Nuestra Organización Adventista - George Knight

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Este documento es parte de La serie EL LEGADO ADVENTISTA está muy relacionada con varias obras mías anteriores. Mi intención es queunas y otras proporcionen, tanto a los adventistas como a aquellos que deseen conocer la comunidad adventista, un vistazo general de "todo" lo que es el adventismo del séptimo día.Cada exposición pretende ser breve pero precisa. Si bien he escrito cada volumen con un público adventista en mente, los libros también presentan una sólida introducción de sus respectivos temas para una comunidad más amplia.

Transcript of Nuestra Organización Adventista - George Knight

  • Nuestra organizacin ALIADA o ENEMIGA

    DE LA GRAN COMISIN?

  • La triloga de EL LEGADO ADVENTISTA encuentra su mejor complemento en tres libros de la abundante produccin de George R. Knight, publicados por esta misma editorial

    Conozcamos a Elena de White 200 1 Caminando con . .qlena G. de White 2006 Cmo leer a Elena de White 2004

  • Titulo original en ingls: Orgaruting 10 Beat the D..,;l

    The DevelDpment o{ Adornos' Church Structure Copyright 2005 Review and He:ald Publishing Association.

    55 West Oak Ridge Orive. HagetStown, Maryland 21740. EE UU.

    NuESTI\A ORGANIZACiN AuADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISIN' es una coproduccin de

    o ARA

    Asociacin Publicadora Interamericana 2905 NW 87 Ave Doral, Florida 331 n, EE UU

    tel. 305 599 0037 - fax 305 592 8999 [email protected] - www.iadpa.org

    Presidente Pablo Perla Vicepresidente de Produccin

    Vicepresidenta de Finanzas VICepresidenta de Atencin al Cliente

    Director Editorial

    Daniel Medina EIhabeth Christian Ana L. Rodrguez Franceoc X. Gelabert

    a GEMA EDITORES

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    Traduccin Edicin del texto

    Diagramacin Diseo de la portada

    Ilustracin de la portada

    Ral Lozano Rivera Jos L Pacheco Ideyo Aloma EdGuthero I.ars Justinen

    Cojryright 2007 de la traduccin en espafiol GEMA EDITORES

    Asociacin Publicadora Interamericano

    ISBN 10. 1-57554-593-4, Serie completa ISBN 9: 1-57554-534-9, tomo 3

    ISBN 13 978-1-57554-593-6, Serie completa ISBN 13: 978-1-575H-534-9, tomo 3

    Est prohibida Y penada por la ley la reproduccin total o parcial de esta obra (texto, diagramacin. imgenes), su tratamiento informtico V su transmisin,

    ya sea electrnica, mecnica, por fotocopia o por cualquier otro medio, sin pennso previo V por escrito de los editores.

    Impreso por OP Grficas Bogot, Colombia

    Printed m CoIomboa 2a impresin: abril 2008

  • EL AUTOR dedica este libro a

    Wemer y Nancy Vyhmeister en ocasin de su jubilacin, decano del Seminario Teolgico

    de la Universidad Andrews y editora asociada de Andrews University Seminary Studies, respectivamente;

    amigos muy apreciados y respetados colegas.

  • Contenido 9 Lista de abreviaturas 11 Una palabra al lector

    17 CaPtulo 1: "La organizacin es el diablo" 18 La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organizacin 20 La organizacin de la iglesia como "Babilonia": la expe-

    riencia millerita 26 Resistencia a la organizacin despus del Chasco

    33 Captulo 2: Redefinir Babilonia (1844-1859' 34 El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas

    de organizacin 39 Problemas entre las filas y llamamiento

    al "orden evanglico" 46 Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes 52 TIempo para la accin y redefinicin de Babilonia

    57 Captulo 3: Organizarse para la misin (1860-1863'

    57 La posesin legal de las propiedades de la iglesia y la eleccin de un nombre, 1860

    62 Formacin de Asociaciones locales, 1861 68 Constitucin de la Asociacin General de los

    Adventistas del Sptimo Da, 1862-1863 72 Perspectivas sobre la organizacin

    79 Captulo 4: Tensiones dentro de un sistema creciente (1864-1900'

    80 Los lmites de la autoridad de la Asociacin General 88 Expansin denominacional y experimentos organizativos

    102 Reinventar Babilonia: modelo alternativo de organizacin eclesistica

    115 Captulo 5: Reorganizarse para la misin (1901-1909'

    115 Rumbo al desastre 117 Reestructuracin de la Iglesia, 1901 123 Gestacin de una lucha por el poder, 1901-1903 128 La confrontacin definitiva, 1903

  • 13 2 Reacciones: Congregacionalismo contra centralizacin, 1903-1909

    141 Perspectivas sobre la reorganizacin

    149 CaPtulo 6: Retocar el sistema (1910- ) 150 El desarrollo de las Divisiones 158 Intentos de fusin y limitacin de perodos de servicio 163 El paso hacia las Asociaciones regionales 170 Asuntos organizativos desde la dcada de 1960

    hasta la de 1990 181 La resurreccin de Babilonia: otra mirada

    al congregacionalismo 187 Avanzar con dificultades por la carga:

    Cuando se abusa de algo bueno

    191 Captulo 7: Derrotar la organizacin a la misin?

    192 Crisis de identidad organizativa 195 Factores que deben considerarse en la reestructuracin 204 Una propuesta modesta

    209 ndice alfabtico

    A no ser que se indique de otra manera, todas las citas de las Sagradas Escrituras han sido tomadas de la versin Reina-Valera, revisin de 1960.

    Por la propia naturaleza de NUESTRA ORGANIZACIN AUADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISiN?, en todo lo que se refiere la nomenclatura de organismos,

    organizaciones e instituciones, los editores han optado por la aplicacin, en el uso de las maysculas, de un criterio similar al de la ltima edicin

    del Manual de la Iglesia (ver p. 26, revisin 2005, APIA).

  • Lista de abreviaturas

    AdHer AG AGD AGM AH AHBA AR AS ATJ ATR Boo Bio

    CH ECB

    EDGCMin

    EGW FMW GAI GCAC

    GCB

    GCCMin

    i\dventistfferi~e Asociacin General Arthur G. Daniells Andrew G. Mustard i\dvent fferald i\dventist ffarbinger and Bible Advocate i\dventist Review i\dventist Sentinel of Religious Liberty Alonzo T. Jones A. T. Robinson Barry David Oliver Biografa de Elena G. de White en ingls en 6 tomos, Arthur L. White Christian fferald European Conference Bulletin (Boletn de la Asociacin Europea) European Division of the General Conference Committee minutes (Actas de la Junta de la Divisin Europea de la Asociacin General) EIlen G. White / Elena G. de White Francis M. Wilcox George A. Irwin Actions of the Autumn Council of the General Conference Committee (Acuerdos del Concilio Otoal de la Junta de la Asociacin General) General Conference Daily Bulletin (Boletn diario de la Asociacin General) General Conference Committee Minutes [Actas de la Junta de la Asociacin General]

  • 10 Nuestra organizacin I Aliada o enemiga de la gran comisin? GCOCMin

    GCQB

    GIB JHK JNL JSW JT JW LRC MC MKW MS Ms MW NB NCW NVI

    OAO OE PE

    General Ccmference Officers Council minutes (Actas del Concilio de Dirigentes de la Asociacin General) GeneraZConference Quarterly Bulletin (Boletn Trimestral de la Asociacin General) George L Butler John Harvey Kellogg John N. Loughborough J. S. Washburn Joyas de los testimonios, 3 tomos, E. G. White James I Jaime White Louis R. Conradi Midnight Cry Mary Kelsey White Mensajes selectos, 3 tomos, E. G. White Manuscrito Moming Watch Notas biogrficas de Elena G. de White Neal C. Wilson Nueva Versin Internacional, Sociedad Bblica Internacional O. A.Olsen Obreros evanglicos, E. G. White Primeros escritos, E. G. White

  • Una palabra al lector

    Este libro es el tercero la serie EL LEGADO ADVENTISTA. / El primero, Nuestra iglesia: Momentos histricos decisi-vos, traza el desarrollo general de la iglesia desde sus

    inicios y establece el contexto para los volmenes ms espe-cializados de la serie. El segundo, Nuestra identidad: Origen y desarrollo, examina el surgimiento histrico de la teologa de la denominacin. El presente volumen bosqueja la evolucin de la estructura organizativa del adventismo del sptimo da.

    Esta evolucin dio tantas vueltas, que los fundadores del movimiento no hubieran sido capaces ni de imaginarlo. Co, menzando con la oposicin a la organizacin formal en la dcada de 1840, el movimiento de observadores del sbado se Vio forzado a organizarse durante la dcada de 1850 a fin de protegerse a s mismo de impostores y de dar un impulso ms adecuado a su misin ante la frustracin de un "fin del mundo" que, sencillamente, no llegaba.

    Desde cierta perspectiva, la historia de la organizacin de la Iglesia Adventista del Sptimo Da ha sido rtmica. La prime-ra parte de esa cadencia fue sentir una necesidad; la segunda,

  • 12 Nuestra organizacin / Aliada o enemiga de la gran comisin?

    una reestructuracin; y la tercera, un perodo de prueba y per, feccionamiento del nuevo modelo estructural. Histricamen, te, la denominacin ha pasado por dos ciclos completos y ha entrado en lo que parece ser el tercero. El primer ciclo fue tes' tigo del desasosiego por el cambio de la dcada de 1850, de la organizacin de la iglesia entre 1860 y 1863, y de las adapta, ciones acaecidas entre 1863 y 1900. El segundo ciclo comenz con los llamamientos en favor del cambio a finales de la dca, da de 1880, la reorganizacin entre 1901 y 1903, y los retoques que tuvieron lugar entre 1903 y el comienzo del siglo XXI. La dcada de 1980 vio el principio de un desasosiego sostenido en lo que parece ser el comienzo de un tercer ciclo.

    La autntica pregunta que subyace al as llamado "tercer ciclo" es si la denominacin es an lo suficientemente flexible para cambiar, o si la llegada del rigor mortis estructural la har ceder. En muchos sentidos, la cuestin que yace en el fondo de esta pregunta se refiere a la identidad. Esto es, obtendr el ad, ventismo del siglo XXI su identidad de sus estructuras (e ins, tituciones), o de su misin? En el pasado, las grandes adapta' ciones estructurales en el adventismo han girado siempre en tomo a una capacitacin ms eficiente para la misin. Ese fue el principio motor de la organizacin del movimiento en 1861, 1863 y la motivacin fundamental de la reorganizacin en 1901,1903. Si el adventismo ha de ser coherente con su pasa' do, cualquier reorganizacin futura ha de centrarse en coordi, nar de modo ms eficaz la misin mundial, de manera que gaste menos dinero en el sostn de sus estructuras, liberando as ms fondos y personal para proyectos de avanzada. Desde luego, el adventismo podra optar por apartarse de su legado misiolgico,escatolgico y acomodarse, aunque ello lo con, vertida nicamente en una mediocre denominacin ms.

    En armona con el propsito de la serie EL LEGADO Ao--VENTISTA, he procurado preservar la brevedad en el trata'

  • Una palabra al lector 1

    miento de los temas siempre que he podido. La concisin me ha obligado a ceirme a las lneas principales de desarrollo, evitando la exposicin de temas secundarios. Por lo tanto, he escrito una historia a grandes trazos y no en detalle. Al hacer, lo as lo que buscamos es resaltar las lneas principales de de, sarrollo. La desventaja es que tiende a pasar por alto algunos de los puntos y matices ms delicados de los temas tratados. La limitacin impuesta por la concisin tambin ha exigido que utilice referencias en el interior del texto y no citas comple, taso Las citas, sin embargo, son adecuadas para quienes tengan el deseo de investigar un tema con mayor profundidad.

    Como en otros aspectos de la historia de la iglesia, mu, chos adventistas probablemente no han reflexionado mucho acerca de cmo lleg a organizarse la denominacin. Algu, nos, indudablemente, creen que siempre ha tenido la misma estructura que en la actualidad. Y, entre aquellos que saben algo del desarrollo histrico, muchos probablemente sostie' nen que el sistema ha recibido sus retoques finales y ahora representa la mejor forma de hacer las cosas. Algunos pueden incluso estar avanzando con el malentendido de que el siste, ma actual es "inspirado".

    El cambio ha formado parte de cada aspecto de la historia adventista. Este libro es la historia de ese cambio en el terreno de la estructura de la iglesia. La historia adventista demuestra que la denominacin siempre ha sido dinmica. Los entes vi, vos y sanos siempre se desarrollan y cambian a fin de realizar mejor su misin y funciones. En este mundo, lo nico que no es capaz de cambiar para mejor es lo que est muerto o mor, bundo.

    NUESlRA ORGANIZACIN: ALIADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISIN? es la primera tentativa de poner en circulacin un estudio abarcante de la historia de la organizacin adventista del sptimo da. Sus predecesores ms destacados son los trabajos

  • 14 Nuestra organizacin / Aliada o enemiga de la gran comisin?

    de Andrew C. Mustard, James White and SDA Organization: Historica1 Development, 1844,1881 (1987) [Jaime White y la organizacin adventista del sptimo da: desarrollo histrico, 1844,1881] y de Barry David Oliver, SDA Organizational Structure: Past, Present and Future (1989) [La estructura orga, nizativa adventista del sptimo da: pasado, presente y futu, ro]. Ambos son estudios doctorales centrados en los desarro, 110s estructurales de 1861,1863 y 1901,1903 Y en la significa, cin de los mismos. Tambin es digna de destacar en el cam, po de la historia de la organizacin adventista la obra de Bert Haloviak, archivista de la Asociacin GeneraL Las compila' ciones de Haloviak de documentos fundamentales sobre or, ganizacin, sus varios documentos sobre el tema, y su asisten' cia experta sobre el tema nos dejan a todos en deuda con L

    Otra fuente de datos destacada en lo referente a la orga, nizacin adventista y su desarrollo incluye las obras de J. N. Loughborough, The Church: Its Organization, Order and Disci, pline [La iglesia: su organizacin, orden y disciplina] (1906); C. C. Crisler, Organization: Its Character, Purpose, Place, and Development in the Seventh,day Adventist Church [La organiza' cin: su carcter, propsito, lugar y desarrollo en la Iglesia Adventista del Sptimo Da] (1938); Oliver Montgomery, Principies of Church Organization and Administration [princi, pios de organizacin y administracin de la Iglesia] (1942); Gilbert A. Jorgensen, "Investigation of the Administrative Reorganization of the General Conference of the Seventh, day Adventst Church Organization as Planned and Carried Out in the General Conferences of 1901 and 1903" [Invest, gacin de la reorganizacin administrativa de la Asociacin General de los Adventistas del Sptimo Da segn se planifi, c y ejecut en los Congresos de la Asociacin General de 1901 y 1903] (tesis de licenciatura con grado, 1949); Cad D. Anderson, "History and Evolution of Seventh,day Adventist

  • Una palabra al lector 15

    Church Organization" [Historia y evolucin de la organiza~ cin de la Iglesia Adventista del Sptimo Da] (tesis docto~ tal, 1960); Y el libro de Walter Raymond Beach y Bert Beverly Beach, Pattem far Progress: The Role and Function of Church Organization [Modelo para el progreso: papel y funcin de la organizacin eclesistica] (1985). Mi propio libro Fat Lady and. the Kingdom: Adventist Mission Confrants the Challenges af lstitutionalism and Secularization [La gorda y el reino: la mi~ sin adventista frente a los desafos de la institucionalizacin y la secularizacin] (1995) y varios otros artculos publicados desde esa fecha exploran los desafos de organizacin que afronta la iglesia en el siglo XXI.

    Otros posibles libros que se proyecta publicar en la serie de EL LEGAOO ADVENTISTA son: un estudio histrico de la evo~ lUcin del programa misionero adventista, el desarrollo del es~ tilo de vida adventista, y el desarrollo de programas adventis' tas en campos tales como educacin, salud, y publicaciones. El autor tiene previsto agregar un cuarto ttulo a esta triloga que, en principio, lo hemos titulado Nuestro estilo de vida: Un pue, blo peculiar.

    La serie EL LEGAOO ADVENTISTA est muy relacionada con varias obras mias anteriores (ver p. 2). Mi intencin es que unas y otras proporcionen, tanto a los adventistas como a aquellos que deseen conocer la comunidad adventista, un vis, tazo general de "todo" lo que es el adventismo del sptimo da. Cada exposicin pretende ser breve pero precisa. Si bien he escrito cada volumen con un pblico adventista en mente, los libros tambin presentan una slida introduccin de sus res, pectivos temas para una comunidad ms amplia.

    Quisiera expresar mi agradecimiento especial a Bert Haloviak, ~ desaparecido Andrew Mustard, y a Barry Oliver, por su in, vestigacin pionera en este terreno; a Paul Evans, por su ayu, da en la recopilacin de documentos; a Tim Poirier, del

  • 16 Nuestra organizacin / Aliada o enemiga de la gran comisin?

    Patrimonio White, J im Ford, del Centro del Patrimonio Ad, ventista de la Universidad Andrews, y Bert Haloviak de los Archivos de la Asociacin General, por ayudarme a localizar las fuentes primarias; a Bonnie Beres por descifrar mis textos manuscritos y digitalizarlos, a Raoul Dederen, Jerry Moon, y Barry Oliver por leer y ofrecer sugerencias para mejorar el ma, nuscrito completo, y a Gregory Allen por hacer lo mismo con una porcin del manuscrito; a Gerald Wheeler y Jeannette R. Johnson por llevar el manuscrito a lo largo del proceso de publicacin; y a la administracin de la Universidad Andrews por facilitarme apoyo financiero y tiempo para investigar y escribir.

    Confo que NUESTRA ORGANIZACIN: ALIADA O ENEMI, GA DE LA GRAN COMISIN? resulte til para sus lectores al pro' curar una mejor comprensin del desarrollo e importancia de la organizacin en el seno de la Iglesia Adventista del Sp, timo Da.

    George R. Knight Universidad Andrews

  • CAP

    "La organization es el diablo"

    S e dice que no hay nada mas diffcil que conducir una cuadrilla de gatos. Cualquier contemporaneo podrfa ha-ber sostenido to mismo acerca de los miembros de la Co-

    nexi6n Cristiana. Uno de los dirigentes del movimiento es-cribi6 a principios de la de cada de 1830 que la Conexi6n ha-bfa surgido simultaneamente en varios lugares de los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX "no tanto para establecer doctrinas peculiares y distintivas, sino para garantizar, en favor de individuos e iglesias, mds libertad e independencia en relaci6n con asuntos de fe y practica, para librarse de la autoridad de credos humanos, y de las cadenas de formas y costumbres esta-blecidas, para hacer de la Biblia la unica gufa de los creyen-tes, exigiendo para todo individuo el derecho de ser su propio interprete para juzgar por sf mismo cuales son sus doctrinas y requerimientos y, en el terreno de la practica, seguir mas es-trictamente la sencillez de los ap6stoles y los cristianos primi-tivos". El movimiento se oponfa a todo "ataque a la libertad cris-dana" (]. N. Brown, Encyc10paedia of Religious Knowledge, 1836, 362; la cursiva no esta en el original).

  • 18 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organizaci6n Uno de los historiadores del movimiento en 1873 resumi6

    asfla radical independencia de los conexionistas: "Cuando se les preguntaba 'iA que denominaci6n pertenecen?', su respues-ta era, 'A ninguna'. 'iA que denominaci6n se van a unir?' 'A ninguna'. 'iQue nombre le van a poner a su grupo?' 'Ninguno'. 'iQue es to que van a haber?"Vamos a seguir como empezamos: seremos cristianos. Cristo es nuestro lfder, la Biblia es nuestro unido credo, y serviremos a Dios libres de las ataduras del sec-tarismo'" (N. Summerbell, Historyofthe Christian Church, 1873, 519). Para los cristianos conexionistas primitivos, la, organza-c6n era el diablo.

    A pesar de su individualismo radical, los conexionistas sf reconocfan la necesidad de una estructura en el ambito de la iglesia local, pero consideraban "cada iglesia" o congregaci6n como "un cuerpo independiente, con autoridad exclusiva pa-ra regular y gobernar sus propios asuntos". Para la decada de 1830, los conexionistas habfan incluso formado asociaciones en cada Estado que se reunfan una vez al ano. Dichas asocia-ciones, sin embargo, no contaban con sede permanente. Ade-mas, "no tenfan autoridad alguna ni control sobre la indepen-dencia de las iglesias [locales]". Durante un tiempo, los co-nexionistas habfan coqueteado con la noci6n de una "Asocia-ci6n General Cristiana de los Estaos Unidos", pero para 1833 la idea habfa sido "abandonada" aunque esa "Asociaci6n Ge-neral" no tenfa autoridad ni sobre la Asociaci6n de cada Esta-do ni sobre las congregaciones locales (Brown, Ency., 363).

    Si bien es imposible ahora determinar cuan difundida es-taba esta practica, algunos de los grupos "cristianos" eran rea-cios a poner por escrito las actas de sus juntas. Wilber E. Mac-Clenny cuenta que "a veces, cuando se celebraba un congre-so general, to ultimo que se habfa era leer y aprobar las actas, y, acto seguido, las quemaban, de manera que no tuvieran

  • "La organizaci6n es el diablo" 19

    ningun precedente para el siguiente Congreso" (Liie oi Rev. james O'Kelley, 150).

    El aglutinante que mantenfa unido al movimiento de la Conexi6n Cristiana parece haber sido sus publicaciones pe-ri6dicas y no sus debiles y mal estructuradas asociaciones. Re sulta apropiado que el movimiento titulara su primer peri6di-co Herald oi Cospel Liberty [El heraldo de la libertad evange-lical. Para la decada de 1840, ese peri6dico cristiano habfa pasado a llamarse Christian Herald [El heraldo cristiano], y tenfa el cometido de difundir las noticias oficiales de las aso-ciaciones y los puntos que debian ser tratados en tales reunio-nes. El Herald tambien procuraba "propagar entre las iglesias opiniones correctas, [ ... ] para promover un espfritu de con-cordia, y producir una uni6n mas efectiva" (M. T Morrill, A Historyoithe Christian Denomination, 1912, 141; CH, octubre de 1843).

    Resulta de interes observar que fue el movimiento mille-rita de la decada de 1840 el que estimu16 a los conexionistas hacia una. otganizaci6n mejor estructurada. En particular, el llamamiento millerita a los adventistas de salir de Babilonia, iniciado en el verano de 1843, provoc6 una profunda crisis en la Conexi6n Cristiana. El Herald se sinti6 obligado a publicar una presentaci6n formal del millerismo en cinco partes entre el 28 de marzo y el 25 de abril de 1844. Cuatro meses antes, uno de los editores habfa escrito un artfculo titulado "iCuando estaremos completamente organizados?" Su interes principal era proteger a la iglesia de los pastores no reconocidos por la Conexi6n (CH, 7 de diciembre de 1843). Finalmente, el mes de septiembre de 1844 fue testigo de un clamor a favor de una organizaci6n mas estructurada. "El regimen liberal, tal vez po-drfa decir blandengue, de muchas de las iglesias", escribirfa el editor del Herald, "las ha dejado expuestas a los ataques de los separatistas fanaticos. Aprendamos de esto a desempenar tanto

  • 20 Nuestra organizacion I Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

    el papel conservador como el agresivo" (CH,5 de septiembre de 1844).

    Reflexionando sobre la crisis de la decada de 1840, un his-toriador del movimiento conexionista cuenta que" algunos de los pastores mas descollante s, y los editores de los peri6di-cos, pusieron de manifiesto la falacia del razonamiento de Miller; pero no lograron detener la enorme desbandada que se dio entre sus miembros [ ... ]. En un tiempo increiblemente breve, muchos ministros cristianos que se vieron atraidos por la forma que Miller tenfa de ver las profecfas comenzaron a predicar los puntos de vista de este y los propios caprichos de cada cual. Durante la decada de 1840, esta tendencia conti-nu6 imparable, dando como resultado que los "cristianos" per-dieran muchos buenos pastores que, en su intento por 'salir de Babilonia', arrastraron consigo una iglesia tras otra" (Morrill, History, 175).

    Dentro de la "enorme desbandada" se encontraban Joshua V Himes, quien habia sido secretario del Congreso de la Aso-ciaci6n General de la denominaci6n en 1833, y Joseph Marsh, editor del segundo peri6dico mas importante del movimien-to, el Christian Palladium. Con todo to que valian estos diri-gentes, sun de mayor importancia para la historia de este li-bro fue la deserci6n de un joven ministro de nombre Jaime White y de Joseph Bates, laico muy influyente. White y Bates serfan dos de los fundadores del adventismo del septimo dfa. Ellos incorporarfan al nuevo movimiento las ideas sobre or-ganizaci6n que habfan adquirido en la Conexi6n Cristiana.

    La organizacion de la iglesia como "Babilonia": la experiencia millerita

    A diferencia de los conexionistas, la mayorfa de los ad-ventistas milleritas no manifestaron actitudes contrarias a la organizacion durante los primeros anos de su movimiento.

  • "La organizaci6n es el diablo" 21

    Por otro lado, tampoco tenfan el desdo de formar su propia organizacion. Todo to contrario: to que ellos procuraban era permanecer en las distintas denominaciones mientras testifi-caban de su fe adventista y esperaban el regreso de Jesus.

    Sin embargo, el hecho de que los milleritas no contaran con una organizacion denominacional separada, no significa-ba que careciesen de estructura. Muy al contrario: Joshua V Himes los unific6 en un impresionante movimiento misione-ro. Sus metodos delataban su procedencia conexionista. Su primers lfnea de actuaci6n fue la creaci6n de un conjunto de peri6dicos y otras publicaciones que no solo mantenfan al movimiento unido mediante to publicaci6n de noticias y ar-gumentos bfblicos a favor del advenimiento, sino que tam-bi6n hacfan circular tas resoluciones votadas por tas diversas juntas de adventistas milleritas.

    La segunda contribuci6n de Himes ato diseminacio'n y estabilidad del movimiento tuvo que ver con la realizaci6n de juntas regulares de la "Asociaci6n General". Pero no debe mos confundir tales asociaciones generates con una estructu-ra denominacional permanente. Mas bien, desde una 6ptica conexionista, se trataba de reuniones peri6dicas de creyentes con pensamiento homogeneo donde se sometfan a voto reso-luciones para consideraci6n del grupo en general. De esta manera, como ocurri6 en la Conexi6n Cristiana, las reunio-ties peri6dicas y generates proporcionaron la estructura basi-ca del movimiento millerita.

    La primera asociaci6n general millerita, cetebrada en oc-tubre de 1840, dej6 muy claro que los lfderes del movimien-to deseaban trabajar dentro del marco de las igtesias existen-tes. "Nosotros no somos", decfa un informe de la asociaci6n, "de aquellos que siembran discordia entre los hermanos, de los que se apartan de la comuni6n de las igtesias". E insistfa que "no tenemos el prop6sito de distraer atas igtesias con

  • 22 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n?

    nuevas invenciones, ni de hacemos de un nombre dando ini-cio a otra secta entre los que siguen al Cordero". Mas bien, to que querfan era sencillamente "reavivar y restaurar [ ... ] los hitos antiguos" dentro de sus iglesias (Report ofthe General Conference, 14y 15de octubre de 1840,22,20).

    No obstante, con la propia acci6n de organizar una aso-ciaci6n y fundar un peri6dico, los creyentes adventistas ya habian iniciado una existencia independiente, aun cuando permanecidn en sus iglesias. El segundo Congreso de la Aso-ciaci6n General darfa un paso de gigante hacia la crisis que, a la postre, habfa de llevar a los milleritas a separarse de las denominaciones existentes. Esa conferencia incit6 a los cre-yentes a promover la cuesti6n del advenimiento en sus igle-sias, a presionar a sus pastores con el tema, y a formar clases bfblicas especiales para el estudio del advenimiento (Sr, 2 de agosto de 1841, 70).

    El enfasis en el advenimiento ante un cumplimiento de una profecia crono16gica que se venfa encima rapidamente, a la larga, solo garantizaba la separaci6n de muchos milleritas. Si se hubieran quedado tranquilamente en el seno de sus de-nominaciones, habrfan permanecido en ellas, pero tal silen-cio era diametralmente opuesto a la esencia misma del senti-do de responsabilidad millerita.

    Una cosa era predicar el mensaje de Miller cuando su cum-plimiento se encontraba a varas anos de distancia, y algo muy distinto era hacerlo cuando el tiempo ya llegaba a su fin. Un mensaje que, a finales de la de cada de 1830, parecfa inocuo, amenazaba con desestabilizar las iglesias al irse cerniendo so-bre el horizonte el predicho ano del fin. Segun se iba acercan-do el momento, la neutralidad en las iglesias devenfa im-posible: habfa que aceptar el millerismo o rechazarlo.

    La firme creencia millerita de que los requerimientos divi-nos tenfan prioridad sobre las exigencias de la comunidad

  • "La organizaci6n es el diablo" 23

    ec1esiastica acentu6 la crisis inminente en varias congrega-ciones y denominaciones. Asf, los adventistas creyeron que estaban obligados a hacer resonar su mensaje de advertencia aun en iglesias que no querfan escucharlo.

    Para fines del verano de 1842, la resistencia al adventismo millerita adopt6 por to menos tres formas. En primer lugar, un numero creciente de congregaciones prohibi6 a los milleritas reunirse en los templos para hacer servicios religiosos a medi-da que el tiempo del fin se aproximaba. En segundo lugar, mu-chas iglesias ya no permitfan a los creyentes adventistas hablar de sus creencias en sus propias congregaciones. Ello conllev6 que tales miembros tuvieran que lt contra las norma de sus iglesias o bien dejar de asistir por completo debido a la presi6n creciente. Muchos de los que se negaron a permanecer en si-lencio respecto a su esperanza en la cercanfa del advenimien-to fueron excomulgados. En tercer lugar, los pastores que ha-Wan aceptado el millerismo e insistfan en predicar respecto a sus creencias eran expulsados de sus p6lpitos cada vez con mayor frecuencia.

    Las respuestas milleritas se dieron en dos direcciones. La primes y mas moderada fue una gradual separaci6n que con-dujo a una identidad millerita aut6noma. En mayo de 1842 se organza6 la Asociaci6n del Segundo Advenimiento de Nueva York, la primera de muchas. Si bien no eran iglesias, las Aso-ciaciones sfrecogfan fondos y elegfan cargos directivos. Tam-bi6n alquilaban salones para sus reuniones de domingo de tar-de. Por aquel entonces, los milleritas no consideraban que su Asociaci6n suplantase la asistencia a la iglesia, sino que la vefan como un complemento. El movimiento alentaba a los creyentes a asistir tanto a sus iglesias regulares como a la reu-ni6n vespertina de la Asociaci6n. Aunque no se las percibfa como iglesias, muchas Asociaciones locales se convirtieron en iglesias despues de que Cristo no vino en octubre de 1844.

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    Otro movimiento tendente a la separaci6n adventista fue la construcci6n de tabernaculos milleritas. El primero de esos tabernaculos se inaugur6 en Boston en mayo de 1843. Fue uno de los muchos que se levantaron, ya que las congregacio-nes adventistas se vefan cada vez mas forzadas a encontrar nuevos lugares de reuni6n.

    Por todo ello, entre el verano de 1842 y el de 1844, los creyentes adventistas habfan ido adquiriendo todos los atri-butos de una denominaci6n, incluyendo la ordenaci6n de ministros. Sin embargo, aun entonces, no tenfan deseo algu-no de formar un nuevo cuerpo religioso. iPor que habrfan de hacerlo? Jesus vendrfa pronto. Despues de ese acontecimien-to no habrfa necesidad de que existiesen denominaciones.

    En consecuencia, en mayo de 1844, Josiah Litch escribi6: "No se ha hecho ninguna previsi6n para el establecimiento de instituciones permanentes, entre los adventistas [ ... ]. Si hubie-semos de decir que existe algo que se podrfa llamar organiza-ci6n, se tratarfa de la forma mas simple, voluntaria y primitiva [ ... ]. No esperamos ni deseamos ninguna otra organizaci6n, hasta que alcancemos la Nueva Jerusalen, y nos organicemos bajo el Rey de reyes. Aqui, somos peregrinos y extranjeros, sin lugar donde morar" (Advent Sheld, mayo de 1844,90,91).

    La segunda y mas radical respuesta millerita al conflicto entre el movimiento y las iglesias fue el mensaje de "Ha cado Babilonia". Enjulio de 1843, Charles Fitch public6 to que llegara a ser uno de los mas famosos e influyentes sermones milleritas. Basado en Apocalipsis 14: 8 y 18: 1-5, tenfa por tf-tulo "Salid de ella, pueblo mio". En esencia, ambos pasajes apocalfpticos tienen que ver tanto con la caida de Babilonia como la consiguiente necesidad de que el pueblo de Dios huya del sistema corrupto representado por Babilonia.

    Fitch identific6 a Babilonia con cualquier iglesia -cat6-lica romana o protestante- que se "opusiera [ ... ] al REINO

  • "La organizaci6n es el. diablo" 25

    PERSONAL de Cristo Jesus sobre el mundo en el trono de David". Todas esas iglesias eran el "ANTICRISTO" A continua-ci6n, Fitch presentaba una invitaci6n: "Si usted es cristiano, isalga de Babilonia! Si usted desea ser hallado cristiano cuan-do Cristo aparezca, isalga de Babilonia, y salga ahora! f. . .]. Atrevase a creer en la Biblia [ ... ]. Salga de Babilonia o perez-ca" ("Come OutofHer, My People': 9,19, 24).

    El llamamiento realizado por Fitch enconra6 amplia res-puesta entre los milleritas, aun cuando el propio Miller jamas to acept6. Con anterioridad en este capftulo hemos visto el desconcierto total que tal llamamiento caus6 en las filas de la Conexi6n Cristiana. El conflicto y la persecuci6n que resul-taron del rechazo del mensaje adventista condujo a muchos

    I creyentes a llegar a la conclusi6n de que las iglesias verdade-ramente estaban desempenando el papel de Babilonia, opre-sora del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.

    Un predicador millerita que se sinti6 especialmente im-pulsado a proclamar el mensaje de dejar las iglesias fue George Storrs. Storrs escribi6 que Babilonia "es la madre antigua de todas sus hijas [las denominaciones protestantes], que son re , conocibles por su parecido familiar, y por un espfritu domi-nante y autoritario; un espfritu que suprime la libre b6squeda de la verdad, la libre expresi6n de nuestra convicci6n de to que es la verdad" (MC, 15 de febrero de 1844,237,238).

    Las personas necesitaban abandonar las denominaciones porque "no tenemos ningun derecho de permitir que ningun hombre, o grupo de hombres, se ensenoree asf de nosotros. Y permanner en un cuerpo asf organizado [ ... ] es permanner en Babilonia". Para Storrs, la historia de la religi6n organizada -tanto cat61ica como protestante- era de fanatismo y perse-cuci6n. Polemizaba contra las iglesias visibles u organizadas, y abogaba por la gran iglesia invisible de Dios, que "el Senor or-ganiza" sobre la base de "lazos de amor". Ante la propia persecu-

  • Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

    ci6n causada por la sincera creencia en el pronto retomo de Jesus, Storrs concluy6 que "ninguna iglesia puede organizarse por invenci6n humana, sino que se convierte en Babilonia en el momento en que se organiza" (ibid.).

    Si bien no todos los milleritas aceptaron la conclusiones extremas de Storrs, su mensaje, junto con las dolorosas expe-riencias de los creyentes a manos de las iglesias organizadas, dejaron una impresi6n indeleble sobre el grueso de los cre-yentes. Fue algo tan fuerte que a los grupos milleritas les fue casi imposible organizarse en alguna medida significativa des-pues del Gran Chasco del 23 de octubre de 1844.

    Resistencia a la organizaci6n despues del Chasco En el adventismo posterior al chasco reinaba el caos, espe-

    cialmente en aquel sector del movimiento que crefa que Cristo habia venido espiritualmente a los corazones de los creyentes el 22 de octubre. Diversos tipos de fanatismo corrfan incon-trolados entre los llamados "espiritualizadores". A fin de evi-tar que la causa adventista acabara en la ruina total, Rimes curs6 una invitaci6n para acudir a un congreso organizativo en Albany, Nueva York, que debfa dar inicio el 29 de abril de 1845. El prop6sito. del congreso, segun se anunci6, no era debatir sobre doctrinas controvertidas sino: 1 "fortalecemos mutuamente en la fe de la cercanfa del advenimiento"; 2_ "asesoramos sobre el mejor modo de llevar adelante unifica-damente nuestra obra, dando consuelo y preparando para la pronta venida de nuestro Senor a ias congregacionas adven-tistas de las que formamos parte"; y 3_ "unificar nuestros es-fuerzos para la conversi6n y salvaci6n de los pecadores" (MW 20 de marzo de 1845, 96).

    En pocas palabras, el Congreso de Albany intent6 devolver el orden a las filas de un movimiento diezmado, tras el Chas-co, pot el fanatismo promovido por los espiritualizadores.

  • "La organizaci6n es el diablo"

    William Mller explic6 con mucho acierto el objetivo cuan-do escribi6 que el Congreso de Albany "fue convocado para &liberar respecto a la anarqufa y confusidn de BABILONIA en ts que tan inesperadamente habfamos cafdo, y, en 10 posible, para desenredamos de ellas" (AH, 4 de junio de 1845, 129; la ~ J::a..W estd en el original).

    Aquf debemos notar que Mller us6la palabra "Babilonia" en su segundo significado. No solo querfa decir "opresi6n", como senalaba Storrs, sino que tambien podfa significar "con fusi6n". Ambas definiciones volverfan a aflorar, segun podre-mos ver en el siguiente capftulo, en las disputas que se dieron con ocasi6n de la organizaci6n de la Iglesia Adventista del S6ptimo Dia.

    El Congreso de Albany adopts una declaraci6n de "Ver-dades Importantes" con diez puntos, orden6 al ministerio a dos personas y estableci6 un modelo congregacional para la organizacidn eclesidstica. "El orden", decfa la declaraci6n sobre organizaci6n, "es la primera ley del cielo [ .. .]. El Nuevo Testamento da pautas para el gobierno de la iglesia, y las con-sideramos perfectamente validas para toda la hermandad de Cristo. Ninguna circunstancia puede justificar que nos apar-temos de los usos establecidos por Cristo y sus ap6stoles.

    "Consideramos a cualquier congregacidn de creyentes que habitualmente se reune para la adoraci6n de Dios y la debida observancia de las ordenanzas del evangelio como una iglesia de Cristo. Como tal, se constituye en un cuerpo independien-te, responsable de dar cuentas tinicamente a la Gran Cabeza de la iglesia". La declaraci6n continuaba hablando acerca de los "principios de asociaci6n" por los cuales las diversas congre-gaciones tenfan comuni6n mutua (MW 8 de mayo de 1845, 150, 151; la cursiva no esta en el original).

    No todos quedaron satisfechos con los planteamientos de Albany. Joseph Marsh se oponfa especialmente al nombre

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    "adventistas" y a la declaraci6n de creencias, algo que conside-raba equivalente a un credo (VT 21 de mayo de 1845,61,62).

    La respuesta de Miller a Marsh destaca tanto la necesidad de establecer un orden como la importancia de una declara-ci6n de creencias compartidas. "Tiene que ser evidente", es-cribi6 Miller, "que, a menos que salgamos de la BABILONIA a la que hemos sido arrojados, Dios no nos bendecita. La pre-gunta, por to tanto, nos viene bien a cada uno de nosotros. lContinuaremos en la anarqufa en la que hemos estado, o toma-remos medidas evangehcas para restaurar el orden evangelico? [ ... ]. Tiene que resultar evidente a todos que, sin uni6n, no podemos hacer nada; y si no existen 'verdades importantes' en las que estemos unidos, todos podran ver que no puede haber uni6n entre nosotros" (MW 12 de junio de 1845, 191, 192; la cursiva no esta en et original).

    Asi las cosas, para el verano de 1845 los adventistas de Albany se habfan unido en una plataforma congregacional que era esencialmente la misma forma de organizaci6n ecle-siastica que tenfan los conexionistas y los bautistas. Consistfa en congregaciones independientes en libre asociaci6n mutua.

    La decada de 1850 serfa testigo tanto de disensiones en las filas de Albany como de intentos posteriores en pro de la or-ganizaci6n. Sin embargo, resulta significativo que ninguna de las facciones en pugna que se pusieron de manifiesto en Albany dentro del mundo millerita logr6 organizarse en una denomi-naci6n antes de 1858. Los adventistas de Albany continua-ron existiendo en una atm6sfera que, por to general, refleja-ba el temor a que cualquier estructura mas alla del nivel con-gregacional pudiera convertirse en un paso hacia el aspecto opresor de Babilonia.

    No obstante to anterior, acabaron surgiendo cuatro deno-minaciones de la Asociaci6n no denominacional de Albany. La primera fue la Asociaci6n Adventista Evangelica Estado-

  • "La organizaci6n es el diablo" 29

    unidense, organizada entre mayo y noviembre de 1858 para diseminar el adventismo "original", segun se to defini6 en 1845

    Albany. La segunda, la Asociaci6n Cristiana Adventista, se form6 enjulio de 1860, aunque intensos sentimientos an-tidenominacionales entre muchos de sus allegados la llevaron a-denominarse asociaci6n en vez de iglesia. Si bien los adven-tistas cristianos pudieron haber sido de ideas antidenomina-cionales, se vieron forzados a constituir to que fue esencial-mente una denominaci6n debido a la necesidad de "un siste-ma de acci6n mas eficaz, por el cual la obra de la verdad pu-diera avanzar". Otro factor que influy6 en esta direcci6n fue-ron los problemas relativos a mantener y apoyar en su labor a pastores que trabajaban entre la gente (WC, 4 de julio de 1860, 71; 1 de agosto de 1860, 86).

    El tercer cuerpo religioso organizado que surgi6 de los ad-ventistas de Albany fue la cuasidenominacional Uni6n Vida yAdvenimiento. Nacida el 30 de agosto de 1863, contaba, sorprendentemente, con George Storrs como presidente. La e tstencia aut6noma de la Uni6n Vida y Advenimiento se tom6 permanente gracias a una votaci6n de los cristianos adventistas efectuada en 1864 que negaba a los partidarios de la! Uni6n membresfa en la Asociaci6n Cristiana Adventista.

    Una cuarta facci6n relacionada con el adventismo de Albany fue la de los Adventistas de la Era Venidera, que en-sefiaban que los judfos regresarfan a Israel y que las personas tendrfan una segunda oportunidad de salvarse dutante el mi-lenio o "Era Venidera". A los de la Era Venidera les resuta6 pom menos que imposible organizarse. Hubo, sin embargo, varios intentos abortivos de organizaci6n durante la decada de 1850. Cierto dirigente lleg6 a la conc1usi6n de que era como "hablar de organizaci6n con una manada de bisontes o Como tratar de anudar una cuerda de arena". El grupo reflejaba individualismo extremo. Ni siquiera querfan organizaci6n a

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    nivel congregacional. Toda persona habfa de ser su propia autoridad suprema (AHBA, 14 de enero de 1854,234). Los adventistas de la Era Venidera no lograrfan ninguna organi-zaci6n significativa hasta 1921.

    De estos cuatro grupos, solamente dos han sobrevivido hasta esta fecha, y son numericamente insignificantes. Clyde E. Hewitt, historiador cristiano adventista, se lamentaba en 1990 del hecho de que su denominaci6n no solo era "peque-na en numero", sino "pequena en actitud, en suenos, en vi-si6n. La pequenez da a luz pequenez". Hewitt atribufa la debi-lidad de su movimiento al hecho de que nunca se habfa orga-nizado significativamente mas alla del nivel congregacional. "La fuente de todo poder se halla precisamente donde se encontra-ba en 1860 cuando nacimos: en la congregaci6n. Si todas nues-tras congregaciones locales, es decir, iglesias, fueran iluminadas con la visi6n de to que ellas podran hacer por Cristo y su reino mediante la accion unificcula, seramos capaces de hacer que el sis-tema se pusiera en marcha y se convirtiese hoy dfa en una denomi-naci6n creciente y no moribunda n. Es destacable que la ultima secci6n de su historia en tres volumenes del movimiento ad-ventista cristiano Hewitt la titulara "iSe le deberfa decir a una denominaci6n que esta muriendo?" (Devotion and Development, 357,373,367; la cursiva no esta en el original).

    De todos los grupos adventistas posteriores al chasco, sola-mente uno se desarrollaria en una organizaci6n significativa por encima del nivel congregacional. Ese grupo es la Iglesia Adventista del Septimo Dfa. Pero esto no se dio con facili-dad. Despues de todo, dentro de su bagaje llevaban la creen-cia de que organizarse equivale a volverse Babilonia, igual que creian los demas milleritas. Algunos de ellos habfan sufrido excomuni6n, y dos de sus dirigentes tenfan un legado co, nexionista. En consecuencia, igual que los grupos de Albany, durante la decada de 1850 procuraron alcanzar una organiza-

  • "La organizaci6n es el diablo" 31

    ci6n eficiente. Su lucha, que habfa de alcanzar su punto cul-minante entre 1861 y 1863, sera el objeto de los siguientes dos capftulos. (Para mayor informaci6n sobre separatismo y organizaci6n dentro del millerismo y las denominaciones de Albany, vease G. R. Knight, Mllennal Fever and the End of the World: A Study of Mllerte Adventsm, especialmente las paginas 67-92,141-158, y 245-293.)

  • Redefmir Babilonia (1844-1859)

    :En el primer capftulo vimos que la experiencia millerita 'i habfa dejado a muchos adventistas con un marcado de-

    sencanto respecto a la organizacion. Esto fue especial mente cierto entre aquellos que primero aceptaron el llama-miento de Fitch a dejar la Babilonia espiritual y que luego suscribieron la amplificaci6n de Storrs de aquella advertencia con la idea de que aun el primer paso hacia la organizacion fonnal significarfa volver a crear Babilonia. Aquellos que pos-teriormente se convertirfan en adventistas del septimo dfa pertenecfan a ese sector del adventismo.

    Los primeros observadores del sabado no se vieron afecta-dos unicamente por los conceptos relativos a Babilonia, sino que algunos de ellos habfan sido expulsados de sus denomina-ciones por la sola raz6n de negarse a pennanecer en silencio acerca de su creencia en la pronta venida de Jesus. La Iglesia Metodista Episcopal de Portland, Maine, por ejemplo, en aeptiembre de 1843 excomulg6 a la familia de Elena Hannon despues de un proceso ec1esiAstico formal (NB 48-59). Esa expulsi6n afect6 personalmente a la joven Elena, puesto que

  • 34 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

    tal hecho suscit6 en Lizzie, su hermana gemela, rencor hacia la religi6n para el resto de su vida. Elena habfa sido testigo de primera mano de la injusticia de una denominaci6n altamen-te centralizada que en el Estado de Maine habfa realizado una depuraci6n sistematica tanto de los laicos como de los minis-tros (incluyendo su pastor favorito, Levi Stockman) que, pese a todo, no renunciaron a sus creencias milleritas.

    Por to tanto, tres de los fundadores del adventismo del septimo dfa tenfan razones para tener recelo de la religi6n or-ganizada: Jaime White y Joseph Bates, por su origen conexio nista, y Elena G. de White, por las injusticias de las que habfa sido testigo y que habfa padecido en 1843 y 1844. Y para col-mo, tambien pertenecfan a ese sector del adventismo poste-rior al Chasco que creia que la puerta de la salvaci6n ya habfa sido cerrada y que su misi6n para con el mundo en general habfa finalizado en 1844. Debido a esta creencia, no sentfan ning6n deseo de organizarse con fines de evangelismo o de misi6n. Despues de todo, iba a transcurrir solamente un breve intervalo antes de que Jesus regresara. Fueron los adventistas de la puerta abierta quienes, creyendo que aun tenfan una misi6n en el mundo, se habfan organizado en Albany en 1845. Los adventistas de la puerta cerrada de todas las tendencias se habfan opuesto a las resoluciones de Albany por ser una ne-gaci6n de su fe adventista. Los creyentes de la puerta cerrada no vefan en absoluto raz6n alguna para organizarse. No obs-tante, lentamente eso habaaa de cambiar.

    El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas de organizaci6n

    El primer acicate para el cambio fue la necesidad que per ,

    cibieron los dirigentes del grupo de observadores del sabado de compartir las perspectivas teo16gicas que habfan formado entre 1845 y 1847 con otros adventistas de la puerta cerrada.

  • Redefinir Babilonia 35

    El primer intento en esa lfnea serfa una colecci6n de articu-Jos escritos por Bates y el matrimonio White publicados en mayo de 1847 con el tftulo "A Word to the 'Little Flock'" [Una palabra a la "Manada pequena"].

    Para el siguiente ano, sin embargo, este empeno en com-partir se volverfa mucho mas sistematico. Para 1848, como demostre en Nuestra identidad: Origenydesarmllo, los dirigen-tes de los observadores del sabado tenfan una teologia mas o menos bien desarrollada que integraba en el marco es cato-16gico de Apocalipsis 11: 19-14: 20 sus creencias en el segun-do advenimiento, el sabado, el ministerio de Cristo de dos fa-ses en el Santuario celestial, y la inmortalidad condicional del alma humana. Crefan en particular que eran el pueblo del ter-cer angel de Apocalipsis 14: 9-12.

    En consecuencia, los dirigentes de los observadores del sa-bado habfan llegado a creer que tenfan un mensaje que com-partir con otros ex milleritas. Tenemos que recordar que en esa fecha tan temprana, los adventistas no sentfan la necesidad de compartir su comprensi6n de la Biblia con el mundo exterior, puesto que todavfa no se habfan ocupado de su err6nea idea de que el tiempo de gracia habfa terminado. Sin embargo, en 1848 no dudaban de su responsabilidad hacia otros ex milleritas que aun estaban perplejos respecto a la experiencia de 1844.

    Los milleritas concebian su limitada misi6n en terminos de to que denominaban el tiempo de esparcir y de recoger. El tiempo de esparcir habfa comenzado a finales de octubre de 1844 con la escisi6n del movimiento millerita. Como hemos indicado antes, los meses y anos que siguieron al chasco resul-taron frustrantes para los descorazonados creyentes que bus-caban algun atisbo de esperanza y significado en su experien-cia adventista.

    No obstante, para 1848, los White y Bates estaban absoluta-mente convencidos de que tenfan la respuesta para los creyentes

  • Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    dispersos. Jaime White to expres6 muy bien en noviembre de 1849: "El tiempo de esparcir que habfamos vivido ha queda-do en el pasado, y ahora es tiempo para que los santos sean re-cogidos en la unidad de la fe, y sean sellados por esa verdad santa y unificadora que ha llegado. Sf, hermano, ha llegado. Es cierto que la obra avanza lentamente, pero, ciertamente, se estd moviendo, y va adquiriendo fuerza con cada paso [ ... ]. Nuestra experiencia adventista pasada, nuestra posici6n pre-sente y obra futura estdn sefialadas en el capitulo 14 de Apo-calipsis tan claramente como la pluma profetica podfa es-cribirla. Gracias a Dios que la podemos ver [ ... ]. Creo que la verdad del sdbado debe dun resonar por toda la tierra, como el mensaje del advenimiento nunca to ha hecho [ ... ]. Jesus viene para recoger a los pobres despreciados y llevarlos al Hogar, HOGAR, HOGAR" (JW al hermano Bowles, 8 de noviembre de 1849).

    El esfuerzo realizado por los dirigentes observadores del sdbado por alcanzar a sus partidarios se lIev6 adelante de dos maneras. Una consistfa en congresos peri6dicos para contri-buir a conseguir la unidad de la fe. Los primeros congresos sobre el sdbado se celebraron en la primavera de 1848. Por to menos se llevaron a cabo cinco congresos mds ese afio, otros seis en 1849, y diez en 1850. El informe de Jaime White acer-ca del primer congreso ilustra tanto su prop6sito como algu-nas de las dindmicas involucradas. "Tuvimos reuni6n esa no-che [jueves 20 de abril de 1848] con alrededor de quince per-sonas en total", escribi6 White. "El viernes por la mafiana los hermanos llegaron hasta que sumamos aproximadamente cin-cuenta. No todos estaban completamente en la verdad. Nues-tra reuni6n de ese dfa fue muy interesante. El hermano Bates presena6 los mandamientos con claridad, y su importancia fue acentuada mediante poderosos testimonios. La presentaci6n sirvi6 para establecer a aquellos que ya estaban en la verdad

  • Redefinir Babilonia 37

    y para despertar a aquellos que no estaban completamente decididos" (en 2SG 93).

    La importancia de los congresos se ve todavia mds clara-mente en el informe de Elena G. de White acerca de la se-gunda conferencia. "Concurrieron unas treinta y cinco perso-nas", dijo ella, "todos los que pudieron reunirse en aquella parte del Estado. Pero de los treinta y cinco apenas habfa dos de la misma opini6n, porque algunos sustentaban graves erro-res, y cada cual defendfa tenazmente su criterio peculiar di-ciendo que estaba de acuerdo con la Biblia. Todos estaban deseando tener ocasi6n de presentar su parecer, o de darnos un serm6n. Se les dijo que no habfamos venido de tan l'ffos para escucharlos, sino que habfamos venido para ensefiarles la verdad" (2SG 97,98; la cursiva no estd en el original).

    N6tese que Bates y los White desempefiaron un energico papel de liderazgo tanto en la convocatoria como en la direc-ci6n de los congresos. Hacfa falta un liderazgo energico y orientado a la consecuci6n de objetivos para poder formar un cuerpo de creyentes dentro de las ca6ticas condiciones del adventismo posterior al chasco.

    La segunda via empleada por el liderazgo observador del sdbado para "recoger" un pueblo conllev6la puesta en circu-laci6n de diversos peri6dicos. En el congreso sobre el sdbado celebrado en Dorchester, Massachusetts, en noviembre de 1848, Elena G. de White tuvo una visi6n con implicaciones

    . especiales para su esposo. Despues de salir de la visi6n, ella le dijo: "Debes imprimir un pequeno peri6dico y repartirlo en, tre la gente. Aunque al principio sera pequeno, [ .. .1 de este modesto comienzo brotaran raudales de luz que han de circuir el globo" (NB 137).

    Pasaron ocho meses antes de que Jaime pudiera cumplir las instrucciones de su esposa. Sin embargo, en julio de 1849 sali6 el primer ejemplar de Present Troth [La verdad presenae].

  • Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    Su principal prop6sito era plantear to que los dirigentes de los observadores del sabado consideraban que eran los problemas de su tiempo: el sabado, los mensajes de los tres Angeles, y otros temas afines. Durante el verano de 1850, Jaime puso en circu-laci6n el primer numero de Advent Revew [Revista del adveni-miento], publicaci6n que reimprimfa muchos de los artfculos mas importantes de inicios de la de cada de 1840, en un inten-to de convencer a los milleritas esparcidos con el vigor y vera-cidad de los argumentos que daban fundamento al movimien-to de 1844. En noviembre de 1850 se fusionaron Present Tmth y Advent Revew en The Second Advent Revew and Sabbath Herald [Revista del segundo advenimiento y heraldo del sabado].

    Debe observarse que los dos metodos utilizados por los ob-servadores del sabado para "recoger" un pueblo fueron no solo evangelfsticos sino que fueron ademas el caldo de cultivo para su primera estructura organizativa. Despues de todo, los congre-sos sobre el sabado llevaron finalmente a la fundaci6n de gru-pos o congregaciones de creyentes observadores del sabado. La decada de 1850 serfa testigo de una sucesi6n de congresos pe-ri6dicos en la medida en que las diversas congregaciones de adventistas observadores del sabado enviaban delegados a las reuniones generales de los creyentes observadores del sabado.

    La Revew and HeraId [Revista y heraldo] (como muchos afectuosamente la llamaban) no solo imprimfa anuncios y re-soluciones de esas reuniones, sino que tambien proporcionaba noticias de su "iglesia" y hermanos, sermones, y un sentido de pertenencia, a los esparcidos observadores del sabado. Asf, la Review era probablemente el instrumento mas efectivo tanto en juntar como en unificar al cuerpo de creyentes que se con-vertirfan en los adventistas del septimo dfa en la decada de 1860. En 1852 otro proyecto original de Jaime White, el Youth's Instructor [El instructor de la juventud], se uniria a la Revew. Ese peri6dico no solo tenia la intenci6n de hacer que los j6-

  • Redefinir Babilonia 3 9

    venes observadores del sabado se mantuvieran en el redil, si-no que durante anos cumpli6 una funci6n unificadora al im-primir las lecciones de la Escuela SabAtica para los creyentes.

    En resumen, tenemos que reconocer que, para principios de la de cada de 1850, los observadores del sabado habfan re-producido en buena medida la estructura organizativa de la Conexi6n Cristiana, de la que procedfan Jaime White y Bates. Durante la de cada de 1850 el movimiento observador del sa-bado habfa de consistir en una asociaci6n inarticulada de con-gregaciones e individuos unidos mediante la agencia de re-vistas peri6dicas y congresos, o reuniones generales de creyen-tes. Por to tanto, se dieran cuenta o no, los observadores del sd-bada actuaban con el mismo tipo de orden ecJesidstico que habfan tenido los conexionistas y los milleritas.

    Sin embargo, la demora mas alla de las expectativas ini-ciales, asf como el rapido crecimiento del numero de observa-dores del sabado y la expansion de su perspectiva de misi6n pronto exigirfan iniciativas adicionales de organizaci6n.

    Problemas entre las filas y llamamiento al "orden evangelico"

    Un segundo acicate que impuls6 a los observadores del sA-bado a desarrollar un sistema mas amplio de organizaci6n ec1e-siastica deriv6 de la necesidad de mantener la unidad etica y doctrinal. Pronto surgirfan problemas relacionados con estas cuestiones al iniciarse el tiempo de recoger que culminarfan cuando ambos esposos White abogaron firmemente en favor del "orden evangelico" hacia finales del ano 1853.

    Las iniciativas de 1853 no fueron las primeras peticiones de que hubiese una organizaci6n mas amplia. Cabe mencionar que por septiembre de 1849, Jaime White defendfa que los predicadores itinerantes contasen con un apoyo financiero, y exponfa la necesidad de "apartar temporalmente" a cierta

  • 4 O Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    mujer "de la comuni6n" (JW al Hno. y Hna. Collins, 8 de sep-tiembre de 1849). Unos meses despu6s, en el contexto de co-mentarios relativos a cierto individuo de quien no crefa que Dios to hubiese llamado a ser predicador itinerante, Jaime White escribi6 en una carta a un hermano sobre la necesidad de avanzar hacia el "orden evang61ico" (18 de marzo de 1850).

    Las inquietudes de su esposa parecen haber sido semejan-tes a las de Jaime. En diciembre de 1850 escribi6: "Vi que en el cielo todo estaba en orden perfecto. Dijo el angel: 'iMirad! i Cristo es la cabeza; avanzad en orden! Haya sentido en to-do'. Dijo el angel: 'iContemplad y conoced cuan perfecto y hermoso es el orden en el cielo! iSeguidlo! '" Ella, ademas, hab16 del fanatismo y de aquellos que habfan sido excomul-gados por su conducta inadecuada. Poco antes de concluir, destac6 que "si Israel [es decir, la iglesia] avanzara de forma consecuente hacia delante, caminando segun el orden bfblico, sefia tan temible como un ej6rcito que despliega sus estandar-tes" (EGW Ms 11,25 de diciembre de 1850).

    Las primeras inquietudes de Jaime y Elena G. de White respecto a la organizaci6n parecen haber sido esencialmente las mismas. Ambos temfan que surgieran representantes des-ordenados, andticos y no autorizados dentro del incipiente movimiento observador del sabado.

    Durante el inicio de la d6cada de 1850 se advirti6 un cre-cimiento rdpido en el numero de personas atrafdas por la 16-gica de la predicaci6n de los observadores del sabado acerca de los mensajes de los tres angeles. En mayo de 1852, Jaime White calcul6 que el numero de los adventistas observadores del sabado en Nueva York habia crecido de veinte a cerca de mil en tres anos, mientras que los adeptos en los Estados del Oeste habfan pasado de ninguno a "varios cientos". Mas alla de estos datos estadisticos, Jaime White afirm6 que el creci-miento proporcional en algunas zonas de Nueva Inglaterra

  • Redefinir Babilonia

    habfa sido mayor que en Nueva York, y que el numero en Canada habfa crecido de ninguno a un "numero considerable" (RH, 6 de mayo de 1852,5). Por to tanto, puede concluirse con certeza que ally por 1852 habia unos dos mil adventistas observadores delsdbado.

    Si bien este crecimiento fue positivo, tambi6n trajo con-sigo nuevos problemas y desaffos, a la par que agravaba algu-nos viejos problemas que el nuevo movimiento ya venfa en frentando. Se habfan formado muchas congregaciones nue-vas de observadores del sabado, pero no existfa orden entre ellas, ni siquiera al nivel de organizaci6n. Eso las convertfa en facil presa de fanaticos y predicadores no autorizados, tanto del interior como del exterior de su grupo local. En 1851, tai situaci6n llev6 a los White a creer que el movimiento reque-tfa de su presencia personal de vez en cuando para atenuar y corregir los abusos. Asf, en los siguientes anos se verfan apa-recer sus informes en la Review con tftulos como "Nuestro viaje al Este".

    En aquellos viajes, los White tenfan que tratar repetida-mente con casos de fanatismo y orden eclesiastico a nivel con-gregacional. Por ejemplo, en cierto congreso en Medford, Ma-ssachusetts, a finales de 1851, Jaime White declar6 que "el punto de agenda de la reuni6n era el orden eclesiastico, sefia-lAndose los errores de S. Smith, H. W Allen, y la importancia de que la iglesia actuase en to referente a la conducta de algu-nos hermanos [expulsandolos de la feligresfa]" (JW a los her-manos, 11 de noviembre de 1851). Durante el mismo viaje, en diversos lugares los White informaron de la expulsi6n de uno

    e habfa "caido vfctima del hechizante poder del espiritis-ttio" (en Washington, New Hampshire); de reprensiones al fanatismo y los "espfritus opositores" y de hablar sobre el "orden evang61ico y perfecta uni6n entre los hermanos, especialmente aquellos que predicaron la Palabra" (en Johnson, Vermont); y

  • Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    de la "importancia de la unidad" (en Bethel, Vermont) (RH, 25 de noviembre de 1851,52; vease tambien 1 Bio 216-26).

    El viaje al Este en 1851 es significativo tambien porque sus resenas proveen nuestra primera informaci6n del nombra-miento de cargos directivos a nivel de la iglesia local. Asf, leemos que en la Asociaci6n de Washington, New Hampshire, "fue elegido un comite de siete personas (vease Hechos 6) pa-ra atender las necesidades de los peores" (RH, 25 de noviem-bre de 1851,52). Poco antes ese mismo ano, la Reviewinfor-m6 por primera vez de una ordenaci6n en las filas de los ob-servadores del sabado. Enjulio, "el hermano [Washington] Morse fue apartado por la imposici6n de las menos para la administraci6n de las ordenanzas de la casa de Dios. El Espiri-tu Santo dio testimonio mediante el don de lenguas y mani-festaciones solemnes de la presencia y poder de Dios. El lugar era formidable y, sin embargo, glorioso" (RH, 19 de agosto de 1851,15).

    Para 1852, los observadores del sabado se iban viendo a sf mismos menos como un "rebano esparcido" y mas como una iglesia. Esa toma de conciencia fue acompanada por una rein-terpretaci6n de la doctrina de la puerta cerrada. Gradualmen-te, el grupo conc1uy6 que el tiempo de gracia para el mundo en general no se habfa acabado en 1844 y que, por to tanto, tenfan una misi6n hacia aquellos que no habfan formado par-te del movimiento millerita. Tales convicciones contribuye-ron a impulsar a los observadores del sabado hacia una organi-zaci6n mas sustancial.

    El mayor problema al que se enfrentaron los observadores del sabado a principios de la decada de 1850 era la carencia de una defensa sistematica contra los impostores. Casi cualquier persona que quisiera podia predicar en las congregaciones ob-servadoras del sabado. Grandes sectores del adventismo no vigilaban la ortodoxia ministerial, ni tan siquiera la morali-

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    dad de sus pastores, puesto que el movimiento afrontaba la crisis de un ministerio carente de credenciales reconocidas.

    El problema resultaba endemico para todas las congrega-ciones ex milleritas antes que se organizaran a finales de la de cada de 1850 y a principios de la de 1860. Por ejemplo, en 1850 alguien envi6 una carta a una revista adventista de Albany expresando la queja de que su congregaci6n habfa sido "atormentada nuevamente con to que consideramos que son falsas ensenanzas [ ... ]. Hace aproximadamente tres sema-nas, cierto individuo de nombre Joseph Bates lleg6 en un carruaje profesando ser un predicador adventista, armado con cuadros de graficos y numerosas publicaciones. Tuvimos una entrevista con el, y encontramos que su 'mensaje' era el saba-do y la puerta cerrada". Himes, el editor, respondi6: "El capi-tin Bates es un viejo amigo nuestro y, hasta donde sabemos, es un hombre mejor que la mayorfa de sus asociados; pero no tenemos confianza en su ensenanza. No deberia ser tolerado en ningun momento" (AH, 4 de mayo de 1850, 110, 111).

    El verdadero problema al que se enfrentaban los cuerpos religiosos ex milleritas tenfa que ver con los lfmites. Si Bates se sinti6 libre de hacer evangelismo entre las congregaciones observadoras del primer dfa de la semana, estas estaban mas que ansiosas de devolver el favor. A6n peores fueron los im-postores, carentes del menor atisbo de sinceridad, cuyo obje-tivo principal era desplumar a los creyentes.

    El ano 1853 serfa testigo de dos medidas adoptadas por los observadores del sabado para proteger a sus congregaciones de los "falsas" hermanos. En primer lugar, los ministros dirigen-tes observadores del sabado adoptaron un plan por el cual se aprobaba que los predicadores recibieran una taIjeta "que los recomendaba a la comunidad del pueblo de Dios en cualquier lugar, afirmando sencillamente que estaban aprobados para la obra del ministerio evangelico". Dos pastores reconocidos

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    como dirigentes del movimiento de los adventistas observa-dores del sabado fechaban y firmaban las tarjetas. La que reci-bi6 J. N. Loughborough en enero de 1853 llevaba las firmas de Jaime White y Joseph Bates (JNL, The Church [La iglesia], 101 j.

    El segundo metodo utilizado por los observadores del sa-bado para certificar a sus dirigentes era la ordenaci6n. Para fi-nales de 1853, aquellos creyentes ordenaban regularmente tanto a los predicadores itinerantes (no existfan todavfa los pastores asignados a congregaciones especfficas) como a los diacono s (quienes parecen haber sido los unicos cargos direc-tivos de las iglesias locales en ese perfodo inicial).

    Si bien los dirigentes observadores del sabado empezaban a perfeccionar su estructura, aun eran muy vulnerables. Esta rea-lidad resu1t6 evidente en el informe presentado por Elena G. de White del viaje al Este que ells y Jaime hicieron en 1853. "Este fue", cont6 ella, "un viaje trabajoso y mas bien desani-mador. Muchos habfan abrazado la verdad, pero no habfan si-do santificados en su coraz6n y en su vida. Elementos de lucha y rebeli6n se hallaban en acci6n, y era necesario que se reali-zara un movimiento para purificar la iglesia" (NB 165).

    Con esta situaci6n en mente, no es diffcil ver por que ella y su esposo realizaron vehementes llamamientos en favor del "orden evangelico" en diciembre de 1853. Jaime dirigi6la campana en pro de una mejor organizaci6n con cuatro articu-los en la Revew titulados "Orden evangelico". Su artfculo del 6 de diciembre redefini6 Babilonia en el contexto de los obser-vadores del sabado. "Es un hecho lamentable", afirmaba, "que muchos de nuestros hermanos adventistas que escaparon a tiempo de la esclavitud de las diferentes iglesias [Babilonia] [ ... ], desde entonces han estado en una Babilonia mds consuma-da que antes. El orden evangelico ha sido pasado por alto en de-masfa por tales hermanos [ . .1. Muchos, en su celo por salir de

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    Babilonia, participaron de un espfritu impulsivo y desordenado, y muy pronto se encontraron en una perfecta Babilonia de confu-si6n r . .]. Suponer que la iglesia de Cristo estd libre de restriccio-nes y disciplina es el fanatismo mds audaz" (RH, 6 de diciembre de 1853, 173; la cursiva no esta en el original).

    El segundo artfculo propugnaba la unidad de sentimiento y acci6n basada en la Biblia como "regla perfecta de fe y prac-tica". El tercero tenfa que ver con el llamamiento, prepara-ci6n y ordenaci6n de los pastores, puesto que "en ninguna co-sa ha sufrido mas el evangelio que por la influencia de falsos maestros". El cuarto segmento de la serie de White argumen-taba que la iglesia como un todo necesitaba sustentar a sus ministros mediante oraciones y recursos (RH, 13 de diciem-bre de 1853, 180; 20 de diciembre, 188-190; 27 de diciembre, 196,197).

    Para finales de diciembre de 1853, Elena G. de White hizo su primer llamamiento de gran alcance hacia un mayor orden. Basando sus convicciones en una vision recibida durante su viaje hacia el Este en el otofio de 1852, escribi6: "El Sector ha mostrado que el orden evangelico ha sido temido y descuidado en demasfa. Debe rehuirse el formalismo; pero al hacerlo, no se debe descuidar el orden. Hay orden en el cielo. Habfa orden en la iglesia cuando Cristo estaba en la tierra, y despues de su partida el orden fue estrictamente observado entre sus ap6s-toles. Y ahora en estos postreros Ads, mientras Dios esta lle-vando a sus hijos a la unidad de la fe, hay mds necesidad real de orden que nunca antes ". Buena parte de su artfculo tiene que ver con los problemas suscitados por los "mensajeros enviados por sf mismos", quienes son una "maldici6n para la causa" de l!Os observadores del sabado. Como habfa hecho Jaime, ella abord6 la preparaci6n de los ministros y la ordenaci6n de aquellos aprobados por "hermanos de experiencia y sano crite-rio" (PE 97, 99, 101; la cursiva no esta en el original).

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    Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes

    A comienzos de 1854 los esposos White estaban convenci-dos de la necesidad de mds orden y de estructuraci6n entre los observadores del sdbado. Jaime consideraba que el movimien-to no verfa mucho progreso sin tales elementos. Por eso, pudo escribir en marzo que Dios "esta esperando que su pueblo se enderece, se alinee segun el orden evangelico, y eche mano de una norma elevada de piedad, antes que pueda anadir muchos mds a nuestro numero" (RH, 28 de matzo de 1854, 76).

    El hecho de que el adventismo observador del sdbado tam-bien afront6 en esa epoca sus primeros cismas, indudablemen-te reforz6 las convicciones de Jaime White sobre el tema del orden evangelico. Para principios de 1854, dos pastores, H. S. Case y C. P Russell, se habfan vuelto contra los White. Du-rante el otono de ese ano, estos individuos fundaron su propio peri6dico, el Messenger ofTruth [Mensajero de la verdad], para rivalizar con la Review and Herald, y para atraer un n6mero sig-nificativo de observadores del sdbado bajo su influencia.

    Paralela al levantamiento de la facci6n del Messenger fue la deserci6n de dos de cuatro predicadores que habfa en Wisconsin. J. M. Stephenson y D. P Hall comenzaron a pro-mover un milenio temporal y una perspectiva de la era pot venir que proponfa una segunda oportunidad para la conver-si6n durante el milenio. Antes de que pasara mucho tiempo, los dos predicadores de Wisconsin habfan unido fuerzas con los del Messenger.

    Con tantos individuos insubordinados en su medio, no es de extranar que los observadores del sdbado, durante la se-gunda mitad de la decada de 1850, fueran escribiendo cada vez mds artfculos que reflejaban una comprensi6n creciente de los principios bblicos relacionados con el orden eclesias-tico y la ordenaci6n de dirigentes aprobados. Ademas de

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    Jaime White, que segufa manifestando su oposicion a la "per-fecta Babilonia de confusi6n" que habfa entre los adventistas, Joseph Bates tambien entr6 en la refriega.

    En armonfa con su pasado conexionista, Bates aducfa que el orden eclesidstico bfblico tenfa que restaurarse en la igle-sia antes del segundo advenimiento. Bates alegaba que du-rante la Edad Media los "quebrantadores de la ley" "trastorna-ron" elementos tan esenciales del cristianismo como el sdba-do y el orden eclesiastico bfblico. Dios habfa utilizado a los adventistas observadores del sdbado para restaurar el reposo sabdtico, y era "meridianamente claro" para su mente "que Dios emplearfa guardadores de la ley como instrumentos para restaurar [ ... ] una 'iglesia gloriosa' que no tenga mancha o arruga [ .. .]. Esta unidad de la fe y el perfecto orden eclesias-tico nunca han existido desde los dias de los ap6stoles. Esta muy claro que tiene que existir antes del segundo adveni-miento de Jesus, y tiene que completarse para el refrigerio de la presencia del Senor, en la restauraci6n de todas las cosas." (RH, 29 de agosto de 1854,22,23).

    Bates tenfa muy claro que hacfa falta restaurar el orden apost6lico de la iglesia. No daba pie a ningun elemento de or-ganizaci6n que no apareciera en el Nuevo Testamento. Jaime White, en este perfodo inicial, compartfa una opini6n similar. Pudo asf escribir en 1854 que "pot orden evangelico, o ec1esias-tico, queremos referirnos a ese orden en la asociaci6n y disci-plina eclesidsticas que ensena el evangelio de Jesucristo me-diante los escritores del Nuevo Testamento" (RH, 28 de marzo de 1854, 76). Unos meses despues, Jaime White habl6 del "per-fecto sistema de orden establecido en el Nuevo Testamento pot inspiraci6n de Dios [ .. .]. Las Escrituras presentan un sistema perfecto, que, si se implementa, salvara a la iglesia de los impos-tores" y proveerd a los ministros de una plataforma adecuada pa-rarealizar la obra de la iglesia (RH, 23 de enero de 1855, 164).

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    A mediados de la decada de 1850, J. B. Frisbie, el escritor mas activo en la Review sobre el ordenamiento eclesiastico, estaba de acuerdo con Bates y White en que todos ios aspec-tos del orden en la iglesia tenfan que estar explfcitamente manifestados en la Biblia. Asf, Frisbie argumentaba contra cualquier nombre eclesiastico excepto aquel dado por Dios en la Biblia. Como 61 to expres6, "LA IGLESIA DE Dios [ ) es el unico nombre que Dios ha visto apropiado dar a su iglesia". Acto seguido, Frisbie referfa a sus lectores a pasajes bfblicos como 2 Corintios 1: 1 ("la iglesia de Dios que esta en Corin-to"), destacando que "es muy evidente que Dios nunca se propuso que su iglesia debiera llamarse por otro nombre que aquel que elle dio" . Cualquier otro nombre, como luterana, cat61ica romana y metodista eran invenciones humanas y "dejan un sabor mas a Babilonia, confusion, mezcla, quo a-la iglesia de Dios. Usando la misma 16gica, Frisbie sugerfa, como otros adventistas, que no deberfan mantenerse registros de feligresfa puesto quo los nombres de los hijos de Dios estan registrados en los libros del cielo (RH, 26 de diciembre de 1854,147).

    Dado su enfoque bi'blico literal hacia el orden eclesiastico, resulta poco sorprendente quo Frisbie y otros pronto comenza-ran a hablar de la necesidad de un segundo cargo directivo de la iglesia local: el anciano. En enero de 1855, destac6 que ha-bfa "dos clases de ancianos predicadores" en las iglesias del Nuevo Testamento: los" ancianos itinerantes" y los" ancianos locales". Los ancianos itinerantes desempefiaban un papel su-pervisor sobre varias iglesias, mientras que los" ancianos loca-les [ ... ] ejercian el cuidado y supervision pastoral de una igle-sia". Frisbie observaba tambien que las iglesias locales debfan contar tanto con ancianos como con diaconos. Los primeros, serialaba, "tienen la supervision de to espiritual; los otros, de los asuntos temporales de la iglesia" (RH,9 de enero de 1855,

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    155). Para fin de ano, los observadores del sabado estaban or-denando ancianos locales, asf como diaconos y pastores.

    Gradualmente, los creyentes fueron reforzando el orden evangelico al nivel de la iglesia local. De hecho, la congrega-ci6n individual era el unico nivel de organizaci6n al que la mayorfa de los observadores del sabado prestaba atenci6n. Por to tanto, dirigentes como Bates podfan prologar un ex-tenso artfculo sobre "El orden eclesiastico" con la siguiente definici6n: "IGLESIA significa una congregaci6n concreta de creyentes en Cristo, unidos en el orden del evangelio" (RH, 29 de agosto de 1854, 22).

    En la segunda mitad de la decada de 1850, el debate sobre el orden eclesiastico entre los observadores del sabado se cen-trarfa en to que significaba para las congregaciones estar "uni-dos". Por to menos cuatro asuntos forzarfan a dirigentes como Jaime White a tener una visi6n mas global de la organizaci6n de la iglesia. El primero tenfa que ver con la pertenencia legal de las propiedades, en especial los edificios de las casas edito-ras y los templos. La responsabilidad de ser dueno de todo ba-jo su propio nombre llev6 a White a dimitir de su puesto de editor de la Revew a finales de 1855. No estando listo aun pa-ra la tramitaci6n de la organizaci6n legal, White sugiri6 que un comite fuera el dueno de la editorial y quo un comite fi-nanciero se encargara de gestionar los asuntos relativos al cre-cimiento de las empresas editoras de los observadores del saba-do (RH, 4 de diciembre de 1855, 76; JW al Hno. Dodge, 20 de agosto de 1855). Sugerencias similares aparecieron en rela-ci6n con la tenencia de propiedades de la iglesia.

    Un segundo asunto quo impuls6 a White y otros hacia una organizaci6n eclesiastica mas amplia tenfa que ver con la cues, ti6n del salario de los predicadores. Ya hemos apuntado antes que White habfa sido el primero en suscitar el tema en 1849. Pe-ro hablar del asunto sin sistema alguno con el quo enfrentarlo no

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    resulta muy 6til. De hecho, al expandirse la obra de los obser-vadores del sabado, las cosas fueron a peor. Los predicadores observadores del sabado trabajaban de mas y no se les pagaba adecuadamente, f6rmula que garantizaba el desastre.

    Un ejemplo que viene al caso es el del joven John Nevins Andrews, hombre que posteriormente sirvi6 a la iglesia como el dirigente mas erudito, primer misionero "official" al extran-jero, y uno de los presidentes de la Asociaci6n General. Sin embargo, a mitad de la decada de 1850, el cansancio excesi-vo y la pobreza habfan forzado al joven predicador a apartar-se del ministerio solamente con veintitantos anos de edad. En el otono de 1856 se puso a trabajar de dependiente en la tienda de su tfo en Waukon, Iowa. Waukon, de hecho, se es-taba convirtiendo rapidamente en una colonia de apaticos adventistas observadores del sabado. Otro pastor dirigente ::ue huy6 a Waukon en 1856 fue John N. Loughborough, quien, 5egun cont6 el mismo, se habfa, "desilusionado un tanto res-pecto a las finanzas" (JNL, Rise and Progress of Seventh-day Adventists [Surgimiento y desarrollo de los adventistas del :;eptimo dfa], 208).

    Los White evitaron de momento una crisis en el ministe-rio adventista al realizar un temerario viaje en mitad del in-fierno hacia Waukon para despertar a la durmiente comuni-lad adventista y para recuperar a los pastores automargina-los. Tanto Andrews como Loughborough vieron la mano de )ios en esa visita y rededicaron sus visas a la predicaci6n del nensaje del sabado.

    Pero esa rededicaci6n no cambi6 las realidades financie-as. Por ejemplo, por los tres meses de trabajo posteriores a su ;alida de Waukon, Loughborough recibi6 hospedaje y ali-nentaci6n, un abrigo de piel de bufalo con un valor aproxi-nado de diez Mares, y diez d61ares en efectivo como pago )or su labor pastoral. El problema distaba de estar resuelto.

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    Adelantandose a los problemas financieros, la congrega-ci6n de Battle Creek, Mfchigan (la mas fuerte e influyente congregaci6n observadora del s abado ) fonn6 un grupo de es-tudio en la primavera de 1858 para escudrinar las Escrituras en busca de un plan para sostener el ministerio. Bajo la direc-ci6n de Andrews, el grupo presents un informe aceptado a principios de 1859.

    El plan de la Benevolencia Sistematica (o de la "hennana Betsy", como algunos to apodaban) alentaba a los hombres a dar de cinco a 25 centavos de d61ar por semana, y, a las muje res, de dos a diez centavos. Ademas, a ambos grupos se les po-rua un recargo de entre uno y cinco centavos por semana por cada cien d6lares de propiedad que posefan.

    Jaime White estaba entusiasmado con el plan, pues crefa que librarfa a los ministros de la verguenza financiera y que asftrabajaban de fonna mas eficaz. Su esposa estaba igual-mente agradecida. "Vi -escribi6 en 1859- que debe existir orden en su iglesia, y que se necesitaba sistema y organizaci6n para llevar a cabo con exito la proclamaci6n del ultimo gran mensaje de misericordia al mundo. Dios esta guiando a su pueblo en el plan de la dadivosidad sistematica" (1 T 176).

    Desde luego, una cosa era tener un plan para pagar los salarios de los predicadores y otra muy diferente gestionarlo en un grupo religioso que no tenfa pastores establecidos. L6 gicamente, la correcta recogida y distribuci6n de los Tondos se basaba en planes organizativos que iban mas alla del nivel de congregaci6n.

    Muy relacionado con el sistema de remuneraci6n de los predicadores estaba el tercer asunto que llev6 a White hacia una fonna mas amplia de organizaci6n eclesiastica: la asigna-ci6n de los predicadores. En 1859, White escribi6 que mien-tras que comunidades tales como Battle Creek a menudo te-nfan predicadores a mano, otras pennanecfan "indigentes, sin

  • Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    haber escuchado un serm6n durante tres meses". Tras recono-cer que la situaci6n era un autentico problema, White puso de relieve que "se necesitarfa un sistema para ubicar a los pre-dicadores en el trabajo, o para ubicar a las familias de los predi-cadores cerca de sus campos de trabajo", aparte de apoyo fi-nanciero. White les pedfa a las iglesias que le enviaran sus pe-ticiones a el personalmente (RH, 16 de junio de 1859,28).

    Por to tanto, parece que para 1859 Jaime White estaba ha-ciendo las veces de superintendente en to referente a la asigna-

    ~i6n y el pago de los predicadores, pero sin ninguna estructura Jficial que reforzara desde abajo sus esfuerzos. Esta diffcil situa-

    ~i6n to dejaba expuesto a crfticas por mala administraci6n o malversaci6n de fondos. White se daba cuenta de que los ob-servadores del sabado necesitaban un sistema mds abarcante.

    Un cuarto elemento que suscit61a necesidad de una ~structura eclesidstica mas adecuada surgi6 de la cuesti6n de la transferencia de feligresfa. Resultaba especialmente diffcil :uando una persona habfa sido expulsada de una congrega-:i6n y deseaba hacerse miembro de otra. iC6mo deberfan

    ~estionar el traslado de feligresfa entre congregaciones? iY :6mo deberfan relacionarse entre sflas congregaciones indi-viduales? (vease RH, 18 de septiembre de 1856, 158; 23 de )ctubre de 1856, 198).

    liempo para la acci6n y redefinici6n de Babilonia Para mediados de 1859, White estaba listo para poner en

    narcha la ultima iniciativa hacia la organizaci6n denomina-:ional fonnal. En un congreso de creyentes celebrado en Battle :reek, present6 un extenso documento sobre Benevolencia ;istemdtica, puesto que "la brevedad del tiempo y la enonne mportancia de la verdad exigen de nosotros, de la forma mds mperativa, que extendamos la labor misionera". A continua-i6n, White dijo a los delegados que la fonna en que el movi-

  • Redefinir Babilonia

    miento pagaba a los pastores era una "afrenta para la causa". La propuesta para el financiamiento del trabajo ministerial fue "llevado adelante de manera undnime" (RH, 9 de junio de 1859,20-23).

    Al mes siguiente, Jaime White lanz6 su desaffo en termi-nos nada inciertos. "Necesitamos un sistema", expres6 e121 de julio. "Muchos de nuestros hermanos estdn esparcidos. Ob-servan el sabado; leen con algun interes la REVIEW; pero, mds alld de eso, estan haciendo muy poco o nada en procura de algiun mitodo de accion unificada entre epos". Para afrontar la situa-ci6n, White convoc6 a reuniones regulares en cada Estado (anualmente en algunos y cuatro o cinco veces al ano en otros) para dar direcci6n a la obra de los observadores del sabado en esa regi6n (RH, 21 de julio de 1859,68; la cursiva no estd en el original).

    "Somos conscientes", escribi6 White, "de que estas suge-rencias no satisfardn a todos. El hermano Excesivamente Cau-teloso se va a asustar, y se aprestard a advertir a sus hermanos que tengan cuidado de no aventurarse demasiado lejos; mien-tras que el hennano Confusi6n refunfunard: 'iOh, esto es como Babilonia! iEstamos siguiendo a la iglesia cafda!' El hermano No Hace Nada dird: 'La causa es del Senor, y harfamos bien en dejarla en sus manos; el cuidard de ella'. 'Amen', dice la hermana Amor a Este Mundo; el hermano Perezoso, el her-mano Egofsta y el hermano Tacano dicen: 'Si Dios llama a hombres a predicar, que vayan y prediquen; el cuidard de ellos y de los que crean su mensaje'; mientras, Core, Datdn y Abirdn estdn listos para rebelarse contra aquellos que sienten el peso de la causa [por ejemplo, Jaime White] y cuidan de las almas como quienes tienen que rendir cuentas, y elevan el clamor, 'iHabeis ido demasiado lejos!', NVI)" (ibfd.).

    White les comunic6 con un lenguaje perfectamente des-criptive que estaba harto y cansado de que mencionaran

  • 54 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

    Babilonia cada vez que alguien hablaba de organizaci6n. "El hermano Confusi6n -escribi6- esta cometiendo el mas cra-so de los errores al llamar Babilonia al sistema, algo que esta en armonfa con la Biblia y el sentido comun. Por cuanto Babi-lonia significa confusion, nuestro equivocado hermano tiene la pa-labra 1egitimamente estampada en su frente. Y nos arrevemos a decir que no hay otro pueblo bEljo el cielo mss digno del calificati-vo de Babilonia que aquellos que profesan la fe adventista y que rechazan el orden biblico. iAcaso no ha llegado el momento de que, como pueblo, abracemos con fervor todo to que es bueno y recto en [as iglesias? iAcaso es una locura ciega, sencilla-mente porque es observada en las iglesias cafdas, volver a la idea de sistema, que aparece en todas partes de la Biblia?" (ibfd.; la cursiva no figura en el original).

    Dado que llevaba el "peso de la causa" sobre sf, Jaime White se sinti6 obligado a posicionarse a favor de una mejor organi-zaci6n entre los observadores del sabado. Fustigando a aque-llos que pensaban que "todo to que se necesitaba para hacer correr un tren era usar bien los frenos" (ibid.), White crefa fir-memente que para mantener en marcha el movimiento ad-ventista habfa que organizarlo. Esa tarea serfa algo que perse-guiria con todo su vigor entre 1860 y 1863.

    Entre tanto, el lugar estrategico de Jaime en el movimien-to de los observadores del sabado le habfa concedido un cam-po de vision que no solo to distanciaba de los procesos de ra-zonamiento de muchos de sus hermanos creyentes sino que habfa transformado su propio pensamiento. Tres cuestiones que White suscit6 en 1859 resultan de especial importancia de cara a sus actividades organizadoras a inicios de la decada de 1860.

    En primer lugar, Jaime White habfa avanzado mas alla del literalismo bfblico de sus primeros tiempos, cuando crefa que la Biblia tenfa que especificar cada aspecto de la organizaci6n

  • Redefinir Babilonia

    ec1esiastica. En 1859, argumentaba que "no deberfamos temer de aquel sistema que no se opone a la Biblia y que es aproba-do por el sentido comdn" (ibid'). Asf, lleg6 a concebir una nueva hermeneutica. Habfa avanzado de un principio de inter-pretacidn biblica que sostenfa que las tinicas cosas que la Biblia per-mitfa eran aquellos que aprobaba explicitamente, a una hermeneu-tica que aprobaba cualquier cosa que no contradijera la Biblia. Ese cambio fue especial para los pasos creativos en to que a orga-nizaci6n ec1esiastica se refiere y que White promoverfa en la decada de 1860.

    Esa hermeneutica revisada, sin embargo, coloc6 a White en oposici6n a aquellos que, como Frisbie y R. F Cottrell, mantenfan un punto de vista literalista que exigfa que la Biblia estableciera explfcitamente algo antes que la iglesia pudiera aceptarlo. Para responder a esa mentalidad, White subray6 que en ningun tugar to Biblia decfa que los cristianos debfan tener una revista peri6dica, una imprenta de vapor, que cons-truyeran lugares de adoraci6n, o que publicaran libros. Ni si-quiera, anadi6, que "la iglesia del Dios viviente" necesitara avanzar hacia delante con oracion y sentido comun (ibfd.).

    El segundo punto de White tenfa que ver con la redefini-ci6n de Babilonia. Los primeros adventistas habfan abordado

    ~l concepto desde el angulo de la opresi6n y to habfan aplica do a tas denominaciones existentes. White to reinterprets en termino s de confusi6n y to aplic6 a sus hermanns observado-res