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Novena de la Virgen del Rosario
Estos nueve días meditaremos aspectos de la vida de María presentes en el
Nuevo Testamento, seguidos de referencias a las enseñanzas de la Sagrada Escritura y
que nos ayudan a tomar con seria responsabilidad el sentido y valor de la vida.
Primer día
Haciendo el camino de María en el Evangelio, hoy nos detenemos a meditar
acerca del anuncio del ángel a la Virgen. María, la joven de Nazaret, es invitada a la
alegría de parte de Dios, porque la ha hecho objeto de su gracia. Ella es la llena de
gracia, nominación que describe lo que María verdaderamente es. Pero, el anuncio
del ángel es para la joven una invitación a la vida.
Pues, Ella reserva en sí la tierra fértil, abonada por la
gracia, en la que Dios volverá a reposar su Espíritu
cubriéndola con su sombra, para ser portadora de
una vida nueva. ¡Es el renacer a una vida en Dios!
La fertilidad de María está preparada y
dispuesta para la apertura a un acontecimiento que
cambiará la historia. La Virgen, la buena tierra en la
que la semilla de Dios dará su fruto, simboliza a toda
la creación, que habiendo sido herida por el pecado
original, volverá a ser recreada por la vida que la
Madre dará al Hijo. El niño, al que llamará Jesús, hará
su morada en el seno de la joven Virgen y plantará su tienda en medio de los
hombres. Si, ha llegado la plenitud de los tiempos y Dios implanta la semilla de vida
en el vientre de María quedando así las dos vidas, la de la Madre y la del Hijo unidas,
protegidas y orientadas con todo el vigor del Espíritu Santo para el bien de la
humanidad.
Dijo Jesús a Nicodemo: “Te aseguro que el que no nace de lo alto no puede
ver el Reino de Dios.” Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer
cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y
volver a nacer?”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo
que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Ustedes
tienen que renacer de lo alto”. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
sabes de dónde viene ni adónde va, lo mismo sucede con todo lo que ha nacido del
Espíritu” (Jn 3, 3-8).
Oración
Padre y Creador, que restauras todas las cosas en tu Hijo amado, danos la gracia de
ser portadores de vida. Como hiciste con María, danos la alegría responsable de
defender siempre la vida en todas sus dimensiones. Que nuestro sí, sea un sí de
compromiso en el cuidado y protección de los que, en condiciones de vulnerabilidad,
no pueden defenderse. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
*****
Segundo día
Hoy hacemos el camino de María. Cuando el ángel anunció a María que iba a
ser mamá, le transmitió además, un signo: su parienta Isabel estaba embarazada.
Esta noticia motivó el corazón de María y se puso en camino rápidamente para
ponerse a su servicio. La joven Virgen era portadora de un tesoro, pues todo niño en
el seno de su madre lo es. En este caso, lo que ha sido engendrado, se mantiene
oculto, pero no tardará en darse a conocer. Nada más al llegar María a casa se Isabel,
ella y su hijo experimentaron la alegría de la presencia del bebé en el seno de la joven
de Nazaret.
María lleva en sí el mensaje del gozo mesiánico y de salvación. Isabel exulta de
gozo y dimensiona la maternidad de María. Ella es bendita porque su fruto lo es. Su
Hijo es el Bendito, el Santo, el Hijo del Dios altísimo. En efecto, el texto indica la
alegría que significa un niño en el seno de su madre, como así también el gozo de
quien lo experimenta, como Juan, aún en el vientre de su madre Isabel.
El episodio despierta la alegría de la vida, la del amor puesto al servicio, de la
vida que ya comienza a prolongarse de generación en generación. Los dos
Testamentos se unen en las madres y en los hijos. Ellos son el preludio de lo que
vendrá. Juan, ayudara a preparar los corazones para recibir al Mesías, María dará lo
suyo, abriendo el camino de su Hijo desde Nazaret a la región de Judá donde Él
realizara su obra de salvación.
Dijo Jesús: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos
ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio
muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano
que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y
vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia
montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó
dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes
de más, te lo pagaré al volver” (Lc 10, 30-36)
Oración
Padre bueno, danos la inquietud de un corazón generoso y la iniciativa de transitar el
camino de la caridad. Como a María, concédenos siempre la premura del servicio a
los demás y ayúdanos con el impulso de tu Espíritu a no pasar nunca de largo cuando
un hermano nos necesite. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
*****
Tercer día
En este día veremos a María, dando la Vida al mundo. Sí, ella es la
protagonista principal de este acontecimiento, porque va a dar a luz a su hijo
primogénito, a Jesús. Junto a José, su esposo, se dirigen a Belén, la ciudad de David
para cumplir el edicto del Emperador. En Él, el cielo llegará a ver su gloria y los
hombres hallarán su paz. Los pastores y los ángeles se juntan en común alegría
porque les ha nacido un niño y se miran en el signo que la misma madre ofrece a los
ojos de los que esperan en Dios “un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre”.
¡Cuánta alegría, porque les ha nacido un niño! Un niño pequeño, frágil, pobre,
que colmará todas las esperanzas de un pueblo y que contrasta con el poder
magnífico del Emperador. A la paz augusta le sucede una paz que procede de Dios, a
un tiempo de bienestar del mundo le sucede el don universal de salvación. Sí, el
nacimiento de un niño siempre es una bendición, porque trae la vida y con ella viene
la posibilidad de construir un mundo renovado en la paz y en el amor. Porque todo
niño nacido configura la proeza más maravillosa que Dios puede regalar a la
humanidad. Sangre nueva que revitaliza toda esperanza. ¡Simplemente, porque un
niño nos ha nacido!
Del profeta Miqueas: Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti
me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un
tiempo inmemorial. Por eso el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
luz la que debe ser madre, entonces el resto de los hermanos volverá junto a los
israelitas. El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la
majestad del nombre del Señor, su Dios (Miq 5, 1-3a).
Oración
Padre de misericordia, danos la mirada clara y profunda de contemplar en la vida de
cada niño la imagen recreada de tu Hijo. Danos la grandeza de protegerlos en su
inocencia, de educarlos en la verdad, de orientarlos en la rectitud de conciencia y de
fortalecerlos en la bondad de corazón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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Cuarto día
José y María deben cumplir con la Ley, por eso
viajan nuevamente a Jerusalén, para presentar al niño en el
Templo ante Dios y para que la madre cumpla con el rito de la
purificación. El hecho está impregnado de sentido
teológico, por primera vez hace su ingreso al Templo la
gloria de Dios expresada en tanta pequeñez, en un bebé
que es ofrecido y consagrado a Dios. Los efectos son
inmediatos y la pregunta es ¿qué quiere significar Dios con
todo esto?
En primer lugar, la reacción del anciano Simeón, que ha vivido la expectativa
de la espera en lo prometido por Dios. Un Hombre de Dios, movido por el Espíritu
Santo y que espera un orden nuevo en la vida con la redención de su pueblo. La
Gloria reflejada en la fragilidad del niño, es la nueva vida que será ofrecida, como un
destello de luz que brota del pueblo de Israel, y dirigida al resto de las naciones.
Por otro lado, la tremenda profecía de la espada que atravesará el alma de la
madre, porque ese pequeño será signo de contradicción. Porque, para los que crean
en Él será la causa de elevación a la vida de Dios, sin embargo, para los que no crean,
será piedra de tropiezo y de caída porque no están dispuestos a abrir el corazón a la
venida de este Dios que viene a su encuentro. María, entonces, se hace solidaria en el
amor, con la alegría, por los que se gozan en Dios, y en el dolor, por los que no
entienden y se cierran al misterio de la redención.
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
Del Evangelio según San Juan: Al pasar, Jesús vio un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿Quién ha pecado, él o sus padres, para
que haya nacido ciego?”. Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús, nació así
para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de
aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede
trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo (Jn 9, 1-5).
Oración
Padre de la vida, te pedimos nos concedas la luz de tu Espíritu para que podamos
hacer frente a la oscuridad del error, del pecado y de la muerte. Que podamos
alcanzar la luz de tu rostro y nos esforcemos cada día en la realización de buenas
obras. Que ellas sean obra de tus manos en nosotros para gloria tuya y para el bien
de los demás. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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Quinto día
Hoy nos encontramos con la familia de Nazaret cumpliendo con la celebración
de la Pascua en la ciudad santa de Jerusalén. En esta ocasión vamos a descubrir una
actitud de María que mostrará una de sus características fundamentales: la de la
mujer contemplativa. También, nos asombraremos con un Jesús joven auto
revelándose como Hijo de Dios.
En medio de muchos elementos con caracteres pascuales, Jesús abre camino
respecto de su verdadero ser y de su misión. La inquietud de sus padres es la ocasión
para dar a entender a sus oyentes que está abocado a las cosas de su Padre. Se
muestra firme, decidido y cargado
de sabiduría. Esto es lo que nos lleva
al centro de la situación: ¿Por qué
me buscaban? ¿No sabían que yo
debía ocuparme de las cosas de mi
Padre? Jesús, ya es consciente de
quién es y de que se trata su misión.
Habla con sabiduría, con entrega,
con pasión. ¡El joven sorprende,
asombra, desconcierta! Sin
embargo, el hecho es un reflejo
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
claramente anticipado de su pasión, muerte y resurrección.
Pero, mientras tanto, para María y José, las palabras de Jesús expresan la
independencia de ellos respecto de su filiación divina. Deja en claro que su Padre es
Dios. Esto prepara a María para que lo que no alcanza a comprender por ahora, lo
guarde en su corazón para comprenderlo después. Ciertamente, meditará estás cosas
y las comprenderá en adelante en clave netamente pascual.
Del Evangelio según San Juan: Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la
Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de
Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en
suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”. Jesús les respondió: “Ya se lo dije,
pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan
testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas
oyen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna; ellas no
perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre es superior a todos
y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una
sola cosa” (Jn 10, 22-30).
Oración.
Padre amoroso, que nos presentas a tu Hijo para que nos miremos en él. Te pedimos
que nos concedas el mismo impulso de Jesús joven, que renueve nuestro entusiasmo y
generosidad en la entrega responsable de cumplir con lo que nos pides y danos
sabiduría en el momento de responder tus mandatos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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Sexto día
La meditación de Hoy nos abre a una dimensión de familia y de amistad en un
contexto de fiesta. Se celebran unas bodas en Cana de Galilea. María y Jesús están allí
y también sus amigos. El acontecimiento festivo es una invitación a los discípulos a
comprender y a creer en el primer signo que realizó Jesús. Se trata del camino de
ingreso a todo lo que Jesús hará después. La situación involucra con actitudes muy
definidas, tanto a María, como a Jesús.
Respecto a María, nos ofrece una misión de intercesora. Ella, sabiendo que en
la fiesta se han quedado sin vino, acude a su Hijo para que intervenga. María, es
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
consciente que se ha acabado el vino de la boda. ¿Intuirá, la Madre en este
momento, que no es posible que falte el vino en la perspectiva de las bodas
mesiánicas? ¡No tienen vino, dice!
Por su lado, Jesús sabe que su hora no ha llegado. El vino tiene para Él toda la
connotación de elemento y signo de celebración que como tal implica su hora
definitiva. Se refiere pues, a su ofrenda mesiánica. Piensa en la hora, en el momento
de su pasión en que se pondrá de manifiesto el acontecimiento escatológico de
revelación. El tiempo en que su donación dejará como signo el vino nuevo de la
nueva Alianza, vino de excelente calidad reservado para el final, para el tiempo de las
bodas eternas.
Y María, su madre, en este contexto nos deja una de las intervenciones más
brillantes: “hagan lo que Él les diga”, les dice a servidores de la boda. Y nos lo dice
también a nosotros, los discípulos, los amigos de su Hijo para que escuchándolo
hagamos lo que nos conviene según su palabra. De esta manera, lograremos
comprender, creer y ver manifiesta su gloria.
Del Evangelio de San Lucas: Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no
pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu
madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”. Pero Él les respondió: “Mi
madre y mis hermanos son lo que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8,
19-21).
Oración
Padre de bondad, te pedimos que nos ayudes a cuidar nuestra familia, que ella sea
signo de tu presencia y de tu amor en el mundo. Conserva a los jóvenes en el ideal de
una vida cristiana para que configuren en sus vidas un proyecto de vida en familia
basada en las buenas costumbres, en el amor a ti y en el respeto a los padres, a los
niños y a los mayores. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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Séptimo día
En la vida de María no estuvo ausente el dolor. El gozo de haber llevado al Hijo
en su seno, se convierte ahora en dolor en el misterio de la Cruz. ¿Cómo Él, siendo
inocente, puede sufrir semejante humillación? ¿Por qué razón, habiendo venido a
ofrecer el Reino de Dios a los hombres, es tratado así, como un malhechor?
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
¡Simplemente, porque se hace igual a Dios! La Madre acompaña a Jesús hasta el final
y está allí, al pie de la cruz.
Recuerda y contempla aquella vida en
su vientre, pequeñita y frágil, que hizo saltar de
alegría al niño en el seno de Isabel; aquel Jesús
joven, decidido y fortalecido con la sabiduría
de Dios, en el Templo de Jerusalén y hablando
con los doctores de la Ley; aquel Hijo suyo, que
pasó haciendo el bien, está ahora, allí,
suspendido en la cruz. ¿Qué puede hacer una
madre ante tanto dolor? Solo tratar de
entender. A la mirada absorta de la Madre, viene la voz de su Hijo amado: “Mujer,
aquí tienes a tu hijo”, le dijo mirando a su discípulo amado. “Aquí tienes a tu madre”,
le dijo después a su amigo Juan.
El cuadro de dolor y abandono, de pasión y muerte, laceran el corazón de la
Madre, ¡Ahora recuerda también. “Y, a ti, una espada te atravesará el corazón!” Esa
carne, clavada en el madero, es su carne; esa sangre, derramada por las llagas, es su
sangre. Pero, la confianza en Dios supera la trágica realidad y esa cruz que contempla
dolorida se convertirá en la razón de un orden nuevo. La cruz es, desde ahora, signo
de revelación, la Verdad se manifiesta y la pascua de Jesús inaugura una nueva
creación. María se convierte en madre de los creyentes, a quienes Juan representa y
así, a los tres días con Jesús resucitado, se les abre el camino de la esperanza a los
hombres hacia gozo y a la luz de la vida eterna.
Del Evangelio de San Mateo: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de
mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su
vida? ¿Y que podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre
vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada
uno de acuerdo con sus obras (Mt 16, 24-27).
Oración
Padre justo, danos la valentía de asumir nuestra cruz, para que cuando tengamos que
dar testimonio de ti, nos encontremos con la fortaleza de María. Ella, al pie de la cruz,
supo esperar con confianza y entereza lo que Tú habías prometido por boca de tu
Hijo, la gracia de una vida nueva junto al resucitado. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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Octavo día
El temor es superado por la oración ferviente. En el cenáculo están los
discípulos de Jesús y allí, está también su madre, María. Es necesario recordar las
palabras de Jesús en la Cruz: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”, abre en ella el camino de
Madre universal de los creyentes. Aquel momento en la cruz, se abre ahora como un
nuevo acontecimiento inaugurado por el Espíritu Santo. Éste, da vida a la Iglesia,
comienza el tiempo del Espíritu y, con ella, María explora su maternidad por
horizontes nuevos con el nacer de la Iglesia.
Con la espera del Espíritu, María se prepara para la misión. Abierta, disponible,
humilde, se deja conducir por la llama del amor y recibe el don especialísimo de una
maternidad que adquiere carácter de mediación. En la Iglesia, la madre de Jesús se
hace solidaria con su maternidad para acompañar a todos sus hijos por el camino que
los conduce hacia el cumplimiento pleno en el Reino de Dios.
María y la Iglesia, juntas, marcan esa dirección
materna elemental para la vida cristiana. Ella, la
Virgen madre cumple, en su relación íntima con la
Santísima Trinidad, su maternidad respecto del Hijo
Único de Dios. La Iglesia, lo hace en relación a los hijos
que ella engendra por la fe en el Hijo de Dios,
mediante el ejercicio de la predicación, pues como
depositaria de la revelación y también como
dispensadora de la vida de Dios por medio de la gracia
sacramental. En definitiva, ambas guardan en sí aquel amor divino que está
disponible para dar vida y salvación a los hombres.
De los Hechos de los Apóstoles: En una ocasión, mientras estaba comiendo con
ellos, les recomendó que no se alejarán de Jerusalén y esperaran la promesa del
Padre: “La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan Bautizó con
agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos
días…recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”
(Hch 1, 4-5.8).
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
Oración
Padre Santo, te pedimos que nos inspires con la luz de tu Espíritu y que su fuerza nos
conceda los dones para ser fieles a tu voluntad. Danos también un corazón ardiente
en el servicio de la caridad para que, como Iglesia, no dejemos nunca de asistir con
nuestro testimonio a quienes necesitan de tu vida y de tu misericordia. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
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Noveno día
María ha merecido ser elevada a la Gloria del cielo. Como suave fragancia,
como aroma agradable a Dios ha accedido ya a la eternidad. Aquella joven sencilla de
Nazaret está ahora revestida de atributos reales, porque ella es la Reina del cielo. La
que fuera portadora de vida y salvación, porque a modo del Arca de la Alianza llevó
en sí al mismo Dios, lo contempla ahora cara a cara en la morada de la Trinidad Santa.
Como Reina junto al Trono glorioso, sigue mediando por nosotros. Sigue
siendo Madre y colaborando con cada uno para que alcancemos la salvación. Ella,
que es la Madre de la Vida, nos sigue sosteniendo para que guardando la fidelidad a
Dios, valoremos la vida que hemos recibido y la vida de Dios de la que participamos.
La nueva Eva, que es la Madre de la gracia, nos impulsa también a no perder este
tesoro que hemos adquirido, no precisamente por nuestros méritos, sino por los de
su Hijo amado.
Ella es la Madre Reina que vela por nosotros para que siguiendo su ejemplo
seamos también ofrenda agradable al Padre y dócil al Espíritu Santo nos inspira
buenos sentimientos de generosidad y gratitud, para que nuestra respuesta a la
voluntad de Dios sea un sí incondicional como el que ella supo ofrecer para que
alcancemos la plenitud de la vida en la resurrección.
Del Libro del Apocalipsis: El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven”, y el que escucha debe
decir: “Ven”. Que venga el que tenga sed, y el que quiera, que beba gratuitamente
del agua de la vida (Ap 22, 17).
“Con María del Rosario cuidamos la vida, la familia, los jóvenes”
Oración
Padre del cielo, que gobiernas el mundo y la historia con tu poder, danos la libertad
que sea capaz de acoger siempre tu invitación a la vida de la gracia. La capacidad de
captar tu sabiduría que nos expresas por medio de tu Hijo amado y la respuesta firme
de compromiso con la vida que nos inspire tu Espíritu Santo clemente. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
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