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N°4 oct-nov-dic

2016

Cuadernos de Formación y

Participación Política

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Comité editorial

Abdiel Rodríguez Reyes

Aristeides Turpana

Briseida Allard

Briseida Barrantes

Diógenes Sánchez Pérez

Félix E. Villarreal V.

Guillermo Castro Herrera

Ismael Cáceres-Correa

Manuel González

Marco Gandásegui, hijo.

Miriam Elizabeth Villanueva

Olmedo Beluche

Osvaldo Rodríguez

Roberto Ayala Saavedra

Salomón Samudio

Puede consultarse en línea en:

www.alainet.org

Portada: Fidel Castro Ruz

Cuadernos de Formación y Participación Política

ISSN 2518-4717

Publicación trimestral

Octubre, noviembre y diciembre 2016 N. º 4.

Edita: Polo Ciudadano

Contacto: [email protected]

URL: www.alainet.org

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-

SinObraDerivada 4.0 Internacional. (CC BY-NC-ND 4.0)

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Sumario

Presentación

P. 4

Fidel: su legado

Borón, Atilio A.

pp. 5-8

Estudien, los que quieran opinar

Castro H, Guillermo

pp. 9-13

27 años de verdadero duelo por la invasión a Panamá

Barrantes Serrano, Briseida

pp. 14-16

Hacia el 150 aniversario de El Capital

Rodríguez Reyes, Abdiel

pp. 17-20

Marxismo y globalización capitalista

Beluche, Olmedo

pp. 21-30

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Presentación

L a muerte del comandante en jefe de la Revolución Cuba-

na Fidel Castro, sin lugar a duda marcó este primer cuarto

de siglo cronológico. Fue una figura trascendental en la geo-

política, vivió los momentos más duros de la guerra fría hasta la

llegada de los gobiernos posneoliberales con el comandante

Hugo Chávez. Compartimos dos artículos sobre el legado de

Fidel, para comprender su importancia. El primer artículo – de

Boron – que lo escribió al calor de la muerte del Comandante

nos parece de gran valía, tanto para conocer el legado, como

también para conocer al gran estratega. En esa misma direc-

ción, publicamos el artículo de Castro Herrera por la ola de in-

formación chatarra que se reproduce en los medios de comu-

nicación y redes sociales; y lo único a lo que nos invita el artícu-

lo es que si se quiere opinar lo menos que se debe hacer es es-

tudiar. Reproducimos el artículo de Barrantes recordando la ne-

fasta invasión norteamericana de Estados Unidos a Panamá.

Con ánimo de provocar una discusión sobre Marx en el marco

del 150 aniversario del primer tomo de El Capital, publicamos el

artículo de Rodríguez Reyes sobre esta temática. Por último, co-

mo de costumbre en los Cuadernos, publicamos una reseña,

en este caso de Beluche sobre el libro Marxismo y globalización

capitalista de Roberto Ayala.

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Fidel: su legado1

Atilio A. Borón

L a desaparición física de Fidel hace que el corazón y el ce-

rebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de

ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos

que se arremolinan y se superponen, entremezclando imáge-

nes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!),

entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas.

Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que

decía el Apóstol: trincheras de ideas valen más que trincheras

de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar,

comprobado no sólo en la Sierra Maestra sino en su cuidadosa

planificación de la gran batalla de Cuito Cuanevale, librada

en Angola entre diciembre de1987 y marzo de 1988, y que pre-

cipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustra-

ción de los planes de Estados Unidos en África meridional.

Pero además era un consumado político, un hombre con una

fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna

como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida

Cuba -a nuestra Cuba en realidad- en una protagonista de pri-

mer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales

que agitaron la segunda mitad del siglo veinte. Ningún otro

país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consi-

guiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolida-

ción de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo

__________ 1. Comparto una primera reflexión, en caliente, sobre la muerte del Comandante. Me

enteré a noche, al cierre de la TV cubana y vi el discurso de Raúl. No pegué un ojo en

toda la noche y salí corriendo al aeropuerto a cancelar mi retorno, programado para

hoy sábado al mediodía. Me quedo en Cuba hasta el miércoles, y el martes estaré en

la gran despedida que se le hará a Fidel en la Plaza de la Revolución. Van unas pocas

ideas, deshilvanadas, salidas más del corazón que de mi cerebro. Pero siento que no

puedo guardarlas para mi fuero íntimo. ¡Hasta la victoria, siempre!

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francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam des-

de el primer momento, y su cooperación resultó de ser de enor-

me valor para ese pueblo sometido al genocidio norteameri-

cano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó

acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-

israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir

el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar

con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con

economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás logra-

ron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba

tenía a Fidel.

Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de Améri-

ca Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por en-

tonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tri-

continental en Enero de 1966, para apoyar y coordinar las lu-

chas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y

el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible

para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que

en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del

despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindi-

ble retomar las iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el

Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre

Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el

gran estratega del proceso de creciente integración suprana-

cional que comienza a germinar en Nuestra América desde fi-

nales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo

Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para mate-

rializar sus ideas. La colaboración entre estos dos gigantes de

Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cam-

bios y transformaciones que dio por tierra con el más importan-

te proyecto económico y geopolítico que el imperio había ela-

borado para el hemisferio: el ALCA.

Fidel: su legado/ Atilio A. Borón

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Estratega militar, político pero también intelectual. Raro caso de

un jefe de estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y

que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el

entendimiento de los líderes. Tuve la inmensa fortuna de asistir a

un intenso pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y

Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de Octubre de

1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el an-

fitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteameri-

cano. Una imagen imborrable es la de Fidel participando en nu-

merosos eventos escenificados en Cuba –sean los encuentros

sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Ofici-

na de Estudios Martianos o la Asamblea de CLACSO en Octubre

del 2003- y sentado en la primera fila de la platea, munido de

un cuadernito y su lapicera, escuchando durante horas a los

conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervencio-

nes. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con

una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o

sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imagina-

do. Por eso le decía a su pueblo “no crean, lean”, fiel reflejo del

respeto que sentía por la labor intelectual.

Al igual que Chávez, Fidel un hombre cultísimo y un lector insa-

ciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era

inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparato-

rias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: “recuerden

que Dios no existe, pero está en los detalles” y nada, por insigni-

ficante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre

de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonri-

sa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush

padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era “una

especie en peligro” y que lo que hoy llamamos cambio climáti-

co constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela

alto y ve lejos advirtió veinte años antes que los demás la grave-

dad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera.

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Fidel ha muerto, pero su legado –como el del Che y el de Chá-

vez- vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solida-

ridad, al internacionalismo antiimperialista; su reivindicación del

socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de

la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los

pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente

será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que

para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar

sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo es-

to, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las

luchas emancipatorias de nuestros pueblos.

Fidel: su legado/ Atilio A. Borón

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Estudien, los que quieran opinar…

Guillermo Castro H.

¿Qué significa para nuestro pueblo el 10 de Octubre de 1868?

¿Qué significa para los revolucionarios de nuestra patria esta gloriosa fecha?

Significa sencillamente el comienzo de cien años de lucha,

el comienzo de la revolución en Cuba,

porque en Cuba solo ha habido una revolución:

la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de Octubre de 1868.

Y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes.

Fidel Castro Ruz, La Demajagua, 1968[1]

E l fallecimiento de Fidel Castro Ruz, la austera modestia

que pidió para su memoria, la masividad inestridente y

afectuosa de su funeral, y la elección del Cementerio de Santa

Efigenia en Santiago de Cuba como su lugar de reposo final –

en compañía de Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Graja-

les y José Martí-, abren a debate, una vez más, el carácter y el

alcance del proceso revolucionario que encabezó entre 1953 y

2016. Ese debate no puede ser planteado –ni siquiera imagina-

do- en los términos amorales, anacionales y finalmente ahistóri-

cos que han venido a ser usuales en los años de hierro del neo-

liberalismo triunfante. Tales términos, en efecto, sólo permiten

dar cuenta de mundos imaginarios, pero no del mundo real,

donde persiste en ocurrir lo imposible una y otra vez, desde la

elección del Papa Francisco en un extremo, hasta la del nuevo

Presidente de los Estados Unidos, en el otro.

Los términos que reclama el debate sobre Cuba todo lo con-

trario de aquellos otros: éticos, nacionales, e históricos. Desde

esos términos, por ejemplo, ha advertido Fernando Martínez He-

redia que en Cuba viene ocurriendo un proceso socialista de

liberación nacional. Ese proceso nace del rico y complejo de-

venir de la formación de la nación cubana, que se inicia a fines

del siglo XVIII, ingresa de 1868 en adelante a una fase revolu-

cionaria, que adoptó una forma liberal radical primero, otra

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demócrata revolucionaria a partir de 1895, y finalmente una

socialista al alcanzar su fase culminante en las condiciones de

desarrollo del capitalismo a escala mundial a mediados del si-

glo XX.

Aquella primera fase liberal radical encontró una clara expre-

sión en los términos en que el joven José Martí emplazó a la Pri-

mera República Española – nacida en febrero de 1873, liquida-

da por un golpe de Estado monárquico en diciembre de 1874 –

a aceptar el hecho de que Cuba había optado por conquistar

su independencia en el campo de batalla, y no por una mera

reforma de su condición colonial:

Más dirán ahora que puesto que España da a Cuba los

derechos que pedía, su insurrección no tiene ya razón de

existir. – No pienso sin amargura en este pobre argumen-

to, y en verdad que [de] la dureza de mis razones habrá

de culparse a aquellos que las provocan. – España quie-

re ya hacer bien a Cuba. ¿Qué derecho tiene España

para ser benéfica después de haber sido tan cruel? – Y si

es para recuperar su honra ¿qué derecho tiene para ha-

cerse pagar con la libertad de un pueblo, honra que no

supo tener a tiempo, beneficios que el pueblo no le pide,

porque ha sabido conquistárselos ya? - ¿Cómo quiere

que se acepte ahora lo que tantas veces no ha sabido

dar?¿Cómo ha de consentir la revolución cubana que

España conceda como dueña de derechos que tanta

sangre y tanto duelo ha costado a Cuba defender?- Es-

paña expía ahora terriblemente sus pecados coloniales

que en tal extremo la ponen que no tiene ya derecho a

remediarlos. – La ley de sus errores la condena a no pare-

cer bondadosa. Tendría derecho para serlo si hubiera

evitado aquella inmensa, aquella innumerable serie de

profundísimos males. Tendría derecho para serlo si hubie-

ra sido siquiera humana en la prosecución de aquella

guerra que ha hecho bárbara e impía.[2]

Estudien, los que quieran opinar.../ Guillermo Castro H.

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La cercanía de este emplazamiento con los términos en que

Cuba ha ejercido su lucha contra el bloque que le ha sido im-

puesto desde 1960 por los Estados Unidos serán evidentes para

el observador atento de nuestras realidades. De igual modo

debería ser evidente el paso a un planteamiento democrático

revolucionario en el momento en que la lucha armada del

pueblo cubano por el derecho a decidir su propio destino in-

gresa nuevamente en una fase armada a comienzos de 1895,

según lo plantearon José Martí y Máximo Gómez como voceros

del mando político y militar de la revolución que renacía de la

derrota a que la habían condenado sus disputas internas en la

guerra de 1868 – 1878:

Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y

culto, conocedor celoso de su derecho y del ajeno; o

de cultura mucho mayor, en lo más humilde de él, que

las masas llaneras o indias con que, a la voz de los hé-

roes primados de la emancipación, se mudaron de ha-

tos en naciones las silenciosas colonias de América; y en

el crucero del mundo, al servicio de la guerra, y a la fun-

dación de la nacionalidad, le vienen a Cuba, del traba-

jo creador y conservador en los pueblos más hábiles del

orbe, y del propio esfuerzo en la persecución y miseria

del país, los hijos lúcidos, magnates o siervos, que de la

época primera de acomodo, ya vencida, entre los com-

ponentes heterogéneos de la nación cubana, salieron a

preparar, o – en la misma Isla continuaron preparando,

con su propio perfeccionamiento, el de la nacionalidad

a que concurren hoy con la firmeza de sus personas la-

boriosas, y el seguro de su educación republicana.[3]

Tal fue, así, el pueblo democrático y culto que poco después

pudo decir al New York Herald, a través del Delegado de su

Partido Revolucionario Cubano que

“es nuestro deber, como representantes electos de la

Revolución, […] expresar de modo sumario al pueblo de

los Estados Unidos y al mundo las razones, composiciones

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y fines de la Revolución que Cuba inició desde principios

de siglo, que se mantuvo en armas con reconocido he-

roísmo de 1868 a 1878, y se reanuda hoy por el esfuerzo

ordenado de los hijos del país dentro y fuera de la Isla,

para fundar, con el valor experto y el carácter maduro

del cubano, un pueblo independiente, digno y capaz

del gobierno que abre la riqueza estancada de la Isla

de Cuba, en la paz que solo puede asegurar el decoro

satisfecho del hombre, al trabajo libre de sus habitantes

y al paso franco del Universo”.[4]

Cuba, y su revolución, existen en este mundo real, no en el ima-

ginario del pensamiento único y las abstracciones tan cómo-

das como acomodaticias de la cultura que ese pensamiento

promueve. Como tal, Cuba, y su revolución, pueden y deben

ser objeto de todo el debate que merezcan sus limitaciones,

sus logros, los errores que haya cometido y los modos en que

los haya enmendado o no.

Para que ese debate sea útil, en todo caso, es bueno recordar

dos cosas. Una, que no existen en el mundo real críticas cons-

tructivas ni destructivas, sino únicamente críticas fundamenta-

das o carentes de fundamento. Y otra, el sano consejo que

ofreció Martí a quienes deseaban participar en la discusión de

las cosas de este mundo, incluyendo la Revolución a la que ha-

bía dedicado todas sus fuerzas, y a la que entregaría su vida un

año después:

Estudien, los que pretenden opinar. No se opina con la

fantasía, ni con el deseo, sino con la realidad conocida,

con la realidad hirviente en las manos enérgicas y since-

ras que se entran a buscarla por lo difícil y oscuro del

mundo. Evitar lo pasado y componernos en lo presente,

para un porvenir confuso al principio, y seguro luego por

la administración justiciera y total de la libertad culta y

Estudien, los que quieran opinar.../ Guillermo Castro H.

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trabajadora: ésa es la obligación, y la cumplimos. Ésa es

la obligación de la conciencia, y el dictado científico. La

misma injusticia de aquella escasa porción de nuestra

patria que no amase a los que la quieren constituir para

una paz durable, conforme a sus verdaderos elementos,

no podría desviar, ni aflojar siquiera, a los que, dispuestos

a dar la vida por su país, le dan de seguro lo que vale

menos que ella: - la paciencia. [...] Amemos la herida

que nos viene de los nuestros. Y fundemos, sin la ira del

sectario, ni la vanidad del ambicioso. La revolución

crece.[5]

Notas:

[1] Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz,

Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de

Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el resu-

men de la Velada Conmemorativa de los Cien Años de Lucha,

efectuada en La Demajagua, Monumento Nacional, Manzani-

llo, Oriente, el 10 de Octubre de 1968. (Departamento de Ver-

siones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario)

http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1968/esp/

f101068e.html

[2] Martí, José: “La República Española ante la Revolución Cu-

bana”. Febrero, 1873. Obras Completas. Edición Crítica. Centro

de Estudios Martianos, La Habana, 2006. I, 105.

[3] “Manifiesto de Montecristi”. Obras Completas. Editorial de

Ciencias Sociales, La Habana, 1975. IV, 95.

[4] Martí, José: “Al New York Herald. 2 de mayo de 1895”. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. IV,

151 – 152.

[5] Martí, José: “Crece”.[Patria, 5 de abril de 1894]. Obras Com-pletas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. IV, 121.

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27 años de verdadero duelo por la invasión a

Panamá

Briseida Barrantes Serrano

H ay un duelo real que llevamos los seres humanos que

vivimos la infausta madrugada, desdichados días y fa-

tales noches que duró la invasión militar de Estados Unidos a

Panamá, iniciada en la madrugada de aquel miércoles 20 de

diciembre de 1989.

Sin excusas, mientras dormía la gente en sus casas, llovieron rá-

fagas del cielo y prendieron fuego en El Chorrillo. Tronaron ra-

yos de tiros en la Central, Calidonia, Panamá Viejo, Paitilla, El

Dorado, Las Cumbres, Tocumen, San Miguelito, Tinajitas, Paco-

ra, Amador, Arraiján, La Chorrera, Río Hato, Colón y en tantos

otros recónditos lugares silenciados por el espanto de las balas

que volaban directo a los cuerpos de compatriotas que com-

batían a los invasores. Ese plomo letal alcanzó a vidas que

iban con el rumbo de la noche triste, el sol opaco o el atarde-

cer sombrío.

La violencia desatada por las bombas de 2,000 libras, los bom-

barderos Stealth F-117, helicópteros y lanzamisiles Blackhawk,

el avión fantasma, cañones de fuego rápido de 30mm, entre

otros tipos de armamentos bélicos embestidos sin pudor, al-

canzó la existencia de niños, niñas, mujeres y hombres de to-

das las edades, todos los colores. Sus sonrisas las borraron y

lloramos…

La masacre no discriminó orígenes ni profesiones. Un fotógrafo

español que estaba cubriendo los hechos junto a otros corres-

ponsales internacionales, hospedados en el antiguo Hotel Ma-

rriot, ocupado por las tropas yanquis, le fue aniquilada su liber-

tad de prensa para siempre. Unas tanquetas dispararon hacia

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el sitio hotelero, mientras todos corrían a refugiarse, los periodis-

tas estaban en los alrededores del Centro de Convenciones

ATLAPA, vieron que algo cayó y luego que faltaba alguien, se

dieron cuenta que los 32 años de Juantxu Rodríguez fueron

acallados estruendosamente. Una foto que tomó con su cá-

mara, probablemente la última, viajó por el mundo eviden-

ciando a los muertos que llegaron a la morgue del Hospital

Santo Tomás. Esa imagen se convirtió en afiche de denuncia.

¿Cuántos medios se acuerdan de él y exigen su reparación?

Dos días después, en medio del caos, la invasión se llevó a mi

madre enferma, ella se quedó sin aliento y cerró sus ojos grises

en ese amanecer turbulento de guerra. No había ni una sola

morgue disponible, todas estaban abarrotadas de hijos e hijas

de este pueblo. Y sólo una clínica particular tuvo espacio. Co-

mo no había ambulancias disponibles, el traslado se hizo largo.

Para evitar un ataque, se utilizó un carro que se adecuó a las

circunstancias, con una bandera blanca que ondeaba en la

parte delantera. Dentro iban una enfermera y un médico uni-

formados para garantizar la travesía, se expusieron a los vehícu-

los Hummer, equipados con ametralladoras de alto calibre, que

deambulaban libremente por doquier. Ella y él son héroes anó-

nimos, como tantos que hubo, cuando emanó la solidaridad.

Tuvimos que esperar 7 días para realizar el sepelio, porque el

gobierno juramentado en Clayton se oponía a que se hicieran

funerales, y de realizarse, pretendían que no fueran masivos y

solicitaban no hacer misas para evitar que se juntara la gente.

Fue difícil para todas las persona llegar al punto de encuentro

en la iglesia y más espinoso llegar al cementerio. La despedi-

mos dignamente.

Cuando llegamos al Jardín de Paz, en medio del dolor, las lágri-

mas y la impotencia vislumbramos a lo lejos unas bolsas ne-

gras que eran cargadas y lanzadas en una excavación. Al

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principio no entendíamos, después, nos estremecimos, lloramos

más.

Fue imposible esconder por mucho tiempo a una de las fosas

comunes donde sepultaron a los mártires de la invasión. La lu-

cha se hizo fuerte para que abrieran esa fosa común, y todas

las otras encontradas, para desenterrar a las víctimas, identifi-

carles y darles honrosas sepulturas. Helos allí, en el mismo

camposanto donde reposan los restos de mi madre. Sus me-

morias vivirán eternamente.

Son 27 años que llevamos de verdadero duelo en lo más pro-

fundo de nuestro ser. Igual que en 1989, seguimos exigiendo,

por derecho propio, que se haga justicia a las víctimas que

ultimaron, se reparen el daño moral, el trauma que provocó

la invasión a este pueblo, como los daños físicos a las perso-

nas heridas, enfermas y convalecientes.

Sigue siendo de urgencia notoria aplicar el derecho que tienen

las nuevas generaciones a conocer la verdadera historia de la

invasión del ejército norteamericano al país que les vio nacer.

Requieren saber que la ocupación militar fue un crimen de lesa

humanidad, una agresión injusta que aún subyace en el sub-

consciente colectivo.

Panamá, 20 de diciembre de 2016

27 años de verdadero duelo por la invasión a Panamá/ Briseida Barrantes Serrano

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Hacia el 150 aniversario de El Capital

Abdiel Rodríguez Reyes

E l inseparable amigo y compañero de Marx, Engels, dio un

discurso conmovedor pero certero para recordarlo en un

momento en que nos convidamos a conmemorar el 150 aniver-

sario del primer tomo de El capital. Un momento para ajustar

cuentas con el pensador de Tréveris, lo que significa volver a

leerlo bajo el prisma del siglo XXI, a saber, si tiene algo que de-

cirnos hoy.

Engels ante la tumba de Marx

Según Michael Heinrich – que trabaja en la edición de Marx-

Engels-Gesamtausgabe (MEGA) –, el funeral de Marx no fue

multitudinario, a petición de él mismo, fue sobrio como también

fue lo fue su tumba, pese a que, el Partido Social Demócrata

quería erigir un monumento, y al funeral asistieron once perso-

nas, entre ellos, su inseparable compañero Friedrich Engels. So-

bre Marx habrá varios cientos de obituarios, pero cabe desta-

car aquel discurso legendario de Engels ante la tumba de

Marx, que pese a su brevedad, no deja de ser una radiografía

a cuerpo entero.

“Pues Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar,

de este o del otro modo, al derrocamiento de la socie-

dad capitalista y de las instituciones políticas creadas por

ella, contribuir a la emancipación del proletariado mo-

derno, a quién él había infundido por primera vez la con-

ciencia de su propia situación y de sus necesidades, la

conciencia de las condiciones de su emancipación: tal

era la verdadera misión de su vida. La lucha era su ele-

mento” (Marx, C. & Engels, F., 1976. Obras Escogidas en

tres tomos. Moscú: Progreso. p, 172).

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Nadie con buen sentido estaría de acuerdo con la devasta-

ción del modo de producción capitalista, ni a favor de las insti-

tuciones políticas que son maniqueas a los intereses del sector

económicamente dominantes. Habrá que pensar otra socie-

dad, otras instituciones para otro mundo posible. Las condicio-

nes de factibilidad para ello se tienen que fraguar al calor de

las propias contradicciones de esta sociedad, en donde los

descubrimientos de Marx mucho nos pueden servir, sí sólo sí, lo

leamos en sus fuentes, en un contexto lleno de extrañezas co-

mo el nuestro.

Marx hoy

Recientemente salieron dos artículos que muestran un Marx re-

dimido, uno en The economist (Karl Marx. False consciousness.

The value of Marx in the 21st century. En: The Economist, 27/8/

2016). Y otro en The New Yorker (Louis Menand. Karl Marx, yes-

terday and today. En: The New Yorker, 10/10/2016). Ambos ar-

tículos muestran la vitalidad del pensamiento de Marx, cuando

muchos lo dan por extinto. Como todo un clásico, Marx tiene

sus detractores y sus apologetas. Lo importante es que nos pue-

de decir Marx hoy, en un momento que hacemos transito a un

determinado estado de cosas que no sabemos dónde va a

desembocar, con un deterioro de la huella ecológica, ade-

más, un creciente deterioro de la seguridad social y la de-

sigualdad económica que corroe toda la sociedad.

Pese a que el mundo cambio radicalmente del siglo XIX a acá,

el estudioso crítico por antonomasia del capitalismo – nos re-

cuerda Menand –, nos ayuda a comprender las grandes de-

sigualdades de hoy. Las condiciones laborales de hoy, no dis-

tan mucho de las del siglo pasado. Por otra parte, según el in-

forme OXFAM “La desigualdad económica extrema se ha dis-

parado en todo el mundo durante los últimos 30 años,

convirtiéndose en uno de los mayores problemas económicos,

Hacia el 150 aniversario de El Capital / Abdiel Rodríguez Reyes

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sociales y políticos de nuestro tiempo”.

Los descubrimientos de Marx en El capital

Queremos partir de la idea de que “no todo lo que se dice en

El capital está tallado en piedra” como diría Michael Heinrich.

Sería incongruente aún en pleno siglo XXI pensar ortodoxamen-

te a Marx, creo que hay que ser flexibles y pensar cada cosa en

su contexto, teniendo en cuenta la rigidez de parte del pensa-

miento marxista del siglo pasado, pero, además e incluso más

preocupante es el rechazo ingenuo a priori de la lectura del

propio Marx. Por eso, lo más recomendable es enfrentarse a los

textos en su contexto.

Nuevas lecturas, como por ejemplo la de Franz Hinkelammert,

develan los descubrimientos de El capital, lo que Hinkelammert

llama una re-constitución del materialismo histórico poniendo

énfasis en lo que él considera una fenomenología de la vida

real. Que leyendo al propio Marx nos damos cuenta de ello;

que el sujeto queda indefenso, desprotegido y desnudo ante el

capital.

En ese sentido, darse cuenta del estatuto del sujeto ante esa

realidad abrumadora es un paso importante de la contribución

de la crítica de Marx al capitalismo como totalidad. En términos

contemporáneos, la desnudez del sujeto se ve ante el fetichis-

mo de la mercancía. Ya desde el inicio de El capital nos advier-

te que su “investigación […] se inicia con el análisis de la mer-

cancía” (Marx, 1984[1872], El capital. Tomo I/vol.1. Libro primero.

El proceso de producción del capital. México: Siglo XXI. p, 43).

La mercancía es fundamental para la dinámica del shopping

center. El modo de producción capitalista ha convertido todo

en mercancía, y los shopping center son el epicentro para

encontrar todo tipo de mercancía, ahora que se acerca el mes

Cuadernos de Formación y Participación Política/N°4 octubre-noviembre-diciembre 2016

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en que más se consume y el black friday, los gerentes de mer-

cadeo de estos centros se preparan para que la experiencia

sea más que sólo comprar, es decir, no sólo adquirir una mer-

cancía que no sea útil para la producción de la vida, se trata

de crear un ambiente agradable para que el consumo sea

efectivo y relajante, como sentirse en casa.

Volviendo a Marx (1984[1872]) en –El carácter fetichista de la

mercancía y su secreto–, señaló que, “la mercancía […] satisfa-

ce necesidades humanas del tipo que fueran”, de modo que

no se le escapó nada, el capitalismo logró convertir todo en

valor de cambio, y le quitó la aureola de valor de uso a las

cuestiones más intimas del ser humano, pero esa satisfacción

sólo es aparente, lo realmente necesario para la producción

de la vida quedó menguado por la sociedad capitalista.

Hacia el 150 aniversario de El Capital / Abdiel Rodríguez Reyes

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Marxismo y globalización capitalista

Olmedo Beluche

E n este siglo XXI, siete mil millones de seres humanos vivimos

bajo el signo de lo que se ha llamado "globalización". Este

concepto procura captar una realidad compleja pero concre-

ta, que determina, cual si de Dios se tratase, nuestras vidas: em-

pleo, pobreza, migraciones, democracia, identidad, gustos, for-

mas de pensar, etc. ¿Dónde está la esencia de este fenómeno

multidimensional? ¿Qué es lo determinante: el proceso econó-

mico, el político - institucional, sus resultados sociales o sus con-

secuencias culturales?

"Marxismo y globalización capitalista", de Roberto Ayala Saave-

dra, profesor de sociología de la Universidad de Costa Rica,

aborda de manera brillante este complejo problema y lo hace,

como indica desde su título, con el método del materialismo

histórico, "una teoría de la totalidad social,..., que busca fundar

racionalmente la acción y que se construye en esa acción […]

una praxis transformadora que quiere ser consciente y racio-

nal".

De la generación de cientistas sociales centroamericanos de

este inicio del siglo XXI, Roberto Ayala es uno de los más capa-

citados para acometer la titánica tarea de arriesgar una radio-

grafía de la globalización bajo la lupa del método marxista.

Ayala es una persona que ha combinado la lucidez de un pen-

samiento crítico, basado en una sólida formación teórica, con

una vida de compromiso militante desde hace 40 años.

"Praxis transformadora" que Roberto ha sostenido inquebranta-

ble desde que lo conocimos como brillante estudiante de se-

cundaria y dirigente estudiantil, a mitad de los años 70; pasan-

do por sus años de formación académica y política en Brasil;

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que lo llevó a ser uno de los fundadores del Partido Socialista

de los Trabajadores de Panamá; y que ha sostenido por 20

años en Costa Rica, donde emigró y ha continuado combinan-

do su labor académica con el compromiso militante hasta el

día de hoy.

Globalización, un proceso abierto y en disputa

"Marxismo y globalización capitalista" es una obra extraordina-

ria, que disecciona al "capitalismo del siglo XXI" o "capitalismo

tardío" (concepto tomado de Ernest Mandel), en una reflexión

crítica que polemiza con enfoques teórico metodológicos de

diversas corrientes de la Ciencia Social. Cada momento del

análisis concreto va acompañado de una explicación meto-

dológica, uno de sus mejores aportes, en que Ayala demuestra

un dominio sobre el método hegeliano-marxista. El libro está

compuesto por cinco capítulos y su conclusión: capitalismo

global; América Latina: reconsideración del problema de la

dependencia; globalización y cambio cultural; cuestión social

y capitalismo; neoliberalismo y ética.

Desde la Introducción, Ayala se aleja de interpretaciones me-

canicistas y metafísicas, para señalar que la globalización: "es

un proceso abierto y en disputa, cuya ulterior conformación

depende de la relación de fuerzas entre diversas clases..." (Pág.

5). Siendo que una característica del capitalismo es su expan-

sión sin fronteras y que desde el siglo XVI existe lo que I. Wallers-

tein llama "sistema mundo", Ayala se focaliza en las característi-

cas específicas del capitalismo bajo la globalización actual.

De manera que define a la globalización como una realidad

"compleja, multidimensional y móvil", estructurada y jerarqui-

zada, no una "amalgama", que tiene "su base y condición

general de posibilidad… su anatomía, en la economía

Marxismo y globalización capitalista/ Olmedo Beluche

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política..." (Págs. 26 y 27). La globalización tiene cuatro dimen-

siones: económica, política, tecnológica y cultural, según Aya-

la.

Las cuatro dimensiones de la globalización

Respecto de la dimensión económica, llama a repudiar lo mé-

todos que se focalizan sobre aspectos incidentales, abusando

de la fenomenología y el método individualista, deshistorizando

lo real. Por ende, a partir de la cita de Marx ("el problema de la

historia es la historia del problema"), invita a comprender la glo-

balización a partir de la historia del capitalismo como un siste-

ma de explotación de clases.

Al abordar la dimensión tecnológica, propone repudiar la

"fetichización tecnológica" que se niega a ver que todos los

desarrollos en esta dimensión tienen como objetivo el aumento

de la productividad del trabajo, es decir, la explotación de cla-

se.

Sobre la dimensión político - institucional, Roberto Ayala recuer-

da que el objetivo de la ideología liberal, y neoliberal por ex-

tensión, no es otro que la "naturalización" del mercado

("reificación", diría Lukacs). La globalización ha implicado una

"ofensiva capitalista en la lucha de clases" (J. Hirsh), bajo los cri-

terios neoliberales. Pero esta ofensiva es velada a través de

una institucionalidad internacional (ONU, OMC, UE, OEA, etc.)

que opera como legitimadora de las decisiones, impulsando

métodos políticos que han reducido la democracia a una

práctica restringida y una ciudadanía con derechos humanos

reducidos.

En el plano de la cultura, "las industrias culturales

(audiovisuales), organizan la canalización del placer hacia for-

mas y ámbitos compatibles con la reproducción económica y

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social del orden vigente" (Pág. 52). A la vez que promueven un

hiperindividualismo, la indiferencia social, el consumismo cosifi-

cante con derrapes escapistas.

La globalización desplaza a las burguesías 'nacionales' de su

propio mercado interno

El capítulo 2, donde se aborda el problema de la dependencia

en América Latina, es uno de los más brillantes y donde se ha-

cen aportes novedosos. Luego de polemizar con las teorías

desarrollistas y de la dependencia, defendiendo la marxista

teoría del imperialismo, Roberto Ayala sostiene que la fase de

la globalización implica una nueva situación, un salto adelante

de la internacionalización del sistema capitalista y dependen-

cia de nuestros países.

La globalización implicaría un desplazamiento de los capitales

nacionales en favor de los multinacionales imperialistas, una

"tendencia general que desplaza a una posición subordinada,

en su propio mercado 'nacional'... su participación en el exce-

dente internamente producido se reduce a una porción bas-

tante menor... Desplazamiento en su propio mercado por el

capital metropolitano..." que implica la derrota del proyecto

capitalista autónomo en la periferia (Pág. 104 y 105).

Esta nueva realidad marca los límites y determina lo que pue-

den hacer los gobiernos "neodesarrollistas", que algunos llaman

"populistas" o "progresistas".

Al respecto señala: "Cualesquiera que sean los avances pun-

tuales, justamente apropiados y defendidos por los trabajado-

res y sectores populares como conquistas, en absoluto modifi-

can la estructura socioeconómica interna ni las relaciones con

la economía mundial, los mecanismos de la dominación per-

manecen inalterados... el neodesarrollismo no rompe con la

Marxismo y globalización capitalista/ Olmedo Beluche

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lógica del sistema, se limita a buscar estrategias y políticas eco-

nómicas heterodoxas que impulsen el crecimiento, mitiguen la

desigualdad... No va más allá, aún en su versión de retórica

más radical, de una variante de gestión del capitalismo periféri-

co" (Pág. 119).

Las subjetividades moldeadas por la industria cultural

En lo que atañe a la globalización y el cambio cultural, Ayala

empieza por señalar que tratar el tema de la cultura como una

entidad separada de "las condiciones generales de existencia"

es metodológicamente incorrecto porque rompe la unidad

compleja de los social y lleva a caer en la metafísica idealista.

Las relaciones individuo / sociedad "se dan mediadas por obje-

tos simbólicos, climas culturales,..., que refuerzan tendencias

estructurales,… las subjetividades adaptadas, integra-

das..." (Pág. 142). De ahí que proponga que una teoría de la

acción social no puede despreciar los contextos históricos, que

dan sentido a la acción, en esa perspectiva Ayala rescata el

interaccionismo simbólico de G. H. Mead, y la fenomenología

de Berger y Luckmann.

En una sociedad de clases como la globalizada capitalista, la

industria cultural fabrica el clima cultural en que se forman las

subjetividades individuales. " La modernidad burguesa se fun-

da en el impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas, pero

se apoya en la colonización de la subjetividad. La interioriza-

ción naturalizada y mayormente inconsciente de las relaciones

sociales imperantes" (Pág. 150).

Pero también se producen resistencias culturales, acciones sub-

versivas y lucha de los oprimidos que no se reduce a la acción

política o económica, sino que también es cultural. Estas res-

puestas son producidas por las evidentes contradicciones del

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sistema, en el que el gran desarrollo de fuerzas productivas no

hace más feliz al ser humano, sino que la mayoría padecen su-

midos en una vida frustrada por la miseria y el trabajo alienante

(cuando lo consiguen).

Resistencias reaccionarias y resistencias revolucionarias

Ahora bien, el lado positivo del proceso en la visión de Ayala,

es que "la globalización no es solo hamburguesas y coca cola,

comporta todo un amplio espectro de normas y valores, ideo-

logías y representaciones... (la) transculturización de los valo-

res..." (Págs. 196 y 197). Esos valores no solo reproducen las rela-

ciones sociales capitalistas, sino también conquistas democráti-

cas que pertenecen a la humanidad y que confrontan valores

y costumbres tradicionalistas, conservadoras y fundamentalistas

arcaicas, pero que aún perviven.

De ahí que Ayala rescata el concepto de "sociedad abierta",

pese a provenir de uno de los más grandes voceros del liberalis-

mo, Karl Popper. Y lo hace en el sentido siguiente: "El capitalis-

mo da lugar a una forma social incomparablemente abierta

respecto de todas las formas que le antecedieron, impulsando

de esta manera un proceso de individuación y seculariza-

ción..." (Pág. 203).

Por eso no hay que confundirse, no todas las resistencias son

progresivas. Nos propone Ayala que diferenciemos de las diver-

sas resistencias que genera la globalización aquellas que son

de tipo reaccionario ("conservatismo atávico, exaltación teoló-

gico-trascendentalista, escapismo neorromántico, nihilismo

epistemológico posmoderno o ingenuidad primitivista") de las

resistencias que, basadas en el pensamiento crítico, defiendan

las conquistas democráticas de la modernidad, "sin el oscuro

costado del capitalismo".

Marxismo y globalización capitalista/ Olmedo Beluche

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De la caridad cristiana al enfoque neoliberal de las políticas

sociales

En el capítulo IV se traza la historia de las doctrinas sociales,

desde los siglo XIV al XVI, cuando se emitieron las primeras

"leyes de pobres", época en que se interpretaba la pobreza co-

mo castigo divino, y asignaba a las parroquias el deber de au-

xiliarla, mientras que el objetivo de esa legislación consistía en

obligar a la fuerza de trabajo desplazada del campo a discipli-

narse de manera forzosa en las nacientes manufacturas y la

vida urbana, so pena de cárcel y virtual esclavitud.

El análisis histórico pasa por la consolidación del capitalismo en

el siglo XIX, en que el problema social adquiere dos perspecti-

vas coetáneas: la liberal ascética, que percibe la riqueza co-

mo premio al trabajo (Mandeville), pero que promueve un indi-

vidualismo insolidario que llega al paroxismo con el darwinismo

social de Spencer; por otro lado, como subproducto de la Re-

volución Francesa se visualiza el problema desde la "dignidad

humana" que no debe permitir la degradación social extrema,

de la cual surgirá perspectiva de Bismarck, que busca atenuar

el conflicto social con políticas de mitigamiento en las que la

atención a la pobreza se desplaza de las parroquias a un de-

ber del Estado.

La crisis posterior a la Primera Guerra Mundial, la Revolución Ru-

sa (primer intento concreto de construir una sociedad sin explo-

tación de clases), la quiebra de 1929 y los dramáticos aconte-

cimientos políticos de ese período, parieron el Estado Benefac-

tor (J. M. Keynnes) como una forma de salvar al capitalismo de

sí mismo, regulando la economía y las relaciones sociales des-

de el estado, dando origen así a la verdadera "política so-

cial". Pero el Estado Benefactor seguía siendo un estado capi-

talista que no podía superar sus contradicciones, dando paso

el "boom" de la post guerra al estancamiento económico.

Cuadernos de Formación y Participación Política/N°4 octubre-noviembre-diciembre 2016

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.De esa crisis abierta en los años 70, se impone en la lógica del

capital la doctrina neoliberal y su particular manera de enfocar

el problema social, la cual arrecia a partir de la desaparición

de la URSS, una de las amenazas a las que el estado de benefi-

cio intentaba responder.

En "...la nueva fase de despliegue del capitalismo... la cuestión

social sufre un replanteamiento correlativo...: retirada del esta-

do, limitación fiscal, focalización, centralidad de la gestión de

la pobreza (...), protagonismo del llamado tercer sector

(ONG's), alejamiento de los sectores medios de los servicios pú-

blicos y reorientación hacia el mercado, desplazamiento se-

mántico de 'igualdad' a 'equidad'", con el consiguiente au-

mento de la pobreza y la desigualdad (Pág. 321).

En fin, que la política social no ha escapado al objetivo de re-

producir las condiciones de existencia del capitalismo adminis-

trando la cuestión social.

Frente a la ética individualista del capitalismo la ética de la soli-

daridad, única garantía de la libertad individual

El capítulo dedicado al neoliberalismo y la ética inicia analizan-

do la filosofía del grupo de Mont Pelerine, y su ideólogo,

Fiedrich von Hayek, para quienes el "igualitarismo" del Estado

Benefactor mataba la libertad individual porque la desigual-

dad era un valor positivo, ya que alentaba la competencia, de

la que depende el progreso social, en la perspectiva neolibe-

ral.

Bajo la lógica liberal el individuo lo es todo, la sociedad o co-

lectividad o no existe, o es una coerción contra el primero. Cita

a Mario Vargas Llosa: "La libre elección está en la base del pen-

samiento liberal. Y lo está como manifestación de su individua-

lismo, de su cerrado rechazo del colectivismo, de la defensa

Marxismo y globalización capitalista/ Olmedo Beluche

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que hace, frente a la pretensión ideológica de convertir lo so-

cial en una instancia moral o política superior a los hombres y

mujeres particulares". En palabras de Margaret Tatcher: "'la so-

ciedad no existe', sería un invento de los comunistas" (Pág. 354).

Ayala señala que en vez de libre elección, esta nefasta ideolo-

gía liberal es egoísmo social, que pretende elevar a la ética las

reglas convenientes al orden social capitalista. Esa ética liberal

pretende naturalizar la desigualdad social y pone como su nor-

te la competencia, y la división del mundo entre ganadores y

perdedores, como algo "normal".

Esa perspectiva egoísta del capitalismo es introducida por el

clima cultural en la mente de los oprimidos "mediante una sutil

operación de fragmentación (demolición) de la estructura de

la personalidad del individuo... y el consecuente desarrollo de

los rasgos de carácter típicos, timidez, vida interior pobre, reve-

rencia ante el poder, subordinación servil, baja autoestima y

pobre autoconfianza, formas estereotipadas de pensamiento,

inclinación al pensamiento mágico y a la superstición, resenti-

miento, canalizado con violencia en la relaciones personales, o

en la situaciones de anonimato del individuo-masa,..., despre-

cio hacia los de su propio entorno..." (Págs. 368 y 369).

De manera que la lucha por una sociedad superior al capitalis-

mo sólo puede construirse desde una ética en que "la libertad

personal está en función de sí misma, mediada por la aspira-

ción y la lucha por la emancipación humana y el enriqueci-

miento de la vida. Lo cual quiere decir que solo se torna reali-

zable, alcanzable, sobre la base de una sociedad emancipa-

da (de la explotación y las desigualdades estructurales) y

emancipadora" (Pág. 375).

"El liberalismo es una falsa defensa de la libertad y la defensa

de una falsa libertad", dictamina Ayala. Para él, "el yo hu-

mano solo puede actualizarse y ser entendido en el contexto

Cuadernos de Formación y Participación Política/N°4 octubre-noviembre-diciembre 2016

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condicionante y posibilitador del nosotros (la solidaridad es in-

dispensable para el desarrollo de la individualidad); la cons-

ciencia/autoconsciencia solo puede surgir en la interacción;

fuera de la interacción no hay sujeto humano..." (Pág. 382).

Crisis de la civilización es el fracaso de encontrar una salida al

capitalismo

En sus conclusiones Roberto Ayala reflexiona sobre los grandes

desgarramientos sociales, miserias y desigualdades que son

producidos por este capitalismo del siglo XXI, llamado globali-

zación o "capitalismo tardío". Reiterando, con Rosa Luxembur-

go, que la disyuntiva humana actual está entre conquistar el

socialismo o retroceder a la barbarie. La incapacidad hasta

ahora demostrada para conseguir el primer objetivo es lo que

explica los síntomas de la llamada "crisis civilizatoria".

"... sólo la acción consciente y decidida de los trabajadores, de

todos los explotados y oprimidos, junto a la intelectualidad críti-

ca y comprometida, siempre crucial, de todos aquellos, en fin

que aspiran a un futuro de libertad, igualdad y solidaridad,

puede abrir el horizonte a posibles vías de superación progresi-

va de la crisis civilizatoria a la que ha conducido el orden capi-

talista", concluye.

Marxismo y globalización capitalista/ Olmedo Beluche

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Cuadernos de Formación y Participación Política (CFPP)

Los CFPP del Polo Ciudadano tienen como objetivo compartir ideas

sobre la formación y la participación política, que son dos elementos

indefectibles para la democracia en el siglo XXI. En ese sentido, com-

partimos las ideas de aquellas y aquellos que aporten en esa direc-

ción. Están dirigidos a las y los ciudadanos con plenas convicciones

democráticas.

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1. Los artículos originales breves que se envíen para la publicación

en los CFPP deberán ser originales, estar escritos en castellano

en un lenguaje objetivo, riguroso.

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en su formato digital e impreso, conservando su derecho de

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nos dos dictámenes favorables. En el caso que el artículo origi-

nal breve requiera correcciones, se le notificará al autor, el cual

tendrá un plazo de 10 días hábiles para hacer las correcciones

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labras y máxima de dos mil palabras. Deberán estar escrito en

la fuente Times New Roman en tamaño 12, interlineado sencillo,

y usar el estilo Harvard para citas y bibliografía. Deberán incluir

un resumen (máx. 60 palabras) y 5 palabras clave en un idioma

adicional al que fue escrito, las palabras clave se tienen que

verificar en el Tesauro de la Unesco.

6. El envió de las colaboraciones se hacen a la siguiente direc-

ción: [email protected]

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Sumario

Presentación

P. 4

Fidel: su legado

Borón, Atilio A.

pp. 5-8

Estudien, los que quieran opinar

Castro H, Guillermo

pp. 9-13

27 años de verdadero duelo por la invasión a Panamá

Barrantes Serrano, Briseida

pp. 14-16

Hacia el 150 aniversario de El Capital

Rodríguez Reyes, Abdiel

pp. 17-20

Marxismo y globalización capitalista

Beluche, Olmedo

pp. 21-30