Neocolonialismo nostalgia hablada · 2019. 5. 11. · Neocolonialismo y nostalgia hablada Frente al...

3
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑA S intr ascendentes que se publi ca n al año en Colombia. La cuest ión aqu í es precisa mente ésa: que no se reco- noce por ninguna par te al autor de Suenan timbres, ese Luis Vid ales re- gocijante; pareciera que el autor de los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves fuera otro individ uo sin el tino y la fr esc u ra de l o tro . P ero no ; ahí está la evidencia, cont ra el es tupor , y es tos p oemas l os firma, tambi én , un Luis Vidales, esta vez sin gracia , sin origina lid ad, sin emoción lírica, sin fuerza en sus ver- sos políticos. En el prólogo de la segund a edi- ción de Suenan timbres (Co l cu l tura, 1976 ), dice Vidales que " he e nsa- yado acentos, dejos, verso libre, verso rimad o, po esía senci lla , p oesía compleja , qué sé yo. Busco p or todos lad os, no quiero anquilosarme. Una es p ecie de a ngust ia me ll eva a me- terlo todo dentro de un gigante labo- ratorio ". Pues bien , Los poemas del abominable... son una muestra de es e labor ato rio de Vidales: en este libro h ay de todo eso, rescatado -co- mo di ce el prologui s ta , JoLuis Díaz Granados- "de l os centena r es de ca rp etas de sus textos in éditos". Aquí hay de todo. Aquí hay de todo; es te libro es una especie de d esafo rtun ado mues- treo del "g igante l abo ratori o' ' o de los "cent en ares de carpet a s" de Vi- dates . Lo grave es qu e nada se salva. Nada. Y al ama nt e l ector de Suenan timbres le qu eda la es p eranza de que se haya tratado , simpleme nte, de una mal a escogencia. Porque acaso lo único qu e puede d ecirse en su fa- vor es qu e allí hay algunos p asables versos festivos. Pero si se compa ran con la bue na poesía humorí st ica y festiva qu e se ha producido en el pais , esto tampoco significa mucho. Vale la pena h ace r un r ecuento de la mezcla qu e hay en este libr o: una tradu cc ión del poema de Lo uis Aragon al partido com unista (q ue se recuerde , Luis Vidal es es el único comuni sta co lombian o que ha si do obligado a hacer prof es ión pública de obediencia; en 1935 fue ac usado de desviacioni smo y esc ribi ó: " De- claro qu e ceso tod a oposició n i deo- lógica contra la ac tual dir ección del partido y qu e en lo sucesivo acep tar é su política "; no obstante fue deg ra- dado del co mité ce ntral y se le m andó a trabajar con la base), una de un villanci co. una n ada memora- ble co lección de coplas, lo mismo en décimas, verso li bre rimado , verso li bre sin rim a , hay una oda e le mental a la panela , ha y versos de amor y de amor a Colombia y política, y elegías a l os h éroes de l co muni smo. Y por sup u esto hay so n etos, sonetos co n- ve ncion ales co n ve nc ionalmente ri- mados - un o o dos casi líricos- y está también el archiconvencional so n eto co ntr a el sone t o. Hay de todo ; pero nada se salva, co nt ra ria nd o una l ey física: po r ma lo que sea un libro, sie mp re habrá un o o do s chispazos, uno o do s versos h ermosos . Aquí no. De ahí la duda , o bien so bre el gusto de quie n esco- gió los poemas, o bi en sob re si se trata del mismo auto r de Suenan tim- bres. Pensa nd o en el rec ha zo que en su mome nto provocó Suenan timbres, p od r ía suponerse que el r ec hazo de ahora significa que los Poemas del abominable... es tan innovado r como aquél: Es pos ible. E l juicio de una n ota bibliográfica, por su inme- diatez, está más cerca del p er iodis mo qu e de la historia. Pe ro resulta que en Suenan timbres todo e ra nuevo: l os te mas, el tono , la forma. En cam- bio en es te libro nada es nuevo: es muy difícil que en forma s tan co n- vencio nales y tan convencional- mente usadas , haya alguna innova- ción: usa r r ec ur sos vanguardistas o h acer chis te cit os es tan an acró ni co como ataca r el soneto. Hay un pr ese nt i mi ento general : estamos en una s vísp eras; algo muy nuevo se acerca, una poesía distinta que mode l ará la sensib ilid ad del hombre del nuevo mileni o. Algo muy nuevo a la medida de un nuevo hombre . Una oscura intuición dice que a nt es vendrá n l os d est ru ctores de las fo rm as obsoletas ; lo que es seg u ro, es que esa destrucción no se ope r ará d esde adent ro , a lo ka mika- ze: el so n eto o la co pla o la décima o e l verso libr e o la imagen o la rima no se destruy en escribiendo medio- cres so n etos, coplas, décima s, versos NARRATIVA li bres, imágenes o rima s. Si así fuera , hace mucho que estas formas , co n todos sus tics y vicios y l ugares com u- n es, hubieran sido aniq uil adas por el pe so creciente de ta ntos mediocres poemas que se publican. 0ARf O J A R AM ILL O AGUDELO Neocolonialismo y nostalgia hablada Fr ente al mar donde el sol duerme María Victoria Perea Edito ri al Pl aza y Janés , Bogotá, 1984, 272 págs. "Te lmo , T el mo Vargas, ¿qué has he- cho de tu vida?". Con este lamento invocatorio comienza la pr imera n o- vela de María Victoria Per ea , tra- bajo que se e nmar ca de nt ro de la n ar rativa que se dec ide a e xplor ar el ch oque viole nto qu e ha producido la irrup ción del progreso y la civiliza- ción en culturas esencialmente míti- cas, arraigadas en la ti erra, cuya cul- tura ha sido co nservada por medio de la tradición oral y la ritualización de las costumbres. Telmo Vargas, personaje prota- nico erigido en símbolo de una co- lectividad que se destruye a sí mis- ma, cegada por la ambici ón del din e- r o, evoca, desde su agonía en una l ancha perdida en el mar , la hi sto ri a de su pu eblo; pu eblo cuyos orígenes se remontan a los tie mpos de la colo- nización. c uando don Juan Manuel de Va rgas, loco excéntrico, rep arte arbitrariamente la tierra con los Ca- rreñas , antes se rvid ore de los Var- · gas, después erigid os en se ñores pro - pietarios. 71 CORE Metadata, citation and similar papers at core.ac.uk Provided by Revistas y Boletines - Banco de la República

Transcript of Neocolonialismo nostalgia hablada · 2019. 5. 11. · Neocolonialismo y nostalgia hablada Frente al...

  • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

    RESEÑA S

    intrascendentes que se publican al año en Colombia. La cuestión aquí es precisamente ésa: que no se reco-noce por ninguna parte al autor de Suenan timbres, ese Luis Vidales re-gocijante; pareciera q ue el autor de los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves fuera otro individ uo sin el tino y la frescura del otro. Pero no ; ahí está la evidencia , contra el estupor , y estos poemas los firma, también , un Luis Vidales , esta vez sin gracia, sin originalidad, sin emoción lírica, sin fuerza en sus ver-sos políticos.

    En el prólogo de la segunda edi-ción de Suenan timbres (Colcultura , 1976), dice Vidales que " he e nsa-yado acentos, dejos, verso libre , verso rimado, poesía sencilla , poesía compleja, qué sé yo. Busco por todos lados, no quiero anquilosarme. Una especie de angustia me lleva a me-terlo todo dentro de un gigante labo-ratorio". Pues bien , Los poemas del abominable... son una muestra de ese laboratorio de Vidales: en este libro hay de todo eso, rescatado -co-mo dice el prologuista , José Luis Díaz Granados- "de los centenares de carpetas de sus textos inéditos". Aquí hay de todo.

    Aquí hay de todo; este libro es una especie de desafortunado mues-treo del "gigante laboratorio'' o de los "centenares de carpetas" de Vi-dates . Lo grave es que nada se salva. Nada. Y al amante lector de Suenan timbres le queda la esperanza de que se haya tratado, simplemente, de una mala escogencia . Porque acaso lo único que puede decirse e n su fa-vor es que allí hay algunos pasables versos festivos. Pero si se comparan con la buena poesía humorística y festiva que se ha producido en el pais, esto tampoco significa mucho.

    Vale la pena hacer un recuento de la mezcla que hay en este libro: una traducción del poema de Louis Aragon al partido comunista (que se recuerde, Luis Vidales es el único comunista colombiano que ha sido obligado a hacer profesión pública de obediencia; en 1935 fue acusado de desviacionismo y escribió: " De-claro que ceso toda oposición ideo-lógica contra la actual dirección del

    partido y que en lo sucesivo aceptaré su política"; no obstante fue degra-dado del comité central y se le mandó a trabajar con la base) , una parodi~ de un villancico. una nada memora-ble colección de coplas, lo mismo en décimas , verso li bre rimado, verso li bre sin rima , hay una oda elemental a la panela , hay versos de amor y de amor a Colombia y política, y elegías a los héroes del comunismo. Y por supuesto hay sonetos, sonetos con-vencio nales convencionalmente ri-mados - uno o dos casi líricos- y está también el archiconvencional soneto contra el soneto.

    Hay de todo; pero nada se salva , contrariando una ley física: por malo que sea un libro , siempre habrá uno o dos chispazos, uno o dos versos hermosos. Aquí no. De ahí la duda , o bien sobre el gusto de quien esco-gió los poemas, o bien sobre si se trata del mismo autor de Suenan tim-bres.

    Pensando en el rechazo que en su mo mento provocó Suenan timbres, podría suponerse que el rechazo de ahora significa que los Poemas del abominable... es tan innovador como aquél: Es posible. E l juicio de una nota bibliográfica, por su inme-diatez, está más cerca del periodismo que de la historia. Pero resulta que e n Suenan timbres todo era nuevo: los temas, el tono , la forma. En cam-bio en este libro nada es nuevo: es muy difícil que en formas tan con-vencionales y tan convencional-mente usadas , haya alguna innova-ción: usar recursos vanguardistas o hacer chistecitos es tan anacrónico como atacar el soneto.

    Hay un presentimiento general: estamos en unas vísp eras; algo muy nuevo se acerca, una poes ía distinta que modelará la sensibilidad del hombre del nuevo m ilenio. Algo muy nuevo a la medida de un nuevo hombre. Una oscura intuición dice que antes vendrán los destructores de las formas obsoletas; lo que es seguro, es que esa destrucción no se operará desde adentro , a lo kamika-ze: el soneto o la copla o la décima o e l verso libre o la imagen o la rima no se destruyen escribiendo medio-cres sonetos, coplas, décimas, versos

    NARRATIVA

    libres, imágenes o rimas. Si así fuera , hace mucho que estas formas , con todos sus tics y vicios y lugares comu-nes, hubie ran sido aniquiladas por e l peso creciente de tantos mediocres poemas que se publican.

    0ARfO J A R AMILLO AGUDELO

    Neocolonialismo y nostalgia hablada

    Frente al mar donde el sol duerme María Victoria Perea Editorial Plaza y Janés , Bogotá, 1984 , 272 págs .

    "Telmo, T elmo Vargas , ¿qué has he-cho de tu vida?". Con este lamento invocatorio comienza la primera no-vela de María Victoria Perea , tra-bajo que se enmarca dentro de la narrativa que se decide a explorar el choque vio lento que ha producido la irrupción del progreso y la civiliza-ción en culturas esencialmente míti-cas, arraigadas en la t ierra, cuya cul-tura ha sido conservada por medio de la tr adición oral y la ritualización de las costumbres.

    Telmo Vargas, personaje prota-gónico erigido en símbolo de una co-lectividad que se destruye a sí mis-ma, cegada por la ambición del dine-ro, evoca, desde su agonía en una lancha pe rdida en el mar , la historia de su pueblo; pueblo cuyos orígenes se remontan a los tiempos de la colo-nización. cuando don Juan Manuel de Vargas, loco excéntrico, reparte arbitrariamente la tierra con los Ca-rreñas , antes servidore de los Var-· gas, después erigidos e n señores pro-pietarios.

    71

    CORE Metadata, citation and similar papers at core.ac.uk

    Provided by Revistas y Boletines - Banco de la República

    https://core.ac.uk/display/198198651?utm_source=pdf&utm_medium=banner&utm_campaign=pdf-decoration-v1

  • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

    NARRATIVA

    El antagonismo de clase y ances-tro entre las dos familias se conver-tirá en hito que marcará las relacio-nes internas entre ~os habitantes de la isla , y en símbolo de la división que permitirá que e l pueblo sucumba ante la llegada de los extraños.

    Haciendo uso de todos los ele-mentos propios de la épica oral, Ma-ría Victoria Perea, española nacio-nalizada en Colombia, reconstruye e l nacimiento y la destrucción de una cultura que se sostiene por el recuer-do, cada vez más desdibujado, de los tiempos lejanos y que va siendo des-plazada por la ••cultura" del progre-so:

    La autoridad, caraja, el alcalde, el corregidor. Y La gente que se miraba y lo miraba como si no hablara en español, sino en una lengua tan trabada como La del gringo. Hasta que gritó: -¿Quién manda aquí, animales? Nadie pudo contestarle, porque nadie mandaba. Las cosas de la isla se sucedían según lo establecido en tiempos de don Gonzalo de Var-gas, cada cual a lo suyo y Dios a lo de todos ... (pág. 102).

    Es por conducto de la memoria co-lectiva, de las narraciones orales de los testigos más viejos de la isla , como el lector se entera de una pros-peridad remota , que va sucum-biendo con la irrupción de una civi-lización fragmentada en sus símbolos más destructores: el primer motor, traído por Yimmi Ojara , el gringo , quien termina perforando toda la isla en busca de petróleo; la luz eléctrica , los primeros aserraderos, el comer-cio y luego el contrabando, el hotel, los turistas . ..

    Personajes legendarios: doña Do-lores, don Juan Manuel, e l viejo Za-

    72

    carías, Agripina, mitificados por la imaginación colectiva, van que-dando arrinconados en la memoria, para dar paso a los portadores del progreso: con ellos llega la ambición desmesurada, el afán del dinero , la fatalidad para la isla:

    f ... ] que pronto ni cementerio tendrían, que quizás otros recién llegados construirían un nuevo hotel sobre sus flores , la isla que se achicaba bajo el paso de los in vasares, de sus casas enormes ocultando la tierra, que ya casi ni espacio quedaba ... {pág. 164).

    f. .. J Los nativos no sirven para

    nada. Son perezosos, sinver-güenzas y ladrones. - Las mismas palabras del Heliodoro y ella se Las oyó a uno de los recién llega-dos, que se las decía a la mujer pintarrajeada, casi desnuda, ca-minando los dos juntos asuran-cho, alborotando, sin pedir per-miso para pasar, como si todo les perteneciera, espantando a las gallinas, a los marranos, aplas-tando las matas de chi/langa ... {pág. 137).

    Sólo Georgilia, símbolo de la con-ciencia m ítica, va percibiendo la des-trucció n e intuyendo la muerte. Su locura inicial se vuelve lucidez intui-tiva, su silencio es espacio de premo~ niCIOnes:

    Y ella había visto una vez el cielo pintado asi, y no quería recordar ahora cuándo fue, pero Lo sabía muy bien y la idea la llenaba de espanto, que fue cuando la mare-jada se llevó toda la tierra del Es-trecho, con sus cañas de rampira y el espíritu de don Zacarías, y ahora se repetía como un presa-gio terrible {pág. 13).

    {. .. ¡ Únicamente el cura prevt-

    niendo y ella también presintien-do el peligro en su corazón, sólo que entonces no habló porque no Lo sabía con certidumbre, enton-ces sólo se estremeció cuando vio los potros de los negros y escuchó sus cantos (pág. 42).

    RESENAS

    [ ... ] Como don Z acarías, abriendo

    huecos para buscar tesoros - dijo Georgilia por la noche, estreme-ciéndose agorera- Ojalá que no nos dejen otra luz azul de espanto ahora que el Estrecho está en el fondo de las aguas y el espíritu se perdió para siempre (pág. 1 00).

    Burlada por Telmo, se erige en per-sonaje protagonista, antagónico: e lla mujer-tierra, conservación del espa-cio , enfrentada a Telmo, símbolo de la conciencia histórica , proyectado hacia el tiempo sucesivo del progre-so, quien se une al gringo Yimmi Ojara , representante del inversio-nista extranjero , dispuesto a sacar todo e l provecho económico posible de la isla , hasta agotarla:

    Para qué buscamos dentro de la tierra -dijo el gringo- si La plata está rodeándonos por todos la-dos. Kilómetros y kilómetros de árboles de madera. ¡Eso vale oro, Telmo, oro! (pág. 154).

    Telmo y Georgi lia , personajes prota-gónicos, caracterizados en su función colectiva. Paralelamente se van con-tando las historias de los demás habi-tantes del pueblo, va surgiendo la historia colectiva de una comunidad arrancada de su permanencia, de su inmutabilidad , para la cual tampoco '' habrá una segunda oportunidad so-bre la tierra".

    El entusiasmo se fue pasando por el correr de los días, cada quien en su trabajo de rutina in variable, pero con todo, la vida no volvió a ser igual. Les habían arrancado de la inmutabilidad. Les habfan creado un futuro para reempla-zar el eterno presente que lleva-ban a su alrededor como una co-raza protectora que rechazara el peligro de los sueñ,os ... (pág. 111) .

    La obra está construida a partir de un discurso más cercano a la oralidad que a la palabra escrit)l. Este recurso abre la posibilidad de jugar con el tiempo flexiblemente. Hablando, re-sulta más -natural remontarse a tiem-

  • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

    RESENAS

    pos lejanos, alternar con el recuerdo más cercano . o situarse en el pre-sente inmediato. Así la novela ad-quiere un ritmo cadencioso y ligero, en eJ que los personajes y los sucesos se van configurando a fragmentos , a partir de la memor.ia colectiva . De aJl í el contrapunteo e ntre la realidad mítica propia del tie mpo de los orí-genes y el realismo costumbrista de un presente inmediato.

    En el plano puramente formal del tratamjento del lenguaje, la obra cae a veces e n la fórmula reiterativa. Hay un excesivo uso del que, propio de la conversación anecdótica:

    f. .. J que no se tropezam en la subida, que no se mojara Las na-guas largas con el batir de La ma-rea, atento como ninguno, y la negra que se inflaba de orgullo, que sacudía la falda como gallina recién empollada, que iniciaba parloteos para pagar la amabili-dad (pág. 169).

    [. .. ] que se esperase un momenti-

    co, que si no le provocaba un tintico, y él que sí, aunque sólo fuera para lavar la pena que se le prendía a la garganta, y ella que siéntese, siéntese (pág. 178) .

    [. .. ) Telmo gritando que no quería

    pensar en Tarcisio , que no era su hijo, Dios, que no lo era por más que saliera del vientre de Georgi-lia y Georgilia sólo fuera suya, pero semejante marica, seme-jante marica, gritando ahora las palabras que nunca dijo, las que se Le extendieron en temblores ... (pág. 213) .

    Estructuralmente la obra contiene todos los elementos que caracterizan la epopeya: doble dimensión mítico-histórica del tiempo, el espacio y los personajes. Se enmarca dentro de lo que se ha llamado la neoepopeya la-tinoamericana, tendencia que in-tenta suplir - desde la literatura- la épica que nunca pudo surgir de un pueblo mutilado por una acu ltura-ción que borró toda posibilidad de recuperación del pasado.

    La obra resulta una crítica al neo-colonialismo estadounidense, que irrumpe tan dest ructivamente como e l primero .

    Es cierto que no se queda en el panfleto ni en la simple denuncia , pero sí cae a veces en un excesivo localismo. Los momentos en que se reconstruye la historia colectiva me-diante la simple anécdota, del chis-me, de la conversación cotidiana, no pe rmiten que e l mundo recreado al-cance la dimensión simbó lica que sí se logra cu ando interviene la voz na-rrativa que elabora el lenguaje fami-liar.

    De todas maneras se evidencia un gran talento narrativo a través de las 272 páginas que conforman Frente al mar donde el sol duerme, primera obra de carácter é pico-novelesco de María Victoria Perea , quien se había destacado antes como escri tora dra-mática . E n L 963 ganó el premio del festival de arte de Cali por la pieza teatral Tierra de rehenes. E n 1972 fue premiada por Caminos de gloria , obra para televisión.

    B EATRI Z H ELENA ROBLEDO

    Dos valores rescatados del galeón de la literatura

    Lejos del mar 1 asaltos Manuel Garcfa Herreros Colección Lite raria Fundación Simón y Lota Guberek, MedelJín , 1985, 96 págs.

    La colección literaria de la Funda-ción Guberek, en los trece volúme-nes publicados durante dos años de existencia, ha procurado equilibrar la materia preponderante: poesía con las valiosas reediciones de Amantes, de Gaitán Durán, y los

    NARRATIVA

    Poemas de la ofensa , de Jaime Jara-millo Escobar , y varios nuevos poe-tas , con narrativa , periodismo , en-sayo y rescates de escritores mue rtos y completamente desconocidos.

    Este último propósi to, la resurrec-ción de cadáveres que me rezcan e l aire de nuestros días , parece el más difícil. Lo que comprende ese acar-tonado objeto titulado historia de la literatura colombiana es ya de por sí bastante pesado como para pensar que, donde se ha colado tanta basu-ra, se haya quedado por regist rar algo siquiera decente.

    Creemos que es una excepción a lo dicho el li bro motivo de esta rese-ña . Manue l García He rreros nació en Cartagena en 1894. Su padre, Carlos García Herreros, era santan-dereano. y su madre. Plácida Núñez, cartagenera de pura cepa, sobrina de don Rafael Núñez. Su nombre apa-rece entre los co}aboradores de Vo-ces, la revista del sabio catalán de García Márquez, y se sabe que tra-bajó como periodista e n El Heraldo, de Barranquilla. En esa ciudad mu-rió , en 1950.

    Además de Lejos del mar y Asal-los , relatos publicados por la Funda-ción Guberek, la obra de García He-rreros es escasa ; don Daniel Sampe r Ortega recuerda apenas o tros tres cuencos; sus títulos hacen intuir la plena justicia que ha ejercido e l tiempo sobre e llos: Amor de amores, Inquietud adorable y Fecunda incon-fo rmidad ..

    La historia que se cue nta en Lejos del mar es ingenua, simple, fallid a y, en este sentido, el relato también es fa llido. simple e ingenuo. Lo que in-teresa aquí es esa agilidad del diálo-go, esa conciencia descriptiva de al-guien que escribe cuando el cinema-tógrafo es el furo r; esto le da cierta contemporaneidad y cierta frescura al asunto . Lo más interesante de Le-jos del mar tiene que ver con fech as, con comparaciones, con analogías: en 1936, don Danie l Samper Ortega incluyó esta novela corta en un volu-men de la Biblioteca A ldeana titu-lado Tres cuentistas jóvenes, junto con obras de José Antonio Osorio Lizarazo y E duardo Arias Suárez, coetáneos de García Herreros . E n

    73