OEI Nieto Cap1
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Capítulo 1. La OEI y la formación del sistema de relaciones internacionales.
1.1. Los estudios sobre la organización económica internacional
1.1.1. La organización económica internacional y la OEI
A menudo discutimos sobre temas cuyo significado no es el mismo para todos. Tenemos en
mente un concepto que no se corresponde con el de nuestros interlocutores, lo que dificulta
el debate sosegado, la crítica rigurosa y, en su caso, el consenso y la obtención de
conclusiones compartidas. Todo ello entorpece la convivencia y hace más difícil nuestra
comprensión de la realidad, particularmente ante asuntos complejos, de gran amplitud y
susceptibles de enfoques ideológicos distintos, como sucede en el ámbito de las relaciones
internacionales.
Con el fin de aclarar lo mejor posible el ámbito de estudio cubierto por este libro conviene
realizar algunas precisiones terminológicas previas. Los diez capítulos que lo componen se
van a centrar en el estudio de la organización económica internacional, recurriendo
fundamentalmente al enfoque analítico propio de una disciplina académica denominada
Organización Económica Internacional (OEI). Para esta última reservaremos el uso del
acrónimo y de las letras mayúsculas, por tratarse de un nombre propio que denomina una
asignatura incluida en la licenciatura de Economía o Ciencias Económicas.
Por el contrario, utilizaremos el mismo término con minúsculas (organización económica
internacional) cuando hagamos alusión al objeto de estudio específico de la disciplina
denominada OEI. Dicho objeto de estudio coincide en buena medida con lo que
tradicionalmente se conoce como relaciones económicas internacionales. El enfoque
académico específico de la OEI pone el énfasis en aquellas relaciones económicas
internacionales que se desarrollan sobre una base institucionalizada, es decir, en aquellas
relaciones internacionales que se encuentran reguladas por los principales organismos
internacionales de carácter económico y de alcance cada vez más global o mundial, como
el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del
Comercio.
Para algunos estudiosos del tema puede resulta exagerado referirse a la existencia de una
organización económica internacional, porque ese término transmite la idea de un orden
2
mundial basado en unas normas estables y generales y en unas instituciones u organismos
mundiales que regulan las relaciones internacionales. Pero lo cierto es que esas normas o
reglas existen, aunque su carácter no sea universal ni definitivo y aunque a menudo
podamos discrepar sobre determinados aspectos de su contenido. Además, el alcance y el
contenido de los sistemas de normas y reglamentaciones que rigen la organización
económica internacional han ido ampliándose con el paso del tiempo, en un intento de
adaptarse a los cambios del proceso de internacionalización y globalización de las
relaciones económicas en el mundo.
Nuestro trabajo científico debe empezar por conocer el origen y el funcionamiento del
modelo de relaciones económicas internacionales actualmente vigente, para posteriormente
ofrecer, cuando sea posible, una crítica y, en su caso, unas alternativas sólidamente
fundadas. Dicho de otro modo, nuestra opinión sobre las características y las consecuencias
del orden, o del desorden, existente en las relaciones económicas internacionales no debe
impedirnos estudiar con rigor la formación y desarrollo de los organismos internacionales
que regulan la economía mundial. Esa es la tarea fundamental de la OEI: analizar el papel
de los organismos económicos internacionales en la economía mundial; conocer su
funcionamiento, sus objetivos y las posibilidades de acción que ofrecen; y valorar en qué
medida los organismos multilaterales puedan ayudar a resolver los principales problemas
de la economía mundial.
Por ello, las páginas que siguen se centrarán en el estudio de aquellas relaciones
económicas internacionales cuyo desarrollo se debe a la existencia de instituciones y
organismos mundiales, esencialmente económicos, ya sean de carácter comercial,
financiero, de cooperación o de integración económica. Las referencias a los principales
organismos económicos en los que se apoya el sistema de relaciones internacionales se
realizarán desde una perspectiva histórica, si bien la atención se centrará en comprender su
situación actual y el papel que desempeñan en la economía mundial.
Es bien conocido que las relaciones económicas internacionales están sometidas a un
creciente proceso de internacionalización, o globalización, que es como se denomina
actualmente a la profundización y extensión del proceso histórico de internacionalización
económica. Aunque la globalización abarca múltiples aspectos de las relaciones
internacionales, es habitual identificarla con la creciente apertura y liberalización de las
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relaciones económicas, lo que ha afectado en particular al comercio mundial y más
recientemente, con especial intensidad, a las finanzas internacionales. Sin embargo, el
proceso de globalización o de internacionalización de las relaciones económicas a escala
mundial se inició con la apertura de nuevas rutas comerciales en el siglo XV y experimentó
un cambio cualitativo decisivo en el siglo XIX, tras la revolución industrial.
Posteriormente, durante los siglos XIX y XX, hemos asistido a una expansión continua,
aunque irregular, de la internacionalización de las economías. En la actualidad, el progreso
técnico aplicado a la producción, los transportes, las comunicaciones y el sector financiero
ha marcado el inicio de una nueva etapa en la historia de la internacionalización, bautizada
como la era de la globalización. Esa nueva etapa, que comenzó en los años 70, ha adquirido
rasgos propios en la década de los 90 y seguirá experimentado transformaciones decisivas
en los próximos años.
Para entender el actual proceso de globalización económica es indispensable conocer el
papel que han desempeñado los organismos internacionales creados tras la II Guerra
Mundial. Esta será una de las tareas fundamentales de las páginas siguientes. Aunque la
globalización ha modificado las tareas tradicionalmente desempeñadas por esos organismos
internacionales, sus objetivos, sus funciones y sus formas de actuación apenas han
cambiado en los últimos años. De hecho, una parte importante de las críticas que reciben
los organismos internacionales aluden a su escasa adaptación al contexto actual de la
economía mundial1. Algunas opiniones más radicales mantienen, incluso, que los actuales
organismos multilaterales deberían desaparecer, puesto que son la base de un sistema de
relaciones internacionales insostenible, además de injusto.
Es fácil entender que los organismos económicos internacionales se hayan convertido en el
centro de las críticas de quienes apuestan por unas relaciones internacionales radicalmente
distintas2, dado que desempeñan una tarea fundamental en el mantenimiento del actual
orden económico mundial. Aunque existan discrepancias sobre la naturaleza, alcance,
1 Berzosa (1994, en De la Iglesia, 1994, p. 244), ya se refería a esa “falta de transformaciones en
profundidad” de los organismos internacionales con motivo de sus primeros 50 años de existencia. Véase
también Berzosa, Bustelo, De la Iglesia (1996). 2 El auge de los movimientos antiglobalización refleja la opinión de diversos colectivos (no sólo los
antisistema) sobre los organismos internacionales y el orden mundial. Aunque el desconocimiento y la
demagogia están muy presentes en el discurso dominante, también existen críticas rigurosas a la
globalización y planteamientos muy útiles para comprender el proceso general de internacionalización
económica. Véanse Martínez González-Tablas (2000), Palazuelos (1998) y referencias en el capítulo 7 de
este libro.
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objetivos e instrumentos de los organismos económicos internacionales, conviene aclarar
dos cuestiones previas. En primer lugar, los organismos internacionales sólo regulan
aquellos aspectos de la economía mundial contemplados en su mandato y en sus
documentos constitutivos: no se les puede responsabilizar de todos los males que aquejan a
la economía mundial, puesto que no forman parte de un hipotético gobierno mundial. En
realidad, los responsables finales del funcionamiento de los organismos internacionales son
sus países miembros, aunque indudablemente unas naciones tienen más influencia que
otras. En segundo lugar, un mundo crecientemente globalizado necesita instituciones y
normas internacionales adecuadas. Sin los organismos internacionales la situación de la
economía mundial sería indudablemente peor.
Las discrepancias y los diferentes enfoques doctrinales sobre la naturaleza de las relaciones
internacionales se producen en un ámbito de las ciencias sociales que está abierto de
manera natural al debate. Es más, los análisis sobre esos temas han de ser necesariamente
plurales, en consonancia con el carácter multidisciplinar de las relaciones internacionales.
A mitad de camino entre la economía, la ciencia política y el derecho internacional, la OEI
es una rama de la economía internacional, que se apoya en los estudios de comercio y de
financiación internacional y recoge otras aportaciones, como los análisis teóricos y
empíricos sobre el funcionamiento de diversas formas de cooperación y de integración, y
sobre el papel desempeñado por las instituciones que lideran esos procesos3. Sin embargo,
ese interés preferente de la OEI por estudiar los aspectos institucionales no debe hacernos
perder de vista el propósito fundamental de nuestra tarea investigadora, que consiste en
comprender los fundamentos de las relaciones económicas internacionales y valorar sus
límites y posibilidades. Para ello, nuestra visión de la economía mundial debe incluir,
también, el análisis de los elementos estructurales que ejercen una mayor influencia en las
relaciones económicas internacionales y determinan su carácter e implicaciones.
Las relaciones económicas entre los países afectan cada vez en mayor medida a sus
respectivos sistemas económicos internos, hasta el punto de que los gobiernos encuentran
dificultades crecientes para controlar su inserción en la economía mundial. Además, no
todos los agentes privados y públicos que operan en la economía mundial tienen la misma
3 Aún limitando el ámbito analítico de la OEI a los fenómenos económicos, las relaciones internacionales tienen
un fuerte componente político y social, diplomático y cultural, estratégico y a veces bélico, como corresponde a
los procesos de cooperación y de enfrentamiento entre los hombres y entre las naciones a lo largo de la historia.
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fuerza ni utilizan los mismo métodos. Los gobiernos de los países más desarrollados y las
empresas multinacionales más poderosas ejercen un protagonismo mayor en la economía
mundial. Los organismos internacionales no son ajenos a esa circunstancia, al igual que no
pueden desvincularse del contexto histórico en el que actúan. Esa es una de las razones que
convierten los estudios de estructura económica mundial y de economía mundial en bases
fundamentales sobre la que levantar y enriquecer los análisis de carácter institucional
propios de la OEI. Conocer la estructura económica que subyace bajo el sistema de
relaciones internacionales es un paso necesario para apreciar mejor los elementos
esenciales de la organización económica internacional4. Entre esos elementos de la
organización económica internacional, la disciplina académica denominada OEI comienza
estudiando las etapas, los agentes y los procesos más relevantes de la economía mundial,
como veremos a continuación.
1.1.2. Origen y alcance de la OEI como disciplina académica
En España, los primeros enfoques académicos de OEI tuvieron como protagonistas a los
profesores Varela5 y Muns6. Más allá de nuestras fronteras, el estudio sistemático de las
relaciones internacionales se inició hace al menos un siglo. En concreto, Joaquín Muns
señala el inicio de la I Guerra Mundial (1914-1918) como el momento en “que empieza el
periodo de estudio de la organización internacional desde un ángulo teórico”, y sugiere que
antes de 1914 los estudios de OEI parecían tener dos características básicas. Por una parte,
esos estudios carecían de un cuerpo teórico consistente, es decir, se basaban en la obra de
pensadores individuales, más que en desarrollos teóricos formalizados sobre los aspectos
relativos al orden internacional. Por otra parte, se inspiraban en los planteamientos
idealistas sobre las relaciones internacionales, lo que equivale a afirmar que los autores de
las aportaciones más relevantes en materia de relaciones internacionales expresaban
fundamentalmente su voluntad y sus deseos sobre el orden mundial, si bien sus opiniones
fueron evolucionando progresivamente desde esas posiciones idealistas hacia
planteamientos más realistas. De hecho, tras el auge de los nacionalismos, del colonialismo
4 Los estudios de estructura económica mundial suelen prestar mayor atención al funcionamiento de la
economía internacional desde una perspectiva global. La OEI se centra preferentemente en el
funcionamiento de los organismos económicos internacionales y ha ido ganando peso como disciplina a
medida que se han institucionalizado las relaciones económicas internacionales tras la II Guerra Mundial. 5 Manuel Varela Parache, Catedrático de la Universidad Complutense, y Félix Varela Parache, Catedrático
de la Universidad de Alcalá (véanse referencias bibliográficas al final de esta obra). 6 Joaquín Muns, Catedrático de la Universidad de Barcelona. Véase Muns (1977, introducción). También
Muns (1991, en Varela, 1991, p. 42).
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y de los enfrentamientos entre Estados soberanos en el siglo XIX, surgió y se extendió el
realismo, como modelo de análisis político aplicado al estudio de la organización
internacional.
Con anterioridad, en los siglos XVII y XVIII aparecieron las obras de filósofos y
pensadores como Penn, Bellers y Saint-Pierre, cuya preocupación esencial consistía en
aportar elementos que contribuyeran a evitar las constantes guerras entre las naciones y a
controlar las alianzas internacionales. Esos autores consideraban factible alcanzar la paz
mediante un esfuerzo colectivo y, para ello, proponían distintos esquemas de cooperación
entre las naciones. Esa misma línea de pensamiento continuó con Rousseau, quien insistía
en la necesidad de buscar una solución institucionalizada a los problemas internacionales,
aunque su visión adoptara tintes de claro pesimismo al reconocer la incapacidad de las
uniones políticas para frenar las guerras. Todo ello nos conduce directamente al origen y al
punto neurálgico de la cooperación internacional: el objetivo de evitar los enfrentamientos
bélicos. Sobre este tema, por paradójico que hoy pueda resultar, los planteamientos
filosóficos de Kant no se orientaban claramente por favorecer la cooperación frente a las
guerras, puesto que, en su opinión, la competencia entre las naciones podía ayudar a
resolver los asuntos internacionales7.
Al referirse al origen de la OEI como disciplina académica, el profesor Muns señala que
esos autores pioneros basaron sus reflexiones en sus ideas sobre cómo debería ser el
mundo, más que en el análisis objetivo de la realidad. Con los graves conflictos
internacionales de la primera mitad del siglo XX fueron abandonándose las concepciones
idealistas sobre los Estados y las relaciones internacionales. Se inició un periodo de mayor
realismo y comenzó a admitirse que la existencia de organizaciones internacionales era útil
para solucionar pacíficamente los problemas entre los Estados soberanos, que se habían
convertido en los protagonistas esenciales de las relaciones internacionales. Ello supuso un
gran avance para las relaciones internacionales, puesto que permitió el surgimiento de
instituciones mundiales e hizo posible el estudio de sus objetivos y funcionamiento, lo que
abrió el camino a la OEI.
7 La competencia entre las naciones no debía suprimirse. Por fortuna, con el paso del tiempo, esa
competencia se ha centrado en aspectos económicos, dejando los episodios bélicos como algo cada vez más
anacrónico, lo que no impide la existencia de múltiples conflictos bélicos y guerras de amplio alcance (como
la de Irak).
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La aportación de Pitman B. Potter supuso el verdadero inicio de los análisis teóricos sobre
la organización internacional8, ya que en ella convergieron la evolución de una realidad
compleja (la organización internacional) y la propuesta de un método científico destinado a
aprehenderla (el realismo político). Su aproximación, más jurídica que política, estuvo
marcada por la creación en 1920 de la Sociedad de Naciones, de acuerdo con lo establecido
en el Tratado de Versalles, que puso fin a la I Guerra Mundial. La finalidad de la Sociedad
de Naciones consistía en ayudar a resolver de manera amistosa los litigios internacionales.
Funcionó hasta 1946, fecha en que fue reemplazada por Naciones Unidas. Ese relevo
denota el papel pionero que ejerció la Sociedad de Naciones en la formación de un sistema
de relaciones internacionales que ha llegado hasta nuestros días.
La obra de P. B. Potter fue decisiva para consolidar la idea de que las organizaciones
internacionales son fundamentales para cumplir dos objetivos. Primero, frenar las políticas
y acciones de uno o más países que resulten perjudiciales para otras naciones. Segundo,
completar aquellas políticas nacionales capaces de mejorar el orden internacional en su
conjunto. La necesidad de establecer una cooperación activa, basada en un sistema de
instituciones y procedimientos, u organización internacional, proporcionó la base
institucional para los estudios de relaciones internacionales y de OEI. En primer lugar,
porque el apoyo de las instituciones era un elemento esencial para el normal desarrollo de
las relaciones internacionales en su conjunto. En segundo lugar, por la convicción de que la
cooperación internacional facilitaba el objetivo final de salvaguardar la paz y la integridad
de los países.
Esas ideas básicas de Potter se completaron con los análisis más marcadamente políticos de
Morgenthau, en 1948, y de Claude, en 19569. Ese último autor consideraba que para un
país era más importante la defensa de sus intereses específicamente nacionales que la
cooperación que pudiera prestar en favor del mantenimiento del orden internacional en su
conjunto. De una forma más o menos explícita esa idea ha tenido y tiene numerosos
seguidores. Otros autores han apostado, por el contrario, por dar primacía al orden
internacional como requisito para la prosperidad de las naciones. Entre ellos pueden
8 Potter, Pitmat Benjamin (1948): An Introduction to the Study of International Organization. Appleton-
Century-Crofts, N. York and London (edición revisada y ampliada). Potter fue Professor of International
Law. Véanse referencias en: Muns (1991, p. 44). El enfoque realista pone el énfasis en los Estados como
protagonistas de la OEI. Véase también Revuelta (1996) y Mariscal (2003). 9 Revuelta (1996, p. 41).
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destacarse diversas aportaciones de marcada vocación internacionalista, algunas de las
cuales derivaron hacia las tesis funcionalistas e institucionalistas que después de la II
Guerra Mundial servirían de base para el inicio de la integración europea (como veremos
en el capítulo 9).
En 1943, David Mitrany10 ya había esbozado lo que más tarde llegó a conocerse como
funcionalismo. En su opinión, para superar las guerras era preciso unir a los países, no
mediante la yuxtaposición territorial, sino a través de funciones, “que serán desempeñadas
por instituciones internacionales a las que se transferirán progresivamente las lealtades
nacionales que dividen a los hombres de forma tan sangrienta”11. La estrategia
funcionalista, seguida con particular pragmatismo por Jean Monnet12 para lanzar la
integración europea, resultaba factible si la transferencia de lealtades tenía un carácter
técnico, separado del contenido político, en el cual los gobiernos eran más reacios a ceder
capacidades de decisión más allá de sus fronteras. El resultado debía llevar al
establecimiento de una red de actividades y organizaciones internacionales capaces de
superponerse a las divisiones nacionales y de preparar los fundamentos de una autoridad
política única o de una asociación política más estrecha. En resumen, la adopción de
estrategias funcionalistas por parte de los países debía facilitar la realización de tareas
compartidas entre los distintos gobiernos y debía hacer más comunes los hábitos entre los
pueblos, “hasta llegar a hacer que las fronteras pierdan su sentido a base de superarlas con
el crecimiento de actividades y agencias internacionales comunes”, como señalaba
Mitrany, anticipándose al planteamiento institucional y funcionalista de Monnet.
Conviene reflexionar, aunque sea muy brevemente, sobre el significado y alcance del
término frontera y muy especialmente sobre la pérdida de vigencia que su acepción más
tradicional ha experimentado en nuestros días13. Puesto que la globalización supone un
golpe definitivo a la funcionalidad real de las separaciones de carácter político delimitadas
por las fronteras14, deberíamos preguntarnos sobre la conveniencia de que los organismos
10 Mariscal (2003, p. 131). Mitrany, D. (1975), The Funtional Theory of Politics, Londres, Martín Robertson. 11 Muns (1991, p. 47). Mitrany, D. (1966), A Working Peace System, Chicago, Cuadrangle Books. 12 Monnet fue la figura central de los denominados padres fundadores de la UE. Véanse referencias en Nieto
(2001). 13 José Luis Sampedro, “Desde la frontera”, 2-6-1991, Discurso en la Real Academia Española. 14 La integración europea, tal y como sugería la estrategia funcionalista de Monnet, se basa en la
desaparición de fronteras internas, empezando por las económicas. Véanse Pelkmans (1997) y Nieto (2001).
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internacionales adquieran ciertas funciones de alcance mundial en materias como el libre
tránsito de personas o de información, cuya situación no está exenta de controversia en el
actual contexto de globalización. El problema reside, obviamente, en delimitar el
contenido, el alcance y los instrumentos necesarios para ejercer esas nuevas funciones,
aspectos que difícilmente podrán consensuarse sin revisar simultáneamente algunos asuntos
esenciales del actual orden mundial. Por ello, cuestionar el carácter de los planteamientos
que subyacen tras el concepto tradicional de Estado nacional resulta esencial para analizar
con el mayor rigor e interés posible los fundamentos de la OEI. Asimismo, preguntarse
sobre los límites actuales de los Estados tradicionales es muy útil para el estudio de la
integración económica, cuya esencia se basa precisamente en la superación de las fronteras
nacionales para construir entre los países implicados un espacio de integración común. Los
avances experimentados por la integración económica internacional constituyen, como
veremos en el capítulo 8, uno de los rasgos más característicos de la economía mundial en
nuestros días. Aunque las transformaciones de la economía mundial van unidas a una
constante superación de las fronteras nacionales (o fronteras tradicionales), los gobiernos
no renuncian a controlar sus límites jurisdiccionales ni los flujos de personas, bienes y
servicios. Sin embargo, esas formas de control cada vez tienen menos impacto sobre las
transacciones económicas, comerciales y financieras15, puesto que las grandes empresas
multinacionales no se ajustan de un modo claro a los límites jurisdiccionales de los
Estados. La globalización ha reforzado el papel de algunos agentes económicos, como las
multinacionales, y ha potenciado determinados procesos internacionales, como la
integración económica. Esos cambios afectan a las fronteras nacionales y al papel de los
organismos internacionales en la economía mundial, aspectos, ambos, que no se han visto
favorecidos con los cambios recientes de la globalización.
Pero volvamos al origen de la OEI. Autores, como Levi, Guetzkow, Haas, Schmitter,
Myrdal y Tinbergen continuaron la línea de estudio iniciada por Mitrany y por Monnet.
Con ellos, las tesis funcionalistas han evolucionado hacia el neofuncionalismo, cuya
aportación específica consiste en centrar la atención en los elementos evolutivos y
dinámicos de los procesos institucionales, abordando éstos en su más amplia concepción
social, política y económica. Por ello, como señala Joaquín Muns, el funcionalismo y el
15 Martínez González-Tablas (2000) y Martínez González-Tablas (2003).
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neofuncionalismo han permitido a la OEI estudiar desde nuevas perspectivas la
“constelación de influencias y grupos de presión que determinan la evolución de la
organización internacional”.
Otros autores, desde planteamientos radicalmente distintos, también han realizado
aportaciones destacadas a la OEI como disciplina académica. Ese es el caso de algunos
autores marxistas. Pese a reconocer la existencia de tendencias muy diversas capaces de
contrarrestar la dinámica capitalista, la mayor parte de los autores de tradición marxista han
considerado al capitalismo como un modo de producción en expansión, que tiende a ocupar
todo el espacio que le circunda (imperialismo) y que, por lo tanto, se apropia y se sirve de
las superestructuras organizadas para ese fin (instituciones internacionales). Los enfoques
marxistas analizan la economía mundial como un sistema interdependiente, si bien la
interdependencia adopta casi siempre formas desequilibradas de dependencia. Algunos
autores marxistas consideran los vínculos de dependencia y subordinación como principios
reguladores básicos de las relaciones internacionales. Otros ofrecen una visión global del
funcionamiento del capitalismo, aunque se centren en sus aspectos financieros (la
manifestación más rotunda de la globalización) o en sus aspectos productivos o
comerciales (a través del estudio de las empresas multinacionales). Gran parte de las ideas
y de los análisis generales sobre la globalización proceden de autores que, pese a sus
diferentes planteamientos, pueden considerarse de inspiración marxiana; este es el caso de
los trabajos sobre la economía política de la globalización y sobre el sistema económico
mundial16.
Además, otros estudiosos de la OEI han encontrado nuevas líneas de investigación teórica
y práctica gracias a la aparición de los fenómenos de integración internacional activados en
los años 60. Tras la entrada en funcionamiento de los tratados constitutivos de las
Comunidades Europeas, hoy Unión Europea (UE), los estudios de OEI, que hasta entonces
se habían centrado fundamentalmente en el funcionamiento de los organismos
internacionales, extendieron su temática al ámbito de la integración. Por otra parte, a partir
de los años 70 los estudios sobre los efectos de la crisis económica internacional ampliaron
16 Esos trabajos están contribuyendo a consolidar programas investigadores muy útiles para la comprensión
del complejo funcionamiento de la economía mundial, si bien su lógica preocupación por el análisis de los
procesos de producción y distribución va más allá del estudio de los problemas relativos a las relaciones
internacionales de carácter institucionalizado que constituye el centro de atención de la OEI. Sobre la
economía política de la globalización y el sistema capitalista mundial pueden verse Martínez González-
Tablas (2000); Martínez Peinado y Vidal-Villa (1995).
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el campo analítico de la OEI hacia la internacionalización económica y sus consecuencias.
Ambos fenómenos, integración e internacionalización, han cobrado nuevo auge en los años
90 gracias al avance experimentado por la Unión Europea y a las aportaciones propias de
los estudios sobre la globalización.
1.2. Contenidos y enfoques teóricos de los estudios de OEI
Como propuesta sintética, José Manuel Revuelta17 define el Orden Económico
Internacional como “el conjunto de normas que regulan las relaciones económicas
internacionales”. Para ello, toma como punto de partida la definición previa de Dominique
Carreau, quien desde una perspectiva jurídica señala que “el Orden Económico
Internacional es el conjunto coherente de reglas jurídicas orientadas en función de
finalidades políticas, económicas y sociales del sistema”, pero matiza que ese concepto
debe ser esencialmente dinámico para reflejar la realidad económica y, especialmente, sus
constantes transformaciones.
J. M. Revuelta también recuerda que lo esencial para los estudios de OEI deben ser las
normas o reglas mediante las cuales las organizaciones internacionales regulan las
relaciones económicas en el mundo, aunque también debe ser fundamental “conocer las
características de dichas normas y quién ejerce mayor poder en su diseño y
funcionamiento”. De ese modo, la multiplicidad creciente de relaciones entre países otorga
un interés mayor a la OEI, puesto que las interrelaciones entre naciones y entre agentes
económicos en el mundo tienen cada vez un contenido más profundo, diverso y extenso.
Sin embargo, no todas las organizaciones tienen los mismos niveles de competencias ni
aplican normas de características similares. Además, dentro de los organismos
internacionales los métodos de funcionamiento difieren y los países, auténticos
protagonistas de la mayor parte de las decisiones finales, no tienen en todos los casos la
misma capacidad de decisión. El poder económico, político o demográfico suele
condicionar la presencia y la capacidad de presión de cada país en las relaciones
internacionales. Como resultado, las potencias hegemónicas y sus grupos de presión suelen
controlar los aspectos básicos de los organismos mundiales, así como la aplicación de sus
decisiones. Su poder se impone, incluso cuando en esas decisiones prevalece el principio
17 Revuelta (1991, en Varela, 1991, p. 60).
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general de igualdad soberana entre Estados.
En los estudios de OEI es frecuente distinguir cuatro modalidades de cooperación
internacional, ordenadas de menor a mayor intensidad y complejidad. Las tres primeras se
refieren a fenómenos esencialmente cooperativos. La cuarta, denominada integración
económica, se refiere a procesos que incluyen simultáneamente fenómenos cooperativos e
instrumentos de naturaleza integradora18. Esas cuatro modalidades son:
a) La acción común. Mediante una acción común varios Estados deciden actuar de común
acuerdo, por un periodo de tiempo limitado, con la finalidad de alcanzar un objetivo
determinado. Esa acción suele conducir a un pacto o alianza de carácter temporal entre
dos o más países.
b) La reunión internacional. Es un modo de colaboración por el cual varios países envían
representantes nacionales a una reunión internacional convocada con el objetivo de
alcanzar un acuerdo sobre algunos aspectos concretos. Las reuniones internacionales
pueden conducir a conferencias o congresos internacionales y puede dar lugar a
procesos organizativos o integradores más amplios.
c) La organización internacional. Supone un avance importante sobre la acción común o
de la reunión internacional, puesto que requiere dos condiciones. Primera, la creación
de un órgano permanente, ya sea deliberatorio o legislativo. Segunda, la existencia de
un tratado o convención, cuyo contenido debe ser más amplio que el de un simple
reglamento, puesto que debe garantizar el funcionamiento de la propia organización
internacional.
d) La integración económica. Implica la creación de un espacio económico supranacional,
formado por las economías de los países que deciden integrarse de un modo parcial o
total. La integración se basa en la supresión de algunas fronteras económicas entre los
países que así lo acuerdan, al tiempo que levantan juntos nuevas barreras económicas
frente al resto del mundo. En sus fases más simples, como son los acuerdos
comerciales, la integración es básicamente una modalidad cooperativa. Pero en sus
fases más avanzadas, como lo demuestra el ejemplo de la Unión Europea, la integración
18 Como se explicará en el capítulo 8, la integración económica, en sus fases más avanzadas, se convierte en
un fenómeno distinto de la cooperación puesto que implica transferencia de soberanía a las instituciones
comunes creadas, así como la asunción de las decisiones que emanen de esas instituciones. Por el contrario,
en sus fases más simples, la integración es un proceso de naturaleza esencialmente cooperativa. De ahí surge
la ambigüedad en la clasificación de esta cuarta modalidad. Véase Nieto (2001). Revuelta analiza las
aportaciones de Bowett, Bennet y Dehouse y toma de este último las cuatro modalidades de cooperación
referidas. Revuelta (1966, pp. 39 y 45). Véase también Muns (1977, p. 7).
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es un fenómeno más amplio y complejo que la cooperación internacional, puesto que se
basa en la creación de instituciones comunes capaces de ejercer una autoridad
supranacional sobre un espacio común formado por los países involucrados en el
proceso integrador.
El análisis de la lógica común que comparten las cuatro modalidades mencionadas ayuda a
entender por qué la OEI trata en particular los fenómenos cooperativos, con especial
énfasis en la cooperación multilateral, y también aborda el estudio de los procesos de
integración económica. Estos últimos han cobrado auge en las últimas décadas y, en
consecuencia, se han incorporado más recientemente a los estudios tradicionales de OEI.
Desde esa perspectiva, Francesc Granell19 define la OEI como “el conjunto de reglas,
instituciones y prácticas creadas y aceptadas por la comunidad internacional para la
regulación, sostenimiento y desarrollo de los intercambios internacionales”. Así entendida,
la OEI tiene una base claramente interdisciplinar, jurídica, política, económica, y debe
tomar en consideración otros ámbitos como el sociológico, el histórico o el geográfico. Su
método debe compatibilizar la reflexión acerca de los objetivos perseguidos por las
instituciones internacionales y el análisis sobre las variables que determinan su
configuración, funcionamiento y resultados. Esa metodología se ha aplicado
tradicionalmente a la cooperación internacional y se ha extendido más recientemente a la
integración económica, ampliando con ello la base analítica de la OEI a medida que ambos
fenómenos han cobrado auge en la organización económica internacional.
Los estudios de OEI pueden basarse en teorías de muy distinto rango, entre las que cabe
mencionar las siguientes: a) las teorías basadas en el determinismo geográfico; b) las
teorías basadas en el idealismo frente al realismo; c) las teorías funcionalistas; d) los
enfoques teóricos sobre la dinámica de sistemas; e) las teorías basadas en la
interdependencia; f) las teorías sobre los regímenes políticos. La OEI también recurre con
frecuencia a desarrollos teóricos característicos de las aportaciones institucionalistas, y con
menor frecuencia a los enfoques teóricos estructuralistas, dependentistas y marxistas. A
modo de síntesis, Revuelta considera que los fundamentos teóricos de la OEI pueden
clasificarse en tres grandes corrientes de pensamiento, denominadas realista, funcionalista
19 F. Granell es catedrático de OEI en Barcelona. Véase referencia en Revuelta (1996, p. 38). También
Granell (1991, en Varela 1991, pp. 205-222).
14
y radical20.
El enfoque realista destaca la acción del Estado (término que frecuentemente se identifica
con país o nación) como el centro de las decisiones y el protagonista internacional de
primera importancia. Desde esta concepción, las organizaciones internacionales permiten
mejorar las relaciones entre los países, puesto que armonizan intereses contrapuestos
mediante procedimientos pacíficos. Para el enfoque realista lo esencial son los Estados, o
países, puesto que ejercen un papel vital en el funcionamiento de las organizaciones
internacionales y sobre ellos recae finalmente la responsabilidad del orden internacional21.
Las teorías funcionalistas y neofuncionalistas consideran que las organizaciones
internacionales deben funcionar como mecanismos dinámicos, dotados de una cierta
autonomía con respecto a los países que las integran, puesto que su ámbito competencial es
de carácter supranacional. Desde esa perspectiva, la transferencia de capacidad de decisión
nacional a los organismos internacionales debe servir para canalizar los conflictos entre
países o Estados, y entre grupos de presión, evitando confrontaciones violentas. Con ello,
las instituciones internacionales recogen y canalizan intereses diversos en beneficio del
interés común. Esa visión pragmática de las teorías funcionalistas y neofuncionalistas es
compartida por el institucionalismo y es la base de los desarrollos teóricos y políticos en
favor de la integración económica.
En los planteamientos radicales se sitúan los autores marxistas, estructuralistas y
dependentistas. Aunque en muchos casos existen diferencias notables entre los
planteamientos de unos y otros, lo más frecuente es que compartan los mismos postulados
básicos en materia de relaciones internacionales. En concreto, marxistas, estructuralistas y
dependentistas parten del hecho de que los mercados exteriores son una necesidad del
sistema capitalista. Para acceder a esos mercados y controlarlos deben crearse
superestructuras que garanticen un determinado orden internacional. Esa tarea la pueden
desempeñar los organismos internacionales, por lo que a menudo se convierten en
instrumentos al servicio de los agentes más poderosos del sistema capitalista. Algunos
autores mantienen posiciones muy escépticas frente a la transformación en profundidad del
20
Revuelta (1996, p. 40). Cuenca (2004, pp. 6-7) al referirse a los estudios de OEI prefiere hablar de
enfoques marxista, institucionalista y estructuralista. 21 El realismo rechaza la idea de que la creación de instituciones suponga un recorte de la soberanía nacional
de los Estados. Mariscal (2003, p. 211).
15
sistema económico mundial, mientras que otros defienden la posibilidad de reformar el
papel de las instituciones internacionales para que actúen como auténticos reguladores de
las relaciones internacionales22.
1.3. Antecedentes y tipología de las organizaciones internacionales
A lo largo del siglo XIX se fue haciendo patente en Europa la necesidad de construir una
asamblea permanente de Estados soberanos como forma de facilitar la paz entre las
naciones. Las conferencias internacionales que se celebraron a partir del Congreso de
Viena (1814-1815) respondían, de modo embrionario, a la idea de poner en funcionamiento
un sistema de organización internacional23, puesto que los gobiernos de las grandes
potencias europeas percibieron la conveniencia de celebrar de manera periódica encuentros
de alto nivel.
Al concluir la I Guerra Mundial nació la Sociedad de Naciones, cuyo Pacto fue firmado el
28 de abril de 1919 y quedó integrado en el Tratado de Paz de Versalles. Con anterioridad,
en las décadas finales del siglo XIX24 fueron estableciéndose diversas comisiones
sectoriales o especializadas cuyas características y funcionamiento constituyen los
antecedentes de las actuales instituciones internacionales. Las más importantes fueron las
comisiones de navegación fluvial, especialmente la Comisión Central del Rhin, que había
sido creada en 1814, y la Comisión Europea del Danubio, establecida en 1856. Con el paso
de los años, la cooperación internacional fue extendiéndose desde el ámbito fluvial a otras
parcelas sociales y económicas, como el comercio, las comunicaciones, la sanidad o la
investigación. Así nacieron la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Unión Postal
General (1874), la Unión Internacional para la Explotación del Mar (1902), la Oficina
Internacional de la Salud Pública (1909), o la Oficina de Pesas y Medidas (1914). Sin
embargo, la proliferación de estos organismos de cooperación no garantizó un mejor
funcionamiento de las relaciones internacionales, puesto que ese objetivo requería la
22 Las teorías de la dependencia prestan gran atención a las relaciones entre países desarrollados y
subdesarrollados, considerando a éstos últimos países dependientes (o periféricos) de los primeros (o países
centrales). Véase Martínez y Vidal (1995). Otros autores ponen el énfasis en el papel de los agentes
económicos privados, especialmente las empresas multinacionales, cuya influencia en las relaciones
económicas se considera tan importante o más que la de los Estados, como se expondrá en el capítulo 7. 23 Revuelta (1996, p. 43). En 1867, el jurista escocés James Lorimer utilizó de manera pionera el término
organización internacional. En los años siguientes tuvieron lugar sucesivas reuniones y conferencias, la
última de ellas celebrada en Londres durante 1912 y 1913 para poner fin a la guerra de los Balcanes. 24 Muns (1977, p. 10). Potter (1948), ob. cit.
16
existencia de un marco institucional con reglas fiables y respetadas por todos, y no sólo un
aumento del número de organizaciones existentes.
Con el fin de establecer una tipología que resulte adecuada para nuestros estudios de OEI,
podemos clasificar los organismos internacionales según su contenido, carácter,
composición y finalidad. De ese modo, resulta posible referirse a los organismos
internacionales de acuerdo con las siguientes pautas:
- En función de su contenido podemos diferenciar los “organismos económicos
internacionales” de los restantes organismos que no tienen un contenido
específicamente económico.
- Según su carácter, los organismos y organizaciones internacionales pueden
diferenciarse en públicos y privados. Entre estos últimas figuran las ONG u
Organizaciones No Gubernamentales, así como otras muchas organizaciones privadas
con ánimo de lucro, en particular las que funcionan como grupos de presión económica
y política.
- Según su composición geográfica se pueden considerar las organizaciones de carácter
universal y las organizaciones internacionales, asumiendo que éstas últimas tienen un
alcance geográfico más limitado. Incluso, muchas organizaciones y organismos
internacionales tienen carácter regional, puesto que están integrados por países de un
mismo área, como es el caso de los organismos de integración económica regional.
- Según su finalidad es posible diferenciar las organizaciones de carácter general o
global, de aquellas otras que se consideran especializadas o de carácter sectorial.
También puede abordarse el estudio de las organizaciones internacionales analizando cómo
se organizan sus poderes legislativo, ejecutivo, judicial y presupuestario, así como los
restantes aspectos relativos a su funcionamiento. Las características y formas organizativas
que adoptan cada uno de esos poderes permiten conocer mejor las funciones y la
potencialidad de los organismos económicos internacionales25.
El poder legislativo de una organización intergubernamental se encuentra centralizado
normalmente en el órgano en el que están representados todos los Estados miembros. Las
25 Cuenca (2004, p. 12). Revuelta (1996, p. 35).
17
decisiones se adoptan por consenso o por votación. En este último caso puede haber
ponderaciones muy distintas en el número de votos atribuido a cada Estado miembro.
El poder ejecutivo de las organizaciones internacionales suele recaer en un funcionariado,
dotado por lo general de una Secretaría, cuya sede se encuentra en una ciudad de alguno de
los países miembros. Los funcionarios son funcionarios internacionales que dependen del
Secretario General o del Director, quien a su vez es elegido por los países miembros.
El poder judicial no siempre forma parte de todas las organizaciones internacionales. Sólo
existe en algunas de ellas y suele tener atribuciones muy distintas. Normalmente, los
órganos judiciales se encargan de dirimir diferencias entre los Estados miembros y, en
algunos casos, de proteger a los ciudadanos. Cuando una organización internacional no
dispone de un órgano judicial propiamente dicho, el convenio que la rige dispone los
mecanismos necesarios para la solución de diferencias.
El poder presupuestario puede variar mucho de unas organizaciones a otras. Por lo general,
existe una clara diferencia entre los gastos ordinarios, o de funcionamiento administrativo,
y los gastos extraordinarios, o de financiación de otras actividades complementarias o
comunes. Estos últimos suelen ser variables y, normalmente, se financian con las
aportaciones específicas de aquellos Estados miembros que estén dispuestos a colaborar en
dichos gastos.
Otro criterio para definir las actividades y el funcionamiento de las organizaciones
económicas internacionales es el mandato que reciben. Ese mandato viene recogido en
algunas ocasiones en los tratados fundacionales, mientras que en otras veces es objeto de
negociación entre los países miembros. Por todo ello, podemos concluir que la tipología de
las organizaciones internacionales es amplia y variada. Además, los procesos de
integración y cooperación económica que se han puesto en marcha en los últimos años en
distintas regiones del mundo han creado nuevas formas de organismos internacionales. El
más avanzado de esos procesos, la UE, es un extraordinario ejemplo de cómo el mandato y
el funcionamiento de sus instituciones resultan esenciales para el cumplimiento de los
objetivos comunes establecidos, como se verá en el capítulo 9.
18
1.4. Método de la OEI y orígenes de la actual organización económica internacional
En sus obras sobre el tema, Antonia Calvo26 considera la OEI como una rama
independiente del pensamiento económico, que ha desarrollado una “metodología propia
sobre la manera de interpretar la realidad económica internacional y su estructuración y la
forma de llevar a cabo la docencia en las Universidades”. También señala que
tradicionalmente han existido dos formas de aproximarse a los estudios de OEI: una que
pone mayor énfasis en los aspectos jurídicos (Derecho internacional), y otra que centra su
atención fundamentalmente en los aspectos económicos (Economía internacional). El
enfoque jurídico ha tenido un mayor arraigo en Francia y se ha completado con otros
análisis de carácter sociológico, político y técnico. El enfoque económico, más propio del
Reino Unido, aparece más vinculado a la teoría económica y a los estudios de comercio y
de financiación internacional, sin olvidar su conexión con la estadística y las técnicas
cuantitativas. En las universidades españolas, la OEI también aparece vinculada a los
análisis de Economía Aplicada, Estructura Económica, e Historia e Instituciones
Económicas, así como a los estudios de Derecho Internacional Público.
La metodología de la OEI se ha enriquecido con los análisis relativos a la problemática
específica de las relaciones económicas internacionales, del desarrollo económico, del
medio ambiente, y de la economía de los procesos de integración entre países,
especialmente la UE. Cabe plantearse, incluso, si la OEI es una parte de los estudios de
Economía Mundial y de Estructura Económica Mundial, aunque, ciertamente, la entidad de
cada una de esas materias tiene suficiente consistencia como para mantener tradiciones
docentes e investigadoras propias.
A. Calvo insiste en la importancia de conocer el funcionamiento de la organización
económica internacional como condición cada vez más necesaria para el análisis
económico. Esa importancia de los estudios de OEI puede apreciarse a través del estudio de
cuatro componentes o vectores sobre los que se ha canalizado la expansión de las
relaciones económicas internacionales en las últimas décadas: profundización,
diversificación, globalización e institucionalización. Profundización, porque la
organización económica internacional afecta cada vez en mayor medida a los países del
26 Antonia Calvo es catedrática de OEI en la UNED. Véanse Calvo (1997 y 2001).
19
mundo e influye en un volumen creciente de materias y competencias que afectan a su
soberanía nacional. Diversificación, porque la organización económica internacional se
manifiesta y se implanta en un número cada vez más diversificado de campos y cristaliza
en multitud de formas, desde grupos de presión sólidamente constituidos a foros de
reflexión e intercambio de información. Globalización, porque la organización económica
internacional afecta a un número creciente de naciones y todas ellas deben hacer frente a
problemas comunes y coordinar sus intereses de manera global. E institucionalización,
porque la existencia de una organización económica internacional favorece la creación de
nuevas estructuras organizativas estables que completan la base institucional de la
economía mundial27. Esos cuatro componentes deben ser analizados desde una perspectiva
dinámica, ya que el análisis histórico es parte esencial de la OEI.
Desde esa perspectiva histórica, la economía mundial ha sufrido transformaciones decisivas
en los dos últimos siglos, entre las que destacan los procesos de descolonización, las dos
guerras mundiales, la configuración del mundo en dos grandes bloques antagónicos, o el
surgimiento de la etapa actual de globalización. Aunque la globalización no presenta aún
unas características definidas de manera completa, sí conserva gran parte de los rasgos
básicos que han caracterizado el proceso de internacionalización de la economía mundial
durante el último siglo. De hecho, la globalización ha acentuado el control que ejercen los
países industrializados y las empresas de mayor dimensión sobre el conjunto de las
relaciones internacionales. Ese doble efecto responde, probablemente, a un mismo
fenómeno de centralización y concentración del capital, del poder y de las actividades
económicas, que discurre en paralelo a la expansión de las relaciones económicas a escala
global o planetaria28.
El poder económico y político de los países más desarrollados y de los grupos económicos
de mayor dimensión ha actuado como freno en la adaptación de las organizaciones
económicas internacionales a las nuevas condiciones de la economía mundial. Además, la
actual organización económica internacional es heredera de la situación que existía al
finalizar la II Guerra Mundial, e incluso de los antecedentes que existían antes de esa fecha,
27 La creciente interdependencia de los países y la progresiva internacionalización chocan con la ausencia de
una organización internacional dotada de instituciones capaces de gestionar la globalización. El capítulo 10
recoge a modo de conclusión algunas ideas sobre la necesidad de un nuevo marco regulador de la
globalización. 28 Muchos especialistas coinciden en señalar que una de las grandes aportaciones de Marx consistió en su
formulación de las leyes y regularidades que conducen a la concentración y centralización del capital.
20
por lo que presenta una fuerte inercia a asumir cambios rápidos y profundos en su
funcionamiento. Aunque el orden mundial vigente se ha desarrollado esencialmente en la
segunda mitad del siglo XX, conserva rasgos heredados de las asociaciones gremiales del
final de la Edad Media, de la expansión comercial del Renacimiento y del surgimiento de
las primeras organizaciones económicas de ámbito mundial, en los siglos XIX y XX29.
La I Guerra Mundial dejó constancia de la dificultad existente para establecer unas
relaciones armoniosas entre las naciones de forma espontánea o natural. Esa misma
evidencia cobró nuevos ímpetus tras la II Guerra Mundial, por lo que muchas de las
naciones del mundo decidieron respaldar la creación de un nuevo marco de relaciones
internacionales, basado en la experiencia pionera que había proporcionado la Carta
Atlántica, firmada en 1941 por el presidente norteamericano F. D. Roosevelt y el primer
ministro británico W. Churchill. La Carta Atlántica establecía fundamentalmente objetivos
políticos tendentes a activar un sistema de seguridad general, aunque incluía también
objetivos económicos destinados a estimular el comercio entre EE.UU. y Reino Unido y a
facilitar el acceso de ambas naciones a los mercados de materias primas. Al concluir la II
Guerra Mundial tuvieron lugar diversas conferencias destinadas a plasmar el espíritu de la
Carta Atlántica. Destacan las celebradas en Dumbarton Oaks (del 21 de agosto al 7 de
octubre de 1944) y la de San Francisco (del 25 de abril al 25 de junio de 1945), de la que
nació la Carta de las Naciones Unidas y, con ella, la moderna organización económica
internacional.
La Conferencia de San Francisco supuso un paso decisivo en el establecimiento de un
sistema de organización internacional, político y económico, cada vez más amplio y de
mayor contenido y extensión. La crisis económica de 1929 y las conferencias de Lausana
(1932) y Londres (1933) no habían dejado una experiencia satisfactoria sobre las
posibilidades ofrecidas por los acuerdos de cooperación económica internacional. De
hecho, las medidas proteccionistas adoptadas por EE.UU. en los años 30, mediante la
adopción del arancel Smoot-Hawley,30 y las crecientes dificultades en los sistemas
internacionales de pagos, que motivaron la inconvertibilidad de las principales divisas,
29 Como la Organización Internacional del Trabajo (establecida en 1919), la Cámara de Comercio
Internacional (1920), el Banco de Pagos Internacionales (1930), o la propia Sociedad de Naciones (1920).
Véase nota 48. 30 Díaz Mier (2000, p. 22), entre 1929 y 1932 el comercio mundial descendió un 40%. Díaz Mier (1994, en
De la Iglesia, 1994, p. 169). Véase también el análisis histórico de Varela, M. (1991, pp. 95 y ss.).
21
anunciaban un panorama internacional poco propenso a la cooperación a gran escala. La
situación empezó a cambiar en julio de 1946, cuando EE.UU. firmó con el Reino Unido la
Ley de Préstamos y Arriendos31, en virtud de la cual el gobierno norteamericano aceptaba
una reducción de la deuda británica y concedía a sus socios británicos un préstamo
adicional, a fin de que este país suscribiera los acuerdos de constitución del Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del
Comercio (OMC). EE.UU. también concedió préstamos a Francia, Italia, Bélgica, Holanda,
Luxemburgo, y otros países de Europa Occidental, pero no a la antigua Unión Soviética ni
a sus países de influencia. De esta forma, EE.UU., que ya era el líder indiscutible en la
escena internacional, comenzó a dejar constancia de su control sobre el nuevo orden
económico internacional que acababa de surgir gracias a los acuerdos de Bretton Woods,
negociados en 1944 entre 44 países, como vamos a ver en las páginas siguientes.
1.5. Etapas de la OEI: una propuesta de periodificación
1.5.1. Las cuatro etapas de la OEI
La dificultad que entraña distinguir y fechar las fases y periodos fundamentales dentro de
los procesos históricos no debe ser impedimento para delimitar tentativamente cuatro
grandes etapas en la evolución de la OEI. A esas cuatro grandes etapas debe añadirse un
amplio periodo previo de formación evolutiva de las características esenciales que definen
la actual organización económica internacional. Por ello, una vez caracterizadas las cuatro
etapas básicas de la OEI, que abarcan conjuntamente desde el inicio del siglo XIX hasta la
actualidad, se presentarán de forma resumida, en el epígrafe siguiente, los antecedentes o
“periodo previo” a esas cuatro etapas, que corresponde a los siglos XV a XVIII.
Finalmente, se tratarán de manera conjunta con más detalle los aspectos básicos de la
primera etapa (1815-1914) y de la segunda etapa (1914-1944), mientras que las etapas
tercera (1945-1973) y cuarta de la OEI (desde 1973-hasta nuestros días) serán abordadas
con mayor profundidad en los capítulos 3, 4 y 5 de este libro.
La primera etapa de la OEI se extiende desde 1815 a 1914, es decir, desde la consolidación
de la revolución industrial hasta el inicio de la I Guerra Mundial. Es una etapa de marcado
predominio de la concepción liberal de las relaciones económicas internacionales. Está
31 Calvo (2001, p. 20). Varela, M. (1991).
22
basada en el desarrollo de un orden económico internacional de carácter privado, con
limitada participación de los Estados en las relaciones exteriores, aunque éstos ejercen no
obstante un cierto control de los intercambios comerciales de cada país con el resto del
mundo. Como señalan los profesores Manuel y Félix Varela32: “(es) el periodo durante el
cual dominan los principios del laissez faire y la regulación de la vida económica estaba en
manos de las fuerzas impersonales del mercado”. También está marcada por el
funcionamiento del patrón oro y por la estabilidad que éste proporcionaba a las relaciones
económicas internacionales decimonónicas. Para los países suponía una seguridad
importante saber que el oro mediaba en la fijación de las condiciones de cambio de unas
monedas por otras y, en consecuencia, daba estabilidad, seguridad jurídica y posibilidades
de crecimiento al comercio mundial33.
La segunda etapa de la OEI abarca el periodo de entreguerras, de 1914 a 1945. Es una etapa
de importantes desórdenes tanto políticos y sociales como económicos, monetarios y
comerciales. Son años en los que prevalecen fuertes restricciones a la circulación de
mercancías y de factores de producción, lo cual conduce a la introducción de diferentes
barreras a los intercambios internacionales de carácter arancelario y no arancelario. Entre
esas barreras figuran los controles de cambio, es decir, la exigencia de solicitar permiso a
las autoridades nacionales para realizar transacciones internacionales que impliquen el
cambio de monedas nacionales por monedas extranjeras. Este tipo de prácticas limitan las
relaciones económicas internacionales y contribuyen a generalizar el bilateralismo como
elemento regulador de los intercambios internacionales. En consecuencia, durante el
periodo de entreguerras no existió un marco de cooperación económica multilateral
consolidado, capaz de evitar la aparición de diversas guerras comerciales que agravaron
aún más los problemas creados tras la Gran Depresión originada en EE.UU. en 1929. En
esta etapa predominaba más la preocupación por resolver los problemas económicos
nacionales que por facilitar el establecimiento de un orden económico internacional estable.
Esa ausencia de normas internacionales viables, unida a los problemas económicos
existentes, explican que el patrón oro dejara de funcionar de manera progresiva entre los
años 20 y 30 del siglo XX y que el comercio internacional perdiera dinamismo y se hiciera
32 Varela, M. y Varela, F. (1996, p. 19). 33 En paralelo al comercio crecieron diversas formas de inversión internacional y, particularmente en los
años finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX, se produjeron importantes movimientos migratorios
que, sin lugar a dudas, tuvieron una importancia decisiva sobre el crecimiento de la economía americana y
sobre la creación de un nuevo marco de internacionalización de las relaciones mundiales. CEPAL (2002, pp.
18 y 30).
23
cada vez más dependiente de los controles establecidos por los gobiernos nacionales. En
resumen, la enseñanza fundamental de este periodo de la OEI puede expresarse de forma
sencilla: la ausencia de normas y organismos multilaterales resultó perjudicial para las
relaciones económicas mundiales.
La tercera etapa de la OEI se extiende desde el final de la II Guerra Mundial hasta el
estallido de la crisis económica de los años 70. Cubre el gran periodo de crecimiento
económico de la posguerra, desde 1945 hasta 1973, es decir, la edad de oro del desarrollo
mundial. En esta etapa se reconstruye un orden económico internacional neoliberal,
apoyado en la existencia de organismos multilaterales y liderado por EE.UU., que pasa a
ocupar un lugar hegemónico en las relaciones internacionales. El libre comercio y la
economía de mercado se convierten en los fundamentos del orden internacional dominante,
si bien muchas naciones permanecen al margen de ese orden internacional y adoptan
sistemas basados en el socialismo real y en el control estatal de la actividad económica. El
sistema de las Naciones Unidas, y en particular el FMI, el Banco Mundial y el GATT (o
Acuerdo General Sobre Aduanas y Comercio)34, ayudan a establecer un orden económico
internacional de carácter multilateral sobre el que se fundamenta el crecimiento económico
de la posguerra35. Dada su importancia, gran parte del contenido de este libro se dedicará al
estudio de esos organismos cuyas funciones fueron extendiéndose progresivamente a escala
mundial, aunque no abarcaron por igual a todas las naciones. Durante esta etapa se perfiló
una clara división del mundo en tres grandes grupos: países desarrollados36, países
socialistas con economías de planificación central y comercio de Estado, y países en
desarrollo y subdesarrollados del Tercer Mundo.
La cuarta etapa de la OEI comienza a principios de los años setenta y se extiende hasta
nuestros días. Como se explicará detalladamente en los capítulos siguientes, esa etapa se
inicia tras la ruptura del sistema cambiario fijado en Bretton Woods (1971) y la primera
crisis del petróleo (1973). Ambos hechos significaron la extensión internacional de la crisis
económica y el final del modelo de desarrollo económico propio de la posguerra. El 1 de
mayo de 1974 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración y el
34 El FMI y el Banco Mundial nacieron tras los acuerdos de Bretton Woods de 1944, mientras que el GATT
surgió en 1947, como se explicará los capítulos 2, 3, 4 y 5. 35 A veces se utiliza el término desarrollismo para hacer alusión al modelo de crecimiento acelerado y no
sostenible en el tiempo que caracterizó esta segunda etapa de la OEI. Véase Berzosa, Bustelo y De la Iglesia
(1996) y Palazuelos (1998). También Castaño (2000). 36 Países industrializados o países de la OCDE (véase capítulo 6).
24
Programa de Acción para el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional,
si bien esa Declaración sólo quedó en un catálogo de buenos propósitos, puesto que tres
décadas más tarde la economía mundial ha cambiado profundamente sin que los
organismos económicos internacionales se hayan adaptado con suficiente intensidad y
rapidez a esos cambios. Aunque la globalización ha dejado al descubierto la necesidad de
establecer una nueva organización económica internacional, los países que lideran los
organismos fundamentales del sistema de las Naciones Unidas son reacios a modificar las
bases actuales del sistema de relaciones internacionales. Pero antes de abordar estas
cuestiones, es necesario conocer la formación y desarrollo de la OEI, comenzando por una
visión sucinta de su periodo previo o de formación.
1.5.2. El periodo previo a las cuatro etapas de la OEI
El sistema de relaciones internacionales tal y como hoy lo conocemos empezó a gestarse
antes incluso del inicio de la revolución industrial en Inglaterra. Existe, por lo tanto, un
periodo anterior a las cuatro etapas de la OEI señaladas hasta ahora, puesto que el proceso
de formación de la economía mundial se inició, como han señalado diversos autores37,
entre los siglos XV y XVIII, tras la expansión del comercio que siguió al descubrimiento
de América y la paulatina apertura y explotación de nuevas rutas navegables en diversos
lugares del mundo.
Por supuesto, es posible encontrar antecedentes incluso de ese periodo previo a la OEI.
Como antecedentes premodernos del comercio internacional el profesor Ramón Tamames38
se refiere a los intercambios mediterráneos en la baja Edad Media, especialmente entre
ciudades italianas (Génova, Venecia, Pisa), a raíz de las últimas Cruzadas en el siglo XIII.
Esas ciudades servían de enlace con Oriente para el comercio de sedas, especias, plata, oro
y porcelana. Mientras, la ciudad de Brujas, en Flandes, se especializó en el comercio de
lana en bruto, paños, tintes y otros productos de amplio consumo, y ponía en contacto el
norte de Europa (las ciudades hanseáticas del litoral de Alemania y Escandinavia) con las
del Sur (las ferias de Castilla y los puertos de la península ibérica).
El auge de este comercio en el siglo XVI se vio eclipsado por las guerras europeas y por la
37 Véase como ejemplo Maddison (2001). 38 Tamames y G.-Huerta (1999, p. 27).
25
presión del imperio otomano. A pesar de ello, la formación de los primeros imperios
coloniales (Portugal con la ruta de las Indias y España, inicialmente en América) hizo
posible un cambio cualitativo esencial para poder situar los orígenes de la moderna
economía mundial en el siglo XVII. Con esos imperios coloniales se expandieron los
transportes y el comercio, al tiempo que aumentó el potencial geográfico, demográfico,
económico y político de España, país que configuró el primer gran imperio colonial39.
Sin embargo, España no pudo aprovechar su situación aventajada en la nueva economía
mundial que se estaba empezando a gestar, en parte por la mala política económica
aplicada durante ese periodo, pero también por las guerras de religión promovidas por
Carlos V con el fin de frenar la expansión del luteranismo. En ese contexto, finalmente
Felipe II prohibió a los holandeses (protestantes) comerciar con Amberes y Lisboa.
Holanda había proclamado su independencia de España (guerras de Flandes) y tanto
aquellos territorios como la propia Lisboa se encontraban aún bajo dominio español. La
pérdida de Flandes y su área de influencia atlántica hasta Portugal, así como la necesidad
de destinar mayores recursos a las guerras, se encuentra en el origen del declive del efímero
imperio español: un declive que coincide con la puesta en marcha de Holanda como nueva
potencia comercial internacional.
El nuevo capitalismo holandés, organizado por primera vez en la Historia bajo la forma de
compañías (la Compañía de las Indias Orientales se creó en 1602) activó el comercio
internacional e hizo posible la creación de industrias trasformadoras en los Países Bajos.
Como consecuencia de este nuevo impulso, Ámsterdam se convirtió en el primer centro del
comercio mundial y allí se creó en 1609 el primer gran banco comercial de la Historia, el
Banco de Ámsterdam. Estaba surgiendo lo que Wallerstein40 ha denominado la economía
mundo. Había nacido la forma embrionaria del capitalismo que eclosionaría más tarde en
Inglaterra con la revolución industrial. De hecho, en Ámsterdam ya funcionaba desde 1561
una Bolsa de Valores. Y su papel económico fue creciendo también por la presencia de los
39 Sin contar otras experiencias anteriores, como el Imperio romano. Oxfam (2002, p. 32) también sitúa el
origen de la globalización en el comercio mundial que siguió al descubrimiento de América. En la última
década del siglo XVI tuvieron lugar diversos episodios bélicos y actos de piratería (bendecidos por Isabel I
de Inglaterra), que unidos al comercio de metales preciosos y al tráfico de esclavos resultaron decisivos para
abrir una nueva etapa de internacionalización de la economía mundial. 40 Wallerstein, I. (1979): El moderno sistema mundial. México: Siglo XXI. La incorporación de los países en
desarrollo a la economía mundial data del siglo XV: “El comercio fue un medio de transferencia de
riqueza... el tráfico de metales preciosos desde el Nuevo Mundo fue un ejemplo temprano de globalización”
(Oxfam, 2002, p. 32).
26
judíos sefarditas expulsados de España y Portugal. Estos judíos ejercieron un papel muy
importante en el ámbito económico gracias a sus negocios de banca y joyería, pero
también destacaron en otros ámbitos (cultura, filosofía, religión y otras formas de
organización social).
En el siglo XVII, Holanda e Inglaterra tomaron el relevo de España en la hegemonía de las
relaciones internacionales. El imperio español demostró ser muy poco consistente. Desde el
punto de vista económico, España se había endeudado con los banqueros holandeses,
alemanes e italianos, lo cual impidió sentar las bases de un desarrollo económico mayor.
Desde el punto de vista militar, la derrota de la Armada Invencible (1588) ante las fuerzas
navales británicas significó un golpe definitivo para las aspiraciones coloniales españolas.
Paralelamente, Inglaterra y Francia comenzaron su expansión hacia Asia y Norteamérica y
tomaron el relevo de España y Holanda en el control del orden internacional que se estaba
forjando.
De hecho, Inglaterra ya había iniciado su expansión marítima y, en 1585, Walter Raleigh
fundó Virginia, primera de las trece nuevas colonias establecidas en Norteamérica. Poco
después, los corsarios ingleses buscaron nuevas rutas en América y las conectaron con el
Golfo de Guinea, en lo que sería el inicio del lucrativo tráfico de esclavos africanos41.
Inglaterra exportaba manufacturas de consumo de bajo nivel de elaboración hacia África
con el fin de adquirir esclavos, que eran enviados a América, lo cual permitía cerrar el
triángulo comercial llevando desde allí algodón, tabaco y azúcar hacia Europa. La corona
británica potenció su poderío naval de forma aplastante: militares y piratas contribuyeron a
consolidar un vasto imperio militar y comercial, que proporcionaba materias primas,
actividad, riqueza y un creciente poder a la pujante economía de la metrópoli.
En 1661 Inglaterra se reservó el comercio de productos británicos para su propia flota,
merced a la publicación por Cromwell de la Navigation Act, lo cual permitió su expansión
marítima definitiva. Además, en 1703 el Tratado de Methuen aseguró una alianza con
Portugal. A cambio de protección frente a España, y de preferencias comerciales para el
vino portugués, Inglaterra vinculó su actividad económica al imperio colonial de Portugal.
También aseguró su presencia en el comercio y en el contrabando con América tras la
41 Tamames y G-Huerta (1999, p. 30).
27
firma con España del Acuerdo de Utrecht en 1714 (que incluía una mención para mantener
Gibraltar bajo dominio británico). Con todo ello, los ingleses parecían mejor situados que
el resto de países europeos continentales para ejercer un control creciente sobre las
relaciones internacionales.
En los siglos XVIII y XIX la hegemonía británica se convirtió en indiscutible. En esos
años, los ingleses crearon el, hasta entonces, mayor imperio colonial y comercial del
mundo. La revolución industrial hizo posible el paso paulatino desde el mercantilismo
hacia la era del liberalismo, creando por primera vez las condiciones de una auténtica
economía mundial. El mercantilismo acabó con los monopolios y privilegios medievales,
pero estableció obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio. Esos obstáculos
tendrían que ser superados posteriormente para permitir el desarrollo del capitalismo
después del comienzo de la revolución industrial en Inglaterra. Se iniciaría con ello la
primera etapa de la OEI.
1.5.3. Primera y segunda etapa de la OEI: del librecambio y el patrón oro al
bilateralismo
A lo largo del siglo XIX, el crecimiento de la producción industrial, del comercio y de la
población europea impulsaron un cambio decisivo en las relaciones internacionales. El
Tratado franco-británico de Cobden-Chevalier42, firmado en 1860, significó el inicio de
importantes reducciones arancelarias, automáticamente extensibles a otras naciones a
través de la cláusula de nación más favorecida, lo cual contribuyó de manera fundamental a
consolidar el librecambio bajo la hegemonía comercial, financiera y marítima de Inglaterra.
Además, en el último tercio del siglo XIX comenzaron a gestarse muchas de las fronteras
modernas y, con ello, surgió la necesidad de afianzar instituciones y acuerdos capaces de
mantener ese nuevo orden mundial. Entre dichos acuerdos comenzó a hacerse necesario
uno capaz de facilitar las transacciones financieras internacionales, que cada vez eran más
importantes. De esa necesidad surgió el patrón oro, es decir, la utilización del oro como
patrón de cambio para las divisas de los países que realizan intercambios internacionales.
La vigencia del patrón oro se asocia con el mantenimiento de un cierto orden internacional
42 La débil situación financiera de los países europeos como consecuencia de las guerras napoleónicas fue
también un factor decisivo. Díaz Mier (2000, pp. 15-18). Díaz Mier (1996), Lobejón (2001).
28
que fue diluyéndose tras la I Guerra Mundial43.
El orden internacional basado en el patrón oro consolidó el desarrollo industrial y colonial
británico y permitió fuertes movimientos de población y de inversiones hacia América44.
Sin embargo, las colonias de Norteamérica empezaron a tener una pujanza económica
mayor de lo que podía imaginarse, lo cual se convirtió en la base de su futura
independencia. Aunque la aplicación práctica de las doctrinas del libre comercio
permitieron establecer una relación de intercambio muy favorable para los intereses
británicos, Inglaterra iría cediendo poco a poco el control de la economía mundial a
EE.UU. Fiel a la historia de la moderna civilización humana, un imperio con vocación
mundial iniciaría su auge y sustituiría a otro en declive. El nuevo imperio americano
tomaría, años más tarde, el liderazgo de la economía mundial.
Coincidiendo con la extensión de las ideas librecambistas en el siglo XIX, el patrón oro se
perfiló como el mecanismo más apto para mantener los equilibrios internos y externos de
las principales economías del mundo. Como han señalado Manuel y Félix Varela Parache,
fue concretamente en 1844, con la concesión del privilegio de emisión al Banco de
Inglaterra, cuando el sistema basado en el patrón oro adquirió su máxima eficacia.
Técnicamente ese sistema exigía dos requisitos: primero, que los países mantuvieran el
valor de su unidad monetaria igual a una cierta cantidad de oro; y segundo, que permitieran
la libre exportación e importación de dicho metal.
Tras una primera etapa de la OEI en la que predomina el liberalismo en los intercambios
comerciales y el patrón oro en las relaciones financieras, la I Guerra Mundial abrió un
segundo periodo de mayor inestabilidad en la economía mundial. Ya en 1870 y 1880
Alemania y Francia empezaron a adoptar políticas arancelarias proteccionistas, destinadas a
permitir el desarrollo de su industria frente a la inglesa. Además, en el Congreso de Berlín
de 1886 se ultimó la distribución de África entre las potencias europeas, lo que marcó el
inicio de nuevas tensiones internacionales. Puesto que los países europeos ya no podían
repartirse los nuevos territorios del mundo mediante acuerdos amistosos, la demarcación de
las respectivas áreas de influencia debería determinarse por la fuerza, a través de conflictos
43 Varela, M. y Varela, F. (1996). 44 Se trataba de un ajuste mediante la movilidad de factores productivos (trabajo y capital), que parece
diferenciarse de la actual situación de globalización, en la que los flujos financieros apenas tienen fronteras,
mientras que la movilidad internacional de las personas esta cada vez más controlada.
29
armados y a veces mediante guerras intensas y duraderas. Las razones de las grandes
guerras del siglo XX se explican, en muy buena medida, por ese afán de extender el control
sobre otros territorios.
Después de la I Guerra Mundial el librecambio dejó paso a una red en constante evolución
de acuerdos bilaterales, promovidos por razones no sólo económicas, sino también
estratégicas, políticas y coloniales. Además, a principios del siglo XX había surgido con
fuerza el socialismo real en los territorios del imperio ruso, lo cual contribuyó a modificar
de manera sustancial el orden internacional existente. Asimismo, otros cambios de índole
económico-financiera influyeron poderosamente sobre las relaciones internacionales. En
este sentido, el paulatino abandono del patrón oro puede considerarse como un factor
decisivo para entender el desorden económico internacional del periodo 1918-1939, que se
vio agravado con la Gran Depresión surgida tras la crisis bursátil de 1929 y la consiguiente
introducción de restricciones al comercio exterior por parte de muchas naciones.
Los límites a la importación (contingentes) establecidos en los propios acuerdos
comerciales, así como la exigencia de licencias de importación como requisito previo,
forzaron una gran rigidez en el comercio internacional. El comercio de Estado, o comercio
exterior controlado por las autoridades gubernamentales, convertía al Sector Público en
titular del comercio internacional, permitiendo su exclusividad en la adjudicación de
importaciones y en la autorización de exportaciones. La paulatina introducción de controles
de cambios terminó de perfilar un panorama de contracción de las relaciones económicas
entre países45. De hecho, muchas naciones fueron introduciendo diferentes medidas
destinadas a intervenir en los mercados de divisas y, en su caso, a reducir la disponibilidad
de divisas por parte de los importadores y aplicar otras medidas de control de cambios.
Como resultado, en el periodo de entreguerras aumentó paulatinamente la firma de
acuerdos internacionales de compensación de pagos, destinados a evitar pagos en oro o
divisas convertibles merced a la compensación de saldos dentro de las cantidades máximas
y mínimas a importar y exportar entre países. Esas medidas, generalizadas durante los años
30 y 40, tendieron a suprimirse tras la II Guerra Mundial. Sus efectos no eran positivos,
puesto que frenaban el comercio exterior y lo dotaban de mecanismos discriminadores que
45 Varela, M. y Varela, F. (1996, p. 30).
30
restaban eficacia económica a la libre asignación de recursos por parte de los mercados. A
partir de 1945 empezó a instaurarse un nuevo orden mundial, basado en gran medida en la
existencia de una importante estabilidad cambiaria y en la aplicación de normas
multilaterales que hicieron posible el crecimiento de los flujos comerciales y financieros.
Todo ello permitió la llegada de una nueva etapa de la OEI, caracterizada por el
crecimiento económico y la expansión de las relaciones internacionales bajo un sistema
regulado multilateralmente.
Diversos factores hicieron posible el surgimiento de la tercera etapa en la configuración de
la actual organización económica internacional. Entre ellos debe mencionarse el deseo de
corregir los errores de la etapa anterior, que había tenido efectos muy negativos sobre la
economía mundial, y la necesidad de establecer un nuevo orden posbélico, los acuerdos con
el liderazgo militar y económico norteamericano, así como el creciente papel desempeñado
por el dólar en la economía mundial. El sistema de Naciones Unidas, como veremos en el
capítulo 2, está en el origen de esa tercera etapa de la OEI. Con ese nuevo orden
internacional, además de los organismos multilaterales, también aparecieron o cobraron
más fuerza otros agentes que operan en la economía mundial, como las empresas
multinacionales, al tiempo que se activaron diversos procesos de cooperación e integración
económica en el mundo46. El conocimiento de las características de la tercera y de la cuarta
etapa de la OEI centrará a partir de ahora nuestra atención. A través de su estudio podremos
entender mejor la globalización47.
1.6. Agentes y procesos en la OEI
Los principales organismos económicos internacionales actuales se crearon entre 1944
(FMI y Banco Mundial) y 1947 (GATT), y dieron origen a la tercera etapa de la OEI, que
se extendió hasta la década de los años 70. No obstante, desde finales del siglo XIX ya
46 De la Iglesia (1994). La Carta Atlántica (1941) marcó el inicio de la cooperación política, económica y en
materia de seguridad entre Europa y EE.UU. Más tarde, en 1946, la Ley de Préstamos y Arriendos permitió
canalizar un importante volumen de ayuda norteamericana hacia el Reino Unido, lo que activó la
cooperación económica en Europa y reforzó la cooperación monetaria, como veremos en el capítulo 3. 47 García de la Cruz y Durán (2004, p. 54) se refieren a la globalización como el resultado de la expansión
del capitalismo a escala universal y como “el escenario de las relaciones internacionales y, simultáneamente,
el referente en el que se han de fijar los objetivos económicos de todos los participantes en la economía
mundial, tanto empresas, como consumidores y, por supuesto, los gobiernos de los Estados nacionales. La
globalización se caracteriza por la intensidad de la interdependencia entre todos los actores económicos,
superando los límites políticos y geográficos, de tal forma que la autonomía de las naciones se ve sometida,
se ha de acomodar, a la dinámica de la economía mundial”.
31
funcionaban algunos organismos de carácter mundial48, que ejercieron un papel pionero en
la moderna organización económica internacional. Además, en 1941, EE.UU. y el Reino
Unido firmaron la Carta Atlántica, una declaración de cooperación política, económica y de
seguridad que conduciría años más tarde al establecimiento de la OTAN y facilitaría la
firma de los acuerdos de Bretton Woods (1944) y la celebración de la Conferencia de San
Francisco (1945), del que nació el Sistema de las Naciones Unidas (como se explicará en el
capítulo 2).
Sin embargo, otras experiencias de cooperación internacional no prosperaron, como la
Conferencia Económica Mundial celebrada en Londres en 1933, en pleno proceso de
ruptura del patrón oro. De hecho, el abandono del patrón oro, la consiguiente fluctuación de
los tipos de cambio de las monedas y la posterior división del mundo en tres grandes áreas
monetarias (dólar, libra y franco) fue un elemento clave de la confusión creada en las
relaciones económicas internacionales en el periodo de entreguerras. Gran Bretaña
abandonó el patrón oro en 1931. Estados Unidos lo hizo en 1933, coincidiendo con la
Conferencia de Londres. Tras él, otros países del hemisferio occidental siguieron los
mismos pasos. Y finalmente en 1934 también lo abandonaron Bélgica, Francia, Holanda y
Suiza. Con ello, las relaciones financieras internacionales quedaron en una situación muy
precaria49, reforzando la crisis económica internacional y la reducción del comercio
mundial en esa década de los años 30. Los intentos de la Sociedad de Naciones de fomentar
la cooperación y los acuerdos multilaterales entre países no prosperaron. En consecuencia,
los efectos de la recesión económica se extendieron a los ámbitos social y político y
dañaron irreversiblemente el sistema de relaciones internacionales, que no pudo
recomponerse hasta 1945.
Con la creación de los organismos económicos multilaterales en la década de los años 40
surge también un nuevo tipo de agentes económicos que operan en el ámbito internacional
con el objetivo de ejercer tareas de regulación de las relaciones internacionales basadas en
48 En 1863 se creó el Comité Internacional de la Cruz Roja; en 1865, la Unión Telegráfica Internacional; en
1874, la Unión Postal Universal; en 1875, la Unión Métrica; en 1883, la Unión para la Protección de la
Propiedad Industrial; en 1902, la Unión Internacional del Azúcar; en 1903, la Oficina Internacional de la
Salud Pública; en 1905, el Instituto Internacional de Agricultura, entre otros organismos pioneros en la
escena mundial. 49 EE.UU., Reino Unido y Francia, mediante el Acuerdo Tripartito (antecedente del FMI), intentaron, sin
éxito, poner orden en las finanzas internacionales. Además, la introducción del arancel Smoot-Hawley
(1930) en Norteamérica frenó aún más el comercio internacional, contribuyendo a extender la crisis a escala
mundial.
32
la Carta de las Naciones Unidas. Esos agentes económicos internacionales, o instituciones
y organismos multilaterales, han jugado un papel decisivo en la evolución de la economía
mundial, pero no han sido los únicos agentes que han influido sobre la economía mundial.
Junto a ellos también han ejercido un papel destacado los Estados nacionales, auténticos
protagonistas del funcionamiento de los organismos internacionales, y las empresas
multinacionales, que se han convertido en el elemento más dinámico de la economía
mundial en las últimas décadas. Como se expondrá en el capítulo 7, los flujos
internacionales de capital y la inversión directa extranjera canalizada a través de las
empresas multinacionales han ganado peso en las relaciones económicas internacionales
hasta convertirse en los elementos que mejor caracterizan la actual fase de globalización.
Asimismo, la globalización supone un paso más en el proceso general de
internacionalización de las relaciones económicas que ha caracterizado la evolución de las
etapas de la OEI anteriormente descritas. Además de ese proceso general de
internacionalización, existen otros procesos que se desarrollan en la economía mundial y
han de ser tomados en consideración en los estudios de OEI. Entre ellos destaca la
integración económica internacional, puesto que ha permitido la creación, en diversas áreas
del mundo, de agrupaciones regionales de países que comparten algunos objetivos y
medios de acción comunes y que completan, de ese modo, los procesos de cooperación
internacional existentes en la economía mundial50.
Para facilitar el análisis de las organizaciones internacionales y de los organismos
económicos multilaterales más relevantes se ha incluido el Organigrama de las Naciones
Unidas (véase Cuadro 1, en el capítulo 2). Además, de forma sintética, A. Calvo51 ofrece la
siguiente clasificación de las organizaciones internacionales:
- Organizaciones internacionales de carácter general: Organización de Naciones Unidas
(ONU).
- Organizaciones monetarias y financieras: Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco
de Pagos Internacionales (BPI), Banco Central Europeo (BCE), Banco de los Estados
de África Central y Banco Central de los Estados de África Occidental.
- Organizaciones internacionales de financiación del desarrollo: Grupo del Banco
Mundial, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Organización de
50 Véanse capítulos 8 y 9. 51 Calvo (2001, pp. 23-26).
33
Naciones Unidas para el Desarrollo (ONUDI), y Fondo de la OPEP para el desarrollo.
- Organizaciones comerciales: Organización Mundial del Comercio (OMC), Tratado de
Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA o TLC), Tratado de Libre Comercio del
Asia Pacífico, acuerdos comerciales en América Latina y el Caribe, y acuerdos
comerciales de la UE con otros países terceros.
- Organizaciones regionales: Unión Europea (UE), Mercosur, Comunidad Andina, Unión
Aduanera Centroamericana, TLC, Asean.
- Organizaciones regionales de financiación del desarrollo internacional: Banco Europeo
de Inversiones (BEI), Banco Europeo de Desarrollo Regional (BERD), y bancos
regionales vinculados al sistema de Naciones Unidas.
- Organizaciones sectoriales: Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), y
acuerdos internacionales de productos básicos y materias primas, así como diversos
organismos de Naciones Unidas de ámbito sectorial.
- Organizaciones de consulta: Organización para la Cooperación y del Desarrollo
Económico (OCDE), Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el
Desarrollo (UNCTAD), Asociación Económica del Asia Pacífico, y otras agrupaciones,
como el G-752, que integra a los países más industrializados del mundo.
Además de esta clasificación, los organismos internacionales también podrían agruparse
por las problemáticas que tratan (demografía, migraciones, alimentación, energía,
comercio, ayuda al desarrollo o crecimiento económico)53. Asimismo, los estudios de OEI
pueden completarse con el análisis de la economía mundial y de las principales áreas
económicas del mundo54. De una forma convencional, los países del mundo pueden
agruparse en:
- Países desarrollados. Son los países pertenecientes a la OCDE (véase capítulo 6).
Algunos de ellos forman parte del Comité de Ayuda al Desarrollo. Los países de mayor
nivel de renta forman el G-7 (EE.UU., Japón, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia
52 Pese a tratarse de un foro informal, o que carece de un estatus institucional formalizado, el G-7 ejerce una
influencia muy importante en la cooperación y en la coordinación de gran parte de los principales asuntos
económicos internacionales. Se asocia al FMI y a la OCDE, aunque no pertenece a ninguno de esos
organismos. Surgió con el propósito de facilitar la cooperación en temas monetarios, si bien en la actualidad
ha extendido sus funciones a otros ámbitos cooperativos de los países desarrollados. 53 Cuenca (2004, p. 6) recuerda que existen otras formas de abordar la problemática de la OEI: globalmente
(desde el reparto del poder económico), desde los subsistemas (comercial, productivo, financiero), desde los
grandes temas de la economía mundial (ecología, subdesarrollo), por grandes áreas económicas. 54 Una aproximación sintética desde la perspectiva global pueden encontrarse en Berzosa (2002).
34
e Italia).
- Países en desarrollo y subdesarrollados. Constituyen el grupo más numeroso de países
del mundo. Algunos de ellos han alcanzado mayores niveles de desarrollo (los nuevos
países industriales), mientras que otros pertenecen al grupo de los Países Más Atrasados
(PMA).
- Países socialistas y otras naciones no clasificadas antes. Tras la caída del muro del
Berlín en 1989 el número de países socialistas se ha reducido extraordinariamente, si
bien destacan aún algunas naciones de difícil clasificación, como China.
Asimismo, los estudios de OEI pueden tomar en consideración la existencia de distintas
agrupaciones geográficas en el mundo, a partir del siguiente esquema:
- Europa, donde destacan los 25 países de la UE, los países de la EFTA (Suiza, Noruega,
Islandia y Lientchestein), los candidatos a integrarse en la UE (Bulgaria, Rumania) y los
que aún no forman parte de ninguno de esos grupos (Turquía y los países balcánicos).
- Rusia y su antigua área de influencia.
- China.
- India y los países del sudeste de Asia.
- Japón y la cuenca del Pacífico, incluidas Australia y Nueza Zelanda
- Norteamérica.
- Latinoamérica y el Caribe.
- El Mediterráneo (Oriente Próximo y Norte de África) y el África subsahariana.
Muchas de estas áreas geográficas están inmersas en procesos de integración regional, lo
cual permite abordar el estudio de la economía mundial a partir de la configuración de un
número creciente de áreas regionales de integración. La UE es, obviamente, el primer
exponente de esa estrategia. Finalmente, junto a los procesos de cooperación e integración,
la economía mundial reserva un lugar privilegiado para los agentes económicos privados,
en especial para las grandes empresas que mejor han sabido adaptarse a las condiciones de
internacionalización. Al no tratarse de agentes públicos ni de organismos multilaterales, los
estudios de OEI no siempre incluyen análisis específicos sobre las empresas
multinacionales. Sin embargo, su importancia en la economía mundial hace necesario el
estudio de sus características y funcionamiento, ya que, como se explicará en el capítulo 7,
sin analizar el papel de las multinacionales en la economía mundial no resulta posible
comprender la actual organización económica internacional.