NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

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NÁPOLES ~ROMA 1504

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PUBLICACIONES DEL SEMYRactas

4

DirectorPedro M. Cátedra

Coordinación de publicacionesEva Belén Carro Carbajal

El Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas(SEMYR)

es una entidad sin ánimo de lucro, que se apoya en laSociedad de Estudios Medievales y Renacentistas,

y desarrolla actualmente sus actividades en el ámbito delDepartamento de Literatura Española e Hispanoamericana

de la Universidad de Salamanca.

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NÁPOLES ~ ROMA 1504CULTURA Y LITERATURA ESPAÑOLA Y PORTUGUESAEN ITALIA EN EL QUINTO CENTENARIO DE LA

MUERTE DE ISABEL LA CATÓLICA

edición al cuidado de

JAVIER GÓMEZ-MONTERO

&FOLKE GERNERT

SALAMANCASeminario de Estudios Medievales y RenacentistasSociedad de Estudios Medievales y Renacentistas

CERES de la Universidad de KielMMV

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Publicación financiada con ayuda

de la Deutsche Forschungsgemeinschaft,

del Rectorado de la Christian-Albrechts-Universität zu Kiel

y del Programa de Cooperacion Cultural «ProSpanien»

© SEMYRI.S.B.N.: 84-933566-8-9

Depósito legal: S. 1255-2005Compuesto e impreso en Gráficas Cervantes S.A.

(Salamanca)

ESPAÑA

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TABLA

JAVIER GÓMEZ-MONTERO

Prólogo[11-32]

I. HUMANISMO, HISTORIOGRAFÍA & TEOLOGÍA

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHORoma e Portugal de cardeal a cardeal: 1480-1541

[35-63]

ANA VIAN HERREROEl «Sacco di Roma» en diálogos italianos y españoles:

Aportaciones de los diálogos «a noticia» a la fantasía literaria renacentista[65-94]

MARC DERAMAIX«Predicatio ac retributio». L’Espagne et le Portugal dans la théologie

de l’histoire de Gilles de Viterbe[95-119]

JAMES NELSON NOVOAUn humanista sefardí en Nápoles. León Hebreo y sus «diálogos de amor»:

Un hombre y un texto entre dos mundos[121-138]

ENCARNACIÓN SÁNCHEZ GARCÍALa imagen del Gran Capitán en la primera mitad del «Cinquecento»:

Textos latinos, españoles e italianos[139-162]

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FRANCISCO J. ESCOBAREl Humanismo isabelino entre Italia y España: Un estado de la cuestión

[163-185]

II. LIBROS, BIBLIOGRAFÍA & BIBLIOFILIA

MARÍA TERESA CACHOManuscritos hispánicos de los siglos XV y XVI en bibliotecas italianas

[189-203]

FOLKE GERNERTAntonio Martínez de Salamanca, impresor, y Francisco Delicado, corrector.

Libros españoles en la imprenta italiana a través de sus ilustraciones[205-242]

III. ESCULTURA & MÚSICA

MANUEL ARIAS MARTÍNEZ

La recepción de las fuentes clásicas y de los grandes maestros italianos en laescultura. El caso del primer renacimiento castellano

[245-267]

PALOMA OTAOLA GONZÁLEZAños romanos en la formación teórico-musical de Francisco Salinas

[269-288]

IV. GÉNEROS LITERARIOS

DONATELLA SIVIERODel último trovador a los poetas renacentistas. Contactos entre las literaturas

hispánicas e italiana en las rutas del Mediterráneo[291-308]

LUÍS DE SÁ FARDILHALetras que viajam. O mito da Itália na renovação poética

em Portugal no século XVI[309-321]

TABLA8

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BERNHARD KÖNIGEntre Italia y el mundo ibérico.

La originalidad poética de Francisco de Sá de Miranda[323-334]

MIGUEL GARCÍA-BERMEJOEl trasfondo literario y artístico del soneto XIII de Garcilaso

[335-347]

LUIS GÓMEZ CANSECOPastores italianos en prosa castellana:

Sannazaro en el «Libro de los amores de Viraldo y Florindo» (1541)[349-364]

CARMEN PARRILLAEl «Tratado notable de amor» de Juan de Cardona entre España e Italia

[365-386]

JUAN MONTERO & FRANCISCO J. ESCOBARLa sátira antirromana en la poesía de Bartolomé de Torres Naharro

[387-398]

JAVIER GÓMEZ-MONTERO

Apéndice[399-406]

Índice onomástico y de obras[407-431]

TABLA 9

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PRÓLOGO

LAS JORNADAS de Estudios sobre cultura y literatura españolas enItalia en el quinquentésimo aniversario de la muerte de Isabel la Cató-lica / Spanische und portugiesische Literatur und Kultur in Italien zu

Beginn des 16. Jahrhunderts se celebraron del 4 al 6 de julio del 2004 enla Universidad de Kiel bajo el concierto de su Centro de Estudios CERESsobre el Renacimiento Español y se centraron en el análisis de algunos aspectosde la intensa presencia de la cultura y la literatura de los reinos peninsu-lares –las de las Coronas de Castilla, Aragón y Portugal– en los EstadosPontificios y el virreinato de Nápoles en torno a 1504, año de la desapari-ción de Isabel la Católica, fallecida el 26 de noviembre en Medina delCampo. Las Jornadas Nápoles – Roma 1504 contaron con la participaciónde destacados especialistas provenientes de España, Portugal, Francia, Italiay Alemania; una buena parte de ellos son investigadores adscritos a otrosCentros de investigación Europeos, como los prestigiosos SEMYR de Sala-manca, el CRES de París o el Centro da Historia da Espiritualidade deOporto, sin olvidar a especialistas procedentes de universidades radicadasen Roma y Nápoles. La aproximación interdisciplinar al objeto de lasJornadas estuvo asegurada por la diversidad de los campos de especiali-zación de los participantes, entre los que se contaban historiadores de laliteratura, el arte y la música renacentistas y hasta el siglo XVII. Con susintervenciones quedó armado un cañamazo de variadas referencias paraestudiar procesos culturales de gran trascendencia en el Renacimiento y susrespectivas manifestaciones literarias.

El punto de partida lo aportó el marco fáctico de las instituciones del sabery de las prácticas reales de actividad cultural, la repercusión del capitalsimbólico intrínseco a ellas y los condicionamientos de la interacción inte-lectual en cenáculos emblemáticos de ese momento histórico entre escri-tores y artistas radicados en la Corte Pontificia de Roma y en la Cortearagonesa o virreinal en Nápoles. En todos esos ámbitos se fraguó, entonces,

11

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el contacto de espacios culturales muy distantes con las tradiciones nativasde cada lugar. Gracias a ese fluido intercambio la cultura ibérica en suconjunto conoció un momento de verdadero esplendor bajo los auspiciosde instituciones del saber sitas en Roma y Nápoles, fueran éstas seculareso eclesiásticas.

I

Las Jornadas de Estudio, elaboraron un estado de la cuestión y buscaronproponer novedosos abordajes de la interrelación cultural ibérica en general,e hispánica en particular, con el ámbito cortesano de la Italia Meridional,así como su irradiación a otras zonas italianas desde los Estados Pontificiosy su vuelta a la Península Ibérica, fenómeno que produjo una eclosión sinprecedentes de las artes más dispares. Paralelamente, las Jornadas Nápoles– Roma 1504 se plantearon las repercusiones que tuvieron las considera-bles transformaciones políticas que padeció Italia en cuanto a en qué formase vio afectada, y afectó, la presencia de las culturas peninsulares –arago-nesa, castellana y portuguesa– y sus representantes en Italia.

El objetivo de las Jornadas no consistía, por tanto, en estudiar mera-mente el intercambio cultural de la Corona castellana con los Estados meri-dionales de la península italiana, aunque ésta fuera sin duda un punto dereferencia fundamental en las aspiraciones intelectuales de la reina Isabella Católica, quien tuvo la visión de asignar una importantísima función ala cultura, a la lengua y a la literatura como elementos simbólicos impres-cindibles para construir una nación, con un consiguiente, y perseguido,enraizamiento del Estado en la Sociedad. No es baladí reseñar que en 1474se dio la feliz coincidencia de su coronación como reina de Castilla con laimpresión del primer libro castellano: Su promoción del saber, su mece-nazgo pecuniario y personal del humanismo en la corte, su apoyo a labiblioteca real y su actitud propicia al desarrollo de otras bibliotecas cate-dralicias, su protección a lexicógrafos y gramáticos, como Juan de Lucenao Elio Antonio de Nebrija, se puede entender también a la luz de ese afánde construcción de una cultura nacional. Pero el encuentro no pretendióvalorar esos temas, ya que numerosas actividades, congresos y exposi-ciones del año 2004 (detalladas en la bibliografía compilada en la docu-mentación de Francisco J. Escobar) se centraron en esas y otras cuestionesvinculadas a la conmemoración de su persona. Por espigar sólo unos pocosestudios valga destacar las recientes semblanzas de la reina como

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protectora de las letras y del Humanismo esbozadas por Nicasio Salvadory Luis Gil en los cuidados catálogos de las exposiciones Los Reyes Católicosy la monarquía de España1, así como la aproximación del primero a sumecenazgo cultural en el catálogo de la exposición Isabel la Católica.La magnificencia de un reinado2; tales páginas subrayan los intereses dela reina con respecto a las Humanidades y hacia otras cuestiones relativasa la cultura impresa no menos que, con toda justicia, reivindican su laborcomo protectora de artes y letras. Entre las publicaciones más recientesquisiera destacar el volumen colectivo compilado por Julio Valdeón BaruqueArte y cultura en la época de Isabel la Católica3 y el monográfico de laRevista Insula coordinado por Pedro Ruiz4 que aporta una ajustada y útilpanorámica sobre la cultura literaria de la época isabelina así como acercade sus condicionamientos institucionales y sociales, lingüísticos y tecnoló-gicos. A la vista de un balance crítico tan fértil como el que arrojó el añodel V Centenario de su muerte, no cabe sino recalcar una vez más que elmecenazgo de la reina Isabel asentó las bases no sólo para la expansiónde la lengua y el ulterior desarrollo de la literatura españolas, sino quetambién en su protección de las Artes hunden las raíces la fundamentalcontribución de pintores, escultores y arquitectos italianos al Renacimientoespañol (ciertamente en consonancia con la otra corriente hispanofla-menca), así como la consiguiente actividad de artistas españoles en Italia5

o en la misma España tras consumar allí su formación profesional.

* * *

PRÓLOGO 13

1. Luis Gil Fernández, «El humanismo en la época de los Reyes Católicos», en SociedadEstatal de Conmemoraciones Culturales y Junta de Castilla y León, Los reyes católicos y lamonarquía de España, Valencia: Museo del Siglo XIX, 2004, págs. 257-268, y Nicasio SalvadorMiguel, «La visión de Isabel la Católica en los escritores de su tiempo», en Los reyes católicosy la monarquía, págs. 239-256.

2. Nicasio Salvador Miguel, «El mecenazgo literario de Isabel la Católica», en SociedadEstatal de Conmemoraciones Culturales y Junta de Castilla y León, Isabel la Católica, lamagnificencia de un Reinado, Madrid: SECC, 2004, págs. 75-86.

3. Por su relevancia en el contexto aquí esbozado destaca el estudio de Luis Gil Fernández,«El Humanismo en Castilla en tiempos de Isabel la Católica», en Arte y cultura en la épocade Isabel la Católica, ed. Julio Valdeón Baruque, Valladolid: Ámbito, 2003, págs. 15-76.

4. «Dedicado a: Isabel I (1451-1504): las letras en torno al trono», Ínsula. Revista deLetras y Ciencias Humanas, 691-692 (2004).

5. Véanse los básicos estudios de Fernando Checa Cremades, Pintura y escultura delRenacimiento en España 1450-1600, Madrid: Cátedra, 1988, y de Rosario Díez del Corral,Arquitectura y mecenazgo: la introducción del Renacimiento en Toledo, Madrid: Alianza,1987, así como sus actualizadas síntesis en Arte intorno al 1492. Hispania Austria. I re cattolici,Massimiliano e gli inizi della casa d’Austria in Spagna, Milán: Electa, 1992, págs. 83-142.

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La idea de las Jornadas Nápoles – Roma 2004, permítaseme insistir, eradirigir la mirada hacia la Italia Meridional para ver las transformaciones oprocesos culturales que acompañaron el cambio de siglo, y ya en la ante-sala de los estudios que siguen, cabe subrayar que Nápoles muy especial-mente –como quedó bien planteado en un encuentro organizado porA. Stoll y M. Bosse en 19976– asumió una función fundamental en el naci-miento y arraigo de conceptos y estrategias culturales que después –gracias ala estrecha relación entre las cortes italianas– tuvieron desarrollo en otroslugares de Italia, p. ej. en el Ducado milanés7 y hasta bien entrado elbarroco. Algunos aspectos del contexto histórico y literario en el que sedesarrollaron los acontecimiento y fenómenos estudiados pueden cifrarseen los siguientes hechos:

El año 1504 marca el advenimiento de una nueva época de influjos lite-rarios de Italia en España, sobre todo a partir de dos destacados focos deirradiación cultural, Roma y Nápoles, donde se concentran una multiplicidadde vectores de producción humanística y literaria. Por contrapartida, en1503, a la muerte del papa Borja Alejandro VI, sólo aparentemente se cierrauna era de fuerte presencia española en todos los ámbitos de la CiudadEterna puesto que esa influencia perduró en los Estados Pontificios hastael Saco de Roma en 1527 sin apenas cambios estructurales.

En Nápoles, el saber humanista de origen autóctono del siglo XV se vioimpulsado por el mecenazgo de la corte aragonesa que así se proyectóhasta bien entrado el siglo XVI8 –según ya relataba Antonio de Ferrariis

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6. Napoli viceregno spagnolo: una capitale della cultura alle origini dell’Europamoderna. Sec. XVI-XVII, eds. Monika Bosse & André Stoll, Nápoles: Vivarium 2001. Ademásdel planteamiento histórico más general de Giuseppe Galasso («Napoli gentile, Napoli fede-lissima», vol. I, págs. 5-62), y el panorama trazado por Giovanni Muto desde el específicoenfoque de la historia social, «Gestione politica e controllo sociale nella Napoli spagnola»,(vol. I, págs. 65-100), cabe a nuestros efectos destacar los trabajos de Rafaella de Vivo(«Vittoria Colonna e gli umanisti napolitani», vol. II, págs. 37-55) y Karl Maurer («Spanisch-unterricht für den Cortegiano: Juan de Valdés’ Diálogo de la lengua als Zeugnis der Begeg-nung zweier Kulturen auf neapolitanischem Boden in der Frühen Neuzeit», vol. II, págs.57-92).

7. Véase La Lombardia spagnola. Nuovi indirizzi di ricerca, eds. Elena Brambilla &Giovanni Muto, Milán: Unicopli, 1997.

8. Mario Santoro, «Napoli aragonese. La cultura umanistica», en Storia di Napoli, ed.Ernesto Pontieri, Nápoles: Società Editrice Storia di Napoli, 1969, vol. IV, 2, págs. 339-474 yNicola Badaloni, «La cultura a Napoli dal 1500 alla metà del ‘600», en Storia di Napoli, vol.V, págs. 641-689. Véase asimismo Ernesto Pontieri, Alfonso il Magnanimo, re di Napoli, 1435-1458, Nápoles: ESI, 1975; Pasquale Alberto De Lisio, Gli anni della svolta. Tradizione umanis-tica e viceregno nel primo Cinquecento napoletano, Salerno: Società editrice salernitana,

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(Galateo) en su De educatione– a pesar de las diferencias existentes entrela cultura nobiliaria española e italiana, cifradas en que la educación de lanobleza hispana atendía sobre todo a las armas y estaba radicada en unrígido formalismo ceremonial. No obstante, el descuido de las letras en suformación se veía compensado gracias al contacto con la aristocracia italiana,más pendiente de cultivarlas. El significativo engarce de la cultura españolacon la italiana fueron los conceptos y manifestaciones del saber humanís-tico que ambas compartían; y así pronto hallaron castellanos y catalanesuna interesante fuente de renovación en los recursos de la poética y laretórica que el secretario de Alfonso el Magnánimo hasta 1445, LorenzoValla, tempranamente difundió en la corte real napolitana y que los studiahumanitatis ponían a disposición de objetivos más ambiciosos. El empleodel latín con su prestigio y de los recursos de la retórica para alcanzar lapropaganda y legitimación del poder que ostentaba fueron una constanteen el gobierno de Alfonso V y su sucesor Ferrante I (1458-1494), bajo cuyosauspicios Antonio Becadelli, il Panormita, dirigió las reuniones de laAcademia Alfonsina hasta 1471. Así, por último, resulta altamente signifi-cativo resaltar que ese modelo humanístico volvería a la Península consti-tuido en modelo de referencia para las Cortes y Cancillerías ya durante elreinado de Isabel y Fernando, y teniendo como vectores de propagacióna los primeros virreyes y desde 1526, tras la formación en Valencia de lacorte del último duque de Calabria, Ferrante de Aragón, con la corte valen-ciana como ideal prolongación ibérica de la corte aragonesa en Nápoles.

Tal fue el entorno en el que se produce la afloración de cumbres delhumanismo como Valla –futuro referente de Elio Antonio de Nebrija–, ilPanormita y, tras su muerte, la célebre Academia Pontaniana, con el joven

PRÓLOGO 15

1976, así como La cultura umanistica nell’Italia meridionale. Altre verifiche, Nápoles: SEN,1980. Por último hay que anotar la monografía de José Carlos Rovira, Humanistas y poetasen la corte napolitana, Alicante: Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», 1990, y un estudiomás reciente de capital importancia de Jerry H. Bentley, Politica e cultura nella Napoli Rinas-cimentale, Nápoles: Guida Editori 1995, así como las actas de dos recientes congresos: Reto-rica e magnificenza nella Napoli aragonese, ed. Mauro de Nichilo, Bari: Palomar Atheneum,2000; La Corona d’Aragona ai tempi di Alfonso il Magnanimo. I modelli politico-istituzionali;la circolazione degli uomini, delle idee, delle merci; gli influssi sulla società e sul costume;celebrazioni. Napoli-Caserta-Ischia, 18.-24. settembre 1997, ed. Guido D’Agostino, Nápoles:Paparo, 2000, 2 vols. En los dos magnos volúmenes de las Actas de este XVI Congresso diStoria della Corona d’Aragona el apartado dedicado a los modelos y géneros literarios, alas instituciones culturales y a la interacción de las corrientes artísticas en la época de Alfonsoel Magnánimo supone el balance más amplio y reciente sobre la cultura y sociedad en estemomento.

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Sannazaro entre sus asiduos, personajes e instituciones relacionados enmayor o menor medida con la corte de Alfonso el Magnánimo, su hijastroFerrante y los posteriores virreyes9. Bien es sabido que a la muerte delúltimo rey aragonés se desatan una serie de litigios entre los Reyes Cató-licos y Carlos VIII de Francia, la presencia de cuyas tropas en Italia a partirde 1494 parece hacer peligrar la continuidad de la tan fructífera constela-ción cultural italo-española. Pero ni siquiera la muerte de Giovanni Pontanoen 1503 interrumpirá las estrechas relaciones culturales entre la Penínsulae Italia sino que, a partir de 1506, coincidiendo con las segundas nupciasdel viudo Fernando con Germana de Foix, se restaura en su persona elpoder hispánico en la ciudad partenopea. A su vez la academia se rehacecon Sannazaro (hasta que su cierre en 1543 anuncia ya los albores de laContrarreforma), y aun en la segunda década del siglo surgirá entre Nápolese Ischia una pequeña corte de poetas en torno a Vittoria Colonna, quientambién escribió versos castellanos y desde 1509 fue consorte de FerranteFrancesco d’Ávalos, tras cuya muerte en 1525 Vittoria se orienta precisa-mente hacia Roma; allí, como es sabido, trató más intensamente a PietroBembo cuya relevancia para el nuevo paradigma poético imitado por JuanBoscán y Garcilaso de la Vega es palmaria.

A partir de ese momento, desde que en 1504 acallan las armas, Nápolesserá gobernada por virreyes en representación de la corona española hasta1707. Y aunque durante largo tiempo se haya planteado que el inestablecambio de siglo hubiera afectado negativamente a la cultura literaria, lo ciertoes que el nuevo status quo político napolitano –bien estudiado durante laúltima década por historiadores italianos y españoles10– no restó ni un

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9. Bástennos como referencias el elenco de Camillo Minieri Riccio, Biografie degliaccademici alfonsini, detti poi pontaniani dal 1442 al 1543, Bologna: Forni, 1969; y TobiaToscano, Letterati corti accademie. La letteratura a Napoli nella prima metà del Cinquecento,Nápoles: Loffredo, 2000.

10. Valgan de muestra, por una parte, los básicos estudios de Giuseppe Galasso, Allaperiferia dell’Impero. Il Regno di Napoli nel periodo spagnolo, Turín: Einaudi, 1995; GiuseppeConiglio, Il regno di Napoli al tempo di Carlo V, Nápoles: Ed. Scientifiche, 1997; FrancescaCantù, L’Italia di Carlo V: Guerra, religione e politica nel primo Cinquecento, Roma: Viella,2003; Nel sistema imperiale: L’Italia spagnola, ed. Aurelio Musi, Nápoles: Guida, 1994 y, másrecientemente, L’Italia dei Viceré. Integrazione e resistenza nel sistema imperiale spagnolo,Salerno: Avagliano Editori, 2000. Por otra parte, contamos también con una excelente síntesisde Carlos José Hernando Sánchez, El reino de Napoles en el imperio de Carlos V, Madrid:Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2001; véase también, sobre el momentoespecialmente determinante de Don Pedro de Toledo, su Castilla y Nápoles en el siglo XVI.El Virrey Pedro de Toledo. Linaje, Estado y Cultura 1532-1553, Valladolid: Junta de Castillay León, 1994 (que también incide en el amplio sector de la cultura y de la política cultural

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ápice de calidad al humanismo napolitano, que asistió a la aparición denuevas figuras señeras como el apuliense Iacopo Sannazaro, autor de laArcadia, y el catalán Benedicto Gareth (il Cariteo) –quien mereció loselogios de aquél y de Pontano– que, a la postre, supo reavivar el poso deuna tradición poética napolitana avalada por nombres como Giovan Fran-cesco Caracciolo y Pietro Jacopo di Jennaro11. La nómina de poetas ilustrala intensidad de la vida literaria del momento, y así no extraña que cierta-mente será Garcilaso de la Vega, asiduo de la corte española en Nápoles,quien mejor represente el momento espectacular que entonces viven laliteratura, la música y las artes españolas en Italia. Yendo más allá de losvastos datos compilados por F. Elías de Tejada (por otra parte objeto dedudosa valoración)12, estas figuras permiten forjar el cañamazo de unadensa descripción topográfica de la pujante cultura del momento quepermite incluir también aspectos tan específicos como, p. ej., el de la espi-ritualidad gracias al círculo formado en torno a Juan de Valdés (por ciertocamerarius de Clemente VII desde 1531) entre 153513 y el año de su muerteen Nápoles, 1541. En suma, es en este mundo napolitano, con sus pecu-liares circunstancias sociales y políticas, donde terminaría por desarro-llarse un modelo de humanismo adecuado a las exigencias de un podermonárquico que incorpora el virreino partenopeo a la Monarquía hispana

PRÓLOGO 17

del virrey). Aún digna de ser mencionada es la monografía de Guido D’Agostino, Napoli, lacapitale ambigua. Napoli dal 1458 al 1580, Nápoles: Guida, 1975.

11. Véase el profuso estudio de Marco Santagata, La lirica aragonese. Studi sulla poesianapoletana del secondo Quattrocento, Padua: Antenore Editrice, 1979, que sirve de contextoa la actividad de los poetas hispanicos. La cuestión ha sido recientemente estudiada enconjunto por Antonio Gargano, «Poeti iberici alla Corte Aragonese (Carvajal, Romeu Llull,Cariteo)», en Le Carte Aragonesi. Atti del Convegno, Ravello 3-4 ottobre 2002, ed. MarcoSantoro, Roma: Edizioni dell’Ateneo, 2004, págs. 103-117; véanse también sus trabajos rela-tivos a la lírica del �400 «Poesia iberica e poesia napoletana alla corte aragonese: problemie prospettive di ricerca», Revista de Literatura Medieval, 6 (1994), págs. 105-124, y «Aspettidella poesia di corte. Carvajal e la poesia a Napoli ai tempi di Alfonso il Magnanimo», Lacorona d’Aragona ..., vol. 2, págs. 1443-1452.

12. Francisco Elías de Tejada, Napoli Spagnola. I.: La tappa aragonesa, Nápoles: Contra-corrente, 1999; II. Le decadi imperiali, Nápoles: Contracorrente, 2002. Véase además la pano-rámica ofrecida por Tommaso Pedio, Napoli e la Spagna nella prima metà del Cinquecento,Bari: Cacucci, 1971-1972, y, con datos y enfoque actualizados Giovanni Muto, «La sociedadnapolitana a comienzos del siglo XVI», en Mostra Il Gran Capitán, Córdoba: PublicacionesObra Social y Cultural Cajasur 2003, págs. 129-144.

13. Acerca del cenáculo valdesiano en Nápoles recuérdese el estudio de PasqualeLópez, Il movimento valdesiano a Napoli, Nápoles: Fiorentino Ed., 1976.

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y dejándole, no obstante, anclado en el horizonte cultural y social de la aris-tocracia napolitana14.

* * *

En cuanto a Roma, es perentorio destacar la fractura que supuso elSacco di Roma que marca un antes y un después no sólo de la presenciaespañola en la Ciudad Eterna, sino también de sus estructuras sociales enconjunto15. Si ya desde el primer Papa Borgia Calixto III (Alonso de Borja,1455-58) fue paulatinamente creciendo la afluencia de personas proce-dentes de los reinos peninsulares, fue desde 1492, con el papado del máscontrovertido miembro del linaje (Alejandro VI), cuando se produjo unaverdadera avalancha de eclesiásticos y artesanos, de mercaderes e intelec-tuales, de prostitutas y soldados… Así, entre 1492 y 1527, la poblaciónespañola se arraiga en los más diversos estamentos sociales y sectoresprofesionales de Roma, organizándose institucionalmente y, por supuesto,también dejando una profunda huella en los terrenos concernientes a laactividad artística e intelectual. Y justo en el momento en que una égidede artistas como Rafael, Miguel Ángel y Leonardo llegan a Roma desdeFlorencia al reclamo de los Papas Medici León X y Clemente VII (1513-1534) –que es cuando allí se instalan también el embajador venecianoAndrea Navagero (hasta 1516), Pietro Bembo (secretario papal desde 1513)y Baldassar Castiglione (1513)–, entonces destacan también Bartolomé deTorres Naharro y el clérigo andaluz Francisco Delicado quienes, respecti-vamente, toman parte activa en el auge del teatro en la corte medicea y,coincidiendo con la estancia romana de Pietro Aretino, el de la literaturasatírico-burlesca y erótica.

La situación anterior al Sacco y el luctuoso evento en sí se traslucen, asu vez, en diálogos humanistas escritos en español y en italiano, y de él

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14. Sin duda, dispondremos de nuevos datos a propósito de las cuestiones planteadasentre 1485 y 1532 (incluidas las relativas a la representación del poder, a la historia econó-mica y mercantil) tras la publicación de las anunciadas actas del Congreso, presidido porGiuseppe Galasso y coordinado por Carlos José Hernando, El Reino de Nápoles y la Monar-quía de España, Academia de España de Roma y Sociedad Estatal de ConmemoracionesCulturales).

15. Valga de muestra el balance de la historia política, económica y social que ofreceel volumen dirigido por Sergio Gensini, Roma Capitale (1447-1527), Pisa: Pacini Editore, 1994(en el que destaca a nuestro efectos, aparte de las panorámicas más generales de GiorgioChittolini, Charles L. Stinger y Massimo Miglio, el detallado estudio de Manuel VaqueroPiñeiro «Una realtà nazionale composita: comunità e chiese “spagnole” a Roma», págs. 473-491).

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también se hacen eco obras ficcionales como la novela dialogada La LozanaAndaluza de Delicado, obra que da noticia de importantes aspectos de lacultura hispano-italiana. Es de sobra conocido que, antes del saqueo reali-zado por las tropas imperiales, la literatura española conoció una ampliadifusión en Roma. Por ejemplo, allí se publicó en 1506 la primera traduc-ción italiana de La Celestina y se representaron églogas de Juan del Encina16

y las comedias de Torres Naharro, aunque puede llamar la atención quefuese en Nápoles donde este autor publicare –en el taller de Joan Pasquetode Sallo en 1517– su Propalladia. El dato es significativo por documentar–como los casos de V. Colonna y J. de Valdés– la mutua permeabilidad delos ambientes culturales hispano-romanos e hispano-napolitanos. Yresta por consignar que la literatura lusitana se benefició en gran medidade los viajes y presencia de sus representantes por la Italia renacentista:Sá de Miranda y Sá de Meneses, por ejemplo, renovaron la lírica portu-guesa gracias a sus experiencias romanas y allí mismo se establecieron loscardenales Jorge da Costa, el poderosísimo camarlengo, y Don Miguel deSilva, a quien el conde Baldassar Castiglione dedica su Cortegiano.

En resumidas cuentas: sería muy deseable que las obras de conjuntosobre la cultura artística y literaria de la Roma renacentista (al contrario delas anotadas a pie de página17) incidieran con más profusión en las cone-xiones ibéricas del entramado cultural romano18. En este sentido, las

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16. Véanse Georges Ulysse, «Juan del Encina et le théâtre italien de son époque», enJuan del Encina et le théâtre au XVème siècle. Actes de la Table Ronde Internationale (France-Italie-Espagne) les 17 et 18 octobre 1986, Aix-en-Provence: Université de Provence, 1987, págs.1-26, y Luisa de Aliprandini, «Un dramaturgo en Roma: Juan del Encina», en Nello spazio enel tempo della letteratura. Studi in onore di Cesco Vian, Roma: Bulzoni, 1991, págs. 117-128.

17. Hay que destacar el reciente volumen, compilado por Antonio Pinelli, Roma nelRinascimiento (Bari: Laterza 2001), que contiene dos trabajos sobre los procesos culturalesy las instituciones del saber en la Roma renacentista, firmados por Stefano Simoncini (págs.199-266) y Giuseppe Lombardi (págs. 267-290). Tampoco Vicenzo da Caprio presta espe-cial atención a las interrelaciones culturales con la península ibérica en Letteratura italiana.Storia e geografia. II. L’etá moderna, ed. Alberto Asor Rosa, Turín: Einaudi, 1988, págs. 327-472. Véanse además las ya clásicas monografías de John D’Amico, Renaissance Humanismin Papal Rome. Humanists and Churchmen on the Eve of the Reformation, Baltimore-Londres:John Hopkins University Press, 1983, Peter Partner, Renaissance Rome 1500-1559. A portraitof a society, Berkeley-Los Angeles-London: University of California Press, 1976 y Charles L.Stinger, The Renaissance in Rome: Ideology and Culture in the City of the Popes (1443-1527),Bloomington: Indiana University Press, 1985.

18. Ciertamente ello sigue siendo aún válido tras la arriesgada reconstrucción históricade la presencia hispánica en la Curia ofrecido por Thomas J. Dandelet, La Roma española(1500-1700), Barcelona: Crítica, 2002.

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sesiones del Simposio tocaron abundantes cuestiones que contribuirían aesclarecer contextos y a perfilar la aportación no italiana a uno de losmomentos culminantes del Renacimiento en Roma. En este sentido, ademásde haberse tratado temas en particular y de haberse estudiado textos ogéneros literarios, así como la obra de autores, impresores o artistas, tambiénlas instituciones laicas y eclesiásticas del saber en Roma (las academias, lacuria, los mecenas …) fueron algunas de las piezas del mosaico que compu-simos durante las Jornadas de Estudio Nápoles – Roma, 1504 en las orillasmás occidentales del Mar Báltico en Kiel.

II

A continuación se tratará de resumir cómo fueron tratadas estas cues-tiones durante el Simposio. Partiendo de estas premisas históricas y litera-rias trazadas, las Jornadas de Estudio se aprestaron a esbozar un ampliopanorama acerca de la presencia hispano-portuguesa en los cenáculosculturales y literarios más destacados, no sólo en la Roma y Nápoles decomienzos del siglo XVI, sino también en otras ciudades más al Norte comoFerrara, Florencia, Turín y Parma. En la misma tarde inaugural, la Profa.Maite Cacho refirió que las bibliotecas de estas ciudades guardan hoy milesde manuscritos e impresos hispánicos en castellano, latín y catalán, conser-vándose en ellas igualmente numerosos textos italianos traducidos delespañol o de materia hispánica, desconocidos y esperando ver la luz deuna nueva publicación. Como expuso la investigadora zaragozana –sinduda ampliando en dimensión hispánica la veta magistralmente explotadapor Amedeo Quondam a propósito de las bibliotecas del Quattro –yCinquecento en la Península19– sus temas son muy variados, y abarcandesde cuestiones históricas y religiosas a materias científicas, y, por supuesto,obras y estudios literarios. Aunque los más abundantes sean los de materiahistórica, incluyendo interesantes cartularios, los literarios tienen el mayorinterés, especialmente las traducciones y, sobre todo, los Cancionerospoéticos, de los que se conserva un gran número, muy especialmente delos musicales. Todo ello documenta el hecho, a menudo olvidado, de que lapoesía española gozó de una gran difusión asociada a la música y el canto,al tiempo que el gran número de textos de referente hispánico demuestra

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19. Il libro a corte, ed. Amedeo Quondam, Roma: Bulzoni 1994.

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el conocimiento que había en la península italiana sobre temas vinculadosa España, así como el interés por la literatura y la cultura española.

No sólo en este caso se muestra la validez del método prosopográficopara esbozar una topografía cultural del momento basada en densas redesdescriptivas. Varias intervenciones centradas en los representantes del sabery sus transmisores o instituciones, tanto en Roma como en Nápoles, consi-guieron tejer un entramado de referencias muy significativas para recons-truir los procesos culturales determinantes durante las primeras décadasdel siglo XVI y precisamente a partir de la interrelación de espacios bien dife-renciados. Así, la biografía de León Hebreo –expuesta con detalle por eldoctor James Nelson Novoa– resulta altamente emblemática: Nacido enLisboa en 1460, su padre huyó en 1483 a España de donde tuvo que tras-ladarse nuevamente, esta vez a Italia –tras el edicto de expulsión de lapoblación hebrea en 1492–, y eligiendo Nápoles como destino. Allí coin-cidió el joven Judah Abravanal, con el Gran Capitán, de quien fue médicopersonal, y allí redactó sus Dialoghi d’Amore antes de abandonar la ciudadhacia 1523 ante la renovada represión tras el edicto de expulsión de 1510que tuvo vigor también en los territorios italianos bajo dominio español;también Roma, en las mismas fechas, era paradero de una variopinta pobla-ción judía de origen español, como muestra la Lozana Andaluza de Fran-cisco Delicado. Los contextos biográficos y literarios trazados en estaintervención –así como la referencia a la fortuna europea del De Amore–dejó entrever a las claras las específicas condiciones de producción y recep-ción culturales y políticas de obras literarias de tanta fortuna europea como.p.ej., la de Leone Ebreo.

Otro interesante personaje, el impresor Antonio Martínez de Salamanca,sirvió para ilustrar ciertas cuestiones decisivas desde la perspectiva de otroestamento profesional. La doctora Folke Gernert reconstruyó su laborsiguiendo la huella de sus ediciones de textos castellanos y señalando laintrincada suerte de sus ilustraciones. La producción editorial de este conti-nuador de la labor calcográfica de Rafael Sanzio y único impresor españolen Roma en el primer cuarto del siglo XVI, cobra gran relevancia dado quegarantiza la difusión de textos como La Celestina, Primaleón o Amadís deGaula entre otros. Su edición de la obra de Rojas documenta cómo unimpresor español introduce y difunde en Italia un programa ilustrativo,inventado por los Cromberger de Sevilla, muy en boga en la España de laépoca. Las ediciones venecianas de La Celestina a cargo de la familia detipógrafos Niccolini da Sabio, aun siguiendo esta misma línea, presentanya grabados más elegantes y más conformes con el gusto renacentista. A pesarde la documentación exhumada acerca de las posibles relaciones entre

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Antonio de Salamanca y Francisco Delicado, que en su edición de La LozanaAndaluza vuelve a utilizar entre otros los consabidos grabados celestinescos,parece que su función en la difusión del libro en Italia fue secundario.

Por último, en este primer conjunto de ponencias, Volker Kapp bosquejólas bases de una sucinta geografía cultural a partir de las academias litera-rias de Roma y Nápoles, exponiendo sus respectivas características y susrepresentantes, su rivalidad y mutua influencia, dedicándole especial aten-ción a la presencia de españoles y portugueses en tales cenáculos. A mayores,la intervención dejó abierta las puertas a futuras investigaciones sobre lasconexiones ibéricas no sólo del Studium Curiae y del Studium Urbisromanos20, sino también en los Collegii, doctas Sodalitates e institucionessemejantes en ambas ciudades.

* * *

Un segundo bloque de intervenciones se centró en los géneros litera-rios más emblemáticos que manifiestan los estrechos lazos que vinculabanculturalmente los espacios tratados durante las Jornadas. No sólo la líricapetrarquista (por supuesto, también en su vertiente bucólico-pastoril) fueobjeto de privilegiada atención en varias intervenciones, sino que asimismootros géneros tanto dramáticos como narrativos merecieron particular interéspor ser el barómetro de la constante difusión de textos y de la intensa inte-racción de semejantes paradigmas en los sistemas literarios respectivos enambas penínsulas. En particular, Carmen Parrilla ofreció un análisis lite-rario de la novela sentimental Tratado Notable de Amor de Juan de Cardona(vinculado biográfica e intelectualmente al virreinato de Nápoles y las dosSicilias) dado que su fábula se desarrolla en diversas ciudades italianas ycuya conceptualización del Eros está en clara deuda con las doctrinas dePietro Bembo y León Hebreo.

Por su parte, Juan Montero y Francisco Javier Escobar estudiaron lasátira antirromana de Bartolomé Torres Naharro, escrita en Roma entre 1512y 1517 antes de partir hacia Nápoles en busca de mejor mecenazgo bajola autoridad de B. Carvajal de Plasencia; en particular, la ponencia leída porel doctor Escobar resumió los elementos clásicos e históricos referidos aRoma en la amplia obra romana de Torres Naharro, dedicando especialatención a la sátira de la ciudad recogida en la tercera sátira de la Propa-lladia, a su vez relacionada intertextualmente con la Sátira III de Juvenal.

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20. Véase Paolo Cherubini, Roma e lo Studio Urbis. Spazio urbano e cultura dal Quattroal Seicento, Roma: Quasar, 1992.

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Ya en otro orden de cosas, Helmut Siepmann aplicó doctrinas lingüís-ticas y de estilo forjadas en Italia o Francia (por ejemplo, a partir del De vulgarieloquentia dantesco o en la Poética de Galfredus de Vinosalvo) para explicarla elección de la lengua portuguesa, castellana o sayaguesa en las tresBarcas y otras farsas de Gil Vicente según el comportamiento moral delos protagonistas de las respectivas obras y el nivel estilístico del géneroen cuestión.

* * *

En buena lógica, el género lírico mereció una dedicación muy especialdada su importancia en el marco de estudios propuesto, pues convieneno olvidar, por otra parte, que en la corte napolitana los escritores espa-ñoles siguen cultivando las formas tradicionales de la poesía cancionerilcastellana. María Luisa Cerrón (Università di Roma La Sapienza) se ocupóde una forma específica de imitación, que es la glosa, recibida por lospetrarquistas italianos de la tradición española, insistiendo en su condi-ción de obra cantada y en el contexto musical de las composiciones. Laprofesora Cerrón demostró, mediante un análisis detallado de varios ejem-plos, que existen glosas en octavas, en romances y en coplas e incluso ensonetos, sin que llegasen nunca a constituir una canción petrarquistacompleta. Si bien la glosa no se conocía bien como técnica, ni siquiera porimpresores y cajistas (y así subrayó la investigadora las dificultades queplanteaba la forma de glosa, por lo visto desconocida, a los técnicos de latipografía italiana), quienes sí dominaban perfectamente esa práctica decomposición eran los músicos, concibiéndola incluso como un desafíomatemático.

Por su parte, Miguel García-Bermejo mostró que la edición selectiva deobras de Garcilaso en 1543, junto a Boscán, tiene como consecuencia unadificultad evidente para la datación de las composiciones del toledano, enlas que se manejan en demasiadas ocasiones suposiciones ligadas bien adatos biográficos poco fiables o bien a criterios estilísticos. Con respectoa los sonetos XIII y XVI, adscritos al período napolitano, el profesor García-Bermejo propone analizar estas dos composiciones como ensayos suce-sivos de técnicas retóricas como la ekphrasis y el epitafio, respectivamente,que son moneda corriente entre los humanistas italianos de Nápoles.

Asimismo, la ponencia de la doctora Donatella Siviero se inició con elpoeta catalán Jordi de San Jordi (muy posiblemente de ascendenciamorisca), las huellas de cuya poesía, a través de Andreu Febrer, son visi-bles en Ausias March y Juan Boscán. La profesora Siviero ilustró cómo el

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dominante provenzalismo lingüístico de la serie poética catalana hastafecha tardía convive con los nuevos modelos italianos, que son fundamen-talmente Dante y Petrarca (sin que por ello desaparezcan los provenzales).Establece además un nexo fuerte entre la presencia de los tres poetas enla corte del Magnánimo, durante la primera expedición a Italia de Alfonso,y la afirmación del influjo italiano. Finalmente insiste en la importancia dela obra de March para la elaboración que van haciendo Boscán y Garcilaso,ya en la época del Emperador Carlos. Todo ello permitió subrayar la impor-tancia de Boscán al ser el primero en conjugar el modelo ausiasmarchianocon el italiano quedando confirmado así también el potencial performativode los discursos líricos en catalán de cara a la poesía petrarquista castellana.

La conexión italiana de la lírica petrarquista en Portugal fue objeto deestudio por parte de Luís de Sá Fardilha y Bernhard König. Éste último, alhilo del viaje de Sá de Miranda por Italia entre 1521 y 1526 –antes, portanto, del destierro de Garcilaso en Nápoles–, reconstruyó el litigio entredos modelos discursivos de la lírica renacentista en Portugal (la cancio-neril y la petrarquista) para proponer una distinción más general según suraigambre ibérica tardomedieval o italiana, más contemporánea, y deacuerdo, respectivamente, con un código sea realista o sea mitológico,bucólico y áulico, que en los términos más amplios, afectaría tanto al estiloy a las figuraciones como a los paradigmas conceptuales más característicos.Gracias a un detallado cotejo de toda una serie de poemas de Sá de Miranday Garcilaso de la Vega, Bernhard König subrayó la relevancia de una inter-textualidad imitativa que vincula a ambos poetas (y no sólo los textosescritos en castellano por el primero, sino también su Fábula do Mondegocon respecto a la Ègloga I).

Con el título «Letras que viajam», el doctor Luís de Sá Fardilha profun-dizó aspectos de la subordinación de la conciencia literaria ibérica conrespecto a la poesía italiana, partiendo de las Epístolas de Antonio Ferreiray de la poesía de Antonio Sá de Miranda fuertemente enraizada enambientes italo-ibéricos. Rastreando el trasfondo histórico de su obra ybiografía, el investigador portugués reivindicó la complejidad y pluralidadde las vías de penetración del petrarquismo en Portugal excediendo losmeros límites del magisterio de Sá de Miranda y ampliando los cauces decirculación de textos (por ejemplo, sugiriendo la vía manuscrita, posiblesencuentros de los autores coincidiendo en momentos y lugares determi-nados así como otras formas de conocimiento indirecto).

* * *

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También estas intervenciones centradas en el análisis de cuestionespoetológicas pusieron de relieve la importancia de la respectiva contextua-lización de los discursos literarios, de aquí que quedase plenamente justi-ficado el aliento pluridisciplinar de las ponencias presentadas durante elSimposio. Buena prueba de la voluntad de permeabilizar las fronteras entredisciplinas vecinas la dieron el conjunto de trabajos que giraron sobre lahistoriografía. Así no pudieron faltar las figuras y hechos históricos contem-poráneos más relevantes como el Gran Capitán o el Sacco di Roma, perotampoco se descuidó la reflexión contemporánea sobre el concepto mismode historia.

En esta línea, Marc Deramaix consagró una enjundiosa intervención ala figura de Egidio de Viterbo, historiador latino, poeta bucólico, en suma,un auténtico homo universalis del Renacimiento y el mejor representantedel humanismo curial romano a comienzos de siglo, quien tomó buenanota de los descubrimientos de los navegantes portugueses incluyéndolosen una amplia teología universal providencialista que, no obstante, senutriría también de fuentes cabalísticas y mitológicas greco-latinas. En esteproyecto basado en una teleología salvífica, Roma –en cuanto que capitaldel nuevo imperio– y la Basílica de San Pietro –en cuanto que el nuevoTemplo de Jerusalén– cumplían una función simbólica de amplio alcancey, por eso mismo, se explican sus profecías a posteriori acerca del Saccodi Roma.

De este evento, que constituyó el hecho de armas crucial que allanó elcamino de la Contrarreforma, se nutrieron toda una serie de diálogos paraexplicar o justificar la catástrofe desde las posiciones políticas contrapuestasy más características. Poniendo de relieve la fortuna y excelencia de laforma del diálogo literario para tratar digresivamente cuestiones políticas,religiosas, históricas, antropológicas y poéticas, Ana Vian repasó un elencode textos del que destacan –como ejemplos respectivos de la posiciónimperial y de la oligarquía medicea que apoyaba el Papa Clemente VII– elDiálogo de Lactancio y un Arcediano, escrito desde la cancillería imperialpor Alfonso de Valdés y el Dialogo sopra il Sacco di Roma del autor floren-tino Francesco Vettori. El completísimo panorama trazado por la profesoramadrileña fue enriquecido con el análisis de aspectos literarios como laperspectiva, las estrategias de narrativización y las técnicas estilísticas convistas a recrear una conversación familiar y otros procedimientos estilís-ticos.

No menos envergadura histórica posee para Nápoles el personaje deGonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, impregnado de huma-nismo, vencedor de agarenos, turcos y franceses, al que fueron consagradas

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no pocas obras ya durante el siglo XVI. Encarnación Sánchez García estudióese vasto elenco de textos que tanto en italiano como en castellano abarcaal mismo tiempo poemas épicos con sus consiguientes prosificacionescomo crónicas históricas, textos en los que el Gran Capitán queda estre-chamente vinculado a la historia de Nápoles (por ejemplo, en la HistoriaPartenopea) y que van creando ya su perfil mítico y donde aparece seacomo figura mesiánica (frente al llamado turco) o sea héroe nacional (bajoel márchamo de un nuevo Cid).

* * *

Un último conjunto de intervenciones auscultaron con una mirada inter-disciplinar los entresijos donde confluyen los discursos pragmáticos de lasciencias sociales con los estéticos, y más en particular con los estrictamentevinculados a las artes plásticas21 y musicales. Así, Pierre Civil combinó laiconografía culta y popular de la época con la historia social de las órdenesreligiosas para mostrar que la «construcción» de un Santo se debe en muchasocasiones a circunstancias ajenas a su propia santidad de vida y que elcambio que en otras materias va a ocurrir entre los siglos XV y XVI en estacuestión actuará conforme a la llegada de la Contrarreforma. Entre las tesispropuestas por el profesor Civil cabe subrayar que la difusión de algunossantos italianos en España viene motivada, en algunos casos, por la Ordende los Predicadores, los dominicos. Un caso muy especial es la evolución dela historia de Santa Catalina; cuya vida y obra desde la canonización hastael Concilio será publicada por el Cardenal Cisneros; después de Trento seprohibe citar los estigmas de la Santa, y también se recortan episodios desu vida en el Flos Sanctorum, de forma que se la deja reducida a la figurade una monja ejemplar y de vida recogida, omitiendo su actividad dentro delas polémicas del cisma que azotaban a la Iglesia en aquel momento. Así,se puede concluir que serán sobre todo las relaciones de poder entre lasórdenes religiosas o la evolución ideológica del siglo los factores que domi-narán el género hagiográfico durante el siglo XVI.

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21. Desafortunadamente, y a última hora, el profesor napolitano Riccardo Naldi hubode desistir de participar en el congreso. Valga, no obstante, una alusión a sus fundamentalestrabajos sobre la escultura: Riccardo Naldi, Girolamo Santa Croce. Orafo e scultore del Cinque-cento. Nápoles: Electa, 1997 y Andrea Ferruci. Marmi gentili tra la Toscana e Napoli, Nápoles:Electa, 2002. Véase además, en general, la aún últil monografía de Manuel Gómez Moreno,Los águilas del Renacimiento español: Bartolomé Ordóñez, Diego Siloe, Pedro Machuca,Alonso Berruguete, Madrid: Xarait, 1941, y –en cuanto al contexto napoletano en sí mismo–Francesco Abate, La scultura napoletana del Cinquecento, Roma: Donzelli, 1992.

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Por su parte, el Subdirector del Museo Nacional de Escultura, ManuelArias, haciendo varias calas en escultores de la talla de Gaspar Becerra–formado en Italia y muerto joven aún en 1568– y en los viajes de artistasespañoles por allí y viceversa, insistió en la natural proyección de la Coronade Aragón hacia Italia, mientras que las particulares circunstancias de laCorona de Castilla en el contexto cultural y político de entonces dieroncomo resultado una asimilación selectiva en el campo de las artes plás-ticas. Así, la escultura castellana es en aquel momento deudora del mundoflamenco-germánico. La incorporación de las novedades italianas se llevaa cabo de un modo lento y paulatino. Aunque no fueron excesivamenteabundantes los viajes de artistas a Italia (un caso muy singular es el deBerruguete que regresó a Valladolid en 1517), la llegada de influencias esnotable y tiene lugar a través de la difusión gráfica. Un especial caso degran interés a este respecto lo supone la fachada del Colegio de Santa Cruzde Valladolid.

Por último, Paloma Otaola, doctora por la Universidad de Lovaina yprocedente de Lyon, centró su intervención en Francisco Salinas, célebreorganista y catedrático de música de la Universidad de Salamanca a partirde 1567, que pasó unos veinte años en Italia desde 1538, principalmenteen Roma, pero también en Milán, Florencia y Nápoles donde gozó de laprotección del virrey Don Pedro de Toledo y la de su sucesor el Duquede Alba. Estos años fueron decisivos para la maduración de la teoría musicaldesarrollada en su obra monumental De musica, libri septem (Salamanca,1577). Gracias a los tratados manuscritos en griego que utilizó y de los quese procuró copias, fue capaz de comprender perfectamente el sistemamusical griego y de abandonar el sistema pitagórico para diseñar el llamadoórgano perfecto, temperado en Roma de forma muy singular y del quelogró hacer una copia exacta en Salamanca. El hecho de que a éste mismodedicase Fray Luis de León una de las más célebres odas del RenacimientoEspañol ilustra una vez más, y de forma paradigmática, la estrecha relaciónentre intelectuales, literatos y artistas –estos últimos considerados tambiéncomo artesanos al igual que los impresores–, sin descuidar a sus mecenas,fueran éstos laicos o adscritos a instituciones eclesiásticas.

III

Aunque numerosos temas y figuras de interés no pudieron entrar en laóptica más particular de las cuestiones tratadas durante las reuniones (sobre

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todo con respecto a Nápoles aun se podrán espigar datos en estudios comolos de Benedetto Croce y de F. Elías de Tejada22, y a su vez valgan paralos contextos histórico-sociales y literarios más generales el estudio deNicola di Blasi y Alberto Varvaro23), las Jornadas Nápoles – Roma 1504pasaron revista a esta amplia gama de estamentos profesionales cuyosrepresentantes traspasaban los límites de Estados y disciplinas del saberpara forjar espacios de gran complejidad y profundidad. Este hecho reveló,por una parte, la eficacia metodológica de la descripción de las densasredes que estructuran los espacios intelectuales y artísticos del Renaci-miento (y que transcienden los estrictos límites topográficos yendo, portanto, más allá de los dos centros de cultura urbana estudiados, Nápolesy Roma). De igual modo, por otra parte, quedó también patente al fin y alcabo la insuficiencia de considerar exclusivamente a Roma y Nápoles comoreferencia exclusiva de la conexión italiana de los Reinos Peninsulares,aunque, sin duda, las Jornadas de Kiel confirmaron la validez de tomarambas ciudades como inexcusable punto de orientación. Teniendo encuenta que el Simposio no ambicionaba más que sugerir un punto departida, las entusiastas aportaciones individuales –aquí sólo sucintamentepresentadas y pacientemente revisadas por sus autores para su publica-ción en estas Actas– permiten considerar que sus objetivos fueron holga-damente cumplidos y sin duda, además, los debates confirmaron lafecundidad del enfoque y de la temática elegidos abriendo, a su vez, unaancha vereda para futuras empresas. Entre ellas cobró prioridad abordar–desde Kiel y como proyecto conjunto– un repertorio o diccionario críticosobre aspectos especialmente significativos de la presencia cultural de lasCoronas de Castilla, Aragón y Portugal, sea en los Estados Pontificios, o seaen el Vicerreino de Nápoles, y cuya apuesta más elemental implicaría laredacción de una dilatada serie de artículos a partir de voces escogidas,particularmente relevantes y de singular trascendencia. Así, poniendode ejemplo la traducción de la Celestina ultimada por Alfonso Ordóñez ypublicada en Roma por Eucharius Silber en 1506 (La tragicocomedia diCalisto e Melibea) se podrían sintetizar los datos de que disponemos

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22. Véase el clásico estudio de Benedetto Croce La Spagna nella vita italiana durantela Rinascenza, Bari: Laterza 1949, así como los dos volúmenes ya citados de F. Elías deTejada, Napoli spagnola.

23. Los contextos más generales de la cultura literaria en Nápoles durante la épocaaragonesa y las primeras décadas del Cinquecento han sido esbozadas por ambos eruditosen el volumen – dirigido por Alberto Asor Rosa – Letteratura italiana. Storia e geografia. II.L’etá moderna, Turín: Giulio Einaudi, 1988, págs. 240-315.

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sobre la traducción de acuerdo con los estudios de Emma Scoles, de Kath-leen Kish –quien la editó en 1973– y la tesis doctoral de Christine Wagner,atenta a aspectos de crítica textual y sobre todo a cuestiones lingüísticas,al léxico y variantes de la traducción24:

«Alphonso Hordognez llegaría a Roma con el papa Borja Alejandro VIy siguió en la Corte Pontificia al servicio de Julio II a cuya sobrina, MadonnaFeltria da Campo Fregoso, se dedica la Tragicocomedia. Mientras que delcolofón se infiere que el texto se acabó de imprimir el 29 de enero de 1506“in Campo Flore per magistrum Eucharium Silber alias Franck”, la últimade las estrofas que le siguen indican el año anterior como fecha del trabajo.Scoles aporta la hipótesis –calificada como plausible– de que este AlfonsoOrdóñez, “nato hispano”, coincida con el profesor de retórica de la Univer-sidad de Valencia de idéntico nombre que sucedió en el cargo a Alonsode Proaza y que en 1518 editó un tratado de Nebrija sobre la acentuaciónlatina dedicando a éste y en su alabanza ciertos dísticos latinos. Otra coin-cidencia es que Juan Joffre, el impresor de este tratado, haya tambiénimpreso ese mismo año de 1518 la edición de la Tragicomedia que másse aproxima a la versión italiana de Ordóñez. Por su parte, éste reapareceen una apología de los ciudadanos ilustres de Valencia como destinatariode una elegía redactada en latín en noviembre de 1521. La personalidadde Ordóñez sirve, en definitiva, para describir en términos geoculturales ehistóricos el ambiente intelectual valenciano y su vinculación con Italia,así como para trazar el perfil característico de un humanista de la épocatal y como lo caracteriza Emma Scoles: “Professore di retorica ed editore:un intelletto particolarmente dotado, con una vasta preparazione oratoria,arricchita da una profonda conoscenza del greco e del latino; una figuraeminente di umanista giunta all’acme della sua notorietà intorno al 1520”25.Su formación retórica se trasluce sin duda en el texto de la traducción a laque antecede un “Soneto dello interprete” que anuncia la temática amorosade la obra adscribiéndola al género “comico”: “Ma se nel suo parlar ti parra

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24. Kathleen V. Kish, An edition of the first italian translation of the Celestina, ChapelHill: The University of North Carolina Press, 1973; Scoles, Emma, «Note sulla prima tradu-zione italiana della Celestina», Studi romanzi, 33 (1961), págs. 155-217, y Christine Wagner,La première traduction italienne de «La Celestina» par Alphonso Hordoñez, Rome, 1506, Lille:Université de Lille III, Atelier National de Reproduction de Thèses, 1988. Véase, además,Frederick J. Norton, «Las primeras ediciones de la Celestina», en La imprenta en España1501-1520. ed. Julián Martín Abad, Madrid: Ollero & Ramos, 1997, pags. 209-224, y Juan Carlosde Miguel Canuto, «Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique: Un caso de intersub-jetividad», Quaderns de filologia. Estudis literaris, 5 (2000), págs. 309-314.

25. E. Scoles, «Note sulla prima traduzione», pág. 174.

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forte, / scusal’, che novamente vien di Spagna” (forte, posiblemente en elsentido de difícil). Así, los paratextos inciden no sólo en la gran dificultadde la traducción, yendo más allá del tópico, ya que se alude a un problemareal, a la imposibilidad de traducir correctamente –lo que en parte se explicala benemérita Emma Scoles por un discreto dominio del léxico italiano–,sino que el traductor sigue a pies juntillas la interpretación tradicional dela trama de la obra en clave moralizante y acepta las informaciones queaporta el original acerca de la pluralidad de autores. Es decir, Ordoñez noproblematiza en absoluto los enunciados del texto castellano. Scoles aportael siguiente juicio con respecto a la importancia histórico-literaria de latraducción de Ordóñez: “Questa –prodotto caratteristico di quel clima disimbiosi linguistica oltre che genericamente culturale, in cui vissero Italiae Spagna per un lungo periodo– è la prima traduzione che della Celestinaappare, non solo in Italia, ma in tutta Europa; viene alla luce solo sei annidopo la presunta ‘editio princeps’ dell’originale; precede di alcuni anni leedizioni veneziane in lingua spagnola; ha, nella prima metà del secolo, piùdi dieci edizioni, e si sostituisce all’originale nel divenire ben presto fontedi traduzioni in altre lingue”26, es decir, posiblemente la alemana de Chris-toph Wirsung de Ausburgo en 1520, la francesa de 1527 y la inglesa parcial-mente en verso de 1530. Además, Frederick J. Norton aprovecha estosdatos para confirmar que Ordóñez “no pudo haberse basado en ningúntexto existente de la Tragicomedia y que tiene más afinidades con los textosexistentes de la Comedia y con el prototipo de la Tragicomedia de Valenciade 1514”27; Norton también apunta que la Celestina se estaba convirtiendoen un best-seller europeo como asimismo muestra la celebridad alcanzadaen Italia por los versos que canta Melibea en el auto XIX. Algún dato másque se pueda sacar de una lectura de la traducción serían los siguientes:Resulta interesante en la Dedicatoria la metaforización del proceso detraducción como un “laberinto”; también resulta por lo menos ingeniosoel mantenimiento del acróstico con la identidad de Fernando de Rojas enlas estrofas iniciales, y no menos curioso es la exclusión de una alusión alos judíos como castigadores de Jesucristo en la primera de las estrofasque siguen al planctus de Pleberio. Índice de la alta estima del texto caste-llano es la indicación de la superioridad de Rojas como «autor cómico»frente a los autores griegos y latinos».

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26. E. Scoles, «Note sulla prima traduzione», pág. 164.27. Frederick J. Norton, «Las primeras ediciones de la Celestina», en Estudios sobre la

«Celestina», ed. Santiago López-Ríos, Madrid: Istmo, 2001, págs. 39-55, en particular pág. 55.

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De seguir la opción romana, la primera fase del repertorio se centraríaen el período comprendido entre el 1492 y el 1527 mientras que su segundacomprendería –tras los años de éxodo masivo de personalidades hispá-nicas de Roma– la fase posterior a 1540 (hasta 1571-1580, el momento delinquisidor Peña). Decantándose por Nápoles, la forma más coherente dedar continuidad a las Jornadas sería centrarse primeramente en la fasecomprendida entre 1504 y 1543, fecha en que fue cerrada la AcademiaPontaniana. En cualquiera de ambos casos, avistando una topografía de lacultura a partir de la interacción entre Literatura, Saber y Sociedad, entreBellas Letras, Artes, Tratados Científicos y sus Instituciones, se trataría antetodo de preparar una amplia documentación para, seguidamente, afrontarel balance de los datos reunidos desde una perspectiva tanto históricacomo hermenéutica y poética. Este proyecto ambicionaría contribuir alesbozo de una cartografía de los espacios culturales de la Península Itálicadurante el Renacimiento. Deo volente.

* * *

El simposio Nápoles – Roma 1504 constituyó una de las contribucionesmás notables en Alemania a la conmemoración del V Centenario de laReina Católica y sólo fue posible gracias al apoyo de las instituciones ypersonas mentadas o por nombrar aún, cuyo entusiasmo espolea al Centrode Estudios CERES sobre el Renacimiento español –entre las institucionesdedicadas a esta época de la literatura española, quizá la situada más al nortede la Europa Continental– a cumplir sus objetivos de abordar desde unaperspectiva interdisciplinar y transnacional las relaciones literarias entreEspaña y Europa durante el Renacimiento. Las Actas del encuentro de Kiel–aunque no incluyan todas y cada una de las intervenciones del Simposio–suponen un punto de partida para posteriores investigaciones y, sin duda,contribuyen a ilustrar críticamente los procesos culturales durante unasdécadas que hasta ahora apenas habían sido tratadas en conjunto. Tal estambién el sentido de la sucinta bibliografía referida en estas notas, que nopretenden más que enmarcar en los contextos históricos y culturales másgenerales los estudios puntuales y mucho más específicos compilados enel volumen.

La renovada bienquerencia de Pedro M. Cátedra ha permitido la publi-cación de nuestras aportaciones críticas en la serie de Actas del SEMYR ya la estela de otros dos libros que –centrándose siempre en las relacionesliterarias entre Italia y España durante el Renacimiento– recientemente laForschungsstelle CERES de Kiel también coeditó con el SEMYR de Salamanca.

PRÓLOGO 31

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Tampoco estas Actas –como los anteriores volúmenes– se hubieran conver-tido en realidad sin el concurso y la generosa profesionalidad de la profe-sora Folke Gernert, coordinadora de las actividades de CERES. Quedosingularmente agradecido igualmente a Miguel M. García-Bermejo cuyoentusiasmo e iniciativa fueron decisivos desde el primer momento de laconcepción del Congreso y de cuya sapientia dejan también constanciaestas páginas introductorias. Las Jornadas de Estudios sobre cultura y lite-ratura españolas en Italia en el quinquentésimo aniversario de la muertede Isabel la Católica / Spanische und portugiesische Literatur und Kultur inItalien zu Beginn des 16. Jahrhunderts pudieron realizarse gracias a unasubvención de la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG) y al Programade Cooperación Cultural ProSpanien entre el Ministerio de Cultura deEspaña y los Hispanistas Alemanes; ambas instituciones junto al Rectoradode la Universidad Christiana Albertina de Kiel han apoyado con igual gene-rosidad la publicación del volumen de actas que confiamos contribuyan nosólo a perfilar la vocación no menos meridional de la Universidad másseptentrional de Alemania, sino también a realizar la dimensión íntegra-mente europea de los procesos culturales aquí estudiados que, sin duda,son aún factores determinantes de nuestra actual y futura Europa.

Javier Gómez-Montero

JAVIER GÓMEZ-MONTERO32

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I

HUMANISMO, HISTORIOGRAFÍA

& TEOLOGÍA

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ROMA E PORTUGAL DE CARDEAL A CARDEAL:1480-1541

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO(Porto)

Senhor. Nesta terra tudo se pode presumir…1

I

UM TÍTULO um tanto «proverbial» que não pretende mais que sugeriruma moldura para observar alguns homens e alguns factos que,entre 1480-1540, podem ajudar a compreender a cultura portu-

guesa desses 60 anos vista desde as sua relações com Roma, de um Portugalque se vai afirmando atlântico e indiático e que, como bem se sabe, conhecejá, à volta de 1524, como lembrou V. Magalhães Godinho2 há muitos anos,os primeiros sinais de dificuldades imperiais.

Se folharmos essa vastíssima colecção de documentos oficiais e oficiososreunida no Corpo Diplomatico Portuguez pela dedicação de L. A. Rebelo

1. Dr. João de Faria (embaixador em Roma), «Carta a el-Rei» (1513, Janeiro, 14), in CorpoDiplomatico Portuguez contendo os Actos e Relações Politicas e Diplomaticas de Portugalcom as diversas potencias do mundo desde o século XVI até os nossos dias, publicado de Ordemda Academia Real das Sciencias de Lisboa por Luiz Augusto Rebello da Silva, Lisboa: AcademiaReal das Sciencias, 1862, vol. I, pág. 186.

2. Vitorino Magaglhães Godinho, «A viragem mundial de 1517-1524 e o império portu-guês», in Ensaios -II- Sobre a história de Portugal, Lisboa: Sá da Costa, 1968, págs. 139-154.

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da Silva3 e nos beneméritos Monumenta Portugaliae Vaticana coligidospela inteligente persistência do recordado Padre António de Sousa Costa,O.F.M.4, verifica-se, facilmente, que as relações com Roma, além depassarem por embaixadores permanentes e oratores nomeados ad hoc pore para circunstâncias especiais, podem derivar de contactos de muita outragente –hoje, na sua maioria, quase anónima– interessada quer na reformada vida religiosa quer em solicitações de benefícios eclesiásticos quer nasmedras dos seus empregos em casas de senhores e cardeais ou até emoutros serviços menos pios e, aparentemente, menos diplomáticos (agentescomerciais, financeiros ou até secretos).

É, no entanto, a documentação respeitante à demanda e defesa de bene-fícios eclesiásticos que, pela quantidade de personalidades envolvidas,deveria merecer sempre uma atenção especial por parte da investigação,pois, muitas vezes, as dificuldades das solicitudes aos serviços curais obri-gavam os solicitantes a empreender a viagem a Roma na tentativa de in loco,recorrendo a serviços especializados ou ao favor –«dinheiro, que semprenesta corte achou favores contra toda virtude e bem»5, como escrevia Diogoda Gama a Manuel I de Portugal– vencer dificuldades e encontrar facili-dades. Mesmo que a documentação sobre o caso seja vaga, parece ter sidoeste o motivo que determinou a célebre viagem do poeta Sá de Mirandapor Itália onde, como ele mesmo parece dizer, escrevia cantigas à maneiratradicional. Do mesmo modo, se bem que irregularmente praticadas sobrevários pretextos, as chamadas visita ad sacra limina poderiam entrar nestequadro organizador da viagem a Roma –a uma Roma de novo única e indis-putada cabeça da cristandade e, por isso mesmo, dispondo de paz e meioseconómicos para se reafirmar como potência política e, entre dúvidas etemores, empreender a renovatio ecclesiae–, essa viagem que, a partirde certo momento, foi, com os matizes que quisermos, uma das aspirações doideal humanista. Penso, por exemplo, mesmo que seja um caso tardio, nascelebrações desse ideal em alguns diálogos da Imagem da Vida Cristã(1ª Parte, Coimbra: João Barreira, 1563; 2ª Parte, Lisboa: João Barreira, 1572)de Fr. Heitor Pinto que por lá andou «em negócios da sua ordem». Penso

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3. Corpo Diplomatico Portuguez contendo os Actos e Relações Politicas e Diplomaticasde Portugal com as diversas potencias do mundo desde o século XVI até os nossos dias, publi-cado de Ordem da Academia Real das Sciencias de Lisboa por Luiz Augusto Rebello da Silva,vol. I, Lisboa: Academia Real das Sciencias, 1862; vol. II, Lisboa: Academia das Sciencias, 1875.

4. António Domingues de Sousa Costa, Monumenta Portugaliae Vaticana, Roma-Porto: Livraria Editorial Franciscana, 1968 – 1970, 3 vols.

5. Diogo da Gama, «Carta a el-Rei » (1502, Junho, 2), in Corpo Diplomatico Portuguez,vol. I, págs. 31-36.

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ainda na Corographia (Coimbra: João Alvares, 1561) em que esse grandee esquecido humanista que foi Gaspar Barreiros –o primeiro e mais severocrítico dos opúsculos de Anio de Viterbo sobre o de originibus atribuídosa Marco Porcio Catão e os «livros de Beroso caldeu», etc.– nos deixou regis-tada uma parte da sua viagem a Itália em 1546 ao serviço do cardealHenrique de Portugal e que, mais tarde, se fez franciscano no conventoromano de Aracoeli.

Os dois cardeais que balizam a nossa intervenção –Jorge da Costa eMiguel da Silva–, embora com motivações diferentes em diferentesmomentos do seu cursus honorum, podem também caber nesta moldurade viajantes por Itália, mais precisamente por Roma –em ambos os casos,embora em diferentes momentos das suas biografias, uma viagem semregresso– donde, como aludiremos, puderam influenciar, por vezes deci-sivamente, a política do poder real em Portugal, poder este que, em muitasocasiões, devido à sua fidelização romana e aos seus próprios interessespessoais, neles viu, mais que poderosos auxiliares portugueses, poderososescolhos «italianos» a vencer. De qualquer modo, Jorge da Costa e Miguelda Silva, pelo seu poder curial –o do primeiro incomparavelmente maiordo que o do segundo, é certo– alicercado em grandes rendimentos econó-micos, e pelas suas amizades nos círculos romanos foram, sucessivamente,uma referência incontornável da cultura portuguesa dos fins do século XVe da primeira metade de Quinhentos. São alguns aspectos desta incontor-nabilidade e algumas das suas consequências que, tendo presente os matizesdessa tela renascimental, gostaria, sem qualquer pretensão de novidade, deprocurar ponderar aqui.

II

Por isso, sem mesmo me atrever sequer a resumir as páginas que aosdois cardeais dedicou o sapientíssimo Manuel Severim de Faria6 –possível-mente ainda, na sua globalidade, não ultrapassadas pelas preciosas inves-tigações de Maria Manuela Mendonça7 e Sylvie Deswarte–8, talvez seja

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6. Manuel Severim de Faria, «Discurso VIII – in fine: Memorial de alguns cardeaesportuguezes», in Noticias de Portugal, Lisboa: Officina Craesbeeckiana, 1655.

7. Maria Manuela Mendonça, D. Jorge da Costa, Cardeal de Alpedrinha, Lisboa: ColibriHistória, 1991.

8. Sylvie Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, Roma: Bulzoni Editore, 1989.

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conveniente começar por perfilar biograficamente essas duas figuras, demodo a que os aspectos que seleccionamos –reforma das ordens religiosas,correntes proféticas e marcas literárias– da política cultural em que, directaou indirectamente, estiveram implicados, possam aparecer mais compre-ensíveis.

Nem de um nem de outro interessa aqui tentar desvelar os seus estudose os lugares onde os fizeram, pois se os do peritissimus Jorge da Costa sãoum mistério, os de Miguel da Silva também não são muito claros, poisduvida-se se estudou, além de Paris, em Pisa, Siena ou em Bolonha ou aténas quatro universidades9. Pessoalmente, gostaríamos de o saber segura-mente estudante em Pisa, pois tal segurança remeter-nos-ia para os temposem que o cardeal Costa protegia o estudo pisano e onde temos a certezaque estudou gente da sua casa cardinalicia. De Siena datarão os contactosde Miguel da Silva com os Tolomei (Lactanzio e Claudio). De qualquermodo, como teremos ocasião de aludir, os estudos do cardeal Silva, pelotempo e termos em que os realizou, deverão ter-se orientado num sentidomais humanístico, pois além dos Direitos, dominava o grego e poetava emlatim e as suas amizades romanas situam-no num círculo bem preciso dehumanistas não profissionais em torno dos Medici, dos Medici já romani-zados, se bem que nunca esquecidos das suas raízes florentinas, mas semprepouco lembrados das protecções recebidas na corte de Urbino.

Quando, em 1480, Jorge da Costa chega a Roma, sob o pretexto decumprir a sua visita ad sacra limina, é já cardeal desde 1476 e é, de certomodo, personagem non grata do poderoso príncipe herdeiro que será,logo depois (1481), o rei João II de Portugal10. Há mesmo alguma fonte queinsinua que a viagem desse poderoso e influente servidor de Afonso V, foium modo de escapar à morte que lhe preparava o novo rei. Quaisquersejam as razões, em 1480 o cardeal Costa, também conhecido por cardealde Alpedrinha –aldeia em que nasceu– é já um riquíssimo prelado, arce-bispo de Braga e de Lisboa, bispo de várias dioceses, abade de umasquantas abadias, cónego de várias catedrais, somando rendimentos quelhe permitiram continuar a receber e a desenvolver em Roma maisprotecções e mais benefícios. Dois dos seus irmãos, um deles seu exactohomónimo –também chamado Jorge da Costa (ainda prefiro vê-lo comoirmão e não como parente)– e outro de nome Martinho da Costa, tambémforam riquíssimos prelados e a sua herança (bens e benefícios), ainda em

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9. José Sebastião da Silva Dias, A política cultural da época de D. João III, Coimbra,Universidade de Coimbra, 1969, vol. I, págs. 76-106.

10. M. M. Mendonça, D. Jorge da Costa, Cardeal de Alpedrinha, págs. 55-62.

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vida do irmão cardeal, constituiu um foco de tensões entre a cúria apos-tólica e Manuel I de Portugal logo nos começos do século XVI, tensões aque o cardeal Costa «fazendo […] tam pouca mensão de mym como se nãotevera parte neste Reyno» –queixa do rei português à arrogância dopurpurado–11 não contribuía a suavisar. Ainda hoje é possível encontrardiferentes relações das prelaturas e das «grossas rendas» do cardeal Costa,todas elas variando sempre algo –como que lembrando a dificuldade deconhecer a suas riquezas– e acrescentando quase sempre algo– como queachando que se ficava sempre aquém da realidade e da fama12. Garciade Resende, que o conheceu bem, lembra na sua Miscelânea e varia-dade de historias, que

teve dous arcebispados,abadias, e bispados,fez dous irmãos arcebispos,parentes, amigos bispose criados muy honrados13.

E Diogo da Gama, um embaixador de Manuel I, que, por negócios reais,teve de o enfrentar em 1502 –andaria, então, pelos seus 96 anos– não deixade pintar ao rei, em carta de 2.6.1502, as dificuldades de tratar com umhomem que, por entre maneiras corteses e boas palavras, evita tratar deassuntos que não lhe agradam e não se quer desprender do mais mínimodos seus benefícios

somente por demonstrar ao papa e cardeais ser ainda pera reger omundo, porque me nunca outra cousa lança por diante somente quenam se há de desonrar em sua velhice; que ele he pera reger doze arce-bispados, e que oje está mais que nunca foy […] Os seus exercicios samtantos e poem tanta diligencia em viver todo sobre esperança destepapado, e lhe dizem no rostro que ho há de ser, e folga bem de ouvyr,e o papa bem pode ser seu filho no parecer, e dizem ter espreita sobre

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11. Manuel I, «Carta ao Cardeal Jorge da Costa» (1502, Fevereiro, 28), in Corpo Diplo-matico Portuguez, vol. I, pág. 25.

12. Poderiam ver-se, por exemplo, os inventários das «grandiosas rendas que teve D.Jorge da Costa», BGUC, ms. 1800-1801, fol. 113v; ms. 1529 (nº 37); M. M. Mendonça, D. Jorgeda Costa, Cardeal de Alpedrinha, págs. 31 e nota 38.

13. Garcia de Resende, Micellanea e variedade de historias, costumes, casos, e cousasque em seu tempo aconteceram. Prefacio e notas de Mendes dos Remedios, Coimbra: Françae Amado Editor, 1917, pág. 58.

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os seus ducados; verdadeiramente que huma hora parece que nam podepasar daquele dia e torna logo a parecer immortal: elle tem ainda ascartas pera a pose e nam se lembra de as mandar lembrandolho cadadia: todo seu contentamento foy sabelo o papa e toda Roma, e nestecontentamento vive de vir tempo pera do arcebispado aver de despor:em nem huma pesoa ho nunqua fará nem hum filho que o tivesse: doque tem dado ao irmão se arrepende e nam pouco: estará morto e espe-rará de resurgir […] estou em sua palavra como se lha nam ouvisse, hahuma por ele ter a memoria já muito esquecida, e á outra ele a faz muitomais, logo diz que tal não disse14.

Mas foi este ancião e poderoso senhor –poderoso e apreciando parecê-lo– por cujas mãos, por interesses ou por cortesia, passavam todos os negó-cios de Portugal em Roma15, que gozou da grande estima de Sisto IV, deInocêncio VIII, de Pio II, de Alexandre VI e de Júlio II. E se Sisto IV oprotegeu, se Pio II o nomeou legado a latere, se Júlio II mandou gravaro seu epitáfio assinalando os 102 anos –mesmo se discutíveis por nós hoje,não o foram então para admiração dos seus contemporâneos– com quemorreu em 1508, com Alexandre VI, pode ter encontrado afinidades artís-ticas que há, enquanto não as pudermos efectivamente documentar, apenasque sugerir. Refiro-me a que ambos, o papa Alexandre e Jorge da Costaforam, como muitos humanistas da época, devotíssimos de Santa Catarinade Alexandria, devoção que levou o cardeal português a tomar como«armas de fé» a roda de Santa Catarina que se vêm na sua estátua do seu túmuloe no altar da sua capela na belíssima Santa Maria del Popolo em Roma eo papa espanhol, nas admiráveis decorações de Pinturicchio nas chamadasStanze Borgia16, mandar pintar, como que no centro do programa, SantaCatarina discutindo com os sábios. E ambos foram admiradores e protectores

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14. Diogo da Gama, «Carta a el-Rei» (1502, Junho, 2), in Corpo Diplomatico Portuguez,vol. I, págs. 31-36.

15. Deão do Porto (Rui de Sousa), «Carta a el-Rei» (1502, Março, 7), in Corpo Diploma-tico Portuguez, vol. I, pág. 30: «E todos [os cardeais] se mostram muito a seu serviço; pêroa verdade he Senhor que cousa que seja contra o cardeal nom ham de falar nella, nemoutras cousas que não sam contra o cardeal de Lisboa nom querem que sejam despachadassenam por mãos delle. E pêra isso Vossa Senhoria em sua vida que creo será pouca scuseo mais que poder os requerimentos desta Corte, e conheça esta gente toda por quem he: ocardeal está já muito velho e despossado de suas forças porem em todo seu entendimento,e ainda vai aos consistorios, e creo que em quanto for vivo e se poder mandar e a igreja deDeus estever como agora está, sempre o papa e os cardeaes lhe comprazerám em todo oque elle quiser por sua antiguidade e pola necessidade que huns de outros teem […]».

16. Fritz Saxl, «L’appartamento Borgia», in La storia delle immagini, Bari: Laterza, 1990,págs. 135-162.

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de Pinturicchio, pintor este que, como se sabe, se ocupou, para além docoro de Santa Maria del Popolo, da decoração da capela de GiovanniBasso della Rovere, contígua à capela fúnebre do cardeal Costa onde,pelos mesmos anos, trabalharam discípulos de Pinturicchio e onde aindase pode ver o belo frontal de altar obra de Andrea Bregno ou do seu atelier.Desde o ponto de vista de manifestações artísticas, recordemos, por último,o belíssimo palácio que, quando era dignatário da igreja de S. Lorenzo inLucina, fez construir em Roma e que hoje se nomeia Palazzo Fiano. Por algo,Paolo Cortese nos seus Libri de cardinalatu (Castro Cortesio, 1510) o apontajá como um exemplo da figura de um cardeal do seu tempo, de quem,se sabemos a protecção a portugueses que estudaram por Itália, nãoparece, contudo, haver em Portugal, apesar de tudo, se exceptuarmosalgum frontal e um pontifical («tudo muito rico», é certo) que enviou à séde Braga, grandes lembranças do seu mecenatismo17.

Deixando para depois as suas relações com os franciscanos de quemfoi Cardeal Protector e com os amadeítas do «Beato» Amadeu da Silva,apontemos a personagem de Miguel da Silva que, em contraste com ocardeal Costa, pertencia a uma família da alta nobreza, muito protegida,como mostrou A. Sousa Costa18, pelos Bragança e por Manuel I de Portugalque, em 1515, o nomeou embaixador em Roma, permitindo-lhe assimreavivar os seus contactos com o ambiente italiano que conhecera em(talvez) Pisa e em Siena, essas cidades onde, como já lembramos, estu-daram muitos outros portugueses que o cardeal Costa protegeu. Miguel daSilva soube inserir-se imediatamente no círculo ascendente dos Medici enunca deixou de lembrar ao rei a entrada que tinha quer com o papaLeão X quer, muito especialmente, com o cardeal Giulio de Medici, futuroClemente VII, cultivando ao mesmo tempo conhecimento e amizades comaltos prelados, humanistas e antiquários que sempre foram bem servidospela sua liberalidade mecenática e sempre o serviram bem e sempre orecordarão, como atesta bem alguma da correspondência conservada.Entram nesta conta Angelo Colocci, Latanzio e Claudio Tolomei, PietroBembo, Pierio Valeriano, Bernardo Dovizi (mais conhecido como cardealde Bibbiena), Egidio de Viterbo, Benedetto Accolti (cardeal de Ravena),Gian Matteo Giberti, Marco Antonio Flaminio, Baltasar Castiglione, Alberto

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17. Avelino de Jesus da Costa, A biblioteca e o tesouro da Sé deBraga nos séculos XV aXVIII, Braga, 1984 (Separata de Theologica, 18, 1983), págs, 43, 51, 72.

18. António Domingues de Sousa Costa, «Studio critico e documenti inediti sulla vitadel Beato Amedeo da Silva nel quinto centenario della sua morte», in Noscere Sancta. Misce-llanea in memoria di Agotino Amore OFM († 1982), Roma: Pontificio Athenaeum Anto-nianum, 1985, págs. 103-360.

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Pio di Carpi («grande meu amigo em estremo»)19, isto é, gente de embai-xadas, de armas e das altas secretarias curiais, cardeais, nomes que,passando quase todos pela chamada a «academia romana» e pelos «orti lette-rari» do luxemburguês Hans Goritz e de Angelo Colocci20, dão uma ideiado que foi o que poderia dizer-se a sua «romanização» –«simpaticamenteitalianizante», em palavras de V. Cian–21 e previnem-nos para alguma acti-vidade literária, em latim, do futuro cardeal. Uma romanização que, maistarde, serviu para o apontar como mais fiel aos interesses da política papalque aos do rei português. De qualquer modo, os nomes de Matteo Giberti,Baldassare Castiglione, Egídio de Viterbo e de Alberto Pio, que voltaremosa encontrar, permitem desde já chamar a atenção quer para o seu papelna reforma dos franciscanos sempre tida como um dos aspectos maisurgentes da renovatio ecclesiae quer para círculos onde se cruzavamcorrentes proféticas dos fins do século XV e dos primeiros 30 anos de Quin-hentos, quer ainda para essas amizades que o consagrarão. Por outro lado,convem desde já ter presente as suas excelentes relações com os Farnese,lembrando que foi padrinho de baptismo do cardeal Alexandre Farnese22

–o fundador da igreja de Gesù–, neto desse outro riquíssimo cardeal Farneseque veio a ser Paulo III, esse papa que o fez cardeal em 1539 e o declarouem 2.12.1541. Mas esta lista não ficaria completa se não aludíssemos àssua amistosas e sempre recordadas relações com esse algo extravaganteTommaso Masini, mais conhecido por «Il Zoroastro», possivelmente irmãodos Tolomei, e que se dedicava à alquimia, artes por que Miguel da Silvatambém se interessou. Qualquer que seja a perspectiva por que o embai-xador português olhou essas suas práticas, não podemos esquecer que osTolomei tinham sido discípulos de Francesco Catani da Diacceto, célebrediscípulo de Marsilo Ficino, que D. P. Walker tanto valorizou na sua obradedicada à magia espiritual e angélica no Renascimento23. Bastem estasalusões para vermos Miguel da Silva mover-se nessa «città dei segreti» quecomo já foi classificada a Roma dos seus dias.

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO42

19. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Abril, 15), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 424.

20. Domenico Gnoli, «Orti letterari nella Roma di Leon X», in La Roma di Leon X. Quadrie studi originali annotati e publicati a cura di Aldo Gnoli, Milano: Ulrico Hoepli, 1938, págs.136-163.

21. Vittorio Cian, Un illustre nunzio pontificio del Rinascimento. Baldassar Casiglione,Città del Vaticano: Biblioteca Apostolica Vaticana, 1951, pág. 244.

22. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, pág. 204, nota 215.23. Daniel Pickering Walker, La magie spirituelle et angélique de Ficin à Campanella,

Paris: Albin Michel, 1988.

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Apesar dos seus insistentes pedidos de autorização para regressar quedirigiu ao novo rei de Portugal ao longo de 1522-152324 quando julgou terpercebido que junto de um João III que o tinha deixado «de vago»25, nãogozava da confiança que sempre lhe concedera Manuel I26, compreende-se que a eleição do seu grande amigo cardeal de’ Medici a papa lhe tenhaaberto perspectivas de um novo tempo –tanto para a Igreja como para si–e que redobrasse os seus préstimos junto do seu soberano cuja licença deregresso (1523, Novembro?, 21)27 se cruzou com as cartas (1523, Novembro,18)28 em que o embaixador lhe enviava as «alegres novas» dessa eleição edos sumos e particulares favores que logo recebeu do novo papa. Comoo autorizava o rei, ainda se demorou em Roma a ultimar assuntos diplo-máticos e à espera do seu sucessor (Martinho de Castelo Branco) cerca dedois anos, já que só regressou definitivamente depois de meados de Julhode 1525. Perante este novo cenário não será ilegítimo pensar que não terásido nem tão voluntariamente nem tão de boa vontade, como antes o decla-rava, que regressou ao Reino onde desempenhou, entre alguma inveja emuitas desconfianças29, um alto cargo palatino, confidenciou, não muito

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24. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1522, Outubro, 11); «Carta a el-Rei» (1523, Março,15); «Carta ao Secretario de Estado» (1523, Abril, 15); «Carta a el-Rei» ( 1523, Maio, 25); «Cartaao Secretario de Estado» (1523, Julho, 10), in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, págs. 100,132, 142, 165-167, 173 respectivamente.

25. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1522, Setembro, 27); «Carta a el-Rei» (1523,Março, 15); «Carta a el-Rei» (1523, Maio, 25); «Carta ao Secretario de Estado» (1523, Junho,6), in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, págs. 93, 132, 160, 167 respectivamente.

26. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1523, Maio, 25), pág. 159. «Em vyda del Rey vossopadre, que Deus tem, muytas destas cousas se remedeavão porque o que eu nellas fazia SuaAlteza ho havia por bem feyto, e as provisões de la eram tam conformes há minhas ameaçasqua que as temiam muyto: agora, nem Vossa Alteza me dá autoridade, nem eu a querotomar […]».

27. João III de Portugal, «Despachos para D. Miguel da Silva» (1523, Novembro?, 21),in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, pág. 194.

28. D. Miguel da Silva, «Carta ao Secretario de Estado» (18, Novembro, 1523); «Carta ael-Rei» (1523, Novembro, 18); «Carta a el-Rei» (1523, Novembro, 18); «Carta a el-Rei» (1523,Novembro, 26), in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, págs. 176-177, 177-179, 180-181,198-200 respectivamente.

29. O duque de Bragança, em carta a João III (1527, Novembro, 12) in Corpo Diplo-matico Portuguez, I, pág. 290, comentando os poderes que D. Martinho de Portugal traziade Roma como núncio de Clemente VII –ele que fora enviado como embaixador do reiportuguês–, referindo-se a uma negociação sobre uns mosteiros, alude significativamente:«o negocio devia ser arduo de acabar, pois dom Miguel, que era tão privado do papa, onom pode acaber, salvo se creesemos a mal dizentes, que querião dizer que, por os aveera todos ou a mor parte delles do papa, os nom queria aveer pera Vossa Alteza». Havemos

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discretamente, com embaixadores de Castela30, foi bispo de Viseu, patro-cinou algumas obras de arte, entrou em alguma polémicas de corte anti-quário com André de Resende que fixou no De acqua argentea (poemalatino sobre o aqueduto chamado da Agua de Prata, em Évora) e se corres-pondeu com alguns amigos romanos, como, por exemplo, BenedettoAccolti, o turvo cardeal de Ravena31, que, em 1532, por entre pedidos depapagaios e gatos da Índia, sempre lhe recordava os dias dourados dessaRoma anterior a 152732, anos portugueses em que se veria tentado –e nãosabemos até que ponto terá discretamente colaborado–, a colaborar, comodocumenta a correspondência de alguns dos seus amigos33 que nessesentido influenciavam Clemente VII, na inclinação pro-francesa do papa seuamigo e em que a sua fidelidade aos interesses do rei português acaboupor ser aberta e duramente posta à prova, isto é, quando aceitou ser feito(finalmente) cardeal. Não nos interessem aqui os avatares deste caso,bastando recordar que a sua fidelidade aos amigos romanos, neste casoPaulo III, foi maior –ou assim pareceu aos seus contemporânos– quando,antecipando-se a João III de Portugal, fez discreta e urgentemente prevenirPaulo III de que os benefícios da grande e cobissadíssima abadia de Alco-baça estavam livres por morte do cardeal-infante Afonso, irmão do rei, eque o soberano pretendia para outro irmão, o cardeal Henrique, futurocardeal-rei. Tal antecipação teve como consequência a imediata aplicaçãodesses grandes rendimentos no cardeal Alexandre Farnese, frustando assimas pretensões do rei português. As peripécias da fuga de Miguel da Silva–também ele, como insinua alguma documentação referente a Jorge daCosta, declarará a sua vida em perigo– já então (1539) cardeal in pecto, asacusações sobre as grandes somas que, sob a capa de empréstimos, oantigo embaixador vinha versando a Paulo III, os movimentos diplomá-ticos que gerou, o seu refúgio em Veneza, a sua entrada em Roma em

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO44

de confessar que não vemos nessa carta do duque de Bragança, como defende José S daSilva Dias, A política cultural da época de D. João III, vol. I, pág. 117, qualquer alusão a«embaraços que a diplomacia da Liga Santa trouxera ao Papado».

30. Aude Viaud, Correspondance d’un ambassadeur castillan au Portugal dans lesannées 1530, Lope Hurtado de Mendoza, Paris: Centre Culturel Portugais, 2001, págs. 400,449, 450, 458, 474, 484 et passim.

31. E. Massa, «Benedetto Accolti, il giovane», in Dizionario Biografico degli Italiani,Roma: Istituto della Enciclopedia Italiana, 1960, vol. I, págs. 101-102; D. Gnoli, «Orti lette-rari nella Roma di Leon X», págs. 266-267.

32. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, págs. 137-138. 33. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, págs. 133-136 publica duas

conhecidas cartas de Gian Mateo Giberti, personagem de quem eram bem conhecidas as incli-nações pro-francesas, dirigidas em 1526 a D. Miguel da Silva, que ilustram o que sugerimos.

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1541, etc.34 não interessam aqui, mas interessa apontar que tudo isto sevia complicado, numa altura em que Portugal pretendia estabelecer umainquisição similar à de Castela, com a propalada protecção que o novocardeal estaria a dar em Roma aos cristãos-novos e judeus portugueses.Estes, segundo algum informe dos agentes mais ou menos secretos do reiportuguês, até se gabavam de sustentar agora um cardeal que, em virtudede ter sido desnaturalizado e privado das suas grandes rendas, estaria tãomal de finanças que até passava fome35. Mesmo descontando a maledicênciainteresseira destes informes de agentes secretos, há que recordar que asua grande amizade com o cardeal Giulio de’ Medici, o futuro Clemente VII36,que, como é bem sabido e lembrou recentemente Ana Foa37, se moviabem nestes círculos judaízantes romanos, não teria, a seu tempo, deixadode apoiar essas insinuações –as passadas e as, então, mais recentes. Apon-temos, finalmente, que depois da frustrada e frustrante legacia junto de

ROMA E PORTUGAL DE CARDEAL A CARDEAL: 1480-1541 45

34. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, págs. 93-113.35. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, pág. 218, nota 361.36. A amizade de D. Miguel da Silva com o cardeal Júlio de’ Medici deverá datar de

anos anteriores à sua nomeação como embaixador, pois sabendo-o já em Roma em Janeirode 1512 (Bartolomeu de Mendanha, «Carta ao Secretario de Estado», in Corpo DiplomaticoPortuguez, vol. I, pág. 143) compreendem-se melhor os elogios («cuius ea est doctrina acmodestia, et in omni actione cum dignitate gravitas, ut plane apparuerit a Maiestate vestranihil nisi optimum militi posse ac solere […]») que logo no início do desempenho da suaembaixada lhe tributa o cardeal Giulio de’ Medici («Carta a el-Rei», 1515, Março, 1, in CorpoDiplomatico Portuguez, vol. I, pág. 314), bem como as avultadas mercês que lhe facilitou(D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei», 1517, Junho, 30, in Corpo Diplomatico Portuguez, vol.I, págs. 467-468) e as particulares provas de estima que, como já recordamos, logo lhetributou ainda mal eleito papa, prenúncios de outros que, com elogios que ultrapassavamas costumadas fórmulas curiais, lhe veio a fazer. Aliás, o embaixador português não perdiaocasião nem de louvar aos reis de Portugal o cardeal de’Medici («Carta a el-Rei«, 1522, Maio,9; «Carta a el-Rei», 1522, Setembro, 27; «Carta a el-Rei, 1523, Abril, 27, in Corpo DiplomaticoPortuguez, vol. II, págs. 65, 91-95, 143 respectivamente), chegando, em mais do que umaocasião, a propor que fosse nomeado cardeal protector de Portugal («Carta a el-Rei», 1522,Setembro, 25, in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. II, pág. 95, proposta que João III escusounum despacho de 1523, Novembro?, 21, in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. II, págs. 193-194),nem, após a eleição de «hum papa, o qual juntamente sabe e quer e pode o bem da Igreja»e é «o mais prudente e o mais justiçoso homem, que de dozentos annos a esta parte se vioassentado na cadeira de Sam Pedro», de chamar a atenção para o erro que foi não ter o reicompreendido o alcance desses louvores nem ter aceitado as suas propostas («Carta aoSecretario de Estado, 1523, Novembro, 18; «Carta a el-Rei», 1523, Novembro,18, in CorpoDiplamatico Portuguez, vol. II, págs. 176, 178 respectivamente).

37. Ana Foa, «La prospettiva spagnola: il Papa e gli ebrei nell’età di Carlo V», in L’Italiadi Carlo V. Guerra, religione e politica nel primo Cinquecento, eds. Francesca Cantù & MariaAntoniette Visceglia, Roma: Viella, 2003, págs. 509-522.

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Carlos V em Espanha, que se recusou a receber um legado que, além de forte-mente conotado com o «partido» francês, estava proscrito por o rei português,seu cunhado, a aura do cardeal Silva se manteve muito discretamente emRoma, acabando mesmo por ser alvo de pasquins não muito benévolos38,o que, se não era uma anormalidade nessa Roma, também não deixava deser significativo de um outro tempo. Quase como um símbolo deste apaga-mento progressivo, é o desaparecimento do seu túmulo em Santa MariaTranstiberina onde foi sepultado em 1556. Já em 1752 desse túmulo nãoexistiam sequer vestígios39.

III

Os dois cardeais portugueses representam bem o trânsito de uma Roma–renascimental– a uma outra Roma, a minada pelo saco de 1527, em conflitolatente ou aberto com o imperador por causa do concílio, a preparar comteólogos e armas, gente esta de guerra que ora se deveria dirigir contra osturcos ora contra os reformados, fossem eles germânicos ou ingleses, masque, apesar disso e talvez por isso, não cessava de se renovar e de apetre-char, se bem que noutro sentido, para essa sempre sonhada renovatioecclesiae. Estamos a pensar nas investigações que nesse sentido tem feitoGiampiero Brunelli40.

III. 1

O primeiro sinal que elegemos para esboçar o empenho desses doiscardeais nessa renovatio é a sua participação na reforma dos franciscanos,essa reforma que urgia desde há muito tempo em virtude dos conflitos,cada vez mais agudos, entre Observantes e Conventuais41 e que o concílio

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO46

38. S. Deswarte, Il «Perfetto cortegiano» D. Miguel da Silva, págs. 113-117.39. António de Portugal de Faria, Portugal e Italia. Litteratos portuguezes na Italia ou

collecção de subsidios para se escrever a Historia Litteraria de Portugal que dispunha e orde-nava Fr. Fortunato monge cistercense, Leorne: Typographia de Raphael de Giusti, 1905, pág.99, trabalho que foi a fonte de documentos, notícias e pistas posteriormente desenvolvidospor muitas das mais importantes investigações.

40. Giampiero Brunelli, «L’opzione militare nella cultura politica romana: le relazionipapato-impero (1530-1557)», in L’Italia di Carlo V, págs. 523-544.

41. Grado Giovanni Merlo, Nel nome di San Francesco, Padova: Editrici Francescane,2003, págs. 277-380.

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de Latrão (1512-1517) tinha enquadrado na urgência da reforma das ordensreligiosas, especialmente das mendicantes (franciscanos, dominicanos,carmelitas, agostinhos). Convirá, porém, ter presente que reis, senhores eprelados nem sempre coincidiam na compreensão de «reformar» e, porisso, seria muito importante começar sempre por estudar o extenso voca-bulário –reformare, instaurare, conformare, deformare– que surge nadocumentação relacionada com as reformas religiosas nos séculos XV e XVI42.Manuel I de Portugal, por exemplo, quando se propunha «reformar» a abadiade Alcobaça, entendia-o, com algum escândalo dos monges, como fazergrandiosas obras que tornassem a casa mais digna do novo abade que erao seu filho Afonso. De qualquer modo, normalmente, quando se fala dasreformas das ordens religiosas na Península Ibérica tem-se quase sempreapenas presente os esforços dos Reis Católicos codjuvados por Cisneros e,ao longe, por Alexandre VI e pelo cardeal Costa, «Protector» dos franciscanos,que, apesar de algumas vezes ser contrário às reformas propostas porManuel I43, em 1500, numa carta enviada (1.10.1500) ao capítulo franciscanode Terni, lembrava precisamente que, embora os conventuais necessitassem,em geral, de uma radical reforma, os peninsulares eram os que mais urgen-temente dela estavam necessitados44. Tais perspectivas, permitiram ao GeralEgidio Delfini tentar, em Aragão, algumas experiências de reforma de carácterunionista patrocinadas por Fernando, o Católico, que por razões tanto depolítica imediata como de insatisfação dos Observantes, não tiveram qualquerresultado45. Uma perspectiva peninsular que leva, quase sempre também,a esquecer que esse quadro ibérico se viu ultrapassado quando Roma, porpressões diplomáticas várias e nem sempre desinteressadas, chamou a si areforma dos franciscanos que culminou não em uma verdadeira reforma, masna divisão prática da ordem que foi ditando, ao longo do século XVI na Penín-sula Ibérica, tentativas de reformar, por supressão pura e simples, os conven-tuais. Como se sabe, estes vieram finalmente a ser suprimidos em Portugale Espanha em 1567/1568 pelos esforços conjugados de Filipe II e do cardealHenrique, então regente do reino em nome de Sebastião de Portugal46.

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42. José Adriano de Freitas Carvalho, «A Igreja e as reformas religiosas em Portugal noséculo XV. Anseios e limites», in El Tratado de Tordesillas y su época, Valladolid: Junta deCastilla y León, 1995, vol. III, págs. 635-660.

43. «Instrucção [de Manuel I] a [Diogo de Almeida?]», in Corpo Diplomatico Portuguez,vol. I, págs. 108-112.

44. Pacifico Sella, Leone X e la definitiva divisione dell’Ordine di Minori (OMin.): La Bolla«Ite vos» (29 Maggio 1517), Grottaferrata (Roma): Frati Editori di Quarachi, 2001, pág. 175.

45. P. Sella, Leone X e la definitiva divisione dell’Ordine di Minori, págs. 175-177.46. Gonzalo Fernández-Gallardo Jiménez, La supresión de los franciscanos conven-

tuales de España en el marco de la politica religiosa de Felipe II, Madrid: F.U.E., 1999.

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O cardeal Costa, na sua qualidade de Cardeal Protector e, apesar disso,relativamente mal situado pelos seus vínculos a Sisto IV –um franciscanoconventual que só num segundo momento favoreceu a Observância– e aseu sobrinho, o polémico cardeal Giuliano della Rovere, futuro Júlio II,interveio directamente na tentativa de pacificação do conflito entre Obser-vantes e Conventuais que levou, sem resultado, à promulgação das Cons-tituições de 1501, conhecidas por Alexandrinas (Alexandre VI) que nãopodiam satisfazer aos observantes, porque, entre outras razões, nada refor-mavam numa matéria tão sensível como a Pobreza, essa virtude e essevoto por onde passava a autoidentificação dos que se reclamavam do Pove-rello. O mesmo se diga das tentativas de Júlio II, em 150647.

Independentemente da idade, da posição e do peso dos interesses, asintervenções do cardeal Costa, tal como as de outros cardeais e prelados,não tiveram –nem podiam ter, tão estremado, desde há muito, estava odesejo dos Observantes, sustentados por reis e príncipes, de só aceitar umareforma que os consagrasse como os autênticos filhos de S. Francisco–qualquer êxito. A situação não se resolveu senão quando Leão X, essepapa em quem tantas esperanças de renovação se depositaram como umsinal de um novo século de ouro48 –não interessa discutir aqui se estamospresente a uma variante do que explicava Gutierre Díez de Games emEl Victorial: quando vem rei novo, vem Merlim novo–49 decidiu, em 1517,avançar para a reforma dos franciscanos, essa reforma que, de acordo comuma profecia atribuida a Joaquim de Flora na edição sevilhana (1492) doFloreto de S. Francisco, nos novissima tempora devia conduzir a um novusordo mais radical e mais puro, tema a que o franciscano Pedro Galatinohaverá de dedicar alguma atenção nos seus Commentaria in Apocalypsim,sobretudo depois da «abertura» do livro do «Beato» Amadeu da Silva, conhe-cido por Apocalypsis Nova50. Tal profecia, que englobava franciscanos edominicanos, foi lida, em sede franciscana, com os olhos postos em obrascomo a Arbor Vitae Crucifixae (Veneza, 1485) de Ubertino de Casal51, como

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO48

47. P. Sella, Leone X e la definitiva divisione dell’Ordine di Minori, págs. 164, 259.48. Marjorie Reeves, The influence of prophecy in the later Middle Ages. A study in

Joachimism, Oxford: Clarendon Press, 1969, págs. 270-271, 364-366.49. Gutierre Díez de Games, El Victorial. Crónica de Don Pedro Niño, Conde de Buelna,

Madrid: Espasa-Calpe, 1940, pág. 68. 50. José Adriano de Freitas Carvalho, «A difusão da Apocalypsis Nova atribuída ao

“Beato” Amadeu da Silva no contexto cultural português da primeira metade do século XVII»,Revista da Faculdade de Letras do Porto. Línguas e Literaturas, 19 (2002), págs. 5-40.

51. Veja-se José Adriano de Freitas Carvalho, «Achegas ao estudo de influência da ArborVitae Crucifixae e da Apocalypsis Nova no século XVI em Portugal», Via Spiritus, 1 (1994),págs. 55-109.

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dizendo em primeiro lugar respeito à reformação dos mesmos franciscanospelo predomínio dos Observantes. Esta encontrou no embaixador portu-guês um excelente aliado que, tal como o embaixador do imperador Maxi-miliano, nada mais nada menos que o seu grande amigo Alberto Pio deCarpi52 –«il più petulante» dos anti-erasmistas romanos, como assinalouSilvana Seidel Menchi em Erasmo in Italia–53, pôs à disposição de umLeão X consumido pela guerra de Urbino –tema recorrente na sua corres-pondência com Manuel I– e pelas obras de S. Pedro –e que era prefeitoum outro seu amigo, «il volpino» cardeal de Bibbiena–54 e do vigário geralcismontano da Observância para as despesas do capítulo generalíssimo de1517 avultados meios financeiros que podem ser contabilizados quer nacorrespondência trocada entre o rei de Portugal e o seu embaixador querna obra que, recentemente, Pacifico Sella dedicou ao assunto55. E este

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52. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Abril, 15), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 424: «Ho emperador tambem insiste sanctamente nysto, e o seu emba-xador, que he o conde de Carpi, pessoa de grande authoridade e letras e vida sanctissimae de muyta sustancia nesta corte, e onde quer que esteve sempre muito estymado, he tamdevoto de Sam Francisco e tam desejoso desta reformação, que em nehuma outra cousacuyda senam nysto; e alem de ser embaxador de quem he, he grande amigo meu em estremo,e todas sus cousas neste caso me comunica, e ambos faremos segundo a vontade de VossaAlteza o que he possivel, por se ver o fim dysto […]». Recordemos que Manuel I não teráconhecido «hüa carta que Alberto do Carpe screveo [ 1514, Marco,17] aho Emperador Maxi-miliano, por cujo embaixador estava em Roma das novas» da célebre embaixada a Leão Xem 1514 que Damião de Góis publica, em tradução, na sua Crónica do Felicissimo Rei D.Manuel (Nova edição conforme a primeira, anotada e prefaciada. Dirigida por J. M. Teixeirade Carvalho e David Lopes), Coimbra: Imprensa da Universidade, 1926, III Parte, cap. 84,págs. 190-193, pois o rei português em «Cartas de crença e despachos para D. Miguel da Silva(1517, Maio, 11?, in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, pág. 436), em resposta aos elogiosque o seu embaixador fazia de Alberto Pio acima trascritos apenas comenta: «e prouvenosde terdes nisto tam boom companheiro, como dizês que tendes no embaixador do empe-rador, e de ser pesoa de tamta bondade e vertude, como dizês, e de tanto credito».

53. Silvana Seidel Menchi, Erasmo in Italia. 1520-1580, Torino: Bollati BorinhieriEditore, 1987, pág. 43.

54. V. Cian, Un illustre nunzio pontificio, pág. 304; «astuto come una volpe» dil-loDomenico Gnoli, «Il cardinale Giovanni de’ Medici», in La Roma di Leon X, pág. 56. Note-seque Bernardo Dovizi, cardeal de Santa Maria in Porticu, mais conhecido por cardeal deBibbiena, ajudou, algumas vezes, em conjugação de esforços com o futuro Clemente VII,Miguel da Silva nos seus negócios na cúria (Veja-se, por exemplo, D. Miguel da Silva, «cartaa el-Rei», 1516, Novembro, 21, in Corpo Diplomatico Portuguez, vol. I, pág. 395: «Ao Cardealde Medices, nem a Santa Maria in Porticu, que neste negocio [incompreensível, por estarem cifra] me ajudam quanto podem, nam dou nenhuma conta do caso, senam a que douao papa […]».

55. P. Sella, Leone X e la definitiva divisione dell’Ordine di Minori, págs. 164, 175, 291-301.

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mesmo autor, baseando-se nessa correspondência, na de Alberto Pio e nado embaixador de Veneza, Marco Minio, ao mesmo tempo que valoriza asgrossas aportações financeiras que os Observantes ofereceram ao papa emresultado das suas pregações de indulgências para a fábrica de S. Pedro–incomparavelmente mais elevadas que as dos conventuais e de outros–como possível –evidentemente, provável– meio de predispor o papa a seufavor, assinala não só o empenho do Príncipe de Carpi, mas o papel deci-sivo do embaixador português em obrigar, mesmo se sob uma certa chan-tagem que ele sabe valorizar aos olhos do seu senhor56, Leão X a levar acabo a reforma dos Conventuais de acordo com a minuta da bula que,porque ia ao encontro dos desejos do rei, o próprio papa lhe tinha forne-cido discreta e particularmente para que a enviasse a Manuel I, e nãosegundo as atenuações que nessa mesma bula tinha introduzido à últimahora. No fim, se o primeiro papa Medici não satisfez totalmente os desejosdo rei em ser ele o depositário e administrador dos bens das casas dosconventuais que viessem a ser reformados –especialmente das clarissas–,consagrou uma certa reforma da ordem que concedia a representação doverdadeiro espírito de S. Francisco aos Observantes e, sujeitando teorica-mente os Conventuais ao Ministro Geral (Observante), dividia, na prática,a ordem franciscana em duas, abrindo caminho para o passo seguinte que,sob pretexto de serem irreformáveis, levaria à supressão dos Conventuaisem 1568 na Península Ibérica. Obviamente, Manuel I esperava um poucomais do seu dinheiro, mas acabou por aceitar essa solução e gostou desaber que, como lhe fazia crer o seu embaixador, era o rei cristão que sepreocupava seriamente com a reforma da Igreja, pois «ysto, Senhor, quese fez, despoys de Deos, Vossa Alteza tem todo o nome e a vós confessatoda a religiam o que deve»57 pelo que «Vossa Alteza he pregado por todoo mundo e o vosso nome escryto em tantas partes, que nam se fala nemhá numqua douvir cousa antre os homens de mayor gloria, porque, Senhor,as guerras fazemnas muytos, e estas tays soo os aceytos a Deos»58.

JOSÉ ADRIANO DE FREITAS CARVALHO50

56. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Junho, 30), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 463: «Somente posso dizer que, se nam fora a vergonha, que eu pus anteos olhos ao papa presentes muytos frades e embaxadores, que seria se Sua Santidade assytrestornasse este negocio, tendo mandada a Vossa Alteza já a bulla do que se avia de fazer,que polla ventura nem o que acabou se acabara assy limpamente, que ysto moveo o papamuyto mays do que o moviam todos os rogos do mundo […]».

57. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Junho, 30), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 463.

58. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Junho, 30), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 467.

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Curiosamente, neste empenho pela reforma dos franciscanos em 1517, dolado do embaixador português estava não só o cardeal de Santa Cruz,Bernardino de Carvajal –personagem que não perdia ensejo de oferecer osseus serviços ao rei de Portugal–59, mas ainda o seu amigo cardeal Giuliode Medici60, cujo confessor era o amadeíta Fr. Giovanni Antonio di Tommasoda Locarno61.

III. 2

A reforma dos franciscanos que, como insinuámos, abria um tempo dereformas para as outras ordens mendicantes –Egídio de Viterbo, prior geraldos Eremitas de Santo Agostinho, em carta de 13.1.1517, urgia, comosublinhou Pacifico Sella62, os seus frades a empreender uma reforma antesque a Santa Sé tomasse a iniciativa de lha impor autoritativamente– e podeservir-nos para introduzir um outro tema –o das correntes proféticas– quecruzava a Europa destes dias e a cruzará ainda durante muito tempo. Natu-ralmente, não seria aqui legítimo esboçar sequer o que foi o tecido profé-tico, qualquer tenha sido a finalidade de todos esses textos, que desde,muito especialmente, os fins do século XIV e ao longo do século XVI e XVIIse foi urdindo, e que em Portugal, mercê de circunstâncias políticas espe-ciais coagulou, nos fins do século XVI, no Sebastianismo, que, esquecemo-lo quase sempre, não nasceu em Portugal, mas entre portugueses no exílio:em França, em Veneza, muito especialmente, onde, mercê da actividadecompilatória de textos proféticos por parte de alguns exilados pelo poderfilipino em Portugal, alcançou as formulações teóricas mais relevantes63.

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59. Bernardino de Carvajal, Cardeal de Santa Cruz, «Carta a el-Rey» (1502, Março, 6),in Corpo Diplomatco Portuguez, vol. I, págs. 27-28.

60. D. Miguel da Silva, «Carta a el-Rei» (1517, Abril, 15), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 424.

61. António Domingues de Sousa Costa, «Studio critico e documenti inediti sulla vitadel Beato Amedeo da Silva nel quinto centenario della sua morte», in Noscere Sancta. Misce-llanea in memoria di Agotino Amore OFM († 1982), Roma: Pontificio Athenaeum Anto-nianum, 1985, pág. 256.

62. P. Sella, Leone X e la definitiva divisione dell’Ordine di Minori, pág. 291.63. José Adriano de Freitas Carvalho, «Conquistar e profetizar em Portugal dos fins do

século XV aos meados do século XVI. Introdução a um projecto», Revista de História, 11 (1991),págs. 65-93; Roberto Rusconi, Profezia e profeti alla fine del Medievo, Roma: Viella, 1999;Roberto Rusconi, «Eschatogical movements and milenarism in the West (13th-early 16thcenturies)», in L’Attente des temps nouveaux. Eschatologie, millénarisme et visions du futurdu Moyen Âge au XXe siècle, sous la direction d’André Vauchez, Brepols, s. a.

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Mesmo se não temos documentos que nos garantam a reacção de Jorgeda Costa e Miguel da Silva à circulação de tantas profecias que, directa ouindirectamente, envolviam, especialmente desde os fins do século XV, os reinospeninsulares, é aceitável pensar que o cardeal Costa não pôde ignorar asprofecias que, como testemunha uma carta de Hernando del Pulgar64, circu-lavam, aquando das guerras entre Afonso V de Portugal e os Reis Católicos(batalha de Toro, 1476), a favor do rei português, tal como não podia descon-hecer, dadas as suas relações com Sisto IV quer o Tractatus de futurisChristianorum triumphis in Sarracenis ou, seja, Glosa super Apocaypsimde statu Ecclesiae ab anno MCCCC LXXXI usque ad finem mundi que Aniode Viterbo digiu ao papa, a Fernando, o Católico e à República de Génova65,quer, dada a sua participação no governo da Igreja, as profecias que se iamabrindo à volta de 1485 sobre o «segundo Carlos Magno» ditadas pela chegadade Carlos VIII a Itália. No mesmo quadro curial é impossível não recordarque assistiu à Oratio de obedientia de D. Garcia de Meneses em 1481 – queé sempre um exemplo da admiração que em Roma terá causado o elegantelatim humanístico que, então, alguns já cultivariam em Portugal–, embaixadorque, como lembra Gaspar Barreiros ao fechar da sua Corographia, visitou,admirado pela surpresa, Fr. Amadeu da Silva, seu parente, confessor deSisto IV e autor das depois archi-célebres revelações (Raptus) mais conhe-cidas por Apocalypsis Nova que a Fr. Michele, il Benigno, aparecia, segundodeclarava a Ubertino Rissaliti em 1509, como «un libro grande come Augus-tino de Civitate Dei»66. E convém não esquecer que os franciscanos deFr. Amadeu, os «amadeítas», cientes da fama do seu fundador, da protecção dopapa e de Branca Maria de Milão e do cardeal Bernardino de Carvajal –queem 1497 nomeva seu capelão Tommaso Conti como prémio pelos serviçosque tinha prestado ao Beato Amadeu– e pelos Colonna romanos eram e conti-nuaram sendo um dos focos da discussão sobre o modus actuandi nareformação da ordem, circunstâncias que nos levam a ponderar desde já papelque nessa reforma e na divulgação da Apocalypsis Nova teve, c. 1502, ocardeal de Santa Cruz, Bernardino de Carvajal, que já vimos em relação quercom o cardeal Costa quer com o futuro cardeal Miguel da Silva. Destes anosde 1509-1510, os anos que Júlio II teve de enfrentar o conciliábulo de Pisa

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64. Hernando del Pulgar, «Letra VIII al obispo de Tuy que estava preso em Portugal,en repuesta de otra», in Los claros varones d’España, Sevilla: Stanislao Polono, 1500, fol. lix(ed. fac-simil, Barcelona: Salvat, 1970, págs. 125-126).

65. M. Reeves, The influence of prophecy, pág. 354.66. Anna Morisi, «Apocalypsis Nova». Ricerche sull’origine e la formazione del testo dello

pseudo-Amadeo, Roma: Istituto Storico Italiano per il Medio Evo, 1970, 28-29.

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e depois reunir o concílio de Latrão, datarão já algumas das interpolações dotexto do «Beato» Amadeu, pois em algum dos ms. em que o seu texto noschegou –o ms. H.III.1 de El Escorial, por exemplo– são bem conhecidasreferências críticas quer, evidentemente, ao papa Borgia quer, «descobertas»pelo cardeal de santa Cruz, ao papa Della Rovere, isto é, a esse pontífice que,si vera est fama, confessava não só dever a tiara a esse Jorge da Costa de quemdevotamente mandou abrir o elogioso epitáfio, mas também que o cardeal era«seu padre e assy de [o cardeal] Sam Pedro Vincula, e como boos filhos aviamde fazer o que elle quisesse»67. E, se pelas mesmas datas, o Venturoso reiportuguês recebia uma carta da rainha Helena, avó de David Preste João,imperador da Etiópia em que lhe recordava que tinham chegado os temposem que «das terras dos francos viria certo rei a exterminar toda a raça dosbárbaros»68 –alusão que não deveria ter feito muita graça a Manuel I– emOutubro de 1510, um anónimo correspondente do mesmo rei de Portugalavisava-o desde Roma que uma «profecia antiga sem autor, antre muitos juizosque diz, mete que quando a igreja for em culme temporal que será abaixadae reformada; ora dizem que nunca tanto foy, e pero convem abaixar todoestado ecclesiastico. Os strologos modernos dizem que o papa falecerá a 22do presente, porque todos planetas sam inclinados contra elle, se deus aliternon desposer»69, profecias que enviava à mistura com outras em que um «stro-logo noviço» prometia ao mesmo rei de Portugal «huma insolleta desabi-tada, a qual achandosse darya tanto ouro en grossos pedaços que se podemalastrar as naus»70. Umas e outras deveriam ter encontrado bom eco numrei que, como conta Damião de Góis, tirava o horoscópio das armadas quepartiam para e da Índia e, como lhe lembravam em momos e cartas, se deviapreparar para a passagem à Terra Santa71. São as coordenadas de um climacultural que, um pouco mais tarde (1527/1530) consagrará Gonçalo EanesBandarra nas suas Trovas em «louvor de Deus e d’Elrei» e que, se original-mente nada têm que ver com os ambientes cripto-judaicos portugueses, porestes foram aproveitadas, difundidas e imitadas. Recordemos que, pelos

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67. João de Saldanha, «Carta a el-Rei» (1504, Outubro, 21), in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, pág. 44.

68. Helena, rainha de Etiópia, «Carta de Helena, avó de David, Prestes João, Imperadorda Etiópia, a D. Manuel, Rei de Portugal, escrita em 1509», in Por mar e por terra. Viagensde Bartolomeu Dias e Pero da Covilhã, coord. de Luis Filipe Barreto, Lisboa: BibliotecaNacional, 1988, págs. 45-48.

69. Anónimo, «Noticias politicas da corte de Roma – 1510, Outubro, 15», in Corpo Diplo-mático Portuguez, vol. I, pág. 133.

70. Anónimo, «Noticias politicas da corte de Roma – 1510, Outubro, 15», vol. I, pág. 135. 71. D. de Góis, Crónica do Felicissimo Rei D. Manuel, IV Parte, cap. 84, pág. 201.

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mesmos anos, o Prior Geral dos Eremitas de Santo Agostinho, Egidio deViterbo, que já sabemos em relação amistosa em várias ocasiões com Miguelda Silva, se encontrava em óptimas relações com outro grande amigo doembaixador português, o cardeal Giulio de Medici, a quem dedicou (1517)outra obra sua: o Libellus de litteris hebraicis. E é este mesmo Egídio deViterbo, quem, tendo oferecido a Júlio II, na famosa oração de abertura doconcilio de Latrão (1512) em que parecem ecoar algumas passagens daApocalypsis Nova, um programa de renovatio ecclesiae baseado na extir-pação dos vícios, na paz entre os príncipes cristãos e nas armas contra osinfiéis, pouco depois depositará as esperanças nesse decimum seculumque começaria com Leão X e seria verdadeiramente aberto com Carlos V72,cuja figura e accção foi sendo envolvida num crescendo profético queculminou ainda em anos em que Miguel da Silva se encontrava em Roma73.E não esqueçamos quanto o cardeal Egídio de Viterbo protegeu e cola-borou com Silvestro Meuccio, editor, em 1516, desse fundamental Libellusde Telesforo de Cozenza de que há uma interessante versão na B. P. MPorto (ms. 834), e, um pouco mais tarde (Veneza, 1527), o exortou à publi-cação da Expositio in Apocalypsim de Joaquim de Flora, não sem antes(1524) ter dedicado novamente a Clemente VII a Epistola […] in Sathanruina tyrannidis74. A este círculo em que, muitas vezes em moldura teoló-gica, se cruzam profecias, cabala, operações alquímicas, etc., pertencem,juntamente com outras personagens aparentemente menores –um ZanobiAcciaiuoli, por exemplo, divulgador do De Angelico futuro pontifice, queveio a ser bibliotecario de Leão X–, Giorgio Benigno Salviati75, Pedro Gala-tino e Bernardino de Carvajal, personagens fundamentais, quaisquer tenhamefectivamente sido o papel e as esperanças de cada um –Pedro Martir e deAnghiera já tinha profetizado o papado ao cardeal Santa Cruz–, para acompreensão da «abertura» da Apocalypsis Nova, essa obra decisiva para afixação das esperanças na vinda do Pastor Novus, isto é, do «Papa Ange-lico», de que, pelas mesmas datas, já tinha sido traduzida uma parte rela-tiva a essa mítica figura por Paolo Angelo, misteriosa personagem, mas de

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72. M. Reeves, The influence of prophecy, pág. 270. 73. Ottavia Niccoli, Profeti e popolo nell’Italia del Rinascimento, Bari: Laterza, 1987,

págs. 217-239; Francesca Cantù, «Profezzia o disegno politico? La circolazione di alcuni testisull’Europa (1535-1542)», in L’Italia di Carlo V, págs. 41-62; Elena Valori, »Carlo V e le guerred’Italia nelle Historiae di Girolamo Borgia (1525-1530), in L’Italia di Carlo V, págs. 139-170,especialmente, págs. 144-146.

74. M. Reeves, The influence of prophecy, págs. 270, 432.75. Veja-se Cesare Vasoli, «Notizie su Giogio Benigno Salviati (Juraj Dragisic)», in Profezia

e ragione, Napoli: Casa Editrice A. Morano, 1974, págs. 15-128.

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relações estreitas com Silvestro Meuccio76. Recordemos que nesses primeirosanos romanos do embaixador português profetiza o amadeíta Fr. Antoniode Cremona e o célebre Fr. Boaventura se proclama, em plena Roma, em1516 e em 1517, «Papa Angelico»77. Não interessa aqui expôr aqui nem osavatares da «descoberta», abertura e interpolações do texto do Beato Amadeunem os conteúdos compósitos dessa Apocalypsis Nova –Pecado original,Anjeologia, reforma das ordens religiosas, Imaculada Conceição (ManuelI de Portugal enviou mesmo um procurador, Fr. João da Costa, ao capítulogeneralíssimo OFM de 1517, com o encargo de procurar a proclamaçãoda Imaculada), assunção de Maria, tribulações da Igreja, renovação da Cris-tandade, conquista de Jerusalém, conversão do mundo a Cristo, pacifi-cação, etc.–78, esperanças que eram comuns a outras correntes culturaisde, para o dizer de alguma maneira, recorte mais «humanístico». Interessa,porém, sublinhar que nesse compósito texto se cruzam muitos dos ideaisreformadores que começaram a correr mais impetuosamente nos começosdo século XVI. Mesmo se, como escreveu M. Reeves em Roma profetica, esseseu notável contributo para perceber melhor La città dei segreti, «tuttoquesto era mille miglia lontano dalle forze politiche del XVI secolo»79, tal nãonos deveria impedir de considerar que no plano simbólico, alguns pontosdesse programa –a conquista de Jerusalém, por exemplo– não pudessemcontiuar a organizar ou a tentar traduzir a organização de propostas práticasde conquista ou missionação, mesmo que acabassem sendo contrariadaspor interesses políticos ou pessoais mais imediatos. Interessará, porém,saber igualmente que a obra do Beato Amadeu da Silva, isto é, do parentede Miguel da Silva, serviu, como já insinuamos, a um Pedro Galatino paraconsagrar os seus radicais ideais de reforma das ordens religiosas pelo«Papa Angélico» que, como explicava o anjo Gabriel a Amadeu, deveria extin-guir todas as ordens religiosas –excepto a de S. Francisco a quem estavagarantida a sua perenidade até à consumação do mundo– substituindo-aspor varões apostólicos, ponto programático que veremos recolhido noscomeços do século XVII por um aproveitado leitor da Apocalypsis Nova,João de Castro, na sua Aurora80, e foi trazida para Espanha, cerca de 1528,

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76. M. Reeves, The influence of prophecy, págs. 262, 268.77. M. Reeves, The influence of prophecy, págs. 438, 448.78. A. Morisi, «Apocalypsis Nova», pág. 27-83.79. Marjorie Reeves, «Roma profetica», in La città dei Segreti. Magia, Astrologia e Cultura

esoterica a Roma (XV-XVIII), ed. Fabio Troncarelli, Milano: Franco Angeli, 1985, págs. 277-298.80. João de Castro, Aurora da Quinta Monarquia (BN Lisboa, Cod. 4373), ed. João

Carlos Gonçalves Serafim (Apêndice Documental. Vol. III da Tese de Doutoramento), Porto:Faculdade de Letras do Porto, 2004.

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pelo então Ministro Geral dos franciscanos, Fr. Francisco de los Angeles(Quiñones) de quem Pedro Galatino, vivendo no convento franciscanode Araceli –um convento onde Gaspar Barreiros se fez franciscano e ondeviveu G. Postel–, tinha sido capelão e a quem dedicou o seu De septemecclesiae temporibus. E mais ainda: que esse exemplar da Apocalypsis Novafoi levado para o México –conviria pôr este facto em relação com a partidado célebre grupo de franciscanos capitaneados por Fr. Martín de Valenciaprotegidos por Fr. Francisco Quiñones– e lá foi copiada e de lá regressoua Espanha, como atestava, em 1543, S. Pedro de Alcántara em carta escritaem Portugal (Azeitão)81, itinerário que permite insinuar os meandros dacirculação desta obra em ambientes reformados e reformadores e a suaimportância na fixação de muitos dos seus ideais.

Da Apocalypsis Nova há na B. N. Madrid duas cópias (o incompleto ms.6540 e o ms. 11248) e em El Escorial uma outra (o já referido H.III.1) emletra dos fins do século XVI/começos do século XVI, preciosíssima esta querpelas suas notas esclarecedoras de algumas personagens quer por ter sidoconsiderada até ao século XIX (1815) uma relíquia do Beato Amadeu e comotal conservada e exposta. Se, em Portugal, a fortuna desse texto é difícil dedocumentar, não deixamos, contudo, de saber que antes de 1549, como nosrevela uma carta de Juan A. Polanco escrita em nome de Inácio de Loyolaa Francisco de Borgia em Julho desse ano82, jesuítas portugueses –assimparece deduzir-se do contexto– houve que se dirigiram a Roma na espe-rança de aí serem reconhecidos como «Papas Angélicos», e que em 1581,tendo, talvez, em conta a difusão dessas esperanças em tempos contur-bados pela chegada de Filipe II ao seu novo reino, a Inquisição portu-guesa pôs no Index desse ano a Apocalypsis Nova83, condenação de quenão há outro exemplo nos «Indices» europeus. No século XVII, para alémde algumas traduções parcelares, a Apocalypis Nova, juntamente com outrostextos proféticos –Libellus de Telésforo e o Mirabilis liber (Veneza, 1514,1522), muito especialmente– foi, à volta de 1604/1605, em uma vastíssimaobra –Aurora– abundante e inteligentemente utilizada por D. João de

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81. Pedro de Alcántara, «Certificado de Fr. Pedro de Alcántara sobre el “Comentario alApocalipsis” del B. Amadeo de Silva (†1482) copiado por el P. Antonio Ortiz (†1560)», inMísticos franciscanos españoles -I- Vida y escritos de San Pedro de Alcántara, Madrid: BAC,1996, págs. 372-373.

82. Ignacio de Loyola, «Carta a Francisco de Borgia, duque de Gandía (Julho, 1549)»,in Obras Completas, ed. Ignacio Iparraguirre, Madrid: BAC, 1963, págs. 722-739.

83. «Index de l’Inquisition Portugaise. 1547, 1551, 1561, 1564, 1581», in Index des livresinterdits (Directeur J. M. Bujanda), IX, Sherbrooke-Genève: Éditions de l’Université de Sher-brooke-Librairie Droz, 1995, págs. 459-460.

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Castro, um exilado português que viveu e morreu na esperança de umnovo reaparecimento desse D. Sebastião –já então aparecido (Veneza,1598)– para ser coroado imperador pelo «Papa Angélico» e lutar a seu ladopela renovação do mundo dos novissima tempora84. E todos sabemos quea João de Castro se deve não só a «invenção» do texto da primeira edição(Paris, 1603) das Trovas de Bandarra85, mas também um dos seus maisinteligentes comentários.

III. 3

Uma outra consequência –e outra dimensão– desses primeiros anos(1515/1525) de Miguel da Silva em Roma é, como ficou aludido, a suaamizade com Baltasar Castiglione que, como se sabe, à última hora («inte-grazione dell’ultimo momento») –entre Abril de 1527 e Abril de 1528, maisprecisamente à volta de 9 de Setembro de 1527–86, desde Espanha, enviapara Veneza onde se estava já terminando a impressão de Il Libro del Corte-giano, a dedicatória global da sua obra, dedicatória que não desdizia a decada um dos quatro livros a Afonso Ariosto, o amigo a quem, desde sempre,tinha sido verdadeiramente dedicado o Libro. Uma dedicatória que, dadasas circunstâncias polémicas que envolviam a posição do núncio Castiglionena corte de Carlos V87, bem poderia ser, em virtude da posição privilegiadaque na corte de João III de Portugal ocupava então o antigo embaixadorem Roma, mais que um gesto de amizade –que não se nega, uma pontediplomática para, nesse momento, suscitar ou / e reforçar, a partir da corteportuguesa, através de alguém que, institucionalmente, era –ainda que, naprática nem sempre o fosse– um dos seus mais poderosos membros emvirtude das funções que desempenhava (Escrivão da Puridade do rei), oapoio à actividade diplomática pró-imperial do núncio de Clemente VII–amigo de Castiglione e de Miguel da Silva, já então bispo de Viseu–, apoiosempre duvidoso, já que, se o rei português não estava interessado emhostilizar o que era, desde 1526, seu cunhado, também não tinha menor

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84. João Carlos Gonçalves Serafim, D. João de Castro, «O sebastianista». Meandros devida e razões de obra, Porto: Faculdade de Letras da Universidade do Porto, 2004 (I-IIvol.s.,Tese de Doutoramento, Policopiada).

85. João de Castro, Paraphrase et concordancia de alguas propheçias de bandarra,sapateiro de Trancoso, Paris, 1603.

86. Amedeo Quondam, «Questo povero cortegiano». Castiglione, il Libro, la Storia, Roma:Bulzoni Editore, 2000, pág. 501.

87. V. Cian, Un illustre nunzio pontificio, págs. 104-130.

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interesse, como mostra a correspondência do embaixador imperial emLisboa, Lope Hurtado de Mendoza por volta de 1528, em desfavorecerFrancisco I de França88. E precisamente, recordemo-lo, em Julho de 1527,tinha-se posto a caminho, desde Roma, D. Martinho de Portugal que,enviado em 1525 a render D. Miguel da Silva, regressava como núnciopapal investido de poderes de legado a latere (breve Cum nobis hodie)com a secreta (mas concreta) missão de afastar João III de Portugal da polí-tica do Imperador89. A incumbência que, como o mostra o breve Nostramcalamitatem enviado a Miguel da Silva no mesmo dia (1527, Julho, 12), emque, foi Martinho de Portugal investido da sua missão, deveria realizar-secom o apoio do antigo embaixador em Roma –o que é bem significativo–,acabou por não realizar e, como escrevia, em 11.3.1528, Lope Hurtado deMendoza a Carlos V, passou a desejar «emplearse en servicio de V.M.» impe-rial90. De qualquer modo, se o nome de Miguel da Silva ainda hoje serecorda é, em larga medida, em tributo a esse amistoso gesto do desafor-tunado núncio junto de Carlos V, gesto que não parece separável docontexto que acabamos de sugerir. Não iremos repetir as longas e perti-nentes considerações que Amedeo Quondam91 teceu em torno dessaestranha dedicatória, mas aproveitaremos a ocasião para sugerir, superfi-cial e, talvez, abusivamente, um modo –ou um dos modos– como Miguelda Silva poderá ter lido esse paratexto e esse livro.

Do ponto de vista do género, a dedicatória a Miguel da Silva é, comose sabe, um texto estranho, pois, contrariamente à norma, o destinatário éaí apenas um nome e um título, sem qualquer relevância ditada por umsimples caríssimo, um eruditíssimo –esses adjectivos que sempre acom-panham textos do género–, por uma alusão à sua importância como antigoembaixador ou às altas funções na corte portuguesa, por qualquer razãoque de longe ou de perto obrigasse o autor a dedicar-lhe um livro quenesses dias já corria manuscrito e era apreciado. Miguel da Silva é umnome que, em determinado momento desse texto, serve –iríamosaté, funcionalmente– para marcar uma nova fase, mais profunda, dasrecordações que o seu autor foi sedimentando no seu coração e no seutexto. Efectivamente, depois de ter assinalado alguns dos coloquiantes doseu livro que já tinham morrido e que eram testemunhas desses anosdourados da corte de Guidobaldo de Montefeltro entre 1504 e 1508, o

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88. A. Viaud, Correspondance d’un ambassadeur castillan, págs. 239-319.89. J. S. da Silva Dias, A política cultural da época de D. João III, vol. I, págs. 110, 119.90. A. Viaud, Correspondance d’un ambassadeur castillan, pág. 248.91. A. Quondam, «Questo povero cortegiano», págs. 501-525.

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conde Baldassare Castiglione, como para completar essa galeria de retratosfixos para sempre nos seus gestos e nas suas palavras, chama a atençãode Miguel da Silva que, além desses já recordados, também o antigo embai-xador não tinha conhecido a duquesa de Montefeltro, a figura em torna daqual gira toda a obra. De toda essa gente, obispo de Viseu não conheceramais que Giuliano de Medici, duque de Nemours, entendamos, o «Magní-fico Giuliano», e, como nol-lo revela a sua correspondência, o cardealBernardo Dovizi da Bibbiena, cardeal de Santa Maria in Portico. E mesmoesses também já tinham morrido, um em 17.3.1516 e o outro em 9.11.1520,respectivamente. É, então, importante reler esse texto: «perché voi né dellasignora Duchessa, né degli altri che sono morti, fuorché del duca Giulianoe del cardinale di Santa Maria in Portico, aveste notizia in vita loro, mandoviquesto libro come un ritratto di pintura della corte di Urbino»92. Esqueçamosas arquiconhecidas referências à arte de Miguel Angelo e a Rafael que acom-panham essas notas, e alguma falha de memória de Castiglione que assi-nalaremos, para acentuar que, de acordo com as sua palavras, a obra quededica, desde Madrid, a Miguel da Silva é, antes de mais um livro de recor-dações. São recordações de um lugar, de algumas damas, de gente deIgreja e de armas, de poetas, etc., recordados não apenas nas suas figuras,mas nas suas palavras, nos seus gestos, nos seus ideais, nas suas anedotas,nos seus tiques, nos seus debates. Com essas recordações construiu,cortando, acrescentando, cambiando, isto é, mudando e matizando, o textoao longo de anos, o conde Baltasar um livro destinado a propor um modelode cortesão que, tal como aqueles que tinham servido a Guidobaldo deMontefeltro, devia servir a um novo príncipe, esse príncipe que, comomuito bem assinala Amedeo Quondam93, obedecia já, a quando da últimaredacção da obra (1524), a um novo paradigma. Esta última proposta, pelasua carga de futuro, leva, geralmente, a esquecer que Il libro del cortigianoé, antes de mais, como muito bem assinala já V. Cian, sem contudo, das suaspertinentes observações tirar todas as consequências94, um livro de recor-dações, essas recordações que lhe ditam essa escorreita dedicatória a Miguelda Silva e que ecoam igualmente, com as adaptações necessárias, nasquatro dedicatórias dos quatro livros a Alfonso Ariosto (†1525, Junho, 29),esse, sim, «caríssimo».

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92. Baldassare Castiglione, Il Cortigiano, ed. Amedeo Quondam, Milano: ArnoldoMondadori Editore, 2002, vol. I, págs. 3-10.

93. A. Quondam, «Questo povero cortegiano», págs. 315, 319, 320, 335, 353, 361, 408.94. V. Cian, Un illustre nunzio pontificio, págs. 228, 230, 231, 243.

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Gostaríamos, então, de propor que, se, verdadeiramente, é esse –um livrode recordações–95 o sentido mais profundo desse nostálgico livro, que foiprecisamente assim que o terá lido Miguel da Silva. Se, por fortuna, pudemosdeixar documentadas algumas ocasiões e circunstâncias em que a actividadediplomática de Miguel da Silva foi apoiada por bons ofícios que a amizade docardeal de Santa Maria in Porticu lhe facilitava, convirá agora chamar a atençãoque, por maior fortuna, possuímos uma carta (31.3.1515) em que o embai-xador português fixou o recebimento do «Magnífico Giuliano» que, na suaqualidade de (efémero)96 comandante supremo do exército pontifício, nessepreciso dia entrava em Roma pela primeira vez acompanhado de sua mulher,Luísa de Sabóia, com quem tinha recentemente casado (1515, Janeiro)97.E nessa apremiada missiva –para a qual, talvez por ignorância nossa, nãoparece que se tenha chamado a atenção–, escrita logo após ao ter assis-tido a essa cerimónia de corte, Miguel da Silva, então, ainda um recem-chegado embaixador, escreve, entre outras notícias, ao rei de Portugal:

Senhor: Este correo estava pera partir daquy a dois dias, e agora,tornando do recebimento do Magnifico Juliam e de sua mulher haahuma hora da noyte, me veo recado que parte daquy a duas horas; porisso nam darey conta larga de nynhuma cousa a Vossa Alteza, nem hetempo pera mais que pera lhe fazer saber que […]Oje haas vynte horas, que pollos relogios de la sam duas horas despois domeio dia, fomos avisados da entrada do Magnifico Juliam com sua molher,e nam porem como entrada pruvica, mas de boa amizade remocadopollo mordomo mor do papa. Sayram a recebel lo todas as familias doscardeais e assy a do papa e todos os embaxadores. Eu fuy com todosos portuguezes, dos primeyros, e nam me pesou pollo muyto que ellefolgou de cousas de Vossa Alteza lhe mostrarem alguma defferença demais amor que se nysto qua entende, que os outros. Disse lhe como,sabendo eu de sua vinda, por satisfazer haa vontade de Vossa Alteza

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95. Carlo Ossola, Dal «Cortegiano» all’«uomo di mondo», Torino: Einaudi, 1987, pág.43, aponta neste sentido da «tradizione di lettura» de Il libro del Cortigiano, mas, salvo melhoropinião, nesse belo capítulo («Il libro del Cortegiano: esemplarità e difformità») da sua obranão desenvolve esta capital pontualização.

96. Giuliano de’ Medici foi comandante supremo dos exércitos pontificios entre 1514,Janeiro, 10 e 1515, Agosto, 8, segundo Giuseppe L. Moncallero, Epistolario di BernardoDovizi da Bibbiena, Firenze: Leo S. Olschki, 1965, vol. II, págs. 32, 55.

97. G. L. Moncallero, Epistolario di Bernardo Dovizi da Bibbiena, vol. II, págs. 41–44onde se pode ler a carta do cardeal de Bibbiena de 1515, Fevereiro, 25 felicitando o prín-cipe pelo seu casamento.

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vynha aly a fazer parte do que devya, avendo por certo que nysso serviaVossa Alteza, cuja vontade era muy certa pera o que lhe comprisse, eque sua vynda fosse muyto boa, e outro tanto a sua molher que vynhaloguo atras haa mão direyta do embaxador de França, que vynha ja demea jornada, pollo parentesco com el Rey, que he filho de huma suairmãa. Cada hum me respondeo com grandes cortesias e todos os offrecy-mentos do mundo, que por ordynayros calo.O Magnifico Juliam vynha como de caminho com huum pelote, ouroupam tudesco casi pelote, cyngido de brocado raso y veludo cremesyma girões já tambem hum pouco raso, e trazido na cabeça huma coyfadouro y negro e huum barrete de veludo negro com huma medalhadouro, e borzeguins com golpes amarellos á feyçam de qua, sobre huumcavallo grande haa bastarda guarnecido de veludo cremesym e comhumas rosas douradas por toda a guarniçam. Haa sua mão ezquerdavynha o senhor Joam Jurdam Ursino, genro do papa Julio, filho dosenhor Vyrgilio Ursino. E o Magnifico me tomou no meo, até que viotoda a outra emvurilhada da gente. Diante delle, e nam muyto, yamalguns senhores de Saboya até tres e nam mais, muyto mal vestidos, epior que de velho, e as cavalgaduras do mesmo jaez, e junto com elleso Magnifico Lourenço sobrinho do papa, filho de Pero seu irmão, comhuum Ursino romão que tambem se chama seu parente. Ha molhertrazia huum brial de panno douro tyrado rico, e na cynta huma martapindorada, huum colete de veludo preto e huum toucado do mesmoveludo haa francesa, hum chapeo cremesym de seda com huma guoyadouro, sobre huma faca branca guarnecida de cremesym muyto boliçosa;trás ella huma irmãa do papa e quatro ou cynquo parentas todas decaminho, e muytas em mulas assaz de caminho. Trás ellas até vintedamas mal vestidas e sem nenhuma gala, e dellas de panno: ella parecemuyo mal e he de idade, faz mostra de trynta e cynquo annos: toda aoutra gente nam vinha de maneyra pera se conhecer, nem ouve ahyazemellas mais que humas dez, ou doze, que yam diante espalhadas eduas sem raposteyros, o que deve ser porque todo o fato vem pollo rioacyma nas mesmas galees, em que elle veo de Genoa, por se nam fiar,segundo dizem, do ducado de Milam.Onde os topey era lonje de Roma, e fazia se tarde; começaram a caminhartam rijo, que era huum pouco alem do chouto, e daquella maneyra vyeramate cerca de Roma, que vynhamos todos mortos de poo e cansaço, e denos rirmos de tam maos concertos dentrada. Foy descer ao paço,atyrando o castello toda a artilharia, onde nos despedimos todos. Escrevyestas cousas a Vossa Alteza por ver quamtos primores qua ha, e porqueestando pera cerrar esta carta, me deu ho correo huma hora de tempo,

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que confesso que despendy o mal, se ja Vossa Alteza nam folgar desaber até estas miudezas, segundo me tem mandado que faça […] De Roma a xxxi de Março de 1515.Novas nam ha ninhumas. – Dom Miguel da Sylva98.

Esta descrição que é também um registo de uma memória feito quaseem cima dos acontecimentos é, para nós hoje, não apenas a prova da alusãoda dedicatória de Castiglione sobre o conhecimento que Miguel de Silvateve do «Magnífico Giuliano», mas também do modo como o viu e à suamulher –e era a primeira vez– nessas circunstâncias discretamente solenes–que, aliás, bem pouco de solenes pareceram ao embaixador e deverão terparecido ao seu faustoso rei pela mediocridade e desalinho, isto é, de«quantos [poucos] promores»– e permite sugerir quanto essa alusão desper-taria, 13 anos depois, as suas próprias recordações sobre alguém que, vistonessas circunstâncias, desapareceria um ano depois (1516, Março, 17),levando ao seu velho amigo Bibbiena, como o confessava a Ippolito d’Este,«la metà della anima et della vita mia»99. Não sabemos como reagiu o embai-xador português à morte daquee «veramente virtuoso e bon Signore», masestamos em crer, como sugerem correspondências e outros documentos,que, como sugerimos, ele e outros primeiros e grandes leitores de Il librodel Cortigiano o terão lido como um livro de recordações. Só à medidaque os anos foram passando é que a obra de Castiglione se terá idoimpondo como um manual de cortesia –que verdadeiramente não é, mas,sim, de cortesania– destinado a cortesãos mundanos, a ponto de, segundoo testemunho de Damasio de Frias no seu Diálogo de la discreción (1579),com esse sentido, andar na mão dos bacharéis100.

Apesar de nunca ser lembrado, há ainda um outro facto que, mesmose relevando do silêncio, pode contribuir para tornar mais viável esta nossa

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98. Miguel da Silva, «Carta a El Rey (1515. Março, 31)», in Corpo Diplomatico Portu-guez, vol. I, págs. 321-327. Naturalmente, transcrevendo apenas a parte da carta respeitanteà entrada do Magnífico Julião, adaptamos, como em referências documentais anteriores,ligeiramente, a ortografia (u intervocálico > v e normalizando e actualizando o uso de maiús-cula e minúsculas) do texto.

99. G. L. Moncallero, Epistolario di Bernardo Dovizi da Bibbiena, vol. II, pág. 67 emcarta ao cardeal D’Este de 1516, Março, 22.

100. Damasio de Frias y Balboa, «Dialogo de la discreción», in Diálogos de diferentesmatérias inéditos hasta ahora, Madrid: Imp. de G. Hernández y Galo Sáez, 1929, págs. 89-90; José Adriano de Freitas Carvalho, «A leitura de “Il Galateo” de Giovanni della Casa naPenínsula Ibérica: Damasio de Frias, L. Gracián Dantisco e Rodrigues Lobo», Ocidente, 79(1970), págs. 137-171.

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proposta. Como sabemos, um dos principais dialogantes de Il libro delcortigiano é Ludovico di Canossa, fortissímo amigo e parente do seu autor,e ainda vivo em 1528, pois só morrerá, naturalizado francês, em 1532.Miguel da Silva conheceu-o em Roma já por esses anos de 1515-1516 emque hospedava em sua casa o próprio Baldassare Castiglione. Porque teráesquecido de recordar Ludovico di Canossa entre os dialogantes do seu livroque, tendo pertencido a essa corte dourada de Guidobaldo, foram conhe-cidos de Miguel da Silva? Porque apenas estava, como dizia, esboçandouma galeria de mortos? De qualquer modo, se, em Setembro de 1527, dedi-cando, desde Madrid, uma obra a alguém que, em altas funções, servia ocunhado português do imperador, nomear um servidor de Francisco I deFrança não era diplomaticamente aconselhável, o silêncio de obrigaçãoera, em si mesmo, ainda um modo pungente de recordar esses dias tambémdourados anteriores a Pavia e ao saco de Roma. Quase o mesmo, porrazões imperiais agora, se poderia dizer do esquecimento de FedericoFregoso (†1541).

E há que fechar estas nossas notas –que também são recordações deleituras– sobre dois cardeais portugueses que, cada qual à sua maneira eem seu momento, foram duas balizas não só da cultura do seu tempoolhada desde Roma em «tempos de espanhóis e de franceses», como escreviaSá de Miranda, mas também do contexto da ressonância de muitos temase questões –algumas apenas desse modo longínquo enunciadas na culturaportuguesa de que, apesar de tudo, continuaram a ser uma referência, por,vezes, incontornável (basta ver as alusões, para bem ou para mal, na corres-pondência diplomática do tempo) e, muitas vezes, um apoio– que preo-cuparam e, por vezes, polarizaram o Portugal de seus largos dias. E, porisso, convém não os esquecer na complexidade desses contextos e não osreduzir, como geralmente acontece, a simples questões de política e depoder. Os amigos e foram tantos os que perpassaram por estas páginas, sãoos de todas as ocasiões e, mesmo se só recordadas, as suas solidariedades–usemos, com alguma propriedade, um termo tão precioso como actual–tecem outras malhas que não apenas as de um Império.

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EL SACCO DI ROMA EN DIÁLOGOS ITALIANOSY ESPAÑOLES: APORTACIONES DE LOS DIÁLOGOS

A NOTICIA A LA FANTASÍA LITERARIA RENACENTISTA

ANA VIAN HERRERO(Madrid)

E L SAQUEO de Mayo de 1527 fue el hecho de armas, político, reli-gioso y cultural más relevante para la historia del pensamiento occi-dental en la sociedad del Antiguo Régimen; afectó al conjunto de

países europeos –y a sus relaciones internacionales– y preparó un cambioque transformaría la forma y el futuro de nuestro mundo: el camino a laContrarreforma en el arte, la literatura, la espiritualidad, la política, la economíay las distintas facetas del pensamiento.

He estudiado ya en diversos trabajos la repercusión de estos sucesos enlos distintos géneros de la literatura europea en prosa y en verso, las carac-terísticas principales de esa literatura, su adscripción genérica, su fidelidado no al relatar los hechos acaecidos, su toma de posición y sus aporta-ciones ideológicas más señaladas1. Lo que ahora me interesa es más bien

1. Véase Ana Vian Herrero, El «Diálogo de Lactancio y un arcidiano» de Alfonso deValdés, obra de circunstancias y diálogo literario. Roma en el banquillo de Dios, Toulouse:Presses Universitaires de Toulouse-Le Mirail, CNRS (Anejos de Criticón nº 3), 1994; Ana VianHerrero, «Versos europeos del Saco de Roma: subgéneros y significaciones de una poesía noti-ciera», Milseiscientos dieciséis, 10 (1996), págs. 141-152; Ana Vian Herrero, «Le Sac de Romedans la poésie historique hispano-italienne: discours politiques et modalités littéraires» enLes discours sur le Sac de Rome de 1527. Pouvoir et Littérature, dir. Augustin Redondo, París:Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1999, págs. 83-102, y Ana Vian Herrero, «Una literatura parala historia: la prosa noticiera española y europea del saqueo de Roma», La Historia en la litera-tura hispánica. Studi Ispanici [2005, en prensa]. Para cuestiones más generales, André Chastel,

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considerar el saqueo como motivo literario e ideológico, sacar a la luz losvislumbres de nuevas necesidades literarias, intelectuales y creativas que,

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Il sacco di Roma, 1527, Turín: Einaudi, 1983 (título original, The Sack of Rome, 1527, Prin-ceton: University Press, 1983; traducción española Madrid: Espasa-Calpe, 1986); FrancescoMazzei, Il Sacco di Roma, Milán: Rusconi, 1986, y Marco Bardini, Borbone occiso. Studi sullatradizione storiografica del Sacco di Roma del 1527, Pisa: Tipografia Editrice Pisana, 1991.Para la correspondencia e historiografía hispánica que se ocupa del suceso, véase AntonioRodríguez Villa, Italia desde la batalla de Pavía hasta el saco de Roma, Madrid: L. Navarro.1885 y, en especial, Antonio Rodríguez Villa, Memorias para la historia del asalto y saqueode Roma en 1527 por el ejército imperial, formadas con documentos originales, cifrados einéditos en su mayor parte, Madrid: Imp. de la Biblioteca de Instrucción y Recreo, 1875: loscaps. IV y V (págs. 104-384) son imprescindibles para los documentos sobre el asalto; Vicentede Cadenas y Vicent, El Saco de Roma de 1527 por el ejército de Carlos V, Madrid: Hidalguía- Instituto Salazar y Castro, 1974, y más recientemente Augustin Redondo, «Le Sac de Romevu d’Espagne: les discours des historiographes de Charles Quint», en Les discours sur le Sacde Rome, págs. 23-35. En el mundo de las imágenes, véase Daniel Arasse, «Il Sacco di Romae l’imaginario figurativo», en Il Sacco di Roma del 1527 e l’imaginario collettivo, Roma: Isti-tuto Nazionale di Studi Romani, 1986, págs. 47-59, y Pierre Civil, «Images et événements: dequelques illustrations du Sac de Rome de 1527», en Les discours sur le Sac de Rome de 1527,págs. 169-189. Reúno una antología de textos literarios sobre el Saco de 1527, representativosen las diversas culturas europeas, en la tercera parte de A. Vian Herrero (El «Diálogo de Lactancioy un arcidiano», págs. 143-246); hay que recordar, obviamente, los estudios clásicos de CarloMilanesi, Il Sacco di Roma. Narrazioni dei contemporanei, Florencia: G. Barbera, 1867, deHans Schulz, Der Sacco di Roma. Karls V. Truppen in Rom (1527-1528), Halle: Niemeyer,1894, Hallesche Abhandlungen zur neueren Geschichte, vol. XXXII, y Félix Fernández Murga,«El saco de Roma en los escritores italianos y españoles de la época», en Actas del ColoquioInterdisciplinar «Doce consideraciones sobre el mundo hispano-italiano en tiempos de Alfonso yJuan de Valdés» (Bolonia, Abril 1976), ed. Manuel Sito Alba, Roma: Instituto Español de Lenguay Literatura, 1979, págs. 39-72, junto al trabajo espléndido, de Massimo Firpo, Il Sacco di Romadel 1527 tra profezia, propaganda politica e riforma religiosa, Cagliari: CUEC Editrice, 1990.Véase también Juan Carlos D’Amico, «Charles Quint et le Sac de Rome; personnification d’un tyranimpie ou Dernier Empereur?», en Les discours sur le Sac de Rome de 1527, págs. 37-47. Para lahuella en Portugal, véase Anne Marie Quint, «Échos du Sac de Rome de 1527 à la cour de JeanIII du Portugal», en Les discours sur le Sac de Rome, págs. 57-67. Algunos trabajos esencialessobre la literatura libelística y los pasquines: H. Schulz, Der Sacco di Roma; Oskar Schade,Satiren und Pasquillen aus der Reformationszeit [1863], Hildesheim: G. Olms, 1966, 3 vols.;Karl Schottenloher, Flugblatt und Zeitung [1922], ed. Johannes Binkowski, Munich: Klink-hardt & Biermann, 1985, 2 vols.; Emil Weller, Die ersten deutschen Zeitungen, Hildesheim:G. Olms, 1971; Rolf Wilhelm Brednich, Die Liedpublizistik im Flugblatt des 15. bis 17. Jahr-hunderts, Baden-Baden: V. Koerner Verlag, 1974, 2 vols.; Hermann Meuche & IngeburgNeumeister, Flugblätter der Reformation und des Bauernkrieges, Leipzig: Insel Verlag, 1976.Los principales estudios respecto de la literatura de Maestro Pasquino, aparte muy útiles refe-rencias en las obras citadas de A. Chastel y M. Firpo, son Domenico Gnoli, «Le origini di MaestroPasquino», Nuova Antologia, 25 (1890), págs. 1-55 y Domenico Gnoli, La Roma di Leone X, ed.Aldo Gnoli, Milán: Ulrico Hoepli, 1938; Fernando & Renato Silenzi, Pasquino. Quattro secolidi satira romana, Florencia: Vallecchi editore, 1968; Claudio Rendina, Pasquino, statuaparlante. Quattro secoli di pasquinate, Roma: Newton Compton, 1991.

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en una Europa sobrecogida, emergen de forma muy singular y original endos diálogos en prosa, rivales entre sí sin conocerse, uno español y otroitaliano. Como es frecuente en situaciones históricas análogas, muchos sesintieron impelidos a escribir o a publicar, e incluso las mediocridades eranmás interesantes de lo que habían sido nunca antes ni volverían a serlodespués. Sin embargo, en este caso se tratará de dos obras maestras delgénero dialógico; se añadirá una tercera, el Mercurio y Carón del mismoAlfonso de Valdés, porque completa la visión de conjunto aunque no seocupe en exclusiva de los sucesos de Mayo. No cabe olvidar que, en ámbitorománico o germánico, el diálogo, el coloquio, el Dialog o el Gesprächson géneros prosísticos predilectos del momento y en plena zarabanda deproducciones en varias literaturas occidentales2.

La célebre división que Torres Naharro hizo de sus comedias (a noticiay a fantasia) sirve en este trabajo para resumir desde el título la tesiscentral3. El diálogo hispano-italiano es el género más sensible al conjuntode aspectos de la tragedia romana: políticos, históricos, religiosos, antro-pológicos …, pero también literarios. Estos textos pueden, desde luego,tener intereses políticos, noticieros y de ocasión, y recibir gran parte de sufuerza de la toma de postura pasional ante un hecho histórico; o puedentener objetivos más amplios; pero más allá de los intereses banderizos,ensayan nuevos procedimientos creativos y producen obras hermosas ysingulares de alcance estético universal4.

Dos son las obras dialogadas que se dedican en exclusiva al examen ycalificación de los sucesos de Roma, una española y otra italiana. El texto

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2. El pasquín reformista resucita la vieja forma literaria del diálogo al servicio de lareligión y, para influir mejor sobre las gentes, se propone «in seiner Sprache zu reden»(K. Schottenloher, Flugblatt und Zeitung, pág. 88), cultivando un registro lingüístico ligero,conversacional, sencillo, y una puesta en escena también ligera que añade atractivo alconjunto.

3. No en el sentido reductor habitual de a noticia (‘experiencia’) – a fantasia (‘imagi-nación’), sino en el más probable y mejor contextualizado que propone Antonio CortijoOcaña, «Comedias a noticia y comedias a fantasia; a propósito de una curiosa terminologíade Torres Naharro», en Fantasía y literatura en la Edad Media y los Siglos de Oro, eds. NicasioSalvador, Santiago López-Ríos & Esther Borrego, Madrid-Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert,2004, págs. 145-162: a noticia con el sentido de «reducción de la realidad mediante una esti-lización estética» (pág. 158) y a fantasia como reescritura e invención de imágenes a partirde lecturas previas: «trabajar a fantasia, a partir de la capacidad de recuperación de lasimágenes almacenadas en el depósito memorístico de Torres Naharro y su utilización paraconstruir desde ellas otras nuevas» (pág. 159).

4. Para el estudio de conjunto de la prosa en contexto europeo, véase A. Vian Herrero,«Una literatura para la historia».

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español es el Diálogo de Lactancio de Alfonso de Valdés o Diálogo de lascosas acaecidas en Roma (escrito y difundido en manuscrito desde el veranode 1527). El texto italiano es el Dialogo sopra il sacco di Roma de FrancescoVettori (1527-1529, inédito hasta 1837), ambos de gran trascendencia tantopor su valor informativo como por su calidad literaria. Los ánimos delmomento estaban muy caldeados en medios oficiales, eclesiásticos y corte-sanos, y la publicación del diálogo de Vettori no llegó a producirse; seconservan varias copias manuscritas en bibliotecas florentinas, todas fecha-bles en los siglos XVI y XVII, lo que da idea de una vitalidad duradera almenos dentro de su ámbito geográfico5. La publicación del diálogo deValdés estuvo rodeada de contratiempos, insidias, denuncias, etc. y seretrasó también para hacerse de modo clandestino; las censuras de Olivarson de 1531 y la fecha de edición no se sabe con seguridad; no cono-cemos la primera redacción del texto, que el autor consultó con diversosamigos y consejeros, tachó y enmendó varias veces, y que circuló en innu-merables copias por toda la Península y fuera de ella6.

La trascendencia ideológica del texto es grande porque se trata de laprimera explicación ‘imperial’ de los sucesos de 1527 dada a una cristiandad

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5. Me he servido del texto transcrito en A. Vian Herrero (El «Diálogo de Lactancio yun arcidiano», págs. 221-231), que sigue la edición hecha por C. Milanesi, Il Sacco di Roma,págs. 411-467 y 462-467; véase también su introducción (págs. xxii-xxiv). La obra se incluyeasimismo en Francesco Vettori, Scritti storici e politici, Bari: Laterza, 1972. Véase tambiénGianfrancesco Berardi, «Francesco Vettori», en Il Ponte de Florencia, 4 (30 Abril 1973), pág.564 y Moreana, 43-44 (1974), págs. 191-192, y sobre todo Marina Marietti, «L’évocation duSac de Rome par le Florentin Francesco Vettori», en Les discours sur le Sac de Rome de 1527,págs. 69-81.

6. Para la biografía de Valdés, véase Miguel Jiménez Monteserín, introd. y nota en suintroducción a la ed. facsímil de Fermín Caballero, Conquenses ilustres, Cuenca: Ayunta-miento-Instituto Juan de Valdés, 1995, págs. ix-lxxvii. La carta de A. de Valdés a Erasmodesde Valladolid (20-VI-1527) en Erasmo de Rotterdam, Opus epistolarum Des. Erasmi Roter-dami, eds. Percy Stafford Allen & Helen Mary Allen, 11 vols., Oxford: Clarendon Press, 1906-1947, vol. VII, pág. 92, y John E. Longhurst, Alfonso de Valdés and the Sack of Rome,Alburquerque: New Mexico Press, 1952, pág. 7. Véanse también las introducciones a lasediciones del diálogo de Valdés de José Fernández Montesinos (Alfonso de Valdés, Diálogode las cosas ocurridas en Roma, Madrid: Espasa-Calpe, 1969, págs. xxxix-xlx y lxviii-lxxxiii)y de Rosa Navarro Durán (Alfonso de Valdés, Diálogo de las cosas acaecidas en Roma,Madrid: Cátedra, 1992, págs. 19 y sigs.); cito por esta última edición. Para la carta mencio-nada, las vicisitudes políticas del Lactancio y su análisis literario véase A. Vian Herrero (El«Diálogo de Lactancio y un arcidiano», págs. 69-141), que aquí resumo en sus principalesconclusiones y amplío en algunos aspectos; ahorro, por tanto, por razones de espacio ypara poder tratar con más detalle el diálogo de Vettori, las citas del texto valdesiano enapoyo de los razonamientos; podrán encontrarse en el mismo lugar indicado.

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conmovida y amedrentada, antes de y durante el silencio embarazoso delpropio Carlos V. Una vez decidido que la posición oficial sería la exculpa-toria (no la contraria, también barajada por Gattinara), se trataba de prepararel engranaje justificatorio, lo que correspondió hacer a Alfonso de Valdés,uno de los principales baluartes del gabinete de Gattinara; en calidad deconsejero áulico y político humanista, adoptará como argumento maestrola crítica a la política del Papado y la degeneración moral y religiosa de lacuria, claves explicativas de aquel tan popular castigo providencial en elque creyó toda Europa, y en el que se detiene la segunda parte del diálogo.La única forma de atenuar el enfrentamiento con la otra institución enconflicto, el Papa, era culpar sobre todo a sus consejeros. Conviene recor-darlo: el Lactancio se escribe cuando Clemente VII aún está preso, y sepublica cuando muere Gattinara y aumenta el ascenso irresistible de Cobos7.Los años que rodean a la publicación del Diálogo y a la muerte de su autor(1532) son precisamente los más delicados, en los que Carlos V reconsi-dera su política internacional, inicia los gestos políticos de conciliaciónhacia Italia, los frailes españoles ganan posiciones y la apuesta erasmistapierde prestigio y terreno.

Franceso Vettori (1474-1539), aristócrata florentino, corresponsal y amigoíntimo de Maquiavelo, corresponsal también del banquero y tesorero delPapa –Filippo Strozzi–, es autor de varias obras, político destacado en elservicio de Florencia y miembro activo de la oligarquía medicea, pues favo-reció y exaltó a los Médicis e intentó dominar los difíciles acontecimientospolíticos del momento. Estuvo ausente de Florencia, al lado del PapaClemente, y cuando volvió se hizo perseguidor de los partidarios de larepública junto al Duque Alejandro, uno de los principales impulsores dela elección de Cosimo. Más tarde, decepcionado o arrepentido, tuvo unataque de melancolía que le impedía salir de casa y murió, solitario yaislado, el 5 de mayo de 1539. Sin embargo, en los años 1527-1529, que

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7. La rivalidad entre Gattinara y Cobos se inicia en 1523, fecha en que el Gran Canci-ller se vio apartado de la reforma financiera y de diversos asuntos de estado, comenzandoaquí una serie de discrepancias con Carlos V y, sobre todo, una lucha no confesada con Cobospara controlar la maquinaria del gobierno. Algunos documentos conservados permiten inferiruna imagen de Gattinara muy diferente de la del político desinteresado descrito por Brandi.La influencia de Gattinara empezó a disminuir desde 1527, fecha en que hicieron crisis esasrelaciones, pero conservó el cargo de consejero mayor de Carlos en política exterior hastasu muerte. Para todo ello, véase Hayward Keniston, Francisco de los Cobos, secretario deCarlos V, Madrid: Castalia, 1980, págs. 96-100 y 138. Para la relación compleja Gattinara-Valdésy otros aspectos de su biografía y producción, véase Ángel Alcalá, en Alfonso de Valdés, Obracompleta, Madrid: Turner, 1996, págs. ix-li.

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son los de escritura de su Dialogo, su apoyo mediceo, como el de Maquia-velo o el de Francesco Guicciardini, lugarteniente general del ejército delPapa, fue decidido. Escribe cuando ya ha muerto su amigo Maquiavelo ycomo servidor de los Médicis, pero no por ello deja de reflejar sutilmentelos que consideró errores de Clemente o de otros (Venecia, Francia, etc.),claro está que porque está escrito a posteriori de la rebelión florentina. Enlo que atañe a los sucesos del saqueo, su versión pone el acento en losimpulsos de un ejército desmandado tras unas negociaciones fallidas. Ambi-ciones, envidias, intrigas resuelven la vertiente política del conflicto, dondeel chivo expiatorio nunca será el Emperador, sino Borbón y, si acaso, unaconducta poco clara del Virrey de Nápoles, Charles de Lannoy.

Estamos, por tanto, ante dos textos extraordinarios por su trascendenciaideológica y su actualidad, contrapunto el uno del otro en muchos aspectos,y sin embargo coincidentes también en aspectos parciales muy significa-tivos. La trascendencia literaria será, dentro de las diferencias, tambiéncomparable, ya que los dos introducen la realidad para convertirla en lite-ratura con idéntica convicción, novedad y empeño.

I. ALFONSO DE VALDÉS, DIÁLOGO DE LACTANCIO Y UN ARCEDIANO

La originalidad indiscutible de la obra se fundamenta en diversosmotivos: su actualidad, la riqueza de su prosa y de su lenguaje, así comola densidad en la caracterización de los interlocutores, que lejos de serpersonajes abstractos y fríos, son la encarnación literaria de dos –tres si secuenta con el portero de la iglesia vallisoletana de San Francisco en la quese desarrolla la discusión– criaturas verosímiles; también su forma satíricay el modo artístico de plantear la relación de sucesos y la argumentaciónsobre los mismos.

Los elementos literarios y ficticios guardan una relación estrecha con laestética generada o expresada en las distintas artes de ese momento, entorno del saco de Roma precisamente. La obra conecta con la sátira detema antirromano que se produce en el periodo, y con su evolución; muyen particular con la actividad literaria desarrollada alrededor de la estatuade Maestro Pasquino, unido a otros influjos y estímulos, como el de latradición lucianesca, tan presente en modelos para el autor muy queridos,como Erasmo, Pontano, o como su hermano menor, Juan. El tono antirro-mano de la obra y la crítica de la sociedad y de los hábitos religiososcontemporáneos sitúan al Lactancio en la misma línea de imitación de

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Luciano que practican los seguidores del sirio de los siglos XV y XVI.El rechazo del lujo curial frente a la pobreza de los apóstoles lo relacionanno sólo con Erasmo y con las pasquinate antirromanas y reformistas, sinocon los comentarios reformadores de los satíricos del Quattrocento italiano.También su crítica del Papado. Incluso la contraposición de valores inte-riores y exteriores, ausentes del samosatense, tienen contacto con el lucia-nismo cuatrocentista, y por supuesto con Erasmo. Cuestiones como laquerella de la paz, la condena de la hipocresía, la comparación de loshombres con bestias, o la colocación de la sátira lucianesca al servicio delos intereses españoles en Europa son temas comunes a diversos imita-dores de Luciano, como Erasmo o Vives. Igual que en las obras de Luciano,el carácter crítico de los interlocutores altera las relaciones habituales delos personajes y da entrada a pasajes de lectura irónica en la obra, a lacreación de la distancia, a un humor característico. A la vez, la alusióndetallada a figuras contemporáneas y la catadura pro-romana y anti-romanade los interlocutores, la estructura polémica8, relacionan la obra de nuevocon las pasquinate. Como muchas obras de Luciano, y como una mayoríade los escritores reformistas, sobre todo de pasquines, adopta el métodode la syncrisis y da a su obra una estructura polémica o erística. La inclu-sión de chistes, facecias, exempla cómicos, juegos de palabras, burlas cari-caturescas –sobre todo de eclesiásticos–, las notas de caracterización literariacómica de los personajes, etc. unen al Lactancio, además de con Erasmo,con la tradición lucianesca de los siglos XV y XVI, incluida la de los pasquinessatíricos. El estilo de la obra, alterna los párrafos declamatorios, muy retó-ricos, con las fórmulas idiomáticas de una lengua familiar, ligera, de tonoconversacional. Tanto en su variante más coloreada como en la más castiza,se amolda a la misma tradición lucianesca, pues une al modelo latino deErasmo el retoricismo y el «estilo ático» que el de Rotterdam y muchos otrosrenacentistas admiraban en la prosa de Luciano, al que siempre conside-raron un estilista ejemplar.

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8. No es sólo un diálogo apologético, aunque también lo sea. «Castiglione no podíamirar sin recelo el diálogo apologético, con su énfasis simplista y su falta de profundidadsicológica, su incapacidad de captar opiniones distintas de la propalada […]», MargheritaMorreale, «Para una lectura de la diatriba entre Castiglione y Alfonso de Valdés sobre el sacode Roma», en Nebrija y la introducción del Renacimiento en España, III Academia LiterariaRenacentista, Salamanca: Universidad, 1983, págs. 65-103, en part. pág. 79, y MargheritaMorreale, «Alfonso de Valdés y la Reforma en Alemania», en Les cultures ibériques en devenir,París: Fondation Singer-Polignac, 1979, págs. 289-295. Para la posición de Castiglione, véasetambién, José Guidi, «Un nonce pontifical outragé: la réponse de Castiglione à Alfonso deValdés», en Les discours sur le Sac de Rome de 1527, págs. 13-21.

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La paleta desplegada a través de los interlocutores da varias claves denuevos intereses literarios. Lactancio podría haber sido un maestro pedantey poseído de la verdad, algo muy frecuente en la tradición dialógica –másaún en el diálogo militante–, pero el autor opta por suavizar, sin abando-narla, esa fórmula magistral, dibujando a un joven colérico e irónico,pasional y provocador, hábil pero con fallas9. El arcediano, lejos de repre-sentar a un discípulo ingenuo, es un polemista renuente, co-responsablede la estructura erística del diálogo, difícil de convencer en aspectos éticosdada su corrupción de alma profunda o crónica. Representa a la clerecíaespañola más tradicional, interesada y ultramontana, un clérigo dado a lavida regalada y alejado de la pobreza evangélica, un personaje caracteri-zado cómicamente, al estilo del lucianismo cristiano, tanto desde el puntode vista psicológico y argumentativo como lingüístico.

El que un «mancebo y seglar y cortesano», conocedor de Roma pero novíctima del saco, lleve la voz cantante de la reforma religiosa implica unaelección argumentativa recurrente que habla del optimismo valdesiano, enla medida en que un personaje seglar, ajeno al estado clerical, puedeencarnar las cualidades laicas de perfección cristiana y representar un para-digma para la educación de los laicos. Quizás por ello Lactancio tienenombre propio y de padre de la Iglesia, mientras que su interlocutor sedefine sólo por su cargo eclesiástico: arcediano del Viso10. Además, el jovencortesano tiene, como los personajes lucianescos –como el Carón del otrodiálogo valdesiano–, perspectiva para emitir los juicios desde lejos, a dife-rencia de un arcediano, incapaz de ver más allá de lo inmediato. Lactanciopractica de forma constante la ironía socrática, que toma por blanco nosólo las ideas, sino también las formas de argumentar del contrincante;pero su humor es militante, incapaz de reírse de sí mismo, como sí hacesu adversario.

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9. Giovanni C. Rossi, «Aspectos literarios del Diálogo de las cosas ocurridas en Romade Alfonso de Valdés», en III Congreso de Cooperación Intelectual, Madrid: Cultura Hispá-nica, 1958-1959, págs. 1-7, en part. pág. 3 destaca, además, la ingenuidad del arcediano yla habilidad diplomática de Lactancio. La ingenuidad del primero me parece muchas vecesdiscutible, y en algunos momentos hay también para dudar de la habilidad de Lactancio,puesto que incurre en los mismos vicios que critica.

10. Es J. E. Longhurst, Alfonso de Valdés, quien recuerda que Lactancio fue el llamadopor los humanistas «Cicerón cristiano» y autor de las Instituciones divinas. El hecho de queel arcediano no tenga nombre concreto y posea un título inexistente fue interpretado por elmismo investigador como una forma premeditada de Valdés para no comprometer a ningúneclesiástico. Véase la valoración que hacen Dorothy Donald & Elena Lázaro, Alfonso deValdés y su época, Cuenca: Diputación, 1983, pág. 388 y n. 28.

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El arcediano ha vivido el saco y representa la visión del experimentadoy de la víctima. Es, así, informante, cronista, de Lactancio (como lo esMercurio para Carón en el otro diálogo valdesiano y como lo es Antoniopara Basilio en el diálogo de Vettori); es también contradictor sempiterno,con argumentos políticos y de experiencia. Pero su característica más sobre-saliente es que no ha sido capaz de aprovechar las vivencias como vehí-culo de transformación ética; al contrario, la experiencia lo ha hechomiedoso, uno de los sentimientos de ridiculización más explotados por latradición cómica. Es también cínico en lo moral, apegado a sus posesionesy a sus privilegios, prototipo del cristianismo inauténtico, exterior y cere-monial. Una manera de manifestarlo es la ironía hacia sí mismo y hacia elexterior. Su humor, a diferencia del de Lactancio, no se aplica principalmentea las formas de argumentar en la discusión, sino que sirve a la sátira socialde conjunto, muy en especial a la de los asuntos eclesiásticos; pero estanto más destacable por cuanto empezaban a no saber ni poder practicarlaya los clérigos de su tiempo, como, sin ir más allá, el tercer personaje deltexto y portero de San Francisco, tan cínico como el arcediano, pero inca-pacitado para el humor o la autoironía. Este franciscano interrumpe demalos modos la amigable y también a ratos agria charla, porque su carac-terización cómica es a la vez argumentativa. Una escena aparentementeinocente, estaría cargada de significado para los lectores coetáneos, dadala beligerancia conocida de los franciscanos –junto con los mendicantes–a las tesis de Erasmo, frente a otras órdenes (benedictinos, agustinos,bernardos, cistercienses y jerónimos) que aceptaban algunos puntosde crítica o tuvieron comportamiento más benevolente en la Asamblea deValladolid11.

La lengua de los personajes es, además de una norma de estilo, unelemento caracterizador de los interlocutores y un ingrediente armónico conel tema y la estructura polémica de la obra: el juego literario y lingüísticode la antítesis deja la voz al adversario, lo que acerca a Valdés más a losreformistas que a los medievales, aunque use muchos de sus procedi-mientos. La lengua es uno de los mayores hallazgos del autor, que escribeen un registro castellano lúdico e idiomático, a la manera del latín de

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11. Véase J. Fernández Montesinos en su edición del Diálogo de las cosas ocurridas enRoma, pág. xxvii, Marcel Bataillon, Erasmo y España, México: FCE, 19662, pág. 237 y n. 4,y Miguel Avilés, «Erasmo y los teólogos españoles», en El erasmismo en España, eds. ManuelRevuelta Sañudo & Ciriaco Morón Arroyo, Santander: Sociedad Menéndez Pelayo, 1986,págs. 175-193. Insiste también R. Navarro en el prólogo a su ed. del Lactancio (Diálogo delas cosas acaecidas en Roma, pág. 33).

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Erasmo12. Pero, sintomáticamente, pese a ser un buen latinista, opta, enacto afirmativo, por escribir en castellano sus diálogos polémicos dirigidosa la opinión pública europea13.

La duplicidad de estilo practicado por los interlocutores según elmomento de la controversia combina lo más artificioso y abstracto con lomás popular y casero14; sin embargo, Valdés no distingue a los personajes,más allá de tenues matices, por su forma de hablar y razonar, lo que implicavoluntad de hacerlos atractivos por igual ante el lector, equiparándolos, almenos cuantitativamente, también en habilidades y gracias –incluso si susatractivos y condiciones son distintos y el autor no es neutral–. La lenguay muchos de sus aderezos (chistes, facecias y apartes) caracterizan a losinterlocutores y contribuyen de forma muy marcada a crear la distensión,la espontaneidad, la confidencia, el secreto, la sensación de improvisación,la familiaridad que se suponen inherentes a cualquier conversación real-mente transcurrida, favoreciendo, así, la persuasión y el proceso argumen-tativo. En este aspecto, pues, el Diálogo de Lactancio es una verdaderaobra de arte estilística además de argumentativa, y se acerca a la lenguamimética que Erasmo y otros imitadores de Luciano quisieron para susdiálogos.

La estructura del diálogo es en lo fundamental polémica o erística, no cate-quística. Durante toda la Reforma en Europa el tema del antagonismo quese expresa por la lucha de dos principios opuestos dominó el desarrollo dediversas artes: el grabado, la xilografía, la pintura, el teatro popular, etc.15,lo que naturalmente hunde sus raíces en la tradición medieval, pero nopor ello deja de ser humanístico, e incluso de aportar elementos descono-cidos en etapas anteriores. El enfrentamiento ideológico encuentra su apoyoen la figura retórica de la antítesis. Pero, hilando más fino, la argumentación

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12. Véase J. F. Montesinos (ed.), Diálogo de las cosas ocurridas en Roma, pág. xv. 13. José Antonio Maravall, Antiguos y modernos [1965], Madrid: Alianza, 19862, pág. 500.14. Margherita Morreale, «Sentencias y refranes en los diálogos de Alfonso de Valdés»,

Revista de Literatura, 12 (1957), págs. 3-14, encuentra predominio de sentencias en la primeraparte de la obra, frente a los refranes, que dominan en la segunda parte. Véase tambiénMargherita Morreale, «El Diálogo de las cosas ocurridas en Roma de Alfonso de Valdés: Apos-tillas formales», Boletín de la Real Academia Española, 37 (1957), págs. 395-417, en part.págs. 407-408 y recuento de figuras retóricas en págs. 416-417.

15. A. Chastel, Il sacco di Roma, pág. 22, y A. Vian Herrero, El «Diálogo de Lactancioy un arcidiano», caps. IV y V. Esta forma caracteriza a la mayoría de los diálogos alemanesde la primera mitad del siglo XVI como demuestra Dietrich Briesemeister, «La repercusión deAlfonso de Valdés en Alemania» en El erasmismo en España, págs. 441-456, en part. págs.450 y sigs.

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de principios antagónicos, la estructura de debate (justa erística en la quecada partidario defiende encomios, concepciones opuestas y vence elorador por su superioridad dialéctica) deja progresivamente paso a la estruc-tura argumentativa de la discusión (los interlocutores buscan la mejor solu-ción y el que cede –a veces los dos ceden– se inclina ante la evidencia dela verdad). El problema mayor parece residir en cómo interpretar este fenó-meno, pues la crítica literaria sobre la obra ha ofrecido las interpretacionesmás dispares a las reacciones y evolución del arcediano.

Ambas partes del diálogo son en su estructura argumentativa una suce-sión de syncriseis, análoga a la de los pasquines reformistas del periodo,en que alternan dos relaciones básicas: una es la de informante o cronista(arcediano) –cuestionador (Lactancio), donde dominan las preguntas yrespuestas rápidas; otra la de maestro socrático (Lactancio)– discípulo polé-mico (arcediano), donde conviven el diálogo rápido, favorable al razona-miento, con el estilo lento, creador de emoción. Las dos cuentan con elprotagonismo de Lactancio, bien porque es quien necesita la informaciónde que carece o bien porque su estrategia socrática busca poner en difi-cultades a su adversario, obligándole a remontarse a los principios de lateoría religiosa y evangélica, a lo ideal, a lo modélico y utópico. Pero haymomentos específicos en los que al autor le interesa recalcar aspectosconcretos y hace compartir punto de vista a los interlocutores que, por logeneral, están enfrentados de modo irreconciliable. Esos momentosaumentan en la segunda parte y, sobre todo, al acercarse el final. La dobleestrategia tiene por objetivo mostrar la condición paradójica del arcediano,de principio a fin: parece convencido en los principios políticos siempreque no rocen ni cuestionen su provecho personal. La razón es, una vez más,ideológica y argumentativa: los clérigos como el arcediano sólo puedendiscutir de principios políticos y de verdades apodícticas –a condiciónde tener enfrente a un razonador brillante–, pero no cederán ni un ápice desus beneficios estamentales. La transformación del arcediano, si existe, essólo política (queda desbancado argumentativamente), pero no ética. Asomaaquí una buena dosis de pragmatismo y conocimiento de la realidad hispanapor parte del autor, menos utópico de lo que parece. De hecho, el final dela obra se mantiene en un plano estrictamente político, exhortando, porboca del arcediano, a Carlos V para que se rodee de buenos consejeros yno se desperdicie ocasión tan favorable de reformar la cristiandad. CuandoLactancio, que parece en ese momento querer ejercer como uno de esos«buenos consejeros», va a decir su opinión sobre la dirección que debe-rían tomar esas reformas, disuelve la charla con malos modales el porterode San Francisco. La interrupción es, naturalmente, intencional. Lactancio

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había propuesto ya a lo largo de toda la discusión los principales puntosprogramáticos de reforma de los imperiales (el cristianismo interior, lacaridad, la imitación de la vida de Cristo frente a la religiosidad exterior yritual que impide la devoción verdadera –reliquias, imágenes, culto idólatraa los santos, misa oída sin sentimiento–, la doctrina del cuerpo místico ophilosophia Christi, con el mensaje de concordia que le es anejo, etc.) yextenderse o concretar algunos de ellos era impensable sin comprome-terse en cuestiones vidriosas o indeseadas. La promesa (retórica) de conti-nuación, recuérdese, propone significativamente cambiar el lugar deencuentro e ir a la iglesia de San Benito. La mayoría de esos puntos tienenmucho en común con el ideario luterano y coinciden con lo que la litera-tura protestante del periodo desarrolla en términos artísticos; a la vez, noafectan al dogma. Es decir, el programa valdesiano se ha limitado a exponertodo aquello del ideario luterano que los erasmistas consideraban ‘nego-ciable’ todavía en la Dieta de Augsburgo. Esta es la tesis más singular ydelicada del Lactancio, y no el castigo ejemplar, justificación en la queValdés coincidía con la inmensa mayoría de los que escribieron sobre loshechos romanos.

II. ALFONSO DE VALDÉS, DIÁLOGO DE MERCURIO Y CARÓN

El segundo texto del secretario de cartas latinas del Emperador, Diálogode Mercurio y Carón (1529), pone como se sabe en escenario infernalclásico al barquero del Hades y al dios Mercurio, que interrogan a las almasde condenados (Primera parte) y de salvados (Segunda parte), para enfren-tarlos en el momento supremo a un balance definitivo de sus vidas respec-tivas, en un instante en el que ya no valen las mentiras. Tras pasar revistaal alma del mal obispo, Caronte pide al dios que reanude su historia contán-dole «lo que el año pasado se hizo en Roma»16. Mercurio explica sumaria-mente los preliminares del suceso, los que –como veremos – más interesarontambién a Vettori: el asalto de los coloneses y consiguientes negociacioneshasta abandonar la ciudad santa; la llegada de los diez mil lansquenetesenviados por el Rey de romanos que se suman al campo del Duque deBorbón; las hostilidades del ejército papal en Nápoles, incumpliendo la

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16. Cito el Diálogo de Mercurio y Carón por la ed. de Rosa Navarro Durán (Alfonsode Valdés, Diálogo de Mercurio y Carón, Madrid: Cátedra, 1999, pág. 129) y, para el conjuntodel relato, págs. 129-136.

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tregua firmada con los Colonna; el camino de Roma y la nueva treguafirmada por el Virrey de Nápoles; el fracaso de Borbón para hacerla cumplira su ejército:

Mercurio.- No era en su mano por dos respectos: el uno, como el dichoejército no era pagado, no obedecía, y el otro, porque los alemanesestaban ya determinados de vengarse de Roma por el grande odio quele tenían.Carón.- Debían ser luteranos (pág. 130).

Este punto, espinoso en muchos ambientes europeos, parece preocupara Valdés, quien por boca de Mercurio organiza un desmentido de la condi-ción luterana ‘absoluta’ de los lansquenetes y explica el odio de Alemaniaa Roma por la avaricia y agravios de los pontífices; al no atender éstos alas necesidades y peticiones de esas tierras, aparecen como cómplicesimplícitos o pasivos de la rebeldía germana. Otra cuestión vidriosa es la queatañe a la figura del Condestable de Borbón, excomulgado ya por esosaños; Caronte no perderá la posibilidad de asegurar que Borbón debió detomar «el camino de la montaña» (el de la salvación), puesto que «no havenido a pasar por mi barca» (pág. 131).

Mercurio tiene, como el arcediano, la experiencia directa del saco, peroa diferencia del clérigo, él lo ha visto lucianescamente desde arriba, enri-queciendo así su perspectiva. Antes de comenzar el resumen de los hechos,con cierto sadismo risueño, ya se despacha sobre la corrupción romana yla explicación del juicio divino, viendo a la ciudad como un carrusel devalores morales invertidos:

[…] y, finalmente, me estaba concomiendo de placer viendo que aque-llos pagaban la pena que tan justamente habían merecido. Mas, cuandovi algunas irrisiones y desacatamientos que se hacían a las iglesias,monesterios, imágines y reliquias, maravílleme, y topando con San Pedro,que también era bajado del cielo a ver lo que pasaba en aquella susancta sede apostólica, pedíle me dijese la causa dello (pág. 132).

Así se establece un diálogo de segundo grado entre Mercurio y San Pedroque tiene por objeto enfatizar las conclusiones de la política imperial.La explicación de San Pedro es la del castigo divino en bien de la cris-tiandad, por el instrumento de un ejército desmandado y sin consenti-miento del Emperador, todo ello en contraste con la Roma evangélica queél dejó fundada (pág. 132). En lo ideológico, y se ha señalado muchas

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veces, un diálogo valdesiano es prolongación y complemento del otro: lospuntos esenciales desarrollados en el Lactancio se condensan aquí en unavisión de los desmanes cometidos justificada por San Pedro desde lo alto:soldados vestidos de cardenales, despojo de templos, robo de reliquias,profanación del Santísimo Sacramento, todo ha sido permitido por Dioscomo indicio de que lo exterior y ceremonial se estaba sobrevalorando, enRoma, frente a lo interior y espiritual. El humo de los pleitos que llega alas narices de Mercurio y de San Pedro hace carcajearse al fundador de laIglesia: «ríome de placer de ver destruida una cosa tan prejudicial a la reli-gión cristiana cuanto es traer pleitos» (pág. 135). Cuando llega la hora deconcretar los presumibles puntos de reforma, Mercurio pasa como sobreascuas y, pese a la pregunta insistente de Carón, lo difiere para «otro día».El personaje de San Pedro es tan reservado como Mercurio, como Lactancio,o como el propio Valdés, para hablar de reforma; es una ambigüedad inten-cional bien conocida. Pero desde el punto de vista literario, la visión delsaco ha servido para practicar uno de los más eficaces procedimientos dedistancia: la kataskopé lucianesca, la observación privilegiada desde unaaltura que, en convención retórica extendida desde Luciano a Pontano oErasmo, suele traer aparejada la claridad del ingenio y la verdad de juicio.

III. FRANCESCO VETTORI, DIALOGO SOPRA IL SACCO DI ROMA

En la literatura italiana, el Dialogo sopra il sacco di Roma de FrancescoVettori es, como se dijo, en más de un sentido contrapunto y rival delLactancio valdesiano.

La ficción literaria y argumentativa se fundamenta aquí en la conversaciónde dos personajes: Antonio, como el arcediano, aunque en calidad de civil(mercader de paños), ha vivido y escapado del saco, donde ha perdido todoy, por su experiencia, puede ser cronista e informante en charla con elflorentino Basilio, que lo creía muerto; la ausencia del primero de la ciudadde Florencia durante cuarenta años permite que Basilio informe a su vezde lo ocurrido en esa república y que menudeen las críticas a los aspi-rantes a gobernar la ciudad, o a sus gobernantes de hecho, identificandorepública con tiranía. Los dos interlocutores son muy cómplices y se encuen-tran en el mismo nivel social: son viejos amigos y mercaderes, ahora empo-brecidos, que se topan en una calle de Florencia; los dos compartenasimismo función argumentativa: cada cual es cronista de lo que ignora surespectivo contertulio. En ese aspecto, no estamos ante un diálogo polémico,

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sino más bien informativo –donde asoman numerosos puntos de críticapolítica–, con dos oradores de igual competencia cuantitativa, aunque lanaturaleza de la palabra emitida sea distinta. Si bien la estructura argumen-tativa es menos compleja que la del Lactancio, hay en este diálogo algomuy destacable: los interlocutores comparten en todos los momentos puntode vista sobre las informaciones proporcionadas por cada cual y no existeprotagonismo o dominio de uno sobre otro; las preguntas de cada unoson siempre matrices informativas que aseguran la continuidad. El estilo, laforma de hablar y razonar, es también una ‘civil conversación’ uniforme eigualitaria para ambos, un cabal estilo medio que no colabora a la tensiónargumentativa, ya que sólo se transmiten informes, pero que puede entre-mezclarse con recursos típicos de la mimesis conversacional, como son losrefranes, los intercambios espontáneos de frases inacabadas, una invita-ción a cenar de Basilio a Antonio, una noche en la misma casa, etc.

Valdés y Vettori recurren al mismo expediente literario inicial, frecuentetambién en tantas otras secuencias de apertura de muchos otros diálogosdel periodo: un encuentro callejero de amigos que se han perdido de vistaofrece a la vez las coordenadas de tiempo; pero aquí el reconocimiento esautomático, y lleva sus fórmulas de cortesía anejas sin jugar, como Valdés,con el truco del disfraz ni con la pareja literaria apariencia-realidad, tanrentable desde el punto de vista filosófico; es sólo –nada menos que– lasituación de peligro vivida recientemente la que da intensidad al encuentro:

Basilio.- Ben sia venuto il mio Antonio.Antonio.- Ben sia trovato Basilio.Basilio.- Io ti averei veduto sempre volentieri, ma molto più ti veggio dipresente, perchè io tenevo per certo che tu fussi morto; perchè sonogià passati sei mesi che Roma, dove tu eri, andò a sacco, e di te mai hointeso cosa alcuna, e pensavo che tu fussi morto o di ferro, nell’ entraredegl’ Imperiali in Roma, o poi di peste.Antonio.- Io ho patito tanto nella persona e nella roba, che sarebbe sutomeglio per me che io fussi morto (pág. 221).

El encuentro azaroso conduce a la primera transmisión de información,donde ya se pone sobre el tablero la íntima (y luego más desarrollada)contradicción del personaje de Antonio, admirador de Clemente –al queaquí aún no se menciona– y sin embargo crítico con su gestión:

Basilio.- […] Ma se non sei molto occupato, vorrei che parlassimo unpoco insieme, perchè desidero sapere a punto come passò la ruina diRoma, e i casi che a te sono accaduti.

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Antonio.- Sebbene io non ho occupazione alcuna, e sebbene io ne avessi,lascierei per te ogni faccenda; parlo malvolentieri di quello che mi ricerchi,sì perchè mi rinnuova il dolore, sì perchè è di necessità il biasimarealcuni, e di quelli alli quali per le buone qualità loro porto affezione(pág. 221).

Las resistencias de Antonio a contar su experiencia del saco son, portanto, menos retóricas que en otros casos: ya no se trata sólo, tópicamente,de eludir la vivencia de su dolor pasado, sino de que el relato obliga alpersonaje a enfrentarse con la imagen de una figura a quien aprecia,Clemente VII. El pasaje tiene interés, y la exhortación siguiente de Basilioes importante, puesto que, aunque Clemente siga sin ser mencionado porsu nombre, no se habla de su condición de Papa, sino, para pasmo de laposteridad, de su naturaleza falible, humana y ‘de tejas abajo’:

Basilio.- Deh!, Antonio mio, per l’ amicizia nostra antica satisfami diquanto io ti ricerco: perchè, circa al dolore, ne hai avuto tanto che nonlo puoi aver maggiore; e se dannerai qualcuno, non lo dannerai perodio, ma per dirne il vero: ed è ben possibile che un uomo che abbimolte buone parti, in qualche cosa erri (pág. 221).

Antonio accede, por fin, y será el encargado de asegurar que el discursodebe ser interrumpido en caso de necesidad, lo que nos anuncia un diálogoinformativo más ligero –o más compartido– que otros de su especie:

Antonio.- […] Ma quando, per la brevità, il parlar mio non ti paressiaperto a sufficienzia, non ti sarà grave interrompermi e domandarmi diquello non intendessi (pág. 221).

Exhorto al que responderá Basilio durante el resto de la conversación,no sólo para pedir explicaciones de algo no suficientemente entendido,sino para comentar y argumentar también a su gusto, haciendo felizmentesuya la corresponsabilidad de la charla. Así, mientras se encuentran en lacalle tiene lugar el primer relato de Antonio, que se continúa cuando se tras-ladan a casa de Basilio, mientras esperan la cena. Se refieren, como se verá,los sucesos en sus datos positivos (preámbulo del saqueo y negociacionesdel Virrey de Nápoles Charles de Lannoy, primer saco, amenaza de Nápoles,papel jugado por Borbón, la defensa –o más bien indefensión– de Romaa cargo de Renzo da Ceri, la indiferencia de los romanos, la peste, etc.).En todo este proceso, es significativo el planteamiento maestro, donde

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vuelve a asomar una sombra sobre el comportamiento de Clemente en tandifícil coyuntura, el mismo que le censuró el campo imperial y que le recri-minaron los romanos y los florentinos: su pusilanimidad, falta de firmezae inconstancia de opinión:

Antonio.- […] Chè hai a sapere che, come il duca di Urbino, capitanode’ Veneziani e governatore, in fatto, di tutto lo esercito della lega, ritiròle genti di Milano, dove quelle erano condotte animosamente, pensandoavere a dare la battaglia a quella città ed ottenerla; subito papa Clementecascò d’ animo, e cominciò a navicare per perduto, perchè conobbe cheil re di Francia non faceva la guerra vivamente, e non oservava quelloaveva promesso, non per volontà, ma per non potere più. Conobbe chei Veneziani cercavano di indebolire Italia, e distruggere prima laLombardia, e poi la Toscana e Roma e il Regno di Napoli; e che avevanoun capitano che gli serviva appunto secondo volevano, perchè deside-rava vivere. Conobbe ancora, che gli era mancata la reputazione, e chenon poteva più fare provisione di denari che bastassi a reggere tantaguerra; e benchè amassi assai la città di Firenze, amava più sè medesimo.E però, contro a quello che era di diretto contrario all’ intenzione sua,cominciò a lasciarla aggravare oltre a modo di denari: e ciò fece perprovare se questo rimedio bastassi, giudicando che se lui si salvava, nongli mancherebbe modo a satisfarla de’ danni patiti; e quando lui rovinassi,non gli pareva inconveniente metterla in pericolo che seco insiemeandassi in rovina (pág. 221).

A la pregunta concreta de Basilio sobre la conducta del Papa, Antoniovuelve a hacer explícita su zozobra íntima, y asoma una vez más la paraél dolorosa falibilidad del pontífice:

Antonio.- Come s’ io giudico che facessi male! e per questo io ti dissiche malvolentieri parlavo di tal materia, per non dannare uno al qualeio porto affezione e reverenzia: ma siamo tutti uomini imperfetti, e lagrandezza ci fa quasi tutti deviare dal cammino diritto; e se ne potreb-bero dare mille esempli; ed è verissimo quel proverbio che dice, che lionori mutano li costumi; e l’altro che dice: il magistrato fa conoscereli uomini (págs. 221-222).

Es llamativo cómo la evaluación del conjunto de la situación políticano se hace aquí en discurso continuo, sino alternando la narración de hechosentre los dos interlocutores, lo que ameniza el tema y enriquece la intriga.Así, se interrumpe el relato romano y se plantea a continuación el estado

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de cosas de Florencia, del que también es responsable Clemente por inter-medio de su factotum, el Cardenal de Cortona, y del que el mejor informado,a su vez, es Basilio, que ha sido persona de su confianza y ha permane-cido en Florencia todos esos años. Estamos, más allá de la crítica compar-tida, de nuevo ante una posibilidad de diálogo igualitario entre oradores,donde las preguntas de cada locutor son siempre matrices informativas:

Antonio.- […] Ma seguitando il parlare, ancora che li Fiorentini spen-dessino assai, non fu possibile resistere agl’ inganni de’ Veneziani, esupplire alla povertà e inavvertenza del papa.Basilio.- Tu di’ che il papa faceva spendere a’ Fiorentini? Come potevalui, stando a Roma, e avendo già perduta la reputazione, come tu di’,spingerli a spendere?Antonio.- Tu sai che io non sono stato in questa città quaranta annisono, nè posso saper bene il modo del governo, e tu ne puoi esseremeglio informato di me, che eri sempre, secondo intendo, de’ primichiamati dal cardinale di Cortona, il quale governava qui per il papa. E sobene, se il cardinale non avessi voluto acconsentire alle inonestedomande del papa circa i denari, che il papa era costretto ad averepacienzia: però tu che sei stato qui, dimmi la causa perchè Cortonafaceva questo (pág. 222).

Basilio informa sobre la situación de Florencia antes de que el nuevogobierno se instale. No sólo buscará la forma de despegarse de los modosde gobierno de Cortona (pág. 222) sino que será buena ocasión para poner derelieve la corrupción de su administración y de los que lo han sustituido:

Basilio.- Sebbene tu hai detto che io ero de’ primi chiamati da Cortona,tu hai a intendere che io e gli altri ci pascevamo di questo; ed è pocopiù di uno anno che, domandandomi il papa in qual cittadino Cortonapiù confidassi, io gli risposi, che credevo confidassi in me più che inalcuno altro; ma che di me non si fidava punto. Ed in fatto, è gran diffi-cultà a saper tenere lo stato di questa città, ed è necessario che chi lotien bene, sia uomo di grande ingegno e poi sia nato e nutrito in essa:e appena ancora gli riuscirà, perchè bisogna pasca gli uomini di speranza,di cenni, di parole e di fatti; non faccia altro che investigare le inclina-zioni degli uomini, per potere, quando gli vengano a parlare, accomo-darsi secondo quelli, a all’ uno dire delle nuove, all’ altro parlare di paesidove è stato, ad un altro de’ casi e judicii mercantili; a chi di posses-sioni e di cultivare, a chi di edificare, a chi di belle donne, e a chi dicacciare e uccellare. E certo, quelli che aiutano tenere lo stato in questacittà, sono uomini ambiziosi, avari, rovinati, viziosi e sciocchi. Perchè li

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uomini che sono alieni dall’ ambizione non si travaglieranno volentieridi stato, nè come quello che hanno tenuto li Medici, nè di altro. Perchèio fo poca differenza da quello stato che molti chiamano tirannico, aquesto che al presente molti chiamano popolare, ovvero repubblica;perchè in quello conosco molta servitù, e in questo ancora il medesimo:e però un uomo che non sia tenuto dall’ ambizione, vorrà godere la suaquiete, nè si implicherà in uno stato pericoloso e in una repubblicaturbolenta (pág. 222).

En opinión de Basilio, Cortona no ha entendido el statu quo de fuerzaslocal, o no ha sabido jugar adecuadamente con las ambiciones de los floren-tinos, además de sobrecargar sus finanzas:

Basilio.- […] Il cardinale di Cortona, che era nato a Cortona e nutrito aRoma, non discorreva questa cosa appunto; e gli pareva che la gran-dezza dello stato consistesse in farsi obbedire, e che li magistrati nonfacessino cosa alcuna senza suo ordine; e pensava che in Firenze fussiun numero di cittadini i quali fussino costretti seguitare la fortuna de’Medici in ogni evento, e poterli trattare come gli pareva, e non pensavaad altro, se non di satisfare al papa in ogni cosa, e compiacere a’ cardi-nali, e altri prelati e signori e gran maestri, con danno o disonore dellacittà. E benchè gli fussi ricordato che lui era mandato in Firenze peressere di quella defensore, e che aveva ancora a defendere il papa, ilquale glie ne arebbe poi buon grado, non lo voleva credere, e pensavache chi glielo diceva, lo facessi per non potere sopportare quel mododi vivere. E seguitava in fare spendere la città senza discrezione; e daquesta spesa procedè che l’ aggravò di dua accatti, che si venderone libeni dell’ arti, che si fece imposizioni a’ preti: in modo che non ci restavauomo che non fussi malcontento, poichè lo amore che hanno i popolia chi gli governa, procede tutto dall’ utile, e quando quello manca, loamore si converte tutto in odio (págs. 222-223).

Vuelve de nuevo la narración de Antonio, quien continúa describiendomuy críticamente los movimientos del Duque de Urbino; entretanto, seproduce el primer saqueo de Roma por los coloneses y la huida del Papaal Castello, tras de lo cual se firma una paz de cuatro meses que sirve paracensurar, de nuevo, la indefinición del Papa. Paralelamente, soldadositalianos y suizos ocupan la tierra de los coloneses, con la insolencia propiade los soldados, según Antonio. La querella entre don Hugo de Moncaday el Papa se produce mientras llega el refuerzo de lansquenetes a la zona.El ejército papal gana terreno en Nápoles; el Virrey negocia con el Pontí-fice, a través de Fieramosca, por miedo al peligro que Nápoles corre y a

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sabiendas de la bancarrota financiera del Papa, que no permite más movi-mientos (pág. 223). Una aguda y oportuna pregunta de Basilio se impone,y Antonio no desaprovechará la ocasión para salvar la imagen evangélicadel Sumo Pontífice:

Basilio.- Perchè non faceva lui cardinali, come hanno fatto altri papi,stati in manco necessità e in manco pericolo che non era lui?Antonio.- Non lo voleva fare. E veramente lo intento suo era buono,perchè non voleva vendere dignità e benefizi; e se avessi potuto fare dinon entrare in guerre, arebbe fato ogni opera di ridurre la Chiesa, nonvoglio dire come quella primitiva, ma in modo che si sarebbe giudicatoall’ apparenza di fuora, che li pontefici, cardinali e altri prelati, se nonpotessino essere imitatori di Cristo, almanco potevano non li essere intutto contrarii, come sono stati da molto tempo in qua (págs. 223-224).

El informe continúa y Basilio invita a su amigo a proseguir en su casa,en tanto cenan y con la perspectiva también de dormir bajo el mismo techo.El expediente es conocido en los diálogos del tiempo, un espacio privadofavorable a la conversación íntima y al estilo familiar. Antonio aceptagustoso, pero solicita, a su vez, informes de su viejo amigo:

Antonio.- […] ma ti voglio domandare di una cosa, e ti prego che mi dicail vero: Se questo vivere popolare o, per dir meglio, repubblica, ch’ èora nella città, ti piace (pág. 224).

En tanto caminan a casa, Basilio le resume con pesadumbre la ambicióndesmedida de todos los bandos florentinos, sin querer entrar a fondo enla materia. Mientras preparan la supuesta y esperada cena vuelve Antonioa referir los preliminares del saqueo de Roma: cómo las negociacionesentre Lannoy y el Papa fracasan ante la ambición de Borbón que, poniendocomo disculpa la insaciabilidad de los soldados, solicita cada vez másdinero de un Papa arruinado y de una Florencia esquilmada, continuandosimultáneamente su avance hacia el sur. Antonio tiende a justificar al Virreyde Nápoles, frente a un Basilio reticente:

Basilio.- Sei tu uno di quelli semplici, che creda che il vicerè non tenessile mani a questo trattato?Antonio.- O semplice o astuto che io sia, io credo che gli uomini faccinoquello che giudicano sia loro a proposito. Questo accordo che il vicerèaveva fatto, era molto a benefizio di Cesare, e di esso vicerè in particu-lare, perchè lui non poteva desiderare maggior grandezza, che godere un

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regno de Napoli pacifico; e considerava che se questo esercito proce-deva, sebbene era vittorioso, quel regno si empieva di soldati, e si rovinava,como era rovinato il ducato di Milano: ma se lo esercito avessi perduto,era certo di perdere ancora il Regno. […] E credo certo che lui sia mortopoi di questo dolore, perchè gli è parso che con questo accordo il papaabbia perso e Roma e Firenze, e si sia ridotto in Castello come prigione,e lui esserne stato causa, e non poter fuggire la infamia di traditore.Basilio.- Il medesimo stimavo io: ma alli più non si trarrebbe del capo, cheil vicerè e Borbone non sieno stati d’ accordo a ingannare il papa (pág. 225).

La duda sobre Lannoy queda planteada y sin respuesta, por lo que nossituamos en las antípodas del Mercurio y Carón o del Lactancio sobre estepunto político concreto. Antonio refiere el avance de Borbón hasta las puertasde Roma, donde éste vuelve a exigir sumas astronómicas de dinero; insisteen la indefensión de la ciudad santa y en la incompetencia de Renzo daCeri y Orazio Baglioni, en la falta de previsión del Papa, que no creía quepudiera atacarles un ejército sin artillería, etc.; son las explicaciones tópicasque proliferan en el campo papal y que se encuentran por doquier en laliteratura noticiera del Saco, sobre todo en la italiana y, especialmente, enlos lamenti storici. Antonio prosigue describiendo el primer ataque impe-rial al Borgo, la muerte de Borbón y el comienzo del saqueo tras avanzarsobre Roma sin resistencia militar de los defensores (págs. 225-226).

Si recapitulamos, en lo político, han aparecido las críticas de pusilani-midad y de política errática, de falta de fondos y de falta de prudencia deClemente VII, con lo que Vettori retoma el mismo análisis de los hechos quehabía hecho en su Sommario della istoria d’Italia (sucesos de c. 1511-1527),redactado aproximadamente en los mismos años del Dialogo (1527-1529),entre la caída de los Médicis y su viaje a Bolonia como embajador floren-tino ante el Papa17. Antonio y Basilio son críticos con Clemente VII pero

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17. M. Marietti, «L’évocation du Sac», pág. 72. Como Valdés, aunque en terreno distintoy en obra diferente (el Sommario), recurre al expedientee de los ‘avisos’ a Clemente VII, puessus actos se habían predecido desde sus años de cardenal. La primera imprudencia fueasumir por ambición una carga para la que no estaba preparado. Por otro lado, la crono-logía interna del texto sitúa las conversaciones de Basilio y Antonio en mayo-junio de 1528,durante el régimen ‘popular’ de Florencia y pese a la presencia en el gobierno de NiccolòCapponi, amigo de Vettori. Respecto de pronósticos y ‘avisos’ recuérdese, además de aValdés y a Vettori, a la Lozana andaluza (ed. Claude Allaigre, Madrid: Cátedra, 1985), dondeDelicado incluyó unas ‘profecías’ sobre la destrucción de Roma, y a Aretino, quien en suspasquines también fue aficionado a los pronósticos retrospectivos sobre la caída de la ciudaden los años y meses que rodearon al saco. Véase para todo ello, A. Vian Herrero, El «Diálogode Lactancio y un arcidiano», caps. IV y VII.

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se inclinan a disculparlo: hizo correr riesgos a los florentinos y los sobre-cargó de impuestos hasta soportar todo el peso de la guerra, pero la verda-dera responsabilidad es de Borbón. Por boca de Antonio se ha evocadola impotencia del Rey de Francia y la voluntad de dominación de los vene-cianos, la incapacidad del Duque de Urbino, capitán de la Liga, la desle-altad del emisario de Carlos V, Don Hugo de Moncada, etc., sucesos quedesembocan en el primer saqueo de las tropas de Colonna en Septiembrede 1526. Aborda también el problema de las negociaciones de paz entreel Papa y Charles de Lannoy en abril-mayo de 1527, con las tropas de Borbóna las murallas de Roma, negociaciones fracasadas pese a haber estado apunto de firmar una paz por espacio de varios meses, por obra asimismodel doble juego de Borbón. El punto de vista de Vettori sobre este parti-cular es el mismo de las últimas cartas de Maquiavelo: acuerdo y paz mejorque guerra, pero si no hay posibilidad de paz, es preferible entregarse alos aliados con dinero para que protejan Toscana y Florencia18. El relatode Antonio permite entrever la censura de imprevisión de Clemente, queestá tan convencido de que Borbón no atacará Roma que ordena que nadiesalga de la ciudad santa y que se protejan sus puertas.

Por lo que respecta a la situación de Florencia, hemos visto que la críticase concentra en el personaje del Cardenal de Cortona, Silvio Passerini, admi-nistrador papal de Florencia en tanto los jóvenes Hipólito y Alejandro tuvieranla edad de gobierno. Basilio, como el mismo Vettori en su Sommario, lohace responsable de la pesadísima política financiera y, por tanto, de acabarcon el afecto natural de esa república a los Médicis19. La función argumen-tativa de esta censura es paralela a la que cumplen los malos consejerosdel Papa en el Lactancio de Valdés: es una forma de atemperar la respon-sabilidad del Papa y también de alejar las tragedias del saco, poniendo enprimer plano las querellas internas de Florencia.

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18. M. Marietti, «L’évocation du Sac», págs. 74-77; también, en el Sommario, sobre elpapel jugado por Luigi Guicciardini, hermano de Francesco, para proteger a Florencia delasalto negociando con la Liga; así, en efecto, Guicciardini orientaba a Borbón hacia Roma;su habilidad y rapidez se contrasta con la lentitud y falta de visión de Clemente VII, aunquede forma velada, pues Vettori es clementino, y está a la vez de acuerdo con la protecciónde Florencia que negocia L. Guicciardini.

19. Las críticas de Basilio coinciden con las que Vettori expresa en su Sommario.M. Marietti, «L’évocation du Sac», págs. 73-74, hace un resumen de las razones de la enemigade la oligarquía florentina al cardenal de Cortona, la conjura contra él y los jóvenes Médicis,su expulsión de la república y la esperanza (quebrada) de los notables de establecer unrégimen a su medida, la censura del régimen ‘popular’ como tiránico, etc.

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Desde el punto de vista de la ficción literaria, la secuencia argumenta-tiva más interesante se produce a partir de ahora en el relato del sacco:Antonio continúa su narración política, pero al llegar al momento central,al saqueo propiamente dicho (muerte de Borbón, entrada de las tropas enel Borgo y el Vaticano, escapada del Papa y los cardenales a Sant’Angelo,nula resistencia de los romanos al paso de las tropas del Tíber) y al alcanzarel paroxismo sacrílego, deja de hablar de sucesos militares desde el puntode vista general y colectivo, o de hechos ajenos –lo que le ocupa muyescaso espacio y no parece interesarle–20, para concentrarse en la vivenciaimaginada de su propio asalto, el de su casa, situada en un observatoriode los acontecimientos en verdad privilegiado, nada menos que en Campodei Fiori:

Nè ti dirò più oltre che seguissi in Roma, perche io non lo so, e mibasterà dirti quello che intervenne a me (pág. 226).

A partir de este instante, la toma y saqueo general de Roma son el fondodel paisaje y su casa el proscenio. El diálogo acoge así, en primera persona,una materia narrativa de interés trepidante, gracias a plantearse desde laperipecia personal de su protagonista concreto21. Comienza una formade mundo al revés, como el del saco de Roma mismo lo fue a los ojos detantos contemporáneos22. Antonio, el mercader de paños, todo lo ha perdidoy no puede salir de Roma; no se parece por tanto a los muchos mercaderesavispados, de todas latitudes, que se enriquecieron en esos días gracias,sobre todo, al tráfico de reliquias23 Le interesa más su pellejo. Simulaasí, en lo que se ha calificado como una novella de beffa24, tener pestepara escapar con vida de los saqueadores. En una ruptura más de los

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20. Confróntese con posición semejante en el Sommario según M. Marietti, «L’évoca-tion du Sac», págs. 77-78.

21. Se percibe una técnica similar en el relato del saqueo de Roma que hace el «baroneromanesco» de Aretino, pero no desde la primera persona narrativa, pues es Nanna, narra-dora de segundo grado, quien refiere a Pippa la historia que el protagonista contó a una damaque lo salvó en su huida: véase Pietro Aretino, Ragionamento. Dialogo, ed. Giorgio BàrberiSquarotti, Milán: Rizzoli, 1988, págs. 416-421.

22. Igual que en Valdés y, sobre todo, como en la Lozana andaluza de F. Delicado yen el Dialogo de P. Aretino. Otros testimonios reunidos en A. Vian Herrero, El «Diálogo deLactancio y un arcidiano», cap. II.

23. A. Vian Herrero, El «Diálogo de Lactancio y un arcidiano», págs. 30-32.24. M. Marietti, «L’évocation du Sac», pág. 79.

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absolutismos de los comportamientos nacionales, un beguino alemán aceptala mentira y, de hecho, el falso enfermo queda bajo custodia:

[…] sendo pure in Roma molte case di peste, feci mettere alla porta lainsegna della peste, ed io, avendo una bolla in una gamba portata moltimesi, la feci con il sangue rossa intorno; poi fasciatomi il capo, me n’entrai nel letto, e dissi a quel servitore tedesco dicessi a chi veniva, cheero malato di peste; e una serva fiorentina feci stare in su l’ uscio dellacamera, afflitta e dolorosa. Ecco comincio a sentire il romore per lapiazza: vengano quattro Tedeschi alla casa mia, e veduto alla portala insegna della peste, domandarono il mio servitore, che era a sederein sull’ uscio, quello voleva dire quella insegna. Lui risponde, che alpatrone della casa erano in pochi giorni morti quattro figliuoli e la donnadi peste, che lui era malato nel letto. Onde loro udito questo, segno-rono l’ uscio con il gesso, e lasciorono uno di loro dinanzi all’ uscio, esi partirono, e stettono a tornare circa quattro ore, e menorono con loroun becchino della peste tedesco, che aveva fatto lo esercizio in Romapiù anni, e lo mandorono in casa a intendere come io stavo. Lui, o chemi trovassi alterato per la paura, o che giudicassi avere a trarre piùprofitto quando dicessi essere peste, affermò che io ero malato, ma checredeva fussi per guarire: onde loro lasciatolo quivi a mia custodia, sipartirono (pág. 226).

Pero la treta es al fin insuficiente: los alemanes se dan cuenta dela superchería, lo apalean y de acuerdo con su práctica habitual según lacomún opinión, piden un rescate, en uno de los retratos del diálogo quecuidan con más empeño la verosimilitud de cada acto narrativo:

[…] e già erano passati quindici giorni, e io avevo fatto un parentado conquel becchino tedesco, in modo pensavo del male averne a patire mancodegli altri. E mentre io mi pascevo di questa speranza, li Tedeschi torno-rono una mattina, e dimandando il becchino e il servitore mio come iostavo, e l’ uno e l’ altro dicendo male, cominciorono a sospettare, e simissero a entrare in casa, e dipoi in camera, e togliere tutto quello vi era,e in ultimo mi poseno di taglia ducati cinquecento, li quali dicevo nonpotere pagare, perchè ero povero, vecchio e malato di peste. Loro comin-ciarono a minicciarmi, e in ultimo a battermi; di modo che io dissi, seavevo comodità di mandare fuora di Roma il mio servitore tedesco prove-derei ducati trecento, di che loro si contentarono. Io simulando mandarloa Tibuli, cavai del secreto ducati trecentocinquanta, de’ quali pagai lorotrecento, ed il resto mi serbai in certo luogo della casa, che malvolen-tieri essi poterano trovare, e finsi che il servitore me li avessi portati.

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Loro vedendo che io avevo provisti li denari presto, stetteno dubii dondeio li avessi auti, ed entrò loro sospetto che io non fussi ricco; e quandoio credevo, avendo auto la taglia, mi lasciassino partire, loro mi tenevano,non però molto stretto (págs. 226-227).

Se ve así forzado a huir con su criado alemán a Cività Castellana:

[…] pure male mi sarei potuto fuggire, massime di giorno. Ma la notte,perchè io ero malato o lo fingevo, loro non mi guardavano, onde iopresi per partito una notte partirmi. E conferito questo mio pensiero conil servitore, e pregatolo che mi volessi accompagnare, fu contento. E lanotte seguente, che fu il primo di luglio, ci partimmo, e la mattina all’aprire della porta ce n’ uscimmo per la porta del Popolo, e con granfatica arrivammo la sera a Civita Castellana: e se io non avessi avutomeco questo tedesco, sarei suto preso e rubato sei volte; ma lui dicevache avevo pagato la taglia al suo patrone, e però mi accompagnava(págs. 227).

La vida allá no es fácil. En un nuevo giro sorprendente, aunque con elmismo cuidado en la verosimilitud narrativa, la beffa se convierte en«nouvelle au gout picaresque»25; en Cività Castellana enferman, quedanconfinados, obtienen permiso para irse, pero muere el benefactor criadoalemán:

A Civita Castellana trovammo male da mangiare e peggio da bere, e cosìmale da dormire. E per questo disagio, e per quello avevo preso a cami-nare a piedi sin quivi, o per li dolori auti in Roma, il dì seguente che iogiunsi, mi prese una grandissima febbre: e venendo io di Roma, dovegli uomini morivano a migliaia, fu creduto certo fussi malato di peste,e fummo, il mio servitore ed io, serrati in una piccola stanza, e da unafinestra ci era portato un poco di pane e di vino, e bisognaba pagarlobene. La febbre andò seguitando, di modo che in capo di quindici diquelli che erano deputati sopra la peste, furono chiari che il male mionon era contagioso, e detteno licenzia a me e al mio servitore di andareper tutto. Ebbi male dua mesi, e quando fui presso che guarito, ammalòil mio servitore, e in capo di un mese mori (pág. 227).

Antonio se dirige a pie a Arezzo, a casa de un amigo que lo aloja y lorestaura. Va después a buscar a su hermano a Florencia y, enterado de que

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25. Es término de M. Marietti, «L’évocation du Sac», pág. 79.

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ha muerto, solicita al hijo de éste una parte de su herencia, teniendo queconformarse amargamente con vivir a costa del sobrino:

Ed io avevo speso tanto intra il male mio e suo, che delli cinquantaducati avevo portato meco di Roma, non me ne restavano che dua: e conquelli mi partii di Civita Castellana a piè, al fine di ottobre, ed in otto giornimi condussi a Arezzo: dove trovai un fratello di messer Pagolo Valdam-brino, il quale avevo già conosciuto a Roma, e il quale mi fece carezze,e mi condusse a casa sua, dove volse che io stessi quindici dì a riavermi.E lui mi dette notizia della mutazione seguita qui tanti mesi avanti, e deltermine in che si trovava il papa; e generalmente di tutte le cose cheandavano attorno, delle quali io ero in tutto al buio. Poi mi dette denari,e mi prestò una bestia e un contadino che mi accompagnassi; e quattrodì fa arrivai qui, credendo trovare Benedetto mio fratello. E intesi cheera morto lui e la sua brigata, nè era restato altri di lui che Simone suofigliuolo di età di anni ventidue, al quale è parso strano che io gli siagiunto addosso vecchio e povero: ed avendo il padre goduto semprecome suo un buon podere che abbiamo in Mugello, e la casa cheabbiamo qui in Firenze, non gli pare giusto che io dica al presente voleredi queste cose la metà. E in verità, che se mi fussi restato altro modo davivere, che io non enterrei a domandargli la parte mia (pág. 227).

El relato vivencial de Antonio –que él mismo califica de «novelette»(pág. 227)– ha terminado, y con él solicita el derecho a la prometida cena–que Basilio, qué casualidad, ha olvidado ordenar–. En seguida sabemosque el propio Basilio también es pobre (pág. 228), y que ha sido desvali-jado en Florencia por algunos particulares desaprensivos. Pero la cena «dapoveri» (pág. 228) parece que llega –aunque no se utiliza literariamente –,y en su transcurso y a petición de Antonio, Basilio evoca por extenso lafigura del Condestable de Borbón, a quien había conocido en Francia: «Ione avevo benissimo notizia, e mi parve sempre simulatore, vario e ambi-cioso» (pág. 228). Cuenta el origen del Condestable y la razón de su enemistadcon Francisco I, junto a los hechos más significativos de su biografía, visto connegatividad, como traidor a su rey y por tanto capaz de todos los desafueros.Es significativo que sea ésta la ‘mejor’ causalidad buscada a los hechosromanos, pues en ningún momento se menciona la culpa de Carlos V; antesbien, la única alusión que hay en el texto es al interés que el Emperadortenía en que las negociaciones del Virrey tuvieran éxito26. La explicaciónposible es una evidencia política más: el Dialogo se escribe después de la

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26. Véase arriba págs. 84-85, cita de la pág. 225.

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rebelión de Florencia, cuando la única posibilidad de Clemente, si quiererecuperar la Signoria, es amigarse de nuevo con el Emperador27.

La noche transcurrirá en la habitación de Basilio, donde se aprestan paradormir, y Antonio explicará las razones de su propia imprecisión sobre elcastigo divino, pese a conocer las torpezas de la corte romana. Hace también(págs. 229-231) una historia de los papas desde Pablo II hasta Clemente VII–omitiendo, y no parece casualidad, a Adriano–; es la historia de la corrup-ción política del pontificado, razón por la cual, a la hora de buscar motivosa la catástrofe, el ‘castigo de Roma’ no podía hacerse esperar, dada la conductade los clérigos romanos y sus cabezas visibles: simonía, venta de cargos, lujuria,abuso de poder y tiranía, homicidios de conveniencia, belicismo fogoso,expolio de grandes familias italianas, etc. … Los papados pintados con coloresmás siniestros son los de los Borgia. Pasa muy rápidamente sobre el ponti-ficado del mediceo Julio II, más sobre León X; la crónica de Clemente noes tal, pues sólo se enhebran elogios de circunstancias sin detenerse en losasuntos espinosos; todo ello para demostrar que si Roma siempre precisócastigo, no era, en opinión de Antonio, ese tiempo el más indicado ypregunta al Cielo por qué tal horror tenía que estar reservado por la Fortunaal pontificado de Clemente VII. Vettori, por la boca de Antonio, se hallaescindido entre la repugnancia que le inspiran los pecados de Roma, y elsentimiento que le produce que ese castigo, tantas veces anunciado pormerecido, tenga justamente que sobrevenir durante el papado de Clemente:

Fatto senza simonia, è vivuto sempre religiosamente e prudente quantoun altro uomo. Non vende li benefizi, dice ogni giorno il suo offizio condevozione; alieno da ogni peccato carnale, sobrio nel bere e mangiare,dà ottimo esemplo di sè. Nondimono a suo tempo sono sempre venutia Roma e a lui tanti mali, che poco peggiori ne potrebbono venire. Sìche ti ho fatto questo discorso de’ pontefici perchè tu intenda, chesebbene sempre è stato detto che i peccati di Roma meritano flagello,pure non è successo se non al tempo di questo pontefice, quando iocredevo avessi manco a sucedere (pág. 231).

Antes de irse a dormir, Antonio, como el arcediano de Valdés, demuestraque la vivencia sólo le ha conducido al cinismo, y sentencia en un final prag-mático y no comprometido:

[…] io voglio attendere a viver questo resto che mi avanza di tempo,e non voglio dibattermi il cervello a investigar le ragioni delle cose

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27. Véase A. Vian Herrero, El «Diálogo de Lactancio y un arcidiano», págs. 69-73.

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nè voglio pensare quello abbi a essere. Viverò in su questo miomezzo podere, goderò il meglio potrò, e te conforto a fare il medesimo(pág. 231).

Aunque no atinemos a ver dónde reside ahora su «mezzo podere» deja,eso sí, en suspenso al lector sobre todos los asuntos más importantes delpapado clementino, porque Basilio también quiere interrumpir la charlapara, tópicamente, reanudarla si es posible al día siguiente:

Basilio.- Io non voglio allungare più questo nostro colloquio, e voglioproviamo ancora a dormire un poco. Domattina ci leveremo, e saremoa tempo a parlare di questa materia e di altro: basta che per questa voltami hai satisfatto in tutto quello che io desideravo (pág. 231).

Vettori lega así a la posteridad uno de los diálogos noticieros máshermosos de la literatura del momento. Ambigüedades comparables, tantoen la actitud del arcediano como en la inconcreción de Lactancio, habíamosvisto en la secuencia de clausura del Lactancio de Valdés. Los años inme-diatos al saqueo, el ambiente caldeado, llaman a los autores a desarrollarla ambivalencia, o al menos la prudente inconcreción, en aspectos o puntosesenciales de su examen de conciencia. Quizás sea no sólo cautela, sinotambién una estrategia para ganar en belleza, o en capacidad de suge-rencia, y perder en circunstancialidad. Introducir la realidad con estatutoliterario empieza a tener ya en ese momento sus leyes.

IV. NOVEDADES DE LA IMAGINACIÓN LITERARIA

Hemos hablado de textos noticieros; y lo son, como obras cercanas alos acontecimientos, escritas al calor de los hechos. Tanto Valdés comoVettori explican los sucesos con fuentes de primera mano, escriben textosde polémica religiosa, política y humanística donde se plantea el repartode responsabilidades, tratan de justificar, desde posiciones encontradas, loinjustificable y se proponen soluciones con distintos grados de ambigüedad.Sus puntos de vista son diversos: imperial el uno, mediceo el otro; refor-mista erasmiano el primero, papista –aunque reticente– el segundo. El valorideológico, documental e histórico sigue siendo, pues, incontestable, perotopamos con obras de gran calidad estética, superior a la de la mayor partede composiciones noticieras sobre el saqueo de Roma. Sobresale en los dos

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casos el cultivo artístico del vulgar, adornándose en distintos momentosde una lengua conversacional y familiar de muy hermosa hechura; destacala creación de caracteres complejos, poniendo en escena al menos a unpersonaje afectado directamente por los acontecimientos, que explica susvivencias y los avatares de su huida; se discuten novedades de enverga-dura en lo histórico, lo político, lo militar, lo religioso y lo literario; aparecenformas complejas de argumentación, la elaboración satírica y paródica dela realidad, juegos elevados de ironía, etc.; los dos también, por razonesdiferentes, coronan la obra con un final ambiguo o abierto. Aunque sereproduce el carácter más o menos tópico de la relación de sucesos, losdos –los tres– trascienden, gracias a la ficción, las limitaciones estéticas dela materia doctrinal, religiosa, política o histórica presentada. Al margende que se textualice la idea del castigo providencial, lo que no es patrimonioexclusivo de bando alguno en los países de Occidente, una parte impor-tante de los hechos se recrea de forma polivalente y a veces paródica deformas literarias previas. En definitiva, se puede percibir que los interesescreadores han cambiado, que la literatura ha exigido sus derechos.

Algunas de estas aportaciones literarias son de especial magnitud:la primera persona narrativa, la memoria en boca de un testigo ocular, latransposición cómica en género y en lengua literaria, la parodia y la éticaambivalentes. Un hallazgo literario relevante es la utilización estética de lamemoria dentro del diálogo, ya que las anécdotas y los personajes ficticiosse representan sobre fundamentos distintos de los de la tradición narra-tiva. Los acontecimientos del saco se rememoran desde el punto de vistade los afectados, de los protagonistas del suceso, convirtiendo en materialiteraria los horrores contemplados ‘desde abajo’ (el arcediano del Viso enel Lactancio de Valdés o Antonio en el Dialogo de Vettori), como vividosdesde la primera persona, recurriendo a la ejemplaridad, que busca procu-rarse sus acentos de verdad, de realidad experimentada y concreta, y encontraste especular con la opinión del otro. O aparece la visión privile-giada ‘desde arriba’, distanciada, como la kataskopé lucianesca del diálogode segundo grado entre Mercurio y San Pedro en el Mercurio y Carón deValdés. En todos los casos, el saqueo de Roma representa el desordensupremo, la sinrazón que hay que explicar, y adquiere categoría emblemá-tica y simbólica a la que se da tratamiento ideológico y literario; ha sidoel escenario esperable para pintar la decadencia de una sociedad envile-cida, de un mundo al revés, sin excluir en pasajes concretos la parodia delos géneros literarios solemnes.

Aparece así una nueva práctica del prodesse et delectare horaciano enuno de los momentos literarios más tempranamente preocupados por

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definir las fronteras entre realidad e imaginación. Estamos ante una litera-tura defensora del carácter ético y cívico del diálogo, amiga de la paradoja,de la polémica, literatura moral y de entretenimiento, la que apreciaron lamayor parte de intelectuales y creadores en el periodo, tanto Erasmo comolos principales representantes de la Reforma, sus adversarios más encarni-zados, los ideólogos papistas o los numerosos y variopintos oportunistaspolíticos de la hora. Pero en medio del desconcierto y de la desazón, no todosfueron, como ellos, capaces de transformar en imaginación literaria, parala memoria colectiva, la desdicha general de aquel acaecer tumultuoso.

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PREDICATIO AC RETRIBUTIO.L’ESPAGNE ET LE PORTUGAL DANS LA THÉOLOGIE

DE L’HISTOIRE DE GILLES DE VITERBE*

MARC DERAMAIX(Rouen & Institut Universitaire de France)

DANS L’ORDRE propre du connubium idéal des Lettres sacréeset des Lettres profanes, le cardinal Gilles de Viterbe (Egidioda Viterbo) put sembler à ses contemporains incarner l’homo

universalis1. Né à Viterbe en 1469 et mort en 1532 à Rome, entré fort jeune

* Cette étude est offerte à Françoise Crémoux.1. D’un point de vue général, Francis Martin, «Egidio da Viterbo, 1469-1532. Biblio-

graphy, 1510-1982», Biblioteca e Società, 4 (1982), p. 5-9, offre une bibliographie égidiennepour les années 1510-1982, que l’on peut compléter pour les années 1983-1989 par Albe-rico de Meijer, «Bibliographie Historique de l’Ordre de Saint Augustin», Augustiniana, 35 (1985);39 (1989) ainsi que par la bibliographie incluse dans Gerhard Ernst et Simona Foà, «Egidioda Viterbo», dans Dizionario Biografico degli Italiani, Rome: Istituto della EnciclopediaItaliana, 1993, vol. 42, p. 341-353 (bibliographies p. 350-351 et p. 353). On tirera égalementprofit de la monographie de Francis Martin (Friar, Reformer, and Renaissance Scholar. Lifeand Work of Giles of Viterbo, 1469-1532, Villanova: Augustinian Press, 1992 mais cette miseà jour ignore tout des liens de Gilles de Viterbe avec l’Académie napolitaine et avec Sannazar:on se reportera à nos publications) tirée de sa thèse inédite (Egidio da Viterbo, A Study inRenaissance and Reform History, Cambridge University, Angleterre, 1959) mais dont lemeilleur avait déjà été imprimé: «The Problem of Giles of Viterbo: A Historiographical Survey»,Augustiniana, 9 (1959), p. 357-379; 10 (1960), p. 43-60. Nous signalons ici l’essentiel d’unefort vaste bibliographie (nous signalerons nos propres travaux plus loin): Léon-GeorgesPélissier, «Pour la biographie du Cardinal Gilles de Viterbe», dans Miscellanea di studi criticiedita in onore di Arturo Graf, Bergame: Istituto italiano d’arti grafiche, 1903, p. 789-815;

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en religion dans l’ordre des frères ermites de saint Augustin, il devint théo-logien d’obédience platonicienne en réagissant à l’enseignement scholas-tique traditionnel reçu à Padoue ainsi qu’en embrassant le néoplatonismechrétien de Ficin. Irréconciliable avec ce qu’il croit les errements averroïstesde l’aristotélisme padouan incarné à ses yeux en la personne de PietroPomponazzi, il ébauchera vers 1510-1512 un commentaire inachevé desSententiæ de Pierre Lombard dans l’intention de démontrer, en suivant leplan de ce qui était le manuel des études scholastiques, que le thomisme

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Giuseppe Signorelli, Il Cardinale Egidio da Viterbo: Agostiniano, umanista e riformatore,1469-1532, Florence: Libreria editrice fiorentina, 1929; Eugenio Massa, «Egidio da Viterbo ela metodologia del sapere nel Cinquecento», dans Pensée humaniste et tradition chrétienneau XVe et XVIe siècles, éd. Henri Bedarida, Paris: Service du Publication du Centre Nationalde la Recherche Scientifique, 1950, p. 185-239; Eugenio Massa, «L’anima e l’uomo in Egidioda Viterbo e nelle fonti classiche e medioevali», Archivio di filosofia (1951), p. 37-138; EugenioMassa, I fondamenti metafisici della dignitas hominis e testi inediti di Egidio da Viterbo,Turin: Soicetà editrice internazionale, 1954; François Secret, Les kabbalistes chrétiens de laRenaissance, Paris: Dunod, 1964 (éd. revue et augmentée, Milan / Neuilly-sur-Seine: Archè,1985), p. 106-126; François Secret, «Notes sur Egidio da Viterbo», Augustiniana, 15 (1965),p. 414-418; François Secret, «Egidio da Viterbo et quelques-uns de ses contemporains», Augus-tiniana, 16 (1966), p. 371-385; John O’Malley, Giles of Viterbo on Church and Reform. AStudy in Renaissance Thought, Leyde: Brill, 1968; François Secret, «Notes sur Egidio daViterbo», Augustiniana, 27 (1977), p. 205-237; Esther Dotson, «An Augustinian Interpreta-tion of Michelangelo’s Sistine Ceiling», The Art Bulletin, 61 (1979), p. 233-256 et 405-429;John O’Malley, Rome and the Renaissance. Studies in Culture and Religion, Londres: VariorumReprint, 1981 (collection de dix articles publiés de 1966 à 1979); Egidio da Viterbo, O.S.A. eil suo tempo. Atti del V Convegno dell’Istituto Storico Agostiniano, Rome-Viterbe, 20-23 octobre1982, Rome: Ed. Analecta Augustiniana, 1983; Egidio da Viterbo, Lettere familiari, I, 1494-1506; II, 1507-1517, éd. Anna-Maria Voci-Roth, Rome: Inst. Historicum Augustinianum, 1990,I, p. 9-12 et I-II passim; Marjorie Reeves, «Cardinal Egidio of Viterbo and the Abbot Joachim»,dans Il profetismo gioachimita tra Quattrocento e Cinquecento, éd. Gianluca Potesta, Gênes:Marietti, 1991, p. 139-155: 144-148; Vincenzo De Caprio, La tradizione e il trauma. Idee delRinascimento romano, Manziana: Vecchiarelli, 1991; Rosanna Alhaique Pettinelli, Tra anticoe moderno. Roma nel primo Rinascimento, Rome: Bulzoni, 1991, p. 65-75; John Monfasani,«Hermes Trismegistus, Rome and the Myth of Europa: an unknown text of Giles of Viterbo»,Viator, 22 (1991), p. 311-342; Eugenio Massa, L’eremo, la Bibbia e il Medioevo in Umanistiveneti del primo Cinquecento, Naples: Liguori, 1992, p. 152-153, 238; Giles of Viterbo, Lettersas Augustinian General, éd. Clare O’Reilly, Rome: Inst. Historicum Augustinianum, 1992, p.391-400; Gerhard Ernst et Simona Foà, article «Egidio da Viterbo», dans Dizionario Biogra-fico degli Italiani, vol. 42, p. 341-353 (bibliographies p. 350-351 et p. 353); Guido Savarese,«Egidio da Viterbo e Virgilio», dans Un’idea di Roma. Società, arte e cultura tra Umanesimoe Rinascimento, éd. Laura Fortini, Rome: Roma nel Rinascimento, 1993, p. 121-142: 138 etsuiv.; Amanda Collins, «The Etruscans in the Renaissance: the Sacred Destiny of Rome andthe Historia viginti sæculorum of Giles of Viterbo», Studi e Materiali di Storia delle Religioni,64 (1998), p. 337-365: 348 et suiv.

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peut faire l’économie de l’aristotélisme et trouver une assiette philoso-phique et morale suffisante dans les œuvres de Platon et au moyen de l’al-légorèse des mythes2. Formé à l’art oratoire sacré par Mariano da Genazzanoalors général des augustins, c’est en prédicateur bientôt recherché partoutes les chaires italiennes et muni d’une profonde connaissance des litté-ratures classique et patristique gréco-romaines qu’il parvint à Naples en 14983.Il y séjourna avec une certaine régularité de la fin de 1499 à 15014, en faisantauprès de la congrégation augustine observante de San Giovanni a Carbonaracomme auprès de la cour aragonaise aux abois ainsi que de l’Académienapolitaine5 réunie autour de Giovanni Pontano et de Iacopo Sannazaro6,

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2. On se reportera à cet égard aux trois premiers travaux d’Eugenio Massa dans labibliographie partielle de la note 1 ci-dessus (E. Massa, «Egidio da Viterbo e la metodologiadel sapere», «L’anima e l’uomo in Egidio da Viterbo»; I fondamenti metafisici della dignitashominis) ainsi qu’à Daniel Nodes, «A Hydra in the Gardens of Adonis: Literary Allusion andthe Language of Humanism in Egidio of Viterbo (1469-1532)», Renaissance Quaterly, 67, 2(2004), p. 494-517.

3. Marc Deramaix, «Consumatum est. Rhétorique et prophétie dans un sermon deMariano da Genazzano contre Savonarole», dans Savonarole. Enjeux, débats, questions. Actesdu colloque international (Paris, 25-27 janvier 1996), éds. Anna Fontes, Jean-Louis Fournel& Michel Plaisance, Paris: Université de la Sorbonne Nouvelle, 1997, p. 173-197 (avec biblio-graphie).

4. Pour un état précis des connaissances sur les séjours de Gilles de Viterbe à Naples,ses relations avec la cour aragonaise, l’Académie pontanienne et Sannazar, voir Marc Dera-maix, «Phœnix et Ciconia. Il De partu Virginis di Sannazaro e l’Historia viginti sæculorumdi Egidio da Viterbo», dans Confini dell’umanesimo letterario. Studi in onore di FrancescoTateo, éds. Mauro de Nichilo, Grazia Distaso & Antonio Iurilli, Rome: Roma nel Rinasci-mento, 2003, p. 523-556: 527-543; Marc Deramaix, «Renovantur sæcula. Le quintum bonumdu dixième Age selon Gilles de Viterbe dans l’Historia viginti sæculorum et le De partuVirginis de J. Sannazar», dans Humanisme et Eglise en Italie et en France méridionale (XVesiècle au milieu du XVIe siècle). Actes du colloque international (Rome, 3-5 février 2000), éd.Patrick Gilli, Rome: École Française de Rome, 2004, p. 281-326: 295-317 et Marc Deramaix,«Musa tua me recepit. Les Sirènes, la kabbale et le génie du lieu napolitain dans une lettreinconnue de Gilles de Viterbe à Sannazar et dans son Historia viginti saeculorum», dans lesMélanges offerts à Marc Fumaroli, à paraître.

5. On pourra consulter Francesco Fiorentino, «Egidio da Viterbo ed i Pontaniani diNapoli», Archivio Storico per le Provincie Napoletane, 9 (1884), p. 430-452 (réimprimé dans:Risorgimento filosofico nel Quattrocento, Naples: Tipografia della Regia Università, 1885, p.251 et suiv.).

6. Voir Marc Deramaix, «La genèse du De partu Virginis de Iacopo Sannazaro ettrois églogues inédites de Gilles de Viterbe», Mélanges de l’Ecole Française de Rome - MoyenAge, 102 (1990), p. 173-276; M. Deramaix, «Phœnix et Ciconia», p. 529-543; M. Deramaix,«Renovantur sæcula». Voir la note 3 de la présente étude pour l’histoire des relations entreGilles de Viterbe et Sannazar. Sur l’étroitesse de leur amitié, on ajoutera Marc Deramaix,

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le premier essai de sa vocation dans le monde: concilier les litteræ huma-niores et les studia diuinitatis au bénéfice de l’Eglise, comme il entendrale faire à Rome entre le versant pontifical de l’humanisme romain et sonversant municipal représenté par l’Académie d’Angelo Colocci7. De cette conci-liation il fut l’artisan et le coryphée aussi discrets qu’il fut l’éminence grisedes papes Jules II, Léon X et Clément VII, sous le pontificat desquels onsoupçonne non sans indices ce soutien inlassable de la Fabbrica de lanouvelle basilique Saint-Pierre d’avoir inspiré le programme iconographique

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«Non uoce pares. Sannazar, Gilles de Viterbe et leurs doubles», dans Vite parallele: memoria,autobiografia, coscienza dell’io e dell’altro. Atti del XII Convegno del Gruppo di Studio sulCinquecento Francese (Vérone, 20-22 mai 2004), groupés dans un recueil (éds. Dominiquede Courcelles, Rosanna Gorris Camos & Alexandre Vanautgaerden) qui associera ce colloque,le colloque Eléments naturels et paysage: quelques conditions de l’émergence du sujet, auteuret acteur, dans la littérature à la Renaissance (Ecole Nationale des Chartes, Paris, 26 mars2004) et le colloque L’Auteur: une paternité naturelle ou putative à la Renaissance? (Muséede la Maison d’Erasme, Bruxelles, 19-20 décembre 2003). Enfin, à propos des liens du Napo-litain et du théologien en général et avant la publication de notre étude (Renovatio temporum.La signification du De partu Virginis de J. Sannazar, Genève, à paraître), on pourra voir M.Deramaix, «La genèse du De partu Virginis»; Marc Deramaix, «Otium Parthenopeium à laRenaissance: le lettré, l’ermite et le berger», Bulletin de l’Association Guillaume Budé, 2(1994), p. 187-199; M. Deramaix, «Consumatum est» (étude consacrée au maître de rhétoriquesacrée de Gilles); Marc Deramaix, «Mendax ad cætera Proteus. Le mythe virgilien de Protéeet la théologie poétique dans l’œuvre de Sannazar», dans Il sacro nel Rinascimento. Atti delXII Convegno Internazionale dell’Istituto Studi Umanistici Francesco Petrarca (Chianciano-Pienza, 17-20 juillet 2000), éd. Maria-Luisa Secchi-Tarugi, Florence: Franco Cesati editore,2002, p. 85-107; M. Deramaix, «Phœnix et Ciconia»; M. Deramaix, «Renovantur sæcula».

7. Voir ci-dessus l’esquisse bibliographique de Gilles de Viterbe pour sa place dansle paysage si complexe de l’humanisme romain ainsi que la note précédente et également,étant donnés les fréquents voyages entre Naples et Rome des napolitains et des romainsmais aussi cette sorte de bilocation que permet la correspondance de type académique,Marc Deramaix, «Synceromastix nescio quis. L’imitation de Virgile dans le De partu Virginisde Sannazar d’après ses lettres critiques de 1521», dans La réception des classiques par leshumanistes. Actes du Premier Congrès de la Société Française d’Etudes Néo-Latines (Tours,CESR, 19-20 janvier 2001), éd. Florence Vuilleumier-Laurens, à paraître; Marc Deramaix,«Nouos miscere colores. Poétiques de la uarietas dans l’académie napolétano-romaine audébut du XVIème siècle: l’exemple du De partu Virginis de Sannazar», Bulletin de l’Associa-tion G. Budé, à paraître; Marc Deramaix, «Urna nouis uariata figuris. Ekphrasis poétique etmanifeste littéraire dans le De partu Virginis de I. Sannazaro», dans Vivre pour soi, vivre dansla cité. Actes du séminaire 2002-2003 de la Jeune Equipe (Paris IV) 2361 «Traditions romaines»,éds. Perrine Galand-Hallyn & Carlos Lévy, Paris, coll. Renaissances de Rome, à paraître;Marc Deramaix, «Manifesta signa. Ekphraseis metapoetiche e teologia nel De partu Virginisdi Sannazaro», dans La Serenissima e il Regno nel V centenario dell’Arcadia di Iacopo Sanna-zaro. Atti del Convegno Internazionale (Bari-Venise, 4-8 octobre 2004), à paraître.

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de la voute de la Sixtine ou bien celui de la Chambre de la Signature8.Poète latin dans ses trois Bucoliques9 comme en langue vulgaire et l’undes tout meilleurs connaisseurs des langues sémitiques de son temps enliaison avec Reuchlin qu’il défendit à Rome, il s’enfonça peu à peu dansla science kabbalistique pendant les années qui le virent en 1507 élu prieurgénéral des augustins, jusqu’à héberger dans son palais le rabbin kabba-liste Eliah Lévita ainsi que sa famille et en l’y maintenant quand il fut créécardinal en 151710. En 1512, chargé par le pape Jules II de prononcer le discoursinaugural du Ve Concile du Latran, Gilles de Viterbe y donna sa voix audésir de réforme religieuse largement attesté dans l’Italie du temps et misen actes chez les augustins sous sa direction11. Sa connaissance des courantscontemporains du monde laïc lui fait concevoir une renovatio temporumassez large pour s’étendre à tous les cantons de l’intelligence humaine,

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8. Heinrich Pfeiffer, Zur Ikonographie von Raffaels Disputa. Die christlich-platonischeKonzeption der Stanza della Segnatura, Rome: Univ. Gregoriana Ed., 1975; Esther Dotson,«An Augustinian Interpretation of Michelangelo’s Sistine Ceiling», The Art Bulletin, 61 (1979),p. 233-256 et 405-429; Elizabeth Schröter, «Der Vatikan als Hügel Apollons und der Musen.Kunst und Panegyrik von Nikolaus V. bis Julius II», Römische Quartalsschrift für christlicheAltertumskunde und Kirchengeschichte, 75 (1980), p. 208-240: 235; Jörg Traeger, «Raffaelsrömische Kirche. Das Bildprogramm der Stanza d’Eliodoro im Vatikan», dans Von der Machtder Bilder, éd. Elizabeth Ullmann, Leipzig: Seemann, 1983, p. 76-86; John O’Malley, «Il misterodella Volta. Gli affreschi di Michelangelo alla luce del pensiero teologico del Rinascimento»,dans La Cappella Sistina. I primi restauri: la scoperta del colore, Novare: Ist. Geogr. De Agos-tini, 1986, p. 92-148; Malcolm Bull, «The Iconography of the Sistine Chapel Ceiling», BurlingtonMagazine (1988), p. 597-605.

9. M. Deramaix, «La genèse du De partu Virginis».10. Ce goût chez lui si prononcé pour la théosophie juive entendue comme le suprême

argument d’une apologétique chrétienne universelle (parce que source postulée de touteforme gréco-romaine de sagesse compatible avec la Révélation), mêlé à l’attrait contempo-rain pour les mystères et leur expression «hiéroglyphique», eut une influence nette sur lerégime propre de l’expression littéraire du sentiment religieux des lettrés. Pour l’exemple deSannazar, on pourra lire M. Deramaix, «Phoenix et ciconia»; M. Deramaix, «Renouantursaecula»; M. Deramaix, «Spes illae magnae»; M. Deramaix, «Si psalmus inspiciatur»; M. Dera-maix, «De l’Enfantement de la Vierge, Royne des Vierges»; M. Deramaix, «Arabum merces».

11. Ce discours, sous le titre de Oratio Prima Synodi Lateranensis habita per AegidiumViterbiensem Augustiniani ordinis Generalem, fut imprimé à Rome et à Nuremberg, dès1512 probablement (exemplaire au Vatican, Biblioteca Apostolica Vaticana, cote: R.I. IV 2107[11], ff. 30r-39v) et réimprimé dans les Acta Conciliorum, éd. Jean Hardouin, Paris, 1714,vol. IX, p. 1576-1581. Sur le concept de réforme selon Gilles de Viterbe, outre J. O’Malley,Giles of Viterbo, voir Nelson Minnich sj, «Concepts of Reform Proposed at the Fifth LateranCouncil», Archivum Historiae Pontificiae, 7 (1969), p. 163-251: 168-173 et, plus générale-ment, la collection d’articles recueillie dans Nelson Minnich sj, The Fifth Lateran Council(1512-1517), Aldershot-Brookfield: Variorum, 1993.

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contemplative ou pratique, et il nourrit une conception de l’Imperiumœuvrant avec d’autant plus d’efficace aux intérêts de l’Eglise qu’il est inclusdans le Sacerdotium, à rebours de la séparation médiévale entre Empireet papauté. Ce sentiment est fondé sur l’implicite comparaison qu’il faittoujours entre l’Europe moderne et l’Empire romain à son apogée: commeles provinces et les royaumes vassaux conspiraient à étendre la gloire deRome caput mundi, les royaumes et empires chrétiens doivent travailler àl’unité conquérante de leur capitale commune, éternelle héritière de tousles prestiges d’une Rome antique qui n’avait été que le type dont la Chré-tienté doit être l’antitype. C’est qu’à l’époque du Vème Concile de Latran,sur cette intuition déjà confirmée par les realia de la politique mondialedes débuts du XVIème siècle à laquelle il prit part dans son Libellus de aureaaetate (1507-1508) comme dans son discours du 25 novembre 1512 sur letraité conclus entre Jules II et l’empereur Maximilien, Gilles de Viterbe s’ap-prêtait à développer dans son Historia viginti saeculorum (1513-1518) unethéologie vaticane de l’histoire à l’usage de Léon X, destinée à connaîtredans la carrière du théologien une troisième formulation dans la Scechina(entreprise en 1530), de nature impériale et à l’adresse de Charles Quint.Or, si celle-ci laisse deviner que l’Espagne et le Saint Empire habsbour-geois jouèrent le premier rôle pour finir dans la conception théologique del’histoire et de l’empire propres à Gilles, ce n’est qu’au terme d’une élabo-ration toujours attentive à l’actualité immédiate que la péninsule ibériquese verra reconnaître une fonction plus que strictement ancillaire de brasarmé de l’Eglise. Aussi voudrais-je m’attarder ici sur la place variable qu’oc-cupent la politique internationale de l’Espagne et du Portugal dans la penséethéologique –cyclique et eschatologique tout à la fois– de l’histoire et del’Empire chez Gilles de Viterbe, des années qui suivent immédiatement lamort d’Isabelle la Catholique au voyage qu’il fit en Espagne en 1518 entant que cardinal légat de Léon X auprès de Charles Quint, ouvrant ainsila voie au traité de la vieillesse.

En 1506, nouvel astre au ciel de l’éloquence de la chaire nommé depuispeu par le pape Jules II Della Rovere vicaire général de l’ordre des augus-tins dans l’attente du chapitre général qui devait l’élire l’année suivante àNaples sous la protection particulière du vice-roi Gonsalve de Cordoue,Gilles de Viterbe fut envoyé dans cette même ville par le pontife afin d’yfaire les honneurs au roi Ferdinand V d’Espagne qui y aborda le premierjour de novembre. Gilles put alors pour le compte de Rome plaider devantle monarque la cause de la croisade contre le Turc, un thème central de sapensée politico-théologique et il le fit avec une telle éloquence que Ferdi-nand le chargea de porter en retour à Rome l’assurance de ses sentiments

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dévots et de protester auprès du pape que l’Aragon se mettrait bientôt auservice de Rome contre les infidèles12. Or ce que nous pouvons entrevoirlà d’une ébauche de théologie politique impériale, dans laquelle la partassignée en propre au royaume d’Aragon nouveau maître de Naples ainsiqu’à la péninsule ibérique doit évidemment bien peu encore au porte-parole du pontife qu’est Gilles de Viterbe, trouve un écho très puissantdans le texte du sermon trouvé à Evora au Portugal par le père F.-X. Martinet publié par le père O’Malley en 196913.

Dans une lettre datée du 25 septembre 1507, le roi du Portugal ManuelI avait écrit à Jules II pour lui annoncer qu’en 1506 le capitaine Lourençode Almeida avait débarqué à Ceylan et obtenu du plus puissant de seschefs un tribut annuel à la couronne portugaise, qu’il avait vaincu en combatnaval le Zamorin de Calicut et qu’une autre flotte portugaise avait décou-vert Madagascar. Jules II ordonna alors trois jours d’actions de grâces quiculminèrent le 21 décembre 1507, fête de l’apôtre saint Thomas, dans unemesse et un sermon latin prononcé par Gilles de Viterbe à la demande dupape, qui lui enjoignit ensuite de le transcrire. C’est ce qu’il faisait en 1508encore avant de l’envoyer au roi avec une lettre, non sans amplifier prodi-gieusement, en cinquante-huit pages dans l’édition récente de John W.O’Malley s.j., une oratio que le cérémoniaire de Jules II, Paris De Grassis,avait déjà taxée de nimis longa dans son journal14. Une première partie,après une introduction sur l’origine du libellus de aurea aetate15, traite eneffet de l’âge d’or en examinant successivement les deux premiers (ceuxde Lucifer et d’Adam)16, le troisième (celui de Janus et des Etrusques)17 etle quatrième, qui coïncide avec l’époque du Christ18. Cette partie s’achèvepar un examen du chiffre douze19. Jules II lui-même, dans un bref adressé

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12. G. Signorelli, Il Cardinale Egidio da Viterbo, p. 24-25.13. John O’Malley s.j., «Fulfillment of the Christian Golden Age under Pope Julius II:

Text of a Discourse of Giles of Viterbo, 1507», Traditio, 25 (1969), p. 265-338 (introductionp. 265-278. Il existe une traduction anglaise, souvent imprécise et dépourvue du texte original,dans F. Martin, Friar, Reformer and Renaissance Scholar, p. 222-284).

14. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 266-269. Pour la lettre auroi Manuel I, p. 278-279.

15. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 280 (… [sermonis initiumdeest] ostenderat) – 282 (sumamus).

16. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 282 (Principio) – 285(deleuisset).

17. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 285 (At Deus) – 295 (fuerit).18. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 295 (Pingit) – 301

(factum esse).19. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 301 (Sane iccirco) – 307

(coeperint).

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à Gilles en 1508, parlera du discours comme traitant de ecclesiae incre-mento (De l’accroissance de l’Eglise), visant ainsi la seule seconde partie20.Elle l’intéresse en effet plus que la première car elle loue l’excellence del’âge d’or chrétien et envisage ses perspectives sous ce même pontife21,considère les succès contemporains du roi Manuel de Portugal22, ceux deJules II et ses tâches futures23, la destinée, enfin, et le rôle du monarquelusitanien24 avant la péroraison25.

Dans l’introduction à la première partie, Gilles de Viterbe pose en prin-cipe qu’à l’exemple des chefs que furent Joseph, Moïse et Josué, les apôtresPierre, Paul et leurs compagnons reçurent de Dieu le soin des races, despeuples et des nations, le gouvernement des affaires, Rome et l’Empireromain. Selon le principe général d’itération, emprunté à l’exégèse tradi-tionnelle des types vétéro-testamentaires annonciateurs de leurs antitypesévangéliques mais étendu à l’histoire universelle et que nous voyons icidéjà à l’œuvre, Gilles ajoute aussitôt que Jules II, à l’exemple de ce modèle,a vu un peuple de l’océan indien et l’île de Ceylan se soumettre à la foiqu’il tient du Christ dont il est le vicaire et aux clefs reçues de Pierre26. Toute

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20. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 269-270.21. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 307 (Recensuimus) – 312

(extendit).22. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 312 (superest) – 320 (uenit).23. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 320 (Tu, uero) – 327

(expulit).24. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 328 (Habemus) – 337 (se

facturum).25. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 337 (Diximus) – 338 (Finis).26. De façon générale, nous ne citerons ici que les quelques extraits strictement néces-

saires à l’entendement de l’exposé et nous renvoyons à l’édition citée, dont nous avons l’in-tention de reprendre ailleurs l’étude, en particulier pour ce que ce discours nous fait voir lepremier dans la carrière de Gilles de Virterbe cette façon sui generis de mener conjointementl’exégèse des Ecritures, de Platon et de Virgile dans la perspective d’une Italie étrusqueprovidentiellement disposée à l’étude théologique et à la révélation comme à l’accomplis-sement des fins dernières prophétisées, toutes choses dont la suitede cette étude montre laseconde étape décisive dans l’Historia viginti saeculorum. J. O’Malley, «Fulfillment of theChristian Golden Age», p. 280: «Fecit [Deus] id Ioseph adolescenti […]. Fecit Moisi […]. FecitIosue […]. Fecit puero Dauid […]. Fecit id Petro, fecit Paulo, fecit apostolis, fecit aliis, quospraestanti charitate complexus est, et quorum manibus gentes, populos, nationes tradidit,deditque rerum caput, urbem imperiumque Romanum. Fecit tandem hoc idem tibi, cuius fideiclauibusque hoc anno se subiecit remotissima Indici maris gens ac maxima insularum Tapro-bane […]. […] primusque [Rex Emanuel] aperuit eo sub coelo Christianum nomen, primuseo sub coelo iecit fundamenta religionis tuae ac sacri imperii tui fines primus eo usquegentium propagauit».

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conquête accroît ainsi l’empire de la foi et nous apercevons dès cet exordecomment l’orateur sacré va tout au long tenter de mettre la force militaireet le prestige politique des princes vainqueurs en Asie au service d’uneidée impériale de l’Eglise qui entend déléguer aux rois l’unification d’unImperium sacrum sous la bannière du Christ comme le princeps faisaitavec ses généraux. Nous irons maintenant directement à la seconde partiedu sermon, qui traite aux dires mêmes du pape de l’accroissement del’Eglise (de ecclesiae incremento), non sans souligner cependant que cettepremière partie s’achève comme elle avait commencé: elle rappelle que leSiège romain tient son autorité héréditaire en vertu de l’héroïsme desapôtres, acteurs du premier véritable âge d’or que fut l’époque où le Christnacquit sous le principat d’Auguste27.

La première section de la seconde partie veut embrasser pour sa partl’excellence de l’âge d’or chrétien dans ses rapports avec le pontificat deJules II, après que Gilles a posé combien le bon gouvernement de l’âge d’ordu Christ et d’Auguste était le modèle unique à suivre. Ici encore, c’est leprincipe d’itération qui organise le discours historique: selon Gilles, le règnede Jules II voit se reproduire à une plus grande échelle l’expansion de lafoi propre au siècle d’or du Christ28. Suit un panorama des défaites mili-taires chrétiennes à partir du Grand Schisme d’Occident sous Martin V etdepuis le pontificat d’Eugène IV inauguré en 1431. Nous voyons NicolasV qui vécut la perte de l’Empire byzantin, Calixte III qui vit perdre Corinthe,Pie II qui assista à la perte de terres chrétiennes depuis le royaume deTrébizonde jusqu’au Péloponnèse, Paul II qui gémit sur la perte de l’Eubéevénitienne, Sixte IV –l’oncle de Jules II– qui dut admettre la perte de tantd’îles et enfin Alexandre VI, sous lequel les Turcs s’approchèrent encoredavantage29. Face à ces revers en revanche, interprétant le chapitre 6 d’Isaïeà la lumière des événements contemporains, Gilles de Viterbe assure le

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27. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 307: «In ea [ciuitate Dei]Iesu arca sita est et duodecim auctoritas uirorum […]. Quid est enim Romanae sedis aucto-ritas nisi diuina, quam a Iesu nostro delecti heroes olim acceperunt».

28. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 310: «Iam dudum, Iulisecunde, pontifex maxime, te praeside, ista fiunt. Gentes ignotae inueniuntur, Christus insciismirantibus praedicatur, nouus ad auroram orbis acquiritur, infoelix ferrum a fide alienum inbeatum tuae fidei aurum commutatur».

29. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 310-311: «Fleuit sublatumaurum Eugenius, cum tot milia piorum, cum Iulianum Caesarinum, cum Ladislaum regemintelligit crudeli Marte sublatos. Fleuit ingentissima plaga suscepta Nicolaus, cui rerum Chris-tianarum et decus et tutela sublataest, sublato Bizantii, Graeciae atque Orientis imperio.Fleuit Calistus sublatam inferiorem Mysiam expugnatamque Corynthum, maris utriusquecontemplatricem. Fleuit Senensis Pius, qui cum amissa repeteret, praeter Peloponessum

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pape que l’histoire des malheurs de l’Eglise et de la chrétienté s’inverse àpartir de son élection. Il en voit la prophétie dans les mots d’Isaïe 6, 13 «sicutiquercus quae expandit ramos suos», rapportés au chêne héraldique desDella Rovere, commun à Jules II et à Sixte V sous le pontificat duquelGrenade fut reprise aux Maures30.

La seconde section fait la démonstration d’une rigueur prodigieusementlibre dans l’invention exégétique. En effet, partant de la représentationordinaire du chêne qui figure sur les armes de la famille Della Rovere, leprédicateur associe à chacun des douze glands répartis sur quatre branchesl’enseignement théologique propre à un des douze apôtres mais égale-ment une passion mauvaise, qui se trouve ainsi combattue, ainsi qu’ainsiqu’à chaque fois de surcroît un verset du seul chapitre 49 d’Isaïe, appliquéselon l’occurrence aux royaumes d’Espagne ou de Portugal ou bien aupontificat de Jules II31. Ce sont, dit-il, ces douze glands poussés sur quatrerameaux, semence de la religion, que le roi Manuel a portés aux Indes32:

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Mediterraneam et Mythilenem insulam, duo Orientis regna et Trapezuntium et Mysiae super-ioris amisit, pulso Thoma Paleologo, imperatoriis reliquiis meorum ab alta stirpe Tyrrenorumtruci morte affectis Mysio Trapezuntioque rgibus. Fleuit Venetus Paulus opportunissimaminsulam Euboiae, cui anno eodem et insula erepta est et uita. Fleuit nihilominus Sixtus,patruus tuus, Cafam ad Meotidem, Croiam in Macedonia, Driuastum, Lissum, Leucadium,quam Sanctam Mauram uocant, Cephaleniam, Zacynthum ab immanissimo hoste captas.Fleuit denique Alexander Peloponessi portus oramque maritimam incredibili Christianorumstrage occupatam». On trouvera en notes à la même p. 311 les noms modernes des îles etvilles mentionnées ainsi que les dates de leur prise par les Turcs.

30. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 312: «Ubi euentus foelici-tatem descripserat, tempus foelicitatis iniecit. Erit, inquit [Is 6, 13], sicut quercus [quae expanditramos suos] quo regna a quercu fidem petitura praesagiuntur […]».

31. L’exemple associé à saint Thomas, saint du jour où le discours fut prononcé, estsuffisamment éclairant: 1) l’apôtre Thomas, 2) en tant que témoin de la Résurrection, nousfournit l’antidote du désespoir, 3) répond au verset d’Isaïe 49, 13 4) mais est égalementassocié aux victoires du roi Manuel de Portugal ainsi qu’à la fin des malheurs de l’Eglise etde l’empire chrétien sous Jules II. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p.314: «Sextum animae motum aegritudinem et dolorem faciunt, quem solatus est Thomas,cum ab inferis rediuiuum manibus attrectans recognoscit. Est idem in Esaia [Is 49, 13], quiLaudate inquit, caeli quoniam consolatus est Dominus populus suum. Is uictoris regis tropheapollicebatur, quibus et tua tempora, Iuli pontifex, foelicia fierent et, miseriae afflictioniqueassueta, Christiana respublica post tot saeculorum strages quandoque et cessaret a fletu etopimis onusta spoliis laetaretur».

32. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 312: «[Iulii secundi] quercusnon illos dumtaxat umbra complecti amat, sed ad eos etiam qui nunquam religionem audie-runt ramos extendit. Superest cognoscamus quidnam illis Emanuel, Lusitanus rex, praebueritcum ramis arboris tuae»; p. 316: «Haec sunt igitur duodecim glandes aureae, duodecim funda-menta religionis, quae rex ad Indos attulit, Indi de rege uictore susceperunt».

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entendons que le bras royal portugais a étendu l’ombre du rouvre ponti-fical sur le monde. Dans la mesure où, depuis Rome, cet impérialisme poli-tique est immédiatement mis au service de l’évangélisation des nouveauxmondes mais aussi, perçu comme il l’est au moyen du cannocchiale propreà Gilles, placé dans une histoire théologique universelle, l’exégète peutaffirmer que si d’autres peuples perdirent leur patrie lorsqu’ils furent vaincus–une critique de l’impérialisme politique romain destinée à souligner leprogrès de l’antitype chrétien moderne qui achève le type classique– lespeuples subjugués par les Portugais n’eussent jamais trouvé leur vraie patries’ils n’avaient été vaincus, tandis que le roi Manuel triomphant remportaitdes dépouilles dont il offrait la meilleure part à Rome33. Les mots employéssont ici d’une grande conséquence pour apprécier la place réservée auPortugal –ainsi, plus largement, qu’à l’Espagne– dans la pensée de Gillesde Viterbe: parmi les spolia remportés par les armes lusitaniennes Gillesdistingue les opima. S’il s’agit chez les Latins de celles qu’un général romainremporte sur le général ennemi vaincu, leur acception dans notre discoursressortit aux âmes gagnées et sauvées que le roi de Portugal a remisesentre les mains du pontife: l’imperator christianus s’est effacé devant leprinceps rei publicae christianae. Nous retrouvons ici la répartition hiérar-chique des tâches entre le temporel et le spirituel que nous avons déjàsoulignée dans la réflexion théologico-politique de Gilles et elle est d’au-tant plus soulignée que son respect est mal assuré. Le théologien précisenettement que le roi Manuel a soumis ses conquêtes à l’Empire chrétien.Il veut que les mots de Josué au verset 26 du chapitre 24 («posuit eum[i. e. lapidem pergrandem] subter quercum quae erat in sanctuario Domini»;«[Josué] plaça une très grande pierre sous le chêne qui se trouvait dans lesanctuaire du Seigneur») aient prophétisé que son antitype portugais soumet-trait Ceylan non pas seulement à cet empire mais précisément au chênerouvre des armes de Jules II (qualifié de sacrorum princeps, une expres-sion qui emprunte de façon significative à la fonction religieuse du rexsacrorum classique comme au pouvoir politique du princeps augustéenpour désigner le pontificat moderne et rêver à son avenir d’une façon quilaisse voir l’adhésion de l’auteur au parti cicéronien) et payerait un tributaux chrétiens dont le sanctuaire métropolitain et caput imperii est à Rome,

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33. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 316: «Amisere alii, cumexpugnati sunt, patriam; hi nunquam, nisi expugnati, patriam inuenere»; p. 318: «[…] ille [i.e. Lusitanus Emanuel] inimicas acies uictoria potitus triumphum egit, spolia reportauit, Romamopima tulit».

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vraie Jérusalem34. L’or, très nécessaire dans l’opinion de Gilles au splendordu culte et des bâtiments religieux dans le nouvel âge qui doit dépasserson modèle antique, ne saurait affluer que par le bon vouloir des coloni-sateurs, que le sermon conforte ainsi dans leur bon droit en le rendantancillaire de l’accomplissement des prophéties vétéro-testamentaires.

Dans la section suivante, consacrée à la position unique de Jules II dansl’histoire et aux tâches qui l’attendent, nous trouvons dès 1507-1508 uneconception dont nous verrons les développements bientôt dans l’Historiaviginti saeculorum à propos de la scénographie impériale contemplée pourla nouvelle basilique Saint-Pierre de Rome projetée sous ce pontife parBramante. Les mots d’Isaïe 6,1 «Vidi Dominum sedentem super soliumexcelsum et eleuatum» sont interprétés ainsi: «Oui, il nous a avertis que letrône et le Siège romain, que le princeps des apôtres fonda et consacra àses grands prêtres dans le temple romain, seraient élevés de deux façons:par la masse prodigieuse de ses bâtiments et par l’expansion inouïe de sonempire»35. La restauration du Temple du Vatican et les conquêtes portu-gaises sont ici déjà inséparables d’une conception impériale de l’Eglise etGilles insiste en établissant un strict parallèle entre l’évergétisme alexandrin,le principat romain et le pontificat chrétien. Il se fonde sur le verset 50,1de l’Ecclésiaste, «Simon, Oniae filius, sacerdos magnus» («Simon, fils d’Onias,grand prêtre»). Il explique que si le prénom Simon signifie «obéissant», on

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34. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 318-319: «Hanc [insulamTaprobanem] noster Iosue tulit, multorum annorum labore, studio, uestigatione quaesiuit, pertot portus, tot maria, tam longa quam mundus extenditur nauigatione, amissis tot opibus, totnauibus, tot mortalibus, uix aegreque tandem adinuenit, inuentam deuicit, deuictam Chris-tiano imperio subiecit. Sed cuinam subiecit? Ipsa historiae uerba Iulio pontifici subiecissedemonstrant. Posuit, inquit [Ios 24, 26], sub quercu, quod procul dubio aeque apertum fuitac si dixisset: sub Iulio secundo coegit soluere illam tributum Christianis. Satis esse potuitquod iam dixerat. Sed teneri rem uoluit apertius, patentius, latius, atque ut de arbore ponti-ficia et sacrorum principe dicere deprehenderetur, Posuit sub quercu, inquit, quae erat in sanc-tuario, ubi non modo quercus uerum etiam officium sanctissimi beatissimique sacerdotissummi explicatum est. Clamat Hebreus liuore pallidus, si de sacerdote et sanctuario sermoest, Hierusalem ista esse non Romanae urbis […]».

35. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 320: «Solium [Is 6, 1: VidiDominum sedentem super solium excelsum et eleuatum] siquidem sedemque Romanam,quam summis sacerdotibus apostolorum princeps Romano templo instituit ac dicauit, bifa-riam attollendam praemonuit, tum uasta aedificiorum mole, tum noua imperii propagatione.[…] tu [i. e. rex Lusitanus] a quo et templi moles et imperii magnitudo admiranda incrementasusciperent. Vidi, inquit,Dominum sedentem. Dicere uoluit, Vidi Iulium secundum, pontificemmaximum, et Oziae demortuo succedentem et dedem augendae religionis insidentem. Sequituruates, Super solium excelsum et eleuatum. Excelsum cum dicit solium, ad excelsam templiinstaurationem respicit. Cum addit eleuatum, ad auctum Lusitanis armis alludit imperium».

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ne peut l’être plus qu’en suivant Pierre, comme fait Jules II qui n’enrichitpas sa famille en pillant l’Eglise. Ce successeur de l’apôtre est donc à la foisPierre par sa piété et Simon par son obéissance. Il est aux chrétiens, avanceGilles, ce que les Césars étaient aux Romains et les Ptolémées aux Egyp-tiens36. Gilles approfondit même ce sillon en distinguant dans le mêmepassage élargi de l’Ecclésiaste (50,1-2: «Sacerdos magnus suffulsit domum,et in diebus suis corroborauit templum. Templi etiam altitudo ab ipsofundata est»; «Le grand prêtre a soutenu la maison et, durant sa vie, arenforcé le temple. L’élévation du temple aussi fut par lui fondée») unprogramme d’administration des Etats de l’Eglise sous forme de panégyriquedes premières années du pontificat de Jules II. La domus représente lepatrimoine de Pierre (Petri patrimonium) qu’il faut pacifier. Le premiertemplum à renforcer (corroborauit) vaut pour la restauration des villes quiont souffert des guerres d’Italie et le second, dont il est prophétisé qu’ilconvient de le surélever sur de nouvelles fondations («altitudo […] fundataest»), est la basilique Saint-Pierre en reconstruction. Il faut, en effet, quedans ce programme le temple majeur de l’immortale eternumque Sacerdo-tium, à l’évidence face à l’Imperium germanique et bientôt quasi mondialsous Charles Quint, fasse non seulement oublier celui de Jérusalem mais,surtout, alors que chacun peut en voir les fondations au Vatican, que lenouveau Temple témoigne de la magnificence du summus princeps dansles choses du culte et qu’il détourne au profit d’une œuvre de foi l’admi-ratio, ce sentiment de stupeur émerveillée que l’on ressent à la vue des bâti-ments antiques et de leurs prodiges37. Cependant, si Dieu voulut que Jules

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36. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 321: «[…] te Simonem [Sir50, 1: Simon Onii filius sacerdos magnus / qui in uita sua suffulsit domum] appellari uideo,quod etiam primo pontifici fuisse nomen constat, atque ut Romanus Caesares, AegyptiusPtolemeos ita Christianus et Petros dicit summos sacerdotes, et qui legi obtemperent etsacrarum rerum studiosi sint, Simones uocat».

37. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 322-323: «[…] [Iulius pontifexmaximus] relicturus posteris eternum monumentum magnitudinis animi, magnificentiaepietatis tuae, certioresque nepotes facturus qualis quantusque fuerit Iulius, quicque inter tealiosque principes interfuerit, qui unus senseris te imperare Romanis esseque summi prin-cipis praesentia omnia ut statim casura contemnere, de publico uenturorum commodo, defuturis saeculis, de ipsa eternitate cogitare in iis praecipue rebus quae ad sacrarum rerumdecus, ad diuinum cultum, ad religionis pietatisque pertineant uel splendorem uel orna-mentum, de hac uero templi instauratione, quam instituisti. […] Quare ut in ueteri lege uati-cinia praecinuere futurum Salomonem, qui templum excitaret collapsurum, profecto multodecentius fuit ut te praemonstrarent uaticinia qui templum extruis immortalis eternique sacer-dotii. […] unus ipse, Iuli secunde, surrexeris, qui rem sacram adeo amaueris curauerisqueut sacratissimi templi fastigium ad coelum usque euehere attollereque contenderis, omniumprorsus aedificiorum et miraculorum admirationem in unum istud religionis opus conuersurus».

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II commandât à Rome, ajoute Gilles, il voulut également que celui-ci écoutâtl’ensemble des prophéties qui le concernent et dont il donne le détail.Dans un parallèle avec Auguste, implicite mais fort clair, le prédicateuridentifie les préalables à la reconquête de Jérusalem38 dans la fin des troublesdans les Etats de l’Eglise et entre les princes chrétiens coïncidant avec l’avè-nement du règne de la piété39, dans le nouveau Temple40 et, enfin, dansl’extension de l’Empire chrétien41. Ce rêve de croisade contre le Turc,ennemi de la république chrétienne et de sa religion, est assurément un rêved’époque déjà tourné en lieu commun de la discorde entre les princeschrétiens et contemplé avec pessimisme depuis la catastrophe anconitainedes entreprises de Pie II Piccolomini. Mais cette sédimentation, dont lareprise d’Otrante sur le Turc par la dynastie aragonaise de Naples avaitdémontré le caractère réversible, n’en efface pas l’urgence géopolitiquetrès exacte, à laquelle Gilles donne un relief tout particulier dans l’exposéqui achève cette section. Il presse le pape Jules II de saisir le kairos puisqueles victoires et les prédictions d’un côté, les forces anti-turques du grandSophi de Perse de l’autre, poussent à attaquer avant que les Grecs conquisn’aient oublié leur religion. Le parti chrétien devrait pouvoir compter dansson camp sur les régions de la Bohème et du Danube, sur l’empereur d’Al-lemagne, sur la tradition de croisés des Français, sur le roi d’Angleterrefidei defensor et sur les princes italiens, avec Venise au premier plan, maissurtout sur l’Espagne. Il est d’autant plus remarquable de la voir ainsilouangée qu’elle entre dans un discours dont l’objet premier est le royaumede Portugal mais aussi est-ce sur le même patron lusitanien de puissancemilitaire à la conquête des nouvelles terres de l’ouest, un appariement quenous allons retrouver dans l’Historia viginti saeculorum et dans lequel

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38. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 326: «Nihil deest ut omniumfoelicissimus habearis nisi ut […] principes pace data congreges, exercitum colligas, in Christihostes mittas, Christi hereditatem, Christi patriam, domum, sepulchrum lugenti tuae sponsaerestituas».

39. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 324: «Des operam legem,fidem, pietatem sancte, constanter, incorrupte permanere, uitiis supplicia, praemia non deesseuirtuti, principes regesque Christianae reipublicae ponere odia, bella interse non exercere,contra fratres, contra matrem religionem, contra pium fassque filios intra parentis suae uisceraarmis non saeuire decernas, persuadeas, imperes».

40. Voir J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 320-323 passim.41. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 326: «O fortunatum, o

foelicem Iulium, si prophetarum uoces audiantur, si fauenti non repugnetur Deo, si oblataa Deo munera suscipiantur, si fias […] collector congregatorque credentium, domitor acsubactor gentium impiarum! […] Spondet se ducem Deus; se consilium, se uires, se uicto-riam daturum pollicetur».

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l’ingenium, la langue et le sentiment de l’honneur espagnols apparententici fortement les vertus de l’Aragon et de la Castille à la uirtus militaire etreligieuse des Romains de l’Antiquité, une uirtus temporelle et spirituelleque l’Empire et l’Eglise se partagent dans les temps modernes42.

De la dernière section, consacrée à la destinée et au rôle du roi Manuel I,nouveau David qui ne parvint au trône qu’après la mort miraculeuse de sixautres héritiers royaux comme son modèle biblique, nous n’évoqueronsici qu’une partie: ce que Gilles de Viterbe dit au pape sur la double Provi-dence, biblique et romaine, une catégorie de l’analyse historique à la foiscyclique et eschatologique dont nous avons dit déjà qu’il devait en user plusavant dans sa carrière, comme nous allons le vérifier à propos de l’His-toria viginti saeculorum. Un exemple suffira tant il est exemplaire d’uneméthode que Gilles ne cessera de raffiner: Dieu prophétisa par la voixd’Isaïe, 45 que le roi Cyrus conduirait les Hébreux hors de Babylone et ilincita son successeur Darius à favoriser le retour du peuple juif ainsi quela restauration de leur ville et de leur temple. De façon parallèle, il chassaDardanus d’Etrurie pour que Troie fût dardanienne puis il fit revenir sondescendant Enée sur les bords du Tibre étrusque pour qu’il fondât Albe,d’où devait venir la vierge Ilia et ses fils fondateurs de Rome. Il permit quese répandît la fausse nouvelle qu’un homme divin, Romulus, né de cettevierge et d’un dieu, avait fondé le règne de Rome. Mais ce règne-ci devaitfinir tandis que le vrai Dieu né de Dieu et de la Vierge consacra par sonsang l’éternité de son empire. Dieu fit donc fonder Rome par les jumeauxRomulus et Rémus, la fit croître sous les rois et si bien croître, «tantôt sousles consuls et tantôt sous les Césars, que la reine du monde presque unifiéaccueillit enfin le Roi du monde et de toutes choses, un Roi qui établit quel’Empire universel appartenait à cette seule ville, où devait être établi lesiège perpétuel de l’empereur»43. Nous voici donc, tout proches de la péroraison

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42. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 327: «Habemus interOceanum Pyreneosque Hispaniam, ingenio, oratione, modestia, gloria tam militiae quamreligionis Romanae uirtuti simillimam. Imperat ea in ora Ferdinandus, rex Catholicus, qui,ne omnia persequar, ad impios debellandos neque rudis neque nouus accedit. Nam, duceconsaluo Fernando, qui Neapolitano regno incredibili uirtute potitus est, Cephaleniam inEgeo mari a gente obstinatissima recepit, in Africa portus magno labore adeptus est. InEuropae calce a Beticae regno, quod duodecim ferme annorum bello subiegit, impietatemnostrae fidei inimicam et expugnauit et expulit».

43. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 332: «[…] ille, inquam,Deus, qui gemellos ab Amulio expositos et ab aquis seruauit incolumes et a Faustuloeducandos curauit impulitque ut urbs ducto sulco conderetur, a regibus poetea septem auge-retur, eoque magnitudinis nunc sub consulibus, nunc sub Caesaribus cresceret, ut uniuersi

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du discours, au centre même de la théologie historique impériale par quoiGilles de Viterbe essaie de rendre à l’Eglise, en accord patent avec lesvisées politiques de Jules II, le nom d’Empire à défaut de la chose. Cetteinterprétation de l’histoire –saisie non seulement dans ses coordonnéesscripturaires mais aussi littéraires, parmi lesquelles la seconde moitié del’Enéide acquiert un statut exorbitant aux côtés de Platon et bientôt de lakabbale– est si bien consubstantielle à sa pensée que l’élection d’un pontifetoscan (traduisons «étrusque») en 1513 devait enflammer ses facultés d’in-vention exégétique et lui faire attribuer la première place à ce schème dansla grandiose scansion séfirotique de l’histoire universelle sub specie caba-listica qu’est l’Historia viginti saeculorum.

La péroraison de cette première étape que forme pour sa part le Libellusde 1507-1508 porte en revanche de façon significative sur le gouverne-ment des peuples, comme pour inciter le lecteur, au besoin, à une lecturethéologico-politique de ce qu’il conviendrait en vérité d’appeler un traité.Posant qu’il y a trois catégories de peuples à gouverner –les premiers obéis-sent toujours, les seconds demandent pardon de ne pas avoir toujours obéiet les troisièmes n’obéissent ni ne demandent pardon– Gilles est d’avis quel’optimus princeps donne la paix aux premiers, pardonne aux seconds etréduit les autres par la guerre44. Jules II, dit-il, a l’expérience des trois poli-tiques et à chacune a correspondu un discours de Gilles. L’un eut lieu àPérouse et Gilles célébra la paix retrouvée sous le pacifique chêne julien45.Un autre, à Bologne, qui se refusait au pape, si bien qu’une fois prise elleimplora le pardon du pontife, que Gilles encouragea à écouter les cris decette nouvelle Rachel46. Quant aux mers des Indes, entêtées et opinâtres,

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fere orbis terrarum regina orbis terrarum ac denique omnium regem susciperet, qui statuitpenes hanc unam ciuitatem esse uniuersi imperium, in qua perpetua imperatoris sedesstatuenda erat, qui olim, ut ad rem nostram redeamus, e septem Isai filiis postremum mini-mumque euexit Dauid, ille ipse Deus, a quo haec omnia ita dudum sunt facta, nostra autemtandem aetate e septem illis ad quos, ut diximus, Lusitaniae regnum pertinebat, omniumultimum postremumque delegit Emanuelem». Notre traduction pour le fragment nunc subCaesaribus… statuenda erat.

44. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 337: «[…] alii principibusobtemperant semper; alii, quod quandoque non paruerint, ueniam petunt; nonnulli necparent nec ueniam petunt unquam – optimi principis est primis quidem pacem, secundisueniam dare, alios bellica necessitate domare».

45. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 338: «[…] Perusiaecoepimus.[…] omnia tranquillissima pace confirmasti. […] de pace et pacifera quercu tuadisserui».

46. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 388: «Cum illic [i. e. Bononia]de data uenia orationem haberem, hortatus te sum ad Rachelis ploratus audiendos […]».

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le roi Manuel a dû les contraindre à vivre l’âge d’or47. La raison de cetexposé en forme de péroraison? C’est que Gilles trouve ces mêmes prin-cipes de gouvernement dans les trois vers de l’Enéide (VI, 851-3) où Virgile,par la voix d’Anchise, aux Champs-Elysées, définit le programme de lapaix augustéenne: «à toi la direction des peuples sous ton empire, Romain,souviens-t-en (ce seront là tes arts), et de donner ses règles à la paix: épar-gner les soumis et vaincre les superbes à la guerre»48.

Il convient d’évoquer, même brièvement, avant que nous ne nous inté-ressions à la place de la péninsule ibérique dans la théologie de l’histoirede Gilles de Viterbe, l’oratio qu’il prononça à la demande de Jules II le 25novembre 1512, dans l’église augustine de Santa Maria del Popolo à Rome,afin de célébrer la conclusion d’un traité entre le Sacerdotium et l’Imperiumincarné en l’empereur Maximilien Ier, un résultat inattendu dans le contexteanti-romain du Concile schismatique réuni à Pise l’année précédente parLouis XII avec l’assentiment de Maximilien, qui eût toutefois voulu qu’il seréunît dans une ville d’Empire49. Nous comprenons certainement mieux lechoix du pontife, qui ne tint pas qu’aux dons oratoires de Gilles, si nousgardons en mémoire le Libellus dont nous venons de parler. Gilles en effet,sans que l’Espagne joue un grand rôle dans ce discours antérieur au cumulde la dignité royale espagnole et impériale germanique dans les mains deCharles Quint, y compose une louange du pape et de l’empereur qui pour-suit sa réflexion sur le partage des pouvoirs temporel et spirituel, un partaged’autant plus exactement rapporté au dessein providentiel que l’on nevoyait plus alors qu’il pût se faire au bénéfice de l’Eglise. La Providence,qui sauve Rome de dangers imminents et lui procure l’amitié de l’empe-reur, fournit la toile de fond à l’invention théologique de l’orateur sacré quiassimile la lumière salvatrice de ce traité à celle de la Genèse (1, 2), à celledu Soleil intelligible platonicien et à celle de l’évangile de Jean (1, 9)50.

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47. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 388: «Nunc cum Lusitanusrex Indica illorum maria uicerit, superbos contumacesque animos domuerit, atque aureamuitam agere iusserit […]».

48. J. O’Malley, «Fulfillment of the Christian Golden Age», p. 388: «Has uero tres insti-tutiones, quibus in has tres gentes foelicissime usus es, a Latino scriptore constitutas inuenio,ubi optimi principis mores in rebus a te praeclare gestis recognosces […]: Tu regere imperiopopulos, Romane, memento / (Hae tibi erunt artes) pacique imponere morem, / Parceresubiectis et debellare superbos».

49. Clare O’Reilly, «Maximus Caesar et Pontifex Maximus. Giles of Viterbo proclaimsthe alliance between Emperor Maximilian I and Pope Julius II», Augustiniana, 22 (1972), p.80-117 (introduction p. 80-99).

50. La métaphysique de la lumière chez Gilles de Viterbe est d’origine ficinienne.A propos de sa constitution et de son exposé dans les trois traités de Ficin Quid sit lumen,

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Jamais la suprémacie spirituelle du pape n’avait été plus menacée qu’aulendemain du dimanche de Pâques sanglant de Ravenne le 11 avril 1512,malgré l’aide fournie par le roi Ferdinand d’Espagne et, aussi soudaine-ment qu’au jour de la Création, le Concile de Latran s’était ouvert, les arméesennemies s’étaient évanouies et le Concile de Pise dissipé. Faisant preuvede la même fantaisie rigoureusement exégétique que dans le Libellus, Gillesassocie la lumière de la première journée de la Genèse à celle qui jaillit del’ouverture du Concile du Latran; la voute du ciel qui sépara les eaux ledeuxième jour, au signe de condamnation du Concile de Pise offert parcelui du Latran; les premiers fruits de la terre au troisième jour, aux fruitsdu même Concile. Tandis que beaucoup de héros de l’Ancien Testamentvainquirent par le fer, les armées françaises furent vaincues sans combattreet le traité est proclamé dans un temple (Santa Maria del Popolo) consa-crée à Celle dont sortit le Sol longe melior, le Soleil christique, comme lesoleil du quatrième jour. Suit une profuse louange de Maximilien, aprèslaquelle Gilles revient au thème de la lumière en comparant le pape etl’empereur aux deux grands luminaires et en les appariant grâce à leurtitre: Maximus Caesar et Pontifex Maximus. Ces deux pôles où s’aimantentles pouvoirs temporel et spirituel n’en sont pas moins complémentairespour être chacun sans partage et doivent œuvrer ensemble pour luttercontre le schisme qui menace, favoriser la réforme de l’Eglise et combattrele Turc dont Gilles peint en politique la tactique d’encerclement de l’Eu-rope chrétienne avant d’exhorter ses princes à la concorde et de rappelerau pape et à l’empereur leurs devoirs: «Souvenez-vous que vous êtesromains, l’un Pontife et l’autre César! Il appartient au Pontife d’apaiser parla religion les affaires intérieures» –entendons: intérieures à l’Empire chré-tien– «au César, de régler par la force les affaires extérieures; l’une et l’autrechoses sont bien romaines: épargner tous les sujets chrétiens comme vaincreà la guerre le Mahométan superbe et révolté»51. Cette application aux tempsprésents d’un vers de Virgile (En. VI, 853) sur l’art romain de gouverner,déjà employé dans le Libellus dans un contexte semblable, ne doit rien

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De lumine et De sole, voir Marc Deramaix, «Lumen in oculo. Physique et métaphysique dela lumière et de la vision dans trois traités de Marsile Ficin», dans La Vision dans l’Antiquité.Actes de la journée d’étude de l’E.R.A.C. (Université de Rouen, 25-26 septembre 2003), éd.Laurence Villard, Rouen, à paraître. Pour le résumé concis qui suit, on se reportera au textemême, assez bref, comme à l’introduction de l’éditrice.

51. C. O’Reilly, «Maximus Caesar», p. 108-109: «Mementote Romanos uos esse, alterumPontificem, Caesarem alterum! Pontificis est religione interna pacare, Caesaris esterna subii-cere; utrunque certe Romanum, et subiectis Christianisque omnibus parcere, et superbuminsurgentemque Maumetem debellare».

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aux rêveries de croisades ou aux lieux oratoires contemporains: elle sertd’introduction à un saisissant portrait sallustéen du sultan Soliman qu’uneénergie diabolique anime pour la perte du monde chrétien et la conquêtede l’Europe entière, de l’Afrique et de l’empire mondial, avec une furiaaccrue par la crainte de voir sous les murs de Byzance les armées du roiFerdinand d’Aragon victorieuses sur les côtes d’Afrique du Nord s’il ne lesdéfait pas au plus vite52. Enfin, parce que l’autorité la plus haute se trouvepour Gilles dans les mains du pape, la péroraison, qui n’est que pour JulesII, souligne que ce n’est qu’en réformant l’Eglise (Gilles de Viterbe l’a ditsix mois plus tôt en ouvrant le Concile du Latran le 3 mai 1512)53 et enunifiant les forces chrétiennes contre le Turc que le pontife pourra assurerla stabilité, la durée et le bonheur de la victoire que Dieu seul lui a donnée,de l’alliance avec l’empereur, de ses Etats, de sa personne, de son ponti-ficat, du temple qu’il élève au ciel (nous allons retrouver la Fabbrica diSan Pietro dans l’Historia viginti saeculorum), de sa famille, de sestombeaux, de ses trophées54. Sans cette oratio de 1512 qui offre en modèled’énergie conquérante et non plus défensive à l’empereur du Saint Empire

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52. C. O’Reilly, «Maximus Caesar», p. 109-110: «[…] non modo christianam rem se perdi-turum sperat, uerum etiam palam iactitat Europam atque Africam et ipsum denique orbisterrarum imperium adepturum? Accedit ad hoc gloriae studium et religio et metus et ingensillata iniuria dirae sectae in erepta Africae maritima ora Ferdinandi Aragonum Regis opera,cuius et animum pietate fidelem et uires successu rerum auctas aut statim opprimendas autad ipsa Bizantii moenia expectandas uidet». A propos des nouvelles possessions espagnolessur la côte africaine sous le roi Ferdinand au tournant du Quattrocento et du Cinquecento,voir par exemple Rafael Gutiérrez Cruz, Los presidios españoles del norte de Àfrica en tiempode los reyes católicos, Melilla: Consejería de Cultura, Educación, Juventud y Deporte, 1997(ce fait colonial réapparaît chez Gilles dans l’Historia viginti saeculorum, cf. infra à proposdu secundum bonum).

53. Voir plus haut la note à ce sujet.54. C. O’Reilly, «Maximus Caesar», p. 112: «Quamobrem si partam diuino munere uicto-

riam, si hunc diem, si magni Caesaris foedera, si supplicem hanc rempublicam tuam, si te,si res gestas, si illud quod caelo aequas templum, si posteros, si monumenta, si trophaea, situa denique omnia stabilia, aeterna, felicissima esse cupis, compone nostra omnia, tolleintestina mala, emenda mores, luxum, licentiam, flagitia, odia praeterea, discordias, arma erepublica prorsus aufer et, compositis rebus pacatisque uera sanctaque pace principibus,quicquid christianarum est uirium collige et ad imminens Maumethis periculum diramquepestem opprimendam accede». Il semble bien que l’éditrice de ce discours se soit mépriseen rendant, dans la paraphrase de son introduction, monumenta et trophea par «the monu-ments and memorials of the past greatness of Rome». Il s’agit plutôt des tombeaux de JulesII lui-même et de son parent Sixte IV, objets d’une gestation tourmentée, ainsi que des monu-ments figurés à la gloire de la famille Della Rovere placés à Santa Maria del Popolo qui étaitdevenue sous le pontificat de Sixte IV une sorte d’église gentilice.

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la reconquête espagnole sur les Maures étendue aux rivages d’Afrique nouscomprendrions malaisément comment Gilles de Viterbe en viendra à conce-voir dans la Scechina un Empire chrétien mondial et providentiel destinéà Charles Quint.

En 1517, dans un paysage en partie renouvelé, Gilles fut contraint d’aban-donner la direction de l’ordre des augustins quand il fut créé cardinal parLéon X. Ce pontife, pour solliciter l’adhésion des monarques espagnol etportugais, l’envoya en effet en qualité de légat extraordinaire dans la pénin-sule, où il aborda à Barcelone le 13 juin 1518 précédé d’une réputation deplus grand orateur sacré de son temps, comme l’affirmait un bref rédigé parPietro Bembo à l’intention de Charles Quint, qui conçut pour lui une grandeadmiration. Son ambassade obtint ce résultat que l’Espagne adhéra à latrève quinquennale en vue de la croisade contre le Turc et que le roi écrivitau pape pour l’assurer qu’il jetterait toutes ses forces dans cette entreprise,formalisée grâce à Gilles de Viterbe dans un traité secret d’alliance défen-sive perpétuelle avec Rome. Mais le décès de l’empereur Maximilienchangea la donne: après que Charles Quint fut entré en compétition avecFrançois Ier pour la succession à l’Empire et face au double jeu du Vaticandans cette affaire, le cardinal reçut l’ordre de s’en retourner en Italie sansse rendre au Portugal, où une épidémie de peste s’était déclarée.

Nous rappelons ces quelques faits pour suggérer que Léon X en 1518ne dut pas plus que Jules II en 1512 se fier aux seules qualités oratoiresde Gilles dans ce contexte. Il savait en revanche fort bien à cette datecomment le théologien qui venait d’accéder à la pourpre avait développésa théologie politique impériale en une théologie de l’histoire bâtie sur lesmêmes fondations. En effet, la légation dans la péninsule ibérique inter-rompit de manière définitive la rédaction du traité connu sous le titre d’His-toria viginti saeculorum, auquel Gilles de Viterbe avait travaillé depuisl’élection de Léon, dédicataire de l’œuvre, au trône de Pierre en 1513. Sansdoute ne sera-t-il pas inutile d’exposer son objet et sa méthode.

L’Historia viginti saeculorum est une histoire de la Providence, scrutéedepuis le belvédère vatican et depuis le Janicule sur la rive étrusque du Tibred’où doit régner sur un Empire dilaté aux dimensions du monde un pasteurétrusco-toscan, qui sera le fils de Laurent le Magnifique55. Cette théologie

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55. L’Historia viginti sæculorum nous est transmise dans un manuscrit autographe(Naples, Biblioteca Nazionale, IX B 14) et dans cinq apographes connus aujourd’hui (Naples,Biblioteca Nazionale, IX B 12; Rome, Biblioteca Angelica, Lat. 351 et Lat. 502; Dresde, Säch-sische Landesbibliothek, F 48; Paris, Bibliothèque Nationale, fonds latin 597). Pour une étudeecdotique et historique, on se reportera à M. Deramaix, «Spes illae magnae». On pourra

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de l’histoire rétrospectivement prophétique a pour méthode l’exégèse despsaumes un à vingt. Elle est conduite pour y saisir les articles d’une théo-logie ésotérique qui lui paraît d’autant plus solidement vérifiée qu’elletrouve à se soutenir chez Pythagore, Platon et Virgile, tous théosophesdépendant selon Gilles d’une sapience théologique étrusque postulée parAnnius de Viterbe dans ses Antiquitates publiées en 1498 et reconduitepar notre théologien à une ascendance censément araméenne, donc kabba-listique, des Tyrrhéniens. Le dévoilement du dessein providentiel s’opèreselon un patron décimal organisé en deux fois dix saecula ou «époques»du monde. La première série correspondant aux dix premiers psaumess’achève à l’Incarnation du Christ et la transition du neuvième au dixièmesaeculum se produit au moment où Auguste rend la paix au monde et oùVirgile poète de Rome caput mundi invente l’écho eschatologique de cetteconcorde retrouvée, une époque où la Rédemption et l’Eglise primitive,jusqu’au pontificat de Sylvestre Ier et au principat de Constantin, donnentleur sens providentiel à l’Empire mondial de Rome, de ses arts, de sesLettres et sciences. La seconde Grande Année du monde est contenue dansles psaumes onze à vingt, prophétiques d’une itération perfectionnée dela première. Au début du second dixième âge répondant au psaume 20(19 de la Vulgate) et inauguré par l’élection de Léon X, les vertus propresdes règnes du Christ et d’Auguste doivent se fondre dans une Rome chré-tienne rendue à son prestige mondial et encyclopédique. Cette progres-sive révélation peut bien emprunter à la tradition pythagoricienne et sibyllinela conception d’un Magnus Annus climatérique de nature décimale (lescogitations étrusco-pythagoriciennes ou gréco-hébraïques contemplèrentla finitude parfaite sous la forme d’un cycle), elle est redevable au premierchef aux dix séfirot, qui sont les attributs de la nature de Dieu et les nomsque la Kabbale donne à ses énergies. Gilles de Viterbe veut que l’avenirde l’Eglise et du monde soit le reflet de l’action des séfirot opérée selon leurpropre hiérarchie décimale. Que l’histoire chemine inexorablement verssa perfection eschatologique n’empêche pas qu’elle connaisse une révo-lution cyclique de nature hésiodique dont les époques dégénèrent de l’orau fer avant le retour de l’Age d’or, qui ne saurait être identifié qu’aux

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consulter de façon générale Michael Creighton, History of the Papacy during the Period ofthe Reformation, Londres: Longmans, Green & Co, 1887, vol. IV p. 279-287; E. Dotson, «AnAugustinian Interpretation», p. 233-256 et 405-429; M. Reeves, «Cardinal Egidio of Viterbo»,p. 144-148; V. De Caprio, La tradizione e il trauma; R. Alhaique Pettinelli, Tra antico emoderno, p. 65-75; E. Massa, L’eremo, p. 152-153, 238; G. Savarese, «Egidio da Viterboe Virgilio», p. 138 et suiv.; A. Collins, «The Etruscans», p. 348 et suiv.

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origines de l’Eglise modèles de toute réforme religieuse. Cette conceptionpessimiste sauf en sa fin sauve cependant Rome en assurant que la Provi-dence l’a depuis toujours choisie pour Israël véritable dont le Mont Sionest la colline vaticane sue la rive étrusque du Tibre, où le second et dernierdixième saeculum –celui de Malkut, la séfirah de fondation identifiée à laShekinah inférieure qui est Présence glorieuse de Dieu parmi les hommes–doit accomplir les volontés de Dieu dans une Terre Sainte des bords duTibre étrusque où l’époque augustéenne renaît sub specie christiana56.

Dans l’exégèse du psaume 19 (18 selon la Vulgate), prophétique dusecond neuvième âge qui prend fin avec la mort de Jules II en 1512, Gillesdévoile les signes qui, à la fin de cette époque placée sous le signe dudivin Soleil et des disciplines des Muses, annoncent le second dixième âgecommencé avec Léon X57. De ces signes au nombre de cinq et nommés bona

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56. Pour le Magnus Annus, voir Platon, Timée et Cicéron, Rép. 6, 22, 24. Pour sa scan-sion décimale en sæcula, voir Servius, ad Buc. IV, 4. Voir Varron chez Censorinus, De dienatali 17, 5 au sujet de la Grande Année dans les théories étrusco-pythagoriciennes et Varron,De gente populi Romani chez Augustin, Civ. Dei 22, 28 à propos de la conception d’un cycleséculaire chez les Sibylles gréco-hébraïques alexandrines. En dehors des deux traités que Gillesde Viterbe consacra formellement à la kabbale (Scechina e Libellus de litteris Hebraicis, éd.François Secret, Rome: Centro Internazionale di Studi Umanistici, 1959). Pour le premier,voir la fin de la présente étude et au-delà du caractère introductif de l’étude de J. O’Malley,Giles of Viterbo, on consultera Joseph Leon Blau, The Christian Interpretation of the Càbalain the Renaissance, New-York: Columbia University Press, 1944; Georges Vajda, Introduc-tion à la pensée juive du Moyen Age, Paris: Vrin, 1947; François Secret, «Le symbolisme de laKabbale chrétienne dans la Scechina de Egidio da Viterbo», dans Umanesimo e Simbolismo,Archivio di Filosofia (1958), p. 131-154; François Secret, Le Zohar chez les kabbalistes chré-tiens de la Renaissance, Paris: Mouton, 1958, p. 113 et suiv.; Georges Vajda, Recherches surla philosophie et la Kabbale dans la pensée juive du Moyen Age, Paris: Mouton, 1962; F. Secret,Les kabbalistes chrétiens de la Renaissance, p. 106-126; F. Secret, «Notes sur Egidio da Viterbo»;F. Secret, «Egidio da Viterbo»; Geneviève Javary, Recherches sur l’utilisation du thème de laSekina dans l’apologétique chrétienne du XVème au XVIIIème siècle. Thèse présentée devant l’Uni-versité de Paris IV le 4 février 1976, Lille: Atelier de reproduction des thèses de l’Universitéde Lille III, Diffusion Librairie H. Champion, 1978, p. 27-30; Giulio Busi, La qabbalah, Rome-Bari: Laterza, 1998; Giulio Busi, Simboli del pensiero ebraico. Lessico ragionato in settantavoci, Turin: Einaudi, 1999, p. 344-352. Quant au vaste sujet, peu étudié, de l’influence quele mode d’exposé de la kabbale eut sur le régime propre de l’expression littéraire du senti-ment religieux chez les lettrés tel Sannazar (cf. supra pour une esquisse bibliographique),voir M. Deramaix, «Phœnix et ciconia»; M. Deramaix, «Renouantur sæcula»; M. Deramaix, «Spesillae magnae»; M. Deramaix, «Si psalmus inspiciatur»; M. Deramaix, «De l’Enfantement de laVierge, Royne des Vierges»; M. Deramaix, «Arabum merces».

57. Toutes les transcriptions de l’Historia inédite sont extraites de l’édition critique quenous préparons (on trouvera ici le dernier état du texte voulu par Gilles de Viterbe. La ponc-tuation a été modernisée. Nous conservons l’orthographie et les majuscules du manuscrit mais

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quinque ou «cinq bienfaits», seuls les deux premiers intéressent directementla place de l’Espagne et du Portugal dans la théologie de l’histoire chezGilles de Viterbe: praedicatio ad gentes et retributio (ou encore uictoriae)58.Achevant leurs types classiques connus sous les espèces de l’Empire romainprodrome de l’empire de la foi mais en les perfectionnant par leur proxi-mité même avec les fins dernières, ces deux premiers bona, conformé-ment à la méthode que nous avons exposée, sont déduits de deux versetsdu psaume 19. C’est ainsi que le verset 5, «in omnem terram exivit sonuseorum» («dans toute la terre s’est répandu leur bruit») se voit mis en regarddu premier bonum, la praedicatio ad gentes que permettent depuis 1492les voyages maritimes de découverte faits en direction du couchant par lesEspagnols et vers le levant par les Portugais. Les routes (exivit) poursuiviesen sens contraires vers l’ouest et l’est par les marins des rois Ferdinand etManuel se complètent afin que les évangiles puissent être entendus (sonuseorum) dans tous les cantons de la terre (in omnem terram) ainsi acces-sibles à la gloria Dei. De cette façon, le premier bonum prophétisé dansle psaume accomplit à la fois l’un des signes du passage imminent ausecond dixième âge mais aussi l’un des noms de la Shekinah qui présideà ce dernier puisqu’elle est l’Inhabitation de Dieu parmi les hommes et saPrésence, redite sous l’épithète du Christ Emmanuel («Dieu avec») et dansle nom de son antitype moderne le roi de Lusitanie Manoel59. Le verset 12

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nous ajoutons des majuscules aux noms propres si nécessaire). Naples, Biblioteca Nazionale,IX.B.14, f. 107r: «Agendum iam nobis est de nono seculo ac psalmo post ortum deum nono, […]ea imprimis docere cur Diuini Solis et Musarum Musiceque discipline peculiaris esse uideatur».

58. L’Historia offre deux listes des bona quinque avec quelques variantes dans lestermes. Une première au f. 114v: «praedicatio ad gentes, uictoriae, templum inchoatum, lexcognita, elegantia laudum diuinarum et une seconde au f. 119r: «praedicatio, retributio,Templum, lex immaculata, eloquia».

59. Ff. 119r–119v. Voir f. 119v: «Primum ergo nono saeculo Emanuel Lusitaniae rexnavigationem a maioribus suis institutam secutus, per Canarias Fortunatasque insulas Oceanumingressus, externa Africae littora peragravit omnia in Persicum usque sinum et Rubrum mare.Conversus inde ad Indicum, inuenta Taprobane aliisque insulis, eo usque in orientem solemprogressus est donec Hispanis obvius factus, qui occidentem secuti solem fuerant, ambitumuniversum nobis ostendit. Miserat enim Ferdinandus Aragonum rex Hispanos suos ut occi-duum Oceanum, quoad eius fieri poterat, explorarent. Qui multis inventis insulis imposi-tisque nominibus nunquam destiterunt donec tantum in ambitu Oceani et orbis terrarumcognoverunt quantum Lusitanis deesse intellexerunt. […] solo hoc psalmo dicitur in omnemterram exisse sacrum sonum (19, 5) cum solum hoc saeculo orbis sit omnis cognitus adquem in universum ambitum horum regum pietas christiana signa circumtulit. […] Nunquamin orbis fines Apostolorum verba perlata sunt nisi quum inventi sunt fines atqui hoc primumsaeculo absolutus est circuitus, hoc primum iunctus est initio finis, hoc primum ad primvestigia velut ad navigationis orbisque fines penetratum est. Quam ob rem nunquam hactenusplenius dici potuit in fines orbis terrae verba eorum (19, 5)».

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«in custodiendis illis retributio multa» («il y a à les garder une grande rétri-bution»), quant à lui, est rapproché des conquêtes territoriales (in custo-diendis illis) nécessitées par cette évangélisation et des récompenses(retributio ou victoriae) ainsi obtenues qui prêtent leur nom au deuxièmebonum, dont font les frais les Maures d’abord chassés d’Espagne puis pour-suivis sur les côtes d’Afrique du Nord où les Espagnols prennent pied maisaussi par les Portugais installés de Madagascar à Ceylan60. Ainsi le secondbonum, promesse d’un empire chrétien dilaté aux dimensions du mondemaintenant connu dans son entier et antitype imminent de son modèleantique, fait-il advenir le Regnum attendu, soit Malkut en hébreu et nomde la dixième séfirah identifiée à la Shekinah inférieure.

Dans le traité intitulé Scechina composé par Gilles à partir de 1530, laShekinah homonyme devait occuper tout l’espace et révéler les mystèresde la kabbale à Charles Quint élu pour régir l’empire chrétien mondial61.Cette révolution nous permettra de conclure provisoirement sur l’importancecroissante de la péninsule ibérique dans la pensée théologico-historiquede Gilles de Viterbe, du début du Cinquecento aux lendemains du Sac deRome pendant lequel il fut l’un des rares à faire preuve d’énergie et dansune Europe dont l’assiette avait changé sous ses yeux. Heureux un tempsde voir s’élever les astres espagnol et portugais dans le ciel politique chrétien

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60. Ff. 120r: «(2 [sic] secundum bonum / Retributio multa / Regnorum recuperatio etacquisitio): Nam Ferdinandus Beticam primum suis regnis insitam, diu antea a Mauris occu-patam, bello aggreditur, multis proeliis atterit, diutinis oppugnationibus suam facit, deincepsvictoriae gloria incensus fretum Gaditanum transmittit, in Africam traiicit, copias traducit,Massachibirium, Oranum, Tripolim et quicquid denique in littorali Africa situm est prope vicapit. At Emanuel per Oceanum Atlanticum delatus a Gadibus usque in Rubrum mare ignotisantea itineribus ad Asiaticas gentes debellandas se confert, ubi plurimis victoriis potitus etaromatum mercaturam in Lusitaniam transfert et gentes victas Christianorum subire iugumcogit […] ut quod nulla aetas, nulla vis, nulla virtus non Romanorum, non Graecorum, nonaliorum quos novimus Barbarorum assequi unquam potuit, nono huic saeculo daturum fuissedeum nonus cecinit psalmus quum in eo ait spiritus in custodiendis illis retributio multa(19, 12). […] Ferdinandus atque Emanuel, uterque adversus hostem pietatis pugnans, uterqueservus tuus custodit ea (19, 12). Verum in custodiendis illis retributio multa (19, 12), non modoquae in caelo promissa est gloriae sed quae est in terris collata victoriarum». Pour les conquêtesespagnoles dont il est parlé ici, voir R. Gutiérrez Cruz, Los presidios españoles del norte deÀfrica, et, pour les portugaises, Jean Aubin, Le latin et l’astrolabe, vol. I, Paris: Centre CulturelCalouste Gulbenkian, 1996; vol. II, Paris: Centre Culturel Calouste Gulbenkian, 2000.

61. Scechina e Libellus de litteris Hebraicis. Sur la reviviscence de la symbolique impé-riale médiévale et son fondement messianique, inséparables du couronnement de CharlesQuint à Bologne en 1530 – l’année où Gilles commence le traité Scechina, voir Juan CarlosD’Amico, Charles Quint maître du monde entre mythe et réalité, Caen: Presses Univ. deCaen, 2004.

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LA THÉOLOGIE DE L’HISTOIRE DE GILLES DE VITERBE 119

où il guettait les signes d’une réaction contre la réalité du péril turc, ilcomprit sans doute grâce à la rencontre avec Charles Quint et certaine-ment devant les luttes entre les princes chrétiens pour le titre impérial qu’ildevenait impossible de maintenir la rêverie d’une reviviscence antiqueétendue au pontificat: l’Europe ne reverrait pas la Rome augustéenne sousles espèces d’un Empire chrétien uni autour du trône du Caesar PontifexMaximus et défendu par autant d’imperatores qu’il y avait de rois. Elle verraitbien plutôt en actes la partition médiévale des pouvoirs entre le pontifeet l’empereur et la Shekinah soucieuse du sort des hommes qu’elle aimes’adresser sans détour au seul Charles Quint.

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UN HUMANISTA SEFARDÍ EN NÁPOLES.LEÓN HEBREO Y SUS DIÁLOGOS DE AMOR:

UN HOMBRE Y UN TEXTO ENTRE DOS MUNDOS

JAMES NELSON NOVOA(Pisa)

L A FIGURA y la obra de Yehudah Abarbanel, más conocido comoLeón Hebreo, son de enorme interés para estudiosos de las relacionesliterarias y culturales italo-ibéricas al comienzo del siglo XVI. Sus

Diálogos de amor distan de ser una simple curiosidad libresca. El hecho quela obra de un literato sefardí, formado en Portugal y España alcanzara unéxito indiscutible en la cultura europea del periodo renacentista, con trestraducciones castellanas impresas y dos inéditas, dos francesas, una latinay nueve ediciones italianas tan sólo en el siglo XVI, es ya motivo suficientepara estudiarla. Sin embargo, por su contenido y por las circunstancias desu composición, redacción y publicación, los Diálogos de amor de LeónHebreo merecen una mención aparte. Se trata de una figura singular, unhijo, sin lugar a dudas de su contexto y su tiempo, pero precisamente porsituarse a caballo entre el ocaso de la cultura sefardí en España y la domi-nación aragonesa en el sur de Italia.

En esta insigne figura la tradición hispano-judaica abraza la cultura delRenacimiento italiano al hacer circular sus Diálogos de amor en lenguaitaliana y al adoptar el género literario vigente de la época, común a lasobras con ambiciones filosóficas como a las muestras del arte de la civileconversazione, cultivada en torno de la vida de las cortes en la primeramitad del siglo XVI. Marcados por un enorme sincretismo, por su decisiónde adoptar las corrientes filosóficas del momento, al igual que sus temas

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predilectos y sus topoi, en su ideario de raigambre judaica, León Hebreodemuestra una apertura inaudita hacia el nuevo mundo donde se encontrótras su exilio de la Península Ibérica. Por las circunstancias de su vida perotambién por la genialidad de su figura, en él confluyeron el canto de cisnede la cultura sefardí en el suelo ibérico y aquel periodo histórico contra-dictorio y complejo que se ha llamado Renacimiento.

Los datos biográficos certeros de Yehudah Abarbanel son pocos. Nacidoen torno a 1460, en Lisboa, el hijo del último gran exégeta y filósofo sefardí,además de influyente figura política, Isaac Abarbanel (1437-1508), Yehudahrecibió una esmerada formación humanística y religiosa. La familia Abar-banel era una vieja estirpe peninsular y el bisabuelo de Yehudah, SamuelAbarbanel, por ejemplo, había gozado de la confianza de tres reyes caste-llanos en el siglo XIV1. Médico de formación, gozó, gracias a sus estudiosy al prestigio de su padre, de una amplia cultura humanística, fuertementeinfluida por el humanismo ibérico además de la filosofía judía e islámicaen aquel momento histórico que vio el ocaso de la presencia sefardí enEspaña y Portugal2. Isaac ostentaba un importante cargo público en la cortedel rey Afonso V, que perdió bajo su sucesor João II, quien lo acusó dehaber estado comprometido en un conspiración contra el monarca portu-gués. Esto lo obligó a huir a España en 1483 con su familia. En poco tiemposu padre amasó una respetable fortuna económica en tierras castellanas,gracias a la cual ganó la confianza del cardenal Pedro González de Mendozay los Reyes Católicos, estableciéndose en Alcalá de Henares y ayudandoa subvencionar la toma de Granada de 14923. De la vida y las actividadesde Yehudah en estos años nada se sabe y, pese a la fantasía de algún queotro estudioso, hasta ahora no nos han llegado testimonios seguros. Tantosus Diálogos de amor como sus poesías en hebreo que nos han llegadodemuestran la amplia cultura filosófica y clásica de Yehudah al igual queuna indiscutible destreza en el manejo de la lengua hebrea, ambas, podemossuponer, que poseía antes de dejar España en 14924.

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1. Eric Lawee, Isaac Abarbanel’s Stance Towards Traditions. Defence, Dissent andDialogue, Nueva York: State University of New York Press, 2003, págs. 9-10.

2. Sobre la huella del humanismo ibérico, véase el artículo de Eleazar Gutwirth: «DonIshaq Abravanel and Vernacular Humanism in Fifteenth Century Iberica», Bibliothèque d’Hu-manisme et Renaissance, 60.3 (1998), págs. 641-671.

3. E. Lawee, Isaac Abarbanel’s Stance, págs. 16-17.4. Las poesías son acesibles en la edición junto a estudio y traducción portuguesa de

Manuel Augusto Rodrigues, «A obra poética de Leão Hebreu. Texto hebraico com versão enotas explicativas», Biblos, 57 (1981), págs. 527-595.

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Con el edicto de expulsión de Fernando e Isabel, Isaac con su familiadecidió establecerse no en Portugal, el norte de África o el Imperio otomanocomo muchos de sus correligionarios, sino en Italia, en el Reino de Nápoles.Allí los judíos gozaban de una situación relativamente favorable durantesiglos, algo que fue confirmado durante la dominación aragonesa bajoAlfonso el Magnánimo y su hijo, Ferrante II, al menos en el caso de esteúltimo por su manifiesta simpatía hacia ellos5. Una fuente judía afirma queIsaac rápidamente entró al servicio del monarca aragonés, aunque nueva-mente no poseemos documentación que apoye semejante afirmación, algodebido, tal vez, a los numerosos estragos padecidos por los archivos napo-litanos. El primer dato seguro y significativo con respecto a la presenciade Yehudah en la ciudad partenopea es del año 1494 en que el sucesor deFerrante II, Alfonso II le concede a Yehudah y su familia los mismos privi-legios que los demás judíos residentes en la ciudad6. La irrupción del ejér-cito francés de Carlos VIII en el reino parece haber provocado la dispersiónde la familia pues mientras que el padre siguió el séquito del monarcaaragonés a Sicilia donde Alfonso II murió después de abdicar, en 1495, sinos hemos de fiar de una fuente literaria judía de mediados del siglo XVI,Yehudah se refugió por un tiempo en Génova donde ejerció la profesiónde médico7. Todo parece indicar que la estancia genovesa fuera corta yque durara de 1496 a 1497, año en que se juntara con su padre y familiaen Monopoli, puerto en la costa pullesa que, desde 1495 había pasado ala República de Venecia8. La siguiente noticia documentada sitúa Yehudahen Barletta en mayo del 1501, donde recibió un salvoconducto junto a su

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5. Para la situación de los judíos en el período aragonés en Nápoles véase el artículode David Abulafia, «The Aragonese Kings of Naples and the Jews», en The Jews of Italy.Memory and Identity, eds. Bernard D. Cooperman & Barbara Garvin, Potomac: UniversityPress of Maryland, 2000, págs. 82-106.

6. Nápoles, Archivio di Stato, Commune della Sommaria, vol. XXXVI, cc. 97r-98v.7. Se trata de la biografía de Isaac Abarbanel compuesta por Baruch Usiel Chasqueto,

Ma-jene ha-Jesuch ah, Ferrara: Abraham Usque, 1551, fol 3b, reproducido en el los docu-mentos en torno a León Hebreo recogidos por el estudiosos alemán Carl Gebhardt en suedición de la editio princeps, Leone Ebreo. Dialoghi d’amore. Hebräeische Gedichte. Heraus-gegeben mit einer Darstellung des Lebens und des Werkes Leones. Bibliographie, Register zuden Dialoghi. Übertragung der hebräischen Texte, Regesten, Urkunden und Anmerkungenvon Carl Gebhardt, Heidelberg: Winter, 1929, págs. 18-19.

8. Para las noticias biográficas véase el artículo fundamental de Isaia Sonne, «Intornoalla vita di Leone Ebreo», en Civiltà Moderna, 6 (1934), págs. 1-34. Sobre las vicisitudes delos puerto apulienses en aquellos años véase la contribución de Carol Kidwell, «Venice, theFrench invasion and the Apulian ports», en The French Descent into Renaissance Italy 1494-95. Antecedents and Effects, ed. David Abulafia, Cambridge: Variorum, 1995, págs. 295-308.

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padre para ir a Nápoles de parte del nuevo rey aragonés, Federico II (reyde 1495 a 1501)9. Si Yehudah aprovechó lo ocasión para alcanzar Nápolesno se sabe. Hubiera sido cuando menos difícil pues una nueva incursiónfrancesa por parte de Luis XII y española en junio del 1501 bajo el lide-razgo de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, en el Reino deNápoles hizo que el último monarca aragonés se rindiese a los francesesen aquel año. Todo parece indicar que, junto a su padre Yehudah estuvovinculado al Gran Capitán quien tenía su campamento, justamente enBarletta, hasta 150310.

El advenimiento del dominio español en Nápoles, con el Gran Capitáncomo primer virrey a partir del 16 de mayo 1504, hasta el 11 de junio 1507,fue un acontecimiento favorable para Yehudah. Parece que la confianzaganada durante la estancia en Barletta fue tal que éste hizo de Abarbanelsu médico personal en 1504, por lo menos si nos atenemos a las palabrasde su padre11. En torno a 1503 Isaac Abarbanel se había trasladado aVenecia, donde murió en 1508. Parece ser que Yehudah había vivido juntoa él en la ciudad de la laguna hasta aceptar el cargo del Gran Capitán12.Bajo la corona española asistimos allí a un deterioro progresivo de la situa-ción de los judíos que culminaría en la expulsión definitiva en 1541 detodo el Reino de Nápoles13. La presencia del rey Fernando el Católico enla ciudad de Nápoles, del 1506 al 1507, agudizó tal situación: quiso imponera los judíos una señal distintiva de tela de color rojo que se había de llevarexpuesto en el pecho además de esforzarse por su expulsión, medida a laque se opuso el Gran Capitán, alegando razones de índole económica14.

El 23 de noviembre 1510 se publicó un edicto de expulsión de los judíosdel Reino de Nápoles pero no fue consumada del todo, pues de ellaquedaron exentas doscientas familias judías que podían pagar una multade 3000 ducados cada año, mientras que alrededor de 30 000 judíos tuvieron

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9. Nápoles, Archivio di Stato, Collaterale Commune, vol. XVIII, fol. 143v.10. E. Lawee, Isaac Abarbanel’s Stance, pág. 23.11. Noticia que nos viene de su padre en una respuesta a unas preguntas del literato

y filósofo judío bizantino, oriundo de Creta, Saul Cohen Ashkenazi (1496-1523) recogida enC. Gebhardt, Regesten págs. 25-26.

12. I. Sonne, «Intorno alla vita di Leone Ebreo», págs. 26-31.13. El estudio más exhaustivo sobre la situación de los judíos del Reino de Nápoles

en este periodo es sin lugar a dudas el de Viviana Bonazzoli aparecido en dos partes, «Gliebrei del regno di Napoli all’epoca della loro espulsione I parte: Il periodo aragonese 1456-1499», Archivo storico italiano, 137 (1979), págs. 495-559, y «Gli ebrei di Napoli all’epocadella loro espulsione: II parte, Il periodo spagnolo (1501-1541)» Archivo storico italiano, 139(1981), págs. 179-287.

14. V. Bonazzoli, «Gli ebrei di Napoli all’epoca della loro espulsione: II parte», págs. 180-184.

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que salir del Reino entre 1510 y julio del 151115. Exactamente diez añosdespués, el 23 de noviembre 1520, «León Abravanel medico y su casa»aparecen relacionados con Nápoles nuevamente, cuando, en una serie dedirectivas procedentes de la corte concernientes a garantías a los judíosque aún permanecían en el Reino, se mencionó su nombre durante elvirreinato de Ramón de Cordona (Virrey entre 1510 y 1522). Junto con sufamilia, León Hebreo fue exonerado en 1520 de pagar dicha multa16. Mien-tras tanto existen datos que nos hacen pensar en su presencia en Ferraraen 1516 y Pesaro en 152017.

Las últimas noticias napolitanas de la vida de Yehudah nos vienen dadaspor el cronista veneciano Marino Sanudo en sus Diarii. Llevan a 1521,cuando se le confió la salud del destacado prelado y cardenal RaffaeleRiario de San Giorgio, aquejado de un mal que no podemos identificar18.Este fue encomendado a «Lion hebreo medico dil Vicerè» quien se ocupóde él durante los meses de marzo y abril. El mismo pasaje de los diarios deSanudo nos informa que fue Maestro Lion hebreo quien intervino ante elvirrey para contrarrestar el acoso de un fraile franciscano, Fra Francesco del’Angelina, quien pedía que se impusiese un gorro amarillo a los judíosdel Reino, como en Venecia19. Tristemente los esfuerzos de Abarbanelsolamente postergaron las medidas antijudaicas y el 28 de abril de 1521 sepublicó un decreto imponiendo el gorro amarillo a los judíos del Reino20.

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15. Vincenzo Giura, «Gli ebrei nel regno di Napoli tra Aragona e Spagna», en Gli ebreia Venezia. Secoli XIV-XVIII. Atti del convegno internazionale organizzato dall-Istituto distoria della società e dello stato veneziano della Fondazione Giorgio Cini, Venecia: Isola diSan Giorgio Maggiore, 1987, págs. 776-778.

16. Entre otras cosas los judíos presentes en el reino podían permanecer cinco años ycuarenta o cinquenta familias ricas del extranjero podían entrar en el Reino con tal de quepagaban el tributo estipulado. Las medidas están presentadas en el libro clásico sobre lahistoria de los judíos en el Reino de Nápoles de Nicola Ferorelli, Gli ebrei nell’Italia dall’etàromana al secolo XVIII, Reprodución de la edición de 1915, Bologna: Forni, 1966, págs. 224-225. La noticia sobre León Hebreo está presente en Nápoles, Archivio di Stato, Communedella Sommaria, vol. LXVI, fols. 155-156.

17. Heinz Pflaum, Die Idee der Liebe. Zwei Abhandlungen zur Geschichte der Philo-sophie in der Renaissance, Tubinga: Mohr, 1926, págs. 82-83.

18. Nacido en Savona, creado cardenal en 1477 por el Papa Sisto IV (1414-1484), fuede pastor de numerosas sedes, entre ellas, las de Cuneo, Pisa, Salamanca, Treguier, Osma,Savona, Pisa, San Giorgio y Ostia. Estuvo implicado en la conjura de los Pazzi en Florencia en1486 y la conjura contra el León X (1475-1521) por parte del cardenál senés Alfonso Petrucci(1492-1517) de 1517. Parece ser que el alivio que le procuró León Hebreo duró poco puesmurió en 1521. Véase I Diari di Marino Sanuto, eds. Federico Stefani, Guglielmo Berchet,Nicolò Barozzi, Venecia: Tipografia fratelli Visentini, 1891, vol. XXX, págs, 132, 189, 256.

19. I Diari di Marino Sanuto, vol. XXX, pág. 133.20. N. Ferorelli, Gli ebrei nell’Italia, pág. 226.

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Algunas fuentes no oficiales apuntan hacia una estancia romana. El prólogode la segunda de las traducciones en lengua castellana de los Diálogos deamor, de 1582, publicada en Zaragoza, a cargo del literato aragonés CarlosMontesa, menciona su presencia en Roma, donde gozó del favor deambientes eclesiásticos en la ciudad eterna entre los cuales era conocidopor su «[…] buena doctrina y dulce conversación»21. Una colección depoemas –compuestos por miembros de la Accademia Romana o personasrelacionados con ella– la mayor parte en latín, con uno en griego y otroen hebreo se imprimió en Roma en 1522. La composición en lengua hebreaestá atribuida a un tal Leonis Judei y el nombre Leo doctor hebreus apareceen el censo de Roma de diciembre 1526 y enero 152722. Una carta, fechada en1533, recientemente hallada, habla de un médico que vive en Roma, LeoniHebrejo a quien se le pide su intervención en materia amorosa23.

La última alusión a la vida León Hebreo nos confirma su muerte, acae-cida antes de 1535. Se trata de la dedicatoria a la editio princeps de los tresDiálogos de amor. En ella, Mariano Lenzi, miembro de la comunidad senesade Roma habla de las sombras que encubrían al Maestro Leone y susDiálogos de amor, de las cuales sacó la obra. Se la dedicó a una señora dela nobleza senesa, poetisa menor, Aurelia Petrucci24. En su dedicatoria,llena de alusiones mitológicas y de tópicos neoplatónicos, Lenzi claramente

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21. «El auctor se llamó León Hebreo, fue Medico y muy docto en todas facultades: aquien los Pontifices que alcançó siempre hizieron mucha merced porque residiesse en Roma,y pudiessen gozar de su buena doctrina y dulce conversacion», Philographia universal deltodo el mundo, de los Diálogos de León Hebreo, Traduzida de Italiano en Español, corre-gida, y añadida por Micer Carlos Montesa, Ciudadano de la insigne Ciudad de Çaragoça,En Çaragoça, en casa de Lorenço y Diego de Robles Hermanos, 1584, fol. 2v.

22. El libro en cuestión, compuesto por composiciones poéticas para celebrar lamemoria de Marc Antonio Colonna, muerto en 1522 durante el asedio de Milán, se tituló Lach-rime in M. Antonium Columnam. Véase el importante artículo de Carlo Dionisotti: «Appuntisu Leone Ebreo», Italia medioevale e umanistica, 2 (1959), págs. 425-428.

23. Se trata de una carta escrita por un médico Jacopo Tiburzio (Giacomo Tiburzi daPergola) y recogida por Ricardo Scrivano en su artículo «Platonismo, ebraismo e Caballa nelRinascimento: Leone Ebreo», en Il modello e l’esecuzione. Studi rinascimentali e manieris-tici, Nápoles: Liguori, 1993, págs. 122-123.

24. La hija del dictador senés, Borghese Petrucci (1490-1524) quien, por poco tiempo(entre 1512 y 1514) detuvo el poder en la ciudad toscana y la nieta del Signore di SienaPandolfo Petrucci (1452-1512) quien gobernó el estado toscano entre 1497 y 1512, estuvotambién emparentada con la familia Piccolomini. Un soneto suyo estuvo contendio en laprimera antología de poesías femininas en Italia, Rime diverse di alcune nobilissime e virtuo-sissime donne, a cargo de M. Lodovico Domenichi (Lucca, 1559). Véase mi contribución alestudio de esta figura: «Aurelia Petrucci d’après quelques dédicaces entre 1530 et 1540»,Bolletino senese di storia patria, 109 (2002), págs. 532-555.

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encuadra la obra de León Hebreo en la producción literaria culta delsiglo XVI, con pretensiones filosóficas para la cual el género del diálogo yla temática amorosa eran moneda común25. Esta primera edición corrió acargo de un destacado impresor, Antonio Blado d’Asola que desarrolló unagran actividad en la Roma de los Quinientos y quien publicó, además, losDiscursos, las Historias y el Príncipe de Nicolò Machiavelli, el Orlandofurioso de Ludovico Ariosto y numerosas obras clásicas de la literaturapatrística por encargo eclesiástico26. La obra publicada por Blado en 1535contenía tres diálogos que se titulan, respectivamente: D’amore e desiderio,Della comunità d’amore y De l’origine d’amore.

De Lenzi no sabemos casi nada salvo un dato muy importante: estuvoen contacto, tal vez, incluso, por motivos comerciales, con el literato senés,también habitante en Roma, Claudio Tolomei, autor también de varias obrasy gran teórico del correcto uso del toscano en su tratado Cesano dellalingua toscana, compuesto entre 1525 y 152727.

Pero sabemos que la obra de León Hebreo había sido parcialmentepublicada en torno a los años veinte. Una edición del segundo diálogo, titu-lado Libro de l’amore divino et humano la había publicado, probablementeen Florencia, el impresor florentino Benedetto Giunti de la célebre edito-rial Giunti, asentada en Florencia desde 149728. La edición estuvo a cargode Leonardo Marso d’Avezzano, oriundo de los Abruzos, literato menorquien vivió a caballo de los siglos XV y XVI quien, a su vez se dedicó adicha labor a instancias del prelado también de origen abrucés, BenardinoSilverio de Piccolomini, de Celano, quien llegó a ser obispo de Téramo yarzobispo de Sorrento, muerto en 1522 y que había encomendado a Marsod’Avezzano una traducción latina de la obra entera. Por la dedicatoria se

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25. Dialoghi d’amore composti di Leone Hebreo Medico. Stampata in Roma per AntonioBlado d’Assola, 1535.

26. Sobre este impresor véase el artículo a cargo de Francesco Barbieri en el Dizionariobiografico degli italiani, Roma: Istituto della Enciclopedia Italiana, 1968, págs. 753-757.

27. Existen dos cartas de Tolomei dirigidas a Lenzi desde Roma recogidas en sus Lettere(editio princeps 1545) Libro Sesto (fol. 197r) Libri VII Delle lettere di M. Claudio Tolomei, connuova aggiunta, ristampate et con somma diligenza ricorrette, con privilegio in Venegiaappresso Gabriel Giolito de’Ferrari, MDLVIII, Libro sesto, fol. 197r y Libro V, fol. 180r-v.

28. Este y más datos, entre ellos los documentos citados procedentes del Archivo diStato de Nápoles están recogidos por el estudioso Giacinto Manuppella en su edición, laúnica que puede pretender ser, por lo menos parcialmente, una edición crítica del textoitaliano de los Diálogos de amor: Leão Hebreu, Diálogos de amor, ed. Giacinto Manuppella,vol. I: «Texto italiano, notas, documentos», Lisboa: Instituto Nacional de Investigação Cien-tífica, 1983.

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sabe que quería que la edición completa de los Diálogos estuviera dedi-cada a Don Alfonso Piccolomini, III Duque de Amalfi, hijo de Alfonso IIde Aragón, el marido de Costanza d’Avalos, quien, luego, primero entre1528, más tarde entre 1530 y 1531 y finalmente en 1541 fue gobernador deSena bajo Carlos V29. Esta edición parcial de la obra de León Hebreo nossitúa ya en el ámbito de la Italia meridional antes de la editio princeps,algo que se hará más patente al estudiar la tradición manuscrita del texto.

Se sabe que, de alguna manera los Diálogos de amor circulaban ya enmanuscritos antes de la edición de Blado, pues fueron mencionados porBaldassar Castiglione, quien, en tres cartas desde España en 1525 mencionalos «libri di Maestro Leone»30. Cinco manuscritos, todos del tercer diálogo,nos han llegado: el ms. Barberiniano Latino 3743 de la Biblioteca del Vati-cano, el ms. Harley 5423 de la British Library de Londres, el ms. Patetta 373de la Biblioteca del Vaticano, el ms. Western 22 de la Manuscripts and RareBooks Room, Butler Library, Columbia University en Nueva York y el ms.22 de la Biblioteca Comunale de Ascoli Piceno.

El estudio comparado de estos testimonios demuestra que, a través deltiempo, el texto de los Diálogos de amor sufrió una toscanización progre-siva hasta que cobró la forma que tuvo en la editio princeps de Roma. Loscódices más cercanos al texto de la edición de 1535, el ms. BarberinianoLatino 3743 y el ms. Harley 5423 de la British Library, demuestran ya unadepuración progresiva con la eliminación de numerosos latinismos, típicosde la prosa filosófica de finales del siglo XV hasta pretender alcanzar untoscano culto, literario, de acuerdo con las exigencias de la prosa de losprimeros decenios del siglo XVI31. Se ha destacado, además, la falta de un

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29. Libro de l’amore divino et humano.30. En una carta de Madrid, fechada el 14 marzo 1525 Castiglione pide una obra de

Gian Giorgio Trissino (1478-1556), probablemente la Grammatichetta, que fue publicadaen 1529, una de Pietro Bembo, probablemente las Prose della volgar lingua que tuvieronsu editio princeps en 1525 junto a los libros de León Hebreo: «[…] quando si potrà haver lagramatica del medesimo Tressino e del Bembo, mi sarà carissimo haverle insieme con quellilibri di Maestro Lione […]» En otra carta, ésta compuesta el 30 de abril del mismo año desdeToledo, Castiglione reitera su petición: «Raccordovi della grammatica del Tressino, e Bembo,e li libri de Maestro Leone». Una tercera carta del 7 de junio y también desde Toledo menciona:«Delli libri de Maestro Lione io scrivo con questo spazzo a […] me che ancor li non se inter-metta l’opera per mezzo del Sr Agostino». En Lettere inedite e rare, ed. Guglielmo Gorni,Milán – Nápoles: Riccardo Ricciardi, 1969, págs. 90, 97 y 101.

31. El primer estudio del tema de la tradición manuscrita de los Diálogos de amor asícomo su génesis redaccional es el trabajo imprescindible del italianista Carlo Dionisotti quese ocupa directamente del ms. Harley 5423 en C. Dionisotti, «Appunti su Leone Ebreo», págs.409-428. El estudioso italiano ofrece los siguientes ejemplos de depuración de latinismos en

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estilo particular literario presente en los Diálogos de amor, como si, carentede giros particulares, la prosa del autor sefardí mirara, sobre todo, a tras-mitir su contenido, al detrimento de la forma32. Ateniéndonos al estudio delas filigranas en el caso del primer de los manuscrito y a noticias sobre laactividad del amanuense en el caso del segundo, cabe pensar que ambosse copiaron entre 1524 y 1536 o 1524 y 1527 respectivamente33.

Los otros tres indican una redacción anterior, situada en el segundodecenio del siglo XVI y al menos uno de ellos, el ms. Patetta 373 ha sidodatado entre 1511 y 1513, o sea, según los datos de que disponemos,durante la vida del autor y, en particular, durante su estancia en Nápoles34.Hay un grado de parentesco entre los tres tanto desde el punto de vistaformal como redaccional35. Además de estos aspectos, los tres manuscritostienen en común algunos elementos léxicos y morfológicos que hacenentrever la impronta de elementos dialectales de la Italia meridional y de

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el paso del manuscrito a la edición: cogitationi, pulcro, pulcritudine, turpe, malo en el ms.Harley 3743 están remplazados por pensieri, bello, bellezza, brutto, cattivo en la princeps.La edición crítica propuesta por G. Manuppella, Diálogos de amor, toma en consideraciónel texto de la princeps, la édición del segundo diálogo a cargo de Leonardo Marso d’Avez-zano, los mss. Barberiniano Latino 3743, Harley 5423 y Patetta 373, además de la edición deSantino Caramella: Hebreo, León (Yehudah Abarbanel), Dialoghi d’amore, Bari: Laterza,1929. La contribución más reciente y exaustiva al problema es el artículo de la italianistaBarbara Garvin: «The Language of Leone Ebreo’s Dialoghi d’amore», en Italia. Studi e ricerchesulla storia, la cultura e la letteratura degli ebrei d’Italia, Jerusalén: The Magnus Press, 2001,vol. XVII, págs. 181-210. Sin embargo la estudiosa toma en consideración tan sólo los manus-critos estudiados por Manuppella.

32. C. Dionisotti, «Appunti su Leone Ebreo», págs. 419-420.33. B. Garvin, «The Language», pág. 196. El ms. Barberiniano Latino 3743 lleva el título

Philone et Sophia della origine de amore dialogo mientras que el ms. Harley 5423 carecende título aunque al final aparecen las palabras: Il Philone volgare. Sobre el amanuense delms. Harley 5423, Ludovico degli Arrighi, véase el artículo de Vera Law: «Two more Arrighimanuscripts discovered», The Book Collector, 27.3 (1978), págs. 370-379.

34. Véase B. Garvin «The Language», págs. 196-197. La doctora Impiccini, de la Biblio-teca comunale de Ascoli Piceno, cuya amabilidad quiero agradecer ha datado el ms. AscoliPiceno 22 entre 1520 y 1525.

35. Todos comparten el mismo título: Philone et Sophia del nascimento di amore. Losmss. Patetta 373 y el 22 de la Biblioteca comunale de Ascoli Piceno llevan unos resumenesmarginales que aparecen al final en una suerte de índice. Todos empiezan por un triplevocativo en que habla Sofía: «Philone, Philone o Philone!» que los aparta del texto de los demásmanuscritos y ediciones. Todos llevan un espacio al comienzo del texto para acomodar unaletra capitular, que, en el caso del ms. Patetta 373 y del ms. Ascoli Piceno 22 está ocupadopor una P indicando que el copista se equivocó al pensar que Filón iba iniciar el diálogocuando el interlocutor que empieza el diálogo es Sofía.

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voces ibéricas, situándolos en el lado alto del stemma en la tradición manus-crita. Todo aquello aboga por un arquetipo fuertemente impregnado porestos elementos meridionales e ibéricos36.

Un pasaje en el tercer diálogo refiere el año en que transcurre. Basán-dose en la princeps, los estudiosos suelen fechar la redacción en torno a1501 y 150237. Tal fecha aparece también en el ms. Barberiniano Latino374338. En cambio los mss. Patetta 373, Western 22 y Ascoli Piceno 22 danel año 1511-151239. El ms. Harley 5423 lleva una corrección, pues elamanuense tacha el año de 1476-1477 para sustituirlo con el año 1511-151240. De ser esta la verdadera fecha que salió de la pluma del autor, ellosituaría la redacción del tercer diálogo durante los años transcurridos porel autor en Nápoles dado los datos que disponemos en cuanto a supresencia en la ciudad en aquel periodo.

No hay parecer unánime sobre en qué lengua Abarbanel compuso susDiálogos de amor. Recientemente se ha sugerido que en italiano41, hebreo42,latín43, castellano44 o en portugués45. Ateniéndose a la fecha señalada en

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36. La estudiosa Barbara Garvin da como ejemplos el uso de nascimento en vez deorigine que aparece en el título del ms. Barberiniano Latino 3743 además del texto de la prin-ceps, la alternancia de los artículos el y lo, y el prefjio re por ri presentes en los mss. Barbe-riniano Latino 3743 y Harley 5423 además de la princeps que se pueden interpretar comohispanismos o como elemento dialectal del sur de Italia. B. Garvin, «The Language», págs.201-202. Un estema de tres testimonios manuscritos (mss. Barberiniano Latino 3743, Harley5423 y Patetta 373 está ofrecido por el estudioso italiano Paolo Trovato en su libro Con ognidiligenza corretto. La stampa e le revisioni editoriali dei testi italiani (1470-1570), Roma:Bulzoni, 1998, pág. 194.

37. «Sophia: Siamo, seconda la verità hebraica a cinque milia duecento sessanta due(1501-1502) del principio de la creatione», Dialoghi d’amore composti di Leone Hebreo Medico(1535), fol. 50v.

38. Ms. Barberiniano Latino 3743 fol. 111v.39. «[…] a cinque milia duecento settanta e dui del principio de la creatione», ms. Patetta

373, fol. 55r. El mismo año aparece en el ms. Ascoli Piceno 22 (fol. 106v.) y el ms. Western 22.40. Ms. Harley 5423 fol. 60v.41. B. Garvin, «The Language», págs. 207-210.42. Arthur Lesley, «The Dialoghi d’amore in Contemporaneous Jewish Thought», en

Ficino and Renaissance Neoplatonism, eds. Konrad Einsenbichler & Olga Zorzi Pugliese,Ottawa: Dovehouse Editions, págs. 69-86. También lo sugiere C. Dionisotti, «Appunti suLeone Ebreo», pág. 423.

43. Propuesta como posibilidad por C. Dionisotti, «Appunti su Leone Ebreo», págs. 424-425.44. Marcelino Menéndez Pelayo: Historia de las ideas estéticas en España, Madrid: CSIC,

19747, pág. 136. 45. El estudioso Isaac Sonne propone el castellano o el portugués en su artículo:

«Besprechungen von Heinz Pflaum’s Die Idee der Liebe. Leone Ebreo», Monatsschrift fürGeschichte und Wissenschaft des Judentums, 62 (1928), pág. 436.

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la princeps y el ms. Barberiniano Latino 3743, más de un estudioso haexpresado su incredulidad ante la posibilidad de que el literato sefardí,formado en Portugal y España, llegando al Reino de Nápoles con más detreinta años, en tan sólo diez años y habiendo casi siempre vivido en elsur de Italia, haya podido componer una imponente obra en un italianotoscano tan correcto46. Los datos aportados por la tradición manuscrita deltercer diálogo parecen indicar que León Hebreo compuso los Diálogos deamor en una suerte de lengua híbrida de un koiné italiano meridional, fuer-temente marcada por elementos ibérico. Tras su redacción inicial el autor,consciente del prestigio del toscano y deseoso de que su obra circulase entrelectores italianos y cristianos, encomendó a manos más diestras en el manejode la lengua literaria italiana para su progresiva reescritura, hasta quecobrase la forma que tuvo en su editio princeps de Roma, 1535.

La obra de León Hebreo se publicó en medio del gran debate sobreel correcto uso del italiano que vio la plétora de tratados lingüísticos en laprimera mitad del siglo XVI. En la época de la llegada de León Hebreo, elReino de Nápoles no era ajeno a la tendencia de adecuar la lengua almodelo del correcto italiano47, y muchos fueron los autores cultos que sedestacaron en prosa y poesía escrita en esa lengua italiana culta48. La figuraseñera de esta producción fue, sin lugar a dudas, Jacopo Sannazaro, autorde la Arcadia, que se publicó con su beneplácito solamente en 1504 pesea haber iniciado su redacción alrededor de 1485. La redacciones del autor,que fueron al menos dos, al igual que la intervención de copistas, dejanentrever ejemplos de rasgos dialectales de Italia meridional. En cambio, eltexto que reconoció como definitivo y que salió a la imprenta en 1504,editado por Pietro Summonte (1463-1526) estaba compuesto de acuerdocon las normas que imperaban en aquellos momentos fuertemente influidopor un toscano de sabor petrarquesco49.

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46. C. Dionisotti, «Appunti su Leone Ebreo», págs. 415-416. 47. Bruno Migliorini, Storia della lingua italiana, Introduzione di Ghino Ghinassi,

Milán: Bompiani, 200210, págs. 339-344.48. Mario Santoro, «Humanism in Naples», en Renaissance Humanism. Foundations,

Forms and Legacy, Volume 1, Humanism in Italy, ed. Albert Rabil Jr, Philadelphia: Univer-sity of Pennylvannia Press, 1988, págs. 309-311.

49. La historia redaccional así como la descripción de la paulatina consciencia lingüís-tica en el sentido del dominio progresivo del toscano del Trescientos está recogido en parteen el artículo de Maria Corti, «L’impasto linguistico dell’Arcadia alla luce della tradizionemanoscritta», Vox romanica, 13 (1953-1954), págs. 587-619. Véase, además, el estudio yaclásico de Gianfranco Folena, La crisi linguistica del Quattrocento e l’Arcadia di IacopoSannazaro, Con una premessa di Bruno Migliorini, Florencia: Olschki, 1952.

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Al mismo tiempo hubo una literatura compuesta en el llamado napoli-tano mixto, una suerte de lengua napolitana culta usada por no muchosescritores del Quattrocento como Giovanni Bracanti para su traducción dela Naturalis historia de Plinio el Viejo y Diomede Carafa50. Ésta coexistíacon otra, escrita en una especie de lengua híbrida de latín junto con unakoiné meridional y el modelo toscano trazado por los maestros Boccaccioy Petrarca, como fue el caso de escritores de obras de prosa como MasuccioSalernitano y Francesco Del Tuppo y de poesía como el calabrés GiovanniCosentino y el napolitano Girolamo Britonio51.

El vínculo con el Reino de Aragón en la segunda mitad del siglo XVIcontribuyó a que varios escritores de la península se trasladasen a la cortedel Reino de Nápoles. Allí se radicó el poeta Carvajal o Carvajales, quien,alrededor de 1460, compuso poemas bilingües en castellano e italianokoiné compilados en varios cancioneros al igual que trilingües en castellano,italiano y latín52. Otra figura de los escritores españoles afincados en elReino de Nápoles de la segunda mitad del siglo XV fue la del poeta deorigen catalán, oriundo de Barcelona, Romeu Llull, cuya presencia en elReino está documentada por vez primera entre 1466 y 1479. Este compusouna obra lírica en castellano, catalán y un italiano de fuerte sabor dialectal53.Lupo de Spechio, en cambio, oriundo de Orihuela y quien acompañó aljoven Ferrante II a Nápoles desde Barcelona en 1438 compuso la obrahistoriográfica en prosa, Summa delli ri de Napuli e delli ri di Aragona,

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50. Jerry H. Bentley, Politica e cultura nella Napoli rinascimentale, Introduzione diGiuseppe Galasso, Traduzione di Cosima Campagnolo, Nápoles: Guida editore, 1995,págs. 84-86.

51. Para la lengua de Masuccio Salernitano y Francesco del Tuppo véase el estudiointroductorio al Novelino, La vita d’Esopo de Francesco del Tuppo y las Cronache e ricordide Loise de Rosa, por parte de Giorgio Petrocchi, Masuccio Guardati il Novellino. Con appen-dice di prosatori napoletani del Quattrocento, Florencia: Sansoni, 1977, págs. XI-XXI. Parala lengua poética de Giovanni Cosentino y Girolomo Britonio véase el estudio y la edición desus obras a cargo de Francesco Sica, Poesia volgare a Napoli tra Quattro e Cinquecento. Testidi Giovanni Cosentino, Anonimo, Giovanni Britonio, ed. Francesco Sica, Salerno: Edisud, 1991.

52. Los cancioneros en cuestión son el Cancionero de Estúñiga, el Cancionero dellaMarciana y el Cancionero de Roma. Véase el estudio a cargo de Anna Maria CompagnaPerrone Capano & Lia Vozzo Mendìa: «La scelta dell’italiano tra gli scrittori iberici alla cortearagonese: I. Le liriche di Carvajal e di Romeu Llull. II. La ‘summa’ di Lupo de Spechio», enLingue e culture dell’Italia meridionale (1200-1600), ed. Paolo Trovato, Roma: Bonacci,págs. 163-166.

53. El corpus de Llull está preservado en un manuscrito preservado en la Bibliotecauniversitaria de la Universidad de Barcelona, titulado el Jardinet d’orats, recientementeeditado por Jaume Turrò, Romeu Llull, obres, ediciò critica, Barcelona: Barcino, 1996. Véaselas páginas dedicadas a su obra lírica en italiano, págs. 166-171.

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dedicada a Alfonso de Aragón, duque de Calabria, en un italiano fuerte-mente dominada por la lengua koiné meridional pero que también reflejafenómenos lingüísticos que proceden del catalán54.

El ejemplo más emblemático de este fenómeno de escritores ibéricosradicados en el Reino de Nápoles durante el periodo aragonés y quienmerece, decididamente, una mención aparte, es Benet Garret, más cono-cido bajo su nombre académico il Cariteo o Cariteus, poeta nacido enBarcelona, quien de joven se instaló en el Reino de Nápoles en torno alaño 1467 o 1468. En 1486 había ya alcanzado un puesto de un cierto relieveen la corte pues era el perceptor jurium regii sigilli magni bajo el ReyFerrante II. Frecuentó el círculo de Giovanni Pontano, secretario de la cortey estuvo presente en la vida cultural de la ciudad partenopea. Allí compusouna obra poética (sonetos, canciones, sextinas y baladas) en un italiano cultobasado en el modelo toscano, que fue recogida y editada por PietroSummonte, editor de la Arcadia, bajo en título de Endimion55, y que viodos ediciones napolitanas: una de 1506 y otra de 1509 durante la vida delautor56.

Por su vida, trayectoria y por lo poco que sabemos o podemos intuirde la génesis redaccional de los Diálogos de amor la experiencia vital eintelectual de Yehudah Abarbanel se asemeja, al menos en parte, a aquellade estos cuatro escritores. En la flor de la madurez intelectual al llegar aItalia, su existencia, como hemos tenido ocasión de ver, transcurrió casienteramente en el sur de Italia y a menudo en ambientes de lengua caste-llana. Por lo tanto lo normal sería suponer una obra fuertemente impreg-nada por usos dialectales de la Italia donde vivió y en que se vería reflejadala influencia de lenguas ibéricas. De querer que los Diálogos de amor alcan-zara lectores cultos en toda Italia, lo normal hubiera sido encomendar asegundos o terceros una supervisión hasta que estuvieron redactados enel correcto italiano, según el modelo toscano en que aparecieron impresos.

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54. A. M. Compagna Perrone Capano & L. Vozzo Mendìa, «La scelta dell’italiano», págs.172-176. Véase también la reciente edición crítica de Anna Maria Compagna Perrone Capano,Summa dei re di Napoli e Sicilia e dei re d’Aragona, Nápoles: Liguori, 1990.

55. Abarca 214 sonetos, 20 canciones, 4 sextinas y 5 baladas.56. Un retrato de esta figura y su obra la ofrece Maria Mallorquí i Serra, «Sobre la vida

i obra de Benet Garret, Il Cariteo», en La corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII) 4.Incontro delle culture nel dominio catalano-aragonese in Italia. XIV Congresso di storia dellacorona d’Aragona, Sassari-Alghero, 19-24 maggio, 1990, Pisa: ETS, 1998, vol. V, págs. 357-361. Sobre la vida y la obra de Garret véase el estudio presente la única edición modernade sus composciones poéticas, a cargo de Erasmo Percopo, Le rime secondo le due stampeoriginali, Nápoles: Dell’accademia delle Scienze, 1892, en dos volúmenes.

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En la obra del literato sefardí sorprende la ausencia de alusiones a suscoetáneos y a los debates filosóficos vigentes que otorga a los Diálogos deamor esa impresión de atemporalidad y dificulta encuadrarlos en un marcofilosófico, cronológico e ideológico, específico. Ante el lector desfilan losnombres de Empédocles, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Plotino, Temístio,Maimónides, Al-Farabi, Averroes, Avicena, Algazel y Salomón Ibn Gabirol.No aparece el nombre de ningún pensador cristiano y la única concesiónal tiempo en que fue compuesta la obra es la mención pasajera de la fechadel diálogo entre los interlocutores, como hemos visto, y dos alusiones alos viajes y los descubrimientos de los españoles y portugueses57.

Impresiona también la erudición del docto escritor quien demuestrauna clara maestría de la cultura clásica, la filosofía judía y la literatura huma-nística, sin citar, como se ha visto, a ninguno de sus autores de maneraexplícita. El segundo diálogo es, nada menos que una imitación delDe Genealogia Deorum de Giovanni Boccaccio, que conocía a fondo ydemuestra una clara familiaridad con la problemática de la alegoría porparte de la tradición patrística expuesta en aquel tratado58. En años recienteslos estudiosos se han interrogado sobre fuentes judías y árabes del pensa-miento de León Hebreo, destacando su dependencia de Maimónides ysugiriendo su uso de obras menores de la filosofía medieval árabe59.

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57. «E non è dubbio che in quella parte meridionale, circa del polo, si trovano moltealtre stelle, in alcune figure a noi altri incognite per essere sempre sotto al nostro emisperio;del qual siamo stati migliora d’anni ignoranti, benché al presente se n’abbia qualche notiziaper la nuova navigazione de’ Portoghesi e Spagnoli»; G. Manuppella (ed.), Diálogos de amor,pág. 31. «Dice esso Aristotele non essere la destra del cielo il nostro polo, né la sinistra l’altro,come dice Pitagora: però che la differenza e il miglioramento de l’una sopra de l’altra nonsarebbe nel cielo medesimo, ma in apparenza a noi o in rispetto; e forse che ne l’altra parte,non conosciuta da noi, si truovan più stelle fisse nel cielo e più abitazioni ne la terra. E atempi nostri l’esperienza de la navigazione de’ portoghesi e spagnoli n’ha dimostrato partedi questo»; G. Manuppella (ed.), Diálogos de amor, pág. 75.

58. Veáse mi contribución «Los dioses en clave renacentista: Boccaccio y León Hebreo»,en Una mirada artística al mundo clásico. Actas del II Congreso nacional de estudiantes dehumanidades-Symposión, Valencia 13 y 14 de abril de 2000, Valencia: Editorial Sanchís,2000, págs. 101-113.

59. Véase el artículo de Slomo Pines,«Sources of Leone Ebreo’s Doctrines», en JewishThought in the Sixteenth Century, ed. Bernard D. Cooperman, Cambridge: Harvard Univer-sity Press, 1983, págs. 365-398 además del estudio de Moshe Idel,«Die Quellen des Kreismo-tivs in den Dialoghi d’amore», Hebräische Beiträge zur Wissenschaft des Judentums, 6(1990), págs. 130-138, además de la reciente contribución de Angela Guidi, «Platonismo eneoplatonismo nei Dialoghi d’amore di Leone Ebreo: Maimonide, Ficino e la definizionedella materia», Medioevo. Rivista di storia della filosofia medievale, 28 (2003), págs. 225-248.

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A través de la obra se puede constatar la fuerte dependencia de la filo-sofía y la religión judaica. Habla de il nostro rabi Moisé d’Egitto (Maimó-nides) y su Moreh (Guía de los descarriados) y de il nostro Albenzubron(Ibn Gabirol) y su Fons vitae y cita varios pasajes del Antiguo Testamento.En los Diálogos de amor el autor se ocupa de problemas que estaban enel centro de la especulación filosófica judía durante la Edad media, algoque, seguramente pasó desapercibido a sus lectores renacentistas o quese podía justificar dado el sincretismo renacentista. En la obra Abarbanelaborda los problemas de la relación entre la razón y la fe, el problema dela causalidad y la eternidad del mundo, la astrología, la naturaleza delmundo sublunar y de la de la materia. Aunque sea claramente la obrade un judío y de un judío creyente, no lleva la impronta de las obras detipo proselitístico que florecieron, sobre todo, en el siglo XVII y que teníanpor objetivo a los marranos a quienes se intentaba incorporar en el senode la comunidad de creyentes en la fe mosaica. No adopta jamás un tonobeligerante o triunfalista. En ningún momento exalta la superioridad de lafe judía frente a las demás. Lo que sí que se ve a través de los Diálogos deamor es un intento de hacer que la fe judía sea comprensible para loslectores renacentistas del texto, apelando a la filosofía antigua, en parti-cular al Neoplatonismo, el pensamiento medieval árabe y judío, la mito-logía y la Biblia, todos, elementos de una herencia intelectual y espiritualcomún al cristianismo y al judaísmo. Hay, incluso, alguna alusión a SanJuan evangelista como uno de los seres que escaparon a la muerte juntocon Enoch y Elías que existe en toda la tradición manuscrita y en todas lasediciones de la obra en cualquier idioma que no tenemos porque forzo-samente considerar como espurio60. Claramente estamos ante una obrasincrética, en que lo aparentemente dispar y contradictorio se reúne en unconjunto coherente como en otros autores del periodo renacentista.

En sí la incorporación de elementos de la Weltanschauung del Renaci-miento por parte de pensadores judíos no era algo novedoso61. Donde síque rompió los moldes fue en su decisión de utilizar el italiano pues para

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60. La mayor parte de los estudiosos han considerado esto como un añadido editorialcara a la censura a tal punto que las dos ediciones modernas del texto italiano de los Diálogosde amor, de S. Caramella, Dialoghi d’amore, pág. 279, y de G. Manuppella, Diálogos deamor, pág. 240, omiten la alusión cristiana: «Enoc, et Elia et ancor santo Giovanni evange-lista sonno immortali in corpo et anima […]».

61. Para el tema de la relación entre los judíos en Italia durante el siglo XVI y su rela-ción con la cultura filosófica del Renacimento, véase el libro de Roberto Bonfil, Gli ebrei inItalia nell’epoca del Rinascimento, Florencia: Sansoni, 1991.

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los judíos de la Italia del Renacimiento, la lengua de mayor prestigio era,sin lugar a dudas, el hebreo, lengua que se usaba para su producción filo-sófica, literaria y prestigiosa. Las bibliotecas particulares demuestran estedato por la ínfima cantidad de libros en lenguas que no sean el hebreo,algo que se puede constatar hasta bien entrado el siglo XVI62.

La comunidad judía de Nápoles durante el periodo aragonés no fueajena a esta tendencia y entre finales del siglo XV y comienzos del XVI fueun destacado centro para la producción de manuscritos y la impresión delibros en lengua hebrea. En este período las obras copiadas por amanuensesson de carácter filosófico, médico, exegético, jurídico, cabalístico, astronó-mico y litúrgico63. A finales del siglo XV Nápoles, en particular, fue elsegundo centro más importante para la impresión de libros en hebreodespués de la Península Ibérica y el más importante en Italia tras la expul-sión de España y la conversión forzada de Portugal. A finales del siglo XV,entre 1487 y 1492 se imprimieron la Biblia, un libro de oraciones según elrito sefardí, el comentario al Pentateuco de Abraham ibn Ezra y el Canonde la medicina de Avicena entre otras obras que ocupaban un lugar deprestigio en la tradición judía, y, en particular, en la sefardí64. Al menosveintitrés fueron los libros en hebreo impresos en Nápoles en el siglo XV.Constituían el 10% de los libros editados en la ciudad y el 60% de los incu-nables hebreos publicados en Italia65. De particular importancia fue la contri-bución de impresores de origen ibérico tanto por las obras que aportaron

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62. Bonfil alude a un inventario de libros poseídos por la comunidad judía de Mantuaen 1595 en que el 98% de los libros estaban en hebreo en R. Bonfil, Gli ebrei in Italia,pág. 129. Véase el importante libro de Cifra Baruchson-Arbib, al que alude también Bonfil,La culture livresque des juifs d’Italie à la fin de la Renaissance, Traduit de l’hébreu par GabrielRoth. Traduction revue par Patrick Guez. Présentation de Jean-Pierre Rothschild, París: CNRSEditions, 2001, pág. 245.

63. Giuliano Tamani, «Manoscritti e libri», en L’ebraismo nell’Italia meridionale penin-sulare dalle origini al 1541, società, economia, cultura. IX Congresso internazionale dell’As-sociazione Italiana per lo Studio del Giudaismo. Atti del Convegno di studio organizzatodall’università degli Studi della Basilicata in occasione del Decennale della sua istituzione(Potenza-Venosa, 20-24 settembre 1992), eds. Cosimo Damiano Fonseca; Michele Luzzati;Giuliano Tamani & Cesare Colafemmina, Galatina: Congedo editore, 1996, pág. 235. Para laimprenta hebrea en Nápoles véase, además la monografía clásica de Joshua Bloch, «HebrewPrinting in Naples», Bulletin of the New York Public Library, 46.6 (June 1942), págs. 3-28

64. Giancarlo Lacerenza, «Lo spazio dell’ebreo. Insediamenti e cultura ebraica a Napoli(Secoli XV-XVI)», en Integrazione ed emarginazione. Circuiti e modelli: Italia e Spagna nei secoliXV-XVII, Atti del Convegno (Napoli, maggio 1999), Istituto Suor Orsola Benincasa, ed. LauraBarletta, Nápoles: Cuen, 2002, págs. 404-406

65. G. Lacerenza, «Lo spazio dell’ebreo», pág. 400.

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a la imprenta como por su aportación técnica. Lo que se considera el primerincunable en lengua hebrea publicado en Italia, el comentario de Rasi alPentateuco, en Reggio Calabria en 1475, por ejemplo, fue obra de unimpresor de origen español y este libro fijó el tipo de letra llamada Rasi quese ha usado durante siglos, basada sobre el estilo semicursivo sefardí66.

A comienzos del siglo XVI la comunidad judía estaba compuesta pormiembros de origen alemán, italiano, español, portugués y siciliano, estosúltimos víctimas de la misma expulsión que los sefardíes67. La llegada delos sefardíes fue un acontecimiento de una trascendencia indiscutible y apesar de una reticencia inicial de parte de la comunidad judía existente enla ciudad de Nápoles, debido a la diferencia de costumbres y tradicionesy la acusación de que éstos trajeron la peste, en poco tiempo se afirmó supeso allí donde la familia Abarbanel tuvo un destacado papel68. Un hermanode Yehudah, Samuel Abarbanel (1473-1546), conocido empresario judío,gozó del favor del virrey Pedro de Toledo a tal punto que lo pudoconvencer a postergar la expulsión definitiva de los judíos del Reino de1541, quedándose en Nápoles hasta 1543, fecha en que, con su familia ysus bienes, pudo abandonar la ciudad para establecerse en Ferrara69. Otrojudío de origen sefardí que pudo quedarse en la ciudad hasta el final dela presencia judía allí fue el rabino David ben Yosef ibn Yahya (1465-1543),nacido en Lisboa quien, entre 1525 y 1541 fue el jefe espiritual de la comu-nidad en la capital del Reino70.

Aparte estancias breves, la vida de León Hebreo en la península ibéricatranscurrió, sobre todo, en el Reino de Nápoles y a menudo sometido a lasvicisitudes de la presencia titubeante de la vida judía en la misma. De sersu interlocutor natural aquel mundo sefardí afincado en el sur de Italia,hubiera sido del todo comprensible, por lo tanto, que escribiera sus Diálogosde amor en español o hebreo y que los hiciera circular como tal, paraalcanzar un público de lectores sefardíes. No podemos sino concluir que

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66. Malachi Beit-Arie, «La caligrafía hebrea en España: desarrollo, ramificaciones y vici-situdes», en Moreshet Sefarad. El legado de Sefarad, ed. Haim Beinart, Jerusalén: Editorialuniversitaria Magnes, 1993, vol. I, pág. 300.

67. N. Ferorelli, Gli ebrei nell’Italia, pág. 213.68. Giancarlo Lacerenza, «Lo spazio dell’ebreo. Insediamenti e cultura ebraica a Napoli

(Secoli XV-XVI)», en Integrazione ed emarginazione. Circuiti e modelli: Italia e Spagna neisecoli XV-XVII, Atti del Convegno (Napoli, maggio 1999), Istituto Suor Orsola Benincasa, ed.Laura Barletta, Nápoles: Cuen, 2002, págs. 407-413.

69. Umberto Cassuto: Gli ebrei a Firenze nell’età del Rinascimento, Florencia: Olschki,(reproducción facsimilar del original de 1918), 1965, págs. 88-89.

70. G. Lacerenza, «Lo spazio dell’ebreo», pág. 427.

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Yehudah Abarbanel o León Hebreo se dirigía al mundo italiano y cristiano,pero como representante de la tradición sefardí y de la fe judía presentadade manera inteligible a los lectores del siglo XVI, respaldándose en unacultura humanística y bíblica, sincrética, común a todos los artífices delideario del Renacimiento.

Fueron recibidos por los lectores del siglo XVI en Italia y fuera como untexto emblemático de la época, o como, tal vez, el mejor ejemplo de lostrattati d’amore que abundaron en la geografía literaria de aquel siglo.Tuvieron una indiscutible irradiación europea, sirviendo como una suertede manual tanto de amor cortés como de filosofía neoplatónica. Nume-rosos fueron los autores que bebieron de estas fuentes para géneros tandispares como la lírica, la novela pastoril, el teatro y el diálogo71.

Por el hecho de adoptar la lengua de su tierra de acogida, por su deseode ver la obra circular en ella de la mejor manera posible y por su empleodel género literario del momento, el diálogo, los Diálogos de amor de LeónHebreo son una obra de apertura. Apertura hacia el mundo cristiano yhacia el nuevo ambiente renacentista, en particular. En ellos lo sefardí y lohispánico abarcan la totalidad de la cosmovisión del Renacimiento.De innegable trasfondo judío, los Diálogos de amor adquieren una univer-salidad, por sus temas, por su manera de tratarlos y por su éxito entre loslectores. Son un ejemplo de la fusión de lo hispano y lo italiano y tuvieroncomo telón de fondo aquella presencia ibérica en Italia que fue el Reinode Nápoles. La confluencia de tal presencia y la expulsión de España delos judíos permitió la creación de aquella obra tan singular, sefardí e itálicaa la vez, de Yehudah Abarbanel o León Hebreo.

71. Para la recepción europea, sobre todo española, véase las páginas dedicadas a élpor M. Menéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas, pág. 485 y el libro de Andrés SoriaOlmedo, Los Dialoghi d’amore de León Hebreo. Aspectos literarios y culturales, Granada:Universidad, 1984.

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LA IMAGEN DEL GRAN CAPITÁNEN LA PRIMERA MITAD DEL CINQUECENTO :TEXTOS LATINOS, ESPAÑOLES E ITALIANOS

ENCARNACIÓN SÁNCHEZ GARCÍA(Napoli)

EN LA España renacentista productora de mitos Gonzalo Fernández deCórdoba es probablemente la primera figura contemporánea a cuyoalrededor se agolpa esa intensa actividad del imaginario colectivo que

precede a la elaboración de la leyenda1. Esta primacía deriva de su posiciónúnica dentro de esa clase que Fernán Pérez de Guzmán llamaba de los«notables caualleros»2 de su tiempo, posición única puesto que sólo él poseeplenamente una doble pertenencia: por una parte Gonzalo de Córdoba esel joven cadete de una de las más ilustres familias andaluzas (la de losAguilar) que se distingue en la Guerra de Granada por su valor y por susdotes diplomáticas, por otra es el hombre de armas ya experimentado que,en el enmarañado ovillo de la situación política italiana de finales del Quat-trocento, consigue establecer un orden sólido sobre cuya estructura sefunda el equilibrio del mosaico italiano de los dos siglos siguientes.

1. Se habla aquí de mito no en sentido específico sino lato, por analogía con el mitoetno-religioso: «narrazione fondante, anonima e collettiva, che inmerge il presente nel passato,che è considerata vera, che fa uso della logica dell’immaginario e che mostra all’analisi fortiopposizioni strutturali». Dizionario dei miti letterari, ed. Pierre Brunel, Milán: Bonpiani, 1995,pág. XI.

2. La expresión es de Fernán Pérez de Guzmán en presentación de sus Generacionesy semblanzas, Madrid: Espasa-Calpe, 1979, pág. 3.

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Estamos ante una dicotomía que lo convierte en la cifra humana deldestino de España durante el reinado de los Reyes Católicos: si con laconquista del Reino de Granada la casta cristiana corona una acción empe-zada muchos siglos antes y pone fin a la obsesión que atraviesa la Penín-sula durante ocho siglos, con la empresa italiana inicia el destino europeode España, tan apartada del resto del continente a lo largo de la EdadMedia, destino que exige su plena asimilación del Humanismo.

El valor simbólico de tal dicotomía explica la extraordinaria fama deGonzalo Fernández, fama que, en ámbito literario, se traduce en un consis-tente corpus de textos a él dedicados, escritos algunos en vida del héroe–y algunos de éstos dados inmediatamente a la imprenta–, escritos otrosdespués de su muerte, a lo largo del Siglo de Oro y, ya en tiempos másrecientes, a partir del Iluminismo y de la revalorización que el Romanticismoy el Positivismo historicista realizan de los mitos nacionales.

Si nos limitamos al primer grupo hallamos que desde Giovanni BattistaCantalicio a Gonzalo Fernández de Oviedo desde Torres Naharro a Casti-glione, desde Paolo Giovio a Góngora, desde Francisco de Trillo a Dome-nico Parrino, desde Lope de Vega a Brignole Sale, desde Hernán Pérez delPulgar a Guicciardini, por citar sólo algunos, el Siglo de Oro hispano-italianoalza sus monumenta al héroe moderno vencedor de agarenos, turcos yfranceses e impregnado de humanismo3.

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3. Valga como ejemplo la riquísima laude que Guicciardini hace de Gonzalo Fernándezen ocasión del encuentro de Savona entre los reyes de España y Francia: «Ma non davaminore materia a ragionamenti il Gran Capitano, al quale non erano meno volti gli occhi deglihuomini per la fama del suo valore, et per la memoria di tante vittorie, la quale faceva, chei Francesi, ancora che vinti tante volte da lui, et che solevano avere in sommo odio et onoreil suo nome, non si satiassero di contemplarlo et honorarlo, et di raccontare a quelli, chenon erano stati nel Reame di Napoli, chi la celerita quasi incredibile et l’astutia quando inCalavria assaltò all’improviso i baroni alloggiati a Laino, chi la costantia dell’animo et la tolle-rantia di tante difficulta et incomodi, quando in mezzo della peste, et della fame era asse-diato a Barletta: chi la diligentia et l’efficacia di legare gli animi degli huomini, con la qualesostentò tanto tempo i soldati senza danari: quanto valorosamente combattesse alla Cerig-nola: con quanto valore et fortezza d’animo inferiore tanto di forze, con l’essercito nonpagato, et tra infinite difficulta determinasse non si discostare dal fiume del Garigliano: conche industria militare, et con che stratagemmi ottenesse quella vittoria: quanto sempre fussestato svegliato a trarre frutto de disordini de nimici; et accresceva l’ammiratione degli huominila maesta eccellente della presentia sua, la magnificientia delle sue parole, i gesti, et lamaniera piena di gravita condita di gratia, ma sopra tutti il Re di Francia, che haveva voluto,che alla mensa medesima, alla quale cenarono insieme Ferdinando, et la Reina, et lui, cenasseancora egli, et gliene haveva fatto comandare da Ferdinando, stava come attonito a guar-darlo e ragionare seco, in modo che a giudicio di tutti non fu meno glorioso quel giorno alGran Capitano, che quello, nel quale vincitore et come trionfante entrò con tutto l’esercito

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No vamos a hallar un canon único en esta producción. En muchos casosse dedica a Gonzalo Fernández un comentario o una laude al hilo de undiscurso de tema histórico, político o de actualidad. En otras el objeto dela escritura es el héroe. En este segundo caso el modelo formal adop-tado por ciertos de estos textos es el de la biografía, tal y como se habíavenido constituyendo a partir del siglo XV, cuando la llamada «relatiniza-ción de España»4 había introducido la imitación de las obras de Plutarco,de Valerio Máximo o de Suetonio en las conocidas vidas colectivas deMosén Diego de Valera, de Fernán Pérez de Guzmán o de Hernando delPulgar; biografías cuyo cometido era la exaltación de la ejemplaridadde caballeros contemporáneos o vividos en el pasado más reciente y quevenían a ser, en palabras de Claudio Guillén, «antologías de hombría [enlas que se acentuaba] más que la hazaña misma, el ethos del varón admi-rable a cuya definición se ajustaba la selección de hechos históricos»5.

En otros casos los autores optan por el poema de vieja raigambre épica,en el que la ejemplaridad del héroe no brilla en solitario sino como magnapars de un fresco abigarrado de varones ilustres que colaboran en la égida;ésta, a su vez, se va componiendo a partir de una narración de los hechoshistóricos que pretende ser exaustiva. Los ejemplos que expondré enseguidapertenecen a esta categoría genérica.

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nella citta di Napoli. Fu questo l’ultimo dì de dì gloriosi al Gran Capitano perche poi nonuscì mai de Reami di Spagna, ne ebbe piu faculta d’esercitare la sua virtu ne in guerra nein cose memorabili di pace». La historia d’Italia di M. Francesco Guiciardini gentiluomofiorentino, dove si descrivono tutte le cose seguite dal MCCCCLXXXXIIII per fino al MDXXXII[…] con tre tavole, una delle cose piu notabili, l’altra delle sententie sparse per l’opera, e laterza de gli Autori co’ quali sono state riscontrate. Con la vita del autore descritta dal mede-simo […], Venecia: Gabriel Giolito de’ Ferrari, 1567, Libro Settimo, pág. 330. La traducción(muy fiel) española de la Historia subraya en el título especialmente este protagonismo delhéroe: La historia del señor Francisco Guichardino, Cauallero Florentin. En la qual demasde las cosas que en ella han subcedido, desde el año de 1492 hasta nuestros tiempos. Se tractamuy en particular, de los hechos del Gran Capitán, en el Reyno de Napoles, y de muchasotras cosas notables, que en diuersas partes del Mundo subcedieron en los mesmos tiempos,traduzida por Antonio Florez de Benauides, veintiquatro de Baeça, dirigida al Illustrissimoy Reuerendissimo señor Obispo, don Antonio de Paços, Presidente de Consejo supremo deEspaña. Con licencia de su Magestad, impressa en Baeça en casa de Iuan Baptista de Montoya.Año de 1581. (R15439 de la B.N. Madrid). La traducción incluye sólo los siete primeros libros(hasta 1508), lo que permite al editor incluir razonablemente en el título la referencia alGran Capitán (la alabanza de Gonzalo está en el fol. 174v).

4. J. L. Romero, «Fernán Pérez de Guzmán y su actitud histórica», Cuadernos de Historiade España, 3 (1945), pág. 124.

5. Claudio Guillén, El primer siglo de oro, Barcelona: Crítica, 1988, pág. 149.

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Un tercer modelo formal es el de la crónica cuyo estatuto, con suesfuerzo por la ordenación de los hechos, favorece su (aparente a veces)racionalización objetiva. Giovanni Summonte, Parrino y otros en el Seicento6

son en Italia los tardíos representantes de este subgénero.Con el paso del tiempo el poema derivará hacia el panegírico siguiendo

una evolución celebrativa muy en consonancia con los fastos de la edadbarroca; un buen ejemplo de esta deriva lo propone Francisco de Trillo yFigueroa en Neapolisea7.

En numerosos casos los textos son bocetos contenidos en romances(como el elogio fúnebre de Gonzalo Fernández que aparece en el gongorinoIlustre ciudad famosa)8 o, como ya he dicho, insertos en discursos litera-rios dedicados a otras materias, bocetos cuya brevitas intensifica la fuerzadel retrato y ayuda a su difusión9.

Esta tipología tan extensa aparece en buena parte ya en la primera mitaddel siglo XVI, etapa fundadora de elaboración del mito y, consecuente-mente, decisiva en la costitución de los rasgos que lo definen. La caracte-rización de esta etapa como plenamente hispanoitaliana la convierte enobjeto privilegiado para nuestra atención pues en ella hallamos una enormevariedad de textos monográficos y de bocetos (exentos o no) dedicados aGonzalo que, con un ritmo alternante casi matemático, se van escribiendoen las dos penínsulas durante esas décadas hasta componer un conciertode voces latinas, castellanas e italianas dedicado al héroe cordobés.

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6. Giovanni Antonio Summonte, Dell’istoria della città e regno di Napoli. Parte terzaove si descrivono le vite e fatti de’ suoi Rè Aragonesi dall’anno 1442. Fino all’anno 1500. InNapoli, Appresso Francesco Savio, 1640. Ad istanza di Domenico Montanaro, págs. 515-558,pero también Parte quarta, In Napoli, per Giacomo Gaffaro, 1643, págs. 4-9. DomenicoAntonio Parrino, Teatro eroico e politico de’ governi de’ vicere del regno di Napoli dal tempodel re Ferdinando il Cattolico fino al presente, Napoli, nella stamperia di Giovanni Gravier,1770 (Primera edición 1692), págs. 1-27.

7. Neapolisea. Poema heroyco y panegirico al Gran Capitan Gonzalo Fernandez deCordova. Dirigido al excelentissimo Señor don Luys Fernandez de Cordova, y Figueroa.Marques de Priego, duque de Feria etc. Por don Francisco de Trillo y Figueroa. Con licencia.En Granada. Por Baltasar de Bolívar, y Francisco Sánchez. Año de 1651.

8. Luis de Góngora, Romances, ed. Antonio Carreño, Madrid: Cátedra, 1990, págs.251-260.

9. De entre esta amplia gama probablemente es el modelo biográfico el más duraderopuesto que va a tener un notable florecimiento en época moderna. Véase El Gran Capitán.De Córdoba a Italia al servicio del Rey, ed. Juan José Primo Jurado, Córdoba: Servicio de Publi-caciones de CajaSur, 2003, págs. 368-393; y también Andrés Soria, El Gran Capitán en la lite-ratura, Granada: Universidad de Granada, 1954.

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I

El primero de los textos monográficos se escribe y se publica antesde 1515, año de la muerte del Gran Capitán, y pone los cimientos a una delas tipologías más ilustres, la del poema épico. Se trata del poema de GiovanniBattista Cantalicio De bis recepta Parthenope subtitulado Gonsalvia salidode las prensas napolitanas del Mair en 1506 y escrito en verso heroicolatino (fig. 1)10. Cantalicio, humanista, preceptor de Luis de Borgia (quien,llegado al cardenalato lo nombrará obispo de Penna y de la ciudad abruz-zese de Atri), académico pontaniano, tiene el mérito de haber sido elprimero en dedicar un poema extenso a la figura de Gonzalo Fernández.

El texto ilustra las hazañas del de Córdoba en Italia, al que, ya desdelos preliminares, atribuye el título de «Magnus Dux»11. La ordenada expo-sición cronológica dispone la materia en cuatro libros dedicando el primeroa la campaña de Calabria, la vuelta de los aragoneses a Nápoles, el serviciode Gonzalo al Papa Borgia en Ostia, y su retorno a España, mientras queel segundo se abre con la vuelta de Gonzalo a Sicilia, la campaña contra elGran Turco Bayacete con la conquista de Cefalonia –que es entregada aldominio veneciano– y la estabilización de la campaña de Puglia; en losdos últimos se ilustran los episodios fundamentales de la guerra en el Regnocomo la batalla de Ceriñola, la muerte de Nemours, la de Puertocarreropor enfermedad, las circunstancias de la llegada de los grandes nombresque vienen desde España para reforzar las filas del ejercito de Gonzalo(y la laude en honor de ellos)12, la entrada en Nápoles (III) o como laconquista de los Abruzos, la campaña de Montecassino y Roccaguglielma,los cambios en el Papado a la muerte de Alejandro VI y los refuerzos que

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10. Cantalycii episcopi pinnensis de bis recepta Parthenope. Gonsalvia. Liber primus,Neapolis: Mair, 1506. Ejemplar de la Biblioteca Nazionale di Napoli, Sala delle Quattrocen-tine, XX-F-25; lleva el sello de la Biblioteca Reale y, a mano, en tinta negra, «ex BibliothecaS. Maria in Porticum».

11. Sobre el origen italiano del título véase Benedetto Croce, La Spagna nella vitaitaliana durante la Rinascenza, Bari: Laterza, 1949, pág. 103.

12. Manuel de Benavides, señor de Javalquinto, Ugo de Cardona, Alonso Carvajal, el capitánAlvarado, Gonsalvo D’Ávalos, Antonio de Leiva, el capitán Figueroa «& molti altri, i quali nonerano punti inferiori à quei Capitani, che accompagnarono il gran Cesare in Francia, ò Anibalin Italia, o Alessandro il Magno in Persia» (Le historie di Monsig. Gio. Cantalicio vescovo d’Atriet di Civita di Penna. Delle guerre fatte in Italia da Consalvo Ferrando di aylar, di cordova,detto il gran Capitano. Tradotte in lingua toscana dal Signor Sertorio Quatttromani, dettol’Incognito Academico Cosentino a richiesta del sig. Gio. Maria Bernaudo, Napoli: AppressoGio. Giacomo Carlino, 1607. Ad istanza di Henrico Bacco, alla Libraria dell’Alicorno, pág. 76).

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ello consiente al ejército español, las batallas de Garigliano y de Gaeta, laentrada triunfal en Nápoles (IV).

Estamos ante un texto de la mejor cepa humanista romana, espejo delas relaciones intensas entre Roma y Nápoles durante los años en que seafianza el poder del viejo aragonés en Italia. El equilibrio compositivo, lavoluntad de ordenación de los hechos históricos a partir de un principiounificador, la comparatio entre acciones modernas y clásicas y la identifi-cación del protagonista y de sus compañeros con los grandes guerrerosde la antigüedad colocan desde esta primera cristalización la materiagonsalvia bajo la égida del humanismo de la corte papal.

De bis recepta Parthenope debe ser considerado el texto oficial que elGran Capitán, virrey de Nápoles, avala en 1506 como la versión verdaderade sus hechos y hazañas en Italia. Es importantísimo este punto pues esel único texto publicado en vida del héroe y bajo su jurisdicción. En él lahistoria se cuenta siguiendo la lección de los latinos y concediendo al héroeuna centralidad que le pertenece por su excelencia como general del ejér-cito. Escasean en el texto los atributos al protagonista y sus virtudes brillanen sus acciones. Las orationes con las que Gonzalo arenga a sus soldados enlos momentos más graves (en el Garellano especialmente) también sacan arelucir las líneas de fuerza de su temperamento.

Pero lo más importante es un modelización del héroe que se atiene a losprincipios de elegancia y discreción; Gonzalo es presentado siempre a la alturade la misión que se le ha encomendado: es caballero y estratega y de esa dobleentidad deriva su perfil humano, sin que el texto se detenga en aspectos anec-dóticos y sin que haya en ningún momento una delectación en el panegírico.

El poema se organiza como el mejor marco para dar a conocer los inclitafacta que han llevado a Gonzalo Fernández a la galería de los héroes, hechoscuyo horizonte es esclusivamente el Regno y que lo conducen a la dobleentrada militar en Nápoles; así pues es Nápoles la que constituye el triunfoheroico de Gonzalo y en el título del poema el retor Cantilicio ha sabidoaludir perfectamente a la correlación existente entre los hechos y las conse-cuencias que éstos tienen para el capitán español: la glorificación quecontiene el subtítulo Gonsalvia es la consecuencia de la increíble doblehazaña que da título a la obra.

Son además los facta de Gonzalo los que, desde el arranque del poema,definen su virtud heroica que, como la de los héroes homéricos, se apoyaen la pareja sapientia/fortitudo13. Gonzalo reúne casi todas las formas del

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13. Véase Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media Latina, México-Madrid-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1955, págs. 242-254.

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valor y de la sabiduría14 por su conocimiento del arte militar, su destrezaen el combate y en el consejo de guerra, su inteligencia, su elocuencia.Son tantas y tales sus partes que el héroe moderno supera a los antiguos(a los héroes de la Ilíada, a Alejandro, a los Cartagineses) pues todas susproezas son obra de su «mano» y de su «prudencia». Los supera especial-mente porque esta primera formalización escrita de su fama se apoya exclu-sivamente en la verdad de los hechos. Cantalicio reclama para su texto elestatuto histórico y, en efecto, tal estatuto le será reconocido por la poste-ridad puesto que De bis recepta Parthenope, continuando la tradición dela epopeya clásica y medieval, será prosificado en italiano por SertorioQuattromani y en esta nueva cristalización, con el título Le Historie delleguerre fatte in Italia da Consalvo Ferrando di Aylar, di Cordoua, detto il granCapitano15 tendrá un éxito editorial notable, con varias ediciones a finalesdel XVI, en 1592 y en 1597 (fig. 2), y otras ya en el XVII, como la de 1607(figs. 3 y 4).

Pero además el prestigio del texto de Cantalicio atraviesa el tiempo yalcanza el reconocimiento oficial de la posteridad al ser incluido en 1769en la Raccolta dell’Istoria Generale del Regno di Napoli (fig. 5). En estaantología de los mejores («dei più rinomati scrittori») merecen estar sea laversión poética de Cantalicio (figs. 6 y 7), sea la prosificación de Quattro-mani (figs. 8 y 9).

Es evidente que un texto de tal fortuna editorial habrá influido decisi-vamente en la elaboración de la imagen del protagonista y que los mismosescritores que han rebajado su importancia (Paolo Giovio especialmente)lo han tenido en cuenta a la hora de componer nuevos textos sobre GonzaloFernández.

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14. «Militis hispani canimus bis marte receptam / Parthenopem: magnique ducis resordine gestas / Et quo Saena modo regnis expulsa latinis / Gallorum rabíes: Nobis dateplectra Sorores / Píerides: hederasque mihi seponite: fas sit / Nunc saltem Aonia praecín-gere tempora lauro / Ausoniasque novas pugnas resonare per urbes. / Et tu hispanorumSoboles: memorandaque nostri / Temporis alma salus: populorumque uníce uindex / Duxqueducum: mundique decus: bellique potestas / Maxima & astríferos tandem meriture penates/ Gondisalve saue: tua sunt haec munera:ceptis» (De bis recepta Parthenope, fol. Bir).

15. Le historie de Monsignor Gio. Battista Cantalicio, vescovo di Civita di Penna, &d’Atri. Delle guerre fatte in Italia da Consalvo Ferrando de Aylar, do Cordova, detto il granCapitano. Véase también la edición de 1607 (nota 14). Ya Croce señalaba en el lejano 1894«la curiosa infedeltà della traduzione in prosa, più volte ristampata, di Sertorio Quattromani»,Benedetto Croce, «Di un poema spagnuolo sincrono intorno alle imprese del Gran Capitanonel Regno di Napoli. La “Historia Parthenopea” di Alonso Hernández», Archivio Storico Napo-letano, 19 (1894), págs. 532-549, en particular pág. 532.

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II

El primero en seguir la horma de Cantalicio es Alonso Hernández, proto-notario de la Santa Sede, que escribe en Roma su Historia parthenopea16,poema en coplas de arte mayor en estrofas de ocho versos a la manerade Juan de Mena17 dedicado enteramente al «loor» –como reza el título– deGonzalo Fernández (fig. 10 y 11). Su publicación a los pocos meses despuésde la muerte del Gran Capitán invita a pensar que hubo razones de tipopolítico para dar a la imprenta este texto mediocre.

Mérito principal del poema de Hernández, su sincronía, ya subrayadapor Croce en el título de su artículo, envuelve en un clima de frescainocencia el epos de Gonzalo en Italia. El título, que recupera el punto devista del texto de Cantalicio haciendo más probable su filiación directa18,centra con eficacia el papel de Nápoles en la metamorfosis del soldado enhéroe. Por eso excluye todo lo que Gonzalo Fernández ha sido y ha hechoantes de desembarcar en Calabria. El valor de su heroísmo queda indiso-lublemente ligado a la Historia del Regno, historia que lo reconoce comoalgo propio.

Pero la titulación del poema sella además las hazañas del héroe comoverdaderas, pues sólo la verdad es materia de la historia. ReconoceHernández el riesgo poético que esta preeminencia comporta cuando afirmaen la Dedicatoria «que sy en el poema el honbre narra simplice mente lascosas hechas sale fuera delos floridos quiçiales de aquel: y sy cuenta laverdad delas cosas hechas con coberturas y con las figuras y cosas poeticas.Privase la fe dela verdad dela cosa»19, dilema que intenta superar tras haber«deliberado de guardar acada una de las dos especies: porque su exce-llentia no se pueda quexar dela derogation o privaçion de la verdad de

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16. Historia parthenopea dirigida al Illu / strissimo y muy reverendissimo Señor / donbernardino de caravaial Carde / nal de santa cruz compuesta por el muy / eloquente varonalonso hernandes clerigo ispalensis prothonotario de la san / ta sede apostolica didicada enloor del / Ilustrissimo Señor don gonçalo her / nandez de cordova duque de terra / novagran capitan de los muy altos / Reies de spaña. [Colofón] Ynpresso en Roma por maestreStephano Guilleri delo Reño año. del nuestro Redentor de Mil y quinientos.xvi. a los diez yocho de Setienbre.

17. Hernandez admira a Mena y lo cita en una estrofa (L. VIII).18. Véase a éste propósito José Enrique Ruiz-Doménech, El Gran Capitán. Retrato de

una época, Barcelona: Atalaya, 2002, págs. 524-526.19. Historia parthenopea, Dedicatoria, fol. [2r].

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sus glorias: y las musas no se puedan lamentar de la subtraction o priva-tion de sus varias misticas dulçesas»20.

Sea en el caso de Cantalicio, sea en el de Hernández podemos hablarde poesía épica que es historia porque cuenta con un lector de excepción:el mismo héroe, que no deroga su función de depositario de la verdad desus hazañas y a quien el autor responde en última instancia. Emerge así elcarácter de encargo de los dos textos, más evidente en el caso del segundo,cuando Hernández dirigiéndose al dedicatario Bernardino de Carvajal,cardenal de Santa Cruz, recuerda que «el mandado de tu excellencia fueque scriviesse las cosas hechas en el Reino de napoles y antes que a el sellegasse por el Magnanimo Don gonçalo hernandez de cordova gran capitandespaña y duque de terranova»21 y Bernardino de Carvajal era del grupode los españoles romanos más ligados al Gran Capitán, al menos desdeque éste el 7 de junio de 1504 había firmado como virrey una cédula enla que le eran concedidos los bienes confiscados al príncipe de Melfien Nápoles y en Capua22.

La invocación a la «Diva Minerva» que abre el poema23 declara desde elprincipio la voluntad clasicista que anima al autor, voluntad no efímerapues el protonotario va tener presente a Homero a lo largo del texto inten-tando imitar el modelo en una serie de procedimientos que van desde laindicación del tema dominante (la envidia hacia el Gran Capitán en el lugarque en la Ilíada ocupaba la cólera de Aquiles) hasta fórmulas estilísticascomo los catálogos o la abundancia de similitudines. Que el «mísero» poeta,como lo llamó despectivamente Menéndez Pelayo24, quede lejísimos de sumodelo no le impide sin embargo obtener algunos resultados notables quepodríamos resumir así:

1) compone un poema de arquitectura bien trabada manteniendo ala vez el tempo lento típico de la épica gracias a las coplas de artemayor;

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20. Historia parthenopea, fol. [2r-v].21. Historia parthenopea, fol. [1r].22. RAH: Salazar, A-11 fol. 409 y 410 (Salazar, t. I, núm. 1271, pág. 321), citado por J.

E. Ruiz Doménech, El Gran Capitán, pág. 371.23. «Tu diva minerva que fueste engendrada / Del cerebro Sacro de Jove nasçida / No

la quenel lago tritonio es venida / Mas digo de aquella celeste sagrada / La qual fue por bocade Jove yspirada / Dispone mi mente y riduze a memoria / Las belicas cosas do tanta degloria / El betico cipio Saco esta vegada».

24. Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía española en la Edad Media,Madrid: Libreria general de Victoriano Suarez, 1916, vol. III, pág. 122.

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2) se muestra hábil en diseñar un panorama bélico poblado dehéroes25 en el que el Gran Capitán es un primus inter pares quesabe honrar a los de su parte y respetar la dignidad de losenemigos26;

3) organiza la materia poética con un punto de vista amplísimo loque le que consiente presentar al Gran Capitán, ya convertido envirrey, como esperanza de la Cristiandad frente al Turco, vislum-brando para Gonzalo un destino mesiánico que convenía gran-demente al proyecto del partido español de la Roma de Julio IIy León X;

4) realiza uno de los primeros intentos de épica renacentista encastellano consciente de la importancia de la apuesta y en lamedida en que –dice– «la qualidad del nuestro ygdioma o vulgarcastellano lo comporta»27.

La publicación en Roma por Stefano Ghisleri es índice claro de cómola prensa en lengua española, incluso en estos primeros años del XVI enque ven la luz obras maestras como la Celestina en Roma28 o como laPropalladia en Nápoles29, tiene en Italia una vertiente propagandista, coyun-tural, que da voz a las necesidades del creciente poder hispánico y sealimenta con aquéllas.

Y sin embargo, aunque es perfectamente condivisible aún hoy la etiquetade Croce sobre la finalidad «patriótico-literaria»30 del poema es evidente suimportancia desde el punto de vista de elaboración del mito de GonzaloFernández, mito que aparece ya muy bien definido gracias a una serie derasgos que van a constituir las invariantes caracterizadoras.

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25. Desde Don Diego de Mendoza, que aparece ya en el lib. I, cap. 1, hasta PedroNavarro, desde Fabricio y Próspero Colonna hasta Hugo de Moncada, hasta Fernando deAndrade Carvajal.

26. Amplio espacio se dedica a Robert Stuart, Señor de Aubigny, y a su victoria enSeminara.

27. Historia Partenopea, fol. 2r.28. La primera edición conservada de la Tragicomedia es la traducción al italiano,

publicada en Roma en 1506 por Eucharius Silver.29. Jean Pasquet De Sallo, 1517.30. B. Croce, «Di un poema spagnuolo», pág. 536. Croce añade también que «ciò

che ferma l’attenzione in questo poema non è dunque il suo merito letterario (quantunqueil suo demerito letterario sia pur di un genere alquanto interessante!) e neanche l’impor-tanza delle notizie che contiene ma, principalmente, i sentimenti che in esso si manifestano»(pág. 539).

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Entre estas destaco la adjetivación del héroe a partir de ejemplos de laantigüedad clásica. El proceso de mitización se apropia de los grandesrepresentantes de la virtus guerrera grecolatina y acuña para Gonzalo atri-butos con los nombres de aquellos: «el beticho Cipio» es, aunque no elúnico, el principal (al romano se le paragona en varias ocasiones puntua-lizando que ambos inician su cursus honorum como héroes jóvenes, con24 años).

El arranque del poema dedicado al choque contra los turcos lo presentacomo héroe nacional, nuevo Cid (fol. Cviiiv) entroncando la acción deCefalonia con la militancia antislámica que había caracterizado la actividadguerrera de Gonzalo en Granada. Claro que este incipit potencia enorme-mente el papel de conquistador de Gonzalo, al eliminar su primer viaje alRegno en respuesta a la petición de ayuda del rey de Nápoles. Este cambiodel punto de vista no influye en la definición de la imagen del héroe cuyasvirtudes, que responden perfectamente al ideal renacentista, son una impe-cable adaptación de la pareja sapientia/fortitudo:

Que en este las fuerças del alma y vigorcon gran fortaleza hizieron moraday la humanydad ally esta firmadacon mucha dulceza que le da gran honor (fol. D1r)

y a lo largo del poema se declina en innumerables variantes el binomioclásico haciendo de Gonzalo un héroe hispano-italiano:

Bibeza y astuçia de guerra exçelentedespaña las usas que son de loarprudençia de Italia te muestra adornar […] ( fol. Riv)

y se ilustra la vieja pareja con semas como justicia –que no se deja llevarpor amistades o parentescos–, magnanimidad, mansedumbre, «vulto alegreriente», «habla suave», aspectos todos de un retrato que queda resumidoen la fórmula «suma virtud feliçitas suma» (Riiiiir). Y la atmósfera huma-nista de esta semblanza se corona con la alabanza de la elocuencia deGonzalo, aspecto al que Hernández, concede, como Cantalicio, amplioespacio incluyendo varias orationes del Gran Capitán destinadas a aumentarel pathos en los momentos solemnes y a ilustrar performativamente esaproyección hacia lo noble y esa grandeza de carácter que determinan lacategoría axiológica del héroe.

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III

No sabemos si la Historia parthenopea tuvo una cierta difusión antes deser impresa ni sabemos si el poeta Juan de Narváez, cordobés afincado enValencia, la conocía cuando, en la segunda década del XVI, trazó un breveboceto de Gonzalo en su poema Libro de las valencianas lamentaciones31,obra que dedicó al Gran Capitán ya retirado de la corte; lo cierto es que,en esa primera semblanza hecha en España al héroe cordobés, hallamoslos mismos semas para la definición de la imagen del héroe que en elpoema de Hernández, organizados ahora en una estructura a la manerade las disputas medievales, en donde el Autor y la Razón van devanandolos aspectos de la gloria de Gonzalo:

Item, digo consecuenteQuién es el Gran Capitán A quien todos honra dan,honra del siglo presente;el cual salió del Ponientey con su consejo y manoshizo más que los romanosen las partes del Oriente.

Cuya honra limpia et pura,cuya sapïencia y leyestima muy mas su Reyque de otra criatura.Este es peso y mensuraDe nobleza y castidad, de grandeza y caridad,dechado de fermosura32.

Si «Consejo y manos» es la forma amena que adopta el viejo binomiosapientia/fortitudo en el castellano preclásico de Narváez, si todos los otroselementos pueden ser atribuidos a una de las dos partes de la fracción, el

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31. Juan de Narváez, Libro de las valencianas lamentaciones, ed. Luis Montoro yRautenstrauch, Sevilla: Cabildo de la Catedral de Sevilla, 1908. B. Croce, «Di un poema spag-nuolo», pág. 537, siguiendo a Amador de los Ríos, incluye en un mismo «gruppo di operestorico-letterarie» los textos de Hernández y Narváez.

32. Vso. CLXXXVII-CLXXXXVIII.

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espacio dedicado al tema de la envidia33 deja abierta la posibilidad de uninflujo directo entre los textos escritos en Roma y en Valencia durante esosaños. En cualquier caso el breve retrato que Narváez dedica a Gonzalotestimonia el peso que el soporte poético ha tenido en la formalización demito en esta etapa fundacional.

IV

Pero ni el latín humanístico de Cantalicio ni la oscura musa de Hernándezeran vehículos apropiados para responder a una creciente demanda surgidaen edad carolina sobre la figura y la obra de Gonzalo Fernández: cuandoel mismo Emperador solicite a Hernán Pérez del Pulgar para que escribaun epítome sobre el héroe muerto, el compañero de Gonzalo en la guerrade Granada responderá con la Breve parte de las hazañas del excelentenombrado Gran Capitán, biografía ejemplar que toma como modelo las«antologías de hombría» citadas al principio, verdadera joya del arte biográ-fico renacentista, escrita en Sevilla y publicada en 152734. Pérez del Pulgarconoce la tradición textual sobre el Gran Capitán («del qual en las mas

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33. «Mas puesto ser otorgado / el loor que aquéste tiene, / el cual por línea le viene /de tiempo muy prolongado, / es de algunos sospechado / nó su magnanimidad, / masmenguar su fieldad / acerca de lo ganado. / Esa fama no se canta, / antes es yerba quenasce, / la cual yo creo que pasce / alguna gente non sancta: / de quien se mueve y levanta/ la invidia maldizïente / deste capitan valiente, / cuya honra los quebranta» (Vso. CXCIII).

34. Breue parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitan, Sevilla: JacoboCromberger, 18 de enero de 1527, n° 238 del catálogo de Aurora Domínguez Guzmán,El libro sevillano durante la primera mitad del siglo XVI, Sevilla: Diputación Provincial, 1975,pág. 108. La autora no recoge ninguna localización de posibles ejemplares de esta primeraedición. Francisco Escudero y Perosso, Tipografía hispalense. Anales bibliográficos de ciudadde Sevilla. Presentación de Aurora Domínguez Guzmán, Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla,1999, después de haber descrito un ejemplar de la príncipe (Breue parte de las ha / zañasdel nom / brado Gran Capitan. Con priuilegio de sus / Magestades. Sobre este título elescudo de las armas imperiales grabado en madera. A la vuelta de la portada la licencia delConsejo, que empieza así: Este breue sumario de las hazañas y solemnes virtudes que enpaz y en guerra hizo el Gran Capitan. Escribio en pedaços como acaescieron Hernan perezdel pulgar señor del Salar. Dirigiolas al Catholico y por esso muy poderoso señor don Carlosrey de España […]), dice: «he tenido a la vista el único ejemplar que se conoce de esta rarí-sima edición, joya bibliográfica que posee la Real Academia Española» (pág. 165). Sobre elautor véase Pérez del Pulgar (Hernán) en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Ameri-cana, Madrid: Espasa-Calpe, vol. XLIII, págs. 693-696.

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partes de la misma Ytalia valientes historiadores codiciando ensalzar lafama con las obras de este ilustre Capitan en prosa y en metro, han escritosu figura, resplandor, linage, riquezas y claridad de gloria, que ganó conbondad hazañas de guerra y tratos de paz»)35 pero organiza su escritura(que define «sumario»)36 siguiendo criterios específicos que dependen espe-cialmente de la calidad del encargo. Empieza, pues, trasladando las cartasde pésame de Fernando y de Carlos a doña María Manrique por la muertede Gonzalo y los documentos en los que los reyes Fadrique y Fernandoconceden al Gran Capitán títulos y privilegios (Ducado y señorío de Santan-gelo, ducado de Sessa). Este principio casi notarial da solemnidad a lasemblanza con la magnificencia del elogio fúnebre y legitima las empresasde Gonzalo con la poderosa oficialidad de las dignidades territoriales (todasitalianas, por cierto).

Son tan completas estas «cartas reales» que con razón sostiene Pérez delPulgar que «bastarían para historia perpetua» y desde luego influyen deci-sivamente en la ordenación de la materia, pues el autor, al anteponer lashazañas italianas recogidas en estos «títulos y cabezas de previlegios», puedeconcentrarse en los hechos de Gonzalo anteriores a su aventura itálica,entre otras razones porque, siguiendo a Tucídides, Pulgar escribe sólo lasacciones a las que ha asistido como testigo de vista («yo de las que ví meatrevo a escribir»)37.

Dedica luego una breve alusión a su estilo definido «llano y claro»38 y,mientras va salpicando el exordio de anécdotas clásicas y de facecias,completa esta inmersión en la antigüedad romana comparándose a sí mismocon Virgilio y Plinio, a Carlos con César y Vespasiano39. Suficiente comomarco humanístico, si tenemos en cuenta que el privilegio de Fernando elCatólico a Gonzalo ya comparaba a éste con los grandes antiguos:

E saliendo de la dicha Barleta, distes batalla á vuestros enemigos losfranceses, quasi en aquel mismo lugar donde venció Anibal a los romanos

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35. Hernán Pérez del Pulgar, «Breve parte de las hazañas del excelente nombrado GranCapitán», en Antonio Rodríguez Villa, Grónicas del Gran Capitán, Madrid: Bailly-Baillière, 1908,págs. 555-589, en particular pág. 555.

36. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 559.37. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 559. La retórica en estos años ponía en cande-

lero la cuestión del testigo presencial: Jorge de Trebisonda en la Rhetorica pone como condi-ción para que se narre «ut res tota ante oculos ponatur». Véase Miguel de Salinas, Rhetóricaen lengua castellana, ed. Encarnación Sánchez García, Nápoles: L’Orientale editrice, 1999.

38. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 559.39. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 560.

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[…] y matando los dichos franceses fasta el Garellano, donde los vencistesy despojastes de mucha y buena artillería, señas y vanderas, con aquelsufrimiento de Fabio ditador romano, y con la destreza de Marcelo ypresteza de Cesar40.

La selección de las hazañas no excluye una breve alusión a la forma-ción del héroe (de su condición de huérfano, al nombre de su preceptor,Diego de Cárcamo, de su primera frase pública, a su tendencia a la libe-ralidad). El valor y la elocuencia van a ir unidos desde su iniciación comohombre de guerra en la campaña de Portugal y, ya en la de Granada, sedistingue a los ojos de los reyes no sólo por su esfuerzo sino por su finuraespiritual41. La demorada narración de los inclita facta de Gonzalo en elreino nazarí se funda siempre en esos dos pilares del universo humanistae incluye varias arengas de Gonzalo a los moros así como anécdotas desu amistosa relación con Boabdil a quien se dirige en Loja, al hallarlo heridoen un brazo, con estas palabras: «Señor muy excelente, ¿qué hace vuestraseñoría que no se somete a la razón y no a la fortuna?» Y en esta tesitura,aunque Pérez del Pulgar elude inteligentemente todo lo que Cantalicio ylos demás habían contado de las campañas de Italia (estableciendo conellos un diálogo implícito), se detiene en subrayar cómo en apodarle GranCapitán estuvieron de acuerdo los franceses «continuando aquella costumbrede griegos y romanos que con claros y maravillosos capitanes acostum-bravan, aunque enemigos, hacer, de dalle renombre»42.

Modelo de virtud que sus adversarios acaban emulando, la apoteosis deGonzalo ocurre en este epílogo del sumario cuando el viejo compañerode armas se deleita relatando el viaje de vuelta a España, itinerario gloriosoorganizado en etapas cuyo pórtico es la laude que el rey de Francia letributa al encontrarlo en Savona y sentarlo a su mesa junto con el Católicoy cuyos momentos eminentes son los «recibimientos» de que Gonzalo esobjeto en Valencia, en Burgos, en Santiago «los quales tres rescibimientospor triunfos podrían passar si los pusiera en tal estilo escritor que no escre-viera corto»43.

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40. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 558.41. «Visto el Rey el recaudo que se daba, y como los casos de esfuerzo hacía, y la dili-

gencia que poní a en las cosas tocante a la guerra, en la qual comenzaba la pelea el primeroque entrava en ella y el mas tardio que se partia de la lid, y el aficion que aquellos que leseguian le tenian, ca les monstrava ansi como en escuela de virtud tratandolos blando y conallhago, tuvo cura de le honrar», H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», págs. 560-561.

42. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 578.43. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 580.

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La gloria terrena alcanza su cenit en ese parecido entre estos «rescibi-mientos» y aquellos triunfos de los generales de la antigua Roma, en esaadecuación del presente al pasado, en esa continua comparatio con losgrandes hombres de guerra del Imperio, con Escipión especialmente. La ejem-plaridad ocupa todas las casillas previstas por la tradición, desde la pruebadel temple del héroe (que aquí ocurre al final, cuando Fernando revoca laorden de pasar por tercera vez a Italia) hasta la hermosura44, desde la noblezadel alma hasta la prontitud45, desde la terribilità al dominio de la lengua.Los topoi se organizan en una configuración nueva y extraordinariamentecompleja y el libro se cierra confirmando la excelencia del protagonistapor ser la respuesta moderna a las normas clásicas pues «en él moraron lasquatro cosas que […] Marco Tulio pone que ha de tener el perfecto capitán:que son virtud, dar, sabiduría y autoridad»46.

La coincidencia casi perfecta de la fecha de publicación de la Breveparte de las hazañas (1527) con el encargo del yerno del Gran Capitán aPaolo Giovio para que escribiera una Vita del héroe (1525-6) y la afirma-ción del obispo de Nocera según la cual la obra estaba ya casi terminadael año del Saco de Roma colocan en ese arco de tiempo el momento claveen el que cuaja el mito tal y como el Renacimiento lo modeló. Hay, sinembargo, motivos para pensar que la pérdida del texto por culpa del Sacosea una cómoda invención de Giovio47 y cuando el libro vea la luz en 1547la sedimentación histórica de los hechos consentirá ya un punto de vistacon una perspectiva amplísima, extraña a las características de los textosque hemos examinado.

El libro del Giovio consagrará el mito de Gonzalo gracias sobre todo ala traducción al italiano hecha por Dominichi que alcanza ediciones en

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44. «Su persona gesto y autoridad era tanta y de tanta gravedad que para el propriosemejar vayan a Apelles o venga Guido de Coluna para le bien trasladar. Fue su aspectoseñoril […]», H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 584.

45. «[… ] tenía pronto parecer en las loables cosas y grandes fechos», H. Pérez delPulgar, «Breve parte», pág. 584.

46. H. Pérez del Pulgar, «Breve parte», pág. 589.47. «Origine di molta perplessità negli studi gioviani è la sorte del “libri mancanti” delle

Historiae. I libri dal V al X, dedicati agli avvenimenti accaduti tra il 1498 e la morte di papaGiulio II (1513) sono trattati solo da epitomi. Al tempo della pubblicazione, il G affermòche questi libri erano andati perduti nel sacco di Roma; ma, non trovando menzione delloro smarrimento all’epoca, gli studiosi hanno ritenuto che la storia della loro perdita fosseuna comoda invenzione, ed è difficile oggi stabilire la verità», T. C. Price Zimmermann,«Giovio Paolo», en Dizionario biografico degli italiani, Roma: Istituto della EnciclopediaItaliana, 2001, vol. LVI, pág. 434.

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1550, y 1552 (fig. 12) y al castellano hecha por Pedro Blas Torrellas publi-cada primero en Zaragoza, 1553 y 1554 y en Amberes en 1555 con dosediciones (G. Simon y G. Spelmann). Pero estas fechas quedan ya fuera delos límites que nos habíamos dado.

En el caso de Giovio, una vez más es un humanista del ámbito papa-lino el que se ocupa de escribir la trayectoria vital del andaluz y esta cons-tante es un dato decisivo para evaluar el peso de la cultura romana en laformación de la imagen del Gran Capitán. La gran aportación del Giovioes una escritura totalizadora que incluye la entera elipse biográfica delhéroe y que lo humaniza introduciendo el drama político de Gonzalo: suintensa y difícil relación con Fernando. De esa indagación íntima sobre laspasiones del protagonista y de su maestría compositiva deriva la importanciay la popularidad de la Vita, el texto que más ha contribuido a la fama dela epopeya del de Aguilar y Córdoba.

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Figura 1

G. B. Cantalicio, D

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Neapoli, 1506. Portada

Figura 2

G. B. Cantalicio, Le

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e…Cosenza, 1597. Portada

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G. B. Cantalicio, Le

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e…Napoli, 1067. Portada

Figura 4

G. B. Cantalicio, Le

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e…Napoli, 1067. Contraportada

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Napoli, 1769. Portada

Figura 6

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e…Neapoli, 1769. Protada

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Figura 7

G. B. Cantalicio, G

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e…Neapoli, 1769. Página 1

Figura 8

G. B. Cantalicio, Le

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e…Napoli, 1769. Portada

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Figura 9

G. B. Cantalicio, Le

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e…Napoli, 1769. Página 1

Figura 10

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Roma, 1516. Anteportada

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Figura 11

Alonso Hernández, H

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Roma, 1516. Portada y dedicatoria

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Figura 12Paolo Giovio, La Vita di Consalvo Ferrando di Cordova…

Traducción de M. Ludovico Domenichi. Florencia, 1552. Portada

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EL HUMANISMO ISABELINO ENTRE ITALIA Y ESPAÑA:UN ESTADO DE LA CUESTIÓN

FRANCISCO J. ESCOBAR(Sevilla)

[…] Astrea, que parece haber abandonado a los demáspueblos, recorre estos reinos, mostrando su alabanza pordoquier; esa es la causa de nuestro estado favorable […]

(Pedro Mártir de Anglería, Opus Epistolarum, 107)

E L V CENTENARIO del fallecimiento de Isabel I de Castilla (1451-1504) nos ha legado, a lo largo del 2004, una rica eclosión de eventoscomo homenaje al singular perfil de la Reina. Numerosas exposi-

ciones, congresos científicos y granadas publicaciones han agasajado feliz-mente tal especial ocasión, haciendo posible, en virtud de una nueva Edadde Oro («nunc igitur rediit aurea aetas»), la acmé cultural isabelina, de loque intenta dar cuenta –aunque sólo pueda ser parcialmente– la biblio-grafía adjunta a esta documentación. La variedad de cauces expuestos querememoran el hito histórico presenta, claramente, un denominadorcomún, a saber: la insistencia en la magnificencia de Isabel I a la horade acometer su mecenazgo. En efecto, el reinado de los Reyes Católicos(1474-1516) se caracterizó, en su afán de iniciar una nueva Edad de Oro,por una marcada revitalización de la cultura1. A este renacer del pensamiento

1. Entre la abundante bibliografía sobre dicho período, destacamos: Juan Gil, «Losemblemas de los Reyes Católicos», en Humanismo y pervivencia del mundo clásico, Cádiz:Universidad de Cádiz, 1993, págs. 385-398; Ángel Gómez Moreno & Teresa Jiménez Calvente,«Entre edonismo y aemulatio clásica: el mito de la Edad de Oro en la España de los Reyes

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–deudor, en buena medida, de los modelos grecolatinos e italianos–, contri-buyó decididamente el florecimiento de la imprenta en España ya ca. 1474,en torno a los núcleos geográficos de Sevilla, Valencia y Alcalá de Henares.La imprenta se erige, por tanto, como el vehículo idóneo y adecuadopara la amplia difusión de obras y tratados sobre varia materia (desarro-llándose, por añadidura, el número de personas alfabetizadas)2. En estemarco cultural, la literatura conocerá un brillante período, tanto en lapoesía –caracterizada, en general, por cierto manierismo y una estéticaconceptista–, con Juan de Padilla o Fray Ambrosio Montesino, como en laprosa, alcanzando gran relieve obras de la altura del Amadís, de Rodrí-guez de Montalvo (quien reelabora entre 1482 y 1492 materiales estilís-ticos de una versión anterior), Cárcel de amor (1492), de Diego de SanPedro o Grimalte y Gradissa y Grisel y Mirabella (editadas ambas en 1495),de Juan de Flores. En cuanto al género dramático, coincidiendo con elotoño de la Edad Media, cabe recordar La tragicomedia de Calixto y Melibea,de Fernando de Rojas, la figura de Gómez Manrique (y su teatro de cenobioy corte) o las églogas, de Juan del Encina que elevarán literariamente latradición del espectáculo cortesano gracias al desarrollo textual y el énfasisde elementos líricos y musicales3.

FRANCISCO J. ESCOBAR164164

Católicos», Silva. Estudios de Humanismo y Tradición Clásica, 1 (2002), págs. 113-140; yPedro Ruiz, «Una renovación cultural», Ínsula, 691-692 (2004), pág. 2. El interés de Isabel deCastilla por los libros ha sido puesto de relieve por Joaquín Yarza, Los Reyes Católicos. Paisajeartístico de una Monarquía, Madrid: Nerea, 1993, págs. 95-99; Elisa Ruiz García, Los librosde Isabel la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, Salamanca: Instituto de Historia dellibro y de la lectura, 2004, y Víctor Infantes, «La Reina que amaba los libros», Ínsula, 691-692(2004), págs. 19-22.

2. Una ampliación del tema ofrecen Víctor Infantes, «1492: Una cultura entre el libroy el lector», en Gramática y Humanismo. Perspectivas del Renacimiento Español, ed. PedroRuiz Pérez, Madrid: Libertarias, 1993, págs. 57-78; Julián Martín Abad, «Los Reyes Católicosy la imprenta», Ínsula, 691-692 (2004), págs. 17-19; y Santiago Aguadé, «La llegada de laimprenta y el primer comercio del libro impreso», en Museo de las Ferias, 2004, págs. 161-179.

3. Un panorama sobre la literatura e historiografía española del siglo XV ofrecen CarlosAlvar & Ángel Gómez Moreno, La poesía lírica medieval, Madrid: Taurus, 1987, pág. 81; y CarlosAlvar, Ángel Gómez Moreno & Fernando Gómez Redondo, La prosa y el teatro en la EdadMedia, Madrid: Taurus, 1991, págs. 59 sigs. En cuanto al análisis específico de obras y génerosen el período isabelino véanse los artículos en Ínsula, 691-692 (2004), de Elena Gascón-Vera,«Isabel, Celestina, Melibea y otras chicas del montón. Poder y género en el siglo XV», págs. 28-30;Pedro Ruiz, «Géneros y estilos en tiempos de cambio», págs. 30-31; Ángel Estévez, «Juan delEncina: la poética de la miel y el vinagre», págs. 33-35; Antonio Gargano, «Tempora tempo-ribus concertant: cultura urbana y civilización cortés en La Celestina», págs. 37-39; JosepLluís Sirera, «Los inicios de una esplendorosa trayectoria», págs. 40-41; y Valentín Núñez,«Ficción sentimental e imprenta entre 1441 y 1499. Una cuestión de género», págs. 43-44.

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Junto a la literatura, uno de los enclaves destacados en tal renacimientocultural fue, indudablemente, el Humanismo4. Este granado hito divulgaba,en beneficio de un público lector más amplio, el conocimiento de la culturagrecolatina, al tiempo que contribuyó al creciente ascenso de las lenguasvernáculas. El humanista tenía conciencia de estar disfrutando una ricaépoca de esplendor en la que se había consolidado la unidad territorial yreligiosa de España. Por ello, la lengua castellana debía alcanzar paula-tinamente el prestigio de las lenguas clásicas, puesto que había sido elvehículo propicio mediante el cual se había producido dicha unificación5.El castellano viene a convertirse así en el instrumento necesario del imperio,según refiere Antonio de Nebrija en la dedicatoria a Isabel la Católica ensu Gramática de la lengua castellana, de 1492 (como se sabe, la primeragramática española):

Cuando bien conmigo pienso muy esclarescida Reina: y pongo delantelos ojos el antigüedad de todas las cosas: que para nuestra recordacióne memoria quedaron escriptas: una cosa hallo e saco por conclusiónmuy cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio: e de talmanera lo siguió: que juntamente comenzaron, crecieron, e florecieron,e después junta fue la caída de entrambos6.

EL HUMANISMO ISABELINO ENTRE ITALIA Y ESPAÑA 165

4. Sobre la cuestión del Humanismo a finales de la Edad Media, véanse Ottavio DiCamillo, El Humanismo castellano del siglo XV, Valencia: Fernando Torres, 1976; Paul O.Kristeller, El pensamiento renacentista y sus fuentes, Madrid, México: Fondo de CulturaEconómica, 1993, págs. 38 sigs.; Domingo Ynduráin, Humanismo y Renacimiento en España,Madrid: Cátedra, 1994, págs. 75 sigs.; Tomás González Rolán, Latín y castellano en documentosprerrenacentistas, Madrid: Ediciones Clásicas, 1995; Ernst Robert Curtius, Literatura europeay Edad Media latina, Madrid, México: Fondo de Cultura Económica, 1995; Francisco Rico,El sueño del Humanismo. De Petrarca a Erasmo, Madrid: Alianza, 1997. Para otros aspectosdel Humanismo isabelino veáse en Ínsula, 691-692 (2004), los siguientes artículos: AlejandroCoroleu, «Humanismo en España», págs. 2-4; Carmen Codoñer, «El latín en España en épocade los Reyes Católicos», págs. 4-6; y Francisco J. Escobar, «Aurea Aetas renascens: Humanismoy Tradición Clásica en los albores del Renacimiento español», págs. 6-7.

5. Véase Ángel Gómez Moreno, «El pulso de la lengua vulgar con las clásicas», enEspaña y la Italia de los Humanistas. Primeros ecos, Madrid: Gredos, 1994, págs. 109-120. Ala cuestión de la lengua en el Humanismo isabelino le dedican sendos trabajos, GuillermoSerés, «La defensa de la lengua natural entre los primeros humanistas», Alfonso Zamorano,«La lengua en la España del Cuatrocientos: caracterización» y María Luisa Calero, «La norma-lización gramatical del castellano en el Renacimiento español» (véase Ínsula, 691-692 (2004),págs. 8-11, 11-13 y 13-15, respectivamente).

6. Véase Antología de humanistas españoles, ed. Ana M. Arancón, Madrid: EditoraNacional, 1980, págs. 269-275, en particular pág. 269. Para la repercusión de Nebrija en elpanorama humanístico, véanse Juan Gil, «Nebrija en el contexto del Humanismo español»,

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El pensamiento de Nebrija, jalonado sobre una evidente perspectivanacionalista, conllevaba implícitamente la reivindicación de la dignidaddel castellano que, en otro tiempo, tuvo el latín. Esta dignitas de la lenguavernácula será considerada por los humanistas, que estudiarán, partiendode un análisis crítico, los modelos clásicos no sólo a fin de imitarlos, sinotambién, a la postre, en aras de emularlos. Atendiendo, por tanto, al motivode las laudes litterarum –desarrollado en las prolusiones universitarias ydiversas formas de literatura parenética–, la dignitas del hombre de letrasy su aspiración hacia un loable ideal cívico y ético-moral aparece ligada ala dignificación de la lengua vernácula (según había señalado ya Pico dellaMirandola en su célebre Oratio de dignitate hominis)7. En virtud de estefenómeno, la lengua castellana vendrá a exigir su completa autonomíagracias a pioneras tentativas protagonizadas por Antonio de Nebrija (en lamencionada Gramática de la lengua española, 1492) y Juan de Valdés(Diálogo de la lengua, 1535) o las laudes Hispaniarum de humanistas comoLucio Marineo Sículo (De rebus Hispaniae memorabilibus Libri XXV, 1530)y Alfonso García Matamoros (De adserenda Hispanorum eruditione, 1555).Se reconoce también el prestigio de poetas como Juan de Mena –gracias,entre otras cosas, al erudito comento de Hernán Núñez al Laberinto, 1499–,aunque tendremos que esperar, prácticamente, a la canonización de Garci-laso de la Vega en las anotaciones del Brocense (1574) y de Fernando deHerrera (1580) para que exista una verdadera y generalizada concienciade un período de esplendor del castellano8. Con todo, estos primeros

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Ínsula, 551 (1992), págs. 1 sigs.; y Juan Antonio González Iglesias, «El humanista y el prín-cipe: Antonio de Nebrija, inventor de las empresas heráldicas de los Reyes Católicos», en Actasdel Coloquio humanista Antonio de Nebrija. Edad Media y Renacimiento, Salamanca: Univer-sidad de Salamanca, 1994, págs. 59-76.

7. Que puede leerse en Humanismo y Renacimiento, ed. Pedro R. Santidrián, Madrid:Alianza Editorial, 1994, págs. 121-153. Véanse para un desarrollo de la cuestión FranciscoRico, «Laudes litterarum: Humanismo y dignidad del hombre en la España del Renacimiento»,en Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978,págs. 895-914; Pedro Ruiz Pérez, «Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento»,Criticón, 38 (1987), págs. 15-44; Avelina Carrera de la Red, El problema de la lengua en elHumanismo renacentista español, Valladolid: Universidad de Valladolid, Caja de Ahorros deSalamanca, 1988; y Pedro Ruiz Pérez, «La cuestión de la lengua castellana: aspectos litera-rios y estéticos en los siglos XV y XVI», en Gramática y Humanismo, págs. 119-143.

8. Sobre los comentarios a la obra de Mena, véanse Teresa Jiménez Calvente, «Loscomentarios a las Trescientas de Juan de Mena», Revista de Filología Española, 82, (2002),págs. 21-44; y Álvaro Alonso, «Comentando a Juan de Mena: Hernán Núñez y los huma-nistas italianos», Il Confronto Letterario, 37 (2002), págs. 7-18. En cuanto a la elevación deGarcilaso como modelo, véanse Ignacio Navarrete, «La canonización académica de Garcilaso»,

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humanistas, bajo los auspicios de Isabel I de Castilla, soñarán con el pres-tigio de la lengua castellana que habrá de suponer, por ende, la recupera-ción de la cultura grecolatina.

I. LA FORJA DEL HUMANISMO ISABELINO: AUCTORES CLÁSICOS

Y TRASLACIONES

La revitalización de la tradición cultural grecolatina por el Humanismose llevó a cabo, en buena medida, gracias a las traducciones9. La labor noresultaba fácil en primera instancia, ya que, aunque los humanistas espa-ñoles eran cada vez más conscientes de la capacidad y cualidades de sulengua como cauce para traducir las obras clásicas, estimaban todavía opor-tuno justificar, en prólogos y dedicatorias, sus carencias para tal roman-ceamiento. El ejercicio de traducción, que se practicaba siguiendo bien lainterpretatio ad verbum o verbum e verbo, bien ad sensum, exigía unaardua y difícil tarea de adecuación de la lengua clásica a la romance, porejemplo, en el empleo de la proprietas verborum concerniente a los tecni-cismos. Incluso, en virtud del concepto medievalizante de ordinatio, enaras de preparar al lector mediante el accessus ad auctorem, se ofrecía,

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en Los huérfanos de Petrarca, Madrid: Gredos, 1997, págs. 167 sigs.; AA.VV., Las «Anota-ciones» de Fernando de Herrera. Doce Estudios. IV Encuentro Internacional sobre Poesía delSiglo de Oro, ed. Begoña López Bueno, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997, y BienvenidoMorros, «Las Anotaciones a Garcilaso de Fernando de Herrera», en Las polémicas literariasen la España del siglo XVI: A propósito de Fernando de Herrera y Garcilaso de la Vega, Barce-lona: Quaderns Crema, 1998.

9. Para una ampliación de estos aspectos sobre la traducción, véase Robert R. Bolgar,The classical heritage and its beneficiaries, Cambridge: Cambridge University Press, 1958;Thedore S. Beardsley, Hispano-Classical Translations printed between 1482 and 1699, Pitts-burgh: Duquesne University Press, 1970; Thedore S. Beardsley, «The Classics in Spain: TheSixteenth versus the Seventeenth Century», en Studies in Honor of Gustavo Correa, Potomac:Scripta Humanística, 1986; Miguel Rodríguez-Pantoja, «Traductores y traducciones», en IVSimposio de Filología Clásica «Los humanistas españoles y el Humanismo europeo», Murcia:Universidad de Murcia, 1990, págs. 91-124; y Tomás González Rolán, Humanismo y teoríade la traducción en España e Italia en la primera mitad del siglo XV: Edición y estudio dela «Controversia Alphonsiana» (Alfonso de Cartagena vs. L. Bruni y P. Decembrio), Madrid:Ediciones Clásicas, 2000. En lo que atañe a los textos históricos en el período isabelino,véase Avelina Carrera de la Red, «La traducción castellana de textos históricos de la Antigüedaden tiempos de Isabel la Católica: Un ejercicio literario al servicio de los Monarcas», Ínsula,691-692 (2004), págs. 15-16.

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por lo general, una serie de piezas paratextuales que facilitaban la lecturay comprensión cabal del texto, a saber: titulus operis, vita auctoris, qualitas,materia, intentio auctoris, numerus y ordo librorum, argumenta o glosasexplicativas para la enarratio. Esta manipulación textual, que conllevabaintrínsecamente una finalidad didáctica, podía convertirse en una medi-tada estrategia de censura moral, de suerte que el traductor venía a suprimirpasajes específicos o determinadas alusiones mitológicas preñadas deun contenido impúdico u obsceno10. Además de esta moralización, latraducción desempeñaba, en ocasiones, una función política e ideológica.Atendiendo a este criterio procederá Juan del Encina cuando traslade laBucólica IV de Virgilio en notoria alabanza de los Reyes Católicos11.

Sea como fuere, lo cierto es que en el progresivo ocaso del siglo XV–de forma más tardía en España que en Italia o Francia–, el lector no fami-liarizado con las lenguas clásicas contaba con un cómodo y fácil acceso alos principales auctores de la Antigüedad grecolatina, desde Homero, Aris-tóteles, Platón o Plutarco a Ovidio, Virgilio, Luciano, Cicerón, Tito Livio, QuintoCurcio, Salustio, Valerio Máximo, César, Paladio, Vegecio o Frontino12.En España, durante el período comprendido entre 1490 y 1515 aproxima-damente, se observa con claridad la maduración de tal proceso. Así, las

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10. Véase María Morrás, «El traductor como censor de la Edad Media al Renacimiento»,en Reflexiones sobre la traducción, ed. Luis Charlo Brea, Cádiz: Servicio de Publicaciones dela Universidad, 1994, págs. 415-425.

11. Lo recuerda José María Micó, «Verso y traducción en el Siglo de Oro», Quaderns.Revista de Traducción, 7 (2002), págs. 83-93, en particular pág. 86. Como Encina, otrospoetas realizaron, salvando las distancias, una labor similar; tal es el caso de Juan Sobrariasy su Panegyricum carmen; véanse Félix G. Olmedo, Sobrarias y su poema Fernando el Cató-lico, Zaragoza: Publicaciones de «La Cadiera», 1951; Violeta Pérez Custodio, «El panegíricode Sobrarias al rey Fernando el Católico: el peso de la tradición clásica en su técnica compo-sitiva», en Humanismo y pervivencia del mundo clásico, págs. 749-758; y José María Maestre,El Humanismo alcañizano del siglo XVI. Textos y estudios de latín renacentista, Cádiz: Univer-sidad de Cádiz, Instituto de Estudios Turolenses, Ayuntamiento de Alcañiz, 1990, págs. 10sigs. Sobre la literatura panegírica dedicada a los Reyes Católicos véanse José GonzálezVázquez, «Consideraciones en torno a algunos panegíricos de los Reyes Católicos», en Huma-nismo y pervivencia del mundo clásico, págs. 1413-1419; y Ángel Gómez Moreno, «El reflejoliterario», en Orígenes de la monarquía hispánica: propaganda y legitimación (ca. 1400-1520), ed. José Manuel Nieto Soria, Madrid: Dykinson, 1999, págs. 315-339.

12. Véase Peter Russel, Traducciones y traductores en la Península Ibérica (1400-1550), Bellaterra: Escuela Universitaria de Traductores e Intérpretes, Universidad Autónomade Barcelona, 1985, págs. 55-56. Á. Gómez Moreno (España y la Italia de los Humanistas,págs. 160 sigs.), por su parte, recuerda la lectura y el conocimiento de los poetas clásicos afinales del siglo XV.

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Vidas de Plutarco (Sevilla, 1491) y Los siete libros de la guerra judayca yLos dos libros contra Appion grammatico de Josefo (acabados en 1492)fueron trasladados al castellano por Alonso Fernández de Palencia, mien-tras que Juan del Encina daba a conocer, años más tarde, una versión delas Églogas de Virgilio (inserta en su Cancionero de todas las obras, Sala-manca, 1496). Diego López de Toledo, por su parte, acometió una laborsimilar con Los Comentarios, de César (Toledo, 1498), realizando, asimismo,su versión de las Heroidas ovidianas Juan Rodríguez del Padrón que titulóEl Bursario. Por esos años, Alonso de Cartagena trasladaba de Cicerón elDe officiis y el De senectute (Sevilla, 1501) y, conservados en manuscritos,La Retórica (libro primero del De inuentione) y el Pro M. Marcello, asícomo de Séneca, varios tratados morales: el Libro de la clemencia o elLibro de las cuatro virtudes (transmitidos de forma manuscrita). Hacia 1515,se publicarán algunas traducciones realizadas años atrás, como sucede conla Ilias latina, que vio la luz en Valladolid, en 1519, aunque fue trasladadapor Juan de Mena hacia 1440. En su versión, el autor del Laberinto deFortuna rehuye del abuso de fórmulas sintácticas de sabor latinizante, quesí estarán presentes, en cambio, en su producción poética13. A partir de1515, año que marca los últimos compases del reinado de los Reyes Cató-licos, encontraremos, en fin, diversas obras que gozaron de varias reimpre-siones, como la de Francisco López de Villalobos, quien traduce el Anfitriónde Plauto (con una primera edición, probablemente en Salamanca, en 1515y sucesivas reediciones), la de Hernán Pérez de Oliva sobre este hito plau-tino (ca. 1525), acompañada de La venganza de Agamenón, de Sófocles(Burgos, 1528) y la Hécuba, de Eurípides (que apareció junto a los otrostítulos en la edición de Ambrosio de Morales, Córdoba, 1586), o la versiónpor Diego Gracián de Alderete de Plutarco (Apothegmas, Alcalá, 1533)14.

En esta rica variedad de clásicos traducidos, cabría mencionar, con espe-cial énfasis, las obras relacionadas con la historiografía (entre otras cosas,por la consideración que tenía en la época el conocido motivo de la Historiacomo maestra de la vida)15. Junto a las ya aludidas, constituye un caso

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13. Para la primera versión castellana y fragmentaria de la Ilíada, de mediados delsiglo XV, véase Guillermo Serés, La traducción en Italia y España durante el siglo XV. La«Ilíada en romance» y su contexto cultural, Salamanca: Ediciones de la Universidad, 1997.

14. Junto a la traducción de otros autores clásicos que vieron la luz de forma mástardía, ya a mediados o finales de siglo: Isócrates (De la governación del reyno, Valladolid,1551; y De la enseñanza del príncipe, Salamanca, 1570), Jenofonte (Obras, Salamanca, 1552),Tucídides (Historia, Salamanca, 1564), Onosandro y César (Barcelona, 1566).

15. Véase el trabajo citado de A. Carrera de la Red, «La traducción castellana».

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singular la traducción de la obra de Salustio de Vasco de Guzmán, roman-ceada hacia mediados de siglo, a petición de su primo, Fernán Pérez deGuzmán. Esta obra se conserva en manuscritos y fue reproducida, de formaparcial, por Francisco Vidal de Noya en su edición (Zaragoza, 1493)16.Antes de esta traslación –hacia el primer tercio del siglo XV–, el pionero enabrir dicha senda fue el canciller Pero López de Ayala (1332-1407), seguidorde la prístina tradición de la literatura del exemplum, quien tradujo porprimera vez al castellano las Décadas de Tito Livio –publicadas en Sala-manca, 1497–, valiéndose, a modo de fuente secundaria, de la versión fran-cesa de Pierre Bersuire17. Como la historiografía, la prosa de ficción estarápresente en el capítulo de traducciones, especialmente, gracias al arce-diano hispalense y de filiación erasmista Diego López de Cortegana (1455-1524). Su esmerada traslación, cuya editio princeps podemos datar en Sevilla,por Jacobo Cromberger, ca. 1513, fue un factor decisivo para el éxito quetuvo en la España del siglo XVI el Asinus aureus o Metamorphoseon Libri XI,de Apuleyo. La traslación parte del texto latino que ofrecía la edición comen-tada (quizás, la princeps, Bolonia, 1499 o 1500) de Filippo Beroaldo (1453-1505), dado que incorpora piezas que están en el erudito italiano. Ademásde su temprana fecha –lo que la convierte en la primera impresa en unalengua románica–, dicha traducción tiene como mérito especial el de serla única íntegra del Asinus, ya que las versiones europeas coetáneas (p. e.,las de Boiardo, Firenzuola o Michel) están compuestas ad usum Delphiniy, por tanto, recortadas. A estos méritos hay que añadir su excelente calidadliteraria, puesto que Cortegana traslada la facundia y ubertas de Apuleyocon una dicción sencilla y elegante18.

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16. A Vidal de Noya se refiere A. Carrera de la Red, «La traducción castellana», pág. 15. 17. López de Ayala entendió la obra de Livio, frente a los humanistas italianos, como

una suerte de manual de doctrina militar para nobles.18. Para otros aspectos de esta traducción (de la que estamos preparando el estudio

y la edición crítica), véanse los trabajos de Francisco J. Escobar, «Textos preliminares y posli-minares de la traslación del Asinus aureus por Diego López de Cortegana: sobre el plan-teamiento de la traducción», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 21 (2001),págs. 151-175; «La traducción de Cortegana y la difusión del tema de Psique y Cupido en lasletras españolas», en El mito de Psique y Cupido en la poesía española del siglo XVI, Sevilla:Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 2002, págs. 41 sigs.; «Diego López de Corte-gana traductor del Asinus aureus: el cuento de Psique y Cupido», Cuadernos de FilologíaClásica. Estudios Latinos, 22.1 (2002), págs. 193-210; y «Una edición del siglo XVI de hechodesconocida: La traducción del Asinus aureus por Diego López de Cortegana (Sevilla, Domé-nico de Robertis, 1546)», Il Confronto Letterario, 39 (2003), págs. 7-14.

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En un proceso paralelo, durante esta época, aumentaron considerable-mente las traducciones de obras italianas (algunas de ellas relacionadascon el legado clásico)19. Un excelente ejemplo de tal proceder lo propor-ciona la Genealogia Deorum, de Giovanni Boccaccio, obra bastante difun-dida en la España del siglo XV, según demuestran los numerosos manuscritosy ediciones catalogados hasta el momento y la traducción al castellano queacometió Martín de Ávila por encargo del Marqués de Santillana20. Pruebade la influencia de Boccaccio es, por otra parte, el tratado Sobre los Diosesde los Gentiles de Alonso Fernández de Madrigal (El Tostado), que apareceinserto en el sexto y último volumen de la Crónica de Eusebio (también delmismo autor)21. La obra, escrita en la primera mitad del siglo XV y publi-cada en Salamanca (1507), contó con reediciones en Burgos (1545) yAmberes en dos ocasiones (en 1551 y en otra fecha desconocida). Se tratade la primera aportación española a la mitografía y, después de la Genea-logia Deorum de Boccaccio, la de mayor envergadura y aliento a lo largodel Humanismo europeo. La traducción de obras que recuperan el legadoclásico, como la de Boccaccio, facilita, en definitiva, el conocimiento dela mitología (especialmente, de filiación ovidiana) y la incorporación de lamateria clásica22.

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19. Véase para la continuidad de la cuestión en los Siglos de Oro: Esperanza Seco,«Historia de las traducciones literarias del italiano al español durante el Siglo de Oro(Influencias)», Cuadernos para la investigación de la Literatura Hispánica, 13 (1990),págs. 41-97.

20. Según señalan Pilar Saquero y Tomás González Rolán en su estudio y edición deAlonso Fernández de Madrigal (El Tostado), Sobre los dioses de los Gentiles, Madrid: EdicionesClásicas, 1995, pág. 42. En cuanto a la traducción de Martín de Ávila, véase Jules Piccus, «Eltraductor español de la Genealogia Deorum», en Homenaje a Rodríguez Moñino. Estudiosde erudición que le ofrecen sus amigos o discípulos hispanistas norteamericanos, Madrid:Castalia,1966, vol. II, págs. 59-75.

21. Véase Pilar Saquero & Tomás González Rolán, «Las Questiones sobre los dioses delos gentiles del Tostado: un documento importante sobre la presencia de Boccaccio en la lite-ratura medieval española», Cuadernos de Filología Clásica, 19 (1985), págs. 85-114; y la intro-ducción a la edición citada, págs. 46-51.

22. Sobre la pervivencia ovidiana en la literatura medieval, véase Vicente Cristóbal,«Las Metamorfosis de Ovidio en la Literatura Española. Visión panorámica de su influenciacon especial atención a la Edad Media y a los Siglos XVI y XVII», en Cuadernos de Literaturagriega y latina, Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, 1997, págs.125-153, en particular págs. 126 sigs. En cuanto a la vigencia de la tradición clásica en la poesíacancioneril, véase Francisco Crosas, La materia clásica en la poesía de cancionero, Kassel:Reichenberger, 1995.

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II. HUMANISMO Y TRADICIÓN CLÁSICA (EN EL ÁMBITO SEVILLANO)

En este movimiento de plena renovación humanística, desempeñaronun importante papel egregios hombres de letras que recibieron una esme-rada formación en Italia. Conforman este grupo, especialmente, Antonio deNebrija, artífice de las Introductiones Latinae (1481), la Gramática de lalengua castellana y el Vocabulario español-latino (1492), y Hernán Núñez(El Comendador Griego), cuyo conocimiento de los auctores clásicos(además de sus Glosas al Laberinto de Mena en 1499) constituyen, comose sabe, un notable hito del punto álgido que alcanzó el Humanismoespañol. Otros eruditos, en cambio, orientaron más su atención a la cuidadareforma religiosa de los Reyes Católicos, centrando sus esfuerzos en ladivulgación de textos doctrinales. Así procede el afamado jerónimoHernando de Talavera (1428-1507), autor del Tratado sobre el vestir, calzary comer (escrito en Valladolid en 1477 y publicado en Granada en 1496),que ejerció como profesor universitario en Salamanca. Intervino, además,Talavera en el círculo de hombres de letras de los Reyes Católicos encalidad de obispo de Ávila y Granada y confesor de Isabel I. Sucesor deTalavera en la custodia espiritual de la Monarca, Jiménez de Cisneros (1436-1517), acometió, por añadidura, tareas de considerable fuste como la funda-ción de la Universidad de Alcalá de Henares (importante centro cultural parala formación de humanistas), una meditada propuesta de reforma del cleroy la supervisión de la Biblia Políglota Complutense, que contenía el Antiguoy Nuevo Testamento, así como un vocabulario acompañado de una gramá-tica hebrea. Al igual que Cisneros, el dominico Diego de Deza (1443-1523),preclaro docente universitario, realizó, en fin, hacia 1512 un pormenorizadoprograma de reforma pastoral en el ámbito de su concilio sevillano.

La harmonización de tradición clásica y doctrina cristina por parte delHumanismo isabelino logra su floruit, precisamente, en el núcleo culturalde la capital hispalense. La poesía neolatina se orienta, bajo los auspiciosdel Humanismo italiano, hacia esta conjugación, según ponen de relievediversos testimonios de Antonio de Nebrija, Jacobo de Lora, Juan Trigueros,Juan de Trespuentes, Lucio Flaminio Sículo y, andando el tiempo, PedroNúñez Delgado (gran admirador de Nebrija, que sucedió a Trespuentes enla enseñanza del latín en las Escuelas de San Miguel)23. A esta distinguida

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23. Para una ampliación de tales cuestiones, véanse Joaquín Pascual Barea, «El resurgir dela poesía latina cristiana en Sevilla en tiempo de los Reyes Católicos», Helmántica, 40 (1989),págs. 383-389; Juan Gil, «La enseñanza del latín en Sevilla en la época del descubrimiento», Excerpta Philologica, 1.1 (1991), págs. 259-280; Joaquín Pascual Barea, «Aproximación a la

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nómina cabe añadir tanto la figura de Antonio Carrión como la de RodrigoFernández de Santaella, notables hombres de letras y destacados expo-nentes de la tendencia humanística imperante en Sevilla durante la épocade los Reyes Católicos. Como veremos, un granado testimonio de la produc-ción de ambos fue publicado de forma conjunta en Sevilla por Crombergerel 26 de enero de 1504 (año de la muerte de Isabel I de Castilla)24.

En su proceso de formación, Antonio Carrión fue discípulo de Nebrijay fiel seguidor del contenido moral del erudito francés Robert Gaguin (1433-1501), artífice del tratado De puritate Virginis Mariae (Sevilla, ca. 1500),en el que colaboró el humanista sevillano con una composición25. Aten-diendo a estas directrices, Carrión compatibilizó su labor como docente, ejer-ciendo en calidad de gramático en las Escuelas de San Miguel, y su vocaciónpor la poesía. Su corpus literario, que establece puntos de conexión conla poesía castellana de abolengo culto –en la línea de Juan de Mena–,evidencia a las claras el vínculo íntimo entre la cultura clásica y el cristia-nismo. Se interesó Carrión, especialmente, por la poesía neolatina, aunqueescribió en coplas castellanas su libro Batalla de la riquessa et pobresa, delque sólo tenemos noticia –hasta la fecha– de una referencia indirecta26.La producción latina ofrece, al margen de algunas composiciones de menoraliento (entre ellas, seis epigramas en dísticos), su poema Ad VirginemAssvmptam, que entronca con la tradición medieval del himno cristiano.El modelo principal será Horacio, aunque Carrión evoque, al tiempo, pasajesde Virgilio y Ovidio.

Mayor envergadura y vuelo poético presenta, en cambio, la composi-ción alegórica sobre la Asunción titulada De Assvmptione Divae GenitricisMariae. Este testimonio literario, cuya naturaleza deriva del epilio, contiene

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poesía latina del Renacimiento en Sevilla», Excerpta Philologica, 2 (1991), págs. 567-599;Antonio Moreno de la Fuente, «El estudio de San Miguel en Sevilla en la primera mitad delsiglo XVI», Historia, Instituciones y Documentos, 22 (1995), págs. 329-370; y Juan Gil, «Profesoresde Latín en la Sevilla del siglo XVI», Silva. Estudios de Humanismo y Tradición Clásica, 1 (2002),págs. 75-91. En cuanto al Humanismo y el cultivo de la poesía neolatina, en general, véaselos trabajos de Juan Francisco Alcina, «Tendances et caractéristiques de la poésie hispano-latinede la Renaissance», en XIXe Colloque International d’Études Humanistes. L’Humanisme dans leslettres espagnoles, ed. Augustin Redondo, París: Librairie Philosophique J. Vrin, 1979, págs. 133-145; y «La poesía latina del Humanismo español: Un esbozo», en IV Simposio de FilologíaClásica «Los humanistas españoles y el Humanismo europeo», págs. 13-33.

24. Un análisis pormenorizado de las cuestiones que siguen ofrece Joaquín PascualBarea, Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión. Poesías (Sevilla, 1504), Sevilla: Dipu-tación Provincial, 1991.

25. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, pág. xxxv.26. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, pág. xxxviii.

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rasgos mitológicos, así como reminiscencias de Virgilio (Eneida) y Ovidio(Metamorfosis, Fastos y otras obras). En la pieza, la armonización de doctrinacristiana y tradición clásica se hace evidente ya en el arranque (vv. 1-4),cuando al apuntar el tema mariano, Carrión invoca a la Musa a la manerade un cantor épico (como Virgilio en su Eneida):

Nunc mihi sydereos tollenda est mater ad axes,Virgineum mater retinens cum prole decorem.Nunc vires da, Musa, nouas dominamque potentenPer longos mecum coeli comitare meatus27.

Rodrigo Fernández de Santaella, por su parte, protonotario apostólicoy arcediano de Reina (1444-1509), se doctoró en Teología y en Artes, reci-biendo una sólida formación jurídica en Bolonia. Santaella creó en Sevillael colegio-universidad de Santa María de Jesús, de reconocido prestigio.Tradujo, además, al castellano el libro de Marco Polo y compuso, entreotras, una serie de obras para elevar el nivel del clero (p. e., el Vocabulariumecclesiasticum o la Sacerdotalis instructio circa missam)28. En este sentido,el humanista llevó a la praxis, en la capital hispalense, la reforma espiritualpromovida por los Reyes Católicos. Por ello, se granjeó el favor de los Monarcas,quienes le otorgaron diversos privilegios (entre ellos, una canonjía, tras laconquista de Málaga). El propio Santaella les dedicó, antes de 1486, untratado –hoy perdido– intitulado Guión de los Reyes sobre el «psalmocentéssimo», que ofrecía, al parecer, una lectura mesiánica del reinado. Eneste marco de reforma espiritual, a finales de siglo, dio a conocer, asimismo,el humanista el Sermón a los siervos de Jesucristo contra los sodomitas,compuesto en consonancia con los preceptos religiosos de Isabel I29.

Como Carrión, Santaella cultivó la poesía neolatina, atendiendo a laconfluencia de tradición clásica y doctrina cristina. Así lo ponen de manifiestosus eruditas odas a la Virgen (Odae in Divae Dei Genitricis Laudes), quepresentan elementos neoplatónicos y eróticos, remozados con ecos a lo divinode varias elegías de Propercio (por ejemplo, en lo que se refiere a loslamentos amorosos por Cintia). El poema deja ver, igualmente, la influenciatanto de la oratoria clásica como del misticismo mariano imperante en la

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27. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, pág. 74.28. La versión del libro de Marco Polo por Santaella puede leerse en la edición de

Juan Gil, El libro de Marco Polo anotado por Cristóbal Colón. El libro de Marco Polode Rodrigo de Santaella, Madrid: Alianza, 1987.

29. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, págs. xvii-xviii.

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época, sobre todo, de Bernardo de Claraval, si bien hay alguna reminis-cencia del Cantar de los Cantares30. La tradición hímnica habrá de estartambién presente, según refleja ya el inicio del poema con la invocación-plegaria por parte de Santaella y posterior jaculatoria a la Virgen:

Virgo beata tuis, petimus, uelamina pande,Teque sinas ueris oculis facieque uideri,Qua coelum, qua nostrum orbem, qua cuncta serenas.O decus, o species, o lux, o stella supremiAetheris, et toto quae lumina diuidis orbe,Accipe supplicibus tibi quae iustissima uotisMunera deferimus largosque afflamus honores (vv. 1-7)31.

Una vez fallecido Santaella, el cabildo sevillano siguió contando conotras importantes figuras eclesiásticas como las de Baltasar del Río, Jeró-nimo Pinelo, Cristóbal de los Ríos, Maese Martín Navarro o el ya mencio-nado Diego López de Cortegana, que, según Bataillon, representa lapersonalidad más interesante del grupo desde el punto de vista literario32.La esmerada labor de estos primeros humanistas influyó decisivamente enla siguiente generación de poetas sevillanos que habrían de elevar la lite-ratura a grandes cotas de perfección estética. Éstos, al igual que sus maes-tros, cultivaron la poesía neolatina y, en algunos casos, la traducción(de forma que la materia clásica se irá incorporando a sus obras). Luis dePeraza, por ejemplo, egregio historiador de la ciudad, ensayó con aciertola poesía neolatina bajo la égida del maestro Núñez Delgado. Diego Lópezde Cortegana, por su parte, que incluyó varios epigramas junto a PartenioTovar en su traducción del Asinus aureus, dirige la atención de Juan de MalLara y Fernando de Herrera hacia el mito de Psique y Cupido. Su obra,por tanto, les sirvió como feliz estímulo para sus respectivas versiones(latinas y en castellano) del mismo33. Y Juan de Quirós, cura del sagrariode la Catedral hispalense, habrá de alentar a Benito Arias Montano en el

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30. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, pág. 27.31. Véase Maese Rodrigo de Santaella y Antonio Carrión, pág. 8. 32. Véase Marcel Bataillon, Erasmo y España, México, Buenos Aires: Fondo de Cultura

Económica, 1950, pág. 86.33. El propio Herrera, que colaboró con varias composiciones latinas en los poemas

mitográficos de Mal Lara, se había interesado por este género en el colegio-universidadfundado por Santaella. Sobre la pervivencia de Cortegana en estos poetas sevillanos véaseF. J. Escobar, «La traducción de Cortegana», págs. 41 sigs. En cuanto a los epigramas de Corte-gana y Tovar, véase del mismo autor: «Textos preliminares y posliminares», págs. 151-175.

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conocimiento práctico de la poesía de inspiración bíblica34. Con este fértilmagisterio, el movimiento humanístico, iniciado en la época de Isabel laCatólica, alcanzará, en suma, una madura culminación en las letras espa-ñolas del Renacimiento.

III.HUMANISTAS ITALIANOS EN LA CORTE ISABELINA:MARINEO SÍCULO Y PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA

En los albores del Renacimiento, la influencia italiana resulta esencialen la orientación del Humanismo isabelino. Autores de la altura intelectualde Petrarca, Valla, Alberti o Bruni son tenidos en cuenta como verdaderosmodelos para el desarrollo de un sólido aprendizaje35. Atendiendo a esteprestigio cultural, los Reyes Católicos formaron un selecto círculo de reco-nocidos humanistas ítalos, entre los que sobresalen Lucio Marineo Sículo(autor de los Epistolarum Familiarum Libri XVII, 1514; y los De rebus Hispa-niae memorabilibus Libri XXV, 1530) o Pedro Mártir de Anglería, conside-rado el primer historiador del Nuevo Mundo por sus De Orbo NovoDecades36. Estos eruditos italianos habrán de ocupar un lugar de privilegioen la corte de Isabel I.

Lucio Marineo Sículo (ca. 1440-1536), nacido en Vizzini, estudió enCatania y Palermo las lenguas clásicas, siendo discípulo de Pietro Anguessa(o Inguessa), Jacobo Mirabella y Juan Nasón de Corleone37. Andando el

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34. Así lo recuerdan J. F. Alcina, «Tendances et caractéristiques», págs. 139-140; yJ. Pascual Barea, «Aproximación a la poesía latina», pág. 580.

35. Véase Á. Gómez Moreno, España y la Italia de los Humanistas.36. Aunque algunos investigadores como Ramón Alba no estén de acuerdo al respecto,

máxime teniendo en cuenta que Anglería nunca estuvo en el continente americano (véasesu estudio preliminar a las Décadas del Nuevo Mundo, Madrid: Ediciones Polifemo, 1989, pág.XXVIII).

37. Para este humanista véase J. Villalba Álvarez, «La doctrina gramatical», págs. 617-630; Jean-Pierre Jardin & Georges Martin, «De Generatio Regum Aragonum. Une variantemédiévale inédite de l’histoire des rois d’Aragon (et une source non identificé de LucioMarineo Sículo)», Cahiers de Linguistique Hispanique Médiéval, 22 (1998-1999), págs. 177-225; Teresa Jiménez Calvente, «Algunas precisiones bibliográficas con base en la obra deLucio Marineo Sículo», Revista de Literatura Medieval, 11 (1999), págs. 255-268; María CarmenRamos, Los «Carminum Libri Duo» de Lucio Marineo Sículo: Introducción, edición crítica,traducción anotada e índices, Cádiz: Universidad de Cádiz (Publicaciones de Tesis Docto-rales en formato electrónico), 2000; Teresa Jiménez Calvente, Un siciliano en la España delos Reyes Católicos. Los Epistolarum Familiarum Libri XVII de Lucio Marinero Sículo, Alcalá

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tiempo, viajó a Roma en aras de perfeccionar su formación bajo el magisteriode Pomponio Leto y Sulpicio. Cuando regresó a la ciudad de Palermo hacia1481, enseñó literatura durante aproximadamente el período de cinco años,abandonando tal puesto a fin de ejercer como profesor de lengua latina,retórica y poética en la Universidad de Salamanca (el centro cultural de mayorrelieve en España, que disfrutaba de íntimos lazos de unión con París yBolonia)38. En este marco universitario –en el que se implicó Marineo, entreotras cosas, por la cuestión del ciceronianismo–39, llegó a entablar sólidas rela-ciones profesionales y de amistad con eminentes intelectuales de la época.Así se observa en la correspondencia que mantuvo con Lucía Medrano, profe-sora de autores clásicos en la Universidad de Salamanca. En este fructíferointercambio epistolar, Marineo ofrece un revelador testimonio de las mujerescultas de su época (uno de los contados casos, en este sentido), al mencionarcomo preclaros modelos a Isabel de Vergara, Luisa Medrana y Juana Contreras:

Vimos los días pasados en la villa de Alcalá de Henares a la doncellaIsabel de Vergara, dottísima en letras latinas y griegas. La qual en todadisciplina seguía la manera y orden de estudiar de sus hermanos, queson dottísimos como en otra parte decimos. En Salamanca conocimosa Luisa Medrana (de Medrano), doncella eloqüentísima. A la que oymos,no solamente hablando como un orador, más bien leyendo y declarando enel estudio de Salamanca libros latinos públicamente. Assí mismo, en Segovia,vimos a Juana Contreras, nuestra discípula, de muy claro ingenio y singularerudición. La qual después me escribió cartas en latín elegante y muy dottas40.

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de Henares: Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2001; y María Carmen Ramos, «Unaobra ignorada de Lucio Marineo Sículo: la edición de 1497 de las Epistolae Illustrium Roma-norum, una antología de cartas y poemas», en La Universitat de València i l’Humanisme:Studia Humanitatis i renovació cultural a Europa i al Nou Món, ed. Grau Codina et al.,Valencia: Universidad de Valencia, 2003, págs. 567-573.

38. Sobre la Universidad salmantina y el ámbito humanístico, véase Pedro U. Gonzálezde la Calle, «Latín universitario. Contribución al estudio del uso del latín en la antigua Univer-sidad de Salamanca», en Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, Madrid: Librería y Casa Edito-rial Hernando, 1925, vol. I, págs. 795-818; y José Barrientos García, «La Escuela de Salamanca:desarrollo y caracteres», en Semítica Escurialensia Augustiniana. Homenaje a Fray LucianoRubio, Madrid: Real Monasterio de El Escorial, 1995, págs. 727-765.

39. Véanse los trabajos de Carl Joachim Classen, «Das Studium der Reden Ciceros inSpanien im fünfzehnten und sechzehnten Jahrhundert», Faventia, 24.2 (2002), págs. 55-103, enparticular págs. 65 sigs.; y Luciano Tesón Martín, «El ciceronianismo en Lucio Marineo Sículo»,Humanística, 13 (2002-2003), págs. 93-100. En cuanto a la polémica en torno al ciceronia-nismo en el ámbito humanístico español, véase Juan María Núñez González, El ciceronia-nismo en España, Valladolid: Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1993.

40. El texto puede leerse en Bajo los Austrias. La mujer española en la minerva caste-llana, de Juan Pérez de Guzmán y Gallo (Madrid: Esc. Tipográfica Salesiana, 1923, pág. 48).

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Prueba del poder influyente de Marineo en Salamanca lo constituyetambién el que proporcionase a su compatriota Lucio Flaminio un puestoen la Universidad a fin de explicar la Historia Natural de Plinio, así comopoesía y retórica en 150941. Pero no fue todo concordia y concierto paraMarineo Sículo, ya que se granjeó la animadversión de humanistas reco-nocidos. El caso más notorio quizás sea el de Antonio de Nebrija, porentonces profesor de la Universidad salmantina. Aunque se suele apuntar,con cierta frecuencia, una posible colaboración entre ambos humanistas,lo cierto es que sus ásperas relaciones gozaron de notable eco en la época42.Durante su labor docente en Salamanca, Marineo fue llamado a la corteisabelina para ostentar el cargo de capellán regio e historiógrafo (convir-tiéndose en afamado cronista ca. 1497). Por su esmerada formación, influyóMarineo Sículo en el magisterio de reconocidos hombres de letras, comoel mencionado Pedro Núñez Delgado, catedrático en las Escuelas de SanMiguel de Sevilla. En consonancia con su labor docente, contó, en fin,Marineo con una cuidada producción de obras, entre las que cabe destacarlos De Aragoniae Regibus et eorum rebus gestis Libri V (Zaragoza, 1509) o losEpistolarium Familiarum Libri (Valladolid, 1514). Aunque, seguramente,su empresa más conocida sea la titulada De rebus Hispaniae memorabilibusLibri XXV (Alcalá, 1530), en la que ensalzó, mediante el motivo de laslaudes Hispaniarum, las excelencias y hechos memorables de la naciónespañola a modo de encomio dedicado a los Reyes Católicos43.

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41. Según recuerda J. Pascual Barea, «Aproximación a la poesía latina», pág. 572.42. Véanse José María Maestre, «Las anotaciones de Nebrija a la Passio Domini Hexa-

metris versibus composita de Marineo Sículo», Excerpta Philologica, 3 (1993), págs. 255-262;Américo Da Costa Ramalho, «Nótula sobre as relações entre Nebrija e Marineo», en Antoniode Nebrija: Edad Media y Renacimiento, ed. Carmen Codoñer & Juan Antonio González,Salamanca: Universidad de Salamanca, 1994, págs. 479-480; José María Maestre, «La Diuinatioin scribenda historia de Nebrija», Euphrosyne, 23 (1995), págs. 141-173; Teresa JiménezCalvente, «Lucio Marineo Sículo y Antonio de Nebrija: Crónica de una relación difícil»,Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 14 (1998), págs. 187-206; y María CarmenRamos, «Una biografía desconocida de Lucio Marineo Sículo: el Ms. 9/5962 de la RealAcademia de la Historia», Calamus Renascens, 1 (2000), págs. 311-329.

43. De esta obra existe una versión en castellano, también de 1530: De las Cosas illus-tres y excelentes de España. Se desgajó, además, la parte circunscrita a los monarcas (véaseJacinto Hidalgo: Vida y hechos de los Reyes Católicos, Madrid: Atlas, 1943). Luciano TesónMartín, por su parte, ofrece una edición crítica con traducción en su Tesis Doctoral defen-dida en la Universidad de Cádiz (1998): Lucii Marinei Siculi «De rebus Hispaniae memora-bilibus libri XXV». Introducción general, edición crítica, traducción e índices. Otras noticiassobre la vida y obra del humanista pueden leerse en M. C. Ramos, «Una biografía descono-cida», págs. 317 sigs.

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Pedro Mártir de Anglería, nacido en Arona entre 1455 y 145944, marchóen 1477 a Roma, ciudad en la que se relaciona con destacadas personali-dades como Pomponio Leto (quien le instruyó en los temas de la Anti-güedad clásica) o el Cardenal Ascanio Sforza45. Hacia 1485 se afinca enEspaña, formando parte del escogido elenco de hombres de letras prote-gidos por Isabel I. Es interesante recordar, en este sentido, cómo en elcuadro anónimo español del siglo XV La Virgen de los Reyes Católicos,aparece representado Anglería, junto a los monarcas y otras autoridades(p. e., Fray Tomás de Torquemada), en la figura de San Pedro Mártir de Verona.La firme confianza que los Reyes depositaron en el humanista italiano sehace bien patente en la embajada que realizó a Egipto, partiendo desdeGranada el 13 de agosto de 1501, para entrevistarse con Kansun el-Ghuri,el Sultán de Egipto y otros territorios limítrofes. La principal finalidad delhumanista consistía en evitar que el Sultán convirtiera a su religión a loscristianos que vivían en tales reinos46. El arranque de su Legatio Babylonica(Sevilla, 1511), a modo de proemio, pone ya de manifiesto tanto la misiónencomendada como el mandato regio de que Anglería deje constancia delos hechos observados, escribiéndolos en latín: «A Regio conspectu vestrocatholici principes quom destinatus orator ad venetos, deinde ad soldanumbabylonicum ad discessum me iam accingerem ut quae memoratu dignasese offerrent quaeve mihi acciderent et latine retro scriberem pari monituimperastis»47. Actúa, por tanto, Anglería en calidad de embajador de la reli-gión cristiana y fiel custodio de su doctrina.

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44. Seguramente en 1546 o 1547 (véase el estudio preliminar de Ramón Alba a suedición citada de las Décadas del Nuevo Mundo, pág. VIII).

45. Para el pensamiento y obra de Anglería, véanse Lorenzo Riber, El humanista PedroMártir de Anglería, Barcelona: Barna, 1964; Florentino Pérez Embid, «Pedro Mártir de Anglería,historiador del descubrimiento de América», Anuario de estudios americanos, 32 (1975),págs. 205-215; Juan Gil, «Pedro Mártir de Anglería, intérprete de la cosmografía colombina»,Anuario de estudios americanos, 39 (1982), págs. 487-502; Stelio Cro, «Montaigne y PedroMártir: las raíces del buen salvaje», Revista de Indias, 190 (1990), págs. 665-686; y Á. GómezMoreno, España y la Italia de los Humanistas, pág. 161.

46. Véase Luis García y García, Una embajada de los Reyes Católicos a Egipto (segúnla «Legatio Babylonica» y el «Opus Epistolarum» de Pedro Mártir de Anglería, Valladolid: C. S.I. C., Instituto Jerónimo Zurita, Sección de Historia Moderna Simancas, 1947; Á. GómezMoreno, España y la Italia de los Humanistas, págs. 272 sigs.; José M. Galán, «El viaje deUnamón y la embajada de los Reyes Católicos a Egipto», en Actas del Congreso «El Medite-rráneo en la Antigüedad: Oriente y Occidente». Sapanu. Publicaciones en Internet, ed. JesúsLuis Cunchillos et al, 1998, II (http://www.labherm.filol.csic.es); y Enrique Gozalbes Cravioto,«La visita a las pirámides de Egipto de un erudito renacentista: Mártir de Anglería», Boletínde la Asociación Española de Orientalistas, 39 (2003), págs. 79-87.

47. Véase Una embajada de los Reyes Católicos a Egipto, pág. 21.

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En la Legatio Babylonica, cuya información se completa con el Opus Epis-tolarum (Alcalá de Henares, 1530), el humanista italiano da buena cuentaa los Reyes sobre diversos temas, intercalando digresiones relacionadascon la naturaleza, las formas de gobierno y las llamativas costumbres delos nativos. Siempre tratando de entroncar con la tradición de los viajerosclásicos, se refiere el erudito italiano a la presencia de los cocodrilos o lasasombrosas crecidas del Nilo.

Completando esta labor como diplomático y cronista, el magisterio deAnglería en España estará vinculado, en buena medida, a la Casa de Contra-tación de Sevilla, donde habrá de impulsar notablemente los estudios decosmografía. Dado su experto acerbo cultural, el erudito atraerá, por otraparte, la atención de relevantes humanistas, entre los que sobresale Antoniode Nebrija, respetado amigo y admirador ferviente de su poesía. De hecho,el humanista sevillano le hace un comentario, como si de un clásico canó-nico se tratase –a la manera, mutatis mutandis, de un Virgilio–, a su poemaIn Ianvm, en el que el autor se personifica en la figura de Jano. La piezase enmarca contextualmente en el acuerdo establecido por el rey Fernandoy Felipe el Hermoso, en Salamanca, en enero de 1506, con el que finali-zaba la disputa sobre la regencia de los reinos de Doña Juana48.

Pero la obra de Anglería que tendrá mayor repercusión será, sin duda,la intitulada De Orbo Novo Decades, dedicada al descubrimiento del NuevoMundo (hito que marcaría un próspero rumbo económico y cultural parael imperio de Isabel la Católica)49. Hacia 1494 comienza a redactar el erudito

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48. El estudio y edición de la obra ha sido realizada por Carmen Codoñer: Aelio Antoniode Nebrija, Comentario al poema «In Ianvm» de Pedro Mártir de Anglería, Salamanca: Edicionesde la Universidad, 1992. Anglería, por su parte, hace un elogio de Nebrija en el poema DeBarbaria fugata, de 1948; sobre este encomio y otros, véase Teresa Jiménez Calvente, «Nebrijaen los Virorum Doctorum Elogia de Paulo Jouio», Revista de Filología Española, 74 (1994),págs. 41-70.

49. Puede consultarse la edición facsimilar de la obra (Madrid: Cirilo, Galeria y EdicionesRembrandt, 1984), además de la ya mencionada de Ramón Alba. Por nuestra parte, citaremos,desarrollando las abreviaturas, por De Orbe Novo Petri Martyris ab Angleria […] Decades,Compluti: apud Michaelem de Eguia, 1530 (ejemplar de la Biblioteca General Universitariade Sevilla, signatura: A Res. 38/2/10). Sobre las Decades, véase Juan Gil, en su estudio preli-minar a El libro de Marco Polo anotado por Cristóbal Colón, págs. viii sigs.; María LuisaArribas Hernáez, «Ecos de Plinio el Viejo en las Decades de Orbe Novo de Pedro Mártir deAnglería», en Humanismo y Pervivencia del mundo clásico, págs. 1397-1406; José G. Morenode Alba, «Indigenismos en las Décadas del nuevo mundo de Pedro Mártir de Anglería», NuevaRevista de Filología Hispánica, 44.1 (1996), págs. 1-26; y Stelio Cro, «La Princeps y la cues-tión del plagio del De Orbe Novo», Cuadernos para la investigación de la Literatura Hispá-nica, 28 (2003), págs. 15-240.

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la primera Década de un proyecto que habría de concluir felizmente elhumanista hacia 1526 (año de su muerte)50. En esta polimórfica obra, orga-nizada en ocho Décadas –de diez capítulos cada una–, Anglería, medianterelatos de sucesos, da a conocer cualquier dato sorprendente, haciendolas veces de un cronista o reportero moderno, avant la lettre. Para ello,pregunta a notables descubridores y conquistadores –entre los que seencontraba Colón–51, reparando, especialmente, en noticias que puederelacionar con los mitos y leyendas del mundo clásico. De esta forma, porsus variadas y amenas páginas desfilan tanto una rica nómina de personajesfantásticos –v. g., las Amazonas– como motivos míticos (tal es el caso dela fuente de la eterna juventud o la Aurea Aetas).

En suma, Anglería, en virtud de su saber humanístico, asociará confrecuencia las costumbres y creencias de los indígenas con diversas fábulasde la Antigüedad clásica. La obra, que ofrece por añadidura un dechado deerudición sobre diversas materias como geografía o botánica –v. g., en loreferente a las especies arbóreas–, gozó de veintidós ediciones en latín yen lenguas vernáculas, llegando a obtener gran vigencia editorial en España,como refleja la edición de Cromberger (Sevilla, 1511), circunscrita a losdiez libros de la primera Década, o su reimpresión, junto con las dosDécadas siguientes, por Arnao Guillén de Brocar (Alcalá de Henares, 1516).Para la publicación conjunta de las ocho Décadas tendremos que esperara 1530, año en el que se editan en Alcalá por Miguel de Eguía con el títulode De Orbe Nouo Petri Martiris ad Angleria, Mediolanensis Protonotarii,Cesaris Senatoris. La pervivencia durante el Renacimiento español tantode Anglería como de Marineo Sículo, humanistas italianos que habían asen-tado cátedra en la corte isabelina, estará asegurada, al menos, hasta bienentrado el siglo XVI, cuando sus obras sean fuente de inspiración, en fin,para diversos maestros de prestigio, como el sevillano Juan de Mal Lara,en sendos poemas mitográficos: La Psyche y El Hércules animoso52.

50. Ramón Alba, en cambio, señala que Anglería debió concluir el capítulo X de laDécada VIII a finales de 1525 (Décadas del Nuevo Mundo, pág. XXXII).

51. Para las fuentes que maneja Anglería, véase la introducción de Ramón Alba a suedición de las Décadas del Nuevo Mundo, págs. XXIX-XXX.

52. Según analizamos en un estudio ya en fase avanzada. Sobre La Psyche, véase F. J.Escobar, El mito de Psique y Cupido, págs. 77-169. En cuanto al Hércules animoso, véase delmismo autor (con una bibliografía más amplia) «Erotodidaxis y meloterapia en el Hérculesanimoso, de Juan de Mal Lara», Voz y Letra. Revista de Literatura, 14.1 (2003), págs. 19-33;y «Nuevos datos sobre libros y lecturas de Juan de Mal Lara (A propósito de la Tabla deautores del Hércules animoso», Criticón, 90 (2004), págs. 79-98.

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APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO

I. EXPOSICIONES EN 2004

Memoria, piedra y papel: Isabel la Católica en el Palacio de los Vivero, orga-nizada por el Archivo Histórico Provincial de Valladolid en Valladolid(marzo-junio 2004).

Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado, organizada por laSociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la Junta de Castillay León en Valladolid; Medina del Campo y Madrigal de las Altas Torres(1 abril-30 junio 2004).

Museo de las Ferias, 2004. Comercio, mercado y economía en tiempos dela Reina Isabel, en Medina del Campo (abril-junio 2004).

Isabel, reina de dos mundos; conmemoración de la Reina Isabel la Cató-lica; promovida por el Instituto de Historia de Simancas, Nueva York(junio 2004).

La artillería de los Reyes Católicos, en Medina del Campo (finalizada enseptiembre 2004).

Los Reyes Católicos y la monarquía de España, organizada por la SociedadEstatal de Conmemoraciones Culturales y Generalitat de València enValencia (septiembre-noviembre 2004).

Isabel I de Castilla, Reina de España, en las Salas del Palacio del Torreónde Lozoya en Segovia (15 septiembre-30 noviembre 2004).

Los Reyes Católicos y Granada. I. La monarquía de Isabel y Fernando; II.El reino nazarí; III. La guerra de Granada, organizada por la SociedadEstatal de Conmemoraciones Culturales en el Hospital Real de Granada(a partir del 26 de noviembre 2004).

Isabel I, reina de Jaén, en el Archivo Histórico Provincial de Jaén(noviembre-diciembre, 2004).

Isabel la Católica. La imprenta y la imagen del poder en el Museo Casa dela Moneda de Madrid (octubre-noviembre 2004).

Los libros de la reina, en la Casa del Cordón de Burgos (2004).Isabel la Católica en Alcalá: Libros y documentos, en el Palacio de Laredo

(hasta diciembre 2004).Isabel la Católica en la Real Academia de la Historia, Madrid (2004).Descubrimiento y evangelización de América, en la Catedral de Ávila, en

su edición correspondiente a Las Edades del Hombre (2004).

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II. JORNADAS, MESAS REDONDAS Y CONGRESOS

II.1. Sevilla

Fundación El Monte (Sevilla; Sala Juan de Mairena); ciclo de conferenciasV Centenario de la muerte de Isabel la Católica (23-25 marzo 2004),coordinado por Manuel González Jiménez.

Facultad de Geografía e Historia (Universidad de Sevilla); seminario LaPenínsula Ibérica en tiempos de los Reyes Católicos (Cursos de Otoño,20-24 septiembre 2004), bajo la dirección de Manuel García Fernándezy Carlos Alberto González Sánchez.

II.2. Burgos

Real Monasterio de San Agustín (Burgos); congreso Comercio y hombres denegocios en Castilla y Europa en tiempos de Isabel la Católica (13-15octubre 2004), coordinación de Antonio García-Baquero.

II.3. Valladolid – Barcelona – Granada

Congreso internacional Isabél la Católica y su época (15-21 noviembre2004), organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Cultu-rales, con la participación del Instituto Universitario de Historia«Simancas» (Universidad de Valladolid):– Patio Herreriano. Museo de Arte Contemporáneo; Valladolid (15y 16 de noviembre).

– Casa Asia; Barcelona (17 y 18 de noviembre).– El Carmen de los Mártires; Granada (19 y 20 de noviembre).

II.4. Alcalá

Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros; ciclo de conferen-cias sobre Isabel la Católica (24 de noviembre-14 de diciembre 2004),bajo el amparo institucional de la Universidad y el Ayuntamiento deAlcalá de Henares; en el marco de la exposición Isabel la Católica enAlcalá: Libros y Documentos.

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III. PUBLICACIONES

III.1. Actas de congresos y catálogos de exposiciones

V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, coord. Manuel GonzálezJiménez, Sevilla: Fundación El Monte, 2004.

Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado, Valladolid, Medina delCampo, Madrigal de las Altas Torres: Fundación Santander CentralHispano, 2004.

Museo de las Ferias, 2004. Comercio, Mercado y Economía en tiempos dela Reina Isabel, Medina del Campo: Museo de las Ferias, Excmo. Ayun-tamiento de Medina del Campo, Junta de Castilla y León, FundaciónSantander Central Hispano, 2004.

Los Reyes Católicos y la monarquía de España, Valencia: Sociedad Estatalde Conmemoraciones Culturales y Generalitat de València, Museo delSiglo XIX, 2004.

La Península Ibérica en tiempos de los Reyes Católicos, eds. Manuel GarcíaFernández & Carlos Alberto González Sánchez, Sevilla: Secretariadode Publicaciones de la Universidad, 2005 (en prensa).

III.2. Biografías y semblanzas

Alvar Ezquerra, Alfredo, Isabel la Católica, Madrid: Temas de Hoy, 2004.Arbeteta, Leticia et alii, Isabel I: Reina de Castilla, Segovia: Caja de Ahorros

y Monte de Piedad de Segovia, 2004.Edwards, John, Isabel la católica: poder y fama; trad. María de Aranzazu,

Madrid: Marcial Pons, 2004.Martínez Díez, Gonzalo, En el V centenario de la muerte de Isabel la Cató-

lica, Burgos: Diputación Provincial, 2004.Navascués Palacio, Pedro, Isabel la Católica, reina de Castilla, Barcelona:

Lunwerg Editores, 2004. Segura Graiño, Cristina (ed.), Elogio de la Reina Católica Doña Isabel (1821),

de Diego Clemencín (1765-1834), Granada: Universidad, SociedadEstatal de Conmemoraciones Culturales, 2004.

Suárez Fernández, Luis, Isabel I, reina, Barcelona: Ediciones Folio, 2004.Val Valdivieso, María Isabel & Valdeón Baruque, Julio, Isabel la Católica,

reina de Castilla, Valladolid: Ámbito, 2004.

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III.3. Estudios temáticos

Número especial de Ínsula. «Isabel I (1451-1504): las letras en torno altrono», 691-692 (2004).

Número especial de Historia 16. «V Centenario de Isabel, reina de Castilla»,334 (2004).

Andrés, Rosana de, El último decenio del reinado de Isabel I a través de latesorería de Alonso de Morales (1495-1504), Valladolid: Universidad deValladolid, 2004.

Barrios Aguilera, Manuel et alii, Isabel la Católica y Granada, V Cente-nario, Granada: Universidad, 2004.

Ladero Quesada, Miguel Ángel (ed.), El mundo social de Isabel la Católica,Madrid: Dykinson, 2004.

Martín Abad, Julián, Los primeros tiempos de la imprenta en España (c.1471-1520), Madrid: Ed. del Laberinto, 2003.

Reyes Ruiz, Manuel, Las tablas de devoción de Isabel la Católica: la colec-ción de pinturas del museo de la Capilla Real de Granada, Granada:Capilla Real de Granada, 2004.

Ruiz García, Elisa, Los libros de Isabel la Católica: arqueología de un patri-monio escrito, Salamanca: Instituto de Historia del Libro y de la Lectura,2004.

Valdeón Baruque, Julio (ed.), Arte y cultura en la época de Isabel la Cató-lica, Valladolid: Ámbito, 2003.

EL HUMANISMO ISABELINO ENTRE ITALIA Y ESPAÑA 185

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II

LIBROS, BIBLIOGRAFÍA

& BIBLIOFILIA

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MANUSCRITOS HISPÁNICOS DE LOS SIGLOS XV Y XVIEN BIBLIOTECAS ITALIANAS

MARÍA TERESA CACHO(Zaragoza)

PARA EL trabajo que vengo desarrollando en los últimos años1, eltema de esta reunión es, por una parte, demasiado amplio, pueshay cientos de manuscritos hispánicos correspondientes a esta época

en las bibliotecas italianas que he consultado, pero por otro, en cambio,es restrictivo, pues entre fines del siglo XV y del XVI el triángulo propuestoEspaña-Roma-Nápoles se amplía considerablemente, debido a distintosavatares históricos. Pensemos, por ejemplo, en la Corte de Ferrara. ErcoleI de Este se educa en la corte napolitana del Magnánimo y cuando vuelvea Ferrara habla correctamente castellano y catalán y traslada desde Nápoles

1. Véanse especialmente mis estudios «Manuscritos españoles en la Biblioteca Cívicade Verona», Quaderni di Lingue e Letterature, 18 (1993), pags. 211-224; «Poesías castellanasmanuscritas en el fondo Ottoboniano de la Biblioteca Apostólica Vaticana», en Hommage aRobert Jammes, 2 vols., ed. Francis Cerdan, Toulouse: Presses Universitaires du Mirail, 1994,vol. I, pags. 111-120; Manuscritos hispánicos en las bibliotecas de Florencia, 2 vols., Florencia:Alinea, 2001; «Canciones españolas en Cancioneros musicales florentinos», en Rime e suonialla spagnuola. Atti della Giornata Internazionale di Studi sulla chitarra barocca. Firenze,Biblioteca Riccardiana, 7 febbraio 2002, ed. Giulia Veneziano, Florencia: Alinea, 2003, pags.82-95; «Relaciones manuscritas de sucesos españoles en las Bibliotecas de Florencia», enEncuentro de civilizaciones (1500-1750). Informar, narrar, celebrar. Actas del tercer Colo-quio internacional sobre las Relaciones de sucesos (Cagliari, 5-8 de septiembre de 2001),Alcalá de Henares: Universidad, 2003, pags. 85-94; «Canciones españolas en los Cancionerosmusicales de la Biblioteca Nacional de Florencia. (Edición)», en Siglos Dorados. Homenajea Agustín Redondo, ed. Pierre Civil, Madrid: Castalia, 2004, págs. 155-176.

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un gran número de códices en ambas lenguas. Contraerá matrimonioademás con Eleonora, nieta del rey Alfonso, también ella educada en lacorte de su abuelo, que llevará en su dote nuevos textos. En Ferrara, portanto, el ambiente napolitano está muy presente y el castellano será lalengua de la cancillería y de la Corte. El hijo de Ercole, Alfonso I, que habíacontinuado enriqueciendo con obras españolas la biblioteca familiar, secasará con otra dama de origen español, Lucrezia Borgia y también ellaaportará textos en castellano, entre ellos uno de los mejores códices queahora se conservan, un Cancionero del que luego hablaré. En Florencia lasituación es parecida. Cosme el Viejo casa con la hispano-napolitana Eleo-nora de Toledo, a la que se dedican muchos textos literarios y también enla corte florentina se habla español, se representan comedias en esta lengua,y esta situación continuará en el siglo XVII con nuevas Gran Duquesas deorigen hispano. Las bibliotecas florentinas son las más ricas, después de laVaticana, en manuscritos de materia española.

Hay que referirse también también a los Farnese, pues las relacionesentre España y Roma en el pontificado de Paulo IV pasan necesaria-mente por Parma. Si bien el Emperador casa a su hija ilegítima Margaritade Austria con un Farnese, cuando el papa Paulo IV concede a su hijo PierLuigi los territorios de Parma y Piacenza reivindicados por el Emperador,el conflicto es inevitable y empeorará con el asesinato de Pier Luigi Farnese.Sólo la concesión del Ducado de Parma a su hijo Octavio, con el que habíacasado Margarita en segundas nupcias, parece llevar la paz. Más tarde lacasa Farnese proporciona varias reinas a España y, por fin, en el siglo XVIIIserá un español quien gobierne en el Ducado. También estas relacionesy circunstancias se reflejan en los textos conservados en el Palacio dela Pilotta.

La Corte de Saboya será igualmente, desde tiempos del Emperador, unode los centros de atención hispánica. Alberto de Saboya se casa con Cata-lina, la hija de Felipe II. Pienso en los hijos de la infanta, los tres príncipeseducados en España, enviados durante el reinado de Felipe III con la espe-ranza de que alguno pudiera reinar.

Dejando al lado los manuscritos torineses, que no he consultado, y losflorentinos, puesto que ya he publicado el texto que los recoge2, me limi-taré a hacer un somero repaso de los manuscritos hispánicos conservadosen las bibliotecas Apostólica Vaticana, Estense y Parmense, pertenecientes

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2. M. T. Cacho, Manuscritos hispánicos.

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a los siglos XV y XVI, aunque haré también referencia a algún texto de biblio-tecas no cortesanas. Los manuscritos son de cinco clases:

– Textos españoles, regalados a los gobernantes, traídos por losviajeros o escritos aquí en Italia, donde había un gran número deespañoles.

– Textos en español, copiados de impresos o manuscritos porcopistas italianos, lo que se detecta con facilidad por la ausenciade ñ, cambio de preposiciones y contracciones, etc.

– Textos italianos traducidos al español.– Textos españoles, impresos o manuscritos, traducidos al italiano.– Textos de asunto hispánico escritos en italiano directamente.

Muchos de los tomos manuscritos son colecciones facticias, en lasque hay papeles de diversas épocas, asuntos y lenguas, pero también seconservan códices únicos, algunos de extraordinaria belleza, como expondrémás adelante.

I. TEMAS HISTÓRICO-POLÍTICOS

Los asuntos son muy variados, aunque predominan los referentes a losaspectos políticos, especialmente a las relaciones hispano-italianas, tanconflictivas en estos momentos. Aunque, dentro del Vaticano, la mayorparte de los papeles sobre estos temas están en el Archivo Secreto (que yano lo es), en la Biblioteca Apostólica son varios cientos los que hablan deguerras, paces, decretos, memoriales, pareceres, consejos, pero no es ésteel lugar para hacer una relación, de modo que sólo referiré algunos datos.

Tres hechos parecen ser los más recogidos (lo mismo que ocurre enFlorencia): la prisión y muerte del hijo de Felipe II, el príncipe Carlos3, elcaso de Antonio Pérez4 y muy especialmente el Saco de Roma. En laVaticana hay una versión manuscrita del Diálogo en que particularmentese tratan las cosas ocurridas en Roma. de Alfonso de Valdés y, dentro delos fondos de Parma, la Storia del Saco di Roma di Patrizio de Rossi,Il sacco di Roma l’anno 1527 de Alberino y otra anónima Relazione del

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3. Biblioteca Vaticana, Fondo Urbinatis Latini, 815, Fondo Ferrajoli, 297 (5) y 754 (6)y Fondo Vaticani Latini 1181.

4. Urbinatis Latini, 873 (4), Fondo Ottoboniani Latini, 2613, fol. 161, Modena, EstenseAlfa, J.8.10 y Biblioteca de Parma, Fondo Parmense 400 y 1478.

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sacco di Roma 5. También las luchas de las armas españolas en territorioitaliano cubren una buena parte de las relaciones. Sólo destacaría el textode Pietro de Nores, Narrazione della guerra di Spagna contro Paolo IVporque aparece en más de una Biblioteca6.

Una de las secciones históricas más interesantes la constituyen los epis-tolarios. Por dar algunos ejemplos y fijándome sólo en los reyes, podemoscomenzar por algunas cartas de Alfonso el Magnánimo que se conservanen la Biblioteca Classense de Ravenna, junto con una Oración, y un edictode 1438 en la Biblioteca de Parma, donde hay también una descripción dela entrada de su hijo en Roma7. Es en Florencia, en cualquier caso, donde másdocumentos he encontrado de Alfonso y de su hijo.

En la Biblioteca Apostólica se conservan las que escribió Fernando elCatólico al embajador de Inglaterra con sus respuestas, al igual que cartasa Juan de Lanuza, Pedro de Urrea, Don Juan de Aragón, Quintana y otrosy otro autógrafo de 15158. También la Biblioteca Estense de Módenaconserva cartas escritas por el Rey desde Nápoles9. Pero quizá las demayor interés sean las del fondo vaticano Barberini, las cartas queFernando el Católico escribió a Hugo de Montcada cuando éste era Virreyde Nápoles, de 1509 a 1513. Se han publicado algunas de las respuestasa estas cartas, pero, que yo sepa, no se han publicado todavía estos docu-mentos10.

Las copias de cartas de Carlos V y Felipe II son numerosísimas, así comolas enviadas a ambos monarcas por distintos personajes españoles eitalianos. Pero, como en el caso anterior, hay también cartas autógrafasmuy bien conservadas11.

La península hispánica, su modo de gobierno, la nobleza, la Curia, soncentro de la atención de todas las cortes. En Parma, Descripción de España,reinos, provincias, ciudades […]. Para las etiquetas destacan Etiquetas quese han de observar en la Corte de España, las Reglas que se deben guardar

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5. Urbinatis Latini 1687 (2) fol. 24, Parma Parmense 3577, Parma, Fondo Palatino 579y Miscellanea 23 (2), respectivamente.

6. Palatino 611.7. Ravenna, Biblioteca Classense 121, fol. 78 Cartas y Oración a Alfonso de Aragón

rey de Sicilia y 144 Cartas de Alfonso de Aragón. Parma, Parmense Mis.66 fol. 26 Alfonsode Aragón. Edicto 1438 en latín y 216 Miscellanea Ingreso del figlio di Alfonso Re in Roma.

8. Ottoboniani 2640, 3 vols. Papeles tocantes a diferentes reinos, en particular aCastilla. Vol. I, fol. 181 y Vaticani 14810 fol. 8 Carta de Fernando el Católico, 20 marzo 1515.

9. Estense Gamma H.6.56, Miscellanea IV.10. Fondo Barberini Latini 3562.11. Por señalar algunas, B. Vaticana, Fondo Ferrajoli, 763 y 798, Fondo Patetta 2193,

Barberini 3614, 3619 y 3638 y Vaticani 6532.

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en la capilla del Rey, las Noticias y curiosidades acerca de las investidurasde los reyes o la Copia de la representación del Maestre en las ceremonias delSig. Virrey de Nápoles12 y para los tratamientos señalaré uno en italiano y otroen español: Tratamento usato dal Re di Spagna e dalla Regina di Spagnay Titulario que se usa por el Rey de España13. En cuanto a la riqueza, destacala Relación de los maravedís que S.M. Felipe II tiene14. Hay también muchointerés en las rentas de la Iglesia y en cómo se organizan los órdenes dela Grandeza, Nobleza, Órdenes militares, etc.15 Precisamente sobre lanobleza es muy interesante el códice Linajes Ilustres de Castilla y Navarrasacados para la librería de Francisco María della Rovere, Duque de Urbino,que confirma cómo se extienden las relaciones hispano-italianas más alládel triángulo formado por la Península Ibérica, Roma y Nápoles, como heseñalado al principio, o la Genealogía de los apellidos españoles16. Y rela-cionados con este tema, el Arte del Blasón y familias nobles de España,Francia, Firenze, etc. que empieza con el Emperador y un hermoso códicetitulado Linajes de armas, que son dibujos iluminados de escudos nobilia-rios con la explicación. También se conserva en el fondo Vaticano uncódice en catalán de Bernardo de Barcelona, el Libre de armeries17, y encuanto a las constituciones de las órdenes nobiliarias, los Estatutos de laOrden del Toisón de Oro y la Regla de la noble caballería de la horden delbienaventurado apóstol Santiago18.

En todas las Bibliotecas se encuentran copias de las historias de losantiguos monarcas españoles. Las más abundantes son las Crónicas delos reyes Enrique III y Enrique IV de Castilla de Hernando del Castillo yAlonso de Palencia19. En el siglo XV se copian códices de Historia más

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12. Parmense 922. Vaticana, Fondo Boncompagni-Ludovisi F 37, Ottoboniai 3206, 2vols. y Vaticani 10711 y 13276, fol. 104 respectivamente.

13. Bomcompagni-Ludovisi F 39 y Vaticani 7021, fol. 233.14. Urbinatis 833 (7) y en Ottoboniani 2240 Relación de todos los maravedís que posee

el rey de España.15. Fondo Reginensis Latini 350, VIII (Arzoispados, obispados, marquesados …) y

Ottoboniani 3206. Este último se compone de 2 vols. en los que se habla de la Iglesia, lanobleza, y todas las cosas que oueden ser de interés para conocer el funcionamiento dela vida española de la nobleza y la iglesia. En Vaticani 10435 hay una Curia española de todoslos condestables y el 10711 da toda una serie de noticias curiosas sobre la casa real.

16. Urbinatis 493 y Vaticani 7747.17. Fondo Chigiani, G.IV.110 y G.VIII. 229 y Vaticani 7637 respectivamente.18. Vaticani 7515 y Palatino 734.19. Urbinatis 1031 Crónica del rey don Enrico IV de Castilla. De Hernando del Castillo.

Reginensis 963 Crónicas de Enrique III y de Enrique IV de Alonso de Palencia. Parmense1575 Crónica del rey don Enrique III de Castilla, con adiciones y Palatino 986 Crónica del rey Enrique IV de Alonnso de Palencia. Barberini 3576 Coronica del Illustrissimo Príncipe

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antiguos, entre los que destaco la Cronica del muy noble Rey don Alonsohijo del muy noble e mui catholico sancto Rei don Hernando que ganó aSevilla20 y se escriben otros como Genealogía, sucesión y summa de todoslos reyes de España desde Túbal, su primer poblador, hasta el presente añode 1480 o el latino Del origen de los godos y del primer Rey de España,Athanarico, de Diego López de Zúñiga21. Evidentemente, el origen aragonésde la monarquía napolitana se refleja en otros códices como los latinosHistoria del reino de Aragón y de San Juan de la Peña y las Paces con elReino de Aragón, el castellano Historia del reino de Aragón hasta 1481 yel catalán De las historias de algunos Condes de Barcelona y Reyes de Aragóndedicado a a Raimundo conde de Barcelona y Rey de Aragón, de Bernardode Selot que es un texto del XII copiado a fines del XV22.

Los reyes católicos también están muy bien representados con tres ejem-plares del Memorial o Registro breve de los lugares donde el Rey y la ReinaCatólicos, nuestros señores estuvieron cada año de sesenta y ocho hastaque Dios los llamó para sí, de Lorenzo Galíndez de Carvajal, con noticias deHernando del Pulgar, López de Ayala y Pérez de Guzmán, la Chrónica de losReyes Don Fernando y Doña Isabel, del mismo autor y con la Divina retri-bución sobre la caida de España en tiempo del noble Rey don Johan el primeroque fue restaurada por los reyes Don Fernando y Doña Isabel 23. Tambiénse conservan varias crónicas de Zúñiga con la Vida del Emperador Carlos V 24.

Son también numerosos los manuscritos de contenido histórico-literario,como la Historia de las guerras de Alemania de Luis de Ávila y Zúñiga, laRelación de los sucesos de las armas de España de J. A. Vincart, la Historiade la defensa del Castillo de Malta de Gonzalo de Chaves, 1567, las Crónicasde Francisco de Andrada, la Relación del origen y suçeso de los Xarifes y delestado de los reinos de Marruecos, Fez, Tarudante, y los demás que tienenufrucpados, dirigida la rey Alto y muy poderoso Don Sebastián Primero deeste nombre, Rey de Portugal, etc. Compuesta por Diego de Torres, que datambién su procedencia: natural de Castilla la Vieja y de la villa de Amuscoen Campos25.

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don Enrique quarto rey deste nombre de Alonso de Palencia y 3577 Corónica del Rey donEnrique 4 deste nombre de Del Castillo.

20. Parmense 336.21. Ferrajoli 769 (Carpeta con 11 manuscritos) ms. 7 y Barberini 2564 respectivamente.22. Ottobobiani 764, 3058 y 2638 y Urbinatis 894 respectivamente.23. Parmense 872, Chigiani R.I.8, Barberini 3582 y 3581 y Parmense 416 respectivamente.24. Urbinatis 897 y 902 y Reginensis 841 respectivamente.25. Patetta 1089, Vaticani 7740, Ottoboniani 2419, Reginensis 662, Urbinatis 958 repec-

tivamente.

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II. TEMAS GEOGRÁFICOS, RELIGIOSOS Y CIENTÍFICOS

También interesan mucho las nuevas tierras descubiertas en 1492 y enla Vaticana se conservan los hermosísimos códices de pictografía azteca,que han sido ya convenientemente catalogados. Pero existen otro textossobre las Indias. En la misma Biblioteca encontramos una La manera quetienen los indios de se confesar, el Manifiesto sobre lo que padecen los indiosdel Perú de Pedro Pacheco, la Apologética Historia, que es una descripciónde la América conocida en tiempo de los Reyes Católicos, Del ejército delas Indias, que nos habla de las fuerzas españolas en estos territorios enel siglo XVI, una Historia de las Indias, otro sobre Historia de la Conquistadel Perú, un informe Sobre el Memorial de Bartolomé de las Casas o unainformación en italiano sobre Frutti messicane26. En la corte ferraresa elinterés poe América es muy alto, puesto que en la Biblioteca estense seencuentran un gran número de textos, y ese interés continúa en el tiempo,porque hay una colección del siglo XVIII especialmente dedicada a laslenguas indígenas27.

Gran parte de los manuscritos trata de materias religiosas: sermones,obras de ascética (uno de los autores más repetido es Fray Luis de Granada,del que se conservan dos cartas, una de ellas a la Duquesa de Alba, elMemorial para la vida Cristiana, un texto sacado de las obras de fray Luis,La regla de buen vivir y una traducción al italiano de sus Advertencias parala confesión)28, relaciones de milagros, estatutos de congregaciones, obrasjesuíticas, etc. En términos generales revisten mucho más interés textoscomo el Libro de las bienaventuranzas de Iñigo de Bolea, la Vita Christianafallada a bedimyento de Doña Johana de Cartagena de fray Iñigo deMendoza, el Tractato de las quatro postrimerías del hombre de Estebande Olea o el Tratado de la comunión frecuente de Diego Pérez, 1586 dedi-cado a Doña María de Zúñiga, condesa de Miranda y Virreina de Cataluña,del que se conservan copias en distintas bibliotecas29.

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26. Vaticani 6204 fol. 7 y 8919 fol. 32, Reginensis 659, 793, 934 y 951, Ferrajoli 754 (4)y Borgiani 763 repectivamente.

27. Estense, en el fondo Alfa K. 5: 12 Guaraní, 26 y 28 Lule y Tenocoté; R.5, 26 y 27Mexicana, 28 Guaraní, R.5.3 Chiquitos, 6 Mbaya, 10 Chiquitos y 11 Eyiguayegui.

28. Urbinatis 409 (7), Vaticani 620, Urbinatis 1524, Borgiani 365, Barberini 3514 yBoncompagni-Ludovisi, G.1. respectivamente.

29. Vaticani 7738, Rossiani 1133 (XI, 272) y Boncompagni-Ludovisi G 8, respectiva-mente.

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También se encuentran obras sobre controversias entre religiones, comoZelo de Dios En promesa de la restauración contra Isaach Benpolgar delmaestro Alfonso de Juan Sánchez de Cartostiello, el de Ahmad al Anda-lusí, Contra los cristianos y algún otro Contra judios30.

Son igualmente numerosísimos los manuscritos científicos, en los quetodos los campos tienen presencia, especialmente los astronómicos, astroló-gicos y alquímicos, de modo que citaré sólo alguno de medicina, veterinariay farmacología Discurso despertador perservativo de corrimientos y enfer-medades de ellos de Juan Cornejo, filósofo y médico de la Corte de Felipe II,dedicado a Clemente VIII, dos ejemplares del Tratado de Menescalcia deManuel Díaz, traducidos al catalán y la Memoria de cómo se hace el aguapara los ojos31. Hay otros curiosos, como Per a fazer relogios solares, elLlibre des escachs del catalán Jaume de Casules, la Invención y modo deescribir zifras y Tablas de cifrar. Pero confieso que a mí me ha parecidoel más interesante, hasta el punto de preparar su publicación el Manualde mujeres en el qual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas32.

No puedo dejar de citar los muchos textos de arte militar que se encuen-tran en todas las bibliotecas, hecho muy comprensible dadas las circuns-tancias históricas y las continuas guerras de los españoles en territorioitaliano33. Por ejemplo, el Discurso sobre la defensa y el Modo de gobernarlas armas de Antonio de Herrera, los Diálogos del Arte militar de Bernar-dino de Escalante, un Compendio de Arquitectura militar o un volumen quecontiene un Tratado de artillería, el Tratado de las fortificaciones de GabrielSánchez y las Cosas notables del arte militar de Juan de Vargas Carvajal34.

III. TEXTOS LITERARIOS

Pero, si bien este panorama es imprescindible para comprender el cono-cimiento que en Italia se tenía sobre distintos asuntos españoles, a los

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30. Vaticani 6423, 14009 y Reginensis 2056 respectivamente. 31. Estense, Gamma D. 628, Chigiani F.VII.164 y E.VII.232 y Vaticani 10749 (22) fol. 92

respectivamente.32. Urbinatis 1743 (14), Vaticani 4801, Parma 267 y 834 respectivamente.33. María Teresa Cacho, «Una contribución aragonesa al dominio militar: El códice

florentino Panciatichiano 200», en Actas del XV Congreso de Historia de la Corona de Aragón,ed. Isabel Falcón, Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1996, vol. V, págs. 387-402.

34. Urbinatis 821 III f, 56 y Parmense 989, Estense Alfa Q.7.2, Capponiani 141 V fol.286 y Vaticani 7736 respectivamente.

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estudiosos de la literatura lo que nos interesa es, evidentemente, el cono-cimiento sobre la literatura española, ver qué textos literarios se difundían.Dentro de la prosa, entre los primeros del arco cronológico se encuentran,aparte de los ya citados en otros apartados, el Tratado de Amores de Arnaltey Lucenda, el Tristán, la Corónica de Ruy Díaz y de sus grandes fechos deFrancisco de Arce, dos del Espejo de la Vida Humana de Rodrigo de Zamora,el Doctrinal de Príncipes de Diego de Valera, varios ejemplares del tratadode cetrería de López de Ayala y un curioso libro de sentencias35.

Los principios del humanismo hispánico son también conocidos aquí.Como ejemplo, en un códice latino del XV se encuentran, entre estudiossobre los clásicos, traducciones del Petrarca36. Del primer Renacimiento serecogen autores como Elio Antonio de Nebrija, Fray Antonio de Guevaray los hermanos Valdés, como veremos. Hay también varios libros en latíny castellano que copian inscripciones, epitafios y epigramas37, y no podíanfaltar los monumentos filológicos, los manuscritos de la Biblia políglota deAlcalá y de la de Arias Montano38.

Si bien son numerosísimos los textos teatrales del siglo XVII, muchos deellos autógrafos, especialmente en los fondos de Parma, sólo he encontradouno del siglo XVI: Quiero y no saben que quiero, en la biblioteca Estense.Naturalmente, las obras literarias en prosa son muy escasas, pues con laaparición de la imprenta no eran necesarias las copias manuscritas. Uno delos más interesantes, la Primera parte de Don Clarisel de las Flores de Jeró-nimo de Urrea, un curioso Discurso breve De los effectos de los zelos sobrelos amores. El verdadero desengaño para los hombres amantes39 y, debidoa su larga permanencia en Italia como embajador del Emperador, son abun-dantes las obras de don Diego Hurtado de Mendoza: aparte de cartas,discursos, oraciones y pareceres, hay dos ejemplares de las Guerras deGranada, otros dos con obras en prosa y verso, al igual que una enormecantidad de poemas sueltos en cancioneros poéticos40.

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35. Estense Gamma R.5.22, Vaticani 6428, 4798, Biblioteca Angñelica 596, Vaticani 4800,Palatino 86, Vaticani 7749 y Ottoboni 3324 y Ferrajoli 769 respectivamente.

36. Vaticani 1018.37. Estense Alfa G. 7.2 Varias inscripciones que se encuentran en España y en autores

españoles. 9760 Inscripciones españolas, 9980 (17) fol. 54 Epitafios españoles y latinos,algunos ridículosridículos, 8495 Epigramas de Antonio Agustín.

38. Vaticani 2-7 y 8-16.39. Estense, z. Z.6.7. Para la prosa, Barberini 3610 y Chigiani J.IV.115 respectivamente.40. Parmense 1098, Urbinatis 875, Vaticani 6633. En Urbinatis 909 y Reginensis 935 De

la Guerra de Granada y Urbinatis 766 y 958 Obras en prosa y verso.

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Este es el apartado más interesante de los manuscritos literarios, ya quees de todos sabido que la transmisión poética raramente ocurre a través dela imprenta. Entre los más antiguos, citaré un códice con Cantigas galaico-portuguesas, de varios poetas, otro con poemas de Moner, como La Nit deMoner a doña Joana de Cardona, la Sepoltura d’amor, el Bendyr de dones,con la Obra yntitulada la ara de Golynez y muchas canciones de variosautores, otro con las Coplas de Mingo Revulgo y poesías de Juan Bautistade Aguilar, Domingo Becerra y otros poetas, el Triumpho de las donas yla Cadira de honor de Juan Rodríguez de Padrón, además de los ya citadosde Iñigo de Bolea e Iñigo de Mendoza. Copiado en el siglo XVI, pero concanciones del XV es el famoso Cancionero de Módena (el llevado porLucrezia Borgia) que recoge poemas de Mena, Santillana, Manrique, Stúñiga,Santa Fé, Villalpando, Macías, Sandoval y muchos otros. Este Cancionero,quizá el más famoso códice hispano de la Biblioteca Estense, fue ya editadoy estudiado en el siglo XIX por Karl Vollmöller y Carolina Michaëlis deVasconcellos41.

Del siglo XVI se encuentran pocas obras individuales (lo mismo queocurre en España, por otra parte): Una traducción al castellano de losPoemas del Pseudo Raimundo Lulio, una autobiografía en verso en catalánde «Johan Fabra, cavalier valient» y las que he indicado de don DiegoHurtado de Mendoza42.

Estas obras son más abundantes en el siglo XVII, al igual que los Cancio-neros colectivos, de los que hay un gran número, con todos los poetasimportantes: Lope, Góngora, Quevedo, Villamediana, el conde de Salinas,el Príncipe de Esquilache, los Argensola, Bocángel y tantos otros, aunquela mayor parte de ellos copia también composiciones de los poetas másconocidos del siglo XVI. Los pocos conservados de este siglo recogen prefe-rentemente poesía de metro hispánico: redondillas, coplas, romances y,sobre todo, glosas.

Hay varios manuscritos que relacionan juegos de cañas, moriscas osortijas. Por reposar un poco de este árido listado, les pondré algún ejemplode la Relación de las libreas, inuenciones y letras que sacaron los Cauallerosque salieron en la / sortija que se hizo en la plaça de Palacio a postrero de

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41. Vaticani 4803, 4802, Ottoboniani 695 y Vaticani 7769 respectivamente. El Cancio-nero de la Estense Alfa, R.8.9, editado por Karl Vollmöller en Beiträge zur Literatur derCancioneros und Romanceros, I, Der Cancionero von Modena, Erlangen: Fr. Junge, 1897, conla reseña de Carolina Michaëlis, «Zum Cancionero von Modena», Romanische Forschungen,11 (1899), págs. 201 y sigs.

42. Rossiani 990 (XI, 140) y Vaticani 4806 respectivamente.

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Março de 1590. Don Francisco de Ávila sacó «una tarjeta con un corazóncon cuatro saetas, la una dize celos, la otra imposibilidad, la otra ausenciay la otra esperança; sale del coraçón un fuego y encima una fe coronadas.Letra. Ser tal quien causó mis males / me asegura en el tormento / nueuagloria en pensamiento». O «Don Pedro de Guzmán, la inuención de losFoliones Portugueses, con capas de terciopelo negro y oro bordado demalmequieres y espejos con unos ramos verdes de que salían, sembradoel campo del terciopelo con unas perlas gruesas, con letra: De outros vejoos bens aquí / os males se vem en mí.» O «Don Diego de Toledo, deamarillo, blanco y leonado, llevaba en una tarjeta un Lucifer en medio delInfierno. Letra. En los altos pensamientos / y en la pena que tenemos / éstey yo nos parecemos», que nos recuerda inevitablemente el más famosomote (por lo menos, el más glosado en el siglo XVI) que es el de GarciSánchez de Badajoz, quien, según recoge Hernando del Castillo en suCancionero General de 1511, «sacó por cimera un diablo y dixo: Mas penadoy más perdido / y menos arrepentido», lo que nos indica que en 1590 estátodavía vigente este tipo de simbolismo y conceptismo que se puso demoda en el siglo XV, mostrándonos así una cadena que se intensificará enel conceptismo de las cuadrillas de cañas y torneos del Barroco43.

Pero quizá el mayor interés lo ofrezcan los Cancioneros musicales, querecogen muchas poesías españolas para canto y baile, pues es a través de lamúsica como más se difunde la poesía española en la península italiana44.Así, todas las bibliotecas de Corte cuentan con varios cancioneros de este tipo.Entre los ocho que se conservan en la Estense, algunos de ellos de prin-cipios del XVII, hay varios con música para guitarra española, con cancionesde todo tipo, porque junto con las amorosas aparecen las burlescas, laseróticas y las francamente obscenas. Es curioso constatar que ésta es latónica general de los cancioneros musicales con letras españolas en todaItalia, porque lo mismo ocurre en la corte Medicea de Florencia y en el elCancionero a doña Ginevra Bentivoglio del Dr. Giacomo Pompilio deCardona, en Parma45. Parece que en España la Corte era más conservadora

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43. Barberini 3603, fol. 49. El Mote de Garci Sánchez, fol. CXLIII del CancioneroGeneral, que cito por la edición facsímil de Antonio Rodríguez Moñino, Madrid: Real AcademiaEspañola, 1958.

44. María Teresa Cacho, «Quevedo, los bailes y los cancioneros musicales mediceos»,en Rime e suoni alla spagnola. Atti della Giornata Internazionale di Studi sulla chitarrabarocca. Firenze. Biblioteca Riccardiana, 7. febbraio 2002, ed. Giulia Veneziano, Florencia:Alinea, 2003, págs. 82-95.

45. Los cancioneros de la Estense Alfa P.6.22, Alfa R.6.4 y Alfa Q..8.21 fueron publi-cados por Charles Aubrun en «Chansoniers espagnols du XVIIe siècle», Bulletin Hispanique, 52

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y no se cantaban el tipo de estrofas que, sin duda, divertía a los Este, losMedici o los Gonzaga, como la que dice:

Madre ¿de qué se alborota?que más vale, por mi vida,ser rica y codirrompidaque no pobre y codirota.Porque si no es deste modono se puede andar, a fe: que si se me rompe el codocodirrota me quedaré46.

También en las cortes cardenalicias debían gustar estas canciones, comoparece deducirse de alguno de los cancioneros47, aunque los fondos delas Capillas Vaticanas, por el contrario, recogen sólo misas solemnes ovísperas de facistol de autores españoles como Morales, Victoria o Nebra48.

IV. LIBROS DE SUERTES Y OTRAS TRADUCCIONES

Otro tipo de texto muy interesante es el de las suertes o pronósticos,los Libros de suertes, una modalidad de juego cortesano que se pone de modaen el siglo XV. Aunque Profecía, Astrología y Numerología forman las basesde los Libros de Oráculos que aparecen en el Renacimiento italiano, tienenpoco que ver con las antiguas artes predictorias, ya que son sólo un compo-nente lúdico más de unas cortes ricas y refinadas que hacen del juego suactividad. El modelo imitado en toda Europa será el de Lorenzo SpiritoGualtieri Libro delle Sorti, editado en 1482, que se traduce en España en1515 y entra desde el principio en el Índice de la Inquisición, por lo quelos juegos que se conservan a partir de esta fecha son todos manuscritos49.

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(1950), págs. 313-374. Parmense 1506. Publicado por Antonio Restori, «Poesie spagnoleappartenute a Donna Ginevra Bentiglio» en Homenaje a Menéndez Pelayo, Madrid: Suárez,1899, págs. 455-489.

46. Estense, Alfa Q.8.21, fol. 32.47. Chigiani L.6. 200 Libro de cartas y romances españoles de la Illustrissima señora

duchessa di Traeta, 1599, publicado por Cesare Acutis en «Cancioneros» musicali spagnoliin Italia, Pisa: Università di Pisa, 1971, pág. 5.

48. Capella Giulia XIII, Capella Sixtina 17, 235-238 y 268.49. Véase mi trabajo «Dos manuscritos de Libros de Oráculos en la Biblioteca Apostólica

Vaticana», en Paisaje, juego y multilingüismo. Actas del X Simposio de la Sociedad Española

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En la Vaticana se encuentran dos de estos juegos, pero muy distintos.Uno de ellos, que sigue el modelo de Spirito, con las respuestas de losoráculos en tercetillos, introduce más este juego en el mundo de la litera-tura con un prólogo poético. Pero lo más interesante es que ha sustituidolos reyes del modelo por reinas, que no son otras que las damas asistentesal matrimonio de Catalina, la hija de Felipe II, con el Duque de Saboya,por lo que se puede plantear la hipótesis de que este juego se hiciera comouna más de las invenciones que se crearon para estas bodas reales en Zara-goza, que también unían España con Italia. El otro códice, mucho mássencillo como juego, es más literario, ya que el autor coloca su texto explí-citamente bajo el signo de lo cómico y lo compara, con una hipérbolepanegírica risible, con la parodia de la epopeya hecha por Homero en suBratacomiomaquia. Las respuestas de los oráculos, todas burlescas, estánen pareados y al final hay un juego en prosa y verso con las preguntas de«Qué es cosi cosa?» lleno de divertidas ambigüedades50.

Ya he dicho que los primeros Libros de suertes que se conocen sonitalianos, de forma que la los libros de este género hacen aquí un intere-sante camino de ida y vuelta. Pero de estas relaciones hispano-italianasson también ejemplo las traducciones. Dejo aparte las numerosísimas delas obras medievales de Alfonso X el Sabio, de los Villanova o de RaimundoLulio, para citar sólo los textos de este periodo: El Alfabeto Cristiano de Juande Valdés, traducido por Marco Antonio Magno, el prólogo al MarcoAurelio de fray Antonio de Guevara, la obra de Nebrija, de la que seconserva la parte latina y se traduce la castellana, el Lazarillo de Tormes,la Silva de Varia lección de Mexía, las Advertencias pora la confesión deFray Luis de Granada, y, aunque salga de los límites tamporales, una traduc-ción de Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes, hecha porAndrogeo Filaretti da Fossombrone, se cuentan entre las más interesantes51.

En cuanto a las españolas, en la Vaticana aparece un texto tan impor-tante como la Ética de Aristóteles, traducida al español por Alfonso Garcíade Santa María pero hecha sobre la traducción del Aretino y en Modenahay dos textos, la Historia de los Príncipes de Este de Giovan Battista Pigna,hecha en 1475, que se traduce al castellano por Juan Pacheco en tiempode Felipe II, a quien se dedica, cuya copia queda en la biblioteca Estense

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de Literatura General y Comparada, Santiago: Universidad de Santiago de Compostela, 1996,págs. 77-93.

50. Barberini 3510 y Chigiani F. IV. 69 respectivamente. 51. Borgiani 194, Vaticani 8940, de Fausto de Longiano, Barberini 3684, Borgiani 148,

Ferrajoli 729, Boncompagni-Ludovisi G 1 y Vaticani 11014 respectivamente.

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y el Trattato de Precedenza per la differenza insorta su tale proposito fraAlfonso S.S. d’Este, Duca di Ferrara e Cosimo de’Medici, Duca di Toscana,que se traduce al español, pero no en Ferrara, sino en Nápoles, ejemplifi-cando esas complejas interrelaciones de las que hablaba al principio, quese manifiestan también en las traducciones del latín al catalán o del catalánal italiano52.

* * *

Muchos de los códices son de una extraordinaria belleza, al igual quesus encuadernaciones. Destacaría alguno de los científicos, como uno deAstronomía, que perteneció a la reina Cristina de Suecia, con los dibujosiluminados de todos los signos celestes y mapas del firmamento, el Tratadode cirujía y medicina del catalán Guidon de Cauliach, profesor de la escuelade medicina de Montpellier, con miniaturas bellísimas, un tratado de maqui-narias, parecido al atribuído a Juanelo Turriano, con los diseños ilumi-nados de máquinas para molinos de agua o de viento, para levantar pesosetc., dos de los cancioneros de la corte de Este que antes he citado, quetienen los retratos de los Duques al acuarela y todas ls capitales ilumi-nadas, con magnífica encuadernación y la Historia de la guerra entre Turcosy Persianos de Juan Thomas de Rovigo, dedicada a Felipe II cuando erapríncipe, también magníficamente miniada y encuadernada53.

Un particularísimo interés al trabajar con manuscritos reviste el hechode que en ellos se encuentran anotaciones del autor o del propietario delcódice. Así, el autor de uno de los libros sobre inscripciones nos habla desu amistad con Ambrosio de Morales y también nos indica que las inscrip-ciones que no ha copiado directamente, sino de los libros, las ha sacadode «la librería del licenciado Franco». Algo podemos saber también de losavatares del libro. En uno de los Thesauri del pseudo Alfonso que seconservan, el Traslado del Libro Primero del Thesoro fecho por mi, Alfonso,que soy Rey de Hespaña, aparece una nota que indica «Fallóse este libro entrelos del Marqués de Villena y quedó en poder del Señor Rey» y en un códicedel quince se lee en letra más moderna una nota que dice «Libro de Sánchezde Arévalo, arcediano de Treviño, que dejó en Burgos». También, enun Cronicón latino de Lucas Tudense aparece el envío, en 1597 de este

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52. Ottoboniani 2054, Estense, Alfa R.8.15 y Alfa Q.8.4 respectivamente.53. Reginensis 1283A,Vaticani 4804, Ottoboni 1925, Estense Gamma F. 323 y F. 1528 y

Chigiani R. II. 35 respectivamente.

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manuscrito por parte de Salazar, maestresala de Salamanca, a Francisco dela Peña, que estaba en Italia. A veces nos permite saber algo sobre losdueños. En un manuscrito de poemas de Raimundo Lulio hay una notaque dice «El primero del mes de agosto de de 1521 años comencé de servira mi señora doña Inés Portocarrero, muger del Magno. Señor don FernandoEnríquez; dame cada año de comer y beber y posada dentro de su posada.A 1524 años me dieron 26 de prestados y dos años de servizio»54.

54. Estense Alfa G. 7.2, Vaticani 1018, Boncompagni M 16 fol. 80 y F 118 (está encua-dernado con un Mercurio trimegisto en latín y alemán de 1562 y otros textos medievales),Vaticano 7004 y Rossiano 990 (XI, 140) fol. 61r. respectivamente.

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ANTONIO MARTÍNEZ DE SALAMANCA, IMPRESOR,Y FRANCISCO DELICADO, CORRECTOR.

LIBROS ESPAÑOLES EN LA IMPRENTA ITALIANAA TRAVÉS DE SUS ILUSTRACIONES

FOLKE GERNERT(Kiel)

EN LA portada del Retrato de la Lozana Andaluza del clérigo andaluzFrancisco Delicado se encuentra un grabado, tallado ex profeso paraesta edición, de un barco con la inscripción «cavallo venetiano» en

el que viajan la protagonista Lozana con su criado y marido Rampín juntocon otros personajes de la obra como las cortesanas Celidonia y Divicia(fig. 1). Leemos en la bandera a la derecha que este barco viene de Romay va rumbo a Venecia, como dice la bandera a la izquierda y como losugiere la tercera bandera con un animal y la letra M, que se han interpre-tado como alusión al león de San Marco, el patrono de la ciudad lagunar1.Sin insistir demasiado en detalles prosopográficos, quisiera recordar queFrancisco Delicado vivió una larga temporada en Roma, a partir de unafecha que ignoramos –se supone que llegó a Italia entre 1492 y 1513.Sabemos que después del Sacco di Roma en 1527 se fue a vivir a Venecia,

1. Pierre Civil, quien muy amablemente me ha facilitado una copia de su trabajo,interpreta este viaje como traslado «vers les Îles Lipari, lieu de la nécessaire rédemption,conformément à la conclusion même des aventures de Lozana»; «Image et événement: de quel-ques illustrations du sac de Rome de 1527», en Les discours sur le sac de Rome de 1527, ed.Agustin Redondo, París: Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1999, págs. 167-190, en particularpág. 174.

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donde residió por lo menos hasta 1534. A partir de esta fecha no tenemosnoticias del clérigo. Nuestro autor cuidó en la Serenissima de la ediciónde algunas obras españolas en versión original, y así editó en 1531,probablemente, la Cárcel de Amor y con seguridad la Tragicomedia deCalisto y Melibea. Tras ese encargo en 1533 se ocupa de la edición delAmadís de Gaula, para un año más tarde vigilar la edición del Primaleón.Así pues, el grabado podría interpretarse como ilustración de las dos grandesetapas de la vida italiana del clérigo andaluz. Además, ilustra el plantea-miento de este artículo. Cabe preguntarse si a bordo del «cavallo vene-tiano» viajaban tal vez también algunos libros, textos españoles que yahabían sido publicados por el impresor español Antonio Martínez deSalamanca en la Ciudad Eterna, y que ahora van buscando un publico másamplio en la ciudad de la imprenta italiana por antonomasia. Estoy conven-cida, de acuerdo con Lievens, que «un’indagine sulle connessioni fra il Sala-manca e gli ambienti veneti possa aggiungere nuovi elementi allo studiodella diffusione di opere spagnole a Venezia e più in generale dei rapportifra le culture italiana e spagnola»2. La publicación de libros españoles enItalia y particularmente en Roma y Venecia presupone que los editores yimpresores pensaban responder a una demanda entre el publico lector,como lo describe Griffin:

Los libros sólo se publican cuando se cree que habrá suficientes lectorespara comprarlos y cuando un editor piensa que hay una demanda poten-cial o real, insatisfecha. La producción de una imprenta importanteproporciona, en consecuencia, la información básica para un estudioobjetivo de los hábitos de lectura3.

I

Si hojeamos un libro como el clásico Italian Printers 1501-1520. Anannotated list, with an Introduction de Frederick J. Norton, encontramosun solo impresor español activo en Roma durante las primeras décadas

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2. Anne-Marie Lievens, Il caso Ulloa: uno spagnolo irregolare nella editoria venezianadel Cinquecento, Presentazione di Antonietta Fucelli, Roma: Antonio Pellicani Editore, 2002,pág. 19.

3. Clive Griffin, Los Cromberger. La historia de una imprenta del siglo XVI en Sevillay Méjico, Madrid: Ed. de Cultura Hispánica, 1991, pág. 185.

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del siglo XVI4. Me refiero a Antonio Martínez de Salamanca5, quien imprimióen sus talleres romanos, situados en Campo dei Fiori, obras españolascomo el Amadís de Gaula, en 1519, con Antonio Blado6, el Esplandián, en1525, en colaboración con Giacomo Giunta, y alrededor de 1520 la Celes-tina7. Nicolò Beatricetto o Beautrizet8 talló un retrato de Antonio de Sala-manca, cuyo epígrafe reza «Antonius Salamanca orbis et urbis antiquitatumimitator» (fig. 2)9. Sabemos que el salmantino, además de tipógrafo, seocupaba según Misiti del «commercio dei libri e delle incisioni»10. LeandroOzzola lo describe como segundo calcógrafo en Roma después de Raffa-ello Sanzio y supone que fue el salmantino quien se quedó con la mayorparte de las planchas clisadas de su famoso antecesor:

Questo stato di cose può essere durato fino al 1527 […]; dopo del qualeanno i rami della ditta Raffaello passarono in mani diverse. Chi raccolsela maggior parte di quelle sparse membra fu indubbiamente Antonio

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4. Frederick J. Norton, Italian Printers 1501-1520. An annotated list, with an Intro-duction, Londres: Bowes and Bowes, 1958, págs. 101-102.

5. Para la biografía del tipógrafo véase Maria Cristina Misiti, «Antonio Salamanca:qualche chiarimento biografico alla luce di un’indagine sulla presenza spagnola a Roma nel‘500», en La Stampa in Italia nel Cinquecento. Atti del Convegno (Roma, 1989), ed. MarcoSantoro, Roma: Bulzoni, 1992, vol. I, págs. 545-563. Los censos romanos de Armellini y Gnolimencionan en el rione Parione a «Mayº Antonio de Salamancha libraio», Mariano Armellini,«Un censimento della città di Roma sotto il pontificato di Leone X, tratto da un codice ineditodell’Archivio Vaticano», Gli studi in Italia, 4, 2 (1881), págs. 890-909 y 5, 1 (1882), págs. 69-84; 161-192; 321-355; 481-518, en particular págs. 5, 1, 191; y «El Mº de Salamanca libraro»con nueve personas según Domenico Gnoli, «Descriptio Urbis, o censimento della popola-zione di Roma avanti il Sacco Borbonico», Archivio della R. Società Romana di Storia Patria,17 (1894), págs. 375-520, en particular pág. 460, respectivamente.

6. Véase para esta edición y la repartición de tareas Rafael Ramos, «Problemas de laedición zaragozana del Amadís de Gaula (1508)», en Libros de caballerías (de «Amadís» al«Quijote»), ed. Eva Belén Carro Carbajal; Laura Puerto Moro & María Sánchez Pérez, Salamanca:SEMYR, 2002, págs. 319-342, en particular págs. 323 y 336-337.

7. En la edición de La Celestina de Francisco J. Lobera, Guillermo Serés, Paloma Díaz-Mas, Carlos Mota, Iñigo Ruiz Arzálluz y Francisco Rico (Barcelona: Crítica, 2000, pág. 356)se indica como fecha de la edición romana de la Tragicomedia el año 1520. Henry Thomasfecha la edición en 1525, «Antonio (Martínez) de Salamanca: Printer of La Celestina: Roma,c. 1525», The Library, 8 (1953), págs. 45-50, en particular pág. 47.

8. Para este calcógrafo véase Mary Pittaluga, L’incisione italiana nel Cinquecento,Milán: Hoepli, [1928], pág. 201, nota 36 y págs. 183-186.

9. El retrato fue publicado por vez primera por Leandro Ozzola, «Gli editori di stampea Roma nei sec. XVI e XVII», Repertorium für Kunstwissenschaft, 33 (1910), págs. 400-411, enparticular pág. 403.

10. M. C. Misiti, «Antonio Salamanca», pág. 547.

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Salamanca, milanese. Egli non era propriamente un incisore, ma qualchepratica del mestiere l’aveva. Teneva bottega di libraio a Campo dei Fiori.Il p. Ehrle fa cominciare la sua attività editoriale col 1538; ma a me èvenuto fatto di trovare una sua stampa con la data di otto anni prima.Rappresenta Maria Maddalena di Giacomo Francia […] Numerosi furonoi rami della ditta Raffaello, che passarono nella sua bottega e furono dalui ristampati e rimessi in commercio. […] La sua maggiore attività datadal 1538 al 1553 con riproduzioni d’antichità romane11.

Fruto de la colaboración del salmantino con su compañero francésAntoine Lafrery fue mucho más tarde, en 1546, una edición de la Historiade la composición del cuerpo humano, escrita por Ioan de Valuerde deHamusco. Habría que añadir a la lista de obras imprimidas por el tipografosalmantino entre otros libros la primera obra de Francisco Delicado de laque tenemos noticia, el tratado intitulado Spechio vulgare per li sacerdotiche administraranno li sacramenti in ciascheduna parrochia: lo qualecontiene in che modo debiano pronunciare le feste et fare la Confessionesotto brevita, et le parole et monitioni che in ciascheduno de li sacramentidebiano dire, e ancora le monitioni quando daranno la sepultura ad alcunocon l’ordine el quale se debbe tenere in celebrare le messe de santo Gregorio.Según Francesco Ugolini, quien redescubrió y reprodujo parcialmente eltexto, el explicit está fechado a 2 de noviembre de 152512. A esas alturasDelicado era sacerdote de la iglesia romana Santa Maria in Posteruola enel barrio Urso. Mientras que Ugolini es parco de detalles acerca del tratado,

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11. L. Ozzola, «Gli editori di stampe», pág. 402; véase también M. Pittaluga, L’incisioneitaliana, pág. 179: «Antonio Salamanca, Antonio Lefrery, Gian Giacomo Rossi, TomasoBarlacchi, Filippo Thomassin, incisori essi stessi, raccolgono quanti più rami possono dellascuola raimondiana, e ne emettono le stampe con il loro nome in calce; inoltre stipendianodegli incisori, perchè eseguano opere nuove, secondo le richieste, che alle loro aziendepervengono: opere che riproducono pitture del tempo, ricostruzioni archeologiche, statueantiche, ritratti di personaggi celebri, del passato o contemporanei. Roma divenne, insomma,–circa la metà del Cinquecento, e continua ad esserlo per tutto il secolo– il maggior mercatodi incisioni […]». Para Antonio Salamanca como «Kupferstecher und Stichverleger» véaseUlrich Thieme & Felix Becker, Allgemeines Lexikon der bildenden Künstler von der Antikebis zur Gegenwart, Leipzig: Verlag von E. A. Seemann, 1935, vol. XXIX, pág. 334, y al respectoPaolo Bellini, «Stampatori e mercanti di stampe in Italia nei secoli XVI e XVII», I quaderni delconoscitore di stampe, 26 (1975), págs. 19-34, en particular págs. 21-22, y Fabia BorroniSalvadori, Carte, piante e stampe storiche delle raccolte lafreriane della Biblioteca Nazionaledi Firenze, Roma: Libreria dello Stato, 1980, págs. IX-XXIV.

12. Ugolini, Francesco, «Nuovi dati intorno alla biografia di Francisco Delicado desuntida una sua sconosciuta operetta», Annali della Facoltá di Lettere e Filosofia della Universitàdegli Studi di Perugia, 12 (1974-1975), págs. 445-617, en particular págs. 449-450.

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que se supone de su propiedad o de otro particular, se encuentra unadescripción bibliográfica bastante precisa en el suplemento de Rava a la obramonumental de Sander13 sobre el libro ilustrado en Italia:

À la fin: Rome per Salamanca, 1525. 16 ff. n. ch.; car. Rom. Page du titreimprimée en rouge et noir: sous le titre, bois ombré, représentant unprêtre devant l’autel, en train de dire la Messe en présence de nombreuxfidèles, encadré d’une bordure à petits disques blancs sur fond noir.La souscription «per Salamanca» est tout à fait insolite, et nous n’avonspu réussir à en trouver une trace dans aucun répertoire bibliographique:toutefois il paraît évident qu’elle ne se réfère ni à un nom ni à un surnomdu typographe, mais probablement du commanditaire de l’ouvrage, denationalité peut-être espagnole (de Salamanque?), comme l’auteur, quiétait espagnole. (Cité d’après un catalogue de libraire, qui, à ce propos,ne donne aucune explication)14.

No cabe la menor duda de que la suscripción «per Salamanca» señalael impresor Antonio Martínez de Salamanca. A ser cierta la noticia divul-gada por Rava, tenemos a Delicado en Roma en contacto con el únicoimpresor español activo por esas fechas en la Ciudad Eterna. Desgra-ciadamente no podemos averiguar si fue también el tipógrafo salmantinoquien se encargó de publicar los dos tratados que Delicado compuso enRoma sobre el mal francés. De uno de ellos, escrito en latín y hoy perdido,tenemos noticia sólo por la información facilitada por el propio autoren uno de los epílogos de la Lozana: «Y si por ventura os veniere a lasmanos un otro tratado, De consolatione infirmorum, podéis ver en él mispasiones para consolar a los que la fortuna hizo apasionados como a mí»15.Sin embargo, Gallina remite a una hipotética edición romana o venecianadel tratado16. El segundo, redactado en italiano y intitulado El modo diadoperare il legno d’India occidentale salutifero remedio a ogni piaga

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13. Max Sander, Le livre à figures italien dépuis 1467 jusqu’à 1530, Milán: Hoepli, 1942,6 vols.

14. Carlo Enrico Rava, Supplemento. Max Sander, Le livre à figures italien dépuis 1467jusqu’à 1530, Milán: Hoepli, 1969, págs. 52-53.

15. Delicado, Cómo se excusa el autor. Cito el texto de la Lozana Andaluza de laedición que estoy preparando con Jacques Joset para la Biblioteca Clásica de Francisco Rico,que está a punto de salir. Remito también a esta edición para la bibliografía completa sobreDelicado.

16. Anna Maria Gallina, «L’attività editoriale di due spagnoli a Venezia nella prima metàdel ‘500», Studi ispanici, 1 (1962), págs. 69-89, en particular pág. 74.

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& mal incurabile17 obtuvo el privilegio de impresión del Papa ClementeVII el día 4 de diciembre de 1526 y fue publicado probablemente el mismoaño en Roma18, pero ha sobrevivido sólo en una edición veneciana poste-rior de 1529. En el grabado de la portada de esta edición vemos en medioel leño de India, coronado por la Virgen; a su derecha se encuentra SantaMarta, según Damiani «with the palm of martyrdom […] restraining theferocious tarasca, the serpent’s figure born in the Corpus Christ procession,which is devouring a child by the bank of the river Rodamus»19. A laizquierda está Santiago como pelegrino con un hombre arrodillado enpostura de oración que parece representar al autor20, ya que a su lado estáescrito: «Francisco Delicado composuit in alma urbe 1525» (fig. 3).

Sin embargo, la documentación sobre la vida romana de Francisco Deli-cado o Antonio Martínez de Salamanca es bastante incompleta y puedosólo conjeturar que los dos españoles podrían haber estado en contacto enRoma. De todas maneras, ambos están vinculados con la difusión en Italiade dos textos canónicos de la literatura española –me refiero a la Celestinay al Amadís de Gaula.

II

La edición romana de la Celestina de 152021, se remonta a la misma seriede subarquetipos perdidos22 que las ediciones sevillanas de los Cromberger23.Para lo que sigue nos referimos a la edición sevillana cuyo colofón reza comoaquél de la edición romana 1502 –«El carro de febeo, después de haber

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17. El texto ha sido editado por Bruno M. Damián, «El modo de adoperare el legno deIndia Occidentale. A Critical Transcription», Revista Hispánica Moderna, 31 (1970-1971),págs. 251-271, y Luisa Orioli, Francisco Delicado, La Lozana Andaluza, trad. it. Luisa Orioli,Milán: Adelphi, 1970, y traducido al español por José A. Hernández Ortiz, «Francisco Deli-cado tratadista de medicina en la Roma del Renacimiento», Tauta, 1 (1972), págs. 19-29.

18. B. M. Damiani, «El modo de adoperare el legno de India Occidentale», pág. 252.19. Bruno M. Damiani, «Some Observations on Delicado’s El modo de operare el legno

de India Occidentale», Quaderni Iberoamericani, 37 (1969), págs. 13-17, en particular pág. 13.20. Para la representación de la figura del autor en la portada véase el capítulo «The chan-

ging image of the poet», en Cynthia J. Brown, Poets, patrons, and printers: crisis of authority inlate medieval France, Ithaca & Londres: Cornell University Press, 1995, págs. 99-152.

21. Cito de una copia microfilmada del ejemplar de la British Library, Londres, con lasignatura G. 10224.

22. Véase el stemma de Lobera en F. de Rojas, Celestina, pág. CCXXII.23. Para las ediciones cromberguerianas de Celestina véase C. Griffin, Los Cromberger,

págs. 199 y 366.

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dado / mil y quinientas dos vueltas en rueda»–, edición para la que FranciscoRico propone la fecha de 151124. Mientras que el tipógrafo romano copia servil-mente la fecha de la edición de referencia en el colofón, introduce uncambio mínimo en el último verso; dice «fue de Salamanca impreso acabado»en vez de «fue en Sevilla impreso acabado» y se da así a conocer como respon-sable de la edición. En cuanto a las ilustraciones, los impresores podían obien encargar grabados tallados ad hoc para sus ediciones, o bien servirsedel programa ilustrativo de ediciones anteriores, como se lee en Pollard:«If one printer or publisher desired the use of a set of cuts in possessionof another, it was open to him to try to borrow or buy them, or failing thisto have them copied as best he could»25. En el caso de la edición de la Celes-tina de Martínez de Salamanca se trata de copias del material ilustrativoempleado por los Cromberger como se puede ver en los grabados de lasportadas de ambas ediciones (figs. 4 & 5). Copia asimismo las llamadasfiguritas factotum (fig. 6), que, según Misiti «sono un tratto distintivo della lette-ratura popolare in Spagna, particolarmente a Siviglia»26 y las cinco viñetasque hacia el final del texto ilustran momentos emblemáticos de la obra. Estasviñetas han inspirado, a su vez, aquéllas efectuadas para las edicionesvenecianas de Pedrezano y los Niccolini a partir de 1523 como pondrá enevidencia la siguiente confrontación empezando por la representación de lamuerte de Celestina en el doceno auto por manos de Pármeno y Sempronio(fig. 7). En el decimotercero auto hay una viñeta que se hace eco de la rela-ción del criado Tristán sobre la muerte de Pármeno y Sempronio que «quedandegollados en la plaza» (fig. 8)27. En el grabado del decimocuarto auto vemosa Melibea con Lucrecia en el jardín y a Calisto, subiendo por una escalera,acompañado por los criados Sosia y Tristán (fig. 9). La siguiente viñeta ilustrael decimonono auto: vemos como Tristán y Sosia se llevan al cadáver de Calisto.

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24. F. de Rojas, Celestina, pág. 355. Un ejemplar se conserva en la British Library(C.20.c.17). Reproduzco la edición facsímil publicada online, página mantenida por la Biblio-teca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra. Copyright © Universidad de Alicante, BancoSantander Central Hispano 1999-2000: http: //www. cervantesvirtual.com /servlet /SirveO-bras/35737207967135107754491.

25. Alfred W. Pollard, «The Transference of Woodcuts in the Fifteenth and SixteenthCenturies», Bibliographica. Papers on books, their history and art, 2 (1986), págs. 343-368,en particular pág. 343.

26. Maria Cristina Misiti, «Alcune rare edizioni spagnole pubblicate a Roma da AntonioMartínez de Salamanca», en El libro antiguo español. Actas del segundo Coloquio Internacional(Madrid), eds. María Luisa López-Vidriero & Pedro M. Cátedra, Madrid & Salamanca: Univer-sidad de Salamanca & Biblioteca Nacional & Sociedad Española de Historia del Libro, 1992,págs. 307-323, en particular pág. 316.

27. F. de Rojas, Celestina, pág. 264.

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Dice Tristán: «Toma tú, Sosia, desos pies. Llevemos el cuerpo de nuestroquerido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto eneste lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos descon-suelo, vístanos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!» (fig. 10)28. La últimaviñeta representa al suicidio de Melibea que se tira de una torre (fig. 11).En el grabado sevillano y romano vemos a la izquierda un personaje mascu-lino, Pleberio, y a la derecha un personaje femenino, supuestamente Lucrecia.El artista que se hizo cargo de las copias venecianas desdobló a estos perso-najes. Además, aparecen en orden invertido, es decir, los dos personajes mascu-linos están ahora a la derecha y los femeninos a la izquierda. Este ordeninvertido lo hemos visto ya en las viñetas de Calisto y Melibea en el jardin(fig. 9) y en la de la muerte de Calisto (fig. 10). Como se ha puntualizado,las ediciones venecianas de la Tragicomedia imitan el esquema iconográficode las ediciones crombergerianas «utilizando un artista-grabadista diferente»29.La inversión de la imagen se explica por la técnica de copiar grabados,descrita por Pollard: «He [es decir, el entallador] preferred to copy theprinted cut as he saw it before him, with the result that in the impressionsfrom his copy everything is reversed, the right becoming left, and the leftright»30. Misiti, a su vez, subraya la ingenuidad y la falta de proporción delmaterial gráfico de las ediciones sevillanas y de la romana frente al programaiconográfico más elegante en las Tragicomedias venecianas:

Per quanto riguarda il frontispicio e l’apparato illustrativo dell’edizioneromana si tratta di immagini che seguono da vicino lo schema della primaedizione illustrata della Tragicomedia di Iacobo Cromberger […]; la pesan-tezza delle linee, che fa da contrappunto al marcato carattere gotico,l’impressione di ingenuità, la scarsa proporzione tra le figure, l’assenzadi prospettiva, la fissità dell’espressione facciale contraddistinguono edenunciano l’arcaicità di questi intagli rispetto alle più raffinate ed eleganticomposizioni di gusto rinascimentale, che appaiono nelle due succes-sive edizioni veneziane31.

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28. F. de Rojas, Celestina, pág. 324.29. Joseph T. Snow, «La iconografía de tres Celestinas tempranas (Burgos, 1499; Sevilla,

1518; Valencia, 1514): unas observaciones», en Arcadia. Estudios y textos dedicados a Fran-cisco López Estrada, eds. Ángel Gómez Moreno; Javier Huerta Calvo & Víctor Infantes, Madrid:Facultad de Filología, Universidad Complutense, 1987, págs. 255-277, en particular pág. 258.Véase al respecto también Joseph T. Snow, «The iconography of the early Celestinas. I: FirstFrench Translation (1527)», Celestinesca, 8 (1984), págs. 25-39, en particular pág. 27.

30. A. W. Pollard, «The Transference of Woodcuts», pág. 351.31. M. C. Misiti, «Alcune rare edizioni spagnole», págs. 316-317. Véase también la carac-

terización del estilo de las ilustraciones empleadas por los Cromberger de C. Griffin, Los

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Hablando de tan sólo dos ediciones venecianas, parece que la investi-gadora italiana se olvida de la pseudo-sevillana, impresa en realidad enVenecia en mayo de 152332 y atribuida a Juan Bautista Pedrezano (fig. 12)33.En 1531 sale de la imprenta otra edición de la Tragicomedia de Pedrezano34

mientras que aquélla que se reeditó tres años más tarde está firmada por«maestro Estephano da Sabio, impresor de libros griegos, latinos y españolesmuy corregidos»35. Sabemos que el librero Giovanni Battista Pederzano oPedrezano36, oriundo de Brescia, colaboraba a menudo con la familia detipógrafos Niccolini da Sabbio, activos en Venecia de 1512 hasta 160037. Comoha demostrado Rhodes en su análisis magistral sobre los Silent printers38,era práctica común indicar en ocasiones en vez del tipógrafo sólo el nombredel librero que encargó la impresión de una obra. Por tanto, considero estastres ediciones venecianas de la Celestina que emplean idéntico materialilustrativo como obras nacidas de una colaboración entre el librero y los

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Cromberger, pág. 238: «Estaban concebidos para combinar con los pesados tipos góticos y,por lo tanto, estaban grabados en relieve y eran algo toscos. La firmeza del trazo no produceefectos sutiles, pero debe haber contribuido a la durabilidad de la planchas. Dan a menudo laimpresión de ingenuidad […] Estas características dan a los grabados un aspecto de arte primi-tivo o “medieval” en contraste con las composiciones renacentistas de las planchas importadas».

32. Véase la descripción en Victor d’Essling, Les livres à figures vénitiens de la fin duXVe siècle et du commencement du XVIe: étude sur l’art de la gravure sur bois a Venise, Turín:Bottega d’Erasmo, 1967 (Ristampa anastatica de la edición Florencia 1907-1914), vol. II, II,págs. 384-385 y la nota 2 para el origen veneciano de la edición: «Tragicomedia de Calistoy Me/libea: en la qual se cõtiene de mas de su agrada/ble & dulce estilo : muchas senten-cias filosofales […] Au-dessous du titre, bois représentant les principaux personnages de lapièce […] Dans le texte, vignettes, dont la plupart sont formées de la juxtaposition de plusieurspetits blocs distincts, personnages ou partie de décor».

33. F. de Rojas, Celestina, pág. 356. He consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacionalmadrileña con la signatura R30427.

34. He consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura R-12435. V. Essling, Les livres à figures, vol. II, II, pág. 385, describe detalladamente el programaiconográfico de ambas ediciones: La edición de Juan Batista Pedrezano, 24 Octobre 1531,tiene «Au dessus du titre, bois de l’édition mai 1523. Dans le texte, 24 vignettes»; de aquéllade Stefano Nicoloni da Sabio, 10 juillet 1534, dice: «Le bois du titre […] ainsi que les vignettesdans le texte, sont copiés servilement de l’édition Pedrezano, 24 octobre 1531; quelquesdifférences seulement çà et là, dans le placement des petits blocs juxtaposés qui représen-tent des personnages en scène».

35. He consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid con la signaturaCerv. Sedó 8647.

36. El Pedrezano estuvo activo de 1522-1555; para más información véase FernandaAscarelli & Marco Menato, La tipografía del ‘500 in Italia, Florencia: Olschki, 1989, pág. 360.

37. Véase F. Ascarelli & M. Menato, La tipografía del ‘500, págs. 353-356.38. Dennis E. Rhodes, Silent printers. Anonymous printing at Venice in the sixteenth

century, Londres: The British Library, 1995.

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tipógrafos. Estas ilustraciones volverán a aparecer en ediciones posterioresde los Nicolini, a saber en la Segunda Celestina de Feliciano de Silva (Stefanoda Sabio, 1536)39 y con un número reducido de grabados en la traducciónitaliana de la Celestina, publicada en 1541 por Giovanantonio y Pietro de Nico-lini da Sabio40. Es un detalle llamativo que también en el Retrato de la LozanaAndaluza que Delicado publicó en Venecia de forma anónima sin indicaciónde fecha41, lugar o tipógrafo, se vuelve a utilizar el grabado de la portada querepresenta a los protagonistas de la Tragicomedia delante a una casa (fig. 13).En las ediciones venecianas de la obra de Fernando de Rojas, impresas enoctavo, el grabado de ancho de página deja justo el espacio para poner eltítulo, mientras que en la Lozana, imprimida en un formato mayor, en cuarto,el grabado se ha podido insertar en una página de texto. Reaparecen tambiénlas figuritas factotum42, que se intercalan en el texto más a menudo a solas ysólo pocas veces en la agrupaciones típicas de las ediciones celestinescas(fig. 14). Otros grabados de la Lozana han sido utilizado anteriormente enediciones venecianas hechas por otros tipógrafos, a saber Simon de Luere,Melchiorre Sessa, Bernardino de Viano da Lessona y los hermanos Valvas-sore o Vavassore. A diferencia del material iconográfico celestinesco, que sesabe en posesión de Pedrezano y de los Niccolini de 1523 hasta 1541, se ignoraqué ha sido de las otras planchas clisadas utilizadas para la impresión de laLozana. Gracias a Dennis Rhodes se sabe también que era práctica comúnen Venecia el préstamo de materiales entre los distintos talleres tipográficos:

For it must here be observed that in Venice, like nowhere else in Europe,there was a great deal of interloan material between one press and

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39. La edición veneciana de la Segunda Celestina fue «corregida y emendada» porDomingo de Gaztelu, «secretario del Ilustrísimo Señor don Lope de Soria embajador cesáreoacerca la ilustrísima señoría de Venecia». He consultado el ejemplar poseído por la Biblio-teca Nacional madrileña con la signatura R12432. Véase al respecto J. T. Snow, «The icono-graphy», pág. 37, nota 5 y «La iconografía», págs. 258-259.

40. He consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid con la signaturaCerv. Sedó. 8641.

41. La Lozana suele fecharse en 1528, pero a la hora de la verdad, la autocitación enel prólogo del Primaleón, publicado en 1534, es la única mención de la obra antes de suredescubrimiento en el siglo XIX y, así, constituye el único seguro terminus ante quem parafechar la obra, mientras que las menciones del Sacco di Roma en el texto permiten fijar elaño 1527 como terminus post quem.

42. Compárense los mamotretos XIIII (fol. C3r), XVI (fols. D1r y D1v), XVIII (fols. D3r,D3v), XIX (fol. D4r), XX (fol. E1r), XXIII (fol. E2v), XXIIII (fol. E4v) XXVI (fol. F2r), XXVII(F2v), XXX (fol. F4v), XXXI (fol. G1r), XXXIII (fol. G2r), XXXIIII (fol. G3r), XXXVI (fol. G4r),XLV (fol. J4r), LII (fol. K4r), LIIII (fol. 2r), LV (fol. L3r), LVIII (fol. M1v) y la Epístola (fol. O2r).

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another. More than one press is found using the same woodcut initialsin the same years, and even at times the same device43.

En vista de todo ello, estoy inclinada a proponer los Niccolini da Sabbiocomo tipógrafos responsables de la impresión de la Lozana y esto no sólo porel material ilustrativo celestinesco que acabo de comentar, sino tambiénpor el consabido hecho de que Francisco Delicado trabajó en Venecia comocorrector de libros españoles escritos en esa lengua justamente para ellos.Las tareas de un corrector en el mundo de la imprenta contemporánea no sereducían a corregir la ortografía y la puntuación: en ocasiones era el revisore,como se llamaba también al corrector, quien establecía el best text sobre la basede un cotejo de los distintos testimonios44 y quien redactaba los prólogos y dedi-caciones, como fue el caso de Badius Jodocus Ascensius45. La primera tareade corrector de Delicado parece haber sido la citada edición de la Tragicomediade Calisto y Melibea de 153146, para a continuación corregir aquélla de 153447.

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43. D. E. Rhodes, Silent printers, págs. vii-viii; véase también Dennis E. Rhodes, «Thelife and works of Girolamo Messio (with particular reference to one capital letter)», Guten-berg Jahrbuch (1991), págs. 246-249, donde el erudito demuestra que la misma inicial L fueutilizado por tres tipógrafos, a saber Francesco Marcolino, Comin da Trino y Gabriel Giolito.

44. Véase la documentación de Konrad Haebler, Handbuch der Inkunabelkunde,Leipzig: Verlag Karl W. Hiersemann, 1925, y D. W. Mc Pheeters, «The corrector Alonso deProaza and the Celestina», Hispanic Review, 24 (1956), págs. 13-25, en particular pág. 15. Agra-dezco al profesor Freitas Carvalho el haberme señalado además el último libro de AmedeoQuondam sobre el Cortegiano que dedica un capítulo a las intervenciones del corrector enel libro de Castiglione: «Questo povero Cortegiano». Castiglione, il Libro, la Storia, Roma:Bulzoni, 2000, págs. 295-306.

45. Véase Maurice Lebel, Josse Bade, dit Badius (1462-1535). Préfaces de Josse Bade(1462-1535), Lovaina: Peeters, 1988.

46. Nos informa el colofón: «El libro presente, agradable a todas las estrañas naciones,fue en esta ínclita ciudad de Venecia reimpreso por miser Juan Batista Pedrezano, mercaderde libros que tiene por enseña la Torre junto al puente de Rialto, donde está su tienda o boticade diversas obras y libros, a petición y ruego de muy muchos magníficos señores de estaprudentísima Señoría y de otros munchos forasteros, los cuales como que el su muy deli-cado y polido estilo les agrade y munchos mucho la tal comedia amen, máxime en la nuestralengua romance castellana que ellos llaman española, que casi pocos la ignoran, y porqueen latín ni en lengua italiana no tiene ni puede tener aquel impreso sentido que le dio susapientísimo autor, y también por gozar de su encubierta doctrina encerrada debajo de sugrande y maravilloso ingenio, así que, aviéndole hecho corregir de munchas letras que tras-trocadas estaban (ya de otros estampadores), lo acabó de este año del Señor de 1531 a días14 de otobre, reinando el ínclito y serenísimo Príncipe miser Andrea Gritti Duque clarísimo.El corrector que es de la Peña de Martos solamente corrigió las letras que mal estaban».

47. Véanse al respecto Clara Louise Penney, The Book called Celestina in the Libraryof the Hispanic Society of America, Nueva York: Hispanic Society of America, 1954, págs. 40-43, y B. M. Damiani, «Some Observations», págs. 117-118.

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Tras esos encargos en 1533 se ocupa de la edición del Amadís deGaula48, impreso por Giovanni Antonio Niccolini de Sabio y financiadootra vez por Giovanni Battista Pedrezano, para un año más tarde vigilar laedición del Primaleón49. Como ya se ha observado a propósito de edicionesitalianas de Celestina, también en el caso del género caballeresco son lasediciones sevillanas de los Cromberger las que influyen en los programasilustrativos de las ediciones italianas50. Observa Lucía Megías:

De este modo, los motivos de los grabados que aparecen en las portadasde las ediciones italianas de libros de caballerías castellanos se rela-cionan estrechamente con dos de esos grabados más utilizados por la

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48. Amadís de Gaula. Los cuatro libros de Amadís de Gaula nuevamente impresos ethistoriados. 1533. El colofón reza: «Acábanse aquí los cuatro libros del esforzado e muyvirtuoso caballero Amadís de Gaula, fijo del rey Perión y de la reina Elisena, en los cualesse fallan muy por estenso las grandes aventuras y terribiles batallas que en sus tiempos porél se acabaron e vincieron e por otros muchos caballeros, así de su linaje como amigossuyos. El cual fue impreso en la muy ínclita y singular ciudad de Venecia por maestro JuanAntonio de Sabia, impresor de libros, a las espesas de M. Juan Batista Pedrazana e compaño,mercadante de libros, está al pie del puente de Rialto e tiene por enseña una torre. Acaboseen el año del nacimiento de nuestro Salvador Jesu Cristo de MDXXXIII, a días VII de mesde setiembre. A laude del omnipotente señor Dios y de su gloriosa madre. Fue revisto, corri-giéndolo de las letras que trocadas de los impresores eran, por el vicario del Valle de Cabe-zuela Francisco Delicado, natural de la Peña de Martos». Para la descripción de un ejemplarconservado en Argentina véase Lilia Ferrara de Orduna, «Hallazgo de un ejemplar más deAmadís de Gaula (Venecia, Juan Antonio de Sabia, 1533): Biblioteca Jorge Furt. “Los talas”,Luján (Buenos Aires), Argentina», en Dialogo. Studi in onore di Lore Terracini, ed. InoriaPepe Sarno, Roma: Bulzoni, 1990, págs. 451-469. Tras un cotejo de los testimonios textualesdel Amadís, Aquilino Suárez Pallasá, «La importancia de la impresión de Roma de 1519 parael establecimiento del texto del Amadís de Gaula», Íncipit, 15 (1995), págs. 65-114, en parti-cular pág. 69 describe las correcciones del nuestro: «Se la ha menospreciado sin razón [i. e.Venecia 1533], porque en ella se menciona la intervención de un corrector, pero analizandocuidadosamente el texto, se advierte que su tarea se ha limitado a sustituir el primer prólogopor uno propio, a titular de distinto modo y a subdividir y numerar de nuevo los capítulos.En cuanto al texto en sí es tan poco lo que ha hecho el corrector, que mantiene errores yvariantes de x que no aparecen ya en Sevilla 1526».

49. Primaleón. Los tres libros del muy esforzado caballero Primaleón et Polendos, suhermano, hijos del Emperador Palmerín de Oliva. Nótese también el colofón: «Acábase deimprimir en la ínclita ciudad del Senado veneciano, hoy primero día de hebrero del presenteaño de mil y quinientos e trenta cuatro del nacimiento del nuestro Redemptor y fue impresopor M. Juan Antonio de Nicolini de Sabio a las espesas de M. Zuan Batista Pedrezan, mercaderde libros que está al pie del puente de Rialto e tiene por enseña la Torre. Estos tres libroscomo arriba vos dijimos fueron corregidos y emendados de las letras que trastrocadas eranpor el vicario del valle de Cabezuela Francisco Delicado, natural de la Peña de Martos».

50. Véase al respecto C. Griffin, Los Cromberger, págs. 192-194 y 244.

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dinastía de los Cromberger en sus libros de caballerías […] ya seamediante copias simplificadoras, ya sea mediante reelaboracionescompletas. En cualquier caso, estos grabados italianos ponen de nuevode manifiesto la trascendencia de las impresiones cromberguianas perte-necientes al género editorial caballeresco, como conformadoras de suimagen externa, en especial en suelo italiano […]51.

Antes de ocuparme de los grabados, habría que resumir el estado dela cuestión de la transmisión impresa del Amadís de Gaula en el siglo XVIque sigue siendo algo enigmática y lleva a algunos investigadores a resul-tados precipitados a la hora de determinar la filiación de la edición vene-ciana52. Remito al respecto al trabajo de Bernhard König sobre «Amadísund seine Bibliographen»53.

Los tres testimonios más antiguos del Amadís de Gaula que han llegadohasta nuestros días son las ediciones de Zaragoza, George Coci, 150854;Roma, Antonio Martínez de Salamanca & Antonio Blado, 151955 y Sevilla,

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51. José Manuel Lucía Megías, «Caballero jinete en portada. (Hacia una tipología icono-gráfica del género editorial caballeresco)», en Letteratura cavalleresca tra Italia e Spagna(da «Orlando» al «Quijote»). Literatura caballeresca entre España e Italia (del «Orlando» al«Quijote»), dirigido por Bernhard König & Javier Gómez-Montero, ed. Folke Gernert, Sala-manca: SEMYR, 2004, págs. 67-107, en particular pág. 234.

52. Me refiero a A. M. Gallina, «L’attività editoriale», págs. 77-78: «L’edizione del Deli-cado segue abbastanza fedelmente l’edizione di Siviglia, 1531: vi è qualche differenza nelladivisione dei capitoli, ma, particolare curioso, sono uguali varie delle incisioni poste all’iniziodei capitoli. Ciò farebbe supporre che l’editore veneziano le avesse fatte riprodurre, copian-dole dal modello spagnolo». Véase también y M. C. Misiti, «Alcune rare edizioni spagnole»,pág. 313: «L’edizione veneciana del 1533, pubblicata da Giovanni Antonio da Sabbio, sembramolto migliore nell’impianto grafico: il testo è stato corretto da Francisco Delicado, che sosti-tuisce il prologo di Montalvo con il suo, il formato è sempre in-folio, ma il carattere impie-gato è la lettera rotonda; le illustrazioni, al contrario di quanto si potrebbe supporre, siavvicinano all’edizione di Juan Cromberger del 1531, (Brit. Library C. 20. e. 28) escludendoquindi una filiazione dalla stampa romana di Antonio Salamanca». Las dos investigadoraspor lo visto no se percatan de la existencia de la edición sevillana de 1526 y ignoran las espe-culaciones sobre la perdida de 1511. Véase la descripción de la edición de 1511 en Fran-cisco Escudero y Perosso, Tipografia Hispalense. Anales bibliográficos de la ciudad de Sevilladesde el establecimiento de la imprenta hasta fines del siglo XVIII, Madrid: Sucesores de Riva-deneyra, 1894, pág. 135.

53. Bernhard König, «Amadís und seine Bibliographen. Untersuchungen zu frühenAusgaben des Amadís des Gaula», Romanistisches Jahrbuch, 14 (1963), págs. 294-309, en parti-cular págs. 307-309.

54. El único ejemplar se conserva en Londres, British Library: C.20.e.6. Un ejemplar dela reedición Zaragoza, George Coci, 1521 se conserva en Madrid, Biblioteca de Palacio: I-C-98.

55. He consultado el ejemplar conservado en Madrid, Biblioteca Nacional: R-34.929.

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Jacobo & Juan Cromberger, 152656. Rafael Ramos57 muestra gráficamentela dependencia de estos testimonios y de los subarquetipos perdidos conel siguiente stemma:

Sevilla se remonta al subarquetipo perdido x, del que depende otrosubarquetipo perdido, y, del que dependen las ediciones de Zaragoza y deRoma. Suárez Pallasá que incluye en su stemma la edición veneciana dejadepender los subarquetipos x y y de un tercer subarquetipo, w 58:

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56. Se conservan ejemplares en la Bibliothèque de l’Arsenal parisina (Rés. B.L. 956) yen la Biblioteca Nacional de Lisboa (454 V). De la edición posterior, Sevilla, Juan Crom-berger, 1539, existe una edición facsimilar del ejemplar de la Biblioteca Nacional de Colombiaen Bogotá: 3196. Fondo Rufino José Cuervo: Amadís de Gaula. Impr. facs. de la ed. de 1539,Santafé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1992.

57. R. Ramos, «Problemas de la edición zaragozana», pág. 322.58. A. Suárez Pallasá, «La importancia de la impresión de Roma», pág. 71.

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A x se remontan como en el stemma de Ramos la edición sevillana de1526 y la perdida de 1511 así como la veneciana; la zaragozana y la romanason consideradas otra vez como pertenecientes a la misma rama. En cuantoa las ilustraciones difieren los pareceres de los dos filólogos. Según SuárezPallasá las viñetas que ilustran las ediciones de Roma, Sevilla y Venecia«provienen de tacos diferentes realizados por tres artesanos distintos»59.De hecho, se perciben mínimas diferencias entre las viñetas de las tresediciones; he aquí un grabado de un rey con sus cortesanos delante unatumba (fig. 15). La imitación del esquema ilustrativo de los Crombergerilustrará el ejemplo de la viñeta de dos caballeros jinetes en la ediciónromana y la veneciana (fig. 16), así como aquélla de un grupo de caballeros(fig. 17) que los Cromberger han utilizado también para adornar la portadade su edición de la Poncella de Francia de 1520 (fig. 18). Así las cosas,Suárez Pallasá está convencido de que «las mencionadas viñetas xilográficasde x y y, luego presentes en w, se mantienen en Roma 1519, Sevilla 1526(con muchas sustituciones) y Venecia 1533, aunque no todas en el mismoorden»60. Ramos, en cambio, formula una hipótesis arriesgada para explicar«esas extrañísimas adiciones vacuas del impreso zaragozano»61:

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59. A. Suárez Pallasá, «La importancia de la impresión de Roma», págs. 69-70. Véasetambién H. Thomas, «Antonio (Martínez) de Salamanca», págs. 48-49: «The Cromberger editionsof Amadís are illustrated by small rectangular cuts of the same breadth as the single columnof text in which they are inserted. The earliest edition accessible to me is that printed by JuanCromberger at Seville in 1531. […] If now the text-illustrations of the Seville edition of Amadísare compared with those of the Roman edition, it will be seen that the latter are close imita-tions of the former, though the workman has been less painstaking in copying the smallercuts than he was with the larger cut on the title-page»; y José Manuel Lucía Megías, Imprentay libros de caballerías, Madrid: Ollero & Ramos, 2000, pág. 149 y también en «Caballerojinete en portada», págs. 77-78: «La reedición romana del Amadís de Gaula […] no sólocopiará el grabado de portada de los Cromberger sino también las planchas xilográficasinteriores, lo que permite hipotizar sobre la imagen externa de las primeras ediciones caba-llerescas que salieron del taller de Jacobo Cromberger […]. De este modo, la copia delgrabado caballeresco en Roma en la reedición de Amadís de Gaula, y el hecho de que enlas reediciones del Oliveros de Castilla también se utilicen los tacos xilográficos que secopiarán en Roma, permite suponer que la perdida reedición sevillana del Amadís de Gaulade 1511 ilustraría al menos su portada con el motivo del caballero jinete antes mencionado,por lo que esta reedición, y no la zaragozana de 1508, debería constituir su modelo tantoeditorial como textual. Un caso similar de copia de un grabado perteneciente al taller de losCromberger, aunque ahora se sitúa en tierras venecianas, lo documenta la reedición delAmadís de Gaula que el 7 de septiembre de 1533 terminara Juan Antonio de Nicolini Sabio».

60. A. Suárez Pallasá, «La importancia de la impresión de Roma», pág. 69.61. R. Ramos, «Problemas de la edición zaragozana», págs. 339-341.

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En base a todo esto podemos suponer que la estructura, tamaño de lostipos e impaginación del subarquetipo que dio origen a los impresosde Zaragoza y Roma debía ser muy similar a los de Zaragoza y Sevilla,y que carecía de grabados (pues, si no, Antonio Martínez de Salamancano los habría copiado del taller de los Cromberger)62.

Sea como fuere, parece que las dos ediciones del Amadís de Gaulasalidas de talleres italianos se remontan ambas en su programa iconográ-fico de los Cromberger sin interdependencia entre ellas.

III

El grabado de la portada y de las portadas interiores de los librossegundo, tercero y cuarto del Amadís romano es el mismo que se utilizóen la edición sevillana de El Cavallero Cifar impreso por Jacobo Crom-berger en 151263 y se volvió a utilizar en la edición del Amadís que en1531 imprimió Juan (fig. 19)64. El grabado de la portada del Primaleónveneciano de 1534 imita este mismo grabado (fig. 20)65. La edición vene-ciana del Amadís de 1533 tiene en su portada el mismo grabado que unareedición sevillana de, según Lucía Megías, 1526 (fig. 21)66. Así, se distinguede la edición romana del Amadís.

De este pequeño recorrido por el mundo de la xilografía quisiera sacaralgunas conclusiones. Parece que Roma y Venecia funcionaron comocentros independientes en cuanto a la difusión de la literatura española enla península apenínica. En Roma es Antonio Martínez de Salamanca, cuyasensibilidad para las artes plásticas está documentada por su posterior dedi-cación a la calcografía, el personaje más importante para la importación dela particular forma de ilustrar libros que hizo famosos a los Cromberger.

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62. R. Ramos, «Problemas de la edición zaragozana», pág. 339.63. Para la edición véase C. Griffin, Los Cromberger, pág. 312, nº 82. Véase al respecto

también H. Thomas, «Antonio (Martínez) de Salamanca», págs. 48-49, que cita además delCaballero Cifar una edición del Primaleón de Juan Cromberger de 1544 que no se docu-menta en la obra monumental de C. Griffin, Los Cromberger.

64. Para la edición véase C. Griffin, Los Cromberger, pág. 331, nº 342.65. Véase también J. M. Lucía Megías, «Caballero jinete en portada», págs. 211 y 234.66. J. M. Lucía Megías, «Caballero jinete en portada», pág. 78. C. Griffin, Los Crom-

berger, pág. 193, reproduce el grabado con la indicación Juan Cromberger, 1535; véasetambién pág. 241.

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La imitación del esquema crombergueriano en Venecia no se remonta a laexperiencia romana, muy probablemente de gran trascendencia, sino pareceser producto de la fama internacional de los impresores sevillanos. Mien-tras que en la temprana edición de la Celestina se manifiesta la voluntadde innovación de las viñetas toscas del modelo sevillano, las ediciones delos libros de caballerías siguen más cerca el esquema de los Cromberger.Sin embargo, frente a la edición romana elige una portada más conformeal gusto renacentista que el caballero jinete elegido por Martínez de Sala-manca. El papel que desempeñó Francisco Delicado fue más bien secun-dario: el mundo activo de la imprenta veneciana no necesitaba al clérigoandaluz para darse cuenta del seguro lucro que les brindaba la publicaciónde los best-seller españoles.

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Figura 1

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Figura 2

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Figura 3

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Figura 4Sevilla [Roma], Antonio de Salamanca, 1502 [¿1520?]

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Figura 5Sevilla, Jacobo Cromberger, 1502 [1511]

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Figura 6

Sevilla, fol. 5v

Roma, fol. 6r

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Figura 7

Sevilla 1502, fol. 60v

Venecia 1531, fol. 77r

[Roma, 1520, fol. 53v]

[Venecia, 1523, fol. 68v]

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Figura 8

Sevilla 1502, fol. 61r

Venecia 1531, fol. 78r

[Roma, 1520, fol. 54v]

[Venecia, 1523, fol. 69v]

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Figura 9

Sevilla 1502, fol. 63r + 75r

Venecia 1531, fol. 80v + 96v

[Roma, 1520, fol. 56r + 66v]

[Venecia, 1523, fol. 71v + 86r]

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Figura 10

Sevilla 1502, fol. 76v

Venecia 1531, fol. 98r

[Roma, 1520, fol. 68r]

[Venecia, 1523, fol, 87v]

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Figura 11

Sevilla 1502, fol. 79v

Venecia 1531, fol. 102r

[Roma, 1520, fol. 70v]

[Venecia, 1523, fol, 91r]

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Figura 12Celestina, Venezia, 1523 [1531 & 1534]

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Figura 13

Cel

estin

a, Venezia, 1523 [1531 & 1534]

La L

ozan

a A

ndalu

za

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Figura 14

Celestina, Venezia, 1523 [1531 & 1534]

La Lozana Andaluza

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Figura 15

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Figura 16

Roma 1519, fol. VIr

Venezia, 1531, fol. IIIIr

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Figura 17

Roma 1519, fol. XIr

Venezia, 1531, fol. XIr

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Figura 18Sevilla, 1520

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Figura 19

Am

adís, Roma 1519

Am

adís, Sevilla, 1531

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Figura 20Portada interior del Primaleón, Venecia 1534

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Figura 21

Am

adís, Venezia 1533

Am

adís, Sevilla, 1526

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III

ESCULTURA & MÚSICA

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LA RECEPCIÓN DE LAS FUENTES CLÁSICAS Y DE LOSGRANDES MAESTROS ITALIANOS EN LA ESCULTURA.EL CASO DEL PRIMER RENACIMIENTO CASTELLANO

MANUEL ARIAS MARTÍNEZ

(Valladolid)

CONSTATAR EN las artes plásticas, la llegada tardía de las influenciasprocedentes de Italia y la perseverancia de los esquemas flamencosy centroeuropeos hasta bien entrado el siglo XVI no es más que

afirmar la evidencia. El reinado de los Reyes Católicos, con sus enormesvinculaciones italianas, no representará para la Corona de Castilla, una fasede especial acercamiento a las novedades que se estaban produciendo enlas ciudades de aquella península. Algo más se deja ver en el Reino deAragón, indudablemente volcado hacia el Mediterráneo, para el que la rela-ción política del rey Fernando con Nápoles será definitiva a la hora decomprender el alcance de su trayectoria. La cultura aragonesa mira máshacia el pasado clásico con el que se identifica, aunque, en el plano de lasartes plásticas la relación no se va a destacar de manera abrumadora.En casos muy puntuales y característicos, como puede suceder con lapintura, los primeros brotes de aceptación y reinterpretación de las nove-dades italianas se van a producir allí, con artistas tan representativos comoOsona o Yáñez de la Almedina, entre otros ejemplos.

Las cosas eran muy diferentes en Castilla. Las relaciones económicas ypolíticas tienen en estos instantes, una orientación norteña y la procedenciade los referentes formales para el desarrollo de las artes plásticas es unreflejo de esta orientación, ligado con la misma ideología política e inclusocon la propia política matrimonial que tanto importa a los Reyes Católicos.

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La monarquía castellana tiene su leit motiv en la recuperación del primi-tivo reino visigodo, un periodo idealizado a través de la unificación penin-sular y malogrado por la irrupción musulmana. El concepto de permanentecruzada, en el mismo suelo patrio, desarrolla un planteamiento de recupe-ración goticista, que viene a legitimar las aspiraciones de la monarquía enlos años finales del siglo XV y comienzos de la siguiente centuria. De estemodo toda una tendencia del pensamiento del siglo XV, con figuras comoAlonso de Cartagena o Sánchez de Arévalo, vino a convertir a los godosen nuestros particulares «antiguos», en su papel de artífices de la monar-quía hispana y con los que se hacía entroncar a la misma línea dinástica1.Sin embargo en el caso de la corona aragonesa las vinculaciones medite-rráneas estaban abocadas hacia el mundo grecolatino, buscándose de formapermanente un enlace, a través de una línea de pensamiento que se ligabacon el pasado clásico.

La escultura, como la pintura, no va a ser sino un reflejo de esta situa-ción patente en las mentalidades y durante prácticamente toda la primeramitad del siglo XVI, se está produciendo lo que Fernando Marías ha deno-minado acertadamente como «unidad bilingüe» a partir de esa duplicidadde lenguajes de procedencia diversa, que conviven y se interrelacionan demanera pacífica2. Sobre ellos y paulatinamente, ganará protagonismo elaspecto italiano, que será el que termine por hacerse con el triunfo, aunquenunca desaparezca del sustrato el espíritu que procedía del mundo centro-europeo.

De este modo se ha elucubrado mucho con la cuestión terminológica,para intentar poner nombre al particular modo de afrontar la creación artís-tica durante el reinado de los Reyes Católicos3. El estilo hispano-flamenco,el isabelino, el Reyes Católicos, el plateresco en la arquitectura, todo consus idas y venidas conceptuales. Lo cierto es que lo que está sucediendo

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1. Al respecto resulta de interés reparar en asuntos puntuales pero muy claros a lahora de reparar en el reflejo en el pueblo de esta mentalidad como se puede comprobar enMiguel Falomir, «Entradas triunfales de Fernando el Católico en España, tras la conquista deNápoles» en La visión del mundo clásico en el arte español, VI Jornadas de Arte, Madrid:CSIC, 1993.

2. Las reflexiones sobre este tema, encuentran su desarrollo en una obra que ya esun clásico para el estudio del arte renacentista hispano, Fernando Marías, El largo siglo XVI.Los usos artísticos del Renacimiento español, Madrid: Taurus, 1989.

3. Es mucho lo que en los últimos años se ha publicado en España sobre el arte delperíodo de los Reyes Católicos, tanto en estudios como al hilo de exposiciones temporales.Sólo citamos con un planteamiento global a Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos. Paisajeartístico de una monarquía, Madrid: Nerea, 1993.

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en ese momento no es un proceso de agotamiento formal del mundogótico, sino de simbiosis y de suma enriquecedora de aportaciones queproporciona como resultado un producto extremadamente singular. Por otraparte en ningún caso se debe olvidar que la evolución artística que seestaba viviendo en los Países Bajos tiene consideración de propia en España,porque desde el punto de vista político aquellos territorios formaban parteimportante de la Corona de Castilla4.

I. LA ESCULTURA EN EL PRIMER RENACIMIENTO CASTELLANO

Con estas premisas, la situación artística castellana resulta un reflejoclaro de esta situación, que todavía se acentúa más en el caso de la escul-tura, por dos razones fundamentales e inherentes a lo hispano, que vienena explicar con mas nitidez sus peculiaridades y que trataré de sistematizar:

–La escasez de escultura pública y de temática profana, donde losmodelos del mundo clásico podían haber tenido un mayor eco, en razónde su propio tratamiento. El carácter devoto y de liderazgo del catoli-cismo favorecía esta opinión como señalaba en 1591 Diego de Villaltaal decir que en España había poca escultura pública porque los reyes«han huydo siempre y desechado esta manera de honra y vanidad porno imitar a la gentilidad y ansí han puesto sus bultos y figuras ensepulchros y capillas reales de templos». En Castilla tanto la Coronacomo la nobleza no destacan por el coleccionismo de escultura clásicahasta bien entrado el siglo XVI y, de todos modos de una forma mino-ritaria, de escasas repercusiones y en nada comparable a lo italiano.La colección de escultura antigua del embajador Hurtado de Mendoza,regalada a Felipe II, permanecerá almacenada en los sitios reales durantemuchos años. Cuando Fulvio Orsini pretende regalar su colección deantigüedades al rey Felipe II, el cardenal Granvela le desanima dicién-dole que «serían más apreciadas en Italia».

LA RECEPCIÓN DE LAS FUENTES CLÁSICAS EN LA ESCULTURA 247

4. Por reparar únicamente en la influencia artística desde el punto de vista del comercioy el intercambio, sin entrar en otro tipo de planteamientos ideológicos o de mentalidades,es suficientemente ilustrativo José Ignacio Hernández Redondo, «El comercio de arte en lasferias de Medina del Campo durante el reinado de los Reyes Católicos» en Comercio, mercadoy economía en tiempos de la Reina Isabel, Medina del Campo: Museo de las Ferias, 2004, págs.93-99.

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–El éxito y la necesidad de una escultura devocional, con una funciónorientada hacia la piedad, en cuya expresión tenía menos cabida elidealismo del mundo clásico, siendo más efectiva la tradición aportadapor la influencia centroeuropea. El gusto por el realismo dramático, porel detalle, por la narración prolija encuentra en esta vía un medio deexpresión mucho más eficaz, al servicio de unos intereses concretos.Francisco de Holanda, el portugués pintor y tratadista, pone en palabrasdel propio Miguel Ángel una serie de severísimos juicios sobre el artenórdico, diciendo como la pintura de Flandes satisfaría a cualquierdevoto, más que cualquiera de Italia «la qual nunca le hará llorar unasola lágrima, y la de Flandes, muchas». Sin embargo se trataba de unproducto que estaba «hecho sin razón y sin arte, sin simetría ni propor-ción, sin advertencia de escoger y sin desembarazos, y finalmente, sinninguna sustancia ni nervio»5.

I.1. La escultura en Castilla en torno a 1500

La escultura que se hace en Castilla en torno al año 1500, tiene comoabsoluta referencia la inspiración en la tradición y en las aportacionesgermano-flamencas y este hecho se constata a lo largo del primer cuartodel siglo, con ligerísimas y aisladas excepciones. Entre otras razones porquela circulación de los maestros es norte-sur y será ahora cuando se empiecea producir un flujo este-oeste y viceversa, por lo que las influencias deeste proceso van a retrasarse en el tiempo. Una simple cata al azar en lanomenclatura escultórica, demuestra lo evidente: Copín de Holanda, Nicolásde Colonia, Juan de Cambray, Giralte de Bruselas, etc. Además tampocose debe olvidar la importación antes señalada, que está muy presente yrealmente boyante a lo largo del primer cuarto del siglo, con llegadaspermanentes de obras de gran calado, que tienen en los talleres flamencossu lugar de procedencia.

Esta situación, por el contrario, no quiere decir que la evolución esté-tica esté anquilosada. Simplemente el seguimiento de las formas se hacedel «moderno» (que Lázaro de Velasco en 1577, define como el «modotudesco o de Alemania») y no del «romano» (identificado con la innovaciónrenacentista italiana), que son los dos conceptos estilísticos que en estosinstantes se están manejando en el vocabulario artístico para diferenciar la

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5. Francisco de Holanda, De la pintura antigua (1548), versión castellana del pintorportugués Manuel Denís (1563), Madrid: Imp. Jaime Ratés, 1921, págs. 153 y sigs.

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procedencia de los esquemas a seguir. La evolución camina por el trata-miento particular que se hace en el mundo centroeuropeo, muchas vecesa través de una lectura de lo clásico y de los grandes maestros realizadadesde esta óptica, como la que se puede percibir en la obra de Durero,difundida en nuestro país durante un larguísimo periodo de tiempo, quese prolonga en el siglo XVII. Es una lectura de la temática clásica a travésdel tamiz interpretativo de lo centroeuropeo, de manera que llegaría aCastilla en una segunda y fecunda generación.

Los ejemplos en escultura, pueden rastrearse a través de las creacionesde autores como Alejo de Vahía, Rodrigo Alemán, Gil de Siloe, el Maestrode Covarrubias y los maestros de las sillerías del denominado grupo leonés6.Todos son de origen germánico y se expresan en un lenguaje común, convariantes y matices propios de su estilo personal. La inspiración en lasfuentes gráficas sigue la producción de artistas como Durero, Schongauero Lucas de Leyden, a los que pronto se van a ir incorporando otras fuentesque procedían de Italia.

I.2. Las novedades procedentes de Italia

Las novedades italianas que se producían en torno a 1500, tanto en unadestacada fase de redescubrimiento arqueológico (el hallazgo del grupo delLaocoonte en 1506 es el ejemplo más elocuente), como la reinterpretaciónque los grandes maestros, Rafael, Leonardo o Miguel Ángel, estabanhaciendo del vocabulario clásico y que en esos instantes alcanzaba unade sus cimas, sólo llegará a la escultura castellana de una manera muyligera, de modo que tan sólo empieza a percibirse con mayor nitidez y demanera generalizada, unos veinte años más tarde. De un modo esquemá-tico, las vías de llegada son las siguientes:

–La importación directa. La escasez de la difusión y lo enquistadode las novedades, están reducidas a círculos eruditos y elitistas, conescasas repercusiones en el entorno y escaso seguimiento a gran escala.En estos casos se está produciendo un contacto con el mundo italianopropiciado por las grandes familias que viajan a Italia como conse-cuencia de diferentes empresas de carácter diplomático o político, lo

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6. Sobre todas estas figuras y tendencias se han publicado últimamente monografíaso trabajos específicos, que no citamos por no resultar excesivamente farragosos. Valgan paraello las Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su época, cele-brado en Burgos en 1999 y publicadas en el año 2001, Burgos: Institución Fernán González.

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mismo que sucede con los altos dignatarios eclesiásticos7. Se trata deuna élite cultural y social, que se pone en disposición de convertirse enmecenas a su regreso a España, dando como resultado una transforma-ción en el gusto con grandes limitaciones:

A) Los monumentos funerarios. En este campo se pueden indicaralgunos de los ejemplos más significativos, por lo general vinculadoscon enterramientos reales, donde trabajan bien escultores italianoscomo Doménico Fancelli, bien españoles totalmente italianizados,como Ordóñez, cuyo ámbito de trabajo se puede considerar comorealmente excepcional. El encargo de sepulcros a Génova, trasla-dados directamente y montados en su lugar de destino fue, por ponerun ejemplo recurrente, un síntoma significativo de este particularproceso8. La lauda de bronce fabricada en Venecia de D. LorenzoSuárez de Figueroa (†1506), destinada a su enterramiento en la cate-dral de Badajoz, es también ejemplo elocuente y temprano.

B) Los ornamentos arquitectónicos. En los primeros instantes laescultura «al romano» se incorpora a la decoración arquitectónica sinafectar a una estructura constructiva que sigue siendo gótica. La fachadadel vallisoletano Colegio de Santa Cruz (c. 1490) es una de lasprimeras manifestaciones de este nuevo gusto, a través de todo unvocabulario específico: leones alados, delfines, candelabros, decora-ción «a candelieri». La vía está directamente relacionada con el mece-nazgo y la protección de una familia muy concreta y muy poderosa,los Mendoza, que sin embargo se opone al gusto oficial. El cardenaly su familia, el conde de Tendilla o el marqués de Cenete, son intro-ductores de unos esquemas de localización concreta que siguen confidelidad los modelos italianos, incluso con el traslado material dedespieces arquitectónicos completos, como en el caso del castillogranadino de la Calahorra (Granada)9 o de la desaparecida renovación

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7. Juan Manuel Martín García, Arte y Diplomacia en el reinado de los Reyes Católicos,Madrid: Fundación Universitaria Española, 2002.

8. Son ya publicaciones históricas pero muy elocuentes, las del Marqués de Lozoya,Escultura de Carrara en España, Madrid: CSIC, 1957 o la de Jesús Hernández Perera, Escul-tores florentinos en España, Madrid: CSIC, 1957.

9. Miguel Ángel Zalama, El palacio de la Calahorra, Granada: Caja General de Ahorros,1990. Véase al respecto también Bernhard König, «Die spanische Renaissanceliteratur imeuropäischen Kontext», en Don Quijote ilustrado. Don Quijote als Leser und die SpanischeRenaissance, eds. Javier Gómez-Montero, Inés M. Martín & José Ramón Trujillo, Kiel – Madrid:CERES – Sial, 2003, págs. 21-40, en particular págs. 35 y 39-40.

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de Coca (Segovia). El seguimiento de» dibujos recogidos en el célebreCodex Escurialensis, (Roma, 1480-1500), inspirados en monumentosromanos y utilizado como auténtico álbum de trabajo10, es la expre-sión de este sentimiento que va a ir incorporándose lentamente alornamento arquitectónico.

–La observación directa. El viaje de los artistas, el aprendizaje directo,los apuntes y los modelos. La influencia se acusa a largo plazo y algunosde los primeros ejemplos están muy localizados y no son nada popu-lares, porque su área de trabajo está muy concentrada y no es abundante,como podría ser el caso de Bartolomé Ordóñez. Desde comienzos desiglo algunos artistas van a emprender una auténtica peregrinación artís-tica a Italia, a Nápoles y Roma fundamentalmente, donde entran encontacto con un clima peculiar y sorprendente, para después regresarcon estas novedades. En el campo de la escultura el regreso y la incor-poración de las novedades al lenguaje establecido es lenta y puntual,de forma que no empieza a dar sus frutos de una manera inmediata.La transmisión, en la escultura, va a ser muy especial. En Castilla, Diegode Siloe, hijo del maestro germánico Gil de Siloe, trabajará en Nápolespara regresar primero a Burgos y después a Granada, diversificando suactividad hacia el campo de la arquitectura, pero dejando una profundahuella en el entorno burgalés y renovando el panorama11. Será AlonsoBerruguete quien, después de su estancia italiana, vuelve en 1517 esta-bleciéndose en Valladolid para dedicarse a la práctica de la esculturajunto a la pintura, incorporando sustanciales novedades12.

–La difusión gráfica. Los repertorios de estampas, inspirados en lasobras de los grandes maestros italianos, dentro de un proceso de difu-sión perfectamente orquestado y dentro de unas perspectivas de ampliarepercusión. Esta va a ser la vía más común y también la más eficaz, laque se desarrolla con más éxito, y de la que también Lázaro de Velascodecía a mediados de siglo: «Ríense los ytalianos de nosotros que lescontrahazemos sus papeles y estampas, sus rascuños y borradores

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10. Codex Escurialensis, 28-II-12. Libro de dibujos o antigüedades. Estudio de Marga-rita Fernández Gómez, Murcia: Editora Regional, 2000.

11. La personalidad inicial de Siloe y el cambio de gusto se explican desde su propiaformación en José Ignacio Hernández Redondo, «Diego de Siloe, aprendiz destacado en eltaller de Felipe Bigarny», Locus Amoenus, 5 (2000-2001), págs. 101-116.

12. Concepción García Gainza, «Alonso Berruguete y la Antigüedad», Boletín del MuseoNacional de Escultura, 6 (2002), págs. 14-21.

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que contrahazen los plateros y aprendizes porque no tenemos abilidadpara contrahazer del natural». Los estudios sobre el uso de la estampase han generalizado últimamente en España en el campo de la pinturay cada vez se extienden más hacia la escultura. Los artistas manejan losrepertorios de estampas, que forman parte importante de su bagajematerial y suele ser de lo que se componen sus exiguas bibliotecas, allado de algún libro piadoso.

La incorporación por tanto del lenguaje renacentista italiano se lleva a cabodentro de un proceso muy lento, que evoluciona desde ese inicial segui-miento literal, que afecta al envoltorio exterior sin tocar a la estructura, quetoma prestadas imágenes, antes de producirse una renovación integral.El camino se inicia en la escultura, como hemos visto, en los lugares secun-darios, en lo que se refiere al ornamento propiamente dicho, muy pronto inva-dido por grutescos y elementos ornamentales directamente tomados del mundoclásico, a través de los repertorios grabados tanto germánicos como italianos.

La renovación integral, de alguna manera la rendición total hacia loitaliano llega en una situación muy particular, a mediados de siglo, inscritadentro de un movimiento que se denomina en escultura de forma gené-rica romanismo y que corresponde a un seguimiento fiel del manierismomiguelangelesco, de formas congeladas y academicista, de absoluta correc-ción formal que enlaza con las necesidades ideológicas del país que liderala contrarreforma religiosa: claridad en el mensaje y rotundidad de lasformas. De este modo la llegada de ese vocabulario desprovisto y diferen-ciado de las aportaciones centroeuropeas, ya no se corresponde con elprimer Renacimiento, sino que ya está marcado por la visión particular quelos grandes maestros habían hecho de la reinterpretación clásica, el manie-rismo. En Castilla esta fase tiene en el campo escultórico una decisiva fechade renovación en 1558, la que marca el retablo mayor de la catedral deAstorga, que el Cabildo encargaba a un artista recién llegado de Italia,donde había trabajado con los discípulos de Miguel Ángel, Gaspar Becerra13.Becerra, cuya prematura muerte en 1568 truncó su carrera de pintor áulico porexcelencia, fue elegido por Felipe II para decorar los reales sitios, de acuerdocon unos planteamientos estéticos que suponían el resultado atemperadodel Renacimiento a favor de unos intereses marcados por una particularmentalidad: monumentalidad, narración, decoro y dominio técnico, todocon un espíritu congelado y academicista hasta el extremo.

MANUEL ARIAS MARTÍNEZ252

13. Manuel. Arias Martínez (coord.), El retablo mayor de la catedral de Astorga. Historiay restauración, Salamanca: Fundación del Patrimonio, 2001.

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II. EL SEGUIMIENTO A TRAVÉS DE ALGUNOS EJEMPLOS14:

II.1. La duplicidad de los modelos: la bisagra entre dos vocabularios

Ejemplo del uso del doble lenguaje puede ser un curioso escultor quetenía su taller en el convento jerónimo de Olmedo (Valladolid), fray Rodrigode Holanda, en cuya personalidad artística se ha reparado en épocareciente15. La obra de fray Rodrigo utiliza un repertorio formal que combinacon naturalidad dos fuentes gráficas diferentes, por un lado estampas deprocedencia nórdica y por otro las grabadas en Italia por MarcantonioRaimondi a partir de los diseños de Rafael.

Sirva como ejemplo el uso de un detalle de la composición José acusadopor la mujer de Putifar, estampa grabada por Lucas de Leyden (1494-1533)en 151216. La expresividad y la caracterización psicológica de la escena leconfieren una importancia especial. La pareja de figuras masculinas quedialoga en uno de sus flancos laterales es utilizada directamente comoparte del acompañamiento de la Coronación de espinas, que tallaba hacia1530 fray Rodrigo de Holanda, para uno de los retablos de la Mejorada deOlmedo, mostrando de qué manera la difusión de las fuentes funcionabaen sentido norte-sur.

Dios apareciéndose a Noe, estampa de Raimondi17 basada en una compo-sición de Rafael utilizada en la bóveda de la Estancia vaticana de Heliodoro(1511): La figura femenina con dos niños aparece representada en la escenade la Matanza de los Inocentes de fray Rodrigo de Holanda en un retablo dela Mejorada de Olmedo (c. 1530). Una vez más la misma fuente se utilizaen este caso para representar la Alegoría de la Caridad en el banco delretablo de San Segundo de la Catedral de Ávila, que realizaban Isidro deVilloldo y Juan de Frías en 1549, dándole en este caso un diferente conte-nido iconográfico.

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14. Una vez más, con la intención de no resultar demasiado prolijo, he optado porelegir algún ejemplo significativo, preferiblemente no demasiado conocido pero sí ilustra-tivo, de este proceso de evolución y de utilización de las referencias anteriores.

15. Manuel Arias Martínez, «Los retablos del claustro de la Mejorada de Olmedo y elescultor jerónimo fray Rodrigo de Holanda», Boletín del Museo Nacional de Escultura, 6(2002), págs. 6-13.

16. The Illustrated Bartsch, 12 (form. vol. 7, part 3), Nueva York: Abaris Book, 1981,pág. 153.

17. The Illustrated Bartsch, 26 (form. vol. 14, part 1), The works of MarcantonioRaimondi and his school, Nueva York: Abaris Book, 1978, pág. 11.

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II.2. Los maestros de la escultura en el segundo cuarto del siglo

Es este un instante de auténtica perfección formal, de la consagraciónde un estilo personal que bebe en todas las fuentes y que da como resul-tado un producto de gran originalidad, a través de la asimilación tardía delas aportaciones y del seguimiento de la moda del norte. Elegimos tan soloa Alonso Berruguete, pero no es posible olvidar las aportaciones de escul-tores tan geniales como el francés Juan de Juni que, establecido en Castilla,supone una auténtica cima de la plástica europea de todos los tiempos.

II.2.1. Alonso Berruguete (1489-1561)

Berruguete acomete el uso de fuentes directamente tomadas del lenguajeclásico y del repertorio de los grandes maestros18 en una mezcla singulary personalísima con la tradición hispana que conocía a la perfección, tantopor tradición familiar como por formación. Está en Italia en 1510, comoconstata Vasari, y a su regreso a España lo encontramos llevando a caboobras de enorme envergadura, especialmente orientado hacia la esculturareligiosa, que es el campo más reclamado por la clientela hispana.

El retablo de la Mejorada de Olmedo (1523-1526). Se trata de una delas primeras obras que Berruguete acomete al volver de Italia, junto a unode los artistas que más pronto se dejan vencer por el Renacimiento italiano,Vasco de la Zarza (†1524), quien hace de Ávila su centro de trabajo. El retablodeja ver en los espacios secundarios, elementos auténticamente tomadosdel mundo de la estampa y de la Antigüedad que Berruguete podía traeren su equipaje:

–Venus y Cupido: el grabado de Agostino Veneziano siguiendo unacomposición de Rafael19. En el banco del retablo se reinterpreta elmodelo mostrando figuras afrontadas, con seguridad inspiradas enel esquema de la estampa e incluso en los dibujos que el propio Berru-guete llevara entre sus objetos personales. La referencia mitológica enlos espacios secundarios del retablo, que requería una interpretaciónmás críptica.

–En este mismo retablo encontramos más referencias, como sucedecon los Grifos afrontados, tomados de ornamentos de monumentos

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18. C. García Gainza, «Alonso Berruguete».19. The Illustrated Bartsch, 26, pág. 236.

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romanos. Ejemplos en el Codex Escurialensis20, donde se reproduce unfriso muy similar procedente de las Termas de Tito, que no es más queuno de los muchos que decoraban los edificios de Roma y que se exhi-bían a comienzos del siglo XVI como testimonios del pasado. Tambiénaparece en el banco el motivo de la Doble lira, como elemento orna-mental. El tema fue muy reproducido tomando como punto de partidala decoración del sitial de una fragmentada escultura de Júpiter quedesde 1518 estaba en la Villa Madama y que sirvió de inspiración amuchos artistas. El mismo Júpiter se reproduce una vez más en el CodexEscurialensis21 y es muy probable que el motivo figurara entre las apor-taciones de Berruguete. Vemos también su uso en un retablo de la cate-dral de Palencia un poco más tardío, pero sin duda con el mismo origen.El mismo diseño se representa en la estampa de Lucrecia, abierta porRaimondi siguiendo a Rafael.

El retablo de San Benito el Real de Valladolid (1526) 22. Su concepciónera elogiada a los pocos años de haberse concluido, cuando en 1539 Cris-tóbal de Villalón, en su Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lospresente, decía que la gloria de Berruguete era tanta que «si los príncipesPhilippo y Alexandro vivieran agora, que estimavan los trabajos de aque-llos de su tiempo, no ovieran tesoros con que se le pensaran pagar». La estruc-tura misma del retablo supone una considerable novedad respecto a otrosejemplos de este tipo de máquinas. Se abandonan definitivamente losmodelos centroeuropeos para iniciarse un nuevo camino, perfectamentevisible en la venera bramantesca. La concepción escultórica también esuna novedad con una lectura que incorpora la interpretación de los grandesmaestros y de la antigüedad:

–El banco: los modelos de pilastras están tomados de candelabrosromanos23, también reproducidos por los artistas con esfinges y cabezasde carneros, que Berruguete adapta a una nueva disposición dentro desu particular estructura ornamental.

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20. Codex Escurialensis, pág. 104.21. Codex Escurialensis, pág. 114.22. Respecto al desarrollo iconográfico ver Eloisa García de Wattenberg, «En torno a

la iconografía del retablo mayor de San Benito el Real de Valladolid», en Monasterio de SanBenito el Real de Valladolid, VI Centenario 1390-1990, Valladolid: Ámbito, 1990, págs. 195-208.

23. Phyllis Pray Bober & Ruth Rubinstein, Renaissance artists and Antique Sculpture.A handbook of sources, Nueva York: Oxford University Press, 1986, pág. 94.

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–Alegorías de las Virtudes, que hasta fecha reciente han estado iden-tificadas como Sibilas, debido a su particular caracterización y a que laausencia de atributos dificulta la identificación. Su origen está en lasrepresentaciones de las musas que aparecen en los antiguos sarcófagosromanos, releídas por los artistas del Renacimiento que las incorporanal imaginario del momento. La composición de Rafael, convertida enestampa por Raimondi, titulada El hombre del laurel, muestra una imagenque tiene que estar en el origen de las esculturas berruguetescas24.El modelo de mujer acodada y de perfil, con un peinado recogido y unhabilidoso plegado estaba siendo empleado en la pintura italiana, porejemplo por Polidoro da Caravaggio.

II.3. La asimilación total: Gaspar Becerra (†1568)

El retablo mayor de la catedral de Astorga (1558). El concepto generaldel retablo tiene su fundamento en un vocabulario arquitectónico tomadodirectamente de los edificios romanos. El propio contenido narrativo de lasescenas tratadas con la monumentalidad del lenguaje clásico, el tratamientode los plegados, del peinado o el propio desarrollo anatómico tienen enMiguel Ángel y su entorno su referencia más clara:

–Bacanal, de Miguel Ángel, cuya estampa ha sido atribuida a NicolásBeatrizet25. La figura del hombre ebrio es la que sirve de inspiracióndirecta al Cristo muerto en el regazo de María, al igual que algunos delos ángeles sirvieron para la base de la escultura de la Asunción.

La incorporación de los pequeños detalles supone una auténtica mimesisdel pasado romano. Se trata de los espacios secundarios, con decoraciónvegetal o figurada inspirada en ejemplos concretos del mundo clásico, queBecerra importa directamente de Italia, a través de su contemplacióndirecta26.

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24. Manuel Arias Martínez, Catálogo de la exposición La belleza renacentista, Valladolid:Museo Nacional de Escultura, 2004, págs. 32-33.

25. The Illustrated Bartsch, 29 (form. Vol. 15-2º), Italian Masters of the sixteenth century,Nueva York: Abaris Book, 1982, pág. 297.

26. Las referencias concretas a estos temas se desarrollan en Manuel Arias Martínez,«Diseños all’antica. Escultura marginal y policromía en el retablo de Gaspar Becerra», enActas del Simposio sobre La catedral de Astorga, Astorga: Montecasino, 2001, págs. 221-255.

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–Mujer acodada: procede de un detalle del llamado Sarcófago Mattei,con un gran éxito entre los artistas, reproducido, por ejemplo, en elCodex Coburgensis.

–Victorias tauróctonas: la relación con los motivos romanos, desdeMitra a los empleados en el Arco de Trajano en Benevento. Resultacurioso que Vignola sugiera su uso para emplearlo en la decoración delos frisos del orden corintio, donde Becerra lo empleará en Astorga,cuatro años antes de que el célebre teórico publique su regla. Enocasiones las novedades llegaban de esta manera antes de su publica-ción efectiva en el lugar de origen.

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Relieve de la Coronación de Espinas. Fray Rodrigo de Holanda,c. 1530. Museo Nacional de Escultura

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Detalle de la estampa con la escena de José acusado por la mujer de Putifas.Lucas de Leyden. 1512

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Detalle de la estampa con la escena Dios apareciéndose a Noe. Marcantonio Raimondia partir de composición pintada por Rafael de Urbino en el Vaticano, 1511

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Detalle de la Matanza de los Inocentes. Fray Rodrigo de Holanda,c. 1530. Museo Nacional de Escultura

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Estampa titulada El hombre del laurel. Marcantonio Raimondi a partirde composición de Rafael de Urbino

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Alegoría de una Virtud, perteneciente al retablo mayor de San Benito el Real, Valladolid;Alonso Berruguete, 1526. Museo Nacional de Escultura

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Detalle de la reproducción en el Codex Coburgensis del Sarcófago Mattei de Roma

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Detalle de mujer acodada en el retablo mayor de la catedral de Astorga;Gaspar Becerra, 1558

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Detalle de Victorias tauróctonas. Arco de Trajano en Benevento

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Detalle de Victorias tauróctonas. Retablo mayor de la catedral de Astorga;Gaspar Becerra, 1558

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AÑOS ROMANOSEN LA FORMACIÓN TEÓRICO-MUSICAL

DE FRANCISCO SALINAS

PALOMA OTAOLA GONZÁLEZ(Lyon)

E L NOMBRE de Salinas (1513-1590) es bien conocido de todos, almenos de los no especialistas en teoría musical del Renacimiento,gracias a la famosa oda de fray Luis de León escrita en honor a su

amistad:

El aire se serena,Y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suenaLa música extremadaPor vuestra sabia mano gobernada.

Sin embargo, no está de más recordar su merecida fama entre suscontemporáneos como uno de los organistas más notables del momentoy también como el más ilustre profesor de música de la Universidadde Salamanca1. Por su virtuosismo en el órgano mereció el apelativo de

1. Entre los trabajos dedicados a Francisco Salinas podemos destacar: RicardoEspinosa Maeso, «El abad Francisco Salinas, organista de la Catedral de León», Boletín de laReal Academia Española, 13 (1926), págs. 186-193; José María Álvarez Pérez, «El organistaFrancisco Salinas. Nuevos datos a su biografía», Anuario Musical, 18 (1963), págs. 21-37;Claude V. Palisca, Humanism in Italian Renaissance Musical Thought, New Haven: Yale

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príncipe de la música, según leemos en la Vida del escudero Marcos deObregón de Vicente Espinel, en donde Salinas es considerado también elmás docto varón en música especulativa2. Antonio Eximeno en su DonLazarillo Vizcardi le dedica un encendido elogio llamándolo honor de lanación3.

De su labor como catedrático de música desde 1567 hasta su jubilaciónen 1587, además de los datos recogidos en el libro de claustros de la Univer-sidad, nos ha quedado un monumento de teoría musical del Renacimiento:De musica libri septem (Los siete libros sobre música), publicado en Sala-manca en 1577, en los que recoge todo el saber teórico sobre la músicadesde la Antigüedad hasta el siglo XVI4. Sin embargo, la dificultad de lamateria tratada y quizá el uso del latín, en un momento en que la mayoríaescribe ya en lengua vernácula, hizo que esta obra no haya sido recono-cida en su justo valor. Diez años antes de la publicación del De musica yahabía comenzado la redacción de una obra teórica en tres libros de la quesólo se ha conservado el tercero: Musices liber tertius, fechado en Burgosen 1566 y que no llegó a publicarse entonces5.

Un aspecto sorprendente y original del tratado de Salinas es que recogeuna gran cantidad de melodías de canciones y danzas populares, caste-llanas e italianas, que sin duda aprendió de memoria al oírlas cantar enlos lugares por donde pasó.

Además del valor científico del De musica libri septem, las circunstan-cias y la trayectoria vital de Francisco Salinas le hacen aún más digno deadmiración y reconocimiento. Por ello, vamos a comenzar presentandouna breve semblanza.

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University Press, 1985; Paloma Otaola, El humanismo musical en Francisco Salinas, Pamplona:Newbook ediciones, 1997.

2. Vicente Espinel, Vida del Escudero Marcos de Obregón, Madrid: Juan de la Cuesta,1618, ed. Samuel Gili Gaya, Madrid: Espasa-Calpe, 1951, pág. 162.

3. Antonio Eximeno, Don Lazarillo Vizcardi. Sus investigaciones músicas con ocasióndel concurso a un magisterio de capilla vacante, vol. I, Madrid: Rivadeneyra, 1872-1873.

4. Para un conocimiento detallado de la teoría musical de Salinas ver P. Otaola, Elhumanismo musical.

5. Este libro se conservaba manuscrito en la Biblioteca Nacional y ha sido editado porJavier Goldáraz Gaínza y traducido por Antonio Moreno en 1993: Francisco Salinas, Musicesliber tertius, eds. José Javier Goldáraz Gaínza & Antonio Moreno, Madrid: Sociedad Españolade Musicología, 1993.

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I. BREVE RECUERDO BIOGRÁFICO

I.1. Infancia y juventud

Poco sabemos de la vida de Francisco Salinas salvo los datos autobio-gráficos que él mismo nos ha dejado en el prólogo a los Siete libros sobremúsica. En dicho prólogo, Salinas cuenta los hechos más significativos desu vida en orden cronológico, pero sin precisar fechas. Por ello, la crono-logía de algunos eventos como su primer viaje a Salamanca, el traslado aSantiago de Compostela, su viaje a Italia y su regreso a España, es sóloaproximada. Algo parecido sucede con algunos de los personajes mencio-nados por Salinas. Al no indicar de modo preciso el nombre propio de lapersona sino el cargo o función, no siempre se ha podido identificarla demodo exacto.

Natural de Burgos (1513), según declara él mismo en el título de suobra Francisci Salinae Burgensis, y en el prólogo, vivió en esta ciudad suinfancia y adolescencia hasta que se trasladó a Salamanca para cursar estu-dios universitarios6. De esta primera época de su vida es interesante señalarque se quedó ciego probablemente a los pocos meses de nacer, duranteel periodo de lactancia7. Esta circunstancia y quizá una cierta inclinaciónnatural del pequeño Salinas, movieron a sus progenitores a darle una educa-ción musical, pensando que de esta manera podría ganarse dignamente lavida, como así fue8.

Gracias a su espíritu despierto y una inteligencia bien dotada, Salinasaprovechó la primera oportunidad para aprender latín. La ocasión sepresentó, según cuenta él mismo, cuando una joven que había decididohacerse religiosa vino durante una temporada a su casa para que el jovenSalinas le enseñara canto y órgano. A modo de intercambio le pidió quele enseñara el latín, lengua en la que adquirirá un dominio extraordinario,así como un gran conocimiento de la civilización y la cultura grecolatina.

Cuando era niño, vino a mi patria una mujer de noble linaje y, parahacerse religiosa, quiso aprender a tocar el órgano. Como ella sabía muy

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6. Siete libros sobre música, Salamanca, 1577, traducción española por IsmaelFernández de la Cuesta, Madrid: Alpuerto, 1983, pág. 25.

7. Siete libros sobre música, pág. 24.8. Siete libros sobre música, pág. 24.

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bien el latín y vivía en nuestra casa, me enseñó gramática a la vez queyo le daba lecciones de órgano9.

Más tarde (sin poder precisar el año), Salinas pidió permiso a sus padrespara trasladarse a Salamanca. En esta Universidad cursó, según dice élmismo, Artes Liberales, profundizando en el estudio del griego y de la filo-sofía. Palisca sugiere que Salinas pudo haber sido alumno del helenistaHernán Nuñez profesor de griego y retórica entre 1523 y 154810. En laFacultad de Artes, además de las materias propias del Trivium y Quadri-vium se estudiaba también la filosofía natural y la filosofía moral, ambas apartir de los textos de Aristóteles. La influencia de la filosofía aristotélicaen Salinas se observa claramente en la noción de ciencia desarrollada enlos Siete libros sobre música.

En 1537, debido a la falta de medios económicos para proseguir susestudios, Salinas abandonó Salamanca en busca de un empleo para ganarsela vida. Su primer puesto de trabajo fue al servicio de don Pedro GómezSarmiento de Salinas, arzobispo de Compostela y Capellán mayor deCarlos V11. Salinas permaneció en Compostela al servicio del arzobispo yle acompañó a Roma cuando fue nombrado cardenal por el papa Pablo III,el 18 de octubre de 1538, con el título de los Doce Apóstoles. El cardenalSarmiento permaneció en Roma hasta su muerte en 1541.

I.2. Viaje a Italia: Florencia, Roma, Nápoles

A partir de 1538, por tanto, comienza la época italiana de Salinas, períodoque duró unos 20 años, principalmente en Roma, pero también viajó pordiferentes ciudades de Italia, concretamente Milán, Florencia y Nápoles,aunque de su estancia en estas ciudades sólo tenemos vagas referencias.Estos largos años en suelo italiano serán muy provechosos para su laborcientífica, gracias tanto a la protección de cardenales y otras personali-dades influyentes en el Vaticano, como a la de los virreyes de Nápoles:

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9. Siete libros sobre música, pág. 25.10. Claude V. Palisca, «Francisco Salinas et l’humanisme italien», en Musique et huma-

nisme à la Renaissance, París: Presses de l’Ecole Normale Supérieure, 1993, pág. 38. VéaseJosé López Rueda, Helenistas españoles del siglo XVI, Madrid: Instituto Antonio de Nebrija,1973, págs. 59-73.

11. J. M. Álvarez Pérez, «El organista Francisco Salinas», pág. 22.

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don Pedro de Toledo (1532-1553) y don Fernando Álvarez de Toledo,Duque de Alba (1553-1558).

Salinas llega a Roma bajo el pontificado de Pablo III que se extiendehasta 1549. No tenemos noticias de si tuvo alguna relación directa o indi-recta con los Papas que sucedieron a Pablo III: Julio III y Marcelo II. El sucesorde este último, Pablo IV, sabemos que ratificó los beneficios y prebendasotorgados a Salinas por Pablo III12.

La única referencia de Salinas a Milán es un breve comentario acercade la pervivencia del canto ambrosiano en esta ciudad13. En cuanto aFlorencia, el músico de Burgos hace alusión al órgano del convento de losdominicos Santa Maria Novella14. Como luego veremos, los músicos huma-nistas intentaron resucitar el género enarmónico del sistema musical griego,fabricando instrumentos capaces de reproducir intervalos más pequeños queel semitono. El órgano de Santa Maria Novella, según Salinas, poseía untercer teclado con el que era posible dividir el semitono en dos intervalosmás pequeños o diesis. De sus afirmaciones se desprende que no sóloconocía la existencia de este órgano sino que él mismo lo había «oído ytocado muchas veces»15.

En Roma, Salinas permaneció al servicio del Cardenal Sarmiento hastasu muerte en 1541, después de lo cual, no regresó inmediatamente a España.Probablemente permaneció bajo la protección de otros cardenales. Salinasmenciona al cardenal Rodolfo Pío del Carpo (1500-1564) y al cardenal deBurgos, quienes le procuraron copias de manuscritos griegos16.

Como la mención al cardenal de Burgos no va acompañada de fecha,dos cardenales pueden haber sido los protectores de Salinas en Roma.En primer lugar, Juan Álvarez de Toledo (Toledo 1488-Roma 1557), de lafamilia de Alba. En algunos documentos aparece como fray Juan Álvarezde Toledo ya que era dominico. Profesor de filosofía y teología en la Univer-sidad de Salamanca, pero antes de que llegara allí Salinas, pues fuenombrado obispo de Córdoba en 1522. De aquí pasó a Burgos como arzo-bispo en 1537 siendo nombrado cardenal por Pablo III en 1538, el mismoaño que Pedro Sarmiento. En Roma recibió el título de Santa Maria inPortico. Mientras estuvo en Italia recibió otros títulos y cargos: arzobispode Santiago de Compostela en 1550, obispo de Albano en 1553, de Frascati

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12. J. M. Álvarez Pérez, «El organista Francisco Salinas», pág. 23. 13. Siete libros sobre música, pág. 24.14. Siete libros sobre música, pág. 404.15. Siete libros sobre música, pág. 404.16. Siete libros sobre música, pág. 26.

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en 1555 y finalmente de Porto y Santa Rufina, en 1557. Es interesanteseñalar que en estas tres últimas sedes sucedió cada vez a Rodolfo Pío delCarpo con quien seguramente mantenía una buena relación. Conocidocomo el «cardenal de Toledo», muere en Roma el 20 de septiembre de 1557,siendo enterrado en España en el panteón familiar. Juan Álvarez de Toledo,como es bien sabido, fue un gran Mecenas tanto en España como en Italia,apoyando la construcción del Convento de San Esteban en Salamanca o laiglesia de San Lorenzo in Fonte en Roma, construida a expensas delcardenal17.

Otra identidad posible, probablemente la más acertada, para el cardenalde Burgos protector de Salinas es la de Francisco de Mendoza y Bobadilla(en algunos documentos «de Bobadilla y Mendoza» 1508-1566). Gran huma-nista, estudió en Alcalá y Salamanca. Doctor en Teología y Letras y más tardecatedrático en Evora y Coimbra. Siendo obispo de Coria (1535-1550) fuenombrado cardenal por Pablo III en 1544. Permaneció en Roma unos años(1544-1550?) hasta que fue nombrado arzobispo de Burgos en 1550 suce-diendo a Juan Álvarez de Toledo. Francisco de Mendoza ocupó este cargohasta su muerte en 1566, cuando se dirigía a Valencia donde había sidonombrado arzobispo18. Como hemos mencionado, fue una de las grandesfiguras del humanismo español. De extraordinaria cultura, poseía una granbiblioteca privada, de la que cedió una buena cantidad de libros a Felipe IIque luego pasaron a la biblioteca del Escorial.

Entre los músicos con quien Salinas tuvo contacto en Roma podemoscitar a Francesco da Milano, compositor y virtuoso laudista quien tras haberpermanecido largos años al servicio del duque Francisco de Gonzaga enMantua, se trasladó a Roma hacia 1530. Durante unos años sirvió en la

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17. Para J. M. Álvarez Pérez, «El organista Francisco Salinas», es Juan Álvarez de Toledoel famoso arzobispo o cardenal de Burgos del que habla Salinas.

18. Según Palisca, éste es el cardinal que procuró a Salinas copias de manuscritos yera su protector. Los cuatro cardenales, Sarmiento, del Carpo, Álvarez de Toledo y Fran-cisco de Mendoza estaban presentes en el cónclave que eligió Papa a Julio III en 1550.En esta fecha Álvarez de Toledo era arzobispo de Burgos y Francisco de Mendoza, obispode Coria. Cinco años mas tarde se volvieron a reunir para el cónclave que eligió Papa aMarcelo II en 1555. En esta ocasión Álvarez de Toledo aparece como obispo de Albano yel arzobispo de Burgos es Mendoza. Pío del Carpo es obispo de Frascati. El pontificado deMarcelo II duró únicamente 21 días por lo que de nuevo se reunieron los cardenales encónclave en mayo de 1555. De este cónclave salió elegido Pablo IV. En el próximo cónclaveque tendrá lugar de septiembre a diciembre de 1559, no participaron ninguno de nuestroscardenales. Del Carpo no sabemos por qué razones no participó. Álvarez de Toledo habíafallecido (1557) y Francisco de Mendoza tampoco asistió al cónclave que eligió a Pío IV.

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corte del cardenal Hipólito de Médicis y a continuación pasó a formar partede la capilla papal desde 1535 hasta su muerte en 1543. Salinas declarahaberle oído tocar delante de Pablo III:

Sobre este tenor oí una vez tocar delante del Papa Pablo III a Franciscode Milán, que fue probablemente el mejor laudista de su tiempo, y muyconocido mío19.

En Roma conoció también al flamenco Orlando de Lasso, uno de los masgrandes compositores del siglo XVI, a quien también tuvo ocasión de trataren Nápoles20.

El otro músico, elogiado por Salinas y con quien tuvo contacto en elentorno de la capilla musical de Pablo III es el español Bartolomé Esco-bedo, que permaneció en Roma unos años como cantor de la CapillaSixtina. Durante su estancia en Italia fue nombrado árbitro junto con elflamenco Ghiselin Danckerts en la famosa disputa entre el italiano NicolaVicentino y el portugués Vicente Lusitano que tuvo lugar en Roma en 1551.El tema del debate era el papel y la interpretación de los antiguos génerosgriegos en la composición musical. Los dos cantores de la capilla papalvotaron en favor de Lusitano. Escobedo, considerado por Salinas como ungran amigo, con el que discutía frecuentemente de cuestiones de teoríamusical, fue quien le dio a conocer la obra de uno de los grandes teóricositalianos del momento, Ludovico Fogliano, de quien luego hablaremos21.

Su contacto con Nápoles comenzó probablemente a partir del títulohonorífico de Abad comendatorio de San Pancracio de Rocca Scalegna,localidad cerca de Nápoles, en la diócesis de Chieti que entonces pertenecíaal reino de Nápoles. Este título con el que firma todas sus obras, le fueconferido por el papa Pablo III (1544), por recomendación del virrey deNápoles, don Pedro de Toledo22.

Francisci Salinas abbatis Sancti Pancratii musices liber tertiusFrancisci Salinae burgensis abbatis Sancti Pancratii de Rocca Scalegnain regno Neapolitano […]

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19. Siete libros sobre música, pág. 597.20. Siete libros sobre música, pág. 567.21. Siete libros sobre música, pág. 400.22. J. M. Álvarez Pérez, «El organista Francisco Salinas», pág. 23, declara que le ha sido

imposible encontrar la bula de la concesión. Si aparecen, sin embargo las bula de los Papassiguientes ratificando los beneficios establecidos por Pablo III.

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Pablo III le concedió otros beneficios y pensiones, recogidos por ÁlvarezPérez, según documentos que se encuentran en el Archivo Vaticano. En unabula concedida por Pablo IV (1555) se ratifican los beneficios concedidospor Pablo III en 1544.

En 1553 fue nombrado organista de la capilla musical de don FernandoÁlvarez de Toledo, duque de Alba, que fue virrey de Nápoles entre 1553y 1558. En esta época (1555) era maestro de capilla el famoso compositorespañol Diego Ortiz, conocido sobre todo por la publicación de su Tratadode glosas sobre cláusulas y otros géneros de puntos en la música de violines(Roma, 1553).

I.3. De nuevo en España

Tras la muerte de dos cardenales y del virrey de Nápoles, declara Salinas,decidió regresar a España, por lo que suponemos que se quedó sin protec-tores en Italia. Nuestro autor no menciona el nombre de los dos carde-nales, pero de los que sabemos tuvieron relación con Salinas sólo puedereferirse a Pedro de Sarmiento (†1541) y a Juan Álvarez de Toledo (†1557).Rodolfo Pío del Carpo falleció en 1564 y Francisco de Mendoza y Boba-dilla en 1566. En esta época Salinas ya se encontraba en España. El virreyde Nápoles debe ser don Pedro de Toledo, fallecido en Florencia en 1552.

Además había perdido tres hermanos suyos en el cerco de Metz en1552, por lo que entristecido y un tanto abatido, decidió regresar a España,probablemente en 1558, tras 20 años de estancia en Italia.

En enero de 1559 fue contratado como organista de la catedral deSigüenza. Durante los años de estancia en Sigüenza acompañó como orga-nista a la emperatriz Isabel de Valois en algunos de sus viajes. En 1563 setraslada a León para ocupar el puesto de organista de la catedral que habíaquedado vacante. Salinas permaneció en León hasta 1567, año en el queobtuvo la cátedra de música de la Universidad de Salamanca, siendonombrado Maestro en Artes en 156923.

De esta época de profesor universitario data su amistad con fray Luisde León que había obtenido la cátedra de teología y filosofía en 1561.

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23. No deja de ser curioso que el manuscrito Musices liber tertius esté fechado enBurgos en 1566, ya que en esa época Salinas era organista en León. Por otro lado, la fechacoincide con el fallecimiento del arzobispo de Burgos, Francisco de Mendoza y Bobadilla.

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En 1587, a los 73 años, pidió la jubilación, encontrándose ya muyenfermo. Aunque dejó la docencia, siguió trabajando como organista de laUniversidad. El 13 de enero de 1590 se apaga en Salamanca uno de los másbrillantes músicos y teóricos españoles.

II. EL CONTEXTO RENACENTISTA

II.1. Contacto con el humanismo italiano

El contacto con el Renacimiento y el humanismo italiano, sobre todo enRoma en el entorno de Pablo III, fue decisivo en su trayectoria musical ycientífica. Al llegar a la ciudad eterna se dio cuenta de su propia ignoranciaen contraste con el ambiente cultural e intelectual que reinaba entonces,como confiesa él mismo:

Tratando con tantos eruditos como siempre hay, me llené de vergüenzaal darme cuenta de que no sabía nada del arte que profesaba, ni tampocopodía presentar en público cuanto yo había aprendido24.

En Roma adquirió el convencimiento, tras leer la arquitectura de Vitrubio,de que los que se ejercitan en un arte manualmente sin estudiar la teoría,no pueden llegar a ningún resultado eficaz. Al mismo tiempo los que estu-dian sólo la teoría sin tener en cuenta la práctica «dan la impresión de quepersiguen la sombra y no la realidad». Finalmente, los que conocen la teoríay la práctica, llegan a conseguir «gran autoridad en lo que propusieron»25.

El deseo, por tanto, de formarse en la teoría de la música le llevó aestudiar durante más de 23 años, según confiesa él mismo, los tratadosgriegos que se encontraban manuscritos en las bibliotecas más importantesde Italia26. También pudo conocer las obras de los teóricos italianos másfamosos del Renacimiento.

La teoría musical griega había sido transmitida de modo fragmentarioa través de textos latinos como las Bodas de Filología y Mercurio deMarciano Capella, las Instituciones de Casiodoro y sobre todo a través del

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24. Siete libros sobre música, pág. 25.25. Siete libros sobre música, pág. 25.26. Siete libros sobre música, pág. 26.

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De institutione musica de Boecio, obra utilizada como manual de textopara las explicaciones de la música teórica en la Universidad. Sin embargo,el clima intelectual que reinaba en Italia en el siglo XVI favoreció el accesodirecto a los textos griegos.

Al mismo tiempo se produjo una gran labor de traducción al latín o alitaliano que favoreció su conocimiento y difusión entre los teóricos ymúsicos humanistas italianos. De finales del siglo XV son las traduccionesde Giovanni Francesco Burana por encargo de Franchino Gaffurio y deNicolo Leoniceno quien traduce los tres libros de la Armónica de Tolomeoen 1499; Carlo Valgulio publica una traducción del De musica de Plutarco en1507; La primera traducción impresa de Tolomeo es la de Antonio Gogavaen 1562.

Sin embargo, Salinas leyó y estudio las teorías de los autores griegos ensu lengua original sin servirse de las traducciones existentes, como afirmaél mismo: «que no habían sido traducidas al latín por otros, sino que lashemos tomado directamente de las propias fuentes griegas»27.

No deja de ser sorprendente cómo un hombre ciego pudo adquirir unacultura tan extensa y un conocimiento tan profundo de la teoría musicalantigua y de los tratados musicales escritos por sus contemporáneos.

La aportación más importante de esta época a la trayectoria intelectualde Salinas fue el estudio de la teoría musical griega gracias a los manus-critos reunidos en las Bibliotecas italianas y de los que pudo procurarsealgunas copias que se trajo consigo a su vuelta a España.

II.2. Teoría musical griega

Salinas cita una gran cantidad de teóricos griegos que sin duda leyó yestudió mientras estuvo en Roma. Algunos de estos textos antiguos seencontraban manuscritos en la Biblioteca Vaticana o en Bibliotecas privadas.Entre los autores citados por Salinas aparecen los tres libros sobre la Armó-nica de Tolomeo, de la Biblioteca Vaticana y el Comentario de Porfirio,proporcionado por el cardenal del Carpo, de su biblioteca privada28; dos

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27. «[…] non ab aliis in Latinum sermonen versas, sed ex ipsis graecis fontibus a nobisdesumptas» (cap. I, 2ª), Musices liber tertius, pág. 211.

28. Este manuscrito pertenecía a la biblioteca personal del Cardenal Rodolfo Pío delCarpo quien poseía una importante colección de manuscritos griegos. Véase C. V. Palisca,Humanism, pág. 29. Posteriormente esta biblioteca pasó a manos de Lorenzo Valla. Hoy seencuentra en la Biblioteca Estense de Módena, véase Antonio Moreno, «La teoría musicalantigua en el Renacimiento español: Introducción al estudio de la tradición textual», en

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libros de los Elementos armónicos de Aristoxeno, dos libros de Nicómacode Gerasa; un libro de Baquio; los tres libros Sobre la música de ArístidesQuintiliano; Además, Salinas cita en la exposición de la teoría armónica eltratado de Cleónides que en algunos códices aparece bajo el nombre deEuclides, los Problemas musicales y el libro VIII de la Política de Aristó-teles y el De musica atribuido a Plutarco. De la Armónica de Brienio obtuvouna copia de un ejemplar que poseía el cardenal de Burgos, procedentede la Biblioteca de San Marcos en Venecia29. Es posible que el códicecopiado gracias al cardenal de Burgos contuviera otros textos griegos,según sugiere Antonio Moreno; es decir todos los autores citados porSalinas: Aristoxeno, Nicómaco, Baquio, Arístides Quintiliano y Brienio.En la Biblioteca Nacional se conserva un manuscrito copiado en Veneciaen 1544 por Cornelio Múrmuris de Nauplia a instancias de don Franciscode Mendoza y Bobadilla y que contiene todos los libros de música a quehace referencia Salinas30. Por otro lado, se sabe que durante su estancia enItalia en esta misma época formó un extensa y valiosa colección de códicesgriegos que luego pasaron a España31. En este contexto es probable queel cardenal de Burgos a que hace referencia Salinas, sea el de Mendoza.

Incluso para un hombre dotado de todas sus capacidades resulta asom-broso la abundancia de fuentes griegas y latinas citadas en los Siete libros,cuanto más para un ciego desde niño. Su conocimiento de las fuentes esde primera mano, citando en la lengua original, mientras que muchosteóricos de la época lo hacen utilizando las traducciones latinas o italianas.

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Fuentes musicales en la península Ibérica. Actas del Coloquio Internacional, Lleida, 1-3abril, 1996, Lérida: Universidad, 2001, pág. 352.

29. Como ya hemos mencionado, para Palisca, el cardenal de Burgos que le propor-cionó esta copia es Francisco de Mendoza y Bobadilla, nombrado cardenal por Pablo III en1544. Francisco de Mendoza había sido también discípulo de Hernán Nuñez en Salamanca,véase C. V. Palisca, «Francisco Salinas», pág. 39. Véase J. López Rueda, Helenistas españoles,pág. 73.

30. En 1544 el cardenal de Burgos era Álvarez de Toledo, mientras que Francisco deMendoza era obispo de Coria. Sólo a partir de 1550 es nombrado arzobispo de Burgos.

31. Es posible que en España Salinas tuviera acceso también a otros códices griegos;en concreto existe un códice escrito en el siglo XVI, conservado en El Escorial que contieneun buen repertorio de obras teóricas (Cleónides, Euclides, Nicómaco, Plutarco, Aristoxeno,Alipio, Gaudencio y Brienio). Este códice formaba parte de la colección griega de Felipe IIque luego pasó a la Biblioteca de El Escorial. Existe también en El Escorial otra recopilaciónde musicógrafos griegos perteneciente a Hurtado de Mendoza y que pasó a la biblioteca delcitado monasterio en 1575. Este códice incluye las obras de Aristides Quintilinao, Brienio,Cleonides, Euclides, Aristoxeno, Alipio, Gaudencio, Nicómaco, Tolomeo y Porfirio. Véase A.Moreno, «La teoría musical antigua», págs. 353-356.

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Como él mismo dice ha bebido en las fuentes griegas y latinas, en losautores antiguos y en los modernos, aprovechando las verdades que noshan legado y haciéndose más cauto y prudente por los errores32.

En una época en la que no existía el método Braille, necesariamentehubo de disponer de un secretario que le leyera los textos y que escribierapor él. Sin embargo, Salinas no menciona su nombre. Edward Lowinsky hasugerido que esta persona pudo ser el alemán Gaspar Stoquerus quienafirma ser discípulo de Salinas y a quien sirvió como asistente en la Univer-sidad de Salamanca33. Kaspar Stocker era un teórico alemán, autor de untratado prácticamente desconocido: De musica verbali. Una copia manus-crita de este tratado, procedente quizá de Salamanca, se encuentra en laBiblioteca Nacional34.

En este tratado, Stocker se presenta a sí mismo como discípulo deSalinas. Desgraciadamente ésta es la única mención de la relación entre elalemán y nuestro autor, además de que el nombre de Stoquerus figuracomo autor del primer poema en alabanza de Salinas impreso en el tratado:Gaspari Stocheri Germani tetrastichon […] 35.

Aun con la ayuda de un lector y de un amanuense llama la atención suespíritu crítico y su actitud científica, ya que no se limita a yuxtaponer losconocimientos con talante enciclopédico, sino que siempre hace una evalua-ción de lo que aportan las diferentes teorías al conjunto del saber teóricomusical. Además cita sus fuentes de manera fidedigna, como ya hemosmencionado, en la lengua original, por libro y capítulo.

II.3. Teóricos italianos

Durante su estancia en Italia, Salinas conoce y critica también las apor-taciones de los teóricos italianos más sobresalientes en aquél momento:Franchino Gaffurio (1451-1522), maestro de capilla de la catedral de Milán;Ludovico Fogliano (1475-1542), cantor en la capilla Giulia de Roma yGioseffo Zarlino (1517-1590), maestro de capilla de San Marcos en Venecia.

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32. Siete libros sobre música, págs. 356-357.33. Edward Lowinsky, «Gasparus Stoquerus and Francisco de Salinas», Journal of the

American Musicological Society, 16 (1963), págs. 241-243.34. Co. 6486. Véase E. Lowinsky, «Gasparus Stoquerus», pág. 242.35. De musica libri septem, fol. 2v. No han sido traducidos los poemas en alabanza de

Salinas en la edición española de Ismael Fernández de la Cuesta.

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Franchino Gaffurio es el primer teórico italiano que podríamos calificarde humanista por su deseo de profundizar y estudiar la teoría musicalantigua. Conocía los textos griegos gracias a las traducciones que por sudeseo expreso habían realizado humanistas italianos: Los tres libros sobrela Armónica de Tolomeo traducidos por Nicolo Leoniceno; la obra de Arís-tides Quintiliano traducida por Francesco Burana. Salinas hace referenciaa su De harmonia musicorum instrumentorum opus, publicada en Milánen 1518. Aunque le dedica algunos elogios llamándole «profesor insigne demúsica teórica y práctica, por haber leído a muchos más autores que losrestantes prácticos», le critica porque a pesar de haber leído muchos textosgriegos a través de las traducciones, no los había comprendido bien36.

Otro teórico italiano estudiado y citado por Salinas es Ludovico Fogliano,autor de una Musica theorica, publicada en Venecia en 152937. Foglianopresenta un sistema de afinación «nuevo», en comparación con el sistemapitagórico, en el que las terceras y las sextas son consonantes, no menos quela quinta y la octava. Salinas advierte a este propósito que aunque estas afir-maciones son ciertas, sin embargo, no son tan originales como pretende suautor, ya que se encuentran en el tratado de Tolomeo y también habían sidopropuestas por Dídimo38. De todas maneras, afirma Salinas, aunque las teoríasde Fogliano no sean originales lo que importa es que son ciertas y acordes ala verdad. Salinas le dedica un comentario elogioso ya que en todas sus espe-culaciones es el teórico que más se acerca a la verdad de la teoría armónica39.

El tercer teórico italiano al que hace referencia Salinas es GioseffoZarlino, autor de las Istitutioni harmoniche, publicado en Venecia en 155840.Es el autor más elogiado por Salinas de quien nos dice que era «hombremuy versado en ambas partes de la música»41. Le critica algunos aspectosmetodológicos de su obra, pero admite que es el que mejor ha entendidolas teorías antiguas y aunque escribió en italiano da la impresión de conocerbien el latín y el griego. Salinas incluye en sus explicaciones de los dife-rentes temperamentos de tono medio, uno que también es descrito porZarlino, aunque según el teórico español no lo toma de él42.

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36. Siete libros sobre música, págs. 393-394.37. Ludovico Fogliano, Musica Theorica, Venecia, 1529. Existe un ejemplar en la Biblio-

teca Nacional procedente de la biblioteca de la Casa Ducal de Medinaceli.38. Siete libros sobre música, pág. 401.39. Siete libros sobre música, pág. 404.40. Gioseffo Zarlino, Le istitutioni harmoniche, Venecia, 1558.41. Siete libros sobre música, pág. 40542. Nos referimos al temperamento que divide el coma en siete partes. Siete libros

sobre música, pág. 298.

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II.4. Diseño de un instrumento perfecto

Otro de los aspectos en los que Salinas es deudor de su pasaje por Italiay del contacto con los teóricos y músicos italianos es la concepción de uninstrumento perfecto en el que poder ejecutar los tres géneros musicales:diatónico, cromático y enarmónico.

El redescubrimiento de los textos griegos y el interés por recuperar elsaber antiguo sobre música suscitó en Italia el deseo de resucitar los génerosclásicos: diatónico, cromático y enarmónico, con el fin de otorgar a lamúsica el esplendor que tenía en la antigüedad.

El sistema musical medieval, en vigor en el siglo XVI, era esencialmentediatónico. Progresivamente se habían creado las alteraciones o musicaficta, dando lugar a un sistema diatónico con algunos sonidos cromáticos:do##, mib, fa##, sol## (en algunos instrumentos lab) y sib43.

El descubrimiento de los tres géneros griegos abría la posibilidad decantar o tocar otros intervalos menores que el tono; no sólo el semitonomayor y menor sino también la diesis enarmónica (diferencia entre el semi-tono mayor y menor). Esto suponía un enriquecimiento del espectro sonoro,pero había que crear instrumentos capaces de reproducir estos microinter-valos, en los que poder interpretar la música cromática y enarmónica44.

Por otro lado, los cinco sonidos alterados del sistema musical vigentese revelan insuficientes y desde finales del siglo XV se advierte entre losteóricos el deseo de ensanchar los límites armónicos de la escala musical.

Este concurso de circunstancias: un sistema musical estrecho que nosatisfacía las exigencias de los teóricos ni de los compositores; el desa-rrollo de los instrumentos y de la música instrumental; el descubrimientode los géneros griegos; todo ello llevará a plantearse la necesidad deconcebir un sistema musical perfecto y de crear un instrumento perfectoen el que se puedan ejecutar todas las transposiciones posibles, dicho deotro modo obtener las seis voces en cada grado de la gama, así como lostres géneros: diatónico, cromático y enarmónico.

Intentos de concebir un sistema musical perfecto, llamado por los autoresdel siglo XV mano perfecta, que permita todas las transposiciones posibles,aparecen ya en Ramos de Pareja, entre otros, quien en su Musica practica,

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43. Paloma Otaola, «Les coniunctae dans la théorie musicale au Moyen Age et à laRenaissance (1375-1555)», Musurgia, 5.1 (1998), págs. 53-69.

44. Paloma Otaola, «Instrumento perfecto y sistemas armónicos microtonales en el sigloXVI: Bermudo, Vicentino y Salinas», Anuario Musical, 49 (1994), págs. 127-157.

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Bolonia, 1482, presenta un sistema perfecto en el que se integran los sonidosdiatónicos y cromáticos45.

Pietro Aarón también presenta un Trattato de la natura et cognitione ditutti gli tuoni di canto figurato, publicado en Venecia en 1525, un sistemaen el que en cada grado de la gama es posible obtener las seis voces delsistema hexacordal medieval: ut, re, mi, fa, sol, la46.

Así, la idea de perfección presente en el pensamiento musical renacen-tista desborda el marco teórico, extendiéndose al diseño de los instru-mentos que serán clasificados en perfectos e imperfectos. Los instrumentosimperfectos son los convencionales de la época: monacordios, órganos yclavicordios, cuyo teclado se compone de teclas blancas y negras, peroque sólo pueden reproducir algunas alteraciones, como ya hemos mencio-nado: F## G## C## Bb Eb.

Además en estos instrumentos convencionales todas las consonanciasestán temperadas, dada la imposibilidad de afinarlos según las propor-ciones del sistema pitagórico o de la entonación justa.

Teclado normal

Uno de los primeros en concebir un instrumento perfecto capaz dereproducir los tres géneros antiguos: diatónico, cromático y enarmónico,es el teórico y compositor italiano Nicola Vicentino (1511-1576), conocidosobre todo por la publicación de un tratado L’antica musica ridotta allamoderna prattica, publicado en Roma, 1555. La obra está dedicada al ilus-trísimo y reverendísimo cardenal de Ferrara. En la dedicatoria su autorpone de relieve los muchos años de estudio que han hecho posible laaparición del tratado con muchos secretos que desde Pitágoras hasta hoynadie ha visto en la práctica ni leído en la teórica47.

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45. Bartolomé Ramos de Pareja, Musica practica, Bolonia, 1482, traducción españolapor José Luis Moralejo, Madrid: Alpuerto, 1977, pág. 53.

46. Pietro Aarón, Trattato della natura et cognitione di tutti gli tuoni di canto figurato,Venecia: Bernardino de Vitali, 1525, cap. 26.

47. P. Otaola, «Instrumento perfecto», págs. 132-147.

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Tras la explicación de la escala y de los intervalos concebidos por Vicen-tino, distintos de los usuales pitagóricos, en el último libro describe uninstrumento de su invención el archicembalo. Se trata de un instrumentoperfecto, ya que se pueden tocar todos los intervalos. Otra de las ventajasdel archicembalo es que permite todas las transposiciones.

Vicentino da instrucciones detalladas para la construcción de este instru-mento, provisto de dos teclados con tres órdenes (series) de teclas en cadauno, es decir seis órdenes de teclas en total. El primer orden se componede las teclas blancas de los instrumentos convencionales. Corresponde alsistema natural diatónico. El segundo orden es el cromático formado porlas teclas negras, habituales. El tercer orden completa el sistema cromáticoproporcionando los restantes semitonos que no figuran en los instrumentoshabituales: Db, D##, Gb, A##, B# #, E##.

El segundo teclado está destinado el género enarmónico.

1er teclado

Archicembalo

Vicentino es consciente de la dificultad de afinar un instrumento seme-jante con tantas teclas. Para el primer teclado sugiere afinarlo de maneraconvencional y para el segundo propone dos sistemas de afinación. Sinembargo cuando se intenta afinar el archicembalo según los métodos deafinación propuestos por Vicentino no se llega a ningún resultado, comohemos mostrado en otro lugar48.

El archicembalo adquirió una gran popularidad. Según Vincenzo Galilei,Vicentino organizó conciertos de música cromática y enarmónica en lasciudades más importantes de Italia. El propio Salinas comenta que «nopocos músicos de gran renombre lo han tenido en alta estima y lo hanusado habitualmente»49. Es probable que él mismo tuviera ocasión de escu-charlo en alguno de estos conciertos o demostraciones. El caso es que elteórico español dirige severas críticas tanto al instrumento como al sistemaarmónico descrito por Vicentino, sin citar su nombre. Entre otras críticas,

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48. P. Otaola, «Instrumento perfecto», págs. 132-147.49. Siete libros sobre música, pág. 299.

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Salinas le reprocha que sus consonancias más hieren el oído que creanuna sensación agradable, como podemos leer en el siguiente texto:

Siempre lo he comprobado por la experiencia, cuantas veces he queridotemperarlo según la teoría de este autor [Vicentino] he experimentadoen las consonancias una imperfección tan grande que los oídos no lopodían soportar […]. Como no sólo hería mis propios oídos sino los detodos, me di cuenta de que esta manera de temperar la rechazabacompletamente la razón armónica50.

La idea de crear un instrumento perfecto la encontramos también enEspaña, antes del regreso de Salinas, ya que la Declaración de instrumentosmusicales de Bermudo aparece en 1555, el mismo año que el libro deVicentino. Bermudo incluye en sus explicaciones teóricas el diseño de uninstrumento de teclado perfecto y de una vihuela de siete órdenes, tambiénperfecta. Para este teórico la perfección consiste en poder tañer todos lostonos y semitonos, en una concepción cercana a la del moderno tempe-ramento igual.

Estas mismas preocupaciones teóricas llevaron a nuestro autor a estu-diar con profundidad el sistema natural armónico y los distintos tempera-mentos aplicables a los instrumentos. Como en el caso de Vicentino, eldeseo de perfección musical y de restablecer los tres géneros: diatónico,cromático y enarmónico, se concretó en el diseño de un instrumentoperfecto. Instrumento de teclado al que a veces se alude con el nombrede «órgano de Salinas»51.

Se ha escrito mucho sobre el órgano de Salinas y los estudiosos no seponen de acuerdo sobre las características técnicas de este instrumento52.Se sabe que Salinas había mandado construir un órgano en Salamanca,copia de un instrumento perfecto que había realizado en Roma. VicenteEspinel, contemporáneo de Salinas, afirma en la ya citada obra, Vida delescudero Marcos de Obregón, que el príncipe de la música el abad Salinashabía resucitado el género enarmónico en el instrumento de tecla que él

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50. Siete libros sobre música, págs. 300-301.51. Para una descripción breve del sistema armónico de Salinas ver mi artículo «Instru-

mento perfecto», págs. 148-157.52. En la catedral vieja de Salamanca se conserva un órgano realejo de mediados del

siglo XVI conocido bajo el nombre de órgano de Salinas. Es posible que Salinas tocara esteórgano en las ocasiones previstas, pero no se trata del instrumento perfecto. Dámaso GarcíaFraile, «El llamado órgano de Salinas», Anuario Musical, 49 (1994), págs. 47-73.

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había mandado construir en Salamanca. El mismo Salinas en el capítuloVIII del libro III, dedicado al género enarmónico, afirma que muchos instru-mentos de tecla están dispuestos según este género, concretamente el deFlorencia y añade:

Pero tengo uno aquí en Salamanca que mandé fabricar en Roma, quees el más perfecto de todos. Aquí hay dos instrumentos, uno perfectoy otro imperfecto, como los normales, cuya comparación puede hacerse.En ambos se demuestran perfectísimamente los tres géneros de melo-días, con máximo cuidado y diligencia53.

De la importancia que adquirió en el Renacimiento la instauración delgénero enarmónico manifiesta el testimonio de Salinas quien afirma quemuchas composiciones están escritas en este género, mencionando la Misade Juan Dumont llamada de tres bemoles. (En el género cromático delsiglo XVI, como ya hemos mencionado, sólo existen dos bemoles: Eb y Bb).

Salinas identifica el género enarmónico como música de tres bemoles.En otros textos de la época se encuentran referencias a instrumentos de tresbemoles o con la posibilidad de ejecutar más alteraciones que las habi-tuales. Bermudo en la Declaración de instrumentos musicales afirma laexistencia de instrumentos de teclado en Flandes en los que es posibleejecutar los tres bemoles: Eb, Ab, Bb54. Según Goldáraz Gaínza, la primerareferencia a un teclado con más de 12 notas por octava aparece enItalia55. El órgano de san Martín de Lucca tenía teclas diferentes para G##

y Ab, D## y Eb.Los instrumentos aptos para interpretar el género enarmónico necesitan

más teclas negras que las habituales. Por otro lado, el género enarmónicorequiere un gran virtuosismo por parte del intérprete.

Salinas tenía en Salamanca, por tanto, dos tipos de órgano: uno conven-cional, para acompañar el coro o para tocar la música según el sistemamusical en vigor: diatónico-cromático; el otro, perfecto, para tocar la músicaen género enarmónico (como en el caso del archicembalo de Nicola Vicen-tino) o para que todos los intervalos sean perfectos, no temperados.

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53. Siete libros sobre música, pág. 238.54. Juan Bermudo, Declaración de instrumentos musicales, Ossuna: Juan de León,

1555, fol. 104v. Véase Paloma Otaola, Tradición y modernidad en los escritos musicales deJuan Bermudo, Kassel: Reichenberger, 2000, pág. 312.

55. José Javier Goldáraz Gaínza, Afinación y temperamento en la música occidental,Madrid: Alianza, 1992, pág. 55.

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Teclado enarmónico de Salinas

De su maestría con cualquiera de los dos instrumentos, el perfecto o elimperfecto, son testimonio estas palabras de Vicente Espinel: «Yo le vi tañerel instrumento de tecla que dejó en Salamanca, en el que hacía milagroscon las manos»56.

Para Salinas, la perfección estriba no sólo en poder tocar los tres génerosde música, sino en reproducir todos los intervalos perfectos, es decir sinque tengan que sufrir modificaciones a la hora de afinar el instrumento. Paraello, se piensa que podría ser un teclado con 22 teclas por octava57.

Esta audacia es quizá lo que más llamará la atención de los teóricosposteriores del siglo XVII, como Giovanni Battista Doni quien inspirándoseen el órgano de Salinas, propone un órgano con tres teclados el abacustriharmonicus, con 20 teclas por octava en su Compendio del trattato de’generi, e de’ modi, Roma, 1635. También Mersenne en su Harmonie univer-selle concebirá su parfait diapason según el modelo de Salinas.

Algunos estudiosos consideran que es prácticamente imposible tocarun instrumento semejante, por lo que piensan que sólo tenía una utilidadespeculativa o didáctica. Sin embargo, el teclado de Salinas, según unareconstrucción hipotética, resulta mucho más sencillo que el de Vicentinoy sin embargo sabemos que el músico italiano daba conciertos de la músicacompuesta para el archicémbalo. Por otro lado, los testimonios del virtuosismode Salinas tocando el órgano hacen referencia al género enarmónico.

III. CONCLUSIÓN

El acceso a los textos griegos durante su estancia en Roma le permitióun profundo conocimiento de la teoría musical antigua que incorpora ensu tratado De musica libri septem. Como ya ha puesto de relieve Palisca,Salinas fue el primer teórico en afirmar que los modos antiguos no eran

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56. V. Espinel, Vida del Escudero Marcos de Obregón, pág. 158.57. P. Otaola, «Instrumento perfecto», pág. 156.

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los mismos que los modos del canto litúrgico sistematizados durante laEdad Media y todavía en vigor en el siglo XVI58.

Entre los méritos de Francisco Salinas podemos citar también el de unirla teoría y la práctica, ya que tanto brilló en la música por sus excelentesdotes de organista como en la especulación teórica. En este sentido, laadopción de la epistemología aristotélica le permitió criticar y abandonarel sistema pitagórico por su falta de adecuación a la realidad y elaboraruna ciencia musical, armónica y rítmica que une la razón y la experiencia,como él mismo declara en el título de la obra: juxta sensus ac rationisiudicium.

Hombre apreciado no sólo por sus excepcionales dotes musicales sinotambién por sus cualidades personales, aunque poco sepamos de su caráctery temperamento, como lo prueba el apoyo que supo ganarse de los grandesdel momento: Papas, cardenales, personajes de la corte … También supoganarse la amistad y simpatía de los que le conocieron en Italia y en losambientes universitarios de Salamanca, como fray Luis de León y VicenteEspinel, entre otros.

58. C. V. Palisca, «Francisco Salinas», págs. 37-38.

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IV

GÉNEROS LITERARIOS

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DEL ÚLTIMO TROVADORA LOS POETAS RENACENTISTAS.

CONTACTOS ENTRE LAS LITERATURAS HISPÁNICASE ITALIANA EN LAS RUTAS DEL MEDITERRÁNEO

DONATELLA SIVIERO(Messina)

EN ESTE breve ensayo me propongo seguir el camino de unos autoresde los siglos XV y XVI que pertenecen a dos de las tradiciones lingüís-ticas presentes en la Península Ibérica, es decir la catalana y la caste-

llana, procurando dilucidar en parte cómo se relacionaron entre sí y seentrecruzaron con la cultura italiana en las rutas del Mediterráneo desdela Edad Media hasta los albores de la Edad Moderna. Iniciaré siguiendolas huellas de un poeta de comienzos del siglo XV que yo misma he defi-nido, y explicaré más adelante el por qué, el último trovador de Europa:el valenciano Jordi de Sant Jordi1. A pesar de que una serie de documentosnos proporcionan informaciones acerca de su vida, la biografía del poetaqueda en parte envuelta en el misterio. Desconocemos la fecha exacta desu nacimiento, aunque cabe suponer que se puede situar a finales del sigloXIV, ya que en el año 1416 aparece al servicio del rey Alfonso el Magná-nimo como su camarero personal. La información la transmiten unas cartas,exactamente de ese año 1416, firmadas unas por el rey, otras por su mujerdoña María de Castilla, donde se habla de Jordi como del «fideli camerario»

1. En la Introduzione a Jordi de Sant Jordi, L’amoroso cerchio. Poesie dell’ultimo trova-tore, ed. Donatella Siviero, Milán – Trento: Luni, 1997, págs. 18-19.

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del rey. Algunas de estas cartas atañen a la compleja cuestión de la admi-sión como monja de la hermana del poeta, Isabel de Sant Jordi, en elentonces prestigioso monasterio cisterciense de la Zaidía, cerca de Valencia.Pese a las insistentes gestiones hechas por el rey y su esposa, Isabel de SantJordi no fue aceptada a la Zaidía hasta por lo menos el 1426. Si las monjasse empeñaban en rechazar a Isabel, debía existir un estorbo gravísimo, unobstáculo tal que ni la intervención directa de los reyes podía vencer.En efecto, gracias al reciente hallazgo de una carta fechada 27 de abril de1416, sabemos que el problema radicaba en el hecho de que los Sant Jordieran de origen moro:

Per part de la reverent abbadessa del monastir de la Çaydia d’aquestaciutat, nos és estat explicat com lo molt alt senyor rey ha manat a aquellaque reeba e do l’hàbit del dit monastir a una dona, germana d’en Jordiet,lo qual se diu que és de la sua cambra, dient en la dita explicació queaçò hauria proveït lo dit senyor, ignorant e no informat com les donesqui són admeses en monges del dit monestir són donzelles de gran estat,ço és, filles de nobles hòmens, cavallers e de notables ciutadans.E, segons nosaltres sabíem, lo dit Jordiet e germana de aquell eren fillsde hun moro catiu qui aprés fon christià e libert, hoc e axí mateix ladita dona que és diffamada de son cors, concloent, en effecte la ditaabbadessa que aquella, e totes les monges conventuals del dit monestir,venien acordades de desemparar aquell ans de soferir que tal personafos admesa en llur convent2.

Nunca aparece en el documento referencia alguna al apellido de Jordiety de Isabel, pero no hay duda de que el caso de que se habla coincideperfectamente con lo que estaba pasando al poeta y a su hermana. Ya en1953, Jordi Rubió i Balaguer había insinuado unas sospechas acerca de losorígenes de la familia Sant Jordi, ya que el erudito afirmaba: «Seria sorpre-nent que pertanyés al seu llinatge [de Sant Jordi] el Joan de Sant Jordi que,anys més tard, apareix a la cancelleria reial i fou secretari de Joan II.Era convers i el 1491 fou cremat en estàtua»3. Semejante hipótesis hubiera

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2. Agustín Rubio, Epistolari de la València medieval, 2 vols., Valencia – Barcelona:Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana-Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1998,vol. II, págs. 333-334.

3. Jordi Rubió i Balaguer, Literatura catalana, en Guillermo Díaz Plaja (dir.), Historiageneral de las literaturas hispánicas, 5 vols., Barcelona: Vergara, 1949-1958, vol. III (1953),págs. 729-930 (cito por la edición catalana, J. Rubió i Balaguer, Història de la literatura cata-lana, 3 vols., Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1984, vol. I, pág. 325).

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explicado perfectamente la actitud hostil hacia Isabel mantenida por lasreligiosas. Por su parte, Martín de Riquer y Lola Badia rechazaban la hipó-tesis de Rubió i Balaguer y afirmaban que el motivo que impedía a Isabelde Sant Jordi el acceso a la Zaidía nada tenía que ver con problemas delimpieza de sangre: se trataba simplemente de una cuestión económica.Para entrar en el monasterio de la Zaidía se necesitaba una dote conside-rable y tal vez la familia Sant Jordi no estaba en condiciones de proveér-sela a Isabel. Sin embargo, los mismos Riquer y Badia documentan que elrey personalmente había hecho todos los trámites necesarios para que Jordide Sant Jordi tuviese la cantidad de dinero que hacía falta para resolver lacuestión4. Por lo tanto, es de suponer que el problema económico debíade ser totalmente secundario, ya que las concesiones reales representabanunas garantías suficientes para cualquier madre superiora, hasta para la deun monasterio elitista. El contenido de la carta del 27 de abril de 1416parece confirmar la intuición de Rubió i Balaguer, es decir que se podíatratar de un problema racial: el documento deja claro que había una manchaen el orígen de Jordi e Isabel de Sant Jordi, que no eran hebreos conversoscomo había supuesto el estudioso, sino moros conversos, «eren fills de hunmoro catiu qui aprés fon christià e libert».

En la misma carta, también se dice de Isabel que «és diffamada de soncors». Esto podría significar que en pasado la mujer se había dedicado aalguna actividad relacionada con la exhibición del cuerpo, como porejemplo bailar. Sabemos que desde el comienzo de su reinado Alfonso elMagnánimo acogió en su corte un número considerable de juglares, baila-rines y músicos, muchos de origen moro; esa misma corte, instalada enNápoles, con los años, se convertiría en uno de los mayores centros musi-cales del siglo XV. Además, desde muy joven el rey se mostró extraordina-riamente abierto respecto a hebreos y moros, actitud que mantuvo a lolargo de toda su vida5. A propósito de los Sant Jordi podemos avanzar la

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4. Martí de Riquer & Lola Badia, Les poesies de Jordi de sant Jordi, Valencia: Tres iQuatre, 1984, págs. 15-16 y 44-53.

5. En noviembre de 1414, por ejemplo, el que por aquel entonces era aún el prín-cipe Alfonso se encontraba en Zaragoza cuando el gran fraile predicador san Vicent Ferrerdecidió multar a los musulmanes y hebreos que hubiesen llegado tarde a uno de sussermones; aunque aceptó y respectó la decisión del fraile, Alfonso hizo de manera que nadiepagase. Años más tarde, el Magnánimo subvencionó los estudios universitarios del poetaPedro de Santa Fe, un hebreo converso que formó parte de su séquito personal. En 1424,Alfonso rescató a una de las bailarinas de corte, la conversa Caterina, que había escandali-zado a los inquisidores valencianos por llevar un traje moresco. Cfr. Alan Rayder, Alfonsothe Magnanimous. King of Aragon, Naples and Sicily, 1396-1458, Oxford: The Oxford Univer-sity Press, 1990.

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hipótesis de que pudiera tratarse de una familia de artistas, mejor dicho dejuglares moros relacionados con la corte de Alfonso. Huelga decir que nosmovemos en el resbaladizo campo de las suposiciones; sin embargo, recor-damos que una autoridad literaria cual era don Íñigo López de Mendoza,marqués de Santillana, en su Prohemio e carta de hacia 1449, decía denuestro poeta que «conpuso asaz fermosas cosas, las quales él mesmoasonava, ca fue músico exçellente»6, subrayando por lo tanto sus buenosconocimientos musicales. No dudamos de que la afirmación del marquéssea verídica: don Íñigo debió de conocer personalmente a Jordi de Sant Jordiya que los dos coincidieron en la corte del Magnánimo (el futuro Marquésfue en su juventud copero del rey)7.

En la vida de Jordi de Sant Jordi tuvo mucha importancia el único viajeque pudo realizar en su breve vida (murió muy joven, en 1424, cuandodebía tener cerca de treinta años). El poeta participó en la primera campañade expansión por el Mediterráneo empezada en 1420 por su rey y queacabaría en 1423 sin el éxito esperado. En efecto, el proyecto de dominiodel Mediterráneo de Alfonso terminaría sólo en 1443 con su definitivaentrada triunfal en Nápoles, es decir muchos años después de la muertede Sant Jordi. A comienzos de junio de 1420 una flota del Magnánimozarpó del puerto de Maón, en Menorca, rumbo a Cerdeña, so pretexto desofocar una rebelión antiaragonesa en la isla, que estaba entonces bajo eldominio de la corona de Aragón. Después de cuatro días de navegación,las galeras llegaron a l’Aguer y al cabo de unos meses, a finales de agosto,la misión había concluido positivamente; pero en realidad el verdaderoobjetivo del monarca era la ocupación de Córcega, punto neurálgico de lostráficos del enemigo de siempre, Génova. Por lo tanto, el 14 de septiembreempezó una nueva acción militar con el asedio por tierra y mar de Calvi,que se rindió al cabo de quince días. En cambio Bonifacio se defendió

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6. Marqués de Santillana, Obras completas, ed. Ángel Gómez Moreno & MaximilianP. A. M. Kerkhof, Barcelona: Planeta, 1988, pág. 448.

7. Los conocimientos musicales es muy probable que el poeta los aprendiese de supadre, el «esclau libert» que sabemos se llamó Joan. Ahora bien, si Jordi fue un excelentemúsico, ¿por qué no suponer que su hermana Isabel, antes de tomar la decisión de entraren un convento, fuese bailarina, y por lo tanto «diffamada de son cors»? Nos parece admi-sible, pues, que el origen moro de los Sant Jordi y la probable profesión ejercida por Isabelhubiesen originado la exacerbada oposición de las monjas de la Zaidía. Dicho sea de paso:un vez entrada en el monasterio, como hemos dicho al cabo de por lo menos diez años,Isabel no tuvo ningún problema de integración y hasta llegó a ser borsera y sagristana. Paratoda la cuestión, véase Costanzo Di Girolamo, «Jordi de Sant Jordi, de joglar a cavaller», Afers,37 (2000), págs. 785-788.

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más tiempo, ya que el asedio a esta ciudad duró nueve meses pero sinéxito. El 3 de diciembre de 1420, precisamente durante el asedio de Boni-facio, Alfonso le concedió a Jordi de Sant Jordi la alcaidía de Vall d’Uixó8.Además, a partir de esta misma fecha los documentos que atañen a subiografía le citan a Sant Jordi con el título de «miles» en latín y «mossèn» envulgar: por lo tanto, podemos deducir que fue armado caballero en plenacampaña militar.

En el mes de agosto del mismo año 1420 llegó a l’Alguer una embajadade la reina de Nápoles Juana II de Anjou-Durazzo, que había sucedido enedad madura a su difunto hermano Ladislao y que no tenía ni se preveíaque tuviese hijos; por lo tanto existió, desde los comienzos de su reino, elproblema de la sucesión. Juana, a cambio de que la ayudase militarmentecontra Luis III de Anjou, quien contra la voluntad de la reina había sidonombrado su heredero con bula papal, prometía a Alfonso nombrarleduque de Calabria y sucesor oficial del trono de Nápoles. Alfonso aceptóla propuesta napolitana, pero demoró un poco su intervención porqueantes quería acabar de una vez por todas con la empresa corsa. A comienzosde septiembre, una flota aragonesa llegó a Nápoles y Juana formalizó laadopción; en julio de 1421 el mismo rey entró triunfalmente en la ciudadpartenopea derrotando al angevino. Durante sus dos años de permanenciaen Nápoles, Alfonso intentó poner orden en la agitada corte donde habríade reinar: esta decisión le granjeó la enemistad de Giovanni Caracciolo, elfavorito de la reina, quien no vaciló en conspirar contra él, atrayéndose lavoluntad de la reina, que intentó aliarse con su antiguo enemigo francés.Alfonso apresó al favorito, pero no logró hacer lo mismo con Juana.La reina entonces se dirigió a Muzio Attendolo Sforza, famoso condottierode aquella época, para que la ayudara: una tropa de Sforza se presentópor sorpresa a las puertas de Nápoles, atacó a los hombres del Magná-nimo que presidiaban la Puerta Capuana y los venció. Muchos caballeros

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8. Se trataba de un cargo que podía transmitir a su heredero natural o a quien hubiesedesignado en su testamento. Hasta aquel momento, la alcaidía de Vall d’Uixó la había tenidoel caballero barcelonés Gispert de Talamanca, quién, por residir en Palermo, fue práticamenteausente de los territorios que tenía que gobernar. Además, según los privilegis e los furs, lasalcaidías valencianas correspondían a los naturales del reino de Valencia: dos motivos queinducieron a Alfonso a otorgar los derechos de Gispert de Talamanca al «dilecti nostri Georgiide Sancto Georgio, militis valentini et de civitate Valencie oriundi». De nada le sirvieron aTalamanca sus protestas oficiales, ya que el 30 de agosto de 1421 en Nápoles, donde seencontraba ahora el rey como veremos enseguida, se emitió sobre el asunto una sentenciaa favor de Jordi de Sant Jordi. Unos meses más tarde, el 6 de octubre y siempre en Nápoles,el rey firmaba una orden para que Talamanca hiciese efectivo el paso de la alcaidía a Sant Jordi.

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valencianos, catalanes y aragoneses fueron hechos prisioneros: entre ellos,Jordi de Sant Jordi9. La situación se hizo insostenible y se llegó, en el mesde septiembre, a la revocación de la adopción por parte de la reina, quetambién desposeyó a Alfonso del ducado de Calabria. A partir de entonces,el Magnánimo sería uno más de sus enemigos, mientras el nuevo here-dero designado fue Luis de Anjou. En octubre Alfonso dejó Nápoles y,como queda dicho, volvería como triunfador solamente veinte años después,cuando al amparo de su corte castellanos, catalanes, aragoneses y valen-cianos entraron en contacto directo con toda la cultura humanista italiana,un en cuentro decisivo en la conformación del humanismo renacentistahispano.

El cautiverio napolitano de Jordi de Sant Jordi duró pocas semanas, yaque el 21 de junio el poeta, ya libre, concluyó una misión diplomática porcuenta del rey. El 12 de junio del año siguiente, en tierras hispánicas, otorgóSant Jordi su último testamento, del que se deduce que no tenía ni mujerni hijos. Unos días más tarde, el 18 de junio, falleció, no se sabe ni dóndeni por qué causa. Como hemos podido comprobar, la hipotética «mancha»en su origen no impidió a Jordi de Sant Jordi de ser hombre de totalconfianza del rey y tenido en gran estima por él, como atestiguan lapresencia del poeta en la primera campaña napolitana así como las«gracioses donacions» de dinero que el rey, además de haberle concedidoun importante vitalicio, le hacía con frecuencia10. En mucho le tuvo tambiénel ya recordado Marqués de Santillana, quien en dos ocasiones elogia suscualidades poéticas. En el poema Coronación de Mossen Jordi11, el Marquéscuenta que se le han aparecido en sueños los máximos poetas de la Anti-güedad, es decir Homero, Virgilio y Lucano, que le piden a Venus queconceda a Jordi el laurel para sus grandes méritos:

Deessa, los illustradosvalentíssimos poetas,vistas las obras perfectasé muy sotiles tractados

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9. Como queda dicho, Jordi de Sant Jordi estuvo en Nápoles con su rey entre 1422 y1423. Una carta del 12 de febrero de 1422, firmada por el Magnánimo, atestigua que enaquella fecha nuestro poeta ya se encontraba en la ciudad partenopea. Cfr. J. Rubió i Bala-guer, Literatura catalana, pág. 324.

10. Cfr. M. de Riquer & L. Badia, Les poesies de Jordi de sant Jordi, págs. 44-53, dondese encuentran extractos de dichos documentos.

11. Marqués de Santillana, Obras completas, págs. 101-108.

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por Mossén Jorde acabados,supplican á tu personaque resçiba la coronade los discretos letrados (vv. 153-160).

A este juicio en una obra de invención de 1430, se añadió unos añosdespués otro al que me he referido antes, contenido en el Prohemio ycarta, un texto importantísimo, quizá la primera historia crítica de la poesíaeuropea medieval. En el Prohemio se lee:

En estos nuestros tienpos floresçió mosén Jorde de Sant Jorde, cavalleroprudente, el qual çiertamente conpuso asaz fermosas cosas, las qualesél mesmo asonava, ca fue músico exçellente; fizo entre otras una cançiónde oppósitos que comiença: Tos ions aprench e desaprench ensems. Fizola Passión de amor, en la qual copiló muchas buenas cançiones anti-guas, asy� destos que ya dixe commo de otros. Mosén Febrer fizo obrasnobles, e algunos afirman aya tray�do el Dante de lengua florentina encatalán, no menguando punto en la orden de metrificar e consonar.Mosén Ausias March, el qual aún bive, es grand trobador e omne deasaz elevado spíritu12.

Santillana se refiere aquí a la poesía de «nuestros tienpos», es decir lade la primera mitad del siglo XV. La poesía en lengua catalana de esteperiodo se caracterizaba por mantener una estrecha relación con la tradi-ción de los trovadores: en efecto, hasta bien entrado el siglo XVI, los líricoscatalanes siguieron teniendo un modelo fundamental en los poetas proven-zales y utilizaban todavía su lengua, aunque con matices catalanes más omenos evidentes. Mientras en el sur de Francia la lírica trovadoresca, nacidaen el siglo XII, se extinguió a finales del siglo XIII, en el área catalana sobre-vivió todavía con gran vitalidad durante otra centuria. Por lo tanto, hastacasi finales de la Edad Media la poesía catalana está caracterizada por undominante provenzalismo lingüístico, característica común a todos losgéneros escritos en versos, desde la poesía narrativa a la didáctica, etc.Esta situación termina con la producción poética de Ausiàs March, el primerpoeta que utiliza el catalán para la lírica, y con una novela en verso delmédico valenciano Jacme Roig, el Spill o Llibre de le dones de mitaddel Cuatrocientos, que se puede considerar la primera narración en versoya libre de elementos lingüísticos provenzales. Sin embargo, hay que decir

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12. Marqués de Santillana, Obras completas, págs. 447-448.

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que los poetas catalanes no calcaban pura y simplemente su modelo, sinoque en cierta medida lo elaboraban y trabajaban. Si es verdad que, en todaEuropa, sólo en área catalana se continuó cultivando la tradición trovado-resca en la misma lengua de los trovadores hasta una fecha tan tardía,también es verdad que los poetas catalanes empiezan a utilizar, junto al delos trovadores, otros modelos, y en particular dos nuevos clásicos vulgaresitalianos, Dante y Petrarca. Y si por lo que al petrarquismo se refiere, lospoetas catalanes se anticipan de un siglo a lo que se convertiría en modacon el Renacimiento, con Dante hacen algo inédito, ya que la poesía deDante, en especial la lírica, en aquella época como en la sucesiva sirvió pocoo nada de modelo, tanto en Italia como en el resto de Europa. Volviendoal Prohemio e carta, don Íñigo López de Mendoza considera a Jordi deSant Jordi, Andreu Febrer y Ausiàs March los tres mejores poetas catalanesde comienzos del Cuatrocientos. Andreu Febrer era el más anciano de lostres (nacido hacia 1375), mientras que Jordi y Ausiàs March (1400-1459) eranmás o menos coetáneos. Santillana no los nombra por orden de edad: hacemención primero de Jordi, después de Febrer y finalmente de March. Puedeque el orden dependa de la fecha de fallecimiento de los dos primeros. Jordile parecería al Marqués el más lejano porque ya había muerto desde hacíamás de veinte años cuando él redactó su tratado poético, mientras queFebrer había fallecido hacia el 1440; de Ausiàs March, en cambio, puededecir que «aún bive» ya que March efectivamente murió en 1459. Todas laspoesías líricas fechables de Febrer no son de muy posteriores a 1401, mien-tras que Jordi, que como queda dicho en 1420 debía rondar los veinteaños, por aquellos entonces se estrenaba o casi en el ejercicio de la poesía;por lo que a Ausiàs March se refiere, parece que toda su obra poética laescribió después de la muerte de Sant Jordi.

Jordi de Sant Jordi, Andreu Febrer y Ausiàs March se conocieron perso-nalmente, ya que, con otros poetas castellanos y catalanes, coincidieron enla expedición mediterránea del Magnánimo a la que me he referido antes.Es difícil resistirse a imaginar que este grupo de literatos que viajan a Italia,la patria de Dante y Petrarca, no intercabiaran ideas y libros, discutieranacerca de sus preferencias y experiencias literarias; en una palabra, es difícilque en semejante situación no empezaran a circular nuevos aires poéticos.Andreu Febrer es el que más conserva relaciones con la tradición de laantigua poesía de los trovadores. Sobre su poesía los padres provenzalestodavía ejercen su influjo con vigor, aunque se deje notar la renovadorapresencia francesa y sobre todo italiana. Es cierto que el poeta de Vic teníaun buen conocimiento de la obra de Dante, ya que no sólo tradujo, y de

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manera admirable, la Divina Commedia (traducción acabada en 1429),sino que para sus composiciones de versos estramps utiliza palabras-rimasde las Rime petrose de Dante. La estructura métrica de los versos estrampses muy compleja: se trata de versos sin rima, donde en posición de rimaaparecen palabras femeninas, o sea llanas, que para la poética provenzaleran «caras», es decir de peculiar rareza. En los versos estramps tanto deFebrer como de Jordi de Sant Jordi se encuentran en posición de rima unaspalabras-rima no sólo del trobador Arnaut Daniel, sino también de Dante:para los dos, pues, Dante es ya un auctor13. Sobre Ausiàs March, por elcontrario, la influencia de los trovadores es mucho más reducida respectoa sus predecesores y son bien presentes en cambio los ecos de Petrarca,de los stilnovisti y de Dante. En pocas palabras y simplificando al máximo,se puede afirmar que la obra de Ausiàs March representa la culminaciónde un proceso de innovación que había empezado con sus inmediatospredecesores, una verdadera revolución en el mundo poético hispánicodel siglo XV, revolución que tendrá una influencia decisiva, como veremos,en el nacimiento de la gran voz lírica castellana de Garcilaso de la Vega.

Jordi de Sant Jordi, pues, se coloca idealmente a medio camino entrela fidelidad a la tradición y los indicios de revolución14. La lectura delpequeño cancio nero de este último trovador, dieciocho poemas, haceevidente que Jordi es un poeta de «transición», en el sentido de que si susversos, escritos en un provenzal catalanizante, todavía respetan la tradi-ción occitana, también presentan de vez en cuando pequeñas variacionesque muestran cierta disonancia en relación con el modelo provenzal. Quierodecir que en Jordi de Sant Jordi se encuentran unos pequeños pero signi-ficativos alejamientos de su punto de referencia. El hecho de que su cancio-nero se aparte del género de composición central de la lírica trovadoresca,es decir la canción de amor, y presente unas variedades de composiciones

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13. Para la compleja cuestión de los versos estramps catalanes, se puede ver CostanzoDi Girolamo & Donatella Siviero, «Da Orange a Beniarjó (passando per Firenze). Un’inter-pretazione degli estramps catalani», Revue d’Études Catalanes, 2 (1999), págs. 81-95.

14. Como tuve ya ocasión de argumentar en un artículo de 1997, creo que Sant Jordise puede considerar como el eslabón central de una ideal cadena poética que va desdeAndreu Febrer, un trobador todavía medieval, hasta Ausiàs March, un poeta lírico ya moderno.Cfr. Donatella Siviero, «Veles, vents i poetes: Andreu Febrer, Jordi de Sant Jordi i AusiàsMarch», en Ausiàs March (1400-1459). Premier poète en langue catalane [Actes du ColloqueAusiàs March (Université Paris IV-Sorbonne - Paris XIII, 13-15 mars 1997], travaux réunis parG. Martin et M.-C. Zimmermann, París: Publications du Séminaire d’études médiévales hispa-niques de l’Université Paris XIII (Annexes des Cahiers de linguistique hispanique médiévale,vol. 14), 2000, págs. 157-166.

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que pertenecen a géneros periféricos y desusados es quizás uno de losaspectos más interesantes de su producción. Entre sus poemas destaca enmodo particular Jus lo front, importante sobre todo desde el punto de vistade la métrica, ya que es aquí donde el poeta utiliza los versos estramps, ypor la temática, ya que desarrolla de manera original por aquella época eltema de la perdurabilidad de la imagen de la amada en el enamorado másallá de la muerte. La imagen de la dama, dice Jordi en versos de granmodernidad, se queda inmovilizada en la frente del enamorado cuando esllevado a la tumba15. Pero quizás el más famoso poema de Jordi de SantJordi sea Deserts d’amics, que pertenece al microgénero de petición derescate por parte de un prisionero. El poema lo ocasionó el episodio histó-rico de Nápoles del 1423 al que ya me referido antes, cuando Jordi fuehecho prisionero por Muzio Attendolo Sforza.

En el caso de Jordi de Sant Jordi, pues, la aventura napolitana originapor vía directa Desert d’amics y no hay dudas respecto al hecho de que elpoema es reflejo de un episodio biográfico real. Por lo que atañe a AusiàsMarch, sospechamos, aunque no existan pruebas concretas, que las aven-turas por el Mediterráneo también hayan podido dejar huellas en su produc-ción, pero de una forma diferente, es decir no como reflejo directo dehechos ocurridos, sino como reelaboración poética. Una de las cancionesmás conocidas de March es Veles e vents, donde el yo lírico, peregrino de amor,se encamina por mar hacia lugares donde, por lo que se puede entender,vive su amada; en la primera estrofa suplica a los vientos que le sean favo-rables. Anotamos que la tradición náutica occidental comienza con la nave-gación en el mar Mediterráneo, donde los marinos estaban acostumbradosa orientarse por direcciones definidas según los vientos predominantes enesa región. Es muy interesante fijar la atención sobre los vientos que Marchconsidera propicios, es decir siroco, levante, gregal, mediodía y tramontana,y los que en cambio considera contrarios, el maestro y el poniente. Parece,

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15. La presencia de Dante en este poema no se limita sólo a las palabras-rima: comoseñala Aniello Fratta en su nueva edición crítica de la obra de Jordi de Sant Jordi, «Tenimprou motius per a pensar que la idea, expressada als vv. 3-5/8, d’una “empremta” perma-nent de la faç de la dona (el segell, com a forma eterna de la bellesa), així com la termino-logia específica que s’hi fa servir, poden haver arribat a Jordi de Sant Jordi a partir de lesteories dantesques de la creació divina» (Jordi de Sant Jordi, Poesies, ed. Aniello Fratta, Barce-lona: en prensa). En su edición, Fratta examina con detenimiento la presencia de la poesíaitaliana en Sant Jordi, llegando a detectar influencias mucho más profundas de lo que se habíapensado hasta la fecha. El mismo Fratta había individuado ya en la obra del poeta valen-ciano huellas de la escuela poética siciliana (cfr. Aniello Fratta, «Jordi de Sant Jordi e i Sici-liani», Bollettino del Centro di studi filologici e linguistici siciliani, 17 (1992), págs. 7-21).

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pues, que el poema hable de un viaje de oriente a occidente, que porejemplo podría ser desde Nápoles o Sicilia a Valencia. En la segunda estrofa,nos encontramos inesperadamente con una tempestad y en la tercera losaterrorizados viajeros encomiendan sus almas a Dios y prometen ofertasvotivas, menos el poeta, quien, al revés, hace voto de no renunciar nuncaal amor. Teme la muerte porque no podrá ya estar presente ante su amaday porque está seguro que ella le olvidará. Pero el poeta se declara amantea ultranza, concepto que desarrolla en las últimas estrofas, donde tambiéndeclara que su condición es más triste que la muerte. La imagen que desdesiempre ha causado mayor asombro a los lectores es la de la tempestad,con el mar hirviendo como una cazuela en el horno y los peces huyendodel mar para buscar refugio en tierra. Se trata de una escena apocalípticaa la que muchos investigadores han intentado buscar sus fuentes literarias.No obstante, hay que tener en cuenta que, antes que la utilización de lasmetáforas, Ausiàs March prefiere largas comparaciones y descripciones queintroducen personajes y situaciones concretos, inusuales a veces, perosiempre inspiradas en el mundo real. Entonces, dado que March sueledescribir sólo hechos y situaciones muy verosímiles, cabe pensar que aquídescribe un naufragio extraño, sí, pero también posible. Podría ser quealguna experiencia real haya inspirado estas imágenes a Ausiàs. Reparemosen que, además de haber participado en la expedición en Córcega yCerdeña, el poeta formó parte de la escuadra que en 1424 combatió a lospiratas en las aguas de Sicilia y norte de África. Añadamos que Ibn Jubayr,conocido también como Abenjobair el valenciano, un viajero arabigo-valen-ciano del siglo XII, en una crónica de un viaje por el Mediterráneo16 describeuna tempestad en el estrecho de Messina, a la que asistió personalmente,utilizando la misma expresión ausiasmarquiana del mar hirviendo. Y repa-remos también en lo que pasó hace poco más de un año cerca de las costassicilianas: en Panarea, pequeña isla del archipiélago de las Eolias, hubouna violenta erupción volcánica y un desprendimiento de tierra produjo,al caer al mar, un terremoto submarino que provocó huidas y mortandadde peces grandes y pequeños. Se trata de fenómenos volcánicos bastantefrecuentes en el Mediterráneo central y, en particular, en el mar Tirreno,

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16. La crónica de Muhammad ibn Ahamd Ibn Jubayr se puede leer en catalán, Viatged’Abenjobair, s. l., s. a.; en inglés The Travels of Ibn Jubayr Being the Chronicle of a Media-eval Spanish Moor Concerning His Journey to the Egypt of Saladin, the Holy Cities of Arabia,Baghdad the City of the Caliphs, the Latin Kingdom of Jerusalem, and the Norman Kingdomof Sicily, Londres: J. Cape, 1952; y en francés, Voyages, París: Academie des Inscriptions etBelles Lettres, 1949-56.

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fenómenos que suceden desde hace millones de años. Si es verdad que elmar, por suerte, no hierve todos los días, también es verdad que estosfenómenos debían ser bien conocidos por los marineros. Así, no es impro-bable que el relato de estos cataclismos, exagerado o amplificado si sediera el caso, se transmitiese de generación en generación entre los hombresde mar. Un relato que Ausiàs hubiera podido escuchar durante sus nave-gaciones por ese mismo mar, que se habría quedado grabado en sumemoria y que habría emergido cuando, dejada ya su breve carrera militar,se entregó a la tarea literaria.

En efecto, a partir de 1425, el poeta se retiró en sus posesiones deGandía, donde vivió el resto de su vida entre la gestión de sus territorios,el ejercicio de su cargo de halconero mayor del rey Alfonso y la dedica-ción a su obra poética. A los cuarenta años se casó, por segunda vez, conIsabel Martorell, hermana del escritor Joanot, autor de una sola obra, elTirant lo Blanch. Dicho entre paréntesis, se trata de una de las novelasmás revolucionarias de finales de la Edad Media románica que se puedeconsiderar un fenómeno literario ibérico casi tan extraordinario como el delas kargiat: quiero decir que si esas pequeñas composiciones son, al parecer,las primeras piezas líricas europeas en lengua vulgar, para el Tirant loBlanch no sería exagerado hablar de primera novela moderna europea17.Uno de los rasgos innovadores del Tirant es la frecuente utilización porparte de Martorell de temas y motivos de la tradición lírica, adaptados a lasexigencias narrativas de su novela, y de modo especial el recurso a lapoesía de su cuñado Ausiàs March. Aunque una dependencia directa esdifícil de demostrar, en la novela de Martorell se detecta una notablepresencia de ecos ausiasmarquianos que consisten en comparaciones,imágenes y oraciones. El lector se encuentra a menudo con verdaderascitas textuales, pero las mayoría de las veces se trata de una reinterpreta-ción irónica o paródica de los conceptos ausiasmarquianos.

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17. La bibliografía acerca de este aspecto de la novela de Martorell es bastante abun-dante. Sólo quiero recordar que uno de los primeros críticos contemporáneos en hablar dela modernidad del Tirant fue Dámaso Alonso para quien parecía «una novela del siglo XIX»(«Tirant lo Blanc novela moderna», Revista valenciana de filología, 1 (1951), págs. 179-215,en part. pág. 210). En años más recientes, Mario Vargas Llosa ha subrayado que «si algúnlibro, metafóricamente hablando, enterró a la novela de caballerías, fue Tirant lo Blanc.Porque con el libro de Joanot Martorell el género alcanzó su apogeo y se superó a sí mismo,en una ficción más rica y más compleja de lo que las convenciones formales y los tópicostemáticos de la novela de caballerías permitían» («Tirant lo Blanc: las palabras como hechos»,en Actes del Symposion «Tirant lo Blanc», Barcelona: Quaderns Crema, 1993, págs. 587-603,en part. pág. 588).

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Nada de parodia, en cambio, tienen los ecos ausiasmarquianos en laobra de Garcilaso de la Vega, responsable, con su amigo barcelonés JoanBoscà Almugàver, mejor conocido como Juan Boscán, de la definitiva revo-lución que experimentó la poesía castellana del siglo XVI. Con el cambiode siglo, pues, la obra de March se convierte en uno de los pilares en quese funda la evolución de la poesía española del Renacimiento. Mientras,la poesía en catalán empieza a desaparecer del mapa literario hispánico:el nuevo siglo supuso un severo retraimiento de la literatura catalana, hechodeterminado por la actuación avasalladora del gobierno castellanohablanteque se instauró en la España imperial y que fue herencia directa de la polí-tica de los Reyes Católicos.

La biografía de Garcilaso de la Vega es la de un poeta cortesano y militar,que nos recuerda asombrosamente la de Jordi de Sant Jordi. Garcilaso seeducó en la corte y muy pronto, a los 19 años, entró al servicio del empe-rador Carlos V, quien mostró hacia él una gran preferencia encargándolemisiones delicadas, y, como Sant Jordi, murió joven18. Un poeta añadiríaviajero: Garcilaso se mueve continuamente entre España e Italia, sufre undestierro en una isla del Danubio, participa en la campaña de Túnez, dondees herido, muere en Francia. Huelga decir que es inevitable que esecontinuo viajar de Garcilaso traiga consigo un enorme enriquecimientocultural. En efecto, para el cambio poético que supuso la obra de Garci-laso que, como es de sobra sabido, representa para la lírica castellana laasimilación plena de la modernidad, fueron determinantes dos factores:sus viajes por Italia, en especial su estancia en Nápoles, y la estrecha amistadcon Juan Boscán. No olvidemos que, como queda dicho, precisamente enNápoles, desde los tiempos de la corte de Alfonso el Magnánimo existió

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18. Participó entre 1520 y 1522, al lado de su señor, a la represión de los «comuneros».En 1522 tomó parte en la expedición para la defensa de Rodas y en la guerra de Navarracontra los franceses. Siempre al servicio de Carlos V, en 1529 fue a Italia donde en 1530asistió a su coronción imperial. Un episodio le valió una grave punición por parte del empe-rador: el poeta había intervenido como testigo en el matrimonio secreto de su sobrino, hijode su hermano comunero, desobedeciendo la orden expresa de Carlos V, que por eso lodesterró a una isla del Danubio. Posteriormente pasó Garcilaso, de 1532 a 1534, a Nápolescomo lugarteniente del virrey don Pedro de Toledo. Reanudó en 1535 su actividad militar,participando en la campaña imperial de Túnez contra los turcos y un año más tarde en lacampaña de Provenza, durante la lucha contra los franceses que querían invadir Italia. Unavez derrotados éstos, y cuando ya se veían en retirada forzosa, el emperador ordenó la tomade la fortaleza de Le Muy, donde desesperadamente se defendían unos cincuenta hombres;Garcilaso fue de los primeros en subir, lanzándose sin protección al frente de sus soldados,pero fue herido mortalmente de una pedrada en la cabeza. Moriría pocos días después enNiza, en 1536.

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una gran vitalidad cultural que continuó en el siglo sucesivo. Precisamentela estancia en esta ciudad, que duró dos años, permitió a Garcilaso enta-blar relaciones personales con los literatos italianos y los humanistas espa-ñoles que residían en aquel reino, como Luigi Tansillo, Bernardo Tasso, Juande Valdés; además, el poeta toledano mantuvo por aquellos entonces corres-pondencia escrita con Pietro Bembo. Por lo que al italianismo poético serefiere, es bien sabido que, a partir del romántico siglo XIX, la crítica haquerido atribuir a la conversación que mantuvieron Juan Boscán y AndreaNavagero en Granada en 152619 las responsabilidades del definitivo asen-tamiento de formas y temas italianos en la poesía renacentista española.A esta conversación se refiere el mismo Boscán en la Carta a la duquesade Soma, que sirve de prefacio al Libro II de su obra, donde afirma que:

estando un día en Granada con el Navagero, al cual por haver sidovarón tan celebrado en nuestros días he querido aquí nombralle a vuestraseñoría, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmenteen las variedades de muchas lenguas, me dixo por qué no provava enlengua castellana sonetos y otras artes de trobas usadas por los buenosauthores de Italia. Y no solamente me lo dixo así livianamente, mas aunme rogó que lo hiziese. Partíme pocos días después para mi casa; y conla largueza y soledad del camino discurriendo por diversas cosas, fui adar muchas vezes en lo que el Navagero me havía dicho. Y así comencéa tentar este género de verso, en el cual al principio hallé alguna difi-cultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentesdel nuestro. Pero después, pareciéndome quiçá con el amor de las cosasproprias que esto començaba á sucederme bien, fui poco a poco metién-dome con calor en ello20.

La anécdota, pues, se trasformó en verdad crítica: durante mucho tiempono se reparó en el hecho de que quizá Boscán estaba introduciendo aquíun clásico tópico prologal, es decir el de declinar sus responsabilidadescon respecto a su obra, escrita a petición de alguien21. Puede ser que en

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19. El humanista y poeta Navagero se encontraba en Granada como embajador de laRepública de Venecia para asistir a las bodas de Carlos V.

20. Cito por la edición Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid: Cátedra,1999, pág. 118.

21. Como apuntaba Antonio Gargano en 1988, «Benché i manuali continuino a registrareil 1526 come l’anno delle nozze de la “lengua castellana con el modo de escrivir italiano”, dicui Boscán pochi mesi prima di morire rivendicava a sé la primogenitura, alcuni studi, che ormaisi estendono sull’arco di un trentennio circa, hanno contribuito in maniera incontestabile arestituirci un quadro della lirica della prima metà del Cinquecento molto più complesso di

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cierta medida el encuentro con Navagero haya favorecido la implantacióndefinitiva del italianismo en la poesía castellana, pero no deja de ser sospe-choso que el poeta barcelonés declare que su orgullosa osadía («he queridoser el primero que ha juntado la lengua castellana con el modo de escriviritaliano»)22 se debe a los ruegos de una auctoritas23. En su tiempo, afirmaBoscán a continuación en la misma Carta, los desgastados géneros líricoscastellanos necesitaban una regeneración que afectara tanto al plano formalcomo al temático y hace referencia a poetas modélicos como Petrarca,Dante y Ausiàs March, «el más excelente», dice, de entre los autores cata-lanes. En efecto, en el área hispánica March había llevado a cabo, casi unsiglo antes, la tarea que ahora tenían que hacer los poetas del Renaci-miento, es decir había alcanzado para su propia lengua vulgar un nivel dedignidad literaria y de perfección expresiva igual al de los antiguos24.

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quello che, imperniato su quella data e su quell’incontro famosi, si presentava come undittico nato quasi per caso dall’arbitraria giuntura di due pannelli separati.» (Fonti, miti, topoi.Cinque studi su Garcilaso, Napoli: Liguori, 1988, pág. 9). Para el estudio de los topoi de laretórica prologal se pueden ver las clásicas páginas de Ernst Robert Curtius, Europäische Lite-ratur und lateinisches Mittelalter, Bern: Francke, 1948. Para una análisis de la epístola deBoscán, véase Lore Terracini, Lingua come problema nella letteratura spagnola del Cinque-cento, Turín: Stampatori, 1979, especialmente págs. 156-157; Begoña Canosa Hermida, «Unacercamiento temático y estructural a la carta de Boscán a la Duquesa de Soma», Lemir.Revista de literatura española medieval y del Renacimiento, 3 (1999): (http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista3/Bego/Bego.html)

22. J. Boscán, Obra completa, pág. 117.23. A este propósito, Franco Meregalli observa que la Carta a la duquesa de Soma «se

cita en general a causa de la narración del famoso encuentro entre Navagero y Boscán […]a dicho encuentro no debe dársele otro valor que el de una anécdota, por otra parte sugestiva,porque representa de manera plástica un hecho histórico que lo trasciende con mucho y sehabría realizado sin su concurso […] Es un escrito que nos muestra a un Boscán snob, casiun dandy, que manifiesta cierto desdén por la tradición literaria española» («Las relacionesliterarias entre España e Italia en el Renacimiento», en Actas del I Congreso Internacional deHispanistas celebrado en Oxford del 6 al 11 de septiembre de 1962, eds. Frank Pierce & CyrilA. Jones, Oxford: The Dolphine Book, 1964, págs. 127-140, en part. págs. 133-134).

24. Como es sabido, March fue el primer lírico catalán medieval en utilizar su lenguavulgar para su obra: para Costanzo Di Girolamo «le ragioni di questa scelta non mi sembrache siano state approfondite a sufficienza […] Una possibile spiegazione alla svolta linguis-tica di Ausiàs March può essere forse trovata nella circolazione in area catalana dei nuoviclassici volgari, soprattutto italiani, a partire dalla fine del quattordicesimo secolo, la cuiconoscenza avrà messo gradualmente in crisi una lingua letteraria che doveva essere ormaisentita come convenzionale e improduttiva. Dall’Italia insomma viene l’esempio che ancheun nuovo volgare, un volgare con credenziali meno prestigiose del provenzale, può servirecome grandioso veicolo della lirica […] non è escluso che sia stata proprio la lettura di Dantea suggerirgli di cambiare lingua […]» (Introduzione a Ausiàs March, Pagine del Canzoniere,Milán-Trento: Luni, 1998, págs. 9-54, en part. págs. 13-15).

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Sin embargo, si desde siempre se habla de Juan Boscán como de quiénempezó la definitiva introducción de temas y formas de la poesía renacen-tista italiana en España, mucho menos se habla del hecho de que fue elprimero en conjugar el modelo italiano con el de Ausiàs March25, otrofundamental punto de referencia no sólo para él sino para toda la poesíadel Siglo de Oro. En efecto, el rastreo de las huellas ausiasmarquianas enlos poetas renacentistas castellanos demuestra que March, «quizá la másvigorosa [personalidad] del siglo XV peninsular» según Lapesa26, fue unaimportante fuente para muchos27.

Boscán fue un poeta culto, curioso, con vastos conocimientos de lasletras italianas e ibéricas; fundamental fue su papel de divulgador de ideas,de atento lector y conocedor de la obra de Ausiàs March, de aguijoneadorde la genialidad de Garcilaso. Es en gran medida gracias a Boscán comoGarcilaso recogió la herencia ausiasmarquiana, estableciendo entre el poetacatalán y la poesía castellana moderna un nexo indiscutible. Los sonetosde Garcilaso son el claro ejemplo de lo que digo, ya que es allí donde amenudo adopta y adapta temas de Ausiàs y donde con frecuencia los versosse hacen claro eco de los de March, como destacaron ya los comentaristasdel siglo XVI. El caso más llamativo es el del soneto XXVII, donde, como

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25. Giovanni Caravaggi, en su trabajo «Alle origini del petrarchismo in Spagna», enMiscellanea di studi ispanici, Pisa: Istituto di Lingua e Letteratura Spagnola dell’Univer-sità di Pisa, 1971-1973, págs. 67-101, pone de relieve que los dos modelos fundamen-tales, los dos polos del universo poético de Boscán son exactamente Petrarca y AusiàsMarch. Cabe destacar que Amédée Pagès en su clásico estudio dedicado a Ausiàs March ysus predecesores (Auzias March et ses prédecésseurs. Essai sur la poésie amoureuse etphilosophique en Catalogne aux XIVe et XVe siècles, París: Champion, 1912), hablaba deBoscán en estos términos: «On ne voit d’ordinaire en lui que l’importateur en Espagnede la littérature italienne. Il est, de plus, à notre avis, le continuateur de l’école limousine,et, en mettant à la mode, parmi les poètes espagnols, l’imitation et les gloses d’Auzias March,il a établi entre le vieux poète catalan et la poésie castillane modern un trait d’union incon-testable» (pág. 412).

26. Rafael Lapesa, La trayectória poética de Garcilaso, Madrid: Alianza, 1985 (1ª ed.1948), pág. 41.

27. Véanse A. Pagès, Auzias March et ses prédecésseurs; Martí de Riquer, «Influènciade Ausias March en la lírica castellana de la Edad de Oro», Revista Nacional de Educación,8 (1941), págs. 49-79; R. Lapesa, La trayectória poética, págs. 19-71; Rafael Ferreres,«La influencia de Ausias March en algunos poetas del Siglo de Oro», en Estudios sobre lite-ratura y arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz recogidos y publicados por A. GallegoMorell, Andrés Soria, Nicolás Marín, 3 vols., Granada: Universidad de Granada, 1979, vol. I,págs. 469-483; Lluís Cabré, «Algunes imitacions i traduccions d’Ausiàs March al segle XVI»,Quadrens. Revista de treducció, 7 (2002), págs. 59-82.

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es sabido, el primer cuarteto es una traducción literal de la tornada(o envío) del poema LXXVII de Ausiàs March28:

Garcilaso Ausiàs MarchAmor, amor, un hábito vestí Amor, amor, un abit m’e tallat el cual de vuestro paño fue cortado; de vostre drap, vestint me l’espirit; al vestir ancho fue, mas apretado en lo vestir, ample molt l’e sentit, y estrecho cuando estuvo sobre mí. e fort estret, quant sobre mi ’s posat.

Me parece que aquí el principio de la imitación a través de la traduc-ción le permite a Garcilaso rendir homenaje a su modelo instaurando conél un voluntario y descubierto juego intertextual29.

Para acabar, sólo quisiera subrayar otra vez que la aparición a comienzosdel siglo XVI de la nueva poesía renacentista en castellano no se debió auna simple moda. Se trató de un complejo fenómeno cuyos elementosfundacionales fueron la gradual penetración de los modelos italianos y sucombinación con los autóctonos del área hispánica, penetración y combi-nación que habían iniciado con intensidad ya en el siglo XV, es decir todavíaen época medieval. La Península Ibérica medieval fue lugar de tensionesraciales y religiosas y al mismo tiempo de gran dinamismo cultural, unespacio geográfico en continua mutación desde que empezó la así llamadaReconquista. La llegada de los moros a la Península había añadido unelemento más al mosaico de lenguas y culturas que se iba componiendoen territorio ibérico. A finales del siglo XV y comienzos del XVI los reyes cató-licos persiguieron la uniformidad en su reino y obtuvieron un país conuna lengua, la castellana, y una religión, la católica por supuesto, a travésde la erradicación del Islam y del judaísmo de la Península mediante unasistemática campaña de asesinatos masivos e individuales y la destruccióndel patrimonio cultural y religioso de judíos y musulmanes. A pesar deesto, España nunca llegó a ser una y grande, es decir una realidad mono-lítica, sino que en su esencia continuó siendo una realidad multiétnica,multicultural y plurilingüe en continuo movimiento y evolución. Aunque

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28. Cito por las siguientes ediciones: Garcilaso de la Vega, Obra poética y textos enprosa, ed. Bienvenido Morros, Barcelona: Crítica, 1995; Ausiàs March, Poesies, ed. PereBohigas; rev. Amadeu Soberanas & Noemi Espinàs, Barcelona: Barcino («ENC»), 2000.

29. Muy reductivo a propósito de las relaciones March-Garcilaso fue Amédée Pagèscuando afirmó que Garcilaso «ne demande à Auzias que quelques pensée vives ou brillantesqu’il enchâsse dans ses sonnets comme des perles dans de véritables oeuvres d’art» (A. Pagès,Auzias March et ses prédecésseurs, pág. 412).

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tardía, la toma de conciencia de los estudiosos acerca de la innegableverdad de que España fue, y es, una pluralidad viva, está permitiendo enaños recientes nuevas lecturas de la compleja urdimbre de relaciones exis-tentes entre las manifestaciones literarias de las diferentes lenguas y culturasdel territorio ibérico. Y es precisamente esta idea de las culturas en contactoy no en oposición la que puede ofrecer nuevos caminos a la investigacióny al hispanismo entendido en el más amplio sentido de la palabra.

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LETRAS QUE VIAJAM.O MITO DA ITÁLIA NA RENOVAÇÃO POÉTICA

EM PORTUGAL NO SÉCULO XVI

LUÍS DE SÁ FARDILHA(Porto)

ARENOVAÇÃO DA poesia, levada a cabo no século XVI na PenínsulaIbérica, recebeu um impulso decisivo da consciência aguda quetiveram alguns autores de que os seus povos, embora superiores

no domínio das armas, se encontravam claramente inferiorizados no campodas letras, quando comparados aos italianos. A noção desta subordinaçãoé expressa com muita clareza na carta que Boscán endereçou à duquesade Soma, e que serve de manifesto a favor do verso longo e das novasformas poéticas italianizantes. Nesse texto, Juan Boscán refere-se à Itáliacomo «una tierra muy floreciente de ingenios, de letras, de jüizios y degrandes escritores», e afirma a sua convicção firme de ter sido «el primeroque ha juntado la lengua castellana com el modo de escrivir italiano»1.Reconhecendo, embora, a superioridade actual das letras italianas, a cartafecha com uma declaração de optimismo quanto ao futuro próximo dasletras espanholas, já que a emergência «de los buenos ingenios de Castilla»prometia inverter esta situação, levando a que «antes de mucho se duelanlos italianos de ver lo bueno de su poesía transferido en España»2.

Também em Portugal António Ferreira exprimiria, anos mais tarde(1557?), na epístola em tercetos que dirigiu a D. Simão da Silveira, a mesma

1. Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid: Cátedra, 1999, pág. 119.2. J. Boscán, Obra completa, pág. 120.

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fixação no exemplo recebido de Itália e a mesma certeza quanto às possi-bilidades de um futuro brilhante para a poesia do seu país:

Eu por cego costume não me movo.Vejo vir claro lume de Toscana,neste arço; a antiga Espanha deixo ao povo.[…]Porque mais Mântua, e Esmirna que Lisboa,se o claro sol seu lume nos não nega,terá, se s’arte usar, maior coroa?3

Não admira, neste quadro4, que Francisco de Sá de Miranda, um admi-rador de Boscán5 e mestre reconhecido de Ferreira, sublinhe, na carta ende-reçada ao seu parente João Rodrigues de Sá de Meneses, a novidadedeterminante que constituía, em Portugal, o amor que este fidalgo dedicavaàs letras6. O elogio mirandino deixa claro, por outro lado, o desprezo gene-ralizado a que estas eram votadas pela nobreza portuguesa da época.

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3. António Ferreira, Poemas Lusitanos, ed. Thomas Foster Earle, Lisboa: FundaçãoCalouste Gulbenkian, 2000, pág. 360, vv. 88-90 e 106-108. Quanto à data de composição,veja-se o que escreve Earle na pág. 610.

4. Naturalmente, a atracção pela Itália, neste domínio específico da literatura, insere-se no contexto de uma sedução mais global, que a cultura humanística italiana exerceusobre os intelectuais portugueses desde os finais do século XV. Como é bem sabido, noreinado de D. João II é grande a emigração escolar para Bolonha, Siena, Florença, Ferrarae Pádua. Em Itália estudaram Aires Barbosa, Martinho de Figueiredo, Luís Teixeira, GonçaloVaz Pinto, Diogo Pacheco ou Henrique Caiado, entre muitos outros. A título de exemplo,recordemos Martinho de Figueiredo, autor de uma «Carta aos seus leitores» que acompanhaos Commentaria super Epistolam Naturalis Historiae Plinii (Lisboa, 1529), onde este huma-nista português refere a sua frequência das «mais célebres universidades de Itália» e o convíviocom Angelo Poliziano e Bartolomeo Sozzini (cf. Américo da Costa Ramalho, Latim Renas-centista em Portugal (antologia), Lisboa: INIC, 1985, págs. 146-153), ou Estêvão Cavaleiro,que segue Lorenzo Valla e o cita explicitamente no prólogo da sua Mariae Virginis Ars(Lisboa, 1516): nesse texto, pode ver-se, expresso de modo eloquente, o valor simbólicoque a cidade de Roma tem para os humanistas portugueses, enquanto sede da latinidade:«Vrbs ergo Roma iam penes nos est. Cum uiris Romanis iam nobis colloquium est. Romanoin sermone iam diu uersamur». Sobre este texto, veja-se Américo da Costa Ramalho, «Um capí-tulo da história do humanismo em Portugal: o “Prologus” de Estêvão Cavaleiro», in Estudossobre o século XVI, Paris: Fundação Calouste Gulbenkian, 1980, págs. 125-151.

5. Como declara na Carta a António Pereira (Poesias de Francisco de Sá de Miranda,ed. Carolina Michaëlis de Vasconcelos, Halle: Niemeyer, pág. 242, n. 133: «Líamos polo altoLasso / E seu amigo Boscão / Honra d’Espanha que são»).

6. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, págs. 205-213.

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Quando escreve a Sá de Meneses: «as letras que i não achastes / trouxestesde fora à terra», os versos de Miranda destacam a necessidade que teriaexperimentado o seu correspondente de importar do estrangeiro a matrizde uma cultura que não existiria em Portugal nas primeiras décadas de500. Para poder juntar à sua nobreza de sangue e de armas o cultivo dasletras, teria sido preciso trazer estas últimas «de fora». Como acontecefrequentemente nos textos de Sá de Miranda, o autor não esclarece osdetalhes desta sua informação. Nomeadamente, não esclarece onde foi oseu ilustre parente buscar o que não pôde achar na sua terra. Esta alusãofoi entendida, desde Teófilo Braga, como uma referência a estudos feitosem Itália, onde Sá de Meneses teria sido aluno de Angelo Poliziano. Aceitepor Carolina Michaëlis de Vasconcelos7, esta ideia manteve-se, persisten-temente, até que Américo da Costa Ramalho8, por um lado, e José da SilvaTerra9, por outro, mostraram a impossibilidade de um tal magistério, umavez consideradas as datas da morte de Poliziano e do nascimento de Sá deMeneses. É certo que este último esteve em Itália em 1521, mas integradona comitiva diplomática que acompanhou a Infanta Dona Beatriz, filha deD. Manuel, à Sabóia, por motivo do seu casamento10. Será possível entenderos versos de Sá de Miranda como uma alusão a esta viagem do seu parentepor Itália?

Face ao laconismo do moralista da Tapada, não nos é possível responderà pergunta. Parece, aliás, que a data desta viagem seria algo tardia paraque pudesse ter exercido uma influência determinante na formação espi-ritual de Sá de Meneses. No entanto, se Miranda tivesse querido apenasaludir ao seu contacto directo com terras italianas, poderia admitir-se a suafuncionalidade… Nesta ordem de ideias, cumpre assinalar que, no elogio

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7. Escreveu D. Carolina Michaëlis de Vasconcelos: «Nascido pouco depois de 1460foi educado em Itália debaixo da direcção de Angelo Poliziano e trouxe consigo as novasaspirações do Renascimento”. (Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. 788).

8. Américo da Costa Ramalho, «Cataldo e João Rodrigues de Sá de Meneses», in Estudossobre o século XVI, Paris: Fundação Calouste Gulbenkian/Centro Cultural Português, 1980,pág. 66.

9. José da Silva [Terra], João Rodrigues de Sá de Meneses et l’humanisme portugais,tese de doutoramento dactilografada apresentada à Sorbonne em 1984 (Bibliothèque da laSorbonne, I 9939, 1-5). A referência a este assunto encontra-se no volume II, pág. 113.

10. Sobre esta viagem, veja-se Garcia de Resende, «Hida da Infanta Dona Beatriz peraSaboya», in Crónica de D. João II e Miscelânea, Lisboa: INCM, 1973 [aliás, 1991], pág. 323, eDamião de Góis, Crónica do Felicíssimo Rei D. Manuel, Coimbra: Por ordem da Universi-dade, 1955, IV, pág. 156. Poderá, ainda, consultar-se Luís Fardilha, «João Rodrigues de Sá deMeneses na Corte de D. Manuel», in Revista da Faculdade de Letras «Línguas e Literaturas»,20 (2003), págs. 305-316.

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que faz de João Rodrigues de Sá de Meneses, destaca, também, uma tradiçãogenealógica que relacionava a família dos Sás com a família romana dosColonna: «Dos nossos Sás Coluneses / gram tronco, nobre coluna, / granderamo de Meneses»11. Anos antes de se ver brindado com este texto do seuparente, já Sá de Meneses tinha lembrado esta ligação matrimonial entre asua família portuense e a célebre família romana, nas trovas genealógicasque compôs e que foram publicadas em 1516, por Garcia de Resende, noCancioneiro Geral 12. Estas alusões de Miranda e de Sá de Meneses têmsido geralmente aceites, até porque genealogistas dos séculos XVII, XVIII eXIX se encarregaram de tentar precisar as circunstâncias em que poderia terocorrido um consórcio entre um membro da família portuguesa dos Sás euma senhora da família Colonna, de modo a viabilizar a tradição literáriaquinhentista. No entanto, estudos realizados por Luís de Melo Vaz Sampayo,na década de 197013, e por José da Silva Terra, na década de 198014,mostraram já, de modo convincente, que, embora concedendo que possater havido uma união entre Sás e Colonnas, é seguro que ela não envolveuos ascendentes directos de Francisco de Sá de Miranda e João Rodriguesde Sá de Meneses. A verdade é que o sangue dos Colonnas romanos nãopodia correr nas veias de nenhum destes dois Sás. A reivindicação queambos fazem de raízes italianas para a sua genealogia deve, pois, ser enten-dida como uma construção cultural que visou pôr em destaque as ligaçõesprivilegiadas que manteriam com a pátria a partir da qual chegavam aPortugal os modelos espirituais e literários que, cada um a seu modo, sepropunham imitar15.

É neste quadro, que sublinha as suas pretensas relações familiaresitalianas e os contactos directos com uma terra a partir da qual se desejavaoperar uma translatio studii, que se nos afigura pertinente reequacionar asconsequências da celebérrima viagem de Francisco de Sá de Miranda a

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11. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. 205.12. Cancioneiro Geral de Garcia de Resende, ed. Aida Fernanda Dias, Lisboa: INCM,

1990, II, pág. 384.13. Luiz de Mello Vaz de Sampayo, Subsídios para uma biografia de Pedro Álvares

Cabral, separata da Revista da Universidade de Coimbra, 24 (1971), págs. CXXXIX-CXLV (§§309-324).

14. J. da Silva [Terra], João Rodrigues de Sá de Meneses et l’humanisme portugais, II,págs. 20-29.

15. Um resumo de toda esta questão poderá encontrar-se em Luís de Sá Fardilha,A nobreza das Letras: os Sás de Meneses e o Renascimento português, dissertação de douto-ramento em Literatura Portuguesa apresentada à Faculdade de Letras da Universidade do Porto(policopiada), Porto, 2003, págs. 11-34.

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Itália e, nomeadamente, a sua importância para o despoletar do movimentorenovador da poesia portuguesa no século XVI. Pensamos, efectivamente,que as circunstâncias em que se terão dado os primeiros contactos da«geração» de poetas portugueses normalmente considerados como discí-pulos mirandinos com as inovações de matriz italiana e com a sua adap-tação à língua castelhana, tradicionalmente atribuída a Boscán e Garcilaso,poderão ter contornos um pouco diferentes dos que habitualmente seconsideram. Como pudemos escrever num trabalho que há alguns anosdedicámos a D. Manuel de Portugal, é nossa convicção que haveria nacorte de D. João III um grupo de poetas cortesãos que, embora estivessesintonizado com os ideais de renovação poética defendidos por Sá deMiranda, deve ter desenvolvido a sua actividade literária em plena auto-nomia, não depois do poeta do Neiva e respondendo ao incentivo deste,mas antes em simultâneo com ele, uma vez que uma leitura despreconce-bida dos textos mostra que não existe evidência de que tenha havido aquelemagistério mirandino, que desde a 1ª edição dos Poemas Lusitanos (em1598) tem sido comum apontar16. Apesar de antiga, a tradição que afirmauma subordinação de todos os poetas de quinhentos ao magistério de Sáde Miranda e que o indica como o impulsionador único da renovação lite-rária que introduziu a influência petrarquista na poesia portuguesa deve ser,em nosso entender, repensada e equacionada em novas bases.

Com efeito, não nos parece que sejam de aceitar sem discussão as afir-mações que, a este propósito, Carolina Michaëlis de Vasconcelos faz nasua «Vida de Sá de Miranda»17. Aí, referindo-se à viagem romana de Sá deMiranda, a erudita filóloga aponta-lhe um propósito claramente definido:

Foi a curiosidade do poeta, o desejo de estudar a arte, de pôr emconcordância a elevação do pensamento com a heroicidade das acçõesportuguesas que o expatriou. Notara com desgosto e espanto que tãograndes feitos ainda não tivessem produzido o eco mais débil na poesia.Apesar das enormes riquezas, da fama já universal, a nação continuavana sua modesta posição intelectual. Trazer de fora novas formas de arte,alimentadas com novas concepções ideais, eis o seu intento, o fim comque empreendeu a viagem18.

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16. Poesia de D. Manoel de Portugal – I. Prophana, Porto: Instituto de Cultura Portu-guesa; Faculdade de Letras do Porto, 1991, págs. XXVII-XXXII.

17. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, págs. I-XXXVI.18. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. VIII.

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Quanto a ter tido, nessa viagem, «relações íntimas com homens célebres,como Gioviano Pontano, Giovanni Rucellai, Lattanzio Tolomei e o bomvelho Sannazzaro»19, tudo isso deve ser tomado como uma simples conjec-tura. José Vitorino de Pina Martins assinalou-o muito justamente, quandoescreveu que «tudo o que foi escrito –pela própria Carolina Michaëlis nasua edição monumental das Poesias de Sá de Miranda publicada em 1885–sobre a viagem a Itália do introdutor do petrarquismo em Portugal […] éinsusceptível de ser comprovado»20. Lembra, até, que «o poeta GiovanniGioviano Pontano não pertencia ao número dos vivos desde 1503…»21.O mesmo crítico reconhece, ainda, que «acerca dessa viagem bem poucose sabe, além das sucintas referências do poeta num seu poema e de umasua cantiga escrita nos campos de Roma»22. Assim, Pina Martins mostra-semenos afirmativo do que Carolina Michaëlis de Vasconcelos, quanto aosmotivos da viagem, admitindo apenas que, à imagem de «todos os grandesespíritos da Europa» no século XVI, «é possível que Sá de Miranda lá procu-rasse também o prestígio de uma espécie de consagração carismática adstritoao culto das letras»23.

Apesar das cautelas que toma, Pina Martins parece, ainda assim,concordar no essencial com Carolina Michaëlis de Vasconcelos, pelo menosquanto às consequências desta viagem para a formação cultural e humanade Sá de Miranda. De acordo com a distinta filóloga, o contacto directocom a Itália tinha transformado o poeta:

Em 1526 regressava a Portugal: já tinha passado os trinta anos. Era outrohomem, com carácter firme e seguro, dotado de qualidades raras; umespírito enriquecido com preciosos conhecimentos. Os seus planosestavam traçados. Tratava-se de abrir novas sendas às letras pátrias; deestimular os poetas com o exemplo; de provar a possibilidade de umaperfeiçoamento ou antes renovamento fundamental da poética portu-guesa; de fazer enfim a transplantação dos metros italianos. E tudo istoconseguiu, depois de uma luta tenaz e prolongada, opondo às dúvidasas obras24.

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19. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. XIII.20. José Vitorino de Pina Martins, «Bernardim Ribeiro, o Homem e a Obra», in Bernardim

Ribeiro, História de Menina e Moça, reprodução facsimilada da edição de Ferrara, 1554,Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 2002, pág. 41.

21. J. V. de Pina Martins, «Bernardim Ribeiro», pág. 41, n. 49.22. J. V. de Pina Martins, «Bernardim Ribeiro», pág. 76.23. J. V. de Pina Martins, «Bernardim Ribeiro», pág. 76.24. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. XIV.

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No texto que acabamos de citar, afirmam-se duas ideias: em primeirolugar, a de que os projectos mirandinos de renovação poética derivam doseu contacto directo e pessoal com a realidade cultural italiana; em segundolugar, a de que foi a acção «estimulante» do regressado Sá de Miranda que,numa «luta tenaz e prolongada», provocou a introdução dos metros italianosem Portugal. Examinemos uma a uma estas afirmações.

É indubitável que o convívio com a cultura italiana deve ter estimuladoa sensibilidade poética mirandina. Tanto mais que, como destaca PinaMartins, se «foi hóspede em Roma […] de D. Miguel da Silva, cujo prestígiona Cidade Eterna era tão grande que Castiglione lhe dedicou Il Cortegiano(1528), é plausível que tenha conhecido os mais prestigiosos intelectuaisitalianos»25. Gostaria, no entanto, de referir que poderá ter havido pelomenos outra oportunidade, e esta fora de Itália, em que tais estímulospoderiam ser recebidos ou, pelo menos, ver-se reforçados. De facto, se seaceitar como exacto o ano de 1526 para o regresso de Sá de Miranda aPortugal, é possível considerar que tenha seguido um itinerário em Espanhaque, passando por Valência, o levasse à cidade de Sevilha. Na carta que temservido de apoio a todos os que se referem a esta viagem, Miranda aponta:

Senhor meu dom Fernando de Meneses,Vi Roma, vi Veneza, vi MilãoEm tempo de Espanhóis e de Franceses,

Os jardins de Valença de Aragão,Em que o amor vive e reina, onde florece,Por onde tantas rebuçadas vão.

Mas isto assi direi que mais pareceÀs cousas de Sevilha soterranhas,Onde a vida em prazer desaparece!26

Tem sido usual referir a passagem do poeta por Roma, Veneza e Milão,uma ou outra vez ainda se aponta Valência, mas esquece-se Sevilha. Embora

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25. J. V. de Pina Martins, «Bernardim Ribeiro», pág. 41, n. 49.26. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, págs. 806-807, vv. 7-15. Preferimos citar o

poema a partir destas páginas (não da versão que se encontra nas páginas 251-258), umavez que a editora adverte: «Esta Poesia […] saiu infelizmente cheia de Erratas e mal pontuada.Eis porque a repetimos aqui, pedindo ao leitor queira considerar válida só esta segundaimpressão, onde julgamos ter acertado melhor na reconstituição de alguns versos viciados,no agrupamento das frases sintácticas, e na pontuação».

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não dependa sintacticamente da forma verbal «vi», o nome de Sevilha parecefazer parte de uma enunciação iniciada por Roma, na qual o autor evocaos nomes de algumas cidades que fizeram parte da sua viagem, talvezaquelas que mais terão permanecido na sua memória. Poderiam ser, até,etapas do percurso que tenha seguido no seu regresso, de Roma a Portugal.Ora, Sevilha, em 1526, entre os finais de Março e 13 de Maio, assistiu aosfestejos com que foi assinalado o casamento de Carlos V com D. Isabel dePortugal. Nas palavras da mais recente biógrafa de Garcilaso de la Vega,«la corte del Emperador en Sevilla debió de ser una continua celebración.Los reyes estaban felices y se los veía disfrutar, y hemos de suponer quelos festejos y saraos se repitieron a lo largo de todo aquel mes y medio»27.É natural que esta celebração tenha atraído Sá de Miranda, ainda maisporque se tratava do casamento de uma princesa portuguesa. Na carta diri-gida a D. Fernando de Meneses, Sevilha é associada a um ambiente festivo,ainda que olhado numa perspectiva moralizante que salienta a sua dimensãoefémera e enganosa: «cousas de Sevilha soterranhas, / Onde a vida emprazer desaparece!». A advertência para os perigos da vida sevilhana pareceecoar uma lembrança do que terão sido essas semanas de regozijo peloenlace matrimonial das duas coroas ibéricas, onde, por entre a «rica ocio-sidade», o Amor se sentia rei e senhor:

Espreita onde ve rica ociosidadeAmor, e a seus prazeres solta e vã,Desenfreada prodigalidade,

(Imiga das leis santas, e da sã,Da boa temperança e vida pura.)D’essoutra vida sevilhana irmã28.

Se, como estamos convencidos, o poeta do Neiva esteve em Sevilha naPrimavera de 1526, aí poderia ter encontrado, entre outros amantes dasletras e da poesia, Garcilaso de la Vega, Juan Boscán e Andrea Navagero.A acreditarmos no que escreveu na sua carta à duquesa de Soma, foi nasequência de uma conversa que manteve com Navagero, nesse mesmoano de 1526, quando a corte se instalou em Granada para fugir aos caloresde Sevilha, que Boscán decidiu começar a escrever versos à maneira italiana.

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27. María Carmen Vaquero Serrano, Garcilaso, Poeta del Amor, Caballero de la Guerra,Madrid: Espasa-Calpe, 2002, pág. 152.

28. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. 807, vv. 19-24.

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Enquanto esteve em Sevilha, em trânsito de Itália para Portugal, não teráSá de Miranda contactado, também ele, com o embaixador veneziano?E não poderá ter recebido deste o mesmo incentivo a que Boscán atribuia sua adesão aos novos modelos poéticos? Evidentemente, contraria estahipótese o silêncio total de Miranda a propósito destes contactos; fica aideia de que, se tivessem acontecido, o poeta não deixaria de falar neles…Lembro, contudo, que também não fala de qualquer contacto que tenhaestabelecido em Itália com algum dos grandes nomes da cultura italiana.Como comenta Vaquero Serrano, custa a acreditar que, tendo tido inúmerasoportunidades para o fazer, nunca antes da segunda metade de 1526 AndreaNavagero tivesse falado de literatura com Boscán e Garcilaso. Do mesmomodo, também é difícil de aceitar que, se efectivamente Sá de Miranda seencontrava com todos eles em Sevilha na Primavera de 1526, nunca tivessemabordado a necessidade de empreender uma renovação literária em Portugale Espanha, que colocasse as literaturas ibéricas nos trilhos da moderni-dade. Se estas hipóteses forem válidas, poderemos interpretar como umaforma indirecta de assinalar a importância da passagem pela corte dosimperadores para a adopção das novas formas poéticas o facto de estacarta a D. Fernando de Meneses, em que se trata da cidade de Sevilha, tersido uma das duas únicas em que Sá de Miranda optou pelo verso decas-silábico e pela terza rima como esquema estrófico e rimático.

Se tiverem viabilidade estes nossos juízos, poderemos retirar duas conse-quências: a primeira é a de que pode não ter sido exclusivamente em Itáliaque Sá de Miranda se sentiu estimulado para aderir aos novos modelospoéticos, uma vez que existiram outras oportunidades para que esses estí-mulos se fizessem sentir; a segunda consequência é a de que o processode renovação ocorreu ao mesmo tempo em Portugal e Espanha, talvez atéem virtude dos mesmos impulsos, pelo que não será de considerar umaprecedência de Boscán e Garcilaso relativamente a Sá de Miranda ou aoutros que tenham adoptado os mesmos ideais poéticos.

Nesta sequência, ocupemo-nos agora a examinar aquela ideia de quefoi Miranda o dinamizador único e solitário da modernização literária dequinhentos, vendo-se mesmo obrigado a lutar contra a resistência obstinadade quantos se mostravam contrários a qualquer alteração dos princípiosestéticos vigentes na corte portuguesa. Já o dissemos: não nos parece queas coisas se tenham passado forçosamente desta maneira. Com efeito, àexcepção da viagem a Itália, o poeta do Neiva não era, entre os interes-sados por literatura, o único a encontrar-se exposto aos estímulos favorá-veis à renovação poética. Pensemos, por exemplo, no infante D. Luís. Asua participação nas cerimónias do casamento de D. Isabel com Carlos V

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é bem conhecida. Foi ele, com o seu irmão D. Fernando, quem se enca-rregou de acompanhar a noiva até à fronteira e de fazer a sua entrega aoséquito espanhol que a conduziu até Sevilha. Segundo Vaquero Serrano,entre os muitos acompanhantes dos infantes encontrava-se o irmão deGarcilaso, Pedro Laso de la Vega, que casou em Elvas com D. Beatriz deSá nessa ocasião29. A dar-se o caso de Garcilaso ter estado presente nacerimónia30, não seria impossível que tivesse contactado com o irmão deD. João III. Já depois do enlace, mas ainda em 1526, enquanto Carlos V eIsabel de Portugal permaneceram instalados em Sevilha, o infante D. Luísfez-lhes uma visita de cortesia31. Do mesmo modo que, algum tempo depois,quando a corte se deslocou para Granada, Boscán terá sido solicitado porNavagero para empreender um esforço de adaptação ao castelhano dasformas poéticas já experimentadas na língua toscana por Petrarca e pelosseus continuadores, poderia o infante D. Luís ter sido estimulado peloembaixador veneziano a realizar idêntico ensaio na língua portuguesa.Não sabemos se tal terá acontecido, mas, pelo menos, poderemos assi-nalar que o infante teve oportunidade para ficar exposto aos mesmos estí-mulos a que Boscán foi sensível. Mesmo antes de 1526, em 1524, quandoPedro Laso se fazia acompanhar na corte portuguesa por um seu irmão32,

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29. M. C. Vaquero Serrano (Garcilaso, Poeta del Amor, pág. 150) não é totalmente afir-mativa em relação a este facto: «Por cierto que, en Elvas y en medio de aquellas solemni-dades, fue cuando Pedro Laso celebró su boda con Beatriz de Sa». No entanto, numa cartaenviada a D. João III, de Elvas, com data de 6 de Fevereiro de 1526, o Duque de Bragançaconfirma que o casamento teve lugar nessa cidade e nesse dia: «[…] e ajmda aguora que estafaço estou beem mal tractado porque por poder fallar aa senhora imperatriz me colheu anocte la e despois dom pedro laso me fez estar ao seu casamento com que estou que menõ poso bullir […]» (ANTT, Corpo Cronológico, part. I, maço 33, doc. 85, transcrito emAnselmo Braamcamp Freire, Ida da Imperatriz D. Isabel para Castela, Coimbra: Imprensada Universidade, 1920, págs. 35-36).

30. M. C. Vaquero Serrano (Garcilaso, Poeta del Amor, pág. 124) não dá uma respostaafirmativa a este respeito, mas também não afasta a hipótese de que tal se tenha verificado.

31. Alfred Morel-Fatio, Historiographie de Charles-Quint (1re partie), suivie des Mémoiresde Charles-Quint, Paris: H. Champion, 1913, págs. 170 e 196. Veja-se, igualmente, RobertRicard, «Pour une monographie de l’infant D. Luís de Portugal», in Études sur l’Histoire Moraleet Religieuse du Portugal, Paris: FCG, 1970, pág. 145, n. 2.

32. M. C. Vaquero Serrano, Garcilaso, Poeta del Amor, págs. 120-121. A D. Beatriz deSá dedicou Anselmo Braamcamp Freire cinco recheadas páginas do seu estudo sobre AGente do Cancioneiro. Aí refere o casamento de D. Beatriz «com D. Pedro Lasso, fidalgocastelhano», sem que tivesse, porém, a consciência de que este fidalgo era o irmão maisvelho de Garcilaso de la Vega. Quanto à presença de Pedro Lasso de la Vega na corte deD. João III, é o próprio irmão de Garcilaso que a refere, numa carta dirigida ao monarca

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e se este fosse Garcilaso, o infante D. Luís poderia tê-lo conhecido.Por agora, estamos apenas diante de hipóteses, claro, mas há que ponderá-las e avaliar da sua viabilidade. Elas poderão permitir que seja reequacio-nado o lugar do irmão de D. João III num eventual primeiro grupo dediscípulos de Sá de Miranda.

Mesmo que não se tenham conhecido nesses anos de 1524-1526, o infanteD. Luís e Garcilaso poderiam ter convivido dez anos depois, quando ambostomaram parte na conquista de Túnis, em 1535. Ao contrário do que aconteciaem 1524, o lírico toledano encontrava-se, então, num período de grandecriatividade. Vaquero Serrano vai ao ponto de considerar que, dessa jornadade Túnis, os únicos frutos colhidos por Espanha foram, para lá das tapeça-rias realizadas por Pannemaker a partir dos desenhos de Vermeyen, «unainigualable epístola en tercetos, dos sonetos espléndidos y las dos primeraselegías en endecasílabos de la lengua castellana», obras estas saídas dapena de Garcilaso33. Um outro participante nesta empresa militar terá sidoAntónio de Sá de Meneses, como parece indicar uma referência de Sá deMiranda34. Pertencendo a cunhada de Garcilaso, Beatriz de Sá, tanto àfamília de Miranda como à dos Sás de Meneses, terá havido algum contactoentre o filho primogénito de João Rodrigues de Sá de Meneses –que seinteressava por literatura, ainda que não fosse poeta– e o lírico castelhano?São apenas hipóteses, mas elas mostram que a difusão das novas correntespoéticas em Portugal poderá ter seguida vias mais complexas e plurais doque o exclusivo magistério mirandino.

Antes de encerrarmos estas considerações, lembremos que o contactopessoal não era a única via por que poderia exercer-se a influência reno-vadora. No que diz respeito a Garcilaso, é sabido que a écloga «Nemoroso»(1537) evidencia, em Sá de Miranda, um conhecimento íntimo da obra deGarcilaso. Uma referência na dedicatória desta écloga a António Pereira

LETRAS QUE VIAJAM 319

português, escrita em Bruxelas a 13 de Abril de 1553: «Si V. A. se acuerda del tiempo de sujuventud, bien terna memoria de un hombre, a quien V. A. llamava Lassico, por mucha fami-liaridad, en casa de D. Elvira de Mendoça [Camareira-mor da Rainha D. Maria], antes quefuese Rey». («A gente do Cancioneiro», Revista Lusitana. Archivo de estudos philologicos eethnologicos relativos a Portugal, 10 (1908), págs. 275-279. O excerto da carta de Pedro Lasoencontra-se transcrito na pág. 278. Também Adrien Roïg faz referência a estas relações fami-liares em «Correlaciones entre Sá de Miranda y Garcilaso de la Vega», in Studia Aurea. Actasdel III Congreso de la AISO, Toulouse-Pamplona: GRISO, Universidad de Navarra, 1996,I, págs. 475-486.

33. M. C. Vaquero Serrano, Garcilaso, Poeta del Amor, pág. 286.34. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, pág. 502: «Vuelto de aquella empresa vale-

rosa / Contra los Turcos que van desmaiados».

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tem sido lida como uma evidência de que este seu amigo e vizinho lhe teriaoferecido um manuscrito com obras do poeta:

Enviaste me el buen Laso,Iré paseando asi mi paso a paso.

Al qual gran don io quantoDevo sabreis […]35.

Esta circulação manuscrita das obras de Garcilaso é corroborada pelofacto de também Pietro Bembo ter tido oportunidade de conhecer obrassuas em 1535, no rescaldo da conquista de Túnis36. Naturalmente, não écrível que apenas Miranda, em Portugal, e Bembo, em Itália, tenham tidoacesso ao trabalho de Garcilaso. Quem mais o conheceu antes da 1ª edição,feita em Barcelona, em 1543, juntamente com as Obras de Boscán?37 Seriaimpossível que circulassem entre aqueles poetas que, reunidos à volta doPríncipe D. João, estavam empenhados em fazer vingar os novos modelosliterários? Teremos de admitir que não temos respostas para estas perguntas.Isso não significa, contudo, que não possamos fazê-las. De qualquer modo,a edição lisboeta de Las Obras de Boscan y algunas de Garcilaso de la Vegarepartidas en quatro libros, no mesmo ano (1543) da edição barcelonesa38,reflecte a existência de um público informado e ávido, cujo número justi-ficaria uma impressão lisboeta quase simultânea com a de Barcelona.

A nosso ver, e sem pormos em causa a historicidade da viagem romanade Miranda, mas questionando as suas motivações e consequências literá-rias directas, as informações fornecidas na carta a D. Fernando de Menesesdevem ser entendidas no mesmo contexto de tonalidade vagamente míticaque explica a insistência numa muito problemática origem romana dafamília dos Sás. Tratava-se, segundo cremos, de reivindicar uma ligação

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35. Poesias de Francisco de Sá de Miranda, págs. 351-352.36. Antonio Gallego Morel, Garcilaso: documentos completos, Barcelona: Editorial

Planeta, 1976, nº 67 e 68, págs. 167-169. Veja-se, também, M. C. Vaquero Serrano, Garcilaso,Poeta del Amor, págs. 286-287.

37. Las Obras de Boscán y algunas de Garcilasso de la Vega repartidas en quatro libros,Barcelona: Carlos Amorós, 1543.

38. António Joaquim Anselmo, Bibliografia das Obras Impressas em Portugal no SéculoXVI, Lisboa: Oficinas Gráficas da Biblioteca Nacional, 1926 (aliás, 1977), nº 1040. Anselmotranscreve o cólofon: «Acabaron se de imprimir las obras de Boscan, y Garci Lasso de lauega: en Lisboa en casa de Luis Rodriguez librero delrey nosso señor a dos dias de NouembreM. D. xliij».

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privilegiada à terra de onde chegava a Portugal aquele «lume» a que AntónioFerreira se refere e que deveria guiar os renovadores quinhentistas dapoesia portuguesa. Lembrando a genealogia e evocando a sua viagem, Sáde Miranda salientava que a Itália dos grandes engenhos de que Boscánfalava lhe corria nas veias e lhe era, de alguma forma, «familiar». Aludindoa estes aspectos, o poeta do Neiva poderia, de certo modo, apresentar-sena condição de um cidadão «romano», o que o tornaria especialmente aptoa dar um forte contributo para que se realizassem as palavras premonitó-rias de Boscán: «antes de mucho se duelan los italianos de ver lo buenode su poesía transferido en España».

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ENTRE ITALIA Y EL MUNDO IBÉRICO.LA ORIGINALIDAD POÉTICA

DE FRANCISCO DE SÁ DE MIRANDA

BERNHARD KÖNIG(Köln)

EN UNA de las Historias de la literatura española más conocidas enla época de mis estudios universitarios, la de Juan Hurtado y ÁngelGonzález Palencia, se lee con respecto a Francisco de Sá de Miranda

(1481/85?-1558), incluido en aquel manual por haber escrito, al lado de suobra en portugués, «75 composiciones en castellano»1, el juicio siguiente:«Sus poesías son sentenciosas y ricas de filosofía y sana moral. Su estilo escorrecto, y su frase, pura; desempeñó en su patria el mismo papel, en loliterario, que Garcilaso en la nuestra». Como el toledano, Sá de Mirandafue poeta «italianizante», y «viajó por Italia»2. El propósito del presente trabajoes estudiar el confluir de dos tradiciones poéticas, la italiana y la autóc-tona ibérica, y la tematización (en forma de debates «metapoéticos») de talconfluencia en algunas églogas de Sá de Miranda3.

1. A pesar de esto no se le dedica ni un sólo renglón en tantos otros manuales de lahistoria literaria de España, evidentemente por ser portugués. Su nombre falta también enel tan meritorio Manual de bibliografía de la literatura española de José Simón Díaz (Barce-lona: Gili, 1970).

2. Juan Hurtado y Ángel González Palencia, Historia de la literatura española, Madrid:SAETA, 1940 (4ª ed.), vol. I, págs. 297-298.

3. Respecto al análisis de los versos del poeta (se tratará aquí, principalmente, deversos escritos en castellano) me atengo a la terminología acostumbrada de la métrica (italianay) española; es decir que por «endecasílabo» se considera el verso cuyo acento principal caeen la décima sílaba (con acento secundario sea en la cuarta sea en la sexta sílaba).

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De su viaje en Italia, emprendido probablemente en 1521, es decir diezaños antes del «destierro» de Garcilaso de la Vega a la corte de Nápoles,sabemos muy pocas cosas. Es verdad que la familia de los Sá de Mirandaestaba emparentada con la de los Colonna, familia patricia de origen romanoy de importancia histórica secular, entre cuyos descendientes merece serdestacada la conspicua poetisa Vittoria Colonna, esposa (desde 1509) delmarqués de Pescara, Francesco Ferrante d’Avalos († 1525), general del ejér-cito de Carlos V en las guerras italianas del Emperador contra Francia yvencedor de la famosa batalla de Pavía; pero no es menos cierto que noquedan documentos que permitan comprobar si hubo encuentros conVittoria Colonna y los literatos o artistas de su círculo, como fueron elcardenal Pietro Bembo (quien fomentó la imitación sistemática de la poesíade Petrarca) y el gran Michelangelo Buonarrotti; además, hay que tenerpresente que la producción literaria y artística de Vittoria Colonna empiezasólo después de la muerte de su marido y detrás la solución de diversosproblemas familiares nacidos de su nuevo estado, en una época en la cualnuestro poeta ya había vuelto al mundo ibérico.

En las obras poéticas de Francisco de Sá de Miranda4 se hace menciónde toda una serie de autores italianos contemporáneos con los que élhubiera podido encontrarse; y en caso de no haberlos frecuentado enpersona, al menos quedaría comprobado que había leído sus obras, proba-blemente en voz alta, en compañía de buenos amigos, en algún vetustoseñorío de la provincia del Miño, es decir: en Portugal. En una carta poéticaen quintillas, cuyo título reza A António Pereira, Senhor do Basto, quandose partiu para a corte co’a casa toda (vol. II, pág. 83), el poeta le trae a lamemoria al amigo las lecturas comunes que realizaban en la Quinta daTaipa y que servían de postre tras sabrosas comidas (alaba «das fruitas daterra … o sabor»), diciendo:

Des i, o gosto chamandoa mores outros sabores,

BERNHARD KÖNIG324

4. Cito por la edición ya «clásica»: Francisco de Sá de Miranda, Obras completas, Textofixado, notas e prefácio de Rodrigues Lapa, Lisboa: Sá da Costa, vol. I, 1976 (4ª ed.); vol. II,1977 (3ª ed.), indicando entre paréntesis el tomo y la página. El texto de esta edición sebasa en la bastante correcta editio princeps de las Obras poéticas de Sá de Miranda publi-cada en 1595, probablemente en Lisboa. Los enredados problemas de la transmisión textualde las obras de Sá de Miranda fueron investigados magistralmente hace ya más de un siglopor Carolina Michaëlis. Muy útil y convincente al respecto sigue siendo el estudio de uncaso particular realizado por Alvaro Julio da Costa Pimpão, «O soneto O Sol é grande…»,Biblos, 14 (1938), págs. 265-312.

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líamos polos amores,tam bem escritos d’Orlando5,envoltos em tantas flores.

Líamos os Assolanosde Bembo, engenho tam raronestes derradeiros anos,c’os pastores italianosdo bom velho Sanazaro.

Líamos polo alto Lassoe seu amigo Boscão,honra d’Espanha que são […] (vol. II, págs. 88-89)

Aquí hallamos reunidos a los grandes maestros italianos cuyos motivosy formas de expresión poéticos (el endecasílabo, la octava real, la canciónpetrarquista, el soneto, etc.) incitaron a imitar; y junto con ellos aparecensus primeros seguidores castellanos, de entre los cuales Garcilaso de laVega concitó, con razón, la más alta admiración por la tersura y sugestiónde sus versos. De nuevo reunidos los presenta Sá de Miranda en su ÉglogaNemoroso (vol. I, pág. 199), escrita a finales de 1537 para conmemorar elprimer aniversario de la muerte de Garcilaso, y dedicada también a AntónioPereira, señor de Bastos. El punto culminante de esta égloga compuesta envarios metros, todos italianos –canciones, tercetos, endecasílabos sueltos–,es una canción petrarquista, destacada por el poeta con un subtítulo en elinterior del texto: «En la muerte del buen pastor Nemoroso, Laso de laVega» (vol. I, pág. 216). En muchas de las doce estrofas de esta canción senotan el anhelo y esfuerzo de Sá de Miranda por emular a Garcilaso através de una imitación de la primera égloga del toledano, según el modelopropuesto por Pietro Bembo en sus Prose delle volgar lingua de 1525.

Todos recordamos la penúltima estancia (29) en la que el pastor Nemo-roso, la voz poética de Garcilaso mismo, canta la vida post mortem de Elisa,la hermosísima D.ª Isabel Freire, según sus comentaristas, cuya muertelloró también Sá de Miranda en su Égloga Celia (vol. I, pág. 166). Garci-laso escribe:

Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides,

LA ORIGINALIDAD POÉTICA DE FRANCISCO DE SÁ DE MIRANDA 325

5. Alusión al Orlando innamorato de Boiardo y al Orlando furioso de Ariosto.

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y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo y verme libre pueda,y en la tercera rueda,contigo mano a mano,busquemos otro llano,busquemos otros montes y otros ríos,otros valles floridos y sombríosdonde descanse y siempre pueda verteante los ojos míossin miedo y sobresalto de perderte?6

Llamativamente, en cambio, en los versos correspondientes de la Églogade Sá de Miranda, el eternizado Nemoroso no goza de la compañía de suElisa, sino de la de sus admirados modelos literarios italianos:

Por otros frescos mirtos,y sauzes más crecidos,otros más verdes prados, otras fuentes,entre raros espritos,que adelante eran idos,destos que acá dexaste diferentes,qué nuevo gozo sientes,a tí gozoso viendovenir el Sanazaro,d’un Sebeto más claro,por la su orilla fresca repartiendocon el su Melisseo7,del Reino resplandor Partinopeo! (vol. I, pág. 219)

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6. Égloga I, vv. 394-407, págs. 138-139; todas las citas del toledano proceden deGarcilaso de la Vega, Obra poética y textos en prosa, ed. Bienvenido Morros, Barcelona:Crítica, 1995.

7. Anota Rodrigues Lapa: «Melisseo è o pseudónimo poético de João Joviano Pontano,mestre de Sannazaro» (vol. I, pág. 219). No parece supérfluo traer a la memoria que el origendel topos de hacer encontrarse en el cielo un poeta recién fallecido con otros vates seencuentra en el soneto «Sennuccio mio» de Petrarca (Canzoniere, 287, 9-11): «Ma ben tiprego che ’n la terza spera / Guitton saluti, et messer Cino, et Dante, / Franceschin nostro,et tutta quella schiera» (Francesco Petrarca, Canzoniere, ed. Marco Santagata, Milán: Monda-dori, 1996, pág. 1132).

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A ello se sumarán poco después «Juan Ruscelai, y Latancio Tolomei»,«dois célebres humanistas da Renascença», como los caracteriza RodríguesLapa en su comentario a este lugar de la pieza (pág. 220).

Hay que añadir, sin embargo, que el universo poético de Sá de Mirandaestá poblado de más autores literarios que los enumerados hasta ahora.Así, en una carta rimada en tercetos dedicada «A D. Fernando de Meneses,em resposta do que lhe escreveu de Sevilha» (vol. II, págs. 99-107), hallamosa «os Proençais» (vol. II, pág. 102), es decir: los trobadores provencales, yal primer padre de la ‘nueva’ poesía de amor, Francesco Petrarca, muertoya desde hace más de un siglo y medio y cuya importancia para Sá deMiranda reside más en su escasa producción de sonetos que en el resto desu obra, aunque también algunos tercetos fuesen inspirados, quizá, porlos Trionfi. En otra carta poética dedicada «A João Roiz de Sá de Meneses»(vol. II, págs. 51-59), se abre una perspectiva muy distinta, al mostrar suaprecio por el Marqués de Santillana –otro gran conocedor de las letrasitalianas y primer imitador castellano del endecasílabo italiano– y por Juande Mena, lector asiduo, como sin duda también lo fué Sá de Miranda, delos tratados de filosofía moral en latín de Petrarca y de Boccaccio, aspecto estepoco estudiado hasta ahora. Finalmente, completan esta nómina algunospoetas contemporáneos, ya fueren amigos o simples conocidos, como p. e.Bernardim Ribeiro (vol. I, pág. 113) o Gil Vicente. No he hallado menciónliteral alguna de Juan del Encina († 1529), pero no cabe duda de que susrepresentaciones y sus adaptaciones castellanas de las églogas de Virgiliohayan ejercido una influencia notable en la obra de Sá de Miranda.

Lo más original de la obra poética de Sá de Miranda reside en algúnsoneto, alguna ‘trova à maneira antiga’, alguna estrofa de elegías y cartas,en suma, algunos textos breves en los que el autor logra expresar sucintay sugestivamente su filosofía de una vida libre, autónoma, sencilla, «natural»y horra de las presiones del mundo de la corte. Al margen de estos textos,su originalidad más apreciable radica, a mi entender, en la reunión de lasdos tradiciones de la poesía pastoril (la de tipo italiano con raíces latino-griegas y la de tipo ibérico con raíces medievales) de donde surge unnuevo modelo de égloga en el que uno de los motivos centrales reitera-damente abordado es el debate sobre el valor, más aún, sobre la raisond’être de las formas nuevas («italianizantes») en comparación con las de laarraigada tradición ibérica. Nada menos que poesía metapoética, por lotanto. En este aspecto, el procedimiento de Sá de Miranda difiere notable-mente de las soluciones escogidas en otras literaturas románicas en cuantoa la reforma «italianizante» de la métrica. Permítaseme explicar estas cues-tiones con pocos ejemplos.

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En Francia, el endecasílabo italiano se substituyó por el verso alejandrinotradicional, es decir, el dodecasílabo, aunque tuvo, en un principio, ciertacompetencia con el decasílabo. Por lo que toca a las formas estróficas, lospoetas siguieron casi unánimemente los consejos de Joaquín Du Bellay ensu poética, recogida en la Deffense et Illustration de la langue françoise(1549), donde se lee: «puis me laisse toutes ces vieilles poësies Françoysesaux Jeuz Floreaux de Thoulouze […]: comme rondeaux, ballades, vyrelaiz,chantz royaulz, & autres telles episseries, qui corrumpent le goust de notrelangue […]». En vez de estas formas que efectivamente desaparecieron,hasta ser redescubiertas por los románticos, Du Bellay propone epigramas,elegías, odas de corte clásico-antiguo y, claro está, sonetos: «ces beauxsonnetz, non moins docte que plaisante invention Italienne»8.

En España, por lo contrario, no dejaron de escribirse coplas, glosas,villancicos, redondillas, canciones y romances en versos octosilábicos,como hallamos tanto en las obras de Garcilaso de la Vega como despuésen las de Lope de Vega o incluso de Quevedo; pero, y ahí radica lo inte-resante, quedaron estrictamente separados de las formas métricas italianasintroducidas por Garcilaso y Boscán desde el año 1526, según queda docu-mentado gracias a la conocida carta-dedicatoria a la Duquesa de Soma delpoeta barcelonés. Así, vemos surgir en las tres églogas de Garcilaso unosmodelos insuperables a los que se confirió valor normativo: En la Égloga I,la canción petrarquista, compuesta por endecasílabos y heptasílabos; en laÉgloga II, el terceto de estampa petrarquista (Trionfi), otro tipo distinto decanción petrarquista –con prevalecer de heptasílabos– y tiradas de ende-casílabos sueltos con rima interior; finalmente, en la Égloga III empleaexclusivamente la octava real. Es preciso mencionar, amén de esto, suscuarenta sonetos «italianizantes», y sus otras poesías, que hallaron no sólonumerosos imitadores, sino también, pocos decenios después, comentaristascomo Francisco Sánchez de las Brozas (1574) o Fernando de Herrera (1580),quienes alabaron, entre otras cosas, el dominio mostrado por el toledanoen la imitación de autores latinos e italianos9. Hubo, con todo, voces discor-dantes entre los contemporáneos de Garcilaso, los campeones de la ‘escuela’de los tradicionalistas, representados por la archiconocida Reprensión contra

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8. Joachim Du Bellay, La Deffence et Illustration de la Langue Françoyse, ed. HenriChamard, París: STFM, 1970, pág. 108.

9. Para no repetirme, remito el lector a mi estudio «Herreras Theorie und Praxis einesspanischen Petrarkismus. Der Garcilaso-Kommentar und das Einleitungssonett von Algunasobras», en Poetologische Umbrüche. Romanistische Studien zu Ehren von Ulrich Schulz-Buschhaus, Munich: Wilhelm Fink Verlag, 2002, págs. 208-223.

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los poetas españoles que escriben en verso italiano de Cristóbal de Casti-llejo, poeta cortesano y secretario del hermano de Carlos V, don Fernando,rey de Romanos, de Bohemia y de Hungría; en ella presenta a los partida-rios de la poesía italiana como una secta de revolucionarios –en materiade métrica– a los que califica de ‘petrarquistas’, alusión despreciativa quenace de su fácil rima con los heréticos «anabaptistas» coetáneos10. Les reprocha,lo que también afea incluso al propio Petrarca, la «oscura prolixidad» de suspoesías y la falta de sus versos «en elegancias» y se mofa de su novedosometro al señalar además el hecho de hallarse ya en Juan de Mena endeca-sílabos. Lo que no percibe, y lo que no siempre percibieron incluso poetas«italianizantes», como notaron ya Menéndez Pelayo y Costa Pimpão11 conrespecto a los endecasílabos de Sá de Miranda, es que para poder hablarde un endecasílabo more italico no es suficiente constatar que el númerode las sílabas sube a once, sino que también hay que averiguar si la estruc-tura rítmica corresponde a las normas de la métrica italiana.

Volviendo ahora a las Églogas de Sá de Miranda, observamos que allado de poesías ‘unitarias’ como la conocida «Fábula do Mondego», con unúnico tipo de estancia de canción petrarquista –siguiendo el modelo de laÉgloga I de Garcilaso–, existen textos de una estructura métrica muchomás compleja. Así por ejemplo, la égloga Alexo (vol. I, págs. 98-136)comienza con una «Epístola (dedicatoria) a António Pereira, senhor deBasto» en octavas reales; sigue la égloga propiamente dicha en la que inter-vienen el ‘zagal’ Alexo, su padre Sancho, 4 pastores y una «Ninfa de lafuente» (vol. I, pág. 100). Habla primero Alexo, sirviéndose de coplas dearte menor (abbaacca) para presentar su estado confuso que él mismo nollega a explicarse:

Yo vengo como pasmadoy no sé lo que me diga […]Días ha que no me entiendono percundo este mal mío:al Sol muriendo de frío,a la sombra en fuego ardiendo!

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10. Para más detalles, véase mi artículo «Sirenenklänge oder Die Geliebte im Wasser.Zur Präsenz Petrarcas in Lope de Vegas Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé deBurguillos», en Pasajes – Passages – Passagen. Homenaje Christian Wentzlaff-Eggebert, Sevilla:Editorial de la Universidad, 2004, págs. 239-250.

11. Véanse las «Notas sobre a métrica do soneto» en A. J. de Costa Pimpão, «O sonetoO Sol é grande…», págs. 289-304, y los trabajos mencionados por él en las notas de su artículo.

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[…]quizá puede ser locuraquizá puede ser amor. (vol. I, págs. 100-102)

Claro está que es el amor lo que le ha hecho infeliz y, además, perderla facultad de cantar como antes. Tras esto, interviene su padre, Sancho,quien canta su inquietud en estrofas de nueve octosílabos, una posibleforma de canción trovadoresca, y da rienda suelta a su temor de que suhijo sea víctima de un encantamiento para el que él mismo enumera losposibles remedios correspondientes, uno de los muchos ejemplos de comoa Sá de Mirando le gustaba presentar creencias y supersticiones popularesa través de sus pastores:

Hame dicho un escolarque sabe de encantar males,que siete ríos cabdaleste conviene de pasar;y nadar por la lagunacon la lunanueva, y buscar siete fuentesperenales, y en cada una lavarte y cobrar las mentes. (vol. I, pág. 107)

Llega tras esto la Ninfa de la fuente, en seguida forzada por el hijo deVenus a amar a Alexo, «hermoso donzel / no zagal, no pastor, no» (vol. I,pág. 108), al cual halla durmiendo al lado del agua, episodio que guardaparalelismos notables para el lector de Ariosto con la forma en que Angé-lica se enamora del moribundo Medoro. Ella se sirve para cantar su pasióntambién, como antes, y después, Alexo, de coplas de arte menor. El zagal,al despertarse, bebe del agua encantada de la fuente y pierde la conciencia,lo que de nuevo remite claramente a Ariosto. A renglón seguido, otros dospastores que se acercan hablan, también en formas métricas tradicionales,de los días de antaño, cuando «[…] aquí cantó Ribero» (vol. I, pág. 113). Ésteno es otro que Bernardim Ribeiro, poeta entonces exaltado por todos, peroahora, en el tiempo de la égloga, menospreciado por muchos; aunqueellos recuerdan con agrado aquel trovar de entonces:

el cantar que aquí cantamosfué, sabes, d’estraña parte,donde anduvimos entramos. (vol. I, pág. 115)

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En el centro de esta égloga compuesta en metros ibéricos tradicionalesel poeta recuerda como de uno de los momentos más cruciales de su vidasu estancia junto con su amigo Ribeiro en Italia, y la poesía que aquélescribía con moldes italianos; por eso enfrenta a sus dos pastores, Juan yAntón, en una especie de certamen poético, de acuerdo con el modelo deVirgilio o de Sannazaro, en el que rivalizan con artificiosas estrofas decoplas castellanas cuyos versos, no obstante, son endecasílabos à l’ita-lienne:

Amor burlando va, muerto me dexa,tiene de qué, por cierto […] (vol. I, pág. 116)

Terminada aquella canción en celebración de la poesía de BernardímRibeiro, los dos pastores aluden casi incidentemente a las intrigas de palacioque cambiaron la buena fortuna de aquel poeta. Al acercarse en estemomento Turibio, también pastor, le piden su juicio acerca del canto queacaba de escuchar:

y porque eres verdadero,te pregunto,cómo parecióte a puntonuestro cantar estrangero? (vol. I, pág. 120)

En este contexto, «estrangero» significa, no cabe la menor duda, ‘italia-nizante’, e indicativamente, Turibio por de pronto no quiere pronunciarse:

Quanto a mí, no soy más de uno;quanto a todos,digo-te que d’estos modosse quiere juzgar cada uno. (vol. I, pág. 120)

Acto seguido, sin embargo, se explica, recurriendo a sus experienciasen otro ámbito, nueva muestra de la habilidad de Sá de Miranda parapresentar complicadas cuestiones de la poética y hasta de ‘sociología dela literatura’ en un lenguaje poético muy sencillo pero respetuoso con eldecoro, adecuado al oficio de los interlocutores:

Qu’es menester más palabras?Una vez me fuera en villadiéronme ende una escudilla,

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de unos como pies de cabras;yo no podía con ellos,mas despuéscomí uno y dos y tres,comí las manos tras ellos. (vol. I, pág. 121)

Las medidas nuevas cuentan, pues, con buenas posibilidades de teneréxito, aun a pesar de lo que añade otro pastor:

Contrariar las costumbres es nadar contra la vena […] (vol. I, pág. 121)

Turibio, de todos modos, se complace más con la poesía tradicional, yasí ofrece a sus compañeros una cantiga que comienza:

De mi tormento vencidolo que sé, lo que no séquanto mandardes diré. (vol. I, págs. 122/23)

Después de ésta y otras más, los pastores tienen ganas de escuchartambién «cantares estrangeros», y es Juan Pastor quien les presenta unasoctavas reales que dice haber oídas en otro país, detrás de las sierras, «alláque pastores vi / quan enseñados, / en cantar versos ritmados […]» (vol. I,pág. 126). Empieza la 1ª octava con estas palabras:

Los manjares de amor son corazones:beve de nuestros ojos las sus fuentessaborosas; las músicas y sonesson los suspiros de los inocentes […] (vol. I, pág. 127)

En oposición bien calculada, Sá de Miranda hace cantar por último alpastor Antón una cantiga de tipo marcadamente «aldeano», como dice élmismo: «cantar de acá / destos de la tierra llana»:

Quando tanto alabas, Clara,Blas, que a luchar se desnuda, la triste de la mi caraqué fríos sudores suda! (vol. I, pág. 129)

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¡Qué diferencia entre este «realismo» de estilo «cómico» (stilus humilis)y el estilo elevado de la octava real precedente (vol. I, pág. 127) dedicadaa la representación alegórica de la fenomenología del amor: «Los manjaresde amor son corazones […]»! Pero es exactamente en esa consciente yperseguida yuxtaposición y contraposición de dos formas de estilo y deconcepción, de dos tradiciones –la de Italia y la del mundo ibérico– dentrode una especie del género literario de la Égloga renacentista donde radicala originalidad poética de Sá de Miranda en cuanto a su poesía pastoril; suintención, de nuevo altamente innovadora, es que esa oposición dialécticasea tanto elemento de la obra en sí, cuanto y al mismo momento tambiénobjeto de reflexión y de debate. Es preciso, eso sí, darse cuenta de que elencanto, el atractivo de esta poesía reside en cierta medida en la posiciónalgo distanciada del autor frente a sus personajes; se percibe, de hecho,cierto humor, cierta ironía, al exagerar, de vez en cuando, las peculiari-dades ya sea del idioma italianizante o del lenguaje rústico. Nótese que esprecisamente en esta mezcla y contraposición de dos tipos de expresiónpoética en las églogas donde tiene su origen una parte de las comedias deLope de Vega, la denominada comedia «nacional».

No es posible realizar aquí un análisis minucioso que aborde la inter-pretación de otras églogas. Para completar los resultados sería sobre todonecesario revisar la contraposición de elementos de la mitología clásicacon aquellos de las creencias populares. Sintomáticamente, en ese terrenose verifica también aquella contraposición que entiendo que Sá de Mirandaquiso llevar a cabo en la concepción y representación de los tipos de poesíaamorosa en sus églogas.

No quiero finalizar mi trabajo sin mencionar la única poesía de nuestroautor que nos lleva a Italia, y precisamente a Roma. Hemos visto al poetaen compañía de sus amigos leyendo las aventuras del Orlando de Ariostoy los Asolani de Bembo, obras de contemporáneos suyos a quienes quizápudo conocer personalmente en su viaje italiano; pero el lugar de esalectura era «un lugar del Miño», ciertamente menos lejos de «un lugar de laMancha» que de los grandes y remotos centros urbanos de Italia. Con todo,nos queda sólo una única poesía «romana» de Sá de Miranda, cuyo títulocompleto reza así: «Cantiga feita nos grandes campos de Roma» (vol. I,pág. 22). Es una hermosa y muy melancólica poesía de amor y de ‘saudade’,semejante a tantas otras poesías amorosas de tipo cancioneril. Es curioso,pero nada incomprensible, que el poeta ante el paisaje italiano no se pongaa imitar los nuevos entornos de la poesía de amor propuestos por Petrarca,sino que se vuelva hacia atrás, hacia motivos y formas de expresión de latradición portuguesa. Acerca de ello existen unas páginas excelentes y no

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superadas hasta el día de hoy, de Karl Vossler en su libro dedicado a la«Poesía de la Soledad en España»12, de modo que aquí sobran más razo-namientos; que sea el propio poeta quien concluya con su melancólicanostalgia tradicional portuguesa:

Por estes campos sem fim,onde a vista assi se estende,que verei, triste de mim,pois ver-vos se me defende?

Todos estes campos cheossão de saudade e pesar,que vem pera me matardebaixo de céus alheos.Em terra estranha e em ar,mal sem meo e mal sem fim,dor que ninguém não entende,até quam longe se estendeo vosso poder em mim!*

12. Karl Vossler, Poesie der Einsamkeit in Spanien, München: C. H. Beck, 1950 (2ª ed.),págs. 51-64.

* Agradezco profundamente a Miguel García-Bermejo la revisión estilística del presentetrabajo.

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EL TRASFONDO LITERARIO Y ARTÍSTICODEL SONETO XIII DE GARCILASO

MIGUEL GARCÍA-BERMEJO(Salamanca)

E L CENTENARIO de algunas de las posibles fechas de nacimiento deGarcilaso ha coincidido con la aparición de monografías y artículosque ponen de manifiesto la pertinencia de continuar indagando en

la conexión existente entre sus creaciones poéticas y los avatares de subiografía, aunque sin caer en excesos de interpretación biográfica1. De laconjunción de ambos han nacido interesantes propuestas interpretativas yde datación cronológica, aunque dista de alcanzarse una interpretaciónunánime de algunas obras, por lo que se hace necesario contrastar esas noti-cias con otros datos coetáneos y heterogéneos que permitan contextuali-zarlas adecuadamente. A ellos creo que se puede recurrir para comprenderqué circunstancias movieron al toledano a la composición de los sonetosXIII («A Dafne ya los brazos le crecían») y XVI («No las francesas armasodïosas»). Aquí me ocuparé del primero de ellos, aunque haré algunasmínimas referencias al segundo, que considero compuesto en circunstan-cias muy semejantes a las que creo que rodearon al toledano cuandoredactó su conocida descripción de la metamorfosis de Dafne.

Como es sabido, los comentaristas de Garcilaso, que proporcionan unabigarrado conjunto de informaciones sobre los textos, se muestran muy

1. Véanse las reflexiones de Francisco Javier Ávila, El texto de Garcilaso: Contextoliterario, métrica y poesía, Nueva York: City University of New York, 1992, 4 vols., vol. II,págs. 446-463.

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parcos con las noticias que proporcionan sobre ambos textos, en especialacerca del soneto funerario dedicado a su hermano. Bienvenido Morrossintetiza minuciosamente en su edición el problema de la disparidad entrela fecha real del fallecimiento de Hernando de Guzmán, hermano menordel poeta –9 años menor según Vaquero Serrano2–, muerto en 1528 a causade la peste contraída durante el cerco francés de la ciudad, y el momentode escritura del soneto3. Para determinar esta última no tiene, no tenemos,más instrumento que el análisis estilístico del poema, cuya tersura y clasi-cismo en modo alguno permiten situarlo en un momento próximo al decesode Hernando, a la edad de veinte años, según Herrera; aunque los editoresdel comentarista no han localizado el origen de la noticia, aquélla parececoncordar bien con las conjeturas que se hacen acerca de la edad del poetatoledano4. Dos de los críticos clásicos del toledano5 se limitan a señalarque la fecha de composición debe ser algún momento de su estancia napo-litana, mientras que Lapesa6 precisa que sería cuando el poeta ha hechosuyo el arsenal de recursos de la poesía italiana, entre 1533 y 1536, unpoco después de la fecha conjeturada por Vaquero Serrano7, que imaginaa un Garcilaso escribiendo este epitafio transido por el dolor de su primeravisita a la tumba de su querido hermano pequeño.

Las noticias de la fecha de composición del segundo soneto son simi-larmente vagas, como recoge Morros8; todos aceptan que el momento desu escritura hubo de ser su segunda estancia en Nápoles, conjeturade Keniston que acepta Lapesa9, y para la que encontraba sustento en la

2. María del Carmen Vaquero Serrano, Garcilaso: poeta del amor, caballero de laguerra, Madrid: Espasa, 2002, pág. 106.

3. Garcilaso de la Vega, Obra poética y textos en prosa, ed. Bienvenido Morros, Barce-lona: Crítica, 1995 (reed. 2001), págs. 392-393.

4. Fernando de Herrera, Anotaciones a la poesía de Garcilaso, eds. José María Reyes& Inoria Pepe, Madrid: Cátedra, 2001, pág. 380.

5. Hayward Keniston, Garcilaso de la Vega, Nueva York: Hispanic Society of America,1922, pág. 214; Eugenio Mele, «Las poesías latinas de Garcilaso de la Vega y su permanenciaen Italia», Bulletin Hispanique, 25 (1923), pág. 361.

6. Rafael Lapesa, La trayectoria poética de Garcilaso, Madrid: Alianza, 1985, pág. 182.7. Mª. C. Vaquero Serrano, Garcilaso, poeta, pág. 187.8. Garcilaso, Obra, págs. 389-390.9. H. Keniston, Garcilaso, págs. 206-207; R. Lapesa, Trayectoria, pág. 186. Prieto, por

su parte, recordaba cómo el soneto enlazaba con las «recreaciones míticas» presentes en elsoneto XI que comienza: «Hermosas ninfas, que en el río metidas», cuya composición sesitúa durante la estancia napolitana de Garcilaso. Garcilaso de la Vega, Poesías completas,ed. Antonio Prieto, Barcelona: Planeta, 1984, pág. 168.

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semejanza que guarda este soneto con dos octavas de la Égloga III(vv. 145-168), lo que le lleva a proponer como término ante quem 1535:

Dinámene no menos artificiomostraba en la labor que había tejido,pintando a Apolo en el robusto oficiode la silvestre caza embebecido.Mudar presto le hace el ejerciciola vengativa mano de Cupido,que hizo a Apolo consumirse en llorodespués que le enclavó con punta d’oro.Dafne, con el cabello suelto al viento,sin perdonar al blanco pie corría,por áspero camino tan sin tiento,que Apolo en la pintura parescíaque, porqu’ella templase el movimiento,con menos ligereza la seguía;él va siguiendo, y ella huye comoquien siente al pecho el odïoso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecíany en sendos ramos vueltos se mostraban:y los cabellos, que vencer solíanal oro fino en hojas se tornaban;en torcidas raíces s’estendíanlos blancos pies y en tierra se hincaban:llora el amante y busca ser el primero,besando y abrazando aquel madero.

Esta localización cronológica, y espacial, no resulta baladí; es unelemento fundamental para comprender cuál es el cañamazo literario, yno tanto personal, íntimo, de la escritura garcilasiana, que creo que hubode originarse en función de un cúmulo de circunstancias a las que se haprestado poca atención hasta fechas recientes.

Es obvio, como ya apuntaran El Brocense y demás comentadores10, queen el soneto de tema mitológico la fuente de la fábula son las Metampor-hoses de Ovidio (I, 452-567); Garcilaso parece especialmente fiel al relato

10. Los comentarios de Sánchez de las Brozas y Tamayo de Vargas pueden verse respec-tivamente en Antonio Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas; obras completasdel poeta acompañadas de los textos íntegros de los comentarios de El Brocense, Fernandode Herrera, Tamayo de Vargas y Azara, Madrid: Gredos, 1972, págs. 268 y 602.

TRASFONDO LITERARIO Y ARTÍSTICO DEL SONETO XIII DE GARCILASO 337

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ovidiano en la sección que describe el proceso de transformación de laninfa. La desdichada historia no es precisamente una desconocida dela literatura románica, y, de hecho, Herrera y el Brocense ya apuntaron lacoincidencia temática con Petrarca y su canción XXIII («Nel dolce tempode la prima etade»), aunque en ella la historia mitológica es ejemplar, enmodo alguno un objeto estético en sí mismo11; de hecho, Keniston mostrabasu desconfianza en que se tratase de una fuente directa del toledano, pesea que Mele insistiese en ello12, aunque semejante relación es posible dadoel carácter de ars combinatoria que tiene la obra de Petrarca13.

Para intentar solventar esta cuestión, parece razonable recordar ahorala relación evidente que existe entre el fragmento citado de la Égloga III yeste soneto. Conviene comenzar destacando que estamos ante un raro casode unanimidad sobre la fecha de su tardía escritura entre los comentaristas;como recoge Morros14, el texto se compuso probablemente durante lacampaña de Provenza, meses antes del final desgraciado que le aguardaba.Su sentido es objeto de polémica pero, de nuevo, hay acuerdo en que setrata de la más acendrada de todas sus composiciones dedicadas al tema,en la que acumula reflexiones metapoéticas nacidas de su lectura y asimi-lación de los clásicos. En ella aparecen tres mitos amorosos, Orfeo y Eurí-dice, Dafne y Apolo, y Venus y Adonis, que tienen en común lo desgraciadode sus historias y el hecho, no por menos evidente más importante, de sertres historias que Garcilaso se apresta a describir con técnica pictórica,habilitado por tratarse de las acciones que reflejan en sus tapices las labo-riosas ninfas, acción cuyas reminiscencias y significados histórico-literariosaclara Egido en el estudio citado. A esas fábulas se añade una más, la nomitológica de Elisa (vv. 225-248), de idéntica naturaleza pictórica y que el

11. Véase el concepto de fusión a caballo entre lo literario y lo subjetivo del que hablaMaría Hernández Esteban, «La fusión mítica de Petrarca en Apolo: Aspectos de la poéticapetrarquesca», Analecta malacitana. Revista de la Sección de Filología de la Facultad de Filo-sofía y Letras, 8 (1985), págs. 123-144; sobre ella vuelve en «La fusión mítica en la teoríacrítica de Antonio Prieto», en El mito, los mitos, Madrid: Sociedad Española de LiteraturaGeneral y Comparada-Caballo Griego para la poesía, 2002, págs. 83-92. Una interpretaciónsemejante a favor de la fusión de Apolo y Garcilaso es la que realiza Joan Cammarata, Mytho-logical themes in the works of Garcilaso de la Vega, Madrid: J. Porrúa Turanzas, 1983, pág. 56.

12. H. Keniston, Garcilaso, pág. 207; Eugenio Mele, «In margine alle poesie di Garci-laso», Bulletin Hispanique, 32 (1930), pág. 240.

13. Como señalaba Francisco Rico, «De Garcilaso y otros petrarquismos», Revue de Litté-rature Comparée, 52 (1978), págs. 325-338.

14. Garcilaso, Obra, pág. 390.

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poeta abrevia pese a tener muy presente que lo descrito, la ninfa muerta,es sólo una porción de todo lo que podría contar; de ahí los versos 249-252:

En fin, en esta tela artificiosatoda la historia estaba figurada, que en aquella ribera deleitosa de Nemoroso fue tan celebrada15.

Parece, por tanto, fuera de toda duda la vinculación de estos pasajes conla pintura16. Todos coinciden en establecer la presencia de lo pictórico enel texto garcilasiano como el resultado de la aplicación de un recurso retó-rico presente ya en Homero, cuando describe, en el canto XVIII de la Ilíadaen los versos 478-608, la complicada ornamentación que adorna un escudoforjado para Aquiles, aunque anteriormente ya había descrito la copa deNéstor, en Ilíada, XI, vv. 632-passim. Claro está que se trata de una ekph-rasis, esto es, «la descripción poética de una obra de arte pictórica o escul-tórica, de la reproducción mediante palabras de objetos de arte que seperciben sensorialmente», como la definiera Spitzer17.

Ahora bien, Garcilaso, según sus comentaristas, parece que sólo describeuna representación pictórica del mito de Dafne y Apolo en el soneto quenos ocupa y en el lugar ya mencionado de la Égloga III, mientras que elresto de las ekphraseis que se han detectado en su obra son reelabora-ciones de descripciones llevadas a cabo por otros autores clásicos comoOvidio, Virgilio, Aftonio y otros más modernos como Sannazaro18. En realidad

15. Aplica para ello una licencia pictórica que permitía la abolición de la sucesióncronológica en la pintura narrativa, traducida en la aparición contigua de personajes endistintos momentos de su historia.

16. Paterson fue de los primeros críticos modernos en suscribir la noticia que apun-taban ya Herrera en su comentario al verso 121 de esta Égloga III; Alan K. G. Paterson,«Ekphrasis in Garcilaso’s Égloga tercera», Modern Language Review, 72 (1977), págs. 73-92;F. de Herrera, Anotaciones, pág. 953.

17. Leo Spitzer, «The “Ode on a Grecian Urn”, or Content vs. Metagrammar», Compa-rative Literature, 7 (1955), págs. 203-225.

18. Véase el comentario a los versos 105-120 de la Égloga III en Garcilaso, Obra, págs.229 y 518 Sin olvidar la propuesta de Alberto Porqueras Mayo, «La ninfa degollada de Garci-laso (Égloga III, 225-232)», en Actas del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, cele-brado en México, D.F., del 26 al 31 de agosto de 1968, ed. Carlos Horacio Magis, México: ElColegio de México, 1970, págs. 715-724. Sobre las objeciones a ella formuladas por otroscríticos véase Garcilaso, Obra, pág. 524. El cuadro en cuestión puede verse en «Piero diCosimo». Web Gallery of Art. Image, Collection, Virtual Museum, Searchable Database ofEuropean Fine Arts (1100-1850), 15.04.2005. http://www.wga.hu/frames-e.html?/html/p/piero/cosimo/allegory/procris.html.

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no es nada anómalo, pues la ekphrasis no precisaba de un objeto artísticoreal para ser llevada a cabo, como se echa de ver en los ejemplospropuestos por los autores de los Progymnasmata, muy difundidos acomienzos del siglo XVI pero que ya circularon manuscritos y traducidos,total o parcialmente, con anterioridad19. En ellos se detalla minuciosamentecuáles son los procedimientos y recursos que se deben emplear para laelaboración de una ekphrasis, un tipo de composición que había gozadodel favor de autores clásicos de la talla de Luciano de Samósata, sin olvidara Filóstrato el Viejo, conocidos ambos extensamente en el Renacimiento20.

Entre los contemporáneos más próximos a Garcilaso este tipo de textosdespertó pasiones igualmente; recuérdese que Isabela d’Este poseía unmanuscrito con una traducción de Filóstrato al italiano, obra de DemetriosMoschos, que prestó a su hermano Alfonso, quien intentó reproducir ensu estudio algunos de aquellos ikones21. Creo que ese fue el interés real

19. Son en realidad una compilación de reglas y clichés extraídos de un minuciosoanálisis de los grandes textos clásicos, claramente orientada hacia su aplicación práctica apartir de su estudio memorístico. Sus textos han sido objeto de ediciones recientes totales oparciales; véanse Aelius Theon of Alexandria, Progymnasmata, eds. Michel Patillon & Gian-carlo Bolognesi, París: Les Belles Lettres, 1997; Hermogenes, L’art rhétorique. Exercices prépa-ratoires, états de cause, invention, catégories stylistiques, méthode de l’habileté, ed. MichelPatillon, Lausanne-París: L’Age d’homme, 1997; George Alexander Kennedy, Progymnasmata.Greek textbooks of prose composition and rhetoric, Atlanta: Society of Biblical Literature, 2003.

20. Por poner un ejemplo, recuérdese cómo la ekphrasis lucianesca de una obra deApeles tuvo una decisiva influencia sobre Alberti para escribir su tratado De pictura (1435),posteriormente traducido al vulgar, a la vez que fue punto de partida para un grabado deMantegna conservado en el British Museum de Londres. Al respecto véase David Cast, TheCalumny of Apelles: A Study in the Humanist Tradition, New Haven: Yale University Press,1981, págs. 56-66. Véase respecto al método compositivo del rétor a Sonia Maffei, «Le Imaginesdi Luciano: un “patchwork” di capolavori antichi. Il problema di un metodo combinatorio»,Studi classici e orientali. Rivista annuale a cura dei Dipartimenti di Filologia Classica, Linguis-tica, Scienze Archeologiche e Scienze Storiche del Mondo Antico dell’Università degli Studi diPisa, 36 (1986), págs. 138-153; y un corpus de ekphraseis lucianescas con valiosas noticiassobre su difusión y repercusión en Luciano de Samósata, Descrizioni di opere d’arte, ed.Sonia Maffei, Turín: Einaudi, 1994.

21. El dato lo recoge de una carta a él dirigida Raichel Le Goff, «Re-creating Antiquityin the Renaissance. Alfonso d’Este’s camerino d’alabastro», en Raichel Le Goff, Articles,Lectures, Seminars. 15.04.2005. http://epublishingcorp.com/articlesRaichel/Art-Research/N-deste.htm. La historiadora del arte comenta con minuciosidad las numerosas adiciones ytransformaciones que experimentaron las imágenes descritas por Filóstrato en su paso deltexto al lienzo; además expone sucinta las divergentes opiniones que existen entre los críticosrespecto del origen y significado de la obra pictórica para el studiolo estense en su conjunto.Los modernos editores de Filóstrato proporcionan la noticia de la existencia de un manus-crito que contenía una traducción de Filóstrato y circulaba entre los humanistas napolitanos

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de algunos nobles italianos por aquellos textos: Reunir noticias suficientescomo para encargar reproducciones de las perdidas pinturas romanas conlas que decorar el interior de sus residencias22. En 1517 Alfonso d’Esteencargó a Fra Bartolomeo para adornar una estancia en su palacio de Ferrarauna pintura inspirada en una imagine de Filóstrato; no obstante, aunquellegó a preparar un boceto para acometer la obra, su repentina muerte leimpidió terminar el trabajo que se encomendó posteriormente a Tiziano23.

de la corte de Alfonso V, que algunos como B. Facius habrían empleado para la realización dealguna de sus obras. Véase Filóstrato el Viejo, Filóstrato el Joven & Calímaco, Imágenes. Descrip-ciones, eds. Luis Alberto de Cuenca & Miguel Ángel Elvira, Madrid: Siruela, 1993, pág. 20.

22. Costumbre que ya se practicaba desde mediados del siglo XV en las villas floren-tinas; al respecto véase la enumeración de lugares y decorados de inspiración mitológicaclásica de André Chastel, Arte y humanismo en Florencia en la época de Lorenzo el Magní-fico, Madrid: Cátedra, 1991, págs. 181-190. Parece evidente que tal fue el referente de su came-rino d’alabastro de Alfonso d’Este, un studiolo cuyas pinturas se disgregaron para su ventaen 1598, pero que ahora se ha reconstruido virtualmente y puede contemplarse en Internet(Webexhibits. 2005. 15.04.2005 «http://webexhibits.org/prado/camerino-es.html»). Un pano-rama histórico interactivo de documentos atingentes a los materiales que contuvo aquellugar en Lucia Calzona, «Lo Studiolo di Alfonso I» (Italica. 2005. 15.04.2005. «http://www.italica.rai.it/rinascimento/parole_chiave/schede/alabastr.htm»). Creo que no debe pasar inadvertido elorigen aristocrático de buena parte de ese entusiasmo de recuperación de la pintura clásica,que discurría por caminos y tenía objetivos distintos de los de los artistas contemporáneossegún Kenneth Clark, «Mantegna y la antigüedad clásica», en El arte del humanismo, Madrid:Alianza, 1989, págs. 97-128; especialmente llamativo es el contraste que propone entre elinterés estético que animaba a aquel pintor en su recuperación de la Antigüedad con lapedantería que le supone a Isabella d’Este en la pág. 126. Esa implicación nobiliaria querecorre Italia explicaría el que un antepasado de Alfonso, Leonello d’Este (1407-1450), leencargase a su tutor Guarino Guarino Veronese, discípulo de Chrisoloras, un programahumanista para un ciclo de pinturas, que realizó en 1447; véase Michael Baxandall, Giottoy los oradores. La visión de la pintura en los humanistas italianos y el descubrimiento de lacomposición pictórica 1350-1450, Madrid: Visor, 1996, págs. 132-133. El mismo Leonello leencargó al mencionado Leon Battista Alberti en 1438 la erección de un arco triunfal de redu-cidas dimensiones donde situar la estatua ecuestre de su padre. Una breve historia del fenó-meno de la recuperación del estilo clásico a partir de materiales literarios es la que lleva acabo Erwin Panofsky, Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, Madrid: Alianza,1993, págs. 252-262.

23. El pintor veneciano sí que pudo llevar a finalizar el proyecto; se trata de su Ofrendaa la diosa de los amores (Museo del Prado. 2005. 15.04.2005. «http://museoprado.mcu.es/diosa.html»,pintada entre 1518 y 1519, a la que pronto se uniría, para el mismo proyecto decorativo, laBacanal de los AndriosMuseo del Prado. 2005. 15.04.05. «http://museoprado.mcu.es/visitas.html#»),pintada entre 1523 y 1526, conservada asimismo en la pinacoteca madrileña. Para ambas tomópor modelo sendas descripciones de Filóstrato («Los Erotes»; I, 6; y «Los habitantes de Andros»,I, 25), en Filóstrato el Viejo, Imágenes, págs. 41-46 y 77-80. Las circunstancias que rodearona esta serie de encargos se recogen en la «Introducción» a la mencionada edición así comoen el lugar citado en la nota 32.

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Evidentemente, el toledano no partió para la composición de susekphraseis del soneto XIII y la Égloga III de los Ikones de Filóstrato. No hayunanimidad entre los críticos acerca de si hubo un referente pictórico trasde las descripciones del mito de Daphe y Apolo. Hasta fechas recientes,sólo Prieto24 había propuesto el cuadro de Antonio del Pollaiuolo o diBenci Apolo y Dafne, pintado en la década de 1470 –pues en los 80 seencuentra en Roma, entregado junto con su hermano a esculpir figuraspara los túmulos papales de Sixto IV e Inocencio VIII– y conservado enla National Gallery londinense. Se especula, por el pequeño tamaño de lapintura (pintura al temple sobre una madera de 30 x 20 cm.), con que setratase de una puerta o la tapadera de un cofre25, hipótesis muy atractivapor cuanto que se trataría de un artefacto suntuario muy propio del refi-nado ambiente cortesano donde se verifica, como estamos viendo, el desa-rrollo del interés por las ekphraseis como vía de acceso a una pinturaclásica desaparecida. Los Pollaiuolo fueron dos hermanos florentinos quemantuvieron un floreciente taller artístico (escultórico, xilográfico y pictó-rico) en Florencia, donde trabajaron casi en exclusiva para los Médici; sudedicación a ambas facetas creativas hace complicado separar quién fueautor de cuál obra26. Con todo, Antonio destacó sobre su hermano por sutalento para el diseño, que exhibe especialmente en su dibujo de la figurahumana en movimiento; de hecho, fue de los primeros artistas en practicarla disección anatómica para estudiar la forma humana27. Esa observaciónle permitió realizar una de sus obras conservadas más relevantes, el grabado«La batalla de los desnudos», en la que los cuerpos de los contendientes semuestran en posturas poco naturales con la intención de permitirle al artífice

24. Garcilaso, Poesías, pág. 168.25. El cuadro y otras noticias se pueden revisar en «Apolo y Dafne: Antonio del

Pollaiuolo (1432-1498)». Buscador del CNICE. 2005. 15.04.2005. «http://buscador.cnice.mecd.es/search97cgi/s97_cgi?action=View&VdkVgwKey= http%3A%2F%2Fweb%2Dp%2Ecnice%2Emecd%2Ees%2Feos%2FMaterialesEducativos%2Fmem2000%2Fmitologia%2FMitologia%2F4pollaiuolo%2Ehtm&doctype=raw&Collection=CNICE».

26. Leopold D. Ettlinger, Antonio and Piero Pollaiuolo. Complete edition with a criticalcatalogue, Oxford-Nueva York: Phaidon-Dutton, 1978. Una antología de sus obras en«Pollaiuolo Brothers». Web Gallery of Art, image collection, virtual museum, searchable data-base of European fine arts (1110-1850). 15.04.2005. «http://www.kfki.hu/~arthp/bio/p/pollaiol/biograph.html».

27. Jay A. Levenson, Konrad Oberhuber & Jacquelyn L. Sheehan, «Antonio Pollaiuolo»,en Early Italian Engravings from the National Gallery of Art, Washington: National Galleryof Art, 1973, págs. 63-80. Puede verse un resumen de conjunto en «Pollaiuolo, Antonio deland Piero del», Encyclopædia Britannica. 2005. Encyclopædia Britannica Premium Service15.04. 2005 <http://www.britannica.com/eb/article?tocId=9060644>.

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mostrar su maestría para presentar las líneas del cuerpo humano, nacidade la observación de los músculos en tensión28; se desconoce el sentidoiconográfico de la escena, pero desde Gombrich a Le Goff se toma porcasi cierta su vinculación con un texto literario no identificado29. Eviden-temente, la pintura de Dafne y Apolo no es precisamente un modelo depresentación de cuerpos en tensión, pero tampoco deja de intentar repre-sentar la tensión que se palpa en la narración ovidiana. ¿Realizó algunaotra xilografía con el tema de Dafne y Apolo donde diese rienda suelta asu capacidad de presentar los cuerpos humanos en tensión? ¿O sería otraxilografía obra de algún otro artista, hoy perdida o aún no hallada? Caberecordar a este respecto la propuesta de Álvarez Barrientos del posiblemodelo que ofrecería al toledano una perdida pieza de Durero30, o la suges-tiva presencia de un motivo, ausente del relato ovidiano del que desciendenlas distintas representaciones pictóricas31, que, sin embargo, sí posee ungrabado calcográfico del mito de Dafne realizado en 1518 como ha estu-diado Escobar Borrego32.

28. El grabado puede verse en «CMA Exhibition Feature: Battle of the Nudes: Pollaiuolo’sRenaissance Masterpiece». The Cleveland Museum of Arts. 15.04.2005. http://www.clevelandart.org/exhibcef/battle/html/index.html.

29. Una recopilación de noticias sobre el sentido del grabado en David Landau,«Pollaiuolo’s Battle of the Nudes», Print Quarterly, 20 (2003), págs. 408-412; reflexiones sobresus posibles modelos en Laurie Fusco, «Antonio Pollaiuolo’s Use of the Antique», Journal ofthe Warburg and Courtauld Institutes, 42 (1971), págs. 157-163. Véase asimismo una opinióndiversa en Patricia Emison, «The Word Made Naked in Pollaiuolo’s Battle of the Nudes», ArtHistory, 13 (1990), págs. 261-275.

30. Joaquín Álvarez Barrientos, «Dafne y Apolo en Garcilaso y Quevedo. Un comen-tario», Revista de Literatura, 46 (1984), pág. 61, nota 12.

31. Frente a Garcilaso, que describe la transformación de los «blancos pies» en «torcidasraíces», el relato ovidiano contrapone la veloz huida de la aterrada ninfa con la indolenteinmovilidad de su nueva condición: «pes modo tam velox, pigris radicibus haeret» (I, 551).Alberto Blecua (En el texto de Garcilaso, Madrid: Insula, 1970, págs. 53-54) señaló el empleodel motivo en Hurtado de Mendoza para describir en su Fábula de Adonis, Hipómenes yAtalanta la transformación de Mirra (v. 76). El texto ovidiano, indicativamente, sí presentaen el caso de la metamorfosis de Mirra una transformación semejante, por lo que tal reuniónen Garcilaso pudiera ser el fruto de la reunión de ambas historias, como recientemente hapropuesto Francisco Javier Escobar Borrego, «El tema de Apolo y Dafne en Garcilaso de laVega: Paralelos pictóricos», Calamus Renascens. Revista de Humanismo y Tradición Clásica,2 (2001), pág. 228.

32. F. J. Escobar Borrego, «El tema de Apolo», págs. 227-228. El grabado en cuestiónse puede revisar en «Agostino Musi. Agostino Veneziano». Fine Arts Museums of San Fran-cisco. 15.04.2005. http://search.famsf.org:8080/view.shtml?record=57744&=list&=1&=&=And.En el grabado, en cambio, se echa en falta la representación gráfica de la «áspera corteza»que comienza a recubrir el cuerpo de la malhadada joven, al igual que las lágrimas de Apolo.

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Parece ser descartable que ninguna de las obras anteriores fueran elmodelo directo de Garcilaso, pero también es indiscutible la obsesión delos coetáneos del toledano con aprovechar todas las posibilidades que lesbrindaban las artes plásticas –pintura, xilografía, escultura– para recuperaruna clásica pintura perdida, sólo conocida por descripciones insertas entextos literarios.

En esa tesitura es donde debemos situar a Garcilaso, un joven militar ypoeta castellano, de formación intelectual limitada desde la perspectivahumanística napolitana, que desarrolla unas relaciones de amistad con loshumanistas napolitanos que trascienden lo personal33, sin que eso supongamenoscabar la intensidad de sus contactos, sino que más bien implicaampliar su número de manera importante. La función de enlace que táci-tamente le asigna el virrey Pedro de Toledo34 le franquea la entrada en unpolifacético grupo humanístico meridional por su localización, pero encontacto directo con las principales figuras del humanismo italiano contem-poráneo e integrado por eminentes hombres de letras de diversas proce-dencias, atraídos por la tradicional protección que les brindaba tanto la

El mismo motivo iconográfico de los pies retorcidos de Dafne se puede apreciar en otraobra de un grabador italiano perteneciente a la misma escuela de Marcantonio Raimondi queel anterior, Benedetto Verino; el impreso, que presenta una superposición de escenas, recogetres distintas partes de la fábula mitológica, forma parte de una colección de 32 grabadoscalcográficos impresos en Roma hacia 1532 por Antonio Martínez de Salamanca, como recogeF. J. Escobar Borrego, «El tema de Apolo», págs. 226 y 231-238. Con todo, téngase presentela inexistencia de una obligación de ser fieles a sus fuentes que exhiben los diversos pintoresque emplean textos como punto de partida de sus obras; para el caso del dibujo de Mantegnaantes mencionado véanse las apreciaciones de Jack M. Greenstein, Mantegna and Paintingas Historical Narrative, Chicago: The University of Chicago Press, 1992, págs. 60-65 y 244-246.

33. Véanse al respecto Benedetto Croce, «Intorno al soggiorno di Garcilaso de la Vegain Italia», Rassegna Storica Napolitana di Lettere ed Arti, 1 (1894), págs. 1-15; E. Mele, «Laspoesías latinas» y «Las poesías latinas de Garcilaso de la Vega y su permanencia en Italia(suite et fin)», Bulletin Hispanique, 26 (1924), págs. 35-51; Daniel L. Heiple, Garcilaso de laVega and the Italian Renaissance, University Park, Pa.: Pennsylvania State University Press,1994.

34. Para la actuación polifacética del virrey véanse los estudios de Carlos José HernandoSánchez, Castilla y Nápoles en el siglo XVI: El virrey Pedro de Toledo, Valladolid: Consejeríade Educación y Cultura, 1994; «La cultura nobiliaria en el virreinato de Nápoles durante elsiglo XVI», Historia social, 28 (1997), págs. 95-112; y un completo panorama de la interven-ción del de Alba en Nápoles, así como su no siempre fácil relación con el poeta toledanoen su «Parthénope, ¿tan lejos de su tierra? Garcilaso de la Vega y la poesía de la corte enNápoles», en Garcilaso y su época: del amor y la guerra, eds. José María Díez Borque & LuisAntonio Ribot García, Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2003, págs.88-100.

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monarquía aragonesa35 como el virreinato36. A la sazón, aquel grupo lointegraban personajes como Jacopo Sannazaro, Troyano Caracciolo o PietroSummonte, amén de otros humanistas nacidos en el reino, pero que encon-traron asiento en otras cortes italianas, como Mario Equicola, Agostino Nifoo Luca y Pompeo Gaurico, sin olvidar a la generación de autores que eclo-sionan en la segunda década del siglo XVI en el mundo cultural napoli-tano, como Antonio Telesio, Giovanni Battista Pino, Antonio Minturno,

35. Las dimensiones de esa actividad en el periodo aragonés se pueden inferir de suconsumo bibliográfico, analizado en Santiago López Ríos, «A New Inventory of the RoyalAragonese Library of Naples», Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 65 (2002),págs. 201-243. Igualmente indicativa es la dirección adoptada por sus preferencias poéticas,perceptibles en la documentación recogida por Erasmo Pèrcopo, «Nuovi documenti sugliscrittori e gli artisti dei tempi aragonesi», Archivio storico per le province napoletane, 18(1893), págs. 527-537, 784-812; 19 (1984), págs. 376-409, 561-591, 740-779; 20 (1895), págs.283-335; Marco Santagata, La lirica aragonese. Studi sulla poesia napoletana del secondaquattrocento, Padua: Antenore, 1979; y más recientemente por Antonio Gargano, «Poesiaiberica e poesia napoletana alla corte aragonese: problemi e prospettive di ricerca», Revistade Literatura Medieval, 6 (1994), págs. 105-124; y Lia Vozzo Mendia, «La lirica spagnola allacorte napoletana di Alfonso: note su alcune tradizioni testuali», Revista de Literatura Medieval,7 (1995), págs. 173-186. Como introducción general a la cuestión de las dimensiones delhumanismo meridional, véanse Pasquale Alberto De Lisio, Studi sull’Umanesimo meridionale,Nápoles: Fratelli Conte, 1974; del mismo, La Cultura umanistica nell’Italia meridionale:Altre verifiche, Nápoles: Societa Editrice Napoletana, 1980; Giuliana Vitale, «Modelli culturalinobiliari a Napoli tra Quattro e Cinquecento», Archivio storico per le province napoletane105 (1987), págs. 27-103; José Carlos Rovira, Humanistas y poetas en la corte napolitana deAlfonso el Magnánimo, Alicante: Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», 1990; Giovanni Muto,«I segni d’honore. Rappresentazioni delle dinamiche nobiliari a Napoli in età moderna», enSignori, patrizi, cavalieri in Italia centro-meridionale nell’età moderna, eds. Renata Ago &Maria Antonietta Visceglia, Roma: Laterza, 1992, págs. 171-192.

36. Merced a la protección que le otorgaron algunos miembros de la alta nobleza napo-litana. Un relato de las relaciones que unían a estos personajes con una selecta bibliografíaen J. C. Hernando Sánchez, «Parthénope», págs. 82-83. Véase del mismo autor El reino deNápoles en el imperio de Carlos V: la consolidación de la conquista, Madrid: Sociedad Estatalpara la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, págs. 96-99. Porotra parte, hay que recordar con J. C. Hernando Sánchez («Parthénope», págs. 91 sigs.) quedon Pedro, y tal vez con él su séquito, en su viaje hacia Nápoles para hacerse cargo del virrei-nato, hizo una parada en Roma y visitó a los principales cardenales de la facción imperial.Uno de ellos, García de Loyasa, antiguo confesor del Emperador, protector del marqués deVillafranca y buen conocedor de la situación napolitana le entregó unas detalladas instruc-ciones privadas acerca de cómo debía comportarse con todos los sectores de la ciudad yde la administración del reino, en especial con la nobleza, y recomendándole que prestaseuna atención exquisita a su dominio del lenguaje ceremonial y simbólico, eje de la dialéc-tica política cortesana, que exhumó Hernando Sánchez (El reino de Nápoles, págs. 203-204).

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Marco Antonio Epicuro –ligados, todos ellos, a la corte de Alfonso deÁvalos, marqués del Vasto37.

De entre todos ellos creo que convendría destacar a Sannazaro, respon-sable de la recuperación de los géneros clásicos en la poesía coetánea ycuya vinculación a la Academia Pontaniana explican la orientación de loshumanistas napolitanos que desarrollan su labor en los años que siguen asu muerte en 1530. Garcilaso, deudor en más de un caso en sus obras conlas del napolitano38, sin duda hubo de conocer las ekphraseis insertas enla Prosa XI de su Arcadia: Una descripción de la ciudad, basada en laTavola Strozzi, y de un objeto suntuario, una copa, diseñada por AndreaMantegna39. Igualmente relevante para comprender cómo llega esta obse-sión ecfrástica renacentista a Garcilaso pudo ser Equicola, que desempeñóel cargo de secretario de la marquesa de Mantua, Isabella d’Este, de la quetambién fue preceptor entre 1509 y 1519. Creo que no tiene otra califica-ción que la de determinante el que también fuese un intermediario desta-cado en las intensas relaciones existentes entre la corte de los Gonzaga yla del virrey Ramón de Cardona, para quienes desempeña la función decorreo confidencial habitual entre el virrey y su esposa con el marqués deMantua y su cónyuge.

Parece probada, por tanto, la presencia de esta conexión napolitana enel origen de la abundante presencia del ejercicio retórico en la obra del tole-dano. Ahora bien, una cuestión no menor es la causa de la repetición delasunto de la desgraciada historia de Daphne en las dos composicionesmencionadas. Como veíamos, la crítica es unánime en aceptar que el sonetofue redactado con anterioridad y que guarda una estrecha relación con laégloga, pero, que yo sepa, no se ha señalado explicación a una repetición

37. A quien dedica Garcilaso una oda (Obra, págs. 245-251) en agradecimiento por laamistad con que le había recibido; al margen de que la escritura de la composición obedezcaa un tópico literario, como propone Morros (Garcilaso, Obras, pág. 247), lo cierto es que esindicio de la integración del toledano en la vida cotidiana de los cenáculos literarios quedescribe con minuciosidad J. C. Hernando Sánchez en «La cultura nobiliaria» y «Parthénope»,págs. 76-88.

38. Véase Vittore E. Bocchetta, Sannazaro en Garcilaso, Madrid: Gredos, 1976; y connovedosas interpretaciones Antonio Gargano, Fonti, miti, topoi. Cinque saggi su Garcilaso,Nápoles: Liguori, 1988.

39. Véase respectivamente Iacopo Sannazaro, Arcadia, ed. Francesco Erspamer, Milán:Mursia, 1990, págs. 193-194 y págs. 200-201. El cuadro es la Veduta di Napoli dal mare, atri-buido a Francesco Pagano y conservado en el Museo Nazionale di Capodimonte en Nápoles(Sannazaro, Arcadia, pág. 194, nota 5). La copa también se conserva en el Louvre; al respectovéase Otto Kurz, «Sannazaro and Mantegna», en Studi in onore di Riccardo Filangieri, Nápoles:L’Arte tipografica, 1959, vol. II, págs. 277-283.

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que no tiene parangón en la obra del toledano40. No creo descabellado,en vista de las noticias anteriores acerca de la popularidad de las ekphra-seis y la amplia difusión de los Progymnasmata en las primeras décadasdel XVI, pensar que el soneto XIII fue un ejercicio, bellísimo, extremado,pero un ensayo en el manejo de una técnica que le era ajena a su autor41.

Garcilaso, hijo de su tiempo pero capaz como pocos de abrazar nove-dades42, adoptó en su ejercicio creativo la teoría de la imitación43, pero enmodo alguno reprodujo sin hacerlos suyos formas y temas44 que fueronsurgiendo en sus lecturas y vivencias, que sin duda procedían en algúngrado de su contacto con una sociedad napolitana que lo acogió hospi-talaria.

40. Véase un análisis estilístico de las diferencias entre los dos lugares en que Garci-laso aborda la fábula mitológica que nos ocupa en María Rosso Gallo, La poesía de Garci-laso de la Vega: Análisis filológico y texto crítico, Madrid: Boletín de la Real Academia Española,1990, págs. 173-177.

41. Probablemente el soneto funerario fue también un ensayo, cuya relación con elcultivo de epigramas y epitafios que se desarrolla en la literatura humanística italiana dejarépara otra ocasión.

42. Véase el análisis de la renovación que poética sin modelos autóctonos que hubode afrontar el toledano según el análisis de Ávila, El texto de Garcilaso, vol. II, págs. 463-487.

43. Fernando Lázaro Carreter, «Imitación compuesta y diseño retórico en la oda a Juande Grial», Anuario de Estudios Filológicos, 2 (1979), págs. 89-119. Posteriormente recogidocon adiciones en «Imitación compuesta y diseño retórico en la oda a Juan de Grial», enAcademia Literaria Renacentista. I: Fray Luis de León, Salamanca, 10-12 de diciembre de1979, dir. Víctor García de la Concha, Salamanca: Universidad, 1981, págs. 193-223. Unestudio pormenorizado del concepto en Ángel García Galiano, Teoría de la imitación poéticaen el Renacimiento, Kassel: Reichenberger, 1992, págs. 95-104.

44. Véanse al respecto las reflexiones de Víctor García de la Concha, «La officina poéticade Garcilaso», en Garcilaso. Actas de la IV Academia Literaria Renacentista (24 de marzode 1983), dir. Víctor García de la Concha, Salamanca: Universidad, 1986, pp. 83-108.

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PASTORES ITALIANOS EN PROSA CASTELLANA:SANNAZARO EN EL LIBRO DE LOS AMORES

DE VIRALDO Y FLORINDO (1541)

LUIS GÓMEZ CANSECO(Huelva)

L A PROGRESIVA presencia de una cultura española en Italia desdemediados del siglo XV tuvo su núcleo geográfico más característicoen el reino de Nápoles y algunos de sus síntomas literarios más impor-

tantes en la poesía de Garcilaso de la Vega, muerto en 1536, y en la impre-sión en 1513 de la anónima Qüestión de amor. Es el mismo Nápoles dondetienen su asiento Giovanni Pontano, Bernardino Rota, Luigi Tansillo, AntonioMinturno, Egidio de Viterbo o Iacopo Sannazaro y donde se gesta la versióndefinitiva de la bucólica renacentista. El recorrido del nuevo género pasóantes por Florencia, Siena y Ferrara y arrancó con las doce églogas quePetrarca escribió entre 1346 y 1352 y con el Ninfale d’Ameto de Boccaccio,a los que seguirían, entre otros textos, la traducción de las églogas virgi-lianas hecha por Bernardo Pulci en 14821. Pero para la literatura hispánicadel siglo XVI, la obra que terminaría por adquirir mayor trascendencia fuela Arcadia de Sannazaro, cuyo proceso de difusión comenzó en 1496, conuna primera estampación de 1504 y una edición canónica salida de lasprensas de Aldo Manuzio en 1514. A la enorme impronta que Sannazarodejó en la poesía de Garcilaso hay que añadir la temprana inserción en laQüestión de amor de la Égloga de Torino¸ que remeda a la pastoral las

1. Véase AA.VV., Le genre pastoral en Europe du XVe au XVIIe siècle, Saint-Etienne:Université de Saint-Etienne, 1980.

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acciones sentimentales de la novela. Aunque la égloga se desarrolla enversos de arte mayor y sus pastores hablan todavía en la lengua rústicaconsagrada por Juan del Encina, los ecos de la Arcadia pueden apreciarseen la descripción de la tumba de Violina o en la breve despedida que elpastor Torino le hace a su rabel, paralela al envío final de la Arcadia,donde Sincero-Sannazaro se despide de su zampoña2.

Para la tradición peninsular, existía otra forma de pastoral autóctonarepresentada por Juan del Encina y Lucas Fernández, cuyo rasgos más carac-terísticos eran la cómica rusticidad y el uso del sayagués como artificiolingüístico, en correspondencia con el estilo humilde que la rota Vergilianade Garlande asignó a la materia de pastores. En perfecta sincronía con Sanna-zaro, Encina publicó su Cancionero en 1496, donde se incluían la mayoríade las églogas y la Translación de las Bucólicas; y por más que Fernando deHerrera se empeñara –no se olvide, en la segunda mitad del siglo XVI– encondenar la «rustiqueza», la «profunda inorancia» y la «vegez» de Encina3,en la primera mitad de la centuria muchos españoles no sintieron esa completacontradicción entre los pastores de Encina y los de Garcilaso. Al menoseso se deduce de la Égloga II de Garcilaso, de la Qüestión de amor o de laParáfrasis sobre el Cantar de cantares de Salomón de Benito Arias Montano.

Sin embargo, la Arcadia de Sannazaro era algo distinto, y el mismoGarcilaso marcó una senda divergente en sus églogas I y III. La traslaciónde los casos sentimentales a un horizonte bucólico, la presencia de un yosuavemente autobiográfico, el trasfondo neoplatónico, los razonamientosamorosos, los ritos funerales o la écfrasis marcaron la invención de la nuevamateria literaria. Los lectores en español sólo pudieron acceder a la Arcadiaa partir de 1547, cuando el racionero Blasco de Garay, el capitán Diego deSalazar y el canónigo Diego López de Ayala tradujeron el texto de Sanna-zaro4. Hasta entonces la pastoral italiana estuvo reservada a los lectores

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2. Véase Iacopo Sannazaro, Arcadia, Milano: Mursia, 1998, págs. 238-241, y Qües-tión de amor, ed. Carla Perugini, Salamanca: Universidad de Salamanca, 1995, pág. 103.

3. Fernando de Herrera, Obras de Garcilaso con anotaciones de Fernando de Herrera,ed. facsímil Juan Montero, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1999, págs. 508 y 507. Sobre la dife-rencia entre ambas soluciones literarias, al menos en los géneros poéticos, véase JesúsGómez, «Sobre la teoría de la bucólica en el Siglo de Oro: hacia las églogas de Garcilaso»,Dicenda, 10 (1991-1992), págs. 111-121 y Jeremy Lawrance, «La tradición pastoril antes de1530: imitación clásica e hibridación romancista en la Traslación de las Bucólicas de Virgiliode Juan del Encina», en Humanismo y literatura en tiempos de Juan del Encina, ed. JavierGuijarro Ceballos, Salamanca: Universidad de Salamanca, 1998, págs. 101-121.

4. A esta traducción, siguieron, en la segunda mitad del siglo, las de Juan Sedeño, ladel licenciado Viana y la de Jerónimo de Urrea. Véase Rogelio Reyes Cano, La Arcadia deSannazaro en España, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1973.

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del original, con frecuencia damas y caballeros que habían hecho jornadaen Italia. Algo podría intuirse en los poemas de Garcilaso, impresos juntocon los de Boscán en 1543, o en la considerable difusión de la Qüestiónde amor, cuyo interludio pastoril pudo influir sobre las obras de Felicianode Silva que insertan escenas y personajes del ámbito bucólico, como elAmadís de Grecia (1530), la Segunda Celestina (1534) o las tres primeraspartes del Florisel de Niquea (1532-1535). A partir de entonces, las digre-siones pastoriles debieron considerarse una atractiva novedad para loslectores castellanos de ficción.

Es en ese marco, es decir, entre el Nápoles de Sannazaro y la Qüestión,las vías abiertas por Encina y las ensaladas genéricas de Silva, donde hayque situar la creación del Libro en que se qüentan los amores de Viraldo yFlorindo, aunque en diverso estilo. La obra, conservada manuscrita, secompuso en 1541 y está dividida en dos partes: unos Coloquios pastoriles,que desarrollan una historia pastoril, y el Libro en que se qüentan los amoresde Laurina con Florindo, donde se mezclan elementos de la novella italiana,la ficción sentimental y el mundo celestinesco. Los personajes de ambaspartes son los mismos, aunque cambian de nombre e indumentaria segúnactúen como pastores o como caballeros. Se desconoce por completo elnombre del autor, aunque puede asegurarse, por los datos que ofrece lapropia obra, que fue noble, soldado y culto, que leía en italiano y queestaba al tanto de novedades literarias, como la Arcadia, aunque tambiénconocía a Boccaccio, Castiglione o algunos novellieri. También tenía másque mediana noticia de textos clásicos y bíblicos; y de la producción caste-llana había leído, como poco, el Siervo de Rodríguez del Padrón, la Qües-tión de amor, la Cárcel de San Pedro y algún otro tratado de amores, laCelestina, a Encina, a Silva, a los poetas de cancionero y, más que proba-blemente, a Garcilaso, antes incluso de que sus versos viesen la estampa.De hecho, ambos autores coinciden en una profunda devoción por Sanna-zaro, al que Garcilaso abrió las puertas para la poesía española y que elLibro en que se qüentan los amores de Viraldo y Florindo introdujo para losgéneros en prosa, seis años de que la primera traducción viera la luz yadelantándose en dieciocho años a la publicación de La Diana de Jorgede Montemayor. La autoridad de la Arcadia se deja sentir en la estructura,los temas y la materialidad textual del Libro de los amores de Viraldo yFlorindo, sobre todo en los Coloquios, aunque también en la segunda parte.

La construcción general del Libro tiene su antecedente en la ficciónpastoril de Sannazaro, no sólo por la mezcla de prosa y verso, por la incli-nación al diálogo o los debates en torno al amor, sino también por la antí-tesis que se plantea entre dos casos sentimentales. Si Salicio y Nemoroso

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trasladaban en la primera égloga garcilasiana los arquetipos amatorios inmorte e in vita que la Arcadia había consagrado en las historias de Sinceroy Carino, aquí es el pastor Viraldo quien ama y celebra a una Leandramuerta y el noble Florindo quien sufre el desamor de Laurina. La obratermina, como la Qüestión de amor, con un debate insoluble sobre el gradode desconsuelo de los protagonistas, que también vienen a retirarse a unmítico y arcádico valle de la Musas.

Del mismo modo que ideara Sannazaro, la narración viene envuelta enuna suerte de autobiografía, en la que el yo actúa como garante de lo rela-tado. En la Arcadia, el autor declara expresamente su identificación conun personaje que se denomina Sincero, esto es, ‘el que no miente’: «Io nonmi sento giamai da alcun di voi nominare Sannazaro (quatunque cognomea’ miei predecessori onorevole stato sia) che, ricordandomi da lei esserestato per adietro chiamato Sincero, non mi sia cagione di sospirare»5. Hayque entender esta confesión como una invitación expresa a que los lectorestraspongan la vida cortesana a los códigos pastoriles, basándose, comoexplica Ramón Mayo, «en la semejanza entre la historia del personaje y ladel autor»6. El autor del Libro de los amores de Viraldo y Florindo tambiénparece formar parte de la ficción, pues en el epílogo de la obra ese narradorse dice amigo del pastor Viraldo: «yo fui tan afiçionado a este cavallero, ylo soy»7. No sólo eso, en el capítulo XI de la segunda parte le desvela alcriado Fidelo que él mismo es autor de la historia, que dice haber entre-gado a un amigo apodado El Próspero: «Aquello que otras vezes te e dichoque hize, que es una suma de lo que por mí a pasado, así de bien comode mal, está agora en poder de un cavallero amigo mío, que se llamaEl Próspero, a quien tú conoçes»8. Sobre esa base, se viene a concluir que,como en la Arcadia, la identidad de los pastores es fingida y que su discursoes sólo metáfora de otros amores cortesanos y presentados como reales,tal como se anuncia desde el mismo Prólogo y argumento: «[…] un cava-llero mançebo, de noble sangre, llamado Viraldo, en el nonbre disfraçado»9.Estos pastores enamorados, a los que aún les queda un leve rastro delsayagués enciniano, ocupan su otium bucólico en los mismos ejercicios

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5. I. Sannazaro, Arcadia VII, 27, pág. 123.6. Ramón Mayo, «La interpretación de las claves bucólicas en la poesía renacentista»,

Epos, 7 (1991), pág. 331.7. Libro de los amores de Viraldo y Pinardo, eds. Luis Gómez Canseco & Bernardo

Perea, Salamanca: Universidad de Salamanca, 2003, pág. 2538. Libro de los amores, pág. 243.9. Libro de los amores, pág. 99.

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que los pastores sannazarescos: debaten en torno al amor, graban susversos en los árboles, discursean en soledad, se encuentran con sus pastorasjunto a las fuentes y se ejercitan, por muy paradójico que aquello le pare-ciera a Cervantes, en letras y lecturas.

En los Coloquios conviven, por otra parte, dos temas que procedendirectamente de la Arcadia: la visión idealizada de la Naturaleza y la écfrasis.La Naturaleza, a diferencia de los códigos propiamente medievales, sepresenta desde una perspectiva idílica y sentimental, que prescinde casi porcompleto de las abstracciones alegóricas. Hay tres elementos relacionadosretóricamente entre sí que determinan la función de la Naturaleza en eltexto: la prosopopeya, las comparaciones con elementos naturales y laidentificación del paisaje con los sentimientos del pastor enamorado. Ya enel «Coloquio primero», se encuentra un ejemplo de prosopopeya queremonta su modelo a la Égloga X de Virgilio, vv. 31-49, pero que más queprobablemente tiene su referente más próximo en el parlamento de Carinode la octava parte de la Arcadia: «O idii del cielo e de la terra […]»10, quea su vez sirvió de pauta al apóstrofe de Albanio en la Égloga II, vv. 602-649: «¡Oh dioses, si allá junto de consuno […]». En el Libro adquiere el tonocomún de la bucólica renacentista: «¡Y vosotros, hondísimos ríos, clarifi-cadas fuentes, altos peñascos, doleos, doleos de la desventura de vuestropastor! […]»11. Al mismo tiempo, el hambre de los lobos sirve de compa-ración a los cuidados que sufre el amante, y la Naturaleza, como en Sanna-zaro, se convierte en marco sensible a sus sufrimientos o alegrías y le avisacon augurios o comparte el gozo por la aparición de la amada: «[…] losprados, en tienpo que suelen estar marchitos, an reverdeçido en ver quelos paseas; las fuentes no parezçe sino que se ríen en tu presencia; lashermosas hayas y altos pinos se huelgan con el ventezico que a regozija-lles viene»12. Este testimonio de amor tiene su continuación en unacostumbre que los pastores de Sannazaro heredaron de los virgilianos, lade grabar versos en las cortezas de los árboles: «Y, entre otros munchos quepor aí podrás ver, toma aquella corteza de laurel y hallarás unos versosque, sobre esta imaginaçión que e dicho que tengo, agora acabé de hazer»13.

La inscripción de textos en los árboles abre otra de las vías temáticasde la pastoral diseñada por Sannzaro, la de la écfrasis, entendida como la

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10. I. Sannazaro, Arcadia VIII, 46-52, págs. 137-138.11. Libro de los amores, pág. 108.12. Libro de los amores, pág. 127.13. Libro de los amores, pág. 125. Véase Buc. 5, 13-14 ó 10, 55-56 y I. Sannazaro,

Arcadia I, 103-105, pág. 71, III, 59-62; pág. 83 o IV, 1, pág. 91.

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descripción de objetos artísticos, tumbas y ritos funerarios. El napolitanose había detenido a detallar la galería pictórica de un templo, la adereza-dísima tumba de Massilia o el vaso de Andrea Mantegna, mientras que elmanuscrito de los Coloquios está presentado como un conjunto que conectaimágenes y palabras en el marco de la bucólica por medio de una relaciónecfrástica, que alcanza a las capitales miniadas y a los cuatro dibujos queiluminan los coloquios I, II, V y VI. Ya dentro del mismo texto se pintapuntualmente la cueva de Viraldo y sus representaciones simbólicas, asícomo la tumba de Leandra. La conciencia del recurso retórico se refleja enlas palabras de Pinardo, que pide a su amigo que una las palabras y lasimágenes: «comiénçame con tus palabras a satisfazer los oídos así como ashecho con tu cabaña a los ojos»14. La écfrasis no es sólo un esquema retó-rico, sino el síntoma de toda una postura estética propia de la primerapastoral renacentista. En realidad, esa pastoral se define por una falta demovimiento que, en cierto modo, procede de la écfrasis y que organiza lanarración por medio de viñetas fijas, que responden, a su vez, a los senti-mientos inalterables de los protagonistas. Ese inmovilismo termina convir-tiéndose en un instrumento estético al servicio de la atemporalidad delmito arcádico.

Una de esas viñetas procedentes de la Arcadia, aunque con algunasraíces medievales, está en el encuentro con la pastora junto a un río. Sanna-zaro narra el encuentro de Ergasto con su amada en un río y la conse-cuente impresión de su imagen en el corazón:

Menando un giorno gli agni presso un fiume, vidi un bel lume, in mezzo di quell’onde, che con due bionde trecce allor mi strinse, e mi dipense un volto in mezzo al core che di colore avanza latte e rose; poi si nascose in modo dentro all’alma, che d’altra salma non mi agrava il peso. Cosí fui preso15.

Por su parte, Pinardo también topa con Leandra en circunstancias similares:

Y ya que desde la cunbre de un montezillo la pudo ver, çerca de unpeñasco que allí se hazía, vio estar una pastora sentada a la sombra de

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14. Libro de los amores, pág. 134.15. I. Sannazaro, Arcadia I, 61-67, pág. 62.

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una enzina, junto a un arroyo de agua, lavándose las manos y, mirandobien en ella, conozçióla por Leandra16.

Este motivo amoroso se une a otros que también tienen su origen enla pastoral italiana, como algunos propios de la caracterización amorosa.Aunque el grueso de las soluciones sentimentales del Libro procede de lafilografía medieval, lo que de platonismo hay en él remonta sus orígenesa la Arcadia. Así ocurre con la conexión sentimental con la Naturaleza, suconsideración como potencia creadora y autónoma, la espiritualización dela música, la exaltación de la vida contemplativa o, sobre todo, la uniónentre el amor y la muerte, que desvela a pastores y lectores la precariedaddel ensueño amoroso y que se manifiesta en los motivos funerarios17.

Precisamente es en los coloquios quinto y sexto, cuando la muerteanuncia su entrada en la trama, donde más claramente se apuntan laslecturas de la Arcadia. El Coloquio V acaba con un parlamento que Viraldodirige a su churumbela, el instrumento musical que le acompaña en las penas:

¡Ay, chirunbela mía, despertadora de mis tristezas, ya no las abivaráscon los açentos de tus tonos! ¡Cata aquí el remate de mis cantares!¡Llegado es ya el fin de tus sones! ¡Ya no enojarás a Leandra con el sonque yo tocare ni tú le imaginarás que sea conforme a los pesares queme deshazen los hígados!18

Este apóstrofe remeda e imita el famoso texto que clausura la Arcadia,dirigido también A la sampogna: «Ecco che qui si compieno le tue fatiche,o rustica e boscareccia sampogna […]»19. De hecho, el retiro que Viraldo

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16. Libro de los amores, pág. 137.17. También debe atribuirse al ideario neoplatónico y, más exactamente, a la lectura

de El cortesano de Castiglione la presencia de un motivo tan característico como la recep-ción en el amante de los espíritus enviados por la dama. La imagen se encuentra en el primercoloquio, donde Viraldo pretende mostrar sus entrañas, consumidas en los fuegos enviadospor los ojos de Leandra, como muestra completa de su amor: «¡O qué bienaventurado sería,porque viese lo que el calor de sus fuegos derriten por el más secreto lugar de mis entrañas!»(Libro de los amores, pág. 99). Tras las palabras del Libro, se apuntan las de Castiglionedescribiendo en el amante «lo influsso di quella bellezza, quando è presente, dona mirabildiletto all’amante e riscaldandogli il core risveglia e liquefà alcune virtú sopite e congelatenell’anima» (Il libro del Cortegiano, ed. Giulio Carnazzi, Milano: Rizzoli, 1987, pág. 257).

18. Libro de los amores, págs. 147-148.19. I. Sannazaro, Arcadia, págs. 238-241. En la Qüestión de amor, el pastor Torino

también se despide brevemente de su rabel: «Y vos mi çurrón, y vos mi rabel, / que soys eldescanso que traygo comigo, / pues véis que me veo quedar sin abrigo, / razón es quequede sin vos y sin él» (pág. 103).

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hace en este quinto coloquio pastoril le deja «tan flaco y desemejado, queapenas le pudieron hallar para conozçelle, segund estava de demudadoque solía»20; tal como queda Ergasto en la Arcadia: «solo col viso pallidoe magro, con li rabuffati capelli e gli occhi lividi per lo soverchio piangere»21.

Los episodios que Sannazaro compuso en torno a las tumbas de Massiliay Androgeo dejaron su rastro en el sexto coloquio, donde se narra lamuerte, exequias y memoria de la pastora Leandra. Para empezar, algunosde los avisos funestos de la naturaleza son similares en las dos obras.En el Libro de los amores de Viraldo y Florindo «unas nuves denegridasque en un punto escureçieron este valle tanto, que apenas, con los remo-linos y ventisca, nos podíamos ver unos pastores a otros»22, y la mismaoscuridad envuelve a a los pastores de Sannazaro a causa de la muerte dela amada:

Ovunque miro par che ‘l ciel si obtenebre, ché quel mio sol che l’altro mondo allumina é or cagion ch’io mai non mi distenebre23.

También se repiten las comitivas funerarias y los lamentos de lospastores, desamparados unos por la pérdida de Androgeo («O nobile padree maestro di tutto il nostro stuolo, ove pari a te il troveremo? Sotto qualedisciplina viviremo ormai securi? Certo io non so chi ne fia per lo inanzifidata guida nei dubosi casi […] Chi ne darà piú ne le nostre adversità fidelconsiglio?»)24, y otros por la de Leandra («[…] puestos en una gran rueda,doze dellos que traían unas andas de palo de çiprés, las pusieron en elsuelo y, levantando las cabeças, començaron a grandes bozes a dezir: “¡Ay,Leandra, Leandra, nuestra consejera, cómo se acabaron tus días y començónuestro pesar! ¿Quién nos socorrerá en todas nuestras afrentas y trabajos?¿A quién acudiremos, pues tú, Leandra, así nos as dexado?”»)25.

La construcción simbólica y la descripción de la tumba de la pastoramuerta, aunque tenga su referente último en la Égloga X de Virgilio, siguede cerca a Sannazaro, que detalla la tumba de Androgeo y los juegos

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20. Libro de los amores, pág. 151.21. I. Sannazaro, Arcadia II, 1, pág. 64.22. Libro de los amores, pág. 158.23. I. Sannazaro, Arcadia XII, 211-213, pág. 233.24. I. Sannazaro, Arcadia V, 25-27, pág. 100.25. Libro de los amores, pág. 159.

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funerarios en honor de Massilia en los capítulos V y XI. Incluso la planta-ción por parte de Viraldo de laureles, naranjos y un ciprés responde a unasimbología ya recogida parcialmente en la Arcadia:

Ultimamente un albero bellissimo di arangio, e da me molto coltivato,mi parea trovare tronco da le radici, con le frondi, i fiori e i frutti sparsiper terra. E dimandando io chi ciò fatto avesse, da alcune Ninfe chequivi piangevano mi era risposto, le inique Parche con le violente secureaverlo tagliato. De la qual cosa dolendomi io forte, e dicendo sovra loamato troncone: «Ove dunque mi riposerò io? sotto qual ombra omaicanterò i miei versi?», mi era da l’un de’ canti mostrato un nero funebrecipresso, senza altra risposta avere a le mie parole26.

Un lauro gli vid’io portar su gli umeri, e dir: –Col bel sepolcro, o lauro, abbràcciati27.

El laurel representa la eternidad de la amada muerta y la firmeza de supastor, el ciprés simboliza la muerte y el naranjo se convierte en emblemadel amor28, tal como ocurre en los Coloquios:

Y, acabado de hazer esto, de todas estas comarcas traxe laureles ynaranjos con sus raízes y plantélos a la redonda del sepulcro; y junto aél hinqué aquel çiprés, donde puse aquella corteza con aquellas letrasque dizen:

Leandra, que despreçióa Viraldo y sus serviçios,biva bive, aunque dexósolo el cuerpo que, sin viçios,tan solamente murió29.

En la Arcadia, los pastores construyen un altar donde se celebra lamemoria de Androgeo: «De’quale un più che gli altri degno stava in mezzo

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26. I. Sannazaro, Arcadia XII, 7-8, pág. 213.27. I. Sannazaro, Arcadia XII, 250-251, pág. 23428. Respecto a la interpretación simbólica del naranjo, apunta Francesco Erspamer: «A

proposito dell’arangio, recentemente è stato dimostrato che la pianta (e il frutto) era, nellacultura umanistica e rinascimentale, un riconoscible emblema dell’amore» («Introduzione», enI. Sannazaro, Arcadia, pág. 16).

29. Libro de los amores, pág. 160.

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del ballo, presso a l’alto sepolcro in uno altare novamente fatto di verdierbe»30. Viraldo renueva esa costumbre en estos Coloquios anónimos:

[…] e puesto por esta parte de la montaña y por esta otra del vallemunchos harrayanes, de los quales pienso, andando el tienpo, hazerque se cubra toda esta redonda ocho pasadas en torno del sepulcropara que, así de invierno como de verano, esté cubierto de verdura; yde las ramas dellos haré hazer en las quatro esquinas, quatro altares, enla parte de dentro, donde se puedan ofreçer las ofrendas31.

Incluso las ofrendas que hacen los pastores a la memoria de Leandraproceden de las que se hacen en el altar de Androgeo:

Dunque fresche corone a la tua sacra tomba e voti di bifolci ognor vedrai, tal che in ogni stagione, quasi nova colomba, per boche de’ pastor volando andrai; né verrà tempo mai che’l tuo bel nome extingua, mentre serpenti in dumi saranno, e pesci in fiume. Né sol vivrai ne la mia stanca lingua, ma per pastor diversi in mille altre sampogne e mille versi32

o en el sepulcro de Filis:

Onde con questo mio dir non incelebre, s’io vivo, ancor farò fra questi rustici la sepoltura tua famosa e celebre. Et da’ monti toscani et da’ ligustici verran pastori ad venerar questo angulo sol per cagion che alcuna volta fustici. Et leggeran nel bel sasso quadrangulo el titol che ad tutt’ore il cor m’infrigida,

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30. I. Sannazaro, Arcadia V, 21, pág. 99.31. Libro de los amores, pág. 160.32. I. Sannazaro, Arcadia V, 53-65, pág. 104.

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per cui tanto dolor nel peto strangulo: «Quella che ad Meliseo sí altera et rigida si mostrò sempre, hor mansüeta et humile si sta sepolta in questa pietra frigida»33.

Las coplas reales que cierran el episodio y que Viraldo compone enmemoria de Leandra imitan directamente la canción que Ergasto entonaen el libro V de la Arcadia sobre la sepultura de Androgeo y que ya habíareproducido Garcilaso en la estrofa final de la Égloga I. La solución enmetro castellano tradicional avala la imitación directa de la bucólica rena-centista italiana, aunque deja a las claras los resabios medievales y el carácterexperimental del texto, que alcanza a adoptar los temas, pero no logra unasolución formal pareja a Sannazaro. Aun así, los tres primeros versosintentan traducir punto por punto el inicio de la canción italiana:

Alma beata e bella, Alma de buena ventura,che da’legami sciolta que nos dexaste por prendanuda salisti nei supernichiostri, el cuerpo en la sepoltura34,

Las ofrendas pastoriles que se enumeran en la segunda estrofa:

Unos, versos te ofreçemos; otros, ramos de laurel; otros, paneles de miel; otros, de lo que traemos en çurrones o fardel35,

proceden simultáneamente y por el recurso de la imitación compuesta dela canción de Andrógeo (vv. 53-65) y de las celebraciones funeralesde Massilia en el libro XI de la Arcadia. Tanto la enumeración de lasofrendas como la disposición anafórica remiten a ambos textos:

E i fauni similmente con le inghirlandate corna, e carichi di silvestriduoni, quel che ciascun può portano: de’campi le spiche, degli arbostii racemi con tutti i pampini, e di ogni albero maturi fruti36.

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33. I. Sannazaro, Arcadia XII, 256-267, págs. 234-235.34. I. Sannazaro, Arcadia V, 1-3, pág. 102 y Libro de los amores, pág. 162.35. Libro de los amores, pág. 163.36. I. Sannazaro, Arcadia V, 31, pág. 101.

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Intorno a la quale i pastori ancora collocarono i grandi rami che in manoteneano, e chiamando tutti ad alta voce la divina anima, ferono simil-mente i loro doni: chi uno agnello, chi uno favo di mele, chi latte, chivino, e molti vi offresono incenso con mirra e altre erbe odorifere37.

El imperativo del que Sannazaro hizo uso en el verso 5 para dirigirseal alma de Eragasto: «ti godi insieme accolta» se convierte en «¡Gózate,gózate!, pues» en el verso duodécimo de las coplas y referido al alma deLeandra, que, como la del pastor italiano, recibirá sacrificios renovadosanualmente:

de ver nuestro sacrifiçio, que cada año en este mes, a la par deste ciprés, se hará por tu serviçio38.

Incluso la esperanza final del reencuentro con la amada en una vidafutura, que propone el pastor Pinardo como consuelo a su amigo Viraldo,procede de los versos iniciales de la canción de Ergasto, precisamente losque rescribió Garcilaso con similar intención al final de su primera égloga:

[…] ¿qué mejor atajo de trabajos quieres que éste, ni qué mejor reme-diador de todas desesperaçiones que saber que la sirves aquí en cuerpoy que la as de ver presto para sienpre en alma donde, con la voluntadde Dios, gozarás de verla en aquellos prazeres eternos y en aquellosdeleites inconprehensibles, donde prega a Dios que todos nos veamoslibres de los trabajos que se padeçen con el sayal desta mortalidad quenos cubre?39

Pero no sólo son los Coloquios pastoriles los que tienen una influenciadirecta de Sannazaro, también la segunda parte de la obra, titulada Libroen que se qüentan los amores de Laurina con Florindo recibieron su impacto,especialmente el del capítulo VII de la Arcadia y con la intención de carac-terizar los afectos del protagonista. En efecto, los amores de Florindo seinician en la infancia:

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37. I. Sannazaro, Arcadia XI, 17, pág. 196.38. Libro de los amores, pág. 163. Véase I. Sannazaro, Arcadia V, 56-58, pág. 104.39. Libro de los amores, pág. 164.

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[…] suçedió que un niño de la propia çibdad, vençido de la estrañezaque en ella avía, la començó a amar de un amor tan entrañable y bienfundado, que bastó a poner razón en quien por defeto de la edad no latenía en otras cosas40.

No otra cosa le había ocurrido a Sincero, que se enamoró a los ocho años:

[…] apena avea otto anni forniti che le forze di amore a sentire incomin-ciai, e de la vaghezza di una picciola fanciulla, ma bella e leggiadria piúche altra che vedere mi paresse giamai, e da alto sangue discesa, inamo-rato, con piú diligenzia che ai puerili anni non si conviene questo miodesiderio teneva ocolto41.

También en el capítulo VII de la Arcadia se encarecen los esfuerzosdel protagonista por mantener el secreto de sus sentimientos, que sólodeja escapar suspiros:

[…] in sí fiera malinconia e dolore intrai che, ‘l consueto cibo e ‘l sonnoperdendone, piú a ombra di morte che a uom vivo assomigliava. De laqual cosa molte volte da lei domandato qual fusse la cagione, altro cheun sospiro ardentissimo in risposta non gli rendrea42.

Es exactamente lo mismo que le ocurre a Florindo, que

pasava sus congoxas con otra disimulaçión y cordura que de tan pocaedad se esperava. Mas, como algunas vezes le fatigavan más de lo quepodía çufrir, dava puerta a las lágrimas que en alguna manera aliviabansu pena, que, como fuesen munchas y con muncha tristeza, no se pudodexar de mirar en ello43.

Florindo, como el Sincero de la prosa VII en la Arcadia, abandonasu ciudad para evitar el sufrimiento amoroso, aunque luego se sienta

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40. Libro de los amores, pág. 170.41. I. Sannazaro, Arcadia VII, 9 pág. 119. El amor en la infancia es común tanto a la

Vida nueva de Dante, que ve por vez primera a Beatriz a los nueve años, como al Amadís,cuyo protagonista se enamora de Oriana a los doce.

42. I. Sannazaro, Arcadia VII, 11-12, pág. 120.43. Libro de los amores, pág. 170.

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desesperanzado por su ausencia, y a la vez ambos personajes compartenun sueño premonitorio44.

La solución final que encuentran Florindo –el Pinardo pastoril– y Viraldo–el Grisalte cortesano– es la misma que Sannazaro le da a Selvaggio en laArcadia: el retiro en el ocio atento. Selvaggio, como consecuencia deldespecho amoroso, decide iniciar su aprendizaje en la Academia napoli-tana y allí encuentra refugio en el conocimiento:

Amor, che mai dal cor mio non disgiungesi, mi fe’ cercare un tempo strane fiumora, ove l’alma, pensando, ancor compungesi. E s’io passai per pruni, urtiche e dumora, le gambe il sanno; e se timor mi pusero crudi orsi, dure genti, aspre costumora! Al fin le dubbie sòrti mi rispusero: – Cerca l’alta cittade ove i Calcidici sopra ‘l vecchio sepolcro si confusero. – Questo non intens’io; ma quei fatidici pastor mel fer poi chiaro e mel mostrarono, tal ch’io gli vidi nel mio ben veridici. Indi incantar la luna m’insegnarono, e ciò che in arte maga al tempo nobile Alfesibeo e Meri si vantarono. Né nasce erbetta sì silvestra ignobile, che ‘n quelle dotte selve non conoscasi; e quale stella è fissa, e quale è mobile. Quivi la sera, poi che ‘l ciel rinfoscasi, certa l’arte febea con la palladia, che non c’altri, ma Fauno a udir rimboscasi. Ma a guisa d’un bel sol fra tutti radia Caracciol, che ‘n sonar sampogne o cetere non troverebbe il pari in tutta Arcadia45.

Por su parte, Florindo decide, «para descargarse de sus cuidados,ponerlos en el exerçiçio de las letras en un valle donde se leen en aquellaprovinçia las Artes Liberales, esperando gastar aí su vida en contenplaçionesy leturas sabrosas para sus males»46. Ese valle es el de las Musas, donde

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44. Véase Libro de los amores, pág. 214 y I. Sannazaro, Arcadia VII, 16-17, págs. 120-121.45. I. Sannazaro, Arcadia X, 19-42, págs. 182-184.46. Libro de los amores, pág. 225.

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pastores y cortesanos convergen y donde Florindo se identifica comoPinardo y Viraldo como Grisalte. Ambos personajes coinciden a la hora deintentar paliar su calvario sentimental con el retiro y abren un debateinsoluble sobre sus sufrimientos amatorios, paralelo, como se vio en prin-cipio, al de Sincero y Carino. El valle de las Musas se convierte así en locusamoenus y en lacrimarum valle, que ofrece el studium como vía de escapefilosófico. Al mismo tiempo, la literatura deviene en sucedáneo y testi-monio eterno del amor. A eso se refiere Selvaggio en los últimos versos dela décima égloga:

Beata terra che ‘l produsse a scrivere, e i boschi, ai quai sì spesso è dato intendere rime, a chi ‘l ciel non pòte il fin prescrivere!47;

y ésa es también la razón por la que el anónimo autor del Libro confiesahaber iniciado su composición:

Yo escreví estos versos o coplas, que Vuestra Merced verá aquí, porparezçerme que, pues se avían hecho a propósito de cosas que sepasaron entre Viraldo y Leandra, era razón que Vuestra Merced las viese,y tanbién porque yo fui tan afiçionado a este cavallero, y lo soy, quedeseo aya sienpre memoria de sus cosas48.

Tras este breve cotejo, puede afirmarse que, por el momento, el Libroen que se qüentan los amores de Viraldo y Florindo es el primer intento deadaptación de la Arcadia de Sannazaro en prosa castellana, que se adelantaen seis años a la traducción de 1547. Queda, por último, determinar cuálespudieron ser las vías por las que el autor del Libro llegó al modelo italiano,y aquí entramos en el terreno de las conjeturas. Aun a sabiendas de quelas referencias históricas incluidas en el Libro de los amores de Laurina yFlorindo pueden no ser autobiográficas, la importancia que en él tienen lospersonajes italianos y el patente conocimiento de la campaña que CarlosI desarrolló en 1535 en las costas del norte de África indican la posibilidadde que el autor hubiera participado en estas campañas e hiciera jornadaen Italia. Aún más, a lo largo del Libro pueden seguirse un buen rastro detextos que coinciden temática, formal e incluso literalmente con la obrade Garcilaso de la Vega, a pesar de que el manuscrito está fechado en 1541

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47. I. Sannazaro, Arcadia X, 198-200, pág. 192.48. Libro de los amores, pág. 253.

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y el primer Garcilaso impreso no salió hasta 154349. Este hecho pudierafavorecer la hipótesis no sólo de que el autor anónimo hubiera leído unGarcilaso manuscrito, sino la posibilidad de que se tratara de un perso-naje próximo al poeta toledano, que compartió con él la campaña africanay que afrontó el reto de adaptar en prosa los modelos y temas que el poetahabía introducido en el verso castellano.

49. Véase «Introducción», en Libro de los amores, págs. 79-80.

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EL TRATADO NOTABLE DE AMORDE JUAN DE CARDONA ENTRE ESPAÑA E ITALIA

CARMEN PARRILLA(A Coruña)

I. CONTEXTOS HISTÓRICO-LITERARIOS

ENTRE LAS peculiaridades o rarezas del Tratado Notable de Amor deJuan de Cardona, una de ellas es de índole bibliográfica, pues estaobra se conserva en un único testimonio manuscrito (8.589) de la

Biblioteca Nacional de Madrid1. Un terminus ante quem para aproximarsea la fecha de composición del Tratado puede ser 1549, año en el quemuere el Papa Paulo III, pues en cierto momento de la narración, al refe-rirse al Pontífice, se añade: «que aún bive» (pág. 97), mientras que unterminus a quo se puede establecer alrededor del año 1544, ya que en lasucesión de acontecimientos narrados, la fábula se concluye justamenteen tal año, cuando las tropas imperiales de Carlos V se preparan paramarchar sobre Francia por cuarta vez.

Es muy probable que el Juan de Cardona que se anuncia como autoral frente de la copia manuscrita sea Juan de Cardona y Requesens (1519?-1609), miembro de una de las ramas de la familia catalana de los Cardona,

1. Existe edición moderna de la obra: Juan de Cardona, Tratado Notable de Amor,edición, notas e introducción de Juan Fernández Jiménez, Madrid: Ediciones Alcalá, 1982.Remito a Carmen Parrilla, «Juan de Cardona, Notable de amor», en Carlos Alvar & José ManuelLucía Megías, Diccionario etimológico de literatura medieval española, Madrid: Castalia,págs. 656-657.

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afincado en Italia en su juventud al tiempo en que su padre, Antonio deCardona es virrey de Cerdeña. Juan de Cardona participó en numerosasacciones guerreras en el Mediterráneo, entre ellas, la batalla de los Gelvesy el sitio de Malta. En 1565 fue nombrado capitán general de las galeras deSicilia, con las que concurre a la batalla de Lepanto; en 1576 pasa a ocuparsede la flota napolitana. Felipe II le confía algunos de los preparativos de lafracasada «armada invencible». Retirado de la vida activa militar, ocupa elcargo de virrey de Navarra hasta su muerte, en 16092. Si se acepta queCardona y Requesens es el autor de la obra, habida cuenta de los límitestemporales antes establecidos para su composición, habrá de pensarse queel Notable de Amor es una obra de juventud, producto del interés por latradición novelesca del momento, con la inserción de referencias más omenos explícitas a algunos datos relativos a las circunstancias biográficasy políticas del propio escritor3.

Marcelino Menéndez Pelayo incluyó la obra en el grupo de las por élbautizadas «novelas erótico-sentimentales», sin detenerse en el análisis de lapieza más que para apuntar su finalidad de novela clave: «Todos los nombresde los personajes de la novela encubren los de sujetos reales, y el autornos da la clave al principio, aunque poco adelantamos con ella tratándosede personas desconocidas. La misma sustitución hay en los nombres delugares, Medina del Campo está encubierto con el nombre de isla de Miti-lene, y el riachuelo Zapardiel se transforma nada menos que en el mar Egeo»4.En efecto, al frente de la copia, una tabla rudimentaria formada por doscolumnas, ofrece información de diferente naturaleza. En ciertos casosparece descifrarse una supuesta clave; en otros simplemente se propor-ciona repertorio de algunos personajes5. Así, mientras que, por ejemplo,

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2. Véase la Introducción de J. Fernández Jiménez, Tratado Notable de Amor, págs.18-23.

3. Esta posibilidad se contempla en uno de los primeros trabajos dedicados a la obra deCardona, como es el de Jole Scudieri Ruggieri, «Un romanzo sentimentale: il “Tratado Notablede Amor” di Juan de Cardona», Revista de Filología Española, 46 (1963), págs. 49-79, enparticular págs. 53-57. Hay razones para pensar que en el Tratado notable de amor estemosen parte ante un roman à clef, con alusiones a la historia real. Véase Regula Rohland de Lang-behn, La unidad genérica de la novela sentimental española de los siglos XV y XVI, London:Queen Mary and Westfield College-Department of Hispanic Studies, 1999, págs. 40 y 59.

4. Marcelino Menéndez y Pelayo, Orígenes de la Novela, Madrid: Bailly-Baillière, 1905-1915, reed. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1943, vol. II, págs. 68-69.

5. No es exacta la información de Antonio Cortijo: «El hecho de que los nombresaparezcan a modo de lista al comienzo de la obra remeda el procedimiento tipográfico delos dramatis personae de obras teatrales (incluso su disposición tipográfica en el ms. remeda

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«Anastasia es Ana Núñez»; «Florismena es doña Francisca» y «Elisenda esYsabel Arébalo», nos encontramos con un simple reparto de nombres: «FrayAtilano es el confesor de estas señoras», «Basilio es el guardián»; «Antisidoroes padre de Ysiana», y la encubierta referencia de los protagonistas: «Ysianaya se ve quién es» o «Cristerno estáse en su propio nombre». No resultamuy congruente esta aplicación a las tierras castellanas desde la geografíaen la que se mueve Juan de Cardona, de origen catalán y residente enItalia6. Sin aferrarme ciegamente a esta hipótesis, propongo que la tabla acla-ratoria e informativa no pertenezca a la obra original y que este único testi-monio que tenemos del Notable de Amor represente una secundaria einteresada utilización de la narración con finalidad críptica en algún círculofemenino castellano. Me inclino a pensar que una copia manuscrita delTratado llamado Notable de Amor fue a parar a manos de lectores valliso-letanos, probablemente medinenses, de ahí la identificación del mar Egeocon el río Zapardiel y los topónimos de Mitilena7 por Medina o la YnsulaCerrada por San Antonio de Segovia. En cuanto a algunos nombres feme-ninos que parecen establecer una clave, es posible que «Marcia es Maríade Paz» identifique a la segunda mujer del importante hombre de negociosavencidado en Medina, Simón Ruiz8; en cuanto a «Caricia es Estroci», talvez se refiera a una dama de la familia de banqueros florentinos que residenya en Valladolid y en Medina del Campo, al menos desde el decenio de

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este uso, al establecer dos columnas, una con el nombre literario, otra, con el supuesta-mente “real”)». La evolución genérica de la ficción sentimental de los siglos XV y XVI. Géneroliterario y contexto social, London: Tamesis, 2001, pág. 267. En el manuscrito de la BNM, enefecto, la información se ofrece en dos columnas, pero está disposición no cumple aclara-ción alguna de columna a columna.

6. J. Scudieri Ruggieri, «Un romanzo sentimentale», comenta estas circunstancias, perosin llegar a alguna interpretación: «rinunciamo alla speranza di uscire con qualche risultatoda questo mal costruito labirinto», declara en pág. 61, no sólo en cuanto al desciframientode una posible clave, sino también a causa de las imprecisiones toponímicas de la propiafábula novelesca.

7. Siempre así en el manuscrito.8. Henri Lapeyre, Une famille de marchands les Ruiz, Paris: Librairie Armand Colin,

1955. Hay varios estudios dedicados a Simón Ruiz, pues no se puede trazar la historia delcomercio medinense sin tener en cuenta a esta figura. Mariana de Paz es del linaje de losde Paz de Salamanca. Véase Ildefonso Rodríguez y Fernández, Historia de la muy noble,muy leal y coronada villa de Medina del Campo, Madrid: Imprenta de San Francisco deSales, 1903-104, pág. 166, y Gerardo Moraleja Pinilla, Historia de Medina del Campo, Medinadel Campo: Manuel Mateo, 1971, págs. 487-488. Pueden consultarse los trabajos de FalahHassan Abed Al-Hussein y de Henri Lapeyre, en Historia de Medina del Campo y su tierra,coord. Eufemio Lorenzo, Medina del Campo: Ayuntamiento, 1986, vol. II, págs. 93-212 y367-391, respectivamente.

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los años veinte del siglo XVI9. En este círculo, vinculado básicamente porrelaciones mercantiles podría también apuntarse la clave del personaje de«Florismena es doña Francisca» con la esposa de otro influyente comer-ciante en lienzos, Pedro Cuadrado, cuya mujer, Francisca Manjón perte-nece a uno de los linajes nobles de la villa medinense10. Tendríamos asíen esta pequeña muestra el grupo social medinense característico de lasegunda mitad del siglo XVI, formado por las uniones matrimoniales de losmercaderes más poderosos económicamente con damas de la baja nobleza.No es difícil en Medina del Campo proveerse de lecturas de todo tipo,habida cuenta de la gran pujanza del comercio del libro por la internacio-nalidad de las ferias. Una copia de la obra de Juan de Cardona pudo llegara un círculo femenino medinense por varios caminos. Mi especulaciónapunta a la mediación de banqueros florentinos y genoveses avecindadosen Medina o en Valladolid, que la traen de Italia; su presencia en los fondosde los libreros, así como la posibilidad de haber sido un proyecto edito-rial en alguna de las imprentas11.

La obra se inscribe en la etapa tercera y última del grupo de obras delgénero sentimental, coincidiendo con algunas en la localización de la fábula(Questión de amor, Veneris Tribunal), en donde el mundo novelesco es elreino de Nápoles y la ciudad de Padua. El Notable de Cardona se atiene aun escenario amplísimo, en el que halla cabida prácticamente toda laEuropa occidental hasta los territorios fronterizos del imperio otomano.No tiene empacho Antonio Cortijo en reconocer su aspecto ‘bizantino’,

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9. Los Strozzi residen en Castilla y en Sevilla a lo largo del siglo XVI. Véase FederigoMelis, Mercaderes italianos en España. Siglos XIV-XVI (Investigaciones sobre su correspon-dencia y su contabilidad), Sevilla: Publicaciones de la Universidad de Sevilla-Anales de laUniversidad Hispalense, 1976. De las relaciones financieras de esta familia con mercaderesmedinenses hay abundantes noticias en el archivo de Simón Ruiz Embito, a través de lacorrespondencia epistolar del mercader. Felipe Ruiz Martin, Lettres marchandes échangéesentre Florence et Medina del Campo, Paris: S.E.V.P.E.N., 1965. Ahora, la tesis doctoral deRicardo Rodríguez González, Los libros de cuentas del mercader Simón Ruiz. Análisisde una década (1551-1560), Valladolid: Universidad de Valladolid, 1990. Del mismo autorvéase la prolija explicación de un impago de Reinaldo Strozzi en «Análisis del proceso deprotesto de una letra de cambio a través de la contabilidad de Simón Ruiz (1551-1554)»,Anales de Estudios Económicos y Empresariales, 6 (1991), págs. 207-221. Otros Strozzi,Eduardo y Juan Bautista, residían en Castilla, atendiendo los negocios financieros de lafamilia.

10. El matrimonio, que no deja descendencia, funda el colegio de jesuitas en 1557. 11. Está en curso mi investigación sobre este punto del protagonismo de Medina del

Campo en la recepción de una copia del Notable de Amor, por lo que no desarrollo más mihipótesis.

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bautizándola como «la fabula más viajera de todas las obras sentimen-tales»12. En efecto, Juan de Cardona ha conseguido un pequeño relatoepígono del grupo sentimental que puede incluirse entre las variedadesnovelescas del siglo XVI. Al mezclar «natura con bemol»13, pues no falta lafábula amorosa, el ficticio hablar del inevitable relato de unos amores que,al fin, han de desembocar en el fracaso y que el autor integra en la realidadexterna y comprobable del escenario principalmente bélico europeo entrelos años de 1530 hasta 1544, etapa de gran prosperidad y estabilidad delas provincias otomanas. Entre Ares y Afrodita, el conjunto novelesco contri-buye a conservar la memoria histórica del proyecto imperial al tratar deproporcionar unas coordenadas situacionales a la acción, pero, sin apenasapuntar (ni mucho menos sobresalir) reflexión alguna acorde con el acentomás crítico sobre el pensamiento y la estrategia política del emperadorCarlos. Así, el tono antibélico, la crítica eclesiástica e incluso la propiadefensa a ultranza del proyecto imperial están ausentes en esta obra deCardona, de la que ofrezco esta sinopsis:

Como resultado de las invasiones turcas, algunos habitantes de las pobla-ciones cristianas que quedan bajo el imperio otomano, se refugian enterritorio fronterizo, escapando de sus dominadores. Una princesa deCarintia se asienta en la isla de Mitilena, en donde establece una especiede cofradía o colegio para doncellas. Cristerno, príncipe de Romania,desposeído también de su territorio, se pone a las órdenes del empe-rador Carlos, quien le promete ayuda para reconquistar sus tierras. Visi-tando Cristerno la residencia femenina de Mitilena, se enamora de Ysiana,una de las doncellas que allí habitan, a la que visita con cierta frecuenciay con la que mantiene relación epistolar. Pero un malentendido entrela pareja ocasiona el rechazo de Ysiana. Cristerno, incapaz de vivir sinel afecto de la doncella, enferma gravemente y se deja morir en la ciudadde Cagliari, en Cerdeña. Puesto que Cristerno está al servicio del empe-rador, en la narración de sus amores converge continuamente un relatode sus acciones y movimientos por la geografía europea.

De modo general algunos elementos se conforman con los rasgos defi-nitorios del grupo sentimental. La fábula amorosa tiene completo desa-rrollo, desde una situación inicial: enamoramiento de un hombre hasta el

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12. A. Cortijo, La evolución genérica, pág. 265.13. Tomo la expresión de otra obra también escrita en tierra italiana: «mi intención fue

mezclar natura con bemol». Francisco Delicado, La lozana andaluza, edición, introduccióny notas de Bruno M. Damiani, Madrid: Clásicos Castalia, 1972, pág. 34.

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episodio trágico de la muerte por amor. Para el requerimiento se empleala función auxiliar, asumida en esta obra por varias medianeras, y se llegaa establecer una relación amorosa que se trunca y concluye fatalmente.

La invención de Cardona no tuvo ninguna fortuna editorial, sin embargoaparece como respuesta a la solicitud semipública efectuada por una dama–doña Potenciana de Moncada–14 que reclama que el autor «le diga si enestos tiempos de agora ha tenido lugar el amor en los honbres acerca delas mujeres, y con tanta pasión y verdad y perseverança, como se lee averavido en los tiempos passados» (pág. 65). Por cortesía, en principio, perotambién con la oportunidad de poder contar con un testimonio de primerorden, Cardona pone manos a la obra para relatar un caso ejemplar porél conocido, en donde se prueba la veracidad y constancia de un caballeroenamorado que, por más señas, fue gran amigo del autor: «a los más desus amores me hallé presente, y diose tan por mi amigo y fuelo tanto deverdad que, aunque él era de nación griego y yo de Ytalia, parecía ser nodevaxo de un cielo nacidos, pero aún de una madre, o, por mejor dezir,un ánima en dos cuerpos» (pág. 68).

El Notable de amor es, pues, obra dedicada y destinada a una mujer,producto literario que responde a la indagación sobre el sentimientoamoroso, asunto que Cardona supone materia cuestionada en el ámbitosemiprivado de la dama, al tiempo o después de la comida: «pienso quedebe ser quistión que la señora marquesa aya movido al comer, como suecelençia siempre tiene de costumbre de tratar algún argumento de filo-sofía o teología» (pág. 67). Esta mínima referencia temporal y, si se quiere,espacial permite suponer las circunstancias adecuadas a una actividaddialéctica y crítica, en ocasión especialmente propicia para mantener contro-versia en intercambio provechoso. Cuestión filosófica es hablar de amor,cuestión que se concreta y particulariza en un caso singular que invita ala lectura atenta, configurándose así expresamente el pacto narrativo.

Algunas condiciones de este pacto se cumplen en el grupo sentimental:escribir a mujeres (Arnalte y Lucenda; Grisel y Mirabella; Grimalte y Gradisa;Triunfo de Amor; Repetición de amores; Penitencia de amor); invenciónde la escritura como una forma de servicio (todas las obras de Juan de

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14. Para María Fernanda Aybar esta señora sería la segunda mujer de Juan de Moncaday Tolfa, justicier y primer virrey de Sicilia y primer conde de Aytona. Ella, que se llamaríaAna y no Potenciana, era la cuarta hija del duque de Cardona, Fernando Folch de Cardonay de Francisca Manrique de Lara. Por tanto, la dama era familiar, acaso prima carnal osegunda del propio Juan de Cardona, La ficción sentimental del siglo XVI, tesis doctoral,Universidad Complutense de Madrid, 1994, págs. 494-495.

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Flores; la Penitencia de amor); mostrar que la escritura ha sido solicitada(Triunfo de Amor; Grimalte y Gradisa; Repetición de amores). Pero aunteniendo tan próxima la falsilla de un conjunto novelístico ya bien cono-cido en tierras italianas15, acaso Cardona no pretendiese para esta obra, detan escasa fortuna editorial, más finalidad que la de ser leída, oída y discu-tida en un círculo doméstico sin la pretensión de emular especímenes cono-cidos del grupo sentimental, por otra parte bien conocidos del autor, sinoofrecerla como prueba extrínseca de sinceridad y verdad, a la vez queobjeto de fructífera discusión y entretenimiento16. Más allá que una respuestaen clave intencionada y personal para la dama solicitante, la obra resultaríael pretexto para una sesión de «suelta y honesta conversación» que diríaCastiglione, lo que no extraña en las tierras italianas, actividad para la que doñaPotenciana tenía buenos modelos. Desde los dubbi y ragionamenti de dossiglos atrás, exhumados en esos días por la imprenta, hasta la tratadísticaamorosa preferentemente en forma dialogal. En esta tradición amorosa seintegrará –acaso desmañadamente– esta obra en la que se integran rasgosde las tradiciones amorosas poéticas y prosísticas, que vertebran la novelasentimental, con el concurso de elementos del stilnovismo que sobreviveen tierras italianas y, por supuesto, del cristianismo platonizante de la filo-grafía del quinientos. No podemos precisar los componentes del círculo dedoña Potenciana, pero como reflejo del que inmortalizó Castiglione, tendrí-amos que imaginar la presencia de mujeres que lógicamente formarían elcírculo social de la dama a quien va dirigido el presente literario.

Desde el prólogo, pues, se enuncia el valor paradigmático de la ficcióncon el axioma de que quien no conoce el amor, quien no experimentagradualmente este afecto tiene poco de humano: «carece del ser de hombrelos que no ayan amado»; «carecen los honbres y mugeres de su ser sy enalgún tiempo no an amado» (págs. 66-67). Afirmación tan evidente garan-tiza el efecto persuasivo, pero creo que quedaríamos desprovistos de otrosindicios si no reparamos en una digresión de este prólogo, en donde seesgrime brevemente una modalidad argumentativa analógica que, en parte,

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15. Hasta el momento en que se escribe el Notable hay 10 traducciones al italiano deGrisel y Mirabella, todas ellas salidas de las prensas venecianas. En 1514 Lelio Manfreditraduce y envía a la imprenta una traducción de la Cárcel de amor que va dedicada a Isabellad’Este. No hay que descartar el tráfico de libros y, entre los de este género, el conocimientoque de ellos tenía la sociedad napolitana, reflejada en la Questión de Amor.

16. Dice a doña Potenciana que no seguirá fábulas antiguas (Píramo-Tisbe, Leandor-Hero, etc.) ni ficciones, por ejemplo, las de Amadís y Oriana. Con todo, el prurito de verdadque anima su proyecto novelesco no impide la utilización de algunos constitutivos de laprosa novelesca sentimental.

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es novedosa en el grupo sentimental, pues apenas se había formulado. Se tratade la idea básica del pensamiento platónico: el amor humano deifica, conducea Dios. En su aplicación es argumento transitivo y en inclusión ascendentecon el que se expresa el tránsito de concupiscencia y cupiditas a caritas,argumento al que se añade también por analogía otro concepto –éste yamanejado en el grupo sentimental–, como es la alienación del amante enel objeto amado: «cosa cierta es que el que ama está transportado y conver-tido en aquella cosa que ama, y así verán muy claro que, amando a Dios,todo su gusto es tratar de cosas divinas» (pág. 66). En la Italia del Cinque-cento, se removían esta cuestiones de raíz mística, animadas por el crecienteinflujo de los tratadistas neoplatónicos. Mario Equicola, que dirige su obraa Isabella d’Este; Marsilio Ficino, cuyo comentario al Convivio de Platón setraduce al vulgar en fecha tan próxima a la composición del Notable como154417. Pietro Bembo, buen conocedor del amor humano, que se arreba-taba, explicando a sus interlocutores estos conceptos al trazar la escalonadasucesión hasta la divinidad, hasta la fuente de toda hermosura18.

Pero esta digresión del prólogo o dedicatoria, que ejemplifica tan digna-mente la dimensión humanitaria de amar, aminora inmediatamente lagravedad del aserto con el manejo paródico de la religio amoris en suversión más prosaica, identificando el camino ascendente a Dios con otravía más pedestre, con el tránsito de los enamorados por iglesias y monas-terios, recabando de la divinidad la piedad de la mujer, en definitivalogrando por tales medios su conquista: «porque siempre los hallarán enlas yglesias y monesterios rrezando y contemplando en aquella dama queaman, pues limosneros pocos ay, que de verdad amen, que no lo sean,porque como ellos la piden aquella señora que aman que se la hiziesen,ansí ellos a nayde la niegan» (pág. 66). La religio amoris sí se insertaba enla tradición amorosa, al menos desde los provenzales y, por tanto, no eraajena a la ficción sentimental; pero en este contexto suena a sofisma, acasoa pirueta humorística con la que se pretende enlazar supuestos diversos paraprovocar alguna discusión en el círculo de la receptora. Conviene quedarsecon esta orientación que nos brinda el prólogo.

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17. Y en cuyo Discurso segundo se trata esta ambición a la divinidad por la vía del enaje-namiento: «Suele suceder también a menudo que el amante desea transferirse en la personaamada». Marsilio Ficino, De Amore. Comentario a «El Banquete» de Platón, traducción yestudio preliminar Rocío de la Villa Ardura, Madrid: Tecnos, 1986, pág. 37.

18. Sobre el tema de la transferencia es de obligada consulta el trabajo de GuillermoSerés, La transformación de los amantes. Imágenes del amor de la Antigüedad al Siglo de Oro,Barcelona: Crítica, 1996.

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II. ASPECTOS HISTÓRICOS Y GEOGRÁFICOS

De cualquier modo y, en respuesta a la súplica de doña Potencianade Moncada, la comunicación escrita de Cardona, como pieza literaria demayor o menor categoría, es un hablar ficticio en el que el tiempo de laaventura relativo a los «amores de un caballero y una dama» se corres-ponde con la realidad externa inmediata y comprobable históricamentepara autor y lectora. En esta dimensión temporal y, por medio de un enca-denamiento cronológico y causal, el héroe se inscribe en el decurso deciertos acontecimientos de carácter político-militar que tienen como eje lafigura del emperador Carlos. Se trata de una selección de datos históricosa los que se les dedica mayor o menor espacio, ritmo y atención. Se destacala conquista de Túnez en 1535, la estancia de Carlos en Roma y en otrospuntos de Italia en 1536, así como la campaña en Provenza contra Fran-cisco I en ese mismo año. Las vistas en Niza, en 1538, promovidas por lashermanas del emperador ante la autoridad papal, así como la intervenciónen Flandes en 1542, alborotadas las provincias por instigación de los fran-ceses. En estas andanzas no siempre Cristerno está presente. Sí lo está enla conquista de Túnez, pero no parece que hubiese acompañado el séquitodel emperador cuando en 1536, en Roma, Carlos declamó su famosa oraciónen lengua castellana19. Cristerno participa en la campaña de Provenza perono consta su presencia en las vistas de Niza aunque sí se dice que acom-paña a Carlos a la Dieta de Ratisbona, así como a la expedición a Flandes.De modo que, en la mayoría de las ocasiones, el narrador se centra en losmovimientos del emperador, desentendiéndose de los personajes de lafábula amorosa.

En el tratamiento de la reiterada presencia del emperador Carlos, en elescenario europeo terrestre y marítimo hay lagunas o reservas mentalesque pueden deberse a diferentes motivos, desde la inseguridad o carenciade testimonios o de fuentes documentales, hasta el interés personal delpropio autor por silenciar ciertos hechos. Una cosa destaca y es la pers-pectiva elegida, pues el foco de los acontecimientos se proyecta sobre lainestabilidad de los territorios imperiales, amenazados por un lado por elimperio otomano; por el otro, por las reivindicaciones de Francia sobrelas tierras del Milanesado así como sobre el reino de Nápoles. Este foco de

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19. El narrador precisa: «En el entretanto que el César el tiempo en estas cosas gastava,Cristerno, que ningunas que viese le eran apacibles sy no era ver a su señora Ysiana, dexadoel gobierno del Elisponto […] pasó en un bergantín a Mitilena» (pág. 102).

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atención desplaza otros asuntos de mayor o menor trascendencia. Apenasse da cuenta del conflicto religioso aun cuando se mencione el viaje aRatisbona en 1541; en ningún momento se informa de los proyectos, variasveces desbaratados, sobre el Concilio de Trento. Hay también contenciónen lo que corresponde a la política papal. Otra cuestión candente en lapolítica imperial, como fue la monetaria, no tiene cabida en la narraciónde los hechos imperiales, pues aunque se mencionan casi todos los viajesde Carlos en retorno a España, no se especula siquiera sobre el descon-tento principalmente de los castellanos a causa del enorme dispendioeconómico que supone la aventura imperial20. Igualmente se ahorra todareferencia a la conquista fallida de Argel, en la que aunque participanalemanes e italianos, es objetivo de Castilla.

En el arranque de la fábula la focalización se centra en las tierras másextremas y orientales sacudidas todas ellas por el avance otomano. De estemodo se configura un conjunto de personajes, teutones y griegos, cuyacaracterística común es la de estar desplazados de su lugar de origen,desposeídos de sus bienes o en situación peligrosa, en el caso de residirtodavía en sus propias tierras. De Cristerno se nos dice que es griego, porlo que me inclino a pensar que el principado de Romania sea acaso unatorpe transcripción de Rumelia, la extensa provincia europea del imperiootomano, al sur del Danubio, bajo cuyo nombre se incluían todos los terri-torios conquistados en Europa21. Cristerno parece encabezar por designa-ción imperial y por su relevancia en la fábula un grupo social aristocráticoque ha escapado o reside en la propia Rumelia o en sus límites: Valaquia,Moravia, Dalmacia, lugares que, desde la segunda mitad del siglo XVfuncionan como principados tributarios del Turco.

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20. Así de escuetamente Cardona da cuenta de las Cortes de Toledo de 1538, en lasque el sector de la nobleza se opuso frontalmente a la imposición de nuevos tributos paracostear en aquella ocasión la Liga con Roma y Venecia: «Y vínose a Toledo a tener cortes,do se hizieron muchas fiestas y concurrieron allí casi todos los grandes de España y perlados»(pág. 120). Véase sobre esto, Manuel Fernández Álvarez, Carlos V, el césar y el hombre,Madrid: Espasa-Calpe, 1999, págs. 570-576.

21. Hacia 1500 hay 4 grandes provincias en el Imperio: Rumelia, Anatolia, Rum y Kara-mania. Véase Colin Imber, El imperio otomano 1300-1650, Barcelona: Vergara Grupo Zeta,2004, pág. 193. No se me escapa que en tierras italianas las tierras de Morea y de Acaya sontambién denominadas Romania. Véase J. Scudieri Ruggieri, «Un romanzo sentimentale», págs.53-54. Hay consulados catalanes en Morea desde 1416 y en Ragusa en 1443. Pero en la obrano se habla de otra persona como príncipe de Morea: Casimiro, que danza con Todomira(pág. 104). Por otra parte, Morea, según J. Fernández Jiménez, Tratado Notable de Amor, pág.104, nota 169, había caído en manos turcas en 1430.

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Con todo, en ocasiones, algunos lugares tienen un valor más poéticoque histórico, unas veces porque, dependiendo de la nomenclatura, nopueden adscribirse geográficamente al mundo conocido; otras veces porel descuido o la incoherencia de la localización. Esto sucede, por ejemplo,en la localización de la isla de Mitilena, en la que reside la princesa Matildacon sus pupilas. Parece bastante desconcertante que esta señora, despo-jada de sus tierras de Carintia, en el sur de Austria, decida trasladarse auna isla del Helesponto. Si la Mitilena a la que se refiere Cardona es lafortaleza de la isla de Lesbos, esta población está en manos de los turcosdesde 146222. En la obra Mitilena está relativamente cerca de Arraguza,lugar muy visitado por Cristerno; se dice que es una isla y que está en elHelesponto. Pero Arraguza ha de ser Raguza (actual Dubrovnik), por tantouna ciudad del Adriático y que es república independiente en esemomento23. De modo que de estas dos poblaciones, asociadas con la parejade amantes, se dan datos poco precisos en cuanto a su localización. Es máscomprensible que la Mitilena poética pudiera ubicarse al sur de Ragusa,siendo así alguna isla jónica en manos cristianas. Hay otros datos descon-certantes, como la referencia a espacios no identificables a través de sunomenclatura, en los que caprichosamente se sitúan determinados perso-najes sin que se justifique su presencia allí. Es lo que sucede con la llamadaY�nsula cerrada, un lugar que se presume de mayor recogimiento paraciertas doncellas del colegio de Matilda, que ya han profesado. Se tratatambién de un lugar poético, necesario para la trama, pues sirve para que laamada de Cristerno se ausente de Mitilena para visitar en dicha Y�nsula asus dos hermanas y, con ello, surja un malentendido a causa de los celos.Por esta libertad imaginativa, la urdimbre espacial de la aventura amorosaestá en franco desacuerdo con la precisión y veracidad que se promete enel prólogo. Con la veracidad también del marco histórico narrativo.

Por ser sujeto de un «caso de amor» habría de esperarse de Cristerno eldiseño constante de un héroe paradigmático, representante de aquella

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22. Véase C. Imber, El imperio otomano, págs. 48-49; 57, 248-285. Aunque en 1501 sequiso recuperar en una acción conjunta franco-veneciana, sin embargo, el intento fracasó.Con todo, se consiguió un dominio cristiano a partir de este fracaso sobre Lesbos, tomandolas islas jónicas de Corfú, Leucas, Cefalonia y Zante.

23. «pequeña república independiente, poblada de gentes de raza eslava y culturalatina, imbuida de italianidad, católica entre herejes e infieles, algo así como una colonia mozá-rabe, o una sede in partibus, fue sumamente emprendedora en la exploración comercial delos Balcanes, hábil en su neutralidad con el turco, y expansiva en el mar, en alto grado».Ramón Carande, «La navegación y el comercio en el Mediterráneo en el siglo XVI», en Otrossiete estudios de historia de españa, Barcelona: Ariel, 1978, págs. 254-255.

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humanidad que se prometía en el prólogo y portador de los valores caba-llerescos definitorios de un héroe sentimental. Pero las informaciones sobreesta figura en lo que respecta a su función social son de otra índole.Cristerno es noble, pero ha sido desposeído de su propio territorio, al diri-girse a occidente el emperador le confía en principio una misión de tipodiplomático consistente en visitar a los príncipes de territorios confines otributarios del Turco, así como a las poblaciones cristianas de las islas delHelesponto, expuestas a los ataques de la piratería y de la conquista.Se trata de conectar con súbditos del imperio distantes en el espacio y,probablemente molestos, por un cierto olvido, demora, o pasividad endefenderles. Cristerno acepta este cometido pues el emperador le prometecomo pago «la restauración de su estado» (pág. 85). En alguna otra ocasiónel César le envía a Innsbruck o a Venecia, a recabar noticias o a conseguirque los venecianos vayan contra el turco. Aun cuando ha de viajar conti-nuamente, fija su residencia en Raguza, lugar de abastecimiento y comerciopara el reino de Nápoles. Por la iniciativa de Cristerno, Raguza es puertode apoyo al tránsito cristiano, al proporcionar navíos de custodia a viajerosilustres que se atreven a surcar el mar. Por esta razón conoce a Ysiana,cuando sus padres van a Mitilena a visitarla. Pronto se observa que la labordiplomática de Cristerno se amplía con el desempeño de actividades propiasde la intendencia, preparando el avituallamiento de invierno, que envía aSicilia y Cerdeña, ocupaciones que considera «cosas de la guerra», «nego-cios del César». Otras ocupaciones materiales consisten en el mantenimientode la flota imperial. El trabajo de Cristerno tiene una remuneración mone-taria: 25.000 ducados al año, situados en Milán24. En general, los viajesdesde Ragusa al reino de Nápoles están relacionados con el abastecimientoy preparación de campañas. En ningún momento Cristerno desempeñaacción guerrera alguna ni hay indicación por parte de otros personajes quedé cuenta de su valor. Por el contrario, se consigna en alguna ocasión su

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24. La cifra es muy elevada y ha de entenderse como un contrato de suministro, ajuzgar por los gastos de las campañas imperiales en armamento y vestimenta militar expre-sados en ducados. Véase Ramón Carande, Carlos V y sus banqueros, Barcelona: EditorialCrítica, 1967. La nomenclatura de la moneda es castellana, pero no se indica si se trata deducados españoles, que habían dejado de emitirse desde las Cortes de Valladolid de 1535o si se refiere a moneda europea en alza, favorecida por la entrada de plata americana.Véase Carlo M. Cipolla, El gobierno de la moneda. Ensayos de historia monetaria, Barcelona:Crítica, 1994. Acaso la cifra sea tan fabulosa como la situación de Mitilena, a juzgar por otrascantidades monetarias que se expresan en la obra. Por ejemplo, una de las hermanas deYsiana recibe como dote matrimonial 60.000 ducados. Véase a este respecto la nota deleditor Juan Fernández, pág. 90, nota 99.

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temeridad y falta de pericia, concretamente en la conquista de Túnez25.No se trata de configurar literariamente un héroe épico, pues apenas lo esel héroe sentimental26. Por tanto, será más productivo contemplarlo como elrepresentante de aquella suerte de humanidad que se exigía en el prólogo.Vamos a ver cómo se cumple esta previa idealidad prologal, hasta dondellega el ensamblaje de ideas que transmite esta figura.

III. EL ARGUMENTO ERÓTICO

Cómo es la historia amorosa? ¿Cuál es la génesis y la evolución del amorde Cristerno? En un primer nivel narrativo las informaciones parten delnarrador, identificado con quien cuenta una historia bien conocida y en laque está implicado por cuestión de amistad, según ha indicado en la dedi-catoria. En una segunda instancia narrativa el enfoque viene determinadopor un grupo de mujeres, testigo de las situaciones más íntimas. Aquí senos va a dar un conocimiento más cercano a los resortes de la narraciónen su plano afectivo, por inclusión de diálogo, cuyo discurso directo propor-ciona la manifestación de verdades generales o particulares, opinionessingulares, acciones.

De acuerdo con la información del narrador Cristerno se enamora enprincipio de oídas: «Cristerno tenía noticia, días avía, de la hermosura deYsiana» (pág. 76). Una vez que la ve queda «preso de su amor» y «agenode sy» (pág. 77), por lo que experimenta gradualmente una desazón delei-tosa, si se me permite el oximoron, en obsesivo proceso imaginativo, laassidua cogitatio. Este pensamiento continuo está alimentada y flanqueadapor la voluntaria construcción de ese pensamiento (imaginatio) y por eltambién voluntario recuerdo (memoria). La belleza física de Ysiana hadesencadenado esta afección de su alma, pero el narrador hace ver que Cris-terno estima todavía más el percibir «en ella un espíritu angélico y de subido

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25. Cuando aconseja a Andrea Doria una acción precipitada que éste rechaza. El autorparece conocer bien la experiencia del marino genovés en su lucha contra Barbarroja (pág. 96).

26. El Enamorado de la Triste deleytaçión va a la guerra por hacer méritos ante suamada; en principio los combates que soporta no son en el campo de batalla sino que son«d’amor», accesos de tristeza mientras se aleja de su dama. Las pocas acciones militares quedesempeña están en todo momento animadas por el servicio amoroso. En la Triste deley-taçíón la guerra consiste en las proezas de los «quemados de amor», que van los primerosa la línea de batalla. Triste deleytaçíón. An Anonymous Fifteenth Century Castilian Romance,ed. E. Michael Gerli, Washington: Georgetown University Press, 1982.

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entendimiento» (pág. 79). Es ésta una característica stilnovista que sublimala figura femenina en una dimensión moral y universal. Pero se trata de unaimagen falsa, por doble motivo: uno sería de base científica, pues tal apre-ciación exagerada proviene de la corrupción del juicio y razón de Cris-terno, según opinión de los médicos ante esta patología27; imagenhiperbólica y además falsa igualmente si nos atenemos a la conducta deYsiana, que apenas responde al ideal femenino de la ficción sentimental.La joven acepta a Cristerno por dos razones: La primera es de tipo econó-mico, ya que acusa expresamente su situación social deprimida, con pocosbienes económicos, mientras su hermana ha sido dotada con sesenta milducados, a ella la mantienen sus padres con «ducientos ducados en cadaun año que me tienen situados y mal pagados» (pág. 89). La otra razón esla de plegarse a las instancias de sus compañeras, solidarias con Cristerno,pero con las que Ysiana disiente continuamente en toda clase deopiniones28. El narrador apunta algo muy loable en la disposición de Cris-terno, como es su autodominio y su continencia, pues aunque es capaz deimaginar las excelencias de su amada, en varias ocasiones antepone elservicio al emperador a la relación amorosa.

Pero las facetas más interesantes de Cristerno así como las accionesdecisivas en lo que concierne a la fábula amorosa, se conocen más que porlas informaciones del narrador, por las que brinda el núcleo femenino delas residentes de Mitilena, las mujeres que rodean a Ysiana, auxiliares deCristerno, quienes lo ven como hombre de mundo, según defiende Mari-cinda: «ha andado más cortes de príncipes y á visto más fiestas y seraos queLudovico» (pág. 109), y destacan su constancia y sagacidad: «no syento otroque en amar se le dé ventaja», declara Todomira (pág. 109), mientras queFlorismena –dirigiéndose en carta al propio Cristerno– expresa: «os suplicodeis algún bado a vuestros trabajos y os aprovecheis del talento que nuestroSeñor os dio, y pues soys tan sabio para dar consejo en qualquier cosaque se os encomienda, lo seays para vuestros trabajos» (pág. 154)29. Una

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27. Así, Bernardo de Gordonio, Lilio de medicina, eds. Brian Dutton & María NievesSánchez, Madrid: Arco, 1993, vol. I, pág. 520. Suscribe también Ficino el desequilibrio psíquicodel enamorado en su comentario al Banquete platónico, en donde interpreta como demencia«l’affano degli stolti amanti». Véase M. Ficino, De amore, pág. 217. La cita en lengua italianaestá reproducida en nota 4 por la editora.

28. La aparente independencia de Ysiana la sitúa al margen del mundo en notablecohesión de sus compañeras, que la juzgan áspera y desabrida (pág. 124).

29. El narrador no deja de consignar: «Por cierto que en esto tenía buena dicha Cris-terno. De todas aquellas señoras era bien quisto y amado y nayde recebía con él pesa-dumbre» (págs. 102-103).

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buena parte del significado de la figura de Cristerno depende del punto devista de este grupo femenino que tiene voz propia y cierta autonomía, yque recuerda en parte las mujeres solidarias de algunas obras de Juan deFlores30. Este gineceo sustituye las funciones de la mensajería del criadode Cristerno o incluso la buena voluntad del amicus unicus, figuras tantoel mensajero como el amigo con decisiva función en la tradición del gruposentimental31. Cristerno suplica a Todomira que concierte una cita conYsiana, a lo que responde la intemediaria: «que ella, por su servicio, se lopediría por merced, pero que la vía tan rrecatada y tan entera que pensavano poder acabar cosa con ella, pero que, syn enbargo, de aquello tubiesepor cierto que le sería buena medianera» (págs. 107-108). Son estas compa-ñeras de la amada las que tienen un trato profundo y constante con elcaballero y, por ello pueden ser muy importantes la informaciones quesobre él nos dan. Cristerno implica a las compañeras de Ysiana en sunegocio amoroso, tanto de modo individual como colectivamente, mante-niendo con todas ellas un trato afectuoso y confiado. Para gestionar y custo-diar la buena marcha de una relación amorosa no hay precedente en laficción sentimental de un grupo femenino con estas características. El gracejoy dinamismo de estas mujeres podría anticiparse en la madrina de Tristedeleytaçión, pero la diferencia es de grado, pues en la obrita anónima elingenio y la estrategia femeninas están reducidas en una dialéctica dual,mientras que en el Notable de amor se trata de un diálogo plural, en elque participan con vivacidad varios personajes con una mayor o menorimplicación en el asunto que tienen entre manos. En Mitilena las mujeressostienen con flexibilidad e incluso un poco de hipocresía el trato mundanoy saben festejar lo que les suena a «salidas de tono» y excesos verbales delenamorado. La buena disposición de estas damas hacia la solicitud de Cris-terno no está reñida con el buen humor y la ironía con la que comentanel proceso de los amores. Prueba de esta actitud desenfadada, es la inter-vención de Florismena, que es mujer de cierta autoridad en el colegio,cuando en alguna situación ataja las bromas: «tanpoco quiero que a costa

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30. Esbozadas por su predisposición y curiosidad en el prólogo del Triunfo de Amory decisivas y prácticas en la fábula. Peligrosas y fatales para el hombre en Grisel y Mira-bella.

31. El personaje de Carlos Estense, según la novela hermano del duque de Ferrara, sepresenta como el amigo íntimo de Cristerno: «ambos eran una misma cosa» (pág. 85); anteel estado de ánimo de su amigo sospecha que está enamorado, pero después de la confi-dencia que recibe de Cristerno, no tiene más actuación en la obra que participar en el baileorganizado por la princesa Matilda.

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de Cristerno tengais todas palacio con sus trabajos» (pág. 126). No hay,pues, en la ficción sentimental, un precedente de esta conducta femeninaque, en cambio, sí tiene un desarrollo notable en el ambiente social de loslibros de caballerías, para entonces lecturas probables en el círculo de doñaPotenciana de Moncada32. En la obra de Juan de Segura, Proceso de cartasde amroes, última ficción sentimental, se esboza el grupo femenino activodel convento en donde recluyen a la enamorada, no sólo en su interven-ción como mensajeras, sino en el interés y la satisfacción que estas mujeresexperimentan cuando escuchan noticias y reciben regalos del mundoexterior.

El desarrollo de la afección de Cristerno y una buena parte del tratoamoroso con Ysiana se construyen, pues en un segundo plano narrativo,percibidos, contemplados e incluso comentados por las señoras compa-ñeras de su amada. Tales informaciones servirán para definir la calidad delservicio amoroso de esta figura ejemplar, pues es servir lo que Cristernopromete en principio a su amada. La primera manifestación externa y yapública, imposible de esconder, es la mania erótica, con lo que Cristernoexperimenta algunos de los síntomas de tal afección: frío y calor, calenturas,«ansias al corazón», desmayos, postración (pág. 85), temblor, efusión delágrimas, suspensión de los sentidos (pág. 162). A esta primera manifesta-ción patológica seguirán otras, siempre manifestadas ante testigos, lo quehace que se quebrante toda discreción y que las relaciones entre los amantessean de dominio público. Las compañeras de Ysiana aseguran los lugaresde las citas: la capilla, la huerta y generalmente son testigos de los encuen-tros, en los que en alguna ocasión se advierte cierta promiscuidad que dacuenta del grado de confianza del caballero con este grupo de mujeres; enotros momentos solamente se percibe la complicidad33. Ante los impulsosexcesivos de Cristerno, «agenado de sy» (pág. 122), en algún encuentro:besos robados, etc., que Ysiana rechaza, las damas exponen su criterio,en todo momento inclinadas a favorecer al pretendiente, disculpando susacciones, concediéndole crédito. Maricinda interviene en una ocasión,

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32. La sociedad femenina, vivaz y desenfadada de la corte de Constantinopla en Tirantlo Blanc, una lectura probable en el círculo de doña Potenciana de Moncada. Para la difu-sión de esta obra en Italia véase Martí de Riquer, Aproximació al Tirant lo Blanc, Barce-lona: Edicions dels Quaderns Crema, 1990, págs. 241-252.

33. En el primer encuentro en la capilla, Cristerno se sienta entre Ysiana y Todomira,besando las manos a una, por pasión, y a otra, por agradecimiento (pág. 111). En otroencuentro, la pareja queda sola, pues «a cabo se rretraxeron Maricinda y Todomira a un ladode aquella cámara a mirar ciertas pinturas […] y Maricinda se llegó paso a Cristerno y ledixo: “Mirad, señor Cristerno, que es malo de sobrar tiempo perdido”» (pág. 136).

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dirigiéndose a Ysiana: «Yo quiero echar el bastón entre vosotros y quieroser fiadora de Cristerno que no saldrá de vuestro mandado» (pág. 125).Se pormenoriza en animado debate el proceso amoroso con intervención detodas las partes, los propios amantes y las damas de Mitilena. En ausenciade Ysiana, Cristerno imprudentemente se interesa vivamente por lasalud de una de las damas, que es su más solícita alcahueta, lo que provo-cará la desconfianza y, en consecuencia, el desvío y rechazo de suamada. En cierto modo las responsables de este equívoco son las damasdel colegio, que interpretan erróneamente la actitud de Cristerno. La inter-vención de estas mujeres es, pues, decisiva para bien o para mal.

Alguno de los transportes amorosos que son objeto de discusión podríancontemplarse a la luz de una parte del ideario neoplatónico, como fermentocultural transmitido, sino avant la lettre, en forma más o menos difusa.Así, en dos ocasiones Cristerno, llevado de un impulso incontrolable:«agenado de sy�», consigue «las primicias del amor» (pág. 122), «la fruta delos enamorados» (pág. 136), que significa besar en la boca, audacia que aYsiana desagrada y la hace enfurecer. En la corriente erotológica delquinientos el beso en la boca es el acto con el que se expresa mejor la uniónde dos almas. Así lo defiende Pietro Bembo en El cortesano, no sin señalarla licitud de este don recíproco cuando se trata de un amor fundado en larazón y no vicioso. Pues así como las palabras, al salir de la boca, sonmensaje del alma, la propia alma es el aliento que se expele en el beso,resultando éste una unión más «de alma que de cuerpo», un «ayuntamientoespiritual» que consigue «abrir la puerta a las almas de entrambos»34. Cris-terno e Ysiana mantienen una discusión sobre el motivo del beso. En sudescargo, el amante justifica su sensualidad en virtud de la finalidad deldeseo y, animado por el perdón, en sus palabras trasluce el felix culpaagustiniano, mientras que Ysiana, al perdonar, reprende a Cristerno con elrecuerdo modélico de David penitente: «me parece destos atrevimientosconmigo como a Dabid con Dios, que no hazía syno herrarle y pasar susmandamientos, y después, con sollozar y dezir “pequé” cada ora le perdo-nava» (págs. 124-125)35. Nada hay similar en este intercambio al planteamiento

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34. Baltasar de Castiglione, El Cortesano, ed. Rogelio Reyes Cano, Madrid: Espasa Calpe,1984, pág. 349. La autorización de este transporte sensual parece zanjar en Castiglione laantigua y común consideración del tacto como sentido inferior –con el olfato y el gusto- ala vista y el oído. Todavía lo mantendrá León Hebreo, mientras que Ficino lo estimaba comopropio para la satisfacción de los amores falsos.

35. Hay que hacer notar que, al fin, el David penitente fue figura inaugural del Librode buen amor para un erotólogo como Juan Ruiz.

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de Castiglione por boca de Bembo; la escaramuza dialéctica marca ladistancia entre uno y otra, pues el movimiento concupiscente de Cristernoes contrario a la actitud de Ysiana, «señora de la razón», según el amantey, libre, por tanto de la ofuscación producida por los impulsos sensoriales.Lo interesante es que la controversia se desarrolla ante el público femeninoque toma partido en esta ocasión, interesándose por la conducta del amante.

Pero la esfera íntima de Cristerno en lo que respecta a la expresión desu sentimiento se manifiesta principalmente en coloquios con las compa-ñeras de Ysiana, a quienes expresará conceptos que apenas ha esbozadoen la correspondencia epistolar con su amada. Sin embargo, a pesar de labuena voluntad de sus interlocutoras, algunos conceptos expuestos porCisterno resultan incomprensibles, por lo que es objeto de mofa y ridicu-lización. Así, en un plano confidencial, Cristerno se expresará a través deuna vivencia de tipo ontológico que no es plenamente entendida por susoyentes y que comento a continuación.

Elemento estructurante del sentir de Cristerno es la alienación, puesdesde el comienzo de su enamoramiento se declara «ageno de sy�»; tal pertur-bación de la propia identidad se manifiesta en el Notable de amor comouna ofuscación que induce al amante a realizar acciones atrevidas. Pero estaenajenación, en cierto modo expresada como muerte simbólica en tantostextos cancioneriles, no alcanza por parte de Cristerno un estadio supe-rior intelectual, pues en ningún momento se expresa la transferenciaanímica, al menos del amante, según la cual la imagen de la amada segraba en la phantasia, quedando indeleble en el alma o en el cuerpo dequien ama36. Aunque Cristerno llega a manifestar su firmeza: «el amor queyo tengo a mi señora […] está cosido con mis entrañas y de tal maneraque no se pueden despegar sin llevar ambas cosas» (pág. 162), la expre-sión da cuenta del concurso de un solo aspecto del proceso psicológicoexperimentado, resultando la carencia bastante comprensible, a juzgar porlas fases de la historia amorosa, pues el impulso de Cristerno es unilateral,ya que la relación con Ysiana es muy débil; apenas recibe atención de ladama, caprichosa e insegura, de modo que el trato de la pareja dependemuy ostensiblemente de la mediación de las compañeras del colegio de Miti-lena. Sin embargo, en la ficción sentimental producida en el siglo XVI seaprecian testimonios de la presencia del motivo transformador del amanteen el amado, fundamentados por la clara vinculación del sentimiento.En la Questión de Amor Flamiano dice a Belisena: «el dia primero que os

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36. Cuando, en cambio, la idea es argumento que ha sido esgrimido en el prólogo, comoya se ha apuntado.

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vi dentro en mis entrañas y coraçón quedo el propio traslado vuestro perfe-tamente esculpido […] que de aquí a mil años […] aun en todos mis huessosse hallaria vuestro nombre escrito en cada vno»37. La presencia del motivomenudea en el Proceso de cartas de amores. El amante, ante la ausenciafísica de la señora, declara que se comunica con su trasunto: «Que en misencendidas entrañas está esculpido tan al natural como él mismo es»38.En las entrañas del amante se matizan «los reluzientes rayos de amor» queparten de la imagen de la amada (pág. 26), que es «retracto de mi alma»(pág. 42). En otra carta expresa: «estoy en vos tan transformado que soyotra vos» (pág. 34). A la recíproca, se manifiesta la transformación mutua:«¿qué puedo ymaginar saluo en vos, como en quien Amor quiso engas-tarme?» (pág. 50), dice la dama.

En la fábula del Notable de Amor, Juan de Cardona obvia el motivo dela transferencia anímica, desviando la interpretación por otros derroteros.El anonadamiento del amante va a ser expresado a través de los conceptosde una muerte simbólica que, irremediablamente conducirá a la muertereal y voluntaria del enamorado39. Semipúblicamente, en el tono confiden-cial que se mantiene continuamente entre Cristerno y las damas de Miti-lena, el amante desliza tenuamente el motivo de la alteridad: «como yo noesté en mí sino en su ecelencia» (pág. 157), pero para precisar de inme-diato la naturaleza de tal conversión. Pues dice Cristerno a las damas: «sios parece que vibo es que Ysiana á metido en mi cuerpo un espíritu quecuyda por mi ánima lo que ella avía de hazer» (pág. 158). Se confiesa aquíuna forma de aniquilamiento que paradójicamente podría conducir a laesperanza, pero para el amante esta intervención es causa de ofuscacióny de desasosiego, pues el principio vital o pneuma que le ha enviadoYsiana –un espíritu intermediario entre el alma y el cuerpo– no es la situa-ción ideal, porque «se ve claro que mi cuerpo, del plazer que rrecibe elespírytu que consigo tiene, como no le sea conpañero verdadero, sinoadvenedizo, poco contento le puede dar» (pág. 159). La desazón de Cris-terno es consecuencia de estar animado, informado por un espíritu que es

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37. Questión de Amor, ed. Carla Perugini, Salamanca: Ediciones Universidad de Sala-manca, págs. 79-80.

38. Juan de Segura, Proceso de cartas de amores, eds. Eugenio Alonso Martí, PedroAullón de Haro, Pancracio Celdrán Gomariz & Javier Huerta Calvo, Madrid: El Archipiélago,1980, pág. 22.

39. Si aparentemente la muerte de Cristerno recuerda la muerte de Leriano en la Cárcelde amor, en su motivación profunda la muerte del enamorado del Notable de amor responde,como expongo a continuación, a otros planteamientos.

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materia vicaria y sustituyente de su amada, como ejemplo simbólico de suestado de amante no correspondido. Tras este desasosiego parecen asomaraspectos básicos de la doctrina del anima separata40, en la que el alma,como sustancia inferior de la creación divina, solamente adquiere perfec-ción cognoscitiva si está unida al cuerpo, a lo que puede sumarse la reper-cusión del muy trillado axioma bonaventurense anima animat ubi amat.Pero me parece que en este pasaje parece aflorar un eco de los comenta-rios de Marsilio Ficino al Banquete platónico, justamente cuando en eldiscurso segundo trata de la diferencia entre amor simple y amor recíproco.Recordaba el florentino que el amor conlleva siempre la muerte volun-taria, es decir, la pérdida de uno mismo para entregarse al otro, lo queconduce a la fusión de los espíritus, por lo que, por esta integración quese produce en los amores recíprocos, la muerte voluntaria se resuelve envida para los amantes. Pero no sucede así en el amor simple, esto es,cuando se da la situación en la que el amado no responde al amante.Aquí el amante está completamente muerto porque no es correspondido.No hay forma alguna de vida, según Ficino, para el amante despreciado:

¿Dónde vive entonces? ¿Vive en el aire, el agua, el fuego, la tierra o elcuerpo de algún otro animal? No. Pues el espíritu humano no vive sinoen cuerpo humano. ¿Vive quizá en cualquier otro cuerpo de una personano amada? Tampoco, pues si no vive en aquel donde desea vivir muyvehementemente, ¿cómo podría vivir en otro? Por tanto, aquel que amaa otro y no es amado por él no vive en ninguna parte. Y por esto elamante que no es amado está muerto completamente. Y no resucitajamás41.

Parece que Juan de Cardona ha pretendido interpretar el estado dedesarraigo de su personaje con el vuelo intelectual de una cuestión meta-física que no halla respuesta en el auditorio; el razonamiento produceextrañeza, sobre todo porque, en giro inesperado, Cristerno trata de resolverel problema anímico con la ayuda de un componente ortodoxo cristiano, alemitir el deseo de la llegada del juicio general, porque es en el paraísodonde se solventaría la discordancia que el amante ahora padece, esto es,el que su cuerpo esté informado por un alma que no es la de Ysiana. Comopremio a sus servicios, allí podría fundirse con su amada. El recurso a laescatología cristiana en el razonamiento de Cristerno es una similitudo

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40. Santo Tomás, Suma, I, questión 89, fundamentalmenter artículos tercero y cuarto.41. M. Ficino, De amore, págs. 41-43.

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vulgar que apenas oculta las referencias al concepto de la universalidad delamor, dependiente de la teoría platónica de la participación, según la cualla identificación de las partes semejantes resulta para algunos la mejorexpresión del amor mutuo42. Por esta vía el problema de Cristerno alcanzala sublimación, pues en realidad, lo que él espera y desea –y así se cumpleen la novela–43 es fundirse alma con alma, expresándose así la primacía delespíritu sobre la materia, pero sobre todo la restitución de la integridaddel ser, al que se le premia otorgándole aquello que más ha amado44.

La referencia de Cristerno a la escatología cristiana forma parte delmanejo paródico de la religio amoris, enunciada ya en el prólogo y refle-jada más de una vez en la fábula. Es procedimiento que se añade en estepasaje, cuando Cristerno da cuenta de su devoción por Ysiana, pero no sinapuntar que la actitud es privativa de los apasionados:

Quiero dezirles una cosa que a los que libres de esta pasión se been, yson personas fuera de toda rrazón, se rreyrían de ella, y es que jamásme acuesto ni levanto sin encomendar mi ánima a mi señora Ysiana, yen la confesión que ago, después de averme confesado a Dios y a sussantos y pedídoles adjutorio, como a una santa del cielo venida le pidoa mi señora (pág. 161).

El balanceo de los puntos expresados y aludidos por Cristerno –filo-grafía universal y recurrencia sacroprofana– es acogido por las oyentescon extrañeza. Estas mujeres celebran que Cristerno se exprese derecha-mente y con autoridad, pero declinan su propia intervención porque nose quieren «meter en la Teología» (pág. 159). Como en otras ocasiones, laconfidencia de Cristerno, comprendida o no, es ventilada ante el auditoriofemenino.

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42. Idea muy común, pero que glosa pormenorizadamente Ficino en su Discursotercero.

43. Pues, muerto Cristerno, Cupido y Venus decretan que «mientras Ysiana fuese viva,el ánima de Cristerno estubiese aposentada en los Campos Elíseos, y que después de muertaasta el día del juicio la tubiesen a cuestas sobre sí, como a causadora de su muerte» (pág.168). El correctivo que se impone a Ysiana es temporal y no impedirá la fusión final cuandose ejerza la justicia.

44. Conceptos todos expresados por Ficino en su Discurso cuarto.

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IV. CONCLUSIÓN

A pesar de su escasa fortuna el Notable de Amor dispone, como seaprecia en otras obras del grupo al que se asigna, los resortes adecuados–y por supuesto, no privativos de las obras del grupo– de un principiopropio de la estética de la recepción: El de hacer patente o estrechar ladistancia entre el texto configurado por el autor (componente artístico dela obra) y la concretización de un receptor en su acto de lectura (compo-nente estético)45. En el ámbito de la destinataria de la obra es posible que,como resultado de la lectura de este caso de amor, se hubiesen suscitadoobjeciones y propuestas, al menos concernientes a tres asuntos. El primerogiraría en torno a la configuración del héroe, en su caracterización indivi-dual y social, en el desarrollo funcional de la figura, según los esquemastradicionales de los casos de amor. El segundo se centraría en la presenciadel grupo femenino, en la pertinencia o no de su participación y compe-tencia en la trama. No hará falta recordar su analogía con las posiblesreceptoras de la obra, si hemos de aceptar la condición de roman à clef ola alusión a una historia de amor conocida. El tercer asunto a un posibledebate habría de concernir a la propuesta de ideas, imágenes y motivoscapaces de sostener el armazón filosófico, probablemente asunto del mayorinterés para la controversia, no sólo por la afluencia de corrientes del pensa-miento amoroso y cortesano en el momento en que Cardona escribe, sinoporque la inserción del ideario en la fábula revela dos cosas: el manejoyuxtapuesto de tradiciones distintas y el sincretismo doctrinal de la filo-grafía platonizante.

Lo que Juan de Cardona propuso a doña Potenciana para tratar comocuestión de sobremesa sitúa a este Notable de Amor más allá de los límitesdel género sentimental, en un punto de encuentro con la variedad nove-lesca del siglo XVI que, más firmemente, por supuesto, aloja el pensamientorenacentista.

45. Juan de Flores, por ejemplo, en el Grimalte y Gradisa, crea una obra en la que preci-samente la recepción de un libro es la causa directa de una catástrofe. Por otro lado, casi altiempo, los lectores de la Cárcel de amor de Diego de San Pedro no parecen quedar satis-fechos y encauzan por otros derroteros –el caso de Nicolás Núñez– el sentido de la obra.

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LA SÁTIRA ANTIRROMANA EN LA POESÍADE BARTOLOMÉ DE TORRES NAHARRO

JUAN MONTERO & FRANCISCO J. ESCOBAR(Sevilla)

L A PRESENCIA del pacense Bartolomé de Torres Naharro (ca. 1485-h.1520) en Italia ha merecido una considerable atención crítica, centradaen las piezas dramáticas que el autor imprimió en la Propalladia de

Nápoles, 1517, volumen que iba dedicado a don Fernando Dávalos,marqués de Pescara, y a su esposa, la poeta Vittoria Colonna1. Sabemos quetales piezas (siete en principio, nueve en ediciones posteriores de la obra)se compusieron en su mayor parte entre los años de 1512 y 1517 y quealgunas de ellas llegaron a representarse en palacios cardenalicios, comoel de Giulio de’ Medici, con la presencia ocasional del Papa León X. Puededecirse, por tanto, que Naharro alcanzó, aunque fuese de manera efímera,una posición de cierta relevancia en el contexto hispano-romano de laépoca, en el que también participaron por aquellos años otros autores

1. Entre la bibliografía de conjunto sobre Naharro, destacamos: Joseph E. Gillet, TorresNaharro and the Drama of the Renaissance, ed. Otis H. Green, Filadelfia: Universidad dePennsylvania, 1961 (vol. IV de la monumental edición Propalladia and other works of Barto-lomé de Torres Naharro, Bryn Mawr-Filadelfia: Universidad de Pennsylvania, 1943-1951);John Lihani, «New Biographical Ideas on Bartolomé de Torres Naharro», Hispania, 54 (1971),págs. 828-835; Stanislav Zimic, El pensamiento humanístico y satírico de Torres Naharro,Santander: Sociedad Menéndez Pelayo, 1977-1978; John Lihani, Bartolomé de Torres Naharro,Boston: Twayne Publishers, 1979; Pierre Heugas, «Naharro, raro inventor», en Homenaje aJosé Antonio Maravall, Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 1986, vol. II, págs.319-332; y Miguel Ángel Pérez Priego, «Estudio preliminar» a su edición de Torres Naharro,Antología (Teatro y Poesía), Badajoz: Diputación Provincial, 1995.

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significativos del primitivo teatro español, como Diego Guillén de Ávila oel propio Juan del Encina.

Pero si la vertiente teatral de la Propalladia ha sido frecuentementeabordada por los estudiosos, no puede decirse lo mismo del otro compo-nente de la obra, a saber, la colección de obras poéticas que incluye elvolumen, hasta un total de cuarenta y dos piezas2. La práctica editorial depresentar en un mismo libro la producción dramática y poética de un autorhabía sido inaugurada en España por el ya citado Juan del Encina en suCancionero (1496), y se vería confirmado años después por Pedro ManuelUrrea en el suyo (1513 y 1516). El ejemplo de Encina debió de servir, pues,a Naharro como referente a la hora de incluir algunos poemas en la Propa-lladia, y los dispuso repartiendo unos por delante de las piezas dramá-ticas y otros tras aquellas (por eso los califica como antepasto y pospastodel plato principal en el Prohemio de la obra)3. Los temas, géneros y metros

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2. J. E. Gillet, Propalladia, vol. I, págs. 151-257. Incluye las cuarenta y dos de laPropalladia más tres: el Psalmo de la Victoria, el Concilio de los galanes y cortesanas deRoma y unas Coplas en loor de la Santísima Virgen atribuidas a nuestro autor en el Cancio-nero General de Sevilla, 1546; véase también: Bartolomé de Torres Naharro, Obra completa,ed. Miguel Ángel Pérez Priego, Madrid: Turner, 1994, págs. 17-121; y J. E. Gillet, Propalladia,vol. IV, págs. 418-426. A mediados del siglo XVI, Torres Naharro seguía siendo un autor deprestigio, como testimonia Alfonso García Matamoros: «Sed quum multa intercidant invales-cantque temporibus, sitque certissima regula non in cuiusquam rei bona aut mala natura, sedin usu potius atque consuetudine; damnare equidem non possum, nec si possem, maximedeberem, principes huius artis nobilissimos, Boscanum, Lassum, Ioannem Hurtado Mendo-zium, Gundisaluum Pérez, viros plane doctissimos, & quos in numero Petrarchae & Dantis,& si quos Italia praestantiores habuit, locare non timeo. At quorumdam auribus dulciussonant Ioannes Mena, Bartholomeus Naharro, Georgius Manricus, Carthagena, & illustris-simus marchio Ignatius López Mendozius: tum veteres illae Cantiones, quae clarorumhominum amores & fortia facta, victorias etiam & triumphos cum horrore aliquo antiquitatisiucundissime narrant» (véase Apología «Pro adserenda hispanorum eruditione», ed. de J. Lópezde Toro, Madrid: CSIC, 1943, págs. 222 y 224). Pocos años después, sin embargo, la Propa-lladia fue condenada en el índice del inquisidor Valdés, cortando su difusión hasta laedición expurgada de 1573. Precisamente la sátira antirromana contenida en el Capítulo III(que estudiaremos más adelante) fue uno de los textos que causaron la condena; véase laintroducción de M. Á. Pérez Priego a su Antología, págs. 17 sigs.

3. «La orden del libro, pues que ha de ser pasto spiritual, me paresció que se devíaordenar a la usança de los corporales pastos, conviene a saber, dándoos por antepastoalgunas cosillas breves, como son los Capítulos, Epístolas, etc., y por principal cibo las cosasde mayor subjecto, como son las comedias, y por pospasto ansí mesmo algunas otras cosi-llas, como veréis» (Obra completa, págs. 7-8). Esta ordenación aparecía ya reflejada en laportada de la princeps y otras ediciones antiguas, en la que figuraba una enumeración delas piezas que contenía el volumen (puede verse la nutrida sección de láminas que figuraen J. E. Gillet, Propalladia, vol. I).

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que cultivó el pacense están en consonancia con las tendencias imperantesen la poesía castellana de su tiempo, pero no por eso deja de mostrarciertas novedades expresivas que permiten encuadrarlo, junto con suscoetáneos Garci Sánchez de Badajoz y Cristóbal de Castillejo, entre losrenovadores de la escuela cancioneril4. Su tema predilecto es el amoroso,abordado claro está desde la perspectiva del amor cortés (aunque conta-minado de algunos toques platónicos, se ha dicho)5 y desarrollado no sóloen el consabido género de la canción sino también en otras composicionesa las que tituló de diferentes maneras: Lamentación (denominación quetambién usó Sánchez de Badajoz, y luego Gregorio Silvestre), Epístola(cuando el más usual entre los poetas españoles era el de carta) o Capí-tulo (rótulo que seguramente tomó y reinterpretó a partir de los versátilescapitoli italianos coetáneos). Junto a esto, no dejó de cultivar ocasionalmenteotras posibilidades más o menos establecidas: la poesía devota de temapasionario, la de inspiración jocosa, el romance de tema histórico oamoroso, la inspiración moral y satírica; su ánimo inquieto le llevó acomponer incluso tres sonetos en italiano, que, dentro de su condición detanteos, muestran cierta familiaridad con la poesía de su entorno. En cuantoa las fechas de composición, barajamos como hipótesis más probable la delperiodo 1512-1517 ya mencionado, puesto que a él remiten las diversasalusiones fechables que hemos encontrado en los textos: en la Epístola VIIse alude, sin nombrarlo, a León X como sucesor en el Papado de Julio II,lo que ocurrió en 1513; el capítulo II está dirigido seguramente a Baltasardel Río, nombrado obispo de Scala en 1515; el Retracto es un elogio fúnebrede Pedro Manrique de Lara, primer duque de Nájera, fallecido en 1515; elromance I, dedicado a la muerte de Fernando el Católico, debe ser, lógica-mente, poco posterior a enero de 1516. De las mismas fechas son otros dospoemas de ambientación italiana que no entraron en la Propalladia, sinoque se difundieron en pliegos sueltos, probablemente romanos6. El Psalmode la Victoria debe de datar de h. 1513, pues se refiere a la victoria espa-ñola en La Motta, cerca de Vicenza, sobre franceses y venecianos. El Concilio

SÁTIRA ANTIRROMANA EN LA POESÍA DE TORRES NAHARRO 389

4. Véase Rafael Lapesa, «Los géneros líricos del Renacimiento: la herencia cancione-resca», en Homenaje a Eugenio Asensio, Madrid: Gredos, 1988, págs. 259-275 y págs. 271-272; y M. Á. Pérez Priego, Antología, págs. 46-47.

5. Sobre la cuestión, véase J. E. Gillet, Propalladia, vol. IV, págs. 314-377 («Love»); yHugo Laitenberger, «Bartolomé de Torres Naharro, poeta y dramaturgo del amor cortés», enHomenaje a Alberto Navarro, Kassel: Reichenberger, 1990, págs. 321-346.

6. Para los datos bibliográficos, véase J. E. Gillet, Propalladia, vol. I, págs. 102-104;más precisiones en Nuevo diccionario de pliegos sueltos poéticos (Siglo XVI), ed. Arthur L.-F. Askins y Víctor Infantes, Madrid: Castalia, 1997, núms. 592 y 593.

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de los galanes y cortesanas de Roma alude a una corte celebrada en Boloniaa finales de 1515.

Pues bien, dentro de este corpus vamos a centrarnos para nuestra inter-vención en un tema que tiene relevancia en el conjunto de la trayectoriade Naharro: el tratamiento literario de Roma. Sabemos que el escritor residióen la Ciudad Eterna durante un periodo de tiempo no determinado, máso menos entre 1508 y 1517, cuando pasó a Nápoles7. Contó en ella, además,con la protección o conocimiento de algunas personalidades destacadas delmundo eclesiástico: Giulio de’ Medici, primo del Papa León X y cardenaldesde 1513; el también cardenal Bernardino de Carvajal, extremeño dePlasencia, o Baltasar del Río, obispo de Scala en 1515, con quien volveríaa coincidir en Sevilla años más tarde. Pese a ello, su posición personaldebió de sustentarse sobre las rentas de un modesto beneficio eclesiás-tico, sin alcanzar nunca mayores prebendas. El balance poco halagüeño dela experiencia romana explicaría, entre otras cosas, la partida del escritor aNápoles, quizá con la esperanza de encontrar allí patrones más generosos8.

Son varios los poemas de Naharro que contribuyen a configurar su trata-miento del tema romano. En concreto, se trata de los titulados Sátira, losCapítulos III y VI, y el ya citado Concilio. En realidad, estamos ante compo-siciones con planteamientos diferenciados. El Concilio, por ejemplo, seaparta del resto por su carácter de obra más bien híbrida, que admite tonosestrictamente satíricos junto con otros de índole festiva9. De los dos Capí-tulos, el VI tiene escasa relevancia para nuestro objeto de estudio, ya quela visión satírica de Roma está relegada a un plano muy secundario conrespecto a otro tema, el de la amistad. El Capítulo III, en cambio, sí quese centra completamente en Roma, y desarrolla una visión de la ciudad

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7. J. E. Gillet, Propalladia, vol. I, págs. 405 y 411.8. Recuerda a este respecto M. Á. Pérez Priego el sentimiento de desengaño experi-

mentado por Naharro (véase el estudio preliminar a su Antología, pág. 15).9. «It belongs to the literatura lupanaria, an international genre most successfully

practiced by Francisco Delicado in his Retrato de la Lozana Andaluza (1524-1528), a workexceeded in notoriety only by the Ragionamenti (1534) of Delicado’s imitator Pietro Aretino.But in a sense, the Lozana Andaluza proceeds from the Celestina, and, on the other hand,the Concilio is a part of the tradition of medieval burlesque, mingling religious and eroticelements, which in fifteenth-century Spain inspired some notorius poetry by Diego de Valera,Juan de Dueñas, Suero de Ribera and others (Amador de los Ríos, Historia crítica de la lite-ratura española, Madrid: Rodríguez, 1862, vol. VI, págs. 179 sigs.), and extended its influenceinto the drama of Encina, López de Yanguas, Vicente, and –witness the Addición del Diálogo–to Torres Naharro himself» (J. E. Gillet, Propalladia, vol. IV, pág. 422). De la misma opiniónes M. A. Pérez Priego, Antología, pág. 48.

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formulada sobre la base de la experiencia personal. Por contraste, en laSátyra el tratamiento del tema romano está determinado por un enfoquemás abstracto de tipo moral.

Empezaremos nuestro análisis justamente por la Sátyra, atendiendoentre otras cosas a que es el primero de esos poemas que aparece en elvolumen, tras las lamentaciones y antes de los capítulos y epístolas. Llamapoderosamente la atención en ese texto la elección métrica: el verso de artemayor se despliega en la novedosa forma de pareados (salvo el versoinicial, que queda suelto). La solemnidad del viejo metro se reviste así deuna andadura de poesía sentenciosa y gnómica. Y en efecto, como yahemos apuntado, la intención del poema es la de ofrecer una visión de laRoma contemporánea desde la perspectiva de un moralista, o para ser másexactos, de un pecador que ha tomado conciencia del mal que impera enla ciudad y del que él mismo no ha podido librarse. El enfoque procedede lo general a lo particular. El punto de partida se remonta al esquemamítico de las edades de la humanidad, como queda claro por las alusionesal reino de Cronos que abren el poema, con elementos tomados de laGenealogia deorum de Boccaccio (VIII, 1) al hacer la aretalogía del dios:

Aquel que sus hijos está deshaziendoy ansí se los come después de criados,su hoz en la mano, los hombros cargados,los ojos sumidos y el gesto arrugado,tan lleno de canas, tan mal figurado,la barva salida, los dientes caídos,perdida la vista, también los oídos,cargado de días y suelto de pies.Aquel viejo ruin si digo quien es:del Cielo y de Vesta segundo eredero […]que traxo las cosas a términos talesque yo y otros muchos biuimos ascuras,huyendo virtudes, seguiendo locuras. (1-21)10

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10. Naharro sintetiza mediante abbreviatio el extenso capítulo que Boccaccio dedicaa Saturno (véase Vittore Branca, Tutte le opere di Giovanni Boccaccio, Milán: Arnoldo Monda-dori Editore, 1998, vol. VII, págs. 810-822). De hecho, el pacense circunscribe su atencióna hitos destacados, suprimiendo, sobre todo, las prolijas digresiones de la obra mitográfica.Por ejemplo, la genealogía del dios es la misma en Boccaccio y en Naharro. En la obra delitaliano puede leerse: «Saturnus Celi et Veste fuit filius» (Boccaccio, Tutte le opere, pág. 810).La imagen de Saturno devorando a sus hijos está igualmente presente en diversos pasajes:

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El paso de la Edad de Oro a la de Hierro constituye, pues, un marcouniversal de la decadencia moral de la humanidad:

Virtud en el mundo no cabe ni mora,razón ni bondad no se usan agora […] (36-37).

El círculo se va cerrando poco a poco. Del mundo mencionado en el v. 36pasa el satírico a tratar de la corte, a la que nombra en el v. 41, y a la que pintacomo un descabalado mundo al revés, ya que mientras los viciosos son enella apreciados y recompensados, los virtuosos quedan infamados o relegados:

Daquestos no curan los grandes señores,daquestos se pueblan los más hospitales.Ofenden traidores, y pagan leales;y sirven los buenos y medran los ruines. (51-54)11

En aras de realzar la confusión entre las virtudes y los vicios –motivo deabolengo bíblico y clásico (véase Aristóteles, Retórica, 1367b, 35 sigs.)–12, elpoeta se vale de una amplia enumeratio, apelando al juicio crítico de los lectores:

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«Quos aliqui ferunt devorasse omnes [filios], et evestigio evomisse»; y «Eum devorasse filioset evomisse demum, duplicem tegit sensum, hystorialem scilicet et naturalem» (Boccaccio,Tutte le opere, págs. 810 y 812, respectivamente). La prosopopeya, que refleja el aspectodecadente del dios, y la mención del atributo de la hoz son elementos tomados también deBoccaccio: «Sunt insuper qui illum senem, mestum, sordidum, capite obvolutum, inertemsegnemque et armatum falce describant»; y «Mestus autem fingitur, ut melanconica complexioet exilii tristitia ostendatur. Senex, et quia tunc erat dum pulsus est, et quia turpis faciei sintsenes, et ut plurimum fetidioris, et quia consilio et astutia, qua summe valent annosi, valuitipse» (Boccaccio, Tutte le opere, págs. 812 y 818). También reflexiona Naharro sobre el tiempoasociado al dios, haciéndose eco del siguiente texto: «Circa autem naturalem rationem dicitsic Cicero: “Saturnus autem est appellatus, quod saturetur annis; edere enim natos fingitur,quia consumit etas temporis spatia, annisque preteritis insatiabiliter expletur”, etc.» (Boccaccio,Tutte le opere, pág. 812). Por último, el motivo que describe la pesadez de los hombros deSaturno se encuentra en la Genealogia: «Tardum autem dixere, quia ob gravitatemmembrorum tardi sunt senes ad incessum, tardi ad iram, tardum et ipsum planete corpusmotu […]» (Boccaccio, Tutte le opere, pág. 818).

11. El mal pago de los señores a los leales servidores es un tema recurrente en la obrade Naharro; véase J. E. Gillet, Propalladia, vol. IV, págs. 378-397 («Man and Society: theSocial Protest»), esp. págs. 383-385. La idea tenía ya su tradición en las letras españolas(recuérdese sin ir más lejos La Celestina) y quedó plasmada en un refrán: «De servidores lealesse hinchen los hospitales».

12. Naharro viene a preludiar la fertilidad del tópico en la literatura áurea; recuérdese,por ejemplo, de Quevedo El mundo por de dentro (Obras, vol. I, pág. 185) o La vida delBuscón (véase la edición de Fernando Cabo, Barcelona: Crítica, 1993, págs. 243-244).

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Los buenos veréis por necios tenidos,sagazes traidores por mucho discretos;en los sin secreto poner sus secretos,de donde procede mui claro su mal.Y pródigo llaman al qu’es liberal,y buen guardador al péssimo auaro;al justo lo llaman hipócrita claro,y al malo y soberuio lo cuentan gigante;al qu’es pertinaz, por hombre constante,y ansí de los otros, de mal en peor. (61-70)

El siguiente paso en la Sátyra es hablar directamente de Roma, nombradapor vez primera en el v. 74. La crítica se hace entonces más específica, yaque se centra en la irrefrenable ambición que domina a quienes aspiran aconseguir beneficios y dignidades eclesiásticas, no por servir a Dios sinopor enriquecerse:

Su gloria en el mundo, su Dios el dinero:tras éste envegecen los hombres en Roma. (73-74)

Llegados a este punto, comprendemos que el poema ha avanzado por unaescala simbólica en la que primero ha reducido el mundo al microcosmosmetafórico que es la corte, para luego hacer otro tanto proponiendo la curiaromana como espacio cortesano por antonomasia. De manera que la degra-dación de Roma es un reflejo de la que sufre el mundo y, al mismo tiempo,el síntoma e incluso su causa. La idea también aparece en boca de Jacinto,personaje que se queja de las desgracias de la vida cortesana en la primerajornada de la comedia Jacinta. Hablando de los poderosos, concluye:

Practican más mal que fundoy en Roma, qu’es lo peor,siendo la tierra mejorde lo poblado del mundo. (237-240)

Esa peculiar posición de Roma explica que en la parte final de la Sátyravuelva Torres al tono generalizante del principio, pero contrapesando lasprevias alusiones paganizantes con el énfasis ahora en la perspectiva cris-tiana mediante la mención de las virtudes teologales:

Justicia en olvido, razón desterrada;verdad ya en el mundo no halla posada.

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La fe es fallescida, y amor es ya muerto.Derecho está mudo, reinando lo tuerto.¿Pues la caridad? No ay della memoria;ni ay otra sperança si de vanagloria […]. (102-107)

Frente al enfoque generalizante de la Sátyra, lo primero que nos llamala atención en el Capítulo III, es su planteamiento de una mirada concretay específica sobre Roma, punto de vista que entronca con el tono de confi-dencia epistolar que caracteriza al poema desde su arranque13:

Como quien no dize nada,me pedís qué cosa es Roma. (1-2)

Para satisfacer a su corresponsal, el poeta tendrá que cabalgar a lomosde su propia experiencia de la ciudad, como expresamente afirma cuandoenfila el final del poema:

Yo he habladosegún he visto y palpado. (120-121)

Retomando, pues, la conocida terminología que maneja el autor en elProhemio de la obra, podría decirse que esta composición está escrita anoticia, y que por tal razón constituye, como quería Gillet, la verdaderasátira antirromana en la poesía de Torres14. Con todo, será preciso matizaresta aserción inicial a lo largo del análisis del poema.

El argumento de la experiencia le sirve, en efecto, al poeta para desa-rrollar un discurso focalizado en refutar los errores de la communis opiniosobre Roma, expresada en frases trilladas y proverbiales:

Lo segundo:es [Roma] otro nuevo profundo,castillo de la malicia;y aun la llaman, como fundo,

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13. Se trata de una fórmula similar, a modo de preámbulo, a la que encontramos enel Lazarillo para justificar la relación del «caso». Este poema fue eliminado en la ediciónexpurgada de 1573 (véase M. Á. Pérez Priego, Antología, pág. 22, n. 18).

14. J. E. Gillet, Propalladia, IV, pág. 419. A la bibliografía citada en n. 1 puede añadirserecientemente Maja Sabec, «Komedija a noticia in komedija a fantasía: Bartolomé de TorresNaharro med teorijo in prakso», Primerjalna-Knjizevnost, 24.2 (2001), págs. 33-51.

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otros, cabeça del mundo,yo, cabeça de inmundicia.Quien la viocomún tierra la llamóde los otros y de mí;mas mejor la llamo yoque communis patria no,mas común padrasto sí. (18-29)

Comparecen en el pasaje frases proverbiales tan conocidas como Romacaput mundi, cuyo origen rastrea Gillet en una de sus enciclopédicas notashasta Tito Livio, Tácito y Ausonio15; o la de communis patria, empleadaya por Cicerón y Séneca, y convertida en fórmula en el siglo VI por el papaSímaco, que llamó a Roma, communis patria, urbs aeterna, caput mundi16.El procedimiento de inversión reaparece hacia el final del poema, cuandoTorres se hace eco de un proverbio que corrió con formulaciones diversas:Roma, que los locos doma 17:

dizen que los locos doma:digo yo qu’ el bien de Romaes oílla y nunca vella. (117-119)

Torres pretende, por tanto, desmentir esas ideas mostrencas haciendover a su corresponsal el verdadero rostro de la ciudad. Para ello procedea indicar toda una serie de rasgos negativos que, a decir verdad, podríanvaler como descripción satírica de cualquier urbe o corte: «es cueva depeccadores» (40), «una escuela de peccar» (51), «purgatorio de bondad, /infierno de caridad, / paraíso de luxuria» (69-71), «[…] un gran jardín / demuchas frutas poblado» (79-80), frutas y flores del pecado, naturalmente(motivo que evoca el Jardín de las delicias, del Bosco); «un mercado do sevende / lo que nunca tuvo precio» (94-95); una gran rueda siempre dandovueltas (96-97); en fin, la conclusión es clara:

basta que en Roma, a mi ver,no queda mal por hazer,ni bien que venga en efecto. (111-113)

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15. J. E. Gillet, Propalladia, vol. III, págs. 57-58.16. Como también nos recuerda J. E. Gillet en su nota al pasaje (Propalladia, vol. III,

pág. 58).17. Francisco Delicado, por ejemplo, le añadió la coletilla: y a las veces las locas; véase

J. E. Gillet, Propalladia, vol. III, pág. 64.

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O un poco más abajo:

Digo que Roma es lugardo para el cuerpo ganarhavéis de perder el alma. (129-131)

Algo más nos acercamos a la visión directa de la Roma coetánea cuandoel satírico se queja de la proliferación de epitafios dentro y fuera de lasiglesias (manejando los estilemas característicos del género), así como delas comunicaciones de excomunión en las paredes de las calles:

Veis sin penapor iglesias, más que arena:Hic iacet, hic occultatur;cada calle, mala y buena,no ay pared que no esté llenade: Hic excomunicatur. (42-47)18

O cuando se hace irónica mención de la compraventa de indulgenciaspor millones:

Hazen de Dios tal extimaque les passan por encimaa mil cuentos de indulgencias. (87-89)

Queda claro, por tanto, que el Capítulo III ni por asomo alcanza elgrado de sabor local y concreto de las comedias Soldadesca o Tinelaria.El papel de la experiencia se reduce aquí a servir como árbitro entre dosideas de Roma. Una es la mostrenca expresada en los proverbios que másarriba hemos recordado; la otra es la que corresponde a los verdaderossabios, y está anticipada al principio del poema:

Cortesanos,varones sabios ancianosla difinen, me paresce,como en versos castellanos,

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18. Nuevamente son imprescindibles las notas de J. E. Gillet, Propalladia, vol. III,págs. 58-60.

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Roma, que roe sus manosqualquier que en ella envejeçe. (12-17)

De nuevo es Gillet quien nos recuerda que esos versos aluden a unconocido proverbio: Roma manus rodit, si rodere non valet, odit, quetodavía encontramos castellanizado en Correas: Roma, que sus manos tuercequien en ella envejece o que roe sus manos, como referido a las miseriasde los pretendientes cortesanos19. A ilustrar esa idea de Roma asumidacomo propia por Torres se dedica, en definitiva, el poema.

Tirar de ese hilo puede servirnos para entender hasta qué punto la delpacense es una voz entre las muchas que a lo largo de la historia literariase habían venido sumando a la vituperatio de Roma. Sin necesidad deremontarnos ahora a la tradición clásica, bien representada por Juvenal enla tercera de sus Sátiras (haciendo suyo el motivo del fustigat mores)20, síque será preciso recordar al menos cómo en las letras medievales resuenala fórmula de la Roma meretrix o su variante nova Babylonia para expresarel descontento político-religioso con la actuación del Papado, fórmula cuyoalcance completo (el que tiene, por ejemplo, en Dante) sólo se entiendesi recordamos que esa meretrix es una de las figuras apocalípticas quedenuncian el renacimiento del paganismo en el corazón mismo de la cris-tiandad21. Que tales acuñaciones e ideas seguían circulando en tiemposde Torres resulta archisabido, y bastará recordar el caso de Savonarola enlos años finales del XV, personaje al que mencionamos en particular porqueGillet sospecha que puede referirse a él, sin nombrarlo, la expresión «sancto

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19. J. E. Gillet, Propalladia, vol. III, págs. 56-57.20. En sus poemas, Naharro demuestra un feliz conocimiento de la tradición moralista

clásica. Por ejemplo, en el Concilio, censura el comportamiento de los hombres viciososparangonados a los animales, puestos que no cultivan su alma de forma virtuosa: «Pues, ¡obrutos animales! / ¿qué traéis tal vicio en palmas? / ¡O dïablos infernales! / ¿qué no lleuáisa los tales / biuos, en cuerpos y en almas? / ¡O malas gentes malditas! / ¡O bestias desen-frenadas! / ¡O vellacos sodomitas, / quántas penas infinitas / vos están aparejadas!» (111-120). El motivo evoca el tópico del lathe byo–sas, que se encuentra en el arranque del DeConivratione Catilinae, de Salustio: «Omnis homines, qui sese student preaestare ceterisanimalibus, summa ope niti decet ne uitam silentio transeat ueluti pecora, quae natura pronaatque uentri oboedentia finxit» (citamos por la edición de José Manuel Pabón, Madrid: CSIC,1991, pág. 14).

21. Véase Dante, Inferno, XIX, vv. 106-111. Glosa el pasaje, por ejemplo, GiorgioPetrocchi, Dante. Vida y obra, Barcelona: Crítica, 1990, págs. 150-151. Similarmente, Petrarcallamó Babilonia a la corte papal de Aviñón en repetidas ocasiones; véase Canzoniere, CXIV,1, CXXXVII, 1, CXXXVIII, 3.

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gran predicador» que aparece en el v. 71 de la Sátyra de Torres22. De hechola vituperatio de Roma había ganado impulso durante el papado deAlejandro VI (1492-1503) y había fraguado incluso en nuevos cauces satí-ricos, como las famosas pasquinate23.

Podemos concluir entonces diciendo que, si bien la visión crítica deTorres, se alimenta en la rica tradición satírica castellana del XV, las parti-culares circunstancias de su vida hacen que haya que sumar su voz a lade tantos otros que, como Francisco Delicado o Pietro Aretino (el cualaprovechó, según Gillet, algunos pasajes antirromanos de nuestro pacense)24

pintan la corrupción de Roma en los tiempos previos al célebre sacco,suceso rodeado, como se sabe, de una literatura apologética que se alimentade la tradición de ideas que aquí estamos evocando.

22. J. E. Gillet, Propalladia, vol. III, pág. 49.23. Un análisis del género ofrece Anne Reynolds en sendos artículos: «Cardinal Oliviero

Carafa and the Early Cinquecento Tradition of the Feast of Pasquino», Humanistica Lova-niensia, 34A (1985), págs. 178-208; y «The Classical Continuum in Roman Humanism: TheFestival of Pasquino, the Robigalia, and Satire», Bibliothèque d’Humanisme et Renaissance,49.2 (1987), págs. 289-307. Como Naharro, otros escritores se valieron de dicho tema; porejemplo, Ariosto en sus Sátiras segunda (noviembre-diciembre de 1517) y tercera (mayo de1518); véase para otras cuestiones el estudio de José María Micó a la edición de las Sátiras(Barcelona: Península, 1999).

24. Remitimos a las notas del editor J. E. Gilley, Propalladia, III, págs. 58, 60 y 62.

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APÉNDICE

Acta del Simposio Internacional «Continuidad y Circulaciónde la Literatura y el Saber durante los siglos XVI y XVII», Forschungs-stelle CERES (Kiel, 29.9.-1.10.2003)

E L SIMPOSIO Internacional «Continuidad y Circulación de la Litera-tura y el Saber durante los siglos XVI y XVII» –que hizo particularhincapié en la literatura española y tuvo lugar del 29.9. al 1.10 de

2003 en la Universidad Christiana Albertina de Kiel dentro del marco de laXXVIII. Convención bianual de los Romanistas Alemanes– reunió a unnutrido grupo de investigadores españoles, alemanes y franceses paradebatir en perspectiva interdisciplinar –y en cuanto que interacción deespacios culturales específicos de España, Italia y Francia– las formas máscaracterísticas de vehiculación del saber a través de la literatura, las artesy las ciencias en los albores de la Edad Moderna y particularmente en lasCoronas de Castilla y Aragón. Además, fueron objeto de reflexión tantolos estamentos profesionales del saber (especialmente el humanista y elartista en cuanto que emblemáticas figuras de acceso y representación delsaber) como prácticas culturales singularmente significativas por su amplioalcance social cuales la lectura, el estudio de las letras o formas de la praxisdevocional en la temprana Edad Moderna. El Simposio fue una primeraaproximación a sus objetivos del Proyecto de Investigación de la For-schungsstelle CERES «Escritura y Saber» / «Literatur und Wissen in der FrühenNeuzeit in Spanien», cuyas directrices preveen registrar y valorar algunosde los múltiples aspectos de la aportación de la cultura española y susrepresentantes a la consolidación de nuevas estructuras del conocimientoen los albores de la Edad Moderna a partir sobre todo de la Literatura,

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pero también y en lo posible, a partir de las Ciencias, las Artes y el Pensa-miento aproximadamente entre 1450 y 1650, por tanto durante el Renaci-miento y hasta en la España de los Austrias. El proyecto «Escritura y Saber»avista formas literarias y manifestaciones culturales de una subjetividadmoderna en gestación y, para ello, se propone abordar temas tocantes,p. e. al saber en las universidades de los Reinos de Castilla y Aragón, alconcepto del hombre en los Studia Humanitatis, a la huella de la FilosofíaMoral en los textos literarios, a los géneros autobiográficos y ensayísticos,al mecenazgo artístico y literario en la Corona de Castilla o a libros y lecturaen la España renacentista.

De acuerdo con el horizonte descrito del Proyecto de Investigación seafrontaron no sólo cuestiones propias de los análisis literarios y problemá-ticas derivadas de los textos objeto de estudio y de los géneros pertinentes(p. e., la égloga, la epístola, el ensayo y la novela), sino igualmente loscontextos sociales y condicionamientos topográficos determinantes delos procesos culturales inherentes a su producción, trasmisión y consumo.Y, por último y sólo a partir de un haz de temas y textos representativos,también se prestó atención a las modalidades de intercambio y contactoentre los espacios culturales implicados, fundamentalmente en Francia,Italia y España.

* * *

En primer lugar se abordaron aspectos relativos a la historia del libro,principal medio transmisor del Saber renacentista, y en concreto PedroCátedra – Director del Instituto del Libro y de la Lectura y Catedrático dela Universidad de Salamanca– en la lección inaugural, siguiendo la pautade inventarios privados y una amplia documentación iconográfica, se refirióa bibliotecas de mujeres y a sus lecturas durante el Renacimiento comopráctica cultural eminentemente urbana, al margen de los espacios monacaly cortesano. Esta conferencia inaugural desgranó toda una serie de apuestasprogramáticas de cara a ulteriores estudios, como la consideración de labiblioteca en cuanto que espacio cultural privado de los más diversos esta-mentos sociales y sus respectivos representantes sin distinción de género),o como el recurso a sus inventarios en cuanto que referente privilegiadode la investigación por su relevancia en el ámbito educativo, literario,comercial, etc.) o, finalmente, la reconstrucción de prácticas contemporá-neas de lectura femenina (fuera vocalizada o fuera mental, su ritualización,etc.. La biblioteca privada se erige así, en definitiva, más que en un archivode erudición, en un espacio de subjetividad.

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La concepción, las disciplinas y los estamentos profesionales del saber(p. e. los humanistas, los gramáticos, los literatos y los artistas) fueron acontinuación objeto de estudio en diferentes ponencias como la de Dra.Dorothea Scholl quien analizó, a propósito de los Essais de Michel deMontaigne, el concepto de conocimiento y el paradójico cuestionamientode las prácticas académicas del saber, desde la filosofía y la pedagogíahasta la astrología y las ciencias ocultas, sin olvidar la medicina y otrasciencias; tal planteamiento permitió a la romanista de Kiel no sólo indicaruna crisis de la erudición tradicional y su retórica, sino también contrastarmodelos específicos de sapientia en la época del escritor gascón (p. e. elsaber libresco, el culto institucionalizado y el popular). En esa misma línease situó la ponencia de la profesora de la Universidad de Sevilla MercedesComellas sobre los profesores de Retórica sevillanos Baltasar de Céspedesy su discípulo Antonio de Toledo y Dávila, que apuntó la evolución de losconceptos de humanista y de erudición desde comienzos del siglo XVI,comparando los propuestos por ambos sevillanos con los de Erasmo deRotterdam y de Juan Luis Vives. Si el Discurso de las Letras Humanasllamado el Humanista (1600) de Céspedes constituyó un paradigma de losestudios de las Humanidades en el ámbito académico a finales del siglo XVIy en el siguiente, el Discurso de las Buenas Letras Humanas de su discí-pulo contiene un programa humanístico de divulgación que muestra elimportante aprovechamiento que el humanismo vulgar, ya tardorrenacen-tista, hizo de las doctrinas y métodos del humanismo universitario culto.

Especial relevancia cobró la conferencia de Pierre Civil (Sorbonne-Nouvelle) quien esbozó la transformación del estatuto estético y social delpintor entre los siglos XVI y XVII tomando el pulso a los condicionamientosy requisitos de su formación profesional (p. e. a la vista de las bibliotecasde Jáuregui, Velázquez y Pacheco, así como escritos teóricos de este último),documentando el tránsito de una actividad concebida primero fundamen-talmente en términos de trabajo artesanal hasta la generalizada consolida-ción de la conciencia del pintor como artista. De esta manera, el paso deartesano a artista en la consideración del oficio de pintor (llegando inclusohasta la figura del pintor sabio) coincide en la España del siglo XVII con larecepción y propagación de escritos sobre la dignidad y nobleza de su arteprocedentes de Italia. El catedrático parisino puso de relieve la confluenciade elementos estéticos o de filiación intelectual con aspectos devocionaleso, más en general, pedagógicos que legitiman la reivindicación del saberdel artista en pintores-escritores como Pacheco y Carducho. Estos datosdiseñan alternativas, entonces vigentes y muy matizadas, al modelo conven-cional de «pintor erudito y cristiano».

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También fueron objeto de estudio las estrategias de otros grupos socialespara formar una identidad colectiva en consonancia con los procesos histó-ricos determinantes de la sociedad contemporánea. De ello dio buenacuenta el estudio de Jesús Rodríguez Velasco (University of California,Berkeley) al analizar las modalidades de construcción de una identidadcorporativa por parte del estamento caballeresco, sea en función de suarraigo nobiliario, sea aquella caballería urbana de más baja condición quedurante el siglo XVI gustaba concebirse en oposición a la hidalguía.La ponencia se centró sobre todo en el tratado de Juan López PalacioRubios (Tratado del esfuerzo heroico bélico, 1524) sobre el significado dela caballería, la milicia y el «esfuerzo heroico» en uno de los momentosmás dramáticos de la historia de esta clase-institución. Entre las cuestionestratadas Rodríguez Velasco destacó cómo la cultura caballeresca intentósolucionar los problemas derivados de la imperiosa necesidad de remo-delar su identidad durante el Renacimiento cuando, a raíz de las transfor-maciones sociales (escisión de la caballería y la hidalguía), militares(reconversión de la caballería como cuerpo ligero de combate) y políticas(relaciones entre la monarquía y la nobleza), hubo que ser asignada alcaballero una nueva misión ya que su funcionalidad militar fue subsumidapor una profesionalidad diferente con la transformación de los ejércitos, enparticular en lugares como Castilla (o España, en general) y en Florencia,surgiendo de ahí el diseño de todo un programa de dignificación ética dela caballería en volandas de una ética del esfuerzo heroico y la virtud.

Las funciones que asume el escritor, el traductor y el libro en la sociedadmoderna fueron objeto primario de la intervención de José Ramón Trujillo,quien –tomando el pulso a toda una serie de pasajes del Quijote– esbozóuna teoría de la traducción e imitación en Cervantes insinuando, por otraparte, una grave fractura histórica en cuanto al concepto de autoría y encuanto al estatuto del libro ya convertido en un producto comercial.A propósito del Quijote, el profesor madrileño ejemplificó formas de circu-lación de textos impresos auriseculares y resaltó la incidencia de la indus-tria editorial sobre la creación y el nacimiento del moderno concepto deautoría.

Por otra parte, el profesor de literatura y musicología medievales de laUniversidad Autónoma de Barcelona Antoni Rossell (un excelente barítonopor ende) estudió versiones bearnesas de los Salmos en la liturgia protes-tante en tanto que crisol de los litigios sociales en que a mediados del sigloXVI se enzarzaban los agentes del poder y vinculándolos sobremanera acuestiones religiosas y de identidad colectiva en un territorio tan conflic-tivo como la Gascoña en esa época: La traducción occitana (en dialecto

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bearnés) se publicó en 1583 bajo el título Los Psalmes de David metuts enrima bearnesa, obra de Arnaut de Saleta (Arnaud de Salette), tras haber sidoencargada por Jeanne Labrit (Jeanne d’Albrit), reina de Navarra, que en1560 había abrazado la Reforma Calvinista. El profesor catalán abordó enparticular la construcción del texto de Saleta y su adaptación a una melodíapreexistente a partir de una hipótesis oral y de su divulgación, pero sindescuidar los aspectos simbólicos de la obra, determinantes de la protec-ción auspiciada y de las condiciones de su difusión.

* * *

Si este primer núcleo de ponencias –con un enfoque claramente empí-rico e histórico-social– mostró que los procesos apuntados se articulanmediante una compleja dialéctica de continuidad y ruptura (concordante,por cierto, con el tema general vinculante para la Convención de Roma-nistas), un segundo grupo de conferencias se centró en la circulación ointeracción de textos literarios en espacios culturales de diferentes lenguasrománicas. Así, también gracias a los debates suscitados –y animados repe-tidamente por otros participantes y profesores presentes en las Jornadas,pero sin presentar comunicación–, se acertó a delinear una micro-topo-grafía literaria de la incipiente Edad Moderna en su alumbramiento rena-centista y dentro del espacio cultural románico. Las relaciones culturalestanto entre España e Italia como entre España y Francia quedaron de mani-fiesto gracias a toda una serie de intervenciones centradas en la circulaciónde textos literarios entre esos ámbitos durante los siglos XVI y XVII. La doctoraFolke Gernert, verbigracia, recabó en imitaciones italianas paródicas depoemas alegórico-sentimentales y de cancionero castellano; entre estascomposiciones denominadas por María Rosa Lida de Malkiel «hipérbolesacroprofana», pues recurren a textos litúrgicos o escriturales para describirexaltadamente una pasión amorosa, la profesora Gernert analizó la reper-cusión literaria de dos contrafacta de Juan Rodríguez del Padrón (Los diezmandamientos de amor y Los siete gozos de amor), de amplia difusión tantoen España como en el reino de Nápoles, y para ello se centró en doscomposiciones de principios del siglo XVI, obra de un enigmático poetallamado Notturno Napolitano (I Diece Comandamenti de Amore, con alcunisonetti amorosi y los Sette Peccati Mortali de Amore). Así, no sólo quedódemostrada la perspectiva románica de la «hipérbole sacroprofana», sinotambién documentado un ejemplo fehaciente de la presencia –desde lacorte aragonesa– de la poesía cancioneril castellana en la literatura napo-litana popular y culta y, tal vez, en la italiana.

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Por su parte el profesor Miguel García-Bermejo se detuvo en la obradramática profana del primer autor dramático castellano que vio impresassus creaciones, Juan del Encina, y en su actividad tanto en la corte caste-llana como en la Sede Pontificia hacia el 1500. Aportando datos concretospara ordenar cronológicamente las piezas de asunto sentimental y contex-tualizarlas geográfica y topobibliográficamente con precisión, el profesorsalmantino interpretó la elección de Virgilio y las Bucólicas como caña-mazo básico de la producción dramática de Juan del Encina (yendo másallá de su voluntad de dignificar unas burdas fiestas parateatrales previas,simplemente relacionadas con el ciclo del carnaval) como resultado de undeseo de emulación política e intelectual, lo que explica tanto la adopciónde otros modelos literarios, de procedencia cortesana (p. e. en la encinianaRepresentación del poder del amor) como su experimentación de otrasfórmulas en sus tres últimas églogas, ya en otros lugares de las dos penín-sulas, sea la italiana, sea la ibérica.

Finalmente, la circulación de los temas y argumentos pastoriles entreItalia y España quedó documentada gracias al estudio del único códiceconservado (en una biblioteca nobiliaria privada en Andalucía) del Librode los amores de Viraldo y Florindo, aunque en diverso estilo (1541) a cargodel profesor Luis Gómez Canseco, quien recientemente ha editado el texto(Salamanca: Universidad, 2003). Esta novela, que hasta entonces permanecíainédita, consta de dos partes complementarias, la primera de ellas pastorily la segunda a modo de novella italiana, en las que actúan los mismospersonajes. Entre otras cosas, reviste un valor específico por contener lasprimeras traducciones españolas de la Arcadia de Sannazaro en prosa yadelantar en varios años la entrada de la pastoral italiana en la ficciónhispánica.

Sólo la última de estas tres intervenciones –íntimamente relacionadas conel marco histórico-topográfico y, dada la conexión literaria italo-hispánicacon estrechos vínculos temáticos, metodológicos y prosopográficos– tienecabida en estas actas Nápoles – Roma, 1504, ya que la de Folke Gernertse encontrará en el Romanistisches Jahrbuch, 55 (2004) [2005]. Las de unbuen número de otros ponentes (como las de P. Civil, P. Cátedra, J. Rodrí-guez Velasco, A. Rossell, J. R. Trujillo, M. García-Bermejo y M. Comellas)están contenidas, de forma ampliada, en monografías recién publicadas oque aparecerán muy próximamente, mientras que las demás ponencias –aque finalmente me referiré y como la de D. Scholl – están ya en la imprentay podrán leerse en revistas especializadas en la historia literaria de Franciao Italia (R. Zaiser, V. Kapp, S. Greiner).

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Otros géneros renacentistas y sus particularidades literarias fueron abor-dados en las restantes intervenciones cuyo eje de gravedad quedó situadoen las literaturas francesa y italiana de los siglos XVI y XVII. La profesoraberlinesa Sabine Greiner aludió al género epistolar y a sus variantes paró-dicas en Venecia, según el modelo de Pietro Aretino, estudiando las epís-tolas satíricas de su secretario Niccolò Franco, célebre polemista oriundode Benevento, cuya diatriba antihispánica supone ciertamente también unareacción a la presencia política española en el Virreino de Nápoles: LePistole Vulgari fueron interpretadas a través del prisma anticlasicista, comosubversión de la tradición humanista que determina el género desde Fran-cesco Petrarca y Angelo Poliziano hasta Antonio de Guevara.

Dirigiendo la mirada hacia Francia, el doctor Rainer Zaiser de la Univer-sidad de Colonia remarcó la importancia del Quijote para la literatura fran-cesa del siglo XVII en cuanto que modelo de un tipo de novela que–ironizando los argumentos y su propio discurso a nivel metaficcional–rompe ya plenamente con el paradigma y los conceptos narrativos de laanterior literatura caballeresca, arraigada en la tradición medieval y susistema de valores heroicos. Tras las huellas del Quijote surgen en Franciados novelas cómico-paródicas de Charles Sorel: Le Berger extravagant(1627/28) que parodia el bucolismo de L’Astrée de Honoré d’Urfé (1607-25) y la Histoire comique de Francion (1623), cuyas técnicas paródicassometió el profesor Zaiser a un minucioso análisis y comparación con lascervantinas.

Por último, Volker Kapp adelantó algunas conclusiones de un amplioestudio y edición crítica del diálogo Si on doit citer dans les plaidoyers,escrito a finales del siglo XVI por el jurisconsulto y protoabogado ClaudeFleury, texto en que el catedrático de la Universidad de Kiel detectó unasintomática crisis de autoridad en la crítica a finales del siglo XVI a la retó-rica judicial basada en la utilización de citas, sentencias y máximas comogarantías de verdad; Fleury, de forma semejante a Étienne Pasquier, tildaese artificio de pedante esgrimiendo criterios estéticos y filosóficos en favorde un «style naturel» capaz de encubrir las galas del arte oratoria. Talespuntos de crítica coinciden con el cuestionamiento paradójico de la erudi-ción y el saber libresco en Montaigne y –ya entrando en otra dimensión,si se me permite– concuerda con la crisis de los géneros literarios tal ycomo la refleja Cervantes en el significativo atlas de géneros narrativos desu época que supone en general su escritura poética y, en particular, tantoel Quijote como las Novelas ejemplares.

* * *

APÉNDICE 405

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APÉNDICE406

El Simposio Internacional «Continuidad y Circulación de la Literatura yel Saber durante los siglos XVI-XVII» sirvió además de marco para la presen-tación pública de la primera publicación de la Forschungsstelle CERES encooperación con el SEMYR (Bernhard König, Novela picaresca y libros decaballerías, 2003). Un efecto sinergético de las Jornadas quedó plasmadotambién en la voluntad, vehementemente expresada por los participantes,de diseñar un proyecto común con vistas a cartografiar los espacios cultu-rales de la literatura española durante el Renacimiento en la Europa Occi-dental y Meridional. De hecho, el Simposio supuso la primera aproximacióndesde la Forschungsstelle CERES al estudio de una serie de condicionesempíricas de la literatura y el saber renacentistas, sin descuidar la infraes-tructura epistemológica de los textos literarios, y en ese sentido la reuniónaportó un mínimo muestrario de lo que, en su día, puede llegar a ser unamodesta y más cabal contribución a una cartografía social e institucionalde la cultura y literatura renacentistas –en la más amplia acepción deltérmino– en cuanto que movimiento motriz de la temprana Edad Modernaen Europa.

Javier Gómez-Montero

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Aarón, Pietro 283

Abarbanel, Isaac 122

Abarbanel, Samuel 122, 137

Abarbanel, Yehudah, véase LeónHebreo

Abate, Francesco 26n

Abenjobair, véase Ibn Jubayr

Abravanal, Judah, véase León Hebreo

Abulafia, David 123n

Acciaiuoli, Zanobi 54

Accolti, Benedetto 41, 44

Acutis, Cesare 200

Afonso V, Rey de Portugal 15, 38, 52,122

Afonso, Infante de Portugal 44, 47

ÁFRICA 113, 118, 123, 301, 363

Aftonio 339

Ago, Renata 345n

Aguadé, Santiago 164n

Aguilar, Juan Bautista de 198

Agustín, Antonio 197n

Agustín, de Hipona, San 52, 96, 116

Ahmad al Andalusí 196ALBA 109Alba, Ramón 176n, 179n, 180n, 181nAlberti, Leon Battista 176, 340n, 341nALCALÁ DE HENARES 122, 164, 172, 274Alcalá, Ángel 69nAlcántara, Pedro de 56Alcina, Juan Francisco 173n, 176nAlejandro VI 14, 18, 29, 40, 47-48, 53,

103, 143, 398Alemán, Rodrigo 249ALEMANIA 11, 31, 74n, 77, 108, 248Al-Farabi 134Alfonso II, Rey de Aragón 123, 133Alfonso il Magnanimo, véase Alfonso V

el MagnánimoAlfonso V el Magnánimo, Rey de

Aragón 14n, 15-16, 17n, 24, 123,189, 192, 291, 293-296, 298, 302-303, 345

Alfonso X el Sabio 201Algazel 134Alhaique Pettinelli, Rosanna 96n, 115n

407

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS

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Alipio 279nAliprandi, Luisa de 19nAlmeida, Lourenço de 101Alonso, Álvaro 166nAlonso, Dámaso 302nAlvar Ezquerra, Alfredo 184Alvar, Carlos 164n, 365nAlvarado, Capitán 143nÁlvarez Barrientos, Joaquín 343Álvarez de Toledo, Fernando, Duque

de Alba 27, 273, 279nÁlvarez de Toledo, Juan 273-274, 276Álvarez Pérez, José María 269n, 272n,

273n, 274n, 275n, 276Allaigre, Claude 85nAmadís de Gaula 21, 164, 206-207,

210, 216-217, 219n, 220, 240, 242,361n

Amadís de Grecia 351Amador de los Ríos, José 150n, 390nAMBERES 154AMÉRICA 195Amorós, Carlos 320nANATOLIA 374n Andrada, Francisco de 194 Andrade Carvajal, Fernando de 148nAndrés, Rosana de 185Angeles, Francisco de los 56, 125Angelo, Paolo 54Anguessa, Pietro 176Antonio Flaminio, Marco 41Apeles 154n, 340nApocalypsis Nova, véase Silva, Amadeu

daApuleyo, Lucio 170ARAGÓN 11, 27-28, 47, 101, 109, 125n,

132, 294, 315, 399, 400Aragón, Juan de 192Arancón, Ana M. 165nArasse, Daniel 66nArbeta, Leticia 184

Arbor Vitae Crucifixae, véase Casale,Ubertino da

Arcadia 17, 133, 346, 349-363, 404Aretino, Pietro 85n, 87n, 390n, 398,

405AREZZO 89-90ARGEL 374Argensola, Bartolomé de 198Argensola, Leonardo de 198Arias Martínez, Manuel 8, 27, 245-267,

252n, 253n, 256nArias Montano, Benito 175, 197, 350Ariosto, Alfonso 57, 59Ariosto, Ludovico 127, 325n, 330, 333Aristóteles 134, 168, 201, 272, 279, 392Aristoxeno 279Armellini, Mariano 207nArnalte y Lucenda 370ARONA 179Arribas Hernáez, María Luisa 180nArrighi, Ludovico degli 129nAscarelli, Fernanda 213nAscensius, Badius Jodocus 215ASCOLI PICENO 128, 129n, 130Asensio, Eugenio 389nASIA 103Askins, Arthur L.-F. 389nAsolani 325, 333Asor Rosa, Alberto 19n, 28nASTORGA 256-257, 265, 267Aubin, Jean 118nAubrun, Charles 199nAUGSBURGO 30, 76Augusto, Emperador 102, 108, 115 Aullón de Haro, Pedro 383nAurora, véase Castro, João deAusonio, Decimo Magno 395AUSTRIA 375Averroes 134Aviar, María Fernanda 370n

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS408

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Avicena 134, 136ÁVILA 253-254Ávila y Zúñiga, Luis de 194Ávila, Francisco de 199Ávila, Francisco Javier 335n, 347nÁvila, Martín de 171Avilés, Miguel 73nAVIÑÓN 397n

BABILONIA 109BADAJOZ 250Badaloni, Nicola 14nBadia, Lola 293, 296nBaglioni, Orazio 85Baldeón Baruque, Julio 13Bandarra, Gonçalo Eanes 53, 56Baquio 279Bàrberi-Squarotti, Giorgio 87nBarbieri, Francesco 127nBarbosa, Aires 310nBARCELONA 114, 132Barcelona, Bernardo de 193Bardini, Marco 66nBarlacchi, Tomaso 208nBARLETTA 123-124Barletta, Laura 136n, 137nBarozzi, Nicolò 125nBarreiros, Gaspar 37, 52, 56Barrientos García, José 177nBarrios, Aguilera 185Bartolomeo, Fra 341Baruchson-Arbib, Cifra 136nBasso della Rovere, Giovanni 41Bataillon, Marcel 73n, 175Baxandall, Michael 341nBayacet, Gran Turco 143Beardsley, Theodore S. 167nBeatricetto, Nicolò 207Beatriz, Infanta de Portugal 311Beatrizet, véase Beatricetto, Nicolò

Beautrizet, véase Beatricetto, NicolòBeccadelli, Antonio (Il Panormita) 15Becerra, Domingo 198Becerra, Gaspar 27, 252, 256-257, 265,

267Becker, Felix 208nBedarida, Henri 96nBeinart, Haim 137nBeit-Arie, Malachi 137nBembo, Pietro 16, 18, 22, 41, 114,

128n, 304, 320, 324-325, 333, 372,381-382

Benavides, Manuel de 143nBenci, Antonio di, véase Pollaiuolo,

AntonioBENEVENTO 257, 266, 405BENIARJÓ 299nBentiglio, Ginebra 200Bentley, Jerry H. 15n, 132nBerardi, Gianfrancesco 68nBerchet, Guglielmo 125nBermudo, Juan 282n, 285-286Beroaldo, Filippo 170Berruguete, Alonso 26n, 27, 251, 254-

256, 263Bersuire, Pierre 170Bigarny, Felipe 251nBinkowski, Johannes 66nBIZANCIO 113Blado d’Asola, Antonio 127, 207Blas Torrellas, Pedro 155Blasi, Nicola di 28Blau, Joseph Leon 116nBlecua, Alberto 434nBloch, Joshua 136nBocángel, Gabriel 198Boccaccio, Giovanni 132, 134, 171,

327, 349, 351, 391n, 392nBocchetta, Vittore E. 346nBoecio 278BOHEMIA 108

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 409

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Bohigas, Pere 307nBoiardo, Matteo Maria 170, 325nBolea, Iñigo de 198Bolgar, Robert R. 167nBolognesi, Giancarlo 340nBOLONIA 38, 85, 110, 118n, 174, 177,

283, 310n, 390Bonaventura da Bagnoregio, San 55Bonazzoli, Viviana 124nBonfil, Roberto 135n, 136nBorbón, Condestable de 76-77, 80,

85-86, 90Borgia (familia) 91Borgia, Alonso de, véase Calixto IIIBorgia, Francesco 56Borgia, Girolamo 54nBorgia, Lucrecia 190, 198Borgia, Luís de 142Borrego, Esther 67nBorroni Salvadori, Fabia 208nBoscán, Juan 16, 23-24, 303-306, 309-

310, 313, 316-318, 320-321, 325,328, 351

Bosco, El 395Bosse, Monika 14Braamcamp Freire, Anselmo 318nBracanti, Giovanni 132BRAGA 38Braga, Teófilo 311Bramante 106Brambilla, Elena 14nBranca, Vittore 391nBrandi, Karl 69nBrednich, Rolf Wilhelm 66nBregno, Andrea 41BRESCIA 213Brienio 279Briesemeister, Dietrich 74nBritonio, Girolamo 132Brocar, Arnao Guillén de 181

Brocense, El, véase Sánchez de lasBrozas, Francisco

Brown, Cynthia J. 210nBrunel, Pierre 139nBrunelli, Giampiero 46Bruni, Bruno 176BRUSELAS 319nBruselas, Giralte de 248Bujanda, Jesús Martínez de 56nBull, Malcolm 99nBurana, Giovanni Francesco 278, 281BURGOS 153, 251, 271, 273-274, 279Busi, Giulio 116n

Caballero, Fermín 68nCabo, Fernando 392nCabré, Lluís 306nCacho, María Teresa 8, 20, 189-203,

189n, 190n, 199nCadenas y Vicent, Vicente de 66nCaiado, Henrique 310nCALABRIA 15, 143, 146, 296CALAHORRA 250Calero, María Luisa 165nCalicut, Zamorin de 101Calímaco 341nCalixto III 18, 103Calzona, Lucia 341nCambray, Juan de 248Cammarata, Joan 338nCampagnolo, Cosima 132nCancionero de Estúñiga 132nCancionero de Modena 198Cancionero de Roma 132nCancionero de Venecia 132Cancionero della Marciana, véase

Cancionero de VeneciaCancionero general 199Canosa Hermida, Begoña 305nCanossa, Ludovico di 63

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS410

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Cantalicio, Giovanni Battist 140, 143-147, 149, 151, 153, 156-160

Cantar de los Cantares 175Cantù, Francesca 16n, 45n, 54nCapella, Marciano 277Capponi, Niccolò 85nCaprio, Vicenzo da 19n, 115CAPUA 147Caracciolo, Giovan Francesco 17Caracciolo, Giovanni 295Caracciolo, Troyano 345Carafa, Diomede 132Carafa, Oliviero 398nCaramella, Santino, 129n, 135nCarande, Ramón 375n, 376nCaravaggi, Giovanni 306nCaravaggio, Polidoro da 256Cárcamo, Diego de 153Cárcel de amor 164, 206, 351, 371n,

383n, 386nCardona, Juan de 9, 22, 365-386Cardona, Ramón de 346Cardona, Ugo de 143nCARINTIA 375Cariteo, Il, véase Gareth, BenedictoCarlos V, Emperador 16n, 24, 45n, 46,

54, 57-58, 66n, 69, 75, 86, 90-91,100, 107, 111, 114, 118-119, 128,152, 190, 192, 194, 272, 303, 304n,316-318, 324, 329, 345, 365, 369,373-374

Carlos VIII, Rey de Francia 16, 52, 123Carlos, Príncipe 191Carnazzi, Iulio 355nCaro Baroja, Julio 166nCarreño, Antonio 142nCarrera de la Red, Avelina 166n, 167n,

169n, 170nCarrión, Antonio 173, 174, 175nCarro Carvajal, Eva Belén 207nCartagena, Alonso de 169, 246

Carvajal 17n, 132Carvajal, Alonso 143nCarvajal, Bernardino de 22, 51-52, 54,

147, 390Casale, Ubertino da 48, 52Casiodoro 277Cassuto, Umberto 137nCast, David 340nCastelo Branco, Martinho de 43Castiglione Baldassar 18-19, 41-42, 57,

59, 62-63, 71n, 128, 140, 215n,315, 351, 355n, 371, 381n, 382

CASTILLA 11-12, 27-28, 44-45, 109, 193,245, 247-249, 251-252, 254, 309,344n, 368, 374, 399-400, 402

Castilla, María de 291Castillejo, Cristóbal de 329, 388Castillo, Hernando del 193, 198Castro, João de 55-57Casules, Jaume de 196Catalina Micaela, Hija de Felipe II 190,

201Catani da Diacceto, Francesco 42CATANIA 176Catarina de Alexandria, Santa 40Cátedra, Pedro M. 31, 211n, 400, 404Cauliach, Guidon de 202Cavallero Cifar, El 220CEFALONIA 143, 149, 375nCELANO 127Celdrán Gomariz, Pancracio 383nCelestina, La 19, 21, 28-30, 148, 164,

206, 210-214, 215n, 216, 221, 225-235, 351, 392n

Cenete, marqués de 250Cerdan, Francis 189nCERDEÑA 294, 301, 366, 376Ceri, Renzo da, 80, 85CERIÑOLA 143Cerrón, María Luisa 23Cervantes, Miguel de 201, 402, 405

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 411

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César, Emperador 152, 168-169 CEYLAN 101-102, 105, 118Cian, Vittorio 42, 49n, 57n, 59Cicerón, Marco Tulio 116n, 154, 168-

169, 395Cipolla, Carlo M. 376nCivil, Pierre 26, 66n, 189n, 205n, 401,

404Civitate Dei 52, 116Claraval, Bernardo de 175Clark, Kenneth 341n Classen, Carl Joachim 177nClavería, Carlos 304n, 309nClemente VII 17-18, 25, 41, 43-45, 49,

51, 54, 69-70, 79-82, 84-87, 91, 98,210, 387, 390

Clemente VIII 196Cleónides 279Cobos, Francisco de los 69Codoñer, Carmen 165n, 178n, 180nCohen Ashkenazi, Saul 124nCOIMBRA 274Colafemmina, Cesare 136nColocci, Angelo 41, 42, 98Colón, Cristóbal 181Colonia, Guido de 154nColonia, Nicolás de 248Colonia, Prospero 148nColonna (familia) 52, 77, 86, 312, 324Colonna, Fabricio 148nColonna, Marco Antonio 126nColonna, Vittoria 14n, 16, 19, 324, 387Collins, Amanda 96n, 115nComellas, Mercedes 401, 404Commentaria in Apocalypsim, véase

Galatino, PedroCompagna Capano Perrone, Anna Maria

132n, 133nConiglio, Giuseppe 16nConstantino, Emperador 115Conti, Tommaso 52

Contreras, Juana 177Cooperman, Bernhard D. 123n, 134nCÓRCEGA 294, 301CÓRDOBA 142Córdoba, Gonsalvo de 100Cordona, Ramón de 125CORFÚ 375nCORIA 274CORINTIO 103Cornejo, Juan 196Corographia, véase Barreiros, GasparCoroleu, Alejandro 165nCorreas, Gonzalo 397Cortese, Paolo 41Corti, Maria 131nCortijo Ocaña, Antonio 67n, 366n, 368,

369nCosentino, Giovanni 132Costa Pimpão, Alvaro Julio 324n, 329Costa, João da 55Costa, Jorge da 19, 37-41, 44, 47-48,

52-53Costa, Martinho da 38Courcelles, Dominique de 98nCovarrubias, Maestro de 249Cozenza, Telesforo 54Creighton, Michael 115nCremona, Antonio de 55Crémoux, Françoise 95nCRETA 124nCristóbal, Vicente 171nCro, Stelio 179n, 180nCroce, Benedetto 28, 143, 145n, 148,

150, 344nCromberger (familia) 21, 206n, 210-

211, 212n, 213, 216-217, 219, 221Cromberger, Jacopo 212, 218, 219n,

220Cromberger, Juan 217n, 218, 220nCrosas, Francisco 171nCuadrado, Pedro 368

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS412

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Cuenca Luis Alberto de 341nCunchillos, Jesús Luis 179nCUNEO 125nCurtius, Ernst Robert 144n, 165n, 305nChamard, Henri 328nCharlo Brea, Luis 168nChasqueto, Baruch Usiel 123nChastel, André 65n, 66n, 74n, 341nChaves, Gonzalo de 194Checa Cremades, Fernando 13nCherubini, Paolo 22nChittolini, Giorgio 18nChrysoloras, Manuel 341n

D’Agostino, Guido 15n, 17nD’Amico, John 19nD’Amico, Juan Carlos 66n, 118nD’Ávalos, Alfonso 246nD’Ávalos, Costanza 128D’Ávalos, Ferrante Francesco 16, 324,

387D’Ávalos, Gonsalvo 143nDa Costa Ramalho, Américo 178n,

310n, 311DALMACIA 374Damiani, Bruno M. 210, 215n, 369nDamiano Fonseco, Cosimo 136nDanckerts, Ghiselin 275Dandelet, Thomas J. 19nDaniel, Arnaut 299Dante Alighieri 24, 298-300, 305, 326n,

361n, 397DANUBIO 108, 303, 374De acqua argentea 44De amore, 21De Caprio, Vincenzo 96nDe educatione 15De Grassis, Paris 101De Lisio, Pasquale Alberto 14n, 345nDe musica libri septem 27, 270-288

De septem ecclesiae temporibus, véasePostel, G.

De vulgari eloquentia 23 Del Tuppo, Francesco 132Delfín, Egidio 47Delgado, Núñez 175Delicado, Francisco 8, 18-19, 21-22,

85n, 87n, 205-242, 369n, 390,395n, 398

Della Casa, Giovanni 62nDella Rovere (familia) 104, 113nDella Rovere, Francesco Maria 193Della Rovere, Giuliano, véase Julio IIDenís, Manuel 248nDeramaix, Marc 7, 25, 95-119, 97n,

98n, 99n, 112n, 114n, 116nDeswarte, Sylvie 37, 42n, 44n, 45n,

46nDeza, Diego de 172Di Camillo, Ottavio 165nDi Girolamo, Costanzo 294n, 299n,

305nDialoghi d’Amore 21, 121-138 Diálogo de la discreción, véase Frías,

Damasio deDiálogo de la lengua 14n, 166Diálogo de Lactancio y un Arcediano

25, 65n, 66n, 68-76, 79, 85-86, 87n,91-93, 190

Diálogo de las cosas acaecidas enRoma, véase Diálogo de Lactancioy un arcediano

Diálogo de Mercurio y Carón 76-78,85, 93

Dialogo sopra il Sacco di Roma 25, 68,78-92

Diálogos de amor, véase Dialoghid’Amore

Diana, La 351Dias, Aida Fernanda 312nDíaz Plaja, Guillermo 292nDíaz, Manuel 196

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 413

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Díaz-Mas, Paloma 207nDídimo 281Díez Borque, José María 344nDíez de Games, Gutierre 48Díez del Corral, Rosario 13nDionisotti, Carlo 126n, 128n, 129n,

130n, 131nDistaso, Grazia 97nDivina Commedia 299 Domenichi, Ludovico 126n, 154, 162Domínguez Guzmán, Aurora 151nDon Quijote de la Mancha 402, 405Donald, Dorothy 72nDoni, Giovanni Battista 287Doria, Andrea 377nDotson, Esther 96n, 99n, 115nDovizi de Bibbiena, Bernardo 41, 49,

59-60, 62Du Bellay, Joachim 328Dueñas, Juan de 390nDumont, Juan 286Durero, Albrecht 249, 343

Ebreo, Leone, véase León HebreoEdwards, John 184EGIPTO 179Eguía, Miguel de 181Einsenbichler, Konrad 130nEleonora de Aragón 190 Elías de Tejada, Francisco 17, 28Elvira, Miguel Ángel 341nEmison, Patricia 343nEmpédocles 134Encina, Juan del 19, 164, 168-169, 327,

350-351, 388, 390n, 404Eneida 110Enrique III, Rey de Castilla 193Enrique IV, Rey de Castilla 193Enríquez, Fernando 203Epicuro, Marco Antonio 346

Equicola, Mario 345, 372Erasmo de Rotterdam 49, 68n, 70-71,

73n, 74, 78, 94, 401Ernst, Gerhard 95n, 96nErspamer, Francesco 346n, 357nEscalante, Bernardino de 196Escobar, Francisco J. 8-9, 12, 22, 163-

185, 165n, 170n, 175n, 181n, 343,387-398

Escobedo, Bartolomé 275ESCORIAL, EL 53, 56, 274, 279nEscudero y Perosso, Francisco 151n,

217nESPAÑA 7, 9, 11, 13, 17n, 18n, 21, 28n,

29n, 30-31, 46-47, 55-57, 73n, 74n,100, 104-105, 108, 111, 114, 117-118, 121-122, 125n, 128, 131, 136,138, 140, 141n, 150, 153, 163-185,189-190, 193, 198-201, 211, 246n,247, 250, 252, 254, 271, 273-274,276, 278-279, 285, 309, 315, 319,321, 323-334, 365-386, 388, 399-404

Espinàs, Noemí 307nEspinel, Vicente 270, 285, 287-288,

303, 306n, 307-308Espinosa Maeso, Ricardo 269nEsplandián 207Esquilache, príncipe de 198Essling, Victor d’ 213nESTADOS PONTIFICIOS 11-12, 14, 28Este (familia) 200Este, Alfonso I d’ 190, 340n, 341Este, Ercole I d’ 189-190Este, Isabella d’ 340, 341n, 346, 372Este, Leonello d’ 341nEstévez, Ángel 164nETRURIA 109Ettlinger, Leopold D. 342nEuclides, véase CleónidesEugenio IV 103Eurípides 16

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS414

Page 415: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

EUROPA 30-31, 74, 100, 113, 118-200,374, 406

ÉVORA 44, 274Eximeno, Antonio 270Expositio in Apocalypsim, véase Fiore,

Gioacchino da

Falah Hassan Abed Al-Hussein 367nFalomir, Miguel 246nFancelli, Domenico 250Faria, João de 35nFarnese (familia) 42, 190,Farnese, Alessandro, véase Pablo IIIFarnese, Octavio 190Farnese, Pier Luigi 190Febrer, Andreu 23, 297-298 Federico II, Rey de Aragón 124Felipe I, el Hermoso 180Felipe II, Rey de España 190-193, 196,

201-202, 247, 252, 274, 345, 366Felipe III, Rey de España 190Feltria da Campo Fregoso, Madonna

29Fernández Álvarez, Manuel 374nFernández de Córdoba, Gonzalo, Gran

Capitán 7, 17n, 21, 25-26, 124,139-162

Fernández de la Cuesta, Ismael 271n,280n

Fernández de Madrigal, Alonso (ElTostado) 171

Fernández de Oviedo, Gonzalo 140Fernández de Palencia, Alonso 169Fernández de Santaella, Rodrigo 173-

175Fernández Gómez, Margarita 251nFernández Jiménez, Juan 365n, 366n,

374nFernández Montesinos, José 68n, 73n,

74nFernández Murga, Félix 66n

Fernández, Lucas 350Fernández-Gallardo Jiménez, Gonzalo

47nFernando de Aragón, el Católico, Rey

de España 15-16, 47, 52, 100, 112-113, 117, 123-124, 152-155, 168n,180, 192, 245, 246n, 389

Ferorelli, Nicola 125n, 137nFerrante I de Aragón 15Ferrante II de Aragón 16, 123, 133 FERRARA 20, 125, 137, 189-190, 202,

282, 310n, 341, 349Ferrara de Orduna, Lilia 216nFerrariis, Antonio de 14Ferreira, Antonio 24, 309-310, 321Ferrer, Vicent 293nFerreres, Rafael 306nFerruci, Andrea 26nFicino, Marsilo 42, 96, 112n, 134n, 372,

378n, 381n, 384, 385nFigueiredo, Martinho de 310nFigueroa, Capitán 143nFilaretti da Fossombrone, Androgeo

201Filóstrato el Joven 341nFilóstrato el Viejo 340, 341n, 342Fiore, Gioacchino da 48, 54 Fiorentino, Francesco 97nFirenzuola, Agnolo 170Firpo, Massimo 66nFLANDES 248, 286, 373Fleury, Claude 405FLORENCIA 18, 20, 27, 69, 78, 81-86, 89-

91, 125n, 127, 190-193, 199, 272-273, 276, 286, 299n, 310n, 342,349, 368n, 402

Flores, Juan de 164, 370-371, 386nFloreto de S. Francisco, véase Flora,

Joaquim deFlorez de Benavides, Antonio 141nFlorisel de Niquea 351Flos Sanctorum 26

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 415

Page 416: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Foa, Ana 45

Foà, Simona 95n, 96n

Fogliano, Ludovico 275, 280-281

Foix, Germana de 16

Folch de Cardona, Fernando 370n

Folena, Gianfranco 131n

Fontes, Anna 97n

Fortini, Laura 96n

Foster Earle, Thomas 310n

Fournell, Jean-Louis 97n

FRANCIA 11, 23, 61, 70, 81, 140n, 168,193, 297, 303, 324, 328, 365, 399-400, 403-405

Francia, Giacomo 208

Francisco I, Rey de Francia 58, 63, 86,114

Francisco, San 48, 50, 55

Franco, Niccolò 405

Fratta, Aniello 30n

Fregoso, Federico 63

Freire, Isabel 325n

Freitas Carvalho, José Adriano de 7,35-63, 47n, 48n, 51n, 62n, 215n

Frías, Damasio de 62

Frías, Juan de 253

Frontino 168

Fumaroli, Marc 97n

Fusco, Laurie 343n

GAETA 144

Gaffurio, Franchino 278, 280-281

Gaguin, Robert 173

Galán, José M. 179n

Galand-Hallyn, Perrine 98n

Galasso, Giuseppe 14n, 18n, 132n

Galatino, Pedro 48, 54-56

Galfredus de Vinosalvo 23

Galilei, Cincenzo 284

Galíndez de Carvajal, Lorenzo 194

Gallego Morell, Antonio 306n, 320n,337n

Gallina, Anna Maria 209, 217nGama, Diogo da 36, 39, 40nGANDÍA 302Garay, Blasco de 350García Baquero, Antonio 183García de la Concha, Víctor 347nGarcía de Santa María, Alfonso 201García de Wattenberg, Eloisa 255nGarcía Fernández, Manuel 183-184García Fraile, Dámaso 285nGarcía Gainza, Concepción 251, 254nGarcía Galiano, Ángel 347nGarcía Matamoros, Alfonso 166, 388nGarcía y García, Luis 179nGarcía-Bermejo, Miguel 9, 23, 32,

334n, 335-347, 404Garcilaso de la Vega 9, 16-17, 23-24,

166, 167n, 298, 303-304, 306-307,313, 316-320, 323-325, 326n, 328-329, 335-347, 350-351, 359, 363-364

Gareth, Benedicto (Il Cariteo) 17, 133Gargano, Antonio 17n, 164n, 304n,

345n, 346nGARIGLIANO 144Garret, Benet, véase Gareth, BenedictoGarvin, Barbara 123n, 129n, 130nGascón-Vera, Elena 164n GASCOÑA 402Gattinara, Mercurino 69Gaudencio 279nGaurico, Luca 345Gaurico, Pompeo 345Gaztelu Domingo de 214nGebhardt, Carl, 123n, 124nGenazzano, Mariano da 97GÉNOVA 52, 61, 123, 250, 294Gensini, Sergio 18nGerasa, Nicómaco de 279

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS416

Page 417: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Gerli, Michael E. 377nGernert, Folke 8, 20-21, 32, 205-242,

217n, 403Ghinassi, Gino 131nGhisleri, Stefano 148Giberti, Gian Matteo 41-42, 44nGil Fernández, Luis 13Gil, Juan 163n, 165n, 172n, 173n,

179n, 180nGili Gaya, Samuel 270nGilles de Viterbe, véase Viterbo, Egidio

daGillet, Joseph E. 387n, 388n, 389n,

390n, 392n, 394-395, 396n, 397-398

Gilli, Patrick 97nGiolito, Gabriel 215nGiotto 341nGiovio, Paolo 140, 145, 154-155, 162Giulio dei Medici, véase Clemente VIIGiunta, Giacomo 207Giunti, Benedetto 127Giura, Vincenzo 125nGlosa super Apocaypsim de statu Eccle-

siae ab anno MCCCC LXXXIusque ad finem mundi, véaseViterbo, Anio de

Gnoli, Aldo 66nGnoli, Domenico 42n, 66n, 207nGogava, Antonio 278Góis, Damião de 53Goldáraz Gaínza, Javier 270n, 286Gombrich, Ernst H. 343Gómez Canseco, Luis 9, 349-364,

352n, 404Gómez Moreno, Manuel 26n, 163n,

164n, 165n, 168n, 176n, 179n,212n, 294n

Gómez Sarmiento, Pedro 272-273, 276Gómez-Montero, Javier 7, 9, 11-32,

217n, 250n, 399-406Gómez-Redondo, Fernando 164n

Gonçalves Serafim, João Carlos 55n,57n

Góngora y Argote, Luis de 140, 142n,198

Gonzaga (familia) 200, 346Gonzaga, Francesco 274Gonzalbes Cravioto, Enrique 179nGonzález de la Calle, Pedro U. 177nGonzález de Mendoza, Pedro 122González Iglesias, Juan Antonio 166nGonzález Jiménez, Manuel 183, 184González Palencia, Ángel 323González Rolán, Tomás 165n, 167n,

171nGonzález Sánchez, Carlos Alberto 183,

184González Vázquez, José 168nGonzález, Juan Antonio 178nGordonio, Bernardo de 378nGoritz, Hans 42Gorni, Guglielmo 128nGorris Camos, Rosanna 98nGracián de Alderete, Diego 169Graf, Arturo 95nGramática de la lengua española 166,

172Gran Capitán, véase Fernández de

Córdoba, GonzaloGRANADA 122, 139-140, 151, 153, 179,

250-251, 304, 316, 318Granada, fray Luis de 195, 201Green, Otis H. 387nGreenstein, Jack M. 344nGreiner, Sabine 404-405Grial, Juan de 347nGriffin, Clive 206, 216n, 220nGrimalte y Gradissa 164, 370-371,

386nGrisel y Mirabella 164, 370, 371n, 379nGuarino Veronese, Guarino 341nGuevara, Antonio de 197, 201, 405

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 417

Page 418: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Guez, Patrick 136nGuicciardini, Francesco 70, 140, 141nGuicciardini, Luigi 86nGuidi, Angela 134nGuidi, José 71nGuijarro Ceballos, Javier 350nGuillén de Ávila, Diego 388Guillén, Claudio 141Guittone d’Arezzo 326nGutiérrez Cruz, Rafael 113n, 118nGutwirth, Eleazar 122nGuzmán, Hernando de 336Guzmán, Pedro de 199Guzmán, Vasco de 170

Haebler, Konrad 215nHardouin, Jean 99nHebreo, León véase León HebreoHeiple, Daniel L. 344nHelena, Reina de Etiopia 53HELESPONTO 375-376Heliodoro 253Hermogenes 340nHernández Esteban, María 338nHernández Ortiz, José A. 210nHernández Perera, Jesús 250nHernández Redondo, José Ignacio

247n, 251nHernández, Alonso 26, 145-147, 149-

151, 160-161Hernando del Pulgar, véase Pérez del

Pulgar, HernánHernando Sánchez, Carlos José 344n,

345n, 346nHernando, Carlos José 18nHerrera, Antonio de 196Herrera, Fernando de 166, 167n, 175,

328, 336, 337n, 338, 339n, 350Heugas, Pierre 387nHidalgo, Jacinto 178n

Historia Parthenopea, véase Hernández,Alonso

Holanda, Copín de 248Holanda, Francisco de 248Holanda, Rodrigo de 253, 258, 261Homero 147, 168, 201, 296, 339Horacio 173Horacio Magis, Carlos 339nHuerta Calvo, Javier 212n, 389nHurtado de Mendoza, Diego 197-198,

247, 343Hurtado de Mendoza, Lope 58Hurtado, Juan 323

Ibn Ezra, Abraham 136Ibn Gabirol, Salomón 134-135Ibn Jubayr 301Ibn Yahya, David ben Yosef 137Idel, Moshe 134nImagem da Vida Cristã 36Imber, Colin 374n, 375nINDIAS 110, 195Infantes, Víctor 164n, 212n, 389INGLATERRA 108Inguessa, Pietro, véase Anguessa,

PietroInnocencio VIII 40, 342INNSBRUCK 376Iparraguirre, Ignacio 56nIsabel de Castilla, la Católica 11-13, 15,

31, 100, 123, 163-185, 247nISCHIA 16Isócrates 169nISRAEL 116ITALIA 9, 11-14, 16-17, 21, 23, 27, 30-

31, 36-37, 49, 52, 66n, 81, 99, 107,114, 123, 129, 131, 133, 136-138,141, 143, 146, 152-154, 163-185,191, 198, 201, 203, 209, 248-249,251, 253-254, 273, 276-277, 280,282, 284, 286, 298, 303, 305n,

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS418

Page 419: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

310n, 311, 313-314, 317, 320, 323-334, 349, 365-386, 399-401, 403-404

Iurilli, Antonio 97n

Jardin, Jean-Pierre 176nJáuregui 401Jeanne d’Albrit 403Jeanne Labrit, véase Jeanne d’AlbritJennaro, Pietro Jacopo di 17Jenofonte 169nJERUSALÉN 55, 106-107Jesús da Costa, Avelino de 41nJiménez Calvente, Teresa 163n, 166n,

176n, 180nJiménez de Cisneros, Gonzalo 26, 47João II, Rey de Portugal 38, 122, 310nJoão III, Rey de Portugal 43-44, 57-58,

66n, 313, 318-320João, Preste, Emperador de Etiopia 53 Joaquim Anselmo, António 320nJoffre, Juan 29Jones, Cyril A. 305nJoset, Jacques 209nJuan II de Anjou-Durazzo, 295Juana I, la Loca 180Julio II 29, 40, 48, 52-53, 61, 91, 98,

99n, 100-107, 110-111, 113n, 114,116, 148, 273-274, 389

Juni, Juan de 254Juvenal 22

Kansun el-Ghuri 179Kapp, Volker 22, 404-405KARAMANIA 374nKeniston, Hayward 69n, 336n, 338Kennedy, George Alexander 340nKerkhof, Maximilian P. A. M. 294nKidwell, Carol 123nKIEL 20, 28, 31, 399-400

Kish, Kathleen 29König, Bernhard 9, 24, 217, 250n, 323-

334, 406Kristeller, Paul Oskar 165nKurz, Otto 346n

Lacerenza, Giancarlo 136n, 137nLadero Quesada, Miguel Ángel 185Lafrery, Antoine 208Laitenberger, Hugo 389nLandau, David 343nLannoy, Charles de 70, 80, 84-86Lanuza, Juan de 192Lapa, Rodríguez 324n, 326n, 327Lapesa, Rafael 306, 336, 389Lapeyre, Henri 367nLaso de la Vega, Pedro 318, 319nLasso, Orlando de 275Law, Vera 129nLawee, Eric 122n, 124nLazarillo de Tormes 201, 394nLázaro Carreter, Fernando 347nLázaro, Elena 72nLe Goff, Jacques 343Le Goff, Raichel 340nLebel, Maurice 215nLeiva, Antonio de 143nLenzi, Mariano 126-127LEÓN 269n, 276León Hebreo 7, 21-22, 121-138, 381nLeón X 18, 41, 42n, 47n, 48-50, 54, 91,

98, 100, 114-116, 125n, 148, 387,389-390

León, fray Luis de 27, 269, 276, 288Leonardo da Vinci 18, 249Leone Ebreo, véase León HebreoLeoniceno, Nicolo 278, 281LESBOS 375nLesley, Arthur 130nLeto, Pomponio 177

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 419

Page 420: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

LEUCAS 375nLevenson, Jay A. 342nLévita, Eliah 99Lévy, Carlos 98nLeyden, Lucas de 249, 253, 259Libellus de litteris hebraicis, véase

Egidio da ViterboLibri de cardinalatu 41Libro de buen amor 381nLibro de los amores de Viraldo y

Florindo 9, 349-364, 404Libro del Cortegiano, Il 57, 59, 60n, 62-

63, 315, 355, 381nLida de Malkiel, María Rosa 403Lievens, Anne-Marie 206Lihani, John 387nLISBOA 21, 38, 40n, 58, 122, 137, 324Livio, Tito 168, 170, 395Lobera, Francisco J. 207n, 210Lombardi, Giuseppe 19nLOMBARDIA 81Lombardo, Pietro 96LONDRES 128, 340nLonghurst, John E. 68n, 72nLope de Vega Carpio, Félix 140, 198,

328, 329n, 333López Bueno, Begoña 167nLópez de Ayala, Pero 170, 194, 197,

350López de Cortegana, Diego 170, 175López de Mendoza, Íñigo, véase Santi-

llana, Marqués deLópez de Toledo, Diego 169López de Toro, J. 388nLópez de Villalobos, Francisco 169López de Zúñiga, Diego 194López Ríos, Santiago 30n, 67n, 345nLópez Rueda, J. 279nLópez, Pasquale 17nLópez-Vidriero, María Luisa 211n

Lora, Jacobo de 172Lorenzo, Eufemio 367nLorenzo, il Magnifico, véase Medici,

Lorenzo deiLouis XII, Rey de Francia 111, 124LOVAINA 27Lowinsky, Edward 280Loyasa, García de 345nLoyola, Ignacio de 56Lozana Andaluza, La, véase Retrato

de la Lozana Andaluza, ElLozoya, Marqués de 250nLucano 296Lucca, Martín de 286Lucena, Juan de 12Lucía Megías, José Manuel 216, 217n,

219n, 220, 365nLuciano de Samósata 71, 74, 78, 168,

340nLuere, Simon de 214Luís de Portugal, Infante 317-319Luis II de Anjou 295Lulio, Raimundo, véase Llull, RomeuLusitano, Vicente 275Luzzati, Michele 136nLYON 27Llull, Romeu 17n, 132, 198, 201, 203

Macías 198Machiavelli, Nicolò 69-70, 127Machuca, Pedro 26nMADAGASCAR 101, 118MADRID 56, 59, 63, 365Maffei, Sonia 340nMagaglhães Godinho, Vitorino 35Magno, Marco Antonio 201Maimónides 134, 135Mal Lara, Juan de 175, 180MÁLAGA 174MALTA 366

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS420

Page 421: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Mallorquí i Serra, Maria 133nManfredi, Lelio 371nManjón, Francisca 368Manrique de Lara, Francisca 370nManrique de Lara, Pedro 389Manrique, Gómez 164Manrique, Jorge 29n, 198Manrique, María 152Mantegna, Andrea 340n, 341n, 344n,

346, 354MÁNTUA 274Manuel I, Rey de Portugal 36, 39, 41,

43, 47, 49-50, 53, 55, 101-102, 104-105, 109, 111, 117, 313

Manuela Mendonça, Maria 37, 38n,39n

Manuppella, Giacinto 127n, 129n,134n, 135n

Manuzio, Aldo 349Maravall, José Antonio 74nMarcelo II 273Marcolino, Francesco 215nMarch, Ausias 23, 297-303, 305-307Marguerita de Austria, 190Marías, Fernando 246Marietti, Marina 68n, 85n, 86n, 87n,

88nMarín, Nicolás 306nMarso d’Avezzano, Leonardo 127Martí, Eugenio Alonso 383nMartín Abad, Julián 29n, 164n, 185Martín García, Juan Manuel 250nMartín V 103Martin, F.-X. 101Martin, Francis 95nMartin, Georges 176n, 299nMartín, Inés M. 250nMartínez de Salamanca, Antonio 8,

21-22, 205-242, 344nMartínez Díez, Gonzalo 184

Mártir de Anglería, Pedro 54, 176-181Mártir de Verona, Pedro 179Martorell, Isabel 302Martorell, Joanot 302Masini, Tommaso 42Massa, Eugenio 44n, 96n, 97n, 115nMaurer, Karl 14nMaximiliano I, Emperador 49, 100-112,

114Máximo, Valerio 141, 168Mayo, Ramón 352Mazzei, Francesco 66nMc Pheeters, D. W. 215nMedici (familia) 38, 41, 69-70, 83, 85,

200Medici, Alessandro dei 69Medici, Cosimo dei 69, 190Medici, Giuliano de 59-62Medici, Ippolito de 275Medici, Lorenzo dei (Il Magnifico) 61,

114, 341nMEDINA DEL CAMPO 11, 247n, 366-368Medrana, Luisa 177Meijer, Alberico de 95Mele, Eugenio 336n, 338, 344nMelis, Federigo 368nMelo Vaz Sampayo, Luís de 312Mena, Juan de 146, 166, 169, 172-173,

198, 327Menato, Marco 213nMendanha, Bartolomeu de 45nMendoza (familia) 250Mendoza y Bobadilla, Francisco de

274, 276, 279Mendoza, Diego de 148nMendoza, Elvira de 319nMendoza, fray Iñigo de 195, 198Menéndez Pelayo, Marcelino 130n,

138n, 147, 200n, 329, 366Meneses, Fernando de 327

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 421

Page 422: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Meneses, Garcia de 52MENORCA 294Meregalli, Franco 305nMerlo, Grado Giovanni 46nMersenne 287Mesio, Girolamo 215nMESSINA 301Mestre, José María 168n, 178nMETZ 276Meuccio, Silvestro 54-55Meuche, Hermann 66nMexía, Pedro 201MÉXICO 56Micó, José María 168n, 398nMichaëlis de Vasconcelos, Carolina

198, 310n, 311, 313-314, 324Michel, Guillaume 170Michelangelo Buonarrotti 18, 59, 96n,

99n, 248n, 249, 252, 256, 324Michele, il Benigno 52Miglio, Massimo 18nMigliorini, Bruno 131nMiguel Ángel, véase Michelangelo

Buonarrotti Miguel Canuto, Juan Carlos de 29nMILÁN 27, 61, 85, 126n, 272-273, 280,

315, 376Milanesi, Carlo 66n, 68nMilano, Blanca Maria de 52 Milano, Francesco da 274-275Minieri Riccio, Camillo 16nMinio, Marco 50Minnich, Nelson 99nMinturno, Antonio 345, 349Mirabella, Jacobo 176Mirabilis liber 56Mirandola, Pico della 166Miscelânea e variadade de historias

39Misiti, Maria Cristina 207, 211n, 212,

217n

MÓDENA 198, 201Moncada y Tolfa, Juan de 370nMoncada, Hugo de 83, 86, 148n, 192Moncallero, Giuseppe L. 60n, 62nMonfasani, John 96nMONOPOLI 123Montaigne, Michel de 179n, 401, 405MONTECASSINO 143Montefeltro, Duquesa de 59 Montefeltro, Guidobaldo de 58-59Montemayor, Jorge de 351Montero, Juan 9, 22, 387-398Montesa, Carlos 126Monteserín, Miguel Jiménez 68nMontesino, Ambrosio 164Montoro y Rautenstrauch, Luis 150nMONTPELLIER 202Moraleja Pinilla, Gerardo 367nMoralejo, José Luis 283nMorales, Ambrosio de 169, 200, 202MORAVIA 374MOREA 374nMorel-Fatio, Alfred 318nMoreno de Alba, José G. 180nMoreno de la Fuente, Antonio 173nMoreno, Antonio 270n, 278n, 279Morisi, Anna 52n, 55nMorón Arroyo, Ciriaco 73nMorrás, María 168nMorreale, Margherita 71n, 74nMorros, Bienvenido 167n, 307n, 326n,

336, 338, 346nMoschos, Alfonso 340Moschos, Demetrios 340Mota, Carlos 207nMUGELLO 90 Múrmuris de Nuplia, Cornelio 279Musi, Agostino 343nMusi, Aurelio 16nMuto, Giovanni 14n, 17n, 345n

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS422

Page 423: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Naldi, Riccardo 26nNÁPOLES 11-12, 14-16, 19-28, 31, 76, 81,

83-85, 97, 98n, 101, 108, 121-138,141n, 143-144, 146-149, 189, 192-193, 202, 245, 246n, 251, 272, 275-276, 293-296, 301, 303, 324, 336,344, 345n, 346n, 349, 351, 368,376, 390, 403, 404-405

Narváez, Juan de 150Nasón de Corleone, Juan 176Navagero, Andrea 18, 304-305, 316NAVARRA 193, 303, 366Navarrete, Ignacio 166nNavarro Durán, Rosa 68n, 73n, 76nNavarro, Martín 175Navarro, Pedro 148nNavascués Palacio, Pedro 184Nebra 200Nebrija, Elio Antonio de 12, 15, 29,

71n, 165-166, 172-173, 178, 180,197, 201

Nelson Novoa, James 7, 21, 121-138Neumeister, Ingeburg 66nNiccoli, Ottavia 54nNiccolini da Sabio (familia) 211, 213-

215Niccolini da Sabio, Giovanantonio 214,

216, 217n, 219nNiccolini da Sabio, Pietro 214Niccolini da Sabio, Stefano 214Nicolo V 99n, 103Nicómaco 279nNichilo, Mauro de 15n, 97nNieto Soria, José Manuel 168nNifo, Agostino 345NIZA 373Nodes, Daniel 97nNores, Pietro de 192Norton, Frederick J. 29n, 30, 206n,

207nNotturno Napolitano 403NUEVA YORK 128

Núñez Delgado, Pedro 172, 178Núñez González, Juan María 177nNúñez, Hernán 166, 172, 272, 279nNúñez, Nicolás 386nNúñez, Valentín 164nNUREMBERGA 99n

O’Malley, John 96n, 99n, 101, 102n,103n, 104n, 105n, 106n, 107n,108n, 109n, 110n, 111n, 116n

O’Reilly, Clare 96n, 111n, 112n, 113nOberhuber, Konrad 342nOlea, Esteban de 195Oliveros de Castilla 219nOlmedo, Félix G. 168nOnosandro 169nOPORTO 11ORANGE 299nOratio de obedientia, véase Meneses,

García deOrdóñez, Alfonso 28-30Ordóñez, Bartolomé 26n, 251Orioli, Luisa 210nOrlando furioso 325n, 333Orlando innamorato 325nOrozco Díaz, Emilio 306nOrsini, Fulvio 247Orsini, Giovanni Giordano 61Orsini, Virgilio 61Ortiz, Antonio 56nOrtiz, Diego 276OSMA 125nOsona 245Ossola, Carlo 60nOSTIA 125n, 143Otaola González, Paloma 8, 27, 269-

288, 270n, 282n, 283n, 284n, 285n,286n, 287n

OTRANTO 108Ovidio 168, 171, 173-174, 337, 339Ozzola, Leandro 207, 208n

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 423

Page 424: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Pablo II 91, 103Pablo III 42, 44, 272-277, 279n, 365Pablo IV 190, 273, 274n, 276Pabón, José Manuel 397nPacheco y Carducho 401Pacheco, Diogo 310nPacheco, Juan 201Pacheco, Pedro 195Padilla, Juan de 164PADUA 96, 310n, 368Pagano, Francesco 346nPagès, Amedée 306n, 307nPAÍSES BAJOS 247Palacio Rubios, López Juan 402Paladio, Andrea 168PALENCIA 255Palencia, Alonso de 193PALERMO 176-177, 295nPalisca, Claude V. 269n, 272, 274n,

279n, 287, 288nPannemaker 319Panofsky, Erwin 341nPanormita, Il, véase Beccadelli,

AntonioPARÍS 11, 38, 177PARMA 20, 190, 192, 199Parrilla, Carmen 9, 22, 365-386, 365nParrino, Domenico 140, 142Partner, Peter 19nPascual Barea, Joaquín 172n, 173n,

176n, 178nPasqueto de Sallo, Joan 19, 148nPasserini, Silvio 82-83, 86Paterson, Alan K. G. 339nPatillon, Michel 340nPAVÍA 66n, 324Paz, Mariana de 367nPazzi (familia) 125nPederzano, Giovann Battista, véase

Pedrezano, Juan Bautista

Pedio, Tommaso 17nPedrezano, Juan Bautista 211, 213-214,

215n, 216Pélissier, Léon-Georges 95nPenitencia de amor 370Penney, Clara Louise 215nPeña, Francisco de la 31, 203Pepe Sarno, Inoria 216n, 336nPeraza, Luis de 175Pèrcopo Erasmo 133n, 345nPerea, Bernardo 352nPereira, António 319, 324-325, 329Pérez Custodia, Violeta 168nPérez de Guzmán y Gallo, Juan 177n,

194Pérez de Oliva, Hernán 169Pérez del Pulgar, Hernán 140, 141,

151, 152n, 153n, 154nPérez Embid, Florentino 179nPérez Priego, Miguel Ángel 387n,

388n, 389n, 390n, 394nPérez, Antonio 191Pérez, de Guzmán, Fernán 139, 141Pérez, Diego 195PERUGIA 110Perugini, Carla 350n, 383nPESARO 125Petrarca, Francesco 24, 132, 167n, 176,

197, 298, 305, 306n, 318, 324,326n, 327, 329, 333, 338, 397, 405

Petrocchi, Giorgio 132n, 397nPetrucci, Alfonso 125nPetrucci, Aurelia 126Petrucci, Borghese 126nPetrucci, Pandolfo 126nPfeiffer, Heinrich 99nPflaum, Heinz, 125n, 130nPiccolomini (familia) 126nPiccolomini, Alfonso 128Piccus, Jules 171nPierce, Frank 305n

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS424

Page 425: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Pigna, Giovanni Batista 201Pina Martins, José Vitorino de 314Pinelo, Jerónimo 175Pinelli, Antonio 19nPines, Slomo 134nPino, Giovanni Battista 345Pinto, Heitor 36Pinturicchio 40-41Pío de Carpo, Rodolfo 273-274, 276,

278Pio di Carpi, Alberto 41-42, 49-50Pío II 40, 103, 108Pío IV 274nPISA 38, 52, 111, 125nPistoia, Cino da 326n Pitágoras 115, 134, 283Pittaluga, Mary 207nPlaisance, Michel 97nPLASENCIA 390Platón, 97, 102, 110, 115, 116n, 134,

168, 372Plauto 169Plinio el Joven, 152Plinio el Viejo 132, 178, 180n, 310nPlotino 134Plutarco 141, 168-169, 278-279Polanco, Juan A. 56Poliziano, Angelo 310n, 311, 405Polo, Marco 174Pollaiuolo, Antonio del 342, 343nPollaiuolo, Piero del 342Pollard, Alfred W. 211n, 212Pompilio de Cardona, Giacomo 199Pomponazzi, Pietro 96Poncella de Francia, La 219, 239Pontano, Giovanni 16, 17, 70, 78, 97,

133, 314, 349Pontieri, Ernesto 14nPorcio Catão, Marco 37Porfirio 278

Porqueras Mayo, Alberto 339n

Porto, Deão do 40n

Portocarrero, Inés 203

PORTUGAL 7, 11, 24, 28, 35-63, 100, 104-105, 108, 114, 117, 121-123, 131,136, 153, 309-321, 324

Portugal de Faria, António de 46n

Portugal, Henrique de 37, 44, 47

Portugal, Isabel de 316-318

Portugal, Martinho de 58

Portugal, Sebastião de 47

Postel, G. 56

Potesta, Gianluca 96n

Pray Bober, Phyllis 255

Price Zimmermann, T. C. 154n

Prieto, Antonio 336n, 338n, 342

Primaleón 21, 214n, 216, 206, 220, 241

Primo Jurado, Juan José 142n

Proaza, Alonso de 29

Progymnasmata 340, 347

Propalladia, La 19, 22, 148

Propercio 174

Prose della volgar lingua 325

PROVENZA 303n, 373

Pseudo-Alfonso 202

Puerto Moro, Laura 207n

PUGLIA 143

Pulci, Bernardo 349

Pulgar, Hernando del 52, 194

Quattromani, Sertorio 145

Qüestión de amor 349, 350-352, 355n,368, 371n, 382, 383n

Quevedo y Villegas, Francisco de 198,328, 392n

Quint, Anne Marie 66n

Quintana 192

Quintiliano, Arístides 279, 281

Quinto, Curcio 168

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 425

Page 426: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Quiñónez, Francisco, véase Ángeles,Francisco de los

Quirós, Juan de 175Quondam, Amedeo 20n, 57n, 58-59,

215n

Rabil Jr., Albert 131nRAGUSA 374n, 375-376Raimondi, Marcantonio 253, 255-256,

260, 262, 344nRaimundo, Rey de Aragón 194Ramos de Pareja, Bartolomé 283nRamos, María Carmen 176n, 177n,

178nRamos, Rafael 207n, 218-219, 220nRATISBONA 374Rava, Carlo Enrico 209Rayder, Alan 293nRebello da Silva, Luiz Augusto 35-36Redondo, Augustin 65n, 66n, 173n,

205nReeves, Marjorie 48n, 54n, 55, 96n,

115nREGGIO CALABRIA 137Remedios, Mendes dos 39nRendina, Claudio 66nRepetición de amores 370-371Resende, André de 44Resende, Garcia de 39, 311n, 312Restori, Antonio 200Retrato de la Lozana Andaluza, El 19-

22, 85n, 87n, 205, 209, 214-215,222, 234-235, 369n, 390n

Reuchlin 99Revuelta Sañudo, Manuel 73nReyes Cano, Rogelio 350n, 381nReyes Católicos 13, 16, 47, 52, 113n,

122, 140, 163-185, 195, 245-246,247n, 250n, 303

Reyes Ruiz, Manuel 185Reyes, José María 336n

Reynolds, Anne 398nRhodes, Dennis E. 213-214, 215nRibeiro, Bernardim 314n, 315n, 327,

330- 331Riber, Lorenzo 179nRibera, Suero de 390nRibot García, Luis Antonio 344nRicard, Robert 318nRico, Francisco 165n, 166n, 207n,

209n, 211, 338nRío, Baltasar del 175, 389-390Ríos, Cristóbal de los 175Riquer, Martín de 293, 296n, 306n,

380nROCCAGUGLIELMA 143Rodrigues, Manuel Augusto 122nRodríguez de Montalvo, Garci 164,

217nRodríguez de Padrón, Juan 169, 198,

351, 403Rodríguez González, Ricardo 368nRodríguez Moñino, Antonio 199nRodríguez Velasco, Jesús 402, 404Rodríguez Villa, Antonio 66n, 152nRodríguez y Fernández, Ildefonso

367nRohland de Langbehn, Regula 366nRoig, Jacme 297Rojas, Fernando de 21, 30, 164, 210-

213ROMA 7, 11-12, 14, 18-23, 25, 27-29, 31,

35-63, 65-96, 98n, 99-102, 105-106,108-109, 111, 113n, 114-116, 126-127, 131, 144, 146, 148, 151, 154,189-190, 192-193, 205-242, 251,255, 264, 271, 273-275, 278, 280,285, 310n, 315,-316, 333, 342, 373,387-398, 404

ROMANIA 374Romero, J. L. 141nRosa, Loisa de 132nRossell, Antoni 402, 404

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS426

Page 427: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Rossi, Gian Giacomo 208nRossi, Giovanni C. 72nRossi, Patricio de 191Rosso Gallo, María 347nRota, Bernardino 349Roth, Gabriel 136nRothschild, Jean-Pierre 136nRovigo, Juan Thomas de 202Rovira, José Carlos 15n, 345Rubinstein, Ruth 255nRubió i Balaguer, Jordi 292-293, 296nRubio, Agustín 292nRubio, Luciano 177nRucellai, Giovanni 314, 327Ruiz Arzálluz, Iñigo 207nRuiz Embito, Simón 368nRuiz García, Elisa 164n, 185Ruiz Martín, Felipe 368nRuiz Pérez, Pedro 13, 164n, 166nRuiz, Juan, Arcipreste de Hita 381nRuiz-Doménech, José Enrique 146n,

147nRUM 374nRusconi, Roberto 51nRussell, Peter 168n

Sá de Meneses, António de 319Sá de Meneses, Joao Rodríguez de

310-312, 315-317, 319-320, 327Sá de Miranda, Francisco de 9, 19, 24,

36, 310-317, 319-321, 323-334Sá Fardilha, Luís de 8, 24, 309-321,

312nSá, Beatriz de 318-319Sabec, Maja 394nSaboya, Luisa de 60SALAMANCA 27, 125n, 169, 177-178, 203,

269-274, 276-277, 279n, 280, 285-287

Salazar Diego de 350Saldaña, João de 53n

Sale, Brignole 140Salernitano, Masuccio 132Sales, San Francisco de 367Saleta, Arnaut de, véase Salette,

Arnaud deSalette, Arnaud de 403Salinas, conde de 198Salinas, Francisco 8, 27, 269-288Salinas, Miguel de 152nSalustio 168, 170Salvador Miguel, Nicasio 13, 67nSalviati, Giorgio Benigno 54SAN GIORGIO 125nSan Pedro, Diego de 164, 351, 386nSánchez de Arévalo 202, 246Sánchez de Badajoz, Garci 199, 389Sánchez de Cartostiello, Juan 196Sánchez de las Brozas, Francisco (El

Brocense) 166, 328, 337-338Sánchez García, Encarnación 7, 26,

139-162, 152nSánchez Pérez, María 207nSánchez, Gabriel 196Sander, Max 209Sandoval 198Sannazaro, Jacopo 9, 16-17, 95n, 97,

98, 116n, 131, 314, 325, 331, 339,345, 346n, 349-364, 404

Sant Jordi, Isabel de 292, 294nSant Jordi, Jordi de 23, 291-308Santa Croce, Girolamo 26nSanta Fe 198Santagata, Marco 17n, 326, 345nSANTIAGO DE COMPOSTELA 153, 271-273Santidrián, Pedro R. 166Santillana, Marqués de (Iñigo López

de Mendoza) 171, 198, 294, 296-298, 327

Santoro, Mario 14n, 17n, 131n, 207nSanudo, Marino 125

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 427

Page 428: NÁPOLE S ROMA 1504 - Repositorio Digital La Semyr

Sanzio, Rafael 18, 21, 59, 99n, 207,249, 253-256, 260, 262

Saquero, Pilar 171nSavarese, Guido 96n, 115nSAVONA 125n, 140n, 153Savonarola, Girolamo 97nSaxl, Fritz 40nScoles Emma 29-30Scrivano, Ricardo 126nScudieri Ruggieri, Jole 36n, 367n, 374nSchade, Oskar 66nScholl, Dorotea 401, 404Schongauer 249Schottenloher, Karl 66n, 67nSchröter, Elizabeth 99nSchulz, Hans 66nSchulz-Buschhaus, Ulrich 328nSeco, Esperanza 171nSecret, François 96n, 116nSedeño, Juan 350nSEGOVIA 177, 251Segunda Celestina, La 214, 351Segura Graíño, Cristina 184Segura, Juan de 380, 383nSeidel Menchi, Silvana 49Selot, Bernardo de 194Sella, Pacifico 47n, 48n, 49, 51Séneca 169, 395Serés, Guillermo 165n, 169n, 207n, 372Servius 116nSessa, Melchiorre 214Severim de Faria, Manuel 37SEVILLA 21, 164, 173-174, 180, 211, 219-

220, 315-318, 327, 368, 390Sforza, Ascanio 179Sforza, Muzio Attendolo 295, 300Sheehan, Jacquelyn L. 342nSica, Francesco 132nSICILIA 22, 123, 143, 293n, 301, 366, 376Sículo, Lucio Flaminio 172, 178

Sículo, Lucio Marineo 166, 176-181SIENA 38, 310n, 349Siepmann, Helmut 23Signorelli, Giuseppe 96n, 101nSIGÜENZA 276Silber, Eucharius 28, 29, 148Silenzi, Fernando 66nSilenzi, Renato 66nSiloe, Diego 26n, 251Siloe, Gil de 249, 251Silva de varia lección 201Silva Dias, José Sebastião da 38n, 58nSilva Terra, José da 311, 312Silva, Amadeu da «Beato» 41, 48, 52-

56Silva, Feliciano de 214, 351Silva, Miguel de 19, 37-38, 41-42, 43n,

44, 45n, 46, 49n, 50n, 51n, 52, 54-55, 57-60, 62-63, 315

Silveira, Simão da 309Silver, Eucharius, véase Silber, Eucha-

riusSilverio de Piccolomini, Bernardino

127Silvestre I 115Silvestre, Gregorio 389Simón Díaz, José 323nSimoncini, Stefano 19nSirera, Joseph Lluís 164nSiviero, Donatella 8, 23, 291-308, 291n,

298nSixto IV 40, 48, 52, 103, 104, 113n, 342Snow, Joseph T. 212n, 213n, 214nSoberanas, Amadeu 307nSobrarias, Juan 168nSófocles 169Solimán, Sultan 113Soma, Duquesa de 305n, 316, 328Sonne, Isaia 123n, 124n, 130nSorel, Charles 405

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS428

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Soria Olmedo, Andrés 138n, 142n,306n

Soria, Lope de 214nSousa Costa, António Domínguez de

36, 41Sozzini, Bartolomeo 310nSpirito Gualtieri, Lorenzo 200-201Spitzer, Leo 339Stefani, Federico 125nStinger, Charles L. 18n, 19nStocker, Kaspar, véase Stoquerus,

GasparStoll, André 14Stoquerus, Gaspar 280Strozzi (familia) 368nStrozzi, Eduardo 368nStrozzi, Filippo 69Strozzi, Giovanni Bautista 368nStrozzi, Reinaldo 368nStúñiga, Lope de 198Suárez de Figueroa, Lorenzo 250Suárez Fernández, Luis 184Suárez Pallasá, Aquilino 216n, 218, 219Suecia, Cristina de 202Suetonio 141Sulpicio da Veroli, Giovanni 177Summonte, Giovanni 142Summonte, Pietro 131, 133, 345

Tácito 395Talamanca, Gispert de 295nTalavera, Hernando de 172Tamani, Giuliano 136nTansillo, Luigi 304, 349Tasso, Bernardo 304Tateo, Francesco 97nTeixeira, Luís 310nTelesforo 56Telesio, Antonio 345Temistio 134

Tendilla, conde de 250TERNI 47Terracini, Lore 216n, 305nTesón Martín, Luciano 177n, 178nTheon of Alexandria, Aelius 340nThieme, Ulrich 208nThomas, H. 219n, 220nThomassin, Filippo 208nTiburcio da Pergola, Giacomo 126nTirant lo Blanch 302, 380nTiziano 341TOLEDO 374nToledo y Dávila, Antonio de 401Toledo, Diego de 199Toledo, Eleonora de 190Toledo, Pedro de 27, 137, 273, 275,

303, 344Tolomei (familia) 42Tolomei, Claudio 38, 41, 127Tolomei, Lattanzio 38, 41, 314, 327Tolomeo 278, 281Tomás, Santo 101, 104n, 384nTommaso da Locarno, Giovanni

Antonio di 51TORO 52Torquemada, Tomás de 179Torres Naharro, Bartolomé de 9, 18-

19, 22, 67, 140, 387-398TOSCANA 81, 86Toscano, Tobia 16nTostado, El, véase Fernández de

Madrigal, AlonsoTovar, Partenio 175Trabajos de Persiles y Sigismunda, Los

201Tractatus de futuris Christianorum

triumphis in Sarracenis, véaseViterbo, Anio de

Träger, Jörg 99nTragicocomedia di Calisto e Melibea,

La 28-29

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS 429

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Tragicomedia de Calisto y Melibea, La,véase Celestina, La

Tratado Notable de amor 9, 22, 365-386

Trebisonda, Jorge de 152nTREGUIER 125nTrespuentes, Juan de 172Trigueros, Juan 172Trillo y Figueroa, Francisco de 140,

142Trino, Comin da 215nTrissino, Gian Giorgio 128nTriste deleytación 377n, 379Triunfo de amor 370-371, 379nTROIA 109Troncarelli, Fabio 55nTrujillo, José Ramón 250n, 402, 404Tucídes 169nTudense, Lucas 202TÚNEZ 303, 319-320, 372, 377TURÍN 20Turriano, Juanelo 202Turrò, Jaume 132n

Ugolini, Francesco 208Ulysse, Georges 19nUllmann, Elizabeth 99nURBINO 38, 49, 59Urbino, duque de 83, 86Urfé, Honoré d’ 405Urrea, Jerónimo de 197, 350Urrea, Pedro Manuel de 192, 388

Vahía, Alejo de 249Vajda, Georges 116nVal Valdivieso, María Isabel 184VALAQUIA 374Valdambrino, Pagolo 90Valdeón Baruque, Julio 184-185

Valdés, Alfonso de 25, 65n, 66n, 67-68, 70-79, 86, 91-93, 191, 197

Valdés, Fernando de, Inquisidor 388nValdés, Juan de 14n, 17, 19, 66n, 70,

166, 197, 201VALENCIA 15, 29, 150-151, 153, 164, 274,

292, 295n, 301, 315Valencia, Martín de 56Valera, Diego de 141, 197, 390Valeriano, Pierio 41Valgulio, Carlo 278Valori, Elena 54nValvassore, véase Vavassore, hermanosValla, Lorenzo 15, 176, 278n, 310nVALLADOLID 27, 68n, 73, 169, 251, 253,

255, 367-368Vanautgaerden, Alexandre 98nVaquero Piñeiro, Manuel 18nVaquero Serrano, María del Carmen

316n, 317-319, 320n, 336Vargas Carvajal, Juan de 196Vargas Llosa, Mario 302nVargas, Tamayo de 337nVarrón 116nVarvaro, Alberto 28Vasari, Giorgio 254Vasoli, Cesare 54nVauchez, André 51nVavassore, hermanos 214Vaz Pinto, Gonçalo 310nVegecio 168Velasco, Lázaro de 248, 251Velásquez y Pacheco 401VENECIA 44, 50, 70, 108, 123-125, 205-

242, 250, 279-280, 304n, 376, 405Veneciano, Agostino 254, 343nVeneris Tribunal 368Veneziano, Giulia 189n, 199nVergara, Isabel de 177Verino, Benedetto 344nVermeyen 319

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS430

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Vespasiano, Emperador 152Vettori, Francesco 25, 68-69, 78-93Vian Herrero, Ana 7, 25, 65-94, 65n,

66n, 67n, 68n, 74n, 85n, 87n, 91nViana, Licenciado 350nViano da Lessona, Bernardino de 214Viaud, Aude 44n, 58nVIC 298Vicente, Gil 23, 327, 390nVicentino, Nicola 275, 282-287VICENZA 389Victorial, El 48Vida del escudero Marcos de Obregón

270, 285Vidal de Noya, Francisco 170Villa Ardura, Rocío de la 372nVillalba Álvarez, J. 176nVillalpando 198Villalta, Diego de 247Villamediana, Conde de 198Villanova, Arnau 201Villard, Laurence 112n Villoldo, Isidro de 253Vincart, J. A. 194 Virgilio 98n, 102, 111-112, 115, 152,

168-169, 173-174, 180, 296, 327,331, 339, 353, 356, 404

Visceglia, Maria Antonietta 45n, 345nVISEU 44, 57, 59Vitale, Giuliana 345nVITERBO 95Viterbo, Anio de 37, 52, 115Viterbo, Egidio da 7, 25, 41-42, 51, 54,

95-119, 349Vitrubio 277

Vives, Juan Luis, 71, 401Vivo, Rafaella de 14nVIZZINI 176Vocabulario español-latino 172Voci-Roth, Anna-Maria 96nVollmöller, Karl 198Vossler, Karl 334Vozzo Mendía, Lia 132n, 133n, 345nVuillemier-Laurens, Florence 98n

Wagner, Christine 29Walker, Daniel Pickering 42nWeller, Emil 66nWentzlaf-Eggebert, Christian 329nWirsung, Christoph 30

Yánez de la Almedina 245Yanguas, López de 90nYarza Luaces, Joaquín 246nYarza, Joaquín 164nYnduráin, Domingo 165n

Zaiser, Rainer 404-405Zalama, Miguel Ángel 250nZamora, Rodrigo de 197Zamorano, Alfonso 165nZANTE 375nZARAGOZA 126, 155, 218, 220, 293nZarlino, Gioseffo, 280-281Zarza, Vasco de la 254Zimic, Stanislav 387nZimmermann, M-C. 299nZorzi Pugliese, Olga 130nZúñiga, María de 195

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