Nietzche Humano Demasiado Humano

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S E G U N D O V O L U M E NRIMAVERA 1878 HASTA NOVIEMBRE 1879xTRODUCCIn de MANUEL BARRIOSRADUCCIN DE ALFREDO BROTONSKAL-CLSICOS DEL P ENS AMI ENTO-akalAKALCLSICOS DEL PENSAMIENTO 3D I R E C T O RFlix DuqueMaqueta: RAGDiseo de cubierta: Sergio RamrezTtulo original: Menschliches, allzumenschlichesReservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en elart. 270 del Cdigo Penal, podrn ser castigados con penasde multa y privacin de libertad quienes reproduzcan o plagien,en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, fijadaen cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorizacin. Ediciones Akal, S. A., 1996, 2001, 2007Sector Foresta, 128760 Tres CantosMadrid - EspaaTel.: 91 806 19 96Fax: 91 804 40 28ISBN: 978-84-460-0736-4 (Obra completa)ISBN: 978-84-460-0635-0 (Tomo II)Depsito legal: M. 22.690-2007Impreso en Cofas, S. A.Mstoles (Madrid)Friedrich NietzscheHUMANO,DEMASIADO HUMANOUn libro para espritus libresVolumen IITraduccinAlfredo Brotons MuozaitaiNDICEAbreviaturas y smbolos empleados ............................................. 6Prefacio ............................................................................................ 7Primera parteOpiniones y sentencias varias ....................................................... 13Segunda parteEl caminante y su sombra .............................................................. 115Fragmentos postumos: (Primavera de 1878-noviembre de 1879) .......................... 2 2 3ABREVIATURAS Y SMBOLOSEMPLEADOS-jll Humano, demasiado humano, I.QSV: Opiniones y sentencias varias.yX El viandante y su sombra.Pi- Primera impresin.Em- Ejemplar autgrafo.p r Pruebas.Pr2 Pruebas antes de la correccin por Nietzsche.p r2 Correccin de Nietzche en las pruebas.Ma: Manuscrito. , , , ,Md. Manuscrito definitivo, esto es, el proyecto autgrafo de laprimera impresin.(jl Copia en limpio, esto es, el proyecto del manuscrito definitivo.Pp. Fase previa, esto es, las anotaciones que llevan a la copiaen limpio.BN. Libros de la biblioteca postuma de Nietzsche.ya. Variante anterior.yp Variante posterior.[?]. Lectura incierta.[+]. Palabra ilegible.[=]. Laguna._______ . Frase interrumpida o incompleta.< >. Completado por los editores o por el traductor,j ). Tachado por Nietzsche o indicacin del traductor.PREFACIO1No se debe hablar sino cuando no cabe callar; y slo hablar de lo que se harebasado: todo lo dems es charlatanera, literatura, falta de disciplina. Mis escritosno hablan ms que de mis victorias: yo estoy en ellos con todo lo que me hasido hostil, ego ipsissimus', y aun, si se me permite una expresin ms orgullosa,ego ipsissimum2. Se adivina: tengo ya mucho por debajo de m... Pero siempre fuemenester tiempo, convalecencia, lejana, distancia, hasta que surgieron en m lasganas de escorchar, explotar, destapar, exponer (o como se le quiera llamar) aposteriori para el conocimiento algo vivido y sobrevivido, un hecho o fa tum 3 propiocualquiera. En tal medida todos mis escritos, con una nica, por cierto esencial,excepcin, han de ser fechados con antelacin -siempre hablan de un tras dem': algunos, como las tres primeras Consideraciones intempestivas, incluso antesan del perodo de nacimiento y de vivencia de un libro anteriormente publicado(el Nacimiento de la tragedia en este caso, como no puede ocultrsele a un observadory comparador ms sutil). Aquella airada explosin contra la teutomana, laacomodaticiedad y el apordioseramiento de la lengua del decrpito David Strauss,el contenido de la primera Intempestiva, desempolv disposiciones con las quemucho antes me haba sentado, como estudiante, en medio de la cultura y el filistesmocultural alemanes (reivindico la paternidad de la expresin filisteo cultural,de la que mucho se usa y abusa hoy en da); y lo que all dije contra la enfermedadhistrica4 lo dije como alguien que lenta, penosamente, aprendi a curarse deella y en absoluto tena intencin de renunciar en adelante a la historia5 porque1 Mi propio yo.2 -Mi yo ms intimo.3 Factum oder Fatum.4 -historische Krankheit*.5 -Historie-.8 Friedrich N ietzscheen un tiempo la haba padecido. Cuando luego, en la tercera Consideracin intempestiva,expres mi veneracin por mi primer y nico educador, por el gran ArthurSchopenhauer lo hara ahora todava con mucha ms fuerza, tambin ms personalmente-,ya me encontraba, por lo que a mi propia persona se refiere, metido enmedio del escepticismo y la disolucin morales, es decir, tanto de la crtica comode la profundizacin de todo pesimismo habido hasta entonces, y, como dice elpueblo, ya no crea en nada en absoluto, ni siquiera en Schopenhauer: justamentede esa poca data un texto indito sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral. Incluso mi discurso triunfal y solemne en honor de Richard Wagner, conocasin de la celebracin de su victoria en Bayreuth en 1876 -Bayreuth significa lamayor victoria que jams haya logrado un artista, un trabajo que ostenta la msmarcada apariencia de actualidad, era en el fondo un homenaje y un agradecimientohacia un trozo de mi pasado, hacia la ms hermosa, tambin la ms peligrosa,bonanza de mi travesa... y en realidad un desligamiento, una despedida.(Tal vez el mismo Wagner se equivocara acerca de esto? No creo. Mientras anama, no pinta uno ciertamente tales cuadros; an no contempla, no se sita a distanciade la manera en que tiene que hacerlo el que contempla. Del contemplarforma ya parte un misterioso antagonismo, el de mirar de frente, se dice en lapgina 46 del citado escrito6, con un giro delator y melanclico que quiz slo erapara unos pocos odos.) La compostura para poder hablar sobre largos aos intermediosde la ms ntima soledad y privacin slo se me depar con el libroHumano, demasiado humano, al que va tambin dedicada esta segunda apologae introduccin. En cuanto libro para espritus libres, hllase en l algo de la frialdadcasi serena y curiosa del psiclogo que a posteriori consigna y, por as decir,ensarta con cualquier punta de aguja una profusin de cosas dolorosas que stetiene por debajo de s, tiene tras de s: qu hay de extrao en que, en un trabajotan afilado y puntilloso, mane a veces algo de sangre, que el psiclogo tenga porello sangre en los dedos y no siempre slo en los dedos?2Tanto Opiniones y sentencias varias como El caminante y su sombra fueronpublicados primero separadamente como continuaciones y apndices de esehumano, demasiado humano Libro para espritus libres citado: al mismo tiempocomo continuacin y duplicacin de una cura espiritual, es decir, del auto-tratamientoantirromntico, tal como mi instinto mismo, que haba permanecido sano,lo haba inventado, e incluso me lo haba recetado, contra una afeccin pasajera dela forma ms peligrosa de romanticismo. Ahora bien, tras seis aos de convalecencia,pueden tolerarse reunidos los mismos escritos como segundo volumen deHumano, demasiado humano: considerados juntos, tal vez impartan ms categricay claramente su doctrina, una teraputica que puede recomendarse como disciplinavoluntatis1 a las naturalezas ms espirituales de la generacin justamente6 Wagner en Bayreuth, 7 (ed. cast., Obras completas, trad. Pablo Simn, Prestigio 1970, vol. I.,pg. 808).7 Disciplina de la voluntad.Humano, demasiado humano II 9ascendente. En ellos habla un pesimista que con bastante frecuencia se ha exasperado,pero que siempre ha vuelto a sus casillas; un pesimista, pues, con buenavoluntad hacia el pesimismo, por tanto en todo caso ya no un romntico: cmo?no debiera permitrsele a un espritu versado en esta habilidad de los espritus paramudar de piel darles una leccin a los pesimistas actuales, que todava estn en sutotalidad en peligro de romanticismo?, y mostrarles, al menos, cmo se hace?...3Era entonces hora en efecto de despedirse: pronto recib la prueba de ello.Richard Wagner, aparentemente el mximo triunfador, en verdad un romnticoptrido, desesperado, se postr de pronto, desamparado y quebrado, ante la cruzcristiana...8. Ningn alemn tuvo, pues, entonces para este terrible espectculoojos en la cara, conmocin en su conciencia? Fui yo el nico que sufri por l? Noimporta; este inesperado acontecimiento me dio a m mismo, como un rayo, claridadsobre el lugar que haba abandonado, y tambin ese estremecimiento a posteriorique siente todo aquel que ha corrido inconscientemente un enorme peligro.Al proseguir solo, temblaba; no mucho despus ca enfermo, ms que enfermo,cansado, por la irresistible desilusin respecto a todo lo que a nosotros, hombresmodernos, nos quedaba para el entusiasmo, respecto a la fuerza, el trabajo, laesperanza, la juventud, el amor despilfarrados por doquier; cansado por asco hacialo afeminado y exaltado-indisciplinado de este romanticismo, hacia toda la mendacidadidealista y reblandecimiento de la conciencia, que aqu se haba llevado unavez ms la victoria sobre uno de los ms valerosos; cansado en fin y no menos porla pena de una inexorable sospecha: que, tras esta desilusin, estaba condenado adesconfiar ms profundamente, a despreciar ms profundamente, a estar ms profundamentesolo que nunca antes. Mi tarea, qu haba sido de ella? Cmo? Nopareca ahora como si mi tarea retrocediera ante m, como si por mucho tiempo yano tuviera derecho sobre ella? Qu hacer para soportar esta, la ms grande privacin?Empec por prohibirme radicalmente y por principio toda msica romntica,este arte ambiguo, jactancioso, sofocante, que despoja al espritu de su rigor y contento,y hace proliferar toda clase de vagos anhelos, esponjosas apetencias. Cavemusicam-L) sigue siendo an hoy mi consejo a todos lo bastante hombres paraapreciar la puridad en las cosas del espritu; tal msica enerva, ablanda, afemina,su eterno femenino nos arrastra: hacia abajo!... Contra la msica romntica sevolvi entonces mi primera sospecha, mi precaucin inmediata; y si en generalesperaba an algo de la msica, era con la expectativa de que pudiera surgir unmsico lo bastante audaz, sutil, malicioso, meridional y desbordante de salud paratomar venganza de esa msica de modo inmortal.4Solitario en lo sucesivo y malignamente desconfiado para conmigo, tom deesta forma, no sin rabia, partido contra m y en pro de todo lo que precisamente8 Alusin a Parsifal, la ltima pera de Wagner, estrenada en Bayreuth en 1882.9 -Cuidado con la msica.Friedrich Nietzscheme afliga y apenaba: as volv a encontrar el camino hacia ese valiente pesimismoque es lo contrario a toda la mendacidad romntica, y tambin, segn me quiereparecer hoy, el camino hacia m mismo, hacia mi tarea. Ese algo oculto e imperiosopara lo que durante mucho tiempo no tenemos nombre, hasta que finalmentese evidencia como nuestra tarea, este tirano en nosotros se toma una terriblerepresalia por todo intento que hacemos de eludirlo o escapar a l, por toda decisinprematura, por toda equiparacin con aquellos a los que no pertenecemos,por toda actividad, por respetable que sea, que nos distraiga de lo principal paranosotros, ms an, por toda virtud misma que quiera protegernos contra la severidadde la responsabilidad ms ntima. La enfermedad es la respuesta cada vez quequeremos dudar de nuestro derecho a nuestra tarea, que empezamos a hacrnoslofcil en cualquier campo. Extrao y temible al mismo tiempo! Nuestros alivios eslo que ms severamente tenemos que expiar! Y si luego queremos recobrar lasalud, no nos queda eleccin: tenemos que echamos una carga ms pesada quenunca antes...5Slo entonces aprend esa habla eremtica en la que slo los ms taciturnos ydolientes se entienden: yo hablaba sin testigos o, ms bien, indiferente a los testigos,para no sufrir el silencio, hablaba de cosas que en nada me concernan,pero como si me concerniesen. Entonces aprend el arte de aparecer sereno,objetivo, curioso, sobre todo sano y malicioso; y es esto, como quiere parecerme,en el caso de un enfermo su buen gusto? A una mirada y una empatia mssutiles no se les escapar, pese a todo, lo que quiz constituye el encanto deestos escritos: que aqu habla un doliente y abstinente como si no fuese undoliente y abstinente. Aqu debe mantenerse el equilibrio, la impasibilidad, inclusola gratitud hacia la vida, aqu domina una voluntad severa, orgullosa, constantementealerta, constantemente irritable, que se ha fijado la tarea de defender lavida contra el dolor y extirpar todas las conclusiones que suelen brotar del dolor,la desilusin, el hasto, el aislamiento y otros suelos pantanosos cuales hongosvenenosos. Esto quiz da igualmente a nuestros pesimistas indicaciones para elpropio examen, pues fue entonces cuando me arranqu la mxima: un dolientetodava no tiene ningn derecho al pesimismo!, entonces libr conmigo unarduo y paciente combate contra la anticientfica tendencia fundamental de todopesimismo romntico a exagerar, a interpretar experiencias personales singularescomo juicios universales, ms an, como condenas del mundo, en una palabra,invert mi mirada. Optimismo, con el fin de la restauracin, para un da cualquierapoder volver a ser pesimista: lo entendis? Igual que un mdico instala a supaciente en un entorno completamente extrao para que se sustraiga a todo suhasta entonces, a sus cuitas, amigos, cartas, deberes, estupideces y martirios delrecuerdo, y aprenda a tender \as manos -y \os sentidos Y\ac\a u n nuevo alimento,un nuevo sol, un nuevo futuro, as me impuse, como mdico y enfermo en unasola persona, un clima del alma inverso y no ensayado, y, sobre todo, una peregrinacinal extranjero, a lo extrao, una curiosidad por todas las especies de loextrao... De ello se sigui un largo vagar, buscar, cambiar, una repugnancia portoda detencin, por todo asentir y negar burdo; asimismo una diettica y una disHumano,demasiado humano I I 11ciplina que queran hacerle al espritu lo ms fcil posible correr a lo lejos, volaralto, sobre todo levantar una y otra vez el vuelo. En realidad, un minimum devida, un desligamiento de todos los torpes apetitos, una independencia en mediode toda clase de inclemencias externas, junto con el orgullo de poder vivir bajoestas inclemencias; algo de cinismo tal vez, algo del tonel10, pero ciertamentetambin mucha dicha de grillo, alegra de grillo, mucha quietud, luz, insensatezms sutil, exaltacin oculta, todo esto acab por producir un gran fortalecimientoespiritual, una creciente delectacin y opulencia de la salud. La vida misma nosrecompensa por nuestra tenaz voluntad de vivir, por una larga guerra tal como laque entonces libr conmigo contra el pesimismo del cansancio de vivir, inclusopor cualquier mirada atenta de nuestro agradecimiento, que no deja escapar lams mnima, delicada, fugaz ofrenda de la vida. Recibimos finalmente por ellolas grandes ofrendas de sta, quiz tambin lo ms grande que puede dar: volvemosa revivir de nuevo nuestra misin.6Debera mi vivencia la historia de una enfermedad y una curacin, puesacab en una curacin- haber sido slo mi vivencia personal? Y precisamenteslo mi humano, demasiado humano? Hoy da me gusta creer lo contrario; unay otra vez confo en que mis libros de peregrinaje no fueron sin embargo redactadosslo para m, como a veces pareca. Cabe que ahora, tras seis aos de crecienteconfianza, los enve de nuevo de viaje a ttulo de ensayo? Cabe que se losrecomiende en particular a los que estn aquejados de cualquier pasado y lesqueda espritu suficiente para todava sufrir tambin del espritu de su pasado?Pero sobre todo a vosotros que lo tenis ms difcil, vosotros los raros, los msarriesgados, los ms espirituales, los ms arrojados, que tenis que ser la concienciadel alma moderna y que en cuanto tales tenis que tener su saber, en losque se da cita cuanto hoy puede haber de enfermedad, veneno y peligro, cuyasuerte quiere que estis ms enfermos que cualquier individuo, pues no soisslo individuos..., cuyo consuelo es saber, ay!, y recorrer el camino de unasalud nueva, de una salud de maana y de pasado maana, vosotros los predestinados,vosotros los triunfadores, vosotros los vencedores del tiempo, vosotroslos ms sanos, vosotros los ms fuertes, vosotros los buenos europeos!7Para finalmente reducir a una frmula mi oposicin al pesimismo romntico11,es decir, al pesimismo de los abstinentes, fracasados, derrotados: hay una voluntadde lo trgico y del pesimismo que es el signo tanto del rigor como de la fortalezadel intelecto (gusto, sentimiento, conciencia). Con esta voluntad en el pecho10 Alusin a Digenes el Cnico.11 Trmino con que Nietzsche alude tanto a la filosofa schopenhaueriana de la voluntad como ala msica de Wagner. Vid. La gaya ciencia, par. 370 (ed. cast., Obras completas, cit., pgs. 265-8),donde se lo compara con el pesimismo dionisaco.Friedrich N ietzscheno se teme lo temible y problemtico propio de toda existencia; se lo busca incluso.Detrs de semejante voluntad est el valor, el orgullo, el ansia de un gran enemigo.sta ha sido desde el principio mi perspectiva pesimista: una nuevaperspectiva, como se me antoja?, una tal que an hoy es tambin nueva y extraa?Hasta el momento me he atenido a ella y, si se me quiere creer, tanto en favormo como, ocasionalmente al menos, contra m... Queris primero una prueba?Pero, qu, si no esto, se habra probado con este largo prefacio?Sils-Maria, Alta Engadina,septiembre de 1886PRIMERA PARTEOPINIONES Y SENTENCIASVARIASi 1A los decepcionados de la filosofa. Si hasta aqu habis2 credo en el valor dela vida y ahora os veis decepcionados, tendris, pues, que deshaceros de ella alms bajo precio?2Malacostumbrado. Tambin puede uno mal acostumbrarse por lo que a laclaridad de los conceptos se refiere: qu asqueroso se hace entonces el trato conlos vagos, vaporosos, afanosos, barruntadores! Qu efecto tan ridculo y, sinembargo, nada divertido produce su eterno revolotear y picotear sin poder, noobstante, volar ni atrapar!3 3Los pretendientes de la realidad. Quien al cabo se da cuenta de hasta qu punto ypor cunto tiempo ha sido engaado abraza, por despecho, incluso la realidad msfea; de modo que, visto el curso del mundo en su conjunto, es a sta a la que entodas las pocas le han cado los mejores pretendientes, pues siempre han sido losmejores los que mejor y por ms tiempo han sido deludidos.1 Fp 29 [551.2 Cl: habis] has*.3 Fp. Gusto por la realidad cuando se ha sido engaado por mucho tiempo.Friedrich NietzscheProgreso del librepensamiento. La diferencia entre el librepensamiento anteriory el actual no puede ilustrarse mejor que recordando aquella frase para cuyoreconocimiento y expresin fue necesaria toda la intrepidez del siglo pasado yque, sin embargo, medida segn el discernimiento actual, queda reducida a unaingenuidad involuntaria; me refiero a la frase de Voltaire: croyez-moi, mon ami,lerreur a aussi son mrite.5Un pecado original de los filsofos. En todas las pocas los filsofos se hanapropiado las tesis de los escrutadores de los hombres (los moralistas) y las hanechado a p e rder haberlas adoptado incondicionalmente y haber querido demostrarcomo necesario lo que aqullos slo entendan como indicacin aproximativao nada ms que como verdad de un decenio circunscrita a un pas o a una ciudad,mientras que precisamente con ello suponan elevarse por encima de ellos. As, ala base de las famosas doctrinas de Schopenhauer del primado de la voluntadsobre el intelecto, acerca de la inalterabilidad del carcter, de la negatividad delplacer -todas las cuales, tal como l las entiende, son errores-, encontraremosnociones de la sabidura popular a las que los moralistas han dado forma. Ya lapalabra voluntad, que Schopenhauer transform en denominador comn demuchos estados humanos y con la cual rellen una laguna del lenguaje, con granventaja para l mismo en cuanto que era moralista -pues entonces qued librepara hablar de voluntad como Pascal haba hablado de ella-, ya la voluntad deSchopenhauer ha redundado entre las manos de su autor, debido al prurito degeneralizacin de los filsofos, en desgracia para la ciencia: pues esta voluntad seha convertido en una metfora potica cuando se afirma que todas las cosas de lanaturaleza tendran voluntad; finalmente, con el fin de una aplicacin a toda clasede despropsitos msticos, ha sido mal empleada como una falsa reificacin, ytodos los filsofos de moda repiten y parecen saber con entera exactitud que todaslas cosas seran esta voluntad una (lo cual, segn la descripcin que se hace deesta voluntad toda una, significa tanto como si se quisiera tener por Dios al estpidodiablo).6Contra los fantasiosos. El fantasioso se niega la verdad a s; el mentiroso, sloa los dems.7Aversin a la luz. Si se le hace comprender a alguien que en rigor nuncapuede hablar de verdad, sino siempre slo de probabilidad y de los grados de4 44 Fp. Croyez moi, mon ami, lerreur aussi a son mrite Creedme, amigo mo, el error tambitiene su mrito] Voltaire; quien comprenda hasta qu punto es sta una ingenuidad involuntaria,comprender tambin, cr moi, la vent [creedme, la verdad].Humano, demasiado humano // 15sta, habitualmente se descubre en la alegra indisimulada del as instruido cuntoms prefieren los hombres la inseguridad del horizonte espiritual y cmo en elfondo de su alma odian la verdad por la determinidad de sta. Ser porquetodos ellos tienen en secreto el mismo temor a que un da caiga sobre ellos condemasiada crudeza la luz de la verdad? Quieren dar a entender algo y en consecuenciaes imposible saber con precisin lo que son? O es slo el horror a la luzdemasiado cruda, a la que no estn habituadas sus crepusculares almas de murcilagociegas a la luz, de modo que tienen que odiarla?8Escepticismo de cristiano. Gusta hoy en da presentar a Pilatos, con su pregunta:qu es la verdad?5, como abogado de Cristo, para recelar de todo loconocido y cognoscible como apariencia, y erigir la cruz sobre el espantoso trasfondodel no-poder-saber-nada.9Ley natural, un trmino de la supersticin. Si tan entusiastamente hablis dela conformidad a ley en la naturaleza, o bien tendris sin embargo que admitirque todas las cosas naturales acatan su ley por obediencia libre, sometida a smisma -e n cuyo caso admiris por tanto la moralidad de la naturaleza-; o bien osentusiasma la idea de un mecnico creador que ha construido el ms ingeniosode los relojes, con seres vivos en l como adorno. La expresin conformidad aley hace ms humana la necesidad en la naturaleza y la convierte en un ltimorefugio de la ensoacin mitolgica.10A merced de la historia. A los filsofos veladores y a los oscurecedores delmundo, es decir, a todos los metafsicos de grano ms o menos fino, les da dolorde ojos, de odos y de muelas cuando comienzan a sospechar que hay algo deacertado en la tesis: toda la filosofa est a partir de ahora a merced de la historia6.Ha de perdonrseles, debido a sus dolores, que le arrojen piedras e inmundiciasa quien as habla; pero puede suceder que la doctrina misma devenga con ellosucia y deslucida, y pierda su eficacia1.I I 8El pesimista del intelecto. El verdaderamente libre de espritu pensar tambinlibremente sobre el espritu mismo y no se disimularn ciertas cosas temiblesrespecto a la fuente y orientacin del mismo. Por eso tal vez los dems losealarn como el peor adversario del librepensamiento y le aplicarn el injurio5C. Juan, 18:38.6 Vid. Prefacio, nota 5, supra.7 En Cl, Md, Pr se aada: cuando los que la ensean son denostados.8 Aforismo aadido por la propia mano de Nietzsche en Md.Friedrich Nietzscheso y espantoso calificativo de pesimista del intelecto: habituados como estn ano sealar a nadie por su descollante fortaleza y virtud, sino por lo que msextrao les es de l.12Alforjas de los metafsicos. No se debe responder a todos los que tan ufanamentehablan de la cientificidad de su metafsica; basta con tirar del hatillo que con ciertopudor llevan oculto a la espalda; si se consigue solevantarlo, salen a la luz, parasu vergenza, los resultados de esa cientificidad: un pequeo buen Dios NuestroSeor, una bonita inmortalidad, quiz un poco de espiritismo y en cualquier casotodo un confuso montn de miseria de pobre pecador y arrogancia de fariseo.13Nocividad ocasional del conocimiento. La utilidad que comporta la investigacinsin condiciones de lo verdadero se demostrar una y otra vez tan centuplicadaque debe aceptarse sin reparos en el lote la nocividad ms sutil y ms rara quetienen que sufrir por su causa los individuos. No se puede evitar que el qumico aveces se intoxique y queme en el curso de sus experimentos. Lo que vale para elqumico vale para toda nuestra cultura: de donde, dicho sea de paso, resulta claramentehasta qu punto tiene sta que tener previstos blsamos para las quemadurasy la constante disponibilidad de contravenenos.14Necesidad de filisteo. El filisteo cree que lo que de ms necesario tiene es unharapo de prpura o un turbante de metafsica, y en absoluto quiere que se leescurran: y, sin embargo, menos ridculo, parecera sin estas galas.15Los fanticos. Por mucho que se las den de jueces (y no de acusados), contodo lo que dicen en favor de su evangelio o de su maestro los fanticos sedefienden a s mismos, pues involuntariamente y casi a cada momento se lesrecuerda que ellos son excepciones que tienen que legitimarse.16Lo bueno invita a vivir. Todas las cosas buenas son estmulos poderosos a lavida, incluso todo buen libro que est eScrito contra la vida.17Dicha del historiador. Cuando omos hablar a los puntillosos metafsicos ytrasmundanos 9, los dems sentimos, es cierto, que somos los pobres de esp''Cf. As habl Zaratustra, I parte, -De los trasmundanos; ed. cast., trad. Andrs SnchezPascual, Alianza 1975 \ pgs. 56-9.Humano, demasiado humano //ritU"10, pero tambin que nuestro es el reino celestial del cambio, con primaveray otoo, invierno y verano, y suyo es el trasmundo, con sus grises, fras,infinitas nieblas y sombras. As se deca u n o 11 que paseaba al sol de la maana:uno al que ante la historia 12 siempre se le muda de nuevo no slo elespritu, sino tambin el corazn, y que, en oposicin a los metafsicos, esdichoso porque en s alberga, no una sola alma inmortal, sino muchas almasinmortales.1 8 13Tres clases de pensadores. Hay manantiales minerales torrenciales, fluyentes ygoteantes; y, en correspondencia con ello, tres clases de pensadores. El profanolos estima por el caudal de agua, el entendido por el contenido del agua, esdecir, por lo que precisamente no es agua en ellos.19El cuadro de la vida. La tarea de pintar el cuadro de la vida, por ms quemuchas veces lo hayan propuesto poetas y filsofos, es, pese a ello, insensata:tampoco de las manos de los ms grandes pensadores-pintores han nacidonunca ms que cuadros y cuadritos de una vida, a saber, de su vida, y nada msera posible. En lo deviniente no puede reflejarse como firme y duradero, comoun lo, algo deviniente.20La verdad no quiere dioses14 junto a s. La creencia en la verdad15 comienzapor la duda de todas las verdades hasta entonces credas.21Sobre qu se exige silencio. Cuando se habla del librepensamiento como deuna expedicin sumamente peligrosa por entre heleros y mares glaciares, quienesno quieren seguir ese camino se ofenden como si se les hubiese reprochadopusilanimidad y rodillas dbiles. Lo difcil a cuya altura no nos sentimos no debenunca mencionarse delante de nosotros.22Historia in n u c e 16. La parodia ms seria que jams he odo es sta: en elprincipio era el absurdo, y el absurdo era, por Dios!, y Dios (divinamente) era elabsurdo!17.10 Cf. Mateo, 5:3.11 uno] Cl\ el historiador. Alusin a Jacob Burckhardt.12 Vid. Prefacio, nota 5, supra.13 Cf. 23 [40],14 dioses] Md, Pr. -dolos.15 la verdad] Md: -la humanidad.16 -La historia en la nuez, en germen.17 Ci. Juan, 1:1. La parodia procede de una carta de Cari Fuchs a Nietzsche de finales de junio de1878; cf. Nietzsche a Fuchs, junio de 1878.Friedrich Nietzsche2318Incurable. Un idealista es incorregible: si se le arroja de su cielo, se hace delinfierno un ideal. Desengaadle y veris!: abrazar el desengao con no menosardor que todava no ha mucho la esperanza. En la medida en que su tendenciase cuenta entre las grandes tendencias incurables de la naturaleza humana,puede acarrear destinos trgicos y convertirse ms tarde en tema de tragedias: lascuales versan precisamente sobre lo que hay de incurable, ineluctable, inevitableen la suerte y el carcter del hombre.24El aplauso mismo como continuacin del espectculo. Ojos radiantes y unasonrisa benvola es la clase de aplauso que se le tributa a la gran comedia delmundo y de la existencia, pero, al mismo tiempo, una comedia en la comedia,que debe inducir a los dems espectadores al piaudite amici-19.2 5 20Valor para el aburrimiento. Quien no tiene el valor de dejar que l y su obraparezcan aburridos no es ciertamente un espritu de primer orden, ya sea en lasciencias o en las artes. Un burln que excepcionalmente fuese tambin un pensador,al mirar el mundo y la historia podra aadir: Dios no tiene este valor; haquerido hacer y ha hecho todas las cosas demasiado interesantes.26De la experiencia ms ntima del pensador. Nada se le hace tan difcil alhombre como tomar una cosa impersonalmente, quiero decir, ver en ella precisamenteuna cosa y no una persona; ms an, puede preguntarse si le es engeneral posible desconectar, aunque no sea ms que por un instante, el mecanismode su impulso constructor de personas, inventor de personas. No obstante,incluso con pensamientos, aunque sean los ms abstractos, trata como sifuesen individuos con los que hay que luchar, a los que hay que aliarse, quehay que proteger, atender, alimentar. Espimonos y acechmonos a nosotrosmismos en esos minutos en que omos o encontramos una tesis nueva paranosotros. Tal vez nos desagrade por estar ah tan altanera, tan autocrtica:inconscientemente nos preguntamos si no podemos oponerle una anttesiscomo enemiga o bien aadirle un quiz, un a veces; incluso la palabreja probablemente nos satisface, pues rompe la personalmente fastidiosa tirana de loincondicionado. Si, por el contrario, esa nueva tesis se nos aproxima en forma18 Cf. 29 [1].w Aplaudid amigos!, ltimas palabras del emperador romano Augusto (63 a. C.-14 d. C.), segnsu bigrafo Suetonio (70-ca. 130).20 Aforismo aadido por la propia mano de Nietzsche en Md, donde se encuentra la siguientevariante: -[el mundo ha resultado demasiado interesante. Por qu si no cuesta tanto abandonarlo?].Humano, demasiado humano // 19ms suave, sutilmente tolerante y humildemente, y, por as decir, arrojndose enbrazos de la contradiccin, ensayamos una prueba diferente de nuestra autocracia:qu, no podemos venir en ayuda de este ser dbil, acariciarlo y alimentarlo,darle fuerza y plenitud, ms an, verdad e incluso incondicionalidad? Nos esposible comportarnos con l paternal, caballeresca o compasivamente? Denuevo vemos aqu un juicio y all otro juicio, alejados entre s, sin mirarse, sinacercarse: entonces nos cosquillea el pensamiento de si aqu no puede arreglarseun casamiento, extraer una conclusin, con el presentimiento de que, en elcaso de que de esta conclusin resulte una consecuencia, el honor de ellorecaiga no slo en los dos juicios enlazados en matrimonio, sino tambin en elcasamentero. Pero si ni por la va de tal desafo y malevolencia ni por la de labenevolencia puede atacarse ese pensamiento (si se lo tiene por verdadero),entonces uno se somete y lo acata como a un caudillo o jefe, lo pone en unsitial de honor y no habla de l sin pompa y orgullo: pues su brillo tambin nosda brillo. Desdichado de quien quiera oscurecerlo; a no ser que un da se nosvuelva l mismo sospechoso: entonces nosotros, los incansables hacedores dereyes (king-makers) de la historia del espritu, lo destronamos y en seguidaencumbramos a su adversario. Pondrese esto y llvese el pensamiento an unpoco ms all: nadie ciertamente seguir entonces hablando de un impulso alconocimiento en y para s! Por qu el hombre prefiere por tanto lo verdadero alo no verdadero en esta lucha secreta con pensamientos-personas, en este porlo general oculto pensamiento-casamiento, pensamiento-fundacin de Estados,pensamiento-pedagoga, pensamiento-atencin a pobres y enfermos? Por lamisma razn por la que practica la justicia en el trato con personas reales:ahora por hbito, herencia y educacin, originariamente porque lo verdadero-como tambin lo equitativo y justo es ms til y honroso que lo no verdadero.Pues en el reino del pensamiento mal han de afirmarse poder y reputacincimentados en el error y la mentira: la sensacin de que un tal edificio puededesmoronarse en cualquier momento es humillante para la autoconsciencia desu arquitecto; ste se avergenza de la fragilidad de su material y, como se consideraa s mismo ms importante que el resto del mundo, no querra hacernada que no fuese ms duradero que el resto del mundo. Al anhelar la verdad,abraza la creencia en la inmortalidad personal, es decir: el pensamiento msaltanero y porfiado que hay, emparejado como est con la segunda intencin:"pereat mundus, dum ego salvus sim!21. Su obra se le ha convertido en su ego,se transforma a s mismo en lo imperecedero, omnidesafiante. Es su desmedidoorgullo el que no quiere utilizar para la obra ms que los mejores, ms durossillares, es decir, verdades, o lo que l tiene por tales. Con razn en todos lostiempos se ha llamado el vicio del que sabe a la soberbia; pero sin este vicioimpulsor mal le ira en este mundo a la verdad y a la validez de la misma. En elhecho de que tememos nuestros propios pensamientos, conceptos, palabras, perotambin en ellos nos honramos a nosotros mismos, les adscribimos involuntariamentela fuerza de recompensarnos, despreciarnos, elogiarnos y censurarnos, esdecir, en el hecho de que tratamos con ellos como con personas espiritualeslibres, con potencias independientes, de igual a igual, en esto tiene su raz el rarofenmeno que he llamado conciencia intelectual22. Tambin aqu por tanto deuna escorzona ha brotado algo moral de gnero supremo.21 -Hndase el mundo con tal de salvarme yo. Cf. Schopenhauer, Etica, 266; Parerga, 2, 236.22 Cf. HDH109.Friedrich N ietzsche2 7 23Los oscurantistas. Lo esencial en la nigromancia del oscurantismo no es quequiera oscurecer las mentes, sino que quiere ennegrecer la imagen del mundo,oscurecer nuestra representacin de la existencia. Por cierto que a menudo sesirve de este medio para estorbar el esclarecimiento de los espritus; pero a vecesemplea precisamente el medio opuesto y mediante el mximo refinamiento delintelecto trata de producir una saciedad de los frutos del mismo. Metafsicos sutiles,que preparan el escepticismo y por su desmesurada sagacidad suscitan ladesconfianza hacia la sagacidad, son buenos instrumentos de un oscurantismoms refinado. Es posible que incluso Kant pueda ser utilizado con este propsito?;ms an, que, segn su propia tristemente clebre declaracin, haya l querido,al menos temporalmente, algo semejante: abrirle camino a la f e sealndoleal saber sus lmites?24. Lo cual por supuesto no consigui, como tampoco sussucesores por las sendas de lobo y de zorro de este oscurantismo sumamenterefinado y peligroso, y aun el ms peligroso: pues aqu la nigromancia aparececomo una aureola luminosa.2 8 25Qu clase de filosofa corrompe al arte. Cuando las brumas de una filosofametafsico-mstica consiguen hacer opacos todos los fenmenos estticos, sesigue entonces que tambin stos son inevaluables unos por otros, pues cadauno aislado deviene inexplicable. Pero si ya no cabe compararlos entre s con elfin de la evaluacin, acaba por resultar una acrtica completa, una ciega tolerancia;pero de ah a su vez una merma continua del goce del arte (que slo se distinguedel tosco aquietamiento de una necesidad por un catar y discernirsumamente aguzados). Pero cuanto ms disminuye el goce, tanto ms se transformay regresa el apetito de arte al hambre vulgar, que el artista intenta entoncesaplacar con una alimentacin cada vez ms grosera.29En Getseman. Lo ms doloroso que un pensador puede decirle a los artistases: no podis, pues, velar conmigo una hora?26.11 Cf. 32 [4],24 Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar sitio a la fe.... Kant. Prlogo a la segunda edicinde la Crtica de la razn pura (1787), ed. Akademie III, 19 (ed. cast., trad. Pedro Ribas, Alfaguara1978, B XXX, pg. 27).25 Fp Todos los fenmenos estticos se han ido haciendo paulatinamente inexplicables (debidoa la metafsica), por ende inevaluables, por ende incomparables entre s: como consecuencia,acrtica total, de donde a su vez merma del goce, e incremento excesivo de lo mezquino, de loefectista, de lo ilusorio, de la ambicin. Para el Prlogo.26 Cf. Mateo, 26:40.Humano, demasiado humano I IEn el telar. Frente a los pocos que se complacen en desatar el nudo de lascosas y en desenredar su trama, muchos (por ejemplo, todos los artistas y mujeres)trabajan por volverlo a atar una y otra vez y complicarlo, y as transformar locomprendido en incomprendido y, donde sea posible, en incomprensible. Seacomo sea, lo tramado y anudado deber parecer siempre algo sucio, pues sondemasiadas las manos que en ello trabajan y arrastran.3 1 27En el desierto de la ciencia. Durante sus modestas y fatigosas caminatas, quecon harta frecuencia deben ser marchas por el desierto, se le aparecen al cientficoesos esplendentes espejismos llamados sistemas filosficos: a corta distanciamuestran stos con mgico poder de ilusin la solucin de todos los enigmas y lams refrescante copa del verdadero elixir de la vida; el corazn se regocija y elfatigado toca ya casi con los labios la meta de toda la perseverancia y todas laspenalidades que impone la ciencia, de modo que avanza por as decir involuntariamente.Por supuesto que otras naturalezas quedan paradas como aturdidaspor la bella ilusin: el desierto se las traga, estn muertas para la ciencia. Hay asu vez otras naturalezas que, habiendo experimentado ya ms a menudo esosconsuelos subjetivos, son presa de la ms extrema melancola y maldicen elregusto salado que esas apariencias dejan en la boca y que provocan una terriblesed, sin haber avanzado siquiera un paso hacia ninguna fuente.32La presunta realidad real. Cuando describe los distintos oficios, p. ej., el degeneral, el de tejedor de sedas, el de marino, el poeta finge conocer a fondo ysaber de estas cosas; ms an, al explicar actos y destinos humanos se comportacomo si hubiese estado presente al tejerse toda la red del mundo: hasta tal puntoes un impostor. Y ciertamente engaa a absolutos ignorantes, y por eso tienexito: elogian su saber autntico y profundo y le inducen finalmente al delirio deque sabe efectivamente las cosas tan bien como el experto y factor individual,ms an, como la gran araa de mundos misma. Acaba en consecuencia elimpostor por ser honesto y creer en su veracidad. Es ms, los hombres sensiblesllegan incluso a decirle en la cara que tiene la verdad y la veracidad superiores,pues a veces estn cansados de la realidad y toman el sueo potico como unbienhechor descanso y noche para la mente y el corazn. Lo que este sueo lesmuestra se les aparece ahora ms valioso porque, como queda dicho, lo sientenms benfico: y siempre han supuesto los hombres que lo que parece ms valiosoes lo ms verdadero, lo ms real. Los poetas conscientes de este poder sededican deliberadamente a desacreditar lo que de ordinario se llama realidad y atransformarlo en lo incierto, aparente, inautntico, pecaminoso, penoso y enga3027 Cf. 21 [46],Friedrich Nietzscheoso; se sirven de todas las dudas sobre los lmites del conocimiento, de todoslos excesos escpticos, para tender sobre las cosas los arrugados velos de laincertidumbre, a fin de que, tras este oscurecimiento, sus sortilegios y su magiaespiritista se entiendan indubitablemente como camino a la verdadera verdad, ala realidad real28.3 3 29Querer ser justo y querer ser juez. Schopenhauer, cuyo gran conocimiento delo humano y lo demasiado humano, cuyo sentido innato de los hechos fue nopoco entorpecido por la moteada piel de leopardo de su metafsica (que debep rim e ro q u it rse le p a ra d e s cu b rir d eb ajo un g enio real de m o ra lista ),Schopenhauer hace esa magnfica distincin, que le reportar mucha ms raznde la que en propiedad le caba concederse a s mismo: la comprensin de larigurosa necesidad de los actos humanos es la lnea divisoria que separa lascabezas filosficas de las otras-3(1. Esta portentosa comprensin, a la cual estabaabierto por momentos, la contrarrestaba en s mismo con ese prejuicio que antena en comn con los hombres morales (no con los moralistas) y que con todocandor y fervor expresaba as: la ltima y verdadera elucidacin de la esenciainterna del conjunto de las cosas debe estar necesariamente en estrecha conexincon la de la significacin tica de la conducta humana31, lo cual en absolutoes precisamente necesario, ms bien es precisamente negado por esa tesis dela rigurosa necesidad de los actos humanos, es decir, de la falta de libertad y lairresponsabilidad de la voluntad. Las cabezas filosficas se distinguirn por tantode las dems por la incredulidad en la significacin metafsica de la moral; locual podra abrir entre ellas un abismo de cuya profundidad e infranqueabilidadel tan deplorado abismo entre cultos e incultos32, tal como existe hoy en da,apenas da idea. Por supuesto, deben todava reconocerse como intiles no pocastraspuertas que las cabezas filosficas, como Schopenhauer mismo, se hanreservado: ninguna lleva al aire libre, al aire de la libre voluntad; todas las quehasta ahora se han abierto mostraban una y otra vez tras ellas la destellante paredbroncnea del fatum: estamos en prisin, slo podemos soarnos, no hacernoslibres. Que a este conocimiento ya no podr resistirse por mucho tiempo lodemuestran las desesperadas e increbles posturas y contorsiones de los que loatacan, de quienes continan combatindolo. As, ms o menos, les va ahora:De modo que nadie es responsable? Y todo lleno de culpa y de sentimiento deculpa? Pero alguien debe ser el pecador: si es imposible y ya no se permite acusary juzgar al individuo, esa pobre ola en el oleaje necesario del devenir, puesbien, sea el pecador el oleaje mismo, el devenir; aqu est la libre voluntad, aqucabe acusar, condenar, expiar y purgar; sea Dios el pecador y el hombre su28 Vid. -El mago-, en As habl Zaratustra, IV (ed. cast. cit., pgs. .339 ss.).29 Cf. 23 [371.10 Cf. Schopenhauer, Etica, 182.31 Cf. Schopenhauer, Etica, 109.12 Cf. Wagner en Bayreuth, 10 (ed. cast., Obras completas, cit., vol. I, pgs. 833 ss.).Humano, demasiado humano II 23redentor; que la historia universal sea la culpa, la autocondena y el suicidio; seael malhechor el propio juez, el juez el propio verdugo. Este cristianismo patasarriba -qu es si no?- es el ltimo asalto en el combate de la doctrina de lamoralidad absoluta con la de la falta absoluta de libertad, algo espantoso si fuesems que una mueca lgica, ms que un feo gesto del pensamiento decadente,algo as como el espasmo de muerte del corazn desesperado y ansioso de curacin,al que la locura susurra: Mira, t eres el cordero que lleva el pecado deDios33. El error est no slo en el sentimiento: yo soy responsable, sino exactamentelo mismo en esa anttesis: yo no lo soy, pero alguien debe serlo. Esto esprecisamente lo que no es verdad; as que el filsofo tiene que decir, comoCristo: No juzguis!34, y la diferencia ltima entre las cabezas filosficas y lasotras sera que las primeras quieren ser justas, las otras jueces35.3 4 36Sacrificio. Creis que el sacrificio es el signo distintivo de la accin moral?Mas meditad si no hay sacrificio en toda accin premeditada, en la peor como enla mejor.35Contra los inquisidores de la eticidad. Debe conocerse lo peor y lo mejor deque es capaz un hombre, en la representacin y en la ejecucin, para enjuiciar lafortaleza que tiene y ha tenido su naturaleza tica. Pero saber esto es imposible.36Colmillo retorcido. Hasta que alguien no nos pisa no se sabe si uno tiene elcolmillo retorcido. Una mujer o una madre diran: hasta que alguien pise a nuestroretoo, a nuestro hijo. Nuestro carcter lo determina ms an la falta devivencias que lo que uno vivencia37.3 7 38El engao en el amor. Uno olvida no pocas cosas del pasado y se las sacadeliberadamente de la cabeza; es decir, se quiere que nuestra imagen que elpasado irradia sobre nosotros nos engae, halague nuestra ufana: trabajamosincesantemente en este autoengao. Y creis, vosotros que tanto glosis y ensalzisel olvido de s mismo en el amor, el abandono del yo en la otra persona,33 Cf .Juan, 1:29: -Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.34 Cf. Mateo, 7:1: No juzguis y no seris juzgados.15 El error est]. Variante en Cl: No slo ser responsable, sino tambin hacer responsable, laintroduccin de los conceptos morales en el devenir, es un error.36 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.17 Cf. la carta de Marie Baumgartner a Nietzsche del 13 de noviembre de 1878.38 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.24 Friedrich Nietzscheque esto es algo esencialmente diferente? As, pues, uno rompe el espejo, se imaginatransferido a una persona a la que admira, y entonces goza de la nueva imagende su yo, aunque la designe con el nombre de otra persona, y todo esteproceso no ha de ser autoengao, egosmo, extravagantes de vosotros! Yo creoque quienes se ocultan algo suyo y quienes se lo ocultan todo se parecen en queperpetran un robo en la cmara del tesoro del conocimiento; de donde dedcesecontra qu delito previene la mxima: concete a ti mismo.38Al que niega su vanidad. Quien niega la vanidad en s mismo la posee habitualmentede forma tan brutal que instintivamente cierra los ojos ante ella parano tener que despreciarse.39Por qu los estpidos s vuelven tan a menudo maliciosos. A las objecionesdel adversario frente a las que nuestra cabeza se siente demasiado dbil nuestrocorazn responde mediante el recelo de los motivos de aqul.40El arte de las excepciones morales. Slo rara vez debe prestarse odos a unarte que muestre y exalte los casos excepcionales de la moral -all donde lobueno deviene malo, lo injusto justo-; lo mismo que alguna que otra vez compramosalgo de gitanos, pero temiendo que obtengan mucho ms que la gananciade la venta.41El goce y el no-goce de venenos. El nico argumento decisivo que en todos lostiempos ha disuadido a los hombres de beber un veneno no es su efecto mortfero,sino su mal sabor.42El mundo sin sentimiento de pecado39. Si slo se cometieran actos de esosque no producen mala conciencia, el mundo humano no dejara por ello deparecer harto malo y canallesco; pero no tan enfermizo y deplorable comoahora. En todas las pocas ha habido malvados sin conciencia; y a muchos buenosy honrados les falta la placentera sensacin de la buena conciencia.43Los concienzudos. Es ms cmodo hacer caso a la conciencia de uno que a suinteligencia; pues ante cada fracaso aqulla tiene en s una excusa y un alivio,19 Ttulo diferente en Md: Imaginar abolida la responsabilidad-.Humano, demasiado humano I I 25razn por la que sigue habiendo tantos concienzudos frente a tan pocos inteligentes.44 40Medios opuestos para evitar la amargura. A un temperamento le es til poderdesahogar en palabras su despecho: al hablar se dulcifica. Otro temperamento noalcanza toda su amargura ms que al expresarla: ms aconsejable le es tener quetragarse algo; la coercin que hombres de esta clase se imponen ante enemigos osuperiores mejora su carcter y evita que ste se vuelva demasiado custico y agrio.4 5 41No tomrselo demasiado a pecho. Decentarse es desagradable, pero no unaprueba contra la bondad de la cura por la que se ha visto uno obligado a guardarcama. Las personas que durante mucho tiempo han vivido extravertidamente yfinalmente se han vuelto a la vida interior y meditativa de la filosofa saben quehay tambin una decentacin del nimo y el espritu. No es este, pues, un argumentocontra el modo de vida elegido en conjunto, pero hace necesarias algunaspequeas excepciones y aparentes recadas.46La cosa en s* humana. La cosa ms vulnerable y, sin embargo, ms invenciblees la vanidad humana; ms an, su fuerza crece cuando es herida y puedeacabar siendo gigantesca.47Lo cmico de muchos laboriosos. Consiguen tiempo libre mediante un excesode esfuerzo y luego no saben hacer con l nada ms que contar las horas hastaque han transcurrido.48Tener mucha alegra. Quien tiene mucha alegra debe de ser un hombrebueno; pero tal vez no sea el ms listo, aunque alcance precisamente aquello aque el ms listo aspira con toda su listeza.4 9 42En el espejo de la naturaleza. No ha sido un hombre descrito lo bastanteprecisamente cuando se oye que gusta de pasear entre altos trigales rubios, que40 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.41 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.42 Cf. 28 [6], 28 [60], 29 [24],Friedrich Nietzscheprefiere a todos los dems los colores del bosque y de las flores en el otooencendido y dorado porque stos sugieren algo ms bello que lo que la naturalezalogra jams, que se siente completamente en su ambiente entre grandes nogalesde espeso follaje como entre parientes de sangre, que en la montaa sumayor alegra es toparse con esos pequeos lagos apartados desde los que lasoledad misma parece contemplarle con sus ojos, que le encanta esa calma grisdel crepsculo neblinoso que en los atardeceres de otoo y de principios deinvierno ronda las ventanas y envuelve como con cortinas de terciopelo todoruido inanimado, que siente la roca abrupta como testigo sobreviviente, vido delenguaje, de tiempos pasados, y la venera desde nio, y, por ltimo, que el mares y sigue sindole extrao con su movediza piel de serpiente y belleza de fiera?S, algo de este hombre se ha sin duda descrito con ello; pero el espejo de lanaturaleza no dice nada de que el mismo hombre, con toda su sensibilidad idlica(y ni siquiera pese a ella), pudiera ser bastante desafecto, mezquino y engredo.Horacio, que entenda de semejantes cosas, puso el ms tierno sentimientopor la vida campestre en la boca y el alma de un usurero romano, en el clebrebeatus ille quiprocul negotiis43.5 0 44Poder sin victorias. El conocimiento ms fuerte (el de la total falta de libertadde la voluntad humana) es sin embargo el ms pobre en xitos; pues siempretiene el adversario ms fuerte: la vanidad humana.5 1 45 Placer y error. El uno se comunica de modo beneficioso con sus amigos involuntariamente,por su manera de ser; el otro voluntariamente, mediante accionessingulares. Aunque lo primero pasa por lo superior, slo lo segundo est asociadocon la buena conciencia y el placer, a saber, con el placer de las buenasobras, que estriba en la creencia en el albedro de nuestro obrar bien o mal, esdecir, en un error.52Es estpido obrar injustamente. Mucho ms difcil de soportar es la propiainjusticia infligida por uno que la ajena infligida a uno (bien entendido que noprecisamente por razones morales); propiamente hablando, el autor es siempreel sufriente, con tal que sea accesible a los remordimientos de conciencia o a lacomprensin de que con su accin ha armado a la sociedad contra s y se ha aislado.Por eso, ya por mor de su dicha interna, es decir, por no perder su bienestar,debiera uno, prescindiendo por entero de todo lo que religin y moral4> Cf. Horacio, Epodas, II, 1: Dichoso aquel que, lejos de las ocupaciones...-.44 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.K Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en Md.Humano, demasiado humano II 27ordenan, cuidarse ms de cometer una injusticia que de recibirla; pues esto ltimotiene el consuelo de la buena conciencia, de la esperanza de venganza, de lacompasin y la aprobacin de los justos, aun de toda la sociedad, que teme almalhechor. No pocos entienden del srdido autoengao de trocar toda injusticiapropia en una ajena infligida a ellos y reservarse como disculpa por lo que ellosmismos han hecho la patente de la legtima defensa, para de este modo llevarmucho ms cmodamente su carga.53Envidia con o sin boquilla. La envidia ordinaria suele cacarear en cuanto lagallina envidiada ha puesto un huevo: con ello se desahoga y aplaca. Pero hayuna envidia todava ms profunda: la que en tal caso observa un silencio mortal y,deseosa de que todas las bocas queden ahora selladas, se enfurece cada vez mspor que no suceda precisamente esto. La envidia silenciosa crece con el silencio.54La clera como espa. La clera agota el alma e incluso saca a la luz el sedimento.Por eso, si no sabe arrojar claridad de otra manera, uno debe saber encolerizarsu entorno, a sus partidarios y adversarios, para enterarse de todo lo queen el fondo ocurre y se piensa contra nosotros.55La defensa, moralmente ms difcil que el ataque. La verdadera proeza yobra maestra del hombre bueno no radica en atacar la causa y seguir amando ala persona, sino en algo mucho ms difcil: defender la propia causa de uno sinocasionarle ni quererle ocasionar amarga pesadumbre a la persona atacante. Laespada de ataque es honesta y ancha, la de defensa habitualmente termina enuna aguja4ft.56Honesto con la honestidad. El que es pblicamente honesto consigo acabapor jactarse un poco de esta honestidad, pues sabe muy bien por qu es honesto:por la misma razn que otro prefiere la apariencia y la simulacin.57Carbones encendidos. Amontonar carbones encendidos sobre la cabeza deo tro 47 se entiende habitualmente mal y no sirve para nada, pues el otro se sabe46 En P rse aada: y tiene una lengua viperina*.47 Cf. Romanos. 12:20: -De tal manera que si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tienesed, dale de beber; que si haces esto, amontonars tizones encendidos sobre su cabeza.Friedrich Nietzscheigualmente en posesin de su buen derecho y tambin ha pensado por su parteen el amontonamiento de carbones.58Libros peligrosos. Dice uno: lo noto en m mismo: este libro es pernicioso.Pero que espere y quiz un da admita que este mismo libro le ha prestado ungran servicio al airear y hacer visible la enfermedad oculta de su corazn. Loscambios de opinin no cambian (o muy poco) el carcter de un hombre; peros que iluminan caras singulares del astro de su personalidad que hasta elmomento, con otra constelacin de opiniones, haban permanecido oscuras eirreconocibles.59Compasin fingida. Finge uno compasin cuando quiere mostrarse sublimepor encima del sentimiento de hostilidad; pero habitualmente en vano. No se dauno cuenta de esto sin un fuerte aumento de ese sentimiento hostil.60Contradiccin abierta, a menudo conciliadora. En el instante en que unoda abiertamente a conocer sus diferencias doctrinales con respecto a un celebradolder de partido o maestro, todo el mundo cree que debe de guardarlerencor. Pero a veces es precisamente entonces cuando deja de guardarle rencor-,se atreve a alzarse junto a l y se desembaraza del tormento de los celoscallados.61Ver brillar la lu z de uno. En el oscurecido estado de tristeza, enfermedad,contricin, nos es grato ver que todava brillamos para otros y que stos percibenen nosotros el esplendente disco lunar. Mediante este rodeo participamos denuestra facultad de iluminar.62Alegra compartida. La serpiente que nos muerde cree hacernos dao y sealegra de ello; el ms nfimo animal puede imaginarse el dolor ajeno. Pero imaginarsela alegra ajena y alegrarse de ella es el privilegio supremo de los animalessupremos y entre stos tampoco accesible ms que a los ejemplares selectos, esdecir, un h um a n um 4 raro; de modo que filsofos ha habido que han negado laalegra compartida.48 huma n um = cualidad humana.Humano, demasiado humano // 2963Gravidez a posteriori. Los que han llegado a sus obras y actos no saben cmoestn habitualmente tanto ms grvidos de ellos despus: como para demostrar aposteriori que se trata de hijos suyos y no del azar.64Duro de corazn por van id a d 49. As como la justicia es con frecuencia elmanto de la debilidad, as las personas bien pensantes pero dbiles recurren aveces por ambicin al disimulo y se comportan a ojos vista injusta y duramente,para dejar la impresin de fortaleza.65Humillacin. Si en un saco regalado lleno de ventajas alguien halla tambinnada ms que un grano de humillacin, hace de tripas corazn.66Erostratismo extremo. Pudiera haber Erstratos 5(1 que incendiaran el propiotemplo en que se veneran sus imgenes.67El mundo de los diminutivos. La circunstancia de que todo lo dbil y precisadode socorro habla al corazn comporta la costumbre de que designemos condiminutivos y atenuantes todo lo que nos habla al corazn, es decir, de que lohagamos dbil y precisado de socorro para nuestro sentimiento.68Mala cualidad de la compasin. La compasin tiene como mala compaerauna desvergenza propia; pues, como quiere ayudar a toda costa, no se cohbe niante los medios de curacin ni ante la ndole y la causa de la enfermedad, y ejercedenodadamente el curanderismo con la salud y la reputacin de su paciente.69Impertinencia. Hay tambin una impertinencia respecto de las obras; y evidenciauna falta absoluta de pudor asociarse imitativamente ya de joven a las49 Ttulo diferente en Md. Dureza de corazn disimulada*.50 Erstratos (s. IV a. C.): efesio que, para inmortalizar su nombre, incendi el famoso templo deArtemisa en Efeso. Fue condenado a morir incinerado y toda mencin de su nombre castigada conla muerte.Friedrich Nietzscheobras ms ilustres de todos los tiempos con la familiaridad del tuteo. Otros noson impertinentes ms que por ignorancia: no saben con quin tienen quehabrselas, as no pocos filsofos jvenes y viejos en relacin con las obras delos griegos.7 0 51La voluntad se avergenza del intelecto. Con toda frialdad hacemos proyectosrazonables contra nuestros afectos; pero luego infringimos aqullos de lamanera ms flagrante, pues con frecuencia en el momento en que debiera consumarseel propsito, nos avergonzamos de esa frialdad y circunspeccin conque lo hemos concebido. Y entonces hace uno lo irracional, por esa especie deporfiada generosidad que todo afecto comporta.7 1 52Por qu los escpticos desagradan a la moral. Quien toma su moralidad elevaday gravemente se enoja con los escpticos en el mbito de la moral, pues alldonde l aplica toda su fuerza debe uno admirar, pero no investigar y dudar.Hay luego naturalezas cuyo ltimo resto de moralidad es precisamente la fe en lamoral: exactamente as se comportan con los escpticos, ms apasionadamentean si cabe.72Timidez. Todos los moralistas son tmidos, pues saben que se les confundecon espas y traidores tan pronto se les nota su inclinacin. En general son ademsconscientes de no ser vigorosos en la accin; pues en medio de la obra losmotivos de su hacer casi desvan su atencin de la obra53.73Un peligro para la moralidad general. Las personas que son a un tiemponobles y honestas llevan camino de divinizar cualquier diablura incubada por suhonestidad e inmovilizar por un tiempo la balanza del juicio moral.74Error muy amargo. Agravia irreconciliablemente descubrir que cuando unoestaba convencido de ser amado, slo era considerado utensilio y adorno a51 Cf 30 [631.52 Fp. Las personas que tienen sobre todo consciencia moral no soportan el escepticismo y elanlisis en este mbito. Lo que toman tan elevada y gravemente debe tambin llevar los nombresms orgullosos y ser inaccesible al examen. De donde resulta que sin orgullo no hay moralidad.-51 En general] Fp: No son adems vigorosos en la accin, pues los motivos de su lucha lesinteresan ms que lo que de ella haya de resultar.Humano, demasiado humano I i 31cuenta del cual puede el dueo de la casa dar rienda suelta a su vanidad anteinvitados.75Amor y dualidad. Qu es, pues, el amor sino comprender y alegrarse de queotro viva, obre y sienta de modo distinto y opuesto a como nosotros? Para que elamor lime los contrastes mediante el gozo, no es menester superarlos, negarlos.Incluso el amor a s mismo contiene como presupuesto la indeleble dualidad (opluralidad) en una sola persona.7 6 54Interpretar a partir del sueo. Lo que a veces no se sabe ni se siente exactamentedespierto -si se tiene buena o mala conciencia respecto a una persona- loensea inequvocamente el sueo.77Desenfreno. La madre del desenfreno no es el gozo, sino la ausencia de gozo.78Castigar y recompensar. Nadie acusa sin la segunda intencin de castigo yvenganza, incluso cuando uno acusa a su destino, a s mismo. Toda queja 55 esacusacin56, todo contento es elogio: en uno y otro caso, siempre hacemos responsablea alguien.79Dos veces injusto. A veces promovemos la verdad mediante una doble injusticia,a saber, cuando vemos y representamos una tras otra las dos caras de una cosaque no somos capaces de ver juntas, pero de tal manera que cada vez desconocemoso negamos la otra cara, con la ilusin de que lo que vemos es toda la verdad.80Desconfianza. La desconfianza en s mismo no siempre aparece insegura ytmida, sino a veces como frentica: se ha embriagado para no temblar.8 1 57Filosofa del advenedizo. Si uno quiere ser de una vez una persona, debehonrar incluso a su sombra.5,1 Aforismo aadido por Nietzsche de su puo y letra en M d .55 Klagen.5fl An k la g en .57 Cf. 28 [531.Friedrich NietzscheSaberse limpiar. Debe aprenderse a salir ms limpio de las situaciones suciasy, si es preciso, a lavarse tambin con agua inmunda.83Dejarse ir. Cuanto ms se deja uno ir, tanto menos le dejan ir los dems.84El canalla inocente. Hay un camino lento y gradual al vicio y la bellaquerade todo tipo. Al final del mismo, al que lo sigue le han abandonado por completolos enjambres de insectos de la mala conciencia, y, aunque enteramente infame,deambula sin embargo con inocencia.85Hacer planes. Hacer planes y concebir proyectos comporta muy buenos sentimientos,y quien tuviera la fuerza de no ser durante toda su vida nada ms queun forjador de planes, sera una persona muy dichosa; pero de cuando en cuandotendr que descansar de esta actividad para ejecutar un plan, y entoncessobrevienen el fastidio y el desencanto.86Con qu vemos el ideal. Toda persona capaz est encapsulada en su capacidady no puede mirar libremente ms all de sta. Si no tuviese adems su buenaporcin de imperfeccin, su virtud le impedira llegar a una libertad tico-espiritual.Nuestros defectos son los ojos con que vemos el ideal.8 7 58Elogio insincero. El elogio insincero produce luego muchos ms remordimientosde conciencia que la censura insincera, probablemente por la sola raznde que con el elogio exagerado hemos comprometido nuestra facultad de juicioen mucho mayor medida que con la censura exagerada e incluso injusta.88Cmo se muera es indiferente. Toda la manera de pensar de un hombre sobrela muerte en la flor de su vida, en el apogeo de su vigor, ciertamente dice y testi-8258 Fp-, -Cmo es que se perdona ms difcilmente la insinceridad de haber elogiado demasiado aa lg u ien que la de h ab e rlo cen su rad o demasiado. El elogio in sin c e ro p ro d u c e lu eg o msremordimientos de conciencia que [], probablemente porque con el elogio exagerado hemos almismo tiempo comprometido mucho ms nuestro juicio-.Humano, demasiado humano //monia mucho de lo que se llama su carcter; pero la hora de la muerte misma, suactitud en el lecho mortuorio, es casi indiferente al respecto. El agotamiento delser-ah que expira, sobre todo cuando los que mueren son viejos, la alimentacinirregular e insuficiente del cerebro durante este ltimo perodo, la por momentosextrema violencia del dolor, lo inexperimentado y nuevo de toda la situacin yharto a menudo incluso el acceso y retorno de impresiones y angustias supersticiosas,como si en la muerte fuese mucho en juego y se cruzaran puentes dendole pavorossima, todo esto no permite utilizar la muerte como testimoniosobre el vivo. Tampoco es verdad que el moribundo sea en general ms sinceroque el vivo: ms bien casi todos son inducidos por el continente solemne de loscircunstantes, por las efusiones, reprimidas o fluyentes, de lgrimas y sentimientos,a una comedia, ora consciente, ora inconsciente, de la vanidad. La gravedadcon que es tratado todo moribundo ha ciertamente sido para ms de un pobrediablo menospreciado el goce ms sutil de toda su vida y una especie de resarcimientoe indemnizacin de muchas privaciones.89La costumbre y su vctima. El origen de la costumbre se remonta a dos ideas:la comunidad vale ms que el individuo y la ventaja duradera ha de preferirse ala efmera; de donde se infiere la conclusin de que la ventaja duradera de lacomunidad debe anteponerse absolutamente a la ventaja del individuo, sobretodo a su bienestar momentneo, pero tambin a su ventaja duradera e incluso asu supervivencia. Ahora bien, si al individuo le perjudica una institucin beneficiosapara la totalidad, si desmedra por su causa, si sucumbe bajo su peso, la costumbredebe conservarse, el sacrificio tiene que llevarse a cabo. Pero una talmanera de pensar slo germina en quienes no son la vctima, pues sta alega ensu caso que el individuo puede ser de ms valor que el montn, lo mismo que elgoce presente, el momento en el paraso, habra quiz de considerarse superior auna inspida perpetuacin de estados exentos de sufrimiento o confortables. Perola filosofa de la vctima59 siempre se deja or demasiado tarde, y as es como perduranla costumbre6 y la eticidad61, cuando la eticidad no es justamente ms queel sentimiento de todo el conjunto de costumbres bajo las que se vive y se ha sidocriado, y ciertamente criado no en cuanto individuo, sino como miembro de untodo, como cifra de una mayora. As, constantemente sucede que el individuo, sueticidad mediante, se mayoriza a s mismo.9 0 62Lo bueno y la buena conciencia. Creis que todas las cosas buenas han tenidoen todas las pocas una buena conciencia? La ciencia, esto es, algo sin duda muyw la filosofa] Variante en Md. la filosofa del espritu de sacrificio; cf. carta de Nietzsche a sueditor, Ernst Schmeitzner del 5 de marzo de 1879.60 S itte.61 Sittlichkeit.62 Cf. 21 [77],Friedrich Nietzschebueno, hizo su entrada en el mundo sin tal y enteramente desprovista de todopathos, ms bien secretamente, mediante rodeos, con la cabeza tapada o enmascarada,como un criminal, y siempre al menos sintindose contrabandista. La buenaconciencia tiene como fase previa la mala conciencia; no como oposicin, puestodo lo bueno ha sido alguna vez nuevo, por ende inusitado, contrario a la costumbre,indecente63, y ha rodo como un gusano el corazn del afortunado inventor.91El xito santifica las intenciones. No se vacile en recorrer el camino de unavirtud, incluso cuando se comprenda que los motivos que a ella impelen no sonnada ms que el egosmo, es decir, la conveniencia, el bienestar personal, eltemor, la preocupacin por la salud, por la reputacin o la fama. Se dice queestos motivos son innobles y egostas; bien, pero cuando nos incitan a una virtud,por ejemplo, a la abnegacin, a la fidelidad al deber, al orden, a la mesura yla moderacin, se los atiende, califqueselos como se quiera! Pues si se alcanzaaquello a que invitan, en adelante la virtud alcanzada, debido al aire puro quepermite respirar y al bienestar psquico que comunica, ennoblece los ulterioresmotivos de nuestra accin y las mismas acciones en lo sucesivo ya no las realizamospor los mismos motivos ms groseros que antes nos llevaban a ellas. La educacinpor tanto debe, en cuanto sea posible, imponer las virtudes siempresegn la naturaleza del educando: la virtud misma, como el aire soleado y estivaldel alma, puede entonces contribuir a su propia obra y aadir madurez y dulzor.92Cristianistas, no cristianos. De modo que eso sera vuestro cristianismo! Parairritar a los hombres, ensalzis a Dios y a sus santos; y, a la inversa, cuandoqueris ensalzar a los hombres, lo llevis tan lejos que Dios y sus santos tienenque irritarse. Quisiera que aprendierais al menos los modales cristianos, puestoque tan ayunos estis de la cortesa del corazn cristiano.93Impresin natural de los pos y de los impos. Un hombre verdaderamente podebe ser para nosotros un objeto de veneracin; pero lo mismo un impo absolutamentesincero, radical. Si ante hombres de esta ltima especie est uno como en laproximidad de la alta montaa donde tienen su nacimiento los ros ms caudalosos,ante los pos se est como bajo rboles pletricos, de amplia sombra, apacibles.94Asesinatos judiciales. Los dos ms grandes asesinatos judiciales de la historiauniversal son, hablando sin rodeos, suicidios disfrazados y bien disfrazados. En4Extranjeras. Un extranjero que viajaba por Alemania desagrad y agrad conalgunas afirmaciones segn las regiones en que se detena. Todos los suabos quetienen espritu -sola decir- son coquetos. Pero los dems suabos seguan creyendotodava que Uhland era un poeta y Goethe inmoral. Lo mejor de las novelas alemanasque ahora eran celebradas era que no haca falta leerlas: ya se las conoca.El berlins pareca ms bonachn que el alemn meridional, pues era harto burln203 Cf. 23 [48], 23 [100], 30 [70]. Fp. Lo que se llaman diferencias nacionales son habitualmentediversos niveles culturales, a los que un pueblo llega antes, otro despus. Este aforismo esprobablemente una respuesta al artculo de Wagner Qu es alemn?, publicado en las BayreutherBltteren febrero de 1878, pgs. 29-42.204 Aforismo aadido de su puo y letra por Nietzsche en Md.Humano, demasiado humano I I 99y por tanto toleraba la burla, lo cual no suceda entre los alemanes meridionales. Elespritu de los alemanes era aplastado por su cerveza y sus peridicos: les recomendabat y panfletos, para curarse, naturalmente. Examnense sin embargo,aconsejaba, los distintos pueblos de la envejecida Europa fijndose en cmo cadauno exhibe con particular nfasis una determinada cualidad de la vejez, para contentode los que asisten a este gran espectculo: cmo los franceses representanfelizmente lo perspicaz y amable de la vejez; los ingleses, la experiencia y la reserva;los italianos, la inocencia y la ingenuidad. Faltaban las otras mscaras de lavejez? Dnde estaba el viejo arrogante? Dnde el viejo desptico? Dnde el viejoavaro? Las regiones ms peligrosas de Alemania eran Sajonia y Turingia: en ningunaparte haba ms inquietud espiritual y conocimiento de los hombres, amn delibrepensamiento, y todo estaba tan modestamente oculto por el feo idioma y ladiligente obsequiosidad de esta poblacin, que apenas se daba uno cuenta de queaqu se trataba con los sargentos espirituales de Alemania y con sus catequistas enel bien y en el mal. La arrogancia de los alemanes septentrionales se mantiene ensus lmites por su propensin a obedecer, la de los alemanes meridionales por supropensin a la comodidad. Parecale a l que los maridos alemanes tenan en susmujeres amas de casa torpes pero muy persuadidas de s: hablaban bien de s taninsistentemente, que haban convencido a casi todo el mundo y desde luego a susmaridos de la virtud propiamente alemana de las amas de casa. Cuando luego laconversacin derivaba hacia la poltica exterior e interna de Alemania, sola contarl lo llamaba denunciar- que el estadista ms grande de Alemania no crea en losgrandes estadistas. Encontraba amenazado y amenazador el futuro de los alemanes;pues ya no saban divertirse (en lo que tan entendidos eran los italianos), perose haban habituado a la emocin por obra del gran juego de azar de las guerras yrevoluciones dinsticas, as que algn da tendran la meute205. Pues sta es laemocin ms intensa que un pueblo puede procurarse. Precisamente por eso es elsocialista alemn el ms peligroso, porque no le impulsa una necesidad determinada;su sufrimiento es no saber lo que quiere; as que, por mucho que lograra enel disfrute, seguira sin embargo languideciendo de deseo, enteramente comoFausto 206, pero presumiblemente como un Fausto muy plebeyo. Pues -exclamfinalmente- Bismarck les ha sacado a los alemanes cultos el demonio fustico quetanto les atormentaba; pero ahora el demonio se les ha metido en el cuerpo a lospuercos y es peor que antes207.325Opiniones. La mayora de las personas ni son nada ni valen nada hasta nohaberse revestido de las convicciones generales y las opiniones pblicas, segnla filosofa de sastre de que el hbito hace al monje. Pero de las personas deexcepcin debe decirse: es la percha la que hace al traje; dejan aqu las opinionesde ser pblicas y se convierten en algo distinto a mscaras, atavo y disfraz.205 "Motn.206 Cf. Goethe, Fausto I, w . 3249 ss. (ed. cast., Obras completas, cit. vol. III, pgs. 1346 s.).207 Cf. Mateo, 8:32.100 Friedrich N ietzscheDos clases de sobriedad. Para no confundir la sobriedad por agotamiento delespritu con la sobriedad por moderacin, debe tenerse en cuenta que la primeraes desabrida, la otra gozosa.327Falsificacin de la alegra. No llamar buena una cosa un da despus de quenos lo parezca ni, ante todo, un da antes: este es el nico medio para mantenerautntica la alegra; de lo contrario, harto fcilmente se torna inspida y rancia algusto, y cuntase ahora entre los alimentos adulterados para capas enteras delpueblo.328El chivo de la virtud. Ante lo mejor de todo que alguien hace, los que bienquieren a ste pero no estn a la altura de su acto se lanzan precipitadamente enbusca de un chivo para matarlo, imaginando que es el chivo expiatorio de lospecados; pero es el chivo expiatorio de la virtud.329Soberana. Venerar tambin lo malo y profesarlo cuando a uno le agrada, yno concebir cmo puede avergonzar que agrade, es el signo de la soberana, enlo grande y en lo pequeo.330El influyente, un fantasma, no una realidad. El hombre eminente va poco apoco aprendiendo que, en la medida en que influye, es un fa n ta sma en lascabezas de los dems, y quiz caiga en la sutil tortura del alma de preguntarse sino deber mantener en vigor el fantasma de s para bien de sus congneres.331Quitar y dar. Cuando uno le quita (o le gana por la mano) algo a alquien, esciego para el hecho de que le ha dado mucho ms y aun lo mximo.3 3 2 208La buena tierra. Todo rechazo y negacin apunta una falta de fecundidad: enel fondo, slo con que furamos una buena tierra de labranza, no deberamos326208 Cf. 32 [201.Humano, demasiado humano //dejar perecer nada desaprovechado y s ver en todas las cosas, acontecimientos ypersonas abono, lluvia o sol bienvenidos.333El trato como goce. Si uno se mantiene, con sentido de renuncia, en la soledad,con ello puede hacer del trato con las personas, rara vez saboreado, unexquisito manjar.3 34 209Saber sufrir pblicamente. Uno debe exhibir su desdicha y de vez en cuandosuspirar audiblemente, estar visiblemente impaciente; pues si se dejara advertir alos dems cun seguro y dichoso se es en s pese al dolor y la privacin, qu envidiososy perversos se los hara! Pero debemos preocuparnos de no empeorar anuestros congneres; adems, en ese caso nos gravaran con onerosos impuestos,y en todo caso nuestro sufrimiento pblico es tambin nuestra ventaja privada.335Calor en las alturas. En las alturas hace ms calor de lo que en los valles sesupone, especialmente en invierno. El pensador sabe todo lo que este smilsignifica.336Querer lo bueno, poder lo bello. No basta con practicar el bien: debe habrseloquerido y, como dice el poeta, acoger la divinidad en la voluntad de u n o 21H.Pero no cabe querer lo bello, hay que poderlo, con inocencia y ciegamente, sinninguna curiosidad de la psique. Quien enciende su linterna para encontrarhombres perfectos repare en este signo: son los que siempre obran por mor delbien y al hacerlo siempre alcanzan lo bello sin pensar en ello. Pues muchos delos mejores y ms nobles, por incapacidad y carencia de alma bella, siguen pareciendo,con toda su buena voluntad y sus buenas obras, fastidiosos y feos;repugnan e incluso perjudican la virtud por el repulsivo atuendo con que su malgusto la viste.337Peligro para los que renuncian. Debe uno guardarse de cimentar su vidasobre un fundamento demasiado angosto de concupiscencia; pues cuando serenuncia a los deleites que las posiciones, los honores, las asociaciones, las209 Aforismo aadido de su puo y letra por Nietzsche en Md. Cf. HDH482.210 Schiller, Das Ideal u n d das Leben.Friedrich Nietzschevoluptuosidades, las comodidades, las artes comportan, puede llegar un da enque se advierta que, en vez de la sabidura, con esta resignacin se ha conseguidocomo vecino el hasto de la inda.338ltima opinin sobre opiniones. O bien oculta uno sus opiniones, o bien seoculta tras ellas. Quien hace de otro modo no conoce la marcha del mundo opertenece a la Orden de la Santa Temeridad.339Gaudeamus igitur211. El gozo debe contener tambin fuerzas edificantes ycurativas para la naturaleza tica del hombre: cmo si no podra ser que nuestraalma, en cuanto reposa al sol de la alegra, se prometa involuntariamente serbuena!, llegar a ser perfecta!, y que al hacerlo le embargue cual estremecimientode dicha un presentimiento de la perfeccin?340A alguien elogiado. En tanto se te elogia, no creas nunca que ests en tu propiasenda, sino en la de otro.341Amar al maestro. Al maestro el aprendiz lo ama de un modo, el maestro de otro.342Demasiado bello, y humano. La naturaleza es demasiado bella para ti, pobremortal: no pocas veces siente uno as; pero un par de veces, al fijar una miradantima en todo lo humano, su plenitud, fuerza, delicadeza, complejidad, he tenidola impresin de deber decir, con toda humildad: tambin el hombre esdemasiado bello para el hombre que contempla!, y ciertamente no slo el hombremoral, sino todos.343Bienes muebles y bienes races. Si alguna vez la vida ha tratado a alguiencomo verdadera expoliadora y le ha quitado todo lo que ha podido de honores,amigos, adeptos, salud y propiedades de toda ndole, tal vez descubra uno despus,tras el primer sobresalto, que es ms rico que antes. Pues ahora es cuandose sabe qu le es tan propio a uno que ningn ladrn puede ponerle la mano211 -Alegrmonos, pues.Humano, demasiado humano I Iencima; y as es como tal vez emerja de todo este pillaje y confusin con la hidalguade un gran terrateniente.344Involuntarias figuras ideales. El sentimiento ms penoso que hay es descubrirque siempre lo toman a uno por algo superior a lo que es. Pues tiene entoncesque confesarse: algo en ti es mentira: tu palabra, tu expresin, tus gestos, tumirada, tu accin; y esto engaoso es tan necesario como tu restante honestidad,pero supera constantemente el efecto y el valor de sta.345Idealista y mentiroso. Tampoco debe uno dejarse tiranizar por el ms hermosode los placeres: elevar las cosas al ideal; de lo contrario, llega un da en que laverdad se separa de nosotros con las ruines palabras: t, redomado embustero,qu tengo que ver yo contigo?212.346Ser mal entendido. Cuando se es globalmente mal entendido, es imposibleborrar de raz un malentendido particular. Hay que comprender esto para nomalgastar fuerzas en defenderse.347Habla el bebedor de agua. Contina bebiendo el vino que te ha refrescadodurante toda tu vida: qu se te da que yo tenga que ser un bebedor de agua?No son vino y agua elementos apacibles, fraternos, que conviven sin reproche?348Del pas de los antropfagos. En la soledad el solitario se devora a s mismo;en la multitud, la muchedumbre. Ahora elige.349 213En el punto de congelacin de la voluntad2U. Finalmente llega la hora que teenvolver en la dorada nube de la ausencia de dolor; en que el alma goce de supropia lasitud y, dichosa en el paciente juego con su paciencia, se asemeje215 a212 Cf.Juan, 2:4.211 Cf. 30 [31].214 Ttulo diferente en Md: Deseo de quien ya no tiene deseo.215 Finalmente llega la hora] CU Nada su p e rio r alcanzamos a ese juego a s c e n d e n te ydescendente del alma, por el que se asemeja....Friedrich Nietzschelas olas de un lago que en un tranquilo da de verano, reflejando un cielo crepuscularabigarradamente coloreado, lamen, lamen la orilla y vuelven a aquietarse-sin trmino, sin fin, sin saciedad, sin necesidad-, todo calma que se deleita en lamudanza, todo flujo y reflujo con el latido de la naturaleza216. Esto es lo quesienten y dicen todos los enfermos; pero si alcanzan esas horas, sobreviene, trasbreve goce, el aburrimiento. Pero ste es el viento tibio para la voluntad congelada,la cual despierta, se mueve y muestra de nuevo deseo sobre deseo. Desear esun indicio de curacin o mejora.3 5 0 217El ideal renegado. Excepcionalmente sucede que alguien slo alcanza lo msalto cuando reniega de su ideal; pues este ideal le impela hasta entonces demasiadoviolentamente, de modo que l siempre perda el aliento en la mitad de lasenda y deba detenerse.3 5 1 218Inclinacin delatora. Se considera como indicio de hombre envidioso, peroque aspira a elevarse, que ste se sienta atrado por el pensamiento de que contralo excelente slo hay una salvacin: el amor.352Felicidad de escalera. As como el ingenio de no pocos hombres no mantieneel mismo paso que la ocasin, de modo que la ocasin ya ha pasado por lapuerta mientras que el ingenio todava est en la escalera, as hay en otros unaespecie de felicidad de escalera que corre demasiado lentamente para estar siempreal lado del tiempo de los pies ligeros: lo mejor que llegan a gozar de unavivencia, de todo un tramo de la vida, no les acontece sino mucho tiempo despus,a menudo slo como un dbil perfume aromatizado que despierta anheloy tristeza, como si alguna vez hubiera sido posible saciar la sed en este elemento.Pero ahora es demasiado tarde.353Gusanos. No contradice la madurez de un espritu que tenga algunos gusanos.216 todo flujo y reflujo] Variante en Md. -todo ritmo de la naturaleza y ausencia de humanidad.217 Cf. 32 [2],218 Cf. 30 [1431. Cf. Goethe, Mximas y reflexiones, 45 (ed. cast., Obras completas, cit., vol. II,pg. 852).219 Cf. 33 [11.220 Juego de palabras con la expresin fig. y fam. francesa avoir lesprit de lescalier" (lit.: -tenerel espritu de la escalera).Humano, demasiado humano I I354La montura victoriosa. Un buen porte a caballo le roba al adversario el coraje,al espectador el corazn: para qu atacar ya? Monta como alguien que havencido.355Peligro en la admiracin. Por excesiva admiracin hacia virtudes ajenaspuede uno perder el sentido para las suyas propias y, por falta de prctica, acabarpor perder stas mismas, sin obtener en compensacin por ellas las ajenas.3 5 6 221Provecho de la salud delicada. Quien est a menudo enfermo no slo tieneun goce mucho mayor en la salud por sus frecuentes curaciones, sino tambinun sentido sumamente agudo para lo sano y lo enfermo en las obras y acciones,propias y ajenas; de modo que precisamente los escritores enfermizos -y entreellos estn desgraciadamente casi todos los grandes- suelen tener en sus escritosun tono de salud mucho ms seguro y parejo, pues entienden ms que losfsicamente robustos de la filosofa de la salud y la curacin del alma y de suspreceptores: la maana, el sol, el bosque y el manantial.357La infidelidad, condicin de la maestra. No hay nada que hacer: todo maestrotiene un solo alumno y ste no le permanece fiel, pues tambin l est destinadoa la maestra.358Nunca en vano. Nunca trepas en vano por la montaa de la verdad: o ya hoysubes ms alto, o bien ejercitas tus fuerzas para poder ascender ms alto maana.359Ante vidrieras grises. Es, pues, tan bello lo que del mundo veis a travs deesta ventana, que ya no queris mirar por ninguna otra ventana, e incluso tratisde impedrselo a los dems?360222Indicio de metamorfosis drsticas. Soar con olvidados o muertos ha muchoes signo de que se ha pasado por una drstica metamorfosis en el interior de uno221 Aforismo aadido de su puo y letra por Nietzsche en Md. Cf. 28 [30], Cf. carta de Nietzsche aSchmeitzner del 14 de marzo de 1879.222 Cf. 28 [331.106 Friedrich Nietzschey de que el suelo sobre el que se vive ha sido completamente revuelto: entoncesresucitan los muertos y nuestra antigedad se convierte en novedad.361Medicamento del alma. Yacer en silencio y pensar poco es el frmaco msbarato para todas las enfermedades del alma y, con buena voluntad, su uso sehace, de hora en hora, ms agradable.362De la jerarqua de los espritus. Te sita muy por debajo de se el hecho deque t tratas de establecer las excepciones, pero l la regla.363El fatalista. Debes creer en el fatum: la ciencia puede obligarte a ello. Lo quede esta creencia brote en ti cobarda, resignacin o magnanimidad y franquezadatestimonio del terreno en que fue plantada esa semilla; pero no de la semillamisma, pues a partir de sta puede surgir todo y cualquier cosa.3 6 4 223Motivos de mal humor. Quien en la vida prefiere lo bello a lo til acabar decierto, como el nio que prefiere la golosina al pan, por estropearse el estmagoy ver el mundo muy malhumorado.365El exceso como remedio curativo. Uno puede volver a tomar gusto por supropio talento venerando y gozando excesivamente del opuesto durante mstiempo. Emplear el exceso como remedio curativo es uno de los ms sutilesrecursos en el arte de vivir.366*Quirete a ti mismo. Las naturalezas activas y exitosas no obran segn lamxima: concete a ti mismo, sino como si tuvieran presente la orden: quiretea ti mismo, as devienes t mismo. El destino parece haberles dejado siempre laeleccin: mientras que los inactivos y contemplativos reflexionan sobre cmohan elegido esa sola vez, al venir al mundo.221 Fp: Los hombres siguen siendo pueriles, pues prefieren la golosina al pan, la fantasa a larealidad y lo embriagador a lo til.Humano, demasiado humano I I367Vivir en lo posible sin adeptos. Cun poco significan los adeptos slo se comprendecuando se ha dejado de ser el adepto de los adeptos de uno.368Oscurecerse. Hay que saber oscurecerse para desembarazarse de los enjambresde admiradores harto molestos.3 6 9 224Aburrimiento. Hay un aburrimiento de los cerebros ms refinados y cultos, alos cuales lo mejor que la tierra ofrece se les ha vuelto inspido: habituados acomer manjares selectos y cada vez ms selectos y a tener asco a los ms groseros,estn en peligro de morir de hambre, pues de lo ptimo slo existe poco, y aveces se ha vuelto inaccesible o ptreo, de modo que ni aun buenos dientes puedenya morderlo.370El peligro en la admiracin. La admiracin de una cualidad o de un artepuede ser tan intensa que nos impida aspirar a su posesin.371Lo que se quiere del arte. Por medio del arte el uno quiere disfrutar de su ser,el otro elevarse temporalmente con su ayuda por encima de su ser, apartarse del. Segn ambas necesidades, hay dos clases de arte y de artistas.372Defeccin. Quien nos abandona, con ello quiz no nos ofende a nosotros,pero a buen seguro s a nuestros adeptos.373Despus de la muerte. Habitualmente slo mucho despus de la muerte deuna persona hallamos incomprensible que falte; en el caso de muy grandeshombres, a menudo slo al cabo de dcadas. Quien es honesto supone habitualmenteante un fallecimiento que propiamente hablando no es una gran prdiday que el solemne orador fnebre es un hipcrita. Slo la necesidad ensealo necesario que es un individuo, y el epitafio justo es un suspiro tardo.224 Fp. -Si uno quiere nutrirse con lo mejor, puede morir de hambre: hay un aburrimiento de losespritus ms refinados y cultivados, a los cuales lo que la tierra ofrece se les vuelve inspido: deentre ellos podra incluso surgir el fundador de una religin*.Friedrich N ietzsche374Dejar en el Hades. Muchas cosas hay que dejar en el Hades del sentimientosemiconsciente y no querer redimirlas de su existencia de sombras; de lo contrario,se convierten, como pensamiento y palabra, en nuestros amos demonacos yapetecen cruelmente nuestra sangre.375Cerca de la mendicidad. Aun el espritu ms rico ha perdido alguna vez lallave de la cmara en que guarda sus tesoros acumulados y es entonces igual almayor de los pobres, que tiene que mendigar para vivir.376Pensador de cadenas. A alguien que ha pensado mucho, todo nuevo pensamientoque oye o lee se le aparece al punto en forma de cadena.3 7 7 225Compasin. En la vaina dorada de la compasin se oculta a veces la daga dela envidia.3 7 8 226Qu es genio? Querer una meta elevada y los medios conducentes a ella.379Vanidad de los luchadores. Quien no tiene ninguna esperanza de vencer enuna lucha o ha sucumbido a ojos vista, quiere tanto ms que se admire su manerade luchar227380La vida filosfica es mal interpretada 228. En el momento en que alguiencomienza a tomar en serio la filosofa, todo el mundo cree lo contrario.225 Cf. 28 [591, 30 [37], 30 [40],226 El texto de este aforismo se encuentra en la carta de Nietzsche a Schmeitzner del 12 de enerode 1879: Luego, os lo ruego, insertad adems en cualquier parte una de mis sentencias de las queestoy bastante contento: Qu es genio?, etc..227 En Fp, al final de este aforismo se aade: -cf. mi escrito sobre W>.228 En Fp se comenzaba as: -En tanto en cuanto uno ande loco por la filosofa, se estarabsolutamente dispuesto a llamarle filsofo.Humant*, demasiado h umano I IImitacin. Mediante la imitacin lo malo gana en prestigio, pero lo bueno-sobre todo en el arte- lo pierde.3 8 2 229Leccin ltima de la historia. Ah, ojal hubiera yo vivido entonces! -dicen laspersonas estpidas y frvolas-. Ms bien, ante cualquier pasaje de la historia que sehaya considerado seriamente, as sea la tierra de promisin por excelencia del pasado,se acabar exclamando: todo menos volver all! El espritu de esa poca pesarasobre ti con la presin de cien atmsferas, no podras gozar de lo bueno yhermoso de ella, ni digerir lo malo. A buen seguro que la posterioridad juzgar delmismo modo nuestra poca: fue insoportable, la vida en ella invivible. Y no seaguanta sin embargo cada cual con su poca? S, y ciertamente porque el espritu desu poca no slo pesa sobre l, sino que est tambin en l. El espritu de la pocase ofrece resistencia a s mismo, se porta a s mismo.383La grandeza como mscara. Con grandeza de conductas exaspera uno a susenemigos, con envidia que pueda advertirse casi los reconcilia consigo; pues laenvidia compara, equipara, es una forma involuntaria y gemebunda de modestia.No habr sido aqu y all tomada, a causa de la ventaja mencionada, la envidiacomo mscara por aquellos que no eran envidiosos? Quiz; pero seguramente lagrandeza de conducta ha sido empleada a menudo como mscara de la envidiapor envidiosos que prefieren sufrir desventajas y exasperar a sus enemigos a quese advierta que interiormente se les equiparan.38423oImperdonable. Le has dado ocasin de mostrar grandeza de carcter y l no laha aprovechado. Jams te lo perdonar.385Anti-tesis. Lo ms senil que sobre el hombre se ha pensado se oculta en lafamosa mxima: el yo siempre es odioso231; lo ms pueril, en la an ms famosa:ama a tu prjimo como a ti mismo232. En la una, el conocimiento del hombreha cesado; en la otra, ni ha empezado todava.381229 Los aforismos 382-387 fueron enviados por Nietzsche a Schmeitzner el 5 de enero de 1879.230 Cf. carta de Nietzsche a Peter Gast del 31 de mayo de 1878: Wagner ha desaprovechado unagran ocasin para mostrar grandeza de carcter* (ed. cast., Nietzsche: Correspondencia, trad. FelipeGonzlez Vicen, Ag