Nuestra Señora de las Cenizas

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NUESTRA SEÑORA DE LAS CENIZAS Por Diego Arandojo Ilustraciones Fabián Arnaldi 1

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Hermetismo, magia e iniciación al fuego Por Diego Arandojo con ilustraciones de Fabián Arnaldi.

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NUESTRA SEÑORA DE LAS CENIZASPor Diego Arandojo

Ilustraciones Fabián Arnaldi

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El fuego. El aroma del fuego que se abre entre el follaje de la noche. Nosotros nunca nos perdíamos aquellas veladas de luna

menguante, recostados sobre el pasto, con la boca saturada de poesía sombría. El frío nos hacía juntar las manos y darnos besos herméticos. En cada oreja había un susurro: una palabra en clave.

Íbamos en parejas, como los cátaros. Jamás sonreíamos. Sólo nos interesaba esperar a Nuestra Señora de las Cenizas.

A veces se aparecía entre los chispazos de las fogatas que preparábamos cuidadosamente. Mirábamos las llamas esperando sus brazos, sus piernas, su irregular atavío que se alzaba contra el firmamento, colmándolo de imprecaciones maravillosas.

Y cuando perdíamos toda esperanza ella aparecía. Infame, de semblante gris, como un feto rabioso que grita al llegar al mundo. Salía de las flamas cubierta con un hábito oscuro. Sus ojos estaban delineados con el color del dolor. Dos botones de maldad que se apretujaban contra unos labios finos, de un exquisito gris.

El fuego. Sentíamos el olor de todos aquellos que habían muerto desde el principio de los tiempos, hasta ese tiempo preciso en que vivíamos.

Nuestra Señora salió por completo de la fogata. Ahora flotaba, como una efigie espantosa que abría sus brazos hacia nosotros. Uno por uno nos arrodillamos frente a su ígnea magnificencia. Nuestros pedidos eran simples: hundir a un enemigo, envenenar algún pueblo, o simplemente conquistar el corazón de un desencanto amoroso.

Ella, brillante y lóbrega, constante ambigüedad, locura y decisión, verbo y silencio, simplemente movía sus dedos anulares. Eran movimientos circulares que contenían el poder mismo de la eternidad.

Luego teníamos violentas pesadillas, sin dormir, en carne propia. Corríamos, teníamos furibundas relaciones carnales. Todo el campo se llenaba con nuestra excitación. Y Nuestra Señora se mantenía flotando bajo las cálidas caricias del fuego.

Muy pronto teníamos el deseo de asesinarnos. Algunos lo hacían, interpretando el papel del asesino; otros se dejaban morir. La sangre fue formando un camino líquido que conducía a las grandes respuestas de los grandes enigmas de todo lo creado.

Con los primeros albores del día, Nuestra Señora de las Cenizas desaparecía, dejándonos en la boca un gusto a pecado capital.

Un sabor difícil de sacar.

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2EL NIÑO

Lo único que tenía de niño era el cabello. Rulos esbeltos, brunos, refulgentes. Su padre se había negado a ponerle un nombre. Su madre, después del parto, huyó hacia un país distante.

Era hermoso, callado y respetuoso. Tenía 11 años. Había sido adoptado por una pareja de antropólogos. Ellos se la pasaban viajando, realizando investigaciones, y el niño quedaba solo en una gran casa de paredes de mármol, repletas de estantes con libros.

No sabía leer, pero al quemarse la mano accidentalmente en la cocina, recibió la bendición de Nuestra Señora.

Después llegó la Gnosis Gris –la doble G– y su cuerpo creció a gran velocidad. En 8 horas tuvo 8 años más.

Salió de la mansión. Ahora era un joven muy apuesto. Sintió la necesidad de tener relaciones sexuales. Recorrió toda la ciudad hasta dar con una señorita de cabello rojo y ojos verdes. Ella aceptó la propuesta del muchacho y caminaron hacia la mansión.

Aquella velada fue rociada con gemidos, con caricias y penetraciones sórdidas. La casa se llenó con el fluido atroz de la reproducción indiscriminada.

La señorita pereció entre las sábanas, consumida por el voraz adolescente, quien se encontraba en un nirvana hormonal. Sin pensarlo comenzó a insultar a Nuestra Señora de las Cenizas, burlándose de su santo magisterio.

Sin embargo la venganza llegaría mucho tiempo después. El niño devenido en adolescente, y actualmente un hombre de treinta

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años, sedujo en una discoteca a una atractiva morena. La invitó a su apartamento, y allí conoció las artes nigromantes de Nuestra Señora.

La policía encontró el cadáver de un menor de edad. Tenía las extremidades superiores y posteriores amputadas. En su pecho estaba escrito, con tinta de bolígrafo quemado, la leyenda:

Tu conocimiento es ceniza

El caso fue cerrado sin mayores investigaciones. Todos sabían quién había cometido el crimen, y prefirieron el silencio.

3ORACIÓN 999

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Ella, sabia y marrana, conoce nuestros deseos. Entre los vapores del infierno están atadas las doncellas negras del crepúsculo. Sus voces trepanan los intestinos del Gran Asmodeo, mientras un coro infatigable de animales despedazados chilla, aumentando el clima caótico.

Ella, sabia y marrana, se esconde en los cielos, mirando y señalando. Las doncellas negras la alaban. Nuestra Señora de las Cenizas abre su hábito gris. Sus senos están llenos de fresca leche materna. Su vientre tiene escrita la oración 999:

Pan, misa y caminoFuego, humo y tabaco bíblicoSeñora Nuestra de las CenizasEn el fuego nos conocesEn el fuego nos concibesEn el fuego tu amor relámpago descarrila a los jóvenesSeñora Nuestra de las CenizasGema rota, huesos vacíos, miseria y gloriaDanos tus 999 besosDanos el aviso y el silencioSeñora Nuestra de las CenizasAbrázanos con tu pasión, quémanos con tus pecadosSeñora Nuestra de las CenizasHaz de la Tierra el espejo infame de la locuraHaz de la Tierra el terreno en donde tu fogata jamás se extingaSeñora Nuestra de las CenizasTu rito, nuestro pacto, y una lágrima indestructible

Esta oración, transmitida de generación en generación, mantiene intacta la frescura pérfida de Nuestra Señora.

Vamos en parejas. Señalamos la luna, imprecamos al sol, nos desnudamos y danzamos en las horas más inaccesibles de la noche.

Encendemos piras. Esperamos. Nos regocijamos contemplando las llamas. Cada una es una puerta.

En cualquier momento podremos orar. 999.

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4JAO TAO

Esta es la historia de Jao Tao. Oriundo de China, se extravió en las páginas del Libro Lacrado de Mammón. Perdió el conocimiento y despertó en el desierto de Beelmath, en la antigua Siria. El calor, el miedo y la tristeza lo transformaron en un errante maravilloso. Muy pronto fue iniciado por Nuestra Señora.

Descubrió que sus manos podían destruir a la noche, atrayendo al día. Tuvo discípulos. Por su boca salieron grandes versos. Excitó a cientos de adolescentes, con las que tuvo comercio carnal. Pero no pudo procrear.

Demente y solitario, asesinó y sobrevivió a lo largo de los siglos. Enseñó el arte vampírico. Gozó con los lobos de Notre-Dame. Se mezcló con la burguesía y aumentó su riqueza. Pero la locura crecía en sus venas, hinchándolas.

Regresó al Oriente. Buscó el papiro de Xamalán, el cual curaría su desvarío. Trabó relación con una vidente que le vaticinó la muerte en la horca.

En Turquía fue un poderoso comerciante. Con la ayuda de dos monjas católicas logró extraer parte de su locura, depositándola en la mente de una virgen.

Intentó escalar la montaña más alta de la Tierra, para fundar allí su templo. El clima se lo impidió y Nuestra Señora se encargó de propinarle un castigo, mas Jao Tao, conocedor de los arcanos, escapó invicto.

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Tarde o temprano el destino saca la carta negra y la deposita en nuestra alma, quemándola.

Jao Tao había conseguido purgar toda su demencia. Ahora quería ser un hombre normal, vivir y hacer el amor. Consiguió a la mujer adecuada, y una casa cerca del mar. La brisa lo despertaba y lo veía dormir.

Cerró los ojos aquella noche, como cualquier otra. Cuando los abrió tenía una soga alrededor de su cuello. Ya no estaba en la casita, sino de vuelta en el desierto de Beelmath. Ante sí se encontraba Mammón. Este tiró de la soga, y Jao Tao falleció en el acto. Su cabeza cayó rodando sobre la arena.

Nuestra Señora no recogió sus cenizas.

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5LÁGRIMAS Y MÓNADAS

Es Leibniz. Otoño y verdugos famélicos. Estamos en la mañana de los tiempos, y los simios tienen olor a guerra.

Las viviendas vacías. Un verano que se extiende sobre la alta mar. Una botella de vino que augura la destrucción final.

Leibniz busca un cuchillo. Es de noche. Las mónadas están llegando. Partículas de diamante sagrado traídas por el viento.

Después, el filósofo secciona la cabeza de un animal inocente. Asesina en nombre de la investigación científica. Sabe que Jehová, en sus 777 verdades intocables, lo perdona; de hecho aprueba el sacrificio, el derramamiento de sangre.

Pero cuando Leibniz intenta quemar los restos de la bestia inmolada, Nuestra Señora se hace presente.

La virtud es una triste canción de navidad. Has matado con el consentimiento de Aquel-Ciego-Muerto-Resucitado.

Te daré un puñado de cenizas. Las tragarás y repetirás en tu mente la palabra BRAXALAM, hasta el hartazgo.

La virtud es un espejo ambiguo. Camina siempre derecho, recibe el azote de tu patrón, hazte dueño de tu dolor, escúpelo contra el vidrio de los Arcángeles.

Te daré un puñado de cenizas. Cavarás tu tumba, te arrojarás dentro y el fuego será tu instrumento.

Conóceme y mil ladridos serán tu armada cuando tu ventura se vea obstaculizada.

Nuestra Señora es rápida y efectiva. Leibniz se echa hacia un costado. Siente que sus riñones hierven. Luego su cerebro, y así sucesivamente hasta que el calor interior derrite todos sus órganos.

Su cara expresa la medida exacta del horror.

Lejos, en la campiña, unos púberes juegan con máscaras. Hablan en un dialecto inventado, simulando ser el Demonio Romeo y la Demonia Julieta.

La gran obra del teatro de Dios. El enemigo que se postra ante una fogata, conoce y respeta a Nuestra Señora.

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6UNA POSIBILIDAD

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Los alumnos del fuego. Se me hiela la sangre al pensar en ellos.

Son sublimes artistas del caos, caballeros prepotentes y damas cobijadas en los Misterios de la Alta Calcinación.

A través de la Mano de los Tiempos regresamos al pasado para recoger las cenizas de nuestros mártires.

Nos congregamos en la Biblioteca de Alejandría. Estamos, sin duda, en la noche de los tiempos. La sensación de sabiduría destruida es palpitante.

Íncubos y súcubos comercian la carne del futuro. Es un espectáculo bello que atrae a Nuestra Señora.

El honor y el placer se juntan en mi puño izquierdo cuando observo a mi Ejército. Mis alumnos son mis hijos y mis padres. Todos forman parte de la Gran Unidad Carbonizada.

Yo los instruyo en el silencio. Los cobijo durante el día. Les doy mi seno calcinado cuando tienen sed de gnosis.

Son parte del fuego inerte que hacen girar a la vida y a la muerte.

Nos desnudamos y procedemos a la orgía. Todo es vertiginoso. Siento el calor de mil cuerpos, las caricias y los azotes de los alumnos.

Aplasto. Mastico. Bebo. Callo.

El puño izquierdo de Nuestra Señora. Es una posibilidad para alcanzar la Consagración Definitiva.

La lava que abre los ojos. El despertar de la materia. Los perros que nos observan. Los colmillos de la brisa.

Cuando la orgía termina, ya somos cenizas.

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RABIA

Te caes. Siempre te caes. Chocas contra el suelo. Tus fauces están llenas de materia oscura.

Abres el chaleco de tu espíritu: allí están los tatuajes de la vida, de la muerte, y de todo lo que vale la pena olvidar.

Reconozco tu rostro. Mides doce mil metros. Eres ínfimo. Ahora puedo atraparte con mis manos.

Cuando siento tu fuego, sé que Nuestra Señora está cerca. Me pongo de rodillas. No necesito santuarios.

La hierba cose los errores de la noche. Tengo frío y me desplomo torpe, infame, tan sutil que puedo desgarrar la comisura de la locura.

Las llamas son su vehículo. Puedo escucharla claramente. Tiene una voz amable y seductora.

La pena. La necesidad de sentir pena. Escucho tus pensamientos. Vives en el error de sentirte único.

Mi fuego llora tu futuro. Vive hoy porque no tendrás mañana. Cada camino que emprendas será un desengaño. Cada mujer con la que te relaciones clavará una Daga de Hielo en tu corazón.

Conozco tu apetito más privado, que es pilar de tu Deseo. Tus laureles serán mis cenizas.

Mírate en el espejo del mundo. Acepta lo que eres.

Beso sus pies calcinados. Me siento vivo por primera vez en mi vida. Tengo rabia.

Doy vueltas y vueltas. Es la noche eterna. Estrellas y dedos que se aprietan contra mi nariz.

Algo estruja mis tímpanos. Es su canto. Cuerdas vocales desafinadas, cuerdas de un violín estomacal y la repetida Misa del Crematorio.

Nuestra Señora me acepta. Abre sus brazos. Entro en su cuerpo.

Soy Ceniza.

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8EL HUEVO DE PANDORA

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Pandora. Vicios encerrados. Pandora vivía en un barrio pobre de una ciudad distante de los

grandes avances tecnológicos. Tenía apenas 16 años cuando encontró el huevo. Al principio no comprendía los atributos que este poseía. Simplemente lo llevó a su casa y lo colocó bajo la cama como un juguete más, pensando que vendría el conejo a buscarlo.

No hubo conejo. Sin embargo, Pandora comenzó a verlos por todas partes. Eran altos y delgados, de pelaje oscuro y con las orejas cortadas.

Le vino la idea del fuego inesperadamente, mientras miraba televisión. Era una idea de piras y piras, en donde la gente se arrojaba con placer a las llamas. Aquellas percepciones de una fantasía erótica la hicieron retorcerse en la alfombra.

Hubo muchos más conejos. Se iban presentando frente a ella, levantando sus brazos y exhibiendo axilas mugrientas. Pandora recordó el huevo. Corrió hacia este, lo abrió y encontró la estampa calcinada de Nuestra Señora. El gozo fue tremendo… como si hallara la fotografía de su madre, muerta años atrás.

Llevó la estampita contra su pecho.

Eres cándida y práctica. Te regocijas en modo correcto, pues al encontrarme has encontrado también tu Ruta de Fuego.

Serás mi doncella. Los hombres te utilizarán como catarsis de sus temores. Deberás amarlos a todos, sin excusa, sin obstáculos.

Serás mi doncella. Te daré mi flama secreta, y de ella adquirirás los Misterios más maravillosos que jamás imaginaste.

Pandora, muy agradecida, se inclinó respetuosamente. Nuestra Señora incendió su cuerpo.

La joven resucitó con la fuerza de las cenizas. Depositó sus anteriores restos óseos en el interior del huevo, sellándolo con el Verbo Inmutable.

Luego salió de su casa y jamás se supo de ella.

9EL CAOS

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Vestida para el caos. Sembraba siete rosas en su jardín todas las noches. Era vieja y

joven, tenía un cuerpo hermoso pero en las sombras sus músculos decaían.

Desnuda era la armonía. Desnuda era un ganglio tembloroso. Tenía fe en sí misma, pero no creía en su eternidad.

Cuando dormía se imaginaba acompañada por el hálito de Abraxas. Rodeada por brazos de seres incorpóreos que le darían la satisfacción anhelada.

Varias noches después y al terminar de sembrar la séptima rosa, la mujer se puso de pie. Sintió el aire distinto. Se abrochó más su sobretodo y atravesó el jardín. De repente, el pasto se ennegreció. Nuestra Señora, acompañada por el ladrido de mil perros, apareció.

Aquella mujer vieja y joven, dolida y feliz, escuchó las siguientes palabras:

Jamás hemos existido. Somos las cenizas de grandes bestias maravillosas. Cuando encuentres tu lecho definitivo, échate boca abajo, huele la tierra, siente el calor del milagro.

Mi fuego será tu sangre. Mi fuego será tu arma. Mi fuego será tu mayor miedo. Mi fuego será tu alivio.

Nuestra Señora desapareció, dejando siete cartas sobre el pasto. La anciana dudó en verlas, pero finalmente lo hizo.

En la primera carta estaban escritos los nombres de sus mejores amigos. Todos murieron en el acto.

En la segunda carta, se hablaba de un grave terremoto que engulliría el tercio de la población mundial. Y así sucedió.

En la tercera carta había una serie de números. La vieja descubrió que juntos formaban el nombre del Dueño de la Realidad.

En la cuarta carta había dos líneas cruzadas. Eran el cielo y la tierra haciendo el amor.

En la quinta carta estaba la huella de Adán. En la sexta carta estaban escritas, en enoquiano, las más

grandes verdades de la historia humana. Y en la séptima carta, la vieja joven se prendió fuego.

Nuestra Señora saboreó esta situación con particular júbilo.

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CIERTAS NECESIDADES

Como toda adolescente gótica necesitaba quemar su alma. Ya no recuerdo si se llamaba Micaela o Alexandra. Lo que sí

recuerdo es que estaba relacionada con el Clan del Fuego Parcial.

En las reuniones bebían sangre humana, leían a Soren Kierkegaard, gritaban y bailaban hasta el amanecer.

Fue en una de esas reuniones donde Micaela conoció el sabor del fuego. La desnudaron rápidamente. Su cuerpo tiritaba. El Jefe Parcial, acompañado por la Guardiana del Humo, condujo a la chica hacia un recinto privado.

El resto es parte del hermetismo de esta sociedad. Los vecinos hablan de milagros, de animales asombrosos encerrados en jaulas mágicas.

Pero Micaela pasó todos los límites. Engañó al Jefe Parcial, lo llevó al lecho donde lo acogotó hasta morir. Luego siguió con la Guardiana del Humo, estrangulándola también.

Se volvió una figura temida y venerada como La Sierpe de los Estigmas, pues comenzó a manifestar hematomas en sus palmas.

Podría haber tenido un reino a su mando, a no ser por la grave ofensa que cometió contra Nuestra Señora.

Publicó unos poemas altamente ofensivos en donde hablaba del fuego como mero artilugio de la plebe para exaltar su miseria.

La respuesta no se hizo esperar.

Tu karma está lleno de ecos. Tu sangre se infectará con la fiebre inmemorial. Cada alimento que devores será rechazado por tu estómago.

En el hambre encontrarás tu Academia. Perecerás para renacer de inmediato, pues como predije: tu karma está lleno de ecos.

Repetirás y repetirás. Mis cenizas celebrarán. Repetirás y repetirás. Ya no habrá ni primera ni última vez. Todo será y será.

Micaela recibió el escarmiento. Su piel se volvió morena. Se encerró en su casa. Cortó relaciones con todos, inclusive con su séquito.

Vivió atormentada. Veía, por las noches, un ejército de hormigas humeantes que masticaban todo a su paso. También era atacada por una fuerza deliciosamente pérfida.

Quería beber agua, pero al instante en que mojaba sus labios el líquido se transformaba en cenizas.

Al cabo de dos semanas despertó muerta.

Nuestra Señora ora en cada silencio del mundo.

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11BRILLO ÁFONO DEL MAL

La guerra había convertido a la catedral de nuestra metrópoli en un antro de enfermos mentales. Santos y psicópatas compartían el mismo espacio.

Afuera había ruido. Era insoportable. El único sacerdote que se mantenía con vida era respetado por todos.

Y para mantener ese respeto, el padre se había asociado a ciertas fuerzas de la oscuridad, que lo apadrinaban. Su objetivo era curar las enfermedades psicopatológicas a través del uso de las hierbas del mal, o yuyos de Furfur, que estaban mencionados en distintos grimorios.

Este sincretismo perverso estaba surtiendo efecto. Muchos dementes habían recobrado la cordura, recibiendo la comunión híbrida. El sacerdote se entusiasmaba cada vez más con este descubrimiento. Sin embargo, Nuestra Señora lo reprobaba.

Durante el mes de agosto y mientras se hallaba durmiendo, el padre recibió la siguiente advertencia:

El gato y el perro jamás se besarán. No existe en ellos el deseo, el registro psíquico para tal acto. Pero, contra toda lógica, hay quienes buscan inducir ese beso, utilizando maquinarias y quimeras de la ciencia.

Tú, que has robado el fuego de tu prójimo, serás maldito. Tú, bautizado por el Hijo de la Cruz, bautizado por el Padre Enceguecido, recibirás un clavo por cada mente que cures.

La locura es la manera más dulce de entrar en la eternidad. Estás atrofiando a los Iluminados de las Sombras. Eres un estorbo, una fogata húmeda abandonada por las llamas.

Serás un invierno ambulante.

Una semana después, el sacerdote comenzó a notar las consecuencias de sus actos. Los que habían sido curados volvieron a manifestar síntomas de psicopatía.

La catedral y sus habitantes se volvieron contra el padre. Lo colgaron del pescuezo, destrozando su cuerpo a palazos, para luego quemar –entre gritos de furioso éxtasis– su cabeza.

Nuestra Señora hará de sus cenizas una advertencia

clara.

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12ASTRONOMÍA OCULTA

El cielo como un ciclo infame. Todos aquellos que nos revolcamos en las llamas sabemos que Nuestra Señora respeta y reprime.

Visiones malditas, eones arrancados de las tripas de las claves algorítmicas en donde se apoya toda la existencia.

Conocí en Islandia a un grupo de devotos que permanecían callados durante la quema del pan, ritual muy común en esta región.

Ahora que lo veo en perspectiva odio aquel viaje. Fue tiempo perdido. Podría haberles arrebatado el Cangrejo Gótico, cáliz muy poderoso, el cual utilizan en sus ritos. Pero no lo hice. Me acobardé.

Pienso y ya nada existe. Estoy vacío. Mis células perecen. Las radios detectan la señal de mi espíritu, distorsionándola.

Todo se cae en el gran vómito de un Dios incapaz de amar. Así, mientras divago, Nuestra Señora auxilia a mis pensamientos.

Buscas. Exhalas. Buscas nuevamente. Todavía no te das cuenta de lo bello que eres. Ni diez mil espejos podrían reproducir el total de tu esplendor.

Quémate. Resucita. Sé la ceniza, siente la ceniza, respira la ceniza, intoxícate con la ceniza.

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Quémate. Abre el libro cuyas páginas son las seis llamas perfectas. Lee la caligrafía de la lava. Aprende la lengua fulminada.

Quémate.

Camino por los cementerios buscando las piras sigilosas. En ciertos mausoleos encuentro fugaces chispazos. Les saco fotografías, que colecciono en un gran álbum.

Hay noches en que tengo la firme convicción de ser vigilado y apadrinado por Nuestra Señora.

Sé que las estrellas son criptas en donde se gestan conflictos portentosos. Todo el mal es pueril al lado de esas máquinas.

Me tropiezo.

Tu sangre y tu semen tienen el mismo color. Tus ojos y tus dientes huelen de la misma manera. Tu cabello y tu alma han sido quemados.

Escucho estas palabras, que son como martillazos a mi orgullo. Tiemblo. Palidezco. Rasguño.

Fuego.Sé el fuego más radiante que se pueda imaginar.

Ya no soy yo. Ahora me veo sentado al lado del César. No. Estoy al lado de Heródoto. No. Soy todos y nada. Soy la brisa que acaricia el rostro de una sílfide. No. Soy, siendo lo que seré. Un poeta. Una langosta. Un pueblo en ruinas. Un beso.

Nuestra Señora silencia la mediocridad.

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13AJEDREZ DE VAMPIROS

El último rito. La extremaunción del fuego. Los seis vocablos que convierten a la carne en vida.Vamos siempre de a dos, como los gnósticos, pero sin la

mística de la paloma. Vamos murmurando atrocidades. El viento nos despeina. El

frío nos abriga. Los Dioses de Granito se postran frente a los Machos Cabríos

que dictan clases, dibujando el humo con sus pezuñas. El último rito. La extremaunción del fuego.Llego al templo. Abro la puerta con la llave tatuada en mi

palma derecha. En el salón principal, iluminado con candelas, los vasallos arman el ajedrez. Las piezas son elegantes vampiros traídos desde todas partes del mundo.

Me dejo caer en el éxtasis. Veo borroso. El frío me abandona. Siento el calor de Nuestra Señora.

No por nada juego y fuego riman. Jugar significa ultrajar. Sé una pieza, y que las llamas te muevan.

Se inició la partida. Fui moviendo a mis vampiros, según el libro de los colmillos, que me obsequió una bella dama de cabello rojo, instalada cerca de mi asiento.

El ajedrez es mortal para aquellos que no dominan las reglas. Yo las conozco. He jugado varias veces.

El sudor se escurre entre mis dedos. Un mínimo error puede conducirme a la tumba.

Jaque Mate. Pierdo. No puede ser posible. Lo es. Perdí.

Un saco lleno de mentiras. Un desamor. Una gota de amargura que llevarás bajo el brazo.

Un saco lleno de verdades. El amor. La droga del martirio. Y todos, rociados con el semen negro de la muerte, intentamos volver al útero de la madre.

Mis cenizas son las botas que usarás en el Segundo Diluvio Universal.

Nuestra Señora irrumpe en mi corazón, quemándolo y luego mi espíritu se deshace.

Jamás existí, pero existo.

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14UN TÉ DE CENIZAS

Mi reloj tiene manecillas de miedo y desolación. Es la hora. Abro mi maletín de oro. Saco la taza de té. Lo preparo. El vaho

se pierde entre mis ojos. Bebo. El bien y el mal se funden en una serpiente sonriente

que escribe, con su cola algodonosa, una bella estrofa para el fuego.

Soy mi propia transición. En mis pulmones han quedado guarecidos los milenios, los eones, los tiempos imposibles de enumerar.

Respiro. Exhalo. Inhalo. Respiro.Aspiro los siete desiertos sobre los que Jehová talló su Edén.

Camino, piso, destruyo, construyo, vitupero y agasajo a Adán. Él abre la boca y suelta algunas palabras que son como cataclismos para la futura especie humana.

Adán duerme en posición fetal. La noche es la cólera de los astros que descienden y se confunden en el bosque edénico. Sueña aquel primer hombre con los misterios exquisitos de su creador.

De repente, Nuestra Señora se introduce en el mundo onírico.

Adán. Eres la copia perfecta de una imperfección. Adán. En tu sangre hay árboles marchitos, de un invierno perenne.

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Adán. Manos y piernas, axilas y dedos. Todo en ti es burla. Todo en ti es sumisión.

Adán. Caminos cruzados, bodas de la miseria y arrogancia. Jamás tendrás fuego, siquiera un solo chispazo.

Despierta en medio de un charco de sudor frío. Ante sí está el Edén, que se prende fuego rápidamente. Intenta escapar, pero las llamas lo envuelven.

Es así como Adán Cenizas alcanza la infamia eterna al lado de Nuestra Señora.

Hijo del carbón. Brasa indecorosa del atardecer. Puño deforme que golpea la luz.

Adán Cenizas.

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15RITO Y ALBA

Amanece y el fuego hace trizas a los Guardianes del Orden, que han sido colocados por Jehová en el límite entre el mundo físico y el psíquico.

Amanece y las Hermanas de la Alegría se marchitan, como esas flores inverosímiles que crecen al sur del Edén.

Amanece y todo el odio, toda la angustia y toda la desesperación del mal crece desmedidamente.

Amanece y Nuestra Señora se quita su velo gris para anunciar:

He escuchado el suspiro de nuestra gloria. He vivido el penúltimo día de la raza humana. He besado al último efebo, antes de que su cuerpo manifestara los Símbolos Inevitables de la Extinción.

He mojado mis labios con todos los pecados que han sido producidos y planificados por los ángeles.

He abrazado a mil muertos, he masticado mil ladridos, he vencido sobre el alacrán de Eva.

He luchado contra las sombras de luz que se encuentran en cada libro donde Él ha manifestado su Palabra.

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He dado mi fuego, mi preciado fuego, a aquellos que lo merecían. He cubierto mi rostro, dando oscuridad, a los que menos lo merecían.

Soy la Señora de las Cenizas. En mis venas está el fuego de la Creación Primera.

Soy la Señora de las Cenizas. Pisa mi cola, pues morderé tu cuello y serás la urna en donde deposite mi Pasión.

Amanece. El sol desgarra el espacio, y sus estrías mortíferas penetran a Nuestra Señora.

Amanece. El ave Fénix con rostro de mujer seduce a la muerte. Es el rito del fruto prohibido. Es la ciencia que cierra los ojos de los hombres. Es la música estricta de un compositor inmortal, cuya tumba somos todos nosotros.

Amanece. Nuestra Señora ya no es, pero será cuando no lo sea.

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