nosotrostambién

cuidamostu sonrisa

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nosotros también cuidamostu sonrisa

Rejuvenece la piel, refuerza el sistema inmunológico, mejora la respiración y hasta disminuye el insomnio. La risa es, sin dudas, sinónimo de bienestar. Por eso, siempre es recomendable tener un motivo para sonreír.

En nuestra tradición cultural y artística, la comedia ha sido un recurso inagota-ble para generar tímidas sonrisas y grandes carcajadas. Buena parte de ese tesoro se lo debemos a los talentosos artistas que fueron, son y serán recordados como los capocómicos más importantes de nuestro país y, aunque se hayan ido “de gira”, siempre traerán una sonrisa a nuestra memoria.

Los invitamos a recorrer estas páginas para recordar a aquellos grandes del humor que se instalaron en la cultura nacional para dejarnos grandes momentos de alegría.

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Tuvo una infancia difícil pero supo revertir su destino dejando como legado un humor sano y familiar. José “Pepe” Biondi fue el tercero de ocho hermanos. Nació un 4 de septiembre de 1909 en Barracas y con sólo 7 años se fue a trabajar al Circo Anselmi como aprendiz de acróbata. Durante cinco años aprendió el arte circense; sin embargo, debido al maltrato físico que el payaso “Chocolate” le propinaba, decidió escaparse y volver con su familia.

Llegada la adolescencia, continuó probando suerte en distintos circos. Así, conoció a la cantante de tango María Teresa Moraga –con quien se casó y tuvo a su única hija– y en 1933 su suerte cambió para siempre al encontrarse con un inmigran-te ruso con el que conformaría un exitoso dúo durante más de dos décadas: Bernardo Zalman Ber Dvorkin.

josé “pepe”biondi

Foto: Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken. Biblioteca. Buenos Aires. Argentina.

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¿por qué lo recordamos?

Pepe CurdelesPepe GalletaPepe Maboleta

Pepe LuisPepe Tacañota

“¡Patapúfete!”“Soy un buen muchacho, lástima que sea tan canalla.”“Qué suerte para la desgracia.”“Lechuga para el canario.”

¿qué frases nos dejó?

Con su humor sano y desopilante, Dick y Biondi llegaron hasta México, España y Cuba, donde se convirtieron en íconos de la televisión. Cuando el dúo se disuel-ve, Goar Mestre, un empresario cubano –posterior creador de Canal 13 de Buenos Aires–, ofrece a Pepe hacer un nuevo programa: “El Show de Pepe Biondi”. Era 1958 y estaban llegando tiempos difíciles a la isla caribeña. “En estos momentos, Cuba no debe reír”, dijeron los dos mi-litares del Movimiento 26 de Julio que secuestraron al actor una tarde antes de que ingresara a los estudios y lo soltaron al finalizar el horario del show.

La Revolución de Fidel Castro terminó expulsándolo del país que lo consagró y decidió viajar a Venezuela. Cuentan que allí nació su frase de cabecera: es-taba realizando uno de sus sketches en TV cuando un telón de la escenografía vecina se desplomó haciendo un gran estruendo. “Patapúfete”, dijo espontá- neamente Biondi y la risa se disparó en-tre los actores, técnicos y el público.

En 1961, llegó a probar suerte a su país con una nueva propuesta de Goar Mestre: debutó con “Viendo a Biondi” alcanzando el mayor éxito en la historia de la televisión argentina con 66,2 pun-tos de rating y quedándose por 10 años en la pantalla. También hizo algunas pe-lículas, entre las que se recuerdan “El de-sastrólogo” (1964) y “Patapúfete” (1967).

Muy joven y luego de varias operaciones por una obstrucción arterial en su pierna, Pepe falleció el 4 de octubre de 1975 con tan sólo 66 años.

el desastrólogo

1964

Foto: Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken. Biblioteca. Buenos Aires. Argentina.

Se la conoció como la “Chaplin con faldas”, la “Dama del Humor” y la “Gran Payasa del Siglo” pero fue, por sobre todo, la mujer que demostró que el humor es patrimonio de los talentosos y no sólo de los hombres. Nacida el 3 de junio de 1903 en el porteño barrio de Caballito, Marina Esther Traverso tenía marcado su destino artístico. “Era un payaso”, se describía a sí misma. Quinta hija de un matrimonio asturiano, su papá falleció cuando ella sólo tenía dos meses y su madre decidió que en ese hogar reinaría la alegría.

Marina se casó con 19 años pero terminó separándose a los pocos años tras tener una hija. Su madre había fallecido y, sola como estaba, decidió probar suerte como crítica de espectáculos en revistas de la época. No fue una mala idea: bajo el seudónimo “Mitzi” acompañaba sus mordaces comentarios con caricaturas que ella misma dibujaba.

ninímarshall

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Foto: Archivo General de la Nación. Dpto. Doc.Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.

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¿por qué lo recordamos?

CatitaCándidaDoña Pola

Mónica Bedoya Hueyo Picos Pardos de Unzué CrostónLa niña Jovita

“Y como le dijo el bagual a la baguala: cadacual con su cada cuala.” (Catita)“¡A mí pueden convencerme por la fuerza pero con razones jamás!” (Cándida)“¡Qué tarúpidos!” (Mónica Bedoya Hueyo dePicos Pardos de Unzué Crsotón)“El dinero no es todo en la vida pero calma losnervios.” (Doña Pola)

¿qué frases nos dejó?

De allí saltó a la radio. En 1934 se probó como la “cancionista internacional” Ivonne D’Arcy dando inicio a su prolífera carrera de imitadora, cantautora y humorista. Tres años después desembarcó en Radio El Mundo con su nuevo y definitivo nombre artístico: Niní (apodo que traía desde chi-quita) Marshall (deformación “distinguida” de Marsal, apellido que había creado ins-pirada en MARcelo SALcedo, su segundo marido), creadora de una interminable ga-lería de personajes.

El primero fue la gallega Francisca, antece-sora directa de Cándida, homenajeando a su mucama de la infancia. Luego apareció Catita, inspirada en las fanáticas de Juan Carlos Thorry que lo esperaban en la puer-ta de la radio. “Eran muchachas chismosas, encantadoras y meteretas”, según definió su creadora.

Fue con este personaje que Niní llegó al cine en 1938, en “Mujeres que trabajan”. Esa fue la primera de sus 37 exitosas pelícu-las, antes y después de su exilio provocado por la prohibición del peronismo debido al “mal uso del idioma”. Así, Niní se fue con sus personajes por México, Cuba, España y Estados Unidos. En 1955, tras la caída de Perón, regresó a la Argentina y, aunque la televisión ya no tenía lugar para su inocen-te humor, el cine y el teatro la acogieron hasta que en 1983 decidió retirarse.

El 18 de marzo de 1996, con 92 años bien vividos, se despidió del mundo haciendo una última humorada. Cuando la enferme-ra que la cuidaba le preguntó la edad, Niní (que había manchado con perfume el año de nacimiento de su documento) le con-testó: “Tengo 117 años; vaya y cuéntelo. Yo no oculto la edad”. Con la misma alegría que en su casa materna, se fue dejando una sonrisa en los que la rodeaban y en la memoria de todos.

cándida

1939

Foto: Archivo General de la Nación. Dpto. Doc.Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.

Foto: Archivo General de la Nación. Dpto. Doc.Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.

albertoolmedo

Único. Aún fIota en el aire el sentimiento colectivo de que partió demasiado pronto. Sin embargo, “el último capocómico”, como lo llaman algunos, no buscaba el reconocimiento académico sino el amor del público que no tardó en adoptarlo. Hijo único de una madre soltera, Alberto Olmedo llegó al mundo en Rosario, provincia de Santa Fe, un 24 de agosto de 1933. Tuvo una infancia humilde, pero el arte se cruzó por su vida en 1947 cuando se integró a la claque del teatro La Co-media como aplaudidor.En 1954, partió a la ciudad de Buenos Aires a probar suerte y, por medio de un contacto, ingresó como peón técnico en Canal 7. El “Negro”, su apodo desde la infancia, vio la oportunidad de mostrar sus dotes durante una cena de fin de año y no la desaprovechó: realizó una improvisación que impresionó al interventor del canal y lo contrató. En una semana logró pasar de “los cables” al elenco estable de “La Troupe de TV” y en 1960 llegó su primer programa: “El Capitán Piluso”.

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Foto: Biblioteca del Congreso de la Nación. Hemeroteca Material de archivo Revista “La Maga”. Marzo 1995

Buenos Aires. Argentina.

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¿por qué lo recordamos?

Capitán PilusoRucucuYéneral González

Chiquito ReyesManosantaRogelio Roldán

“¡De acá!”“Éramos tan pobres”“Poniendo estaba la gansa”“Y... si no me tienen fé”

¿qué frases nos dejó?

Enseguida los hermanos Sofovich vie-ron en Olmedo una chispa diferente y comenzaron a convocarlo para sus grandes ciclos humorísticos: “Operación Ja Já”, “El Botón” y “El Chupete”. Estos fueron los primeros espacios en donde el desarrolló con libertad sus originales personajes. Uno de los más recorda-dos, “Rucucu”, surgió de un apodo que el actor utilizaba con sus hijos y trasladó a las cámaras. Despidió a ese personaje en 1985 quitándose su vestuario y pren-diéndolo fuego frente a las cámaras. En ese mismo acto, dio la bienvenida al dic-tadorzuelo de Costa Pobre.

Dejando atrás al público infantil, Olmedo se convirtió en un ícono del humor para adultos y se caracterizó por llevar al máximo el arte de la improvisación. Fil-mó más de 45 películas y encontró en otros actores emblemáticos como Jorge Porcel, Jorge Luz, Tato Bores y Javier Portales, aliados ideales para desplegar su talento.

Fue un gran transgresor de los códigos televisivos: no seguía los libretos, en me-dio de sus actuaciones se iba detrás de cámara y pasaba “chivos” –publicidades encubiertas– enlazando bromas con los guiones.

En marzo de 1988 falleció trágicamen-te, en la ciudad de Mar del Plata, poco después de estrenar la obra “Éramos tan pobres”. Su temprana e inesperada desaparición hizo que sus frases y ges-tos, considerados algo chabacanos, se inmortalizaran rápidamente como gags de culto.

el desastrólogo

1960el capitán piluso

Foto: Biblioteca del Congreso de la Nación. Hemeroteca Material de archivo Ed. Atlántida.

Revista “Gente”. Marzo 1988Buenos Aires. Argentina.

Foto: Biblioteca del Congreso de la Nación. Hemeroteca Material de archivo Ed. Atlántida.

Revista “Gente”. Marzo 1988Buenos Aires. Argentina.

Valoraba como nadie las pequeñas cosas, por eso él y sus personajes se parecían tanto en la sencillez y la nobleza. Luis Santiago Sandrini Lagomarsino na-ció el 22 de febrero de 1905 y era hijo de actores genoveses. No había empezado la escuela y ya estaba acompañando a sus padres en el circo donde desarrolló sus dotes histriónicas.

Junto a su hermano Eduardo escribie-ron su primera obra teatral, “El laborato-rio de las alucinaciones”, estrenándola en el teatro de San Pedro, Provincia de Buenos Aires, donde desde pequeño es-taba instalado con su familia. Se recibió de docente; pero, antes de que pudiera ponerse al frente de una clase, se mudó a la gran ciudad de Buenos Aires con su familia.

Probó suerte en el Circo Rinaldi y no le fue nada mal. Era un clown fantástico e inclusive participaba de la comparsa, pero la suerte -o el destino- lo llevaron hasta el teatro, donde se incorporó a la prestigiosa compañía de Enrique Muiño y Elías Alippi.

1933 fue un año memorable en la carrera de Luis: además de interpretar uno de

los personajes de la obra “Los tres be-rretines”, debutó en cine con la primera película sonora del país, “Tango”. Allí conoció a su pareja más conocida, Tita Merello. Tal fue el éxito de Sandrini en la gran pantalla que se convirtió en uno de los actores más solicitados durante las décadas siguientes, llegando a pro-tagonizar más de 80 largometrajes.

Fue el suceso de “las películas de Sandrini” lo que terminó acercándolo a la radio, donde desembocó con un personaje inolvidable que luego llegó a la televisión en 1960: “Felipe”. Durante 24 años, este muchacho torpe y a la vez noble logró conquistar a todas las fami-lias del país con una ternura inolvidable. Cuando anunció que no aparecería más en escena, explicó que era porque “el mundo había dejado de apreciar el valor de las pequeñas cosas”.

Don Luis, como fue conocido, pasó los últimos años de su vida disfrutando jun-to a su familia –en 1952 se había casado con la actriz Malvina Pastorino, con quien tuvo dos hijas– y su oficio de car-pintero que de vez en cuando lo hacía volverse un hombre común y corriente. Así eran él y todos sus personajes, se-gún su definición.

Como sueñan los grandes artistas, su vida empezó a apagarse en pleno roda-je de la película “Qué linda es mi familia” dirigida por Palito Ortega. Allí empezó a manifestar algunos síntomas que ter-minarían con un colapso vascular, des-pidiéndose para siempre, dos semanas después, un 5 de julio de 1980.

luissandrini

10 Foto: Archivo General de la Nación. Dpto. Doc.Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.

bartolo tenía una flauta

1939

Foto: Archivo General de la Nación. Dpto. Doc.Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.

¿qué frases nos dejó?

¿por qué lo recordamos?

FelipeDon Juan TenorioEl Profesor Hippie

“Mientras el cuerpo aguante...”“¡La mamá ve los colores”

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