Odisea uniforniana

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Por Roberto Luna. Me encontraba en una plaza de la ciudad, sólo viendo pasar a la gente. Como el regreso a clases estaba cerca, empezé a ver la gente que entraba a las tiendas de uniformes. Recordé el tiempo en el que trabajaba en estas tiendas y recordé a los tipos de personas que acudían. Empezé a buscar al ‘personaje’ que más me atraía. Pero no aparecía. Tuve que esperar alrededor de 20 minutos para que encontrara alguien que me pareciera adecuado. Afortunadamente, la persona que vi encajaba perfectamente con las características del personaje que buscaba: ‘la mamá mienta madres’, le dicen en el gremio. Era una señora no mayor de 40 años, delgada y con una apariencia de ser muy moderna. Vestía un blazer y un pantalón de vestir (como si trabajara en algún banco, o en un despacho jurídico) y lentes de sol en la cabeza. De alguna forma logré convencerla para poder pasar a la tienda. Entró a la tienda y se acercó al mostrador, a una zona en donde estaba aten- diendo una mujer joven. -Disculpe- dijo la señora- Disculpe, señorita. Pero nadie le hacía caso. Después de eso, se acercó a otra parte del mostrador, donde una mujer, de más edad que la anterior, se encontraba tendiendo más personas. -Disculpe- insistió- ¿Me pueden atender ya? De nuevo, no le hicieron caso. La señora empezó a mostrarse molesta, así que volvió a pedir que la atendie- ran, en un tono más agresivo. Enseguida, la mujer joven le contestó. -Permítame señora, estamos atendiendo lo más rápido posible. -Pues no lo parece –respondió aun más enojada. La mujer no le puso atención y siguió atendiendo a la persona con la que estaba hablando. En eso, otra mujer llegó a la tienda, vio a la mujer mayor desocupándose y se acercó a ella. -Disculpe señora, ¿tendrá uniformes de la Secundaria dos? -Sí señora, permítame tantito. Cuando la señora que entró primero escuchó esto, se alteró. Su cara mostra- ba una ira destructiva. Parecía que quería romper algo. Posiblemente, alguna prenda de las quee staban ahí. Odisea “Uniforniana” Aun así (con todo y su “furia”), la señora espero que la atendieran. La mujer joven, entonces, preguntó qué se le ofrecía. -¿Tendrá el uniforme de la Simón Bolívar?-preguntó -Lo sentimos señora, ese uniforme lo dejamos de fabricar hace un año -le contestaron muy fríamente. La señora mostró una cara de enojo. Y, como mi experiencia lo predijo, era una “mamá mienta madres”, pues hizo eso juestamente. Después de esto, salió del negocio… y no alcancé a darle las gracias.

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Crónica periodística realizada por Roberto Luna

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Por Roberto Luna.Me encontraba en una plaza de la ciudad, sólo viendo pasar a la gente. Como el regreso a clases estaba cerca, empezé a ver la gente que entraba a las tiendas de uniformes. Recordé el tiempo en el que trabajaba en estas tiendas y recordé a los tipos de personas que acudían. Empezé a buscar al ‘personaje’ que más me atraía.Pero no aparecía. Tuve que esperar alrededor de 20 minutos para que encontrara alguien que me pareciera adecuado. Afortunadamente, la persona que vi encajaba perfectamente con las características del personaje que buscaba: ‘la mamá mienta madres’, le dicen en el gremio.Era una señora no mayor de 40 años, delgada y con una apariencia de ser muy moderna. Vestía un blazer y un pantalón de vestir (como si trabajara en algún banco, o en un despacho jurídico) y lentes de sol en la cabeza.De alguna forma logré convencerla para poder pasar a la tienda.Entró a la tienda y se acercó al mostrador, a una zona en donde estaba aten-diendo una mujer joven.-Disculpe- dijo la señora- Disculpe, señorita.Pero nadie le hacía caso.Después de eso, se acercó a otra parte del mostrador, donde una mujer, de más edad que la anterior, se encontraba tendiendo más personas.-Disculpe- insistió- ¿Me pueden atender ya?De nuevo, no le hicieron caso.La señora empezó a mostrarse molesta, así que volvió a pedir que la atendie-ran, en un tono más agresivo.Enseguida, la mujer joven le contestó.-Permítame señora, estamos atendiendo lo más rápido posible.-Pues no lo parece –respondió aun más enojada.La mujer no le puso atención y siguió atendiendo a la persona con la que estaba hablando. En eso, otra mujer llegó a la tienda, vio a la mujer mayor desocupándose y se acercó a ella.-Disculpe señora, ¿tendrá uniformes de la Secundaria dos?-Sí señora, permítame tantito.Cuando la señora que entró primero escuchó esto, se alteró. Su cara mostra-ba una ira destructiva. Parecía que quería romper algo. Posiblemente, alguna prenda de las quee staban ahí.

Odisea “Uniforniana”

Aun así (con todo y su “furia”), la señora espero que la atendieran. La mujer joven, entonces, preguntó qué se le ofrecía.-¿Tendrá el uniforme de la Simón Bolívar?-preguntó-Lo sentimos señora, ese uniforme lo dejamos de fabricar hace un año -le contestaron muy fríamente.La señora mostró una cara de enojo. Y, como mi experiencia lo predijo, era una “mamá mienta madres”, pues hizo eso juestamente. Después de esto, salió del negocio… y no alcancé a darle las gracias.