Nueva Orleans. La música sigue aquí

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NAFTA: ¿qué cambios necesita? En 2013 el acuerdo comercial cumple 20 años. La presidenta de GE México es contundente: “Urge la integración regional” LA REVISTA DE LOS PRESIDENTES Y DIRECTORES GENERALES NUEVAS SECRETARÍAS DE ESTADO: ¿CUÁLES LE CONVIENEN A MÉXICO? MÉXICO: EL NAFTA, A 20 AÑOS DE DISTANCIA AÑO 25 I NÚMERO 288 I AGOSTO 2012 ALTO NIVEL 7 2 52435 67720 8 8 2 0 0 CITEM Precio $50MN www.altonivel.com.mx CITEM MENSUAL ISSN 1665-7977 ALTO NIVEL Gabriela Hernández presidenta y directora general de GE México AHORA EN TABLET

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Revista Alto Nivel, agosto 2012. Por Jonás Alpízar. Editor en Jefe: Edgar Apanco. Editora: Martha Lydia Anaya. Directora de Arte: Lydia García. Diseño Gráfico: Manuela Sánchez Cano.

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NAFTA:¿qué cambios necesita?En 2013 el acuerdo comercial cumple 20 años. La presidenta de GE México es contundente: “Urge la integración regional”

LA REVISTA DE LOS PRESIDENTES Y DIRECTORES GENERALES

NUEVAS SECRETARÍAS DE ESTADO: ¿CUÁLES LE CONVIENEN A MÉXICO? M

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Por Jonás AlPízAr

En 1995, Nueva Orleans resistió el embate del huracán más devastador en

la historia de Estados Unidos. La ciudad del jazz vio sus notas silenciarse solo

para, después de mucho trabajo, volver a tocarlas, ahora con más fuerza. Esto

es lo que el huracán no se llevó.

¿Q ué ha cambiado desde Katrina?, le pregunto a Christine, residente del Noveno Distrito, la zona más afectada en Nueva

Orleans por el huracán. Observo las equis pintadas en la puerta de una casa aban-donada, x-code las llaman. Estas notifican qué escuadrón de rescate hizo el chequeo, la fecha y los riesgos que existen en el in-terior (fugas de gas, cables eléctricos suel-tos). En el cuadrante inferior se apunta cuántos cuerpos encontraron dentro: dos. “¿Que qué ha cambiado? –responde pre-guntándose– Que ahora, cuando nos dicen que nos salgamos, nos salimos.”

Pero ¿cuál fue el problema? ¿Por qué Katrina atacó por sorpresa una ciudad acostumbrada a los desastres naturales? “Dijeron que era un huracán de categoría 3; por eso nadie hizo caso a los avisos de evacuación”, prosigue Christine, mientras señala cuál es su casa. “Cuando tocó la costa ya era categoría 5.” Ya era demasiado

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tarde. Los diques (mal) construidos por el gobierno de Estados Unidos no resistieron. Las estadísticas, siete años después, son arrojadas brutalmente: 80% de la ciudad inundada, más de 1,800 personas muer-tas y alrededor de 81,000 millones de dó-lares en pérdidas materiales.

Todos aquí tienen su historia de Katrina; directa o indirectamente, este ha sido un parteaguas en sus vidas. “¿Ves toda esta zona? –cuestiona retóricamente el taxista al conducir frente al Superdome– El agua alcanzó los dos metros: ¿podrías nadar?”

Dudo que sea necesario responder: “La corriente había arrastrado árboles, cables, coches; las tuberías del drenaje se habían reventado; el río y los pantanos trajeron caimanes y víboras. Te pregunto otra vez: ¿podrías nadar?”. Guardo silencio… no pue-do imaginar cómo será cuando conozca el Noveno Distrito.

Lo que Katrina no se LLevóDesde el aeropuerto Louis Armstrong has-ta el French Quarter, esta dramática cró-nica contrasta con los hermosos edificios que desfilan frente a la ventanilla. Es difícil visualizar tanto desastre. De no ser por las imágenes que circularon por todo el mun-do, podría pensar que aquí no pasó nada. En este paseo reconozco la amplia Canal St, con sus rieles. El tranvía es el princi-pal medio de transporte. Los neworlineans se jactan de vivir en una de las pocas ciu-dades en Estados Unidos donde se puede recorrer, de un extremo a otro, sin toparse con una autopista federal.

ParaJe iMPoLuto.Nadie creería que por el Louis Armstrong Park transitó un devastador huracán. Su tranquilidad se respira al caminar...

brad Pitt quedó cautivado Por NuevA orLeANS cuANdo fiLmó entrevista conel vampiro

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Me hospedo en una gran casa acon-dicionada como hotel, la Maison Dupuy, en la parte del French Quarter, opuesta al Mississippi y cercana al parque Louis Arm-strong. “Siendo de México estará acostum-brado al calor”, me dice de forma agradable la chica de la recepción. Yo asiento, como si no advirtiera cómo mis glándulas sudorí-paras trabajan a todo galope.

El centro histórico de Nueva Orleans, el French Quarter o barrio francés, de fran-cés no tiene nada. Cuando esta ciudad portuaria fue colonia francesa prosperó muy poco: los pobladores europeos se ocuparon más en realizar fiestas y tertu-lias etílicas que en trabajar sus tierras. No fue sino hasta que la ciudad pasó a manos de España que alcanzó estabilidad social y económica. También fue en esta época cuando un incendio arrasó la todavía pe-queña aldea. Luego, el gobierno español reconstruyó todo el barrio francés.

Aquí todas las distancias son camina-bles. Mi primera parada es Jackson Squa-re. Es evidente la influencia arquitectónica de la España colonial. Cercando el jardín central tenemos la catedral de St. Louis; a su lado izquierdo el Cabildo, sede del go-bierno de la ciudad. Una de las primeras cosas que hago, en cualquier lugar donde me encuentre, es comprar el periódico lo-cal, que nunca leo al momento y que tengo que cargar el resto del día. Me pasa igual con los libros. En una librería compro el ejemplar 1 Dead in Attic, del escritor y re-portero Chris Rose, texto que narra la des-trucción pos-Katrina. Debo estar prepara-do para visitar el Noveno Distrito.

Para esconderse del sol, el mejor lugar es el jardín de Jackson Square. Los gran-des robles sureños, que aquí se conocen como live oaks, extienden sus larguísimos brazos cubriendo la plaza, como prote-giéndola. Las ramas, algunas de las cuales

estaMPas deLa historia.

Portales coloniales del french Quarter o paseos

en barco por el río mississippi decoran el

paisaje de la ciudad.

duLce MeLodía. Postres, como el

brownie de chocolate oscuro, son una de

las especialidades del Palace café durante los

Jazz Brunches.

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llegan hasta el piso y vuelven a subir, es-tán cubiertas por una clase de helecho muy peculiar. A primera vista parecen hojas se-cas y muertas, pero –averigüé– después de una ligera llovizna renace y muestra un tono verde increíble. Con toda razón lo lla-man “helecho de la resurrección”.

WHEN THE SAINTS…GO MARCHING IN(Leer con ritMo de JaZZ)La presencia del jazz es tan palpable como el calor. Coincido en que este es un tipo de música que, como muchas otras artes, se explica a sí mismo. Solo la experiencia de su audición permite comprenderlo con toda la magia y esplendor que esconde. En las calles de todo el Quarter se pue-den encontrar conciertos improvisados por músicos de un nivel extraordinario. Trom-bones, saxofones y contrabajos; voces ne-

gras que cantan La marcha de los santos. Lord, I want to be in that number. When the saints go marching in... Toda la gente, incluido yo, detiene su camino y se sienta en la banqueta para escuchar y mover instintivamente el pie al ritmo alegre de la batería.

¡Ahh, Bourbon St.! Son bastante co-nocidas las noches de Mardi Gras. Adoles-centes embrutecidos ofreciendo collares de cuentas, a cambio de, digamos, mostrar cuánto calor tiene la calle en el barrio más antiguo de Nueva Orleans. Las institucio-nes religiosas llegaron a afi rmar que Katri-na fue un castigo divino: por los excesos y degradación social, Dios mandó el mons-

aunque Katrina fue vista coMo castigo divino, LA ciudAd coNTiNÚA BAiLANdo AL riTmo deL BLueS.

MALETAS HACIA DIXIELANDa nueva orLeans se la conoce como Dixieland porque, cuando era colonia francesa, se utiliza-ban unos billetes de diez francos (dix) que los marineros mercan-tiles que bajaban del Mississippi no sabían pronunciar, de ahí que comenzaran a llamar dixies a estos billetes. Lo demás lo podemos deducir...

Dixieland es también cono-cido como el jazz tradicional o el jazz de Nueva Orleans. Es el jazz que ganó más popularidad y se extendió de Nueva Orleans a ciudades como Chicago, Nueva York y Kansas City.

oasis de caLMa.en algunos rincones de la ciudad, el paisaje urbano contempla a quienes disfrutan de la lectura en cafés tradicionales.

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PoydrasPontchartrain Expy

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ParqueLouis Armstrong

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Catedral deSaint Louis

Plaza Jackson

Mercado FrancésMansión DupuyÁrea más

afectadapor Katrina

Área másinundada

por Katrina

RUTA POR LA CIUDAD DEL JAZZPrepárate a disfrutar la alegría innata de una ciudad como Nueva Orleans.

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truoso diluvio. Sea como sea, los primeros locales que abrieron después de las restau-raciones del huracán fueron los bares y los clubs de strippers.

La siguiente parada es el Palace Café, todo un clásico. En este local de dos pisos se sirve la mejor gastronomía criolla. ¿Qué es un jazz brunch? me pregunto, ¿qué lo hará diferente a todos los demás brunches? La respuesta vino en forma de un rasgueo de contrabajo. En Nueva Orleans no es bien visto escuchar música grabada; por ello casi todos los restaurantes tienen jazz en vivo. La hostess, con voz de autoridad, sugiere pescado del Golfo a la Lyonesa, gracias. De postre, el mejor maridaje que un brownie doble de chocolate amargo puede tener es Louis Armstrong. What a wonderful world!. ¿Quién se acuerda de Katrina después de algo así? Christine lo recuerda muy bien y ya espera para llevar-me a su vecindario.

eL agua LLegaba...¿hasta dónde?Christine está al volante. Tomamos Clair-borne Ave. para cruzar el canal industrial, uno de los tantos brazos del lago Pont-chartrain que lo une con el río Mississip-pi. “Primero te llevaré a mi calle; después veremos las casas que está construyendo Brad Pitt.” El actor se enamoró de la ciudad mientras filmaba Entrevista con el vampiro, en 1994. Ahora su proyecto urbanístico Make It Right se dedica a construir casas autosustentables para las familias que lo perdieron todo. Las casas son extrañas y largas: “¡Mira esta: parece un barco!”, dice riendo Christine. Todas están construidas sobre bases elevadas, quizá esperando otro huracán.

En un camellón, a lado de unos juegos infantiles, está una escultura de un signifi-cado impresionante: es un conjunto de ci-lindros azules de tamaño creciente. “Hasta ahí llegaba el agua… hasta el más alto”, dice deteniendo la camioneta. Me bajo, y

parado junto al alto cilindro, veo que me sobrepasa tres veces la cabeza. Nunca uso el término “irreal” y no querría, pero…

De vuelta al French Quarter encuentro la ciudad más frágil, como una gran cica-triz que va sanando. Hoy hace siete años, Katrina decidió hacer una visita inolvida-ble. Hoy el único huracán presente hace tempestad dentro de mi vaso (hurricane: jugo de fruta, granadina y ron). La noche enfrió un poco. Del Mississippi llega una ligera brisa que refresca la piel. Sin duda, mañana reverdecerá el helecho de los vie-jos robles de Jackson Square. Tal y como lo hizo Nueva Orleans, después de aquella ligera llovizna.

PatriMonio afroaMericano. el jazz es un legado musical para el mundo; ha influido otros ritmos, como el bossa-nova.

notas y sabores. Por la Bourbon Street, los transeúntes tropiezan con un sinnúmero de opciones para comer al ritmo del blues.

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