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68 ATHANOR, 77 (SEPT. - OCT. 2009) AGUA COMO SANGRE La utilización del agua de mar con fines terapéuticos se remonta al menos a unos 500 años AC, que sepa- mos. Pero sus aplicaciones modernas las debemos al francés René Quinton (1866-1925). Retomando los trabajos del célebre fisiólogo Claude Bernard, Quinton demostró la analogía fisiológica entre el agua de mar y el medio vital de los vertebrados. Nació así el célebre ‘plasma de Quinton’, utilizado en los dispensarios ma- rinos que él mismo creó para salvar miles de vidas en diversas ciudades francesas y extranjeras. Louis Pasteur acababa de morir (1895) tras haber de- sarrollado su trabajo basado en el ataque a los mi- crobios invasores. De ahí surgieron las vacunas y los antibióticos, que son la base de la medicina moder- na. Sin embargo, el mismo Pasteur había reconocido en su lecho de muerte que “el terreno lo es todo”. Quinton tuvo claro que, para vencer a la enferme- dad, todo lo que había que hacer era reforzar ‘el terreno’, el medio interno de la persona. Y ¿qué es el medio interno de la persona?, esencialmente, agua de mar, pero ‘isotónica’ (esto es, en una proporción de sales inferior a la que se encuentra actualmente en los océanos; 9 gramos por litro versus una media de 35 gramos por litro). Al tomar agua de mar, o al sernos inyectada, nuestro medio interno recupe- ra su poder. Y en un medio interno correcto ya no hace falta perseguir a los microbios nocivos, porque allí ellos no pueden prosperar. Tenemos que matizar aquí que nuestra ‘agua de mar interna’ no está cons- tituida sólo por la sangre; también por el plasma lin- por Francesc Prims fático y por el líquido extracelular, que es como una ‘atmósfera’ líquida que baña a toda célula. Antes de emerger en público con sus propuestas re- lativas al agua de mar, René Quinton había llevado a cabo experimentos muy significativos. En 1897, en el laboratorio de Fisiología Patológica de Estudios Supe- riores del Colegio de Francia, sustituyó toda la sangre de un perro callejero por agua de mar isotónica (es decir, diluida). En apenas unos días el organismo del perro volvió a reproducir los glóbulos y plaquetas que convierten el agua marina en sangre. El animal se re- cuperó completamente. En 1975, en el Departamen- Hace justo un siglo, el agua de mar propició una verdadera revolución sanitaria en Europa. Durante décadas, nadie quiso acordarse de ello. Hoy día, el poder nutritivo y sanador del agua de mar per- manece desconocido por muchos. Constituye un recurso de primer orden que podemos extender para combatir las plagas de la pobreza y el hambre en el mundo. Un investigador, el colombiano Laureano A. Domínguez, se ha puesto en marcha para lograrlo, por medio de los denominados ‘oasis marinos’. En Tenerife con agua de Las Teresitas se repitió el trabajo de Quinton con los perros, bajo los Protocolos de la Comunidad Europea, pero con agua de mar hipertónica (sin diluir). “Los colegas veterinarios NO lo podían creer”, afirma el Dr. Ángel Gracia. En la foto, de izquierda a derecha, una cardióloga, el Dr. Ángel Gracia y Laureano A. Domínguez. Salud y Sociedad Reportaje original de la Revista Athanor publicado en el número 77. www.athanor.es

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AGUA COMO SANGRE

La utilización del agua de mar con fines terapéuticos se remonta al menos a unos 500 años AC, que sepa-mos. Pero sus aplicaciones modernas las debemos al francés René Quinton (1866-1925). Retomando los trabajos del célebre fisiólogo Claude Bernard, Quinton demostró la analogía fisiológica entre el agua de mar y el medio vital de los vertebrados. Nació así el célebre ‘plasma de Quinton’, utilizado en los dispensarios ma-rinos que él mismo creó para salvar miles de vidas en diversas ciudades francesas y extranjeras.

Louis Pasteur acababa de morir (1895) tras haber de-sarrollado su trabajo basado en el ataque a los mi-crobios invasores. De ahí surgieron las vacunas y los antibióticos, que son la base de la medicina moder-na. Sin embargo, el mismo Pasteur había reconocido en su lecho de muerte que “el terreno lo es todo”. Quinton tuvo claro que, para vencer a la enferme-dad, todo lo que había que hacer era reforzar ‘el terreno’, el medio interno de la persona. Y ¿qué es el medio interno de la persona?, esencialmente, agua de mar, pero ‘isotónica’ (esto es, en una proporción de sales inferior a la que se encuentra actualmente en los océanos; 9 gramos por litro versus una media de 35 gramos por litro). Al tomar agua de mar, o al sernos inyectada, nuestro medio interno recupe-ra su poder. Y en un medio interno correcto ya no hace falta perseguir a los microbios nocivos, porque allí ellos no pueden prosperar. Tenemos que matizar aquí que nuestra ‘agua de mar interna’ no está cons-tituida sólo por la sangre; también por el plasma lin-

por Francesc Prims

fático y por el líquido extracelular, que es como una ‘atmósfera’ líquida que baña a toda célula.

Antes de emerger en público con sus propuestas re-lativas al agua de mar, René Quinton había llevado a cabo experimentos muy significativos. En 1897, en el laboratorio de Fisiología Patológica de Estudios Supe-riores del Colegio de Francia, sustituyó toda la sangre de un perro callejero por agua de mar isotónica (es decir, diluida). En apenas unos días el organismo del perro volvió a reproducir los glóbulos y plaquetas que convierten el agua marina en sangre. El animal se re-cuperó completamente. En 1975, en el Departamen-

Hace justo un siglo, el agua de mar propició una verdadera revolución sanitaria en Europa. Durante décadas, nadie quiso acordarse de ello. Hoy día, el poder nutritivo y sanador del agua de mar per-manece desconocido por muchos. Constituye un recurso de primer orden que podemos extender para combatir las plagas de la pobreza y el hambre en el mundo. Un investigador, el colombiano Laureano A. Domínguez, se ha puesto en marcha para lograrlo, por medio de los denominados ‘oasis marinos’.

En Tenerife con agua de Las Teresitas se repitió el trabajo de Quinton con los perros, bajo los Protocolos de la Comunidad Europea, pero con agua de mar hipertónica (sin diluir). “Los colegas veterinarios NO lo podían creer”, afirma el Dr. Ángel Gracia. En la foto, de izquierda a derecha, una cardióloga, el Dr. Ángel Gracia y Laureano A. Domínguez.

Salud y Sociedad

Reportaje original de la Revista Athanor publicado en el número 77.w w w . a t h a n o r . e s

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to de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), se llevaron a cabo experimentos con varios perros similares a los de Quinton, con resultados igual-mente muy satisfactorios.

¿Qué ocurre cuando el experi-mento se hace sustituyendo la sangre por suero fisiológico sinté-tico, ese con el que te mantienen con vida en los hospitales? Hay investigadores que lo han hecho: el animal muere a los pocos me-ses, y sin haberse recuperado del abatimiento más extremo. “Esto demostró que el suero fisiológico es un simple y débil sucedáneo del suero marino”, ha afirmado Paco García-Donas, creador de la Fundación Aquamaris. “Solo dos electrolitos del suero artificial frente a los 118 elementos de la tabla periódica que contiene el suero marino.”

Lo de sustituir la sangre por agua de mar no se ha hecho solo con animales; durante la Primera Guerra Mundial el Ejército francés empleó agua de mar para compen-sar la pérdida de sangre de los heridos en combate.

RENÉ QUINTON:DEL ÉXITO AL OLVIDO

En 1904 Quinton publicó, con gran carácter científico, el libro El agua de mar, medio orgánico, el cual desper-tó una considerable emoción en todo el mundo. Pron-to empezó a abrir sus dispensarios marinos. Se crearon dispensarios marinos en París, Montpellier, Lyon, Lon-dres o Egipto, y hubo hospitales que se adhirieron al método marino. El éxito fue fulminante. Las inyeccio-nes de agua de mar isotónica aplicadas a los lactantes en los dispensarios marinos eran del orden de 100.000 al año en París y sobrepasaban las 150.000 en Lyon. Los médicos que prescribían las inyecciones de agua

de mar aumentaban cada día y Quinton alcanzó en seguida la fama.

Hay que comprender la realidad social de la épo-ca. Predominaban enfer-medades en las que ahora ni tan siquiera pensamos. Los problemas de salud de los bebés y los niños eran mucho más abundantes que hoy día. La mayor

parte de estos problemas estaban relacionados con la desnutrición.

Utilizando las virtudes del agua de mar, Quinton con-tribuyó grandemente a reducir la mortalidad infantil. También trató a innumerables adultos. Los principales casos tratados eran de tifus, cólera y diarreas (es decir, las enfermedades que entrañan desequilibrios hídricos en el organismo) y la tuberculosis, los niños prematu-ros, la anorexia, enfermedades de la piel y malnutri-ciones graves.

Están documentados casos gravísimos en que el mé-todo de Quinton permitió a los afectados eludir una muerte segura en cuestión de horas: un enfermo con fiebre tifoidea en pleno coma terminal, en un hospital de París; un joven que se intentó suicidar con ácido oxálico; un caso de cirrosis hepática que desembocó en erisipela y cuyo desenlace fatal se esperaba para el mismo día…

No había solo los éxitos terapéuticos. Antes de 1914 ya se habían presentado ocho tesis doctorales y un cen-tenar de comunicaciones importantes y originales solo

Al tomar agua de mar, o al sernos inyectada, nuestro medio interno re-cupera su poder. Y en un medio in-terno correcto ya no hace falta per-seguir a los microbios nocivos, por-que allí ellos no pueden prosperar.

Laureano A. Domínguez hace traer cada mes 44.000 litros de agua de mar a su pueblo (La Ceja, Colombia) y la regala entre la población.

René Quinton

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en Francia sobre el suero marino. En vísperas de la Pri-mera Guerra Mundial (1914-1918) el éxito del método marino era tal que el ministerio del interior francés se proponía intervenir para que las inyecciones de agua de mar fueran obligatorias en la época escolar, del mis-mo modo que la vacuna contra la viruela. Pero llegó la guerra…

El periodo de olvido de que han sido víctima los tra-bajos de Quinton parece debido en gran parte a la Pri-mera Guerra Mundial, que afectó duramente a la joven generación de médicos. La personalidad de Quinton explica también esta fase de olvido: a partir de 1908 desvió gran parte de sus esfuerzos y trabajos científi-cos para dedicarse al desarrollo de la aeronáutica en Francia. Sus detractores, que los había (no podían asu-mir el hecho de que curase sin ser médico ni científico titulado), parecieron ganar la partida. Los dispensarios marinos, progresivamente, fueron desapareciendo…

RESUCITAN LOS DISPENSARIOS

Quinton tenía la certeza de que su obra no sería olvidada sino provisionalmente. Acertó. A partir de 1956 el interés por sus trabajos y por el agua de mar se fue retomando paulatinamente. Hasta que, en la última década del siglo XX, a un investigador colombiano, hijo de un salubris-ta, se le ocurrió la idea de resucitar los dispensarios de Quinton. Se trata de Laureano Alberto Domínguez, que emprendió conversaciones y alianzas en distintas partes del mundo con el fin de hacer esto posible. Consiguió el apoyo de médicos, veterinarios y biólogos.

En los últimos años se han celebrado gran cantidad de reuniones, seminarios y congresos sobre el agua de mar en diferentes partes del mundo, coordinados por Laureano A. Domínguez. La constitución de PRO-DIMAR (Proyecto Dispensarios Marinos), que preside

Laureano A. Domínguez, dio un gran impulso a la idea de crear dispensarios marinos al estilo de René Quinton. Con la presentación de un trabajo sobre los dispensarios marinos en el XIII Congreso Nacional de Oceanografía de México, en noviembre de 2002, la ciencia oficial dio un magnífico espal-darazo al esfuerzo realizado por PRODIMAR. Igualmente, la puesta en marcha de varios po-zos de decantación en Colom-bia impulsó la inauguración de muchos dispensarios. Posterior-mente, el 3 de enero de 2003, la constitución de la Fundación Aquamaris, de la cual Laureano A. Domínguez es vicepresiden-

te, ha venido a dar un gran empuje, a escala mundial, al proyecto de los dispensarios marinos.

Conozco a Laureano A. Domínguez el día 1 de agosto de 2009, en la sede de Plural 21 de Barcelona, don-de es el protagonista de un curso dedicado al agua de mar. En ese momento lleva auspiciada la creación de 37 dispensarios en Colombia, 83 en Nicaragua (uno de los países más pobres del mundo), y varios en otros países más.

El interés principal que ha traído a Laureano a España es el impulso de lo que en Aquamaris han venido a bautizar como ‘oasis marinos’. Constituyen la evolu-ción lógica de los dispensarios marinos. Pero vayamos por partes.

Los dispensarios marinos están siendo una valiosa he-rramienta para la nutrición y la salud en países donde existe pobreza. A veces el dispensario marino orbita alrededor de un pozo de decantación. Construido cer-cano a la playa, el agua marina que se obtiene en él ha sido filtrada a través del cuarzo de las arenas subterrá-neas. Es un filtro poderoso, equivalente al filtro de por-celana, que elimina muchas de las posibles impurezas del agua. Otras veces es suficiente con la decantación (dejar el agua reposar, para que se sedimenten las posi-bles impurezas) para obtener un agua que ya está lista para ser analizada por estamentos oficiales, y aproba-da para consumo humano. Esa agua los dispensarios marinos modernos la ofrecen a las personas con el fin de que la ingieran. Ofrecen 500cc al día, el equiva-lente a tres tazas. Esta ingesta sirve para cubrir caren-cias nutricionales y también ayuda a resolver variados problemas de salud. En el dispensario marino llevan el historial de la persona que se ha dirigido allí en bus-ca de mejoría para su problema. Algunas personas se aplican el agua de manera tópica, sobre la piel, o la inhalan a partir de un pulverizador. Las aplicaciones parenterales (es decir, las inyecciones) se acostumbran

Bodega de almacenamiento de agua de mar en La Ceja (Colombia). Cada tanque, de 1.200 litros, es previamente aseado a fondo, llenado por gravedad y herméticamente sellado.

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a reservar para casos muy concretos, como por ejem-plo desnutrición severa en niños, entre otros.

LOS OASIS MARINOS

¿Qué es un oasis marino? ¿Cómo evoluciona un dis-pensario marino hacia un oasis marino? Laureano nos lo explica.

–La base es el pozo de decantación, por el filtraje que hace del agua; esto va a permitirnos no tener proble-mas con los distintos gobiernos para la aprobación del agua. Un pozo de decantación da mucho juego, más allá del dispensario marino. Puedes hacer jardines al-rededor, sembrar plantas que produzcan comida, ha-cer talleres para que los niños aprendan ciencia…“¿Cómo puedes resolver el hambre en África, y en otros lugares? Pues dando agua de mar para alimento. Y puedes aprovechar el entorno del pozo de decanta-ción para usos agrícolas. Esto es de vital importancia en zonas secas, desérticas. Si hacemos el oasis junto a la playa (y la mitad de la población vive al lado del mar), solo se trata de aprovechar muchas zonas del planeta que antes se usaban como pisciculturas. Los antiguos hacían unas zanjas para inundar el desierto, para capturar mejor a los peces. Muchas de esas zan-jas, incluido donde vamos a hacer el primer modelo de oasis marino, en el Senegal, ya están hechas. Y donde no las hay, como en Nouakchott, en Mauritania, donde queremos hacer otro de los oasis, basta cavar la zanja, prepararla y dar entrada al mar.

–¿Qué se puede sembrar con agua de mar?–Lo que funciona mejor son las plantas alófilas. Sin embargo en marismas, con el tiempo, al escasear o desaparecer el agua dulce, hemos visto sobrevivir en excelentes condiciones todas las especies. Esto sugie-re que las plantas ‘desarrollan’ la capacidad de adap-tabilidad con el tiempo. De hecho es lo que me sugi-rieron en la Universidad de Pisa y en su momento en Canarias. De ahí también la importancia de las obser-vaciones derivadas del desarrollo real de los oasis ma-rinos. La última expresión de la vida, el individuo de la vida, es la célula, tanto en el tejido vegetal como en el animal. Y la célula surgió en el mar, ¿o no? Podrá haber diferencias químicas, pero físicas no, entre la célula y el agua de mar. Por lo tanto todo lo podrías acostum-brar a la madre. Es muy difícil que la célula extrañe a la madre: el agua de mar. “La Universidad de Pisa ha experimentado sembrando tomates con una dilución del 12% de agua de mar, y han descubierto que estos tomates resultan antioxi-dantes y anticancerígenos. Ha sido una constatación científica reciente, y las repercusiones que tiene son descomunales. También han cultivado con éxito, con una dilución de agua de mar, girasol y maíz. Los nu-trientes del agua de mar se metabolizan en cualquier vegetal. ¿Te imaginas el proyecto de medicina social preventiva que se podría llevar a cabo?

“Pero lo mejor de todo en el caso de los oasis marinos es sembrar salicornia. Porque tiene unas propiedades nutricionales y medicinales increíbles, tiene muchos usos, e importante: se puede regar con agua de mar sin diluir, y a cualquier temperatura. Esto lo hemos experi-mentado en los cinco continentes.“La salicornia es una planta alófila que produce comi-da verde, fresca, para ensalada. Produce aceite mejor que el de oliva. Produce harinas con un valor protei-co increíble. Produce comida para animales. Y, como resultado final, se aglomera y sale madera para hacer viviendas. Por si fuera poco, es preciosa; cuando en-gruesa es de todos los colores. “Hay que ir por la semilla de salicornia a la Universi-dad de Arizona, donde desarrollaron una variedad, la sos7, que es la que más produce por hectárea.

–¿Existen precedentes para los oasis de mar?–Desde 1998 se está desarrollando en Eritrea un pro-yecto que nos da claves importantes en relación con lo que se puede hacer. Aquel año abrieron un canal procedente del mar, que entra tres millas tierra adentro, en pleno terreno desértico. Esto les ha permitido plan-tar salicornia; recogen casi una tonelada por hectárea. También les ha permitido reforestar, con manglares. Han hecho tanques donde almacenan cinco especies distintas de camarones, que exportan sobre todo a Pa-rís y Londres. De modo que la gente encontró empleo y salió de la hambruna. Pero este modelo de Eritrea no va por buen camino, porque podía haber sido un

Durante la Primera Guerra Mundial el Ejército francés empleó agua de mar para compensar la pérdida de sangre de los heridos en combate.

Salicornia.

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modelo como se originó, solidario, para la misma Áfri-ca, y sin embargo el ansia de dinero lo hizo saltar de África a Estados Unidos. Habrían podido transferir in-mediatamente este modelo a la vecina Etiopía, donde hay hambruna, pero no: se han impuesto todas esas tonterías de los copyrights, los registros de marcas, la propiedad intelectual… Esto ha impedido que esta ex-periencia se haya extendido solidariamente como un modelo social.“Esto no debe pasar nunca en los oasis marinos, cuyo centro neurálgico será siempre el dispensario marino, que ofrecerá gratis el agua de mar. En el oasis marino podemos además obtener comida en el desierto, gene-rar empleo, crear cultura (ecológica inclusive)… Des-de el oasis marino un transporte puede garantizar que un barrio, una colonia de vecinos o una casa tengan agua de mar. La materia prima es gratis, y es lo más abundante que hay en el planeta.

[Aquí debo añadir, como inciso, que con posterioridad a esta conversación la doctora Maria Teresa Ilera me da a conocer otro proyecto de humedales artificiales a desarrollarse en el desierto de Sonora, en México,

Utilizando las virtudes del agua de mar, Quinton contribuyó gran-demente a reducir la mortalidad infantil. También trató a innumera-bles adultos.

al estilo de Eritrea: “Básicamente consiste en reforestar zonas desérticas y litorales con salicornia. Es un pro-yecto que permite reverdecer desiertos, producir nu-trientes de gran calidad para la seguridad alimentaria de sus pobladores, luchar contra el recalentamiento global; también permite nutrir al ganado, etc.”]

–Antes has dicho que ya tenéis donde hacer el pri-mer oasis, en el Senegal…–Sí; son dos hectáreas cedidas por la tribu local, en Pointe-Sarène, a 80 kilómetros de Dakar. Allí pode-mos empezar ya a mostrar un pequeño plan piloto de acción.

–¿Ves fácil que estos oasis puedan proliferar? ¿Lo van a apoyar los gobiernos?–Piensa que nadie que ha escuchado el proyecto en estos tres meses que llevo viajando le ha puesto un ‘pero’. Nadie. Y me he entrevistado con presidentes, nuncios, cardenales, técnicos agrícolas…“Los gobiernos tienen dos dolores de cabeza muy gran-des. Uno de ellos es la yatrogenia, esto es, los efectos secundarios de los fármacos. El otro tema es que no hay gobierno en el mundo que no quiera comprome-terse con el asunto del calentamiento global. Es un tema político de primera plana. “La mayor parte de enfermedades que resolvió Quin-ton con el agua de mar tenían una relación directa con la desnutrición. Si das a la gente agua de mar les estás dando un complemento alimenticio de primer orden, además de que puedes aplicarla terapéuticamente. En terapia, lo que funcionó mejor a Quinton fue la inyec-ción de agua de mar. Aquí en Europa está prohibida. Pero hay varios países del Tercer Mundo en los que la

Laureano A. Domínguez y Su Excelencia Michel Sarr, jefe del pueblo de Pointe-Sarène, se congratulan por la firma del acuerdo, el 8 de julio de 2009, por el cual se ceden 2 hectáreas de terreno con el fin de hacer un oasis marino.

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Laureano A. Domínguez ha resuci-tado la idea de crear dispensarios marinos al estilo de René Quinton. Su siguiente objetivo es crear oasis marinos en países pobres.

medicina simplificada permite a los militares, enfermeros, misioneros y personas con ciertos conocimientos sanitarios resolver problemas que en otros países podrían ser catalogados como de intrusismo contra la medi-cina oficial.“Con el oasis acabas pues con la yatrogenia y contribuyes contra el calentamiento global, al reforestar. Abarcamos pues estas dos aristas y muchas más: no hablemos de la par-te humanitaria, de todo lo que podría hacerse desde el punto de vista de la investigación…

–¿Hay subvenciones para algo así?–Sí. RAMSAR, que tiene asiento en Ginebra, es el acuerdo para proteger los humedales del mundo. 170 países forman parte, y está dispuesto a apo-yar humedales artificiales marinos en diferentes puntos del planeta.“Yo hablé con RAMSAR y les encantó el tema: hume-dales marinos artificiales. Dan 40.000 francos suizos por cada humedal que se haga. Y lo mantienen ellos. Te metes en la página de RAMSAR para pequeñas sub-venciones, que es donde encajaron los oasis marinos. Llena los requisitos, consigue el aval administrativo de tu país o del país donde vas a hacer la acción, y a trabajar…

–¿Cualquiera lo puede hacer? ¿No hace falta que esté asociado a ti?–Yo no voy a centralizar nada. Esto va a depender de iniciativas individuales; grupos de personas que deci-dan dar un sentido a su vida a través de este servicio. Creo que es muy apropiado para los jóvenes. Yo puedo ayudar; si me escriben yo les doy las señas, los contac-tos, el modelo de la presentación del proyecto; todo. Entonces se organizan, y ya hay una célula más. Las grandes guerras las ha ganado la estrategia de guerri-llas; muchas células han derrotado grandes ejércitos. Ahora podemos derrotar el hambre en el mundo si ha-cemos esta misma estrategia, con los oasis marinos.“Las perspectivas son inmensas. El presidente de Se-negal por ejemplo quiere reforestar 700 kilómetros de playa. ¿Te imaginas que hagamos bien nuestro oasis de dos hectáreas?; esto podría animar al presidente a hacer extensivo este modelo. Sería un oasis de 700 ki-lómetros.

UN MAR DE POSIBILIDADES

En definitiva, podemos hallarnos frente a un gran pro-yecto para combatir el hambre y la desnutrición. El doctor Ángel Gracia, coautor junto con el doctor Héc-

tor Bustos-Serrano del libro El poder curativo del agua de mar – Nutrición orgánica (ed. Morales y Torres), me insiste en la relación existente entre la desnutrición y las enfermedades:

“Todas las enfermedades son por desnutrición (hay que diferenciar la alimentación de la nutrición) y tie-nen el denominador común de la inflamación. Co-mienzan en los suelos. Una persona que está anémi-ca es porque le falta hierro; todo el mundo lo sabe. Pues así es con todas las enfermedades. Al darle la sopa marina le das los nutrientes orgánicos alcali-nos, biodisponibles y panatómicos que prevendrán o curarán las enfermedades. Pero con un cambio de estilo de vida y ambiente [aquí el doctor está pen-sando en nuestro estilo de vida como occidentales]. Somos autorreparables si damos al organismo lo que necesita. El ADN de la sopa marina da la informa-ción para la autorreparación y en un ambiente alca-lino el ADN no sufre mutaciones (y por lo tanto no tenemos por qué desarrollar un cáncer, como bien explica Otto Warburg).” Habla de ‘sopa marina’ por-que “el agua de mar NO es sal con agua, solamente”, sino “una sopa marina integrada por agua, ácidos nucleicos, ADN, aminoácidos esenciales, proteínas, grasas, vitaminas, minerales (los 118 elementos de

Laureano A. Domínguez a la entrada de RAMSAR con la Dra. María Rivera, responsable de RAMSAR por América.

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Con los oasis marinos en zonas desérticas obtienes agua de mar como complemento nutricional y aplicable en terapias; también puedes regar cultivos con agua de mar. Acabas con el hambre, refo-restas, creas cultura y potencias la investigación.

la tabla periódica completa), fitoplancton, zooplanc-ton”, etcétera.

El doctor Ángel Gracia participó en dos experiencias como náufrago voluntario; una de ellas fue en Fuer-teventura, en diciembre de 2004: él y otras personas vivieron durante una semana entera a base de ingerir exclusivamente agua de mar. El control médico y las analíticas realizadas después no detectaron ninguna alteración en sus organismos, salvo una ligera y salu-dable pérdida de peso. “En los naufragios voluntarios como norma bebemos un litro de agua de mar diario”, me comenta el doctor. “Yo he bebido hasta dos, pero hace falta aprender a beber agua de mar, porque lo primero que hace es una limpieza de colon orgánica y holística. El Manual del náufrago es un curso para aprender a ser náufrago marino que puedes descar-garte de www.muygreen.com”. En general, el doctor Ángel Gracia recomienda a las personas que quieran beneficiarse del agua de mar que tomen 500cc al día repartidos en tres tomas: una cada ocho horas, antes de las comidas. En el libro del que es coautor se nos habla con más detalle de por qué el agua de mar es nutritiva e inofensiva; y se nos explica cómo el agua de mar puede ayudar, y no sólo en el Tercer Mundo, a resolver variados problemas de salud.

También tengo ocasión de compartir impresiones con la doctora catalana Maria Teresa Ilera, que ejer-ce de médico internista en la clínica Santo Domingo de Managua. Me explica que, con el agua de mar, “muchas enfermedades se curan, por ejemplo la hi-pertensión, que pasa a requerir menos medicamen-tos o bien se puede dar discontinuidad a los medica-mentos; también la insuficiencia renal: los pacientes empiezan a orinar y les baja la creatinina, la cual es el indicativo de la paralización del funcionamiento del riñón.”

Sometiéndose a normativas sanitarias muy estrictas, hay algunos laboratorios que procesan el agua de mar y la venden aplicable a múltiples usos. Esta agua está sometida a microfiltración, con lo que se cumple con la legalidad vigente en los países desarrollados. En los países pobres conviene que el agua de mar esté dis-ponible para todos, y este procesamiento implicaría ponerle precio. Basándose en su propia experiencia de años, y en su conocimiento del medio marino, Laurea-no Domínguez, al doctor Ángel Gracia y el colectivo Aquamaris en general estiman que el filtrado por arena y en muchos casos la mera decantación son suficientes para tener un agua apta para el consumo humano y para aplicaciones terapéuticas en esos países, con la ventaja añadida de que el agua va a conservar sus uni-dades de zooplancton y fitoplancton, y con ello todas sus propiedades nutritivas.

(Contacto con Laureano A. Domínguez:[email protected])