numero33

8
7 MISTERIO$ S.A. Repaso crítico a un tipo de literatu- ra que indunda las listas de éxitos con su mezcla de morbo, conspira- ción y cultura general. 3 MEMORIA Viejos oficios y sonidos de siempre han tomado el centro de la ciudad. Iñaki Peña escribe sobre este en- cuentro de tradiciones. culturas TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005 Hernández El Patio de Escuelas acoge hasta el 10 de julio una reveladora exposición sobre la obra del escultor bejarano, hoy todavía no demasiado valorada debido a los prejuicios críticos. Una buena oportunidad para redescubrirla. 4 N° 33 Suplemento de artes y letras MATEO

description

4 El Patio de Escuelas acoge hasta el 10 de julio una reveladora exposición sobre la obra del escultor bejarano, hoy todavía no demasiado valorada debido a los prejuicios críticos. Una buena oportunidad para redescubrirla. N° 33 Suplemento de 3 MEMORIA 7 MISTERIO$ S.A. Viejos oficios y sonidos de siempre han tomado el centro de la ciudad. Iñaki Peña escribe sobre este en- cuentro de tradiciones. TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

Transcript of numero33

Page 1: numero33

7 MISTERIO$ S.A.

Repaso crítico a un tipo de literatu-ra que indunda las listas de éxitoscon su mezcla de morbo, conspira-ción y cultura general.

3 MEMORIA

Viejos oficios y sonidos de siemprehan tomado el centro de la ciudad.Iñaki Peña escribe sobre este en-cuentro de tradiciones.

culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

Hernández

El Patio de Escuelasacoge hasta el 10 dejulio una reveladoraexposición sobre laobra del escultorbejarano, hoy todavíano demasiadovalorada debido a losprejuicios críticos. Unabuena oportunidadpara redescubrirla.

4

N° 33Suplemento de

artes y letras

MATEO

Page 2: numero33

resulta curioso observar los efectos del tiem-po sobre los artistas y sus obras. El arte del

pasado que conocemos no es sino la punta deliceberg que los años y los siglos han ido ente-rrando. Y el propio ejercicio de la Historia yde la crítica. El destino es caprichoso y, de re-pente, algo hace que una pieza o un artista seade nuevo reconocido y sus obras objeto de pe-regrinación. Que se lo pregunten a Leonardoda Vinci. La escultura de Mateo Hernández seha leído bajo un tópico que Óscar Rivadeneyra

–conocedor y admirador de su obra, activo de-fensor de la dignidad de su museo en Béjar ycolaborador de este periódico– se encarga dedesmontar: Mateo Hernández no fue un cas-tellano nostálgico sino un artista de su tiempo,que bebió de las influencias orientales, trabajóel carácter decorativo del Art Nouveau y estu-vo en el germen de la modernidad que inspirótambién a autores mucho más valorados. El au-tor propone ir al Patio de Escuelas y redescu-brir la obra del artista sin hacer caso a los pre-

juicios. El tiempo también actúa sobre la cul-tura tradicional, cuyos oficios, sonidos y for-mas de vida se olvidan. Hay gente que intentaque no nos perdamos toda esa humilde belle-za, como Eusebio Mayalde, Jaime Santos –or-ganizadores de unas jornadas festivas y didác-ticas– e Iñaki Peña, divulgador desde su pro-grama Trébede, en Radio 3 y que hoy escribeaquí. Y tenemos también libros, de esos que va-len la pena y de los otros, a los que miramos contodo el escepticismo posible.N

°33

1 LAS CONCHAS SOUND SYSTEMY OTROS FUEGOSVa a ser la perdición de muchos. Eso deir a Libreros con la carpeta y pasar pordelante de la Casa de las Conchas yencontrarte de cara con el ambientefestivo obliga a tomar decisiones. Comoel diablo y el angelito que se apoyan encada hombro. El caso es que va a seruno de los programas estables con máséxito del Festival de las Artes. Y yaempieza con platos fuertes: esta semanael ritmo llega principalmente deFrancia, con Krikor, Shubaka oJennifer Cardini, además de SpiritCatcher y Federico Aubele, que grabaen el sello de la Thievery Corporation,que actuarán el último día del Festival.En la red es fácil encontrar sesiones detodos ellos, para ir haciendo boca. Conaire festivo también se presentan dosprogramaciones similares para lasnoches más cortas del año. Parece quela tradición de hacer una hoguera yquemar en ella los trastos viejosobedece a un deseo de quitarse deencima toda la carga que hemos idoacumulando durante los tiempos fríos,un modo de purificarse. En los barrios,las generaciones de chavales ibanadquiriendo la obligación de recoger lamadera mientras los mayores sereservaban el derecho de tumbar apedradas el palo mayor. Ahora es másdifícil, porque apenas quedandescampados. Indudablemente, lafascinación que ejerce algo tan purosomo el fuego sigue vigente paracelebrar una de las pocas fiestaspaganas que nos quedan en elcalendario. En los últimos años, LosVerdes han organizado fiestas a la veradel Puente Romano, con conciertos ymerienda comunal y turgente. Estasemana, tanto la programación oficialdel 2005 como el Festival de las Artesañadirán colorido a algo que siguefuncionando de una manerabrutalmente sencilla. Otrarecomendación de la semana sería elconcierto de Luis Delgado, un músicoque ha sabido interpretar y actualizarlos sonidos del mediterráneo. Y algo quesintoniza bien con la electrónica, laexposición de ACTOP, reciéninaugurada en el DA2, una formaciónintegrada por César Pesquera y ÁlvaroPosada que ha puesto imágenes aalgunos de los más relevantes músicoselectrónicos.

2 POE Y CORMAN«Sr. Corman, éste es el fantasma deWilliam Wilson, alias Edgar Allan Poe».«¡Mi alma gemela!» exclama el director.El aludido se limita a mirarle con susgélidos ojos grises que no encuentranreposo sobre ningún rostro humano.Resultado del encuentro: una serie denegativos poseídos por los miedos másprimigenios de la especie. Somostestigos del surgimiento del cine B ‘enserio’ que influenciará a directores comoScorsese, Coppola o Lynch. Tantocomo Poe lo había hecho con escritoresde la talla de Verne, Dostoievski oBorges», Así se presenta la últimapropuesta de ‘madaptations’, un cicloque el colectivo MAD (Movimentd’alliberament digital) con sede en París,Barcelona y Bruselas, realiza para elAño del Libro. La idea básica es entrarcon el escalpelo en las adaptacionesliterarias que ha hecho el cine. En la redcuelgan las obras y en su sedebarcelonesa proyectan las películas,nada que no se pueda solucionar con unbuen videoclub. Capote y Burroughs,H.G. Wells o Shakespeare han sidootros de sus objetos de lúdico análisis. Yrealizan muchas otras actividades. Másen mad-actions. com.

3 LITERATURA DE BOLSILLOComo todo lo nuevo, la blogosfera suscitainteresantes debates. Hay quien ve eneste sistema de publicación la panaceapara la creación literaria –eso de poderdar a conocer tu trabajo sinintermediarios– y los más escépticospiensan que se tiende a una literatura debajo nivel, más basada en el comentariosobre lo ajeno que en la expresiónpropia. Y hay de todo. El escritorRamón Buenaventura fue uno de losprimeros en tener su propio espacio enla Red y últimamente se le han idosumando muchos, de los que ya leshemos ido hablando aquí. Con motivo dela feria del libro, el muy útil Periodistas21 ha recopilado una buena cantidad de‘blogs’ literarios, por si quieren empezarpor algún lado. Si se deciden a ponerse aescribir, una recomendación: El telón,publicado por Tusquets, es un ensayo deMilan Kundera en el que reflexionasobre qué es una novela, una fuente desugerencias y de análisis no sólo para elque escribe, sino también para el que,como usted, lee.

Recortes Antonio Marcos

culturas2 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

Arriba, la Casa de las Conchas en la noche

del jueves. Jennifer Cardini y Federico

Aubele, dos dj’s para esta semana. Abajo,

Edgar Allan Poe (por Vik Muniz) y un viejo

recorte sobre H.G. Wells

Formigo

Page 3: numero33

lo que este fin de semana estáaconteciendo en la ciudad deSalamanca es uno de esos en-

cuentros realmente únicos, afor-tunadamente irrepetibles y pro-fundamente alternativos. Quiénlo diría... que en el zurrón de latradición repose hoy lo alternati-vo y, si me apuran, la vanguardia.A la sombra de la memoria, desdeayer, se cobijan talleres vivos deoficios centenarios, instrumen-tos atávicos y mágicos, títeresque reflexionan sobre historiasbíblicas con su lenguaje misterio-so y universal y trovadores de lamúsica que alegrarán sus callesy plazuelas.

Todo un monumento a esamemoria a la que no es fácil ha-cer homenajes porque provienede la cotidianidad de nuestros an-tepasados y menos, aún, cuandonos hemos alejado tanto de sushábitos y desvinculado tan desai-radamente de sus sonidos. Un au-téntico monumento a nuestracultura mas íntima, pero sin em-bargo casi olvidada y a la que sóloun tallador y escultor de la cul-tura tradicional y un inventor ycreador de paisajes históricos,trapecistas ambos del lenguajecastellano y malabaristas de lacomunicación gestual, podían re-sucitar.

«... Estamos entrando en pala-bras mayores...» dice la letra deun mayo muy corrido y lo ciertoes que no sé si el ejercicio de lamemoria es un acto atávico, bienpegado al suelo, o se trata de unaacción física, en el espacio etéreo.En el primer caso no hay mayorproblema porque semejante atre-vimiento queda perfectamentejustificado cuando detectamosque los culpables son el dúo sal-mantino Mayalde, verdaderos ti-tiriteros de cancioncillas y melo-días populares, y el Teatro LaChana, auténtico director de or-questa de tanto animalillo y suce-so bíblico desde aquella creación,hora cero.

Y, sin querer, de la conjunciónde ambos, surge la acción física:¡he aquí la chispa!, la fuerza ne-cesaria para elevar invisiblemen-te el badajo de metal y, con la má-xima fuerza posible, dejarlo caersobre la gran campana de la ima-ginación.

El estruendo que se despier-ta, el enorme gong que se apode-ra de todo el espacio posible, sólolo sufrirán los privilegiados quecirculan con libertad por las ca-lles salmantinas desde primerashoras de ayer, porque en un abra-cadabra indescriptible, en el en-torno del biennacido Centro deCultura Tradicional revivirán vie-jos oficios, muchos de ellos, hoydesparecidos.

Y, como arte de birlibirloque,han aparecido el mimbrero, elcantero, el colchonero y el cam-panero, por una parte, a la som-bra de los castaños… y el colme-nero, el quesero, el repostero y elaguardientero, por otra, a lasombra de las encinas. Toda unaexhibición en vivo de la diversi-dad de viejos trabajos, algunosresistiendo esta era tecnológica,como el herrero, el esquilador deovejas o burros y hasta el alfare-

ro. Entretanto, entre unos yotros, el zamorano Guti va con-tando las aventuras insólitas queaún permanecen en la concienciacolectiva, relatando los cuentosaprendidos de los expediciona-rios al regreso a casa y narrandoviejas leyendas escuchadas alatardecer de las invernadas, alcalor de la hoguera, al mismotiempo en que las esquinas y lascalles truenan al paso de los po-derosísimos Tambores y BombosSan Simaô, del norte portugués,y el espacio vital es conquistadopor el encantamiento de las dul-zainas segovianas tocadas porLos Mellizos de Lastras.

Y por si todo esto fuera poco ycon la clara intención de hacersucumbir a todos los vivientes,en las clases de bailes del Centrode Cultura Tradicional se hanimpartido unos talleres de ins-trumentos para culmen de

Eusebio Mayalde, en una de sus actuaciones

aprendizaje de quienes ya fueroniniciados, aunque se admitieranneófitos. Unos cursos de tan sólodos horas de duración, pero losuficientemente atractivos por elprofesorado requerido, pues a lajuventud de los enseñantes de latxalaparta, un instrumento an-cestral de percusión, construidocon maderas y que sirvió a los an-tiguos pobladores vascos paracomunicarse entre las montañasy tocado con palos, profesoresque vienen de la localidad fron-teriza de Zugarramurdi, tan car-gada de leyendas de brujas o delprofesor de la alboka vizcaina, uncuerno, un instrumento de airecircular y con doble clarinete quenecesita aire continuo, a la ju-ventud de ellos hay que añadir laveteranía y experiencia de otroscomo el de rabel hoy el granmaestro cántabro, pero alumnoy continuador del arte inolvida-ble de Pedro Madrid, el de Pola-ciones… el gaitero mayor astu-riano, un título único y una téc-nica envidiable… el estilo de em-bocar y la digitación especial dela dulzaina en uno de los músicoszamoranos mas comprometidos,miembro de la banda ‘Habas Ver-des’ y continuador del legado deotro grande: Julio Prada… la pan-dereta ágil y vibrante de uno delos tocadores vascos mas experi-mentados… el acordeón diatóni-co, mal llamado trikitixa, que enmanos del vizcaíno de Gatika al-canza dimensiones sonoras in-imaginables… y las percusionestradicionales mas rudimentariassurgidas de útiles tan próximoscomo el caldero o las cucharassalmantinas.

Y por si, aún, alguien se que-dara insatisfecho, este elenco demaestros musicales tendránoportunidad de demostrar sushabilidades esta noche en la plazade San Román, en el denominadoConcierto de todos para todosaquellos que se atrevan a partirde las diez de la noche y se arries-guen a ser atrapados por tantaimaginación y originalidad cómounos se dan paso a otros, en el es-cenario, no con la palabra comose hace habitualmente, sino conlos propios instrumentos y rit-mos musicales.

Una ocasión excepcional parapoder compartir la esencia de ladiversidad de la tradición, paraenriquecernos con su sencillez ypara entender, de una vez por to-das, que la memoria necesita devez en cuando que, pues eso, quenos acordemos de ella, que laejercitemos.

Iñaki Peña es director del programaTrébede, de Radio 3

A la sombra de la memoriaEusebio Mayalde y LaChana Teatro han hechorevivir la memoria de losviejos oficios y de lossonidos humildes ycercanos en el corazónde la ciudad. Esta noche,culmina con un granconcierto para todos.

3FESTIVAL DE LAS ARTES culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

Iñaki Peña

En el concierto deesta noche participanMayalde, AlbertoJambrina, Mellizos deLastras, Roberto yKepa, Chema Puente,Xuacu Amieva y losTambores y Bombosde Santo Antonio

Un monumento a lamemoria, cuando noshemos alejando tantode sus hábitos y desus sonidos

Page 4: numero33

culturas4 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

MonsieurHernándezBéjar en París

una de las inte-grantes del cole-gio de arqueólo-

gos madrileño que visitórecientemente el Museo Ma-

teo Hernández de Béjar, mepreguntó delante de la famosaáguila en esquisto si este es-cultor, a quien ella desconocía,había tenido contacto con el ar-te egipcio. La cuestión que tanacertadamente introdujo (lasinfluencias de la estatuariaoriental en la obra de Hernán-dez) se convirtió en tema deanálisis con los espectadorespétreos de las esculturas como

testigos. Los primeros bió-grafos del escul-

tor y

sus pri-meros análisis

críticos de la obra hicie-ron un excesivo hincapié en suprocedencia bejarana como gé-nesis insoslayable de sus procedi-mientos creativos, de modo quesus lectores fuimos albergando unicono no correcto de Hernández,donde el recuerdo del aire serra-no del Calvitero supuestamentealentaba cada uno de los cincela-zos propinados a las rocas. Laimagen, sin duda romántica yemocionante, sólo es comparable,

en lo falso, con el estereotipo deun Roberto Heras que asciendelos puertos del mundo graciaspresuntamente al subconscientealiento de la Sierra de Béjar. Perolo que respiraba Mateo Hernán-dez no era otra cosa que el aire deParís, el mismo que enlatabaMarcel Duchamp para hacerlomercantil y artístico, el mismoque inspiraba Adolf Hitler bajo lanieve de su ocupación; y la brisaque quería figuradamente sentirmientras la piedra se hacía ani-mal, no venía de un viejo pueblocastellano lleno de chimeneas ygalerías, sino desde Mesopota-mia, Egipto o Siria, y a través delos insondables hilos del fenóme-no estético y de las preferenciasartísticas.

Es decir que, como dijo el co-misario de la exposición que es-tos días se puede contemplar enla Sala del Patio de Escuelas, JoséRamón Nieto, hay dos MateoHernández: el que nace biológi-camente en Béjar en 1884 y el quenace artísticamente en París en1913, es decir el lugar donde ha-bía que estar y por cuya presen-cia el escultor tuvo oportunidadde acceder al conocimiento de laescultura antigua, no tan distan-te en esa actitud a la que tuvieronPicasso, Braque o Matisse ado-rando iconos y amuletos africa-nos. La simplificación del proble-ma crítico y valorativo de Her-nández, despachándolo como uncastellano aquejado de nostalgia,amante de los animales y con vi-cios de cantero que lo vulgarizan,es la causa del aun desconoci-miento general, que no por suer-te total, de su obra y de su figuraen España. A lo que se añade elpostrero deseo de legar el con-junto de su trabajo al estado es-

pañol, gesto que, aun cargado depatriotismo, resultó injusto con-sigo mismo y redujo notablemen-te las posibilidades de divulga-ción de sus piezas. Por eso, hayque tomar buena nota de la pure-za de criterios de quienes vandescubriendo a Mateo Hernán-dez en la actualidad, de sus im-presiones no contaminadas porlos lugares comunes que jalonanaun hoy en día el acercamientobiográfico y estilístico al escultor.Hacer acopio del impacto prime-ro que sus estatuas nos producen

al contemplarlas en esta exposi-ción en el Patio de Escuelas sal-mantino o en la exposición per-manente del Museo Municipal deBéjar. Lejos de aquellos prejui-cios, y regresando a los primerosplanteamientos del tema, el exo-tismo que exhalan las piezas delescultor y que llena cualquier es-pacio donde sean exhibidas, sedebe, aparte de por el confesoamor de Hernández por las pri-mitivas culturas de Oriente Me-dio, por diferentes cuestiones for-males que saltan a la vista, prin-

La exposición sobre el escultor quepuede verse en el Patio de Escuelashasta el 10 de julio y que luegoviajará a Béjar es una magníficaoportunidad para releer su obra bajola perspectiva de la influencia delarte oriental, su relación con el Art

Déco y su inscripción en el germende la modernidad.

La simplificación deHernández como uncastellano nostálgicoy con vicios decantero es la causadel desconocimientode su obra. Élrespiraba los airesde París y de Oriente

Pantera de Java, 1925. Madera ennegrecida.

Marabú, 1914.

Granito negro.

En el Jardín des Plantes, esculpiendo el Águila Bonelli

Page 5: numero33

5ARTE culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

cipalmente en lo que respecta alplan visual y contemplativo conel que fueron pensadas y ejecu-tadas las obras. Me refiero sobretodo a esa tendencia al perfil quehace a ese punto de vista casi elúnico posible en la observaciónde sus esculturas, y que en algu-nas, como en la magnífica Pante-ra de Java o en el Marabú, resul-ta exclusivo.

La alusión egipcia llega ennuestro escultor a su expresiónmás elocuente a la hora de repre-sentarse a sí mismo sedente y rí-gido al modo de los faraones, ha-ciéndose inevitable enfrentar (demomento sólo de modo imagina-rio) las estatuas de Tuthmosis oAmenofis III con el último auto-rretrato de Hernández. Ese hie-ratismo y tendencia a los perfilesque no son tan sólo un resultadode su gusto por el tratamiento dela iconografía en aquellas remo-tas culturas, sino también de la vi-sión lateral que exigen la mayoríade las aves en reposo que tantasveces reprodujo, ha conducido aldesacierto en cuantas ocasionesse planteó la colocación de algu-na de sus piezas como ornamentourbano. Menos recurrente, aun-que a mi entender igual de opor-tuna, es la relación que denota elconjunto de sus piezas con las ve-leidades del Art Nouveau y delArt Déco, que haría de la Ca-sa Lis un contexto muy opor-tuno para futuras exposicio-nes.

Para su planteamiento sehace necesario redefinir sutrabajo. Es estatuario, sí, en

permítaseme ver en la cola de laPantera de Java -de nuevo la be-lla pantera– la clásica curva pro-nunciada y estilizada con la quelos ‘nouveau’ saciaron todos susdiseños. Y en otra licencia, afir-mar que Mateo Hernández ya eraArt Déco tallando casi de niño losremates de los panteones de la fa-milia Rodríguez-Arias en Béjaracogiéndose, no sólo en la formasino también en la intención, aotra premisa de estas artes deprincipio de siglo XX, la de hacerasumible la modernidad y lasvanguardias, adaptándolas algusto de la burguesía. Es la mo-dernidad, su supuesta incapaci-dad para ensamblarse en ella,

otro de los prejuicios quehan relegado a Mateo Her-

nández a un segundo planofrente a otros artistas menoresque sí rindieron cumplida y opor-tuna pleitesía a los dictados decada ‘ismo’. Pero una mínima

profundización en el resultado desu obra y en la de alguno de suscontemporáneos más renombra-dos nos indicaría que él sí deba-tió internamente el problema dela modernidad, entre otras cosasporque resultaría francamentedifícil no hacerlo en semejantesaños parisinos. Así, abundandoen lo que nos cuenta el profesorBernáldez Villarroel, el germendel que luego se desarrollaríanlas obras escultóricas de Bran-cusi, Moore y en menor medidaMiró y Arp, es el mismo del quenace Hernández; la obra de todosellos es tangencial por momen-tos. Los dos primeros tienen a latalla directa, al igual que nuestropaisano, como procedimiento re-dentor de la escultura y a ella seacogen del mismo modo que él,puliendo hasta la saciedad laspiezas para cerrarlas y ensimis-marlas. Esta compartida obse-sión que emparienta a los escul-tores primeramente, evoluciona

hacia la geometría en Bran-cusi, hacia la abstracción

en Moore y hacia el na-turalismo de preci-

sión muscular ysíntesis de las

texturas deHernández;

para di-vergir

la medida en que estatua es lo quees o tiende al estatismo, y éste, oel movimiento leve, es el que que-da evocado en todas sus escultu-ras. Pero también es ornamental,pues el animal, su icono, es el másnumerosamente representado ysu sentido es, a pesar de plantea-mientos más profundos, básica-mente el decorativo. A partir deesta deducción se traza su en-tronque con estos estilos que, co-mo Mateo Hernández, gustan, so-bre todo el Art Déco, de los mate-riales exóticos, el ébano y el pór-fido por ejemplo, y de dar a cadapieza una «monumental senci-llez». Así como un regreso a losmodelos que la naturalezaofrece frente a losexcesos de lavida mo-derna, yen estes e n t i d o

finalmente sus carreras. Con esteejercicio sintético nuestro escul-tor supera con serenidad y em-paque las exaltaciones del ro-manticismo (había que matar lafrivolidad) al que, no obstante, nopudo dejar de tener en referenciaal ser uno de los estilos que másfrecuentemente hicieron uso delanimal como modelo.

Pero las plumas nítidamenteesculpidas en La Marsellesa, deFrancois Rude, se han converti-do en la dura y plana representa-ción del Águila de esquisto deHernández que hizo en Béjar re-cordar Egipto a una espectadoray que subyugara al Nobel MiguelÁngel Asturias hasta el éxtasis li-terario. Las alusiones al arte ver-tiginoso que sucedía por fuera delas buhardillas de ‘monsieur’Hernández pueden seguir encon-trándose con un poco de perspi-cacia observadora y dejando queel subconsciente de las imágenesdel arte contemporáneo se liguenpor sí solas. Así, ese aspecto me-talizado y la rigidez casi robóticaresultante de sus trabajos nosconducen casi sin quererlo a laobra del pintor futurista FernandLeger y al mundo satinado y lu-mínico de buena parte de la es-cultura de hoy. De este modo po-dríamos seguir entrando en eljuego de préstamos y afinidadesal que ningún artista es ajeno yque, lejos de quitarle autentici-dad, enriquecen y engrandecen aMateo Hernández como hombrede su tiempo.

Óscar Rivadeneyra Prieto

El germen del que luego se desarrollarían las obras deBrancusi y Moore es el mismo del que nace Hernández

Mateo Hernández,

fotografiado por

Marc Vaux

Pequeña

cierva

acostada, sin

datar,

probablemente

de sus primeros

años en París.

Page 6: numero33

Huyendo con Marco Polo

Estética en blanco y negro

es evidente, la novela histórica se ha converti-do en uno de los géneros literarios preferidospor el público lector. La recuperación de épo-

cas pasadas, en las que cabe el sentido del exotismoy el cultivo de lo desconocido, hacen de estos plan-teamientos un buen camino para huir de la vulga-ridad y el convencionalismo de estos tiempos. Deahí que se pueda afirmar que El turno del escribaresponda plenamente a este planteamiento. Lo ha-ce porque no existen crónicas medievales queofrezcan una información tan exótica y fascinantecomo la que Marco Polo ofrece en su libro de viajes.El mundo reflejado en su obra sirve de trasfondo aesta novela, un poco asfixiada por el manejo de ladocumentación rescatada por las autoras. No esadmisible que la trama se articule sobre la convi-vencia de dos personajes (emisor y receptor delmensaje en el más estricto sentido de la comunica-ción) y que entre ambos no se establezca diálogoalguno. La obra se ajusta a presupuestos metali-terarios: el gran intelectual Rustichello de Pisa, en-carcelado, recibe la compañía de un nuevo preso,Marco Polo, el más afamado viajero medieval. Susexperiencias viajeras serán una excelente materiaargumental para Rustichello, escribano por obli-gación, pero creador en su condición humana.

Retenido en el Palazzo, Rustichello, su ocupa-ción verdadera es la de escribano que refleja losfastos de la monarquía en la que, humildemente,confiesa no creer. Observa la ciudad, refleja en suscrónicas los acontecimientos urbanos, contempla elpuerto, pero… no es libre. De ahí que la llegada deMarco Polo, compañero de celda, suponga unaapertura admirable. Rustichello seguirá copiandosus crónicas de forma convencional, pero irá cre-ando simultáneamente una obra literaria surgida

de las maravillosas experiencias que el venecianoMarco Polo va desgranando de forma discreta, peroatenta. Progresivamente, la novela se convierte enun homenaje a la creación literaria. Rustichello des-envuelve su trabajo de cronista burócrata, pero de-dica sus verdaderos esfuerzos a la creación, afano-so por dar fin a una obra que va tomando cuerpo enla soledad de la celda. El libro (término evidente-mente inadmisible en el siglo XIII) se hace símbolode esas relaciones creativas, no humanas, entre losdos personajes.

A pesar de lo reducido del espacio en el que seambienta la novela, los escenarios son diversos.Hay una visión legendaria en las confesiones deMarco Polo y los permisos de salida de los prota-gonistas permiten una jugosa visión de la ciudadde Pisa, recreada a través de escenas costumbris-tas. En esta visión resulta muy plástica la referen-cia al cernícalo que «describe pesados círculos so-bre la bahía» (p.19). Una mirada aguda que puedeser símbolo de la visión que el escritor persigue.Esta imagen ornitológica cierra la novela: «el hal-concito, un neblí dócil y hermoso, de los que llamandoncella…» (p.254) que trata de rescatar la niña Sa-bina, se posa sobre una galera que está apunto departir. Es una galera de los Doria, que se dirige aVenecia. Desde una de las ventanas del Palazzo,dos hombres la contemplan. Uno de ellos «sacudereiteradamente el gañote». El gesto es inconfundi-ble para el lector. Todo termina. Incluso el libro queha ido tomando cuerpo en unas páginas que resul-tarán muy interesantes para el lector, a pesar de laausencia de relaciones humanas entre los dos pro-tagonistas.

Nicolás Miñambres

la ausencia deuna tradicióncrítica e inves-

tigadora consoli-dada ha provocadoque, en general ysalvo notables ex-cepciones comolas de José LuisSánchez Noriega oCarlos F. Herede-ro, los estudios decine publicados ennuestro país sue-lan oscilar entre la

erudición cinéfila y el exceso academicis-ta. La progresiva implantación de estu-dios audiovisuales y la consolidación deuna amplia masa receptora para los aná-lisis cinematográficos en los últimos añosparece estar desterrando esta tendenciabipolar, al tiempo que ha conseguido in-crementar notablemente el número y lacalidad de este tipo de publicaciones. Enese marco renovador ha de encuadrarseCine negro. De El halcón maltés a El hom-bre que nunca estuvo allí, la primera obradel madrileño Raúl Rojo Martínez.

Partiendo de una bien fundamentadateoría en la que se identifica al cine negrocomo movimiento y no como género, Ro-jo repasa en la primera parte de la obrala constitución y la adquisición de señasde identidad de una manifestación artís-tica deudora de la literatura de hard-boi-led, de la estética del expresionismo ale-

mán y de las peculiares condiciones so-cio-históricas de Estados Unidos durantela primera mitad del siglo XX. La impor-tancia de este contexto define, según elautor, al cine negro. De ahí que, a pesarde lo que el título pueda sugerir, el movi-miento se considere delimitado en eltiempo y absolutamente superado ya, porlo que todo intento revisionista haya deser considerado necesariamente como unnostálgico ejercicio manierista. Con estearriesgado e interesante punto de partidacomo base teórica, Rojo, que confiesa enel capítulo introductorio de la obra escri-bir más como amante del género que co-mo experto, elabora un estudio del cinenegro que se deja leer con amenidad sindejar por ello de estar basado en un sólido

armazón teórico profusamente docu-mentado. Además de analizar la estética,las características, los prototipos y las pe-culiaridades del noir style, el autor dedicaun par de capítulos a estudiar las relacio-nes personales de algunos de los más des-tacados actores, directores y guionistasdel movimiento cinematográfico, en oca-siones fuente continua de anécdotas y si-tuaciones divertidas, como las derivadasdel enfrentamiento personal de Billy Wil-der y Raymond Chandler durante la pre-paración y el rodaje de Perdición. Debi-do a la cantidad de personajes del mun-do del celuloide de los que se habla en laobra, sería recomendable que, en la futu-ra reedición, se incluyese un índice ono-mástico que hiciera más fácil la localiza-ción y lectura de estos pasajes.La segunda parte de la obra retoma la es-tructura de uno de los clásicos estudiossobre el cine negro publicados en nues-tro país (Obras maestras del cine negro,de José Luis Sánchez Noriega) y se dedi-ca a analizar concienzudamente diez pe-lículas clásicas. Se agradece que, obvian-do el carácter mítico de ciertos títulos,Rojo efectúe una selección en la que pue-dan verse reflejados todas las tendenciasdel género, desde el primigenio cine degánsters hasta manifestaciones del cinecriminal como Perdición o Laura pasan-do, evidentemente, por los más impor-tantes hitos detectivescos.

GRACIELA MONTESEMA GOLF

El turno del escriba

Alfaguara, 2005. PremioAlfaguara de Novela 2005

260 pp. / 19 euros

culturas6 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005LIBROS

Javier Sánchez Zapatero

Una historiasobre laalienación

Jessamy tiene ocho años. Sensible,enigmática, poseedora de una imagi-nación desbordante y poderosa, se pa-sa las horas escribiendo haiku, leyen-do a Shakespeare o sencillamente es-condida en la oscura calidez del ar-mario de las toallas. Hija entre dosmundos de padre inglés y madre nige-riana, Jess es incapaz de deshacersedel sentimiento de soledad que la em-barga esté donde esté, y sus compa-ñeros de clase observan con recelo sutendencia a sufrir terribles ataques dehisteria. Cuando visita por primeravez el poblado de la familia de su ma-dre en Nigeria, conoce a sus tíos, tías,primos y a su formidable abuelo. Ade-más, un día, se topa con TillyTilly, unaniña indigente de su edad. Parece queJess ha encontrado por fin a otra in-adaptada que la comprenderá. Tilly-Tilly conoce todos los secretos, losgrandes y los pequeños, y guarda al-gunos que no está dispuesta a desve-lar. Pero cuando TillyTilly le muestraa Jess lo fácil que es herir a quienes larodean, Jess empieza a darse cuentade que no tiene ni la más remota ideade quién es la otra niña.Helen Oyeyemi nació en Nigeria en1984 y se trasladó a Londres a los cua-tro años. Hija de un maestro de edu-cación especial y de una conductoradel metro londinense empezó a escri-bir a los siete años, «los libros que leíalos reescribía, así en ‘mi versión’ deMujercitas Laurie se acababa casan-do con Jo». Se ha inspirado en su pro-pia experiencia al explorar el campoemocional de La niña Ícaro. HelenOyeyemi se describe como «un caosen la escuela secundaria, aislada demis compañeros y señalada como larara de la clase». Con quince años to-mó una sobredosis y, mientras se re-cuperaba, se refugió en la lectura. Sesiente más lectora que escritora.

«La niña Ícaro es una historia desoledad abrumadora, corrosiva… Elestilo de la autora es osado, crudo y,con frecuencia, doloroso en su inten-sidad. Una historia conmovedora so-bre la angustia de la separación de to-do aquello que debería ser lo más fa-miliar y preciado», según ‘The Times’.

Lírica, poética, estremecedora yabsorbente, La niña Ícaro es una no-vela que trata el tema clásico del 'al-ter ego’ y de la existencia real o espi-ritual de «dobles», y habla de una niñaque crece entre dos culturas y dos co-lores. Esta obra parece anunciar la lle-gada de un joven, precoz y nuevo ta-lento literario.

HELEN OYEYEMI

La niña Ícaro

El Aleph, 2005

226 pp. / 18 euros

N O V E D A D E S

RAÚL ROJO MARTÍNEZ

Cine negro. De El halcónmaltés a El hombre quenunca estuvo allí

Eunsa, 2005

229 pp. / 14 euros

Page 7: numero33

he vuelto a hacerlo, me acuso,lo reconozco, me flagelo conel látigo crítico de Harold

Bloom, soy culpable de nuevo porcaer en la tentación conspirativa...lo mucho que yo prometía en la Fa-cultad de Filología, Dios mío. Des-pués de la experiencia pseudomís-tica y pseudohistórica de DanBrown voy y me embarco en el queparece su continuador El enigmaVivaldi, de Peter Harris y me pier-do todo el respeto. Cuando llega elfinal del curso unos se dan a la be-bida y otros nos dedicamos a leer aJulia Navarro y a amontonar títu-los de esa nueva versión de novelahistórica-conspirativa-misteriosa-religiosa que apela a nuestra cu-riosidad más morbosa y se revistede intriga y pinceladas culturalesque nos hacen sentir muy inteli-gentes, pese a que es la inteligen-cia del lector, lo que los autores su-bestiman ampliamente. Estos ‘bestseller’ están rematadamente malescritos y responden a un patróntan claramente definido y mano-seado –pareja protagonista que seatrae, ritmo trepidante, escena fi-nal de tiros y descubrimientos,destellos de culturilla general y al-guna curiosidad para que presu-mamos ante los amigos...– que mepregunto hasta qué punto la cons-piración no es acabar con toda lacapacidad crítica de este lector ex-cesivamente agotado de noveda-des editoriales, que sencillamentequiere pasar un buen rato sin ma-nejar una sola de sus neuronaspretendiendo a la vez, que lo hace ylo que es peor, inteligentemente.

Este nuevo ejemplo de diverti-mento conspirativo tiene un esce-nario muy atractivo –la Veneciaque nada tiene que ver con la vi-triólica visión de la misma de Don-na Leon– y un protagonista ocultoque merecería más atención. ¿Sa-be alguien que Antonio Vivaldi fueun sacerdote con una vida cuantomenos ‘peculiar’? Conocido por elsobrenombre de ‘el prete rosso’, elgenial violinista pelirrojo dejó decantar misas un año después deprofesar, dedicándose durante ca-si toda su vida a ser maestro demúsica en el Hospital de la Piedad,un orfanato de niñas del que salíaun coro embriagador al que Vival-di dedicó todas sus energías...cuando no estaba ocupado en el frí-volo mundo operístico promocio-nando a una soprano que decían,

fue su amante. Viajero, genial y ex-travagante, Vivaldi protagonizaríauna historia inusual en medio deuna Venecia decadente y mórbidasi no fuera porque éste tal Harrisle agarra por los pelos rojos comopretexto para hablar de una extra-ña sociedad secreta dedicada apreservar conocimientos arcanosy a ocultar un texto críptico en elque de nuevo se mezclan los di-chosos Templarios –ésa es su mal-dición eterna, servir de perejil a to-das las conspiraciones y secretos–con el auténtico final de Jesucris-to que la Iglesia Católica nos hahurtado. Demasiado familiar, pa-reciera el eco de todo este griteríode novelas conspirativas que sededican a tergiversar la historia envirtud de la ficción y de la intriga yque terminan, todas por igual,arrancando a Jesucristo de las ga-rras de la muerte y elevándolo alridículo más sacro. Aparentemen-te parece que hubiera una teoríaconspirativa para acabar con laIglesia Católica con toda esta ca-terva de evangelios y mensajesapócrifos, pero no, el exquisito teó-logo que tenemos actualmente co-mo Papa respira tranquilo, con unaenvoltura tan endeble –mala lite-

ratura y reiteración salmódica delugares comunes– estas novelas noson ningún peligro para la santa in-quisición, digo, institución, es más,creo que profundizan su carácterde vaca sagrada que rumia miste-rios milenarios con un deje de au-tosatisfacción e ironía para tra-gárselos con la mayor delectacióny prepotencia. Si hurtar la verdades criticable, crear estos artilugiosculturales para mostrar este hurtoes tan estúpido que uno se pre-gunta si la conspiración no consis-tirá en devolvernos a todos porcansancio al seno de la Santa Ma-dre Iglesia.

El gusto por el secreto y la ocul-tación histórica se ha convertidoen un cosquilleo imparable del queno podemos dejar de rascarnoshasta la sangre. Todo se vuelvesímbolo y el arte se carga de ele-mentos mistéricos. En la Edad Me-dia lo hacían mejor, nosotros nos li-mitamos ahora a leer malos nove-listas de cuya existencia apócrifadudamos. Deseosa de saber cómome he leído este engendro –estavez sin disfrutar ni un ápice– buscoal tal Harris en Internet y me saleun artículo en el que se duda de suexistencia y se desglosan sus agra-

A la izquierda, Antonio

Vivaldi, protagonista del

último libro de Peter

Harris. Abajo, Leonardo

Da Vinci.

decimientos previos para mostrarcuán extraños resultan ¿Será esteHarris un probo arqueólogo y so-ciólogo como reza en la presenta-ción del libro que se ha sentidoavergonzado de su propia escritu-ra y no aparece por parte ninguna?¿Se trata de una operación de mar-keting orquestada para seguir laestela exitosa de El Código Da Vin-ci y la novela es fruto de un comitéde sabios? Si de El Amadís de Gau-la se hicieron tantas malas secue-las que tuvo que venir Cervantes aponer orden con El Quijote... ¿Porqué no llega la definitiva novela quecondene absolutamente estos en-gendros conspirativos? Quizás es-tamos esperando el advenimientodel último misterio: por qué en es-te momento nos dedicamos a leerfebrilmente estas historias en lasque se produce una retroalimen-tación cultural de datos históricosy conocimientos diversos –en estecaso musicales y pictóricos– que lemuestran al lector una prueba masde nuestra superioridad occiden-tal y que le divierten tanto que norepara en que se trata de una lite-ratura pésima que usa y abusa deun molde excesivamente manido.

Lo sé, todo es tan vertiginosoque necesitamos un paréntesisde asueto y mejor un libro queuna ración televisiva de imprope-rios. Sin embargo, resulta extra-ño este auge conspirativo y obse-sivo y no sé hasta que punto res-ponde a una trama editorial deembrutecimiento y marketing dellector medio convencido de queposee los diversos conocimientosque adornan esporádicamenteestas obras. No en vano, despuésde tanto libro presuntamenteperturbador y perverso, hasta yomisma creo en las teorías conspi-rativas y vislumbro un asépticotaller de expertos en criptologíadedicados al noble arte de produ-cir misterios que, finalmente, nostragamos sin resolver... sin resol-ver cómo caemos en la insidiosatrampa de sus planteamientos.Prometo que no lo volveré a ha-cer, la próxima vez que quiera en-tretenerme bajaré al kiosko a de-leitarme con la prístina prosa delHola y su felicísima sencillez depapel couché. Lo que yo prome-tía en Anaya...

Charo Alonso

Misterios Varios Sociedad Anónima

Estos ‘best seller’están rematadamentemal escritos,responden a un patróndefinido y manoseadoy parecen destinadosa acabar con lacapacidad crítica dellector

Hace tiempo queacaparan las listas de losmás vendidos. Curiosidadmorbosa, conspiración,intriga y unas pinceladasculturales para presumirante los amigosconforman el cóctel de laliteratura de consumo.

7LIBROS culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005

Page 8: numero33

Las razones del mal

Ritos de apareamiento

aunque nos provoque locura, aunque nos azotecon una fiebre atada a la columna de la reali-dad, todos necesitamos una familia, un hogar

de referencia. También este niño, Gyuri Azarel, queprotagoniza una novela con tintes autobiográficos,según indica en el posfacio el editor húngaro de Ká-roly Pap. Confiemos en que el calificativo de autobio-gráfico sea un pequeño error de traducción, y que aPap no le tocara vivir la intensidad castrante de al-gunas de las experiencias que relata. Esperemos quedonde dice autobiográfico quiera decir ‘lo vivido’,pues esta segunda opción permite al narrador refle-jar el aprendizaje sentimental deformando, imagi-nando, creando una infancia en función de la idea conque pretenda golpear al lector, para que el mensajesea inequívoco. «Las lágrimas se referían, sin duda,tanto al deseo como al orgullo», es una frase que per-tenece a lo vivido. La furia de los golpes de un padreque intenta estrangular al niño mientras la madre lomaldice teniéndolo por un ser demoníaco, sería unepisodio autobiográfico que, confiemos, Pap no tuvoque sufrir con el rigor que expresa en la novela. Bas-tante duro debió ser el internamiento en Buchen-wald, donde terminó sus días este escritor húngaro,de origen judío, hijo de un rabino en una población enla que pese a vivir unos junto a otros, alternando co-mercios y pisando las mismas calles, la sociedad judíay la católica no se encontraban en ningún momento,no compartían nada de lo cotidiano.

Partiendo del pretexto del fundamentalismo ju-dío, Pap construye una excelente obra sobre la vehe-mencia y la condición del ser humano que no se sien-te completo de no encontrar un objeto sobre el quedescargar su odio. En este caso, los odiadores seránlos padres de Gyuri, y la razón del odio, aunque no seexplica en el relato, tiene que ver con el episodio que

abre la novela: la entrega del niño a su abuelo, un tiporabioso, para mantener una promesa, la victoria dela tradición sobre el amor de la sangre. El niño vivirácon el anciano apenas unos años, antes de retornarcon su familia para ver sellado su lugar como el delmarginado, posiblemente debido a que su presenciarecuerda a sus padres la falacia de la religión que tanmalamente resultó comprometedora, y cuya debili-dad niegan sin cuestionarse, asumen porque siempreha sido así. Sin embargo, Gyuri, una criatura de nueveaños, tras el aprendizaje sentimental que se describeen las primeras páginas de la novela, sí irá planteán-dose las creencias impuestas, en una demostraciónde que la auténtica forma de elaborar el pensamientoes formular para sí las hipótesis a contracorriente delo asumido por sus mentores, abuelo, padre, maestro,cuestionando su autoridad. Y ellos, los adultos, co-meten la bajeza de infundir terror en el niño, estrate-gia que, por desgracia, ha caracterizado el funda-mentalismo de demasiadas religiones. De ahí que laúnica forma de diálogo moral a que se ve abocado elchiquillo es a la animista, dándoles voz a objetos y ver-duras, lo cual le devuelve a su condición infantil.

Narrada en primera persona, en pasado, la obraexpone a las claras lo claustrofóbico de una vida fa-miliar religiosa, la incapacitación para obrar que im-ponen las ideas religiosas cercenando la creatividad,y la deshumanización del adulto: «la prioridad en eltemplo, el talar, el birrete y el alto cargo de mi padrehabían borrado los burdos recuerdos de su amor». Yuno tiene que leer mucho entre líneas para descubrirque tras las razones del mal se encuentra una familiacomo la que habita al otro lado del tabique de nues-tra casa.

Ricardo Martínez Llorca

«Sin la menorduda, la in-versión ma-

yor jamás hechapor la naturalezaha sido la inver-sión en comunica-ción. Y el puntocrítico que dispa-ra el proceso (es)la explosión delsexo. Tanto es asíque, a partir de laemergencia de ladiferenciación se-xual, toda unamultitud de signoscada vez más ex-

tensa, heterogénea y compleja ha pobladola Tierra». «Con la reproducción sexualcomo estrategia, la naturaleza habría vin-culado la posibilidad de sobrevivir en losdescendientes a la necesidad de estable-cer contactos».

Así, más o menos, comienza El instin-to de seducción, el último libro de Sebas-tià Serrano. Libro ameno, no demasiadoserio, que a veces intenta la tesis revolu-cionaria y, más a menudo, recuerda a unacharla de café, agradablemente escritocon la verbosidad de quien disfruta conlas palabras, a menudo coloquiales, conuna estructura ciertamente confusa, Elinstinto de seducción consta de tres par-tes, la primera de las cuales relaciona co-municación y seducción; la segunda

arranca de una no demasiado brillantetraslación de determinado fenómeno eco-nómico al ámbito sexual, pero ofrece lue-go sus páginas más interesantes en lacomparación entre el hombre y la mujer yen la valoración de la creatividad comoatractivo sexual; y la tercera explora losfenómenos del placer y el enamoramien-to en su vertiente química y neurológica,para terminar examinando las diferen-cias entre hombres y mujeres en el ámbi-to de la comunicación.

El instinto de seducción constituyeuna lectura deliciosa, y si no siempre nossuena a nuevo lo que dice Serrano, al me-nos consigue encajar ideas que teníamosdispersas, como piezas de un puzzle. Porejemplo, cuando nos hace ver que nues-tros cuerpos han ido conformándose pa-ra seducir: los pechos femeninos proba-blemente surgieron para eso y para anun-ciar la fertilidad de la hembra, puesto queninguna otra hembra mamífera tiene pe-chos prominentes salvo cuando están re-pletos de leche. Otro tanto cabe decir delas nalgas femeninas, de la forma del peneo de la belleza de los rostros.

Idea básica del libro, si bien discuti-ble, es la que da título al volumen, la no-ción misma de un instinto de seducción.«A buen seguro –nos dice Serrano–, elinstinto de seducción, siempre presentea lo largo de la cadena evolutiva, se ma-nifestaría grabando en los cerebros ho-mínidos un algoritmo de cortejo, y ma-chos y hembras empezarían a desarro-

llar esa capacidad única que constituyeel lenguaje».

No siempre convincentes son las dife-rencias que Serrano encuentra en la ma-nera de comunicarse de hombres y mu-jeres, según las cuales las mujeres escu-chan mejor, hablan mejor, miran más alos ojos, y dan más importancia a la co-municación como medio de relación que ala transmisión de información, por la queparecen interesarse más los hombres. Pa-rece como si Serrano estuviera intentan-do seducir a sus lectoras por el procedi-miento de halagarlas, pero que no se creaque le va a resultar tan fácil.

Rosa Alapont traduce toda la frescuraque el estilo de Sebastià Serrano poseeen el original, aunque alguien debería ha-cerle notar lo que de extraño tiene ennuestra lengua la secuencia «muy ymuy», que nuestra traductora repite conasombrosa impunidad.

Sebastià Serrano (Bellvís, Pla d’Ur-gell, 1945) ostenta la cátedra de Lingüís-tica General en la Universidad de Barce-lona. Es autor de numerosos libros, porlo que yo sé escritos en catalán, de se-miótica y temas afines. En castellano po-demos leer de él sus obras más represen-tativas: Elementos de lingüística mate-mática, Lógica, lingüística y matemáti-cas, y sus muy recomendables Signos,lengua y cultura y El regalo de la comu-nicación.

KÁROLY PAP

Azarel

Trad. de Adan Kovacsics

Minúscula, 2005

300 pp. / 19 euros

culturas8 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 19 de junio de 2005LIBROS

Garcimuñoz

Elia Barcelóafronta laciencia ficción

El especialista en vida alienígenaLennart Yarek, miembro eminente dela Academia Interplanetaria de Estu-dios Ahumanos, es juzgado culpabledel genocidio de los habitantes del pla-neta Viento, los aarea, a quienes, segúnla acusación, catalogó como especieanimal no inteligente con el fin de utili-zar en su propio beneficio la disponibi-lidad de su mundo para la colonizaciónhumana. Ahora, Yarek se enfrenta a lamás terrible de las condenas: veinteaños de destierro en un planeta desha-bitado, estéril, con la sola compañía deun ordenador, sus recuerdos y sus pe-sadillas. Con este punto de partida –yun buen montón de fantásticos giros enla trama esperando a cada vuelta depágina–, El mundo de Yarek nos en-vuelve en la experiencia extrema de unhombre que irá pasando del pánico a lafrustración, la culpa, el hastío y el me-sianismo.Como todos los buenos textos de cien-cia ficción, esta novela se vale del gé-nero como gran metáfora para tratarcon sutileza asuntos profundamentehumanos. La soledad, el sentimiento deculpa, la ambición, el estatus ambiguode las categorías de verdad y realidadson algunas de las claves desde las queabordar su lectura. Pero sobre todo –ytambién aquí El mundo de Yarek es unmagnífico representante del género enque se inscribe– se trata de una novelatrepidante e imaginativa que atrapa allector desde el principio y no lo sueltahasta su inesperado final.Elia Barceló afirma sobre la novela que«la ciencia ficción es un género que, co-mo todos, tiene sus ventajas y sus in-convenientes. Entre estos últimos es-taría el prejuicio existente entre granparte del público lector de que la cien-cia ficción es o infantiloide y por deba-jo de la dignidad de un lector que serespete, o demasiado difícil (por lo deldesafortunado uso de la palabra ‘cien-cia’) y desligada de su experiencia co-tidiana. Yo preferiría llamarla ‘litera-tura extrapolativa’ que creo que reflejamucho mejor el meollo del género. Co-mo pura anécdota, puedo decir que elcambio de las estaciones en su planetay el sistema de hibernación y unascuantas cosas más están directamen-te tomados de un programa de televi-sión que vi hace años sobre la estepasiberiana y los osos que la habitan. Deahí parte de la dedicatoria. La otra par-te, la de Cide Hamete Benengeli, hacereferencia a cuestiones más clásica-mente literarias sobre la existencia deun narrador».

ELIA BARCELÓ

El mundo de Yarek

Lengua de Trapo, 2005

128 pp. / 13,50 euros

N O V E D A D E S

SABASTIÀ SERRANO

El instinto de seducción

Trad. de Rosa Alapont

Anagrama, 2005

159 pp. / 13 euros