la Casa de Austria, México, Madrid, Edicio-nes Atlas, 1977 (Biblioteca de Autores Españoles, t. CCLXXV).

HAUSBERGER,Bernd y Óscar MAzÍN

"La Nueva España, los años de autonomía", en Nueva Historia Gene-ral de México, México, El Colegio de México, 2010, pp. 263-306.

HERNÁNDEZFRANCO,Juan (ed.)

Familia y poder. Sistemas de reproducción social en España (siglosXVI-

XVIIf), Murcia, Universidad de Murcia, Secretariado de Publicacio-nes, 1995.

HERZOG, Tamar

"La presencia ausente: el virrey desde la perspectiva de las élites loca-les (Audiencia de Quito, 1670-1747)", en Pablo Fernández Albala-

Page 23: Óscar Mazin

398 S 'AR MAZrN

dejo, Monarquia, imperio y pueblos en la 1:.'spaflfl Moder» /,1\11 11111

Caja de Ahorros del Mediterráneo Universidad de Ali auu-, 1""pp. 819-826.

IRIGOYENLÓPEz, Antonio

"Un obispado para la familia: Francisco Verdín de Molinn, ¡lli 1111"de Guadalajara y Valladolid en la segunda mitad del siglo x VII", 11

Historia Mexicana, 230, LVIII:2, (2008), pp. 557-594.

ISRAEL,Jonathan 1.

Race, Class and Politics in Colonial Mexico (1610-1670), xlllldOxford Universiry Press, 1975.

MARTÍ BONET,José

Roma y las iglesias particulares en la concesión del palio a los o/d,!/'''' )arzobispos de occidente, Madrid, CSIC, 1976.

MARTIN, Céline

La géographie du pouvoir dans l'Espagne visigothique, Lille, PIt' ,

Universitaires du Septentrion, 2003.

MAzÍN, Óscar

Entre dos Majestades, el Obispo y la iglesia del Gran Michoacán an! 1./1reformas Borbánicas, 1758-1772, Zamora, El Colegio de Micho.u¡ /1,

1987.

El cabildo catedral de Vaffadolid de Micboacdn, Zamora, El 01 Ih I

de Michoacán, 1996.

Iberoamérica, del descubrimiento a la independencia, México, El :1111gio de México, 2007.

Una ventana al Mundo Hispánico. Ensayo bibliográfico, Méxi o, I IColegio de México, 2006.

Gestores de la real justicia, procuradores y agentes de las catedrales ¡,/¡panas nuevas en la corte de Madrid. 1.- El ciclo de México (1568-1) (}),México, El Colegio de México, 2007.

"Cristianización e impronta urbana en la Nueva España: Michon¡ II

en 1649", en Connaissances et Pouuoirs, Les espaces impériaux (,~I'/'XVII siécles) France, Espagne, Portugal, Burdeos, Presses Universlt I

res de Bordeaux, 2005, pp. 285-301.

"""RE ENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 399

"Una jerarquía hispánica, los obispos de la Nueva España", en For-mas de gobierno en México. Poder politico y actores sociales a través deltiempo, Zamora, El Colegio de Michoacán (en p~ensa).

MEDINARUBIO,Arístides

La iglesia y la produccián agricola en Puebla, 1540-1795, México, ElColegio de México, 1983.

MORIN, Claude

Michoacán en la Nueva España del siglo XVIII, México, Fondo de Cul-tura Económica, 1979.

PÉREZ PUENTE, Leticia

"Dos periodos de conflicto en torno a la administración del diezmoen el arzobispado de México: 1653-1663 y 1684", en Estudios de his-toria novohispana, 25 (2001), pp. 15-57.

Tiempos de crisis, tiempos de consolidación la catedral metropolitana de laCiudad de México, 1653-1680, México, Universidad Nacional Autó-noma de México, Plaza y Valdés, El Colegio de Michoacán, 2005.

POOLE, C. M. Stafford

Pedro Moya de Contreras, Catbolic Reform and Royal Power in NewSpain 1571-1591, Berkeley, Los Angeles, Londres, UniversityofCali-fornia Press, 1987.

Recopilación de leyes

Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, 1681, México, MiguelÁngel Porrúa, 1987, 5 vols.

RUBIALGARCÍA,Antonio

"La mitra y la cogulla. La secularización palafoxiana y su impactoen el siglo XVII", en Relaciones, 73 (1999), pp. 239-272.

RUCQUOI,Adeline

"Reyes y reinos en la Península ibérica medieval", conferencia dicta-da en El Colegio de México el 25 de septiembre de 2007.

RUIZ Ibáñez José Javier y Gaetano SABATINI

"Monarchy as Conquest: Violence, Social Opportunity and PoliticalStability in the Establishment of the Hispanic Monarchy", [ournal01Modern History, vol. 81, núm. 3,2009, pp. 501-536.

Page 24: Óscar Mazin

...----------------------------_ .._------------

400 ÓS AR MAZrN

RUIZ Ibáñez, José Javier y Bernard VINCENT

Historia de España. Los siglos XVI-XVI!. Política y sociedad, MIl( II d,Síntesis, 2007.

SALINERO,Grégoire

Une ville entre deux mondes: Trujillo d 'Espagne et les Indes au xvtr 1/'cle, Madrid, Casa deYelázquez, 2006.

SÁNCHEZMALDoNADo, María Isabel

El sistema de empréstitos de la catedral de Valladolid de Michoacdu, l,ciudad episcopaly su área de influencia, 1661-1804, Zamora, El Coll'gio de Michoacán, 2004.

SÁNCHEZPEDROTE,Enrique

"Los prelados-virreyes", en Anuario de Estudios Americanos, VII (19 O).pp. 211-253.

SAUCEDO,Carmen (ed.)

"Decreto del cabildo catedral de México para que a sor Juana Inde la Cruz se le paguen 200 pesos por el Neptuno Alegórico", 1MIIciones, núm. 77, invierno de 1999, vol. xx, pp. 185-191.

SEMBOLONI,Lara

"La construcción de la autoridad virreinal en Nueva España, 1531595", Tesis de doctorado, México, El Colegio de México, 2007,vols. (De próxima publicación).

SIGAUT,Nelly

"La tradición de estos reinos", en Área de Historia del Arte, Actas cM111CongresoInternacional del Barroco Iberoamericano, 3a. Reimpresión,formato CD, Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, pp. 405-42

SOLÓRZANOy Pereyra, Juan de

Política indiana, edición de Francisco Tomás y Valiente y Ana MarfnBarrero, prólogo de Francisco Tomás y Valiente, Madrid, Edicionesde la Fundación José Antonio de Castro, 1996, 3 vols.

TANCKDE ESTRADA,Dorothy

"Tensión en la torre de marfil, la educación en la segunda mitad delsiglo XVIII mexicano", en VÁZQUEZ(coord.), 1985, pp. 27-99.

REPRESENTACIONES DEL PODER EPISCOPAL EN NUEVA ESPAÑA 401

TRASLOSHEROS,Jorge

La reforma de la iglesia del antiguo Michoacán la gestión episcopal defray Marcos Ramírez de Prado, 1640-1666, Morelia, UniversidadMichoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1995.

TORRES,~M. Fray Miguel de

Dechado de príncipes eclesiásticosque dibujó con su ejemplar, virtuosay ajustada vida el Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Doctor D. ManuelFernández de Santa Cruz [México, ea. 1716], México, Sociedad deBibliófilos A.C., 1999 (Edición facsimilar).

VÁZQUEZ,Josefina Z. (coord.)

Ensayos sobre historia de la educación en México, México, El Colegiode México, 1985.

VON WOBESER,Gisela

El crédito eclesiástico en la Nueva España, siglo XVIII, México, UNAM,1994.

YUN CASALILLA,Bartolomé (ed.)

Las Redes del Imperio. Élites sociales en la articulación de la Monar-quía Hispánica, Madrid, Marcial Pons, 2008.

ZAHINO PEÑAFORT,Luisa

Iglesia y sociedad en México 1165-1800, tradición, reforma y reaccio-nes, México, UNAM, 1996.