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Ii erreb Orgapo äe su Veperable Oräo Cercen, y (ofraäías Dirección y Administración: PP. MERCEDARIOS Silva, 39.—Madrid (12) 13 DE MARZO DE 1930 o o <> -.(> NÚM. 3 S -U M _L L1 A_ R. 10 LA FIESTA DE SAN Jos, por Fr. M. Eseánez. EL V. F. ANTONIO DE SAN PEDRO, por Fr. G Vázquez. LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES, por Fr. R. Delgado. SANTO TOMÁS DE AQUINO, por Fr. j S. Crespo. LOS PRIMEROS DÍAS DEL HOMBRE, por Fr. R. SdfljUrj0.— Los CRUCEROS, por Fr. G. Placer. LAS MONEDAS DEL EVANGELIO, por V. Núñez. LA N UEVA ITALIA, por Fr. E. Silva. - POR TIERRAS DE HISPANOAMA.RICA, por Fr. S. G GdllegO. PÁGINA MISIONAL. - ¡MADRID CIUDA ROMANA? por G. LA DESHONESTIDAD DE LA MODA FEME NINA, por Fr. 12 Digado. j ANTE EL REY!, por J. G. a Herreros. NOTICIAS. 13IBLIOGRA- FÍA. INDULGENCIAS DEL MES. IMPRESIONES LITÚRGICAS LA FIESTA DE SAN JOSe «Gran alabanza alcanzará el varón fiel. Y gloria inmarcesible el ayo (o custodio) de su señor» (1). He aquí las bellas palabras de la Escritura que la Iglesia aplica en la festividad de este día al dulcísimo Patriarca San José. No parece sino que fueron expre- samente dictadas por el Espíritu Santo para designar la misión altí- sima e inefable que había de realizar en la tierra el santo esposo de María, y la gloria inmensa a que sería ele- vado delante de Dios y de los hom- bres. Es sin duda ésta una de las fies- tas en que se advierte más unánime conmoción en el corazón de los fieles. (I) Prov. 28-20, 27-18. Parece como si se notara un ins- tinto de «desquite» en honrar a este bendito Santo, supliendo así lo que no pudo hacerse en tiempos en que aún no era tan universalmente cele- brada. Adviértese en ello la moción interna y delicada del divino Pará- cilio. Notorio es cómo la unanimidad del pueblo cristiano en la celebración de algún misterio de nuestra religión o en la exaltación y culto especial de algún santo, no es sino efecto de ese secreto impulso o «instinto» di- vino que de El recibe. Y esto, aunque no sea apto para razonar «cientí- ficamente», el por qué. Tal acaeció, por ejemplo, con los dogmas de la maternidad divina de María y con el de su Concepción Inmaculada.

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Ii errebOrgapo äe su VeperableOräo Cercen, y (ofraäíasDirección y Administración:

PP. MERCEDARIOSSilva, 39.—Madrid (12)

13 DE MARZO DE 1930 o o <> -.(> NÚM. 3

S -U M _LL1A_ R. 10LA FIESTA DE SAN Jos, por Fr. M. Eseánez. EL V. F. ANTONIO DE SAN PEDRO, por

Fr. G Vázquez. LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES, por Fr. R. Delgado. SANTO TOMÁS DE

AQUINO, por Fr. j S. Crespo. LOS PRIMEROS DÍAS DEL HOMBRE, por Fr. R. SdfljUrj0.—Los CRUCEROS, por Fr. G. Placer. LAS MONEDAS DEL EVANGELIO, por V. Núñez. LA

N UEVA ITALIA, por Fr. E. Silva. - POR TIERRAS DE HISPANOAMA.RICA, por Fr. S. G GdllegO.PÁGINA MISIONAL. - ¡MADRID CIUDA ROMANA? por G. LA DESHONESTIDAD DE LA MODA FEME

NINA, por Fr. 12 Digado. j ANTE EL REY!, por J. G. a Herreros. NOTICIAS. — 13IBLIOGRA-

FÍA. — INDULGENCIAS DEL MES.

IMPRESIONES LITÚRGICAS

LA FIESTA DE SAN JOSe«Gran alabanza alcanzará el varón

fiel. Y gloria inmarcesible el ayo (ocustodio) de su señor» (1). He aquílas bellas palabras de la Escrituraque la Iglesia aplica en la festividadde este día al dulcísimo PatriarcaSan José.

No parece sino que fueron expre-samente dictadas por el EspírituSanto para designar la misión altí-sima e inefable que había de realizaren la tierra el santo esposo de María,y la gloria inmensa a que sería ele-vado delante de Dios y de los hom-bres.

Es sin duda ésta una de las fies-tas en que se advierte más unánimeconmoción en el corazón de losfieles.

(I) Prov. 28-20, 27-18.

Parece como si se notara un ins-tinto de «desquite» en honrar a estebendito Santo, supliendo así lo queno pudo hacerse en tiempos en queaún no era tan universalmente cele-brada. Adviértese en ello la mocióninterna y delicada del divino Pará-cilio.

Notorio es cómo la unanimidaddel pueblo cristiano en la celebraciónde algún misterio de nuestra religióno en la exaltación y culto especialde algún santo, no es sino efecto deese secreto impulso o «instinto» di-vino que de El recibe. Y esto, aunqueno sea apto para razonar «cientí-ficamente», el por qué.

Tal acaeció, por ejemplo, con losdogmas de la maternidad divina deMaría y con el de su ConcepciónInmaculada.

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LA MERCED, al honrar una vez más sus páginas con la fotografía del Excmo. MonseñorFederico Tedeschini, Arzobispo de Lepanto y Nuncio Apostólico en España, se adhiere

fervorosamente al merecido homenaje Nacional que se le tributa.

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No era capaz de razonarlos, perosí de « sentirlos». Por eso estalló enaplausos y vítores a los Padres delConcilio de Efeso, cuando salían deél después de proclamar y definircontra el impío Nestorio que Maríaera verdadera Madre de Dios.

Ni ocultó tampoco su regocijo yfilial cariño hacia esta celestial Reinade los cielos cuando el Concilio Va-ticano establecía solemnemente eldogma de su Concepción sin mancha.

Aparte la verdadera oleada de mi-sericordias y favores con que se com-place Dios en favorecer a su pueblopor la intercesión del bendito Pa-triarca, creemos no obstante que sedebe muy principalmente este con-tinuo crecer y recrecer de la devo-ción del pueblo cristiano hacia él, aese mismo « instinto» o delicadeza desu olfato espiritual, si vale expre-sarse así, por el que los fieles des-cubren en San José un rastro u «olor»de Cristo inconfundible, que, si comonos dice el Apóstol, es propio detodas las almas justas y santas, enéste podemos afirmar que adquierecaracteres de intimidad tan pura einefable con respecto a Jesús y suMadre Santísima, que en ningún otropodríamos fácilmente encontrar.

Unas sencillas palabras de SantoTomás (I) nos dan pie para pasmar-nos ante la alteza, excelencia, digni-dad y santidad de este bendito Pa-triarca: «Cuanto una cosa se acercamás a su principio, en cualquier gé-nero, tanto más excelentemente par-ticipa del efecto de aquél, por lo que

(1) 3-9 27, art. V.

Dionisio nos afirma que los ángeles,por estar más cerca de Dios, parti-cipan de la bondad divina en gradosuperior a los hombres». Y másabajo, añade: « unicuique a Deo datargratia secundan) hoc ad quod eligi-tur». Ahora bien, siendo Jesucristoel autor y principio de la gracia, se-gún nos enseña San Juan (1-17), yno habiendo habido criatura en latierra (exceptuada la Virgen Santí-sima) que más íntimamente convi-viese con Jesucristo, el/ese que esteglorioso Santo ha debido participarde ella de una manera más abun-dante que ninguna otra criatura. Larazón de la intimidad de convivenciacon Jesús y María, nos da, pues,derecho a esta afirmación. Si consi-deramos ahora la otra no menos im-portante que milita en nuestro favor,o sea la de la misión altísima que des-empeñó en la tierra, tendremos queconvenir también, aplicando la doc-trina del mismo santo doctor citado,en que San José hubo de ser enrique-cido con un caudal tan inmenso degracia sobre el de los demás santos,que únicamente cederá ante el incon-mensurable e inabarcable para nues-tra mente que recibió su Esposa San-tísima.

Dignidad de San José.No cabe duda en que así como la

Maternidad divina de María consti-tuye la clave y cifra y «razón» detodos los inefables privilegios de estacelestial Señora, y esto de un modoinmediato y directo, así también lapaternidad «legal» de San José sobreJesús encierra, de un modo mediato

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e indirecto, el último por qué de laalteza y dignidad de este benditoPatriarca. Decimos de un modo me-diato e indirecto, porque creemos quela razón inmediata y directa estabaya en el hecho de ser destinado yelevado por Dios a la dignidad ex-celsa de Esposo de María. Por Ella,pues, le viene a San José tanta gran-deza, dado que el destinado por Diospara ser Esposo de esta celestialVirgen, vendrá a ser investido de ladignidad de Padre nutricio del Re-dentor. Jesús, en último término,constituirá para ambos, si bien endesigual proporción (1), la clave dela grandeza, de la dignidad y gloriade estos dos dichosos Esposos.

No ha mucho leí en un periódicoque por el Gobierno de una nacióneuropea se decretaban honores oficia-les de príncipe real para un condeque aspiraba y era reconocido comofuturo esposo de una princesa deaquel reino. Nada más natural. Es undictado de la razón el que entre losesposos haya la menor diferencia denivel posible, para que la armoníaconyugal no se turbe. Este hecho tanrazonable me da pie para pensar enlos honores y virtudes y gracias conque la Divinidad decretaría, sin duda,fuese enriquecido el varón que eradestinado a ser esposo virgen de lamás pura de las Vírgenes. ¡Qué pu-reza, qué humildad, qué obediencia,qué total abandono en manos de laprovidencia divina!

(I) Decimos am, porque con ser tan grande ladignidad de San fose, no admite ni comparacióncon la excelsisima a que sobre todos los santos yángeles fue elevada Maria.

Conveniencia del matrimonio entreJosé y María.

De que lo hubo —y válido y legí-timo—no podemos dudar. El ángel,en el Evangelio, llama a María cla-ramente esposa. «No dudes—le dicea José—en recibir a María, tu esposa,porque lo que en Ella ha nacido esobra del Espíritu Santo» (Mat. 1-20).La conveniencia de este virginal des-posorio la explanan muy bien SanAgustín, San Ambrosio, el Crisós-tono y Santo Tomás (1). Ile aquícómo resume el P. Terrien la de todosellos: «La maternidad de María-dice—lo demandaba. Era menesterque ninguna sospecha pudiese em-pañar, ni aun ligeramente, el honordel Hijo o el de la Madre; era nece-sario que si alguna vez el honor seponía en litigio, hubiese un testigo,el menos sospechoso y el más auto-rizado, que pudiese testificar de laintegridad; era necesario también quelos dos, Jesús y M3ría, hallasen unaayuda en su flaqueza; y ¿qué ayudamás conveniente para Jesús que laque le viniese de un padre putativo?»Pudo Dios, usando de su poder,obrar de otro modo, pero su infinitasabiduría prefiere siempre los me-dios más sencillos y suaves antesde echar mano de los extraordina-rios.

No era, pues, necesario el esplen-dor de los prodigios para poner a laVirgen y a su Hijo a cubierto de su-posiciones injuriosas.

«Revelando la virginidad de Ma-ría—añade el autor arriba citado -,

(I) Conf. Knabenbauer in Mat., cap. I.

hubiera manifestado antes de sazón,la grandeza de Jesús».

¿Qué se necesitaba, pues, paraconseguir estos tres fines juntamen-te? Oscuridad para Jesús (por espe-cial designio de Dios), reputaciónsin mancha para su Madre, asisten-cia amorosa y abnegada para losdos: el velo de un matrimonio puroy santo, la unión de un esposo vir-gen con una Madre Virgen».

Esta es la razón, esta la natura-leza de este matrimonio único. Ma-trimonio verdaderamente celestial,nupcias espirituales que la tierra nohabía conocido y que, sin embargo,encierran todos los caracteres deuna verdadera y legítima unión con-yugal.

«Tal fue el sagrado matrimonio deJosé y de María: dos virginidades—dice Bossuet que se unen bajo labendición de Dios para conservarseeternamente la una a la otra por me-dio de una casta correspondenciade púdicos deseos»; ambas fecun-das, mas cada una en su orden: lavirginidad de María, según la carne,Porque su misma pureza hizo des-cender al Espíritu Santo sobre EllaPara llenarla con un germen celes-tial; la virginidad de José, según elespíritu, porque bajo su sombra, den-tro de su dominio, el fruto virginalcreció y se desarrolló.

Grado en que a San José convieneel título de Padre de Jesús.

No podemos ni poner en tela dejuicio que este título glorioso de Pa-dre de Jesús, le pertenece. El propio

Espíritu Santo se lo da en el Evan-gelio.

Cuando después de perdido el Niñoen Jerusalén, lo encuentran, su Ma-dre le dice: «He aquí que tu padrey yo te buscábamos angustiados».

«Iban sus padres cada año a Jeru-salén para celebrar la Pascua», aña-de en otro lugar (Luc. 2-41). Cuan-do el ángel del Señor se le aparecepara disipar la duda que le atormentaacerca del embarazo de su Esposa,después de tranquilizarlo haciéndolesaber que ha concebido por obradel Espíritu Santo, añade: «j le lla-marás por nombre Jesús». Comen-tando el Crisóstomo estas palabras,afirma que con ellas quiso decirle elángel: «Y para que no pienses quepor haber Ella concebido del Espí-ritu Santo, tú has de quedar como ex-traño a la realización de tan alto mis-terio, harás con el Niño las veces depadre y asumirás los derechos y auto-ridad de tal, empezando a ejercerlosaun desde la misma imposición delnombre que ha de llevar.»

Pero aún hay más: EI mero títulode padre putativo, y aun de padreadoptivo, no basta para dar ideaexacta del que le corresponde a estecastisimo Esposo. En efecto, el pri-mero no significa sino que Jesúsoasaba por hijo de José. Tampocoel segundo, aunque añada algo alprimero, es suficiente. Un hijo adop-tivo, por su nacimiento, es extrañoa aquellos que lo adoptan; mas Je-sucristo fué formado por el EspírituSanto en las castísimas entrañas dela Esposa de San José; por con-siguiente, es nacido de este felici-

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simo matrimonio; «porque si el Es-píritu de Dios—como afirma un autormoderno—hizo esta maravilla, fijépor razón de la unión virginal de losdos santos esposos.»

La unión conyugal de los padresadoptivos, no tiende de suyo a laformación del hijo, sobre quien recaela adopción; y en cambio vemos quecuando del matrimonio de San Joséy la Virgen se trata, tenia por fin es-pecialfsimo, según afirma Santo To-más, el nacimiento y la educación delHombre-Dios. En esto estaba surazón de ser. «La prole, enseña estemismo Santo (I), no se llama frutodel matrimonio tan sólo porque enél es engendrada, sino también encuanto que en el matrimonio se recibey en él es educada y sustentada. Ve-mos, pues, por estas notables pala-bras del Santo Doctor, que subrayo,en qué sentido y hasta qué punto po-demos afirmar que José es padre delesils. Según lo expuesto, este castí-simo Esposo es algo más que unpadre adoptivo, mucho más, incom-parablemente más que un padre pu-tativo.

Como apuntábamos, tiene SanJosé de la paternidad todo lo que escompatible con la virginidad: elamor paternal, la solicitud paternal,la autoridad paternal. Por tanto, po-demos afirmar que Jesucristo es, encierto modo, el fruto común de estecastisimo matrimonio. No podremosnunca olvidar que si María, Esposalegítima de José, es algo que le per-tenece, el fruto, pues, que produzca,

(I) In IV; dist. 30; q. II, A. 2.

aun cuando, como en este caso, seaobra exclusiva del Espíritu Santo,le pertenecerá también con toda ver-dad. Si una viña en invierno apare-ciese de la noche a la mañana car-gada de hermosos racimos de uvasjerezanas,za quién pertenecerían esasuvas? ¿No serían, en efecto, de la ex-clusiva propiedad del dueño de lavilia?Podría alguien arrebatarle estetítulo? Pues Jesús fué el fruto esco-gido de esta viña, inefablemente vir-gen e inefablemente fértil, que sellama María, y que pertenece a José,varón justo, abnegado y puro, bajocuya acción diligente y amorosaquiso Dios que creckse y se des-arrollase para salud de los hombres.Sabía Dios Nuestro Señor perfecta-mente que haciendo 'nacer a su Uni-génito de una Virgen desposada, ve-laba por el honor de Ella y de suHijo, pero en alguna manera edi-ficaba, si se permite la expresión, enterreno ajeno. Jurídicamente, aquelfruto virginal, al nacer de María, caíabajo la plena potestad y autoridad pa-ternal de José, su Esposo.

Dios Nuestro Señor, no sólo no leregatea o menoscaba esta autoridady dignidad sublime, sino que por elángel le hacecomo una entrega oficialde la misma al indicarle empiece aejercerla, determinando el nombreque ha de llevar el Niño.

Un milagro hará que sienta estecastísimo Esposo hacia aquel Hijodivino un amor paternal tan dulce,tan hondo y tan solícito como ningúnpadre lo haya sentido nunca hacia supropio hijo, según la carne; él lo con-ducirá y protegerá cuando los enemi-

gos del Niño intenten arrebatárseloPara matarlo; caminará de noche,conteniendo el aliento y tranquili-zando a su Esposa; trabajará y su-dará; se quitará de su boca el panpara dárselo, y cuando ni aun así,por su extrema pobreza, logre en-jugar el llanto de aquellos ojuelos

San Claudio (Oviedo).

divinos, lo tomará y acallará en susbrazos, cubrirá de besos la rosita deaquel rostro y mezclará sus lágrimasa las del Niño, increpando acaso dul-cemente a María porque, transpor-lada en éxtasis de amor, no se dacuenta de que el divino Pequeñínsolloza.

FI?. MIGUEL ESCANEZ

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El Excmo. Sr. Obispo de San Juan de Puerto Ricó, Terciario de la Merced, y la Directiva dela V. O. Tercera con su Director P. Eliseo Pérez.

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El V. Fr. Antonio de San Pedro.

(Retrato existente en el Convento de Mercedarias de Fuentes de Andalucía).

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Su vida comienza por una senten-cia del Santo Oficio que le declarajudío relapso y le impone una regularpenitencia, en gracia de su arrepenti-miento. Cuando las informaciones delimpieza estaban más en auge, ¡valorse necesitaba para comenzar de esemodo un libro de esta clase! (t)

Antonio Correa había nacido enCelorico, no lejos de Guarda en Por-tugal, frente a Ciudad-Rodrigo. Suspadres eran judíos conversos, peroen secreto continuaban practicandola ley mosaica, en que la madre leeducó celosamente. El padre fué des-pués penitenciado por el Santo Oficioy la madre se pasó a Italia, arrojandola máscara de cristiana.

Antonio se trasladó al Perú, dondellevaba trazas de enriquecerse cuan-do fué detenido por la Inquisición deLima el 22 de mayo de 1604, a lostreinta y tres de su edad. Anduvoreacio en sus declaraciones, hastaque tocado de la divina gracia se de-cidió a convertirse de veras, implo-rando misericordia. Salió al auto defe de 13 de marzo de 1605, siendocondenado a tres años de cárcel consambenito y destierro a España.

(1) Dios Prodigioso en el judío más obstinado...,el venerable hermano Fr. Antonio de San Pedro,religioso lego del sacro, real y militar Orden deMercedarios Descalzos... Escribe el P. Fr. Andrésdc San Agustín, chronista general de dicha Orden...En Sevilla. por Thomäs López de Haro, año de1688.-52 hojas preliminares y 656 págs. en 8.. (Haysegunda edición de 1728).

Cumplió la condena sirviendo en elconvento de la Merced, donde se en-contró un santo lego paisano suyo, elvenerable Fr. Gonzalo Díaz de Ama-rante, que le amaestró, no sólo en lareligión cristiana, sino en la vida es-piritual. Los superiores le encarga-ron al poco tiempo la compra diaria.La sentencia no era para acreditar decruel al Santo Oficio. Una vez cum-plida se embarcó para España, perovino a naufragar frente a Setúbal.Salía sobre una tabla, pero la cedió aun compañero que, por ser padre denumerosa familia, le pidió ese favor.Más tarde le vinieron graves escrú-pulos acerca de aquel acto heroico, acausa del gravísimo riesgo en que sehabía puesto, y por ellos conocierontal hecho sus confesores.

Dirigióse luego a Sevilla, donde leadmitieron de donado en el conventode Dominicos de San Pablo. Hubié-ranle dado el hábito de lego, pero élponderó tanto su calidad de judío, queal fin le dejaron ir, no sin dolor dealgunos religiosos.

Trasladóse después a Osuna, don-de era comendador de los Merceda-rios descalzos el venerable P. FrayMiguel de las Llagas, que por favorespecial le dió el hábito de donado el28 de junio de 1611, siendo esa lacausa de llamarse Fr. Antonio de SanPedro.

Aquí dió admirables pruebas de ab-

negación. y humildad, sirviendo deayudante en todos los oficios y su-friendo con alegría las mayores afren-tas. Su confesor, que había de escri •bir más tarde su vida, cuidó de ocul-tar la condición de cristiano nuevo yasí obtuvo que le dieran el hábito de

lego en enero de 1614, profesandosolemnemente el 15 de febrero de1615.

Todo el desprecio que los cristia-nos viejos profesaban a los conver-sos era nada para el que Fr. Antoniosentía de sí mismo, y en este ordenhacía cosas verdaderamente increí-bles. No sólo sufría con paciencia

todas las humillaciones y castigos.,sino que encontraba en ellos granplacer. Las disciplinas públicas yotras penitencias llovían sobre él demodo que no quedara la menor dudade la sinceridad de su conversión.

El no se disculpaba ni defendía, di-

ciendo siempre que era mucho peorde lo que pensaban. Un día de corridafué a pedir limosna a la villa, y al re-gresar por la noche al convento, queestaba apartado, le preguntó el co-mendador si había visto los toros.Contestó que sí, recibiendo en el actouna severa reprensión y fuerte disci-plina. Su confesor, maravillado del

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El V. Fr. Antonio de San Pedro (1571-1622)

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caso, le hizo declarar después quelos toros los había visto efectivamen-te cuando iban a encerrar, y no sinpeligro de ser volteado.

El oficio de pedir limosna era delos más penosos del convento y asílo tuvo casi todo el resto de su vida.Al mismo tiempo que procuraba elsustento de los religiosos, socorría amuchos pobres, desviviéndose por remediarlos.

Tuvo singular conocimiento de loscorazones, dejando aterrados a lospecadores con manifestarles clara-mente los malignos pensamientos queabrigaban, logrando por este medioadmirables conversiones. Buscó do-tes con que remediar mujeres caídas,fundando unä casa de recogimientopara otras.

Su penitenCia era verdaderamenteespantosa, quedando en poco tiemporeducida a un esqueleto su regularfigura. Cosas refieren de él testigospresenciales, que son más para admi-radas que para imitadas, aunque fue-ran tal vez necesarias para disiparla prevención (no infundada) que existía contra los conversos.

Dios Nuestro Señor le favoreciócon el don de milagros, siendo innu-merables los que refieren los 160 tes-tigos de la información hecha a raízde su muerte. Y lo más singular esque esta perfección y estos altos do-nes se los concedió la divina gra-cia en solos dieciocho años de cris-tiano.

Para evitar el aplauso que sus cu-raciones levantaban, cuando le llama-ban a ver a un enfermo solía enviarrecado por otras personas (a veces

por las arrepentidas) encargando quetuvieran confianza en la Pasión delSeñor. Tal circunstancia fué a vecescelebrada con risa, aumentando la ve-neración al siervo de Dios.

Su obediencia era ciega, rayana ensimplicidad, necesitando los superio-res medir sus palabras, pues él lascumplía al pie de la letra. Por la granveneración que le profesaba don Nuñode Villavicencio, alcalde de Osuna,dió libertad a algunos presos. Ha-blando luego con el P. Comendador,dijo que Fr. Antonio era el dueño dela cárcel, haciendo en ella lo que ledaba la gana. —Ya que no sirve parafraile ¡que sirva de alguacil! - contes-tó bromeando el superior ; peroFr. Antonio lo tomó en serio, y bus-cando una vara se fue delante del al-calde.

Muchas de estas simplicidades pro-cedían de estar continuamente en ora-ración, absorto su espíritu en Dios.Un Prelado le dijo que se distrajera yno pensara tanto en El, a lo que con-testó humildemente: —¿Cómo puedehacerse eso?

Lo más admirable era su caridadcon los pobres, que le cegaba hastadarles su propia ropa, y aunque lue-go le reprendían, en viendo otra ne-cesidad se olvidaba de todo. Fué ésteuno de los mayores reparos opuestosa su virtud, pero los que le conocíanexcusaban su aparente desobediencia.

Por haber encontrado un cadá-ver ya descompuesto e identificádolomal, el Corregidor había condenadoa muerte a un pobre labrador. FrayAntonio salió a la defensa del reo,gritando públicamente que era inocen-

te. Contestó el Corregidor que seríaejecutado al tercer dia, en viniendo laconfirmación de Granada. —Antes deesa fecha vendrá el que suponen ase-sinado—replicó Fr. Antonio- ; y asísucedió puntualmente, con asombrode todos y del supuesto muerto queno sabía qué mano oculta le había lle-vado a Osuna, donde nada tenía quehacer.

No menos enérgico se mostró enotra ocasión. Estaban en Osuna muydivididos nobles y plebeyos sobrePretensiones de cargos. Los segun-dos obtuvieron una provisión de laChancillería, que de publicarse hu-biera hecho correr mucha sangre.Fr. Antonio se apoderó de ella, ha-ciéndola pedazos. Llovieron sobre éldicterios y aun algo más, pero el san-to lego se mostraba satisfechisimo.Prendiéronlo e hiciéronlo ir a Grana-nada, dando tal satisfacción a losoidores que bendijeron a Dios de ha-berse encontrado tal apaciguador.

Aunque los Prelados le tratabancon suma dureza, por asegurarse, in-teriormente le veneraban y varios deellos confiesan haberle llevado a al-gunos pueblos, como Archidona,Fuentes, etc., donde sólo de verle lagente se compungid; ¡tal era su mo-destia!

Su convento poseía una enfermeríaen el pueblo y en el verano de 1622a llí estuvo Fr. Antonio prodigando

cuidados a los enfermos. Agraváron-sele también a él sus achaques, congravísimos dolores de estómago, quele pusieron en el último extremo.

A sus dolores se añadieron gravísi-mas aflicciones interiores, que fueronla última prueba con que Dios purifi-có su alma. Serenado con los SantosSacramentos, pasó de esta vida el 22de julio de 1622.

Sus devotos encargaron sacar re-tratos del cadáver a todos los pinto-res que había en la villa, que no eranmenos de doce, y de éstos se hicierondespués innumerables copias, que sevendían en Madrid, en Granada y enSevilla. Su Vida, por Fr. Andrés deSan Agustín, tiene un magnífico gra-bado, parecido al que hoy reprodu-cimos.

Lleváronle a enterrar con granpompa desde la enfermería al conven-to, obrando el Señor por su interce-sión cosas admirables. Hiciéronse lasinformaciones ya citadas, en que, porhaberse desarrollado los sucesos enpocos años, deponen casi todos lostestigos presenciales y muchos favo-recidos.

El Nuncio, Julio Sachetti, con de-creto de 2 de diciembre de 1624, lasaprobó, autorizando que se pusieranluces en su sepulcro, colocándolo enlugar distinguido. Son muchos losescritores coetáneos que le mencio-nan con veneración.

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

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Carta Encíclica de Pío XI

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Los Ejercicios Espirituales

Como terminación de las solemnesfiestas con que el mundo católico so-lemnizó el Año Jubilar del Vicario deJesucristo, testimoniándole de unamanera efusiva su amor e inquebran-table adhesión a la Silla de Pedro,Pío XI, siguiendo la laudabilísima cos-tumbre de sus predecesores en igua-les circunstancias, ha lanzado a todala familia cristiana una bella y pater-nal Encíclica sobre los Ejercicios Es-pirituales. Documento importantísimodigno de ser leído por gobernantes ygobernados, en donde todos encon-trarán sublimes enseñanzas de vidaeterna, sanas orientaciones hacia unporvenir venturoso de dulce paz y sua-ve tranquilidad y un gran sedante ca-paz de calmar todas las inquietudesdel espíritu y todas las borrascas delcorazón.

Los Ejercicios Espirituales en lavida moderna.

El Romano Pontífice, con doloridosacentos de Padre común de los fieles,expone a grandes rasgos las profun-das llagas morales y sociales que hoyaquejan a la sociedad contemporánea.La gravísima enfermedad—dice el in-mortal Pío XI—de la edad moderna, yfuente principal de los males que to-dos lamentamos, es esa ligereza eirreflexión que lleva extraviados a loshombres; de aquí procede la insacia-ble codicia de riquezas y placeres que

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va paulatinamente extinguiendo en lasalmas el deseo de bienes más eleva-dos y las enreda en tal forma, que nolas deja levantarse a la consideraciónde las verdades eternas, ni de las le-yes divinas, ni aun al mismo Dios. Seduele el inmortal Pontífice de lacorrupción de costumbres, que todolo invade de una manera avasalla-dora.

Para curar esta enfermedad, que tanreciamente ataca hoy a los hombres,¿qué socorro ni qué medicina más apropósito hallaremos que invitar alpiadoso retiro de los Ejercicios Espi-rituales a estas almas tan débiles ytan descuidadas de las cosas eternas?Apartado el hombre por unos días dela vida social y de la turbulenta in-quietud de los negocios y entregado auna seria reflexión sobre los grandesproblemas, los únicos importantes, dela vida, cuáles son: saber su origen ysu fin, de dónde viene y a dónde va;aunque sólo esto fuesen los EjerciciosEspirituales—dice Pío XI—nadie de-jaría de ver la utilidad que de ellospuede reportarse. Por eso decía el in-mortal León XIII, que bastaba la medi-tación del fin del hombre para restau-rar todo el orden social.

Los Ejercicios Espirituales, escue-la de vida cristiana.

Después de presentar el Vicario deJesucristo los Ejercicios Espirituales

como una positiva y verdadera pales-tra del espíritu, porque en ellos apren-de la razón a pensar con madurez yreflexión y la voluntad a robustecersea sí misma, para sujetar el imperio delas pasiones al dominio de la razón,nos los presenta como escuela de vidacristiana. «De aquí se sigue—escribeel inmortal Pontífice— que los Ejerci-cios Espirituales no sólo perfeccio-nan las facultades naturales del hom-bre, sino que tienen un maravillosopoder para formar al hombre sobre-natural, esto es, al cristiano. » Hacenotar, a continuación, la falta de vidacristiana que se observa en la edadmoderna por los múltiples obstáculose impedimentos que la impiedad deestos tiempos opone, a fin de descris-tianizar a los pueblos y a los indivi-duos, extinguiendo la fe en las almasy la esperanza de la recompensa eter-na en los corazones. En la fragua delos Ejercicios Espirituales, alumbra-do el hombre por luz divina, aprendea conocer el verdadero valor de lavida humana y a tener la fuerza sufi-ciente para saber vivirla, según el es-píritu de Cristo; aprende a aborrecery detestar el pecado, que le aparta desu Dios y de su fin último, concibien-do un santo temor de Dios; ve, contoda claridad, la inanidad de las cosasterrenas, y se prepara a seguir aAquél, que es el «camino, la verdad yla vida», despojándose del hombreviejo y revistiéndose del espíritu deCristo.

Los Ejercicios Espirituales, escue-la de paz y fragua de apóstoles.

Tal vez en ninguna época de la His-

toria se habló tanto de paz como enla actual, y nunca faltó tanto la pazen los pueblos, en los individuos y enlas familias como en la sociedad mo-derna. Innumerables son los bienesque la práctica de los santos Ejerci-cios proporcionan al alma, pues enellos halla el hombre «el descanso, lafelicidad, la verdadera paz, que contanta sed desea el alma humana, y!que la sociedad actual, alucinada yenfrebecida, busca inútilmente en losbienes inciertos y caducos, en el tu-multo y agitación de la vida». Verda-deramente es muy grande el poderpacificador y santificador que tiene elretiro espiritual de los Ejercicios; lasalmas salen de él «arraigadas » y(edificadas » en Cristo, plenas de luz,de vigor, de tranquilidad y de felici-dad.

Además de la plenitud de vida cris-tiana que los Ejercicios Espiritualescrean y perfeccionan—escribe el Ro-mano Pontífice—, además de la pazinterior que dan al alma, brota otrobien importantísimo, el espíritu deapostolado evangélico, el ansia deganar almas para Cristo, el dar a co-nocer a Aquel que murió por ellas enel árbol de la Cruz, arrancando aunas de la fría y oscura noche del pa-ganismo y a otras atrayéndolas alverdadero redil de la Iglesia de Jesu-cristo. dina y muchas veces hemosrepetido—dice Benedicto XV—quevana y estéril será la labor del após-tol, si no es fecunda por la gracia delSeñor...»; gracia que enciende —aña-de Pío XI en la Encíclica que veni-mos comentando—maravillosamenteen deseos de comunicar a otras almas

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el conocimiento y el amor del Bieninfinito, y la que Dios Nuestro Señorconcede abundantemente en el fecun-do retiro espiritual. Para ser apóstolde Jesucristo es necesario, por la leyordinaria, como dice San Agustín ySanto Tomás, quede tal manera se em-pape en el espíritu de oración, espíri-tu de Cristo, que la plenitud de lavida se desborde de sus almas y sal-ga a la acción exterior y dé eficacia-a los ejercicios exteriores.

La vida interior es el alma de todoapostolado; sin esta vida interior, laacción del apóstol, por bien organiza-da que esté, no rendirá los frutos quese desea. «Sin vida interior—dicePío X—las fuerzas faltan para sopor-tar con perseverancia el tedio queentraña todo apostolado». ¿Y dóndemejor se hallará la forja que forme alapóstol que en los santos Ejercicios.

Se lamenta el Sumo Pontífice de lafalta de operarios (cuando las lejanastierras de las Misiones «blanqueanya la mies» y reclaman cada vez másnumerosos operarios; cuando ennuestros mismos países requieren yexigen numerosos y escogidos sacer-dotes, que unidos a los apóstolesseglares se consagren a las múltiplesobras de celo y de acción católica».En el Cenáculo de los Ejercicios Es-pirituales es donde se formarán yadiestrarán para el apostolado cris-tiano.

Maravilloso ejemplo de Jesucristo.El Romano Pontífice nos presenta

al Divino Maestro formando y alec-cionando a sus Apóstoles en esteretiro espiritual, y El mismo nos da

maravilloso ejemplo al retirarse aldesierto por espacio de cuarenta días,antes de que su celestial doctrina res-plandeciese delante del mundo. Decuando en cuando, en medio de lasfatigas de las correrías evangélicas,invitaba a sus discípulos a la soledady al retiro; y después de su ascensióna los cielos quiso que permaneciesenpor diez días en el Cenáculo, a fin deque recibieran su última formación yse hiciesen dignos de recibir el Espí-ritu Consolador. (Memorable retiro—escribe Pío XI —que bosquejó, por de-cirlo así, la práctica de los EjerciciosEspirituales, del que la Iglesia saliódotada de perpetuo vigor y pujanza:feliz retiro, en el cual, bajo el valiosí-simo patrocinio de María Madre deDios, se formaron no sólo los prime-ros Apóstoles, sino también aquellosque justamente llamaremos precurso-res de la Acción Católica».

La Iglesia católica y los Ejerci-cios Espirituales.

Desde aquel feliz retiro espiritualdel Cenáculo de Jerusalén de dondesalieron aquellas almas eminentemen-te apostólicas, profundamente evan-gelizadoras, la Iglesia católica hapracticado los Ejercicios Espiritua-les, si no en el concepto y forma quehoy tienen, pero sí en cuanto a sucontenido y sustancia de los mismos;(fue uso familiar entre los primeroscristianos», como hace notar SanFrancisco de Sales. El Sumo Pontífi-ce trae a este propósito varios ilus-tres testimonios de los Santos Pa-dres. Así, San Jerónimo exhortaba ala noble matrona Gelancia: «Elige un

lugar oportuno y apartado del tráfago abre el paternal corazón del Sumofamiliar, en el cual te refugies como Pontífice a una santa y vivificadoraen un puerto. Allí dedicarás tanta asi- expansión, al ver el incremento queduidad y espacio al estudio de las di- en estos últimos tiempos han tomadovinas Escrituras, a la oración y a la la práctica de los Ejercicios Espiritua-contemplación de las verdades eter- les entre los fieles de toda la gran fa-nas, cuanto al menos sea necesario muja cristiana. «Después de la cruelpara compensar con este retiro las tragedia de la guerra —escribe Pío Xl-otras ocupaciones». «Puesto que he- que tan acerbamente perturbó la fami-mos dado al cuerpo un ario — escribe lia humana; después de tantas calami-San Jerónimo - concedamos al alma dades de índole espiritual y materialal menos unos días... Vivamos para como han comprometido la prosperi-Dios un poco, ya que el resto del dad de los pueblos, ¿quién será capaztiempo lo hemos dedicado al siglo... » de enumerar la ingente cifra de los

En el correr de los siglos, fatigado que, viendo cómo se extenuaban yel corazón humano de las continuas desvanecían esperanzas engañosas,agitaciones del vivir y de las múlti- entendieron que era necio posponerples preocupaciones de los negocios, los intereses del espíritu a los nego-ha buscado siempre este retiro, esta cios temporales y, empujados por se-dulce y tranquila soledad, este placido creta inspiración del Espíritu Santo,oasis, donde el alma pudiese aspirar a volaron a la conquista de la verdade-su Dios, su Principio y su Fin único. ra paz en el sagrado retiro?» Por eso,Hace notar el Santo Padre, que en el vemos con muy honda satisfaccióndesenvolvimiento de la Historia, cuan- correr los hombres, de todas lasdo las épocas eran verdaderamente clases sociales, hacia esos retiroscalamitosas y las crisis eran profun- espirituales, a formarse y adiestrarsedas, entonces era también cuando los para las rudas jornadas de la existen -hombres ansiosos de justicia y tran- cia.quilidad, hambrientos de paz y de Presenta el Romano Pontífice a loS

dicha, buscaban el retiro de los Ejer- fieles de todo el mundo católico el

cicios Espirituales, y, allí, a solas con ejemplo que da el Vaticano, el Epis-

los hondos secretos de sus concien- copado, el Clero, las Ordenes religio-

cias, libres del «mundanal ruido», aca- sas, practicando todos los años elliados los terrenales gritos de sus Piadosísimo retiro espiritual; y exhor-

ta, paternalmente, a todos a que pro-corazones y enmudecidas sus concu-piscencias, deleitábanse «con la me- curen dar este saludable puesto a los

ditación de las cosas santas y de las fieles, proporcionándole los Ejerci-delicias eternales». cios Espirituales anuales. «Porque

son un místico Lignum vitae.»Desea ardientemente el amorosísi-

mo Padre común de los fieles «de quese purifiquen con los Ejercicios Espi-

Los Ejercicios Espirituales en lostiempos modernos.

Es verdaderamente halagador y

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rituales las numerosas legiones de laAcción Católica que tan necesariaes su participación en el apostoladojerárquico, sobre todo los jóvenes, afin de que sean esforzados soldadosde Cristo, dispuestos siempre a librarlas sagradas batallas del Señor.

Los Ejercicios Espirituales y losobreros.

Atento siempre el corazón paternaldel Santo Padre a la porción predilec-ta de Jesucristo, los pobres, los obre-ros, quiere distribuir entre las nume-rosas masas del pueblo «este tesorode los Ejercicios Espirituales», a finde que no sean arrastrados hacia losplaceres y costumbres materialistas ydisfruten de las inefables dulzuras queproporciona la Fe y la Esperanza.

Después de manifestarnos la ar-diente atención que presta a estasobras de los Ejercicios Espirituales,exhorta con sumo interés al clero delorbe católico a que proporcione a losobreros estos retiros espirituales, quetanto bien han de derramar en sus al-mas y que tanto mitigan y suavizansus penas y sufrimientos.

Los Días de retiro espiritual.

Para conservar y defender el frutode los Santos Ejercicios y renovar susaludable recuerdo, aconsejamos elorganizar el retiro mensual, o ál me-nos cada tres meses. Esta costumbre,que - nos place usar las mismas pala-bras de nuestro predecesor de santamemoria Pío X----«vemos gustosos in-troducirse en muchos lugares.» Ymás adelante añade: « deseamos vehe-

mentemente que se introduzca entrelos legos, sobre todo entre los que,absorbidos por los cuidados de la fa-milia o enredos de negocios, esténimpedidos de hacer Ejercicios Espiri-tuales; porque con estos retiros po-drán en parte suplir algunos de los de-seados provechos de los referidosEjercicios.»

Hermosos frutos de los EjerciciosEspirituales. -

Afirma el inmortal Pío XI que si portodas partes, por todas las clases dela sociedad cristiana se difundieren ydiligentemente se practicaren los Ejer-cicios Espirituales, se seguiría una re-generación espiritual: se fomentará lapiedad, se robustecerán las energíasreligiosas, se extenderá el fructíferoministerio apostólico y, finalmente,reinará la paz en los individuos y en lasociedad.

FR. R. DELGADO CAPEÁNS

O. DE M.

Suscripción para una beca.Pesetas.

Suma anterior 1.231,00

De una devota

91,00De una Terciaria

5,00

De los Excmos. Señores

Marqueses de Torrela-

guna

1.000,00

TOTAL

2.327,00

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Eres la suma de los idealesque formaban el alma de tu siglo:el siglo de las ansias ojivales,el sig:o caballeroque, vestido de acero,supo sentir nostalgias divinales...

Vivías en los años trovadoresy rimaste sentires de poeta,y tu lengua interpretatan bien del alma el fuego y los ardoresque mereciste ser apellidado4E1 Cantor del Amor de los amores».

Vives los días de una edad galantey (así como Francisco se enamorade la Pobreza y se hace mendicante)tú la VERDAD eliges por señora.'Así te vimos, caballero andante,desafiar con armas de razonesa cuantos campeonestuvieron el audaz atrevimientode no acatar por reina de hermosuraa la Señora de tu pensamiento!¡Así te vimos con sin par bravura,y en racional torneo,sostener los colores de tu Dama,y rendir a sus plantas el trofeomientras el pueblo vencedor te llama!

Envidiaste la audacia de la ojivaque anhela avecinarse al firmamento:Cóndor de/pensamiento,en tu sed de VERDAD, tan alto subesque semejas volar sobre las nubesy bailar en el Sol tu entendimiento...

Sentías que el aliento fatigadodel cruzadoabrasaba tu frente;mirabas al orientey el choque percibías del combate;acaso te pintó la fantasíaal valiente Templario

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conteniendo el embatede la morisma impía,o le viste guiando al peregrinopor torcido camino solitariodel soleado campo palestino...Sabes que los desiertos africanos +-vomitan en España sus legiones,que lloran al partir sus campeoneslas kábilas y aduares mauritanos;que el camellero de ligera plantay el pastor de los Atlas ce//petos,y el que en el Nilo musulmán se bañatodos acuden a la guerra santa,y al compás de salvajes alaridospisotean los cármenes floridosde la creyente España...y entonces el dormidoespíritu guerrero(patrimonio de cien generaciones)en Ti se revolvió: no bien armadocon el pesado aceroal campo saltarás: armas mejoresse forjan y se templan en tu mente:con ellas lograrás triunfos mayoresde la agarena genteque el guerrero con sangre y con su-

[dores.

Ser poeta,ser asceta,ser guerrero,ser cruzado,ser andante caba'lerosiendo fraile retirado,ser doctor de los doctoresy cantor enamoradodel Amor de los amores,coronando dones tantoscon el nimbo de los santos...

Bien supo en Tí plasmar sus ideales,bien supo hacer de Tí su obra maestratu centuria.., tan diestraen cincelar figuras inmortales.

FR. J. S. CRESPO

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LANZA

Santo Tomás de Aquino (7 de Marzo)

Esta composición fue leída por su autor en la solemne velada del 7 de Marzo del ario 1929, quecomo todos los arios, los coristas de Poyo dedicaron al Patrono de los Estudiantes Católicos.

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Interpretación del arte Paleolítico.

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0cv"..oc,°`' Los primeros días del hombre— 99 —

Hemos escrito algo, muy poco, casilo indispensable, sobre el arte del Pa-leolítico.

A todo el que no está acostumbradoa ver las reproducciones de dichoarte, corrientes aún en obras peque-ñas, le parecerían algo grandioso, so-bre todo las que se refieren a animales.

Las figuras humanas, en cambio,están muy estilizadas, es decir, queno son retrato de nadie, sino una pin-tura muy semejante a la que hacen losniños, que suele consistir en uncírculo pequeño que simula la cabeza,otro bastante mayor que indica eltronco, del que parten dos rayas, losbrazos, y termina en otras dos, queson los pies.

El círculo grande lo alargan los ar-tistas prehistóricos, estrechándolo alllegar a las caderas, de donde arran-can las extremidades inferiores, confrecuencia largas y en posiciónes ver-daderamente extrañas, si la foto ins-tantánea no nos revelase estos mis-mos movimientos en corredores, ju-gadores de balón, etc., lo que nos in-dica hasta qué grado sorprendían elmovimiento y fielmente lo ejecutabanaquellos viejos artistas.

Pero lo difícil es interpretar estaspinturas, pues se encuentran mil sig-nos llamados tectiformes, escudifor-mes, etc., cuyo significado real apenasse vislumbra.

En estos signos ven algunos auto-

res, Breuil (1) entre ellos, trazas in-equívocas del culto al Sol y a la Luna,otros ven planos de Palafitos, y nofalta quien diga que son trampas deenramada usadas para la caza de fie-ras y animales. Como se ve, hay paratodos los gustos.

Una de las escenas más interesan-tes es, sin duda, la danza de Cogul(Lérida), donde nueve mujeres bailanalrededor de una figura masculina queacusa muy pronunciado el sexo y queObermaiersupone será una funda pro-tectora, y que tiene en la pantorrillaun adorno, interpretado como jarre-tera.

Sobre esta escena gráfica, se divi-den las opiniones; una se halla ex-puesta en un folleto, cuyos autoresson Ismael del Pan y P. Wernert, quesostienen no es más que la represen-tación de alegría de la tribu al cele-brar el triunfo de un cazador de cabe-zas. Copio de este folleto una cita deRiedel, El Ponor, (Rev. d'Ethn.), quedice:

(Los habitantes de Timor (2) ciñenla parte alta de sus piernas, comosímbolo de honor, con una tira de pielde cabra blanca que conserva todavíasu pelo. Llaman ponor a esta jarrete-ra, que indica a todo el mundo que el

(1) Por error tipográfico el mes pasado aparecióBrenil.

(2) Isla de Oceanía, en el mar de la Sonda, per-tenece a Holanda y Portugal.

bravo que la lleva es un gran cazadorde cabezas.»

Sigo extractando por no hacer de-masiado larga la cita: «Las mujeres yniñas rodean al valiente cuando llegaal pueblo con la cabeza de algún ene-migo, y danzan con cantos, en queglorifican su nombre, el de su madre yel de sus antepasados; ungiendo alcazador con aceite oloroso, y enton-ces los viejos atan a sus piernas la ja-rretera de piel de cabra blanca.»

Obermaier, Cabré y otros, quierenque sea una fiesta o danza mágica enhonor del Sátiro o Dios de la fecundi-dad. Y este concepto lo hacen generalpara interpretar figuras del arte viejo.

Tres son las clases de magia, delas que según Obermaier(1), aparecenmuestras en el Paleolítico: Magia decaza, de protección y de culto animal.Tan claras las encuentra en algunaspinturas prehistóricas, que no apelaal paralelo etnográfico, es decir, a loque representan figuras parecidas enlos pueblos atrasados de hoy.

El dicho de Cicerón: ¿quién es elque mirando al cielo y contemple suarmonía, no ve a su través al AutorSoberano de Ella? se puede afirmarnuevamente, y esa idea monoteísta,esto es, la creencia en un solo Dios,es una idea existente en muchos pue-blos salvajes de hoy, y no debemossuponer que en el vetusto tiempo de lapiedra tallada no existiese (2).

La magia no es más que la res-puesta al ignorabimus absoluto en

(1) El Hombre Fósil, segunda edición, Madrid1925.

(2) A este propósito vid Christus, Manuel d'Histoire des Religions par Joseph Huby. Paris1923.

que yacen los salvajes, respecto a losmil sucesos que acaecen producidospor las leyes naturales, enfermeda-des, inundaciones, malas cosechas,etc., etc., que los atribuyen a espíritusmalos, poderosos, a los que tratan desojuzgar con dichas prácticas y sorti-legios. Generalmente son arcanospara los que no pertenecen al clan otribu, y aun dentro del clan existen so-ciedades secretas, a cuyas reunionesasisten enmascarados, y en las que secometen las mayores abominacionesmorales.

La magia de caza, obedecía a lapreocupación naturalísima, porque noles faltase el alimento, y consistía enritos, durante los cuales uno, enmas-carado con la figura del animal que sedeseaba cazar, es acorralado, sobreél fingen disparar sus arcos para he-rirlo; es un verdadero simulacro deuna cacería, hasta que el disfrazadocae aparentando la agonía y muertedel animal.

En otras tribus se contentan conhacer todo esto en las pinturas de losanimales, y precisamente esto es loque se encuentra en el Paleolítico,donde hay figuras con flechas y otrosdardos clavados en distintas partesde su cuerpo.

Es innegable el miedo que los sal-vajes poseen al retrato, pues creenque sobre él pueden invocarse todaclase de maleficios, que caerán sobrela persona retratada; de ahí, que noaparezcan en el Paleolítico verdade-ros retratos; lo que sí no falla detalledel adorno exterior que usan los ene-migos, para que el rito mágico cum-pla sus efectos. El salvaje no temerá

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LINARES (Jaén).—Asilo de las Hermanas Mercedarias de la Caridad.

1

al número de contrarios, teme y mu-chísimo a una hechicería cualquieraque sobre el se invoque. El sacerdo-te de la magia o hechicero suele pa-gar con la vida sus secretos, a pesarde ser en gran manera temidos.

Esto es lo que se llama magia deprotección, de la que se encuentramucho en el arte rupestre, sobre todoen las figuras al aire libre de Levante,donde aparecen escenas de batallas,combates singulares, etc., en las queen efigie matarían al enemigo a quiendeseaban hacer la guerra.

Que las pinturas se refieren fre-cuentemente a prácticas de magia, seprueba por el difícil acceso a ellas, enla mayor parte de los casos y en lacueva de Altamira, en la que están enel techo del gran salón de la entrada,quizá fuesen pintadas al dejar de serhabitada dicha cueva, como quierenalgunos autores.

¿Dificultan estos resultados de laciencia lo que nos dice la Sagrada Bi-blia con respecto a los primeros hom-bres? No; pues en unos cuantos ver-siculos pasa los primitivos tiemposde la humanidad, y su objeto no era,por otra parte, la narración sistemáti-ca de las costumbres de los distintosperíodos prehistóricos de que nos ocu-pamos.

En cuanto al desarrollo evolutivo,se ha observado, dice el P. Carballo,que primero aparecen las imágenesantropomorfas durante el orirlacense,y después en el solutrense y altami-rense (1), es cuando se descubren las

(1) Las imágenes antropomorfas, a que se refie-re, son estatuttas de diferentes materiales, general-mente femeninas, como las estatuítas de Brassem-

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zoomorfas (caballo, reno y bisonte,especialmente).

¿Supone esto un cambio de reli-gión? ¿Una regresión, tal vez, de laidolatría a la zoolatría? No lo sabe-mos.

Nada tendría de particular. Si lacultura de un pueblo se expresa por laperfección de su lenguaje, encontramos las hordas de Australia, que loposeen fácil y abundante, sumidas enla mayor barbarie que darse puede. Uncuadro de sus costumbres nos lo pro-bará.

Errantes siempre Iras la caza, queconstituye su alimento, no conocen nila cocción de éstos en pucheros; apro-vechan todo, desde el canguro hastalas larvas 'de coleópteros, no desde-ñando nunca los reptiles, gusanos,moluscos e insectos, cogiéndoloságilmente donde los encuentran. Lapesca se practica en toda clase deaguas, con las manos, con red y conestacas agudas. Raíces, frutas y semi-llas, granos de arroz silvestre, todo sehace comestible por tostación.

Son caníbales, por venganza, y aúnestá en boga el comerse los cadáve-res de los allegados. Esto último enlas tribus del interior.

Su casa consiste en cobertizos deramas, hojarasca, mamparas de cor-teza sobre un caballete provisional,en el Sur; en el Norte, se hacen cho -zas de mayor estabilidad.

Generalmente andan desnudos, y

pouy, en marfil; la mujer desnuda de Wllendorf,escultura en caliza, etc.

El período Altamirense del autor, -es más cono-cido por Magdaleniense.

La cita está tomada de su Prehistoria, pági-na 245.

en caso de mucho frío o lluvia, lesbasta una piel de perro echada sobrelos hombros del hombre. Las mujeresusan un manto, de forma de saco depiel de canguro, para proteger al niñolactante.

Su matrimonio es monógamo, exis-tiendo también la poligamia; el paren-tesco se computa por la línea ma-terna.

Les faltan por completo las figurasde antepasados y de dioses, pero noasí mitos ni artes de brujería, pues sonsupersticiosos en extremo (1).

Y con todos estos salvajes, según

(1) Extractado de «Etnografía, del doctor M.berlandt, traducido para los Manuales Labor porel Dr. T. de Aranzadi. Barcelona 1926.

quiere Lang, reconocen valor ético alSer Supremo. Es decir, aun creyendoen un solo Dios, viven de tan misera-ble modo, pues la religión, confundida con la magia, ne se preocupa delSer Supremo que es bueno, sinode los dañinos espíritus que puedenmolestarles en su miserable existen-cia.

FR. R. S.

Poyo, febrero 1930.

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ESTUDIOSGALLEGOS LOS CRUCEPOS e

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tación simbólica en todo su esplen-dor, fue en un crucero de San Miguelde Lores (Pontevedra). Aquí se es-culpe al vivo todo el terrible dramaparadisíaco. En el fuste de la colum-na, y por medio de bajo relieves, sePuede ver a Eva, la serpiente, Adán,el árbol, el ángel exterminador y todoscuantos pormenores se deseen paraaquella fatal situación. ¿No corro-bora esto mi aserto? ¿No debe consi-derarse eso como un símbolo, ver-dadero ideograma de la victoria queJesucristo alcanzó sobre la muertecon su Pasión?

Sigamos. En el reverso de los cru-ceros aparece siempre la Virgen Ma-dre, y la mayoría de las veces osten-tando su doble maternidad: de Dios yde los hombres. Y, como corolario deesto, su don ilustre de mediadora uni-versal.

La representación de la Virgen San-tísima, a espaldas de su Hijo, difierenotablemente, aunque suele coincidiren varios grupos, muchos de loscuales ni siquiera mentaré, ya queesto no es más que un trabajo de des-floración.

Lo más corriente es presentar a laVirgen su Hijo en los brazos, ya seacuando Niño, ya muerto, ya en sudescendimiento de la Cruz. Así y ensu dolor, como lo que es: consuelode los tristes, bálsamo y refugio decuerpos heridos y almas enfermas...;así la vieron aquellos artistas teó-logos, no de escuela, porque no cur-saron, sino de sentimiento y de fecristiana vivida.

En cada crucero, María, la Madreexcelsa, al sostener en sus brazos al

Hijo de Dios y suyo, sostiene y abra-za contra su pecho a toda la huma-nidad doliente, y a toda ella le ofreceen su amor el canal de su Mediacióny misericordia.

¿Por qué, si no, la irguió el escul-tor, a la par del Crucificado, a igualdistancia de la tierra y el cielo, sinoporque es la pareja del sufrimiento ydel dolor, que regula los dones delPadre celestial?

Sabios e ignorantes vieron, y desis-tieron de explicárselo, esa Virgen queaparece en el reverso de algunos cru-ceros, con el Niño en la izquierda, yen la mano derecha una descomunalcachiporra. La estudiaron y no la en-tendieron. Yo no lo habré entendido,pero sí veo en ello (después de lo an-teriormente dicho), un alma acogidapor María y la defensa que ésta setoma de ella. Podrá no ser verdad,pero responde a la concepción gene-ral de estos monumentos.

Más aún. Suele verse (aunque raro)que la Virgen sostiene en sus manosun corazón, que no es precisamenteel suyo, puesto que no se muestraherido, y la misma Señora, en suactitud y rostro, evoca las Inmacu-ladas de Murillo. El significado, pues,aparece claro. El corazón del hom-bre, todo barro, y el corazón de Jesús,todo luz y amor, logró ella aprisio-narlos, y juntos los ofrece ante eltrono de Dios.

Así la vió aquel ignorado artistagalaico: grande y sublime en su dobleatributo de Madre y Corredentora.

Algunas veces el crucero pierde suvalor de representación pasional y seconvierte en símbolo de la Trinidad;

(coNTiNuAcidN)

Significado dogmático. Esta Cruz augusta de la tierra celtaes el medio por el que Dios se apro-

Además del sentido cristiano y rel- xiina a los hombres y los hombres segioso hay, en estos monumentos de aproximan a Dios, corno quiera quepiedra, algo más hondo y fuerte: un puesta entre Dios y los hombres, en-alcance dogmático que pocos se han tre el Criador y las criaturas, entre elparado a considerar, Un estudio serio juez y los criminales, entre el ofen-sobre nuestros cruceros, nos daría dido y los ofensores, los une en unenseñanzas provechosas y nos des- abrazo de paz y de reconciliación.cubriría los tesoros en ellos ence- Antiguamente se usaba colocar enrrados. los cruceros una calavera a los pies

El misterio de la Redención en ellos del Crucifijo, y aún puede verse hoyrepresentado, lleva consigo el cortejo en muchos de ellos. Esto es fruto dede otros dogmas, tales como el del una vieja tradición, según la cual elpecado original, la comunión de los primer hombre estaba enterrado allísantos, la existencia del Purgatorio, mismo, donde se levantó el árbol dela Trinidad, la maternidad de María. la Cruz, Y San Epifanio explica que

El primer dogma simbolizado en la sangre y el agua que corrían, luegoestas cruces, es el de la Redención. que Longinos abrió el costado deSi Dios bajó a la tierra y se llamó Cristo, comenzaron por lavar y puri-Jesucristo, fue para llegar a ese mo- ficar el cuerpo del primer hombre allímento cumbre de su vida, en que, sepultado.levantado en una cruz sobre el Sea de esto lo que quiera, pues (alvario, corno un libro abierto a los parecer fundadamente) los arqueó-cuatro vientos, se ofreció hostia viva logos y escriturarios de hoy consi-del Eterno. deran eso como una leyenda, lo cierto

Y el ignorado artista que ideó estos es que en ello se quiso representarmonumentos, siguiendo al pie de la indirectamente el pecado de nuestrosletra el consejo de San Pablo: «Non primeros padres, que la Iglesia enseñaenim indicavi me scire aliquid inter como uno de sus dogmas. La cala-vos, nisi Jesum Christum et hunc cru- vera se trueca, en ocasiones, poi'cifixum» (1 Cor. 2, 2), cogió el cincel, diversa osamenta, y aun se ve al piey, como quien hace una oración, le- .del crucero un diminuto personaje —vantó un crucero. Así aparece Jesús Adán—que surge de la tierra (basa-verdadero sacerdote y verdadera víc- mento) para recoger las primeras gra-lima, como fué verdadera y propia- cias de la Redención.mente Redentor. Mas donde pude ver esta represen-

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a la efigie del Crucificado, suple en-tonces la de las tres divinas personas.Este dogma, como los relativos alPurgatorio y Comunión de los San-tos, pueden verse con sólo fijar lavista en los relieves y motivos queadornan los cruceros.

FR. G. PLACER(Continuará).

CIIMIMInc•

Las monedas delEvangelio

Los dineros de Judas.

¿Quién no ha sentido la curiosidadde saber lo que valían las monedasmencionadas en el Evangelio? Yo,por lo menos, la sentí muy viva desdelas primeras veces que pude leer eltexto sagrado. Voy, pues, a resumirbrevemente lo que sabemos acerca deellas, comenzando por las más usa-das.

El denario es probablemente la quemás veces se menciona: un denarioes el jornal de los operarios enviadosa la viña. Cuando los judíos pregun-tan a Jesús si se debe pagar el tributoa César, el Salvador les responde:Traedme la moneda del censo; y letrajeron un denario.

—¿De quién es esta imagen e ins-cripción? (replicó el Divino Maestro).

—De César (contestaron los ju-díos).

—Pues dad al César lo que es deCésar y a Dios lo que es de Dios.

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Con esto se nos describe ya la mo-neda, que tenía el busto de Tiberio ysu nombre alrededor.

El denario era de plata, y por ser lamoneda más usual en todo el Imperio,son muchos los ejemplares encontra-dos en todas partes. Su peso es pocomenor que el de nuestra peseta, el delfranco o de la lira. Valdría 95 cénti-mos, pero como la plata era entoncesmucho menos abundante que ahora,se podía adquirir con ella mucho másque en nuestros días.

El denario es el origen de nuestrodinero, del francés denier, del italianodenaro y del árabe dinar. Significadiez, porque valía diez asses, comola peseta, el franco, etc., contienendiez monedas divisionarias.

El denario valía exactamente lomismo que la dracma, o mejor dicho,los griegos llamaban dracma al dena-rio (aunque antiguamente eran dife-rentes).

Con un denario se pagaba el traba-jo de un obrero y esa era también laretribución de los soldados romanos.Precisamente al ser proclamado Tibe-rio, hubo una grave sedición en laslegiones de Pannonia, y el promotorde ella decía a sus compañeros dealmas: « ...Porque la milicia es pesadae infructuosa: con diez asses se pagael alma y el cuerpo de un hombre; deaquí ha de comprarse la ropa y lasarmas y las tiendas; de aquí se ha desacar para calmar la ira de los centu-riones y para que nos dejen descan-sar. (Tacito Anales, I, 17.)

Antes del milagro de la multiplica-ción de los panes los apóstoles dicenque con doscientos denarios no ha-

bría para dar un pedazo de pan a cadauno de los cinco mil hombres. Judas,al ver el ungüento de nardo que Ma-ría derramó sobre el Señor en Beta-nia, calculó que podría venderse entrescientos denarios, y ese cálculo noera exagerado, a lo que se deduce de

Cien denarios hacían una mina,cantidad con que el Señor hizo unaParábola semejante a la de los talen-tos, pero no idéntica. (Luc. 19). Cadamina valía aproximadamente 95 pese-tas, y el que reunió diez, fue consti-tuido sobre diez ciudades.

Un talento vale sesenta minas, osean 6.000 denarios. Todo el mundorecuerda la parábola de los talentos.En la del mal siervo (Math., 18) éstedebía diez mil talentos (unos sesentamillones de pesetas) y fue perdonadopor su amo; pero él no quiso perdo-nar a su compañero cien denarios, ylo cogía por el cuello, para obligarlea pagar aquella miseria. Esto indignóa los demás criados que dieron cuen-ta al amo de lo sucedido, y éste man-dó arrojar al desalmado en la cárcelhasta que pagara el último cuadrante.

El cuadrante era la cuarta parte deun as o sean aproximadamente doscéntimos y medio.

Hablando de la confianza que debe-mos tener en Dios nos dice el Señor:¿Acaso no se venden dos pájaros porun dipondio? Y ninguno de ellos caeen tierra sin voluntad de vuestro Pa-dre. El diponclio valía dos ases, osean veinte céntimos.

El estatér que San Pedro encontróen la boca del pez y que sirvió paraPagar el tributo anual debido al Tem-

plo por el Maestro y el Discípulo(Math., 17) era igual a tres dracmaso tres denarios.

Y ¿cuánto valían las monedas deludas? El Evangelio dice sólo queeran treinta argenteos, o monedas deplata, sin determinar de qué clase.Por lo mismo entienden los exposito-res que no se trata de la moneda ro-mana, el denario, sino de la judía, elsiclo. Esta sola era la que podíaecharse en el templo, estando prohi-bidas las monedas que tenían la ima-gen de algún hombre, para alejar elpeligro de la idolatría.

El siclo valía alrededor de tres pe-setas, pues los antiguos nunca andu-vieron muy exactos en peso, de modoque se han encontrado siclos que pe-san 14,50 gramos y otros de 14,65.Sabido es que nuestra peseta, lo mis-mo que el franco, pesa cinco gramos.Jesús fué, pues, vendido por 90 pe-setas.

Cinco siclos era lo que debía pagarla mujer por el hijo primogénito, siéste era varón, y esa cantidad debióofrecer San José el día de la Purifica-ción junio con las dos tórtolas o dospalominos. (Num. XVIII, 15). Mediosiclo, o sea denario y medio, era tam-bién la contribución anual que debíanlos varones al templo, y por eso he-mos visto que San Pedro pagó por síy por su Maestro un estater, o seantres denarios.

La prohibición de ofrecer monedasprofanas en el templo trajo la necesi-dad de los cambistas o banquerosque en el mismo atrio sagrado facili-taban a los judíos las monedas quehabían de echar en el tesoro, tomän-

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doles con usura las monedas roma-nas que traían.

Sus mesas rodaron por el sueloante la indignación de Jesús, que láti-go en mano, hizo huir a todos aque-llos mercachifles, diciendo: Mi casaes casa de oración y vosotros la ha-béis hecho cueva de ladrones.

Las primeras monedas judías acu-ñadas son las de Simón Macabeo porel año 143 antes de Cristo. Tienen enel anverso una copa, y esta inscrip-ción: Sido de Israel, con el año de laacuñación. En el reverso un lirio detres flores y estas palabras: JerusalénSanta.

Parece que después de Simón nose acuñaron otras monedas de plata,sino sólo de cobre. Por lo menos nose encuentran. Antes del Macabeo,los hebreos usaban la moneda de susvecinos de Tiro y Sidón y tal vez pla-ta y oro sin acuñar, como los roma-nos tuvieron hasta época relativa-mente moderna el aes rude, sin cuñoalguno.

Las monedas más antiguas teníanla forma de anillos, más o menosgruesos, y cada vecino tenía una ba-lanza para pesarlos, operación repre-sentada muchas veces en los monu-mentos egipcios. En latín mismo laidea de pagar se expresa por el verbopendo, que literalmente significa pe-sar.

Fu. V. Nurez

<1C> <3>

ANeCDOTAEn una clase de Literatura Lati-

na de cierta Universidad, había unestudiante de larga historia acadé-mica, más dado a acompañar modistas que a revolver libros. Un díael catedrático, andaluz como el es-tudiante, pero anciano y sordo, sedirigió a él requiriendo la lección.

Azorado el estudiante suspirabamuy bajito: ¡laz hojaz!..., ¡laz hojaz!... (del libro de texto).

Imposible complacerle, pues elcatedrático sordo veía muy bien yera además desconfiado como todoslos sordos.

—Yo te dictaré (le dijo un compa-ñero que estaba detrás del azorado).¡Serénate y no te atragantes! -

Y comenzó la lección.—Marcial (dije el apuntador, que

era navarro).—Ma rsial (repitió el andaluz).—Este ilustre poeta...—Ezte iluztre poeta...—Nació en Calatayud...—Nasió en Calatayú...Tt asladóse después a Roma...Donde obtuvo muchos honores...Pero poco dinero...Por lo cual decidió regresar a

Calatayud...Y al apearse del mixto...La ocurrencia diabólica de traer

a Marcial en mixto y con billete decaridad ¡por el ario 90 de Cristo!levantó en la clase una tempestadde risas que no permitió continuarla lección. Poco faltó para queel profesor se comiera al pobrealumno.

Difícil es, viviendo fuera de Italia,formarse un concepto adecuado de lametamórfosis que se está operandoen esta bella península del Mediterrá-neo.

Reorganizar y sanear la política yla administración en un Estado quese hallaba casi desquiciado por con-secuencias de la Gran Guerra y latorpeza de los que pudiendo hacerlono acertaron a dar nueva vida al or-ganismo nacional, esto fue la obraprimera y principal del fascismo ita-liano. Esta fue también, sin duda, la

los diversos partidos, haciéndolossobreponerse a sus mutuas diferen-cias.

No así el Duce italiano, quien conun ojo certero y una intuición supe-rior, que le acreditan de sagacísimoremovedor de gentes, encontró la va-rita mágica a cuyo misterioso contac-to se reunen muchedumbres ingentesde italianos con un solo pensamientoy una sola voluntad, la de secundaral Duce en su ideal fascinador. ¿,Cuáles este ideal? No os asustéis, lecto-res, es la restauración del antiguo

Qoo..QQvilv...000...giv(Dve-.0000-evzzz000000...weGzv0000z

La nueva Italiaeo.o.ee3ne.0.000.0.eeeee...000...eeeene...000.0.®®5®5.000e

obra que tanto enaltece en España la imperio romano, así como suena;memoria del Directorio de Primo de constituir de nuevo el imperio de losRivera. Y ambos caudillos, Mussolini Cesares. Esto será la nueva Italia dely Primo de Rivera, coinciden en otro mañana, que ahora se está incubando.punto sustancialísimo, el levantamien Veamos algunos de los procedimien-to del espíritu nacional en los dos tos para obtenerlo.países hermanos. Pero aquí está fam- Lo primero que se requiere para talbién, precisamente, el punto en que empresa, es ingerir en la raza un sa-rnas se diferencian. Primo de Rivera no optimismo, Und confianza ilimita-atrajo la atención nacional a los pro- da en su propio valer. Para esto seblemas de interés más grande y logró hace creer a los italianos que ellosque el público, en su mayor parte, han llevado a cabo las más grandesmirase con indiferencia la menuda po- proezas de la Historia: el descubri-línea que antes le ocupaba del todo. miento de América; la última GranSin embargo, a pesar del interés que Guerra, de la cual se dice que a Italiaesto debía despertar en los buenos se debió la victoria. Y no se crea estoespañoles y a pesar también de las exageración de algún iluso, no; taldotes de simpatía, bondad, rectitud y afirmación se repite constantementefirmeza que sería injusticia negarle al en la gran Prensa, en conferencias,dictador, no ha podido encontrar un discursos (incluso del propio Musso-punto (ni quizá exista), un problema uni), representaciones, etc.; en lo cualde tal influencia y sugestión que afta- los demás beligerantes estarían con-iera la atención de todos y sirviera, formes si con esto se significase quepor decirlo así, de lazo de unión entre si en las circunstancias en que entró

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Por tierras de Hispanoamérica1.4 1NT rr I 1NT

En mi anterior crónica envié some- nación, que apenas cuenta con diezras impresiones de la gran metrópoli millones de habitantes, tenga diarios

argentina; hoy abarcaré en pocas como «La Prensa » y «La Nación»,neas lo mucho que me sugiere un rá- con más de medio millón de ejempla-pido viaje por el país asombrosamen- res de tirada cada uno; y «El Pueblo»,te rico y progresivo, netamente católico, de más de 24 pá-

Rico, porque tiene un suelo privile- ginas, con un sector reducido de lec-giado, y progresivo, porque sus habi- lores, no bajará de cien mil ejempla-tantes se han asomado a todos los res de tirada. Las revistas, a cual máspaíses, a todas las civilizaciones, a espléndidas, son numerosas; y paratodos los lugares en donde la ciencia que no se crea que es un esfuerzoy la cultura tienen su asiento, hacien- exclusivo de la metrópoli, citaré «Lado una labor de selección y de un Quincena Social», de Mendoza, que

eclecticismo supremo. es algo imponderable y verdadera-En primer lugar la cultura, que em- mente aparatoso en esta clase de pu-

pieza en la primera enseñanza, ha al- blicaciones.

canzado una importancia por pocos La segunda enseñanza y la ense-países superada. Esta primera ense- ñanza superior está en un auge pro-ñanza, vastísima y perfectísima, se porcional a la primaria; y los hom-traduce en un pueblo que lee y que bres con títulos universitarios, losse paga una Prensa diaria opulenta y hombres de ciencia y los escritores ynumerosa, desde los gigantescos pe- cultivadores de las letras en todos losriódicos de la capital, hasta los bien ramos del saber humano forman unatenidos e informados de la última pro- pléyade numerosa y prócer.vincia. Sólo así se explica que una Y es de observar que este cultivo

,

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Italia en la guerra se hubiese mante-nido fiel a su tratado y ayudase a Ale-mania y a Austria, probablemente hu-biera cambiado la suerte de Europa;pero esta victoria es más indirecta yno pueden conformarse con tan poco,así que afirman que ellos fueron losverdaderos vencedores. ¡Ignoranteslos españoles que creen haber Donluan de Austria vencido a los turcosen Lepanto! El verdadero vencedorfué Marco Antonio Colonna, y así seencuentra con frecuencia en cuadrosy publicaciones romanas.

Otro medio, muy semejante a éste,es no hablar apenas nada de lo buenode otras partes, y sí comentar lo ma-lo. Es curioso, v. gr., escuchar lasnoticias diarias que aquí en Roma secomunican por la radio; de la propiaItalia siempre hay acopio de faustasnoticias; en cambio, del exterior, po-cas más se dan que las de robos, ase-sinatos, desgracias por torpeza demédicos y mecánicos, amagos de re-voluciones, etc., etc. De España, porregla general, hablan poquísimo; suliteratura es muy desconocida, pueslas versiones de nuestros estilistasson muy escasas y aún se da el casode suplantar su autor por un nombreitaliano (1).

(1) Para muestra, un botón. Veo un anuncio enla calle, de la ópera de Verdi «La Forza del Desti-no», con letra de Piave Todo intrigado, sabiendo,como sabemos todos lcs españoles, que « Don Al-varo o la fuerza del sino» es del romántico D. An-gel de Saavedra, Duque de Pivas y suponiendo nofuese más que un error de los anuncios, voy a mi-rar el folleto mismo de la ópera y me encuentro coneste título: «La Forza del Destino. Opera in quattroatti di F. M Piave, musica de Giuseppe Verdi » ¡¡Niuna sola alusión en parte alguna al origen españoldel drama!! Y subió de punto mi sorpresa cuando,comentando el caso con un literato distinguido, leveo extrañarse de tal noticia, pues jamás habíaoído decir que la tal obra fuese española. ¡Así co-nocen nuestras letras!

Cuando la caída del Directorio, pu-blicaron los periódiccs, es verdad,editoriales muy laudatorios para Pri-mo de Rivera y la España que habíaformado, pero de esto al menos lerdose le alcanza la razón, pues que lasituación de Italia era muy semejantea la de España, y la caída del dictadorespañol, naturalmente que había derepercutir aquí.

A los niños de ambos sexos se lesreune en Asociaciones fascistas y seles ingiere una buena dosis de roma-nismo y milicia. En ésta se han cam-biado los nuevos nombres por losromanos de Legión, Cohorte y Cen-turia.

En Roma las excavaciones paradescubrir la antigua ciudad imperialse están llevando a cabo con una ac-tividad febril. Se destruyen constan-temente grupos de casas, aunque nosiempre correspondan, ni con mucho,los descubrimientos a los dispendios.

Todos estos procedimientos, cier-tamente, han producido buenos resul-tados, puesto que la postración' deánimo, lo mismo en Italia que en Es-paña, era enorme. Y hoy, en cambio,en la patria de Mussolini, todos sevuelven con grandes esperanzas a unpróspero y cercano porvenir; y lagente trabaja y se preocupa de haceralgo provechoso y duradero por lapatria.

¿Se logrará, sin embargo, el idealfascista de restaurar la antigua Ro-ma? Conviene advertir que la mayo-ría de la gente sensata entiende estosolamente referido a la expansión delimperio colonial en Africa y al presti-gio y predominio moral en el resto de

Europa; mas no que sueñen en unimperio material sobre la Europa dehoy.

Aun así entendido el imperio, mu-chos son aquí y más en otras partes,los que desconfían de que pueda jamás llegar a realizarse. Sea comoquiera, Mussolini, usando de muchorigor con los recalcitrantes, y uniendo

al resto bajo esa bandera ideal, nohay duda que ha verificado en la Ita-lia actual una regeneración profunday la ha puesto en camino de un prós-pero porvenir. Sólo falta que el Señorse digne, para tranquilidad de todos,darle tiempo para que, así remozada,pueda entregarla al Rey con un Go-bierno normal.

F. EMILIO SILVA

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de las letras en su más alta expresiónes poco menos que exclusivo de losnaturales, quedando casi todo el co-mercio en manos de los extranjeros.

También la mujer recibe en suntuo-sos colegios del Estado y de las Con-gregaciones religiosas una instruc-ción muy completa, dándosele muchaimportancia a la enseñanza de ador-no, lo que es muy propio de un paísrico y culto.

Y como índice que confirma estaafirmación, citaré un caso que mecausó verdadera sorpresa. He visita-do una familia en los alrededores ma-ravillosos de Mendoza. No se tratabade gente rica, sino de una familia mo-desta, que vive en el campo todo elaño, dedicada al cultivo de una viñay de algunas otras reducidas propie-dades. Pues se nos hizo un recibimiento exquisito y distinguido, y doshijas de la casa nos obsequiaron conun concierto de piano, selecto y muyaceptable. Nada tendría de particularsi esto fuera algo esporádico y aisla-do; pero se nos ha afirmado que es lomás ordinario en todo el campo ar-gentino.

Otro aspecto simpático de la Ar-gentina es el ambiente de generosidadque se observa en todo el país. Esésta una gente esencialmente dadivo-sa. Nunca he visto mejor entendidoque en este país el famoso proverbioárabe de que .el dinero es muy buencriado, pero muy mal amo». Pareceque el verbo dar se inventó de unamanera especial para la Argentina.Aquí está en supremo auge el Altruis-mo, la Filantropía y la Caridad cris-tiana en su más sublime expresión.

Los empleos públicos están espléndi-damente retribuidos; los salarios dela gente artesana son muy elevados;el clero recibe altas recompensas ensus ministerios; las colectas y rifas ysuscripciones y fiestas benéficas paraobras de beneficencia y de piedad sólocreo que serán superadas en los Es-tados Unidos, pueblo proverbialmentegeneroso.

Alguien dice de los pueblos: queson generosos cuando son ricos, yyo afirmo que son ricos cuando songenerosos, porque esa misma gene-rosidad les impulsa a poner constan-temente toda la carne en el asador, esdecir, a emplear todas las reservasen alumbrar nuevos veneros de ri-queza. Y este es, a mi juicio, uno delos motivos del estado floreciente dela Argentina: su generosidad.

Para comprender la inmensa rique-za de esta nación basta considerarlaen su aspecto agrícola. La inmensaplanicie, de cerca de dos millones dekilómetros cuadrados, o es tierra depan llevar, o es susceptible de que losea. Claro que sus diez millones dehabitantes no son capaces de culti-varla, ni en su quinta parte; sin em-bargo, es inmenso lo que en este sen-tido se ha hecho. Puedo hablar detres provincias importantes, las úni-cas que he visitado, y en ellas laagricultura son veneros inagotablesde riqueza. Me refiero a las provin-cias de Buenos Aires, Córdoba yMendoza. A la primera se la puedeconsiderar como jardín y parque yprado inmenso en el que pastan infi-nitas reses del caballar, lanar y bovi-no, y hasta grandes rebaños de aves-

truces. Las explotaciones de avicultu-ra están a la altura de las mejores delmundo. Los «estancieros», que vivencerca de sus rebaños casi todo elaño, son grandes señores, que en lacapital tienen siempre abiertas laspuertas de todos los salones del granmundo. Córdoba es el granero, nosólo de la Argentina, sino del mundo;y Mendoza, la viña imponderable,única, por la cantidad y calidad desus caldos, y por la suntuosidad ymétodos ultraperfeccionados de susbodegas.

Lástima que la política general dela gran confederación y la particularde varias de sus provincias, desacer-tada y ruinosa, sean óbice insupera-ble para un más rápido engrandeci-miento de este país, verdaderamenteprivilegiado,

FILOLOGIASPara los humanistas del Renaci-

miento, Filología era el cultivo pro-

fundo de una lengua y el estudioamoroso de su literatura.

Después las cosas han venido amenos, y hoy, para bastantes pro-fesores, Filología es el conocimien-to de ciertas menudencias del len

guaje: por qué desapareció una

Consonante, cómo se contrajerondos vocales.., aunque el alumno no

Estuvimos en Córdoba cerca de unmes. El Rvdmo. P. General fue obse-quiadísimo por todas las clases so-ciales, habiendo podido apreciar laestela de cariño que ha dejado en estaciudad, en la que vivió varios años,o de Comendador o de Provincial enaquel floreciente convento.

En Mendoza, su provincia natal, ri-valizaron sus paisanos en el conciertode obsequios y admiración a la pri-mera autoridad de la Orden Merceda-ria, que con tanto honor lleva sobresus hombros la tremenda responsabi-lidad de la suprema dirección de estagran familia.

El Señor nos lo conserve sano ybueno y con las energías espiritualesy físicas que tiene, porque es mucholo que podemos esperar de su grantalento y de su gran corazón.

FR. SERAPIO GONZÁLEZ GALLEGOMercedario.

entienda la lengua estudiada ni pue-

da gustar su literatura.

Y lo peor es que esa pequeñez,

que antes era exclusiva de los Ins-

titutos civiles, tiende a infiltrarse

en los centros eclesiásticos.

¿De qué sir ven las filologías lati-

nas al que no sabe latín? De lo mis-

mo que las filologías francesas al

que no sabe francés. Al cabo de

pocos días las habrá arrojado de sícomo un peso molesto e inútil.

Mendoza (Argentina) 30 de diciembre de 1929.

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por muchos años, si es la voluntad de pero siempre hay algo que lo retrase.Dios. Los Padres trabajando mucho, a

No sé si podrá leer lo que le escri- pesar de los obstáculos con que tro-

bo, pues no puedo hacerlo de frío. piezan a causa del paso de soldados,Estamos bajo una espesa capa de etc. En algunas partes están rodeadosnieve y hielo que no tiene traza de de bandidos, de los que hay una ver-derretirse. El frío es intenso y este dadera plaga por todas partes. Gra-

invierno ha empezado muy pronto; pa- cias a Dios, a nuestros Misioneros nosamos casi de repente del calor al les han causado daños hasta ahora,frío, pero en otras provincias han muerto

Debido a la nieve, este año para la ya nueve a manos de ellos durantefiesta de Navidad no podrán reunirse este año, uno de ellos Vicario Apos-

tantos cristianos como otros años; tólico (g. e. p. d.)calculamos que no llegarán a la mi- Rueguen mucho para que la paz sealad, pues muchos viven muy lejos y una realidad y también para que des-les será imposible venir aunque quie- aparezcan los bandidos o, por lo me-ran. Será una lástima, porque es una nos, no hagan daño a los Misionerosfiesta que se celebra con mucha so- y puedan éstos trabajar mucho y conlemnidad; procesión con el Niño Je- fruto abundante.SúS en la Catedral antes de la Misa de Y nada más, sino que nos enco-

media noche. Misa Pontifical el día mienden mucho y también a la China,25, etc. Con esto se acaban las que que bien necesita de oraciones de al-

mas buenas.Reciba cuanto quiera de cada una

de nosotras; salude a M. Presenta-ción y a cada una de las Madres yHermanas, y cuanto quiera de su so-brina que le ama en el Sagrado Cora-zón de Jesús,

S012 AUXILIO DE MARÍA

O. DEM.

Wuhú, 21-XII-1929.

Mil recuerdos a los Padres Mercedarios.»

llamamos en España «fiestas de Na-vidad»; no se celebra como fiesta másque el 25.

No sé qué contarles de nuestravida, la que tiene poca variación. Es-tamos bien, gracias a Dios, esperandosiempre poder empezar la nueva casa;

«Tokyo, 11 de diciembre de 1929.Rvda. Madre Natividad Urízar.Muy amada y recordada Madre:

Aunque ninguna suya hemos recibidodesde la nuestra del 18 de agosto, noquiero que deje de recibir V. R. unafelicitación cariñosa y cordial de sushijas de Tokyo, que muy de veras pi-den al Dios hecho nuestro hermano,colme a V. R. y a esa santa Comuni-dad, particularmente también a la Ma-dre Presentación, de sus más ricosdones, y que celebren con santa ale-gría las hermosas fiestas que se ave-cinan.

Gracias a Dios, las cuatro segui-mos muy bien, preparándonos paralos grandes fríos que HO tardarán enllegar, y que son muy fuertes; hemostenido ya alguna helada, pero ha tem-plado un poco. Estudiamos con afánel japonés, en el que vamos haciendoalgunos progresos; aunque corno nosomos ya niñas, la cabeza no estápara muchos aprendizajes; pero gozocon la ilusión de que para cuandovenga gente joven, dominaremos unpoco el idioma para poder ayudarlasen el estudio.

Ruegue mucho al Señor para quepronto veamos realizada la obra deun colegio donde tanto bien podemoshacer en las almas, pues gran partede las jóvenes paganas que asisten alos colegios católicos, al fin, aunquepor circunstancias especiales no pue-dan recibir el Bautismo, lo desean ypueden ellas bautizar a sus hijitos en

la hora de la muerte y también a otraspersonas en iguales casos, y ellasmueren por lo menos con el Bautismode deseo. Ahora viene a dar clase defrancés una que fue alumna del Sa-grado Corazón; sabe todo el catecis-mo y desea ser católica; Pero todosse le oponen; cuando acaba la claseva todos los días a la iglesia. ¡Pobre-cilla! Rueguen por ésta y por todoeste gran pueblo para que acabe porabrir sus ojos a la luz verdadera.

Las Madres María Loreto, MaríaRedentora y la Hermana, las saludany felicitan como al resto de esa querida Comunidad. Las ama y abrazaen el Señor su hija y hermana,

SOR MARÍA BEGOÑA

0. DEM.»

CHINA

Rvda. Madre Natividad Urízar.Madrid.

Muy querida tía: Quería haberle es-crito para Navidad, pero no ha podi-do ser; así que, aunque muy atrasada,vaya mi felicitación y la de todas es-tas buenas monjitas, junto con los de-seos que tenemos de que el Niño Je-sús les bendiga amorosamente y lesconceda un feliz año de 1930, como selo pedimos para S. R., para M. Pre-sentación y toda esa buenísima Co-munidad, a la que s'aludamos cariño-samente.

A la vez le felicitamos la fiesta deSan Sebastián. Que la celebre bien y

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¿MADRID CIUDAD ROMANA?

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äexe La deshonestidad de la moda !omega/ bith .,,,o g • O o poom00000aciocmooa 00000a 000oCloomm00000DaL. °opaca naoono °acopa oce01:1000 00=000 r \or, \

, 4 o e-,,,,Habla la Sagrada Congregación de Cona:los ( lep , 7s? ;,;r,..„

En los días felices del Renacimien-to, para que una población merecieraalguna estima, debía remontarse porlo menos a la antigüedad clásica. AMadrid se le buscó, pues, abolengoromano y se la llamó Major//um oMajore/um, y con más pretensionestodavía Mantua de los Carpetanos.

La crítica del siglo XVIII se burlóde esas pretensiones de villano enri-quecido, como los poetas se habíanreído del Manzanares, mero aprendizde río, a pesar de los grandes puen-tes que le habían echado encima.

Don Nicolás F. Moratín resumió lasideas de su tiempo sobre lo que eraMadrid en la época del Cid en los co-nocidos versos de la Fiesta de Toros:

Madrid, cast lb o famosoque al rey moro alivia el miedo,arde en fiestas en su coso,p or ser el natal dichosode Alimenon de Toledo.

Pero los arqueólogos modernoshan sido menos crueles que los con-temporáneos del P, Flórez. Hübneren su Corpus Inseriptionum admitecorno legítimas dos piedras romanasque había en Madrid antes de quefuera Corte y ocupan los números3.054 y 3 060 de su obra.

Por el lugar donde estaban a finesdel siglo XVI, esas piedras habíansido recogidas aquí, y demuestran,por consiguiente, la existencia de unapoblación romana en el solar de Ma-drid. ¿Cómo se llamaba? Eso ya nolo dicen ias piedras (que son dos epi-tafios) ni es fácil asegurarlo.

En la época visigótica subsistía lapoblación, según prueba el epitafiodel presbítero Bokato, del tiempo deRecesvinto, cuya autenticidad defen-dió el P. Fita y reconoció el mismoHübner (1).

Hubo, pues, una población romano-visigoda que en 937, al ser tornadapor Ramiro II, se llamaba Magerit ycuyas murallas se extendían entre elPalacio Real, Puerta Cerrada y SanFrancisco.

El rey leonés la abandonó luego yAlfonso VI conquistó definitivamentea Majeriaeum, purificando la mezqui-ta mayor y dedicándola a Nuestra Se-ñora de la Almudena en 1083. El Concejo de Majeritum concurrió a lascampañas de Alfonso VII el Empera-dor en Andalucía, y de él recibió unfuero en 1118.

La antigüedad de Madrid creció in-esperadamente en nuestros días, alencontrarse en las riberas del Manza-nares interesantes restos de la Edadde Piedra. Los hombres de entoncesno formaban población, sino que vi-vían al aire libre, cosa menos difícilentonces que ahora, por ser la tempe-ratura más benigna. Por eso se hablade una estación paleolítica. Los ins-trumentos encontrados demuestranque aquellos hombres prehistóricoseran tan listos como los golfos de hoy,que también pernoctan al sereno.

G.

(1) Boletín de U? A. de la 1-1., tomo 37, pg. 497.

Habla la Sagrada Congregacióndel Concilio, anatematizando la des-honestidad de la moda femenina, quese ha extendido de una manera alar-mante y descocada por todas partes,no perdonando ni aun a las mujerescatólicas, que muchas veces tienenla suficiente desaprensión de invadirel templo del Señor y llevar hasta elSantuario el escándalo y la indecen-cia.

Habla el Papa:«El Santo Padre Pío XI, en virtud

del Supremo Apostolado que divina-mente ejercita en toda la Iglesia, dePalabra y por escrito, no cesó nuncade inculcar las palabras de San Pabloa Timoteo: «Las mujeres vistan hábi-to decoroso con verecundia y modes-tia y... con buenas obras, como con-viene a mujeres que haced profesiónde piedad».

La Sagrada Congregación del Con-cilio, por orden expresa del RomanoPontífice, ha establecido, entre otrascosas, lo que sigue:

I.—Los párrocos en especial, y losPredicadores, en cuanto se ofrezcaocasión, insistan, reprendan, corrijan,exhorten, a fin de que las mujeres lle-ven vestidos que inspiren verecundiaY que sean ornamento y defensa dela virtud y adviertan a los padres que

0) Acta Apostolicae Sedis, 27 de Enero de 1930.

no permitan a sus hi Ke;ljevar vesti-dos indecorosos. '<?sgia .7»:*

II.—Los mismos padres a aS

niñas de ejercicios públicos y concur-sos gimnásticos, y si éstas se viesenobligadas a intervenir, procuren quelleven vestidos enteramente honestos.y no permitan jamás que lleven vesti-dos indecentes.

111.—Las directoras de colegios ylas maestras de escuela, esfuércen-se en formar el ánimo de las niñas enel amor de la modestia, de modo quesean inducidas eficazmente a vestircon honestidad.

IV.—Las mismas directoras y maes-tras no admitan en los colegios y es-cuelas niñas que lleven vestidos me-nos honestos y no hagan excepcio-nes ni aun con las madres. Una vezadmitidas, si no se corrigen, despá-chenlas.

V.—Las religiosas en sus colegios,escuelas, oratorios y recreatorioS,no admitan las niñas si no van vesti-das con cristiana corrección, y,' unavez admitidas, si no observan la co-rrección dicha, no las toleren, y, ade-más, al educar las alumnas, ponganespecial cuidado, a fin de que el afec-to al santo pudor y a la vergüenzacristiana, eche profundas raíces ensus corazones.

Vl.—Las niñas y las mujeres quelleven vestidos deshonestos, no seadmitan a la Comunión ni para ma-

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drinas de los Sacramentos del Bau-tismo y de la Confirmación, y en estecaso, impídaseles la entrada en laIglesia.

Este importantísimo documento dela Sagrada Congregación insta a lasmujeres honestas para que se apres-ten a luchar contra la deshonestidadde la moda femenina en el vestir, quetantos daños está causando en las

Todas las mañanas entraba Victo-ria en el templo, muy erguida, consu velito flotante prendido en lo altode su complicada melena, luciendosus finas canillas mal cubiertas contransparentes medias, calzada conzapatitos de ante, cuyos altos taco-nes repiqueteaban sonoramente enlas losas de mármol de la Casa deDios.

Sin detener su rápido paso, la jo-ven atravesaba la iglesia en su to-talidad, dirigiendo un a sonrisa acada persona conocida (y casi todoslos concurrentes lo eran), una pala-bra, un apretón de manos a las másíntimas, y haciendo una media genu-flexión, acompañada de una especiede «garabato» a la altura de su lindorostro, ante el altar mayor, iba a arro-dillarse en un reclinatorio, sepultandocon fuerza la cabeza entre sus manos,como si quisiera contener dentro deellas las ideas que pugnaban por re-

almas y en la sociedad. Y lo mástriste, lo que más apena y amargadcorazón del Sumo Pontífice, de losprelados y del sacerdote, ,es el quemujeres católicas, y hasta piadosas,se dejen llevar de la moda indecoro-sa, perdiendo con ella lo que más lahermosea, embellece y le da másatractivo: la modestia y el pudor.

P. DE4deb,

10

volotear y escaparsecffle,de locos pajarillos. -

Este recogimiento duraba el tiempoque Victoria estaba sola, pues si undiablillo mal intencionado conducíaa su lado a alguna de aquellas cono-cidas, a quienes prodigaba sus sonri-sas, ¡adiós fervor!, Victoria se incli-naba hacia ella y el cuchicheo de suconversación hacía volverse, más deuna vez, el rostro de alguna o algu-nas personas turbadas en su oración,sin que la joven se apercibiese de ellolo más mínimo.

Un día, la puerta del templo seabrió de par en par, para dar paso aVictoria; aquel día la joven no taco-neaba, ni su paso era rápido, tal vezporque se lo impodía una linda niña,casi tan desnuda como los angelitosdel retablo del altar mayor, que lleva-ba cuidadosamente la cola de su blan-co traje.

Victoria fué a prosternarse en ele-

gante y blanco reclinatorio, junto aun apuesto militar de brillante unifor-me; el yugo les unió, y la bendicióndel sacerdote, cayendo sobre sus in-clinadas frentes, ató indisolublementeel lazo que sólo la muerte podríaromper.

Después, esparciéronse los nume-rosos invitados por el templo, sinconsiderar que en aquel Sagrario ha-bitaba oculta la Majestad infinita, pri-sionera de su amor a la humanidad.Empezaron cambios de risas, pala-bras, felicitaciones, besos y apreto-nes de manos, que los santos y san-tas parecían escuchar con mirada se-vera desde la altura de sus altares.

Al día siguiente ya no turbó el rápi-do taconeo de Victoria los ecos dor-midos del templo; la joven hacía encompañía de su marido el viaje debodas.

III

—Victoria! ¡Pero qué remonísimaestás! ¿Cuándo habeis llegado? ¿YPoli, cómo no viene? ¡Ven, ven que tevea bien! ¡Cómo has mejorado y quévestido más ideal! Está aquí el PadreBueno, ¡cómo se va a alegrar deverte!

Y la dueña de la casa, a quien nom-braremos por su título de vizcondesa,entró en su elegante gabinete llevan-do de la mano a Victoria.

El Padre Bueno se puso en pie; eraun venerable anciano, bajito, de esca-sos cabellos blancos, de mirada dul-ce, que parecía no fijarse en nada,Pero en el fondo de cuyas pupilasbrillaba una chispita imperceptible quePenetraba hasta el fondo de las con-

ciencias, de ademanes reposados,casi tímidos, de frente ancha, despe-jada, que se inclinaba con humildad.

Saludó cortésmente a la joven, perosin la menor muestra de aquella ale-gría que la vizcondesa suponía habíade producir su vista en él, y cedién-dola el sillón que antes ocupaba, fuea sentarse de espaldas al balcón.

La vizcondesa se sentó entre losdos, continuando con volubilidad:

—¿Ha visto usted, Padre, qué gua-pa está Victoria? En verdad que hastenido suerte, querida, en venir hoy.Es un verdadero milagro el haberconseguido que el Padre viniera...;gracias a una consulta bastante eno-josa que tuve que hacerle; pero cuén-tame de tu viaje; ya he visto en los«Ecos» que el Rey os concedió unaaudiencia...

—¡Ah, sí! - dijo Victoria enrojecien-do de placer y orgullo—. El viaje hasido ideal, aun cuando no hemos po-dido ir al extranjero como Poli que-ría... ¡Ah!, no ha venido, porque estáde guardia en Palacio,..; yo no queríadilatar más el verte.

—¿Y dónde habeis estado?—En vez de ir a Suiza como que-

ríamos, fuímos a Andalucía; visitamosCórdoba, Sevilla, Granada; ya te en-señaré nuestros retratos en la Alham-bra vestidos de moros. Por el cargode Poli en Palacio, no hemos estadomás tiempo...

—¿Y qué tal la audiencia, qué tepareció el Rey?

—Encantador! Pero, hijita, no pue-des figurarte la turbación que yo teníaal entrar en la Cámara regia; me tem-blaban las piernas, no acertaba ni a

¡ANTE EL RE

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I. G ERREPOS

— 118 — - 119 —

- lo que encierra el Sagrario; se pasasin inclinarse apenas ante la majestad

- de un Dios oculto; y ¡cuántas irreve-- rencias, cuántos descuidos, cuántas

conversaciones inútiles y hasta salu-dos y besuqueos!

- Por eso decía que es muy grandela majestad de los Reyes de la tierra,muy justo acatarla; pero, ¿qué es allado de la majestad del Rey del Cie-lo?...

Si pensaran esto, ¡qué-diferente se.ría nuestra actitud en el templo!,.. ¿Nolo consideráis?

Y su mirada se alzó lentamentehasta clavarse en el rostro de Victo-ria, que había inclinado su cabecitade muñeca de peluquero.

El Padre miró su reloj, y poniéndo-se en pie:

-Se pasa aquí al tiempo muy dul-cemente dijo mientras buscaba susombrero, no muy nuevo ni plancha-do -. Tengo que dejaros, hijas mías;mi enhorabuena y un saludo al espo-so; adiós, vizcondesa, no olvide mispequeñas a d vertencias. Adiós, hijita,adiós; encomendadme al Señor.

IVEl domingo siguiente, cuando Vic-

toria entró en aquel mismo templo enque recibiera la bendición nupcial,todas sus antiguas conocidas la si-guieron con mirada curiosa; era laprimera vez que la veían desde aqueldía.

Una de ellas, más decidida, fué aarrodillarse junto a ella, y tendiéndolasu mano:

-Mi enhorabuena-dijo -. ¿Y tumarido? ¿Cuándo habeis llegado?¡Qué guapa estás!

saludar... Poli se reía de mí Ilamándome paleta, después que salimos; peroles aseguro a ustedes que la majestad real impone mucho, ¿verdad. Padre?

Y los grandes ojos de niña atrevidade Victoria, fueron a interrogar el ros

‘ tro de éste.-Sin duda, hija mía. Nos impresio-

nan mucho las grandezas de la tierra,y pasamos, sin embargo, indiferentesante la mayor de todas las grandezas,ante la suprema Majestad de Dios, allado de la cual, la de los Reyes esuna sombra vana.

Victoria le miró con asombro.-Sí, señora-dijo el Padre acen-

. tuando aún más su dicción dulce ysuave-. Usted refiere su impresiónal hallarse ante el Rey; no me extra-ña. Los Reyes de la tierra son un levereflejo de otra grandeza mayor. Diosles presta la suya, y ante ellos sesiente ese respeto, esa turbación queproduce todo lo que es superior auno...; pero, sin embargo, ¡qué , po-quito nos preocupamos al presentar-nos ante el Supremo Señor, que esRey de Reyes! ¡qué poco acatamos susoberana grandeza, su excelsa ma-jestad!..,

La frente de Victoria se sonrojó li-geramente.

-¿Por qué dice usted eso, Padre? -preguntó.

=Hablo ' en general, hija mía - aña-dió el Padre Bueno acentuando sudulce sonrisa-. Cincuenta y dosaños llevo en mi confesonario; he re-corrido toda España y parte de América, y es un dolor, creedlo, hijitas, es

._un dolor ver cuán poco se piensa en

-¿De veras me encuentras bien?-dijo Victoria complacida.

Pero de pronto 'sintió algo singu-lar; era como la impresión que sen-timos al pesar una mirada sobre nos-otros.

El sonido de la campanilla la hizomirar al altar; el Sagrario estabaabierto, el Sacerdote con la SagradaForma en la mano decía:

--;Ecce agnus Dei!...Instintivamente la mirada de Victo-

Buena Dicha.—Ha sido nombrado de-finidor provincial de Castilla el R P. Ri-cardo Delgado Capeáns.

Nuestra cordial enhorabuena.

POYO (Pontevedra).

La Institución de los Jueves Eucarísti-cos, que lleva en esta iglesia un trimestrede existencia y de la que es director elP. Juan González, continúa con entusias-mo y aumentando el número de coros. Yacuenta seis.

La «Academia Literaria Saa Pedro Pascual» celebró, como todos los años, unagran velada el día de Santo Tomás deAquino.

Este año le dispensaron su colabora-ción los PP. R. Sanjurjo y G. Placer; elprimero trató de « Las Ciencias Naturalesy la Teología » , y el segundo «Un roman-ce gallego». Ofreció la velada a la Reve-renda Comunidad y a los postulantes elPresidente de la Academia Fr. C. Ezequiel.De los coristas leyeron trabajos: Fray

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na se volvió al confesonario del Pa-dre Bueno. En el fondo se destacabala frente del anciano inclinada sobresu breviario, sin ver, al parecer, nadade lo que pasaba a su alrededor.

Victoria incliné la suya, y golpeándose el pecho con la punta de susdedos enguantados, repitió esta frasetantas veces dicha, sin pensar bien susignificado:

--iDomine non sum dignus!...

0.1 .c.?M. Peredo, , La%«93stItución dena según Escotorre).eiTovar, « ciadel Sacrificio de la '140 » ; Fre.

quino», sy-po, « Oda a Santo TomásFr. G. Vázquez, «El P. Pedro de Huele(1441-1461), primer General de la Mercedde la provincia de Castilla». Todos reci-bieron calurosos aplausos.

Se ejecutaron las siguientes piezas mu-sicales: «Aestimatus sum», a cuatro vo-ces, T. L. de Victoria, responsorio deloficio de Sábado Santo; «El regreso a laPatria», escena marítima a cuatro ‘ocesiguales, por J. de Monasterio; «Verbumcaro», a tres voces, T. L. de Victoria; An-tífona «O, Doctor Optime» a Santo To-más, para tres voces y armonium, por elP. Nicolás de Tolosa, O. M. Cap.

Clausuró el acto el P. Come LuisBarros con un improvis , v•Is Olciriiediscurso en que se hi,tetio de los eet4.1-

siasmos que tanto efeleentido sobrenaetural como en la partZentífica y lite ia, eomueven a los miembos de 1,a420d, ,...z11/4 I

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BIBLIOGRAFÍALA MUJER EN LA VIDA MODERNA, confe-

rencias del P. Delgado Capeáns,ex Provincial de la Merced, deValencia.

La Casa Editorial Bruno del Amo,ha publicado, en un tomito de 190páginas, una serie de conferencias pro-nunciadas en el año 1922 por el Reve-rendo Padre Mercedario Fr. RicardoDelgado Capeáns en los países his-panoamericanos.

Ocho son los temas escogidos porel culto religioso de la Merced, y acual más llenos de interés y actua-lidad: «Deberes de la madre cris-tiana», «La protección de la infancia»,«Dios y Patria», «Las pasiones y lamoral», «Feminismo moderno», «Ellujo», «La escuela laica ante el Tri-bunal de la Razón y de la Historia»,«La prensa y las buenas lecturas».

«A guisa de prólogo), encabeza ellibro el Rvdo. P. Alberto Barros continas cuantas lineas, en que en pocas,pero elocuentes frases, enumera lasbellezas que éste encierra. «Cada unade estas conferencias—dice -formanun compendioso e instructivo tratadoético-social de santas orientacionesdel feminismo cristiano, aportando unrico ideario de soluciones al problemade la educación de la mujer. Basta lasimple lectura del sumario de cadaconferencia para darse cuenta de laimportancia y transcendencia de lostemas que aborda y desenvuelve enla amplitud que permite una confe-rencia.»

No es un desconocido para nues-tros lectores el ex Provincial de Va-lencia; muy a menudo saboreamos enlas páginas de LA MERCED sus escri-

tos, llenos de delicadeza, en quecorren parejas lo ameno de la formacon lo transcendental del asunto.Apóstol de la vida social, todos susestudios se dirigen a profundizar ensus heridas para buscar el remedionecesario a su curación. Mi pluma esmuy pobre para ensalzar como me-rece la obra del Padre Delgado; sólopuedo deciros que si tomáis en vues-tras manos este libro, no encontra-réis ocasión de dejarlo, y, como a míme ha sucedido, lo leeréis con ver-dadera fruición hasta llegar a sufinal.

Hoy, que tan discutido es el femi-nismo y tan mal comprendido por lamayoría, libros como el presente sonde importancia suma, y debían verseen todas las manos, sobre todo enlas de aquellos que tienen a su cargocorazones jóvenes que encauzar porlas corrientes de la vida y a las quecon aspiraciones elevadas pretendenremontarse en alas del progreso mo-derno.

JULIA GARCÍA-HERREROS

Indulgencias del mes de Abril.Día 6. - Domingo de Pasión. Abso-

lución general.Día 13.—Domingo de Ramos. Abso-

lución general.Día 17.—Jueves Santo. Absolución

general y otra indulgencia plenaria.Día 20.—Domingo de Pascua. Abso-

lución general y otra indulgencia.Día 26.—Cuarto sábado. Indulgen-

cia plenaria asistiendo a la misa deNuestra Santísima Madre.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.