Navegar en Extremadura

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Llega el verano y nada apetece más que lanzarse al agua. Muchos lo hacen a nado, otros –cada vez más– navegan o practican el windsurf. ¿En Extremadura?, se preguntaban antes muchos de los viajeros que llegaban hasta una región que creían seca y sin agua. Sí, en Extremadura se navega. Aprovechando que es una de la regiones con más metros de costa interior de la Península. TEXTO: Toñi Escobero FOTOS: Jorge Armestar y Susana Sauceda EXTREMADURA avegar en N 16. INDICADORES

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Llega el verano y nada apetece más que lanzarse al agua. Muchos lo hacen a nado, otros –cada vez más– navegan o practican el windsurf. ¿En Extremadura?, se preguntaban antes muchos de los viajeros que llegaban hasta una región que creían seca y sin agua. Sí, en Extremadura se navega. Aprovechando que es una de la regiones con más metros de costa interior de la Península.

TEXTO: Toñi Escobero FOTOS: Jorge Armestar y Susana Sauceda

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16. INDICADORES

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Juan José Palomino prepara la embarcación para uno de sus habituales paseos en barco

A Juan José Martín Palomino le metió el gusanillo de la navegación en el cuerpo un amigo. Fue hace quince años y desde entonces, siem-pre que las ocupaciones y el tiempo se lo permiten, arranca su lancha americana, atracada en el Tajo, para surcar sus tranquilas aguas río arriba y contemplar las bandadas de buitres alrededor de los Canchos de Ramiro, o acercarse a Monfragüe o, simplemente, divertirse con las acrobacias de alguno de sus hijos sobre los esquíes acuáticos. “En Ex-tremadura somos unos privilegiados, por los kilómetros de costa interior que tenemos y la belleza de la naturaleza que los rodean. Es una go-zada verla desde el agua”, señala Martín, presidente del veterano Club Náutico Tajomar en Cáceres.

Él es uno de los pocos miles de extremeños, junto a otros pocos portu-gueses y algunos más españoles, que han descubierto con sus veleros, sus cruceros, sus lanchas, sus piraguas o sus tablas ese tesoro natu-ral de la región eclipsado por su imagen de tierra seca. Todavía hoy muchos se preguntan: ¿Se puede navegar en Extremadura? No sólo navegar, sino hasta los windsurfistas tienen en los embalses de Alange, Orellana o de Gabriel y Galán sus playas para deslizarse empujados por el viento.

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No en vano Extremadura posee su propio Mediterráneo de agua dulce. Son 1.500 kilómetros de costa interior, casi los mismos que separan Cá-diz de Gerona, y por ello, una de las más extensas de Europa. Pero, además, gran parte de ese mar interior es navegable. De los 40 embalses que bañan la región, 28 están abiertos a las embarcaciones, y a ellos habría que añadir los azudes de Mérida y Badajoz. Sólo la costa del Tajo ofrece 130 kilómetros para recorrerlos ininterrumpidamente. “Es el tramo más largo de la región”, explica el presidente de Tajomar, una asociación de 55 socios y unas 40 embarcaciones amarradas a su muelle. Extre-madura es por lo tanto un paraíso tierra adentro para navegar, aunque muchos de los accesos para los barcos son deficientes y sólo existen dos embarcaderos en Alcántara y Orellana.

La Federación Extremeña de Vela, con casi 40 años de historia y una de las más importantes de aguas interiores, cuenta con 400 federados y cinco clubes: Tajomar, Barlovento, Guadiana Club Náutico, el Centro Ibérico de Vela y el Lago Gabriel y Galán (en reorganización). Cada año, esta federación es anfitriona de una veintena de competiciones deporti-vas de diferentes modalidades, entre ellas media docena de campeona-tos autonómicos, regatas y algunas pruebas nacionales. También dirige los equipos extremeños hacia las competiciones de otras comunidades autónomas. Sus federados despuntan en los podios, como recientemente lo hicieron José Ignacio Fernández y Miguel Ángel Valle, del club Barlo-vento, que se coronaron campeones de España de la clase vaurien (un velero con dos tripulantes).

“En Extremadura somos unos privilegiados, por los kilómetros de costa interior que tenemos y la belleza de la naturaleza que los rodean”

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“Son 1.500 kilómetros de costa interior, casi los mismos que separan Cádiz de Gerona, y por ello, una de las más extensas de Europa”

La Torre de Floripes, cubierta por el Tajo, atrae a todos los navegantes que surcan estas aguas

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Pero la eclosión de la vela en Extremadura está por llegar. Será la futura escuela del Borbollón, cuya construcción está en trámites, la que le dará “el empuje definitivo”, augura Eusebio Pérez, presi-dente de esta federación deportiva. Anualmente, unos 500 niños y jóvenes participan ya en los cursos de promoción de la vela, pero la nueva escuela, asegura Pérez, “mejorará y ampliará las condi-ciones” de estas actividades.

Hasta las recientes Olimpiadas de Pekín llegó también el piragüis-mo extremeño, representado en la palista emeritense Sonia Mo-lanes, que regresó quinta en el ranking mundial. Ella es quizás la cabeza más visible de los 600 federados que tiene este deporte en la región, además de otro millar de personas que lo practican por afición en los clubes de Plasencia, Mérida (el más veterano), Badajoz, Orellana la Vieja, Moraleja, Cabezuela del Valle o Zarza de Granadilla, o a través de empresas de turismo en Tiétar y Jer-te. Ya sea en canoa o kayak, “el piragüismo ha experimentado un aumento notable en la región, tanto como práctica deportiva como actividad de recreo y turística”, valora Fabio Rivas, responsable de Comunicación de esta federación. Contribuyen a ello, sin duda, los logros de Molanes o el del pasado mayo de Fausto Moreno, procla-mándose campeón de España en K1 (un kayak con un palista) y K2 (con dos palistas) -ambos del Club Polideportivo Monteoro de Méri-da, “la cantera del equipo nacional”, según Rivas-, pero también la veintena de cursos de piragüismo que imparten cada año en toda la geografía extremeña clubes como el emeritense o el de Plasencia.

El placentino dirige, por ejemplo, la escuela municipal e inicia cada año en el remo a medio centenar de niños. Dispone para ello de casi un kilómetro de pista en el río Jerte, en la zona conocida como la Isla. Este año, por primera vez y gracias al ayuntamiento, conta-rá con un K4 para llevar a cuatro de sus chicos al campeonato de España infantil.

El presidente del club, Carlos López, que no ha dejado de remar desde los 15 años y tiene ahora 33, reconoce que es un “deporte minoritario y sacrificado” pero muy “atractivo”, porque permite “el máximo contacto con la naturaleza”.

En Alange, cuando sopla viento del oeste, son los windsurfistas los que se lanzan al agua. Como Logan Gómez, que lleva 27 años surfeando en las del Orellana y Alange, e incluso hace un tiempo se embarcó en la aventura de montar un comercio de material de este deporte de agua y viento, hoy desaparecido. “No somos muchos, nos juntamos grupos reducidos en Orellana o Alange. Antes se ha-cían campeonatos, pero ya no”, explica. Para él, el pantano no da la diversión de las olas, pero “permite disfrutar igual del windsurf, y para el aprendizaje es mejor”. En el Gabriel y Galán también es habitual la práctica de windsurf, y allí la Federación de Vela prepara un próximo campeonato para surferos.

Pero la costa extremeña no es sólo un hábitat para deportistas, también para turistas que buscan aventura y naturaleza. Empresas especializadas del sector, como Légola en Cáceres, Extremavela en la Sierra de Gata y en Las Hurdes o Jaramanda, por aguas del Tiétar, explotan estos recursos hídricos con ofertas de cursos o pa-seos fluviales en todo tipo de embarcaciones que cada vez acapa-ran más demanda y que en Extremadura encuentran los mejores escenarios. Ya lo decía el eslogan extremeño en la Exposición Uni-versal de Zaragoza: Somos agua dulce