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Revista Mexicana de Investigación Educativa 179 NATIVOS E INMIGRANTES DIGITALES  ¿Brech a generac ional , brecha cogni tiva, o las dos juntas y más aún? ALEJANDRO PISCITELLI Somos lo que nos contamos... pero también muchas cosas más uando empezamos nuestra indagación sobre los nativos/inmigrantes digitales según Mark Prensky, 1  si bien nos pareció una simpática no- menclatura, no nos imaginamos que la controversia recorrería diversos andariveles y movilizaría numerosas pasiones. Hubo quienes se ofendie- ron por nuestra supuesta apología de los nativos digitales. Hubo quienes consideraron un crimen de lesa discriminación retomar las categorías de Margaret Mead (1980) como culturas pre y post figurativas (en donde los  ve ne s ap re nden de los vi ejos y los vi ej os apre nd en de los ve ne s) in si s- tiendo en que tales dualismos no sólo refuerzan la dis cordia sino que difi- cultan el entendimiento. Y que en el caso de la educación introducirían más ruido que inteligibilidad al imaginar la posiblidad de autoaprendizaje de temas complejos y abstractos por parte de chicos que sólo dominan el nivel sensorio-motriz. Sin embargo sería ingenuo suponer que, sumada a las brechas generacionales ancestrales, no existe una brecha cognitiva en creciente ascenso. No casualmente en la apertura del IV  Congreso Mundial de Psicoterapia que reunió, a fines de agosto de 2005, en Buenos Aires a  cinco mil trabajadores de la salud mental, el terapeuta familiar Carlos Sluzki propuso trabajar sobre las visiones encontradas de padres e hijos en su ponencia Conflictos adolescentes: cómo pasar de la confrontación a  la colaboración.  Según quien fuera en una época compañero de Eliseo Veron y articulista destacado en la fundacional Revista Latinoamerica-  RMIE, ENERO-MARZO 2006, VOL. 11, NÚM. 28, PP. 179-185  Aporte de discusión temático  Aleja ndro Piscit elli Profes or titula r del talle r de Procesamien to de datos, te lemáti ca e informát ica de la Uni- versidad de Buenos Aires; coeditor del diario electrónico Interlink Headline News; y director gerente de educ.ar, el portal educativo del Estado argentino (www.educ.ar). C

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    NATIVOS E INMIGRANTES DIGITALESBrecha generacional, brecha cognitiva, o las dos juntas y ms an?ALEJANDRO PISCITELLI

    Somos lo que nos contamos... pero tambin muchas cosas msuando empezamos nuestra indagacin sobre los nativos/inmigrantesdigitales segn Mark Prensky,1 si bien nos pareci una simptica no-

    menclatura, no nos imaginamos que la controversia recorrera diversosandariveles y movilizara numerosas pasiones. Hubo quienes se ofendie-ron por nuestra supuesta apologa de los nativos digitales. Hubo quienesconsideraron un crimen de lesa discriminacin retomar las categoras deMargaret Mead (1980) como culturas pre y post figurativas (en donde losjvenes aprenden de los viejos y los viejos aprenden de los jvenes) insis-tiendo en que tales dualismos no slo refuerzan la discordia sino que difi-cultan el entendimiento. Y que en el caso de la educacin introduciranms ruido que inteligibilidad al imaginar la posiblidad de autoaprendizajede temas complejos y abstractos por parte de chicos que slo dominan elnivel sensorio-motriz.

    Sin embargo sera ingenuo suponer que, sumada a las brechasgeneracionales ancestrales, no existe una brecha cognitiva en crecienteascenso. No casualmente en la apertura del IV Congreso Mundial dePsicoterapia que reuni, a fines de agosto de 2005, en Buenos Aires acinco mil trabajadores de la salud mental, el terapeuta familiar CarlosSluzki propuso trabajar sobre las visiones encontradas de padres e hijosen su ponencia Conflictos adolescentes: cmo pasar de la confrontacin ala colaboracin. Segn quien fuera en una poca compaero de EliseoVeron y articulista destacado en la fundacional Revista Latinoamerica-

    RMIE, ENERO-MARZO 2006, VOL. 11, NM. 28, PP. 179-185

    Aporte de discusin temtico

    Alejandro Piscitelli Profesor titular del taller de Procesamiento de datos, telemtica e informtica de la Uni-versidad de Buenos Aires; coeditor del diario electrnico Interlink Headline News; y director gerente deeduc.ar, el portal educativo del Estado argentino (www.educ.ar).

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    na de Ciencias Sociales editada por el Instituto di Tella a fines de losaos sesenta, las narraciones que cada una de las partes del conflictorealiza sobre la otra constituyen el punto de partida de su resolucin yestas narraciones son las que determinan los vnculos

    Justamente nuestra impresin corroborada por decenas de anlisis,estudios, investigaciones, conjeturas, pero sobre todo constataciones he-chas por adultos menos prejuiciosos que el promedio, y por docentesms preocupados por entender a sus alumnos que por pedagogizarloscon sus monsergas es que estas visiones encontradas ya no slo afectanlos contenidos, el que, sino y sobre todo el modo de adquisicin de valo-res, conceptos, visiones del mundo y las justipreciaciones de habilidadesy competencias.

    Adems, contrariamente a lo que sostiene obcecadamente la narratologa,no slo somos cuentos que nos contamos a nosotros mismos y a los de-ms. El comportamiento humano no se reduce a la narracin sino que tie-ne un alto componente ldico ligado a la invencin, el descubrimiento yel cambio de reglas, sin valor simblico ltimo. Jugamos no slo para en-tendernos mejor o para vivir historias ajenas ms profundamente de loque somos capaces de inventar sino que lo hacemos por el placer de jugary de inventar las reglas de otros mundos posibles que exploramos con nuestrasdecisiones convertidas en acciones.

    Jugar, trabajar, simular, un continuumCon un agravante que el mercado de trabajo a futuro y las competencias enlas organizaciones cardicas, fluidas y mutantes de hoy y maana le dan msla razn a los jvenes que a los padres, a los nios que a los grandes. Estamosenseando teoras y conceptos que no son significativos, para una poca queya fue y con modalidades anacrnicas que cada vez interesan menos.2

    El problema es de fondo y nosotros lo hemos auscultado al menos endos dimensiones. Analizando equipamientos hogareos, viendo (imprevis-tamente) como tanto chicos como grandes, altamente socializados en/conlas mquinas las dotan de rasgos humanos, las cargan de energa psquicay cada vez ms las ponen en pie de igualdad con nosotros.3 No se trata deun dato menor sino de una autntica ruptura con las categoras dualistastradicionales. Si bien hay quienes como Raymond Kurzweil y Hans Moravecse extralimitan y proponen una igualdad ecumnica entre mquinas y seresvivos, el hecho de que en muchos laboratorios y centros de investigacin

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    se est trabajando cada da ms en ingeniera emocional y en robtica hu-manizada (como es el caso emblemtico de Rosalind Picard en su progra-ma de Computacin afectiva http://web.media.mit.edu/~picard/) muestraque todas las barreras se estn derrumbando y que los corsets tradiciona-les, acadmicos, institucionales pero, sobre todo cognitivos, van caminodel cielo del olvido.4 Esta divisoria entre migrantes y nativos tiene filiacio-nes importantes pero es de una fabulosa actualidad que, antes que temer,deberamos deconstruir y eventualmente redisear.

    Los chicos de menos de 6 aos son diablillos digitalesLos matutinos atronan peridicamente urbi et orbi con noticias acerca depornografa y abuso infantil en la red, escandalizndose an ms por losvacos legales que permiten que los pederastas no tengan un justo castigo.El tema es real y merece atencin, pero las bombas mediticas intermiten-tes que lo enmascaran opacan otros fenmenos mucho ms masivos y lla-mativos, que tienen por objeto y sujeto a los chicos, pero que no ocupanlas tapas de los matutinos.

    Por eso escapndole como a la peste al opinionismo, nos basamos enalgunas encuestas y relevamientos como el de The childrens digital mediacenter del The Henry J. Kaiser Family Foundation sobre ms de mil casosde menos de seis aos para tener una idea certera de en qu consisten susprcticas digitales.5

    Segn el informe que data de dos aos atrs, los chicos entre 0 y 6 aosgastan (o invierten?) casi tanto tiempo con la TV, las computadoras y losvideojuegos como jugando en la calle o en espacios abiertos. El informeactualiza datos ms que interesantes generados a mediados y fines de ladcada pasada y difundidos en el importante libro de Dan Tapscott Growingup digital.6

    Los datos ms recientes son bien concluyentes. Los chicos menores de 6aos en Estados Unidos pasan casi dos horas diarias usando pantallas (1:58),casi el mismo tiempo que jugando en la calle (2:01), y leyendo (0:39 minu-tos) una cifra nimia comparativamente. Para el pas ms digitalmente alfabetizadodel mundo las cifras son bien llamativas. Casi la mitad de los chicos demenos de 6 aos (48%) han usado una computadora (31% de 0-3 aosy 70% y 4-6 aos). Casi un tercio (30%) ha jugado a los videojuegos (14%de 0-3 aos y 50% de 4-6 aos); incluso los ms chicos de menos de dosaos estn altamente expuestos a los medios electrnicos.

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    Sobreexposicin tempranaEl estudio en cuestin no es cualquiera porque tiene alcance nacional enEstados Unidos y porque los resultados sorprenden tanto a los ms opti-mistas como a los ms pesimistas, al demostrar que los preescolares em-piezan a usar los medios en edades mucho ms tempranas de los que todoel mundo imaginaba, como lo revelaron Vicky Rideout y Ellen Wartella,decana del College of Communication de la University of Texas, autoresdel informe.

    Por primera vez en la historia la generacin de chicos actuales, nacidosentre mediados de los noventa y principios del ao 2000 se estn introdu-ciendo a/en los medios (la cultura, el mundo, la subjetividad) a travs delintermediario digital y ya no a travs del papel o de la imprenta. Contramuchas protestas y consejos en contrario, un tercio de los nios de 0-6aos (36%) tienen TV en su dormitorio, ms de 1 de cada 4 (27%) tienenVCR o DVD, 1 de cada 10 tiene un videojuego, 7% tiene computadora;30% de los chicos entre 0-3 aos tienen televisin en el cuarto y 43% delos de 4-6 aos tambin.

    Entre los datos salientes del estudio se revela algo bastante obvio: loschicos que tienen TV en sus cuartos leen menos y ven ms televisin quelos chicos que la comparten en un espacio comn. Los estudiosos dejan aun lado su ecuanimidad e insisten en el carcter negativo de la TV al com-petir con la lectura y ponerla en cuestin.7 Mostrando como toda investi-gacin da resultados ambivalentes (o en todo caso refleja intereses muycontrastantes) los padres de estos pequeos insisten en que la TV ayuda(43%) ms que perjudica (27%) a los chicos en el aprendizaje. Ms llama-tiva es, en cambio, su valoracin del uso de la computadora ya que un(72%) insiste en que las maquinitas ayudan a los chicos a aprender.

    Nuevamente, si bien 58% de los padres insiste que los programa de teley 49% los videos son muy importantes para el desarrollo intelectual de loschicos, sosteniendo que la identificacin con la TV mejora las habilidadesde compartir o de ayudar contra las de pegar y patear creen, no obstante,59%, que los chicos imitan el comportamiento agresivo fomentado por latelevisin. Tambin el estudio muestra que la mayora de los padres impo-nen reglas de visin (90%) y tiempo de exposicin (69%) y que las reglashacen efecto porque cuando se aplican el tiempo de exposicin diario sereduce en, por lo menos, una media hora (1:00 versus 1:29).

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    Hablamos sin saber. Opinamos sin investigarNada nuevo bajo el sol. Todas las conclusiones pueden matizarse y muchopero un dato es incontrastable. Hablamos casi todo el tiempo, sin saber. Opi-namos sin investigar, pontificamos sin ton ni son y cuando los datos salen a laluz los crticos y tecnfobos tienen que fagocitarse mucho de lo que comen-tan porque estas tendencias son irreversibles y la Tercera Fase est en plenaexpansin (Simone, 2001). Efectivamente como dice Steven Johnson (2005)la mayora de lo que nos dijeron que era malo (para la salud mental especial-mente la televisin, los videojuegos, las computadoras e internet) es buenocuando no buensimo.

    Johnson llama siguiendo una indicacin de la pelcula Sleeper (1973)de Woody Allen Curva del dormiln a la constatacin de que los videojuegos,la violencia televisiva, las comedias de situaciones juveniles pero especial-mente los reality shows, tienen un valor nutricional e intelectual de primeramagnitud. Tradicionalmente hubo dos maneras igualmente torpes y des-viadas de pensar estos fenmenos. La primera la sartoriana, que ve en eldesarrollo de la cultura popular de los ltimos 50 o 500 aos un pasaporteseguro e irreversible hacia la decadencia de la cultura occidental.

    Otra postura, que supuestamente contrarresta a la anterior, insiste enque aun si es cierto que los medios han perdido estatura moral y capaci-dad de liderazgo tico, al menos han ganado en realismo y en crudeza,mostrndonos el mundo tal cual es, aunque eso no nos guste demasiado.Pero hay una tercera manera de ver el fenmeno, que es la que adoptaJohnson y que nosotros, graciosamente, compartimos, a saber: que los mediosno tiene por qu ser el faro de la moral burguesa y que mucho mejor queseguir vindolos como maestros desviados o como omnipotentes promo-tores de la incultura juvenil, sera entenderlos como entrenamientos encognicin diversa y compleja.

    De lo que se trata ahora es de adentrarnos, en detalle, en las adaptacio-nes y mediamorfosis que supone un nuevo tipo de escuela adaptada a esteconsumo meditico. Evidentemente la escuela que tenemos, que ni siquie-ra poda competir con la TV, frente a las computadoras en red, los videojuegos,los entornos participativos y progresivamente inmersivos, retrocede 20 casillerosy casi que nos deja en Sumer de a pie. Habr que apurarse porque comobien deca Alicia en el pas de la maravillas en un mundo en movimientoel que se queda en el mismo lugar retrocede.

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    Esta investigacin ha demostrado que esta aceleracin (capacidad deintroyeccin de la novedad), interiorizacin de las pantallas y consumodigital est avanzando a una velocidad pavorosa y nosotros, mientras tan-to, todava estamos discutiendo cul debe ser el abc de la alfabetizacindigital.

    Educando a la generacin digitalEn este sentido compartimos plenamente la respuesta que el ingeniero Regginile dio a una reportera de educ.ar: Decididamente celebro que no existanprogramas ni objetivos prescriptos a cumplir en el rea de informtica.Defiendo con pasin la diversidad y me asustan los planes homogneosgenerales weblog.educ.ar/educacion-tics/ cuerpoentrevista.php?idEntrev=92.Sin embargo como vemos por los datos de ese estudio tampoco podemosdejar todo librado al azar y a la auto organizacin. As como preferimosvivir y trabajar en organizaciones cardicas y no en pirmides monolticas,tampoco el todo vale ayuda en los procesos de institucionalizacin creativa.

    En trabajos sucesivos daremos algunas pautas de cmo podemos gene-rar una cultura de apropiacin infanto-juvenil de estas prcticas espont-neas con proyeccin educativa. Estos y otros temas conexos son los queestamos desarrollando en nuestro libro venidero Nativos digitales.8

    Notas1 La primera referencia a la expresin la en-

    contramos en el trabajo de Mark Prensky (2003).2 Para una descripcin de las economas de

    signos y espacios que son impermeables a las lgicasde socializacin y de reproduccin tradicionalesver Lash y Urry (2000). Para una implacable pro-puesta de insercin plena y de despliegue efecti-vo de nuevas reglas de comportamiento en lasociedad digital y ultramoderna ver Latour (1998),Lash (2005) y Sfesz (2005).

    3 Es indispensable, en este sentido, recorreruna y otra vez la increble investigacin de ByronReeves y Clifford Nass (1996). The media equation,Cambridge University Press, que ha sido salu-dada con bastantes crticas, pero que no por elloes menos provocativa.

    4 Existe igualmente una contrarrevolucinterica bastante fuerte que alcanza picos de re-sistencia mucho ms altos en el Tercer Mundoque en el primero. Como ejemplo de estas

    pevenciones desmesuradas y puramente defen-sivas ver de Paula Sibilia (2005).

    5 Se trata de Zero to six: Electronic media inthe lives of infants, toddlers and preschoolers.

    6 Ver editoriales del Interlink Headline Newsnm. 1312 La net-generation prosumidores,culturas post-figurativas y cmo separar la pajadel trigo y 1315 La net-generation educacin,cultura y la d(e)uda tecnolgica (www.ilhn.com).

    7 Si bien la literatura antitelevisin es infini-ta existen cada vez ms trabajos que cuestionanla causa unilineal de: +TV = +violencia.

    8 Como guas orientadores de este tipo de trabajorecomendamos consultar la obra reciente deOblinger y Oblinger (2005) (disponible en http://www.educause.edu/educatingthenetgen) y el textoen prensa de Marc Prensky Dont bother me,mom-im learning, en How computer and videogames are preparing your kids for twenty-first centurysuccess- and how you can help! (abril 2006).

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    ReferenciasBarker, M. y Petley, J. (comp.) (1997). Effects: the media/violence debate, Londres: Routledge.Johnson, S. (2005). Everything bad is good for you: how todays popular culture is actually

    making us smarter (Hardcover).Latour, B. (1998). De la mediacin tcnica filosofa, sociologa, tecnologa, en Miquel

    Domenech y Francisco Javier Tirado (comps.) Sociologa simtrica. Ensayos sobre cien-cias, tecnologa y sociedad, Barcelona: Gedisa.

    Lash, S. y Urry, J. (2000). Economas de signos y espacios, Buenos Aires: Amorrortu.Lash, S. (2005). Crtica de la informacin, Buenos Aires: Amorrortu.Mead, M. (1980). Cultura y compromiso, Barcelona: Gedisa.Prensky, M. (2003). Digital natives, digital immigrants- A new way to look at ourselves and

    our kids, http://www.marcprensky.com/writing/Prensky%20-Prensky, M. (2006). Dont bother me, mom-im learning, How computer and video games

    are preparing your kids for twenty-first century success-and how you can help! (abril 2006).%20Digital%20Natives,%20Digital%20Immigrants%20-%20Part1.pdf

    Reeves, B. y Nass, C. (1996). The media equation, Cambridge: Cambridge UniversityPress.

    Rideout, V. y Wartella, E. (2003). Zero to six: Electronic media in the lives of infants,toddlers and preschoolers, http://www.kff.org/entmedia/entmedia102803pkg.cfm.

    Sfez, L. (2005). Tcnica e ideologa un juego de poder, Mxico: Siglo XXI.Sibilia, P. (2005). El hombre postorgnico. Cuerpo, subjetividad y tecnologas digitales, Bue-

    nos Aires: FCE.Simone, E. (2001). La tercera fase, Madrid: Taurus.Sluzki, C. (2005). Conflictos adolescentes: cmo pasar de la confrontacin a la colaboracin,

    ponencia presentada en el IV Congreso Mundial de Psicoterapia, Buenos Aires.