¡Nada deti en e - edebe.com · aparece una bonita mariposa. ... «Querida mía, estoy en graves...
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¡Nada deti en e
A VivianA!
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Título original: Merlin Zinzin, Rien n’arrête Viviane!
© Flammarion, 201087, quai Panhard et Levassor5647 Paris Cedex 13 /France
© Ed. Cast: edebé, 2012Paseo de San Juan Bosco 6208017 Barcelonawww.edebe.com Dirección editorial: Reina DuarteEditora: Elena Valencia© Traducción del francés: Anna Juan Cantavella
Primera edición, septiembre 2012
ISBN 978-84-683-0415-1Depósito Legal: B. 0000-2012Impreso en España
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi cos) si necesita fotocopiar o esca-near algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).
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¡nadie deti en eaVivianA!
Marc Canti nIlu STRaciones de Sta n & Vince
edebé
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En condiciones normales, recibir un mensaje no tie-
ne nada de excepcional. Alguien llama a tu puerta y,
cuando abres, un mensajero algo cansado aparece:
—U… una carta para usted —balbucea, apoyándose
sobre el marco de la puerta para recuperar el aliento.
Te da un pergamino escrito a pluma unos días antes,
o algunos meses, depende de la distancia que le haya
tocado recorrer y de las trampas que haya tenido que
superar.
Vamos, que es simple.
Excepto cuando vives en Brocelandia y tu madre es
un hada.
Entonces las cosas son diferentes. Al salir de casa de
los señores Camelot, Viviana oye un silbido agudo,
como el ruido de una fl echa al cortar el viento. Se da
media vuelta y, efectivamente, ve una fl echa que se di-
rige hacia ella.
Viviana, por supuesto, piensa en agacharse o en en-
trar de nuevo en casa. Desgraciadamente, el miedo la
petrifi ca y queda paralizada, esperando como una idio-
CAPÍTULO 1
UN MENsAJE EXPLOSIVO
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ta a que la fl echa le atraviese la frente. No tiene tiempo
ni de cerrar los ojos.
Cuando todo parece perdido, la fl echa explota a unos
centímetros de su nariz y expulsa pétalos de fl ores.
—Mamá —suspira Viviana.
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El hada Morgana cuida mucho los mensajes que le
envía a su hija. Viviana lo sabe, pero no consigue ha-
cerse a la idea. Entre los pétalos que caen a su alrededor,
aparece una bonita mariposa. Revolotea feliz, aunque
comunica el mensaje del hada con voz alarmada:
«Querida mía, estoy en graves apuros: la bruja
Norcadet ha conseguido encerrarme en la isla de los
Mil Suplicios. Me retiene en su castillo, en el fondo
de un calabozo. Ha neutralizado mis poderes y no
tengo ninguna posibilidad de salir. Necesito tu ayu-
da, corazón mío. Norcadet ha salido y me urge que
me traigas inmediatamente el Grial. Con esa copa
sagrada, podré preparar un hechizo y liberarme. Está
en casa de los señores del Santo Grial. La conservan
con mucho cuidado y se opondrán totalmente a de-
jártela. Así es que tienes que cogerla discretamente.
Tráemelo en seguida aquí. Sigue mis indicaciones
para en…».
La mariposa no tiene tiempo de decir nada más. Un
mirlo la atrapa al vuelo y la hace desaparecer en su
pico.
—¡Oh, no! —gime Viviana, mirando cómo el pájaro
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se eleva hacia el cielo—. ¿Cómo voy a encontrar a
mamá?
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Por suerte, el hada Morgana guarda más ases en su va-
rita. El pájaro tiene hipo, una, dos veces… y a la tercera,
¡explota!
—¡Guau! —se asusta—. Mamá no se anda por las ra-
mas.
Morgana se carga a placer a ogros, trols, dragones y
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todo lo que la región produce de maléfi co, pero atomi-
zar a un pobre pájaro nunca le ha gustado.
—Eso signifi ca que debe de estar verdaderamente
en peligro —deduce Viviana, antes de inspeccionar el
plano.
Pone el dedo sobre Brocelandia, sigue la línea roja que
atraviesa el bosque, llega hasta el lago de los Condena-
dos, se dirige hacia la isla de los Mil Suplicios, entra en
el castillo del Espectro Negro y se para ante la cruz roja
que marca el calabozo.
—Está muy claro —se alegra Viviana—, aunque de-
bería pedirle ayuda a alguien.
La puerta de la casa se abre tras ella.
—¿Todavía aquí, primita? —le lanza Merlín—. Vas a
llegar tarde a la clase de laúd.
—¡Jolín! ¡Había olvidado el laúd! —exclama Vivia-
na.
—Bueno, yo me largo a mi curso de canto. ¡Prepárate
para volver bajo la lluvia!
—Olvida la música —le dice Viviana cogiéndolo por
la manga—, hay algo más urgente.
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