Nº 673 - Estrategia Derecha - Mayo 2015

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Ex trabajadores de SOBOCE denuncian José Montalvo cuenta como Samuel Doria Medina, fraudu- lentamente, arrebató el 10% de las acciones a los obreros de la cementera. [ Pg. 6 ] Estudiantes chilenos asesinados en marcha En una nueva jornada de de- manda por una educación pú- blica, gratuita y de calidad, el Movimiento Estudiantil chile- no se viste de luto. [ Pg. 11 ] 673 del domingo 24 al sábado 30 de mayo de 2015 • Año XIV 28 páginas en 2 cuerpos y separata Precio: 5 Bs. en todo el país

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Semanario boliviano dedicado a asuntos políticos económicos y sociales del país.En este número, especial dedicado a la estrategia de la derecha. Separata por 120 años de la caída en combate de José Martí (publicación de "Nuestra América").

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  • Ex trabajadores de SOBOCE denuncianJos Montalvo cuenta como Samuel Doria Medina, fraudu-lentamente, arrebat el 10% de las acciones a los obreros de la cementera. [ Pg. 6 ]

    Estudiantes chilenos asesinados en marchaEn una nueva jornada de de-manda por una educacin p-blica, gratuita y de calidad, el Movimiento Estudiantil chile-no se viste de luto. [ Pg. 11 ]

    673del domingo 24 al sbado30 de mayo de 2015 Ao XIV28 pginas en 2 cuerpos y separataPrecio: 5 Bs. en todo el pas

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    l pasado lunes el peridico estadounidense The Wall Street Journal public el artcu-

    lo: Funcionarios venezolanos, bajo sospecha de convertir el pas en un centro global

    de la cocana. El blanco de turno fue el presidente de la Asamblea Nacional de Ve-

    nezuela, Diosdado Cabello, a quien se le acusa de ser el lder de un importante car-

    tel que trafica drogas hacia Estados Unidos.

    Como era de esperar, a pocas horas se hicieron eco de la noticia los diarios espa-

    oles: El Pas y ABC, adems del conservador pasqun miamense El Nuevo Herald, y decenas de peridicos

    derechistas de habla hispana.

    Tres das despus de que el escrito viera la luz, el prestigioso The New York Times reprodujo la farsa.

    En todos los casos se insiste en la matriz de presentar a Cabello como un capo de la droga y al presi-

    dente Nicols Maduro como un hombre honesto que no se entera de las andanzas del segundo hombre del

    PSUV. La idea es sembrar la incertidumbre y desconfianza al interior de la dirigencia bolivariana para luego

    causar su divisin.

    A mediados de los aos sesenta fueron numerosas las agencias noticiosas del capitalismo que sealaron

    que Fidel Castro haba asesinado al Che Guevara. Tiempo despus insistieron en que en un arranque de ce-

    los, con su visita a Chile, el lder caribeo haba precipitado la polarizacin de aquel pas facilitando el derro-

    camiento de Salvador Allende.

    Ms an, a fines de los ochenta vinculaban a Ral Castro con Pablo Escobar y, 15 aos despus, sostena

    la revista Forbes que Fidel Castro era uno de los hombres ms ricos del mundo, superando en patrimonio a

    la Reina Isabel de Inglaterra.

    En aos recientes las operaciones mediticas del imperialismo se sucedieron, llegando a sostener que te-

    nan informacin que acreditaba los vnculos del hermano presidente Evo Morales con el narcotrfico. De

    igual manera, pusieron en duda que Hugo Chvez hubiera muerto en Caracas el 5 de marzo de 2013, asegu-

    rando que haba fallecido das antes en La Habana.

    El pasado 26 de enero, en carta a los estudiantes universitarios cubanos, el lder histrico de la Revolucin

    Cubana indic: No confo en la poltica de Estados Unidos ni he intercambiado palabra con ellos.

    En momentos de acoso incesante al pueblo de Bolvar y Chvez, el presidente obrero Nicols Maduro em-

    plaz a la prensa burguesa de la nica forma que poda hacerlo, advirtindoles que Diosdado Cabello no es-

    t solo porque es todo un pueblo, porque Todos somos Diosdado Cabello.

    Inmediatamente despus de asumir el liderazgo de la Revolucin Bolivariana, Maduro fue vctima de ata-

    ques de periodistas que le prevenan de cuidarse de las fuerzas armadas lideradas por Cabello. A ms de

    dos aos de aquellas mentiras procuran provocar nuevas fisuras con un ficticio caso de narcotrfico. Adems

    de enlodar la imagen de un proceso genuinamente revolucionario y transparente como pocos.

    Las palabras de Evo Morales han sido esclarecedoras: cuando ya no pueden derrotar militarmente, ni po-

    lticamente, ni econmicamente () ahora estn diciendo desde el departamento de Estado de EE.UU., que

    miembros del chavismo, de la revolucin bolivariana de Venezuela estn ligados con el narcotrfico. Quin

    va a creer eso?

    Nunca antes la humanidad sufri los embates de un Imperio cuyo poder econmico, poltico y militar tie-

    ne presencia en cada rincn del planeta. Su maquinaria meditica y su industria de desinformacin es abru-

    madora, por tanto, cabe a nosotros informarnos debidamente, denunciar sus mentiras y socializar nuestras

    verdades.

    Por esas razones no podemos sino repetir las palabras del presidente Maduro y decir:

    Todos somos Diosdado Cabello!

    E[ e d i t o r i a l ]

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    La blanquitud de Flix PatziedMundo Juan noGaLes aranCibia * / FotoGraFas: FaCebook / Los tieMPos

    Un balance necesarioEl resultado de las elecciones subnacionales ha da-do lugar a muchas interpretaciones, algunas de ellas demasiado optimistas respecto a que el Instrumento Poltico MAS-IPSP es el nico partido con presen-cia real a nivel nacional, o que es el nico que ha ga-nado tantas alcaldas, sin embargo, no se analizan las amenazas de la recomposicin de la derecha ni de la nueva derecha emergente.

    Los resultados concretos de las elecciones subna-cionales para las representaciones polticas fueron:

    Seis gobiernos autnomos departamentales junto a dos gobiernos autnomos municipales de los diez principales a favor del Instrumento Poltico MAS-IPSP; tres gobiernos autnomos departamentales junto a ocho gobiernos aut-nomos municipales para la oposicin. Conside-rando que segn el ltimo censo, dos tercios de la poblacin (67%) viven en reas urbanas, es un resultado muy preocupante.

    Lo que no podemos dejar pasar como algo desaper-cibido es que en el Departamento de La Paz se per-dieron los dos gobiernos municipales ms grandes, el de la ciudad de El Alto y La Paz, junto al propio gobierno departamental. Emergen nuevos lideraz-gos y representaciones, la configuracin de la propia derecha puede cambiar.

    El polo opositor de los ltimos aos, estructura-do a travs de Rubn Costas y Doria Medina, per-di el Departamento de Beni, pero aquella ultrade-recha radical se fortalece con el ingreso de Adrin Oliva como gobernador del Departamento de Tari-ja y Jos Leyes en el gobierno municipal de la ciudad de Cochabamba, promotores de los hechos violen-tos de 2008 con los intentos separatistas.

    La victoria de Soledad Chapetn en la ciudad de El Alto fue sin duda el hecho que ms intent capi-talizar Doria Medina, quin, poco antes de las elec-ciones subnacionales, cuando las encuestas daban como segura ganadora a Soledad, anunci que el reino de los movimientos sociales est llegando a su fin.

    La nueva derechaPero se abre un tercer bloque de Derecha, con la desaparicin del Movimiento Sin Miedo, emergien-do otro partido que se maneja en el discurso de la tecnocracia, con una imagen de alejamiento de lo ideo-lgico para hacer gestin, Soberana y Libertad (Sol.bo), enmarcado en ese parmetro de nueva derecha que se analizara en la edicin de noviembre del Cono Sur de Le Monde Diplomatique intitulada: La Nue-va Derecha en Amrica Latina, que acierta al describir-la como democrtica, posneoliberal e incluso [] dispues-ta a exhibir una novedosa cara social.

    Dos rostros que aparentemente no han defini-do quien ser el que lidere aquella frmula se perfi-lan de una manera peligrosa para el proceso de cambio, Luis Revilla, tecncrata y con un intento de mos-trarse apoltico, y Flix Patzi, conocedor de las for-mas de organizacin de las organizaciones sociales.

    Por esa caracterstica de entender parte de la di-nmica de los movimientos sociales, Flix Patzi se convierte en un mayor peligro que el resto, ya que atacar la estructura social del proceso de cambio, inten-tando desarticular el Bloque Social Revolucionario, que es una de las mayores fortalezas para la cons-truccin de una nueva sociedad.

    servicios y generadora de ingresos significativamente mayores producto de nuestra riqusima oferta turstica y cultural. 3

    Nos recuerda la experiencia, que no debe olvi-dar el pueblo boliviano, del gobierno de Gonzalo Snchez de Lozada, representante del Neolibera-lismo, y Vctor Hugo Crdenas, que utilizando l-neas del katarismo en funcin a sus intereses plan-teaba la unin de las dos Bolivias, pero que en los hechos significaba alinearse al modelo neoliberal, es decir, Crdenas estaba asumiendo la posicin de los opresores para ayudar a oprimir al pueblo; se estaba blanqueando (desde el enfoque de blanqui-tud que se expondr en las siguientes lneas).

    La alianza Patzi-Revilla, tiene muchos elemen-tos de anlisis:

    Revilla represent el intento de articular a la nueva derecha (en la que se perfilaba como nico representante) con la ultraderecha (de Rubn Cos-tas) meses antes de la eleccin de octubre de 2014.

    Cada cual mantiene sus liderazgos como inde-pendientes.

    Lo anterior demuestra que en la derecha persis-ten espacios de pugna para ver quin ser el prxi-mo candidato a presidente que los represente; pe-lea que la ultraderecha tambin est dispuesta a dar.

    Algunas caractersticas de esta nueva derecha que le gusta hablar de cambio y renovacin es-tn en su manera de hacer poltica, una de ellas es la caprilizacin. Esta estrategia, que emula la dise-ada por el venezolano Fernando Henrique Capri-les para las elecciones presidenciales de 2013, fue definida por el co-editor del blog Artepoltica, Ma-riano Fraschini, como la estrategia que descansa en una posicin discursiva y poltica que rescata elementos po-sitivos del gobierno y se erige como la superacin del mismo a partir de ser la solucin, ms que la oposicin. 4

    Pero, en las caractersticas que quisiera hacer n-fasis, para el caso criollo, es en la blanquitud en la que se enmarca Patzi y a travs de la cual se asemeja a Revilla, Costas y Oliva, en la lgica de sujetos pol-ticos que promueven y llevan como proyecto polti-co la vida moderna que impone el capitalismo.

    BlanquitudBolvar Echeverra en su texto imgenes de la blanquitud parte del anlisis de Max Webber so-bre el Espritu del Capitalismo:

    El espritu del capitalismo consiste as en la demanda o pe-ticin que la vida prctica moderna, centrada en torno a la organizacin capitalista de la produccin de la riqueza social, de un tipo especial de comportamiento humano; de un tipo especial de humanidad, que sea ca-paz de adecuarse a las exigencias del mejor fun-cionamiento de esa vida capitalista. 5

    Luego puntualiza:

    El rasgo identitario-civilizatorio que queremos entender por blanquitud se consolida, en la historia real, de mane-ra casual o arbitraria sobre la base de la apariencia tni-ca de la poblacin europea noroccidental, sobre el trasfondo de una blancura racial. A lo largo de tres siglos (del siglo XV al XVIII), esa casualidad o arbitrariedad se fue con-virtiendo poco a poco en una necesidad y pas a ser codeter-minante de la identidad moderna del ser humano como una identidad civilizatoria capitalista el ser autnticamente moderno llego a incluir entre sus determinaciones esenciales

    Contina en la siguiente pgina

    Uno de los rasgos definitorios del intento separatista de 2008 fue la exacerbacin del racismo en tanto se

    argument la diferencia fsica de las personas

    Patzi-RevillaAl revisar el libro de Patzi: El Tercer Sistema, encon-tramos el planteamiento de que el Sistema Comunal -como alternativa para liberar a la humanidad de la ena-jenacin econmica y de la enajenacin de la representacin poltica- 1. Agregando, en materia econmica, que plantea construir una sociedad donde no hay explotadores ni explotados. El Sistema Comunal propone eliminar la explo-tacin por un privado capitalista, as como la explotacin por burcratas del Estado, un sistema donde las asociaciones de trabajadores directos y libres sean propietarios de las empre-sa productoras de bienes y servicios y, por tanto, tambin sean propietarios de las ganancias generadas por las empresas.

    Quienes lo escucharon hablar en distintas pre-sentaciones sobre su texto, encontraran matices contradictorios ya que comienza atacando al capi-talismo pero termina indicando que es inevitable como forma de vida, declarando inviable cualquier otra opcin.

    Al revisar el Programa de Gobierno Departa-mental con el que Patzi se present en las eleccio-nes subnacionales podemos leer: La unidad que lo-gramos es una muestra de que en Bolivia se puede superar la confrontacin entre diferentes, y sentar las bases de la con-vivencia y la coexistencia de troncos civilizatorios distintos, y que es posible prosperar como paceos y como bolivianos, con igualdad de condiciones y oportunidades. 2

    Por su parte, en el programa del Gobierno Munici-pal de La Paz Revilla hace el siguiente planteamiento:

    [Se] pretende ir ms all de las acciones de una gestin de gobierno municipal, pues plantea que al habernos cons-tituido en un referente nacional de gestin eficiente, eficaz, participativa, consistente y basada en que el esfuerzo insti-tucional produzca decisiones polticas que mejoren la vida diaria de los habitantes de nuestro Municipio, trascienda nuestras fronteras y convierta a La Paz en una capital la-tinoamericana, atractiva para las inversiones en comercio y

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    [ r u m b o d e l c a m b i o ]

    el pertenecer de alguna manera o en cierta medida a la raza blanca y consecuentemente a dejar en principio en el mbito impreciso de lo pre-, lo anti- o lo nomoderno (no humano) a todos los individuos, singulares o colectivos, que fueran de color o simplemente ajenos, no accidentales.

    La imagen occidental del desarrollo capitalista y de modernidad pas a ser los parmetros de vida al ser asumidos por una sociedad que, de una u otra ma-nera, el sistema de vida capitalista impone a todos.

    Este anlisis de Echeverra ayuda a una mejor comprensin de los hechos de racismo que promo-vi la ultraderecha:

    El racismo tnico de la blancura, aparentemente supera-do por y en el racismo civilizatorio o tico de la blanquitud, se encuentra siempre listo a retomar su protagonismo tenden-cialmente discriminador eliminador del otro, siempre dispues-to a reavivar su programa genocida. Los mass media no se cansan de recordar, de manera solapadamente amenazante, el hecho de que la blancura acecha por debajo de la blanquitud.

    Basta con que el estado capitalista entra en situaciones de re-composicin de su soberana y se vea obligado a reestructurar y definir la identidad nacional que imprime a las poblaciones sobre las que se asienta, para que la definicin de la blanqui-tud retorne al fundamentalismo y resucite a la blancura tni-ca como prueba indispensable de la obediencia al espritu del capitalismo, como seal de humanidad y de modernidad.

    Uno de los rasgos definitorios del intento separa-tista de 2008 fue la exacerbacin del racismo en tanto se argument la diferencia fsica de las per-sonas, y de identidades superiores, como sustento para la construccin de otra nacionalidad (nacin camba), incluso quienes eran hijos de personas que nacieron en el altiplano repudiaron su origen y se unieron a grupos como la Unin Juvenil Cruceis-ta, la Unin Juvenil Cochala, o los universitarios de Chuquisaca que, en aquel entonces golpearon, es-cupieron e insultaron a los campesinos, el 24 de mayo de 2008, obligndoles a ponerse de rodillas y besar su bandera.

    Puede surgir la duda de cmo sucede eso, pero no es que alguien necesite pintarse el rostro para definir una posicin, basta con asumirla.

    No es necesario ningn milagro para obedecer a este racis-mo de la modernidad capitalista, para ostentar una blan-quitud sin dejar de ser al mismo tiempo negro, indio, asi-tico o mestizo de cualquier tipo. Todo est en saber llevar o

    portar esta otredad en estricto apego a las leyes del compor-tamiento tico puritano o realista y a los mnimos requeri-mientos de una apariencia tnica blancoide o parecida a la nordeuropea, seala Echeverra.

    Patzi como amenaza del Bloque Social RevolucionarioFue con el reencuentro con la Central Obrera Boli-viana (COB), aprobado en su ampliado nacional de noviembre de 2013, cuando el Gobierno y los Mo-vimientos Sociales lograron fortalecer el Bloque Social Revolucionario, dejando atrs la separacin que ocasion el llamado gasolinazo del ao 2010.

    Durante la coyuntura del pasado periodo electo-ral muchas de las organizaciones nacionales deci-dieron realizar sus congresos orgnicos, luego del mes de abril, a la espera de que concluyeran las elecciones subnacionales. Esos congresos se reali-zarn en las prximas semanas y meses, por tanto veremos un cambio de representaciones de las or-ganizaciones sociales.

    Patzi, de forma bastante hbil, ha comenzado su trabajo para fraccionar algunas de las organizacio-nes del departamento de La Paz, poniendo bajo su mira, por ejemplo, a la Federacin Sindical nica de Trabajadores Campesinos de La Paz-Tupaj Ka-tari, operando en ella a travs de algunos represen-tantes provinciales, ya que sabe que pretende tener influencia en el Congreso de la Confederacin Sin-dical nica de Trabajadores Campesinos de Boli-via a realizarse el prximo mes de junio.

    Tambin apunta sus dardos a la Federacin De-partamental de Mujeres Indgena Originarias Cam-pesinas de La Paz, con la cual, a travs de dirigen-cias interesadas en lograr espacios de poder en la gobernacin, ha comenzado a organizar convoca-torias paralelas, como la realizada hace unos das.

    El planteamiento abierto que Patzi ha manifes-tado, de ser el sucesor del hermano Evo, no se pro-nuncia al vaca, sabe que debe desarticular y rearti-cular (en su favor) a los movimientos sociales que son el ncleo duro del proceso de cambio, como el Pacto de Unidad. Esta posibilidad e da ventajas so-bre otros candidatos derechistas, como Doria Me-dina, que ha desdeado a las organizaciones pro-firiendo que el reino de los movimientos sociales est llegando a su fin. Por otro lado, el perfil de Costas y Revilla, alejados de los movimientos sociales, les impide disputar poder con Patzi, quien se presenta como el nico con capacidad para dividir y coop-

    tar las organizaciones sociales, principalmente del movimiento indgena.

    Por cierto, no es el nico intento de desplazar a Evo como lder indgena, la candidatura a vicepre-sidenta de Tomasa Yarwi, candidata de Tuto Qui-roga por el Partido Demcrata Cristiano, es uno de los ejemplos ms recientes, y como expresamos, junto al ejemplo de Vctor Hugo Crdenas como vicepresidente de Gonzalo Snchez de Lozada, ve-mos que esta estrategia por utilizar indgenas blan-queados (bajo el parmetro de blanquitud) por el sistema, continuarn siendo un mtodo del impe-rialismo norteamericano.

    Renovacin NecesariaEl instrumento Poltico MAS-IPSP debe dar ejem-plo de reestructuracin, misma que se realizar en los prximos meses, porque una de las mayores fa-lencias ha sido no haber generado liderazgos nue-vos; tampoco ha definido lineamientos polticos claros al permitir que infiltrados de derecha se va-yan incrustando en su seno, lo que llev a que el Presidente planteara la reestructuracin del instru-mento, con todas las organizaciones sociales, en-tendiendo la necesidad de que el Bloque Social Re-volucionario se consolide fundamentalmente con el potencial revolucionario de los movimientos in-dgenas y campesinos junto a la clase obrera y los movimientos populares.

    Esa reestructuracin debe mostrar liderazgos que sean ejemplo de capacidad, honestidad y cla-ridad ideolgica en la construccin del socialismo comunitario, de no hacerlo el pueblo difcilmente mantendr la confianza; ya lo ha manifestado en la ciudad de El Alto donde mayoritariamente la gente vot por el proceso de cambio en la eleccin de octu-bre, y no lo hizo en abril de este ao, demostrando que no van a aceptar candidatos que no muestren honestidad y gestin.

    * Integrante de la Escuela Nacional de Formacin Poltica, Aboga-do, Estudiante de la carrera de Ciencia Poltica de la Universidad Mayor de San Andrs

    1 El Tercer Sistema Felix Patzi Paco, Pgina 92 PROGRAMA DE GOBIERNO DEPARTAMENTAL LA PAZ SOL.

    BO FELIX Patzi, Pgina 63 Programa de Gobierno de SOL.BO para el municipio de La Paz4 http://www.gutierrez-rubi.es/2014/11/24/la-nueva-derecha-lati-

    noamericana/5 Bolvar Echeverria Antologa, Crtica de la modernidad capita-

    lista, La Paz Bolivia, Marzo de 2011

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    6AOS

    JuanaAzurduyJuanaJuanaBONO

    Fortaleciendo el vinculo madre - hijo

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    Acciones a los trabajadoresEn das pasados, ex trabajadores de la Sociedad Boliviana de Cemento (So-boce) se acercaron a oficinas de nues-tro medio con el motivo de que hici-ramos eco de su voz: 1) exigir a la empresa mencionada el pago deven-gado de las regalas del 10% de las ac-ciones que les fueron transferidas en 1975 y 2) denunciar a Samuel Doria Medina por el delito de estafa.

    Jos Montalvo, jubilado y represen-tante de los ex trabajadores de Soboce, explic que en un acto pblico realizado el 4 de septiembre de 1975, con moti-vo del 50 aniversario de la cementera, se realiz la transferencia de ms de 56.616 acciones a 179 trabajadores y obreros por los servicios prestados a la empresa.

    De acuerdo con informes y publica-ciones correspondientes a la fecha, el entonces presidente de Soboce, Hugo Villegas, comunic la emisin de accio-nes por el equivalente del 10 por cien-to de su capital, al 31 de diciembre de 1975, en favor de empleados y obreros.

    En el periodo dictatorial de la d-cada de los setenta, el Gobierno del Cnel. Hugo Banzer Surez haba pros-crito la actividad sindical y en su lugar cre asociaciones laborales, cuyos re-presentantes recibieron estos paque-tes accionarios, mismas que figuraron en las memorias de la cementera hasta 1993. La poca pudo corroborar que en las memorias de la cementera de los aos 1978, 1980, 1981, 1985 y 1993 se observa que en la Nmina de Accio-nistas est incluido el referido paque-te accionario de la asociacin laboral.

    La denunciaMontalvo denunci que, desde enton-ces, los 179 beneficiarios no cobra-ron dividendos de 56.616 acciones, las cuales se incrementaron a medida que corran los aos. En 1994, las accio-nes fueron revertidas en una asamblea presidida por uno de los ejecutivos de Soboce; la asociacin laboral no trans-firi el paquete accionario a los sucesi-vos sindicatos.

    As, en 1994 ocurri un hecho im-portante: el principal accionista de So-boce, Samuel Doria Medina Auza, mediante la fotocopia simple de un tes-timonio disolvi y dej sin efecto los derechos de la asociacin laboral. Ade-ms, este proceso de anulacin se hizo mediante un testimonio falso, mis-mo que no cuenta con un nmero de registro y tampoco est archivado en la Notara de Fe Pblica donde fue re-dactado. Esto se indica en los siguien-tes trminos: No cursa la escrita pbli-ca sin nmero sobre la copia legalizada del acta de asamblea general extraordi-

    Ex trabajadores de Soboce exigen pagos desde 1975

    redaCCin La PoCa / FotoGraFa: CaMbio

    Jos Montalvo cuenta como Samuel Doria Medina, fraudulentamente,

    arrebat el 10% de las acciones a los obreros de la cementera

    naria de la asociacin laboral de la So-ciedad Boliviana de Cemento.

    El documento de Doria Medina da cuenta de que en asamblea los traba-jadores y obreros en la planta de Via-cha de la empresa Soboce renunciaron a las acciones. Por este motivo, la aso-ciacin laboral no transfiri el paque-te accionario a los sucesivos sindicatos desde aquel ao. Lo preocupante de este hecho es que dicha asamblea ja-ms se habra realizado y que toda do-cumentacin vinculada con dicho acto sera ilegal. Asimismo, 20 trabajadores de la empresa, a la cabeza de Carlos Tllez Miranda, se habran prestado para esa farsa. Con esta accin, los eje-cutivos de Soboce vulneraron el dere-cho de los trabajadores de forma fla-grante, enfatiza Montalvo.

    La trampa de SoboceEn 2010 la empresa oblig a los obreros a firmar un documento priva-do para no realizar gestiones de recla-mo de las mencionadas acciones. En el documento privado se deja constan-cia de la entrega de montos en dinero a los empleados como un aporte vo-luntario de la siguiente forma: Par-te Cuarta. Contribucin voluntaria. En mrito a los antecedentes a obje-to descritos en las clausulas anteriores, al presente, en un acto de desprendi-miento voluntario, en forma extraor-dinaria, excepcional y por nica vez,

    Soboce otorga una contribucin vo-luntaria de bolivianos 10.620 en favor del beneficiario, quien por su parte de-clara recibir dicha suma de dinero a su plena conformidad habiendo Soboce hecho el pago pleno sealado en es-ta clusula.

    En dicho documento, al hacerse alu-sin a las acciones, Soboce reconoce la existencia de las mismas y el derecho de los ex trabajadores a exigir el pago de los dividendos correspondientes.

    Los extrabajadores aceptaron una compensacin nica de 10.620 bolivia-nos a exfuncionarios vivos y 5.310 pa-ra viudas y derechohabientes. Se acept esa transaccin para evitar que prescri-ba la causa, adems de que los mismos estaban sometidos a presin, puesto que fueron amenazados con el inicio de juicios por parte de la empresa.

    Se estima que solo quedan con vi-da 46 de los 179 beneficiarios origina-les, debido a las condiciones de trabajo que soportaron los obreros, similares a las condiciones de trabajo en las minas.

    Hasta la fecha, desde 1975, ese 10 % ha reportado grandes utilidades y regalas a la empresa Soboce. Sin em-bargo, esos montos nunca llegaron a manos de los trabajadores, ahora obreros jubilados, indica Montalvo.

    El juicioEl 5 de febrero de 2013, los represen-tantes de los extrabajadores presenta-

    ron una denuncia por presunto delito de estafa con mltiples vctimas con-tra los ejecutivos de la empresa ce-mentera. Al cabo de algunos meses, perdieron el proceso y tras presentar un recurso, la justicia volvi a dar ra-zn a la parte patronal. Al momento de las declaraciones, el entonces pre-sidente de Soboce, Samuel Doria Me-dina, se acogi al derecho constitu-cional del silencio y negar cualquier hecho vinculado a una posible parti-cipacin suya.

    En agosto de 2014 se inici una nueva accin judicial con nueva docu-mentacin que sustenta la idea de la falsificacin de documentos por parte de los directivos de Soboce.

    En marzo de 2015, el fiscal Edwin Sarmiento, adscrito a la Divisin de Delitos Econmicos Financieros, ins-truy un requerimiento al juez regis-trador de Derechos Reales para que enve un informe que certifique los bienes inmuebles registrados a nom-bre de Samuel Doria Medina Auza, Federico Ruck Urubiri Pinto y Lour-des Doria Medina de Urriolagoytia. Esta anotacin preventiva de bienes se hizo en el marco del proceso seguido por los jubilados de la Sociedad Bo-liviana de Cemento (Soboce), por la apropiacin de sus acciones.

    Recordemos que el 16 de diciem-bre de 2014, el lder de Unidad Nacio-nal y ex socio mayoritario de la em-presa Soboce, Samuel Doria Medina, vendi el 51,35% de su paquete accio-nario en la empresa cementera al Con-sorcio Cementero del Sur por $us 300 millones, por lo que los ex trabajado-res de Soboce estiman que el 10% de las acciones de la empresa estn esti-mada en 60 millones de dlares apro-ximadamente.

    En todo este proceso, los denun-ciantes se percataron que jueces, fis-cales y abogados trabajaron de forma irregular y acelerada en detrimento de su causa, perdindose documen-tacin en las distintas instancias ju-diciales. Ante este panorama adverso, y con nueva documentacin, se deci-di llevar adelante la accin de ampa-ro constitucional. Ante el inminente fallo, los ex trabajadores de la Socie-dad Boliviana de Cemento se trasla-daron a Sucre para hacer la vigilia res-pectiva en el Tribunal Constitucional Plurinacional hasta el cierre de la pre-sente edicin.

    El representante de los ex trabaja-dores de Soboce, Jos Montalvo, afir-ma que este reclamo no es una medida poltica porque el sector siempre re-clam las acciones que legal y legti-mamente les corresponden.

    [ r u m b o d e l c a m b i o ]

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  • 8 | la poca | www.la-epoca.com.bo del 24 al 30 de mayo de 2015

    [ d e s c o l o n i z a c i n ]

    Mala lectura, psima re-daccin, palabrera intil con vicios repetitivos del lenguaje, construccin furtiva de bibliografa inconsulta, ma-nejo equvoco de instrumentos de in-vestigacin, poco rigor metodolgi-co, yanaconaje acadmico (Spedding, 1999) o plagio electrnico son algu-nos de los males presentes en los tra-bajos de investigacin de docentes y estudiantes de los centros de educati-vos bolivianos.

    Mirando ms all, estos gravsimos problemas tienen su origen en una ca-dena de males heredados, identifica-bles a partir de determinadas regulari-dades en los programas de estudio de los sistemas educativos latinoamerica-nos. Estos males estn presentes en las observaciones, actitudes y conductas intelectuales de quienes forman par-te de las instituciones que concentran la masa pensante de las sociedades lati-noamericanas y que, con posterioridad y como ocurri antes, deteriorarn la forma de (re)produccin del conoci-miento cientfico local al ser re-utiliza-dos continuamente.

    Hacemos una breve mencin de tres males que implcitamente, en la actualidad, someten a los sistemas educativos latinoamericanos.

    Historiografa positivistaDescriptiva, monogrfica, memors-tica, empobrecida y profundamen-te acrtica, es la historia que se (re)produce en las escuelas y universida-des latinoamericanas y en otras partes del mundo, que repite hasta el aburri-miento las gestas gloriosas, los nom-bres de los hroes del pasado lejano, las fechas cvicas, la sombra historia colonial, la bsqueda de la nacin an-helada, etctera. La historiografa po-sitivista es uno de los mayores lastres que siguen cargando las instituciones de educacin de las naciones perifri-cas del globo (Aguirre, 2008).

    La historia oficial y algunas historias tradicionales son un simple instrumen-to de legitimacin; una crnica de las conquistas, las victorias y los logros de determinados grupos de poder que se inscriben en los libros de ciencias so-ciales. Los estudiantes se ven enfrenta-dos a un decepcionante recorrido por los pasajes de esa pobre historiografa y a desestimar el anlisis social como vocacin profesional por considerarla fastidiosa. Dicha experiencia es repeti-da inconscientemente, generacin tras generacin, sobre todo por profesores de educacin bsica de Bolivia y de to-da la regin latinoamericana.

    PosmodernismoUn mal contemporneo convertido en influencia terica preponderante en

    Cadenas del conocimiento cientfico localrider Jess MoLLinedo

    A la sombra del posmodernismo han sido rediseadas varias currculas

    escolares y universitarias en la regin en los ltimos 25 aos

    las ciencias sociales latinoamericanas a partir de los noventa, amplificado por la civilizacin del espectculo y sus mass media, ha sido el posmodernismo.

    Haciendo uso de la deconstruccin derridiana, la posmodernidad se ha da-do a la tarea de acabar con cualquier in-terpretacin del mundo (metarrelato); anunciar que la adquisicin de un co-nocimiento del mundo es una ilusin; proclamar que toda realidad (matemti-ca, social, etc.) es en el fondo una cons-truccin lingstica. Se ha dado la tarea de relativizar todos los valores cultura-les; transformar los valores ticos en simples valores estticos; convertir al mundo en un espectculo audiovisual gigantesco y en un supermercado.

    En la actualidad, varios grupos aca-dmicos apoyan el canon posmoder-no convirtindolo en la plataforma de sus investigaciones multidisciplinares o multiculturales, sin percatarse del pro-ceso subterrneo de explotacin cul-tural de dimensiones globales que se encuentra detrs (Estermann, 2005; Zi-

    zek, 1998). Por ejemplo, a la sombra del posmodernismo han sido rediseadas varias currculas escolares y universita-rias en la regin en los ltimos 25 aos.

    Este lastre ha generado en los pa-ses industrializados una sociedad ba-nal y un ejrcito de sujetos indivi-dualistas para el mercado global, con complicidad de una industria cultural que vende gato por liebre: enaltece la ignorancia en desmedro del conoci-miento y los valores morales.

    Feudalismo de alta tecnologaEl feudalismo de alta tecnologa que impregna a la intelectualidad criolla lo-cal es otro de esos males (Dieterich, 2005). Los libros sagrados de los grandes intelectuales del Primer Mun-do deben ser repetidos por docentes (o investigadores) latinoamericanos para reproducir un sistema de dominacin que siempre llega a la misma conclu-sin: imitar al soberano opresor en to-do aspecto cultural. El incumplimiento de este principio implica para el docen-

    te su separacin de los grupos acad-micos, la negacin de apoyo financiero, de subsidios para la investigacin, de posibilidades de publicacin o de con-tar con laboratorios de calidad.

    El resultado de este feudalismo aca-dmico institucional ha sido la pere-za intelectual y la ignorancia arrogan-te de docentes e investigadores. Hugo Zemelman deca que esta mediocridad intelectual devino en tecnologa inte-lectual sin pensamiento.

    La permanencia de estos males, en-tre otros, alejar a las sociedades lati-noamericanas de un proyecto eman-cipador y, por ende, de construir conocimiento cientfico crtico, pro-positivo y comprometido con su so-ciedad encadenndola a su rol como regin subdesarrollada de un mun-do dominado por la nueva economa del conocimiento y, por tanto, los pro-blemas planteados sern aspectos que seguirn afectando la educacin con-tinental y, por ende, la investigacin cientfica en lo ulterior.

    Sera ingenuo pretender abstraer el pasado histrico de los pases latinoa-mericanos dada la opresin y exclu-sin poltica, econmica y social en la que vivieron sus sociedades; sin em-bargo, no comprender determinados circuitos viciosos en lo educativo, co-mo es el caso, implicar el rezago de toda esta regin con respecto a pases vecinos en la carrera por producir co-nocimiento cientfico social y tecnolo-gas cada vez ms eficientes.

    Autocrtica, creatividad y competiti-vidad debieran guiar a quienes forman parte de nuestras instituciones de (re)produccin de conocimiento local. El reto est planteado.

    Bibliografa Aguirre Rojas, Carlos Antonio

    (2008). Antimanual del mal his-toriador: o cmo hacer hoy una buena historia crtica? Ciudad de Mxico: Edit. Contrahistorias. 13 edicin.

    Dieterich, Heinz (2005).Crisis en las ciencias sociales. Madrid: Popular.

    Estermann, Josef (2006). Filoso-fa andina: sabidura indgena pa-ra un nuevo mundo. La Paz: Insti-tuto Superior Ecumnico Andino de Teologa.

    Spedding, Alison (1999). Investi-gadores en apuros. En: Tinkazos, Revista Boliviana de Ciencias So-ciales, nmero 3. La Paz: PIEB. Pp. 146 - 161.

    Zizek, Slavoj (1998). Multicultura-lismo o la lgica cultural del capi-talismo multinacional. En: Estu-dios Culturales: Reflexiones sobre el multiculturalismo de Jameson, Fredic yZizek, Slavoj. Argentina: Paids. Pp. 137 - 188.

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    Marx, Vera Zaslich y una carta entre los doseduardo LohnhoFF bruno *

    La escritora y revolucionaria marxista rusa y la evolucin de la sociedad socialista sin transitar por el capitalismo

    [ s o c i a l i s m o a d e b a t e ]

    La idea del socialismo comunitario se est con-virtiendo en un criadero de nuevos pen-sadores defensores de un verdadero marxis-mo, que solo es autntico en la medida que sirve de acicate para atacar el Partido Comunista, como hace textualmente Silvya Alarcn: La Comu-nidad no es un arcasmo que los marxistas del PIR, PCB y POR leyeron y siguen leyendo como obst-culo y rmora del pasado.

    Algunos marxlogos defienden tanto la idea del so-cialismo comunitario (idea brotada genialmente de sus cabezas, cada como man del topus uranus platni-co) como el primer primate que descubre el fuego y lo quiere defender de la intemperie, la tempestad y cada gota de realidad objetiva. Los dos grandes to-mos de sabidura de donde buscan la fuente de su verdadero marxismo, es la carta de Marx a Vera Za-slich (1881) y los Grundrisse (1857-58). El primero es tomado como las Tablas de la ley por Moiss y el segundo como un Corn postmoderno.

    El mtodo y el objetoEn el mundo academicista de estos verdaderos mar-xistas (Silvya Alarcn, Roger Cortez, Jorge Viaa, etc.) el mtodo de investigacin se confunde con el objeto, al mismo tiempo que el objeto de investiga-cin se transforma en mtodo, de tal forma que ni el mismsimo Hegel podra invertir tanto as la rea-lidad. stos se olvidan o no han asimilado suficien-temente el anlisis marxista de la realidad. Donde todo anlisis cientfico se basa en el anlisis de regu-laridades, no de inconstancias, a no ser que estas in-constancias sean regulares.

    Los Grundrisse son cuadernos borradores, prepara-torios a la redaccin de El Capital (1867) por Marx. Ah estn, sobre todo, sus notas sobre la circulacin, la gne-sis de su teora del valor. En este texto encontramos anotaciones sobre fenmenos econmicos regulares, irregulares, constantes e inconstantes del rgimen ca-pitalista. Estas notas sirven de base para el primer tomo de El Capital, as que pierden todo su valor cientfico, si es que lo tuvieron algn da, cuan-do Marx publica la obra econmico-cientfica de su vida. Ni que hablar de la carta de Marx a Vera Zaslich. En los crculos acadmicos de los verdaderos marxistas esta carta es ms conocida que las cartas del joven Werther a su amada Lotte, en una famosa obra de Goethe. En realidad, esta carta es una res-puesta de un hombre de la estatura teri-ca de Marx a una joven que busca la luz al fin del tnel, en medio de un huracn de debates intensos entre los revoluciona-rios rusos. Un silencio deshonesto hacen los verdaderos marxistas, precisamente, a la carta de Vera Zaslich a Marx.

    Marx y el destino de la revolucinUna primera carta de Zaslich plan-tea, de un modo mucho ms serio, una pregunta fundamental para la Revolucin Rusa: Es posible que la comunidad agraria en Rusia evo-lucione hasta la sociedad socialista sin pasar por el capitalismo?. Asi-mismo, termina sus lneas manus-critas con un agudo grito pidiendo ayuda: El destino de nuestros re-volucionarios depende de tu res-puesta.

    Cuando un hombre de la envergadura de Marx tiene ms que literalmente! el destino de revolucio-narios en sus manos y en su pluma, lo primero que le debe haber pasado por la mente es ser diplomti-co sin ser deshonesto, sin tergiversar la realidad ob-jetiva. As, en la carta de respuesta de Marx a Vera Zaslich, el fundador del socialismo cientfico diser-ta textualmente, en una forma muy ambigua, sobre una posibilidad TERICA, del paso directo de la comuna rusa al socialismo, y de sta como su base.

    Los verdaderos marxistas ocultan o desconocen totalmente que la propia Zaslich, aos ms tarde, abandon esta posicin errnea de los populistas ru-sos y adopt las tesis de Plejnov, Axelrod y Lenin so-bre el proletariado como sujeto histrico de la revolu-cin rusa. Claro, esto es un mero detalle para nuestros verdaderos marxistas, lo importante es la carta en su esencia misma (no puedo procesar en mi cerebro lo que nuestros amigos entienden por posibilidad teri-ca pero la Revolucin Bolchevique quem en la pra-xis revolucionaria, con fusil y plvora, aquella posi-bilidad, y junto con ella la famosa carta del alemn).

    La carta de MarxCreo que no avisaron a nuestros buenos amigos, los verdaderos marxistas, que posibilidades tericas las

    hay en toneladas de escritos que se apilan en las uni-versidades alrededor del planeta. Esto de la posibi-lidad terica fue el modo ms diplomtico y ama-blemente dialctico con que Marx poda responder a una mujer que prcticamente anunciaba su suicidio. Tomar una posibilidad terica como axioma cient-fico es lo ms deshonesto que puede hacer quien se autodenomina investigador o cientfico social.

    En la mentada carta, ms all de la diplomacia dialctica, de posibilidades tericas, Marx demues-tra cmo la comunidad agraria vena derrumbndo-se, que lo comunal estaba transformndose en ane-xo de la propiedad privada e, implcitamente, deca que la comuna rural rusa no poda ser la base del so-cialismo. Este es nuestro mundo, se cita tanto lo que no se lee. Dejo como referencia el texto de Engels: La Cuestin Campesina, donde hace un anlisis real, sin posibilidades tericas, del carcter de las comu-nidades rurales de su poca, especficamente las de Francia y Alemania (en este texto los verdaderos mar-xistas podrn percibir que todos los supuestos que toman por axiomas catlicos, se derriten como he-lado en una caliente tarde de verano).

    Marxismo en BoliviaAterricemos en Bolivia. Planteemos una cuestin cientfica sin sofismas ni bellas frases hegelianas: En la comunidad rural boliviana existe una proletariza-cin o una descampenizacin? Son los dos trmi-nos de moda en la academia. Independientemente del trmino, se llega a una misma conclusin. Pero, continuemos: Acaso no existen comunarios que venden su fuerza de trabajo en haciendas de gran-des propietarios, o en la misma comunidad para otros comunarios dueos de medios de produc-cin (sean stos pequeos o medianos)? Esto pasa en la gran mayora de las comunidades andinas que pro-ducen quinua, por ejemplo. Ah donde una familia es duea de los medios de produccin y contrata (com-pra) fuerza de trabajo, vende la quinua (la mercan-ca), paga salarios, se queda con una tasa de ganancia, una plusvala. Qu comunidad no consume produc-tos industrializados? Aceite, jabn, jaboncillo, fraza-das, ropa, etc. En qu comunidad existe el trueque directo, sin la intervencin del dinero como mxi-

    ma expresin del valor? Acepto, tal vez existan al-gunas (agradecera si alguien me da un ejemplo de comunidad donde no existan, bajo ninguna forma, relaciones de produccin o sociales tpi-camente capitalistas). El modo de produccin predominante en Bolivia es el capitalista, al que todas las comunidades rurales/agrarias en cier-ta forma estn subordinadas. Ningn sofisma hegeliano de verdaderos marxistas puede ocul-tar esta realidad. Quien lo dude que salga de su bveda acadmica, suba a una flota y vaya a tomar apuntes in situ, sea en comunidades del occidente o del oriente. Quin sabe, esos apuntes no se transformen en los nuevo Grundrisse. Y vuelvo a recalcar que el an-lisis cientfico se basa en el anlisis de re-gularidades, no de inconstancias, a no ser que estas inconstancias sean regulares.

    Cmo la comunidad subordinada a relaciones capitalistas puede servir de base econmica (no simples fuer-za productiva como plantean ellos) de la futura sociedad socialista?

    * Militante de la Juventud Comunista de Bolivia, Santa Cruz.

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    [ o t r o m u n d o e s p o s i b l e ]

    Ante la arremetida colonialista del Reino Unido de Gran Bretaa en los campos poltico, militar y econmico en la amplia regin del Atlntico Sur, tomando como base de operaciones la ocupacin ilegal de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur; los gobiernos, los pueblos y distintas organizaciones e instituciones de Amrica Latina y el Caribe han ma-nifestado, de manera unnime, su total rechazo.

    Dos son los hechos que marcan la actual situa-cin de inestabilidad en el Atlntico Sur: Por una parte, la masiva movilizacin de fuerzas militares por parte del Reino Unido, con la realizacin de si-mulacros de ataques, inclusive con armas nucleares que podran llegar fcilmente a Brasil o Colombia, el desplazamiento de submarinos de alta tecnologa y la presencia de 1.500 efectivos militares en las is-las argentinas en relacin a solamente 2.931 habitan-tes, la mayora de ellos trasladados desde Inglaterra. Por otra parte, el funcionamiento de plataformas de exploracin y explotacin petrolera en las aguas cir-cundantes a las Islas Malvinas a travs de empresas transnacionales, con la finalidad de aprovechar las riquezas naturales de los fondos marinos, junto a la masiva e indiscriminada explotacin pesquera.

    La negativa del Reino Unido de iniciar un dilo-go y negociacin con la Repblica Argentina, como lo determin la Organizacin de las Naciones Uni-das (ONU), desde hace cincuenta aos, con la Reso-lucin 2065, que reconoci formal y expresamente la existencia de disputa de soberana entre los dos pa-ses, y con otras mltiples resoluciones, ha provocado que distintos organismos internacionales se hayan pro-nunciado demandando el dilogo bilateral, entretanto otros que se han manifestado respaldando el derecho argentino sobre las aguas martimas circundantes.

    Respaldo unnime de Amrica Latina y el CaribeEn Amrica Latina y el Caribe, las cumbres presi-denciales de la Unin de Naciones Suramericanas (UNASUR) y de la Comunidad de Estados Latinoa-mericanos y Caribeos (CELAC), as como los mo-vimientos populares, sociales, sindicales, gremiales y otras instituciones, han hecho conocer su total res-paldo a la soberana argentina en las islas Malvinas. El caso ms destacado es la toma de posicin de los pases del Caribe, muchos de ellos ex-colonias ingle-sas, que respaldan a la Argentina contra el dominio de Inglaterra, consiguiendo, de esta manera, la una-nimidad de la regin; asimismo, destaca la determi-nacin del G-77 ms China, en la Cumbre de Santa Cruz de la Sierra del pasado ao con la presencia de 133 pases, de aprobar un documento de apoyo a la causa del gobierno y pueblo argentinos.

    Es preocupante, al mismo tiempo, la posicin adoptada por los gobiernos de Estados Unidos y Canad, en la Cumbre de Las Amricas de Pana-m, que se negaron a respaldar la demanda argen-tina. Esta posicin marca la distancia existente en-tre Norteamrica y Latinoamrica y el Caribe, que tiene como antecedente el apoyo del gobierno de Washington (Ronald Reagan), con espionaje, co-municaciones y armamento, al de Londres (Marga-ret Thatcher) en la Guerra de las Malvinas de 1982,

    Las Malvinas son argentinas

    Amrica Latina rechaza al colonialismo ingls

    eduardo Paz rada *

    La negativa del Reino Unido de iniciar la negociacin con la Argentina ha provocado que distintos organismos

    internacionales se pronuncien a favor del derecho argentino

    sobre las aguas martimas circundantes

    incumpliendo de manera flagrante el Tratado In-teramericano de Asistencia Recproca (TIAR) que dispona la defensa comn ante cualquier ataque mi-litar de potencias externas al continente americano.

    La solidaridad con la argentina se ha expandido a los cinco continentes con la formacin de Foros, Comits, Grupos de Apoyo y otras manifestaciones. En el caso de Amrica del Sur, diez Grupos de So-lidaridad con Malvinas Argentinas (Per, Uruguay, Guyana, Colombia, Bolivia, Brasil, Chile, Venezue-la, Ecuador y Paraguay) han realizado un Encuentro en Santiago de Chile, del 11 al 12 de mayo de 2015, analizando la actual situacin.

    Encuentro de grupos de solidaridad con MalvinasEn la reunin se aprob la Segunda Declaracin de Santiago que establece su firme respaldo a la posi-cin argentina en la Cuestin Malvinas, el inters de que Argentina y el Reino Unido reanuden nego-ciaciones a fin de encontrar una solucin pacfica y definitiva a la disputa de soberana, la importancia de la poltica de sus respectivos Estados de firme respaldo a la posicin argentina en la Cuestin de las Malvinas, y que en nada contribuyen la explo-racin y explotacin de recursos naturales y los gas-tos blicos con destino a mantener su posicin co-lonial en la zona del Atlntico Sur.

    El representante de Guyana, ex-colonia inglesa, ONeil Greaves, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Guyana, destac la lu-cha comn contra la colonizacin inglesa, el trabajo

    de coordinacin de los grupos, la difusin de pel-culas y debates, as como la realizacin de videocon-ferencias y la formacin de redes acadmicas; a su vez, el representante de Chile, Carlos Ominami, de la Fundacin Chile 21, manifest que se trata de un problema econmico y geopoltico que afecta a to-da la regin y que, desde el retorno a la democracia, Chile corrigi su falta en un episodio negro de haber apoyado a Inglaterra y que hoy su represen-tacin gubernamental presenta oficialmente el tema ante las Naciones Unidas y que la causa de las Mal-vinas es la causa de los chilenos.

    El diputado brasileo Arlindo Chinaglia, del Par-tido de los trabajadores (PT), dijo que el poder bri-tnico no pretende ceder nada porque se trata de una disputa de hegemona y que el rol de Amri-ca Latina ahora es muy importante por el avance de los procesos de integracin; el ex alcalde de Quito, Ecuador, Gral. Cayo Moncayo record que el Atln-tico Sur es una zona estratgica en el mundo y que es muy importante la decisin de UNASUR de im-pulsar el Consejo de Defensa Sudamericana.

    Adems, en el Encuentro se pudo conocer que el gobierno de Londres est realizando acciones de es-pionaje en los pases de Amrica Latina y el Caribe tratando de influir sobre gobiernos y sobre medios de comunicacin y acadmicos, invitando, para ello, a periodista, polticos y parlamentarios para que vi-siten las ocupadas Islas Malvinas.

    Agenda sudamericana y bolivianaLos grupos plantearon la necesidad de que los pa-ses productores de petrleo de Sudamrica, y con alto potencial de recursos hidrocarburferos (Vene-zuela, Bolivia y Ecuador), determinen romper todo contrato con las empresas que actualmente sirven al Reino Unido en su tarea de explorar recursos en las aguas pertenecientes a las Islas Malvinas.

    El Secretario de Asuntos Relativos a las Islas Mal-vinas de la Argentina, Daniel Filmus, inform que, durante su visita a Bolivia el ao pasado, el Gru-po Boliviano le hizo entrega de una nota oficial del Ministerio de Relaciones de la Repblica de Bolivia que, en 1833, durante la invasin inglesa a las Islas Malvinas, manifestaba su total respaldo a la Argen-tina ante la agresin colonial, as como documentos que informan que varios patriotas del levantamien-to del 16 de julio de 1809 en La Paz fueron confi-nados en las Islas Malvinas, en ese momento bajo el dominio espaol, lo que ratifica su pertenencia a la Argentina que consigui su independencia de Espa-a el 25 de mayo de 1810.

    El Grupo Boliviano de Apoyo a la Cuestin de las Islas Malvinas fue organizado en septiembre de 2011 con la participacin de un ex presidente, varios ex mi-nistros, autoridades del gobierno, diplomticos, do-centes universitarios, investigadores, incorporndose, en los ltimos aos, otros docentes e investigadores y varios movimientos sociales y organizaciones popula-res a este movimiento de solidaridad con la causa an-ticolonial argentina y latinoamericana.

    * Socilogo boliviano, docente de la UMSA. Escribe en publicacio-nes de Bolivia y Amrica Latina y es miembro del Grupo Bolivia-no de Apoyo a Malvinas Argentinas.

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    [ o t r o m u n d o e s p o s i b l e ]

    Los estudiantes Exequiel Borbarn, de 18 aos, militante de las Juventudes Comunis-tas y Diego Guzmn de 24, son dos nue-vos mrtires de las luchas y movimientos sociales que comenzaron en Chile en 2011. Al cla-mor ciudadano por una educacin pblica, gratuita y de calidad, se fueron sumando la demandas por una Asamblea Constituyente que termine con el orden constitucional instaurado por la dictadura, y ms re-cientemente, el repudio a las prcticas de corrupcin de la clase poltica que han sumido al pas en una cri-sis de legitimidad de todo el sistema institucional.

    Desde la revolucin pingina (estudiantes secun-darios) de 2006, la juventud chilena, en un acto de temeraria lucidez, ha estado copando el espacio p-blico, a travs de masivas marchas, para despertar la conciencia de la ciudadana que desde inicios de la postdictadura (transi-cin) permaneca aletar-gada por la sumisin a un sistema poltico y a un mo-delo econmico neoliberal violento e injusto.

    La potencia de un lide-razgo juvenil, capaz de de-jar atrs la oscuridad del miedo al pasado traumti-co, hizo germinar en Chile una nueva primavera car-gada de esperanzas de libe-racin, al reabrir las gran-des alamedas para iniciar el urgente y necesario pro-ceso de recomponer el te-jido social, preparando as el advenimiento de un pas ms justo.

    Por ello, ha sido tan des-garradora la tragedia ocu-rrida durante la jornada de movilizacin del 14 de mayo, en que ambos jvenes encontraron la muer-te en la plaza Victoria de Valparaso, cuando inten-taban instalar un letrero de protesta en la fachada de un edificio. Segn los videos captados por la ciu-dadana, el propietario del inmueble se resisti en forma violenta a la accin de propaganda. Y en un confuso incidente, desde el interior del inmueble, su hijo, Giuseppe Briganti Weber, de 20 aos, habra disparado a los universitarios.

    El primer mrtir de las luchas sociales en Chile fue el estudiante, Manuel Gutirrez Reinoso, de so-lo 14 aos, asesinado en 2011, por un agente del Es-tado, un sargento de carabineros. Ahora, habra sido la accin de un civil armado, en defensa de su dere-cho de propiedad, lo que trunc la vida de Diego y Exequiel. El gobierno de Chile ha tratado de eludir la responsabilidad poltica en esta tragedia afirman-do que se trat de un acto irracional derivado de la intolerancia y que no tiene relacin con las de-mandas sociales.

    Sin embargo, desde el inicio de la postdictadu-ra, la Concertacin hoy denominada Nueva Mayo-ra, que pact con el pinochetismo a espaldas de la ciudadana el traspaso del poder, ha venido desarro-llando una sostenida estrategia de desarticulacin y criminalizacin de toda protesta social que pudiera agrietar la legitimidad del sistema poltico y del mo-delo econmico neoliberal.

    La estrategia del Estado en la criminalizacin de la protesta social en Chile

    Cherie zaLaquett a.*

    El joven sospechoso del homicidio dispara para

    defender su derecho a la propiedad privada y acta al amparo del discurso estatal de una transicin que caus

    la estigmatizacin de los sujetos populares en el

    espacio pblico

    Tal estrategia oper, como seala el historiador Pedro Rozas, a partir de un doble signo: una demo-cracia fundada en los acuerdos con la derecha y en el desalojo de los movimientos sociales, es decir, la desmovilizacin de la ciudadana como actor prota-gnico de la construccin del proyecto de sociedad.

    Desde el mismo da del golpe militar, el rgimen clausur el mbito poltico para toda actividad or-ganizada, provocando el deterioro y vaciamiento de los espacios pblicos, unido a un repliegue de la ciu-dadana hacia el mundo privado. Con esta opera-cin, la dictadura apunt a despolitizar la esfera p-blica, fracturando una triada que estaba plenamente conectada en el Chile de los 60: la relacin entre su-jeto popular, espacio pblico y elite poltica. El rgi-men dictatorial disolvi esa dialctica fortaleciendo el divorcio entre lo privado y lo pblico, arrinconan-do al sujeto popular en los lmites de la periferia, o como dijo Toms Moulian, desplazndolo de la es-quina a la vitrina.

    Pero en el marco de la cruda recesin econmi-ca de 1983 estallaron masivas jornadas de protesta que permitieron la reaparicin de la figura del pobla-dor, copando el espacio pblico en demanda de de-mocracia. El poblador, como actor social, constitu-y una subjetividad poderosa de la periferia que, con toda su carga simblica, reingres al imaginario de lo pblico como sujeto territorial y al mismo tiem-po poltico. La lite poltica opositora conectada con

    el poblador logr recomponer un vnculo destruido por la dictadura: el nexo entre el sujeto de la poltica y el espacio pblico.

    Posteriormente, en la escena poltica transicio-nal, la Concertacin ya instalada en el poder, se desprendi de los imaginarios emancipadores y produjo un nuevo desmantelamiento doctrinario del sujeto popular. Para ello, despleg un comple-jo dispositivo de control social y pacificacin de los grupos rebeldes, exacerbando el discurso de la necesidad de seguridad ciudadana y del antiterro-rismo, lo que en la prctica se tradujo en penali-zar cualquier forma de resistencia poltica al nuevo modelo. Los mecanismos represivos y preventi-vos gravitaron en torno a la utilizacin de la jus-ticia militar contra civiles y a la promulgacin de las llamadas Leyes Especiales (Ley de Control de

    Armas, Asociacin Ilcita, Ley Antiterrorista y Ley de Seguridad Interior del Estado).

    Como parte de su estra-tegia, la Concertacin pro-long en forma indefinida el dispositivo transicional de control de la protesta ciudadana con el argumen-to de mantener la gober-nabilidad y la estabilidad poltica. Sin embargo, en el transcurso de este ao, los chilenos presenciamos consternados el desenmas-caramiento de una reali-dad todava ms cruda: la existencia de un engrana-je de corrupcin, instalado por el yerno de Pinochet, y otros grupos econmicos

    afines a su rgimen, quienes financiaban las candi-daturas de la centro izquierda a la Presidencia de la Repblica y al Congreso, garantizando de este modo que las polticas pblicas y la accin legislativa res-guardaran sus intereses manteniendo intocado el or-den constitucional de la dictadura y el modelo eco-nmico neoliberal.

    Por lo tanto, el gran mrito del reciente movi-miento social, protagonizado en forma annima por miles y miles de jvenes chilenos, como Diego y Exequiel, ha sido desarticular esa intrincada mara-a montada por la clase poltica de centro izquierda.

    De esta manera, cuando el joven sospechoso Giuseppe Briganti dispara a quemarropa para de-fender su derecho a la propiedad privada, no se trata simplemente de un acto irracional e intolerante, si-no que acta al amparo del discurso estatal que por varias dcadas ha estado identificando al sujeto po-pular de las luchas sociales con el delincuente sub-versivo, el encapuchado, el terrorista que amenaza sus bienes y que al mismo tiempo le restringe su de-recho a circular por las calles. La tragedia que acab con la vida de Diego y Exequiel, no fue solamente una conducta individual y apoltica, sino, como sea-la la escritora Diamela Eltit: El estallido dual de la bala y el Estado.

    * Periodista, escritora, doctora (c) en Estudios Americanos IDEA-USACH.

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    [ o t r o m u n d o e s p o s i b l e ]

    Bolivia rinde homenaje a Jos Mart y Augusto Csar Sandino

    redaCCin La PoCa / FotoGraFa: riCardo baJo

    En uno de sus versos ms agudos, el patriota cubano Jos Mart, fue cristalino y certero en definir su pro-psito de vida: con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar.

    Tena 42 aos cuando, en un po-trero de la zona de Boca de Dos Ros en el oriente isleo, fue embosca-do por decenas de soldados espao-les que escondidos entre la maleza esperaron que se aproximara a todo galope por la llanura para asestarle tres implacables balas que le quita-ran la vida al ms universal de los cubanos, al organizador de la lucha independista, llamada por l: guerra necesaria. Anhelaba liberar a su Pa-tria del yugo espaol, y junto a ello, redimir al esclavo y fundar una Re-pblica ms reconocida por sus lu-ces y virtudes que por su sola fuerza. Antes de morir expres: Trincheras de ideas valen ms que trincheras de piedras.

    Pero, como si nuestra mayscula Amrica fuera conscientemente re-voltosa, a un da de la cada de Mar-t dio nacimiento en un humilde po-blado nicaragense a Augusto Csar Sandino.

    Hijo de un rico hacendado y una empleada de la casa patronal, San-dino no supo de juegos de infan-cia y tuvo que trabajar prematu-ramente para llevar el sustento al hogar. Corri la suerte del pobre, del campesino y obrero de Nicara-gua. Y, tras haber trabajado en tie-rras salvadoreas, hondureas y mexicanas, decidi ir en defensa de su pueblo que, para 1926, deba so-portar la afrenta de verse sometido a los designios de 12 mil soldados norteamericanos que lo ocupaban.

    En un inicio sus huestes no pasa-ban de un puado de guerrilleros ca-paces de empuar los nicos treinta rifles que tenan a mano. La consig-na del pequeo Ejrcito loco no daba lugar a transigencia alguna con el invasor: Libertad o Muerte.

    Durante siete aos, a punta de bombas hechas con latas de sardina y clavos, de coros de nios que por las noches iban a gritarle al enemi-go para atemorizarlo, y de certeros y afinados rifles que no se cansaron de derribar los estrenados aviones de la

    fuerza area yanqui, supo sealar el camino de la nica y plena indepen-dencia de Nicaragua. Fue capaz de propinarle la primera gran derrota a EE.UU. en nuestra regin.

    Honrar, honra seal Mart. Por eso, no fue sorpresivo para na-die apreciar como en cuestin de mi-nutos decenas de personas abarro-taron el saln principal del Centro Cultural Museo San Francisco con el propsito de recordar el natalicio del Hroe Nacional de Nicaragua, Augusto Csar Sandino, y la cada en combate del Hroe Nacional de Cu-ba, Jos Mart.

    Aunque la actividad fue organi-zada por las embajadas de Cuba y Nicaragua, los verdaderos protago-nistas fueron las autoridades de Go-bierno, los delegados extranjeros (Argentina, Chile, Paraguay, Uru-guay, El Salvador, Ecuador, Vene-zuela, etc.) y los muchos y muchas nacionales que se dieron cita pa-ra honrar a nuestros primeros pa-dres, a los que iniciaron la segunda lucha de Independencia que conti-nuamos hoy. Amrica toda, una vez ms, se vio unida entorno a Mart y Sandino.

    Los das 21 y 22 de mayo ha tenido lugar la tercera ronda de conversaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos de Nortea-mrica respecto al restablecimiento de re-laciones entre los dos pases, rotas desde hace ms de cinco dcadas.

    A pesar de no existir una amplia informacin acerca de las conversaciones, ambas delegaciones sostienen que se avanza, lenta pero seguramente hacia la resolucin de los conflictos histricos que surgieron entre ellos a inicios de la dcada de 1960, cuando la Revolucin Cubana iniciaba su andar so-cialista y anti imperialista.

    En esta tercera ronda de negociaciones, sosteni-das luego de que el pasado 17 de diciembre de 2014 el presidente Obama anunciara los primeros pasos conjuntos para restablecer las relaciones, se tratan temas referentes al funcionamiento y comporta-miento de embajadas y personal diplomtico acredi-tado en ambas partes, cuestin sobre la que an no se han puesto de acuerdo ya que Cuba exige el res-peto a los acuerdos de la Convencin de Viena y Es-tados Unidos alega el derecho a comportarse como lo hace en cualquier parte del mundo, segn al-gunos voceros de Washington. Para quienes no do-minan el tema, hay que aclarar que los funcionarios

    Tercera ronda de conversaciones entreCuba y EE.UU. Ambiente favorable entre

    posiciones firmesviCente ManueL Prieto rodrGuez

    diplomticos norteamericanos tienen por costum-bre inmiscuirse en los asuntos internos de los pases donde tienen sedes diplomticas y en muchos casos, financiar actividades subversivas contra gobiernos legtimamente constituidos, los ejemplos sobran.

    A raz de esta tercera ronda de conversaciones, ta-les voceros del Estado norteamericano, como el presi-dente del Senado yanqui, han declarado que cualquier intento de eliminar el bloqueo econmico a Cuba pa-sa por ver cambios positivos en el Gobierno cuba-no. Estos cambios positivos no son ms que aceptar las imposiciones imperiales respecto a la visin norte-a de los trados y llevados derechos humanos, el es-tablecimiento del multipartidismo al estilo USA y, fi-nalmente, como objetivo supra de todas las estrategias gringas, la cada de la Revolucin Cubana para dar pa-so a un sistema econmico y social afn a los intereses geopolticos de la potencia estadounidense.

    Contrariamente a lo anterior, el presidente cuba-no, Ral Castro, ha manifestado, y as se ha dado a conocer firmemente en las anteriores sesiones bila-terales, que la condicin sine qua non para un estable-cimiento pleno de relaciones parte del respeto a las decisiones soberanas de cada pas, al levantamiento del bloqueo genocida que ha costado la vida a miles de cubanos, a la devolucin del territorio ilegalmen-

    te ocupado por la Base Naval de Guantnamo, don-de se violan constantemente los derechos humanos, y de la revisin y cambios en una serie de polti-cas migratorias y de telecomunicaciones que afectan grandemente al pueblo cubano.

    Observando ambas posiciones se puede deducir que el proceso sea lento, pues en Estados Unidos los grupos de poder conservadores y ultra reaccionarios asentados en el Congreso, sustentados por la mafia cu-banoamericana, no darn su visto bueno antes de ver caer la fruta madura. Lamentablemente para ellos, Cuba sigue siendo una fruta verde, firme en sus po-siciones, que no cede ante presiones o chantajes y man-tiene vivos los principios poltico-sociales que impulsa-ron a su pueblo hacia la Revolucin vigente.

    El viernes 22 de mayo habr concluido la reu-nin histrica. Otra medida injusta estar levanta-da: la imposibilidad de la Oficina de Cuba en Es-tados Unidos de realizar movimientos econmicos, pues un banco norteamericano acoger las finanzas de la misin cubana. No obstante, esa es solo una zanahoria. Las cuestiones pendientes nicamen-te se resolvern a travs del respeto mutuo y el ce-se de medidas genocidas e irresponsables que desde el triunfo revolucionario han impedido el desarrollo normal de la sociedad y de la vida en Cuba.

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    [ s i n p e l o s e n l a l e n g u a ]

    Estn en algn sitio / nube o tumbaestn en algn sitio / estoy seguro.(Benedetti)

    Y luego so con un movimiento social de los desaparecidos, los sin cuerpo, que exigan, sin ceremonias, libres de amne-sia, la devolucin de todos, toditos, sus huesos cont Nicols en inesperada intervencin. Hablbamos de los desaparecidos de las dictaduras, esos seres a quienes nadie les ha explicado con cer-teza si ya se fueron o si no.

    Sueo o duermevela, la movilizacin de los sin cuerpo, en reclamo de antiguas pieles e irrenuncia-bles huesos, bien podra ser el terrible final de un cuento de terror o de misterio. Pero lo que quiero plantear es ms urgente. Sostengo que la memoria es la llave maestra para abrir el portal de cualquier proyecto de pas y de futuro. En otras palabras: no puede haber revolucin democrtica sobre cimien-tos de olvido impuesto o, peor, asumido.

    Qu significa que, ms de tres dcadas despus, hoy en democracia, sigan existiendo desaparecidos,

    que no enterrados, buscndose/buscndonos? En principio, implica que tenemos una asignatura pendiente, que no admite transaccin ni regateo. Su-pone tambin que persisten rastros de impunidad, con pequeos simulacros y grandes complicidades. Y lo ms importante, significa que an hay compa-triotas privados del elemental derecho de hablar con sus muertos.

    Decan bien los transitlogos que la democra-tizacin en nuestros pases se debati entre enterrar el pasado (apostar por el olvido para no desbaratar el presente) o saldar cuentas con la historia (optar por la memoria para poder mirar hacia el futuro). Encubrimiento tctico o descubrimiento estratgi-co. Vaya dilema tico-poltico! Los patios interio-res de la democracia, ya se sabe, llegaron sembra-dos de pacto y miedo.

    Para algunos consolidlogos de la democracia aquel no fue un problema. Despus de todo, la in-geniera constitucional no es cosa de cementerios clandestinos. O al revs: los desaparecidos no ca-ben, ni como sombrita, en las instituciones polticas. A quin se le ocurre razonan seguir reclamando

    viejos huesos cuando tenemos ante nosotros reno-vados esqueletos normativos?

    Pero es deseable, o acaso posible, atenuar los recuerdos ms amargos? Se ha purgado ya la so-ciedad de sus peores temores y resentimientos? Dnde se esconde, en qu rinconcito del olvido, lo que lastima? Y es que una cosa es hablar de los desaparecidos en general y otra muy distinta poner-les nombre, rostro, ltimas palabras, familia, desam-paro As, desde 1980, escuchamos decir Marce-lo, por ejemplo, o Carlos, y otros veintids nombres ms. Slo hay silencio por respuesta.

    Hay quienes sostienen que lo que extingue la vida no es la muerte, sino el olvido. Y en nuestros pro-cesos histricos y polticos Benedetti dixit el ol-vido est lleno de memoria. O mejor, con Borges: solo una cosa no hay, es el olvido. Por eso segui-mos reclamando huesos. Por eso no renunciamos a encontrar el cuerpo de Marcelo y de otros prji-mos. Por eso insistimos en que la democracia esta-r desportillada mientras pretenda convivir con des-aparecidos.

    Estn en algn sitio. Estamos seguros

    la muerte chiquitaJos Luis Exeni Rodrguez

    Huesitos: Marcelo en la memoria

    Cuando pensamos en la discriminacin en Bolivia, la primera palabra que nos viene a la mente es racismo. Sin em-bargo, existen otros tipos de discrimi-nacin, como la homofobia, a los cuales se les presta menos atencin, pero que sin duda no son menos importantes.

    El ao 2010 se aprob la Ley N 045, cu-yo objetivo es eliminar todas las conductas de racismo y discriminacin rigindose bajo cua-tro principios: la interculturalidad, la igualdad, la equidad y la proteccin. Lo primero que sa-le a la vista al revisar esta ley es justamente el privilegio que recibe el tratamiento del tema tnico, mientras que la discriminacin a otros grupos como los homosexuales, los travestis y los transexuales es abordada de forma reduci-da. Esto nos recuerda a los aos en que la dis-cusin privilegiaba la forma de subordinacin clasista por sobre la cultural. Se pensaba que el problema principal era superar el conflicto de clases y solo cuando esto ocurriera el conflic-to cultural podra ser resuelto. Aqu vemos un esquema similar pero con otro protagonista: la prioridad anteriormente otorgada al conflicto clasista es desplazada por el nfasis en los te-mas relativos al colonialismo, es decir, al con-flicto cultural. La discriminacin racial y tnica se plantea como el principal tema a solucionar dejando en un segundo plano otros problemas como la discriminacin por razones de prefe-rencia sexual. Esto se ve claramente en la for-ma como se asume el concepto de intercultura-lidad, que es uno de los principios reguladores de toda la ley.

    Lmites de la lucha contra la discriminacinnorMa ros

    La interculturalidad, la igualdad, la equidad y la proteccin para

    combatir la exclusin

    La interculturalidad es vista como un ins-trumento de cohesin y convivencia arm-nica y equilibrada entre todos los pueblos y naciones, como el principio para establecer relaciones de igualdad y equidad entre cultu-ras y no toma en cuenta las dificultades que enfrentan otro tipo de construcciones co-lectivas e identitarias como la de los homo-sexuales.

    Otro de los ejes de la ley es el de la igual-dad, el reconocimiento de que todos los se-res humanos somos iguales y tenemos los mismos derechos. Sin embargo, en la Cons-titucin Poltica del Estado se sostiene que el derecho al matrimonio solo se dar entre un varn y una mujer, eliminando as la po-sibilidad de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Esta es una forma de dis-criminacin porque se niega no slo el dere-cho al reconocimiento legal de la unin entre dos personas del mismo sexo, sino tambin el derecho de adopcin, ya que el mismo so-lo puede ser ejercido en el marco de un ma-trimonio legalmente reconocido.

    En efecto, como toda ley, est pensada ba-jo las exigencias del momento. Debido a la larga tradicin colonialista el tema racial se muestra con mayor urgencia. Sin embargo, no debemos detenernos en este punto, es ne-cesario avanzar hacia el fortalecimiento de las otras formas de lucha contra la discrimi-nacin, se debe trabajar de manera sistem-tica sobre las formas en que opera la discri-minacin por preferencia sexual para luchar frontalmente contra ella.

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    Archivos de las Sublevaciones Indgenas del siglo XVIII

    Luis oPorto ordez *

    Las rebeliones indgenas de 1780-1782, socavaron los ci-mientos de la sociedad colo-nial. Fueron caldo de cultivo para que Murillo y sus conjurados die-ran inicio a la guerra de 16 aos por la independencia. Desde el bando re-alista se document el sitio prolonga-do que sufri La Paz en 1781 y 1782: el Testimonio de Nicols Tellera, los Diarios de Campaa de Esteban Lo-za, del Brigadier Jos Sebastin de Se-gurola, el annimo atribuido a Toms Cotera, del Capitn Ledo, del Tenien-te Coronel Jos de Resegun, de D.F. Castaeda; y el expediente del Proceso contra Pedro Obaya, ms los informes de Segurola al Virrey Vertiz, al Obis-po de La Paz Remigio La Santa Or-tega, al Cabildo; los del comandante Ignacio Flores y Resegun; la informa-cin sumaria de los hechos aconteci-dos en Cochabamba y un fragmento sobre los acontecimientos del Cusco.

    Esteban de Loza, Escribano de su Majestad y de Guerra, tena a su car-go el archivo y correspondencia de la expedicin del Teniente Coronel Jos de Resegun. Escribi un prolijo Dia-rio, desde el 1 de octubre hasta el 22 de diciembre de1781. Resegun us las anotaciones del Diario de Loza para sus informes al Virrey Vrtiz. Descri-be las tres cartas que enviaron Tupac Katari y Miguel Bastidas para nego-ciar con Resegun: indulto del Virrey Juregui para los indios que se resti-tuyesen a sus casas y provincias; pe-ticin de paz; y entrega de Bartolina Sisa, que haba sido hecha prisionera.

    Ignacio Flores Jimnez (1733-1786), estudi para maestro de Filosofa pero dej los libros para abrazar la carrera de armas. Su primer destino fue la Gober-nacin de Mojos, sin ejercer ese cargo; fue Comandante militar de la Audien-cia de Charcas (febrero, 1781). Acudi con 3.000 hombres en auxilio de Segu-rola, en defensa de la sitiada ciudad, so-

    metida durante 109 das por el ejrcito de Tupac Katari. Lleg a la Ceja de El Alto el 1 de agosto de 1781 salvando a la ciudad momentneamente, inten-t desalojar a los indios de Quilliqui-lli, combati contra los de Achocalla, retirndose a 20 kilmetros de distan-cia, soportando desercin de sus tro-pas. Resegun liber la ciudad (17 de octubre de 1781), apres a Katari, lo entreg al Oidor Tadeo Diez de Me-dina quien lo sentenci al descuartiza-miento (Peas, 5 de noviembre). Flo-res acumul documentacin sobre el movimiento indgena, conformada por reales cdulas, rdenes del supre-mo gobierno, expedientes, oficios, in-formes y cartas de la Comandancia General, la Presidencia y Gobierno in-tendencia de la Provincia de La Plata, correspondencia [reservada] sobre la poltica de Espaa y con agentes se-cretos de Cochabamba. El 4 de mayo de 1782 fue designado Presidente de la Audiencia. Cuando vuelve la paz pien-sa en las reformas indispensables: aca-bar los abusos, supresin de los reparti-mientos y reemplazarlo por un sistema menos arbitrario. Enfrenta una cons-piracin en la Audiencia, se queja de la enemistad y de la insolencia de los auditores y del fiscal. Pesa ms el crite-rio del Virrey Loreto que pide el relevo de Flores (octubre de 1784). En mayo Glvez ordena retirar su mando y juz-garlo en Buenos Aires. El 10 de ene-ro de 1876 recibe la orden de marchar a Buenos Aires. Vende parte de su va-jilla de plata para pagar deudas, que-ma unos papeles, resguarda su archi-vo y lo puso en un bal encaminado a Quito, destinado a su heredero, el mar-qus de Miraflores, su hermano. El 3 de agosto, dicta su testamento, libera a dos negros y el 5 de agosto muri de pesadumbre en una prisin de Buenos Aires. El Auditor de Guerra busca los papeles de Flores, interroga al mayor-domo que afirma: quem todo el co-

    ronel antes de llegar a Buenos Aires. El archivo hoy reposa en el Archivo Histrico del Ecuador. En 1982, Ma-rie Danielle Demels, realiz gestiones ante el Banco Central del Ecuador para microfilmar cinco volmenes que salv Flores, con apoyo del Instituto Francs de Estudios Andinos, y los entreg en depsito al Museo Etnogrfico de La Paz (MUSEF), para hacerlo accesible a los investigadores de Bolivia.

    En el caso de los ejrcitos indgenas, no existen fuentes propias, al margen del informe del padre Borda y el que redact Esteban de Loza, quien tuvo trato personal con Tpac Kata-ri. Generalmente los informes relati-vos a la visin indgena, subyacen en el expediente que consigna las declara-ciones hechas durante las confesiones de los rebeldes indgenas; y numero-sas cartas y mensajes intercambiados entre ellos, que suman 200. Entre ellas est la carta de Ascencia Flores a su marido Diego Quispe, el Mayor (Mo-comoco,4 de octubre); Rosa Luque al Alfrez Real Diego Quispe, el Menor (Patambuco, 10 de septiembre); Nico-ls Apaza a Gregoria Apaza (Peas, 22 de octubre); Gregoria Apaza a Miguel Bastidas (Achacachi, 30 de octubre); Andrs Tpac Amaru al Alfrez Real Diego Quispe (Cruz Pata, s.d.); Casi-miro Arias a Quispe, el Menor (Tares-qua,1 de septiembre), Andrs Tpac Amaru a Gregoria Apaza (Azngaro, 11 y 24 de octubre de 1781); Diego Quispe, el Mayor, a Diego Quispe, el Menor (Mocomoco,16 de agosto; Ca-pinota, 2 de octubre de 1781); Miguel Bastidas a Quispe, el Mayor (Cruz Pa-ta, 11 de octubre), del Comn de in-dios a Gregoria Apaza (Sorata, 23 de mayo); de Quispe, el Menor al Mayor (Tejar, 10 de octubre).

    M. del Valle afirma que los re-beldes, por lo general, no escribieron personalmente sus cartas porque no saban castellano o porque si lo cono-

    can, no saban escribirlo. Incluso pue-de verse que aun pudiendo escribir usaron amanuenses, seguramente por-que ello les daba un cierto estatus. B. Lewin afirma que tres fueron los es-cribientes en castellano: Agustn Car-los Troche, Joaqun Anaya y Basilio Angulo Miranda. Utilizaron secreta-rios mestizos o criollos, conocedores tanto del castellano como de las len-guas aborgenes. Al amanuense crio-llo o mestizo le pertenecen los co-mienzos y los finales de cada misiva, pero lo esencial de su contenido est en el mensaje que se quiere transmitir, en el cual se reflejan siempre los senti-mientos genuinos de quien las firma-ban y las circunstancias reales que se vivan. Es por ello que el epistolario indgena tiene tanto valor sociolgico y resulta una magnfica pauta para cap-tar las situaciones y estados de nimo.

    Estas fuentes permiten reconstruir a brochazos lo que era la vida cotidiana en el campo de los que si un da fueron los vencedores, resultaron a la larga y como siempre los perdedores, cono-cer detalles de lo que aconteca duran-te las grandes rebeliones indigenales. La coleccin de 200 cartas fue formada por Mara Eugenia del Valle para docu-mentar su Historia de la Rebelin de T-pac Katari, obtenida de diversos archi-vos. Fueron entregadas al Archivo de La Paz (1991), con lo que se fortalece la coleccin organizada por J.R. Guti-rrez, existente en la Biblioteca Central de la UMSA, de gran valor para la his-toria de la rebelin desde el punto de vista indgena y el que se conserva en el ABNB (1777-1810).

    * Magister en Historias Andinas y Amaznicas. Docente titular de la Carrera de Historia de la UMSA. Director de la Biblioteca y Archivo His-trico de la Asamblea Legislativa Plurinacio-nal. Miembro del Comit Regional de Amrica Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO-MOWLAC.

    [ s e r c u l t o s p a r a s e r l i b r e s ]

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    Agenda culturalDel 24 al 30 de mayo de 2015

    CINE MARTES DE CINE CUBANO

    La Embajada de Cuba invita a la exhibicin del filme del director cubano Juan Carlos Tabo: El cuerno de la abundan-cia. Una comedia que narra los infortunios que debern pasar los habitantes del pueblo de Yaragey tras enterarse que algunas de sus familias recibirn una millonaria heren-cia. Martes 26 de mayo a las 19:00 hrs. Cine Teatro Mu-nicipal 6 de Agosto (Av. 6 de Agosto, entre Guachalla y Rosendo Gutirrez). Telf.: 2440709. Entrada liberada.

    MSICA SAGRADO LOS ANDES

    El Museo de Etnografa y Folklore (MUSEF) se compla-ce en invitar al concierto del conjunto musical Sagrado Los Andes. Viernes 20 de mayo a las 19:30 hrs. Museo Nacio-nal de Etnografa y Folklore (Ingavi, No. 916, esq. Jena-ro Sanjins). Telf.: 2408640. Entrada liberada.

    TEATRO FRANZ TAMAYO

    Universal Brokers S.A., Goethe Institut y el Ministerio de Culturas y Turismo, a travs del Programa para la Educa-cin Cvico Patritica Eduardo Abaroa y el grupo Textos que Migran, invitan a la puesta en escena de la obra del dramaturgo Percy Jimnez: Tamayo. Apolticas consideracio-nes sobre el nacionalismo Vol. III, ambientada en los sucesos acaecidos el 21 de noviembre de 1944, cuando Tamayo funga de presidente del Congreso Nacional de la Rep-blica de Bolivia. Funciones los das 24, 30 y 31 de mayo a las 19:30 hrs. Espacio Escnico El Desnivel (Av. Sn-chez Lima, No. 2282, Sopocachi). Telf.: 2004398.

    EXPOSICIONES ABAP ORURO EN EL DA DE LAS MADRES

    Exposicin de la Asociacin Boliviana de Artistas Plsti-cos (filial Oruro) donde se presentan pinturas y dibujos con motivos relativos a la madre de artistas asociados a la ABAP. Hasta el 15 de junio. Saln de exposiciones Valerio Ca-lles (Ciudad de Oruro, calles Presidente Montes y Adolfo Mier).

    EVENTOS CONFERENCIA MAGISTRAL

    Democracias en Revolucin y Revoluciones en Democracia es el t-tulo de la conferencia a dictarse por el Vicepresidente del Estado, lvaro Garca Linera, y el Embajador Itineran-te de Ecuador, Ramn Torres Galarza. Jueves 28 de ma-yo a las 19:00 hrs. Hall de la Vicepresidencia del Esta-do (Calle Ayacucho, esq. Mercado No. 308).

    XI APTHAPI INTERNACIONAL Vuelve el Apthapi Internacional de Cuentacuentos en su deci-

    moprimera versin. Dedicado a Saberes y Sabores, entendien-do que la comida tambin refleja la multiplicidad de his-torias, la forma de vivir y la forma de ser de un pueblo, el Apthapi contar con narradores de Argentina, Colombia, Espaa, Mxico y Bolivia. Del domingo 24 al sbado 30 de mayo. Teatro Municipal Alberto Saavedra Prez, Rin-cn de la Niez de la Feria de las Culturas de El Pra-do, Museo Tambo Quirquincho, Casa de las Culturas Jaime Senz de Bajo San Antonio, Wawastinkuy Wasi de Chasquipampa. Mayor informacin: lapaz.metro-blog.com.

    GRAN PODER La Gran Fiesta de los Andes se apoderar de la ciudad

    de La Paz. Un desfile de trajes multicolores, carros aleg-ricos, bandas y danzarines atizarn la fiesta del Seor del Gran Poder en una jornada que promete derroche de bai-le, msica, tradicin y belleza. Sbado 30 de mayo a partir de las 09:00 hrs. Ciudad de La Paz.

    Le hace feliz escribir?, le pre-guntaba al escritor Haroldo Con-ti un periodista del diario La Opi-nin. En absoluto. Es un gran dolor, un gran esfuerzo, inclusive fsi-co. Me crea problemas personales, de relacin; me vuelvo hurao, fastidioso. Escribo porque no tengo ms remedio. Escribo o me muero. Es como estar em-barazado, supongo. Despus uno pare y se acab. Se siente mejor, ms aliviado, as defina su aficin a las letras un ao antes de ser secuestrado en 1975.

    Cuando lo secuestraron se llevaron todo, casi todo, qued su cuento A la diestra, que haba empezado la noche an-terior y concluy durante esa maana del 5 de mayo antes de salir, adems de su vieja mquina de escribir con la que alguna vez mecanografi en latn: hoc loco pugnae nolo hic (ste es mi lugar de combate, y de aqu no me voy). l ya lo saba y se los dijo. Por suerte o arro-gancia los cmplices canallas de la dicta-dura no lo supieron leer.

    Dueo de letras errticas, inquie-tas, sin amo ni patrn, el que transita-ba al escribir y escriba navegando, el que comparta las luchas del pueblo con igual voluntad de justicia y parecida vo-luntad de belleza, seguira escribiendo porque En Vida se eterniz. En Todos los veranos, y en todas las estaciones don-de los cazadores americanos atrapan la vida que aguarda en la fuerza de un vie-jo lamo llamado Carolina, a veces alre-dedor de la Jaula, pero ya no ms aden-tro. Ese fue Conti, y esas son sus letras, quien ense cmo delirar en un mun-do donde lo que recordemos sean bue-nas y lindas historias y menos nombres. Por eso, porque no lo pretendi y por-que no lo busc; porque, por sobre to-do narr sus historias de revolucin y firm menos su nombre en la historia de las mismas.

    Conti, el viajero militante, militante viajero de las luchas del pueblo, escri-tor de literatura revolucionaria, y como su literatura, tambin fue un humanis-ta. Como narrador, un regalador incu-rable de solidaridades sin facciones: Yo soy escritor nada ms que cuando escri-bo. El resto del tiempo me pierdo en-tre la gente. Pero el mundo est tan lle-no de vida, de cosas y sucesos, que tarde o temprano vuelvo con un libro, deca casi justificando su grandilocuencia.

    Hacia sus ltimos aos, Conti em-prendi una ruta de lucha poltica cla-ra, abierta y definida; apoy la Revolu-cin Cubana, cuyo descubrimiento in situ lo deslumbr, al igual que a los frentes legales que adheran al Partido Revolu-cionario de los Trabajadores en la Argenti-na. Pero quienes conocieron a Haroldo afirman que estaba en las antpodas del dogmatismo.

    Su desaparicin prematura e impune nos impidi disfrutar de un desarrollo literario ulterior. Su historia y las pgi-nas que nos dej, permiten saber que el compromiso de aquel escritor existi a lo largo de toda su vida, solitario, en los hechos ms bsicos, y por lo mismo, ms genuinos en su vida cotidiana.

    Tena 50 aos cuando las manos de esa oscuridad asesina lo abdujo, lo mis-mo que a Walsh, Santoro y tantos otros. Su amigo, el escritor Humberto Cons-tantini imagin, al volver del exilio, que si Conti hubiera seguido vivo, su imagi-nacin literaria se hubiera volcado a los paisajes del mar. Sin embargo, me gusta pensar que habra continuado con algo que ya haba comenzado a experimen-tar, una potica que se hamacaba entre la narrativa literaria y el periodismo.

    Entre la literatura y la vida, elijo la vi-da. Con la vida rescato la literatura; pero aunque no fuera as, la elegira de todas maneras, rezaban sus pginas.

    Haroldo y su lugar de combate

    nataLia CoroneL

  • 18 | la poca | www.la-epoca.com.bo del 24 al 30 de mayo de 2015

    ATAHUALPA YUPANQUI (1908-1992)

    Hctor Roberto Chavero Aramburu, Atahualpa Yupanqui, naci el 31 de enero de 1908 en Pergamino, pro-vincia de Buenos Aires, y falleci en Nimes, Francia, el 23 de mayo de 1992.

    Su padre, al que llamaba Tata, era un humil-de funcionario del ferrocarril, de sangre que-chua y gaucha; y su madre, doa Higinia Car-men Haram, era de origen vasco.

    Estudia violn con el cura de su pueblo na-tal. Ms tarde hizo lo propio con la guitarra bajo la