Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

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    M O V I M I E N T O S

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    ensayos • textos • documentos

    .' . Armando(ácz Flores

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    EL COLEGIO DE MEXlq ~ A.t:ç.'\t

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    ~ Nuevosmovimientos sociales,

    politica

    y acción revolucionaria

    I ,

    Introducción, 3; L Factores de Ia emcrgencia de nuevos

    movi.n.cn-

    tos sociales, 5; 11.Características de Ios movimientos socíales ]0;

    I1I. Movimientos sociaIes

    y

    política, 18; ConcIusiones, 35; Biblio-

    grafía, 39.

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    EL COLEGI O DE MEXI CO

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    UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

    Lic. Raúl Padill a López

    Rector

    Lic. Guillerrno A. Gómez Reyes

    Secretario general

    Ing. Adolfo Espinosa de Ios Monteros Cárdenas

    Director dei Departamento de Investigación Científica

    y

    Superación Académica

    Lic . Gabriel Val lejo Zerón

    Director de IaDirección de Publicaciones

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    Conceptos como los de clase social , revoluc ión o socialismo

    habrían estallado, bajo esta óptica, ante el alud de movimientos

    sociales.

    Es indudable que e l protagonismo delos nuevos movimientos

    sociales plantea Ia exigencia de incorporar -no desplazar->- ai

    análisis sociopolítico aspectos aios cuales Ia- tradición marxis ta

    prácticamente no ha dado tratamiento hasta hoy en forma siste-

    mática, tales como Ias relaciones sociales cotidianas, el ámbito in-

    dividual, I a sub jetividad y Ia dimensión simbólica, todos ellos de

    gran importancia en Ia constitución de los movimientos soc ia les y

    en Ia explicación de Ia crisis dei sistema partidista, pero Ia reali-

    dad, particularmente latinoamerícana, suministra abundantes ele-

    mentos para poder discernir el carácter eufórico, ideológico de .

    esas interpretaciones.

    EI presente trabajo tiene el propós ito primordia l de cont ri-

    buir a Ia definición dei papel que.juegan o que puederi.Ilegar a ju-

    gar Jqs m ovim ie n tos ..,so·ci~,Iesen .elmarcode ~u.E.pr ?)'~ct?Jj() li i5,0

    de transformación revolucionaria. Las interrogantes centrales que

    s{r~~n de'guíàs sô'h Ias sigúTei'iTês: lcuál es Ia relación de los nue-

    vos movimientos sociales con Ias partidosz, lcuál ,c,on,el,'estad,9?,

    i,constituyen la.._f.9..r.masmás importantes 9~*,~cc~Ó~;po].í,~~ca en Ia

    actualidad o se trata de movimientos sociales en sent ido estri cto ,

    es decir, cuyo ámbito de interés es Ia sociedad civil y solo de mane-

    ra 'eventual o secundaria participan en proyectos polít icos?, Ls e ..

    trata de fenómenos coyun tura les o trascienden es te carácter?, lde-

    mandan y logran transformaciones a fondo en el ãmbito de Ia ins-

    titucionalidad o únicamente adecuaciones de Ia que está en vigor ,

    Zcuãl es su signo polít ico?

    Para este fin, se hace una revisión de Ias principales ideas que.

    integran el deba te actual y se recurre a Ias experiencias políticas

    concretas que se están llevando a cabo en América Latina. Se

    apuntan previamente una serie de elementos dei contexto históri-

    co en el que surgen estas NMS, así como algunas de sus principa-

    les característsicas.

    Es este simplemente un documento de trabajo que no agota Ia

    temática ni mucho menos, con el cual sólo se aspira a invitar ai es-

    tudio de Ia misma a fin de avanzar en Ia elaboración teórica y

    política.

    4

    I

    Factores de Ia emergencia de

    nuevos movimientos sociales

    lCuál es el contexto en el que surgen Ias nuevos movimientos so-

    ciales? lQué factores estructurales y superestructurales confIuyen,

    sucediéndose y sobredeterminándose, en Ia conformación de su

    causalidad?

    En primer lugar, y no por adopción de enfoqúes economicis-

    tas sino por Ia' preeminencia real que han tenido, deben ser

    . consideradas Ias transformaciones económicas y Ia crisis dei capi-

    talismo mundial. Cuando a fines de Ias sesenta el capitalismo

    mundial cierra su más reciente ciclo de expansión y se evidencia el

    agotamiento dei

    [ord-taylorismo

    como modelo de organización de

    laproducción y extracción dei plusvalor, así como media de con-

    :'trol'sociál

    (cfr.

    Gilly y Hernández) se inicia una búsqueda de

    respuestas que resulta en Ia puesta en marcha de Ia robotización

    dei proceso de trabajo, su reorganización dentro de Ia fábrica y Ia

    introducción de equipas f1exibles, todo ello acompafíado de una

    abierta ofens iva empresarial contra Ias formas habituales de con-

    t ratación, sustituyéndolas por otras claramente desventajosas para

    Ias trabajadores, bajo el argumento de que aqu éllas constituyen un

    seria obstáculo' ai incremento de Ia productividad, Ia cual es pon-

    derada como el mayor imperativo de Ia política económica para

    superar Ia crisis.

    EI resultado de esto es una destrucc ió n de empleos a gran es-

    cala en Ias países avanzados y una transformación cualitativa dei

    mercado de trabajo: por una parte, se ven sensiblemente trastoca-

    das Ias calificaciones obreras ygran proporción de Ias nuevos em-

    pleos son menos calificados y estãn más mal pagados mientras

    que, por otra parte, se incrementa el índice de trabajadores a con-

    t rato temporal. Esta significa que una parte de Ias cesados es

    eventualmente reabsorbida en condiciones más desfavorables a Ias

    .' que se tenían antes dei

    cese(cfr.

    Boyer; Gorz y Hualde).

    AI

    aumentar el volumen de desempleo y prolongarseIos pe-

    ,: riodos de éste, un número cada vez mayor de cesados va quedando

    fuerade los sistemas de seguridad soc ial para trabajadores.

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    En América Latina Ia recesión provoca que un elevado por-

    centaje de empresas se estanquen en largos ciclos de producción

    muy por debajo de Ias posibilidades que ofrece su capacidad insta-

    lada, llegando a cerrar cuando Ias importaciones indiscriminadas

    -impuestas por el capital transnacional- complican todavía más

    Ia si tuación. Tarnbién aquí el desempleo abierto y Ia subocupación

    en todas sus formas se disparan. La deuda externa, que a conse-

    cuencia de Ia opción monetarista decidida en los centros financie-

    ros internacionales para buscar aliviar Ia crisis se elevó a niveles

    inéditos (cfr. Gutiérrez), estrangula a Ias economías de Ia región

    en su conjunto; el Fondo Monetario Internacional y bancos acree-

    dores obligan aios gobiernos a imponer severas políticas de auste-

    ridad, disminuyendo drasticamente y aun suprimiendo en algunos

    renglones el gasto social. Los ya precarios niveles de bienestar se

    deterioran más aún y Ia población se ve precisada a buscar e irn-

    plementar Ias más variadas estrategias de subsi stencia.

    Es en este contexto de amenaza tangible dei desempleo que

    Ias organizaciones obreras se repliegan y adoptan una actitud ma-

    nifiestamente defensiva. En eIlo intervienen también una serie de

    condicionantes subjet ivos derivados de Ia inevitable comparación

    de los propios trabajadores con Ias nuevas tecnologías. La consta-

    tación de Ia expropiací ón de Ias habilidades humanas por parte de

    los

    robots

    y Iacornprobación de

    múlt iples

    ventajas de éstos en re-

    lación con aquéllas, así como Ia vulnerabilidad de gran parte de

    los nuevos puestos de trabajo debida a Ia simplicidad y monotonía

    de Ias tareas, 10 cual implica que en cualquier momento se puede

    ser Iácilmente sustituido, todo esto actúa en ciertos casos y en di-

    versa medida en el sentido de un replanteamiento subjetivo de Ia

    identidad obrera y de su papel en Ia sociedad, introduciendo senti-

    mientos de desvalorización y duda que pueden repercutir de ma-

    nera más o menos importante é n su acción sindical y pol ítica (cfr.

    Abramo).

    Paralelamente, tanto en economías centrales como periféri-

    cas, tiene lugar el doble proceso de fortalecimiento deI sector ter-

    ciario y decrecimiento deI secundário en términos de absorción de

    mano de obra, con 10 cual se suma un elemento más de carãcter

    objetivo a Ia tendencia al desplazamiento de Ia clase obrera indus-

    trial de Ia posición central en el campo sociopoIítico.

    6

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    . Por otra parte, el núcleo familiar es notablemente afectado

    por Ias condiciones de crisis. Las mujeres tienen que ir a trabajar

    para poder solventar el gasto familiar o incluso, traer el único in-

    greso al hogar durante los periodos de paro de los hombres. En el

    trabajo, lamujer enfrenta Ia realidad de Ia sobreexplotación fun-

    dada exclusivamente en su condición femenina. No sólo tiene que

    tomar los empleos menos calificados y peor pagados, sino que ade-

    más cuando desarrolla tareas iguales a Ias de los hombres ytiene

    un rendimiento igual, percibe un salario menor.

    AI mismo tiempo, en el hcgar se producen tensiones porque

    generalmente Ias mujeres deberán seguirse encargando de Ias ta-

    reas domésticas cotidianas, ya sea directamente, o bien, de alguna

    forma tenerlas bajo su responsabilidad. Las condiciones objetivas

    estan, de esta forma, dadas para una redefinición de los roles so-

    c iales tradiciona les asignados a cada sexo. .

    Las mujeres plantean sus problemas~,~~liPJ~riQ.Lº~.l

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    ha sido disciplinada por Ia guerra, Ia escasez y Ias tareas de Ia recons-

    trucción (Param ia, 1988: 223-224).

    Los jóvenes son uno de los sectores de Ia sociedad donde im-

    pactarãn

    con mayor fuerza algunos otros importantes fenómenos

    constitutivos de Ia nueva etapa de desarrollo social y que forman

    parte también de los factores decisivos de causalidad de Ia emer-

    gencia de nuevos movimientos sociales. Tales fenómenos son: 1)

    el sometimiento creciente de árnbitos de Ia vida social a Ia lógica

    de Ia acurnulación capitalista (mercantilización de Ia sociedad); 2)

    Ia expansión de Ia burocratización; 3) el desarrollo progresivo de

    Ias nuevas tecnologías de comunicación masiva y su utilización

    alienante; 4) Ia amenaza nuclear; y 5) Ia depredación ecológica.

    Los movimientos de los afios sesenta (el mayo francés, los

    hippies

    y

    el movimiento contra Ia guerra de Viet Nam en Estados

    Unidos, entre otros) fueron una reacción directa a este cuadro de

    factores que atentaban contra Ias relaciones sociales de solidari-

    dad

    y

    contra valores fundamentales como Ia libertad y Ia vida.

    .,--.o~-DEn.América Latina, debido a patrones de crecimiento concen-

    trado en unas cuantas ciudadés, implicados por un modelo de de-

    sarrollo

    inausffialbasado en Ia transferencia de valor del campo

    -hacia el complejo urbano-industrial, se registran intensos flujos

    migratorios rural-urbanos que dan lugar a Ia formación de grandes

    concentraciones urbanas cuya población presiona fuertemente en

    demanda de ernpleo, sueldo, vivienda y toda clase de servicios.

    Desbordando con mucho Ias posibilidades que estas ciudades tie-

    nen para satisfacer dichas demandas, se generaliza en Ias urbes de

    Ia región un proceso de formación de asentamientos humanos es-

    pontáneos que constituyen verdaderos cinturones de pobreza, de

    donde emergerá uno de Ias movimientos sociales contemporâneos

    más ac tivosre l movimiento urbano popular (MUP), el cual ha re-

    cibido un invaluable apoyo a través de Ias Comunicaciones Ecle-

    siales de Base (CEB),

    10

    mismo que muchos otros movimientos

    populares deI campo y Ia ciudad. Las bandas juveniles o pandillas

    y los grupos ecologistas son también fenómenos asociados con Ia

    nueva problemática de Ias ciudades latinoamericanas.

    Asimismo, en

    10

    político, debe tenerse bien presente un impor-

    tante factor representado porei arribo.al poder .de dictaduras mili-

    tares apoyadas de diversas ma neras porei imperialismo yanqui.

    8

    Si bien Iasprácticas de control represiv~~_~~~Ill()Vilizan Ldesinte-

    gran en un prímefmOiTlCnT6ãrcõ-njuntú de grupos y organizaciõües

    oe-luéilá,' propícian al mismo tiempo el resurgimiento y rearticula-

    cTÓnde movimientos populares democráticos y aun revolucionarios

    que toman Ia opción de Ia guerra liberadora. América Latina es un

    excelente ejemplo de reconstrucción de actores sociales tras Ia san-

    guinaria acción exterminadora de los

    gari/atos. .

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    t agudización de contradicciones que pueden terminar en Ia disolu-  

    ' 1. .. ción del movimiento si Ias condiciones subjetivas no están dadas.

    t §QIl, más bien P~c9~ lº.~ movimientos sociales que realmente nacen

    . siendo conscientes de su dimensión 'política~'~ -,,--,~~

    / 1 ) . : . : i ~ LeasPsofln'meenragCeanrearCatereíStica~onsiderar es que los. m?vimientos socia- . 1

    1

    . 'les~'e=~s10Ct·r':0·r~dct~rCo Insti~uô~iOt.nat,~~9~:.10Es_náY~Y~9_s;J1doyimie1ntos,..s.m:ia----. '~ l

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    I l i '   , , n un pnmer mon:~u.Q, movlmwntos sociales en ,.  

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    IVOS. sta asoc ia

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    con_4 det .ermi ...

    r t ' '   §Snlid.o estricto, y no movimiyn:~psº'2líticos. Esto es, s~constifUBí1;f Íl;H;iÓn'~êiudadãnãde~ncid (aactiv.amente'en lasaÚsfa~ción de s~s (

    I   en torno a necesldades muy puntuales dentro dei ámbito de Ia vida

    f

    p.r~'pias·· 'necesidoa~~s iy:~nt{;t~(des~rédit~· 'ú'-ià~s76;'~~~;·tradiciona: ' I ; / ~ i~

    I

    c'otidiana s'i bÚ:nllevan a cabo gestiones y presiOnes ante el estado

     

    'lés 'de gestión 'Y, de Ias organizaciones_y.ir\~t~~uçJon~s. a ellas vin- ~

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    ç',

    sus demandas no se inscriben denti'ó' e u-nã pro'pües 'a e ges

    1 1 1 í r ã 1 ~ , I '

    ~~ladas, c:.~. H_I}a_c)~ a~Y9.9_~jórLde~a.útonomía~pe este modo',

    H I ~ ~ ~ . ,e~~~~l~L,' 'o estr'uc uran 'una prop s a'propiãOe po Iti-  d~~rrollan con sus propias fuerzasy iecursos;su's'fQrmas especjfi-

    1

    1.:

    i ,

    ca sectorial sino que persiguen únicamente Ia satisfacción de su l i . ~?s, de lucha, privi legiando Ias manife~ta~iQnes pú.~~}C?s,marchas y

    ~' de :l. ~n9a conc~~~a, siendo 'Iaf~erza mora l, surgida' de lá convicción ' ;   ' , míti~e~, procurando, asimi~mo, dar Ia mayor difusión posible del

    1 1 '

    en Ia justeza de su demanda, el impulso de Ia movi lización.---- ----

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    >[~~9.~~~e~tOJ,~,~tre Ia poblacl?n. ~sta .fo . gg.,~.:,luc~' JU~s.~Jl.r~fie~~.Ia

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    I i ' , ,I

    Aun cuando Ia naturalezade Ia, demanda

    específica

    de que se

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    ~~~_.2 ec(a;~Yí:.eLçaI;ícte.QI1-»ltl udlllar~o de sus manifestaciones,

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    trate imE i

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    encuentre en todos y cada uno de los movimientos, o bien, que se

    mantenga a 10 l argo de todas Ias etapas de su desarrollo. La infor-

    malidad organizacional, por otro lado, junto con Ia ausencia de

    u.na doctrina ideológico-política, tienesiempre el riesgo de rever-

    nrse contra los propios movimientos durante los periodos críticos

    de Ia lucha.

    Según Heller y Feher, los Iíderes de los nuevos movimientos

    sociales ejercen Ia dirección en forma menos democrática aunque,

    como se hace en los partidos políticos más burocratizados, 10 cual

    no es un signo de inmadurez sino un rasgo estructural de tales movi-

     ,:ie~tos

    es decir, un resultado de Ia imposibilidad de

    seguir proce-

    dirnientos formales en elf luido entorno de los movimientos sociales

    modernos.

    Esto es sólo parcialmente cierto. No hay que olvidar

    que Ias rigideces y verticalismo de Ia estructura partidista son uno

    de los factores que explican el gran auge de Ia informalidad políti-

    ca y que cuando en los movimientos se mantienen prácticas anti-

    democráticas devienen pequenos grupos sin representación ai ser

    abandonados por Ias bases. En Ia medida en que el movimiento se

    va conjuntando más sólidamente Ias actitudes antidemocráticas

    asociadas algrado mínimo de organicidadinicial van

    cediendç.gu

    lugar a procedirnientos democráticos implicados en,etpfoceiÔ

    áé

    politización. '

    A diferencia dei rnovirruento obrero, Ia organización de tos

    nuevos movimientos sociales -a excepción dei movimiento urba-

    no popular- no cuenta con el elemento propiciatorio de estar sus

    contingentes reunidos diariamente en un lugar de refe renc ia, co-

    mo sí 10 estan los obreros en su lugar de trabajo, Esta c ír cuns tan-

    cia se suma a Ia informalidad organizacional de los NMS para

    poner a prueba el poder de Ia identidad colectiva y de los vínculos

    de solidaridad en tanto factores de cohesión y de impulso.

    En 10 concerniente a Ia expresión territorial de Ia organiza-

    ción, Ia fuerza de los nuevos movimientos sociales en gran parte es

    de tipo local. Esto tarnbién responde a Ia pu ntüalidad de sus de-

    mandas, Ias cuales con frecuencia entran en contradicción con el

    poder local o estatal, o algún aspecto particular de su instituciona-

    lidad. Este hecho choca frontalmente con cualquier pretensión in-

    terpretativa de .conferir a alguno de estos movimientos en 10

    particular el estatus de sujeto político de Ia transformación social

    global.

    J

    · I · ~ ·

    Aun cuando algunos movimientos cuestio nen Ia instituciona-

      Iidad de i régimen en su conjunto, muy pocas veces han llegado a

    l· conformar organizaciones activas a nivel nacional. Es cornún Ia in-

    ,

    .' . I~ . ' . :' .

    tegraóclión d~ coolrdin~do~as y mO~imielntos que se autodenl~dmidnan

    no s o

    naciona

    es SInO

    mternaciona

    es, pero que en rea

    I

    a se

    , hallanalejados de una cobertura efectiva de estos niveles. Incluso

    f muchos movimientos que se nombran así mismos regionales (que

    W '

    cubren alguna porción de un territorio nacional) son en realidad

    ~' movimientos con uno o dos focos territoriales más o menos fuer-

    r. ' tes y varios grupos incipientes en otros poblados o localidades que

    ~, . se mueven sólo a nivel declarativo. Sin embargo, estos intentos ha-

    .'~ blan de Ia vocación de crecimiento y fortalecimiento de estas for-

    ~' .m as

    de lucha.

    • .  I ~ .

    Más adelante me referire a 10 que Fals Borda 11ama

    redes

    de

    • movimientos, Ias que indudablemente representan -ya 10 han de-

    , mostrado- una alternativa de organización social y política que

    · . • .. .. ,. . · .' , •'

    ASmbséarn

    I

    ·aaILasalI~nmaieasCtiáodes dd

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    IloSmovilmien tos p~órt icdualres y que h

    e

    n

    , an o ugar a a concreci n e o que se a

    dado en lIamar

    poder popular,

    y que constituye una categoría de

    t

    anãlisis específica.

    r

    Cabe mencionar que Ia territorialidad, ya no en el sentido de

    Ia cobertura espacial que lIegan a tener los movimientos sociales a

    través de su actividad, 10 cual tiene un c ar ác ter contingente , sino

    en términos propiamente de un territorio que es parte constitutiva

    de Ia identidad histórica de ios actores, es en los movimientos lati-

    noamericanos un elemento medular. De hecho, Ia defensa dei

    , territorio fren te a Ia acción de los caciques o frente aios proyectos

    de modernización que implican vulnerar el control de los pueblos

    indios sobre este patrimonio milenario han estado con frecuencia

    . en el origen de Ia gestación de esta c1ase de movimientos sociales,

    con un alto costo de vidas humanas. Como respuesta natural a Ias

    políticas indigenístas de los gobiernos de Ia región, signadas por Ia

    divisa integracionista que no es otra cosa que Ia negación y el re-

    chazo de Ias culturas indias, éstas han exaltado su identidad

    específica y han optado por fortificarse en su espacio acotado, le-

    vantando cada vez con más energía Ia demanda de autonomía en

    todos los sentidos frente ai estado nacional

     efr.

    Díaz y Barre).

    Por 10 que toca a Ia temporalidad, los movimientos sociales

    son, de acuerdo con Fuentes y Frank, doblemente cíclicos. Por un

     

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  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

    9/23

    trascienden los intereses particulares de cada cIase así 10 permi-

    ten. En efecto, Ia lucha de Ias mujeres por Ia despenalización dei

    aborto o poria supresión de prácticas laborales discriminatorias

    e

    involucra a miembros de todas Ias clases. Lo mismo sucede con los

    movimientos de homosexuales que pugnan por el reconocimiento

    de su derecho a asumir abiertamente su preferencia sexual. Y,

    l,qué decir de movimientos tales como el ecologista o el pacifista,

    quese constituyen en torno a demandas tan amplias como Ia pre-

    servación de Ia vida?

    A fin de evitar confusiones es conveniente aclarar 10 relacio-

    nado con Ia amplitud o puntualidad de Ias demandas. Se ha dícho

    que generalmente los movimientos sociales enarbolan demandas

    muy puntuales, en referencia ai objetivo inmediato de Ia lucha, pe-

    ro son amplias en cuanto que su significado o fin último puede

    trascender -10 hace generalmente- el interés de una sola clase.

    No hay contradicción, por 10 tanto, en una lucha puntual por evi-

    tar el asentamiento de una industria en determinado lugar y Ia

    amplitud de intereses a que responde.

    Sinembargo, es posible advertir eí predominio de Ia clase me-

    dia en Ia composición de los movimientos sociales de los países

    capitalistas centrales, 10 cual refleja una estructura social compa-

    rativamente menos polarizada que Ia de los países imperializados

    (cfr.

    Fuentes y Frank).

    Por su parte, en América Latina encontramos numerosos mo-

    vimientos sociales donde tarnbién predomina Ia clase media, pero

    dei mismo modo muchos otros integrados esencialmente por sec-

    tores populares. Feministas, ecologistas, homosexuales y algunos

    movimientos juveniles son ejernplos dei primer tipo. Movimientos  f

    J

    comunitaristas, urbano populares y Ia mayoría de Ias bandas  de :t

    jóvenes en los barrios, 10 son dei segundo tipo. Los movimientos

    ii

    en defensa de los derechos humanos, de gran auge desde hace ya

    l)

    más de dos décadas en nuestro continente, son ejernplos estimu-

    : ; 1 )

    l '

    <

    lantes de amplia participación social, es decir, con participación l

    r i de masas y segmentos de todas Ias clases sociales.

    I' )

    l

    Internamente, ha sido frecuen

    l

    te enc~nt~ar que por 10 menos et

    :

    1 una parte dei núcleo dirigente de os movmuentos de sectores po-   .J

    : < ~ : pulares pertenece a una clase diferente, generalmente media,

    Y l fl t i ~ \

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    que en no pocas ocasiones ha tenido más o menos responsabilidad t ~

    en Ia integración de los movimientos.

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  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

    10/23

    La constatación de Ia composición social policJasista de los

    nuevos movimientos sociales ha hecho caer a algunos analistas en

    Ia tentación de declarar inoperante Ia teoría marxista de Ias clases

    para explicar Ia dinámica social y política contemporánea, propo-

    niendo aios propios movimientos como categoría explicativa sufi-

    ciente.

    Desvincular el análisis de los movimientos sociales puede,

    quizã, ser cómodo, pero de

    ningú n

    modo resulta válido. La natura-

    leza estructural de Ias cJases permea el sistema social en su totali-

    dad, 10 cual no significa que todo conflicto sea directamente un

    conflicto de clases, sino simplemente que Ias cJases deben ser un

    referente analítico permanente para Ia explicación científica de

    los fenómenos sociales especialmente Ia acción colectiva. De

    acuerdo con Camacho,

    Ias movimientos populares por

    dinámicos

    que sean, no pueden ser Ia

    clave para explicar Ias fuerzas motrices de Ia sociedad ... Ia única en-

    t rada plausible para interpretar científ icamente los movimientos po-

    pulares

    y

    en general, todos Ias movimientos sociales,

    *

    consiste en

    considerarlos, dinámicamente y en toda su cornplejidad, eon reter-

    encia a Ias c1ases. De aquí que lIevadas a sus explicaeiones más pro-

    fundas, Ias contradicciones ... de los movimientos populares con sus I

    enemigos, desembocan necesariamente en contradicciones de clase

    e

    (Camacho, p. 12). .

    t

    La conflictualidad socialscentrloabmericdanla es una coml.pro?Óa-1

    ción empírica de este aserto. obre a ase e a transversa izaci n

    I

    de 10s diversos movimientos sociales por Ia estructura cJasista ha

    sido posible su convergencia en un proyecto popular democrático

    que lucha mediante Ia acción revolucionaria contra el bloque en el

    poder y su sistema de dominación, proyecto en el cualla participa-

    ción de sectores burgueses obedece a Ia

    rea liza ci ón

    de alianzas

    tácticas, asunto que se tra tará más adelan te.

    Dicho con otras palabras, Ia comprensión de los movimientos

    sociales, en su dimensi6n objetiva, requiere un proceso dinámico

    • Camacho designa con el término de movimientos sociales tanto a los que

    representan los in tereses dei pueblo como aquellos movimientos que defienden in-

    tereses de Ias clases dominantes. EI término movimientos populares es, por tanto,

    más específico ya que sólo se refiere a los que responden a Ias intereses de Ias ela-

    ses populares.

    16

    de estudio en dos planos de análisis diferentes pero interconecta-'

    dós: un primer plano correspondiente a Ia definici6n de Ia estruc-

    tura econórnico-social y deI sistema político deI país o región de

    que se trate, no sólo atendiendo a su estado actual, sino también

    ai conocimiento dei proceso histórico de conformación de esas cs-

    tructuras, y un segundo nivel ha de referirse a Ias coyunturas espe-

    cíficas en que van surgiendo los movimientos sociales e n c uestión.

    Prescindir dei segundo nivel conduce.a Ia formulación de expli-

    caciones estructurales que no encuentran Ias mediaciones necesa-

    rias para entender Ia emergencia de los movimientos, mientras que

    obviar el prirner plano, en particular el análisis de Ias clases socia-

    les, propieia Ia construcci6n de cuadros fenomenol6gicos en Ias

    que campean Ias

    identidades restringidas,

    Ia

    anomia aguda

    o Ia peda-

    cería social

      e f r  

    Zermeüo), esto es, visiones deuna conllictualidad

    caótiea , cont radictoria, anárquica; que dificulta enormemente una

    explicación racional de conjunto y obstaculíza seriamente el traba-

    'jo de def inici6n de estrategias políticas.

    La dimensión subjetiva, que precisamente conlos movirnien-

    tos sociales de nuevo tipo ha revelado su gran importancia ai mis-

    mo tiempo que Ias limitaciones de los actuales instrumentos

    -conceptuales de conocimiento, es en estos momentos una proble-

    mática en espera de una metodología científica de análisis.

    17

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  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

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    I.

    I.

    IH Movimientos sociales y política

    Podemos distinguir tres niveles de acción social de los movi-

    mientos:

    1)

    Movimientos comunitaristas y de autodefensa. Son movi-

    ~ientos .que no sólo .no se interesan por Ia participación política,

    SlllOque tampoco I1evan a cabo labores de gestión de demandas an-

    te el gobierno, y que, frente ai severo deterioro de Ias condiciones

    de vida ocasionado por Ia crisis, buscan en el principio de ayuda

    Un comienzo necesario para discutir apropiadamente esta proble- mutua Ias soluciones a sus necesidades. Las ollas comunes Ias coo-

    mática

    consiste en aclarar los significados con los cuales se em- perativas de producción, consumo, abas to y otras

    iniciativas

    seme-

    plean aquí ambos términos de Ia relación, toda vez que uno y otro jantes son ejemplos de este tipo que han proliferado en América

    son usados continuamente para designar fenómenos muy diversos. Latina. Algo similar ocurre con Ias bandas juveniles de los barrios

    En cuanto a Ia política, está concebida como esfera dei poder ';' 'populares cuyas organizaciones, en Ia

    mayoría

    de los casos, hacen

    estatal y de Ia lucha de fuerzas políticas -formales e informales-e-

    I :'

    Ias veces de cornunas donde los miembros encuentran apoyo para

    par

    incidir en Ia definición o modificación dei arden público, 10

    I

    sObrel~evar Ia marginación, o bien, fortalezas donde se resiste Ia pe-

    que cornprende, por tanto, Ias acciones de presión ai estado desde t  netraclón de valores de Ia sociedad avasalladora y donde, a partir

    fuera de Ia estructura.institucionalizada de poder y eí cogobierno,.i del desarroIlo contracuitural y Ia vioIencia, se respondea dicha so-

    hasta Ia Iucha por eI control dei aparato estatal.f, ciedad.

    Por 10 que toca al concepto movimientos sociales, su empIeo f En este tipo de movimientos, en especial en los primeramente

    aquí es ajeno aI contenido que le ha dado Touraine, reservándoIo mencionados, de Ios tres principios touraineanos constitutivos de

    soIamente para Ia acción conflictiva entre adversarios socialmente los movimientos socíales -identidad, oposición y totalidad- no

    definidos por el control de los modelos culturales y de Ia historici- solo no está presente el de totalidad, sino aun el de oposición, es ;, .

    dad, es decir, movimientos protagonizados por actores sociales que' decir, no existe un adversa rio concreto socialmente definido no \

    trascienden su cotidianidad e inmediatez y proceden conforme a un existe, por tanto, un conflicto social. Sin embargo, Ia acción colecti- \

    proyecto social global alternativo. va organizada, Ia autogestión y Ias solidaridades que se desarroIlan \

    EI concepto que se emplea en este trabajo comprende tanto Ias a partir de ~stos movimientos son avances de Ia sociedad civil que  

    acciones colectivas organizadas de respuesta defensiva -reivindi- r~~~nta actitudes paternalistas, pasivase individualistas y crea po- ./

    cativas- como Ias iniciativas de ampliación de derechos o de trans-  ., .sibilidades para vislumbrar un orden alternativo y s umar su esfuer=

    formación social general. zo para construirlo.

    2) Movimientos reivindicativos. Una gran parte de los movi-

    mientos sociales pertenece a este tipo. Thmpoco se interesan por

    acceder a cuotas de poder político. Su acción se dirige solamente a

    defender un estado de cosas dado, un equilibrio o una identidad

    q u e se-ven amenazados por un cambio, o a hacer efectivos sus dere-<

    chos ~~nsagrados jurídicamente. La lucha por Ia dotación dei sue-

    10; \?vJend~y seryicios, por Ia conservación de un patrimonio

    rqUlte:c~911Icq,or el respeto a Ias conquistas laborales etc. co-

    d ,~f,,~teypo.Logradosu objetivo, tienden a des~par~cer,

    . ~and,oe~p~oceso de lucha no haya propiciado un cam-

    alJ:lªtlvo ?el·; movimiento,. que implique una permanencia

    Acotación de conceptos

    Niveles de acción social

    La inclusi6n de

    Ias

    üivetsas

    crases

    de movimientos en el

    concepto

    \Senéúco de movimiento social ~retende únkamente recalcar que

    se trata de marútestaclones diterentes de un mismo ten6menobá-·

    'iI\CO\a 'ilodedad cl'i\\ en rno'i\rniento-

    ':I

    no \m~\\.ca en 11\o.do

    guno diluir \a'ildUerencias cm:res~ond\.ente' ,,\n\;Je\dea .

    cial o tipo de influencia que se quiere ejercer conla acciú

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    temporalmente indefinida en Ia arena política, 10 cual no es extra-

    fio que suceda.

    3) Movimientos políticos. Son movimientos que cuestionan

    parcial o totalmente Ia ins titucionalidad dei sistema social vigente

    y participan, en consecuencia, en Ia contienda de fuerzas políticas

    para modificar o transformar dicha institucionalidad en un sentido

    determinado. Así, quedan aquí comprendidos diversos subniveles

    d~ acción social, desde los movimientos que luchan por Ia aproba-

    ci ón

    de un ordenamiento legal, específico, hasta los movimientos

    armados por el control dei estado, pasando por aquéIlos quedeci-

    den convertirse en interlocutores de

    éste

    en Ia definición de Ias po-

    líticas sectoriales. o

    . Estadiferenciación es un recurso analítico necesario para Ia

    mterpretación dei objeto de estudio pero, como suele ocurrir en el

    ejercicio taxonómico, particularmente en Ias ciencias sociales, sólo

    considera Ias formas puras de los t ipos y no aquéllas que presentan

    características de uno y otro, mismas que, en el caso de los movi-

    mientos sociales, son frecuentes en Ia fase de transición de uno a

    otro nivel y/o se expresan en Ias contradicciones entre los fines per-

    seguidos y los medios empleados para alcanzarlos, en Ias diferen-

    cias de objetivos entre Ia dirigencia y I? base.

    En tanto que fenómenos esencialmente dinámicos, 10s movi-

    mientos sociales, en

    etecto,

    no surgen y se inscriben de modo defini-

    tivo en uno u otro de los tipos seíialados, sino que en función de

    toda una serie de factores que conforman su proceso de desarrolIo,

    pasan de uno a otro, sin que el paso sea necesariamente en el senti-

    do de una mayor politización. Pueden verse desgastados en su lucha ,

    escindidos, cooptados por el estado, desmovilizados ante Ia consecu-

    ción de demandas ante Ia supresión de Ias condiciones que los gene-

    raron, casos en los cuales los movimientos tienden a estancarse a

    retroceder en términos políticos e incluso a desaparecer.

    ' Dei establecimiento de los niveles de acción social como prin-

    cipal criterio de clasificación de los movirnientos sociales se des-

    prende que ai abordar su estudio, el análisis debe cuidarse de

    tomar Ia variable dei tipo de actor como si fuera un bloque horno-

    géneo ,

    Esdecir, no vale hacer una serie de predicados dei movi-

    miento feminista, por ejernplo, si no es sobre labase de especificar

    a

    qu é

    versión de

    éste

    corresponde Ia referencia, pues en este caso

    tenemos tres corrientes claramente diferenciadas: el feminismo ra-

     

    I

     < dical, que ataca absolutamente todos Ias indícios de dominación

    masculina; el feminismo di ferencista, que reivindica Ia condición

    femenina y, por último, el feminismo socialista, que combate ai ca-

    o

    pitalismo en tanto que 10 c oloca en el origen de Ia opresión femeni-

    o na en general. De manera análoga, los demás movimientos con-

    tienen modalidades u orientaciones que no sólo Ias distinguen en-

    tre si, sino incluso los lIegan a oponer en alguno o algunos planos.

    EI estudio sistemático de movimientos sociales concretos para

    determinar el caracter de su lucha requiere, por tanto, el estableci-

    miento de una serie de referentes de observación. Una valiosa con-

    tribución pionera en este sentido ha sido hecha por Ramírez en su

    ·t1propuesta metodológica para analizar Ia dimensión política dei mo-

     o,' vimiento urbano popular, consistente en Ia definición inicial de tre-

    Ice indicadores relacionados principalmente con su estructura,

    idemandas, formas de lucha e inserción social. EI peso diferenciado

    .de

    cada uno de los indicadores permite no sólo precisar si un movi-

    ': ,miento es efectivamente político o no, sino también el grado de po-

    ;' litización que presenta (Ramírez,

    1989).

    ,Signo político de los movimientos sociales

    i, ,~

    ~n cuanto a loscontenidos sociopolíticos de sus respectivas luchas,

    los movimientos pueden ser clasificados, de acuerdo con Ramírez

    (íb.)

    como: a) conservadores o reaccionarios; tratan de mantener el

    orden establecido, o regresar a otro más atrasado social y política-

    .mente; b) progresistas; se proponen hacer ajustes ai sistema pero

    dentro de los límites de éste; c) revolucionarias; aspiran a tomar el

     poder estatal y transformar el sistema social.

    ,\ Contra Ia impresión que a veces crean algunos autores en el

    ;~entido de que los movimientos sociales son siempre movímíentos

    ,progresistas, debe tenerse presente que no les es inmanente un sig-

    ino político determinado, de tal manera que pueden ser incorpora-

    dos 10 mismo a un discurso y una práctica

    reaccíonaríos

    que a un

    proyecto revolucionaria.

    En Ia medida en que Ias demandas sean más puntuales, de

    carãcter predominantemente reivindicativo y/o tengan como funda-

    mental Ia exigencia de autonomía, serán, en general, más suscepti-

    bles de incorporación a un proyecto de corte conservador. Por otro

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    . ['eiales aios cuales visualizaron como liberales, o bien, como seria-

    lado, si es Ia democracia uno de s~s val~res centr~l~s entonces est.a

    f

    la Para~io (1988), como manifestaciones de un nuevo radicalismo,

    posibilidad se restringe y, en Cam?lO, existen c~ndlcl?nes de aproxl~

    i'.

    en

    todo caso, fenómen?s.?asajeros,. prefiriendo en un primer mo-

    mación con un proyecto progresista o revolucíonario. En todo ca J\mento acogerse a sus públicos tradicionales.

    so, nada es definitivo y Ia adhesión eventual a uno u otro proyecto

    : 1 ;  

    ~Ninguna de estas dos explicaciones es absoluta, ambas son váli-

    dependerá en gran medida de circunstancias ~~yunturales, dei tra- ..•.das y se han alternado, incluso conjugado en muchas ocasiones ai

    bajo proselitista de Ias diferentes fuerza~ políti cas y de I~ co~duc- interior de un mismo movimiento para producir el fenómeno d.e~-

    ci ón

    dei movimiento por parte de los hderes. La experiencia de  crito. Asimismo ambas ilustran acerca de dos aspectos de Ia cnsis

    participación será finalmente, el criterio para rectificar una deci- , del s istema partidista de representación política. En el primer caso,

    sión

    equivocada. se trata de un problema de credibilidad, por parte de Ia sociedad,

    hacia los partidos y el rég im en parlarnentario, los cuales son perci-

    bidos como extra fios, inadecuados y aun como obstáculos potencia-

    les para el logro de sus demandas, resultado de un proceso de

    desgaste que debe ser analizado. En el segundo caso, 10 que obser-

    EI estallido de los nuevos movimientos sociales, fenómeno que ha:' vamos es una incapacidad de los partidos para interpretar acertada-

    sido sintéticament~ descr.it? com? revalorización de Ia democracia o,. mente Ias transformaciones sociales y el nuevo estado de cosas,

    poIitización de la vida cotidiana

    nene entre sus causales, ad~más deI, bajo el peso de enfoques teórico-políticos de' t ipo dogmático.

    conjunto de transformaciones dei sistema capitalista mu~dlal ya

    ~~-I

    Un ejernplo que ilustra con claridad Ia incompatibilidad de

    fialadas, una situación generalizada de crisis de los.partidos P?htl-. concepcíones e intereses entre partidos y sociedad se dia en Fran-

    cos nacionales, 10 cual se expresa justamente en Ia orga ni za c ión y da con motivo de Ias protestas por Ia ut ilización civil de Ia energía

    . movilización ín dependíent es , no institucionales, a través de los mo- nuclear. Touraine seüala ai respecto:

    vimientos sociales. , el hecho de que Ia ideología tr::.jicional de Ia izquierda exaltara el desa-

    Mientras en América Latina proliferan predominante y com- rrollo de Ias fuerzas de prod ucc ión, de Iac iencia y de Ia tecnología, pro-

    prensiblemente en los anos setenta y ochenta Ias iniciativas de or- dujo una gran confusión. En este país, el partido comunista siempre fue

    ganización autogestionaria orientadas a resolver lo,s probl~mas, uno de 105 principalesdefensores de Ia industria nuclear, insistiendo tan

    concernientes a Ia subsistencia y, en los países con regimenes dieta- 5610 en que, en este campo como en otros, Ias nacionalizaciones amplia-

    toriales los movimientos en defensa de los derechos humanos, así] ran el papel dei estado, identificado por principio con el interés gene-

    como I~ guerrilla y los movimiento~ revo ucionario~ d~ liberació~ rai... Así, Ia

    forrnación

    de un movirniento antinuclear no pudo situarse

    nacional-Ios cuales ya implican articulac ión de movmuentos partl- , dentro de Ia oposición tradicional de Ia derecha y de Ia izquierda (Tou-

    culares-, de los países europeos y Estados Unidos S?~ escenano de . raine 1982 p. 693).

    activas movilizaciones ecologistas, antinucleares, pacifistas y otras.:, La inmovilidad de los partidos franceses se mantuvo durante

    Una ex pli ca c ió n a propósito de Ia apuesta de Ia sociedad .civil a varios afios no obstante que tras Ias movilizaciones dei 68 todas Ias

    manifestarse ai margen de los canales institucionales, en particular, fuerzas políticas se replantearon su papel en Ia sociedad y surgie-

    independientemente de los partidos políticos,. e~ Ia que su~tenta ,ron corrientes claramente renovadoras. Michel Rocard, secretario

    entre otros, Claus Offe, según Ia cuallos movimientos c?nSlde~a~r nacional dei Partido Socialista Unificado, único partido participan-

    no sólo innecesaria, sino incluso peligrosa Ia ~epresentac~ó~ políti-

    r

    te en Ias acciones dei 68, escribe en una obra de 1972 10 siguiente,

    ca pues encierra Ia pos~bilidad de desorganizar el movirniento

    0 1

    que expresa sintéticarnente Ias condiciones de formación de una

    mediatizarlo (Faletto, p. '146). . ~ nueva izquierda: . . .

    /Por otra parte, Laclau y Mouffe consideran que los pa.rtl?os se I

    vieron sorprendidos por Ia emergencia de los nuevos movlmlentos 

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    Movimientos socíales, partidos políticos

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    Defender un social ismo no

    autori tário,

    descentral izado, basado en Ia

    autogestión; dotarse de experiencias libertarias y federalistas, significa

    necesariamente dis tinguirse a toda costa dei Par tido Comunista fran-·

    cés. Dar, en Ia lucha socialista, prior idad a Ia lucha de clases directa,

    es decir, aios

    innurnerables

    conflictos cotidianos a través delos cuales

    se t ransfo rman Ias re laciones sociales, en vez de dársela a Ia lucha

    electoral, que no es más que una

    constatación

    dei estado en que en

    ese momento se encuentran dichas relaciones, s ignifica también dis-

    tinguirse dei Partido Socialista (Rocard, citado por Teodori, p. 607).

    En América Latina también se presentan múltiples casos que

    rcvelan situaciones de crisis de credibilidad de los partidos y deter-

    minan Ia organización de movimientos sociales independientes,*

    pero se suma además otro importante factor consistente en Ia sus-

    pcnsión dei lIamado

    estado de dereeho

    cn los pa íses con dic taduras

    militares en el poder, trasladando Ia actividad de los partidos ai árn-

    bito de Ia c1andestinidad, 10 que lIega a significar prácticamente su

    desaparición por períodos a veces prolongados. En estas condicio-

    nes, los canales institucionales de

    particípacíón

    se ven obturados y

    Ia población precisada a buscar formas alternativas de expresión de

    demandas, aun cuando ello pueda significar un desafio para el

    r é g í -

    men, con Ias subsecuen tes medidas rep resivas que impl ica.

    Oxhorn observa esta situación en Chile:

    La limitación de Ias actividades de lospartidos políticos desde 1973 ha

    estimulado el desarrollo de actividades organizativas en el nivel de Ia

    base, ya que trasladó el foco de acción polít ica a arenas no de partido.

    Estas típicamente están ubicadas ·en Ia base, donde su supresión es

    más difícil y Ias necesidades son más agudas (Oxhorn, p. 224).

    * Philip Oxhorn, estudiando Ios movimientos poblacionales de Chile durante el ré-

    g imen mil it ar de P inoche t apun ta :

    Casi todos Iaspar/idos politicos ... constantemente

    hablan de Ianecesidad de ayudar a Ias desposctdos. Pero 10que Ias sectores margina-

    les dechile buscan son propuestas concretas.: Es muy difundido elsentimiento de que

    Ias politicos están más involucrados en sus propios intercscs y Ias de sus partidos, que

    en Ias demandas de Iaspobres ... Tales sentimientos son reforzados por Ias seguidas ba-

    tal/as verbales de Ias partidos de Ia oposicián y Ia consecuente incapocidad para lo-

    grar Iaunidad a nivcl de Ias elites... Los pobladores ... hon recurrido a una variedad de

    formas de auto-ayu da en un intento por aliviar sus necesidades lilás urgentes

    (Oxhorn,

    p.223).

    24

    Procesos similares se registraron en Argentina con el movi-

    miento por los derechos humanos iniciado por Ias Madres de. Ia

    Plaza de Mayo (García y Palermo), âsí como en Bolívia, donde ne-

    ne lugar Ia formación de un movimiento nacionalista a partir de Ia

    convergencia de movimientos étnicos, regionales, obreros y otros

    (Calderón y Laserna). .

    . En no pocos casos van a figurar los miembros de los partidos

    políticos reducidos a Ia clandestinidad entre 10s promotores ~ás

    activos en Ia conformación de movimientos sociales, pero esto dista

    mucho de un auspiciamiento de éstos por parte de los partidos ya

    quees como ciudadanos afectados por Ias condiciones económicas

    ypolíticas, y no en tanto que militantes partidistas, que lIevan a ca-

    bo su labor. Más aún, frecuentemente a medida que los intereses de

    partido se van dejando traslucir en el interior de un movimiento se

    abre un periodo de rupturas que pone en riesgo su continuidad

     efr.

    Oxhorn).

    Independientemente de que una u otra de estas circunstan-

    -o combinación de ellas- haya concurrido en Ia gestación de

    Ias diversos movimientos sociales, el hecho a destacar es que éstos

    surgen de manera autónoma respecto de los partidos y el estado,

    captan una participación cada vez mayor de Ia sociedad civil, cons-

    tituyen una práctica social que trasciende Ia

    exístencía

    efímera y

    avanzan tangiblemente en Ia consecución de objetivos.

    Este eu adro de datos empíricos va a provocar una serie de

    cambios de actitudes, tanto dentro de partidos como deIos propios

    moviinientos, ai mismo tiempo que plantea muchas preguntas y

    propicia Ia elaboraciónde diversas tes is teórico-poIít ica~.

    Por principio, se difundió entre los investigadores el reconocí-

    miento de que 10s movimientos sociales eran los signos de un pro-

    de redefinición de Ias formas tradicionales de Jlcción social.

    rloljt;UlVJ

    de eIlos, partidarios de un fortalecimiento a uliranza de Ia

    sociedad civil frente a Ia sociedad política, expresaron su entusias-

    mo por Ia ola de movimientos sociales que se levantaba por todas

    partes y acotaban, precipitadamente, su âmbito de acción:

    Un movimiento social que traslada su espacio natural

    en.la

    esfera pú-

    blica hacia Ias bancas par lamentar ias se volverá, tarde o

    ternprano,

    un

    partido disfuncional o un movimiento muerto (Heller y Feher , p. 5).

    25

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  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

    15/23

    Menos extremista, Evers, ocupándose de los nuevos movimien- menos, acordar con eIlos formasy niveles de accíón conjunta. Con

    tos sociales latinoamcricanos, desarroIla una interesante tesis se- tal propósito, los partidos, tanto de derecha como de izquierda, in-

    gún Ia cual Ia novedad de estos .movimientos consiste en que su c1uyen en sus plataformas políticas Ias demandas de los movimien-

    principal potencial no es político -aunque no condena Ia partici- tos. Otro tanto, selectivamente, realizan los gobiernos, que se

    pación política- sino sociocultural, es decir, su capacidad para apresuran a confeccionar discursos comprensivos de los valores y

    crear

    y

    experimentar formas diferentes de relaciones sociales cotidia-

    exigencias de los nuevos movimientos, buscando además fórmulas

    nas (Evers, p. 34).integrativas tales como Ia creaci6n de espacios instítucíonales de

    De acuerdo con su argumentación, ante Ia realidad de los NMS   expresión sociopolít ica y cultural, con fines mediatizadores.

    Ia elaboración teórica ha orientado el trabajo hacia una simplista Los movimientos sociales, por su parte, no obstante que Ia ma-

    operación de

    ensanchamiento de Ia esfera de

     10

    político ...  

    Según yoría nace animada por motivos civilistas, es decir, no políticos en

    Ia interpretación que critica, Ia represión de Ias dictaduras milita- el sentido de disputa por el poder, los avatares de su lucha los lle-

    res y el cierre de los canales tradicionales de expresión política que van en muchos casos a descubrir Ia realidad de Ia opresión política

    eIla implica, determinó Ia politización de Ias primeras manifestacio- y- la dominación social como causa última de Ias situaciones que

    nes sociales por vivienda, consumo, cultura popular o religión. Estas tratan de prevenir o modificar. Descubren, asimismo, en conse-

    áreas se convierten así en nuevos campos políticos donde se mue- cuencia, que su lucha debe tener un contenido político y que, para

    . ven nuevos actores políticos mediante nuevas formas de acción po- que resulte realmente efectiva, Ia acumulación de fuerzas constitu-

    lítica. En lugar de una perspectiva partidista -dice Evers-

    se trata

    ye una condición indispensable, y no únicamente entre rnovimien-

    de exigiruna visiôn   movimientista  .

    tos sociales, sino también con partidos políticos, 10 cual implica

    A contra pelo de esta interpretación, y partiendo de Ia premisa diversificar los frentes de lucha.

    de que es Ia interiorización, consciente

    y

    no consciente deI orden t , ' , Por supuesto este no es un proceso franco que necesariamente

    vigente por parte de los sujetos 10que hace posible Ia reproducción

    t

    se verifi ca, y mucho menos en un sentido unívoco. Estamos hablan-

    y reforzamiento de Ias estructuras sociales y, por tanto, su transfor- I

    I

    do de un proceso social muy complejo en el que conc,urren

    múl-

    mación se halla en relación con un proceso de asimilación de nue-

    I

    tiples determinaciones relacionadas con una gran variedad de

    voscontenidos y valores socioculturales, Evers sostiene que

    f .

    planos: espacio, tiempo, história, estructura, coyuntura, cultura,

    durante ese largo proceso, habrá demostrado algo mucho más indis- , economía, sociedad, política. Aquí solamente quiero mencionar

    cutible e irreversible que Ias múltiples transformaciones abruptas en que los movimientos pueden desaparecer -como de hecho suce-

    Ia cúpula dei poder, precisamente porque habrá echado raíces en Ia de- antes de haber logrado esos descubrimientos, ya sea porque se

    práctica diária y en Ias orientaciones esenciales correspondientes, en desgastaron en Ia lucha, por haber sido cooptados, etc.

    Ias que se fundan todas Ias estructuras sociales, Por tales razones,

    y

    En cuanto a Ia percepción del estado que tienen los movimien-

    por pensar que Ia política es un elemento constante dentro de Ia vida tos sociales resulta claro que para los numerosos movímíentos po-

    social y no separado de esta última, creo que el potencial socio-cultu-

    ral de los nuevos movimientos sociales puede revelarse como más po- pulares de autoayuda que se forman en América Latina el estado

    . lítico que Ia acción inmediatamente orientada hacia Iasestructuras de simplemente ha demostrado su absoluta incapacidad para controlar,

    poder existentes (íb.). Ias fuerzas agresoras de Ia crisis que sumen a Ia población en un

    proceso de depauperización progresiva que pone en peligro incluso

    En tanto, en el terreno de Ia práctica, los hechos van propor- su existencia misma, precisándolos a desarrollar sus propias estra-

    cionando nuevos elementos de juicio. Los partidos políticos re-

    tegias de subsistencia. EI estado pierde de esta manera una impor-

    conocen en los nuevos movimientos sociales a contingentes

    tante fuente de legitimidad como 10 es Ia capacidad para garantizar

    importantes cualitativa y cuantitativamente, verdaderas fuerzas so- a Ia población un mínimo de bienestar social. Aunque no en forma

    ciales que es muy conveniente incorporar orgánicamente o, por 10 defini tiva, Ia prácti ca de recurrir aI Estado para demandar Ia satis-

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    facción de necesidades se desvanece en el horizonte de estos movi-

    mientos, y a Ia manera de los movimientos comunitaristas de Ia ju-

    ventud norteamericana de Ios anos sesenta, se encierran en sí

    mismos, en un interesante pasaje de complacencia individual de ne-

    cesidades básicas de reproducción a satisfacción social de tipo au-

    togestionaria, que en gran número de casos han sido trascendentes

    políticamente.

    Algo similar ocurre con los movimientos reivindicativos que

    llevan a cabo gestiones ante el estado, 10 cual se realiza general-

    mente sobre Ia base de una actitud de franco reconocimienta de Ia

    legitimidad de Ia instancia estatal. Como 10

    seüala

    Tamayo

    (1989)

    refiriéndose al caso de México, estos movimientos van a ser situa-

    dos, sin que ellos se 10 propongan, e incluso sin que

    estén

    conscien-

    tes de ello -por 10 menos temporalmente- en el terreno de Ia

    Iucha política. Ello se debe a Ias transformaciones que está sufrien-

    do el estado, que van en eI sentido de recortar sus áreas de inter-

    vención en todas Ias esferas de Ia sociedad en eI marco de Ia

    adopcíón de un proyecto político de carácter neoliberaI que es in-

    compatible con Ias demandas. de estas movimientos y con el llarna-

    do

    estado de bienestar.

    Movimientos sociales y acción revolucionaria

    lCuáles son, entonces, en eI contexto de Ias complejas sociedades

    contemporáneas Ia teoría deI cambio social y Ia estrategia de acción

    revolucionaria que corresponden al nuevo estadio de desarrollo y a

    Ias formas de acc ión social y polí ti ca que éste está generando?

    La respuesta a esta interrogante no parte hoy de cero. Los

    movimientos sociales y los procesos políticos concretos ya están

    encontrando respuestas en su práctica. La concepción marxista-le-

    ninista de Ia revolución proletária conducida por el partido obrero,

    Ia instauración de Ia dictadura del proletariado y deI transitorio es-

    tado socialista, está cediendo en favor de Ia concepción marxista-

    gramsciana de Ia forma hegemónica de Ia política y su estrategia de

    guerra de posición.

    Este corrimiento no es eI único que tiene lugar. Corresponde a

    un sector dei pensamiento social de América Latina de tipo revo-

    28

    lucionario. En Europa, Ias ideas dominantes son totalmente distin-

    tas. Paramio, por ejernplo, sostiene que Ia tarea primordial de Ia iz-

    quierda es Ia defensa de Ia democracia

     1,

    en tanto que Ia ruptura

    dei pacto corporativo en Europa a fines de los anos setenta

    no ha

    desencadenado nuevas

    fuerzas

    emancipadoras radicales, sino los vie-

    .jos demonios del neoconservadurismo

    (1988, p. 240), Ia estrategia

    debe consistir en lograr una nueva concertación entre los grandes

    grupos de interés organizados, donde, movimientos sociales como

    el feminismo y

    el

    ecologismo, tendientes a convertirse en grupos

    de interés difusos, sólo pueden llegar a negociar a través de los

    partidos

    y

    el Estado, o bien, negociar demandas ai interior de ins-

    tancias particulares

    (microconcertación)

    ta les como los sindica tos.

    No existe en esta elaboración estrategia alguna de supresión de Ia.

    dominación social. Los conflictos de clase dejan su lugar a simples

    conflictos de interés. La revolución pasa de esta manera a formar

    parte dei patrimonio arqueológico delas sociedades contemporâ-

    neas.

    La posición de Paramio tiene varlos puntos de contacto con

    Ias ideas de Laclau y Mouffe, quienes a fin de terminar con el las-

    del esenciaJismo marxista invalidan una serie de

    categorias ab-

    solutas

    Ia de clase entre eIlas, 10 que plantea Ia imposibilidad para

    cornprender factores hístóríco-estructurales y concebi r vísiones de

    conjunto.

    Como sefialan Guido y Fernãndez cuando critican estos su-

    puestos:

    EI 'proceso global se convierte en subalterno de Ia indagaciótJ y aproxi-

    mación empírica restrictiva ... Lo político se reduce a

    10

    estatal;

    10

    social

    a Ias

    nuevos movimientos

    soc ia l es , entendidos éstos como

    heterogenei-

    dades

    no determinables socialmente ... EI intento de comprender Iaso-

    ciedad como 'Unatotalidad emerge como algo indeseado, descalificado

    por Ia presunc ión de que conduce a

    totalitarismos deZpensamiento vs.

    heterogeneidad de 10 real

    (Guido y Fernandez, pp. 51 Y53).

    Est~ visión de prol ife rac ión de ac tores he te rogéneos,i irreduc-

    tibles en sus determinaciones y destinos -visión que tarnbién

    está

    presente en autores latinoamericanos como Fernando Calderón-s-

    conduce a Ia paradoja que plantea Faletto:

    el for talecimiento de Iasociedad, que ser ía Iafunción meritoria de Ias

    movimientos sociales, puede significar una supremacía de

    10

    privado

    29

  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

    17/23

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    sobre 10público, una reducción de Ia política a un confuso entrecruza-

    miento de conflictos, de negociaciones yde acuerdos que sólo t ienen el

    rasgo de Ia ínrnedíatez, en donde Ia polít ica sólo sea administración

    tecnocrática de 10existente y por paradoja el Estado, como burocracia,

    Iaúnica garantía del orden social (Faletto, p. 147).

    Son pensadores como Camacho, Menjívar , Gallardo, Coraggío,

    Nüüez y otros, quienes a partir de seguir muy de cerca los procesos

    po lít icos la tinoamericanos están operando el pasaje teórico hacia Ia

    concepción marxista-gramsciana de Ia transformación revoluciona-

    ria sobre Ia base de Ias categorías de

    pueblo

    y

    movimiento popular,

    alusivas ai sujeto real que está protagonizando Ia lucha transforma-

    dora en Ias sociedades de Ia región.

    El contenido de

    pueblo

    es aquí el mismo que el que tenía en

    Marx, es decir, eí conjunto de clases y sectores sociales que pade-

    cen Ia explotación económica y Ia dominación ideológica del blo-

    que en el poder. En consecuencia, los movimientos populares son

    aquellas manifestaciones de estos sectores de Ia sociedad civil fren-

    te a Ia sociedadpolítica y frente a otros sectores sociales en defensa

    de intereses específicos. Ya se sefialó antes el cuidado con el que

    Camacho apunta Ia relación entre movimientos y clases sociales, si-

    tuando a éstas como clave de comprensión.

    Ahora bien, si se ha dicho que los movimientos populares se

    constituyen en defensa de intereses específicos, lCómo pueden

    trascender su parti cula ridad y constituirse en sujeto político? Los

    movimientos populares, en sí mismos, no representan una alterna-

    tiva política. Están abocados a Ia satisfacción de necesidades más

    o menos puntuales que, a 10 más, implican alguna transformación

    mínima en un segmento específico de Ia institucionalidad dei sis-

    tema. De aquí surge Ia necesidad, por parte de los movimientos

    populares, de contar con una vanguardia política que los articule

    en torno de un proyecto político global de transformación dei sis-

    tema. Esto es 10 que Camacho denomina

    el momento constitutivo

    del movimiento popular,

    así, en singular. Textualmente dice:

    El movimiento popular t iene un momento de constitución y es aquel

    en el cua lse pasa de una re lación desar ticulada entre los diversos mo-

    vimientos, a una acción permanente estructurada

    y

    con objetivos polí-

    ticos (Camacho, p. 10).

    Este movimiento popular no es una entelequia, es un sujeto

    político presente, con mayor o menor fuerza, en todas Ias socieda-

    30

    des latinoamericanas en este momento. Ha propiciado el adveni-

    miento de dictaduras militares, ha arrancado reformas políticas y

    sociales, ha protagonizado Ia guerra de liberación e incluso, en Ios

    casos de Cuba, Chile, Granada y Nicaragua, ha llegado a tomar el

    poder del Estado.

    Alonso da luz sobre Ia naturaleza de Ia articulación de movi-

    mientos que da lugar a Ia constitución del movimiento popular:

    EI pueblo, ~ujeto complejo, con contradicciones internas, a través de Ia

    c~:)Overgenclapopular y de Ia acción de Iavanguardia y de Ia orienta-

    ci ón dei ~royecto constituye un sistema hegemónico ... La convergencia

    popular mcluye par tidos, movimientos e individuos inicialmente ais-

    lados (Alonso, 1989, p. 16).

    La observación empírica dei movimiento popular la tinoameri-

    cano indica que su constitución no es un proceso fácil y l ineal, s ino

    trabajoso y sujeto a mül tiples esci siones, propias de Ia const rucc ión

    de una hegemonía a partir de una diversidad de fuerzas, intereses

    p~rticulares y concepciones de lucha.Cabe recordar que el movi-

    miento popular puede aliarse, en diferentes fases de SUl lucha con

    fracciones de Ia clase burguesa. La participación de estas fracciones

    no se Iimita a Ia fase del derrocamiento del gobierno en el poder

    en

    el caso de laguerra de liberación,

    sino que se

    mantiene

    durante Ia

    fase de reconstrucción nacional y cuenta con representación en los

    órg~nos ~e gobierno. El ejemplo de larevolución sandinista es pa-

    radigrnãtico en este sentido. La burguesía conserva su propiedad en

    el marco de una economía mixta, ai igual que sus derechos civiles

    pero Ia junta de gobierno, primero, y el gobierno sandinista, des-

    pués,

    sobre ~a base de Ia hegemonía popular, pusieron en práctica

    toda una sene de medidas político-administrativas destinadas a ase-

    gurar en todos los árnbitos Ia transforrnación social del isisterna en

    forma gradual.

    Según sostiene Vilas :

    La conservación de los medios

    d e

    producción -por parte de Ia bur-

    ?uesía--:- t iene lugar en el marco de un sis tema polít ico que enfatiza

    ideologicamente los valores dei socialismo

    y

    dei

    ethos

    proletario, esta-

    mos asf en presencia de un sis tema complejode coexistencia de clases

    sin conci li ación de c lases, en Ia medida en que es un si stema que ex-

    presa en definit iva Ia hegemonfa dei campo popular y Ia subordina-

    ción polít ica de Ia burgues ía (Vilas, citado por Carnacho y Menjívar ,

    1989,

    p.

    119).

    31

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    Como seüala Marchetti:

    Cuando eI movimiento popular controla Ias armas, Ia alianza con el

    sector privado, manejada

    corre c tarnenre,

    puede organizar su partici-

    pación dentro de Ia revolución de rnanera que beneficie a Ias mayo-

    rías explotadas. En cierto sentido, se trata de Ia misrna estrategia .

    hegemónica utilizada por Ia burguesia, cuando mantiene con suficien-

    te vida aIos campesinos y aios obreros para que contribuyan aIos in-

    tereses deI desarrollo capitalista (Marchetti, p.

    122).

    Las condiciones de posibilidad de participación interc\asista

    dentro deI proyecto político popular están dadas por Ias necesida-

    des específicas de cada etapa deI p roceso revolucionario. Harnec-

    ker pone de manifiesto que Ia vanguardia deI movimiento popular

    debe llevar a cabo una adecuada Iectura de Ias condiciones socia-

    les y políticas a fin de determinar los objetivos inmediatos de Ia

    lucha y el objetivo final, para poder determinar entonces Ias alian-

    zas tácticas y Ias ali anzas estratégicas (Harnecker, 1987). Laspri-

    meras pueden llevarse a cabo incluso con enemigos de clase, es

    decir, sectores burgueses que más tarde o más temprano habrá que

    enfrentar en una nueva etapa de Ia lucha. Se trata de alianzas pun-

    tuales que son posibles por tener un enemigo común. Tanto el

    Movimiento

    26

    de julio,

    en Cuba, como el

    Frente

    Sandinista 

    en Ni-

    caragua, lIevaron a cabo alianzas amplias de este tipo que hicieron

    posibIe Ia caída de los regímcnes dic tatoriales.

    Las alianzas implican compromisos y concesiones. La vanguar-

    dia deberá por

    10

    tanto promoverIas teniendo a Ia vista el Objetivo

    final del movimiento revolucionario

    y

    evitando pactar acuerdos que

    comprometan su avance.

    Un aspecto básico a destacar y que sefiala Harnecker es que

    sólo

    desp ués

    que Ia convergencia de fuerzas revolucionarias

    ha bía

    afirmado ante Ia socicdad su carácterde alternativa política real,

    tanto en Cuba como en Nicaragua, se procedió a plantear una con-

    vergencia más amplia con fuerzas políticas no revolucionarias.

    Buscar esta convergencia cuando el rriovimiento popular revolu-

    cionario no se había consolidado, todavía implicaba el riesgo de

    perder Ia cond

    ucc ión

    del proceso an t e fuerzas conservadoras y de-

    sembocar en una sal ida burguesa

    (íb.).

    Surge ahora otra pregunta: l.qué pasa con los movimientos una

    vez que su lucha los instala en el poder estatal? Tampoco en este

    punto tenemos que especular. En Ia experiencia deI proceso nicara-

    32

    güense el nuevo poder sandinista institucionalizó Ia participaci6n

    popular a través de Ia crcación de una gran variedad de instancias

    organizativas con incidencia real en Ia dcfinición de Ias políticas sec-

    .toriales

    deI estado, no obstante que Ia agresión deI imperialismo

    yanqui determinó Ia adopción de una serie de medidas restrictivas

    de Ia gestión democrática. Sefíalan Camacho y Menjívar:

    puede decirse que Ia sociedad civil, en 10 referente ai bloque popular,

    se ha ido transformando en sociedad política que sustenta aI Estado y

    que se concreta en instituciones como Ios Comités de Coordinación

    Económica, Ias mi li cias sandinistas, los Comités Zonales de Reforma

    Agraria ... etc. (Camacho y

    Menjívar, 1989,

    p.

    117).

    Una revolución popular victoriosa que institucionaliza de esta

    manera Ia participación dei pueblo no hace buena Ia afirmación de

    Lourau,

    según

    Ia cual

    Ia insutucionalizacián es funcián del fracaso

    de Ia profecia (Lourau, p. 32)

    En 10 que' resulta ser a Ia vez una adecuada asimilación de Ia

    experiencia histórica del

    socialismo real

    y una atinada interpreta-

    ción de Ias condiciones políticas específicas de Ias sociedades de Ia

    región, Ias vanguardias estãn conduciendo Ia lucha dei movimiento

    popular con base en Ia estrategia de guerra de posición.

    En este momento

    10

    que consrituye Ia primera etapa de Ia lucha

    es Ia construcción de Ia hegemonía popular en torno a un programa

    de trabajo para reconstruir un estado democrático y nacionalista,

    objetivos generales que están haciendo posible el aglutinamiento de

    sectores de todas Ias c\ases sociales, así como de viejos y nuevos mo-

    vimientos sociales.

    La estrategia de acción revolucionaria por etapas -que no

    niega de modo alguno Ia posibilidad de Ia lucha armada- es bas-

    tante más complicada que Ia de asaltar directamente el poder, pero

    el avance no sólo en teoría sino a partir de los procesos que actual-

    mente tienen lugar en América Latina y EI Caribe, son más defini-

    t ivos . EUo se debe a que si bien Ia vanguardia del movimiento se

    encarga de Ia conducción deI proceso, hace descansar el.avance en

    Ia

    participac ión

    más amplia de Ias

    org aníz ac ío nes

    sociales,

    10

    cual

    constituye todo un proceso de evolución de Ia conciencia que gra-

    dualmente revela al pueblo el valor de Ia acción organizada y de Ia

    autosugestión, ensanchando paralelamente el horizonte de posibili-

    dades respecto a un orden social nuevo.

    33

  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

    19/23

    La estrategia está rodeada de asechanzas. La vanguardia debe

    desarrolIar una habilidad política extraordinaria para lograr alian-

    zas en cantidady calidad necesarias, así como en el momento opor-

    tuno, asegurando Ia hegemonía popular. Deberá lograr que Ias

    diferencias, estructurales y tácticas, pasen a un segundo plano ante

    Ia exigencia primordial de unidad. Conducir aI movimiento entre Ia

    negociación y el enfrentamiento. Sumar grupos no es siempre su-

    mar fuerzas, a veces es restar y será entonces necesaria Ia depura-

    ción. Habrã que avanzar decididamente sobre Ias viejas formas de

    conducción política y conjurar los peligros de prácticas antidemo-

    cráticas y concepciones patrimoniales.

    Pero sobre todo, el enemigo no duerme, ni el de adentro, ni mu-

    cho menos, el de afuera. Los gobiernos latinoamericanos disponen

    cada vez menos de recursos susceptibles de aplicación en programas

    sociales, 10 cual mina Ias bases de Ias estructuras corporativas; saben

    tarnbién que el poder popular está en ascenso y, por último, quieren

    evitar Ia perdida absoluta de legitimidad y, 10que sería peor, Ia ingo-

    bernabilidad. Lo que estan haciendo, por tanto, es negociar selectiva-

    mente con algunos grupos, intentando así ganar cierta base social y

    evitar que prosperen con toda facilidad Ias convergencias populares

    contrahegemónicas. Esta políti ca Ia combinan con los recursos inve-

    terados de Ia violencia y el crimen, dirigidos en especial contra diri-

    gentes populares, para 10 cual cuentan con el más amplio

    apoyo

    deI

    imperialismoyanqui, es un hecho conocido que continuamente Ios

    planes de aniquilamiento de brotes insurreccionales se elaboran en

    EI Pentãgono y.La Casa Blanca y que los operativos, secretos o no, se

    llevan a cabo pasando por encima de Ia soberanía de los estados de Ia

    reg íón.

    Pero estas amenazas han estado presentes desde hace mucho

    tiempo en nuestra historia, ensombreciéndola, pero a Ia vez propi-

    ciando Ia escritura de los pasajes más heroicos. Los pueblos y sus

    enemigos tienen plena conciencia de que el poder popular puede

    vencer Ias fuerzas opresoras más colosales. Ya 10 ha hecho y hoy to-

    ma Ias providencias necesarias para el combate. Su arma principal no

    son los fusiles, sino Ia utopía que se hace un lugar en Ia conciencia.

    34

    Conclusiones

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    EI surgimiento y auge formidable de los nuevos movimientos so-

    . ciales son et resultado, por una parte, de Ia agudización de las.con-

    . tradicciones sociales derivada de Ia profunda crisis económica

    mundial que inicia en los anos setenta, así como de los contenidos

    culturales y valores mo rales correspondientes al nuevo estadio de

    desarrollo. Por otra parte, son resultado de Ia inmovilidad de los

    partidos políticos y Ia burocratización de los mecanismos institu-

    cionalizados de gestión.

    EI desarrollo de Ia acción fuera deI âmbito formal, Ia flexibili-

    dad de Ia estructura orgânica y, sobre todo, Ia puntualidad de sus

    objetivos, localizados dentro deI perímetro de Ia sociedad civil, son

    características de los movimientos socíalesque los diferencian con

    claridad respecto de los. partidos políticos.

    EI auge de los movimientos sociales no es, sin embargo, Ia seüal

    de que Ios partidos políticos han caducado o de que sea inminente

    su desaparición. Antes bien, constituye un factor de renovación de

    Ia instancia partidaria, misma que está llamada a desempenar un im-

    portante papel en el proceso de politización de Ias movirníentos so-

    ciales,especialmente como agente articulado r de Ias diversas luchas

    particulares, a' condición de que se reconstituya como una instancia

    esencialmente democrática y ajena a dogmatismos doctrinarios.

    Esta consideración no representa un traslado artificial de los

    movimientos sociales dei campo de 10 s ocial al campo de 10 políti-

    co, ya que, si bien los movimientos se generan en torno de deman-

    das y necesidades muy concretas de caracter social, generalrnente

    será só lo a través deuna lucha política que puedan ser satisfechas.

    Con Ia adopción dei modelo neoliberal toda una serie de deman-

    das reivindicativas quedan actualmente situadas dentro del árnbito

    político aI ser incompatibles con dicho modelo.

    De hecho, tras un periodo inicial de indiferencia y hasta de re-

    pulsa recíproca entre partidos y movimientos, los encuentros reales

    entre ambos hablan en favor de una modificación de los patrones

    habituales de acción social y política a partir de Ia combinación di-

    namica de Ias formas propias de unes y otros, no obstante que en

    35

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    muchos casos exísten tensiones entre partidos y movimientos debi-

    do a que aquéllos persisten en mantener una relación de control

    sobre éstos ante 10 que perciben como una acción social imprevisi-

    ble, 10 cual está expresando Ia tensión entre formas nuevas y for-

    mas tradicionales de acción política.

    La idea de que los movimientos sociales deben mantenerse

    completamente al margen de Ias instituciones de Ia sociedad políti-

    ca corresponde a un enfoque alternativista que concibe Ia esfera

    de 10 político como irremediablemente contaminada y contami-

    nante.

    Los movimientos no son, por sí mismos, progresistas o conser-

    vadores. Cuando deciden dar Ia batalla política son susceptibles de

    incorporación 10 mismo a proyectos de uno como de otro signo, 10

    cual obedece a Ia puntualidad de sus demandas iniciales y forma

    parte de su proceso de politización. En Ia definición de Ia orienta-

    ción polít ica intervienen múltiples factores tales como el tipo de

    demanda que buscan satisfacer, Ia capacidad de

    conducción

    de Ia

    dirigencia, el trato dado por el estado y cl trabajo proselitista de

    partidos y organizaciones políticas

    independientcs.

    . Los movimientos sociales tampoco son el signo de Ia desapari-

    ción de Ias clases. Estas se mantienen y constituyen un referente cla-

    ve en Ia comprensión de Ia emergencia de los nuevos movimientos y

    en Ia estructuración de estrategias políticas. La supresión dei análi-

    sis clasista es una operación ideológica que sustituye Ias conflictos

    de clase por conflictos de interés, socialmente indeterminados.

    Durante el proceso de organización y lucha Ia acción social

    propicia Ia creacion de nuevas identidades y nuevas formas de soli-

    daridad que, en Ia conciencia individual y colectíva, van quebrando

    el poder

    norrnativo

    de 10

    [áctico

    y bosquejando los rasgos de un or-

    den alternativo que se va presentando progresivamente más asequi-

    ble y cuya construcción descansa en gran medida en Ia partici-

    pación activa de Ia propia ciudadanía. Estos procesos, que incorpo-

    ran Ias dimensiones de 10 subjetivo, 10 individual, 10 simbólico, 10

    cotidiano, son de Ia mayor importancia para comprender Ia forma-

    ció n

    y desarrollo de los movimientos sociales, por 10 cual es indis-

    pensable trabajar en Ia elaboración de una metodología adecuada

    para profundizar en su estudio, tarea a Ia que deberán continuar

    aportando su valiosa

    co lab oraci ón

    ciencias, como Ia antropología,

    Ia psicología y Ia semiótica.

    Frente a Ia euforia dei pensamiento conservador que ve en los

    acontecimientos de Europa dei Este el más inobjetable fracaso histó-

    rico dei marxismo, de Ia

    revolu c ión

    y el socialismo, y proclama en es-.

    te fin de sigla Ia victoria final dei capitalismo como el único sistema

    con futuro, eri América Latina un importante sector de cientistas so-

    ciales así como los

    revolucionários

    de Ia región están enriqueciendo

    Ias contenidos de estos conceptos a partir de una correcta asimila-

    ción de experienciasy una atinada interpretación de Ia situación

    actual.

    De aquí que en este pensamiento latincamericano el ideal so-

    cialista tiene hoy más vigencia que nunca y mejores posibilidades

    de ser alcanzado. Se trata de un socialismo que se construye desde

    ya, día a día en Ia conciencia de Ias bases de movimientos y organi-

    zaciones populares a partir de prácticas participativas abiertas a Ias

    opiniones e intereses más diversos, así como Ia puesta en práctica

    de nuevas relaciones sociales a todos Ias niveles.

    La fase actual de Ia lucha revolucionaria está determinada por

    Ia necesidad de resistir Ia imposición generalizada de proyectos po-

    líticos de carácter neoliberal tendien tes a edificar el paraíso dei

    gran capital privado. Esta lucha consiste en general en oponer un

    proyecto de recuperación de un estado nacionalista y democrático.

    En esta lucha los movimientos sociales estãn teniendo un papel ca-

    da vez más importante, ya que ai mismo tiempo que aportan ele-

    mentos a Ia vanguardia política y constituyen Ia base social más

    importante dei movimiento revolucionario en momentos en que el

    sindicali smo, d iezmado por Ia crisis y Ia restructuración

    produc tíva,'

    no puede hacerlo, tarnbién están creando, precisamente Ias condi-

    ciones para una reactivación de los movimientos

    so c íales

    tradicio-

    nales.

    En todos los países latinoamericanos cuyos gobiernos, acorrala-

    dos por Ia crisis y sometidos a Ia dictadura dei capital transnacional,

    están desmantelando el estado de bienestar y adoptando el proyecto

    neoliberal, es constatable Ia intensa actividad de movimientos popu-

    lares resueltos a evitar Ia implantación de dichoproyecto.

    América Latina vive Ia hora de Ias alianzas, los bloques, Ias

    coordinadoras y los frentes, donde los movimientos sociales ocupan

    un lugar central. En contraste con Ia visión de una

    Irag mentac íó n

    de actores se impone en Ia

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    Ia realidad dei surgimiento, antes

     

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  • 8/18/2019 Nuevos Movimientos Sociales, Política y Acción Revolucionaria

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    que división de nuevos actores sociales, que ensayan iniciativas de'

    convergencia política bajo Ia hegemonía popular.

    EI movimiento popular avanza y cada vez más se coloca en

    condiciones de obligar ai Estado a negociar con él, pero no es posi-

    ble descartar Ia posibilidad de episodios militaristas y Ia poderosa

    acción desestabilizadora