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    Ofrenda, ritualyterapia:Lasmesasaymaras *

    Gerardo FVRNN IEII.JUREZ

    ABSTRACT

    The aticleshows sorneaspects ofthe aymara therapeutical system, (heir conecptel health and illness. it s origins andthe prediction methods ofdiagnosis. Thc paperdcalsalso withIhe use uf cocaleaves in the prediction ofdeseases andrnainly.thc ah-mcntaix recprocityas the base of atherapeuticalsystem.

    Keywords: Ayunara.traditional medicine, medicine man, ritual feod.Palabras clave:Avmara, medicina tradicional, curandero. comidaritual.

    1 . INTRODUCCIN

    El sistema teraputico aymara incluye en la actualidad una importantevariedad de concepciones etiolgicas respecto alorigen y las causas quepro-ducen las aflicciones y patologas humanas. Laseleccin del modelo terapu-

    tico peitinente en cada caso depende de la forma en que la enfermedad re-sulta culturalmentedefiniday contextualizada: dcestamanera loscuranderosaymaras distinguen tajantemente las enfermedades propias de la

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    omitiku (mdico) designan los usos tecnolgicos ms caractersticos y temi-dosdelos especialistas en medicinaconvencional.

    Laspersonas enferman por diversas circunstancias y motivos. Unas do-

    lencias tienen quever fundamentalmente con el cuerpo del paciente, otrasimplican e l alma. Es precisamente e l alma del paciente elfactor privilegia-do por la medicina aymara en el tratamiento de enfermedades y dolenciasqueafectan no slamente alcuerpo deldoliente,sino a suentorno familiar ysocial. La medicina aymara considera prioritario, como veremos, e l trata-mientodelalmacomo acceso alos desarreglos corpreos y afectivos del pa-ciente. Estas enfermedades quetienenque vercon e l alma sonlas mas carac-tersticas de la gente, por su frecuencia casustica y variedad; resultan

    particularmente temiblespor sus consecuencias letales en casode abandonoy de no mediar un tratamiento correcto inmediato. Los campesinos aymarasy sus curanderos insisten en que losdoctores no entienden de estas enfer-medades, de aqu e l carcter esquive quemuestran para los representantesdelamedicina convencional.

    Lasenfermedades del alma, precisan de un tratamiento teraputico espe-calizadoquelos diversos curanderosaymaras efectanmediante laprepara-cin deofrendas complejasdenominadas mesas. Lasmesascanalizan un pro-ceso culinario de reciprocidad, fundamental en la terapia aymara, que

    ejemplificapor smismo la basedeun armazn cultural caracterstico.El anlisis integrado de la prediccin de la enfermedad y sutratamiento

    teraputico en los trmind)sculinarios que las mesasproponen, constituye elobjeto principal del presente artculo. Para ello me referir a los materialesetnogrficos recopilados en diferentes campaas de campo entrelos aos1988 y 1991 en diversas comunidades aymaras prximas a las riveras boli-vanas del lago Fiticaca(Cantn de AjlataGrande; provincia Omasuyos deldepartamento de La Paz), as como entrevarias familias de residentes(emigrantes aymaras afectadospor e l xodo rural) de las barriadasalteasdeAlto Ilma y Villa Doloresen la ciudad de ElAlto de La Paz.

    II. PREDICCIN Y DIAGNOSIS

    Localizarcon acierto e l origen deunaenfermedad,la causa que laprodu-ce y su naturaleza especfica, constituye un paso decisivo en la eficacia dclmodelo teraputico aymara.El especialista ritual aymara,mezcla de sacerdo-

    te y curandero, es e l yatir4 e l quesabeo. Este personaje, querecibe eltrata-miento cordial demaestro por parte desusclientes, necesita ver la enfer-medad, identificar sus caracteres peculiares antes de establecer un

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    diagnstico sobree l ma l que aqueja a supaciente o aventurar e l m~idelu tera-puticd)que habr que emplear en la cura. Paraver con exactitud la etiolo-ga del mal e l va/ir!dispone de diversos procedimientos predictivos,sin cm-

    bargo. es la hejade coca (Ervthroxy/um cocaLAM) el recursopredilecto queconcita principalmente su atencin y reconocimiento en favor de una efica-careveladoracontrastada: lacoca mejorhab/a Y

    Antes de proceder a la consulta de la coca e l maestro selecciona lashojas ce mejer calidad, jugosas, frescas y brillantes, para que indiquen conmayor claridad y certeza Las hojas secas y descoloridas no sirven paraver. Durante la fase de seleccin de lashojas decoca, cuyonmero deliniti-ve depende del criterio del especialista, e l maestro entabla una detalladaconversacion con e l paciente y sus familiares sobre todos aquellos aspectos

    ueconsideren de elevanciapara e l esclarecimiento de loocurricd). Los d c rroterd)s(le laconversacin apenas sealan cuestionesquepttdiramos cal i f i car de carcer mdico, sino preferentemente factores murales, religiosos yce mportan te sign ifi cae i r . )n social. Lavivenciacotidiana, la 5 1 acstrri es capaz tic hacer resaltar, construyen e l marce conceptual apro-

    piad ti (d) nd e la sit uaein ni dica del pac i e ile alcanza el sentido qtic le ceresponde. Dura ile laconversacion los fain u iares presentes y el maestropiaban (mascan) abundianle cd)ca con su correspondiente 1/uit~. Es r ecenien dalle timar igualn ieile algo de tabaco y con su ni ir i]e forina m ) t ieradaalcohol: depende dcl car io> tic la familia queefectua la consulta as comode sus pus ib ithid es ea> nmicas y de d sni tc - de ti cm pu pa va clemuiar e lrctornd, a ss casas. algo infrecuente en la primera consulta. Pese a te n o s eguardau eseru pul

    .~ ue, en cual cti e r e :u so . la con versaeion c iche prolrngarse cl ti cmpu que sea

    necesario hastacompletar e l cuadro atectivri tiel paciente. U itt vezcenside

    lssieo oir

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    156 Gerardo Fernndez Jurezrados losjfactores probables que inciden en la situacin padecida por el do-liente, tras la conversacin sealada entre los familiares del paciente y elmaestro, ya que el enfermo no acude a la consulta inicial sino alguien en surepresentacin, es preciso consultar a la hoja de coca sin ms prembulo.

    FIGURA 1 .-Bendicin y solicitud de permiso, previo a la lectura de coca.

    Las hojas seleccionadas se incluyen en un tejido ceremonial cuadrangularde reducidas dimensiones denominado m-i junto a la nuyrucha 4. Cadamaestro posee su propio turi cuyo cuidado y tratamiento ritual pertinentesupone un mayor perfeccionamiento en la capacidad predictiva de la lecturade coca por parte del maestro (Huanca 1990: 67). Tras incluir las hojas conla nuyruchu el maestro dobla el tari en cruz, lo presenta formulando unaplegaria en solicitud de licencia)) o permiso 5 para leer la coca y lo bendice

    Nayracha: Es su ojo de la cocas. Es la moneda que sirve de precio por la consulta. Si lanayracha es de reducido valor se cree que la hoja de coca no indica bien. Esta circunstancia esutilizada por el maestro para convencer a los clientes de la necesidad de un pago correctq.ctrsus servicios. ** -2

    ..,5 Antes de inicar cualquier consulta o lectura de la hoja de coca, el maestro tiene que pe-dir licencia o permiso de los santos, los achachilas (cerros sagrados), la pachamama (madre tie-

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    con su manotrazandotres crucessobre el tejido (Eig. 1).Desdoblael tariyantes de abrirlo por completo presiona sobre L a superficie del tejido recla-mando a lahoja de coca queindique la suertequecorrespondea sucliente.

    Unavezabierto el tan el yatiri evala la disposicin de las hojas, sus amonto-namientos, los diversos caminos o recorridos trazados sobre la superficiedel tejido, la situacin de las hojas respecto a la nayracha (cuenta igualmentela colocacin de la misma) y los crucifijos, si los hubiese . Tras esteprimeranlisis generalizado, el maestro trata de afinarcon mayorprofundidad ensu prediccin. Para ello elige algunas de las hojas del tan en representacinde conceptos, personas y acontecimientos relacionados con e l caso dc sucliente(Carter & Nlamani 1986:409-426). Escenifica sobre cl tapete del tanun cuadro compositivo contodoslosposiblesfactores causantes de la dolen-

    ca. Sobre estecojunte figurado y representativo en el queaparecen asd)cia-des tanto las personas implicadas y los posibles sospechosos como diversosseres tutelares y posibles sucesoscausantes de laenfermedad, el yatini arrojasuavemente, entre e l ndice y e l pulgarde sumano derecha,hojas de coca re-cogidas apuadosdel conjunte contenido en el tejido ceremonial.A medidaque las hojas van cayendo sobre e l cuadro de referenciaconstituido por lashojas dotadias de significacin particular, el maestro consolida su propiodiagnstico, Inquiere a las hojas de coca sobre las diversas opciones; increpae interroga a las hojas de referencia en funcin de la disposicin adoptada

    por e l resto(Eig, 2).Existe eierta netodologa predictivaempleada por el maestro en la in-

    terprelacin del conjunto de hojas, aparentemente catico y sin sentidoparalos no iniciados,quese va configurando amedida quetranscurre la consulta.La presencia de ydenias sert-s tutelares tic]altiplano. Ltiiot ic l< > s requisitosprincipales para tne un candi-dato a naesrro pueda iniciar s u camin-resparticiultires.

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    158 Gerardo Fernndez Jurezposicin de.las hojas sobre el haz verdoso o el envs blancuzco 8; la composi-cin figurativa que se produce entre el conjunto de referencia y las hojas quese han superpuesto en el desarrollo de la consulta; la respuesta de la hoja alos interrogantes expresamente formulados por el especialista... etc. Todosestos aspectos constituyen una extensa ((batera de datos que el yutiti extraede la consulta. Estos datos, refrendados por nuevas consultas que se realizanseguidamente para corroborar o desmentir las apreciaciones de la primera,constituyen la base del argumento empleado por el y&iri en.la formulacinde su diagnstico. El maestro)) encuentra un razonamiento coherente capazde explicar la situacin mdicz de su paciente.

    FIGURA 2.-Lectura de coca.

    Una vez identificada la naturaleza del mal y su origen causante el yutiripuede discernir si la enfermedad es para l, es decir si es competente en su

    * El haz verdoso de la hoja de coca (su rostro) es interpretado como signo positiuo, n&n-tras que el envs blanquecino (la espalda) es considerado negativo. Sin embargo, algun&nmaestros invierten los trminos y los ms capos + 0 expertos inquieren y consultan a ~~aml;slados de la hoia.

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    completa incrementadapor e l infortunio quepersigue atodassusiniciativas.El ambiente familiar termina por degradarse. El afectado debe devolvercJcutira~ la maldicin a su causante originario. Para ello consultar con su

    maestro> quien, una vez confirmado e l diagnstico, proceder a la devolu-cin del dao (Rsng 1990: 191-294). La maldicin> parece ms caracte-rstica delos ncleosurbanos donde las diferencias econmicas y sociales sedisparan, atribuyndose su proliferacin a laenvidia y las alteraciones con-yugales. Elcontrol econmico y socialresultamucho ms frreo en cldomi-nioruralque en lamiscelneaurbana. Latrangresinfsica o moral efectuadaen la ciudadcomo causade lamaldicin presenta, en e l dominio ruralunacontraparte mtica mediante lacual se atribuye alosseresmalignosdel alti-

    plano actitudes sucialmente reprobables puesto que agreden, roban y enga-ana las personashacindolesenfermar.Otras veces, como resenamos en la introduccin, las personasenferman

    al perder sualma.Los infantessufrencon cierta frecuenciael s quesc local izan en el al-ma delos sereshumanos.

    Los achachi la s son los tutores sagrados que viven en tos cerros y que sun ideiificaduscon el propio macizo montaoso. Duchosdel ganado y protectores de la comunidad. Cada co-

    munidad posee su propioachachila local cuyo carcter intluye en la personalidad atribuida asus protegidos (Bernand 1986: [62). Los achachilasdem a y o r prestigi< y ptdcrson los grandesnevados ti c la Cordillera Orien ta l andina: lllimani. Mururata. Wayna Pottsi. lilampu.

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    la seguridad familiar, lavida comunitaria y la salud, dependen en gran me-dida desuparticipacin activa al lado de losesfuerzos quehombres y mu-

    jeresefectan conjuntamente (Kessel &Cunden 1992; Kessel 1993: 187-

    2 19).Estos personajes excepcionales que ejercen diversos grados de tutelasobre los seres humanos exigende losjaqi aymaras su contraparte alimen-tcia correspondiente. S i ellos colaboran en el sostn de lavida altiplnica,alimentando alos hombres y mujeresaymaras con el fruto de las cosechasy ganados, los humanos deben igualmente preocuparse de su comida ofre-cindoles sus platos rituales predilectos en los momentos precisos que elcicloproductivo loaconseje. Deestaforma, a lo largo del cicloagrcola selenueva ese acuerdooriginal demutua preocupacin por la alimentacion y

    subsistenciaestablecido entre loshombres y susprotectoressagrados u 2El equilibrio de lavidaaltiplnica, laregularidad disciplinadade los ci-ces agrcolas, la salud y la vida comunitaria dependen del xito estableci-do enel compromiso mutuode invitarse a comerque seres humanos y tu-tures sagradid)s han pactado. Sin embargo el incumplimiento del pactosubscrito altera sustancialmente las condiciones iniciales de equilibrio dan-do paso a las aflicciones humanas, e l hambre y la enfermedad. Porque nociarnos asmesas, lastierras no producen, considera Daniel Caillanti, cam-pesino de Ajlata (Prov, Omasuyes). Cuando los hombres

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    cin y pasade unasituacin privilegiada como anfitrin ycontraparte a ladealimento de calidad 1 4

    Algunos personajes malficos que habitan las crcavasoscuras y cavernas

    rocosas del altiplano como es el caso de los saxras, han qhas, antawallag an-chachuo sirinus resultan tremendamentevoraces y seentretienen raspandoel alma de las personasqueencuentran en los caminos solitarios, especial-mente de noche, provocndolesuna fuerte impresin, altiempoque les arre-batan e l alma. Estos personajes retienen el ajayu del paciente, lo agarranfkatjara) y lo devoran, poco apoco provocando una convalecencia forzadaquese vaagravandocon c l paso dcltiempo.

    Los restos arqueolgicos y tumbasantiguas que se encuentran dispersospor cerros,quebradas y altozanosconstituyen los lugareshabitados por cha-ilpa.Aquellos queorinan enlas ruinas, paseanpor susinmediacionessin pe-dir permiso a la e/ml/pa o que,ambiciosos, buscan su plata (chal/pa qu//ci)enferman. Cm//pa les castiga pudriendo poco a poco su carne enforma deun espectacular sarpullido dc granos de cuyo interior van aflorando peque-oshuesecillos (los huesos de -hu//pa). Tambin corren el peligro de enfer-maraquellos quese asustan al ver los restos deformes de cha//pa, sus huesossecosyalterados: no son de gente como nosotros.

    En las cumbresde loscerros, en loscollados ascomoen diversaszonas

    del altiplano se observan los testimonios queacreditan la llegada poderosadel rayo 1 5 En aquellos lugares proxmos a ncleos depoblacin habitadosdonde seconstata la llegadadel rayo se levantancalvarios y altares que ates-tiguan el carcter sagrado del sitio. El rayo pertenece agloria; procede delalaxpacha, mundo dearriba vinculado segn e l credo evangelizador cristia-no, con el cielo. Los irreverentes que pasan por el calvario sin consideradoconvenientemente o queorinan en las desgarraduras provocadas por el gol-pe, enferman. Particularmente peligrosos 50fllosrayosque han cadolejos delas poblaciones habitadas y que permanecen olvidados yhambrientos, alacecho de personas con las que alimentarse y paliar su apetito. Es por esta

    >~ Eltemor a ser devoradopor algunode lospersonajestutelares dcl altiplano se refleja conciertaasiduidad en las conversacones sobre sucesos trgicos ocurritios a mienibros de la e d ~ munidado famitiaresen contextos diferentes. Losgrantes achachi/asinfundcun liiiedlo consi-derableas como las minas donde viveel to. eldueflodcl mineral. Los accidentes prolag ha llegado.Las visilas inesperadas deben aieiderse. enclalrluier CaSo. Coil Cortesilydecoro, como es habitual entrel < > s pu>bladoresayrnaris,

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    circunstancia que habitualmente losmaestros> acostumbran tener presen-tes a loslugares olvidados en la dedicatoria de las mesas paraevitar losresabios y celos dainos de estos espacios marcados, pero sin reconoc-

    miento pblico aparente.Para evitar que hombres y mujeres sean objeto culinario de los diversospersonajes quepueblan e l altiplano e s precisocumplircon la partecorrespon-diente del pactosubscrito y alimentarloscon suscomidas preferidas por cuan-tu segn refleja e l comentario deRufino Paxi (1988: 12), ellossabencomerigual que nosotros. Esteapetito caracterstico que comparten tanto lostuluressagradiosayrnaras,como losseresmalficos, loscha//pus y los rayos degloria,se puedesaciar y manipularconvenientemente decara a losintereses de los se-res humanos atravs de la comida predlilccta de tan disparescomensales. Los

    platt>s preferidos por estos comensales sagratitis 5d)i las mesaz cada uno dcellosprefiere unamesaespecfica que e l maestro debe conocery preparar deacuerdo a loscaprichosy preferenciasculinarias de susinvitados. Elmaestrotieneque actuar como un avezado

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    164 Gerardo Fernndez JurezLa mesa es un plato de comida ceremonial preparado con ingredientes

    de diversa naturaleza que constituyen dones alimenticios capaces de seducirel apetito de los comensales sagrados a los que se destina (Berg 1985: 123;Girault 1988: 156-314). La mesa se prepara como si de un banquete se trata-se, convocado por el maestro y con la presencia de los comensales apropia-dos que son representados iconogrficamnte, junto a las solicitudes del pa-ciente, en las hojas de coca situadas en torno a a ofrenda as como en losvarios crculos trazados con los diferentes ingredientes (Fig. 3). El trato dedi-cado a cada invitado debe ser exquisito tal y como establece la cortesa ayma-ra, incrementando los vegas y deseos por la excelente calidad del convite,ocasin propicia para abordar el problema de1 doliente ante los comensalesque tienen capacidad para solventarlo si estn lo suficentemente satisfechos.

    FIGURA 3.-El banquete convocado.

    Una vez aventurado el diagnstico por el maestro, tras la consulta de lahoja de coca, se conciertan las fechas propicias para efectuar la cura del en-fermo. El c(maestro), indica a los familiares del paciente todos quell& pro-ductos que deben procurarse en el mercado de remedios, jumpi qh&, msprximo para la elaboracin de la mesa que mejor se ajuste a las caractersti-

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    altiplnica, esperando su apoyo decidido en la resolucin del problema. Elmedio ecolgico

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    yconfigurar el concepto integradoque implica lasalud,por lo quea la rela-cin existente entre cuerpoy alma serefiere,en trminos aymaras.

    Unavez que la ofrendaha sido confeccionada sepasapor todo elcuerpo

    del doliente, incluyendo diversasoraciones con imposicin de laofrenda so-bre la cabeza del paciente y se leinsta aqueretenga la mesajunto a su pechohasta elmomento propicio enque la ofrenda sea sacrificada.El maestro re-anudalas consultas a lahoja decoca paraverificar la situacinenque los co-mensales reclaman su plato. En ese instante esprecisodirigirse hacia e l lugarseleccionadopor la propia hoja para efectuare l sacrificio 2 El maestro re-tira laolrenda del cuerpo del convaleciente entre plegarias y oraciones queofrece a losdiferentes lugares. Impone h mesa sobre la cabeza del pacientey s e la ofrecepara queexhale tresveces su aliento sobre e l preparado. Mien-

    trasel paciente permanece en la sala, el maestro, acompaado por su a v u dante, algn joven aprendizcon frecuencia de supropia familia, y por algu-no dIc It iS familiares presentes. se dirige al lugar indicado por la cocafortaleciendo su cd>raje dIc los sobresaltos de la noche mediante cii /lasvio-lentas de alcohol.

    Los seres (le la nocheacuden no tanto por lased uccin que pueda prodticirles una comida dicla queno gustan sino por suferviente deseo dc- estor-bar. El valor proiilctico de la Cd)C~ y cl alcohol protege alos humanos de lasamenazasc e la noche y fortalece su voluntad ante la proximidad delo sagrado.

    Unavezen el lugarindicado, e l maestrorealiza una ch/Ittcompleta r e corriendo el horizonte en sentido contrario a las agujas del reloj al tiempoque invita a los diferentes lugares, segn corresponda, a participar (le han-d~ue t e . l)ispone cierta cantidadde s v c k c phuru(bosta seca dic vaea) sobre e lsuelo. lt . enciende ysobie labostahumeante sita laofrenda previamente d e cucada \ presenlada a todos los achachifas y lugares considerados. Se renue-va ilas cli a / /ctsde ~ t l c oh el sd)bre lad)frendapara que pase conven cnt emente y resulteehcazst saerhcio.

    La toesa pasacorrectamente cuandioprende bien y sequema por com-pIdo. Sc comenta con alborozo, siempre que as sucede, que la mcsc pasabien y que est siendo recibida con agrado por los comensales. Hay que

    L < a < - I t anuul< culis. 1 < usmaesdros demayor sign dicae i a y poder tiel altiilan carites de

    p r < eetie r :- la t it ic ma tic la -tieso c d >rrt>bo rao el diagnstico eleeduado en la 1ecl tira tic cocg il lua ntio a l> s oc os tIc los perst>n ajes inip i cados ~al< > s principales tu teres saerads en unaseson (le < - / i Wn,aku. Fn estos casos, hablan con los ou/achilasy osprotagonistas ti c

    1 ei

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    abandonar el lugar inmediatamente y dejar que l ofrenda se consumasola; no se debe importunar a losquecomeny es unagran descortesami-rar con fijeza a quien se est sirviendo it La comitiva vuelve junto al pa

    ciente por otro caminodistinto al empleado en la ida, ya que la enferme-dad puede seguir losoferentes hasta lacasa delenfermo y daar ~totrapersona o agravarla situacin del afectado. Mientras e l enfermo reposa ylos presentes renuevan el akulli decoca el maestro consultanuevamentea L i hoja para comprobar si la mesa es recibida con agrado. Si es as, la se-sin se prolonga hasta bien entrada la madrugada entre pije/tude coca, tra-go de alcohol y cigarrillo, renovando peridicamente las cha//as en favordel paciente y sufamilia. Elmaestro acostumbra acudir a la maana si-

    guiente al lugar del sacrificio paraanalizar los restos y evaluar,enfuncindel color que presentan las cenizas sobrantes de la combustin, el resulta-do del proceso. Si las cenizas presentan un color blanquecino-grisceo,particularmente en cl centroy en losbordes delconjunto, e l ofrecimientoha resultadoexitoso. Lascenizas decolor negro constituyen un mal augu-rio y cabe pensar que el ofrecimiento no ha sido bien recibido. En estecaso elmaestroachaca elfracaso a li i escasa fedelosoferentes. S i e l pla-to hasido bien recibido, el maestroespera, en funcin delpacto de reci-procidad subscrito, que el paciente se recupere. La cura puede repetirse

    tres veces consecutivas antes de considerar el caso cerrado. S i e l pacienteno sana, los familiaresacostumbran imputarlo afaltas o errores cometidosen el procedimiento ritual por partedel maestro y por lotanto buscan aotro ms capo de superior experiencia y capacidad; no dudande laefica-cia del proceso sinodela competencia dcl especialista contratado.

    Y. MESAS Y COMENSALES

    Las mesas pertinentes en el tratamiento de las enfermedades cambianen relacin con el carcterdelos comensales y sus preferencias culinarias;es decir son diferentes enrazn de la etiologa de la dolenciay de las ape-tencias culinarias predilectas delostutores sagradosque se encuentran im-plicados ensu tratamiento.

    < En la regin kallawaya, alnorte dci Departamento de La Paz, los curanderos kaltawa-yaz consideran queaquellas personas que observan con detenimiento el fuego delas ofren-das pueden padecer un tipo panicular de dt,lencia conocida comojaramata (ma Rsing1992:21 8 ).

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    y. . Pachamama

    Pachamama es la

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    170 Geranio Fernndez Jurezcon los.procesos econmicos y productivos en que se encuentran inmersoslos aymaras. La pachamama propicia la produccin agrcola en el dominiorural, si se la tiene ritualmente en cuenta en los perodos en que hambrea)).De igual forma, los residentes paceos de origen campesino acostumbranpedir a la pachamamu, cada primero de agosto, por el xito econmico desus iniciativas urbanas. Puchamama no dej por tanto de asociarse a los lo-gros productivos de los aymaras, no slo en el campo, sino tambin en losncleos urbanos ms representativos (Alb, Greaves, Sandoval 1983:7 1).

    FIGURA 4-Mesa depachamama

    La mesa posibilita ademas ciertas expresiones plsticas de carcter ico-nogrfico (Fernndez 1994~: 85-106). En las inmediaciones del Lago Titica-ca, concretamente en el Cantn de Ajllata Grande, el ccmaestro CarmeloCondori disea con los ingredientes de la ofrenda de pachamama el motivoque implica su ofrecimiento. Cuando prepara la ofrenda para curar algn en-fermo construye, con los ingredientes del plato, un cuerpo cerrado, El wer-po humano debe responder como una piedra, hermticamente clar.fsu@doa las amenazas externas de las enfermedades que buscan penetrarlo e intro-ducir el desorden: Como una piedra grande siempre. No plano, sobresalida tie-

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    171Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aytnaras

    nc queestarsiempreporquenos defiendede e s e lado, de este lado!tieneqae

    atajarsiempre (.) Comonuestro cuerpo, todo nuestro caerpo tiene que e-star

    asyaeseso. Nuestro cuerpoestjuntopues. Todas las cositas-. Nuestrocuerpo,

    todo tienequesacar, jalonearpises!Comocuerpo nuestro es pueseso (la me-sa). A nuestros cuerposnosataca cualquierenfermedad enloces e-sc i enferme-

    dad tienequesalir, a lam e s a tienequesalirAs/esa mesatienequeira par-

    te s, elc e t- i-o , lososadndeser?paradesamparara(liberar al enfermo).(?omo un cambioe s pues yaparalosenfermos. Asse prepara.

    El cuerpo cerrado, hermtico y protegido que Carmelo Condori elaboracon los ingredientes de la mesa,como s i deuna piedra setratara. supone la sc--leccin de un modelo iconogrfico queatribuye al cuerpo las mejores propie-dades dic ~Estos spectos.particularmente los

    que se refieren a la resistencia y durezadel cuerpo participan dic lasespecula-clones de los campesinos aymaras respecto a la incidencia de la alimentacionen sualud. LI xito en la conservacin deproductos alimenticiosrielaltipland)mediante las tcnica.s de deseencion dc tubrculos, cereales y carnes para laelabd>ntcin de prd)dluctos bsicos indispensables (chu, laura, kaya , - m ak c va. c k t , (-lIuliuia, clurki, ma.., etc.)que configuranladietaalimenticia habitualen e l romnit rural,constituye parte del bagaje etltural propio de losaymarasy la mej tir ex picacio o en la quebasan su presentan una configuracin diferente a los platosde pachcnnama y responden a principios etiolgicosigualmente distintivos s bien dentro delconcepto general que resalta lo apropiado de la comidrt ritualcomo vnculo de reciprocidadpertinente en la resolucin de los conflictosestablecides entre losaymaras y sus seres tutelares.

    Los a nd io s, a a u alidO

    a c -l< zc /i/ a s) comparten u t ia oa

    surale,ac

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    72 Gerardo Fernndez Jurez

    FIGURA K-Gloria mesa.

    Los agarrados por los calvarios de los cerros donde se sabe que hacaido el rayo o los que pierden el control de s mismos durante las tormentastienen que ser tratados con este tipo de preparado, as como los casos queafectan al propio orden familiar. Gloria prefiere platos un tanto ms refina-dos que los de pachamama Renuncia a las especies fuertes como la wiraquwa en favorde la fragancia del incienso. No gusta de la hoja de coca ni delalcohol. Sus preferencias se concretan en el azcar de los ingredientes de lamusa misa, todos ellos de color blanco y con los misterios rectangularesalusivos a su campo de actuacin (misas, calvarios, santos ecuestres, clices ycruces, as como lunas, soles, estrellas, ngeles y santiagos), vino dulce, lanade color blanco, algodn y flores de clavel (Fig. 5). Los platos de gloria reci-ben tambin la denominacin de mesa de salud o janqu misa (mesa blanca),por la presencia mayoritaria de ingredientes de este color. El maestro Car-melo Condori emplea la mesa de salud como elemento protectord_e Ia fa-milia. El entorno familiar precisa de un tratamiento similar al efe+u& conel cuerpo humano del doliente o el que corresponde respecto a la comunidadamenazada por el granizo. Es preciso proteger el entorno familiar cerrndolo

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    a las amenazas externas para que nadaperturbe suequilibrio interno de for-masemejantea cmo losmaestrosacostumbrabantejeruna red ceremonialen torno a loslinderos comunitrtrios tratandode evitarque la nube de grani-

    zopenetrase ensu interior (Fernndez 1992:88). Elespaciofamiliar se pro-tegeordenandolo con losingredientes de la mesa de saludpara quenada ex-terno pueda perturbar su tranquilidad. Este preparado es considerado porCarmelo Condori pertinenteen e l caso de las parturientas, ante la inminen-ca del alumbramiento. Poruna parte la mesaprotege e l mbitofamiliar; locierraantecualquier tipode amenaza. Porotro lado, preparae l parto paradlue la disposicion interna del fetosea correcta ascomo para facilitar el re-acomodo de losrganos internos de la madreuna vezproducido el alumbra-miento. De estaforma, los espacios cerrados,cuerpo, familia y comunidad

    favorecen lavida y garantizan la salud.Las aperturas sondainas y vulne-ran el hermetismo y seguridad de losespacios cerrados provocando afliccio-nes, enfermedades, altercadosy catstrofesecolgicas.

    Unavez efectuada la mesa y ofrecido convenientemente e l banquete la cu-ractndefinitiva del paciente pasa por las atenciones y cuidadosque su Iami-ha le depare. Aslo refleja e l jugosocomentario de Carmelo Condori: Ahoratotalmenteno va aatacarnadies. Nadie tienequeatacaresta noche. Desde maa-na en adelante va a estar mejorando da porda. U ste d c~ s da jhmilia) tienen quecuidar Depended e ustedes, r ieneizquecuidarestepersonal (ornouncurandero

    he carado, he defndido. [>ependede ustedes cuidar no msa e ste senorvan acuidar siempre? Entoncespuroftdcohol) tevas a pedirsiempre y t ienes que c an z inarnomas ( ~ o n mano izquierda chalIandopa que no teexija austedHablando

    hay que irsiempre. Cuando llegues acasa descansa~ te chalas bien. Nadiev tienequeatar-arme a mi, nadies, nia mis hijasni a mis lujos, nia miesposa; Jadies se-

    or!Porquea vos tepuedeatacas-persiguepuesesocara/ob.

    Laenfermedad consideradacomo un ataquea l paciente exige la defen-sa vigorosa delmaestro, suintervencin decididaas como unapermanenteproteccin mediante challasde itlcohol y pjchade coca quecomo sabemos

    no slocanalizan el contactocon los serestutelaressinoque infunden e l va-lor necesario paratratarlos convenientemente y atraer su atencin sobre losintereses del paciente

    Lino de los rccursd,s ceremoniales mejor documentados cnogrticamente en los Andesen relacin con la concepcin de la enfermedad y su terapia pertinenteen los trminos dc en-frentamiento violento, lo atestiguan L as nesas-altares. o mesasde poder, empleadas por los eu-moderes dic las lagunas Huaringas en la regin peruana de Huancabaniba (Sharon 1980; Polia

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    174 Gerardo Fernndez JurezV.3. Suxra

    Los c(malignos, ianqhas, saxras, anchanchus y sirinus comen otras cosas;no comen rico como demuestra su rechazo completo del azcar. Su comidasemeja desperdicios y basura. La mesa predilecta de estos exigentes comen-sales es la chiyuru misa (mesa negra) cuyos ingredientes consisten en una va-riedad de productos herbceos secos y duros (sin vida); semillas y frutossecos procedentes de diferentes nichos ecolgicos, espinosde la puna, pasde puerco espn (chupi qumuqi), plumas de and (suri). Sus preferenciascromticas se decantan por el color negro que se presenta en el papel que sir-ve de base a la ofrenda, ascomo en diferentes especias y objetos ceremonia-

    . L _ - -

    FIGURA .-Chiyara mesa.

    les como el incienso negro, identificado segn Kessel(l992: 33) con la mi-rra o la presencia de velas ispirmu) del mismo color, siempre que elc

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    ()frenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 1 75

    nos. Cuando los saxrascomen descuidan la vigilancia del ajayu que escapa yretorna a su dueo merced a las solicitudes y llamadasdel maestro. Deestaforma combinando el ofrecimiento de la chivarctnisacon la llamada dcl a/a-

    va se completa e l ti-atamiento tentputico deeste tipo dcdolencias. Resultaimportantsimo queel maestrodiagnostique con acierto y celeridad la cau-sa riel mal. El java prisionero estsiendo devorado por los saxraspeligrandI O la xirla del entermo. Cuando la enfermedad sedebe aly objetos de antao. El ma l dc al paciente, Hace. por eso purre su carne y le prcidticc tina deseana gene-ralizada r tic se ma nifiesta en una ostensible prd ira dc apetito. h r s i fu erapoco. la chal/pa estdesnuda y siente un fro laceradoqueslo puede paliar

    Amo a/lo. 1ersd 5> - i j e o s . >ctorris< quehabito C ii las ocotes ycii rso5 d I C i~iiO dcspl>tziind (Bene 985: 26>, Se identifico con los esirellas fugaces vsaopon

    ca s u la esperoda re> pr cl rasponesqueoeasinodO lo persono < > Il )i C ui L iiC l i>

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    176 Gerardo Fernndez Jurezcomiendo. .Los problemas ocasionados por la chullpa se pueden solucionaraplicando a la zona daada emplastos de tierra virgen, jams pisada por losseres humanos. En este sentido la concepcin aymara del dao ocasionadopor la chzdpa parece vincularse con la tierra antigua mientras que la ((tierravirgen)) presenta propiedades teraputicas apreciables en relacin con los ha-bituales procedimientos de equilibrio de contrarios.

    a) Aymara.

    b) Kalla waya.FIGURA 7.- Chullpa mesa.

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    0/tenda, ritualyterapia:Las mesas aymaras 177

    VI. CONCLUSIONES

    La concepcin aymara de la enfermedad, sus preceptos etiolgicd)s y las

    propuestas teraputicas subsiguientes encuentran en el tratamiento culinariounafrmula de canalizacin adecuada capazde reforzar y renovar los pactossubsiguientes establecidosentre losjaqiaymaras y susseres tutelares.S i c l pactoalimenticio sesuspende, los seres tutelares hambrean y como resultado de susituacin hacen enfermar y padecer a los sereshumanos. La mesa constituyee lobjeto predilecto deseduccinculinaria de lostutores sagradosy dems perso-najes que pueblan e l espacio vivo altiplnico. El

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    .178 Gerardotrnndezlucirez

    Laconsideracin de la ter-apiaaymara en trminos de un banquete cere-monialcuyofundamento consisteen la renovacin deloslazosy el intercam-bio de productos culinarianiente intercambiables (el paciente,por la mesa)entre los personajes directamente implicados en e l problema, constituye pal-te del entramado curativoaymara cuyainfluenciase desplaza hacia los cam-possocialy religioso conlosquese encuentra stdidmentcengarzado. La ca-pacidad de la terapia aymara de acceder a los cuerpos a travs de lasofrend~ts yde recuperar los principios vitales (alma, ajayu, anima... etc) per-didos ocapturados porlos tutoressagrados y personajes malignos del altipla-no, engatusados por las excelencias de unabuena comida,muestran las pau-tas adecuadas empleadas por los hombres en la resolucin de susproblemas

    cotidianos.Lasceremonias de perdt~n y L os habituales convites decoca y tra-go sonnecesarios tan slo para empezar a hablarconvenicltemenle en labsqueda de acuerdos quebeneficien a toda la colectividad. Los hombres ymujeres aymaras, as como sus seres tutelares saben que lavida depende dclos compromtsos mutuos adquiridlos y d ic su respectiva responsabilidadl Mi-menticia. l.asalud estincluida en este tipo de requerimiento y sus deficien-cias pueden plantearse en torno a unabuena mesa. La terapia se ajusta. deesta forma, a las obligaciones recprocas que se establecen en un banquetesuculento.

    Mientras e l mdico convencional contine menospreciando ld)5 princi-pios y conceptosculturalesque estnpresentes en la definicinaymara de laenfermedad, esprobablequearrecien ladesconfianza y eltemor quesu figu-va provoca. Sus herramientas teenologie-asde aplicacin fsica y ortzniea.su desaforada preocupacin por e l cuerpo y , fundamentalmente, una mani-fiesta incapacidadpara resolver los habituales conflictos del alma, ponen enpermanente entredicho,su propiaeficaciacurativa.

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