Mx1DeDiosPeza,Juan HojasDmargarita

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— Lo que quieras, hija m í a ; ni te turbes ni me implores . — Hoy es d o m i n g o ; es el día de misa de los pastores.

Ya les dice la campana que vengan todos de prisa; ¡qué hermosa está la m a ñ a n a ! Ven conmigo; ven á misa.»

Y al pobre templo olvidado, obedeciéndola entré; vi á mi ángel arrodi l lado y jun to me arrodillé.

Era u n a atmósfera pura ; ¡qué humi lde estaba el altar! Orando en torno del cura las muchachas del lugar .

En el sitio p rominen te sólo una imagen había , hermosa y resplandeciente; ¡la de la Virgen María!

Con el semblante contr i to , Margot al verla exc lamó: — «Acércate, papacito, ¡ reza, reza como yo!»

Y el manda to obedeciendo, hasta el altar la segu í ; las preces que fué dic iendo, fielmente las repetí .

— «¡Madre , deja que te ofrezca no abandonar t e j amás ; te lo juro , cuando crezca seré tuya nada más!»

— «¿Qué d i c e s ? , — c o n infinito miedo la p regunto yo . — Nada, nada, papaci to , ¡reza, reza como yo!»

Y an te aquel humi lde al tar la n iña mostró el ,anhelo de no tener otro hogar que el de las hijas del cielo.

I I

Hoy que el t iempo ya ha pasado no olvido el present imiento , ya verdad, ya realizado tras los muros de u n convento .

Y ayer volví á la capilla de aquella olvidada aldea, y al mirar la torrecilla envuel ta en la luz febea;

Y al ver bajo luz tan pura resplandeciente el altar, y o rando en to rno del cura las muchachas del lugar ;

volví los ojos buscando al ángel de mi cariño, y enternecido y l lorando lo mi smo que llora u n n i ñ o ;

al campo ciego y de prisa á buscar aire salí; la campana l lamó á misa, pensé en Margot y volví.

Hojas de gargarita

7

Tola illustratur felici funere vita.

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6N esta ofrenda bendita, cada página va escrita

con lágrimas de pasión; no es u n l ibro, Margari ta , es todo mi corazón.

¿México 22 de Febrero de 1904

1 3

¿Vli tuberosa Del l imo i m p u r o que el pan tano crea,

nació u n a tuberosa sin mancil la , como de aquel Adán de tosca arcilla, mariposa de luz-nació la idea.

Pigmaleón mi r ando á Galatea de sus gracias sin par se maravilla, y yo sentí al mirar mi florecijla cuan to la h u m a n a vanidad desea.

Del m u n d o en el jardín reina y señora será, me dije, y la cuidé afanoso ins tante por ins tante , hora por hora .

Llega y luce su Abril esplendoroso, y en u n a celda la encont ró la aurora dando á Cristo su a roma más hermoso .

Sólo su imagen

7 / * /•

Ya vive tras los mares mi t ierna virgencita;

oculta en u n a celda, postrada ante un altar;

ya no he de verla n u n c a ; de aquel la Margarita

sólo el re trato ampara mi solitario hogar .

-i

¿J-

Las pompas de la tierra juzgando siempre vanas ,

lo e t e rnamente pu ro desde su infancia a m ó ;

¿ q u é impor ta que hoy le falte /•! la sombra de mis canas,

^ j si vive en ese ambien te que su piedad soñó?

En el celeste a r m i ñ o de su conciencia pura ;

en el divino nácar de su alba j u v e n t u d ,

la gracia y la modes t ia engendran su he rmosu ra ;

su escudo es la inocencia, su fuerza la vir tud.

En mi azarosa vida, de tempestades llena,

fué el iris que presagia la codiciada paz;

yo puedo ser el fango, mas ella es la azucena

cuya pureza irradia en su apacible faz.

Desde su edad t emprana maravi l lado he visto,

con hechos y plegarias mos t ra r su vocación;

buscando en las a l turas al amoroso Cristo,

el inmor ta l esposo que a m ó su corazón.

Con Él ya desposada mi t ierna virgencita,

se oculta en una celda, se postra an te u n altar;

ya no he de verla nunca ; de aquel la Margari ta

sólo el retrato ampara mi solitario hogar . . .

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\

ñ un Crucifijo Señor que en esa Cruz estás clavado,

viendo á tus pies la h u m a n i d a d contr i ta ; ' por tu amor , por seguirte, me ha dejado para siempre mi dulce Margari ta .

¿ C ó m o llegar al claustro q u e la encierra ¡ No he de verla j amás ! ese es mi due lo ; ya poco he de vivir sobre la tierra y después. . . yo no sé si entraré al cielo.

C u a n d o te hablen de mí sus oraciones, consuela á esa a lma pura y afligida, que en medio de mis negras decepcionas'-''* es la blanca paloma de mi vida.

Su recuerdo es el astro refulgente q u e me da fe y valor cuando vacilo; ¡ah!, ¡cuánto diera por besar su frente, mirar sus ojos y morir t r anqu i l é ! <

6 -

"1?

t i 1

Una fresca m a ñ a n i t a de las que bendice Dios, salimos yo y Margari ta, juntos al campo los dos.

Ella ajustaba seis años cabalmente en ese m e s ; yo, entre rudos desengaños, ya contaba treinta y tres.

Hablamos de m u c h a s cosas, como es na tura l , pueriles, pero impor tantes y hermosas para sus pocos abriles.

Y al pasar por la capilla de olvidada y pobre aldea, con su blanca torrecilla envuel ta en la luz febea;

fijó su limpia mirada en aquel sagrado abrigo y me dijo a lborozada: — «¿Oirás la misa conmigo?

I* Y *

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— Lo que quieras , hija m í a ; ni te turbes ni me implores . — Hoy es d o m i n g o ; es el día de misa de los pastores.

Ya les dice la campana que vengan todos de prisa; ¡qué hermosa está la m a ñ a n a ! Ven conmigo; ven á misa.»

Y al pobre templo olvidado, obedeciéndola entré; vi á mi ángel arrodi l lado y j un to me arrodillé.

Era u n a atmósfera pura ; ¡qué humi lde estaba el altar! Orando en torno del cura las m u c h a c h a s del lugar .

En el sitio p rominen te sólo u n a imagen había , hermosa y resplandeciente ; ¡la de la Virgen María!

Con el semblante contr i to , Margot al verla exc lamó: — «Acércate, papacito, ¡reza, reza como yo!»

Y el manda to obedeciendo, hasta el altar la seguí ; las preces que fué diciendo, fielmente las repetí .

— « ¡Madre , deja que te ofrezca no abandonar t e j a m á s ; te lo juro , cuando crezca seré tuya nada más!»

— «¿Qué dices? , — con infinito miedo la p regunto yo . — Nada, nada, papaci to , ¡reza, reza como yo!»

Y an te aquel humi lde al tar la n iña most ró el .anhelo de no tener otro hogar que el de las hijas del cielo.

I I

Hoy que el t iempo ya ha pasado no olvido el present imiento , ya verdad, ya realizado tras los m u r o s de u n convento .

Y ayer volví á la capilla de aquella olvidada aldea, y al mi ra r la torrecilla envuel ta en la luz febea;

Y al ver bajo luz tan pura resplandeciente el altar, y o rando en to rno del cura las muchachas del lugar ;

volví los ojos buscando al ángel de mi car iño, y enternecido y l lorando lo m i s m o que llora u n n i ñ o ;

al campo ciego y de prisa á buscar aire sal í ; la campana l lamó á misa, pensé en Margot y volví.

Vi á la Virgen, y u n bendi to acento me repi t ió : «Acércate, papacito, I reza, reza como yo!»

Y recordé sus sonrojos, pensé en su inocente calma, y tuve l lanto en los ojos y plegarias en el a lma.

¿Y qué recé?. . . No podría repetiros mi oración, pero al regresar traía consolado el corazón.

Su lema ¿ Q u i é n vencerá más p ron to en la batalla,

de este m u n d o en el cual nadie es felice, el q u e sufre sin t é rmino y lo calla ó el que á trechos es már t i r y lo dice?

Con la prudencia todo se avasalla; con la esperanza todo se bend ice ; por eso Margot puso en su bandera esta divisa: ¡Cal la! ¡Sufre! ¡Espera!

29

Al partir AI dar mi ú l t imo adiós á Margari ta ,

/ x ^ y a p róximo á partir el t ren expreso, la bendije l lo rando, la di u n beso y m u r m u r é en voz baja: ¡Pobreci ta!

— «¿Pobrecita?, ¿por qué? ,—con infinita t e rnura p reguntó ; — no digas eso : yo dejo el m u n d o engañador y avieso por el re inado de la Cruz bendi ta .

Nunca te inspire lást ima ó tristeza qu ien te lleva constante en la memor i a y es la Cruz el blasón de su nobleza ;

la oración su promesa de victoria; la dulce paz del claustro su riqueza, y la esperanza en Dios su mayor gloria.»

3 '

Vocación

Amo y bendigo el a lma femenina que en su acerbo dolor no vierte l lan to ; I sentirse herido por t raidora espina y besarla en silencio, es ser u n san to !

Así Margot, gozando con sus penas, juzga prueba el dolor, gloria el castigo; su misión es lavar culpas ajenas y orar y perdonar . . . ¡Yo la bend igo!

IJI 32

C u a n d o era yo doncel y enamorado , u n a rubia gentil que fue mi hechizo, t emblando , en la ventana, me dio un rizo que á solas fui á besar apasionado.

P ron to le t rueco en tal ismán sagrado ; le llevo por doquier , le d iv in izo ; y al correr de los años se deshizo cual prenda inúti l del a m o r pasado.

Hoy, ya viejo, en su es tuche de madera , doliente ofrenda para mí bendi ta , de una tierra distante y extranjera

me vino, ¡oh padres, en tended mi cuita!, | el postrer ta l ismán : ¡ la cabellera, cortada, an te un altar, á Margarita !

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Un sueño

U n a noche soñaba q u e radiante de hechizos juveniles y bien cumpl idos ya sus qu ince abriles, en soberbio salón Margot bailaba.

Y fuíme á su colegio al otro día , á visitarla con a m a n t e e m p e ñ o , y l leno de entus iasmo y de alegría le referí aquel sueño .

Le describí el salón y sus pr imores , empor io del a m o r y sus placeres; le hablé de luz, de gasas y de flores, que t ransforman el ser de las mujeres.

Asomó á su semblante una sonrisa y me repuso luego : « ¿ Q u é dijeras si te contara yo que en mis qu imeras anoche te soñé diciendo misa?»

¿Vlater Ora pro riopis, Maíer admirabilis.

No, n u n c a olvidaré la sala aquella; al fondo está el altar y en él descuella la mode rna y polícroma escul tura que representa h i lando á una doncella como la nieve de las cumbres pura .

I ¡ La Madre de/Jesús que está en la infancia;

la flor de Nazaiteth, cuya fragancia vierte esencias ídé paz y de consuelo, que hacen gratfa*y má$ corta la distancia del valle de las jágrimas¡ál cielo!

¡Allí cuántokjdomingóá, cuántas veces prv'pir crist iano, aipáátó las heces, de Ta m a n o

tierjrlas preces!

mi Margarita.jen^su f de u n negro cáliz me y al altar me conduje y me hizo repetir sus

\ • i ' i |

Hoy, cuandoivuelvoialjí 'j siento que exhala todo, olor de piedad ¡y ¡poesía, y hasta mi fe perdida rpuiéjve u n ala, pues Margot, al Mevarme|áJ aquella sala: «Ven á ver á mi rri^d|"el»íiíie decía.

Tu plegaria

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C u a n d o anunc ia la campana el nacer de la m a ñ a n a , yo me digo s iempre as í : « U n ángel en forma h u m a n a reza en su celda por mí.»

Y al rayar el mediodía me digo con alegría, de igual pensamien to en pos : «En su celda la hija mía me está e n c o m e n d a n d o á Dios.»

En el triste anochecer oigo el Ángelus, y al ver las sombras , me digo así: «Nada tengo que temer si Margot reza por mí .»

Y en la noche y en la aurora , cada ins tante , cada hora, s iempre alegre me verás, pues tu oración salvadora no me abandona jamás.

Alburas Blancas las tocas, azul el velo,

o rnando el pecho la negra c ruz ; ¡qué hermoso emblema para tu anhelo! Blanco es lo puro y azul el cielo, 1 y tú eres toda pureza y luz !

No amas el mi r to , sino la pa lma; dejas la seda por el sayal, y eres del claustro bajo la calma, la misma en rostro, la mi sma en alma que allá en tu t iempo primaveral .

N i n g u n a m a n c h a que tus aliños nub le ú opaque con el r u b o r ; es tu pureza la de los n iños ,

,¡y á nadie asombra , pues los armiños nacen y m u e r e n de igual color!

Nueva ¿VLargot

(31 de Agosto ele 1903)

AI hogar venturoso de María, hoy otro ángel de paz ha descendido, y h o n r a n d o tu memor ia han convenido en que lleve tu nombre , Margot mía.

Ya vuelve á resonar desde este día, cual música celeste en nuest ro oído, esa palabra de recuerdos n ido, nota al par de tristeza y alegría.

Yo, al ver aparecer en este suelo, valle en verdad de l lanto y amargura , á la nueva Margot, tan sólo anhelo

que Dios le dé , co lmando mi ventura , ^ las joyas que te ha dado, ¡oh flor del cielo!,^ tu humi ldad , tu talento y tu a lma pura .

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1/

Airam V CANCIÓN ORIENTAL DEL INSPIRADO MAESTE

ERNESTO ELORDUY

Repite esa canción. . . Sí; canta, canta . \ T u voz en mi a lma con a m o r re t iña ; \''esa hermosa canción para mí es s a n t a ; j ¡la cantaba Margot cuando era n i ñ a !

/ Es un eco t iernís imo que brota del fondo de una azul adolescencia, t rayendo en cada verso, en cada no ta , gracia infantil y a romas de inocencia .

Repítela otra vez y así mitiga este dolor en que la ca lma pierdo. . . ¡Recordar es vivirI ¡Dios te bendiga! ¡ Qué bálsamo tan dulce es el recuerdo! ¡

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Sin noticias ¡Cómo engaña á los ojos el deseo!

Noche por noche en encont rar me afano sello francés y letra de tu m a n o en cada carta que me da el correo.

Con febril ansiedad los sobres veo; u n t imbre es a lemán, otro i ta l iano; éste, español; aquél , a m e r i c a n o ; ¡ n inguna tuya entre mis cartas veo !

¡Cuan afligido rompo cada n e m a ! ¡Cinco meses van ya!, ¡suerte i n h u m a n a ! ¿Enfe rmedad ó mue r t e? ¡Qué d i lema!

Y huye y to rna la luz á mi ventana, y me halla c o m o ^ l loco del poema diciendo s iempre : «Escribirá mañana .»

5r

Sacre Coeur Guardo con devoción en un sagrario

que esconde las reliquias de mi vida, el b lanco escapulario donde la fecha está de tu par t ida.

E n él, como blasón de tus amores , brilla el Sagrado Corazón de Cristo, al que das desde n iña , yo lo he visto, tus lágrimas, tus preces y tus flores.

Y que será el amparo de tus horas , mi púdica doncella; en el m a r de tu vida único faro, en el cielo de tu a lma única estrella.

Y siempre que lo mi ro hay en mi faz sonrojos,

y me q u e m a los labios u n suspiro y me nubla u n a lágrima los ojos.

Y conmigo estará cons tan temente , porque al mirar lo á solas así a rguyo : «En este corazón, mi amada ausente , llevo invisible y palpitante el tuyo.»

y/ /

Sobre mi tumba En ti no caben ni desdén ni o lv ido ;

en tu celda distante y solitaria, me das una oración ferviente y diaria: ¡ único don que para mí te p ido!

Y hasta mi hogar desierto y escondido, llega el suave r u m o r de tu plegaria, a roma de la t ierna pasionaria que ha ganado el altar y yo he perdido.

Ora siempre por mí , mi bien amado , que en esta vida deleznable y dura , ¡ tú eres sierva de Dios, yo del pecado!

Y que digan al ver mi sepul tu ra : «¡Yace aquí un pecador que fué salvado por la piedad filial de un a lma p u r a ! »

1

V

3ebé

Aquel l indo bebé de labios rojos, de rizada y profusa cabellera, de grandes , negros y expresivos ojos que fué el encanto de tu edad p r imera ;

A u n vive j un to á mí , g u a r d a n d o ilesos como en aquellos t iempos sus pr imores, con el a roma casto de tus besos y el matiz virginal de tus amores .

E m b l e m a de tus sueños en capullo, fué la i lusión de tu pr imer m a ñ a n a ; ¡qué ternezas dijiste en cada arrul lo á este m u d o bebé de porcelana!

Me parece en las noches que me mira con la expresión tristísima y doliente del n iño a b a n d o n a d o que suspira por las caricias de la madre ausente .

Y que , con voz por triste misteriosa, pregunta al fin en ademán resuel to: « ¿ L a Margari ta q u e me a m ó es dichosa? ¿Me habrá olvidado ya, por qué no ha vuelto?»

¡Ya no has de verla nunca ! , le respondo; ¡no volverá j amás ! . . . Luego lo mi ro , y siento que del a lma en lo más hondo .;( ' brota y q u e m a mis labios un suspiro.

ñve filaría

¡ Dios te salve, María, \ sol de las a l m a s , faro de la mía !

v Lirio del cielo, mística azucena , *V * de h e r m o s u r a , bondad y gracia 11

> r| mad re del potentado y del mendi *s * J j - i Virgen Reina, el Señor está conti.

4. T ú , sola T ú , por tus purezas eres ^ rJ) bendecida entre todas las mujeres

*7" / y es de tus altos dones en t r ibuto \ h y¡*pti santo y bendi to de tu vientre el fr \ ' ¡Sol de las a lmas , faro de la mía,

^ Dios te salve, María!

Santa Madre de Dios , el que á halla a m p a r o y p e r d ó n ; ruega , sí

¡ por nosotros los tristes pecadores; ) l ibér tanos del ma l y los errores;

i danos la Fe consoladora y fuerte ahora y en la hora triste de la mu

SV ¡ Oh luz eterna del e terno día! \%s ¡Santa Madre de Dios , Santa Ma:

Diciembre ¡Diciembrel ¿te acuerdas, e lmesde lcon ten to !

¡qué hogar tan t ranqui lo! , ¡qué santos amores! ¡Aquellas posadas y aquel nacimiento; la hacienda, la casa, los buenos pastores!

A u n eras m u y niña y yo no tenía ni miedo al invierno, ni arrugas, ni canas ; ¡qué alegres tus juegos con Juan y María! ¡qué hermosos domingos , qué lindas mañanas!

Del tren para veros saltaba de prisa; formabais vosotros mis tres embelesos; al verte a l umbraba mi faz tu sonrisa: ¡qué castos, qué dulces, qué puros tus besos!

Después por el campo corriendo sin t ino, sin miedo á nopales ni horror á magueyes, ¡qué verdes las milpas, qué alegre el c amino ! ¡qué claros y frescos los hondos jagüeyesl

¿Te acuerdas? ¡Qué breve pasó tu existencia! Cada año de aquellos parece un instante , y aun tienes ¡qué dicha! la misma inocencia,

"\ la misma sonrisa y el mismo semblante . \

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Una lágrima Á CARMEN FORTUNO Y MIRAMÓN

C u a n d o paso jun to á t i , una lágrima bendi ta me habla del bien que perd í : ¡de mi t ierna Margari ta, que vive lejos de m í !

Ella con jovial acento me haGló de tu rec t i tud , tu discreción, tu ta lento , tu gracia , tu sen t imiento , tu t e rnura y tu v i r tud.

Mi Margot en ti veía joya, blasón y decoro del colegio en que vivía, y «esta C a r m e n , me decía, vale en verdad u n tesoro.»

Y te conocí por ella, q u e no otorga lauro y palma á v i r tud que no descuella, y me hizo ver que eres bella por el rostro y por el a lma.

¿ C ó m o no te he de admirar , azucena inmacu lada que incensas tu dulce hogar?

N u n c a nub len tu mi rada las lágrimas del pesar!

I Oh flor de esencia exquisita Con mis versos queda aquí esa lágrima bendi ta que me habla de Margari ta cuando paso j un to á t i . . .

Sueños de un padre ¡Cuán tas veces deliro

con este irrealizable pensamien to : cruzar el mar en alas de un suspiro y llegar al cancel de tu conven to !

Allí , ocu l tando mi amorosa cuita, decir á la to rne ra : —Avisad á la h e r m a n a Margarita que está aquí un mexicano que la espera.

Y que sales al fin; me reconoces, y te beso y me besas y me miras . . . ¡ Ah! ¡Cuan bello es soñar con esos goces que son al despertar dulces men t i r a s !

I ' Por 61 « T o m a tu cruz y s igúeme,» decía

i(We l ^ U i t 0 > e ' Bueno , el Hijo de Mar í ay '

X\ M i/

Aquel que dio su sangre pura y sana1 / / "X en holocausto de la estirpe humana ' . j \

# Y tu su voz den t ro del a lma oíste, • : ' \ y tomaste la cruz y lo seguiste, 'í (> } y en la senda florida ó escabrosa x ' j j ó le adoras como sierva y como esposa. "~ i fe í > /

Su culto es el a m o r de tus amores , que las espinas te convierte en flores,

. y ese a m o r es sin t é rmino y sin dolo . . . ¿Qué'-importa que por El me dejes solo?

m' >~ W •• r

67

E N EL ÁLBUM DE MARÍA PORTILLA Y CUEVAS 6 \ , J H _ ^

Siempre pura //

Hay en tus ojos, María, el fulgor, la poesía, la luz inefable y bella / £ - ' • > v í \ ' & — J ,í \ , jí . K de la esplendorosa estrella '¡j ^ que anunc ia el nacer del día. ¡I ^ _ ^ S ¡ I

T i e n e n la misma expresión i que en la dichosa ocasión 5w: ' ^ ^ ^ en que an te el ara bendita, { • ¡W-'.,-'' hiciste con Margari ta ¡; \ZJ^/ tu pr imera c o m u n i ó n . i' ' " "¿^

En tu talle hay majestad, ¡¡ ¡-̂ "íC en tus sonrisas b o n d a d , )! / u ^ ' - l en tus horas paz y ca lma , '! c ' i W / j ' y a u n tienes radiante el a lma •/"vV"'' de te rnura y de piedad. J , \ \ ^ . .

¡Dios te guarde siempre asíl 1 •'./' \ - !_. Que en el m u n d o baladí ' \ no conozcas desengaños, íi ' \ y que vivan m u c h o s anos \\ '; ¡ tus padres cerca de ti. '\

A •—- /

6 V

Soñando en verte

Yo no he soñado n u n c a que me muero , porque sin verte m á s , mor i r no quiero .

Y porque , visto bien, ¿ n o es u n a muer te este to rmen to de vivir sin ver te?

¡ Cuántas veces mis ojos te han buscado y el l lanto del dolor los ha n u b l a d o !

¡ Y cómo me ha ment ido mi deseo, y cómo entre mis lágrimas te veo !

¡ Lo que vive en el a lma y en la men te se mi ra con a m o r cons tan temen te !

Oigo á veces tu voz dulce y bendi ta y p r e g u n t o : ¿Me hab labas , Margar i ta?

Y la i lusión me dice: «Te está hablando.» ¡Y es que estarás por mi ven tura o rando!

A

Tu nombre \

• w

T u n o m b r e es mi devoción; v \ es mi palabra bendi ta , n

(

h i m n o , plegaria, oración, ' \ I '/ que en cada vez que palpita la dice mi corazón : \.; A «Margar i ta , Margari ta .» ; : |

T ú vinistes á este suelo ¡ v j!/V/¡ disfrazado de mujer , \ '•<•?:, i y ángel de a m o r y consue lo : v ~-¿ c u á n d o he de volverte á ver? v . -v . v 1 : T ú serás hasta en el cielo encan to y ser de mi ser.

La música q u e en mi oído / todos mis dolores calma, es tu n o m b r e bendec ido ; es laurel, olivo, pa lma que me libra del olvido y que me conforta el a lma.

E n la celda de u n convento eres tu la mujer fuerte que á Dios da su pensamien to ; yo, l uchando con la suerte en el m u n d o tu rbu len to , guardo u n a esperanza: ¡verte!

¿Has ta cuándo te veré? ¿Hasta cuándo me verás? Ni lo sabes ni lo sé. ¿Sobre la t ierra? ¡ Jamás ! ¿ E n el cielo? T e n g o fe de que tu me salvarás.

Todos contigo En el hogar de Pedro y de María

ayer, que fué de mi natal el día, pensábamos en ti, juzgando muertas tantas venturas breves pero ciertas que otros años nos dio tu compañía.

En ese hogar de dichas y de amores, ya todo desde entonces ha cambiado ; tú dejaste una flor, y hoy son tres flores las que incensan su ambien te sosegado.

Pedro , María de Lourdes , Margarita son los tres soles de tan l impio cielo, y su aman te calor, su luz bendita, n imban de paz las canas del abuelo.

Ayer, pensando en t i , surgió la idea de visitar tu claustro enternecidos; «vamos todos á verla y que nos vea siempre llenos de amor y siempre unidos.»

Y to rnando verdad el pensamiento, se formó el grupo que mi afán te envía: guárdanos á-tu lado en tu convento, como á ti nuestras almas, Margot mía.

7^

(ENVIANDO EL RETRATO DE MARGOT)

<¿/¡ la inspirada y virtuosa ( Teresiía ¿Mangual de Cestero. £

Hacienda "Fidela". Toa Baja.—Puerto Rico.

Del á lbum de los seres que yo adoro, arca de a m o r que guardo con respeto, es el retrato, gala de Valleto, del ángel de virtud que es mi tesoro.

La sencillez más grande es su decoro, afable es su carácter y discreto, y no la adorna joya ni amule to , que ni conoce ni codicia el oro.

Así la vi part ir . . . ¿por qué partiste para no volver más , oh Margot mía? Iba á entregarse á Dios y no fué triste.

T res años pasan ya desde aquel día, y con el mi smo traje q u e aquí viste, la miro en mis recuerdos todavía.

I "¡.y A

'(X

V

6speranza

Á mi alcoba humi lde , como celda ignota,

á mi ra rme en sueños se acerca u n a monja .

Azul es su veste; son blancas sus tocas;

obscuros sus ojos; sus mejillas, rosas.

La c i rcunda u n n i m b o ; celeste aureola ,

que con luz divina ahuyen ta las sombras .

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A Ti

Me busca; me encuent ra ; me mira; solloza,

y su voz de n iña , cuyas dulces notas

7 9

remedan la brisa

que mueve las hojas, me d ice : « N o sufras,

la vida es m u y corta;

hay otra existencia

que jamás se agota; que n u n c a se acaba,

que nadie emponzoña ;

que no t iene penas ni hospeda congojas;

en que no se sufre,

en que no se llora, y que se disfruta

con Dios en la gloria.

Allí no hay ausencias, ni muer t e , ni sombras ;

allí nos veremos;

espera esa aurora .»

Y calla, y yo siento

q u e en mi frente posa

un beso m u y tenue

su boqui ta roja.

Y la luz se apaga; se en lu ta mi alcoba,

y yo sigo en sueños

mi r ando á la monja ,

Con su azul vestido; con sus blancas tocas;

sus ojos obscuros; sus mejillas rosa.

¡ Ay, hija del a l m a ! T ú eres ánge l ; ora

para ver si alcanzo mirarte en la gloria.

í n d i c e

Págs.

Retrato 7 Dedicatoria ^

Ofrenda 1 1

A los lectores 1 3 Mi tuberosa Sólo su imagen 1 7

. . . i9 Reminiscencia A un Crucifijo 2 1

Su voz 2 3

La Misa 2 5

Su lema 2 9

Al partir 3 1

Vocación 33

Los dos talismanes • • • 3$ Un sueño 37

La sala de Mater. 3 9

Plegaria 4 1

Tu plegaria . 4 3 Alburas 4^ Nueva Margot 47

. . . . 49 Airam Sin noticias

Págs.

2*

Sacre Cceur ^3

Sobre mi tumba 55

Bebé 5 7

Ave María 59

Diciembre 6i Una lágrima 63

Sueños de un padre 65 Por Él • 6 7

Siempre pura 69 Soñando en verte 7 1

T u nombre 73

Todos contigo 75

Su retrato 77

Esperanza. . 7^

ESTABLECIMIENTO TIPOLITOGRÁFICO EDITORIAL

DE SALVAT Y C. A , S. EN C.

BARCELONA

1 9 0 4

1001740862

| . Ballesta y C. a , Sucesores M É X I C O