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Revista Nº36

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contenidos

02 Editorial03 Extracto de la Encíclica “Evangelium Vitae”06 Un crimen abominable08 No matarás al niño en el seno materno10 No hay terapia en el aborto14 Cinco mentiras en torno al aborto terapéutico18 Protocolo de la muerte20 Carta Abierta

Revista Católica

Nº 36, Julio de 2014, Año 5

rescatandoalafamilia.blogspot.com [email protected]

Directora:

Rosa María Valencia Z.

Editor:

Santino Bruguera

Colaboradores:

Oficina de Comunicaciones del Arzobispado

Mons. Javier Del Río A.Kharla Zúñiga V.Edwin Heredia R.Sarko Medina H.

Queridos amigos:

Este número está consagrado a un tema tan sensible como importan-te: el aborto. El atentado más terrible contra un inocente.

En nuestro país se acaba de apro-bar la “Guía técnica nacional para la estandarización del procedimiento de la atención integral de la gestan-te en la interrupción voluntaria por indicación terapéutica del embarazo menor de 22 semanas”, un prolonga-do tecnicismo para referirse al asesi-nato de una criatura sin culpa alguna al amparo de la ley.

Es, pues, nuestro deber como publicación católica y provida, de-fender los derechos del ser humano desde su concepción misma hasta las últimas instancias.

Esperamos que la lectura de los contenidos de la presente edición sir-van para dar una luz en este delicado tópico.

Un abrazo fraterno

Editorial

Extracto de la Enciclica: Evan-gelium VitaeEl Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio.Cada persona, precisamente en virtud del misterio del Verbo de Dios hecho carne (cf.  Jn  1, 14), es confiada a la solicitud materna de la Iglesia. Por eso, toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios, la compromete en su misión de anunciar el Evange-lio de la vida por todo el mundo y a cada criatura (cf. Mc 16, 15).Hoy este anuncio es particu-larmente urgente ante la im-presionante multiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. Por desgracia, este alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando. Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso cientí-fico y tecnológico surgen nue-vas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva si-tuación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un  aspecto inédito y —podría decirse— aún más inicuo  oca-sionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios secto-res de la opinión pública justi-

fican algunos atentados contra la vida en nombre de los dere-chos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pre-tenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta liber-tad y además con la interven-ción gratuita de las estructuras sanitarias.En la actualidad, todo esto pro-voca un cambio profundo en el modo de entender la vida y las relaciones entre los hom-bres. El hecho de que las le-gislaciones de muchos países, alejándose tal vez de los mis-mos principios fundamentales de sus Constituciones, hayan consentido no penar o incluso reconocer la plena legitimidad de estas prácticas contra la vida es, al mismo tiempo, un sínto-ma preocupante y causa no marginal de un grave deterioro moral. Opciones, antes consi-deradas unánimemente como delictivas y rechazadas por el común sentido moral, llegan a ser poco a poco socialmente respetables. La misma medi-cina, que por su vocación está ordenada a la defensa y cuida-do de la vida humana, se presta cada vez más en algunos de sus sectores a realizar estos actos contra la persona, deformando así su rostro, contradiciéndo-se a sí misma y degradando la dignidad de quienes la ejercen. En este contexto cultural y le-gal, incluso los graves proble-mas demográficos, sociales y familiares, que pesan sobre nu-

merosos pueblos del mundo y exigen una atención responsa-ble y activa por parte de las co-munidades nacionales y de las internacionales, se encuentran expuestos a soluciones falsas e ilusorias, en contraste con la verdad y el bien de las personas y de las naciones.El resultado al que se llega es dramático: si es muy grave y preocupante el fenómeno de la eliminación de tantas vidas hu-manas incipientes o próximas a su ocaso, no menos grave e in-quietante es el hecho de que a la conciencia misma, casi oscu-recida por condicionamientos tan grandes, le cueste cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor fundamental mismo de la vida humana.La humanidad de hoy nos ofrece un espectáculo verda-deramente alarmante, si con-sideramos no sólo los diversos ámbitos en los que se producen los atentados contra la vida, sino también su singular pro-porción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben de una vasta opinión pública, de un frecuente reco-nocimiento legal y de la impli-cación de una parte del perso-nal sanitario.Más allá de las intenciones, que pueden ser diversas y presen-tar tal vez aspectos convincen-tes incluso en nombre de la so-lidaridad, estamos en realidad ante una objetiva  « conjura contra la vida », que ve impli-cadas incluso a Instituciones

Extracto de la Enciclica: Evangelium Vitae

internacionales, dedicadas a alentar y programar auténti-cas campañas de difusión de la anticoncepción, la esterili-zación y el aborto. Finalmen-te, no se puede negar que los medios de comunicación social son con frecuencia cómplices de esta conjura, creando en la opinión pública una cultura que presenta el recurso a la an-ticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como enemigas de la libertad y del progreso las posi-ciones incondicionales a favor de la vida.La vida humana se encuentra en una situación muy precaria cuando viene al mundo y cuan-do sale del tiempo para llegar a la eternidad (n. 44). 58. Entre todos los delitos que el hombre puede cometer con-tra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso( n. 58). Hoy, sin embargo, la percep-ción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evi-dente de una peligrosísima cri-sis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de dis-tinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las co-sas por su nombre, sin ceder a

compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena cate-górico el reproche del Profeta: «¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad » (Is 5, 20). Precisa-mente en el caso del aborto se percibe la difusión de una ter-minología ambigua, como la de « interrupción del embarazo », que tiende a ocultar su verda-dera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las co-sas: el aborto procurado es  la eliminación deliberada y direc-ta, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento.La gravedad moral del abor-to procurado se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio y, en particular, si se conside-ran las circunstancias específi-cas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más  inocente  en absoluto que se pueda imaginar: ¡jamás po-drá ser considerado un agre-sor, y menos aún un agresor injusto! Es débil, inerme, hasta el punto de estar privado inclu-so de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuer-za implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno.

Sin embargo, a veces, es preci-samente ella, la madre, quien decide y pide su eliminación, e incluso la procura.Es cierto que en muchas oca-siones la opción del aborto tie-ne para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuan-to que la decisión de deshacer-se del fruto de la concepción no se toma por razones puramen-te egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran pre-servar algunos bienes impor-tantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pen-sar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, ja-más pueden justificar la elimi-nación deliberada de un ser hu-mano inocente.En la decisión sobre la muerte del niño aún no nacido, ade-más de la madre, intervienen con frecuencia otras personas. Ante todo, puede ser culpa-ble el padre del niño, no sólo cuando induce expresamente a la mujer al aborto, sino tam-bién cuando favorece de modo indirecto esta decisión suya al dejarla sola ante los problemas del embarazo:    de esta forma se hiere mortalmente a la fa-milia y se profana su natura-leza de comunidad de amor y su vocación de ser « santuario de la vida ». No se pueden ol-vidar las presiones que a veces provienen de un contexto más amplio de familiares y amigos. No raramente la mujer está so-

metida a presiones tan fuertes que se siente psicológicamente obligada a ceder al aborto: no hay duda de que en este caso la responsabilidad moral afecta particularmente a quienes di-recta o indirectamente la han forzado a abortar. También son responsables los médicos y el personal sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para promover la vida.Pero la responsabilidad implica también a los legisladores que han promovido y aprobado le-yes que amparan el aborto y, en la medida en que haya depen-dido de ellos, los administra-dores de las estructuras sani-tarias utilizadas para practicar abortos. Una responsabilidad general no menos grave afecta tanto a los que han favorecido la difusión de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio de la materni-dad, como a quienes debieron haber asegurado —y no lo han hecho— políticas familiares y sociales válidas en apoyo de las familias, especialmente de las numerosas o con particula-res dificultades económicas y educativas. Finalmente, no se puede minimizar el entrama-do de complicidades que llega a abarcar incluso a institucio-nes internacionales, fundacio-nes y asociaciones que luchan sistemáticamente por la legali-zación y la difusión del aborto en el mundo. En este sentido, el aborto va más allá de la res-ponsabilidad de las personas concretas y del daño que se les provoca, asumiendo una di-mensión fuertemente social: es

una herida gravísima causada a la sociedad y a su cultura por quienes deberían ser sus cons-tructores y defensores. Algunos intentan justificar el aborto sosteniendo que el fruto de la concepción, al menos has-ta un cierto número de días, no puede ser todavía considerado una vida humana personal. En realidad, « desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre... la genética moder-na otorga una preciosa confir-mación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus caracte-rísticas ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacida-des requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar ».  Aunque la presencia de un alma espiritual no puede dedu-cirse de la observación de nin-gún dato experimental, las mis-mas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofre-cen « una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿cómo un individuo humano podría no ser persona humana? ».... la Iglesia siempre ha enseña-do, y sigue enseñando, que al fruto de la generación humana,

desde el primer momento de su existencia, se ha de garantizar el respeto incondicional que moralmente se le debe al ser humano en su totalidad y uni-dad corporal y espiritual: « El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben recono-cer los derechos de la perso-na, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida ».El Creador ha confiado la vida del hombre a su cuidado res-ponsable, no para que dispon-ga de ella de modo arbitrario, sino para que la custodie con sabiduría y la administre con amorosa fidelidad. El Dios de la Alianza ha confiado la vida de cada hombre a otro hombre hermano suyo, según la ley de la reciprocidad del dar y del re-cibir, del don de sí mismo y de la acogida del otro. Por tanto, lo que todos debemos asegurar a nuestro prójimo es un servicio de amor, para que siem-pre se defienda y promueva su vida, especialmente cuando es más débil o está amenazada. Es una exigencia no sólo personal sino también social, que todos de-bemos cultivar, poniendo el res-peto incondicional de la vida hu-mana como fundamento de una sociedad renovada.Se nos pide amar y respetar la vida de cada hombre y de cada mujer y trabajar con constancia y valor, para que se instaure finalmente en nuestro tiempo, marcado por tantos signos de muerte, una cul-tura nueva de la vida, fruto de la cultura de la verdad y del amor.

UN CRIMEN ABOMINABLEAñadiendo un error

más a su ya criticadí-sima gestión, la Mi-

nistra de Salud ha promul-gado lo que comúnmente se conoce como “Protocolo de Aborto Terapéutico”, a tra-vés del cual se dan las pautas para, en ciertas circunstan-cias, matar de modo directo a niños de hasta más de cinco meses de gestación. Los obis-pos del Perú, así como diver-sos gremios de médicos, abo-gados y otras instituciones representativas de la socie-dad civil, hemos expresado nuestro total rechazo a esta norma que pretende dar apa-riencia de legalidad al ase-sinato de una vida humana inocente en el vientre de su propia madre. Se trata de una norma claramente inconsti-tucional, porque el artículo 1° de la Constitución Política del Perú declara que “la de-fensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado”; y el artículo 2° de la misma Carta Magna re-conoce que toda persona tie-ne derecho a la vida y que “el concebido es sujeto de dere-cho en todo cuanto le favore-

ce”. Esto significa que, en el ordenamiento constitucional peruano, tanto la madre ges-tante como el niño concebi-do tienen el mismo derecho a la vida, así como a ser de-fendidos por el Estado y res-petados en su dignidad.Los defensores del “Proto-colo” dicen que a través de él se está reglamentando un derecho contenido en el Código Penal. La verdad es otra. El Código Penal Pe-ruano establece claramente que el aborto es un delito, y si bien en ciertos casos di-cho delito no es punible, es decir no se aplica la pena a quien lo cometa, eso no sig-nifica que deje de ser delito ni que el Código otorgue el derecho a cometerlo. Los de-fensores del “Protocolo” di-cen también que a través de él se está limitando y dando seguridad para que no se co-metan abortos ilegales, ya que el “Protocolo” establece sólo once casos en los que se puede realizar un aborto. Sin embargo, ocultan que la causa número once es “cual-quier otra” que, a juicio unos pocos médicos, “ponga en riesgo la vida de la gestante

o genere en su salud un mal grave y permanente”. Ocul-tan también que, como lo han afirmado representantes de los gremios médicos, en nuestros días las ciencias de la salud permiten resguardar la vida y la salud de la madre sin que necesariamente se tenga que asesinar a su hijo.El “Protocolo” dice que su criterio fundamental es la protección de la vida y la sa-lud de la madre gestante y del niño que lleva en su seno, pero no contiene absoluta-mente ninguna indicación para proteger a ese niño. Por el contrario, dice expresa-mente que “la atención en ge-neral y la orientación/conse-jería” deben realizarse en un marco “que requiere poner en el centro las necesidades de las mujeres”. Al niño ni lo menciona, pese a que todo el “Protocolo” reglamenta cómo proceder para matarlo. La total falta de respeto a la dignidad y al reconocimien-to de la vida humana queda también de manifiesto cuan-do al referirse al niño lo lla-man despectivamente “con-tenido uterino”, pese a que se trata ya de un ser humano

con manos, pies, ojos, nariz, cabeza, etc. como puede ver-se en cualquier ecografía.  Así pues, la Ministra de Sa-lud pretende que a los niños por nacer se les considere como algo descartable y que su existencia esté sujeta a la decisión de la madre y de

una junta de médicos cuya imparcialidad nadie puede garantizar. Como hace po-cas semanas dijo el Papa Francisco, una sociedad que no acoge a los niños es una sociedad enferma. De esta manera, el Gobierno no sólo incumple su deber de velar

por la salud de los ciudada-nos, ya bastante maltratados por la falta de atención del sector Salud, sino que, por el contrario, añade una nueva enfermedad al país!

+ Javier Del Río AlbaArzobispo de Arequipa

Las banderas en la Basílica Catedral de Arequipa y del Arzobispado estuvieron izadas a media asta durante tres días del 28 de junio al primero de julio, en señal de duelo por todos aquellos pequeños que serán afec-tados por la aprobación del Protocolo de Aborto Terapeútico en nuestro país. Nuestro Pastor sobre este tema envió un mensaje a los fieles indicando que: “No debemos temer así lo dijo nuestro Señor Jesucristo: «No teman, yo he vencido al mundo» (Juan 16,33) y también nos recuerda que: «He aquí que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 18,20). El Señor está con nosotros y, por eso «no tememos, aunque la tierra tiemble y los montes se desplomen en el mar» (Salmo 45)”, alentando también a no caer en la “Cultura del Descarte” que pretende deshumanizar a las personas como lo ha advertido el Papa Francisco. La Catedral de Arequipa, al sur del Perú, izó sus banderas a media asta desde el fin de semana como señal de duelo, luego de que el Ministerio de Salud, dirigido por Midori de Habich, promulgara el protocolo del mal llamado aborto “terapéutico”.Midori de Habich, con el respaldo de los ministros de Justicia, Daniel Figallo, y de la Mujer, Carmen Omonte, promulgó el 27 de junio el protocolo de aborto terapéutico, con el nombre de “Guía técnica nacional para la despenalización del procedimiento de atención integral de las gestantes en la interrupción voluntaria por indicación terapéutica del embarazo menor de 22 semanas”.Para el Arzobispo de Arequipa, Mons. Javier del Río Alba, este protocolo de aborto terapéutico es una me-dida para “asesinar niños”, y obedece a “lobbys” con “claros fines económicos”.En declaraciones a la prensa local, Mons. Del Río advirtió que “existe toda una corriente internacional que obliga a los países a aceptar estas medidas. Lo único que originará es la creación de más clínicas pro-abor-to y todo un negociado alrededor de esto”. El Prelado lamentó que este documento del gobierno peruano “solo se centra en el bienestar de la mujer y no estipula que se piense en la vida del niño”.

Los Obispos del Perú, ante la aprobación de la Guía técnica nacional del aborto terapéutico por el Ministerio de Salud, nos dirigimos a los fieles católicos, a la ciudadanía en general y en especial a las autoridades del Poder Ejecutivo, para expresar lo siguiente: 1. Nuestro más firme rechazo a esta norma que abre las puertas, por pri-mera vez en la historia del Perú, al aborto; es decir, al asesinato de una vida humana inocente. Esta norma ministerial además de inmoral es in-constitucional e ilegal. 2. El artículo 1° de la Constitución Política del Perú declara que “La de-fensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supre-mo de la sociedad y el Estado”. El artículo 2°, la misma Carta Magna reconoce que toda persona tiene derecho a la vida y que “el concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.  3. En consecuencia, de acuerdo al ordenamiento legal peruano, concor-dante con el Derecho Internacional, tanto la madre gestante como el niño concebido tienen el mismo derecho a la vida, así como a ser defendidos por el Estado y respetados en su dignidad.  4. La aprobación de la Guía del aborto terapéutico, a través de la cual se puede dar muerte a niños de hasta 22 semanas de gestación, a los que, mientras se encuentran indefensos en el seno de la madre, se denomina despectivamente «contenido uterino», es una flagrante violación del Es-tado de Derecho. 5. Con la presente norma el Ministerio de Salud ha ignorado la voluntad de la mayoría de los peruanos que, en diversas ocasiones y en multitudi-narias marchas, tanto en Lima, como en Arequipa, Iquitos, Piura, Puno, Trujillo, Cusco y otras ciudades del país, han expresado la defensa de la vida y el rechazo al aborto.

COMUNICADO DE LOS OBISPOS DEL PERÚ ANTE LA IMPLEMENTACIÓN DE LA GUÍA TÉCNICA NACIONAL DEL ABORTO TERAPÉUTICO

“NO MATARÁS AL NIÑO EN EL SENO MATERNO”

6. No es necesaria la Guía técnica nacional. Los especialistas en la mate-ria muestran que en casos excepcionales, donde la vida de la madre y la de su hijo corren riesgo, existen hoy múltiples recursos disponibles, gra-cias a la tecnología médica, que pueden salvar ambas vidas. 7. La llamada Guía del aborto terapéutico ha abierto una grave herida en la dignidad de la persona humana, considerada a partir de esta nor-ma como algo descartable y cuya existencia estaría sujeta a la decisión de la madre y de una junta de médicos. Al escoger la violencia y la tortu-ra contra el inocente se debilita y erosiona el fundamento sobre el cual se construyeron los valores de nuestra peruanidad. 8. En una nación donde la inseguridad y la violencia exigen respuestas inmediatas y acciones concretas en favor de la paz, recordamos las pa-labras de Madre Teresa: “El país que acepta el aborto no está enseñan-do a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto” (Madre Teresa de Calcuta, Premio Nóbel de la Paz, 1979). Nos dirigimos a ustedes, queridas madres gestantes, para invocarles que defiendan la vida de sus hijos. Nos dirigimos a ustedes, estimados médi-cos y enfermeras, para que, recordando la nobleza de su profesión y el juramento que hicieron en defensa de la vida, sean los custodios y protec-tores de cada niño concebido.  Le pedimos, Señor Presidente de la República, en nombre de los niños por nacer, derogar el PAT, porque consideramos que la primera inclusión es el derecho a vivir. Solo Dios es dueño de la vida; a nosotros nos corres-ponde cuidarla.

Lima, 01 de julio de 2014 Los Obispos del Perú

No hay terapia en el aborto

Días atrás el Estado peruano cediendo a presiones y mentiras

abortistas ha emitido un pro-tocolo que violenta la natu-raleza de la maternidad, de la medicina y de la Política. Se ha valido para ello de medias verdades o mentiras dichas a media propagadas por gru-pos de presión que han sido los verdaderos redactores de la tan cuestionada Guía de aborto “terapéutico” bajo el eufemismo de “interrupción voluntaria del embarazo. Después de todo no resul-ta extraño, ni parece incon-secuente, que personas que están dispuestas a matar a un niño indefenso estén a la vez dispuestas a mentir. Eso evidencian quienes sin nin-gún escrúpulo promueven el negocio del aborto y a la vez exigen al estado Perua-no implemente protocolos que autoricen dicha práctica sirviéndose para ello de em-bustes  disfrazados de com-pasión y humanidad.

Existe mucha confusión en torno al aborto llamado “te-rapéutico”, muchas perso-nas con muy buena voluntad plantean cuestiones como “¿por qué no aceptar escoger la vida de la madre en lugar de la del niño en caso de que tenga que morir uno de los dos debido al estado de salud de la madre?”, “No parece justo dejar morir a la madre

No existe terapia en el abor-to, el aborto mata, no salva vidas, nunca es terapéutico, siempre es mortal para al menos un ser humano.

Los polémicos “protocolos” llaman “aborto terapéutico” a una acción que en realidad difiere mucho de una terapia, succionar o aspirar al niño arrancándolo del vientre ma-terno, no es terapia indicada para ninguna enfermedad humana; el niño en el vientre de la madre no es un virus, ni una bacteria que se deba eli-minar para curar a la madre.

Por tato lo que promotores del aborto en una tendencio-sa manipulación del lengua-je, pretenden justificar bajo la frase de “aborto terapéu-tico” es el asesinato de un ser humano en las primeras etapas de su vida -dentro del seno materno o bien forzan-do artificialmente su expul-sión- teniendo como excusa la de ser el único medio para supuestamente preservar la vida de la madre, pero parten de una situación clínicamen-te ficticia y proponen una solución éticamente ilícita.

Clínicamente ficticia

Lo dicho hasta ahora deja claro que el término tera-péutico aplicado al aborto crea una confusión3. Con la expresión se pretende hacer

Edición: “Parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de las enfermedades”.

3 Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición: Confundir significa mezclar, fundir cosas diversas, de manera que no puedan reconocerse o distinguirse.

para que viva el niño” o “en todo caso ¿por qué no dejarle a la madre la opción de ele-gir si ella opta por su vida o la del hijo?” “¿por qué no aceptar el aborto terapéutico en unas circunstancias en las que queremos salvar la vida de la madre?”

Ante tal disyuntiva resulta fundamental aclarar que el llamado “aborto terapéutico” es un absurdo que parte de una situación clínica ficticia y pretende justificar una ac-ción intrínsecamente ilícita. Veamos:

El absurdo del “aborto te-rapéutico”

En estricta lógica la frase “aborto terapéutico” cons-tituye una contradicción en términos, adrede está frase es usada para confundir a las personas indicando y supo-niendo que, en determinadas circunstancias, el aborto se-ría curativo y eso es falso1. Terminar intencionalmente con la vida de un niño que está en el vientre materno no constituye terapia para nin-guna patología humana, nin-gún aborto salva vidas o cura a nadie2.

1 En este sentido considero desacertado que el Artículo 119 del Código penal peruano emplee el término “aborto terapéutico”, pues en estricta lógica constituye un absurdo, equivale a decir “asesinato terapéutico”.2 Según el Diccionario de la Real Academia

de la Lengua Española, Vigésima Segunda

aceptable el que un médico mate al niño con el fin de salvar a la madre, partiendo de una situación ficticia, se plantea un conflicto entre la vida de la madre y la del niño para a raíz de ello otorgar a una persona la potestad de decidir respecto a la vida de otra.

Pero es necesario aclarar que en el estado de la ciencia mé-dica actual no existen tales situaciones clínicas, lo que pueden existir son circuns-tancias clínicas en las que

corre peligro la vida de la madre y también la del niño, de modo que si el médico no actúa para intentar salvar la vida que puede salvar, po-dría perder a sus dos pacien-tes.

En tales situaciones el médi-co está llamado a actuar in-tentando salvar a la madre y la del niño fuera del vientre de la madre, porque dentro del vientre de su madre no puede salvarlo.

Esa acción es no sólo ética-mente lícita, sino obligada

aún si el niño no logra sobre-vivir fuera del útero mater-no. Pues en tal caso la muerte del niño no ha sido deseada ni procurada directamente, sino que se produce como un efecto secundario causado por una acción médica cuya finalidad no es matar al niño que está siendo gestado sino curar a la madre gestante que está gravemente enferma.

La ética y deontología exi-ge al Médico actuar en tales circunstancias a la luz del “Principio de Doble Efecto”, que establece lo siguiente: Es ética la intervención quirúr-gica de la que se siguen dos efectos, uno bueno (salvar la vida del hijo o de la madre) y otro malo (muerte de uno de los dos), si se dan 5 con-diciones:

1°.- Que el fin del cirujano sea obtener un efecto bueno (salvar a la madre o salvar a su hijo) y se limite a permitir o tolerar el malo (la muerte de uno de los dos).

2°.- Que la muerte no se bus-que ni como fin ni como me-dio, aunque se prevea como consecuencia inevitable.

3°.- Que el efecto primero e inmediato que se proponga el cirujano sea salvar una de las dos vidas.

4°.- Que existe una causa proporcionadamente grave para actuar (la urgencia de la operación).

5°.- Que no exista otro medio eficaz para conseguir salvar

las dos vidas.

Si el médico actúa según es-tos criterios y aún tratando de salvar ambas vidas, muere una, la acción del médico es lícita. Es incorrecto deno-minar a esta acción “aborto terapéutico”, lo apropiado será hablar de muerte indi-recta del niño consecutiva a una acción terapéutica. Pues no se trata de una acción en la que el médico elige matar a un niño por “compasión” hacia su madre o por prefe-rir que viva la madre, lo cual nunca sería lícito.

Éticamente ilícita

Al hablar de una “acción mé-dica” que pretenda preservar la salud y la vida de la ma-dre, es necesario recordar que nunca es lícito hacer el mal para obtener el bien, porque “el fin no justifica los medios”. Nunca es lícito ele-gir matar a alguien, la vida de un ser humano no puede someterse - sin cometer una brutal violencia- a la decisión arbitraria de otro. Aceptar dicha lógica es trastocar los alcances del derecho a la au-tonomía y colocarlo contra el derecho a la vida, lo cual es aparentemente válido, pero profundamente mentiroso y violento.

En realidad el verdadero di-lema o contradicción que plantea el aborto mal llama-do “terapéutico” radica en lo siguiente:

1º Una ciencia médica puesta al servicio de la vida del ser

humano, de todos los seres humanos: madre y niño, que respete la libertad y autono-mía de las personas como condición necesaria para su actuación pero que esté jus-tificada por indicaciones y criterios clínicos y terapéuti-cos, O

2º Una ciencia médica pues-ta al servicio de algunas per-sonas (madres gestantes) y usada en contra de otras (ni-ños en el vientre materno) subordinada a las decisiones autónomas de algunos (ma-dre gestante o junta médica) que trastoca y pervierte los criterios “terapéuticos” de la actuación médica. Ello es in-concebible para la medicina.

Resulta subversivo para la naturaleza de la medicina constreñir a los médicos a actuar de manera “estanda-rizada” para suprimir la vida de un ser humano tan vulne-rable como es el niño en el seno materno y sumir a la mujer en el drama del abor-to, ello da razón de ser de las manifestaciones de los mé-dicos peruanos en contra de esta guía que tanto defiende la Ministra Midori.

Lo razonable, en un país que reconoce que la defensa de la persona humana y el res-peto de su dignidad es el fin supremo de la sociedad y del Estado4, sería optar por una ciencia médica pues al servi-cio de la vida del ser humano, de todo ser humano (madre y niño) y siempre. 4 Constitución Política del Perú, artículo 1.

PRIMERA MENTIRA:

El aborto terapéutico es perfectamente legal en el Perú. Está legalizado des-de 1924. La Guía Técnica emitida por el Ministerio de Salud el 27 de junio del 2014 es perfectamente le-gal.

REALIDAD:

1. La ley fundamental que re-gula la vida de nuestro país es la Constitución de 1993, en cuyo artículo 2 declara que “El concebido es sujeto

de derecho en todo cuanto le favorece”. Cualquier norma de rango menor que contra-diga este derecho, implícita o explícitamente, es incons-titucional o nula. Si los par-tidarios de la despenaliza-ción del aborto de cualquier índole – incluido el llamado aborto terapéutico- desean implementar sus proyectos, deberán primero hacer que se reforme la Constitución. Actuar de otra forma, aun si se trata de un organismo del Estado, es poco menos que un golpe contra la Constitu-

ción.

Ya se había intentado, en fe-brero de 2008, la misma ma-niobra mediante un “Protoco-lo para el Manejo de Casos de Interrupción Legal del Emba-razo”, muy similar a la actual Guía, que fue emitido por la Dirección de Salud del Go-bierno Regional de Arequipa presidido por Juan Manuel Guillén, actualmente denun-ciado   por corrupción. Allí, la cláusula sorpresa –que se prestaba para extrapola-ciones de toda índole- era

Cinco mentiras en torno al aborto terapéutico

la  2.24 que incluía entre las causas para abortar: Trastor-nos mentales severos y otros procesos clínicos que serán dictaminados por una Junta Médica porque ponen en ries-go la vida y la salud de la ges-tante. Ante el rechazo de di-versos sectores de la opinión pública   y dos informes en contra, uno de la Defensoría del Pueblo y otro del Minis-terio de Justicia que señalaba su directa oposición al dere-cho a la vida consagrado  en la Constitución,  la norma –orientada a introducir de contrabando el aborto– tuvo que ser dejada sin efecto.

2. Los defensores de la ac-tual  Guía  –que, en su ma-yoría, son los que defienden también la legalización total del aborto – sostienen que el aborto terapéutico en el Perú ya está legalizado des-de el Código Penal del año 1924. Sin embargo, la verdad es que ese Código Penal es-tablece expresamente que el aborto es un delito penado por la ley; y si bien su artícu-lo 119, en el que los abortis-tas fundamentan su falacia, dice que la pena no se aplica al “aborto practicado por un médico con el consentimien-to de la mujer embarazada o de su representante legal, si lo tuviere, cuando es el único medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y perma-nente”, eso no significa que ese tipo de aborto sea legal.  Lo único que significa es que la pena no se aplica en un caso específico, por ejem-

plo cuando el aborto es con-secuencia indirecta de un tratamiento realizado para evitar que la madre muera o padezca de un mal grave o permanente, o cuando se re-curra a él, en una situación de emergencia, como última medida para evitar que eso suceda Implícitamente se atribuye el discernimiento de esta condición al médico, en particular, y a la ciencia médica en general.

SEGUNDA MENTIRA:

El aborto terapéutico existe como realidad clínica.

REALIDAD:

Como lo saben bien los médi-cos, la situación con respecto a este único medio de salvar la vida ha variado –por obra de la ciencia médica – lle-gándose cada vez más a la si-tuación en que el caso donde deba elegirse necesariamente entre la vida del bebé o de la madre ha pasado a constituir una  entelequia abstracta, es decir un caso teórico casi imposible de que se dé en la realidad, más para ser usado para confundir a las perso-nas o como trampa semán-tica con fines ideológicos fabricada para conmover y manipular al público.

Aun así, la verdad es que en los casos improbables en que, por limitaciones en los recur-sos o cualesquiera motivos, se acerque un caso en algo a esta  entelequia abstracta,

dependerá del médico ele-gir la terapia más adecuada para tratar de salvar  las dos vidas en juego, no siendo el efecto buscado la muerte del niño.  Será una decisión de quirófano, basada en las múltiples variables que ofre-ce el caso real, la condición existente. De ahí el rechazo por parte de los médicos pe-ruanos a la Guía1.

TERCERA MENTIRA:

La Guía Técnica del MIN-SA ayudará a disminuir la mortalidad materna.

REALIDAD:

Es una falsedad sostener que con esta Guía que no sirve para nada (según el presiden-te de la Federación Médica del Perú2) se salvarán “dece-nas de vidas de mujeres”3. La

1 Aparte de la Federación Médica Peruana, han manifestado su rechazo el Colegio Médico del Perú, el Cuerpo Médico del Instituto Nacional Materno-Perinatal, el Cuerpo Médico del Hospital Loayza, entre otros.2 Dr. Jesús Bonilla, entrevista en Canal N, 30 de junio del 2014. Allí el presidente de la FMP –y médico ginecólogo- rechaza la Guía de forma categórica. Ciertamente crece la impresión de que se trata de un documento, en el mejor de los casos, precipitado y descabellado. h t t p s : / / w w w . y o u t u b e . c o m /watch?v=Nu4cGLgWZvU#t=1463 Así lo ha afirmado la congresista Verónika Mendoza Fritsch, en un artículo que ya desde su título refleja la carencia de ecuanimidad con la que fue escrito:

verdad es que el país lati-noamericano con menor mortalidad materna y que cada vez presenta tasas ma-yores de reducción de este indicador, es nada menos que Chile4, cuyo Código Penal prohíbe el aborto en toda circunstancia. El artículo del Código Penal chileno de 1931 era similar al peruano de 1924, pero fue enmendado en 1989, porque por razón del avance de la ciencia médica ya no era más

“Se trata de una herramienta que va a permitir salvar la vida de decenas de mujeres cada año.  Sin embargo hay quienes se oponen a esto, hay quienes siguen creyendo que las mujeres no tenemos derechos, ni siquiera derecho a la vida, que somos sacrificables úteros andantes; lo creen y, lo que es peor, lo predican en nombre de Dios, en “Cipriani no irá al infierno”, https://veronikamendoza.lamula.pe/2014/06/30/cipriani-no-ira-al-infierno/veronikamendoza/4 “En el caso de Chile, estudios más recientes, como el Estado Mundial de la Infancia, de Unicef, reportan un descenso todavía mayor en la RMM (reducción de muerte materna), con 18 muertes por cada 100.000 nacido vivo (n.v.) en 2009, manteniendo así la tendencia decreciente que tuvo inicio en la década de 1990, cuando se llegaron a registrar 41 muertes por cada 100.000 n.v. Edigio Crotti, representante de Unicef para Chile, afirma que el país exhibe indicadores similares a los de naciones desarrolladas, gracias a que en los últimos 50 años se ha realizado una inversión permanente en el área de salud materno-infantil, lo que contribuyó a aumentar la atención profesional del parto y a reducir las enfermedades que complican el embarazo, parto y puerperio”, Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos,  Mortalidad materna en América Latina, http://www.clam.org.br/publique/cgi/cgilua.exe/sys/start.htm?infoid=8676

justificable hablar de esa en-telequia abstracta.

Así, pues, el país latinoame-ricano en el que hay una ma-yor reducción de la muerte materna, exhibiendo indica-dores similares a naciones desarrolladas, es un país que prohíbe de forma taxativa todo aborto. Lo que demues-tra que la reducción de la muerte materna no depende de protocolos ideológicos ideados por ONGs políticas de izquierda, sino de reales mejoras en los servicios de salud. La historia de la obs-tetricia y de la medicina ma-terno-infantil demuestra que los avances en este campo se deben precisamente a los es-fuerzos en evitar el camino cruel y fácil del mal llamado “aborto terapéutico”.

CUARTA MENTIRA:

El caso L.C. demuestra la necesidad de la “regula-ción” mediante una Guía del aborto terapéutico.

El caso L.C. fue llevado por las ONGs abortistas ante un organismo multilateral de la ONU, el CEDAW5, con la finalidad de que obligue al Perú a legalizar el aborto “te-rapéutico”, aun sabiendo que

5 Conference for the End of Discrimination against Women, por sus siglas en inglés. Defiende la despenalización absoluta del aborto y el enfoque de género. Sobre su intervención en el caso L. C.: http://www.cladem.org/infocom/articulos/125-caso-lc-vs-peru-comite-cedaw

las decisiones de ese organis-mo no son obligatorias para nuestro país.

Se trata de L. C., una menor de 13 años que quedó em-barazada producto de una violación y después intentó suicidarse lanzándose del te-cho de su casa, sufriendo una lesión que le partió la médu-la espinal en dos. No fue in-tervenida inmediatamente al llegar al hospital porque, además del embarazo, tenía una lesión en la zona de la in-cisión. Después de analizar el caso, los médicos decidieron someter a la paciente a una operación electiva, eso es, a una operación de carácter no urgente y, por tanto, con una fecha programada ulterior-mente. Paralelamente –y en circunstancias que revelan la existencia de un sospecho-so asesoramiento externo al ámbito familiar de L. C., ca-racterizado por la extrema precariedad material – la fa-milia de la paciente solicita en tres ocasiones por escrito la realización de un “aborto terapéutico”. Pero al ser con-siderada la operación elec-tiva y no urgente, la Junta Médica del hospital no cree conveniente ni necesaria la realización de tal pro-cedimiento y rechaza esa solicitud en tres ocasiones. De todas formas y tratándo-se de una médula cercena-da, la operación no tenía como fin la curación de L. C., sino acelerar una mejora en la calidad de vida en as-pectos puntuales y reducir la morbilidad ulterior. Tiempo

después, L.C. sufre un abor-to espontáneo. La operación se realiza posteriormente y –aparentemente– no trajo el resultado óptimo que se es-peraba.

Según la opinión personal del doctor Alfredo Guerre-ros, subdirector del Hospital Daniel Alcides Carrión de El Callao –donde ocurrieron estos hechos durante una gestión anterior a la suya –, él hubiera hecho la inter-vención inmediatamente, a pesar de la lesión detectada; pero con respecto a practicar el aborto, expresamente dijo que “se le hace muy difícil pensar en eso”6. En todo caso, queda claro que de haberse realizado el aborto, en cual-quier circunstancia o tiem-po, L. C. jamás habría podi-do revertir las consecuencias de una médula cercenada7. 6 A pesar de su evidente parcialidad–que en algunos casos llega a la manipular, editar e inducir respuestas durante la parte más importante, esto es, la explicación por parte del subdirector del nosocomio de las características del caso –, puede fácilmente percibirse la instrumentalización tendenciosa (cercana con la mentira) de la tragedia de L.C. por parte de los pro-abortistas en el siguiente reportaje, emitido por el programa Cuarto Poder en 2009: Primera parte https://www.youtube.com/watch?v=S32Z6s0u_DE , segunda parte: https://www.youtube.com/watch?v=gSdNUDXhrw4 .7 Es interesante revisar que, entre las demás causales de aborto terapéutico presentes en el protocolo arequipeño del 2008, antecedente directo de la Guía actual y realizado con la asesoría de PROMSEX y otras organizaciones y figuras abortistas, no se encuentra ningún caso clínico semejante al de L. C. ¿Indicio de que en verdad

Queda claro también que, aun de haberse producido una negligencia por parte de la Junta Médica al no operar inmediatamente, esta negli-gencia no puede ser acha-cable ni a la no práctica del aborto ni mucho menos a la no existencia de un proto-colo, pues es probable que –dada la índole de la decisión que se tomó y la presencia de la otra lesión detectada – hu-biera podido también diferir-se la operación, incluso exis-tiendo una guía.

El caso L. C., sin embargo, demuestra que el lobby abor-tista no vacila en manipular tragedias humanas muy gra-ves para hacer avanzar su proyecto político de legalizar el aborto y reconfigurar la sociedad peruana.

QUINTA MENTIRA:

Los que se oponen al “abor-to terapéutico” son funda-mentalistas.

REALIDAD:

La estrategia abortista con-siste en intentar desacreditar a los opositores del aborto di-ciendo que sus argumentos

en ese caso el aborto terapéutico no era el único medio para preservar la vida de la madre o su salud de algún mal grave y permanente? La Guía actual se cura en salud al poner, en singular diferencia con su antecedente arequipeño, lesión neurológica severa que empeora con el embarazo. Una razón muy elocuente que revela la manipulación del caso.

son únicamente religiosos y que se trata de personas in-tolerantes,

fundamentalistas o enfermos mentales. La verdad es que la oposición al aborto se basa en fundamentos jurídicos y médicos y, como los abor-tistas no tienen argumentos racionales para refutarlos, recurren al insulto, a lo en-gañoso y al slogan fácil pero sin base o a la manipulación de tragedias para engañar a la opinión pública y presio-nar a los políticos.

Conociendo la actitud de las feministas y abortistas en otros lugares de Latino-américa (que incluye actos de vandalismo y ataques a iglesias y fieles católicos8), podemos concluir que en el Perú empiezan a manifes-tarse los primeros indicios de una gran intolerancia y agre-sividad contra la opinión pú-blica pro-vida y contra sus voceros.

8 Existen elocuentes testimonios de los ataques a las catedrales y agresión física (y en algunos casos sexual) a los fieles en San Juan (2013) https://www.youtube.com/watch?v=ZVbGzFS9k94, Neuquén (2008) https://www.youtube.com/watch?v=zfu8oAD3j9w, y Posadas (2012) en Argentina https://www.youtube.com/watch?v=V_4Tr3yyC_I Todos estos ataques fueron obra de grupos feministas y abortistas explícitos que acostumbran culminar así sus eventos de agitación y propaganda.

César Félix Sánchez Martínez

Escribo estas líneas con dolor y estupefacción, pero con la esperanza

incólume. Se veía venir, se veía venir.... Algunos perua-nos hemos luchado muchos años para que este momen-to no llegase...., pero llegó. Dolor, pues el 27 de junio de 2014 pasará a la historia -sin duda- como el aciago día en que unos cuantos peruanos con efímero poder decretaron -¡mediante una resolución ministerial!- que muchos ni-ños peruanos murieran en el vientre de sus madres. Pri-mera vez que en Perú se da una norma abortista. Estupe-facción, pues no obstante que viene burdamente disfrazada de mentiras y engaños, a los funcionarios de turno les ha sido fácil colarla. Pienso que, en el día de su cumpleaños, le pudieron hacer un mejor regalo al Presidente Humala.

Cuando se escriba esta par-te de nuestra historia, algún memorioso recordará sus cir-cunstancias. Una ministra de Salud, tan hipócrita como in-útil, economista de profesión (¿ !), proyectista de USAID, con mil problemas de salud pública por resolver, incapaz de solucionar una huelga de médicos de casi dos meses de duración, .... un ministro de Justicia, garante del Protoco-lo, con afán de hacer méritos para ascender en el ranking caviar,.... una ministra de la Mujer, con innegable afán de Protocolo de la Muerte

Fuente: Diario Noticias

Escribe: Edwin Heredia Rojas

figurar, que peleó por el car-go y que nadie se explica qué hace ahí; a no ser la simple cuota de Toledo en el gabine-te y la defensora de la “hipo-teca” en el escandaloso caso Ecoteva, que nunca será es-clarecido ni sancionado. De Habich, Figallo y Omonte, el trío perfecto para sancionar el Protocolo del mal llamado aborto terapéutico.

¿Y qué de la inmensa mayoría de peruanos que se opone al aborto, un 75%? Pues que es-tos días sólo tenemos cabeza y tiempo para el fútbol. Con una gran preocupación adi-cional: la lesión de Neymar y su alejamiento del torneo mundial; no obstante que es-tará restablecido totalmente en cuatro semanas. Y con la novela de Orellana recién es-trenada, cuando hace varios años ya se tenían datos de la súper mafia que dirige.

Narcotizados por el fútbol y confundidos por la termino-logía que utiliza la “Guía Téc-nica Nacional de Estandari-zación del Procedimiento de Interrupción Terapéutica del embarazo menor de 22 sema-nas”, los peruanos nos senti-mos descolocados. El aborto nos huele a podredumbre, pero tal como sus autores nos lo describen, o quedamos más confundidos, o termina pareciéndonos bien, puesto que “busca salvar más vidas” o -como dice Omonte- el go-

bierno salda así una deuda de 90 años con las mujeres pe-ruanas.

Pero digamos ya lo que en realidad es el Protocolo de Aborto Terapéutico: ES UNA EXCUSA PARA EL ABOR-TO LIBRE, PARA LA LEGA-LIZACIÓN DEL ABORTO A PEDIDO. No hay más. La sofisticación de los térmi-nos, las intrincadas causales, las verdades a medias, etc. son sólo el ropaje necesario para lograr el objetivo bus-cado durante muchos años por las organizaciones abor-tistas. Después podrán venir otras excusas, como el abor-to sentimental (violación), el eugenésico (mal formación), por motivos económicos, etc., para finalmente hacer legal el aborto por cualquier razón. Esto será así aunque hoy lo nieguen y renieguen los auto-res y defensores del PAT.

El PAT presenta 10 cuadros clínicos. Pero, el último, el 11, el que les interesa ver-daderamente, el que abre un portón para autorizar la muerte de un ser humano, lo legaliza ante “cualquier otra patología materna que ponga en riesgo la vida de la gestante o genere en su salud un mal grave y permanente, debidamente fundamentada por la junta médica”. Fede-rico Salazar se pregunta en su columna de El Comercio (5/7/2014): “¿Cómo se define

un “mal grave”? ¿Lo “perma-nente” por sí solo basta para optar por causar la muerte de una criatura?” (…) “Tratán-dose de la decisión sobre qui-tar la vida a un ser humano, no puede permitirse una for-mulación tan vaga y subjeti-va como ésta. Ninguna junta médica está por encima del derecho a la vida”.

Aunque los transeúntes fun-cionarios del Minsa –inclu-yendo a la ministra- aseguren que tampoco se considerarán los casos psiquiátricos o psi-cológicos de la gestante para aprobar un aborto, el punto n.11 deja abierta esa posibili-dad. No somos ignorantes ni ingenuos. Así se hace en Es-paña y en otros países.

Antes de terminar esta pri-mera parte, sólo quiero men-cionar algunos puntos clave que ampliaremos luego. Este PAT es tan innecesario como inconveniente. La medici-na de 2014 no es la de 1924 (cuando el Código Penal des-penalizó el aborto terapéu-tico). Los médicos siempre han tratado de salvar ambas vidas: de la madre y de su hijo. Este Protocolo, que está hecho para matar, no tiene una sola indicación para sal-var las dos vidas. Sus autores sólo hablan de “procedimien-tos para la evacuación del contenido uterino”. Lo en-tendemos. Para ellos, eso es un niño.

CARTA ABIERTA San Miguel de Piura, 27 de junio de 2014 Señor Don  OLLANTA HUMALA TASSO  Presidente Constitucional del Perú Presente.- De mi mayor consideración: Elevo mis oraciones al Señor Dios Todopoderoso, para que lo ilumine en su función de conducir al país en beneficio de todos los peruanos, nacidos y por nacer. Ante el anuncio de la promulgación de un Protocolo de Aborto Terapéutico (PAT) por parte del Ministerio de Salud (MINSA) me dirijo a usted, Señor Presidente, para expresarle mi total rechazo que es el rechazo de la inmensa mayoría de los peruanos profundamente amantes de la vida.  Lamento enormemente que precisamente el día hoy en que Usted celebra un año más de vida, su Gobierno apruebe la primera norma abortista en nuestro país. Su decisión hará que esta fecha sea tristemente recordada al precio de la vida de niños inocentes que no podrán celebrar ni un solo cumpleaños.  Le solicito con humildad y caridad cristiana y también bajo el amparo de la Constitución Política del Perú que en su artículo 2, inciso 1 protege la vida de los niños por nacer, que deroguen este Protocolo de Aborto. Sabemos por la experiencia de normas similares en otras naciones, que este tipo de protocolo no producirá ningún cambio social que favorezca a las mujeres. Es tan sólo una excusa para matar inocentes para luego encubrir todo tipo de abortos como lo han hecho en otros países. Los únicos beneficiados serían los que podrían comenzar a lucrar con la práctica del aborto abusando de mujeres angustiadas por un embarazo inesperado.  Señor Presidente de la República: El mal llamado aborto “terapéutico” (no cura nada más bien mata una vida inocente), como todo aborto directo o provocado, es un acto intrínseca y gravemente inmoral, por cuanto constituye la destrucción directa de un ser humano inocente, y por ello no está justificado en ningún caso.  Finalmente, están a tiempo de prevenir un tremendo daño a la pacificación del país, porque, “el país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto” (Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz, 1979).  Atentamente en el Señor de la Vida, José Antonio Eguren Anselmi, SCV. Arzobispo Metropolitano de Piura