Orientaciones: notas de un viaje por Canadá, China y Japón

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Orientaciones Notas de un viaje por Canadá, China y Japón Dunia Rassy

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Colección de notas y reflexiones escritas durante un viaje que emprendí sola a China con paradas en Canadá y en Japón. Es un intento por acercar a occidente y entender la cultura, la política y la economía en estos países.

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OrientacionesNotas de un viaje por Canadá, China y Japón

Dunia Rassy

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México 2012

© Dunia Rassy Kuri

Contacto, comentarios y copias adicionales: [email protected]

Todas las fotografías son de la autora, excepto la de la página 31, tomada de panoramio.com con el ID 46229746 del usuario QZE15467.

Agradecimientos: Ana Elisa Artigas, Tania Torres, Clara Inés Betancourth y Max Morán.

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Dunia Rassy

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ÍndicePrólogo 7

Definición 9

Mapa 11

MEX-YYZ 13

Primera parada: Toronto 14

Buscando una identidad 15

Vivir bien: ¿qué es lo que importa? 17

Shanghai: ¿hasta dónde? 19

Estoy segura de que me engañan… 22

Grande latte en Beijing 23

De afuera y de adentro 24

Periódicos en China 26

El recibo 27

Censura en Internet 28

Asertividad: cero 29

Capitalismo cohibido 30

Bimbo en China 32

Jugando a aparejarse 33

Cuba 35

Mala combinación: mujeres y política 37

Y ahora el té… 38

Construyendo en el aire 41

Bueno, bonito y barato 44

La Universidad de Pekín 48

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Mi lado chino 50

La Muralla China desde el espacio 51

El durazno de la inmortalidad 53

Aires chinos 54

¿Será? 56

Ser joven en la China de hoy 57

Asiaafindecuentas 59

Gran Muralla de Fuego vs. Seguridad de la Información (TV Azteca) 61

(Malo) Mao 63

Olimpiadas desde China 64

A lo chino... 69

¡Zajie China! 71

El verdadero shock 73

Arsenal contra el calor 76

Mi “nulo” IQ de las religiones orientales 78

Escala en Vancouver 81

Más fotografías... 83

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PrólogoEstoy casi segura de que desde que puedo poner palabras juntas en español comencé a escribir sobre los acontecimientos a mi alrededor. Tengo todavía un diario de mi primer viaje a Líbano a los ocho años. La letra es de “patas de araña” y no todo lo que escribí tiene sentido. Mi abuela recuerda muy bien un viaje a Morelia en el que sus ronquidos y los de su hermana no me dejaban dormir. Mi solución fue irme al baño y meterme a la tina a escribir.

Siempre era muy fácil ponerme a escribir hasta que se volvió en vez de una actividad para sacar todo y relajarme, en algo que me quitaba el tiempo. Fuera de ser por un breve tiempo periodista de ciencia, escribir era más un engorro que algo placentero. Pero lo extrañaba… Recuerdo una plática (o chat) en la que le decía a mi interlocutor que necesitaba rehabilitación. ¿Rehabilitación? Sí, tenía que ponerme a escribir otra vez; dejar de pensar que era más rápido decir las cosas que escribirlas.

Mi trabajo se convirtió sin querer en la susodicha “rehabilitación”. No hay mejor entrenamiento que escribir cuando hay que escribir, haya o no haya inspiración. Párrafos y párrafos después, han vuelto a aparecer las ventajas de escribir. La más importante quizás, es que ayuda a pensar de forma lógica y ordenada. En mi maestría sufría horrores porque no podía escribir un plan para mi ensayo, me desviaba del tema muy fácil. En cambio, en una tarde, me eché el ensayo de mi curso en China.

Lo único que me faltaba era disciplina. Y aunque todavía no la perfecciono, ya puedo dedicar un tiempo a escribir, sacar las cosas de un jalón sin estarme preguntando cada segundo si estoy empleando las palabras correctas y si estoy transmitiendo lo que estoy pensando. China fue el pretexto perfecto…Tenía el tiempo y temas ilimitados e interesantes. Además, después de ir allá y darme cuenta de lo poco que conocemos de esa cultura, se me hizo justo que más gente pueda conocer e ir más allá de nuestras creencias sobre los chinos.

Da mil veces más gusto escribir cuando recibo comentarios al respecto de lo que escribo. A finales de mayo, con mi texto sobre #Yosoy132 la

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retroalimentación fue impresionante. Es muy fácil perder la perspectiva y creer que todos pueden hacer “magia” con las palabras. Por todo esto, los invito a que si tienen dudas, aclaraciones o simples comentarios sobre mi experiencia en Canadá, China y Japón, me los hagan llegar.

Muchas gracias y espero que lo disfruten tanto como yo lo hice escribiendo.

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DefiniciónOrientación(es) sust. f.

Acción y efecto de orientar, el ejercicio más básico para saber cuál es nuestra posición en el mundo sin depender de los viajes y los dibujos ajenos, ni de la tecnología. Consiste en buscar aquel punto en el que nace el sol, el orientis de los romanos, literalmente “el naciendo”, que coincide con el punto cardinal llamado este.

1. Averiguar en qué frecuencia intelectual oscilan las ondas del cerebro propio dentro del espectro de teorías conocidas

2. Recepción pasiva de información cuando el sujeto que la solicita ignora casi por completo las costumbres, las tradiciones y la forma de pensar de chinos y japoneses.

3. Medio saber dónde está uno cuando está parado en medio de Beijing y no lee ni habla chino.

4. Intento escueto y subjetivo por contarle a los conocidos lo que uno aprendiódelotroladodelOcéanoPacíficoconlaintencióndequeseborren prejuicios.

5. Darse cuenta que mi realidad no es la realidad de todo el mundo y que por lo tanto, las cosas se pueden entender, ver e interpretar de diferentes formas.

6. Proceso en el que tras varios días en el Lejano Oriente, uno empieza a hablar en chino, gozar el arroz al vapor y aparenta tener los ojos rasgados con las grandes sonrisas que regala a la cámara.

7. Viaje para entender quién eres, de dónde vienes, y hacia dónde quieres ir.

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Beijing04 - 18/08/2012 Tokio

18 - 22/08/2012

Kioto20/08/2012

Seúl18/08/2012

Shanghai 01 - 04/08/2012

Mapa

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Vancouver 22/08/2012

Ciudad de México Ida: 30/07/2012 Vuelta: 22/08/2012

Toronto 30 - 31/07/2012

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MEX-YYZTodo parece ir peor cuando uno está nervioso. Es la primera vez que me voy sola a un lugar donde no hablan alguno de los idiomas que manejo.

Después de terminar rayando mis guiones, comenzó el viaje. No sé para qué metomélamolestiadeimprimirmipasedeabordarsinohabíafilade“Ba-ggage drop” de Air Canada en el aeropuerto de México. Tuve que hacer toda lafilaydocumentar“alaantigüita”.

Los nervios resuscitaron mis épocas de manos de mantequilla y se me cayeron muchas, muchas cosas en el avión. Eso incluyó media botellita de vino blanco. Me mojé todo el trasero. Lo más traumante fue el tipo de al lado poniendo caras de “mmm, me tocó estar junto a una bruta”. Lo mojé pero muy, muy poquito. La jeta que puso fue desproporcionada. Me empezó a hablar en español, luego en inglés y yo ya no sabía ni qué. Resulta que era un hispano-canadiense de 45 años (me dicen la metiche... ). En el suelo quedaron además un cuchillo, un pretzel y algo más que ya no recuerdo.

A medio vuelo, mientras dormía arrullada por Los juegos del hambre, me tocó experimentar algo que a pocas personas les tocará. Tras sentirlo, puedo estar segura de que el avionazo de Reforma en el que murió Juan Camilo Mouriño sí fue un accidente. Entramos en la estela que había dejado un avión que recién había pasado. No se sintió como turbulencia. Fue un golpe súbito que sí logró ladear un poco el avión. Si un Learjet como en el que iba Mouriño hubiera permanecido por unos segundos más en la estela seguro que se habría desestabilizado.

Salimos un poco tarde de México porque había gente que quería cambiar sus lugares. Ya me tocó lo mismo una vez en Londres. Justo cuando tenía la conexión a Miami. Es desesperante y lo peor es que se me hace que es algo cultural, muy hispano. El típico señor aprovechado, viajero frecuente, le insistíaalasobrecargohistéricaquelopasaraaPrimeraClase.Alfinalfuelaúnica solución para dejar a todos, excepto al señor insistente, contentos. La sobrecargo pasó a una señora con su hijo a Primera Clase.

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Primera parada: TorontoDecidí darle un segundo chance a Canadá. Y eso porque era la única forma de que mi boleto de avión saliera barato. Además, la visa de tránsito no costaba. Aún así sólo sirvió para reafirmar la impresión que me dejó Vancouver:el welfare state o estado de bienestar le va muy bien a los drogadictos, alcohólicos, enfermos y desempleados. Yonge Street, la calle principal, tenía bolsas de basura a montones y ni siquiera eran las diez de la noche cuando pasé por ahí. Otra vez había gente tirada en las esquinas. No estaban pidiendo dinero, sólo durmiendo o pasando la noche por ahí. Mientras cenaba, pasaron como tres hippies/vagabundos que me hacían comentarios sobre mi comida. Fueron una especie de compañia en mi cena solitaria, pero no sé si me encantó.

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Buscando una identidad¿Guardamos los pocos restos de nuestra herencia colonial o los tiramos? ¿Hacemosedificiosenesoslugaresquemuestrennuestracaramoderna?¿Aquién le copiamos, a los gringos o a los ingleses?

Parece, al caminar por el centro de Toronto, que todas estas preguntas se las han hecho en su momento aquellos encargados del diseño de la ciudad. La mezcla resulta un poco rara: de los tiempos coloniales, retienen una que otra cosa. Encontré un banco precioso, de la época de 1920 a 1930, con techos decorados, pisos de mármol y madera obscura para el mobiliario. También metopéconunedificioconfachadaArt Déco. Cerca, una entrada con co-lumnas del estilo clásico estaba próxima a convertirse en la entrada de un rascacielos nuevo.

En las zonas menos céntricas, o entre más me alejaba del agua, más me sentíaenLondres.Variosedificios,horrendosysetenterosperofuncionales,aparecieron frente a mí. Eran como el complejo de Ciencias e Ingeniería de Oxford. No es precisamente la época más agraciada de la arquitectura de la Gran Bretaña.

Los edificios de oficinas, entre ellos de Deloitte y Axa, tenían vestíbulosenormes. Uno de esos vestíbulos tenía arcos góticos enormes. Se veía raro, fuera de lugar, pero creaba un efecto visual muy interesante; me gustó. La

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mayoríadelosedificiosdeoficinastienencentroscomercialesabajo.Sóloasípuedo entender que logren llenarlos.

Desde el camino del aeropuerto hasta el centro, no pude dejar de notar la construcción de complejos residenciales, torres de tamaño considerable. Todo parece indicar que si en 1950 y hasta 1970 (más o menos) la expansión de Toronto fue horizontal, ahora la expansión se está dando sólo en el cen-tro, hacia arriba. Con la industria de servicios dominando ahora la actividad económica, tiene mucha más lógica concentrar a los trabajadores alrededor delasoficinasquetenerlosviviendoenlossuburbios.

Si hay algo impresionante acerca de Toronto es que aún siendo la ciudad o el área metropolitana más grande de Canadá, no se siente el tamaño. Es bas-tanteacogedoraycasinohaytráfico.

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Vivir bien: ¿qué es lo que importa?Canadá sale consistentemente en los primeros lugares de muchos rankings del mundo. Se hable de educación, de desarrollo humano, o de libertad económica, siempre ocupa las primeras posiciones. A diferencia de otros países donde es muy difícil notarlo o la gente de todas formas se queja, los canadienses o al menos los pocos con los que conviví parecen ser personas bastante satisfechas e incluso contentas con su vida. Fuera de un chofer de Trinidad y Tobago que dice que mantener a cuatro hijos le sale bastante caro, todos me dieron la impresión de que viven bien.

Pero, ¿qué hace que todos vivan bien?

No es una gran educación. No hay universidades de mucho renombre en To-ronto, no que me vengan a la cabeza. Sin embargo, sí es una educación que hace a la gente apta, que le provee un conjunto de habilidades mínimas para poder tener un trabajo digno.

No es que les sobre dinero. El dinero se usa para garantizar a todos un míni-mo nivel de bienestar. Abundan las tiendas, por supuesto, pero no hay cana-dienses, no muchos, presumiendo ropa cara o su celular nuevo.

No es la cultura. Canadá es una ensalada de nacionalidades y razas, desde el principio de su historia. Todavía hoy en día acepta grandes números de inmigrantes, claro, antes asegurándose que vengan a contribuir al país. En general, es un país que busca lo mejor para todos sin limitar las posibilidades. No hay una cultura predominante.

Sí es una gran apertura y tolerancia. Vi espectaculares en la calle de servicios para encontrar a tu hombre ideal si eres homosexual. Eran espectaculares tan crudos que escandalizarían a cualquiera en México. Pero si existen los espec-taculares con parejas heterosexuales besándose, ¿por qué no con homosexu-ales? Esta apertura y tolerancia no se limita a temas sexuales.

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Hay una cosa más que creo es básica para vivir bien: respetar las reglas. Suena extremadamente ingenuo y obvio, pero a mi parecer, no lo es. Entre excep-ciones y omisiones, en México terminamos haciendo lo que queremos. Con millones de versiones de reglas conviviendo al mismo tiempo, es muy difícil saber quién tiene la razón. Hasta los mismos policías sacan reglamentos que ya no están vigentes cuando paran a alguien. Si en México todos siguiéramos lasmismas reglas (para efectos prácticos las oficiales) podríamosmejorarmucho.

Los canadienses no siguen las reglas porque le tienen miedo a la autoridad; es su forma de vida. Mis pocas horas en Toronto me dejaron ver que para vivir biendentrodeunasociedad,noessuficientebuscarlomejorparanosotrosmismos. Hay que ceder un poco... El peatón tiene la preferencia al grado de queunaseñoraenbicicletacasisecae,peroprefiriódejarmepasar.Manejarcuando se respetan las reglas es igual, mucho más agradable para todos. Al menos ya sabes qué esperar de los otros conductores.

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Shanghai: ¿hasta dónde?Poco falta para que las torres de Shanghai toquen el cielo, pero ¿es capaz su economía de mantener el paso actual? ¿Seguirá gozando de privilegios?

Shanghai, en realidad pronunciado Shanhái, fue desde sus orígenes una ciudad comercial. Justo en la desembocadura del Río Yangtsé, era un lugar lógico para transportar mercancías desde y hacia el resto de China.

Tras la Guerra del Opio (1839-1860), Shanghai se consolidó como una ciudad internacional. Se les asignó diferentes "concesiones" o zonas de la ciudad a Francia, Estados Unidos y la Gran Bretaña. Estas jurisdicciones eran política-mente independientes del gobierno de la ciudad. Hoy en día destaca la Con-cesión Francesa con su arquitectura que confunde y transporta en cuestión de segundos al país galo. En la zona hay varias galerías, restaurantes y antros.

La primera ola de prosperidad terminaría no con las guerras con Japón (1894-1895; 1937-1945). De hecho los japoneses tuvieron la idea de traer la industria a Shanghai. Incluso la ciudad sobrevivió a la revolución Xinhua, que pusofinalimperio,yalestablecimientodeChinacomorepública(1911).Laprosperidad se terminó cuando llegó el comunismo en 1949. Las empresas extranjeras huyeron a Hong Kong. Shanghai quedó convertida en un centro industrial y se limpió de todos sus vicios: el crimen, la prostitución y la droga-dicción. Muy pocos templos religiosos sobrevivieron. Eso explica por qué hoy sevenrarosentretantoedificionuevo.

Para tomar su segundo aire, Shanghai tuvo que esperar a que Mao Zedong muriera. Las relaciones con el extranjero no se restablecieron formalmente hasta 1979. Las reformas económicas que pusieron a la ciudad en su trayec-toria actual entraron en vigor en 1991. En ellas se contempló una disminución de los impuestos y la apertura a la inversión nacional y extranjera. Desde entonces la economía de Shanghai ha crecido alrededor de 12 por ciento anualmente. Su población goza de los mayores ingresos en China.

Con 23 millones de personas, dos millones de automóviles (en el D.F. tenemos

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más) y miles de edificios, Shanghai es una ciudad enorme en expansióncontinua. Desde mi cuarto de hotel era imposible saber dónde se terminaba. En general abundan las tiendas de marcas occidentales, el gris, y los choferes cafre (aunque multan más seguido que en México). No sé si "La París de Oriente",unodesusapodos,entraenmidefinicióndebonito.Esunamezclade estilos hecha sin mucho cuidado, excepto quizás en Lujiazui, el centro financiero.Aunquenomepuedodecidir;Lujiazuiavecesdalapintadeseruna sucursal de Future Land en Disney.

¿Es todo demasiado bueno para ser verdad? A los que comparan a Shanghai con Hong Kong o Singapur se les olvida que China aún manda aquí. Si al resto de China le va mal, no hay certidumbre de que Shanghai pueda sobre-vivir. Hasta ahora, Beijing no ha dado muestras de querer ceder un poco de control político en esta megalópolis del sur.

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Estoy segura de que me engañan…Llevo ya casi una semana en China y sigo sin encontrar las cosas malas, la colaparapisarle.Amenosquepuedanescondereficientementealagentepobre y a los pueblitos, China es sin duda, más rica que México. Ésta es la impresión con la que me quedo tras cinco horas de viajar en el tren de alta velocidad (no es bala porque eso es muy japonés y aquí no los quieren). Sigo sin ver hoyos en las calles y eso que no he estado sólo en zonas turísticas...

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Grande latte en BeijingSi el Economist tiene un Big Mac Index*, yo quiero proponer el Starbucks in-dex. Subsistí casi una semana sin café, pero hoy ya no resistí más y fui a Star-bucks. El hecho de que esté justo enfrente del hotel facilita las cosas. Pedí un grande latte. Cuando pensé en pesos se me hizo muy barato. ¡Un momento! Un yuan o un "cuay" (como le dicen aquí) son dos pesos. ¡Sesenta pesos por ungrande latte!Considerandoqueuntazóndefideoscondosrebanadasde carne de buena calidad cuesta 78 RMB (RMB=renminbis, la moneda del pueblo,ladenominaciónoficial),30esdemasiadoparauncafé.

Puedo entender que cuesta lo que cuesta porque nadie toma leche aquí. Si a lo mucho, los niños toman leche, pero de cabra. Café tampoco es algo muy popular aquí. Casi, casi lo consideran una droga, el equivalente idéntico de un Red Bull. Ojalá alguien les dijera que sus tés tienen igual de cafeína. México también importa el café de Starbucks, pero habría que ver si los aranceles de China son más altos. Claro que es muy probable que esa información no exista.

Después recordé a Maggie, una amiga ex-gerente de los Starbucks del D.F., Morelos y Guerrero y ahora en el área de recursos humanos. Hace poco me dijo que estaban a nada de subir los precios porque ya no les estaba al-canzando para cubrir los costos y sacar un equis margen. Por lo pronto, ya le subieron un peso a los jarabes de sabor. Si sube el precio de las bebidas, no me va a extrañar. La pregunta es ¿hasta qué punto la gente va a estar a dis-puesta a pagar un café de Starbucks? (El famosísimo concepto de elasticidad en Economía). Hay que considerar que en México y en China es un producto de lujo. En China es tan de lujo que la tienda del al lado es una concesionaria de Ferrari.

* Índiceprácticoperonodeprecisióncientíficaqueayudaacompararelpoder de compra entre los consumidores de distintos países.

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De afuera y de adentro En la inauguración de la Summer School, una alumna de la Universidad de Pekín ofreció un discurso. En él incluyó una frase que me encantó:

"Camina diez mil kilómetros, lee diez mil libros".

Seleatribuyeaunfilósofochino,GuYanwuyalmismotiempoaConfucio.

A veces no basta saber la teoría de todo para creer que conocemos el mundo, es sólo hasta que nos enfrentamos a él que lo podemos entender.

Regresando al hotel, quise buscar la frase (en inglés) y me encontré una muy parecidayqueademásseleatribuíaaloschinos,peroquesignificabacom-pletamente lo contrario: "Es mejor caminar diez mil kilómetros que leer diez mil libros". ¡Hey, alto ahí! No discriminen a mis pobres libros. Que a los grin-gosnolesgusteleer,nosignificaquepuedancambiarlafraseasuantojo.Si digo los gringos no es porque tenga algo en contra de ellos; es porque la versión de la frase apareció en sitios gringos. Precisamente por gente que no lee, que no se lanza al fondo de los asuntos, pasan estas cosas.

Esta es sólo una pequeña probadita de la falta de comunicación que existe entre China y el mundo. Y ambas partes tienen la culpa. Nosotros porque nos negamos a aprender chino y hemos preferido imponer en lugar de aprender. Ellos porque se cierran al mundo y su inglés sigue en el hoyo. No les hacen fáciles las cosas a los turistas, la verdad sea dicha.

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Periódicos en ChinaLos hay de todos tamaños, colores, y sabores* . Son más de 30 diarios que se publican en China. Están aquellos que tocan temas generales o un poco de todo. También hay publicaciones especializadas: algunas en deportes, otras en noticias internacionales, otras con un enfoque del Partido Comunista. Es-tán además algunos periódicos en inglés como China Daily.

El gato encerrado está en que todos, absolutamente todos los periódicos son del gobierno. Está prohibida la prensa privada. Es increíble que a pesar de que toda le gente sepa que el gobierno publica todos los periódicos, se siga invirtiendo en escribir la misma historia desde varios puntos de vista, siempre conservadores. ¿Qué ganan? Que nadie los lea. De mis compañeros chinos, sólo una leía el periódico.

Pienso que en el mundo occidental lo damos por sentado, pero las noticias son una parte esencial de la democracia. Si el gobierno controla todo, incluso lo que se publica o no se publica, la prensa pierde un buen porcentaje de su sentido.Elgobiernosepuedeechartantasfloresquieraycrear laopiniónpública que desee. Leer las noticias en China se reduce a un acto pasivo o recreativo. A lo mucho puede servir para crear una conciencia colectiva o un sentido de pertenencia a una comunidad. Esto es asumiendo que el lector pueda relacionar lo que sucede en otras partes de China o en otras esferas con su vida diaria. De nada sirve estresarse con las noticias porque no está en las manos del chino común y corriente cambiar la situación del país.

Cuando leo el periódico aquí algo me falta, no quedo satisfecha. Sin mucho contexto, sin explicar las repercusiones, siento que me están contando histo-rias a medias. Lo peor es que no hay cómo averiguar la otra mitad.

* Ok, ok, no lamí los periódicos.

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El reciboEn un par de ocasiones, creo que en el metro de Shanghai y de Beijing, cuando le ponía crédito a mi tarjeta de viajes, me daban un recibo pequeñito. Tenía ho-logramas,sellitosycreoquehastalafirmadelcajero.Tantaseguridadparaunrecibo no se me hacía normal. Fui a preguntarle a mi amiga china Andie (Ziyu en realidad) si realmente eran recibos o qué. Me dijo que sí, que era un simple y sencillo recibo. ¿Para qué tanta seguridad?, le pregunté. Según para que no losfalsifiquen.¿Hayrecibosfalsos?¡No!¿Entonces?Esdemasiadodineroparaun triste y sencillo recibo por un pago del equivalente a 20 pesos. Oh sí, a los chinos les gusta también la burocracia y les sale incluso mejor que a nosotros.

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Censura en InternetUno puede vivir con ello, incluso no saber qué se siente si jamás lo ha experi-mentado.TenerbloqueadoFacebook,TwitteryYoutubeesdecajónenChina.A veces, dependiendo de la información, el gobierno puede bloquear ciertas páginas si considera que es un asunto delicado. No hay reglas; es un asunto muy arbitrario e incluso una fuente de corrupción.

Ayer, mientras revisaba las noticias leí que Baidu, el Google chino, iba a san-cionar a uno de sus empleados por recibir una "mordida" para quitar del buscador ciertos resultados. Un sencillo intercambio de palabras y billetes, muchas veces sin una buena razón de fondo, hacen la diferencia entre a qué puede acceder un chino en Internet y a qué no.

Aún más cuestionable quizás es toda la infraestructura y dinero invertido en censurar el Internet. El proyecto, llamado en conjunto La Gran Muralla de Fuego consume una cuantiosa parte del gasto gubernamental. Andie, la única compañera que se atreve a hablar y busca cosas más allá de las que el gobiernopermite,inclusoafirmaqueelgastoenlaGran Muralla de Fuego es mayor al presupuesto del ejército.

¿Qué quiere el gobierno? No se trata de limitar para dividir equitativamente el uso de la red de redes. No se trata de restringir el acceso. México y China tienen a un porcentaje similar de su población conectada a Internet. De lo que se trata es de que no se les caiga el teatro, de que la gente no tenga formas de crear una conciencia diferente a la que ellos quieren. Por lo pronto les funciona bastante bien porque es mínima la cantidad de personas que hablan un segundo idioma al punto de poder entender lo que dicen los sitios de Internet extranjeros.

Paracuandoloschinosalcanzanlamadurezsuficienteparaserconscientesde su situación, el daño está hecho. Compartía el salón con nueve chinos de más de 18 años y de ellos, ocho no veían nada de malo en la censura.

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Asertividad: ceroHace unos meses leí un libro que se llama Quiet, the Power of Introverts (El silencio, el poder de los introvertidos). En algún momento la autora habla de cómo la cultura occidental ve como introversión, como pena, el comporta-miento de los orientales. Estoy aquí, viviendo en carne propia ese comporta-miento y quiero decir que ha llegado al grado de desesperarme.

En la clase, los chinos no abren la boca, no tienen opinión excepto si uno les pregunta directamente. Para que yo haya sido la primera en levantar la mano y estuviera hable y hable es que estaba crítica la situación.

Uno pensaría que siendo tanta gente y siendo orientales, los chinos tendrían cierto sentido del orden. ¡Sorpresa! En el metro van caminando de la forma mástorpeposible,lentos,sinfilasyalgunoshastavanleyendoelperiódicoocosas en sus celulares. Si alguien tiene prisa, que se aguante.

Me resulta incómodo el hecho de que destacar entre ellos es malo; nadie quiere llamar demasiado la atención. Pero a mí no me queda de otra. Por más que quiera, no dejaré de ser una laowai, un término despectivo designando a los extranjeros. La única cosa buena de ser la extranjera es que quizás no me convierta tan rápido en un zombie de Beijing caminando por los túneles del metro.

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Capitalismo cohibidoSonedificiosenormes.Porfuerapodríanseroficinasconunoodoslocalescomerciales. Basta poner un pie dentro para darse cuenta de que son centros comerciales enormes. He visitado tres centros comerciales en Beijing. Todos tenían por lo menos cinco pisos. No cualquiera puede ir, sólo la gente más allá de cierto nivel económico puede comprar cosas aquí. Si no ganas bien o no perteneces por lo menos a la clase media, es mejor no pararse cerca.

La variedad de tiendas es única. Hay tiendas chinas como Me & the City o versiones locales de cadenas gringas. Por ejemplo, había una tienda de ropa interior muy parecida a Victoria’s Secrets. Hay tiendas japonesas como Muji o Uniqlo. Hay tiendas europeas como FCUK, H&M o Esprit, pero también hay tiendas gringas: MAC, GAP, Forever 21. Pronto iré a Japón y podré decir si esta mezcla es única de China o común en el Lejano Oriente.

No sé si es por razones culturales o estéticas, pero me da la impresión de que quieren esconder estos centros comerciales. Uno tiene que saber de ante-mano dónde están; por accidente no se llega. Y sin embargo, pasear por los centros comerciales parece ser una actividad bastante popular. ¿Será algo así como un placer culposo?

A primera vista, China puede parecer un buen destino para ir de compras. Esto hasta que uno empieza a hacer cuentas y se vuelve evidente que a me-nos de que se venga a comprar cosas chinas, todo es demasiado caro. Los chinos, siempre que tienen la oportunidad, huyen a Japón de compras. Varias tiendas departamentales en ese país, me dicen, ya tienen letreros en chino. Si Japón es caro para estándares mexicanos, creo que la cosa ya no suena tan bien.

Puede parecer muy cómoda la aparente sensación de que al comprar algo noseestánpagandoimpuestos.Estoesunagranilusión.Elgobiernodefini-tivamente cobra impuestos sobre la venta y sobre los ingresos. El porcentaje

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exacto, nadie lo conoce. Al mismo tiempo, me dicen que las cosas son más caras por los aranceles escondidos. Irónicamente, la mayoría son productos que fabrican en China y que fueron exportados para terminar de vuelta en un anaquel de este país.

Lo que es barato, sin duda, es comprar directamente de los fabricantes, pero para eso hay que 1) comprar al mayoreo o 2) viajar a regiones más céntricas de China. La otra opción es comprar imitaciones. Y en este apartado sí que entramos al inframundo del comercio chino. Si las tiendas normales están escondidas, imaginen lo que es encontrar una tienda ilegal de imitaciones...

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Bimbo en ChinaCuando estoy de viaje me encanta ir a los supermercados. Pienso que es una buena forma de conocer a la gente de un país: puedes ver qué tan sibaritas son,quétanflojossonparacocinaryquéesloquenormalmentecomen.

Mi primer paseo por el súper chino fue muy interesante. Recuerdo unos hue-vos empacados como si fueran algo muy lujoso (bueno, ahora lo son en México), muchos sobres con comida fácil de preparar, frutas secas, nueces, etc. Las galletas eran de Japón o de Inglaterra, pero nunca chinas.

Mientras iba pasando por los pocos lácteos (yogurt simple, pocos tipos de leche, nada de queso) vi un mueble redondo repleto de pan dulce marca Bimbo. ¡Lo olvidé por completo! Bimbo en China con el mismo osito y con el mismo logo. Tiene una variedad enorme de productos, pero ninguno en común con los que se venden en México.

No pude resistir la tentación y algunos días después tuve que comprar algo de Bimbo. Escogí un cuernito relleno de crema. El veredicto: no sabe para nada a México, no es el mejor cuernito de mi vida, pero estaba bueno.

Le pregunté a mi amiga china sobre Bimbo y me dijo que era la marca más importante de pan en el norte de China. Me dijo que comía seguido y de variascosas.Loquemáslegustansonunossándwichesconcremadecaca-huate. Andie no podía creer que fuera una marca mexicana. Por mi parte, al menos de algo me pude sentir orgullosa en China...

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Jugando a aparejarseUna de las más grandes preocupaciones de los jóvenes de hoy en China es encontrar una pareja. Por supuesto que esto responde antes que nada a una necesidad afectiva, especialmente para todos aquellos que fueron hijos úni-cos (desde 1985). Pero también hay detrás una presión social y económica muy grande… Nadie quiere echarse el paquete de cuidar y mantener a ambos padres por su propia cuenta.

En mi último día en Shanghai, fui corriendo a la Plaza del Pueblo, justo en-frente del hotel, a tomar unas fotos. Para mi gran, gran sorpresa, me encon-tré con mucha gente reunida en una especie de tianguis. Señoras y señores de 50 años para arriba conversaban en voz alta en sus puestos. Al principio pensé que era algo así como una kermés, una tómbola o rifa. Después me di cuenta de que era un tianguis para encontrarle novio o novia a sus hijos. Tenían las fotos de sus hijos, pero más importantemente, tenían al lado el acta de nacimiento y el título de la universidad.

Le pregunté a mi amiga Andie al respecto. Si mi mamá fuera al tianguis a con-seguirme novio, juro que me indigno. Si ya de por sí lo hago con mi abuelo y con mi bellísima familia paterna con la más mínima mención del tema. Pero Andie ni se exaltó. Me dijo que para los jóvenes es normal, que no les parece algo molesto. La lógica del asunto es que si ellos trabajan todo el día y no tienen tiempo, es mejor que sus papás retirados (mujeres a los 50 y hombres a los 60), busquen. Los chinos son básicamente penosos; es mucho más fácil que los papás lleguen con opciones de chicas o chicos a tener que "lanzarse" a hablarle al que te gustó o a la que te gustó.

La presión o preocupación social que es casarse ha alcanzado tal dimensión que el reality show más popular de China, Take Me Out, se trata de encontrarle una novia apropiada a un joven. Andie me dice que es su tema de conversación habitual durante el almuerzo. El resto de mis compañeras chinas coinciden

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en que si este reality show ha sido exitoso es porque toca cuestiones sociales que no suelen discutirse en los medios. La clase social y la aceptación por parte de los padres tienen un gran peso a la hora de elegir pareja. Creo que esto tiene mayor relevancia en un país que cada vez se enfrenta a una mayor desigualdad y a estilos de vida mucho más caros.

China, de hecho, no es un país ajeno a los problemas que enfrentan otros países desarrollados en cuanto a encontrar una pareja y tener una familia. Aquellas mujeres que optaron por una mejor preparación, hoy se dan cuenta de que a sus casi 40 años les es imposible encontrar una pareja. Al mismo tiempo, tener hijos ya no es una consecuencia lógica de casarse. El gobierno se ha visto obligado a relajar su política de "hijo único". Por ejemplo, si dos hijos únicos se casan, pueden tener dos hijos. Para mantener a toda la población que hoy se encuentra económicamente activa, China necesita muchos nacimientos en las próximas décadas. Quizás éste no sea problema en las provincias rurales, pero por el contrario, las ciudades se están convirtiendo en focos rojos. No debe extrañarnos si en los próximos años, la edad para jubilarse aumenta.

¿Y si encuentras a tu media naranja? Procede primero pasearse por las calles y por el metro con playeras idénticas y hacer las cosas más cursis posibles. Esto parece ser la norma en los países asiáticos. El segundo paso es el bodorrio. Para los afortunados en el juego del amor, casarse es un gran evento, quizás el mayor de sus vidas. A pesar de que los chinos no son religiosos, muchos deciden incluir una ceremonia de estilo occidental en sus bodas. Se gastan millones de yuanes en las celebraciones: anillos carísimos que hasta en el metro anuncian, pasteles inverosímiles al estilo quinceañero de México, vestidos de súper lujo… Se echa verdaderamente la casa por la ventana.

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CubaUn viernes salí a comer con un par de compañeras; una de China y otra de Hong Kong que estudia en Beijing. En general, América Latina es un territorio desconocido aquí. Muchos ni siquiera tienen idea de dónde queda México. Por eso me llevé una gran sorpresa cuando por error salió el tema de Cuba, seguido de una invocación, casi automática y con pronunciación perfecta en español, del nombre de Fidel Castro de las bocas de mis dos compañeras.

Andie me cuenta, aunque ya lo sospechaba, que Fidel es muy estimado por el gobierno chino. Uno de sus nietos supuestamente estuvo estudiando aquí. Todo lo que me platicaba de Cuba era color de rosa... Un país muy próspero con playas lindas.

Regresando al hotel, no pude evitar abrir Wikipedia en chino y buscar lo que decía al respecto de Cuba. Puesto que no estaba bloqueado asumí que el gobierno estaba de acuerdo con lo que decía ahí. Google ayudó con la tra-ducción.

¿Qué me encontré? Que Cuba es un país ejemplar en América Latina, que aún con el bloqueo de Estados Unidos y todas sus consecuencias, tiene un nivel de desarrollo humano altísimo. La fuente en la traducción de este último dato era WWF. Dudo que el World Wildlife Fund diga esto.

Elrestodelartículoleechabafloresatodaslaspolíticasdelgobierno.Cul-paba de todos los males a Estados Unidos. Por lo menos hacía énfasis en que el país se encuentra en vías de apertura. Claro que sin describir cómo vive actualmente la gente en Cuba, es difícil entender las mejoras que las nuevas políticas representan.

Le platiqué a mis compañeras sobre todo aquello que he leído de Cuba en mi tiempo trabajando en Caminos de la Libertad y de las pláticas que tenía con mi tutor cubano en la UNAM. Una de ellas me preguntó si había muchos disidentes. Parece que captó mi idea de que no todo es tan lindo como lo pintan.

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Essorprendente la formaenque losconocimientosse transfierenaquíenChina. Todo se los dan peladito, maquilladito y a la boca. Se aprovechan del hecho de que está mal visto cuestionar a una autoridad para enseñar lo que se les antoja.

Sonmuypocoslosqueseatrevenadesafiarlasversionesoficiales.Losquedeciden buscar la verdad, no saben cómo digerirla. Unos se sienten traiciona-dosporsupropiogobiernoyotrosprefierenseguirlelacorrientealgobiernocon tal de demostrarle al mundo y convencerse a ellos mismos de que no están tan mal.

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Mala combinación: mujeres y políticaMi felicidad por conocer lugares y atar cabos entre todo lo que sé, se vio brevemente interrumpida mientras caminaba por la Ciudad Prohibida.

EstábamoscruzandohacialosedificiosdetrásdelapartemáselevadadelaCiudad Prohibida cuando Enrique, mi guía, me dijo que ahí vivían las mujeres: una esposa principal y decenas de concubinas del emperador.

"En esta parte el único hombre que podía entrar era el emperador y no se podía hablar de política. No era tema para las mujeres." dijo Enrique.

Los pelos se me pusieron de punta, más de lo habitual. ¿Por qué, por qué, por qué? No es ésta la primera cultura que conozco para la cual el tema de la política no es apto para mujeres. De hecho, estoy segura de que si mi abuelo o mi familia en Líbano se enterara bien de qué se trata mi trabajo, seguro pondrían una cara larga. Eso o me verían como marciano… Recuerdo una vez que fui a consultar a mi primo, ahora compadre, sobre el Hezbolá* de Líbano. Me dijo que sabía demasiado, en un tono casi, casi como si fuera pecado. O más recientemente, el primero de julio, estaba mi tío con sus amigos discu-tiendo sobre las elecciones en una comida familiar. Pasaba yo por su mesa y me quedé escuchando y opinando hasta que fue evidente por sus caras que sobraba mi presencia.

Si hubiera una razón válida para excluir a las mujeres de la política, podría asimilarlo. Algo así como en el Islam que dicen que las mujeres en sus días no están al 100 por ciento mentalmente (que tristemente es verdad, al me-nosenlopersonal).Aunquenosésiporellosejustificaquenopuedansertestigos. A falta de razones válidas sólo me queda preguntar: ¿de qué tienen miedo los hombres? ¿De que una mujer sea más inteligente que ellos? ¿De que descuiden sus labores en el hogar? ¿O ya es el puro prejuicio? Quizás debería hacer una encuesta.

* Organización política y paramilitar islámica que domina el sur y el este de Líbano. Varios países occidentales lo consideran un grupo terrorista.

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Y ahora el té…Entre la indecisión de si me iba al doctorado o no y mi torre de libros que de-bía terminar antes de venir al curso, olvidé por completo una razón más para emocionarme. En México, todo el día (a excepción del desayuno) me la paso tomando té. De hecho mi té favorito es de China, un té blanco llamado Bai Mu Dan, de la provincia de Fujian. Cierto, cierto, vine al país del té. Si no me invitan unos chinos a tomar el té en Shanghai o me lleva el guía en Beijing, no me hubiera pasado por la mente.

Si bien podría decirse que el té es la bebida nacional, beber té es también toda una ceremonia. Así como en Líbano a todas las visitas les ofrece uno café, en China se ofrece té. De hecho, en la sala de una familia no puede fal-tar la tetera y una mesita especial para preparar el té. Todo el espectáculo (la preparación) se hace enfrente del huésped. Después de la cena de despedida, Andie nos hizo té a Isabel (de España) y a mí. Calentó el agua y la llevó a la sala. Nos dio a probar un té verde del sur de China, mucho menos fuerte que el matcha que toman en Japón. Este té era color limón y de sabor muy deli-cado. Para prepararlo, echó el agua en la tetera, dejó que las hojas del té se humedecieran un poco y tiró toda el agua. Isabel se quedó sorprendidísima pero yo ya lo había visto antes en las dos casas de té. Tiran el agua porque “la primerainfusiónnuncaeslosuficientementebuenaparatomarse”.Dehecho,sirve para quitar los residuos que pudieran contaminar el sabor del tpe y para ayudar a hidratar las hojas. Andie volvió a repetir los pasos pero esta vez sí nos sirvió en nuestras mini tazas. Tan pronto se vaciaban, las rellenaba. Una tazavacía sólo indicaqueunoestáencasadeunmalanfitrión. La formadiplomática de decir que ya no quieres té es dejando la taza medio llena.

Para agregarle más formalidad al asunto, la forma en como se agarra la taza dice mucho de la persona. De hecho, en una casa y en un lugar público se debe sostener la taza de diferentes formas. La posición del dedo anular y me-ñique lo dice todo. Por ejemplo si están cerrados hacia el interior de la palma es un símbolo de poder.

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Me dicen que en China hay alrededor de 3,000 tipos de té. Mis dos semanas sólo rindieron para probar seis: negro con sabor a lichi, oolong solo y con ginseng, jazmín (que en realidad tomo seguido en México), verde, Pu-erh, e infusiones frutales. Pero no por ser el mismo tipo de té, sabe igual "aquí y en China".Elprocesodeseleccióndelashojasylafermentacióninfluyemucho.Por ejemplo, en Shanghai me encantó el té negro con lichi, pero en Beijing no fue tan sensacional. El tipo de té negro, qué tan buen y qué tanto lichi le ponen y por supuesto, la forma de hacer la infusión, cambia el sabor. En Bei-jing mi favorito fue el oolong con ginseng.

Ser un buen catador de té es igual de difícil que ser un buen catador de vino. Quizás el que no tenga alcohol le reste para muchos la diversión, pero no por ello pierde el chiste. Para catar té hay dos tazas: una cilíndrica y otra más parecida a las del café turco o árabe. La cilíndrica, en la que se sirve primero el té, sirve para oler el té. El olor que desprende el té va más allá del tipo de té.Paraagregarleun"toque",sepuedehacerlainfusiónconflores.Comolocomprobé, probando té de jazmín con rosas, el sabor del té no cambia pero el olor es radicalmente diferente.

A continuación, se coloca la otra taza como tapa de la cilíndrica. Se mueve un poco en círculos. Con mucho cuidado de no quemarse y de sostenerla firmemente,seinviertenlastazas.Sesacalatazacilíndricaysepasaporlosbordes de la otra, dicen que es de buena suerte. Para probar el té, literal-mente se sorbe. Hacer ruido no es de mala educación. Después de 26 años de portarme bien y no sorber del tazón o de la taza, fue difícil hacerlo. Sin duda, el sabor del té resalta así.

Otrofactorqueinfluyeenelsaboreselmaterialdelatetera.Laporcelana,por ejemplo, nunca absorbe el sabor del té que se pone en ella. El vidrio tiene propiedades similares. La cerámica, en cambio, absorbe el sabor del té. Con algunos tipos de té, incluso se vuelve innecesario poner las hojas para que el agua tenga el sabor del té. Parece una nimiedad, pero enjuagar la tetera es un paso importante.

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Al igual que algunos coleccionan buenos vinos, o un buen coñac, para los amantes del té, coleccionar tabletas de Pu-erh es el equivalente. Éste es un té de color café obscuro con un sabor medio terroso, nada dulce. Entre más años tienen las tabletas de Pu-erh, mayor es su valor. La mujer que me explicó todo en la casa de té me dijo que hay tabletas de 1930 o 1940. El sabor no desaparece con el tiempo.

Traigo a casa un poco de té negro con lichi y oolong con y sin ginseng. Mis tresanfitrioneshicieronverlapreparacióndetécomoalgomuyfácil,perosinceramente es un arte. Dudo que me quede igual. Para empezar, se necesita agua de diferentes temperaturas para hacer cada una de las infusiones. Además, mi presupuesto no me alcanzó para comprar el oolong con ginseng másfino.Elquemedieronaprobarveníaenrolladotanfinamentequeeranbolitas, como municiones. El que compré está deforme. Creo que antes de hacerlo tendré que leer un poco más al respecto. No querré arruinarlo después de cargarlo algunos cuantos kilómetros.

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Construyendo en el aireNo lo noté de inmediato porque me iba en metro a la universidad, pero hay demasiados edificios nuevos y construcciones en Beijing. Poco importa sies la zona aledaña al Parque Olímpico (ahora no más que un monumento), en Sanlitur (zona “nice") o en el mismísimo centro. ¡Hay construcciones por todos lados!

En sí, el que haya construcciones no es algo malo. El problema es que el go-biernotienequeimpulsarartificialmentelaofertaylademandaparaqueseaun sector con ganancias.

Primero, el gobierno decide qué zonas de la ciudad va a remodelar o qué zonas rurales va a desarrollar. El gobierno les compra después las tierras o las propiedades a las persona, a veces a precios justos, a veces no tanto. Al igual que con otras cosas en China, no hay reglas sobre los montos de las com-pensaciones. Aquellos que se niegan son presionados al grado de que no les quede opción. En el sur de China, en la ciudad de Chongqing, por ejemplo, un propietario que se negó a vender quedó con su casa encima de un montí-culo de tierra y todo alrededor excavado. Una vez que el gobierno compra las tierras o las propiedades, se las asigna a constructoras que por lo general pertenecen al gobierno o a gente allegada a los dirigentes del Partido Co-munista. De paso, el gobierno les ofrece atractivos créditos. Puesto que hasta el 50 por ciento del gasto municipal proviene de aquí, hay que echarle ganas para promover las inversiones.

Lasconstruccionesexistentes,sinimportarsuantigüedadocalidad,sonde-molidas por un ejército de albañiles que van por toda China acompañados de dormitorios móviles. En cuestión de unos meses, y a veces hasta días, apare-cenenormesedificioshabitacionalesocomplejosdeoficinasenlugardelosviejosedificiosoloqueanteserantierrasdecultivo.

Pero…¿quiéncompraestosdepartamentosuoficinas?Miamigaquetiene

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un buen puesto no podría soñar ni siquiera con ello. Podría sacar un crédito y pagarlo de aquí a 60 años. Los únicos que pueden comprar esto son los ricos, haciéndolos más ricos. La gran solución del gobierno fue limitar el número de propiedades por persona a dos. No contaron con que siempre se puede usar el nombre de algún familiar o conocido… En Beijing, además, si no dem-uestras que naciste en la ciudad, no puedes comprar nada. Todos los pobres que vienen de provincia a buscar una vida mejor, tienen que rentar. La brecha de desigualdad seguirá creciendo. Quizás a nivel nacional no sea tan notorio, pero en las ciudades está grave el asunto. Los subsidios, los créditos o incluso el dineroque las familias recibenpor suspropiedades, no son suficientespara que alguien de la clase media pueda comprar un departamento o local nuevo.

Ojalá el gobierno chino hubiera notado las consecuencias de este boom en la construcción con la misma velocidad con la que construyen torres o centros comerciales. Los edificios están vacíos o sub-ocupados. Justo enfrentedel Templo del Cielo, en Beijing, construyeron algo parecido a un centro comercial de cuatro pisos sobre el nivel de la calle y otros dos subterráneos. Los vendedores de “recuerditos” se reinstalaron aquí, pero a duras penas llenan dos pisos. Sólo los locatarios con más dinero pudieron regresar. El edificio es demasiado para el uso que se le da. Enfrente, en otro edificioidéntico, había todo un piso lleno de vitrinas con joyería de jade y oro. No había ni un solo cliente. En el sótano había una que otra tiendita y tantos locales vacíos como para cambiar un showroom de accesorios piratas tantas veces como fuera necesario.

Hay consecuencias más graves, empero. Al no existir demanda, incluso con créditos disponibles, los precios de las propiedades han tenido que abaratarse a la fuerza. Con ello los precios de los materiales así como de las materias primas importadas bajaron. De paso se llevaron entre las patas a otras economías, Brasil por ejemplo. Para poder controlar los efectos de esta burbuja inmobiliaria, el gobierno ha tenido que subir las tasas de interés y

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cortar el número de créditos. Estas medidas afectaron a su vez las inversiones en otros sectores de la economía y al consumo en general.

Cuando llegué a China estaba sorprendida de que no había ni un bache en el pavimento. Ahora sé por qué: antes de que exista uno, el gobierno ya ordenó queserealiceelre-encarpetamientodelascalles.Significadineroparalosgobiernos municipales. A falta de un sistema de recaudación de impuestos parafinanciarlosserviciosbásicosenlasciudades,pavimentaressumejorapuesta.

China se salvó. La burbuja no explotó, pero hoy es, sin duda alguna, una de las principales causas de la desaceleración de su economía. Una mañana en Beijing, la noticia que estaba esperando llegó: “Wen Jiabao (primer ministro de China) advierte que el crecimiento de China está bajo presión”. ¡Agárrense que esto apenas comienza!

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Bueno, bonito y baratoEn algunos aspectos parece que China sigue en el siglo pasado. Mi única cena en un restaurante bueno demostró que en la cocina sí pueden estar a la vanguardia.

Buenísima coincidencia que uno de los mejores restaurantes de la ciudad quedara enfrente del hotel. Sólo así pude regresar al día siguiente con una reservación. Mi amiga me invitó justo el mismo día a cenar con ella y con su novio después de visitar el Templo de los Lamas. Cuando le dije que iba a Dadong me dijo que no me lo perdiera, que el pato y toda la comida era de lo mejor de Beijing.

Mi estómago para estas alturas ya se había acostumbrado a cenar temprano. Para aguantar hasta las 8:30pm tuve que recurrir a mis provisiones en el cuarto. Después me quedé dormida. Con todo y alarma puesta tuve que correr. ¡Y todo para qué! En la entrada había un caos horrible y no me hicieron caso hasta 15 minutos después. En China si no gritas, nadie te hace caso. No es de mala educación hacerlo. Ya que grité me dijeron que me fuera a sentar y esperar. Si no hubiera sido por lo buena que estaba la comida, creo que la experiencia hubiera quedado del lado de las malas.

En el camino hacia mi mesa me costó un poco de trabajo entender el tamaño y la decoración del lugar. Entiendo el concepto minimalista, pero aquí se veían rieles y tubos en el techo que formaban parte de la obra negra. Había mariposas pegadas en las ventanas. Aún así, el lugar enorme no se veía poco elegante. Mi mesero a duras penas hablaba inglés pero toda la noche fue muy, muy amable y sonriente. Le habría dejado una buena propina de no ser porque aquí no se acostumbra. Me dejó en compañía de la carta.

Si a veces escoger lo que quiero comer en México es una pesadilla con cartas de no más de 10 páginas, aquí me aterroricé con una carta que parecía un atlas del mundo y era casi igual de gruesa que uno de mis dedos. Traía chino,

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inglés y fotos. "Concéntrate Dunia, concéntrate, una sopa, algo de verdura, el pato y listo". Sólo así pude escoger en unos 10 minutos.

De entrada, el restaurante me ofreció una paleta helada de frijol rojo. Tienen una obsesión con estos frijoles; les encanta rellenar todo con ellos. No estaba mal, pero la textura no es una que mis papilas experimenten a menudo.

Después llegó mi sopa: de calamar con un toque de cítricos. Tenía unos palitos de algo frito encima. Los rompí, dejé que se remojaran y empujé la ralladura de limón, que estaba en el borde del tazón, hacia el centro. Muy, muy buena. Era una receta de la casa, no un plato típico, pero valía la pena darle una oportunidad.

Como guarnición pedí camote con puré de ciruelas. Cuando pusieron el pla-to en la mesa parecían cuatro ojos con cáscara de naranja encima. Tanto el camote como la circuela son alimentos tradicionales de China. La combi-nación era bastante buena y funcionó muy bien de acompañamiento para el pato.

El platillo estrella de Beijing hizo su aparición: pato laqueado. Me dieron una piernita, la pechuga y los pellejos de medio pato. Me trajeron también un plato de acompañamientos: pepino, melón, azúcar, cebolla, salsa de ciruela y ajo. El mesero me preparó un bocadillo con una especie de mini bollo con ajonjolí, lo que en Líbano llamarían kaak. Me encantó, mucho más que con sus tortillas de arroz. Los cueritos con azúcar fue lo mejor y quizás lo más grasoso que comí en China. Estaba bueno, pero el pato del Hunan o el China Grill en México no le pide nada a éste. Junto con el pato me trajeron una sopa que ayudaba a desvanecer el sabor a humedad.

No sé siquiera cómo logré terminarme el pato. Estaba meditando si podía hacer un esfuerzo para alojar un postre en mi estómago cuando trajeron una copa con un sorbet naranja. Me lo terminé todo. Según yo me sabía a algo parecido a zapote aunque luego me enteré que era de jitomate. Oh sí, Andie

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lo dijo; los jitomates son postre en China. Antes de que pudiera respirar, ya había otro plato en mi mesa con ciruelas. La gula hizo que me comiera tres.

No podía dejar pasar la oportunidad de pedir una bebida. Fuera de la cerveza "gratis" de la cena, llevaba dos semanas tomando agua. Para tener un buen punto de comparación de qué tan buena estaba, pedí un mojito. Mi primo aprendió a hacerlos en Miami, directamente de cubanos, y desde que me dio a probar uno cuando tengo la oportunidad y el antojo, tomo mojito. La diferencia esta vez fue que pedí un "mojito molecular". ¡Un mojito molecular parala(ex)científica!Asimplevistaparecíaalgoasícomounpaydelimónservido en una copa: verde con "crema encima". Pero no sólo se veía bonito, estaba bastante bueno: menta molida, no muy alcohólico y la cremita de ar-riba no estaba tan dulce como hubiera pensado.

Después de todo lo que pedí y lo que me dieron, estaba muy preocupada, tratando de acordarme cuánto dinero había metido en la cartera. No estaba muy segura de que el efectivo me fuera a alcanzar. Total, que pido la cuenta, "¡maidan!". La traen y mis pobres ojos no pueden creerlo… 270 RMB = 540 pesos y ya incluye propina. ¡¿Qué?! No puede ser… Me hubieran dicho antes y venía al menos otra vez. Con el atlas enorme de comida, las opciones no se iban a terminar...

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La Universidad de PekínHasta que apareció el nombre en el sitio de Internet de la London School of Economics, la Universidad de Pekín pasó desapercibida ante mis ojos. No me tomé la molestia de investigar sobre ella antes de irme. Ni imaginarlo con tantas cosas en mi cabeza: becas, doctorado, visas, maleta, lecturas, guiones, etc. Y la verdad, qué bueno que no busqué nada. Una vez más, lo que dice Wikipedia (en inglés) poco tiene que ver con la realidad; al menos con la realidad que pintan los propios chinos.

Desde el primer día en el campus vi unas colas enormes en la Entrada Este. Primero pensé que era porque es un lugar lindo para turistear. En la parte nortedeBeijing,launiversidadtienemuchosjardines,edificiostradicionales,un par de museos, un lago… algo similar a Ciudad Universitaria. Mi súper guía Andie y otras de mis compañeras me sacaron de mi muy sencilla conclusión. Las familias llevan a sus hijos, sin importar que tan chiquitos sean, para que se emocionen con la idea de estudiar ahí algún día. La Universidad de Pekín es la universidad estrella no sólo de Beijing, sino del monstruo de país.

Para estudiar en la Universidad de Pekín se necesita un puntaje muy, muy alto en el examen que todos presentan saliendo de preparatoria. Injustamente, los que vienen de provincias pobres necesitan todavía más puntos. Una vez que eres aceptado, se te abren las puertas al resto del mundo. En las mesas de las cafeterías había anuncios de agentes que te ayudan con el proceso de admisión a universidades de Estados Unidos o Europa. Aunque mis amigas me aseguran que no necesitan la ayuda; si vienen de esta universidad, siem-pre entran.

Y no me extraña que los acepten. Nunca he visto tanta ñoñez concentrada como en PKU* (sus siglas en inglés). Estábamos en plenas vacaciones y los

* Ya decía yo que PKU me sonaba a algo muy, muy familiar cada vez que lo decían. Ahora recuerdo: es la abreviatura de la fenilcetonuria, un desorden genético en el cual las personas tienen problemas para metabolizar el animoácido fenilalanina.

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salones estaban prácticamente llenos. No, no eran clases. Era gente estudiando porsupropiacuenta…todosensilencio.Porsiesonofuerasuficiente,enlos patios había más gente estudiando,pero en voz alta. Nuestra ayudante asignada estaba estudiando Comunicaciones y por puro placer estaba estudiando Latín también. El amigo de una compañera, en su primer año en PKU, ya estaba presentando el examen de admisión al posgrado en los Estados Unidos. Es intensidad al máximo…

Y mientras tanto, para el resto del mundo, PKU es sólo una universidad más. No me encanta decirlo, me da un poco de envidia, pero PKU quiere ser la uni-versidad del futuro y lo está logrando. No vive de sus glorias pasadas como ser la primera universidad de Beijing o la cuna de las protestas estudian-tiles que llegaron a la Plaza de Tiananmen en 1989. Mientras tanto nosotros preferimos acurrucarnos en nuestra esquinita para ver cómo nos rebasa el resto del mundo.

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Mi lado chinoCuando vivía en Londres vivía muy tranquila y a gusto. Por lo general nadie se metía conmigo ni me molestaba por mis decisiones o por mi forma de ser. Peronuncameidentifiquéconlaculturaoconlagente.Encambio,ensólodossemanasenChinamehe identificadocontantascosasqueestoycasisegura de que en alguna otra vida fui china.

Mi personalidad encaja por completo en este país. Aquí trabajar duro, esfor-zarse, sí te puede llevar lejos. O bueno, por lo menos es lo que se espera de la gente. Nadie te hace caras feas por ser ñoño, por preferir leer en vez de iralafiesta.Son,comodeberíaser,decisionespersonalesmuyrespetables.

A la hora de comer el silencio predomina. Cuando uno come, sólo va a comer y de regreso al trabajo. El concepto de sobremesa es algo inexistente en China. Platicar en la mesa no es muy bien visto, menos si eres una española ruidosa como mi amiga Isabel. Yo qué más daría porque muchas comidas en México fueran así.

Ser ameno y platicar no es una obligación. Andie no entendía de qué tanto podría platicar uno en México o en España para evadir el trabajo. Me quedé pensando en mis pláticas de lunes a viernes y aunque sí aprendo cosas de algunas de ellas, la mayoría, sinceramente no me aporta nada. Típico que cuando es una plática dentro de la última categoría, nunca sé qué decir. Ahora sí que si no tienen algo importante que decir, los chinos prefierenguardar silencio.

Pero no sé si alegrarme o entristecerme de que también comparto el más grande defecto de los chinos. A veces parece que no sé divertirme. Todo es trabajo, todo es seriedad y a veces hasta se me olvida cómo reírme de mí misma. Pero justo como le dije a Andie, hay que movernos a buscar el equi-librio, aquél en el que cumplamos con nuestro trabajo, con nuestros estudios, pero no olvidemos pasar al menos un rato haciendo las cosas que nos gustan.

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La Muralla China desde el espacioA la NASA y a los gringos les encanta decir que la única construcción humana que se ve desde el espacio es la Muralla China. No puedo negar que era uno de mis incentivos para ir a ver la muralla. Pero justo como ocurrió con las pirámides en Egipto, mi visita se convirtió en una experiencia algo decepcio-nante.

Mi primera decepción (a medias) fue que la parte de la muralla más cercana de Beijing no es ni la más alta ni la más ancha. No es el típico cacho que se ve en la tele o en imágenes. La segunda decepción fue el mal estado en que la tienen. Los turistas pueden hacer lo que se les da la gana… Incluso utilizarla de baño. Pero mi más grande decepción fue cuando el guía, Enrique, me dijo que era un mito que se veía desde el espacio.

Al día siguiente de la visita, Isabel y yo nos pusimos a buscar la muralla en Google Maps durante un receso: cinco, diez, veinte minutos y nada. Las líneas que supusimos podían ser la muralla eran accidentes del relieve o ríos.

DevueltaenMéxicovolvíatratarconmiconexiónmáseficientedeInternetynada… A menos de que uno sepa dónde está, sabría que es la Muralla China. Lo que no comprendo es por qué la NASA diría semejante mentira. No es algo que haga sentir mejor a los chinos, ni siquiera a los gringos.

Con todo y las decepciones hubo cosas interesantes y graciosas en mi paseo por la Muralla China. Justo antes de empezar a subir había un letrero que habían traducido al inglés como "Si está mal del cerebro, no suba a la mu-ralla". Me quedé pensando si mis problemas mentales eran un impedimento para trepar. Llegué tan alto como el tiempo y la condición física me lo permi-tieron. Digamos que subí más que la mayoría de la gente. Entre cada garita había200metrosdedistancia,detalformaquesilanzabanflechasdecadauna de ellas, pudieran alcanzar desde ambos lados a un enemigo. Si la me-moria no me falla, pasé por cinco o seis de ellas (y me subí al techo de una). Estosignificaqesubíporlomenosunkilómetro.

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En mi paseo, al igual que en otros sitios turísticos en el país, eran más chinos que nada. Los turistas occidentales se podían contar con los dedos (que por cierto se hace de una forma muy diferente en chino del seis al diez). En el primer trecho, había cuerdas a los lados con cientos de candados con listones rojos. Estuve a punto de sacar un candado que de casualidad traía en mi mo-chila y colgarlo con los demás. Más, porque había un viejito por ahí queján-dose de que se veían feo. Regresando al coche le pregunté al guía y me dijo quelosnovioslosponíanporquesignificabaalgoasídequesuamoreratanfuerte como la muralla y que nada lo iba a deshacer. ¡Claro! Ahora recuerdo... Algo me dijeron al respecto los chavos que conocí en Shanghai.

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El durazno de la inmortalidadLo paseé por el metro en Beijing sin saber que era el secreto de la juventud. Si alguien se hubiera enterado, seguro me lo arrebatan de las manos.

Confiesoquelaprimeravezqueviunpantao pensé que era un jitomate. Sólo hasta que los vi de cerca me di cuenta de que eran duraznos. Son más apla-nados que los duraznos típicos y de mayor circunferencia. La piel la tienen pinta, entre amarillo y rojo.

Andie “adicta a los duraznos” compró un kilo y me regaló uno. Me explicó que sólo se dan en el norte de China. Fue más la curiosidad que el hambre, pero me lo comí como parte de mi cena. La "carnita" es más pálida que nuestros duraznos. Es muy jugoso, pero no dulce.

¿Por qué son los duraznos de la inmortalidad? En la literatura china hay cuatro cuentos muy famosos. Uno de ellos se llama Viaje al oeste (siglo XVI). En él uno de los personajes es Sun Wukong, el rey mono. Este personaje fue adoptado por los dioses tras ver sus poderes. Primero lo nombraron guardián de los caballos, el trabajo más mediocre de los cielos. Tras enterarse y rebelarse, Sun Wukong fue nombrado guardián del jardín celestial. De nuevo, los dioses lo hicieron menos y lo excluyeron de su banquete. Pero Sun Wukong tampoco se quedó cruzado de brazos. El rey mono se comió absolutamente todos los duraznos, pantaos, de la inmortalidad. Los pantaos sólo se podían cosechar cada 6,000 años. Como castigo, Buda lo encerró dentro de una montaña.

Según la leyenda, por cada pantao o durazno de la inmortalidad que se come, se pueden vivir mil años extra. Veremos si es cierto…

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Aires chinosNo quise desentonar con el resto de las personas en el metro de Beijing. La última semana tomaba un periódico en el hotel (en inglés) y lo leía en el camino a la escuela. En una de esas mañanas había varias notas sobre la industria de la aviación. Gracias a mi papá, que soñaba con ser piloto y que tenía su libro gordísimo de aviones, siempre me ha interesado esta industria. Me pareció más relevante escribir de ella porque parece ser muy representativa de otras industrias en China.

El gobierno tuvo la magnífica iniciativa hace algunos años de construiraeropuertos en las provincias. Con esto buscaba detonar el turismo en el interior del país. Esto suena muy bien excepto por dos problemas. El primero de ellos es que no hay demanda por parte de las aerolíneas para utilizar los aeropuertos a toda su capacidad. Mantenerlos le está saliendo bastante caro al gobierno. En especial porque éstos no son aeropuertos pequeños. El aeropuerto de la Ciudad de México, se queda chico junto a los aeropuertos de las provincias chinas. El segundo problema es que el gobierno construyó tantos aeropuertos, algunos tan cerca de otros, que la competencia entre ellos es excesiva. Es irónico que esto pase en una economía controlada por el gobierno hasta en el más mínimo detalle. ¿A caso no pudieron prever esto? ¿De dónde iban a sacar la gran demanda de pasajeros?

Hace algunos años, el gobierno se empeñó en desarrollar la red ferroviaria del país. Veían en los trenes el futuro del transporte en el país. (¿No le puede dar el mismo lapsus a nuestro país? Le iría bien.) De la nada, optaron por los avionesylaconstruccióndeaeropuertos.Lagente,sinembargo,prefierelostrenes.Sonbastantebuenos,puntualesyeficientes.Ademássonmásbara-tos que viajar en avión y te dejan casi siempre en el centro de la ciudad. Si realmente el gobierno chino desea promover la industria aeronáutica deberá demostrarle a sus habitantes que tiene sus ventajas respecto a los trenes.

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Otra de las noticias hablaba sobre las condiciones de trabajo en esta industria. Unpilotoqueríarenunciarporquenoteníalassuficienteshorasdedescansopara estar con su familia. Air China se negaba a dejarlo ir. Su argumento era que al aceptar ser entrenado sin pagar ni un solo yuan, se convertía en un empleadodeporvida.Elpilotojamásfirmóuncontratoqueestipularaesto.Zhao Hong estaba amarrado de manos; no podía irse a trabajar a una de las aerolíneas más pequeñas, con mejores prestaciones y condiciones laborales. Air China dijo que no le iba a dar su expediente con sus horas de vuelo, necesario para ser contratado por otra aerolínea.

Un par de cosas me llaman la atención. Si todas las aerolíneas son del gobier-no, ¿no da lo mismo si el piloto trabaja para una o para otra compañía? ¿Por qué publicar la historia en el periódico? ¿Estarían las autoridades dispuestas a defender al piloto? Esto sería un hito en un país donde la imposición y la sub-ordinación a la autoridad, más que las leyes y la justicia, rigen la vida diaria.

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¿Será?En mi visita al Museo de la Capital, entre otras cosas, y a medio maratón para recorrer seis pisos en una hora, me topé con una tradición muy interesante.

En el primer cumpleaños, a los bebés se les pone enfrente una caja con varios objetos. Aquel objeto que el bebé tome primero dice mucho sobre su futura disposición, ambición y ocupación.

Yo me pregunto... Si me hubieran hecho esta prueba, ¿hubiera tomado una pluma? Supongo que depende qué tan atractiva hubiera sido.

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Ser joven en la China de hoyPareciera una época extremadamente emocionante para aquellos que nacieron entre 1985 y 1990 en China. Su país está cerca de convertirse en la primera economía del mundo; son una verdadera potencia. Pero los jóvenes más bien se sienten contrariados. No saben ni para dónde jalar. La gran mayoría libra a diario una batalla consigo mismo tratando de encontrar una nueva identidad, algo que tome lo mejor de oriente y de occidente.

China tiene más que un pie dentro de la globalización, pero no la batuta. A pesar de que la mayoría de las cosas que se consumen en el mundo se producen aquí, la publicidad, al igual que en el resto del mundo, empuja a los consumidores chinos a aspirar a los ideales occidentales de belleza y de realización personal. Esto no solamente se opone a la naturaleza, a la genéticamismadeloschinos,sinoqueentraenconflictoconmuchosdelosvalores y tradiciones del país. Por ejemplo, durante toda la era comunista, la solidaridad era clave para lograr cosas; hoy por el contrario parece que entre más independiente sea uno, mejor le va. Antes había un gran énfasis en la familia, en la calidez y en el trato con los demás. Hoy ser frío e indiferente parece hacer quedar mejor a la gente. Y a pesar de que quizás cada vez se parecen más a los ingleses o a los gringos, los jóvenes que se van a esos países, no se sienten cómodos. Saben que pueden competir con el resto del mundo,peroprefierenregresarasupaís.

En México nos dicen que somos malinchistas, que preferimos las marcas de Estados Unidos y Europa. La verdad es que nos quedamos cortos compara-dosconChina.Siquieresserunapersonademundo,refinada,escasiafuer-zas que tengas ropa de marcas occidentales. Hace sólo un par de décadas los chinos a duras penas tenían opciones para vestirse. De una cultura donde la humildad era apreciada, hoy tener dinero y cosas que presumir es más importante.

Ante todo esto, los jóvenes se preguntan constantemente: ¿es posible ser un paísdeprimermundosinsacrificarnuestrosvalores?

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China suele presumir que está creando los trabajos que necesita para todos sus jóvenes. Ciertamente hay oportunidades, pero frecuentemente no son las que los jóvenes quisieran. Gran parte de la culpa la tienen las familias, especialmenteaquellas conhijosúnicos.Pensandoenelbeneficioa largoplazo, inducen o fuerzan a sus hijos a estudiar Administración de Empresas, Finanzas, o Negocios. De los nueve chinos que estudiaban conmigo, ocho estudiaron algo así y todos estaban en mi curso, Industrias Globales de la Comunicación porque estaban buscando algo diferente. Andie, por ejem-plo, estudió Administración de Empresas porque sus papás la convencieron, aunque en realidad siempre quiso estudiar Arte. Sus papás tienen una fábrica de productos de limpieza en el sur de China, pero Andie no tiene ni una pizca de interés en ella. Éste era el caso de varios de mis compañeros; muchos estudiando fuera del país.

Pero aún estudiando lo que uno quiere, nada está garantizado. Berenice, originaria de Hong Kong, vino a Beijing a estudiar periodismo. Sabe que cuando termine tendrá que regresar a su lugar de origen. Aquí no se puede practicar el periodismo de forma libre; mucho menos en Beijing. Además Andie me dice que si quieres un buen trabajo en esta ciudad, necesitas influencias.

Pero quizás lo que más me llamó la atención es el dilema en el que viven a diario los jóvenes, un dilema que les brota por los poros. En las caras se les ve una insatisfacción con la situación actual y la impotencia. Pero cuidadito que alguien hable mal de su país, sacan las garras para defenderlo. Isabel decía que los tienen bien entrenados para erizarse así. Varios de nuestros compañeros, después de cuestionarlos, aceptaron que hay cosas que no están del todo bien. También están conscientes de que su entendimiento de la historia es limitado, pero no le veían utilidad alguna a ir más allá de lo que les enseñan en la escuela. Aceptar el status quo es más fácil que siquiera imaginar cambiar al país. "¿Por dónde se empieza con un país tan grande?, ¿tenemos realmente oportunidad de hacer algo?" repetían en nuestras conversaciones.

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Asia a fin de cuentasConsiderando que existen distancias comparables entre México, China y Líba-no, nunca pensé que la cultura china tuviera tantas similitudes con la árabe.

Ya me había pasado algo similar con la comida hindú. ¿Qué fue primero: la comida hindú o la comida árabe? ¿Quién le copió a quién? Lo poco que conocía de China y su relativa lejanía con Líbano me hizo asumir, inmediatamente y erróneamente, que no podrían tener cosas en común. Pero vaya que me sorprendí.

Mientras iba subiendo hacia los edificios del emperador en la CiudadProhibida vi en las orillas de los relieves en mármol de la parte central de las escaleras patrones geométricos muy árabes. Las líneas eran completamente diferentes a las decoraciones de los edificios,muchomás parecidos a losdiseños en las mezquitas o en la Alhambra.

Un par de días después, noto unos panes redondos con ajonjolí, muy pare-cidos al kaak de Líbano. Además están por todas las calles de Beijing, igual que en Tripolí, la segunda ciudad más grande de Líbano. Tuve la oportunidad de probarlos en el hotel. Los dulces me hicieron recordar mi dulce árabe preferido, kneffe de nata. No tenía en sí un relleno, pero lo dulce junto con la consistencia le daba un sabor muy, muy similar.

Junto al Templo del Cielo, el más bonito de Beijing, había gente bailando. Excepto porque no entendía nada y sonaba más a chino que a cualquier cosa de país árabe, hubiera jurado que la música era del Medio Oriente. Los pasos de baile parecían, en esencia, los mismos, aunque con menos movimientos de cadera, mucho más sutiles.

Dejélaflojeradeladoyrecordémisclasesdehistoria.Supuseentoncesquemientras existió la Ruta de la Seda, hubo un intercambio no sólo de mercan-cías,sinotambiéndeideasydecultura.Pareceserquelamayorinfluenciafue de Persia, de los días de Las mil y una noches. Hoy la conexión con el resto del mundo árabe no es tan fuerte. En la política, sólo los lazos con Siria

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son evidentes. El Islam se practica en China, pero es una minoría que sufre bastantediscriminación.Sinonotédesdeelprincipiolainfluenciaárabeesporque es algo latente, que está ahí pero sin que la gente se dé cuenta de ello. En una comida, por ejemplo, me entero de que la cocina china tradicio-nal no usa cebolla porque es algo que trajeron los persas. Hasta hoy en día la cebolla se llama "ajo extranjero".

Las similitudes no se limitaron a las cosas materiales. En otra conversación, descubrí con Andie que tanto en árabe como en chino existen diferentes formas de designar a los miembros de la familia de la mamá y a los de la familia del papá. De igual manera, nos enteramos que en los dos países es normal dar dinero a los festejados. No es mal visto como en México. La forma en que se ve el recibir visitas en la casa es idéntica. Hay que ofrecerle la mejor experiencia posible al invitado. Si no se va con el estómago y la vejiga llena, además de un pequeño regalo, no podemos decir que fuimos buenos anfitriones.

¿Qué tiene que ver China conmigo?, me preguntaba antes de ir. Ni siquiera tenía muy claras las razones por las que quería conocer este país. Simple-mente me parecía un mundo ajeno. Encontrar cosas en común fue un atajo para entender la cultura, las costumbres y la vida diaria. Las similitudes se convirtieron además, en una especie de salvavidas para no sentirme tan per-dida en un país tan diferente.

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Gran Muralla de Fuego vs. Seguridad de la Información (TV Azteca)

Nolopudeevitar,miladocientíficoavecesesdifícildecontener.Desdequeestaba en México me preguntaba y estaba ansiosa por conocer qué sería peor, si la Gran Muralla de Fuego (GFW por sus siglas en inglés) o Seguridad de la Información en Azteca. Aunque no diseñé un método experimental como tal, por ejemplo tratar de buscar lo mismo en México y en China, creo que las dos semanas de usar Internet con múltiples propósitos me dio una buena idea.

La conexión en ambos lugares es bastante mala. Por tratar de monitorear las actividades de los usuarios, entorpecen la velocidad con que se cargan las páginas y en general lo hacen una experiencia muy frustrante. En ambos lugares Facebook, YouTube y Twitter están bloqueados por default. EnAzteca se puede pedir un permiso especial para acceder a las páginas. Esto, tristemente no garantiza que funcionen bien. En China se puede entrar a las redes sociales occidentales usando un VPN* que cambia el IP (dirección asignada en Internet) del usuario de país. Es como si te conectaras de otra partedelmundo.ElVPNsirve,peroespocoeficiente.TodavíahaceelInternetmuchomás lento.Vale lapenamencionarqueelsoftwareparagenerarelVPN no se puede bajar en China.

En cuanto a los buscadores, en Azteca se puede usar sin problemas Google. Los resultados de las búsquedas son muy diferentes de los que salen en mi casa, incluso si estoy conectada a mi correo. Si un resultado está bloqueado, apareceunapáginanotificándote.Sisetratadever laversiónqueGoogletiene guardada (caché) también la bloquea. En China es otra historia… Para empezar, si uno quiere buscar en Google, busca en Google Hong Kong. Sinceramente es muy malo, no tiene comparación con la versión de México (y eso ya es decir algo). Es una pena que el gobierno chino se haya peleado con Google, aunque supongo que va muy bien con sus políticas de censura. Como alternativa, se puede usar Bing, el buscador de Microsoft, pero es igual

* VPNsonlasinicialesdeVirtualPrivateNetwork,oRedPrivadaVirtual.Conella se puede conectar al Internet cambiando la ubicación del usuario.

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de malo. Baidu, el buscador chino, es pésimo para buscar cosas en otros idiomas.

Aquí, una página censurada nunca se va a cargar, no salen avisos. El explo-rador, después de alrededor de un minuto sólo te dice que no se pudo co-nectar. Claro, esto es asumiendo que tus términos de búsqueda no estén bloqueados. Buscar, por ejemplo "Facebook" o sorprendentemente "Grupo Salinas", te impedirá ver cualquier resultado de búsqueda. No queda mu-cha opción. En los celulares la cosa se pone peor aún. Si se encuentra una imagen en Google, se puede ver en los resultados, pero no abrirla. No me queda duda de que en este punto China está mucho peor que Seguridad de la Información.

La más grande diferencia entre las dos formas de administrar las redes es la consistencia para bloquear términos o páginas. En Azteca, fuera de que ac-tualicen o cambien la plataforma o de cambios de políticas en Sistemas, hay una serie de cosas que siempre van a estar bloqueadas: drogas y sexo es un tema por lo general censurado, aunque a veces se les escapan algunas pági-nas. Lo que me desagrada de esto es que incluso páginas más informativas, por ejemplo, hablando de métodos anticonceptivos o explorando políticas paradisminuirelconsumodedrogas,estánbloqueadas.Elsoftwarenodis-crimina, es algo muy automatizado.

Al contrario, en China es un proceso que se vigila muy de cerca. Se rumora que miles de personas trabajan en esto. De acuerdo a los acontecimientos, un tema puede convertirse en "sensible" sin previo aviso. Una página a la que se podía entrar ayer, no necesariamente la podemos acceder hoy. No hay certidumbre. De igual manera, los comentarios "sensibles" desaparecen repentinamente de foros y de las redes sociales chinas como Weibo. El gran problema es que idéntico a como ocurre en otros medios, no hay reglas para saber qué es “sensible” y qué no lo es. Tampoco hay reglas para saber por cuánto tiempo bloquear una página. Todo en Internet se mueve de acuerdo a los caprichos del gobierno.

Antes de escribir esto, me parecía que había un empate técnico entre la GFW y Seguridad de la Información. Quizás en términos de frustración es muy similar, pero por la gran arbitrariedad y lo impredecible, creo que China gana.

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(Malo) MaoPuede ser un Dios o un trago amargo en la historia. Pudo haber puesto los cimientos de la China actual o pudo haber sido el freno a la prosperidad económica. Pudo haber sido la conciencia del pueblo chino o aquel que le robó la libertad.

Depende del cristal con que se mire, particularmente la edad del cristal.

Para las generaciones que conocieron a Mao, nunca habrá un líder que le lle-gue siquiera a los talones. Para aquellos que nacieron después de su muerte, en 1976, es un personaje que dejó una mancha en la historia de China. Estas generaciones, a diferencia de las anteriores, han podido conocer todas las atrocidades que Mao cometió en 31 años. Difícilmente pueden sentirse bien al respecto, mucho menos repetir sus enseñanzas.

Enrique, de unos cuarenta y tantos años y mi segunda salvación en Beijing, no dejaba de citar a Mao. "Ya subiste a la muralla, ya eres una mujer auténtica según Mao". Si supiera cuánto me importa que Mao me considere una mujer auténtica. O "China dejó de ser religiosa porque Mao decía que la religión era mala para el alma, era veneno". Ahora los chinos no son religiosos sino supersticiosos a morir. No dudo que en el bolsillo del pantalón Enrique tra-jera un librito rojo con todas las frases de Mao (uno de los más vendido en China). Con nostalgia, “Quique” me dijo que antes se vivía mejor, que ahora todo era muy caro.

Sacudí mis neuronas, mis recuerdos, tratando de ver si en México tenemos opiniones extremas respecto a un personaje en la política entre diferentes generaciones. Pero a diferencia de China, creo que los medios, mal que bien, se encargan de crear un consenso, una opinión pública de algo. Tampoco tenemos(oalmenosnotanconscientemente)versiones"oficiales"delahis-toria que aparecen y desaparecen cosas.

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Olimpiadas desde ChinaÉsta es la primera vez, desde que tengo conciencia, que las Olimpiadas tienen lugar mientras estoy fuera de México. Para la señorita "convergencia digital" *(algo tenía que aprender en mi curso) a la que le gusta seguir los juegos en la tele y en la computadora, comparar estadísticas, y leer las noticias, estar deviajesignificóalgoasícomoestaradieta.Nisiquieraseatrevanapregun-tarme cuántas medallas ganó México en total. Me enteré de que ganamos en fútbol gracias a mi guía. El Internet de los hoteles de Shanghai y de Beijing no daba para visualizar muy bien la página de los Juegos Olímpicos (aunque en general me parece que la conexión en China no es muy rápida). Lo que nunca en mi vida... Me perdí la ceremonia de clausura. Fue a las cuatro de la mañana y tenía clase algunas horas después.

No puedo negar, sin embargo, que no haya sido una experiencia interesante ver cómo se vive, cómo se cubren los Juegos Olímpicos en otro país. Incluso varias veces esto se convirtió en tema de discusión de la clase. Terminamos peleando las representantes de habla hispana contra las chinas por lo sub-jetivos y exagerados que nos parecían los comentarios que hacían acerca de sus atletas. Para mí, que no hablo ni aprendí mucho chino, era evidente que el tono cambiaba cuando un chino saltaba de la plataforma de 10m o se daba una marometa. En las únicas ocasiones en que podían ser neutrales era si dos chinos estaban compitiendo entre sí. ¡Haida!, ¡haida! gritaba una de las comentaristas sólo cuando participaba un chino o una china. Mis com-pañeras chinas me aseguran que incluso los sudcoreanos son mucho más emotivos y exagerados. Lástima que no podré comprobarlo. El asunto incluso tocó puntos sensibles al decir que los Juegos Olímpicos son una ocasión para demostrar qué tan nacionalista es un gobierno o qué tan patriótica es una persona. Según Xaoxi, la líder de los seminarios (uno después de cada clase)

* Convergenciadigital:elflujodecontenidosatravésdeplataformasmúlti-ples de comunicación.

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las Olimpiadas son una especie de guerra pasiva, donde lo único que im-porta es demostrar la superioridad de un país sobre otro… Los chinos me dan miedo a veces.

Pasando a asuntos de cobertura, CCTV (Televisión Central de China, obvio propiedad del gobierno) tenía dos canales dedicados exclusivamente a las Olimpiadas. Quizás ni debería usar el pasado, a casi una semana de que hayan concluido las competencias, siguen repitiendo y transmitiendo competencias y ceremonias. Es verdad que tienen muchos atletas por cubrir, con una rigurosísima preparación (más al respecto abajo) que les permite colarse a casi todas las finales de sus respectivos deportes. Aún así mesorprende que la cobertura de otros países no sea algo importante. Tan es asíquesoncapacesdecortarfinalessinchinosparaponereliminatoriasconchinos. Isabel, mi compañera de España, se quejaba amargamente de que cortaronunpartidodebasquetbol,unafinalenlaquesupaísjugaba.Tuvela suerte de que transmitieron uno de los últimos enfrentamientos de Aída Román(tiroconarco),quizáshastafuelafinal,perosóloporquehabíaunacoreana involucrada. Mientras China estuvo en primer lugar del medallero, no se cansaron de repetir, casi tantas veces como los anuncios del IFE, un promocional con la canción We are the Champions. Estuve a nada de aventarle algo a la tele. Gracias a que los gringos los superan en el atletismo pude dejardeescuchar lacanción.Extrañédefinitivamentever lascompetenciasde gimnasia rítmica.

¿Qué aprendí estando en uno de los mejores países a nivel deportivo en plenos Juegos Olímpicos? Primero que nada me dejó ver la actitud de la gente. Los chinos se emocionan pero nunca llegan al grado de fanatismo ni a una plena identificación con los atletas. Gracias a esta emoción, nome dio claustrofobia visitar la Ciudad Prohibida; los potenciales turistas de lasprovinciasprefirieronquedarseen sus casasaver las competencias. Elúnico atleta que quizás llega a grado de héroe y ahora quizás hasta algo así como mártir es Liu Xiang. En mi primer día en Shanghai, conocí a tres chinos justo por tomarles una foto con un espectacular de él. Ganó el oro en

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Atenas en la carrera de 110m con vallas. En Beijing no ganó nada y esta era su oportunidad de reivindicarse. ¿Y qué paso? En la primera valla, se tropezó, tiró a otros dos o tres corredores, pero se puso de pie y se fue cojeando hasta la meta. El ganador de la carrera le levantó el brazo reconociendo su esfuerzo. El día en que esto sucedió, estaba explorando un centro comercial y de repente todos corrieron para ver algo. Yo, inmediatamente pensé que algo venía hacia nosotros, que algo nos iba a caer del cielo. ¡No! Era el video de este individuo en la pantalla gigante del centro comercial y todos los clientes corriendo para verlo. Hay quienes piensan que todo fue a propósito, que quizás ya tenía la lesión en el tendón de Aquiles y que la carrera en Londres era el pretexto perfecto para que el ortopedista de David Beckham (así dijeron acá) lo operara. A juzgar por el desempeño tan estudiado y tan perfecto de los otros atletas chinos, creo que es bastante posible.

En segunda, estar en China durante los Juegos Olímpicos me permitió tener una probadita de lo que se siente que el resto del mundo te tenga envidia. Si somos estrictamente objetivos, lo que se juega y lo que cuenta en una competencia deportiva son los resultados. Poco importan ahí los anteceden-tes personales, las amenazas de los entrenadores, o la explotación mientras se gane una medalla. Y sin embargo, fue muy evidente el resentimiento de otros países contra China en estos juegos, principalmente por la fabricación de escándalos. El más sonado y el único que pudo comprobarse fue el de dos equipos de bádminton de mujeres, uno de los deportes favoritos de los chi-nos y donde normalmente arrasan con las medallas. Estas mujeres trataron de perder sus primeros partidos para tener en las últimas rondas contrin-cantes más débiles. Además de ir en contra del juramento olímpico, si tienes cierto historial, cierta calidad como atleta, es muy obvio cuando no estás dando el 100 por ciento. Fue una mala decisión que les costó por lo menos una medalla más. El resto de los escándalos más bien aspiraron a demeritar los resultados de China. Para la joven de 16 años que impuso una marca mundial en natación, le llovieron acusaciones de dopaje, ninguna compro-bada hasta el momento. Los entrenadores de clavados fueron muy criticados

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por supuestamente haberle ocultado a una de sus competidoras que sus abuelos habían muerto y que su mamá tenía cáncer para que su desempeño no se viera afectado. Si siguen rascando probablemente salgan más cosas, pero si hicieran lo mismo con otros países seguro también tendrían tela de donde cortar.

En tercer lugar, estar en China me permitió conocer la actitud del gobierno respecto a los atletas. En la víspera de los Juegos Olímpicos de Beijing, en 2008, muchos medios sacaron historias sobre el riguroso sistema de entre-namiento. Circularon bastantes fotos de niños de cinco o seis años practican-do movimientos que parecen complicados o demasiado demandantes para su edad. El entrenamiento ocupa casi todas las jornadas. Andie me cuenta que los niños van a escuelas especiales para ser atletas. Me cuenta también que la mayoría son hijos de familias pobres de provincia quienes todavía confían en que el deporte puede cambiarles la vida. Los padres de familia de clase media o alta difícilmente dejarían a sus hijos acudir a este tipo de escuelas; creen que es literalmente torturar a sus hijos. Los atletas son entre-nados para ganar. No se trata de ganar cualquier cosa, es el oro o nada. Para elgobiernochino,unamedalladeplataodebroncenoessuficientementebuena; no es algo de lo que puedan sentirse orgullosos.

Una vez que los atletas llegan a la edad de retirarse o cuando dejan de ser losuficientementecompetitivos,pasanalolvido.EnunreportajedelaBBCcomo parte de la cobertura de estos juegos, entrevistaron a un ex atleta, ga-nador de una medalla de plata en Beijing 2008. "Ya nadie se acuerda de mí" decía el hombre en la entrevista conducida en un puente peatonal. Puesto que invirtió todos sus años formativos en convertirse en un atleta de alto rendimiento, sus habilidades en otras áreas son nulas. No ha podido en-contrar un trabajo. Andie me cuenta que de todos los atletas chinos, son un puñado lo que logran obtener algún puesto en el gobierno o convertirse en entrenadores.

Tenertantísimagenteesunarmadedoblefilo.Porunapartesepuedendarellujo de escoger a los que son aptos para el deporte. Entre millones de personas, alguiendebeservir.Peroestosignificaalmismotiempoqueunsencilloerror

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te puede costar toda tu carrera. Siempre hay alguien listo para reemplazarte. Este recambio tan intenso de atletas hace imposible que una persona normal seidentifiqueconellos.Dehecho,pocoschinossabenexactamentecuántaspersonas conforman su delegación y en qué deportes están participando.

Todo esto me lleva a pensar que lo del nacionalismo y la guerra pasiva no dista de ser la realidad. Al menos, China o el gobierno sí lo ve de esta manera. Tienesuejércitodedeportistastrabajandoparaelpaís.Peleanfinaltrasfinalpor las medallas. Todo para mantener la moral del grueso del pueblo alta. En estos tiempos de incertidumbre y justo cuando la economía parece que empieza a caer, no les viene nada mal.

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A lo chino...A veces veía tanto orden que era casi una compulsión preguntarme si no funcionaría un gobierno autoritario en México. Sé que es una incongruencia si defiendolalibertad,sitrabajoenCaminosdelaLibertad.Perofrecuentementeme frustro al ver las decisiones que toman nuestros presidentes o nuestros legisladores. Quiero pensar que si no estuvieran ahí, ya hubiéramos hecho cambios urgentes. ¿Ah necesitamos una reforma laboral? Muy bien, traigan a alguien que sepa del tema, vemos que hay de bueno en otros países, la redactamos, y la aprobamos. Se vuelve vigente inmediatamente. O más apegado a la realidad. Necesitamos una Supervía Poniente, una carretera de Tepoztlán a Cuautla de por lo menos dos carriles en cada sentido. ¿La gente protesta?¡Quépena!Lagentebeneficiadavaasermásquelos20quehacenlos bloqueos. Les das su dinerito por sus propiedades, les deseas buena suerte y te pones a construir.

Me trato de imaginar a China con un gobierno como el de México y termino por darles la razón a mis compañeras chinas. Son tantas voces, tantos intere-ses, tantos grupos que simplemente tratar de darles un espacio a todos sería caótico. No podía creer cuando me decían "así [con un gobierno autoritario, que no nos deja votar, opinar, o quejarnos] estamos bien… Es la única forma de controlar a un país tan grande".

Creo que esta era la misma lógica que me orillaba a tener mis lindos cincos, U's, y demás cosas rojas en conducta. ¿La maestra no puede controlar al grupo? Ah pues tomo la situación yo en mis manos. ¿El pobre individuo que se saca dieces sigue siendo molestado e insultado y las palabras bonitas no le han funcionado para quitarse a los bullies de encima? Agresiones físicas de por medio y prometo que no vuelve a pasar… No me siento orgullosa, pero muchas veces fue la única forma de que la gente entendiera.

¿Pero realmente se vale imponer decisiones, acciones? ¿Qué tal si no son lascorrectas?¿Quétalsiafectasalagenteenvezdebeneficiarla?¿Ysinotienes un sistema de impartición de justicia, alguien más que pueda decidir si tus acciones son razonables o no? Realmente pocos piensan en los efectos anivelpsicológicoqueunadecisiónpuedetener.Sesimplificaa"mientras

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yo haga mi voluntad y les dé un poco de dinero, todo va a estar bien". Y de todas formas, China no se salva ni de la burocracia ni de la corrupción ni del clientelismo.

¿Puede China sobrevivir así? Muchos intelectuales apuntan a que con el crecimiento que ha tenido, China está condenada a tener una democracia. ¿Puede seguir ignorando o tapando las protestas? No sé, cada vez aparecen más en los medios internacionales y la gente parece que adquiere poco a poco consciencia y ganas de levantar la voz. Aunque siguen siendo minoría.

Por ejemplo, mi amiga me contó algo que estaba ocurriendo en su pueblo natal en el sur de China donde, como la mayoría, se dedicaban a la agricul-tura. El gobierno llegó y decidió que iba a tirar árboles, manzanos y naranjos principalmente, para construir una fábrica. Una empresa le había dado bas-tante dinero al gobierno para que los dejaran instalarse ahí. Pero la gente siente que es una gran pérdida: ellos ven en sus cultivos, en la agricultura, su futuro. Es la forma en como han sobrevivido por miles de años… Mi amiga organizó una protesta por Internet y parece que en el pueblo también se juntaron. Andie tiene la ilusión de que sirva de algo, al menos para que el gobierno ponga un poco más de atención a los daños ambientales que está provocando.

Finalmente me di cuenta de que la fuerza de la que depende el gobierno no es la fuerza física ni es tanto que tomen represalias directas a quienes violan la ley. La verdadera fuerza, y algo en lo que no hay forma que pueda estar de acuerdo, es la ignorancia. Entre menos acceso tenga la gente a lo que pasa, a cómo se hacen las cosas, a lo que hay en el resto del mundo, más control pueden tener, menos rebeldes que tienen que enfrentar. La gente terminará por pensar que no hay mejor forma de hacer las cosas, que no tienen ni la más mínima oportunidad de cambiar la situación, y que lo que viven es ab-solutamente normal. ¡Pero qué cosas escribo! Si los chinos juran y perjuran (porque así les enseñan) que viven en una democracia...

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¡Zajie China!¿Cuánto tiempo se necesita para dejar de ser turista y convertirse en un ha-bitante de una ciudad? ¿Cuánto tiempo se necesita para encariñarse con un lugar? Dejando de lado que mi vocabulario en chino llega a cinco palabras, creoque17díasfueronsuficientes.

Para cuando llegó el momento de irme sentía el mismo jaloneo interno que sentía cuando me tuve que regresar de Londres, en versión más pequeña. Por una parte pensaba: "¡No, no me quiero ir! No justo ahora cuando empiezo a entender las cosas. Aún hay mucho por aprender en este país." El clima de los últimos dos días, lo que en México llamaríamos "días tristes", encapotados y grises, no ayudó nada. Pero por otra parte ya extrañaba ir a lugares conoci-dos en los que pudiera hablar y la gente me entendiera.

Los últimos días ya podía decir en qué dirección quedaba un lugar. Hay un dicho en Londres de que cuando puedes decirle a un turista dónde queda algo, ya puedes considerarte londinense. Me pregunto si aplica en Beijing... En mis trayectos en metro ya podía reconocer de entre todos los chinos a los turistas y a los que vivían en la ciudad. Estaba a punto de lograr la perfección en mi técnica china de cómo meterse entre la gente sin que se den cuenta.

Perocomodicen, todo lobueno llegaa sufin.Deahoraenadelanteyalmenos hasta que vuelva a pisar este país, lo único que me queda por hacer es contarle de mis experiencias a todos mis allegados en México, borrar prejuicios y mantener el lazo ya sea leyendo noticias o escribiéndole a mi amiga. Llegué a pensar en aprender chino, pero "decir que está en chino" es subestimarlo. No sé qué sucede a nivel de las neuronas que 1) ocupa más espacio en el cerebro que un idioma normal o 2) estimula a las neuronas y las conecta de forma muy diferente a como lo hacen el resto de los idiomas. Ahora entiendo bien por qué no se les da hablar otros idiomas…

Las pocas personas de México que me habían contado de Beijing, que habían estado aquí no hablaban precisamente bien del lugar. Ok, no es hermoso, pero tiene su appeal. Me encantaba despertar, abrir la cortina y ver justo de-

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bajo de mi ventana primero un hutong, una vecindad tradicional de casas de unpisoconlostechosdetejadecolores;inmediatamenteatrásunedificiodeaparienciacomunistayenelfondoedificiosmodernos.AdemásenmuchosaspectosesmásviviblequelaCiudaddeMéxico:haytráfico,perolascallesson mucho más amplias y están bien hechas. Basura, por más difícil que sea de creer, no es tan abundante como en el D.F.. Les sobra gente para recogerla. ¿Qué más puedo decir? me encariñé y le dio a mi lado susceptible libanés. Las grandes similitudes en la comida y en la cultura me hicieron sentir casi en casa.

Yo hice mi parte como turista y quasi-habitante. Pero Beijing, materializado en Andie quizás (digo quizás porque no nació aquí) y en el amable staff del hotel me acogió bastante bien, con todo y que la calidez no es lo suyo. De-finitivamentevoyaextrañar.

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El verdadero shockYa se lo conté a varias personas y lo seguiré contando: mi choque cultural entre China y Japón fue mucho peor que cuando llegué a China.

"Están bromeando, ¿verdad? No fueron cuatro horas de vuelo, fue como cambiar de planeta” pensaba sin parar desde que puse un pie en el aero-puerto de Tokio.

Si no fuera porque tenían los ojos rasgados (aunque no exactamente igual que los chinos), la piel amarilla y el hecho de que reconocí un poco de Hira-gana (uno de los tres alfabetos que se usan en japonés) hubiera jurado que estaba en el extremo opuesto del mundo.

De los empujones y la indiferencia llegué a la tierra de la máxima decencia y amabilidad. Cincuenta mil reverencias con la cabeza, siempre con una son-risa.Notedanórdenes,tedanopcioneseinclusoseavergüenzandedecirtecosas como "cerramos en media hora" o "su tarjeta no pasa". Los japoneses son inocentes a morir, confían en que la gente va a cumplir con las reglas, que serán tan honestos como les dicte su conciencia. Agradecen cuando uno hace bien las cosas. Así hasta puede que cambie algunos de mis malos hábi-tos.

Tras dos semanas de decepciones alimenticias, ya no esperaba nada de la comida japonesa.Ni lacomida rápidachina,ni lacadena"nice" taiwanesacon nombre italiano y mucho menos la comida de la universidad logró con-vencerme. No es que fuera diferente, pero el sabor no disparaba, o bueno, dicho más fácil, no le hacía sentir nada a mis papilas gustativas. Sin sal, sin cebolla,sinsoya,todomesabíaequisalprincipio.EncambioenJapón,¡wow!Hasta la comida del puestito del metro sabía bien, más que bien.

A pesar de mi último desayuno enorme y dos comidas de avión bastante buenas (algo raro hoy en día), llegué muerta de hambre a Tokio. Mi salida al

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súper se convirtió en una cena en restaurante. En el último piso de una tienda departamental, Isetan, había como siete restaurantes de todo tipo de comida.

Acabé comiendo tempura con caldo. Venían diferentes tipos de mariscos ca-peados, todos excelentes. El pescado estaba muy suave y crujiente; me supo a gloria. Fue un giro de 180 grados. Las depachikas o sótanos de tiendas de-partamentales me dejaban con la boca abierta (y la baba chorreando).

Mi cartera empezó a sufrir en Japón. Después del paraíso de lo barato, donde casi siento que te regalan la comida y accesorios o ropa, llegué a la sucursal de Europa en oriente. Para empezar, todo tenía más ceros, factor que con-tribuía al impacto visual. El camión del aeropuerto de Haneda a Shinjuku se me hizo un robo en 1,200 yenes. En pesos, sólo son 200, que no está nada mal, pero nada en China me había costado tres cifras, uno que otro regalo quizás. Omití además el detalle de que la comida de la universidad estaba súper subsidiada. Por ocho pesos me podía comer 15 dumplings (“empa-naditas”),queeranmásquesuficientesparallenarme.Mimayortraumafuecuando me dijeron lo que costaba ir y venir de Kioto, casi 4,500 pesos. Ya estaba en Japón y seguro no voy a regresar pronto. Con todo el dolor de mi corazón, los pagué. Pensar que el mejor boleto en China no llegaba ni a los 200 dólares de Shanghai a Beijing y eso que era un viaje del doble de dura-ción y distancia.

Otroaspectoenelqueambospaísesdifierenmuchísimoesenlaformaenque han acogido las costumbres occidentales. Los chinos lo hacen muy a re-gañadientes. Sólo porque son la fábrica del mundo y la segunda economía a nivel mundial han tenido que abrirse al mundo. Si por ellos fuera, ni siquiera aprenderían inglés. Casi, casi viven convencidos que ellos saben hacer todo mejor que el resto del mundo y no necesitan que les vengan a decir cómo hacer las cosas. Japón, por el contrario, adoptó lo occidental de una forma incluso exagerada. Los excusados con bidet integrado y 1,001 trucos más son una pequeña muestra de ello. Japón tomó las costumbres de Occidente para que los extranjeros se sintieran bien recibidos, cómodos, pero fue tan bizarra

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su interpretación de nosotros que de todas formas resulta un mundo extraño. Lo peor es que ellos juran y perjuran que la gente en Europa y América es igual a ellos; creen por ejemplo que usamos sombreros todo el tiempo casi como si fuera el año 1800.

En cuestiones de espacio, es abismal la diferencia entre China y Japón. China puede darse el lujo de extenderse todo lo que quiera: tiene cuadras enormes, edificiosenormes,parquesenormes,etc.Apesardetenerlapoblaciónmásgrande del mundo, con excepción de una mañana en el metro y mi visita a la Plaza de Tiananmen y a la Ciudad Prohibida, no me sentí engentada. Para construir las vías del tren de alta velocidad, quitaron todo lo que había a los lados, lo reubicaron. Tienen muchas tierras sin construir todavía. En Japón, en cambio, todo está hecho a la medida. Tokio está apretadísimo, las calles a veces ni tienen banquetas de lo estrechas que están. Las vías del tren pasan entremuchosedificios.ElcaminoaKiotoyaNaritaestabarepletodecasasa ambos lados de las vías. Hasta el último centímetro estaba ocupado de la forma más inteligente posible. Por ejemplo en Ginza, debajo de las vías del tren urbano había tiendas.

Por último, quizás la más grande de las diferencias es la forma de hacer las cosas. En China todo es al momento, de impulso. Mientras hagas las cosas bien, poco importan los adornitos o qué tan delicado lo haces. Nada de cor-tesía, nada de palabrerío, todo va al grano. Y en Japón… se toman su tiempo para hacer las cosas como se debe. Son detallistas a morir. La forma en que envolvían mi comida y le ponían un paquete de gel para mantenerla fría era increíble.Peroavecesesdemasiadoshowparaloquees.Ambasformasdesersonalfinaleficientes,aunquecreoqueprefierolassonrisitasylasvocesde ardillita de Japón a que me avienten los platos de comida como en China.

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Arsenal contra el calorLa mayoría de las cosas en esta vida se pueden conseguir si uno se esfuerza. Desafortunadamente los genes no funcionan así. Por más que lo he inten-tado y trato de aguantarme, no soy compatible con el calor. En Japón a 34 grados centígrados no solamente estaba de malas sino que ya tenía manchas y granitos raros en la piel junto con ampollas en los pies. Aparte ehm, diga-mos que me faltaban unas cuantas lecciones básicas sobre cómo sobrevivir al calor.

En China me abstuve todo el tiempo de sacar mi sombrilla para cubrirme del sol. Todas las mujeres lo hacen, pero yo me sentía como marciano haciendo eso. Sólo llegó un momento en Japón en el que me dejó de importar y saqué lasombrillademibolsa.Definitivamenteayudó.Yadespuéshastaestuveanada de comprarme una sombrilla de sol con protección UV y diseño in-creíble.

Tuve la gran fortuna de que en todas las estaciones de tren o metro y en las calles, casi en cada esquina, hubiera maquinitas para comprar botellas de agua. Incluso se podía pagar con la tarjeta de la red de metro y trenes. Me tomaba unas cinco botellas de por lo menos medio litro al día, nada barata. Cada botella podía costar hasta el equivalente a 30 pesos. Era tal mi calor que ni lo pensaba; ni siquiera hacía corajes porque en la universidad, en Beijing, costaba un peso la botella. Lo más impresionante es que no tuviera que ir al baño a descargar todos los litros que tomaba. El agua salía por todos mis poros.

Mirando a mi alrededor, o sea a la gente, aprendí qué ropa usar y qué no. ¿"Flats" de plástico? ¡No! Lo más posible es que termines con ampollas, justo como las que ya tenía. Zapatos de piel sin calcetines o medias, tampoco. ¿Shorts? Sólo si tienes piernas de popote. ¿Faldas? Sólo con mallones o me-dias abajo. ¿Blusas con tirantitos? Sólo si quieres quedar del color de un cangrejo. ¿Peinarse? ¿Es broma? Incluso en China que no hacía tanto calor, mi

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"peinado" duraba como cinco minutos. El pelo lacio y grueso de los orientales tiene su razón de ser. ¿Maquillaje? Tampoco. Es demasiado el esfuerzo para que a) todo se corra o b) me acaben ardiendo los ojos porque el rímel se me metió a ellos. Pregúntenme en China los primeros días... Tenía los ojos rojos, rojos. Moría de ganas de regresar a darle besos a mis cosméticos, a regresar a mi look cotidiano. Me veía en el espejo y ya no me reconocía. Va a sonar increíble para alguien que prescindió hasta los 25 años de ellos, pero extra-ñaba mis pinturas.

En otro de mis paseos culturales por el súper en Japón encontré que venden varias cosas para sobrevivir al calor... Lo más equis eran bebidas con electroli-tos para rehidratar. Luego vi pañuelos húmedos para el cuello. Los niños son los que más los utilizan, aunque sí llegué a encontrar uno que otro adulto. Vendían además sprays con mentol para rociar pañuelos y aspirar. Por lo me-nosdebefuncionarparaquitarlasensacióndeasfixia.Habíatambiénlocio-nes para echarse en la cara, parches y otras cosas que por estar en japonés no pude descifrar. Y eso que era un mini súper.

He llegado a la conclusión de que cuando estoy de viaje entro en trance. Si este calor me hubiera tocado en México, no salgo ni a la esquina. Pero con todo y calor recorrí casi todo Tokio y una parte nada despreciable de Kioto. Al menos ya para la próxima sabré qué hacer o esperar. Todo en vista de mis genes poco cooperadores en este aspecto.

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Mi “nulo” IQ de las religiones orientalesTemplos visitados en total entre Japón y China: 9.

Ocasiones anteriores en mi vida en las que me había sentido tan idiota, tan turista: 0

Número máximo en las culturas orientales: 9

No sé si el punto era hacer un viaje espiritual, a ver si me caía el veinte, pero al menos ni en los lugares, ni en mis guías de viaje venía una explicación de-cente. Entonces llegaba a los lugares, trataba de ver qué hacían los demás, deversisemesalíanlosdemoniosinternosydeentenderquésignificabatodo. Lo único que lograba era sentirme intrusa en los templos, algunos tan silenciosos que dan miedo… Da miedo escuchar los pensamientos propios. ¿Qué hago aquí? ¿Qué tengo que entender? ¿Puede esto cambiar mi forma de ser?

Al único templo que fui en Beijing, me acompañó Andie. En algún momento de la historia, el Templo de Yonghehong (o en realidad Yonghe porque gong significapalacio)seconvirtióenlasededelBudismo,asícomoelTíbetloesahora. Fuera de prender tres varitas de incienso en cada entrada de un edi-ficio(decomoseisentotal),dejarleunavaritaacadaestatuadeBudayvercómo mi amiga se postraba ante cada uno de ellos, la visita me dejó en la misma brutez.

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¿PorquénecesitasrezarlesatodoslosBudas?¿Noessuficienteconaquelloscuyapersonalidadanhelas tenerocon losquemás te identificas?Esmás,¿por qué las religiones tienen esta necesidad de ponerle varias caras, varias personalidades o varios nombres a un dios? Si fuera tan poderoso como algunos creen, no se necesita eso. ¿O es a caso una forma de volverlos más humanos? Padre, hijo, espíritu santo, los cien nombres de Alá, el buda de la tolerancia el del presente, el de la salud, el de la inteligencia… ¿Por qué?

Poco sospechaba, sin embargo que el Sintoísmo (o Shintoísmo), la principal religión de Japón, y el Budismo no se tratan de creer en algo, sino que son filosofíasdevida.Odichodeotraforma,estasreligionesestántanligadasa la cultura y las tradiciones que no es tan fácil separarlas de la vida diaria. Eso sí, en China no es tan evidente gracias a Mao. Pero las ideas, las virtudes, trascendieron los templos y sobrevivieron a la política, no sin rasguños. A pesar de que la gente no parece ser tan ferviente, las enseñanzas están pre-sentes en el día a día.

Por un lado me gustaría conocer, leer más sobre estas religiones, pero por el otro, estoy preocupada de que mi escepticismo y mi indiferencia hacia las religiones, en general, es cada vez mayor. Dicen que la razón de ser de las re-ligiones es que necesitamos creer en algo. Por mi parte, medio corrompiendo a Sócrates, en el presente yo sólo creo que no creo nada.

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Escala en Vancouver1. Se nota que estoy regresando a territorios conocidos. Disculpen mi obsesión con los baños, pero fue algo muy contrastante en el viaje. Del país de los baños impecables, a un baño promedio. Medio limpio y medio có-modo. Adiós baños agradables…

2. El aeropuerto de Vancouver tiene una decoración recordando los sím-bolos y caras que aparecen en los tótems, probablemente son los de los tótems en Stanley Park en esta ciudad. Las caras me recuerdan enormemente el Parque de las Minorías en Beijing. Afuera de él tienen un par de tótems muy, muy parecidos a los que tienen aquí. Ziyu (Andie) me dijo que represen-tan a una de sus culturas

Las dos nos quedamos pensando al respecto por unos minutos y luego salió una explicación o una teoría de mi boca. Ahora, con las imágenes frente a mí es mucho más evidente… Son los mismos colores, los mismos animales, pero más importante, los ojos los tienen rasgados, muy al estilo oriental. Pues sí, tiene bastante lógica el asunto. Si en verdad los seres humanos llegaron al continente americano por el estrecho de Bering, no es extraño que haya tótems en la parte occidental de Canadá; mucho menos extraño que los inuits o esquimales tengan los ojos rasgados.

Voy por aire, pero regreso a casa siguiendo la ruta de los primeros pobladores del continente americano. Se van quedando recuerdos e ideas en el camino, al igual que se quedaron tradiciones y genes hace miles de años. Tengo la esperanza de que cuando aterrice en México todavía tenga cosas para compartir. Con suerte y sea más que el 1.5% de las variantes de genes que los mexicanos compartimos con Asia.

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