Nutricion anciano

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REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES Las necesidades energéticas en el anciano son menores que en el joven debido fundamentalmente a la disminución de su masa muscular y de su actividad física. Se ha observado que al menos el 40% de los ancianos de más de 70 años ingieren menos de 1500 Cal/día.

Sin embargo, este aporte energético es insuficiente para cubrir las necesidades de micronutrientes, así como para mantener un cierto grado de actividad física, con lo que se instaura el siguiente círculo vicioso. Por tanto, aunque las necesidades energéticas en el anciano son más bajas, debe asegurarse el aporte suficiente para cubrir los requerimientos en vitaminas y minerales.

PROTEINASEl aporte de proteínas en el anciano puede verse comprometido debido a múltiples causas tales como los trastornos de la masticación, cambios en las apetencias, coste

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elevado de los alimentos proteicos, alteraciones digestivas y procesos patológicos intercurrentes.

El déficit de proteínas favorece el desarrollo de múltiples complicaciones:

La determinación de la albúmina plasmática es una medida muy útil para valorar el nivel de proteínas en el anciano. Es importante recordar que por debajo de 35 g/l de albúmina el riesgo de complicaciones es muy elevado.

Las recomendaciones americanas (RDA) para hombres y mujeres sanos mayores de 51 años son de 0,8 g de proteínas/kg/día, que equivale a 63 g/día para los hombres y 50 g/día para las mujeres. Las recomendaciones españolas para varones y mujeres sanos de >50 años son de 54 g de proteína/día y de 41 g/día, respectivamente.

Sin embargo, estas recomendaciones deberán modificarse en el caso de que exista patología concomitante.

Por último, deberá procurarse que la proteína sea de alto valor biológico, sobre todo en los ancianos inapetentes.

GRASASEl anciano necesita un aporte de grasa adecuado como fuente de energía, vehículo de vitaminas liposolubles y también para mejorar la palatabilidad de la dieta. Las grasas deben aportar como máximo el 35% de la energía de la dieta con una distribución de <10% de ácidos grasos saturados, 10% de poliinsaturados y el resto como monoinsaturados. El aporte de colesterol no debería sobrepasar los 300 mg/día.

En la población europea y americana se recomienda que el aporte de grasas no sobrepase el 30% de la energía diaria. Sin embargo, en España y otros países en los que el aceite de oliva representa la parte mayoritaria del total de grasas de la dieta, su ingesta global puede llegar hasta el 35% de la energía.

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CARBOHIDRATOSLa ingesta de carbohidratos debería ser aproximadamente el 50-55% del total calórico de la dieta, con mayoría de carbohidratos complejos y restricción de los simples. Es importante recordar que los ancianos pueden presentar intolerancia a la lactosa, con molestias digestivas e incluso diarreas

FIBRALas dificultades de masticación pueden provocar un rechazo de las frutas y verduras crudas con la consiguiente disminución de la ingesta de fibra. La falta de fibra puede agravar algunos de los problemas frecuentes en el anciano como el estreñimiento, el uso de laxantes y la diverticulitis. Por ello, en el anciano es importante procurar un aporte adecuado de fibra a partir de frutas, verduras y leguminosas (15-20 g/día).

VITAMINASLas vitaminas son sustancias imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo. Ya que el hombre es incapaz de sintetizarlas, es necesario que su aporte a través de la dieta sea adecuado y suficiente. En el anciano existen numerosas causas que favorecen la aparición frecuente de déficits vitamínicos, tales como:

• Aporte calórico insuficiente.• Dietas excesivamente restrictivas

en grasas.

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• Rechazo de frutas y verduras.• Disminución del apetito.• Mala preparación y conservación de los alimentos.• Excesivo uso de laxantes.• Polimedicación.• Patología aguda y/o crónica

El estudio SENECA (Study of the European Nutrition of the Elderly, Concerted Action) ha mostrado que en España, a pesar del consumo elevado de pescado y de ser un país muy soleado, los niveles de vitamina D son mucho más bajos que en los países del norte de Europa. Este hecho podría ser debido a una mayor protección de la exposición solar en el sur que en el norte de Europa.

Todo ello, conjuntamente con la alteración del metabolismo de la vitamina D en el anciano, provoca que los niveles de vitamina D y, en consecuencia, de calcio sean insuficientes para la conservación del hueso y hagan necesaria la valoración de su suplementación.

Los requerimientos de vitamina K pueden estar aumentados en el anciano con patología crónica, insuficiencia renal y tratamiento antibiótico o laxante prolongado.

La concentración de vitamina B12 suele estar disminuida debido a la elevada prevalencia de gastritis atrófica en los ancianos y a la interacción con fármacos como la cimetidina.

Los requerimientos de vitamina B6 pueden estar aumentados por una alteración del metabolismo y además por interacción con algunos fármacos anticonvulsivantes, antidepresivos y antihipertensivos

La interacción entre fármacos y vitaminas puede aumentar las necesidades de algunas vitaminas como en el caso del ácido fólico, vitamina C y ácido acetil salicílico, vitamina A e hidróxido de aluminio, ácido fólico y bicarbonato, y vitamina A,K,E,D y aceites minerales

MINERALESEl aporte de minerales puede verse comprometido en el anciano debido a las mismas causas que en el caso de las vitaminas: menor apetito, dificultad de masticación, alteraciones endocrinas, digestivas y renales, e interacción con fármacos. Con la edad, la absorción de Calcio va disminuyendo en relación con la disminución de la secreción ácida gástrica y los niveles más bajos de vitamina D.

Además la disminución de la actividad física y la menopausia favorecen la pérdida de masa ósea

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Las recomendaciones de calcio de la NIH de 1994 son incluso superiores a las de las últimas RDA: 1000 mg/día hasta los 65 años y 1500 mg/día a partir de los 65 años y para todas las mujeres menopáusicas sin tratamiento estrogénico.

Algunas enfermedades y medicaciones como los diuréticos pueden provocar un déficit de Magnesio y, en consecuencia, un mayor riesgo de síndrome de fatiga crónica, enfermedad cardíaca, osteoporosis y diabetes.

El déficit de Hierro es un problema frecuente en el anciano, con una prevalencia en la población sevillana del 44% en personas mayores de 65 años (16). A pesar de que los aportes de hierro suelen cubrir las RDA en poblaciones como la americana, existen numerosos factores predisponentes de su carencia, tales como la hipoclorhidria, las microhemorragias crónicas y el consumo prolongado de antiácidos y antiinflamatorios.

CAMBIO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN EL ANCIANO

La presencia de trastorno de conducta alimentaria en adultos mayores fue definido por primera vez en 1890, y se denominó senile marasmus.

En adultos mayores se producen una serie de cambios fisiológicos, psicológicos y socioeconómicos que favorecen la presencia de malnutrición y, con ello, la aparición de algún trastorno de conducta alimentaria.

Los cambios bruscos en la alimentación por regla general, no los tolera bien, cualquier cambio deberá hacerse con lentitud y por etapas, debe hacerse hincapié en que a los 80 años de edad, las necesidades se encuentra reducidas a la tercera parte en comparación con las necesidades de los adultos jóvenes.

El anciano se encuentra a menudo enfermo y desorientado como resultado de su mal comportamiento alimentario, y por lo tanto puede tener mayor necesidad que los demás, de una guía racional para que sustituya su instinto por la reflexión, y que comprenda que el anciano que está comiendo bien vive bien

La alimentación recomendable no es distinta de la que en realidad hace, solo que hace falta orientarla bajo estos principios para ordenarla en cantidad, frecuencia, balance y alguna recomendaciones que favorezcan una buena digestión y por ende en una buena nutrición.

Cantidad.- Los grandes volúmenes de alimentos, dificultan la digestión, la retrasan y en general impiden que se digieran adecuadamente. Generalmente los pacientes acusan distensión abdominal postprandial que les molesta y a la hora del siguiente alimento todavía están eructando lo que comieron antes.

Frecuencia.- En primer término la alimentación se recomienda en salud, hacerse 3 veces al día, y se debe hacer siempre a las mismas horas por los actos condicionados a las

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secreciones gástrica, que se hacen con o sin alimentos, y deben dejar el tiempo suficiente entre ellos para el vaciamiento gástrico y además un período de reposo.

También se recomienda que no se coma frecuentemente el mismo alimento, esto es, no se debe comer huevo diario, no siempre tiene que ser el jugo de naranja por la mañana, ni el jamón o el pollo todos los días, el no hacerlo nos permite romper la monotonía, que es uno de los grandes vicios de la alimentación en los viejos, y nos permite favorecer el balance en la alimentación.

Balance.- Es el método que nos permite establecer el equilibrio entre los nutrientes que debemos ingerir y los alimentos en los cuales los encontramos. Por ejemplo la vitamina C la encontramos en el limón, la naranja, la leche y quesos, las proteínas en las carnes, los carbohidratos en los cereales y leguminosas, etc. Esto quiere decir que para recibirlos debemos comerlos todos, distribuyéndolos más o menos en una semana

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL ESTADO NUTRICIONAL EN LA TERCERA EDAD

En la población de la tercera edad, las variaciones individuales respecto al estado de salud, actividad física y cambios fisiológicos son mayores que en los más jóvenes y pueden influir de manera mucho más importante en el estado nutricional.

Hábitos y nivel de actividad

La pérdida de masa muscular, es importante por la relación que tienen con la potencia muscular, la incapacidad funcional, las caídas y la función respiratoria. Por eso, el ejercicio es muy importante, ya que influye en los cambios en la composición corporal y en el mantenimiento de la masa ósea y tejido muscular.

Cambios fisiológicos

Un aspecto importante es la menor percepción de la sensación de sed asociada al proceso de envejecimiento. Esto determina un riesgo alto de deshidratación especialmente en aquellas circunstancias en las que se producen pérdidas excesivas de líquido: sudoración, vómitos, diarreas, quemaduras, empleo de diuréticos, etc.

El aparato gastrointestinal también experimenta modificaciones importantes. Si empezamos por la boca tal vez la más significativa sea la falta de piezas dentarias y su principal consecuencia es la dificultad para masticar.

La disminución de la secreción de saliva, y los sabores se perciben de manera diferente y genera una dificultad para la deglución.

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También disminuye la superficie y capacidad de absorción de la mucosa del estómago e intestino. A todo ello hay que añadir las enfermedades digestivas, que son más frecuentes en los las personas de la tercera edad.

Cambios psicológicos

Los hábitos alimentarios de las personas de la tercera edad, son el resultado de unos patrones de conducta establecidos durante muchos años y por tanto muy difíciles de cambiar.

Diversas situaciones que cambian estas costumbres pueden alterar la alimentación: hospitalización prolongada, alejamiento de la familia, enfermedad del cónyuge, muerte del cónyuge, incapacidad física.

Medicamentos, alcohol y tabaco

Las personas de la tercera edad, consumen con frecuencia varios medicamentos, debido a la elevada prevalencia de enfermedades crónicas que presentan.

Los medicamentos pueden interferir en el estado nutricional por varios mecanismos que guardan relación con la absorción, el metabolismo o la excreción de distintos nutrientes.

También el alcohol y el tabaco pueden afectar al estado nutricional.

Las llamadas enfermedades de la vejez son en muchos casos enfermedades crónicas con implicaciones nutricionales muy importantes.

PRINCIPALES CAMBIOS FISIOLÓGICOS EN EL ANCIANO

Variaciones de peso y talla:

La talla disminuye un centímetro o dos por década a partir de la edad adulta, debido a la curvatura de la columna vertebral y al aplanamiento de las vertebras.

El peso aumenta entre los 40 y 50 años, ya que se reduce el metabolismo basal (un 5% entre 40-59 años y un 10% entre 60-69 años) y por lo tanto se reducen las necesidades de energía.

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A partir de los 70 años el peso empieza a disminuir ya que a medida que su edad avanza, las personas comen menos y en consecuencia las ingestas de nutrientes pueden resultar más bajas que las recomendadas. La reducción se debe a factores socioeconómicos (edad, sexo, ingresos, facilidades culinarias), fisiológicos (apetito, sentido del gusto y olfato) y patológicos (enfermedades agudas y crónicas, uso de fármacos, discapacidad). Uno de los factores que más influyen en el desarrollo de la anorexia en la vejez es la pérdida de motivación para comer, que puede deberse a la depresión y a la pérdida o deterioro del contacto social.

Consecuencias en la nutrición:

Debido a la disminución de las necesidades calóricas puede presentarse el riesgo de obesidad si los ancianos continúan ingiriendo la misma cantidad de calorías. Esto se debe a que el gasto energético disminuye cada 10 años, por lo que si los ancianos no realizan actividad física solo tienen el gasto del metabolismo basal, de manera que una dieta de 1500 Kcal es más que suficiente para ellos.

Cambios en la composición corporal:

Agua: Las personas mayores tienen alterado el mecanismo de la sed, por lo que es muy importante insistirles en que beban agua. Otra causa por la cual los ancianos disminuyen su ingesta de líquidos es por la disminución de la musculatura pélvica, lo que les provoca la sensación de que se orinan.

Consecuencias en la nutrición:

Alta tendencia a la deshidratación.

Índice de masa corporalUna de las combinaciones de variables antropométricas más utilizadas es el índice de Quetelet (peso en kg / talla2 en m2) o índice de masa corporal (IMC). Se usa con frecuencia en estudios nutricionales y epidemiológicos como indicador de composición corporal o para evaluar tendencias en estado nutricional.

El IMC ideal para los adultos mayores no está definido, pero se ubica dentro de un amplio margen, estimado actualmente así: mayor que 23 kg/m2 y menor que 28 kg/m2.

No existe evidencia de que en el adulto mayor las cifras ubicadas cerca del rango superior se asocien con un aumento significativo de riesgo. Sin embargo, niveles significativamente más altos o bajos que este rango no son recomendables, especialmente si se asocian a otros factores de riesgo.

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Disminución de las masa corporal magra (6,3 % en cada década a partir de los 30 años). Esta disminución de la masa muscular se denomina sarcopenía y supone la pérdida de fuerza, de capacidad aeróbica y de funcionalidad .

Consecuencias en la nutrición:

Disminuye el metabolismo basal y como consecuencia reduce las necesidades de energía.

Aumento de la grasa corporal: Debido a una menor intensidad de la actividad física y a las modificaciones en la síntesis de testosterona y hormona del crecimiento. Una característica de los ancianos es que se produce una migración de la grasa de las extremidades hacia el abdomen.

Consecuencias en la nutrición:Importante en el desarrollo de la hipertensión o hiperlipidemias.

Disminución de la masa ósea: A causa de la desmineralización de los huesos. Se produce por cambios en el metabolismo óseo, por alteraciones endocrinas y por la absorción deficiente o la ingesta inadecuada de calcio. Todo esto hace que disminuya la densidad ósea y aumente el riesgo de fracturas y osteoporosis.

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Consecuencias en la nutrición: Dificultad para comprar, preparar alimentos o comer por sí mismo.

INDICADORES DIETÉTICOS

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Con frecuencia, y por distintas causas, los ancianos se ven imposibilitados de consumir los alimentos que desean. En un análisis de varias encuestas realizado en Estados Unidos se llegó a la conclusión de que alrededor de 50 por ciento de la población de la tercera edad consume menos de dos tercios de las recomendaciones de ciertos nutrimentos importantes, como hierro, calcio, tiamina, riboflavina, y vitaminas A y C. También se observó que el consumo de energía disminuye en 30 por ciento.

Cualquier método que se utilice para evaluar el consumo de individuos adultos puede ser usado en ancianos; sin embargo es necesario tomar en cuenta algunas características gerontológicas que en circunstancias específicas impiden lograr un trabajo confiable.

Primero, se requiere evaluar la memoria del paciente antes de aplicarle cualquier valoración dietética. Si bien algunos autores han observado que la memoria de los ancianos para recordar los alimentos que consumen en un corto plazo es muy parecida a la de los adultos, es importante considerar de manera individual a cada persona, ya que si el paciente presenta trastorno cognoscitivo, difícilmente recordará qué ingirió el día anterior. En casos así, es más conveniente interrogar a la persona que prepara los alimentos o, en su defecto, al cuidador primario.

La actitud del anciano hacia la entrevista también tiene que ser tomada en cuenta, ya que es muy distinta a la de un adulto joven. Muchas veces, el individuo de la tercera edad contesta lo que cree que el entrevistador quiere escuchar, pues tiene temor de ser enviado a un asilo o un hospital, o a que se le imponga una dieta que lo prive de los pocos placeres que aún le quedan. Esto se podría evitar si se creara una atmósfera de confianza a través de formular preguntas neutrales y explicar al entrevistado el propósito del estudio.

Por todas las características anteriores, el recordatorio de 24 horas sigue siendo la encuesta más útil, ya que proporciona una información aproximada del consumo diario de la persona anciana.

INDICADORES CLÍNICOS

La evaluación clínica consiste en realizar la historia médica y un examen físico para detectar cualquier signo o síntoma asociado con el deterioro del estado de nutrición. Muchos de estos signos no son específicos y pueden confundirse con características propias de la tercera edad, como caída de dientes, decoloración del pelo, deterioro de las uñas, etcétera, por lo que se deben complementar con otros indicadores (tabla 11).

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En los ancianos ocurren cambios relevantes en el aparato digestivo, tales como: disminución en las secreciones gástricas, biliares, pancreáticas e intestinales, y reducción en la movilidad del intestino. De ser posible, estos cambios deben ser evaluados durante el reconocimiento médico.

También es muy importante que se registre la cantidad de medicamentos que toma la persona, ya que este consumo puede limitar la absorción y la utilización de los nutrimentos (tabla 12). En este rubro se inscribe una gran variedad de drogas que pueden interferir por mecanismos diversos. Unas lo hacen mediante la reducción del apetito (como la digoxina); otras, a través de la supresión de la acidez, lo que interfiere con la absorción de calcio y folatos; algunas más actúan por medio de la precipitación de nutrimentos en formas no absorbibles o por quelación (como la colestiramina, que fija las vitami-nas liposolubles).

Dado que en la vejez hay un mayor consumo de medicamentos, es deseable que el nutriólogo clínico sepa reconocer estos efectos.

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EMPLEO DE PARÁMETROS BIOQUÍMICOS PARA EVALUAR EL ESTADO NUTRICIONAL

Diversos parámetros bioquímicos se utilizan como marcadores nutricionales. Entre ellos cabe destacar como más habituales las concentraciones plasmáticas de las proteínas viscerales, sintetizadas por el hígado, como medición indirecta de la masa proteica corporal; las proteínas somáticas como la creatinina sérica para determinar la masa muscular, y el número total de linfocitos, para evaluar la capacidad de respuesta inmunitaria. Los valores de todos ellos pueden estar alterados por diversas situaciones no nutricionales; es más, en el paciente anciano puede asociarse a la sola presencia de sarcopenia. No obstante, su disminución se asocia tanto a la presencia de desnutrición como a aumento en la morbilidad y mortalidad.

La disponibilidad de marcadores de la inflamación (proteí- na C reactiva) permite interpretar con más cautela la mayoría de estos parámetros bioquí- micos que se alteran también por la agresión metabólica.

PROTEÍNAS VISCERALESLa disminución de las concentraciones séricas de las proteínas viscerales si bien se relaciona con una reducción de la síntesis hepática de las mismas, puede también responder a factores no nutritivos, tales como la masa funcionantedel hígado, el índice de utilización metabólica, la excreción de las mismas, la transferencia intra y extravascular y el grado de hidratación del individuo. Las proteínas corporales son degradadas o hidrolizadas (en plasma o en distintos compartimentos celulares) a una velocidad de hidrólisis específica para cada proteína, lo que se conoce como vida media de cada proteína.La albúmina es una proteína fácil de determinar. Por su larga vida media (20 días) y el gran tamaño de pool corporal se considera que, siendo un buen marcador epidemiológico, es mal monitor de cambios agudos. Es un marcador no específico, pero tiene mayor capacidad que la edad para predecir mortalidad y estancias y readmisiones hospitalarias. El principal problema con su uso como marcador nutricional es que tanto los cambios en la volemia como distintas situaciones patológicas (síndrome nefrótico, eclampsia, enteropatías perdedoras de proteínas, insuficiencia hepática), como cualquier grado de agresión pueden producir disminución de sus valores plasmáticos. La transferrina es una globulina beta que transporta el hierro en plasma. Por su vida media de 8-10 días y su menor pool plasmático reflejaría mejor los cambios agudos en las proteínas viscerales. Su concentración puede estar falsamente incrementada ante déficit de hierro y tratamientos con estrógenos, o erróneamente disminuida en la enfermedad hepática, síndrome nefrótico e infecciones. Se admite que valores de 150-175 mg/dl sugieren desnutri- 128 VALORACIÓN NUTRICIONAL EN EL ANCIANO leve, entre 100-150 mg/dl desnutrición moderada e inferiores a 100 mg/dl desnutrición severa. La prealbúmina es una proteína que se une a la tiroxina. Tiene una vida media de dos días y

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un pool corporal muy pequeño. Si existe una demanda repentina de proteínas (como puede ocurrir ante situaciones de traumatismos o infecciones), los valores en suero de esta proteína disminuyen rápidamente. Por ello se deben interpretar con cautela sus valores cuando se usa como marcador nutricional. No obstante, y a pesar de ello, se considera el mejor monitor para valoración del estado nutritivo en enfermos y el mejor marcador de cambios nutricionales agudos.

La proteína ligada al retinol es una proteína filtrada por el glomérulo y metabolizada por el riñón. Por este motivo se elevan sus valores séricos cuando nos encontramos ante una situación de fracaso renal y asimismo en ancianos al disminuir con la edad la aclaramiento de creatinina. Tiene una vida media de diez horas, reflejando mejor que otra proteína los cambios agudos de desnutrición. Debido a su gran sensibilidad al estrés y su alteración con la función renal, se considera de poco uso clínico. Todas estas proteínas, al igual que la albú- mina, se pueden alterar por otras situaciones distintas a las nutricionales. La situación más prevalente es la agresión en la cual los hepatocitos priorizan la síntesis de proteínas más imprescindibles para la situación concreta (proteínas mediadoras de la respuesta metaPARÁMETROS BIOQUÍMICOS 129bólica o reactantes de la fase aguda), con disminución en la síntesis de proteínas viscerales. La prevalencia de situaciones de agresión o inflamación incrementa con la edad, por ello serían considerados peores marcadores del estado de nutrición en los ancianos. Un estudio realizado en ancianos con bajo peso y otros con sobrepeso o con normalidad nutricional y en los que simultáneamente se estudiaba la masa libre de grasa (por DEXA),puso de manifiesto que las proteínas viscerales, excepto la trasferrina, parecen ser útiles para detectar la desnutrición en los ancianos. Es más, valores bajos pero dentro de la normalidad deberían ser evaluados con cuidado, ya que sugieren estado nutricional deficitario. Probablemente en ancianos y debido a la sarcopenia las proteínas viscerales pueden ser consideradas marcadores de desnutrición. La transferrina quizá por estar elevada en situaciones de anemia, sobrecarga de hierro, infecciones agudas y crónicas y cirrosis hepática, sería mal marcador del estado de nutrición de la población anciana. También es evidente que los niveles séricos de albúmina al ingreso hospitalario, durante la hospitalización y sus disminuciones al alta, son, también en ancianos, predictores de mortalidad (38,6 % en pacientes > de 70 años con albúmina al ingreso < 33 g/l, frente a 14,1 % en aquellos con valores ≤ 33 g/l, p < 0,005); de presencia de úlceras por presión, y de reingreso hospitalario no programado si además se asocia a cambios de peso.

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PROTEÍNAS SOMÁTICASLa creatinina es un producto final de la degradación de la creatina, molécula de depósito de energía sintetizada por el hígado y concentrada principalmente dentro de la masa muscularcdel organismo. Se excreta por orina sin alterarse, por lo que su excreción en orina de 24choras, en ausencia de insuficiencia renal, seccorrelaciona con la masa muscular total delcorganismo. El índice creatinina/altura relaciona la cantidad de creatinina eliminada en orinacde 24 horas con la altura del individuo. Seccompara la creatinina eliminada con la esperada (según tablas preestablecidas) para un individuo del mismo sexo y talla. Este índice presenta algunas limitaciones como la necesidad de recolectar orina de 24 horas durante tres días consecutivos, o los cambios experimentados en la excreción de creatinina por enfermedades renales y hepáticas o por tratamientos con diuréticos, o también cambios que se observan ante dietas ricas en proteínas, o en pacientes de avanzada edad (tabla 2), e incluso en un mismo individuo. Se acepta que valores entre el 60 y el 80 % representan una depleción proteica moderada e inferiores al 60% una depleción grave.

NUMERO TOTAL DE LINFOCITOSSe conocen desde hace tiempo las relaciones entre la inmunidad y estado nutricional. La desnutrición es capaz de alterar los mecanismos de defensa del huésped; por ello se emplean distintas pruebas de valoración de la función inmunitaria como marcadores nutricionales. La capacidad de respuesta inmunitaria puede medirse con diversos parámetros, como las pruebas cutáneas de sensibilidad retardada, el recuento total de linfocitos, la capacidad de respuesta de los mismos.

El problema del uso de las pruebas inmunológicas como marcadores nutricionales es que el sistema inmunitario es sensible a múltiples vías no relacionadas con la nutrición. Hay que dudar de sus valores ante tratamientos quimioterápicos, con corticoides, después de la cirugía, en la edad avanzada, etcétera. De hecho, no se ha observado correlación entre número total de linfocitos y otros parámetros nutricionales incluyendo medidas antropométricas, marcadores bioquímicos y MNA, por lo que no se considera que este marcador sea útil para detectar el estado de nutrición de la población anciana.

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COLESTEROLUn estudio realizado en dos grupos de ancianos institucionalizados (sanos y desnutridos) puso de manifiesto que el colesterol total y el colesterol LDL están disminuidos en los ancianos desnutridos. No se observaron cambios en los valores de los triglicéridos entre ambos grupos.

Si bien en adultos jóvenes el colesterol total se asocia a elevado riesgo de morbilidad cardiovascular, en los ancianos, por razones no del todo conocidas, existe una asociación inversa entre total colesterol y mortalidad.

HORMONASLa insulina-like growth factor (IGF-I) condiciona los efectos anabólicos de la hormona del crecimiento (GH) en músculo y hueso. Tanto la desnutrición como el estrés metabó- lico agudo comportan alteraciones en los niveles de distintas hormonas y concretamente una disminución de los niveles de IGF-I y un aumento de los niveles de GH. Por todo ello, algunos autores lo han considerado un marcador de desnutrición en ancianos.

La leptina y de insulina en un estudio realizado con 116 pacientes hospitalizados de 76 años o mayores, se demostró que la concentración de leptina fue el único parámetro biológico relacionado significativamente con el estado de nutrición. A mayor desnutrición (definida por el menor cuartil de IMC y de pliegue tricipital de una población de ancianos sanos) menores concentraciones de leptina.

El nivel óptimo de leptina para el diagnóstico de desnutrición fue de 4 mµg/l en varones (sensibilidad 0,89 y especificidad 0,82) y 6,48 mµg/l en mujeres (sensibilidad 0,90 y especificidad 0,83)

INDICADORES PSICOSOCIALES, ECONOMICOS Y FUNCIONALES

Entre ellos están la Soledad, depresión, Ingreso a instituciones (residencias acilos hospitales), Aislamiento social, Pobreza, analfabetismo, La alteración de las funciones mentales, el desconocimiento de la necesidad de recibir una dieta correcta, los cambios en el gusto y olfato disminuyen el apetito.

Es importante para el paciente el apoyo familiar y social al anciano:

Clínico, trabajo Social, psicología, Nutrición

MEDIDAS BASICAS PARA LA SUPLEMENTACION

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Dado que los ancianos son un grupo con riesgo de carencia de macro y micro nutrientes, es fundamental procurar que su nutrición sea la más adecuada para prevenir la aparición de déficit clínico. Estas complicaciones pueden ser evitadas mediante la adecuada vigilada nutricional y suplementación oral.

Se puede complementar la alimentación mediante Suplementos accesibles fácil preparación y administración, Elaborados a partir de caseína ya que esto permite cubrir o complementar las necesidades energético- proteínicas con pocos líquidos.