Oscar AlburquerqueAnciano

Iglesia Bíblica Jesús el Pan de Vida

Para ganar a CristoFilipenses 3:8

Leemos en la BTX lo siguiente: Filipenses 3:8 Y ciertamente aun

considero todas las cosas como pérdida por la superioridad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual perdí todas las cosas, y las tengo por estiércol, para ganar a Cristo,

Filipenses 3:9 y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que procede de la Ley, sino la que es mediante la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios basada en la fe,

Filipenses 3:10 para conocerle a Él y al poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte,

Filipenses 3:11 si en alguna manera llegara a la resurrección de entre los muertos.

Leamos por favor Filipenses 3:8-11

La porción bíblica de esta lección se inicia repitiendo y recalcando lo que el apóstol ya expresó en el versículo anterior (v. 7). toda la ganancia del pasado se había convertido en pérdida y la considera basura ante la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús. En Efesios 3:19, el apóstol expresa que “conocer el amor de Cristo” excede a todo conocimiento.

La porción bíblica que aconsejamos estudiar es Filipenses 3:8-21, pero el tiempo de una prédica es insuficiente, así que vamos a centrarnos en algunos versículos.

Estamos ante tamaña definición

de fe en Cristo Jesús Señor

nuestro

CONOCER A CRISTO REQUIERE RENUNCIAR AL PRESENTE…

Hermanos, como los mejicanos “tenemos que renunciar a nuestro pasado y dar la media vuelta para iniciar una nueva vida con Cristo”.

No se trata hermanos, de continuar nuestra vida anterior con nuevas normas y reglas; de lo que se trata es de una vida nueva bajo “la justicia que es de Dios por la fe”.

¿Qué nos dice Pablo en Romanos 5:1?

“Por tanto, habiendo sido declarados justos por la fe, tenemos paz ante Dios mediante nuestro Señor Jesucristo”.

Entonces, hermanos

amados, primera lección…

Nuestra justicia personal quedó atrás, y ahora podemos disfrutar de la verdadera justicia que sí puede agradar a Dios.

La descripción que hace Hendriksen es extraordinaria, él nos dice: “En los dos versículos anteriores, Pablo ha enumerado sus grandes privilegios o ventajas: verdadero israelita, de noble nacimiento, ortodoxo en sus creencias y escrupuloso en su conducta. Por medio de estos privilegios el apóstol, antes de su conversión, “se afanaba hasta la sangre por llegar a Dios”.

Pero no importa cuanto se afanara Pablo el fariseo por establecer su propia justicia; jamás hubo un verdadero progreso”.

¿Qué nos ha sucedido al haber

sido justificados por la fe?

Romanos 1:16 Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo el que cree: al judío primeramente, y también al griego.

Romanos 1:17 Porque en él es revelada una justicia divina, de fe en fe, como está escrito: El justo vivirá por la fe.

Este tema está asociado mucho

con Romanos 1:16-17 ¿Qué dice el apóstol

Pablo?

Lo que necesitamos entender entonces es: ¿qué es justicia divina?, que inclusive podría traducirse como “la justicia que proviene de Dios”.

¡Cómo luchó Lutero con este problema! Como le preocupaba … hasta que un día, de un modo repentino, por iluminación divina, él se dio cuenta que el significado aquí no era la justicia retributiva de Dios sino la justicia libremente imputada al pecador por la gracia soberana de Dios en base de la expiación vicaria de Cristo, y que se transformaba en posesión propia del pecador por medio de la fe otorgada por Dios. Cuando el gran reformador descubrió que Romanos 1:17 habla del misericordioso veredicto pronunciado por Dios sobre el creyente, él experimentó el día más feliz de su vida.

¿Qué es justicia divina?

“La suma y substancia de esta carta es esto: derribar, desbaratar y destruir toda sabiduría y justicia de la carne… y afirmar y ampliar [demostrar el gran tamaño de] la realidad de pecado, no importa cuán inconscientes estemos de su existencia”. El prosigue su argumento indicando que siempre ha habido gente, tanto entre los judíos como entre los gentiles, que creyeron en la posibilidad de la bondad interior. De éstos el apóstol dice: “Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22). Lutero demuestra a continuación que en Romanos el apóstol enseña exactamente lo contrario, a saber, que la única manera en que una persona llega a ser realmente buena es aquella provista por la justicia de Dios.

En su Comentario a la Carta a los

Romanos Lutero escribe lo siguiente:

Él afirma: “Porque Dios no quiere salvarnos por nuestra propia justicia sino por una ajena, una que no se origina en nosotros sino que nos viene desde más allá de nosotros, una que no surge de la tierra sino que desciende del cielo”.

Tanto Lutero como Calvino definieron el término “la justicia de Dios” como la justicia que vale ante Dios. Y no cabe duda que en efecto este es el tipo de justicia indicado. Queda la pregunta: “¿No debería añadirse algo?” Ambos reformadores, en sus argumentaciones, sin duda han añadido algo. Han añadido que la justicia a la cual Pablo se refiere es dada o imputada libremente por Dios al pecador que, por el poder del Espíritu Santo, la acepta— es decir, se apropia de Cristo y todos sus beneficios—por la fe.

Apropiarse de Cristo y todos sus

beneficios…

“La justicia (que viene) de Dios”, significa que Dios, su Autor, adjudica este estado justo al pecador que lo acepta por fe. Desde el principio al fin, esta justicia es sola fide, es decir, solamente por la fe. Esto también explica la expresión “de fe en fe”. Y aun esa fe es el don de Dios. Todo es un asunto de la gracia soberana y no de las obras. Debemos tener en cuenta además, que no solamente el don de la fe viene de Dios sino también el poder de ponerla en práctica.

¡A él sólo sea la gloria! “Como está escrito, ‘pero el justo

vivirá por la fe’ ”.

Don de la fe y el poder de ponerla

en práctica…

Al presentar esta consoladora doctrina Pablo no está introduciendo algo nuevo. Las palabras “como está escrito” demuestran que él basa su presentación en el Antiguo Testamento. Y es ciertamente en ese libro, que tanto para el apóstol como para sus destinatarios era la Biblia, en que la justicia y, en consecuencia, la salvación es presentada repetidamente como un tesoro que pertenece a YHVH. Por medio de la gracia soberana él la otorga como un don a todos aquellos que confían en él. Algunos preciosos pasajes selectos dejarán esto en claro. Uno de los más conocidos y notables es seguramente Isaías 12:2:

“He aquí Dios es mi salvación; Me aseguraré y no temeré, Porque mi fortaleza y mi cántico es YH, YHVH, Y Él fue mi salvación”.

Tanto en el AT como en el NT

Hay un Himno creado en Inglaterra en 1775 y que se hizo muy famoso en América Latina se llama “Roca de la Eternidad” y la letra de este himno bautista sea quizá el que más claramente lo dicho hasta aquí, dice los siguiente:Aunque fuese siempre fiel, aunque llore sin cesarDel pecado no podré, justificación lograr,Solo en ti teniendo fe, deuda tal podré pagarMientras haya de vivir, y al instante de expirar,Cuando vaya a responder en tu augusto tribunal,Sé mi escondedero fiel, roca de la eternidad.

Para ganar a Cristo debemos negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y disponer nuestra mente, nuestro corazón y nuestra fuerza para seguirlo…

Porque cuando estemos por fin en la entrada del cielo nos sucederá lo que nos suele suceder cuando llegamos a cualquier país extranjero…

Yo y los Himnos…

Este pasaje nos va a mostrar tres cosas:

El v.9 en Cristo muestra posición. El v. 10 con Cristo muestra privilegio. El v.21 como Cristo muestra

propósito. Este conocimiento es una satisfacción

no cumplida vv. 10–11. Algunos han usado esta expresión

para describir el sentir del apóstol. El manifiesta su sed por ir mar adentro y no conformarse con sólo mojar los pies en la orilla de la playa. Esta fue la experiencia del profeta Ezequiel cuando Dios lo sacó por el camino de la puerta del norte y lo llevó a ver las aguas que debía de pasar (Ezequiel 47:2–5). Primero pasó por las aguas hasta los tobillos, luego hasta las rodillas, después hasta y los lomos, y por último sólo pudo pasar nadando, pues las aguas habían crecido.

Segunda lección…

El salmista expresó: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmos 42:1). Su alma añoraba la presencia del Señor.

El apóstol Pablo estaba satisfecho por todo lo que había recibido y era suyo por medio de Cristo, pero no quería quedarse allí. Renunció al presente porque anhelaba conocer a Cristo en todo: en el poder de su resurrección, en la participación de sus padecimientos y en la semejanza a él en su muerte. Lo que quiere recalcar es su deseo de conocerlo en una forma muy personal, continua y progresiva, aunque era imposible tener una experiencia similar, ya que los padecimientos, la muerte y la resurrección de Cristo no se podrán jamás repetir (Hebreos 7:27; 9:12, 26; 10:10).

Renunciar al presente…

Filipenses 3:8 es una de las más grandes y hermosas declaraciones de fe que se hayan escrito; y lo es porque Pablo inspirado por el Espíritu Santo no sólo la escribió, sino que, la encarnó en su vida. Mi oración es que cada uno de nosotros podamos decir algo similar próximos al final del camino.

La salvación es totalmente inmerecida, es el más hermoso regalo que Dios nos ha dado en Su Soberanía.

“La justicia de Dios” es lo único que puede hacernos realmente buenos.

Quiero que yo y quiero que ustedes seamos hallados en Él.

No hay nada, ni nadie, que pueda valer tanto como conocer a Cristo.

Cinco cosas finales…