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NUEVAS ESTELAS EPIGRÁFICAS DE CARÁCTER CONMEMORATIVO EN EL NO BURGALÉS 105 SERIE ANTROPOLOGÍA CULTURAL Nº19. BIZKAIKO FORU ALDUNDIA-DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA. AÑO 2015. BILBAO. ISSN 0214-7971 kobie KOBIE SERIE ANTROPOLOGÍA CULTURAL, nº 19: 105-120 Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia Bilbao - 2015 ISSN 0214-7971 Web http://www.bizkaia.eus/kobie NUEVAS ESTELAS EPIGRÁFICAS DE CARÁCTER CONMEMORATIVO EN EL NO BURGALÉS New epigraphic commemorative steles in the north-west of Burgos Jacinto Campillo Cueva 1 Recibido: 25-V-2015 Aceptado: 25-X-2015 Palabras clave: Burgos. Cementerio. Cruce de caminos. Descampado. Epígrafe. Estela discoidea. Estela tabular. Enterramientos cristianos. Siglo XIX. Keywords: Burgos. Christian Burials. Crossroads. Diskshaped Stele. Epigraph. Graveyard. Open Space. 19 th Century. Tabular Stele. Gako-hitzak: Burgos. Hilerria. Bidegurutzea. Eremua. Epigrafea. Disko-formako hilarria. Taula-formako hilarria. Kristau hilobiak. XIX. mendea. RESUMEN Este artículo da a conocer 15 estelas inéditas, descubiertas recientemente en el NO de la provincia de Burgos. Todas ellas tienen una inscripción grabada y son de cronología reciente. Fueron labradas entre finales del siglo XVIII y mediados del XX aunque la mayoría perte- necen a la XIX centuria. Frente a estos rasgos comunes, existe una amplia diversidad tipológica, a pesar del predominio de los tipos discoi- deos y tabulares, y una diversidad funcional que da preferencia a la señalización del lugar de la muerte casual de una persona en descam- pado aunque también pueden señalar el lugar de enterramiento, la localización de un cementerio o un cruce de caminos. SUMMARY In this article you can find fifteen completely new steles which were discovered in the north-west of the province of Burgos. All of them have got a recent chronology and inscription. They were carved between the 18 th century and the middle of the 20 th century, although most of them belong to the 19 th century. In contrast of the common features there is a wide typological diversity (in spite of the fact that there was a predominance of the tabular and diskshaped types) and a functional diversity which focuses on the markings of the chance place of a person’s death which took place in an open space through, on the other hand they can also signpost either the burial place, or the location of a graveyard or a crossroads. 1 IES Diego Marín Aguilera. Burgos. [email protected]

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  • NUEVAS ESTELAS EPIGRÁFICAS DE CARÁCTER CONMEMORATIVO EN EL NO BURGALÉS 105

    Serie AntropologíA CulturAl nº19.BizkAiko Foru AldundiA-diputACión ForAl de BizkAiA.

    Año 2015. BilBAo. iSSn 0214-7971 kobi

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    koBie Serie AntropologíA CulturAl, nº 19: 105-120Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de BizkaiaBilbao - 2015ISSN 0214-7971Web http://www.bizkaia.eus/kobie

    NUEVAS ESTELAS EPIGRÁFICAS DE CARÁCTER CONMEMORATIVO EN EL NO BURGALÉS

    New epigraphic commemorative steles in the north-west of Burgos

    Jacinto Campillo Cueva1

    Recibido: 25-V-2015Aceptado: 25-X-2015

    Palabras clave: Burgos. Cementerio. Cruce de caminos. Descampado. Epígrafe. Estela discoidea. Estela tabular. Enterramientos cristianos. Siglo XIX.

    Keywords: Burgos. Christian Burials. Crossroads. Diskshaped Stele. Epigraph. Graveyard. Open Space. 19th Century. Tabular Stele.Gako-hitzak: Burgos. Hilerria. Bidegurutzea. Eremua. Epigrafea. Disko-formako hilarria. Taula-formako hilarria. Kristau hilobiak. XIX. mendea.

    RESUMEN

    Este artículo da a conocer 15 estelas inéditas, descubiertas recientemente en el NO de la provincia de Burgos. Todas ellas tienen una inscripción grabada y son de cronología reciente. Fueron labradas entre finales del siglo XVIII y mediados del XX aunque la mayoría perte-necen a la XIX centuria. Frente a estos rasgos comunes, existe una amplia diversidad tipológica, a pesar del predominio de los tipos discoi-deos y tabulares, y una diversidad funcional que da preferencia a la señalización del lugar de la muerte casual de una persona en descam-pado aunque también pueden señalar el lugar de enterramiento, la localización de un cementerio o un cruce de caminos.

    SUMMARY

    In this article you can find fifteen completely new steles which were discovered in the north-west of the province of Burgos. All of them have got a recent chronology and inscription. They were carved between the 18th century and the middle of the 20th century, although most of them belong to the 19th century. In contrast of the common features there is a wide typological diversity (in spite of the fact that there was a predominance of the tabular and diskshaped types) and a functional diversity which focuses on the markings of the chance place of a person’s death which took place in an open space through, on the other hand they can also signpost either the burial place, or the location of a graveyard or a crossroads.

    1 IES Diego Marín Aguilera. Burgos. [email protected]

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    LABURPENA

    Artikulu honetan, Burgosko probintziaren ipar-mendebaldean duela denbora gutxi aurkitu diren 15 hilarri berri ezagutarazten dira. Hilarri horiek guztiok inskripzio bat dute grabaturik eta duela gizaldi gutxi egindakoak dira. XVIII. mendetik XX. mendearen erdialdera landutako hilarriak dira; horietako gehienak, baina, XIX. gizaldikoak dira. Ezaugarri komunak badituzte ere, tipologia anitzeko hilarriak aurki ditzakegu, nahiz eta gehienak disko-formako eta taula-formako hilarriak izan. Halaber, funtzio askotako harriak ere badira, baina pertsona bat eremu-ren batean ustekabean hiltzen den tokia seinalatzea lehenesten da harri horietan batik bat; hala ere, hilobiratze-lekua, hilerriren baten kokagunea edo bidegurutzeren bat ere seinala dezakete.

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    2. CATÁLOGO DE ESTELAS.

    2.1. Balbases, Los.

    Estela discoidea de caliza blanquecina de los páramos con superficies terrosas provistas de algunos líquenes amarillentos y grises. Su estado de conservación es deficiente, debido a los des-gastes superficiales que afectan a la inscripción y a los bordes. En principio, se halló próxima al desaparecido cementerio de la iglesia de San Millán, pero posteriormente se trasladó a su interior, donde hoy se guarda. Mide 97 cm de alto, 64 de diámetro y 17 de espesor. El pie, con los laterales convexos, tiene 43 cm de altura, 52 de anchura máxima y 14 de grosor. El disco del anverso lleva una cruz griega en relieve como consecuencia del rehundimiento de los cuatro cuadrantes. La inscripción, en gran medida ilegible, ocupa el brazo superior y los dos horizontales y parece rezar [ ] / [ ] / NO VERME (fig. 1). El reverso y el canto permanecen lisos.

    2.2. Borcos.

    Estela discoidea de caliza blanquecina con superficies grisá-ceas cubiertas de líquenes blanquecinos, oscuros, grises y ocres. Su conservación es buena, a pesar de algunos desperfectos que afec-tan a los bordes y a la inscripción. Actualmente está depositada en un rincón del camposanto, pero, en un principio, se erigió en el término de La Parrilla, a 1,5 km al NE del pueblo, sobre el terraplén del lado izquierdo del camino. Mide 105 cm de alto, 51 de diáme-tro y 11,50 de espesor. El pie tiene 55 cm de altura y forma con-vergente (34,50-31 cm) con dos escotaduras laterales y base recta. El disco del anverso lleva una inscripción dispuesta en cinco líneas: las dos centrales casi totalmente destruidas; la superior, adaptada a la curvatura del disco; y las dos inferiores, separadas por una línea de guía acanalada. El epígrafe, grabado en caracteres muy grandes y en mayúscula, reza: 1898 / J[OAQUIN] D / [E LUIS] / MURIO / AOGADO (fig. 2).

    Según la tradición, la estela recordaba la muerte de una perso-na que se ahogó en el río de San Pedro cuando estaba pescando. El 28 de octubre de 1898, ante el juez municipal Baldomero Rojo y el secretario Diego Martín, compareció Pedro Luis, natural y veci-no de Las Hormazas, para declarar sobre la muerte y el hallazgo del cadáver de su hijo Joaquín Luis González. El padre comunicó haber visto el cuerpo dentro del agua en el término de La Parrilla, a eso de la 1.30 de la tarde del día 26 de octubre de 1898, y que, con la ayuda de su convecino Lucas Ortega, lo sacó y lo depositó en la misma orilla del sitio del río donde se hallaba. El difunto vestía todas sus ropas de vestimenta ordinaria. Joaquín contaba 31 años de edad y carecía de oficio debido a su impotencia, aspecto que no aclara la certificación. La autopsia realizada por el facultativo determinó que la muerte había sido producida por asfixia por sumersión2. La partida de defunción escrita por el cura Policarpo García es bastante parca al respecto ya que se limita a anotar que el cadáver de Joaquín Luis, de 30 años de edad y fallecido el 25 de octubre de 1898 a eso de la una de la tarde de asfixia según la

    2 Archivo Histórico Provincial de Burgos (AHPB): Registro Civil de Las Hormazas: Libro 11 de Defunciones 1887-1899, fº 186 r y v.

    1. INTRODUCCIÓN.

    La especialización en el estudio de la estela cristiana dentro de la provincia de Burgos ha supuesto, en menos de una década, la catalogación de un considerable número de piezas modernas con epígrafe, superando con creces las expectativas existentes a comienzos del siglo XXI.

    Este proceso lo inició Cadiñanos (1993:266-268) con la publi-cación de cuatro muestras. Sin embargo, una década después, nosotros (Campillo 2004:415-451), amén de describir y estudiar con más detalle tres de esas piezas, incrementamos su número con otras 22 más inéditas, todas relacionadas con la zona geográfica del NO burgalés o con sus áreas aledañas. Por si este salto cuanti-tativo y cualitativo fuera poco, dos años después (Campillo 2006/7:371-386) incorporamos otros 15 ejemplares y, finalmente (Campillo 2007:45-55), dos más, si bien uno de ellos procedente de un lugar alejado del núcleo principal.

    De acuerdo con estos datos, actualmente el número de estelas modernas con epígrafe halladas en los descampados de la provin-cia de Burgos llega a 40. No obstante, el estudio monográfico de las estelas cristianas de la cuenca del Arlanza (Campillo 2015: 314-315) permite sumar al conjunto 9 nuevas piezas, de modo que el cómputo provincial asciende a 49 ejemplares.

    Por otro lado, durante el último lustro, el panorama expuesto se ha visto modificado considerablemente, gracias no solo al apor-te de noticias por parte de nuestros informadores, sino también a nuestro deseo de ampliar el elenco mediante una recogida más sistemática de datos in situ a través del recorrido de muchos pue-blos de la comarca para recabar información entre sus gentes. Fruto de ello es la adición de estos 15 ejemplares, objeto del pre-sente artículo, alcanzando así las 64 piezas catalogadas en la actualidad.

    En consecuencia, durante estos tres últimos lustros, las pers-pectivas científicas y las profanas acerca de las estelas recientes han cambiado radicalmente. Por un lado, los especialistas muestran mucho más interés por su estudio, no solo como pervivencia de modelos más antiguos, sino también como fuente de conocimiento etnográfico e histórico. Por otro lado, la gente de los pueblos ha empezado a darles más importancia por considerarlas testimonios de su acervo cultural y, a la postre, a salvaguardarlas de la rapiña y de los agentes meteorológicos con el fin de mantener y proyectar hacia el futuro la tradición oral de la colectividad local.

    El ámbito de referencia es un área geográfica de topografía muy similar, caracterizada por la existencia de valles fluviales de naturaleza sedimentaria y de trazado N-S (y en menor medida, E-O) con interfluvios muy erosionados. El resultado es la formación de superficies onduladas, apropiadas para el cultivo, salvo los cerros o mesetas de constitución más pedregosa. El norte y el este están delimitados por un cordal montañoso arrumbado de NO a SE; el sur, por el interfluvio del Arlanzón-Arlanza; y el oeste, por el valle del Pisuerga.

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    Nebreda, dice que Celedonio, natural de Iglesias y casado con Genoveva Pampliega, murió instantáneamente, a los 58 años de edad, aplastado por un peñasco el día 10 de diciembre de 1884 a las 2 de la tarde y sin haber otorgado testamento.

    2.5. Masa.

    Estela de cabecera poligonal y tendencia cruciforme, elaborada en caliza blanquecina con superficies grises cubiertas de líquenes blancos, oscuros y ocres. Se halla en el término de La Cruz, a 300 m al E del pueblo y a la derecha de la carretera de Poza de la Sal. Tiene el pie quebrado, de ahí su inclinación hacia el norte. El basa-mento original es más grueso y está enterrado a pocos centímetros de distancia. La cruz mide 75 cm de alto, 56 de ancho máximo y 20 de espesor. El pie tiene 25 cm de altura y disposición convergen-te (27-23 cm). La cara del anverso mira al este y lleva la inscripción principal, en ocho líneas, grabada en letras mayúsculas, salvo alguna excepción que va en minúscula. El epígrafe reza: ESTA CrUZ / MANDO AZEr / TOMAS ALONSO CI / RVJANO Y BECINO DESTE / PVEBLO RVEGEN A DIOS POr / LAS ANIMAS DEL PVrGA / TORIO AÑO / DE 1815 (fig. 5). El reverso, orientado hacia el oeste, lleva cuatro líneas que dicen: AqVI AY TRS / CAMINOS / QVINTANAJVAR MASA / POZA.

    2.6. Montoto.

    Estela tabular con remate curvo, elaborada en arenisca blan-quecina con superficies grisáceas cubiertas de musgos y de líque-nes blanquecinos, oscuros y verdosos. Se halla in situ en el término de Las Herrenes, a 400 m al SE del pueblo, en la margen izquierda del camino que parte del abrevadero que hay dentro del caserío. Está rodeada de una densa vegetación arbustiva y herbácea. Mide 81 cm de alto, 45 de ancho y 19 de espesor. El anverso, orientado hacia el camino, lleva una línea esculpida bordeando la pieza y formando una especie de rectángulo con el lado superior corto de forma semicircular. En el remate, entre la semicircunferencia y el borde, se dispone otra línea curva concéntrica que deja una bordu-ra lisa al exterior y una franja interior con el epígrafe MURIO FELIPE·RUIZ. El interior del rectángulo está ocupado en sus dos tercios superiores por una cruz latina de doble trazo esculpido con los extremos de los brazos apuntados, excepto el inferior que dibu-ja una peana triangular. La inscripción, en tres líneas escritas con letras mayúsculas, prosigue debajo del motivo cruciforme de la manera siguiente: EL DIA 16 DE ENE / RO. AÑO DE 1931 / R.I.P. (fig. 6).

    Según la tradición oral, la estela fue labrada por Gregorio Ruiz en memoria de Felipe Ruiz que se suicidó en el mismo lugar donde se erige. Sin embargo, la partida de defunción dice que Felipe falleció de muerte violenta a consecuencia de disparo casual de arma de fuego. El fallecimiento se produjo a las 11 horas de la mañana del día 16 de enero de 1931 en el término de Las Herrañes. El cura de Bezana y Montoto, Ramiro del Vigo, registra que Felipe Ruiz Fernández era vecino de Montoto, pero natural de Cilleruelo de Bezana. En el momento del óbito, tenía 56 años de edad y estaba casado con Lázara Ruiz Peña de quien no tenía sucesión. El cadáver se dio sepultura al día siguiente con entierro

    certificación del facultativo, fue sepultado en el cementerio público con entierro de quinta clase3.

    2.3. Fuenteodra.

    Estela discoidea de caliza blanca de los páramos con superfi-cies blanquecinas y grisáceas cubiertas parcialmente de líquenes blancos, oscuros y ocres. Según un lugareño, consta de un pie, hoy enterrado, de lados paralelos y base recta. Su conservación es buena, pese a disponer de alguna muesca en los bordes. Se encuentra in situ en el término de Escalerones, a 3 km al NO del pueblo, en la base de un risco y a la izquierda del sendero que llevaba a Aguilar de Campoo, arroyo por medio. Mide 46 cm de alto por otros tantos de diámetro y espesor variable (11-12 cm). La anchura del pie a la altura del cuello alcanza los 32 cm. El disco del anverso, que mira hacia el camino, lleva una cruz latina en relieve, obtenida mediante el rebaje de los cuatro cuadrantes, cuyo brazo inferior termina en una peana triangular. A esta cruz se superpone otra similar, pero rehundida, también con peana triangular, por lo que su aspecto es el de una cruz hueca. La inscripción, dispuesta en la periferia del disco de izquierda a derecha, reza: AQUI MURIO GREGORIA ORTEGA. Sobre los brazos horizontales, a uno y otro lado del palo, añade AÑO 1896 (fig. 3). El reverso y el canto per-manecen lisos.

    Según la leyenda popular, Gregoria volvía con su padre de Aguilar de Campoo donde había ido a comprar la ropa para su boda. Cuando llegó a este paraje ya era de noche y, debido a la oscuridad, el burro que montaba se equivocó de camino. Al aproxi-marse al risco, el animal se paró intuyendo el precipicio, pero Gregoria le arreó para que continuara la marcha. Entonces el burro levantó la grupa descabalgando a Gregoria que se despeñó. Su cadáver rodó cuesta abajo hasta donde está la estela. Según el cura Martín Martínez, Gregoria Ortega de la Era falleció el 1 de diciembre de 1896 a las 9 horas de la noche y a consecuencia de traumatismo sin poder recibir ningún sacramento. Tenía 19 años y estaba soltera. Se le hizo entierro de quinta clase en el cementerio público de la localidad4.

    2.4. Iglesias.

    Estela tabular con remate recto, elaborada en caliza blanque-cina de naturaleza muy deleznable con superficies desconchadas. Su conservación es pésima. Se halla empotrada en el muro de contención que hay entre dos bodegas, sitas a 100 m al NE del pueblo, a la derecha del camino de Carrepáramo. Mide 100 cm de alto, 63 de ancho en la cabecera y 68 en la base. La inscripción está muy mutilada y, al parecer, se distribuía en siete líneas horizontales, escritas con letras mayúsculas bastante cuidadas. Las tres primeras estaban en un plano más rehundido. Actualmente solo se aprecia IU / IRI / / O / D / / AÑ[O] 188[4] (fig. 4).

    Según la tradición oral, recuerda la muerte de Celedonio Marín Sicilia, sargento de la Guardia Civil retirado, que falleció al caer sobre él esta misma piedra cuando estaba reparando la bodega. La partida de defunción, facilitada por su bisnieto Gaspar Marín

    3 Archivo Parroquial de Borcos: Libro de Difuntos vigente fº 65 r.

    4 Archivo Parroquial de Fuenteodra: Libro de Difuntos vigente, fº 26 r y v.

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    boca abajo, presenta una tonalidad blanquecina. Se halla en el término de Los Conejos, a 4 km al NE de La Cabañuela, en la margen derecha del arroyo de Quintanajuar y al final del camino, aunque apareció en las labores de arada de una finca inmediata. Su estado de conservación es deficiente a causa de los desgastes superficiales, de los desperfectos del remate, los desportillados del reverso y la pérdida de la base. Mide 72 cm de alto, 48 de ancho máximo y grosor variable (17-22 cm). El pie está roto por la base, pero tiene 31 cm de altura, forma convergente (22-20 cm) y 21 cm de grosor. El canto del brazo superior de la cruz dispone de una cazoleta circular bastante honda. La inscripción cubre todo el anverso y consta de diez líneas horizontales, escritas en letras mayúsculas, ocasionalmente con el intercalado de alguna minúscu-la. El texto reza: [A]Q[VI] MV / RIO BALTA / SAR DEL OLMO / UECINO DE VILLA / HArNANdO / PIDAN / A DIOS / POr / SV / [A]LMA / [AÑ]O 177[ ] (fig. 10).

    Debido a la despoblación de Quintanajuar, no se ha podido recabar ninguna leyenda al respecto ni precisar nada acerca del difunto pues no se conservan los libros sacramentales correspon-dientes a esa época.

    2.10. Quintanalara.

    Estela tabular de caliza blanca con superficies grises provistas de algunos líquenes ocres y blanquecinos. Su conservación es buena. Se halla in situ, en la margen izquierda de la carretera BU-P-8012 entre Revilla del Campo y el cruce de Quintanalara en el termino de El Paso. Mide 88 cm de alto, 60 de ancho y espesor variable (20-19). La cara del anverso, orientada hacia la carretera, lleva una cruz latina en relieve de brazos anchos, conseguida mediante el rehundimiento de los cuatros cuadrantes. Los brazos horizontales muestran en el extremo inferior una muesca a modo de cuarto de círculo. La inscripción, grabada en letras mayúsculas pintadas en negro, ocupa los brazos y se dispone en cinco líneas horizontales, terminadas en un losange inciso de lados curvos. El rótulo dice: AQUI MURIO / EN ACCIDENTE / D. PASCUAL MOLINER NUÑO / EL 15 AGOSTO 1965 / E.P.D. (fig. 11).

    Pascual falleció el domingo día 15 de agosto de 1965 a eso de las 7 horas de la tarde a causa del vuelco del tractor que conducía cuando regresaba a Burgos después de una cacería en el pueblo de Campolara. Tenía 56 años y residía en Burgos. El cadáver, descu-bierto por un motociclista, fue enterrado en el cementerio de San José de la capital burgalesa. El accidente debió producirse por conducir el tractor con el remolque demasiado orillado a la cuneta dado que el tramo de la carreta donde se produjo el suceso es recto7.

    2.11. Quintanilla Sobresierra.

    Estela discoidea con mayor desarrollo vertical, elaborada en caliza blanca con superficies blanquecinas provistas de líquenes grises y oscuros. Su estado de conservación es bueno, a pesar de algunos desgastes superficiales. Se halla tirada dentro del cemen-terio. Mide 51 cm de alto, 30 de diámetro y 6 de grosor. El pie tiene 15 cm de altura y 19 de anchura en la base recta. Esta lleva una

    7 Diario de Burgos, 17 de agosto de 1965 p. 2 y 4.

    de cuarta clase. Felipe había otorgado testamento ante Manuel María de Pablo Martín, notario público de Soncillo5.

    2.7. Palacios de Benaver.

    Estela discoidea de caliza blanca con superficies blanquecinas y grisáceas provistas de algunos líquenes grises y oscuros. Su esta-do de conservación es muy malo no solo por los desportillados de los bordes y la ocultación del pie, sino sobre todo por los desper-fectos superficiales que afectan a la inscripción. Hasta hace poco, estuvo enterrada en las inmediaciones donde hoy se ha colocado sobre un basamento cúbico de cemento, en un parque infantil, situado a la izquierda de la carretera local que comunica el pueblo con el monasterio y a la vista de este último. Mide 59 cm de alto, 54 de diámetro y 18 de grosor. La porción visible del pie tiene 6 cm de altura por 24 de anchura. El disco del anverso lleva una circun-ferencia esculpida que separa la bordura del campo rehundido, presidido, en la parte superior, por una pequeña circunferencia cuyo campo está ocupado por cuatro sectores rehundidos dispues-tos en aspa que dejan en positivo una cruz patada de brazos rectos. La inscripción se disponen debajo, en cinco líneas horizontales, grabada con letra mayúscula que dice: AQY MURYO / [GRE]GORYO LOPEZ / [G]ONZALEZ RVE / GEN A DIOS / POR SU ALMA / Y MURIO (fig. 7). El epígrafe continúa en el disco del reverso, hoy orientado hacia la carretera. Este lleva una circunferencia esculpida que separa la bordura del campo rebajado, ocupado por una gran cruz latina en relieve provista de peana triangular. A los lados de la cruz, por debajo de los brazos horizontales, se disponen los carac-teres epigráficos en cuatro líneas horizontales que dicen: DE E[D]AD / DE [6/] AÑOS / DYA [27] DE MAYO / DE 1853 (fig. 8).

    No se conservan noticias orales sobre esta pieza, pero el cura de Palacios de Benaver Primo Cameno registró que Gregorio López González, viudo de Teresa López, murió el 27 de mayo de 1853 y se le dio sepultura en el camposanto al día siguiente con la auto-ridad de la justicia. Según el mismo clérigo, no otorgó testamento por no permitirlo su repentina muerte ni recibió los sacramentos6.

    2.8. Palazuelos de Muñó.

    Estela discoidea de caliza blanquecina con superficies grises cubiertas de líquenes. Se hallaba en un lugar impreciso, junto a la carretera que une Barrio de Muñó con Palazuelos de Muñó, a la izquierda de la misma. Se ignora su paradero. Solo se conoce a través de una fotografía realizada hace unos 40 años. El disco del anverso lleva dos letras mayúsculas grabadas Q U, sin duda corres-pondientes a las iniciales de alguna persona fallecida en dicho paraje (fig. 9).

    2.9. Quintanajuar.

    Estela de cabecera poligonal y tendencia cruciforme, elaborada en caliza blanca con superficies blanquecinas y grisáceas provistas de líquenes afines y oscuros, salvo el reverso que, por haber estado

    5 Archivo Diocesano de Burgos (ADB): Montoto: Libros de Difuntos 1872-1934, fº 73 r.

    6 Ídem: Palacios de Benaver: Libros de Difuntos 1852-1861, fº 11 r.

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    alto, 55 de ancho y espesor variable (26-30 cm). Ambas caras lle-van una cruz latina en relieve, obtenida mediante el rebaje de los cuatro cuadrantes, con los brazos apuntados y la base provista de una peana triangular. La inscripción se dispone en el anverso, orientado hacia la desviación, parte abajo de la peana de la cruz, en cinco líneas horizontales que dicen: AQUI FALLECIO D. FAUSTO / OCA CURA PARROCO DE / VILLAMUDRIA EL DIA 1 / DE JULIO DEL AÑO 1909 / D. (fig. 14).

    Según la tradición oral, los vecinos de Alarcia invitaron a comer al sacerdote y luego lo mataron en un lugar desconocido, trasla-dando luego su cadáver al lugar donde está la estela. Sin embargo, el cura párroco de Rábanos Lucas Manzanares, al dar sepultura a los restos mortales de Fausto de Oca García, cura propio de Villamudria desde 1878, anotó el 3 de julio de 1909, previos los requisitos en derecho necesarios, que falleció a los 61 años de edad, de muerte violenta, a consecuencia de la asfixia por oclusión de la boca y fosas nasales, producido por otra u otras personas en la noche de 1 de julio, encontrándose el cadáver en el monte de esta jurisdicción de Villamudria en la mañana del día 2. Fausto murió ab intestato, pero sus hermanos mandaron celebrar por su alma los sufragios correspondientes según la costumbre del pue-blo10.

    2.14. Villaverde Mogina.

    Estela antropomorfa de caliza blanquecina de los páramos con la superficie cubierta de una costra de líquenes y musgos, con la excepción de la parte pegada al suelo que adopta una tonalidad ocre. Su estado de conservación es bueno. Fue hallada hace casi medio siglo en un montón de piedras, situado a unos 50 m del cruce de la carretera que sale del pueblo hacia Santa María del Campo, a la derecha de la misma. Actualmente se conserva en un jardín particular de Pampliega. Mide 91 cm de alto, 43 de diámetro y 21 de espesor. Un cuello de 12 cm de alto por 27 de ancho da paso al pie de 45 cm de altura y de forma convergente (38-34 cm) con base apuntada. El disco del anverso lleva una inscripción dis-puesta en cuatro líneas con letras mayúsculas grabadas, salvo algunos caracteres escritos en minúscula por falta de espacio. El rótulo reza: AqVI / MURIO / BENTO MIGuel / [A]ÑO DE 1831 (fig. 15)11.

    2.15. Villusto.

    Cruz de caliza blanquecina de los páramos cuyos ángulos están unidos por un recrecimiento que disimula la forma cruciforme. Sus superficies son grisáceas y están cubiertas de líquenes grises y amarillentos. Se halla in situ, al norte del caserío y próxima a la ermita del Cristo en el término del mismo nombre. Se denomina Piedra Santa. Mide 111 cm de alto, 64,50 de ancho en los brazos de la cruz y grosor variable (22-20 cm). El pie tiene 47 cm de altu-ra y 26 de anchura, aparte de la base que presenta una peana moldurada de 13 cm de alto por 75 de ancho. La inscripción mira al SO y se dispone en el brazo superior y en los horizontales. Reza:

    10 Ídem: Villamudria: Libro de Difuntos 1852-1909, fº 121 r.

    11 Ídem: Villaverde Mogina: Libro de Difuntos 1825-1851. No aparece el nombre de Benito Miguel entre los difuntos de 1831.

    espiga metálica para insertar en un pedestal. El remate del anverso exhibe una cruz latina rehundida flanqueada por dos crucecitas griegas incisas. Debajo se dispone la inscripción en once líneas horizontales escritas en letras minúsculas cursivas con intercalación de alguna mayúscula, todas ellas grabadas. El rótulo reza: AqUi DescAnsAn / los restos mortAles / De Jacinta gomzalez / SantamariA fa / llecio el dia 12 de Ju / nio de 1897 de dos / años de edad. sus / padres i abuelos / la dedican este pe / queño recuer-do / R I P A (fig. 12).

    Según el cura Nemesio Reca, el 13 de junio de 1897 fue ente-rrada la niña Jacinta González Santamaría, natural de Quintanilla Sobresierra, de dos años de edad, hija de Sinforiano González y de Felisa Santamaría. Murió el día anterior a las 4 de la tarde de sarampión y se le hizo entierro de cuarta clase8.

    2.12. Villalbilla de Villadiego.

    Estela discoidea de caliza blanquecina de los páramos con superficies grisáceas provistas de líquenes blanquecinos, negruzcos y ocres. Su conservación es buena. Se halla in situ, en el término de La Muñeca, a 2 km al SO del pueblo, entre el río Pradal o Grande y el camino a Tablada de Villadiego, a la izquierda de este. Mide 147 cm de alto, 85 de diámetro y 26 de espesor. El pie tiene 62 cm de altura y forma divergente (42-44 cm). El anverso mira hacia el río, es decir, a la espalda del actual camino, quizá porque el antiguo pasara por delante de él. La inscripción aparece en el centro del disco dispuesta en cuatro renglones escritos en letras mayúsculas que rezan: R I P / AQUI MURIO / LUIS PEREZ / AÑO DE 1870 (fig. 13). Encima y debajo del epígrafe, hacia el centro, se ha trazado un rectángulo inciso en disposición vertical cuyo interior se rellena con dos líneas de dientes de sierra tangentes por sus puntas que con-forman una red de rombos. La separación del disco con el pie se hace mediante un arco de circunferencia inciso. El reverso y el canto permanecen lisos.

    El 22 de febrero de 1870, el cura beneficiado de Villalbilla Felipe Pérez Vegas, por mandato judicial, dio sepultura en el cementerio público al cadáver de Luis Pérez Moradillo, marido de Manuela Martínez, labrador y natural del lugar. Su cuerpo había sido encontrado en el campo situado entre el pueblo de Tablada de Villadiego y Villalbilla, pero en término propio de este último. Luis tenía 69 años de edad y había otorgado testamento en agosto de 1869 ante Guillermo Rico, escribano de Villadiego. Por él mandaba 50 misas, un novenario rezado y dos misas más. Se le hizo entierro de tercera clase9.

    2.13. Villamudria.

    Estela tabular de remate semicircular, elaborada en arenisca rosada con superficies algo más oscuras, salvo la parte superior que está cubierta por ronchones de líquenes blancos, grises y ocres. Su conservación es buena. Se halla in situ, en el término de Los Llanos, a 1,5 km al S del pueblo y en una bifurcación del camino a Alarcia. La estela se denomina La Piedra del Cura. Mide 105 cm de

    8 ADB: Quintanilla Sobresierra: Libro de Difuntos 1886-1906, fº 60 v.

    9 Ídem: Villalbilla de Villadiego. Libro de Difuntos 1859-1875, fº 43 r y v y 44 r.

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    limítrofes no llegara a levantarse ninguna. A pesar de todo, el número de estelas erigido debió ser muy superior al que se conoce actualmente, ya que, con la despoblación, la concentración parce-laria, la rapiña y el avance de la vegetación, muchas han desapa-recido o permanecen ocultas entre la maleza.

    Según los datos actuales, en la provincia de Burgos, existe una discontinuidad temporal entre las últimas manifestaciones bajome-dievales de los siglos XIII y XIV y las de la centuria XVIII. La falta de estelas para los siglos XV, XVI y XVII debe considerarse como un hecho provisional, dado que está bien documentado en áreas guipuzcoanas (Aguirre 1991:64-65) y navarras (Ukar 1994b:561-562). Por razones desconocidas, las estelas resurgen de forma esporádica en la segunda mitad de la centuria XVIII, como demues-tran los ejemplares de La Parte, Villandiego y Villadiego (Campillo 2004:442). Se afianzan a principios del siglo XIX y alcanzan su máximo esplendor en la segunda mitad de esta centuria. Sin embargo, su vigencia se mantiene arraigada hasta mediados del siglo XX, perdurando incluso con posterioridad (Campillo 2006/7:386). No obstante, la presencia de estelas medievales en algunos de estos pueblos o en sus proximidades no garantiza ni justifica su continuidad, pero sí la pervivencia de esta tradición.

    Estas estelas modernas están elaboradas fundamentalmente en caliza del país, de ahí la gran diversidad de texturas, tonalidades cromáticas y consistencias. El predominio de las zonas sedimenta-rias permite el afloramiento en superficie de piedra franca. Los bloques más idóneos en virtud de su forma, dimensiones, facilidad de labra y resistencia son los escogidos por los canteros para labrar estas piezas. La tonalidad de estas calizas suele ser blanquecina aunque, al estar un tiempo a la intemperie, han ido adquiriendo unos tonos grisáceos u oscuros.

    Una variedad especial es la caliza de los páramos, caracteriza-da por su notable dureza y resistencia a los agentes meteorológi-cos. Esta, sin embargo, suele presentar oquedades o coqueras que confieren a sus superficies un aspecto tosco y descuidado y que, a la postre, condiciona la talla de la inscripción y de los motivos ornamentales.

    Un caso excepcional es el ejemplar de Quintanalara ya que parece estar trabajado en piedra de las canteras de Hontoria, segu-ramente realizado por canteros marmolistas de la ciudad de Burgos, de ahí el acabado más fino de la superficie de la cruz. El hecho no solo está relacionado con una cronología muy reciente, sino también con la vecindad del fallecido.

    La arenisca solo se da en Montoto y Villamudria, dependiendo de la naturaleza litológica de sus terrenos. En estos casos, la labra es más fácil y los resultados, más cuidados. Sin embargo, presentan la desventaja de ofrecer menos resistencia.

    Las superficies de las estelas, al haber estado expuestas a la acción de los agentes meteorológicos, no solo han sufrido desgas-tes, sino que, a veces, se ha adherido a ellas una costra de líquenes y, en el peor de los casos, también de musgos que dificulta la observación de la superficie original. A este inconveniente hay que añadir los efectos de la barbarie popular que ha provocado roturas y desperfectos.

    Dependiendo del lugar donde acaeció la muerte casual, las estelas se erigen prioritariamente en descampado y, por lo general, en parajes alejados de los núcleos de población. Como la mayoría de las defunciones ocurrieron a la vera de los caminos rurales,

    < AQUI > / MURIO FELIPE MI / GUEL AÑO DE 1817 / RUEGEN A DIOS POR / SU ANIMA (fig. 16).

    Según el cura José García, el 23 de agosto de 1817 se enterró en la sepultura dotada donde yacía su mujer, el cadáver de Felipe Miguel, vecino de Villusto, que murió el día 21 sin recibir los santos sacramentos pues fue hallado muerto. Falleció repentinamente y sin lesión violenta alguna. Tenía 81 años de edad y había otorgado testamento el 30 de mayo de 1815 ante José García de Cos, escri-bano de Villadiego. En él dejaba 28 misas por su alma y las de sus obligaciones en diversos santuarios, así como novenario y sabati-na12.

    3. CONCLUSIONES.

    Los páramos occidentales de los antiguos partidos judiciales de Burgos, Villadiego y Castrojeriz no solo concentran el mayor núme-ro de estelas modernas con epígrafe de la provincia de Burgos, sino también los especímenes contemporáneos anepigráficos más numerosos (Campillo 2011:183-186). El hecho parece responder a un proceso de evolución interno e independiente de otras áreas provinciales que determinaría la expansión de estas prácticas hacia territorios limítrofes del Arlanza, alto Arlanzón y páramo de Masa.

    Esta elevada concentración de estelas fue mucho mayor ya que la tradición popular recuerda otros ejemplares hoy desaparecidos. El fenómeno puede deberse a varios factores. Uno de ellos sería el afloramiento de bloques pétreos, bien proporcionados por la propia naturaleza o bien por haberlos descubierto el arado. Esta circuns-tancia permite disponer de un material barato y fácil de trabajar. La elección de las lajas debió decidirse en función de la tipología de la estela que se quería elaborar aunque, a veces, la forma de los materiales condicionó la obra final. A priori, este factor sería válido para explicar la presencia de estelas en la mayoría de los pueblos de la comarca, pero la falta de este tipo de muestras en algunas localidades próximas hace suponer que el hecho no fue del todo determinante. Por eso, hay que intentar explicar su presencia en función de la manifestación de una intensa religiosidad popular, poco permeable a la secularización urbana, y fomentada por algu-nos eclesiásticos locales; o en virtud de la perduración de ciertas costumbres o prácticas vinculadas con el culto a los difuntos. Esta debe ser una de las razones fundamentales aunque también pudo influir un cierto mimetismo, basado en la reproducción formal de otras estelas más antiguas existentes en el pueblo o en otros próxi-mos que sirvieron de inspiración a los artífices y de modelo a los curas (Campillo 2004:443).

    El hallazgo de estelas cristianas modernas en el campo burga-lés es un hecho extraordinario, pero cada día más frecuente como sucede en otras provincias (Menchón y Palomar 1988:641-652; Menchón y De la Casa 1995:191-226). A tenor de los libros de difuntos, en la mayoría de las ocasiones de muerte casual en des-campado, no se colocaba ningún tipo de hito recordatorio de carácter duradero, aunque a veces se erigía una cruz de piedra con inscripción alusiva al nombre del difunto y a la fecha de su defun-ción. La erección de estelas se dio muy ocasionalmente y casi siempre se concentró en unos pocos pueblos, aun cuando en otros

    12 Ídem: Villusto: Libros de Difuntos 1768-1851, fº 126 r y v.

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    Benaver) denotan cierta calidad. Quintanalara representa, en cam-bio, un modelo excepcional, sin duda ejecutado por canteros de la capital burgalesa, ya que muestra formas estereotipadas y trabajos más finos.

    A pesar de analizar solo 15 estelas, existe una gran diversidad tipológica. Los modelos predominantes son los discoideos (seis ejemplares). Estos reproducen parámetros de grandes dimensiones, totalmente alejados de sus precedentes medievales. La altura mayor se da en Villalbilla de Villadiego con 157 cm, a los que habría que añadir otros 30 más enterrados. Sin embargo, esta medida resulta excepcional ya que las piezas enteras de Borcos y Los Balbases ofrecen unas dimensiones algo más modestas, frisan-do el metro de alto. El diámetro del disco está en consonancia con su altura, pues en Villalbilla de Villadiego alcanza los 85 cm de eje, si bien la media apenas excedería los 50 cm. Los grosores también son muy notables (26 cm en Villalbilla de Villadiego), pese a que la mayoría se sitúe por debajo de los 20 cm. El espesor suele ser uniforme dentro de la misma pieza ya que no supera el centímetro de diferencia, salvo en Fuenteodra que lo rebasa levemente. Se desconoce la altura exacta de los pies -con excepción de Borcos y Los Balbases que oscilan entre 43 y 55 cm-, por haberse perdido o permanecer enterrados. No obstante, en Villalbilla de Villadiego, solo la parte visible alcanza los 62 cm. Su anchura no suele variar mucho, dado que los lados son más o menos paralelos, aunque a veces adoptan un perfil convergente (Borcos) o divergente (Villalbilla de Villadiego), siempre manteniendo grosores similares a los discos. Las bases de los pies suelen ser rectas. El ejemplar de Quintanilla Sobresierra presenta ciertas reminiscencias discoideas, pese a su mayor desarrollo vertical. Sin embargo, sus dimensiones son muchísimo más reducidas, quizá debido a su distinta funciona-lidad ya que servía para señalar la tumba de un párvulo.

    Los modelos tabulares se atestiguan en cuatro ocasiones. Sus alturas resultan similares a las de las discoideas, es decir, que ron-dan el metro de alto, amén de otros 30 cm más enterrados. La anchura de estos tipos es notable pues está comprendida entre los 55 y los 63 cm. Además, suele ser uniforme en toda la pieza, salvo en Iglesias cuya base se ensancha unos 5 cm más. Los grosores son también considerables pues se hallan entre los 19 y los 30 cm, siendo siempre bastante homogéneos, con la salvedad de Villamudria que oscila entre 26 y 30 cm. En todos ellos, la base es recta aunque permanece oculta, con excepción de Iglesias. En contraposición, los remates de las cabeceras son muy variados, pudiendo adoptar perfiles rectos, curvos o semicirculares.

    El modelo antropomorfo, solo atestiguado en Villaverde Mogina, reproduce dimensiones similares a los discoideos si bien con parámetros algo más modestos, especialmente en cuanto al diámetro del disco.

    Los tipos de cabecera poligonal, de perfiles rectilíneos y cónca-vos, pero con tendencia cruciforme, se dan en Quintanajuar y Masa. Este último, a juzgar por las semejanzas formales y la proxi-midad geográfica, está influido por el primero ya que aquel es más antiguo. Ambos repiten alturas parciales muy similares y algo superiores a los 70 cm, aunque en los dos falta la base, bien por rotura o bien por estar oculta. Las anchuras máximas frisan los 50 cm y los grosores giran en torno a los 20, si bien en Quintanajuar varían algo más (17-22 cm). Los pies superan los 30 cm de alto y los 20 de espesor, mientras que la anchura ofrece una tendencia

    resulta lógico que las estelas se dispongan junto a ellos. Lo mismo sucede en el caso de que el óbito se produjera en una carretera (Quintanalara). Sin embargo, hay dos ejemplos (Quintanilla Sobresierra y Los Balbases) que desentonan del conjunto pues el primero se ubicó dentro del camposanto actual y el segundo estu-vo próximo al cementerio de la iglesia de San Millán.

    La mayoría de estas piezas se hincaron en el suelo, enterrando la base a una profundidad superior a los 20 cm. Además, fueron calzadas con tierra, piedras y ripio. De esta forma, su posición erguida quedaba asegurada, de ahí que aún hoy muchas de ellas permanezcan in situ. Algunas, en cambio, han sido trasladadas recientemente a lugares más seguros (dentro del cementerio en Borcos y al interior de la iglesia en Los Balbases) o se han reubica-do en las proximidades tras fijarlas con piedras (Quintanajuar) o proporcionarlas un basamento de cemento (Palacios de Benaver). En todos estos ejemplos, se conoce con exactitud el lugar de su primitivo emplazamiento. No obstante, las piezas de Quintanilla Sobresierra e Iglesias no se hincaron en tierra, sino que se coloca-ron sobre una peana o se empotraron en una pared respectivamen-te.

    El lugar de erección de la estela no debe corresponder siempre con el punto exacto donde se produjo el óbito. El ejemplo más palmario es el de Borcos. Según la leyenda oral, confirmada por los libros de difuntos, el cadáver fue hallado en el río de San Pedro, pero el hito se levantó en el camino, distante unos 100 m de aquel y no precisamente en la margen más cercana al riachuelo, sino en la opuesta, quizá por ser más alta y visible.

    Aunque el hecho no es tan evidente en las demás estelas, muchas de estas tampoco deben ocupar el lugar exacto donde se produjo la muerte (Ukar 1994b:567; López de los Mozos 2004:45) aunque seguro que este estuvo en sus inmediaciones. Así, las pie-zas erigidas a la vera de los caminos no deben coincidir con el sitio preciso del fallecimiento, seguramente producido en medio o en una de sus orillas. En estos casos, los hitos recordatorios se coloca-ron en un paraje suficientemente alejado de la vía como para que esta quedara expedita al tránsito de personas y de animales, al tiempo que se buscaba una posición más notoria. Esta preocupa-ción podía provocar traslados algo más distantes hasta ocupar las cabeceras de los terraplenes contiguos. En Villamudria primó la existencia de una bifurcación viaria, si bien, según la leyenda oral, esta no fue el lugar de la muerte del cura, sino el sitio donde se encontró el cadáver. La elección de estos puntos se debió decidir teniendo en cuenta la circulación de transeúntes a fin de que un número mayor de personas recordara el suceso luctuoso y, al tiem-po, rezara una oración por la salvación del alma del difunto (López de los Mozos 2004:45).

    Salvo Quintanilla Sobresierra que menciona a padres y abuelos, la inscripción no hace referencia al nombre de quién mandó labrar la estela y menos aún del artífice o cantero. Sin embargo, según la tradición oral, el autor de la pieza de Borcos fue el padre de Joaquín Luis (Pedro Luis) y el de la de Montoto, Gregorio Ruiz, sin duda también pariente del interfecto. Estos ejemplos permiten deducir que, casi siempre, el encargado de pagar la estela e incluso de tallarla sería algún familiar muy cercano, provisto de ciertos conocimientos de cantería, aunque esta última operación debió delegarse frecuentemente en algún cantero local o comarcal pues algunas piezas (Fuenteodra, Quintanilla Sobresierra y Palacios de

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    contrario, el reverso se mantiene liso y con talla más tosca, con la salvedad de Palacios de Benaver que, por poseer una leyenda muy larga, esta ocupa también el reverso; y de Masa, aquí con otro tipo de información de carácter viario.

    Las inscripciones de las estelas modernas sitas en descampado suelen comenzar con la fórmula aqui murio como sucede en los ejemplares navarros de Urricelqui y Arróniz (Ukar 1994:558-568), el alavés de Mendoza (Olaizola 1991:12) y el leridano de Golmés (Gallart y Llussà 2004:983). El adverbio se refiere al lugar, más o menos cercano, donde fue hallado el cadáver o donde murió la persona aludida. No obstante, falta esta precisión en Borcos y Montoto. El verbo preferido es morir, relegando fallecer a Villamudria, más culto y, sin duda, del gusto sacerdotal. En Quintanilla Sobresierra se emplea el verbo descansar por responder su función a un hecho muy distinto como era el reposo de los res-tos mortales del difunto, más en consonancia con el ejemplar navarro de Caparroso (Ukar 1994b:555).

    Continúa el epígrafe con el nombre del difunto, siempre com-pleto y nunca abreviado, y el apellido. A veces, sobre todo en estelas más recientes, se recogen los dos apellidos (Quintanilla Sobresierra, Quintanalara y Palacios de Benaver). Suele seguir a la onomástica la fecha del óbito, reducido ocasionalmente al año, tanto en piezas antiguas (Villaverde Mogina) como recientes (Borcos, Fuenteodra y Villalbilla de Villadiego). El hecho puede deberse a la falta de espacio, especialmente en las estelas discoi-deas, aunque cada vez es más frecuente la indicación del día y del mes tanto en estelas tabulares (Montoto) como discoideas (Palacios de Benaver y Quintanilla Sobresierra). En todo caso, el día y el año se graban en números arábigos, reservando la letra para el nombre del mes (Quintanalara).

    A continuación, aparece la edad a la que falleció la persona relacionada. Este dato es excepcional en las estelas más antiguas, pero empieza a ser cada vez más habitual en las modernas (Palacios de Benaver y Quintanilla Sobresierra). No obstante, este tipo de información suele escasear, quizá por la exigüidad del espacio para colocar tal cantidad de datos, aunque parece más probable que se omitiera por su irrelevancia frente al nombre del difunto.

    Muy excepcionalmente se anota también la vecindad. Esta circunstancia se acostumbra a destacar solo con gente que muere en el término de un pueblo de donde no es vecino. Es el caso de Baltasar del Olmo, avecindado en Villahernando, pero fallecido en Quintanajuar.

    Otro tipo de datos personales no suele registrarse. No obstan-te, en Quintanilla Sobresierra, quizá por tratarse de un párvulo, se hace relación de los padres y abuelos; y en Villamudria se alude al ministerio sacerdotal del difunto. Estos son siempre datos comple-mentarios, aunque de gran relevancia dentro de la comunidad rural. Es raro que en este conjunto de estelas se mencione la causa del óbito, excepto en las más recientes como Borcos (ahogado) y Quintanalara (en accidente).

    La inscripción suele terminar con la fórmula rogatoria tradicio-nal de rueguen a Dios por su alma (Palacios de Benaver) o su ánima (Villusto), a veces con alguna otra variante (pidan a Dios por su alma en Quintanajuar), que recordaba a los viandantes la con-veniencia de rezar una oración por la salvación del alma del difun-to. En Masa, al tener un carácter distinto, se emplea rueguen a Dios

    convergente, más acentuada en Masa, con 4 cm de diferencia con respecto al arranque.

    El modelo de cruz con recrecimientos angulares solo aparece en Villusto y se inspira directamente en las cruces. Su altura supera los 111 cm. A ellos habría que añadir unos 30 más enterrados. La envergadura de los brazos casi alcanza los 65 cm y los grosores superan los 20 cm.

    La inscripción es el elemento más característico e importante de estas estelas como sucede también en Navarra (Ukar y Arana 1992:173-202). Los caracteres están siempre grabados y escritos en castellano, salvo en expresiones latinas abreviadas como RIP (Requiescat In Pace) y RIPA (Requiescat In Pace. Amen). El epígrafe se realiza en letras mayúsculas, aunque en Masa, Quintanajuar y Villaverde Mogina, por haber calculado mal el espacio disponible, se intercalan algunos caracteres en minúscula. Es excepcional el caso de Quintanilla Sobresierra con el texto en letra minúscula cursiva, con la intercalación de algunas letras mayúsculas. Las palabras aparecen completas y sin el uso de abreviaturas (solo documentadas en Palazuelos de Muñó), con la salvedad de las fórmulas estereotipadas de RIP, RIPA y EPD (En Paz Descanse), escritas al final del texto, salvo en Villalbilla de Villadiego que va al principio. El epígrafe se suele disponer en líneas horizontales, espe-cialmente en las estelas tabulares, aunque también se atestigua en las discoideas y antropomorfas siempre que la inscripción sea breve (Borcos, Villalbilla de Villadiego y Villaverde Mogina). Pero, si el rótulo se traza alrededor de la cabecera curva de las estelas tabu-lares (Montoto) o de las discoideas (Fuenteodra y Borcos), aquel adopta esa misma disposición como también sucede en estelas navarras (Ukar 1994b:562).

    En las estelas discoideas y antropomorfas, el epígrafe se loca-liza en el disco del anverso aunque, si el contenido es muy prolijo, puede continuar en el disco del reverso como se aprecia en Palacios de Benaver. En Los Balbases, el rótulo se ubica en el brazo superior y en los horizontales de la cruz como en algunos ejemplos leridanos modernos (Gallart y Llussà 2004:980).

    El epígrafe de los modelos tabulares solo aparece en el anver-so, ocupando gran parte de la superficie (Iglesias) o reduciéndose a la parte inferior cuando el signo cruciforme adquiere grandes dimensiones (Villamudria). A veces, la inscripción se realiza en la cabecera y en la base (Montoto) si bien, en aquella, el rótulo se dispone de manera curvilínea siguiendo el trazado curvo del borde. En Quintanalara, en cambio, el epígrafe se ubica dentro de los brazos de la cruz como sucede también en Tarragona (Solé:491-493).

    En los modelos poligonales, los caracteres, escritos en líneas horizontales, ocupan toda la cabecera del anverso, invadiendo ocasionalmente el pie (Quintanajuar). No obstante, en Masa, una inscripción secundaria cubre parte del reverso.

    La inscripción de las cruces con engrosamientos angulares se dispone fundamentalmente en el crucero de la cruz, sin olvidar el brazo superior y los horizontales del anverso como se aprecia en Villusto. En cambio, el epígrafe de los modelos discoideos con desarrollo vertical (Quintanilla Sobresierra) ocupa toda la cabecera y gran parte del pie del anverso.

    En todo caso, el rótulo se localiza preferentemente en el anver-so, es decir, en la cara orientada hacia el camino, salvo en Villalbilla de Villadiego, quizá por ser moderno el trazado viario actual. Por el

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    do en el interior de la iglesia del pueblo donde el individuo había encontrado la muerte y respetando un orden correlativo, a no ser que se depositara en sepultura dotada como sucedió en Villusto.

    A partir de 1833, aunque en algunos pueblos la práctica apa-reció algo antes, se empezaron a construir cementerios públicos o camposantos por motivos de salud pública y en conformidad con la cédula real de Carlos III de 1787. Estos nuevos espacios cemen-teriales se erigieron adosados a los templos o en las afueras de las poblaciones. Desde entonces, las personas fallecidas en los des-campados del término municipal eran enterradas en estos recintos guardando el orden preestablecido. Es decir, se seguían enterrando en el lugar destinado a las inhumaciones cristianas dentro del pueblo en que fallecía. En casos muy extraordinarios (Quintanalara), y ya avanzado el siglo XX, el sepelio se realizó en el lugar de resi-dencia.

    Gracias a las partidas de defunción y a la escrupulosidad que mostraron los curas por el tema, se puede saber si el difunto había testado y si dejaba mandas pías. En los casos documentados, el testamento fue otorgado pocos años antes del óbito, a veces, con una antelación de pocos meses. A tenor de la fundación de un considerable número de misas, se puede colegir que se trataba de personas muy devotas y con un nivel económico por encima del promedio de sus convecinos. Esto no quiere decir que fuesen ricos, pero sí que gozaban de un estado económico y social elevado en comparación con sus paisanos. Paradójicamente, algunos de estos entierros fueron de cuarta o incluso de quinta clase. Los testadores suelen ser personas mayores o que no gozan de buena salud, por cuyos motivos optan por testar prematuramente. No obstante, a veces, en la erección de una estela parece que pesó más que el factor económico la religiosidad del testador o de sus herederos, verdaderos artífices y patrocinadores del monumento.

    Solo en dos ocasiones las estelas registran la causa del deceso. Las demás se conocen gracias a la tradición oral y a las fuentes escritas recogidas en los libros de difuntos de la parroquia y del Registro Civil. Algunos de estos hitos, bien por su carácter imper-sonal (Los Balbases, Masa y Palazuelos de Muñó) o bien por des-conocimiento de la tradición oral y escrita (Quintanajuar), no reflejan este particular. Las causas documentadas pueden agrupar-se en tres apartados, según la naturaleza de la muerte. En primer lugar, están aquellas que se deben a causas naturales relacionadas con enfermedades (sarampión en Quintanilla Sobresierra) o ata-ques súbitos. Este calificativo daría cabida a aquellos óbitos no vistos y sin huella de violencia humana ni animal, es decir, los anotados como muertes repentinas o hallazgos de los cadáveres en el campo (Palacios de Benaver, Villalbilla de Villadiego y Villusto). En segundo término, están los accidentes laborales, tales como la caída de un peñasco cuando trabajaba en la construcción de una bodega (Iglesias), la caída del tractor por vuelco cuando viajaba (Quintanalara), la caída del burro con el consiguiente despeña-miento (Fuenteodra) y el ahogamiento cuando pescaba (Borcos). Otras, en cambio, responden a muerte violenta por mano airada, como sería el asesinato por asfixia por oclusión de la boca y de las fosas nasales (Villamudria) o el disparo casual de arma de fuego (Montoto). Causas similares se repiten en estelas modernas de Guipúzcoa (Aguirre 1991:99) y de otras zonas (López de los Mozos 2004:44).

    por las ánimas de purgatorio. No obstante, en muchas de ellas falta la fórmula rogatoria o se prefiere como colofón RIP (más propio de estelas antiguas aunque también se da en otras más recientes como Montoto y Quintanilla Sobresierra, aquí con la variante RIPA) o EPD (en estelas modernas como Quintanalara). La D que aparece en Villamudria parece estar inconclusa y podría corresponder a DEP (Descanse En Paz). Sin embargo, hay varias estelas sin ninguna de las dos abreviaturas. Llama la atención el caso de Villalbilla de Villadiego pues RIP encabeza el texto.

    La estela de Los Balbases con la inscripción de NO VERME debe aludir a alguna máxima admonitoria para las personas que se acercaban al cementerio. Sin embargo, dados los desperfectos del epígrafe, es posible que este no esté completo o se haya leído mal.

    Los obituarios o libros de difuntos de las parroquias son una fuente valiosísima para conocer con más profundidad estas estelas ya que en ellos se registra el nombre del fallecido dentro de una determinada fecha, a veces omitida en la inscripción pétrea.

    Antes de 1860, los curas no anotaban, salvo raras excepciones, la causa del óbito y menos aún otras circunstancias inherentes al mismo, a no ser que condicionaran la administración de algún sacramento. El sacerdote, en cambio, registraba ciertos datos refe-rentes a la categoría del entierro, otorgamiento de testamento, mandas piadosas y lugar de enterramiento. En ocasiones, si la persona no recibía los sacramentos, el cura especificaba que se debía a haberse hallado muerto en el campo. En alguno de estos casos se añadía que la muerte había sido repentina o súbita, sin duda porque la víctima no padecía enfermedad habitual y, por tanto, no se esperaba su fallecimiento. Estas muertes debieron acaecer a consecuencia de un infarto o de algún otro accidente natural, especialmente si se hace constar que no había signos de violencia en el cuerpo. En el supuesto de hallarse el cadáver en el campo y sin testigos del deceso, es lógico que se desconociera la causa exacta del óbito a no ser que hubiera indicios de ataque de animales, sangre de arma blanca o de fuego, caída de rayo, etc.

    Sin embargo, a partir de 1860 la autoridad eclesiástica, a ins-tancias de la judicial, mandaba a los curas anotar el nombre de la enfermedad a consecuencia de la cual había fallecido la persona, previo certificado expedido por el médico cirujano correspondiente. En este tipo de muertes violentas, el facultativo solía añadir alguna circunstancia más relacionada con la muerte. Los clérigos copiaban escrupulosamente el nombre de la enfermedad en los libros de difuntos, pero el certificado médico de defunción solía incorporarse a los libros del Registro Civil que, desde 1871, anotaban los dece-sos de cada pueblo así como la causa de muerte y sus circunstan-cias, tomando como referencia el informe del facultativo.

    En los casos de muerte casual, repentina o violenta, el juez municipal del distrito, a veces en compañía de otro munícipe, man-daba practicar las diligencias correspondientes para esclarecer la muerte de la persona encontrada sin vida. En su presencia, los médicos realizaban la autopsia del cadáver y extendían el corres-pondiente certificado facultativo que precisaba la causa del óbito, según una lista oficial de enfermedades. Tras esta operación, el juez concedía autorización al cura para que diese sepultura al cadáver en el cementerio público de la localidad.

    El paraje donde se erigió la estela recuerda solo el lugar del fallecimiento de una persona, pero nunca el de su enterramiento. Hasta los comienzos de la década de 1830, el cadáver era sepulta-

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    tabulares (Villamudria, Montoto y Quintanalara). Estas pervivencias tan tardías se documentan también en los campos alaveses (Olaizola 1991:12), navarros (Ukar 1994a:381-396 y 1994b:548-568), guipuzcoanos (Aguirre 1991:61, 64-65) y catalanes (Menchón y Ríus 1994:577-594; Gallart y Llussà 2004:983)13.

    4. BIBLIOGRAFÍA.

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    13 Nuestro agradecimiento a Miguel Á. Moreno (Quintanajuar y Villamudria), Germán Lafont (Palazuelos de Muñó y Villaverde Mogina), Enrique Puente (Los Balbases), Julio Conde (Montoto), Julián González (Quintanilla Sobresierra), María Á. Merino (Palacios de Benaver) y Elena Fuentes (Borcos) por la notificación de los hallazgos así como a otras muchas personas que, de manera anónima o nominal, nos han confiado la tradición oral que se conservaba en cada pueblo. Asimismo, al archivero José Luis Esteban y a Crisanto Báscones por facilitarnos el acceso a los libros de difuntos del ADB y de los archivos parroquiales custodiados en Villadiego. Y a Ana M. Núñez por la consulta del libro de difuntos de Villaverde Mogina.

    En este tipo de ejemplares, los motivos decorativos no son nada relevantes ni por su tamaño ni por su calidad ni por su varie-dad. La riqueza ornamental de los modelos anteriores se reduce a una sencilla cruz de pequeñas dimensiones (salvo raras excepcio-nes) y de trazado muy sencillo y esquematizado, sin barroquismo ni aditamentos en el remate de los brazos, que se ubica en el anverso. Según esto, la cruz no parece tener carácter ornamental, sino que es un símbolo provisto de connotaciones exclusivamente religiosas del cristiano y del cristianismo. Por lo tanto, la presencia de la cruz hace referencia a las creencias del difunto más que a la cristianiza-ción del lugar. A veces falta la cruz bien porque la forma de la estela ya contiene el signo cruciforme (Quintanajuar, Masa y Villusto) o bien por razones desconocidas (Villaverde Mogina y Borcos).

    Estas estelas solo utilizan cruces latinas, griegas y patadas. Las primeras son las predominantes (6), de ahí que ofrezcan un mayor número de variantes, no solo en virtud de las técnicas empleadas, sino también en función de los remates de los brazos. Las cruces latinas en relieve se consiguen mediante el rehundimiento de los cuatro cuadrantes, del círculo circundante (Palacios de Benaver) o incluso de los espacios laterales, y suelen disponer de una peana triangular. A veces tienen anchos brazos cubiertos de inscripción (Quintanalara) o lisos, con la terminación apuntada (Villamudria) o con la superposición de una cruz latina esculpida (Fuenteodra). No obstante, en Montoto la cruz se obtiene mediante doble trazo esculpido con terminación patada y peana; y en Quintanilla Sobresierra, mediante rehundimiento.

    Los demás tipos de cruces son poco frecuentes. La cruz griega de Los Balbases aparece en relieve por el rehundimiento de los cuatro cuadrantes, pero en Quintanilla Sobresierra es incisa y de pequeñas dimensiones. En cambio, la cruz patada de brazos rectos se obtiene mediante el rehundimiento de cuatro sectores del círcu-lo y solo se documenta en Palacios de Benaver.

    El único motivo puramente ornamental consiste en el trazado inciso de dos rectángulos dispuestos verticalmente, uno encima de la inscripción y otro debajo, que parecen dibujar, con esta, una especie de cruz con el interior relleno de una red de rombos como atestigua el ejemplar de Villalbilla de Villadiego.

    Los reversos raramente están decorados o epigrafiados contra-viniendo la observancia general de dejarlos lisos, como sucede en Palacios de Benaver. Los cantos, en cambio, permanecen siempre lisos aunque la estela de Quintanajuar dispone de una cazoleta para retener el agua con la que el transeúnte podía santiguarse y rezar una oración por el alma del difunto.

    Dentro del conjunto analizado, hay 13 estelas datadas per se, quedando dos sin constancia lapidaria aunque una de ellas (Los Balbases) podría situarse en el siglo XIX. A tenor de los datos, predominan las estelas de esta centuria ya que solo la pieza de Quintanajuar se remonta al último tercio del XVIII. Esta reproduce un modelo de cabecera poligonal con tendencia cruciforme, copia-do en Masa a principios del XIX. Frente al predominio de los modelos discoideos y su variante antropomorfa, apenas hay cons-tancia de ejemplares tabulares (Iglesias) y cruciformes con recreci-mientos angulares (Villusto). La mayoría de estos ejemplos (6) datan de la segunda mitad de la XIX centuria, es decir, de la época de mayor esplendor, mientras que solo tres pertenecen a la primera mitad. Las piezas del siglo XX se reducen a tres y todas ellas son

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    Figura 1. Los Balbases.

    Figura 3. Fuenteodra.

    Figura 2. Borcos.

    Figura 4. Iglesias.

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    Figura 5. Masa.

    Figura 7. Palacios de Bernaver. Anverso.

    Figura 6. Montoto.

    Figura 8. Palacios de Benaver. Reverso.

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    Figura 9. Palazuelos de Muñó.

    Figura 11. Quintanalara.

    Figura 10. Quintanajuar.

    Figura 12. Quintanilla Sobresierra.

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    Figura 13. Villalbilla de Villadiego.

    Figura 15. Villaverde Mogina.

    Figura 14. Villamudria.

    Figura 16. Villusto.