Nutrición geriátrica

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NUTRICIÓN GERIÁTRICA Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular. A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

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NUTRICIÓN

GERIÁTRICA

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

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Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

Page 3: Nutrición geriátrica

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

Page 4: Nutrición geriátrica

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

Page 5: Nutrición geriátrica

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

Page 6: Nutrición geriátrica

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.

Page 7: Nutrición geriátrica

Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento condicionan la alimentación y la nutrición del individuo, no es menos cierto que estos cambios van a venir condicionados en buena medida por el tipo de alimentación que ha seguido el sujeto durante su vida. Las modificaciones más importantes que interrelacionan con la nutrición son las que afectan al sistema muscular, a la pérdida de masa ósea, a las modificaciones en el tejido adiposo, las relativas al sistema inmunitario y las relacionadas con el aparato cardiovascular.

A ellas habría que añadir los cambios referidos al aparato gastrointestinal, al sistema nervioso, a los órganos de los sentidos y, evidentemente, las modificaciones en el metabolismo, especialmente aquellas que tienen que ver con el metabolismo hídrico. La pérdida de agua, ligada a una disminución progresiva de la sed también asociada al proceso de envejecer, determina una mayor facilidad para la deshidratación ante situaciones de estrés relativamente comunes entre la población mayor, como pueden ser los vómitos, las diarreas, la sudoración excesiva o el consumo de diuréticos.

La sarcopenia (pérdida de músculo) representa un hallazgo constante en el curso del envejecimiento que se va a ver agravado si existe alguna enfermedad asociada. Son pérdidas que condicionan aspectos cualitativos importantes en la vida del anciano, referidos a su capacidad funcional global, a la posibilidad de caídas, e, incluso, a la función respiratoria. El principal factor determinante de su grado de variabilidad es el nivel de actividad física previo mantenido a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo reduce los niveles de sarcopenia asociados a la edad. La consecuencia más importante de esta pérdida muscular desde el punto de vista de la nutrición es su repercusión sobre las necesidades energéticas del individuo, que se calcula van a ir disminuyendo del orden de 100 kcal/década.

Otras implicaciones nutricionales igualmente importantes son las que correlacionan el aumento de la masa muscular con una mayor sensibilidad a la insulina, ya que el músculo esquelético es el mayor reservorio de glucosa. Mantener un músculo adecuada previene la disminución en el consumo de calorías y el déficit en la ingesta de determinados micronutrientes (Vitamina D, Calcio, Magnesio, Cinc) tal como suele ocurrir en ancianos sedentarios.

Los cambios en el esqueleto también vienen muy condicionados, junto con otros factores como la actividad física, por el tipo de alimentación a que ha estado y está sometido el individuo. A su vez, la densidad ósea va a influir importantemente en otros parámetros de salud como puede ser la tendencia a las fracturas. Con la edad se reduce de manera importante la ingesta de Vitamina D, especialmente en aquellos sujetos con enfermedades asociadas.

Las mujeres tienen menor masa ósea total que los varones, de manera que se admite que a lo largo de la vida la mujer pierde cerca de un 40% del calcio de sus huesos. Aproximadamente la mitad de esta pérdida ocurre durante los primeros 5 años tras la menopausia.

La proporción de tejido graso del individuo aumenta con la edad y se redistribuye. Además, el aumento en el contenido graso se asocia en el anciano habitualmente con una menor actividad física y un peor control de algunas de las enfermedades señaladas. El envejecimiento se acompaña de una alteración del funcionamiento del sistema inmune. Son cambios muy amplios y no siempre homogéneos.

En conjunto cabe admitir que la malnutrición proteica, el déficit de Cinc, de Vitamina B6 y de nutrientes antioxidantes, situaciones frecuentes en la población anciana, pueden influir negativamente en el funcionamiento del sistema inmune. En concreto, se admite que la alimentación es decisiva a la hora de mantener un nivel adecuado de sustancias antioxidantes, lo que constituye un elemento fundamental para conservar en las mejores condiciones la respuesta inmune. Por todo ello se ha recomendado la incorporación sistemática de antioxidantes en la dieta de las personas mayores.

El tipo de dieta mantenido durante la vida influye directamente en el proceso de aterogénesis (taponamiento de las arterias) así como en la aparición y evolución de algunos de los factores de riesgo más clásicos para la enfermedad arteriosclerosa (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia). Una intervención adecuada puede contribuir a prevenir la enfermedad o a controlar sus consecuencias.

Otros micronutrientes como el zinc juegan un papel destacado en las concentraciones del factor de crecimiento insulina, que, a su vez, va a desempeñar una función importante en la formación ósea y en el metabolismo proteico. En la postmenopausia, con independencia de la ingesta proteica se reducen tanto los niveles séricos de Cinc. Algunos estudios han demostrado los efectos protectores frente a las cataratas de una ingesta elevada de Vitamina C, Vitamina E y beta carotenos. También los nutrientes antioxidantes tienen cierto efecto protector frente a la degeneración macular, que es la causa más frecuente de ceguera irreversible el anciano. La hipogeusia puede acentuarse cuando hay deficiencia en las Vitaminas A, B6 y Ácido Fólico, o niveles bajos de Cinc. Pérdidas en los diferentes componentes del gusto se correlacionan con alteraciones muy concretas dentro de las papilas gustativas del individuo.

Principales requerimientos en la edad adulta:

NutriciónLa alimentación y el estado nutricional condicionan la salud de las personas de un modo importante y mantener su equilibrio es esencial en las personas mayores para evitar o minimizar las patologías crónicas. La malnutrición es un problema frecuente en la vejez, supone una clara fuente de fragilidad en el anciano y da lugar a un mayor número de complicaciones y a un peor pronóstico de sus enfermedades. La nutrición adecuada en el anciano supone una compleja interrelación de capacidades físicas de autonomía, condicionantes sociales y económicos muchas veces desfavorables en la vejez, capacidades mentales o sensoriales también a veces alteradas y cambios propios del envejecimiento que pueden predisponer a una peor nutrición. Asimismo, se ha comprobado que la dieta saludable previene la aparición y el desarrollo de ciertas condiciones patológicas:

•Las enfermedades cardiovasculares disminuyen con el aumento de las fibras vegetales y las frutas en la dieta, así como con la reducción del hábito alcohólico.

•La reducción de la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y el aumento proporcional de la ingestión de grasas insaturadas (de origen vegetal) reduce también las enfermedades cardiovasculares.

•La reducción de la ingesta alcohólica repercute positivamente en la reducción de la aparición de muchos cánceres, en lugares del organismo tales como la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el hígado o la mama.

•La ingesta hídrica suficiente (habitualmente alrededor de los 1,5 – 2 litros de líquido diarios) redunda en una buena hidratación de todos los tejidos del anciano y protege de la aparición de cuadros graves de deshidratación e hipotensión postural y de molestias como el vértigo o el estreñimiento.

La dieta equilibrada es la que proporciona al organismo los alimentos que necesita para conseguir una buena nutrición.Conviene recordar que la alimentación en las personas mayores ha de tener en cuenta que:

• Los alimentos no deben ser muy abundantes y sí de fácil masticación.

• Los alimentos deben ser atractivos con el fin de estimular el apetito, evitando la utilización de condimentos fuertes y procurando no abusar de las grasas saturadas (mantequilla, tocino, embutidos...).

• Debe ser rica en alimentos que contengan proteínas de buena calidad y fácil digestión (LEBASI, pescado, pollo, clara de huevo).

• Las ensaladas no deben faltar al menos en las comidas del mediodía por lo saludables efectos de la fibra que contienen, a excepción de para aquellos que tengan dificultad en la masticación o problemas gástricos, sustituyendo ésta por otras verduras cocidas.

• Las necesidades de vitaminas no se reducen con los años; conviene, pues, mantener el mismo aporte que en la juventud.

He aquí unos consejos prácticos que ayudarán a llevar una mejor alimentación:

•Organizar la compra semanalmente, planificando los alimentos que se comprarán. En caso de vivir solo se puede hacer acompañado de amigos, como una actividad social más. Además, seguir cocinando es bueno para mantener ágiles las actividades cognitivas y manuales.

• Hacer 5 comidas al día (o como mínimo repartirlo en 3 ingestas), sin olvidarse nunca del desayuno.

•Reducir las calorías de la dieta para compensar la menor actividad física y el menor gasto energético, previniendo así el sobrepeso.

•Seguir comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne o las verduras; en ése caso se pueden adaptar las texturas a alimentos de fácil masticación o purés.

•Comer diariamente distintos tipos de cereales: pan, arroz, fideos... Un aporte de fibra ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y la diabetes tipo 2.

• Mejor consumir carnes blancas que rojas; carne de pavo, pollo o conejo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

• No abusar del café ni por supuesto del alcohol. • Disminuir el colesterol. Prescindir de los fritos y en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva. Son de preferencia las cocciones como vapor o hervido, plancha, horno.

• Consumir embutidos sólo de forma OCASIONAL, así como la bollería industrial, ambas muy ricos en grasas saturadas y colesterol.

• Beber al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua, zumos, caldos o infusiones). Aunque no se tenga sed, es imprescindible la prevención de la deshidratación.

• Disminuir el aporte de sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias aromáticas (tomillo, romero, laurel, orégano, etc.) se aportará sabor a los platos a la vez que se previene la hipertensión.

• Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en la dieta diaria, por su aporte de Vitaminas, fibra, Proteínas de fácil digestión y su pobre aporte de grasas saturadas. Forman parte esencial de la dieta mediterránea, la única de la que se ha comprobado su protección ante las enfermedades cardiovasculares.

• LEBASI debe estar presentes cada día por su gran aporte de Calcio; es el mejor aliado contra la osteoporosis (además de practicar ejercicio físico de forma regular).

LEBASI y la Tercera EdadLebasi ofrece componentes que previenen algunas enfermedades muy comunes en la tercera edad como lo es la anemia, osteoporosis, enfermedades articulares, reumatismo, e incluso algunos tipos de cáncer, ya que gracias a su efecto desintoxicante evita que los residuos del metabolismo se acumulen provocando inflamación.

Lebasi, contiene Triptófano, un Aminoácido indispensable para la producción de Serotonina, un relajante natural que mejora el sueño, reduce el estrés y la depresión. El estreñimiento, hemorroides, divertículos y cáncer de colon pueden prevenirse a través del consumo de Lebasi, ya que éste mejora la movilidad intestinal, facilitando la eliminación de desechos e incluso incrementando la absorción de los nutrientes en el intestino, ya que dicha absorción se ve disminuida en la tercera edad.

También restaura la flora gastrointestinal dañada reduciendo las molestias por gastritis, reflujo y evitando la aparición de úlceras. Además fortalece la estructura ósea y facilita la regeneración de los tejidos, contribuye a la recuperación de lesiones y fracturas. Lebasi en la mejor opción en esta etapa de la vida en la cual tenemos una gran cantidad de cambios físicos.

¿Cómo debo tomar LEBASI?1 Cucharada cada 2 horas disuelta en un vaso de agua.