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NO HAY W QUE POR BIEN NO VENGA %DON DOMINGO DE DON BLPS): UM EJEMPLO IE AUTOCENSURA EN ALARCON. 'y 'kl14NAs MIRIAM ASTILLO REYES E- ? ASESOR : DR. JOSE AMEZCUA GOPPEZ. UNIVERSID, AD AUTONOMA METROPOLITANA IZTAPALAPA . 'o . .. . .

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NO HAY W QUE POR BIEN NO VENGA %DON DOMINGO DE DON BLPS):

UM EJEMPLO IE AUTOCENSURA EN ALARCON. 'y

'kl14NAs MIRIAM ASTILLO REYES E- ?

ASESOR : DR. JOSE AMEZCUA GOPPEZ.

UNIVERSID, AD AUTONOMA METROPOLITANA IZTAPALAPA . I

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Introduccibn . Analisis inmanente de la obra No hay mal que por bien no venma Irregularidad en l a construccibn de los personajes.

Caracterieacibn del "primer" don Domingo: una afAn por la singularidad".

Caracterizacibn del "segundo" don Domingo8 un retorno a la "esquematizacibn" . El desenlace en No hay mal que por bien no veng9 .

Conclusiones: Dialkctica entre inconformidad y sobrevigilancia,

Bibliografia,

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A l ten= la oportunidad de acercarme a la obra de Juan Ruie de Alar -

&n, bste me ha parecido un escritor i n t e r e s a n t e y poco estudiado por la CritL ca, a pesar de representar un es labbn entre Ambrica y EspaSa.

Desde los primeros pasos de mi investiga&bn, me atrayeron en gran ma-

nera los puntos de v i s t a de varios es tudiosos que coinciden 631 a t r i b u i r a la

obra de Alarcbn c i e r t o s e n t i d o cr i t ico , tanto de l a sociedad espaliola d e l si-

g l o X V I I , como de su forma de pensar, como de sus costumbres y convencionalis-

mos. Tal es e l caso de Alfonso Reyes, que considera que el teatro a larconiano:

... da una n o t a s o b r i a y l e dist ingue una desconfianza generalizada de l o s convencionalismos acostumbrados, un apego a las cosas de va lor co t id iano (1)

'habibn Francisco Ruiz Rambn nos dice que ve en Alarcbnt

Una ac t i tud d is tanc iada respec to al sistema socio-re l ig ioso que condiciona- ba la vida peninsular y ! ...I una a c t i t u d critica, transpuesta a su t ea t ro frente a las normas que r e g h la sociedad española (11).

E s t a a c t i t u d d i s t a n c i a d a y critica de Alarcbn, a mi modo de ver, engec

drb obras importantes como No hay m a l que por bien no venga (Don Domingo de .:'

Don Blas), en l a cual encuentro un fuerte cuestionamiento de los convenciona":

l i s m o s s o c i a l e s y l o s v a l o r e s c a b a l l e r e s c o s de la &poca, al crear personajes

tan "singulares" , como don Domingo de Dan 318s y don Juan Bermticlee. En d icha

obra, empieza a o c u r r i r un cambio abrupto en la perspectiva de l autor aproxi-

madamente a partir de la mitad d e l segundo acto, gacias a la aparicibn de

cierta conspiracibn contra e l Rey (don Alfonso I11 de Lebn) ; lo c u a l trae como

consecuencia un cambio en el tono de l a obra y en l a . c o n d u c t a de los persona-

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jes protagbnicos a causa de l a lealtad a l R e y . En mi tesina c o n t i d o las in-

vestigaciones emperladas por e l doctor Josb Arnezcua en sus art iculosr "Sacie-

dad, t ea t ro y desenlace" y "La verdad sospschosa y la pobtica del desenlace"

en los cuales se expone poco &S o menos l a siguiente idear debido a l a situa-

cibn de extrema vigilancia del tea t ro en el s i g l o XVII y a causa de la presibn

de l a ideologia dominante, los dramaturgos se vefan forzados a poner una cen-

sura a su propia palabra. Dicho proceso debib darse en muchos autores de la

bpoca, como es e l caso de Alarcbn, quien incluye una critica a los convencio-

nalismos de su tiempo en la obra No.-:. hay mal-qpp,r. b i . eG? ayen@. Dicha cri-

tica se inserta en sus personajes protaghicos (don Domingo y don Juan) 9 para

que &tos merecieran un final venturoso, el dramaturgo los redime gracias a la

s u j e c i h a l a figura que encarna e l poder, Recordemos que e l principio de au=

torfdad es un tbpico domihante de la & p o c a y de acuerdo a l tratamiento que le

da Ruiz de Alarcbn en l a segunda paste de la obra (111). podrfa p e n m s e que

B1 esM conforme con las ideas recibidas. Pero l o que pretendo estudiar es,

precisamente, laautocensura de Alarch en No_hay-.mg-4quz por -bgep. 90 venEa,

A pesar de encontrar tal pobelmbtica tanto en don Domingo, como en

don Juan, debido a l a .falta de tiempo que implica e l l i m i t e de un Seminario de

Investigacibn, en e l presente trabajo me concentrar6 en el an&lisis de u-10 so-

l o d e e l l o s ; don Domingo de Don Blas. Por lo cual, me res t r ing i re a r e a l i z a r

alusiones a don Juan durante la i n v e s t i g a c i h , pero sin ahondar en SU an&fisis

' (111) Entiendo como "segunda" parte aproximadamente a partir de la mitad del acto semndo, cuando se da e l cambio en la conducta de don Domingo

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1 AnAlis i s inmanente (1) de la obra No hay Illal-~ sue por bien no ven=.

1.1 Irregularidad en l a construccibn de l o s personajes.

para dar principio a l anAlisis concreto de los personajes de l a obra No hay

mal que por bien no v e n a , es necesario adentrarnos un poco, precisamente, en la

categoria de "personaje". Y un problema que salta a la v i s t a con reia c i b n a dicha

categorfa, es e l afAn de gran parte de l a critica l i t e r a r i a por anal izar a l perso-

naje haciendo resaltar su psicologfa. Digo problema, pues ya Todorov (2) ha hecho

evidente la reduccibn d e l analisis del persons j e , al anklisis de su psicología, que,

dicho sea de paso, l e parece in,justificada.

Amezcua (3) nos hace ver que tal reduccibn ofrece una d i f i c u l t a d , y e s e l hecho

de que se corre e l r iesgo de' r e l e e r o t r o s a s p e c t o s importantes de dicha categorca,

como la. cornple ja red de interre lac iones que se te.je entre los personajes.

Pero no sblo e s l o anter ior l o que convierte en inconveniente tal interbs en e l

psicologismo a l estudiar a un personaje. Eric Bentley hace la d i s t i n c i b n entre "rea-

lidad" y " f i c c i b n " - l i teratura- cuando nos dice que e l personaje l i terario no puede

considerarse en ninghn nomento un "ser real" y, de e s t a manera, tampoco se debe ana-

l i z a r como tal, puesto que e l a r t e no es un " r e f l e j o f i e l de l a vida":

Ahora bien, e l cuento o e l drama que impresiorla a l espectador o al l e c t o r despre- venido como un " r e f l e j o f i e l de l a vida" r e s u l t a s e r , si l o analizamos, nada se- mejante a la vida [...I si bien e l artista reproduce una p a t e de la vida, l e im- pone, tambibn , una configuracibn totalmente d i s t i n t a . " E l a r t e e s a r t e " , h a dicho Goethe, "porque no es l a . vida" (4).

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( 1 ) Le llamar& "inmanente" por tratarse de un estudio que parte del texto y t r a s c i e z de al exterior. I

(2) TOdorOv, Diccionario_e_nciclo~~ico de las c iencias del lenguaje, p. 260.

( 3 ) Amezcua, Lectura ideolbgica de Calderbn, p. 106.

(4) Bentley, La vicia del drama, pp. 45-46.

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Vemos pues, ahora, a l personaje como un ente jde f icc i6n y , como consecu8ncia,

creo que debemos tener mucho cuidado a l a p l i c a r a persona y personaje los mismos pa-

rhmetros de estudio.

Juan Carlos Gen&, al anal izar l a asociacibn persona-personaje, sobre todo en

e l Ambito psicol6gico, encuentra una disociqcibn importante, l a permanencia en e l

tiempo t

Lo que nosotros, por seme.ianza a "persona", llamamos "personaje" t. lal. adquie- re , e3 sus grados mAs elevados de per"eccibn, una res i s tenc ia a l tiempo c...l Pe- r o b s t a a l menos inpresionante longevidad se debe, precisamente, a que no son "personas" sino "papeles". No son carne, hueso, sangre y psicologfa. Sino algo de papel. O inherente a &te: lo que en 61 es t& escr i to , l o l i t e r a r i o (,5) .

De acllerdo a l o anter ior , podemos considerar a l personaje l i terar io , ante to-

do, como un "ser de papel". Con base en e s t a premisa !.ntentar& analizar a l o s perso-

najes'.de la obra )!o hay_m~l,...qu~ _por &i.c - n t y M e . Y empezarernos este apartado por

recordar que, en general, e l Teatro Esp~fiol d e l Siglo de Oro estA basado en l a

construccibn de "tipos", es decir, personajes que asumen UFO u otro " r o l l " pre-v5ameG

te es tahlec ido y acthan de acuerdo a &l.

Dolningo YndurAin, 2osteriormente a esta%lecer matices en e l t e a t r o de l a &poca

r e f e r i d a , nos dice lo siguiente:

Pero e l cornfin denominador de la comedia española, creo que e s Xa t ipi f icacibn C.. .J Creo que l a comedia espazola es una especie de tablero de a jedree, un a r t e combingtoria, y l o que in teresa es e l desarro l lo de las jugadas f. . .I pero no e l valor 'de las figuras: las piezas tienen sus movimientos determinados, su cnrbcter perfectamente determinado y l o que interesa es e l movimiento de esas piezas.. . (4)

De l a anter ior cita, Fodemos sacar en c laro l o siguiente: e l concepto de un

desinteres por la indiv idual izac ih de los personajes y , en contraposicibn, una im-

1 portancia radicada en l a accibn -los movimientos de las piezas d e l a%iedrez-, como

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(5) Gen&, "Personaje y actor", en E l personaje dradt ico , p. 67.

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m e paJea la construccibn de la obra en e l teatro español del S i g l o de Oro. Y recor-

demos una idea muy generalieada dentro de la critica l i t e r a r i a en relacibn con la

construccibn de los personajes del t e a t r o e l a s i c o espa..ol. A l o que me r e f i e r o es a l

principio sostenido por Alexander Parker sobre la supremacía de l a accibn sobre *'la

pintura de los acaracteres". Text?~almente, 41 crgt i co i n g l b s nos dice l o siguiente

en su a r t f c u l o "Apxoximacibn a l drama espzirol del S i g l o de Oro":

La caracterizacibn generica de l draw espaKol es, por c i e r t o , que constituye esencialmente un drama de accibn y no un drama de personajes. No se propone retrg tar en forma acabada y completa .a los personajes 1. . .I e l drama español de apaya en l a suposicibn -que al final de cuentas esta respaldada por la autoridad de Aris tbte les- que 10 principal e s la trama y no los personajes (7).

Y @ginas &S adelante, Parker tratar& de demostrar que, en general, la carac-

ter ieacibn de las piezas teatrales españolas es esquedtica. Este principio en l o

general es verdadero, pero algunas excepciones l o podrían poner en entredicho. Como

todos sabemos, la Comedia nueva en espec ia l , predenta por l o regula pgrsonajes es-

quematizados por "falta de desarrollo de caract.?res", como nos dice tambibn Dfez

Borque (8). Pero en ocasiones nos topamos con personajes que no podemos catalogar

t a n facilmente dentro de los "tipos" que parece presentar la Comedia nueva. Estas

cuestiones fueron ya debatidas y ob.jetadas como absolutas por Margit Frenk, q-uien

dice en su artrculo t i tulado "El personaje singular; un aspecto del teatro del S i g l o

de Oro" que, como sabemos, l a l i t e r a t u r a de l S i g l o de Oro abunda en h is tor ias ex?

traordinarias basadas en e l r e q u i s i s t o a r i s t o t e l i c o de la admiratio (9), que, segbn

los autores , debía contener todo argumaneto l i t e r a r i o . Prosigue Margit Frenk dicien-

donos que no &lo es en la h i s t o r i a en la en la que suele res idir esta admiratio, si

no que: I i

(7 ) Parker, *'Aproxima,cibn a¡ drama espaiíol del Siglo de Oro", en Calderh Y ' Ila criti- ca: historia Y anto_loal'a, p. 331 .

(8) Diez Borque, E l tea t ro en e l si310 X V I I , p. 94.

c9) Heinrich Lauskrg , Manual de r e t h i c a l i terar ia , t. 11, p. 9, refiridndose a la admiratio dice que($ 'l... tiende, adeds de la de lec ta t io , a conmover los dnimos O quiere,.--en todo caso, despertar e l i n t s r b s de l oyente mediante la superacibn 4 ,. -I . ;" , . - **

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... otro nivel donde este afAn de sorpkcnder esta a la vista es la caracteriza- cibn , tal como se da en buen nhmero de comedias y tragedias ( 10).

Posteriormente, la investigadora pasa a conceptualizar lo que seria un "persona_

je singular", y ya veremos que este termino puede aplicarse con fortuna a los dos

personajes protagbnicos de la obra No hay mal que por bien no venga de Alarcbn, don

Domingo y don Juan:

Los personajes (singulares) adquieren relieve porque esun "marcados" por un xas- go peculiar que no se encuentra somhmente en los seres normales, al menos no de manera tan concentrada. Esa peculiaridad puede ser pazte de su personalidad o puede surgir en un momento dado, por las circunstancias que los envuelven: en to- do caso, l o s singulariza y losconvierte en objeto de "admiracibn" (11) *

Muy acertadamente nos sigue diciendo Frenk que lo extra30 de la personalidad de

tales personajes, al limitarse a una determinada caracteristica, impide, en general,

que lleguen a considerarse personajes complejos y que en este caso tiene raebn Par-

ker. Pero la actuaci'bn de estos personajes s í suele incidir en la accibn o "f&bula"

de la obra; en estos casos podemos cuestionar el principio parkeriano.

Como podenos observar, el articulo citado se propone limitar la extensibn de

los criterics de Parker. Y podemos insertar en bl l o s ejemplos de los dos persona:es

ya antes mencionados, don Comir,go y don Juan, pues comparhdolos con los galanes

tradicionales de la Comedia nueva " nos dan mucho que discutir sobre su construcci6no

Esta caracterizacibn "especial" de los personajes ya ha sido observada por

criticos como Ruiz Ranbn, quien la, ve como un elemento característico de su teatro;

La comedia alarconiana estb estructurada en torno a un carActer o tipo psico- lbgico muy individualizado, cuya personalidad Msica esa constituida r un viG cio (La verdad sospechosa, La6 paredes oyen, La prueba de las prolaesas o una ca- lidad socialmente significativz (No hay mal que por bien no venm) (12r

"""""""""

(10) Margit Frenk, "El personaje singular; un aspecto del teatro del Siglo de Oro" , en NRF'H, p. 432.

(11) Ibid, p. 485.

(12) Ruiz Rambr., Historia del teatro espáñol, t. 1, p. 190.

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Don Dominco y don Juan a l principio de l a obra no son personajes "esquematiza-

S " , sino "singulares", pero -si consideramos la trayector ia de su .conducta, nos en-

ntramos con que no es uni€Wme a l o largo de toda l a obra, pues e x i s t e una irregu-

ridad en su construccibn. Se nos i n s i s t e mucho en su caracterizacibn singular a l

i c i o de. l a obra, y por e l l o precisamente e s que percibimos con mayor claridad que

lfren un cambio radical en determinado momento de e l l a , l o cual no e s muy usual en

tea t ro de la Bpoca -o tal vez no se nos presenta de manera tan marcada-. Ta l cam=

.o -10s. hace pasar-xie la categoria de personajes "singulares", a ¡a de personajes

'esquematizados"; cosa que es menos comb, pues l o &S lbgico s e r € a la evolucibn .

!1 personaje de un estado t ípico a uno "singular" y l o que se nos muestra en e s t a

r a e s l o contrario, algo así como un camino hacia la inversa, o una involucibn.

Itonces, diremos que e s t a "singularidad" de la que he hablado, s e sacrifica por al-

ma causa, a favor de la "esquematizacibn". Desde e s t e punto de v i s t a , e s t a "singu-

widad" se sacrifica, entre otros motivos, para conseguir un final vent.uroso a l o s

3s personajes protagbnicos de la obra, don Domingo y don Juan. Tal desenlace se ve-

t influido por causas externas como todos sabemos. Esta e s l a t e s i s centra de mi iz x t i g a c i b n , l a cual considero realmente interesante, pues tambien nos cuestiona en

d.? grado influye la caracterizacibn en la accibn o viceversa.

Sobre l a supremacia de las dos categorias, considero importante señalar que, sz

hn mi punto de v i s t a , No hay mal que por bien no v e n a e s una de las obras en l a

ue l a caracterizacibn de los personajes va a la par con l a forma en que se t ras toca

a accibn de la obra. Como espero demostrar en el presente t raba jo , es en la medida

n que se transforma l a accibn de la obra, en l a que va a cambiar tambibn la form

n que se comportan l o s personajes protagbnicos. Por esta causa, es que para lograr

1 desenlace deseado, el autor implicito ( 2 3 ) debe transformar l a caracterizacibn de

j .3 ) Tzvetan Todorov y Oswald Ducrot. Diccionario enciclop6dico de las ciencias del lenRua,je, p. 370s **. . . dibemos postular l a exis tencia de un 'autor implicito' en

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ellos, al mismo tiempo que cambia de rumbo l a trayector ia de la accibn, pues ambas

son dependientes.

cabe ser aplicada a nuestros personajes protagbnicos -dpn Domingo y don Juan-, pues,

como veyernos en e l transcursso rlel anblisis, a h a pesar de sus "desviaciones" a la

regla en la primera parte de l a obra, no s e presentan como.personajes comple,'os. Aun_

que sí nos encon3LPanos con conductas y reacciones completamente imprevisibles por

personajes que, como ellas, representan ":zalanes al uso" en l a Comedia nueva. Por

ejemplo, nadie pensarfa en aquella &poca que un galan como don Juan, a l no poseer

mAs Ginam para c o r t e j a r a su dama, se propusiese robar; pero l a sorpresa crece ahn

mds cuando sabemos que l a víctima de tal robo Serb n i &S n i menos que e l padre de

dona Leonor, su anada; y gran admiracibn nos causa la respuesta de don Domingo, e l

otro galan' a la invitacibn: de l Príncipe para l u c i r en una corrida de toros , a l a cua\

contesta e l personaje S

No he de arriesgar con los toros l a vida; que no arr iesgara mAs s i lvencer me importara un e j ( t rc i to de moros (I , VV. 1336-1 339)

Repito que con t a l e s e,jemplos no he querido decir que en la primera parte de

l a obra don Domingo y don Juan representen personajes complejos, sblo he deseado ha-

cpr nptar que en esta obra empieza a verse una construccibn m& a t í p i c a de los per-

sonajes, su c a r a c t e r i z a c i h va un paso m8s alla de l o usual en esa &poca, l o cual

representa una "anomalia". que e:; preciso estudiar. Tal primera caracterizacibn se

contradirA con la que se manifiesta en 1.q segunda parte de l a obra (14) . E& contra-

- """""""""- t ye l a critica psicol6gica asociandola con ' e l hombre' . Si ninguna persona se i2

terpone entre este autor inevitable y el universo representado es porque el au- tor implfc i to y e l narrador s e han fundido." Es preciso aiiadir que la nocibn fue acuñada por Wayne C. Boot5 .

(14) Tomo como "segunda pxrte" aproximadamente a partir de l a mitad del segun40 acto, en $a cual ocurre la brusca mutqcibn en l a conducta de don Domingo a partir del -

M.m&mnto tiel recado del Principe.

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diccibn, al igual que la importante caracterizacibn de los personajes, se analiaara

en los siguientes capítulos de la presente investigacibn.

Ahora bien, en la primera caracterizacibn del personaje de don Domingo (15) , e2 contramos un afAn de "singularieacibn" del mismo, la cual se logra a travih de dis-'

tintos caminosr la confrontacibn entre el individual y lo convencional, el cuestio-

namiento de valores de la bpoca, como los caballerescos,vetc. Todo lo anterior se

opone grandemente con la segunda parte, en la c m l encontramos un camino del person2

je hacia la "esquematizacibn" con el acercamiento de Bste a distintos "tipos" conoci

dos de la bpocar como el del galh convencional de la Comedia nueva, el caballero

guerrero, el hBroe, etc.

"""""""""U

(15) Recordemos qua sblo a 61 tomarb en cuen*a para el. analisis por las razones que antes exprese en la introduccibn.

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.1.1 Caracterizacibn del "primer" don Domingo: un af&n por l a "singularidad".

En e l presente capitulo se estudWAn las carac terss t i cas que hacen del "prb

1er" don Domingo un personaje "singular"; digo "primer" porque a partir de la ruptu-

:a en l a perspectiva que s e d e j a d v e r en e l segundo a c t o , pasar& a s e r un personaje

i i s t i n t o (a &te l o denominaremos"segundo") . La "singularidad" de don Domingo que he hecho notar, se da mediante una marcada

individualizacibn ciel personaje que se logra por d i s t i n t o s medios que estudiaremos,

cada uno en su momento. Lo primero que nos llama laatencibn es que sun cuando l a

obra s e subtitula Don Domingo de Don B l a s , l a presencia fisica del personaje sobre

e l escenario resulta menor que la del otro personaje protagonista: don Juan Berm-hdezr

He dicho presencia física, aunque tarnbibn l o encontramos aludido en los parlamentos

de los,demAs personajes. . -

Todo l o anteriormente mencionado se pude e jempli f icar desde la primera escena,

en l a cual aparecen ,:!on Juan y su criado BeltrAn antes que cualquier otro personaje,

Durante la siguiente escena ya s e nos presentav, aunque no fzsicamente, sino en boca &Ill 3 0 . 1 1 fig0

de otro persona,je, Nuño, uno de sus criados. Por &.te sabemos que don Domingo acaba

de llegar a Zarnora y anda buscando una casa a su gusto para alquilarla. Es sumamente

importante se'nalar que don Domingo ya e s a presente desde la segunda escena de l a

obra, pues esto nos va dando pistas para comprender la importancia de .este personaje

dentro de la comedia. Diez Boruqe nos habla del recurso dradt ico que encontramos en

esta escena -claro que no l o hace especificamente de l a presgnte obra-, nos dice que

es comhn encontrarlo en e l t e a t r o espa7iol del S i g l o de Oro en general y l o compara

con un ejemplo de l t ea t ro moderno, Esperando a Godot, de Samuel Beckett: -

Creo que no existe Beckett antes de Beckett 1.. .I Ahora bien S< hay o b a s que cuentan con el recurso de l a espera, d e l personaje que no e s a pero a l que se al2 de con l o que se c rea , desde e l primer momento, !ma espectativa, un suspense que hacen que e l personaje comience a funcionar dramatbrgicamente antes de ac tua l i -

, c-

..".. ... ~ ._... .. . * . ... . I

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.:!5 . / . " I x. - . _ I

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za;cse en es.zena. Son muchos los casos que est4.n en la mente de todos (16)

NO se u t i l i z a un recurso semejante con ninghn otro personaje durante l a o'bra,yi

por l o mismo, bien podemos comprender su funcibn, preparar a l espectador, hacerlo es

perar ansiosamente l a aparicibn de don DominTo en escena, ya que h a sido aludido

desde' e l principio por otros p?rsona.jes. Acleds, Nuño resalta la sorpresa -o admi&

cibn- que causa la personalidad de don Domingo para cuantos l o conocen, a partir del

momento en que hereda l a fortuna de su tl'o

. .

Tambibn r e s u l t a importante hacer notar los antecedentes de la primera transfor-

macibn de don Domingo,.la cual no se observa en escena: e l heredar una cuantiosa

fortuna. No podemos negar aqui l a critica implfcita a l a importancia del dinar0 como

motivo de cambio en l a .conducta de las personas

as$, l a pimera impresibn que don Dorningp nos c a s a a traves <le la descripcibn

de Nuño e s sinlplemente l a un "nuevo rico". Primero, nos habla de su conducta ante-

r i o r a l recibi.miento de la fortuna de su p r i e n t e :

En l a .wema, cuando pobre, nadie mejor s a t i s f i z o la. obligac"L6n de su sangre; nadie fue con los moriscos m& audaz, ninguno Fue a l tralvz jo mds sufrido o a l peligro m& val iente ( I , VV. 163-169) .

En esta cita podemos observar l o s antecedente guerreros d e l personaje y en la

siguiente, l a imagen de "nuevo rico'' que yo comentaba:

mas despuks que se v i o r i c o , sblo a la conodidad, al gusto d e l apet i to , a l descanso y a l r e p l o se encaminan.> sus desinios, t a n t o , que e l "acomodado" se suele llamar 61 mismo ( I , vv . 170-176)

....._. .-.. . . .. . . . ..

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Ahora bien, tratando de r e a l i z a r un anglisis l o mds detallado posible, notea

m08 e l ntimero de versos que en e l pazlamento de N a o se l e deal c a n a l don Domingo

antes de l a transformaaibn fuera de escena y los que se l e asignan a l don Domingo

que Veremos durante l a primera parte de la obra. Vemos una igualdad entre ambos:

siete versos se l e destinan a uno y s i e t e 'a otro. Tal equivalencia nos distingue

desde e l principio de la comgdia a l persona.je "heroico" de l "acowhdo" y nos sir

ve, a su vez, como antecedente para la transformacibn que sufre e l personaje en

plena escena durante e l segundo acto, cuando regresa a l a conveneionalidad. Sobre

l a mencionada equivalencia entre a??bas caracterizaciones volveremos en un momento

pos ter ior de l anbl i s i s ; l o que deseo de jar en claro es, precisamente, e l hecho de

que desde el p r i n c i p i o e l autor impllcito posee conciencia sobre l a oposicibn en-

t r e las dos conductas en su mismo personaje.

/

Volviendo a l a imagen de l "nuevo rico" que comentaba anteriormente, d i re que I

l a problemhtica era contemporha de l o s espectadores de las obras de Alarcbn; en

el siglo X V l I predominaba l a idea de que AmCrica Era fuente inagotable de riqueza'

y e l l o se puede notar claramente en los indknos ?e Alarcbn, honbes s i n fortuna

que hahian viajado a l Nuevo Mundo y que rqFesaban a Espzfia con alghn capital, ~2

s i c i b n que hacia verlos como "nuevos ricos" en la Península. Tal idea sobre A m k L

ca s e observa ejenpliricada cuando don Garcca, en L a verdad sospe~ho~s~, s e hace

pasar por indiano con el f i n de adquir ir c ier to s i re interesante para con las da-

mas. Entonces, l e dice 2 Jac inta :

qJ;en

Y tales son mis riquezas, pues os v i , que a l minado Potosi l e qui t o l a presuncibn (I , VV. $97-J00) . -. .

-

L i l l i a n von der Walde nos dice que e l indiano era valorado negativamente en

e l siglo de Oro, ya que representaba una especie de subversibn por la siguiente a

CaUs&, entre otras:

,,.- /

I

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El hombre que vuelve o v i s i t a l a Madre P a t r i a , que es espaiiol, que habla e l mismo. idioma, que profesa y defiende la f e c a t b l i c a , que es, en ma palabra, subversivo en cuanto a que ha; alcanzado un rapid0 ascenso econbmico debido a su inscripcibn en una economla mercantil, y poco o nada debe a "heredades" n i a linajes (17).

Vemos pues, que una forma de escalar rbpidamente l a pidmide econbmica y so*

cia1 e r a e l v i a j a r a l Nuevo Mundo con e l ob jeto de probar forhna , l o cual se ve-

fa mucho en esa bpoca. Otra e r a e l ganar e l dinero por "heredad", que e s e l caso

de don Domingo. TambiBn observamos que e l ganarlo de l a primera manera era visto

neKativamente, en tanto que e l recibimiento de una herencia se consideraba como

algo mAs honroso, con l o cual, empezamos a notar que para e l autor, su personaje

es a lgo m&s que un simp13 "nuevo rico".

Recordando l o que ya he s e ñ a l d o , l a prsencia de don ilolrringo en los-parlames

t o s de los dembs personajes es importacte, pues a l mismo tiempo que suwaya la

".e admiratio - hacia e l personaje ''singular" de que habla Frenk, tambibn nos puede dar

un indic io de l o que e l autor implfc i to opina de su personaje'. Díez Barque nos

comenta. 1.0 s f p i e n t e ahora de este recurso:

, . . a d e d s 2mtro de cada pieza puede haber un personaje que gravita sobre los dembs, tambibn cuando no esM. en escena, y de e s t e modo crea o condiciona esencialmente la accibn &el resto de los personajes, de modo qua podrfamos de&r dec i r que hay una presencia continuada, independiente de los medios escenogrbficos (18).

Lo anteriormente citado se ha estado observando en l o que va. de la obra y se

, sigue ejemplificando en l o que responde don Juan despues de haber o& l a re lac ibn

que l e hace NGot

. - N i e s el asunto muy necio n i es muy bobo don Domingo; que pienso que si pudieran, hicieran todos l o mismo (I, VV. 184.188).

(17) von der Walde, "Indiano, Simple embustero", en Dramaturgia eswñola y no- vohispana, p. 153.

A .- %, . . c /.. f.

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12

. 'A paxt ir de estas primeras observaciones sobre e l personaje de don Domingo,

@emos i n f e r i r e la importancia que presenta e l dinero en la presente obra. En e l

anterior parlamento don Juan l e da la raebn en cierta manera a don Domingos con

e l d i n e r o , un hombre bien puede excusarse de cumplir con las convenciones del ca-

ballero de la bpoca. Y es que en e s o s momentos l o que preocupa a don Juan es, prg

cisamente eso, e l dinero. Entonces ese e l e d n t o S< que t iene poder, como e l de

imponer e l gusto personal sobre e l c o l e c t i v o ; don Juan esta dispuesto a reconocer

que si B1 sigue las convenciones es , e n t r e o t r a s cosas, Torque l e falta e l poder

del dinero: "(que pienso que s i pudieran, / hic ieran todos l o mismo." He señalado

que en estas opiniones tambibn podemos rastrear l o que serfa e l punto d, 0 v i s t a

,del autor i m p l i c i t o ; pues apliquemos dicha v is ibn : e l autor no solamente nos pre-

senta a un "nuevo rico", es decir, no ve a su personaje simplemente como tal y

l o hace notar por medio de don Juan ("ni! es muy bobo don Domingo"), pues a l t r a n s

c u m i r l a obra veremos en qu8 forma c a r a c t e r i z a a su personaje "singular" , dan-

~ dole elementos que l o dis t inguen de otros.

1 , / La presencia ffsica de don Domingo se da hasta algunas escenas despues, pero 1

I nosotros , como espectadores, ya nos encontramos en antecedentes de ,b l y esperamos

su presencia sobre e l escenario. La admirati? se presenta desde e l a s p e c t o f f s i c o

i d e l p e r s o n a j e : e l autor, con gran detalle, nos dice que don Domingo sale a escena I

"en cuerpo, sin sombrero y s i n gol i l la" . Nada nl$s c o n t r a r i o a l o que ser& la

I primera presentacibn de un caballero en escena, del cltal, por l o gema1,no se ha- ;

ten observaciones en cuanto a ves tuar io -salvo en ocasiones especiales-, pues de

antemano conocemos la forma usual de v e s t i r en esa &poca. I

I I E l sombrerero de esta escena, junto con e l sastre que posteriormente entra&

~ t i e n e l a funcibn dradtica de hacer r e s a l t a x a n t e n o s o t r o s o t r o s d a t o s d s de la

' conducta "singular" del personaje.

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13

He dicho anteriormente. que bi.en podemos in fer i r que e l autor no ve en su

personaje solamente a un "nuevo rico" ; don Domingo no impone s u voluntad arbitra-

riamente, sino que todo cuanto hace conlleva una finalidad que bl mismo nos e x p l i

ca. Por ejemplo, l a primera idea que expresa, don Domingo cuando sale a escena es

una cortesfa inusual: antes d.e observar e l sombrero que se l e muestra, pide a l

sombrerero que se ponga e l suyo. Totalmente extrema r e s u l t a esta cor tes ia , pues

ademas de que era costumbre descllbrirse al entrar a una casa, r e s u l k de &S

fuerza e l hecho de que e l sombrerero sea de una condicibn social &S baja a l a de

don Domingo. Fucho se ha dicho de la supuesta"ccrtesia" de los personajes de Alas_

cbn, sobre todo, tratando de encontrar en e l l a un r a e o tfpicamente mexicano

(19); yero en e l czso de No hay msl que por bien no venga e s t a c a r a c t e r i s t i c a

de don Dominco rzspira a algo mas universal, es dec i r , l a cortes ia no es el f i n en

si, sino que contiene 12 posib9lidad de alcanzar ccm e l l a una utilidad. prevfamen-

t e meditada. Post,eriormente, don Domingo nos- explicara l a finalidad de su cor.te-

s l a ; tambikn n o t a r e m s que a1.m cuando don Domingo represent.& un personaje "singu-

lar'', nunca va a de jar de tener c5.erta mrtesíz . y cons iderac ih hacia, los demAs

/

personajes.

A don Domingo no le agradan los sombreros a l t o s y cuando el sumbrerero mgu-

menta que "Este es el uso que agora / est& vdlido en Zarnora" en favor de su somk

brero, don Domingo resportde que "Esta es razbn muy liviana". Con tal respuesb ,

don Doming$@ pone a i margen de l o que s e r i a l a opini6n generalizada, empieza a

4 imponer su propio gusto en elgo que pareceda tan irrelevante -la moda-, pero

que muestra muy bien su reaccibn a l o que es la voluntad colectiva. Para bl, el

hecho de que l o s d e d s hagan las cosas de c i e r t a manera, no t i ene ninguna impor-

tüncia y a.sf 1.0 dice Ruiz Ram6nr """"""""""

An.fani0 ~ ~ ~ f ? : "Para la historia de Un pobl;errSs M i a b m de.- ( ") oh" # en C T i t i a l Essay6 on t h e Life and Work of Juan Rdz de 41=c&n, PP. -

11-43,

,."

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Con su actktud don Domingo muestra su independencia frente a las convenciones s o c i a l e s y Ea primacfa de la moral personal , estribada en p r i n c i p i o s firmes y r a c i o n d e s , frente a la convencibn moral, estribada en apar ienc ias , de l mundo s o c i a l , cuyo modelo o e j e es e l respeto a la opinibn pbblica, verdadero motor de las conductas individuales (20).

Nuevamente menciono que esta "singularidad" del personaje en gran medida

t iene que ver con una f ian l idad en cuanto a su conducta; don Domingo no accede a

v e s t i r "a la moda" porque bl t i e n e su concepto personal de l o que debe ser . e l

vest ido :

E l ves t ido h a de s e r v i r de ornato y comodidzd;

E l vestido pienso yo que ha de imitar nuest ra hechura; porque si nos desf igura , e s d i s f r a z , que ornzto no (I, VV. 713-714, 725-728) .

... . . . . . . o . . . . . . . . . . . . .

Con su parlamento, el personaje hace n o t a toda la i n u t i l i d a d de la roda de

l a bpoca. Y esta no es la hnica obra de Alarcbn en la cual enccntramos una crfti-

ca a l ves t ido ; en La verdad ""- s c s e c h o s a "".' T r i s t b n dice a p r o p h i t o 6 e l uso de los

c u e l l o s l o s iguiente :

Yo S& quien tuvo Gcasibn de gc;zar su dama bel la , y no osb llegarse a ella por no ajar un c a n j i l b n .

Y eso me tiene confuso: todos dicen que se holgaran . de que valonas se usaran, y nadie comienza e l uso (I, VV. 277-284) .

I

A tal grado muestra don Domingodu independencia d e l gusto popular, que 61

mismo llega a diseEar su sombrero -como posteriormente l o harA con la cap-; pide . -

que se l o hagan **Muy bajo y nada pesado" por ev i tarse incomodidades como t e n e r

que cuidar que e l v iento no l o haga v o l a r o agacharse cuando entre en una parte

""""""""""

l

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El conoep1,o personal del vosti.do que: tl.c:ne don Domingo es expresado en una

espec ie de sen.t,enci.a, como hemos o'm?rva.Cc ?n la cita a n t e r i o r . T a l tipo de afirr

maciones las oirenl@s muy frecuentemerlte en cas labios a t r a v e s de la obraiyy ex-

presan l a sabidursz del "sent ido co~~trlll" y I s prClctico. En estas sentenc ias es ::

donde podemos encc1nt1:ar l o que he meIlciciltlaZ cI anteriormente como f i n a l i d a d ; s i don

Dbmingo no gu:;t:.a ee 2-0s sombreros al..;os, es porqle desea que su vest ido sirva de

"ornato y comoc'ii&,d" I, claro, r& que de o r a t t o , d e comodichd.

Vamos a cr1cor.tra.r en l a pmen-te e s c m i , sobre todo, un marcado i n t e r & en el

vest ido por parte de .don Domingo; y t l senos por q d ausa eo tan importante t4l e?e

mento en la caa:act;er5zsLcibn de * a n Ipexonajr "singulaz", Como ya he hecho n o t a r ,

existe un gran a f h por l a in.dividua:'.izaciC,n en este personaje por p t e del aa-

t o r f y entremos; al. munclo de los sfmlolos: d 'aut? es e$ ves t ido para una persona?

Aun cuando a l I:n5nc:ipio del a n & l i s i s me prc,puse no u t i l i z a r l o s mismoib parbmetros

en el znb1j.sis: de I.OS persona.jes, qcc: en. e l C:,e personas llreales", creo que en es-

t e caso es necessario hacer una similf-tud. , ] L I ~ S recordemos que la obra drambtica

se concibe para ser representada azt ( 2 un pl1)lico y en tal caso, e l v e s t c a r i o de

los personajes ~ :esull ,a pieza importaIIte en 1.21 representacibn. Pues bien , el. ves-

t ido s imbol iza real.mr?nte un elementc con t r j huyan t e a la c r e a d ¿m de la imagen que

cada ser humarlch desea proyectar hacix l o s c ~ . r * b s ; es corno una segunda "piel" que

vamos a d e j a r ver por 1.0s que nos rctlean. E ritomes, la individualizacibnl de don

' Domingo es tan mardacla, que deeea al-;era.r e 1. aspecto f i s ico convencional d e l cab

l l e r o d e la &qxm~, para c o n v e r t i r l o on algc ! muy individual f, a d , proyectar la

imagen deseada a n t e 1.a sociedad en que vj.ve, d.e ,Tustos muy uniformes. Lo cual

s i g n i f i c a una verdadera subversibn ante 1.0s &nones es tab lec idos , adembs, veamos

que no l o hace por simple capricho, zino pcr causa de su sentido somhn y su afAn

de individualismo, c laro, todo esto, manejada por e l zutor implfc i to .

- """"-" I -m,-. .I."- i

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16

He t i tulado e l presente capitulo: Caracterieacibn del "primer" don Domingo:

a fh por la "singularidad" ; tambibn he destacado que dicha "singularidad" se

debe, en gran medida, a una individualizacibn lograda por dis t in tos medios, como

es e l caso de un fuerte cuestionamiento de los valores caballerescos de la epoca,

Pues bien, recordemos que uno de los valores importantes en e l cabal lero es la

cor tes ia , pero una c o r t e s i a especifica -no tan singular como para pedir a algbien

que entra en una casa que no s e descubra- y adern&, en c i e r t o &ado, desirteresa-

da; el caballero debe s e r c o r t e s por naturzleza. La cor tes ía en don Domingo es

algo rmCs que eso, para bl l a cor tes ía es otro medio de buscar la comodidad, slgo

que, como ya he mencionado en varias ocasiones, va encaminado a un f i n determina-

do. Su f i l o s o f i a de la c o r t e d a es la siguiente, notemos e l gran bnfasis que hay

con respecto a l a utilidad:

Advierte, honrando yo desta suerte con l o que tan f d c i l e s , 1.2s voluntades conquisto, y nil veces asegura de una grave desventura a un hombre e l estar kienquisto (I , W. 746-752) . que si obligar voluntades l a mayor riqueza. e s , riesgos busca e l descortes, y e l c o r t e s comodidades (i , VV. 769-772.)

Podemos ver que s i don Domingo cunple con un valor caballeresco como la cor+

, t e d a , l o hace a su manera y con una finalidad: en este caso, el "obligar volunta_

des". Conviene hacer notar que l o anterior nos suena a tener c ier to poder o con+$:

t rol sobre los demhs, a cierto egccentrismo por parte de don Domingo; y no va a

s e r esta la tulica vez que nos encontremos con algo parecido dentro de l a obra. Lo

que sucede, desde mi punto muy personalrlde v i s t a , es que don Domingo afirma t a n

fuertemente su voluntad, que muchas veces, en realidad, no l e interesa demasiado

l o que suceda con los demds, siempre y cuando no se les cause un daño grave. .-

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A l a exposicibn del pensamheto de don Domingo, Mauricio l e responde: "Sen-

tencias son." Nuevamente, nos encontramos ante l a sabiduria del "sentido comhn"

Y 10 p&ctico expresado en pequenas afirmaciones; si don Domingo es cortbs , l o

e s por"conquistar voluntades" para, de e s t a forma, poder guardarse de r iesgos ,

como l o hace ver en e l ejemplo que encontramos del verso 753-762. Se hace notorio

e l cuestionamiento a l valor de l a cortesfa tal y como s e e j e r c f a en la &poca, o

sea, sblo por cumplir con las convenciones sociales. Entonces, aquí, como en mu-

chos otros casos de l a obra, convendria recordar a otro personaje de Alarcbn, dcn

Garcia, de La verdad sospechosa; cuandG, tambibn en su a f h por la individuzlidad

ante lo convencional de su sociedad, exclamar

Quien vive sin ser sentido, quien sblo el nbmero aumenta,

hace l o que otros hacen, den que d i f i e r e de bestia? (I , VV. "57-860) .

Otro elemento importante es que con todo lo anterior, nuestro personaje va;

adquir iento caracterfs t icas dis t int ivas , que si bien n6 l o llegan a hacer comple-

j o , si logran a le jar lo de l o que en un principio habcanos catalogado ccmo un I1 nuevo 'rico" y esto se h a logrado con tase en su sentido cri t ico. Don Domingo

afirma a eada momento su individudidad y e x i s t e una volcntad en el autor implf-

c i t o para afirmar l o part icular de su personaje.

Con l a apar ic ibn del s a s t r e en l a siguiente escena, se termina con l o que se

ria l a discusibn acerca de l a ropa del caballero. DespuBs de la misma manifests-

c i b n de extrema cortesl'a por parte de don Doningo -pedir que s e cubra-, e l sas t re

l e l l e g a a medir la capa hasta e l t o b i l l o y con ello, nuestro personaje se encuer

tra en O t r a ocasibn para imponer su voluntad. Pero en este caso, l a originalidad

llega a su colmo, pues si con e l sombrero son Domingo habsa expresado muy bien su

gusto, con la capa llega a diseñarla con l u j o de deta l les :

/-.

I

I

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L a capa que e l mas curioso y e l &S grave. h a de traer, modesto adorno h a de ser, y no embarazo penoso.

apenas ha de besar. Al suelo no ha de tocar si pongo en 61 la rodi l la .

forzoso sacar la espada, daste lado derribada, no h a de embarazar los pies:

y si la quiero tomar por escudo, de una vuelta que se db sola, revuelta en e l brazo ha de quedar;

que en l a d i l a c i b n ofrece , mientras l a co,jo parece que estoy devanando parro (I , VV. 789-@08) .

Puesto a cabal lo , l a silla

S i la t e r c i o , cuando me es

que s i es larga, sobre e l daso

Con l o anter ior , don Domingo parece decir que s i se t i ene ya una idea sobre

las cosas,y b s t a tiene fundamento, cabe afirmar su validez, aun en contra de' l a

opinibn generalizada. Nos podemos preguntar e l por que de l a insistencia en la rg

pa, en la forma d e l ves t i r . La resFuesta. pEede ser mhltiple, pues uno de los ele-

mentos &S importantes es que la. sociedad espasola del siglo X V I I s e r e g f a h e r -

tement.e por las apariencias (se moda eR un ambiente de teatralidad con aspectos

como la honra) y esto l o podemos ras t rear a h a Lravbs de l i ~ s obras l i t e rar ias de

la 'kpoca, como las novelas picarescas, entonces, no+amos yce m a d e - l a s marcas

de l a apariencia es el ves t i r . Con basyén lo-..,anter.ior, podernos observar una criti-

ca en l a okra a la apariencia y a la uniformidad del gusto, qce tal vez en oca-

' siones no era muy bien aceptado, pero se tenga que seguir por cumplir con la nor-

ma, entre otras cosas. Como h e mencionado anteriormente, l a moda es un buen ejem-

plo de la voluntad popula-y mds de una vez hemos notado, a h en la actualidad,

c6mo una moda, a pesar de no s e r prActica n i estbticarnente agradable, se acepta

sblo por e l hecho de que todos l a usan de igual rranera, s i n atreverse e l i n d i v i -

Cuo a imponer su c r l t e r i o propio. No ocurre as1 con algunos de los personajes

alarconiados, que presentan verdadero individualismo (don Garcia de La verdad

/

,Y -

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sospechoda) ; don Domingo sf -que t i e n e e l poder -elr:dinrem- y la voluntad nece-

sar ios para imponer su gusto, pues se p r e w t a : "Cualquier uso no empezb / por uno?" Otro elemento imvortante de l juego de las apariencias es e l hecho de que e l

v e s t i r distingu{$ a l caballero de l a &poca, dé ah5 e l nombre de l a "Comedia de

capa y espada", pues se trataba de un subgenero de costumbres caballerescas. No

era lo mismo ves t i r se de cabal lero , que ves t i r se como cualquiera, pero don DO-

mingo cuestiona e1"buen vest ir"de1 cabl lero : l o importante que r e s u l t a h un gran

sombrero (recordemos que e l sombrero era importante, entre otras cosas, Forque

su dueto podca mnipular%o se& &u gusto para conseguir d i s t i n t a s act i tudes , co-

mo q u i t h s e l o con reverencia ants una dama) o una hermosa capa (elemento de encu-

hrimientos para resul tar e legante) , con h s e en su u t i l i d a d prbctica.

Posteriormente, don Domingo p s a a tratar otro asunto: la condici6n de la

casa que e& a punto de a l q u i l a r ; y con el lo, se introduce un nuevo tema, e l de

l a habitacPbn de l a &poca. Bien sabido es para nosotros que otra. mrca de l a a+-

Tiencia la constituye 13 condicibn de la casa en que l a gente habita, Hemos v ls to

anterjornente l a ?.xpmtancLa de 3-a a p r i - e n c i s en la sociedad del Barroco, en qub

forma ese elemento representa un tip3 de mbscara que i n t e e a l a tratralidad en

que se movm esa cd . t~ra , La casa signi.-ficah algo similar, y nuy importante para,

e l caballero de esa b o c a , pues dentro deella se mardaba la honra, que, a su vez

se depositaba en l a mujer; p r o a.hn e l hombre sc?.b?m -cano don DomiRgo- de&

poner mucho inter& en su casa, bobre .tcdo si ienra en rnente el matrimonio, p e s

significaba algo ass como l a representacibn de l a c o n d i c i h econbrnica y, de e s t a

manera, determinaba -junto con e l aspecto f is ico- si resultaba, un "buen Wrtido"

o no,

/

8

. ._

Don DominC;o pone especi.al inter& en la casa en que se a lo jar& y, as<, pre-

@ n t a a su criado Maurici.0 las cmdiciones en que se encuentra el 'edificio. Mau-

r i c i o empieza a hacer s u relacibn sobre el caso infordndole que la casa es nueva; c

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nosotros y por l o visto, Maukicio, podrfarnos considerar el hecho de que la casa

sea nueva como una v e n t a j a , pero para don Domingo las cmas no son as{; para 81 7

la novedad de la casa r e s u l t a un verdadero inconveniente. Argumenta que no quiere

pasar 81 las primeras "humedades". Considero pertinente sei'ialar que en este c a s o ,

y todo e l f inal d e l primer a c t o , don Domingo da la im;resibn de ser un "descontez

tadizo" , como anteriormente l a d i o de ser un "nuevo rko ' ' ; es decir, como si nada

pareciese de su absoluto agrado, como si fuera consciente de su individualidad

:frente a una homogeneidad a s f i x i a n t e , que l o lleva a e n f a t i z a r s u s r a s g o s d i s t i n -

t o s , pues ante toda cixcunstancia, encuentra inconvenientes. Pero estudiemos con

cuidado cada, uno de sus parlamentos pra encontrar la i n t e r p r e k c i b n adecuada.

Cuando Mauricio l e señala que l a casa p o s e e p i s o s a l t o y bajo, (lon Domin-

go la rechaza, p e s d i c e que por comodidad no 'desea t ener que s u b i r l a e s c a l e r a

cada vez que entre . Nos dice Marcelin Defourneaux que las casas de dos pisos ha-

cia mediados d e l s igzo XVII representaban una verdadera ostentacibn de lu, jo y

p o r e l l o , las casa:; de un solo piso cons t i tufan las tre; cuar tas partes de las cig

dades espñolas como Madrid. De l o anterior colegimos -ya que este subgenero de

comedia presenta costumbres y usos contemporheos, a pesar de encontrarnos, en

este caso en par t i cu lar , con persona jes y hechos his tbr icos d e l s i g l o VI11 (21)-

que, segh l a posicibn econbminca de don Domingo, debfa ocupar una de las esca-

sas habitac iones de dos pisos. Pero don Domingo, antes que hacer os tentac ibn de

l u j o , desea ggardar su comodidad por encima de l o que las caracterfsticss de la

casa representen para los demAs.

Para continuar con l a imagen de *'descontentadizo''-, aunque s&lo sea por sus

extrañas preferencias que mencionado anteriormente, veamos 10 s i m i e n t e s a l coo

rnentarie que hace Mauricio sobre e l hecho de que la servidumke se aposente en e l

p i s o a l t o , don Domingo pregunta.qu& gusto h a de tener en escuchar "un almirez a l

he

"""""""""- (21) VeTn ~ , " w ~ ~ 1 i a . m f i a n . "Pn&,ic t.rl1t.h in +,wn comedias", en Hismn6f i la . Dp. 39-43.

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log= e l efecto deseado; en e l tea t ro no e x i s t e o t r a forma de hacer entender a l

espectador los pensamientos o la .roluntad del personaje, sino hacibndolo actuar.

Pero tal exageracibn tambibn pudiera deberse a l hfasis que e l autor implfcito

pone en. l a individualizacibn de su personaje "singular".

Dentro de estas conductas imprevisibles, est& l a extrema cortesfa , qile don

Domingo vuelve a u t i l i z a r con la aparicibn de Beltran disfrazado; l e llama "se-

cretgrio" cuando bste apenas es escribano. De l a forma y finalidad de e s t a acti-

tud ya nos hemos ocupado.$anteriornente (22) Cuando Beltran comenta que usa la

barba larga (nosotros sabemos que es- postiza) debido a l lu to que guarda por 1a

muerte de su esposa, esperamos que cualquier caballero "normal" responda condo-

liendose de la viudez d e l o t r o , pero don Domingo dice l o siguiente rcfiriBndose.

a los.momentos de casarse y enviudar:

Quien qozb t a l e s dos dfas, que envidia pueden causar, hace mal en enlutarse ( I , VV. 864-866)

Nuestra sorpresa es verdaderamente grande, p e s no estamos acostumbrados a

' escuchar 3 un caballero expresarse de.tal mznera; se supone que l a viudez debe

s e r Buardada con t r i s t e z a durante a l e n tiempo, aunque fingidamente -acord&rnonos

de l peso de las "apariencias" en la bpoca-, ?era nunca fue' costumbre llamarle un

momento -goaoso. Con tal posicibn, don Domingo parece cobrar un poco, l a act:'l.tdlld

tas cosas reales de l a vida. No quiero decir que don Domingo pierda, por l o me-

nos en este caso, 'sus rasgos caballerescos, pero vemos que esta cercania con las

clases populares -al menos en actitud- marca otra interesante diferencia. Podria

ser tomada como una valoracibn del grac ioso . , a l atrilbuir conductas propias de

. _i

bste a un personaje representativo de un clase superior, e l galan.

""""""""""

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Prosigue don Domingo de la s i g u i e n t e m n e r a :

No es del todo desdichado e l del casamiento, si pasb, que e l de l a viudez no ver& l a noche escura mientras no quiera, pues dura hasta. casarse otra vez (I , VV. 871-876)

Para don Domingo, e l dia del casamiento sblo es bueno si h a pasado, en t a n t o

que e l de la viudez puede conservarse como algo agradable hasta que se quiera. To

do l o a n t e r i o r nos proporciona indic ios de lo que sucederA en l a s i g i e n t s a w l -

cibn de don Domingo; pues observamos en este parlamento, tanto su concepto del

matrimonio -considerado por 81 como a lEo no muy dichoso- , , como "un mal necesa-

rio"-, como e l cuestionamiento acerca d e l l a u t i l i d a d de guardar e l l u t o , sobre

todo, si se l l e v a en memoria de a l m i e n de quien en realidad no Se s i e n t e 10 bas-

t a n t e su ausencia.

Posteriormente, don Domingo prosigue haciendo una critica sobre e t l u j o des-

medido en l o que a casas se refiere: se burla de las casas c e n t r i c a s de la c'lu-

dad, p e s para bl l a casa debe estar en l u g a r r e t i r a d o para as< v i v i r a l mismo

tiempo "en l a ciudad y en l a aldea" ; ademds, l o a n t e r i o r s i g n i ? i c a no buscar al

ruido de la c l u b d , que l e parece realcments".fastidioso". A don Dorninpo tampoco

le agradan ?os jardines de las grandes casas. Recordemos que &tos eran, .junto

con o t r o s a s p e c t o s , un sima de buena posicibn econbmica; pero, seghn 61, la

e x i s t e n c i a de un j a r d i n en l a casalno r e p r e s e n t a o t r a cosa que "la merra de los

mosquitos", cuando se encuentra nuy cerca de l o s aposentos; ademAs exclama con-

vencido t __ .

- y los p&jaros, con gritos, cuando sale e l a l b hermosa,

Otros oyen su armonfa; pero yo, por desdicha mfa, sblo escucho los c h i l l i d o s (I, VV. 895-900) .

me atormentan los oídos.

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&os Notrosl@ a los que se ref iere don Domingo bien puden ser los caballeros

que, a l hacer @iLa de gran sensibilidad, se conviekten en poetas para sus damas

y, de esta mmera, llegan a convertir en a lgo bel lo y grandioso l o &S nimio,

como podria ser e l canto de las aves -claro, todo dentro de l a "apariencia", pues

podria no ser a u t b n t i c a tal sensibilidad-. Ahora pensemos en e l jardin como e l

locus amoenus y como lugar deleitoso del amor, entonces, veremos &S l a reaccibn

del personaje ante un tbpico realmente gastado. Otra opcibn acerca de e s t a "orna-

mcntacibn I" de l a realidad';. podria const i tu i r la l a poesía barroca, que represen-

taba l o convencional de l a bpoca; sin duda, Garcilado estaría incluido en e l l a .

Pues bien, l o convencional 5 que se l legb en toda esta poesia aparece en su des-

nudez por obra de las singularidad de don Domingom quien se declara totalmente en

contra de tal concqcibn; es s incero y l o demuestra, &1 no escucha la armonfa, si

no sohmente l o s "chillidos"

Ahora bien, la fuente en e l jardin representaba otro elemento de lcjo j r e le -

gancia en las casas de l a &poca, pues no cualquier persona poseia una; a la, que

e x i s t e en la casa que alqui lara don Dominpo no sblo sfbe nombra fuente, sino *'fa-

mosa Puente". Pero don Domingo l a rechaza si & S t a se encuentra, nuevamente, muy

cerca del aposento, pues dice "que es eterno batidero / d.@ muchachos y aguadoces."

Podemos observar repetidos intentos de don Domingo por h u i r de l o poblado, como

i

cuando en su irna,sen,.de l a cas2 desaparecen l o s espacios ajenos a l suyo que pu-

diesen ocupar s e por otros -el p iso a l to , el jardín, e%C.-. Es como si en su ::

afan por l a individualidad , don Domingo desease un espacio reducido, suyo, ajg

no a l o s demAs. Para Edward T. Hall (23), e s importante e l h b i t o personal que

?as & t i n t a s culttiras prescriben para sua individuos, a l cual llama " terr i to -

rio". Lo que sucede con don Domingo es que delimita perfectamente su "territo-

rio" y se niega a admitir en 61 a otroe, pues desea.un espacio cerrado para

""""""""""

(23) Hall, La dimensibn ooulta, pp. * -

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61 8010, con l o que se c o l o c a al margen del " t e r r i t o r i o " asignado por su cultu-

ra al c a b a l l e r o de l a &poca y , e n - g e n e r a l , a l hombre:

Para el .hombre, l a batalla, la aventura, l a c o r t e , pero sobre todo, el ca mino y el. peligro, que l o sit.han en medio'de la v i d a s o c i a l , con todos los r i e s g o s que e l l o significa (24) . Como observamos, los espacios cerrados eran reservados para e l hombre; pe-

r o doni,Domingo prefiere un espacio bien delimitado, alejado de los o t r o s , redu-

c i d o , en una palabra, un espacio suyo. No podemos negar que lo a n t e r i o r resulta

una marca mbs de individualidad de nuestro personaje 'tsin&lrtr't.

Finalmente, despues de satisfacerse con los informes, don Domingo paga los

.c ien ducados de r e n t a a B e l t d n , aparentemente, sin notar e l fraude cometido

por don Juan. Una hl t ima cuest ibn l e hace notar Nuño y es el hecho de que en ef.

b a r r i o donde e s t a la casa construida exis ten muchos perros, pero don Domingo da

solucibn rdpi4a a l problema, ordenando que le compren una ballesta con la cual

, .

habrd de matarlos y, de e s t a manera, se quitard e l f a s t i d i o de escucharlos,

dhdohelo a uus dueZos, que verdn a sus perros muertos. Dice:

porque, se&n imagino, la comodidad wdena que no sufra yo l a pena qlue puedo dar al vecino ( I , VV. 941-944.) .

. . . Con tal respuesta , don Domingo muestra uha a c t i t u d un tanto egofs ta , de

nuevo, l o ajeno es v i s t o como negativo, ya que no se quiere enajenar el"territ2

rio" propio. Todo para don Domingo debe tener una ut i l idad: no puede t o l e r a r

un disgusto , si este se puede dar a l prbjimo, porque hace las cosas de tal mans

ra que se consiga tener comodbd. Lo que sucede es que, como ya hemos meialado,

su c a r a c t e r i e a c i b n c o n s i s t e en imponer , ante todo, su vofuntqd individual so-

bre l a c o l e c t i v a . B r i l l a su or ig ina l idad en un mundo convencional, pues su con-

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U U

En e l segundo a c t o , se obsjerva con m&s claridad e l cuestionamiento a l o s

valores caballerescos por parte de don Domingo, Como ya he mencionado, la prz sencia de l personaje en los parlamentos de los deds resul ta importante pars

llegar a determines chnclusiones, y en e s t e caso e s doña Leonor quien emite

e l j u i c i o al hablar can su prima do% Constanza acerca del enamoramiento que

muestra don Domingo para con e l l a . Doña ,Leonor sabe que don Domingo "la quie-

r e bien", pero no piensa corresponderle por l a ,fama de "acomodado" que 61 po-

see y declara:

y , autque t iene calidad, y e s muy ricc y nada necio, por figura lo desprecio: porque la comodidad

que en esta v i d a , no t iene otra atencitm, y asi viene e l extremo a ser locura (11, W e 1017-1024)

con tal cuidado procura,

Anteriormente y a hemos señalado que dichos parlamentos pueden servirnos

para alcanear algunas conclusiones: nos subrayan la admiracibn que inspira don

Domingo en los ofTos.g$monajes y tambih nos dan la p i s t a de l o que e l autor

opina y quiere darnos a entender sobre su personaje "singuld. Fktmero, vemos

de qub manera la fama de don Domingo lleva a los otros personajes a prejui-

c iarse y crear su propia imagen de bl; doña Leonor no desea corresponderle,

pues piensa que eea acti tud t a n extraEa es, en c i e r t o grado, locura, y as<, 4s ña Leonor y doña Constanza desean hablar con 4!1 a f i n de d iver t i r se , sin saber

-

que, despubs de tal entrevista , don Doningo les dejar& una impresib un tanto

distinta,)PÍmuy lejos de ser divertida. Con respecto a la opinibn del autor ,

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las virtudes que a l principio pone en boca de doña Leonor, como que don Domin-

go " t iene calidad", "es m u y r i c o y .nada necio'' , r e s a l t a n l l a simpatfa hacia su

personaje. No ser& la uti- vez que e l autor implicit0 desee defender a don

Domingo, a h en contra de los pre ju ic ios de losrrldeds personajes.

La siguiente a p a r i c i b n exmescena de don Domingo e s sumamente importante,

ya que se presenta por primera vez en casa de "su amada", y por e l l o , 81 debe

hacerlo de manera especial. La acotacibn dice que don Domingo 1lega.ls casa de

do6a Leonor "con capa h a s t a l a espadalg sombrero muy bajo y de muy poca h a l d a y

Marcelin Defourneaux del cakal lero de la & p o c a $

... e l jubbn ajustado est& sostenido por una a.rmaebn de ballena, o guarnec& do interiormente de algodbn, para dar d s prestancia a quien l o lleva; la. .

ttvlica abierta que l o cubre se adorna con falsas mangas que van ensanchh- dose a p a r t i r de l o s hombros: por debajo de los ca lzmes cefiidos en las ro- dillas, falsas pantorr i l las rea lzan la gracia de la pierna. La silueta ma60 culina -en las personas de calidad- s e completa con un sombrero de f i e l t r o de alas anchas, guarnecido a menudo de plumas multicolores, y con una am- p l i a cqpa de color OSCUTO, c6mplice de aventuras amorosas, pues permite ocultar e l ros t ro detrhs del brazo doblado (25) .

Vemes que e l complemento indispensable "en las personas de &%idad" e s e l

sombrero de anchas alas y l a amplia capa, precisamente los dos elementos que

don Domingo modifica a su gustos esto nos puede dar o t r a p i s t a , adends de l o

que ya se ha estudiado del vestido, para 6 1 e l valor y l a semridad -por l o

menos en esta primera parte- no los da la ropa. El se siente seguro de si mis-

mo aun s&n estos elemhtos tan indispensables para otros,

Lo primero que salta a ala v i s t a en ocasibn.de la v i s i t a a la dama, es la

ruptura y tranformacibn de la convencibn del llamado "galanteo" que debe ob-

servar e l caballero para aspirar al amor de eu dama. Cuando dofia Leonor se diE

""""""""""

(25) Defourneawt, La vida cotidiana en EsPhLiisF en e t Siglo de Oro, p. 68. .y -

/

-

I

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culpa por haber hecho e s p e r b a doril)omingo, Bs te ' l e contes ta que "no ha sido

incomodidad / que la aguardaba sentado." E l l a no cabe del asombro, pues dm Do_ mingo de olvida de 1os"extremos" que debe hacer para lograr su favor, pero

cuando- don Domingo e x p l i c a e l por qub de su conducta, doEa Constan% no puede

sino exclamas: "No l o -da m a l " . Como ya lo hemos señalado varias veces, la

mano del autor sigue interviniendo por medio de 10s demAs,personajes, para que

pongamos atencibn a los que don Domingo hace, pues e j e r c i t a su r a b n y en e l l a

funda su conducta.

I

Con e l f i n de tener algó en qub apoyarnos, veremos a continuacibn l o que

dice Mar i lb V i g i l , citando a su vez a Fray Antonio de Guevara, con respecto al

hecho de "servir" a una dama, o sea, a l o que don Domingo estaba obligado m a '

con doña Leonor:

Cuando un hombre galanteaba a una mujer, se dice que la "servfa" ; la re- ferencia a las pu.tas corteses es evidente. Fray Ankonio de Guevara, en su Aviso de privados, explica qu8 se entendfa por "servir*' a una dama. Dice que e l que se ofrezca a esto ha de prepararse a guardar una religibn muy estrecha "porque h a de e s t a r cabe de e l l a de arrodSllas, delante de e l l a de

~ pie , tener siempre quitada l a gorra, no hablar s i *ue e l la lo mande, si l e i pide algo, &selo, si leirmostrase mal ges to , suf r i r se lo ; por manera, que

en ninguna cosa se ha de ocupar n i a s u hachienda emplear s ino en su dama servir . *'

Pero antes de ser aceptado por ella como servidor tenga que seguir un r i t u a 2 ; hay que ver , subraya Guevara, *'que palabras l e dice,' qu8 servic ios le ofrece , qub joyas l e presenta, que torres de viento l e hace, quQ congo-

I jas f inge qu(? mentiras le haga en creyente.. ." ( 26). i I

Otro valor importante en e l caballero es la fidelidad completa a su ama-

da; hemos v ie to en algunas obras de la & p o c a cbmo en mClltiples ocasiones los

' amantes son separados por alguna circunstancia foreosa, pero a k a pesar del

1 espacio y e l tiempo, l a f idelidad se impone. V i g i l nos dice sobre l o anter ior , -

l o que leemos en e s t a cita:

HI""""""" -

(26) V i g i l , La vida de las murieres en los si~los XVI Y XVII, p. 69.

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I -

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vez que hablan y l e reprocha que . ccilra a / Y con t a n t a desnuda, / quien dice SU voluntad, / I&S que enamora, desprecia*', a l o cual don Domiwo

responde de una manera genial8

NO os espantbis, que s e precia de desnuda, la verdad$

y como ya mis enojos, mirhdoos, di je al& dfa , me parecib que no habia siempre de hablar por l o s ojos.

Y al f in , dec i ros mi amor, puesto que abarasarme veo, e ra mi mayor deseo; y asi tuve por mejor

que, atrevido a declaral lo , sufriiis vos mi atrevimiento, que padecer yo e l tormento . que me daba e l d e s e a l l o (11, W. 1091-1204)

E s t e parlamento nos 'recuerda la escena del actb primero, cuando en uno de

1 los parlamentos don Domingo arwmentaba sobre l a muerte que l e darfa a los pe- i jrros d e l barrio, pues l a comodidad ordena que b l no sufra la pena que puede

1 echar sobre otro; en esta ocasibn , e l ''otro" es doña Leonor. Don Domingo, por

1 con!odfdad, prefiere depositar su deseo sobre doña Leonor, en quien se convier4

1 t e en atrevimiento y ofensa; entonces, ella l e pregunta a &lt "y hace en vos 1 i mayor efetol/ vuestro gusto que m i enojo?*', l o cual parece ser verdad. A l a ad i i I ' ver tenc ia que doiia Leonor hace sobre las noches que e l g a l h debiera pasar en

! vela rondando su casa, pma merecer s u amor, don Domingo responde que tal vez I i e l l a no entiende lo que 61 desea y no ve e l objeto de l o que s e l e pide; en-

itonces, dice e o que, sinceramente, nos hace mucho d s simpCltico a l personaje:

I

-

I

Cuando pagu6is mi cuidado tras de tanto trasnochar,

I Cqub fruto podeis sacax ! de amante t a n serenado? (11, W. 1129-1132) . 1

i Vemos pues, la individudizacibn como personaje de don Domingo! he seflalg

~ do ya que e l "galanteo" consistga en una repla y bien puede l laxdrsele tambibn

i convenci6n,- puesto que aun cuando no se encontraba e s c r i t o ni era ordenado. se I

" -

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-.

tlegd al

s i n este

extremo en que no se podfa dar una re lac i6n entre una ¿fama y un gal&

requisito previo. Pero don Domingo cuestiona con razones bastante

Fuertes esta convencibn s o c i a l , ya que, en cierto grado, l a considera i n h t i l ,

y digo en cierto grado, pues B1 estas& a favor del llamado *'gahnteO" en Cier-

I

I

i

'tos aspectos, como veremos m&s adelante.

Lo que resulta interesante es que don Domingo niega e l hecho de que se

pueda dar el amor to ta lmake mental o espi r i tua l con la dama; recordemos que

,este era uno de 106 temas predilectos de los cabal leros de la bpoca, cuando

]por extremas su respeto hacia l a dama, no se le llegaba a hacer mencibn del

jplacer f i s i c o , puss podia ofenderla y se l e idealiwha como un ser etbreo e

,

/intangible, efendo una mujer de carhe y hueso: 152365 ,

... en l a cultura del amor cortes 1,..3 se echaba mano de una concepcibn platbnicar l a identif icacibn entre lo hermoso, lo verdaderoFy l o bueno,

1 Por eso, l a dama, ob jeto de asdientes amores, era la &S hermosa de las j criaturas ... (28) . i 1

I i i 1 cordura / que en material hermosura / busque yo gusto mental?".

Entonces don Domingo, muy sinceramente, se preguntar "Por dicha, ser&

I

Basicamente, don Domingo e s t b en contra de tener que padecer y sufrir

1 excesos por l a dama; para e l eso es totalmente absurdo, pues resul ta i n f t t i l

' sacrificar e l bien presente por e3 que se espera, que a h no se t i ene seguro,

I ya que; a f i n de cuentas, puede negarse l a dama y venirse abajo todo. En esto ,

tambibn don Domingo tiene su propia filosoffa:

Hoy vivo; esperanza e s vana - l a de ma%ana, y no doy

! las certidumbres de hoy

1 por las dudas de mañana (11, VV. I 1 69-1 172)

Í "L"""""""

i

/ (28). IMd. , p. 65. . .

. . . .

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Pero don Domingo no est& to&Wnente en contrar!del ?galanteo", pues si no

e s a de acuerdo con e l sufrimiento, sf l o esti5'con lo que poclrfawos lla~aar el

"festeja"a la dama". Es decir, como 61 l o expl ica con sus propias palabras,

est& dispuesto a dar "regdos"~, "fiestas" y ":smicios". Todo esto da como COG

secuencia un nuevo concepto en cuanto a l a forma de relacionarse con la dama,

desediando l o in(lti.1 -el padecimiento- por comodidad y aceptando le agt'adable

y de provecho. En cuanto a es to , Rosario Castellanos m s dice 10 siguienter

E l protagonista alarconiano no e s una criatura aislada, sino,&ino qw i esta concebida como un ente de relaci6n.

La re lac i6n d e l hombre con l o s o t r o s hombres e s a codificada en las costumbres y las leyves. Pero, a veces, l a l e y es anacrbnica, las costumbes obsoletas, o se dan situaciones nuecas ante las cuales se requiere inventi- va, improvisacibn, discernimiento L . . J El modo que propone Alarc6n e s e l e j e r c i c i o d e l + i n t e l e c t o x r í t i c o (29) .

Y esto es precisamente:lo que se ve e2emplificado en don Domingo, 61 des-

¡ c o d i f i c a e s t a s costumbres y ; leyes en que esMn fundadas las relac iones , e i n -

venta su propio concepto de l a relaci6n entre un hombre y una mujer, para la

cual no l e parecen necesarios tantos convencionalismos obsoletos.

I

i En e l monetltq 63. e3 que dm Domingo arrgumenta. aohre 12 inutj.lidad. de ron-

~ daz por las noches l a casa de la &ara, la impresibn que produce* nosotros

'sus palabras -que scn de verdadera cornididad- y e l que s e da en doña Leonor, '-

i ~e d.j.stanbfan, pues e l la se *m dando cuenta de que don Juan sí resulta ser lo I 1 qrle t'la dic%s su p t c ~ ~ e :

I

I *

1 . ¿For fuerza he de trasnochar? cQu& me hubiera a mi importado

~

1 I

4 como de&, en la calle i t a n t a s veces l a maka? (11, w. l181-1188) 1 1 ""O""""

haber dos veces pagado esa casa, si e l e s t a r

a la vuestra t a n cercana no h a de excusar que me halle I

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I .

33

Don Domingo explica l o que le ha sucedido (Eon don m, a quien llanta "SS

til Caco";, doña Leonor ae va y , con el lo9, la entrevista , en vez de dejasle una

divers ibn, l e deja, por un lado, la impresibn de haber conocido a un hombre

d i s t i n t o a los deds y , por e3 o t r o , un gran desagrado por haber conocido la

verdad de don Juan, la cual es sumamente n e g a t i v a . E l l a se retha y don Domin-

go piensa que se h a disgustado por e l gasto de su dinero, pues ya se considera

su esposa; cuando doña Leonor sale, don Domingo t iene ocas ibn de hacer notar

su in ter& por d 6 a Constanza, pues l e dice "que e l gasto mAs opulento / hi-

ciera yo muy contento / por cualquiera de las dos." Con l o anter ior , vue lve a

afirmar que esta dispuesto a festejar" a la dama que l e i n t e r e s e , s o b r e todo

con l o que mAs l u c e , e l dinero. El hecho de que don Domingo empiece a i n t e r e -

sarse por doña Constanza nos da l a impresibn de que .desea corte, jaZ a la dos

para tener opcionee a f i n de no perder la opdrtunidad y cuando doña Constanza

l e dice: "Querer a dos os parece / s i n duda comodidad", nosotros pensamos que,

una vez &S, las condiciones ayudan a una finalidad. Pero esta situacibn tiene

tambibn el objetivo Que se v e d p o s t e r i o r m e n t e ; . e n e l desenlace de la obra,

don Domingo va a recibir un f inal venturoso por la r a z h p r i n c i p a l de que se

casa con d o k Constanza, cosa que no podría ser de esa manera si en ningfin mo-

mento de l a obra se hubiera f i j a d o en ella. Ahora, opongamos la imagen de l ca-

ballero t r a d i c i o n a l de la ' &poca a la de don Domingo; un c a b a l l e r o no debl'a prs

tender a dos damas a la vez y, mucho menos, con tal atrevimiento que ellas se

pudieran dar cuenta. Pero don Domingo pone en c u e s t i h ese convencionalismo:. y

ya que ninguna de las dos l e ha correspondido todavfá, mede pretenderlas a

ambas. P o r e l l o he dicho que l a fidelidad del c a b a l l e r o se rompe sblo en parte

Pues don Doming0 a b no s o s t i e n e una relacih con ninguna de las dos y , as<,

6s n&S libre para pretenderlas , aunque tampoco eso Sería b i e n v i s t o n i e n esa

&poca, n i ahora.

I1

-

S e a n 10 que hemos obatervado, don Domingo no rompe las reglas y conven-

cionalismps"s6lo por el hecho de romperlos, sino 10 hace con una f inal idad, a,!

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AS, as€ nunca los trasmede totalmente, sino que toma sblo 10 que le p e a

i t i l o agradable, aunque tambih puede cumplirloe a su manera y en condi-

les especiales. Esto hltimo sucede,.quizds, de3ido a que la transfornacibn

sufre don Domingo en e l segundo acto, tampoco es t o t a l , aunque sf se pre-

ta radical. Pero adem&, tambibn paede ocurr ir con la finalidad de que di-

cambio sea menos violento.

Con la'llegada de don Rmiro se pasa a otropsrmto. Los parlamentos prime-

que d i r i g e don Domingo a cion Ramiro son de extrema cortesía: se siente en .

igacibh de pwar la. visita 'por S$ se solicita algo de bl, y cuando don Rami

l e informa de l a :.nvitacibn del F'rinFipe, don Domingo la considera un fa-

*. Per:, el gusto se tersina cuzndo don Domingo pide una ventana a la sombra

:a vzr las fies+as ' y don Ramircr le responde que su v i s i b n es equivocada, *.- * I

3s el Principe l o ha convidado a *' Sugar cañas" y no a mirar e l espectzkulo.

. . , -

I emplea.do cua~do se aplica a intervenir en eventos como e l "juego de ca?ias"

- L,t.s juegos de c~;.nas ve:ilan a ser una transformaci6n de los torneos, con- sistentes, s e d n viajero Carel, en "una carrera entre varias cuadrillas

.;de Sinetes, que se aset.ean u n m a otros con lanzas de cam" 1. ..I "Es pro- pio de l o s moros el .juep;o de cañas (dice fray Diego de Akce) algunos pue- blos que 3.0 han tomado di.. e l l o s f.. .3 Los remedan y 'visten como ellos,.

(30) *

Lo que r e s u l t a sumamente importante es que el "juego de cañas" esta conte_

.do en las llamadas finstas caballerescas", pues en B1 los d i o r e s tenfan la

morkmidad de hacer notar su destreza y valor a los ojos de la multitud, y lo .

le es mAs importante, a l o s Be su dama. Un aspecto+que r e s a l t a este elemento

3 que los, caballeros participantes llevaban en e l brazo izquierdo Un emudo . .

-i-

30) Josk Deleito y P i i k a l a , . . . tambibn S& divierte el weblo, p. 830

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de madera y cuero, pintado con SUS colores o con los deasu dama. Nos dice De-

fourneaux que este juego consti tufa, tanto por la agilidad que exi- los

contendientes, como por e l esplendor de sus t ra jes , ,una d ivers ibn ar i s tocdt i -

ca y "deportiva" para q u i h e s en el la tomaban parte. Y podemos agregar que re-

presentakgven cierta manera, una reafirmacih del caballero como tal, por l o .

cual bste se podCa s e n t i r gustoso de participar en 61-

Para don Domingo e l concepto de "convidar1' que tienen sus contemporheas

no e s e l mismo que e l suyo, pues dice:

Convidar dice, Ramiro fiesta en que tengo de holgarme; que habiendo yo de cansanne no es convite s ino t iro (11, VV. 1263-1266) .

Y una vez ds, consideramos la indiferencia con que don Domineo tra!ta los

asuntos caba.llerescos; en e l "juego de caiias" podia l u c i r s e , pero no dejaba de

ser desagradable por e l cansancio que le habria de producir. Entonces, no vale

l a pena seguir una convencih, si va en contra del gusto propio. Cuando don

Ramiro comunica a don Domingo que e l P r h c i p e taqbi6n l o c0nvida.a torear , b1 .

argumenta varias razones para negarse a part ic ipar , pero primero veamos un po-

co en que cons is t fa la "corrida de toros" en esa &poca.

A l igual que e l "juego de cañas", l a corrida de toros era considerada una

"fiesta caballeresca", pues en e l s i g l o X V I I no constitufa un "deporte" practi

cado por profesionales, n i por gen t e de origen social modesto, y s i B s t o S h l t i

mos llegaban a participaz en l a fiesta, lo hacfan enlza parte considerada la

A s vil d e l espect&culo, l a de "rematar" al toro. La corrida era, pues, un .j

juego esencialmente a r i s t o c d t i c o , en e l que e l caballero debfa dar muestras

no s610 de su destreza, sino tambibn de su valentia. Po8teriormente.a descri-

birnos los i n i c i o s de la fiesta, Defourneawt nos habla de lo que se tratar

, ,

.- .

-

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Despues de una"vue1ta de honor", los dgUaCileS que tienen por misibn as- ra,r la policfa del espectaculo, dan la sew1 de sol tar l o s toros, y se re- t i r a n a l perfmetro de la arena, a f in de dejm e l campo l ibre a los "tore- adores", es decir, a los jinetes que, montados en caballes especialmente adiestrados, van a atacar al-ltoro. Se trata de plantar un "re jbn" , Jabalih na.de madera que termina en una punta de hierro, en e l c u e l l o del animal, db tal modo que e l mango se rompa, y que su otro extremo quede en las manos del jinete. Como el "re jw" es corto (ocho palmos, e s d e c i r menos de un& m2 tro) , e l toreador debe rozar a l toro que arremete, l o que exige a la vez un perfecto dominio de su cabal lo y una destreza poco comb. E l 8 x i t o es fun- ci6n del nbmero de "rejones" rotos, se&n las reglas, por cada cabqllero (31)

Don Domingo expone seis razones por las cuales encuentra inconveniente

participar en la comida de toros: primero, porque no se sientb capaz de domi-

n a r a un tiempo al toro y a l caba l lo , requis i to que, como hemos v is to , resul ta

indispensable en esta fiesta:

Apenas capaz me ha l lo de gobernar s610 a m$, \ y i r 8 a gobernar a l l 5 al toro, a m í y a l caballo! (11, W. 1269-1272).

En segundo lugar, don Domingo hace notar lo absurdo de la pelea entre un

hombre y una bestia, entre un ser con razonagiento y uno gobernado por e l ins-

t i n t o :

No hay cosa que . '. me W b k e Con &S ra&m que d e l uso que la ley del duelo puso entre una fiera y un hombre (11, VV. 1273-1276).

, Exist fa una especie de tendencia en e s t e juego a tratar al toro como a un

semejante, lo cual se nota en e l siguiente comentario de Defourneaw:

Si e l hombre se ha dejado "ofender" por l a bestia, sea qpe el dardo no - haf&t.quedado plantado, o e l toro haya atropellado 41 a b a l l o y a veces des- montado al j inete, bste t i e n e la obligacibn de vengarse abatiendo 81 mismo al animal de una estocada, .sin que ninghn ot ro pueda venir a ayudarle. Esta obligaci.6n de no dejat hpune la "ofensa" recibida e s s i e i f i c a t i v a del ca-

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racter caballeresco que b n s e r v a la corrida. Correparejas con e l deseo de los gentileshombres de hacer va ler s u "pgoyza" a los ojos de sus damas ... (32)

. . Parecerfa extrae0 que un hombre como don Domingo, que se ha pasado l a

obra,ejerciendo su raciocinio, estuviera dispuesto a medir sus fuerzas con una

bestia. La tercera raz6n que don DominKo aqgurnenta e s que l e parece in jus to

e<jercer l a violencia contra un animal que no l a ha buscador

S i a mi posada viniera , Ramiro, e l toro a buscarme, . aCln entonces e l vengarme puesto en raz6n pareciera:

no estando dB1 ofendido, e l toro es tan comedido, que hiere s6lo a l cabal lo ,

fuero del duelo me obliga a que arresgado le siga y me acuchi l le con bl? (11, VV. 1277-1288).

mas si yendo yo a buscalle,

y no a m i , ¿por que e l cruel '

Dentro de este razonamiento, destaca e l cuerto argumento que expresa don

DominEo, a quien l e parece realmente insensato arriesgar l a vida por "vengar 1

j la Ofen6a" cometida por e l toro a l caballo y s e pregunta:

Entre dos hombres jamas yngo paz por no arriesgarme: 1 y un caballo h a de obligarme? i Vale pr ventura mks? ( 11, VV. 1301 -1304).

S e g h e s t o , e l "vengar l a ofensa" serfa intervenir entre dos animales; no

podemos negar el gran sentido -aunque su acercamiento al "figurbn" por momen+

tos pareceria disolver tal sentido comh- con que don Domingo areumenta, e l

caballero se comporta'con g r a n falta de raz6nr ;a l arriesgar su vida por algo -

tan i l6gico . Su quinto razonamiento prosigue l a desvirtualizacibn del caballe-

r o y e s que, como hemos v i s t o , Bste debe"vengarse" del toro , pero don Domingo

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nos t hace n o w la ridicule% en que cae e l caballera a l tratar de hacer lo :

EHay c o w nds desdichada que un hombre medio aturdido, bbiidtdo en polvo e l vest ido, y con ,la gorra a b o l l a ,

esforzarse y no acertar con la guarnicibn, turbado e l c o l o r , y ;rodeado de mil pícaros, buscar

e l t o r o , l o s acicates arando e l s n e l o , y formando rayas, q u i d procurando escribir s u s disparates? (11, VV.

En este parlamento la figura del .cabal lero se nos presenta t a n r idfcula ,

que no podemos s i n o darle la raz6n a don Domingo. Entonces, esta f iesta, conhi.-

trariamente a lo que se desea, no hace sobresalir a l caba l lero , s ino que lo

r i d i c u l i z a , lo cual es un resul tado terrible, pero c i e r t o , Con s u s e x t o argw

mento, don Domfngo se coloca por encima de cualqyier c a b l l e r o p a r t i c i p a n t e en

es tos eventos ; 61 es un hombre cauto y precavido, que no se arriesga si no

hay necesidad de hacerlo:

Si a es tos gus tos me convida, e l Pr inc ipe me perdone; qufen la vida a r i e s g o pone donde no l e va la vida,

hace muy gran necedad. Siempre que a nadar entxb, Ramiro, f u i haciendo pie hacia la profundidad,

y cuando e l agua s e n t € al pecho, luego volvf hacia la o r i l l a nadando.

l a vida: que no arriesgara si vencer me importara

un ejbrcito de moros (11, ,w. 1321-1336).

con gran t iento caminando;

No he de arriesgar con l o s t o r o s

Para don Domingo, la i n t e l i g e n c i a del caba l lero cons is te en tener pre-

cau"ei6n y arriesgar la vida 8610 cuando 6sta se encuentre en peligro, aunque

cabe seZalar que este ."primer" don Dominso a d v i e r t e que no expondda su vida

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n i ~ Q I en la.c;uerra, lo cual lo hace opuesto a l don Domingo que se supone exis

tfa antes de recibir la herencia de su tia. Don Domingo hace un intercambio

que anteriormente ya habiamos mencionado: en vez de seguir las absurdas con-

venciones del cabal lero , paga a3 Principe los dos mil ducados que iba a l u c i r

en l a fiesta. Anteriormente, en e l parlamento de don Juan, hablamos observado

cbmo un hombre con dinero .bien podfa excusarse de las convenciones de l a bpo-

ca. E l dinero l e da a don Domingo e l poder de imponer su gusto personal -no

participar en un evento que no l e **acomoda**- sobre e l gusto colectivo y pagar

dos veces una misma casa, s i n importar el gasto, para no tener que romper con

su c6modidad.

-

Don Ramiro y don Domingo se despiden y Bste dltimo se marcha, con l o cual

e l autor implicito tiene la oportunidad ,de seguir defendiendo a su personaje y

ponibndose de su lado, cuando dice don Ramiror

I n jus to nomdre os ha dado la fama, que loeo os llama; que mejor puede l a fama llamaros deseneñado ( 11, W. 135301356).

Es l a primera vez que un.*personaje emite un juicio sobre don Domingo des-

pubs de conocerlo; don Juan y dolla Leonor lo hicieron, p r o a b no l o conocfan,

Don Ramiro se refiere a don Domingo contradiciendo a un elemento t a n importan-

t e en la &poca: la fama. E l autor implícito sigue tratando de ,justificar a su

personaje, cosa bastante s igni f i ca t iva , como verenos posteriormente, cuando

opongamos esta perspectiva contra l a del *'segundo** don DomiMo. Otro elemento

importante lo constituye l a falabra **desen&ado**.aplicada a nuestro persona-

1 j e , Pues equivale a decir que todas esas convenciones son un engaño y, enton-

ces, l a critica se vuelve dura, aunque bastante bien fundada en e l razonamien-

to . .r

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En SU s imiente aparic ibn, entra don Domingo hablando con NUSO sobre doira

Constanza, de quien se h a informado previamente. Para NuFio, tal inter6s de don

Domingo representa una "mudanza" en sus sentimientos, pero 61 l e explica que

no es tal, sino que desea c o r t e j m l a s a &inbas a f i n de tener opociones de co-

rrespondencia. Llama l a atencibn especialmente la comparacibn muy poco caballg

resca que hace del "galanateo" a la mujer, equipareSndola con un caballo:

N a o , quien sblo un caballo tuviere y sblo un amor, ser& esclavo del temor de perdello o de cansallo (11,. W. 1416-1419).

Lo anter ior se opone a l a posicibn que debía guardar e l caballero ante l a

dama, como comenta Vigi l :

En l a cultura del amor cortds e l caballero se d i r i g i a a la dama en ad;i- tud de humildad y serviGiio.. . (33) .

I I E l respeto que don Domingo estaha en obligacibn de presentar a l a dara es

1 cuestionado al compararla con un caballo, pues 61 nunca permite que la pasibn 1 l e quite la oprtunidad de elegir. Una vez m&, observamos cbmo el matrimonio

para 61 no e s producto de l amor apasionado, sino de la necesidad, con l o cual

s e acerca a l o que en realidad era e l matrim6nio en l a c lase ar is tocrAtica de

entonces, recordemos los matrimonios por conveniencia en los cuales l o impor-

tante era e l dinero y no e l amor. Como es . . ?esario tener un caballo, es nece-

. '

""""""""""

7

( 3 3 ) Vigil, 2. a. , P. 64.

,_.- t

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La que me quiera he de amas; la que no, no he de querer,

que en e s t o corresponder quiero mAs que conquistar ( 11, w. 1432-1435) .

con e s t e pazlamento, don Domingo no s6lo se pone en una act i tud anticab-

lleresca, sino antimasculinas pues opta por la actitud pasiva de corresponder,

destinada por +tradicibn a l a mujer, que por l a de conquistar, deparada, iwl- mente, s6lo al hombre.

. .

Don Juan l e cierra e l paso para informarle que 81 c o r t e j a a doña Leonor

desde hace tiempo y exige que l e deje e l camino l ibre . Claro, como todo caba-

l l e r o , don Juan va dispuesto a defender a su dama a h con l a espada,:en caso

de que don Domingo no acceda a retirarse del "galanteo". Pero sabemos que e l

r i e s g o t r k i c o e s t a casi ausente de la "Comedia de tapa y espada" y, en este

uaso, la: causa e s l a caracterizacibn "singular" de uno de los r i v a l e s : don Do-

mingo, que transforma l o que pudiera haber terminado con una escena s a n g r i e n t a

en algo .verdaderamente inesperado, pues con su respuesta tanto don Juan , como

Nuño y B l e t r h , quedan asombradosr

152905 Digo que es obligacibn, y que de mi parte quiero

que yo su amor pretendfa, porque e l vuestro no sabfa, preferir la antiguedad

cumplirla, que aunque e s verdad

es cortesano respeto (11, VV. t4!3-1464) . .

E x i s t i a una t o t a l o b l i g a c i h de don Domingo para defender a su dama, sin

importar, tal vez, la autenticidad del amor, sblo por responder al desaffo , pe_

r o 61 termina la desvirtualizaci6n del caballero que habfa desarrollado a l o

largo de su actuacibn cuando Nuño l e comentar I' Que facil y que sin pena / la

dejas" y b1 responder

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No era cordura reñir por una hermosura que t iene achaque de ajena,

S i en es to culparme quieres, es necesidad conocida; porque no hay m&s que una vida, NuCo, y hay muchas mujeres (11, W. 1473-1479)

para terminar con toda esta ruptura y transfornraci6n de convenciones, en

l a aparicibn postekior, don Domingo entra a su casa por la noche y Mauricio l e

ofrece de cenar, . l e dice que ya es hora de hacerlo, a lo cual don Domingo res-

ponde de la siguiente manera:

El .manjar me sabe ~mds cuando yo le he menester y no tengo de comer porque comen los demas.

E$ uso comfin dispuso hora:en esto sañalada, voluntaria, no forzada. No ha de obligarnos e l uso (11, W. 1664-1667)

Todos sabemos que no existe convencih &S "uerte que la que se impone :Y.

por e l uso diar io y cotidiano,. el horario en las actividades del ciia es to ta l -

mente impuesto por l a costumbre. Don Domingo se cuestiona en qub medida se de-

be respetar e l "uso" si la necesidad fisiolbgica ea satisfecha a h antes de

presentarse, pues de esta forma no se lleca a tener una experíericia relamente

placentera. El parece decir en o t r a s palabras que "la mejor sal e s e l hambre"

y que no hap me,jor experiencia que cuando la verdadera necesidad es satisfe-

cha,

. ,

He afirmado frecuentemente 1a.desvirtualizacibn que don Domingo hace del

l Caballero$ pues en esta escena, N 6 0 l e trae infornracibn de la carta que mandb

a doña Constanza, Nuño l e dice que ella no nand6 contestacibn, pero sf leyb la

C a r t a . Contrariamente a l o que haria un caballero, don Domingo se queda k a n -

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quilo pensando que daza Constanza l e h a dado ya especranzas a l leer l a carta y

no s e aflige. Ahora veamos l o que dice Vigil sobre estos

SU de

El amor cortes s o l i a ser doliente y lacrim6genos Los caballeros s e d a n pas ibn conhbravirra, desesperacih y locura. Adolescian de pena y morfan amor. Lo de l a l u e r t e por amor era un tbpico muy caracteristi co ( 3 4 ) .

Cualquier caballero, a& no recibir c o n t e s t a c i h de su amada, sizfriría por

e s e s i l e c i o y su esperanza zozobraría, pero 'recordemos que don Domingo es un

personaje "singular'' y acttia de manera d i s t i n t a a l o previsible.

Con la entrada en escena del gentilhombre que l l e v a e l recado del Pr ínciy

pe s e m a r c a l a abrupta transformacibn del personaje "singular" de don Domingo;

de Bsta y de l a recopilacibn dHlos diversos capitulos posteriores. los p ~ s j l ~ q , : J - c i ~ O s L L L r g e-

""&""""-

( 3 4 ) Ibid. , p. 66.

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1.1.2 El "segundo" don Domingo: un retorno a la "esquematizacibn".

El personaje "singular" de don Domingo, que hemos estudiado en el capftu&

lo anter ior , presente, una marcada. h n s f o m a c i b n . .. . en e l segundo ac to de la obra

y en adelante me atrevo a nomharle e1"segundo" don Domingo, debido a que se

convierte en un personaje dist into a partir de esta ruptura de perspectiva. En

e l psfsente capitulo se analiza.r&n las carac ter i s t i cas de este "segundo" don

Domingo, tratando de hacer bnfasis en la forma t a n abrupta en que e l dramatur-

go transforma al personaje que habia m a c t e r i e a d o d e nanera Wistral en la

primera parte de l a obra. Veremos de qu& forma el autor implicit0 transforma

a este personaje, que se caracterizaba por una fuerte individualizacibn a tra-

ves de una crítica marcada a l o s convencionalismos soc ia les y a los valores

."

caballerescos de su tiempo, en una figura mas apegada a d i s t i n t o s t i p o s , como

e l d e l "gal& a l uso"; a f i n de hacerlo merecedor de un f i n a l venturoso.

Ya h e mencionado que d i c h a transformacibn se marca desde la entrada en

escena, d e l gentilhombre que l l e v a el recado del Prfncipe; pero en esta ocasibn

sere mAs espec i f i ca a l hacer notar aue podemos hablar d e l "segundo" don Domin-

go a partir de la l e c t u r a hecha por b 6 t e del mencionado memsaje, e s decir, al

terminar de leer l a carta e s cuando don Domingo, bruscamente, empieza a com-

portarse de una manera d i s t i n t a . Lo que nos ocupara en e l presente capitulo se

r a l a caracterizacibn de este personaje a p a r t i r de su cambio.

Rimero, d i re que las apariciones en escena de e s t e "sepundo" don Domingo

son equivalentes en nhmero a las del "primer" don Domingo: cuatro veces ante-

r i o r e s a la escena de la transfogacibn aparece la primera caracterizacibn de

don Domingo y cuatro ocasiones, posteriores a e s t e momento, se presenta e l pes sonaje despuhs de su cambio. Lo anteFior se puede obserwr con mayor claridad

si consideramos e l siguiente esquemas

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45

ACTO PRIMEX)

Don Domingo recibe la v i s i t a d e l sombrerere y e3 sastre; posteriorme te , cierra e l t r a t o de a l q u i l e r de la casa deshabitada con Beltran. t

" -

Don Demingo se presenta en l a casa de don Ramira; hzbla ce? doña Leo ner y dolb Censtanza. Despues, recibe la i n v i t a c i h d e l P r i n c i p e que l e comunica don Ramire. 1

Tercera aparic ibnr

Al salir de casa de don Ramire., dan Juan l e sale a l encuentro para reclama SU dereche de corte3a.k: o d o h Leonor, don Domingo l e deja .. e l camino libre.

Cuarta aparicibnr

Ya en su casa, don Deminfro habla c0n sus criades acerca de doña i Constanza; posteriormente, recibe el recado del Principe.

."-~""""""""""-~"""--"""-~"~-""""""""""""

i

i

I !-

I Segunda aparic ibn: I

A l salir de su casa, don Juan l o desafia por haberle llamado "Caco

I ! Dan Damingo pide la espada, la c o t a y e l broquel; as<, sale a e n c m

trarse con el Principe. 1 s u t i l " , d.en Doming@ acepta y se acuchi l lan ; pero se separar! debida a la ci.tz que aguarda don Damingo.

ACTO TERCERO "

P

Tercera a p a r i e i h t

Dan Domingo es descubierta por: dgnsJ,wzen:c. la . casa-.de don Ramira; e+ plica e l por quC de su es tanc ia en ese lugar y a l i e n t a la t r a n s f e r - m c i b n de don Juan, j.mtos planean l a manera de salvar al Rey; den Juan se va a cumplir su parte y dan Domingo queda encerrado a . . , f i n . d no despertar sospechas.

Cuarta aparici¿n: I E l Pr inc ipe da a escoger a don Domingo e n t r e la muerte o aliarse co e1 y conseguir la mana de doña Constanza, den Darning* cant inba en 6

l e a l t a d al Rey. E s t e llega en ese momento, acapdiíada de don Juan, e ..Principe se va preso, don Domingo pide al Rey la mane de doiia

I tanza v 61 se la. etmrbw..

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Al f inal del presente ca$ftulo espera que veamos con & claridad las m-

zones por las cuales, a pesar de esta semejansa en la presencia eschica del

personaje en sus dos c a r a c t d i s a c i o n e s , la primera es la que queda con mayor

fuerza grabada en la mente del espectador. Lo anter ior se observa cuando con-

sideramos vis iones del personaje, como la de Angel Balbuena P r a t r

El "acomodado" don Domingo, con doble ''don" , es l o que hoy diriamos un "conmdbn" que desprecia los convencionalismos socl.ales que producen incomo- didad o molestia, y l e importa un comino e l qub dirdn, o la extraiiesa de sus contemporheos (35) .

Tambibn Francisco Ruiz Rambn nos deja ver que en 61 es &S fuerte l a f i -

; gura de l "primer", que la del "segundo" don Domingo:

En' NQ hay mal que por bien no ve- encarna,. (Alarcbn) en don Domingo de ~ don B l a s una act i tud de no-conformismo ante las normas que rigen la socie4.. ~ dad (36).

Para empezar con e l estudio del "segundo" don Domingo, debo señal= que

1 esta caracterizacibn se basa, entre otras cosas, en una negacih de la prime-' 1 I ra. D i c h a negacibn se observa desde que don Domingo termina de leer e l recado: ! i y exclama:

;El Principe! Letra 'es bsta de su mano. Que amardar no podbis donde es callar y obedecer l a respuesta (11, VV. 1720-1723) .

I 1

En este parlamento, don Domingo hace una fuga% referencia a su anter ior

: manera de proceder; en ella, l a comodidad l e imponfa -como vimos cuando le dan , I la. n o t i c i a del recibiemienta del b i l le te por parte de Constanza- la espera- paT

i c iente , por no requerir my& esfuemo tal actitud. Vemos pues, que don Donin-

1 """""""""I

1 (35) Balbuena Rat , E l tea t ro español en su S i d o de Oro, p. 236.

! ( 3 6 ) Ruiz Rambn, 2. f r c i t . , p. 192.

!

! I

1

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go niega grirlernme:lt,e BU confiucta anter ior de palabra; M no S610 nos dice 10

que ha&, si! 0 -h~r.bi&n 2 o que ya no ha& ("Que -dar / no P d b i s dondb es 4:

/ Y c;:edecer la respuesta"), de esta m e r a , la negacibn es mais explfcA

ta. pero pos,eriormente, l a negacibn se hace completa con e l hedho; don Domin-

go pasa de L I S palabras a la accibn, pues se dispone a acompaEar a l gentilhom-

bre en ese m:smo instante y s i n importar l o que l e pueda ocurrir. En este caso

en particula. , es sumamc!nte importante, ya que anteriormente habfanos mencio-

nado que don ISomir.go optaba por una ac t i tud &S cbmoda, l a pasividad y la es- t ' sera, pero ar.ora i o vemos a .punto de 'actuar' , dicho esto en e l tkrmino no. de

~ 'representar", sirLo de -accionar' o 'activar'. Lo anter ior implica elementos

!importantes; si ert e l primer ac to , con la acti tud pasiva, don Domingo se colo-

1 caba en una i)oa.icii)n no &lo ant icabal leresca , s ino hasta "antimasculina", con

j su actual det:isi&n reconbra, segbn e l ideal de la bpoca, tanto su condicibn de

~ caballero, c:)no ELI masculinidad, en c i e r t a forma. i

I Nos em-[ ieza ;-L costar t r a b j o reconocer a l "acomodado" don Domingo en bste,

que hace excl~sas al recibir sblo un recado del Príncipe. Hemos observado ya de

1 club manera 1 3 vec;%iments tor fa que ver con la condic2bn de caballero y t a m b t i b n

! la forma en lue dm Domingo desvjrtualiza esteelemento; pero en esta escena &1

parece enca'xr mhs que perfectamente en l o que antes habfa despreciado, pues

I l o primero c 'de pide paz-a sal ii! a ver a l Prfncipe y con e l l o , empezar a hacer

1 patente su tmmca transformacibn, es una espada, una cota y un broquel. Como

1 sabemos, la espada r e s u l t a sfmbolo de muchas cosas, pero en e s t e caso en pazti

; cular , se c~a.r,ga deri ignif icsAos especi f icos si recordamos la conducta anter ior

de don D a m i m p , Pues bien, recordemos la designacibn que s e l e h a dado a este -

i ! subsubg8nerc teatral baugumdo por Lope de Vega: se le llama "Comedia de capa

i y espada", :I con nmbre recordemos que es una comedia que retrata en gran I parte las er.StumbreS mballerescas de la &poca. Hemos v i s t o en e l capitulo an-

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48 ,

t e r i o r que ta:.lto la capa Coro la espada resultan indispensables en l a figura

del caballero del s i g l o X V I I ; don Domingo se h a burlado de la capa y la ha

transformado *:., su comodidad, pero en e s t a escena e l abrupto cambio de su per-

sondidad imp:.ica tambibn una transformacibn en e l v e s t i r , ya que se ha puesto

gran in terbs (:n este elemento en l a primera parte de la obra y ahora, si la '

transfornracibrI es radical', no se puede dejar de lado,

He menci-mado que l a espada conlleva importantes signifj.cados al ser un

i factor imprescindible en l a condicibn del cabal lero ; el Diccionario de Autori-

1 . . . amna 1: ien conocida, y de que comiinmente usan los hombres para defensa y ~ ornato, y se trae ceñida en la cintura. Compbnese de una hoja de acero lar- I i ga, angost.:% y puntiaguda, con su empuñadura y g u a r n i c i h (37)

Y a lo nterior, Catarrubias agrwa 10 siguiente:

... Los h;.mbres l a traen de ordinario ceñida, para defensa y. pra. ornato y demostracibn de l o que'son; y a ICs que no esun tenidos en esta reputacih, l es dicen que traen ruecas (38).

Se& It que hemos v i s t o , con la espada, d.on Domingo c o n t i n b en l a "recg

peracidn" dc. su masculinidad, seghn los valores de l a bpoca. TambiBn observa-

mos que entrl.: los varies s ignif icados de la espada esun la valentía y e l

1 acuchi l larse con cualquiera que los desaffe. Notamos que no hay s i m i f i c a d o

que vaya &S desacorde con e l "primer" don Domingo, quien critiuaba duramente

I las "fiestas caballerescas", precisamente, por ser una ostentacidn de valor y

1 destreza. Pero en esta ocasidn, don Domingo pide la espda como requis i to para b

! """"""""

i (37) Diccioncrrio de Autoridades, RAE, sub voce, espada.

I I ( 3 8 ) Co+arrubias Oroeco, Tesoro de l a lenpua caste l lana o española, sub voce,

es.ada. -

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poder alir de Cas, pues dices "Si he de ir acaso con 61 / a U n a OCaSibn

pew&, / e s cordura ir prevenido." Ya hemos v i s t o que don Dominc ;o es precavi-

do, pero en esta escena, la precaucibn que demuestra, sobrepasa SUS anter iores

raaonamientos.. . . .

No podemos n e w que nuestro "acomodado" encaja &S y mais en la s i l u e t a

del caballero, y he dicho que l o hace a la perfeccidn, pues no S U O se t r a n s -

forma instantheamente en todo un caballero, sino que hasta l o hace en un ca-

bal lero "guerrero", por su atuendo. Ass, vemos e l acercamiento del personaje

a un primer t ipo (i39). Adem&s de l a espada, don Domingo pide una cota y un

broquel. La. cota, para los que no somos muy expertos en c i e r t o s tlntminos de

ln.bpoca, es descrita por e l Diccionasio de Autoridades de l a siguiente mane-

ra t . ,

Armadura del cuerpo que se usaba antiguamente. A l principio se hacia de cueros retorcidos y anudados, y despuds de mallas de hierro o alambre gor- do (@).

Pero cavarrubias dice algo importante sobre la etimologia de esta palabra:

Quieren algunos que haya dicho cota del verbo "irascor", porque e l que v i s t e la cota, como se ve armado, toma Animo, br io y osadia, para acometer con ira a l enemigo (41) . En esta filtima nota, se puede observar de qu8 manera se ccnsidera que la

vestimenta del caballero influye en su personalidad, por 10 cual podenos pen-

S= que don Domingo no es la excepcibn y h m b i h se ve transformado in ter ior -

lnente por Bu atuendo. Ahora recordemos que ademh, don Domingo pide un bra-

"""""."""" (39) Para el ' 'Caball~o gUBmmo", ver a Arneecuag "El c a b l l e r o Quemero y e l ..

discreto" Y " A p J ' e s , el guerrero", en Metamorfosis del caballero.

(M) Diccionario de Autoridades, sub voce, cota.

(41) COifadiaS, 2. u., sub voce, cota.

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jo

I

quel, y e l Diccionario de Autoridades define a bste como:

&ma defensiva, especie de rodela, o escudo redondo, hecho de madera, cu- bier to de ante encerado, o baldds, con su guarnicibn de h i e r r o al a n t o , y e n m e d i h a c a s o l e l a de hierro, que estA hueca, pasa que la mano pueda em- puimrel asa, o manija, que t iene por la parte in ter ior , Su uso es para - cubrir e l cuerpo e impedir que e l enemigo con quien se combate pueda her530 l e (42).

Con este jubbn de mallas metAlicas y su escudo, en un momento nuestro

j "acomodado" don Domingo queda convertido en un autbntico ca'tallero "guerrero"

y no sblo en e l atuendo, sino tambib eii la act i tud, como ya hemos visto. Esto 1

1 bltimo se m a r e a cuando Nu50 l e cuestiona nuevamente -pues $a l o habfa hecho

1 Mauricio en la escena anterior- si desea cenar; tal pregunta nos paxece fuera j i de lugar y por lo mismo creo que NuRo (e l autor implfcito) la hace para rea-

1 firmar la. gran transformacibn del personaje, pues si anteriormente se disponh ! j

i a cenar diciendos "hora es cuando yo quiero", en la presente escena, don Do-

i mingo da una contestscibn muy d i s t i n t a a la misma premnta, y esto, hace notar

muy claramente e l c o n t r a s t e e n t r e las dos actitudes. Ademas, nbtese nuevamente

en e l parlamento de don Domingo, e l afAn de negacibn a su conducta anter ior ,

l

l

I

primeramente de palabra y , posteriormente, de hecho t

En tocando e l pundonor, Nu'io, de todo me olvido,

se* mi sanve obl igado;

no de jo de ser quien soy (11, vv

siempre vivo a l o que estoy,

i que por ser acomodado,

En es tos vemos podemos notar algunos elementos importantes; inicialmente,

aparece por grfmera vez l a frase "En tocando a l pundonor", que se va a repe-

i tir por tres ocasiones t a n sblo en esta escena. Dicha frase parece conat i tu i r

t un argumento para fundamentar l a transforaracibn de dop Domingo. Este argumen-

j """""O"""""

1

I

~ (42) Diccionario de Autoridades, sub voce, broquel.

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mento (nEn tocando al pundonor") simila dec i r que al tocar &I personaje en BU

punto de honor y de honra, toda su anter ior conducta e s cambiada y hasta, en

c i e r t a manera, negada. Una vez m8s me r e f i e r o al Diccionarrio de Autoridades,

que define a l pundonor como$

Aquel estado en que, se& las varias opiniones de los hombres, consiste la honra o crhdiko de alguno (43)

He parece importante, asimismo, senalar que e l Diccionario Larousse (44)

define a l hombre "pundnoroso" como un hombre que posee virtudes de caballero o

un "hombfe caballeroso". La anter ior no hace o t r a cosa que confirmar l o que h s

mos mencionado 8 en su transformcibn, don Domingo asume varias caracter ís t icas

de l cabal lero , que anteriormente habia desechado,y, de esta manera, ni-ega sus

anteriores razonamientos. 152905 Respecto a (?j.chos razonamientos, puedo decir que su extens ih contras ta ,

asimismo, con la cortedad de su nuevo azgumento; es decir, anteriormente don

Domingo fundaba su conducta en largos y singulares razonamientos y ahora €un&&

su transformacibn en es te lachico y comb argumento, el honor y la honra d e l

caballero. Pero no s6l0 esto nos llama l a atencibn, tambien l o hace e l hecho

de que l a f r a s e . se repita tres veces en una extensibn I a n peque%, como lo

son diecishis versos, Sabemos que la repeticibn puede u t i l i z a r s e con varias

inenciones, en e s t e caso, como ya hemos mencionado, se toma a modo de reitera-

c ibn de un =gumento en que se basa lamueva conducta de don Domingo. Pero no

sblo e s este, funcibn de la repetici6n la que observo, tambibn podemos notar

en ella cierta tendencia hacia la ironfa en e l sentido de que la manera- en -

""""""""""

(43) Ib id , , sub voce, pundonor.

(M) Peau&o Larusse Ilustrado, eub voce, pundonoroso. Tomo la referencia de de este diccionario, sun -do la & p o c a de su edicibn results dis tante de la tratada en la investigacibn, por pakecerme importante pars e l ad- lisia.

" -~ 1

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que se l a transformacibn es abrupta y,esta frase r e i t e r a una Y otra ves un

valor -e l pundonor- que anteriormente no habia tenido iRP0ranCia alguna Para

e l +rsonaje. Don Domingo pasa bruscamente de s e r un personaje "singular", COn

su* !&illantes razonamientos, a uno ~ ' a ~ a r t o n ~ d o ~ que r e p i t e la misma frase,

a l tratar de fundar en algo l a brusca mutacibn en SU conducta.

Enronces, e l e f e c t o que de toda esta repet ic ibn se produce, e s un tono

irbnico porque r e s u l t a poco convineente la transformacibn i n s t a n t a n e a del per- I 1 sonaje. De dicho sentido me ocupar& con m&s profundidad en un momento poste- ~

j r i o r , pero por ahora podemos adelantar que una de las marcas que producen que

1 e s t e cambia resulte pocoqmrsuasivo es, precisamente, l a repeticibn de frases

comunes en e l caballero. Un ejemplo e s l a frase que hemos sehalado ya, t a l e s

expresiones tratan de nep;ar una y o t r a vez la conducta anterior del personaje,

1 que s e apoyaba en argumentos singulares. Como sabemos, en las obras de la &PO_ 1 ca podemos encontrar un lenguaje de t(Cpiios y , sobre todo, frases hechas muy

comunes en e l caballero y , si anteriormente, don Domingo s e habia "salido del

molde", ahora vuelve a entrar en 61.

I

Volvamos al parlamento que he citado con anterio ridad del verso 1738-al

1743 para ver otro elemento importante. En esos versos, don Domingo dice:

nsiempre vivo a lo que estoy, / se& mi sangre, oblif+do; / que por s e r acomg

dado, / no dejo de s e r quien soy." Coh &se en Io anter ior , podemos preguntar-

nos Varias CUeStiOneSS primero, ¿a que e s M obligado segh su sangre don Do-

minf?O?. Contestamos que muy seguramente a portarse como caballero y no l o he-

mos visto forzado a hacerlo; segundo, &meden ser compatibles en un sblo per-

sonaje estas dos personalikdes?, quiero decir l a de-@.&n tradicional y la de

"ammodado" , de modo que asuniendo una, l a o t r a pueda paremanecer oculta por

alghn tiempo V a surgir en e l momento indicado; y por hltimo, quien e s ver%

1 deramente don Domingo?, pues S- l o que oinos, dice ser "acomodado" y ~

i

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53

adtds lo vemos actuar de estas dos maneras t a n dis t intas a lo largo de la

obra. EnConces, vemos que este fbgmento es totalmente paradbtjico y agrega a l

mismo tiempo algo importante, que e s lo siguientet veremos a lo largo de esta

segunda caracterieacih de don Domingo, como ya lo he mencionado, un &An de

negaci6n de l a primera, pero por otro lado, tambibn encontralaos reiterados p

fru6t??ados intentos por expl icar l a compatibilidad de las dos en e l mismo per-

sonaje, aunque siempre predominando ya la de galh tq(Iiciona1.

~

Dentro de e s t a "recuperasibn" de los valores caballerescos podemos eo-

mentar los parlamentos siguientes entre don Domingo y sus criados. Primero,

¡cuando NuRo pregunta si s e trata de un desafio a l que ha de asistir don Domin-

/go, Bste hace &la de una discreeibn que no l e conocfamos; pues si anterior-

/mente @&tuvo dicpuesto a hablar -aunque fundadamente- de don Juan, llamdsdole

("sutil Caco", ahora responde assu criado: "Nada me has de preguntar." Y no sb- 1

/lo e s e s t a inesperada discrecibn la que no8 sorprende del personaje: como ha-

Ibiamos mencionado a l hablar de l a espada, tambibn s e retorna l a valent ia del !

caballero, pues a la p r e q n t a que hace Mauricio sobre si l e han de?.acompañar,

bon Domingo responde: "Solo he de ir." Ahora don Domingo no necesita d s como

!pania para asistir a una, tal vez, peligrosa c b t a , que su espada, su cota y su

jbroquel. Tales armas, a d e d s , no causan en 61 ninguna incomodidad, pues cuando

[Nuño insiste que l a cota es pesada para 61, don Domingo l e c o n t e s t a de la si-

iguiente manera:

En tocando e l pundonor Nu'io, no me pesa nada (11, W. 174F.i7&)

! De e s t a manera, se niega e l elemento que habfa resultado e l m&s impOrtan4

; t e de l a primera caracterizacibnt l a comodidad. Pero el limite de la transfor-

/macibn se alcanza en la frase que c i e r r a l a escena a q u i analizada: r I

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..

54 - 8

En tocsndo e l pundonor

y muere en m i lo de* (If, W. t7$-1?56) i Auiio, revive el valor I

En e s t e paslamento la alusibn al valor de l cabllero es d i r e c t a , p r o

; &*S, se recupera como posit ivo y , de e s t a manera, lo "denr&s", dentro de l o

! que p o d r h o s conC6nerdas caracterfsticas que hacfan de don Domingo un perso-

j naje "singulaz'' -01 razonamiento, su voluntad para imponer e l Wsto individual

1 sobre e l c o l e c t i v o , etc. =, por oposicibn, quedan relegadas a un carActer ne@-

1 tivo. Nos parece ya algo contradictorio el hecho de que se empiece a rechazar

1 como algo negativo o, tal ves no tan posit ivo, tcda esa primera caracteriza-

/ c i h del personaje, que realmente nos habia parecido genial, por lo que hemos

~ ya estudiado anteriormente.

3

! ~

I As<, don Domingo, ya transformado ffsica y mentalmente, sa le de s u casa 1

1 con el objeto de asistir a l a cita con e l Príncipe. [

1

1 Mientras tanto, don Juan acompañado por BeltrCln, espera afuera de la morg I

1 da de don Domingo la ocasibn $ara hacerle llegar un b i l l e t e , en el cual s e l e

1 manifiesta un desaf io , Tal desaf lo es consecuendia de que don Juan ha sabido

I ya que don Domingo l e ha llamado "Caco sutil". Y la ocasibn se presenta opor- i ' tuna, pues don Domingo s a l e en esos momentos de s u casa con e l f i n de asistir

r

I

I .!

a la cita con e l Principe.

I i A l principio, don Juan piensa que don Domingo s e queda parado en l a misma

j c a l l e de su casa, debido a que continha corte jando a doña Leonor (recordemos I

que las dos s e encontraban unidas pared con pared) y esto lo hace conce-

bir una nueva causa PaI'a e l desaffo, pues cree que don Domingo ha fallado a su !

I promesa. i 1

i i

~

i 1

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55

De es ta manera, don Juan se acerca a don Domingo pasa hablar con 61, pues

bote &n no l o ha visto a pesar de encontrarse ambos en la misma calle. Don Ds ning,:) muestra su desconocimiento d e l asunto y pre-nta qu8 es l o que don Juan

bse-. . , a l o cual 6ste contesta:

No es lugar acomodado Qste para l o que os quiero: solos a l campo los dos salgamos ; que a l l $ con vos tengo un negocio (11, VV. 1795-1799) 0

Con tal respuesta, don Juan da a entender e l desapio a don Domingo, quien

m y paci.entsmente, l e responde: "Yo espero 1 una precisa ocasibn 1 en es te

n-isnf, lugar, / a que no puedo faltar.. .'* Ahora que don Domingo e s todo un ca-

l,al'isro, debiera estar obligado a aceptas e l desafío inmediatamente, pero pasa

(?I cn e s t e momento l o mAs importante e s la leaitad a la figura que representa

;a .:utoridad, e l Prfncipe. Debido a l a inminente llegada de tal personaje, don

Ilom \neo le dice a don Juan :

decidme aquf l a ocasibn

que os obligue a desaf io ; que, si como yo conffo, es inljusto el fundamento,

no faltar yo a l a ocasi-bn que espero... (XI, VV. 1803-1810).

que tenbis de sentimiento,

con desengañaros, quiero

A partir de esta escena, como vemoe, don Domingo presenta ras&s d i s t i n -

tor: a 1.0s de su primera caracteflzacibn, como los cabal lerescos , p r o siempre

en funcitin de la sujecibn a la autoridad, el Prfncipe o e l Rey. Como un cab-

llero, don Domingo pregunta la causa de tal desaffo, pues realmente la desco-

noce$ ::nunque pide a don Juan se l a diga alli mismo, a f i n de no fallax a la

cita con e l Prfncipe, e l cual parece estar por encima de cualquier tipo de

desicffo. Adembs, dice don Domingo acerca d e l motivo del duelo: '* . . . rsupuesto /

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que si os enga"nis en esto, / no me doy por dendido" ; con tal a f i r a a c i b n ,

si b i h niee-a de cierta manera las convenciones que debia seguir un caballero

(pues tambih dudar i n j u s t i f i c a d a n e n t e de alguno de 19s valores que i n t e @ a b n

la reputacibn de l caballero era causa de aceptar un d e s a f i o ) , l o hace al tra&.

tar de cmpxir con un v a l o r ' c a b a l l e r e s c o m&s elevado, la lealtad a la autor i -

clad, quien con un solo recado, h a podido lograr &S que e l d e a f io hecho por

don Juan.

A i n s t a n c i a de don Domingo, don Juan l e da l a cusa de su ofensa: e l hs

berle llamEdo *'Caco s u t i l " delante de doEa Leonor; y cuando l e preaunb S i es

verdad que as{ le h a nombrado, don Domingo responder "Nunca la verdad ne@&."

Con,o podemos observar, su respuesta es la de un c a b a l l e r o , que ahora n i e e s u

propia comodidad, pues e l sostener de esta manera l o que ha dicho, l o pone en

rictsgo de t e n e r que aceptar el desafio y, con ello, 2 poder salir herido, o has-

moz-ir. Entonces, tal respuesta no hace sino "recuperar" la v a l e n t i a del caba-

l l e r o .

Debo señalar que en el momento p o s t e r i o r al que acabamos de tratar, e2

t e "segunda" c a x a c t e r i z a c i h se matiza un poco, pues e l personaje trata de

presentar algo de su a n t e r i o r manera de actuar. Esto se nota claramente cuando

don Domingo l e pregunta a don Juan:

C Luego porque os iguale

don Juan, me desafiais? ( 11, VV. i 831-1833). a l s u t i l Caco, ofendido,

Todos sabemos que una o f e n s a d a cualquier cabal lero l e d a b derecho

a desafiar al que l a habb profer ido , aun s i n imporb -si tal insulto contenfa

algo' O mucho da verdad, como en e l caso de don Juan, Pero nos parece realmente

iextralb que don Dominpo, ahom en su nueva c a r a c t e r i z a c i h , diga i r M . a m e n t e ,

que se ha engafiado, "Porque no esperaba / de Caco este d e s d o . " Ya anterior-

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msll-te, don Juan se ha extramdo de que siendo don Domingo un caballero, no ai-

~a c m la cuenta de l o grande que ha sido su ofensa; "Siendo quien s&is no ju5-

c?j.i.s / cuAn grande ese agravio ha sido?" Pienso que todo l o a n t e r i o r encaja en

l o que he mencionado acercaddetr;los reiterados intentos por hacer compatibles

:_as dos caracterizaciones en el mismo personaje; ya que si ahora don Domingo e - "~

R S un caballero, se trata de insertar en bl un pococde l a , crítica i r d n i c a que

l e caracterizaba, en este caso, acerca de la gran susceptibilidad de l caballer

YG , o set., don Juan.

Asentado l o sn-h~'u.6 , don Domingo acepta e l desafio, pero don Juan

ir,r;is.te cm que debe l l evarse a efecto en ese mismo instante, a l o cual don Do-

ndrlgo regponde con una nueva negativa, causada, otra vez, por l a c i ta con e l

I f 'rincipe. Pero ahora, como caballero, no se niega al duelo, sino que hace sblo 1 1 to lo l o pas.iible por posponerlo:

De l o anter ior , se desprende l a paradoja que ya hemos obsrvado; si an-

teriormente hemos notado acti tudes contradictorias en don Domingo, ahora b l se

reitera como cabal lero , con la frase: "como quien soy." Nuevamente, podriamos

hmernos'ila pregunta sobre l a autentica identiaad de l personaje =o la que se

nos quiere presentar como autbntica-, si no conocibsemos los versos posterio:-

rcs a dicha frase. Pero si los conocemos; &S adelante, don Domingo empeEa su

pxlabra a don-Juan a fin de que bste l e crea. Ya sabemos que no e x i s t f a pala-

I r a a la que se l e otorgara mayor credibilidad que a l a de un caballero. De e2

1 tnl, manera, don Domingo se afirma caballero con e l valor de su palabra o jura-

: mento. I

señalad e l puesto y hora para mafula, y verbis

que salgo como quien soy, a buscaros; dello os doy l a palabra (11, VV. 18'j1-1855).

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A continuacibn se no8 presenta un paxhlilento que enfatiea a h A s esta

paradoja ya antes mcionada . Cuando don Juan exter ior iza su duda acerca de si

don Domingo asistid o no 91 desafio, parece tocar un punto importante pasa e l

ahora !?segundo" don Domingo". Me refiero precisamente a l valor, tomando bste

como 'valentia' ; pues don Juan argumenta: "que e l ser acomodado / arguye poco

valor." Con tales palabras, don Juan suscita en don Domingo una reacci6n de

defensa realmente importante. Hasta ahora la conducta rltleva de bs te se habia

fundado simplemente en una frase ("En tocando al pundonor"), pero ante l a duda

de don Juan que lo ofende, 1s ar$Um8hbci6n retorna a sus labios, Pero debo

1 Tialar que esta nueva argumentacih sigue con.jugando, por un lado, la negacibn

i de l a primera caracterizacibn y , por e l o t ro , e l intento M r hacer posible l a

! compatibilidad de las dos caracterizaciones en don Domingo, aunque predomina

1 ahora la que se acerca a la figura de l caballero. A las palabras de don Juan,

1 don Domingo contestas I I

I

i

En tocando al pundonor, estfis, don Juan, enga3ado.

Conmigo e l valor naci6, las fuemas he de adquirir: que ellas han de conseguir l o que e l valor emprendi6 (11, W. 1858-1863).

1 Lo primero que notamos es precisamente l a cuarta menci6n de la misma 1

1 frase, l a cual toma verdadera s ignif icacibn a13recordar acerca de la equivalen_

i ? c i a en las dos caracterizaciones: cuatro veces podemos presenciar a l personaje

8 en cada una de ellas y , ahora, escuchamos tantbibn por cuarta ocasi6n U frase

1 "En tocando al pundonor." En un antilisis un poco "forzado" del texto podrfamos ." .

i - tomar estas cuatro repeticiones como contestaciones a las cudtrouanteriores

1 apariciones del "primer" don Dominno, T a l vez no llepue a ser de esta manera,

1 pero en todo caso, recordemos que nada en un tex to es gratui to y , de esta for-

b, buscaremos m significado en e l transcurso del adlisis.

- ,

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En segundo lugar, . nos encontramos en esta l i n e a ya observada antes de

"recuperacibn" de los atributos caballerescos y, en esta -0, es e l valor e l

que se retoma positivamente. En e l anter ior fragmento, don Domingo comienza

una argumentacih destinada a defender su valor de caballero , pues si sblo un&

versos antes hablaba irbnicamente de l a h i d a l g a susceptibilidad del caballero,

ahora 81 se- presenta realnente ofendido por la duda sobre su mlentfa. Aunque

recordemos que al "primer" don Domingo una duda de tal naturale= no l e hubie-

se fomado a competir en los toros , n i en e l ",juego de cañas", A s adelante

veremos de quti aanera es capaz este nuevo personaje al defender sus recientes

valores caballerescos. Y sigue diciendo don Domingo8

Y cuanto mas me acomodo cuando inquietudes no tengo, tantas *S fuerzas 'prevengo a mi valor para todo (11, VV. l8&4867).

E x i s t e una tendencia en la critica a creer fuertemente en la existen4

cia de estas dos caracterizaciones contrarias en don Domj.ngo sin notar ningtm

problema. Por ejemplo, Willard F. King nos dices

... a pesar de su amor a las comodidades y de su desdhn por l a obligaciones socia les ordinarias , e l d í a que su rey se ve en peligro, don Domingo entra al punto en accibn y defiende ef immente con las armas a su soberano (45).

De esta cita podríamos preguntarnos cubdo don Dom5ngo defiende a l

Rey con las armas dentro de la obra y por que se dice que entra en "accibn" a

r a i z del pel igro en que se halla su soberano pues, como hemos notado, su caa-

bio se da con base en e l recado del Prfncipe, del que don Domingo a h no sabe

- ,

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Don Domingo de Don Blas es acomodado y poltrbn, desprecia los ejercicios v i r i l e s , huye del peligro, e v i t a la v i o l e n c i a y guarda su vida: pero este personaje, que busca su comodidad y bienestar y que, mas que de v a l o r , 88

dor (46). vanagloria de prudencia, es e l bnico que sabe resistir.a un Principe trai-

Vistas asi, las cosas parecen d s faciles, pero si no existiese una re al contradicc ibn entre las dos caracter izaciones señaladas , no se presentadan

e s t o s i n t e n t o s por compat ib i l izar ambas, como se observa en e l parlamento an-

teri0r.y s i anteriormente, nos habfamos encontrado con un don Domingo que,

prbcticamente, no se ofendia ante nada, ahora se presenta agraviado como cual-

q u i e r c a b a l l e r o ; hace notar a don Juan en qu8 cmtidad l e importa m faltcasm

su cita:

pues d i l a t o la venganza del agravio que me hadis en mostrar que no t e n b i s de mi valor confianza (I1 , VV. 18724.875).

Pero a l l f no termina l a ofensa31 pues don Juan le dice claramente que

piensa que l e retiene e l cortejo que sigue real izando a doña Leonor, con.10

cual insinfta l a falta al cumplimiento de su promesa, a l o a n t e r i o r c o n t e s t a .

don Domingo:

Nunca a 10 que prometi

ese agravio a l d e s a f í o ( 11, VV. 188301885) falte y reservo tambibn

Notemos, nuevamente, esta suscept ibi l idad como caracterfstica d e l ca-

bal lero presentada ahora en don Domingo e Recordemos que al "primer" don Domine

go no l e i m p o r t a b . l o que los d e d s pensaran de 61, a tal grado , que no le . _<. -

I ofendca aun cuando la fama le llamama "loco", como se hace notar en e l a c t o

primero por don Ramiro, que exclama:

(46) Castro Leal, Juan Ruie de Ala,rcbn,-s_u vida y su obra, p. 189.

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I n j u s t o nombre os ha dado la fama, que loco os llaras; que mejor puede la fama llamaros desengañado (I1 , VV. 1353-136)

c . Como comente en e l capi tulo anter ior , l a fama representaba un elemento

de wan importancia en esa &poca, pero a don Domingo en su primera caracteriz&

cibn, realmente no l e importa: puede hablarse de 61 o no, l o mismo da. Enton-

ces, se nos prsenta una real contradiccibn entre las dos caracterizaciones,

pues ahora don Domingo es capaz de sentirse ?agraviado", po porque la opinibn

de l o s d e d s l o insul te , s ino a causa d e , que un solo individuo (don Juan) dude

acerca de la validez de su palabra, - l o cual sf- l e parece digno de .discut irse

en un duelo. Contrastemos las dos conductas y encontraremos un elemento d s

que caracter iza a don Domingo, en esta escena, como un personaje apegado a la

figura del cakallero.

A ~ n t i n u a c i b n , un bxemento mAs pa@ a cobrar relevancia; la valentga,

Ya no importa la comodidad cuando don Juan 0fende.a don Domingo, pues bste sa-

crifica su propio bienestar -tan caro antes para &l- con tal de permaeoer en

espera del Prhcipe y no salir de esa calle, pues no solamente acepta e l desa-

fio, sino que hasta r e t a a su contrincante de la siguiente manear 152905

Pues si no podbis sacarme de la calle a cuchilladas

es vana vuestra porfia (11, w. 1891-1 893).

Realmente, como observamos pa en otro caso, la ac t i tud de don Domingo

no s610 e s caballeresca, sino guerrera. L a g r a n disposicibn que muestra don

Domingo ahora para batirse en duelo en e l mismo instante, va d s alla de con-

v e r t i r l o en un c a b l l e r o t r a d i c i o n a l , pues no todo caballero presenta- tal va_

lentfa en momentos como ese , aunque debiera hacerlo. Quiero decir, don Domingo

no muestra n i una pizca de temor ante la situacibn en que se encuentra; su

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62 .-. .

m b i o ha sido -0 se nos quiere haom creer que ha sido- interior, su forma

de sei? sf que ha cambiado, p e s si no se toma en cuenta e l temor, tampoco lo

hace con la conodidad.

T&o le que he sdñalado, repito, ubi- a don Domingo en una p o s i c i h

muy cercana al tik del caballero "guerrero", con l o cual podemos observar su

apego, en esta segunda caracteritaci6n, a dist intos " t ipos" o r o l e s que intb-

grah la personalidad del caballero -misma que tanto se cr i t i c6 antes - al mismo

tiempo que s e va destruyendo la marcada individualizacibn que lo i d e n t i f i c 6 en

la primera parte de la obra. Veamos la siguiente cita, en la cual Aneecua con-

trapone l a figura del caballero "guerrero" con la del caballero "discreto" y

observemos en qu8 medida don Domingo encaja en la del primero de e l l o s :

... si e l caballero discreto piensa para actuar, e l guemero obra apresura& da y violentamente, sin reflexi6n de por medio (47) .

Don Domingo, en esta escena, est& a punto de bat i r se en duelo con don

Juan sin pensar m su comodidad y n i s iquiera en su segu ridad, es l o que po-

dlcamos llamar irref lexivo, contrar io a l o que vimos en e l "primer" don Domin-

go. Ahora bien, he dicho varias veces que nuestro personaje va a presentar, a

patir de su cambio, ciertas c a r a c t e r i s t i c a s que l o van .a acercar a l o que es .:

l a imagen del caballero que, a su vez, va a ser algo muy identif icable al."a.r-

quetipo", de lc#xal nos ocuparemos &S adelante. Por ahora, solamente tomemos

en cuenta o t r a cita de Ame~cua, en l a cual podemos ver la r e l a c i h y diferencf

cia que e x i s t e e n t r e e l ' b b a l l e r o "guerrero" -con la cual s e identifica don

Domingo en la presente escena- y la de l caballero idealizador

E l guerrero es ma lirnitacibn de la imagen de l hombre; es a10 un aspecto de 61 y , por tanto, se opone a la tendencia universalista del caballero que

""""""""

(47) A=-ua, Metamorfosis- del caballero, p. 43.

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quiere reunir todas en si; e l guerrero no es un arquetipo,

canzar ib categorfa sino un personaje soci que falta idealism para llegar a ser lo , para a

As(, el . caballero "guerrero" es una parte integrante de la imagen del ca-

ballero.

Me pazece realmente s i g n i f i c a t i v o e l hecho de que se nos presenten si-

tuaciones adlogas en ambas caracterizaciones del personaje, y e l l o hace su-

poner la idea de que s e tratan de recursos del autor implljcito con e l f i n de

r e i t e r a r la transformacibn del personaje, a l contrastar sus reacciones ante

condiciones semejantes. A l o que me r e f i e r o en especia l , es a l caso c o n que

nos encontramos en los versos posteriores a los antes citados. Pero antes, re-

cordemos que en una escena d e l acto primero, don Domingo y don Juan ya,han es-

tado a punto de bat i r se en duelo, precisamente, por e l amor de doña Leonor.

Aunque l a causa de tal disputa hubiese sido d i s t i n t a , no l o son l o s conten-

d.ientes n i e l lugar; realmente, es como si se r e p i t i e r a en parte l a escena, = ro con un desenlace diferente. He dicho que si el r iesgo tr&ico esta ausente

en la primera parte de e s t a comedia -recuerdese lo que entiwdo por primera

parte-, era a musa de la caracterizacibn *'sinmar" de don Domingo, quien no

era capaz de acuchillarse para defender a su dama, aunque su reputacibn como

caballero quedase en juego. Sbemos que l a caracterixacibn de don Domingo h a

cambiado, entonces, a l desaparecer e l impedimento para l levarse a cabo e l en-

frentamiento, don Domin;ro saca la espada y se acuchi l la con don Juan. Como ob-

semamos, las situaciones son anblogas -edem&s en ambas ocasiones es don Juan

quien r e t a primero a don Domingo-, no podemos negar ahora la contradicci6n en-

tre las dos actitudes del personaje.

"""""-"""I

(m) Ibid. , p. 45.

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h a escondido; entonces, entra a la casa de don b i r o con e l f i n de robarle su

fortuna para que, de esta manera, 61 gane p o s i c i h , don Ramiro la pierda y es-

t o dB como consecuencia que e l padre l e conceda l a mano de doña Leonor.

En e l momento de probar las l laves falsas que se ha mandado hacer para,

e l caso, don Juan descubre en una de las habitaciones a don Domingo. Don Juan

no sabe l a causa de ta l encuentro, pero nosotros, como espectadores, si l o sa-

bemos por los antecedentes del caso en e l acto primero de la obra. Y vuelvo al

caso de las situaciones analogas en ambas caracterizaciones3 la acotacibn nos

dice que: "sale don Domingo en jub6n sin espada." El hecho de que O l - p e r S a W L j 8

se nos presente ahora de e s t a manera, nos hace recordar su primera aparicibn

en escena, o sea, cuando se nos mostrd e l "primer" don Domingo. En tal caso,

se dice &extualmente q u e : e l persona3e apasecez "en cuerpo, s i n sombrero y s i n

goli l la . t t Caiearrubias nos dice que "estar en cuerpo" es estar:

. . . sin capa n i otra cobertura RAS que e l sayo (4)

Ahora, e l sayo era una casaca hueca, larga y s i n botones, parecida a l

jubbn, por l o que podemos i n f e r i r que esta escena d e l te rcer ac to nos presenk

a don Domingro en una s i t u a c i h anAloga a la del primero. De tal analogfa pode-

mos desentra:= dos elembntos bdsicos en importanciia: primero, debemos cues-

tionarnos e l por qub de esta ins i s tenc ia en e l vestir en la segunda caracte-

r h a c i b n ; recordemos que una de las primeras cosas que hace don Domingo a l in -

cursionar en su segunda caracterizaci6n es, precisamente, cambiar su atuendo

a l pedir l a c o t a , e l broquel . " y la' espada. Pues bien, ya he comentado que si l a

trmsformacibn e s profunda, se debe t o w en cuenta tambih e l elemento de l

v e s t i r , que tanto s ignif ic6 a l principio de la O k a . En segundo lugar, se me

""""9""""""

(4) Sebastilln de Corarrubias Orozco, s. u. , sub voce, cuerpo. A

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podrfa argumentar que, si bien hablo de dos casacterizaciones dist intas, ahora

don Domingo, en la segunda, se presenta en indumentaria igual a la de la pri-

mera y , en tal caso, no ex is t ida contradicc ibn alguna entre ambas. Pues la

contradicci6n entre estas dos situaciones analogas ya mencionadas radica en la

condicibn de l a voluntad del personaje: es decir, e l "primer" don Domingo sale

a escena en cuerpo por su gusto y comodidad, de &S esM re i terar su deter

anticaballeresco en esta parte. Pero e l "segundo" don Domingo se halla en ju-

b6n y s i n espada, despojado de su atmdo caba l leresco , no por voluntad propia,

sino a la fuerza. Es mAs, l a condici6n en que se halla e s t e "segundo" don Do-

mingo (en jubbn y s i n espada) representa un agravio a su posicibn caballeres-

ca, pues quiere decir que h a sido sometido, por l a fuerza.

Don Juan piensa que don Domingo se halla en la casa de don Rarniro, de-

bido a que o t r a vez c o n t i d a en e l cor te jo a doña Leonor. De esta manera, se

prepara a sacar l a espelda contra 81, pero l o que sucede a continuaci6n nos

afirma l o que yo habfa mencionado antes sobre e l hecho de que e l autor implí-

c i t o , en su afAn de lograr complementar l a transformacibn, no se detiene en

convertirnos a don Domingo en caballero, sino que l o hace, primero, un caba-

l l e r o "guerrero" y ahora, lo acerca a l a figura del heroe.

Tomemos como heroe a un hombre comprometido con c i e r t o s ideales, que

por e l l o s es capaz de realizar acciones fuera de lo ordinario y se distingue

por cierta grandesa de Animo. Y vayamos a consultar nuevamente a dlaezcua para

ver c6mo se construye, en partetla figura del hbroer

La hagen de l hbroe posee caracteres que constituyen.piuebas constantes - d e l e s p í r i t u de los tiempos y d e l anhelo de los pueblos por una vida valio- sa. S i e l heroe es aceptado un&nimemente es porque responde a act i tudes Wsicas de la comunidad; porque -=ni lada o no- la imagen personifica los sueños de grandeza de los hombres (Sr

.\ U)hnescua, Metamorfosis del caball&o, p. 11.

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El acerrraraiento de don Domingo a l a inragen del hbroe en su nueva cams ter isacibn se muestra desde que de,ja a un lado e l valor de su vida, pues &S

importa e l peligro que corre e l Rey:

No es don Juan, en defensa de mi vida lo que deciros quiero: &S importa que yo, pues caballero sois, no os importa menos; es to os pido (111, VV.

2031-1034)

Primero, es tos v9rsos ya son d is t in t ivos a los que h a b h o s observado

con anterioridad en lo que a aspecto formal se r e f i e r e ; si anteriormente hab&

BIOS encontrado redondillas, a l empezar este acto nos topamos con silws. Es

importante señalar es te cambio, pues se presenta precisamente en la escena en

que se efectk la transformacibn de don Juan; pem est0 requim . u n estudio

aparte. Nuevmente, vemos la re i teracibn de don Domingo como caballero, pues

se coloca en la misma posicibn de don Juan, quien desde e l principio se ha

considerado -por lo menos a si mismo- como tal. Vemos, pues, que la conducta

caballeresca de don Domingo no ~610 se puede considerar comb a la de los de-

laas hombres de esa bpoca, sino que excede tal posic3.h al presentar su vida

como poca cosa-en comparaci6n con la seguridad de su soberano.

Y ahora, don Domingo ya no de,% opcibn de que don Juan dude de su pala_

bra, pues a l disponerse a contarle lo sucedido, ,presenta e l recado del Princi-

pe como pruetra indudable de l a verdad. Otro elemento que refuersa esta act i tud

caballeresca del personaje, es e l hecho de que se rompa su discrecibn sobre

los acontecimientos ocurridos 6610 cuando ve a:mu R e y en peligro. Recordemos

que anteriormente había guardado celosamente el secreto de su cita con el

Prhipe.

De esta menera, don Domingo hace a don Juan l a relacibn de lo ocurrido

en la realidad. He mencionado que al principio la caracterisacidn de este "se-

i

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w d o n don Domingo se basa en una sola frase: '%n tocando al pundonor", pero

a medida que dicha cssacterieacibn avanza en l a obra, notamos e l retorno de

rasgos de la primera -claro, con grandes variantes-, mide dichas caracteds-

ticas recuperadas es la axgumentacibn, Vemos ejemplificado lo anter ior a l es-

tudiax e l largo pazlamento que don Domingo inicia desde e l verso 2 0 9 y com-

prende, aproximadamente, 120 versos. Tal parlamento, e s a dividido en dist in-

tas partes: primero, e l r e l a t o en si de lo ocurrido durante l a noche en que

tuvo e fec to la cita con e l Prfncipe, de l cual sobresale, en casi fjo versos, un

solo comentario persona1.de don Domingo &cando a conocer su sorpresa ante la

ac t i tud mostrada por el Principe t

y dijo.. . No pod&is, don Juan, creelibo, pues yo, aunque reconozca su grandeza, cuando intentos of t a n atrevidos pens& que se engallaban mis oidos, y agora al r e f e r i r o s esta h i s t o r i a crbdito apenas doy a l a memoria (111, VV. 2081-2086)

En tal cita, notamos la gran sorpresa del ahora caballero don Dominpo

ante los intentos del Prfncipe. Pero a l mismo tiempo que se admira de la teme-

r idad de don Garcia, est& dispuesto a reconocer su autoridad como h i j o d e l Rey

al hecer alusibn a "su grandeza". Debo señalar que en esta primera parte. del

parlamento, 61 fragmento que corresponde a la proposicibn del Príncipe a don

Dominio, casi en nada difiere de la misma si tuaci6n en e l primer ac to , cuando

don Garcia externa sus intentos ante don Ramiro. Nuevamente, nos encontramos

ante situaciones anflogas, pero ahora no en relacibn con e l mismo personaje,

sino contrastand6 a dos de e l l o s : don Domingo y don Ramiro, Y otra vez, la fi-

gura del primero alcanza niveles heroicos al reaccionar de una tan dis.

t i n t a a don Rami&o, ante .una misma proposicibn: don Ramiro accede a ayudar a

la OOnSPiraCibn, fisdo en la esperanza de su bienestar personal, en tanto que

est@ "segundo" don Domingo es de recb,%m mis= cmsphacibn a b a

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pesax de su propia cowodidad (nbtese adeds q u i la oposiciibrr entre la p r i m e r a

y segunda caracterieaciones) , Pero no es el hico rasgo heroico de don Domingo

el haber rechazado los intentos del traidor Príncipe; pues existe cierto tzar&

ter individualizado- del &&roe, en cuanto a quq, -por lo general, el h&roe es un

individuo hico o, por lo menos, no es coh en relacibn a los deds, El heel,

cho de que don Doningo sea el hico que permanece en la casa de don Rslniro COI

mo castigo a su valentia, lo individuali~a grandemente y lo acerca a la figura

del hbroe, pues contarnos con el conocimiento de que tales intentos han sido

declarados a todo "hombre rico y wincipal" de Zarnora y, as$, caemos en la

cuenta de que don Domingo ha sido el hico que se ha resistido a colaborar con

don Garcia.

Ahora, pbdrfamos pensar entonces que existe en esta segunda caracteri-

zacibn del personaje cierta individualizacibn con respecto a lo que hemos tra-

tado en el phrrafo anterior. Pues bien, la individualisacibn que vimos en el

"primer" don Domingo era con b s e en su distincibn con respecto a lo conven-

cional en la construccibn de los personajes del teatro de la BpOCae Hemos men-

cionado tanbien que don Domingo va a "esquematizarse" con el acercamiento gra-

dual que va a presentar hacia algunos "tipos" o "roles!' de la bpocat el galan,

el caballero, 8tC. Ahora lo vemos acerchdose a la figura del caballero "hero2

co" ; si don Domingo presentase todas las caracterfsticas propias de esta ima-

gen., entonces, tal vez, podríamos hablas plenamente de individualizacibn

-aunque de otro tipo- en esta s e m d a parte de la obra, pero no ocurre ad.

Don Donineo solamente presenta ciertos rasgos atribuible8 al caballero "heroi-

co", si nuestro personaje presenta alguna individualizacibn con respecto a '¡os

otros personajes de la obra, es ahora porque se trata de la peculiaridad de un

"tipo". Tampoco podemos decir que encontramos una identificacibn completa con

la imagen dniversal del hkoe, pues no presenta todas sus singulasidades. Una

de estas propiedades ausentes del heroe en don Domingo seda, por ejemplo, el

.i . ."

,_c.-

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d c t e r colect ivo que se l e confiere a dicha imagen y, t o m d o ejemplos al.

azar, p~dri)sraos mencionar otro:

El camino coraQl de la aventura mitolbgica del hbroe es la magnificacibn de'$a fbrmula representada en 14s ritos de iniciacibnr sepmacibn- iniciacibn-retorno, que podrían recibir e l nombre de unidad nuclear del mononito (51) .

Podentos observar que en don Domingo no se cumplen tales etapas, n i otros

elemhtos propios del hbroe; por lo tanto, solamente notamos un acercamiento,

no una identificacih plena con dicho "tipo". Entonces, la "esquematizacibn"

del "segundo" don Domingo se nota en su abandorla de 3.a caracterieacibn de

personaje "singular" y l a adopcibn de una que fAcilmente podemos identificar

con l o s "roles" que hemos ido comentando en e l anblisis , %sicamente, con e l

de caballero y e l de "galh al uso" en la Comedia Nueva. Don Domingo, en esta

segunda parte, paxece no diferir en mucho de los personajes de l tea t ro lopes-

CO, pues se cixe a sus &nones.

Y volviendo a l tema inicial, he mencionado que el largo parlamento

aquf analizado, es% dividido en partes distintas; pues bien, l a siguiente al

r e l a t o de lo sucedido, es la dedicada a l cambio ocurrido en don Domingo v i s t o

desde su propia perspectiva. Tal fragmenthcida empiezo de la siguiente manera:

N u n c a , don Juan, pensara que la lealtad dorhida en oc ios de l a vida con tan ardiente fthria despertara a una voz MagGeña, que e l daño esconde cuando e l wedo ensesa (111, W.

21 17-2122)

Nos encontramos ante un elemento que ya anteriormente habiamos obser-

vado: e l nombrar como algo negativo l a forma de act= pasada. En tanto que v s

(51) Joseph Campbell, El hbroe de las mil caras, p. 35.

, .

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110s una verdadera exaltaci'bn de 'la ldlltad, virtud en la que se basa la cara-

t e r i m c i b n de este "eegundo" don Domingo, l a comodidad del personaje en la

primera parte es llamada "ocios de la vida". S i considedsemos este parlamento

aislado de su contexto, podriamos creer, ciegamente, en la mencionada exalta-

cibn de la lealtad como authtica del personaje, pero cuando conocemos la pi-

mera c a r a c t e r i z a c i h , en la que e l autor implícito, de una manera o de o t ra ,

deja entrever su simpatfa hacia e l personaje, podemos ser &S desconfiados en

r e h c i b n con las palabras de don Domingo. Este parlamento continha de manera

realmente interesante:

iveis cbmo en sus entrañas e l alquitrb oculto disimulan cuando en las cumbres, que a l Olimpo emulan, ostentan blanca nieve las nontajias que dan tumba a l a vida y al deseo del soberbio sacrilego Tifeo ; y e s entonces de cente l la breve concitado e l azufre, espesa nube y ceniza es despuQs cuando fue nieve, dando el soplo tantos escarmientos, cuando e l estruendo espantos a los vientos? (111, VV.

2123-21 33)

E x i s t e en e s t a cita un elemento Msico que deseo hacer notorio; a l COG

f rontar es te parlamento con cualquiera de los pertenecientes al "primer" don

Domingo, salta a la v i s t a , desde luepo, e l d i s t i n t o tono en ambos casos. A lo

que me r e f i e r o e s a que mientras en e l "primer" don Domingo predominaba un to-

no irbnico y, en ocasiones, sentencioso en e l discurso, en este "sefpndo" don

Domingo y , en espec ia l , en e l parlanento estudiado ahora, observamos un incon-

fundible tono heroico. Bien sabido es que, en tanto que a l &no sentencioso

le es atribuido frecuentemente un carActer popular, e l tono heroico es consi-

derado elevado. He aquf otra oposicibn entre las caracterizaciones; pues bien,

. ..

deseo dejar asentado antes de psar a lo siguiente, que e l largo parlamento

ahora analizado, encaja &S que bien dentro del tono heroico y elevado que he-

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r- ~ O S mmcioando ya. Re~0rd8laos que existen varios aspectos con base dp l o s cua-

les s e puede lograr un ton6 elevado en e l discurso; primero, Bste no se ocupa-

r& ya de aspectos nimios de la realidad, quiero decir, don Domingo no habla de -t

. l a casa, l a vestimenta o la hora de comer (elementos que, si bien, no son re-

almente carenteg de importancia en determinado contexto, sf podrían resul tar

n i r i o s en r e h c i b n con un valor como la heroicidad), sino de l a lealtad al

Rey y , si de exa l tar es te elemento se trata, se ocupar& un lenguaje apropiado

para e l l o . AS<, las i a e n e s que se nos presentan son realmente majestuosas,

con palabras como; "cumbres", "montañas", "centella breve", '(espesa n u b " , .''a

truendo", etc. Adenas existen alusiones mitolbgicas como "Olimpo" y "soberbio

sacrilego Tifeo". Entonces, el lenguaje del discurso heroico es dist inguible

si l o confrontamos con lo que habíamos observado en e l "primer" don Domingo, I

quien se referia mucho mds a la cotidianeidad que a valores abstractos como la

lealtad y , por consiguiente, no ut i l i eaba palabras t a n elevadas a l expresarse.

Pero algo que caracter iza , asimismo, al lenguaje heroico que observamos aquig

es l o relacionado con las imkenes que hemos mencionado y es, precisamente,

' que e s t e lenguaje se presenta fuertemente pobtico. Toda la obra don Domingo s e

h a expresado en verso, pero esto no l e otorga e l carhcter pobtico que logra en

e s t e parlamento. Un aspecto que hace a l lenguaje alcanzar niveles pobticos es

la u t i l i z a c i h de r e c u r s o s e s t i l i s t i c o s t a l e s como la comparacibn que encontm

nos en e s t e fragmento don Domingo, despuhs de construir iml5e;enes impresionan-

tes como las que hemos observado, hace la camparacidn entre ell- y l a ofensa

producida en 61 a l ver a su soberano en peligro. Es sumamente importante seña-

lar e l hecho de que sea precisamente la parte que se.ocupa de elemenias como :

la explicacibn del cambio de don Domingo, la que se encuentra escrita en tono

contrastante al de l a anter ior caracterimcibnr ademis del cambio en l a m b t r i -

ca, l a transformacibn del personaje trae como consecuencia un cambio en el to-

no del discurso.

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Cuando don Domingo termina de hablas del cambio producido m su acti-

tud, pasa a daz su opinibn acerca de los intentos del Prfncipe. Para 61, e l

hecho de que don Garcfa sea h i j o del Rey, no l e concede e l derecho de aspirar

a la corona si 6 s t e a b no ha muerto. Con tal idea, don Domingo postula la

sumisibn t o t a l a l Rey aim por parte de uno de sus parientes mbs cercanos: su

h i jo . Ahora bien, don Domingo afea nds l a conducta de l heredero ak trono en

comparacibn con cualquier otro dbdito, pues exclamar

que, conspirando otro vasallo, s o l a l a fee que'trrattta que a su rey l e debe, y 81 a su padre y a su rey se atreve (111, W. 2146-

2148).

S e g h nuestro personaje, e l intento de don Garcfa es doblemente con-

denab38, pues no 8610 conspira contra su soberano, sino contra su padre t a m -

bi6n. Finalmente, don Domingo hace notar l a terrible decisibn del príncipe so-

bre acor tar e l plazo que e l destino tiene sefíalado para concederle; la corona,

consecuencia inevitable de la muerte de su padre. Con tal atrevimiento, don

Garcia desaffa no s610 las leyes humanas, sino hasta las divinas. He aquf-:;

tres argumentos expuestos por don gomingo en contra de l a conducta del Princi-

pe, con l o cual nuestro personaje retorna un rasgo de su primera caracteriza-

c i b n , l a argumentacibn. Por l o anter ior , podemos decir que, si bien encontra-

mos contradicciones realmente marcadas entre las dos caracterizaciones, el

cambio no va de blanco a negro, es decir , no es t o a , aun cuando si r e s u l t e . .

radical . La siguiente paste d e l parlamento se refiere a la reaccih de . -." don pa- .. -

mingo ante la proposicibn d e l Prfncipe, de l a cual sobresalen los siguientes

versos I

Al fin, don Juan, yo respondi, yo hice lo que @ b i s pensar del que eeto os dice, en que n i l a amenasa de la muerte

/ mehall6 menos leal o menos fuerte (111, VV. 21%-

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D Del personaje que hwos escuchado todo l o a n t e r i o r , si que esperamos

una reaccith de rechazo hada la conspiracibn principesca, pero del don Domin-

go que nosotros conocimos primero, no estamos completamente seguros en cuanto

a su,cond'ucta.. Ahora 61 habla como si siempre hubiese sido e l mismo personaje

y se esperara de &l la conducta m h alta, pero, realmente, e l espectador o e l

l ec tor que ha l lan seguidqltoda la t r a y e c t o r i a d e l personaje, se podria: encon-

trar en una confusibn en este momento, pues dice que n i l a amenaza de la muer-

t e acalla en 61 la valentia producida por la lealtad.

Finalmente, l a filtima parte del parlamento e s l a arenga de don Domingo

hacia don Juan, h m h a con e l f i n de a l e n t a r e l cambio de Bste. T a l fragmento

compite en extensibn con e l dedicado al r e l a t o de l o ocurrido; pues cuenta

con ' $0~0 m&s de 40 versos: ambos son los A s largos d e l parlamento. Primero,

d-on Domingo incita a don Juan a r e t o r n a r al . t iempo anter ior a su primera b a n 2

f ormacibn :

volved, dcn Juan, volved a la. memoria 152905 los timbres heredados de vuestros a l t o s , f n c l j t o s pasados. Despierte en e l leal heroico pecho e l valor, a despecho de los divertimentos que dormido con engañoso halago le han tenido (111, w. 2175-

2181) . Recordemos que, tanto don Domingo, como don Juan, han sufr ido una

transformacibn antes de empezar la obra. Lo a n t e r i o r es importante, pues la

conducta anterior a tal cambio les hacia dis t inguirse por su Yalentfa; ahora,

en esta transformacibn ocurrida en plena escena, tal elemento -la valentfa-

es evocado con gran alabanza, al mismo tiempo que s e desecha la caracter iza-

Cibn observada en l a 'pbera parte de la obra. E l m&cter heroico de dicho

cambio se re fuerza cuando se apl i ca esta palabra como a d j e t i v o s "Despierte

en e l leal heroico pecho"^ adeds, si la comodidad del "primer" don Domingo, --

i

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anteriormente, fue llanada "ocios de la vida", ahora, se l e s llama "divertimq

t o s " a los hechos del " p r i m e r " don Juan.

A continuacibn, don Domingo i n v i t a a su interlocutor a imitar lo en, lo

que respecta a l a mutacibn de su conducb con estas palabirasr

Proponga ejemplo , emulacibn proponga a l valor vuestro e l mio, pues con r e e l o s sepultado y fr fo , no hay r iesgo , no hay traba jo que no emprenda (111 , VV. 2182-2185). .

S a l t a a l a v i s t a con demasiada evidencia l a o p o s i c i h del don Domingo

que observamos ahora y e l que anteriormente conocimos. Primero, l a anter ior

caracterizacibn nos present6 a un personaje que, si claramente, no podia con-

siderarse un ejemplo de caballero, mucho menos l o podia ser de hkroe. Ahora,

don DominEo ha llegado a tal grado en s u cambio, que se a treve a proponerse a

sf mismo como modelo en cuanto a valentia. Ademds, ya no reconocemos en 6ste

a l "acomodado" don Domi,ngo cuando declara que ya no e x i s t e nada que deje de

emprender por salvar a :su soberano; pues si nos parece i n c r e i b h l o a n t e r i o r

en e l caso d e l "riesgo", lo es m& en e l del "trabajo", ya que bste hltimo

const i tufa un verdadero inconveniente, que se trataba de e v i t a r por todos los

medios. Pero sigamos en e l estudio de este paslamento; don Domingo continfia

incitando a don Juan a que lo imite mediante cierta autoexa l tac ihr

I

No hay muezte que me espante, cuando f u i cera, ya siendo dhmante, en advirtiendo que manchar l a afrenta, de la sangre leal el. fuego ardiente que a l nacer inform6, don Juan val iente ,

no se janlis; $610 se oculta cuando e l v i c i o en cenizas se sepulta; y en vos, si oculto yace, yace vivo entre los yerros e l valor nativo (111, W. 2186-2195)

El hecho de que don Domingo se autoexalte con e l fin ' apcmente de COnrF:

. "

Vencer a don Juan para que cambie su conducta, lo hace ident i f i carse a h mbs ,*-- .~

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con l a figura del caballero.:

El renombre es una finalidad que, de tan evidente, tiene que sokeeibtefrder- se en e l caballero; y aunque a veces pa.reaca que al protagonista lo mueve l a inercia, oculta entre otros motivos permanece l a fama por las hazañas guerreras. El caballero trata de ser un ejemplo. . . (9) .

Adewks, no podemos negar e l caxActer poetic0 de este parlamento cuando

encontramos en &1 netiforas, comparaciones, etc. Nos detendremos ahora en en-

c o n t r a r e l significado de algunas de estas im4genes. Primero, encontramos una

meafora en e l parlamento; "cuando f u i cera, ya siendo diamante." Con tal irna-

gen, se nos hace patente la existencia de dos carracterizaciones d i s t i n t a s y ,

adeds; contradictorias en e l personajes no hay mejor muestra, de que e l autor

implicito tiene conciencia de una diferencia marcada entre las dos, pues las

menciona como elementos opuestos. Ahora, debemos encontrar l a significacibn de

l a metdfora desentrañando l o que quieren decir las palabras que l a integran.

En primer luger, l a cera simboliza, ante todo, l o endeble, ya que bien sabida

es su fragilidad ante el fuegos pero tambibn representa una sustancia s i n gran

valor monetario, pues s610 adquiere valfa convertida en instrumento de servi-

cio (como la vela) . En oposicibn, e l diamante es considerado una materia de . :;.

las mAs resistentes en la t ierra: p r otra parte, contiene un gran valor er! si

mismo y su uso, generalmente, es de ornato, por l o cual adquiere un cadcter

de distincih. Asentadas ya estas bases, de ellas resulta una fuerte oposicih

entre e l "primer" y e l "sewdo" don Domingo, aunque recordemos que todo est&

presentado desde e l punto de v i s t a del autor implicito y no tenemos por qu8

creer ciegamente en 61, sobe todo, cuando hemos observado t a n t a s pis tas de la

simpatfa profesada por Bste hacia su personaje en la primera -te.

,

E l " p & m e r " don Domingo es visto como endeble, pues se le compara con

"""""""

(S) Ameecua, Metaraorfosis del caballero, p. 32. "

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la cera y se l e podrga considesas, de esta manera, m individuo pusil&nime, l o

cual resulta grandemente cuestionable al recordar e l solo hecho de que Bste 12

gra imponer su prop* voluntad sobre l a co lec t iva en una &poca ( e l siglo XVII)

en que la Clltilna pesaba tanto sobre e l individuo. A b la casacterieacibn se

presenta sblidamente fundada en los largos razonamientos que ya hemos estudia-

do antes. De tal manera, a l "primer" don Domingo s e l e a s i g n a poca valfa

-dentro de l a metékfora- en comparacibn con e l "segundo" don Domingo; l o cual I resul ta un aspecto realmente discutible, puesto que la individualizacibn lo=

da en 61, con base en su originalidad, me parece poseedora de un gran valor. .

Por otro lado, a l "segundo" don Domingo, en l a comparaci6n con e l dia-

mante, s e l e atribuyen caracterist icas de fuerza y res is tencia . S i bien encon-

tramos c i e r t o grado de certeza en estas a t r i lyc iones , ya que don Domingo, en

su carhcter de cahal.lero, se atreve a enfrentarse con e l Prfncipe; por otro

lado, notamos que esta fuerza en a l t o grado se encuentra identificada con e l

tipo convencional del caballero. Cuando observamos que e l ysegundo" don Domin?

. go casi en nada d i f i e r e d e l g a l h tradicional del teatro de l a &poca, se po-

dria hacer problemdtico e l cardcter valioso de la segunda c a r a c t e r i z a c i h .

Me he detenido tal ves demasiado en ta l metbfora, pues pienso que muy

bien nos ilustra l a act i tud que s e toma, en e s t a segunda parte de l a obra,

acerca de las dos caracterizaci-ones de don Domingo: exa l tar la segunda y dese-

char la otra. Ahora bien, nosotros somos l e c t o r e s que intentamos e j e r c e r c i e r -

to sent ido c r i t i co y , por los mismo, tenemos derecho a desconfiar de l o que e l

autor implicit0 nos presenta cuando encontramos pistas de que ocurre algo dis-

' tinto.

A c o n t i n u a c i h , se.muestra muy bien l a forma en que don,Domingo incita

a don Juan a redimirse me&iante la lealtad al soberano, tal y como b1 lo h a h z

cho 8

.~

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Mostrad, librando a l Rey, que los errores que han desmentido en vos vuestros mayores, no de la inclinacibn fueron defetos, sino del vicio propios efetos (111, VV. 22Ok-2207) .

1 ' ; Y nos preguntamos ahora, &tal conspiracibn no hubiede dado lugar a

nuestros personajes de transforlaarrse, :cual habrfa sido su f i n a l en la obra

con la conducta que h a s t a aquf observaron? Con seguridad no lo sabemos, pero

muy probablemente no habrsan alcanzado e l desenlace venturoso con e l que nbs e

encontramos. Tambibn salta a la vista l a causa de ta l transformacibnr la leal-

tad a l a figura que encarna e l poder, La ma), prsiniemo, represnta una virtud

cablleresca, como se puede observar en la siguiente citar

... a pesar de la fuerza ilimitada que se l e confiere al personaje, su vida se ve, ceñida a un cbdigo caballeresco f . . 3 "Es oficio deczaballero Ranter?.?: rik y* defender a su senor terrenal" ( h l h o , Libro del orden, parte serrunda, p. ' j2) La vinculaci&n del caballero con e l feudalismo caracterizb la figura caballeresca con l a pogulasidad invariable de su sometimiento a l rey... (53)

Asi, don Domingo queda encerrado en l a casa de don Ramiro, mientras

don Juan va: a salvar a l Rey, Lo anter ior nos coloca en otra s i tuacibn andloga

que distingue a una caracterizacibn de la otra : en tanto que e l "primer'* don

Domingo escoge, For su propia voluntad, los espacios pequeños (no desea una

casa de dos pisos, con gran jardin, etc. ) , e l "segundo" queda aprisionado en

contra de su gu8t0, en un aposento de la casa de don Ramiro. Nuevamente, la

diferencia en ambas situaciones, radica en la condicibn de la voluntad del

personaje, en una se encuentra libre y en la o t r a , sometida, ya que, 101. .OC* k . del caballero es 3Ei siguiente:

La voluntad hace al c a b l l e r o enemigo de toda flaqueza, corn tambi&n con- - t r a r i o a toda paSiCibn pasiva. E l caballero debe rechazar toda comodidad, toda tranquilidad y , por e l l o , debe huir de l a vida ociosa de palacio,

"""""""""

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pues e l coffparoaiso del caballerqdon l a incewante avemltura,.le impide e l am2 to (9).

4s La altima aparicibn de don D o w i n g o on la omvdebido a que don Garcia

r&lam su'prescncia, pues ha ideado una *ltima estratagema para vencer su re-

sistencia.

Y don Domingo llega ante l a presencia de don Garcia en la A s comple-

ta sujecibn a l a autoridad que Bste representa: $Qu& me manda / vuestra A l t e -

za?" Una ve5 mbs, esta dispuesto a reconocer l a soberanfa del Prfncipe, aunque

con sus limitaciones, pues e l h i m ser humano digno de toda su obediencia es

e l R e y . Ass, don Dosingo no va a l encuatro con don Garcfa en un plen renuente

n i de manera descortbs, sino haciendo gala de obediencia y sujecibn.

Don Carda lo espera para proponerle ima oferta final: l a mano de doiia

Constanza y , con e l l a , l a complicidad en l a conspiracih contra e l Rey, o l a

pena mayor, l a muerte. Con l o anterior, regrekamos a nuestro anhlisis de l a

transfomecih en nuestro personaje: ya henos.hecho evidente e l cambio que se

inicia cuando don hxeinco recibe el recado del Prfncipe; algo as í como una ti-

pificacibn que anuncia ir &S all& de l a del gal& tradicional de l a Comedia

- nueva, un acercamiento a l a figura del heroe caballeresco (55) . Entonces, po-

demos permitirnos l a comparacibn entre l a imqen del hhoe y e l personaje de

don Domingo en su segunda caracterizacibn.

De todos es sabido e l hecho de que e l heroe necesita pasar por una se-

r i e de pruebas antes de lograr su triunfo final. Joseph Campbell lo dice de l a

siguiente manera: . -.

(55) Aunque ya anteriorrente hemos hecho notar que no se trata de una asumisih to ta l de l a fi,gura del h b e , s ino solamente de la presencia de algunos fu'scJos en e l "segundo" don Domingo.

. r .-

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Una ves atravesado e l umbral , e l h h e se mueve en un paisaje de sue50 poblado de foratas curiosas fluidas o aabiguae, en donde debe pasar por una serie de p e W s (56)

Pues bien, ahora nuestro don Domingo, dentro de su transformacih, ha

renunciado a vasios. elementos realmente cazos para 61 desde e l segundo actor

ha sido capa% de someter su comodidad y su libertad al serv ic io del Rey, Noso-

t r o s , que hemos seguido al personaje durante sus dos caracterizaciones, sabe-

mos &to, verdaderamente, significaban el "priner" don Domingo esos

dos elementos. Pero ahora, don Domingo se halla ante l a prueba finalt la re=

nuncia a l a vida y a l amor,

En e s t e momento nuestro personaje no se encuentra ya en e l caso de

abandonar algo tal vez perentorio, sino de hacerlo con su propia vida por de-

fender l a lealtad a su Rey. A b as<, su respuesta es contundente:

No e s l a ve5 primera agara que a mi lealtad amenazas despreciadas acrisolan. Constanza es, premio que estimo, y por l a propuesta s o l a obligado cuanto puedo, pongo en vuestros pies l a boca: pero con tal c o n d i c i h , n i l e import6 n i le importa que no viva C G ~ m i gusto quien h a de v i v i r sin honra. Esta es mi r e s o l u c i h (111, VV.

Nunca pensadamos o i r a l "primer" don Domingo decir lo que este parla-

mento indica. Como ya mencionb, 'ha llegado la prueba final y bsta consta de

dos partes; estudiaremos prilaero l a concerniente al ofrecimiento de la mano de

doña Constanzq.

Al analizaz e l "primer" don Domingo, mencionb que e l hecho de que e l

personaje se fijara en doña Constanza desde e l segundo acto, tenia la funcibn

"""""""""~

( 5 6 ) Camp*Il, OJ, , P. We

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de, hacer que, al 1lega;r e l desenla;ce, don D6aingo recibiera un final venhroso

por la pacinciperl rash "no l a Cmica- de que recibe a do" Constanza por,esposat

Ahora bien, por boca de don Domingo sabe~os que ella es "preaio" que estima;

pero, realmente, no sabnms como q u i h lo dice, si C O O e l "primer" o como e l

"segundo" don Domingo. Si l o hiciera como e l personaje de la primera parte de

l a obra, verdaderamente, esta o f e r t a no sería t a n d i f i c i l de rechaear, pues,

'como vimos en su momento, para l o importante no era casarse con una mujer a

con otra , s ino con alguna que fuese de su agrado, solamente. Recordemos que

pretende a l principio indistintamente a do7ia Leonor y a doña Constanza, a B s t a

filtima le dice: "que el gasto mAs opulento / hiciera yo muy contento / por

cualquiera de las dos." Aunque, c laro , despues se i n c l i n a hacia doña Constan-

ea envihdole el. b i l l e te , que, recordemos, ella no contesta pero si lee, a n t e

lo cual don Domingo n i s iquiera se inmuta. Ademks, recordemos que se decide en

gran parte por doña Constanza, debido a que don Juan reclama s u derecho de

c o r t e j a r a doña Leonor. A s < pues, no serfa demasiado pedirle que renunciase a

algo que, realmente, no l e ha costado mucho esfuerzo que digamos y , en este

. caso, su frase de "Constanza es premio que estimo", sonarfa mas cono cor tes fa i

' que como verdad.

Pero recordemos que estamos ante e l "segundo" don Domingo, Bste que.ya

representa gran parte de las características del ideal de la bpoca. Entonces,

su posicibn debe ser otra; a &1 sf que podemos creerle cuando se refiere así a

dofia Constanza. Ahora 61 debe comporta.rse como e l caballero de la epoca para

con su dama. Con base en lo anter ior , podemos darnos cuenta de la c a n t i d a d de

voluntad que necesita don Domingo para renunciar a la mano de doña Constanea;

pues, como sabemos, e l "amor cort&s" poseia la siguiente imagen de la dama:

I

... l a dama, objeto de ardientes amores, era la m&s bella de las criaturas

/-

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Pues bien, aun cuando don Domingo debe profesas gran adairacibn hacia

SU dama,. en su nueva caracteri%acih, e l a fec to que s iente par e l l a no basta

pass atenuar su l e a l t a d a l Rey. Lo anter ior hace &S grande su s a c r i f i c i o ,

pues si en esos momentos don Domingo valora verdaderamente a doña Constanza

como se debía hacer en l a &poca, su negacibn a ella alcan- t in tes hero icos

al optar por l a f idelidad a su Rey antes qye todo. Aaefccua nos dice lo siguie2

t e al r e f e r i r s e a los cams de los caballeros Cifar, Robobn y Atzevido?

... al caballero &lo tang;encialnente l o t o c a e l amor, pues tiene que des- pojarse de todo recuerdo terrenal, de todo sentimiento amoroso para l i k a r l a hazaiia caballeresca (9) .

. .

El investigador nos dirh despues que no o m r e asi en todos los casos

y ejeraplifica, pero esto se debe a que el caballero e s uh “ser de mil caras”.

Con lo antekior no he querido ident i f icar plenamente a don Domingo con e l hk-

roe , pues, como ya varias veces he repetido, sblo presenta algunos rasgos

atribuibles a dicha figura. Pero resul ta innegable e l hecho de que en e s t e c a m

so e l personaje sf coincide con e l caballero “heroico” que, a su vez, consti-

t u i r f a un arquetipo. Tomando a e s t e como a un modelo que ppsenta las particu-

laridades del ser ideal.’,Vuelvo a r e i t e r a r que mi inencibn no es enmaxcar to-

talmente a don Dominga. en n i n w n a clasificacibn, sino, solamente, hacer ver su

tendencia a l a ident i f icacibn con algunos t ipos de la bpoca en esta segunda

parte, l o cual representa grande oposicibn con lo visto en la anterior. Y nbs

interesante se presenta esta crlestibn si consideramos la l e j a n h d e l *‘primer*’

de los aruc$ipos de l a &poca. “““““““““W

( 57) Vigil , 2. &. , P. 65.

(9) Amezcua, La metantorfosie del_a>llero, p. 97.

-. -

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Y en este caso especff ico, don Domingo bien puede considerarse un ca& l l e r o "heroico" al realizar la "hamfia" de rechazar a s u dama por lii. lealtad

a su soberano. Pero recordemos que hemos visto s¿lo la perte menor de la prue-

ba,; no solamente se necesita renunciar a la dama y , con e l l o , a l amor, sino

tanbien a la vida misma, bien A s preciado de cuanto posee un homhre. Y q u i '

cabe se'ialar lo que comenta Maravall con respecto a l caso:

Los escritokes barrocos predican una y o t r a vez l a sumisibn a las leyes, cualquiera que bstas sean, e l acatamiento a los príncipes aunque sean tira- nos, a los magistrados y superiores, con expresiones que frecuentemente, superan e l n i v e l de obediencia dado en o t r a s bpocas (S) .

La cita anterior nos habla muy bien de l o que sucede a partir de la

transformacibn del segundo ac to de esta obra. En l a escena que nos encontramos

analizando,vemos a don Domingo dispuesto a ofrendar su vida ante una sola cau-

sa: l a leal tad a l a figura de autoridad. Nuestro personaje -en e s t a segunda cs

rac ter izac th- cons iderwla ex i s tenc ia s i n lealtad a l Rey, como una exis tencia

"sin honra". Y, recordemos lo poco que l e importaba la honra al "primer" don

Domingo, a .quien parecia tenerlo sin cuidado cuanto tocara al pundonor d e l ca-

ballero. Entonces, l o que d a d a realmen-te valor a l a vida de esta *' semndo"

don I)omine;o seria, precisamente, l a fidelidad hacia su Rey; con lo cual se lo-

gra l a completa redencih del personaje, Adeds, recordemos l o que l e daba i n -

portancia a l a existencia del "primer" don Domingo en contraste: su bienestar

personal, l a impos ic ih de su moral individual, su partbxlar idad con respecto

a l o convencional, etc.

Ta l muestra ,de adhesibn a l soberano::por pazte de don Domingo resul ta ,

ademas, una recuperacibn del principio de autoridad evidentemente abandonado

en la primera parte de la obra. El "primer" don Domingo no e s t a b dispuesto a

"""""""""

(59) Maravall, La cultura del baxroco, pp. 2992%.

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reconocer mayor autoridad qae la de su sentido contm, pero ahora, la potestad

ejercida por su Rey ha dernuab;ida m n m e de su individualismo. Lo imporm- te en este caso no es su "yo" sino, precisamente, la negacibn de si mismo -de

su existencia- en favor de o t ra persona:. su Rey. Granqbqsicibn encontramos al , . ~ .

recordar las ocasiones en que consideramos a l "primer" don Domingo un tanto

egoista, a l acentuar su "yo0 antes que e l interbs de l o s demas, por ejemplo,

cuando hablaba de "obligar voluntades" como s i desease ejercer una especie de

dominio sobre los den&, o en e l caso de no tener que padecer un mal que s e

podia a t r i b u i r a o t ra persona.

. . . . . . . ..

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1.1.3 Dssenlacc en No hay laal que por bien no ve-.

En este capi tu lo in tentad , primero, anal izar l o que resta de la apari

cibn final del '*segundo" don Domingo, l i e d o l a a l desenlace de la obra. En .id

tal desenlace, posteriormente, analizar& de qub manera se distribuye la llama-

da " j u s t i c i a po&tica'* (60). haciendo notoria l a c o n t r a d i c c i h de este final,

que s b 1 ~ toma en cuenta l a conducta de los personajes durante la segunda parte

de la obra y su comportamiento con respecto a l Rey (61) . Pues bien, cuando don Domingo estil. a punto de morir por l a voluntad'de

don Garcfa, l lega e l Rey a ponerlo todo en su lucar. Y es precisamente en este

momento cuando llegamos a l punto final de l a obra y , con e l l o , de nuestro an&-

lisis del desenlace en No hay mal que por bien .no venB;a.

De todos es sabido e l papel fundamental que posee e l desenlace en las

obras teatrales españolas de l S iglo de Oro, pues se ha v i s t o como l a restaura-

cibn d e l orden dentro del "mundo" representado en l a obra. Ta l restauracibn ds

be s e r completa (de l o cual se h a b l a d mas adelante) y se logra a traves de

d i s t i n t o s medios. Amezcua nos hace ver s u importancia dentro de la Comedia

- nueva, especificamente, de l a simiente manera:

Los desenlaces eran un 1um.r privilegiado de la Comedia nuevas a los o j o s de l espectador, l a trama transcurr%a como un camino sembrado de atavares, :3 de malentendidos y errores cuya art iculacibn, s i n embargo,. segufa una lbg i - ca que llevaba los acontecimientos a un final restaurador'; los finales eran rigurosamente preparados por e l arte de l dramaturgo, quien en ese momento hacia uso de toda su habilidad para recoger los h i l o s del t e j i d o y dar l o mejor de su arte en una c o n c l u s i h que debfa s e r ejemplar (62) .

(60) Como base para tal analisis, tomo e l a r t h u l o t "Aproximacibn a l drama es= pañol del Siglo de Oro" de Alexander Parker ya citado anteriormente.

(61) Recukrdese l o que considero como "primera" y "sepmnda" partes,

(62) Aseecua, "La verdad sospechosa y l a pobtica del desenlace", en Estudios de fo lk lore J literatura dedicados a Mercedes D i a e Roiq, p. 832.

""U) ... ..,a

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En la actualidad podrfamos preguntarnos el por que de t a n t o i n t e d s en

la conclusibn de una o k a testral : pues la respuesta nos la da el miano Ama-

' Si bien la obra es '*espejo*' de la vida, concmtracibn en e l corta- espa- cio de una idea del mundo, e l desenlace reproduce una imagen del final de la vida (63) .

Recordemos que a l principio del presente tlpba,jo reconochnos, junto -'..

con Bentley, que la literatura no era un " r e f l e j o f i e l de l a vida** ( 6 4 ) . pero

sf const i tufa una representacih parcial de la realidad con determinada confi-

guracibn particular aportada por e l artista. Pues bien, l a Comedia nueva, tal

vert d s que cualquier otro tipo de teatro, si que puede ser considerada una rs presentacibn de la vida, aunque no totalmente f i e l a la realidad. De ah< e l

hecho de que numerosos crfticos, como Maravall, hayan v is to en ella una visibn

de l mundo adoptada por alcunos grupos socia les :

Analizando los contenidos ideoldgicos que configuran la dramturgia del S ig lo de Oro en sus tex tos y autores mAs s ignif icat ivos , resul ta patente su ident i f icac ibn con la visibn del. mundo de los pupos privilegiados ( 65) .

Vemos pues, l a fuerte representacibn de l a vida que trataba de impriw

mir e l tea t ro de la &poca, aunque tal vez, en muchos de los casos, no se ira-

tar& sino de implantar un orden determinado por los intereses de ciertas per-

sonas.'De lo anter ior se deriva e l que es tos dew'nlaces estuvieran construidos

sobre e l principio de l a * * j u s t i c i a pobtica*', pues Bsta const i tuia l a distribu-

cibn del bien o del mal a quien lo mereciese, no sblo en l a obra sino tambih,

tal vert, en e l mundo representado en ella,-como.un ejemplo moralizador a l in-

dividuo.

"""""""""

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En gran medida e l desenlace contiene e l significado tota l de una obra

teatral, debido a l o cual 108 desenlaces de l a Comedia nueva se presntan fuerk

temente homogeneieados, con caracteristicas muy parecidas enktodos 106 casos.

Se busca dejar todos los problems solucionados y n i n g h cabo suelto a l f inal

de l a obra, p e s al.miSm0 tiempo que l a conclusi6n d8 lo v is to en escena, se

palnteaba lm resolucih de los conflictos socides en juego, Con base en l o al?,

terior, podemos observar un fberte cwacter ideolbgico en los finales de las

obas de l a &poca, hay une especie d+ompromiso con las ideas recibidas de las

clases dominantes ( l a monarqufa y la iglesia), segh las cuales se ordena a l

f inal el "mundo" representado en escena, como l o dice Jaime Concha:

Peraltar o enfatizar excesivamente los fi les en las comedias se1 Sie;lo de Oro es reproducir la monbtona evidencia de que son siempre confirmacibn institucional de l a ideología vigente. Los remates de las coyedias r...3 son l a necesaria reverencia que 1as:dramaturgos hacen a l sistema y funcio- nan, por l o tanto, como v i a de institucionalizacih del espectAculo y l a representacibn (66)

As{ pues, vemos que l a implantacibn de la " justicia pobtica" represen-

taba, en gran manera, l a restauracibn del sistema ta l y como era aceptado por

los grupos sociales dominantes, razbn por la, cual nos encontramos con desenla-

ces bien determinados en las obras del X V I I . Podemos ohsermr a 3.0 largo de

una piem teatral cdmo la autoridad de una u otra manera es abandonada (en los

enredos entre los Qhvenes, por ejzmplo), pero en l a conclusih, es l a fkgura

que encarna l a rrutoridad, quien debe restaurar e l orden determinado de antema-

no por las ideas de l a bpoca para as;, dar una v i s i b n de l o que, segfin algunos

grupos, debfa [is= la. realidzd cotidiana. ....

As$ pues, ha llegado e l momento de analizar la imparticibn de esta

"justicia pobtica" en e l desenlace de No M y mal que por bien no venp;a. Pasa 2

"""I""

(66) Concha, "Juan Ruiz de Ala.r&n", en Historia de la literatura hispanoameri- cana., p. 364.

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empezas, mcesiCamoe tener totalnente c laro lo que simirica este pr incipio ,

entonces, vayamos a consultar a Alexander Parker, un estudioso que 88 ocupb

con gran interbs de bib, considerhdolo un rasgo generic0 d e l drama español de l

Siglo de Oro. Primero, nos dice Parker que Ids .argumentos del teatro antes mey!

cionado estan construidos sobre e l p r i n c i p i o de la "justicia pobtica" y pasa a

hablar concretamente de l o que Bsta significa:

La justicia podtica es un pr inc ip io l i t e rar io y no un hecho de la expe- r i e n c i a [...3 Pero, en la l i t e r a t u r a , durante e l s i g l o X V I I español se con? siderb decoroso que e l crimen no quedara impune ni la virtud s i n premio ( 67)

Podemos, entonces, inferir que la "justicia po8tica" es la forma en

que se imparten l o s premios y los catigos a l o s personajes, se&n haya sido su

conducta durante l a obra. Con base en l o anterior, sabemos que la t a l "justieia

pobtica" debe impartirse a l final de l a pieza teatral para, ass, tomar en cueg

ta l a total idad de las acciones de sus personajes. Observemos en qud medida

t iene que ver este principio con l o que mencionhbamos anteriormente sobre l a

v i s i b n de l mundo que es representada en e l t e a t r o del S iglo de Oro: e l hecho

de que l a '* justicia po8tica" sea tan importante en e l t e a t r o de la bpoca es de

bido, en gran medida, a que s e trataba de mostrar a l final d e la obra un ejem-

plo moralizador a l a vida "real'gdel individuo (683 . Paso si-iente, Parker nos

hahla.de l o s d i s t i n t o s grados de castigo con que se puede sancionar a un per- . .

sona j e al final d.e la obra:

Los diferentes t ipos de castigo distribuidos a los personajes se escalonan desde e l mBs severo hasta e l WAS leve , con una cantidad de matices interne- dios. El castigo &S severo es la condenacibn al infierno L.. .I El castigo que l e sigue en gravedad e s la muerte, y luego vienen varios @os de f r u s t r a c i h , que consisten en la ruina de los proyectos y esperanras del

(67) Parker, 9. a. , Pm 335.

(68) Aunque, claramente, esta no es la hica razbn de su inpartancia.

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personaje (69).

Por o p o s i c i h , podemos agrega que los premios otorgados tambih mues-

tran una gama de posibilidades, de las cuales destacan e l logro de un matrimo-

nio deseado y l a realizacidn de d is t in tos planes paxa el futuro del personaje.

. . . .

Ahora bien, procederemos a hacer e l analisis del principio di3 la "jus-

t icia pobtica" en la conclusibn de la obra, de acuerdo al orden en que bsta se

vaya distribuyendo a l o s persona,jes. Debido a la falta de espacio y , sobre to-

do, de' tiempo, ponalre e l bnfasis mayor en e l personaje que nos ha ocupado du-..

r a t e toda l a inoestigaci6n; don Domingo de Don Blas; entonces, me l i m i t a r b ' a

hacer las observaiones necesarias de la manera mQs breve posible en e l caso de

l o s deds personajes.

Hemos mencionado anteriormente que es, precisamente, la figura que en- :

carna l a autoridad, quien debe reimplantar el orden a l f i n a l i z a r la obra. Pues ;

bien, tal figura puede ser representada por dis t intos personajes1 e l padre, e l

v i e j o , el noble, etc. En e l caso especi f ico de No hay mal Aue por bien no ven-

&, la autoridad es encarnada en e l personaje que mas altamente l o puede ha-

cert e l Rey. Su sola entrada en escena en e l momento mismo en que don Domingo

se dispone a morir, hace que sepanos que e l orden r e p e s a d a la scc i6n que se

ha representado ante nosotros. Muy s i m i f i c a t i v a r e s u l t a l a frase que pronunei

cia don Dominpo y que escucha el Rey al entrar; "Muriendo h a de sustentar / la

V 0 5 de Alfonso mi boca." Con tal expresibn, don Domingo deposita su absoluta

lea l tad a l serv ic io del Rey, quien a l llegar, se dispone a premiarlar ". .

Y yo ¡a vida de quien con lealtad t a n generosa defiende a su rey (111, W. 272002722} .

""I""""""

(69) Ibid.

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La autoridad representada por el Rey se deja s e n t i r de una manera con-

tundente en los personajes, sobre todo, en don Rawiro y e l Rfncipe, quienes

saben que ha llegado e l momento de castigar su t ra ic ibn , pues l o primero que

hace e l Rey al entrar, es pedir la espada a don Garcia. E s t e hecho i n i c i a un

proceso muy interesante; en este desenlace, vamos a encontrar una oposicibn

gradual entre don Garcia y don Domineo que iremos explicando' conforme vaya

ocurriendo. E l Rey pide la espada al Principe como símbolo de rendicibn, 6ste

debe reconocer l a potestad de su padre y dejar de oponerse a Al, ademBs debe

advertir la autoridad de su soberano, como l o hiciera cualquier sftbdito. Pero

lo mis importante es e l hecho de que e l pedirle la espada representa, en gran

medida, una humillaci6n a su p o s i c i h principesm, pues s e l e despoja del s e b

r i o y poder que Bsta representa. El Rey amenaza al Príncipe con q u i w s e l a a

la fuerza, si no l a cede por su propia voluntad. Ahora, pongamos mucha atencibn

a l o que sigue: don Juan llega a darle la espada a don Domingo, quien l e llama

'Taro amiEo". La oposicibn mencionada entre los dos personajes empieza a dar-

se* por un lado, la espada l e es q u i t a d a a l Principe , con todo l o que e l l o im-

plica, .y, por e l otro , es otorpada a don Domingo. Recordemos que e l "seq5undo"'

don Domingo h & i a sido despojado de su vestidura caballeresca, entre l a cual

figuraba su espada, contra su voluntad. En l a presente escena, don Domingo e s

reiterado caballero a l serle devuelto uno de los elementos mbs importantes de

esa f igura, su espada, de la cual es despo,jado el Principe, muy a su pesar, a

la fuerza. Vemos pues, l a manera en que se empieza a d is t r ibuiE la " j u s t i c i a

podtica": -don Domingo es exaltado con la espada y e l Prhcipe es humillado sin

ella. - -

Recordemos que Parker h a b l a b de d is t in tos rangos en e l castigo, va-

rios de los males consistfan en grados de frustracibn que, sin llegar a la

muerte, sf lograban perjudicar a los personajes que se hacfan acreedores a

/'. '

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ES importante percatarse que la muerte no es la finita forma de castigo en e l drama espf to l , y de que su ausencia no implica necesariamente un desen- lace f e l i z l e n e l sentido corrientes e l sad0 de frustmcibn con e l cual un personaje se encuentra a l fhal de una obra es la medida en que e l dramatq go condena sus acciones y , por l o tanto, da una pauta para la interpreta- cibn del tema (70).

En No hay mal que por bien no venga no vamos a encontrar muerte alm-

na en e l desenlace, pero si nos topamos con la frustracibn de dos personajes,

e l Principe y don Ramiho. E l Prfncipe ve frustrados sus planes de adjudicarse

l a corona, es despojado de su investkdura principesca y don Ramiro empieza a

adivinar su f i n cuando exclamar "De una vez la vida y honra / he perdido." Una

vez que es to h a ocurrido, e l Rey manda que encierren al Principe como castigo:

No se logran, Principe, intentos impios, que e l c i e l o y la tierra enojan. A l c a s t i l l o de Gauzbn l levad presa la persona del Prfncipe (11s , W. 273442739).

Es totalmente evidente la oposicibn entre e l Pqfncipe y don Domingo;

este se encontraba en encierro a causa de su lealtad a l soberano y contra su

gusto, a l tiempo que es liberado de su &.reel, el P d n c i p e es . condenado a p r i -

s ibn por su t ra ic ibn , de mas estA decir que 1o;llevan preso conta su voluntad.

' E x i s t e un proceso de humillacibn del Príncipe, causada por su deslealtad a l

Rey, al mismo tiempo que vemos uno de exaltacibn de don Domingo, qacias a la

fidelidad. Dicho proceso es muy notorio, debido a que s e da en los mismos ttk-

espada y encerrazlo-, l o hace e l Rey con e l Prfncipe.

Don Ramiro ahora sabe de l o que es capaz e l Rey y tiembla esperando su

""""L"""

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a

castigo, pues si f u e capaz de hacer l o que vimos con e l Principe, dqub no haril

' con 61? Pero nosotros sabemos que, anteriormente, don Juan ha pedido al Rey

que considere e l . a s t i g o que imponga a don Ramiro, para que la deshonra no al-

cmce'a doña' leonor ; debido a lo cual, e l R e y lo castiga de la s i g u i e n t e mane-

ra :

Don Ramiro, callad, no daRe la boca con disculpas a quien S&

que ,no han culpado las o'trras ; que don Juan de la lealtad de vuestro 'pecho me informa, y que vos le d e s c u b r i s t e i s

d e l Prl'ncipe la alevosa intencibn, por que 61 a m i me avisara.. . (111, VV. 2746-2755).

~. He dicho que e l Rey l o castip;a de esa manera pues, aun cuando no vemos

una sanci6n explfcita a su conducta, sf encontramos una f r u c t r a c i 6 n y humilla-

c i 6 n a don Ramiro, encubiertas en palabras de perdbn, E l hecho de que d.on Juan

haya salvado la honra a don Ramiro, hace 2 6ste eterno deudor d e l favor , la hs h i l l a c i 6 n se hace mayor cuando recordamos cutinto despreciaba don Ramiro a don

Juan. E l Rey concede l a mano d.e doña Leonor a don Juan como premio a su leal-

tad, l o c u a l representa una gran afrenta a don Ramiro, quien no encontraba pe-

or pre tendiente para su h i j a .

Vemos hasta a q u f ~ C6ho los premios' o castigos se han repartido tomando

como pasametro simple y senci l lamente la conducta que los personajes han obseg

vado con respec to al Rey: e l Pr fnc ipe y don Ramiro han sido humillados y frus-

, trados en s u s planes, por l a s e n c i l l a razh de que fueron traidores a su sobe-

rano: don Domingo h a sido exal tado por l o c o n t r a r i o , su a d h e s i b a la autori-.

dad.

Acto setwido, e l Rey ofrece a don Juan dos v i l l a s de l re ino que 81 es=

c o j a , c o n lo cual restaura su condici6n econ6mica, perdida antes de iniciar la

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Owa. Don Juan es restaurado en su honor y iiu posicih gracias a la lealtad

mostrada pasa con e l Rey, pareciera que e l a u t o r se ha olvidado de la conducb

deshon , rosa y los embustes de don Juan, y solamente ha tomado en cuenta al

personaje despues de su cambio en escena para,- .pmia.rlo. Nos cuestionamos, en-

tonces , la j u s t i c i a con que la autoridad reparte los premios y castigos, pero

el autor implfcito se e n c a r a de acallar nuestras dudas poniendo,-an boca de

los persona jes las s iguientes expresiones , dirigidas al Reyr ";&u& ,prudenbba!"

"í&u6 cordura!", "íCon qub buen medio la nota / de la infamia l e ha excusa-

do..." F r a s e s son bstas, que denotan l o ya comentado, la "reverencia" del dra-

maturgo al sistema.

No l e queda a don Ramiro d s actitud que e x t e r n a r - s u g r a t i t u d a l Rey,

quien "genrosamente", le ha excusado su error; al mimo tiempo, reconoce e l s

agradecimiento a don Juan Undole los brazos y se manifiesta "obligado" para

con 61. Claro, nosotros sabemos que esta wlabra va muy bien y expresa real-

mente la manera en que don Ramiro queda al c o n c l u i r la obra.

Don Juan y do'ia Constanza se han dado las manos, entonces, el Rey ins-

ta a don Domingo para que l e pida lo que desee. Nuestro personaje se encuentra

en buena condicibn econbnica, tiene la fama y la honra ganadas gracias a su

"hazaiia tan heroica" , l o hito que fdlta es obtener la mano de una dama, y bs-

i t a es do'ia Constansa. Con la obtenci6n de su deseo, don Domingo queda en una

posicibn, francamente:elevada, todo gracias a su l e a l t a d por e l Rey. S i hasta

ahora se ha dudado de su i d e n t i f i c a c i h con e l t i p o d e l caballero "heroico" en

esta segunda parte, no tenemos mas que o í r al Rey llamar a su lealtad "hazaRa

tan heroica" , para darnos cuenta de que realmente, don Domingo h a alcanzado u n .

f inal venturoso por su asumisibn de las conductas que representan e l idea l de

l a &poca, lo c u a l , a f in de cuentas, era aceptado, contrariamente a l o que ha-

bfa sido e l "primer" don Domingo; pero de e s t o hablar6 en e l s iguiente capftu-

lo. /

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LOS desenbees .con l a . b o d a de los protagonistas se presentaban de

ra reit- en la llamada Cowdia nueva. Tal conclusibndaba como resultado

e l premio a los afanes de damas y galanes, pero no solamente representaba eso,

sino - b i b era una mane- de apoyar las ideas . re l ig iosas , soc ia les y morales

de l a Q p o c a r

... en todos los casos, se consigue apartar a los protagonistas de la som- bra del erotismo fuera del matrimonio, que as< se califica como "mal amor" ; los amantes, pues, son conducidos al "buen amor", que sblo se encuentra dentro del ' matrimonio (71) .

En este desenlace, pues, observamos una tendencia a tomar en cuenta sg

lamente la segunda parte de la obra (72) para suministrar los premios y los

castigos, pero sobre todo los premios, a los personajes. Lo anter ior se hace

mucho mas evidente en e l .'caso de don Domingo y don Juan, pues se olvida su

primera conducta y se premia sblo su lealtad a l R e y . Ahora bien, asimismo, en-

contramos l a conducta con respecto a l Rey como elemento p r i n c i p a l para l a i n -

particibn de la " just ic ia ; pobtica". No podemos negar lo contradictorio de este

desenlace, que a610 toma 'en cuenta una parte de la obra y no a bsta en su to-

talidad.

Finalmente, B e l t r h dice a don Domingo: "Mirad que no se acomoda, /

don Domingo, quien se casa" y bste contesta l o siguiente: . .:

Quien alcanza e l bien que adora, mes cumple ardientes deseos, comodidades negocia ( 111, VV. 2801-2803) .

No e n c o n b m s ya lugar paxa e l comentario de BeltrAn, pues nos topa-

mos ante un personaje totalmente d i s t i n t o a l observado en la primera parte de

N""""".""""

(71) hezcua, "La verdad sospechosa y la pobtica del desenlace", p. 835.

( 7 2 ) Recubrdese l o que tomo como "segunda" psrte. r .

~.

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la O&+, 80 ~81~)s sn bste a3 don Domingo que hsca?S todo por utilidad y con&

didad solamente y , así, l a respuesta de don Domingo s610 sirve como e s f u m o 7;

para i d e n t i f i c a r al heroico personaje que tenemos en escena con e l "acomodado"

que ya no vemos. Cono si'.el autor inpl ic i to llamara nuestra atencibn sobre e l

hecho de que es e l mismo personaje con e l que empe2amos la obra, a pesar de

que se ha hecho todo lo posible por hacernos creer lo contrario. Es una reac-

c ibn aislada del "primer" don Domingo en e l "segundo", pero ahora, hasta su

respuesta nos suena d i s t i n t a y e s , simplemente, porque aun cuando e l a u t o r se

esfuerce para identif icarnos a uno con el otro, sencillamente, no son e l mis-

mo .

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-.ct3mm1-:

1~1~1.4 Dialkct ica entre inconformidad y sobrevigilancia.

DentrÓ del presente capitulo se intentad recoger loa puntos importan-

tes de la investigacibn, a f i n de hacer notoria l a d i a l b c t i c a entre la incon-

formidad ante las reglas en uso que se manifiesta en la primera parte de la

obra y e l e fec to de la sobrevigilancia, que observamos en la ruptura y trans-

formacih tanto de l a caracterizacibn de los personajes, como en e l tono de la

obra. Trataremos de mostrar que e s t e cambio a mitad de la obra s e da a f i n de

lzegar a l desenlace qon e l que nos encontraaos.

Debo señalar, para empezar, que tomarb como bese tebrica de anlllisis

los ast fculos del doctor Amezcua t i tuladost "La verdad sospechosa y la pdtica

del desenlace" y "Sociedad, tea t ro y desenlace", los cuales me. proporcionan

e l mbtodo para recatar los elementos Msicos del presente tra+jo.

Y *

Cada bpoca imprime una configuracibn ideolbgica sobre los individuos

que en e l l a e x i s t e n , en cada momento de la h i s t o r i a nos encontraremos con

distintas formas de pensar, razonar y actuar, condicionadas &stas por e l con-

tex to histbrico-social-econbmico en que habita el individuo. Pues bien, mucho

,se ha hablado ya de la situacibn de extrema vigilancia en que vivib l a socie-

dad espaiiola del siglif X V I I , pues, como dice Amezcuac "Las -dos grandes instit .

ciones -la monarquia y la ig~esia- concentraron un poder que ejercieron sobre

vidas y conciencias'' : de tal manera, que la &poca estuvo m a r c a d a por "claros

signos autoritarios". Todo lo anter ior in f luyb grandemente en el hombre de ese

tiempo, pues lo r e s i n t i b en &u capacidad de decisibn, que no podia ir &S all&

i

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de lo ' inrpZantaao :.por las ideas de los grupos dominantes.

Hemos hablado hasta ah0m,n4en ge-1, de l individuo del S ig lo de Oro,

pero lo que nos . . ocupar& aqui son, especfficamente, l o s draqburgos de la &poca.

dQub sucede con e l l o s en una sociedad de franm sobrevigilancia? no podemos es .. tudiar las obras teatrales del shglo X V I I s i n tomar en cuenta que e l l o s tam-

b i b se vieron iinmersos en esa sociedad autoritaria. Razbn por l a cual, podrig

mos empezar por dudar un poco de l a homogeneidad ideolbgica y , por un momento,

considerar que l a verdad plasmada en sus obras podria considerarse relativa en

,

ciertos casos. Quiero decir, por l a marcada sobrevigilancia ejercida sobre e l

individuo de l a &poca, podemos aceptar l a exis tencia de deseos de expansibn

reprimidos, y e l draMurgo no tiene por qu8 ser una excepcidn. '*

Ahora bien, recordemos que el tea t ro d e l S iglo de Oro posee una amplia

fama de "propaganda" de los contenidos ideoldgicos convenientes a los 'grupos I

poderosos; l o anter ior es señalado muy bien por Jose Sanchis Sinisterra:

Parece, pues, incuestionable que e l t e a t r o del XVII e s un instrumento pri- : vilegiado a l serv ic io de los aparatos ideolbgicos del Estado y de la Igle- sia, una inst i tucibn que se afinca y se generaliza en e l t e j i d o s o c i a l en la,medida en que.acepta servilmente contribuir al fortalecimiento de la or- todoxia polft ica y re l iy iosa . . . (73)

E s t e concepto del teatro del S iglo de Oro nos l l e v a a pensar que, tal

vez, los autores no siempre declaraban l o que crefan y , asf. se veian forzados

a poner una censura a su propia palabra, o sea, una autocensura reflejada en

sus obras. Todo l o a n t e r i o r , traerfa como consecuencia contradicciones en e l

cuerpo del texto y e s precisamente a l l $ donde podemos rastrear los signos de _ _ _. ..

esta autocensura, pues las tales contradicciones serían producto de diversas

inquietudes opuestas en la mente del dramaturgo.

""""""""""

(73) Sanchis S i n i s t e r r a , "La c o n d i c i h marainal del tea t ro del S ig lo de Oro", en-Z~JE~Jornadas de tea t ro c l&s ico espanol, p. 98.

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ha e l capftulo anterior hemos hablado ya de la importancia del desen&

ce en las piezas teatrales del S ig lo de 0rol:debido a que concentraban una %- par- t e del significado de la obra y, por l o tanto , en e l l o s es en donde podemos

encontrar las id'eas que, despues de todo, se.,.barscaba de jar impresas en la men-

te d e l espectador. De mas est& decir que tales ideas eran aprobadas por e l sig

tema, de l cual hemos hablado ya.

Nosotros henos notado una clara contradicc ih entre l a "primera" y "62

@;unda'* partes (74) en una obra de Ala~ccbn: No hay m a l que por bien no venga;

recordemos que la p i e z a t e a t m l antes señalada est& fechada -se@n Millares

Carlo- entre 1623 y 1625, por l o cual podemos inser tar la en la B p o c a antes co-

. ~ ~ t a F b , eon todo l o que ella conlleva.

La primera parte de la obra estA claramente marcada por una "singulari

dad" en la caracterizacibn de los personajes protagbnicosr don Domingo y don

.. Juan; desde la introduccibn de l presente t raba jo he explicado e l por que de es

tudiar solamente a l primero, por lo cual no me ocupar6 mas de e l lo . Es real- t '5.; mente interesante subrayar que don Domingo es un personaje "singular" debiddo,

: en g r a n medida, a un a f h por la indiv idual izac ih en su caracterizacibn, que

i se logra a traves de d i s t i n t o s medios. E l recurso mas importante utilizado pa- / I ra alcanzar esa i n d i v i d u a l i z a c i h e s destacar l o particular del personaje ante 1

:$ lo convencional de l a sociedad en que habita: de l o cual resulta que los demds ,

personajes se admiren de este "primer" don Domingo. Tal particularizacibn del

I

personaje se encuentra fundada en un fuerte cuestionamiento por un lado, de

los convencionalismos sociales y, por e l o t r o , de los valores caballerescos.

Claro, tal currtionamiento incluye una dura crl'tica a lo antes señalado: pero l o

que quiero destacar es lo siguiente, observamos a l o largo de la primera parte

de la obra una marcada simpatfa de l autor con su personaje a traves de d i s t i n -

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,la conducta de don DonLngo a l a r a 5 6 n , etc. Con base en lo a n t e r i o r , p o d r h o s

en una especie de i d e n t i f i c a c i h del autor con l a forma de conducirse

de l personaje; no en balde l o s c r f t i c o s mencionados en la introducci6n

( 75 ) . junto- con algunos otros, han encontra& en Alarcbn cierto "sentido criti

cot* de l a sociedad española del X V I I .

A s f pues, podriamas pensar en e l hecho de que e l autor implfcito coin*

cida con la actuacibn de su personaje por medio de cierta inconformidad ante

las reglas en uso, las cuales pueden ser l o s convencionalismos soc ia les a los

que se vefa su j e t o e l hombre de l a Bpoca y , sobre todo, l o gastado de una ima-

gen arquet€pica t e l caba l lero .

Por e l contrario, l a segunda parte de No hay mal que wr bien no ven- . . *: . .

e, se observa dilstinguida por la *'esquemati%acibn" d e l personaje de don Domi2

go, l a cual se l l e v a a cabo por medio del acercamiento de &te a d i s t i n t o s ti- í * 1 pos de la &poca, como hemos comentado am,pliamente, Ahora biien, esta segunda

caracterizacibn del personaje l o ident i f ica en gran medida con e l arquetipo i

i", d e l cual se habra a le jado a l principio. La asumisibn del r o l del caballero por * d

don Domingo, aun cuando no l lega a ser t o t a l , va a tener como consecueneia la

aceptacih d e convenciones y valores que anteriormente habgan sido desechados.

': S i en la primera c a r a c t e r i z a c i h se notaba una simpatia del autor hacia su

i personaje, en l a segunda, Bsta se di luye y ocupa s u lugar un a f h por expl icar

l a transformacibn y l a nueva conducta de don Domingo. Observamos ante

~ nuestros ojos, l a pieza teatral pasa de ser una refrescante comedia, a ser una

I obra de tono heroico de -. la cual escapa, la comicidad. 3

No podemos negar n i por un instante la contradiccibn que e x i s t e entre

i la primera y sewn& partes de l a obra, al igual que entre el"'primer" y e l

~ "segundo" don Domingo. Ahora, recordemos que las inquietudes opuestas en e l

j """1""""""

I .

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-tug0 podfan concebir contradicciones dentro de l a estructura de la obra,

En No hay mal q u e r bien no venga podemos i d e n t i f i c a r a l "primer" don Domin-

go con l o s deseas de expansih ante l a sociedad que posee e l autor, por todo

l o que hemos analizado, -pero no podemos inferir a primera v i s t a la verdadera

causa de la transformacidn del personaje. S& que existen d is t in tas l ec turas de

la obra y que, por igual, pueden s e r dlidas, yo solamente propongo una A s .

Encontramos e l caso especifico de un personaje que s e transforma a mitad de la

obra por l a razbn aparente de la lealtad al Rey: ahora yo pregunto CcuAl hubis

s$$ido e l desenlace de la obra si don Domingo no cambiara s u primera conducta?

Con seguridad nunca l o sabremos, pero muy probablemente e l personaje no hubie-

se alcanzado e l final venturoso que se l e otorga en l a conclusibn, pues e l

premio es recibido, precisamente, por l a mutacibn en su comportamiento, Noto

claramente una dialhctica en el i n t e r i o r de l a obra, dos fuemas que s e encueE

I

f <' tran y chocan produciendo una contradicc ih : por un lado, e l "primer" don D o -

i mingo es ident i f i cab le con c i e r t a inconfomidad y, por e l o t r o , e l "segundo"

i don Domingo presenta, en su carac ter izac ibn , e l e fec to de la sobrevigilancia

\,J de l a &poca, una coincidencia con los valores y conductas vigentes. Es como si

1 e l deseo de expansi6n se v iera frenado por una r e p r e s i h causada por elementos I i externds. I

I

I' El fins1 debia ser ejemplar, y no podemos saher qud sucederia si bate

I hubiese premiado al "primer" don Domingo, como se hace con e l *'seendo". LO a;

i b r i a r equivaldria a decir que la critica a 10 establecido es una buena con-

' ducta para e l individuos nosotros sabemos que no ex is te nada m& opuesto a. 10

1 Predicado en el teatro d.el Siglo de Oro. E l dramturgo no podia, entonces, pre-

mi? a SU personaje, por m& que b s t e l e simpatizara, s i n antes redimirlo. En-

tonces, l a autocensura se hace evidente: l a transfomci&n de don Domingo se

da porque e8 necesaria, porque s i n ella la obra no d a d a el ejemplo moraliza*:

dor buscado QI? e l desenlace. Pero e l "segundo" don Domingo, por A s reiterati- /-

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I vo qua, s a can su "En tocando. a l pundonor", no logra borrar de nuestra, mente

al "si'ngu1a.r" don Domingo que se presenta en la primera parte de la obra. La

pieza, entonces, nos de,ja cierta intsertiaunbre acerca de los valores proclans-

dos a l f ina l . S 6 que no me encuentro en condiciones de o b j e t a r s o b r e e l hecho

de que Afacbn estuviera o no a favor de la lealtad a l Rey, por l o tanto , no

entrar& en ese tema, pero sf entendemos la funcibn redentora de este tbpico.

Es la lealtad, precisamente, l a que salva a don Domingo del final augurado pa-

ra 61 en l a primera parte de la obra, s i n e l l a la ".justicia pobtica" nunca lo

habria favorecido, pues su cuestionamiento a l o establecido muy seguramente

lo habrfa hecho acreedor de al& grado de castigo.

Espero haber dejado clara l a idea de autocensura que nos de ja No hay

' mal que por bien _np_venm (Don DominKo de Don Blas) : para f ina l izar , re i tera -

r& una ve5 mbs e l hecho de .que e l "seando" don Domingo no puede anular al

"primero", quien, junto con don Carcia -de La verdad sospechosa?, . pare6e -resu+ i I mir en un comentario su conducta a l o largo de la primera parte de l a obra:

\ Quien vive sin ser sentido, quien sblo e l ndmero aumenta, y hace l o que otros hacen,

I fen qu8 d i "ere de bestia? (111, VV. 857-560). t

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