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174 o permitas que tu corazón sea lesionado, y si es lesionado a pesar de tus esfuerzos, cose la herida de nuevo con el amor de ios. cc ntra ames anell Durante la primera parte de la década de los 70, Cornelia ignoraba las intrigas de Lucy y Alphonsa en Preston. Estaba ocupada con una nueva fundación en Toul, Francia. ¿Por qué Francia? Por lo heroica y perseguida de la Iglesia de allá. Quería que la Sociedad absorbiera su carisma. Además, ella había sido formada como nueva católica, en Gran Coteau y la Trinità, por religiosas y sacerdotes franceses nutridos en la profunda espiritualidad francesa. Admiraba mucho el clero francés y lo encontraba más simpático que un Sing, un Jones, un Foy, por no mencionar algunos obispos. En resumen, Francia la atraía. Desdichadamente, la fundación en Toul apenas existía cuando se desató la guerra franco-prusiana de 1870. Toul estaba justo en la línea de combate entre los ejércitos opuestos. Y se vio asediado, pero las tropas permitieron que mujeres y niños se evacuaran a un lugar seguro. Las hermanas, con ellos a su cargo, los acompañaron pasando disfrazadas por el territorio enemigo. Una vez terminada la guerra, las hermanas volvieron y echaron raíces permanentes en Francia, lo que le dio gran satisfacción a Cornelia. En 1871, el sucesor de Grant, James Danell, asumió su cargo. Había sido el vicario general de Grant, así que ya conocía mucho sobre los asuntos de la Sociedad. El sería el Obispo de Cornelia hasta su muerte, con el cual tendría ella una relación difícil y menos cálida

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o permitas que tu corazón sea lesionado, y si es lesionado a pesar de tus esfuerzos, cose la herida de nuevo con el amor de ios. cc

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Durante la primera parte de la década de los 70, Cornelia ignoraba las intrigas de Lucy y Alphonsa en Preston. Estaba ocupada con una nueva fundación en Toul, Francia. ¿Por qué Francia? Por lo heroica y perseguida de la Iglesia de allá. Quería que la Sociedad absorbiera su carisma. Además, ella había sido formada como nueva católica, en Gran Coteau y la Trinità, por religiosas y sacerdotes franceses nutridos en la profunda espiritualidad francesa. Admiraba mucho el clero francés y lo encontraba más simpático que un Sing, un Jones, un Foy, por no mencionar algunos obispos. En resumen, Francia la atraía.

Desdichadamente, la fundación en Toul apenas existía cuando se desató la guerra franco-prusiana de 1870. Toul estaba justo en la línea de combate entre los ejércitos opuestos. Y se vio asediado, pero las tropas permitieron que mujeres y niños se evacuaran a un lugar seguro. Las hermanas, con ellos a su cargo, los acompañaron pasando disfrazadas por el territorio enemigo. Una vez terminada la guerra, las hermanas volvieron y echaron raíces permanentes en Francia, lo que le dio gran satisfacción a Cornelia.

En 1871, el sucesor de Grant, James Danell, asumió su cargo. Había sido el vicario general de Grant, así que ya conocía mucho sobre los asuntos de la Sociedad. El sería el Obispo de Cornelia hasta su muerte, con el cual tendría ella una relación difícil y menos cálida

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que la que tuviera con Grant. Pero, en todo caso, ni su lealtad, ni su obediencia a veces excesiva, le harían jamás transar.

En sus primeros meses como Obispo, Danell recibió varias quejas contra Cornelia desde Preston, de parte del Obispo Goss y de algunas hermanas domésticas ofendidas por la segregación que planteaba la Regla de 1869. Una de ellas culpó a Cornelia y la tildó de madrastra. Tan pronto Cornelia se enteró, por medio de Agatha, de cuál era el clima de oposición en Preston, lo informó a Danell y le pidió una

visita formal a las casas y una pronta aprobación de la Regla, para evitar el cisma inminente.

A pesar de esta sombra sobre la unidad de la Socie-dad en Inglaterra, sus obras siguieron multiplicándose: un colegio internado en Blackpool, nuevas escuelas para los pobres en Preston, y un colegio internado en Mayfield, donde la re-construcción del antiguo palacio era el próximo proyecto. En cambio, una invitación para abrir un co-legio normal en Londres no resultó por falta de dinero. ¡Otra vez!

En 1872, Cornelia fue al norte y pasó algunas

semanas visitando las escuelas y consultando con las hermanas. Después de varias peticiones de sacar a Lucy Woolley de su cargo como superiora de las tres casas y supervisora (auto-nombrada) de las escuelas, Cornelia determinó sacarla. Las consecuencias no demor-aron. Ante las protestas por parte de aliadas de Lucy, Goss le mandó

James Danell., 2° obispo de Southwark

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a Cornelia un decreto que le prohibía cambiar las superioras sin su permiso. Así que Lucy siguió en su cargo. Esta intervención ponía a Goss en confl icto con Danell y la autoridad de este como Obispo de la casa matriz de la Sociedad. También ponía de relieve el dilema canónico de una congregación bajo una sola autoridad pero dis-persa en distintas diócesis cuyos respectivos obispos reclamaban su autoridad sobre las hermanas de su área. Cuando Cornelia le pidió a Goss una entrevista para conversar sobre las protestas enviadas a Roma, Goss rehusó alegando en-fermedad, pero respondió a través de su vicario que él no sabía de petición alguna,

ni de ningún desacuerdo con ella por parte de las hermanas. En el sur, Danell hizo su visita canónica y entrevistó a cada her-

mana en la Sociedad, bajo el secreto de confesión, con preguntas enfocadas desde la perspectiva del grupo disidente de Preston. Ya había oído de parte del provincial jesuita las quejas canalizadas a través de él por la gente de Preston. Un antiguo provincial jesuita y amigo de Cornelia, le había alegado a Danell: “el comienzo [de la Sociedad] fue malo y poco canónico -una mujer casada que no pu-ede encontrar en toda la Iglesia una congregación que le convenga, sino que tiene que fundar la suya.” Danell descubrió por sí mismo

Frank y Adeline, a los 18 y 23 años

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que la Regla de 1869 tenía poca aceptación entre las hermanas, y su solución por el momento fue la restauración de la Regla de 1861. (Con algunas adiciones, era la Regla que Cornelia había llevado a Roma en 1854.) También decretó que habría un capítulo general en agosto del mismo año. Esto fue un gran alivio para Cornelia; la Sociedad tendría finalmente un gobierno bien constituido. Pero, a la vez, en secreto, Danell se puso a revisar la Regla de 1869 con su experto canónico, Padre Bosio, con vista al capítulo.

Por otra parte, Frank volvió a visitar a su madre y se quedó tres días con ella en St Leonards. No sabemos que pasó entre madre e hijo, pero un testigo nos dejó este recuerdo: “[Frank] Estaba hablando con mi Reverenda Madre con mucho enojo.” Se le escuchó decir: “Mamá, tú amas a esas hermanas más que lo que me amas a mí”. A lo cual Cornelia replicó: “Oh Frank, Frank, no es verdad.” Frank entonces se fue escaleras abajo pateando su maleta delante de él, mientras su madre le decía con una voz triste y suplicante, “Oh Frank, vuélvete, vuélvete”. Pero él no lo hizo. Se fue, y ese sería el último encuentro entre los dos. Puede ser que Frank viniera para pedir parte del dinero que Isabella Montgomery le había dejado a Ady en herencia. Porque a él no le dejó nada.

Volviendo a Danell, ahora mostró un aspecto curiosamente contradictorio de su carácter. Después de su visita canónica, alteró el cambio introducido en la Regla por Roma, que segregaba a las hermanas domésticas de las demás hermanas. Permitió que tomaran juntas los recreos, pero designó salas separadas para sus reuniones. Cuando Cornelia obedeció al Obispo e implementó sus órdenes, esas hermanas culparon a Cornelia y apelaron a Danell. Y este tomó partido contra Cornelia. En otra instancia, ordenó que sólo las superioras debían ser convocadas al capítulo, a lo cual se atuvo Cornelia. Pero poco después Danell la culpó a ella por no haber incluido también hermanas elegidas por sus comunidades. Y Cornelia asumió siempre la culpa, para proteger el prestigio del Obispo.

A causa de la confusión sobre las delegadas al capítulo, la fecha tuvo que postergarse una y otra vez. Mientras tanto, Danell fue a Preston y se juntó en secreto con las hermanas reunidas para consul-

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tar sobre los cambios que él había introducido en la Regla de 1869. Justificó el recurso de ellas a Propaganda, y se identificó con su causa. Pero también llegó a la conclusión de que la Sociedad necesitaba una regla totalmente nueva, y tiempo para componerla. Entonces decidió postergar el capítulo por dos años. Cornelia, siempre en la oscuridad sobre las intenciones de Danell, siguió suplicándole que fijara al fin una fecha para el capítulo.

Cornelia trató de estrechar la mano a Lucy Wooley después de la traición de esta, pero Lucy no admitió haber actuado mal. La invitó al sur para la Navidad, pero Lucy no vino, alegando su delicada salud. Las dos se encontraron en el norte sin que Lucy fuera capaz de reconciliarse con Cornelia.

Varias personas desaparecieron durante estos años. Mary Pea-cock, tan querida de Cornelia, murió después de una larga y santa vida como religiosa del Sagrado Corazón. La Duquesa, reducida a un estado de demencia, murió también. Había planificado sus funerales para igualar en esplendor los de su hermana Lady Staf-ford. Pero no dejó en su testamento ni un centavo para mantener los grandes proyectos que había puesto en manos de la Sociedad. Y falleció el Obispo Goss; pero su sucesor, el Obispo O’Reilly, heredó sus prejuicios contra Cornelia.

O’Reilly impondría su autoridad de tal manera que Cornelia no podría cambiar ni una hermana de una comunidad a otra. Incluso era dudoso que él permitiera la participación de las hermanas de su diócesis en el capítulo general. A pesar de una consulta con un hermano obispo, quien le opinó que no tenía derecho a interferir en el gobierno interno de la Sociedad, O’Reilly pondría como condicio-nes de su permiso la fusión de las tres comunidades en Preston, un mandato de sólo tres años para la superiora general y su aprobación personal para cualquier cambio de religiosas de una casa a otra.

En la víspera del capítulo, Cornelia era una mujer agotada y enferma. Por todos lados la perspectiva era de fracaso y hostilidad. Su corazón no debería soportar más. Pero la verdad es que tenía recursos escondidos que le permitieron sufrir sin tregua y darse sin reservas. Enfrentó el capítulo con mucha esperanza y paz.

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eflexión A pesar del grupo rebelde en el norte, muchas de las hermanas en otros lugares permanecieron leales a Cornelia y a sus valores y es-píritu. Danell habría descubierto esto durante sus entrevistas con cada una. Imagínate que Danell está entrevistándote a ti bajo el secreto de confesión. ¿Qué quieres hacerle saber de Cornelia? Sería interesante dramatizar esta entrevista con otra persona en el rol de Danell.

Las últimas palabras de Cornelia a su hijo fueron “Oh Frank, Frank, vuélvete, vuélvete”. El recuerdo de esta despedida debe haberla angustiado. Todas las pérdidas de su vida se vieron representadas en estas palabras, seres que jamás podría recuperar. Frank se fue para siempre. ¿Ha habido momentos así en tu vida? ¿Una despedida amarga? ¿Últimas palabras cargadas de ira? ¿Hay alguna posibilidad de sanar una situación tal?

Dos veces Cornelia trató de suavizar la dureza de Lucy Wooley sin lograrlo. Lucy no podía admitir la duplicidad de sus propias ac-ciones. ¿Has tratado de reconciliarte con alguien que no lo quiso? Cuando pasa eso, ¿qué hacer?

Parece que Danell no tenía la valentía o la humildad de admitir sus errores, y Cornelia era su chivo expiatorio. ¿Alguna vez se te ha culpado siendo inocente? ¿Qué pasó? ¿Puedes recordar tus sen-timientos?

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a obra la comencé yo, otras la perfeccionarán. cc

l primer capítulo general y sus secuelas

En agosto de 1874 llegaron las delegadas a St Leonards para el primer capítulo general en la historia de la Sociedad. Vinieron de Francia, los Estados Unidos y las casas en Inglaterra. Llegaron di-ecinueve hermanas con igualdad de derechos para hablar y votar. Entre ellas se encontraron Alfonsa Kay y Lucy Wooly de la cabal de Preston. Danell presidió con su experto canónico, Padre Bosio, a su lado.

El capítulo tenía dos grandes tareas: elegir la superiora general y su consejo, y deliberar sobre la controvertida Regla de 1869. El primer día, Cornelia fue elegida superiora general en el primer escrutinio, por quince votos a favor y cuatro en contra. (Todavía podemos ver la cuenta en el libro de actos del capítulo.) No es difícil imaginar de dónde procedieron los cuatro votos en contra. Después, las delegadas votaron por cuatro consejeras. Ni Lucy ni Alphonsa recibieron más de un voto. (Cuando finalmente el Obispo O’Reilly insistió en la destitución de Lucy de sus responsabilidades de supe-riora, se amargó y pidió una dispensación de sus votos, juntándose con Emily Bowles en Birmingham.)

Ahora vino la gran sorpresa de Danell. Pensando que estaba presentando a la Sociedad un maravilloso regalo, había creado su propia Regla, producto de tres años de trabajo con Bosio y total-

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mente diferente de la Regla anterior, en espíritu y en contenido. Habían desaparecido los hermosos párrafos de Cornelia, de 1843, y toda la materia ignaciana que antes formaba la columna vertebral de la Regla, quedaba relegada a un anexo. Danell se hacía Obispo-superior de la congregación, dejando a la superiora general sólo una vaga autoridad moral. El Obispo leyó su Regla en voz alta, ante una audiencia pasmada. Pidió comentarios sobre cada artículo, pero ya la Regla estaba impresa y encuadernada en cuero.

Cornelia, pálida y callada, presenciaba la destrucción de un trabajo de casi treinta años. Cuando resultó obvio que a las hermanas no les gustó la nueva Regla, Danell mostró su decepción y la expresó en su trato a Cornelia, a quien humilló públicamente. En la despedida del Obispo, Cornelia, lisiada por la gota, no pudo arrodillarse para besar su anillo, y sólo se inclinó para besarlo. El Obispo le indicó su desagrado, e inmediata y penosamente Cornelia se puso de rodillas, pidiéndole perdón. Sin responder, Danell la dejo así de rodillas y se fue. Una hermana cercana tuvo que ayudarla a pararse.

A pesar de la reacción negativa hacia su Regla, Danell se la impuso a la Sociedad, tal como era, por un período de tres años. Y Cornelia se encargó de velar por su fiel implementación, lo cual hizo con una obediencia atenta a todo aquello que, pasados los tres años, necesitaría revisión.

Durante esos tres años la posibilidad de un cisma entre el norte de Inglaterra, los Estados Unidos y el resto de la Sociedad, se agudizó. En realidad fue un conflicto entre tres centros de autoridad personificados por sus respectivos obispos. En Filadelfia, el Obispo Wood trató de nuevo de separar la Sociedad de allá de la Sociedad en Inglaterra, pero las hermanas mantenían firmes sus lazos con Cornelia. Su lealtad era tal que simplemente hicieron vista gorda con la Regla de Danell y siguieron con la antigua Regla que conocían y querían. Cuando Cornelia se enteró de esto lo reprochó a la vicaria, e insistió en que asumiera la Regla de Danell hasta que llegara el momento de cambiarla. Wood, viendo la confusión sobre la Regla, se negó a darle el hábito o profesar a una hermana mientras Roma no clarificara la situación canónica de la Sociedad. Cornelia mandó a

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dos de sus consejeras a los Estados Unidos para apaciguar al Obispo. (Aquí cabe explicar que en ese entonces no había ley canónica para congregaciones apostólicas, ni definición de las relativas esferas de autoridad entre obispos y congregaciones religiosas. Por eso, había mucho espacio para conflictos de opinión. Y sigue siendo así, aun con un cuerpo canónico bien definido.)

En el norte, el Obispo O’Reilly se enfureció con Cornelia porque la superiora de Blackpool, Gertrude Day, fue nombrada superiora en St Leonards. Alegó que nadie le había informado de los resulta-dos del capítulo general y la elección de Gertrude como consejera. Danell había asumido esta tarea pero no la había llevado a cabo. Frente a O’Reilly, echó la culpa de la omisión a Cornelia. De todos modos, O’Reilly no le permitió a Gertrude ir al sur, oponiéndose así a la autoridad de Danell, el auto-proclamado Obispo-superior de toda la congregación. Y por un tiempo, hubo dos superioras en cada casa en el norte -una antigua, a la que O’Reilly no permitió irse, y una nueva, a la que no le permitió asumir.

Mirando el lado positivo, la Sociedad en Blackpool abrió un hermoso liceo internado, Layton Hill. Muchas futuras integrantes de la Sociedad se educarían allá.

Por un buen espacio de tiempo hubo una tregua en los sufrimien-tos de Cornelia. Teniendo una superiora local en St Leonards, ella estaba libre para ir a Mayfield y gozar de la paz y belleza del lugar. Las novicias se hallaban instaladas allá con su propia maestra de novicias, Francis Bellasis, antigua alumna de Cornelia en St Leonards. Francis conocía, mejor que la mayoría, el corazón y mentalidad de Cornelia. A esta le encantó estar con las novicias. El contacto levantó su ánimo y renovó su espíritu juvenil. Y Francis aprovechó su presencia para presentarles a las novicias a la fundadora, en vivo y en color.

Otra alegría fue una estancia en Londres para preparar la casa destinada a ser el sitio de todas las hermanas allá. Estuvo con dos de sus compañeras más cercanas, con quienes gozó la libertad de ejercer toda su creatividad de dueña de casa en cosas domésticas. Además, una de esas amigas, Theresa Hanson, conversa echada

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por su familia, había conocido a Cornelia en Roma antes de 1846, y durante los años siguientes había compartido con ella todos sus sufrimientos. Era Theresa quien mantenía contacto con los hijos de Cornelia cuando Pierce se lo prohibió a esta. La otra compañera era Ignatia Bridges, secretaria de Cornelia por muchos años. El Cabal de Preston las tildó a ambas de “compinches” de Cornelia, y las acusaron de una influencia subversiva sobre el gobierno de la Sociedad.

Hubo novedades en Francia. Por razones económicas, la fun-dación en Toul se trasladó a París. La Sociedad fue muy bien recibida por el Arzobispo de París gracias a la cálida recomendación del en-tonces Arzobispo de Westminster (Londres), el Cardenal Manning. Cornelia fue a ayudar con la mudanza de casa. Se quedó en París entre octubre de 1976 y marzo de 1977, contenta y en armonía de espíritu con el clero francés y la Iglesia de allá. En la pequeña comunidad religiosa, con las cinco alumnas que habían traído de Toul, Cornelia se ocupó de clases de canto y unió su todavía bella voz al coro. Creaba entre religiosas y alumnas una atmósfera familiar y alegre.

Después, cuando una propiedad ideal llegó al mercado, Cornelia, casi milagrosamente, la consiguió. Le Petit Château del Duque de Orleans llegaría a ser un liceo internado y el centro de la Sociedad en Francia.

Durante su estadía en Francia, Cornelia compiló una lista de apuntes sobre la Regla de Danell, que, con la bendición de este para su viaje, sus consejeras llevarían a Propaganda en Roma. Al mismo tiempo Danell estaba preparando su famosa Regla para presentarla en Roma con vista a su aprobación. En su introducción, le daba a Propaganda su propia versión de la historia de la Regla. Decía, equivocadamente, que Cornelia llevaba sólo dos años como católica cuando fundó la Sociedad.

Las consejeras llegaron a Roma con otra versión del cuento. Hicieron que Propaganda entendiera que la Regla de Danell era algo ajeno y poco aceptable para la Sociedad. Pidieron un Cardenal Pro-tector para la Sociedad (muchas congregaciones tenían un cardenal romano para velar por sus intereses), y que un representante de

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Propaganda estuviera presente en el próximo capítulo. Provistas de una declaración de Cornelia muy coherente sobre la tradición de gobierno en la Sociedad, lograron bloquear la aprobación de la Regla de Danell.

La salud de Cornelia, que nunca fue buena, empeoró en Fran-cia. Una antigua amiga la describió en este momento: “Parte de su brillo y autoridad natural ha desaparecido, pero es más humilde y más sumisa, más claramente santa.” Antes de volver a Inglaterra, Cornelia dio una última conferencia a la comunidad en París. En ella insistió en que los Ejercicios Espirituales de San Ignacio eran la base de la espiritualidad de la Sociedad. Quería que esta tuviera los Ejercicios como su patrimonio viviente.

Cornelia volvió a St Leonards en marzo de 1877. El Cardenal Manning, muy contento con la Sociedad en Londres, había ayudado a la causa de Cornelia cuando escribió a Propaganda que la compe-tencia de los obispos para interferir en el gobierno de la Sociedad debía ser restringida, y que el obispo de la casa matriz no tenía más autoridad sobre la Sociedad que cualquier otro obispo.

El segundo capítulo general tuvo lugar en agosto. Cornelia fue reelegida por una mayoría aun superior a la de antes. De nuevo Danell presidió, asistido por Bosio, pero esta vez dio a las delegadas libertad de expresión. Resultó que los primeros párrafos de Corne-lia habían sido rescatados, y la materia ignaciana reinsertada. Sin embargo, por tres años más las hermanas tendrían que someterse a una Regla que en su conjunto no inspiraba a las hermanas, porque no expresaba el espíritu del Santo Niño Jesús.

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eflexión Cornelia era víctima de los prejuicios de la época contra una mujer capaz de pensar y actuar por sí misma. Encima de esto, su carácter fuerte y su manera de hablar sin rodeos chocaban con la imagen victoriana de la mujer sumisa y retirada de los asuntos públicos. Pero de ninguna manera estaba en contra de los varones. Simplemente, era norteamericana y filadelfiana. ¿Piensas tú que todavía hay discriminación contra la mu-jer? ¿En qué forma? ¿Has sufrido tú alguna discriminación o actitud discriminatoria? Según tu parecer, ¿hay cosas que pueden hacer legíti-mamente los varones y que no deben hacer las mujeres? ¿Cuáles

serían?En Cornelia uno encuentra a una persona tremendamente emprend-

edora e independiente, y a la vez profundamente obediente; una mujer luchadora y defensora de la justicia y la verdad, y a la vez humilde al extremo. Combina rasgos aparentemente opuestos. ¿Cómo explicar esto?

¿Has encontrado algo semejante en otras personas? ¿En ti misma?Con el avance de los años, Cornelia cambió física y espiritualmente,

según varios testigos. Era menos ágil, menos enérgica; más humilde, más sufrida. ¿Qué cambios observas en ti mismo con la marcha de los años? ¿Qué condición es “menos” y cuál es “más”? ¿Cómo te sientes con

lo que es “menos” o “más” en ti?Trata de penetrar el interior de Cornelia en ese momento de humil-

lación a manos de Danell. ¿Qué es lo que está ella experimentando? ¿Has recibido alguna vez una humillación pública? ¿Puedes describir

la experiencia? Una vez Cornelia dijo: “soy cosmopolita; todo el mundo es mi país.”

Pero Francia era para ella un país especialmente querido. ¿Conoces tú algunas personas francesas? ¿Cómo son? ¿Qué experiencia tienes tú de otras nacionalidades? ¿Cómo te han enriquecido?

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uestra vida, hasta la vida más larga, no es más que un breve sueño. uego la eternidad será definitiva para nosotros, y entonces —¡h, entonces! ¿o estaremos felices de haber tenido alguna partecita en la pasión de nuestro querido eñor … y entonces, compartida con él, no es más dulce que la miel? cc

acia la vida eterna

En la vida de Jesús hubo un momento en que él dejó de ser el pro-tagonista activo del Reino de su Padre y se convirtió en el Reino mismo, realizado a través de lo que sufrió. Durante los últimos años de Cornelia le pasó algo parecido. En la medida en que sus suf-rimientos se acumulaban, su aceptación iba profundizándose. Cornelia sabía que el sufrimiento aceptado lleva a la unión con Dios, y que la unión con Dios es júbilo total. Esta sabiduría suya no era nada más que la locura de la cruz de que habla San Pablo. Es la esencia de su carisma, y el legado que nos deja a nosotros. Y en esta última etapa de su madurez espiritual tuvo lugar el segundo capí-tulo.

El segundo capítulo general duró sólo una semana. La superiora de St Leonards y miembro clave del consejo, Angelica Croft, no pudo asistir porque poco antes sufrió una crisis nerviosa.

Cornelia la necesitaba a causa de un problema grave que tenía que ver con la herencia de una joven religiosa que había muerto re-pentinamente. Francis Kenworthy era heredera de una fortuna. Antes de profesar sus votos legó gran parte de su herencia a la Sociedad. Cuando Francis murió la familia impugnó su testamento, alegando

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que la Sociedad le había presionado, y decidió llevar su querella a la corte. Una vez más Cornelia se veía involucrada en una causa legal, ahora para recuperar no su propia persona sino bienes materiales. Durante meses, la prensa había entretenido al público con una causa en que la “avaricia” de un convento había defraudado a alguien. Y ahora la causa Kenworthy iba a ser una sensación más.

De muy mala salud, Cornelia esperó seis meses por su citación para aparecer en la corte de Westminster, Londres. La cual llegó en marzo, pero el médico de Cornelia se negó a permitirle su salida de St Leonards. En las calles, hubo pancartas que anunciaban con mucho realce: “GRAN CAUSA CONVENTUAL—CUARENTA MONJAS EN LA CORTE”. Al final, no hubo causa alguna. La fa-milia retiró su querella el día mismo del inicio del proceso, y las 19 religiosas que habían venido a Londres para testificar volvieron a casa. Cornelia recibió las noticias por telegrama, y dio gracias por otro signo de la providencia de Dios. Una vez más, la Novena Fuerte a la Virgen Dolorosa salvó la Sociedad en el último momento. La herencia Kenworthy quedaría en la Sociedad y solucionaría graves problemas financieros.

Justo después del capítulo, y por primera vez, Ady vino a visitar a su madre. Soltera de 43 años, vivía permanentemente bajo el techo de su papá, acompañándolo en la ausencia de su esposa. La visita fue consoladora. Cornelia pudo asegurarse de la fe legítima de Ady como protestante convencida. Durante los años en que Pierce cen-suraba toda relación de Ady con su mamá, Teresa Hanson, como se ha dicho, había mantenido contacto con ella. (Después de la muerte de su padre, Ady tendría libertad para seguir su propio rumbo en los pocos años que le quedaban. Y volvería a la fe católica.)

Lo más doloroso para Cornelia en esos últimos años fue la manera en que algunas hermanas en St Leonards la trataron. Sus pequeños cuadernos espirituales la muestran luchando contra su propia sensibilidad y el sentimiento de que le pasaran por encima. Puede haber sido la condición hiper sensible de una persona de edad, pero tenía sin duda un enemigo en la persona del capellán, Mister Hogan, que fomentaba entre algunas hermanas domésticas la

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falsa idea de que Cornelia era la responsable de que ellas estuvieran aisladas de las demás hermanas.

La joven superiora, nerviosa por hallarse bajo el mismo techo con la fundadora, se quejó de la presencia de esta como de una in-terferencia. Algunas pretendieron que Cornelia fuera alejada de la comunidad y se instalara en una pequeña casa al fondo del jardín. Lo cual no sucedió, pero hubo personas que la vieron sola en el jardín, caminando penosamente y llorando.

En enero de 1878 Cornelia estuvo en peligro de muerte. Recibió el sacramento de los enfermos y su familia fue notificada; pero se repuso por unos meses y siguió trabajando. La situación de la escuela en París era muy precaria por la escasez de alumnas y de dinero para mantenerla. Con mucha pena, Cornelia estaba a punto de cerrarla cuando, a última hora, el legado de Francis Kenworthy la salvó. La escuela empezó a prosperar y atraer vocaciones francesas a la Sociedad.

Una vez más Cornelia fue a Mayfield para gozar de la paz que siempre encontraba allá. La acompañaron Teresa Hanson e Ignatia Bridges, quienes se quedaron con ella en su última enfermedad y hasta su muerte en St Leonards. Las novicias la deleitaban llevándola por el jardín en una silla móvil (bath chair). Y Cornelia les dijo que era en Mayfield donde quería ser enterrada.

En el otoño, Cornelia volvió a St Leonards. Dejó de participar en la vida comunitaria por hallarse incapaz de salir de su dormitorio, pero seguía enterada por su consejo de los asuntos del gobierno.

Con el comienzo de 1879 reapareció uno de los problemas de larga duración, hasta entonces no solucionado: el de los votos per-petuos en la Sociedad. Francis Bellasis, como maestra de novicias encargada de preparar novicias para su profesión, se encontró en una posición falsa. En sus conferencias con las novicias, presentaba los votos finales como vinculantes de por vida, pero la fórmula dejaba espacio para un despido arbitrario o un retiro sin formalidades. Su conciencia la movió a insistir en la busca de una solución. Estaba en la competencia de Danell restaurar esos votos perpetuos, y fi-nalmente lo hizo. Poder recibir y firmar votos perpetuos de cinco

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hermanas, fue para Cornelia un gran consuelo y una alegría inmensa en el crepúsculo de su vida. Fue su último acto ofi cial.

Al comienzo de su última primavera, pasaba el tiempo ordenando men-talmente el jardín del convento. En su pieza preparaba plantitas para ser trasladas al jardín.

En marzo, em-pezó su agonía. Su gota reumática, en realidad nefritis crónica, le afectó todo el cuerpo, de pies a cabeza, con una inflamación ardiente.

En abril, Cor-nelia se hallaba todavía consciente, lúcida a medias; su cerebro y nervios espinales estaban afectados. A pesar de su condición tan dolorosa, la enfermera solía oírla cantando himnos a la Virgen.

El Sábado Santo estuvo sufi cientemente alerta como para re-sponder a las campanas que anunciaban la Resurrección. Con voz fi rme, junto a quienes la acompañaban alrededor de su cama, cantó la Regina Coeli.

El lunes recibió por segunda vez el sacramento de los enfer-mos y suplicó las oraciones de las hermanas. Entonces, algo de su

Silla de Cornelia y su reclinatorio en la sala donde murió, St Leonards

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formación protestante salió a flote, pues dijo que aunque Dios es misericordioso, también su justicia tenía que cumplirse.

El día antes de su muerte, un jueves, abrió los ojos y golpeó tres veces una mano con la otra para decir, citando a Job: “En esta carne veré a mi Dios”. Esa noche sufrió terriblemente, y gritó pidiendo sólo misericordia.

A las 12:55, el viernes 18 de abril de 1879, en la semana de la Pascua de Resurrección, Cornelia falleció. Pascua de Resurrección … viernes.

Las que rodeaban su cama presenciaron un cambio impactante. Su cara recuperó la antigua belleza. Toda mancha de inflamación desapareció. Sus facciones asumieron una expresión de paz total.

eflexión Sólo cuando la vida de alguien ha acabado y su tarea está cumplida, puede uno decir quién era la persona. ¿Puedes decir ahora quién era Cornelia?

Si Cornelia pudiera hablarte personalmente, ¿qué piensas tú que te diría? Su vida es una acción que habla más fuerte que las palabras. Para ti, ¿en qué consiste esa “acción?”

Hemos visto que sólo Dios era el eje de la vida de Cornelia, su hilo conductor. ¿Cuál, dirías tú, era su cualidad más impresionante o más inspiradora?

A Cornelia el recuerdo del cielo siempre la deleitaba y fascinaba. ¿Realmente crees tú en la vida eterna? ¿La anhelas? ¿Cómo te gus-taría que fuera el panorama de tu vida al momento de la muerte y la entrada en la vida eterna? ¿Cómo imaginas tú el cielo?

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í, eñor, sí, adre, sí, siempre sí. cc

¿ué pasó después?

Cornelia fue enterrada en el cementerio en Mayfield, justo como ella quería. Años después, su cuerpo fue re-enterrado en un her-moso sepulcro, en un nicho de la capilla que ella misma hizo res-taurar. Allí se encuentra hasta hoy.

Su sucesora fue Angelica Croft -la que sufrió una crisis nervi-osa antes del segundo capítulo general. Tampoco pudo asistir a los funerales de Cornelia.

Por el bien de la Sociedad, y para soslayar la mala fama de Cornelia entre algunos obispos, clérigos y laicos, su nombre fue casi suprimido en la Sociedad por unos años. Su historia, tan rara y “escandalosa”, no se les contaba a las novicias; una superiora or-denó incluso que una biografía de Cornelia, escrita por una de sus antiguas compañeras, fuera destruida. Pero un jesuita aconsejó en ese caso una “desobediencia santa”, y la biografía se salvó.

Pierce murió en Florencia, Italia, en 1883. Ady, entonces, fue a París y, a través de Teresa Hanson y un sacerdote francés, volvió, como se ha dicho, a la Iglesia Católica. Murió de cáncer, llena de buenas obras y con una santa disposición.

Frank llegó a ser un escultor bien reconocido. Jamás se casó. Su mundo era el de los aristócratas y artistas. Cuando Ady se re-convirtió, él la culpó de traición contra su padre, pero a la muerte de ella pidió su crucifijo. Tuvo una hija natural que se casó con un Príncipe Borghese, y falleció en 1932, bon vivant hasta el fin. Así se cerró el círculo.

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La Regla original, la que Cornelia llevó a Roma en 1854 y que los consultores en Propaganda desecharon, fue resucitada con la ayuda de Francis Bellasis. Un cardenal jesuita en Roma reconoció en esta Regla el espíritu que llevó a Cornelia a la santidad, e intervino para rescatarla. Con algunos cambios pequeños, fue promulgada por la Iglesia en 1887.

En 1992 Cornelia fue declarada Venerable por la Iglesia: es decir digna de veneración e imitación. Faltaría sólo un milagro para pro-nunciarla Beata, y otro para declararla Santa. Pero es difícil imaginar un Dios que no haya recibido en sus brazos a esta mujer que nunca podía decirle que no, y cuya oración, rezada con su vida misma, fue siempre: “Sí, Señor, siempre sí.”

Pierce Connelly en su vejez

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Europa

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econocimientos

Hay muchas personas a quienes agradecer por haber hecho posible esta humilde biografía. Mi profesora de castellano, Ondina Victo-riano, por haberme dotado con los elementos de su idioma; mi hermana Virginia Kelly y su esposo Frank, que me proporcionaron una casita y me dejaron sola con mi diccionario y laptop por tres semanas; mi comunidad en Chile, Edwina Menten y Jennifer Ibach, quienes tomaron mis turnos en la cocina por todo el mes de enero de 2002; y Wolfgang Amadeus Mozart, cuyos conciertos para piano y orquesta me acompañaron todo el tiempo de la composición.

Soy ladrona. Sin el “Positio para la Canonización de Cornelia Connelly”, escrito principalmente por Ursula Blake, SHCJ, y sin las biografías de Cornelia escritas por Radegunde Flaxman, SHCJ, y Catherine Gompertz, SHCJ, no habría tenido el coraje de empezar. Seguí sus líneas muy fielmente, aprovechando sus investigaciones originales, a las que dedicaron años y años. Yo tan sólo he tratado de contar la historia -una historia sumamente complicada, con todo un abanico de posibles interpretaciones-, invitando a las asociadas en Chile a contar cada una la suya. Por razones de espacio, tuve que omitir mucho material interesante y que ilustra otras facetas de la personalidad de Cornelia. Pido perdón por esto.

Cada biografía es una distorsión, y revela algo de la perspectiva distorsionada del biógrafo. Ojalá que los lectores puedan estudiar otras biografías de Cornelia y rectificar las distorsiones por sí mismos.

Elizabeth Mary Strub, SHCJChile

28 de enero, 2002

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anto a ornelia

Feliz fuiste, Señor,cuando Cornelia nació:

tendrías quien te mostraraasí, brillaría tu luz.

De un corazón quebrantando

nació esta Sociedadque se ha quedado por siempre

del Santo Niño Jesús.

Tu sigues viva en el tiempo,tus palabras y pensamientos

se quedaron aquí:“Sí, Señor, siempre sí”.

Sí, Señor, siempre sí,sí, Señor, siempre sí,sí, Señor, siempre sí,sí, Señor, siempre sí.

Y sabiendo que no es fácil

aceptar el dolor,y tú lo dabas todo

si era para el Señor.

Sí, Señor, siempre sí. (4 veces)

Ascensión Moreno

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Cornelia 1836

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¿uién es quién en la historia de ornelia?

ndice biográfico

A François ABBADIE, SJ

Director espiritual de Cornelia en Grand Coteau después de la partida de Nicholas Point, SJ.

Samuele ASPERTICapellán en Derby y St Leonards. Precipitó la crisis Connelly contra Connelly al insistir en que Cornelia no recibiera a Pierce. Bien intencionado, entusiasta, indiscreto.

Edward BELLASIS

Abogado, amigo de Cornelia. Mandó a sus cuatro hijas al colegio de St Leonards, y tres de ellas entraron en la Sociedad.

Francis BELLASISAlumna en St Leonards, religiosa de la Sociedad del Santo Niño Jesús, maestra de novicias, primera biógrafa de Cornelia.

Robert BERKELEYViajaba con Pierce, su tutor; atestiguó el Decreto de Separación en Roma. Sus papás recibieron a Cornelia y sus tres hijos en Spetchley Park, su domicilio.

Antoine BLANCObispo de Nueva Orleans. Cornelia y Pierce asistieron a su con-sagración en 1835. Dio la Primera Comunión a Cornelia. Amigo personal de la familia Connelly.

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Marcantonio BORGHESEPríncipe Italiano. Casado con Gwendaline, hija del Conde de Shrewsbury. Se hizo amigo de los Connelly en su primera visita a Roma.

Gwendaline Talbot BORGHESEHija del Conde de Shrewsbury conocida como “Madre de los Pobres” en Roma. Amiga de Cornelia, a quien vinculó con los pobres de la ciudad. Murió joven, con sus tres hijitos, de una fiebre repentina.

Emily BOWLESProtegida de John Henry Newman. Conversa. Se juntó con Cornelia en Derby. Causó una deuda grande en Liverpool que Cornelia tuvo que pagar. Se retiró de la Sociedad en 1856. Creó una facción contra Cornelia.

Sir George BOWYERConverso y abogado. Defendió a Cornelia ante el Privy Council en la causa Connelly contra Connelly. Amigo incondicional y aliado de Cornelia.

Maria Joseph BUCKLEConversa. Entró en la Sociedad en Derby. Gran admiradora de Cornelia, juntó materiales para una primera biografía de ella. Conminada a destruirlos, hizo caso omiso de la orden apoyada por un jesuita.

Josephine de CORIOLIS

Superiora del convento del Sagrado Corazón en la Trinità durante la estadía de Cornelia.

Adeline CONNELLYHija de Cornelia y Pierce Connelly, el segundo de los cinco hijos. Nació en Natchez el 6 de marzo, 1835; falleció en Florencia, Italia, el 29 de enero, 1900.

Elizabeth Pierce CONNELLYMadre de Pierce. Las relaciones entre madre e hijo fueron ten-sas.

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Cornelia Peacock CONNELLYSéptimo hijo de Mary Swope Bowen Peacock y Ralph Peacock. Esposa de Pierce Connelly. Conversa. De sus cinco hijos, dos, Mary Magdalene y John Henry, murieron en Grand Coteau. Fundadora de la Sociedad del Santo Niño Jesús.

Henry CONNELLYPadre de Pierce. Ebanista reconocido cuya obra es objeto de colec-ción; líder cívico en Filadelfia.

John CONNELLYHermano de Pierce. Converso y gran admirador de Cornelia, quien preparó a su esposa Angélica para su recepción en la Iglesia Católica.

John Henry CONNELLYHijo de Cornelia y Pierce Connelly, el tercero de los cinco hijos. Nació en Viena el 22 de junio; falleció en Grand Coteau el 2 de febrero, 1840.

Mary Magdalen CONNELLYHija de Cornelia y Pierce Connelly, el cuarto de los cinco hijos. Nació en Grand Coteau el 22 de julio, 1839; falleció allá el 19 de septiembre, 1939.

Mercer (Merty) CONNELLYPrimer hijo de Cornelia y Pierce Connelly. Nació en Natchez el 17 de diciembre, 1832; falleció en Nueva Orleans el 20 de septiembre, 1853.

Pierce CONNELLYMinistro episcopal. Se casó con Cornelia Peacock. Ingresó a la Iglesia Católica en Roma y se retiró de ella en Inglaterra. Armó una causa para recuperar a su esposa y la perdió. Escribió panfletos contra la Iglesia Católica, raptó a los hijos y terminó en Florencia, Italia, como rector de la Iglesia Episcopal.

Pierce Francis (Frank) CONNELLYEl quinto de los cinco hijos de Cornelia y Pierce Connelly. Nació en Grand Coteau el 29 de marzo, 1841; falleció en Roma el 28 de marzo, 1932.

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Angelica CROFTElegida consejera general en el capítulo general de 1875, y supe-riora general en 1879 después de la muerte de Cornelia.

María CUTTSSuperiora de la comunidad del Sagrado Corazón en Grand Co-teau en el momento en que Pierce fue a Inglaterra con Mercer, y Cornelia, con el bebé Frank, ocupó la caseta del Obispo al lado del convento.

James DANELL

Sucesor del Obispo Grant en la diócesis de Southwark. Impuso su propia Regla a la Sociedad hasta la muerte de Cornelia.

Placido DORIAPríncipe italiano. Se casó con Mary Talbot, hija mayor del Conde de Shrewsbury. Amigo de los Connelly en Roma. Le dio a Cornelia los tres volúmenes de los sermones de Gioacchino Ventura, que la inspiraron en la composición de su Regla.

William DUKEConverso y médico en St Leonards. Enemigo de Cornelia. Quiso apoderarse de All Souls para la Misión, y con este fin lidereó una larga campaña contra Cornelia y la fundación de Towneley.

Adeline Peacock DUVALHermana mayor de Cornelia. Conversa. Su amiga fiel de toda la vida.

Lewis DUVALEsposo acomodado de Adeline Peacock. Cornelia y Pierce se casaron en su casa en Chestnut Street (Calle del Castaño), en presencia del Obispo White de la Iglesia Episcopal.

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Giacomo Filippo FRANSONI

Cardenal prefecto de Propaganda Fide en Roma. Ayudó a Corne-lia con la Regla. La defendió cuando Pierce trató de reclamar su autoridad sobre la Sociedad como fundador de ella.

Thomas GRANT

Cuando se dividió en dos la diócesis de Westminster, Grant fue nombrado Obispo (el primero) de la nueva diócesis de Southwark. St Leonards dejó de estar en territorio de Wiseman y quedó bajo la autoridad de Grant. Fue el Obispo de Cornelia hasta su muerte en 1870. Un amigo simpatizante con ella, pero difícil.

John GRASSI, SJAyudó a Cornelia a discernir su vocación cuando estaba en la Trinità. Aportó su gran experiencia internacional y su sabiduría a la colaboración con ella en cuanto a la Regla.

GREGORIO XVIPapa. Amigo de la familia Connelly. Permitió que Pierce se sepa-rara canónicamente de Cornelia para vivir el celibato y después ordenarse como sacerdote católico. No le impuso a Cornelia la vida religiosa pero le requirió que hiciera un voto de castidad perpetua.

Alexander GOSSObispo de Liverpool. Apoyó el Cabal de Preston.

Teresa HANSON

Cornelia la preparó en la Trinità para entrar en la Iglesia Católica. Ingresó a la Sociedad en Derby. Mantenía contacto con los hijos de Cornelia.

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Louise Catherine, DUQUESA DE LEEDS

Estadounidense casada con un duque inglés. Excéntrica benefac-tora de la Sociedad en Inglaterra y los Estados Unidos. Muerto el duque, y después la hermana de la duquesa con quien ella vivía, Cornelia le dio espacio en el convento, donde se alojó hasta su muerte.

Randall LYTHGOE, SJSuperior provincial de los jesuitas en Inglaterra. Aconsejó a Pierce que no se apurara para entrar en la Compañía de Jesús.

John MC CLOSKEY

Alumno en el colegio de Propaganda Fide en Roma, 1835-1837, cuando Cornelia le confió sus temores sobre las inquietudes sacerdotales de Pierce. Llegó a ser Cardenal Arzobispo de Nueva York.

Pius MELIA, SJCapellán en St Leonards y confesor de Wiseman. Ayudó a Cornelia con la revisión de la Regla. Se confabuló con Duke y Wiseman para el control de All Souls. Se retiró de los jesuitas.

Clemens Lothar Wenzel METTERNICHPríncipe austríaco y árbitro del destino europeo después de las guer-ras napoleónicas. Pierce tuvo una entrevista con él en Viena.

Zoë MINGARDInstitutriz francesa en casa de Cornelia en Grand Coteau. Entró en la Sociedad del Sagrado Corazón.

Isabella Bowen MONTGOMERYMediohermana de Cornelia, hija de Mary Swope Bowen con su primer esposo, John Bowen. Casada con Austin Montgomery. Los Montgomery recibieron a Cornelia en su hogar cuando murió su mamá.

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James MONTGOMERYHermano de Austin. Ministro episcopal en la iglesia que frecuen-taban Cornelia y Pierce antes de sus bodas.

John Henry NEWMAN

El más famoso de los conversos del Oxford Movement (Mov-imiento de Oxford). Conoció a Cornelia cuando ella llegó a In-glaterra desde Roma para empezar la Sociedad. Amigo de Emily Bowles, la mandó donde Cornelia. Después, permaneció leal a los Bowles; un hermano de Emily fue miembro de la congregación que Newman fundó. Fue Newman quien se refirió a Cornelia como “esa yanqui”.

Joseph Nicholas NICOLLETCientífico, explorador y amigo de los Connelly en Grand Coteau. Influyó en Pierce para examinar el catolicismo y acompañó su proceso de conversión.

Carlo ODESCALCHI

Cardenal. Vicario general del Papa. Recibió a Pierce en la Iglesia Católica, les dio el sacramento de Confirmación a Cornelia y a Pierce, y le aconsejó a este que se hiciera un buen laico católico, no un sacerdote.

Bernard O’REILLYObispo de Liverpool después del Obispo Goss. Mantuvo la política restrictiva de Goss hacia Cornelia y la Sociedad.

James OTEYObispo episcopal de Tennessee. Pierce pertenecía a su diócesis. Visitó Natchez y elogió el trabajo de Pierce. Recibió con tristeza su renuncia.

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Mary Frances PEACOCK

Hermana de Cornelia. Se convirtió en Grand Coteau y entró en la Sociedad del Sagrado Corazón.

Mary Swope Bowen PEACOCKMadre de Cornelia y viuda de John Bowen, hacendado de Jamaica. Luego se casó con Ralph Peacock y con él tuvo seis hijos sobre-vivientes: Dodsworth, Ralph, Adeline, George, Mary Frances, y Cornelia. Falleció cuando Cornelia tenía 14 años.

Ralph PEACOCKPadre de Cornelia. Nació en Yorkshire, Inglaterra. Emigró a Filadelfia y se casó con la viuda de Ralph Bowen, Mary Swope Bowen. Comerciante y hombre de negocios, falleció cuando Cornelia tenía 9 años.

Ralph PEACOCK (Bowen)Hermano favorito de Cornelia, padre de Bella y Cornelia Bowen, alumnas en Sharon Hill y después en St Leonards, Inglaterra. De religión unitaria. Por razones económicas tomó el apellido de su fallecido mediohermano John Bowen.

Ambrose PHILLIPPS de LISLEDistinguido converso y benefactor inglés conocido por ambos Connelly. Sus dos hijas fueron a St Leonards.

Nicholas POINT, SJSuperior jesuita en Grand Coteau, invitó a los Connelly a radi-carse allá y dio empleo a Pierce. Gran amigo de ambos y director espiritual de Cornelia. Partió para las misiones entre los indios norteamericanos.

POWELLNiñera de Frank en la Trinità.

Edward Welby PUGINFamoso arquitecto victoriano. Diseñaba y restauraba iglesias en el estilo neo-gótico. Cornelia lo contrató para restaurar el aula sinodal en Mayfield.

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Carlo von REISACH

Director espiritual de Cornelia en su primer estadía en Roma. Después, Obispo de Eichstatt.

John ROOTHAN, SJSuperior general de los jesuitas. Pierce lo conoció en su prim-era visita a Roma y mantenía correspondencia con él en Grand Coteau. No estaba de acuerdo con las muchas visitas de Pierce a su esposa en la Trinità mientras estaba preparándose para entrar con los jesuitas.

Joseph ROSATI, SMObispo de St. Louis. Sugirió que Pierce fuera a Roma para consul-tar sobre su posible ordenación sacerdotal en la Iglesia Católica. Preparó personalmente a Cornelia en Nueva Orleans para su recepción en la Iglesia Católica.

Jean-Luis ROZAVEN, SJConfesor de Cornelia como laica y después en la Trinità, mientras ella estuvo en la comunidad. Cornelia lo encontraba rígido en su trato con ella. Fomentaba divisiones en la comunidad.

Joseph SEARLE

Capellán en St Leonards. Amigo de Cornelia, especialmente en la pelea sobre All Souls. Fue a Roma para defenderla.

Thomas SINGPárroco en Derby. Activamente hostil hacia Cornelia y el capellán italiano, Asperti. Procuró que la Sociedad se retirara de Derby.

George SPENCER, CPAristócrata, converso, sacerdote pasionista. Invitó a Pierce, católico reciente, a conocer su ministerio entre los pobres del centro de Inglaterra. Después mantuvo contacto con él. Entusiasta de la reconversión de Inglaterra al catolicismo.

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Barbara STANLEY Lady. Dejó la propiedad de All Souls al Reverendo Mister Jones, quien la dejó a su vez al sobrino de Lady Stanley, Coronel Charles Towneley.

John TALBOT

XVI° Conde de SHREWSBURY Llamado el “Buen Conde John”. Amigo de los Connelly desde la primera vista de estos a Roma. Pagó la educación de Mercer en Stonyhurst. Invitó a Pierce a trabajar en Alton Towers como segundo capellán. En total desacuerdo con las ambiciones sacerdotales de Pierce.

Théodore de THEUX, SJDirector espiritual de Pierce y después también de Cornelia en Grand Coteau.

Charles TOWNELEYMiembro del Parlamento inglés (MP), juez de paz, representante de la corona. Heredó de Mister Jones la propiedad de All Souls y estableció en ella una fundación para las obras educacionales de la Sociedad del Santo Niño Jesús. Defendió la fundación contra Wiseman, Duke y Foy.

Gioacchino VENTURA

Sacerdote teatino. En Roma pronunció un ciclo de discursos sobre la Encarnación, que Cornelia presenció como recién conversa. Influyeron en los primeros párrafos de su Regla.

Thomas WALSH

Obispo del distrito central de Inglaterra donde se ubicaban Derby y Alton Towers. Tenía jurisdicción sobre Pierce y Cornelia cuando empezaron sus repectivos trabajos en Inglaterra como sacerdote y religiosa.

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Nicholas WISEMANConoció a Cornelia y Pierce cuando era rector del Colegio Inglés en Roma. Patrocinó a Cornelia y la Sociedad en sus primeros años en Derby y St Leonards. Después, como Cardenal Arzobispo de Westminster, peleó con Cornelia sobre la propiedad de All Souls.

James WOODObispo de Filadelfia. Invitó a la Sociedad a su diócesis. Fue amigo de la Sociedad en los Estados Unidos, pero trató de separarla de sus raíces en Inglaterra y hacer de ella una congregación diocesana.

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