Noruegos antes de nuestra era - hf.uio.no · acontecimientos merecedores de ser contados. Hemos...

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La publicación es un extracto del libro noruego España y Nosotros.

Noruegos antes de nuestra era (Introducción y Capitulo 5). El libro se

publicó en Noruega en otoño de 2014. Esperamos que también los

lectores españoles disfruten de esta pequeña cata.

Un sincero agradecimiento a Carmen Asor por sus muchas

contribuciones al libro y el gran trabajo de traducción del texto al

español.

© knorte 2015

ISBN: 978-82-999935-0-0

Cubierta: Kirsten Berrum

La portada: Mujer con naranja pintado por Henrik Asor Hansen

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Noruegos en España antes de nuestra era

España es hoy en día una meta turística para cientos de miles de

noruegos tanto de vacaciones, como residencia o estancia prolongada,

pero la migración de los habitantes del norte no es reciente. Lo hemos

hecho desde la Edad Media y en la era vikinga. La navegación y el

comercio de madera y bacalao fueron sin embargo, en el siglo XIX, el

inicio de algo nuevo. Se han redactado voluminosos documentos

monográficos y una estimable cantidad de libros de ficción sobre la

emigración noruega a Estados Unidos, y la vida de los noruego-

americanos en ese nuevo mundo. Los viajes de los noruegos a otros

países como por ejemplo Inglaterra, Alemania y Holanda también

cuentan con estudios y libros propios. Pero no conocemos ningún

relato o informe equivalente sobre los que se asentaron en España.

¿Qué indujo a los noruegos a viajar hacia el sur en el siglo XIX,

y a qué se dedicaban allí? De ahí nuestra fascinación, nuestro reto y

nuestro deseo de escribir su historia. No la de todos los viajeros a

España, sino la de algunas personas, lugares y actividades

seleccionados. Siempre hemos sentido fascinación por el país ¿tal vez

porque su historia y desarrollo sean tan diferentes de los nuestros? Las

narraciones de conflictos surgidos entre cristianos, musulmanes y

judíos, de la creación de comunidades conjuntas a lo largo de los

siglos y también de las experiencias de los habitantes nórdicos a la luz

y sombra de España, son cada una de ellas perfecto ejemplo de la

convivencia de diferentes culturas. La presencia de los noruegos en

España bajo una perspectiva histórica es el tema de este libro. El

énfasis se centra en el siglo 19, a partir de 1850, con algunas

regresiones a la Edad Media, llegando hasta nuestros días.

La elección del título del libro se basa en la referencia a dos

libros anteriores que se publicaron justo tras la segunda guerra

mundial. El libro de Lise Lindbæk España y Nosotros está escrito con

gran dedicación y otra tanta frustación. Compromiso con la lucha

heroica del pueblo español contra Franco y sus partidarios en

Alemania e Italia durante la guerra civil española en 1936-39 y

frustación a causa de la vacilante postura oficial de Noruega y la falta

de decisión política para tomar postura en el conflicto. Noruegos antes

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de Nosotros es el título del libro del historiador Edvard Bull, libro de

texto de historia noruega en la escuela secundaria desde 1948. Triunfó

en la enseñanza y se publicaron siete versiones e incontables ediciones

hasta 1985. No se puede encontrar mucha información sobre España

en el libro, pero sí sobre la importancia de tener conciencia histórica.

El autor tuvo un abuelo con su mismo nombre, el médico Edvard Isak

Henrik Bull, que, sobre los años 1900, atendió a sus paisanos

noruegos al regreso de España tanto en la enfermedad como

cultivando su amistad.

El hijo del médico, Francis Bull, relata en su ensayo “Mi Padre y

Sus Pacientes” como estos hombres de negocios, liberales y

acaudalados, se establecieron en Uranienborg y Høvik en Noruega.

Invirtieron en nuevas empresas y medidas de bienestar, gracias a las

fortunas logradas con su trabajo de “enseñar a los españoles a utilizar

suelos de madera”. Tras su estancia en España trajeron consigo un

soplo fresco, empuje y nuevas ideas. Uno de los que se establecieron

en Høvik en Bærum se llamaba Georg Iversen. Tiene una pequeña

carretera con su nombre en la zona y durante mucho tiempo habíamos

reflexionado sobre la razón que le había llevado a ser uno de los

prósperos benefactores de Høvik. La pregunta se planteó y abrió

camino hacia un sinnúmero de personas y líneas de seguimiento

entrecruzadas, y de este modo nuestro método nos fue guiando a

asociaciones y encuentros entre personas, lugares, hechos y

acontecimientos merecedores de ser contados. Hemos seleccionado

nueve historias y temas “en abanico”, que pueden desplegarse y

replegarse desde un centro común.

Iniciamos el viaje en el tiempo y en el espacio lejos del

continente, en las Islas Canarias. El archipiélago está situado a unos

200 kilómetros en el Océano Atlántico, en la misma latitud que la

disputada frontera entre Marruecos y el Sahara Occidental. Estos

países estuvieron “bajo protección” española hasta 1956 y 1976

respectivamente. Actualmente la familia de armadores Olsen,

originarios de Hvitsten hacen el servicio de las Islas Canarias, con sus

rápidos y modernos transbordadores. La familia ha redactado la

historia de como llegaron en 1904 llevando consigo datos, agua y

rutas para la población. Sin embargo, no había nadie de la familia

Olsen en las Islas Canarias en 1904, sino una empresa de la

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competencia. Thoresen de Tjøme había establecido la primera ruta

marítima directa entre España y Noruega en 1893.

En épocas anteriores el tráfico marítimo dependía de los

cargamentos de madera, para la construcción de barcos y también

como mercancía de gran atractivo. El segundo capítulo trata de la

madera y como un grupo de noruegos crearon la empresa maderera

“La Compañía de Maderas” con filiales en muchos lugares de España.

En ciudades como Santander, Madrid y Bilbao se encontraban las

empresas de producción con sus almacenes y espléndidos edificios en

el centro del paisaje urbano – hasta el día de hoy. Finalmente tuvieron

que dar paso a la modernidad y el progreso. Actualmente la mayoría

ha olvidado que fueron noruegos los que estuvieron detrás de todo

ello.

El bacalao seco y salado de Noruega fue también un producto

que llegó a España por vía marítima. La historia única de esta

exportación es el tema de nuestro tercer capítulo. Los de Møre y otros,

ennoblecieron el bacalao hasta hacer de él un producto deseado, y a

España el mercado dominante. La exportación creó enormes valores

para Kristiansund y Ålesund. La importación en las ciudades

españolas a lo largo de la costa, especialmente en el norte, fue

gestionada en gran parte por noruegos y particularmente por

emigrantes de Bergen. La clase trabajadora necesitaba comida y pocos

productos podían competir con el bacalao noruego. Posteriormente la

situación cambió.

Mediante el comercio de la madera y el bacalao seco, los

inmigrantes noruegos fueron agentes directos en la industrialización

del norte de España. En 1892 los noruegos exigieron la renegociación

del tratado comercial con España, de modo independiente, sin la

intervención de los suecos. Como consecuencia, el comercio

contribuyó a la destrucción definitiva de la unión de Noruega con

Suecia. Fritz Wedel Jarlsberg, ministro noruego y jefe de la Legación

en Madrid se atribuyó posteriormente el honor de las negociaciones,

pero no fue así. El hoy en día olvidado ciudadano de Bergen, Hilario

Lund, fue el que realizó la gestión en secreto, junto con su amigo

español Emilio Castelar. El “caso de los cónsules” es el tema del

capítulo cuatro.

En los primeros capítulos se hace hincapié geográfico en el norte

de España, pero en el capítulo cinco nos trasladamos hacia el sur,

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Publicidad de bacalao seco de la ciudad noruega de Ålesund

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hasta la zona a lo largo de la costa mediterránea y el “oro” de

Valencia, las naranjas. Para los noruegos fueron éstas en un inicio

artículos de lujo y una curiosidad, algo inusitado. Con el tiempo se

consideraron símbolo de salud y vitaminas. Las exportaciones desde

las costas de Valencia fueron buen negocio para los barcos noruegos y

buena parte de los consignatarios y exportadores eran noruegos.

Algunos eran cónsules también. En el capítulo sobre la naranja

conoceremos a algunos de los agentes noruegos, especialmente al

“Rey de la Naranja” Richard Asor de Bergen y a su hija Carmen.

Tras los cónsules y la exportación de frutas, llegamos en el

capítulo 6 a un punto de descanso en forma de escapada histórica. Una

retrospectiva con elementos religiosos, políticos y románticos puede

de vez en cuándo ser útil y además necesaria. Los comerciantes del

siglo 19 no fueron los primeros noruegos en poner pie en España.

Otros habían estado allí mucho antes – vikingos, Olav Haraldsson,

peregrinos y cruzados – y para los habitantes de la Península Ibérica,

no siempre era fácil distinguir a esta gente de mar escandinava. La

más renombrada fue la princesa Kristina que viajó desde Tønsberg en

1257 para esposar al príncipe Felipe, hermano del mismísimo rey

Alfonso X de Castilla. El capítulo se compone no sólo de una historia,

sino de muchas historias.

Consulados, cónsules y vicecónsules nos acompañan a lo largo

de los capítulos del libro. En el punto de partida estuvimos estudiando

los informes de los consulados en España para encontrar información

sobre las actividades de los noruegos en el país. Pero pronto se pudo

ver que los propios cónsules eran comerciantes activos y que por esa

misma razón habían sido designados para su puesto. Ellos eran

mediadores de transacciones económicas y controlaban el tráfico

marítimo. Eran enlace en el desarrollo cultural y científico y personas

clave en el contacto entre Noruega y España. Al inicio de 1900 la

lepra hostigó la región valenciana y el vicecónsul noruego medió para

la obtención para España de la experta ayuda de los especialistas en

lepra de Bergen, Gerhard Armauer Hansen y sus colegas. La historias

de este vicecónsul y el contacto médico entre los dos países es único y

sugestivo.

Durante la guerra civil española, y este es el tema del capítulo 8,

las relaciónes con España destacan en el orden del día en Noruega.

Los voluntarios noruegos en las brigadas internacionales defendieron

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La princesa Kristina en su viaje a España 1257, de Gerhard Munthe

Filial de “La Compañía de Maderas” en Bilbao. Actualmente en este

emplazamiento se encuentra el museo Guggenheim

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la democracia y la república ante los franquistas. La Noruega oficial

se lavó las manos en un pacto de no intervención, pero el pueblo

noruego opinaba de forma diferente. Por medio de la movilización de

masas, se ofreció apoyo a España en forma de amplia asistencia

humanitaria. Menos conocido es, que esta ayuda contribuyó a la

construcción de hospitales y orfanatos en la región de Valencia, en las

ciudades de Alcoi y Oliva. Y aquí nos encontramos con un tema serio

y un desafío ¿Dónde se encuentra el límite entre no-intervención y el

deber de actuar cuando la injusticia afecta a personas ajenas? Tres

mujeres noruegas destacan en el capítulo tanto por su labor como

reporteras como por su trabajo humanitario: Gerda Grepp, Lise

Lindbæk y Nini Haslund Gleditsch.

En el último capítulo nos encontramos de nuevo dónde

empezamos, en las Islas Canarias y Tenerife. Los noruegos son un

pueblo viajero, impulsado por la sed de conocimiento, el espíritu

aventurero, la inquietud descubridora y el sentido del comercio. El

más célebre viajero y aventurero fue tal vez Thor Heyerdahl, y su base

y última residencia fue Tenerife, donde permaneció los últimos diez

años de su vida. Tenía el convencimiento de que allí descubriría varias

pirámides y obtuvo apoyo de su buen amigo Fred. Olsen (Fred. - con

punto – de Fredrik) para construir un museo y un parque. Heyerdahl

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combinaba hechos y fábulas de un modo tal vez demasiado creativo,

pero sus expediciones y su capacidad narrativa han hechizado a un

mundo entero. El museo de la Pirámide en Tenerife se alza hoy como

monumento a soñadores y adoradores del sol de todos los tiempos.

Hunting high and low – La Incansable Búsqueda

La elección de las nueve historias del libro constituye lo que se

denomina “una elección estratégica”. Desde luego podríamos haber

elegido otros temas, tiempos, lugares y personas. Inicialmente nos

guiaron en cierto modo las casualidades, la intuición y el capricho,

pero pronto se demostró que existía una relación entre personas y

asuntos, entre los diferentes lugares y acontecimientos. El mismo

nombre y la misma persona emergían en diversas circunstancias y

constantemente nuevas pistas nos guiaban a lo largo del camino.

Muchas de las personas se conocían, pese a las considerables

distancias geográficas y una buena parte de ellas estaban

emparentadas, de forma cercana o lejana. De este modo hemos dado

con hilos y líneas conductoras a lo largo de los capítulos del libro. El

contenido enlaza las personas, los lugares y los hechos que relatamos,

y los capítulos, en su conjunto, constituyen algo más que una

colección de historias inconexas y dispersas. Para que el abanico

cumpla su función tiene que tener un punto fijo de unión.

Nuestra documentación es extensa y variada. El material

utilizado va desde colecciones privadas de cartas y otros materiales

que la gente tiene en sus casas, en altillos y sótanos, a varios archivos

de instituciones, los Archivos Nacionales, colecciones de documentos

manuscritos, registros públicos, historias populares y archivos de

iglesias. Mucha documentación aparece en internet y aún cuando el

contenido esté disponible con unas cuantas pulsaciones, son

necesarios paciencia, tiempo y búsqueda creativa para encontrarlo y

dar en el blanco. Los periódicos han sido una Jarra de Sarepta, el

archivo digital del Aftenposten (El correo de la tarde) desde 1860 y el

microfilm de la Biblioteca Nacional de una serie de periódicos,

gracias al depósito legal y previsores bibliotecarios. También se han

utilizado activamente ediciones digitalizadas de periódicos españoles

desde el inicio del siglo 19.

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Tal vez el material más interesante y abrumador sea seguramente

el que hemos obtenido durante nuestros viajes. Durante muchos años

hemos deambulado por España, en el último año siguiendo el rastro de

los noruegos. Hemos hecho un seguimiento de la gente y de las

ciudades desde donde viajaron los noruegos y los lugares a los que se

dirigieron. Iniciamos en los lugares de origen, en Høvik en Bærum,

pero nuestras investigaciones nos llevaron pronto a Oslo, Tønsberg,

Hvitsten y Hølen en el este del país, Østlandet, luego a Bergen y

Kristiansund. Además de las expediciones por España a lo largo y

ancho del país, hemos alternado viajes a la bahía de Vizcaya en el

norte y la costa mediterránea en el sureste, en concreto en el País

Vasco, Cantabria y Valencia. Muchos noruegos se fueron con la

intención de asentarse en España, pero por diferentes razones

retornaron a casa. Algunos hacían estancias cortas, mientras que otros

se quedaron en España de por vida.

Hemos investigado y viajado, conocido y hablado con gran

cantidad de personas en España y Noruega, sobre todo y tal vez lo más

divertido, con descendientes directos de los noruegos que emigraron.

El privilegio de encontrarse cara a cara con estas personas y hablar de

relaciones que tienen un significado profundo para ellas, produce una

expectación en nada igualable. Muchos de ellos han nacido en España

y son españoles. Nuestras preguntas e investigaciones han despertado

también su entusiasmo y curiosidad. Nos han contado, emocionados,

de sus viajes a Noruega de niños, cuando aún tenían todavía padres o

abuelos noruegos en vida. La conexión con Noruega ha sido desde

entonces menos frecuente para muchos, pero también los hay que

todavía hablan noruego y que mantienen el contacto con la patria de

sus ancestros. Nuestros amables ayudantes aparecen a veces

directamente en diferentes partes del libro o están presentes de forma

indirecta en el texto. De cualquier modo se encuentran en la lista de

las fuentes de cada capítulo y merecen todos ellos sincero

agradecimiento por su amabilidad, cooperación y su contribución. Sin

ellos no existiría libro alguno sobre “los noruegos antes de nosotros”

en España. Gracias también a todos los que nos han prestado fotos

para el libro.

Se han utilizado nombres de personas y lugares en valenciano,

siempre que haya resultado natural para los autores.

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Nuestra Señora de la Naranja (Verge de la Taronja) del pueblo de Olocau del

Rey en Castellón

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Naranjas de Valencia

La importación de bacalao seco y de madera a lo largo de la bahía de

Vizcaya proporcionó durante gran parte del siglo XIX sustento a

hombres de negocios noruegos y en parte también considerables

fortunas. Así mismo, hacia la mitad del siglo, la costa sur del

Mediterráneo estaba adentrándose en la era moderna con grandes

cambios y crecimiento económico. También allí se dejaron tentar los

noruegos por el provechoso desarrollo.

La exportación de bacalao a Barcelona se inició tempranamente

y le siguió también la de madera. Sin embargo el comercio entre

Noruega y España en la zona de la costa mediterránea se realizaba

mayormente en sentido contrario. La sal de Torrevieja era ya desde

hacía mucho tiempo una mercancía muy cotizadada en el mercado

noruego y a lo largo del 1800 fueron muchos los diferentes productos,

pasas de Denia, uva y vino de Andalucía, verduras, vino, nueces y

corcho. Y lo más importante: ¿Qué sería de las celebraciones de

Navidad y de Pascua en Noruega sin naranjas de Valencia?

Pequeñas cartas españolas

Si paseas una mañana temprana por la pequeña ciudad española

te encontrarás con un flujo constante de mujeres, charlando

alegremente y con la frescura de la mañana en sus rostros, en

movimiento desde los suburbios hasta los almacenes de naranjas

para empezar la tarea cotidiana: seleccionar y empaquetar las

frutas doradas. Todas hablan, o cantan- porque en España se

canta mucho – y la mayor parte de las doncellas jóvenes llevan

flores en la mano o en el pelo.

El pintor noruego Henrik Asor Hansen (1862-1929) es el autor de este

texto en Morgenavisen, (El Periódico de la Mañana), de Bergen en

Enero 1927. Con perspectiva de pintor compartía, desde la pequeña

ciudad de Carcaixent a 40 kilómetros al suroeste de Valencia, sus

impresiones con los lectores en Noruega. Mandó a su país una serie

Pequeñas cartas españolas. A la primera la llamó simplemente Las

Naranjas. Los hombres habían ya empezado la recogida en los

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El pintor Henrik Asor Hansen

huertos y se mandaba a los niños al sol, dónde los mayores cuidaban

de los pequeños. “De hecho, todo el pueblo vive de las naranjas.

Requieren esmerados cuidados – casi más que los niños”. La ciudad se

encontraba en medio de un huerto.

Donde quiera que en sus calles se abra un portón, el ojo tropieza

con los brillantes arbolitos de un verde intenso profusamente

adornados con pequeñas esferas doradas desde un tono pálido

hasta el henchido naranja, una suntuosidad sin igual. Siente uno

que es increíble que de esa tierra aparentemente seca pueda

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brotar una tal magnitud de perfumadas y jugosas frutas. Se

suministra humedad a la tierra con una red de canales

ingeniosamente construídos y bombas de agua que datan de la

época árabe.

Asor Hansen pintó mucho durante sus estancias en España, y fue

invitado a exponer su obra en Carcaixent. Allí llamaba la atención, ya

que la gente apenas había conocido a pintor alguno con anterioridad.

El periódico local C.I.D. citaba al pintor Asor Hansen como el gran

pintor que honraba la ciudad. La gente acomodada debía asegurarse de

comprar alguno de sus retratos o de sus pinturas de las calles más

pintorescas de la ciudad, de tal manera que permanecieran en la

comunidad, instaba el periódico. En Agosto de 1926 durante una gran

exposición suya en la Academia de Bellas Artes en Bergen (de la que

fue durante muchos años presidente) el periódico Morgenavisen citó

sus cuadros con el título de “Asor Hansen entre toreros y señoritas”.

Además de cuadros de la patria, la exposición incluía algunos cuadros

en tonos más suaves, pintados en España donde había pasado “el

último invierno y primavera“. El diario anunciaba que tenía intención

de volver en otoño. El pintor estaba particularmente interesado en los

suburbios con su bulliciosa vida y sus calles primitivas y allí era

donde encontraba espléndidos motivos. Le parecía que la vida en

España era muy buena, tanto la comida como el vino, pero “el toreo

no le gustaba”. Hacia el final de los años 20 el pintor visitó varias

veces a su hijo Richard en Carcaixent, que en aquella época era una de

las zonas naranjeras más importantes. El hijo estaba empleado en la

empresa de uno de los grandes comerciantes de naranjas del lugar.

Conoceremos tanto la ciudad como al exportador de naranjas.

El Consulado noruego en Valencia

El auge de la actividad naranjera es la más importante revolución

económica en la reciente historia de la región de Valencia. Millones

de árboles y perfumados huertos de naranjas sin fin transformaron la

zona en el mayor centro de producción y exportación de cítricos. Las

naranjas eran el “oro” de la población. Cambiaron el paisaje y el modo

de vida, se pasó de una agricultura variada basada en el autoconsumo

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a una monocultura de cítricos destinados a la exportación. Por otra

parte el crecimiento de la agricultura resultó ser un impedimento para

el desarrollo industrial. Se basó en viejas estructuras feudales, según

las cuales unos pocos terratenientes mandaban sobre la base de la

producción misma – los huertos. Simultáneamente el comercio creó

una burguesía local que estimuló una economía monetaria moderna y

llevó a un aumento general del nivel de vida. La población se

cuadruplicó y la ciudad de Valencia estaba en constante crecimiento.

Los hombres de negocios noruegos que ocupaban la costa

mediterránea española estaban principalmente vinculados al transporte

marítimo o al comercio de fruta, eventualmente a ambos. Algunos

eran también cónsules o vicecónsules de Noruega o de otros países

escandinavos. En 1909 el cónsul en Barcelona, Wilhelm Klouman,

comunicaba que el tráfico marítimo en el sur de España había

aumentado significativamente, esto sobre todo se refería al puerto de

Valencia en el que ese año habían hecho escala 183 barcos noruegos.

Al cabo de dos años el número había aumentado a 263 barcos de

vapor, mientras los barcos de vela iban desapareciendo con sólo dos

escalas. Actualmente el puerto de Valencia contaba con un número de

escalas anuales que doblaba al de Barcelona. Muchos buques

noruegos transportaban carbón de Inglaterra a Barcelona y recalaban

posteriormente en Valencia para cargar fruta de retorno a Noruega.

Otros llegaban directamente con productos noruegos, bacalao y

pescado seco, pulpa de madera y papel, nitrato, aceite de hígado de

bacalao y leche condensada. A partir de 1894 y hasta 1923 la naviera

de Thoresen tenía salidas fijas, entre otras desde Valencia, hasta

puertos noruegos, posteriormente “Spanialinjen” (Línea de España) y

“Middelhavslinjen” (Línea del Mediterráneo) tomaron el relevo,

siendo “Fred. Olsen & Cia” los propietarios. Las rutas eran las mismas

pero los barcos eran cada vez mejores en función de las exigencias de

la época.

En los tiempos de la unión con Suecia, el cónsul de Barcelona

era el responsable de toda la costa de Levante, desde la frontera con

Francia en el norte hasta Almería en el sur, pero la joven nación

Noruega deseaba cambios. Ya en 1906 creó el país su primer vice-

consulado en Valencia nombrando a Finn Roggen (1872-1922) nacido

en Bergen. El aumento constante del tráfico marítimo y el comercio a

lo largo de la costa mediterránea hicieron necesaria una ampliación de

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los servicios consulares en la zona. En 1932 el vice-consulado en

Valencia cambió de status para pasar a ser consulado, suplementado

con un vice-consulado más al sur, en Gandía. En 1950 el número de

consulados en el distrito había alcanzado la cifra de siete. La ciudad de

Valencia se había convertido en la tercera mayor del país y durante

gran parte de la guerra civil española fue sede del electo gobierno

democrático.

La familia Andersen al timón

Finn Roggen fue vicecónsul en Valencia hasta su muerte en 1922.

Después siguieron una serie de cónsules y vicecónsules pertenecientes

todos a la misma estirpe hasta el titular a día de hoy. “Las naranjas,

Valencia y la abuela” escribía en abril de 2011, el entonces embajador

de España Torgeir Larsen en la página web del Ministerio de Asuntos

Exteriores de Noruega. “Hace más de cien años que la familia de

Jørgen Andersen llegó a la ciudad para iniciar el negocio de la naranja.

Nuestro nuevo cónsul en Valencia – José Blom Dahl – es la cuarta

generación y biznieto de Jørgen Andersen”. Jørgen Hartvik Andersen

(1861-1946) fue vicecónsul desde 1922 y posteriormente cónsul desde

1930 hasta su fallecimiento en 1946. Su hijo Ingar Karl (1904-1948)

le asistió como vicecónsul desde 1936, pero moría en 1948. Al año

siguiente se hizo cargo su cuñado Christen Blom-Dahl (1904-2002),

casado con la hermana de Ingar, Mercedes. Ejerció hasta 1977, año en

que su hijo Christen Albert (nacido 1936) tomó el relevo. Desde 1965

había sido ya vicecónsul y segundo de a bordo del padre. El consulado

fue promocionado a consulado general en 1998, incluyendo en su

distrito las provincias de Castellón de la Plana, Cuenca, Teruel,

Valencia, Alicante, Murcia y Almería hasta la dimisión de Christen

Albert de su puesto como cónsul general el 12 de octubre de 2010.

Geográficamente este es probablemente el distrito consular más

extenso en la historia de los consulados honorarios de Noruega en

España. Por el momento su hijo José representa la última etapa en esta

cadena. Es el actual cónsul de Noruega, nombrado en 2011. José es

pues el biznieto de Jørgen Hartvig.

El linaje Andersen tiene su origen en la ciudad maderera de

Sarpsborg. El padre de Jørgen, Hans Andersen, fue durante un tiempo

inspector en Borregaard, importante serrería de Noruega, más tarde

comerciante en la rama de madera y posteriormente arrendatario. Se

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casó dos veces y tuvo en total hasta 17 hijos, tres del primer

matrimonio y 14 en el segundo. Jørgen Hartvig era el número seis en

la prole del segundo matrimonio. Los tiempos y la vida en familia

eran turbulentos, pero aún así varios de los hijos de Hans Andersen

hicieron buenas carreras como consignatarios y armadores. Los

hermanos mayores de Jørgen, Marius Christian (n. 1854) y Karl (n.

1860) crearon ya en 1881 una agencia y una compañía de seguros en

Sarpsborg bajo el nombre de “Hermanos Andersen”. Tres años más

tarde Karl establecería su propia agencia en Fredrikstad y el hermano

menor, Hartvig Albert (n. 1865) entró en la empresa como

colaborador en 1897. Pronto la firma “K.Andersen & Co. A/S” pasó a

ser una empresa reconocida en la ruta entre Inglaterra y Sarpsborg,

Fredrikstad y Halden, en clara competencia, entre otros, con Fred.

Olsen de Hvitsten. En 1909 pactaron un acuerdo de colaboración y

reparto del tráfico en el Mar del Norte. Actualmente la compañía

Andersen existe todavía y realiza transporte de mercancías.

De la información obtenida de la escuela secundaria municipal

de Sarpsborgs se entiende que Jørgen era notablemente aplicado, con

nota media de “excelente”. En 1882 dejó el país y gracias a la

actividad de los hermanos como armadores, consiguió trabajo en las

oficinas del sector en Inglaterra y Francia. En el censo de 1885

aparece como oficinista y “ausente” en su ciudad natal. Los hermanos,

Karl y Hartvig Albert, también residieron durante algunos períodos en

Paris y Valencia, y a partir de 1905 Hartvig Albert fue vicecónsul

español en Fredrikstad, representando al rey Alfonso XIII.

Jørgen llegó a Valencia en 1888 y entró en la firma “Enberg y

Cía”. Era co-propietario y más tarde se hizo cargo de la empresa, bajo

el nombre de “Sucesor de Enberg y Cía”. En 1895 se casó con Sigrid

Wilhelmina Larson de Suecia, diez años más joven. El matrimonio

tuvo seis hijos: cuatro hijas, Astrid, Ragnhild, Sigrid e Ingrid

Mercedes, y dos chicos: Ingar August Fernando, que moría con tres

años de edad, e Ingar Karl August. Estos hijos nacieron en España.

Astrid y Ragnhild de niñas pasaron 10 años en Noruega en casa de su

tía Albertine Lindal, en la calle Thranesgate de Sarpsborg, para asistir

a la escuela. Más tarde ejercieron de profesoras de sus hermanos

pequeños.

Junto a su actividad como cónsul y sus negocios, Jørgen

Andersen tenía también una fuerte inclinación religiosa. Rodeado por

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la archicatólica sociedad valenciana se propuso traducir al español los

textos religiosos y filosóficos del científico naturista, pensador y

místico, Emmanuel Swedenborg (1688-1772). Este sueco se veía a sí

mismo como renovador de la cristiandad en oposición a la teología

establecida, en especial al catolicismo, que según Swedenborg había

hecho tambalearse la verdadera religión cristiana. En su obra Arcana

Cælestia (Secretos Celestiales) publicado en ocho tomos en 1749, se

encuentran los fundamentos de la doctrina svedenborgiana. Fueron

estos escritos los que se propuso traducir Jørgen Andersen y editar por

medio de un pequeño grupo que se llamó a sí mismo “Sociedad

Svedenborg”. Desde 1911 hubo un raudal de traducciones y

publicaciones de Jørgen Andersen con una forma que motivó

controversias tanto en Valencia como en la familia. El nieto Christian

Albert ha proseguido el trabajo sobre Svedenborg con unos escritos de

tendencia más filosófica y científica.

El vicecónsul Andersen informó diligente y concienzudamente al

consulado de Barcelona, hasta el momento en que aValencia se le

asignó consulado propio en 1932. Era necesario consultar y de vez en

cuando permitirse un hondo suspiro. Después de haber expresado su

esperanza de que no hubiera demasiado “trabajo y molestias” en

Barcelona, escribía: “Aquí es espantoso, con marinos ruidosos,

mayormente de esos que no quieren enrolarse en los barcos mercantes,

sino sólo vivir a costa de los demás, emborracharse etc.”. No tenemos

constancia de que Jørgen Andersen iniciara “empresa naranjera”

alguna en Valencia, tal y como informaba en la red el ministerio, pero

el comercio de la naranja sí que sería importante para él. Por medio de

la firma “Enberg y Cía” se ocupó, entre otros, de embarques de fruta a

Noruega. La compañía tenía delegaciones en Barcelona y Valencia y

también era agente de “La subsidiada línea Noruego-Española” en

Valencia desde el inicio de 1894. Durante varios años uno de los

yernos de Jørgen, Erling Næss, casado con la hija mayor Astrid, se

hizo cargo de los negocios en Barcelona, mientras que el hijo Ingar

estaba al frente en Valencia.

Desde 1939 Jørgen Andersen pasó además a ser copropietario de

la firma “Jentoft & Andersen Ltda.” en Valencia. También era esta

una empresa consignataria y el socio Juan Fosslie Jentoft era cónsul

en Bilbao desde 1935. Con el tiempo se hizo cargo de la empresa otro

de los yernos de Jørgen, Christen Blom-Dahl, cónsul desde 1949.

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En medio la pareja consular Sigrid y Jørgen Andersen. A la derecha de Jørgen:

la hija Mercedes Andersen (Sra. de Blom-Dahl), el hijo Ingar Andersen y la hija

Raggen Andersen. A la izquierda de Sigrid: la nuera Kirsten Andersen, Richard

Asor y su mujer Carlota, el yerno Christen Blom-Dahl con el nieto Christen A.

Blom-Dahl

Finn Roggen (1872-1922) el primer vicecónsul en Valencia

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Nació en Mandal, donde el padre, Fredrik Jacob Nicolay Dahl,

regentó durante un tiempo una farmacia. Una de las hermanas del

padre, Maren Cathrine Dahl, fue la primera mujer noruega que se

licenció en judicaturas en 1891 y su ciudad natal, Kongsberg ha

honrado su nombre con una calle. El hermano mayor de Christen

Blom-Dahl, Henning, fue el primero de los hermanos que emigró a

España e inició el negocio marítimo con la compañía “Barcelona

Agencia Marítima”. Allí llegó también Christen y más tarde le llegó el

turno a Valencia, donde probablemente conoció a la familia Andersen,

en particular a una de las hijas del cónsul.

La combinación del rol de hombre de negocios con el de cónsul

era conflictiva. La función de representante de Noruega en el

extranjero presuponía ingresos expresos para cubrir gastos,

particularmente en relación con la representación y eventos sociales,

que eran parte del trabajo. Christen Blom-Dahl se dirigió al Ministerio

de Asuntos Exteriores para dar cuenta de la situación. El título de

cónsul llevaba consigo gran honor, pero la actividad era realmente una

empresa deficitaria. En septiembre 1957 escribía: “personalmente

calculo que el consulado me cuesta una importante suma anual” a

causa de las muchas misiones, tanto de funciones oficiales y eventos

sociales privados. Todas estas funciones no eran por supuesto

rigurosamente necesarias ni impuestas, pero “yo creo que tiene gran

significado frente al exterior, no solamente que el país esté

representado, pero primordialmente de qué modo esté representado”.

Hacía hincapié en la necesidad de un aumento del subsidio

económico.

Avenida del Puerto

La consignataria “Jentoft & Andersen” continuó en activo durante

todavía una generación con Christen A. Blom-Dahl al mando.Y ahí

finaliza la historia de la empresa a través de eslabones familiares y

generaciones de cónsules. Entretanto cambió de nombre y pasó a ser

“Jentoft & Dahl” y con el tiempo se compró la parte Jentoft.

Actualmente la vieja firma consignataria está congelada. En otoño del

2013 se nos dijo que no había sido disuelta oficialmente. Los últimos

dos cónsules noruegos, padre e hijo Blom-Dahl, nos recibieron en el

Consulado Real de Noruega en la Avenida del Puerto. El padre

Christen es también el autor del Diccionario Azul Noruego-Español,

22

secuela de la edición 33del anterior Diccionario Español-Noruego del

que fue artífice su tía Sigrid Lønnechen. Christen junior creció en

Valencia, pero hizo el servicio militar y fue a la Escuela de

Empresariales en Noruega. En sus años jóvenes era Christen un

entusiasta del cine de animación y sus producciones ganaron primeros

premios y alabanzas en Francia, Italia y España. En los últimos años

ha retomado esta pasión para alegría de sus nietos, alternándola con

sus estudios sobre Swedenborg. En 1961 se casaba Christen con su

elegida Asunción y se quedó a vivir en Valencia. La vida de su hijo

José ha transcurrido en España, salvo una corta estancia en Noruega

para estudiar el idioma.

En tanto la “Linea del Mediterráneo” tuvo rutas con escalas fijas

en Valencia, la agencia consignataria fue un buen negocio y durante

muchos años el sustento de la familia. Sin duda alguna eran las

naranjas la carga más importante a Noruega. El ámbito de

competencia geográfica de la consignataria eran los puertos de

Burriana, Castellón de la Plana, Valencia y Gandía, y a veces también

Tarragona, todos ellos en importantes distritos naranjeros en aquella

época.

Las naranjas eran una carga de riesgo, pero la flota de la

compañía Fred. Olsen se modernizaba constantemente y pronto tuvo

cámaras de refrigeración y pocas reclamaciones. Además de naranjas

y otros cítricos los barcos cargaban con destino a Noruega otros

productos de la zona, como cebollas y patatas, pasas, albaricoques e

higos. Otra carga general se incluía también en la nave, por ejemplo

juguetes de las muchas fábricas de juguetes de la zona de Valencia.

Era responsabilidad del consignatario lograr que el barco tuviera una

estancia en puerto lo más reducida posible y la mayor cantidad de

carga, por lo que un contacto constante con las autoridades portuarias

era imprescindible. No existía un horario laboral, y tanto el cónsul

como el consignatario tenían que estar a disposición en cuanto fuera

necesario. Así había sido para todas las generaciones Blom-Dahl y

Andersen en el consulado de Valencia.

Fruta para Noruega

El naranjo se conoce desde tiempos remotos, pero fue en Carcaixent,

junto al ancho lecho del río Júcar donde inicialmente se plantaron los

23

primeros huertos de naranjos en 1781. Por esta razón se apodó este

pueblo de la Comunidad Valenciana “La Cuna de la Naranja”.

Anteriormente sólo existían algunos árboles de las llamadas “naranjas

amargas” en jardines y avenidas. La agricultura se basaba en viñedos,

trigo y verduras y la principal fuente de ingresos era una considerable

producción de seda. La expansión de los huertos de naranjos se

produjo por etapas, en un inicio de forma lenta hasta mediados de

1800 y posteriormente en rápido crecimiento. El naranjo prosperó en

Valencia gracias al clima mediterráneo y la calidad de la tierra, tanto

en áreas con riego natural de ríos y agua de lluvia, como en zonas más

secas dotadas de canales de riego.

Este crecimiento se debe a diversos factores. La crisis de la

agricultura en general y la quiebra de la industria del cáñamo, así

como la de la producción de seda y de uva debido a enfermedades de

las plantas, dejaron el camino franco para el cultivo de la

naranja.Mientras tanto también la estructura de la propiedad cambió.

Una burguesía culta, dispuesta a experimentar nuevas técnicas y

plantas que pudieran aumentar las ganancias, acumuló considerables

propiedades. Los humedales a lo largo de la costa se drenaron,

mientras que en las zonas secas se construyeron pozos de riego. Así

mismo se empezó a utilizar abono. La exportación fue el motor

principal en el desarrollo del comercio de la naranja. La rentabilidad

aumentó gracias a la creciente demanda de fruta fresca en los países

industrializados de Europa, junto con la transición al transporte en

buques de vapor y gradualmente también al ferrocarril que facilitó la

distribución.

Vicente Abad García (nacido en 1940) es quien particularmente

ha descrito y analizado el desarrollo de la industria de la naranja en

España. Su tesis doctoral en 1984 fue pionera. Desde entonces ha

escrito varios libros sobre el tema y también fue él quien tomó la

iniciativa de crear el Museo de la Taronja. Una de sus últimas

aportaciones es una novela con el título de El Jardín de las Hespérides

(2006) en el que combina historias del día a día de los agricultores y

terratenientes en Valencia con mitos de la antigüedad sobre Hércules,

que cogía los frutos dorados del jardín de las Hespérides.

24

Una mercancía delicada

En un inicio las exportaciones de naranja iban dirigidas especialmente

a Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Más tarde tomó el relevo

Inglaterra como cliente de más importancia, absorbiendo más del 70%

de la exportación en 1886. Este cambio se debió a que se llegó a un

acuerdo de pago adelantado a un precio pactado. Esto proporcionaba a

los españoles dinero en el banco y grandes beneficios a los británicos

al vender la fruta en las subastas de su patria. Durante mucho tiempo

el comercio dependió del extranjero, particularmente de los británicos,

que a finales de 1800 tuvieron también el control del transporte de los

cítricos. Se excluyeron los intereses españoles y los extranjeros

establecieron además algunos puertos, por ejemplo, en Gandía. Al

llegar la primera guerra mundial las exportaciones de naranja se

habían duplicado. La mayor parte iba a Inglaterra y Francia, pero

también otros nuevos países compraron cantidades cada vez mayores,

particularmente Alemania, Bélgica, Holanda y los países

escandinavos. En Noruega la importación de naranjas de Valencia se

inició pronto, pero pasó un tiempo hasta que tomara auténtico impulso

y las condiciones económicas fluctuaran. Entre los años 1906 y 1911

la importación noruega aumentó de 2000 hasta aproximadamente

6500 toneladas anuales.

El comercio de la naranja era una actividad de riesgo. En

diciembre 1916 el periódico Aftenposten comunicaba que: “justo antes

de navidad 7000 cajas de naranjas han sido embargadas por los

ingleses. Se indica que el motivo ha sido que el expedidor en España

está incluído en la lista negra inglesa”. Los gobiernos en guerra

prohibían el comercio con el enemigo y empresas bajo sospecha de

comerciar con los alemanes.El resultado fue una escasez de naranjas y

precios en auge. A finales de abril, dos años más tarde, comunicaba el

Aftenposten que el vapor St. Cruz de “Spanialinjen” (La Línea

Española), con la marca distintiva de Thoresen, había atracado en

Kristiania con una gran carga de frutas del sur y vino de España. Se

descargarían varios cientos de toneladas, pero el viaje había durado

más de dos semanas, y se pudo constatar que “una parte importante de

las naranjas estaban podridas”. Por fortuna las que estaban intactas

eran de “excelente calidad”.

25

Cargando las naranjas

Estibadores cargando naranjas de Fesa en el puerto de Gandía

26

La exportación de naranja era un desafío también para los

representantes oficiales de Noruega en España. El ministerio de

Asuntos Exteriores exigía que se le mantuviera informado de la

evolución en la zona de Valencia en general, y en especial sobre la

situación de la industria de la naranja. Un flujo constante de escritos

circulaba entre España y Noruega. El Encargado de Negocios de la

Legación en Madrid, nuestro viejo conocido el barón Fritz Wedel

Jarlsberg, envió al Ministerio de Asuntos Exteriores noruego, en

septiembre de 1909, un resumen de un arículo referente a “La

exportación de naranjas de España”. La noticia era que la Cámara de

Comercio de Valencia deseaba nombrar agentes propios para

promover la exportación y que unas asociaciones de productores

locales determinaran el precio de los diferentes tipos de naranjas. Un

año después, su sucesor, Ove Vangenstein, transmitió rumores

provenientes de Italia, diciendo que España preveía la creación de

almacenes de naranjas propios en Noruega, con agentes que se

ocuparían de las transacciones.Los rumores decían así mismo que

España deseaba liberarse del compromiso de transporte de la fruta con

vapores noruegos, a causa de los altos fletes y escalas irregulares. En

1921 el consejero de la legación en Madrid, O. Skybak hizo referencia

a una reunión en Valencia en la que participaron todas las partes

involucradas en la exportación de fruta. Exigían que el gobierno

modificara la política arancelaria que amenazaba a la agricultura con

la ruina y podría ser causante de la pérdida de los mercados de Suecia,

Noruega y Alemania.

En 1923 la Asociación de Importadores de frutas en Kristiania

solicitó también el envío de informes periódicos sobre la cosecha de

frutas y hortalizas en España. Era largo el camino desde los campos en

Valencia hasta los importadores locales y los conocimientos de los

noruegos sobre la situación en España eran mínimos. Por lo tanto,

para hacer sus pedidos, los mayoristas noruegos necesitaban

información fidedigna. Mantenían que habían sufrido grandes

pérdidas a causa de falta de conocimiento y decisiones erróneas. Era

decisivo que se les mantuviese al día sobre la situación en los distritos

naranjeros en España. La solicitud iba dirigida principalmente al

viceconsulado en Valencia.

Jørgen Andersen se tomó la petición de los importadores

noruegos muy en serio. En 1926 les orientó sobre la helada que había

27

dañado aproximadamente la mitad de la cosecha en los campos,

aunque lamentablemente no era posible anular los contratos por este

motivo. Los campos emplazados en las zonas altas habían sufrido

menos daños. Gracias al viento y al clima seco en estas zonas las

naranjas toleraban hasta 5-6 grados bajo cero, mientras que en las

zonas húmedas, con poco viento, el daño era mayor. De todos modos

la cosecha era muy buena y había pese a todo grandes cantidades de

frutas aceptables, escribía el vicecónsul. En su informe de 1927, el

mismo año en que Asor Hansen describía las naranjas en Carcaixent,

afirmaba Andersen que todo apuntaba a una cosecha abundante en esa

temporada, siempre y cuando hubiera suficiente lluvia y un tiempo

frío y seco para proporcionar color a la fruta. Una considerable

cantidad se había vendido ya a Noruega, a precios razonables, para su

expedición en noviembre.

Los elevados costes de los fletes, la prohibición de exportación

de frutos dañados por heladas y las exigencias de las comisiones de

control fueron durante años temas recurrentes en los informes

consulares. Para proteger los intereses de la exportación y supervisar

la fruta, se debía llevar a cabo la inspección y clasificación de las

naranjas tanto en la cosecha, como en el empaquetado y la estiba en

los cargueros. A la menor señal de daños, se debía declarar

inutilizable la fruta. Las autoridades españolas ponían constantemente

en marcha nuevas disposiciones con un claro paralelismo con el

control de calidad obligatorio para el bacalao. Las asociaciones locales

eran responsables de la inspección y de la selección en los diferentes

distritos y puertos. Productores y exportadores se unieron en una

organización nacional. La inspección era obligatoria e incluía grado de

madurez y aspecto exterior, clasificación y calidad, color, peso y

tamaño, empaquetado y marcaje. Se debía velar por la calidad de la

mercancía del expedidor para impedir que las naranjas entraran en

descrédito y también evitar que partidas en malas condiciones llevaran

a una caída de precios. Estaba prohibido enviar fruta al extranjero

desde distritos dónde no se llevaran a cabo las inspecciones

reglamentarias.

Para mejorar las importaciones de España, la Asociación de

Mayoristas de Fruta noruegos contrató, durante un período en 1928, su

propio informador y hombre de contacto en España, sumado todo esto

a las muchas medidas de control españolas. En 1930 un comunicado

28

de Leif Bøgh de la legación en Madrid causó preocupación en

Noruega. Las autoridades españolas habían adoptado medidas muy

estrictas relacionadas con el embarque de fruta. Se tenía que asegurar

la ventilación necesaria a bordo de los buques, no se permitía

colocarlas cerca de la chimenena o de las máquinas, ni tampoco

cargarlas junto con mercancías que pudieran perjudicar la fruta. Y lo

más importante: para mejorar la calidad de la fruta exportada, ya no

estaba autorizado transportarla en las cubiertas de los barcos, lo que

había sido hasta entonces muy habitual. Estas disposiciones

seguramente eran ventajosas para los consumidores, pero levantaron

gritos de protesta de diferentes procedencias. Para muchos de los

barcos noruegos que tenían cubiertas bien ventiladas, con abundante

volumen, las nuevas normas abocarían en un aumento de los fletes y

por lo tanto provocaron una gran oposición. Las protestas llegaban de

todas partes, tanto de la Asociación de Armadores Noruegos como de

fletadores, propietarios de buques, exportadores e importadores de

fruta. Todos rogaron a la legación en Madrid que utilizara sus canales

e influencias, para que España revisara la normativa. Exigían y

esperaban una dispensa.

La respuesta de la legación tal vez tranquilizase a los más

preocupados. Noruega había argumentado ante el Ministerio de

Economía en España sobre la gran experiencia que poseían los

noruegos en cuanto al uso de la cubierta para el transporte de naranjas,

aún en los meses de calor. “La Linea Española” tenía además

excelentes buques y en su mayoría la venta a Noruega era en firme.

Por lo tanto el transporte era responsabilidad del comprador. La

legación continuaba informando que se había nombrado una comisión

para determinar el plan definitivo para la exportación de fruta. Se

podía esperar la exención de las disposiciones, siempre y cuando los

buques ofrecieran condiciones satisfactorias. En mayo del mismo año

Bøgh telegrafió que se había logrado la exención para el barco

Segovia de “La línea Española”, pero que no se podían esperar más

dispensas.

Las naranjas en la guerra

Durante 1930, antes de navidad, el periódico Aftenposten alegraba a

sus lectores con la noticia de que las golosinas de la mesa navideña se

habían salvado a pesar de los árduos tiempos económicos. Pasas,

29

higos, dátiles, almendras, nueces y por supuesto las naranjas habían

hecho su aparición con “cálido sol almacenado, justo en el tiempo en

que se echa más de menos el sol aquí en casa”. También en 1935

tranquilizaba el periódico a sus lectores. Aquellos que se inquietaban

por las naranjas de Navidad a causa de las restricciones, podían quedar

tranquilos. Entretanto un año después estallaba la guerra civil en

España y tuvo consecuencias para la importación noruega de naranjas.

Fue mínima y los precios altos. En mayo de 1937 la guerra asola

España y Dick Wesman de la legación de Madrid presentó un extenso

informe personal al Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. El

mensaje iba marcado como confidencial. No debía hacerse público,

sólo debía informarse a las partes interesadas.

La exportación hasta entonces libre, estaba ahora sujeta a

asociaciones agrícolas y comisiones obreras, que, según el informe,

adolecían de una falta total de organización. Con motivo de la guerra

muchos exportadores habían desaparecido y en los diferentes pueblos

los comités se habían hecho cargo de las tierras, el dinero y los

almacenes. A los exportadores que habían sobrevivido se les despojó

del derecho a actuar por cuenta propia y los consignatarios no tenían

ya autoridad alguna. Nadie podía garantizar que las partidas

notificadas llegasen en el tiempo previsto al puerto, ya que la totalidad

de los camiones habían sido incautados para la guerra y las naranjas se

tenían que transportar al muelle por tren o con mulos. Los

importadores noruegos iban a experimentar nuevos métodos de

negocio y tendrían que tomar en consideración la guerra civil,

prevenía Wesman. Más adelante, en ese mismo año, llegaba

información adicional de Wesman. España había creado una central

para llevar la exportación a vías más seguras y aportar al estado las

necesarias divisas. Era importante proteger a los productores. Estos

tendrían apoyo económico y recibirían el pago antes de cargar la fruta.

Se tenía que prestar más atención a los mercados y todas las ventas se

deberían realizar en divisas. La cosecha era en cierto modo modesta,

sin embargo las naranjas eran de buena calidad y los precios

relativamente altos. El problema residía principalmente en el

transporte al mercado extranjero.

También en Noruega el transporte era fuente de preocupación.

“La Linea Noruega del Mediterráneo” era consciente de la difícil

situación de los barcos noruegos que transportaban la fruta desde

30

España. La compañía había recibido quejas de exportadores e

importadores noruegos por las altas primas de seguros para los barcos

noruegos con respecto a, por ejemplo, los barcos ingleses. Por

consiguiente la importación en Noruega iba principalmente entre

puertos intermediarios, sin embargo los importadores preferían la

“Línea del Mediterráneo” que hacía ruta directa y proporcionaba un

excelente servicio y mejores condiciones para la fruta. Por lo tanto se

tenían que modificar las primas de seguro. La “Linea del

Mediterráneo” pidió explicaciones sobre las altas primas de seguros

en los barcos noruegos y el ministerio de asuntos exteriores investigó.

La respuesta era bien sencilla. Las primas de los seguros bajaban

cuanto menor era el riesgo de que la carga fuese confiscada. Existía

mayor peligro para los buques que no estaban protegidos por los

barcos de guerra de su nación y eran menos los barcos noruegos que

iban en convoy que los británicos y holandeses.

Franco prohibía el comercio de naranja proveniente de “zonas

rojas” y notificó que se dentendrían los barcos y si fuera necesario se

confiscaría la carga. Hacia el final de la guerra el tono era más agudo

y las advertencias un discurso claro. Cualquier ayuda por parte de

empresas extranjeras para negociar con “mercancía robada” excluiría

a las mismas de relaciones futuras con la España Nacional. “La

exportación se lleva a cabo por los sindicatos de agricultores que, sin

más, se han apropiado de los huertos de naranjas y los viñedos y

cobran el valor de la fruta”. Este robo, se denomina con un bonito

substantivo, tal como explotación colectiva, se decía en los escritos

amenazadores de los nacionalistas.

Pasó bastante tiempo antes de que los noruegos, hambrientos de

naranjas, pudieran deleitarse con fruta española. Tras la guerra los

mayoristas noruegos tenían gran interés en restablecer una relación

normal con España, su principal proveedor de frutas del sur. Los

exportadores noruegos de pescado tenían entregas de pescado

pendientes y las autoridades noruegas exhortaban a los importadores

de fruta a realizar la mayor parte de sus compras de fruta en España.

Esto no era nada sencillo. Parte de los antiguos exportadores habían

desaparecido y Noruega no disponía de condiciones de pago

concertadas con España. La solución fue la creación de “La Compañía

Noruego Española A/S” (Noresco) con participación de exportadores

31

Venta de naranjas en la guerra civil

noruegos de pescado y celulosa e importadores de fruta y productos

ultramarinos. El noruego Richard Asor, que ahora había pasado a ser

un hombre de negocios con firma exportadora de frutas propia, era el

representante de la compañía en Valencia. En Barcelona el

responsable era Einar Lütken y en Madrid el sueco Folke Pehrzon.

El año posterior a la victoria de los franquistas en la guerra civil

española, entró también Noruega en guerra y se mantuvieron las

dificultades para la importación. No obstante la unión de importadores

de fruta era optimista. A pesar de la guerra la población noruega podía

32

contar en 1941 con recibir 20.000 cajas de naranjas, como resultado

del así llamado comercio de compensación con España. “El hombre

que nos ha conseguido las naranjas ha estado seis veces en España

desde el inicio de la guerra” citaban los titulares en un artículo de

Aftenposten el 16 de Enero de 1941. Se trataba de Finn Henriksen,

secretario de la Asociación de Mayoristas de Frutas Noruegos. Llamó

la atención “que realmente fuera posible conseguir traer a casa

mercancía en estos tiempos” escribía el periódico e informaba de los

muchos y peligrosos viajes de Henriksen a España ¿Cómo había

logrado traer sin peligro al país esta difícil carga?

La explicación era el excelente contacto de los mayoristas de

fruta con la gente de “Noresco”, que colaboraba con autoridades y

exportadores en España. Ellos enviaban las naranjas via marítima a

Italia y de allí seguían por tren, y eran los importadores noruegos los

que corrían el riesgo, pagando tanto mercancía como flete en España

antes del embarque. Ellos “mostraron de este modo que no había

riesgo demasiado grande cuando se trataba de asegurar las valiosas

vitaminas para el país”, opinaba Henriksen. “En todas partes los

españoles están contentos de reanudar la relación con Noruega”. El

problema era, ante todo, que el transporte tenía que ser por ferrocarril

via Italia, Alemania y la ocupada Dinamarca.

Política y vitaminas

En 1945, con la paz, todo debía de ser de nuevo como antes, con las

tiendas repletas de lo que los noruegos habían añorado durante tanto

tiempo. No fue sin embargo así, al menos no inmediatamente. El

abastecimiento de alimentos estaba restringido incluso tras la guerra,

y, “la puesta en marcha de la exportación se demora” escribía la

prensa en el verano de 1945. Sin embargo se esperaban cosas buenas

aunque tal vez tardasen un poco en llegar. Se había comprado una

partida de naranjas que llegaría a tiempo antes de Navidad. Un barco

noruego zarparía en un futuro próximo hacia España. Después de la

guerra siguieron unos años dramáticos para la asociación de

mayoristas de fruta, que durante mucho tiempo había desempeñado un

papel primordial en el suministro de fruta en Noruega. Pasaron del rol

de asociación del sector a ser importador mayoritario. El ministerio

decidió que, en tanto el abastecimiento de fruta estuviese restringido,

las compras se efectuarían como importación conjunta bajo la

33

dirección de la Unión de Mayoristas de Frutas. Nadie imaginaba que

este arreglo duraría un sinnúmero de años. Basándose en las

importaciones de fruta antes de la guerra, los mayoristas determinaron

la adjudicación de la fruta en su totalidad, y la distribución por todo el

país se caculó según la densidad de la población. La federación actuó

como entidad central, el número de asociados aumentó y una serie de

asociaciones locales vió la luz.

El comercio con el régimen de Franco y la normalización de las

relaciones con España crearon controversias políticas en Noruega.

Para España y para los empresarios noruegos se trataba de poner las

ruedas en marcha y gestionar los negocios como mejor pudieran. Por

otra parte la gente en Noruega languidecía por las naranjas y las

vitaminas. Al mismo tiempo el nombramiento de un agente comercial

noruego para España en noviembre de 1938 despertó resentimiento y

la creación de Noresco fue también problemática.Cuando Noruega en

1951 restableció las relaciones con España a nivel de embajadores y

firmó un acuerdo comercial existían todavía controversias políticas.

La gente de izquierdas y de entre las filas del partido laborista protestó

ruidosamente. Las escasas divisas del país se debían invertir en

productos más importantes que la fruta. La contradicción estribaba

entre, por un lado, la solidaridad y la lucha continuada contra el

régimen de Franco y por el otro, la necesidad de vitaminas y el

comercio.

La insatisfacción por la escasa importación era grande, y el

Ministerio de Comercio intentó encontrar soluciones. Por supuesto

que los cítricos eran hasta cierto punto prioritarios, considerando la

necesidad de vitaminas, pero la importación noruega dependía del

comercio de trueque con productos noruegos. Una cotización

artificialmente alta de las pesetas españolas llevó a que la mercancía

de España saliera muy cara y la importación flaqueó. Los

exportadores de productos noruegos a España estaban preocupados y

crearon en 1951 un así llamado S-Secretariado que subvencionaba la

compra de productos españoles, entre otros las naranjas. La

Asociación de Mayoristas de Frutas, con el ministro Erik Brofoss y el

director general de expediciones Knut Getz Wold, tenía en 1952 un

papel central en las negociaciones. La postura fundamental de la

Asociación era que la importación de fruta fresca del extranjero no

podría ser satisfactoria hasta que las autoridades no pusieran la fruta

34

en la lista de comercio libre. Los habitantes del norte necesitaban de

frutas del sur y la asociación exigíó que los organismos sanitarios se

involucraran en un diálogo con las autoridades monetarias.

Sólo en 1953 pudieron los noruegos disfrutar de una importación

de naranjas un tanto más libre. Las autoridades pusieron a disposición,

durante un cierto tiempo, las cuotas del tratado de compensación que

no se habían utilizado, para la compra de cítricos, y asignó

adicionalmente unas cuotas extra. Durante tres meses o más, se

introdujeron en el país más de un millón de cajas de naranjas. Esto

demostraba con creces las necesidades, y las cuotas se suavizaron aún

más. El Banco de Noruega señalaba que la fruta todavía no se

encontraba en la lista de mercancías libres, y que era necesaria

licencia de importación “para cada una de las importaciones de esta

mercancía”. En octubre de 1956 el Ministro de Comercio, Arne

Skaug, retiró todas las restricciones y los mayoristas pudieron, por

primera vez desde el 9 de abril 1940, comprar cuantas naranjas

quisieran. Para muchos noruegos fue inmensa alegría el volver a ver

las dulces naranjas de Valencia, pero era todavía largo el camino

desde España, y a menudo la mercancía se tenía que descargar en el

frío del invierno. El envío era arriesgado.

Olav Angell retrata en su novela de 1997 Oslo a medianoche la

llegada del barco mercante Vigo desde Valencia en 1947 con una

carga de 7 toneladas de naranjas, 14 días antes de Navidad. Todavía

era noche y nevaba cuando los estibadores subieron a bordo en

Bjørvika a las siete y media de la mañana. “Me balanceo sobre mil

cajas de naranjas y desprenden un perfume que me hace sentir

aturdido. No mareado, sino aturdido. Nunca vi tantas naranjas juntas,

nunca pude oler tantas naranjas juntas”. El narrador no siente la nieve

que cae, lo que ve ante sí es Valencia “huertos de naranja bajo el sol

español, llanuras valencianas sin fin, he cogido una naranja y tengo en

la mano un pequeño sol, un fruto de oro”. El cabrestante se pone en

marcha e interrumpe sus ensoñaciones españolas. “Lentamente levanta

el cabrestante las cajas de naranjas por el aire. Arriba, a través de la

escotilla, altas en el aire, bajando a tierra, y descendiendo sobre la

plataforma de un camión”. Deben mantener el ritmo “se trata de hacer

llegar las naranjas a tierra antes de que las dañe la helada”.

35

El Rey de la Naranja

Durante nuestra visita al consulado de Valencia los dos cónsules nos

enseñaron un protocolo que abarcaba desde el año 1950 hasta el 1954:

“Censo de los ciudadanos noruegos con residencia permanente en el

distrito de Valencia, registro del Real Consulado de Noruega en

Valencia”. El sumario muestra que siete familias noruegas, en total

aproximadamente 25 personas, residían permanentemente, además de

algunas personas aisladas. La mayoría estaba ligada al tráfico

marítimo y al comercio de la naranja. Ya estamos familiarizados con

los nombres Roggen, Andersen y Blom-Dahl. Johan Hammer y

Richard Asor eran exportadores de naranja. Artur Eknes y Finn Friis

Olsen eran consignatarios de buques y respectivamente cónsul y

vicecónsul de Suecia en la ciudad.

Ya habíamos tropezado con el nombre Richard Asor (1903-

1997) en Noruega, en nuestra revisión de documentos en el Archivo

Nacional. Habíamos intuído que debía de tratarse de un personaje

central en el comercio noruego de fruta con España, pero no habíamos

logrado averiguar quién era exactamente, de dónde venía, cuándo

llegó al país, ni cuál era en realidad su papel en el negocio de la

naranja. Noruega es un país pequeño, también en la gran España, así

que durante nuestra visita al consulado se reveló el hecho de que la

familia Blom-Dahl y la familia Asor eran viejos conocidos. Cuando

además supimos que el exportador de nacionalidad noruega tenía una

hija que vivía en las afueras de la ciudad de Denia, se abrió el camino

para futuras investigaciones.

Una familia noruego-danesa

Acompañada por sus afables perros nos recibe Carmen Asor Coma un

día de otoño de 2013 en su propiedad de la playa a las afueras de

Denia. El terreno de 14 acres, en plena naturaleza, tiene viejos árboles

y vistas sobre una montaña hacia el sur. Hacia el norte se llega al mar

por una senda. Las playas y los alrededores de la zona se cotizan

mucho por los turistas, pero sólo en los últimos años ha hecho Carmen

de la casa de verano su vivienda permanente. Los padres compraron la

propiedad en el pequeño poblado de Les Rotes cuando ella era

pequeña. Inicialmente la casa pertenecía a un pescador y en la época

36

Carmen de viaje a Noruega 1950 Richard Asor y Carlota Coma

Carmen Asor en Les Rotes 2014, en la casa que heredó de sus padres

37

no disponía de agua corriente. Se lavaban en un barreño cuando

venían de visita desde Valencia, recuerda ella.

Carmen nacía en Valencia en 1943. Allí creció y ha vivido la

mayor parte de su vida, salvo unos años de estudios pasados en

Inglaterra y Suiza para aprender idiomas. El hermano Richard,

llamado así por su padre, murió a los 19 años. Carmen tenía cinco

años, y desde entonces fue hija única. A pesar de haber pasado la

mayor parte de su vida en España, Carmen habla un excelente

noruego. En casa se hablaba preferentemente noruego, ya que su

madre española, Carlota, había aprendido el idioma durante la guerra

civil española, ocasión en que la familia residió en Noruega. Durante

la infancia, la niña noruego-española había estado varias veces de

visita en la patria del padre. Con diez años residió algunos meses en

Oslo, asistiendo a la escuela Uranienborg. Nos enseñó una fotografía

de su viaje en barco desde Valencia a Oslo con el séptimo barco

Bayard de la Fred. Olsen, recién construido en 1951. Una niña llena

de expectativas con un gran lazo en el pelo. En la barandilla, a su

espalda, colgaba un salvavidas con el nombre del barco.

A partir de que Richard Asor se estableciera en España en 1925,

su padre y su hermano de Noruega le visitaron en varias ocasiones. En

la casa de Carmen en Les Rotes son muchas las huellas de sus

familiares noruegos: las novelas de su tío, el escritor Axel Krogh, y

los cuadros pintados por el abuelo, Henrik Asor Hansen. Entre otros,

en el salón, hay un cuadro de una bella mujer con una naranja dorada

en la mano, un retrato de la abuela danesa de Carmen y otros de su

padre y de su tío. Su abuelo nació en Mandal en 1862 de dónde era su

madre originaria, aunque el padre era danés. El pintor se casaría en

1886 con una joven danesa, Anne Kristine Jensen von Krogh, y la

pareja tuvo tres hijos, Sigfred, Axel y Richard. El mayor falleció a

bordo de un buque escuela. El abuelo moría en 1929, mucho antes del

nacimiento de Carmen, pero el tío vivió sus últimos años en Valencia

y allí permaneció hasta su muerte en 1982. De alguna manera estos

dos parientes noruegos pertenecieron a la colonia noruega en España,

aunque ninguno de ellos tuviera que ver con los barcos ni comerciara

con bacalao y naranjas.

El padre de Carmen nació en Bergen en 1903, y en el censo de

1910 está inscrito como Richard Hanssen. Documentos posteriores

38

muestran que utilizó diferentes nombres, Richard Krogh Hansen,

Richard K. Asor, Ricardo Asor y Richard Asor Krogh. El más habitual

era Richard Asor, que es el que figura en su certificado de defunción

de 1997. Posiblemente estos diferentes nombres se deban a que en

Noruega, durante mucho tiempo, fue usual escribir el nombre propio

de diversas maneras.Tras finalizar su educación en la escuela superior

de comercio, el padre hizo el servicio militar como sargento de

aviación y realizó varias sustituciones como profesor en las escuelas

de su ciudad natal. Con 22 años viajó a España para trabajar y

aprender el idioma. Seguramente intuía que la región valenciana, con

una importante exportación y muchos contactos con el extranjero,

sería un lugar con posibilidades de trabajo para un noruego que

dominase varios idiomas. La primera parada fue en Barcelona, donde

tuvo un breve contrato con la firma consignataria de los noruegos

Halfdan Enberg de Bergen y Jørgen Andersen ¿Posiblemente

conociera ya a estos últimos desde Noruega? Después de esto, su viaje

le llevó a Valencia y de nuevo un breve contrato con la naviera

española “Lamaignière”. En las referencias escritas de la misma

consta que fue responsable de la correspondencia en inglés, francés y

alemán, y que por añadidura tuvo diversas funciones relacionadas con

el tráfico marítimo. El joven noruego obtuvo buenas referencias y

recomendaciones de ambas firmas. Era digno de confianza, trabajador

y correcto.

Bien pronto consiguió trabajo en el ramo de la naranja, en la

empresa exportadora de Pedro Masip de Carcaixent. Allí estuvo

empleado durante 11 años. La empresa tenía despacho y almacén en la

ciudad. Dado que hablaba varios idiomas, el joven fue responsable del

contacto con los muchos clientes de la empresa en el extranjero. A lo

largo de los años en casa de Pedro Masip en Carcaixent Richard

adquirió experiencia y un sólido conocimiento del negocio de la

naranja. En la carta de recomendación extendida por el jefe al que fue

su colaborador noruego durante muchos años, leemos que Richard

Asor había contribuído en gran medida a que la empresa se

desarrollase año tras año hasta llegar a ser una “perfecta

organización”. Había actuado en muchos asuntos representando a

Masip de modo irreprochable. En la ciudad vivía también la española

Carlota Coma Ferrando con la que Richard se casó. Carlota fue la

madre de Carmen.

39

Tiempo de cambios

La coyuntura en el negocio de la naranja fue cambiando en el

transcurso de los años 1900, con diversos altibajos. Cuando Richard

Asor se estableció con Masip a finales de 1925 la situación era

favorable y la actividad floreciente, pero en los diez años precedentes

la guerra mundial había provocado una crisis en la exportación. La

agricultura carecía de materias primas, el transporte tenía problemas y

se perdían mercados. La exportación se redujo en un 40%. Pese a

todo, un grupo exclusivo de influyentes exportadores, con estrechos

vínculos con importadores y transportistas, sacaron ventaja de la

crisis, gracias al alza de precios tanto en los fletes como en la fruta.

Los pequeños exportadores pagaron cara esta circunstancia y los

grandes perdedores fueron sobre todo los trabajadores de la naranja y

los propietarios de los huertos. La escasez de fertilizantes e

insecticidas se traducía en cosechas modestas y precios bajos. El

desempleo y la reducción de los salarios llevaron a la huelga general y

a un clima revolucionario en las zonas más duramente castigadas. La

única posibilidad para muchos era la emigración.

Al final de la guerra mundial la actividad del comercio de

citrícos se recuperó, gracias sobre todo a la libre circulación de

mercancías y al aumento de la demanda en los países europeos.

Durante la guerra se habían construido nuevos barcos y la situación

del transporte marítimo era prometedora. Se mejoró el control de

calidad y como resultado de la construcción de redes ferroviarias se

abrieron los mercados centroeuropeos. Se pudieron también prolongar

las temporadas de cultivo gracias a la ampliación de canales de riego

en las zonas más secas y también por vía de la experimentación con

nuevas variedades de naranjas. El resultado fue que en 1930 la

exportación alcanzó su punto más alto hasta entonces, sobrepasando el

millón de toneladas. Las perspectivas de futuro eran doradas como las

frutas y sobre esta ola se montaron Masip y su colaborador.

Los difíciles años treinta crearon también dificultades en España

y Masip lamentaba, en su carta de recomendación para el joven

noruego en 1936, “verse privado, a causa de las circunstancias

anormales por las que atraviesa nuestro país actualmente, de la

placentera colaboración con tan competente experto, en cuya persona

había puesto plena confianza”. Las autoridades devaluaron la peseta y

40

las ganancias sobre las exportaciónes disminuyeron. Fríos inviernos

dañaron la naranja y se introdujeron medidas todavía más severas en

los controles de calidad. En la segunda parte de la década de 1930

toda la sociedad estaba marcada por la guerra civil, que asoló el país y

creó también problemas en el transporte y el comercio de la naranja.

Vieron la luz nuevas disposiciones en el comercio y la agricultura,

nuevas organizaciones y cooperativas.

Como muchos otros inmigrantes noruegos en España, durante la

guerra civil el matrimonio Asor decidió abandonar el país. Con su hijo

pequeño y la familia Friis Olsen viajaron desde Cádiz a Noruega.

Permanecieron en Noruega hasta el final de la guerra. Carmen nos

enseñó una fotografía invernal de sus padres, que había encontrado

durante una limpieza. Ella no tenía idea de que su madre, incluso

había esquiado en Noruega. En 1939 la familia Asor regresaba a

España y se estableció de nuevo en Carcaixent por un tiempo. El

padre era ahora empleado de Ramón Flor, otro de los comerciantes de

naranja punteros de la ciudad. Los tiempos eran todavía difíciles en el

país y la familia se trasladó a Valencia, donde en 1943 vino Carmen al

mundo. Su padre y Ramón Flor se asociaron con un tercer

comerciante, Vicente Miró y juntos crearon la firma de exportación

“Frutas del Sur S.A.”. El noruego fue director de exportación de la

firma.

Durante la década de 1950 varias heladas dañaron de nuevo los

naranjos, pero posteriormente la situación cambió para mejorar. La

demanda aumentó, había disponibilidad de abonos e insecticidas y la

posibilidad de utilizar camiones facilitó el transporte desde los campos

y almacenes a los puertos de embarque. “Frutas del Sur” tenía las

oficinas en la calle Salamanca de Valencia y se desarrolló hasta ser, a

finales de 1950, el segundo mayor exportador de naranjas a Noruega.

La empresa tenía sus propias marcas para los envíos de fruta a los

diferentes países. Una de ellas era la marca Saga para la firma L.K.

Haaland en Stavanger.

La visita de los importadores de fruta

En 1951 la Asociación de Mayoristas de Frutas noruegos organizó

para sus miembros un viaje informativo a la región valenciana. Esto

aconteció el mismo año en que Noruega dio pleno reconocimiento

diplomático al régimen franquista. La decisión provocó una gran

41

insatisfacción en el movimiento obrero noruego, que deseaba un

boicot a España y no una relación comercial. Los importadores

noruegos tenían no obstante otra forma de ver la cuestión. Fueron

invitados del grupo Fesa. Actuaba de guía del viaje el secretario de la

Asociación de Mayoristas, Finn Henriksen. El cónsul Christen Blom-

Dahl, que también era el agente local de la “Línea del Mediterráneo”

en la zona, fue responsable del progama local junto con Richard Asor.

“Ambos habían realizado un excelente trabajo previo preparando la

visita” citaba la Asociación en su informe del viaje. Los mayoristas

salieron de Noruega en un vuelo charter, con una máquina Douglas

DC-3, perteneciente a la “Compañía Aérea Fred. Olsen”. Tenía cabida

para 25 personas. La compañía Fred.Olsen puso también a disposición

un autobús para los desplazamientos en España. El Douglas llegó con

mucho retraso a Valencia, cuando ya la oscuridad caía sobre la ciudad.

El aeropuerto no disponía de iluminación para aterrizaje nocturno.

Rápidamente el cónsul encontró remedio. Hizo que los coches se

colocaran en puntos estratégicos con las luces encendidas.

Durante su estancia la delegación noruega tuvo buena ocasión de

estudiar los campos de naranjas y observar el trabajo en los almacenes

de fruta. Los noruegos intercambiaron impresiones con los

productores locales, exportadores y organizaciones, y fueron

huéspedes durante un día en la casa de verano de un exportador en su

inmenso huerto. El viaje a España estaba programado en marzo,

coincidiendo con las fiestas regionales de Valencia, Las Fallas, en

honor al carpintero de Nazaret, San José. Figuras fantásticas de cartón,

caricaturas de personajes conocidos e instituciones, se exponían en la

ciudad y se quemaban en épico final. Los organizadores nombraron a

los mayoristas noruegos miembros de honor de la fiesta, con entrada

gratuita a bares y restaurantes. Sin duda alguna, momento estelar para

los participantes noruegos. Se trataba de cuidar bien a sus contactos

comerciales noruegos.

No sólo el cónsul de Noruega en Valencia, sino también los

importadores noruegos colaboraban estrechamente con “Fred.Olsen y

Cía” y cerraron un acuerdo privado con la naviera en cuanto a los

fletes. La “Línea del Mediterráneo” se había comprometido a

mantener rutas regulares con cierto descuento en el flete a cambio de

tener la exclusiva del transporte en el área del Mediterráneo.

42

Los comerciantes de fruta noruegos participan en Las Fallas de Valencia

Mayoristas de frutas noruegos de visita en Valencia

43

Naturalmente este acuerdo no fue igualmente popular en todos los

círculos. Los opositores llevaron en 1960 a la Asociación de

Importadores de Frutas ante el Tribunal de defensa de la competividad

y demandaron también a la “Línea Mediterránea” por acuerdo ilegal

de fletes. El tribunal absolvió a los mayoristas, pero a partir de

entonces fue obligatorio informar al Organismo Regulador de la Libre

Competencia de cualquier acuerdo sobre fletes.

Asor, director de “Frutas del Sur”, viajaba todos los años a

Noruega para visitar a los clientes, entre otros a “Fruktforbundet”,

“Chr.Kaurin”, “Chr. Mathiesen” y “L.K.Haaland” en Stavanger. En

uno de estos viajes en 1955, visitó Trondheim, dónde el periódico

Adresseavisa le entrevistó el 15 de octubre. Los titulares rezaban

“Naranjas españolas de excelente calidad llegaran este año a buen

tiempo antes de Navidad. Noruega importa igual cantidad que el año

pasado.” El exportador noruego declaró que las plantaciones de

naranjas españolas totalizaban 750 kilómetros cuadrados con un total

de 24-30 millones de árboles y que España producía 1,7 millones de

toneladas de naranja al año. Afirmó además que Noruega era un

mercado de “good will”, de “extrema buena voluntad” para las

naranjas españolas con una impresionante importación en relación con

el número de habitantes. En la última temporada el país había

importado un total de aproximadamente 33.000 toneladas de España,

mientras que la importación en Suecia, para una población

considerablemente mayor, había sido de unas 32.000 toneladas. Y este

año 1955, aunque las autoridades noruegas habían recortado la cuota

de importación, el volumen sería aproximadamente el mismo que el

año anterior, debido a unos precios más favorables.

En octubre, tres años más tarde, el periódico de la mañana

Stavangeren presentaba un artículo a página entera: “El Rey de la

Naranja Richard Asor en amena conversación con Einar Hallstein

Haaland”. El rey hispano-noruego, de visita en casa de su buen amigo

y cliente, prometía que ahora las naranjas bajarían de precio. No había

estado en su patria en los tres últimos años a causa de las malas

cosechas que habían asolado el cultivo en España. La helada en

febrero de 1956 había destruido la temporada y dañado un sinnúmero

de árboles. La producción bajó de 1,4 millones de toneladas en 1955 a

400.000 toneladas en el año siguiente. Gracias a la replantación, el

exportador se sentía optimista en cuanto a la producción, que iría en

44

aumento en los próximos años. Se podía también esperar que los

precios bajaran, pese a que los gastos en materiales y mano de obra

aumentaban en España al igual que en la mayor parte de países. Nos

comentaba Asor que, antes de las desastrosas cosechas, su empresa

había sido la número dos en las exportaciones a Escandinavia. En el

pasado año “Frutas del Sur” había bajado al puesto número ocho, ya

que la firma había restringido deliberadamente las exportaciones

debido a la mala calidad de la naranja. No quería que los noruegos

recibieran fruta en malas condiciones. Afortunadamente la cosecha de

ese año prometía ser buena tanto en calidad como en cantidad,

opinaba el exportador de nacionalidad noruega.

El título honorífico “Rey de la Naranja” se repite en varias de las

reseñas en los periódicos. Richard Asor destaca como exportador

experto y hombre respetado, en el que se confía tanto en Noruega

como en España. Su padre nunca quiso oir hablar de cualquier forma

de sobornos ni de beneficios extraoficiales, y sin embargo vivían bien,

nos comenta Carmen. Los mismos españoles le consideraban una

autoridad en el comercio de la naranja. Él representó los intereses

noruegos en la importación de fruta, y siempre estuvo a disposición de

los compatriotas que necesitaran consejo o asistencia. Tras la guerra

civil se le encomendó la negociación con el gobierno español del así

llamado “comercio de compensación” en nombre de los exportadores.

Realizó muchos viajes a Madrid para negociar la venta de naranjas

españolas a cambio de bacalao noruego y nitrato. A su regreso a

Valencia, Richard se reunía con los exportadores para llegar a un

acuerdo sobre las ofertas.

Estrechos lazos

La cifra total de exportación de naranjas españolas alcanzó un récord

en la década de 1980 con 2,3 millones de toneladas, pero en ese

tiempo Richard Asor ya había cesado su actividad como exportador.

En sus últimos años en activo ejerció de agente para diversos

exportadores de naranjas, de concentrados de frutas, conservas y un

producto que tuvo gran éxito en Noruega y en Escandinavia en

general: albaricoques secos. Asor había conocido a un productor en

Jumilla, en las cercanías de Murcia. Este hombre secaba los

albaricoques al aire libre y posteriormente en recámaras con azufre. El

resultado era de tan alta calidad que casi llegó a tener el monopolio,

45

cubriendo el 80% de la venta, en Escandinavia. El rey de la naranja

noruego murió en 1997 a la edad de 94 años. Para entonces había

vivido ya unos años en casa de la hija y su familia en Valencia, ya que

su mujer murió mucho más joven. En esos años Carmen hablaba

mucho con su padre sobre la vida en Noruega y en España. Era un

hombre viejo y había vivido fuera de su país durante 72 años, pero

mantuvo toda su vida el dialecto de Bergen y durante mucho tiempo

también estuvo abonado a Bergens Tidende, el periódico de Bergen.

Le gustaba dar largas caminatas, y cuando estaba en Noruega

disfrutaba de los colores del otoño noruego y de la naturaleza. Pese a

su larga vida en España, donde se había sentido tan bien, estaba

estrechamente vinculado a su viejo país. Desde luego, en los primeros

años en España, las diferencias culturales pudieron causarle algunos

problemas. Para poder casarse con Carlota, tuvo que ir a catequesis

con el párroco local y convertirse al catolicismo, nos contaba Carmen.

El cura era muy amable e invitó un día a Richard a comer con él. “Mi

padre sintió que debía citar de algún modo el nombre de Dios en su

respuesta, pero su español no era todavía demasiado bueno. Así que

respondió amablemente: No, gracias, ¡Dios me libre! No obstante, con

el tiempo se hicieron buenos amigos.”

En 1961 Carmen había finalizado su educación en Suiza y

regresaba a su ciudad natal. Tenía 18 años, dominaba varios idiomas y

estaba bien cualificada para trabajar en el departamento de

exportación de “Frutas del Sur”. Y allí se quedó durante cinco años.

Desde su infancia había aprendido mucho sobre producción y

exportación de naranjas. La familia poseía así mismo un par de

pequeños huertos, a unos 13 kms de Valencia. De vez en cuando iban

a los campos de naranjos para que también los niños pudieran

aprender algo sobre el cultivo. Mientras los naranjos eran jóvenes, era

costumbre plantar cacahuetes entre las hileras de árboles y esto era

motivo de regocijo para los chicos. A alguien que, como Carmen,

había crecido entre naranjos se le hacía extraño constatar la emoción

de las compañeras de clase en el colegio de Uranienborg de Oslo

cuando a los 10 años, llevaba naranjas a la escuela.

Mediante las fotografías y relatos de Carmen también pudimos

hacernos una idea sobre la colonia de inmigrantes noruegos en la zona

de Valencia. No eran muchos y se conocían todos. Algunos de ellos

tenían casa de verano en Les Rotes, se reunían y se divertían, tanto en

46

la ciudad como en su tiempo de ocio en la costa, a menudo también

con otros noruegos de visita desde su patria. También en aquella

época a los familiares y clientes les parecía apasionante un viaje a

España. Con el tiempo algunas de aquellas relaciones comerciales se

transformaron en amistades, por ejemplo con la familia Haaland de

Stavanger. Los padres y Richard se hicieron buenos amigos y el hijo

Einar viajó de muy joven a España para formarse en el comercio y

aprender español. Trabajó en el despacho de Ricardo y vivió un

tiempo con la familia, fue un hermano mayor para Carmen y la

llamaba mi hermana. Los padres de Einar visitaron también

posteriormente a su hijo en Valencia. Carmen sigue teniendo buen

contacto con la familia Haaland y éstos la visitaron recientemente.

El periódico local de Valencia Las Provincias publicó en febero

de 1958 un artículo que retrataba a los noruegos residentes en la zona.

“Denia siempre ha sido un lugar atractivo para los extranjeros”,

escribía Francisco Alcayde Vilar, catedrático de filosofía y una

personalidad en el círculo cultural de la ciudad. “Estos extranjeros

eran antes sobre todo ingleses involucrados en la exportación de la

pasa. Otra cosa muy distinta ha ocurrido con los noruegos que están

en íntima relación con Denia. No vinieron en plan comercial para

hacer negocio, sino en plan diferente; vinieron aquí buscando la salud

y se instalaron para gozar del sosiego, paz y reposo de esta ciudad

privilegiada”.

Según Alcayde el primero en llegar a Les Rotes fue un señor

muy distinguido, de nombre Jørgen Andersen, en la época vicecónsul

honorario en Valencia. Padecía reumatismo, sufría fuertes dolores y se

estableció en Les Rotes. Allí vivió una vida tranquila y sosegada, libre

de dolores hasta su vejez. La hija Mercedes era pintora de paisajes de

Noruega y de Denia. Se casó con el entonces cónsul honorario de

Valencia, Christen Blom-Dahl. El hijo de ambos, “Tino”, que podría

haber sido un excelente pianista, se sacrificó por el comercio. La

segunda hija de los Andersen, Ragnhild, heredó la casa de los padres y

vivió el resto de sus años en Les Rotes, donde también tenían casa las

familias del vicecónsul de Suecia, Finn Friis Olsen y la del hombre de

negocios Richard Asor. Los noruegos se habían ganado gran respeto y

simpatía en Denia gracias a su amabilidad y buena educación,

concluía Francisco Alcayde Vilar. No eran malas referencias.

47

Trabamos conocimiento con varias de las personas, cuyos

nombres estaban referenciados en el protocolo del consulado sobre los

ciudadanos residentes en la Región Valenciana. Éramos una gran

familia y los noruegos eran mis tíos y tías, nos explica Carmen.

Muchos de los hombres tenían formación comercial y venían a España

para aprender el idioma y tal vez buscar trabajo. Su padre y Friis

Olsen se casaron con mujeres españolas y por lo tanto se quedaron a

vivir en el país y Christen Blom-Dahl se casó en el clan Andersen que

ya estaban afincados en España. Los noruego-españoles se ayudaban

unos a otros siempre que era necesario. Cuando el hermano de

Carmen enfermó y murió, ella estuvo viviendo un tiempo con la

familia Friis Olsen, que fueron en adelante la tía Consuelito y el tío

Finn. Las estirpes se han prolongado durante generaciones y algunos

de ellos tienen todavía descendientes en España. Además de ella

misma y los Blom-Dahl, también un nieto de la familia Friis Olsen

tiene casa en Les Rotes, y la hija de la familia Eknes, Elin, de 85 años,

vive en Valencia. Ella es ciudadana española, pero visita Noruega

todos los años con su hija.

Los Tres Mosqueteros

La madre de Carmen y sus abuelos maternos eran originarios de

Carcaixent y ya vimos que su abuelo noruego había destacado en el

lugar como el pintor Hansen de Noruega. El pueblo tuvo en la década

de 1700 un gran desarrollo tanto económico como demográfico y era

un centro importante en la región por su producción de seda. Sin

embargo a lo largo del 1800 predominaron areas cada vez más grandes

de naranjos y para el final del siglo era éste el cultivo dominante. En

1916 se le concedió a Carcaixent la categoría de ciudad, ya que,

gracias al comercio de la naranja, había aumentado la cifra de

habitantes.

Ruta de la Naranja

Durante el otoño y el invierno de 2013 fuimos varias veces a

Carcaixent con Carmen Asor. Juntos deambulamos tras las huellas de

sus antepasados y tomamos parte en una visita guiada de un día, un

“aprendizaje para adultos” sobre el A-B-C de la naranja, antes y ahora.

48

Vicente Ibañez, gran conocedor de la localidad, nos acompañó por el

centro de la ciudad y los huertos de los alrededores. Visitamos el

museo de agricultura y los locales de un almacén exportador moderno.

Habíamos pensado que “una naranja es una naranja”, pero después de

un día entero en “La ruta de la naranja” comprendimos algo mejor el

sentido de la expresión “Todas y cada una de las naranjas son

diferentes”.

Las naranjas requieren extensos terrenos y considerable trabajo.

Para obtener un óptimo resultado los árboles han de cuidarse con

esmero y son muchas las actuaciones necesarias para mejorar la

calidad de la fruta. Las plantas necesitan abundante agua y abono y se

deben de podar con regularidad. En los calurosos meses de verano hay

que controlar las plagas, durante años la fumigación fue obligatoria

por ley. El color dorado aparece a lo largo del otoño, cuando la

temperatura baja de los 13 grados, pero la fruta mantiene el tono verde

si hay días con temperaturas altas. Si permanecen demasiado tiempo

en el árbol y maduran en exceso, desaparece la acidez y son

demasiado dulces. Los árboles adultos se injertaban para cambiar la

variedad de naranja que tenían. El injerto en plantones (árboles

jóvenes que todavía no producen fruto) se realiza para, a partir de pies

más resistentes, obtener variedades concretas. De este modo se

mejoraban calidades, por ejemplo especies sin hueso. Hoy en día esto

resulta trabajoso y tiene un alto coste, de modo que se reemplazan los

viejos árboles por nuevos.

Mucho tiempo atrás eran sobre todo los hombres los que

recogían la naranja, como retrataba el pintor Asor Hansen en sus

Pequeñas Cartas Españolas. Cuando su hijo Richard se inició en el

sector, la fruta tenía que recogerse lo más cerca posible de la fecha de

embarque, porque podían pasar casi 14 días desde la cosecha hasta

que estuviera en las tiendas. Para poder descubrir posibles defectos en

la fruta, ésta debía estar en el almacén dos o tres días antes de la

selección y el empaquetado, que bien podía demorarse otros 4-5 días.

Por añadidura estaba el transporte de aproximadamente ocho días en

barco a Noruega. Las mulas transportaban las naranjas en capazos

cubiertos de mantas de vivos colores desde los huertos hasta los

almacenes, pero con el tiempo los camiones se hicieron cargo de esta

etapa del transporte. En aquella época existían cerca de 90 almacenes

en Carcaixent. Allí manipulaban los trabajadores la naranja después de

49

la cosecha. Visitamos el impresionante, gran almacén que había

pertenecido a la adinerada familia Ribera. Hoy en día se usa como

casa de cultura.

El edificio, bien conservado, se construyó en 1903 en estilo

modernista. Los lugareños lo llaman “la Catedral de la Naranja”.

Algunas de las principales empresas exportadoras tenían almacenes

propios, pero lo habitual era que los exportadores utilizaran diversos

almacenes para la confección de las cajas con sus marcas. En los

almacenes se llevaba a cabo la confección, la preparación de la fruta

en cajas para el embarque. Las primeras naves eran muy básicas, pero

edificios cada vez mayores y mejor equipados fueron sustituyendo a

los viejos. Las normas relativas a la manipulación de la fruta eran cada

vez más estrictas, en particular los requisitos de las condiciones

sanitarias y del control de calidad. Un cambio importante fue la

creación, en 1934, del organismo público Soivre que inspeccionaba la

mercancía antes del embarque. En los almacenes eran las mujeres las

que se encargaban de la labor, ayudadas por algunos hombres que se

ocupaban de los trabajos más pesados.

La fruta pasaba por muchos canales y las mujeres hacián una

selección exhaustiva. Al menor fallo, por ejemplo si una naranja tenía

una picada de mosca o tenía marca de granizo, la rechazaban. Como

continuamente señalaban los cónsules noruegos, el daño por helada

era fatal y la fruta se secaba quedando el interior sin zumo. De igual

modo una sola naranja podrida en una caja estropeaba enseguida el

resto. Las mujeres colocaban las naranjas a mano en las cajas,

recubiertas de papel de seda de colores para que presentaran un

aspecto decorativo en la tienda. Las de mejor presencia se colocaban

arriba. Durante mucho tiempo era habitual empaquetar cada naranja

individualmente en papel de seda con vistosas marcas impresas. Los

motivos variaban: animales, flores, hermosas mujeres, figuras de

fantasía y temas exóticos de inspiración oriental y africana. Algunos,

con vikingos, estaban pensados específicamente para los mercados

nórdicos. El embalaje protegía las naranjas de la putrefacción y

simultáneamente llevaba la publicidad directamente al consumidor.

Durante mucho tiempo la cosecha y la exportación se iniciaron

en la primera mitad de noviembre y duraban hasta pascua, en función

de las diferentes variedades. La temporada empezaba con las

50

Almacén en Carcaixent aprox. 1900

El almacén de la Cooperativa de Lliria, socia de Anecoop 2014

51

mandarinas y las tempranas Navel que se cosechaban hasta navidad.

En diciembre llegaban las de sin hueso y posteriormente las blancas

desde mediados de enero. La cosecha de sanguinas se prolongaba

hasta febrero-marzo y en abril llegaban las naranjas del verano, Verna,

y casi simultáneamente las Valencia Late. Cultivando diferentes

variedades se podía prolongar la cosecha y exportación a lo largo de

casi todo el año.

A día de hoy sólo existen dos almacenes en activo en Carcaixent.

En contrapartida son grandes. Visitamos el de nueva instalación,

moderno y automatizado, que pertenece a la familia Ripoll. Allí

pudimos seguir el trayecto de las naranjas desde que entraban de los

campos en enormes camiones, a través de la selección automática por

tamaño y calidad, en varias fases, con el posterior lavado, pulido y

empaquetado. Pese a la automatización y la tecnología moderna que

examina por radioscopía y fotografía cada naranja individualmente, se

controla también manualmente por mujeres que durante ocho horas

diarias están de pie hombro con hombro a lo largo de la cinta

transportadora. Nosotros tal vez estemos familiarizados con naranjas

empaquetadas en redes, pero en la empresa de Ripoll cada fruto lleva

una pegatina con la marca mostrando su identidad y las cajas,

decoradas con la marca de la firma Papillon, se confeccionan a mano.

Para algunos clientes, especialmente los belgas, Ripoll suministra

todavía hoy en día naranjas encajadas y envueltas con papel de seda.

El almacén de Ripoll tiene alrededor de 200 empleados y la misma

cantidad de recogedores en los campos. La cadena “ICA” es el único

cliente escandinavo de la firma.

Richard Asor no era el único en Carcaixent que mandara

naranjas a Noruega. Uno de los primeros en iniciar la exportación a

Escandinavia fue Antonio Escandell. Empezó su trayectoria

recogiendo naranjas a la edad de 10 años hacia el final del siglo XIX.

La ganancia era escasa, y justo antes de que estallara la primera guerra

mundial marchó a París, donde trabajó con frutas y verduras en casa

de un comerciante francés en el antiguo mercado “Les Halles”. En la

postguerra llegaron a París los primeros trenes con naranjas de

Carcaixent y el joven Antonio compró 500 kgs que revendió a su

patrono francés. Pero un médico le recomendó regresar al clima

mediterráneo a causa del asma que padecía y esto marcó, a partir del

año 1925 el inicio del negocio propio en su ciudad natal. En la década

52

de 1950 Escandell exportó tres mil toneladas de naranja a Noruega y

Suecia, comercializadas con la marca Los Tres Mosqueteros. El hijo,

que dio continuidad al nombre y a la empresa del padre, es ahora un

hombre de edad avanzada. Dirigió personalmente el negocio hasta el

inicio de la década de 1990. “Los Mosqueteros han existido durante

60 años” nos contaba María Cruz Trujillo Panadero, del Archivo

Municipal de Carcaixent. María Cruz programó para nosotros, en

enero de 2014, una entrevista en casa del exportador que actualmente

tiene 93 años. Era evidente que fue alguien importante en el sector, y

la prensa local también se personó para compartir el evento con los

lectores del periódico. El elegante caballero, segunda generación de

Antonio Escandell, había heredado la clientela del padre en Bergen y

Stavanger, Haugesund y Trondheim, y había estado en Noruega en

incontables ocasiones. “Una de las hijas de un cliente de Bergen vivió

con nosotros durante más de un año y todavía la considero mi hija”.

Escandell nos enseñó fotografías de numerosos viajes de negocio y

recortes de periódico de sus muchos años en el sector. En un registro

cuidadosamente escrito a mano, relacionando todos los embarques,

aparecían también muchos de los barcos noruegos de la compañía

“Fred. Olsen & Co”, con los archiconocidos nombres con B: Balzac,

Bonnard, Balkis, Bergamo.

El oro de Valencia en crisis Un claro objetivo de nuestras investigaciones en la primavera de 2014

era conocer al gran experto en naranjas Vicente Abad y visitar su

museo en Burriana, al norte de Valencia. La ciudad fue una vez,

además de Carcaixent, la más importante para la naranja. Nunca

tuvimos respuestas a nuestra consulta por e-mail a la municipalidad,

pero gracias a la hija del “rey de la naranja”, Carmen Asor, logramos,

a pesar de todo, alcanzar nuestra meta. También ella iba a la caza de

información sobre el comercio de la naranja, del cual formaron parte

los inmigrantes noruegos, con su padre a la cabeza. Nos habían

informado que el museo estaba cerrado, ya que ni la municipalidad ni

la región disponían de dinero para esos menesteres, una de las

repercusiones de la crisis en el país.

Vicente Abad, ahora con 74 años, acusando un reciente infarto,

estaba claramente decepcionado de que España descuidase la obra de

su vida y aún más, la individualidad de la zona, el patrimonio cultural

53

El Museo de la Taronja en Burriana Vicente Abad con sus libros

De visita en el Museo de la Taronja. De izquierda a derecha: Joanma Calpe,

Carmen Asor Coma, María Cruz Trujillo Panadero, Dorte Skulstad y Vicente

Ibañez Ripoll

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y fuente de prosperidad de Valencia. Nos confesaba que siempre quiso

vivir la experiencia de los fiordos noruegos y nos obsequió con el

primer tomo de su tesis doctoral sobre la historia de la naranja. Tras la

solicitud de Vicente Abad, el secretario del museo, Juanma Calpe nos

abrió las puertas del edificio, que carecía de corriente eléctrica.

Durante la visita el señor Calpe nos fue relatando interesantes detalles

sobre el contenido del museo. Además de nuestro interés por visitar la

renombrada exposición, nos llevaba el secreto deseo de encontrar el

segundo tomo del trabajo de Vicente Abad en algún lugar del museo.

Habíamos imaginado un museo en decadencia, pero la villa patricia,

renovada en 1995 con el objetivo de la creación del museo y la

exposición, se encontraba sorprendentemente en perfecto estado. El

edificio estaba en el centro, en la calle principal, muy cerca del

ayuntamiento y de la iglesia. Había permanecido cerrado con llave

casi dos años. La luz diurna entraba a raudales por los ventanales de la

sala e iluminaba la instructiva exposición. Una vez en el sótano, que

albergaba un amplio archivo, la situación empeoró. Pero nos habían

avisado y llevábamos linternas frontales. Nos abrimos camino a

tientas y entre las estanterías encontramos la continuación de la tesis

doctoral de Vicente Abad, Historia de la Naranja II 1940-1962.

El consumo de naranjas y otros cítricos en Noruega ha pasado

por muchos cambios. Las estadísticas del IVEX (Instituto Valenciano

de la Exportación) refieren que en 1990 cada noruego consumía de

media 8,7 kgs. de naranjas y 4,4 kgs. de mandarinas/clementinas. La

Central de Estadísticas Noruega indica que el país en el primer

cuatrimestre de 2011 importó casi 20.000 toneladas y alrededor del

80% venían de España. Un año después la provincia de Valencia

exportó cítricos a Noruega por valor de 27 millones de euros. En el

pasado, en el norte, únicamente teníamos naranjas desde navidad hasta

algo después de pascua, en la temporada de la fruta del Mediterráneo.

Las variedades que llegaban por pascua eran frecuentemente las más

dulces y han sido durante generaciones símbolo de una feliz excursión

de esquí o del deleite al sol de pascua contra la pared de la cabaña.

Para muchos la tradición sigue viva aunque hoy en día las naranjas

están incluidas en la dieta diaria durante la mayor parte del año.

También en Noruega el zumo forma parte del desayuno diario.

Muchas nuevas variedades se han introducido en el mercado y las

clementinas se han adueñado de gran parte del volumen de ventas. La

55

temporada de cítricos en España se prolonga actualmente de

septiembre a junio.

Durante mucho tiempo los camiones transportaron las cajas

confeccionadas al puerto de Valencia, donde enormes grúas las

cargaban a bordo de los barcos. Los acuerdos referentes al transporte

corrían por cuenta de los consignatarios y las compañías navieras,

muchas de ellas noruegas, pero al inicio del año 1970 la “Fred. Olsen

& Co.” decidió poner fin a las escalas regulares de la “Linea del

Mediterráneo” en la región valenciana. La ruta ya no era rentable y en

1989 se le puso fin, 95 años después de que el armador Otto Thoresen

hubiera puesto en marcha “La línea subvencionada hispano-noruega”.

Desde entonces trenes y camiones se encargan del transporte. El

desarrollo de los modernos medios de transporte y de

almacenamiento, técnicas de enfriamiento y medidas para prolongar la

conservación de la fruta han determinado condiciones totalmente

diferentes en el comercio de la naranja. Hoy en día vehículos

refrigerados de construcción moderna hacen en pocos días ruta directa

desde los almacenes en España hasta el país de recepción. Ya no

existen familias noruegas que se hagan cargo de la exportación en

Valencia. Todo acontece en comunicación directa entre poderosos

exportadores o cooperativas frutícolas.

José Planells, anterior presidente de Anecoop en Valencia 2014

56

El cambio más significativo del negocio de la naranja en España

actualmente se ha producido sin duda alguna con la adhesión a la UE

en 1985. No hay duda para la gente del sector. El país iba a tener que

anexionarse a un mercado que consumía más del 80% de la

exportación de naranja. La competencia del exterior representa hoy en

día un gran desafío. Se importan concentrados, zumo congelado de

Brasil y las naranjas del Norte de Africa se venden a bajos precios –

también en España. El ahora fallecido José Planells, ex presidente de

la cooperativa más importante de España de frutas y hortalizas,

“Anecoop”, se mostró, no obstante, optimista durante nuestra visita en

la primavera de 2014. Le saludamos en la sede de Valencia, dónde nos

recibían Planells y Jose Adolfo Balaguer, ejecutivo de relaciones

cooperativas, compras y coordinaciones de “Anecoop”. “Son bien

conocidos los problemas cíclicos del comercio de la naranja en España

y los actuales problemas estructurales se parecen a los desafíos que

sufríamos en los años 1930” opinaba el ex presidente. “Las coyunturas

económicas, heladas y enfermedades de los árboles, siempre nos han

creado de un tiempo a otro, dificultades que, no obstante, hemos

logrado superar”. La producción de España se encuentra actualmente

sobre los siete millones de toneladas, mientras que en la década de

1970 estaba por aproximadamente la mitad.

La producción va en aumento, especialmente en la región de

Andalucía y Murcia, y la exportación es estable. Según Planells, la

naranja es una mercancía que sólo se ve en menor grado directamente

afectada por la actual crisis. La gente, en cualquier caso, necesita

comida, el precio de la naranja es relativamente bajo, y gran parte de

la producción está dirigida a la exportación. Para ser rentables los

huertos tienen que ser enormes, con posibilidades de cultivo racional.

Los pequeños productores se desgastan, y muchos renuncian a sus

huertos y liquidan su negocio de exportación.

Antonio Escandell de 93 años, en Carcaixent, es uno de ellos.

Recomendó a sus hijos que se dedicaran a otros asuntos que no fueran

las naranjas. Cuando fue demasiado mayor para continuar, cerró la

empresa y vendió la marca. El futuro era demasiado incierto para el

comercio de la naranja. Ignora cual fue el destino de Los Tres

Mosqueteros.

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El exportador de naranja Antonio Escandell de Carcaixent 2014

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Índice del libro

España y Nosotros. Noruegos antes de nuestra era

Capítulo 1: Dónde el barco pueda navegar La Armada Española de Thoresen, La fuente en La Gomera, La

dinastía Olsen, Padres e hijos

Capítulo 2: La Compañía Iversen

Sorensen, Yakhelln y Cía, Los compañeros se hacen cargo, Gerencia

desde Høvik, Retorno a España

Capítulo 3: Las bendiciones del bacalao

Mira el bacalao, fino, seco y noruego, Comerciantes de Bergen, Gente

de Møre por doquier, Una cuestión de gusto, La lucha por los

mercados

Capítulo 4: El caso de los cónsules noruegos 100 Bilbao en el parlamento, Todo por Noruega y el bacalao, Se honra a

quién se debiera honrar

Capítulo 5: Naranjas de Valencia

El Consulado en Valencia, Fruta para Noruega, El Rey de la Naranja,

Los Tres Mosqueteros

Capítulo 6: Digresión histórica

Los piratas normandos del norte, San Olav en Norvasund, Peregrinos

y cruzadas, La Princesa Cristina en Castilla

Capítulo 7: La enfermedad de Hansen

Los leprosos, El mensajero de Bergen, La colonia de Fontilles, Un

mundo sin lepra

Capítulo 8: ¡Ayuda a España!

El Pacto del Olvido, Las colonias infantiles, Hospital sin fronteras,

Brigadistas legendarios, Mujeres en la lucha

Capítulo 9: Las pirámides de Tenerife

El eslabón perdido de Heyerdahl, El amontonamiento de piedras en el

valle, Aventura y ciencia

Conclusión: La huella de los noruegos

Fuentes y bibliografía para los capítulos

Archivos, documentación y bibliografía

Índice de personas

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60