Oscar Hahn Poemas selectos

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ANTOLOGÍA POÉTICA ÓSCAR HAHN Poeta, ensayista y crítico literario nacido en Iquique, Chile, en 1938. Estudió Pedagogía en la Universidad de Chile. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Arica y posteriormente se radicó en EE.UU. donde se ha dedicado a la docencia, inicialmente en la Universidad de Maryland y actualmente en la Universidad de Iowa. Entre sus libros de poesía figuran: Esta rosa negra, 1961; Agua final, 1967; Arte de morir, 1977; Mal de amor, 1981; Imágenes nucleares, 1983, Flor de enamorados, 1987; Estrellas fijas en un cielo blanco, 1989; Versos robados, 1995; Antología virtual, 1996; Apariciones profanas, 2001; En un abrir y cerrar de ojos, 2006; Archivo expiatorio, 2007. En ensayo ha publicado: El cuento fantástico hispanoamericano en el siglo XIX, 1978; Texto sobre texto, 1984; Vicente Huidobro o el atentado celeste, 1998; Fundadores del cuento fantástico hispanoamericano, 1998; Magias de la escritura, 2001. Obtuvo el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile y el Premio Municipal de Santiago. El 31 de mayo de 2006, el Jurado Calificador integrado por José Manuel Caballero, Luis García, Jesús García, Benjamín Prado, Imma Turbau y Anna María Rodríguez-Arias, le concedió a Hahn el VI Premio Casa de América de Poesía Americana , por su obra En un abrir y cerrar de ojos. Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés.

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Antología del más reciente Premio Pablo Neruda de Poesía

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ANTOLOGÍA POÉTICA

ÓSCAR HAHN

Poeta, ensayista y crítico literario nacido en Iquique, Chile, en 1938. Estudió Pedagogía en la Universidad de Chile. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Arica y posteriormente se radicó en EE.UU. donde se ha dedicado a la docencia, inicialmente en la Universidad de Maryland y actualmente en la Universidad de Iowa. Entre sus libros de poesía figuran: Esta rosa negra, 1961; Agua final, 1967; Arte de morir, 1977; Mal de amor, 1981; Imágenes nucleares, 1983, Flor de enamorados, 1987; Estrellas fijas en un cielo blanco, 1989; Versos robados, 1995; Antología virtual, 1996; Apariciones profanas, 2001; En un abrir y cerrar de ojos, 2006; Archivo expiatorio, 2007. En ensayo ha publicado: El cuento fantástico hispanoamericano en el siglo XIX, 1978; Texto sobre texto, 1984; Vicente Huidobro o el atentado celeste, 1998; Fundadores del cuento fantástico hispanoamericano, 1998; Magias de la escritura, 2001. Obtuvo el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile y el Premio Municipal de Santiago. El 31 de mayo de 2006, el Jurado Calificador integrado por José Manuel Caballero, Luis García, Jesús García, Benjamín Prado, Imma Turbau y Anna María Rodríguez-Arias, le concedió a Hahn el VI Premio Casa de América de Poesía Americana , por su obra En un abrir y cerrar de ojos. Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés.

La muerte está sentada a los pies de mi cama Mi cama está deshecha: sábanas en el suelo y frazadas dispuestas a levantar el vuelo. La muerte dice ahora que me va a hacer la cama. Le suplico que no, que la deje deshecha. Ella insiste y replica que esta noche es la fecha. Se acomoda y agrega que esta noche me ama. Le contesto que cómo voy a ponerle cuernos a la vida. Contesta que me vaya al infierno. La muerte está sentada a los pies de mi cama. Esta muerte empeñosa se calentó conmigo y quisiera dejarme más chupado que un higo. Yo trato de espantarla con una enorme rama. Ahora dice que quiere acostarse a mi lado sólo para dormir, que no tenga cuidado. Por respeto me callo que sé su mala fama. La muerte está sentada a los pies de mi cama. Gladiolos junto al mar ("Si hija de mi amor mi muerte fuese...", Quevedo) Gladiolos rojos de sangrantes plumas, lenguas del campo, llamas olorosas, de las olas azules, amorosas, cartas os llegan, pálidas espumas. Flotan sobre las olas de las brumas, epístolas de polen numerosas, donde a las aguas piden por esposas, gladiolos rojos de sangrantes plumas. Movidas son las olas por el viento, y el pie de los gladiolos van besando, al son de un suave y blando movimiento. y en cada dulce flor de sangre inerte la muerte va con piel de sal entrando, y entrando van las flores en la muerte. Cafiche de la muerte Como carne de cóndores hirvientes, o de tordos quemados, como cresta, del rojo al negro se calmó la fiesta, y en silencio se fueron los clientes. Se nos vació no más todo el prostíbulo, se vaciaron las camas y los bares, y todas las que estábamos de a pares sollozamos de a una en el vestíbulo.

Por el pasillo viene la señora, siempre tan maternal, siempre a la hora, con su taza de té y un trago fuerte. Para qué te moriste, desgraciado. Mira mi pobre cuarto desolado, tipo traidor, cafiche de la muerte. Invocación al lenguaje Con vos quería hablar, hijo de la grandísima. Ya me tienes cansado de tanta esquividad y apartamiento, con tus significantes y tus significados y tu látigo húmedo para tiranizar mi pensamiento. Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima, porque me marcho al tiro al país de los mudos y de los sordos y de los sordomudos. Allí van a arrancarme la lengua de cuajo: y sus rojas raíces colgantes serán expuestas adobadas en sal al azote furibundo del sol. Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.

Adolfo Hitler medita en el problema judío a los niños de Auschwitz Toma este matamoscas y extermina a los ángeles, después con grandes uñas arráncales las alas. Ya veo sus muñones, ya los veo arrastrarse: desesperadamente tratan de alzar el vuelo. Toma este insecticida. Oigo sus toses blancas prenderse y apagarse. Una puesta de sol o una puesta de ángeles es lo mismo sin duda porque la noche ahora levanta su joroba y ellos se van hundiendo lentamente en el suelo. Levanta el pie despacio. Así mismo. Tritúralos. Que les saquen las plumas con agua hirviendo y pongan esos cuerpos desnudos en las fiambrerías. Ahora me van pasando sudarios de juguete y ataúdes con cuerda. Ahora me van pasando las cruces más pequeñas, para que se entretengan los infantes difuntos. Pásame el insectario, los alfileres negros. Toma este matamoscas y extermina a los ángeles.

La muerte tiene un diente de oro La muerte no tiene dientes: se ríe con la encía pelada. Y cuando muere un rico, la muerte tiene un diente de oro. Y cuando muere un pobre, no tiene ningún diente o le crece un diente picado. ¿Cachai, ganso? La muerte tiene la boca llena de muelas tristes, de colmillos cariados, llena de jugo gástrico en lugar de saliva. Yo tuteo a la muerte. "Hola, flaca, le digo. ¿Como estai?" Porque todavía soy un diente de leche.

Tratado de sortilegio En el jardín había unas magnolias curiosísimas, oye, unas rosas re-raras, oh, y había un tremendo olor a incesto, a violetas macho, y un semen volando de picaflor en picaflor. Entonces entraron las niñas en el jardín, llenas de lluvia, de cucarachas blancas, y la mayonesa se cortó en la cocina y sus muñecas empezaron a menstruar. Te pillamos in fraganti limpiándote el polen de la enagua, el néctar de los senos, ves tú? Alguien viene en puntas de pie, un rumor de pájaros pisoteados, un esqueleto naciendo entre organzas, alguien se acercaba en medio de burlas y fresas y sus cabellos ondearon en el charco llenos de canas verdes. Dime, muerta de risa, a dónde llevas ese panal de abejas libidinosas. Y los claveles comenzaron a madurar brilloso y las gardenias a eyacular coquetamente, muérete, con sus durezas y blanduras y patas y sangre amarilla, aj! No se pare, no se siente, no hable con la boca llena de sangre: que la sangre sueña con dalias y las dalias empiezan a sangrar y las palomas abortan cuervos y claveles encinta y unas magnolias curiosísimas, oye, unas rosas re-raras, oh. (de “Arte de morir”, 1977)

A mi bella enemiga No seas vanidosa amor mío porque para serte franco tu belleza no es del otro mundo Pero tampoco de éste Sociedad de consumo Caminamos de la mano por el supermercado entre las filas de cereales y detergentes Avanzamos de estante en estante hasta llegar a los tarros de conserva Examinamos el nuevo producto anunciado por la televisión Y de pronto nos miramos a los ojos y nos sumimos uno en el otro y nos consumimos A la una mi fortuna a las dos tu reloj Estuve toda la noche parado frente a tu puerta esperando que salieran tus sueños A la una salió una galería de espejos A las dos salió una alcoba llena de agua A las tres salió un hotel en llamas A las cuatro salimos tú y yo haciendo el amor A las cinco salió un hombre con una pistola A las seis se oyó un disparo y despertaste A las siete saliste apurada de tu casa A las ocho nos encontramos en el Hotel Valdivia A las nueve nos multiplicamos en los espejos A las diez nos tendimos en la cama de agua A las once hicimos el amor hasta el exterminio Ahora son las doce del día y tengo entre mis brazos al cuerpo de todos mis delitos Misterio gozoso Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro mismo del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas tostadas por un sol calientísimo el muy cabrón ayúdame a ser mejor amor mío

limpia mis lacras libérame de todas mis culpas y arrásame de nuevo con puros pecados originales, ya? Escrito con tiza Uno le dice a Cero que la nada existe Cero replica que Uno tampoco existe porque el amor nos da la misma naturaleza Cero más Uno somos Dos le dice y se van por el pizarrón tomados de la mano Dos se besan debajo de los pupitres Dos son Uno cerca del borrador agazapado y Uno es Cero mi vida Detrás de todo gran amor la nada acecha

Ningún lugar está aquí o está ahí Ningún lugar está aquí o está ahí Todo lugar es proyectado desde adentro Todo lugar es superpuesto en el espacio Ahora estoy echando un lugar para afuera estoy tratando de ponerlo encima de ahí encima del espacio donde no estás a ver si de tanto hacer fuerza si de tanto hacer fuerza te apareces ahí sonriente otra vez Aparécete ahí aparécete sin miedo y desde afuera avanza hacia aquí y haz harta fuerza harta fuerza a ver si yo me aparezco otra vez si aparezco otra vez si reaparecemos los dos tomados de la mano en el espacio donde coinciden todos nuestros lugares

Nacimiento del fantasma Entré en la sala de baño cubierto con la sábana de arriba Dibujé tu nombre en el espejo brumoso por el vapor de la ducha Salí de la sala de baño y miré nuestra cama vacía Entonces sopló un viento terrible

y se volaron las líneas de mis manos las manos de mi cuerpo y mi cuerpo entero aún tibio de ti Ahora soy la sábana ambulante el fantasma recién nacido que te busca de dormitorio en dormitorio Buenas noches hermosa Buenas noches hermosa que sueñes con demonios con cucarachas blancas y que veas las cuencas de la muerte mirándote con mis ojos en llamas y que no sea un sueño Fantasma en forma de camisa Estuve todo el día entre tu ropa sin lavar disfrazado de camisa sucia

Te oí llenar la artesa con agua y abrir la caja del detergente

Te vi de rodillas frente a la artesa restregando las prendas una a una

Y ahora siento tus manos atónitas y tus ojos clavados en mí bajo el agua

Porque aunque raspas y escobillas y refriegas no consigues sacar la sangre de mi costado

Sábana de arriba Me instalé cuidadosamente doblado entre la ropa blanca del closet Sacaste las sábanas de tu cama y me pusiste de sábana de arriba Te deslizaste debajo de las tapas y te cubrí centímetro a centímetro Entonces fuimos barridos por el huracán y caímos jadeando en el ojo de la tormenta

Ahora yaces bañada en transpiración con la vista perdida en el cielo raso y la sábana de arriba aún enredada entre las piernas

¿Y ahora qué? Y ahora qué haremos tú y yo tomados de esa mano que termina en un cuerpo que no es el nuestro Sóplame este ojo Así que estaban tomándose un café y conversando solamente sóplame este ojo y ahora sóplame este otro para que se me vuelen los dos y no te vuelva a ver nunca más

Televidente Aquí estoy otra vez de vuelta en mi cuarto de Iowa City Tomo a sorbos mi plato de sopa Campbell frente al televisor apagado La pantalla refleja la imagen de la cuchara entrando en mi boca Y soy el aviso comercial de mí mismo que anuncia nada a nadie

(de “Mal de amor”, 1981)

Visión de Hiroshima Arrojó sobre la triple ciudad un proyectil único, cargado con la potencia del universo. Mamsala Purva (Texto sánscrito milenario)

Ojo con el ojo numeroso de la bomba que se desata bajo el hongo vivo. Con el fulgor del hombre no vidente, ojo y ojo. Los ancianos huían decapitados por el fuego, encallaban los ángeles en cuernos sulfúricos decapitados por el fuego, se varaban las vírgenes de aureola radiactiva decapitadas por el fuego. Todos los niños emigraban decapitados por el cielo. No el ojo manco, no la piel tullida, no sangre sobre la calle derretida vimos: los amantes sorprendidos en la cópula, petrificados por el magnesium del infierno, los amantes inmóviles en la vía pública, y la mujer de Lot convertida en columna de uranio. El hospital caliente se va por los desagües, se va por las letrinas tu corazón helado, se van a gatas por debajo de las camas, se van a gatas verdes e incendiadas que maúllan cenizas. La vibración de las aguas hace blanquear al cuervo y ya no puedes olvidar esa piel adherida a los muros porque derrumbamiento beberás, leche en escombros. Vimos las cúpulas fosforecer, los ríos anaranjados pastar, los puentes preñados parir en medio del silencio. El color estridente desgarraba el corazón de sus propios objetos: el rojo sangre, el rosado leucemia, el lacre llaga, enloquecidos por la fisión. El aceite nos arrancaba los dedos de los pies, las sillas golpeaban las ventanas flotando en marejadas de ojos, los edificios licuados se veían chorrear por troncos de árboles sin cabeza, y entre las vías lácteas y las cáscaras, soles o cerdos luminosos chapotear en las charcas celestes. Por los peldaños radiactivos suben los pasos, suben los peces quebrados por el aire fúnebre. ¿Y qué haremos con tanta ceniza?

Reencarnación de los carniceros Y vi que los carniceros al tercer día, al tercer día de la tercera noche, comenzaban a florecer en los cementerios como brumosos lirios o como líquenes. Y vi que los carniceros al tercer día, llenos de tordos que eran ellos mismos, volaban persiguiéndose, persiguiéndose, constelados de azufres fosforescentes. Y vi que los carniceros al tercer día, rojos como una sangre avergonzada, jugaban con siete dados hechos de fuego, pétreos como los dientes del silencio. Y vi que los perdedores al tercer día, se reencarnaban en toros, cerdos o carneros y vegetaban como animales en la tierra para ser carne de las carnicerías. Y vi que los carniceros al tercer día, se están matando entre ellos perpetuamente. Tened cuidado, señores los carniceros, con los terceros días de las terceras noches.

(de “Imágenes nucleares”, 1983)

¿Por qué escribe usted?

Porque el fantasma porque ayer porque hoy: porque mañana porque sí porque no Porque el principio porque la bestia porque el fin: porque la bomba porque el medio porque el jardín Porque góngora porque la tierra porque el sol: porque san juan porque la luna porque rimbaud Porque el claro porque la sangre porque el papel: porque la carne porque la tinta porque la piel Porque la noche porque me odio porque la luz: porque el infierno porque el cielo porque tú Porque casi porque nada porque la sed porque el amor porque el grito porque no sé Porque la muerte porque apenas porque más porque algún día porque todos porque quizás

A una lavandera de Santiago Mi prima que vivía de su artesa se me murió de muerte repentina: le partieron de un golpe la cabeza con la culata de una carabina.

Desde el abismo de su cráneo abierto suben gritos y cantos fraternales, entran en cada vivo, en cada muerto, y empiezan a temblar los generales.

La ropa sucia no se lava en casa cuando la manchan sangres tan enormes que van de lavatorio en lavatorio.

Un regimiento de manchados pasa. Y no podrá limpiar sus uniformes ni el mismo purgador del Purgatorio.

(de “Estrellas fijas en un cielo blanco”, 1989)

Una noche en el Café Berlioz Yo he visto su cara en otra parte le dije cuando entró en el Café Berlioz Soy de otra dimensión contestó sonriendo y avanzó hacia el fondo del salón Ella finge escribir en su mesa de mármol pero me observa de reojo Desde mi mesa veo su cuello desnudo Como un aerolito cruzó mi mente el rostro de Muriel mi amante muerta Usted es zurda le dije acercándome Hacemos la pareja perfecta Tomé su lápiz y escribí “te amo” con mi mano derecha en la servilleta Rey del lugar común respondió sin mirarme mientras le echaba azúcar al té Me ha clavado una estaca en el corazón Me ha lanzado una bala de plata Me ha ahorcado con una trenza de ajo Volví confundido a mi mesa con la cola de diablo entre las piernas En este punto las sombras de los clientes pagaron y se fueron del Café Berlioz Váyanse espíritus les dije furioso agitando mi paraguas chamuscado ¿Hay alguna Muriel aquí? gritó la mesera desde el umbral

Cuando ella caminó hacia la puerta vi que tenía una rosa en la mano Por favor tráiganme la cuenta que ya está por salir el sol La lluvia penetra por los agujeros de mi memoria Muriel Muriel ¿por qué me has abandonado? Silla mecedora Me duelen las piernas dijo la silla Están llenas de várices Siento unas gotas de sudor frío bajando por mi respaldo En vez de astillas tengo espinas y mi asiento se cubre de llagas No sé de dónde salió este hombre que está sentado en mí sangrando Al tercer día se puso de pie y voló por la ventana del cuarto y el viento empezó a mecerme como si nada hubiera pasado.

En una estación del metro Desventurados los que divisaron a una muchacha en el Metro y se enamoraron de golpe y la siguieron enloquecidos y la perdieron para siempre entre la multitud Porque ellos serán condenados a vagar sin rumbo por la estaciones y a llorar con las canciones de amor que los músicos ambulantes entonan en los túneles Y quizás el amor no es más que eso: una mujer o un hombre que desciende de un carro en cualquier estación del Metro y resplandece unos segundos y se pierde en la noche sin nombre

John Lennon (1940-1980) La vida comienza a los cuarenta dijo John Lennon encendiendo las velas en el comedor del edificio Dakota La otra vida comienza ahora mismo dijo la muerte apretando el gatillo en la puerta del edificio Dakota Porque después de esta muerte no hay otra dijo la voz apagando las velas y al que le venga el luto que se lo ponga. (de “Versos robados”, 1995)

La muerte es una buena maestra Levántate y anda al hospital me dijo la voz Soy el fantasma anterior a tu nacimiento Aún no es tiempo para el otro fantasma Tu muerte te afectaría profundamente Jamás podrías recuperarte de tu muerte Me pusieron en una camilla y me metieron al quirófano Al otro lado se ve el infinito qué miedo Tengo un hoyo en el alma por el cual se me escapa el cuerpo El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle y empecé a delirar Aquí en este mar que llaman el inconsciente hay unas lianas que se te enredan en el cuello lianas azules lianas rojas lianas incoloras que se te meten por la boca y no te dejan respirar Los otros los que estaban conmigo en el agua frígida rodeados de pedazos de hielo me dijeron: Somos todos pasajeros del Titanic El inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos que se echan a volar cuando uno menos lo espera Escucho el ruido de serruchos que cortan tablas de martillos clavando clavos Viene del astillero de la muerte y no se oye con los oídos Somos árboles ambulantes en la vía pública soñando con ser barcos o aspas de molino pero no leña en la hoguera donde las llamas bailan y se ríen y contorsionan como si estuvieran en una orgía las muy cochinas striptiseras del cabaret de la muerte

El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle Estuvo mucho rato adentro de mi aorta sacando la nieve con una pala El camino hacia el corazón está limpio y mi sangre empezó a fluir Entraron mi mujer y mis dos hijos pequeños y me acariciaron las manos llenas de pinchaduras Soy inmortal les dije al menos por ahora y caí profundamente dormido Desperté adentro de una pintura del Bosco entre tubos y alambres conectados a máquinas Pero aquí no hubo ni extracción ni piedra ni locura Solamente un sujeto perfectamente lúcido Se me acercó un arcángel y me dijo: Soy Tammy Era más dorada que el sol y estaba atravesada por la luz Un ave vuela de las cenizas de mi corazón un ave roja que palpita y canta La muerte es una buena maestra cuando te habla al oído y se retira

Hueso Curiosa es la persistencia del hueso su obstinación en luchar contra el polvo su resistencia a convertirse en ceniza La carne es pusilánime Recurre al bisturí a ungüentos y a otras máscaras que tan sólo maquillan el rostro de la muerte Tarde o temprano será polvo la carne castillo de cenizas barridas por el viento Un día la picota que excava la tierra choca con algo duro: no es roca ni diamante es una tibia un fémur unas cuantas costillas una mandíbula que alguna vez habló y ahora vuelve a hablar Todos los huesos hablan penan acusan alzan torres contra el olvido trincheras de blancura que brillan en la noche El hueso es un héroe de la resistencia

El doliente

Pasarán estos días como pasan todos los días malos de la vida Amainarán los vientos que te arrasan Se estancará la sangre de tu herida

El alma errante volverá a su nido Lo que ayer se perdió será encontrado El sol será sin mancha concebido y saldrá nuevamente en tu costado

Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido anegado sin brújula y perdido llegar a puerto con las velas rotas?

Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes? El mismo viento que rompió tus naves es el que hace volar a las gaviotas

Los fantasmas de Lisboa

Dónde estará el pasado que tuvimos el pasado que tuve entre tus brazos En la calle resuenan nuestros pasos pero no estamos: nos desvanecimos

Dónde estarán los besos que nos dimos la tristeza tan dulce de los fados tus promesas tus llantos mis enfados nuestros cuerpos que un día compartimos

Asustados los nuevos ocupantes de nuestro cuarto en el hotel escuchan la risa de personas que se duchan

Como los personajes de Pessoa somos almas sin cuerpo: dos amantes que penan en las noches de Lisboa.

Fantasma en forma de toalla

Sales de la ducha chorreando agua y te secas el cuerpo con mi piel de toalla Y hay algo que te empuja a frotarte y frotarte entre los muslos húmedos entras en un terrible frenesí en una locura parecida a la muerte

hasta que otra humedad más densa que el agua te empapa la carne con su miel pegajosa y tú aprietas las piernas y gimes y gritas y yo te lamo entera con mi lengua de hilo

Hilo

He perdido el hilo de mi pensamiento se me ha enredado en el cuello y cada vez que trato de pensar el hilo se estira y me aprieta la garganta lo mejor es dejar la mente en blanco y no pensar en nada sobre todo en ti a ver si el hilo se afloja y puedo respirar tranquilo pero no pensar en nada sobre todo en ti es el hilo blanco de las misma madeja hilo negro que aprieta o hilo blanco que se escurre los dos me dejan marcas en el cuello

El perfeccionista

Yo arruiné este poema

Eliminé palabras y le torcí el cuello a la sintaxis hasta dejarla sin habla

Ahora no es ni la sombra de lo que era

De tanto castigarlo quedó reducido a nada

Ignoro de qué hablaba No sé cómo termina

Álbum de matrimonio Saco una foto tuya de nuestro álbum y la miro con detención contra la luz Veo la sangre circulando por tus venas y mi cuerpo flotando a la deriva La corriente me arrastra con fuerza sangre abajo en dirección a las cataratas

Trato de agarrarme de lo que sea pero resbalo una y otra vez Escucho el ruido ensordecedor de tu sangre rebotando furiosa contra las piedras Desesperado me aferro a una ventana y consigo saltar a la otra orilla Oigo el quejido de la puerta al abrirse y tus pasos que entran en el cuarto Lo demás es tu vestido rojo el beso en la mejilla el tic tac del reloj

El encuentro

Anoche soñé con mi padre muerto venía caminando por un largo sendero y traía una flor en la mano

Nos abrazamos en el umbral que separa la vida de la muerte

Me preguntó que cómo había llegado hasta ahí que si había cruzado el Aqueronte

Te he esperado toda la muerte dijo mi padre y te seguiré esperando

Y se alejó por el largo sendero con su flor en la mano

La sociedad de los poetas muertos

Tan pronto muere un poeta cambia su vida y se inaugura la sociedad de los poetas muertos

Los que nunca escribieron ni una línea sobre el poeta denuncian a los que nunca escribieron ni una línea sobre el poeta

Los que votaron en contra de darle tal o cual premio se lamentan de que jamás le dieran tal o cual premio

Los que rechazaron sus libros qué se ha creído este poeta se pelean por publicar sus libros qué grande era este poeta

Los que brindaban de malas ganas el día de su cumpleaños organizan banquetes el día de su cumpleaños

Los que evitaban saludarlo hasta en la puerta de su casa proponen poner una placa junto a la puerta de su casa

Yo me sumo a la sociedad de los poetas muertos

Después de todo es la Parca la que los hace inmortales y los muertos no nos pueden hacer sombra

Arte poética

La puta madre de mi poesía la frígida la virgen la caliente la que me pone cuernos en la frente la que aprieta los muslos a porfía

y no me suelta lo que yo querría: la flor de su hermosura irreverente su corola que late noche y día envuelta en llamas y en rocío ardiente

La que me engaña con cualquier vecino con Rilke con Pessoa con Vallejo la que traza en los astros mi destino

La beata la agnóstica la impía la que pinta mis labios en su espejo la puta madre de mi poesía

(de “Apariciones profanas”, 2002)