Navidad en Madrid N · 2013. 1. 11. · C M 40 Casino de Madrid H a c e c i e n a ñ o s El Teatro...

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Casino de Madrid 40 H ACE CIEN AÑOS El Teatro de la Princesa abre sus puertas A finales del mes de noviem- bre de 1912, inauguraba sus instalaciones el que pronto se convertiría en uno de los teatros más relevantes de la capital: el Teatro de la Princesa. Y lo hacía pro- gramando una obra de los que enton- ces eran los más brillantes autores te- trales del panorama cultural español: los hermanos Álvarez Quintero, socios del Casino de Madrid, y de los que ya les hemos hablado en numerosas oca- siones como unas de las figuras más importantes en el mundo teatral de los primeros años del siglo XX. L a obra, “Malvaloca” estaba repre- sentada por tres de los mejores actores de aquellos años: María Gue- rrero, Fernando Díaz de Mendoza y Emilio Thuillier, los dos caballeros, como seguro que muchos de ustedes recuerdan, eran también socios del Ca- sino de Madrid. Según la prensa de la época, la representación “fue acogida con admiración (…), los actores fueron los de siempre, sencillamente colosa- les”. Y para redondear el círculo casinista, permítannos reseñar la curiosidad de que las fotos de los actores, pu- blicadas en el “Blanco y Negro” en esta reseña cultural era obra de un también socio del Casino de Madrid: Kaulak. E l teatro, los autores, los actores, la obra y has- ta las fotos del estreno han quedado para la posteridad. P or entonces, lo fre- cuente era poder dar gratas noticias como esta. En nuestro tiempo, desgraciadamente, lo más habitual es comen- tar el cierre definitivo de un Teatro. Y hasta de los cines. Cada época tiene unos signos externos de cultura. En nuestros días parece que el más significa- tivo es el “botellón”, patrocina- do incluso por el rectorado de la Universidad ¿Cambiará esto alguna vez? Y si cambia, ¿será para bien, para mal o para peor? No se hagan ilusiones. Nuño Vilanova C M NUESTRA HISTORIA De arriba abajo, Fernando Díaz de Mendoza, María Guerrero y Emilio Thuillier. Fotos: Kaulak. Una estampa habitual de la Plaza Mayor de Madrid cuando se acercaba la Nochebuena, eran los vendedores de pavos, producto tradicional en estas fechas. N o podía faltar, en este breve recuerdo de lo acontecido en Madrid hace ahora cien años, una estampa navide- ña. La foto, publicada en “La Ilustra- ción Española y Americana” el 22 de diciembre de 1912, recogía una típica imagen de la Plaza Mayor de Madrid en las vísperas de Nochebuena; un mozo, que miraba sonriente a la cá- mara de Rivero (autor de la imagen) portaba, en un auténtico alarde de ha- bilidad, tres enormes pavos que, pro- bablemente, irían destinados a algunas de las casas pudientes del Madrid de la época. A la derecha de la imagen, varios puestos de venta de turrones y, suponemos, demás viandas navideñas. C ien años después, en la Plaza Mayor de la capital ya no se venden pavos, ni turrones… pero sí infinidad de artículos comerciales, algunos de ellos ni siquiera relativos a las fechas de adviento… L a Navidad, gra- cias a Dios, si- gue celebrándose; la Plaza Mayor madri- leña sigue, esos días, siendo un punto obligado de referen- cia; y las golosinas navideñas, pese a la crisis, estarán allí. S olo resta desearles a todos, de todo corazón: FELIZ NAVIDAD. Santana Fuentes Navidad en Madrid 032 a 040 N Historia.indd 40 03/12/12 08:25

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Casino de Madrid40 Casino de Madrid40

H a c e c i e n a ñ o s

El Teatro de la Princesa abre sus puertas

A finales del mes de noviem-bre de 1912, inauguraba sus instalaciones el que pronto se convertiría en uno de los

teatros más relevantes de la capital: el Teatro de la Princesa. Y lo hacía pro-gramando una obra de los que enton-ces eran los más brillantes autores te-trales del panorama cultural español: los hermanos Álvarez Quintero, socios del Casino de Madrid, y de los que ya les hemos hablado en numerosas oca-siones como unas de las figuras más importantes en el mundo teatral de los primeros años del siglo XX.

La obra, “Malvaloca” estaba repre-sentada por tres de los mejores

actores de aquellos años: María Gue-rrero, Fernando Díaz de Mendoza y Emilio Thuillier, los dos caballeros, como seguro que muchos de ustedes recuerdan, eran también socios del Ca-sino de Madrid. Según la prensa de la época, la representación “fue acogida con admiración (…), los actores fueron los de siempre, sencillamente colosa-les”.

Y para redondear el círculo casinista, permítannos reseñar la curiosidad

de que las fotos de los actores, pu-blicadas en el “Blanco y Negro” en esta reseña cultural era obra de un también socio del Casino de Madrid: Kaulak.

El teatro, los autores, los actores, la obra y has-

ta las fotos del estreno han quedado para la posteridad.

Por entonces, lo fre-cuente era poder dar

gratas noticias como esta. En nuestro tiempo, desgraciadamente, lo más habitual es comen-tar el cierre definitivo de un Teatro. Y hasta de los cines. Cada época tiene unos signos externos de cultura. En nuestros días parece que el más significa-tivo es el “botellón”, patrocina-do incluso por el rectorado de la Universidad ¿Cambiará esto alguna vez? Y si cambia, ¿será para bien, para mal o para peor? No se hagan ilusiones.

Nuño Vilanova

CMNuestra Historia

De arriba abajo, Fernando Díaz de Mendoza, María Guerrero y

Emilio Thuillier. Fotos: Kaulak.

Una estampa habitual de la Plaza Mayor de Madrid cuando se acercaba la Nochebuena, eran los vendedores de pavos, producto tradicional en estas fechas.

No podía faltar, en este breve recuerdo de lo acontecido en Madrid hace ahora cien años, una estampa navide-

ña. La foto, publicada en “La Ilustra-ción Española y Americana” el 22 de diciembre de 1912, recogía una típica imagen de la Plaza Mayor de Madrid en las vísperas de Nochebuena; un mozo, que miraba sonriente a la cá-mara de Rivero (autor de la imagen) portaba, en un auténtico alarde de ha-bilidad, tres enormes pavos que, pro-bablemente, irían destinados a algunas de las casas pudientes del Madrid de la época. A la derecha de la imagen, varios puestos de venta de turrones y, suponemos, demás viandas navideñas.

Cien años después, en la Plaza Mayor de la capital ya no se venden pavos,

ni turrones… pero sí infinidad de artículos comerciales, algunos de ellos ni siquiera relativos a las fechas de adviento…

La Navidad, gra-cias a Dios, si-

gue celebrándose; la Plaza Mayor madri-leña sigue, esos días, siendo un punto obligado de referen-cia; y las golosinas navideñas, pese a la crisis, estarán allí.

Solo resta desearles a todos, de todo corazón: FELIZ NAVIDAD.

Santana Fuentes

Navidad en Madrid

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