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No 154 AÑO XXV 8 € OCTUBRE 2017

Metamorfosis del mapa político en el centro de Europa. Amelia Martínez y Daniel Albarracín. Francia: Terremoto político, fortalecimiento de la derecha. Christine Poupin. Gran Bretaña: La última jugada de los tories. Radhika Desai y Alan Freeman. Holanda: Fragmentación política. Alex de Jong. Austria: Tiempos de cambio. Walter Baier. Alemania: Erosión de todos los partidos, giro a la derecha. Angela Klein. la riqueza de África. Mark Curtis y Tim Jones. Revolución y contrarrevolución en el mundo árabe. Julien Salingue. EE UU. Breve historia de la reforma sanitaria. Colin Gordon. El Che, revolucionario sin fronteras. Daniel Pereyra. Los bolcheviques del arte. Ángel García Pintado. (Re)Tomar el municipalismo. Ángel Calle. Entrevista a Emilio Santiago: “El ecologismo está preparado para convertirse en hegemónico”. Juanjo Álvarez

Consejo AsesorSantiago Alba RicoDaniel AlbarracínNacho Álvarez-PeraltaJosep María AntentasIñaki BárcenaJudith CarrerasAndreu CollSandra EzquerraJoseba FernándezJosé GalanteManuel GaríLorena GarrónPepe Gutiérrez-ÁlvarezPedro IbarraJúlia Martí Luisa Martín RojoBibiana MedialdeaJusta MonteroRoberto MontoyaRebeca MorenoXaquín PastorizaDaniel PereyraÁngeles RamírezSara SerranoCarlos SevillaMiguel Urbán CrespoEsther VivasBegoña Zabala

RedacciónEditor fundadorMiguel Romero

RedacciónJaime Pastor (editor)

Revista impresa

Secretariado de laRedacciónMarc CasanovasBrais FernándezAntonio García

Antonio Crespo (Voces)Alberto García-Teresa(Subrayados)Carmen Ochoa (Miradas)

WebTino BrugosMartí CaussaMikel de la FuenteJosu EgireunManuel GirónPetxo IdoyagaGloria MarínAlberto NadalSergio Pawlowsky

Diseño originalJérôme Oudin-Libermann

Foto portadaJosé Mato

RedacciónC./ Limón, 20Bajo ext-dcha.28015 Madrid.Tel. y fax: 917 049 369

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Esta obra se puede copiar, distribuir, comunicarpúblicamente o hacer obras derivadas de la misma, bajo las siguiente condiciones:

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Número 154/Octubre 2017

SUMARIO

Jaime Pastor 3

Mark Curtis y Tim Jones 5

Julien Salingue 17

Colin Gordon 23

Demián OrtizCarmen Ochoa Bravo 35

Presentación Amelia Martínez y Daniel Albarracín 41

Francia: Terremoto político, fortalecimiento de la derechaChristine Poupin 45

Gran Bretaña: La última jugada de los toriesRadhika Desai y Alan Freeman 52

Holanda: Fragmentación políticaAlex de Jong 63

Austria: Tiempos de cambioWalter Baier 71

Alemania: Erosión de todos los partidos, giro a la derechaAngela Klein 77

1. EL DESORDEN GLOBAL

AL VUELO

2. MIRADAS VOCES

3. PLURAL

Ángel García Pintado 87

Daniel Pereyra 95

Ángel Calle 103

Juanjo Álvarez 109

Henri MüllerSandra Alonso y Jorge Riechmann 119

Ensayo de economía marxistaFred MoseleyDaniel Albarracín 125

Alternativas al poder corporativoGonzalo Fernández Ortiz de Zárate Ivana Belén Ruiz 125

El nacimiento de nuestra fuerzaVictor SergeManel Barriere 126

La vivienda no es delito. Recupe-rando un derechoCoordinadora por la Vivienda de la Comunidad de MadridMiguel Hernaiz 127

José Mato

4. FUTURO ANTERIOR

6. VOCES MIRADAS

7. SUBRAYADOS

5. AQUÍ Y AHORA

Franck Gaudichaud383 pp. Editorial Sylone. 2017. 25 € ISBN: 978-84-945947-8-6

“Poder popular”, “Cordones Industriales”, “participación de los trabajadores”, “abastecimiento directo”, son algunos de los ingredientes del proceso sociopolítico analizado en este libro y que nos permiten recuperar así toda la rica dimensión colectiva de la experiencia de la Unidad Popular en Chile (1970-1973).

Distribución para el Estado españolUDL. (Unidad para la distribución de libros SL)

Número 154/Octubre 2017 3

En el momento de cerrar este número, una ola de incendios que desde hace tiempo afecta a Portugal se ha visto seguida ahora por otra que está afectando a Galiza y también a Asturies y a León. La conjun-ción de cambio climático, política forestal y rural nefasta y gestión pública desastrosa, especialmente por parte de la Xunta, ha generado una catástrofe socioambiental y humana que exige responsabilidades políticas inmediatas. La ejemplar solidaridad mostrada por vecinos y vecinas ha venido a cubrir, una vez más, el vacío dejado por un Estado que solo actúa al servicio de grandes empresas como FINSA y ENCE y, por el contrario, sigue haciendo oídos sordos a la inversión necesaria en la protección ambiental y en el urgente cambio de modelo productivo.

mayoría de la sociedad catalana con el Estado español continúa ocupan-

Rajoy exige a Puigdemont antes del 19 de octubre, tras la carta que éste le ha enviado pidiendo diálogo y cese de la represión, parece que va a ser el pretexto para el inicio formal por parte del gobierno de la aplicación del artículo 155 de la Constitución a través de un Senado en el que el PP dispone de la mayoría absoluta. Un artículo que marcaría nuevos pasos en la supresión de competencias autonómicas, después de las ya practi-cadas respecto a la Hacienda y el control de las fuerzas de seguridad, y que demuestra que Rajoy y compañía solo buscan la derrota total de un independentismo que, como se ha recordado recientemente y sea cual sea el devenir de los acontecimientos en los próximos días y meses, “se ha convertido en un elemento estructural de la sociedad catalana”.

remontarnos a un pasado lejano, tiene su principal punto de partida en la sentencia del Tribunal Constitucional de julio de 2010 sobre el “Nou Estatut”. Desde entonces, un intenso y largo ciclo de movilización se ha ido desencadenando en la sociedad catalana, con sucesivos hitos en las Diadas del 11 de septiembre, en la consulta del 9-N de 2014 y, más recientemente, en las multitudinarias protestas contra las detenciones del 20 de septiembre, la participación –apoyada en una resistencia no violenta frente a la brutal intervención de las fuerzas del “orden” en-viadas desde distintos lugares del Estado al grito de “¡A por ellos!”– de más de 2 millones de personas en el referéndum del 1 de octubre y la jornada de huelga general del 3 de octubre. Así se ha llegado a confor-mar un amplio y plural bloque sociopolítico que aspira a ejercer su derecho de autodeterminación, a proclamar la República catalana y a abrir un proceso constituyente democrático y participativo.

Son muchas las controversias que todo este proceso ha ido gene-rando, no siendo las menores las relacionadas con el choque entre dos legitimidades y dos legalidades y la consiguiente dualidad de poderes que, aunque muy desigual entre uno y otro lado, se ha ido estable-ciendo. También ha suscitado gran discusión la validez que cabía dar

AL VUELO

4 Número 154/Octubre 2017

AL VUELO

a los resultados del referéndum del 1 de octubre, a la vista de la insu-

es evidente que, agotada la posibilidad de un referéndum pactado con el Estado español –pese a que más del 80% de la sociedad catalana lo sigue reclamando– y aun siendo muy discutible la gestión desarrollada por el govern de todo este proceso, solo quedaba la opción de llevarlo a cabo acogiéndose a la jurisprudencia internacional y buscando ase-gurar el máximo de garantías posibles pese a las trabas de todo tipo impuestas desde el Estado. Dado el alto índice de participación habido, un 43%, inédito en la historia europea en las condiciones en que se dio, su legitimidad debería crear pocas dudas incluso entre sus adversarios.

Un Estado que, como pudimos comprobar con el discurso de Felipe VI, respondió con una negativa total no sólo a la demanda mayoritaria del pueblo catalán, sino también a cualquier posibilidad de diálogo en nombre de la “indisoluble unidad de la Nación española” proclamada en la Constitución del 78. Después, es cierto que hemos visto una mani-festación masiva en Barcelona el pasado 8 de octubre en defensa de esa misma “unidad”, pero también hemos podido comprobar cómo, a la sombra de esa y otras manifestaciones –como en Zaragoza y Valencia–, ha ido saliendo a la luz un discurso nacionalista español difícilmente distinguible de la vieja y nueva extrema derecha.

Estimulando un nacionalismo esencialista y beligerante frente al movimiento soberanista catalán, el gobierno de Rajoy pretende sin duda cohesionar a su base electoral en el resto del Estado y a la vez subordinar al PSOE a una estrategia represiva mediante la aplicación, en mayor o menor grado, del artículo 155. Solo ha aceptado a cambio la creación de una comisión para una reforma constitucional que, dada la correlación de fuerzas en el Congreso y en el Senado españoles, estaría muy lejos de contentar la aspiración de la mayoría de la sociedad cata-lana a ser reconocida como sujeto político soberano y, por tanto, con capacidad para decidir su propio futuro, incluida la independencia bajo la forma de una República catalana.

También hemos podido observar cómo los grandes empresarios cata-lanes y españoles, junto con los líderes de las grandes potencias occi-dentales y de la UE, han salido en ayuda del régimen, temerosos, como también demostraron con Grecia, del libre ejercicio democrático del derecho a decidir de un pueblo. En esas condiciones no sorprende que las tímidas ofertas de mediación internacional hayan sido rechazadas por el Estado español.

La prisión incondicional para los dos máximos representantes de la As-

la solidaridad con el pueblo de Catalunya en la prueba de fuerzas que en las próximas semanas le espera frente a un régimen dispuesto a emplear todo su arsenal represivo. Nos jugamos no solo su futuro, sino también el de todos los pueblos del Estado español en los próximos años. J.P.

5Número 154/Octubre 2017


Mark Curtis y Tim Jones

nuevas empresas y biodiversidad. Sus habitantes deberían prosperar, sus economías despegar. Sin embargo, muchas personas que viven en cualquiera de los 47 países africanos siguen atrapadas en la pobreza,

exterior.

-

El resultado es que los países africanos son colectivamente acreedores netos del resto del mundo por importe de 41.300 millones de dólares en

2015 1/. De este modo, es mayor la riqueza que sale del continente más empobrecido del mundo que la que entra. En 2015, los países africanos recibieron 161.600 mi-llones de dólares, principalmente en forma de préstamos, remesas de particulares y ayudas a fondo

salieron 203.000 millones, bien directamente –sobre todo en for-

dinero–, bien a través de los costes impuestos por el resto del mundo a cuenta del cambio climático.

Los países africanos reciben alrededor de 19.000 millones de ayuda a fondo perdido, pero más del triple de esta cifra (68.000 millones) sale del continente a través de la fuga de capitales, sobre todo por el hecho de que las empresas multinacionales alteran deliberadamente el valor de sus importaciones o exportaciones para ahorrar impuestos 2/.

1/ El informe se basa en cifras de 2015 en la medida de lo posible. Sin embargo, algu-nas son promedios de varios años anterio-res cuando creemos que dichos promedios son más precisos que las cifras anuales.2/ La práctica denominada manipula-ción de facturas comerciales (o también

manipulación de precios comerciales) permite transferir dinero de forma ile-gal al extranjero mediante la alteración deliberada del valor de una transacción comercial en una factura declarada a la aduana. Trademisinvoicing, http://www.


Mientras que los africanos reciben 31.000 millones de remesas de particulares del extranjero, las empresas multinacionales que operan en el continente repatrían cada año una cantidad

Los gobiernos africanos recibieron 32.800 millones de

préstamos en 2015, pero pagaron 18.000 millones en concepto de intereses de la deuda y de devolución del principal, al tiempo que el nivel de endeudamiento global aumenta rápidamente.

forma de talas, pesca y comercio ilegales de animales salvajes.

Existen otras vías por las que el resto del mundo extrae recursos de -

plo, las políticas comerciales hacen que a menudo se exporten productos -

del continente en mayor medida que la mayoría de las y los ciudadanos africanos. Sin embargo, los gobiernos de los países ricos dicen a su gente

-nancieros como dos categorías de costes impuestos a los países africanos por el resto del mundo.

Este Honest Accounts actualizado sigue a la primera edición publicada en 2014 y que calculaba por primera vez el movimiento de todos los princi-

-cipalmente de cifras de 2012. Entonces resultó que aquel año ingresaron en el continente 134.000 millones de dólares, principalmente en forma de préstamos, inversiones extranjeras y ayudas. Por otro lado salieron

de 58.000 millones de dólares en un año 3/.


*En este informe, con África nos referi-mos a los 48 países que el Banco Mundial

África subsa-hariana. Hemos optado por no emplear el término África subsahariana debido a los numerosos problemas que acarrea el mismo. Sin embargo, reconocemos que África también es problemático, dado

que este informe no incluye al norte de

3/ Health Poverty Action y al., Honest Accounts:The True Story of Africa’s Billion Dollar Losses, 2014, https://www.health-poverty action.org/wp-content/uploads/downloads/2014/08/HonestAccounts-report-web-FINAL.pdf


La cifra resultante en el presente informe es un poco más baja, en gran parte debido al descenso de los precios internacionales de las ma-terias primas –que representan los principales productos de exportación de los países africanos– desde mediados de 2014. Esto ha comportado una reducción de las reservas internacionales en manos de los Estados

a los Estados africanos, otra entrada, aunque esto, por supuesto, supone el coste de futuros pagos de deudas y posibles crisis de endeudamiento (Ghana y Mozambique son países que ya han vuelto a una situación de crisis de endeudamiento).

7

ENTRADAS Última cifra anual disponible

SALIDAS Última cifra anual disponible

Subvenciones privadas netas 11,8 Pagos de deuda de los Estados

18,0

Disminución de reservas internacionales

20,7 Pagos de deuda del sector privado

9,8

Préstamos a los Estados 32,8 Aumento de reservas internacionales

0

Préstamos al sector privado (IED y no IED)

20,6 Beneficios de empresas multinacionales

32,4

Valor neto cartera 7,2 Salidas financieras ilícitas 67,6

Valor neto IED 15,8 Remesas al extranjero 3,8

Remesas del extranjero 31,2 “Fuga de cerebros” 6,0

Ayuda oficial de la OCDE 19,1 Talas ilegales 17,0

Ayuda oficial de países de fuera de la OCDE

0,6 Pesca ilegal 1,7

Intereses de deuda cobrados 1,8 Comercio ilegal de animales salvajes y caza furtiva

10,0

Total 161,6 Coste de adaptación al cambio climático

10,6

Coste de mitigación al cambio climático

26,0

Total 202,9

Déficit neto anual: 41.300 millones de dólares

Nota: ver apéndice en http://www.globaljustice.org.uk/sites/default/files/files/resources/honest_accou-

nts_2017_web_final.pdf

En primer lugar está el coste para los países africanos de la adap-tación al cambio climático –un proceso cuyos causantes son sobre


de la mitigación del cambio climático –para reorientar a las economías africanas hacia métodos bajos en carbono–, de nuevo a causa de la necesidad de hacer frente al cambio climático: el coste anual de este apartado es incluso más elevado, de 26.000 millones. Estos costes se incluyen porque comportan un gasto –una pérdida de recursos– por

-ponsable 4/.

prioridad debería ser: ante todo no perjudicar. Pero actualmente se es-tán causando muchos perjuicios. En particular, se sigue robando miles de millones a la ciudadanía africana debido a la falta de medidas a

es especialmente responsable al respecto, pues se halla a la cabeza de

exactamente jurisdicciones secretas) en el extranjero, que facilitan ese brexit. Otros

países ricos también son incapaces de impedir las prácticas de evasión 5/.

La segunda prioridad de quienes quieran ayudar desde fuera debería reparación por la extracción

continua de riqueza y otros perjuicios que se están causando. La cuan-tía debe ser equivalente al daño causado, no cualquier cifra arbitraria

generosidad. Aparte de ello, la redistribución de la riqueza es importante para cualquier sociedad para hacer frente a las injusticias y asegurar que toda persona pueda vivir una vida digna. Un problema que plantea la ayuda es que otorga a los países occidentales un papel de benefactores benevolentes que entregan parte de su riqueza a los países pobres. Claro que lo cierto es todo lo con-trario: como ha escrito Jason Hickel, de la London School of Economics,


4/ También conviene señalar que no es posible determinar estrictamente qué es una “entrada” y qué una “salida”. Puede que muchas “entradas” contabilizadas aquí no sean entradas de recursos reales. Por ejemplo, buena parte de la ayuda no

“entra” en un país, sino que se ingresa en las cuentas de empresas o de consulto-res del país que la concede (aunque no sea una ayuda condicionada). Asimismo, una parte importante de la inversión ex-tranjera en países africanos puede no

por ejemplo, una empresa minera puede invertir 100 millones, pero destinar 75

millones de esa cantidad a proveedores -

do así a países no africanos. Claro que esta inversión, pese a todo, puede seguir

puede perjudicarle, pues buena parte de la inversión extranjera puede menos-cabar el medio ambiente o lesionar los derechos humanos, por ejemplo), pero no se trata de una entrada en el mismo como tal.5/ Véase en particular Narrative Report on the United Kingdom, -secrecyindex.com/PDF/UnitedKingdom.pdf

Número 154/Octubre 2017 9

actuales de recursos 6/.La extracción de riqueza del mundo pobre al mundo rico es continuación

de tendencias históricas. En su libro Capitalism and Colonial Production,

entre 1793 y 1803 fue de alrededor de 2 millones de libras esterlinas al año, equivalentes a muchos miles de millones actuales 7/. El teólogo aca-démico británico Robert Beckford ha hecho un cálculo aproximado y ha concluido que Gran Bretaña extrajo la friolera de 7,5 billones de riqueza

8/.

los países africanos, el continente cuenta con una riqueza apreciable. Un problema crucial es que el resto del mundo, y en particular los países occi-dentales, extrae mucho más de lo que retorna. Al mismo tiempo, impulsan modelos económicos que favorecen la pobreza y la desigualdad, a menudo

en cierto modo, está en auge. Por ejemplo, las 500 empresas africanas más grandes alcanzaron en 2014 un volumen de negocio conjunto de 698.000 millones de dólares 9/. En 2015, los países africanos exportaron al resto del mundo minerales y petróleo por importe de 232.000 millones 10/. El valor de las reservas minerales en el subsuelo es, por supuesto,

asciende a unos 2,5 billones 11/ y el valor de las reservas minerales sin explotar de la República Democrática del Congo se cifra en nada menos que 24 billones 12/.

Son cantidades enormes, pero existen varias razones que explican por

qué la modalidad actual de extracción de minerales conduce en realidad a su empobrecimiento. Se trata de las siguientes:

6/ Jason Hickel, Aid in Reverse: How Poor Countries Develop Rich Countries, 18/12/2013, http://www.newleftproject .org/index.php/site/article_comments/aid_in_reverse_how_ poor_countries_de-velop_rich_countries7/ Citado en George Monbiot, Outsourcing Unrest, 17/06/2009, http://www.monbiot.com/2009/06/17/outsourcing-unrest/8/ Documental de la BBC, The EmpirePays Back.9/ Top 500 companies: How to thrive in 2016, 24/03/2016, http://www.theafricare-port.com/North-Africa/top-500companies-how-to-thrive-in-2016.html

10/ Calculado a partir del cuadro 2.1A, p.26, UNCTAD Handbook of Statistics 2016, http://unctad.org/en/PublicationsLibrary/ tdstat41_en.pdf11/ South Africa’s Minerals Worth Trillions of US Dollars – Committee Told, 11/06/2015, http://www.parliament.gov.za/live/content.php?Item_ID=765612/ Potential as Environmental Power house but Warns of Critical Threats, 10/10/2011, http://www.unep.org/news-centre / Default .aspx?DocumentI D =2656&ArticleID=8890


Cuando las empresas multinacionales exportan mercancías –por ejem-plo, minerales– de los países africanos, estos últimos no sacan más que un provecho marginal, ya que perciben muy pocos impuestos de dichas empresas. En sectores clave como la minería, el petróleo y el gas natural, las empresas suelen pagar impuestos muy bajos y/o reciben incentivos

pueden evitar fácilmente el pago de impuestos gracias a sus estrategias

africanas son el resultado de la insistencia durante mucho tiempo de los

inversiones.

del continente están en manos de empresas privadas extranjeras que los explotan. Los Estados africanos solo participan en una minoría de inversiones extranjeras y, en los casos en que lo hacen, su participa-ción suele ser baja, normalmente entre un 5 y un 20% 13/. Un informe reciente para War on Want revela que 101 empresas inscritas en la

diamantes, carbón y platino. Estas 101 empresas poseen explotaciones mineras en 37 países africanos y son principalmente británicas, pues 59 de ellas están constituidas en el Reino Unido. Sin embargo, unas 25 de las 101 empresas inscritas en la Bolsa de Londres están constitui-

Guernsey y Jersey 14/.

-tinente. Las empresas multinacionales detraen 48.200 millones a través de la “manipulación de facturas comerciales” 15/, según cifras calculadas por Global Financial Integrity 16/. En estudios anteriores de la Comisión

que las empresas multinacionales robaron alrededor de 40.000 millones


13/ War on Want, The New Colonialism: Britain’s Scramble for Africa’s Energy and Mineral Resources, julio de 2016, http://curtisresearch.org/publications/the-new-colonialismbritains-scramble-for-africas-energy-and-mineral-resources14/ Ibid.15/ Esta práctica de manipulción de las facturas para transferir dinero ilegalmen-te al extranjero supone declarar un valor

de una transacción comercial que no es el verdadero en las facturas declaradas a la aduana. Trademisinvoicing, http://www.

16/ Global Financial Integrity, Illicit Financial Flows from Developing Countries: 2004-2013, 2015, pp.12, 37

uploads/2015/12/ IFF-Update_2015-Final-1.pdf


al año a los países africanos mediante la manipulación de facturas entre los años 2000 y 2010 17/.

Otro problema importante es el hecho de que las empresas adquieren concesiones a precios de saldo, a menudo gracias a la corrupción y la

-chos de explotación minera en la República Democrática del Congo en las que participaron sendas empresas registradas en las Islas Vírgenes Británicas. Resultó que las empresas pagaron al menos 1.360 millones por debajo del valor de mercado, el equivalente a casi el doble de lo que gasta la RDC cada año en sanidad y educación 18/.

Por citar un ejemplo, las cifras del Banco de Reserva de Sudáfrica

al país las empresas locales. Tan solo en el primer trimestre de 2016, la salida neta pagada a los propietarios de capital extranjero ascendió a 174.000 millones de rands (11.900 millones de dólares estadounidenses). Debido a la caída de los precios de las materias primas, las compañías mineras multinacionales, como Lonmin, Anglo American y Glencore,

-

-garon a los accionistas locales. La liberalización del control de capitales implica que el Estado sudafricano apenas pueda hacer algo por detener

19/.

El robo efectivo de la riqueza de la gente de África se produce mediante un proceso que permite que una exigua minoría de africanos se enriquezca

. Así, de acuerdo con un informe reciente sobre la riqueza africana, ahora hay unos 165.000

860.000 millones de dólares 20/. En 2016 había 24 milmillonarios con una

17/ Africa Progress Panel, Illicit Financial Flows, 2015, p.33, http://www.uneca.org/

-

18/ Caroline Kende-Robb, Africais rich in resources – but tax havens are keeping its people poor, 17/05/2016, https://www.we-forum.org/agenda/2016/05/africa-is-rich-inresources-but-tax-havens-are-keeping-its-people-poor/19/ Patrick Bond, That Whooshing Sound

, 22/06/2016, http://en.economywatch. com/features/That-Whooshing-Sound-is-Corporate-ProfitsLeaving-South-Africa0622.html20/ Africa Wealth Report 2016 - Research and Markets, 15/03/2016, http://www.businesswire.com/news/ home/20160315005977/en/Africa-Wealth-Report-2016--Research-Markets


fortuna conjunta de 80.000 millones 21/. ¿Dónde suelen guardar estas personas su dinero? En los países extranjeros conocidos por sus bajos impuestos y su secretismo bancario, como las islas del Canal, Suiza y el Reino Unido 22/.

Gabriel Zucman, profesor de la London School of Economics, calculó en 2014 que los africanos ricos mantenían fuera del continente (es decir, en

robado 15.000 millones a sus propios países, de acuerdo con los cálculos conservadores de Zucman 23/.

La pobreza de la gente común está subestimada y va en aumento. Las cifras más citadas son las del Banco Mundial, que declara que el nú-

388 millones, mientras que en 1990 ascendía a 284 millones (aunque el porcentaje ha descendido, del 56% al 43%) 24/. Sin embargo, el Banco

-ven con 1,90 dólares o menos al día 25/. Esto es engañoso, pues alguien

que vive con 2 dólares al día sigue siendo sin duda extremadamente pobre. Mientras que estos umbra-les de pobreza son problemáticos y esencialmente arbitrarios, si se aplican umbrales más elevados, la magnitud de la pobreza es mucho mayor:


21/ Africa’s 50 Richest, http://www.forbes.com/africabillionaires/list/22/ Africa Wealth Report 2016 - Research and Markets, 15/03/2016, http://www.busines-swire.com/news/ home/20160315005977/en/Africa-Wealth-Report-2016--Research-Markets23/ Gabriel Zucman, Taxing across Borders: Tracking Personal Wealth and

Journal of Economic Perspectives, 2014, p.140, http://gabriel-

Según cálculos de Global Financial

por importe de 263.000 millones de li-bras en 2011. Global Financial Integrity, Financial Flows and Tax Havens, 2015,

-

tent/uploads/2016/12/Financial_Flows-

24/ Banco Mundial, Ending Extreme Poverty and Sharing Prosperity: Progress and Policies, Policy Research Note, 2015, p.6, http://pubdocs.worl-dbank.org/en/109701443800596288/ PRN03Oct2015TwinGoals.pdf25/ De hecho, el Banco Mundial admite en voz baja que “también es importante señalar que unas condiciones de vida si-tuadas bastante por encima del umbral de pobreza internacional todavía pueden caracterizarse por la pobreza y la pe-nuria” y que “sería un error pensar que una persona que vive con un poco más de 1,90 dólares internacionales no es pobre”. World Poverty, https://ourworldindata.org/world-poverty/


El Banco Mundial informa que el 67% de la población africana vive con 3,10 dólares al día o menos: unos 670 millones de personas.

El Banco Mundial ha señalado asimismo que el 65% de la población africana vivía con 3,10 dólares o menos al día en 2013: unos 615 millones de personas. En 1999 eran 500 millones de personas. Según estos cálculos, más de 100 millones de africanos han caído en la pobreza en lo que llevamos de siglo XXI 26/.

Otras instancias dan cifras aún más elevadas. El Banco Africano de Desarrollo calculó en 2011 que el 82% de la población africana vivía con menos de 4 dólares al día: más de 800 millones de personas 27/.

El hecho de que la pobreza africana sea tan abrumadora, y que vaya en aumento, demuestra la urgencia de revertir el sistema de extracción de riqueza del continente.

La tarea principal consiste en desmantelar el sistema de extracción de ri-

civil africana, que deben presionar a favor del cambio en sus países, así como la acción de las organizacio-nes de la sociedad civil en los paí-ses que permiten que tenga lugar esta extracción de riqueza, como el Reino Unido. Las élites mundiales no tienen ningún interés intrínseco en cambiar un sistema que les favo-rece. Es crucial que las organizacio-

nes de la sociedad civil denuncien el papel de las empresas multinacionales

Queremos destacar nueve políticas necesarias para contribuir a rever-tir las transferencias de recursos (aunque esta lista no es exhaustiva):

La economía africana ha crecido a un ritmo del 5% en los últimos años, pero la pobreza sigue estando muy extendida y va en aumento, lo que de-

26/porcentaje de personas que viven con me-nos de 3,10 dólares al día ha descendido del 77% en 1999 al 65% en 2013. Banco Mundial, World Development Indicators database.27/ Banco Africano de Desarrollo, The

Middle of the Pyramid: Dynamics of the Middle Class in Africa, Market Brief, abril de 2011, http://www.afdb.

Publications/The%20Middle%20of%20the%20 Pyramid_The%20Middle%20of%20the%20Pyramid.pdf


en general, a la gente pobre. Durante décadas, los países occidentales han animado u obligado a los Estados africanos a promover la liberalización del comercio y la inversión y las privatizaciones, como si la apertura de las

la población africana. Hay que permitir y ayudar a los gobiernos africanos a impulsar modelos de desarrollo que generen riqueza y la redistribuyan, creen puestos de trabajo para la gente, promuevan el bienestar social, aseguren

naturales y los ecosistemas, así como los derechos y las bases de sustento de las comunidades que dependen de ellos. Una política económica que prime a las empresas nacionales sobre los inversores extranjeros tiene más proba-bilidades de ser más efectiva para el desarrollo. En Asia Oriental, que ha reducido espectacularmente los niveles de pobreza en las últimas décadas, una política crucial ha sido la de la intervención del Estado para impulsar y desarrollar industrias nacionales. Esto supone a menudo el establecimiento de barreras comerciales proteccionistas hasta que dichas industrias sean

28/.

Hace falta poner en marcha un proceso internacional para

-ciados a la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos. Las organizaciones académicas y de la sociedad civil africana podrían realizar análisis del movimiento de recursos entre sus respectivos países y el resto del mundo. Habría que avanzar hacia un verdadero sistema internacional de ayuda que no esté basado en donaciones voluntarias, sino en reparaciones por los daños causados.

Actualmente, buena parte de la ayuda de países occidentales, que aquí contabilizamos en el capítulo de entradas, contribuye en realidad a incrementar las salidas

los servicios públicos), el libre comercio o la liberalización de las inversiones privadas pueden abrir simplemente las economías del continente a una mayor explotación por parte de empresas extranjeras. Si la ayuda ha de be-

-tales y basarse en las prioridades africanas negociadas mediante procesos

abiertos dentro de cada país. Para asegurarlo es preciso potenciar el escrutinio nacional e internacional de los programas de cooperación.


28/ Véase, por ejemplo, Ajit Singh, Howdid East Asia grow so fast?, noviembre de 1994, https://mpra.ub.uni-muenchen.de/53435/1/ MPRA_paper_53435.pdf


Los Estados del Norte y del Sur deben dejar de eludir la necesidad de abordar

bolsas de valores, como la de Londres, no deben permitir que coticen las empresas que no puedan demostrar que sus organizaciones no recurren

los países en que operan.

Los préstamos a los Estados -

siado a menudo se conceden de modo irresponsable. Los prestamistas privados tienen interés en actuar de forma irresponsable porque cuando surgen crisis de endeudamiento, el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones prestan más dinero, lo que permite pagar los elevados tipos de interés de los prestamistas privados, mientras la deuda sigue creciendo. Hay que legislar para asegurar que todos los préstamos a los Estados sean transparentes cuando se concedan, particularmente en EE UU y el Reino Unido, bajo cuyas leyes se conceden más del 90% de los préstamos internacionales a los Estados 29/. Y habría que poner en marcha un proceso justo, independiente y transparente de reestructuración de la deuda dentro de Naciones Unidas para exigir a los prestamistas que cancelen las deudas cuando haga falta. Este proceso recibió el apoyo de 136 países en Naciones Unidas en 2015, con la oposición de tan solo seis: EE UU, Reino Unido, Alemania, Japón, Canadá e Israel 30/.

Actualmente se reconoce ampliamente la existencia de la maldición de los recursos: la paradoja de que, salvo unas pocas excepciones, los países con una abundante riqueza mineral, de combustibles fósiles y otros recursos naturales no renovables experi-mentan una peor calidad democrática, un menor crecimiento económico y peores resultados de desarrollo que países con menos recursos naturales. Incluso el Banco Mundial señala que “cuando aumenta la parte de la riqueza nacional basada en las industrias extractivas, los resultados del desarrollo humano son peores” 31/. Algunos países están empezando a

29/ FMI, Strengthening the contractual framework to address collective problems in sovereign debt restructuring, octubre de 2014, https://www.imf.org/external/np/pp/eng/2014/090214.pdf30/ Jubilee Debt Campaign, UN votes for new debt rules but UK tries to block, 10/09/2015, http://jubileedebt.org.uk/

press-release/un-votes-for-new-debt-rules-but-uk-tries-to-block31/ Kathleen Beegle, Africa is rising! But are people better off?, 14/12/2015, http://blogs.worldbank.org/africacan/ africa-is-rising-but-are-people-better-off?cid=EXT_ WBBlogSocialShare_D_EXT


reconocerlo con medidas legislativas 32/. Los gobiernos africanos deben dejar de dar prioridad a las industrias extractivas y dedicarse a promover otras formas de actividad económica que favorezcan un crecimiento sos-tenible e inclusivo. Si se mantienen los sectores extractivos, estos deben pagar los debidos impuestos y sufragar el coste de los daños causados.

-tales causados por el resto del mundo. Los países industrializados y en vías de industrialización más ricos deben aceptar y cumplir urgentemente reducciones vinculantes de sus emisiones, en proporción a su contribución histórica al problema del cambio climático y a sus recursos actuales, así

.inversión extranjera y retengan los potenciales réditos de estas operacio-nes en el país, han de exigir que las empresas multinacionales contraten y formen en una elevada proporción de su plantilla a trabajadores del país y que adquieran localmente un alto porcentaje de productos y ser-vicios. Esto implica legislar y aplicar esta legislación para asegurar que

En vez de ello, deben denunciar la realidad de las relaciones económicas de los países occidentales con

las causas de la pobreza y la desigualdad.

Mark Curtis es investigador independiente especializado en la luchacontra la pobreza y las desigualdades sociales. Tim Jones es miembro de Jubilee Debt Campaign

Traducción:


32/ Por ejemplo, en abril de 2017, El Salvador fue el primer país en imponer una prohibi-ción general de la minería de metales con

las bases de sustento de la población y la sostenibilidad ecológica a largo plazo.


Revolución y contrarrevolución en el mundo árabe

Julien Salingue

En diciembre de 2011 comenzaba el levantamiento tunecino, que luego se extendió a la mayor parte del mundo árabe. Tras seis años de éxitos, pero también de tragedias y de represión sangrienta, ¿qué queda de las esperanzas de entonces?

“El presidente Ben Alí y su régimen han perdido todo contacto con el pueblo tunecino. No toleran ni crítica ni consejo, vengan del interior o del extranjero. Se apoyan cada vez más en la policía para controlar [a la población] y están obsesionados por mantenerse en el poder. La corrupción en el seno de su círculo más cercano está en expansión. Incluso la gente tunecina media es perfectamente consciente de ello, y la protesta es cada vez mayor (...). La cólera sube frente a las elevadas tasas de paro y las desigualdades regionales en Túnez. En consecuencia, crecen los riesgos para la estabilidad a largo plazo del régimen”.

Estas líneas no fueron escritas por un militante tunecino. Están extraí-das de un telegrama enviado al Departamento de Estado por la embajada de Estados Unidos en Túnez el 17 de julio de 2009. Una ilustración entre otras del hecho de que, a pesar del efecto sorpresa, el levantamiento árabe que se inició en el invierno de 2010/2011 no fue un trueno en un cielo sereno, sino el producto de profundas contradicciones y de una lenta maduración política y social desde hacía muchos años en la región. Ya en 2003, el economista egipcio Samir Amin subrayaba que “es cierto que el Estado autocrático y las formas de gestión política que le están asociadas están aún en pie [pero] han entrado en una crisis profunda que ha ero-sionado en gran medida su legitimidad, siendo cada vez menos capaces de hacer frente a los desafíos de la modernidad. Emergencia del islam

de las luchas sociales son testimonio de ello” (Amin, 2003). Si ningún observador podía predecir el levantamiento, el ascenso regional de las luchas sociales y, más en general, de la protesta era innegable.

El telegrama de la embajada de Estados Unidos subraya además que las raíces de la protesta y de la cólera populares son ante todo socioe-conómicas: paro, desigualdades, políticas depredadoras de los clanes en el poder, etc. El acontecimiento desencadenante del levantamiento



tunecino es una ilustración de ello, puesto que fue la autoinmolación de un joven vendedor ambulante, a quien la policía, por carecer de

trabajo (una carretilla y una balanza), lo que estuvo en el origen de los primeros disturbios en diciembre de 2010. Sin caer en la psicologización de los comportamientos políticos, se comprende bien lo que dio toda su fuerza simbólica –en el sentido estricto del término– a este aconteci-

de las fronteras tunecinas. En efecto, la muerte de Mohamed Bouazizi encarnó, de forma trágica, la situación miserable de una juventud pre-caria, sin futuro, sujeta a la represión y a la arbitrariedad de policías que reproducían las prácticas clientelistas de los clanes en el poder, exigiendo sobornos para cerrar los ojos ante las prácticas ilegales a vista de la burocracia administrativa.

Extrema pobreza, desigualdades sociales, paro masivo entre la ju-ventud, control de los dirigentes y de sus allegados sobre las riquezas nacionales, peso del clientelismo y persistencia del autoritarismo: es la conjunción –y la persistencia– de estos factores lo que explica el le-vantamiento regional, y no solo la ausencia de democracia política. Si bien se plantearon de forma clara reivindicaciones de tipo democrático, los análisis reductores de las aspiraciones populares a la demanda de elecciones libres y de pluralismo político fueron erróneos. La etique-tación como primavera, en referencia en particular a las primaveras democráticas de 1848, formaba parte de la difusión de esta ilusión óp-tica marcada por un fuerte tropismo occidental: “La primavera árabe, en el espíritu de la mayor parte de quienes utilizaron esta expresión al comienzo del levantamiento, no designaba una fase particular en un ciclo abierto de estaciones revolucionarias, en el que el otoño y el invierno debían suceder a la primavera y al verano. En su espíritu, se trataba más bien de una mutación política limitada en el tiempo. Para emplear un término que liga con la misma metáfora, algunos creyeron asistir al tan esperado de la democracia en la región ara-bófona” (Achcar, 2016).

Pero las raíces profundas del levantamiento impedían todo atajo y las experiencias tunecina y egipcia, con la organización de elecciones plu-ralistas, mostraron rápidamente que el cambio de equipos en el poder

y sociales dirigidas por los Hermanos Musulmanes egipcios y Ennahda en Túnez, que se inscribían en la continuidad de las de sus predeceso-res, no respondieron a las aspiraciones de la población y, en ausencia de una alternativa progresista independiente, contribuyeron a precipitar la vuelta, por la vía electoral en Túnez y por la fuerza en Egipto, de sectores del antiguo régimen.


Tal es, en efecto, uno de los rasgos destacados de los desarrollos regio-nales desde 2011, incluso en los países en los que no hubo elecciones de

para postularse como alternativa a los regímenes debilitados por la onda de choque revolucionaria es una fuerza... contrarrevolucionaria. Las co-rrientes progresistas, debilitadas por decenios de represión, asistían, en el mejor de los casos, como espectadoras a las rivalidades entre los dos polos contrarrevolucionarios, y, en el peor, como fuerzas de apoyo para uno u otro de los dos polos.

De ese modo, a escala regional se asistió de forma progresiva a una polarización reaccionaria entre, de una parte, antiguos regímenes y, de otra, integrismo islámico dominado por los Hermanos Musulmanes, lo que impuso una capa de plomo sobre las aspiraciones de los levan-tamientos de 2010/2011. Polarización que alimentan las políticas de las potencias regionales e internacionales. Para Estados Unidos, los Hermanos Musulmanes aparecieron, en primer lugar, como un posible plan b para frenar las aspiraciones revolucionarias y asegurar, al lado de sectores de los antiguos regímenes, la transición dentro de un orden que no pusiera en cuestión el orden socioeconómico regional. Rusia se

su principal aliado regional Bachar al-Assad, que ha alcanzado su pa-roxismo con una intervención militar directa desde 2015. Francia, por su parte, se ha distinguido por una política errática, oscilando entre el apoyo a los antiguos regímenes, la participación directa o indirecta en intervenciones militares, cambios de alianzas y oportunismo militar-comercial.

Las potencias regionales, teniendo la preocupación común de oponerse a las aspiraciones progresistas del levantamiento, han adoptado estra-tegias divergentes, incluso contradictorias. Así, si Qatar, seguido en un primer momento por Turquía, apoyó ampliamente a los Hermanos Musulmanes, Arabia Saudita y sus satélites de los emiratos se pusieron al servicio de los antiguos regímenes –con la notable excepción del poder alauita de Damasco–, ofreciendo simbólicamente asilo político a Ben

régimen militar en Egipto. Debido a los complejos contextos nacionales, Qatar y Arabia Saudita se han encontrado a veces del mismo lado, como en Yemen o en Siria, aun teniendo cada uno de ellos su aliado local privilegiado. Pero la confrontación entre estos dos polos de la reacción regional permanece: está en el origen del bloqueo contra Qatar, puesto en marcha en junio de 2017 a iniciativa de los sauditas galvanizados por el eco de su posición radical ante la administración Trump que, contrariamente a la administración Obama, no muestra ningún interés por la estrategia qatarí.



El año 2013, marcado por el incremento de la intervención militar iraní en Siria, destinada a salvar al muy debilitado régimen de Assad, y por el golpe de Estado militar en Egipto, fue un año bisagra del movi-miento de restauración de los antiguos regímenes. En efecto, mientras el apoyo masivo militar iraní a Assad reforzaba la desproporción de la correlación de fuerzas militar sin la menor reacción de la comunidad internacional, el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, reforzaba, entre otros, a los sectores del antiguo régimen en Libia o en Yemen, determinados a volver al poder. Por otra parte, la caída de Morsi debilitó considerablemente, a escala regional, a los Hermanos Musulmanes, precipitando la caída, en el invierno de 2013/2014, de un gobierno Ennahda cada vez más puesto en cuestión en

y del fracaso del integrismo islámico institucional reforzó además el aura de las corrientes yihadistas, en primer lugar las del Estado Islámico en Irak y Levante (EIIL), que en junio de 2014 proclamó el restablecimiento del califato, con el nombre de Estado Islámico.

fuerzas contrarrevolucionarias en Túnez, restauración autoritaria en

Siria... Las rivalidades entre los polos contrarrevoluciona-rios no han abierto, de forma mecánica, espacio para las fuerzas progresistas y, muy a menudo, estas últimas están hoy más en una estrategia de supervivencia que de desarro-llo. Además, la evolución de la situación nos recuerda que la contrarrevolución no es una

vuelta a las condiciones previas al levantamiento revolucionario: “Una contrarrevolución no es una revolución en sentido contrario (una revolu-ción inversa), sino lo contrario de una revolución, no un acontecimiento simétrico al acontecimiento revolucionario, sino un proceso” (Bensaïd, 2007). Un proceso que pasa no solo por la destrucción de las conquistas del levantamiento revolucionario, por escasas que sean, sino también por la aniquilación preventiva de las condiciones que posibiliten un nuevo levantamiento.

Si la lucidez nos obliga a abstenernos de todo pronóstico optimista,

reaccionaria, incapaz de apagar el incendio regional, no ha sido capaz


de estabilizar la situación y de producir un nuevo orden consolidado y, al menos, un poco legítimo. El estado febril del régimen marroquí frente a las movilizaciones en el Rif es la ilustración más reciente del hecho de que se ha abierto un nuevo espacio para movimientos de protesta política y social de envergadura, y que la brecha está lejos de haberse cerrado. No habrá vuelta a la situación anterior al invierno 2010/2011.

Julien Salingue es coanimador del Observatorio de medios Acrimed

https://npa2009.org/idees/international/revolution-et-contre-revolution-dans-le-monde-arabe

LAnticapitaliste, nº 90 (septiembre 2017)

Traducción: Faustino Eguberri para

Achcar, G. (2017) “Symptômes morbides. La rechute du soulèvement árabe”, Actes Sud, pp. 15-16.

y Ali El Kenz, Le monde arabe. Enjeux sociaux – Perspectives médi-terranéennes, Paris, L’Harmattan, collection Forum du Tiers-Monde.

Bensaïd, D. (2007) Prefacio a Introduction au marxisme, de Ernest Mandel, Editions Formation Léon Lesoil, Bruxelles.


EE UU. Breve historia de la reforma sanitaria

Colin Gordon

Es un simple hecho político en las democracias capitalistas que los intereses privados dan forma, y a menudo deciden sin más, a las políti-cas públicas. Muchas cuestiones de carácter colectivo o público –inver-sión, empleo, asignación de recursos– se deciden totalmente fuera del espacio político, y solo se convoca a la política para cubrir errores.

Tanto la política electoral como el proceso legislativo en EE UU -

tos y de las políticas están determinado en gran medida por las deman-das privadas y los recursos públicos. El resultado, como deja claro un reciente estudio, no solo es la gloriosa irrelevancia del votante medio, sino un aparente e impenetrable mecanismo de dominación de las élites que genera tanto una dura desigualdad como políticas diseñadas para hacerla más dura aún.

-nanciación privada estaban claramente delimitados mucho antes de

cualquier intervención pública -

go e históricamente un conjunto diverso de intereses sanitarios privados ha invertido generosa-mente en campañas políticas y ha acechado en comparecencias y antesalas del Congreso.

Pero lo que ha dado forma a la política sanitaria y bloqueado cualquier reforma durante el

-vados como el enredo de compromisos y rivalidades que emergieron en

disponer de un acceso sin restricciones al gasto público.La aspiración a una cobertura sanitaria igualitaria y universal es

sólida. Y exige un apoyo público substancial. Pero para llegar ahí nece-sitamos saber contra qué, o quién, estamos.

Cuando surgió la idea de una cobertura sanitaria pública en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el sistema sanitario estadounidense era una bestia muy diferente.



La medicina apenas era una profesión, si la medimos por estatus o ingresos. Los hospitales eran el lugar donde se iba a morir. Las farma-

con promesas. Lo más parecido a un seguro médico en el mercado era

norteamericanos afrontaban no era el precio de estar enfermos o heri-dos, sino el precio de perder el salario.

Como respuesta a ello, los reformadores de Estados Unidos –motiva-dos por los costes humanos del capitalismo industrial y sus homólogos europeos– propusieron un modesto programa estatal de seguro de in-

-buciones públicas, empresarios y trabajadores.

La joven Asociación Americana de Médicos (AMA en inglés) no esta-

de ingresos estable. Pero las asociaciones médicas a nivel estatal y lo-cal rechazaron cualquier interferencia en la relación paciente-doctor y cualquier indicio de prácticas contractual (en las que los doctores estu-vieran asalariados o pagados per cápita). Los empresarios se enfurecie-ron ante la noción de que el servicio sanitario pudiera ser considerado como un coste de empleo y la posibilidad de que los planes pudieran ser aprobados en unos estados, pero no en otros. La American Federation of Labour de Samuel Gompers (que prefería mejores salarios a bene-

federaciones estatales presionaron para que se aprobara.Por su parte, el sector de las aseguradoras presionó duramente. La

contraofensiva, encabezada por Frederick Hoffman, de Prudential, estuvo impulsada a partes iguales por la ansiedad del sector ante la creación de un precedente regulativo y por la convicción de Hoffman de que no se podía asegurar a las razas inferiores. Las grandes empresas aseguradoras (dirigidas por Prudential y Metropolitan) hicieron causa

publicitaria que (con el impulso de la entrada norteamericana en la Primera Guerra Mundial) presentó con éxito la aspiración a una segu-ridad sanitaria como "antiamericana, insegura, antieconómica, anti-

Este primer episodio de la reforma sanitaria estadounidense no fue especialmente importante. La idea solo emergió en algunos estados, pero no se aprobó en ninguno. Ahora bien, dio cuerpo a una oposición basada en argumentos y conjeturas persistentes: que la asistencia sa-

desviación de la regla pago-por-servicio equivalía a socialismo y que la línea del color (discriminación racial) excluía una cobertura amplia o universal.

También puso en marcha un modelo de políticas sanitarias en las que los diferentes sectores sanitarios –doctores, hospitales, asegura-


doras, empleados, sindicatos y otros– mostraron estar dispuestos y ser capaces de movilizar recursos políticos, unirse entre sí en alianzas es-

-mular la reforma.

A lo largo de la década de 1920 y en la era del New Deal, el sector médico organizado surgió como el más ruidoso y acaudalado de estos sectores. La AMA luchó prácticamente contra cualquier alternativa a la sanidad de pago-por-servicio, un rumbo que (irónicamente en el largo plazo) la alió con la industria aseguradora con la esperanza de

en consecuencia dedicando 1 millón de dólares a actividades de lobby y relaciones públicas.

Amedrentados por esta oposición formidable, los arquitectos de la seguridad social renunciaron en silencio al seguro de enfermedad cuando estaba en proceso de elaboración, convencidos que, con el tiem-po, podrían hacer cambiar de opinión a la AMA. Se equivocaban.

A lo largo de la década siguiente, la presión por incluir la cobertura de la salud de la seguridad social sanitaria en la nómina salarial ganó

Más importante aún, apareció un escollo aparentemente menor en la era de las relaciones laborales de la Segunda Guerra Mundial que afectaría inmediatamente al futuro del servicio sanitario y a la conste-

-tada economía de posguerra, la National War Labour Board (orga-nismo tripartito: gobierno, empresas, sindicatos, puesto en pie tras las guerras mundiales) examinó estrechamente los contratos entre el trabajo y los empresarios: limitando los salarios y utilizando exen-

-ciones en especie, como vacaciones pagadas, asistencia para niños in situ y cobertura sanitaria a través del empleo.

La emergencia de un Estado de bienestar privado organizado en torno a una prestación basada en el trabajo transformó el compromiso empresarial en la asistencia sanitaria.

Para las corporaciones, que aspiraban a hacer retroceder o decrecer el creciente papel del Estado en la New Dealconstituían una poderosa prueba de la disponibilidad y capacidad de los mercados para resolver los problemas sociales. Para los sindicatos, que seguían pensando en el objetivo de un seguro sanitario nacional, conseguir la cobertura en la mesa de negociación parecía la segunda mejor opción y una poderosa herramienta organizativa. Para las ase-guradoras, la innovación de la cobertura basada en el trabajo (en la que los empresarios compartían los riesgos) eliminaba el riesgo moral de la cobertura individual. Y para los doctores y hospitales, la cobertura

EE UU. BREVE HISTORIA DE LA REFORMA SANITARIA



basada en el trabajo prometía un nuevo y amplio mercado de pacientes con pocos costes políticos.

Por prometedor que fuera este nuevo acuerdo –tanto para la cober-tura privada como para los accionistas clave en la asistencia sanita-ria–, estaba marcado por dos problemas.

Primero, se trataba de un compromiso débil. Por el momento, ase-guradoras, empresarios y hospitales estaban dispuestos a seguir la dirección política de la AMA. Pero a largo plazo, el Estado de bienestar privado enfrentó a estos intereses entre sí, especialmente cuando los empresarios empezaron a objetar el aumento de los costes.

cobertura basada en el trabajo aumentaba a pasos agigantados: entre 1940 y 1950, el número de estadounidenses con cobertura sanitaria privada saltó del 9,1% al 50,3%. Pero después, el crecimiento se ralen-tizó, en un máximo del 80% a principios de los 80 y cayendo de nuevo al

a pesar de la efusión de nueva cobertura bajo el ACA.Del mismo modo que el compromiso de posguerra estaba estancado,

afrontaba dos preguntas problemáticas: ¿qué pasaría cuando los inte-reses de las aseguradoras, doctores y empresarios no se alinearan tan clara y fácilmente?, ¿y qué pasaría cuando la promesa de cobertura privada, como sucedáneo del seguro de salud nacional, desapareciera?

A corto plazo, a medida que la negociación colectiva proporcionaba una cobertura más expansiva y el sector de la sanidad se expandía para

pequeñas preguntas gruñonas. El interés más inmediato, una vez que la AMA había conjurado el último intento de un seguro de salud nacio-nal, era qué hacer con todos aquellos cuyo trabajo no les proporcionaba cobertura: las personas mayores, quienes no trabajaban y quienes tra-bajaban en los amplios aledaños del mercado laboral.

A medida que el debate se desplazaba a la cuestión de la cobertura

política: "Aquellos de nosotros con profundas convicciones", observaba el presidente de la AMA James Foristel en 1956, "debemos hacer algo más que votar".

Las aseguradoras organizaron ese mismo año un lobby político, la Health Insurance Association of America. Y los empresarios, hábil-mente representados por la Cámara de Comercio y un puñado de otras asociaciones comerciales e industriales, recuperaron con creces el terreno político que habían perdido en los años de la Depresión y la guerra.

Al mismo tiempo, sin embargo, comenzaron a quebrar los compro-misos de las empresas. De forma creciente, esta capacidad política de


fuego sería usada contra antiguos aliados, tanto como contra el riesgo mayor de injerencia estatal.

Los empresarios, partidarios de la cobertura basada en el trabajo en la primera década después de la guerra, empezaban a preocuparse por su alcance y coste. Algunos empresarios plantearon que la asistencia sanitaria no era (o no debía ser) su responsabilidad. Los que proporcio-naban cobertura sanitaria quedaban en desventaja frente a los compe-tidores que no la proporcionaban.

Las aseguradoras apoyaron la línea cada vez más lucrativa de co-bertura privada colectiva y la ligera regulación estatal de seguros. Recelaban del empuje político en favor de la cobertura a indigentes y personas mayores (que en su momento cobraría forma como Medicaid y Medicare), aunque reconocieran en privado que disponer de una polí-

tica pública que solucionara los riesgos de pobreza no era algo malo.

Los médicos, al menos los representados por la AMA, continuaron oponiéndose a cualquier tipo de cobertura pública, y estaban preocupa-dos por cualquier concesión que abriera la puerta a la me-

dicina socializada. Pero los médicos, de la misma forma que estaban preocupados por la autonomía profesional, también empezaron a acep-tar en privado que los actuarios de seguros y los empresarios tacaños suponían una amenaza tan grande como los leninistas de sus pesa-dillas, y continuaban presionando por un servicio nacional de salud.

En el largo recorrido hasta Medicare y Medicaid en 1965, estos sec-tores trabajaron más para dar la forma que querían a la legislación que en bloquearla totalmente.

La implantación de Medicare y Medicaid reordenó de nuevo la política de salud estadounidense. Como con las grandes innovaciones de la se-

-mas (especialmente Medicare) se convirtieron en una fuerza poderosa por derecho propio.

-ción de la asistencia sanitaria que empezó a desencadenarse después de 1965, hicieron sonar la alarma. El compromiso empresarial se convir-tió en confrontación: proveedores y aseguradoras de un lado, pagadores (en su mayoría empresarios) del otro.

En este nuevo contexto, los intereses de las empresas eclipsaron pronto a la AMA y a otros. Mientras tanto, los empresarios reclama-




ban una gran parte del sistema sanitario y un acceso casi ilimitado al poder político.

Para los empresarios, la cuestión era simple: la sanidad costaba demasiado y tenían que hacerse cargo de gran parte de las facturas.

un seguro de salud nacional a principios de los 70 (pensando que lo mejor era hacer que otros pagaran su parte), la mayoría buscó formas para deshacerse de la carga.

-ciación empresarial al actual laberinto familiar de copagos, primas y franquicias fraccionadas– y trabajadores. Y enfrentó a los empresarios

competencia controlada se colocaron en el centro.A lo largo de los 80, el espíritu de la época de la reforma sanitaria

se basó particularmente y sin descanso en reducir los costes empresa-riales, conservando poco más que una bendición federal de las Health Maintenance Organizations.

En 1992, espoleada en gran medida por la preocupación empresarial por los costes, la administración Clinton abordó la reforma de la salud. Como, por desgracia, dejan claro los expedientes, la Health Care Task Force (grupo de trabajo sobre la salud) de su administración desdeñó las soluciones audaces y fue cuidadosamente solícita con los intereses creados en la salud. Un orientación política, como señaló una voz crí-tica, "próxima a entregar una hoja en blanco a los grupos de interés y decirles: ¡hazlo tú!".

Los médicos y hospitales saturaron la Health Care Task Force de re-comendaciones y preocupaciones, pero parecían resignados al hecho de

Estado o las compañías de seguros iban a restringir su autonomía pro-fesional con soluciones ahorradoras (algunos señalaron que el seguro sanitario de pago único sería la mejor garantía tanto para el control de

tiempo, razonable y blasfema).Los empresarios estaban divididos, viendo en la reforma (depen-

diendo de sus costes y cargas sanitarias) una oportunidad para socia-lizar los costes o librarse de ellos completamente. La Asociación de Compañías de Seguros Americana (HIAA) lideró la oposición al plan de Clinton. Como ocurre ahora, las aseguradoras estaban preocupa-das fundamentalmente de que las nuevas normas de regulación federal restringieran la actividad industrial (valorar los seguros en virtud del riesgo, basado en edad o en condiciones preexistentes, o negar la cober-tura por completo). Pero, al menos al comienzo del debate, la Banda de los Cinco de la industria (Prudential, CIGNA, Aetna, MetLife y John

en dar forma a la ley como en gestionar sus planes. Sin embargo, tanto


los empresarios como las principales aseguradoras se dieron cuenta de que la administración Clinton iba por otros derroteros y se apartaron.

(ACA)La espectacular quiebra del intento de reforma de Clinton expulsó la reforma sanitaria de la agenda nacional, aun cuando los problemas subyacentes –colapso de la cobertura y disparo de los costes– continua-ran hostigando a la gente trabajadora normal.

Cuando la administración Obama entró en la pelea quince años después, el número de personas sin seguro aumentó un punto, casi el

-litado, con apenas la mitad de personas cubierta por su empresario, y la parte del gasto sanitario en el PIB había ascendido del 13% al 16%.

Debido a todo el veneno volcado sobre la aprobación, gestión y re-vocación de la ACA, fue una intervención tímida. La administración Clinton barajó una idea y luego dejó que los lobbies de la sanidad se

la sanidad y luego, de hecho, se hizo con la idea de aquellos.La Affordable Care Act (ley de cuidados de salud asequible –ACA–)

Primero, el colapso de la opinión pública y la decisión de la Corte Su-prema en NFIB v Sebelius (que daba primacía a la opción individual, pero permitía a los estados optar a una expansión de Medicaid) dejó gran parte de la amplitud de la ley a discreción de los estados. El resul-tado fue una amplia laguna en la cobertura a la gente adulta pobre en estados que no pusieron en pie el Medicaid. Mientras, las cifras de gente no asegurada cayó en picado tras la ACA y cobró una nítida forma racial y regional: de la gente demasiado pobre para participar en el cambio (del tipo de seguro) pero que no tenía derecho al programa Medicaid de su estado, cerca del 90% vivía en el sur (solo el 44% en Texas y Florida), y la mitad era gente de color.

Segundo, a diferencia de los empresarios e ideólogos promercado, la posibilidad de cambiar de seguro que estaba en el centro del nuevo pro-grama reformuló la asistencia sanitaria y su cobertura como un mer-cado para consumidores individuales. Este diseño seguía la pauta de la Fundación Heritage y otros impacientes por desplazar la prestación

consumidor.Tercero, como compensación a las aseguradoras y proveedores, la

ACA prometió una amplia expansión del subsidio del mercado de asis-tencia sanitaria privada. Como las aseguradoras eran contrarias a nuevas regulaciones sobre seguros contra riesgos, quedaron contentas por la perspectiva de millones de clientes nuevamente asegurados (los ingresos de la industria del mercado individual casi se doblaron entre 2012 y 2013) y amplió la oportunidad para dar forma a las normas




(especialmente en los intercambios de estados) cuando estuvieran en -

ras era el débil riesgo –pronto eliminado– de una opción pública.Cuarto, como concesión a los proveedores y a la industria farmacéu-

tica, los legisladores renunciaron a hacer uso del considerable peso de la ACA –vía expansión de Medicaid o subsidios para cambiar de seguro– con el objetivo de tener algún control importante de los costes. El lobby farmacéutico trabajó con la administración Obama desde el primer día.

A cambio de algunas modestas concesiones (incluyendo los grandes descuentos de Medicaid y un impuesto sobre fármacos de marca), las grandes empresas farmacéuticas fueron capaces de evitar importantes riesgos (incluyendo la reimportación de fármacos y la regulación de los precios de los fármacos de Medicaid). Gracias a los nuevos asegurados,

dólares la década siguiente, con pocos costes políticos o de regulación.lobbies sanitarios habían mo-

delado según sus intereses. Incluso aquellos que al principio habían dudado, apoyaron (o al menos se adaptaron) a la ACA, una vez apro-

constitucionalidad de la ACA.Pero también fue una ley cuya prognosis era incierta en estados

donde Medicaid no se había expandido y, tras las elecciones de 2016, la persistente oposición de algunos sectores (especialmente pequeños empresarios y aquellos afectados por los impuestos que acarreaba) y los partidarios de la derogación pasaron de la adaptación a la ansiedad.

Para los lobbies sanitarios, la aprobación y aplicación de la ACA presentaba claros riesgos y oportunidades. El redoble de tambores de la derogación sobredimensionó los riesgos e hizo más inciertas las opor-tunidades.

de cara a las perspectivas de conseguir un asistencia médica universal (Medicare for All)?

Empecemos por la alineación de intereses en torno a derogación y sustitución. Aunque los accionistas se han presentado como la última defensa contra la compulsión y la medicina socializada, sus intereses materiales se han impuesto a su ideología.

-

son más prudentes que desasegurar a millones y reinventar las reglas y los incentivos cada seis meses.

El cuerpo médico y los hospitales no querían tener nada que ver con la American Health Care Act o sus variantes. La mayoría de las ase-


guradoras, que tenían más en juego, pensaba casi de igual forma. El éxodo de compañías de seguro de los intercambios entre estados el año

por los esfuerzos del Congreso y la administración Trump por cerrar el grifo de los subsidios por cobertura para gente con bajos ingresos.

El peor resultado posible para las aseguradoras no es la ACA o su derogación, sino su derogación parcial -cerse cobertura, pero sin subsidios federales o sin los mandatos que empujaban a enfermos y sanos a apuntarse por igual. Las asegurado-ras han hecho pocos esfuerzos por ocultar su desdén ante los planes de derogación que inundarían el mercado con opciones del consumidor poco reguladas.

Las empresas, representadas especialmente por la National Federa-tion of Independent Business y la Cámara de Comercio de los EE UU, han sido las voces más críticas y más ruidosas a favor de su derogación.

a cualquier intento de cobertura obligatoria o a regular las prestaciones de cobertura. Y ha sido rápida en aprovechar cualquier prueba anec-dótica de pérdida de horas o em-pleo debida a la ACA, a la vez que se desentendían del grave impacto de la derogación en el empleo.

Gran parte de la fuerza detrás de este sector de oposición pro-viene, sin embargo, de la fracción más pequeña de los intereses empresariales. Los requisitos de cobertura de la ACA tienen poco

impacto en planes colectivos más grandes o en los planes de salud au-toasegurados (estos últimos agrupan el 60% de los cubiertos por planes basados en el trabajo). Los mandatos recaen en gran medida en las empresas de tamaño medio que no ofrecen cobertura en la actualidad, pero no imponen nuevos costes netos a las empresas grandes y en rea-lidad reducen los costes sanitarios en las empresas pequeñas. Que las empresas fracasen en derogar y sustituir depende en gran medida de sus compromisos actuales, del tamaño de la empresa (al igual que el acceso a la cobertura colectiva) y del sector en que compitan.

El esfuerzo por derogar es, en otras palabras, algo curioso: es una

entre los lobbies de la salud, muchos de los cuales tienen serias reser-vas a seguir por ese camino.

En cierto sentido, el partidismo ha sustituido a la política convencio-nal. El GOP del Congreso tiene en su punto de mira la ACA desde hace



tanto tiempo que nadie puede disuadirle de apretar el gatillo. En cierto sentido, la antipatía de las derechas radicales a cualquier expansión de la política social ha aplastado el debate sobre la asistencia sanitaria. Y en algunos aspectos, la derogación estaba menos dirigida a la ACA que a sus impuestos, a revertir el impacto redistributivo de la ley sin

Que los lobbies sanitarios no hayan hecho oír sus preocupaciones sobre la derogación o se hayan mordido la lengua ayuda a explicar la

-tidista a los intereses a los que sirven, otra cosa muy distinta es cuando el partidismo carece tan claramente de cualquier base material.

La actual alineación de lobbies sanitarios, a su vez, no es muy buena guía para saber dónde pueden situarse si la reforma es impulsada en otra dirección, es decir, hacia Medicare for All.

es la misma: estamos pagando el precio (con creces) de un servicio de salud universal, pero obteniendo menos –en términos de cobertura o

reforma tenemos que mirar a dónde va el dinero.La grieta más grande es esta bañera con fugas es el gasto. El siste-

ma sanitario norteamericano, como lo caracterizó el economista Henry Aaron, es "una monstruosidad administrativa, una mezcolanza real-mente extraña de miles de contribuyentes con sistemas de pago que

-cos pasmosamente complejos".

El gasto administrativo se genera por unas cuantas cosas: la tarea de comercializar los planes de seguro sanitario, la labor actuarial de aceptar o denegar reclamaciones y la carga de los proveedores de sa-ber quién está asegurado (y quién no) y procesar después las reclama-ciones por múltiples pagadores. Este desorden administrativo produce

duplicados o cuestan más de lo necesario.La principal culpable aquí es, por supuesto, la industria de se-

guros médicos, que es capaz de seguir paralizando el sistema, en gran parte, por su considerable peso político. Desembolsa de 50 a 80 millones de dólares anualmente en gastos de lobby, presume de tener 700 lobistas y tiene estrechos vínculos con demócratas y repu-blicanos por igual.

Pero este poder político no se corresponde con el poder en el mer-cado. Como la industria está tan dispersa y fragmentada, ejerce poca

mucho más altos en EE UU que en cualquier otro lugar).Cualquier esfuerzo serio de reforma se enfrentaría a estos dos pro-

blemas y a los intereses que representan. ¿Qué pasa con los otros in-



tereses en juego? Parece que algunos intereses con mucho dinero no resistirían al desentrañamiento de los seguros privados.

El sector médico y los hospitales no son fans de la industria de segu-ros de salud que impone una enorme carga administrativa y supone una gran amenaza a la autonomía profesional de cualquier contri-buyente público. A la vez, con la sencillez del pagador único vendrían

de los proveedores.¿Qué hay de las empresas? El servicio sanitario basado en el trabajo

impone importantes costes, no solo en las nóminas sino también en la competitividad de las empresas norteamericanas. Tras haber defendi-do durante décadas el seguro basado en el trabajo como defensa contra la medicina socializada, las empresas y sus lobistas presionan ahora en favor de del sector privado, en referencia al mercado de seguros sin la expectativa de prestación empresarial.

Pero las empresas son también económica y políticamente diversas: por cada empresa que emplea 500 trabajadores (y ofrece asistencia sanitaria al 99% de ellos), hay 240 empresas de menos de 10 (en las que la cobertura es solo del 22%). Y políticamente, las empresas y sus lobbies tienen cosas más importantes que hacer.

Dada la actual alineación de la política empresarial, desde la derecha hasta la derecha-loca, es difícil imaginar a los empresarios alineándose con los defensores del servicio sanitario universal incluso bajo criterios estratégicos, o dedicando sus recursos o capital político a algo que les costaría aliados y votos en otras cuestiones.

lobbies sanitarios de mu-chas formas, pero sería fácil que cada cual se aferre a un aspecto –des-plazamiento de seguros privados, expansión del Estado de bienestar,

ingresos– y lo ven como un riesgo.Si la trayectoria histórica del compromiso empresarial con la asis-

tencia sanitaria da alguna guía es que los lobbies sanitarios son polí-ticamente poderosos y desorganizados. Recelan tanto unos de otros –y están en juego miles de millones en gasto público y privado– como de la intrusión o innovación política.

Mirando hacia delante, quizá lo mejor que podemos esperar es que el es-fuerzo por el pago único enfrente a proveedores, aseguradoras y empresas, abriendo una oportunidad en la que el apoyo popular pueda tener éxito.

Colin Gordon es profesor de Historia en la Universidad de Iowa

Extractos del artículo original publicado en www.jacobinmag.com/2017/07/trumpcare-obamacare-us-health-care

Traducción:



Perdidos. Un lugar para encontrarDemián Ortiz (Madrid, 1981)

Demián es hijo de fotógrafo. Desde muy joven comenzó a interesarse

web y multimedia, se adentra en el mundo de la fotografía. Es fotógrafo en El País y en Babel Estudio, ligado al diseño en todas sus vertientes, y a la fotografía de reportaje y de retrato del ámbito cultural y editorial.

Demián Ortiz investiga en actos poéticos, recitales en las calles, en los bares, en los centros culturales, en revistas o editoriales alternativas o minoritarias, en jams o slams, un movimiento poético que busca nuevos enfoques dentro de la literatura y la forma en que esta es consumida en

un público mayoritario, incluso a los que han conseguido grandes premios, lleva a estos creadores a cierta invisibilidad. Ochenta escritores que vi-ven en los huecos excluidos de las estanterías comerciales componen su

avance de la literatura de los últimos años porque es desde los márgenes donde el arte puede explorar y avanzar. En este proceso de descubrir, leer

Captar quiénes son y lo que les representa. Explora situaciones cercanas al escritor o la escritora, los retrata en el atemporal blanco y negro, aleja-dos de su entorno para acercarse junto con su cámara a esos lugares que, como creadores, recorren para perderse, pero frecuentemente también para encontrarse. Un lugar al que pertenecer, al que poder regresar.

La primera foto corresponde a una familia de poetas, Francisca Aguirre y Guadalupe Grande, con ellas están Félix Grande y un retrato de infancia de Paca realizado por su padre, Lorenzo, gran pintor, encar-celado y ejecutado en la cárcel de Porlier en 1944. Varias vidas en una imagen. En la segunda, Juan Carlos Mestre, recogido en su abigarrado estudio, nos mira con limpia intensidad. Antonio Crespo Massieu, en la Residencia de Estudiantes, junto a imágenes de Fernando Pessoa acom-pañando su desasosiego. En la cuarta, Enrique Falcón surge de la tierra de uno de los barrios de Valencia que tanto ama y por los que escribe y

en la quinta página junto a Ana Pérez Cañamares, que nos recuerda frente al Congreso la verdad de la poesía.

Carmen Ochoa Bravo

2. MIRADAS VOCES


Metamorfosis del mapa político en el centro de Europa

Amelia Martínez Lobo y Daniel Albarracín Sánchez

En este 2017 ha habido una sucesión de elecciones en varios países considerados el centro gravitatorio en Europa. Aquí ofrecemos análisis centrados en Alemania, Austria, Países Bajos, pero también Francia o Reino Unido.

Entendemos las elecciones como un termómetro para analizar la co-yuntura de una realidad poliédrica. Un cambio en el mapa político par-lamentario solo muestra el retrato robot, un agregado aritmético que representa de manera borrosa, distorsionada y plana una hegemonía política. La hegemonía social solo es posible dotarla de sentido material, siempre tenso y, como ahora, en disputa, a través de las relaciones y prácticas sociales de sujetos concretos en el orden político, discursivo, productivo y cotidiano. Así, al igual que un cambio social subyacente se suele traducir con retraso en el mapa parlamentario de partidos, tam-poco el cambio de la representación parlamentaria equivale a un cambio automático de las políticas, tal y como nos advierte para el caso de Macron en Francia. Ahora bien, con el cambio sustancial del mapa político y todo su alcance no hacemos más que constatar que las sociedades, también en el centro de Europa, están sufriendo un cambio de hegemonía desde hace tiempo.

En cuanto al cambio social, la formación de sujetos antagonistas (ex-presados en prácticas, organizaciones, discursos e iniciativas, siempre materiales) precede al cambio político. Las subjetividades antagonistas se desarrollan condicionadas por el dominio del capital, que sujeta a la mayoría social a unas condiciones de vida y trabajo vulnerables en

los medios de masa de la agenda y debate público. Esas relaciones de poder se consagran en aparatos político-estatales y regímenes, durante épocas, que venían dirigiendo gobiernos, que amparan los intereses generales del capital, y que se venían sosteniendo con cierta legitimidad bajo una cierta tensión funcional entre la fracción izquierda y derecha de los partidos tradicionales surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. Estos dieron lugar, tras los años 70, a un polo neoliberal conservador y un polo social liberal, que facilitaban la renovación de las élites sin poner en tela de juicio las relaciones sociales fundamentales: las de propiedad, las productivas y las salariales. Pero el mundo político ha dejado de ser estable, cuando menos desde la crisis de 2008, y desde entonces, con años de retraso, vivimos una crisis política desconocida desde, por lo menos, los años 70.

3. PLURAL


Asistimos a un proceso de erosión de la partitocracia tradicional, es-pecialmente acusada entre los partidos socialdemócratas, castigados por su complicidad en la aplicación de políticas de austeridad, solo algo compasivas si las comparamos con las fuerzas de derecha. Parcialmente vienen ocupando su lugar y papel nuevas fuerzas, progresistas o reaccio-narias, con una vocación de protección, sea bien inclusiva de las clases populares y de promoción de sus derechos y bienes públicos, sea bien de un abstracto sujeto nacional que ve amenazado su bienestar económico.

Alemania, Francia, Austria y Países Bajos, y marca la agenda política del gobierno en Reino Unido. El descontento causado por los partidos social liberales, y el progresivo rechazo a los partidos conservadores

y con el caso de los tories, está entre las razones del avance

del populismo autoritario, sobre todo cuando está ausente una fuerza progresista comprometida con las clases populares. Algo que afortuna-damente no ha sucedido en Reino Unido o el Estado español gracias al Labour corbynista o Podemos.

Los avances de las fuerzas alternativas dependen de varios factores, algunos externos, pero otros tienen que ver con cómo se relacionan con la sociedad civil, así como el proyecto político que ofrecen. Entre ese conjunto de elementos cabe mencionar la formación de un relato (como el que aupó a Mélenchon), cómo se enraíza con los actores organizados de la sociedad

un ideario contradictorio para una opción de izquierda, como nos explica en el artículo dedicado a Países Bajos, sí mantiene una sólida

relación orgánica con los agentes sociales), también por su concreción

sujetos a los que interpela (caso Partido Laborista). A este respecto, el drástico cambio en el sistema político producido

ha venido mediado por sistemas electorales que dan pie a formulaciones personalistas, como la que puede representar Macron en Francia. Un modelo que pierde suelo al no disponer de la mediación de un partido que establezca lazos con el conjunto de la sociedad, más allá de un mensaje mediático. Los partidos se encargaban de una relación entre el aparato del Estado y la sociedad civil, mediante vínculos en el orden del relato y lo programático, los vínculos con las organizaciones sociales y sindicales, o, en su forma negativa, mediante la generalización de redes clientelares, de mecanismos de integración y exclusión en las expectativas de promo-ción, o incluso mediante fórmulas de corrupción y extorsión. En estos momentos de cuestionamiento de la partitocracia se disuelven esos lazos, con sus aspectos positivos o negativos, y se están creando otros.

Con una sociedad civil desorganizada y atemorizada, con una crisis de subjetividad, las fuerzas progresistas incapaces de establecer sus lazos

3. PLURAL


verán cómo la individualización o corporativización social que vehiculan la competencia social bajo fragmentadas formas de precariedad, falsas formas de trabajo autónomo y otros proyectos emprendedores, les superará, dando pie a prácticas políticas reactivas, que reclamarán revertir viejos derechos sociales universales en privilegios de los grupos que el poder seleccione para una nueva jerarquía social.

Los resultados electorales en todos los países analizados –Países Bajos, Alemania, Austria, Francia y Reino Unido– no son nada halagüeños. “Cuando nosotros no ocupamos el vacío, entonces ese vacío lo ocupan los monstruos”. Y esos monstruos han venido para quedarse, fruto reac-cionario de la frustración y miedo generalizados por un neoliberalismo renovado en forma de extremo centro, que no ha dejado de romper las mínimas certezas, derechos y servicios públicos para las mayorías popu-lares y, con ello, la relativa credibilidad que había asentado el irrepetible periodo de posguerra. Ese hueco no se cubre por un fascismo como se entendía en los años 30, con sus prácticas contra un gran movimiento obrero organizado que despertaba el entusiasmo por una sociedad alter-nativa, sino por un populismo autoritario modernizado, con su ideario de exclusión a los foráneos, a los que profesan el islam, o de las minorías y sujetos alternativos, para proteger a burguesías regionales y trabajadores obedientes a su bandera. , en su artículo sobre Austria, arrojará luz sobre este caso concreto. Un populismo autoritario que ha normalizado la política del miedo en la agenda del conjunto de partidos, sin dejar de dar un mensaje eurocentrista, de preferencia nacional o de protección paternalista a las mujeres blancas, con un feminismo de derechas, que demoniza lo desconocido, con el que no se quiere compartir ni saber de él. Para conocer más sobre Francia, el artículo de nos actualiza al respecto, si bien todos los artículos abordan esta cuestión.

Las victorias, en muchos casos, se deben no tanto a éxitos propios sino a los fracasos del adversario, haciendo que los avances sean en falso si no cuentan con un enraizamiento entre las clases trabajadoras, que en modo alguno se improvisa. En este sentido, la autocrítica por parte de la izquierda transformadora ha de ser rotunda. ¿Dónde está la izquierda en aquellos lugares donde las capas populares son las más golpeadas por la crisis y sin embargo apuestan por los Le Pen, AfD o los Trump? También debemos continuar con una irrenunciable perspectiva internacionalista para alcanzar nuestro horizonte socialista, no como consigna identitaria, sino con el convencimiento de que no hay otra alternativa realista ante un capitalismo que es global.

Se echa de menos en nuestros textos, palabras y acciones que estén impregnados con un poco más de fritanga, de marca blanca del súper, que hablen y sientan como quien se sube a un andamio cada mañana, que lleven las manos y las uñas manchadas de aceite de coche, que se impregnen de vacaciones en Benidorm, que se impregnen de los problemas, anhelos y deseos de una precaria de 3 euros la hora, que empaticen con

METAMORFOSIS DEL MAPA POLÍTICO EN EL CENTRO DE EUROPA


los pañales y los cuidados para los que sostienen la vida. A este respecto hay que sacar lecciones de la experiencia de Corbyn en Reino Unido, como muestran en su artículo y , que ha sabido conectar con las clases trabajadoras británicas y enfrentarse con inteligencia al establishment, representando un giro singular en la socialdemocracia europea. O, como nos sugiere , para construir una alternativa de izquierdas también en una Alemania que, por desgracia, gira a la derecha.

Es por tanto necesaria una alternativa transformadora que debe rea-vivarse en el tejido barrial y vecinal, debe implementarse en los centros de trabajo, entendiendo que las relaciones laborales y sindicales han cambiado al completo. Una alternativa que empatice, hable y sienta como el de enfrente, con sus problemas reales, de carne y hueso. Esa alterna-tiva ha de promover la autooganización de las clases populares, de los colectivos de mujeres, de personas migrantes, de la juventud que sufre la precariedad. No hay otro camino.

3. PLURAL


1. METAMORFOSIS DEL MAPA POLÍTICO EN EL CENTRO DE EUROPA

Francia: Terremoto político, fortalecimiento del neoliberalismo autoritario

Christine Poupin

Cuatro meses después de las elecciones en la primavera de 2017 resul-ta sorprendente que, mientras ha habido un cambio radical en el mapa político, se siga operando una continuidad en la política aplicada.

Las elecciones, presidenciales primero y luego legislativas, consagra-ron y aceleraron la crisis de los dos partidos-pilares del sistema político francés, Los Republicanos (LR) y el Partido Socialista (PS). Su resultado conllevó una transformación profunda del campo político. Nada ocurrió como se preveía y, sin embargo, las múltiples peripecias sucedidas en esta campaña revelan rasgos fundamentales de la situación.

Meses antes se anticipaba la derrota del presumible candidato del PS, el presidente saliente François Hollande, la victoria del de la dere-cha, dándose por sentado que el candidato sería Nicolas Sarkozy, y el consiguiente dominio de las y los diputados de Los Republicanos en la Asamblea Nacional. La principal interrogante se daba en cuanto al al-cance del resultado, seguramente muy alto, de Marine Le Pen del Frente Nacional (FN). Finalmente, ni Hollande, ni Sarkozy fueron candidatos y ganó Emmanuel Macron, candidato imprevisto, sin tropas ni partido, y su recién creado movimiento, La República en Marcha, consiguió la mayoría de los escaños, un 60%, en la Asamblea Nacional.

Para comprender la dimensión del cambio hay que volver la vista atrás, hacia las instituciones de la V República. Fueron forjadas por De Gaulle justo para asegurar un régimen sólido con un presidente fuerte, él mismo, y garantizar el reinado absoluto de su partido. Posteriormente, la crisis del gaullismo y la emergencia del bipartidismo hicieron necesaria la reforma de 2001 que, alineando las legislativas con las presidenciales, instauraba un régimen presidencial que vinculaba la mayoría parla-mentaria al presidente. Esta respuesta al peligro de cohabitación (una


mayoría parlamentaria opuesta al presidente de la República) conllevaba

partidos de alternancia. El ascenso de la abstención y del Frente Nacional,

primarias (a dos vueltas), inauguradas por el PS para las presidenciales de 2012, constituyeron una tentativa de relegitimación a la búsqueda de una personalidad presidenciable. Esta elección-antes-de-las-elecciones se volvió inevitable, se impuso en la derecha y en Europa-Ecología-Los Verdes (EELV). En todos los casos, se produjo la exclusión implacable de los dirigentes salientes o, en su defecto, de los más próximos al ejercicio del poder. Ni Sarkozy, penúltimo presidente, ni Valls, primer ministro,

Desde 2008, todos los partidos que han dominado Europa se han vis-to afectados por las transformaciones impuestas por la mundialización capitalista y las contrarreformas neoliberales. A Francia le ha tocado ahora, tras Grecia, Italia y el Estado español, y de forma espectacular.

Lejos de una desafección pasajera del electorado respecto a sus representantes políticos tradicionales, se trata de una crisis de he-gemonía, de una incapacidad creciente de los partidos y de las clases dominantes para lograr el asentimiento de la población a sus deci-siones políticas.

En la derecha, François Fillon ganó las primarias capitalizando el rechazo a Sarkozy sobre la base de una estrategia de choque, de enfrenta-

miento total con el movimiento obrero, con un programa agresivo (jubilación a los 65 años, supresión de la duración legal del trabajo, 500.000 funcionarios menos en cinco años...). Movilizó la parte más reaccionaria del electorado de derechas, la de la Manif para todos (contra el matrimonio homosexual), la de Sentido Común (que estructuró

estas manifestaciones reaccionarias), la de la derecha católica, tradi-cionalista, homófoba y racista. La fuerza de esta fracción y la ausencia de solución de recambio en un sistema ya cerrado por las primarias, le permitieron seguir siendo el candidato cuando se veía quemado por los

A pesar de esto y de los numerosos abandonos en su propio campo, Fillon se mantuvo en el 20% en la primera vuelta de las presidenciales, mos-trando así el peso de ese polo ultrarreaccionario. Pero el resultado fue implacable: la derecha perdió una elección que nunca se imaginó perder y estalla en pedazos. La fracción más dura se apodera de lo que queda del partido, como muestra la probable victoria de Laurent Vauquier (en el próximo congreso) y levanta acta de defunción de la gran alianza de toda la derecha hasta el centro, que ahora orbita en torno a Macron.

3. PLURAL


Ahora bien, es en el PS donde la crisis impresiona más. El PS dispuso de todos los poderes, la presidencia de la República, la mayoría en la Asamblea Nacional y el Senado, así como la mayoría en la casi totalidad de las regiones y en la mayor parte de las grandes ciudades.

La insistencia en una política de liberalización de la economía, de ataques contra los restos del compromiso social heredados de la Segunda Guerra Mundial, a lo que se añadió la asunción por Hollande de la despo-sesión de la nacionalidad (a las personas de origen extranjero), auténtico signo distintivo de la extrema derecha, las declaraciones racistas de Valls contra los roms, su apoyo a la campaña islamófoba contra el burkini llevada a cabo por alcaldes de extrema derecha o la violencia policial alejaron del PS a numerosos militantes y simpatizantes, a la vez que conmocionaron a muchas personas para las que, al menos en el terreno democrático, seguía habiendo una diferencia entre el PS y la derecha.

La ley del trabajo (contrarreforma laboral de 2016), llamada El Khomeri, marcó un punto y aparte. Incapaz de hacer votar a sus propios diputados a favor de su política, el primer ministro de Hollande, Valls, recurrió a una de las disposiciones más antidemocráticas de la Constitución, el artículo 49-3, para imponerla. Tras este quinquenio calamitoso estaba claro que François Hollande no podía presentarse a su propia sucesión. El Partido Socialista pagaba el balance de su mandato. Salida de Hollande, y derrota de Valls después, en las primarias del PS. En esta ocasión, Hamon se

de la movilización de la primavera de 2016, del rechazo al proyecto de aeropuerto en Notre-Dame-des-Landes, o de la indignación causada por la tentativa de la puesta en marcha de la privación de la nacionalidad. El PS se fracturó entre la orientación totalmente liberal llevada por Hollande y Valls, asumida por lo fundamental del aparato, y la de Hamon, man-teniendo al PS en la izquierda socialdemócrata tradicional. El golpe de gracia lo dio la miserable adhesión de Valls a Macron. Hamon no superó el 6% en la primera vuelta de las presidenciales, preparando la derrota histórica en las legislativas con un PS en el 10% y un reducido grupo parlamentario.

Yannick Jadot, de EELV, retiró su candidatura para apoyar a Hamon, con lo que sentenció la desaparición de ese partido.

El estallido de los dos partidos pilares del sistema y, más globalmente, la crisis global de representación hacen que la etiqueta más reivindicada, la más disputada, la más usurpada también, fuera la de una candidatura fuera del sistema, incluso antisistema.

Emmanuel Macron tocó esta melodía, presentándose hasta la sacie-dad como el candidato al margen de cualquier partido, desmarcándose del balance del quinquenio presidencial, cuando seguía siendo el único que representaba lo fundamental del balance de los gobiernos Ayrault y Valls bajo la presidencia de Hollande. Fue secretario general adjunto a la Presidencia desde 2012, estuvo en el origen del CICE –Crédito de Impuesto


para la Competitividad y el Empleo– y del Pacto de Responsabilidad (am-

erario público, ndt), luego ministro de Economía, planteando las dos leyes más impopulares (la que lleva su nombre y la ley del trabajo).

Campeón en los sondeos y los medios, abarrotando mítines, atrajo tanto

campaña electoral realizada con métodos mercadotécnicos, su gestión de la crisis, su lenguaje, su plan con los media..., con su partido-empresa seleccionando a candidatos para las legislativas como una consultora de cazadores de talentos, Macron con su movimiento La República en

Marcha (LReM) ha constituido la respuesta a la crisis de represen-tación.

Ha sido, al menos temporalmente, la herramienta política para tomar el relevo del PS y de la derecha, para proseguir el trabajo emprendido por gobiernos precedentes cuya brutali-dad ya había provocado el desgaste del personal y de los aparatos exis-tentes. La solución se muestra poco duradera, dada su débil legitimidad:

ha sido elegido consiguiendo en la primera vuelta (antes del voto anti-Le Pen) apenas el 18% de los votos del electorado inscrito. Además, pretende imponer unos ataques de una brutalidad sin precedentes. Su descrédito impresiona por su alcance y sobre todo por su rapidez: ha perdido una veintena de puntos de popularidad en menos de tres meses.

Cierto, el 21,3% de los votos obtenidos por Marine Le Pen está por debajo

la extrema derecha ha obtenido en 2017 el mejor resultado de su historia en la primera vuelta de las presidenciales.

Del mismo modo, en la segunda vuelta, si su 33,9% resulta inferior a lo pronosticado por los sondeos, el FN ha logrado más de 10,6 millones de votos. A pesar de todo, los resultados de las legislativas, que parecerían un relativo fracaso, le dan ocho escaños, cuatro de ellos en la cuenca mi-nera del norte de Francia, donde está construyéndose una implantación y un feudo electoral real.

Con esta serie electoral, el FN puede felicitarse por haber mejorado una vez más su enraizamiento y sobre todo por haber logrado un éxito en su operación de banalización. Su presencia en la segunda vuelta no ha suscitado amplias manifestaciones. Esta normalización se debe más a un desplazamiento, a un contagio global del discurso político hacia declaraciones y medidas ultrasecuritarias, racistas, islamófobas, an-

3. PLURAL


tiigualitarias... (hasta ahora signos distintivos de la extrema derecha)

y la composición de su dirección sigue siendo fascista. Su electorado encierra un conglomerado social (ver Les Classes

Populaires et le FN, coordinada por Gérard Mauger y Willy Pelletier, Savoir Agir). Forma un bloque electoral que va desde una fracción de las clases populares golpeadas por los estragos de la mundialización neoli-beral, carentes de futuro, hasta fracciones de la burguesía con intereses de clase contradictorios.

El resultado de las elecciones reaviva el debate en su seno entre los defensores de una alianza con la derecha más reaccionaria y los de una línea ni de derechas ni de izquierdas y a favor de salir del euro dirigida

reales, por ejemplo sobre Europa, como las que ha conocido en el pasado (de un ultraliberalismo tipo Reagan a una retórica pseudoantiliberal).

Nada sería más peligroso que subestimar el peligro que representa, tanto más cuando las causas profundas de su ascenso siguen presentes. Estas causas remiten tanto a los efectos destructores de las políticas neoliberales como al hundimiento del movimiento obrero, de sus herra-mientas colectivas de organización, sus referencias, su cultura... Sobre el primer aspecto, la política aplicada por Macron no hace sino radicali-

zar y sistematizar la realizada por los gobiernos precedentes y no hará sino aumentar aún más la precariedad, la competencia entre las personas asala-riadas y la individualización.

Sobre el segundo, conviene analizar la campaña de Jean-Luc Mélenchon y la Francia Insumisa (FI). Sin duda alguna, el muy buen resultado (más del 19%) de Jean-Luc Mélenchon es la

expresión de un voto de clase contra la ley del trabajo y la austeridad, contra los grandes proyectos productivistas, contra el estado de urgencia y la caza de las personas inmigrantes... Es un éxito contra la extrema derecha, la derecha y el PS.

En el fondo y en la forma, esta candidatura pretende constituir una ruptura. Al contrario que en 2012 cuando Mélenchon era el candidato del Frente de Izquierdas (PCF, Partido de Izquierdas y Ensemble!), en 2017 se proclama primero candidato y luego reúne a su alrededor a los insumisos. La campaña se realizó bajo la égida de la Francia Insumisa, una organización verticalista bastante lejos de la horizontalidad y de la democracia reivindicadas, un marco exclusivo que rechaza todo plan-teamiento unitario.

En el fondo, quiere reagrupar al pueblo contra la casta y la oligarquía


Su programa se apoya en un amplio plan de relanzamiento keynesiano de la demanda. Su reivindicación de un “independentismo francés”, su

La Marsellesa o la bandera tricolor no son anecdóticos. Pronuncia un discurso

francesa. Hace observar un minuto de silencio por las personas emi-

“contra las causas de las migraciones” en lugar de defender la libertad

desplazados que “roban el pan de los franceses”.Sin embargo, la lucha contra el racismo y la islamofobia, la intransigen-

cia en la igualdad de derechos, el internacionalismo, la lucha contra el im-perialismo francés y el derecho a la autodeterminación de las colonias..., no son meros complementos en la reconstrucción de una alternativa de izquierdas. Al contrario, esas delimitaciones resultan imprescindibles frente al terreno ganado por la derecha y la extrema derecha.

El nacionalismo y el racismo ocupan un lugar determinante en la estrategia que tiene por objetivo legitimar el estado de excepción ultra-securitario. Las clases populares, y entre ellas la juventud racializada, son sus primeras víctimas. La reconstrucción de la unidad de las perso-nas explotadas y oprimidas no puede ignorar la lucha contra todas las discriminaciones, no puede ahorrarse la autoorganización de quienes se ven concernidos. Ese es uno de los puntos evidentemente más maltra-tados por el discurso republicano de Mélenchon. Además, borrando las referencias de clase, sustituye la construcción de una expresión política de las y los explotados y oprimidos por la realización de un pueblo tras el jefe, en la lógica de las tesis populistas de Mouffe y Laclau. Con bas-tante lógica, concibe la FI como un movimiento que debe reemplazar a

ausencia de todo planteamiento unitario, ya sea en relación a Hamon en las presidenciales o anunciando en solitario la manifestación (del 23 de septiembre) contra el “golpe de estado social” de Macron.

Sin embargo, frente a la voluntad del gobierno de imponer transforma-ciones radicales del derecho del trabajo primero y después de la protección social en su conjunto, es indispensable la unidad. Estamos ante a una paradoja: las contrarreformas son masivamente impopulares y el propio

frente sindical está debilitado y para muchas personas asalariadas la derrota se ha consumado ya. Las derrotas precedentes en torno a la ley del trabajo (2016) o las pensiones (2010) pesan mucho. La contrarrevolu-ción neoliberal se ha traducido en un paro masivo, el fraccionamiento de las grandes unidades de producción, la desproletarización de los grandes centros industriales, la destrucción de los colectivos de trabajo en el seno de las empresas, la generalización de la temporalidad y de todas las for-

3. PLURAL


mas de precariedad, de subcontratación, elementos que dividen a la clase obrera y la hacen más heterogénea, sin que ninguna fracción sea capaz, por su centralidad, de unir a todas las demás a su alrededor.

de sectores divididos por su estatus social, las condiciones de empleo o de no empleo, la edad, las opresiones de género o de origen..., y esta

-nanzas y su mundo (expresión retomada de la lucha contra el aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes y su mundo por el movimiento contra la ley del trabajo). No se puede obviar la cuestión de la unidad de las organi-zaciones sindicales, políticas, del movimiento social..., menos a causa de su propia capacidad de organización que por el sentimiento de fuerza (o de debilidad) que su reagrupamiento (o su división) suscita.

Una victoria, incluso parcial, depende de la capacidad de hacer estallar una crisis política que impida a Macron aplicar su programa. Una crisis política así solo puede ser fruto de la convergencia de factores varios: evi-dentemente, de huelgas, de un movimiento poderoso de la juventud, de la irrupción de la aspiración democrática vulnerada por el atraco electoral de Macron, de todas las formas de autoorganización, de reapropiación de la palabra y de la política. Se trata de construir, de lo local a lo nacional, herramientas de movilización unitarias y federativas, un frente común de resistencia social y democrática.

Pero las luchas no crean por sí mismas una perspectiva política. Hoy el vacío político lo ha llenado en gran medida la France Insumise, que es la expresión electoral de la lucha contra la ley del trabajo en 2016 (y de

reagrupamiento para una alternativa emancipatoria, otra. Desafortunadamente, este proyecto emancipador está ausente y no se

elaborará en un laboratorio al margen de un crisol en el que los gérmenes que existen en las movilizaciones, experiencias y alternativas parciales puedan confrontarse, mezclarse, enriquecerse. Se trata de reconocer y de respetar estas diferentes formas de actuar, pero también de comprender cómo son indispensables para una crítica global de un capitalismo global que no se reduce a la explotación del trabajo asalariado, sino que se reor-

de la naturaleza, de todas las formas de opresión y de discriminación..., y que transforma a los propios individuos en empresas.

Es toda una hegemonía política ecosocialista la que hay que recon-quistar mediante la reanimación del deseo de igualdad a partir de las aspiraciones personales, mediante la capacidad para esbozar un mundo común para el bien vivir, mediante la articulación entre la estrategia de enfrentamiento con el poder y la organización de la propia vida.

Christine Poupin forma parte de la dirección del Nuevo Partido Anticapitalista



Gran Bretaña: La última jugada de los tories

Radhika Desai y Alan Freeman

Tras la conmoción causada por el brexit y las elecciones en Reino Unido, el establishment se ha quedado sin palabras. El retroceso de los conservadores y lo ganado por los laboristas ha sido de tal proporción que han quedado en entredicho encuestas y comentaristas. El resultado conlleva también el revés para la independencia de Escocia, el descarte de un brexit duro, el resultado triunfal para el Sinn Feinn, coronado por el espectáculo de una minoría conservadora apoyada por los fanáticos unionistas del DUP. Este drástico cambio supone la culminación de un largo proceso y expresa una serie de problemas históricos a los que no se había dado solución.

Los líderes tories se la jugaron tres veces para retener su poder: pri-mero, Cameron prometió un referéndum sobre el brexit para asegurar su

cometió el fatal error de convocar elecciones anticipadas. La primera apuesta parecía que podía funcionar, si bien se estaban

acumulando nubarrones. A Cameron ya le habían aconsejado dejar pasar discretamente el referéndum. Sin embargo, asumió sin más que la per-

la permanencia perdió. A esa derrota le siguió la renuncia de Cameron y comenzó una hemo-

rragia interna en los tories, haciendo difícil encontrar nuevos candidatos. La hija de vicario y misántropa Theresa May fue la opción por insospecha-das razones y, tras un año de primera ministra, convocó unas elecciones anticipadas a las que se había negado hasta entonces.

Formalmente, lo hizo para contar con un liderazgo negociador fuerte y estable ante Europa. Una mayoría de apenas 17 escaños otorgaba de-masiado poder a sus oponentes en su propio partido, sobre todo después del brexitCorbyn, tras una implacable campaña encabezada por el grupo blairista

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TORIES

en el parlamento. Pensó que podía enviar a los laboristas al basurero de la historia.

El ansia de control de su apuesta operó contra ella y su partido. Mostrándose insensible, se negó a participar en debates televisivos im-

tory se concibió de forma desastrosa, sin apenas una consulta en el partido

su contra utilizar contra el líder laborista Jeremy Corbyn los trágicos ataques terroristas ocurridos durante la campaña.

En vez de una esperada mayoría superior en 100 escaños, su partido

a favor de un brexit duro, vio cómo su partido no iba a ser el único en sacar ventaja del colapso del voto del UKIP: los laboristas también se

su infame “impuesto dementia” (impuesto sobre cuidados, que afecta sobre todo a las personas mayores) volvieron en su contra a jóvenes y mayores

por igual, haciéndole perder distritos conservadores tan tradicionales como Canterbury.

El partido tory de May no se mostró fuerte y estable sino débil y dubitativo. El contraste con la campaña de Corbyn no podría haber sido mayor. El equipo de Corbyn escogió sus propios términos para el debate, rechazando centrarse en el brexit y haciéndolo en torno a qué

tipo de sociedad y economía quería para Gran Bretaña. Los resultados les dieron la razón. Los laboristas difundieron un poderoso y convincente

restablecer los servicios y prestaciones clave, abolir las tasas universi-tarias que habían estado endeudando a los estudiantes desde el blairis-mo, nacionalizar (sí, léase bien, nacionalizar) e iniciar un programa de inversiones en la economía e infraestructura británicas para remediar sus principales cuellos de botella y crear empleo.

El laborismo conservó sus principales circunscripciones del norte, incluyendo las desertoras que May esperaba ganar defendiendo un bre-xit duro. En ese núcleo, el laborismo sumó escaños en las principales metrópolis, en las ciudades universitarias y en las fortalezas clave de los conservadores, con victorias históricas a lo largo de la costa sur, y recuperó los tradicionales escaños escoceses que había perdido ante un SNP de izquierdas en el periodo de Blair-Brown-Miliband. El resultado fue un crecimiento histórico sin precedentes del 10% en el porcentaje de voto al Partido Laborista. Incluso cuando las encuestas más favorables estimaban una diferencia de al menos un 5% entre el Partido Laborista y los conservadores, la diferencia se redujo a la mitad de esa cifra.


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Habiendo perdido su segunda apuesta, los tories tratan de gobernar con la ayuda del Partido Unionista Democrático, que no solo exigirá más presupuesto para el norte de Irlanda –algo irreprochable– sino la restauración de los antiguos privilegios de los colonos, exacerbando la creciente crisis del gobierno irlandés en ambos lados de la frontera. No menos importante, obligará a suavizar los términos del brexit. Dado que el UKIP se mantiene, con la impopularidad de la austeridad y la irrele-vancia del brexit duro, es poco probable que vuelvan los buenos tiempos para los tories.

La otra cara de la moneda fue la espectacular ascendencia de Jeremy Corbyn, colocando a un partido de izquierda y comprometido, con base social de masas, a muy poco de formar un gobierno por primera vez en Europa desde hace tiempo.

A raíz del ataque terrorista en medio de las elecciones, Corbyn se encaró al establishment militar del Reino Unido, insistiendo que las gue-rras de intervención eran la causa principal del aumento del terrorismo. También se enfrentó al lobby neoliberal haciendo campaña en varios mítines masivos y desbordando en los media los canales de comunicación convencionales, y abogó por que el Estado recuperara tanto la provisión de servicios sociales, sobre todo en la salud y la educación superior, como la gestión de la economía. Por lo tanto, a diferencia de Trump, Corbyn y el corbynismo representaban un desafío frontal al poder actual y al pri-vilegio arraigados en la élite gobernante británica y a la más penetrante de sus expresiones, el establishment británico.

Desde que llegó a su punto más álgido en 1955, el voto conservador ha mostrado una tendencia secular a la baja, en el porcentaje de votos y en cifras absolutas, a pesar de un electorado en crecimiento.

-nos regularmente en las dos formaciones principales, los conservadores han sido particularmente propensos a ellos. A diferencia de otros países europeos donde la pequeña y gran propiedad están políticamente repre-sentadas por distintos partidos, los conservadores son el partido de la propiedad en general. Por ello son susceptibles al abismo que separa los intereses y percepción de los capitales grandes y pequeños, que la UE ha ampliado aún más. Las diferencias sobre la UE derribaron a Thatcher, contribuyeron a las disputas internas que mantuvieron a los conservado-res fuera del poder durante trece años, terminaron con la carrera política de Cameron y pueden determinar también la duración del mandato de May en Downing Street.

Para empeorar las cosas, desde principios de los 2000, el antieuropeo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) comenzó a llevarse


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de mayorías parlamentarias a pesar de que hasta ahora esto estaba garantizado con poco más del 40% del voto popular. El resultado fue que, a pesar de todos los problemas del laborismo, los conservadores solo alcanzaron Downing Street en 2010 formando una coalición con el Partido Liberal Democrático.

En 2015, David Cameron trató de ganar la mayoría. Su partido era consciente de que la clave era recuperar a aquellos votantes para quienes la UE y la inmigración eran cuestiones importantes. Prometió una rene-gociación de los términos de adhesión a la UE, seguido de un referéndum sobre la pertenencia a la UE con nuevas condiciones para de ese modo atraer a los votantes del UKIP. No obstante, la promesa de un nuevo referéndum por parte de Cameron era un asunto interno tory y basado enteramente en cálculos electorales.

Funcionó. Habiendo sido recompensado con una mayoría en 2015, procedió a renegociar los términos de la pertenencia británica, en par-ticular exagerando sus esfuerzos en el control migratorio, preparando el terreno para ganar el referéndum venidero. En realidad logró muy

inmigrantes a las prestaciones sociales. Obtuvo el reconocimiento de que el euro no es la única moneda en la UE, pero poco más, para proteger a la City de la indeseada regulación de la UE. Se le concedió un vago compromiso para aliviar la carga administrativa de la reglamentación aplicable a las empresas, algunas garantías de que Gran Bretaña no estaría obligada a participar en una “Unión cada vez más estrecha”


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y unas pocas concesiones sobre cuestiones de soberanía. Nada sobre el proceso o su resultado reveló que Cameron estuviera haciendo algo más que un movimiento de renegociación para mitigar el sentimiento anti-UE, más bien estaba preocupado por perder o que sus esfuerzos mostraran diferencias en cómo las dos partes se alinearon una contra otra en el referéndum que le siguió.

Los partidarios del remain (permanencia) esperaban que el referéndum fuera un paseo, con todos los partidos principales haciendo campaña, casi toda la prensa a favor, con el apoyo de la mayoría del sector empresarial

campaña durísima que se cobró un primer ministro.Probablemente, al sentir que la renegociación de Cameron no había

funcionado realmente, sobre todo en el tema de la inmigración, Boris Johnson, que no era conocido tanto por sus opiniones antieuropeas como por ser portavoz de los intereses de la City, decidió hacer campaña a favor de la salida. El año anterior había decidido no optar a un tercer mandato como alcalde para concentrarse en sus ambiciones, que parecían incluir el liderazgo del Partido Conservador.

En un terreno preparado por Cameron durante las elecciones de 2015 y durante las negociaciones con la UE que le siguieron, la campaña del brexit se centró en la cuestión de la inmigración, salpicada de racismo e islamofobia. La campaña a favor del brexit -tes, en particular los de la UE, ocupan empleos escasos y se sirven de los servicios sociales y sanitarios de Gran Bretaña hasta el límite y que, mientras se permaneciera en la UE, no se podría controlar la inmigración. El lema del brexit de recuperar el control en manos la UE se interpretó en gran medida como el control sobre la inmigración. Por último, los pro-brexit no tuvieron reparo en realizar planteamientos fantasiosos sobre la cantidad de dinero que iba a Bruselas. La reivindicación de que el dinero se utilizaría para mejorar los servicios sociales, en particular el Servicio Nacional de Salud, se disipó debido al dominio de la derecha dura del Partido Conservador en la campaña por el brexit.

Por su parte, los pro-remain se centraron sobre todo en dos cosas: atacaron el racismo, tratando de desacreditar la posición de los pro-brexit en ese terreno, y, para reforzar su posición, proyectaron el temor a las consecuencias del brexit. Las cifras manejadas para tales proyecciones no fueron creíbles, facilitando el mordaz comentario de Tom Nairn sobre lo que se jugaba con la adhesión a la UE: “Los políticos que estando en el gobierno han sido reiteradamente incapaces de estimar la balanza de pagos de forma correcta, ahora son capaces de anticipar cuál será el precio de la mantequilla dentro de cinco años”.

Aunque ambas partes trataron de incitar al miedo, había algo de justo cuando Boris Johnson etiquetó la campaña pro-remain de proyecto del


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miedo, ya utilizada para describir la campaña del No en el referéndum escocés de 2014. El hecho era que la campaña pro-remain tenía muy poco más que ofrecer. En medio de múltiples crisis, la UE apenas tenía atractivo. Desde que estalló la crisis de la eurozona, se desató el poder de Alemania y de los banqueros. La Troika imponía una austeridad punitiva en la periferia de la UE y sometió a Grecia a una recesión comparable a la Gran Depresión. Ante esto, los favorables al remain se limitaron a predecir el desastre: abandonar la UE haría a la sociedad británica menos cosmopolita y tolerante, la economía sería más débil y se aislaría, y afectaría negativamente a la ciencia, la cultura y las artes, y prácticamente todo lo que los británicos pudiesen tener.

Si ninguno de los dos lados parecía querer tocar cuestiones esenciales, se debía a que, por un lado, el referéndum había sido convocado con tal de no abordar ninguno de los problemas reales a los que se enfrentaba la población británica, sino como parte de una iniciativa para restaurar el voto conservador. Por otra parte, el conjunto de problemas que tenían delante no había parado de crecer.

Si bien es cierto que la UE es una estructura supranacional para hacer cumplir el neoliberalismo y la austeridad de sus miembros hasta un punto al que no podían llegar los sistemas políticos nacionales, el neoliberalismo británico, de cosecha propia, es tanto más extremo, re-sultado en parte de las numerosas excepciones británicas en los acuer-

Europa causó la crisis de la zona euro, Gran Bretaña no forma parte -

mente de estar con “un pie dentro, otro afuera”, perpetúa un patrón de desequilibrio del crecimiento económico junto a una pésima distribución social y regional de la riqueza, económica y socialmente insostenible. Prácticamente la única corriente importante en contacto con sus víc-timas, con alguna idea de lo que se necesitaría, fue la nueva dirección laborista que cristalizó en torno a Jeremy Corbyn y John McDonnell.

-

Laborista después de su elección, con 500.000 nuevos miembros en tres meses, desde su punto más bajo desde la posguerra con los 180.000 de

creada por los medios de comunicación anti-Corbyn que le trataban de impresentable como candidato.

De hecho, entre la derrota de las elecciones generales de 2015 y la elec-ción de Corbyn, los laboristas cayeron en las encuestas del 35% al 30%, por debajo de Brown (líder laborista tras Blair), para luego recuperarse casi completamente durante los seis meses siguientes. El descenso posterior en las encuestas a poco menos del 30% está relacionado directamente con los ataques a Corbyn desde el propio Partido Laborista, culminando con

brexit supuestamen-


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te motivada en el fracaso de Corbyn en su defensa de la permanencia. Pero, antes, fue la base traicionada del partido tory la que hizo ganar al brexitpolíticas de austeridad conservadoras, seguido de una feroz campaña pública contra el mismo líder que intentó darle la vuelta a esa postura, la que privó a la campaña a favor de la permanencia de la única fuerza que podría haberla salvado: un Partido Laborista antiausteridad unido secundando a su líder.

El 24 de junio de 2016 por la mañana, el establishment político británico se despertó con una grave resaca. Lo impensable había sucedido. A pesar de haber movilizado completamente en su contra, a pesar de advertir so-bre los desastres económicos, políticos y sociales que surgirían de él, y a pesar de la presunción de que los británicos seguirían sus directrices, el

referéndum del día anterior había emitido un veredicto claro a favor de abandonar la UE tras 43 años de adhesión: un 52%, con una par-ticipación muy respetable de más del 70%. El patrón del escrutinio de los votos era muy claro. Escocia, Irlanda del Norte, Londres y algu-

Fuente: House of Commons Library y https://commons.wikimedia.org/wiki/User:Rwendland 1/.

1/ Los datos son trimestrales y son todos de la Biblioteca de la Casa de los Comunes, salvo el último, para septiembre de 2016. Viene de http://labourlist.org/2016/07/post-referendum-boost-means-labour-now-has-over-half-a-million-members/. La página del Partido Laborista dice

no se actualiza con regularidad.


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nas otras ciudades importantes votaron por permanecer, el resto del país se inclinó hacia la salida.

Parece que hubo mayoría a favor del remain entre la juventud (aun-que fue relativamente poca la que votó), la gente empleada, la población universitaria, quienes tenían piso en alquiler, población no blanca, no cristiana y las y los trabajadores, la población de Escocia y el electorado del Plaid Cymru [Partido del País de Gales] y los verdes. Quien más apoyó la salida fue el electorado mayor, en particular las y los pensionistas, así como la gente desempleada, la propietaria de la vivienda, quienes no

las y los partidarios del UKIP.Sería demasiado fácil interpretar esto tratando de demostrar que aque-

llos con menos formación, y la generación de más edad, más acostumbrada a una Gran Bretaña imperial que a la europea, habían votado en contra de la tolerancia y el cosmopolitismo. Y no hay pocos comentarios sobre cómo los que votaron por la salida fueron a quienes la “globalización” les abandonó. Ahora bien, la primera lectura sería condescendiente y la segunda asume que la globalización fue algo que hizo impotente la polí-tica económica estatal. Lo que este resultado revela realmente es que los ganadores y los perdedores del patrón británico de crecimiento altamente

sí, que no se comprenden mutuamente y que los últimos son considera-blemente más numerosos.

El voto protesta de los per-

Supuso un rotundo rechazo del status quo neoliberal comparable al apoyo a Sanders en Estados Unidos, a Podemos en España, a Cinque Stelle en Italia y, a su propia manera, Syriza en Grecia. Un fenómeno emergente similar eligió a Jeremy Corbyn como líder

laborista. En Escocia, el único país donde se había dado una opción an-tiausteridad en las elecciones de 2015, barrió para sí todos los escaños escoceses. May intuyó bien el nuevo escenario abierto por el referéndum y en la conferencia tory de 2016 desplegó la retórica más izquierdista que el partido jamás había oído, hablando de la necesidad de un gobierno “capaz de ofrecer un programa serio de reforma social”:

“Se sabe desde hace tiempo que esta necesidad es evidente. Si naces pobre, de media morirás nueve años antes que otros. Si eres negro, el sistema judicial te trata con más dureza que si eres blanco. Si eres un chico blanco de clase trabajadora, es menos probable que llegues a la universidad. Si vas a una escuela pública, es menos probable que llegues a las mejores profesiones que si te formas en una privada. Si eres mujer,


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aún ganas menos que un hombre. Si usted sufre de problemas de salud mental, lo más habitual es que no tenga ayuda. Si eres joven, te resulta-rá más difícil que nunca tener tu propia casa. Todas estas son grandes injusticias y, como lo hice con el abuso en las detenciones y las muertes bajo custodia policial y la esclavitud moderna, estoy decidida a luchar contra ellos” (May, 2016).

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otro discurso de la señora May cuatro días más tarde, solo sirve para ilustrar cuán difícil es cambiar la propia naturaleza política.

Solo ahora las causas de todos esos perdedores están empezando a recibir la atención de unos conmocionados intelectuales que debieron habérsela dado durante décadas. Como señala Simon Tilford en su reciente informe para el Centro para la Reforma Europea (2016), si bien el desempleo britá-nico sigue siendo inferior al de otras grandes economías de la UE, gracias al sector de los servicios que ofrece principalmente empleos con bajos salarios

real en Reino Unido desde 2000 parece mejor que el de otras economías de la UE 2/, los británicos son más pobres, si comparamos la UE de los 15, que en 2000. Sus niveles de productividad están cerca de la parte inferior de la tabla de las principales economías de la UE. Se trabaja más tiempo que sus contrapartes en estas economías, excepto España. Sus salarios son inferiores a los de Francia y Alemania. Los británicos también están menos formados y no han podido invertir en infraestructuras.

Hay otras dos cosas que destacan en el informe Tilford. La primera,

la ciudad más rica del país. En segundo lugar, con excepción de España, Gran Bretaña ha experimentado el mayor aumento de la población en edad de trabajar entre las principales economías de la UE. Esencialmente, la economía británica está trabajando para muy pocas personas que no

Cierto, la City estaba unida a favor de quedarse. No hacerlo supon-dría perder lo que quedaba del negocio europeo que disfrutaba gracias al derecho a la movilidad en la UE. Además, peligraba que numerosas empresas extranjeras que habían decidido venir a Gran Bretaña para

la eurozona. Por último, los mercados emergentes, muchos de cuyas empresas utilizaban la City como puerta de entrada al resto de la

UE, no abrirían allí nuevos ne-gocios. Sin embargo, por primera vez en siglos, se enfrentaría a una amenaza que hasta ahora había manejado con éxito: la de la de-mocracia.

2/ Cuando se mide en libras esterlinas, una vez se ajustan adecuadamente las diferencias de precios, tanto el crecimien-to absoluto como el per cápita han sido inferiores a todas las demás economías importantes de la UE: Alemania, Francia, Italia y España, y supera solo a Italia.


TORIES

El neoliberalismo ha dividido a la sociedad británica profundamente. Las desigualdades –en ingresos, riqueza, competencia cultural, habilidades,

-ca, pueden no haber sido solo creación del neoliberalismo, aunque las ha exacerbado enormemente. El balance del thatcherismo, tanto en su forma original como en su continuación con el blairismo y el cameronismo, ha

brexit supone solamente una consecuencia de esas políticas.

-mente en un Londres y sureste prósperos, un norte especialmente deprimido con sus ciudades desindustrializadas y deterioradas, y una Escocia ligera-mente más social y democrática, capaz de evitar algo de los peores problemas sociales que han afectado al norte de Inglaterra, ante la indiferencia del resto del país. Entonces, no es de extrañar que quienes votaron a favor del brexit,

pensionista, estén entre la gente perjudicada por la reforma neoliberal del Estado de bienestar, y votasen por la salida de la UE.

El mayor apoyo a la per-manencia provino de las clases medias profesionales y de los chatterati [comenta-ristas, expertos en todo, ndt] que se encuentran entre los

-cer: altos ingresos, casas caras, bienes de consumo de alta calidad para llenarlas, acceso a la alta cultura y educación superior, alimentos y vino

sus hijos. En las últimas décadas, estas clases han formado el liderazgo de ambos partidos, desplazándose a la derecha, bajo Thatcher y Blair respectivamente, comprometiéndolos con una versión del neoliberalismo, en este último caso en forma de globalización, apertura y cosmopolitismo.

Estas divisiones subyacen en el fracturado sistema político, una de cuyas partes, el Partido Conservador, ha llevado a Gran Bretaña a dar el paso hacia el brexit, a través del cual Gran Bretaña podría perder su unidad, su

Debido a las fracturas que dividen ahora a la sociedad británica, los principales partidos políticos se han amarrado a sus respectivas bases sociales, dominadas por los núcleos parlamentarios profesionales de clase


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media centralizados en torno a sus dirigentes. Las y los diputados con-servadores no han representado los intereses de los pequeños negocios y

años de Thatcher. Mientras, el Partido Laborista demostró ser incapaz de articular el sufrimiento de la clase trabajadora, particularmente fuera de Londres. La única propuesta articulada que se ha ofrecido al descontento la ha representado el UKIP, de Nigel Farage, secundado ampliamente por los votantes conservadores, y por el mensaje de Corbyn de “permanecer y reformar”, sin el cual el voto brexit podría haber sido aún mayor. La ironía de la acusación contra Corbyn por parte de su grupo parlamentario (dominado por los blairistas) de que no hizo campaña con entusiasmo es que, de haber tenido detrás de sí a un partido unido apoyando su mensaje antiausteridad, quizá el remain podría haber ganado.

A pesar del pronunciado aumento de la retórica racista, la violencia y el abuso, quienes votaron por el brexit no son todos racistas. Cuando el Partido Laborista hizo campaña antiausteridad de forma clara, sin dar tregua al lobby antiinmigración, el porcentaje de votos al UKIP cayó y el del Partido Laborista creció.

El electorado del brexit, sin embargo, coincidía sobre todo con los per-judicados por décadas neoliberales. La campaña por el remain, condi-cionada por la mayoría aplastante del grupo parlamentario laborista, con su cosmopolitismo loable y la bandera antirracista de conveniencia, estaba ciega a los verdaderos problemas que enfrentan los activistas en la circunscripción natural de la clase obrera, dado lo poco que este distrito electoral

Si bien fue la crisis política de los tories la que subyacía a la operación que condujo al brexit, la cuestión ha abierto una división igualmente fundamental en el Partido Laborista. Los partidos socialistas o social-demócratas europeos occidentales han sido típicamente alianzas entre la clase obrera manual y el sector profesional e intelectual, a lo que los fabianos, con su excéntrica franqueza, llamaban “cerebros y números”, cuando en realidad las clases trabajadoras nunca carecieron de cerebro y las clases profesionales e intelectuales nunca fueron tan pocas.

Esta alianza nunca fue fácil: fue un elemento importante en práctica-mente todas las grandes crisis del Partido Laborista –desde las divisiones sobre el desarme nuclear en los años 50 a las del ascenso de la izquierda Bennita (Tony Benn) en los años 70, que dieron lugar a una importan-te corriente de grupos intelectuales entre los laboristas que dejaron al Partido Laborista en 1981 para formar el Partido Social Demócrata–. El neoliberalismo ha transformado esta alianza en una profunda división social, cultural y política dentro del partido.

Los elementos profesionales del nuevo laborismo del partido, la espina dorsal del blairismo, dominan el caucus parlamentario, mientras que Jeremy Corbyn fue elegido líder apoyado por los sindicatos y la base de la clase trabajadora. Nunca cómodos con el resultado del liderazgo elegido


TORIES

en 2015, los primeros intentaron usar el brexit para destituir a Corbyn en un proceso indecente que el exlíder del Partido Nacional Escocés, Alex

golpe repugnante contra Corbyn. Fracasó y Corbyn

todos los signos apuntan a que los diputados laboristas no están dispuestos a renunciar a nuevas vías contra un líder al que odian aún más que a los conservadores. Si llegasen a lograrlo, Corbyn, el único líder público capaz de expresar los intereses de la mayoría marginada que podría conducir a una Gran Bretaña más productiva, igualitaria y culturalmente inclusiva, se vería obstaculizado de representar esta alternativa.

Radhika Desai y Alan Freeman, codirectores del Grupo de Investigación de Economía Geopolítica

Versión editada y traducida del original, basado en dos artículos publicados en https://geopoliticaleconomy.org/u-k-election-tories-last-gamble/u-k-election-the-tories-last-gamble-alan-freeman-radhika-desai/ y http://valdaiclub.com/a/reports/report-brexit-the-city-and-the-crisis/


Holanda: Fragmentación política

Alex de Jong

Seis meses después de las elecciones del 15 de marzo de 2017, los Países Bajos siguen sin tener una coalición de gobierno. Esas elecciones fueron las primeras desde 2012 en convocarse por haber completado el gobierno

de la situación parlamentaria neerlandesa. Se trata, de todos modos, de una extraña forma de inestabilidad: esta se centra en el terreno de la política parlamentaria y de las elecciones, mientras que en el ámbito


social reina en gran parte la calma. No hay manifestaciones masivas,

único año con menos días de huelga que 2016 fue 2009.Entonces, ¿por qué a los partidos políticos neerlandeses les cuesta

tanto formar una coalición de gobierno? Un aspecto secundario de la ex-plicación radica en las características del sistema electoral neerlandés. El parlamento se elige mediante sufragio proporcional de ámbito nacional. No hay umbral de votos para acceder al parlamento ni circunscripcio-nes electorales. Este sistema de elección del parlamento, relativamente democrático, supone que a los pequeños nuevos partidos les resulta re-lativamente fácil lograr representación parlamentaria y constituir, en principio, una plataforma nacional. También implica que para obtener una mayoría en el parlamento, los gobiernos neerlandeses han de estar formados siempre por coaliciones de distintos partidos.

Sin embargo, nunca antes el panorama parlamentario neerlandés ha estado tan fragmentado como hoy. El centro de la política neerlandesa ha

del siglo XX, la política de este país estaba dominada por tres corrien-tes: la democracia cristiana, el liberalismo secular de de-rechas y de libre mercado del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) y el socialdemócrata Partido del Trabajo (PvdA).

Desde comienzos de los años 60 hasta la década de 1990, la democracia cristia-

na fue la fuerza dominante y los primeros ministros fueron cristiano-demócratas. La única excepción a esta regla fue el gobierno del primer ministro socialdemócrata Joop den Uyl (de 1973 a 1977). Este fue el gobierno más de izquierdas que jamás ha tenido este país: una coalición de socialdemócratas, liberales progresistas y cristianodemócratas. La democracia cristiana se convirtió en sinónimo del centro político neer-landés, que según las circunstancias se aliaba con los socialdemócratas a su izquierda y los liberales a su derecha.

Desde los años 90, y cada vez más en el nuevo siglo, este patrón ha ido cambiando. Lo que había sido el centro político se ha vaciado. Los antiguos partidos dominantes se han vuelto inestables, experimentando

base social. Incluso han conseguido recuperarse en términos de represen-tación parlamentaria, como lo han hecho en ocasiones el Llamamiento Cristiano-Demócrata (CDA) y el PvdA, pero esta recuperación siempre ha sido inestable. El ejemplo más dramático es el de la socialdemocracia: de un partido gubernamental con 38 escaños, de un total de 150 en la

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coalición anterior, ha pasado a tener 9 escaños en las elecciones de 2017, una pérdida sin precedentes en la historia política de los Países Bajos.

En los dos últimos decenios, en la izquierda y en la derecha se han cons-tituido nuevas corrientes y nuevos partidos políticos. La primera de estas nuevas corrientes es el Partido Socialista (SP). El SP tiene sus raíces en un pequeño partido maoísta, producto de la radicalización de la juventud en los años 60, que en la década de 1980 abandonó sus referencias maoís-tas y echó raíces en la política municipal, a menudo abordando cuestiones locales y realizando campañas puntuales en torno a los problemas de la

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se dotó de un nuevo programa, sin referencia alguna a la revolución o el derrocamiento del Estado. Comenzó a reclutar ampliamente y se abrió al exterior, participando cada vez más en campañas nacionales y per-

En la década de 1990, el Partido Comunista y los restos de la extrema izquier-da se disolvieron en Groen Links (GL, Izquierda Verde), un partido ecosocialista, y el PvdA se decantó por el so-cial liberalismo. En el mismo decenio, el SP fue capaz de

reinventarse como partido socialdemócrata parlamentario. En 1994, al SP le bastó el 1,32% de los votos para entrar en el parlamento con dos escaños. Los diputados del SP se convirtieron en voces destacadas de la izquierda y el partido creció rápidamente. En 1998 obtuvo cinco escaños, en 2002 nueve y en 2003 también nueve. Alcanzó el cénit en 2006 con 25 escaños, pero fue incapaz de mantener este nivel y después volvió a descender a 15, con alrededor del 10% de los votos.

El declive del partido socialdemócrata tradicional, el PvdA, y el ascenso del SP como nueva fuerza socialdemócrata están estrechamente relacionados. Después de volver al gobierno en 1989, el PvdA aplicó medidas de austeridad y adoptó políticas neoliberales de tercera vía. Desempeñó un papel crucial en la privatización de empresas públicas como la del ferrocarril y Correos, en el recorte de servicios sociales y en la desregulación del mercado de la vivienda

-rado del PvdA. El SP está arraigado en la clase trabajadora mucho más que Groen Links. Entre los sindicalistas, solo el PvdA, tradicionalmente cercano a la principal federación sindical, es más popular que el SP. A


diferencia de la extrema izquierda, el SP también ha sido capaz de ganar apoyos en el medio rural y en las ciudades pequeñas y medianas. Parte de la antigua base electoral del PvdA que el SP no ha conseguido atraer con mucho éxito son las comunidades de inmigrantes de las grandes ciudades.

La otra nueva fuerza política fuera del tradicional país de los tres ríos ha sido la nueva extrema derecha. Esta corriente empezó a crecer desde el cambio de siglo. El representante más destacado de esta corriente es actual-mente Geert Wilders y su Partij van de Vrijheid (Partido de la Libertad, PVV). Este partido es heredero de Pim Fortuyn, un político asesinado en 2002. En la década de 1990, Pim Fortuyn se dio a conocer como columnista y orador de derechas. Era neoliberal y defendía la liberalización y profundos recortes de los servicios sociales. Combinó esta postura con un populismo nacionalista que lamentaba la pérdida de la comunidad y la erosión de las normas y los valores sociales y acusaba a las élites de haber traicio-nado al pueblo neerlandés. El nacionalismo de Fortuyn, y actualmente el de Wilders, reclama la desaparición de una cultura minoritaria foránea para preservar una mítica identidad neerlandesa homogénea. Cada vez más, esta otra cultura se presenta como algo llamado cultura islámica, supuestamente uniforme y resistente al cambio histórico y por tanto una amenaza para la sociedad neerlandesa y su estilo de vida.

cultura y que no atacaba a la gente por su origen étnico, evitó el tabú del racismo biológico. Otro aspecto que le diferenciaba de la antigua extrema derecha era la adopción de elementos de la ideología liberal hegemónica. Fortuyn asimiló concep-tos como la igualdad de derechos para las mujeres y los homosexuales en la cultura neerlandesa, que supuestamente estaba amenazada por la islamización. La exclusión cultural sustituyó a la exclusión racial. Tras su asesinato en 2002, el partido de Fortuyn se descompuso, pero él se con-virtió en una especie de profeta para el nuevo nacionalismo neerlandés.

Fortuyn y su idea del choque de civilizaciones dentro de la sociedad neerlan-desa, Wilders desarrolló lo que denominó crítica de la religión islámica, que contemplaba el comportamiento de los musulmanes como algo determinado por su religión. Tanto la pobreza y la falta de democracia en muchos países islámicos como el machismo y el racismo imperantes en las comunidades musulmanas eran fruto, supuestamente, de su cultura retrógrada. En 2004, Wilders abandonó el VVD y dos años después creó el PVV. Ese año, el ci-neasta y columnista Theo van Gogh fue asesinado por un fundamentalista islámico. Tras este asesinato hubo docenas de ataques contra mezquitas y personas musulmanas. En medio de este clima, la popularidad de Wilders subió como la espuma. En 2006, en las primeras elecciones en que partici-paba, el PVV obtuvo nueve escaños en el parlamento.

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Al estallar la crisis económica en 2008, el PVV combinó cada vez más sus posiciones antimusulmanas y contrarias a la inmigración con cuestiones económicas. Abandonó posiciones anteriores contrarias a los

mínimo y la liberalización de la ley sobre los despidos. Hoy en día, el PVV es un ejemplo de chovinismo de bienestarpero solo para un grupo selecto de la sociedad. Ha rechazado la liberali-zación de la normativa sobre despidos y apoyado el mantenimiento de la jubilación a los 65 años, etc. Tales propuestas encaminadas a preservar los derechos sociales se combinan con otras destinadas a excluir a ciertas minorías, haciendo que la seguridad social dependa de la antigüedad como ciudadanos o del conocimiento del idioma, o denegando la seguridad social a las mujeres que lleven un burka o un niqab, por ejemplo.

de países islámicos. O lo uno, o lo otro: o el Estado de bienestar o un país de inmigración”. Para el PVV, la islamización es la causa funda-mental de los problemas sociales,

los servicios sociales, etc. Se dice a menudo que el éxito del PVV radi-ca en su capacidad de atraer a la

antigua base obrera del PvdA que fue traicionada por el giro neoliberal de este. Hay cierta verdad en ello, y algunas de las zonas en que el voto a favor del PVV es más alto solían apoyar masivamente al PvdA. Esta lectura, sin embargo, deja de lado la cuestión crucial del racismo del PVV. Y un examen más profundo demuestra que gran parte del electorado del PVV procede de antiguos seguidores de la democracia cristiana y del VVD. Por último, el apoyo al PVV es mucho más interclasista que la antigua base de la socialdemocracia.

El PVV no obtuvo un resultado tan bueno como el que preveían algunas encuestas antes de las elecciones, pero aun así ganó cinco nuevos escaños, sumando un total de 20, con lo que pasó a ser el segundo partido más votado. Además, ha entrado en el parlamento, con dos escaños, un nuevo partido de extrema derecha, el Forum voor Democratie (Foro por la Democracia, FvD). El FvD se parece al PVV en muchos aspectos, pero puede considerarse inclu-so más derechista que este. La corriente nacionalista representada por estos dos partidos ha sido determinante en la evolución de la política neerlandesa. Con una breve excepción del partido de Fortuyn antes de que se disolviera, esta corriente no ha participado en ningún gobierno, aunque ciertos ele-mentos centrales de su ideología, especialmente la tesis de que la cultura y


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la sociedad neerlandesas están amenazadas por una minoría musulmana, así como su nacionalismo, han pasado a formar parte del sentido común de la política de los Países Bajos. En un intento fallido de recuperar votantes antes de las últimas elecciones, el líder del PvdA preconizó un patriotismo progresista que incluiría restricciones a la inmigración de trabajadores.

En concreto, el VVD adoptó una estrategia de presentarse como versión

de una política de ley y orden más represiva y de restringir aún más el número de personas refugiadas, pero en un tono algo menos drástico y utilizando una fraseología menos abiertamente racista. Aun así, en las últimas elecciones el partido se mostró más hostil a los inmigrantes y las minorías que nunca antes. A destacar que el primer ministro saliente, y que ha renovado el cargo, Mark Rutt, propuso en la campaña que los miembros de las comunidades minoritarias se largaran a sus países de origen si no se comportaban como gente normal. Con esta clase de retórica, el VVD, que durante décadas ha sido el más pequeño de los tres princi-pales componentes del país de los tres ríos de la política neerlandesa y el más ferviente defensor de la economía neoliberal, pasó a ser el partido más votado. El partido de centro tradicional, el CDA, se ha convertido en una fuerza decididamente de derechas y conservadora.

En la izquierda, la gran sorpresa fue el éxito de Groen Links, que pasó de tener cuatro a 14 escaños. GL realizó una campaña atractiva por su

otros partidos dejaron de lado, como el cambio climático, el antirracismo

ha adquirido. La imagen de GL es la de un partido antirracista y no cabe duda de que esto forma parte de su atractivo, no solo para muchas de las personas jóvenes que le votaron, sino también para muchos votantes decepcionados del PvdA. Los sondeos revelan que una cuarta parte de los votantes decepcionados del PvdA optó esta vez por GL.

GL tiene sus raíces en la extrema izquierda, pero el partido se desplazó rápidamente al centro político y al comienzo del nuevo siglo adoptó lo que ha llamado un rumbo liberal progresista. Esto supone que apoya los derechos formales individuales de diferentes grupos sociales, como los de las personas LGBTI o las mujeres, junto con una política económica cada vez más liberal. Ha apoyado reformas neoliberales como la abolición de las subvenciones a estudiantes y el aumento de la edad de jubilación a 67 años, así como el envío de policías neerlandeses a Afganistán. En 2012, su apoyo fue determinante para la aplicación de medidas de aus-teridad. Esta orientación recibió un castigo en la siguiente elección, que supuso una severa pérdida de votos para el partido, y desde entonces GL

apoyo los obtiene especialmente entre personas de alto nivel educativo y estudiantes. Su apoyo es limitado entre los sindicalistas, no en vano des-precia, o incluso ataca, los derechos colectivos, que considera anticuados.


El hecho de que el SP perdiera un escaño en la última elección fue una decepción y una señal de una tendencia preocupante. Fue la tercera vez consecutiva en que el SP perdía votos en una elección nacional. En esta ocasión, la pérdida fue especialmente grave porque el PvdA, que durante años había sido el principal rival del SP, se hundió. Durante unas dos décadas, la estrategia del SP estuvo encaminada a capturar la base del

numeroso de exvotantes del PvdA optó esta vez por el GL.En la campaña, el SP intentó hacer de la sanidad, que durante años

una cuestión central, pero no lo consiguió. El SP no solo dejó de lado el

sentimientos contrarios a la inmigración. Un diputado del SP declaró que el partido está a favor de primero nuestros trabajadores y que apoya la implantación de un sistema de permisos de trabajo dentro de la Unión Europea. Cuando la clase obrera neerlandesa, y en particular sus sectores más precarizados y pobres, se compone cada vez más de personas de color y mujeres, el SP ha sido incapaz de obtener su apoyo.

La importancia del antirracismo y la renuncia de los partidos de iz-

de dos partidos nuevos. Uno de ellos fue Artikel 1, así llamado por alu-sión al artículo primero de la Constitución neerlandesa, que declara que toda persona tiene derecho a un trato igual. El antirracismo, así como el feminismo son temas centrales de este partido. Artikel 1 es excepcional por el papel destacado que desempeñan en él las mujeres y las personas de color. Sin embargo, este partido se constituyó muy poco antes de las elecciones y no logró ningún escaño. El 0,3% de los votos que recibió parece indicar que tiene potencial para un crecimiento futuro y tiene previsto participar en las próximas elecciones municipales.

piensa. Este partido lo fundaron dos exdiputados del PvdA de origen turco y obtuvo dos escaños. Denk combina un programa socioeconómico de centroizquierda con la oposición a la islamofobia. A menudo se ataca a este partido por considerarlo una marioneta del presidente turco Erdogan y por su su-puesta indulgencia con el fundamentalismo islámico. No cabe duda de que muchos de estos ataques están motivados por el racismo y la islamofobia, si bien es cierto que el partido se calla sobre cuestiones como el creciente autoritarismo en Turquía. También ha acusado a una diputada del SP de tener vínculos con una organización terrorista (en referencia al PKK) por su apoyo a los derechos de los kurdos. Denk atrajo, en particular, a muchos votantes de ascendencia turca que antes apoyaban al PvdA.

El SP es el único partido implantado a escala nacional que se opone di-rectamente a la política económica neoliberal. Sin embargo, está atrapado


entre su deseo de ser el partido de la protesta social, que fue el rumbo

participa en coalición con partidos de derechas. Otra cuestión crucial con la que brega el partido es el orden tecno-

crático impuesto por la UE y los límites que ello implica, incluso para políticas socialdemócratas. La clase dominante neerlandesa ha apoyado desde el principio la creación de un mercado común europeo. Los Países Bajos fueron uno de los seis miembros de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, la predecesora de la UE, y actualmente es el segundo país que más exporta en la UE. Más de la mitad de sus exportaciones y reexportaciones se quedan en la UE. Las propuestas del SP en materia de reforma de la UE, como la anulación de las normas presupuestarias que impone a los Estados miembros y la cesión a los gobiernos nacionales de un mayor control sobre sus políticas económicas, no serán aceptadas por la clase dominante neerlandesa y europea.

El No en el referéndum sobre la Constitución europea en 2005 mostró que cunde un amplio descontento en los Países Bajos con respecto al pro-yecto europeo. Los motivos de este no eran diversos, pero fue sobre todo un voto obrero y estuvo muy motivado por la preocupación ante el declive de los servicios sociales. El no supuso un gran triunfo para el SP, pero el partido no fue capaz de impedir que la mayoría de la clase política hiciera caso omiso del mismo. Es necesario impulsar una lucha común, a escala europea, contra la austeridad y las restricciones impuestas por la UE a

la implantación de permisos de trabajo se oponen diametralmente a esta estrategia y son contraproducentes para la lucha por una Europa diferente.

Pese a que todavía no hay acuerdo, el nuevo gobierno neerlandés se-guirá recortando los derechos sociales y atacando a los trabajadores, reforzando todavía más la posición del capital. Hay planes para seguir privatizando el sistema de pensiones y reducir los impuestos sobre los

de extrema derecha, como el PVV y ahora el FvD, seguirán prosperando si no se produce una resistencia efectiva a estos planes. Urge contar con una izquierda que no priorice a una parte de la clase obrera sobre la otra, sino que las una en luchas comunes.

Alex de Jong es codirector del Instituto Internacional para la Investigación y la Educación (IIRE), https://www.iire.org/, editor de Grenzeloos y activista en Países Bajos

Traducción:

3. PLURAL



Austria: Tiempos de cambio

Walter Baier

En el momento de escribir este texto, Austria se encuentra en una in-tensa campaña electoral. Esto no tiene por qué ser una desventaja para evaluar tendencias a largo plazo.

Desde la década de los 80 se está erosionando el sistema bipartidista compuesto por los socialdemócratas y los conservadores. En 1999, el partido de extrema derecha FPÖ, con un 27%, se convirtió en el segundo partido más votado, detrás de los socialdemócratas (33%) y por delante de los conservadores (27%). Su coalición de gobierno junto a los conser-vadores, a los que dejó el puesto de jefe de gobierno, hizo que cayeran al 10%, una caída de la que se recuperó rápidamente. En las elecciones parlamentarias de 2013, los socialdemócratas obtuvieron un 27%, los conservadores el 24% y el FPÖ un 21%.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales a principios de 2017 fue el marco en el que se dio la ampliación de las bases de la extrema derecha. En estas elecciones se enfrentaron el candidato de Los Verdes, Alexander Van der Bellen, y el candidato del FPÖ, Norbert Hofer. Es verdad que Van der Bellen ganó las elecciones con el apoyo de una amplia coalición electoral, desde los conservadores moderados hasta los comunis-tas. Pero Hofer consiguió un 46%, un resultado que hasta entonces era impensable para un candidato de extrema derecha en Austria.

Seis meses más tarde, los conservadores dieron por concluida su coa-lición de gobierno con los socialdemócratas (SPÖ). Si se da credibilidad a las encuestas, los conservadores volverán a ganar las elecciones el 15 de octubre, con lo que es muy probable que vuelvan a formar un gobierno con la extrema derecha.

Si nos preguntamos cómo se pudo dar este vuelco electoral en tan poco


tiempo, tendremos que buscar la respuesta en el carácter deformado y manipulado de la democracia austriaca.

Es vox populi -servadores quiere lograr una coalición con el FPÖ y también que existe una mayoría parlamentaria que se podía activar en cualquier momento para lograr ese objetivo. Para ello no hacía falta nuevas elecciones gene-rales, solo cambiar de socio en la coalición. El obstáculo principal está en que –tal y cómo demostró la victoria electoral de Alexander Van der Bellen– [esta alternativa] no contaba con un apoyo mayoritario entre la población. Esto lo quieren cambiar con el nuevo líder de los conserva-dores, un híbrido posmoderno de impetuosidad juvenil y una ideología extremadamente reaccionaria.

A través de una campaña sistemática de difamación hacia las y los refugiados y el islam, los medios de comunicación han estado preparando el ambiente necesario para lograr este cambio psicológico en la sociedad. Al ponerse, tanto el partido conservador como su líder, a la cabeza de estas campañas de odio y de temor, han creado la base política para su coalición con la extrema derecha. A eso hay que añadir el fracaso de los socialdemócratas. En uno de los nueve estados federales de Austria, los socialdemócratas gobiernan en coalición con el FPÖ. Al inicio de la campaña electoral, la dirección del SPÖ declaró incluso que –si se dan las condiciones– estarían dispuestos a gobernar con el FPÖ.

Entre todos los partidos populistas de extrema derecha en Europa, el FPÖ es uno de los peores. Debido a su racismo y su antiislamismo se suele denominar como un partido nacionalista. Lo que es cierto solo hasta cierto punto, porque a diferencia de otros partidos nacionalistas,

partido germano-nacional, ya que ve a los austriacos, cuya lengua es el alemán, como parte de la nación alemana 1/.

No se trata aquí de un folclore nostálgico, introducido en el programa para calmar a su base más extremista. Tal y como demuestra meticulo-samente un conocido autor austriaco, que desde hace años sigue al FPÖ, en un libro recientemente publicado, los representantes de la orientación nacional-alemana han controlado sistemáticamente la dirección del FPÖ 2/.

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1/ Literalmente se dice en el programa vi-gente del FPÖ: “El idioma, la historia y la cultura de Austria son alemanes. La gran mayoría de los austriacos forma parte de la comunidad lingüística, cultural y na-cional de Alemania”. En: “Programa del Freiheitlichen Partei (FPÖ)”. Aprobado en su congreso nacional del 18-6-2011 en

-leadmin/Content/portal/PDFs/_dokumen-

te/2011_graz_parteiprogramm_web.pdf.2/ Hans Henning Scharsach (2017): “Stille Machtergreifung. Hofer, Strache und die Burschenschaften”, citando a: Hans-Henning Scharsach: “Burschenschafter kontrollieren FPÖ” en el periódico Die Presse: http://diepresse.com/home/innenpolitik/5278058/HansHenning-S c h a r s a c h _ B u r s c h e n s c h a f t e r -kontrollieren-FPOe


-tura de fraternidades alemanas, sociedades tradicionalistas y nuevas revistas de extrema derecha, que a su vez forman la base del extremismo derechista y la agitación neonazi en el país. Se vive puerta a puerta en la misma casa.

Esto, en Austria, no es tan excéntrico como parece. El FPÖ es un partido tradicional en el sistema de partidos austriacos 3/. El naciona-lismo alemán representa a un sector de las élites austriacas y, más allá

la cultura del país.Tanto su relación con el nacionalsocialismo como el nacionalismo ale-

mán colocan al FPÖ fuera de la Constitución de la Segunda República austriaca y del orden europeo de la posguerra, incluida la UE. Este detalle, todavía inadvertido por muchos, puede adquirir una relevancia europea muy desagradable, en el escenario de la agudización de la crisis de la UE y de las crecientes ambiciones alemanas de convertirse en una superpotencia.

Hasta aquí la agenda oculta del FPÖ sobre el conocimiento silenciado que une a su núcleo duro y al ambiente cultural e intelectual de su entorno.

Pero el apoyo que recibe el FPÖ en las elecciones solo se explica por el éxito de su transformación hacia un partido de extrema derecha de nuevo tipo que combina una sociedad autoritaria, el nacionalismo étnico y un estilo populista 4/. Esta capacidad de cambiar de piel, aunque sigan siendo los mismos, la comparte con los demás partidos de extrema derecha con los que forma un grupo parlamentario en el Parlamento Europeo (entre otros Front National, Lega Nord, PVV, Vlaams Belang) 5/.

La composición del electorado del FPÖ muestra la misma imagen co-nocida de otros países: una gran parte de sus votantes son trabajadores masculinos con un bajo nivel de educación, de la periferia urbana. No se trata tanto de capas desclasadas, sino más bien de personas que se consideran como clase media, que se sienten amenazadas por el empo-brecimiento social y abandonadas por los partidos políticos tradicionales. Y tienen razón, su situación social ha empeorado mucho en la última década. La caída de los salarios ha provocado un aumento acelerado de las desigualdades sociales. El paro aumentó del 5% al 9% en el momen-

pensión se redujeron en aproximadamente un 25%.

3/ Pelinka, Anton: “Die FPÖ im internatio--

cation online, 1-1-2002, www.cco.regener-online.de/2002_1/pdf_2002_1/pelinka.pdf.4/ Véase Cas Mudde, “The Far Right and

the European Elections”, Current History Magazine 3-2014.5/ https: //de.wikipedia.org /wiki /E u r opa _ der_ Nat ionen _ u nd _ der_Freiheit#Mitglieder


3. PLURAL

Desde el punto de vista sociológico también sería falso interpretar el crecimiento de la derecha populista como un voto de clase confuso,

de la composición de clase de su electorado. Los análisis más comunes no desglosan los votos según el nivel de ingresos y tampoco por catego-rías como empresarios, ejecutivos o propietarios de patrimonio. El apoyo al FPÖ de las élites austriacas es, además, uno de los secretos mejor guardados del país y cuyo velo se levanta más bien casualmente de vez en cuando. Así, el diario vienés conservador Die Presse, en un artículo que publicó hace un año bajo el titular “Escuchad las señales”, informó de un creciente apoyo al FPÖ por parte de los miembros de la exclusiva asociación Industriales Austriacos 6/.

La consolidación de la aliena-ción populista entre los partidos y las instituciones de la demo-cracia liberal, que dejó a los ciu-dadanos expuestos a la frialdad social del mercado, y, a su vez, la población que se vengó dándoles la espalda, es consecuencia de la deformación de la democracia austriaca.

A diferencia de la tesis de que la extrema derecha populista supone una anormalidad patológica en las

expresión “de la normalidad patológica” 7/, es decir, del clima ideológico y cultural que ha sido generado por el neoliberalismo.

La tesis de la “normalidad patológica” en el capitalismo neoliberal también es útil para entender el cambio repentino de la opinión pública de Austria con respecto a las personas refugiadas, que pasó del breve verano de la solidaridad a una gran hostilidad. Los datos del Eurobarómetro muestran que esto no debería ser una sorpresa, y no solo en Austria. Ya en 1997, solo una de cada tres personas de la UE de 15 países se consideraba “en absoluto racista”, otro tercio era “algo racista” y el último tercio se declaró abiertamente racista. El 20% de la gente entrevistada apoyaba “una repatriación completa de todos los inmigrantes”, algo que superaba, en ese momento, las demandas de los partidos de la extrema derecha.

Dicho de otra manera, en lugar de situarse fuera del mainstream neoli-beral, la extrema derecha populista expresa una radicalización ideológica de los propios valores del neoliberalismo.

Esta radicalización no es una reacción espontánea a la crisis. Todo lo

6/ Véase “Die Presse”, 2-5-2016, http://diepresse.com/home/wirtschaft/econo-mist/kordiconomy/ 4978742/ Hort-die-

Signale-der-FPO? _vl_backlink=/home/index.do7/ Véase Cas Mudd: a.a.O.


contrario: ha sido avivada por los grandes medios de comunicación y por la industria cultural. También en el caso del racismo: las ideas dominantes son las ideas de la clase dominante que reaccionó con los medios de los que disponía a las circunstancias cambiantes.

El actual sistema de partidos de la Segunda República de Austria

cambio tipo golpe de Estado en la dirección del partido y la asunción de una política populista, es probable que hayan encontrado una estrategia para su supervivencia a corto plazo. Por otra parte, el futuro de la so-cialdemocracia austríaca es muy cuestionable. Si deja de ser un partido de gobierno, la lucha en torno a su patrimonio, a la dirección del partido y la relación con el FPÖ se agudizará.

En esta precaria situación de la democracia austriaca surge la cuestión de las alternativas. La socialdemocracia y Los Verdes han demostra-

do ser incapaces de presentar un programa alternativo creíble que tome como punto de partida los intereses de la mayoría de las personas que viven en Austria. Es de suponer que castigados por el electorado.

Pero también las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia y Los Verdes no están adecuada-

mente preparadas para la inminente confrontación que se avecina. Deben cambiar su lucha contra el populismo de derechas. Deben pasar de la

-

las personas que se sienten abandonadas por la política gubernamental. El campo de batalla decisivo con la derecha radical es en torno a temas sociales: hacer frente al desempleo masivo, al desempleo juvenil y la escasez de vivienda.

La derecha populista no es una fuerza antisistémica. Su proyecto de reemplazar la democracia liberal, los derechos humanos, la liberación de la mujer y el Estado de derecho por un Estado con un líder fuerte auto-ritario es en interés de la clase dominante. En la lucha con el populismo

humanos y el Estado de derecho, pero también lucha contra los abusos, la manipulación y las restricciones por parte de las élites gobernantes. No se puede defender la democracia en una alianza con los poderes go-bernantes, sino en oposición a ellos.

La defensa de la democracia a nivel nacional no es asimilable al na-


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ante exigencias del nacionalismo. La idea de tener que elegir entre la democracia en el contexto nacional, por un lado, y el fortalecimiento de la

democrática, también debe defender la democratización del proceso de integración europea.

Las reacciones de una gran parte de la población de los Estados europeos ricos, así como de Austria, muestran hasta dónde se ha envenenado el sentido común con el eurocentrismo, y cuán poco está preparado para la transformación objetivamente inevitable de la sociedad mundial. Sin un cambio en el pensamiento cotidiano y en la cultura (incluida la clase obrera) en los centros capitalistas no será posible ni el progreso democrá-tico y cultural, ni se podrá detener la inminente regresión a la barbarie, objetivo de los partidos de extrema derecha.

También en Austria, la solu-ción de la crisis política se sitúa más allá de la socialdemocracia, es decir, se requiere la construc-ción de una fuerza política popu-lar, progresista, formada y con-

continuación del curso neoliberal actual como a los nacionalistas y a la extrema derecha. Esta es

una cuestión que va mucho más allá de las próximas elecciones. Es alen-tador el hecho de que para las elecciones se haya constituido una alianza formada por la organización juvenil expulsada de Los Verdes, activistas izquierdistas de la socialdemocracia y del Partido Comunista, que se presenta bajo el nombre de “KPÖ plus”. Que de ahí pueda surgir la ne-cesaria nueva formación de la izquierda radical en Austria está por ver.

Walter Baier es economista, editor de Volksstimme y forma parte de Transform! Europe

http://www.transform-network.net/es/

Traducción:



Alemania: Erosión de los grandes partidos, giro a la derecha

Angela Klein

el país económicamente más fuerte y dominante de la Unión Europea.Los dos partidos que hasta ahora gobernaban en una gran coalición

se han estrellado en estas elecciones: la Unión CDU/CSU (26,8%) tuvo

también ha disminuido has-ta un 20,5%, su mínimo his-tórico absoluto, y ha perdido 1,8 millones de votos. Este es un claro rechazo político de la gran coalición, con una mayor participación electoral (del 71,5 al 76,2%). La Unión perdió 1,3 millones de votos a favor del FDP, el Partido

Liberal, y casi 1 millón a favor de la AfD, de extrema derecha. El SPD ha dividido su pérdida de casi 2 millones de votos de manera relativamente uniforme: entre 400-450.000 votos para el FDP, Die Linke, la AfD y algo menos para Los Verdes. La ruptura de la gran coalición ha provocado un giro hacia la derecha a nivel político-parlamentario. La extrema derecha y su partido AfD, que en las elecciones anteriores quedó a un paso de entrar en el Bundestag, ha podido recoger un 12,6% de los votos. La mayoría de ellos (1,8 millones) viene del campo de no votantes y de varios pequeños

-cratas cristianos, y cerca de 400.000 del SPD y Die Linke, respectivamente. Ahora es la tercera fuerza más votada del nuevo Bundestag.


Pero también el retorno del FDP al Bundestag –en 2013 no pudo en-trar–, con un 10,7%, debe ser visto como un giro a la derecha. En el tema de los refugiados quiere limitar el tiempo de protección de los refugiados y crear una ley de inmigración basada en el modelo canadiense. En lo

que países como Grecia puedan ser suspendidos de la eurozona y quiere abolir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES) a largo plazo. Por tanto, en ambas cuestiones se da una carrera entre la CSU de Baviera, el FDP y la AfD sobre quién hace propuestas más derechistas. El FDP no quiere saber nada sobre el cambio del modelo energético.

Con un 8,9%, Los Verdes son el grupo más pequeño del nuevo parla-mento. Dado que el SPD todavía señalaba en la noche electoral que ya no estaba disponible para una gran coalición, y como todos los partidos excluyeron una coalición con la AfD, solo queda una llamada coalición a la “jamaicana”, es decir, negro-verde-amarillo. Es previsible que Los Verdes sean los que más tengan que ceder. Actualmente se dan el aire de estadistas y se muestran como garantes de un gobierno estable.

La AfD surgió como una oposición conservadora burguesa a la política europea que el gobierno federal de la época, CDU/CSU y FDP, realizó

refugiados) cambiaron. Se constituyeron como un partido portavoz del movimiento patriótico europeo contra la islamización de Occidente, y sus temas principales son detener la entrada de inmigrantes y el odio contra los musulmanes. Sus fundadores originales abandonaron el

corrientes derechistas que toleran abiertamente posiciones nazis y an-

de las distintas corrientes antes de las elecciones, pero inmediatamente -

damentalmente en torno a la cuestión de si, en un futuro previsible, la AfD se establece como oposición para atraer a los insatisfechos con sus ideas de ultraderecha y fascistas hasta que sea tan fuerte que pueda impedir el funcionamiento de un gobierno, o si debe buscar una participación gubernamental tan pronto como sea posible. La primera corriente está presidida por la expresidenta del partido Frauke Petry, quien se ha comprometido a crear un “cambio de tendencia conservador” en Alemania en 2021. Ella anunció inmediatamente después de las elecciones que no entraría en el grupo parlamentario de la AfD en el Bundestag y que también abandonaría el partido. Quiere construir un nuevo partido. Las posibilidades de que tenga éxito en este aspecto son pocas, según las experiencias de su predecesor y fundador de la AfD Bernd Lucke. Tampoco está claro si el ala fascistoide puede mantenerse tras una escisión en la AfD.

La AfD obtuvo resultados de dos dígitos en Alemania del Este, en Berlín, pero también en Baviera y Baden-Wurtemberg, y en Sajonia se

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ha convertido en el partido más fuerte. En Alemania Oriental se pue-de decir que hay un profundo resentimiento contra la CDU, que había prometido al mismo tiempo hizo todo lo posible para que 27 años después de la

bajos que en Occidente, incluso en el sector público, y el 90% de los acti-vos en Alemania Oriental está en manos de Occidente. Incluso un punto de partida para el desarrollo industrial independiente en el Este, como la industria solar, se ha roto porque la competencia de China era más barata. Estas razones, por supuesto, no se aplican a los dos estados del sur de Alemania, que están entre los más ricos de la república.

Los mejores resultados de la AfD corresponden a las grandes pérdi-das de la CDU/CSU. En los tres estados orientales de Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, así como en los dos estados meridionales de Baviera y Baden-Wurtemberg, la Unión tuvo la mayor pérdida de votos. Esta es una derrota amarga, especialmente para la CSU en Baviera, que ha tratado de evitar las pérdidas hacia la AfD con una política muy dura contra los refugiados.

A la burguesía le ha ido bien con la gran coalición, pero desde su partido hay fuertes críticas contra Angela Merkel, ya que dicen que ha convertido a su partido, del que es presidenta, en un partido socialdemó-crata y ha abandonado principios fundamentales del partido aceptando el matrimonio entre personas del mismo sexo: Angela Merkel permitió la libertad de voto en el Parlamento a sabiendas de que, aunque ella votó en contra de la ley, esta iba a salir adelante con los votos del SPD, Die Linke y Los Verdes.

Las pérdidas del SPD se explican simplemente por el hecho de que no han propuesto otra opción de gobierno que no sea la gran coalición. Cuando se eligió a Martin Schulz como cabeza de lista en febrero de este año, por un breve tiempo generó la impresión de que quería aban-donar las políticas de la Agenda 2010, convirtiendo el lema de la justicia social en su grito de guerra. Inmediatamente, el SPD subió hasta 10 puntos porcentuales en las encuestas y su candidatura tuvo un gran

la ruptura con la Agenda 2010. Las concreciones que proponía para la justicia socialde televisión con Merkel pareció más ser su compañero de partido que su oponente. Desde ese momento cambió el estado de ánimo contra la gran coalición.

Los dirigentes sindicales quieren que la gran coalición continúe. Pero lo que el SPD ha podido imponer en la gran coalición ha sido bastante poco. Lo más importante, la introducción de un salario mínimo legal por primera vez en la historia alemana. No se puede sobrestimar su importan-cia estructural para estabilizar los salarios en los sectores precarizados. El gobierno federal se impuso frente a las protestas masivas por parte


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del capital, pero su importe es ridículo: actualmente es de 8,84 euros la

Los éxitos que el SPD logró en el tema de las pensiones fueron de doble

Seguridad Social, es predominantemente para los empleados masculi-nos de larga duración en las grandes empresas, que pueden demostrar una vida laboral ininterrumpida. Los empresarios lucharon ferozmente contra esta medida, pero también es cierto que los sindicatos se dejaron comprar con ella y dejaron de luchar contra la jubilación a los 67 años. La pensión para las madres, que impusieron los cristianodemócratas como contrapunto a la jubilación a los 63 años (ahora se contabilizan 2 años por cuidados de hijos), se paga del seguro legal de pensiones,

ministra socialdemócrata del Trabajo, Andrea Nahles, se ampliaron las pensiones de empresa como segundo pilar del sistema de pensiones,

fondos de pensiones conjuntamente con los empresarios, lo que segura-mente amortiguará su determinación a la hora de defender la Seguridad Social pública.

El debilitamiento estratégico de la posición de las y los trabajadores y de los sindicatos se ve aún más claro con la nueva legislación sobre la negociación colectiva que la gran coalición impuso, también, con la participación de los grandes sindicatos. En el caso de la existencia de varios sindicatos en una empresa (por ejemplo, en los ferrocarriles, ae-ropuertos u hospitales), el convenio colectivo negociado con el sindicato más grande será de obligado cumplimiento para todos. Está dirigido a

como los conductores de tren, los pilotos o los médicos, que tienen mucha fuerza gracias a su posición estratégica en las empresas y que siempre han podido evitar la pérdida de sus privilegios en los últimos años. La participación del SPD en la gran coalición ha contribuido a que los sin-dicatos se hayan involucrado más en una cogestión de la transformación neoliberal a largo plazo del sistema social.

Die Linke (La Izquierda) ha mejorado ligeramente su porcentaje de vo-tos, hasta el 9,2%. En esta ocasión ha superado el 5% en todos los estados federales occidentales. Los resultados de Die Linke en las ciudades-estado de Hamburgo y Bremen, así como en el Sarre con, respectivamente, más del 12 y del 13%, han sido muy buenos. En Berlín se ha convertido en el segundo partido más fuerte, con casi un 19%. Entre los votantes meno-res de 30 años, su porcentaje es del 11%, por encima del promedio. Sin embargo, esto no puede ocultar el hecho de que ha perdido mucho en los estados orientales, con pérdidas máximas en Turingia y Brandenburgo, donde, junto con el SPD, representa al gobierno estatal. Es evidente que ya no es percibido como el Partido del Este que asume los intereses de la población de Alemania del Este de una manera especial.


Económicamente, la situación en Alemania es contradictoria. Por un lado, el producto interior bruto ha crecido ligeramente, pero de manera cons-tante, desde 2010. También ha habido un repunte en el mercado laboral: durante tres o cuatro años, los salarios reales han vuelto a subir, después de caer o estancarse constantemente en la primera década hasta 2013.

(el nivel más bajo desde 1990) y la tasa de empleo está en el nivel histórica-mente más alto. Sin embargo, el precio de ello es una creciente proporción (el 20% de la mano de obra e incluso más del 30% en el este de Alemania) de personas que ganan menos de 10 euros por hora. Las arcas del presu-puesto del gobierno federal y de algunos estados federales están llenas,

federales como Renania-Westfalia, Bremen y Sarre están altamente en-deudados. La mitad del PIB va ahora a la exportación. Los excedentes de

exportación han subido a 256 millones de euros en 2016. Incluso la Asociación Federal de la Industria Alemana lo considera peligroso. Es jugar con fuego.

Al mismo tiempo, y por otro lado, 25 años de políti-ca de privatizaciones tam-bién han dejado su huella en Alemania. Las infraestruc-

turas están cada vez más deterioradas: el ferrocarril de alta velocidad cuenta con un nuevo tren con el que se llega en 4 horas de Múnich a Hamburgo, pero los trenes regionales para los desplazamientos diarios son caros, hay hacinamientos o se suspenden por completo debido a que el maquinista está enfermo o porque el mantenimiento de los trenes es

-vertido en una palabra extraña en el sector ferroviario–. Alrededor de 6.000 puentes de carretera en Alemania están defectuosos, entre ellos 78 puentes de autopista: el hormigón se desmorona. Según los medios

maestros, sobre todo en la enseñanza primaria, en este nuevo año es-colar, y uno de cada siete adultos es analfabeto funcional. El sindicato Ver.di amenaza con una huelga porque los hospitales carecen de personal de enfermería de forma crónica. Faltan alrededor de 150.000 viviendas, principalmente viviendas asequibles, ya que el sector público se ha salido de la vivienda social, al mismo tiempo que los alquileres en las grandes ciudades han subido a niveles récord en los últimos años. Las medidas


3. PLURAL

contra las subidas de alquiler adoptadas por la coalición no funcionan. Las

la expansión de las infraestructuras en manos de empresas privadas, que luego se declaran en bancarrota si sus ganancias no se desarrollan como se esperaba y hacen que el gobierno tenga que rescatarlas. Esta es la razón por la que la expansión de las redes eléctricas inteligentes, la infraestructura para los coches eléctricos y la construcción de redes de

Desde el inicio del gobierno de Schröder/Fischer, la desigualdad social ha seguido aumentando. Alemania es, junto a Grecia y Portugal, el país de la UE donde la desigualdad de ingresos antes de impuestos y transfe-rencias sociales es más alta, mientras que el crecimiento de los salarios reales es el más bajo. También existe la mayor brecha de ingresos entre hombres y mujeres. La desigualdad en la renta es aún más marcada: el 10% de los hogares dispone de la mitad del ingreso global. La proporción de personas en riesgo de pobreza es ahora del 16%, la pobreza infantil del 19% y en el este de Alemania del 25%. Una situación que se hereda. A pesar de la buena coyuntura, el número de desempleados de larga duración ha sido casi constante durante los últimos ocho años (aproxi-madamente el 36%), el sistema escolar clasista impide que los niños de las clases populares vayan a la educación secundaria. El 6% abandona los colegios e institutos sin graduarse.

La suma de estos factores no solo produce divisiones que impiden el

-quier cosa para mantener su puesto de trabajo, y el creciente número de trabajadores con salarios bajos que, a veces, tienen varios minijobs, con jornadas laborales interminables, pero que, sin embargo, tienen que

de mes (esto afecta a casi 600.000 personas). Esto también produce un estado de ánimo que se caracteriza por una

mezcla de encerrarse en el ámbito personal, un descontento pasivo con todo lo que no funciona, el miedo al futuro y una efímera esperanza de que lo vamos a lograr, gracias a las fuertes exportaciones y la orientación hacia la alta tecnología de la industria alemana. Se sabe más o menos que su éxito se logra a expensas de otros países. Pero casi nadie tiene una idea de cómo podría ser de otra manera. La mayoría –incluso de los trabajadores y las trabajadoras– cree que mantener la posición de lide-razgo en la competencia internacional es la única manera de no tener que compartir el destino de los países del sur de Europa. Quieren seguir siendo campeones mundiales.

En su campaña electoral, la canciller federal emitió esencialmente el lema: “¡Sigamos así!”. Hizo hincapié en lo bien que vive la gente en Alemania


en comparación con otros países y regiones. Esto es peligroso porque no es así para todas las personas. En su campaña electoral en el este de Alemania, en algunas partes, Merkel fue recibida con un odio abierto. Pero no habrá un punto y seguido después de las elecciones.

La buena fase de la economía no durará para siempre, sobre todo porque no se ha solucionado ninguno de los problemas económicos es-tructurales: sobrecapacidad industrial, falta de control de los mercados

de inversión productiva para el capital, falta estructural de empleos seguros, etc.

Al mismo tiempo, sin embargo, se dan los primeros signos de que el modelo industrial alemán, cuya columna vertebral es la industria del automóvil, no tiene futuro. El Dieselgate es mucho más que una ma-niobra de fraude a gran escala. Es la prueba de que el diésel no es una alternativa a la gasolina porque no hay diésel limpio. La gasolina es la principal responsable de las altas emisiones de CO2, el gasóleo de los altos niveles de óxidos de nitrógeno, por lo tanto, de las partículas nocivas en las grandes ciudades. Sus concentraciones han aumentado y los alcaldes, en parte, no ven otra posibilidad que imponer una prohibición de trán-

está reconocido que no hay más alternativa que el coche eléctrico, pero se prevé un tiempo de transición muy largo y se sigue incrementando la fabricación de coches para uso privado, mientras que la opinión pública ya habla de cómo podría ser la movilidad sin coche. Para el balance cli-mático, continuar con la producción en masa de automóviles con motor eléctrico es un desastre a causa de que la electricidad renovable por sí sola no puede cubrir la demanda y, por lo tanto, se tendrán que mantener las centrales eléctricas de lignito más allá de la fecha límite prevista (2050).

Nos encontramos, pues, en medio de un cambio estructural que debe ir acompañado de un cambio de sistema social para que sea compatible con los objetivos del clima acordados en París y con las necesidades sociales de la población. La combinación de ambos aspectos hace posible no solo reaccionar defensivamente a la gestión de crisis capitalista, sino también introducir alternativas ecosocialistas en las luchas en curso. El objetivo principal es la conversión de la producción y la creación de puestos de trabajo en nuevas áreas.

Esta cuestión ya no es solo teórica, sino también práctica. Así, las acciones de desobediencia civil del colectivo Ende Gelände (Hasta aquí y no más) contra la extracción de carbón en Lausitz/Brandenburgo y

energía IGBCE. Especialmente, este último intentó enfrentar a los tra-bajadores de RWE (empresa de energía) con el campamento ecologista en

públicos conjuntos en los que también participó la población local. Estos debates deben continuar. Dentro del sindicato Ver.di (servicios públicos)


3. PLURAL

se ha puesto en pie una iniciativa sindical dirigida a los empleados de las empresas eléctricas y de las administraciones municipales que tienen participaciones en RWE y que pagan parte de sus presupuestos con los dividendos que obtienen de RWE. Las protestas contra la contaminación por partículas nocivas en algunas grandes ciudades tienen un potencial similar.

Otra área en la que las luchas en las empresas tienen que conectarse con alternativas sociales para tener éxito es la lucha contra la emer-gencia sanitaria en los hospitales. El sindicato Ver.di está tratando de forzar nuevos acuerdos salariales mediante un convenio colectivo, pero un primer intento en el hospital Charité de Berlín apenas trajo mejoras. En Hamburgo se ha establecido una alianza que, junto con los pacientes

-chas laborales con movilizaciones sociales, por temor a una denuncia de huelga política, que está prohibida en Alemania. Los cuidados son algo que afecta a la opinión pública. También ofrece al movimiento de mujeres, o lo que queda de él, la posibilidad de que las feministas luchen juntas con enfermeras, educadoras y demás por una actualización radical del trabajo de reproducción. Un inicio de esto es la alianza Bündnis Care Revolution, pero sigue siendo muy débil.

Sin embargo, la mayoría de las luchas son defensivas, aunque, a veces, son muy exitosas. Esto lo vemos en las luchas contra las privatizaciones de servicios públicos como la electricidad y el agua. Aquí, en algunas ciudades, se ha logrado revertir la privatización con la ayuda de los referendos ciudadanos. También, la gran movilización contra el TTIP pertenece a esta categoría. Por otra parte, las luchas defensivas en el mundo laboral, en particular contra las miserables condiciones laborales y los bajos salarios, pero también respondiendo al mobbing contra los co-mités de empresa o incluso la prohibición de las actividades sindicales, se quedan muchas veces aisladas, aunque los trabajadores tienen la opinión pública de su parte. En el caso de los pilotos y los maquinistas de trenes, por otro lado, los empresarios han logrado movilizar a la prensa contra

privilegios, pero los salarios de miseria no son aceptados en la sociedad.

El tema dominante sigue siendo la justicia social. Las organizacio-nes que tienen una estrategia creíble para romper con la Agenda 2010, todavía tienen un fuerte apoyo social. Si el SPD hubiera seguido esta línea en la campaña electoral, hubiera tenido muchos más votos y podría haber reemplazado a la Unión (CDU/CSU), al menos como generadores de opinión. El partido Die Linke dice claramente que “Hartz IV debe desaparecer” y también tiene buenas propuestas para devolver la justicia social, pero tiene un problema: no existe una opinión mayoritaria en la sociedad a favor de una alianza rojo-rojo-verde y las experiencias a nivel de estados, donde Die Linke está involucrada en el gobierno como en


Turingia o ahora de nuevo en Berlín, no son buenas, puesto que Die Linke ha olvidado rápidamente sus nobles promesas y persigue la realpolitik.

El hecho de que el camino a la izquierda esté bloqueado, mientras que al mismo tiempo la situación objetiva urge un cambio, hace posible el as-censo sostenido de la extrema derecha. También en la campaña electoral hubo fuertes movilizaciones contra la AfD (que en Colonia apenas pudo hacer campaña en la calle), pero esto no impide su crecimiento electoral. No vamos a poder acabar con la AfD si nos limitamos a discutirle el es-pacio público y su legitimidad política, por importante que esto sea. Die Linke debe quitarle la base mostrando que existen otras alternativas aplicables.

Angela Klein forma parte de la redacción del periódico SoZ


Ángel García Pintado

Ninguna revolución de todas las habidas en la historia universal con-gregó tanto talento ni deparó una densidad creativa y progresista como la que tuvo lugar en el primer periodo de la Revolución bolchevique en Rusia.

A la llamada del comisario del pueblo para la Educación, Anatoli Lunacharsky 1/ para que los artistas rusos se sumaran a la tarea de colaborar activamente en la creación de un nuevo orden cultural, respon-den sobre todo los que lideraban ya, dentro y fuera de Rusia, los ismos revolucionarios en arte y literatura que desde principios del siglo XX estremecían Europa. Se aprestan a subirse a esa locomotora marxiana creadores rusos como el poeta y dramaturgo Maiakowsky con sus futuris-tas, Essenin con sus poetas imaginistas, arquitectos y urbanistas como los hermanos Vesnín, o Ginzburg…, acompañados de pintores y escultores como Kandinsky, Chagall, Gabo, Pevsner, Malevich, Tatlin, El Lisistky,

de ese partido bolchevique en ascenso meteórico que ha tomado el poder, los artistas tradicionales, académicos, naturalistas, realistas, o como se les quiera llamar, dispuestos a esperar su momento histórico.

Los artistas que respondieron a la invitación del comisario eran muy conscientes de que su papel iba a ser dotar a esa revolución, que tanta

esperanza popular como desasosie-go burgués había despertado en el mundo, de una iconografía propia,

Montarse en ese tren estaba lejos de ser una actitud frívola, cómoda o dubitativa. Si Kandinsky había dado con el arte abstracto tras su paso

Der BlaueReiter (El Jinete Azul), de Múnich, fundado con su colega Franz Marc, iba a tener ocasión de desarrollar sus hallazgos en este inédito caldo de cultivo que ahora su propio país le brindaba.

4. FUTURO ANTERIOR

1/ Lunacharsky, veterano militante del Partido Bolchevique, había conocido a

por la hermana de Lenin, entró clandesti-namente en Rusia antes de la Revolución de Octubre y luego fue encargado de lla-mar y aglutinar a los artistas e intelec-

tuales rusos. Su cultura era enorme, podía expresarse en más de diez idiomas, entre

gustos grecolatinos, tuvo no obstante el acierto de saber ver la importancia artísti-ca e histórica de las vanguardias. Escribió teatro y ensayos.


Y los hermanos escultores Naum Gabo y Antoine Pevsner, que ya habían enunciado los principios de una nueva tendencia llamada cons-tructivismo, podrían confrontarla a los impulsos y trabajos de los jóvenes compatriotas que se encargarían de insertar ese constructivismo en las entrañas icónicas de la revolución, y que con sus versiones productivis-tas e industrialistas o utilitarias de esa tendencia instalaban un debate efusivo no exento de cortantes aristas.

Luego está el suprematismo inventado por Kasimir Malevich, quien había llegado al peso cero de la pintura (sus obras “Cuadrado negro sobre blanco”, o “Rojo sobre negro” y los etcéteras). Y está como contrapunto el

personalidad ruso-judía que fue Marc Chagall.A todos, el Narkomprós 2/ de Lunacharsky les encarga una misión

pedagógica y organizativa, en Moscú, Petrogrado, Vitebsk… Se crean

artistas se encargan de la escenografía urbana de las grandes ciudades, en la celebración de efemérides como las de Octubre o el Primero de Mayo, escenografías que le hacen exclamar a una humilde y asombrada anciana: “¡Nos quieren hacer adorar al diablo!” 3/, lo que expresa como nada el estupor con que un pueblo, analfabeto en su mayoría y habituado a mirar cotidianamente iconos religiosos, recibía al nuevo arte.

Aunque en el periodo que permaneció en la Rusia bolchevique Vasili Kandinsky produjo poca pintura, en comparación con otras etapas de su vida, su actividad fue intensa en tareas administrativas y pedagógicas (la reorganización de los museos rusos se debe a él).

En 1917, Kandinsky ya era un hombre maduro (51 años). En su curricu-lum revolucionario ha de incluirse además su enseñanza en la Academia de las Artes de Moscú junto a otros colegas como Malevich o Pevsner. De joven había estudiado Derecho, Ciencias Económicas y Etnografía en la Universidad moscovita. A partir de 1918 se encarga de reformar el sistema educativo de las escuelas de arte y en 1920 participa en la fundación del Instituto para la Cultura Artística.

Octubre, titulada Sobre lo espiritual en el arte, generan bastantes suspi-cacias entre los constructivistas, y ese espiritualismo –tan de la época por otra parte–, ese idealismo, le valen el ser tachado por algunos de individualista burgués. La van-guardia llamada a imponerse du-rante unos años –al menos hasta

derrotada por el estalinismo, no se

2/ Comisariado Popular para la Instrucción Pública, fue creado por Lunacharsky en 1917. Dividido en varias secciones para el fomento del arte, la cultura y la pedagogía. Krupskaya, la compañera de Lenin, se en-carga de una de ellas, cuyo primer objetivo es alfabetizar al pueblo ruso.3/ Citado por Jean-Michel Palmier en Lenine, l’art et la revolution. París, Ed. Payot, 1975.

4. FUTURO ANTERIOR


-lucionario que estaba construyendo, como suelen hacer los pintores ante su caballete. No percibieron, por tanto, que ambas búsquedas y logros –los de Kandinsky y los del constructivismo de tendencia productivista, utilitaria e industrialista– no eran incompatibles entre sí, insertos como estaban todos ellos en la tarea revolucionaria.

estos de un Plan de Propaganda Monumental que chocaba con la manera

el creador del abstracto abandona Rusia atendiendo a la invitación del arquitecto Gropius, director y fundador de la Bauhaus de la República de Weimar, para que vaya a enseñar en dicha escuela, clausurada después por el Führer.

Otros, como Chagall, o los hermanos Gabo-Pevsner, abandonan Rusia por las mismas fechas. El éxodo les zarandea por diversas ciudades de Europa y de EE UU.

Chagall es otro participante activo en la Revolución del 17, nombrado comisario de arte para la región de Vitebsk –su patria chica, actual Bielorrusia–, donde funda la Escuela de Arte de Vitebsk (1919). Allí también está El Lissitsky, que ha ideado rascacielos horizontales, y el suprematista Malevich, también profesor de esta escuela, con el que mantiene encendidos debates sobre compromiso político y el papel del arte y del artista en la Revolución.

Chagall se muda a Moscú en 1920, con sus criaturas surreales, sus aldeas coloristas, sus violinistas, campesinos, animales y gentes volando, en una burla amable y genial a la ley de la gravedad.

Algunas de sus frases: “No trabajo para ganar dinero, sino para justi-

destruidas. Sus habitantes vagan por el aire en busca de alojamiento”.En Moscú dirige el Teatro Judío Estatal y el propio Lenin le sugiere que

en 1923, y huyendo del nazismo desemboca en EE UU.-

rio en sí, el cual posee sus leyes propias, es Naum Gabo, a quien debemos la paternidad del término y concepto constructivismo (el talento artístico al servicio de construcciones materiales). Nunca llegó a sospechar Gabo

-nición, llegando a imponer un constructivismo productivistase encuentra Tatlin, cuya maqueta –destruida en el estalinismo y luego reproducida– de su espléndido proyecto, nunca realizado, Monumento-Sede de la III Internacional no puede faltar en las exposiciones sobre

EFIGIE EN ROJO. LOS BOLCHEVIQUES DEL ARTE


todo aquel arte que no tuviera una aplicación inmediata en la vida social.Junto con su hermano Pevsner, Gabo da a conocer un -

lista, título que no deja de contener cierta ironía, pues como “realista” se -

percibe como realidad aparente. Mientras que ellos, los Gabo-Pevsner, hacen avanzar el nuevo concepto de abstracción en las formas materiales, el informalismo. Acaso porque ese “vacío opuesto a la plenitud”, como

entendía como tal.Ambos escultores y hermanos enseñan en el año 1917, junto con

Kandinsky y Malevich, en la Escuela de Bellas Artes de Moscú. Gabo

Cubofuturistas, expresionistas, futuristas, abstractos, constructivistas, suprematistas… Y frente a ellos los artistas del realismo académico, los

en la sala de espera, con variados grados de hervor en la sangre. O el Prolekultz, “asociación de artistas proletarios” que defendían eso: un arte proletario, un producto entendible y digerible por el pueblo ruso, y a los que Trotsky, que, por lo demás, en aquella época tampoco digería muy bien el nuevo arte, deslegitimó, advirtiéndoles –cierto que con bastante optimismo– de que dentro de pocos lustros, cuando todos los medios de producción estuvieran en manos del pueblo y las clases hubiesen desa-

proponiendo sustituir la etiqueta por la de “cultura humana”.En ese debate latente sobre la comprensión o no del nuevo arte y de la

nueva cultura, Lenin tiene una réplica razonable cuando alguien requiere su opinión: “De esto no entiendo mucho. Preguntad a Lunacharsky”, res-pondía invariablemente el líder, quien reconocía tener gustos clásicos o tra-dicionales en música, poesía, pintura, teatro…, pero admitía, respetaba o toleraba aquellos experimentos en los que Rusia parecía ir a la vanguardia.

Teóricos de la cultura como el menchevique Plejánov 4/ habían paten-tado la idea, para consumo de los marxistas del ancho mundo, de que las

vanguardias artísticas y literarias no eran sino un producto burgués, fruto de la descomposición capita-

el carácter esencialmente revolu-cionario de dichos ismos.

Estas ocurrencias teóricas cau-saron estragos en las izquierdas y extravagantes coincidencias con la

4. FUTURO ANTERIOR

4/ Plejánov, J. El arte y la vida social. Madrid, Akal, 1975. Otra documentación sobre la incomprensión del fenómeno van-guardista: Lukács, Gyorgy: -tion présente du realisme critique, París, Gallimard (1960), y del mismo autor: Materiales sobre el realismo, El asalto a la razón o su Estética (en 4 volúmenes), to-dos estos editados por Grijalbo, Barcelona, entre los años 60-70.


extrema derecha, como cuando el tándem Hitler-Goebbels organiza esa memorable exposición pedagógica bajo el enunciado de Arte degenerado.

La incomprensión sobre el fenómeno del arte nuevo es bastante gene-ral, a un lado y otro del espectro ideológico, y los límites de este artículo impiden extenderse sobre el particular. Pero resulta imprescindible no obviar la reacción de los reaccionarios del arte y la cultura en aque-lla Rusia tras la desaparición de Lenin, con el subsiguiente ascenso de Stalin. Como paradigma baste un botón: en 1926, Eugeni Katsman, que lidera la APRR, la asociación de artistas más importante de todas

cuantas intentan desprestigiar a las vanguardias, escribe con preclaro

“Que respondan”. Ya solo su inicio nos da una idea de lo que viene a continuación: “Antes de surgir la APRR los pintores se llamaban re-volucionarios de izquierdafuturistas, suprematistas, cubistas y cezannistas. A los pintores realistas

antes de surgir nuestra asociación les llamaban derechistas, que sonaba a contrarrevolución, en todo caso algo ajeno a la revolución”.

Seguían otras lindezas como: “Los pintores izquierdistas tenían un poder enorme, inventaban sus métodos docentes, adornaban los festejos

talleres…, ¿qué han dado? Nada o casi nada. ¿Qué han dado esos artistas izquierdistas a la revolución, a los obreros y campesinos? Junto con Heine nos dan ganas de decir: Deja tus alegorías/ y vacuas hipótesis/ Dame respuestas claras/ a las malditas preguntas”.

Y los aludidos pronto respondieron. El constructivista Boris Arvatov se encarga de ello en nombre de todos. En su alegato crítico Katsman había enumerado solo a los plásticos, pero Arvatov, como buen futurista, tiene una idea total del arte y cita a Maiakovski, Pasternak, Ehrenburg, Tretiakov,

Forreguer, o los “periódicos vivos”… (en teatro), rama en la que no existe ni una sola conquista que pertenezca a los derechistas; en cine a los industrialis-

revolucionarios, de los hermanos Vesnin, de Ladovski, de Ginzburg… (aquí, “el triunfo de los izquierdistas es indudable”, alega Arvatov) 5/.


5/ La arquitectura y el urbanismo en aquellos años tuvieron una importan-

en la arquitectura más innovadora de Occidente. El concepto revolucionario de ciudad lineal –por ejemplo– salió de sus talleres. Muchas de estas ideas no pudie-

-

nancieros y luego por la política estalinis-ta, que ordenó la destrucción de muchos proyectos, por formalistas, y decretó la entronización de un estilo seudoclásico, de burocrática pesadez. Completa informa-ción en De Feo, Vittorio: La arquitectura en la URSS 1917-1936. Alianza Forma. Madrid, 1979.


En cuanto a las artes plásticas, los industriales –dice Arvatov– choca-

agravada por la lucha armada contra la reacción y la guerra civil de dos años, pero aun así son indudables los logros en aquellos aspectos que me-nos instalaciones requieren, como carteles, fotomontajes, construcciones escénicas, poligrafía (carteles de la ROSTA, a cargo de Popova, Stenberg, Stepanova, Lavinski, Rodchenko o el mismo Maiakovski). Denuncia Arvatov en su escrito que los derechistas habían saboteado la Revolución y que el trabajo de los industriales se había tenido que realizar en medio de la incomprensión. Y Arvatov se pregunta cómo se explica el éxito posterior de la derechista APRR. Ofrece nueve explicaciones o respuestas claras a las malditas preguntas, como solicitaba Katsman. Entre ellas, “sus métodos tradicionales, muy bien asimilados (el llamado realismo, que existe desde

No falta entre estas razones una alusión a la gran expansión de la NEP (la Nueva Política Económica) que en tiempos de Lenin sucedió a la econo-mía de guerra y que dio lugar a relaciones individualistas hogareñas con sus gustos correspondientes (cuadritos en casa, el museo, la exposición, etc.).

También, “la ausencia de la fotografía y de la cinematografía en color, que de estar presentes harían innecesario, absurdo, artesano, el proyecto de pin-tar la vida de los pueblos de la URSS y cosas por el estilo”.

Y Arvatov, uno de los más activos polemistas del LEF, 6/ remata con una frase tan inspirada como escla-

recedora: “Los apristas son comprensibles, no porque hayan hecho el arte comprensible, sino porque han retrocedido a las formas habituales hasta hace poco”.

Este género de polémicas ilumina el panorama sombrío que con la nueva situación política se crea tras la desaparición de Lenin. Los van-

vez por falta de perspectiva en su ojo de artista– que el verdadero enemigo no estaba en la trinchera de al lado, sino en la de enfrente.

Con la década de los 30 llegan perversiones fatales. Arrecia la persecución

todas las agrupaciones artísticas, que son englobadas en una sola controlada por el Estado.

Llega el I Congreso de Escritores en Moscú, donde se sientan las ba-

6/ LEF, Frente de Izquierda de las Artes. Colectivo que aglutinaba a los creadores futuristas, constructivistas y suprema-tistas.

4. FUTURO ANTERIOR


ses del ulterior decreto que impone un autodenominado realismo socialis-ta a todas las producciones artísticas y literarias dentro de Rusia, bajo el control del aduanero Zdhanov 7/, y que produce notorias mediocridades que exaltan al héroe en el trabajo, al líder máximo, o la obediencia a las autoridades, con la docilidad como mandato, y siempre bajo las formas de un naturalismo de cartón piedra.

Por aquellos años se perpetra la exposición Arte degenerado, que con intención pedagógica hacia el pueblo alemán organizan Hitler y su mi-nistro de Propaganda Goebbels en una galería de Múnich. En ella se exhiben con insultantes carteles burlones-explicativos obras robadas. Arte degenerado reúne 650 creaciones de Chagall, Kandinsky, Klee, Kirchner, Nolde, Grosz, Dix, Kokoschka… El responsable de las artes visuales en el Reich, el pintor Ziegler, dice: “Lo que están viendo son los productos enfermos de la locura. La impertinencia y la falta de talento. Necesitaría varios trenes de carga para limpiar nuestras galerías de esta basura”.

Por contra, los años 30 nos brindan también un hecho notable: el encuen-tro, en el último exilio de Trotsky en Coyoacán, México, entre este, el líder

toda dictadura en arte y cultura, bajo el título Por un arte revolucionario independiente

neta y contundente respuesta a lo que estaba sucediendo en la URSS.Cuando en Occidente se montan ahora exposiciones antológicas sobre

las vanguardias rusas de aquel entonces revolucionario, se producen dos

ante la puerta de estas muestras artísticas. El otro tiene signo negativo y consiste en la negación o el escamoteo con que los comisarios de turno, al servicio de la infame burguesía actual, pretenden en la redacción de sus catálogos pasar por alto, cuando no ignorar, la participación activa de esas vanguardias en el periodo revolucionario, que suele ir desde la toma del Palacio de Invierno (1917) hasta la muerte de Lenin (1924). Acaso porque lo contrario sería reconocer el valor cultural de primer orden a

-da suele ser como antecedente lógico de su ulterior estado degenerativo.

Cabe recordar aquí, con oportunidad y justicia, las palabras del lúci-do activista y escritor Víctor Serge cuando dijo que la revolución había pasado del “Estado-comuna” (con Lenin) al “Estado-prisión” (con Stalin).

Ángel García Pintado es escritor y periodista.


7/ Andrei Zdhanov, consuegro de Stalin, político y militar, inspirador del de-creto y la doctrina realismo socialista. Persiguió a las vanguardias literarias y plásticas y en concreto a toda innovación

o Shostakovich, sus víctimas más no-

torias. En el I Congreso de Escritores, 1934, que preside Maxim Gorki, arenga así a los creadores, etiquetados después por Stalin como “ingenieros de almas”:

“Haced obras de una maestría perfecta y de un contenido ideológico y artístico elevado”.

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50 años de su asesinato El Che, revolucionario sin fronteras

Daniel Pereyra

“El Che Guevara fue un combatiente, el guerrillero heroico que combatió en varios frentes de lucha contra el imperialismo y por

un marxista preocupado por los problemas teóricos de su tiempo, y fue el hombre nuevo que rechazaba los privilegios de sus cargos y que combatía el dogmatismo y el burocratismo”.

Daniel Pereyra, Revolucionario sin fronteras. El Che y la lucha por el socialismo. Diciembre 2007

Hace 50 años –el 8 de octubre– el Che Guevara, tras ser herido y cap-turado, fue asesinado por agentes de la CIA y del ejército boliviano en un apartado rincón de la selva latinoamericana. La imagen de su cuerpo sobre una humilde mesa testimonia la crueldad de sus ejecutores y el vano intento de disminuir la estatura colosal del revolucionario sin fronteras.

La juventud de Ernesto Guevara transcurrió en el marco de una cre-ciente movilización de masas, de dictaduras y revoluciones. Los años 50 en América Latina fueron escenario de acontecimientos como la revolución boliviana en 1952 o el golpe de Estado imperialista contra el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 y el inicio de la revolución cubana en 1956, entre otros.

apenas 28 años y tuvo su bautismo de fuego como combatiente cuando desembarcó desde el Gramma en las costas cubanas con Fidel y Raúl Castro y otros revolucionarios para comenzar una guerra de guerrillas contra la dictadura de Batista. En octubre de 1959, a pocos meses del triunfo de la revolución y con 31 años, realizó un viaje por diversos países del bloque llamado socialista, conociendo de primera mano esa experiencia de gobierno, de la que extrajo una visión sumamente crítica de la URSS.

Congo y Bolivia, además de ofrecerse para integrar la guerrilla venezolana,

Las luchas producidas en el continente desde el Bogotazo (revuelta popu-lar en Colombia en 1948, cuya represión provocó cerca de 3.000 muertes)


4. FUTURO ANTERIOR

y el inicio guerrillero en ese país se vieron reforzadas con el triunfo de la

derrota de la invasión en 1961 en Bahía de Cochinos, donde el Che tuvo una participación activa. La victoria revolucionaria cubana tuvo una gran repercusión en el campesinado y en las luchas urbanas y un efecto dominó en la extensión de la lucha armada en toda América Latina y el Caribe, en especial como forma de resistencia contra las dictaduras. Esa movilización revolucionaria se extendió a lo largo de casi dos décadas. Veinte años después de la victoria cubana se produjo el triunfo de la revolución nicaragüense. Ambas luchas acabaron con las dictaduras de Batista y Somoza.

-

de los partidos reformistas, comunistas y socialistas, así como de los movi-mientos nacionalistas, la mayoría de los cuales se opuso a las propuestas

Guerra de guerrillas jugaron un papel muy importante en ese movimiento.

Lamentablemente, el guevarismo no fue capaz de coordinar sus fuerzas para enfrentar a las burguesías locales respaldadas por EE UU: la falta

de partidos revolucionarios de ma-sas, sus diferencias políticas, sus tácticas diversas en el plano mi-litar, frenaron la unidad en la ac-ción pese a algunas iniciativas de coordinación revolucionaria. Fue notoria la carencia de una inter-nacional revolucionaria mundial.

En 1965, a los 37 años, el Che pronunció en Argel un discurso

que se hizo famoso por su denuncia de la política soviética y su deriva burocrática. Allí dijo: “Nosotros copiamos mecánicamente experiencias

un error que frenó el desarrollo de nuestras fuerzas y contribuyó peli-grosamente a uno de los fenómenos que más debe combatirse durante la revolución socialista: el burocratismo”. Consideraba decisivo impedir la formación de una capa privilegiada de burócratas. ¡Qué visión premoni-toria sobre la deriva de la Unión Soviética conducida por la burocracia estalinista hacia el capitalismo!

Tras el rechazo del PC venezolano a que fuera a combatir a ese país, y al no visualizar otras perspectivas en América Latina, orientó su visión al continente africano donde se entrevistó con varios líderes revoluciona-rios. Poco después se puso al frente de un destacamento de combatientes cubanos con los que llegó al Congo ese mismo año 1965, apoyando a los


revolucionarios de ese país que enfrentaban una potente intervención de mercenarios belgas y de la CIA.

convicción de la necesidad de impulsar la revolución mundial socialista, adoptando una postura crítica de los países socialistas controlados por la burocracia soviética.

-

de convertirse en una “caricatura de revolución”. Por otra parte, insistió en la necesidad de enfrentar al imperialismo a nivel mundial, a través de una coalición de los países socialistas y los movimientos revolucionarios.

En 1961, la revolución congoleña había sufrido un terrible golpe. Su dirigente histórico, Patricio Lumumba, fue asesinado por mercenarios belgas. El Che constataba en el libro El año en que estuvimos en ninguna parte esa situación de crisis, contraria a los informes con que contaba: “La característica del Ejército Popular de Liberación era la de un ejér-cito parásito, no trabajaba, no se entrenaba, no luchaba, exigía de la población abastecimiento y trabajo, a veces con dureza extrema”. Y en agosto insistía: “No podemos decir que la situación sea buena. Los jefes del movimiento pasan la mayor parte del tiempo fuera del territorio. El trabajo organizativo es casi nulo, debido a que los cuadros medios no trabajan, no saben hacerlo (...) La indisciplina y la falta de espíritu de

-lleras. Naturalmente con estas tropas no se gana una guerra”.

--

teré más, tal vez otros se repitan y cometa algunos nuevos. He salido con más fe que nunca en la lucha guerrillera, pero hemos fracasado.

enseñanzas”.El Che decía en 1967: “Nos falta hoy una estrategia global para la

guerra contra el imperialismo”. Y, agreguemos, una dirección revolucio-naria continental. La ayuda prestada por Cuba a la lucha guerrillera en

Por otra parte, la posición de la Unión Soviética, alejada de todo empeño revolucionario, chocó con la lucha antiimperialista y anticapitalista.

Tras la decepción del Congo, el Che volvió su mirada a América Latina, donde mantenía contacto con los movimientos guerrilleros en curso, in-cluyendo a Argentina donde se preparaba el grupo de Masseti y a Perú donde se alistaba Luis de la Puente.

Posiblemente Guevara evaluó que de los grupos contactados el que estaba en mayor grado de desarrollo era el boliviano, donde además


4. FUTURO ANTERIOR

contaba con el prometido apoyo del Partido Comunista, a través de su secretario general, Mario Monje.

Su concepción de la guerrilla boliviana trascendía las fronteras nacio-nales, incluía la extensión a todo el Cono Sur. Ya desde el comienzo su composición incorporaba a militantes de distintos países del continente, incluida Cuba. De allí provenían varios de los cuadros más experimen-tados del grupo guerrillero, el ELN boliviano.

La visión estratégica del Che era continental: “Desde este panorama americano, consideramos difícil que la victoria se logre en un país aislado. A la unión de las fuerzas represivas debe contestarse con la unión de las fuerzas populares. En todos los países en que la opresión llega a nive-les insostenibles, debe alzarse la bandera de la rebelión y esta bandera tendrá, por necesidad histórica, caracteres continentales. La Cordillera de los Andes está llamada a ser la Sierra Maestra de América...” (Verde Olivo, Cuba, octubre 1968).

El objetivo central buscado con la guerrilla boliviana no era la toma del poder en el país, sino la conformación de un movimiento re-volucionario continental. Por el contrario, la perspectiva de Monje se orientaba al seguimiento de las directivas del Kremlin. En lugar de apoyar el movimiento revolucionario creciente, Monje se inclinó por exigir condiciones imposibles de mando militar y por esa vía alcanzar

-talla que se estaba desarrollando en Bolivia. Condiciones imposibles de aceptar dada la absoluta inexperiencia de Monje en cuestiones militares. Esa auténtica traición de Monje contribuyó al aislamiento de la guerrilla del Che, que tenía sus fuerzas mermadas de forma considerable.

El PC boliviano había comprometido su apoyo al proyecto del Che con una cantidad importante de combatientes. Este compromiso cerró las puertas a una colaboración ofrecida por el POR (Partido Obrero Revolucionario) sección de la IV Internacional, con fuerte implantación en las minas, y que implicaba un aporte importante de militantes obreros. El ofrecimiento de ayuda del PC, cuando llegó el momento, no se concretó cuando más necesario era el aporte de combatientes para poder romper el cerco a la guerrilla del ELN. Penosa contri-

internacionalista.La visión internacionalista del Che se hizo extensiva a nivel mundial

a consecuencia de la intervención imperialista en Vietnam. En 1967, ante la intervención masiva del ejército yanqui en ese país, Guevara formula de una manera explícita su estrategia revolucionaria mundial, en su Mensaje a la Tricontinental. En ese texto fulgurante e incisivo, el Che precisa los siguientes temas:

“El imperialismo, estadio supremo del capitalismo,


es un sistema mundial, y es preciso batirlo en un enfrentamiento mundial, vasto y prolongado”.

“Para luchar contra el enemigo común del género humano, el imperialismo americano, los países socialistas y sus partidarios deben unir sus esfuerzos, pese a sus divergencias. La forma actual que toman esas divergencias constituye una debilidad, pero la unión necesaria terminará por imponerse, bajo la presión de los golpes del enemigo”.

“En ese combate gigantesco, la tarea histórica de los pueblos del Tercer Mundo es eliminar las bases de subsistencia del imperialismo en los países subdesarrollados, fuentes de

de la metrópoli, sometidos hoy a una dependencia absoluta”.

“Nos falta hoy una estrategia global para la guerra contra

de vanguardia del proletariado mundial: Vietnam. Es decir, que es preciso crear dos, tres, muchos Vietnam para obligar al imperialismo a dispersar sus fuerzas”.

Este llamamiento chocaba frontalmente con las posiciones de la Unión

capitalismo y el socialismo en un solo país, política que décadas después se concretó en la disolución de la URSS y en su incorporación al sistema capitalista.

-dad del pueblo vietnamita, sometido a la brutal agresión de la primera

revolucionario internacionalista. Y fue una tremenda denuncia ante la

-mado socialista:

“Hay una penosa realidad: Vietnam, esa nación que representa las aspiraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, está trágicamente solo. Ese pueblo debe soportar los embates de la téc-nica norteamericana, casi a mansal-

va en el sur, con algunas posibilidades de defensa en el norte, pero siempre solo. La solidaridad del mundo progresista para con el pueblo de Vietnam


4. FUTURO ANTERIOR

romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte, acompañarlo a la muerte o la victoria”.

Según Michael Lowy, para el Che “el verdadero internacionalista es pues el capaz de sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de la libertad, el que siente como afrenta propia toda agresión, toda afrenta, todo acto que raya contra la dignidad del hombre, contra su felicidad, en cualquier lugar del mundo”.

El internacionalismo del Che consistía en luchar junto al agredido, compartir su suerte, acompañarlo a la muerte o la victoria, desarrollar la lucha revolucionaria contra el imperialismo a nivel mundial.

El análisis del Che sobre la burocracia distaba de haberse completado y su experiencia al respecto estaba en pleno curso. No obstante, rescata-

de Stalin (fue) haber despreciado la educación comunista e instituido el culto irrestricto a la autoridad”. Si bien no se trata de un análisis del fenómeno estalinista, es ya un rechazo categórico.

La Unión Soviética abandonó el programa internacionalista de la Revolución rusa en la medida que la burocracia del Estado y del partido

masas revolucionarias y se hizo portavoz de la teoría del socialismo en un solo país. El PC dejó de ser el partido de la vanguardia revolucionaria pasando a ser el órgano de la burocracia estalinista.

La teoría del socialismo en un solo país reemplazó en la URSS a las propuestas revolucionarias, la solidaridad internacional de los luchadores fue reemplazada por el imperio de la propiedad privada y la competencia salvaje entre capitales, y los antiguos partidos comunistas fueron despla-zados por la alianza con los sectores reformistas y burgueses nacionales.

Se proclamó la invulnerabilidad de la URSS frente al imperialismo, en lugar de impulsar la revolución socialista mundial, lo que condujo a una creciente soledad.

En 1991, la URSS rompió su alianza histórica con China y fue despe-dazada su unidad territorial, avanzando rápidamente en la restauración del sistema capitalista, años después de la Revolución de Octubre. La visión nacionalista del estalinismo rompió la unidad internacionalista del mundo socialista y de los pueblos en su lucha antiimperialista.

La perspectiva internacionalista del Che fue acompañada por un análisis crítico de las características de la URSS. En su libro Apuntes críticos a la economía política, publicado muy tardíamente en Cuba, en 2006, señala su deriva hacia el capitalismo. No visualiza en el hombre soviético


una humanidad nueva, y no lo encuentra fundamentalmente distinto del yanqui.

Muchas veces el Che fue acusado de trotskista y cabe asegurar que no lo era. El ataque implicaba cargarle a Guevara uno de los mayores insul-tos políticos que se podían hacer a un revolucionario desde las fuentes

estaba conociendo el pensamiento de León Trotsky en los últimos años de su corta vida. Y que entre los materiales que se proponía estudiar

Trotsky, La historia de la revolución rusa, de la cual acompañaba 16 fragmentos destacables.

marxista en el campo de la economía está marchando por peligrosos de-rroteros. Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente (…) la superestructura capitalista fue

(…) se está regresando al capitalismo”. Y en torno al asunto de las relaciones con los países menos desa-

rrollados y a la necesidad de ser solidarios con ellos, el Che ya había

la ley del valor y las relaciones internacionales del intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen a los países atrasa-

bene-’ vender a precios de

mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y su-frimiento sin límite a los países atrasados y comprar a precios del mercado mundial las máquinas

producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? (...) Si establecemos este tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial”. En el tema de la descentraliza-

una creciente autonomía de las empresas, porque había observado los perniciosos efectos de la burocracia en los países socialistas.

Probablemente el núcleo central del pensamiento del Che sea su rei-vindicación del hombre nuevo. Löwy cita al poeta cubano Fernández Retamar que dice: “Si el Che discute sobre el peligro del burocratismo, sobre el cuadro revolucionario, sobre las condiciones del joven comunista,


preocupaciones”.

individualismo y del egoísmo propios de la sociedad burguesa, el que siempre está dispuesto a ejercer una auténtica solidaridad humana, el que logra superar la alienación de la producción capitalista, el hombre

Daniel Pereyra es escritor y miembro del Consejo Asesor de

Besancenot, O. y Löwy, M. (2007). Une braise qui brûle encoré. Mille et une nuits. París: Librairie Arthéme Fayard, pp. 117-118.

Che Guevara (1965). Discurso en Argel. Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática. La Habana: Casa América, vol. 2, pp. 572-83.

Che Guevara (2006). Apuntes críticos a la economía política de la URSS. La Habana: Ocean Press.

Che Guevara (1967). “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. La Habana: Revista Tricontinental, Suplemento es-pecial, 16 abril.

Kohan, Nestor (s. f.). En la selva, los estudios desconocidos del Che Guevara. A propósito de sus cuadernos de lectura de Bolivia.

Löwy, M. (1971). El pensamiento del Che Guevara. Madrid: Siglo XXI editores.

Pereyra, D. (2007). Revolucionario sin fronteras. El Che y la lucha por el socialismo. Madrid: Espacio Alternativo Confederal.

Taibo II, P. I. y otros (1994). El año en que estuvimos en ninguna parte. La guerrilla africana de Ernesto Che Guevara. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.

4. FUTURO ANTERIOR


5. AQUÍ Y AHORA

(Re)Tomar el municipalismo

Ángel Calle Collado

La historia más reciente de este país ha insistido regularmente en el faro del municipalismo como una vía preferente de retomar la transfor-mación social, de recomponer la piel política y territorial a base de abrir las instituciones cercanas e irrumpir con nuevos espacios de protagonismo social. Parte de este municipalismo se hará presente en los 80 del siglo pasado, adaptado a tiempos de mayores libertades y a la búsqueda de alternativas arraigadas en lo social frente al avance de la partitocra-cia política como ilustran: las Candidatures d’Unitat Popular (CUP) o la coordinación de las Candidatures Alternatives del Vallès (CAV) en

o proyectos comunitarios, Lakabe como testimonio, o las peticiones de una mayor autonomía para la gestión territorial, fuesen los sistemas de regulación de aguas o el acceso a la tierra, peticiones que fueron saliendo silenciosamente de estatutos y agendas institucionales 1/.

Los factores políticos que se esconden tras ese municipalismo que va

llamadas alcaldías del cambio a partir de 2015) hay que explicarlos a través de dos dinámicas persistentes en este país. Por un lado, el tradi-cional cierre de oportunidades políticas de las élites frente a demandas elementales, materiales o expresivas. Frente a precariedades vitales, el PSOE en 2014 o el PDeCat en 2017, con el apoyo de la derecha política, optan por lanzar un desahucio exprés. La entrada de la ley Corcuera en 1992 o de la ley mordaza en 2014 son posibles porque las libertades

2/. Por otro lado, y enfrentándose a la dinámica de cierre por arriba, están las constantes respuestas del hacer desde abajo, desde organizaciones sui generis que posibilitan la apertura de aires democráticos en este país (expresión en los 50 del politólogo Joe Foweraker). Son lo que llamaría

1/ -tadura trajera vientos sesentayochistas que contribuyeron a sentar las bases de este hacer desde abajo: un ecologismo so-cial frente a una insostenible sociedad del

invita a problematizar las relaciones de -

tuacionistas o de la autonomía obrera que enfatizan la necesidad de cortocircuitar la acumulación capitalista en las fábricas y

en nuestras vidas, reclamando una demo-cracia directa.2/ Podríamos aquí retrotraernos al cierre histórico característico del XIX, frente a la apertura en otros países. Y acabar ex-plicándonos la guerra civil como un atajo por la vía del fusil y la religión de determi-nadas propuestas emancipatorias sociales, nacionales, laicas y sobre todo económicas. La policía del rey es un clásico en el modus operandi de las élites en este país.


5. AQUÍ Y AHORA

las culturas del hacer local: el anarquismo y la tradición libertaria a partir

en la comarca, el pueblo o el barrio como alma distintiva (dirían los escritores Waldo Frank y John Dos Passos) fruto de nuestras culturas y de una modernización desigual comparada con la Europa central 3/las matrices campesinas o al menos las prácticas que han perseverado en una autogestión sostenible de bienes naturales como los montes, las

al calor del movimiento obrero o aquellas protagonizadas históricamente por mujeres en el cuidado de lazos, cuerpos y mediaciones. Caminamos preguntando, y contestamos insistentemente con un pie en lo local,

4/.De esta manera, el 15M será un

movimiento poroso a este hacer local y crítico, para buscar prota-gonismo, visibilidad y contestación popular fuera de las instituciones establecidas. Podemos emergerá como fuerza capaz de convertir descontentos en votos. Este será su acierto, momentáneo por nove-doso. Pero también su limitación, al

plantear la disputa en términos de las lógicas de partidos atrapatodo que juegan preferentemente en el actual marketing político: imagen basada en liderazgos y eslóganes repetibles, crítica contenida para moderar la presión mediática, organizaciones verticales a prueba de ritmos publicitarios. No será hasta las elecciones municipales de 2015 que buena parte del sector más 15M desembarque en la creación de nuevas plataformas 5/.

Las candidaturas de corte municipalista concitaron apoyos más allá de los ecos del 15M y en resonancia con esas tradiciones del hacer local: quienes buscaban nuevas articulaciones menos espectaculares y más a

abriesen la posibilidad de economías más cercanas al cooperativismo y a -

dad les hacía más asequible y coherente el pensar en retomar la política institucional. Explotaron desde la diversidad y desde nuevos laboratorios

3/ Común a otros lugares, pero aquí qui-zás exacerbado en nuestras almas debido en gran parte a la desigual industriali-zación, el enfrentamiento a los caciques locales o la propia orografía que hizo pre-servar durante siglos lenguas, dialectos, costumbres, gastronomías y culturas de infrapolítica locales, bien diferenciadas

el trabajo de Díaz del Moral sobre la Historia de las agitaciones campesinas andaluzas y Spain is us, de Sonia García López. 4/ Ver artículo “Ciclos políticos y ciclos de movilización. Entre el 15M, Podemos y nuevos municipalismos”, que publiqué en Historia Actual, nº. 40, 2016.5/ Ver trabajo citado anteriormente.


sui géneris: los ganemos, guanyem, en comú, toma la palabra, sí se pue-de, etc. Por su parte, el municipalismo de corte social, en un contexto de crisis y precariedad galopante, siguió construyendo propuestas: en la economía solidaria al calor de monedas sociales, redes de cuidados y

con lógicas de ecología social a través de nuevas plataformas energéti-cas, redes de huertos urbanos, distribuidoras de productos ecológicos y plataformas reivindicativas que trabajan desde la intercooperación

¿Cuáles han sido los resultados de la pata institucionalista del muni-cipalismo? El municipalismo se mueve e inquieta. Así lo atestiguan las reacciones y los ataques de los partidos clásicos sobre las apuestas que realizan tanto en grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, como en municipios menos presentes pero más audaces si cabe, como Badalona en el cinturón de Barcelona, o Carcaboso en las tierras extremeñas.

revolución (inicial al menos) de formas organizativas, en clave de un hacer local sui géneris. Ha habido un desarrollo, o al menos evitado su debacle, de ciertos pilares del bienestar, que el Estado ha decidido visiblemente no cumplir. En dicho haber están: medidas que han fre-

rápidamente articulados para favorecer a las personas excluidas o

han comenzado a problematizar: derecho a la alimentación (Pacto de

al uso compartido de la ciudad. La economía entra con perspectivas sociales, solidarias y ecofeministas en algunos ayuntamientos: presu-

servicios, y otras. La democratización de lo público se explora desde lo común o desde

fórmulas de mayor protagonismo social al menos: planes de descentra-

autogestión a través de medidas de cesión vecinal de patrimonio urbano, entre otras. A estas medidas hay que sumar algunas que impactan directamente en los imaginarios y en los relatos de cómo entendemos la política y a qué retos nos enfrentamos: medidas para la sostenibilidad frente al cambio climático (desde energías alternativas a una mayor

alianza y apoyando a las personas refugiadas que se agolpan o mueren

formas de hacer política que entienden más, la mayor parte de las veces,

(RE)TOMAR EL MUNICIPALISMO


5. AQUÍ Y AHORA

de diálogos que de broncas mediáticas, de deliberación y reconocimiento

Pero también se comprueba que la parte institucionalista (pública)

economías políticas y en los ecosistemas políticos que afectan a nues-tras formas de entender los ciclos de transformación rupturista desde abajo. Están ahí las contradicciones, que en ocasiones serán tensiones

-nicipalismo. Por ejemplo, cierta parálisis del ciclo de protesta que se

de las instituciones críticas y vistas incluso como limitantes de propues-tas rupturistas. Hay en ocasiones una vuelta atrás en temas como la participación, donde nos vemos de nuevo en los debates de los años 60:

-ciones simbólicas que no cuestionan el orden económico y urbanístico ni ponen las semillas para un derecho a la ciudad o a un mundo rural

click que será pasto de grupos de presión, aquellos con más capacidad organizativa, en

-

situaciones sociales que permitan intervenir realmente en la coges-tión o en la autogestión del terri-torio. Llama también la atención cómo las alianzas y articulaciones han sido presas fáciles de las diná-

sistematización y escasa articulación entre familias (políticas y socia-les) municipalistas, si no es para el desarrollo de una gestión concreta

pareja a una apuesta por el municipalismo social y la intercooperación entre territorios y, sin embargo, se privilegian alianzas con actores

buena gestión, pero pocas iniciativas que desborden la gestión de la barbarie para ahondar en procesos sociales que no obedecen necesariamente a la lógica de los despachos, de las leyes de Montoro o al business as usual que imponen las ramas de servicios de grandes multinacionales y los aparatos técnicos locales. En ocasiones la energía y las disputas están concentrándose en el lanzamiento de partidos autonómicos, cuando aún la base municipalista no está asentada. O, lo que es peor, ni siquiera

arriba a la vieja usanza. El municipalismo aquí más parece una mo-neda de cambio. Se quiere pasar rápidamente del ciclo por abajo a un


excesivamente a mi entender, en la coyuntura política que organiza el tradicional tablero de juego de las élites 6/.

Cierto que son múltiples los escollos recién encontrados. Vitales, socia-les, políticos, de desconocimiento de una maquinaria estatal. Todos ellos inciden e intentan que el municipalismo no sea un en sí, sino una pieza dentro de un engranaje del tablero de juego estatal regido por lógicas no territorializadas ni cercanas a la gente. Pero el descontento sigue estando abajo. Y el empuje social que nos lleva de lo político (cotidiano) a la política (lo institucionalizado) no se realiza a base de relatos o de votos, sino a base de prácticas palpables que van planteando articulaciones, saltos de escala y hasta representaciones en función de que se traduzca en situaciones que sean vivibles y viables (y no parta de una realidad aumentada por las élites). Podemos decir que este es el lenguaje de los sujetos políticos cuando estos hablan desde y para la gramática de la emancipación, no del suicidio o la cooptación. E. P. Thompson lo estableció claramente para explicarnos el desarrollo del movimiento obrero, de la misma manera que S. Federici nos explica la potencialidad de politizar temas como el trabajo o los salarios para sacar a luz los nudos patriarcales, o James Scott nos recuerda la infrapolítica de quienes no tienen voz, y aun así en lo cercano y más invisibilizado van negando el orden de los amos.

Con todo, insisto, el municipalismo inquieta, se está moviendo. Faltan mimbres para que se articule desde sí mismo. Para radicalizar la demo-cracia, desde la sociedad, al tiempo que democratiza la república, es decir, recibe oxígeno para construir desde abajo, en línea con lo apuntado por

Arce o Silvia Cameán en estas páginas (ver , nº 148, octubre 2016), las islas de autogobierno generadas puede que no permanezcan más allá de una o dos legislaturas, sobre todo cuando es muy débil, sino encontrada, la agenda entre candidaturas y movimientos sociales. Estas

política. La relocalización forzosa, que se derivará de las palpables catás-trofes ambientales, creará el caldo de cultivo para formas de autoritarismo en clave de fascismo social, lógicas tribales en manos de corporaciones, de Estados centralizadores y monopolizadores de recursos, o de una mezcla de las anteriores. Ahora la deuda externa y las deudas de los hogares es-tán cumpliendo gran parte de ese papel: ahogar territorios, imposibilitar desbordes, desterrar otras economías y otros sindicalismos, desacreditar

(RE)TOMAR EL MUNICIPALISMO

6/ Donde se vuelve a la repetición de viejos juegos de la democracia llamada representativa (capitalismo y patriarca-do son repetición, vendrían a decirnos Deleuze y Guattari en El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia). Y donde el gobierno de las muchas, de una gober-nanza en red, más ecofeminista, parece alejarse como realidad al carecer de le-

gitimidad y laboratorios que lo adelan-

(ver mi artículo en Diagonal sobre “El gobierno de las muchas: sobre unidad,

08/07/2015 https://www.diagonalperiodi-co.net/la-plaza/27286-gobierno-muchas-

-des.html].


posturas consideradas no pragmáticas. El municipalismo, con avances y retrocesos, con innovaciones y nuevas coyunturas que enfrentar, seguirá viniendo a visitar este país. Por tradición y por las consecuencias de una transición inaplazable. Siempre será tiempo de (re)tomarlo.

Ángel Calle Collado es coautor de Rebeldías en Común, Editorial Libros en Acción, Madrid, 2017

5. AQUÍ Y AHORA


Entrevista a Emilio Santiago: “El ecologismo está preparado para convertirse en hegemónico”

Juanjo Álvarez

Emilio Santiago es antropólogo, investigador, rapero frustrado y pro-bablemente una de las voces más importantes del ecosocialismo en el Estado español. Autor de dos ensayos de enorme interés, No es una es-tafa, es una crisis de civilización (2015) y Rutas sin mapa (2016, Premio Catarata), prepara la edición de dos libros que se derivan de su monu-mental tesis doctoral, dedicada al estudio de la transición ecológica de

-toles, dentro de la periferia obrera madrileña, donde ha realizado una labor de militancia autónoma, fundamentalmente en el Instituto de Transición Rompe el Círculo.

Tu recorrido está muy ligado a la experiencia del Instituto de Transición Rompe el Círculo (IT), que estaba implantado en Mós-toles antes de los gobiernos del cambio. ¿La experiencia institucional se puede entender como continuación del proceso ciudadano?

: En nuestro caso sí, aunque esta respuesta no es genera-lizable. Negar la conexión de los gobiernos del cambio con el ciclo de efervescencia social que inauguró el 15M es tan absurdo como pensar que la explosión del 15M se agota en su expresión institucional. En el

alimentó de varias fuentes: un mejor conocimiento histórico de los cam-bios sociales de antaño, el contacto con el sentido común de la gente fuera del gueto libertario del que procedíamos, la profundización en las consecuencias de la ruptura epocal derivada de la crisis ecológica. También de la misma experiencia del 15M: un laboratorio que mostró las hermosas potencias, pero también los límites de la autoorganiza-

que apostaron por el municipalismo y con los que compartíamos ate-neo y comunidad de lucha. A este horizonte lo denominamos estrategia dual. Y formó parte de nuestro diseño de intervención, de modo explíci-to, al menos desde 2013. La colaboración con Ganar Móstoles, primero echando una mano con el programa y ahora asumiendo la gran respon-sabilidad, pero también el enorme privilegio, de desempeñar tareas de gobierno se debe entender como el cumplimiento parcial de nuestra hoja de ruta.


Una de las virtudes del IT es que fue capaz de aglutinar a sectores no politizados y superar el entorno más militante. ¿Cómo entienden esas personas, con menos experiencia política, el desarrollo de esta experiencia?

Para ser honestos, en ningún momento el activismo del IT ha lo-grado superar el ámbito de lo minoritario si pensamos en términos de mayorías. Sí que hemos logrado romper un poco las lógicas endogámi-cas de los grupúsculos revolucionarios, muchas veces más orientadas

intervención política efectiva. Se ha trabajado conscientemente en ser permeables con el entorno y en una doble dirección. Esto es, con voca-ción sincera de aprender de la gente y no solo de convencer. Y hemos

tradicional. Pero aglutinar sectores, tomado en serio, creo que aún que-da lejos. En cuanto a la percepción del trabajo institucional por gente con menos experiencia política, es más ingenua y menos histérica. Al

que por su naturaleza genera problemas es coto de angustia exclusivo de muy pocos. Para bien y para mal, vivimos tiempos antipolíticos, pero no antiestatales: la institución está muy normalizada.

la idoneidad de que tú, como otras muchas personas de la izquierda no institucional, hayáis dado este paso?

personas que dinamizan y lideran espacios autónomos se involucran en una actividad tan exigente como lo institucional, los movimientos se resienten. Hace unos años cerré un libro (No es una estafa, es una crisis de civilizaciónlimpio. Era una manera poética de llamar a mantener una masa crítica de personas valiosas en los movimientos como un seguro de vida contra las trampas de la institución. Sigo suscribiéndolo y, por tanto, la duda de si la aventura institucional no va a resultar demasiado absorbente. Pero añadiría hoy un matiz. A veces la perspectiva movimentista cae en un cierto elitismo inconsciente ligado a minorías activistas. Por ejemplo, si pensamos en Madrid, a modo de caricatura, en una suerte de lavapiescentrismo.

En la transición ecosocial, los movimientos autónomos son esen-ciales: son la vanguardia real, los laboratorios de ideas y de prácti-cas rupturistas, portan una mirada visionaria capaz de entender lo posible más allá de lo que existe, y tienen el empuje que hace nacer los hechos consumados justos. Esto los convierte en cualitativamente fundamentales. Como relámpagos que iluminan las encrucijadas y las tareas. Pero cuantitativamente tienen poco alcance. Y esto por su fra-gilidad consustancial. De fondo, una realidad sobre la que debemos

5. AQUÍ Y AHORA


esta vida adulta, esta precariedad económica, esta crisis de cuidados y

la propuesta de Boaventura Sousa Santos, me ha gustado la expresión “política de retaguardia”: una institución cuya función es consolidar conquistas de movimientos que van varios pasos por delante.

con un inmenso valor, este esquema no sucede en casi ninguna parte. Lo que predomina son espacios sociológicamente desiertos en términos de rebeldía, donde los grupos de activistas tienen poca capacidad de

vida cotidiana de la gente, una política pública que la autoorganización militante. Estoy por ello cada vez más convencido de que hay que asu-mir el riesgo de gravitar alrededor del agujero negro institucional, pero sin descuidar el relevo militante en los espacios de autonomía.

La izquierda más radicalizada y los movimientos sociales están en tensión con los ayuntamientos del cambio, mientras que la mayoría de los votantes sigue dándoles un apoyo fuerte. ¿Cómo ves esta cuestión en Móstoles?

entre bases radicalizadas y proyectos institucionales es estructural. Hay al menos cuatro grandes fallas en este desencuentro forzoso: la primera tiene que ver con tempos, responsabilidades y recompensas

instituciones son maquinarias muy anquilosadas. Por el contrario, el tempo de la gestión es endiabladamente rápido, mientras que la capa-

-caces. Como además la responsabilidad de fallar en uno u otro ámbito es radicalmente distinta (el fallo en la gestión es incomparablemente

y acaparar tareas. Lo que es sentido por las bases como un cierre que socava la calidad democrática de un espacio político. Si sumas una divi-sión muy tajante en el plano de las recompensas, marcada por la pro-fesionalización, tienes todos los ingredientes para el círculo vicioso de desafección-delegación-tecnocracia que la institucionalidad reproduce.

La segunda falla: el mundo activista es un mundo de máximos, que vive en la confrontación y eso permite trazar muchas líneas rojas. Pero la política institucional ligada a la gestión es un mundo de negociación. Conseguir algo exige siempre pagar un precio porque salvo mayorías absolutas (y ni siquiera), tus propuestas tienen que convivir, a ser po-sible en paz para desplegarse bien, con las propuestas de otros actores políticos. Esta contradicción obliga al trabajo institucional a ceder en muchas renuncias irrenunciables desde la óptica militante. Lo que se


agrava al cruzarse con la tercera falla: los movimientos hoy sufren una -

ción moral y muy poco al pragmatismo. Finalmente hay una cuarta falla: normalmente los movimientos no

se caracterizan por su experiencia en gestión y administración. Por ello, una irrupción de fuerzas ajenas al juego institucional supone también un enorme aprendizaje de sus verdaderas reglas, que se desconocían de antemano y llevaron a compromisos difíciles de cumplir. Esto es fácil-mente percibido como traición. ¿Este desencuentro estructural es irre-soluble? Al menos se puede contrapesar. Por un lado, hay que intentar

y la toma de decisiones concertada entre base y cargos institucionales. En segundo lugar, como esta fractura estructural está siempre

argamasada por choques de carácter y agravios subjetivos, personas con capacidad de escucha y cuidado a ambos lados pueden marcar la diferencia entre una tensión sana, políticamente fértil, y una ruptura disfuncional. Aunque esto es inversamente proporcional al tamaño del ente institucional: un contrapeso que solo es válido para ciudades de tamaño medio o pequeño. Móstoles entraría todavía dentro de esta categoría. Que previamente existiera un ecosistema radical especial-mente sano, donde tendencias muy distintas han aprendido a convivir, en base al arraigo territorial y también al trabajo de colectivos que se han preocupado de cuidar la sociodiversidad, quizá explica que esta fractura, aun existiendo, sea menor que en otros lugares.

Si tuvieras que hacer un balance de este año, ¿cuáles serían los elementos más importantes de ese balance?

Estamos tomando las medidas de nuevos espacios de transforma-ción: del ayuntamiento, de un gobierno de coalición, de la gestión en las concejalías y especialmente las medidas de la sociedad civil más allá del gueto, con la que interactuamos cotidianamente (AMPAS, clubs de-portivos, asociaciones de vecinos…). Destaco el proceso de aprendizaje tan intenso y acelerado en el que estamos teniendo que nadar o aho-garnos. Y claro, muchos logros concretos: se han triplicado las ayudas

los servicios públicos externalizados… También hay ámbitos donde no se está avanzando tanto y queda mucho por hacer.

En materia ecosocial, nos hemos centrado este año en sentar las bases (políticas y presupuestarias) y pensar el diseño para un proyecto de transición ambicioso dentro de las posibilidades realistas de Mós-toles, que empezará a ser visible en 2018: transición energética, agroe-cología, sensibilización decrecentista, cambio del modelo de zonas verdes, involucramiento ciudadano… Por supuesto, en el balance ha-bría que hablar de cansancio y frustración, pero esta es más personal

5. AQUÍ Y AHORA


que política: la institución tiene una tasa de retorno energético mínima y te obliga a operar desde contradicciones ideológicamente muy incó-modas. Pero si uno logra quitar importancia a sus pájaras vitales, es

ciudad, a la que amas como amas a sus gentes, una tarea como la tran-

de este ciclo podamos estar orgullosos de cómo hemos usado nuestros privilegios.

Aun sabiendo que las etiquetas de movimiento y partido son en-gañosas, ¿cómo ves la relación entre ambas formas de participación política?

Una relación marcada por el desencuentro estructural que he des-crito, pero sobre todo por la bajada de marea de la euforia rebelde tras un ciclo hermosamente largo. La movilización social es un fenómeno que funciona por ondas: la gente no quiere ni puede vivir en la guerra

social de modo permanente. La lucha es siempre excepción y no regla. Quizá uno de los mejores frutos de la simbiosis movimien-to-partido con poder institucio-nal sea poder dar forma a estas ondas: que dejasen de presentar un comportamiento maniacode-presivo tan extremo, se regula-rizasen y permitiesen presentar un patrón de espiral ascendente.

Para ello la institución puede abrir espacios al trabajo de los movi-mientos, que asegura posiciones y los dote de una buena lanzadera para un alcance mayor en la siguiente oleada. Pero una simbiosis de este tipo necesita condiciones en ambas orillas. Por un lado, institu-ciones audaces, que sepan hacer convivir la administración y sus iner-cias continuistas con la experimentación radical. Por otro lado, más que una calle de agitprop y movilización, necesitamos calle construc-tiva, capaz de rearticular nuestras comunidades rotas alrededor de la experimentación cotidiana de embriones de transición ecosocial.

Pensadores como Manuel Casal o Luis González Reyes apuestan por la vía movimentista, ¿crees que en la transición ecosocial la vía

--

mizar con Luis o Manu, cuyo posicionamiento me parece valioso y ne-cesario, pues también necesitamos movimientos autoorganizados muy fuertes. Pero obviar al Estado implica caer en una enorme ingenuidad


histórica sobre las relaciones de poder realmente existentes. Polanyi

objetivas para su surgimiento que el fascismo. En un siglo convertido en una trampa malthusiana de declive energético y ecosistemas esquil-mados, su advertencia adquiere una lucidez tremenda. La crisis civi-lizatoria irá concentrando tensión social en un vértice alrededor de la disputa por el poder político entre involución autoritaria y transforma-ción ecosocial. La tentación de las élites de instaurar regímenes repre-sivos llegará mucho antes que la supuesta inoperatividad institucional. Y la resolución de estas encrucijadas marcará como ninguna otra cosa el curso del siglo. No basta decir que el declive energético volverá al ecofascismo energéticamente inviable en el medio plazo: incluso siendo así, lo que dejará el ecofascismo en herencia es un genocidio, y por tan-to una tierra socialmente quemada y estéril para construir emancipa-ción. Por eso es necesario actuar desde ya, y preventivamente, para que estos puntos de tensión máxima, que llegarán, se resuelvan en favor de las clases subalternas. Y si dejamos de lado romanticismos ingenuos, lo cierto es que los golpes de Estado nunca los detiene la población civil. Lo hacen facciones democráticas dentro del mismo estamento militar.

-tatal, porque es la que dirime sobre la vida y la muerte. Pero no es la única. El Estado es una entidad muy bien organizada, mucho mejor que nuestros movimientos, que concentra recursos humanos, un gran conocimiento administrativo y una enorme capacidad logística para enfrentar situaciones materialmente complicadas como las que ven-drán. Además, el Estado, a pesar de lo socavada que esté su soberanía,

-gulación social: presupuestos públicos, legislación, medios de comuni-cación, educación pública… Creo, por ejemplo, que en estos momentos

pública (algo compatible incluso con un gobierno socialdemócrata) que si es impulsada por un movimiento de éxodo urbano y ocupación au-toorganizada, que seguramente no podrá ser masivo, si algún día lo es, hasta que sea demasiado tarde.

una situación ecológica dramática, ¿cómo ves al movimiento ecologista?-

gista ha sido derrotado. Esta tesis es cierta si mantenemos sus expec-tativas originales: una transición ordenada a sociedades sostenibles. Ya no estamos en esa oportunidad, quizá posible en los años 70, o en la Cumbre de Río 92. Estamos en escenarios de transiciones traumáticas con alto riesgo de colapso y naufragio antropológico. Pero si algo puede

5. AQUÍ Y AHORA


salir bien en los próximos años, será porque el ecologismo adquiera

contamos con un gran bagaje. El diagnóstico de la crisis socioecológica -

vas (tecnológicas, sociales, económicas, políticas), bien fundamentadas teóricamente y ensayadas con éxito a escalas pequeñas. El ecologis-mo está preparado para convertirse en hegemónico, aunque ya solo pueda aspirar a realizar un aterrizaje de emergencia. Quizá su mayor

convencer, cuando se trata de enamorar. Ahí sí tiene un gran reto para convertirse en un proyecto de mayorías. Aunque lo cierto es que lo va-mos a tener difícil: la verdad del ecologismo no solo es incómoda, sino que choca frontalmente contra patrones de deseo culturalmente muy arraigados.

El problema es que una respuesta ecológica no tiene por qué formu-larse en un sentido emancipatorio. La sostenibilidad puede ser aban-derada por proyectos de sociedad monstruosos (imaginemos una dis-

topía autoritaria ecológicamente ejemplar organizada en base al trabajo esclavo y la agresividad bélica externa). Y para que la promesa del ecologismo inspire una transformación emancipato-ria, el principal obstáculo es que el anticapitalismo (horizonte sis-témico al que apunta necesaria-mente cualquier proyección de sostenibilidad con democracia y

justicia social) sigue apareciéndonos como un milagro político. Sin em-bargo, la descomposición del proyecto neoliberal inaugura un interre-gno de desestructuración sistémica que vuelve mucho más maleables los márgenes de lo posible. Y ahí debemos incidir.

¿Qué nos pasa para que sigamos tan al margen de estos desafíos? En parte, que nuestro despliegue histórico tiene más de inercia

estructural que de acción intencional de sujetos colectivos conscientes. Pero si nos centramos en aquello donde sí podemos intervenir, como los universos simbólicos y discursivos que modulan nuestras decisiones, habitamos marcos de endoculturación que vuelven la problemática socioecológica profundamente contraintuitiva. Señalo tres. El primero es el poder de la tecnolatría como superstición que brota espontánea-mente de las condiciones modernas de producción, basadas en el pre-mio de lotería energético de los combustibles fósiles. El optimismo progresista no es una mera ideología, es una religión que se refuerza constantemente en la evidencia robusta de los milagros técnicos coti-


dianos, que han conmocionado nuestros patrones de esperanza. El Ya inventarán algo es una respuesta lógica ante la crisis civilizatoria en un mundo que ha hecho que nietos de campesinos pobres podamos tener estos niveles de confort material o este radio de movilidad. El segundo

-gicos, conceptualmente construidos sobre graves falacias ecológicas y termodinámicas, y que exigen una revisión radical, como por ejemplo la economía neoclásica (pero también una buena parte del marxismo). Finalmente, tenemos un patrón cultural de deseos y un modelo de vida

economía delirantemente expansiva. Esto hace que cualquier propues-ta de restricción al consumo, como las que serían imprescindibles, sea entendida como un ataque al corazón del derecho a la felicidad.

¿Te atreverías a lanzar algunas propuestas para que las mayorías asuman las cuestiones ecosociales como prioritarias?

Antes de nada, sería interesante abrir en el ecologismo un debate sobre supuestos comunicativos. El ecologismo ha compartido con el eco-nomicismo marxista la creencia de que la posición ocupada en la rea-lidad material determina el comportamiento de los sujetos colectivos. Y con todo el pensamiento ilustrado, el principio de que el mal es fruto de la ignorancia. Si existe el riesgo material de colapso, y lo sabemos, reaccionaremos volviéndonos sostenibles. Por ello parece que la tarea

el resto vendrá solo. Este supuesto no ha superado el banco de pruebas del siglo XX. Las agregaciones políticas capaces de producir historia hoy son mucho más contingentes que necesarias, producto de operaciones de construcción de sentido y mito común, donde lo simbólico tiene auto-nomía, lo emocional juega un papel tan importante como lo racional y los

hackeados. Es normal que en los grupos ecologistas existan recelos porque esto es políticamente peligroso y éticamente discutible: ¿tenemos que mentir sobre la gravedad de la crisis ecológica para construir mayorías sociales?

No obstante, si analizamos sin prejuicios uno de los pocos casos recientes donde una contrahegemonía ha tenido el éxito político ful-gurante que en parte nos hace falta (Podemos), convendremos que tomarse en serio este análisis ha sido uno de los factores diferenciales de su irrupción. Donde radica el problema y el peligro de Podemos no es tanto en la estrategia, sino en el diagnóstico: la reconstrucción del pacto social de posguerra es ecológicamente imposible. Y mantener viva esa esperanza puede alimentar expectativas que solo salidas eco-fascistas podrán satisfacer. Cosa distinta es si tácticamente, en clave electoral, y estando como estamos, la materia prima discursiva que permita a proyectos emancipadores el acceso al gobierno tenga que ser la nostalgia del welfare.

5. AQUÍ Y AHORA


Dicho esto, creo que la propuesta debería trabajar en dos ejes pa-

instalados en una enorme confusión sobre las tareas de época. Cuando llegue el segundo gran golpe de esta crisis y vivamos un nuevo ciclo alcista de las materias primas empujadas por el petróleo, será necesa-rio un blitz mediático-comunicativo para ligar el crack económico con el crack ecológico, que dista de ser conocido. Hay que poner el diagnós-tico de la extralimitación en el centro. Para ello habrá que intervenir en medios de comunicación, pero también como una suerte de lobby en sectores clave (universidad, ejército, sindicatos e incluso organiza-ciones empresariales). En paralelo, es necesario ir desarrollando una

los límites del planeta. Convertir el vivir bien con menos, o las experiencias de lujosa pobre-

za como nos gusta denominarlo en el IT, en la pulsión de una nueva economía libidinal. Para ello hay que intervenir sobre los imaginarios sociales, seguramente mediante productos culturales. Y, sobre todo, retomar ese proyecto del viejo socialismo utópico y del anarquismo de ir desviando constructivamente la dinámica social hacia una suerte de contrasociedad paralela y emergente. Y es que otro gran error de la izquierda ha sido sobredimensionar el papel de la conciencia en los cambios sociales: más que la ideología son las prácticas cotidianas que resuelven problemas, crean vínculos y van generando reproducción so-cial alternativa, las que transforman las sociedades. Y estas prácticas pueden y deben ser autogestionarias, también nacen o se apoyan en políticas institucionales.

Juanjo Álvarez es militante de Anticapitalistas, ecosocialista y miembro del Grupo de Investigación en Transiciones Poscapitalistas


PoemasHeiner Müller (Eppendorf, Sajonia - Berlín, 1995)Traducción de Sandra Alonso y Jorge Riechmann

Presentamos estos poemas inéditos en castellano de Heiner Müller. Recogidos en: Werke 1 (Die Gedichte), Suhrkamp, Fráncfort del Meno, 1998. Poemas donde habita la solidaridad y la esperanza pero también la ironía y el sarcasmo. Denuncia y testimonio. Lo que permanece como

“Una cicatriz en nuestra memoria”. ACM

Tras la Segunda Guerra Mundial consigue un empleo en la administra-ción de asuntos agrarios de Waren, puesto que le proporcionará abundan-te material para la composición de sus primeras obras dramáticas, como El hundesalarios (1956) y (1958), ambas enmarcadas en el denominado “realismo socialista” y escritas en colaboración con su esposa Inge Müller (quien se suicidó en 1966).

Miembro de la Asociación de Escritores de la RDA desde 1954, es ex-pulsado de la misma tras el estreno de Die Umsiedlerin (Los campesinos, 1961), cuya heterodoxia relegó a su autor a un segundo plano en la vida cultural del país. Es entonces cuando Müller decide reelaborar textos de la Antigüedad clásica para burlar la censura, sin renunciar por ello a su componente político. Una estratagema que dio como resultado algunos de los textos más notorios de su producción: Philoktet (Filoctetes, 1964), Ödipus, Tyrann (Edipo, tirano, 1967) y Der Horatier (El Horacio, 1968) traspasaron las fronteras de la RDA y le otorgaron reconocimiento in-ternacional, en especial en los países del este de Europa.

Además de los temas grecolatinos, Müller utiliza el teatro de Shakespeare como sala de operaciones. Obsesionado con Hamlet, crea la que sin duda es su obra más representativa, Hamletmaschine (La máquina Hamlet, 1977), una pieza revolucionaria en el ámbito escénico. Quartett (Cuarteto, 1980) es quizás su obra más representada en los escenarios de Occidente. Basada en Las amistades peligrosas de Laclos, nos traslada a una hipo-tética tercera guerra mundial donde la brutalidad y el erotismo se aúnan en una particular visión de la lucha de sexos.

Tras la caída del muro de Berlín, Müller se convertirá en el último presidente de la Academia de las Artes de la ya extinta RDA y acabará sus días como dramaturgo en el Berliner Ensemble. Muere el 30 de di-ciembre de 1995 en Berlín, a causa de un cáncer de garganta.

Sandra Alonso

6. VOCES MIRADAS

QUEJAS DEL HISTORIADOR

En el libro cuarto de los ANALES Tácito se lamentaDe la duración del periodo de paz, apenas interrumpidoPor ridículas guerras de frontera, con cuya descripción Tenía que apañárselas, lleno de envidiaDe los historiadores que antes que élTuvieron a su disposición guerras mastodónticasComandadas por Césares, a quienes Roma no les bastabaPueblos sometidos, reyes cautivosSublevaciones y crisis de Estado: buen material.Y Tácito se disculpa ante sus lectores.Por lo que a mí respecta, dos mil años despuésNo necesito pedir disculpas y no me puedo quejarDe la falta de buen material.

16 de agosto de 1992Traducción de Sandra Alonso

EPITAFIO PARA GUEVARA

Ahora lo sabes todo, CheLas vueltas y revueltas de la SierraEl asma sobre el frío céspedLas tribunasEl embate nocturno de las olasY cómo se cultiva la frutaY los yugos.Y la muerte, Che.

Traducción de Sandra Alonso y Jorge Riechmann

DINERO PARA ESPAÑA

Uno de los informes mensuales de la centralDe la Gestapo en Berlín del añoDe la Olimpiada de Hitler y de la GuerraEspañola de Franco reporta que gracias aIndicaciones de la poblaciónHabía podido detenerse a un comunistaEn una casa de la plaza ZionskircheQue estaba reuniendo dinero para España por ordenDe su proscrito partido DineroPara los viajes a España de comunistasQue allí luchaban por la República EspañolaUn hombre sin nombre Envejecido rostroCaído anónimo en la granGuerra Civil Mundial que aún perduraSoldado en el ejército de las sombrasEn el sector del frenteDonde la luz no alcanza En ninguna parte o sóloTras la muerte de los combatientesSemienterrados sin sepultura quiénsabedóndeSu único monumentoUn informe de la Gestapo escritoCon su sangre en la lenguaDe su enemigo mortal queResulta ser nuestra lenguaPero su enemigo es nuestro enemigoEn las oscuras escaleras¿Aún se mantiene en pie la casaEn la plaza ZionskircheDonde fue traicionado?¿La destruyó la guerra contra la queSubía las escaleras ya jadeandoQuizá al llegar al trigésimo escalón?(Cuán viejo era su corazón cuán consumidosEstaban sus pulmones por el tabaco o por el trabajo En las fábricas de veneno de la industria)Como un ladrón como un mendigoComo un buhonero la esperanzaSu botín su mercancíaLa revolución (¿Cuánto comprador Encontró antes de que lo atrapaseSu propia muerte?)Llamando a puertas amigas

Y a veces tal vezLas abrían camaradas ya no Reconocibles sino Marcados por la capitulaciónLlamando a puertas extrañas empapado en sudorY la terrible experiencia siempre nuevaDe que un rostro puede serUn abismo o un muroLo que olvidamos lo estamos traicionando Un informe de la GestapoNo debería ser el único monumento que permanecieraDel desconocido buhonero de la RevoluciónEn la plaza Zionskirche para EspañaLa mancha blanca su rostroUna cicatriz en nuestra memoria.

Poema escrito después de 1989, publicación póstuma Traducción de Sandra Alonso y Jorge Riechmann

BIRTH OF A SOLDIER

En la pantalla un soldado inglésDurante el recuento de cadáveres en una aldea bosniaLlora bajo el casco azul. Cuando miro de nuevoVeo cómo está apretando las mandíbulasUn lobo que enseña los dientesCon una mueca que es su último saludo a la humanidad.

29 de octubre de 1993Traducción de Sandra Alonso y Jorge Riechmann

[MUJER CON PERRO]

Mujer con perro. Recuerdo de un caso criminal: un guardabosques griego, oculto en los arbustos, observa a una mujer mientras ella se baña. Sólo tiene ojos para la mujer, no acierta a ver los perros con los que juega y que a su vez juegan con ella. La mujer lo convierte en un ciervo, un juguete más para los perros. La mujer contempla cómo los cánidos le desgarran los muslos, la nuca, el vientre, su sexo. La mujer ya no está desnuda, sino vestida con su sangre como si de un manto real se tratara.

1991Traducción de Sandra Alonso

LA DICHA DEL MIEDO

para Anna

A veces en medio de la nocheVeo cómo te rodean perrosPerros que enseñan los colmillosY tú extiendes la mano hacia sus zarpasY te ríes ante sus hocicosY despierto bañado en sudorY por el miedo sé cuánto te amo.

22 de octubre de 1993Traducción de Jorge Riechmann

Anna es la hijita de Heiner Müller y Brigitte Maria Mayer, nacida en 1992

PROCESO DE APRENDIZAJE

Aprender, aprender y seguir aprendiendo Lenin

Cuando cruzo la calle para comprar cigarrillosAún veo al mendigo en el arcénO a la mujer bosnia con el niño en brazosSentados junto al contenedor de basura y mi manoSe mete en el bolsillo en busca de calderilla Pero el hombre esEl animal que aprende Yo aprendo Muy prontoYa no veré más mendigos ni miseriaNo hay mendigos No hay miseria.

21 de octubre de 1993Traducción de Sandra Alonso

TRAVEL NOTES

EL EXPRESO TOKIO-OSAKA

En el andén entre los trenes imperaUn joven su reino un cubo de basuraLa ropa sucia ProbablementeApesta Su largo cabello está anudado en una trenza SuRostro vacío no expresa dolor ni alegríaEstá fuera de la competición

VUELO NOCTURNO FRÁNCFORT-TOKIO

Andan a pasitos las azafatasPor el ataúd volanteLos cadáveresDuermenMAÑANA POR LA MAÑANA SI DIOS QUIERELos negocios

PEQUEÑA CIUDAD CERCA DE OSAKA

Madres por ahí quietasCon su descendencia en brazosTortugas afortunadas

Traducción de Sandra Alonso y Jorge Riechmann


Fred Moseley. 184 pp. Maia, 2017. 10 €. ISBN: 978-84-92724-74-1.Daniel Albarracín

Este trabajo aborda una lectura sistematizada del libro III de El ca-pital. Incluye un análisis del ma-nuscrito de 1864/65 de Marx, corre-gido por Engels. Aquel interpretó el libro I como si tratase de la “pro-ducción mercantil simple” al modo de una etapa histórica. En cambio, Moseley concluye que los tres libros guardan una unidad y solo tres mo-mentos analíticos distintos.

Además, aborda la disputa sobre el ciclo del capital y el problema de la transformación que destacó Sraffa. Moseley termina con este falso debate. La teoría de Sraffa re-sulta inconsistente al partir de su-puestos irreales. La teoría de Marx no es una de “mercancías que son producidas por mercancías”, sino que las mercancías son producidas

de dinero. Los neorricardianos no entenderían el método de Marx. Aquellos conciben la transformación de valores-trabajo individuales en precios de producción individuales, suponiendo que la tasa de ganan-cia se determina simultáneamente con los precios de producción tanto de insumos como de productos. Ni opera con bienes físicos heterogé-neos, lo que causaría problemas de agregación (como en los que incu-rren los economistas neoclásicos), ni se desprende del tiempo histórico real en el circuito del capital-dinero, como haría Sraffa. Tampoco desdi-buja el concepto de ganancia, como hacen los keynesianos al convertirlo

en una variable ad hoc o expectati-va anímica, o Kalecki, que la hace variable dependiente de la inversión (dándole la vuelta a su relación). El dinero es, en todo momento, la “forma de apariencia necesaria del trabajo abstracto”, y, por tanto, la teoría de Marx opera siempre con cantidades de dinero que “represen-tan, y que están determinadas por, cantidades de tiempo de trabajo”.

Marx comprendería la economía capitalista real como sistema único, bajo una determinación secuencial y no simultánea. Parte de una pers-pectiva macromonetaria de los pre-cios de producción con dos niveles de abstracción. Primero examina la extracción global de la producción de plusvalor, analizada previamen-te para determinar la tasa general de ganancia (determinante a su vez de los precios de producción). Después estudia la apropiación del

de competencia intercapitalista (ga-nancia comercial, interés y renta).

El libro concluye con una actuali-zación de la teoría marxista del dine-ro bajo monedas no convertibles, sean

de una aportación clave que muestra la vitalidad de la teoría marxista.

Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate. 269 pp. Icaria, 2016. 22 €. ISBN: 9788498887549.Ivana Belén Ruiz Estramil

La obra nos presenta un aná-

7. SUBRAYADOS


lisis social que liga lo global con lo local sin ocultar el compromiso militante de quien viene trabajan-do estos contextos de luchas desde hace años, sin descuidar el trabajo

punto de partida de una globaliza-ción neoliberal que “se caracteriza por su integralidad, pretendiendo así aprehender todas las dimensio-nes de la vida: económica, cultural, política, jurídica, incluso militar”, con un estatus omnipresente las relaciones sociales se entrelazan en un orden sistémico que se presenta como inamovible e incuestionable. Así, apuesta por una “radiografía del momento presente”, que ofrece una agenda-marco con acciones y medidas concretas extraídas de treinta experiencias en América Latina y Europa.

Dos ideas fundamentales se desarrollan a lo largo del escri-

capital-vida. Estos dos conceptos articulan la disputa política actual en una lucha por los territorios y los recursos que produce a su vez nuevas exclusiones y fronteras que se materializa en una violencia estructural cada vez más aguda y normalizada. Esto contribuye a la promoción de un statu quo que se presenta como inamovible e in-cuestionable, dentro de una lógica

“que aúna lo económico, lo cultural, lo político y lo jurídico”.

Las dudas sobre las capacidades reproductoras de un sistema econó-mico, político y social en términos de sostenibilidad de la vida en el propio planeta abren el debate so-

-ternativas vivibles en términos de

justicia social y condiciones de vida que cuestionan el andamiaje glo-bal, tanto en lo referido al estatus coyuntural como a las huellas es-tructurales que arrastra el proceso.

recursos, la pregunta se hace más urgente en torno al reparto de los mismos y a las consecuencias en el conjunto del planeta. La vida reu-bicada en el centro del entramado social, una ética de los cuidados que consolide el papel de mutua co-rresponsabilidad respecto del “otro” y el respeto por el entorno que nos rodea son algunas de las claves que constituyen esa construcción. Así, nos presenta propuestas con-cretas para empezar a hacer frente a un diagnóstico que, de seguir la línea actual, muestra un futuro nada halagüeño. Frente a un mun-do en el cual el poder corporativo es el protagonista y el garante del

“modelo vigente de sociedad global y los valores civilizatorios de la mo-dernidad capitalista”, este volumen nos invita a recolocar al sujeto en el centro de las relaciones econó-micas, políticas y sociales.

Victor Serge. 298 pp. Amargord, 2017. 18 €. ISBN: 978-84-16762-63-7.Manel Barriere Figueroa

Todas las novelas de Victor Serge comparten algo nuclear: el compromiso del autor con aquellas personas que atravesaron la his-toria en los turbulentos años de la revolución. La particularidad respecto a otros novelistas es que

7. SUBRAYADOS


Serge fue uno de ellos. La obra de este revolucionario apátrida e in-ternacionalista de origen ruso, que abarca todos los géneros, supone una intransigente búsqueda de la verdad que contribuye, de forma esencial, a la construcción de ese

“refugio para viajeros”, al que se ha referido en alguna ocasión John Berger, que nos protege de la des-memoria y el olvido.

Este libro se encuadra en lo que se puede denominar “novela proletaria” (otros dirían, tal vez, “coral”), pero va mucho más allá. El narrador, alter ego del propio Serge, actúa como testigo de unos acontecimientos de los que es a la vez protagonista. Sin embargo, su voz se funde con el crisol de seres humanos que le acompañan en una aventura en dos actos, correlativos en el tiempo pero diferenciados

literatura psicológica, no podemos

hoy llamaríamos la gente de aba-jo en su lucha contra la opresión. Este es el sentido de tal escisión en la estructura.

La primera parte transcurre en Barcelona y narra la huelga gene-ral del verano de 1917. Esa lucha fracasó y desató una fuerte ola re-presiva, pero suscitó importantes cuestiones prácticas y estratégi-cas para el movimiento obrero en torno a la política de alianzas o a la toma del poder. El líder anarco-sindicalista Salvador Seguí, el Noi del Sucre, es en la novela Darío. A través de él y de su entorno, Serge dibuja con lucidez y precisión el ambiente social, político y huma-no de un movimiento obrero inci-

piente en una ciudad convulsa y atravesada por fuertes tensiones de clase.

El segundo acto tiene lugar en Francia, donde se traslada el na-rrador. Es detenido y recluido has-

Mundial, cuando será entregado junto con el resto de los prisione-ros a las nuevas autoridades de la Rusia bolchevique. Si en la prime-ra parte es la acción, en esta se-gunda es un impasse de espera que encenderá las expectativas aún in-ciertas de un grupo de revolucio-narios impacientes por entregarse a la construcción del socialismo y donde llegan noticias de la revolu-ción que suscitan debates entre los presos. Esos debates continúan, de alguna forma, los ya desarrollados en Barcelona y ponen en relación el movimiento fracasado con la revo-lución victoriosa, a la vez que pre-

que la victoria deberá hacer frente.Termina la novela como un

círculo que se cierra que es, en realidad, una rueda que no deja-rá de girar, como no dejó Serge de perseguir esa verdad, no solo en la

anticapitalista. Ese compromiso es nuestra fuerza.

Coordinadora de Vivienda de la Comunidad de Madrid. 264 pp. El Viejo Topo, 2017. 12 €. ISBN: 978-84-16995-11-0.Miguel Hernaiz

Este libro arranca con un ob-


jetivo ambicioso: arrojar una luz nueva sobre una problemática de la que se habla mucho más de lo que se sabe, así como para ofrecer una respuesta general a la doble pre-gunta que abre el volumen: ¿quién y por qué se okupa en Madrid?

A pesar de ser una cuestión tan antigua como la vivienda misma, las autoras han apostado sin em-bargo por centrar la ocupación en el contexto de la larga década de

contexto elegido con acierto porque en él la ocupación es un fenómeno que empieza a tomar una dimen-sión descomunal, como lo es el pro-blema de la vivienda.

Lo primero que ayuda a enten-der el trabajo es que la ocupación masiva de viviendas (en Madrid se ha multiplicado por 8 en ocho años) es solo una fase más de la quiebra masiva del derecho a la vivienda en todo el Estado. A esta quiebra, recuerdan, han contribuido de ma-nera fundamental aquellos agentes que fomentaron y se enriquecieron con la burbuja inmobiliaria de la década anterior, pero también unos agentes públicos que han actuado de manera psicópata, destruyen-do los pocos recursos que existían para proteger a quienes se les ha arrebatado su hogar. La ocupación es una consecuencia largamente invisibilizada del drama, mucho más visibilizado, del millón largo de desahucios que se han ejecutado a lo largo de esta década.

Pasando entonces del contexto al trabajo de campo, la obra se acerca a la experiencia individual de quienes se ven forzados a ocupar una vivienda. Además del mazazo

psicológico que supone perder la vivienda y de la crudeza de las di-

-tes de suministro, amenazas lega-les), las personas que ocupan deben hacer frente a un nuevo agravio: la criminalización y estigmatización sistemática, tanto por parte de los medios de comunicación como de las mismas instituciones que les dieron la espalda.

Sin embargo, lejos de quedarse ahí, y de acuerdo con la perspecti-va de la Coordinadora de Vivienda de Madrid, las autoras proponen un nuevo enfoque destinado a en-frentar a este sistema con una de sus contradicciones: entender la ocupación de viviendas como la for-ma de hacer efectivo el derecho a la vivienda. A la espera de forzar a la institución a hacerse responsable de una obligación que ha desertado, quienes ocupan están sencillamen-te autotutelándose un derecho que les pertenece.

La vivienda no es delito es, en resumen, al mismo tiempo, una

Constituye un documento indis-pensable y una pedagogía urgen-te para entender el problema. Se

vez, sublevante y esperanzador, y un argumentario sólido para todos

universal a la vivienda.

7. SUBRAYADOS

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“... un viento sur que llevacolmillos, girasoles, alfabetos y una pila de Volta con avispas ahogadasFederico García Lorca Poeta en Nueva York

ISBN: 978-84-945947-6-2

9788494594762

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