Oda Al Otoño-John Keats

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Oda al otoño John Keats (Traducción de Luis Cernuda) Época de neblinas, de fértiles sazones, Compañera entrañable del sol casi maduro, Conspirando con él cómo llenar las viñas Que escalan por las bardas con bendición de frutos O encorvar con manzanas los árboles del huerto. Eres tú quien los frutos sazonas hondamente, Hinches la calabaza, la cáscara morena Llenas con dulce almendra, y tan diversos brotes De flores ya tardías regalas a la abeja, Que los cálidos días supone interminables, Desbordando el verano de sus celdas viscosas. ¿Quién no te ha contemplado ceñida de abundancia? Aquel que en torno mira hallarte suele Sentada con descuido en los graneros, Tu pelo levantado al viento que lo aventa, O en surco aún no segado dormir profundamente, Ebria de adormideras, en tanto tu hoz respeta La próxima gavilla de flores enlazadas. Otras, como una espigadora, mantienes fijamente Tu cabeza inclinada encima de un arroyo, O con ojos pacientes en el lagar contemplas La cidra hora tras hora correr en gotas últimas. ¿Adónde con sus cantos se fue la primavera? Mas no los recordemos, que en ti música hay. Cuando florece en nubes el día declinante Cubriendo los rastrojos de un matiz sonrosado, Un coro lastimero de cínifes se duele Entre orillas de sauces, que erguidos o doblados Siguen al viento leve según renace o muere. Hay corderos que balan por su otero nativo Mientras cantan los grillos, y luego, blandamente, El pitirrojo silba cerca de alguna huerta O trinan por el cielo bandos de golondrina.

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8/16/2019 Oda Al Otoño-John Keats

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Oda al otoño

John Keats

(Traducción de Luis Cernuda)

Época de neblinas, de fértiles sazones,Compañera entrañable del sol casi maduro,Conspirando con él cómo llenar las viñasQue escalan por las bardas con bendición de frutosO encorvar con manzanas los árboles del huerto.Eres tú quien los frutos sazonas hondamente,

Hinches la calabaza, la cáscara morenaLlenas con dulce almendra, y tan diversos brotesDe flores ya tardías regalas a la abeja,Que los cálidos días supone interminables,Desbordando el verano de sus celdas viscosas.

¿Quién no te ha contemplado ceñida de abundancia?Aquel que en torno mira hallarte sueleSentada con descuido en los graneros,

Tu pelo levantado al viento que lo aventa,O en surco aún no segado dormir profundamente,Ebria de adormideras, en tanto tu hoz respetaLa próxima gavilla de flores enlazadas.

Otras, como una espigadora, mantienes fijamenteTu cabeza inclinada encima de un arroyo,O con ojos pacientes en el lagar contemplasLa cidra hora tras hora correr en gotas últimas.

¿Adónde con sus cantos se fue la primavera?Mas no los recordemos, que en ti música hay.Cuando florece en nubes el día declinanteCubriendo los rastrojos de un matiz sonrosado,Un coro lastimero de cínifes se dueleEntre orillas de sauces, que erguidos o dobladosSiguen al viento leve según renace o muere.Hay corderos que balan por su otero nativo

Mientras cantan los grillos, y luego, blandamente,El pitirrojo silba cerca de alguna huertaO trinan por el cielo bandos de golondrina.