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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIOS DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA MISIÓN SUCRE ALDEA LA DEMOCRACIA Las Nuevas Fronteras del Capital: Biodiversidad, Agua, Energía e Infraestructura

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAMINISTERIOS DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELAMISIÓN SUCRE

ALDEA LA DEMOCRACIA

Las Nuevas Fronteras del Capital: Biodiversidad, Agua, Energía e

Infraestructura

Unidad Curricular: Estudiantes:Globalización, Comunicación y Cultura Ríos Rafael 7.241.881

Rojas Richard 9.693.651Facilitadora: Lcda. Carmen Molina Pérez Mónica 13.636.952

MARACAY, 09 DE MAYO DE 2013

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INTRODUCCIÓN

Globalización es el discurso de actualidad. Se trata de un concepto que pretende enaltecer y consolidar el capitalismo de mercado único, es decir, el mercado producto del liberalismo. La globalización como realidad objetiva tiene su fundamento en los adelantos de la Revolución Científico-Técnica, especialmente en el ámbito de las comunicaciones, el transporte, la ingeniería genética y la biotecnología, entre otros. El neoliberalismo hay que verlo como el conjunto de ideas económicas, filosóficas, éticas y jurídicas, etc. Es el sustento ideopolítico de la globalización, por cuanto sus concepciones ejercen influencia en las dimensiones económica, institucional y otras de la globalización.

El orden económico capitalista necesitó del surgimiento, implantación y desarrollo previo de un nuevo sistema axiológico, un sistema de valores al que Max Weber llamó el "espíritu capitalista" que apareció en el siglo XVI.

Los derechos no se positivizan mientras el disfrute de algo se realice sin necesidad de tutelas. Así ha sido con el medio ambiente durante miles de años. El Derecho ambiental no habría surgido si el deterioro cierto del medio ambiente no hubiese alertado de la necesidad de su preservación.

La preocupación por la conservación del medio ambiente ha favorecido una respuesta cultural y política en todos los órdenes y también en el Derecho, pues el Derecho puede y debe proveer los instrumentos adecuados para esa finalidad, contribuyendo a seguir adelante con sus fines generales de justicia, equidad y armonía social. El Derecho ambiental se vertebra en torno al ciudadano, sujeto de un derecho subjetivo de un medio ambiente adecuado.

Es de gran valor realizar una reflexión multidisciplinaria para hablar sobre el aporte del capitalismo como conocimiento global que hoy día adquiere una importancia mayor en función de una nueva preocupación internacional. En la siguiente investigación se trata de abordar tres aspectos del mismo: el control de la biodiversidad, como nueva frontera del sistema capitalista; sus efectos ecológicos, socioculturales y jurídicos; y las resistencias al modelo neoliberal, que se encuentra en la base de la política.

La integración energética debería apuntar a mejorar los niveles de sustentabilidad, con un concepto amplio de desarrollo que contemple la biodiversidad y los aspectos sociales del crecimiento. Sin embargo, los proyectos de articulación energética vigentes, desde la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana hasta el promocionado Gasoducto del Sur, apuntan solamente a construir infraestructura para bajar los precios e impulsar el crecimiento. Se trata, en suma, de una interconexión física para transportar electricidad y gas natural, que no tiene en cuenta cuestiones como la eficiencia energética, el cuidado del ambiente o el desarrollo sustentable.

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El control de la biodiversidad, nueva frontera del capitalismoLa explosión de la biotecnología, es fruto de varios factores: Primero, se experimenta un aumento de la tasa de consumo, debido, por una parte, a la evolución demográfica del mundo, pero por otra, al fuerte desarrollo de un 20 % de la población mundial, que tiene una capacidad de consumo siempre mayor. El segundo factor es el problema ecológico provocado por una utilización creciente de los recursos fósiles como fuente de energía y de los productos químicos, en particular en la agricultura. Estamos llegando a un callejón sin salida que para muchos significa la exigencia de desarrollar la biotecnología y de encontrar otros tipos de fertilizantes. Finalmente, el modelo económico, en tanto motor y fundamento del crecimiento, supone la búsqueda de nuevas fronteras para responder a sus crisis de acumulación. Empezaremos por este último factor porque nos parece esencial para entender el tipo de respuesta que se puede dar al problema. Para entender el momento histórico en el cual nos encontramos es necesario un breve recuerdo del pasado.

La crisis de acumulación de los años setentaEn el Occidente industrializado, después de un desarrollo continuo, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta los años setenta, la situación empezó a transformarse. Hubo un descenso relativo de la tasa de crecimiento de la productividad que había sostenido el modelo keynesiano de la posguerra. En realidad, la producción acelerada de riquezas había permitido la distribución del producto social (la riqueza producida) entre capital, trabajo y Estado, este último como garante de este pacto social. Tal concesión por parte del capital fue debida a la presión social ejercida por las clases obreras de los varios países y también por la existencia de partidos comunistas importantes en Europa y, finalmente, de los países socialistas en el Este del continente. Por otra parte, la alta productividad permitía un crecimiento permanente del “pastel” a distribuir e, inevitablemente, la reducción de este nivel de aumento tenía que transformar la situación. Era evidente que la productividad tenía sus límites, en particular en la producción industrial, y todavía la transformación del trabajo por la informática y las comunicaciones estaba solamente en su etapa inicial.Los propietarios y gerentes del capital estimaron que su parte en el producto social era insuficiente para asegurar la tasa de acumulación necesaria a la búsqueda de nuevas tecnologías, en particular en los sectores de la informática y de las comunicaciones. Por eso, empezaron a cuestionar el modelo keynesiano y a proponer otro modelo de desarrollo económico. En los países socialistas había evidentemente poca posibilidad de inversión privada, aun a nivel internacional. Por eso, dichos países constituían para el mundo capitalista no solo un modelo inaceptable, sino además un obstáculo a su acumulación. Con la Guerra Fría, el mundo occidental fragilizó el campo socialista y, al mismo tiempo, estos países entraron en una crisis progresiva del modelo como alternativa al capitalismo, y se definieron cada vez más en función de este último para

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acelerar la producción, desarrollando al mismo tiempo un sistema autoritario y poco democrático.En la periferia del capitalismo habíamos conocido el fracaso del modelo cepalino, es decir, el desarrollismo o, en los países de África y de Asia lo que se había llamado la Nation building, de un sistema de substitución de las importaciones por una producción nacional. El costo de la tecnología y del know how era demasiado grande y rápidamente la independencia relativa frente al capital internacional desapareció, con el nacimiento de las dictaduras militares necesarias para la creación de un ambiente político social más seguro para el capital. Estos factores históricos llevaron a la creación de una nueva etapa de la construcción económica mundial, lo que se llamó el neoliberalismo.

El neoliberalismoYa inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, un trabajo teórico fue realizado por Von Hayek y el grupo de Mont Pelerin, incluyendo entre otros a Milton Friedman. Von Hayek estaba totalmente opuesto al keynesianismo, por considerar este sistema como una “nueva esclavitud” similar al nazismo y al fascismo. Él proponía la liberalización total de la economía, a fin de permitir al mercado desempeñar su papel como motor de crecimiento y regulador universal de las sociedades.Este trabajo teórico se llevó a cabo durante varios años antes de conocer una aplicación concreta.Es a mediados de los años setenta que empezaron a aplicarse en la política real los principios de lo que se llamó después el Consenso de Washington, y con ello comienza el desarrollo de la fase neoliberal del capitalismo. Este modelo se cimentaba en la libre circulación del capital, que tenía como base un dólar (moneda internacional) flotante y los bienes y servicios. Sin embargo, el tercer elemento de la producción, la mano de obra, quedaba limitado y controlado en su movilidad.La adopción de este modelo neoliberal significó una doble ofensiva: la primera, contra el trabajo, mediante la aplicación de la desocupación en las regiones industrializadas, la disminución del salario real, la desregulación del trabajo, las deslocalizaciones, etc. Todas estas medidas tomadas, tanto en el Norte como en el Sur, trajeron como resultado una disminución de la parte del trabajo en el producto social.La segunda ofensiva fue contra el Estado, con la ola de privatización, en el mundo entero, no solamente de las actividades económicas que el Estado había asumido después de la Segunda Guerra Mundial, sino también de los servicios públicos: agua, electricidad, comunicaciones, salud, educación. También, se trataba de disminuir la parte del Estado en el producto social, considerando su papel como un gasto y no como una contribución al desarrollo económico, social y cultural.El modelo neoliberal significó también una sobreexplotación de la naturaleza. Por una parte el control de las fuentes de energía y de las materias primas exigió medios siempre más grandes y destructores y se convirtió en la base de varias de las

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principales guerras contemporáneas, como en los casos de Afganistán e Iraq, y de “un estado de guerra permanente”. Por otra parte, se desarrolló también el control de la biodiversidad, sobre el cual hablaremos más en detalle después.

Acentuación de la crisis y búsqueda de nuevas fronterasLa crisis del capital productivo se desarrolló a nivel internacional como crisis clásica, es decir, de sobreproducción, aun en el sector agrícola y del subconsumo. Esta situación aceleró un modelo de acumulación a corto plazo que se extiende, por la simple razón de que hay más provecho en producir bienes y servicios sofisticados para una minoría que tiene un alto poder adquisitivo, que en producir bienes y servicios ordinarios para la mayoría de la población, que tiene un nivel de vida modesto o ningún poder adquisitivo.El capital financiero, que ha tomado un papel determinante en la organización de la economía mundial, entró también en una serie de crisis sucesivas, desde México hasta Moscú, pasando por Argentina y la famosa crisis asiática. La dictadura de los accionistas y de las bolsas está orientando todos los sectores de la economía a la búsqueda de un provecho rápido y alto, lo que trae como resultado una economía cada vez más virtual, también muy vulnerable. Por todas estas razones las nuevas fronteras de acumulación forman parte de la historia económica contemporánea.

Podemos citar tres fronteras principales:La primera es la agricultura campesina, que se debe transformar en una agricultura productivista de tipo capitalista. La razón es que el pequeño campesinado no contribuye mucho a la acumulación del capital.Una gran parte de su producción es autoconsumida o intercambiada fuera de los grandes ciclos económicos. Para poder transformar este campo de actividad, a la vez fuente de un provecho potencial enorme, y esencial para la vida de la humanidad, se debe transformar la filosofía misma de su modo de producir. Es la idea del Banco Mundial, que quiere en un cuarto de siglo transformar el sector en una agricultura productivista, bajo el pretexto de la necesidad de nutrir una población aceleradamente creciente. Se impone la ley del mercado sin otras consideraciones, en particular, a la suerte de casi la mitad de la población mundial que vive de este tipo de actividad. Muchos especialistas, en particular agrónomos, han demostrado que este tipo de modelo es muy ilusorio por su carácter altamente destructor de los bosques, los suelos, el agua y, finalmente, de muchas sociedades.Los servicios públicos constituyen la segunda nueva frontera. De hecho, cuando son servicios públicos ejercidos por los poderes públicos, no contribuyen, sino marginalmente, a la acumulación del capital. Al contrario, el paso de estos sectores de actividad al sector privado puede ser una fuente considerable de provecho, que se calcula por millares de millones de dólares, solamente en sectores como la salud y la educación.

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Por eso, el Banco Mundial recomienda a los Estados la privatización de la educación superior y de los servicios sanitarios.La tercera frontera es el control de la biodiversidad, que empezó de manera sistemática y mundial desde finales de los años setenta. Es lo que Jean Claude Fritz, el jurista francés profesor de la Universidad de Dijon, llama “la prospección de la nueva materia prima”, es decir, las plantas, los animales, hasta el hombre, en resumen, todo lo viviente.Vamos de manera muy sistemática al paso de lo químico a lo biológico en varios sectores de la actividad industrial: la industria alimentaria, el sector farmacéutico, la industria cosmética y poco a poco la energía, con la producción de metanol y la introducción de la bioenergía. Para realizar este cambio era necesario desarrollar el conocimiento sobre los recursos naturales, en particular, de las plantas. Se estableció un control sin remuneración de la biodiversidad, que la doctora india Vandana Shiva llama “la biopiratería”. Así podemos afirmar que el gran desarrollo del control de la biodiversidad está muy vinculado con la lógica misma de la acumulación desarrollada por el sistema capitalista. Es muy importante mostrar la relación entre los dos, para no llegar a una falta de apreciación y a proponer medidas inadecuadas para la solución real del problema. Si no se introduce dentro del racionamiento económico otros parámetros que no sean solamente la ley del valor, es decir, la ley del mercado, nunca será posible llegar a una solución real, sino solamente a algunos paliativos o supuestas soluciones.Los efectos ecológicos, sociales y jurídicos del control y la explotación de la biodiversidad Como ya lo hemos dicho, estamos frente a una lógica. Según el pensamiento dominante, el desarrollo es el equivalente del crecimiento económico.Este último se mide por el valor agregado y no incluye los costos reales del modelo, ni los costos ecológicos y sociales. El valor de cambio predomina sobre el valor de uso, es decir, que los productos no tienen importancia en función de su utilidad para los seres humanos, sino en función de su capacidad de ser vendidos. Es así que se impone la ley del mercado.Podemos ofrecer un ejemplo concreto. En Sri Lanka, en un documento de 1996, el Banco Mundial estimó que el cultivo del arroz tenía que desaparecer de ese país. Hace casi 3 000 años que allí se cultiva ese producto; el cual forma parte de la alimentación básica de la población, y el 80 % de los pequeños campesinos trabajan en el sector del arroz. El arroz es parte de la historia, la cultura, la literatura, la poesía, el paisaje de Sri Lanka, pero según el Banco Mundial tiene que desaparecer. ¿Por qué? Por la simple razón de que resulta más barato comprar el arroz en Vietnam o en Tailandia que producirlo en Sri Lanka. Así, es solamente la ley del mercado lo que prevalece. Para forzar al gobierno de Sri Lanka a adoptar este tipo de política, el Banco Mundial utilizó su poder sobre el crédito internacional. Impuso la desaparición de los órganos de Estado que regulaban el mercado interno del arroz, pidió el establecimiento de un impuesto sobre el agua de riego y la distribución de la propiedad a todos los pequeños

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campesinos, a fin de permitir la compra de la tierra. La tierra de arroz era todavía comunitaria, según el clásico modo de producción asiático. El gobierno neoliberal redactó el documento esperado por el Banco Mundial llamado Regaining Sri Lanka, donde se afirma que esta política va a permitir disponer de una mano de obra barata para atraer el capital extranjero.Pero como esta política ya se llevaba a cabo desde hace casi 40 años y las luchas sociales había provocado un aumento de los salarios, el establecimiento de un régimen de seguro social relativamente elaborado y un sistema de pensiones, el encarecimiento de la mano de obra, así como la tendencia del capital extranjero a invertir en Vietnam o en China, donde el trabajo es más barato.La conclusión del gobierno fue que la única política posible para Sri Lanka era disminuir el precio del trabajo, es decir, reducir el salario real, desmantelar una parte del seguro social y disminuir las pensiones. Eso es el resultado de una lógica económica que no tiene en cuenta ni la seguridad alimentaria, reconocida como derecho fundamental por las Naciones Unidas, ni el bienestar de los campesinos, ni la situación social de los trabajadores.Deviene lógica fría, donde el mercado aparece como la única referencia, y su ley se convierte en ley natural. Podemos aplicar este tipo de reflexión a la biodiversidad.La destrucción de la biodiversidad como fruto del modelo económico existe una contradicción fundamental entre el hecho de que para el capital la biodiversidad sea una nueva frontera de acumulación, al mismo tiempo que su actuación práctica está destruyendo la fuente misma de su propia riqueza. Por una parte, los recursos no renovables son superexplotados: según el estudio Planeta Viva del WWF en 2006, los seres humanos extraen un 25 % más de los recursos que el planeta podrá reproducir; en el 2050, será el doble de la capacidad de reproducción de la tierra. Por otra parte, el monocultivo, sea de la soya, del eucalipto, de la palma africana, se realiza sobre extensiones enormes de tierra y destruyen la biodiversidad. Este tipo de actividad agrícola está dominado por empresas transnacionales, principalmente Monsanto o Cargill.Según Marcilio Freitas, del Centro de Estudios Superiores del Trópico Húmedo, en Brasil, existen tres regiones que garantizan la estabilidad ecológica del planeta. Se trata de la Amazonia y sabemos que vamos a una disminución anual impresionante de esta región, lo que fue bien ilustrado por la película de Al Gore una verdad que molesta; de África central, y en particular del Congo donde grandes empresas multinacionales reciben concesiones de miles de kilómetros cuadrados para la explotación de la madera, sin garantía seria sobre la reforestación, y del sureste asiático, donde un país como Malasia ha visto desaparecer prácticamente su selva, cuya destrucción del 80 % ha sido provocada por el cultivo de la palma africana.El modelo productivista de la agricultura, promovido por el Banco Mundial y que tiene como fin transformar la agricultura campesina en una agricultura productivista, tiene consecuencias catastróficas desde el punto de vista ecológico. De nuevo encontramos

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aquí unas de las contradicciones fundamentales del sistema económico capitalista. Sin embargo, el efecto destructor tiene todavía un aspecto más grave. Es la producción del CO2, con su impacto sobre el recalentamiento de la tierra.Cuando se examina la evolución de las estadísticas de este fenómeno, así como de la producción de los otros gases con efecto de invernadero, se nota que el crecimiento acelerado corresponde con el periodo neoliberal del capitalismo. Eso tiene evidentemente una repercusión mundial, que afecta a todas las regiones del planeta. Según el mismo Philip Fearnside, la Amazonia podría llegar a la extinción hacia el año 2080, solamente por este efecto. Eso significa que la conservación de la biodiversidad y de la región amazónica en sí misma no es solamente la responsabilidad de Brasil, sino una responsabilidad internacional.De hecho, el desarrollo del modelo económico neoliberal en sí mismo es más devastador en la región amazónica que las agresiones directas de la frontera agrícola por parte de las empresas multinacionales y las políticas estatales.

Desastres HumanosNo podemos pensar solamente en términos ecológicos. Se trata de establecer el vínculo estrecho entre la destrucción de los recursos naturales y la agresión humana. En muchas partes del mundo aparece la expulsión de las poblaciones autóctonas por migraciones forzadas: destrucción del medio ambiente, la fauna y la flora, que son sus fuentes de vida, o incluso por políticas violentas que tienen el objetivo de establecer el monocultivo. Es el caso, por ejemplo, en Indonesia, de la extensión de la palma africana, destructora del ambiente de poblaciones indígenas, que se rebelan y son reprimidas violentamente. Es el caso también en Colombia, donde se utilizan los paramilitares para aterrorizar poblaciones locales, especialmente indígenas y afroamericanas, con el fin de provocar un vacío que permita a las empresas extender los cultivos con toda libertad. Las masacres constituyen políticas voluntarias con fines económicos.Ahora más que nunca se presenta la desaparición de los guardianes de la biodiversidad, sin hablar de la destrucción de la organización comunitaria de la vida social y de la autonomía de los pueblos autóctonos.Debemos añadir que esta dispersión y estas migraciones tienen también como consecuencia una pérdida importante de conocimientos tradicionales y de la cosmovisión tradicional de los pueblos de las selvas basada en la simbiosis con la naturaleza y la complejidad de la vida sin reducirla a la racionalidad instrumental dominada por el mercado. En estas circunstancias, el control de la biodiversidad se transforma muchas veces en una desapropiación del saber, sin compensación.

Efectos jurídicosEl retraso habitual del derecho sobre la realidad toma en el caso de la biodiversidad un carácter dramático frente a la urgencia del problema. Es solamente en las últimas

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décadas que hemos conocido el desarrollo de un derecho ambiental. Felizmente, vemos en países como Brasil un esfuerzo grande en este sentido, y se aprecia, además, una verdadera lucha a nivel internacional. Por una parte, hay maniobras de retraso en las instituciones internacionales para evitar el desarrollo de una legislación internacional sobre los problemas del efecto de invernadero, como se ha visto en Kyoto y en Nairobi. Por otra, se ve la falta de ratificación de los acuerdos internacionales por parte de ciertos países y aun el rechazo de estos convenios por los Estados más contaminantes, en particular, los Estados Unidos.Así, poco a poco hemos asistido al establecimiento del predominio del derecho de los negocios sobre el derecho y el bienestar de los pueblos.Los actores económicos son privilegiados porque en esta perspectiva el crecimiento económico equivale al progreso. Aún un keynesianismo a nivel internacional no parece posible, sino de manera muy tímida. Las organizaciones internacionales que son de hecho instituciones del neoliberalismo, como el Banco Mundial, el FMI, la OMC, la Unión Europea, formulan un derecho en favor de los negocios, con algunas medidas para evitar los monopolios. De hecho, están al servicio de la liberalización de los intercambios, lo que significa la ley del más fuerte. Un sociólogo nicaragüense, Oscar René Vargas, decía a propósito de los tratados de libre comercio entre los Estados Unidos, Canadá y los países de América Central, que se trataba de acuerdos entre el tiburón y las sardinas.En esta perspectiva, el derecho de propiedad intelectual elaborado en 1994, en Marrakech, por los acuerdos TRIPS de la OMC es muy revelador de la lógica de la globalización económica neoliberal, y se transforma en instrumento de confiscación y de control de los conocimientos y finalmente de la biodiversidad.En esta misma lógica la res comunis se transforma en res nullius como escribe Juan Antonio Serrent, recordando la teoría de John Locke. Se trata de una real falsificación de la noción de patrimonio de la humanidad, que se interpreta como libre acceso, en vez de como herencia. La transformación del derecho de las patentes, por la OMC, entra directamente en esta perspectiva. Es interesante recordar la excelente respuesta de Chico Buarque, cuando fue interrogado por un periodista estadounidense, a propósito de la Amazonia, pidiendo una respuesta de humanista y no de brasileño. Él contestó: “Amazonia, sí es patrimonio de la humanidad, tanto como Manhattan o Nueva York o París o Londres”.Se transforma también la noción de derecho en una noción de contrato y no se habla más de justicia sino de equidad. Todos estos cambios de vocabulario no son inocentes. Se trata de una verdadera subversión del derecho, del lenguaje y hasta del sentido, al servicio de intereses bien definidos, los de la acumulación capitalista.

Las resistenciasLa explotación, como la destrucción de la biodiversidad, es hoy el objeto de resistencias de diversos tipos, numerosas en todo el mundo.

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Los Movimientos SocialesVarios movimientos sociales se encuentran en posiciones de resistencia. Se trata primero de los movimientos indígenas que luchan en el mundo entero. Hay unos 250 millones de personas que forman los pueblos autóctonos o, como se llaman en Asia, las minorías étnicas. Luchan por la integridad de su medio de vida, y conocemos muchos ejemplos en este sentido. Estas luchas se multiplicaron durante las últimas décadas.Basta pensar en los Zapatistas, en México, que entre otras cosas se oponen a la deforestación; en los indígenas del Kerala, con su defensa del agua contra la empresa Coca Cola; en los Karen de Tailandia, invadidos por el monocultivo de maíz de Monsanto; en los pueblos amazónicos, que se expresaron de manera muy clara en los Foros panamericanos de Belén y de Venezuela.Se puede añadir los movimientos campesinos que se organizan para defender una agricultura respetuosa de la biodiversidad, contra la agricultura productivista, y que luchan en un plan internacional. Es el caso en particular de Vía Campesina, una coordinación de más de 100 organizaciones en el mundo, que ha llevado una dura campaña contra los acuerdos de la OMC, en particular en Cancún y en Hong Kong. Se aprecia también una convergencia de movimientos a propósito de la defensa del entorno ecológico y la biodiversidad. Es el caso, por ejemplo, en Sri Lanka, de Monlar (Movement for Landreform), que reagrupó más de 100 organizaciones campesinas, obreras, religiosas, budistas y cristianas, contra la privatización de las selvas y contra las políticas del Banco Mundial.Debemos también añadir una acción muy eficaz y muy seria de algunas ONG especializadas, como el WWF o también la organización no gubernamental para la protección de los bosques tropicales, que tiene su sede en Montevideo. Poco a poco se aglutinan acciones en el mundo entero, no solamente contra las políticas destructivas del sistema económico, sino en favor de modelos alternativos que permitan el respeto al ambiente natural y la utilización de recursos renovables.

La lucha jurídica nacional e internacionalDesde un punto de vista jurídico existe también un campo amplio e importante. Recordemos varias conferencias internacionales que han tenido su impacto, como la de Río de Janeiro, en 1992, a pesar de sus ambigüedades; el convenio de Kyoto, a pesar de su no aprobación por parte de algunas grandes naciones como los Estados Unidos; y la Comisión de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica, etc. Todas estas iniciativas exigen un trabajo jurídico sistemático que se debe realizar en el mundo entero. Es por eso que iniciativas locales como el desarrollo del derecho ambiental, en Brasil, tienen un papel esencial.Se trata, en el campo del derecho, de verdaderas luchas para asegurar las normas superiores de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos, sobre los

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derechos del comercio o de los negocios. Podemos recordar aquí la carta del Argel publicada en 1976, por iniciativa de Lelio Basso, eminente jurista italiano, que fue miembro del Tribunal Russel, sobre los crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos en Vietnam. Esta carta sobre los derechos de los pueblos establece orientaciones jurídicas de principio sobre aspectos de derecho internacional, todavía no muy desarrollados.Sin embargo, la estrategia no puede limitarse a grandes orientaciones de principio. Se debe también aprovechar de las “excepciones” previstas en la legislación existente, también de organismos como la OMC o la Unión Europea. No se trata de aceptar la lógica de fondo, sino de utilizar instrumentos existentes para una lucha cotidiana, destinada a favorecer las víctimas del sistema.Es en este contexto que se plantea la cuestión de la soberanía. Por el momento, la única manera de defender los derechos sociales de los pueblos afectados por la destrucción de la biodiversidad y de proteger la naturaleza, es utilizar los instrumentos jurídicos todavía reconocidos a los Estados Naciones. La soberanía nacional o regional se mantiene como instrumento importante para la acción. Evidentemente, frente a problemas que sobrepasan las fronteras nacionales y que son ahora de dimensión mundial, no se puede pensar en la soberanía de manera exclusiva, sino en cooperación regional y planetaria.

Hacia una nueva filosofía de la naturaleza y de la humanidadLa situación es seria. La responsabilidad es colectiva. Incluye aspectos políticos, sociales, éticos, religiosos, jurídicos. Se trata de un problema de conjunto, muy vinculado con una visión del mundo.Poco a poco se establece en el mundo la conciencia de que ya es tarde. Algunos autores lo consideran así. Se escuchan ciertas voces que desarrollan una filosofía de la desesperación, con un neo estoicismo, las cuales plantean que a pesar de todo se debe continuar la lucha contra la destrucción del ambiente y del hombre. Un autor como Edgar Morin, filósofo y sociólogo francés, quien se inscribe en la visión de la complejidad de las sociedades, estima que el paradigma fundamental que une los sistemas físicos, biológicos y antropológicos, en un proceso que va de la desorganización y del azar hasta la reorganización como regla de fondo, está puesto en peligro por el sistema capitalista. Es la capacidad misma de reorganización de la vida la que está en peligro. En realidad, eso traza un problema filosófico de primera dimensión, pero las opciones frente a una posibilidad de solución quedan abiertas. No parece que necesariamente se deba plantear el extremo de la desaparición de la humanidad, aun si ella tiene por la primera vez en la historia la posibilidad de autodestruirse.De hecho, la razón de fondo de esta situación es el desarrollo de la humanidad definido en términos de progreso científico-técnico al servicio de la acumulación privada del capital. El mercado total, como se ha dicho, se impone como la ley universal del

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funcionamiento social. Así, no solamente se debe luchar contra los abusos y los excesos de un sistema, sino también contra la lógica misma de este último. Nuestra crítica debe ser radical. Se trata de deslegitimar el capitalismo para poder recrear la esperanza.Eso significa la necesidad de redefinir las metas. La utopía, es decir, qué sociedad queremos, es una primera etapa. No una utopía en el sentido de lo que es un sueño irrealizable, sino la utopía como lo que no existe hoy, pero puede existir mañana. Es lo que Paul Ricoeur, el filósofo francés, llamaba la utopía necesaria. Sin embargo, se deben definir también los objetivos a medio y a corto plazo, o sea, la manera de realizar la utopía. Sabemos que esta última es un proyecto a largo plazo, pero si no se empieza hoy, nunca se llegará a su realización. La gente sufre o muere hoy y no mañana, y por eso los pequeños pasos tienen su importancia.La ciencia y la tecnología, que han conocido un desarrollo espectacular, tienen que estar al servicio del bienestar humano y del equilibrio del planeta, y no como ahora al servicio del mercado, con efectos negativos que sobrepasan los efectos positivos.Lo que hemos aprendido en los últimos años, en particular con los foros sociales mundiales, es que las alternativas existen en todos los dominios y a todos los niveles. Lo que falta es la voluntad política y la presión popular para las acciones.En realidad, el trabajo intelectual tiene también un lugar central. Se debe reelaborar el pensamiento crítico sobre el tipo de modernidad que tuvo lugar con la dominación de la economía de mercado. No se puede desarrollar cualquier tipo de postmodernismo, en particular, lo que niega la existencia de sistemas y de estructuras en el momento en que el capitalismo ha construido las bases materiales de su globalización y se desarrolla como en un sistema-mundo, según el concepto de Immanuel Wallerstein. Se trata de criticar la modernidad y constatar, como Carlos Marx, que el capitalismo está destruyendo las dos fuentes de su propia riqueza: la naturaleza y el hombre.Es así que debemos reencontrar algunos de los valores fundamentales del pensamiento precapitalista, sin perder la ventaja del pensamiento analítico desarrollado desde las luces. Este tipo de perspectiva se encuentra también en los pueblos amazónicos. La cultura tradicional se organizó alrededor de dos ejes. La simbiosis con la naturaleza y la solidaridad humana. La primera permite una crítica de fondo del hecho de considerar la naturaleza como objeto de explotación, y la segunda significa una crítica del individualismo, fruto de un liberalismo exclusivo. Estos dos valores, traducidos en términos de un mundo postcapitalista, trazan las vías del futuro. “Defender la biodiversidad significa defender la humanidad”.

Dimensión ética y religiosaFrente a la situación actual existe el deber fundamental de crear las condiciones de la reproducción de la vida. El amoralismo del sistema económico dominante reduce la realidad a los criterios del mercado. La ausencia de otros parámetros, como el bienestar, la seguridad alimentaria, la cultura, el paisaje, no permiten una aprehensión

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de la realidad en su sentido completo. Es por eso que se debe desarrollar una ética de la vida, como fundamento de todas las otras éticas. Se trata de un deber moral, no solamente individual de cada ser humano, pero también social, es decir, por la vía de la organización colectiva de las sociedades.El aspecto religioso ha sido bien expuesto por el teólogo brasileño Leonardo Boff. Frente al grito de la naturaleza, él reafirma el elogio a la creación. En un espíritu bien franciscano su contribución al pensamiento sobrepasa el aspecto político, para inscribirse en una Teología de la Liberación que incluye este aspecto. Encontramos evidentemente en las religiones orientales perspectivas muy similares. Para ellas, el ser humano forma parte de la naturaleza, y entonces este último no puede destruirse a sí mismo. Hay una riqueza de pensamiento enorme en las grandes tradiciones religiosas que puede servir hoy para la crítica del modelo productivista y la elaboración de una nueva filosofía donde el bienestar humano y el respecto del planeta tengan un papel eminente.

Biodiversidad y CapitalismoQuien se atreva a leer el periódico, no limitándose sólo al deporte o a los sucesos, no puede escapar a un sentimiento de malestar por la frecuencia de noticias que anuncian catástrofes de diverso tipo. Aclarémonos, la burguesía querría que nada transcendiese de las desgracias provocadas por su afanosa carrera hacia el beneficio, pero ya se sabe que, por un lado la así llamada globalización que hace que todo lo que sucede en el mundo sea de interés general, y por otro el hecho de que la misma venta de noticias sea un negocio para ella, hacen que, por ahora, circulen muchas noticias, aunque sea con retraso y a menudo falsificadas en la medida de lo posible. Puesto que la burguesía tiene el interés de minimizar, es legítimo pensar que generalmente las malas noticias que afectan al medio ambiente sean en realidad mucho peores de como las presentan, con pocas excepciones.Una de las maldiciones más antiguas de esta época nuestra es el miedo a un desastre nuclear, ya sea debido a una guerra o a un accidente; otra más reciente es el calentamiento global, el efecto invernadero que transformaría radicalmente nuestro planeta. Pero si a uno le da por pensar puede descubrir nuevas fuentes de preocupación, como el fin de la energía barata, la demografía, la falta de agua, el sida, el cáncer, la guerra química o bacteriológica, etc.Son pocos los que saben qué significa la biodiversidad, y poquísimos comprenden su importancia como una posible causa de desgracias para el género humano, desgracias tan graves como ineluctables si no se toman las medidas adecuadas. La pérdida de biodiversidad en la agricultura es una bomba de relojería que lentamente está llevando al desastre ecológico y alimentario; cuando explote probablemente será demasiado tarde. Estamos al borde del precipicio.En esta posguerra la búsqueda de nuevas HYV (High Yielding Varieties - variedades de alto rendimiento), que ha determinado la así llamada «Revolución Verde», ha

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empobrecido constantemente la variedad genética de nuestros cultivos, suprimiendo para siempre un gran número de viejas variedades cultivadas.Para comprender el escenario actual, es necesario comprender antes cómo se ha llegado a esta situación; debemos por tanto retroceder en el tiempo, a ese periodo en el cual sólo existía biodiversidad natural, y el hombre no la había alterado.

El Desarrollo de la DiversidadCon la domesticación el hombre dirige la evolución de las plantas cultivadas; pero no se trata de un proceso lineal, ni unívoco. Es conocido el ejemplo de un famoso genetista que preguntó a un agricultor africano las razones por las que escogía unas plantas de sorgo características para la siguiente estación; la respuesta fue que este tipo de semillas de sorgo eran las más adecuadas para secarlas colgando del techo de la cabaña. Los avances han sido numerosos, y en algunas épocas unos han sido más importantes que otros; hay muchos ejemplos de esta domesticación. El maíz coloreado de Sudamérica era importante porque el color indicaba unas características que en aquel entonces eran útiles; las cucurbitáceas (pepino, melón, sandía...) servían como alimentos pero también como instrumentos musicales, recipientes para líquidos y funda del miembro viril. El sorgo en África servía como escobas, para melaza, para masticarlo, para hacer pan y cerveza, como material de construcción, como colorante, etc. En Perú había distintas variedades de algodón coloreado, y por eso no era necesario teñirlo.Con el desarrollo de cada cultivo alimentario disminuía paralelamente el impulso para domesticar las demás especies. La diversidad en la naturaleza no se perdía, pero no se utilizaba, y con el tiempo se iban perdiendo estos conocimientos. No obstante aumentaba enormemente la diversidad entre las especies domesticadas; dos aldeas separadas por una montaña podían desarrollar dos tipos distintos de judías, porque el ambiente era distinto, o bien porque los gustos alimenticios no coincidían. Hasta hace no mucho tiempo ciertas hortalizas sólo se producían en algunos lugares. La diversidad estaba favorecida por ambientes morfológicamente irregulares (colinas y montañas). En el curso de los miles de años de domesticación la mayor parte de los cultivos ha debido adaptarse a las condiciones más variadas, produciendo genotipos muy diversificados. Por esta razón muchas especies se encuentran por todas partes. Por ejemplo el albaricoquero se ha difundido en las zonas cálidas del Mediterráneo, pero también se encuentra en los ambientes más extremos, como en las laderas del Himalaya; el sorgo, que es típico tanto de los trópicos húmedos como de las zonas semiáridas; el arroz, que en la India se encuentra al nivel del mar y también a 2.000 metros. Pero la mayor ductilidad la ha demostrado la patata, que se encuentra en las depresiones, pero no es raro hallarla incluso a 3.000 metros, desde el círculo polar hasta África.Estos genotipos son las variedades, o cultivares, que pertenecen a la misma especie, pero que se distinguen por un número habitualmente reducido de caracteres. Esta

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diversificación se ha dado generalmente en base a dos factores de transformación, la mutación (aparición casual de nuevos caracteres en un individuo, seguida por la selección llevada a cabo por el hombre) y la introgresión (aparición de nuevas combinaciones de genes ya existentes, casual o guiada por el hombre a través de la hibridación).Las novedades vegetales que interesan al hombre tenían caracteres nuevos y útiles con respecto a la resistencia a las enfermedades e insectos nocivos, a la adaptación a ambientes extremos, a la calidad y cantidad de las producciones, etc.Para obtener una mejora genética por introgresión es necesaria la presencia en las poblaciones de plantas de una gran variabilidad genética, de tal modo que se pueda obtener un gran número de combinaciones genéticas entre las que escoger. Esta variabilidad es máxima en los ambientes en los que una determinada especie ha existido durante mucho tiempo, ya que esto le ha permitido producir formas nuevas. Estos ambientes obviamente son los originarios de esa planta.Llegados a este punto creemos que es necesario hablar de Nikolai Ivanovich Vavilov, un genio poco conocido fuera de los ambientes de los genetistas, un biólogo y genetista que viajó por el mundo desde 1916 a 1940, observando y recogiendo muestras vegetales. Siendo una figura respetada incluso hoy en todo el mundo, fue necesaria la ceguera del estalinismo para deportarlo a un campo de concentración, en donde murió de hambre en 1943.Su descubrimiento más importante fue que la variación genética, la diversidad genética creada durante millones de años de evolución natural y durante miles de años de agricultura, no se había distribuido de manera igual por el mundo. Vavilov trazó un mapa de la distribución de la diversidad para cada una de las especies cultivadas que había estudiado. También planteo la hipótesis de que el nivel de diversidad era indicativo del tiempo durante el cual esa especie había sido cultivada en ese área. Cuanto mayor era el periodo de tiempo, mayor era la diversidad que se podía encontrar. Cuanto mayores eran los usos que se habían hecho de esa especie, mayor era la variedad de estas formas: por ejemplo, en el maíz para palomitas, para fines ceremoniales y medicinales, para tostarlo; lo mismo puede decirse en lo que respecta a la defensa contra patógenos y bichos, etc. Vavilov pensó que identificando el centro de la diversidad genética de una especie cultivada se podría seleccionar el centro originario: debería encontrarse en la zona en la que el cultivo había tenido el tiempo y la posibilidad de desarrollar una amplia diversidad. Vavilov seleccionó 8 centros. Se trata por lo general de zonas montañosas, o bien dotadas de ambientes variados. Las montañas aseguraban las condiciones ideales para que apareciese la diversidad: variedad topográfica, con diversos tipos de suelo y de clima. Constituían también unas excelentes barreras naturales contra incursiones externas y obstaculizaban los intercambios incluso a nivel local. Puesto que los centros de origen no eran tales para una sola especie, sino para numerosos cultivos, Vavilov teorizó que todas las especies cultivadas se habían originado en 8 centros de diversidad.

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Hoy ya no se identifican los centros de diversidad con los centros de origen: resulta que, además de la diversidad, un centro de origen debe disponer también de formas selváticas, progenitores de las especies cultivadas. Según esta interpretación, Harlan seleccionó sólo 3 centros de origen, que más tarde fueron reconocidos también como centros de origen de la agricultura, y los así llamados no-centros, o centros impropios, o centros secundarios de diversidad donde la agricultura se ha extendido, y donde el proceso de domesticación ha continuado. Cambiando de ambiente las especies cultivadas han debido sufrir procesos de adaptación todavía más drásticos que precedentemente. De esta manera la diversidad ha viajado con la agricultura en su conquista del mundo.

Importancia de la DiversidadCuando en la antigüedad la agricultura se afianzó y se desarrolló, se creó un equilibrio entre plantas, insectos nocivos y enfermedades; esto era posible porque la velocidad de transformación de las especies y de los sistemas de cultivo era lentísima, y por tanto había tiempo de sobra para una coevolución de los diversos organismos.Las variedades primitivas estaban caracterizadas por una notable variabilidad genética; sin duda alguna los bichos y las enfermedades eran perjudiciales, pero sus daños eran mitigados por la diversidad de los genotipos, muchos de los cuales poseían defensas eficaces. Además los campos habían aparecido entre selva y selva, y difícilmente podían transmitirse las infestaciones. Los cultivos sufrían daños, pero no devastaciones.La situación cambió con la extensión de la agricultura y con la concentración de pocos genotipos, si no de uno solo, sobre enormes extensiones.Un caso típico fue la patata en Europa: difundida en Sudamérica fue introducida en Inglaterra y en España en el siglo XVI. Se difundió lentamente, pero basándose siempre en esas introducciones iníciales, por lo tanto sobre una base genética bastante restringida. En Irlanda se convirtió en el alimento principal del pueblo. La llegada de la Phytophtora infestans (una enfermedad fúngica de la patata) significó la destrucción de las cosechas y la consiguiente hambruna, con millones de muertos y emigrados a América. Existían los genes resistentes, pero estaban en los Andes; si no fuese por esto, no conoceríamos la patata actualmente.A pesar de esto y otras cosas, el desarrollo de la agricultura moderna ha seguido otras vías: la existencia de caracteres diversos en las variedades tradicionales ha servido para crear variedades nuevas, adaptadas a situaciones particulares, pero obviamente no a todas las situaciones. Con el desarrollo de la genética que siguió al descubrimiento de las leyes de Mendel, y con el desarrollo de las técnicas agrícolas, fue posible crear variedades más productivas, con la técnica de la «línea pura» en las especies de semillas, y del «clon» en los árboles: en ambos casos los cultivos estaban (y están) compuestos de individuos idénticos genéticamente. Así los campos de cultivo presentaban cada vez más la característica de la homogeneidad genética (en lugar de

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lo que se había definido como «armonioso desorden»), con variedades que respondían positivamente a los abonos, laboreos, riegos, mientras que los eventuales enemigos bióticos eran mantenidos a raya con tratamientos suministrados por la nueva industria química a bajo precio.Pero esto no fue suficiente para impedir los desastres: en 1870 las plantaciones de café de Sri Lanka, India y África oriental fueron completamente destruidas por la raya (debido a esto Inglaterra se hizo bebedora de té). En los decenios posteriores una serie de enfermedades desastrosas afectaron al algodón, trigo (USA), arroz (India), avena (USA), maíz (USA), trigo (URSS).Siguió siendo necesaria la resistencia; y ésta hubo que buscarla en los centros de diversidad, en las variedades tradicionales que se habían salvado, o en los parientes selváticos de los cultivos. Esta resistencia es útil siempre, ya que los insectos y las enfermedades mutan con el tiempo y se vuelven resistentes a los pesticidas, de tal modo que pueden atacar a los genotipos resistentes.Los ejemplos de cultivos salvados por caracteres provenientes de variedades selváticas, sólo en este siglo, son demasiados como para enumerarlos. La diversidad de las variedades selváticas las ha hecho capaces de sobrevivir sin la intervención humana. Si su resistencia no les hubiese hecho sobrevivir se habrían extinguido hace mucho. Por esto, como fuente de resistencia, las variedades selváticas representan una riqueza inestimable. Como ha dicho Harlan «los parientes selváticos están entre el hombre y el hambre». Y esta es la clave de la cuestión: los parientes selváticos, junto a las viejas variedades, servirán siempre; y por tanto servirán siempre los ambientes en los cuales crecen y se desarrollan también hoy. Aquí está la perenne importancia de la diversidad vegetal: sin la diversidad la agricultura no sobreviviría.

Erosión GenéticaLa historia agraria de esta última posguerra es en buena parte la historia de lo que un poco pomposamente se ha querido llamar «Revolución Verde». Las empresas seleccionadoras de semillas y los organismos internacionales han producido en el transcurso de decenios nuevos genotipos de las principales especies cultivadas, líneas puras capaces de suministrar grandísimas producciones y ligadas al aporte en grandes cantidades de otros factores de la producción (fertilizantes, agua, pesticidas).Entre 1940 y 1960 se crearon centros internacionales de selección en México y en Filipinas, con el objetivo de aumentar la producción alimentaria lo más rápidamente posible. Las variedades con un alto rendimiento habrían debido permitir una revolución alimentaria en los países del así llamado Tercer Mundo, hambrientos y en permanente tensión. Tras la motivación humanitaria hipócrita de acabar con el hambre, se encontraba el deseo de alejar riegos de inestabilidad política derivados del hambre. China había caído en manos de los «comunistas»; Gran Bretaña estaba combatiendo el comunismo en la península malaya; había inestabilidad en Filipinas; Francia estaba a punto de ser derrotada en Indochina; levantamientos campesinos estallaban en una

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Corea sostenida por EEUU, etc. Los americanos no escatimaron tropas, armas y dinero, pero comprendieron que el descontento estaba producido en buena parte por el hambre.Los científicos de los centros de investigación se empeñaron a fondo para aumentar la productividad agrícola a través de la selección y distribución de variedades de alto rendimiento, sobre todo cereales. El mecanismo biológico principal para alcanzar este objetivo fue injertar caracteres de enanismo, mediante los cuales una parte de la biomasa podía ser trasladada desde los tallos a las semillas. La tecnología desarrollada durante la segunda guerra mundial para producir bombas hizo posible la producción de fertilizantes nitrogenados. Las nuevas variedades mostraron una alta sensibilidad a los fertilizantes: podían utilizar este incremento en la fertilidad aumentando las cosechas. El empleo de nuevas semillas y fertilizantes determinó un aumento de las cosechas entre el 10 y el 100 por cien. En poco tiempo las nuevas variedades fueron cultivadas en millones de hectáreas.Pero pese a que la revolución verde provocó un aumento de la producción alimentaria, el hambre siguió existiendo; también debido al boom demográfico cada vez más habitantes del planeta padecen este mal, tan antiguo como la sociedad dividida en clases sociales. Una serie de estudios del International Labour Office reveló que el hambre y la malnutrición aumentaban mucho más rápidamente en las áreas más beneficiadas por la revolución verde. En realidad apareció pronto ya que las nuevas semillas no eran «neutrales». Crecían mejor en los campos de los propietarios ricos que en los de los campesinos pobres. Para obtener altos rendimientos eran necesarios fertilizantes y regadíos, que alimentaban tanto a las malas hierbas como a los cultivos, haciendo necesaria la utilización de herbicidas. Los insectos encontraron muy de su gusto la uniformidad de las nuevas variedades, especializándose rápidamente en ellas, y por tanto se hicieron necesarios los insecticidas. Los campesinos que no estaban en grado de adquirir estos productos se vieron marginados, y en muchos casos tuvieron lugar profundas transformaciones de la composición social de amplias áreas.En realidad, la expresión «variedades de alta producción» es inapropiada, ya que hace creer que las nuevas semillas posean un alto rendimiento por sí mismas. Por el contrario lo que caracteriza a estas semillas es que responden bien a determinados factores de la producción como son los fertilizantes, regadíos, etc. Sería mejor llamarlas «variedades con alta capacidad de respuesta». De todas formas, en ausencia de estos factores de la producción, las nuevas semillas rinden menos que las variedades indígenas. Es más, en términos de biomasa vegetal general, las variedades de la revolución verde pueden incluso reducir el rendimiento de los cultivos. Y esto no es poco si se piensa que en el «tercer mundo», que sólo en una pequeña parte tiene una economía de mercado, por lo general todo el producto de los cultivos es utilizado: además del grano, un cultivo puede producir forraje, combustible, material de construcción, material para la artesanía, etc.

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La revolución verde responde a los problemas del hambre y a las penalidades del campo con el aumento de la producción, lo cual trae consigo entre otras cosas el enriquecimiento de los estratos burgueses locales e internacionales; pero no se ha hecho nada para aumentar la ocupación, o para poner en marcha reformas agrarias. Se dio una solución técnica a un problema social y político.La verdadera y perdurable consecuencia de la introducción de las variedades de alto rendimiento ha sido el abandono o la marginación de las viejas variedades, incluso en los centros de biodiversidad, con la consiguiente desaparición de una parte de la diversidad vegetal, y la puesta en peligro del resto.El ya citado Harlan habla de un tipo de trigo que había recolectado en Turquía en 1948. Pequeño, raquítico, con semillas pequeñas, sensible al frío y a diversas enfermedades, inadecuado para hacer pan, nadie le dio importancia durante quince años, hasta que no apareció el problema del verduguillo, una enfermedad de los cereales. Entonces se comprobó que esta variedad no sólo resistía al verduguillo, sino además otra serie de enfermedades. A partir de ese momento el miserable trigo de Harlan es usado en todos los programas de mejoras de los EEUU y ha evitado enormes daños.La importancia del viejo germoplasma (conjunto de los genotipos existentes en un grupo taxónomico) está ratificada por una infinidad de historias similares con especies como la cebada, arroz, mijo, sorgo, patata, de las cuales depende la vida de inmensas multitudes, pero lo mismo puede decirse de otras especies como frutales, guisante, remolacha azucarera, etc.Las nuevas semillas forman parte de un proceso de transformación de la agricultura, que prevé mayores adelantos técnicos, una mayor apertura al mercado mundial, concentración de las producciones en base a genotipos particularmente adaptados al mercado mundial; por lo tanto, una pérdida de diversidad, transformación de las sociedades agrícolas (con pérdida de diversidad social y cultural). La agricultura está cada vez más controlada por la industria, por los capitalistas y sus científicos, y cada vez menos por los agricultores.Por lo que respecta a la diversidad, el fenómeno según el cual se cultivan cada vez menos genotipos, y los menos rentables son olvidados y se pierden para siempre, se llama erosión genética. Esto puede suceder incluso para grupos enteros, como sucede con las legumbres: allí donde se difunde el monocultivo de cereales, no se producen legumbres, y de esta manera se empobrece la alimentación de la población que vive de los productos directos de la tierra (un ejemplo terrible del pasado reciente ha sido el cultivo del maíz en ciertas zonas del norte de Italia).La nueva agricultura no se detiene frente a la destrucción del hábitat natural: presas, cemento, carreteras, extensión de los pastos a costa de los bosques, desertificación, deforestación, son fenómenos determinados directa o indirectamente por el hombre, y tienen en común la característica de atacar la supervivencia de genotipos preciados e irrepetibles. Pero el peor enemigo de la diversidad es la misma agricultura, debido a la sustitución genética que lleva a cabo. Cuáles son las especies cuya diversidad está

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más en peligro? Son aquellas que están en curso de mejoría genética, que producen nuevas variedades, y en general se trata de especies más importantes para la humanidad.Un factor agravante de esta situación es que los cultivos más utilizados tienen en general una base genética bastante reducida, y en gran parte común a todas: en otras palabras, se trata de cultivos con muy pocas diferencias entre ellos, con uno o más padres en común, y que se diferencian sólo por un carácter de interés técnico (época de maduración, número de espigas, resistencia a un factor ambiental, enanismo, etc). De esta forma las distintas variedades no lo son tanto.Los primeros agricultores redujeron el número de especies usadas (respecto a los recolectores), pero con el paso del tiempo la agricultura aumentó la diversidad dentro de cada especie.Estamos destruyendo esta diversidad sin producir nada a cambio, sólo una riqueza capitalista que no resuelve los problemas de la humanidad. Gran parte de la diversidad creada durante millones de años de evolución vegetal, y durante miles de años de agricultura ha sido destruida, sólo en aras del miserable beneficio.

Las Nuevas Fronteras del Capitalismo: El AguaDe seguir con esta tendencia de represar el agua de los ríos, la muerte de manglares, humedales, bosques y selvas, glaciares y pueblos enteros seguirán en el horizonte de las siguientes décadas. Es necesaria y urgente otra opción sistémica donde podamos convivir con el agua y los demás recursos naturales de manera sustentable. Es urgente una visión del agua como derechos humanos y como un bien social, cultural y público. El agua dulce será el motivo de muchas guerras en el mundo por disputarse su acceso y control. Esto no es nuevo. Hace 4.500 años las Ciudades Estados Sumerios de Lagash y Umma negociaron para dar fin a su confrontación por el agua del río Tigris. Desde el año 805 se han firmado entre naciones aproximadamente 3,600 tratados relacionados con el agua, la mayoría de ellos sobre navegación y límites nacionales, pesca, irrigación de cultivos, delimitación de fronteras, accesos a manantiales, etc. Alrededor de 300 se refieren a aspectos relacionados con la cantidad de agua, su calidad y la hidroenergía. Muchos de ellos se limitan a aspectos relativamente restringidos y no establecen principios para la gestión integrada del recurso en toda la cuenca. Pero si tomamos en cuenta desde los años previos a la Revolución Industrial a finales del Siglo XX, se puede observar que desde 1820 al año 2000 se firmaron más de 400 acuerdos que consideran al agua un recurso precioso, caro, limitado y finito. Después de la II Guerra Mundial, entre los años de 1948 al 2002 se registraron 1.831 interacciones provocadas por el agua, de las cuales 1.228 fueron de carácter cooperativo que terminaron en la firma de 200 tratados de reparto de aguas y la construcción de nuevas represas. También se registraron 507 conflictos de los cuales 37 fueron violentos, 21 con intervenciones militares y 30 han sido protagonizados por Israel y sus vecinos. Sin embargo, todo parece indicar que la incorporación del agua

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como recurso económico será el detonador de los mayores conflictos en el mundo durante el Siglo XXI. Ismail Serageldin, Vicepresidente del Banco Mundial lo expresó afirmando que “La Próxima Guerra Mundial será por el Agua”. O como lo afirmó la revista Fortune: “El Agua promete ser en el siglo XXI, lo que el petróleo lo fue en el siglo XX: una preciada mercancía que determina la riqueza de las naciones”. Así, si los conflictos por el agua ya se daban antes de incluirla como un “Bien Comercial”, en la medida en que se acelere el proceso de privatización éstos se agudizarán a diversos niveles:A) Dentro y fuera de las naciones: En el mundo hay 261 vertientes que cruzan fronteras políticas de dos o más naciones las cuales se encuentran en 145 países. Estas cuencas abarcan un 45% de la superficie terrestre del mundo, contienen un 80% del caudal fluvial global y afectan a un 40% de la población mundial. De 261 vertientes, 80 se encuentran en el Continente Americano donde está el 14% de la población mundial y el 41% del agua del mundo. Sin embargo, la tendencia no es sólo la privatización de la superficie terrestre donde escurre o se estanca el agua, sino la privatización del subsuelo ya que las reservas de agua se concentran básicamente ahí en forma de acuíferos y equivalen a 60 veces más de la que circula en la superficie. El conflicto internacional se agudiza cuando un país decide represar un río que comparte con otro país vecino. B) Entre poblaciones rurales y urbanas: Se han registrado guerras y conflictos de diversa índole en Israel, Jordania, Siria, Palestina, Egipto, Yemen, Irak y Kuwait. Estados Unidos también le disputa el agua a México y lo hace en la Triple Frontera con Argentina, Uruguay y Paraguay. También hay conflictos en las cuencas del Mar Aral, Jordán, Nilo y Tigris-Eufrates. C) Entre intereses río arriba y río abajo: De seguir la tendencia, podremos encontrar en un futuro conflictos en torno a los ríos Lempa, Bravo, Ganges, Kunene, Río de la Plata, Mekong, Orange, Senegal, Tumen, Zambeza, Limpopo, Han, Incomati, Usumacinta, Lago Chad, entre otros. D) Entre los sectores agrícola, industrial y doméstico: La agricultura consume el 67%; la industria utiliza el 20% (el equivalente a toda la producción mundial hidroeléctrica); y los usos municipales y domésticos un 10%. En la medida en que las poblaciones urbanas crezcan le disputarán el agua a las regiones rurales. E) Entre las necesidades humanas y los requisitos de un medio ambiente sano: En las ciudades de los países pobres el 70% de pobres no tienen agua potable. Además, se calcula que para el año 2025 el 70% de la población mundial no tendrá acceso a agua suficiente, esto equivaldrá a 3 mil 500 millones de personas que vivirán en países con estrés de agua. La necesidad del agua para el planeta, para la sobrevivencia de cualquier tipo de vida pero en especial para el ser humano, plantea la necesidad de garantizar el acceso a toda la humanidad. De ahí su carácter público, nacional, comunal y con funciones sociales y ambientales. Teóricamente el agua alcanza para 20 mil millones de personas

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lo que equivale a más de tres veces la población mundial. Sin embargo el modelo económico neoliberal y el tipo de gestión que se le da no hace del agua un recurso renovable ni permite que haya para todos. El vital líquido es ahora el recurso de las últimas trincheras de la privatización para la cual se disputan mercados nuevos para la venta de grandes volúmenes de agua más allá de las fronteras incluso trasatlánticas, rutas comerciales y apropiación de las fuentes de agua. En este contexto, las presas son una infraestructura fundamental para su control.

El Andamiaje de la Privatización del AguaEn el marco de este horizonte de futuros conflictos por el agua, el sistema de producción capitalista bajo el modelo neoliberal dio paso a la implementación del modelo Corporación Nación que se caracteriza por una actuación del Estado al servicio del gran capital. Por ejemplo, mediante un andamiaje nacional e internacional que le da seguridad a sus inversiones. La estructura política, económica e incluso militar que garantice sus intereses se expanden por todo el mundo: “Tratados de Libre Comercio”, la Organización Mundial del Comercio (OMC) o los tribunales internacionales donde las grandes corporaciones demandan a los gobiernos y defienden sus intereses. Sin embargo, esto no sería posible sin la ayuda de los gobiernos y las Instituciones Financieras Internacionales (IFI’s) como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sin olvidar la banca multilateral continental y regional. Todo ello implica la subordinación de los procesos democráticos a los intereses empresariales en cuanto a la competencia y la acumulación de la riqueza, bienes e incluso recursos naturales y estratégicos. En este contexto, el agua no se salva. Convertir lo público en privado conlleva una estrategia fundamental: la privatización. Por ello, convertir el agua en un recurso estratégico de múltiples usos y modalidades de explotación de plusvalor replantea la concepción geoeconómica y geopolítica que se ha tenido en torno a otros recursos comerciales.La agenda de la privatización del agua inicia con más claridad en la década de los 90’s de manera silenciosa en la medida en que avanzó la implementación de las Políticas de Ajuste Estructural y los Tratados de Libre Comercio. En esta década la Declaración de Nueva Delhi estableció como una nueva ordenación global que las políticas de gestión del agua estuviera basada en las cuencas. En la misma década la ONU crea el Secretariado Internacional del Agua y la Cumbre de Río sobre Biodiversidad define el año 2000 como meta para establecer nuevas estructuras institucionales y jurídicas bajo lineamientos del BM y del FMI. El encuentro en Dublín es dedicado al tema del Agua. Estos son los eventos previos a la creación de la OMC en cuyo amparo se crean otras instituciones que promoverían la privatización del agua como el caso de la Coalición de las Industrias de Servicios con sede en los Estados Unidos, y el Foro Europeo sobre Servicios de la Unión Europea. Al mismo tiempo en que nace la OMC y se firma el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA por sus siglas en inglés) en 1994,

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nace el Banco de Desarrollo de América del Norte (BND) para financiar proyectos del sector público y privado en materia de agua. Existen tres instituciones globales claves del agua apoyadas e impulsadas por el BM, el FMI y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargadas de diseñar la agenda mundial privatizadora del agua e imponer las condiciones necesarias a los gobiernos, condicionar préstamos y modificaciones legales, lograr las concesiones privadas, crear una infraestructura y cultura de pago del agua, otorgar créditos endeudando a las instituciones públicas encargadas de hacer los cambios e inversiones necesarios antes de rematar la infraestructura y el negocio del agua. Estas instituciones las componen las IFI’s, las grandes corporaciones privadas y los gobiernos: el Consejo Mundial del Agua (WWC por sus siglas en inglés) creada en 1996 con el fin de diseñar la estrategia privatizadora de la gestión del agua a nivel mundial. Su financiamiento proviene de las IFI’s, de las corporaciones multinacionales, de organismos multilaterales y gobiernos. La Asociación Mundial del Agua (GWP por sus siglas en inglés) creada en 1996 por el BM, por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional. Dirige la estrategia para promover el agua como “bien económico” e impulsar las reformas en los sistemas públicos de agua potable, drenaje y saneamiento. Es financiado por las Agencias de Crédito a las Exportaciones (ACE’s), la Fundación Ford, el PNUD y del BM cuyo Vice-presidente Ismael Serageldin es el primer presidente del Comité Directivo de la GWP. Y la Comisión Mundial del Agua para el Siglo XXI creada en 1998 y es financiada por las ACE’s de Canadá y Holanda así como de organismos multilaterales de la ONU. Apoya e impulsa la agenda diseñada para abrir el agua a los mercados y está conformada por 21 personalidades de todo el mundo entre ellos el Director William J. Congrove quien fuera asesor del BM y funcionario de Vivendi; e Ismail Serageldin que fungió como presidente del Consejo Directivo. Inmediatamente después de la creación de este andamiaje institucional, se constituye en 1997 el escenario de imposición de la agenda privatizadora del agua creándose el Foro Mundial del Agua (FMA) donde las grandes corporaciones trasnacionales y sus gobiernos aliados depositan la agenda a seguir en torno al recurso agua.

El agua y los movimientos socialesAños atrás, las reivindicaciones sociales en torno al agua giraban en exigirle al Estado el servicio del agua entubada que no necesariamente potable. Hoy, el modelo Neoliberal y la implementación del modelo Corporación Nación, ha implicado que la agenda del movimiento social modifique sus demandas y el enfoque de su lucha contra la incorporación del agua como bien económico y por lo tanto como una mercancía en el marco de la OMC. La denuncia de la contaminación que el modelo de producción capitalista ejerce sobre el agua se incrementó, así como la exigencia de garantizar que el agua sea un derecho humano reconocido autónomamente en las constituciones nacionales que van modificando sus leyes para entregar no solo la distribución sino el

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agua misma al capital corporativo. Esta lucha ha merecido que el Comité de Derechos Sociales, Económicos y Culturales (CDESC) de la ONU produjera en el año 2002 la Observación General No. 15 para aclarar el tema del derecho humano al agua vinculado con los artículos 11 y 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Así, bien común, equidad y control del estado sobre el agua para garantizar el derecho humano al agua y a otros derechos humanos vinculantes (salud, alimentación, vida digna, etc.), son ejes que articulan la lucha del movimiento social convencido de que otro mundo es posible.

El carácter multifuncional de la agricultura y la tierra: la función de la energíaLa agricultura tiene un carácter multifuncional inherente. Es más, toda actividad agrícola y el correspondiente uso de la tierra conducen directamente a otras funciones no agrícolas que abarcan bienes y servicios sociales, ambientales, económicos y culturales, capaces de producir importantes costos o beneficios. Sin embargo, está más que comprobado que, más allá de la seguridad alimentaria, el carácter multifuncional de la agricultura contribuye significativamente al desarrollo rural y a la sostenibilidad local, nacional, regional y mundial en materia de energía y ambiental. Entender mejor y más sistemáticamente ese "carácter multifuncional" puede producir directamente beneficios todavía mayores. La importancia del carácter multifuncional es una cuestión de primer orden para los encargados de elaborar las políticas y también para los que las ponen en práctica. Según lo antes expuesto se propone ponderar la función de la energía en la agricultura. El consumo de energía en la agricultura está muy bien documentado en los sectores del riego, la fertilización, el transporte, la agroindustria y la conservación, aunque todavía hace falta estudiar de manera más sistemática el nexo entre energía y alimentos. Pocas veces se reconoce o se aprovecha la importante función de la agricultura en la producción de energía, aunque está despertando interés de nuevo debido al cambio climático mundial y a la conciencia cada vez mayor de las posibilidades de la energía de biomasa como motor del desarrollo rural.La producción y utilización de bioenergía son una importante actividad agrícola, particularmente en muchas zonas rurales de los países en desarrollo. En una combinación de formas tradicionales y modernas, la energía de biomasa actualmente proporciona unos 55EJ (equivalentes a 25 millones de barriles diarios de petróleo), que corresponden aproximadamente al 14 por ciento de la energía mundial. Se trata de la fuente más importante de energía para los países en desarrollo en conjunto, y a ella corresponde el 34 por ciento del suministro total de energía. En efecto, en muchos países en desarrollo representa más de 90 por ciento del consumo total de energía. Aunque los niveles son previsiblemente bajos en los países desarrollados e industrializados, de todas formas abarca hasta un 20 por ciento del consumo total de energía en algunos de esos países. Gran parte de esta energía procede de distintos tipos de residuos agrícolas y forestales, aunque en el futuro se prevé que diversas

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clases de cultivos y plantaciones para producir energía proporcionen el suministro principal.La biomasa fue la principal fuente de energía antes del siglo XX. Pero en los últimos decenios en la llamada "era del petróleo", los responsables de la política y de planificar el sector de los energéticos han ignorado en gran medida y relegado la energía de biomasa. Las actuales tendencias demuestran que la cantidad de bioenergía consumida permanece estable (o incluso aumenta), y que su uso se ha incrementado en países industriales, como algunos integrantes de la Unión Europea y los Estados Unidos, sobre todo por motivos ambientales más que por consideraciones específicas de la propia energía. Desde principios de los años 90 en casi todos los foros del sector ha aumentado el interés en la biomasa para la producción de energía por sus grandes posibilidades para el siglo XXI, ya que para el año 2025 podría aportar de 59 a 145 EJ. Este aumento previsto de la energía de biomasa podría tener repercusiones importantes para el desarrollo agrícola.A pesar de la gran intensidad de utilización de energía en la agricultura en los países industriales, mundialmente el sector agrícola consume poca energía en comparación con otras industrias. En realidad, en muchos países en desarrollo el nivel de consumo es bajo. Esto significa que: i) adoptar pautas occidentales de modernización agrícola conduciría a elevar el consumo de energéticos; ii) el potencial de disminución de las emisiones de carbono en la agricultura a raíz de la reducción del consumo de energía es mucho menor que en otros sectores. El potencial conjunto de los sistemas agrícolas de reducir el volumen de emisiones de CO2 se ha calculado entre 0.94 y 2.53 PgC/año, en comparación con las emisiones mundiales actuales de 7.0 PgC/año.Del corto al mediano plazo los residuos seguirán siendo un suministro importante de bioenergía y tendrían pues menos implicaciones directas para la agricultura que si se establecieran en tierras agrícolas cultivos y plantaciones en gran escala para obtener energía. Hacen falta urgentemente directrices para la utilización de residuos, con el propósito de determinar lo que "sí es" y lo que "no es" renovable, y asegurar las ventajas ambientales máximas, como se ha hecho con las plantaciones/cultivos/bosques. La utilización en gran escala de abono animal para obtener energía es cuestionable, porque sus aplicaciones no relacionadas con la energía pueden ser mucho más útiles, salvo en circunstancias específicas donde el exceso de estiércol suponga problemas ambientales para la agricultura, como en Dinamarca, donde ese sobrante se aprovecha para producir biogas y fertilizantes como productos secundarios.La satisfacción de ciertos criterios económicos y ambientales ha perfeccionado en los dos últimos siglos la tecnología de los energéticos, pero este avance no incluye la fijación del carbono. La utilización de bioenergía en gran escala, siempre que cumpla los requisitos del mercado, ofrece la opción más eficaz para fijar el carbono. Carece de bases la idea de que la utilización de biocombustibles a menudo deteriora el medio ambiente, produce deforestación y lesiona la salud. Por ejemplo, los riesgos de los

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biocombustibles para la salud se deben más directamente a ciertas prácticas culturales, al subdesarrollo y la pobreza, que a la naturaleza misma de esos productos. Casi todas esas repercusiones negativas podrían eliminarse con mejores condiciones socioeconómicas: mejorando la vivienda y con tecnologías más eficientes, por ejemplo, perfeccionar las estufas para cocinar. El desarrollo agrícola ha sido muy desigual en todo el mundo, debido en parte a las diferencias de niveles de desarrollo socioeconómico, dotación de recursos, condiciones climáticas, a las políticas, etc. En muchos países se ha debido en gran parte a la falta de apoyo político a los campesinos, por ejemplo en materia de infraestructura, mercados, investigación, servicios de extensión, pese a que a menudo la agricultura es el principal sustento de la mayoría de la población. Algunas de estas deficiencias ya se están atendiendo a través de una consulta más amplia con la comunidad agrícola, reconociendo el futuro del conocimiento agropecuario tradicional, la necesidad de una buena capacitación técnica para modernizar la agricultura, la función de las mujeres en la producción de alimentos, etc. También se aprecia más la posible intervención de la bioenergía en el desarrollo socioeconómico y en la producción de alimentos. La bioenergía puede ser una vasta fuente de empleos (aunque comúnmente secundaria) y de ingresos para muchos campesinos de zonas rurales apartadas. Así pues, son importantes las posibles repercusiones de la producción de bioenergía en gran escala y de su utilización para la economía rural, por lo que no hay que pasarlas por alto.El cambio climático y sus posibles repercusiones en la agricultura plantean numerosas preguntas que todavía han obtenido escasas respuestas. En pocas palabras, no hay suficientes conocimientos que permitan hacer previsiones significativas. Hace falta mucha investigación de largo plazo antes de que sea posible hacer recomendaciones seguras. Las complicaciones de la disponibilidad de tierras, la competencia por los alimentos y los combustibles se están atendiendo más seriamente, y ahora ya se acepta en general que la disponibilidad de tierras no es el meollo del problema, sino que son obstáculos más críticos la mala gestión agrícola, el desperdicio, la tenencia agraria, la interferencia política, etc. La posible función de la bioenergía se viene considerando más seriamente desde principios de los años noventa, al adquirir interés internacional las presiones sobre el medio ambiente, la privatización del sector de los energéticos y la sostenibilidad.Los campesinos han demostrado su capacidad de cambiar e innovar cuando perciben con claridad sus oportunidades. Con un apoyo adecuado (servicios de extensión, infraestructura, financiamiento, etc.), los agricultores podrán producir muchos más alimentos y energía, siempre que se realicen los cambios necesarios. Es importante recordar que la producción de alimentos y de energía en la agricultura mantienen una relación recíproca y complementaria. Los programas de bioenergía, que incluyan consideraciones de agrosilvicultura y agricultura integral, pueden mejorar la producción de alimentos al poner al alcance, donde haga falta, energía e ingresos, de manera más adecuada para el medio ambiente y más sostenible.

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Con todo, la producción de bioenergía es un asunto complejo que depende de múltiples y variados factores. La bioenergía no se debería considerar una panacea universal para resolver los problemas agrícolas y de energía de las zonas rurales, sino una actividad capaz de contribuir significativamente a mejorar la producción agrícola, el suministro de energía, el medio ambiente y la sostenibilidad. Su contribución final dependerá de una combinación de factores sociales, económicos, ambientales, de energía y tecnológicos. El carácter multifuncional de la agricultura y la tierra, y su posible función en la producción de energía, deberían ser objeto de mayor reconocimiento, junto con la necesidad de un estímulo político positivo y adaptaciones socioculturales.

Breves consideraciones sobre la relación entre capital y energíaLa prioridad de un Estado debe ser lograr acceso a energía que sea de apariencia ilimitada, y que se encuentra más allá de las actuales fronteras tecnológicasEstructura de los sistemas organizativos Cualquier sistema organizativo requiere una energía que mantenga su estructura. Para capturar esa energía cualquier sistema organizativo requerirá por tanto, al menos, de tres subsistemas: Sensores para localizar esa energía. Herramientas para capturarla. Un sistema decisor, encargado de distribuir la energía de que dispone en

cada momento, de modo que pueda enviar más o menos energía hacia sensores o herramientas. Además de sensores, herramientas y decisores, un sistema organizativo requerirá diferentes sistemas de comunicación entre sus subsistemas y también podrá tener complejísimos transformadores de energía, sistemas de mantenimiento, &c. Ahora bien; la estructura básica antes descrita y, en función de ella, su criterio prioritario de toma de decisiones, permanece inalterable. De esto se deduce también que los sistemas organizativos operan entonces de manera secuencial, es decir: es necesaria una información de los sensores para que el decisor opte por una determinada estrategia de inversión energética. Ésta, a su vez, irá dirigida hacia los sensores, hacia las herramientas, o hacia el propio decisor. Cada paso dado alterará las probabilidades de acceso a energía del sistema vivo. Por lo tanto, e independientemente de la complejidad del sistema vivo analizado, ocurrirá que: Un sistema vivo tomará sus decisiones en base a la información sobre probabilidades de acceso a energía suministrada por sus sensores, y entregará energía a sus sensores y herramientas en función de esta información. Entenderemos por lo tanto que el decisor no tomará sus decisiones en base a la energía de que dispone, sino que dispondrá de su energía en base a la información

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que le envíen sus sensores. Es decir, en base a las probabilidades de acceso a nueva energía de que disponga. Dicho de otro modo: cualquier sistema organizativo opera en un modo esencialmente probabilístico. Acceso a la energía Dada esta estructura básica, existen sólo dos formas de acceder cada vez a más energía: bien localizando nueva energía –es decir, mediante la mejora y evolución de

los sensores–, bien mediante un aumento de la eficiencia energética que permita acceder a

cada vez más energía –es decir, mejorando las herramientas–.Igualmente, desde el punto de vista de la energía a la que es posible acceder, sólo existen también dos opciones fundamentales: A. Los sensores localizan energía, pero no los límites de dicha energía.B. Los sensores han localizado los límites de su banco de energía. El caso A tendrá lugar cuando las fronteras de la energía disponible son, en la dimensión explorada, más extensas que las fronteras a las que acceden los sensores que intentan localizarla. Imaginando que la energía disponible tiene forma de círculo, los sensores, dentro de ese círculo, pueden barrerlo, pero siempre en círculos de radio más pequeño que el radio del círculo de energía. Por lo tanto no alcanzan a «ver» dónde acaba esa energía. Esa energía, por lo tanto, se aparece ante el sistema vivo como ilimitada. Un sistema organizativo tenderá en esta situación, en promedio, a invertir más de la energía de que dispone en sus sensores, para aumentar su capacidad de localizar más de esa ilimitada energía, y también a invertir más en herramientas para capturarla. El decisor también invertirá en sí mismo, en su propio desarrollo, ante la necesidad de tomar decisiones sobre un sistema crecientemente complejo. Por todo esto podemos afirmar que un sistema organizativo en esta situación, es decir, ante la apariencia de acceso ilimitado a energía, se encuentra en fase expansiva. La situación B se produce una vez que el sensor ha localizado los límites de la energía de la que dispone. Si imaginamos de nuevo que la energía disponible tiene forma de círculo, entonces los sensores del sistema habrán ido aumentando su radio de acción hasta que, finalmente, los dos círculos coinciden. En este caso el decisor dispone de diferentes opciones de cara a optimizar su estrategia: Respecto a su inversión en sensores: puede continuar con ella, multiplicándola incluso si es necesario mediante una mayor inversión también en herramientas. En ese caso aumenta sus probabilidades de acceso a nueva energía, pero ésta tendrá que ser, o bien de un tipo no conocido, o bien de un tipo conocido pero aún no localizado. En ambos casos el acceso a esta energía es, por tanto, estrictamente no predecible. Sí es predecible, sin embargo, que la inversión en esta búsqueda acelerará el consumo de la

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energía disponible. Es, por tanto, una estrategia arriesgada, a la espera de que un golpe de fortuna permita al sistema organizativo acceder a la ansiada nueva fuente de energía. La otra opción es la reducción del consumo: reducir la inversión en sensores a la espera de que, aún así, en un golpe de azar esas nuevas fuentes aparezcan. El sistema organizativo dispondrá de sensores de inferior calidad, y por tanto de menor probabilidad de alcanzar esa nueva energía. Pero a cambio reducirá su consumo, y dispondrá de más tiempo para que sus sensores localicen azarosamente esa energía. También para las herramientas existen dos opciones en un entorno de limitación energética: el primer caso será aquel en que, además de la limitación energética, exista una competencia por la energía restante, es decir, si existe más de un sistema organizativo que aspira a consumir esa energía ya localizada. En este caso el sistema organizativo no tendrá opción: deberá seguir suministrando energía a sus herramientas, con la esperanza de acaparar la mayor parte de la energía disponible y de que, durante ese plazo, los sensores descubran nueva energía. De existir un caso en el que no se produzca competencia por la energía limitada restante, es decir, que ese sistema organizativo sea el único capaz de acceder al banco de energía, la mejor estrategia pasaría a ser la de disminuir también la energía enviada a sus herramientas: una estrategia de recorte de gastos para así, pacientemente, esperar que la localización azarosa de una nueva fuente energética tenga lugar por parte de los sensores. Finalmente, y en lo que sí invertirán los decisores, es tanto en sensores como en herramientas útiles para el control del gasto. Sensores y herramientas capaces de lograr que los sensores y herramientas ya existentes hagan el menor consumo energético posible Podemos decir que un sistema organizativo en esta situación se encuentra en fase recesiva. Un breve ejemploImaginemos un pueblo de 100 habitantes que dispone en su centro de un pozo de petróleo, que los vecinos extraen con una cuerda y un caldero. Por más que han tirado cuerdas atadas con piedras, nadie ha sido capaz de encontrar el fondo del pozo. Así que, aunque todo el mundo sabe que el pozo ha de tener algún fondo, el pozo es percibido, de hecho, como un pozo sin fondo. La mejor estrategia para el pueblo, y la que se impondrá, es que todo el mundo acceda al pozo libremente (nadie permitiría, ni tendría sentido, el veto de acceso a una fuente de apariencia ilimitada). El precio de ese petróleo estaría asociado al de su extracción, y con él el pueblo se desarrollará invirtiendo cada vez más, según lo descrito, en sensores y herramientas. En este caso, según lo descrito, estaremos hablando de un sistema organizativo en fase expansiva.

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Ahora bien: un buen día alguien aparece con un sensor muy especial, una cuerda extraordinariamente más larga que cualquier otra. En medio de gran expectación la introduce en el pozo atada a una piedra y... el fondo del pozo aparece. En ese mismo momento la estrategia de los vecinos cambiará. Si no hay más pueblos, ni perspectivas de encontrar más pozos de petróleo, se restringirá tanto la inversión en sensores como en herramientas. Dado que existe una cantidad de petróleo más o menos determinada, es posible deducir cuánto corresponde a cada individuo. Pero recordemos que las decisiones se toman, precisamente, en base a las probabilidades de acceso a más energía. Es, por tanto, estrictamente imposible llegar a acuerdos de reparto, y será tanto más difícil cuanto más escasee. El petróleo del pozo tenderá por tanto a concentrarse en unas pocas manos. Aún sin que haya cambiado la cantidad de petróleo disponible en el pozo, súbitamente el pueblo habrá entrado en una fase recesiva. La sociedad actual desde el punto de vista de sus probabilidades de acceso a energía Trataremos de utilizar ahora este esquema para extraer conclusiones sobre la situación energética actual, definiéndola como recesiva, y proponer medidas a tomar para redirigirla hacia una tendencia expansiva. Como se ha descrito, consideraremos que las decisiones en cualquier sistema organizativo, incluyendo las organizaciones sociales, no se toman en base a la energía de que dispone el sistema organizativo, sino en base a la información que los sensores ofrecen respecto a las probabilidades de acceso a nueva energía. Según el esquema trazado podemos decir que la situación energética de la sociedad humana en su conjunto es, desde 1973, asimilable a una fase recesiva. Es preciso recordar que durante los años 50 y, especialmente, los 60, las sociedades occidentales operaron de forma expansiva, es decir, invirtiendo en sensores y herramientas. Y esto no porque el petróleo fuera ilimitado, sino porque se presentaba en ese momento como de apariencia ilimitada. En consecuencia las estrategias globales en ese momento eran ideológicas, no energéticas. Se invertía en sensores y herramientas en busca de nuevas fronteras de todo tipo, y por eso podemos decir que esos años fueron una época expansiva no sólo en términos tecnológicos, sino también culturales y sociales. El argumento es sencillo: ante la perspectiva de una energía de apariencia ilimitada, son posibles las utopías. El 73, con la localización de los límites energéticos y, en consecuencia, el comienzo de la lucha por su control, marcó el paso del sistema social hacia una fase recesiva. Lenta pero previsiblemente las estrategias globales se fueron haciendo menos ideológicas y más energéticas. En un entorno de competencia la búsqueda de nuevas fronteras se estancó en todos aquellos campos que no ofrecían perspectivas, bien de ofrecer incrementos bien en la productividad –captación de energía externa a cada subsistema organizativo–, bien en el control de gastos en sensores y herramientas. En las fronteras sociales las ideas solidarias fueron extinguiéndose, y en las formales la investigación en la frontera del arte fue sustituida paulatinamente por la publicidad y el marketing.

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Los riesgos actuales Actualmente se considera que, si aún resta petróleo para 50, 100 ó 200 años, podremos seguir operando durante al menos una buena parte de ese tiempo en unas condiciones similares a las actuales, en forma tal que suaves incrementos de los precios del barril de petróleo se verán compensados con suaves contracciones de la demanda, y que este efecto es suficiente para permitir avanzar a la economía por la senda seguida hasta el momento. En base a las premisas expuestas se pretende concluir que este planteamiento es erróneo. Esto se debe a dos razones: La primera es que la sociedad humana está formada por un conjunto de subsistemas que entran en competencia entre sí por el acceso a la energía. Por lo tanto, y como hemos visto, esto obliga a que pese a haber localizado sus límites energéticos, el sistema social humano continúe mejorando su eficiencia energética, lo que en la clasificación de los diferentes sistemas organizativos en función de sus probabilidades de acceso a energía definíamos como estrategia arriesgada. La segunda es que las sociedades desarrolladas han encontrado una forma específica de acumular energía, energía potencial: el dinero. El dinero es energía potencial literalmente, en tanto que es una medida de nuestra capacidad de acceder a un consumo energético directo o indirecto. Ahora bien: según hemos visto, la energía del sistema organizativo tiene valor en tanto en cuanto permita el acceso a nueva energía que permita mantener su estructura. Igualmente de poco servirá el capital de que dispongamos en un mundo sin energía para moverlo, y por tanto, igualmente, el dinero tendrá valor en tanto en cuanto que capaz de acceder a energía. Expresado de otro modo: el capital, aunque puede crecer en procesos especulativos, finalmente tendrá valor en tanto exista energía de la que podamos disponer para gastarlo. Al igual que no es concebible acceder a energía sin dinero, podemos decir que tampoco lo es consumir ese dinero sin energía. Podemos hablar entonces de la necesidad de que exista una cierta cantidad de energía disponible para que el dinero tenga valor. Es decir, un «Patrón energía», o cantidad de energía disponible necesaria por unidad monetaria. Pero además, como hemos visto, pese a haber localizado nuestros límites energéticos existe competencia por el acceso a esa energía. Por lo tanto seguirá siendo rentable la inversión en eficiencia energética, es decir, en aumentar las probabilidades de acceso a la energía disponible de cada uno de los operadores, aún a riesgo de acelerar la extinción de la energía para el conjunto de todos ellos. Esto provoca, como sabemos, continuos avances tecnológicos que hacen que vivamos un momento de incremento exponencial de la eficiencia energética. Es decir, gracias a las mejoras tecnológicas, con el mismo dinero podemos consumir cada vez más energía. En resumen, el «Patrón Energía», es decir, la cantidad de energía de que deberíamos disponer por unidad monetaria, crece constantemente.

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Por lo tanto en estos momentos se dan simultáneamente las siguientes circunstancias: Cada día que pasa crece el capital, incrementado además en procesos

especulativos. Ese capital requiere, para tener valor, una cierta cantidad de energía. Un

«Patrón energía». A causa de la acelerada evolución tecnológica, cada día que pasa ese

«Patrón energía» es mayor. Por lo tanto la misma cantidad de dinero permite, y en consecuencia requiere para mantener su valor, la posibilidad de consumo de una cantidad mayor de energía. Sin embargo la energía disponible, y actualmente no renovable, esencial al

proceso, decrece. Este proceso lleva teniendo lugar desde hace más de 30 años, es decir, desde la localización de los límites energéticos disponibles (crisis del petróleo). En resumen: Desde hace más de 30 años se está acumulando un capital que no dispone de energía real acorde con su necesidad potencial, cada vez mayor, mientras que la energía disponible es cada vez menor. Dado que hasta el momento presente la demanda de conversión del capital en energía ha sido cubierta, el proceso permanece latente, pero no por ello es menos real, porque el capital acumulado sigue creciendo, y con él su necesidad energética. Este proceso es totalmente independiente del hecho de que consigan compensarse pequeñas subidas del precio del petróleo con determinadas restricciones de la demanda. Esto puede aplazar el proceso, pero no detendrá el fenómeno profundo de pérdida de valor del capital. Este proceso de pérdida de valor, con características de crecimiento exponencial, sólo puede desembocar en una crisis de carácter hiperinflacionario. El boom inmobiliario global no es sino un síntoma de que el capital pierde valor como vehículo de acceso a nueva energía. Si, como hemos vito, la energía le es útil a un sistema organizativo en tanto le permita el acceso a más energía (y pueda, en el proceso, conservar su estructura) el capital, en tanto que energía potencial, le es útil a un sistema social en cuanto le permita el acceso a más capital. Este es uno de los fundamentos del desarrollo económico moderno. Pero, finalmente, habrá que hacer necesariamente una conversión a energía real disponible. En un entorno de limitación energética como el actual esto cada vez resultará más difícil, y por tanto también lo será generar capital en procesos productivos (algo que sólo el acelerado aumento de la eficiencia energética, basado principalmente en la casual aparición de la informática, justo al comienzo de la era recesiva, está consiguiendo mantener) y el capital, en busca de salidas, provocará el florecimiento de procesos especulativos. De ser correcto este planteamiento, esta crisis acabará estallando en fecha totalmente impredecible, y con ella todas las crisis asociadas ya conocidas. De hecho, cuanto más se acumule un desfase entre ambas variables, más difícil y traumático será el reajuste.

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Algo muy parecido a ir añadiendo carriles a una autopista para posponer el atasco que tiene lugar en el estrecho camino que se encuentra a su final. Existe al menos una solución A falta de una idea mejor, la única forma de detener este proceso es garantizar al capital una convertibilidad en energía, es decir, buscar y acceder a nueva energía. Pero con un criterio específico. La única forma de evitar una crisis de estas características se basa, precisamente, en invertir en la localización y acceso a una nueva energía que, al igual que lo fueron en su tiempo el carbón y el petróleo sea, al menos en apariencia, ilimitada. Sólo en estas circunstancias se puede seguir generando capital con valor energético o, según la terminología aquí utilizada, solamente así se disfrutará de un «Sistema organizativo social expansivo». De no alcanzarse esta equivalencia, y de prolongarse la situación, se irá produciendo un arco de diferencias crecientes a favor del primero que irá tensándose hasta saltar antes o después. Sobre las estrategias de búsqueda de una energía de apariencia ilimitada El ejemplo de las denominadas «energías alternativas», denominadas así en tanto que no son capaces de sustituir al petróleo, es útil para comprobar que tales energías no serán consideradas por los mercados como una salida viable para su necesidad de gasto energético. Por lo tanto no serán percibidas como esa necesaria energía «de apariencia ilimitada», y no podrán detener el proceso hiperinflacionario. La buena noticia es que el proceso es viable. De hecho, se está llevando a cabo. Proyectos de investigación en fusión nuclear como el ITER son la prueba. Simplemente se está actuando con un criterio equivocado pues en estos proyectos los gobiernos consideran que su mejor estrategia, su estrategia, por tanto, prioritaria, consiste en favorecer a sus empresas para así generar empleos e impuestos que, a su vez, les favorezcan a ellos. Pero parten de una premisa que, como hemos visto, puede ser errónea: que el dinero es un valor sólido, de convertibilidad energética garantizada. Sin embargo, si se acepta que el valor del dinero está asociado a la disponibilidad energética, pasará a aceptarse también que la mejor inversión del conjunto de los estados, y por tanto prioritaria, no será disputar por la generación de capital, sino en todo caso por el acceso a más energía. Los únicos gobiernos que actualmente están cumpliendo con la función básica de buscar acceso a la energía son aquellos que persiguen el control directo de los recursos petrolíferos existentes. Sin embargo esta estrategia, aunque históricamente correcta, no resulta viable en una economía globalizada. Pero no porque sea globalizada, sino porque debido a ello ya son conocidos, aproximadamente, los límites energéticos globales. Hemos tirado una larga cuerda, y hemos encontrado el fondo. Esto hace que, basándose exclusivamente en ellos, no sea posible escapara a una fase recesiva cada vez más acusada. Las guerras se entablan cuando se percibe que, más allá de las fronteras existentes, existe la probabilidad de acceso a nueva energía. Pero hoy la frontera que nos separa

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a todos del acceso a nueva energía, y la única que puede conquistarse para volver a poner en valor al capital no es geográfica, sino tecnológica. La prioridad de un Estado debe ser, por tanto, lograr acceso a energía que sea de apariencia ilimitada, y que se encuentra más allá de las actuales fronteras tecnológicas. La responsabilidad de encontrar nuevos accesos energéticos corresponde a los Estados Es preciso recordar que, en un entorno de limitación energética, la responsabilidad de garantizar acceso a la energía corresponde a los estados, no a las empresas. Solamente cuando existe una apariencia de acceso ilimitado a la energía los estados pueden ceder ese control, y de hecho lo ceden, a la iniciativa privada. En tales el proceso crecerá saneadamente, y así seguirá mientras los límites de la nueva energía no sean descubiertos. En ese momento el capital volverá a correr el riesgo de perder valor. Todo esto es, por lo demás algo obvio, ya que sin energía el propio estado carece de viabilidad. Es posible que algunos estados puedan prosperar sin acceso a energía, sino sólo al capital, pero no el conjunto de los mismos. Garantizar el acceso a la energía es prioritario respecto a garantizar el derecho a la cultura, pues ésta se sustenta, y germina, precisamente en concurrencia de superávit energéticos. Garantizar el acceso a la energía es prioritario respecto a la inversión en infraestructuras, porque éstas carecen de sentido si no se garantizan previamente recursos energéticos para su uso. Garantizar el acceso a la energía es prioritario, incluso, respecto a la propia inversión en tecnología entendida de un modo genérico, es decir, si no se enfoca hacia la búsqueda de nuevos recursos energéticos, sino hacia la mayor eficiencia en el consumo de los recursos limitados disponibles, como actualmente sucede, pues estos aumentos de la eficiencia en el consumo energético incrementarán, como hemos visto, el «Patrón energía», presionando los límites energéticos disponibles y anticipando la crisis.

Lo último, pero lo más importante: determinación en el proceso Pero si buscar una energía de apariencia ilimitada es importante, no lo es menos cómo hacerlo. Recordemos que los sistemas organizativos operan no con la energía de que disponen, sino con las probabilidades de acceso a energía que les suministran sus sensores. Dicho de otro modo: tanto o más importante que culminar con éxito el proceso investigador será mostrar una absoluta determinación al garantizar que culminará con éxito, y que lo hará de la forma más rápida posible. Desde el momento en que ese compromiso sea indudable el dinero comprenderá que, en un plazo razonable, encontrará una vía de escape. Una salida. Valor. Por lo tanto, en este proceso los plazos son muy importantes. No sólo porque la fecha de la explosión hiperinflacionista es impredecible, sino porque al ritmo que avanzan el conocimiento y la tecnología no son creíbles proyectos que se conceden a sí mismos

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50 años para llegar a éxito. Ante ellos el capital actuará como si las investigaciones no estuvieran teniendo lugar. De hecho, con esta estrategia la crisis podría estallar la víspera de anunciarse que, efectivamente, el acceso a energía de apariencia ilimitada se había conseguido. Además proyectos a tan largo plazo tenderán a quedar desfasados, generando desaliento e incertidumbre sobre la oportunidad de nuevas grandes inversiones y cegando así, paulatinamente, la única vía de escape posible. Ahora bien: el propio proceso, una vez puesto en marcha y adecuadamente canalizado, será expansivo, optimista. Permitirá al capital invertir no en más capital, sino en más energía, generadora potencial de una riqueza incalculable. Por tanto, una vez encarrilado, se retroalimentará.

Lanzan portal sobre energía e infraestructura en SudaméricaLa Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) busca impulsar la integración y modernización de la infraestructura física bajo una concepción regional del espacio Suramericano. Es un proyecto de alto contenido político, orientado a crear sólidas bases sobre las cuales sustentar un proceso de integración regional para alcanzar una inserción competitiva, eficiente y equitativa de nuestra región en el contexto de la globalización. Esta iniciativa se justifica sobre la base de la necesidad de una agenda renovada de desarrollo, que restablezca un patrón de crecimiento sostenido, creador de empleo, incluyente y participativo, que valore la riqueza ambiental y la riqueza cultural de nuestra región.Organizaciones de Sudamérica, América del Norte y Europa, participan de una Articulación frente al estilo de desarrollo planteado por IIRSA y otros grandes planes de infraestructura regional, y a sus impactos en la sociedad y el ambienteSudamérica es la región con mayor biodiversidad del mundo y posee importantes recursos naturales. La enorme extensión de sus fértiles bosques, su riqueza minera, el agua dulce y su potencial energético, hacen que sea vista como un “gran negocio por explorar”. Nadie duda de que los países de Sudamérica necesitan desarrollarse e integrarse, pero la pregunta es “cómo” y “a quiénes beneficiará ese desarrollo”.Entre las propuestas regionales y nacionales para el desarrollo y la integración, se destacan actualmente la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), el propuesto Banco del Sur y el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) lanzado recientemente por Brasil, entre otros.En el año 2000, los gobiernos de los 12 países sudamericanos lanzaron a IIRSA, probablemente el plan más ambicioso de inversión en la infraestructura del continente que haya existido nunca. La iniciativa plantea la construcción de 10 ejes de grandes obras que incluyen mega-carreteras, represas, gasoductos e hidrovías a lo largo y ancho de América del Sur.Estos grandes ejes atraviesan áreas de enorme riqueza en diversidad biológica y cultural, que podrían generar impactos notables sobre las comunidades, la salud de los ecosistemas y la capacidad de éstos para prestar servicios ambientales fundamentales

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para el desarrollo humano. América del Sur, una región de 18 millones de km2, donde habitan 350 millones de personas, ubicadas en doce países, tiene la mayor diversidad biológica y la mayor oferta de agua dulce del planeta.Organizaciones civiles de diferentes países sudamericanos, como también de Europa y América del Norte, ven con preocupación a estas grandes obras y proyectos y reclaman otro tipo de integración regional en beneficio de las sociedades de los países del subcontinente, en clara referencia a IIRSA y las otras grandes iniciativas planteadas a una escala sin precedentes.El lanzamiento del portal www.infraest-energ-sudamerica.org busca generar un espacio de información pública, con el objetivo de potenciar las capacidades de incidencia política y social, generando procesos alternativos sustentables sobre la base de que otra integración posible. El nuevo portal es también de especial interés para comunicadores sociales, periodistas especializados, formadores de opinión, investigadores y tomadores de decisión de diferentes niveles.El portal refleja entre otras la preocupación por el auge de los agrocombustibles y la expansión sin control de la frontera agrícola y de mega-obras de infraestructura, teniendo en cuenta que esto puede generar costos mucho mayores que los beneficios de corto plazo, con el agravante de que tales beneficios tenderían a distribuirse de forma inequitativa en la sociedad.Solamente en Brasil, las represas ya desplazaron de sus tierras a millones de personas, inundaron más de 34 mil Km2 de tierras fértiles, bosques y regiones ribereñas, destruyendo paisajes y culturas e impactando gravemente en la biodiversidad. Otro caso son las hidrovías que se proyectan, despertando inquietudes particularmente asociadas con la afectación de recursos hidrobiológicos, la seguridad ambiental y los medios de vida de las comunidades locales y pueblos indígenas.La sociedad civil organizada está pidiendo transparencia e información respecto de la forma en que se identifican, evalúan y financian los proyectos y mega-proyectos que son parte de la iniciativa IIRSA, entre otras. La información oportuna, transparente y objetiva será de enorme utilidad no solamente para la sociedad, sino también para que los sectores gubernamentales y otros interesados puedan participar, enriquecer y eventualmente reorientar los proyectos.

Sobre energía e infraestructura en SudaméricaTiene como objetivo difundir, evaluar y poner en discusión las políticas e iniciativas de las grandes obras de infraestructura y energía en Sudamérica. Organizaciones de Sudamérica, América del Norte y Europa, participan de una Articulación frente al estilo de desarrollo planteado por IIRSA y otros grandes planes de infraestructura regional, y a sus impactos en la sociedad y el ambiente y puede accederse desde www.infraest-energ-sudamerica.org.Sudamérica es la región con mayor biodiversidad del mundo y posee importantes recursos naturales. La enorme extensión de sus fértiles bosques, su riqueza minera, el

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agua dulce y su potencial energético, hacen que sea vista como un “gran negocio por explorar”. Nadie duda de que los países de Sudamérica necesitan desarrollarse e integrarse, pero la pregunta es “cómo” y “a quiénes beneficiará ese desarrollo”. Entre las propuestas regionales y nacionales para el desarrollo y la integración, se destacan actualmente la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), el propuesto Banco del Sur y el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) lanzado recientemente por Brasil, entre otros. En el año 2000, los gobiernos de los 12 países sudamericanos lanzaron a IIRSA, probablemente el plan más ambicioso de inversión en la infraestructura del continente que haya existido nunca. La iniciativa plantea la construcción de 10 ejes de grandes obras que incluyen mega-carreteras, represas, gasoductos e hidrovías a lo largo y ancho de América del Sur. Estos grandes ejes atraviesan áreas de enorme riqueza en diversidad biológica y cultural, que podrían generar impactos notables sobre las comunidades, la salud de los ecosistemas y la capacidad de éstos para prestar servicios ambientales fundamentales para el desarrollo humano. América del Sur, una región de 18 millones de km2, donde habitan 350 millones de personas, ubicadas en doce países, tiene la mayor diversidad biológica y la mayor oferta de agua dulce del planeta. Organizaciones civiles de diferentes países sudamericanos, como también de Europa y América del Norte, ven con preocupación a estas grandes obras y proyectos y reclaman otro tipo de integración regional en beneficio de las sociedades de los países del subcontinente, en clara referencia a IIRSA y las otras grandes iniciativas planteadas a una escala sin precedentes. El lanzamiento del portal www.infraest-energ-sudamerica.org busca generar un espacio de información pública, con el objetivo de potenciar las capacidades de incidencia política y social, generando procesos alternativos sustentables sobre la base de que otra integración posible. El nuevo portal es también de especial interés para comunicadores sociales, periodistas especializados, formadores de opinión, investigadores y tomadores de decisión de diferentes niveles. El portal refleja entre otras la preocupación por el auge de los agrocombustibles y la expansión sin control de la frontera agrícola y de mega-obras de infraestructura, teniendo en cuenta que esto puede generar costos mucho mayores que los beneficios de corto plazo, con el agravante de que tales beneficios tenderían a distribuirse de forma inequitativa en la sociedad. Solamente en Brasil, las represas ya desplazaron de sus tierras a millones de personas, inundaron más de 34 mil Km2 de tierras fértiles, bosques y regiones ribereñas, destruyendo paisajes y culturas e impactando gravemente en la biodiversidad. Otro caso son las hidrovías que se proyectan, despertando inquietudes particularmente asociadas con la afectación de recursos hidrobiológicos, la seguridad ambiental y los medios de vida de las comunidades locales y pueblos indígenas. La sociedad civil organizada está pidiendo transparencia e información respecto de la forma en que se identifican, evalúan y financian los proyectos y mega-proyectos que son parte de la iniciativa IIRSA, entre otras. La información oportuna, transparente y objetiva será de enorme utilidad no solamente

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para la sociedad, sino también para que los sectores gubernamentales y otros interesados puedan participar, enriquecer y eventualmente reorientar los proyectos.

Hace más de 30 años, un estudio sobre las tendencias crecientes de consumo puso en alerta a los políticos y científicos de todo el mundo. Difundido con el título Los límites del crecimiento (Meadows et al.), el estudio fue realizado por el Club de Roma y se convirtió en un clásico para el análisis de la relación entre producción y ambiente. Durante toda la década de 1970 y buena parte de la de 1980, aquel trabajo impulsó varias teorías y estudios que procuraron analizar el problema de los límites que la naturaleza imponía al modelo de desarrollo. En 1990, los fuertes impulsos neoliberales borraron buena parte de aquellos esfuerzos, y la idea de un crecimiento ilimitado basado en los avances tecnológicos se impuso abrumadoramente en los medios políticos y académicos de todo el mundo.La energía, muy presente en el trabajo de Meadows, atravesó los avatares de esta trayectoria, pasando del impacto inicial (el libro salió en la época en que se producía el primer gran shock petrolero) a la furia expansiva de los 90. Sin embargo, ya en el siglo XXI, pareciera que el tema energético se perfila como el primer recordatorio de aquellos viejos anuncios que afirmaban que en la vida todo tiene un límite.

Los límites políticos y los límites físicos de la energíaUno de los elementos más conocidos de este límite es el cambio climático. Durante la Cumbre de Río de 1992, los gobernantes de todo el mundo reconocieron lo que hacía más de diez años venían anunciando los científicos: el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera estaba provocando un cambio climático que tendría consecuencias negativas para la vida en la Tierra. Sin embargo, cinco años después, las medidas que se anunciaron en Kioto resultaron visiblemente escasas. El pobre compromiso de reducir en 5% las emisiones para el año 2012 era demasiado poco en relación con los esfuerzos solicitados por los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)1, que demandaban una reducción inmediata de 60% de las emisiones globales. Hoy, a casi diez años de haberse firmado el Protocolo de Kioto, las amenazas son mayores, ya que todo hace pensar que ni siquiera ese límite será observado por los países firmantes de la Convención de 1992.A pesar de ello, las hipótesis del IPCC han ido ganando fuerza con los sucesivos reportes. Según muchos especialistas, las consecuencias previstas en la teoría se están cumpliendo en la práctica: cambios en los regímenes de precipitaciones, elevación del nivel del mar, aumento de la temperatura. También se ha determinado de forma concluyente que el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) es la principal causa del aumento del efecto invernadero que está recalentando la Tierra (IPCC).Las fuentes energéticas suelen dividirse en primarias y secundarias. Las primarias son aquellas que pueden tomarse directamente de la naturaleza, mientras que las

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secundarias requieren una transformación para ser utilizadas. El petróleo, el gas, el carbón, las biomasas, la energía hidráulica y la eólica son ejemplos de fuentes primarias, mientras que la electricidad, la gasolina y el carbón vegetal son ejemplos del segundo grupo. El 90% del total de la oferta de energía primaria que se utiliza hoy proviene de alguna de tres fuentes primarias que suman dióxido de carbono a la atmósfera: petróleo, gas natural y carbón mineral. Los analistas y centros de energía más influyentes auguran un crecimiento de 50% del consumo energético en los próximos 15 años. ¿No habrá un límite político al uso de estas fuentes energéticas? Acuerdos como el Protocolo de Kioto necesariamente deberán profundizarse si se quiere evitar un desastre planetario.Quizá no sea factible que una organización política internacional como las Naciones Unidas establezca límites al uso de energías fósiles y su consiguiente carga de emisiones contaminantes. Pero sí puede haber un límite real, y es el límite que todo recurso finito tiene: el agotamiento. En la época de Meadows se calculaba el tiempo que demandaría agotar todos los recursos petroleros del planeta y se pronosticaba el fin de los recursos fósiles. Sin embargo, los grandes pozos petroleros del mundo se descubrieron después de la aparición de Los límites del crecimiento, y aquellas predicciones resultaron fallidas. A 30 años de aquellos pronósticos, el consumo de petróleo pasó de 2.753 millones de barriles en 1973 a 3.767 millones en 2004.La extracción2 diaria de petróleo es del orden de los 75 millones de barriles, y se espera una demanda creciente de 2% anual para los próximos años, por lo que en 2020 se necesitarán unos 100 millones de barriles diarios. Esto requiere de nuevas y urgentes prospecciones y descubrimientos de reservas, pues las actuales ya no pueden aumentar su capacidad de extracción. El problema es que las grandes reservas petroleras fueron identificadas durante la década de 1970 y hace más de 20 años que, a pesar de los esfuerzos de exploración, no se encuentran reservas de grandes dimensiones. El 80% del petróleo que se consume hoy en el mundo proviene de pozos descubiertos en la década de 1970, que están llegando a su techo de extracción diaria3. Esto no quiere decir que el petróleo se haya agotado, pero significa que, a partir de ahora, se podrá sacar menos cada día. Si la curva de consumo de combustible es creciente y la extracción de petróleo es decreciente, se abren dos alternativas: o reducimos el consumo cambiando la dirección de la curva o encontramos urgentemente algún sustituto.La primera opción nos remite a los postulados básicos de Los límites del crecimiento. La segunda, como veremos más adelante, también. En cuanto al carbón y el gas natural, las reservas alcanzarían para extender por unos años más el uso de estos combustibles. Sin embargo, el gas natural bastaría para muy pocos años (unos diez), mientras que el carbón no serviría como sustituto del petróleo en muchos usos, además de que genera una serie de problemas ambientales que lo hacen muy poco recomendable. Por lo tanto, ya sea por razones ambientales o por la escasez de

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recursos, estamos a punto de perder la base energética que sostiene el crecimiento económico del mundo.

El patrón de crecimiento energéticoDurante muchos años, en América Latina la cuestión energética fue un asunto de los Estados. La explotación y la transformación de los recursos energéticos estaban en manos del sector público, y la participación privada era marginal en el conjunto del negocio. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) eran los agentes financieros que posibilitaban la construcción de infraestructura y los activos energéticos quedaban bajo el control estatal.Sin embargo, a partir de las reformas iniciadas en Chile a fines de la década de 1980 bajo la influencia de los «Chicago boys», el sector energético comenzó a tomar otra dirección. En parte por razones ideológicas –el neoliberalismo se difundía por la región– y en parte por la corrupción instalada en muchos países latinoamericanos, la banca multilateral de desarrollo cambió su estrategia de financiamiento y comenzó a orientarla hacia el sector privado. A partir de entonces, los proyectos energéticos debieron cumplir con ciertos requisitos básicos para conseguir apoyo financiero: favorecer la inversión privada en el sector, fomentar la libre competencia, instaurar nuevos marcos regulatorios para la energía y promover la integración energética (Banco Mundial; BID 2000). En el marco de estas reformas, las empresas estatales y los recursos energéticos comenzaron a ser privatizados –en muchos casos volvieron a servir para enriquecer a políticos corruptos– y las grandes corporaciones de la energía fueron ocupando lugares que, hasta pocos años antes, eran considerados «estratégicos». Aun cuando se mantuvieran algunas empresas de carácter público o mixto, éstas debían actuar con «orientación comercial» para garantizar el funcionamiento del nuevo sistema.

Las iniciativas regionalesCon el impulso de la banca internacional, se creó la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa), un foro de diálogo entre las autoridades responsables de la infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones en los doce países sudamericanos, que contó con apoyo financiero del BID, la Corporación Andina de Fomento y el Fondo para el Desarrollo de la Cuenca del Plata. El objetivo es claro. En el marco del proceso de «integración energética» (el Iirsa contiene diversos «procesos sectoriales»), se propone «promover acciones tendientes a crear las condiciones necesarias para que se desarrollen eficientes interconexiones energéticas regionales, en un marco regulatorio que promueva la competencia y el libre comercio». Pero no es la única iniciativa en ese sentido. El Mercosur, nacido en 1991 con el objetivo de integrar comercialmente a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, también tuvo su capítulo energético. En dos documentos (Memorando 10/98 y Memorando 10/99) se fijaron las pautas para la integración eléctrica y gasífera. Allí se plantearon

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los objetivos generales: abrir la competencia en el mercado de generación; declarar sujetas a reglas de libre comercio las transacciones que realicen los agentes de mercado reconocidos de los distintos países, y fomentar la competitividad del mercado de producción de gas natural, sin la imposición de políticas que puedan alterar las condiciones normales de competencia. Como se observa, hay dos grandes objetivos, tanto en el plano internacional como en el regional: abrir los mercados a la libre competencia y fomentar la interconexión como ejes para las estrategias energéticas.En 1980, se consumieron en América Latina un total de 247 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo). Para 2004, el consumo había ascendido a 483 Mtep, la mitad de ellos de petróleo. Es habitual que se señale una relación prácticamente directa entre el crecimiento del sector energético y el desarrollo.Así, las inversiones en el sector se han justificado en la necesidad de generar empleo, brindar servicios energéticos a la mayoría de la población y generar riqueza para la sociedad. Sin embargo, la historia latinoamericana de los últimos 25 años demuestra que se ha duplicado el consumo de energía sin haber avanzado mucho en la reducción de la pobreza.No hay, en la historia reciente de la región, una relación directa entre la energía y los indicadores sociales. Esta situación pudo haberse corregido internalizando otros valores a la hora de decidir sobre proyectos energéticos: observando a qué sectores de la economía estaba dirigido el nuevo consumo, de qué manera se distribuiría su producto en la sociedad, quiénes serían los más favorecidos. Por ejemplo, una inversión energética que incida en el sector del transporte público de personas tendrá mayores efectos sobre los sectores de bajos recursos que otra relacionada con la industria del aluminio. En el primer caso, la relación es directa (inversión-beneficiario) mientras que en el segundo es indirecta (inversión-puesto de trabajo-beneficiario), pero además tiene un bajo índice de ocupación en relación con la energía consumida.Las industrias han tenido diferentes niveles de consumo energético y de empleo según la rama. Un estudio sobre Brasil (Bermann) demuestra que, mientras ramas como la metalúrgica tienen un nivel de empleo de seis trabajadores por tep/año, la textil puede dar trabajo a 248 personas por cada tep/año de energía consumida. Por lo tanto, la incidencia del aumento de consumo energético y del empleo depende, aun dentro del sector industrial, de la rama a la que se aplique.Otro indicador asociado es la eficiencia energética. En América Latina, el consumo de energía aumenta cuando crece la economía, pero no cae en la misma proporción cuando hay recesión. De manera que la tendencia del consumo energético es siempre creciente, aun cuando la economía no crezca. Hoy se consume 7% más de energía que en 1980 para generar la misma unidad de producto, lo que demuestra que la región ha perdido grados de eficiencia energética (Cepal 2002).

¿Integración regional o interconexión energética?

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Como resultado de la creación de mercados competitivos, la privatización, la interconexión y el crecimiento del consumo, llegamos a la mitad de la primera década del siglo XXI con la mayoría de los activos energéticos en manos de unas pocas grandes compañías, además de un proyecto de integración energética sostenido sobre la base de las necesidades empresariales y no de proyectos políticos nacionales que busquen complementarse. La integración energética puede hacerse con distintos objetivos y de distinta manera, y no todas las opciones generan los mismos resultados.La integración a la que asistimos es, esencialmente, una interconexión física para transportar electricidad y gas natural, sin ningún compromiso político y sin aspiraciones de proyectar un desarrollo regional sustentable. Su objetivo principal es lograr el acceso a las fuentes energéticas disponibles a los precios más bajos. Según la teoría «integracionista», de esta manera se optimizarían los recursos energéticos, entendiendo por esto que en cada momento se toma la fuente de energía más barata, independientemente del país donde se encuentre, por lo cual se hace más «eficiente» todo el sistema.Aunque esto puede ser cierto, si no se acompaña con una política común para la distribución de los beneficios del uso de la energía, entonces resulta en un mero abaratamiento de los costos de producción para las grandes industrias.Por otro lado, la interconexión energética supone que cada país cuenta con un cierto excedente y que se dispone a comercializarlo en un intercambio del cual todos se beneficiarán. El problema que enfrentamos hoy en el Cono Sur es que no hay prácticamente excedentes para negociar, pues todos los países han explotado al máximo sus capacidades para abastecer su demanda interna. Hay solo dos excepciones: los excedentes hidroeléctricos de Paraguay (obligado, por los tratados de Itaipú y Yacyretá, a vender a un precio irrisorio toda su energía a Brasil y Argentina) y el gas natural de Bolivia (explotado por las empresas extranjeras hasta el decreto de nacionalización de Evo Morales del 1º de mayo pasado).

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Bibliografía

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