OBRAS, TOMO XI (1928-1929) - Obras 11-15.pdfEl tomo once de las Obras de J. V. Stalin lo integran...

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OBRAS, TOMO XI (1928-1929) J. Stalin Edición: Lenguas extranjeras, Moscú 1953. Lengua: Castellano. Digitalización: Koba. Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com/

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  • OOBBRRAASS,, TTOOMMOO XXII ((11992288--11992299))

    JJ.. SSttaalliinn

    Edición: Lenguas extranjeras, Moscú 1953. Lengua: Castellano. Digitalización: Koba. Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com/

  • Índice

    Prefacio. .....................................................................1 Los acopios de cereales y las perspectivas del desarrollo de la agricultura. .......................................3 Primeros resultados de la campaña de acopios y las tareas del partido. .......................................................6 Salutación al ejercito rojo en su decimo aniversario. .................................................................................10 Tres particularidades del ejército rojo. ....................11 Sobre las labores del pleno conjunto de abril del C.C. y de la C.C.C............................................................13 Saludo a los obreros de Kostroma. ..........................25 Discurso en el VIII congreso de la U.J.C.L. de la U.R.S.S. ...................................................................26 A “Komsomolskaia Pravda”. ...................................30 A la universidad Sverdlov. ......................................31 En el frente cerealista. .............................................32 Carta a los miembros del círculo de edificación del partido de la academia comunista. ...........................38 Lenin y la cuestión de la alianza con el campesino medio. ......................................................................40 A los miembros del buro político del C.C. ..............46 Contra la vulgarización de la consigna de autocritica. .................................................................................50 Pleno del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. ................54 Balance del pleno de julio del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. ...................................................................73 Al Osoaviajim de Leningrado. .................................80 Carta al camarada Kuibishev. ..................................81 A la memoria del camarada I. I. Skvortsov-Stepanov. .................................................................................82 Sobre el peligro de derecha en el P.C.(b) de la U.R.S.S. ...................................................................83 Respuesta al camarada Sh. .......................................89 Al komsomol leninista. ............................................91 Con motivo del decimo aniversario del primer congreso de obreras y campesinas57. .......................92 Sobre la industrialización del país y la desviación de derecha en el P.C.(b) de la U.R.S.S. ........................93 A los obreros de “Katushka”, a los obreros de la fabrica de Yartsevo, provincia de Smolensk. ........108 A los obreros de la fabrica “Krasni Profintern”. ....109 En el decimo aniversario de la fundación de la academia militar Frunze del ejercito rojo obrero y campesino. .............................................................110 Sobre el peligro de derecha en el Partido Comunista Alemán. .................................................................111 Respuesta a Kushtisev. ..........................................117 A lo que han llegado. .............................................118 El grupo de bujarin y la desviación de derecha en nuestro partido. ......................................................120 Respuesta a Bill-Bielotserkovski. ..........................123 A los obreros y a las obreras de “Krasni Treugolnik”. ...............................................................................125 Telegrama a los soldados, jefes y trabajadores políticos del primer regimiento de cosacos rojos en Proskurov. ..............................................................126 Saludo a “Sielskojoziaistvennaia Gazieta”. ...........127

    La cuestión nacional y el leninismo. ..................... 128 Notas ..................................................................... 137

  • PREFACIO. El tomo once de las Obras de J. V. Stalin lo

    integran trabajos escritos en el período comprendido entre enero de 1928 y marzo de 1929. En este período, el Partido Bolchevique,

    basándose en los éxitos obtenidos en la industrialización socialista del país, desplegó con gran intensidad la labor preparatoria del paso de las masas campesinas trabajadoras del cauce de la hacienda individual al de la hacienda socialista koljosiana. Siguiendo consecuentemente el rumbo a la colectivización de la agricultura, marcado por el XV Congreso del P.C.(b) de la U.R.S.S., el Partido preparó todas las condiciones necesarias para que los campesinos afluyeran en masa a los koljoses. Cuando el Partido inició la ofensiva contra los

    kulaks, el grupo enemigo bujarinista-rikovista de capituladores de derecha se quitó la careta y se manifestó abiertamente contra la política del Partido. En la carta “A los miembros del Buró Político del

    C.C.”, en los discursos “Sobre el peligro de derecha en el P.C.(b) de la U.R.S.S.”, '“Sobre la industrialización del país y la desviación de derecha en el P.C.(b) de la U.R.S.S.”, “El grupo de Bujarin y la desviación de derecha en nuestro Partido”, en el artículo “A lo que han llegado” y en otras obras, J. V. Stalin pone al desnudo la esencia kulakista y contrarrevolucionaria de la desviación de derecha, desenmascara la actividad subversiva de los capituladores de derecha y de la organización antisoviética clandestina trotskista y señala la necesidad de desplegar una lucha intransigente en dos frentes, concentrando el fuego sobre la desviación de derecha. En los informes “Sobre las labores del Pleno

    conjunto de abril del C.C. y de la C.C.C.”, “Balance del Pleno de julio del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S.”, en la charla “En el frente cerealista”, en los discursos “Sobre la industrialización y el problema cerealista”, “Sobre la ligazón de los obreros y los campesinos y sobre los sovjosos”, en el discurso en el VIII Congreso de la Unión de la Juventud Comunista Leninista de la U. R.S.S., en el discurso “Los acopios de cereales y las perspectivas de desarrollo de la agricultura”, en el artículo “Lenin y la cuestión de la alianza con el campesino medio” y en otros trabajos, J. V. Stalin traza las vías y los medios fundamentales para resolver el problema

    cerealista, organizar koljoses y sovjoses y fortalecer la ligazón entre la ciudad y el campo. En estas obras, J. V. Stalin fundamenta la necesidad de imprimir un ritmo rápido al desarrollo de la industria, base del socialismo y de la defensa del país, plantea la tarea de formar cuadros nuevos, salidos de la clase obrera, capaces de dominar la ciencia y la técnica. J. V. Stalin subraya la necesidad imperiosa de desarrollar al máximo la crítica y la autocrítica, método bolchevique de educación de los cuadros y fuerza motriz del desarrollo de la sociedad soviética. En la obra “La cuestión nacional y el leninismo”,

    que se publica por vez primera, se desarrolla la teoría marxista-leninista y se fundamenta la política del Partido Bolchevique en la cuestión nacional. En esta obra, J. V. Stalin formula la tesis acerca de las naciones nuevas, las naciones socialistas, que se han formado, por vez primera, en la Unión Soviética, muestra la diferencia de principio entre las naciones burguesas y las naciones socialistas y subraya la unidad y la viabilidad de las naciones socialistas. Forma parte del tomo once el conocido discurso

    de .J. V. Stalin “Tres particularidades del Ejército Rojo”, en el que habla de las fuentes de la fuerza y el poderío del Ejército Rojo y traza las vías para seguir fortaleciéndolo. Las cuestiones del movimiento revolucionario

    internacional y las tareas de los Partidos Comunistas hermanos se tratan en el informe “Balance del Pleno de julio del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S.”, en los discursos “El programa ele la Internacional Comunista” y “Sobre el peligro de derecha en el Partido Comunista Alemán”. J. V. Stalin subraya la significación internacional de la Gran Revolución Socialista de Octubre y de la edificación socialista en la U.R.S.S. J. V. Stalin explica que la nueva política económica (Nep) del Estado Soviético es una fase inevitable de la revolución socialista en todos los países. En el tomo once se publican por vez primera los

    siguientes 14 trabajos de J. V. Stalin: “Los acopios de cereales y las perspectivas del desarrollo de la agricultura”; “Primeros resultados de la campaña de acopios y las tareas del Partido”; “A los miembros del Buró Político del C.C.”; “El programa de la Internacional Comunista”; “Sobre la industrialización y el problema cerealista”; “Sobre la ligazón de los

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    obreros y los campesinos y sobre los sovjoses”; “Carta al camarada Kúibishev”; “Respuesta al camarada Sh.”; “Respuesta a Kushtisev”; “A lo que han llegado”; “El grupo de Bujarin y la desviación de derecha en nuestro Partido”; “Respuesta a Bill-Bielotserkovski”; “Telegrama a Proskúrov: y “La cuestión nacional y el leninismo”.

    Instituto Marx-Engels-Lenin, anejo al C.C. del

    P.C.(b) de la U.R.S.S.

  • LOS ACOPIOS DE CEREALES Y LAS PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA. De intervenciones en distintos lugares de Siberia,

    en enero de 19281 (Apuntes).

    He sido enviado aquí, a Siberia, por poco tiempo. Se me ha encomendado que os ayude a cumplir el plan de acopios de cereales. Se me ha encomendado, igualmente, que examine con vosotros las perspectivas del desarrollo de la agricultura, el plan de fomento de la organización de kbljoses y sovjoses en vuestro territorio. Estaréis enterados, seguramente, de que en el

    balance cerealista de nuestro país tenemos este año un déficit superior a 100.000.000 de puds. Con este motivo, el Gobierno y el C.C. han tenido que presionar en el acopio de cereales en todas las regiones y territorios, a fin de llenar esta laguna en nuestro balance cerealista. El déficit deberá ser cubierto, en primer lugar, a costa de las regiones y territorios que recogen abundantes cosechas, logrando que no se limiten a cumplir, sino que sobrepasen el plan de acopios. Sabéis, naturalmente, a qué puede conducir el

    déficit si no es enjugado. Puede conducir a que nuestras ciudades y nuestros centros industriales, lo mismo que nuestro Ejército Rojo, se vean en una situación difícil; mal abastecidos y amenazados por el hambre. Está claro que eso no podemos permitirlo. ¿Qué opináis vosotros de ello, qué medidas

    pensáis tomar para cumplir vuestro deber ante el país? He recorrido los distritos de vuestro territorio y he tenido la oportunidad de convencerme de que entre vosotros no se advierte una seria preocupación por ayudar a nuestro país a salir de la crisis cerealista. La cosecha ha sido aquí grande, puede decirse, que extraordinaria. Este año tenéis más excedentes de grano que nunca, pero el plan de acopios no se cumple. ¿Por qué, cuál es el motivo? Decís que el plan de acopios es elevado, que

    resulta imposible cumplirlo. ¿Por qué?, ¿de dónde habéis sacado eso? ¿No es un hecho, acaso, que vuestra cosecha de este año es verdaderamente extraordinaria? ¿No es un hecho, acaso, que el plan de acopios es este año para Siberia casi igual que el del año pasado? ¿Por qué pues, lo consideráis irrealizable? Mirad las haciendas de los kulaks: los graneros y depósitos rebosan de cereales, se guarda el grano en cobertizos, por falta de sitio; las

    haciendas de los kulaks tienen excedentes de cereales de cincuenta y sesenta mil puds cada una, sin contar las reservas hechas para la siembra, para la alimentación y para pienso del ganado; y vosotros decís que el plan de acopios de cereales es irrealizable. ¿A qué obedece ese pesimismo? Decís que los kulaks no quieren entregar el grano,

    que esperan a que suban los precios y prefieren dedicarse a una especulación desenfrenada. Eso es cierto. Pero los kulaks no esperan simplemente un aumento de precios, sino que piden que sean el triple de lo que el Estado paga. ¿Pensáis que es posible satisfacer a los kulaks? Los campesinos pobres y parte considerable de los medios han entregado ya el grano a precios del Estado. ¿Y se puede tolerar que el Estado pague el grano a los kulaks el triple que a los campesinos pobres y medios? Basta hacerse la pregunta para comprender hasta qué punto es inadmisible satisfacer las exigencias de los kulaks. Si los kulaks despliegan una especulación

    desenfrenada en torno a los precios del grano, ¿por qué no los procesáis como especuladores? ¿No sabéis, acaso, que la ley castiga la especulación, que existe el artículo 107 del Código Penal de la R.S.F.S.R., en virtud del cual los culpables de especulación incurren en responsabilidad criminal y la mercancía es confiscada en beneficio del Estado? ¿Por qué no empleáis esta ley contra los especuladores en cereales? ¡¿Teméis, acaso, perturbar la tranquilidad de los señores kulaks?! Decís que aplicar a los kulaks el artículo 107 es

    una medida extraordinaria, que no dará buen resultado y empeorará la situación en el campo. Insiste en ello, especialmente, el camarada Zagumenni. Admitamos que sea una medida extraordinaria. Bueno, ¿y qué? ¿Por qué la aplicación del artículo 107 ha dado un resultado espléndido en otros territorios y regiones, ha agrupado a los campesinos trabajadores en torno del Poder Soviético y ha mejorado la situación en el campo, y aquí, en Siberia, debe resultar mal y empeorar la situación? ¿Por qué, qué motivo hay para ello? Decís que vuestras autoridades fiscales y

    judiciales no están preparadas para esto. Pero ¿por qué las autoridades fiscales y judiciales de otros territorios y regiones están preparadas y actúan con

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    todo éxito, y las vuestras no están preparadas para aplicar el artículo 107 a los especuladores? ¿Quién tiene la culpa de ello? Es evidente que la culpa la tienen vuestras organizaciones del Partido, que, a lo que se ve, trabajan mal y no procuran que las leyes de nuestro país sean cumplidas rigurosamente. He visto a muchos fiscales y jueces de por aquí. Casi todos ellos se albergan y comen en casas de kulaks, y, naturalmente, tratan de vivir en paz con ellos. A mis preguntas respondían que los kulaks tienen las habitaciones más limpias y dan mejor de comer. Se comprende que de esos representantes de la autoridad fiscal y judicial no puede esperarse nada provechoso ni útil para el Estado Soviético. Únicamente hay una cosa que no se comprende: por qué no se ha hecho todavía una limpieza de estos señores, sustituyéndolos por otros trabajadores, por trabajadores honrados. Propongo: a) que se exija de los kulaks la entrega inmediata

    de todos los excedentes de cereales a precios del Estado; b) en el caso de que los kulaks se nieguen a acatar

    la ley, que se les procese de acuerdo con el artículo 107 del Código Penal de la R.S.F.S.R. y se les confisquen los excedentes de grano en beneficio del Estado, de manera que el 25 % de lo confiscado se distribuya entre los campesinos pobres y los campesinos medios menos pudientes a bajos precios del Estado o a título de créditos a largo plazo. Por lo que se refiere a esos fiscales y jueces, hay

    que destituir a todos los ineptos y sustituirlos por hombres soviéticos, cabales y honrados. Veréis en seguida cómo estas medidas dan

    resultados magníficos y lograréis no sólo cumplir, sino sobrepasar el plan de acopios de cereales. Pero la cosa no acaba aquí. Estas medidas serán

    suficientes para corregir la situación este año. Mas nadie nos garantiza que el sabotaje del acopio de cereales por parte de los kulaks no vaya a repetirse el año próximo. Es más, puede decirse con seguridad que mientras haya kulaks habrá sabotaje de los acopios de cereales. Para garantizar estos acopios de una manera más o menos satisfactoria se necesitan otras medidas. ¿Qué clase de medidas, concretamente? Me refiero al impulso de la organización de koljoses y sovjoses. Los koljoses y sovjoses son, como vosotros

    sabéis, haciendas grandes, capaces de emplear tractores y máquinas. Dan más producción mercantil que las haciendas de los terratenientes y los kulaks. Debe tenerse en cuenta que nuestras ciudades y nuestra industria crecen y seguirán creciendo cada año, cosa necesaria para la industrialización del país. Por consiguiente, aumentará de año en año la demanda de cereales, es decir, aumentarán también los planes de acopio de grano. No podemos hacer que nuestra industria esté supeditada a los caprichos de

    los kulaks. Por eso es necesario conseguir que en los tres o cuatro años próximos los koljoses y sovjoses, como proveedores de grano, puedan dar al Estado aunque sólo sea una tercera parte del grano indispensable. Esto desplazaría a los kulaks a un segundo plano y sentaría las bases para proporcionar, más o menos regularmente, el pan necesario a los obreros y al Ejército Rojo. Ahora bien, para conseguirlo hace falta impulsar al máximo, sin escatimar esfuerzos ni recursos, la organización de koljoses y sovjoses. Esto puede hacerse y debemos hacerlo. Pero tampoco esto es todo. Nuestro país no puede

    limitarse a vivir al día. Debemos pensar en el mañana, en las perspectivas del desarrollo de nuestra agricultura, pensar, en fin, en la suerte del socialismo en nuestro país. El problema de los cereales es parte del problema agrícola, y éste es parte integrante del problema de la edificación del socialismo en nuestro país. La colectivización parcial de la agricultura, de la que acabo de hablar, es suficiente para abastecer, mal que bien, del pan necesario a la clase obrera y al Ejército Rojo, pero es insuficiente por completo para: a) asentar sobre una base firme y de manera plena

    el necesario suministro de víveres a todo el país, asegurando las necesarias reservas de víveres en manos del Estado, b) conseguir el triunfo de la edificación socialista

    en el campo, en la agricultura. Actualmente, el régimen soviético se apoya en

    dos bases heterogéneas: en la unida industria socializada y en la hacienda individual del pequeño campesino, que se basa en la propiedad privada sobre los medios de producción. ¿Puede mantenerse mucho tiempo el régimen soviético sobre estas bases heterogéneas? No, no puede. Lenin dice que, mientras en el país predomine la

    hacienda campesina individual, que engendra capitalistas y capitalismo, existirá el peligro de restauración del capitalismo. Se comprende que, mientras exista dicho peligro, no se pueda hablar en serio de la victoria de la edificación socialista en nuestro país. Por tanto, para la consolidación del régimen

    soviético y la victoria de la edificación socialista en nuestro país no basta, ni mucho menos, con la socialización de la industria y nada más. Para ello es necesario pasar de la socialización de la industria a la socialización de toda la agricultura. ¿Y qué significa esto? Esto significa, en primer lugar, que es necesario

    agrupar paulatina, pero consecuentemente, las haciendas campesinas individuales, que son las que dan menos producción mercantil, en haciendas colectivas, en koljoses, que son las haciendas que dan más producción mercantil. Esto significa, en segundo lugar, que es necesario

    cubrir todas las comarcas de nuestro país, todas sin

  • Los acopios de cereales y las perspectivas del desarrollo de la agricultura

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    excepción, de koljoses (y de sovjoses), capaces de sustituir no sólo a los kulaks, sino también a los campesino individuales, en la entrega de cereales al Estado. Esto significa, en tercer lugar, suprimir todas las

    fuentes que dan origen a los capitalistas y al capitalismo y acabar con la posibilidad de restauración del capitalismo. Esto significa, en cuarto lugar, crear una base

    firme para el abastecimiento ininterrumpido y abundante de todo el país, no sólo de cereales, sino de toda clase de víveres, asegurando las necesarias reservas para el Estado. Esto significa, en quinto lugar, asentar sobre una

    base socialista, única y firme, el régimen soviético, el Poder Soviético. Esto significa, por último, garantizar la victoria de

    la edificación socialista en nuestro país. Tales son las perspectivas del desarrollo de

    nuestra agricultura. Tal es la tarea para la edificación victoriosa del

    socialismo en nuestro país. La empresa es complicada y difícil, pero

    completamente realizable, pues las dificultades existen para superarlas y vencerlas. Es preciso darse cuenta de que no podemos

    continuar progresando sobre la base de la pequeña hacienda individual campesina, que en la agricultura necesitamos haciendas grandes, capaces de emplear máquinas y de dar la máxima producción mercantil. Existen dos vías para la formación de haciendas grandes en la agricultura: la vía capitalista, que pasa por la ruina en masa de los campesinos y la organización de grandes fincas capitalistas, en las que se explota el trabajo, y la vía socialista, que pasa por la agrupación de las pequeñas haciendas campesinas en grandes haciendas colectivas, sin la ruina de los campesinos y sin la explotación del trabajo. Nuestro Partido ha optado por la vía socialista, por la vía de organización de grandes haciendas en la agricultura. Lenin, antes del triunfo de la Revolución de

    Octubre y luego, inmediatamente después de la victoria, planteó ante el Partido la tarea de agrupar las pequeñas haciendas campesinas en grandes haciendas colectivas como perspectiva del desarrollo de nuestra agricultura y como medio decisivo para lograr la victoria del socialismo en el campo, en la agricultura. Lenin señalaba que: a) “El sistema de la pequeña hacienda, bajo el

    régimen de producción de mercancías, no está en condiciones de liberar a la humanidad de la miseria ni de la opresión de las masas” (t. XX, pág. 1222); b) “Si seguimos con las pequeñas haciendas,

    como en el pasado, aun siendo ciudadanos libres en tierra libre nos amenaza una catástrofe

    inevitable” (t. XX, pág. 4173); c) “Sólo por medio del trabajo en común, en

    arteles y cooperativas, es posible salir del atolladero a que nos ha llevado la guerra imperialista” (t. XXIV, pág. 537). Y más adelante Lenin señala: “Sólo si se consigue hacer ver prácticamente a

    los campesinos las ventajas del cultivo en común, colectivo, en cooperativas y arteles; sólo si se logra ayudar al campesino por medio de la hacienda cooperativa, colectiva, sólo entonces la clase obrera, dueña del Poder del Estado, demostrará realmente al campesino que ella tiene razón y atraerá realmente a su lado, de un modo sólido y auténtico, a la masa de millones y millones de campesinos. Por eso, es inapreciable la importancia de las medidas de cualquier clase que tiendan a favorecer la agricultura colectiva, cooperativa. Tenemos millones de haciendas aisladas, diseminadas en el campo... Sólo cuando se demuestra, prácticamente, sobre la base de la experiencia, de un modo que lo comprendan los campesinos, que de paso a la agricultura cooperativa, a la agricultura colectiva, es necesario y posible, sólo entonces tendremos razón para decir que hemos dado un paso importante por la senda de la agricultura socialista en un país campesino tan inmenso como es Rusia”* (t. XXIV, págs. 579-580). Tales son las indicaciones de Lenin. Partiendo de estas indicaciones de Lenin, el XV

    Congreso de nuestro Partido4 dispuso en su resolución “Sobre el trabajo en el campo”:

    “En el período presente, la tarea de unir las pequeñas haciendas campesinas individuales y transformarlas en grandes haciendas colectivas debe ser planteada como tarea fundamental del Partido en el campo”5. Así están las cosas, camaradas, por lo que se

    refiere a la socialización de la agricultura en nuestro país. Nuestro deber estriba en cumplir estas

    indicaciones. Se publica por primera vez.

    * Subrayado por mí. J. St.

  • PRIMEROS RESULTADOS DE LA CAMPAÑA DE ACOPIOS Y LAS TAREAS DEL PARTIDO. A todas las organizaciones del P.C.(b) de la

    U.R.S.S.

    Hace cosa de mes y medio, a comienzos de enero de 1928, atravesábamos una crisis muy seria en los acopios de cereales. A principios de enero de 1927 habíamos reunido 428.000.000 de puds de grano, mientras que al empezar enero de 1928, la cifra apenas si llegaba a 300.000.000. A principios de enero de 1928 teníamos, pues, un déficit de 128.000.000 de puds con relación a enero de 1927, lo cual era la expresión numérica aproximada de la crisis en los acopies de cereales. ¿Qué significa la crisis en el acopio de grano, cuál

    es su trascendencia, cuáles son sus consecuencias probables? Significa, primeramente, crisis en el

    abastecimiento de las zonas obreras, subida de los precios del pan en estas zonas, quebranto del salario real de los obreros. Significa, en segundo lugar, crisis en el

    abastecimiento del Ejército Rojo, descontento entre los soldados rojos. Significa, en tercer lugar, crisis en el

    abastecimiento de las comarcas productoras de lino y algodón, precios especulativos, para los cereales en estas comarcas, el paso de los cultivadores de lino y algodón a la producción de cereales y, por consiguiente, el descenso de la producción de estas plantas industriales, lo que conduciría a la restricción de las ramas correspondientes de la industria textil Significa, en cuarto lugar, falta de reservas de

    cereales en manos del Estado, lo mismo para las necesidades interiores del país (en caso de mala cosecha) que para las necesidades de la exportación, imprescindible para la importación de utillaje y de máquinas agrícolas. Significa, finalmente, el fracaso de toda nuestra

    política de precios, el fracaso de la política de estabilidad de los precios de los productos cerealistas, el fracaso de la política de rebaja sistemática de los precios de los artículos manufacturados. Para salvar estas dificultades era necesario

    recuperar lo perdido y cubrir el déficit de 128.000.000 de puds en el acopio de grano. Y para cubrir este déficit era necesario poner en movimiento todas las palancas del Partido y del Gobierno, sacudir

    de su modorra a las organizaciones, lanzar las mejores fuerzas del Partido, de arriba abajo, al frente de los acopios y elevar éstos a toda costa, aprovechando íntegramente el pequeño plazo que quedaba hasta el deshielo. Con este objeto, precisamente, fueron enviadas las

    dos primeras directivas del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. para los acopios de grano (la primera, del 14-XII-1927, y la segunda, del 24-XII-1927). En vista, sin embargo, de que estas directivas no surtían efecto, el C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. se vio obligado a enviar el 6-1-1928 una tercera directiva, verdaderamente extraordinaria, tanto por su tono como por las exigencias que contenía. La directiva terminaba amenazando a los dirigentes de las organizaciones del Partido si en plazo brevísimo no imprimían un viraje completo a los acopios de cereales. Se comprende que tal amenaza sólo puede hacerse en casos excepcionales, tanto más por cuanto los secretarios de las organizaciones del Partido no trabajan para hacer carrera, sino para bien de la revolución. Sin embargo, el C.C. consideró oportuno dar este paso, teniendo en cuenta las circunstancias excepcionales de que hablaba antes. Entre las causas determinantes de la crisis en los

    acopios de cereales deben señalarse las siguientes. Primera. Se desarrolla y enriquece la aldea. Se ha

    desarrollado y enriquecido, ante todo, el kulak. Tres años de buena cosecha no han pasado en balde. Los excedentes de grano no son este año menores que el pasado, de la misma manera que este año no hay menos, sino más artículos manufacturados que el anterior. Sin embargo, las capas acomodadas del campo tuvieron este año la posibilidad de arreglarse con la venta de carne, de la cosecha de cultivos industriales, etc., reteniendo los cereales para subir artificialmente su precio. Verdad es que no puede decirse que el kulak sea el principal poseedor de cereales, pero en la aldea es una autoridad en cuestiones económicas, está ligado con el especulador de la ciudad, que paga el grano más caro, y puede arrastrar tras de sí al campesino medio en cuanto al aumento de los precios, al torpedeo de la política soviética de precios, ya que no se le oponen nuestras organizaciones de acopios. Segunda. Nuestras organizaciones de acopios no

    han estado a la altura debida. Con su abuso de las

  • Primeros resultados de la campaña de acopios y las tareas del partido

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    bonificaciones y de toda clase de pluses “legales” a los precios establecidos, en vez de poner freno a la especulación, se lanzaron a una competencia desenfrenada entre sí, rompieron el frente único de las organizaciones de acopios, elevaron artificial mente los precios de los cereales y, sin quererlo, ayudaron a los especuladores y a los kulaks a torpedear la política soviética de precios, a empeorar la situación del mercado, a disminuir los acopios. El Partido, es cierto, pudo haber eliminado estos defectos interviniendo en el asunto. Pero, embriagado por los éxitos de los acopios del año anterior y distraído por la discusión6, no paró mientes en esos defectos pensando que desaparecerían por sí solos. Más aún, numerosas organizaciones del Partido mantuvieron hacia los acopios una actitud formalista, como si no fueran un asunto de su incumbencia, olvidando que el Partido es el primer responsable ante la clase obrera de los defectos en los acopios, lo mismo que de los defectos en el funcionamiento de todas y cada una de las organizaciones económicas y cooperativas. Tercera. La línea de nuestro trabajo en el campo

    ha sido falseada en muchas comarcas. La consigna fundamental del Partido -“apoyarse en los campesinos pobres, establecer una alianza sólida con el campesino medio y no cejar ni un instante en la lucha contra los kulaks”- se ha aplicado a menudo desacertadamente. Las organizaciones del Partido han aprendido a establecer la alianza con el campesino medio, lo que es una inmensa conquista para el Partido, pero están lejos de haber encarrilado en todas partes el trabajo con los campesinos pobres. Por lo que se refiere a la lucha contra los kulaks y contra el peligro que ellos representan, nuestras organizaciones del Partido están lejos de haber hecho cuanto debían. Esto, digámoslo de pasada, explica el hecho de que en nuestras organizaciones, lo mismo en las del Partido que en las demás, hayan aparecido últimamente ciertos elementos ajenos al Partido, que no ven las clases en el campo, no comprenden los fundamentos de nuestra política de clase y tratan de orientar el trabajo de manera que nadie se sienta lesionado en el campo, se viva en paz con el kulak y, hablando en general, se conserve la popularidad entre “todas las capas” de la aldea. Se comprende que la presencia de esos “comunistas” en el campo no haya podido contribuir a mejorar allí nuestro trabajo, a restringir las inclinaciones explotadoras de los kulaks ya agrupar a los campesinos pobres en torno del Partido. Prosigamos. Hasta el mes de enero, la demanda

    solvente de los campesinos, en virtud del aumento de sus ingresos provenientes de cultivos no cerealistas, de la ganadería y de ocupaciones fuera de la hacienda propia, era bastante mayor que el año anterior; y a pesar del aumento de la cantidad de artículos manufacturados que se enviaron al campo, en el

    sentido de su valor total se observó cierto descenso de la oferta, es decir, un retraso de la oferta de mercancías respecto al aumento de la demanda solvente. Todo esto, unido a errores de nuestro trabajo

    como la tardanza en el envío de artículos manufacturados al campo, la insuficiencia del impuesto agrícola, la incapacidad para sacar los excedentes monetarios de la aldea, etc., originó las condiciones que condujeron a la crisis en los acopios de cereales. Es evidente que la responsabilidad de estos

    errores recae ante todo sobre el C.C., y no únicamente sobre las organizaciones locales del Partido. Para acabar con la crisis era necesario, en primer

    lugar, poner en pie las organizaciones del Partido, mostrarles que los acopios son un asunto que incumbe al Partido entero. Era necesario, en segundo lugar, poner freno a la

    especulación y sanear el mercado asestando un golpe al especulador y a los elementos especuladores de los kulaks, recurriendo para ello a las leyes soviéticas contra la especulación en artículos de amplio consumo. Era necesario, en tercer lugar, sacar de la aldea los

    excedentes de dinero, utilizando para ello las leyes relativas a la tributación voluntaria, al empréstito campesino y la lucha contra la destilación de aguardiente casero. Era necesario, en cuarto lugar, poner bajo el

    control de las organizaciones del Partido nuestras organizaciones de acopios, obligándoles a acabar con la mutua competencia y haciéndoles aplicar la política soviética de precios. Era necesario, en fin, acabar con la deformación

    de la línea del Partido en el trabajo práctico en el campo, haciendo hincapié en la tarea de luchar contra el peligro que representan los kulaks e imponiendo a nuestras organizaciones del Partido la obligación de “seguir desarrollando la ofensiva contra los kulaks” (véase la resolución del XV Congreso del Partido “Sobre el trabajo en el campo”)7. Las directivas del C.C. dan a conocer que, en su

    lucha por intensificar los acopios, el Partido recurrió precisamente a estas medidas, emprendiendo la correspondiente campaña en todo el país. En otras condiciones y en otra situación, el

    Partido habría podido utilizar otras formas de lucha, lanzando, por ejemplo, al mercado decenas de millones de puds de cereales, hasta vencer por agotamiento la resistencia de las capas acomodadas de la aldea a llevar sus cereales al mercado. Mas, para eso, el Estado necesitaba tener reservas suficientes de grano o considerables reservas de divisas, para la importación de docenas de millones de puds de cereales. Ahora bien, el Estado, como es sabido, no tenía estas reservas. Y precisamente por

  • J. V. Stalin 8

    carecer de estas reservas, se planteó ante el Partido la necesidad de adoptar las medidas extraordinarias expuestas en las directivas del C.C. y que se aplicaron en la campaña de acopios desplegada, medidas que en su mayor parte sólo pueden mantenerse en vigor para el período de acopios de este año. Las habladurías de que suprimimos la Nep, de que

    implantamos el sistema de contingentación, la deskulakización, etc., son charlatanería contrarrevolucionaria que debe combatirse enérgicamente. La Nep es la base de nuestra política económica y lo será durante un largo período histórico. La Nep significa comercio y tolerancia del capitalismo, a condición de que el Estado se reserve el derecho y la posibilidad de regular el comercio desde el punto de vista de la dictadura del proletariado. De otro modo, la nueva política económica significaría una simple restauración del capitalismo, cosa que no quieren comprender los charlatanes contrarrevolucionarios que hablan de la abolición de la Nep. Ahora podemos señalar con entero fundamento

    que las medidas adoptadas y la campaña emprendida para el acopio de cereales se han visto coronadas ya con la primera victoria decisiva del Partido. Ha aumentado poderosamente y en todos los sitios el ritmo de los acopios. En enero fueron el doble que en diciembre, y en febrero sigue el aumento. La campaña de acopios ha sido una prueba para todas nuestras organizaciones, tanto del Partido como de los Soviets y de las cooperativas, que ha permitido depurarlas de elementos degenerados y destacar a nuevos trabajadores, a trabajadores revolucionarios. Se descubren los defectos en la actividad de las organizaciones de acopios y se fijan, en el curso de la campaña, las vías para corregidos. Se mejora y sanea el trabajo del Partido en el campo, se acaba con las deformaciones de la línea del Partido. Debilitase la influencia del kulak en la aldea, se reaviva el trabajo entre los campesinos pobres, en el campo se fortalece la vida pública soviética, aumenta el prestigio del Poder Soviético entre las masas fundamentales de los campesinos, comprendidos los campesinos medios. Está claro que vamos saliendo de la crisis en los

    acopios de cereales. Sin embargo, junto a los éxitos mencionados, en

    el cumplimiento práctico de las directivas del Partido hay numerosas deformaciones y exageraciones que, de no acabarse con ellas, pueden originar nuevas dificultades. Entre estas deformaciones y exageraciones figuran los intentos de pasar en algunos distritos al trueque directo de mercancías, a la colocación forzosa del empréstito agrícola, a la organización de sustitutivos de los destacamentos de contención para la lucha contra los especuladores, y, finalmente, el abuso en las detenciones, la confiscación ilegal de los excedentes de grano, etc.

    Hay que acabar enérgicamente con todo esto. Junto al incremento sucesivo del trabajo de todos

    los organismos para el cabal cumplimiento del plan de acopios de cereales, el C.C. impone a todas las organizaciones locales del Partido y de los Soviets la obligación de empezar inmediatamente a preparar la campaña de siembra, de tal modo que se aseguré el aumento del área de las siembras de primavera. A la propaganda de algunos kulaks especuladores

    en favor de la reducción, de la superficie de siembra debe oponerse una campaña cohesionada, unida y organizada en pro de la ampliación de la superficie de siembra por parte de las capas de campesinos pobres y medios, en el especial apoyo de las haciendas colectivas. Partiendo de lo expuesto, el C.C. del P.C.(b) de la

    U.R.S.S. invita a: 1. Continuar con el mismo ahínco la campaña de

    incremento de los acopios de cereales y conseguir, a toda costa, que el plan anual sea cumplido. 2. Reforzar la lucha contra todas las formas

    directas e indirectas de elevar los precios establecidos. 3. Eliminar resueltamente la competencia entre las

    organizaciones estatales y cooperativas encargadas de los acopios, asegurando en la práctica su frente único en la lucha contra el acaparador y el kulak, que especulan aumentando los precios. 4. Continuar presionando a los kulaks, los únicos

    que de veras poseen grandes excedentes de cereales para la venta; esta presión habrá de apoyarse exclusivamente en las leyes soviéticas (sobre todo, aplicando a los elementos más recalcitrantes, entre los que poseen por lo menos 2.000 puds de cereales de grano mercantil, el artículo 107 del Código Penal de la R.S.F.S.R. y el correspondiente del Código ucraniano), pero sin rozar en ningún caso con estas medidas u otras semejantes a los campesinos medios. 5. Entregar a los campesinos pobres en forma de

    créditos a largo plazo, para la siembra y, en caso necesario, para el consumo, el 25% de los excedentes de grano confiscados, conforme a la ley, a los especuladores y a los elementos especuladores de los kulaks. 6. Eliminar resueltamente en la campaña para el

    incremento de los acopios de cereales las exageraciones y deformaciones, que en ciertos casos han llegado al empleo de métodos propios del sistema de contingentación: la contingentación de la entrega de cereales por haciendas, destacamentos de contención entre los distritos, etc. 7. Dar facilidades y privilegios a los campesinos

    pobres y también, en los casos necesarios, a les campesinos medios poco pudientes, al cobrar las deudas de los campesinos al Estado (atrasos del impuesto agrícola, seguros, subsidios, etc.), al tiempo que se continúa la presión sobre las capas acomodadas del campo, principalmente sobre los

  • Primeros resultados de la campaña de acopios y las tareas del partido

    9

    kulaks. 8. Con relación a la tributación voluntaria, aplicar

    a los kulaks y a las demás capas acomodadas del campo una escala de tributación cuya progresión sea superior a la del impuesto agrícola. Asegurar la exención del tributo voluntario para las capas pobres del campo y privilegios en este aspecto para los campesinos medios poco pudientes y las familias de los soldados rojos. A la par que se despliega en todas partes la campaña del tributo voluntario, elevar la iniciativa social, incorporando ampliamente a esta labor a los campesinos pobres, al Komsomol, a las delegadas y a la intelectualidad rural. Las sumas procedentes del tributo voluntario habrán de utilizarse estrictamente para les fines a que estén destinadas, sin permitir su inversión para el sostenimiento del aparato administrativo, discutiendo y aprobando en asambleas de los campesinos el destino concreto que se va a dar al dinero, los presupuestos de gastos, etc., y sometiendo las inversiones a un amplio control social. 9. Eliminar resueltamente las medidas

    administrativas en la colocación del empréstito campesino (el pago del grano entregado por los campesinos con obligaciones del empréstito, colocación obligatoria del empréstito por hogares, etc.), poniendo la mayor atención en explicar a los campesinos todas las ventajas que para ellos tiene este empréstito y utilizando la influencia y la fuerza de las organizaciones sociales del campo para colocar también obligaciones entre las capas ricas del campo. 10. No debilitar la atención por satisfacer la

    demanda de artículos manufacturados en las zonas de acopio de cereales. A la vez que se eliminan las formas directas e indirectas de trueque del grano por artículos manufacturados, autorizar en casos extraordinarios, con relación a las mercancías que escasean más, la concesión de los privilegios de que disfrutan los asociados de las cooperativas a los campesinos no asociados en ellas, cuando éstos vendan el grano. 11. Continuar en el curso de la campaña de

    acopios la revisión y enérgica limpieza de las organizaciones del Partido, de los Soviets y de las cooperativas, expulsando de ellas a los elementos ajenos y advenedizos y sustituyéndolos por trabajadores honrados del Partido y por gente sin-partido bien probada. Por el C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S., J. Stalin. 13 de febrero de 1928. Se publica por primera vez.

  • SALUTACIÓ2 AL EJERCITO ROJO E2 SU DECIMO A2IVERSARIO. ¡Un saludo al Ejército Rojo, que defendió en

    grandes batallas las conquistas de Octubre! ¡Gloria a los combatientes caídos por la causa

    proletaria! ¡Gloria a los combatientes que salvaguardan la

    gran causa de la edificación socialista! J. Stalin.

    Publicado el 23 de febrero de 1928 en el núm. 46

    de “Krdsnaia Zvezdá”.

  • TRES PARTICULARIDADES DEL EJÉRCITO ROJO. Discurso en el Pleno solemne del Soviet de

    Moscú, con motivo del décimo aniversario del

    Ejército Rojo, 25 de febrero de 1928.

    Camaradas: Permitidme que salude, en nombre del Comité Central de nuestro Partido, a los combatientes de nuestro Ejército Rojo, a los combatientes de nuestra Flota Roja, a los combatientes de nuestra Aviación Roja y, finalmente, a nuestros jóvenes que van a ser llamados a filas, a los obreros armados de la U.R.S.S. El Partido se enorgullece de haber logrado crear,

    con la ayuda de los obreros y de los campesinos, el primer Ejército Rojo del mundo, que ha defendido y salvaguardado, en grandiosas batallas, la libertad de los obreros y campesinos. El Partido se enorgullece de que el Ejército Rojo

    haya logrado recorrer con honor el duro camino de las cruentas batallas libradas contra les enemigos interiores y exteriores de la clase obrera y de los campesinos de nuestro país; de que haya sabido convertirse en una gigantesca fuerza revolucionaria de combate, terror de los enemigos de la clase obrera y alegría de todos los oprimidos y esclavizados. El Partido se enorgullece de que el Ejército Rojo,

    después de haber recorrido un largo camino para liberar a los obreros y campesinos del yugo de terratenientes y capitalistas, haya conquistado, en fin, el derecho a celebrar el décimo aniversario de su existencia. ¿En qué consiste, camaradas, la fuerza, en qué

    reside el origen del poderío de nuestro Ejército Rojo? ¿Cuáles son las particularidades que diferencian

    cardinalmente a nuestro Ejército Rojo de todos los ejércitos habidos en el mundo? ¿Cuáles son las particularidades que dan origen a

    la fuerza y al poderío de nuestro Ejército Rojo? La primera particularidad principal de nuestro

    Ejército Rojo consiste en que es un ejército de obreros y campesinos liberados, el ejército de la Revolución de Octubre, el ejército de la dictadura del proletariado. Todos los ejércitos que han existido bajo el

    capitalismo hasta el presente, sea cual fuere su composición, han sido ejércitos que afianzaban el poder del capital. Han sido y son ejércitos de la dominación del capital. Los burgueses de todos los países mienten al afirmar que el ejército es

    políticamente neutral. Eso es falso. Cierto es que, en los Estados burgueses, el ejército carece de derechos políticos, está colocado al margen de las lides políticas. Pero eso no significa, en modo alguno, que sea políticamente neutral. Por el contrario, siempre y en todas partes, en todos los países capitalistas, el ejército ha sido y es arrastrado a la lucha política, sirviendo de instrumento de represión contra los trabajadores. ¿No es, acaso, cierto que el ejército reprime allí a los obreros, que es un baluarte de los señores? A diferencia de esos ejércitos, nuestro Ejército

    Rojo tiene la particularidad de ser un instrumento de afirmación del Poder de los obreros y los campesinos, un instrumento de afirmación de la dictadura del proletariado, de la liberación de los obreros y campesinos del yugo de los terratenientes y los capitalistas. Nuestro ejército es el ejército de la liberación de

    los trabajadores. ¿Os habéis fijado, camaradas, en que antes de la

    Revolución, y aun ahora en los países capitalistas, el pueblo temía y sigue temiendo al ejército; en que entre ejército y pueblo existe una barrera, que separa al uno del otro? ¿Y qué es lo que ocurre en nuestro país? En nuestro país, por el contrario, el pueblo y el ejército constituyen un todo, una sola familia. En ninguna parte del mundo trata el pueblo al ejército con tanto cariño y tanta solicitud como en nuestro país. Amamos nuestro ejército, lo estimamos y nos preocupamos de él. ¿Por qué? Porque, por primera vez en el mundo, los obreros y los campesinos han creado su ejército propio, que no está al servicio de los amos, sino de los que eran esclavos, de los obreros y campesinos ahora emancipados: Este es el origen, de la fuerza de nuestro Ejército

    Rojo. ¿Y qué significa el cariño del pueblo hada su

    ejército? Significa que ese ejército tendrá la más sólida de las retaguardias, que ese ejército es invencible. ¿Qué es un ejército sin retaguardia sólida? Nada.

    Los ejércitos más grandes, los ejércitos mejor armados se desmoronaron, convertidos en polvo, por no tener una retaguardia sólida, por no contar con el apoyo y la simpatía de la retaguardia, de la población trabajadora. Nuestro ejército es el único del mundo

  • J. V. Stalin 12

    que goza de la simpatía y el apoyo de los obreros y campesinos. En ello reside su fuerza, su poderío. Esto es, ante todo, lo que diferencia a nuestro

    Ejército Rojo de todos los demás ejércitos que ha habido y hay en el mundo. La aspiración del Partido, su tarea, consiste en que

    nuestro Ejército Rojo conserve y consolide esta particularidad propia, esta identificación y unión fraternal con los obreros y campesinos. La segunda particularidad de nuestro Ejército

    Rojo consiste en que es el ejército de la fraternidad de las naciones de nuestro país, el ejército de la liberación de las naciones antes oprimidas de nuestro país, el ejército de la defensa de la libertad y de la independencia de las naciones de nuestro país. Antes de la Revolución, los ejércitos se educaban,

    por lo general, en un espíritu imperialista, en un espíritu de conquista, en el sentido de la necesidad de sojuzgar a las naciones débiles. Esto, justamente, explica que los ejércitos de tipo viejo los ejércitos capitalistas, fueran al mismo tiempo ejércitos de opresión nacional, de opresión colonial. En ello residía una de sus principales debilidades. Nuestro ejército se diferencia radicalmente de los ejércitos de opresión colonial. Su esencia toda, toda su estructura descansan en la consolidación de los lazos de amistad entre las naciones de nuestro país, en la idea de liberación de los pueblos oprimidos, en la idea de defensa de la libertad y de la independencia de las repúblicas socialistas que forman la Unión Soviética. En ello consiste la segunda fuente principal de la

    fuerza y del poderío de nuestro Ejército Rojo. En ello reside la garantía de que nuestro ejército, en un momento crítico, tendrá el apoyo más decidido de los millones de seres de todas las naciones y nacionalidades que pueblan nuestro inmenso país. La aspiración del Partido, su tarea, consiste en que

    nuestro Ejército Rojo conserve y consolide también esta particularidad. Finalmente, la tercera particularidad del Ejército

    Rojo. Consiste esta particularidad en la formación y el fortalecimiento del espíritu internacionalista en nuestro Ejército, en el internacionalismo de que todo él está impregnado. En los países capitalistas, los ejércitos se educan

    generalmente en un espíritu de odio hacia los demás pueblos, en un espíritu de odio hacia los otros Estados, en un espíritu de odio hacia los obreros y campesinos de los demás países. ¿Con qué objeto? Para convertir el ejército en un rebaño sumiso, en caso de colisión armada entre los Estados, entre las potencias, entre los países. A ello se debe la debilidad de todos los ejércitos capitalistas. Nuestro ejército se asienta en bases

    completamente distintas. La fuerza de nuestro Ejército Rojo consiste en que se educa, desde el mismo día de su nacimiento, en el espíritu del internacionalismo, en el respeto hacia los demás

    pueblos, en un espíritu de cariño y respeto a los obreros de todos los países, en el espíritu del mantenimiento y la afirmación de la paz entre los países. Y precisamente porque nuestro ejército se educa en el espíritu del internacionalismo, en el espíritu de la unidad de intereses de los obreros de todos los países, justamente por ello, es el ejército de los obreros de todos los países. Y el que de esta circunstancia dimanan la fuerza y

    el poderío de nuestro ejército ya lo comprobarán los burgueses de todos los países, si se atreven a agredir a nuestro país, pues entonces verán que nuestro Ejército Rojo, educado en el espíritu del internacionalismo, cuenta con innumerables amigos y aliados en todas las partes del mundo, desde Shanghái hasta Nueva York y desde Londres hasta Calcuta. He aquí, camaradas, la tercera particularidad

    fundamental que penetra el espíritu de nuestro ejército y le presta fuerza y poderío. La aspiración del Partido, su tarea, consiste en que

    nuestro ejército conserve y consolide también esta particularidad. A estas tres particularidades debe nuestro ejército

    su fuerza y su poderío. A estas tres particularidades obedece también que

    nuestro ejército sepa adónde va, pues no lo forman soldados de plomo, sino hombres conscientes, que comprenden adónde deben ir y por qué deben combatir. Y un ejército que sabe por qué lucha, es

    invencible, camaradas. He ahí por qué nuestro Ejército Rojo tiene todas

    las razones para ser el mejor ejército del mundo. ¡Viva nuestro Ejército Rojo! ¡Vivan sus combatientes! ¡Vivan sus jefes! ¡Viva la dictadura del proletariado, que creó el

    Ejército Rojo, lo llevó al triunfo y lo ha coronado de gloria! (Clamorosos y prolongados aplausos.) Publicado el 28 de febrero de 1928 en el núm. 60

    de “Pravda”.

  • SOBRE LAS LABORES DEL PLE2O CO2JU2TO DE ABRIL DEL C.C. Y DE LA C.C.C. Informe ante el activo de la organización de

    Moscú del P.C.(b) de la U.R.S.S. 13 de abril de

    1928*.

    Camaradas: El Pleno conjunto del C.C. y de la C.C.C.8 que acaba de terminar tiene una particularidad que lo destaca entre los demás plenos celebrados estos dos últimos años. La particularidad consiste en que ha sido un Pleno esencialmente práctico, un Pleno sin peleas dentro del Partido, un Pleno sin exacerbación de los ánimos dentro del Partido. En el orden del día figuraban las cuestiones más

    candentes: los acopios de cereales, el asunto de Shajti9 y, finalmente, el plan de trabajo del Buró Político y del Pleno del C.C. Las cuestiones, como veis, eran bastante importantes. Y sin embargo, a pesar de ello, los debates del Pleno han tenido un carácter puramente práctico y las resoluciones han sido aprobadas por unanimidad. Esto obedece a que en el Pleno no ha habido

    grupos de oposición. Obedece a que la gente ha afrontado los problemas con un criterio estrictamente práctico, sin intemperancias fraccionalistas, sin demagogia fraccionalista. Obedece a que sólo después del XV Congreso, sólo después de haber sido liquidada la oposición, ha adquirido el Partido la posibilidad de dedicarse en serio y de lleno a los problemas prácticos. En esto reside el aspecto positivo y, si queréis, la

    inestimable ventaja del período de desarrollo en que entramos después del XV Congreso de nuestro Partido, después de acabar con la oposición. I. Sobre la autocritica. Rasgo característico de las labores del Pleno, de

    los debates del Pleno y de sus resoluciones, es que todo él, del principio al fin, ha transcurrido bajo el signo de la más implacable autocrítica. Más aún, en ningún problema de los examinados en el Pleno, en ninguna intervención faltó la crítica de los defectos de nuestro trabajo, la autocrítica de nuestras organizaciones. Crítica de nuestros defectos, una autocrítica honrada y bolchevique de las organizaciones del Partido, de los Soviets y de las entidades económicas: tal ha sido la tónica general de

    * Se incluyen algunos párrafos que en su tiempo no publicó la prensa. (

  • J. V. Stalin 14

    aparecer en el Partido el peligro de que nos durmamos en los laureles, el peligro de la molicie, el peligro de que cerremos los ojos a los defectos de nuestro trabajo. La fácil victoria sobre la oposición es un éxito

    inmenso para nuestro Partido. Pero tiene su lado negativo, consistente en que el Partido puede penetrarse de un espíritu de engreimiento, de suficiencia, y dormirse en los laureles. ¿Y qué significa dormirse en los laureles? Significa poner cruz y raya a nuestro avance. Y para que esto no suceda, necesitamos la autocrítica. No la crítica malintencionada y en el fondo contrarrevolucionaria, que la oposición practicaba, sino una crítica honrada y abierta, una autocrítica bolchevique. El XV Congreso de nuestro Partido tuvo en

    cuenta esta circunstancia y lanzó la consigna de la autocrítica. A partir de entonces, la autocrítica crece y ha impreso también su sello a las labores del Pleno de abril del C.C. y de la C.C.C. Sería peregrino temer que nuestros enemigos,

    igual los de dentro que los de fuera, vayan a aprovecharse de la crítica de nuestros defectos y a ponerse a alborotar: ¡hola, no todo les va bien a los bolcheviques! Sería peregrino que nosotros, los bolcheviques, temiésemos nada de eso. La fuerza del bolchevismo reside, precisamente, en que no teme reconocer sus errores. Que el Partido, que los bolcheviques, que todos los obreros y elementos trabajadores honrados de nuestro país pongan al desnudo los defectos de nuestro trabajo, los defectos de nuestra edificación; que señalen los métodos para subsanar nuestros defectos, a fin de que nuestro trabajo y nuestra edificación no sean un pantano, no haya en ellos estancamiento, putrefacción, a fin de que nuestro trabajo todo, toda nuestra edificación mejoren de día en día y marchen de éxito en éxito. Eso es ahora lo principal. Y que nuestros enemigos alboroten en torno a nuestros defectos: esas pequeñeces no pueden, no deben inmutar a los bolcheviques. Hay, finalmente, otra circunstancia que nos

    empuja a la autocrítica. Me refiero a la cuestión de las masas y los jefes. Últimamente han empezado a crearse unas relaciones un tanto especiales entre los jefes y las masas. De una parte, se ha destacado, se ha formado históricamente un grupo de dirigentes, cuyo prestigio se eleva más y más, y que se hace casi inaccesible para las masas. De otra parte, las masas de la clase obrera, en primer término, y las masas trabajadoras, en general, se elevan con extraordinaria lentitud, empiezan a mirar a los jefes de abajo arriba, entornando los ojos, y a menudo temen criticar a sus jefes. Naturalmente, el que se haya formado un grupo

    de dirigentes que se han elevado a extraordinaria altura y que gozan de gran prestigio, es un hecho que de por sí constituye una importante conquista de

    nuestro Partido. Está claro que sin ese prestigioso grupo de dirigentes es imposible gobernar un país grande. Pero el que los jefes, en su marcha ascendente, se alejen de las masas y éstas empiecen a mirarlos de abajo arriba y no se atrevan a criticarlos, es algo que no puede por menos de crear cierto peligro de que los jefes se aparten de las masas y de que las masas se alejen de los jefes. Este peligro puede conducir a que los jefes se

    envanezcan y lleguen a creerse infalibles. ¿Y qué puede haber de bueno en que las altas esferas dirigentes se envanezcan y empiecen a mirar a las masas de arriba abajo? Está claro que de ello no puede resultar sino una catástrofe para el Partido. Ahora bien, nosotros queremos avanzar y mejorar nuestro trabajo, y no hundir el Partido. Y precisamente para avanzar y mejorar las relaciones entre las masas y los jefes se debe tener siempre abierta la válvula de la autocrítica, se debe dar a los soviéticos la posibilidad de “meterse” con sus jefes, de criticarles los errores, para que los jefes no se endiosen y las masas no se alejen de ellos. A veces se confunde el problema de las masas y

    los jefes con el problema de la promoción. Esto es un error, camaradas. No se trata de la promoción de nuevos jefes, aunque esto es un asunto que merece la más seria atención del Partido. Se trata de conservar los jefes ya destacados y muy prestigiosos, organizando un contacto permanente e indestructible entre ellos y las masas. Se trata de organizar, mediante la autocrítica y la crítica de nuestros defectos, un amplio estado de opinión dentro del Partido, un amplio estado de opinión en la clase obrera como control moral, vivo y vigilante, a cuya voz deben prestar oído atento los jefes más prestigiosos, si es que quieren conservar la confianza del Partido, la confianza de la clase obrera. En este sentido, la significación de la prensa, de

    nuestra prensa del Partido y de los Soviets, es verdaderamente inestimable. En este sentido no puede por menos de aplaudirse la iniciativa de “Pravda” de publicar la “Hoja de la Inspección Obrera y Campesina”10, que ejerce una crítica sistemática de los defectos de nuestro trabajo. Únicamente debe procurarse que la crítica sea seria y profunda, que no resbale por la superficie de los problemas. En este sentido debe aplaudirse también la iniciativa de “Komsomólskaia Pravda”11, que ataca con ímpetu y calor los defectos de nuestro trabajo. A veces se censura a los críticos la imperfección

    de su crítica, que esta crítica no siempre es justa en el 100%. A veces se pide que la crítica sea justa en todos sus puntos, y cuando no es así, empiezan a denigrarla y a denostar contra ella. Eso no está bien, camaradas. Se trata de una

    equivocación peligrosa. Probad a poner ese requisito y cerraréis la boca a miles de obreros, de corresponsales obreros y rurales deseosos de corregir

  • Sobre las labores del pleno conjunto de abril del C.C. y de la C.C.C.

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    nuestros defectos, pero que a veces no saben expresar correctamente sus ideas. Esto sería convertir la autocrítica en una tumba. Debéis de saber que los obreros tienen a veces

    cierto reparo a decir la verdad acerca de los defectos de nuestro trabajo. No sólo por temor a ganarse una “reprimenda”, sino porque alguien puede “burlarse” de lo imperfecto de su crítica. ¿Cómo va un sencillo obrero o un sencillo campesino, que siente en sus propias carnes los defectos de nuestro trabajo y de nuestra planificación, cómo va a fundamentar su crítica según todas las reglas del arte? Si les pedís una crítica correcta al 100%, haréis imposible toda crítica desde abajo, haréis imposible toda autocrítica. Por eso opino que si la crítica contiene siquiera un 5 o un 10% de verdad, hay que aplaudirla, escucharla atentamente y tomar en consideración lo que tenga de sano. En caso contrario, lo repito., cerraríais la boca a miles de hombres fieles a la causa de los Soviets, a hombres que no son todavía bastante hábiles en su labor critica, pero por cuya boca habla la verdad misma. Y justamente para no ahogar la autocrítica, sino

    para impulsarla, justamente para ello es necesario prestar oído atento a toda crítica de los soviéticos, incluso aunque a veces no sea justa por completo y en todas sus partes. Sólo con estas condiciones pueden tener las masas la seguridad de que no les caerá una “reprimenda” por una crítica con algunos defectos y de que nadie se “burlará” si la crítica contiene algunos errores. Sólo con estas condiciones puede adquirir la autocrítica un carácter verdaderamente de masas y tener un eco verdaderamente de masas. Se sobrentiende que no se trata de “cualquier”

    crítica. El contrarrevolucionario hace también crítica, pero lo que se propone es desacreditar al Poder Soviético, quebrantar nuestra industria, desorganizar nuestro trabajo de partido. Está claro que no nos referimos a esa crítica. No hablo de ella, sino de la crítica que parte de los soviéticos, de la crítica que se propone el mejoramiento de los organismos del Poder Soviético, el mejoramiento de nuestra industria, el mejoramiento de nuestro trabajo de partido y sindical. Necesitamos la crítica para fortalecer el Poder Soviético, y no para debilitado. Y justamente para fortalecer y mejorar nuestra obra, proclama el Partido la consigna de la crítica y la autocrítica. ¿Qué esperamos, ante todo, de la consigna de la

    autocrítica, qué frutos puede darnos si se aplica correcta y honradamente? Debe dar, por lo menos, dos resultados. En primer término, elevar la vigilancia de la clase obrera, aguzar su atención hacia nuestros defectos, facilitar la corrección de esos defectos y hacer imposible toda clase de “sorpresas” en nuestro trabajo de edificación. En segundo término, elevar la cultura política de la clase obrera,

    cultivar en ella el sentimiento de que es dueña del país y facilitar la empresa de enseñarle a dirigir el país. ¿Os habéis fijado en que no sólo el asunto de

    Shajti, sino la crisis de acopios de enero de 1928 han sido “sorpresas” para muchos de nosotros? En este sentido es particularmente significativo el asunto de Shajti. Cinco años ha estado trabajando el grupo contrarrevolucionario de especialistas burgueses, recibiendo instrucciones de las organizaciones antisoviéticas del capital internacional. Cinco años han estado nuestras organizaciones escribiendo y distribuyendo toda clase de resoluciones y disposiciones. La industria hullera, claro está, iba sin embargo adelante, pues el sistema soviético de economía es hasta tal punto vital y poderoso, que, a pesar de todo, vencía, a pesar de nuestra torpeza y de nuestros errores, a pesar de la labor subversiva de los especialistas. En el transcurso de cinco años, este grupo contrarrevolucionario de especialistas ha venido saboteando nuestra industria, haciendo explotar calderas, destrozando turbinas, etc. Mientras, nosotros estábamos como si tal cosa. Y “de repente”, como la nieve en verano, el asunto de Shajti. ¿Es esto normal, camaradas? Me parece que es

    más que anormal. Empuñar el timón y mirar sin ver nada hasta tanto las circunstancias no nos dan de narices con cualquier calamidad, no significa, ni mucho menos, dirigir. El bolchevismo no entiende así la dirección. Para dirigir hay que prever. Y prever, camaradas, no siempre es fácil. Una cosa es cuando una veintena de camaradas,

    dirigentes mira y advierte los defectos de nuestro trabajo mientras que las masas obreras no quieren o no pueden ni mirar ni advertir los defectos. Todas las probabilidades son de que se dejará escapar algo, pues es imposible advertirlo todo. Otra cosa es cuando, con esa veintena de camaradas dirigentes, miran y advierten los defectos de nuestro trabajo millones de obreros, poniendo al desnudo nuestros errores, sumándose a la causa común de la edificación y trazando la vía para mejorar los asuntos. Habrá más garantías de que no tropezaremos con sorpresas, de que los fenómenos negativos serán observados a tiempo y se tomarán a tiempo las medidas para eliminarlos. Necesitamos organizar las cosas de tal manera,

    que la vigilancia de la clase obrera se desarrolle en lugar de embotarse, que millones de obreros se sumen a la causa común de la edificación socialista, que millones de obreros y campesinos, y no sólo una docena de dirigentes, sigan atentos la marcha de nuestra edificación, adviertan nuestros errores y los saquen a la luz. Sólo así nos veremos libres de “sorpresas”. Mas, para conseguirlo, necesitamos desarrollar la crítica de nuestros defectos desde abajo, necesitamos hacer que la crítica sea masiva,

  • J. V. Stalin 16

    necesitamos asimilar y aplicar la consigna de autocrítica. Finalmente, sobre la elevación de las fuerzas

    culturales de la clase obrera, sobre la necesidad de cultivar en ella los hábitos de dirección del país con motivo de la aplicación de la consigna de autocrítica. Lenin decía:

    “Lo principal que nos falta es cultura, la capacidad de dirigir... Económica y políticamente, la

  • Sobre las labores del pleno conjunto de abril del C.C. y de la C.C.C.

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    casualidad la crisis de los acopios. Esas cosas no se producen casualmente. Esta sería una explicación demasiado barata. ¿Cuáles fueron, pues, en este caso, las

    condiciones que determinaron la crisis de acopios? Creo que esas condiciones fueron, por lo menos,

    tres. Primera. Las dificultades de nuestra edificación

    socialista, atendida nuestra situación internacional e interior. Me refiero, ante todo, a las dificultades del desarrollo de la industria urbana. Sería necesario lanzar al campo gran cantidad de mercancías de toda clase, de modo que se pudiera extraer de él el máximo de productos agrícolas. Para eso se requiere que nuestra industria se desarrolle más rápidamente que hasta ahora. Pero, para infundir un mayor impulso a la industria, es necesario un ritmo más acelerado de acumulación socialista. Y conseguir ese ritmo de acumulación no es tan fácil, camaradas. De ahí la escasez de mercancías con destino al campo. Me refiero también a las dificultades de nuestra

    edificación en el campo. La agricultura progresa despacio, camaradas. Sería necesario que la agricultura avanzase con botas de siete leguas, que se abaratase el trigo, que aumentasen las cosechas, que se empleasen al máximo los abonos, que la producción mecanizada de cereales se desarrollase intensamente. Pero nada de eso tenemos, y tardaremos en tenerlo, camaradas. ¿Por qué? Porque nuestra agricultura se basa en la pequeña

    hacienda campesina, en la que es difícil introducir mejoramientos de importancia. La estadística dice que antes de la guerra había unos 16.000.000 de haciendas campesinas individuales en todo el país. Ahora hay unos 25.000.000 de haciendas campesinas individuales. Esto significa que somos un país típico de pequeñas haciendas campesinas. ¿Y qué es la pequeña hacienda campesina? Es la hacienda que peor cubre sus necesidades, la más primitiva, la menos desarrollada y la que da menos producción mercantil. Ahí está el quid de todo, camaradas. Abonos, máquinas, conocimientos agronómicos y demás adelantos son cosas que se pueden emplear con éxito en las haciendas grandes, pero que no tienen o casi no tienen aplicación en la pequeña hacienda campesina. Ahí reside la debilidad de la pequeña hacienda y por eso no resiste la competencia de las grandes haciendas de los kulaks. ¿Tenemos en el campo haciendas grandes, que

    empleen máquinas, abonos, conocimientos agronómicos, etc.? Sí, las hay. En primer lugar, los koljoses y sovjoses. Pero su número es pequeño, camaradas. En segundo lugar, las grandes haciendas (capitalistas) de los kulaks. Estas no son tan pocas y continúan desempeñando un papel considerable en la agricultura. ¿Podemos nosotros estimular las grandes

    haciendas capitalistas privadas en el campo? Está claro que no. De ahí la conclusión: hay que apretar todo lo posible en el desarrollo de grandes haciendas en el campo, del tipo de los koljoses y sovjoses, procurando convertirlas en fábricas de cereales para el país, organizadas sobre la base de la ciencia moderna. A ello se debe, en realidad, que el XV Congreso de nuestro Partido lanzara la consigna de impulsar por todos los medios la organización de koljoses y sovjoses. Sería erróneo pensar que los koljoses deben

    formarse sólo con las capas de campesinos pobres. Eso no es cierto, camaradas. Nuestros koljoses deben ser de campesinos pobres y medios, y no abarcar a unos cuantos grupos y grupitos, sino aldeas enteras. Hay que darle al campesino medio una perspectiva y señalarle que como mejor y más rápidamente puede desarrollar la hacienda es a través de los koljoses. Si el campesino medio no puede elevarse hasta el grupo de los kulaks, y descender sería absurdo, hay que darle la perspectiva de que podría mejorar la hacienda a través del koljós. Pero hasta ahora son pocos los koljoses y sovjoses

    que tenemos, tan pocos que es una vergüenza. De ahí las dificultades de nuestra edificación en el campo. De ahí la insuficiente producción de cereales.

    Segunda. De ello se deduce que las dificultades de nuestra edificación en la ciudad y en el campo son la base sobre la que puede producirse una crisis de acopios. Pero esto no significa toda vía que dicha crisis debiera producirse este año precisamente. Sabido es que estas dificultades no son sólo cosa del momento, también existían el año pasado. ¿Por qué, pues, sobrevino precisamente este año la crisis de acopios? ¿En qué consiste el secreto? El secreto consiste en que el kulak tuvo este año

    la oportunidad de aprovecharse de esas dificultades para elevar artificialmente los precios de los cereales, emprender un ataque contra la política soviética de precios y frenar así nuestro trabajo de acopios. Y consiguió aprovecharse de esas dificultades cuando menos por dos razones: primero, porque tres años de buena cosecha no

    pasaron en balde, el kulak se robusteció en este tiempo, aumentaron las reservas de grano en el campo, en general, y entre los kulaks, en particular, y éstos vieron una ocasión de imponer los precios; segundo, porque el kulak tenía el apoyo de los

    especuladores de la ciudad, que juzgan al alza de los precios del grano y que por eso los hacen subir. Esto no significa, naturalmente, que el kulak sea

    el principal poseedor del grano. La masa más importante y fundamental, que tiene en sus manos la mayor parte del grano, la forman los campesinos medios. Pero el kulak cuenta en el campo con cierta autoridad en cuestiones económicas, y en el problema de los precios puede arrastrar a veces al campesino medio. De ahí que los elementos kulaks

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    del campo puedan valerse de las dificultades de nuestra edificación para aumentar con fines especulativos los precios de los cereales. Pero ¿qué significa aumentar los precios de los

    cereales, supongamos, en un 40 o un 50%, como lo hacían, por ejemplo, los especuladores kulaks? Significa, lo primero de todo, un quebranto del salario real de los obreros. Supongamos que entonces elevásemos los salarios. Pero en tal caso habría que elevar los precios de los artículos manufacturados, asestando un golpe a la situación económica de la clase obrera y a la de los campesinos pobres y medios. ¿Y qué significaría esto? Significaría un verdadero e indudable quebranto para toda nuestra política económica. Mas la cosa no para ahí. Supongamos que

    hubiéramos subido los precios del grano en un 40 o un 50% en enero o esta primavera, en vísperas de la siembra. ¿A qué habría conducido esto? Entonces habríamos desorganizado la base de materias primas de nuestra industria. Los cultivadores de algodón hubieran dejado de plantarlo, para dedicarse a los cereales, lo que les sería más ventajoso. Los cultivadores de lino habrían dejado esta planta y pasado también al trigo. Los cultivadores de remolacha hubiesen hecho lo mismo. Y así sucesivamente. Resumiendo: a causa de los apetitos especuladores de los elementos capitalistas del campo, hubiéramos quebrantado la base de materias primas de nuestra industria. Pero tampoco esto es todo. De elevar los precios

    del grano ésta primavera, por ejemplo, habríamos puesto de seguro la soga al cuello a los campesinos pobres, que en esa época del año compran trigo tanto para su manutención como para la siembra. Ellos y las capas inferiores de los campesinos medios habrían tenido pleno derecho a decimos: nos habéis engañado, pues os vendimos nuestro trigo a bajo precio en otoño del año pasado y ahora nos obligáis a comprarlo a precios altos; a quién defendéis, señores soviéticos, ¿a los necesitados o a los kulaks? Por eso, al golpe de especulación de los kulaks,

    que trataron de subir los precios de los cereales, el Partido debió contestar con un contragolpe que quitase a los kulaks y a los especuladores las ganas de amenazar con el hambre a la clase obrera y a nuestro Ejército Rojo.

    Tercera. Indudablemente, los elementos capitalistas del campo no habrían podido aprovechar las dificultades de nuestra edificación en la medida que lo hicieron, y la crisis de acopios no habría adquirido un carácter tan amenazador, si no les hubiera ayudado otra circunstancia. ¿De qué circunstancia se trata? Me refiero a la relajación de nuestros organismos

    de acopios, a la carencia de un frente único entre ellos, a la competencia que se hacían, a la falta de deseos de mantener una lucha enérgica contra el

    juego al alza de los precios del grano. Me refiero, finalmente, a la inercia de nuestras

    organizaciones del Partido en las zonas de los acopios de cereales, a su falta de deseos de intervenir debidamente en la campaña de acopios de cereales, a su falta de deseos de intervenir en el asunto y poner fin a la relajación general del frente de los acopios. Embriagadas por los éxitos de la anterior campaña

    de acopios y creídas de que este año los asuntos marcharían de por sí, nuestras organizaciones de acopios y del Partido lo dejaron todo “a la buena de dios”, cediendo el terreno a los kulaks especuladores. Eso, precisamente, era lo que los kulaks esperaban. No creo que pueda dudarse de que, sin esta circunstancia, la crisis de acopios no hubiera podido adquirir un carácter tan amenazador. No se debe olvidar que nosotros, es decir, nuestras

    organizaciones, tanto las de acopios como las restantes, tenemos en nuestras manos casi el 80% del abastecimiento de artículos manufacturados al campo y casi el 90% de todos los acopios en el campo. Huelga decir que esta circunstancia nos permite dictar condiciones al kulak en el campo, siempre que nuestras organizaciones sepan utilizar esta situación ventajosa. Pero, en vez de utilizarla, dejamos que las cosas siguieran su curso, facilitando así -claro que sin desearlo- la lucha de los elementos capitalistas del campo contra el poder Soviético. Tales son, camaradas, las condiciones

    determinantes de la crisis de acopios de fines del año pasado. Veis, pues, que esta crisis no se puede considerar

    casual. Veis que la crisis de acopios representa, dentro de

    las condiciones de la Nep, el primer acto importante de los elementos capitalistas del campo contra el Poder Soviético en una de las cuestiones más importantes de nuestra edificación, en la cuestión de los acopios de cereales. Tal es, camaradas, el fondo de clase de la crisis de

    acopios de cereales. Ya sabéis que para acabar con la crisis de acopios

    y refrenar los apetitos especuladores de los kulaks, el Partido y el Poder Soviético hubieron de recurrir a diversas medidas prácticas. De ellas se ha hablado suficientemente en nuestra prensa. De ellas se habla con bastante detalle en la resolución del Pleno conjunto del C.C. y de la C.C.C. Por eso opino que no hay necesidad de repetirlas ahora. Únicamente desearía hablar de ciertas medidas

    excepcionales, adoptadas por lo excepcional de las circunstancias y cuya necesidad, naturalmente, desaparecerá si no se vuelven a dar estas circunstancias excepcionales. Me refiero a la aplicación del artículo 107 de la ley contra la especulación. Este artículo lo aprobó el C.E.C. en 1926, pero no recurrimos a él en el año pasado. ¿Por qué? Porque los acopios de cereales marchaban

  • Sobre las labores del pleno conjunto de abril del C.C. y de la C.C.C.

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    normalmente, como suele decirse, y no hubo motivo para aplicarlo. El artículo en cuestión fue recordado sólo este año, a principios de 1928. Y se acudió a él porque tropezamos con algunas circunstancias excepcionales creadas por las maquinaciones especulativas de los kulaks, lo cual amenazaba con el hambre. Está claro que si en la campaña del año próximo no se dan circunstancias excepcionales y los acopios marchan normalmente, el artículo 107 no será aplicado. Y al contrario, si se producen circunstancias excepcionales y los elementos capitalistas empiezan de nuevo a “tontear”, el artículo 107 reaparecerá en escena. Sería estúpido basarse en ello para hablar de

    “abolición” de la Nep, de “vuelta” al sistema de contingentación, etc. Únicamente los enemigos del Poder Soviético pueden pensar ahora en abolir la Nep. Para nadie es tan ventajosa ahora la nueva política económica como para el Poder Soviético. Pero hay quien piensa que la Nep no significa el fortalecimiento de la lucha contra los elementos capitalistas, comprendidos los kulaks, con objeto de vencerlos, sino el cese de la lucha contra los kulaks y demás elementos capitalistas. Huelga decir que esas gentes no guardan ninguna relación con el leninismo, y no tienen ni pueden tener cabida en nuestro Partido. Conocéis también los resultados de las medidas

    tomadas por el Partido y el Poder Soviético a fin de acabar con la crisis de víveres. En pocas palabras, consisten en lo siguiente. Primero, hemos recuperado lo perdido y acopiado

    grano, alcanzando, e incluso sobrepasando en algunos sitios, el ritmo de los acopios del año pasado. Se sabe que en tres meses, de enero a marzo, hemos podido acopiar más de 270.000.000 de puds de cereales. Esto, claro está, no es todo lo que necesitamos. Debemos reunir todavía más de 100.000.000 de puds. Pero, sin embargo, ha sido la conquista necesaria para liquidar la crisis de los acopios. Ahora podemos decir con toda razón que el Partido y el Poder Soviético han logrado en este frente éxitos importantísimos. Segundo, hemos saneado, en mayor o menor

    medida, nuestras organizaciones locales de acopios y del Partido, comprobando en la práctica su capacidad de lucha y limpiándolas de elementos a todas luces descompuestos, que no reconocen la existencia de diferentes clases en el campo y no desean “enemistarse” con el kulak. Tercero, hemos mejorado el trabajo en el campo,

    hemos acercado más a nosotros a los campesinos pobres y nos hemos ganado a la inmensa mayoría de los campesinos medios, aislando a los kulaks y disgustando algo a la capa alta acomodada de los campesinos medios. De este modo, hemos llevado a la práctica nuestra vieja consigna bolchevique, que Lenin lanzara ya en el VIII Congreso de nuestro Partido13: apoyarse en los campesinos pobres, saber

    establecer una alianza sólida con el campesino medio y no cejar ni un instante en la lucha contra los kulaks. Sé que ciertos camaradas no aceptan de muy buen

    grado esta consigna. Sería peregrino suponer que la alianza de los obreros y campesinos, cuando la dictadura del proletariado se ha fortalecido, significa la alianza de los obreros con todos los campesinos, comprendidos los kulaks. No, camaradas, no propugnamos esa alianza ni podemos hacerlo. En las condiciones de la dictadura del proletariado, cuando se ha consolidado el Poder de la clase obrera, la alianza de ésta con el campesinado significa apoyarse en los campesinos pobres, mantener la alianza con los campesinos medios y combatir al kulak. Quien se imagine que, en nuestras condiciones, la alianza con el campesinado significa la alianza con los kulaks, no tiene nada que ver con el leninismo. Quien imagine mantener en la aldea una política del gusto de todos, tanto de los ricos como de los pobres, no es un marxista, sino un imbécil, pues tal política no existe bajo la capa del cielo, camaradas. (Risas, aplausos.) Nuestra política es una política de clase. Tales son en conjunto los resultados de nuestras

    medidas para el incremento de los acopios. Es indudable que la aplicación de estas medidas

    ha ido acompañada de numerosas exageraciones y deformaciones de la línea del Partido. Nadie ignora que ha habido bastantes casos de deformación de nuestra política, en los que, por torpeza nuestra, salieron perjudicados, ante todo, campesinos pobres y medios, casos de injusta aplicación del artículo 107, etc. Castigamos y castigaremos con toda severidad a los culpables de estas deformaciones. Pero sería extraño no ver, tras ellas, los resultados buenos y verdaderamente importantes de las medidas adoptadas por el Partido, sin las cuales no hubiera más podido salir de la crisis de acopios. No ver esto significaría cerrar los ojos a lo principal, colocar en primer plano lo particular y lo accidental. No ver esto significaría ahogar los importantísimos éxitos de la campaña de acopios en el vaso de agua de algunos casos de deformación de nuestra línea, casos que no obedecen en absoluto a las medidas adoptadas por el Partido. ¿Hubo circunstancias favorables para nuestros

    éxitos en los acopios y para nuestra lucha contra la ofensiva de los elementos capitalistas del campo? Sí que las hubo. Podríamos señalar, por lo menos,

    dos circunstancias de esa clase. La primera es que emprendimos la intervención

    del Partido en la campaña de acopios y asestamos el golpe contra los elementos kulaks especuladores después del XV Congreso de nuestro Partido, después de haber acabado con la oposición, después de que el Partido consiguió la unidad máxima, al derrotar a les enemigos que tenía dentro de sus filas. La lucha contra los kulaks no se puede considerar cosa fácil. Para destrozar las maquinaciones de los

  • J. V. Stalin 20

    kulaks especuladores, sin la menor complicación dentro del país, hacía falta un partido absolutamente unido, una retaguardia muy sólida y un Poder de una fortaleza absoluta. Es indudable que la existencia de estos factores contribuyó en buena medida a que los kulaks se vieran obligados a retroceder al momento. La segunda es que logramos ligar nuestras

    medidas prácticas, destinadas a poner coto a los kulaks especuladores, con los intereses vitales de la clase obrera, del Ejército Rojo y de la mayoría de las capas necesitadas del campo. Los kulaks especuladores agitaron ante las masas trabajadoras de la ciudad y del campo el espectro del hambre, incumpliendo por añadidura las leyes del Poder Soviético (el artículo 107), y esta circunstancia no pudo por menos de hacer que en la lucha contra los elementos capitalistas del campo tuviéramos con nosotros a la mayoría de la población rural. El kulak especulaba desvergonzadamente con los cereales, creaba de este modo dificultades gravísimas, lo mismo en la ciudad que en el campo, y violaba, además, las leyes del Poder Soviético, es decir, la voluntad del Comité Ejecutivo Central de los Soviets de Diputados Obreros, Campesinos y Soldados Rojos, ¿no está claro, acaso, que esta circunstancia debía facilitar el aislamiento de los kulaks? Ha resultado en cierto modo la misma

    combinación (claro que con las salvedades oportunas) que en 1921, cuando el Partido, con Lenin a la cabeza, teniendo en cuenta el hambre reinante en el país, planteó la necesidad de requisar los objetos de valor de las iglesias con el fin de adquirir cereales con destino a las zonas afectadas por el hambre y aprovechó esta circunstancia para emprender una amplísima campaña antirreligiosa; cuando los popes, aferrándose a esos objetos de valor, se pusieron de hecho frente a las masas hambrientas, con lo cual se ganaron la enemiga de las masas contra la iglesia en general, contra los prejuicios religiosos en particular y especialmente contra los popes y sus jerarcas. Hubo entonces en nuestro Partido extravagantes creídos de que Lenin únicamente había comprendido la necesidad de luchar contra la iglesia en 1921 (Risas) y que hasta entonces no se había percatado de ella. Esto, claro, es una estupidez, camaradas. Lenin, naturalmente, comprendía antes de 1921 la necesidad de luchar contra la iglesia. Pero no es ése el problema. De lo que se trataba era de ligar la amplia campaña antirreligiosa de masas con la lucha por los intereses vitales de las masas populares y sostener dicha campaña de manera que fuera comprensible para las masas, que fuera apoyada por las masas. Lo mismo debe decirse de la maniobra

    emprendida por el Partido a principios de año, con motivo de la campaña de acopio de cereales. Hay quienes piensan que sólo ahora ha comprendido el Partido la necesidad de combatir el peligro kulakista. Esto, claro, es una estupidez, camaradas. El Partido

    ha comprendido siempre la necesidad de esa lucha y la ha sostenido no de palabra, sino de hecho. La particularidad de la maniobra emprendida a principios de año consiste en que el Partido tuvo entonces la ocasión de ligar la lucha enérgica contra los kulaks especuladores a la lucha por intereses vitales de las amplias masas trabajadoras y, al hacerlo, logró conducir tras de sí a la mayoría de las masas trabajadoras del campo y aislar al kulak. El arte de la política bolchevique no consiste, ni

    mucho menos, en disparar sin orden ni concierto con todos los cañones y en todos los frentes, sin consideraciones de tiempo y lugar, sin tener en cuenta si las masas están dispuestas a apoyar estas o las otras medidas de la dirección. El arte de la política bolchevique consiste en saber elegir el momento y el lugar y tomar en consideración todas las circunstancias para concentrar el fuego sobre el frente donde antes se puedan conseguir los máximos resultados. En efecto, ¿qué resultados habríamos obtenido si

    hubiésemos asestado un golpe fortísimo al kulak hace tres años, cuando no nos habíamos ganado a los campesinos medios, cuando el campesino medio estaba irritado y arremetía contra nuestros presidentes de comité ejecutivo de subdistrito, cuando los campesinos pobres est