No a la violencia

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Arzobispado de Arequipa Domingo 01 de enero de 2017 NO A LA VIOLENCIA El 1 de enero de cada año la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial por la Paz, instituida por el Papa Pablo VI en 1967. Para la jornada de este año, el Papa Francisco ha publicado un mensaje titulado “La no violencia: un estilo de política para la paz”, con el deseo de que la caridad y no la violencia prime en nuestras relaciones personales, sociales e internacionales (n.1). Como bien dice el Papa, el aumento de las guerras, el terrorismo, la inseguridad ciudadana y la trata de personas, incluida la explotación sexual de menores de edad, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, especialmente de inocentes y pobres (n.2). Ante esta realidad, Francisco nos recuerda que Jesús también vivió en tiempos de violencia, pero en lugar de impulsarla predicó el amor incondicional de Dios y enseñó a sus discípulos a amar a todos y poner la otra mejilla a quien nos hace daño (n.3). Como años antes dijo Benedicto XVI, el amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”, porque sólo el que experimenta el amor de Dios y su poder no tiene miedo de afrontar el mal con el amor y la verdad (Angelus, 18.02.2007). Ser discípulos de Jesucristo, entonces, implica necesariamente aceptar su propuesta de no violencia. Y esto debe comenzar en el propio hogar, porque como dijo santa Teresa de Calcuta al recibir el Premio Nobel de la Paz, en 1979, sólo si las familias viven unidas y sus miembros se aman mutuamente podremos desterrar el mal que hay en el mundo. La familia cristiana tiene la gran misión de educar a sus miembros para que sepan comunicarse, ayudarse, respetarse, perdonarse y acogerse mutuamente aun en sus diferencias. En la medida en que así se haga, la alegría se irradiará a la sociedad y se propagará al mundo. “Por esto, las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana (n.5). Sin embargo, esto no se logrará evadiendo los conflictos que necesariamente se presentan en la convivencia familiar y social. Por el contrario, el camino adecuado es “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso” (n.6). En síntesis, como nos enseña el Papa Francisco, debemos aprender a afrontar nuestras diferencias a través del diálogo y no de la violencia, sea ésta física o verbal. Leyendo este mensaje del Papa, me ha venido a la mente el nivel de intolerancia y violencia que se está dando en nuestro Perú. No solamente la violencia que deriva de la inseguridad ciudadana o la violencia familiar, que son muy graves, sino también aquella no menos grave que encontramos en ciertos medios de comunicación y en redes sociales. Los comentarios ante opiniones que discrepan de la de uno son muchísimas veces agresivos y soeces, descalificándolas no con argumentos sino con insultos. Al comenzar un nuevo año, podríamos entonces pedirle al Señor que nos ayude a promover una cultura de paz y de diálogo, a saber discrepar respetándonos mutuamente y tratando de buscar juntos esa verdad que seguramente todos queremos alcanzar. ¡Feliz año nuevo para todos! + Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa LA COLUMNA De Mons. Javier Del Río Alba

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Arzobispado de Arequipa

Domingo 01 de enero

de 2017

NO A LA VIOLENCIA

El 1 de enero de cada año la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial por la Paz, instituida por el Papa Pablo VI en 1967. Para la jornada de este año, el Papa Francisco ha publicado un mensaje titulado “La no violencia: un estilo de política para la paz”, con el deseo de que la caridad y no la violencia prime en nuestras r e l a c i o n e s p e r s o n a l e s , s o c i a l e s e internacionales (n.1). Como bien dice el Papa, el aumento de las guerras, el terrorismo, la inseguridad ciudadana y la trata de personas, incluida la explotación sexual de menores de edad, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, especialmente de inocentes y pobres (n.2). Ante esta realidad, Francisco nos recuerda que Jesús también vivió en tiempos de violencia, pero en lugar de impulsarla predicó el amor incondicional de Dios y enseñó a sus discípulos a amar a todos y poner la otra mejilla a quien nos hace daño (n.3). Como años antes dijo Benedicto XVI, el amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”, porque sólo el que experimenta el amor de Dios y su poder no tiene miedo de afrontar el mal con el amor y la verdad (Angelus, 18.02.2007).

Ser discípulos de Jesucristo, entonces, implica necesariamente aceptar su propuesta de no violencia. Y esto debe comenzar en el propio hogar, porque como dijo santa Teresa de Calcuta al recibir el Premio Nobel de la Paz, en 1979, sólo si las familias viven unidas y sus miembros se aman mutuamente podremos desterrar el mal que hay en el mundo. La familia cristiana tiene la gran misión de educar a sus miembros para que sepan comunicarse, ayudarse, respetarse, perdonarse y acogerse

mutuamente aun en sus diferencias. En la medida en que así se haga, la alegría se irradiará a la sociedad y se propagará al mundo. “Por esto, las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana (n.5). Sin embargo, esto no se logrará evadiendo los conflictos que necesariamente se presentan en la convivencia familiar y social. Por el contrario, el camino adecuado es “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso” (n.6). En síntesis, como nos enseña el Papa Francisco, debemos aprender a afrontar nuestras diferencias a través del diálogo y no de la violencia, sea ésta física o verbal.

Leyendo este mensaje del Papa, me ha venido a la mente el nivel de intolerancia y violencia que se está dando en nuestro Perú. No solamente la violencia que deriva de la inseguridad ciudadana o la violencia familiar, que son muy graves, sino también aquella no menos grave que encontramos en ciertos medios de comunicación y en redes sociales. Los comentarios ante opiniones que discrepan de la de uno son muchísimas veces agresivos y soeces, descalificándolas no con argumentos sino con insultos. Al comenzar un nuevo año, podríamos entonces pedirle al Señor que nos ayude a promover una cultura de paz y de diálogo, a saber discrepar respetándonos mutuamente y tratando de buscar juntos esa verdad que seguramente todos queremos alcanzar.

¡Feliz año nuevo para todos!+ Javier Del Río Alba

Arzobispo de Arequipa

LA COLUMNADe Mons. Javier Del Río Alba