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INTRODUCCIÓN La Paleontología, como ciencia de la naturaleza que tiene por objeto el conocimiento de la diversifi- cación de los seres vivos a lo largo de los tiempos geológicos a partir de su registro fósil, no adquiere el carácter de disciplina científica hasta el principio del siglo XIX. La mayor parte de los historiadores de las ciencias de la vida y de las ciencias de la tierra (entre otros, Adams, 1954:263; Rudwick, 1987; Pelayo, 1991; Buffetaut, 1992; Ellenberger, 1989, 1994; Young, 1998) coinciden en afirmar que la Paleonto- logía no tiene estatuto epistemológico propio hasta la época de Georges Cuvier (1769-1832). Puede decir- se, que con la publicación en 1825 de su obra Dis- cours sur les révolutions de la surface du globe (tra- ducida inmediatamente al inglés, sueco, italiano, alemán, checo y ruso) la Paleontología nace como ciencia. Sus estudios sobre anatomía comparada lle- varon en pocos años a la ciencia de los fósiles a un gran desarrollo. A estos se unió el desarrollo inci- piente del uso de los fósiles como metodología para “datar” los terrenos antiguos, iniciada por William Smith (1769-1839) (Adams, 1954:268) y continuada sobre todo por Charles Lyell (1797-1875) (Rudwick, 1987; Sequeiros, 1988; Sequeiros y otros, 1997). Desde esa época, relativamente próxima, hasta nuestros días menos de dos siglos más tarde, la Pa- leontología ha logrado emanciparse como cuerpo de doctrina que participa de elementos geológicos y biológicos pero que ha alcanzado su mayoría de edad. Puede decirse que, en la actualidad, la comu- nidad científica internacional de los paleontólogos, liberada de las tutelas necesarias debido a su juven- tud, tiene hoy sus propias sociedades, métodos e instituciones. Prueba de ello es, por ejemplo, la cre- ación de la Sociedad Española de Paleontología ha- 100 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2) ¿QUÉ PUEDE APORTAR LA HISTORIA DE LA PALEONTOLOGÍA AL PROFESORADO DE CIENCIAS DE LA TIERRA? The History of Palaeontology, what can contribute to Earth Sciences Teachers? Leandro Sequeiros(*) RESUMEN La paleontología, desde hace 25 años, ha dado un giro espectacular. Emancipada de la geología, co- mo disciplina con su propia racionalidad y enriquecida con las aportaciones de la biología moderna, no es ya la “ancilla geologiae”. Su matriz disciplinar le permite situarse autónomamente dentro de las Ciencias de la Tierra. Este giro epistemológico ha hecho que la enseñanza universitaria de la misma se haya liberado en gran parte del lastre de la sistemática. Del mismo modo, la paleontología debe tener un lugar dentro de la formación de la Enseñanza Obligatoria y del Bachillerato. Pero la pregunta es: ¿cuál es el valor educativo de la Paleontología? ¿qué paleontología conviene enseñar? ¿cuáles son los objeti- vos mínimos de la formación paleontológica en Secundaria? ¿cuáles son los contenidos mínimos desea- bles de paleontología que deben trabajar los alumnos? Para responder a estas preguntas, se postula que la historia de la paleontología es una herramienta poderosa para que el profesor de Ciencias de la Tie- rra elabore su propio curriculo de Geología. ABSTRACT Palaeontology has done an spectacular spistemological shift during the past 25 years. Emancipated from Geology is now a discipline with its own rationality- Its able to be enriched with the modern biology contributions and so able not being the ancilla geologiae Sciences. And regarding the way teaching must be done at the university level its epistemological shift it has allowed been released from the systematic ballast. In the same way, Palaeontology must be included into the curricula of Primary and Secondary School. Anyway, the main questions are: what is the educational value of Palaeontology? Which Palae- ontology is advisable to teach? What are the minimum goals we must pursued in the Secondary School? And what are the minimum contents we must demand? The main assumption of this paper is that we have in the History of Palaeontology a very useful tool answer these and some additional questions. Palabras clave: Paleontología, Historia de la Ciencia, Historia de la Paleontología, Didáctica de las Ciencias de la Tierra. Keywords: Palaeontology, History of Science, History of Palaeontology, Earth Sciences Teaching. TEMA DEL DÍA (*) Área de Filosofia. Facultad de Teologia. Universidad de Granada. Apartado 2002. 18080 Granada. E-mail: [email protected] Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2001. (9.2) 100-109 I.S.S.N.: 1132-9157

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INTRODUCCIÓN

La Paleontología, como ciencia de la naturalezaque tiene por objeto el conocimiento de la diversifi-cación de los seres vivos a lo largo de los tiemposgeológicos a partir de su registro fósil, no adquiere elcarácter de disciplina científica hasta el principio delsiglo XIX. La mayor parte de los historiadores de lasciencias de la vida y de las ciencias de la tierra (entreotros, Adams, 1954:263; Rudwick, 1987; Pelayo,1991; Buffetaut, 1992; Ellenberger, 1989, 1994;Young, 1998) coinciden en afirmar que la Paleonto-logía no tiene estatuto epistemológico propio hasta laépoca de Georges Cuvier (1769-1832). Puede decir-se, que con la publicación en 1825 de su obra Dis-cours sur les révolutions de la surface du globe (tra-ducida inmediatamente al inglés, sueco, italiano,alemán, checo y ruso) la Paleontología nace comociencia. Sus estudios sobre anatomía comparada lle-

varon en pocos años a la ciencia de los fósiles a ungran desarrollo. A estos se unió el desarrollo inci-piente del uso de los fósiles como metodología para“datar” los terrenos antiguos, iniciada por WilliamSmith (1769-1839) (Adams, 1954:268) y continuadasobre todo por Charles Lyell (1797-1875) (Rudwick,1987; Sequeiros, 1988; Sequeiros y otros, 1997).

Desde esa época, relativamente próxima, hastanuestros días menos de dos siglos más tarde, la Pa-leontología ha logrado emanciparse como cuerpo dedoctrina que participa de elementos geológicos ybiológicos pero que ha alcanzado su mayoría deedad. Puede decirse que, en la actualidad, la comu-nidad científica internacional de los paleontólogos,liberada de las tutelas necesarias debido a su juven-tud, tiene hoy sus propias sociedades, métodos einstituciones. Prueba de ello es, por ejemplo, la cre-ación de la Sociedad Española de Paleontología ha-

100 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

¿QUÉ PUEDE APORTAR LA HISTORIA DE LA PALEONTOLOGÍA AL PROFESORADO DE CIENCIAS DE LA TIERRA?

The History of Palaeontology, what can contribute to Earth Sciences Teachers?

Leandro Sequeiros(*)

RESUMEN

La paleontología, desde hace 25 años, ha dado un giro espectacular. Emancipada de la geología, co-mo disciplina con su propia racionalidad y enriquecida con las aportaciones de la biología moderna, noes ya la “ancilla geologiae”. Su matriz disciplinar le permite situarse autónomamente dentro de lasCiencias de la Tierra. Este giro epistemológico ha hecho que la enseñanza universitaria de la misma sehaya liberado en gran parte del lastre de la sistemática. Del mismo modo, la paleontología debe tener unlugar dentro de la formación de la Enseñanza Obligatoria y del Bachillerato. Pero la pregunta es: ¿cuáles el valor educativo de la Paleontología? ¿qué paleontología conviene enseñar? ¿cuáles son los objeti-vos mínimos de la formación paleontológica en Secundaria? ¿cuáles son los contenidos mínimos desea-bles de paleontología que deben trabajar los alumnos? Para responder a estas preguntas, se postula quela historia de la paleontología es una herramienta poderosa para que el profesor de Ciencias de la Tie-rra elabore su propio curriculo de Geología.

ABSTRACT

Palaeontology has done an spectacular spistemological shift during the past 25 years. Emancipatedfrom Geology is now a discipline with its own rationality- Its able to be enriched with the modern biologycontributions and so able not being the ancilla geologiae Sciences. And regarding the way teaching mustbe done at the university level its epistemological shift it has allowed been released from the systematicballast. In the same way, Palaeontology must be included into the curricula of Primary and SecondarySchool. Anyway, the main questions are: what is the educational value of Palaeontology? Which Palae-ontology is advisable to teach? What are the minimum goals we must pursued in the Secondary School?And what are the minimum contents we must demand? The main assumption of this paper is that we havein the History of Palaeontology a very useful tool answer these and some additional questions.

Palabras clave: Paleontología, Historia de la Ciencia, Historia de la Paleontología, Didáctica de lasCiencias de la Tierra.Keywords: Palaeontology, History of Science, History of Palaeontology, Earth Sciences Teaching.

TEMA DEL DÍA

(*) Área de Filosofia. Facultad de Teologia. Universidad de Granada. Apartado 2002. 18080 Granada. E-mail: [email protected]

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2001. (9.2) 100-109I.S.S.N.: 1132-9157

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ce sólo quince años, y de la Sociedad Europea des-de hace diez años.

En números anteriores de esta revista, Enseñan-za de las Ciencias de la Tierra, se han tocado diver-sos aspectos de la enseñanza de la Paleontología.Incluso, se ha dedicado un número monográfico ala Historia y a la Epistemología de la Geología(VVAA, 1997). Este número monográfico aborda ladidáctica de los fósiles de un modo más específico.

Preguntas básicas sobre el papel de la Paleonto-logía

Pero la pregunta fundamental es: ¿qué valor for-mativo tiene la Paleontología para la “alfabetiza-ción científica” de los ciudadanos en la Enseñanzaobligatoria? ¿qué Paleontología enseñar? ¿qué lugardebe tener la Paleontología en la Educación Prima-ria y Secundaria en España? ¿qué lugar debe ocuparla Paleontología en el conjunto de la formación ge-neral de todos los ciudadanos en el marco de lasCiencias de la Naturaleza y de las Ciencias de laTierra y de la Vida?. Y lo que es más problemáti-co:¿cuáles son los objetivos mínimos de la forma-ción paleontológica en Secundaria? ¿cuáles son loscontenidos mínimos deseables de Paleontología quedeben trabajar los alumnos y alumnas?.

Para algunos profesores de Ciencias de la Tierrapueden resultar obvias y por ello innecesarias estaspreguntas. En la labor educativa en Primaria y en Se-cundaria, tanto obligatoria como postobligatoria, losfósiles han recibido un tratamiento simple: se trata deque los alumnos reconozcan de visu algunos gruposde fósiles más representativos y sepan situarlos dentrodel esquema del tiempo geológico. Incluso durantemucho tiempo se consideró que un buen paleontólogoes aquel que es reconoce, identifica y “pone nombre”a una gran cantidad de fósiles. Sin embargo, el desa-rrollo actual de la Paleontología nos mostrará que hoyla tarea de esta ciencia no se centra en los problemastaxonómicos sino en otros aspectos de acuerdo con lamatriz disciplinar que hoy la constituye.

Pero para otros profesores, sobre todo para losque nos agrupamos en la AEPECT, estas preguntasno son superfluas. Una manera de acercarnos a larespuesta a estas preguntas es a través de la refle-xión sobre la Historia de la Paleontología. El desa-rrollo histórico de cualquier ciencia debe ser una he-rramienta de gran poder explicativo en manos delprofesorado. No solo permite conocer los obstáculosmás importantes con que los científicos se han en-contrado en el desarrollo de su tarea (y que por tan-to, serán obstáculos en la mente de los alumnos) si-no que también permite seleccionar los problemascientíficos más sobresalientes y los conceptos es-tructurantes más potentes en el desarrollo del cono-cimiento científico. Cómo han ido apareciendo losproblemas y los conceptos puede ser una buena guíapara la elaboración del currículo por parte del profe-sor. Estas consideraciones generales, muy repetidas

en las páginas de nuestra revista (Pedrinaci y Berji-llos, 1994; Pedrinaci y Sequeiros, 1999) puedenaplicarse igualmente para la Paleontología. El obje-tivo de este artículo, además de presentar muy es-quemáticamente, el desarrollo histórico de la Pale-ontología, pretende mostrar algunas líneas básicaspara fundamentar un determinado currículo de Cien-cias de la Tierra que tenga como elemento la historiade la vida tal como se interpreta a partir de los “ar-chivos del planeta” (Pedrinaci, 1992; Pedrinaci yBerjillos, 1994; Pedrinaci y Sequeiros, 1999).

En el presente número postulamos que los fósi-les (con todo lo que ellos representan) deben formarparte de la educación científica en estos niveleseducativos. Y ello porque la Paleontología (en susentido moderno) suministra al estudioso y al estu-diante una cosmovisión, un sentido de la realidad,una determinada “imagen” del mundo dentro de laGeología global (de la que se ha tratado en otrosnúmeros de esta revista). El estudio de los fósilesproporciona hoy una imagen cambiante, abierta,inacabada, evolutiva, sistémica y compleja, ecológi-ca y biogeográfica del planeta Tierra. Tal vez seaesta la lección más importante de la Paleontología,tal como lo revela su breve pero densa historia.

No son demasiado abundantes los materiales bi-bliográficos complexivos sobre la Historia de la Pa-

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(1) Para los falibilistas hay que rechazar la pretensión de infalibilidad que se han atribuido los científicos y los filósofos. Ni lasproposiciones de la ciencia ni de la filosofía son definitivas.

Fig. 1. Portada e ilustraciones de la obra Herba-rium Diluvianum (1723) de J. J. Scheuchzer (1672-1733)

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leontología. Al estar ésta tradicionalmente incluidadentro de la Geología clásica, es necesario acudir amanuales de historia de la Geología o a historias delas ideas evolutivas. En historia de la Geología, losmanuales más conocidos en España son: Adams(1954), Buffetaut (1992), Ellenberger (1989, 1994),Rudwick (1987), Pelayo (1991, 1996); y de historiade las ideas evolutivas destacamos, como más acce-sibles: Templado (1974), Young (1998), Richards(1999). Una breve pero buena síntesis, en alemán,puede consultarse en Ziegler (1984).

En un afán sistematizador (necesariamente in-completo y por ello mutilador de la realidad) se pue-den diferenciar aquí cuatro etapas en el desarrollohistórico de las ideas sobre la interpretación de losfósiles: 1) el período “clásico” (preparadigmático):que se extiende desde la antigüedad hasta el sigloXVIII; 2) el período de la constitución de la Paleon-tología: que incluye, sobre todo, la paleontología enel tiempos de Georges Cuvier; 3) el período de laPaleontología de tradición evolucionista y darwinis-ta, y 4) el período de la Paleontología actual, de tra-dición sistémica y global, centrada en los problemaspaleobiogeográficos y paleoecológicos de los proce-sos biológicos antiguos.

EL PERÍODO “CLÁSICO” (PREPARA-DIGMÁTICO): LOS FÓSILES ENTRE LAMAGIA, LA CURIOSIDAD Y EL DILUVIOUNIVERSAL

Hasta la época de Cuvier no existe un verdadero“paradigma” paleontológico, como veremos. Hastael siglo XVIII se puede hablar de interpretacionesparciales, poco estructuradas, a las que llamamos“preparadigmas” (Sequeiros y otros, 1997).

Las culturas humanas conocieron lo que hoyllamamos fósiles desde una época muy temprana.En aquellas épocas ya lejanas, los humanos inventa-ron extrañas leyendas sobre el significado de esas“piedras” con aspecto extraño y sobre las propieda-des mágicas que podían tener (Meléndez, 1947).

La Escuela de Aristóteles se caracterizó por losconceptos erróneos sobre la naturaleza y la interpre-tación de los fósiles. Pensaba que la Tierra tieneuna virtualidad especial para producir piedras conaspecto de conchas y de otros animales. Las cultu-ras musulmanas recogieron las tradiciones clásicasde los griegos y latinos, teniendo mucha influenciaen el mundo cristiano medieval y renacentista. Enel siglo X, el médico árabe Ibn Sinna, más conocidocomo Avicena (980-1037) se ocupó de la interpre-tación de los fósiles, atribuyendo a la vis plasticaaristotélica la capacidad de producir animales depiedra en el fango primitivo. Estas ideas pasan almundo cristiano en los siglos XII y XIII, de modoque Alberto Magno (1193-1280) explica la forma-ción de ciertas piedras que, según él, “tienen inte-rior y exteriormente la apariencia de animales”.

El conocimiento de los fósiles desde el Renaci-miento

En la primera época del Renacimiento, la creen-cia más extendida era que los fósiles debían interpre-tarse como ludus naturae (juegos de la naturaleza)sin valor científico y consideradas solo como curiosi-dades. Algunas de ellas, por su aspecto a lengua, sedenominaron glossopetrae. Más leyendas e interpre-taciones pueden encontrarse en Adams (1954), Me-léndez, (1947), Ziegler, (1984), Buffetaut (1992) ySequeiros, (2000). Leonardo da Vinci (1452-1519)supo interpretar correctamente la naturaleza de los

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Fig. 2. Reconstrucción del Mastodonte fósil americano, obra de G. Cuvier (1806).

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fósiles, pero sus ideas no trascendieron al resto de losestudiosos. Así, Michele Mercati (1541-1593), autordel Catálogo de la colección del Museo del Vaticano(1574), sostiene los puntos de vista de los autoresmedievales sobre los fósiles. De igual modo, otro delos grandes naturalistas renacentistas, Georg Bauer,más conocido por el nombre latinizado del apellido,Agrícola (1494-1555) en su De Natura Fossilium de1546, considera la Glossopetrae como fragmentos deagua endurecida y el resto de los fósiles como ludusnaturae, efecto de la casualidad.

Habrá que llegar al siglo XVII para encontraruna interpretación de los fósiles que se cuestione elorigen mineral y proponga una hipótesis biológica.Contribuyó a este cambio de paradigma el hallazgoen Europa y en América de fragmentos de grandeshuesos de mamíferos antiguos. Nacerá así la Gigan-tología como ciencia de la vida y costumbres de losgigantes (Pelayo, 1996, 1999; Sequeiros, 2000) asícomo de las interpretaciones mitológicas de los res-tos de huesos, que se atribuyen a dragones, mons-truos y unicornios (Meléndez, 1947; Ziegler, 1984).

Pero un autor visionario revolucionará en pocosaños el paradigma medieval. Se trata del danésNiels Stensen, más conocido con su nombre latini-zado de Nicolás Stenon (1638-1686) (Ellenberger,1989; Rudwick, 1987; Sequeiros, 2000). Stenon es-tablece en su obra De Solido intra Solidum Natura-liter Contento de 1669, que muchas de las Glosso-petrae no son otra cosa que auténticos dientes detiburones que vivieron hace mucho tiempo y cuyosrestos fueron enterrados en el fondo marino primiti-vo. Stenon pone las bases epistemológicas de la in-terpretación biológica de los fósiles que tendrá supleno desarrollo en el siglo XVIII.

Pero la pregunta sobre el origen de estos fósiles,llevó al desarrollo de uno de los paradigmas científi-cos más persistentes desde esa época: el paradigmadel diluvismo científico (Sequeiros, 2000). En Espa-ña, uno de los autores que más influyó en la elabora-ción y consolidación de estas ideas que conjugan la

gigantología con el Diluvio fue el franciscano grana-dino José Torrubia (1698-1761) quien en 1754 pu-blica su famoso Aparato para la Historia NaturalEspañola que tuvo gran difusión por Europa (Capel,1985; Pelayo, 1996; Sequeiros, 1999, 2000).

En la segunda mitad del siglo XVIII, ya se ad-mite por lo general el verdadero significado de losfósiles (Rudwick, 1987; Sequeiros, 2000). Pero lostrabajos que se publican se reducen a la descripciónde los restos encontrados. Entre ellos merece desta-carse el de B. W. Knorr y J. E. I. Walch, Colecciónde las notabilidades de la Naturaleza y antigüeda-des del suelo terrestre, impreso en cuatro volúme-nes y 275 láminas, en Nurenberg desde 1755 a1775. Es la época de George Louis Leclerc, condede Buffon (1707-1788), autor de la monumentalHistoria Natural.

Se necesitaron muchos siglos para superar elobstáculo epistemológico y asumir el carácter bioló-gico de los fósiles. Esta consideración tiene induda-bles implicaciones didácticas: no es tan sencillo paralos estudiantes “comprender” que los fósiles estabanantes que las rocas y que éstos tienen una naturalezabiológica (Sequeiros y Martínez Urbano, 1998).

EL PERÍODO DE LA CONSTITUCIÓN DELA PALEONTOLOGÍA: LA PALEONTO-LOGÍA EN TIEMPOS DE GEORGES CUVIER

El indiscutible fundador de la moderna Paleon-tología es el barón G. Georges Cuvier (1769-1832).La Paleontología se constituye como ciencia al tra-tar de ampliar el estudio de la Zoología y de la Bo-tánica al conocimiento de la naturaleza de los ani-males y plantas encontrados como fósiles y alsituarlos en un esquema de tiempo pasado geológi-co aprovechando las ideas expuestas por WilliamSmith (1768-1839) iniciador de la PaleontologíaEstratigráfica (Meléndez, 1947). Es la época de lasgrandes controversias entre Neptunistas y Plutonis-tas (Pedrinaci y Sequeiros, 1999).

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Fig. 3. Dibujos de Cuvier (1804) del esqueleto incompleto de un marsupial fósil perteneciente a los lechos deyeso de Montmartre, de comienzos del Terciario.

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Cuvier, en el Museo de Historia Natural de Pa-rís, dedicó su atención con preferencia a los verte-brados, cuyos esqueletos le habían llamado podero-samente la atención. Algunas de sus obras másimportantes son: Lessons d´Anatomie comparée(1800-1805), Recherches sur les ossaments fossils,que incluye el Discours sur les révolutions de lasurface du globe (1812-1829).

El interés de Cuvier por los huesos fósiles co-menzó poco después de llegar a París. En 1796 reci-be el encargo de informar sobre unos restos fósilesgigantes que habían sido enviados desde el Para-guay. Estos llegaron a Madrid, al Real Gabinete deHistoria Natural el 29 de septiembre de 1789. Allí,el legado pasó a manos de Juan Bautista Bru, “pin-tor y disecador” del Gabinete. Bru, además de en-cargarse de prepararlo y montarlo “sobre un pedestalgrandioso en una sala de petrificaciones de este RealGabinete”, lo describió. Cuvier redactó un amplioinforme con los datos de Bru. (Pelayo, 1996, 1999).Describió cuidadosamente esta criatura y la denomi-nó Megatherium. Pertenecía al grupo de los perezo-sos, pero en su época no se conocían vivos perezo-sos de ese tamaño. Pero ¿cómo explicar la existenciade estos grandes perezosos? ¿cómo explicar su ex-tinción?.

Cuvier, contrariamente a su colega Lamarck(1744-1829) nunca aceptó la posibilidad de que lasespecies animales se “transformasen”. Lo único queaceptó es que periódicamente se producen en laTierra unas poderosas convulsiones (las “revolucio-nes del Globo”) con la consiguiente extinción demuchos animales, seguidas de una etapa de calmadurante la que se produce otra “creación”. Sin em-bargo, lo que entiende Cuvier por “creación” es ob-jeto de muchos debates entre los historiadores(Templado, 1974; Young, 1998).

Cuvier y Lamarck fueron enemigos irreconcilia-bles por las teorías fixista y transformista que cadauno de ellos defendían. Pero tal vez, con intenciónde encontrar nuevos argumentos en apoyo de susideas hicieron progresar extraordinariamente el es-tudio científico de los fósiles, escibiendo y publi-cando obras de indiscutible valor científico (Melén-dez, 1947).

La interpretación “catastrofista” de la desapari-ción de los seres vivos del pasado está muy arraigadaen la mente de los estudiantes. Los medios de comu-nicación (sobre todo, las películas de dinosaurios)han recalcado una imagen falsificada de los procesosgeobiológicos que será necesario desmontar con pa-ciencia (Sequeiros y Martínez Urbano, 1998).

EL PERÍODO DE LA PALEONTOLOGÍA DETRADICIÓN EVOLUCIONISTA Y DARWI-NISTA

La paleontología va a iniciar un nuevo períodode la mano, precisamente, de un hombre que negabala evolución: Charles Lyell (1797-1875) (CabezasOlmo, 1997; Pelayo, 1991; Rudwick, 1987; Sequei-

ros, 1988; 1996; 1999). Lyell había nacido en Kin-nordy (Forfarshire, Escocia), el 14 de noviembre de1797. Sus ideas científicas se contienen especial-mente en los Principios de Geología, obra paradig-mática con que se abre la geología moderna. En1835, Lyell fue nombrado presidente de la SociedadGeológica de Londres. Pero su progresismo científi-co tuvo un tope: pese a ser considerado el maestrode Charles Darwin, nunca aceptó del todo sus ideasevolucionistas, aunque al fin de sus días abrió un es-trecho margen a tal posibilidad. Charles Lyell, col-mado de honores científicos, falleció en 1875, mien-tras revisaba su obra Principles of Geology(Principios de Geología) para la publicación de la12ª edición . Fue enterrado con todos los honores enla Abadía de Westminster (Sequeiros y otros, 1997).

La aportación más importante de Charles Lyell alas Ciencias de la Tierra, a juicio de sus historiadores,es la propuesta, seguida hoy por los geólogos, segúnla cual todos los hechos geológicos que se desarrollanen la superficie de la Tierra se explican sin acudir aintervenciones sobrenaturales o extraordinarias. Lanaturaleza ha mantenido desde siempre las mismasleyes. Los procesos geológicos se desarrollan de for-ma natural, debido a procesos físicos, químicos y bio-lógicos que actúan de forma lenta, gradual y continuaa lo largo de los tiempos geológicos. Este conceptofue denominado por Lyell como uniformitarianism

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Fig. 4. El Homo Testis Diluvii figurado en 1726por J. J. Scheuchzer (1672-2733)

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(siendo la traducción española más aceptada la deuniformitarismo) (Cabezas Olmo, 1997; García Cruz,1999). Con este principio, Lyell puso las bases para eldesarrollo de las ideas evolucionistas de Darwin, aun-que él mismo nunca las aceptó del todo.

La experiencia acumulada en sus viajes mostra-ba a Lyell que el viejo catastrofismo diluvista no te-nía una base científica sólida. La idea del clima esuna herramienta metodológica muy importante parala interpretación del mundo en Lyell (Cabezas Ol-mo, 1999). Este mantuvo del médico y geólogo es-cocés James Hutton la idea de una Tierra sin direc-ción ni tiempo, en perefecto estado de equilibriocontinuo (steady-state) regida por unas leyes deter-mínsticas inflexibles. Solo se permiten breves osci-laciones del clima. No aceptaba las ideas imperantesde un enfriamiento gradual de la Tierra debido alagotamiento del calor central. No hay, pues, paraLyell direccionalidad en el clima.

Lyell aceptaba la idea de Linneo de que las espe-cies (y por ello los fósiles) tienen existencia real yson unidades estables con una variabilidad muy li-mitada y bien adaptadas a un lugar propio en la na-turaleza. Para Lyell, los fósiles eran un poderoso au-xiliar del geólogo de campo, que encontraba en elloslos argumentos definitivos para “datar” la edad delos terrenos. La inmensa autoridad de Lyell hizo quela paleontología se reafirmase como “ancilla geolo-giae” en el panorama de las Ciencias de la Tierradurante un siglo y medio. En España ésta fue la lí-nea desarrollada (Mallada, 1897; Sequeiros, 1985).

Darwin, los fósiles y la evolución

Muchos historiadores de la Geología (Rudwick,1986; Young, 1998) coinciden en afirmar que la dé-cada 1830-1839 fue una época de oro para la geolo-gía en Gran Bretaña. Es el momento en que, entreotras cosas, los grandes controversias geológicasconducen a establecer algunos hitos importantes enla escala geológica, como los sistemas Cámbrico,Silúrico y Devónico.

Se puede decir, por tanto, que Darwin tuvo lafortuna de vivir en una época crucial para el esta-blecimiento del paradigma uniformitarista de la Ge-ología. Partiendo de ideas creacionistas cercanas aCuvier personifica el cambio de paradigma, el pasodel fijismo al evolucionismo (Templado 1974; Rud-wick, 1987; Sequeiros, 1984; 1988; 1999; Young,1998). Este cambio será posible en Darwin cuandolos estudios geológicos en su viaje alrededor delmundo le ponen ante una nueva evidencia: la exis-tencia de cambios irreversibles en los sistemas geo-lógicos y biológicos.

El itinerario intelectual que lleva del creacionis-mo al evolucionismo, del paradigma diluvista al pa-radigma evolucionista, tarda Darwin en recorrerlocuarenta años. Es un itinerario que pasa primero porla geología. En especial, los años que van desde1836 a 1859, son decisivos en el cambio conceptualy metodológico de Charles Darwin respecto a laciencia natural en general y la geología en particu-lar. Sus cartas y el Viaje de un Naturalista alrede-dor del mundo (cuya primera edición es de 1839)son sus obras mas interesantes para valorar el pro-ceso crativo de su mente.

Las preocupaciones de Darwin respecto a losfósiles son muy diferentes a las clásicas de Cuvier ode Lyell. Darwin no está interesado tanto por el va-lor estratigráfico de los restos fosilizados sino porsu valor como “testigos” del proceso de cambio or-gánico por la selección natural a lo largo de un pro-ceso lento, gradual y continuo que se extiende du-rante muchos millones de años. Los últimoscapítulos de El Origen de las Especies (1859) estánllenos de referencias al valor de los fósiles en rela-ción con lo que nosotros hoy denominamos evolu-ción biológica y que Darwin no se atrevió a incluirhasta la sexta edición de su obra.

Desde un punto de vista didáctico, la obra de Dar-win presenta indudables obstáculos epistemológicospara una recta comprensión y que han sido estudiadosextensamente en otro lugar (Yus y Sequeiros. 1995).

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Fig. 5. Ilustración de Niels Stensen (Nicolás Ste-non, 1638-1686) con la interpretación de las Glos-sopetrae como dientes de tiburón.

Fig. 6. Reconstrucción del siglo XVII de un hipoté-tico Unicornio fósil.

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EL PERÍODO DE LA PALEONTOLOGÍA AC-TUAL: LA GEOLOGIA GLOBAL, Y ELCARÁCTER SISTÉMICO

Los historiadores de la ciencia coinciden enafirmar que hay una paleontología antes de Darwiny otra diferente después de Darwin. Fueron ThomasH.Huxley (en Inglaterra), Ernst Haëckel y FritzMuller (en Alemania) más darwinistas que el mis-mo Darwin. Y fueron los impulsores y difusores desus hipótesis por Europa y América, aunque con re-sultados desiguales. Desde el principio, el evolucio-nismo darwinista, fundamentado en el registro fósil(Pelayo, 1991; 1999; Rudwick, 1987; Sequeiros,1984; Truyols, 1988; Young, 1998) fue aliado delliberalismo, y se consideró una justificación cientí-fica natural de la libre competencia y la iniciativaprivada, por un lado, y como estandarte de la biolo-gía materialista y atea por otro.

Entre 1860 y 1930, se produce lo que Bowlerllama “el eclipse del Darwinismo”: desde muchoscampos científicos (además de los filosóficos) seatacan las ideas evolucionistas. En terminologíakuhniana, el paradigma darwinista fue atacado porotros paradigma rivales que intentaban desplazarlo.Este hecho produjo una intensificación de las inves-tigaciones, sobre todo paleontológicas, que llevarona purificar, reformular y enriquecer el conjunto delas ideas básicas de Darwin (Sequeiros, 1984; Yusy Sequeiros, 1995; Cabezas Olmo, 1997).

G.G. Simpson y la Nueva Síntesis

Por los años 30 se introduce la genética de po-blaciones en el pensamiento científico y aparece lallamada “Nueva Síntesis” o “Teoría Sintética de laEvolución”. (Truyols, 1988; Young, 1998; Sequei-ros, 1999). Se suele considerar a Theodosius Dobz-hanski (1900- 1975) como el “padre” de la nuevasíntesis, junto con el ornitólogo Erns Mayr, el botá-nico Stebbins y el paleontólogo G.G.Simpson(1902-1985), entre otros. Junto a ellos trabajó unamplio equipo que confluyó en el Congreso dePrinceton (enero de 1947) y la revista Evolution.Llegan a una serie de acuerdos que serán la base dela nueva teoría:

– concordancia general con el pensamiento deDarwin.

– adición del concepto de mutación como causadel cambio orgánico.

– rechazo de las ideas neolamarckianas de la he-rencia de los caracteres adquiridos en el soma.

– aceptación de la paleontología como comoprueba de que la evolución es un cambio histó-rico gradual de las frecuencias génicas en unapoblación, regido por la Selección Natural.

Desde el punto de vista de la Paleontología, elgran innovador de esta ciencia durante medio siglofue George Gaylord Simpson (1902-1984). Muy jo-ven, en 1922 se traslada a Yale, donde completa suformación paleontológica e inicia su tesis doctoralque culmina en 1926. Tras sus estudios universitar-sios, Simpson entra a formar parte en 1927, con so-lo 25 años, del personal del prestigioso Museo

Americano de Historia Natural de Nueva York co-mo director auxiliar de Paleontología. En 1942 fueConservador de las colecciones de Mamíferos fósi-les y posteriormente, desde 1944, Jefe del Departa-mento de Geología y Paleontología. Dentro delmundo universitario, ocupó la prestigiada cátedraLouis Agassiz (dedicada a este gran paleontólogosuizo del siglo XIX) en la Universidad de Harvard.También fue profesor de Paleontología en la Uni-versidad de Columbia.

Las ideas evolucionistas de Simpson eran muyradicales: “los patrones encontrados en el registrofósil -escribe- pueden ser entendidos en términos demutación y selección natural. El hombre es el resul-tado de un proceso sin propósito y materialista”.Dicho con las palabras del también paleontólogoevolucionista Stephen Jay Gould, “somos margina-les en un universo indiferente”.

En Paleontología, Simpson constata y puedemedir que la evolución procede, como afirma la ge-nética de poblaciones, por la aparición de una pe-queña variación genética que invade, a lo largo delas generaciones sucesivas, ciertas poblaciones,conduciendo a la diferenciación gradual de especiesnuevas a partir de especies ancestrales.

Los nuevos paradigmas alternativos

No quedaría completo este rápido recorrido his-tórico si no se dirige la mirada hacia las ideas de laevolución con posterioridad a Simpson. Su ensayoEl Sentido de la Evolución fue publicado hace yamás cincuenta años (1949). Hoy, las ciencias de lavida, y en especial la Paleontología, han propuestonuevos modelos explicativos. Tal vez, el más suge-rente ha ido tomando cuerpo desde hace unos 25años. Los trabajos de campo referidos a los regis-tros fósiles de invertebrados en zonas especialmentericas en faunas del pasado han permitido contrastarnuevos modelos explicativos que han puesto en cri-sis algunos de los postulados más básicos de laNueva Síntesis elaborada desde el Congreso dePrinceton en 1947.

De modo muy sintético, se puede decir que hoyel debate paleontológico se organiza en gran mane-ra en torno al sentido de la Evolución que se esta-blece en tres planos de debate diferentes:

a) El plano del Gradualismo filético frente alequilibrio intermitente: Simpson, al igual que los de-más integrantes de la Nueva Síntesis, son partidariosdel modelo “gradualista”. En 1972, dos paleontólo-gos (Niels Eldredge y Stephen Jay Gould) ponen entela de juicio que todos los patrones de la especiacióny evolución sean graduales. Estudiando linajes deTrilobites postulan un nuevo modelo de evolución: elde los equilibrios intermitentes. La tesis fundamentales la afirmación de la posibilidad de que las pautas ypatrones de la evolución no sean “graduales”, sino decambios intermitentes de ritmo evolutivo. Para estosautores (y muchos paleobiólogos hoy) el proceso dela evolución no posee una ritmo lento, gradual y con-tinuo de cambio como postulaba Darwin y los parti-darios de la Nueva Síntesis. Para ellos, las especies

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muestran (tal como se contrasta en el registro fósil)largos períodos de “parón morfológico” en el que nohay apenas cambios significativos, seguidos de bre-ves períodos de cambio morfológico súbito en el se-no de la población, de modo que la especiación es unproceso relativamente rápido.

b) El segundo plano de debate entre los biólo-gos evolutivos se establece entre los partidarios deun solo patrón evolutivo y los que postulan dos pro-cesos: los de Macroevolución y los de microevolu-ción. Los procesos que afectan a los grandes linajesy dan lugar a grupos taxonómicos superiores (comopuede ser una familia) y los procesos que afectan alas poblaciones locales y que dan lugar a la especia-ción. Llama la atención la existencia de linajes conpocas familias pero con muchas especies y linajescon muchas familias y muy pocas especies. Y con-cluyen: “La macro y micro evolución están desaco-pladas”. Siguen pautas evolutivas diferentes.

c) El tercer plano de debate se establece en tor-no al problema de la extinción de las especies. Parael darwinismo clásico y la Nueva Síntesis, la extin-ción de las especies a lo largo del dilatado tiempogeológico es un hecho. Pero es una extinción “defondo”, gradual y lenta, sin “catástrofes” ni “crisisbiológicas” generalizadas. Datos de astrofísicamuestran hoy que los ritmos de extinción de faunay flora muestran ritmos catastróficos con una ciertaperiodicidad (unos 28 millones de años) que podríacoincidir con el paso del sistema solar por la proxi-midades de la Nube de Ort y el impacto de asteroi-des sobre la piel de los planetas. El debate se esta-blece entre los partidarios de la llamada Extincióngradual frente a los que defienden un modelo de ex-tinción episódica.

CONCLUSIÓN: ¿QUÉ PUEDE APORTAR LAHISTORIA DE LA PALEONTOLOGÍA ALPROFESORADO DE CIENCIAS DE LA TIE-RRA?

Los apartados anteriores pretenden mostrar quedesde hace miles de años la humanidad se ha preo-cupado por los fósiles. Pero lo que hoy llamamosPaleontología es algo muy diferente de lo que fuedurante mucho tiempo. Utilizando la terminologíade Imre Lakatos (1978), durante muchos siglos, losnaturalistas se preocuparon primero por desarrollarprogramas de investigación sobre la naturaleza delos cuerpos fósiles, triunfando al fin en el sigloXVIII la interpretación biológica de los mismos so-bre la interpretación mineral. Pero los fósiles seguí-an siendo piezas curiosas, dignas de colecciones,pero no ligadas a una interpretación del mundo.

En el siglo XVIII la interpretación biológica seunió al mito del Diluvio universal bíblico (Sequei-ros, 2000) como justificación teológica de la extin-ción de las especies. Se desarrolla un programa pa-leontológico de investigación que tiene a los fósilescomo testigos del drama diluvista. Sin embargo, enlos primeros años del siglo XIX, la arrolladora per-sonalidad de Cuvier impuso el programa de investi-gación de corte catastrofista, en el que el Diluviobíblico es relegado al olvido mientras se postulanotras “revoluciones” naturales mucho más violen-tas.

Pero el nacimiento de la geología como cienciaorganizada, en los últimos años del siglo XVIII gra-cias a James Hutton y su axioma del actualismo,abre el camino a un nuevo programa de investiga-ción desarrollado, entre otros, por Charles Lyell,que tiene en el uniformitarismo el eje de una nuevavisión de la Tierra y de los fósiles. Estos se convier-ten en los auxiliares cronométricos de los geólogosde campo. En la historia de la geología de Españaestá esto muy presente (Mallada, 1897).

Con Darwin, los fósiles se integran más en losconceptos biológicos emergentes, como los de se-lección natural, variabilidad y sobre todo, evolu-ción. Se inicia una alianza fructífera entre los as-pectos biológicos y geológicos de los fósiles(Meléndez, 1988) que ha llevado poco a poco a laelaboración de un paradigma paleontológico eman-cipado de las muletas geológicas y biológicas aun-que aún permanece lo que el profesor De Renzi de-nomina “un matrimonio de conveniencia” (DeRenzi, 1985).

Qué duda cabe de que la Paleontología hoy enel mundo y en España ha cambiado mucho. Si nosatenemos a las líneas de investigación de los pale-ontólogos en el mundo, a la procedencia cada vezmás biológica de los profesionales de la Paleontolo-gía, a los contenidos de los manuales que se publi-can, a los nuevos problemas que se suscitan (Agui-rre coord., 1989) y a los programas de lasasignaturas paleontológicas que se imparten en lasfacultades de Biología y de Geología, podemos de-cir que “ya es otra cosa”. Se ha abandonado en granparte la carga sistemática (que es aún necesaria),

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Fig. 7. Ilustración de la obra de Conrad Gessner(1516-1565), en la que incluye como “fósiles” diver-sos cuerpos de piedra de muy diferente naturaleza.

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pero los problemas que se afrontan son de tipo pale-oecológico, paleobiogeográfico y evolutivo. Tal vezésta sea la lección que es necesario aprender cuandose aborda la enseñanza de la paleontología, sobretodo en los niveles no universitarios. Reiteramosaquí lo dicho al inicio de este trabajo: tal vez, el re-corrido histórico por la historia de la Paleontologíanos ha llevado a considerar que esta ciencia propor-ciona básicamente a los estudiantes una imagen delmundo. El estudio de los fósiles proporciona hoyuna imagen cambiante, abierta, inacabada, evoluti-va, sistémica y compleja, ecológica y biogeográficadel planeta Tierra.

Reflexiones didácticas sobre la Paleontología enSecundaria

Desde hace más de un siglo, los fósiles estánpresentes en los programas educativos de niños yadolescentes en todos los países del mundo. Dentrode la llamada Historia Natural, los libros de texto,las enciclopedias escolares y los gruesos volúmenesde Biología y Geología (como la monumental obraLa Creación (1872-1876) de Juan Vilanova y Piera)dedicaban muchas páginas a la sistemática y des-cripción de los fósiles.

Puede resultar ilustrativo reflexionar sobre loslibros de texto de bachillerato hasta los años ochen-ta, anteriores a la LOGSE (Sequeiros, 1983). Losfósiles, dentro de una mentalidad más abierta, sepresentan a los alumnos como “testigos” de la evo-lución biológica y, en algunos casos como verdade-ras “pruebas” de la evolución (Sequeiros, 1994).

Por lo general, en la práctica educativa diaria demuchos profesores persiste aún una mentalidad ti-pologista y taxonomista de los fósiles, que pone én-fasis casi exclusivo en el afán clasificatorio. Sinembargo, el valor didáctico de los fósiles hay quesituarlo en la línea del conocimiento científico delparadigma actual de la paleontología reelaboradopara el conocimiento escolar. Pero ¿cómo incorpo-rar los aspectos paleoecológicos, paleobiogeográfi-cos y evolutivos en Educación Secundaria? ¿cómoincorporar a los adolescentes y a los jóvenes en una

imagen cambiante, abierta, inacabada, evolutiva,sistémica y compleja, ecológica y biogeográfica delplaneta Tierra? (Yus y Sequeiros, 1995).

Hace ya casi diez años se presentó en el IIICongreso Geológico de España una propuesta decontenidos de Geología para la Educación Secunda-ria (Sequeiros y Pedrinaci, 1992). Posteriormente,la administración educativa ha perfilado, reforma-do, ampliado y, últimamente recortado y mutilado,las propuestas moderadas y razonables que se hicie-ron en su momento. No corren vientos favorablespara las Ciencias de la Tierra. Con posterioridad, al-gunas comunidades autónomas (como la de Anda-lucía) ha propuesto a los profesores una secuenciade contenidos mínimos deseables en Secundaria.Aquí introduce los contenidos escolares de la Pale-ontología en cuarto curso de ESO, al tratar de lahistoria del planeta Tierra: “La Tierra tiene una his-toria que contarnos”. Este número de Enseñanza delas Ciencias de la Tierra pretende aportar pistasconcretas sobre el modo de responder a las pregun-tas que se proponían al principio de este trabajo.

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Fig. 8. Ilustración del Aparato para la Historia Na-tural española (1754) del franciscano José Torru-bia (1698-1761)

Fig. 9. Portada del Aparato para la Historia Natu-ral española (1754) del franciscano José Torrubia(1698-1761)

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