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I. S.B.N.Í 84-50S-1917-9

Depósito Legal: V-1408-1985

Impreso en: Gráficas LLOGODI

García Bcrlanga, 34 - Uticl

OLEANA

v)tf-aaeinoó- de (Oul-tuia TOomalcaí

lOenlto

El Centro de Estudios Requenenses (C. E. R.), Entidad

Cultural y Fundación de nuestro fíyuntamiento, saca a la luz

pública la Revista *OLEflNfl», y es para mi, como Concejal

Ponente de Cultura, una enorme satisíacción el poder hacer

una especie de presentación de la misma, que supone el es

fuerzo inusitado de un grupo de requenenses que aman a Re

quena y que desean que la misma, destaque en todas las facetas,

y una de eüas es la Cultura. Requena milenaria siempre se ha

distinguido en el mundo cultural, grandes han sido ¡os hombres

que han destacado en esa faceta y hoy al editarse esta publica

ción no podía ser menos.

El C. £. R. tiene muchos proyectos y cuando todos

ellos vean la luz pública, serán un gran orgullo para Requena

y los requenenses.

Uaya para todos en nombre propio y de la M. 1. Cor-

poración que me honro en representar, mi cordial felicitación.

Requena, fíbril 1985

El Concejal de Cultura.

SUMARIO:

Presentación. Página

Emilio Brizuela 6

La alfarería en Requena.

Fermin Pardo Pardo. 7

Los amigos de Juan Piqueras

Juan Manuel Llopis 33

La iglesia y portada de Santa María de la Asunción de Requena

José flngel Jesús-María Romero 49

La sociedad en nuestra Comarca en la época de Alfonso X.

J. L Hortelano Iranzo 63

Hagiografía e Iconografía del Carmelo: La Iglesia del Carmen de Requena.

Rafael Gil Salinas 71

Repertorio de frases y dichos populares corrientes en

la Comarca de Requena-Utiel.

Feliciano ñ. Ueves Descalzo 89

LA ALFARERÍA EN REQUENA

por

Fermín Pardo Pardo

LOS ALFARES, PROCESO DE FABRICACIÓN, PIEZAS

Y COMERCIALIZACIÓN

El trabajo de barro para fabricar recipientes de almacenaje y cocinado es tan primitivo como

las primeras culturas agrícolas más o menos sedentarias. De entre los hallazgos arqueológicos que

nos aparecen como vestigios de la vida del hombre en distintos lugares de la Tierra nunca faltan los

restos de vasijas confeccionadas con arcilla, cuyas formas, adornos, tratamiento del material y

medios de elaboración han ido evolucionando hasta nuestra época.

En la sección de arqueología del Museo de Requena, en el Museo Arqueológico de Caudete

de las Fuentes, en el de Camporrobles, en el de Buñol y en el Museo de Prehistoria de Valencia se

exhibe abundante material cerámico procedente de distintos poblados prehistóricos de la comarca

de Requena-Utiel. Gran parte de este material sería, en su época, confeccionado en nuestra tierra

por nuestros primitivos antepasados, aunque algunas piezas pudieron llegar aquí por comercio y

trueques, como ocurrió en épocas posteriores.

Haremos mención de yacimientos prehistóricos comarcanos en los que han aparecido mate

riales cerámicos y entre ellos corresponden a la época del bronce los de La Peladilla de Requena,

La Peladilla de Los Ruices, El Picayo, La Cardosilla, etc. De la cultura ibérica son importantes el

poblado de Los Villares de Caudete, El Molón de Camporrobles, La Peladilla de Fuenterrobles, El

Castellar de Hortunas, La Muela, El Cerro Hueco, La Cueva de los Angeles, etc. Del tiempo de la

romanización aparecen muchos vestigios de villas romanas por toda la comarca y de entre sus res

tos, además de fragmentos de «tegulae» y de ladrillos, se encuentran también vasijas y cacharros de

barro. Se han recogido muestras de cerámica de esta época en Cisternas, El Rebollar, Villar de

Olmos, La Calerilla de Hortunas, Los Arenales de la Covarrobles en Fuenterrobles, Los Villares y

otros parajes cercanos a Campo Arcis.

De épocas históricas, desde el medievo al siglo XX son los cascotes y vasijas fragmentadas

que se encontraron al efectuarse, hace algunos años, la limpieza de unos Subterráneos existentes en

la Plaza de la Villa de Requena. Tales subterráneos, de los que se opina que pudieron hacerse para

silos o bodegas, cumplieron en parte la misión de osario y también de vertedero, por lo que se fueron

acumulando en ellos ciertas cantidades de vasijas inservibles correspondientes a distintas fechas de

fabricación y procedencia, juntamente con otros despojos y desperdicios. De entre las cerámicas

pertenecientes a este largo período existen cacharros de alfarería árabe, de Priego, de Cuenca, ade

más de piezas y fragmentos de cerámicas más finas de Manises y Paterna (de los siglos XIV al

XIX), de Teruel y de Talavera.

Juntamente con estos restos cerámicos de distintas procedencias y épocas que pudieron lle

gar a esta comarca por comercio y trueque, nos aparecen vestigios de la alfarería ollera requenense

que, seguramente tuvo sus orígenes en tiempos medievales, dando nombre después al pequeño

barrio de Las Ollerías, extramuros de la ciudad y cercanos al Regajo, emplazamiento idóneo por la

necesidad de agua y de espacio abierto que requería este trabajo artesano. Cabe también pensar que

los primeros olleros de Requena fueran moriscos al haber edificado sus talleres y viviendas en lugar

relativamente alejado del recinto amurallado.

En la sección de etnografía del Museo de Requena, en el espacio dedicado a la alfarería

local, se exponen dos pequeñas ollas (pucheros), procedentes de los subterráneos de La Villa, consi

deradas como las piezas más antiguas que se conservan de nuestros pucheros (posiblemente corres

pondan a los siglos XVI o XVII).

Pucheros de los subterráneos de la Villa

La forma de estas ollas difiere un tanto de las más recientes, pero tienen idéntico el acabado

plano de la base o «culo», cosa que se hacia después del torneado y de haberse oreado la pieza. Esta

característica es una de las que distingue a nuestros pucheros de los valencianos de La Huerta, tam

bién usados por nuestras gentes.

Igualmente con la base plana y más parecido a las formas actuales, aunque con estriado en la

parte extrema de la panza, se expone otro puchero que pensamos corresponde a mediados del siglo

XVIII, pues apareció al levantar el suelo de la ermita de Hortunas, pequeño edificio que fue cons

truido en 1741, según nos manifiesta D. Rafael Bernabeu en su Historia de Requena. Esta olla de la

ermita, que es semejante a otras extraídas del subsuelo de La Villa, estuvo colocada al pie del altar,

en donde su boca hacia de pequeña pila u orificio en el que se derramaba el agua bendita que

sobraba de los bautismos u otras prácticas religiosas. Todo el resto de la pieza estuvo enterrado

hasta que se empezaron las obras de reconstrucción de la citada ermita en 1979.

Puchero de la ermita de Hortunas.

Documentalmente hemos encontrado datos que nos hablan de la continuidad de esta artesa

nía en Requena, por lo menos, desde mediados del siglo XVII. En una relación de vecinos de nues

tro municipio efectuada para el reparto de alcabalas, fechada en 1661 y existente en el Archivo

Municipal de Requena, nos aparecen con oficio de ollero Vicente Martín y Miguel Celda. De casi

un siglo después (1752) encontramos, en el mismo archivo y en un «Libro de Respuestas Generales

del Catastro del Marqués de La Ensenada», más datos sobre los pucheros requenenses. Según este

documento existían en funcionamiento a mediados del siglo XVIII cuatro alfares olleros en

Requena:

—Uno que pertenecía a Manuel Marzo, quien desarrollaba en él el trabajo de pucherero.

—Otro «llamado de Zelda», quizá porque seria la ollería que en el siglo anterior poseía el nombrado

Miguel Celda y que en esta fecha pertenecía a Martín Moral, quien la tenía arrendada a Jaime

Esteve. Este arrendatario tenia como aprendiz a Antonio Sáez.

—La tercera ollería era propiedad de Pedro Gorbe y en ella trabajaba, además del maestro titular

sus hijos Pedro y Joaquín, un aprendiz llamado Antonio Sachrístán.

—La cuarta alfarería reseñada todavía era propiedad en esta época de un tal Vicente Martínez,

quien podría ser descendiente del citado ollero Vicente Martínez en el siglo anterior. Esta alfarería

estaba arrendada al maestro ollero Vicente García con quien trabajaba un hijo suyo también lla

mado Vicente.

A mediados del siglo pasado y según padrones de habitantes conservados igualmente en el

Archivo Municipal nos aparece con oficio de ollero Agustín Sánchez y Joaquín Gorbe, ambos veci

nos de Las Ollerías, y como oficial de ollero Francisco Casas, quien vivía en la calle de Caracuesta.

También vecinos de Caracuesta figuran en la relación Gervasio Gorbe y José Casas, de quienes se

dice que tienen oficio de alfareros. No sabemos si ollero y alfarero eran en ese tiempo el mismo o

distinto trabajo; pensamos que, necesariamente ollero es equivalente a pucherero y que posible

mente dieran el nombre de alfarero a los fabricantes de tejas y ladrillos para distinguirlos de

los primeros.

Por el año 195 3 y con Joaquín Martínez Argües, más conocido por Ramón, quien actual

mente cuenta con 65 años, desaparece en Requena la elaboración de cazuelas y pucheros de barro,

recipientes tradicionales que van siendo sustutuidos por otros fabricados con metal (aluminio, hie

rro, acero inoxidable, etc.) más apropiados para las nuevas formas de cocinar, en las que se ha

venido utilizando el petróleo (hoy en desuso) y el gas, desapareciendo paulatinamente para este

menester el empleo de leña, carbón o serrín como combustibles de cocina. Al emigrar Ramón el

pucherero a la Huerta de Valencia (Picanya), en donde trabajó en una fábrica de baldosas, su anti

gua alfarería con tienda, taller, hornos, eras, molino y balsas, paraliza para siempre su actividad,

desmontándose poco después tornos y cocióles de barnizar, tablas, estacas y molino, destruyéndose

las balsas y el horno. Algo semejante ocurre con otra alfarería cercana, propiedad de su tío

Cipriano. La casa de Ramón todavía mantiene su aspecto extemo junto al puente de La Santa Cruz

o de Las Ollerías, siendo aprovechada por él y su familia para el veraneo. En ella hemos podido ver

todavía los espacios que fueron dedicados a tienda y taller, mientras que el horno, balsas, eras de

secar la tierra y molino de barniz dejaron como rastro las piedras semicirculares del viejo molino

que aún permanecen en el ejido. Lo que no se ha perdido es el amor de Ramón por su pueblo y a su

antiguo oficio de alfarero, heredado de sus antepasados y del que nos habla con enorme añoranza.

Su inclinación y apego al trabajo del barro hizo que en el verano de 1982, al montar en la sección de

etnografía del Museo el aparato dedicado a la alfarería requenense, colabora con profunda dedica

ción en la recolección y clasificación de piezas, aportación de datos, asi como en la reconstrucción y

montaje de un tomo con el que se sintió «como niño conjuguete nuevo» y más que nuevo, preferido.

En este tomo revivió Ramón, por unos días, sus años de pucherero, volviendo a fabricar nueva

mente con barro las variadas piezas que en otra época torneaban, cocían y vendían en su

ollería.

Ramón, el alfarero, subiendo la pella.

Nuevamente hemos acudido a Ramón en busca de los datos necesarios para este pequeño

estudio de nuestra desaparecida alfarería y para ello hemos utilizado, con la correspondiente aco

modación, un interesante cuestionario que fue aplicado en una pequeña obra editada por la Excma.

Diputación provincial de Cuenca, dedicada a la alfarería de la provincia con el título, «Estudio

Etnográfico de la Alfarería Conquense», siendo sus autores M.' Dolores Albertos, Andrés Carre

tero y Matilde Fernández. Este cuestionario les fue aportado a los citados autores por Antonio

Limón Delgado, profesor que fue de Etnografía en la Universidad Complutense y actual Director

Conservador del Museo Etnológico de Sevilla.

Siguiendo el esquema del citado cuestionario, dividiremos en distintos apartados nuestro

pequeño trabajo descriptivo sobre la alfarería requenense:

EL ARTESANO Y EMPLAZAMIENTO DE SU FABRICA

Hemos hecho ya referencia en la introducción a los datos personales del artesano encues-

tado, en este caso, Ramón el pucherero, también hemos localizado su casa y antiguo alfar, conforme

se baja desde Caracuesta, nada más pasar el puente de Las Ollerías, a mano derecha.

El emplazamiento de esta antigua ollería reunía buenas condiciones por encontrarse en las

afueras, cerca de agua corriente permanente, del Regajo o de la acequia de riego de las huertas que

existían debajo de lo que hoy ocupa el relleno del desvío nuevo de la Carretera Nacional III. Ade

más de la proximmidad del agua, el relativo alejamiento del núcleo puramente urbano proporcio

naba soltura al trabajo y laboreo del barro, así como al proceso de secado y cocción, ya que esto

último, sobre todo, hubiera supuesto molestias por humos y peligro de incendios, de haber estado

emplazada en un lugar de vecindario apiñado.

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EDIFICACIONES Y DEPENDENCIAS

Además de la casa habitación y las tierras que en sus inmediaciones poseía esta familia de

alfareros nos fijaremos especialmente en todas aquellas construcciones destinadas de forma especí

fica a la elaboración de cacharros de barro.

DistribucioV de l«-s clistíatfl.5 del dcxtiar

Hacia Carat

—Eras de secado de la arcilla: Se trataba de una superficie allanada, de suelo apisonado y unos

500 metros cuadrados de extensión, situada al aire libre, detrás de la casa, entre el molino y las bal

sas. En estas eras se extendía la arcilla, una vez traída del yacimiento, para convertir sus grandes

gasones en terroncillos pequeños, dejándola a la intemperie con el fin de airearla y secarla

debidamente.

—Balsas de barro: Eran tres y estaban construidas de piedra o ladrillo, situadas junto a la acequia

de riego de donde se extraía el agua para hacer el barro. Dos de ellas tenían el mismo tamaño ocu

pando una superficie aproximada de 40 metros cuadrados cada una. La otra balsa, de menores

dimensiones (unos 4'5 metros cuadrados de superficie) estaba situada a mayor altura que las otras

dos y se comunicaba con ellas por un oriñcio de vertido. La balsa pequeña servía para amerar la tie

rra secada en la era, batirla, decantarla hecha barro liquido, colarla limpiándola de impurezas, para

finalmente dejarla reposar en las balsas grandes hasta estar en condiciones de su traslado al

taller.

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—Homo de cocción: Servia para cocer las piezas después de un previo secado u oreo a la intempe

rie y en el taller. El homo constaba de dos cámaras diferenciadas por su aplicación, aunque eran

semejantes en forma y proporciones. Tales cámaras, una superpuesta sobre la otra, eran de forma

cilindrica y con el techo abovedado en forma de cúpula con unos orífícios o troneras para dejar

pasar el calor. La cámara inferior colocada en sótano era la del caldeado donde ardía la «fornida»,

leña usada como combustible, la cual se introducía por la boca y cuello del homo con una horquilla

larga. La boca comunicaba el interior del homo bajo con un pequeño sótano en donde se colocaba el

fogonero. A través de los orificios de la cúpula baja pasaba el calor a la cámara superior en donde se

habían puesto las piezas para ser cocidas. La cámara superior tenia también una boca o puerta

grande para homar, es decir, colocar las piezas en el homo antes de aplicarle fuego. Esta puerta

daba a piso llano tapando con unas tablas el sótano del fogonero.

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guj ero de muestras4>

12

5otorvo.fogonero

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La puerta del horno, una vez lleno éste con toda la obra que se había de cocer, se tapaba con

barro y desperdicios de cascotes o piezas muy defectuosas. Los orífícios de la cúpula de esta cámara

servían de respiradero para evitar el excesivo calor que hubiera dado a los cacharros un espacio

completamente cerrado, con su consiguiente deterioro. En la cúpula superior había un orificio cen

tral, del que carecía la inferior, destinado a facilitar la extracción de las «muestras», pequeñas pie

zas que el alfarero sacaba al final del proceso para asegurarse de la perfecta cocción. Las

dimensiones de ambas cámaras eran de unos 4 m. de diámetro por unos 2'15 m. de altura

máxima.

El horno en su conjunto estaba construido en ladrillo y necesariamente, por su estructura,

tuvo que ser edificado por albañil y no por los propios alfareros. Su antigüedad no se nos pudo con

cretar, pues al igual que las demás dependencias y elementos del alfar fueron heredados por miem

bros de esta familia dedicada ya en anteriores generaciones al trabajo del barro. Las ligeras

reparaciones de colocar un ladrillo caído o revocar un desconchado, si corrían a cargo de sus dueños

por ofrecer ello pocas dificultades. Igualmente reparaban ellos mismos las balsas, el molino e

incluso los tornos y dependencias del taller.

El horno formaba parte de un pequeño edificio o caseta aislada de la casa-taller. En esta

caseta además del horno y el sótano para caldear existia un departamento destinado a almacenar la

leña, llamado porche de la «fornilla», en donde las pequeñas garbas de matorral se preservaban de

la lluvia.

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—Molino del barniz: Era una edificación al aire libre a manera de pila cilindrica. Dentro de esa pila

existía una piedra o muela circular fija y plana, separada unos 5 cm. de las paredes del molino en

todo su ruedo. Sobre esta piedra iba colocada otra muela semicircular también plana y que llegaba a

la altura del borde de las paredes del molino. La piedra superior era móvil sobre un eje central y

para hacerla mover se le aplicaba un palo largo fijado en ella con dos clavos. En el extremo corto del

palo se colgaban dos manguillas de carro como contrapeso y a la parte larga se enganchaba o uncía

una caballería que caminando alrededor del molino hacía rodar la media muela sobre la fija. El roce

de ambas piedras iba moliendo poco a poco las guijarrillas del barniz, cuyo polvo se mezclaba con el

agua que se echaba de vez en cuando sobre la pila del molino. Para reforzar más el peso de la media

muela, cuando el barniz se iba desmenuzando, se colocaban sobre ella unas piedras gordas y pesa

das que ayudaban a la pulverización.

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La pasta líquida, mezcla de agua y barniz molido, se escapaba por un orificio que habia en el

fondo de la pila, el cual comunicaba con el exterior vertiendo por medio de una teja. Debajo de esta

teja se colocaba el recipiente en donde se acumulaba el barniz en forma de líquido más o

menos pastoso.

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—Taller defabricación de piezas: La casa de esta ollería que venimos tratando es de las construi

das utilizando un desnivel del terreno, con lo cual el acceso a ella por la puerta principal (C/ de los

Desamparados) está más elevado, puesto que queda a la altura del puente, mientras que en la parte

opuesta del edifício tiene una entrada a la altura del cauce del río. La puerta más elevada introducía

a una especie de zaguán donde estaba la tienda para ventas. En la parte trasera más baja, se abrían

dos puertas que daban acceso al taller, quedando a unos tres metros más hondas respecto a la puerta

de la tienda. Estas puertas traseras daban a una sala, especie de sótano, dividida en dos dependen

cias, comunicadas entre si por dos vanos abiertos en la pared de separación. En el espacio de la

derecha estaban los tornos o ruedas, los cocióles de barnizar, el rincón donde se almacenaba el

barro para el año y un espacio reservado para adobar o sobar el barro antes de ser utilizado en el

torno, operación que se hacía primeramente con los pies extendiendo gran cantidad. Después,

cogiendo porciones menores, se volvía a repetir el sobado, pero sobre la mesa del tomo y haciendo

uso de las manos. La dependencia contigua a la de los tornos tenía las siguientes

aplicaciones:

—En la parte más cercana a la puerta tenía lugar el primer oreo de las piezas recién salidas del

torno, las cuales se colocaban sobre tablas y éstas se apoyaban sobre estacas hinchadas en la pared.

Después pasaban a un segundo secado al exterior de la casa.

—De pared a pared de esta dependencia existían unas vigas apoyando sus extremos a menor altura

que las del techo. Sobre tales vigas se travesaban también tablas en las que se colocaban las piezas

recién pasadas por el barniz para que se orearan de este baño.

—Al fondo de la sala, en la parte opuesta a la puerta, quedaba un espacio destinado a almacén de

crudo, en donde se iban amontonando las piezas una vez oreadas, secadas al sol y pasadas por bar

niz, esperando ser metidas en el horno para su cocción.

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15

MATERIAS PRIMAS Y PROCESO DE FABRICACIÓN

—La arcilla, extracción ypreparación: La base principal para la fabricación de nuestras vasijas de

material refractario era una especie de arcilla roja desprovista de greda que únicamente se extraía de

la partida de Conejeros y más concretamente de una amplia cañada (hoy puesta de hermosa viña)

que queda a la izquierda de la carretera de Chera, según se va desde Requena a este pueblo vecino.

También se conoce este paraje como Cuesta de la Hora, por costar una hora aproximadamente, a

pie o en carro, el recorrer los cuatro kilómetros que separan este lugar de la salida de la ciudad desde

Las Peñas.

Por la extracción de la arcilla se pagaba a los dueños del terreno un tanto anual y llegando

abril o mayo se procedía a la búsqueda de la tierra de mejor calidad, tanto en lo que era monte como

en lo que eran «piazos», entonces de sembradura. Para asegurarse de las buenas condiciones de la

arcilla se hacían catas y cuando se encontraba un buen rodal se cavaba en profundidad hasta que se

daba en piedra o vetas de distinta clase.

El transporte de la tierra se hacia por carreteros de oficio, aunque hubo temporadas en que,

si los alfareros tenían carro, se la portaban ellos mismos. En las últimas épocas y entre los carrete

ros que podían hacer este transporte se buscaba al tío Cucala y en otras ocasiones al tío Pedro el

Cuco, quienes solían hacer dos viajes diarios.

Una vez la tierra en la ollería se descargaba y se extendía sobre las eras de secar, macha

cando los gasones con mazos o porras hasta dejarlos del tamaño de nueces. Cuando esta tierra per

día su humedad se ponía a amerar (a remojar en agua) en la balsa pequeña. El agua, como ya

dijimos, procedía de la acequia de riego de las huertas inmediatas a la casa, teniendo derecho a ela

estos alfareros los jueves, día de riego para las huertas de su propiedad. Para llenar la balsa de agua

no empleaban ningún procedimiento mecánico, sino que con la ayuda de pozales, colocándose un

hombre en la acequia y otro junto a la balsilla, iban elevando el agua necesaria con un toma y dame

de pozal lleno y vacío.

La mezcla del agua y la tierra se conseguía batiendo el conjunto con los pies hasta conver

tirlo en un barro liquido que vertía a las balsas grandes aprovechando el desnivel. Conforme salía el

barro por el caño, se iba colando con un tamiz o criba, con el fin de despojarlo de piedrecillas, raices

y otras impurezas que estropeaban la obra al ser cocida. Antes de dejar caer el barro liquido a las

balsas grandes se espolvoreaba el suelo de éstas con ceniza, cosa que facilitaba la posterior extrac

ción del barro sólido al evitar que se pegara en la base de las balsas.

Una vez el barro en las balsas grandes, en donde alcanzaba una altura de veinticinco centí

metros, iba solidificando al evaporarse el agua; entonces con la ayuda de una caña larga y sobre la

superficie del barro se hacían unas divisiones en forma de ladrillos. Conforme se iba secando la arci

lla, agrietaba en bloques cúbicos siguiendo las marcas de la caña, con lo cual su extracción de las

balsas era más fácil al ayudar estas grietas. De esta manera el barro extraído en bloques se llevaba

'**' al rincón que como almacén de la materia prima se reservaba en el taller, donde permanecía para ser

^ gastado a lo largo del año, conservando su humedad.

w —Preparación del barniz: Para la preparación del liquido pastoso en que se bañaban las piezas

^ para conseguir su vidriado se mezclaban dos productos de procedencia distinta:

a) Una tierra roja y también sin greda, distinta a la del barro de fabricar las piezas, la cual se

extraía casi en el hondo de Barranco Rubio, en un lugar cercano al puente de la Carretera Nacional

^ III que salva el desnivel de dicho barranco. Concretamente queda este punto a unos 200-300 m. a la^ izquierda del citado puente, según se baja de Requena a Valencia y en la margen derecha

^ del barranco.

"-* La tierra de Barranco Rubio servia para mezclar con el «berniz» (barniz), con el fin de con-

^ seguir en las piezas un vidriado de color acaramelado del que se precisaban nuestros alfareros, quic

io

16

nes desdeñaban el color verdoso que adquiría el barnizado con la carencia de dicha tierra. La

cantidad utilizada de esta tierra era poca y la solían transportar los mismos alfareros con un serón

en un mulo.

b) El sulfuro de plomo, al que se le conocía en términos alfareros requenenses por «bemiz»

procedía de las minas de Linares (Jaén) y venia en forma de granos o guijarrillas como de grava, por

lo que era necesario molerlo.

Nuestros alfareros lo adquirían, en las últimas épocas, en Valencia en la tienda de Vda. de

Manuel Martín Donderis en donde se vendía por quintales valencianos (alrededor de SO kgs. cada

quintal). No sabemos si en épocas anteriores la comercialización de dicho producto se haría de

forma semejante.

El «berniz» solía encargarse al ordinario que hacia viaje diario de Requena a la Capital,

pudiendo ofrecer en la tienda tres variantes, «Alcohol Hoja del n.° 4», «Alcohol Hoja del n.° 6» y

«Alcohol molido del n.°l».

Según la clase que de estos tres tipos de barniz se recibía de Valencia, los puchereros le aña

dían más o menos tierra de Barranco Rubio. Lo más corriente es que utilizaran el Alcohol Hoja n.° 4

al que se le añadían dos espuertas de tierra por quintal. Las otras clases llevaban más o menos mez

cla. A la variante de Alcohol Molido n.° 1 se le mezclaba además un cuarto de kilo de polvos de ocre

adquiridos en las droguerías.

El proceso de preparación empezaba por la colocación de los granos de barniz en la pila del

molino en donde se iban reduciendo a polvo al hacer rodar la caballería la media muela, como ya

hemos explicado al tratar el funcionamiento del molino. Al tiempo de la molienda se añadía agua

que se mezclaba con el polvo y vertía a los recipientes que lo habían de contener. Se dejaba reposar

un día, al cabo del cual el polvo se asolaba, quedando el agua por encima del poso, lo que facilitaba

su extracción y separación del barniz, que quedaba en el hondo en forma de tarquín muy blando.

Para su uso era preciso pasarlo por un tamiz muy fino, un «ciacillo» (cedacillo) que el alfarero se

fabricaba con un aro de un cedazo viejo y una especie de tela muy tupida que adquirían también en

Valencia en la ferretería de Luna (Plza. del Dr. Collado).

Una vez bien tamizado el barniz se mezclaba con la tierra de Barranco Rubio también en

forma de barro muy fino y tamizado, quedando ya en condiciones de ser utilizado para el baño de

las vasijas.

—El combustible: El único combustible utilizado para la cocción de piezas en el horno era la «for-

nilla», nombre que se le daba al monte bajo de matorral que crece en nuestro terreno al ser recolec

tado. Los «fomilleros», leñadores de azadilla, iban cortando matas y haciendo garbas atadas con

cordeta (soga de esparto verde) por barrancos y lomas, solanas y «ombrías» (umbrías) de las zonas

montañosas de nuestro término, parajes desiertos desde los que se transportaba este género con

mulos y carros hasta las aldeas y la ciudad. Además de la «fornilla» gastada en el consumo local, la

gran cantidad del excedente se enviaba hacia Manises, en donde servía también para el caldeo de

los hornos de las importantes fábricas de cerámica de esta población, hasta que dejó de emplearse

este combustible debido a la industrialización de nuevas técnicas que ello comporta.

La «fornilla», que estaba formada por todo tipo de matorral que crecía en nuestros montes

(aliagas, romeros, «matujas» (coscosa), «esnebros» (enebro), sabinas, etc.) la adquirían nuestros

alfareros a carreteros «fomilleros» de Requena, quienes la hacían ellos mismos en los montes cerca

nos a la ciudad o en los más alejados de las aldeas (La Portera, Hortunas, Los Pedrones, Los Isi

dros, Villar de Olmos, etc.).

Los últimos fomilleros carreteros que servían su género a los puchereros fueron los apodados

«Mediatetas» y también Orosio el de la Villa.

17

Generalmente, para cada hornada eran necesarias unas 700 garbas aunque dependía de los

«aires», es decir, de donde soplara el viento. A veces, con vientos secos (castellano o cierzo) con

unas 500 garbas había suficiente, mientras que en otras ocasiones, con vientos húmedos (mataca

bras o solanos) se llegaban a gastar 800 garbas para completar una cocción.

El encargado del combustible a los «fornilleros» se hacía por carros, en los que solían cargar

unas 100 garbas por término medio (a veces 120, otras 90). En el almacén de la «fornilla» se apila

ban las garbas, previniendo tener siempre almacenada mayor cantidad de ellas que las necesarias

para una hornada.

INSTRUMENTOS Y HERRAMIENTAS

Por lo general, y puesto que la obra de los alfares requenenses era destinada al cocinado en

lumbre y «fogueles» (hornillos) de carbón, asi como a servir de vajilla de diario en la clase labradora

y artesana poco adinerada, su proceso de fabricación era rudimentario, sencillo y primitivo, carente

de pinturas y ornamentaciones especiales, causa principal de su desaparición al no poderse utilizar

en su última época la vía de la comercialización cara al turismo o decoración, ya que no eran consi

derados como objetos ornamentales, sino con una finalidad puramente funcional.

Partiendo de la sencillez y primitivismo de elaboración, las herramientas e instrumentos que

utilizaban nuestros alfareros eran toscos, corrientes y muchos de ellos de fabricación doméstica.

Para la descripción de cada uno de ellos seguiremos el proceso de fabricación, en el que iremos

encontrando su aplicación concreta:

—Extracción de la tierra: Se utilizaba una azada corriente de labrador con la que se cavaba el

terreno apropiado. Para cargar el carro se hacía uso de una espuerta de pleita de esparto, normal

mente, de fabricación doméstica.

—Machacado de la tierra en las eras: Además de mazos y martillos grandes para desmoronar los

gasones de arcilla, era corriente también la utilización de porras de sabina o enebro, plantas del

monte que crían en sus raíces unas cepas en forma de bolas, que, extraídas con uno de sus tallos

para hacer de mango, servían para aporrear o machacar cosas.

Espuerta. Porra de satino.

—Elevación del agua a la balsilla: Para llenar de agua la balsa de amerar la tierra seca se utiliza

ban pozales o calderos, como ya hemos dicho anteriormente.

—Colado del barro: Al hacer pasar el barro líquido de la balsilla a las balsas grandes, también

hemos dicho que se colaba con unas cribas espesas.

—Cortado del barro en las balsas: Una caña larga servía para marcar unas hendiduras sobre la

superficie del barro que estaba a secar en las balsas grandes. Por estas hendiduras agrietaba el barro

conforme se iba secando, cosa que facilitaba la extracción al quedar dividido en pequeños

bloques.

18

—Preparación del barniz: Además del molino, ya descrito como edificación, se empleaba un trozo

de cello (abrazadera de tonel) al que se le doblaba en ángulo recto uno de sus extremos y con él se

iba recogiendo el barniz molido que se acumulaba en la hendidura de la pila y se le acercaba hacia el

orificio de salida para facilitar su derrame. Ya hicimos mención del cociol o barreño en el que se

recogía el barniz liquido.

Cello nara. eí barniz.

—Sacar el barro del almacén: Dijimos que el barro se almacenaba en un rincón del taller. Para

coger barro del montón se iban cortando trozos con la ayuda de una «corbella» vieja (hoz).

—Torneado depiezas: Para este menester se utilizaba el artefacto más complicado, el tomo o rueda

que, en esquema, consta de una rueda de madera de 1 m. de diámetro y un grosor de unos 5 cm.

aproximadamente que lleva una púa centrada en su parte inferior como si fuera una peonza, la cual

apoya y gira sobre un punto de acero obrado en el piso. De la cara superior de la rueda, fijo y verti-

calmente, sale un eje o árbol que, en su parte superior y a la altura de la mesa, une con la cabezuela,

pequeña rueda sobre la que el alfarero coloca las pellas de barro y tornea las vasijas. El árbol, que es

un palo cilindrico, de unos 6 cm. de diámetro, tiene un remate metálico, también cilindrico, de unos

2 cm. de diámetro y 10 de altura, en el extremo que ensambla con la cabezuela. Este remate de hie

rro sirve para fijar el árbol en su parte alta a la traviesa que une la mesa con el asiento y se introduce

en la pared. La fijación del árbol a la traviesa se hace envolviendo el trozo metálico con una corteza

de pemil seco y por este punto se ata al citado travesano con un vencejo (soga fina de esparto

picado). La corteza de pemil con su interior grasoso facilita el giro del árbol en su unión a la tra

viesa, transmitiéndose así el movimiento de la rueda inferior a la cabezuela para poder

efectuar el torneado.

Como partes adicionales del tomo hay que citar la mesa en donde se soba el barro a mano y

se van colocando las piezas recién salidas del torneado, el asiento y la tabla de apoyar los píes el

artesano. Los tomos de Requena estaban fijos al suelo y a la pared por lo que nunca se movían de su

sitio.

El t orno SUS

Mesa.

Mol

Tabla. Ae los

19

Otros instrumentos del torneado eran las crucetas, hechas de caña rajada y que servían para

medir la altura de los pucheros antes de sacarlos del torno y asegurar con ello la capacidad deseada

en la vasija. Medida la altura con la cruceta, era fácil para el alfarero el calcular la anchura corres

pondiente a cada vasija. Había, como es natural, crucetas de distinta altura correspondiendo a las

diferentes medidas de pucheros que después describiremos.

En la mesa del tomo, mientras el alfarero trabaja y para remojarse las manos constante

mente, había una cazuela vieja llena de agua. También estaba siempre a mano el hilo de cortar que

servía para separar la pieza torneada del trozo de pella que quedaba pegado a la cabezuela. Este

hilo llevaba atado a un extremo un palillo fino de unos 5 cm. de largo. El grosor del hilo dependía

del tamaño de las piezas que se habían de cortar. Para piezas pequeñas se utilizaba hilo de coser,

mientras que para otras mayores se usaba un cordelillo muy fino hecho con medio esparto picado

para cada ramal. El barro sobrante de cada vasija que quedaba pegado en la cabezuela se despren

día de ella con la ayuda de una rasquilla metálica semejante a la de las artesas de amasar

pan.

Caruelik.de/ H'íoj- de corfícorlar 'a.S<lüllltK.

—Rascar los pucheros: Se llamaba «rascar los pucheros» a la operación que después de oreados

éstos se les hacia en su base, la cual siempre salía gruesa del torno. Para rascar los pucheros se utili

zaba un cello semejante al que hemos descrito para el molino del barniz. Cuando al rascar un

puchero se horadaba por la base (cosa poco corriente), se arreglaba la pieza con un poco de barro y

la ayuda de una maza de mortero.

Rascando un puchero.

20

—Abrir las cazuelas: Tampoco las cazuelas salian definitivamente acabadas del primer torneado.

Su proceso seguía los siguientes pasos:

Io) Confección de la pieza en el torno por el sistema de «bochado» cerrado.

2°) Apertura de la pieza ya oreada, para lo cual, y en principio, se le hacia un orificio a fin de que

saliera el aire, haciendo uso de una «puncha» gruesa (clavo). Después con una media tijera se

habría y cortaba la parte sobrante del barro.

3°) Acabado definitivo de los bordes en el torno con los dedos.

—Barnizado: Tres cocióles o barreños contenían el barniz en el taller y con la ayuda de un cazo

viejo se vertía parte de este liquido en el interior de cada pieza para barnizarlas por dentro.

—Caldeo y cocción: Como hurgonero para lanzar las garbas de fornilla al interior del homo utiliza

ban una horquilla de hierro con mango de madera. Era de unos dos metros de longitud en su totali

dad. Para extraer las muestras se ayudaban de un gancho largo de hierro.

Añadiremos como final que era muy importante a lo largo del proceso de torneado y barni

zado la utilización de tablas largas sobre las que se colocaban a orear las vasijas. Con tales tablas se

conseguían especie de estantes al apoyarlas sobre estacas en la sala de oreo, también se sacaban a la

calle para el secado al exterior y se colocaban sobre las vigas para el segundo oreo de las piezas des

pués de bañarlas en el barniz.

TRABAJO EN EL TALLER

—Pisado del barro: Para preparar el barro debidamente tenia lugar, en principio, una inicial suavi-

zación, chafándolo con los pies sobre un espacio destinado para este fin en.el suelo de la sala de tor

nos y junto al montón del barro. Los alfareros se calzaban para este trabajo con alborgas, calzado de

esparto de confección doméstica.

—Sobado en ¡a mesa: Después del pisado se llevaban porciones de barro a la mesa y en ella se

sobaba convenientemente hasta estar en condiciones de ser torneado.

—Torneado: Cuando el barro estaba suficientemente sobado se montaba la pella sobre la cabezuela

del torno. La pella es un pegote de barro que al hacer rodar la cabezuela y con ayuda de las manos

toma forma de tronco de cono, partiendo del cual se da paso a lo que llaman «abrir el barro», que

consiste en llegar hasta el fondo de la pella con los pulgares o los pulpejos, quedando ésta rebajada y

todo el barro a utilizar para la futura pieza abarcado por ambas manos. Partiendo de la apertura y

rebajado de la pella se iban elevando las paredes, dándoles el grosor deseado, hasta concluir la

vasija en su cuello y boca.

La apertura y rebajado de la pella podía hacerse por el sistema normal, es decir, hundiendo

en ella los dedos pulgares encarados con los cuatro dedos de la mano correspondiente. El uso de los

pulgares es propio de la confección de piezas pequeñas y medianas de poca anchura.

Cuando para abrir el barro y rebajar la pella se utilizaban los pulpejos de la mano en cuenta

de los pulgares se decía que se empleaba el sistema de «bochado», apropiado para el torneado de

piezas grandes y anchas.

21

Una vez acabado el primer torneado, bien por el sistema normal o por el de bochado, se cor

taba la pieza, es decir, con la ayuda del hilo de cortar, se le separaba del barro que la unía

a la cabezuela.

—Primer oreado: Sacadas las piezas del torno se iban colocando sobre tablas y éstas sobre las esta

cas que había hincadas en las paredes de la sala de oreo, con el fin de que las piezas iniciaran su

secado lentamente en el interior del taller para evitar el agrietamiento («regatiarse»).

—Secado al exterior: Después del oreo interior se sacaban las tablas con los cacharros al exterior

en donde se producía un mayor secado, pero en el caso de pucheros y cazuelas no se les dejaba que

perdieran la humedad ya que tenían que ser de nuevo llevados al torno para acabarlos definitiva

mente. Estando en la calle tenía lugar la aplicación de las asas a las vasijas que las llevaban, bus

cando el momento en el que pegaran adecuadamente y no saltaran después.

—Rascado de pucheros:Este proceso es el que distingue a los pucheros de Requena de los de Ala-

cuás por ejemplo. Como ya nombramos en otra parte se trata de lo siguiente:

En el primer torneado el puchero se corta con barro sobrante en el «culo» (base). Después

de un semisecado se vuelve al tomo en donde se coloca boca abajo, utilizando para fijarlo una espe

cie de pella elevada cubierta con un trapo. En esta posición y con la ayuda de la parte larga del cello

de rascar y el giro del tomo, se va rebajando el barro sobrante hasta dejar el espesor conveniente en

la base, cosa que el artesano puede apreciar dando de vez en cuando pequeños golpes con la yema

del dedo corazón sobre esta parte de la vasija. El sonido le da a conocer cuando el grosor de la pared

en la parte rebajada es el conveniente. Después del primer rascado queda el puchero con una base

muy ancha, por ello, utilizando ahora la parte doblada del cello se sigue rebajando hacia las paredes

achicando así el círculo de la base y redondeando el perfil de la vasija al tiempo que se iguala el gro

sor de las paredes en todas sus partes.

Pucherocolocadonara. se*"

rasca. '

Btxrrosóbrame

Sarrocobrante

Corte del pucherosin rascar

Pucheroacabo,d

—Apertura y acabado de cazuelas: En el torneado de cazuelas se utilizaba el sistema de

«bochado» cerrado como ya tenemos dicho, quedando la pieza en este primer proceso como una

hucha cerrada y muy rebajada. Una vez se vuelve al tomo después del primer secado se le horada

por la parte superior con un clavo y a continuación se coloca sobre una especie de soporte hecho de

barro en la cabezuela. Al igual que el puchero se invertía para rascarlo, también a las cazuelas se les

da la vuelta para acabarlas, quedando arriba lo que fue base en el primer secado. En esta posición y

girando el tomo, se abría la vasija por la parte que era base, ayudándose de la media tijera a la que

ya hicimos alusión. Una vez quitado el barro de lo que fue base, el alfarero, con sus dedos, hacia los

bordes de la cazuela, elevando o rebajando sus paredes según quisiera conseguir cazuelas hondas,

maresas o llanas. A las cazuelas planas se les deja caer sobre un ladrillo grande con el fin de allanar

su base.

22

Otros tipos de cacharros como «ladriolas», grilleras, morteros, platos, churras, saleros, tube

rías, etc., quedaban terminados en la primera fase del torneado, sin necesidad de retoques

posteriores.

Voceso ole torneado áe. una, cazuela.

Primera {torneado

ocación n

abriría

Aca.ba.do de losbordes

—El barnizado: Utilizando el bamiz ya preparado, que reposaba en los tres barreños o cocióles de

barnizar, se ejecutaba este trabajo entre dos personas de la siguiente forma:

Se llevaban las piezas completamente terminadas y oreadas cerca de los barreños. Uno de los hom

bres, puesto junto al primer barreño, vertía barniz en el interior de cada cacharro con la ayuda de un

cazo. Después movía la vasija para extender el barniz por todo el interior sin dejar ningún rodal sin

remojar (gallos) y luego vaciaba el barniz sobrante en el bareño, dejando cada una de las piezas en

una tabla cercana al segundo barnizador. Este otro barnizador, situado junto al segundo barreño,

iba introduciendo de forma invertida cada una de las piezas en el bamiz de su barreño hasta unos

tres o cuatro dedos de profundidad. Con estas dos fases, el interior, las bocas y una franja de los bor

des extemos de los cacharros quedaban barnizados y nuevamente se les iba dejando sobre tablas,

ahora tumbados. Conforme se llenaban las tablas con lo barnizado se travesaban encima de las

vigas de secar para que las vasijas se enjugaran de este remojo. Cuando estaban completamente

secas se bajaban de las tablas y se amontonaban en el almacén del taller, esperando que hubiera

cantidad suficiente para llenar un homo y ser cocidas en él.

El tercer cociol se pasaban por barniz las «corbeteras» (cuberteras o tapaderas) siguiendo des

pués el mismo proceso de secado que los demás cacharros.

El que hubiera tres cocióles de barnizar era porque en el primero, cuyo contenido se desti

naba a vidriar el interior de las vasijas, su bamiz tenía menos mezcla de tierra de Barranco Rubio

que el del segundo, usado para las bocas. Este segundo barniz tenía a su vez menos tierra que el ter

cer barreño en el que se barnizaban las tapaderas.

Una vez más queda clara la funcionalidad de nuestra alfarería y la poca importancia que

tenía en ella lo ornamental pues el mejor vidriado quedaba en el interior, el de segunda calidad

cubría las bocas y bordes extemos, mientras que el más inferior iba destinado a las tapaderas por ser

piezas menos castigadas en el cocinado.

CARGA Y CALDEO DEL HORNO

Cuando había suficiente número de cacharros para llenar un homo, se procedía al trabajo de

23

«homar», es decir, colocar las piezas dentro de la cámara de cocción de la manera más idónea,

tanto para su correcto cocido como para conseguir la introducción de mayor número de piezas posi

bles. Norma inamovible era que los pucheros y vasijas hondas se pusieran tumbadas mientras que

las cazuelas y tapaderas eran colocadas de canto.

Al empezar a homar, para salvar la profundidad del suelo de la cámara en su parte próxima a

las paredes, se ponían pucheros ya cocidos de los grandes o de tres y conforme se acercaban hacia el

centro se iban colocando de menor tamaño. En forma de medias lunas se apilaban las vasijas, relle

nando los huecos que quedaban entre las más grandes con cacharros más pequeños o piezas delga

das como las tapaderas. Estas paredes de cacharros se iban achicando conforme se acercaban a la

puerta en donde se rer ataba el ¡leñado de la cámara, desde el suelo hasta el techo. En la parte alta y

cercanas al agujero de la cúpula superior se colocaban las «muestras», pequeñas piezas que el alfa

rero extraía con el gancho para segurarse de la perfecta cocción.

Una vez bien repleto el homo de obra, se tapaba su boca o puerta aprovechando cacharros

rotos o defectuosos haciendo con ellos una pared que se trababa y enlucía con el barro arenoso que

se acumulaba en las balsas grandes al pie del chorro de la balsilla, en donde tenia lugar el

tamizado.

En una hornada se cocían piezas de todas las clases que después describiremos, pero siem

pre abundaban sobre lo demás los pucheros y sus tapaderas, seguidos en número por las cazuelas.

En cada homo lleno solían haber 4 docenas de pucheros grandes, de 7 a 8 docenas de los llamados

de tres, sobre 30 docenas de chestanos, 60 docenas de los pucheros de diez y otros tantos de dos. La

mayor cantidad correspondía al tamaño llamado de dos-tres, de los que se metían unas 120 doce

nas, mientras que de los «pucheretes» pequeños solamente se cocían cada vez de 15 a 20 docenas,

entrando de tapaderas de distintos tamaños alrededor de 5.000 unidades.

En cuanto a las cazuelas solían ponerse sobre unas 3 docenas de cada uno de los ocho tama

ños de las cuatro clases. No obstante, muchas veces, se cocía mayor número de las del tamaño de

diez y de las pequeñas, así como de los platillos, llegando a las 6 docenas de cada una de

estas tres variantes.

Las piezas de encargo o muy delicadas se colocaban entre dos cazuelas hondas, de canto y

encaradas, que les servían de protección. Los defectos de las piezas por cocción podían ser que se

torcieran las bocas o que salieran con besos, es decir, que por estar muyjuntos dos cacharros podían

pegarse por el barniz, quedando en ambos, al separarlos, como un desconchado.

Entraremos ahora en la explicación del caldeado que, como veremos, era laborioso y

delicado:

Se iniciaba con un precalentamiento lento (el templado), encendiendo una rama de fornilla

en el cuello del homo. A esta pequeña hoguera se le iba añadiendo más leña, aumentando poco a

poco la cantidad durante un período de doce a trece horas. En el centro de la propia cámara de cal

deo y a la vista del fogonero se había puesto sobre un puchero viejo un cascote barnizado que se lla

maba también muestra, porque cuando su barniz se ponía blanco era el aviso para empezar las

verdaderas caldas en el homo de fuego, lanzando las garbas enteras empujadas con la horquilla

hacia su interior. Diremos que cada calda empezaba cuando se arrojaban al fuego su número corres

pondiente de garbas de leña y acababa cuando esta leña, después de arder en llamas, se reducía a

ascuas candentes sin llegar a ser ceniza.

Comenzaba la serie de caldas agrupándose éstas de tres en tres hasta llegar al final. En la pri

mera calda se quemaban tres garbas y la misma cantidad en las dos siguientes, segunda y tercera,

que formaban grupos con la primera. Para las caldas cuarta, quinta y sexta, correspondientes al

segundo grupo, se aumentaba una garba por calda. Así se seguía aumentando hasta llegar al último

grupo en que sus caldas eran de muchas garbas cada una. Podemos ver este proceso más detallada-

24

mente a continuación:

3 garbas para la 1.', 2.' y 3.* caldas

4 » » » 4.', 5/ y 6/ »

5 » » » 7.', 8.' y 9." »

6 » » » 10.', 11..' y 12..' »

7 » » » 13.', 14.' y 15.' »

8 » » » 16.', 17.' y 18.' »

9 » » » 19.', 20.' y 21.' »

10 » » » 22.', 23.' y 24.' »

11 » » » 25.', 26.' y 27.' »

12 » » » 28.', 29.' y 30.' »

etc., etc.

El tiempo que duraba el caldeado venía a ser unas veinte horas de trabajo ininterrumpido,

por lo que era necesario turnarse dos o tres hombres. Se solía aplicar el primer fuego sobre las cua-

tro de la tarde, terminándose a las doce o las trece horas del día siguiente. En días de lluvia, para

que las gotas frías que podían penetrar por las troneras de respiración no destrozaran los cacharros

candentes del interior del horno, se colocaban alrededor de dichas troneras unos pucherillos y

encima de ellos una cazuela grande boca abajo, consiguiendo así una especie de capuchón de chime

nea que evitaba la penetración del agua y dejaba respirar al horno debidamente.

Para comprobar que la hornada estaba bien cocida y con ello poder dejar de alimentar el

fuego, uno de los alfareros subía a la cúpula alta del horno y con la ayuda del gancho extraía por el

agujero central una de las piezas colocadas para muestra. Si al sacarla veía su cocción acabada,

daba una voz al fogonero para que dejara de meter fornilla al horno. En caso contrario le avisaba

que siguiera hasta que otra extracción de muestra manifestara el fin del proceso.

El trabajo de deshomar tenía lugar al cabo de cuatro o cinco días después de acabar el cal-

deo, cuando ya se había enfriado el homo y los cacharros. No obstante, cuando la demanda era muy

grande, se podía sacar a los tres días, aunque sudaran y se quemaran las personas que intervenían en

la operación. Tanto en la tarea de homar como al deshomar ayudaban las mujeres, quienes no parti-

cipaban en el resto de trabajos de la alfarería, si no era en la venta de piezas sueltas en la tienda y

esporádicamente en el mercado.

: TIPOS DE VASIJAS Y SUS VARIANTESj

j PUCHEROS

\ Por las condiciones especiales del barro empleado en las ollerías que venimos tratando, la

mayor arte de los cacharros fabricados en ellas fueron los pucheros, destinados a cocinar en el

1 hogar, junto a la lumbre o en hornillos («fogueles») de carbón. Todos los pucheros tenían la misma

| forma, variando únicamente su tamaño y capacidad. Los alfareros daban nombres distintos a cada

1 ■ 25

una de las partes de estas vasijas, cosa que plasmamos en el siguiente dibujo:

oca.

Cuello

PecKo ¿/

En cuanto a los tamaños también nos falta aclarar que se hacían ocho medidas distintas, que

de mayor a menor eran:

Puchero Grande: De unos 29 cm. de altura y una capacidad aproximadamente de 10 litros.

Puchero de Cuatro: Con unos 25'5 cm. de altura y 6 litros aproximadamente de capacidad.

Puchero de Tres: Su capacidad estaba alrededor de los 5 litros, siendo su altura poco más o menos

de 23'5 cm.

Estas tres medidas (grande, de cuatro y de tres) solían utilizarse en las matanzas, en Fiestas o

por familias de muchos miembros, dada su gran cabida.

Puchero Chestano: De unos 18*55 cm. de altura y 2 litros y medio de capacidad. Era la medida

empleada para cuatro o cinco personas.

Puchero de Diez: Se destinaba para tres o cuatro personas, siendo su altura de 16'5 cm. y I litro y

medio de capacidad.

Puchero de Dos: Podía servir para dos o tres personas, solía tener una altura de 14 cm. y 1 litro y

cuarto de capacidad.

Puchero de Dos-Tres: Solía utilizarse para hervir leche. Su capacidad estaba sobre el medio litro,

siendo su altura de unos 10*5 cm.

Puchero Pequeño o «Pucherete»: Tenía poca utilidad por su pequenez (menos de un cuarto de litro

de capacidad y unos 7'5 cm. de altura). Podía hervirse un huevo en su interior.

Queremos añadir que además de estas ocho variantes clásicas, con una sola asa, se hacían

también con dos asas los de tamaño de Cuatro y los tostadores de cacahuete o castañas.

De un tamaño intermedio entre el puchero de Diez y el de Dos se hacían en muchas ocasio

nes los llamados Pucheros de Entre Medias, que juntamente con los Chestanos, los de Diez y los de

Dos, eran los más solicitados.

Del tamaño de los Chestanos o los de Diez se hacían los tostadores para cacahuetes o casta

ñas. Eran simplemente pucheros con dos asas a los que se les horadaban sus paredes con pequeños

agujeros cuando el barro estaba todavía blando. De esta manera y aplicando el cacharro al fuego se

facilitaba el tostado de los frutos citados.

26

Del tamaño de Dos o de Diez se hacían los Pucheros de Pitorro, los cuales no llevaban pico

en la boca y se les aplicaba un pequeño caño o pitorro por la parte del pecho para verter con facili

dad el liquido contenido. Se usaba como cafetera.

La chocolatera ya no tenia la forma de los pucheros, era menos panzuda. En la boca se le

hacia un pico y se le ponía un mango en cuenta de asa.

Las «corbeteras» o tapaderas de los pucheros eran de diferentes tamaños y tenían la forma

que nos representa el dibujo.

or hetera"

Tostador Puchiro Je pi

CAZUELAS

Las cazuelas seguían a los pucheros en cuanto a la cantidad de piezas elaboradas, se agrupa

ban en cuatro familias distintas, teniendo cada una de ellas diferente aplicación. De cada una de

estas familias de cazuelas se fabricaban las ocho medidas equivalentes a los pucheros.

Cazuelas Hondas: Servían para cocinar guisados y salsas. A los tamaños grandes se les llamaba de

matanza porque también se les usaba como recipiente de condimentación de carnes para embutidos

u otras aplicaciones que en esos días se les da a zafas, lebrillos y cazuelas. Las de tamaño pequeño

servían como escudilla para comer los niños.

Cazuelas de Arroz en Cazuela: no eran tan hondas que las primeras y se distinguían de ellas por

tener el borde salido. Se destinaban al cocinado de esta variante de guiso de arroz, muy meloso y

suculento, propio del día de San Nicolás en Requena, del día de San Antón en las aldeas y en defini

tiva de los meses de diciembre y enero, época de las matanzas, ya que entre los ingredientes de esta

comida, además del arroz, figura la carne fresca de cerdo y más concretamente la careta, el morro,

pie, etc.

Cazuelas Maresas: No solían utilizarse para guisar, sino para abocar, palabra equivalente a escudi

llar, cuyo significado viene a ser el de verter lo guisado en un puchero sobre un recipiente con el que

se saca a la mesa y del cual sacan los comensales con sus cucharas. En otras épocas las familias

sencillas de labradores y artesanos no distribuían la comida en platos individuales, sino que la abo

caban en una cazuela o fuente, cuyo tamaño dependía del número de personas que habían de sacar

de ella. Esta era la finalidad principal de las cazuelas maresas, cuya profundidad era intermedia

entre la cazuela honda y la llana.

^ Platos y Churras: También como vajilla para comer y no para guisar se fabricaban una especie de

^ escudillas de las que había dos variantes, los llamados Platos de perfil parecido a una zafilla, con

^ paredes curvas y abiertas hacia afuera y las Churras, cuyas paredes eran rectas y casi

^ verticales.a

^" Cazuelas Llanas: Eran de paredes muy bajas y de base extendida y aplanada. Servían para el coci-

^ nado de arroz al horno y para abocar comidas de poco caldo, frituras, etc.

v. ',

>, Tapaderas de cazuelas: Tenían forma troncocónica muy rebajada, rematando con un pomo cón-

,, cavo que nos recuerda las tapaderas de las urnas ibéricas y las que todavía se hacen en el

^ Norte de Marruecos.

w 27

z.u e. u.

Honda. arroz, en Cazuela Al ares a. Lía

Tapadera, ae

OTROS CACHARROS PARA DISTINTAS APLICACIONES

Con destino a la mesa y la cocina se hacían platillos llanos de pequeño tamaño para sacar

olivas, saleros en forma de copa, morteros troncocónicos con un pico y escurrideras para el pescado

a modo de zafillas con agujeros en la base.

ero Morfero

Las hornillas de azafrán eran como zafas grandes sin vidriar y con unos orificios en la parte

alta de las paredes. Servían como fogón de ascuas para el tostado del azafrán sobre los «ciazos»

(cedazos). También se fabricaban moldes para queso blanco y orcillas para guardar la miel.

H or ni lia. ¿e dz.ai\ra \r\. Molde de Orel

Para los niños se destinaban las grilleras y las «ladriolas» (huchas), estas últimas eran de

una forma corriente con su agujero o ranura para introducir las monedas. Las grilleras, semejantes

en perfil a las huchas, se distinguían de ellas en que llevaban una boca redonda en su parte superior,

la cual se cerraba con un tapón de corcho y además que en sus paredes laterales teman pequeños

orificios a fin de que los grillos que los niños cogían en las huertas, para jugar con ellos, respiraran

con facilidad y su estridente sonido pudiera oirse con toda plenitud al hacerse de noche, cosa que

divertía a los muchachillos de otras épocas.

Para beber agua los animales de corral (gallinas, pavos, conejos, etc.) se hacían bebedores

de dos tipos, de depósito cerrado para aves y en forma de orcilla con grandes aberturas laterales

28

para los conejos. También salían de estas ollerías tuberías de desagüe, hechas en fragmentos cilin

dricos con su parte superior más ancha y la inferior más estrecha para después ensamblarlos en el

lugar de colocación.

Lol¿y'íoI«. Grille. r<K.

¿e corral

OBJETOS DECORATIVOS

No era corriente su fabricación y cuando se hacían era por encargo. Además de búcaros o

floreros se elaboraban los botijos de engaño.

Los búcaros tenían perfiles caprichosos, asas más o menos retorcidas y cenefas toscas inci

sas. Los llamados botijos de engaño con muchos pitorros, de los que sólo uno comunicaba con el

exterior, tenían el orificio de llenado en la base. Para llenar este botijo se colocaba invertido, entrán

dole el agua a través de un tubo troncocónico como muestra el dibujo del corte de la vasija, de

manera que, al ponerlo de pie, el agua no podía escaparse. El engaño consistía en que la persona

que quería beber de él, tenía que adivinar cual de los siete pitorros era el útil.

(Exterior) (interior)

COMERCIALIZACIÓN Y ÁREA DE VENTA

En la época de utilización plena de vasijas de barro para cocinar, ya hemos dicho, que tuvie

ron fama los pucheros de Requena por su calidad. Eran especialmente apreciados en La Valle y La

Manchuela, según nos manifestó, entre otras personas, Vicente Cebrián, de Teresa de Cofrentes,

comerciante que fue de cerámica fina y alfarería por los años cuarenta hasta los cincuenta, quien,

además de poseer un buen almacén en Teresa, distribuía de este género por La Valle y La Mancha

albaceteña de manera ambulante con un camión. Al igual que este cacharrero citado, con quien

pudimos hablar sobre este tipo de comercio, venían a cargar al por mayor a estas ollerías y cubrían

su área de venta otros cacharreros, comerciantes y almacenistas de La Valle, La Mancha, Serranía

de Cuenca, Serranía del Turia y Rincón de Ademuz, además de los pueblos de esta comarca. Tam

bién existían en Requena familias de cacharreros «quinquilleros» que recorrían pueblos y aldeas

29

con carros cargados de «vedriao», utilizando el sistema de cambio (por trapos, alpargatas viejas, hie

rro viejo, etc.)- Dentro de la misma ciudad había dos comercios en los que se vendía obra de Las

Ollerías. En la misma alfarería existía almacén y tienda en donde se vendía a comerciantes y por

piezas sueltas a particulares del pueblo, las aldeas u otras localidades cercanas. Los mismos alfare

ros en temporadas de poca demanda solían recorrer la comarca tratando de vender su producto o

también acudían con sus cacharros al mercado local semanal.

En el mapa siguiente podemos damos una idea del área de comercio de los pucheros y

cazuelas de Requena, comprendiendo toda la parte Oeste de la actual provincia de Valencia, la

parte serrana de Cuenca limítrofe a esta comarca, algún pueblo de Teruel y en La Mancha se aden

traba hasta puntos tan distantes como Villarrobledo o Muñera.

Las poblaciones que aquí figuran corresponden a las localidades de origen de los cacharreros

y almacenistas que según Ramón Martínez venían a cargar obra de su ollería en los años que él se

dedicó a este oficio.

NIVEL SOCIAL DE LOS ALFAREROS

Como conclusión diremos que, hasta el inicio de la decadencia, en épocas de demanda nor

mal con actividad ininterrumpida, nuestros puchereros se encontraban en un nivel económico y de

reconocimiento social equivalente al de otros artesanos tales como herreros, carpinteros, correche-

res, etc. De su trabajo diario obtenían un jornal suficiente para el sustento familiar y según Ramón,

siempre quedaba un pequeño remanente para la adquisición de barniz u otros productos no extrai-

30

bles por ellos mismos. La economía familiar se completaba con el cultivo de algunas tahúllas de

huerta para proporcionarse hortalizas, verduras, trigo y judías para el gasto doméstico anual. El tra

bajo de tales campos se hacia quitando horas al de la alfarería que les tenia ocupados en todas las

épocas del año.

Hacia 1953 y ante el desequilibrio económico que ocasionan en esta artesanía los gastos de

producción y la escasa demanda, debido al uso generalizado de otros materiales en la fabricación de

objetos de cocinar y por el empleo paulatino de métodos industriales, nuestras ollerías de pucheros

tienen que cerrar sus puertas, desapareciendo asi uno de tantos trabajos artesanos por dejar de tener

aplicación y uso sus productos. En estas fechas dejaron de producirse en Requena pucheros y

cazuelas que a tantas familias, humildes y acomodadas, fueron capaces de juntar a la mesa, conte

niendo mayores o menores suculencias, tanto en la rutina cotidiana de los días de hacienda como en

las alegres matanzas o en las celebraciones de las Fiestas principales.

Sirva este trabajo como homenaje a todos los hombres que trabajaron el barro en nuestra tie

rra y en especial a Ramón Martínez Argües, nuestro último pucherero que tan amablemente y con

tanta claridad nos ha transmitido todo cuanto aquí hemos reflejado.

31

w !

LOS AMIGOS DE JUAN PIQUERASpor

Juan Manuel Llopis

INTRODUCCIÓN

Una vez más, desgraciadamente, se cumplió ese refrán tan popular de que nadie es profeta

en su tierra. Porque en raras ocasiones una ciudad podrá enorgullecerse tanto de haber sido la cuna

de una personalidad tan importante como es el caso de Juan Piqueras y Martínez. Además, como

tantas veces suele ocurrir, su fama nos ha llegado como de rebote, a través de la opinión de presti

giosos hombres del ambiente de la cultura francesa o del testimonio admirativo de los escasos super-

; vivientes de la Generación del 27, conocida también como la segunda edad de oro de la

literatura española.

Pero la historia, con ese tiempo sin años de la paciencia, se encarga de que las cosas vayan

volviendo a su sitio como un homenaje a la justicia, a la reparación de un lamentable olvido.

Juan Piqueras había nacido el día 24 de noviembre de 1904 en Campo Arcis (Requena).

Descendiente de una humilde familia de molineros su infancia fue extraordinariamente dura y trans

currió entre los molinos de Hórtola y Atrafal antes de su traslado a Requena. Cereales, viñedos, la

rosa del azafrán, constituirán para él el marco agrícola laboral en que se desarrolla la primera etapa

j de su vida. Hablar con los pastores será para él un descanso y el alimento adecuado para su hambre

de soñador perpetuo. En una antología de poetas valencianos —en la que figuran los mejores de

; todos los tiempos— aparecida el 27 de julio de 1929, en la colección «Los Poetas», de Madrid, hay

■ una pequeña poesía de Piqueras en la que, en cierto modo, resume lo que ha sido su vida

hasta entonces:

SÍNTESIS

Infancia

Infancia, sueños blancos; un hogar pueblerino.

Unos padres muy jóvenes y unos abuelos viejos;

una escuela pequeña, un maestro anodino

y una vida que tiene claridades de espejos.

Adolescencia

Sueños de amor que brotan pujantes como ardillas.

Las primeras nostalgias en un día de lluvia.

; Unos versos ingenuos escritos a hurtadillas

y un fervor infinito hacia una joven rubia.

'< Juventud

' Juventud, ilusiones que no han cristalizado.

Un ensueño supremo: vivir para soñar.

) Decepciones amargas. Un amor no saciado

¡ y un deseo muy grande de —sin poder— volar.

\ Juan Piqueras fue un soñador y un profeta que tuvo el trágico acierto de llegar a predecir,

i

como nos cuenta el célebre cineasta francés Georges Sadoul, admirador e intimo amigo, su propia

muerte: «Yo moriré en la flor de mi vida, con las botas puestas».

Pero no fue sólo un poeta sino también un portentoso hombre de acción. Y con ser impor

tante lo que hizo fue todavía más importante ¡o que hizo hacer, su trabajo incesante de un lugar a

otro de un trabajo inagotable de movilización y dinamización. Tuvo un gran poder de comunicación,

de provocar y obtener una respuesta (feed-back, realimentación) de carácter creativo tal y como él

mismo había emitido el mensaje, su alternativa de cambio en razón a la crítica propuesta. Su

influencia fue determinante en muchos de sus contemporáneos más famosos. Y no porque ejerciera

el brillante papel de líder de su época —que también lo era y sabia desempeñar— sino porque supo

ser fermento oscuro mezclado entre la masa para construir el pan de cada día. Ejerció una influencia

directa y cordial sobre un buen puñado de hombres del momento a los que trastocó sus vidas radi

calmente hasta el punto de infundirles una nueva mentalidad por el contagio de su creatividad. No

fabricó imitadores sino que estimuló a los demás para que siendo ellos mismos luchasen por alcan

zar el techo de sus posibilidades reales, tal y como correspondía al quehacer de un ines

timable revolucionario.

Nuestro querido Redactor-Jefe

JUAN PIQUERAS Y MARTÍNEZ

por Masía

De una inteligencia precoz, sin maestros, realizó auténticos sacrificios para instruirse, lle

vándole su autodidactismo a logros cada vez más altos. Su preocupación por aprender, su simpatía

y generosidad, su apertura, lucidez, nobleza, fidelidad y capacidad de trabajo, colocará su firma

junto a las mejores de Europa. Por ejemplo, Ramón Gómez de la Sema, Baraja, Unamuno, Ortega

y Gasset, Valle Inclán, «Azorín», Salinas, Corpus Barga, Ayala, Arconada, Marañón, Gabriel

Miró, Jorge Guillen, Hernández Bata, Ramón J. Sender, Gómez Mesa, García Lorca, Rafael

AJbertí, Vicente Aleixandre, Giménez Caballero, Josep Renau, Gil-Albert, Sadoul, Moussinac,

Gaos, Max Aub, Tzara, Montherlant, Cocteau, Bretón, etc. De muchos de ellos será gran amigo.

También tuvo grandes amigos en el mundo de la pintura (Josep Renau, Salvador Dalí), de la música

(Bacarisse, Rodolfo Halffter, Rubinstein), del baile (Vicente Escudero), de la astronomía (Kar-

neix), o del mundillo del cine (Rene Clair, Luis Buñuel, Florián Rey, Rosita Díaz), del mundo

empresarial más dinámico (Ricardo Urgoiti). En este firmamento de auténtica «élite» empezará a

brillar su estrella en el campo especifico de la crítica cinematográfica, llegando a ser bautizado por

Goorge Sadoul con el sobrenombre de «Louis Delluc español».

34

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Durante su juventud había vivido en Requena, Valencia, Madrid y París, realizando además

numerosos viajes por toda Europa. Cada una de estas ciudades lo marcan de un modo distinto y

definitivo pero muy especialmente París, la auténtica capital de la cultura europea, verdadera ata

laya del mundo en aquel tiempo. Es allí donde con gran entusiasmo y sacrificio económico funda y

dirige su propia revista por la necesidad que tiene de alcanzar una auténtica independiencia. Se trata

de NUESTRO CINEMA, revista crítica independiente de la que salieron diecisiete números. Duró

desde 1932 hasta 1935, y el mismo Walt Disney, en la cima de su gloria, le rindió público homenaje

haciéndosela leer a su mismísimo ratoncito Mickey, la estrella máxima de los dibujos

animados.

Colaboró en numerosas revistas y periódicos de todo el mundo: LA VOZ DE REQUENA,

EL SOL, REQUENA, MUNDO OBRERO, ARTE Y LETRAS, VIDA CINEMATOGRÁ

FICA, VIDA ARTÍSTICA, LA PANTALLA, LA SEMANA GRÁFICA, POPULAR FILM,

LA GACETA LITERARIA, ATLÁNTICO, SILUETAS, CRÓNICA. MIRADOR, CINEMA,

NUESTRO CINEMA, OCTUBRE, CINEGRAMAS, NUEVA CULTURA, CLOSE UP, LA

REVUE DU CINEMA, BOLETÍN CONFIDENCIAL DE GAUMONT FRANCO FILM

DULERT, etc.

Escribió varios libros que no llegó a publicar, «Miradas sobre el cinema», «Panorama del

cinema hispánico», «Vida y obra de Rene Clair», «Al margen del cinema soviético» y «Cinema».

Pero en diversos artículos y revistas si que publicó una historia del cine valenciano (VIDA CINE

MATOGRÁFICA, LA PANTALLA y POPULAR FILM), una historia del cine español y una

historia del cine universal (NUESTRO CINEMA).

Fundó y sembró toda la geografía española de cine-clubs en compañía de Luis Buñuel y

Giménez Caballero. El 18 de mayo de 1930 realizó en Valencia la primera sesión de cine-club en la

que se proyectaron los films «Noticiario del cine-club», «Amante contra madre», «El pueblo del

pecado» y «Un perro andaluz».

Luchó incansablemente contra la mediocridad y cristianismo del cine español, contra el

capitalismo propagandístico de la industria cinematográfica alemana (con toda su carga nazi) y la

norteamericana (en la que el dinero y el éxito eran los factores dominantes). Frente a ellas opuso el

cine ruso, que conocía de primera mano por haber estado en Rusia, haber conocido a Einsestein, y

haberse ocupado durante toda su vida de esta cinematografía que le interesó particularmente por la

defensa de los valores humanos y un sentido marxista de la liberación y participación del pueblo

ruso tras el dominio multisecular de los zares.

Apoyó un cine auténtico, no pueblerino, no folklórico y falso, sino universal, de carácter pro

letario, histórico, documental. En este sentido evoluciona hasta el punto de que los doce primeros

números de NUESTRO CINEMA, con el subtitulo de «Cuadernos internacionales de valorización

cinematográfica», cambian en el n.° 13 por el de «Cuadernos internacionales de defensa del cine

proletario». Para Piqueras el cine es un arma de clase en la lucha contra los opresores, y los proleta

rios deben utilizar las cámaras pequeñas, familiares, de carácter económico, para retratar documen

talmente la realidad entorno, como un sistema eficaz y barato de denunciar todas las circunstancias

del aplastamiento del pueblo y la lucha de éste por sobrevivir y llegar a ser dueño de su

propio destino.

En una época en que los críticos de cine estaban vendidos a las grandes productoras y

empresarios, Juan Piqueras constituyó el ejemplo número uno de lo que debía ser un critico inde

pendiente, un profesional que tenia que vivir del cine y, sin embargo, mantenerse intacto, incorrupti

ble, en la marea de millones que se movían en tomo a él. El cine no era sólo un negocio o una

distracción sino sobre todo un medio de expresión y un prodigioso sistema de educar al pueblo

desde las mismas clases populares.

Pero la calidad de una persona se conoce no sólo por su manifestación personal sino también

por la opinión que ha merecido a los que, de algún modo, han vivido junto a él y han conquistado un

35

cierto nivel de prestigio. Por eso hemos buscado, en esta breve semblanza, la opinión de los que le

trataron. En este caso, el reflejo de la amistad nos ha llevado al amigo mismo.

Buñuel era vecino de Piqueras en Paris e intimo amigo y

admirador suyo.

Uno de los ejemplos más notables es el de Luis Buñuel, el mejor director cinematográfico

español de todos los tiempos. La relación que tenía con Piqueras venía de lejos, de cuando ambos

colaboraban estrechamente con Ernesto Giménez Caballero en la fundación del Cine Club Espa

ñol, en Madrid, el primero de España.

Buñuel, en la Residencia de Estudiantes, ya había hecho unos ensayos a los que se habían

sumado Alberti, García Lorca, Gómez de la Serna, etc. Después escribió en LA GACETA LITE

RARIA. Hasta que se marchó a Paris y le sucedió en esta tarea critica, Juan Piqueras, que ya tenia

una cierta experiencia, incluso a nivel de dirección literaria, pues había fundado en Valencia VIDA

CINEMATOGRÁFICA (en 1925) y VIDA ARTÍSTICA (en 1926).

Buñuel y Piqueras frecuentaron mucho sus relaciones en Paris, donde eran vecinos, pues

vivían, respectivamente, en me Pascal y me Broca. Se fraguó una amistad en la que participaron las

mujeres de ambos, Jeannette y Kctty.

Con Luis Buñuel pude hablar, en su casa de México, en agosto de 1981. No se parecía en

nada a ese niño terrible y gruñón, terror de los que trabajan junto a él. Una sonrisa de niño inocente,

de niño grande, lo acompañó durante toda la entrevista:

—Recibí una carta suya hace un par de años. Discúlpeme que no le contestara pero cada día

me encuentro peor de la vista y no escribo ya a nadie.

—Hemos querido venir a hablar con usted sobre Juan Piqueras ya que sabemos la gran

amistad que ¡es unía, cómo trabajaron juntos en los cine clubs de Giménez Caballero y ¡a Gene

ración del 27, cómo le sucedió en la critica cinematográfica de LA GACETA LITERARIA y su

última relación como vecinos en Paris.

—A Juan Piqueras lo mataron en Venta de Baños. Estaba enfermo, había tenido un vómito

36

de sangre viniendo de París. Creo que lo ataron a una silla y lo fusilaron en la misma estación de

ferrocarril nada más empezar la guerra civil. Yo estaba entonces en Madrid.

—Con Antonio del Amo ¿no?.

Si, efectivamente. Nos enteramos a los cuatro días de ocurrir el hecho. ¿Es así como se lo he

contado yo?. Seguramente usted tendrá otra versión más exacta. Es muy importante esa encuesta o

trabajo que está haciendo, muy interesante, tiene mucho mérito... Eso de que alguien se ocupe de

él... Juan era el hombre más importante, más universal del cine español. Sadoul y Moussinac lo

querían mucho. Yo iba muchas veces a su casa en la rué Broca, en París. Eramos vecinos pues yo

vivía entonces muy cerca, en la rué Pascal. Juan ha tenido una gran importancia, fue el primero y el

único crítico español independiente e internacional. Después de su muerte yo volví algunas veces

por su casa para interesarme por la suerte de Ketty, su viuda.

—Hemos estado dos semanas viviendo en su casa de Caracas y volvemos ahora allí para

continuar el trabajo. Por cierto que nos está haciendo una copia de una películafamiliar, inédita,

en la que aparecen Piqueras y el bailarín Vicente Escudero. ¿Quiere algo para ella?.

—Dele a Ketty un abrazo muy grande.

La amabilidad de Buñuel había sido extraordinaria. Compartimos con él su célebre rito del

vermouth a media tarde, nos dejó hacer todas las fotografías que quisimos e incluso insistió para que

estuviésemos más rato con él. Hasta unos días antes de su muerte aun tuve noticias y recados de él

por medio de Antonio Deltoro que me comunicó, en julio del 83, que Buñuel le había dado el

encargo de que me dijese que tiempo atrás había escrito un epílogo para su obra «Mi último sus

piro» en el que hablaba de sus doce mejores amigos, entre los que se encontraba Piqueras, pero que

al releerlo le había parecido demasiado sentimental y lo había destruido todo. Deltoro, recién lle

gado a México, me contaba todo esto mientras su amigo Buñuel, a las puertas de la muerte, llamaba

a sus hijos, en Francia y EE.UU., para tenerlos junto a si en su definitivo último suspiro.

Antonio del Amo, fue uno de los discípulos de Piqueras. Director de cine, realizó films sobre

la guerra civil española en plena contienda. Pertenecía al partido comunista. Después, durante el

franquismo, realizó un cine malo. Fue el descubridor del cantante Joselito, con el que ganó bastante

dinero. En una filmación realizada en Requena conoció personalmente a Luis, uno de los hermanos

de Juan Piqueras. Y le confesó: «Si su hermano viera lo que estoy haciendo, me fusilaba en

el acto».

En enero de 1980 recibí una carta suya:

«Efectivamente, yo he tenido unas relaciones y una amistad con Juan Piqueras durante años,

hasta el punto de que yo fui Director de NUESTRO CINEMA (Director nacional) en su última

etapa, y él llevaba desde París toda la cosa internacional. Esto quiere decir que nuestras relaciones

eran muy entrañables, por la gran cantidad de cartas que nos escribíamos (interminables cartas);

crearon una amistad muy entrañable y sólida, porque además, teníamos las mismas ideas políticas.

Pero esas cartas, junto con muchos libros y documentos, fueron destruidos por mi mujer y

una amiga cuando las tropas de Franco se acercaban a Madrid en los primeros días de noviembre

del 36. Asi, el archivo de Juan Piqueras era enorme, y muy rico en datos de todo tipo. Me refiero al

archivo que yo tenia sobre sus cosas y sobre todo lo que me mandaba relacionado con la revista, ori

ginales, ideas, fotos, etc. Yo sólo le podría contar cosas relacionadas con este archivo, puesto que yo

sólo le veía a él los veranos cuando venía a España y eran tantos los amigos que le rodeábamos

cuando él venía, en un café o en la habitación de su hotel, que él apenas podía miramos a unos y a

otros y contestamos a nuestras preguntas. Finalmente, en el último de esos viajes que hacía a

Madrid, se quedó en Venta de Baños, y allí murió. No se sabe nada de su muerte. No lo sabe niKetty, con la que yo hablé en Valencia en 1937, en los días en que caía Bilbao y en que fue bombardeado Guernica, y recuerdo que estuvimos todo el tiempo en la playa comentando esto, que a ella la

tenía muy impresionada, porque creo que es vasca. Pero nada me dijo de su archivo, ni lo que había

37

hecho de él, ni creo que yo le pregunté, posiblemente por delicadeza, por no traer a colación pregun

tas interesadas, ya que el archivo de Piqueras era una de las cosas más golosas que existía en el

cine, por haber pasado por sus manos todas o casi todas las películas del cinema europeo, y, sobre

todo, del soviético. Usted sabrá que él era el comprador de Filmófono, y veía cientos de películas

para elegir. Creo que debe preguntar usted a Ketty, si es que tiene correspondencia con ella. Le da

usted muchos recuerdos de mi parte, y si es posible, le ruego me mande sus señas, para escribirla.

Debe ser ya una mujer muy mayor. Cuando yo la vi en Valencia, tendría unos treinta y tantos años,

más cuarenta y cinco que han transcurrido desde entonces, debe tener unos ochenta años. Supongo

que vivirá su hijo Juan. A su hermano, efectivamente, le vi en Requena hace años.

En fin, ya ve qué poco puedo decirle de Juan. Más que yo, puede decirle el crítico de cine

Luis Gómez Mesa. Eran viejos amigos y se conocieron mucho antes de irse Piqueras a París. Puede

hablarle de aquella etapa de su vida, que posiblemente no conozca ni Ketty. Otro amigo suyo era

José Fuentes Caldera, que debía tener un buen archivo sobre sus cosas, pero lo fusilaron en el 36, y

en mis viajes a Sevilla no pude contactar con su viuda. También le conocía mucho Rafael Gil, pero

su amistad (aunque Rafael Gil también colaboraba en NUESTRO CINEMA) era distante por las

ideas, ya que Juan era comunista, un comunista muy sólido y muy convencido, y, sobre todo, enor

memente idealista y apasionado. La personalidad humana de Juan era gigantesca. Un hombre

extraordinariamente bueno y confiado, abierto para todos. Era el clásico valenciano emprendedor y

dinámico. De no haber estado enfermo y haber muerto, hubiera llegado muy lejos, porque valía

mucho, y cuando se hubiesen aquietado sus ideas al entrar en una segunda fase de su vida, más tran

quila, hubiese sido un gran creador, porque a él le gustaba crear. También era muy amigo de Luis

Buñuel. Se veían mucho en París, y posiblemente el hecho de que Buñuel trabajara para Filmófono

fuera debido a la mano de Juan Piqueras, que al ser muy amigo de Urgoiti, presionaría para que

Buñuel se quedara al frente de las producciones de Filmófono. O posiblemente se hubiera estable

cido entre Buñuel y Piqueras una ayuda mutua, pues siendo Buñuel en aquel tiempo una personali

dad muy conocida del cinema, quién sabe quién de los dos conoció antes a Urgoiti. Piqueras

también mandó a España a Jean Gremillón, un director de vanguardia a trabajar en Urgeiti, diri

giendo la película LA DOLOROSA, cuyo tema era bien distinto a lo que constituía las aspiraciones

de Gremillón, y de sus ideas».

El 15 de febrero de 1980, Antonio del Amo volvía a escribirme:

«Muy interesante tu investigación, pues algunas de las cosas que dices, yo ya las sé, pero

otras son nuevas para mí. Según las noticias que yo tengo (y no se han superado), según algunos

amigos comunes de Piqueras que formábamos en Madrid un grupo, quedó enfermo en Venta de

Baños al tener una hemotisis en el tren, o una fuerte hemorragia de estómago, la cual le obligó a que

darse en la primera estación. Lo primero que hizo fue tratar de comunicar conmigo, que como yo

entonces no tenia teléfono, mal podía hacerlo. Y entonces conunicó con Buñuel, por un lado, y con

Juan Antonio Cabezas (el hoy gran escritor), por otro, y creo que no habló con nadie más. Cabezas,

que vivía en Oviedo, trató de venir hacia Venta de Baños, y no llegó nunca a su destino por lo

revuelta que estaba la situación, pues se había declarado el Glorioso Alzamiento. Por tanto, quedó

rota, asimismo, para Juan Antonio, la conexión con Madrid. Por mi parte, yo no me enteré de lo que

pasaba hasta que me buscó Luis Buñuel, y acudí enseguida a su casa, que entonces vivía en Mcnén-

dez Pelayo esquina a Doctor Castelo. El estaba demudado (Buñuel) no sólo por lo que le pasaba a

Piqueras, sino por la guerra que acababa de empezar y por los «Pacos» que se oían en la calle, lo

cual era jugarse el tipo el salir a la calle. Recuerdo que era tal su nerviosismo, que no hacia más que

abir la nevera y beber cosas; cosas para combatir el calor y para animarse y moderar sus nervios. La

cuestión que recuerdo que le dije: «Habría que ir a Venta de Baños de alguna manera. Podemos ir

en tu coche». Y él me dijo: «Mi coche me lo han requisado» (era frecuente en aquellos días el requi

sar los coches a todo el que los tuviera, bien por los partidos políticos, sindicatos y las propias mili

cias que surgían a cada momento como los hongos). «Podíamos irnos en el tren, o en otro coche, de

alguna manera» —le atajé yo—. Y él me dijo con muy buen sentido: «¿Y por dónde, si están corta

das las carreteras de Somosierra y el Alto de los Leones y Navacerrada?». Total, que no fue posible

en aquellos momentos el ir a donde estaba Piqueras, y que con la ñebre de los acontecimientos que

38

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vivíamos, al menos yo (que estaba ya movilizado, pues tenía entonces veinte años y estaba lleno de

ardor) no volví a hacer nada, sin por eso dejar de acordarme constantemente del pobre Piqueras,

enfermo de muerte en zona de facciosos. Después, los acontecimientos nos arrollaron y había tantas

cosas en qué ocuparse, que no teníamos tiempo para nada. No vi a ninguno de los demás amigos.

Sólo a Buñuel, que le vi varías veces en el local de la Alianza de Intelectuales, hasta que un buen día

supe que se había marchado a Francia, y no supe nada de Piqueras ni me ocupé de su asunto (por

que era inútil) hasta que me encontré con Ketty en Valencia en 1937».

En marzo de 1980 tuve ocasión de conocer personalmente a Antonio del Amo Algara en su

residencia de Barcelona. Allí me confirmó todo lo que había escrito por carta. Y añadió, entre otras

muchas cosas.

«Lo tengo todo muy difuso lo de Piqueras yo, muy difuso. ¡Galopaban los acontecimientos

en aquellos momentos!. Lo importante de él es su revista NUESTRO CINEMA y su personalidad

humana. La revista era de las mejores de Europa, muy bien orientada e informada, toda ella en la

línea ideológica comunista, que tenia entonces una gran fuerza en toda Europa. El era un hombre

fuera de serie en todos los sentidos, era extraordinario, un hombre que valia mucho, todo simpatía y

todo humanidad. Qué pena. De una lealtad y un entusiasmo increíble. Piqueras era un hombre muy

alegre, muy efusivo, muy entrañable. Más que escritor era organizador y orientador. Yo llevaba

toda la cosa de imprenta, buscaba artículos, etc. Entonces era muy joven y muy activo. Yo entré en

NUESTRO CINEMA en su última etapa, hacia el n.° 12. Entonces fue cuando se trasladó la

imprenta de Barcelona a Madrid».

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• A Juan Piqueras, aún todavía precisamente y porque si. Su gran

amigo R. Albertl», es la dedicatoria de su obra «La amante*

(en posesión del escritor valenciano Luis Guarner). La dedicó

el 10-11-29 con motivo de la charla dada en el Lyceum Club

Femenino de Madrid, titulada 'Palomita y Galápago»,

dibujados en la parte inferior de la dedicatoria.

39

Uno de los poetas vivos más importantes, a escala mundial, es Albertí, gran amigo de García

Lorca, Buñuel, Aleixandre, un magnifico representante de esa segunda Edad de Oro de la literatura

española que fue la Generación del 27.

A Rafael Alberti lo conocí en julio de 1979, cuando actuó en Viveros acompañado de Nuria

Espert. Me recibió con gran amabilidad.

«¿Juan Piqueras?, si, lo conocí, era uno de los mejores críticos cinematográficos del

momento. Yo diría que estaba entre los tres o cuatro primeros. Creo que murió por Irún, pero no

recuerdo, hace tantos años... Además, yo estaba fuera y las noticias eran contradictorias. Me parece

que lo mataron. ¿Y su viuda, vive todavía?, ¿cómo está?».

En marzo de 1981 volví a hablar con él. En esta ocasión venia a hacer el pregón de la Fallera

Mayor de Valencia.

—Y dentro de la Generación del 27, ¿cómo situarías ai valenciano Juan Piqueras.

—Bueno, la Generación del 27, cuando se habla de ella, nada más se habla de poetas ¿ver

dad?, cosa que es un poco asi, bueno, quizá sea cómodo para los periodistas o para caminar hablar

de que sólo hay ocho, diez o nueve poetas ¿verdad?. La Generación del 27 es como la del 98 muy

completa, hay pintores buenisimos, de la Escuela de París, el cine es importante porque realmente

se puede decir que comenzaba aquí en España donde empezaba a prestársele una atención un poco

tardía. Piquerasjuega un papel fundamental en ésta. Lástima que Piqueras creo que desapareció por

ahí por Burgos, cuando venia hacia Madrid. Piqueras fue un gran amigo mío. A mí me encargó

escribir una vida inventada de Buster Keato, en esa época yo estaba haciendo mi libro de los tontos.

«Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos» basado en los tontos del cine mudo que

en la época es la edad de oro del cine ¿verdad?, y le encargó a Arconada la «Vida de Greta Garbo».

A mi me encargó la vida inventada por mí de Buster Keaton, sabia mi gran admiración por Buster

Keaton, y no la hice porque ya se precipitó la guerra y yo me fui fuera, a Alemania, y yo vi la lle

gada de Hitler, ya vino la pendiente hacia el abismo, a Piqueras lo mataron, mataron a tanta gente,

mataron a Federico, en fin, ya por ahí no se puede seguir hablando...».

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Josep Renau ha sido uno de los pintores más creativos de los últimos tiempos. Pintor de

caballete, portadista, ilustrador, cartelista, muralista, escritor, practicó como pocos el fotomontaje.

Desde su cargo de Director General de Bellas Artes de la República intervino eficazmente en la

aventura de la salvación de los cuadros del Museo del Prado durante la Guerra Civil, y en el

encargo hecho a Picasso que culminaría con la creación del célebre «Guernica», cuyo proceso de

elaboración se publicó por primera vez en NUEVA CULTURA, la revista que dirigía

Renau en Valencia.

Fui a casa de Josep Renau, acompañado de un amigo común, Antonio Armengod, cuando

volvía a Valencia, provisionalmente, en 1979, desde su residencia en Alemania Oriental:

—Tú vienes a ver qué me sacas sobre Juan Piqueras...

—5/', efectivamente.

Aaah... ¡qué lástima! porque yo no le conocí mucho. Me quería mucho a mí y yo a él tam

bién. Pero era un hombre de esos rápidos... ruuum... y no había manera de... Vivía en París y venía

rápidamente y se volvía a ir. Era un hombre de un dinamismo tan increíble... Y eso fue la causa de

su muerte. Vino aquí despistado. Sin entararse de nada, bajó en San Sebastián o no sé

donde.

—En Venta de Baños...

40

—Eso es, y prruuum... allí mismo lo fusilaron. Asi, asi les pasa a las moscas, van por ahí

libres. Coges un matamoscas... y se acabó. Ese Piqueras era un tipo de una apertura y de un dina

mismo increíble. Era un valenciano de esos que «entren poquets en dotzena, con diuen». Y vivía en

París y venía aquí cargado de películas e iba para allá. Se iba y volvía. Era inaprensible. Juan

Piqueras fue el animador del cine club que hubo aquí y Juan Piqueras estaba en todo. Es un tipo de

esos que estaba en todo, como la polilla. En todo estaba el tío. Pero no estaba en ningún lado. Era

como Dios ¿no?. Lo conocías y ya se había ido. Era de un dinamismo increíble. Y era superhetero

dino, de esos que hay pocos ¿no?. Estaba en París y venia, iba y volvía. Acabó asi. Lo importante es

la influencia que tuvo en nosotros. Mucha, mucha influencia.

—¿Cómo le contriste?

—No te puedo decir ni cuándo ni cómo. Porque él venía por aquí...¿él de dónde era?,

¿era de Utiel?.

—No, de Campo Arcis, una aldea de Requena.

—Pero era montañés ¿verdad?, serrano... Entendía el valenciano pero no lo hablaba. Venia

aquí a estilo mosca, volando de un lado a otro. Y no había manera de agarrarlo, de fijarlo. Y esa es

la impresión que te puedo dar yo, de momento. La cosa de Piqueras influyó mucho en mi. Los films

que trajo de Puvdokin, de Eisenstein y sus fotomontajes. Eso influyó mucho en mi. Su acción fue

una aportación para mí de una riqueza tremenda. El montaje cinematográfico... El me dejó grabada

la teoría de Puvdokin de la que no tenia ni idea, de que una misma imagen, sin sentido, según lo que

tenga al lado cambia de sentido y adquiere otro sentido. Es el truco del fotomontaje cinematográ

fico. Este se basa en el tiempo. Y el fotomontaje gráfico o plástico es especial, instantáneo, es otra

cosa. Pero en definitiva es lo mismo. Esa teoría es mía pero yo la saqué de Puvdokin, es un desarro

llo de la teoría de Puvdokin. La pólvora: los componentes de la pólvora son inocuos, algodón, azu

fre, no sé cuanto ¿eh?, juntos explotan. Separados, no. Unas pantorrilas, un tornillo, un presidente y

¡boom!... Eso lo aprendí gracias a Piqueras, que fue muy dinámico en eso. Lástima que tan joven el

tío doblara ¿no?. Lo doblaron, que él no se doblaba. Es un trabajo bueno el que estás haciendo. Y

muy complejo ¿eh? Piqueras era un hombre coherente, un hombre consecuente. Ves a ver a Ricardo

Muñoz Suay, un hombre extraordinario, de una gran honradez, el cerebro gris de la lucha contra la

dictadura. Es el que más sabe hoy sobre Piqueras...

Piqueras, el terceto por la derecha, entre el actor de cine Joaquín

Carrasco y el director Florlán Rey, durante la filmación de

•Tiene su corazoncito», film sonoro en español.41

Ricardo Muñoz Suay me recibió en su ático de Barcelona, en enero de 1980:

«—Si hay algún hombre decisivo en mi vida ese ha sido Juan Piqueras. Gracias a una confe

rencia que dio en el Ateneo Científico, en Valencia, que estaba en la calle del Mar. Creo que fue el |

primer o segundo trimestre del año 33. Juan intervino allí y fue la primera vez que le conocí y aque- flio motivó que aquel mismo día por la noche —esta conferencia era por la mañana— o al día |siguiente yo ingresé, pedí ingresar en el Partido Comunista. Además, la incipiente afición al cine jjípues, fue el motor que me impulsó a meterme más de lleno en la organización de los cine clubs, que j

fue todo mi contacto, antes de la guerra civil, con el cine. Es decir, mi contrato con Juan Piqueras es |muy escaso, hablé con él muy pocas veces, pero en cambio ha sido decisivo para mi vida. Es decir: ftodo lo que me ha pasado en mi vida, la «culpa», asi entre comillas, la tiene él. De tal manera que .

mi afecto y mi recuerdo hacia Piqueras que, como tengo mucho contacto con las cinematecas de :

Toulouse y de Perpignan, he regalado a mis amigos de Perpignan. casi todos los fondos que tenía de

fotografías, carteles, artículos, recortes, revistas y libros de cine. Entonces les he propuesto que ese '■:

fondo, en vez de llevar mi nombre, lleve el de Juan Piqueras. No sé si lo acordarán o no, pero quiero ¡.

decirte, en este sentido, que el afecto mío queda muy vivo con respecto a Piqueras. Si yo he ingre- \

sado en el Partido, hice la guerra y después me metieron en la cárcel, estuve condenado a muerte y '.

tal, es por «culpa» de Piqueras. ¿Sabes lo que te quiero decir?. Hasta qué punto Piqueras influyó en

mi ¿verdad?. £

Yo creo que Piqueras no pertenecía al cuadro comunista. Lo que te quiero decir es que mis ('.

relaciones con Piqueras han sido mínimas. Es decir, yo de Piqueras conservo un recuerdo extraordi- i

nario y te diré, una vez más, que ha sido, en cierta manera, fundamental, el conocimiento mío de £

Piqueras, para mi vida. Yo era un hijo de la burguesía valenciana. Mi padre fue un hombre muy iconocido en Valencia, era médico, como Presidente del Partido Republicano Radical Socialista, ;'

etc. Tenía mucha significación republicana... Y mi ideología, en el año 33, era una ideología vaga- |

mente revolucionaria, y yo iba por el local del partido —tenía entonces 16 años— y entonces aun- ¿

que no estaba afiliado al Partido Republicano yo era de tendencias izquierdosas, librepensadoras

dentro de un ámbito que se movía en concepciones pequeño burguesas republicanas.

Recuerdo que en aquella conferencia él vino con su mujer, que hablaba con acento francés,

aunque me parece que no era francesa... Hablé con Piqueras, que me dijo si yo quería colaborar en

NUESTRO CINEMA...

Pero el hombre que sabe más de Piqueras es Pepe Renau, con el que supongo ya habrás

hablado. En todo caso te diría que aquella conferencia estuvo presidida por Pepe Renau o por Ángel

Gaos, que ahora vive en México. Recuerdo a Piqueras como un hombre delgado, nervioso, que

tenía para mí una serie de virtudes fundamentales: claridad ideológica, claridad en la exposición...

El tema de que habló —creo recordar— era sobre el papel de los intelectuales en la revolución. No

era un tema dedicado al cine sino que había alusiones al cine revolucionario, pero sobre todo era

una exposición sobre la crisis del capitalismo y el papel de los intelectuales. Traía una gran informa-

cón del panorama internacional, visto desde París, que ninguno de los que estábamos en Valencia

teníamos. Era un hombre muy en contacto con los núcleos más importantes culturales y políticos.

Fue un contacto deslumbrador. Después, cada vez que venía a Valencia, nos reuníamos con él en un

café llamado el «Lion d'or». Mis conocimientos sobre Piqueras se pueden resumir en lo que yo lla

maría «primer encuentro con el maestro» y después, durante los veranos, cuando venía a ver a su

familia de Requena, que nos reuníamos, en el café de que te he hablado antes, con Ángel Gaos,

Plaza, etc. Ha sido el primer critico y el primer teórico del cine español desde el punto de vista si no

marxista, en el sentido científico de la palabra, si revolucionario. Yo creo que es el primero en publi

car una historia del cine español, que inserta en NUESTRO CINEMA, cuando nadie había hecho

este trabajo. Es el primero que intenta una creación, de una manera sistemática, de los cine clubs en

España. Para él, el cine club no debía ser un elemento reaccionario, burgués, de élite, de minorías.

El preconiza un cine club abierto e incluso proletario. Su obsesión era encaminar el cine al uso del

trabajador, del proletario. Estaba muy ligado a uno de los teóricos más importantes del Partido

Comunista en Francia, León Moussinac. Piqueras, con todos los errores de sectarismo en los que él

42

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cayó y en los que todos estábamos implicados, es el primero que resalta el papel del cine como arma

en la lucha de clases. En Madrid no hay nadie con la importancia de Piqueras en cuanto a prepara

ción ideológica, cinematográfica y política. Los posibles errores se pueden justificar porque en

aquella época la lucha estaba muy radicalizada en cuanto al planteamiento fascismo-antifascismo,

el Partido era minoritario, minúsculo, integrado, en lo que a Valencia se refiere, mayoritariamente

por intelectuales. El hecho de que Juan Piqueras viviese en París y tuviese acceso, a niveles muy

altos a la información de París, contactos con los soviéticos, etc., sus visitas anuales a Valencia,

todo ello motivó en parte que el grupo de intelectuales de Valencia nos preocupásemos sobre todo

del cine.

Respecto a su muerte yo conozco tres versiones, la de Sadoul, que dice que lo asesinaron en

Venta de Baños; la de Vizcaíno Casas, que afirma, desmintiendo a Sadoul, que murió de peritonitis.

Y la de Carlos Fernández Cuenca que, pese a ser falangista, da una versión bastante aceptable de su

muerte aunque, en cierto modo, la justifica. Es todo lo que por ahora te puedo decir de

Piqueras».

Conocí a Carlos Fernández Cuenca en San Sebastián, en los Festivales Universitarios de

Cine y Teatro. Allí conocí también a otro gran amigo de Piqueras, Luis Gómez Mosa. Pero esto

ocurría en julio de 1954. Cuando el que ignoraba todo sobre Piqueras era yo. Fernández Cuenca

recoge los detalles de la muerte del crítico valenciano en su obra «La guerra de España y el cine».

Precisamente, por venir de quien vienen, hay que valorar mucho las alabanzas que publica y en el

tiempo en que las publica, en el año 1972, en época franquista.

«Conocí bastante bien a Juan Piqueras y, aunque discrepara de su ideología, estimé muy de

veras su sinceridad, su generosidad, su nobleza.

Las dos esperanzas mayores para el Partido Comunista en materia de cine eran Juan Pique

ras y Luis Buñuel; los dos podían haber hecho cosas muy útiles, porque ambos poseían ese raro sen

tido de organización que faltaría casi por completo en la aventura de treinta y dos meses, pero

fueron bazas valiosas que las circunstancias frustraron: Piqueras murió trágicamente y Buñuel no

tardaría en sentir la desilusión del ambiente en que actuaba.

Este mozo valenciano magro y vehemente, hijo de un panadero de Requena, romántico

impulsor de cine clubs y el primer historiador serio del cine español, pasó del esteticismo al mar

xismo. Vivía con su mujer en París, en un pisito de la rué Broca, y su fuente de ingresos principal era

el sueldo que le pasaba la distribuidora española Filmófono por el constante suministro de informa

ción del cine francés, del alemán, el inglés y el ruso, sirviendo de enteradísimo corresponsal y

mediando en la compra de los filmes más interesantes. En junio de 1932 fundó la revista mensual

NUESTRO CINEMA, que por encima de su filiación extremista representó un intento notable decultura cinematográfica en la que bebíamos con avidez los jóvenes de entonces. De NUESTRO

CINEMA salieron 17 números, con cierta irregularidad, hasta que se acabó en agosto de1935.

Fue Juan Piqueras una de las primeras víctimas de la guerra civil. El 14 de julio de 1936, undía después del asesinato de Calvo Sotelo que tan honda conmoción produjo en todos los sectoresnacionales no adictos a las tendencias y los procedimientos del Frente Popular, viajaba Piqueras de

París a Madrid, bien provisto de informaciones sobre películas que podían interesar a Filmófonopara la próxima temporada, pero también con importantes documentos de acción comunista quehabrían de perderle. Avanzaba ya el tren por tierras españolas cuando se sintió enfermo, muyenfermo; su antigua afección estomacal entró en período alarmante. Tan intensos eran los doloresque no tuvo fuerzas para continuar el viaje, temeroso de haber sufrido una perforación de estómago

o algo de índole similar. Y decidió quedarse en la primera estación de parada, que era Venta deBaños. Como por momentos se sentía peor, fue acogido por los dueños de la fonda de la estación,que se apresuraron a llamar al mejor médico de la localidad, fallecido algunos años después. El doc

tor estimó que el ataque, aunque extremadamente doloroso, no era grave y que la quietud, la dieta ya enérgica medicación permitirían al enfermo reanudar sin mucha tardanza el camino.

43

Al cabo de dos días de este régimen empezó Piqueras a sentirse recuperado. Y el 17, aún

guardando cama, cometió la imprudencia de establecer comunicación telefónica con la Casa del

Pueblo y de empezar a recibir como consecuencia de ellos, numerosas y prolongadas visitas de los

elementos de extrema izquierda más notorios de Venta de Baños. Era justamente el día en que la '%

sublevación del Ejército español de guarnición en el Norte de África daba el agudo clarinazo para el

Alzamiento nacional. Y el 18 cuando la provincia de Patencia, a la que pertenece Venta de Baños,

se sumaba al movimiento, intensificó Piqueras sus contactos con destacados miembros locales del

Frente Popular. Ese mismo día lo dio de alta el médico, que se despidió de él augurándole un viaje

tranquilo hasta Madrid.

Pero a la mañana siguiente, 19 de julio, cuando ya la sublevación había triunfado en casi

toda Castilla, la actividad política desplegada por el enfermo en las jornadas anteriores no podía ser

por menos que dar sus frutos adversos. En el registro practicado por la Policía en la habitación que

ocupaba en la fonda de la estación aparecieron muchos y muy graves papeles de la Internacional

Comunista repletos de consignas; papeles que no tuvo la prudencia de destruir para evitar males

mayores, y el 20 de julio, tras de un juicio sumarísimo pues las pruebas en contra suya eran abruma

doras y caían dentro de los artículos del fuero militar que correspondía al estado de guerra, Juan

Piqueras fue fusilado en el término municipal de Dueñas, muy próximo a Venta de Baños.

Tal es la verdad absoluta de los lamentables hechos, según testimonios de personas que los

siguieron de cerca y que viven todavía. Queda pues, invalidada la melodramática afirmación de

Georges Sadoul en el tema primero de su Histoire Genérale du Cinéme (pág. 3), para quien Pique

ras fue «fusilado en agosto de 1936, en su lecho de hospital, por las tropas franquistas». No fue en

agosto, sino el 20 de julio y no pudo ser fusilado en su lecho de enfermo, porque ya había sido dado

de alta; menos pudo serlo en un hospital, porque en ninguno estuvo. De no anteponer la acción polí

tica a cualquier otro interés, de no haber llamado peligrosamente la atención «ayudando y orien

tando a todos los dirigentes de la Casa del Pueblo para oponerse al movimiento nacional», según

consta en su ficha de la Policía gubernativa de Venta de Baños, Juan Piqueras habría salvado la vida

y hubiera podido, ya que no llegar de momento a Madrid, pues las comunicaciones quedaron corta

das, regresar a Francia sin que nadie le molestase.

Desapareció tan dramáticamente Piqueras, de cuyas dotes de organización y sensibilidad

cinematográfica podía esperar muchísimo el cine de la República y, sobre todo, el del Partido

Comunista, quedaba Luis Buñuel como otra buena esperanza».

A Ernesto Giménez Caballero, uno de los teóricos más importantes del fascismo español y

fundador de LA GACETA LITERARIA, revista que aglutinó a toda la Generación del 27, lo

visité, en octubre de 1979, en su casa de Madrid, en el lujoso barrio de El Viso:

«—Piqueras era un hombre de mirada dulce, muy gentil, simpático, amable, sonriente. Sin

embargo este muchacho, con todo su aire tan amable, tan gentil, era un fanático. Lo cual no se lo

digo en contra porque yo soy aún todavía más un entusiasta de los fanáticos, porque sólo los fanáti

cos logran la libertad. Es el único camino para la libertad, el de la minoría fanática. Ahí tiene usted

el caso de un Jomeini, ahí en París, un viejo sentado en un rincón, con su fe fanática se instala en el

Irán. Echa al Sha de Persia, a los norteamericanos, a lo mejor a los rusos, con fe, con

fanatismo.

Tengo una película «Noticiario del Cineclub», en la que aparece él por los tejados de mi casa

recitando poesías. Además aparece en dos fotografías de mi libro «Giménez Caballero y LA

GACETA LITERARIA (o la Generación del 27)». Piqueras realizó una labor muy importante en

el Cineclub, sobre todo proporcionándonos desde París películas muy importantes.

No sé nada sobre la muerte de Juan Piqueras. ¿Le mataron o murió de muerte

natural?».

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El ro9tro de Piqueras tapa ligeramente el de Albertl, que está

el tercero por la Izquierda.

Rafael Pérez Contel, catedrático jubilado de dibujo, conoció a Piqueras dos años antes de su

muerte ya que convivió con él un año en Paris. En 1979 me contaba:

«—Estando un día en la Alianza de Intelectuales dijeron: Ha llegado una información a tra

vés del Socorro Rojo, por medio de un valenciano, Alonso, que llevaba el asunto de finanzas en el

Socorro Rojo, y de la revista NUEVA CULTURA, a través de la gente que se pasaba de la Zona

Nacional. Lo mataron con Cabezas (de las Juventudes Socialistas Asturianas) que le acompañaba

desde Oviedo (a donde Piqueras había ido a verla). En la misma mesa camilla donde estaba acos

tado, enfermo, lo mataron. El mayor error de Piqueras fue anticiparse a las ideas de su tiempo. Y

este error lo pagó con la vida. Era un hombre generoso, y un hombre generoso nunca se queda reza

gado. Era muy amigo de Buñuel, que con su broncoanarquismo ibérico encuadraba perfectamente

con Juan Piqueras.

Piqueras para mi fue como si se me abriese un ventanal altísimo y se me dijera: toda la cul

tura europea, cuyo centro es Paris, aquí lo pongo a tu disposición. Vas a conocerla y vas a conocerla

en su salsa. El me enseñó todos sus rincones. Me regaló un plano de Paris. Me dijo: te lo colocas en

una de las paredes de tu hotel y te señalas lo que vayas conociendo. A veces me acompañaba. Era

mi «cicerone» espiritual. Cuando me conecta con los franceses me deja solo, para que resuelva las

situaciones por mi cuenta. Y entonces hice yo de «cicerone» del grupo de asturianos que, con JoséRamón Cabezas, huyeron de la terrible represión de 1934 y que se refugiaron en casa de Piqueras.Este llevaba un ritmo de trabajo loco. Sólo a la hora de comer se le podía encontrar en casa. Era unhombre de una actividad tremenda. La úlcera de estómago estaba motivada por la irregularidad devida que llevaba».

45

El día 9 de octubre de 1980 recibí una carta de Juan Antonio Cabezas desde Madrid, que

aporta nuevos datos —verdaderos y erróneos— sobre la muerte de Piqueras.

«Me propongo responder a lo que me pida en su carta, sobre mis relaciones y las de mi futuro i

hermano José Ramón, con Juan Piqueras, y lo ocurrido en aquellos días de julio de 1936. /'|

Yo sólo conocía a Juan Piqueras por sus escritos y por las comunes relaciones con el cine, ya |

que yo en los primeros años treinta había sido nombrado por Giménez Caballero, secretario del i-

Cineclub de Oviedo. Nos habíamos cruzado alguna carta, principalmente desde París, con motivo '•

de mis colaboraciones en NUESTRO CINEMA. •

Al ocurrir la revolución asturiana de octubre de 1934, en la que me vi implicado, pero que :

me libré de ser detenido por marcharme oportunamente a Galicia, donde tenia buenos amigos, tuve

escondidos en una montaña del pueblo de mi primera esposa Julia More (de la que se habla en mi

libro que murió en Oviedo a finales de 1936), a José Ramón y a Juan Ambeu, que en 1936 fue

Ministro de la Guerra (comunista) del Consejo de Asturias y León (actualmente en México). Mi I

hermano estaba muy comprometido por su actuación durante los días de la revolución y por ser j

secretario del Sindicato de Artes Gráficas de Oviedo. '

iDespués de un mes o más de tenerlos escondidos, mi esposa y yo los llevamos en un coche a ■ '

donde pudieron tomar el tren para Madrid. Allí se relacionó mi hermano con Rafael Alberti y con j.

María Teresa León. Ellos les facilitaron la marcha a Valencia y de allí lograron marchar a \

París. ¡.i

Cuando Juan Piqueras tuvo noticias de que llegaban a París un grupo de asturianos compli- [

cados en la revolución de octubre, pensó en mí, pero se encontró con un Cabezas, que era José 1

Ramón. Lo llevó a su casa, le buscó algún trabajo y lo tuvo bajo su custodia hasta que las elecciones '¿

de febrero de 1936 lo devolvieron a su puesto de Jefe de paquetería del diario «El Carbayón» de [:

Oviedo, que yo había dirigido cuatro años. ;

Entre los meses de marzo y julio de 1936, mi hermano se casó con Pilar Monrroy, con la que i

tuvo un hijo que no llegó a conocer. Ella y mi sobrino viven actualmente en Montouban (Francia). ¡'

La villa en que murió y está enterrado Manuel Azaña. j

Los días 15 ó 16 de julio de 1936, mi hermano recibió un telegrama de Juan Piqueras desde '

Venta de Baños, diciéndole que no podía continuar viaje a Oviedo, porque se le había declarado una ;

grave hemorragia estomacal y necesitaba ser trasladado a Valladolid para ser operado. Piqueras j

venía a pasar una temporada en Oviedo, en casa de José Ramón, por invitación de éste. ,

Mi hermano al recibir el telegrama recurrió a su Sindicato para obtener dinero y con una ;

carta de Javier Bueno, como director de AVANCE y otra mía como director del periódico LA ■■

TARDE también socialista, para los sindicatos de Palencia, se fue a Venta de Baños para auxiliar a )

su amigo. Debió llegar el 16 ó 17 de julio. Al informarse de la sublevación militar, tomó la iniciativa j

de organizar los ferroviarios de Venta de Baños. Tomaron el cuartel de la Guardia Civil y en unos

camiones se fueron hacia Palencia. Pero como el regimiento de la guarnición se había sublevado asi

como el de Valladolid, donde además tenían gran fuerza los falangistas, fueron detenidos y llevados '

al Penal de Burgos. Nada se pudo hacer por Juan Piqueras, que según mis noticias, murió antes de

que pudieran fusilarlo, en la pensión donde se encontraba, por falta de asistencia médica. ■

Yo no supe de mi hermano hasta el mes de marzo de 1939, que al ser ya trasladado como pri

sionero, ya condenado a muerte, desde Celanova (Galicia) hasta Vitoria, hizo una noche en los ■

sótanos de la Estación de Venta de Baños. Allí me encontrí con otro preso que también iba hacia ',

Vitoria, dibujante palentino Luis Serrano, que procedía del Penal de Burgos. Al conocer mi apellido

me dijo que él, había tratado como amigo un José Ramón Cabezas, que era de Oviedo. Era mi her

mano. Serrano fue quien me dijo que en el mes de noviembre de 1936 le habían sacado del Penal

como a otros miles y lo habían fusilado sin Consejo de Guerra (la típica «saca»). '

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Tal es a grandes rasgos la historia de la relación de los Cabezas, con el buen escritor y exce

lente camarada, Juan Piqueras, que tuvo tan triste fin».

Estos son algunos de los testimonios recogidos, de entre un montón, sobre la figura de Pique

ras. Difícilmente ninguna otra persona de Requena habrá tenido un nivel de relaciones del nivel y

calidad cultural del más famoso crítico cinematográfico español de todos los tiempos. El Ayunta

miento de Requena, que le nombró hijo predilecto en 1937 y le dedicó una calle y una lápida, lo

olvidó totalmente unos pocos años después. A los 50 años, casi, de su muerte parece que quiere

recuperar su memoria y restituir su nombre al lugar que se merece. Este acto de reparación es lo

menos que puede hacer una ciudad con uno de sus hijos más ilustres, generoso y culto. Se trataría

tan sólo de un acto mínimo de justicia hacia un hombre que jamás olvidó sus raices.

La ventana que da al andén, la tercera por la izquierda, pertenecía a

la habitación n.° 2 de la fonda de la estación de Venta de Baños

(Patencia). De allí le sacaron para matarle.

47

LA IGLESIA Y PORTADA DE SANTA MARÍA DE LAASUNCIÓN DE REQUENA

por

José Ángel Jesús-María Romero

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA

El Campo de Requena-Utiel es una comarca fronteriza entre Valencia y Castilla que enmar

cada «por las sierras de Utiel, Juan Navarro y el Tejo, por el NE; por las de Malacara y Martes, al

E, y por el inmenso arco que describe el rio Cabriel por los lados S y W» W\ constituye un paso

natural entre la Meseta y el litoral. Su capital, Requena, está asentada en «una plataforma tobácea

elevada entre seis y doce metros sobre el resto del glacis que desciende del anticlinal jurásico de

Juan Navarro al río Magro»(2). Por su situación es la puerta entre Valencia y Castilla al dominar el

puerto de las Cabrillas, paso natural que, aunque accidentado, es de vital importancia en la comuni

cación entre la Meseta y el litoral. Además controla los caminos de Almansa, Albacete, Madrid,

Teruel y Llíria. Esta legalización privilegiada en encrucijada de caminos caracterizará a la ciudad

desde su fundación y marcará su devenir histórico.

Los hallazgos arqueológicos permiten asegurar que tras el poblamiento Ibérico y la romani

zación existió la ocupación visigótica, aunque, según Juan Piqueras, no hayan dejado restos urba

nos por ser destruidos al edificarse posteriormente.

Desde la disgregación del Califato en reinos de taifas empezará a sentirse la importancia de

Requena como puerta de paso, y como tal, no se fijará una pertenencia definitiva a uno de los dos

reinos que delimitaba. Asi según Manuel Sanchis Guamer(3), Requena perteneció desde 1021 al

reino de taifas de Valencia, haciendo frontera con el de Toledo, aunque, en el periodo comprendido

entre 1065 y 1076 pasó a formar parte de éste último.

De igual manera durante la Reconquista hubieron pases y repases de uno al otro reino (Cas

tilla y Aragón) e incluso litigios por la localización de la frontera, que los aragoneses querían que la

marcase el rio Cabriel y los castellanos el puerto de Las Cabrillas(4). Pero tras el tratado de Almizra

(1244) Requena y su amplia comarca pasaron definitivamente al reino de Castilla, no obstante, tras

la división provincial de 1851 la incluyeron en la provincia de Valencia.

A pesar de este largo período castellano de Requena la vinculación económica con Valencia

fue muy estrecha y determinó movimientos demográficos importantes. Asi al esquema social heredado de la Reconquista que estaba formado por la clase dirigente de caballeros castellanos cristianos, los labradores hispanomusulmanes y la comunidad judia, se le fueron añadiendo sucesivas

inmigraciones de valencianos que durante los siglos XVII y XVIII fueron los principales motoresdel comercio de la seda y en el siglo XIX de la expansión del cultivo de la vid en grandes latifundiosy la correspondiente comercialización del vino. También Castilla pobló los caseríos y aldeas del término municipal y los barrios labradores de la ciudad de mano de obra procedente de las vecinasMancha y Serranía Conquense. A una sucesiva valencianización de la clase dirigente después de laReconquista, se le añadía la castellanización progresiva del campesinado.

Esta situación geográfica y este suceder histórico es lo que más caracteriza al requenense

actual y a las vicisitudes de sus vecinos castellanos y valencianos, y lo notaremos en la bibliografía

49

contradictoria y confusa que existe sobre el tema que nos ocupa; La Portada e Iglesia de Santa |

María de la Asunción de Requena. Encontraremos a los requenenses con una clara voluntad valen- f

ciana en general, sin embargo, los valencianos no se pondrán de acuerdo en determinar cual es el §carácter de esta tierra, sus gentes y sus obras. |

Nosotros no nos definiremos en ninguna de estas posturas, pero por ello no dejaremos de |citar una observación que nos parece importante. «Se trata de gentes de frontera que habitan una £

tierra de paso y que han sabido hacer del hibridismo cultural una de las principales características y

de su personalidad comarcal»(5). Cerraremos el tema con un dicho de la sabiduría popular que dice: j

«Esta tierra ni es Valencia, ni es La Mancha, ni es La Sierra (Serranía de Cuenca)» (6). |

PROBLEMÁTICA SOBRE LA DATACION DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA 1ASUNCIÓN DE REQUENA. ESTADO DE LA CUESTIÓN

En el casco urbano de la Requena medieval existen tres iglesias, San Nicolás, El Salvador y

Santa María. Esta última está situada en el borde oriental de la plataforma tobácea que sostiene

todo el barrio y su puerta recae a la calle del mismo nombre. Sobre ella no existe ningún trabajo ;'

especifico publicado, aunque la encontramos citada en varias obras. !

Parece ser que asienta sobre la mezquita musulmana, según recientemente ha demostrado z

Juan Piqueras<7), por su situación a la mitad de la calle principal de la Medina por la situación de la ;;

puerta en un lateral y por la torre exenta que vendría a ser el minarete de la mezquita. \

Se ignora la fecha de su construcción y quizá por ello existe una gran disparidad de !•criterios. í:

h

Domínguez de la Coba(8) la fecha en la misma época en que se construyó El Salvador f

(1380-1533). Rafael Bernabeu nos confirma el siglo XIV como fecha de edificación, apuntándonos f

que «...la obra primitiva era románica...»<9>. Tanto Juan Piqueras <I0> como Ignacio Lafuente <n> !

corroboran esta fecha añadiendo que se levantó sobre otra anterior dedicada a Nuestra Señora del \

Pópulo, aunque éste último adelanta a comienzos del siglo XIV la construcción del templo. Sin í

embargo, Luis Guarner(l2) y Joan Fuster(13) la datan en más de un siglo después, finales del XV y j

en «La Villa de Requena, una propuesta de rehabilitación»(14) la fechan a finales del siglo XV y [

comienzos del XVI. !

Si la fecha es confusa tampoco está muy claro para estos autores el ponerse de acuerdo en ]

cuanto al estilo constructivo al que pertenece, aunque todos coinciden en clasificarlo dentro del igótico. Ignacio Lafuente(15) nos dice que es de «estilo gótico original», no obstante Carmen García ¡

<16> comenta que: «Otros templos góticos del País Valenciano, como la iglesia-castillo de Jávea, las i

parroquias de Requena y Utiel, la Iglesia de Santiago de Villena y la Catedral de Orihuela, no están (

inspiradas en el gótico mediterráneo, si no en el de Castilla». ;'

Domínguez de la Coba nos cuenta que en 1565 se construyó la capilla mayor y que en ella se ¡:

colocó un retablo de La Asunción en 1450. Sin embargo, Rafael Bernabeu('7) nos dice que en 1461 j

se adquiere en Valencia una tabla de la Asunción para el retablo mayor y que en 1565 se terminaron j

las obras de ampliación, quedando el templo al estilo barroco valenciano. j

w Lo que si parece seguro es que en 1730 hubo una gran actuación sobre la iglesia que según '

^ los autores varía, pues Domínguez de la Coba y el Diccionario geográfico Madoz(18) la llaman ree- '^ dificación, Herrero y Moral(19) remodelación y ensanche, Juan Piqueras(20) dice que se cubre de j

w adornos neoclásicos en el período de 1730 a 1734 y el libro «La villa de Requena, una propuesta de ■

^ rehabilitación» en esta fecha localiza el revocado de neoclásico por el arquitecto Antonio García y ¡

° el decorador Mauro Minguet. Con estos artífices además de José Ortiz y con fecha 1730-34 Ignacio ,

w Lafuente(2I) habla de intervención y Luis Guarner(22) de jeyocado de barroco. Más información >

^ nos da Rafael Bernabeu en la página 534 de su historia en la que dice que en 1730 se realizó «la cru- \

s-' cena ojival, el zócalo y el cierre del atrio», aunque en la página '533 de este mismo libro relata:«las \^ !

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obras de ampliación terminaron en 1565 gracias al legado de 49.000 reales de Dña. Ana García de

Martín Gil, quedando el templo al estilo barroco valenciano».

También existen discrepancias en cuanto a los datos aportados por estos autores sobre la

edificación de la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Asi, Domínguez de la Coba nos dice en su

manuscrito(23) que en 1692 fue construida o reedificada, aunque en la intervención que el templo en

su conjunto sufrió en 1730 fue demolida y renovada, al igual que la capilla dedicada a San Isidro

que fue reedificada en 1723. Rafael Bernabeu(24) sólo habla de la restauración que sufrió en 1672,

sin embargo, tanto Enrique Herrero y Moral(25) como Ignacio Lafuente Niño<26) afirman que en el

período comprendido entre 1732 a 1815 fue cuando se construyó dicha capilla.

Existen algunos datos que sólo un autor habla de ellos y que no podemos comparar por falta

de correlaciones con el resto. Este es el caso de la fecha de construcción del coro que sólo la Histo

ria de Requena de Rafael Bernabeu la recoge y que es la de 1763. Lo mismo pasa con la fecha de la

colocación del maravilloso zócalo de azulejería que recorría todo el templo y que corresponde al

año 1740, según el libro citado de Luis Guarner.

No obstante, también existen datos en los que coinciden unánimamente todos los autores

citados y que escribieron sus obras respectivas después de 1936. Estas son precisamente las fechas

de supresión y cierre al culto de esta iglesia y que respectivamente coinciden con los años

de 1897 y 1936.

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PROBLEMÁTICA SOBRE LA DATACION DE LA PORTADA DE SANTA MARÍA.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

En lo relativo a la portada, los autores citados, tampoco se ponen de acuerdo, pues, al igual

que el resto del templo se desconoce con certeza la fecha de su erección.

Nuestra primera fuente histórica, el manuscrito de Domínguez de la Coba, como hemos

dicho, la fecha coincidiendo ésta con la conclusión de la vecina portada de la iglesia del Salvador y

al respecto dice: «se concluyó iglesia y portada en 1533»(27). Rafael Bernabeu no trata el tema, al

igual que el libro citado de Ignacio Lafuente, no obstante Juan Piqueras(28) centra su datación a

comienzos del siglo XVI, Luis Guamer(29) en el siglo XV y el citado libro de Antonio Osorio, Leo

poldo Piles y Juan Piqueras la sitúa a finales del siglo XVI <30>.

Aunque el estilo de esta portada nadie lo discute, ya que todos coinciden en clasificarla de

gótica, las matizaciones que cada uno de los autores citados aporta, son dignas de resaltar y contras

tar. Enrique Herrero y Moral nos cuenta: «La fachada es preciosa, de orden gótico» y añade «cuyo

pormenor se realizó en la cantera de la Rambla de los Morenos, partida del Campo del Cid de este

término...» <31). Rafael Bernabeu López dice «aunque la obra primitiva era románica, para la por

tada se eligió el estilo gótico isabelino» y también añade «los tres pórticos fueron labrados por

«pedrapiquers valencianos»(32). Tanto Luis Guarner, cono Joan Fuster(33) y Felipe Mana Ortiz de

Taranco (34> también afirman el origen castellano isabelino de la portada de Santa María y esteúltimo añade «Las numerosas esculturas aplicadas de los templos de Requena, oriolanos y villenen-

ses —más abundantes—, por quizás menos valenciana; de inspiración occidental, de la meseta...».

Sin embargo, tanto el libro ya citado de varios autores, «La villa de Requena una propuesta de rehabilitación», que la califica de estilo gótico valenciano tardío, como el también citado libro de IgnacioLafuente Niño que textualmente dice, «es de estilo gótico tardío» añadiendo que su «estructuracompositiva» es «similar a la del Salvador de Requena» y al mismo tiempo la compara con la por

tada de los «Apóstoles de la Catedral de Valencia», claramente disienten con los anterioresautores citados.

De igual manera que en el apartado anterior los autores recogidos coincidían en algunos

datos relativos a la construcción del templo, también lo hacen a la hora de tratar la portada, coincidiendo en aportar la fecha de 1536 para referirla al año en que se construyó el alero que la protege

51

de la intemperie, la cual, como veremos más adelante, no ha bastado para su perfecta conservación.

De igual modo, los autores que escribieron sus respectivos libros después de 1931, dan esta fecha y

precisamente el cuatro de junio de este año, como datación de su declaración como Monumento

Histórico y Artístico de interés nacional.

DESCRIPCIÓN DEL TEMPLO

Sobre la descripción del templo sólo existe publicado el trabajo citado de Ignacio Lafuente

Niño y que está recogido en el «Catálogo de monumentos y conjuntos de la Comunidad Valen

ciana» en su tomo segundo y que nos parece de gran interés, por lo que, todas las citas correspon

dientes a este apartado, y mientras no se indique lo contrario, corresponderán a él. No obstante, en

la estructura desarrollaremos la opinión que nos ha sido aportada por Fermin Pardo Pardo, pues

creemos que es más acertada.

Realmente, como Fermin Pardo nos dice, se trata de tres iglesias construidas en diferentes

épocas y a pesar de ello perfectamente ensambladas: la primera correspondería a la cabecera, la

segunda a la nave central y única, y la tercera a la capilla de Nuestra Señora del Rosario. No obs

tante, desconocemos si la primitiva construcción ya abarcaba todos estos espacios, o si las sucesi

vas intervenciones fueron ganando nuevos que se adosaron al primero.

La cabecera formada por tres tramos, uno correspondiente al ábside en el que se alojaba el

presbiterio y dos más que corresponderían al crucero, constituye la obra realizada a mediados del

siglo XVI, según se aprecia en su estilo constructivo y como nos cuenta Domínguez de la Coba(35)

en su manuscrito y que literalmente reza. «Se hizo la capilla mayor que abraza las cuatro capillas

que hay en sus lados..., y se concluyó en el año 1565». j

En el interior se aprecia bóveda de crucería tanto en los tramos como en las capillas recayen- jtes a éstos, no obstante, esta crucería de complicada composición es estucada. i

En el exterior, en la parte recayente a la calle de Santa María, el lienzo de muro que cierra !

las capillas laterales desde el principio de la cabecera hasta la portada, es de sillería perfectamente !

tallada, mientras que, tanto los contrafuertes como el muro correspondiente a la nave central está

realizado con sillares irregulares únicamente careados al exterior. Este muro de sillería irregular

queda inacabado a la altura del segundo contrafuerte en donde hace la unión con el resto de! edificio ique es más bajo y está construido de tapial o mampuesto, dando claramente la impresión que se ;

quería continuar y que, quizás por falta de presupuesto, como nos indica Fermin Pardo, no tuvieron

la oportunidad de hacerlo.

En la parte correspondiente al desnivel y recayente a la calle de los Huertos se aprecia que el

muro lateral y del ábside, asi como los contrafuertes, hasta la capilla de Nuestra Señora del Rosa

rio, tienen las mismas características que hemos descrito en la parte opuesta del edificio. Es decir,

que su construcción se realizó en sillares irregulares y únicamente careados al exterior.

La nave central tiene cuatro tramos, más un resto hasta el hastial, y la bóveda y lunetos

barrocos. Está estucada en blanco con adornos de orden corintio, sobresaliendo una pesada y

corrida cornisa denticulada y las cornucopias, que recercan huecos, elaboradas en clave barroca.

Constituye la obra realizada en las fechas comprendidas entre 1730 y 1734 por José Ortiz, Antonio

García y Mauro Minguet, y según el manuscrito citado de Domínguez de la Coba en esta interven

ción «se reedificó levantando su bóveda y capillas en la forma que hoy se ve» (36),

Parece ser que esta parte anteriormente a tal reconstrucción estaba constituida por arcos dia-

fragmáticos que sustentarían un artesonado de madera, según afirma Ignacio Lafuente citando a

Elias Tormo como aportador de esta idea. Quedando asi la construcción a la manera que todavía

podemos apreciar en las iglesias de La Sangre, de Llíria, «Sant Feliu», de Xátiva o la ermita de

«Sant Roe de Ternils». En la misma ciudad de Requena, la ermita de San Sebastián en Las Peñas

nos ofrece todavía muchos restos de esta forma constructiva.

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53

A los pies de esta nave encontramos el coro de perfil curvo al que se accede por la primera

capilla derecha de esta nave, al igual que a la torre y a la llamada casa del organista, y que, como

hemos citado ya, fue construido el año 1763 por Antonio García.

Por la segunda capilla del lado izquierdo se desciende al osario y en la tercera de este mismo

lado encontramos el atrio de entrada, cuya parte exterior está maravillosamente resaltada porque en

ella se levanta la monumental portada. |

Desde el exterior se observa la menor altura de esta parte respecto a la capilla mayor y en su ■%

fábrica, desde la portada hasta los pies, observamos el tapial o mampuesto revocado como elemento |'constructivo. i;

La torre, de planta rectangular, está situada en lo que, según hemos dicho, sería el minarete }■de la mezquita musulmana, o simplemente se elevó sobre una de las torres defensivas de la muralla í

medieval y «ocupa parcialmente la primera y segunda capillas de la derecha» retirándose su para- i

mentó de los arcos formeros de la nave, y coincidiendo sólo uno de los lados de la torre con el arco ifajón entre el segundo y el tercer tramo. '•

f<

En el interior su escalera es elicoidal cambiando de sentido hacia la mitad de su altura, lo &que da a entender que su construcción se realizó en dos momentos distintos, y da acceso a la sala de |las campanas en donde se abren cinco vanos con arcos de medio punto, en donde se alojan las };

dichas campanas. Estas quedan orientadas dos al saliente y una a cada uno de los restantes puntos }:cardinales. Desde aquí, por una pequeña escalera, se asciende a la cubierta que es en forma de jterraza en donde estaba situada una enorme cruz ya desaparecida. |

En el exterior del arranque de la torre se encuentra enmascarado por las edificaciones anejas

que corresponden a la llamada casa del organista. La parte que emerge sobre esta edificación es de

muros lisos construidos de ladrillo y que fueron revocados en 1774 según nos cuenta Rafael Bema- t

beu en su historia. Sobre este revoque se pintaron adornos figurando cantones de piedra sillar que \

todavía se aprecia de forma desvaída. Sobre una cornisa, por encima de las aberturas de las campa- i

ñas, se apoya una baranda sustentada por machones de ladrillo. i.¡

La capilla derecha correspondiente al cuarto tramo de la nave central nos introduce a la Ha- |mada capilla de Nuestra Señora del Rosario que se renovó de 1732 a 1815, según Enrique Herrero jí

y Moral, sobre una anterior construida en 1692, según nos cita Domínguez de la Coba, y constituye !

este pequeño edificio, lo que hemos venido en llamar tercera iglesia, cuya orientación es perpendi

cular a las dos anteriores, quedando su cabecera al saliente. Se apoya su suelo sobre una bóveda

nervada visible desde una entrada recayente a la calle de los Huertos al pie del precipicio.

Está dividida en dos cuerpos cubiertos por sendas cúpulas semiesféricas. El primero, corres-

pondiente a la cuarta capilla de la derecha de la nave, es de orden compuesto y en sus paredes late-

rales todavía se conservan unas pinturas al fresco de grandes proporciones, pintadas por el

requenense Vicente Lledó, discípulo de Vicente López, y que representan «El milagro del caballero

decapitado» y el «Triunfo de Lepanto». El segundo cuerpo y principal es de orden jónico, siendo su j

planta en forma de cruz griega con los brazos cortos. r,

En el exterior se aprecia el arranque desde su origen en la calle de los Huertos y los salientes [■

correspondientes a la planta en cruz del segundo cuerpo. La cúpula del primer cuerpo está cubierta j

por la techumbre prolongada de la nave central y no es visible al exterior, mientras que la correspon- j

diente al principal se aprecia desde afuera con su rebajado tambor y su «media naranja» sin tejado, !■

rematada por una pequeña cruz. j"

fEn 1740(37) se colocó en toda la parte inferior del edificio un zócalo de azulejería valencia- i

na(38) a base de motivos florales y rocallas que enmarcaban imaginería con temas de la Pasión prin- j

cipalmente. En la última guerra civil sufrió este zócalo algunos desperfectos, sobre todo en las caras ■

de las imágenes que fueron picadas, siendo, posteriormente restauradas. Estajoya de azulejeria per- •

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maneció intacta hasta principio de los años sesenta de este siglo y a partir de esta fecha sufrió suce

sivos expolios hasta su total desaparición, quedando como muestra los restos, que despreciados por

los expoliadores, hoy se conservan en el Museo Municipal de esta ciudad.

DESCRIPCIÓN DE LA PORTADA. PROGRAMA SIMBÓLICO

La descripción de esta portada no ha sido emprendida por ninguno de los autores a los que

nos hemos venido refiriendo, si exceptuamos el magnifico trabajo, ya citado como guia en la des

cripción del conjunto del templo, de Ignacio Lafuente Niño, y que en este caso se limita a un análisis

puramente arquitectónico de su estructura. No por ello dejaremos de citarlo en este apartado y,

como dijimos en el anterior, todas las citas, mientras no se indique lo contrario, corresponderán a su

elogiable trabajo.

La portada de Santa Mana, como ya dijimos, abre lateralmente el templo del mismo nombre,

siendo su única y principal puerta de acceso. Está alineada en la señorial calle de Santa Mana y

frente a ella se abre una pequeña plaza que recibe el mismo nombre, por la que llega hasta ella el

callejón de Piñuelo. En esta misma plaza también se encuentra, la llamada por la tradición, casa de

Sta. Teresa, por suponer que en ella descansó la Santa en una visita que realizó a esta

ciudad.

Su estilo gótico flamígero es anterior a 1536, fecha en la que se sabe se le puso el alero pro

tector por lo que podríamos determinarla, en cuanto a la época de su construcción, a finales del siglo

XV y principios del XVI.

La estructura compositiva de la portada es «similar a la del Salvador de Requena» de la que,

según algunos autores es difícil de diferenciar, aunque existen elementos característicos de los cua

les esta última carece, como son el alero protector y una arquivolta más en su estructura y de los que

Santa María hace gala. No obstante, el elemento más diferenciado es el tímpano y las diferentes

imágenes que en ellos se aprecian. En la del Salvador un hierático y casi románico Salvador y en la

de Santa María una escena representando la Anunciación. En lo que no coincidimos es en comparar

su estructura con la portada de los «Apóstoles de la Catedral de Valencia» pues a nuestro parecer,

existe un elemento que la configura totalmente distinta y es la existencia de un gablete en esta última

que la recorta y destaca como ocurre en las portadas de Morella, elemento que está sustituido por

una arquivolta conopial rematada con un florón en la de Santa María.

Su planta es abocinada y en su umbral escalonado encontramos un «banco-pedestal» del que

arrancan cuatro arquivoltas, las tres interiores apuntadas y la exterior conopial, dejando entre ellas

tres intercolumnios y remarcado todo este conjunto el tímpano y las dos puertas separadas por el

parteluz. Todo el conjunto descrito está flanqueado por dos pilastras rematadas con pináculos hasta

la altura de la cornisa superior. Entre ambas pilastras y sobre las arquivolta conopila se levanta una

arquería que también asciende hasta la comisa que está rematada por una crestería y coronada por

el alero de madera.

En el eje central de la portada encontramos el portaluz que separa las dos puertas de madera

y cuyos vanos están rematados por sendos arcos carpaneles. Echamos en falta las aldabas de dichas

puertas que, según nos cuenta Rafael Bernabeu, fueron vendidas y hoy se encuentran en el Parque

Güell de Barcelona. En el antedicho parteluz se halla la reposición actual de una «tosca Virgen conNiño» sobre un pedestal adornado con ángeles y rematada con un dosel que invade el espacio deltímpano. A nuestro parecer, la reposición nombrada sólo afectó a la parte superior de la imagen,desde la cintura hasta la cabeza, ya que, al comparar esta imagen con una fotografía de la que anteriormente ocupaba este lugar y que ilustra el libro citado de Joan Fuster(39), se ve coincidir toda la

parte inferior y la parte superior con gracia y movimiento y no hierática y tosca como es la actual.

Asi mismo, la cara de la Virgen en la fotografía es almendrada como el resto de los rostros delas imágenes que hay en la portada y no redonda y plana como se presenta en la restauración <39 w*).

55

Una pequeña cornisa adornada con hojas de cardo retorcidas, situada encima de los arcos

carpaneles citados, separa el tímpano de las puertas. En él apreciamos una falsa arquivolta ador

nada también con hojas de cardo y rematada en su parte interior con una crestería calada y una

representación de la Asunción. Curiosamente, es a la Virgen María bajo la advocación de la Asun

ción y no de la Anunciación a quien se dedicó este templo, y la falta de información y la tradición de

llamarla, tanto a la iglesia como a la portada, solamente Santa María, no nos permite conocer con

certeza si realmente la portada se dedicó a la Asunción o a la Anunciación. Esta representación

consta de cuatro elementos: dos imágenes realzadas que materializan al Arcángel San Gabriel arro

dillado y a la Virgen orante; un florero también resaltado en el medio, aunque algo desplazado hacia

la derecha para no coincidir con el remate del dosel de la Virgen del parteluz que, como hemos

dicho, invade este espacio; y un pequeño atril que adornado con un almohadón, sustenta el libro en

el que ora la Virgen.

El apostolado está situado a la altura de la Virgen del parteluz coincidiendo: los dos más

intensos con los intercolumnios que serían la prolongación de la falsa arquivolta del témpano: Los

tres siguientes, tanto en el lado derecho como en el izquierdo, con los intercolumnios de las cuatro

arquivoltas; y los dos restantes de cada lado, están situados en los pedestales que representan las

pilastras con pináculos que flanquean toda la portada. No obstante, quedan espacios en las referidas

pilastras que están vacíos y que alojarían a los apóstoles que faltan para completar la |j

docena. f

En general están muy mutilados, sobre todo de manos de donde sostendrían sus atributos,

por lo que es difícil reconocerlos, no obstante, el cuarto empezando a contar por la derecha repre

senta a Santiago el Mayor diferenciado por el sombrero de peregrino(40). El octavo, igualmente

empezando por la derecha, es la imagen de San Andrés reconocible por la cruz en aspa <4I> que sos

tiene con su mano derecha. El séptimo nos parece San Juan, tanto por ser el único que carece de

barba(42) al igual que por el movimiento gracioso y juvenil que los demás no poseen. Por otra parte,

el tercero, quinto y sexto, sujetan con sus manos unos libros, lo que constituye atributo normal de

los apóstoles desde el siglo XIII. Suponemos que el resto también los tendrían, pero carecen de

ellos por la misma causa de la mutilación de miembros.

Dado que Santiago y San Juan, que eran hermanos, están colocados simétricamente en la

portada, cabe suponer que el simétrico de San Andrés sería su hermano Pedro que corresponde con

el tercer apóstol, pero no lo podemos afirmar por carecer del atributo que lo distingue, las llaves. Sin

embargo, al quinto apóstol se le aprecian unos restos que podrían ser del báculo que caracterizaría a

San Pedro <43), estando a su vez situado en la parte de la portada más próxima a la entrada. No que

remos aventurar la hipótesis de que esta imagen corresponda a San Pablo y que los restos observa

dos sean de una espada en vez de báculo, pues, no fue este Santo elegido por Cristo como apóstol,

puesto que no coincidieron en vida. Tenemos que resaltar, por otra parte, que por su actividad evan-

gelizadora se le llama el Apóstol y bien se puede tomar la licencia de incluirlo el organizador del

programa iconográfico de esta portada, cosa bastante normal en la época. No obstante, estos restos

pueden corresponder a los de la cruz latina de Felipe, del bastón de Santiago Alfeo, de la lanza o

espada de Tomás o Simón o a la lanza de Matías.

El noveno apóstol de la portada exhibe a sus pies un bulto irreconocible por el mal estado

de conservación, que podría representar el demonio encadenado de Bartolomé, que ya desde el si

glo XIV es su atributo personal.

De todos modos pudo ser que, como el caso de la portada del Salvador, el apostolado fuera

realizado a expensas de familias pudientes y que por ello la colocación de éstos no responda a un

programa establecido, sino al suceder de estas donaciones. Un dato a tener en cuenta en esta hipóte- í

sis es que la factura de todas estas imágenes es la misma, tanto en lo concerniente al estilo como a la [estructura, ya que casi todas las imágenes adelantan el pie derecho, resaltando entre los pliegues de

sus vestiduras la rodilla correspondiente a este pie y compensan este movimiento con otro contrario I

en los hombros. También las caras son todas almendradas pero un tanto planas, es decir, sin resaltar j;

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57

ni pómulos ni nariz, solo dibujando los caracteres del rostro unas incisiones hechas a buril. No obs

tante el que la ejecución de las imágenes fuera realizada por un mismo artesano no contradice la

hipótesis presentada, pues bien pudo ser que el tiempo que separa la realización de cada una de ellas

no fuera muy prolongado. |

Pasaremos a tratar las arquivoltas fijándonos que sólo tres de las cuatro que posee la portada

arrancan del «banco-pedestal» a cada lado de la entrada, ya que la cuarta y más externa lo hace de

las pilastras que flanquean el pórtico, a la altura del dosel que cobija al apóstol. La primera y tercera

arquivolta hacen el arranque en forma de haz de columnas, llegándose a contabilizar hasta cinco en §

cada una de ellas. Estas se interrumpen a la altura de las cabezas de los apóstoles donde representan jtcapitales, para continuar después adornadas con motivos florales (la protoüpica hoja de cardo) y |lanzadas figurando cintas retorcidas, tanto en la cara interna como en la externa. La segunda arqui- |volta más interna comparte con las dos anteriormente citadas todas sus características descritas a í

excepción de que, de las cinco columnas que formaban el haz pierde la central para ser sustituida f

por una especie de friso corrido en sentido de la arquivolta, en el que encontramos igualmente hojas I

de cardo, pero en lugar de las lazadas que presentaban las anteriores aparecen imágenes de anima- f

les, fantásticos o no y figuras humanas. Las dos bases de esta arquivolta están muy deterioradas, no %

apreciándose en ellas ningún elemento, de todos modos, después de dos o tres desdibujadas hojas de f

cardo, apreciamos, a la altura correspondiente a la mitad de los cuerpos de los apóstoles dos figuras |humanas desnudas dispuestas simétricamente en la portada. Estas podrían figurar dos Hércules que |sujetan todo el resto de la arquivolta. De todos modos, no podemos aventurar gran cosa por encon- |

trarse estas figuras en pésimo estado de conservación, habiendo perdido brazos y piernas, lo que Ú

hace imposible determinar su simbologia. Por otra parte la desnudez en figuras en esta época suele |ir ligada al pecado de la lujuria. Í

iComo hemos dicho, las figuras tanto humanas como de animales están sustituyendo a las

lazadas que encontrábamos en las otras arquivoltas, sin embargo, no por ello deja de haber excep

ciones pues después de las figuras humanas desnudas encontramos las lazadas, también dispues

tas simétricamente y de igual modo las encontramos hacia el final de la arquivolta en su

apuntamiento.

Las siguientes figuras que hallamos son las de unos cuadrúpedos alados que por el mal

estado de conservación no podemos reconocer, si bien se trata de animales fantásticos y los cua

drúpedos corresponderían a las familias de los felinos o caninos dados los caracteres de sus

patas. tyí'.

Las dos figuras que a continuación se aprecian, aunque también simétricamente situadas, no |;:

se corresponden, ya que, en la parte derecha se halla una especie de reptil con las alas de murcié- §lago, pero que por estar seccionado por varias partes hace imposible su descripción; en la parte

izquierda encontramos a otro animal fantástico con cuerpo, garras y cola de águila y la cabeza de

felino. De esta figura no hemos encontrado, por el momento, ninguna referencia iconográfica.I

Seguidamente se hallan dos animales, pero que tampoco se corresponden, a no ser en su sim

bolismo. En la parte derecha hallamos un caracol, símbolo del pecador y de la pereza(44) y en la

izquierda un asno alado. El asno también simboliza la pereza(45) y las alas subliman estos simbolis

mos <46>. I

Ascendiendo por cada lado de la arquivolta encontramos a dos animales que, en esta oca- ísión, parecen ser benignos. Se trata de un perro en el lado derecho, que aunque es símbolo de la [

envidia<47) también lo es de la fidelidad y tiene la connotación cristiana del guardián y guia del <

rebaño(48). Su simétrico en la parte izquierda es un animal fantástico. Se trata de un delfín con !

cabeza y cola de este animal, pero al lado y con patas delanteras. El delfín simboliza la salvación y j

en su connotación cristiana la resurrección(49). Las alas, como hemos dicho subliman el símbolo '

especifico del animal. Para lo que no tenemos explicación es para el par de patas delanteras. i

Después de las consiguientes hojas de cardo encontramos ahora dos animales no fantásticos. í.

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En el lado derecho un animal con aros en forma de armadura cubriendo su cuerpo y cola. Puede tra

tarse de un armadillo y su apariencia así nos lo hace creer, pero es casi imposible que se trate de este

animal porque, aunque el Continente Americano estaba ya descubierto en la fecha de construcción

de esta'fachada es improbable que se conociera en la Península y además carece de simbolismo enEuropa sin descartar que lo posea en las tierras de la Patagonia de donde es natural. El profesor

Salvador Aldana nos ayudó a reconocer en él a un cocodrilo y nos apuntó que la representación de

este animal suele ser bastante deformada por el desconocimiento que tenían de él los artesanos de la

época. Siendo así simbolizaría la tiranía, la furia y la maldad, pero también puede ser símbolo de la

fecundidad y, al igual que el dragón y la serpiente, de la sabiduría y de la agresividad(50). Su simé

trico representa un reptil con caracteres de salamandra que simboliza el fuego por la propiedad que

se le atribuye de no perecer en las llamas, también se utiliza en otros casos para representar la casti

dad <51>.

A continuación nos aparecen las ya anunciadas lazadas en forma de cintas retorcidas y que

simbolizan ligadura o envolvimiento(52). Tras ellas nos encontramos dos figuras humanas desnudas.

La de la derecha parece salir de un caracol, lo que simbolizaría la pereza. Su simétrica, también

desnuda y mostrando sus partes sexuadas claramente, está enzarzada en un árbol en forma de Y.

Los hombres desnudos, en general, simbolizan los pecados de la carne. No obstante esta representa

ción ante el árbol en forma de Y ya aparece en la puerta oeste de la Lonja de Valencia y Salvador

Aldana(53) la interpreta como referente a Hércules ante un símbolo característico de la libre elec

ción entre el bien y el mal, diciendo además que su fundamentación literaria está en una fábula

inventada por Prodicos, materializando el pensamiento de Pitágoras.

Las dos figuras que nos quedan están situadas en el apuntamiento de la arquivolta y su

estado de conservación es pésimo, de todos modos parece adivinarse a dos dragones alados que, si

lo fueran simbolizarían al diablo, o calamidades públicas (peste, hambre, etc.). Estos animales fan

tásticos se han utilizado como guardianes y vigilantes de templos y también con este sentido podrían

estar representados en esta ocasión <54>.

Pasaremos a tratar los intercolumnios que es donde mayor número de imaginería aparece.

Arrancan, en número de tres por cada lado del «banco-pedestal» como las arquivoltas, y lo hacen

en forma de columnas con exágonos alargados en forma de panal. Sobre estas columnas se apoyan

los pedestales que sostienen a los apóstoles y que están adornados con arquerías góticas con dife

rentes motivos cada uno de ellos. A partir de los doseles que cobijan a los antedichos apóstoles apa

rece la imaginería entre pedestales-doseles que sirven de cobijo a unas y de apoyo a las

siguientes.

En el intercolumnio más interno y por lo tanto más cercano al tímpano se presentan ocho

querubines con tres pares de alas(55) y con las manos unidas en actitud orante. Son prácticamente

idénticos si no fuera por la acción de los elementos que los ha deteriorado y diferenciado. Es curioso

el excesivo alargamiento y afilamiento de la nariz que se aprecia en todos ellos. Las alas las tienen

dispuestas: un par cubriendo el cuerpo, dejando aparecer por debajo la túnica y los pies desnudos;

otro par abierto y el último cruzado por detrás de la figura.

El segundo intercolumnio corresponde a los cinco pares de ángeles músicos que están dis

puestos simétricamente a ambos lados de la portada. Elementos comunes a todos ellos son el nimbo

o aureola con que se acostumbra a representar a estos seres a partir del siglo VI (56>, la túnica y el

rostro redondo que los diferencia de los anteriores. El primer par de ángeles están haciendo sonar

unos instrumentos de viento que pudieran ser las chirimías medievales. Los segundos frotan con un

arco un instrumento de cuatro cuerdas que seria una especie de rabel; el tercer par de ángeles músi

cos tañen con sus manos un instrumento también de cuerda que nos sugiere una guitarra y que se

trata de su antecesora medieval, la vihuela; a continuación encontramos otro par de ángeles

haciendo sonar instrumentos de viento como los primeros y la última pareja pulsan las cuerdas deun instrumento que parece un laúd antiguo.

El siguiente y último intercolumnio está dedicado a recoger seis pares de vírgenes que, como

59

la mayor parte de la imaginería de la portada, están muy deterioradas, habiendo perdido la mayoría

sus atributos distintivos. Podría ser que en conjunto representen la parábola de las vírgenes necias y

sabias. De las doce imágenes existentes únicamente hemos podido reconocer con certeza a tres que

están situadas en los lugares primero, cuarto y quinto del lado derecho. La primera de ellas corres

ponde a Santa Catalina que, aunque no posee la rueda rota con púas aceradas, si que lleva a los pies

la cabeza coronada del emperador Magencio que le dio tortura y restos de la espada(57). La que

ocupa el cuarto lugar representa a Santa Bárbara y se le distingue por llevar en su mano izquierda la

torre donde su padre la encerró antes de ser decapitada(58). También reconocemos a la que ocupa el

quinto lugar de este intercolumnio en la parte derecha y que corresponde a Santa Águeda con los

pechos en un plato, atributo habitual en su representación(59). La última virgen que no conseguimos

identificar totalmente es la tercera del lado izquierdo que puede representar a Santa Beatriz, Santa

Filomena, Santa Paula u otras, ya que lleva una cuerda o disciplina en sus manos. En las figuras

segunda y tercera del lado derecho y primera, segunda y quinta del izquierdo se aprecian en sus

manos unos libros, lo que no es suficiente para reconocerlas.

Hemos dejado para este lugar la descripción de la cuarta arquivolta que, como hemos dicho,

es la más externa y se diferencia de las demás en que es conopial y no apuntada.

Está decorada por. un calado cordón de hojas de cardo que la recorre en toda su longitud y

rematada con un florón, no apareciendo en ella figuras humanas o animales más que en sus dos

arranques que, como también hemos dicho, lo hace en las pilastras que flanquean el conjunto de la

portada. En el lado derecho aparece un hombre desnudo enzarzado entre ramas que puede ser otro

Hércules como los anteriormente descritos. Simétricamente en el lado izquierdo, encontramos a la

también descrita salamandra alada representando al diablo.

De esta arquivolta conopial arranca una tracería compuesta por cinco arcos apuntados a

cada lado, estos formando dos a dos otros tantos conopiales. En la unión de los fustes de estos arcos

con la citada arquivolta se desarrollan unas vistosas hojas de cardo retorcidas con el mismo número

que arcos.

En la cornisa también se aprecia una variada imaginería separada en escenas por las puntas

de los arcos conopiales de la tracería que invade este espacio. Descrita de izquierda a derecha,

comienza con las figuras de dos lobos devoradores, aunque el animal devorado no se distingue por el

deterioro que ha sufrido, por lo que nos es imposible dar otro simbolismo a la escena, si no es el

correspondiente a la figura del lobo que lo es del valor, la avaricia y la gula, la tradición también le

atribuye la astucia y la crueldad(60) por lo que se le tiene como principio del mal y del aniquila

miento final del mundo(61>. A continuación aparece la salamandra, que ya hemos descrito, seguida

de un oso símbolo de la ira, la crueldad y el primitivismo(62). La representación de estos animales

constituye la primera escena, aunque debería estar partida en dos por una de las citadas puntas de

arcos, pero el autor se toma la licencia de no hacerlo, dejando el conjunto asimétrico. Las cuatro

escenas siguientes están compuestas por varias representaciones de ángeles, habiéndolos de dos

tipos: los que poseen dos pares de alas, dos extendidas y dos cruzadas sobre el cuerpo, que parece

no poseer, ya que solamente se les aprecia la cabeza; y los que están representados con cuerpo

entero, como arrodillados o flexionando las piernas y con un solo par de alas. Estas imágenes se dis

tribuyen a pares, menos la que encabeza la serie, comenzando con un ángel de los de cuatro alas,

dos de los arrodillados, dos otra vez de los de cuatro alas y dos finales de los arrodillados. Llegamos

a la mitad de la comisa donde encontramos el florón de la arquivolta conopial que la divide en dos

mitades, seguido de un espacio vacio de imaginería animal o espiritual pero no floral o vegetal, pues

está adornada, como toda la cornisa, con hojas de roble y bellotas, símbolo de la unión del Cielo y la

Tierra (63>, de la fuerza de la fe y la virtud, y de la resistencia cristiana contra la adversidad,

emblema de Cristo y la Virgen, herencia del paganismo, pues esta hoja se utilizó en el culto a Júpiter

(64). Sobrepasada la mitad volvemos a encontrar otro ángel de los de cuatro alas para seguir con un

par de liebres, animal que significa la procreación y la sensualidad, la lujuria y la fecundidad y ale

góricamente y especialmente en el gótico la ligereza y la diligencia. «En la simbologia cristiana —y

por el carácter que tiene de animal indefenso— la liebre representa a los hombres que ponen su

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esDeranza de salvación en Cristo»(65). A continuación aparece un perro que simboliza la envidia y

en su significación cristiana y positiva la fidelidad además del buen pastor y guia del rebaño. Le

sieue una pareja de leones, animal con simbolismo variable, desde la muerte y el infierno a la resu

rrección, «la lucha continua, la luz solar, la mañana, la dignidad real y la victoria»(66). Finaliza la

comisa con otra pareja de ángeles de los que sólo poseen cabeza y dos pares de alas, y con un ani

mal al parecer cuadrúpedo con cabeza de lagarto, de difícil simbología, y que está situado en la

vuelta de la cornisa. El conjunto de ésta está rematado por una crestería calada, elevándose única

mente por encima de ella el alero con sus sencillos canes.

Como hemos visto se trata de una portada mariológica dedicada presumiblemente a la Anun

ciación que se encuentra en el tímpano, el cual está rodeado por ocho querubines, símbolos de la

sabiduría divina y el número ocho de la resurección; orlados estos a su vez por cinco pares de ánge

les músicos pertenecientes a los dominios, virtudes y poderes, y que su número siendo inciático,

expresa el mundo sensible; circunscrito todo este conjunto por la arquivolta de las doce vírgenes,

símbolo de la virtud y la santidad y su número producto del tres y del cuatro a los que el cristianismo

asigna el mayor cúmulo de virtudes, expresa la veneración y santidad de la Virgen. Madre de Dios y

que con El reina desde el cielo.

La arquivolta de los animales representa los pecados y vicios del mundo, haciendo hincapié

en la pereza y en el fuego eterno que sufrirán los pecadores. La cornisa superior parece recoger la

salvación de las almas o el Juicio Final, pues tras el aniquilamiento final del mundo (simbolizado

por el par de lobos devoradores), el fuego a causa del pecado (salamandra y oso) por medio del

amor divino (si los ángeles de cuatro alas representan serafines), la esperanza (si los ángeles arrodi

llados son orantes), la fortaleza de la fe (hoja de roble), la diligencia (liebre y la fidelidad y guia del

pastor (perro) conseguiremos la resurrección, la victoria (león) y la vida en el cielo en el amor divino

(pareja de serafines). No obstante, esta cornisa puede tener otras lecturas, pues como hemos visto,

el simbolismo de los animales es ambivalente, y además el animal situado al final de ella en la

vuelta, no entra en esta interpretación.

Nos queda para finalizar los apóstoles que entre los Santos son los primeros y los que siem

pre han tenido más culto <67>. Normalmente en el llamado Colegio Apostólico está presidiendo la

figura de Cristo, sin embargo, aquí deja su puesto a la Virgen Madre que encontramos en el centro

de la composición, en el parteluz, sobre pedestal de ángeles, específicamente tronos, simbolizandola justicia divina.

NOTAS

(1) PIQUERAS HABA, Juan. Desarrollo urbano de Requena. In Cuadernos de Geografía 22-1978. pp. 30.(2) PIQUERAS HABA, Juan. Op. Cit. pp. 30.

(3) SANCHIS GUARNER, M. Historia del País Valenciano, I. «Época musulmana», pp. 306-336.(4) BERNABEU LÓPEZ, R. Historia de Requena. 1982. pp. 129-146.(5) PARDO PARDO, F y CAÑADA SOLAZ, R.J. Manifestaciones de carácter literario-musícal en el Campo de

Requena-Utiel. In páginas inéditas del folklore español. 1984.

,! n^00 PARD0> F y CAÑADA SOLAZ. R.J. Op. cit.(7) PIQUERAS HABA, J. Op. cit.

!!! o^ííNGUEZ DE ^ C0BA- P- Manuscrito. Primera mitad del siglo XVIII.(9) BERNABEU LÓPEZ, R. Op cit(10) PIQUERAS HABA, J. Op cit.'

„ FUENTE NIÑO, I. Requena. Iglesia de Sta. María. In Catálogo de monumentos y conjuntos de la ComunidadValenciana. 1983.

m! GiU^ER> Luis> Valencia- T¡erra y alma de un País. pp. 511-512.4 w a a J0an' E1 Pais Valenc'ano. pp. 326.

05) LAFUEN VÍUa-Un Proyecto de rehabilitación. 1982.flfií rjiri N1NU, I. Op. cit.

,7 nnf/Sí^.^?™1611- L Enciclopedia de la Región Valenciana, V. pp. 137.lili MI 11Ut I M£i I T^? ^W ^^^* * » -_ ^ ^ ** ■ •

(18) DOMINGU COBA. Op. cit. y BERNABEU, R. Op. cit._-.„ . j ^E LA COBA. Op. cit. y MADOZ, P. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y susposesiones de ultramar, XIII. pp. 421.

61

(19) HERRERO Y MORAL, E. Historia de las tres veces muy leal, dos veces muy noble y fidelísima ciudad real de

Requena. 1890. pp. 101.

(20) PIQUERAS HABA, J. Op. cit

(21) LAFUENTE NIÑO. I. Op. cit.

(22) GUARNER, L. Op. cit.

(23) HERRERO Y MORAL, E. Op. cit

(24) BERNABEU LÓPEZ, R. Op. cit

(25) HERRERO Y MORAL, E. Op. cit

(26) LAFUENTE NIÑO, 1. Op. cit(27) DOMÍNGUEZ DE LA COBA. Op. cit

(28) PIQUERAS HABA, J. Op. cit f(29) GUARNER, L. Op. cit |(30) W.AA. La villa. Una propuesta de rehabilitación. &

(31) HERRERO Y MORAL. E. Op. cit. pp. 101. í(32) BERNABEU LÓPEZ, R. Op. cit. A los tres pórticos que se refiere son los dos existentes de Sta. María y El Salvador ^

y al desaparecido San Nicolás. f

(33) GUARNER, L. Op. cit y FUSTER. J. Op. cit ?'

(34) GARIN ORTIZ DE TARANCO, F.M. Historia del arte valenciano. \.(35) DOMÍNGUEZ DE LA COBA. Op. cit pp. 169. í

(36) DOMÍNGUEZ DE LA COBA. Op. cit pp. 170. f|(37) Según Luis Guamer ésta es la fecha exacta de la colocación del zócalo de azulejería.

(38) Ignacio Lafuente concreta la procedencia de este zócalo en Manises.

(39) FUSTER, J. Op. cit. pp. 322.

(39 bis) En la guerra civil (1936-39) se retiró el parteluz para dejar acceso a camiones al interior del templo que sirvió de ¡'

almacén. Esta fue la causa del deterioro de la imagen que en él se encuentra y de su posterior restauración. j¡

(40) FERRANDO ROIG, J. Iconografía de los santos, pp. 52. Según este autor, desde el s. XIV a Santiago el Mayor se le

presenta con bordón y sombrero de peregrino. |s

(41) FERRANDO ROIG, J. Op. cit. pp. 49. «San Andrés en el s. XII ostenta ya un delgado palito que termina en cruz f¿potenzada» y en el s. XIV aparece las representaciones de la cruz en aspa que será definitiva. #

(42) FERRANDO ROIG, J. Op. cit. pp. 52. A partir del renacimiento los atributos de San Juan son el representarlo |inberbe y una copa de serpiente. tí

(43) FERRANDO ROIG, J. Op. cit pp. 48 «San Pedro, que a partir del s. XIII viste con más frecuencia indumentos fede pontífice». S1

(44) PEREZ-RIOJA, J.A. Diccionario de símbolos y mitos. 1971. |(45) SEBASTIAN, S. La Lonja y su estrato socio-cultural, pp. 37. Citando a Guillermo de Déguillevillc en su libro «

«Pélegrinage de la vie humaine». |£

(46) CIRLOT, J.E. Diccionario de símbolos. 1981. K

(47) Ver cita 45. fc(48) PEREZ-RIOJA. Op. cit y CIRLOT, J.E. Op. cit jf(49) PEREZ-RIOJA. Op. cit ,~

(50) CIRLOT. J.E. Op. cit jí(51) PEREZ-RIOJA. Op. cit

(52) PEREZ-RIOJA. Op. cit

(53) ALDANAS, S. Simbologia de la Lonja Valenciana. In Temas Valencianos nún. 5. 1977.

(54) PEREZ-RIOJA. Op. cit

(55) Ignacio Lafuente los llama arcángeles, pero no pueden serlo, pues el número de estos es sólo de cuatro.

(56) FERNANDO ROIG. Op. cit. pp. 12.

(57) FERNANDO ROIG. Op. cit pp. 12.

(58) FERNANDO ROIG. Op. cit pp. 12.

(59) FERNANDO ROIG. Op. cit pp. 12.

(60) PEREZ-RIOJA, Op. cit.

(61) CIRLOT. Op. cit.

(62) CIRLOT. Op. cit.

(63) CIRLOT. Op. cit

(64) PEREZ-RIOJA. Op. cit

(65) PEREZ-RIOJA. Op. cit. pp. 271.

(66) CIRLOT Op. cit pp. 271.

(67) FERNANDO ROIG, Op. cit. pp. 48 «El colegio Apostólico, presidido por Cristo, es tema frecuente de las pinturas "

catacumbales y en los sarcófagos del s. IV». '■•

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62

real de

LA SOCIEDAD EN NUESTRA COMARCA EN LAÉPOCA DE ALFONSO X

^ El Salvador

oque sirvió de

^ión.

Mayor se le

onina en cruz

•eprescntarlo

w indumentos

s en su libro

tatro.

i las pinturas

por

J.L. Hortelano Iranzo

En 1239 Requena era ganada para las armas cristianas definitivamente, pero hasta el 4 de

agosto de 1257 no se le concedió Carta Puebla ni fueros. Ello supone un lapso de dieciocho años,

durante los cuales los únicos cristianos residentes en la zona serian las tropas de guarnición, algunos

civiles ligados a la administración real y algunos pastores.

Hubo dos causas principales para que apenas hubiese pobladores cristianos en los primeros

tiempos de la dominación castellana:

—La primera causa fue la inseguridad de la comarca, derivada no de los numerosos musul

manes que residían en ella, sino de la falta de unos limites estables entre los reinos de Castilla y

Aragón, puesto que las Cortes del reino vecino reclamaban la plaza con todas sus aldeas y castillos,

fundándose en que estas tierras habían pertenecido al reino musulmán de Valencia y en un fraca

sado intento de conquista. En estas condiciones, ¿qué labrador se atreve a cultivar unas tierras, si no

tiene la seguridad de que van a ser suyas?.

—La causa segunda fue la enorme expansión territorial de Castilla-León desde 1212, que

fue del Guadiana y Júcar hasta el Guadalquivir y el Segura, hasta el Atlántico y el Mediterráneo;

esa expansión que incrementa en un tercio la extensión de ambos reinos y que trae como consecuen

cia la escasez de pobladores cristianos en las nuevas regiones conquistadas; a su vez, esta escasez

de pobladores trae consigo un cambio en el sistema de repoblación, dándose el repartimento, sis

tema por el que se atribuyen casas, tierras y musulmanes que las trabajen a los nobles, clérigos,

caballeros y soldados que participan en la conquista. Si existen problemas de repoblación en tierras

ricas como las andaluzas y murcianas, ¿cuánto más no han de existir en tierras pobres, de clima

duro y, además, fronterizas, como las nuestras?.

El caso es que hacia 1255, se entrevistan entre Requena y Buftol D. Jaime, el rey aragonés, y

D. Alfonso, su yerno, que tan sólo lleva tres años como rey de Castilla-León. En dicha entrevista se

acuerda que las Cabrillas sean el límite entre ambos reinos, por lo que la comarca queda incorpo

rada al reino castellano. D. Jaime mantendrá este acuerdo, pese a que en 1263, las cortes aragone

sas pusieran como condición la devolución de Requena, para votar subsidios a fin de ayudar a

Alfonso en la sublevación de los musulmanes de Murcia y Andalucía; en otras ocasiones, tambiénlos aragoneses reclamaron la comarca, pero ya sin consecuencias.

Una vez confirmados los límites en dicha entrevista, limites ya establecidos en el tratado de

Almizra, se puede pensar en repoblar seriamente la comarca de Requena y para atraer pobladores aesta zona conflictiva se concede la Carta Puebla con la concesión de ios fueros de Cuenca y de unaserie de privilegios.

Es muy posible que en dicha entrevista, el veterano rey aragonés diese a Alfonso un consejopara gobernar, y que está registrado en la «Crónica de Alfonso X». Dice así: «Presidida por Dios yel rey, su representante, la sociedad presenta tres órdenes: oratores o eclesiásticos, bellatores ocaballeros y laboradores o trabajadores. Todos juntos forman el reino. Ni el rey ni el reino, porseparado, tienen todo el poder, y el gobierno de la tierra exige un doble pacto: entre los integrantes

63

del reino y entre éste y el rey. La falta de acuerdo o el no respeto del pacto, desembocan en un ejer

cicio abusivo del poder por parte del rey o por parte de un orden, que adquiere excesiva importancia

y anula a los otros, convirtiéndose en un peligro para el poder real». Tras aconsejar Jaime a Alfonso

que cumpla su parte del pacto, continúa diciéndole: «Si no le es posible contar con todos, atraígase a

dos grupos: la iglesia y a los pueblos y ciudades, pues Dios los ama más que a los caballeros, ya que

estos se sublevan con mayor facilidad que los demás; sería deseable tener a todos a su lado, pero si |5-

se viese obligado a elegir, mejor quedarse con los citados, pues con su ayuda destruiría a los jjj

caballeros». ffn

Todo este largo párrafo viene a cuento por un doble motivo: el primero porque nos expresa la §organización de la sociedad medieval: los que rezan, los que guerrean y defienden a los otros esta- jjj

mentos y los que trabajan para alimentar a todos los demás; el segundo, porque, al menos en las |repoblaciones que hizo Alfonso X en Murcia, Jerez, Niebla y nuestra comarca, evita dar poder a los f

caballeros estableciendo las tierras de realengo y repartiendo la tierra entre pequeños agricultores. (Curiosamente, el enfrentamiento entre monarquía y nobleza en Castilla, que comienza precisa- I

mente con Alfonso X y se va a prolongar hasta la época de los Reyes Católicos, tiene como dos de |sus causas principales que no diese apenas tierras a los nobles en las zonas recién conquistadas y el |dar fueros y cartas de realengo a las poblaciones, con lo que las sustraía al poder nobiliario. j|

Bien. Ya tenemos Carta Puebla, fueros y privilegios en Requena. Veamos brevemente en qué

consistían.

j

De la Carta Puebla existe una copia en el Ayuntamiento de Requena, consistiendo en un |documento por el cual el rey desea poblar determinada comarca o población y ofrece facilidades a |

los que quieran establecerse en ella, dándoles fueros para gobernarse y privilegios sobre las normas

generales. Por su importancia, vamos a transcribir del castellano medieval al actual, dicha Carta í

Puebla. Dice asi:

Conocida cosa sea a todos los hombres que esta carta vieren, como nos, D. Alfonso *,

por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, ¡¡

de Murcia y de Jaén, en unión con la reina D.' Yolanda, mi mujer, y con nuestro hijo el -]

infante D. Fernando. Entiendo que es servicio de Dios y en pro nuestro y para guardar de ;;

nuestra tierra, poblamos de cristianos el Alcázar nuestro que está en la villa de Requena. Y

también les damos a poblar nuestras casas de la villa, que son de nuestro almacén y las here

dades que nos pertenecen por esta nuestra misma (carta); también de lo que allí tenemos

ahora como que tuviéramos de aquí en adelante que sea repartido entre ellos por caballerías í

y peonías. Y además de todo esto les damos que compren heredades de los moros de aquellos |;que las quisieran vender sin ser forzados ni apremiados; el caballero y el escudero hidalgo

hasta ciento cincuenta maravedises alfonsíes y el caballero ciudadano hasta cien maravedi

ses y el peón en cincuenta. Y tenemos por bien y mandamos que pueblen allí treinta caballe

ros y escuderos hidalgos y otros treinta ciudadanos y cuantos peones cupieren tanto en el

Alcázar como en las casas y el heredamiento de nuestro almacén como en las aldeas de

Requena y en el heredamiento que nos pertenece de cualquier forma que fuere. Y todo esto

les damos a los pobladores sobredichos y a los que allí sean de aquí en adelante moradores

que tengan el fuero de Cuenca. Y todos estos heredamientos sobredichos que les damos y los

que les demos de aquí en adelante o los que ellos pudieren tener en derecho en la villa de

Requena, otorgamos que los hayan libres y quitos, ellos y sus hijos y sus nietos y los que de

ellos vinieren que lo suyo hayan de heredar, con montes, fuentes, con ríos, con pastos, con

entradas y con salidas y con todos sus términos y con todas sus pertenencias tal como los

tiene la villa de Requena y los debe tener, pero con la condición de que no lo puedan vender

ni empeñar ni enagenar desde el día que este privilegio es dado hasta pasados diez años. Y de

los diez años en adelante hagan de ello lo que quieran como de lo suyo propio. Y finalmente

todo esto que les damos, por hacerles más bien y merced, lo escusamos de todo impuesto de

fonsazgo y fonsadera (impuestos sobre transmisiones y herencias) y de todad hacendera y de

todo impuesto. Cualquiera que esto transgrediese tendrá mi ira y ha de pagarnos multa de mil

^ 64

n ejer-

'gase a

■^/a que

•'íero si

maravedís y a ellos el doble del daño causado. Y para que este privilegio sea firme y estable

mandárnosle sellar con nuestro sello de plomo. Hecha la carta en Atienza por mandato del

Rey, cuatro días pasados del mes de agosto en la era de mil y doscientos y noventaicinco

años (1257). Y nos el sobredicho Rey D. Alfonso reinando en unidad con la Reina Doña

Yolanda y con nuestro hijo el infante D. Fernando, en Castilla, en Toledo, en León, en Gali

cia, en Sevilla, en Córdoba, en Murcia, en Jaén, en Baeza, en Badajoz y en el Algarbe, otor

gamos este privilegio y firmámioslo... (sigue relación de firmas de prelados y nobles).

^Itores.

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liario.

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Los fueros establecen la forma de gobierno del municipio. En un primer momento Requena

tuvo el Fuero Real, pero pronto se le concedió, tal como indica la Carta Puebla, el fuero de Cuenca,

uno de los mejores de Castilla. De este fuero se conserva una copia en la Biblioteca Universitaria de

Valencia, con el titulo de «Fuero de Requena», copia que salió de los Archivos Municipales, a los

que debería volver. Cuando hablemos de la forma de gobierno de los requenenses habremos de refe

rirnos a él con frecuencia.

También dio Alfonso una serie de privilegios a los habitantes del municipio, además de los

concedidos a los Caballeros de la Nómina, tales como exención de determinados impuestos, exen

ción del pago de portazgo,, montazgo, peaje y barcaje desde el Tajo al Guadalquivir, hasta Toledo,

Sevilla y Murcia, derecho a poseer peso propio, a no pagar en la aduana o puerto seco de Requena

por las mercancías que trajesen para su uso personal, etc., hasta un total de once privilegios.

Para la defensa de la población, la Carta Puebla indica que deben establecerse treinta caba

lleros y escuderos hidalgos, treinta caballeros ciudadanos y cuantos peones cupiesen. Este es un

viejo sistema castellano aunque algo modificado: la caballería villana. ¿Quiénes eran estos caballe

ros villanos?. En un primer momento, simples agricultores que disponían de un caballo, que les ser

vía de instrumento de trabajo y de guerra. Carecían de título nobiliario y de la mayoría de los

privilegios de la nobleza, aunque estaban exentos del pago de determinados impuestos. En la época

de Alfonso X son hijos segundones de la pequeña nobleza, que carecen de tierras y de titulo nobilia

rio, soñando con hacerse un patrimonio. No pertenecen al orden de caballería o son recién llegados

a él. Forman parte de la hueste de caballería del Rey o de un señor poderoso, recibiendo a cambio

una soldada, que puede ser en metálico o, más frecuentemente, en especie llegándose al caso de

estar en la mesnada a cambio de comida y un techo para cobijarse, y siempre a la espera de poder

realizar una hazaña que les diese fama y tierras, donde establecer un título nobiliario. Esto es en lo

referente a los caballeros y escuderos hijosdalgo; en cuanto a los caballeros ciudadanos, eran miem

bros de la burguesía que tenían dinero suficiente para comprar y mantener un caballo y el equipo

necesario para pertenecer a la caballería ligera. Los treinta caballeros de la nómina del rey debieron

pertenecer al grupo de la caballería urbana, pues no hemos podido encontrar rastros entre sus des

cendientes de pertenencia al grupo de los nobles y de ahí la idiosincrasia antiseñorial que tiene la

villa y toda la comarca, cosa que no se daría en caso de que aquí hubiese nobles desde la conquista.

Otra cosa es que el rey conceda a estos ciudadanos el estatuto de hidalgos, tal como parece derivarse de la exención de impuestos que les otorga. Otro hecho que parece confirmar la procedencia

villana o burguesa de estos caballeros es la petición que hacen al rey Alfonso XI, de ampliar sunumero a cuarenta y dos, «por haber en la villa otros hombres buenos con caballos y armas». A

cambio de sus servicios el rey les da tierras en la comarca, junto a musulmanes que las trabajen

(estos musulmanes son hombres libres que poseen sus propias tierras, pero tienen la obligación detrabajar, también, las de los caballeros). La misión de éstos es la defensa de la población y la patrulla por el término, vigilando que no se modifiquen los mojones, evitando la entrada de rebaños ajenos al municipio, asi como de leñadores y agricultores ajenos al mismo, la protección de los vecinosy aldeanos y prevenir el bandolerismo.

Con respecto a los clérigos, se crea una parroquia, dependiente del Obispado de Cuenca, yse dota a sus sacerdotes (no más de tres) con tierras, también trabajadas por musulmanes. A partede lo producido en esas tierras, reciben también diezmos (décima parte) y las primicias (valor de losprimeros frutos) de lo producido en todas las tierras de los predios cristianos, tanto vegetal como

65

animal de pluma o pelo; a su vez, debían dar al Obispo la décima parte de todo lo que

recibían y obtenían.

Los restantes cristianos que repoblaron la comarca debieron ser alrededor de trescientos,

bastantes de ellos con sus familias, repartidos entre Requena y Utiel (en esta última población alre

dedor de cincuenta y los restantes aquí). No se pueden dar datos fiables, pero el tamaño que enton

ces tenían ambas poblaciones, no puede hacer variar mucho esa cantidad. Hay que tener en cuenta

que las restantes poblaciones y aldeas de la comarca o no existían o eran simples caseríos habitados

por musulmanes.

Favorecida por los fueros y privilegios de Alfonso, la villa creció rápidamente y antes de que

este rey finalizase su reinado, para recibir a la numerosa población cristiana que aquí deseaba esta

blecerse, los musulmanes fueron expulsados del recinto amurallado, teniendo que situarse en las

Peñas, que hasta entonces había sido lugar de corrales de ganado. La mayor parte de esos poblado

res eran agricultores, pero teniendo en cuenta que las comarcas de este período tenían una economía

cerrada y se autoabastecian, es de suponer que hubiese, al menos un herrero, un molinero, un car

pintero, un tabernero y un hornero, que son los oficios imprescindibles en cualquier población; tam

bién hubo un numeroso grupo de pastores, pues la comarca tenia la ganadería como principal bien, y

al amparo de las ovejas y caballos, debió haber curtidores y cardadores, pues consta en documentos

que se enviaban a Valencia cuero y lanas cardadas.

En contra de las costumbres castellanas anteriores, los musulmanes no fueron expulsados de

la comarca, sino que conservaron sus tierras; tenian la obligación de trabajar para los caballeros de

la Nómina, asi como para el clero un determinado número de días al año, unos cien aproximada

mente, la mitad gratuitamente y la otra mitad a cambio de un salario, generalmente en especie.

Como ya se ha dicho, fueron obligados a abandonar el recinto amurallado y marcharon a vivir a las

Peñas. No se sabe de que tuvieran conflictos con los cristianos y poco a poco se fueron convirtiendo

al cristianismo y los que no lo hicieron se retiraron hacia las zonas del sur de la comarca, a fin de

estar más en contacto con sus hermanos del valle de Ayora. Cuando el decreto de explulsión de

1609, quedaban muy pocos, establecidos por la zona de Venta del Moro, Hortunas, Casas del Río,

etc., que se unieron en la marcha a los de Ayora.

Es de suponer que los judíos existentes en Requena quedasen viviendo dentro del recinto

amurallado; a los que estaban ya en época musulmana habría que añadir aquellos otros que vinieron

con los repobladores cristianos, atraídos por la condición de puerto seco de la villa. Ellos se ocupa

ron del comercio y de, lo que es más importante, recaudar las rentas reales y llevar la administra

ción fiduciaria de la villa e incluso la de los caballeros. Esto era asi, porque los judíos eran las

únicas personas capacitadas, tanto en los territorios cristianos como en los musulmanes, para llevar

a cabo las funciones de administradores y ejercían dicha función en ambos territorios, desde muy

antiguo; tampoco se habían desatado contra ellos las iras de los cristianos, cosa que sucederá cien

años después, y ambas comunidades convivían pacificamente, lo mismo que sucedía con los musul- |í

manes. De hecho, y pese a que a veces figuren como titulares cristianos, de los siglos XI a XVI, son

los judíos o sus descendientes conversos los que administran las rentas, tanto del Estado como de

los particulares o la Iglesia. A partir del siglo XIV sufrirán la competencia de genoveses y písanos,

primero en el aspecto comercial y posteriormente en el financiero.

Una vez vistos los grupos que habitaban la comarca, pasaremos a analizar los órganos de

gobierno de los cristianos, puesto que judíos y musulmanes los tenian propios, ya que eran comuni

dades distintas.

■f¡

Los cargos municipales existentes en las ciudades y villas de realengo, y por tanto en i

Requena, eran en época de Alfonso X, los siguientes: |

I—El Señor representa el poder del rey en la población, siendo delegado suyo, no intevi-

niendo en el gobierno del municipio. Tenía también una función militar, dirigir la hueste del munici

pio en caso de guerra, y tributaria.

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—El Juez, que es la cabeza del municipio, como jefe político y judicial del Concejo.

—El Alcaide, que es el gobernador de la fortaleza.

—El Merino, que cuida la administración económica del municipio y de la Percepción de

rentas para el Concejo.

—Los Alcaldes, uno por cada colación o barrio, eran cargos elegidos por éstas, dependiendo

del Juez. Su función era similar a la de los concejales actuales. También constituían un tribunal

colegiado, presididos por el Juez, que se reunía los viernes.

—El escribano o notario era el que redactaba los documentos municipales y daba fe de los

acuerdos adoptados por el Concejo, así como autentificaba las copias de cualquier docu

mento.

Todos ellos formaban el Concejo; eran cargos electivos, con duración de un año (excep

tuando el Señor, que dependía del Rey) y se elegían el día de San Miguel, de entre aquellos vecinos

que poseyesen casa y caballo. El hecho de que los cargos del Concejo recayesen sobre personas adi

neradas (en el caso de Requena sobre los Caballeros de la Nómina), tenía como causa que dichos

cargos municipales debían depositar una fianza antes de ser nombrados, fianza bastante elevada, a

fin de responder de las posibles irregularidades que pudieran cometer en el ejercicio de su cargo;

dicha fianza consistía, normalmente, en declarar por escrito una serie de bienes por valor superior a

doscientos maravedís, que no podían ser vendidos, cedidos, hipotecados o dados en herencia hasta

seis meses después de finalizar su mandato.

Como cargos subalternos y al servicio del Concejo, que los nombraba libremente,

estaban:

—Los andadores o alguaciles tienen como misión llevar los mensajes del Concejo y los avi

sos que les manden el Juez y los Alcaldes; a estar uno presente siempre ante el Juez de la mañana a

la noche; castigar a los malhechores y custodiar a los presos que el Juez tenga detenidos por alguna

pena o culpa. Por último deben estar presentes todos los andadores en el tribunal de los

alcaldes el viernes.

—El almotacén es el encargado de controlar las pesas y medidas, evitando el fraudeen ellas.

—El corredor de mercancías del Concejo, que era el vendedor público de las mercancías queproducía el Concejo.

—El sayón o pregonero, debe pregonar a concejo, a las sesiones del tribunal de la puerta delJuez, cualquier cosa que le manden los Alcaldes, las cosas perdidas y las encontradas y lasalmonedas.

Las penas que recaían sobre todos los cargos públicos que prevaricaran o efectuaran cohecho eran severas: destitución inmediata y prohibición para ostentar, durante el resto de su vida,cargo publico, multa entre cien y diez maravedíes, según la gravedad del caso, y obligación de restituir el doble de lo perjudicado. Todos los cargos tenían una paga fija y otra variable, en función de^os casos en que tuviesen que intervenir. Aunque el total no era demasiado elevado, al ser sumado a

ren s y negocios propios, que no se abandonaban, suponía que fuesen apetitosos estoscargos municipales.

diri ' fn.ReqUena no se tíene notícia de que hubiese el cargo de Señor, siendo el Concejo el quea hueste> ^"e, por fortuna, no tuvo que emplearse en estos tiempos que comentamos.

entre? f"ndamental del Juez y los Alcaldes era la de administrar justicia en los pleitos

vecinos. Las leyes son muy complejas y variadas y abarcan, minuciosamente, todos los

67

Para celebrar el combate judicial el acusado debía ser retado; entonces podía elegir entre

hechos normalmente prevenibles. Ocupan la mayor parte del fuero, del que existe una copia del i

siglo XV en la Biblioteca Universitaria de Valencia. ]

El Juez, junto con un Alcalde, celebraba los martes, miércoles y jueves los juicios de menor j

cuantía en el llamado «juicio a la puerta del Juez». Las apelaciones a este juicio, asi como los asun- ftos de mayor cuantía o los homicidios, se celebraban los viernes, en el llamado «Juicio o Tribunal -¡

de los Alcaldes», siendo la sentencia emitida ese mismo día. Si no se estaba conforme con esa sen- ítencia, se podía apelar en el acto a la Carta o fuero, cuya sentencia finalizaba el proceso judicial y fera dada el lunes siguiente. En los casos que no estaban definidos en la Carta, la sentencia quedaba 3

al arbitrio de los alcaldes y el Juez, y si uno de los litigantes no estaba conforme, podía |

apelar al Concejo. \I

Las penas que se establecían eran esencialmente pecuniarias, exceptuando los casos muy fgraves; así la pena por dar un puñetazo es de veinte maravedís; por sacar un ojo, cien maravedís; por -i

romper un pie, cien maravedís; por un dedo, veinte maravedís; por una pierna o un brazo, cincuenta

maravedís; por insultar, entre diez y dos maravedís, según la categoría del insulto; la pena por hurto

era sesenta mencales y el doble de lo robado; si el ladrón era forastero, el hurto se hacia en fiestas o

no tenía dinero para pagar, el culpable es despeñado; la pena por homicidio era de doscientos mara-

vedises, aunque en casos aumentaba a cuatrocientos; si era asesinato, el homicida era forastero, se

mataba a un invitado o a un compañero o a un forastero en fiestas, la condena era ser enterrado vivo

debajo del muerto; la pena por sodomía, brujería, adulterio o violación de casada o religiosa era la

de ser quemado vivo; cuando no se tenía dinero suficiente para pagar las multas y penas, se conde

naba al culpable a prisión o a cepo. En los casos que no hubiese sangre, el acusado podía negar los

hechos jurando con dos, tres y hasta doce vecinos, según la gravedad del caso, que no lo había f

hecho; si después se descubría que todos ellos habían mentido, cada uno debía pagar la multa \\

correspondiente, como si fuesen cómplices. En caso de que hubiese sangre o de que el delito llevase

aparejada pena de muerte, si las pruebas no eran concluyentes, se celebraba el combate judicial o

juicio de Dios, si el acusado era varón, o la prueba del hierro, si era mujer.

||^ combatir a pie o a caballo; el retador podía combatir él mismo o buscar un luchador similar al

^ retado; en este último caso, el retador disponía de un plazo de veintisiete días para traer, cada

s-/ novena, cinco luchadores o caballeros, que no fuesen profesionales, ni especialistas, ni zurdos, ni

l-/ ; herreros, sino como el retado. En sábado el Juez y los Alcaldes examinaban a los cinco presentados

^ y decidían si alguno de ellos era igual en todo al retado; si ninguno de los quince luchadores pro-

^ puestos cumplía este requisito, el retado juraba inmediatamente y era creído y rehabilitado; si

^ alguno se igualaba al retado debía pasar en vela de armas esa noche y el domingo, tras la misa,

w debían vestirse las armas. Una vez armados, ambos juraban que defendían la verdad, junto al altar,

w con la mano sobre los evangelios. Una vez hecho esto debían ir al campo de combate judicial; allí el

^ Juez y los alcaldes señalaban mojones que no debían traspasar, so pena de perder el combate; des-

w pues de partido el sol, se iniciaba el combate. Las armas a utilizar eran: loriga, yelmo, brafoneras,

^ lanza despuntada y dos espadas en combate a caballo, y una espada menos en combate a pie. El i I

w . combate duraba tres días; si durante ellos el retado era vencido, era considerado culpable, pero si

^ era él quien vencía o no había sido vencido en esos tres días, era declarado inocente.

La prueba del hierro estaba reservada a las mujeres acusadas de aborto, ligadura, herbolaria, -1

hechicería, homicida de su marido o alcahuetería. Esta prueba consistía en llevar durante nueve

pasos y depositar suavemente en el suelo un hierro, cuya forma y peso estaba ya determinado, ben- f

decido previamente por un sacerdote, que había sido calentado por el Juez y el sacerdote, evitando

que nadie se acercase al fuego para evitar maleficios. Una vez cogido el hierro, con las manos lava

das y bien secas, el Juez recubría inmediatamente su mano con cera, sobre ella ponía estopa o lino y

la ataba con un paño. Si al cabo de tres días la mujer no presentaba quemaduras era declarada ino- f

cente, pero si las tenia, era quemada viva. De que los que dieron estas disposiciones no estaban muy fj

seguros de que la mujer saliera indemne, da prueba de que, para librarse de esta prueba del hierro,

podían las mujeres buscarse un paladín que luchara por ellas en combate judicial, exceptuando la

^ 68

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ción de alcahuetería y de homicidio del marido, en las que había que tomar el hierro

inexcusablemente.

Las disputas entre cristianos y judíos, cristianos y mudejares o judíos y mudejares se resol-

en un tribunal mixto de cuatro miembros, dos de cada confesión religiosa y de acuerdo con las

respectivas leyes, que no diferian mucho entre si. El culpable era castigado de acuerdo con su ley y

no se admitían los «juicios de Dios».

En contra de lo que pudiera suponerse, la costumbre del baño estaba bastante extendida por

estas fechas; pero no existían baños caseros, por lo que se efectuaba en casas públicas de baños. En

todas las ciudades y villas importantes había, al menos, una de estas casas y en Requena, por ser

lugar comercial de paso bastante intenso, debió haber una. La costumbre entre las gentes acomoda

das era la del baño semanal, mientras que las clases bajas apenas utilizaban los baños públicos, pre

firiendo bañarse en ríos y acequias. En los baños públicos castellanos había, al contrario que en

Aragón, Francia o Italia, una separación muy estricta entre días de baño para mujeres y días para

hombres y las penas para los trangresores eran muy severas.

Las fiestas sagradas eran muy abundantes, además de los domingos, eran festivos, con

carácter general, el 1 y el 6 de enero, el 2 de febrero, jueves, viernes y sábado santos, domingo y

lunes de Pascua, Virgen del Carmen, Santiago Apóstol, el 15 de agosto, el 1 y 2 de noviembre y el

25 y 26 de diciembre; además, se encontraban las fiestas de los patronos de la población y de los

patronos de cada uno de los oficios existentes en la villa. Estas celebraciones religiosas se festeja

ban con misas, procesiones, corridas de bandera o pendón y, suponemos, que con reparto de pan a

los pobres, cosa que daría origen a los panes benditos actuales.

Por lo que respecta a juegos y diversiones, tenemos poca constancia de los existentes. Nos

constan los alardes que los Caballeros de la Nómina efectuaban el día de su patrón Santiago, así

como los bohordos yjuegos de cañas. Todos estos juegos eran de tipo militar. Los alardes consistían

en galopes de caballos, bien individualmente, bien en grupo, captura de anillos encintados con la

lanza, corrida de banderas y pendones a pie y a caballo y simulacros de combate a caballo. Los

bohordos consistían en arrojar flechas, lanzas cortas o piedras a la mayor distancia posible y con la

mejor puntería; el ganador en cada una de las modalidades recibía un premio, cosa que no sucedía

en losjuegos de cañas y los alardes. Losjuegos de cañas consistían en combates a pie entre dos gru

pos, pero sustituyendo las lanzas y espadas por cañas; estos combates, con el paso del tiempo, fue

ron rítualizando los movimientos de la lucha y es muy posible que diesen origen a nuestras danzas

de moros y cristianos. Otros posibles juegos de la época estarían relacionados con la fuerza física y

serían levantamiento de piedras o pesos y luchas cuerpo a cuerpo, a manos limpias.

Y para finalizar este apunte sobre la sociedad de nuestra comarca allá por el siglo XIII, hay

que destacar las intensas relaciones comerciales y culturales mantenidas por nuestra comarca,

desde el mismo momento de la repoblación cristiana, con la ciudad de Valencia; la prueba de ello es

que, cuando se crea el puerto seco o aduana de Requena, sus vecinos consiguen quedar exentos del

pago de derechos para los objetos de uso personal que traigan del Reino. Y es que Requena era el

lugar castellano más próximo al puerto de Valencia, el más importante, junto a Barcelona, de laCorona de Aragón. Requena enviaba a Valencia cera y miel, que eran muy apreciadas, lana y ovejas, y recibía muebles, tejidos y paños, aperos de labranza, joyas y artículos de lujo. Por el contrario,de Cuenca y de la zona castellana circundante, sólo traía trigo en los años de escasez, no conociéndose otro tipo de relaciones comerciales, lo que hay que considerar lógico, puesto que la producciónera similar. El tráfico comercial entre Castilla y Valencia, a través de Requena, fue muy intenso, lo

que proporcionaba pingües beneficios a la Corona, y al propio Concejo de la villa, pues éste se que

daba con el diez por ciento de los derechos de aduanas; y estos beneficios tentaron a la nobleza en elsiguiente siglo, al ocupar el trono los Trastamara, y convirtió a Requena en población codiciada,como demuestra el episodio del Conde de Castrogeriz o del Marqués de Villena. Pero de ésto nosocuparemos en otra ocasión.

69

HAGIOGRAFÍA E ICONOGRAFÍA DEL CARMELO: LAIGLESIA DEL CARMEN DE REQUENA (VALENCIA)

por

Rafael Gil Salinas

n.° 960, 5." H.' del Arte

I. INTRODUCCIÓN

El Barroco es, indiscutiblemente, mucho más que un estilo artístico, más que un periodo cro

nológico, es, una forma de vida, es, una forma de sociedad, es un pensamiento que recorre todo

ámbito europeo. Todo fenómeno artístico, está ligado a un proceso histórico y a un contexto social,

filosófico y literario, sin los cuales no se puede entender la obra de arte.

Es, pues, el Barroco, un movimiento artístico, que si bien se circunscribe cronológicamente a

un periodo delimitado, no por ello deberemos ignorar que tal encuadre no responde a la realidad, ya

que enmarcar cualquier «estilo» en un periodo concrero y conciso, supone entender el arte dentro de

un proceso «historicista» y por ello estrechar la posibilidad de vías que existen en toda la Historia

del Arte. Por esta argumentación, hay que entender que cualquier estudio serio que se haga sobre

arte, no debe estrictamente demarcarse dentro de una «escuela» concreta, no perdiendo por ello la

calidad o profundidad y por el contrario ganando en amplitud, información y contenido.

El trabajo que nos ocupa, teniendo la Orden del Carmelo como hilo conductor, trata de

desenmarañar los complicados esquemas intelectuales y filosóficos que envuelven a dicha Orden, y,

de qué forma se trasladan a la obra artística.

Así pues, calificar este trabajo de puramente Iconográfico, seria un error, ya que trata de

acercarse a otros ámbitos (grabados, historia, estética...) con lo cual se intenta profundizar, en la

medida de lo posible, en una Orden religiosa, y, lo que es más importante, su proyección en

el arte.

H. LA ORDEN DEL CARMELO: TEORÍA, RASGOS GENERALES. SU ARTE

El renacer de las Ordenes religiosas en el siglo XVII, va a ser de vital importancia, por

cuanto que van a servir de propagadoras de las ¡deas contrareformistas. Tras un periodo de «eclipse

obligatorio», por razones ligadas al auge de la Reforma, las Ordenes, tomarán unos derroteros nuevos, con más fuerza se luchará para imprimir un nuevo sello de reafirmación de sus ideales. Su

lucha irá paralela al desarrollo de la Contrareforma.

La Orden del Carmelo, va a adquirir durante el siglo XVII un verdadero auge: no hay que

olvidar, que a lo largo de este siglo, surgirá la figura de Teresa de Jesús, ápice de gran relevancia queconducirá a la consolidación de la Orden. Así, en el ambiente del siglo, se respira un profundo misticismo religioso.

Sobre el origen del Carmelo, han corrido ríos de tinta, y hoy, la propia Orden, califica de

«pretencioso» el hecho de remontarlo a los tiempos bíblicos, si bien no está vacío de significado este

atento que se correspondería a la pretenciosidad de dar prestigio e importancia a la Regla

carmelitana.

En relación a lo anteriormente expuesto hay que entender el carácter mañano de la Orden,

es decir, el intento de vincular a la Virgen con el Carmelo, haciéndola directora de todos los actos

que inciden en todos los santos y personajes que siguen la observancia carmelitana; de ello nos da

noticia el libro de Amoldo BOSTIÓ, publicado en 1479, Patronato y Patrocinio de la Santísima

Virgen María sobre la Orden del Carmen que le está consagrada.

En cuanto a la arquitectura carmelita, va a ser un fiel reflejo de su estricta Regla. Sirva de

ejemplo las palabras de Teresa de Jesús en su Libro de las Fundaciones, Madrid 1931:

«¡Oh, válame Dios! ¡Qué poco hacen estos edificios y regalos exteriores para lo inte

rior! Por su amor os pido, hermanas y padres míos, que nunca dejéis de ir muy moderados en

esto de casas grandes y suntuosas. Tengamos delante nuestros fundadores verdaderos, que

son aquellos santos Padres de donde descendimos; que sabemos que por aquel camino de

pobreza y humildad gozan de Dios» (pág. 225).

Es un llamamiento a la humildad e interioridad que debe regir toda vida de los carmelitas, y

que se debe transparentar en sus construcciones. En el aspecto formal arquitectónico, cabría distin

guir, siguiendo, Arquitectura carmelita del Renacimiento: Valencia un foco secundario, las caracte

rísticas comunes de los edificios de la Orden. En planta, el modelo carmelitano es de cruz latina, por

lo general de tres tramos sin capillas, y su crucero es de brazos muy poco salientes. Su única nave se

cubre con bóveda de cañón y tiene además el ábside recto, siguiendo la tradición arquitectónica

medieval. Los soportes son pilastras, por lo general de orden dórico, y que llegadas al crucero se

achaflanan, siguiendo el modelo escurialense. El crucero está cubierto por una cúpula soportada por

pechinas, sin trasdosarse.

En fachada, la parte inferior se estructura con dos tipos de entrada: de un único vano o con

pórtico tripartito. El primer cuerpo se remata con una línea de imposta plana que recorre todo el

paramento y sobre la que se sitúa el segundo cuerpo, el cual alterna, espacios vacíos y llenos,

mediante los relieves de advocación de la iglesia y los emblemas heráldicos de los mecenas. Enmar

cando el conjunto de los dos cuerpos se disponen pilastras gigantes, sin orden; y como colofón se

remata el edificio con un frontón triangular con óculo en el centro del tímpano y coronado con bolas

y cruz.

Una constante en la Regla del Carmelo, será la temática del conjunto, es decir, la tendencia a

crear grandes ciclos de santos en la ornamentación de las iglesias y conventos, en estos últimos

especialmente prolíficos por el sentido de «estar presentes» en la vida cotidiana de los monjes y ser-

vir de ejemplo para su ego interno. Es frecuente contemplar escenas de la vida de Elias y Eliseo, la

representación de San Juan Bautista, Santa Teresa y San Juan de la Cruz (estos dos en iglesias de

carmelitas descalzos y difícilmente en la de los calzados), San Simón Stock, San Angel/o, San

Alberto, San Cirilo, San Telesforo, la escena de la Transfiguración... Más adelante, trataremos con

mayor profusión este aspecto.

Por último hay que clarificar el origen de la Orden. Independientemente de que se haya que-

rido buscar unos antecedentes bíblicos, lo cierto es que las fuentes más serias, apuntan hacia 1156,

cuando un cruzado calabrés. San Bertoldo, se retiró al monte Carmelo, habitado por anacoretas y

sometidos a la Regla de San Basilio. La regla definitiva fue aprobada por Inocente IV en 1245, la

cual prescribía: levantarse por la noche, abstinencia, ayuno, práctica del silencio y de la pobreza.

Una reforma completa de la Orden fue emprendida y llevada a buen término por San Juan de la

Cruz en 1564. Los carmelitas de la nueva observancia, van con los pies desnudos en sandalias de

cuero, y siguen una regla extremadamente austera.

La orden de las carmelitas, fue fundada en 1451 por el beato Jean Soreth, general de los car-

melitas. Aprobada por el Papa Nicolás V, la orden se multiplicó, especialmente en Países Bajos y

en España. En el siglo XVI, Santa Teresa concibió el proyecto de restablecer la regla del Carmelo

en su austeridad primitiva. La reforma de Santa Teresa fue aprobada por el Papa Pío IV en 1562.

La reforma teresiana, se extendió pronto por Países Bajos e Italia, haciéndolo posteriormente en

72

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Francia. Algunos conventos, continuaron la antigua observancia. Las Carmelitas Descalzas o refor

madas, llevan túnica ordinaria, velo negro y capa de lana blanca. Su vida, muy austera, está consa

grada a la penitencia, al rezo en el coro y a la contemplación.

HI SOBRE EL ORIGEN DEL TEMPLO DEL CARMEN.

' EL ESTADO BIBLIOGRÁFICO

El antiguo convento de Carmelitas Calzados de Requena, hoy iglesia del Carmen, tiene un

pasado histórico de lo más controvertido. Estudiaremos el origen del templo a partir de las fuentes

bibliográficas de que disponemos.

De 1650 data el testimonio de Baltasar Porreño en Memoria de las cosas notables que tiene

¡a ciudad de Cuenca y su Obispado, donde dice:

«Requena. Villa ynsigne, aquí ay dos monasterios, uno de frayles carmelitas antiquis-

simo y celebre, y en el que está la ymagen de N. S. de la Soterraña, que ay tradición la dieron

a San Luis Rey de Francia los frayles carmelitas del Monte Carmelo (...) y del la ubo una

nieta suya llamada doña Mafalda, casada con don Alonso de la Cerda, ynfante de Castilla

que fue señor de Requena».

Entre 1772-1794 escribe Antonio Ponz su obra, Viage de España, en la que sólo hace una

mención de Requena:

«hay conventos de Religiosos Carmelitas Calzados...».

Es en el año 1889, cuando Teodoro Llórente, escribe su guia de Valencia, y en el Tomo II,

aclara, algo más, el origen del convento de carmelitas:

«Tiene también Requena un convento muy antiguo por su fundación, no por su edifi

cio, renovado después y convertido ahora en Casa Consistorial. Fundáronlo el Infante

D. Alfonso de la Cerda, nieto del rey Sabio, y su esposa Dña. Mafalda, hija de S. Luis, rey

de Francia, y fue el primero de la orden carmelitana en ambas Castillas. Su primer titular era

una Virgen, llamada la Soterraña, imagen traída de Tierra Santa por el santo monarca fran

cés, y á la que atribuye origen providencial una poética leyenda. Aquella efigie fue muy

venerada en Requena y calificada de milagrosa. Su capilla, donde aún se conserva, fue la pri

mera iglesia del convento, ensanchada después, y dedicada a Nuestra Señora del Carmen,

cuando Santa Teresa Reformó la Orden, ayudándole mucho un insigne religioso requenense,

el venerable Padre Fray Juan Antonio de Jesús, Heredia en el siglo».

De la misma fecha que el anterior, es el libro de Antonio Herrero y Moral, Historia de

Requena, en el que además de coincidir en el origen del convento, añade:

«La advocación a Ntra. Sra. de la Soterraña, dejó de serlo en el último tercio del si

glo XVI, colocando en su lugar a Ntra. Sra. del Carmen. Se debió a la presencia de Santa

Teresa en Requena. (...) La capilla en honor de la Virgen de la Soterraña (para colocar suimagen) se construyó a partir de la aprovación por el Ayuntamiento el día 22 deMayo de 1742».

En 1923, E. Tormo publica Levante, guia de toda la provincia valenciana, y en el apartado

correspondiente a Requena, apunta:

«en el arrabal, a lo céntrico de la ciudad (hacia el Este), está el Carmen, en cuyo con

vento se instaló el Ayuntamiento (con otras dependencias); la iglesia, con capilla de princi

pio del reinado de los Reyes Católicos también, tiene fragmentos de zócalos de azulejosvalencianos (dos grandes figuras). Es de escultura, del siglo XIII (parece), la Virgende la Soterraña».

73

Cierra este periplo bibliográfico, la obra del requenense Rafael Bemabeu, Historia de

Requena, de 1982, el cual aporta el mayor número de datos, coincidiendo con los anteriores histo

riadores en el origen fundacional del templo y desentrañando algunos aspectos del proceso histórico

del antiguo convento:

«Los blasones de los infantes de la Cerda ennoblecían el pórtico primitivo del con

vento. Al abrirse la nueva portada, fueron apeados e incrustados en la fachada; sustituyéndo

los los escudos de España y Francia (...)•

La imagen titular fue entregada por los frailes del Monte Carmelo a San Luis de

Francia, quién la transmitió a los infantes de la Cerda, señores territoriales de Requena, que

la colocaron en el nuevo convento. Desde entonces el camarín de Ntra. Sra. de la Soterraña

fue faro evangelizador en el que brillaron el arzobispo mártir San Pedro Tomás, fray Lucas

de Silva, obispo de Gallípoli (...).

Consta que el primitivo claustro estuvo decorado con curiosas pinturas (El Santo Ángel

predicando, El martirio de San Pedro Tomás, La Cruzada de San Luis, etc.) (...).

Para la ampliación del templo, el Concejo asignó en 1584 la renta de la dehesa de

Albosa. Treinta años después, dichas obras recibieron un gran impulso con las limosnas reu

nidas por fray José Hernández y fray Francisco Gómez (...).

Nicolás Martínez Ponce de Urraña, hermano del famoso arquitecto requenense que

levantó la capilla de los Desamparados de Valencia, hizo en 16S0 el altar mayor. Sucesiva

mente, siendo prior fray Joseph de Lorenzana, se hizo el pórtico del convento y se inició el

claustro bajo. La bóveda claustral se hizo en tiempos del prior fray Pedro Benito, de Campi

llo de Altobuey quien hermoseó el templo con pinturas de su paisano Gaspar de la Huerta y

F. Zariñena. A estos años pertenece el zócalo de azulejeria alcorana, el órgano y las dos

pilas de entrada sufragadas por fray Gil Muños de Pelea (...).

Pero tras medio siglo de esplendores vinieron tiempos revueltos. El Convento del

Carmen fue clausurado en 1821. Poco después volvía a la normalidad para ser suprimido

definitivamente quince años después, cuando acababa de completarse el retablo mayor en el

que se colocó una imagen de la Virgen del Carmen, obra de Gil Comas. La imagen actual es

obra de Carmelo Vicent (...).

Tras la desamortización, el vastísimo edificio del Carmen fue adquirido por don Sal

vador Colón; iniciándose la desaparición de lienzos, ornamentos, libros... Y mientras la igle

sia era convertida en ayudantía de la parroquia del Salvador, el convento y sus dependencias

caían en manos del Ayuntamiento, que no tardó en establecer allí oficinas, juzgados, escue

las y otras dependencias (...).

Del esplendor carmelitano de otros tiempos sólo quedó el lejano recuerdo de la

«Soterránea milagrosa», consumida por la hoguera en 1936 (...).

La capilla actual de nuestra patrona (la Virgen de los Dolores), a base de mármoles y

bronces, al igual que la de San Nicolás de Barí, fue diseñada por J. Lluch, terminán-

dose en 1942.

El actual estado de la iglesia del Carmen de Requena, es el siguiente: planta de nave única,

con siete capillas laterales adosadas al muro (la octava se corresponde con la puerta de entrada). En

los pies es un espacio indefinido (donde hoy se conservan pasos de Semana Santa), y junto con una

parte tapiada, configuraría la primitiva capilla de la Virgen de la Soterraña. El crucero apenas

sobresale del resto de la nave, y por el ala izquierda se accede a la sacristía. El altar, realizado en

mármoles, alberga la talla de la Virgen del Carmen, tras la cual se encuentra su camarín.

74

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Estos pilates con pilastras adosadas, sirven de sujeción a una bóveda de cañón con lunetos

ciegos, que cubre el largo de la nave. El crucero está cubierto por una cúpula que descansa sobre

cuatro pilares.

La decoración del templo, está realizada a base de escayola formando hojarasca y rocalla

propia del Barroco. Las cuatro primeras capillas están bordeadas por un zócalo de azulejos, de prin

cipios del XVIII, que representan santos o personajes relacionados con la orden. En el crucero hay

dos pequeñas escenas, también de azulejos, de la vida de Elias y Elíseo; sobre ellos, se encuentran

dos cuadros: uno representa a la Virgen de la Soterraña, rodeada de ángeles y amorcillos, a cuyos

pies aparecen las figuras de San Luis rey de Francia y el Infante de la Cerda, a modo de donantes

(este lienzo, en su primitivo origen, fue el «bocaporte» del altar de la Virgen de la Soterraña), y el

otro, representa a la Virgen del Carmen, con manto borgoñón (aunque también se puede relacionar

con las vírgenes mejicanas), con las manos entrelazadas. En el altar, hay cuatro lienzos de santos de

la Orden, coronados por la representación de la Transñguración, inspirada en Rafael.

En estatuaria, desde que dejó de ser convento de carmelitas, se ha alterado el orden primige

nio, y las imágenes no guardan ninguna relación con el Carmelo. De ello se deduce, que no se podrá

hacer ninguna lectura iconográfica. A los lados del crucero, están las capillas de: San Nicolás de

Barí y de la Virgen de los Dolores, ambos, patronos de Requena. El resto de las capillas están ocu

padas por imágenes como: San Antonio, Santa Lucía, San Roque, Santa Catalina, ...

Por último, quedaría por considerar, la participación de un requenense, Antonio de Heredia,

ordenado fray Antonio de Jesús, en las primeras fundaciones de la santa de Avila. De él, nos da

noticias Santa Teresa en su Libro de las Fundaciones, Madrid 1931:

«Antes que yo fuese a esta fundación de Valladolid, como ya tenía concertado con el

padre fray Antonio de Jesús, que era entonces prior de Santa Ana en Medina, que es de la

Orden del Carmen, y con fray Juan de la Cruz, como ya tengo dicho, de que serían los prime

ros que entrasen si se hiciese monasterio de la primera Regla de los Descalzos (...).

Porque, como he dicho, ya estaba satisfecha de estos padres. Porque al padre fray

Antonio de Jesús había el Señor bien ejercitado, un año que había que yo lo había tratado

con él, en trabajos y llevádolo con mucha perfección» (pág. 217).

«A él (Antonio de Jesús) le había puesto Dios mas ánimo que a mi; y ansí dijo, que no

sólo allí, mas que estaría en una pocilga» (pág. 220).

En base a la relación de este requenense, con Santa Teresa y con San Juan de la Cruz, se ha

cuestionado la presencia —no documentada— de la santa en Requena, y se ha atribuido la estancia

de ésta, al cambio de advocación de la Virgen de la Soterraña por la del Carmen.

Por otra parte, no es desdeñable el carácter fundacional de la santa, pero cómo se explica, el

que promoviendo la «Reforma de los Descalzos» en Requena, se continúe con la «antigua

observancia».

W. EL ZÓCALO DE AZULEJOS DE LA IGLESIA DEL CARMEN.PROGRAMA ICONOGRÁFICO

¿ Origen de los azulejos

Tradicionalmente, se ha venido atribuyendo al zócalo de azulejos de la iglesia del Carmen,

una procedencia alcorana —sin duda, para dar mayor prestigio al templo—. Pero no debemos igno-

f*1"» que si bien, no queda documentada la obra de colocación, o en su defecto encargo, de los azule-

JOs> si parece ser, que sería hacia mediados del siglo XVIII, cuando se instalaron en eltemplo.

75

Sena, por otra parte, excesivamente rígido, el pretender atribuir' a una fecha un tipo de cerámica determinada, es decir, atribuir la fecha de mediados del siglo XVIII a la azulejeria que en ese

momento se está realizando en Manises. Pero estudiando el zócalo de azulejos requenense, en su

aspecto formal, y la cerámica de Manises o valenciana durante este periodo, veremos como existenmayores concomitancias, que con lo que se está haciendo en Alcora en las mismas fechas.

Alcora, desde sus comienzos en 1727, tiene cuatro etapas, de las cuales, subrayaremos las

dos primeras, por aproximarse a la cronología del zócalo de azulejos:

-Primera época (1727-1749), que comprende desde la fundación de la fábrica, hasta lamuerte del conde de Aranda. Hay varios esülos dentro de este periodo, siendo el «estilo Dérain», el

que transforma todo el sistema de formas y decoraciones de la cerámica. En las formas, hay un pre

dominio de las concepciones arquitectónicas; es una renovación total de conceptos: se anula laespontaneidad, y se implanta un rigor absoluto en simetría y en perfección de grafismo, llegando a

aparecer hechas a máquina. Los temas, son básicamente los del grutesco romano, pero selecciona

dos y modificados por la aceptación de la temática barroca. La simetría, la contención, los grandes

fondos lisos, la elegancia lineal, la flora minúscula, esquematizada, dan carácter al conjunto.

—Segunda época (1749-1786. Periodo durante el cual triunfó el Rococó, con el caracterís

tico recargamiento y afición a la curva y asimetría. En la decoración hay un predominio de temas

variados, a base de conchas de caracol marino, estalactitas, entremezclados con abundante flora

parasitaria. La influencia italiana, aporta los temas de ruinas romanas y puentes.

Manises, tiene una cerámica a lo largo del s. XVIII de signo negativo, con una repetición

monótona de los mismos dibujos. La causa de la decadencia en el dibujo, fue que los pintores cerá

micos, se pasaron a la azulejeria. La unión de la técnica y el colorido, va a llevar a una industria

azulejera de una calidad tal que va a eclipsar a la sevillana, que le había tomado ventaja años antes.

La decoración de estos azulejos va a ser típica barroca. La rocalla será el motivo más popular de

este siglo.

Lo que da la gracia de las piezas del 700 de Manises, son el grafismo de los interiores. Por

influencia francesa, llegada a través de Alcora, se ha producido una tendencia hacia el esclareci

miento de los fondos. Los dibujos dejan de ser espesos y el blanco vuelve a respirar. Tema funda

mental son los medallones de contomo curvilíneo asimétrico. Dentro de la óptica Rococó abundan

los sistemas de volutas de fingido soporte, como ménsulas y los motivos jardineros del emparrado

en diversas formas. Esta temática decorativa y estructural se combina con representaciones

figuradas.

Se desarrolla una importante producción hagiográfica, con imágenes de santos sacados de

grabados. Las alegorías con figuras mitológicas, la representación del cielo, de la esfera terrestre, de

las tierras personificadas en damas maternales, todo ello de acuerdo con la iconografía de

Bernini.

Una última característica en la representación de santos en azulejos, la apuntan Cirici y

Manent en Cerámica catalana:

«Una diferencia muy importante entre los santos de azulejos valencianos y los de

Barcelona, es que en lugar de basarse en una interpretación artesana y decorativa de la docu

mentación xilográfica básica, los de Valencia o Manises, estaban basados en la creación,

posiblemente directa, de pintores que evidenciaban una formación académica, los cuales seesforzaban en hacer intervenir el claroscuro, el ¡lusionismo visual, los efectos atmosféricos

de los fondos, un estudio aplicado de la anatomía y los pliegues...».

Los colores más comunes eran el amarillo, el ocre, el azul, el morado y el verde esmeralda.Todos los dibujos estaban perfilados en manganeso con un trazo grueso que era de gran

efecto decorativo.

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7-San Cirilo.

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77

Temáüca, colorido, forma, apuntan hacia una procedencia valenciana o de Manises, asi

como la relación más directa que existía con esta población Aún con todo, habremos de esperar a

encontrar algún documento que acredite la procedencia de los azulejos, ya que no hay una diferen

ciación excesivamente clara que diversifique las dos posibles áreas de procedencia.

2. Descripción y contenido iconográfico

Un total de doce imágenes, con escenas, santos y alegorías del Carmelo, componen el programa iconográfico dé la iglesia del Carmen de Requena. Las figuras de los profetas Elias y Elíseo,aparecen en dos escenas, e individualizados como Santos. En primer lugar analizaremos a estos

personajes para ver su relación con la Orden y sus características iconográficas.

ELIAS Y ELÍSEO

La Orden del Carmelo, ha «querido» remontar su origen, a los tiempos bíblicos. Es por ello

que ha encontrado en la figura del profeta Elias su más remoto fundador, al cual tratarán de imitar

en el doble aspecto de su vida: el contemplativo y el profético. También de él tomarán el lema

—escrito en latín— que ondea en el escudo del Carmelo:

«Me abraso de celo por el Señor, Dios de los ejércitos». (IRe 19, 10).

Y aún conscientes de que Elias no es el que les da la Regla escrita, lo toman como ejemplo y

modelo, como Padre y Fundador de los Carmelitas. Un ejemplo de ello será que, entre las estatuas

de los fundadores de las Ordenes Religiosas que aparecen en la Basílica de San Pedro en Roma,

está también la del profeta Elias, con la siguiente inscripción, escrita por el Papa Benedic

to XIII:

«Universus Ordo Carmelitarum Fundatori suo Santo EUae Prophetae erexit 1725».

Todo ello da pie a comprender que dos escenas de la vida de Elias y Elíseo, ocupen un lugar

tan importante como son los brazos del crucero de la iglesia. La primera escena, es la de «Elias y el

carro de fuego»(l) y recoge el momento en que Elias sube a los cielos, en un carro de fuego tirado

por dos corceles, y arroja su manto al profeta Elíseo, que contempla la escena. Este momento de la

vida de Elias, está tomado de la Biblia:

«Y cuando hubieron pasado, dijo Elias a Elíseo: Pide lo que quieras que te otorgue

antes de que sea arrebatado de junto a ti (...). Y acaeció que mientras ellos iban caminando y

conversando, un carro de fuego, con caballos de fuego, pasó entre los dos y Elias fue arreba

tado en un torbellino hacia el cielo». (II Reyes 2, 9-12).

Otra reseña de este arrebatamiento es:

«Elias in coelum rapitur, in carro ígneo sublatus, ascensus prophetae Eliae in paradi-

sum». (I Reyes 2, 9-12).

La otra escena que aparece en el brazo derecho del crucero, es la de «Elias en el Monte Car

melo, con criado»(2). Y será de este monte de donde tomarán el nombre, como tantas Ordenes y no

del Fundador. Elias nace sobre esta bella montaña que domina el altiplano de Esdrelon y el mar. La

relación del profeta con el monte Carmelo, es una clara afirmación bíblica, del escenario de la profé-

tica misión. Y aunque no es una imagen tan común como la anterior, respondería a un intento por

parte de los Carmelitas de subrayar el remoto y mítico lugar que daría nombre a la Orden, y que

donde Elias se iniciaría en la vida contemplativa, que posteriormente, tanto se emularía. También

tiene una procedencia de los textos bíblicos:

«Y Elias subió a la cima del Carmelo y se postró en la tierra puesto su rostro entre las

rodillas. Y dijo a su criado: Sube y mira en dirección del mar. Subió, miró y dijo: No hay

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pequeña como la palma de un hombre sube del mar». (I Reyes 18, 42-45).

La lectura de las dos escenas, hay que hacerla, entendiendo a Elias como «precursor de los

precursores de Cristo». El profeta es al mismo tiempo, prefigura de Cristo: el desespero en el

desierto, se equipara a su agonía, la de Jesús en el Huerto de los Olivos, su «marcha» en el carro de

fuego, es la imagen de la Ascensión de Cristo.

San Juan Bautista, es calificado de segundo Elias, por ello, el «arrebatamiento» en el carro

de fuego, se explica como una suprema expresión, para volver al fin de los tiempos a preparar la

segunda venida del Mesías, así como San Juan Bautista, fue el Precursor de su primera

venida.

Comenzando con el ciclo de santos representados, en la primera capilla de la izquierda, apa

rece el «Profeta Elias», portador de una «espada de fuego», con la que nos recuerda, que desciende

ala llamada del viajero, porque es campeón de Dios. Sus atributos habituales son: un cuervo, que le

acompañó en el desierto; una espada de fuego que desciende del Cielo a su llamada en el Monte

Carmelo; el carro de fuego, en su ascensión; y una azada por alusión a un pasaje de I. Cor. 3, 6.

Siempre se le presenta con vestimenta de santo eremita, haciendo alusión a la pobreza terrena en

que vivió.

Hacer una interpretación de la figura de Elias, es harto complejo, por cuanto se le ha venido

entendiendo de diferente forma, a medida que avanzaban los siglos. Siguiendo a Reau, L. en Icono-

graphie de l'art chretien, plantea varias interpretaciones iconográficas, asi: Elias es la esperanza de

la Resurrección; a partir del siglo V, es una prefigura de la Ascensión de Cristo, en la escena del

carro de fuego; la transmisión del manto de Elias a Eliseo, significaría en un contexto iconográfico

cristiano, la transmisión de poderes de Cristo a la Iglesia; en iconografía de los cuatro elementos, es

el aire.

Elias, prefigura de Cristo, aparecerá con frecuencia en los conventos e iglesias carmelitanas,

sobre todo en aquellas que siguen la primitiva observancia, y en menor medida, en las que se adhi

rieron a la Reforma de la Regla.

También en la primera capilla, pero del lado derecho, aparece la imagen del «Profeta Eli

seo» <4), guardando paralelismo con la figura del santo Elias. A Eliseo, no puede separarse de Elias,

ya que Elias creará una regla austera que Eliseo acepta, y que los ascetas del Carmelopropagarán.

Es también prefigura de Cristo. Su culto es mucho menos rendido que el de Elias, aunque sibien, ha sido propagado por los Carmelitas, que lo consideran como el doceabo fundador dela orden.

La iconografía a la que responde este profeta es: se representa calvo. Como Elias, va vestidocon un ropaje del Carmelo. Tiene por atributos un vaso de aceite y un hacha, que responden a unpasaje bíblico:

«Una mujer, esposa de un hijo de los profetas, se lamentó a Eliseo, diciendo: Tu

siervo y marido mío, ha muerto. Tu bien sabes que tu siervo era temeroso de Yavé. Pues

bien, el acreedor ha venido a llevarse mis dos hijos como esclavos. Dijole Eliseo: ¿Quépuedo hacer por ti? Dime: ¿Qué tienes en casa? Respindió ella: Nada tiene tu sierva en sucasa fuera de una orza de aceite. Entonces él le dijo: Anda; hazte prestar fuera vasijas detodas las vecinas; vasijas vacias y no pocas. Entrarás luego en tu casa y, cerrándote dentrocon tus hijos, verterás el aceite en todas esas vasijas, retirándolas según se van llenando.eparóse, pues, ella de Eliseo, y se encerró en casa con sus hijos; estos le presentaban las

vasijas y ella las llenaba. Cuando las vasijas estaban ya llenas, dijo ella a uno de sus hijos:ráeme otra vasija. Pero él respondió: No hay más vasijas. Y el aceite se paró. Entonces ella

.L; ' 79

fue a contar la cosa al hombre de Dios, el cual le dijo: Anda, vende el aceite, paga a tu acree

dor y tú y tus hijos vivir de lo restante». (H Reyes 4, 1-7).

Y aunque no sea muy corriente encontrar la figura de Elíseo en iglesias de la orden, no cabela menor duda, que el aquí representado es el profeta, bien por ser portador de una vasija de aceite,por su calvicie, como por estar colocado en paralelo con Elias.

En la primera capilla de la derecha, pero en el pilar, aparece la figura de «San Luis, rey deFrancia» <s>. Coronado, con barba y un manto propio de la realeza. Además, porta una inscripción,

a penas legible (por el deterioro de los azulejos), pero que sin duda, se relacionaría con su poderpuesto al servicio de Dios.

Los atributos más tradicionales de San Luis son: El traje real cubierto de flores de lis, la

corona y el cetro. Se le ha asociado corrientemente a San Carlomagno, otro patrón de la

corona francesa.

El por qué aparece este santo en una iglesia del Carmelo, queda claro, en cuanto que su

yerno, el Infante D. Alfonso de la Cerda, fue quien según la tradición, fundó el primer convento de

la Orden de las dos Castillas, y que precisamente, era el de Requena. Por otra parte, la figura del

santo por sí misma, tiene un sentido ejemplar, en cualquier iglesia, por ser defensor de la fe católica

y luchar contra los herejes. Aun con todo, se le relaciona con el Carmelo, por un hecho importante

de su vida, del cual tenemos noticias por Bostio, A. en Patronato y Patrocinio de la Stma. Virgen

María sobre la Orden del Carmen que le está consagrada, de 1479, donde dice:

«Estando el rey en Oriente, peligra con un naufragio, cerca del Monte Carmelo, y

gracias a la intervención de Mana se salvan, y como acción de gracias, el Rey introducirá en

las provincias de Europa esta Religión».

Queda clara pues, la relación del santo con la Orden del Carmen, y la reafirma, el hecho de

que en la iglesia, en los pilares que miran a la nave central, aparecen amorcillos portando escudos,

entre los cuales se encuentra el de la casa real francesa. El monarca francés, será canonizado tras su

muerte por el Papa Bonifacio VIII, en justa medida por su vida y por sus hechos, sobre todo en Tie-

rra Santa, y a su vuelta, cuando edificó numerosos monasterios, hospitales y reprimió con su autori-

dad, a los que perseguían órdenes.

OTROS SANTOS CARMELITAS

Siguiendo con la descripción del zócalo de azulejos, hay cuatro santos de la Orden. En la pri

mera capilla de la derecha y enfrente de San Elíseo, está representado «San Telesforo»(6), como un

anciano Papa, con la tiara, una pluma y un libro. Sobre él dos pequeños amorcillos sostienen, unas

tablas de la ley, y una cruz. Fue griego de nación, y antes había sido anacoreta. En su tiempo, se

levantaron muchos herejes y falsos profetas, que perturbaron la Santa Iglesia del Señor. Ordenó que

antes de Pascua se ayunase siete semanas y que los clérigos comenzasen a ayunar desde el domingo

de la Quinaragésima. También mandó se celebrase misa la noche de Navidad. Fue Papa, y se le

martirizó en tiempos del emperador Antonio Pío, el año Señor de 154.

Siguiendo una pintura mural de la Iglesia de Monjes Carmelitas del Monte Carmelo,

aparece, vestido de Sumo Pontífice, con su tiara, cruz papal verde y un libro en las manos rotulado con

las glorias de su pontificado. A la derecha tiene a San Cirilo de Alejandría, con los hábitos y atributos de

Patriarca y un rótulo con el dogma de la Maternidad divina de la Virgen, que él defendió y proclamó

como dogma de fe en el Concilio de Efeso, en calidad de Legado del Papa San Celestino I.

Por todo ello, hay que relacionar las figuras de San Telesforo, y la de «San Cirilo» ">, que se

encuentra en paralelo, en la capilla de enfrente.

San Cirilo, es uno de los grandes padres de la Iglesia Oriental, incluido en el santoral carme-

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lita, que fue patriarca de Alejandría en la primera mitad del siglo V. Aparece vestido con el hábito

del carmelo, con el sagrado palio, y con largas barbas. Lleva una pluma y una camella en la que apa

rece un rótulo: SANTA MARÍA, MATER DEL Abajo, una carátula con una banda de fílacteria,

colocada del revés, donde se lee: NESTORIO. Esto, hará alusión, al concilio de Efeso que presidió,

y en el cual declaró ortodoxa la frase: Madre de Dios, contra los herejes nestoríanos, que defendían

la doble naturaleza de Cristo.

La relación de este santo con el Carmelo, nos la da el hecho de que se le aparezca la Virgen y

le revele la desolación del Carmelo: a quien Dios como a otro Moisés en el Santo Monte Carmelo,

le anunció por medio de un ángel del Cielo en dos tablas de plata escritas con antiguas letras griegas,

las cosas que han de acontecer en los últimos tiempos; es decir, el traslado de la Orden de Tierra

Santa a Europa. A veces en las tablas, se lee: «revelatio futuri status ecclesiae». Este santo murió

en Palestina en 1224.

En la segunda capilla de la izquierda, tenemos la figura de «San Alberto de Sicilia»(8), repre

sentado con el hábito carmelita, llevando en su mano izquierda un tallo de azucenas. San Alberto

(1240-1306), llegó a ser provincial de la Orden en Sicilia. Los atributos que suele portar son: un

crucifijo y dos tallos de azucenas. Se suele confundir con Alberto de Verceil o de Jerusalén, también

carmelitano. Patrón de Mesina, donde él invocó contra los movimientos de tierra: también se recu

rrió a él, en el caso de matrimonios estériles, para curar fiebres y exorcitar a los poseídos. Se le

representa ademas, recibiendo al Niño Jesús en sus manos o dominando a un diablo encadenado,

alusión a la salvación de lo demoniaco.

«Albertus Siculus, Carmelitanus», escribió a comienzos del siglo XIII la regla de la Orden.

Los carmelitas vieron en él su segundo fundador, puesto que el primero había sido san Elias. Como

muchos de los legisladores monásticos, unifica la contemplación y la acción.

En la segunda capilla de la derecha, y sobre el pilar, se encuentra, «San Ángel o Angelo»(9),

considerado como uno de los primeros carmelitas. Aparece con el hábito del Carmelo, la mano

izquierda sobre el pecho y la derecha porta una palma con tres coronas.

Generalmente, se le suele representar como a San Pedro de Verona: sable o corte en la

cabeza y espada o puñal hundido en el pecho. Pero quizás, lo más interesante de esta figura, sea la

palma con las tres coronas, que puede confundir a este personaje, con San Ramón Nonato, aunque

quedaría fuera de toda duda, al no pertenecer al Carmelo. El significado de este atributo sería:

«Laurea tándem triplici beatus, Martyr et Virgo pariterque Doctor». San Ángel, nació en Jerusalén,

y residió en Licata (Sicilia), en donde mientras predicaba, fue asisinado por herejes, hacia 1220.

Esta muerte, propia de un mártir, es la que justifica la palma. También, por medio de San Ángel, se

han relacionado a los franciscanos y dominicos, especie de unión de las tres órdenes (aparece en un

lienzo en Saint-Martin-des-Monts). A veces, aparece con un libro o una cruz en la mano, que indi-

caria su predicación.

ALEGORÍAS

Tenemos tres alegorías alusivas a la religión carmelitana. En la primera, aparece una mujer

con un corazón en llamas y la inscripción: PRIMO VIVENS & VLTIMO MORIENS, alusión al

amor de Dios, al carácter devocional de la Orden(l0). La segunda, es una mujer tocada, con una

bola en la mano y una inscripción: RELIGIO CARMELITARVM, ALPHA & OMEGA, alude ala gran difusión que adquirió la Orden por todo el mundo(ll). La tercera, es una matrona, con lamaqueta de una iglesia en la mano y la inscripción: DEO GRATIA DAT, y será una alusión al

carácter fundacional de la Orden y sus establecimientos conventuales. (Aunque aparezca acompa

ñada de una niña, no es correcto, por que los azulejos no se corresponden y debió ser obra de una

mala interpretación.

81

3. Lectura del programa iconográfico

En primer lugar, habría que constatar la existencia de un documento de 1730, en el que senos describen las pinturas murales del claustro del convento; el texto, es obra de Pedro Domínguezde la Coba, y dice:

«En él (claustro) había diversas pinturas correspondientes en la pared y saliendo de lasacristía, ocupando el frontis del andador estaba pintado San Ángel predicando a numeroso

auditorio siendo también su oyente el seráfico padre San Francisco; a un lado estaban, dadoslos brazos, los dos santos y en esta ocasión fue cuando San Ángel profetizó al seráfico padre

las llagas y el seráfico padre a San Ángel su martirio en Sicilia. Luego que se pasaba el arco

estaba pintado San Pedro Tomás primer prior de este convento y mártir de Jesu-Cristo (...).

Las demás pinturas eran de diversos santos de este enclarecido orden y junto a la

puerta que desde el claustro entraba en la causura estaba pintado y armado el glorisimo San

Luis Rey de Francia y a un lado de dicha pintura el escudo de sus reales armas, con las tres

flores de lis, sin duda porque a espensas suyas principalmente se le dedicó a Dios esta casa

de religión.

La Iglesia aunque es moderna, respecto a la antigua, no lo es tanto que haya quedado

noticia de su fábrica y corren parejas con su antigüedad las sillas del coro y encima de los

respaldos están pintados los santos de la orden por devoción de diversas personas las más

vecinas que son de la calle que llamamos del Carmen, como lo manifiestan los rótulos que

los circundan» (...), (folios 178-179).

Puesto que el documento es de 1730, y no da noticia del zócalo de azulejos, dará pie para

pensar que dicho zócalo es posterior. Por otra parte, el hecho de que tanto en el claustro como en la

silleria del coro aparezcan santos de la Orden, puede considerarse como posible fuente inspiradora

de los representados en la iglesia. Hemos de lamentar, que en la descripción que se hace de las pin

turas murales, no se constate el nombre de todos los santos representados, lo que confirmaría deci

didamente la fuente inspiradora del zócalo.

Por otra parte, en la larga exposición de los santos y alegorías de la iglesia, hemos ido intro

duciendo unas pequeñas constantes, que convendrían ahora aunar, asi, estaría la relación espacial

de los diferentes santos, es decir, la colocación determinada y la relación entre ellos, bien en el espa

cio temporal, en su calidad de rango eclesiástico, o por su representatividad. No es de extrañar, que

haciendo una lectural horizontal, aparezcan Elias y Eliseo en primer lugar, más cercanos al altar de

la Virgen del Carmen, por ser el primero fundador y el segundo, en quien relega su función Elias. En

un segundo plano, están: San Cirilo y San Telesforo, que se les presenta juntos en un cuadro que

hay en una iglesia en el Monte Carmelo, y que están unidos, por ser grandes defensores de la Orden.

En el tercer plano, San Alberto y San Ángel, ambos de Sicilia y gran ejemplo de lo que debe ser un

carmelita; además de pertenecer a la Orden, a partir de la Regla. Cerrando el conjunto, las alego

rías. Todo ello, configuraría un gran escudo de la Orden, cuyo único vértice sería la imagen de la

Virgen del Carmen que se encuentra en el Altan

Sima. Virgen del Carmen

San Elias San EliseoSan Cirilo San Telesforo

San Alberto San Ángelalegoría alegorías

Por último, y aunque quedaría fuera del plano propiamente iconográfico, seria la relaciónque en el plano formal existe entre los santos, los cuales mantienen la misma horizontalidad en su

forma de estar representados.

82

i

Si bien hemos cuestionado la fuente inspiradora, dándole una posible viabilidad en las pintu

ras del claustro, hay un aspecto que no habremos de desdeñar: los grabados, los cuales pudieron ser

fuente directa en la representación de estas imágenes, ya que en estos momentos existe la tendencia

a copiar de dichas fuentes, y, si nos hemos referido al plano formal, para dar lectura al programa,

siguiendo en el mismo plano, hay unas características como son las tarjas, rocallas, hornacinas, y

arquitecturas convadas, que encierran las imágenes, que perfectamente podrían estar sacadas de

grabados, al igual que las propias imágenes.

V. LOS LIENZOS DEL PRESBITERIO DE LA IGLESIA DEL CARMEN.

SU PROGRAMA

Como ya se ha mencionado (fol. 7), en el altar, se ha colocado un total de cinco lienzos; dos

a cada lado de la Virgen del Carmen, y uno sobre ella, que representa la Transfiguración. Cerrando

el conjunto de lienzos, en el crucero, se han colocado dos grandes pinturas que representan a la Vir

gen de la Soterraña, antigua patrona de Requena, y a la Virgen del Carmen.

Sobre el origen de dichas pinturas, asi como sobre su autor, no hay nada claro, si bien se

reconocen dos manos distintas, una de torpe trazo y poco detalle, que correspondería a las pinturas

de las dos santas y a la escena de la Transfiguración, y otra de mayor cuidado en el acabado y mejor

calidad, que se corresponderían a las figuras de los dos santos de la Orden. En el primer caso, se

podría apuntar la figura de Sariñena como posible realizador, circunscribiéndose a su segundo

momento pictórico, a partir de 1587, tras su viaje a Italia, donde se reafirma en un estilo más carac

terístico, de grandes efectos claroscuristas. Estilísticamente, se dirá de él, en Pinturas y Pintores del

Real Colegio del Corpus-Christi, de Fernando Benito:

«...fue aventajadísimo en las cabezas, que ceden poco a las de los Joanes, pero en las

manos no acostumbraba a poner tanto cuidado».

Anteriormente a esta publicación, tanto Orellana, como Rafael Bernabeu apuntan el nombre

de Sariñena como posible realizador de las pinturas del altar.

Veamos detenidamente cada lienzo: La escena de la Transfiguración, sobre el altar de la Vir

gen del Carmen, corona todo el programa. Esta representación es frecuente en las casas carmelita

nas. Elias figura al lado de Jesucristo, al mismo tiempo que Moisés: honor incomparable. Hay una

tradición de los carmelitas, según la cual, Elias había obtenido de Cristo la promesa de conservar su

orden hasta la consumación de los siglos. El lienzo de Requena, viene tomado de la Transfiguración

de Rafael Sanzio (según apunta Fernando Benito) y es una de las mejores obras del templo, así

mismo, es posible que las manos de los Vergara estuvieran en él.

En cuanto a los cuatro lienzos, situados a los lados del altar, y comenzando de izquierda a

derecha y de abajo a arriba, se encontrarían: San Pedro-Tomás, que estuvo de conventual en el

Convento de Carmelitas de Requena. Patriarca de Constantinopla y Legado Pontificio, se le apare

ció la Virgen y le regaló con esta promesa: «Pedro, nuestra Religión durará hasta el fin del mundo

pues esta gracia la alcanzó de mi divino Hijo, en el día de la Transfiguración, su fundador Elias».

Aparece con báculo y sombrero, alusivo a su patriarcado en Tierras Santas, un libro abierto en su

mano izquierda aludirá a su carácter de «doctor» de sabiduría.

Sobre San Pedro-Tomás aparece una santa vistiendo hábitos carmelitas y coronada, con una

mano en el pecho y la otra portadora de un crucifijo y una palma, alusiva al martirio a que fue some

tida. Por el crucifijo y siguiendo la tradición carmelitana, podría tratarse de la Beata Juana Scopelli,

que repartió su patrimonio entre los pobres y sólo se reservó un crucifijo, con el que, según decía,

era la más rica del mundo, y, sin otro recurso, edificó un nuevo monasterio. Si bien, parece más pro

bable que se tratase de Santa Teresa de Jesús, Reformadora del Carmelo, y en este caso, la palma

de la que es portadora, no aludiría a su martirio, sino al triunfo que alcanzó y encontró en

Cristo.

Santa Teresa de Jesús (?)

San Andrés Corsini

84

:I

En el lado derecho, y al mismo nivel de la santa reformadora, aparece Santa Angela, por

tando la custodia del Santísimo Sacrameto y la palma, su cabeza está coronada y viste el hábito del

Carmelo. Esta santa, hija del rey de Bohemia, fue escritora y devotísima de la Eucaristía. Es fre

cuente su representación ostentando la custodia.

Debajo, está San Andrés Corsini (1302-1373). Obispo de Fiésole, por lo que aparece repre

sentado con vespe episcopal, báculo y gorro, y un libro bajo el brazo. Es frecuente verlo con los atri

butos de un lobo y un cordero (a cada lado), significando un sueño que tuvo su madre antes de

nacer: soñó que iba a dar a luz un lobo, que, al entrar en la iglesia del Carmen de Florencia, se con

vertía en cordero.

Hemos de considerar el programa del altar, como una exaltación de la Iglesia Carmelitana,

representada, no por sus principales figuras, sino por personajes significativos por ser portadores de

«máximas carmelitanas», dando toda una lección de los «principios de la Orden». Así, la figuración

de San Pedro-Tomás, era obligada por dos razones: por una parte por ser el único carmelita santo

que residió en Requena y por otra, por ser difusor de la Regla en Tierra Santa. Santa Teresa de

Jesús, en cuanto que fue reformadora de la Orden, quedaría claro su papel, significando otro

momento importante, sino crucial, en la «vida del Carmelo». Santa Angela, explicaría el sentido

Eucarístico de la Orden. Y San Andrés Corsini, atendiendo a sus atributos (no representados) del

lobo y el cordero, expondría el papel jugado por la Orden, de conversión al cristianismo y la lucha

contra las herejías. Cerrando el programa, estaría la escena de la Transfiguración, pieza clave del

conjunto, con la representación de Elias, «primitivo padre fundador» a la izquierda de Cristo. Esta

escena entroncaría con el programa de azulejos, que dando una visión de conjunto, lo que se habría

querido representar en la Iglesia del Carmen de Requena, sería una «lección didáctica, historicista y

cristiana» a través de personajes del Carmelo. Visión hagiográfica, que se remontaría a los orígenes

de la Orden, donde un doble programa: horizontal (el de los azulejos) y vertical (el del altar) queda

ría cerrado por la representación de la escena de la Transfiguración, elemento clave del

conjunto.

Al margen del programa descrito, hay que hablar de dos importantes lienzos, situados a

ambos lados del crucero, que no se pueden incluir en una lectura de conjunto, por haber sido despla

zados de su primitivo lugar, pero que dada su incuestionable calidad hay que citar: en el lado dere

cho del crucero, junto a lo que hoy es el altar dedicado a la Virgen de los Dolores, actual patrona de

Requena, se ha colocado un lienzo, de autor desconocido, que representa a la Virgen del Carmen,

cuya peculiar característica, radica en tener las manos enlazadas, como la Inmaculada. Esta repre

sentación, es anterior a la advocación al escapulario, que se inició con la aparición de la Virgen a

San Simón Stock, IV General Latino, al que la Iglesia llama: «El amado de María». Por las carac

terísticas de la representación, se puede apuntar (según indica Fernando Benito) que se trataría de

un ejemplo andaluz o hispanoamericano. Por otra parte, en el lado izquierdo del crucero, junto al

altar dedicado a San Nicolás de Barí, patrón de Requena, se encuentra el lienzo (anteriormente fue

bocaporte del primitivo altar de la Virgen de la Soterraña) de Nuestra Señora de la Soterraña, pri

mitiva patrona de Requena. Sobre el autor del cuadro, se ha venido apuntando el nombre de Gaspar

de la Huerta, así, si bien el ángel central, como los dos superiores, a izquierda y derecha de la Vir

gen, portadores de los escudos del Carmelo y de la ciudad de Requena, son espinosianos, ello ven

dría a ratificar la posible mano de García de la Huerta en dicho lienzo, ya que éste, se formó con

Espinosa. En la parte inferior del lienzo aparecen un personaje real y un noble, a modo de donantes,

que responderían a las figuras de San Luis rey de Francia, a la izquierda, con el emblema real (flo

res de lis) y a la derecha, el Infante de la Cerda, con su respectivo emblema y dos estandartes.

Ambos emblemas, aparecen en la parte central de los pilares del templo, realizados también en azu

lejo, y a los que se unirían los de Requena y de la Orden del Carmelo. La figura de San Luis, se

explicaría por ser el introductor en Europa de la Orden del Carmen, y según cuenta la tradición,

también introdujo por cesión de monjes carmelitas la imagen encontrada en Tierra Santa de Nuestra

Señora de la Soterraña. La figura del Infante de la Cerda, señor de Requena, respondería a su papel

de fundador del primer convento de carmelitas en tierras castellanas. Por ello, parece que se puede

concluir con que hay una fusión de la tradición, en cuanto a que se confunde la historia de la Virgen

de la Soterraña con la introducción de la devoción al Carmelo.

85

Virgen de la Soterrana

Virgen del Carmen

86

La figura de la Virgen, coronada con doce estrellas, hace alusión a las doce tribus de Israel,

concebida como los que se van a salvar (Apocalipsis de San Juan, capítulo VII). La luna a los pies

de la Virgen puede simbolizar: a San Juan Bautista, en contraposición a Cristo, que es el sol; o la

Sinagoga, como vencida por la Iglesia, y por ello aparecería pisada por la Virgen. La luna es un sím

bolo mañano, es una letanía: «Pulchra ut luna».

Es de lamentar, el que no se conserve completo este lienzo que por cuestiones «compositi

vas» (para que tuviera las mismas medidas que el lienzo de la Virgen del Carmen), se

recortó.

Por otra parte, se puede constatar la presencia de un grabado, posible fuente inspira

dora del cuadro. Se desconoce el autor y la fecha del mismo, pero por lo poco común de la

representación de dicha Virgen, así como por las tarjas y molduras inferiores, se podría cali

ficar de algo Rococó, fechándolo aproximativamente hacia 1700. Ha de quedar constancia

de que en ningún momento se ha querido afirmar de forma contundente y clara, una relación

directa entre ambas imágenes, si bien es posible establecer dicha relación.

BIBLIOGRAFÍA POR TEMAS

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BOSTIO, A. Patronato y Patrocinio de la Santísima Virgen María sobre la Orden del Carmen que le está consa

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87

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^

88

REPERTORIO DE FRASES Y DICHOS POPULARESCORRIENTES EN LA COMARCA DE REQUENA-UTIEL

por

Feliciano A. Yeves Descalzo

COMENTARIO Y NOTAS DEL AUTOR O RECOPILADOR

Es sabido que la filosofía popular, maestra en experiencia y en formas de vida, ha puesto

muchas veces su sabiduría en la invención de frases y dichos, a modo de refranes y sentencias, que

han quedado grabadas en la cultura del pueblo, y de las que se ha hecho —y todavía se hace por

ciertos sectores que pretenden conservar lo típico y tradicional— un uso muy corriente y generali

zado. La mayoría de ellas deben entenderse en sentido figurado, aunque aludiendo a situaciones,

hechos y dichos frecuentes en la vida cotidiana de nuestros antepasados.

Y no es que hoy no se siga inventando en igual sentido. Lo que sucede, es que se viene

haciendo con otras palabras. Lo que antes eran vulgarismos y alteraciones del lenguaje culto, hoy

son palabras basadas en neologismos y tecnicismos, pero que, en realidad, vienen a incorporar nue

vas frases propias del lenguaje juvenil. Hoy los deseos de snobismo, y el taco acuñado e institucio

nalizado, suplen a la vieja experiencia de la Filosofía popular, quizás con el mismo afán de

comunicación sencilla y chispeante, —algo hay que agradecer a la juventud actual en este aspecto,

yendo por lo escueto y directo en su forma de hablar—; pero lo cierto es que nunca debe dejarse per

der aquel léxico de nuestros mayores y que todavía conserva sus reminiscencias en pueblos y aldeas

como poso y sedimento dignos de airearse, o, al menos tratar de resucitar para que sea conocido y

reconocido por todos, mayores y jóvenes, con un único objeto: que no se nos pierda.

Tras esta breve justificación, queremos señalar algunas notas para mejor comprensión del

repertorio de frases y dichos que hemos recogido y compilado en este trabajo:

1'.— Hemos coleccionado y comentado hasta 365 frases o dichos populares, que fre

cuentemente hemos oído en los pueblos y aldeas de la Comarca Requena-Utiel.

2'.— Esta recopilación no pretende ser exhaustiva; somos conscientes de que habrá muchas

frases más que, por olvido o por desconocimiento de su existencia, se nos han

escapado a nuestro trabajo, y que quizás sean tanto o más representativas del modo

peculiar de hablar de la comarca.

3'.— También creemos que alguna de estas frases no son solamente de nuestro patrimonio;

posiblemente se digan o se hayan dicho en alguna otra zona o comarca, especialmente

en el lenguaje popular castellano-serrano-manchego que, en definitiva es similar al

nuestro por sus orígenes y sus afinidades.

4'.— Hemos huido de consignar frases, refranes, proverbios, sentencias y aforismos que

son sabidos y conocidos en casi toda España, y que forman parte de la gran riqueza del

idioma castellano en su refranero. Sin embargo no nos atrevemos a asegurar que

alguno de los dichos consignados y glosados no sean del patrimonio común, y por ello

rogamos disculpas: nuestra pretensión ha sido consignar solamente lo que en el habla

popular era consustancial a nuestro modo de ser, de sentir y de expresarnos desde

épocas antiguas.

89

5'.— Se advierte muy especial y particularmente, que hemos querido escribir estas frases

tal y como se han venido pronunciando, con su particular construcción y ortografía,

por lo que, naturalmente, abundan las incorrecciones de todo tipo en lo que podríallamarse lenguaje normal del castellano comente. Hay por lo tanto apócopes, sinco

pes, epéntesis, alteraciones, vicios de lenguaje, sintaxis incorrecta, etc. etc., porque lo

hemos querido hacer colocándonos a la altura —casi analfabeta— de los que antaño

inventaron estos dichos, «dimes y diretes», propios de aquella innata propensión a

calificar, increpar, denostar, y hasta mofarse de todo lo habido y por haber, con el

gracejo, el donaire y la sal de quienes muchas veces no tenían otra cosa que hacer en

sus tertulias y ratos de descanso, tras la penosa faena campesina que no daba más que

para «hambrear» en lo económico, pero que sugería la chispa del humor hasta en

situaciones difíciles.

6*.— Y, por último, dejar muy bien consignado que hemos querido eludir y desterrar el taco,

pero no hemos podido lograrlo —y en ocasiones no hemos querido— en aras de ser

fieles a la naturalidad, pues comprendimos que sin él, la frase carecía de gracejo y

de sentido.

Y, tras estas consideraciones, exponemos nuestro trabajo rogando comprensión, y el perdón

de las faltas que se hayan cometido, jamás malintencionadamente.

REPERTORIO DE FRASES Y DICHOS POPULARES

CORRIENTES EN LA COMARCA DE REQUENA

1. «Eres un abanto».

Se refiere a una persona desordenada, descuidada y perezosa.

2. «No cabíamos en casa y parió la abuela».

Se aplica cuando a un problema se le suma otro, agravándolo.

3. «Esto es el acabóse».

Expresión dicha cuando ya no se puede aguantar algo que está sucediendo.

4. «Nos están achicharrando».

Significa que nos están haciendo la vida imposible, a causa de gravámenes, impuestos, u

alguna otra causa.

5. «Cuanto más te acachas, más te se ve».

Quiere expresar que, cuanta más paciencia y humildad se tiene, más se abusa de esa persona.

(Tanto en esta frase, como en muchas otras, se prefiere escribir tal y como se pronuncia popu

larmente; conservando su natural lenguaje comarcano).

6. «Aún estás en agraz».

Se refiere a la persona que todavía es inexperta en un oficio.

7. «Be todas maneras, aguaderas».

Dicese, con indiferencia, cuando se espera el mismo resultado del que se piensa, en cualquier

asunto que se está tratando.

8. «Hasta San Antón, aguilandos son».

Dicho en tono jocoso, cuando se pide algo con cierto retraso o inoportunidad.

9. «¡Estoy alampáo!».

Dicho cuando se está sediento en extremo.

90

10. «Esto es como poner sillas sobre albarda».

Expresa lo inútil de una cosa cuando no puede mejorar otra sobre la que se incide

ineficazmente.

11. «¡Buen alborgazo ha soltáo!».

Se dice de alguien que ha dicho una palabra o una frase poco culta o inconveniente en

una conversación.

12. «Para eso no se necesitan alforjas».

Se dice con cierta desilusión al recibir algo con poco valor material, o cuando se obtiene un

resultado demasiado pobre.

13. «Mj eres más que un alforjero».

Se le dice a cualquier persona con pocos méritos en su oficio, al que es descuidado y poco lim

pio en su trabajo.

14. «Lo que tú tienes, no son más que alifafes».

Dirígese a la persona quejicona de dolencias sin importancia.

15. «¡Menudo alipende está hecho!».

Expresa que una persona es de cuidado, algo granuja y aprovechada, que suele obrar

con picardía.

16. «¡Ya estáis hiciendo almanaques!».

Frase vulgar dirigida a quienes hacen falsas conjeturas sobre cualquier asunto, o expresan

opiniones sin venir a cuento.

17. «Ese ya está más allá que acá».

Se refiere a alguien que está moribundo, que está en las últimas.

18. «¡Nos van a sacar el ámago del cuerpo!».

Expresión de queja del que se siente exprimido por impuestos o contribuciones que le

parecen excesivos.

19. «Haces más amaguces que una zorra comiendo agraz».

Se le dice a la persona que habla gesticulando demasiado, o se ve afectado por cualquier tic

nervioso al expresarse.

20. «¡Ya les han puesto las amonestaciones!».

Dice que ya se ha anunciado el matrimonio de una pareja de novios.

21. «Me voy a esos anchos».

Antiguamente, ante la falta de servicios en las casas campesinas, lo decían los hombres

cuando iban a hacer sus necesidades a cualquier lugar resguardado en el campo.

22. «A ese ¡o llevan en andas».

Dicese de la persona que es tratada con demasiada consideración.

23. «¡Ya hemos llenáo la andorga!».

Expresión alegre y satisfecha de quienes han llenado su estómago con una buena comida, o, al

menos, con buena cantidad.

24. «¡No me vengas con andróminas!».

Significa: no me vengas con cuentos ni embustes.

25. «¡Pos estamos apañaos!».

Se expresa cuando se espera algún mal general inminente, o cuando ya está sucediendo algo

perjudicial para todos.

26. «Siempre va arrimando el ascua a su sardina».

Se aplica a quien trata siempre de aprovecharse de la situación.

27. «¡Se ha jugáo hasta las ascuas!».

Refiriéndose al jugador empedernido que ha llegado a perder en el juego todas sus

. propiedades.

28. «¡Algún día vas a perder hasta el atarre!».

Se le dice a quien descuida mucho el vestido y el aspecto físico.

29. «¡No te se pierden los anillos por eso!».

Manifiesta a alguien, que debe obrar con sencillez en una tarea que no ofrece dificultades y en

la que no hay nada deshonroso.

30. «Siempre me toca bailar con la más fea».

Lo dice quien está harto de sufrir contrariedades, y siempre apechuga con lo peor en cualquier

beneficio o reparto; o le toca hacer el trabajo más difícil y penoso.

31. «Esto va a terminar como el baile de Cofrentes».

Se anuncia que algo va a acabar mal, con discusión y riñas.

32. «Ese tiene buena barra».

Alusión a la persona que es muy comedora y todo le sienta bien.

33. «¡No vas malo de barro!».

Se le dice irónicamente a cualquier persona que está equivocada en cierta opinión o en

algún asunto.

34. «Ese tira siempre con bolas de arroba».

Dícese del que presume mucho y fanfarronea en cualquier situación.

35. «¡Está dando las boquiás!».

Se refiere a alguien que se está muriendo por momentos.

36. «Ese es de los que bailaron en Belén».

Aludiendo a alguien que demuestra listeza y cierta picardía, bien por su experiencia, bien por

su vivacidad. También usado como que algún comestible está muy duro y no es fácil hincarle

el diente.

37. «Ese está mamando de la borrega».

Se dice corrientemente de la persona que vive del presupuesto, sin servir apenas de nada a la

administración; el «chupóptero» o paniaguado.

38. «Pa esmamar el borrucho, matar la madre».

Explica, expeditivamente, que para solucionar un asunto o problema, hay que atacarlo - ]

de raíz. j

39. «¡Cómo si te hubiá hecho la boca un fraile!».

Se le dice al pedigüeño aludiendo al oficio del fraile mendicante.

40. «Ya no queda ni un brusco».

Refiriéndose a que ya no queda la más mínima traza de algo: leña, paja, grano, etc.

41. «Siempre hay bulas para difuntos».

Se dice en tono de ánimo, encontrando alguna solución para un problema, aunque sea

pobre.

92

42. «¡Qué sabe el burro lo que es ceba!».

Se dice de alguien que no entiende nada de nada.

43. «¡Ya está otra vez el burro en las coles!».

Dicese cuando alguien reincide en una falta, o reitera una opinión que no resuelve

nada.

44. «¡Qué boda sin doña Elvira!».

Expresión mordaz que habla de alguien a quien le gusta estar siempre en todas partes, que en

cualquier acontecimiento se halla.

45. «¡Vamos a salir de aguí como el burro del tío Molinerete!».

Se expresa cuando alguien no sabe cómo salir de un lugar en donde todo está revuelto, lleno

de trastos y con mucho lio.

46. «Ese tiene arranca de caballo y para de burro».

Se comenta de la persona que inicia un asunto con demasiado ímpetu y espectacularídad, para

abandonarlo a la menor contrariedad u obstáculo.

47. «.Vamos a dar la cabeza».

Expresión que significa la inclinación de cabeza cuando, en un entierro, se da el pésame a los

familiares del difunto.

48. «Con esa persona no se puede atar cabos».

Se dice de la persona descentrada, poco ecuánime, que lo mismo se muestra de una manera

que de otra.

49. «Ese siempre va buscando la caga del lagarto, que es buena para la vista».

Se aplica a quien busca beneficio en cualquier ocasión, para aprovecharse, y sin exponer nada

en el asunto.

50. «Donde cagas te dejas la mierda».

Expresa la desidia y el desorden de una persona.

51. «Carne en calceta..., pá el que la meta».

Lo dicen quienes no quieren los embutidos que no han sido fabricados en su propia

casa.

52. «Hace una calor forastera».

Significa que hace excesivo calor para el tiempo en que se está en aquel momento.

53. «Siempre hablas como la campana de Toledo...; para mal».

Se le dice a quien habla demasiado, fuera de traste y errando en sus apreciaciones

constantemente.

54. «Hemos oído campanas».

Significa haber oído rumores de algún suceso imprevisto.

55. «No me vengas con cancamusas».

Se pide a alguien que no cuente embustes ni tonterías.

56. «Ahi están atizando candela».

Expresa que muy cerca están dando golpes a quienes por allí andan.

57. «Siempre estoy a los pies de los caballos».

Dicho por quien se encuentra en grave situación debido al abandono ante el peligro, en que le

han dejado los compañeros.

93

58. «¡Échale cañamones, que cante claro!».

Expresión irónica de asombro ante alguien que habla sin ton ni son.

59. «Por un punto caparon a mi abuela».

Se dice cuando, por una causa pequeña y sin importancia, se origina algo de mayor

gravedad.

60. «Nos van a leer la cartilla».

Viene a expresar que alguien nos va a instruir o advertir de nuestras obligaciones, con amena

zas de castigo si no se cumplen.

61. «Aún no se ha dáo a cato».

Significa que alguien no se ha enterado de un asunto, o no ha visto lo que está sucediendo,

aunque esté bastante claro.

62. «A razón de catorce, siete la media».

Cuando se quiere recalcar una verdad que no necesita demostrarse.

63. «Ese está siempre dentro de la cazuela».

Dicese de quien está dentro de la camarilla de los que mandan o gobiernan, «cambiando de

chaqueta» según las circunstancias.

64. «Es más negro que el cerote».

Se refiere a la persona muy morena, como el cerote del zapatero.

65. «Estoy hecho cisco».

Estar sumamente cansado o agobiado por el trabajo u otra causa.

|66. «¡Qué salte o cluja!». í

Manifiesta una acción expeditiva sin prever las consecuencias. Ir por las malas a resolver algo \que ha sido imposible conseguir por las buenas. \

i

67. «Eres más borde que un codobón». j

Se dice a alguien extremadamente obtuso, necio y tacaño, aludiendo al pájaro alcaudón, \

pequeño pero cruel. I

68. «A cojón visto, macho seguro».

Algo que se evidencia viéndolo; lo que está a la vista, no necesita demostración.

69. «¡Qué tienen que ver los cojones pa comer trigo!». i

Frase corriente dicha en ocasión de que alguien, conversando o polemizando, se pasa del

asunto que se trata a otro distinto. \

70. «El que es desgraciáo, hasta con sus cojones tropieza». I

Especie de exclamación, del que se siente atosigado por el colmo de la desgracia en cualquier i

asunto que toca. ji

71. «¿Discurres menos que la punta de un colchón!». :

Frase atribuida a cierto profesor, que demostraba asi a los discípulos poco aventajados en el

discurso y el entendimiento. ;

i

72. «Llegas siempre como Pablo a las colmenas». !

Expresa la falta de puntualidad de una persona, que acude tarde a todos los sitios.

73. «¡Échale hilo a la cometa!». i

Dicese a alguien que va dando largas a un asunto, divagando. ¡

94

74. «Eres más contrahecho que los garrotes de Cilanco».

Frase humorística, por alusiones, que se dice a la persona retorcida, poco amable y

nada asequible.

75. «Me das pan y me llamas al corral... ¡Jo... quieres!».

Dice que no debe uno fiarse de nadie que le halaga demasiado, ya que puede hacerlo por

egoismo e interés determinado.

76. «Del cuero salen las correas».

Aplicase a cualquier gasto hecho, aunque no sea con dinero presupuestado para ello, pero de

la misma procedencia.

77. «Mal de muchos, consuelo de tontos».

Manifiesta la conformidad forzada por las circunstancias, cuando no se puede evitar cierta

situación de malestar.

78. «iTe voy a romper la crisma!».

Se amenaza a alguien con romperle la cabeza, lugar donde se le impuso el crisma del

bautismo.

79. «Esos se han pasáo de cucos».

Se dice denostando a los que han sido demasiado pillos en algo.

80. «¡Arrastro!... —¡Sí; el culo por un zarzal!».

Expresión del jugador de cartas que efectúa la operación de arrastrar o quitar los triunfos al

contrario; y contestación irónica y mordaz del que se ve perjudicado por dicho arrastre.

81. «Lo mismo da lo que cuelga que lo que arrastra».

Es la expresión del que todo le da igual, suceda lo que suceda.

82. «Más negro que es el cuervo, no pueden ser las alas».

Lo dice quien se ve en grave dificultad, y ya no le importa lo que de mayores males

pueda sobrevenirle.

83. «Eres culo de mal asiento».

Se dice a la persona inquieta, que no puede estar en un sitio fijo mucho tiempo.

84. «¡Nos vamos a cuquero!».

Significa: nos vamos a casa, al retiro, o a refugiarnos en algún lugar, porque ya es de noche o

amenaza tormenta.

85. «Tú pintas menos que Chafachorras en Madrid».

Se apostrofa asi a quien no tiene personalidad ni criterio, ni influye para nada en cualquier

lugar o situación.

86. «Esto no es ni chicha ni limoná».

Expresa que no se es ni una cosa ni otra; que hay algo de ambiguo en el caso o asunto de que

se trata.

87. «Tú te crees que na más llegar, ¡chicha!».

Dicho a quien quiere solucionar favorablemente algo al primer intento, demasiado

depnsa.

88. «No he visto chimenea que eche más humo».

Significa que ya no se puede ver mayor desfachatez ni tontería.

89. «Ese tiene mala chirinola».

Asi se dice de la persona que tiene mala cabeza; que es alocada.

90. «.¿Qué quieres, chocolate o tajá? —Quiero chocotajá».

Expresa la avaricia de alguien, que lo quiere todo para sí.

91. «¡Búscale la puga al chompo!». j

Se dice cuando, en alguna ocasión o asunto no muy claros, se advierte la imposibilidad de jhallar su causa o motivos. ¡

92. «!Miá que chorra.'». (Y también, ¡miá que pijoh). iExpresión chabacana de asombro, muy corriente en esta comarca, por algo con lo que ;

no se contaba.

93. «¡Eres un tonto e chorra!».

Especie de insulto de menor cuantía, chabacanamente dicho a alguien con enfado, pero sin

querer ofender demasiado.

94. «Todo lo hacéis a la chorramandusca».

Dicho a quienes hacen las cosas mal, sin orden ni concierto.

95. «Es más agarráo que un chotis».

Se dice de la persona avara, roñosa, miserable y aprovechada. i,

96. «Te has puesto como choto de dos madres».

Se dice, generalmente al niño que se ha atiborrado tanto, que se ha ensuciado con restos de ,

comida la cara y la ropa. •

97. «Esto se va como el choto de la Florentina,., ¡en catauros!». ¡

Dicese socarronamente cuando de un conjunto de cosas se van sustrayendo pequeñas cantida- ¡

des, continuamente, hasta no quedar casi nada. \L

98. «Nos tiran a degüello con tantas pagamentos».

Lo dicen quienes se sienten agobiados por los impuestos.

99. «Es más desgraciáo que el Pupa».

Comentario sobre alguien a quien acometen todas las desgracias.

100. «De dia no puedo, y de noche me rasco».

Expresa la pereza del que no encuentra hora para empezar su tarea con eficacia.

101. «¡Lo que faltaba pa el duro!».

Exclamación dicha ante la acumulación de una desdicha sobre otra.

102. «¡ Te tengo embarrotáo!»

Significa, en cualquier juego, tener cogido o sujeto al contrario como en una encerrona.

103. «¡Esto se está cochiniando!». ]

Dicese cuando las cosas van tomando mal cariz en cualquier negocio, asunto o ;

discusión.

104. «y venga erre que erre».

Aplícase a quien no cesa en su pesada e inoportuna opinión.

105. «¡Ahora escampia!».

Expresión de asombro, por la acumulación de un suceso sobre otro, con mayor intensidad

cada vez. También por ¡ahora escampa!, ante una lluvia prolongada y cada vez más

intensa.

106. «El mejor escribano echa un borrón».

Significa que, aunque muy diestra, cualquier persona puede cometer equivocación o error en

96

alguna ocasión.

107. «¡Escrismate a sacar cantares.'».

Dicese cuando, a pesar de haberse esforzado por hacer comprender algo a alguien, no se ha

logrado éxito ante la tozudez contraría.

108. «¡Miá tú éste: como si hubiá ido a escuela de pago!».

Se dice del que es orgulloso y fanfarrón por costumbre y sistema.

109. «Cuando no se puede segar, se espiga».

Significa que, si no hay solución total para un asunto, cualquier resultado parcial

positivo es bueno.

110. «¡Lágrimas de estaño que fueran.'».

Dícese de alguien que continuamente se queja y lloriquea sin motivos ni justificación, y, a

veces, hipócritamente.

111. «¡Ese debía estar siete estaos bajo tierra!».

Maldición dirigida a alguien de mala conducta, y que escandaliza con sus continuas

fechorías.

112. «¡Esto ya va tomando excremento!».

Expresa el entusiasmo de quien ve que le salen bien sus asuntos, adquiriendo beneficios suce

sivos; se toma jocosamente la palabra «excremento» por incremento.

113. «A ese no hay que darle por su comer».

Dicese de la persona a quien hay que sujetar, porque es muy impulsiva, o porque suele abusar

de la confianza que se le da.

114. «No le falta más que sarna para rascarse».

Se habla de la persona que lo tiene todo, que no puede quejarse, y que ha triunfado en

sus negocios.

115. «¡Alante con los faroles!».

Incitación de ánimo para que no haya desaliento por parte de alguien para conseguir la meta u

objetivo propuestos.

116. «Eso no tiene ningún jicacio».

Cuando se habla de alguna cuestión que no tiene fundamento.

117. «¡Eres más pesáo que la gachamiga!».

Por alusión a una comida algo indigesta, se habla asi a la persona pesada y recalcitrante en

sus frases y opiniones.

118. «Le va a criar pelos el galillo».

Alude al hambre que en ocasiones padece la persona que carece de recursos, y a quien se

gasta su patrimonio en cosas inútiles o de nula rentabilidad.

119. «No le arriendo las ganancias».

Se dice de quien fracasa en sus negocios porque lleva una administración deficiente; y tam

bién, de quien acomete una empresa sin medios ni preparación para ello.

120. «Es más gandul que ¡a chaqueta de un guardia».

Expresa humorísticamente y por alusiones no siempre ciertas, la pereza o gandulería de

una persona.

121. «Por un garbanzo no se descompone una olla».

Expresa que una opinión aislada disconforme, no rebate la totalidad de un acuerdo adoptado

por mayoría en un asunto.

122. «¡Vaya usted a hacer gárgaras!».

Expresión muy generalizada, parecida a ¡vaya usted a freir espárragos!, que suele ser el modo

de enviar a paseo a quien se mete en algo que no le importa.

124. «Tú te lo guisas, tú te lo comes».

Se le dice a quien suele hacerlo todo por si mismo, sin dar participación a los demás.

124. «¡Alguna vez te vas a dejar los pelos en la gatera!».

Se dice a quien, de tanto repetir barrabasadas, es muy posible que alguna vez salga mal de la

situación un tanto equivoca en que suele meterse.

125. «¡Ya está el gato en la talega!».

Exclamación de contento al ver lograda una solución; o, también, cuando se ha cogido a

alguien cometiendo una falta.

126. «Donde crees que hay gorrino, no hay ni siquiera estaca».

Expresa la presunción de no hallar riquezas en un lugar o persona, aunque haya apariencias

favorables para ello.

127. «¡Buen gomóte de canalera estás hecho!».

Se dice irónicamente a la persona sagaz, avispada y maliciosa.

128. «Eso está ande Cristo perdió el gorro».

Frase irreverente, aunque carente de malicia, para significar la enorme lejanía de un lugar con

respecto a los hablantes.

129. «¡Ya te han llenáo el gorro de guijas!».

Dicese a quien ha sido inculcado de tonterías y bulos, maliciosas y arteramente, para que obre

contra algo o contra alguien.

130. «¡A buena hora, mangas verdes!».

Dicese con reticencia a quien llega tarde a un negocio o asunto cuando ya está

resuelto.

131. «Todo se pega, menos la hermosura».

Manifiesta que hay muchas cosas o enfermedades que pueden adquirirse por contagio, pero lo

feo siempre será feo.

132. «Ese le quita las herraduras a un caballo corriendo».

Quiere expresar la habilidad del ladrón, maestro en picardías y añagazas para el robo

o el fraude.

133. «¡Qué se diría de los hijos de Requena!».

Frase histórica del que no quiso rebajarse a ser mozo de tren para anunciar la subida de viaje

ros; habla, por extensión, del falso orgullo de algunas personas.

134. «Esto es como miel sobre hojuelas».

Alegre expresión, al ver que a un triunfo se le suma otro; que una cosa bien hecha, todavía se

ha perfeccionado más.

135. «¡Estemos hechos la hos...ma!»t

Dicho a las claras, aunque mal, irreverentemente expresa malestar, angustia o desasosiego,

del que se siente enfermo o atosigado por alguna desgracia.

136. «¡Va a haber hule!».

Llamada de atención cuando se cree habrá pronto lucha o alguna paliza generalizada.

98

137. «Más vale humo que escarcha».

Significa que es preferible un mai menor a otro mayor, o una pequeña incomodidad a un

malestar cierto.

138. «Dicen que es tonto... ¡Métele el dedo en la boca.'».

Expresa que no hay que fiarse de las apariencias; que, a veces, nos equivocamos al juzgar el

aspecto externo del que se hace el bobo.

139. «Como icemos luego».

Dicho vulgar y corriente antaño, que equivale a: como decimos luego; como se suele decir,

como se ha- dicho anteriormente.

140. «S'icen qu'izan: ¡en no fuendo!».

Lo que decían antaño las gentes muy analfabetas, para expresar su tranquilidad de conciencia

ante las maledicencias, al achacárseles algo delictivo que no habían hecho.

141. «Siempre que ocurre igual, sucede lo mismo».

Frase de chispeante y gracioso modo de hablar popular de antes.

142. «Eres más incociente que los garbanzos de Chera».

Por alusión no muy cierta, juego de palabras entre «incociente» e inconsciente; hablando a

personas de gran simpleza, de juicio y opiniones poco relevantes.

143. «¡No t'irmes en la pader, que te vas a emporcar la gobanilla!».

Recomendación de los padres al hijo, expresada con las mayores vulgaridades, pero que se

entiende perfectamente.

144. «Igual da jabón que hilo negro,., ¡tó es pa la ropa!».

Quiere decirse que cualquier solución es buena y aceptable, tratándose de remedios parecidos

en cualquier caso.

^ 145. «Quien va al monte por leña verde, cuanto más anda más pierde».

w Significa que para obtener un resultado pobre y escaso, no hay que hacer grandes

° esfuerzos ni sacrificios.

^ 146. «¡Es más ladrón que Jeta!».

^ No sabemos si alude a algún ladrón de ese apodo, o si compara al amigo de lo ajeno con la

w «jeta» o grifo de la taberna, que siempre sisaba a su favor.

147. «¡Siempre estás jo... la marrana!».

Frase muy popular dicha a alguien que siempre está estorbando o «metiendo la pata» en cual

quier asunto.

w 148. «¡Estoy más jodio que el lio de la beta!».

^ Se dice cuando alguien está harto, cansado y excitado por varios problemas que no

^ logra resolver.

<¿

v»> 149. «¡Esto es un ladronicio!».

^ Exclamación de queja ante los abusos de índole económica a que se ve sometida una

^ persona.

150. «Poca lana..., y tendida en zarzas».

Manifiesta la escasez o ausencia de recursos, y, además, lo que existe no reúne buenas

condiciones.

^ 151. «Eres más borde que la leche de ¡os hurones».

^ Dicese a alguien que es poco generoso y abierto, y, por añadidura, muy reguñón y

^ antipático.

152. «Eje es capaz de sacar ¡eche de un burro capáo».

Expresa la habilidad y picardía de alguien para obtener beneficios y ganancias en

cualquier ocasión.

153. «No se muerde ¡a lengua».

Signifíca hablar claro, sin subterfugios, miedo, ni tapujos.

154. «Están repartiendo leña».

Aviso de que en algún lugar se está riñendo, o golpeando a alguien.

155. «Después que se ha ido la liebre, palos a la cama».

Dice lo inoportuno de llegar tarde a solucionar algo, cuando ya se ha realizado; también, la

rabieta de alguien al que se le ha escapado de las manos la solución de un asunto.

156. «¡No hay más leña que ¡a que arde!».

Expresa que los recursos se están acabando y ya no quedan más.

157. «Siempre llueve cuando no hay escuela».

Viene a decir lo inconveniente de un hecho inesperado, surgido a destiempo, cuando no

es necesario.

158. «¡Estoy más limpio que un llus!».

Estar completamente arruinado, sin dinero ni crédito.

159. «¡Qué bien va ése en el machi7o/».

Se dice de quien está encumbrado gracias al apoyo y las recomendaciones de otros.

160. «¡Ahora nada el macho!».

Frase de asombro, al ver que un problema, en lugar de resolverse, se agudiza con

mayores dificultades.

161. «¡A éste le paren hasta los machos!».

Comentario sobre alguien de quien tiene buena suerte en todos sus negocios, y que siempre

saca beneficio en cualquier asunto.

162. «No se pué estirar el brazo más de lo que es la manga».

Significa que se debe tener presente las propias posibilidades y limitaciones, y no hacer nunca

gastos superfluos.

163. «¡Le pegamos fuego al mapa, y en paz!».

Frase humorística para contrarrestar la opinión violenta de alguien, que quiere resolver algo

muy expeditivamente.

164. «Todo va manga por hombro».

Manifiesta que hay un total desorden y abandono en los asuntos.

w 165. «¡Paece manso, pero topa!».

^ Se dice de la persona con apariencia bonachona, pero que en ocasiones obra con

° malas intenciones.

o 166. «Me lié la manta a la cabeza, y...».

^ Significa ir a la desesperada, importándole poco lo que suceda; lanzarse a solucionar algo sin

w medir las consecuencias.

167. «Paece una manta ruana..., con más piejos que lana».

Alude a la fealdad y desproporción de vestidos andrajosos, bastante corrientes, por desgracia,

en épocas pasadas.

w 100

168. «¡Es que ya llueve sobre mojáo!».

Dicho con cierto enfado porque se van acumulando trabajos sobre otros; o molestias sobre

anteriores molestias.

169. «¡Ya está aquí la marimandrajos!».

Aplicase ante el afán de protagonismo de la mujer mandona, alcahueta y metijosa.

170. «¡No eres más que un mascáorí».

Dirigido a quien no hace más que refunfuñar para cumplir su faena, que siempre suele hacer

de mala gana.

171. «£> más infeliz que una mata de habas».

Dice el colmo de la simpleza y la infelicidad de una persona, no sabemos si es debido a que las

matas de habas se hielan fácilmente en su primer crecimiento.

172. »¡Nos ha jodio mayo con sus flores!».

Exclamación en tono de disgusto y asombro, cuando algo ha salido mal. Alude a lo traidor

que se presenta dicho mes con sus tardías heladas, originando catástrofes en el campo.

173. «Si estás mudo, revientas!».

Dicho a alguien muy vehemente y que dice algo que acaba de conocer, aunque sea

inconveniente.

174. «Esto es para mear y no echar gota».

Hiperbólicamente expresa gran asombro ante un hecho inesperado. También, el verse imposi

bilitado de realizar algo, por una causa imprevista.

_ 175. «A tenor del santo, asi son ¡as medallas».

^ Se dice comparando los hechos con las personas que los realizan, y también, los atributos o

^ apariencias de las mismas.

^ 176. «¡En aumento va ¡a mejoría!».

^ Expresión irónica, cuando, en lugar de resolverse o aminorarse un problema, se ve agudizado

w por cualquier motivo.

177. «¡Qué metal de voz tienes, hijo mió!».

v"' Popularmente dicho del que desentona en un conjunto, porque habla gritando y

^ chillando frecuentemente.

^ 178. «¡Ya me la han metió!».

^ Exabrupto dicho cuando alguien comprueba, con asombro y rabieta, que alguien acaba de

^ hacerle fraude o trampa.

\¿

^ 179. «¡Anda que la cosa es mínima!».

w Frase que quiere demostrar lo enorme de un asunto, y que presenta gravedad y

^ dificultades.

^>

180. «¡Pues no es poco minso el hombre!».

Quiere explicar lo habilidosa que es una persona para todo.

w 181. «Lo que te digo va a Misa».

^ Dicho, cuando se quiere expresar la certeza y veracidad de algo, no dudando en poner por tes-

w tigo lo más sagrado.

w 182. «Esa es más caliente que un chavo de mixtos».

^ Se dice popular y corrientemente de la mujer casquivana en exceso.

183. «Esa es como la tía Caliente, que sólo se lo negaba a los muertos y a los que tenían

que nacer».

Para expresar el colmo de la «calentura» en una mujer casquivana.

184. «Nos han dado mocha por cornuda».

Expresa que nos han dado una cosa por otra; como generalmente se dice, «dar gato

por liebre».

185. «¡Cada mochuelo a su olivo!».

Frase que generalmente indica marcharse cada uno a su casa, o a sus obligaciones.

186. «Unos mocos son sorbios y otros mocos son sonaos».

Expresa la desigualdad de trato a dos personas en iguales circunstancias.

187. «¡No dejas meter moja!».

Dicho a quien no deja hablar a nadie en una conversación general.

188. «Es muy duro de mollera».

Se habla de la persona necia y torpe, sin instrucción; de quien es incapaz de aprender por falta

de entendederas.

189. «/7c vas a ver en las de monsagato!».

Se le advierte a alguien, que va a pasarlas mal en un asunto problemático y peligroso.

190. «Quires pedir el oro y el moro».

Significa que alguien lo quiere todo para si, sin importarle nada las necesidades de los

demás.

191. «¡Ahora viene el moro y la abraza!».

Frase de asombro y contrariedad al ver crecer las dificultades de algo difícil de

resolver.

192. «¡Espera, que te voy a arreglar los mudaos!».

Especie de amenaza a quien ha cometido alguna falta, y que tiende a huir del castigo.

193. «¡Paece que se quié comer el mundo!».

Se dice del hombre presuntuoso y fanfarrón, con demasiado orgullo en su porte y atuendo,

pero, que en realidad no lo es tanto.

194. «¡Esto y ná, tó es na!».

Esto y nada, todo es nada. Frase con la que se manifiesta recibir o tener algo en poca cantidad

y calidad.

195. «¡Ya está el nabo coció!».

Se suele decir en ocasiones en que un asunto ya ha sido resuelto, en el que ha habido solución

al problema.

196. «A nadie le amarga un dulce».

Corrientemente se dice cuando uno recibe algo bueno, aunque sea de poco valor.

197. «¡No sernos naide ni denguno!».

Frase campesina y aldeana que expresa lo fugaz de la vida, dicha generalmente en el entierro

de una persona notable, o que en su vida alcanzó posición y prestigio sociales.

198. «Ya tengo cincuenta navidades y ninguna «noche buena».

Dicho en tono muy quejicón por el que siempre se siente desgraciado, y no ha acertado a

resolver su situación económica.

102

199. «¡Te da más que a un niño sin minga!».

Lo que algunas veces se suele decir al jugador que siempre tiene buena suerte en sus partidas y

jugadas.

200. «Lo mismo me da ocho que ochenta»

Exclamación de alguien que se ve en apuros, y al que, al no ver solución inmediata, todo le da

igual, ocurra lo que ocurra.

201. «Dame pan y dime tonto».

Se atribuye a quien siempre obtiene beneficio, aunque le tachen de pedigüeño o le menospre

cien de cualquier modo.

202. «Ese sólo llora con un ojo».

Se dice de alguien que gimotea o se desespera sin motivo alguno.

203. «No te se pué decir, ¡ese ojo tiés negro!».

Se le suele decir al que se enfada o molesta por cualquier cosa o por cualquier broma, aun

siendo en forma inofensiva.

204. «¡Qué olisca se ha desatascad!».

La misma frase lo explica: venir muy malos olores de un lugar.

205. «¡No haces más que qlisquiarí».

Se moteja a alguien de fisgón, alcahuete o metijoso, cosa que tiene por costumbre. ¡

206. «No me disgusta la orina..., ¡y meaba sangre!».

Frase atribuida a cierto curandero o antiguo cirujano, significando la supina ignorancia que ;

había. Se refiere también a quien cree saberlo y entenderlo todo sin estudios ni !

práctica.

207. «¡Tienes manos de orza!». j

Se dice del que carece de maña o habilidad, y que, generalmente, rompe todo cuanto ¡

toca. i!

208. «Entre el día y la noche no hay pader». i

Expresión vulgar del que piensa realizar un trabajo en jornada continua, prolongándola hasta

la madrugada. I

209. «Es más fea que pegarle a un padre». I

Es el colmo de la mujer fea y desgarbada: ya no se puede ser más.

210. «En tocante al bolsillo, no hay padres pa hijos».

Explica lo que es capaz de desunir el dinero y el excesivo interés por conseguir riquezas a

costa de lo que sea.

211. «¡Cada palo que aguante su vela!».

Dice que cada cuál debe cumplir su misión dentro de un equipo o en el cuerpo social, afron-

tando su responsabilidad.

212. «Cuando más se hinca un palo en tierra, menos se ve».

Es la ley de la estaca, inventada por un profesor requenense, para explicar las

proporciones inversas.

213. «¡Se ha puesto el pan a dos libras!».

Quiere decir, que un asunto o problema ha tomado grave cariz.

214. «Siempre lleva mocos el que no tiene pañuelo pa sonarse».

Indica que muchas veces sucede algo bueno a quien no se lo merece, o que no ha hecho nada

' mi

práctico para obtenerlo.

215. «¡No me vengas con ese papasari».

Quiere decir: no me cuentes tonterías ni vengas con excusas.

216. «¡Ya hemos jodio el parche!».

Exclamación chabacana y chocarrera dicha cuando ocurre algo con lo que no se contaba; o,

cuando alguien deshace un trato o asunto que estaba a punto de resolverse.

217. «Esto paece una paridera de gatos».

Explica el desorden y falta de limpieza en una casa o lugar.

218. «¡Aquí, el que parpaguea pierde!».

Dice que no se debe dejar de hacer lo que el momento reclama, ni distraerse en una faena que

se está realizando. Alude a quien se distrae hablando durante una comida en reunión.

219. «Le metió una pata al gamellón».

Expresa que alguien hizo el ridiculo con alguna palabra o acto improcedente durante

una conversación.

220. «A ése hay que hacerle pagar la patente».

Se le obligaba al mozo que entablaba noviazgo en pueblo forastero, al pago de un convite a los

mozos del pueblo de la novia; con lo cual ya no era molestado por nadie.

221. «Le gusta más que a los pavos ¡a mierda».

Se dice de alguien muy goloso para un determinado manjar.

222. «Aquí paz, y allá gloria».

Expresa la conformidad con los acontecimientos, terminando amistosamente un asunto

o discusión.

223. «¡Ya apaeció el peine!».

Exclamación irónica explicando la solución de un asunto, la aparición de algo que se había

extraviado, o el descubrimiento de alguien que habia cometido alguna fechoría.

224. «¡Asi cayeran pelegrinos de punta!».

Especie de maldición del campesino que está sufriendo los estragos de una gran tormenta,

viendo con desesperación su indefensión ante la calamidad.

225. «¡Le ha faltáo un pelimetro!».

Medida entre el pelo y el milímetro, inventada por un requenense cuando no pudo resolver un

asunto por muy poco; también se solía decir cuando un proyectil u objeto arrojadizo no daba

en el blanco por escasísimo margen.

226. «¡Se le ha escapáo un pedete!».

Expresa burlonamente cierto error cometido por alguien, aunque aminorando la gravedad o

extensión del mismo.

227. «Siempre vas como ¡as pelotas de los perros».

Alude al que siempre va a remora de los demás, siempre va el último, y muchas veces

llega tarde.

228. «Ante la duda, la más peluda».

En un dilema, o entre varias opciones, hay que elegir el camino que parece mejor, o, entre dos

objetos, el mayor.

229. «Lo principal es salvar la pelleja».

Frase popular pronunciada por quienes, al estar en peligro, clamaban por conservar la vida

104

como cuestión principal.

230. «Gente para, malos pensamientos».

Se dice de alguien para estimularle en el trabajo cuando abusa de la vagancia pudiendo ocu

parse en algo.

231. «¡Ojalá te siente como a la perdiz el plomo!».

Especie de maldición, en son de broma, que se dice al jugador que siempre gana con

mucha suerte.

232. «¡No estás hecho mal periñán!».

Regañina un tanto benévola a un tunante travieso o picaro.

233. «Al pobre, tó le hace».

Dicho con hipocresía y socarronamente por quien tiene demasiada codicia y va recogiendo

siempre cosas de poco valor.

234. «Esto paece una perrilla de tó revuelto»,

Se dice ante el desorden de cosas que hay en un lugar.

235. «Le paeces a la perrila del lio Taras; que aún gruñía cuando se la estaban metiendo».

Frase popular requenense que se refiere al que se refiere al que es un gruñón, y siempre va

regañando y refunfuñando aunque le salgan bien sus cosas y asuntos.

236. «A perro que huye, buen peñazo».

Alude a la falsa valentía de algunos cuando ya no hay ningún peligro a la vista.

237. «Vas como perro que ha perdió al amo».

Significa ir despistado, de un lado a otro, sin rumbo fijo.

238. «¡Ya está otra vez el padre como anoche!».

Exclamación de alguien que ve repetirse un hecho inconveniente por demasiado pesado o que

ha originado molestias.

239. «No le pegues al muchacho, que ha apaecio la petaca».

Frase popular poco significativa; a veces se emplea para desenojar a algún amigo quitando

importancia al enojo.

240. «¡Buena hora es pa echar pobres a la calle!».

Se dice cuando al aproximarse la hora habitual de comer o, por extensión, de cualquier otra

precisión, surge una contrariedad intempestiva que obliga a demorar la acción habitual.

241. «Estamos como piejo en costura».

Significa estar muy apretados en un lugar, casi sin poder hacer movimiento alguno.

242. «Me voy a estirar el pielgo».

Se dice generalmente cuando uno va a acostarse, a dormir.

243. «Vamos a buscar el pienso».

Quiere decirse, ir a casa a comer o cenar.

244. «Cada perro que se lama su pijo».

Expresa que cada cuál debe atender su obligación, o apechugue con su responsabilidad en

cualquier asunto.

245. «Eso le pega menos que a un Santo Cristo un par de pistolas».

Dicho con alguna irreverencia para significar que algo no encaja, o no corresponde a

un cierto lugar.

246. «Siempre estás detrás de la pitera».

Se habla de quien siempre está a la espera y caza de algo, sin dar la cara, un poco a

traición y arteramente.

247. «Ese recula en cuanto ve el pleito mal paráo».

Alude a quien huye del peligro en cuanto observa la mínima sospecha de dificultad o

riesgo.

248. «El que no quiera polvo, que no vaya a la era».

Expresión que aconseja no meterse en lios, para lo cuál es preferible evitar acercarse a

ellos.

249. «¡A pagar,siempre, pocarropa!».

Manifiesta que casi siempre suele pagar las consecuencias de algún suceso el más

desvalido y desamparado.

250. «¡Eso le faltaba a la podenquilla!».

Asombro ante la aparición de algo que viene a agravar el asunto que se está tratando.

251. «Ya puedes coger el portante».

Dicho en tono despectivo, mandando a alguien que se marche de un lugar en el que

está estorbando.

252. «¡Cómo está el potaje!».

Expresa que un asunto va de mal en peor, no está muy claro. También se suele decir: ¡cómo

está el patio!.

253. «¡Preguntárselo a Poveda, que es padre de almas!».

Contestación evasiva a algún preguntón sobre algo que se rumorea, pero que se desconoce si

es o no cierto.

254. «Cuando mate, que no me envié el presente».

Explica que se prefiere ignorar a alguien aunque se muestre obsequioso, porque se sospecha

doblez, hipocresía o malicia. Alude a la costumbre de obsequiar al vecino con una pequeña

parte del cerdo cuando se hacía la matanza.

255. «Es más largo que un dia sin pan».

Dícese de un asunto que se alarga en demasía, y es difícil de soportar si, como es natural en

este caso, es grave asunto.

256. «Come más que una pupa mala».

Se dice de alguien muy comilón; y por alusión a tumores y úlceras malignos, que se extienden

como si comiesen a su alrededor.

257. «Encima de pupa, brujón».

Expresión, cuando a un mal se añade otro; cuando un problema se ve aumentado o agudizado

por otro que se le suma.

258. «Encima de puta, poner la cama».

Viene a explicar que, tras un favor otorgado, se le suele abrumar a alguien con otras

nuevas peticiones.

259. «Puta en ventana, mala mañana».

Frase que alude a la holgazanería de los desocupados.

260. «¡Me lleváis como a puta por rastrojo!».

Es una lamentación del que se ve atosigado por varios trabajos a la vez, y va de un lado a otro

para poder resolverlos.

106

261. «Parientes y trastos viejos, pocos y lejos»,

Especie de refrán que dice claramente su significado, considerando un poco despectivamente

a las personas ya viejas, tal y como suelen servir a mucha gente: de estorbo.

262. «¡Ya os habéis pasáo de la raya!».

Supone haber pasado de lo legal a lo ilícito en un asunto.

263. «¡Tienes razón..., pero no es eso!».

Frase de la filosofía popular y cachazuda, que expresa no estar totalmente convencido de

algo, aunque se le vea al asunto un buen principio argumental.

264. «Llevas el reloj con la esquina del matadero».

Expresa que alguien anda siempre con retraso o fuera de hora.

265. «¡No se ha de ir por el repulgo!».

Quiere decir que no se escapará; que la cosa ha quedado fuerte.

266. «fía persona ya no rila».

Dicese de la persona que ya no coordina las ideas, que está algo trastornada o por vejez o por

dolencias psíquicas.

267. «¡Hacerse a la zaga y ponerse en rilera!».

Frase aldeana de persona poco culta, que se explica como un mandato para colocarse detrás y

en fila.

268. «¡Siempre has de ser la risión!».

Se apostrofa a alguien que siempre es el hazmerreír de todos.

269. «Siempre estás con los mismos romances».

También: no seas romancero. Que siempre dice lo mismo con pesadez y machaconería.

270. «No me voy a quedar en los primeros romeros».

Expresa el deseo de llegar a las últimas consecuencias de un asunto. También, el no querer

quedar alguien en lugar incómodo y de poco lucimiento.

271. «¡Cuidáo, que hay ropa tendía!».

w Alude al cuidado que hay que tener en una conversación un poco escabrosa, para no escandalizar a los niños presentes.

^ 272. «¡Pos odo; aquí hay que ir con más cuidáo que cogiendo rosa!».

^ Significa que debe hablarse con cuidado y midiendo las palabras, cuando hay gente suspicaz a

•w la que parece molestarle todo. Es una alusión al cuidado que había que tener al coger por las

'w mañanas la rosa del azafrán para que no se deshojara.

^ 273. «Igual vale pa un roto que pa un descosió».

^ Se dice de la persona que es apta para todo, y a todo le da buena solución y apaño.

274. «¡Qué bien habla el sano con el enfermo!»

Explica que es muy difícil consolar los sufrimientos ajenos.

w 275. «Eso es como la mano un santo».

^ Alabanza de algún medicamento, generalmente en tiempos antiguos algún mejunje, hierba o

^ bebedizo, para curar alguna enfermedad.

^ 276. «¿A santo de qué viene todo esto?».

«-' Se dice con extrañeza del porqué de un suceso inesperado.

277. «No ha hecho más que llegar y besar el santo».

Comentario sobre la persona con suerte, y que ha conseguido éxito casi sin esfuerzo y en el

primer intento.

278. «¡O salta el santo o la tabla!».

Dicho por alguien que está dispuesto a todo para solucionar un problema que presenta

complicaciones.

279. «Ese no necesita sardinas para baber vino».

Se habla asi de quien no necesita ánimos para realizar algo, aludiendo al buen bebedor al que

le gusta el vino en cualquier momento.

280. «¡Se acabó el carbón en la provincia de Cuenca!»,

Dicho para expresar que se han acabado las existencias y recursos en un determinado

momento. (JTídLj \ " ^ t

281. «Eso será lo que tasen los sastres!».

Se refiere a que hay que discutir muy bien un asunto antes de tomar decisiones sobre

ello.

282. «Eres más secativo que la Derrubia de Abajo».

Se usa para tildar a algún espectador en una partida de juego, de gafe o que da mala suerte al

jugador que está viendo. Por alusión a los parajes de la Derrubiada, en donde no hay siquiera

una fuente.

283. «¡Ya hemos cagáo la sermona!».

Expresión cuando se tiene la certeza de haber cometido imprudencia o haber hecho algo inco

rrecto, aun sin mala intención.

284. «¡Menos sermones, y más tajas como catecismos!».

Frase histórica requenense, que explica debe haber menos palabras y más hechos concretos

en favor del pueblo.

285. «¡Buena sobaquera nos van a poner!».

Habla con temor de que, en un suceso que se advierte próximo, ocurra algo desagradable para

los circunstantes.

286. «Siempre se rompe la soga por lo más flojo».

Para explicar que siempre afecta la desgracia al pobre, el más débil, quien suele sufrir las con

secuencias de lo peor antes que los demás.

287. «Ese siempre está al sol que más calienta».

Alude a la persona que «cambia de chaqueta» con frecuencia, según las situaciones y

circunstancias.

288. «¡Ojalá te sirva de solimán!».

Vehemente deseo de que algo le siente mal a una determinada persona, por haberlo adquirido

de mala forma.

289. «Tú, lo que quieres es sopas y sorber, y después mojar en el caldo».

Dicho a quien lo quiere todo para él, sin pensar en los demás.

290. «¡No te puedo sorrostrar!».

Apóstrofo, o expresión de odio, a quien no se quiere, y a quien no se puede aguantar por

alguna causa concreta.

291. «Hemos caído como pera en tabaque».

Significa el haber caído o haberse situado muy cómodamente en un lugar.

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292. «¡Aguí se nos hacen las tantas!».

Dicese cuando, por cualquier causa, se hace demasiado tarde en una reunión o en un

espectáculo.

293. «Siempre llegas tarde, mal y nunca».

Expresa la falta de seriedad y puntualidad de una persona, para asistir a cualquier

reunión comunitaria.

294. «Donde hay tejas, hay pellejas».

Significa que en toda sociedad, siempre hay alguien que desentona o no cumple con su

deber.

295. «Está más seco que un terillo».

Para expresar la delgadez de una persona; extremadamente enjuto y enteco. También se

aplica a las cosas muy secas y curadas.

296. «¡La mejor tinaja, sin renchirí».

Se dice cuando, por olvido o error, se omite a alguien de alguna invitación. O, cuando hay un

reparto, se olvida a quien lo merece tanto o más que los demás beneficiarios.

297. «¡No creáis que el tocinillo es de oveja!».

Expresión dicha cuando se quiere encomiar algo con largueza, o se pondera un hecho con

énfasis para bien o para mal.

298. «No son lo mismo los tomates que los dátiles».

Dice, jugando con las palabras, que no es igual tomar que dar algo; generalmente dirigido a la

persona egoísta, siempre dispuesta a recibir, pero nunca presta colaboración.

299. «Es más tonto que Abundio; que se fue a vendimiar y se llevó uvas de postre».

También con otra variante: «que vendió el coche para comprar gasolina»; expresa el colmo de

la simpleza en una persona.

300. «Aquí, el más tonto hace relojes».

Advertencia que se hace a los forasteros, haciéndoles saber lo difícil que es engañar a los

naturales del lugar, también significa la aptitud e ingenio generalizados en un pueblo.

301. «Es mejor ser tonto que Alcalde».

Y sigue: alcalde se es por poco tiempo, y tonto se es toda la vida. Claramente alude a la tem

poralidad de los cargos públicos y a las dificultades que hay en el gobierno de los

pueblos.

302. «A todos los tontos les da por lo mismo».

Se suele decir cuando una persona falta de luces mentales, comete alguna falta o delito, lógi-

camente irresponsablemente, pero casi siempre con tendencias maliciosas naturales.

303. «Fuma más que una topera».

Se explica por si mismo; y alude a la madriguera de topos, en la que el agricultor echa mucho

humo para obligarles a salir y para exterminarlos.

304. «Siempre hay un trapo pa un agujero».

Suele decirse para significar que siempre hay algún remedio para resolver un asunto, aunque

este remedio sea pobre aunque válido para el caso.

305. «Nos están dando trapos por garrofas».

Dicese con cierto asombro, cuando se advierte que se está recibiendo una cosa por otra, susti-

tuyendo un producto peor al que se compró; como si se dijera «dar gato por liebre».

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306. «Ese no tiene trece ni catorce».

Se habla asi de la persona que no tiene sensatez, ni gracia para nada; de quien no tiene criterio

fijo.

307. «Esto no es trigo que se escabeza».

Para expresar que el asunto de que se trata no es urgente, y no requiere solución drástica; que

no hay prisa para resolverlo.

308. «¡Buena tripa saca un perro con un peñazo!».

Con cierta ironía se expresa la disconformidad de alguien al recibir algo que no suple ni solu

ciona nada, o, a veces, es contraproducente para el caso que se trata.

309. «¡Vamos a echar las tripas en casa de Masiá!».

Frase atribuida a las mujeres de cierta aldea, dicha cuando venían a Requena a comprar las

tripas y especies para el embutido casero.

310. «Todo lo tié completo mi María Antonia: alcahueta, gorrino, puta y golosa».

Aludiendo, como colmo de la desdicha, de la dejadez y de la ineptitud, a cualquier

persona.

311. «Cada uno a sus uñas».

Advertencia de que cada cuál debe hacer su trabajo, individualmente y sin esperar ayuda de

los demás.

312. «Las uñas le parecen huéspedes».

Se dice del envidioso, del tacaño, que cree ver contraríos en todas partes y no quiere que nadie

tome o toque lo que cree suyo.

313. «¡Eres un vaina!».

Se suele decir al hombre que es demasiado aprovechado y, con frecuencia, un poco

sinvergüenza.

314. «Estamos a dos velas».

Significa estar sin dinero, sin una peseta y sin crédito. En otros lugares se dice:

estamos sin blanca.

315. «¡Qué te se van los vencejos!».

Cierta adventencia a quien habla demasiado, diciendo lo que no debe; consejo para que

refrene la lengua y la acción violenta.

316. «¡Le paece que ves y busca!».

Expresión dicha cuando se quiere motejar a alguien de demasiado orgulloso, altivo y

fanfarrón.

317. «Ese es sacristán de amén».

Se dice de quien siempre asiste a todo, se conforma con cualquier situación, y carece de crite

rio y opinión propios.

318. «Esto viene como anillo al dedo».

Se dice al haber hallado la solución acertada para un asunto.

319. «¡Me se está haciendo la masa un vinagre!».

Dicho cuando se tiene mucha prisa por hacer algo que conviene, y antes de que se adelanten

los demás.

320. «Todo lo hacéis a la viróle».

Especie de regañina a quienes hacen su trabajo con poca seriedad, muy deprisa y

descuidadamente.

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321. «¡Si te he visto, no me acuerdo!».

Expresa el desprecio a una persona, a la que es preferible no ver más.

322. «Ese es como los pájaros de ¡a Vega, que ya están hechos a las voces».

Se suele decir de la persona que ya no hace caso de nada ni de nadie; de quien es recalcitrante

y tozudo sin atender consejos.

323. «Es más alta que la voluntad del Señor».

Dicho hiperbólico, para significar que una mujer es enorme, grandullona y desgarbada.

324. «¡A ver si te yernas!».

Mejor dicho: ¡a ver si te hernias!. Se le dice a quien cree o parece esforzarse mucho en un tra

bajo sencillo y sin dificultad.

325. «¡Ves con Dios!».

Saludo corriente entre vecinos y amigos, deseando salud y buen día.

326. «Aviso a ¡os fumadores: se vende yesca».

Frase-rótulo en los estancos antiguos para proveer de yesca a los chisqueros de pedernal y

eslabón. Se refiere también a la advertencia de alguna paliza, pues repartir «Yesca» era sinó

nimo de ello.

327. «¡Siempre estáis a la zampa ¡a greña!».

Reconvención al matrimonio o a los compañeros, cuando discuten airadamente sin ponerse

nunca de acuerdo.

328. «¡No ha quedáo ni zarrapito!».

Exclamación para significar que no ha sobrado nada en un banquete o en un conjunto de cosas

que se han ido llevando o repartiendo.

329. «Vas a sacar de todo esto lo que sacó el zorro de la rambla: las pelotas llenas de

cieno».

Significa que de un asunto no muy claro únicamente se puede obtener perjuicios y disgustos,

aconsejando, por ello, no meterse en líos o negocios que no se entiendan.

330. «¡Buen zuro le han metió!».

Se dice refiriéndose a alguien que se supone ha sido engañado en cierto trato o

negocio.

331. «¡Al primer tapón, zurrapas!».

Dícese cuando, ya a primeras de cambio, vienen las cosas mal dadas; cuando los comienzos

de un negocio son malos.

332. «Reunión de zorras, perdición de gallinas».

Suele manifestarse un poco irónicamente al hallar o sorprender a varias personas reunidas,

ignorando sus propósitos.

333. «¡Eres un zurribulle!».

Dicho a quien no hace más que andar de un sitio a otro, sin oficio ni beneficio.

334. «Tienes las manos muy largas».

Reconvención a quien siempre está dispuesto a reñir o a azotar a chicos y a grandes.

335. «Ese es muy largo de uñas».

Para tildar a alguien de ladronzuelo y ratero, que tiene la manía de sisar o hurtar muy

frecuentemente.

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336. «Me quitas el pan, y te cagas en el morral».

Asi se suele decir a quien, tras hacerle un favor, quiere conseguir algo más; a quien, no con

tento con hacer un pequeño perjuicio, pretende hacer o hace otro mayor.

337. «¡Vaya tres pies pá un banco!».

Dicho en tono peyorativo ante la presencia de tres individuos que negocian un asunto,

sabiendo de antemano de su mala fama o de su falta de juicio y rectitud.

338. «Tú solo, te estás entornando».

Advertencia a alguien que va por malos pasos, y a modo de hacerle cambiar de táctica o con

ducta, porque corre peligro de ir a la cárcel.

339. «¡Bocáo comió, cuidáo quitáo!».

Dicho cuando se van eliminando obstáculos desde un principio; cuando se resuelve algo con

rapidez y efectividad, sin darle largas al asunto, y despejando el camino a seguir.

340. «Aquí, el que más puso, más perdió».

Se suele decir irónicamente, —y a veces generosamente— cuando tras ciertos gastos hechos y

abandonados de forma voluntaría y sin prorrateo entre varías personas reunidas, se pretende

«quedar en paz» sin hacer más cuentas.

341. «Eres un animal de pienso».

Se dice a la persona que piensa mucho las cosas sin importancia, y a veces haciéndose un

poco el picaro. Se juega con la palabra pienso de pensar o pienso para animales.

342. «Corredor será, pero traza no tiene».

Dicese de alguien que no aparenta por su aspecto extemo o por sus modos, la eficacia y maes

tría en ciertos oficios o la importancia de su trabajo habitual.

343. «¡Ypaecia que no tenia traza la cosa!».

Frase de asombro al comprobar que algo tenia mucha más importancia de lo que parecía en

un principio.

344. «¡El que más chifle, capáor»,

Significa que cada uno, de los que hay reunidos, debe obrar por su cuenta, individualmente,

para ver quien logra más éxito.

345. «¡Aqui, el que no la mata, ¡a espelucha!».

Se expresa para hacer ver que, en cierto negocio, juego o asunto que se está tratando, hay que

andar con cuidado, ya que todos los participantes son sagaces y vivarachos, con capacidad de

obtener más o menos fruto, pero siempre algo.

346. «Ni más ni menos, ni menos ni más».

Frase que remata la certeza y exactitud de una cosa, un asunto o negocio que se está deba

tiendo poniéndole fin y cierre definitivo.

347. «¡Échatelo de merienda!».

Dicho irónico o peyorativo para significar que alguien no debe ser admitido en una reunión,

expresando que esa persona no es de confianza, no es sería ni recta.

348. «5/ te escuidas un poco te da el trueno en la mano».

Exclamación al ver que algo que se preveía tenia que suceder, ocurre antes de lo que se pen

saba, de forma súbita y repentina.

349. «Lo mismo pué ser macho que hembra».

Explica la incógnita ante la proximidad de un acontecimiento que igual puede ser para bien

que para mal.

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350. «Yo soy sólo abogáo de putas pobres».

Lamentación o queja del que sólo recibe encargos de poca monta, o de difícil solución, con

pocos beneficios.

351. «Todo lo hace a la buena fin ».

Irónicamente dicho de quien obra un poco inconscientemente, apelando a la bondad de inten

ciones, sin reflexión alguna.

352. «De ios pájaros que vuelan, el mejor es el gorrino».

Dicho incongruente, muy repetido por los comilones aficionados a los productos del cerdo

para exaltar sus excelencias.

353. «Ese sabe más que los ratones coloraos».

Se dice de alguien que obra con vivacidad y astucia, y sale bien parado de cualquier

situación.

354. «¡Está de buen año!».

Frase que muestra la lozanía y gordura de alguien, con aparente buena salud.

355. «¡Ojo, que la están painando!».

Frase que llama la atención sobre algo en que hay que tener cuidado para evitar

complicaciones.

356. «Nos van a repletar las clujas».

Se dice cuando se espera algún embate, especialmente de tipo económico, que nos van a

poner en situación difícil.

357. «Al lio Porsiacaso nunca le pasó nada».

Frase de advertencia sobre la prudencia que hay que tener, y la reflexión antes de acometer

una empresa o trabajo.

358. «¡Pa vosotros el duro!».

Exclamación del que concede la razón, o cualquier cosa material, a otras personas, aunque no

está convencido del todo.

359. «De lunes a martes poco se llevan ¡os sastres».

Dicho para significar la escasa diferencia entre dos cosas a elegir, o comparando personas o

cosas de parecidos valores o defectos.

360. «El que tiene boca, se equivoca».

Frase a modo de disculpa, por haber incurrido en error o falta, aunque generalmente

sin mala intención.

^ 361. «Este va delante del nulo con la pandereta».

^ Dicho de alguien que se anticipa a lo que va a suceder, con premoniciones y augurios, más por

^ miedo que por precaución.

o 362. «Caballo grande, ande o no ande».

w Dicho ante un dilema u opción para elegir lo de mayor peso, lo que aparentemente parece

v_ mejor aunque estemos equivocados.

363. «¡Tú, sopa en vino y al rincón!».

Advertencia a alguien que todavía se considera fuerte y apto, para hacerle notar su desvali

miento y decadencia.

° 364. «Hoy sernos, mañana no sernos, pasáo estatua, y al otro, fegura».

^ Reflexión filosófica aldeana que, ante un entierro, quiso significar lo fugaz de nuestra

^ vida terrena.

I M

Para terminar, insistimos en que el tema no está agotado; creemos hay en nuestro lenguaje

popular muchas otras frases y dichos —algunos totalmente autóctonos, y muchos más entre los que

se dicen comúnmente en otras latitudes además de la nuestra— que reflejan un modo de comporta

miento y formas de ser en concomitancias con nuestro carácter y personalidad, particularmente en

lo que al medio rural se refiere. Por ello, podríamos también haber incluido los siguientes:

— «El que más y el que menos tiene su alma en su almario».

— «Ave que vuela, a la cazuela».

— «Te voy a zurrir la badana».

— «Que le quiten lo bailáo».

— «Está hecho un botijo».

— «Después de muerto el burro, la ceba al rabo».

— «Van buscando a moco de candil».

— «Ya se ha alborotáo el cotarro».

— «No me vengas con embelecos».

— «No eres más que un cantamañanas».

— «Esto no es más que faleSfí,

— «Pasa más hambre que maestro de escuela».

— «Va a llover más que cuando enterraron a Zafra».

— «Lo mayor priva lo menor».

— «Aún estás en mantillas».

— «No hagas tanto la mamola».

— «No era ná lo del ojo, y lo llevaba en la mano».

— «No te creas que aquí atan los perros con longaniza».

— «¡Que te se ve el plumero.'».

— «Ya os habéis pasáo de la raya».

— «Ese es como el sastre del Campillo...».

— «La vida es un baile, y cada uno lo baila como sabe».

— «Me voy al piazo...; vengo del piazo».

— «¡Qué esmote llevamos...».

— «Esto es como predicar en disierto».

— «No te metas en camisas de once varas».

— «Ese está como si se hubiá caido del nido».

— «Hay un lleno repugnante...».

— «¡Cobarde, la casa te arde!».

— «Hablar bien no cuesta un pi...to».

— «Eso dijo Tomaron bailando en el Campo Arcis...».

— «No se le encoge el ombligo».

— «Toma, ...¡pa ti pa siempre.'».

— «Le ha salió el tiro por la culata».

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— «¡Me caso en diez!».

— «Nos van a sobrar el hato».

— «¡Pos oler.'».

— ((No sabe si meter criada o ponerse a servir».

— «Lo han puesto como un Deceomo».

— «¡No ha hubido suerte!».

— «Le ha obráo como la purga de Benito».

— «Paece que no llevas pescáo fresco».

— «Es más desgraciáo que las viñas del Viso».

— «Toma, ...¡Pa que te vayas con los soldóos!».

— «Luego dicen que si tal, que si cuál, que si fue, que si vino».

115

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La Presente obra ha sido realizadapor el Centro de Estudios Requenen-

í " f!3,C°n 1S apOftaCÍÓn «"«omica delM' '• Ayuntamiento de Requena, de la

Excma. Diputación Provincial y de la

Consellería de Cultura de la Común!-dad Valenciana.

A todos ellos damos público reco.

' noíímiento d« nuestra gratitud.

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