NARRATIVA Libros El vuelo de la mariposa - … · hacia otra parte,y consigue ser mu-cho más que...

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UNA MUJER DESNUDA Lola Beccaria Anagrama. Barcelona, 2004 209 páginas, 13 euros M UY difícil género el de la li- teratura erótica. Lo saben bien los responsables editoriales del Premio Sonrisa Vertical, que ha te- nido que dejarse desierto e iniciar un periodo de reflexión sobre su misma continuidad. No es tanto ni tan va- riado lo que unos mamíferos pueden hacer con su cuerpo para poder soste- ner una novela, si no se suman a la re- presentación de cópulas y jadeos la in- teligencia y los poderes de la imagina- ción, que son los únicos que pueden nutrir una buena literatura erótica. Las vías para salir del automatismo en que fácilmente cae la representa- ción de las relaciones sexuales pueden ser variadas. El año pasado la primera parte de la novela El vampiro de la ca- lle Méjico, de Vicente Molina Foix, imaginó una salida inteligente por la vía del humorismo, con la distanciada manera como representó unas esce- nas en el hotel Danielli de Venecia, que eran un homenaje y casi una pa- rodia muy posmoderna. Confesión íntima Lola Beccaria ha ideado otra forma no menos inteligente para lograr de- sautomatizar el género en esta novela y que trae al título de la suya: la des- nudez psicológica, el recorrido por la indigencia afectiva, la explicación confesional, íntima, que una mujer madura, nada menos que una minis- tra del Interior, ofrece de lo que ha sido su desaforada vida sexual. Lola Beccaria ha convertido así la línea de erotismo que sostiene toda la novela, con unas historias sucesivas muy bien articuladas, en un manifiesto que pretende ir más allá de la repre- sentación de la sexualidad corporal, para ir a la mente y al afecto de quien las vive, a la raíz misma de su motiva- ción. La sexualidad ocupa de esa forma un lugar explicativo, transitivo hacia otra parte, y consigue ser mu- cho más que ejercicio del cuerpo, lo- gra serlo del alma. Y ése es su mayor acierto. La novela de Beccaria, siendo una de las mejores muestras de erotismo que yo he leído, con escenas magnífi- camente conseguidas en el terreno de la sugestión, de la sutil administra- ción de la libido, tiende a sobrepasar las vivencias del juego erótico y ofre- cer la historia de una mujer, vivida como confesión autobiográfica del personaje, en un momento crítico de su propia vida. De esa forma, imagi- nando un marco en el que durante una noche una mujer, en un momento clave de su existencia, ofrece una con- fesión íntima a sus lectores sobre lo que ha sido su vida, eleva mucho la di- mensión factual del hecho erótico, y lleva la novela erótica a novela psico- lógica, con lo que los episodios libidi- nosos representados obtienen un sen- tido mayor que ellos mismos. Inteli- gente estrategia de una escritora que sin duda ofrece aquí otra muestra de su sutil forma de nueva estilización del erotismo. Lo más difícil de asimilar para un lector común será sin duda no el ero- tismo como tal, sino que la tesis freu- diana del mito de Electra, que late en el fondo de la novela, lleve a la incomo- didad de los episodios de pedofilia que el personaje Damián practica, por muy disfrazados de comprensión afec- tiva que se encuentren, y también la perspectiva de corporeización del amor filial hacia el padre, que nutre el origen del déficit afectivo de la prota- gonista. Es obvio que resultarán desa- sosegantes, es más, un golpe al propio lector, como si Beccaria no hubiese re- nunciado al difícil reto de ofrecer un más allá de la sexualidad, llevándola al límite de la aceptabilidad social del fenómeno. ¿Hasta dónde podríamos admitir una representación expli- cativa de la soledad de la niña y de que la falta de afecto pa- terno sea el móvil último justificativo de su desviada con- ducta? Ése es el reto. Bastaría con haber des- plazado seis o siete años ha- cia atrás el descubrimiento del sexo para que la novela funcionase tout court dentro de los parámetros social- mente aceptables y por tanto defini- dos de lo que es sexualmente repre- sentable. Pero entonces esta novela se- ría otra, y Lola Beccaria quizá no hubiese estado interesada en escri- birla. Porque es una formidable no- vela erótica, pero mucho más que eso, y en ese mucho más la novela juega su suerte, esta vez sobre lo políticamente correcto en la representación de las conductas sexuales. La línea estilística es formidable, precisamente por dos características que la definen: una sutileza muy bien orquestada de relieves psicológicos en las actitudes de Martina, porque cada acto de su sexualidad, en la va- riada gama de las que recorre desde la niñez a la adolescencia, juventud y madurez, va pautando una reflexión sobre sí misma y el lugar que concede a las experiencias eróticas, quedando siempre, y ése es un gran acierto, lo reflexivo del personaje por encima de lo actuante, como si Lola Beccaria hu- biese querido decir al lector que el sexo es otra forma de apropiación de la personalidad, de aprendizaje de uno mismo. Esta novela es por tanto una novela de aprendizaje de la de- pendencia sexual y aceptación de la sensualidad y del carácter animal de los instintos (con imágenes y analo- gías que constantemente remiten a ese mundo) como vehículo no culpa- bilizado de formación de una perso- nalidad desinhibida. La segunda línea estilística que proporciona a la novela formidables momentos de erotismo es la grada- ción. No hay cópulas sino muy tar- díamente; antes hay todo el proceso del descubrimiento a los ojos de una niña, sutilmente llevado con el clí- max en la escena de la consulta del médico, de lo que es el cuerpo, y luego todos los fenómenos de sutileza que imprime Beccaria a las escenas de los aledaños de la piscina, magis- tralmente pautadas en su ritmo de concesión paulatina del clímax. El ca- rácter celebrativo del cuerpo, su libe- ración de la culpa, concede a los pro- pios movimientos un ritmo muy dis- tanciado del que es habitual en la novela erótica convencional. Sin em- bargo, no estoy seguro de que hayan sido un acierto las páginas de cierre, el giro que finalmente da la historia con la nueva comparecencia de Da- mián, y la situación de la ministra del Interior en la tesitura de salvar a quien la redimió, con posible escán- dalo político de fondo. Ese desenlace valdría bien para una película ameri- cana, pero es mucho menos verosímil y compadece mal tal giro con la inte- ligencia con la que se ha llevado el resto de la novela. Pero lo que este crítico entiende que es un desliz na- rrativo en ningún modo oculta que con Lola Beccaria tenemos a una es- critora de buen nivel, que salta por encima del listón alto que a sí misma se ha propuesto. José María Pozuelo Yvancos 9 Blanco y Negro Cultural / 8-5-2004 El vuelo de la mariposa Libros NARRATIVA Cultural (Madrid) - 08/05/2004, Página 9 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. 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UNA MUJER DESNUDALola BeccariaAnagrama. Barcelona, 2004209 páginas, 13 euros

M UY difícil género el de la li-teratura erótica. Lo saben

bien los responsables editoriales delPremio Sonrisa Vertical, que ha te-nido que dejarse desierto e iniciar unperiodo de reflexión sobre su mismacontinuidad. No es tanto ni tan va-riado lo que unos mamíferos puedenhacer con su cuerpo para poder soste-ner una novela, si no se suman a la re-presentación de cópulas y jadeos la in-teligencia y los poderes de la imagina-ción, que son los únicos que puedennutrir una buena literatura erótica.Las vías para salir del automatismoen que fácilmente cae la representa-ción de las relaciones sexuales puedenser variadas. El año pasado la primeraparte de la novela El vampiro de la ca-lle Méjico, de Vicente Molina Foix,imaginó una salida inteligente por lavía del humorismo, con la distanciadamanera como representó unas esce-nas en el hotel Danielli de Venecia,que eran un homenaje y casi una pa-rodia muy posmoderna.

Confesión íntimaLola Beccaria ha ideado otra forma

no menos inteligente para lograr de-sautomatizar el género en esta novelay que trae al título de la suya: la des-nudez psicológica, el recorrido por laindigencia afectiva, la explicaciónconfesional, íntima, que una mujermadura, nada menos que una minis-tra del Interior, ofrece de lo que hasido su desaforada vida sexual. LolaBeccaria ha convertido así la línea deerotismo que sostiene toda la novela,con unas historias sucesivas muybien articuladas, en un manifiestoque pretende ir más allá de la repre-sentación de la sexualidad corporal,para ir a la mente y al afecto de quienlas vive, a la raíz misma de su motiva-ción. La sexualidad ocupa de esaforma un lugar explicativo, transitivohacia otra parte, y consigue ser mu-cho más que ejercicio del cuerpo, lo-gra serlo del alma. Y ése es su mayoracierto.

La novela de Beccaria, siendo unade las mejores muestras de erotismoque yo he leído, con escenas magnífi-camente conseguidas en el terreno dela sugestión, de la sutil administra-ción de la libido, tiende a sobrepasarlas vivencias del juego erótico y ofre-cer la historia de una mujer, vividacomo confesión autobiográfica delpersonaje, en un momento crítico desu propia vida. De esa forma, imagi-nando un marco en el que duranteuna noche una mujer, en un momentoclave de su existencia, ofrece una con-fesión íntima a sus lectores sobre loque ha sido su vida, eleva mucho la di-mensión factual del hecho erótico, ylleva la novela erótica a novela psico-lógica, con lo que los episodios libidi-

nosos representados obtienen un sen-tido mayor que ellos mismos. Inteli-gente estrategia de una escritora quesin duda ofrece aquí otra muestra desu sutil forma de nueva estilizacióndel erotismo.

Lo más difícil de asimilar para unlector común será sin duda no el ero-tismo como tal, sino que la tesis freu-diana del mito de Electra, que late enel fondo de la novela, lleve a la incomo-didad de los episodios de pedofilia queel personaje Damián practica, pormuy disfrazados de comprensión afec-tiva que se encuentren, y también laperspectiva de corporeización delamor filial hacia el padre, que nutre elorigen del déficit afectivo de la prota-gonista. Es obvio que resultarán desa-sosegantes, es más, un golpe al propiolector, como si Beccaria no hubiese re-nunciado al difícil reto de ofrecer unmás allá de la sexualidad, llevándolaal límite de la aceptabilidad social delfenómeno. ¿Hasta dónde podríamosadmitir una representación expli-cativa de la soledad de la niña yde que la falta de afecto pa-terno sea el móvil últimojustificativo de sudesviada con-ducta? Ése es elreto. Bastaríacon haber des-plazado seis osiete años ha-cia atrás el descubrimiento del sexopara que la novela funcionase toutcourt dentro de los parámetros social-mente aceptables y por tanto defini-dos de lo que es sexualmente repre-sentable. Pero entonces esta novela se-ría otra, y Lola Beccaria quizá nohubiese estado interesada en escri-birla. Porque es una formidable no-vela erótica, pero mucho más que eso,y en ese mucho más la novela juega susuerte, esta vez sobre lo políticamentecorrecto en la representación de lasconductas sexuales.

La línea estilística es formidable,precisamente por dos característicasque la definen: una sutileza muy bienorquestada de relieves psicológicosen las actitudes de Martina, porque

cada acto de su sexualidad, en la va-riada gama de las que recorre desdela niñez a la adolescencia, juventud ymadurez, va pautando una reflexiónsobre sí misma y el lugar que concedea las experiencias eróticas, quedandosiempre, y ése es un gran acierto, loreflexivo del personaje por encima delo actuante, como si Lola Beccaria hu-biese querido decir al lector que elsexo es otra forma de apropiación dela personalidad, de aprendizaje deuno mismo. Esta novela es por tantouna novela de aprendizaje de la de-pendencia sexual y aceptación de lasensualidad y del carácter animal delos instintos (con imágenes y analo-gías que constantemente remiten aese mundo) como vehículo no culpa-

bilizado de formación de una perso-nalidad desinhibida.

La segunda línea estilística queproporciona a la novela formidablesmomentos de erotismo es la grada-ción. No hay cópulas sino muy tar-díamente; antes hay todo el procesodel descubrimiento a los ojos de unaniña, sutilmente llevado con el clí-max en la escena de la consulta delmédico, de lo que es el cuerpo, yluego todos los fenómenos de sutilezaque imprime Beccaria a las escenasde los aledaños de la piscina, magis-tralmente pautadas en su ritmo deconcesión paulatina del clímax. El ca-rácter celebrativo del cuerpo, su libe-ración de la culpa, concede a los pro-pios movimientos un ritmo muy dis-tanciado del que es habitual en lanovela erótica convencional. Sin em-bargo, no estoy seguro de que hayansido un acierto las páginas de cierre,el giro que finalmente da la historiacon la nueva comparecencia de Da-mián, y la situación de la ministradel Interior en la tesitura de salvar aquien la redimió, con posible escán-dalo político de fondo. Ese desenlacevaldría bien para una película ameri-cana, pero es mucho menos verosímily compadece mal tal giro con la inte-ligencia con la que se ha llevado elresto de la novela. Pero lo que estecrítico entiende que es un desliz na-rrativo en ningún modo oculta quecon Lola Beccaria tenemos a una es-critora de buen nivel, que salta porencima del listón alto que a sí mismase ha propuesto.

José María Pozuelo Yvancos

9Blanco y Negro Cultural / 8-5-2004

El vuelo de la mariposa

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Cultural (Madrid) - 08/05/2004, Página 9Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.