Numero Tres
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Santander
Imaginario-Julio 2010-
Nº 3
I ConcursoRelato
Co!o*
*Bases en las últimas dos páginas
de
Editorial
Aspirando al crecimiento y al enriquecimiento (de espíritu).Agradeciendo un bolsillo que nos empuja desde las sombras.Admirando la secreta mano que nos escribe y nos vigila.Acogiendo nuevas ideas de nuevos colaboradores.Andando.
Te recibimos como en casa en:
Recuerda que también nos encontrarás en nuestro blog:
Santanderimaginario.blogspot.com
Javito
Decididos, como estamos,a crear cultura y morbo
escribimos en las paredespara que nos escuchen
Los sordos.
¡Cógem
e!
Fotografía de Portada cedida por Javier Vila y La Caverna de la Luz. Fotografías de “Pecata Mundi” y “Al otro lado del espejo” cedidas por el Franto. Fotografía de Contraportada cedida por Manolo.
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Y tomar zumo de tomate preparado con tiempo y cariño en el bar de siempre, compartiendo un bol metálico de palomitas con pimienta. Aquí una quedada simple puede convertirse en una mesa repleta de conversaciones diversas, como las edades y aficiones de los presentes.
Mi cita, quien niega al que fue mi único novio, su actual compañera, un navegante, mi tr ipulante, el ex-entrenador de ambos, su hermana, el hermano de mi madre, su mujer, un hijo, la novia de éste, el amigo Fran, otro estudiante, una doctora (o puede que dos), el tío de mi primo, el sobrino de un fotógrafo (o el de un librero), la sobrinísima, otro fotógrafo, su cuñao, mi maestro, un Virgo, una amiga, Harry Potter, la Gatina y yo sumábamos nueve.
Fuera llueve, no tiene pinta de querer parar. El viento silba y se oye el danzar de los árboles con Gallego, agitados por el agua. Cae al suelo, dibuja topos blancos en los charcos al contraluz de las farolas, y en su movimiento, vía Cornelia abajo, imita el tímido oleaje que cubre la orilla, a contra corriente, cuando baja la marea. Y moja mis pies.
La ciudad, límpia, avanza a mi paso. Me oigo respirar mientras subo, despacio, inhalando el aire fresco, sintiendo cómo la lluvia cae sobre mi haciendo eco en la capucha del abrigo. Las calles, pobladas de gotas, permanecen tan desiertas que
puedo notar cómo modula en tono, al cambiar de pavimento o intensidad, su impacto.
Un coche, y alguien que parece esperar dentro a otro alguien. Quizá un paraguas, o alguien que no lo lleva. Un par de faros de coche que se cruzan ante mi, y me ceden el paso o… levantan a su paso otra húmeda cortina. Y sorteando charcos, tu casa, que dejo atrás sujetándome el borde húmedo de “mi boina tapadera”, para no ceder a las intenciones del viento. Ella me besa, fría, la mano.
Paso bajo la gotera del quiosco de la Once de la esquina, frente a la barra de bar que hay junto a la panadería, ante un pobre conductor de coche calado en la acera, el quiosco del anormal, el buzón de correos, el instituto, la Manuela…
Y al llegar a mi portal tropiezo con un caracol: y ya son pocos los que pueblan las ciudades.
Anita la de Palamós
(Cc6) Ab5. Pecata MundiLa soberbia es el peor de los pecados
Ninguno de nosotros sabemos lo que ocurre en las cabezas de las personas que tenemos alrededor. Por ejemplo, en qué estará pensando esa señora que no deja de frotarse las manos en la parada del autobús, por que el barrendero de la izquierda no deja de mirar a todas las chicas que pasan con una cazadora blanca. O cual es la razón de que ese señor que baja por la Alameda con corbata, chaleco y pinta de profesor jubilado sonría de medio lado cada vez que ve un coche de policía. Esas cosas ocurren en el lugar más ínJmo que tenemos, donde nadie puede ser espiado ni juzgado, así que no podríamos saberlo nunca.
¿O sí?Abrid bien los ojos.
No tenéis más que mirar a esa casa estrechita con la puerta verde, justo en la esquina: Calle Burgos número 40. Puede pasar como un edificio de 7 plantas de los muchos que abundan en e s t a p a r t e d e l a c i u d a d , y efecJvamente, es tan normal como todos. Tanto el edificio como sus habitantes. Solo que esta vez nos vamos a meter en sus cabezas, sin su permiso. Solo observar. Mejor que no toquéis nada, por si acaso.
¿Veis a la chica del tercero, esa que está estudiando en su cuarto sin parar, con la cabeza en los apuntes? Isabel está
haciendo medicina. Realmente, no es lo más listo sobre la faz de la Jerra. A su favor Jene que es trabajadora, pero muchas veces eso no le vale. Está preocupada. No deja de pensar en qué va a hacer con el siguiente examen que le toca, porque siempre se le olvida lo relacionado con el tema 3, y es el más importante. Piensa que debería dejar de decir a sus amigos que casi no estudia, cuando en realidad se mata para que las cosas salgan bien. Mirad, ahora piensa en su vecina del quinto. Acabó la carrera el año pasado, a curso por año y eso que empezaron juntas. Ahora mismo, la chica juega con su pelo mientras deja la mirada perdida, muerta de envidia.
Ahora vamos a bajar un piso. En breves momentos va a encender la luz de la cocina. ¿Habéis visto? Ahora, va a abrir la puerta del frigorífico y sacar las sobras de la comida mientras sus padres ven la televisión en su cuarto. Para Andrés no supone nada. Lo hace todos los días. Mientras saborea un trozo de pollo frío –el piJdo del microondas le delataría‐ piensa que debería dejar de engañar a sus padres, y al endocrino. Realmente, lo pasa mal comiendo aquellas verduras hervidas que apestan por toda la casa al mediodía. Piensa que, si le gusta comer, no es su culpa. Además. Hoy en día 150 kilos no suponen gran cosa. En su cabeza dejaron de hacerle mella los comentarios despecJvos. “Gordo”. Bah, ya no le importa. Pero el pollo está tan rico…
Poned la vista en el sexto justo ahora. Realmente no podéis escucharlo, pero la bofetada ha sonado por toda la casa. Hace años, José María no era así. Quería a su mujer, tenía un buen trabajo en una fábrica de neumáJcos, dos coches, y todo lo que quería. Pero ya se sabe, vinieron mal dadas. Una reestructuración en su empresa, el banco que ahogaba, etc. La historia más común hoy en día. La gota que colmó el vaso fue cuando le dijeron que Eva, su mujer, le estaba siendo infiel con el abogado del primero. Chema en ningún momento le dijo nada a ella, pero desde entonces, la comida empezó a estar más fría, la casa más sucia, y los defectos empezaron a aparecer al mismo Jempo que el veneno en su corazón. Mirad como ella se aleja llorando. Chema piensa que se lo merece. Recuerda la primera vez que le cruzó la cara, como se asustó nada más hacerlo y fue a pedirla disculpas. Ya no lo hace. Ahora, solo piensa en abrir una cerveza y si hay parJdo esta noche. Seguro que la ira que siente se diluirá poco a poco. Que esa puta vaya a denunciarlo junto con el cabrón del primero. Ahora mismo empieza el futbol, y deja de pensar.
Bueno, ya sabéis que en el primero vive un abogado. Arturo Jene su despacho en su misma casa. Ahora se encuentra en el baño, rebuscando en el boJquín. Podéis ver como sangra por la mejilla. Mientras busca un poco de algodón y yodo, piensa que esta vez se lo ha buscado él, y en si debe denunciar a la
mujer que acaba de salir por su puerta. A u nqu e v a d e s i s J r p o rq u e efecJvamente, ha sido culpa suya. Un paJnazo. Y eso que había hecho todo bien. Ligarse a una recepcionista tampoco Jene tanto mérito. Es una persona que está obligada a hablar con la gente, y además, no le llevó mucho Jempo. Ella aceptó la invitación de cenar en su casa a la primera, así que, seguro que tenía tantas ganas de sexo como él. Además, Arturo llevaba tres días sin follar y eso le tenía subiéndose por las paredes. Ahora mismo está pensando en que todo iba bien hasta que, cuando estaban desnudos en la cama después del primero polvo, él le propuso “eso”. La recepcionista se indignó, le dio un puñetazo en la cara, se visJó y se fue. Maldita frígida. Ya podía ser como la del quinto, que le iba bien la marcha. Además, es probable que le quedase marca en la cara. La denunciaría, seguro. De hecho, lo haría, si se acordara de su nombre.
El punJto ese que brilla en el balcón del cuarto es David, fumándose un cigarro tranquilamente. Desde arriba acaba de ver como una mujer con un vesJdo negro ha salido corriendo del portal y ha ido hacia la parada de taxis. Piensa en la prisa Jene todo el mundo úlJmamente. Y no solo la chica esa. Su novia, sus padres, todos meJéndole prisa para todo. Que si encuentra trabajo, que si busca piso, que si recoge lo que dejas Jrado. Él sólo espera que le dejen en paz. Normalmente por las noches nunca Jene sueño, y se las pasa
devorando libros de economía mientras escucha a Barricada. Su madre no deja de gritarle que se levante pronto para ir a buscar trabajo, mientras le llama vago. Su padre hace Jempo que no le dice nada de nada. Podían aprender todos de él, piensa. Además, David sabe que encontrará curro cuando quiera. Es lo que Jene ser superdotado. Pero con lo bien que vive, ¿para qué? Necesitaría madrugar, y eso costaría mucho trabajo. Ahora podéis ver cómo ha acabado de fumar, cierra la ventana y se dirige a su cuarto. En breves momentos sonará “No hay tregua”.
En el quinto piso vive Marta. Está acabando de vesJrse porque Jene que irse a hacer guardia al hospital. Acabó la carrera, y ahora está en su primer
año de residencia. Podéis ver que está más nerviosa de lo habitual. Sabe que
no ha hecho bien, pero no le i m p o r t a
excesivamente. M i e n t r a s s e p o n e l o s vaqueros y una camiseta, piensa en Luís, y en qué estará haciendo a h o r a . A é l l e e x p u l s a r o n d e l hospital por sacar medicamentos del d i s p e n s a r i o s i n permiso. Marta vio todo y le denunció a la dirección. Cuando les llamó el jefe de residentes y preguntó qué había pasado, Luís se defendió
diciendo que eran para una gente que conocía y que no tenía seguro médico, pero a Marta aquello le sonó a excusa barata. La cosa acabó con Luís expulsado, y Marta felicitada por haber dado el soplo. Ahora, mientras se maquilla, piensa que lo ha hecho todo por el bien del hospital. Que quitarse de encima a la persona que la podía dejar sin plaza no tenía nada que ver. Comprueba que Jene todo en el bolso, cierra la puerta de casa, y se va.
Y en el sépJmo piso y áJco vivo yo. Que soy la persona que escribe los mejores relatos del mundo.
Monet.
Solo con eso
Confundirnoscon el otoñal follajeExcitarnosen un tétrico paisajePerdernosen tan mísJco viaje
Y todo con…. Mirarnostan solo por un instante
!
Canela
SuJl pergamino de aroma,sabia te hizo el transcurso del Jemposigues custodiando el amor que ya asomaSecreta ambición de príncipes y sultanes,Sagrario de locos amantes
Mía amada, no mientomoja tus labios de brebajememorable será el momentomientras nacían nuevos solesmorimos más de mil pequeñas veces
Bertso
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Gentuza:La autovía se extiende ante mí como una inmensa lengua gris. El sol cae de pleno sobre el techo del automóvil haciéndome recordar a cada instante que un coche sin aire acondicionado no es un medio de transporte, es una condena con ruedas. El cúmulo de maletas se comprime en el maletero liliputiense amenazando con reventar en el momento menos oportuno. Es un momento glorioso para mí ¡por fin tengo trabajo! Pero a cada kilómetro que recorro un vacío parece aumentar en mi pecho. No es una sensación triste, solo extraña. Si alguien ha abandonado su ciudad tras toda su vida correteando por sus cercanas, y en cierto modo queridas, calles, con una extraña certeza de no volver al menos en mucho tiempo, ¡oh compañero, tú me comprendes!
Supongo que si no son la tuya, todas las ciudades pueden parecerte hasta cierto punto iguales. Pero tu ciudad, y digo bien, TU ciudad, pues ¿acaso no le has entregado toda tu vida? Joder, casi deberíamos poseer una pequeña placa con nuestros nombre decorando el rincón donde tantas veces te has despellejado la rodilla emulando a tus héroes, indicando el punto exacto donde cometiste tu primer pecado: primer cigarrillo, primera cerveza, primer beso. Si, la ciudad que te ha visto crecer te pertenece de algún modo mucho mas profundo que el sentido material.
En mi caso, ese rincón de mi alma lo ocupa Santander. Y una ciudad no seria más que un montón de escombros sin su gente. Sé lo qué podéis pensar ahora, sobre todo si has profundizado en la noche santanderina como yo. Pero ruego me des una oportunidad pues, aunque cuesta, te mostraré que hay pequeñas joyas reluciendo entre la escoria (en todos los sentidos de la palabra).
De lo que hablo es de esa gentuza capaz de arrancarte una sonrisa cuando crees que el mundo se ha vestido de gris plomo, de los indecentes compañeros de fatigas que hora se alzan ante la adversidad como auténticos fuera de serie, hora se zambullen de lleno en el mayor de los ridículos. Los amigos, si señor, esa vil calaña.
Aún recuerdo un día en especial. Era un sábado de agosto a las ocho de la tarde. Nos reuníamos en la plaza del ayuntamiento, al igual que todos los jóvenes. Yo solía llegar el primero, cumpliendo la extraña regla de “el que vive más lejos llega antes y viceversa”. Sentado en el respaldo de uno de esos bancos de madera, observaba como se iban formando pequeños grupos que, por un goteo constante de gente, aumentaban hasta alcanzar el tamaño óptimo y marchaban. En nuestro caso, el segundo en llegar solía ser Iván, un chico alto y delgaducho con una mata de pelo negro que siempre llevaba muy corta. Iván tiene la capacidad de mantener la calma en cualquier situación, cosa que en situaciones normales puedes confundir con un pasotismo sobrecogedor. Tras él, aparecían Fer y Sergio, ambos cargados de la excitación previa a la conquista de la noche, y con frases de estilo de: “¡Hoy vamos a morir, chavales!” y “no veas que pavas
hemos visto ahí atrás, ¡y una me ha mirado!”. El último en llegar, también siguiendo la norma citada, era Nacho. Un chico de color, con un proyecto de barba decorando una eterna sonrisa. Sus ojos destellaban con una mirada reservada a aquellos capaces de comerse el mundo. Por aquel entonces las chicas pertenecían a un mundo cada vez más cercano pero aún inalcanzable, así que estábamos todos.Cualquier o t ro día habr íamos ido directamente a los baretos de siempre, tales como la buhardilla o la tétrica calle san Luis, pero nos dio por innovar y nos dirigimos hacia la zona “guay”. Tras tantear en diversos locales, y salir de cada uno con comentarios diversos: esto es de pijos, demasiado caro , demasiado l leno, demasiado raro, ¡por dios, vamos a bailar con mi abuelo!; encontramos un bar que parecía normal. Su nombre era el “Wendal”. Fer y Sergio entraron como pavos reales en celo, y yo comentando la jugada con Iván y
Nacho. Las cervezas no eran distintas a las de cualquier otro bar, bueno si, eran más caras. El local estaba a rebosar y la concentración de chicas era mucho mayor que la de los antros a los que estábamos acostumbrados. Sergio había localizado una posible presa y, luciendo su sonrisa más encantadora, que por entonces no estaba muy perfeccionada, se dirigió hacia ella-hola ¿que tal?, mis amigos y yo estábamos buscando algún bar interesante y me preguntaba donde vais a ir vosotras- las dos chicas, presa y obstáculo, sonrieron tímidamente pero no emitieron más que un balbuceo sin sentido, Sergio puso cara de sorprendido -venga hombre, no me creo que os vayáis a la cama a las- echó un rápido vistazo al reloj deportivo de su muñeca -¿las once?- fue la amiga/obstáculo la que habló-si, nos vamos- cogió a su amiga del brazo y sal ieron del local . Sergio regresó enfurruñado y me arrebató la cerveza para darle un generoso trago
-Joooder, y todavía dirán que las he acosado, de verdad, debería hacerme gay, esos si que ligan- Nacho puso su cara de maestro y dijo-El truco está en atraparlas solas, veréis, una chica es incapaz de decir que no si esta sola, no sé, debe ser algo genético- Iván resopló ante esta afirmación -ilumíname, oh maestro, ¿acaso has visto alguna chica sola en un bar?- Nacho sonrió pícaramente -la clave es cobertura- visto desde fuera estoy seguro que parecíamos un equipo de rugby preparando la jugada ganadora-Sí. Si tus amigos- hizo un barrido con la mano abarcándonos a todos- te hacen cobertura con sus amigas, te puedes acercar a la presa indefensa, ¡es un plan sin fisuras!
En ese p rec i so m o m e n t o , s e g u r a m e n t e llevada por la diosa ironía, una chica agarró a Nacho por detrás y lo separó de nosotros. El tono color café de Nacho se trasformó en leche inmaculada mientras la chica, que no se podía decir que fuese una diva, lo acosaba abrazándolo con ímpetu – te he visto antes y me gustas mucho, joooo ¿porqué no te lías conmigo? Venga, líate conmigo, dame un beso, venga- Nacho se encontró de pronto acorralado en una esquina, sus ojos nos miraban con una mezcla de desesperación y perplejidad que resultaba tremendamente cómica. Sergio se acerco a él y le susurró -¿Necesitas ayuda, macho alfa?- nacho abrió la boca para responder pero de su garganta solo salió -ehh…, ahh…, yoo aaahhh…- Iván soltó una sonora carcajada abrazándose el vientre y a punto de llorar de la risa. Fer señaló la escena con un gesto de cabeza mientras decía- ¡vaya! Nacho debe
ser una tía porque tampoco sabe decir que no- yo estuve a punto de atragantarme con la cerveza. Sergio tomo la respuesta de Nacho como un sí y lo agarró por el hombro mientras se dirigía a la acosadora en potencia- venga venga, que no está en venta vete a buscar otra ovejita indefensa- la chica miró a Sergio como si pudiese prenderle fuego con la mirada y luego se dirigió a Nacho una última vez, señalándolo con un dedo acusador- ¡Tú eres gay!- y acto seguido- ¡y tu amigo un gilipollas!
Nos terminamos las cervezas entre risas y decidimos que ya hab íamos hecho bastante allí, así que salimos a la calle. U n c o á g u l o d e p e r s o n a s s e amontonaban a la en t r ada de l ba r haciendo que salir resultase una odisea d e c o d a z o s , empujones y malas miradas. Cuando nos liberamos de aquella marabunta,
nacho respiró hondo y dijo- Creo que ya he tenido suficiente experiencia de ligue por hoy, por mi nos vamos a la buhardi a tomarnos unas jarr…- un codo se le incrustó en la espalda impidiéndole terminar la frase. Nacho se volvió buscando al culpable y se topó de bruces con una bestia de un metro ochenta y sus buenos cien kilos, rodeada de tres semejantes. Llevaban cazadoras de nieve (si no lo he dicho antes estábamos en pleno agosto) y el pelo engominado que les hacia parecer caricaturas de la estatua de la libertad. El sujeto echó los hombros hacia atrás y estiró el cuello hasta dejar su nariz a un palmo de la de Nacho- ¿Tienes algún problema?, negro de mierda- Nacho no contestó pero sus puños
se cerraron tratando de controlar una rabia que crecía salvaje en su interior-Esta mierda marica quiere que le peguen- añadió uno de sus amigotes entre risotadas-Sí, eso- soltó un tercero en un alarde de imaginación.Las risas fueron extirpadas de golpe y remplazadas por una tensión que nos trepaba por las piernas, contrayéndonos los músculos de todo el cuerpo. En esos instantes, el tiempo pareció ralentizarse y el mundo se redujo a los pocos centímetros que separaban ambos grupos. Nacho abrió la boca para responder pero no le dio tiempo, en ese instante, Sergio (que media un metro sesenta escaso) se adelantó y le habló al primer matón- Oye, ¿crees que esto sirve para algo? Por
que no nos dejas en paz y largáis por ahí. Verás, no queremos broncas y vosotros sí, seguro que ahí dentro hay peña que le encantaría darse de hostias con vosotros, así que hala- Nacho se sorprendió en extremo ante aquel apoyo suicida. Puede parecer que es un comportamiento común y noble: apoyar a un amigo en problemas, pero os juro que la vida no es noble en absoluto y cuando surgen los problemas, son muy pocos los que puedes ver a tu lado si giras la cabeza. No es que los demás no lo apoyásemos, pero en situaciones como esa cada persona actúa diferente, nos habíamos preparado para la violencia, no el dialogo. Pero Sergio no había perdido aún la esperanza.
La mole se quedo perpleja unos segundos, luego frunció el ceño y levantó el labio pareciéndose sorprendentemente a un buldog -¿Qué coño dice este imbécil?- uno de sus secuaces creyó haber entendido a Sergio y se lo comunicó a su jefe- te ha llamado cobarde- Sergio puso los ojos en blanco sin poder creerse ese manifiesto de ignorancia. Este gesto no duró mucho pues el gordo le soltó un bofetón con la mano abierta que le dejaría una buena marca durante unos días. Todos nosotros, que habíamos ido acumulando rabia y tensión durante la breve charla, la desatamos al unísono.
Me gustaría decir que les dimos una lección y que desde entonces nadie se metió con nosotros pero sabéis que es mentira. Cuando los porteros del bar nos separaron no habría pasado ni un minuto, pero nos había sobrado para recibir de lo lindo. Ellos también se llevaron su parte, pero no creo que fuese la justa y merecida. A pesar de todo, ese acontecimiento nos unió de una forma especial, mágica. Aún recuerdo como nos abrazamos y sonreíamos ante nuestra primera demostración de valor, estúpido sí, pero el valor es en gran medida estupidez. Sentado en una mesa de la buhardilla, con una jarra de cerveza que tenía más grumos que el Colacao original y rodeado de mis amigos, me sentí realmente feliz.
Daniel Rodríguez.
Al otro lado del espejo por el Franto
Ella imagina como sería su vida si fuera tal y como la aparenta ante los demás. No era mala actriz, siempre representaba su papel con esa credibilidad propia de abogados, que se convencen hasta a si mismos de sus alegatos. Aunque así fuera su vida, sería en cualquier caso absurda, pensó. La persona que era y la que mostraba al mundo eran palpablemente diferentes, pero igual de inútiles. Cuando la primera era infeliz con avaricia, la segunda
ejercitaba la sonrisa por doquier. Mientras la primera no podría presumir de nutridos pechos, la segunda lucía un escote que llegaba al suelo, el cual atraía miradas de hombres, y mujeres. En tanto la cierta vivía frugalmente en un piso de 50 metros cuadrados y disfrutaba en secreto de unos chabacanos huevos con patatas, la incierta paseaba por el Sardinero con su impagado coche Jaguar Luxury TDI (Te Debo el Importe).
En Santander pasa desapercibida entre tipos y tipas de su especie, depende de por donde se mueva.
Pero los más avezados la están calando. Ella misma incluso se está a punto de pillar.
Una buena mañana, tras abrir las verjas que ve en los ojos cuando despierta, fue al baño y se miró en el espejo en el que se mira todas las mañanas. A la que vio al otro lado le sonaba de algo. Era una chica de nutridos pechos, que le devolvía una sonrisa amplia, o ampliada, y con las llaves de un coche en los bolsillos, de un Jaguar presumiblemente. El espejo nunca le engañaba, le escupía la verdad a la cara por muy cruenta que fuera. Pero no aquella vez. O quizás sí.
Cuando salió a la calle se sintió forzada a realizar el ritual que llevaba a cabo a diario: jugar a hacerse pasar por otra persona, pero como ya era otra persona, tomó su antigua identidad, la que normalmente escondía. Fue al bareto
de la calle del Sol, al que siempre quiso ir. Tomó aire cuando atravesó la frontera de la puerta y mientras lo contenía en los pulmones miró a su alrededor para calibrar el ambiente y la dirección de las miradas. Aunque algunas hicieron amago de mirar, la mayoría permaneció estática ante su entrada, que para ella era todo un evento. Exhaló. Se inclinó por una caña de Voll Damm cuando finalmente se acercó a la barra, y además le añadieron a la apuesta inicial unas palomitas gratis. No va más. Inaudito, eso no lo hacían por sus lares. Esos pequeños detalles sosegaron su tensión habitual, y la presa que la contenía reventó. Se dejó llevar en un río de pensamientos propios en los que era ella la única que llevaba los remos. El esfuerzo fue mayor, claro, pero la recompensa lo mereció.
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Bases del concurso
Participantes
Podrán participar cuantas personas lo deseen. Deberán presentar sus relatos antes del 10 de Agosto del 2010. Como máximo cada autor podrá presentar tres relatos. No podrán participar aquellas personas afines a la organización, aunque sí aquellas que hayan participado en antiguos números de la revista Santander Imaginario.
Tema
Los relatos deberán tener alguna relación con Santander. No es necesario que la historia gire en torno a la ciudad. Puedes fijarte en el estilo de las historias ya publicadas.
Presentación y Formato
Los relatos serán inéditos y no premiados en ningún otro concurso. Deberán contener entre 100 y 2000 palabras. El relato se enviará al correo [email protected] en formato .doc (Microsoft Word) junto con un seudónimo, un título y con el asunto “concurso de relatos”. Podrá acompañar al relato una fotografía original de Santander o periferias que guarde relación con el mismo. Se valorará la relación entre fotografía y relato únicamente para el Accésit Relato y Fotografía.Se enviará también una copia al correo [email protected] con seudónimo, nombre y apellidos, número de teléfono (preferible fijo y móvil) y el nombre del relato o relatos en su caso.
Plazo de admisión
El plazo de admisión sera hasta el 10 de agosto del 2010.
Exposición
Una selección previa de los relatos será expuesta en el centro cultural Eureka entre el 15 y el 31 de Agosto. El miércoles 25 de Agosto se leerán algunos relatos nominados en el 1900 sobre las 21:30.
Jurado
El jurado estará compuesto por tres miembros afines a la asociación Santander Imaginario independientes del concurso. El jurado podrá dejar desierto alguno o todos los premios.El fallo del jurado y la organización será inapelable, y se dará a conocer el jueves día 26 de Agosto de 2010 a las 22:30 en el bar Dolmen (C/ del Sol, 5), acto en el que se hará entrega de los premios.El jurado se reserva el derecho a descalificar a todos aquellos participantes que no cumplan las bases.
Premios
Primer premio: 80€ al mejor relato.Accésit: 20€ para el finalista.Accésit Relato y Fotografía: 20€ para la mejor relación relato-fotografía.
La organización se reserva el derecho al uso público de todos los relatos que participen en el concurso. Los relatos premiados quedarán en propiedad de la Asociación Juvenil Santander Imaginario.
Colaboradores
Dolmen, Urban Classics, Rvbicón, Opium, Lapila, La Caverna de la Luz, Eureka y 1900.
Quisiera que mi voz fuera tan fuerteque a veces retumbaran las montañas
y escuchárais las mentes-social-adormecidaslas palabras de amor de mi garganta.
Abrid los brazos, la mente y repartíosque sólo os enseñaron el odio y la avaricia
y yo quiero que todos como hermanosrepartamos amores, lágrimas y sonrisas.
De pequeño me impusieron las costumbresme educaron para hombre adinerado
pero ahora prefiero ser un indioque un importante abogado.
Hay que dejar el camino social alquitranadoporque en él se nos quedan pegadas las pezuñas
hay que volar libre al sol y al vientorepartiendo el amor que tengas dentro.
Buscar el punto de la ciudad en que esta imagen entró por el pequeño hueco que deja el obturador para plasmarse en los trocitos de plata y cromo de la película es, en sí, una tarea demoledora. Por eso publicaremos la respuesta en el siguiente número. Se aceptan sugerencias.
Como siempre fue mejor la búsqueda que la meta, convertimos nuestra contraportada en el “rincón perdido”.