Nombre raro para un niño

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  • 8/22/2019 Nombre raro para un nio

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    NOMBRE RARO PARA U N NIRO

    H venido a casa para decirtelo. He regresado a mipasado, a mis ropas demasiado pequefias para mi, auna historia de revista de mujeres.

    Ya he vuelto antes, pagado cruces en ferry para fiestasde compromiso, el bautismo de mi sobrino, y esa Navi-dad cuando te conoci. Me trataste de seducir con las en-tradas, me pusiste pat6 en la tostada mientras estdbamosentre una anfitriona llena de lentejuelas y un hombre denegro. Yo era tu aventura de Navidad, algo para romperel aburrimiento de las fiestas y t6 eras mio. Pero ahora eseequipaje pesa como anclas sobre este piso que aprendi arecorrer. Puede que haya vuelto para siempre, per0 nadaes seguro.Mis parientes mujeres se arremolinan en el dormitorioa mi alrededor, con ti, tams de porcelana y platitos desen-terrados del aparador, y el tintineo de la vajilla en bande-jas. Son mujeres huesudas y acostumbradas a1 aire libre, alas que les gusta pensar que me ensefiaron a distinguir loque estd bien de lo que estd mal, modales y 10s miritos deltrabajo duro. Son mujeres de panza chata, temperamen-tales, que se rindieron y a eso llaman felicidad. Venimos

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    de mujeres qu e consolamos a hombres, hom bres quienesnunca dicen no. Ahora llenan sus mejores tazas, pregun-tando po r mi fumro, pregun tando "{QuC es eso que hacesahora?" y "{ Q ui vas a hacer ahora?", lo cual no es exac-tamente lo mismo.

    -Voy a escribir -les digo. Un a novela sucia, qui eroagregar, algo lascivo y obsceno, q ue haga qu e Fanny Hillse parezca a 10s misales dominicales. La respu esta a la pre-gunta es que n o se.

    Escribir es una ocupaci6n extrafia, especialmente a miedad. Calculan mi edad, tratando de recordar q u i pas6 enla ipoca en que naci, quiin muri6. N o estdn del todo se-guras, per0 no so y mi s una joven bonita. Ya debe ria estarhaciendo alguna otr a cosa, ya deberia estar aferrdndome aalgfin soltero co n sueldo estable y u n auto decente.-Tu y tus libros -dicen, men eand o las cabezas, apre-tando 10s saquitos d e t6 para sacarle todo.

    N o saben ni la mitad del asunto, no saben c6m o lasdisfraci, c6m o les saquC veinte afios de sus rostro s dura-mente trabajados, el rubio claro del cabello, c6m o las puseen otro pais y les cambi6 10s nombres. Di w el ta a esas mu-jeres d e adent ro para afuera com o si fueran medias viejas.Las mentiras q ue dije.

    Vacio m is valijas y com ienza el rito. Se apo ya n en lacama, el sillbn, el vano d e la ventana y me da n charla, pre-guntan do por mi ropa, s i mis zapatos son abiertos, misvestidos de seda. Soy com o una prima de 10s Estados U ni-dos. Tocan la tela, verifican q u i tan profu ndo es el ruedo,leen las etiquetas, se quedan pens ando.

    -Lindas cosas, jde d6 nd e las sacaste?-iQuC desvergon zada, miren la minifalda!-Por cierto, las minis otra vez se usan, jn o s abias?-Hay que tener piernas como ella.

    -Lindo lino, per0 n o lo plancha ni Dios.-tEs cierto que no se seca rdpido?- j Qu t tal le es? {Me entrarb?-Si no te molesta que te lo diga, engordaste u n poco.

    Pero tienes la altura, puedes pon irtela.D ej i en la valija las blusas de algod 6n de to do s 10s dias,

    saqui a relucir las faldas elastizadas colgdndolas en per-chas de alambre, un trajecito de lana negra, un co njun to d ejogging. Zapatos prdcticos que desmienten mi ocupacibn.U n par de zapatos de taco alto rojos para confundirlas. Ellashusmean mis cosas, tratando de descubrir qu ii n soy.

    Paulatinam ente, se retiran a la cocina para prep arar lacomid a. Va a estar lista para las cinco; pr on to , 10s ho m -bres volverbn a la casa . Oig o c6m o golpean las papascon tra la pileta d e la cocina, el estrepito de las tapas d elas cacerolas y pr on to el olor de 10s nabos hervidos llegahasta arriba.

    Habia olvidado la manera en qu e en esos cuartos inte-riores el amarillo se pone m orado a1 atardecer. M e sient odebajo d e la ventana y leo con mi rostro e n las sombras ymi libro iluminado p or la luz del sol y m e pregunto si mehard ma1 a la vista. L eo Jamdica Inn, el pr imer l ibro qu em e indujo a este engafio, y pienso qu e Dap hn e ser ia unbuen n om bre si fuera una nifia.

    Habia arreglado encontrarte en Dub lin. Te ves apues-to y alto con tus botas de cowboy. A mod o de sa ludo mebesas el cuello, per0 tus labios estdn frios. Y algo que n orecuerdo, un ad orn o de oro, brilla en el 16bulo de tu orejaizquierda. M e dices que el aire ingles me de be sen tar bien,que estoy lozana.

    -Sea lo qu e sea que hagas del otr o lado del charco, se teve bien -dice con un ton o que suena a desaprobaci6n.

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    A las chicas irlandesas no deb eria gustarles Inglaterra,deberian quedarse en su propia tierra y criar a sus hijoscorrectamente, engordar 10s pollos, co na r perejil, tolerarel griterio del partido del dom ingo.

    -Soy puta,

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    ropa, m s camisas de cuello chino que me llegaban po r de-bajo de las rodillas, tus medias de fiitbol, gruesas y con eltal6n marr6n. N os quedamos adentro y comiamos comi-da para llevar: cho w mein, bacalao fresco con papas fritas,bife Korma, las comidas mi s extraiias para Na vidad . M eacuerd o de la bandera japonesa que colgaba en un rinc6ndel cuarto, el centro saturado de rojo, co mo u n cese delfuego que se ha vuelto sangriento. El modo en q ue la ba-jaste arran ciindola con u n chasqu ido y la dejaste caer sobremi cuerpo desnu do en la cama ancha de tu madre. Q uiz isdebi haber sabido.

    Soliamos despertarnos en me dio de la noche para h acerel amor y caf.6, y n o tenias rnucho q ue decir, pero no ha-bia problema. M e sentaba y escuchaba los autos q ue pasa-ban atravesando el fango, el extraiio com pis alcoh 6lico de"No che de paz", que cantaban 10s rezagados que volviana sus casas. La g a r b sobre el vidrio, anegando la vista delas casas georgianas.

    Y ahora m e pregunto quC es lo que esperas, (O tr aaventura d e seis dias? Sospecho q ue Crees qu e so y unamujer que n o tiene el tacto de pasar por alto algo minimocomo una semana en la cama de tu madre.

    -iTe com ieron la lengua 10s ratones? -preguntas.Y entonces todo lo qu e tenia preparado desaparece.

    Las palabras b rotan bruscas, ripidas e irreversihles. Eso essiemp re lo atractivo de escribir; con la escritura es posiblecambiar las palabras, tener una segunda opo rtun idad .

    Tu m ano ap rieta el vaso. Espero que digas algo. Espe roque me digas que me quieres, aun cuando y o no te amo.Eso restauraria el equilibrio. Si tengo qu e cargar co n lacriatura, lo rnenos que puedes hacer es quererm e.

    En la reja rechina la rnadera verde, la resina que rezumadesde abajo d e la corteza. Lineas de chispas conectadas, lo

    qu e mi abuela llamaba "soldado s", atraviesan el tizne. Elladecia que esa era una seiial de ma1 tiemPo, pero t6 no di-ces nada. Digas lo q ue digas, me las arre glar t. Vivire de u nbarril de agua pendiente del cielo. Ap ren der t quince tiposde vientos y sabre cu int o pesa la l luvia de maiiana po r elsusurro d e 10s s icomoros . Ha rt sopa d e ort igas y pan deamargbn, nada pedirt . Y no vo y a consolarte . N o sere lamujer que proteja a su hom bre com o si fuera un niiio. Esaparte d e mi gente concluye conmigo.

    Miras a 10s tipos d el bar, j6venes de veinte co n cam pe-ras de cuero, vaqueros, hombres libres. Podrias incorpo-rarte e irte en siete u oc ho zancadas de cowboy. Bebes tucerveza negra hasta que la espuma queda e n la mitad delvaso. Ob servo tu nuez de Ad6n que se mueve en tu gar-ganta como una piedra.-Bueno, el daiio ya es ti hecho -dices.

    M e extiendo por encima de la mesa y te limpio la es-pum a del labio superior, pero tocarte trae el recuerd o deltacto y te apartas.

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    y una n oche , d e aqu i a algun os afios, mirate a 10s ojos ydescubre a un hombre cu yo peor remo rdimiento son seisnoches furtivas pasadas en la cama de su madre con un amujer de una fiesta de Navidad. De pron to, me preg untopara qu6 vine.

    H RMANAS

    -Bebe -d ices, sefialin dom e el vaso-. Un a mujer en tuestado necesita muc ho hierro.-Salud.-Salud,

    Nue stros vasos se tocan. Bebo mi cerveza, aceptando elhecho d e que hay minerales escondidos en la espuma.

    E costumbre de 10s Porter enviar una postal p arad e-cir en qu6 mo me nto van a llegar. Betty espera. Cadavez qu e ladra el perro se descubre yen do a la ventana, a1pie d e la escalera, a mirar a trav6s del helecho para ver siel carter0 viene en bicicleta po r la avenida. Es casi junio.El frio ha cesado del to do; en 10s drboles, las ciruelas sehan p uesto mds carnosas. Pro nto ilegarin 10s Porter pi -diend o co midas extrafias, pafiuelos limpios, bolsas d e aguacaliente, hielo.

    Louisa, la hermapa d e Betty, se fue d e joven a Inglate-rra y se cas6 con Stanley Porter, un ven dedo r que se ena-mo r6 d e ella, dice, por el mod0 e n qu e le caia el cabellosob re la espalda. Louisa siempre tuvo u n cabello precio-so. Cu and o eran jbvenes, Betty se lo cepillaba cada noche,unas cien veces, y sujetaba la trenza dorad a con un pedazode cinta d e raso.

    El pro pio cabel lo de Bet ty es -y s iempre ha s ido-de un castafio qu e pasa desapercibido. Sus man os fue-ron s i empre lo mejor que tuvo: b lancas , manos co m ode dama qu e ha tocado el 6rgano 10s domingos. Aho ra,a1 cab0 de afios de t ~a ba jo, us manos es t in arruinadas ,