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EL BIENIO ROJO ITALIANO 1919/20 Lucha de Clases hicimos historia partido de los trabajadores socialistas Suplemento de número 3 [email protected] www.pts.org.ar Jueves 12 de junio de 2008 Juan Dalmaso Sigue en páginas centrales x L a Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa dieron lugar a una oleada revolucionaria en Eu- ropa occidental que duró hasta 1921 (o hasta 1923, según algunos autores). El “bienio rojo” y los consejos de fábrica en Italia fueron expresión de este pro- ceso, que puso a la clase obrera cerca de tomar el cielo por asalto. La lucha de clases durante la guerra Durante la guerra, el movimiento obrero de Turín protagonizó impor- tantes acciones por la jornada de ocho horas y contra el desabastecimiento de artículos básicos de consumo. A su vez, la vanguardia obrera turinesa era influenciada por la revolución rusa. “La noticia de la Revolución [de febrero] en Rusia fue acogida en Turín con alegría indescriptible. Los obreros lloraban de emoción al recibir la noticia de que el zar había sido derrocado (…). Pero los traba- jadores turineses no se dejaron bur- lar por la fraseología demagógica de Kerenski y los mencheviques. Cuan- do en julio de 1917 llegó a Turín la delegación enviada por el Soviet de Petrogrado a la Europa occidental, los delegados Smirnov y Goldem- berg, que se presentaron ante una muchedumbre de cincuenta mil obre- ros, fueron acogidos con ensordece- dores gritos de “¡Viva Lenin!, ¡Vivan los bolcheviques!” 1 . Los trabajadores recuperaban la confianza en sus fuerzas y lo de- mostrarían ese mismo año, un 23 de agosto, al hacer estallar en Turín una insurrección armada. Durante cinco días los obreros combatieron en las calles, consiguiendo ocupar algunos barrios de la ciudad. “…Intentaron tres o cuatro veces apoderarse del centro, donde se encontraban las ins- tituciones gubernativas y los puestos de mando militares. Pero los dos años de guerra y de reacción habían debilitado la antes fuerte organiza- ción del proletariado, y los obreros, inferiormente armados, fueron ven- cidos. En vano esperaron un apoyo de los soldados; éstos se dejaron engañar por la insinuación de que la insurrección había sido organizada por los alemanes”. “El pueblo le- vantó barricadas, abrió trincheras, rodeó algunos barrios con alambra- das electrificadas y rechazó durante cinco días todos los ataques de las tropas y de la policía. Cayeron más de quinientos obreros y más de dos mil fueron heridos gravemente. Tras la derrota, los mejores elementos fueron detenidos y desterrados, y el movimiento proletario perdió inten- sidad revolucionaria. Pero los senti- mientos comunistas del proletariado turinés no se apagaron” 2 . Las oleadas de huelgas y el crecimiento de la organización obrera en la posguerra A la salida de la guerra, la situa- ción de los trabajadores era muy di- fícil. El poder adquisitivo del salario había disminuido en un 35% y no se conseguían productos básicos como el pan. En 1918, principalmente en los centros urbanos, se suceden una serie de huelgas masivas por las cuales los trabajadores consiguen algunas rei- vindicaciones. Pero es el 20 y 21 de julio donde la clase obrera italiana de- muestra su elevado nivel de concien- cia realizando una huelga general en solidaridad con la Revolución Rusa. En 1919, se generalizan las huelgas por aumentos salariales. Más de un millón de obreros indus- triales participaron de 1663 huelgas haciendo perder a la burguesía casi 19 millones de días de trabajo. En la agricultura paran más de 500 mil obreros y la patronal agraria pierde más de tres millones de días de tra- bajo 3 . Durante 1920, las huelgas en la industria superan las del año ante- rior. En este contexto, se produce un crecimiento vertiginoso de la Central obrera italiana (CGL) (Ver “El PSI y la CGL”). Tras dos años de posguerra, las conquistas obreras producto de las huelgas eran importantes: ascenso de los salarios reales, jornada de 8 horas, vacaciones pagas, convenios co- lectivos de trabajo y reconocimiento de las comisiones internas, que eran listas de candidatos del sindicato en cada fábrica. De estas comisiones internas, surgirían, los consejos de fábrica. Los consejos de fábrica Los consejos de fábrica fueron la expresión histórica del despertar del movimiento obrero italiano durante la oleada revolucionaria que siguió a la guerra y a la revolución rusa. El grupo del Partido Socialista Italiano que editaba el semanario L’Ordine y los consejos de fábrica H.O.

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El biEnio rojo italiano1919/20

LuchadeClaseshicimos historia

partido de los trabajadores socialistasSuplemento de

número 3

[email protected]

Jueves 12 de junio de 2008

Juan Dalmaso

Sigue en páginas centrales x

La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa dieron lugar a una oleada revolucionaria en Eu-

ropa occidental que duró hasta 1921 (o hasta 1923, según algunos autores). El “bienio rojo” y los consejos de fábrica en Italia fueron expresión de este pro-ceso, que puso a la clase obrera cerca de tomar el cielo por asalto.

la lucha de clases durante la guerra

Durante la guerra, el movimiento obrero de Turín protagonizó impor-tantes acciones por la jornada de ocho horas y contra el desabastecimiento de artículos básicos de consumo. A su vez, la vanguardia obrera turinesa era influenciada por la revolución rusa. “La noticia de la Revolución [de febrero] en Rusia fue acogida en Turín con alegría indescriptible. Los obreros lloraban de emoción al recibir la noticia de que el zar había sido derrocado (…). Pero los traba-jadores turineses no se dejaron bur-lar por la fraseología demagógica de Kerenski y los mencheviques. Cuan-do en julio de 1917 llegó a Turín la delegación enviada por el Soviet de Petrogrado a la Europa occidental, los delegados Smirnov y Goldem-

berg, que se presentaron ante una muchedumbre de cincuenta mil obre-ros, fueron acogidos con ensordece-dores gritos de “¡Viva Lenin!, ¡Vivan los bolcheviques!”1.

Los trabajadores recuperaban la confianza en sus fuerzas y lo de-mostrarían ese mismo año, un 23 de agosto, al hacer estallar en Turín una insurrección armada. Durante cinco días los obreros combatieron en las calles, consiguiendo ocupar algunos barrios de la ciudad. “…Intentaron tres o cuatro veces apoderarse del centro, donde se encontraban las ins-tituciones gubernativas y los puestos de mando militares. Pero los dos años de guerra y de reacción habían debilitado la antes fuerte organiza-ción del proletariado, y los obreros, inferiormente armados, fueron ven-cidos. En vano esperaron un apoyo de los soldados; éstos se dejaron engañar por la insinuación de que la insurrección había sido organizada por los alemanes”. “El pueblo le-vantó barricadas, abrió trincheras, rodeó algunos barrios con alambra-das electrificadas y rechazó durante cinco días todos los ataques de las tropas y de la policía. Cayeron más de quinientos obreros y más de dos mil fueron heridos gravemente. Tras la derrota, los mejores elementos

fueron detenidos y desterrados, y el movimiento proletario perdió inten-sidad revolucionaria. Pero los senti-mientos comunistas del proletariado turinés no se apagaron” 2.

las oleadas de huelgas y el crecimiento de la organización obrera en la posguerra

A la salida de la guerra, la situa-ción de los trabajadores era muy di-fícil. El poder adquisitivo del salario había disminuido en un 35% y no se conseguían productos básicos como el pan.

En 1918, principalmente en los centros urbanos, se suceden una serie de huelgas masivas por las cuales los trabajadores consiguen algunas rei-vindicaciones. Pero es el 20 y 21 de julio donde la clase obrera italiana de-muestra su elevado nivel de concien-cia realizando una huelga general en solidaridad con la Revolución Rusa.

En 1919, se generalizan las huelgas por aumentos salariales. Más de un millón de obreros indus-triales participaron de 1663 huelgas haciendo perder a la burguesía casi 19 millones de días de trabajo. En la agricultura paran más de 500 mil obreros y la patronal agraria pierde más de tres millones de días de tra-bajo 3. Durante 1920, las huelgas en la industria superan las del año ante-rior. En este contexto, se produce un crecimiento vertiginoso de la Central obrera italiana (CGL) (Ver “El PSI y la CGL”).

Tras dos años de posguerra, las conquistas obreras producto de las huelgas eran importantes: ascenso de los salarios reales, jornada de 8 horas, vacaciones pagas, convenios co-

lectivos de trabajo y reconocimiento de las comisiones internas, que eran listas de candidatos del sindicato en cada fábrica. De estas comisiones internas, surgirían, los consejos de fábrica.

los consejos de fábricaLos consejos de fábrica fueron la

expresión histórica del despertar del movimiento obrero italiano durante la oleada revolucionaria que siguió a la guerra y a la revolución rusa. El grupo del Partido Socialista Italiano que editaba el semanario L’Ordine

y los consejos de fábrica

H.O.

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12 de junio de 2008LuchadeClaseshicimos historia

La CGL y el PSI

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Viene de tapa »

12 de junio de 2008

Nuovo, con Gramsci a su frente, fue el propagador de las virtudes de los con-sejos y cumplió en muchos aspectos un papel de dirección de éstos.

Los consejos organizaban a los tra-bajadores de las fábricas de abajo hacia arriba, superando el sistema de la buro-cracia sindical tradicional, ligada al vie-jo Partido Socialista reformista. (Ver “El funcionamiento de los consejos”).

Este tipo de organización era muy po-derosa al interior de la fábrica, poniendo límites estrictos a la prepotencia patronal, pero también gozaba de un amplio poder de movilización: “La organización téc-nica de los Consejos y de las comisiones internas, su capacidad de acción, se perfeccionó tanto que fue posible obte-ner en cinco minutos la suspensión del trabajo de 16.000 obreros dispersos por 42 secciones de la Fiat. El 3 de diciembre de 1919, los Consejos de fábrica dieron una prueba tangible de su capacidad de dirigir movimientos de masa de gran es-tilo; por orden de la sección socialista, que concentraba en sus manos todo el mecanismo del movimiento de masas, los Consejos de fábrica movilizaron sin preparación alguna, en el curso de una hora, 120.000 obreros organizados por empresas. Una hora después, el ejército proletario se precipitaba como una ava-lancha hasta el centro de la ciudad y ba-rría de calles y plazas a toda la canalla nacionalista y militarista”.

La gran batalla de los Consejos La gran huelga de abril de 1920 em-

pezó con ocupaciones de fábrica contra el intento de las patronales de alargar la jornada de trabajo y terminó transfor-mándose en un gran cuestionamiento al poder burgués en las fábricas. La huelga duró un mes y se convirtió en los últi-mos diez días en una huelga general de todo el Piamonte “movilizando, aproxi-madamente, a medio millón de obreros in-dustriales y agrícolas, y afectó, por tanto, casi a cuatro millones de habitantes”. La huelga fi naliza el 24 de abril e impone el reconocimiento de las comisiones inter-nas, pero no logra que sean reconocidos los consejos.

La burguesía estaba empeñada en des-truirlos. Su instinto de clase y su odio a los obreros, su terror a que en Italia se abriera un camino como el de la Revolución Rusa, la convencieron de que era necesario pro-vocar el enfrentamiento con los consejos hasta lograr su derrota.

La Federación Metalúrgica (FIOM) lanza en mayo un plan de lucha por ajus-tes salariales y otras demandas. Estas son resistidas por las patronales, que deciden echar mano al “lock out”. El 29 de agosto, 280 talleres son ocupados en Milán contra el lock out en Alfa Romeo. El 31 se declara el lock out en Turín y el 1º de septiembre, la Confi ndustria (organización patronal de la industria) lo generaliza a todo el país. Del 1º al 4 de septiembre, los obreros respon-

den ocupando las fábricas. 500 mil traba-jadores metalúrgicos participan de la huel-ga y ponen a funcionar las fábricas bajo su control. Milicias de obreros armados forman las Guardias Rojas, cuya misión es custodiar las fábricas ocupadas.

La burguesía entra en pánico y el ejér-cito rodea las ciudades. Los miembros de L’Ordine Nuovo hacen saber a la dirección del Partido Socialista Italiano (PSI) que cuentan con 50.000 tiros de ametrallado-ra para resistir la represión, hasta que los socialistas salgan en su ayuda. Esa ayuda nunca llega. Los obreros de Turín sufren el aislamiento por parte de la dirección con-ciliadora del partido.

El 22 de septiembre se fi rma un acuer-do donde los obreros logran aumentos sa-lariales, pago de los días caídos, más poder para las comisiones internas y una prome-sa de legalización del control obrero en la industria. Pero pese a los logros, un senti-miento de derrota invade a la clase obrera. La política del PSI había dejado escapar la posibilidad de emprender la lucha por el poder.

Algunas conclusionesLa experiencia de los consejos obreros

de Turín puso de relieve el poder social del proletariado, derivado de su posición en el mundo de la producción. De tal modo, el poder obrero en la fábrica fue un cuestiona-miento al orden burgués en su conjunto.

El surgimiento de los consejos demos-tró que era necesaria la construcción de or-ganismos de frente único obrero para supe-rar los límites que imponía la organización tradicional de los sindicatos burocratizados. Y si bien, la acción de los obreros de Turín bastó para aterrorizar a la burguesía y cues-tionar su dominio, los consejos no lograron adquirir un alcance verdaderamente nacio-nal ni consolidar la unidad con los campe-sinos del sur. Estos límites serán un impe-dimento para orientar la lucha hacia la toma del poder.

Pero a estas limitaciones debe sumársele que los obreros no contaban con un partido revolucionario que pudiera transformar esa enorme fuerza social en la cabeza de todos los oprimidos de la sociedad italiana. Por

el contrario, en todo momento, la dirección del Partido Socialista dejó solos a los tra-bajadores, desoyendo los reclamos de una huelga nacional en solidaridad con la lucha de Turín.

Por su parte, la burguesía italiana sacó sus propias conclusiones: luego del surgi-miento de los consejos y las ocupaciones de fábricas ya no le sería posible contener a la clase obrera por los medios legales habi-tuales. Era necesario un “nuevo orden” que impusiera a los obreros la subordinación a los patrones y al Estado. Y ese “nuevo or-den” será impuesto, tanto en el campo y en la ciudad, por la violencia fascista.

Hacia fi nes de 1921, los fascistas inician su ofensiva contra las organizaciones obre-ras. Ese mismo año, los industriales pasan a la ofensiva aplastando las huelgas que se producen en la Fiat y en Michellin.

Sin embargo, las energías combativas de la clase obrera todavía no se han agotado. En 1922 se produce el ascenso de Mussolini. En varias ciudades del país, surgen los “Arditis del Popolo”, obreros de distintas tendencias que forman milicias para enfrentar los ata-

ques fascistas. Como antes a los consejos, el PSI le dará la espalda a este movimiento. El proletariado italiano, huérfano de dirección revolucionaria, terminará sucumbiendo bajo el fascismo.

Gramsci señala la traición del PSI del siguiente modo: “Según los socialistas de derecha, fue un error proponerse en aquel período favorable objetivos revoluciona-rios demasiado grandiosos e irreales y no asegurarse más limitadas conquistas, en las que todavía el proletariado se habría sólida-mente reforzado. Pero aquellos no aluden a conquistas económicas, puesto que éstas en realidad se verifi caron en gran escala y evi-dentemente hablan de un programa político [Gramsci se refi ere al reformismo y la cola-boración con la burguesía] cuya realización, en el terreno político, se ve impedida por la aclamada aspiración a la conquista de todo el poder por la clase obrera. (…) En la si-tuación actual, en la que la burguesía tiende a una dictadura económica y política suya (…) que destruya las fortalezas de las orga-nizaciones obreras y empuje al proletaria-do a la condición de anteguerra o más atrás

aún, los exponentes de la socialdemocracia (…) no osan ya formular ningún programa. Sostienen o más bien realizan el repliegue sin lucha para no verse obligados a admitir la necesidad del armamento, no sólo ideal, sino también material, del proletariado para la lucha de clase, con la que consigue necesariamente el programa de consolida-ción de este aparato de lucha en un aparato de poder revolucionario” 4.

Los consejos de fábrica no lograron, por los motivos comentados, la conquista del poder. Pero otros batallones de la clase obrera internacional retomaron sus bande-ras a lo largo de todo el Siglo XX. Cada vez que los trabajadores ocupan una fábrica, el fantasma de organizaciones del tipo de los consejos vuelve a levantarse ante los ojos de la burguesía como una sombra maldita.

1 Antonio Gramsci, El movimiento turinés de los conse-

jos de fábrica, julio de 1920. 2 Idem.3 Eduardo Viola, Italia 1918-1922: Socialismo o Fascismo. 4 Antonio Gramsci, “El PC y la agitación obrera en cur-

so”. 22/11/1921.

ABRIL Industriales cierran las

fábricas con el apoyo de 50.000

soldados

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Respuesta obre-ra. Huelga gene-ral de 500.000 trabajadoresde Turín y de todo Piamonte.Los metalúrgi-cos paran por un mes.

28

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ril Fin de la

huelga. Son reco-nocidos los delegados por sec-ción, pero se pierde el ejercer el control de la produc-ción.

En los últimos10 días sesuman otros obreros industriales y agrícolas

septiembre Aumento del

costo de vida. Los empresa-rios envalentonados, se

niegan a discutir con la FIOM condiciones de

trabajo y aumentossalariales. Despi-dos de activistas.

Alfa Romeo de Milan echa 2.000trabajadores. Los obreros de Milan respon-den ocupando 300 fábricas de la región.

La Cofindustria decreta un

lock outpatronal en toda Italia.

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La dirección de la CGL y del PSI hacen todo para limitar lasocupaciones.

La dirección de la CGL La dirección de la CGL y del PSI hacen todo y del PSI hacen todo para limitar laspara limitar lasocupaciones. ocupaciones. ocupaciones. ocupaciones.

“Los obreros sostuvieron la lucha solos, sin la colaboración del Partido Socialista ni de la CGL”

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Fines de siglo XIX, Italia vive un desarro-llo veloz de su economía. En el norte del país fl orece la gran industria, principal-

mente la metalúrgica y la automotriz. Turín, capital de un pequeño Estado que compren-de el Piamonte, la Liguria y Cerdeña, renace como principal centro industrial y se convier-te en cuna de una poderosa clase obrera. Ya a principios de siglo XX, la ciudad cuenta con 500.000 habitantes de los cuales casi las tres cuartas partes son obreros industriales. Sólo la industria metalúrgica congrega a 50.000 de ellos.

En 1915 Italia entra a la primera guerra mundial (1914-1918) necesitada de reorientar su producción hacia la industria bélica. El Es-tado interviene y los empresarios metalúrgicos pasan a aumentar sus capitales en un 252%.

Pero si la guerra enriquece a unos, también llena de penurias a otros. Los campesinos po-bres están hastiados de que sus cosechas sean

requisadas y de ser enviados a morir al frente de batalla. La vida está militarizada y esa mi-litarización también vive en las fábricas. Allí manda el código penal militar y reina el autori-tarismo: se alarga la jornada laboral y se supri-men los derechos sindicales más elementales. Se trabaja duro, se gana poco y se come peor.

Los fracasos militares y la derrota en la batalla de Caporetto terminan de dilapidar la fábula de grandeza de la Nación italiana: El confl icto bélico culmina con 650.000 bajas para Italia y con ésta como clara perdedora.

Mientras en el interior del país crece la in-fl ación y el desempleo, la burguesía opta por lanzarse a la especulación.

Las fracciones burguesas están divididas y la nación en crisis. El fi n de la guerra pone a fl or de piel las cuestiones estructurales irresueltas que datan de la misma formación de Italia como Nación. Italia había llegado tardíamen-te a unifi carse en un Estado Nación y joven la república, hija de un pacto entre la burguesía

del norte y los propietarios latifundistas del sur, nacía minada de contradicciones internas y externas (el país poseía un mercado interno restringido, dependía de las fi nanzas extranje-ras, era incapaz de autoabastecerse de alimen-tos y estaba obligado a importar maquinaria, materias primas y bienes de consumo).

El fi n de la guerra pone a fl or de piel las cuestiones pendientes no realizadas – como la asamblea constituyente y la reforma agraria – y lleva las contradicciones sociales al extremo.

El descontento llegado del frente lo invade todo. En el campo se suceden revueltas y se ocupan las tierras. Pero va a ser la vanguardia obrera quien mejor comprenda la nueva situa-ción e intente dar una salida revolucionaria a la crisis abierta.

Para 1920, Italia ya cuenta con aproxi-madamente 4.500.000 obreros industriales, protagonistas de esa magnifi ca sublevación proletaria que se ha dado a conocer como el Bienio Rojo Italiano.

Presionada por las bases, la FIOM impulsa la toma de fábricas. 400.000 obreros metalúrgicosocupan lasfábricas.

En 1912 el sector maximalista, sostenedor de

la lucha por la revolución socialista, gana la

dirección del Partido Socialista Italiano (PSI).

Sin embargo, el discurso del partido estará

alejado de su acción y esto quedará demostra-

do durante el Bienio Rojo. Cuando estalla la guerra el PSI declara: “ni sa-

botear, ni apoyar”. Su tibia neutralidad facilita

el ingreso de Italia a la guerra. En 1918, el PSI

y la Confederación General del Trabajo (CGL)

traban un acuerdo: las huelgas de carácter

político nacional serían dirigidas por el partido

y las económicas por la Confederación. El

objetivo es frenar a los obreros radicalizados y

en especial a la vanguardia de Turín.

Las huelgas de 1919 y el clima revolucionario

del país, permiten un crecimiento extraor-

dinario de ambos. Para 1920 la CGL llega

a tener 2.200.000 afiliados. Sólo en Turín,

posee 90.000 miembros. En las elecciones

de noviembre de 1920, el PSI consigue 156

diputados parlamentarios y se transforma en

el segundo partido de importancia.

Italia y la clase obreraHernán Aragón

H.O.

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Un importante debate estratégico y de teoría política marxista se dio

a propósito del signifi cado his-tórico de los consejos de fábri-ca. Para Gramsci y el grupo de L’Ordine Nuovo, los consejos de fábrica eran la expresión, en el suelo italiano, de los soviets que surgieron en la revolución rusa. En este sentido, Gramsci contraponía el carácter históri-camente novedoso del consejo de fábrica al carácter tradicio-nal del sindicato y el viejo par-tido socialista.

Gramsci señalaba: “La dictadura proletaria puede encarnarse en un tipo de or-ganización que sea específi ca de la actividad propia de los productores y no de los asala-riados, esclavos del capital. El consejo de fábrica es la prime-ra célula de esta organización. Puesto que en el consejo todos los sectores del trabajo están representados proporcional-mente a la contribución que cada ofi cio y cada sector de trabajo da a la elaboración del

objeto que la fábrica produce para la colectividad, la institu-ción es de clase, es social. Su razón de ser está en el trabajo, está en la producción indus-trial, en un hecho permanente y no ya en el salario, en la di-visión de clases, es decir, en un hecho transitorio y que preci-samente se quiere superar.”1

Otro dirigente del PC ita-liano, Amadeo Bordiga, soste-nía que el consejo de fábrica se reducía al ámbito fabril y era un organismo esencialmente dedicado a la lucha económi-ca, mientras los soviets tenían un carácter no sólo fabril sino también territorial y principal-mente político. Para Bordiga: “El auténtico instrumento para la lucha por la liberación del proletariado y sobre todo para la conquista del poder político es el partido comunista. Bajo el régimen burgués, el partido comunista (…) necesita órga-nos en los cuáles pueda actuar. Estos órganos son los conse-jos obreros. Declarar que ellos son los órganos de liberación del proletariado, sin mencio-nar el rol del partido (…) nos

parece equivocado”2 .Bordiga tenía razón en que

los consejos de fábrica no eran todavía soviets y a su vez gol-peaba sobre un punto débil de la posición de Gramsci, quien subvaluaba la importancia del partido en detrimento de la de los consejos. Sin embargo, al negar la posibilidad de que los comités de fábrica se desarro-llasen hasta conformar soviets y contraponer el partido con los mismos, aislaba al parti-do del movimiento real de la clase obrera y desechaba la experiencia del bienio rojo, en lugar de buscar apoyarse en sus mejores lecciones para avanzar de nuevo.

Durante los años ’30, el gran revolucionario ruso León Trotsky analizó los problemas planteados por los consejos de fábrica en Alemania. Trotsky sostenía que había una dife-rencia entre los soviets y los consejos de fábrica, porque los soviets hacían base en las fá-bricas, pero se extendían tam-bién territorialmente, abarcan-do no sólo a los trabajadores industriales sino también a las

amplias capas de oprimidos de la ciudad y el campo.

Pero a su vez consideraba un error contraponer los so-viets como modelo abstracto con los consejos de fábrica. Para Trotsky, los consejos podían empezar a nivel de la fábrica y extenderse luego territorialmente, hasta poner en pie soviets, avanzando de las cuestiones económicas a las políticas, pero tampoco podía descartarse que los so-viets surgieran no como forma expandida de los consejos de fábrica, sino como una orga-nización distinta3. Este desa-rrollo dependía en gran parte de que hubiera un partido re-volucionario que orientara a la clase obrera en este sentido, como parte de una estrategia para conquistar el poder del Estado.

1 Antonio Gramsci, “Sindicatos y Conse-

jos”, 11/010/19192 Amadeo Bordiga: “Acerca del esta-

blecimiento de los consejos obreros en

Italia”, 1920. 3 León Trotsky, ¿Y ahora? Cuestiones

vitales para el proletariado alemán.

a propósito del signifi cado his-tórico de los consejos de fábri-ca. Para Gramsci y el grupo de L’Ordine Nuovode fábrica eran la expresión, en el suelo italiano, de los

vitales para el proletariado alemán.

Los consejos se extienden. En Turín se ocupa la Michelin y otras compañías de neumáticos, fábricas de calzado, textiles, lana, punto y de seda artificial. En Milán, la Pirelli y la destile-ría Campari, la fábrica de cervezas Italia y la planta de goma y plásticos Hutchinson.

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600.000 obreros participan

del movimiento

600.000 obreros participan

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Las fábricas son desocupadas. A pesar de las conquistas logradas, un sentimiento de derrota invade a los obreros. El PSI y la CGL habían abortado la posibilidad de la lucha por el poder.

Se firma un acuerdo por el cual los trabajadores obtienen aunmento de salario, mayor poder para las comisiones internas y la promesa del gobierno para un proyecto de control obrero de la induscria

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Escritos periodísticos de L’Ordine Nuovo (1919-1920)

Antonio Gramsci ►(1891-1937) nació en Cerdeña. De origen humilde, entró en contacto con el movimiento obrero en Turín, cursando estudios universitarios. Fue militante del Partido Socialista y el fundador del semanario L’Ordine Nuovo, que fue la voz del movimiento de los consejos de fábrica. Miembro fundador del Partido Comunista italiano (1921), dirigió la construcción del partido bajo el fascismo hasta que fue arrestado y condenado a 20 años de prisión por el gobierno de Mussolini. En los debates que cruzaron al movimiento comunista, concuerda con la fracción de Stalin y Bujarin contra la oposición de izquierda en la URSS. No obstante esto, desde la prisión, combatió la política del “tercer período”stalinista. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista Italiano utilizó su figura y una edición recortada de sus Cuadernos de la Cárcel, para justificar una política reformista de “vía italiana” (y pacífica) al socialismo.

A LOS COMISARIOS DE SECCION DE LOS TALLERES FIAT CENTRO Y BREVETTI

¡Camaradas!La nueva forma que ha asu-

mido la comisión interna en vuestro taller con la designación de comisarios de sección y las discusiones que han precedido y acompañado a esta transforma-ción no han pasado inadvertidas en el campo obrero y patronal turinés. Por un lado se disponen a imitarlos

a ustedes los personales de otros es-tablecimientos de la ciudad y de la provincia; por otro, los propietarios

y sus agentes directos, los organiza-dores de las grandes empresas industria-

les, miran este movimiento con creciente interés y se preguntan, y les preguntan a

ustedes, a qué fi n puede tender, cuál es el programa que se propone realizar la clase obrera turinesa.

Sabemos que nuestro diario ha con-tribuido no poco a determinar este movi-miento. En él no solo se ha examinado la cuestión desde un punto de vista teórico y general, sino que se han recopilado y ex-puesto los resultados de las experiencias de otros países, para suministrar los elementos para el estudio de las aplicaciones prácticas.

Sabemos, sin embargo, que nuestra obra ha tenido un valor en cuanto ha satisfecho una necesidad, ha favorecido el concretarse de una aspiración que estaba latente en la con-ciencia de las masas trabajadoras Por eso nos hemos entendido tan rápidamente, por eso se ha podido pasar tan seguramente de la discusión a la realización (…).

SOVIETS Y CONSEJOS DE FÁBRICAEn Italia era necesario, para remover

las perezas mentales, para obligar violen-tamente a los responsables a tomar posi-ción, para hacer converger la atención so-bre problemas concretos de la revolución, era necesario hacer irrumpir directamente en la escena a los obreros, las grandes ma-sas humanas, con sus pasiones, con sus caprichos, con sus necesidades irrefrena-bles; era necesario que los delegados de las masas obreras fabriles llevaran a las asambleas de los sindicatos las voces de los millares y millares de obreros que no pueden participar en las discusiones y en las deliberaciones, en las cuales se com-promete su acción y su voluntad, como consecuencia de las cuales se les exige disciplina y sacrifi cios (…)

Los obreros turineses han comprendido que no basta ocupar las fábricas y enarbolar allí las banderas rojas para hacer la revolu-

ción, saben que la conquista de la fábrica no puede sustituir a la lucha por la conquista del poder político ni precederla; pero los obreros turineses han comprendido y saben estas verdades porque han conquistado es-tas verdades experimentalmente, a través de las discusiones y la práctica de los con-sejos de fábrica; los obreros turineses han aprendido cuán necesaria es la disciplina, la coordinación, la preparación conjunta, han aprendido que la revolución es una cosa difícil, pero precisamente por eso no se contentan más con las habituales sopas ideológicas para los parientes pobres (…).

SUPERSTICIÓN Y REALIDAD(…) Todo este movimiento de la clase

capitalista y del poder estatal para cercar a Turín, para atrapar a la clase obrera turinesa en una fosa para lobos, no fue ni siquiera percibido por los jefes responsables de la clase obrera italiana organizada. La vasta ofensiva capitalista fue minuciosamente preparada sin que el “estado mayor” de la clase obrera organizada se diera cuenta, se preocupara por ello; y esta ausencia de los centros de organización pasó a ser una con-dición de la lucha, un arma tremenda en ma-nos de los industriales y del poder estatal, una fuente de debilidad para los dirigentes locales de la sección turinesa.

“Cada empresa se subdivide en secciones y cada sección en equipos de oficio: cada equipo realiza una parte determinada del trabajo; los obreros de cada equipo eligen un obrero con mandato imperativo y condi-cionado. La asamblea de los delegados de toda la empresa forma un Consejo que elige de su seno un comité ejecutivo. La asamblea de los secretarios po-líticos de los comités ejecutivos forma el comité central de los Consejos, el cual elige, a su vez, de su seno, un comité urbano de estudio para la organización de la propaganda, la elabora-ción de los planes de trabajo, la aprobación de los proyectos y de las propuestas de las varias empresas y hasta de los obreros individuales, y, por último, para la dirección de todo el movi-miento. (…)Algunas tareas de los Consejos de fábrica tienen un carácter estrictamente técnico y hasta industrial, como, por ejemplo, el control del personal técnico, el despido de emplea-dos que se muestren enemigos de la clase obrera, la lucha con la dirección por la conquista de derechos y libertades, el control de la producción de la empresa y de las operaciones financieras.”

Fuente: Informe enviado al Comité Ejecutivo

de la Internacional Comunista en julio de 1920

SOVIETS, CONSEJOS DE FABRICA Y PARTIDO REVOLUCIONARIO

El funcionamiento de los consejos

STAFF / Coordinación: Josefina Luzuriaga, Hernán Aragón //

Colaboración: Juan Dalmaso // Ilustraciones: H.O.//Diseño: Diego Stillo y Karina Wilson

Juan Dalmaso

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