No sé si conmigo podemos. Por Doña Panta.

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No sé si conmigo podemos. Castas, Castas Políticas y Castitas. Por Doña Panta Tengo agregadas amistades en redes sociales que observo comparten su conformidad con el reciente partido de podemos. Pienso mucho en esas personas y trataré de explicar qué me pasa a mí. Soy afiliado a Izquierda Unida y al partido Comunista de Andalucía. Activista político en algunos movimientos sociales y, desde reciente su constitución, vengo trabajando en la Asamblea Ciudadana Córdoba a ver si conseguimos incrementar el poder popular en fórmulas que se están viendo en estos días. No hago eso para mi ego personal ni en la esfera mis horas lúdico-íntimas. Lo hago como actividad social, para mejorar la sociedad en que vivo y porque me siento deudor con lo que esa esa sociedad me ha dado y habrá de dar a mis hijos/as. Soy hombre, cada vez de más avanzada edad, y recibí educación del tardo-franquismo capitalista, católica y machista. Posiblemente, como consecuencia de ello he pasado por distintos niveles de práctica y convicciones. Por tanto no soy el más adecuado para dar lecciones de pureza desde el nacimiento a nadie ni tampoco me considero un mutante político. Soy un españolito más entre tantos/as que nos hacen falta. Y soy, como describe (o describía) mi Facebook, aprendiz de tovarich (comunista en ruso). Volviendo a los amigos de Facebook y las amigas así como a Podemos. Tengo mi corazoncito ideológico en el comunismo y el político-social en Izquierda Unida. No es cuestión aquí de dar el mitin sobre los valores que defiendo, pero al menos viene bien citar, así a vuela pluma, la justicia social, el republicanismo, la igualdad de género, el derecho a trabajo, vivienda y renta básica; El antiimperialismo, la cooperación entre los pueblos, los derechos de las personas migrantes... En general lo que defiendo es la igualdad de todas las personas de la clase trabajadora. Décadas antes, que había más trabajo manual, se usaba con preferencia el término de clase obrera -que me es análogo a la cuestión de a quién de verdad hay que defender-. Estoy contra la distribución asimétrica y apropiada de la riqueza, contra la situación embargada de las personas, contra las élites, contra las castas. Contra cualquier familia monárquica, por supuesto, que utilice el estado al que pertenezco como su finca particular y que en la herencia real yo sea una parte súbdita. En esa simetría que defiendo puedo comprender que se produzcan situaciones, bien por ahorro, bien por poco gasto, bien por capacitación académica, por nivel del trabajo que se realiza... de economías más débiles y otras más aseguradas dentro de unos límites. Puedo comprender en ese sentido que exista, económicamente, una clase media. Pero nunca; nunca, nunca y nunca que existan partidos o sindicatos que pretendan hablar de igualdad

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No sé si conmigo podemos. Castas, Castas Políticas y Castitas.

Por Doña Panta

Tengo agregadas amistades en redes sociales que observo comparten su conformidad con el

reciente partido de podemos. Pienso mucho en esas personas y trataré de explicar qué me

pasa a mí.

Soy afiliado a Izquierda Unida y al partido Comunista de Andalucía. Activista político en

algunos movimientos sociales y, desde reciente su constitución, vengo trabajando en la

Asamblea Ciudadana Córdoba a ver si conseguimos incrementar el poder popular en

fórmulas que se están viendo en estos días.

No hago eso para mi ego personal ni en la esfera mis horas lúdico-íntimas. Lo hago como

actividad social, para mejorar la sociedad en que vivo y porque me siento deudor con lo que

esa esa sociedad me ha dado y habrá de dar a mis hijos/as.

Soy hombre, cada vez de más avanzada edad, y recibí educación del tardo-franquismo

capitalista, católica y machista. Posiblemente, como consecuencia de ello he pasado por

distintos niveles de práctica y convicciones. Por tanto no soy el más adecuado para dar

lecciones de pureza desde el nacimiento a nadie ni tampoco me considero un mutante

político. Soy un españolito más entre tantos/as que nos hacen falta. Y soy, como describe (o

describía) mi Facebook, aprendiz de tovarich (comunista en ruso).

Volviendo a los amigos de Facebook y las amigas así como a Podemos.

Tengo mi corazoncito ideológico en el comunismo y el político-social en Izquierda Unida. No

es cuestión aquí de dar el mitin sobre los valores que defiendo, pero al menos viene bien

citar, así a vuela pluma, la justicia social, el republicanismo, la igualdad de género, el derecho

a trabajo, vivienda y renta básica; El antiimperialismo, la cooperación entre los pueblos, los

derechos de las personas migrantes...

En general lo que defiendo es la igualdad de todas las personas de la clase trabajadora.

Décadas antes, que había más trabajo manual, se usaba con preferencia el término de clase

obrera -que me es análogo a la cuestión de a quién de verdad hay que defender-.

Estoy contra la distribución asimétrica y apropiada de la riqueza, contra la situación

embargada de las personas, contra las élites, contra las castas. Contra cualquier familia

monárquica, por supuesto, que utilice el estado al que pertenezco como su finca particular y

que en la herencia real yo sea una parte súbdita.

En esa simetría que defiendo puedo comprender que se produzcan situaciones, bien por

ahorro, bien por poco gasto, bien por capacitación académica, por nivel del trabajo que se

realiza... de economías más débiles y otras más aseguradas dentro de unos límites. Puedo

comprender en ese sentido que exista, económicamente, una clase media. Pero nunca;

nunca, nunca y nunca que existan partidos o sindicatos que pretendan hablar de igualdad

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enarbolando una defensa establezca diferencia u omisiones dando preferencia a su

condición de ciudadanas, tituladas, económicamente más altas o bajas, licenciadas, faeneras

o lo que sea...

El ciudadanismo es un fenómeno que lleva algunos años instalándose en nuestras mentes

como si se tratara de alguna profesionalización malvada dedicada, con o sin remuneración, a

la política. Lo cito en este caso más que como una opinión mía, como una reserva a la que

me referiré luego.

Parece que las izquierdas que estábamos no hemos sido suficiente en número para anular el

robo que nos está produciendo el capitalismo a través de un bipartidismo consistente en un

partido de derechas y otro que se predica de izquierdas.

El bipartidismo como tal es coyuntural. Podría haber sido (y puede serlo) el tripartidismo. De

hecho, algunos partidos nacionalistas contribuyen a la farsa burguesa y liberal y al fasto de

las castas monárquicas y políticas.

No era nuestra costumbre hasta hace pocos años y más ahora que apareció Podemos hablar

de ciudadanía, castas, castas políticas y algunas otras expresiones. Dichos términos pueden

ser convenientemente usados tanto como convenientemente dirigidos a fijar la atención en

otros trasuntos de la política.

Ni podemos, ni Izquierda Unida, ni los comunistas, ni las asambleas espontáneas, ni las del

15M, ateneos, movimientos, ni nada de nada que pretenda llamarse popular, socialista o de

izquierda están (estamos) libres de castas políticas o de personas arribadas con finalidades y

ambiciones personales.

Tengo mi corazoncito, como he dicho por ahí arriba, en mi izquierda unida y mi partido. Me

supone cuotas, reuniones, actos, protestas, manifestaciones, correos, escritos,

coordinaciones, cabreos... Me supone aprender a ser mejor persona, cambiar, rectificar,

pedir disculpas, no disfrutas al completo de mi tiempo, mi familia, mis recursos o mi salud.

Han aparecido en dos décadas tantos partidos, que esgrimen lo mismo, tan mentirosos, tan

de derechas, tan capitalistas, tan malos, tan falaces, hipócritas... Ha aparecido, con distinto

nombre, tanta casta en España con mensaje aparentemente de izquierda que no han

querido converger como miembros y chupaculos tiene el capitalismo Español (capitalismo,

dicho sea de paso, surgido del botín de la guerra española ganada por el golpismo a la

democracia, capitalismo sobre todo, financiero, inmobiliario y de infraestructuras).

Capitalismo del que sería catártico, democrático e instructivo que se estudiara en las

escuelas.

Saliendo del franquismo a la muerte del dictador, la inminente Alianza Popular, reconvertida

luego en Partido Popular- representó el continuismo fascista junto (no frente) a la opción

oficialista liberal de Adolfo Suárez. El capitalismo más duro necesitaba de otra opción no tan

extrema económicamente como el fascismo, necesitaba el poli bueno. El problema -porque

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era necesario para el reconocimiento internacional de la democracia- venía con la

legalización del Partido Comunista.

La solución, y esto nadie a quien se le contase entonces lo hubiera creído era inventar la

izquierda de derechas, la izquierda controlada, dirigida, corrompida, global y, a pesar de la

conferencia episcopal un poco más folladora a las clara. -Porque los señoritos siempre

habían coleccionado pompetas tras el cancán y pelos de coño (véase La Escopeta Nacional).

Era inventar una izquierda a quien cederle el poder de algún exabrupto, desmatrimonial,

coital y algún tabú fiscal en paraísos.

Fue barato. Con una chaqueta de pana y algunos puestecitos de responsabilidad. Fue más

rentable repartir el botín de esa guerra -que por lo visto traería malos recuerdos volver a

sacar como recomienda la ONU- que disputarlo.

Ya, ahora, es todo más fácil, ya nadie se cree al PSOE. Ahora, que además de no haber pan

para el obrero, tampoco hay trabajo para la descendencia de las familias bien remuneradas

(esas llamadas clase media ¿?) que pudo estudiar carreras.

Ya hemos demostrado que no hay pan para tanto chorizo. Que podemos demostrarlo en las

urnas. Que Podemos con Mayúscula.

Tengo mi corazoncito pero sé que Izquierda Unida sola, con el tamaño que tiene

actualmente, se puede comer un mojón. Sé que mucha gente tiene que convencerse de la

importancia de echar del poder al bipartidismo. Que a ese trabajo es a lo que con tanta

actividad nos tenemos que poner quienes nos llamamos de izquierdas. Que tenemos que

unirnos con nuestras diferencias. Unirnos de corazón, entregándonos a debates

constructivos sobre cosas claras que sí queramos y cosas que nunca pueden volver a

repetirse.

Tengo mi corazoncito con la gente arruinada, apuntada al paro, rebuscadores del campo,

metalúrgicos, familias expulsadas de sus casas, costureras para las que ya no hay costura,

cirugías imposibles de cerrar, pacientes que se mueren, mujeres enviadas a la galera

doméstica, abuelos/as despensionados/as... ¿Quién los va a defender?

ES UNA EMERGENCIA QUE LA GENTE QUE HA ESTADO SOBRE TODO VIENDO LA TELE (por

decir algo) TODOS ESTOS AÑOS SE INCORPORE A LA POLÍTICA. Que proteste, que trabaje,

que debata, Que vote. A Podemos, a San Podemos o a mega Podemos.

Es urgente echar a esta gente. Indiscutiblemente que yo prefiero que voten a mi IU.

A esas amistades que os vais incorporando a la política os quiero decir: Lo mío no es

Podemos porque eso acaba de nacer cuando yo vengo desde hace algunos años ya integrado

en otras formaciones. Lo mío, por mucho corazoncito que tenga no es deconstruir la disputa

del poder que la clase trabajadora tiene que hacerle a las castas. En absoluto que no. No es

mi lenguaje habitual el de castas, pero sé, en positivo, lo importante que es que nos unamos

a hacer ese trabajo de disputar el poder para la clase trabajadora, ciudadanía o población

(da igual).

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Me da mucho miedo a dónde puede ir Podemos después de todo lo que se ha visto; tengo

mucho de quién está detrás y quiénes lo vais a sacar adelante. Pero os tengo respeto y

admiración a esas amistades que estáis perdiendo el miedo a hacer de vuestra vida cotidiana

una reivindicación política. Es urgente que aparezca mucha gente como vosotros y vosotras

y vaya tomándose en aprecio la actividad política de a pie.

Remembrando al discutido artículo “Por qué conmigo no podemos” de Willy Toledo a quien

respeto que ya haya llegado a sus propias conclusiones que comprendo perfectamente

porque son parte importante de mis cautelas, yo no estoy en esa fase, estoy en la de que No

sé si conmigo podemos. Estoy en un debate interno democrático, claro, y de amplio

espectro. Si conmigo podemos o no podemos es una cuestión de lo que Podemos vaya

haciendo; es una cuestión de cómo algunas personas y organizaciones lo vayamos

comprendiendo. No será fácil para nadie y el respeto y la voluntad es imprescindible. Y sería

conveniente que ya se fueran haciendo estructuras transparentes por parte de los partidos

de izquierdas con las que ver las posibilidades.

En la medida en que participo en la actividad orgánica de mi partido estoy a favor del

debate. Un debate generalmente mucho más crudo que la forma como me expreso aquí

para no faltaros respeto con mis cautelas y mis dudas. Raramente comparto artículos de

visión negativa -alguna vez lo he hecho- sobre Podemos porque no creo que de esa manera

os podamos ayudar a que entendáis la extrema urgencia de comprender las malvadas

estrategias del capitalismo y de su sicario político, el liberalismo.

Tampoco vengo publicando lo favorable político de Podemos porque le voy a hacer el

trabajo a un partido, Podemos, cuando yo en el que creo es en otro. Por eso en mi página no

comparto lo que no tengo especial interés en que se lea por aquello del corazoncito. Sí

comparto muchas barbaridades que hace la derecha popular y la derecha que “se auto

llama” socialista; cuando leo que algún círculo de Podemos se está desmadrando (en mi

humilde opinión), me callo y no publico nada porque tengo la ilusión y la esperanza de que

Podemos, Izquierda Unida, Equo y mucha clase trabajadora a la que arrastremos seamos un

día partidos democráticos, grandes aliados y hayamos conseguido romper la baraja marcada

a la que nos obligan a jugar otros.

Tampoco considero que mi manera de atender en las redes a este problema tenga que ser el

de mis compañeros o gente que conozco. He intentado hablar de cómo veo la cuestión y

cómo yo la trato.

En la medida en que tengo responsabilidades en el Partido Comunista, las puertas de éste

están abiertas a quienes necesitéis de nosotros y así lo venimos tratando en nuestros

órganos.

Yo soy una birria haciendo de pedagogía. Conozco personas que una y otra vez dejan a su

alumnado que se equivoque, que les sugieren con delicadeza mejoras, que esperan a las

críticas, que apoyan ante todo. Sé que la unión de las izquierdas necesita, pedagogía, amor,

disposición, ternura, vocación, paciencia... Muchas cosas que no tengo.

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Nadie tenemos la verdad sobre las izquierdas, aunque sí las preferencias y las dudas. La mía,

la grande, la que no me deja vivir entre la ilusión y el miedo es también la que no suelo

mostrar para no deconstruir lo que mis compañeros y compañeras vienen construyendo: la

unidad que necesitamos.

La verdad se mueve más que el aspa de mi ventilador. Esto es lo que pienso ahora, con los

ingredientes que se dan en estos tiempos. Si en algún momento comparto noticias sobre el

esquema Podemos, IU, Ganemos y todo lo que está sobre el tapete es porque el debate no

debe quedar miedosamente escondido a la buena educación.

Generalmente comparto lo que me gusta de IU, me callo lo que no me gusta para que el

debate interno no contribuya deslealmente a desacreditar a mi organización; comparto

(para criticar) lo que me parece malo del bipartidismo y, en relación a Podemos, cuando sea

el caso de que me vea obligado hacerlo porque algo no me gusta, intentaré dejar claro mi

respeto.

Es costumbre mía no desaprovechar la ironía para establecer semejanzas en defensa de

argumentos. Ahora puedo resultar poco didáctico o brusco. Quienes estáis haciendo vuestro

trabajo en partidos nacientes o movimientos sociales ¡Enhorabuena! no olvidéis un detalle:

además de ciudadanos/as (que es una condición que se obtiene por derecho de nacencia,

adopción o nacionalización), desde el momento en que tenéis activismo, militancia o debate,

sois políticos o políticas. Y no por ello, si ocupáis alguna responsabilidad en lo vuestro debéis

ser llamados casta política ni avergonzaros de vuestro digno trabajo político, que tampoco es

castita.

Mi aliada no es necesariamente habitante, ciudadanía, persona, etc. El ciudadano Botín o el

ciudadano Felipe de Borbón no son mis aliados. Lo importante para mí es que mi aliada es la

clase trabajadora y mi enemigo es el capitalismo. Las preferencias de partidos en llamarse

secretariados, comités, círculos o asambleas, siempre que sean un simple elemento

organizativo diferenciador, me son respetablemente anecdóticas (y además un coñazo de

aprender, en lo mío también).

Lo dicho, esas amistades a quienes empiezo a ver involucradas en política naciente, que me

parece de izquierdas, enhorabuena, y puertas abiertas también en mi casa, IU o el PCA.

Por gusto de que veas este artículo, lo mismo me da por poner tu nombre entre los

comentarios del post en que lo compartiré y así, si te da el volunto, lo tienes a tu disposición.

Doña Panta Pantaleona, agosto 2014.