MUY ILUSTRE, REAL E IMPERIAL COFRAD ÍA DEL...

8
MUY ILUSTRE, REAL E IMPERIAL COFRADÍA DEL MILAGROSO PENDON DE SAN ISIDORO LEÓN Nº 3, Navidad 2.011 GRAN MAESTRE IMPERIAL S. M. EL REY JUEZ CONSERVADOR PERPETUO ILMO. SR. ABAD-PRIOR COLEGIATA MIEMBROS NATOS ILMO. ALCALDE DE LEÓN ILMO. ALCALDE DE BAEZA (JAEN) CABILDO ABAD HERMENEGILDO LÓPEZ GLEZ. CAPELLÁN D. LUIS GARCÍA GUTIÉRREZ PRIMICERIO EDUARDO DE PAZ DÍEZ TENIENTE DE PRIMICERIO ESCRIBANO GONZALO F. GONZÁLEZ-CAYÓN CONTADOR JOSÉ LUIS BAYÓN ASTORGANO REGIDORES Mª JESÚS GARCÍA ARMESTO JOSÉ MATEO LLORENTE CANAL JESÚS SEXMERO CUADRADO MAESTRO AYUDANTE DE CEREMONIAS ESTANISLAO DE LUIS CALABUIG CRONISTA EUGENIO DE MATA ESPESO EX ABADES FLORENTINO ARGÜELLO SIERRA JUAN MANUEL NIETO NAFRÍA TENIENTE DE ESCRIBANO MANUEL T. GONZÁLEZ MEDINA TENIENTE DE ARCHIVOS RAFAEL CEBALLOS ROA JUEZ CONSERVADOR HONORARIO ILMO. SR. D. ANTONIO VIÑAYO GLEZ. COFRADES DE HONOR CARDENAL. Fr. CARLOS AMIGO VALLEJO CORONEL D. PABLO CASTILLO BRETÓN SALUDA DEL ABAD Pudo parecer un sueño; para algunos sin duda que lo era, que lo fue, realmente. Pero, a veces, quizá solo a veces, en las que la paciencia, la perseverancia y la tenacidad se alían, esas supuestas quimeras cristalizan en presencias vivas y realizaciones permanentes. La Presencia de la Real Cofradía en los estertores de un temido, deseado o manipulado “1100 aniversario del Reino”, que de todo hay en este caleidoscopio que nos envuelve, supuso una nueva nota de solemnidad, a pesar, incluso, de algunos desajustes que no lograron empañar el solemne acto del Responso a los Reyes de León, el día 6 de enero. En el mismo se daba, quizá por vez primera y gracias a las gestiones de algunos Caballeros cofrades, una coincidencia que los medios no dejaron de reseñar: la presencia de las tres enseñas históricas en el Panteón Real. El solemne responso fue también precedido de otro acto que se nos antoja ya “histórico”, por el cariño y la sensibilidad que nuestra institución viene poniendo en él: los turnos de guardia y oración. El número aumenta en igual proporción que el sentimiento, algo que la Junta de Cabildo agradece muy especialmente. Solo nos queda encontrar el modo de una deseada y más amplia participación de los leoneses que abarrotan la Real Basílica pero que, por mor del reducido espacio, no pueden estar presentes, de alguna manera, en ese solemne responso. Habrá que seguir buscando. Pero faltaba el broche a todos los acontecimientos programados a lo largo de un intenso 2010; himno, concierto, conferencias, visitas, presentación de libros, emisión de un sello,... Eso no era todo lo que nos habíamos prometido a nosotros mismos. El broche debía ser de los que duran en el tiempo, de los que resisten, incluso, el embate de los siglos. ¿Y qué mejor material que la piedra, la más aproximada a la que teje los muros de la Iglesia Palatina?

Transcript of MUY ILUSTRE, REAL E IMPERIAL COFRAD ÍA DEL...

MUY ILUSTRE, REAL E IMPERIAL COFRADÍA DEL MILAGROSO PENDON DE SAN ISIDORO

LEÓN Nº 3, Navidad 2.011 GRAN MAESTRE IMPERIAL S. M. EL REY JUEZ CONSERVADOR PERPETUO ILMO. SR. ABAD-PRIOR COLEGIATA MIEMBROS NATOS ILMO. ALCALDE DE LEÓN ILMO. ALCALDE DE BAEZA (JAEN)

CABILDO ABAD

HERMENEGILDO LÓPEZ GLEZ.

CAPELLÁN

D. LUIS GARCÍA GUTIÉRREZ

PRIMICERIO

EDUARDO DE PAZ DÍEZ

TENIENTE DE PRIMICERIO

ESCRIBANO

GONZALO F. GONZÁLEZ-CAYÓN

CONTADOR

JOSÉ LUIS BAYÓN ASTORGANO

REGIDORES

Mª JESÚS GARCÍA ARMESTO JOSÉ MATEO LLORENTE CANAL JESÚS SEXMERO CUADRADO

MAESTRO AYUDANTE DE CEREMONIAS

ESTANISLAO DE LUIS CALABUIG

CRONISTA

EUGENIO DE MATA ESPESO

EX ABADES

FLORENTINO ARGÜELLO SIERRA JUAN MANUEL NIETO NAFRÍA

TENIENTE DE ESCRIBANO

MANUEL T. GONZÁLEZ MEDINA

TENIENTE DE ARCHIVOS

RAFAEL CEBALLOS ROA

JUEZ CONSERVADOR HONORARIO

ILMO. SR. D. ANTONIO VIÑAYO GLEZ.

COFRADES DE HONOR

CARDENAL. Fr. CARLOS AMIGO VALLEJO CORONEL D. PABLO CASTILLO BRETÓN

SALUDA DEL ABAD Pudo parecer un sueño; para algunos sin duda que lo era, que lo fue, realmente. Pero, a veces, quizá solo a veces, en las que la paciencia, la perseverancia y la tenacidad se alían, esas supuestas quimeras cristalizan en presencias vivas y realizaciones permanentes.

La Presencia de la Real Cofradía en los estertores de un temido, deseado o manipulado “1100 aniversario del Reino”, que de todo hay en este caleidoscopio que nos envuelve, supuso una nueva nota de solemnidad, a pesar, incluso, de algunos desajustes que no lograron empañar el solemne acto del Responso a los Reyes de León, el día 6 de enero. En el mismo se daba, quizá por vez primera y gracias a las gestiones de algunos Caballeros cofrades, una coincidencia que los medios no dejaron de reseñar: la presencia de las tres enseñas históricas en el Panteón Real. El solemne responso fue también precedido de otro acto que se nos antoja ya “histórico”, por el cariño y la sensibilidad que nuestra institución viene poniendo en él: los turnos de guardia y oración. El número aumenta en igual proporción que el sentimiento, algo que la Junta de Cabildo agradece muy especialmente.

Solo nos queda encontrar el modo de una deseada y más amplia participación de los leoneses que abarrotan la Real Basílica pero que, por mor del reducido espacio, no pueden estar presentes, de alguna manera, en ese solemne responso. Habrá que seguir buscando.

Pero faltaba el broche a todos los acontecimientos programados a lo largo de un intenso 2010; himno, concierto, conferencias, visitas, presentación de libros, emisión de un sello,... Eso no era todo lo que nos habíamos prometido a nosotros mismos. El broche debía ser de los que duran en el tiempo, de los que resisten, incluso, el embate de los siglos. ¿Y qué mejor material que la piedra, la más aproximada a la que teje los muros de la Iglesia Palatina?

Así surgió, se desarrolló y llegó a su concreción la idea del Monolito, testigo no tan mudo de un año, de una celebración, de unas pulsiones comunes y de un deseo de pervivencia en el tiempo que viene demostrando nuestra Real Cofradía desde hace ya nueve siglos; fiel a su historia, a su vinculación más íntima, a sus convicciones más profundas. Firme como una peña de nuestras montañas, como roca que es, plantado frente a nuestra sede canónica, ese monolito que entre todos contribuimos a plantar, en un acto solemne y sentido, es ya un referente para leoneses y visitantes en la plaza más sagrada de León.

No habían terminado aún los sobresaltos ni las emociones; la visita a Toledo, a su hermosa catedral y la misa ante la tumba de nuestro fundador el Emperador Alfonso, parecía colmar el círculo de los deseos. Nada falló; ni el número de los participantes (muchos), ni la implicación de los mismos (enorme), ni la convivencia entre todos (extrema), ni las atenciones que allí nos prodigaron (impagables); desde el propio Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo de la sede primada, D. Braulio (cariñoso y paciente hasta el extremo), pasando por el Sr. Deán de la S.I. Catedral, hasta el último de los que se ocuparon de nosotros con infinita paciencia y con una dedicación que superaba cualquier expectativa.

Un año pleno pues, podríamos afirmar sin duda; pero eso no es todo; nueva savia se incorpora también y en gran número, en este 2011, a las apretadas filas de Caballeros y Damas que sienten en el fondo de su alma el deseo de mostrar su amor y su respeto al Santo Patrono de estos Reinos, al Señor San Isidoro. Que el proteja a los “nuevos”, confirme a los antiguos y nos bendiga a todos. Aún queda camino por recorrer.

Hermenegildo López González

HOMENAJE AL EMPERADOR ALFONSO VII

(VIAJE A TOLEDO)

Con el tiempo los anales de la Historia a buen seguro que han de grabar en letras doradas una fecha tan señalada para la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Pendón de San Isidoro como fue la del 25 de Septiembre de 2011.

En apariencia una fecha intranscendente

para cuantos ignoran que ese día se realizó un más que merecido Homenaje a quien fuera su fundador, el Emperador de las Hispanias, don Alfonso VII. El rey de León por derecho dinástico

sostenía sobre sus plateadas sienes la corona imperial, herencia del vetusto Regnum Visigothorum, cuyos restos mortales descansan -esperando el día del Juicio Final- en la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo.

Los últimos años de su vida vieron como

se desmoronaba el sueño áulico de la Conquista de Almería, cercada por los almohades, y a su regreso la muerte le sobrevino el 21 de agosto del año de gracia de 1157, cuando cruzaba el puerto del Muradal, en El Viso del Marqués. Y el esquivo destino quiso que en el mismo lance se perdiera la plaza de Baeza; el lugar donde a los pies de sus escarpes se había bordado por las damas leonesas un hermoso pendón, diez años antes (1147).

Corrían los idus de mayo cuando se reunió con su hueste leonesa en Toledo, y desde allí... <<la florida caballería de la ciudad de León, portando los estandartes, irrumpe como un león. Ésta ocupa la cima de todo el reino hispano, con diligencia regia indaga los derechos del rey>> (CRÓNICA DEL EMPERADOR ALFONSO VII)

¡Tan sólo un

sueño real, siempre recurrente, podía fortalecer los ánimos de aquellos caballeros que estaban a punto de desfallecer frente al alambor de las murallas de Baeza! Ochocientos sesenta y cuatro años después, los caballeros de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro de León acudimos –no a uña de caballo, sino en autobús- a una cita obligada con la Historia; con renovados ánimos y sin desfallecer un ápice ante el sol canicular llegamos a los pies de la visigótica Toletum para rendir pleitesía a nuestro fundador.

No obstante el día anterior disfrutamos de

dos acontecimientos premonitorios: El primero consistió en visitar una exposición dedicada al Temple (tan poco leales al noble Reino de León), titulada “Processus contra los Templarios” sita en el Imperial Monasterio de San Clemente. Lugar donde la rama femenina de la orden del Cister mantiene la tradición de elaborar artesanalmente mazapanes toledanos, amén de custodiar los restos del infante Fernando (hijo del Emperador).

Un preámbulo, en todo caso, del exquisito

manjar que nos iba a deparar el día siguiente; pero antes, la ilustre comitiva de cofrades y familiares se dirigió hacia el Alcázar, peregrinando en gran número (cerca de setenta personas) por entre las acogedoras calles toledanas, para conocer el Museo del Ejército.

Acontecimientos que despertarían el ardor

guerrero y la conciencia histórica, en igual medida, de la más antigua de las ordenes y cofradías hispanas; necesarios, en todo caso, para avanzar <<con fe y gallardía ante la Tradición>> (ver soneto) en dirección al altar mayor de la Catedral de Toledo.

¡Todos en formación y con el hábito reglar!

Abría la comitiva una corona de laurel, seguida del cetro y la corona imperial (símbolos áulicos por antonomasia) sobre cojines cárdenos sustentados por dos cofrades a los que seguían un nutrido grupo dispuesto a homenajear a su Emperador. Cerraban el marcial desfile el abad de la Ilustre Cofradía don Hermenegildo, el abad de la Basílica de San Isidoro, don Francisco y el arzobispo de Toledo, don Braulio.

La emoción contenida de los cofrades y

familiares que nos acompañaban se desbordó antes de concluir la Misa Te Deum, tras el Solemne Responso Imperial, con el discurso honorífico pronunciado por nuestro Abad, al depositar la citada corona de laurel a los pies del sepulcro de piedra policromada del Imperator totius Hispaniae cuyos restos mortales reposan junto a los de su segunda esposa doña Rica, en el lado del Evangelio del presbiterio de la Capilla Mayor, ordenada edificar en el siglo XV por el Cardenal Cisneros.

Tras concluir tan merecido homenaje, todos los cofrades nos dirigimos hacia la Sacristía donde, antes de departir amigablemente con el Arzobispo Primado de Toledo, tuvimos la oportunidad de admirar una impresionante pinacoteca, en la que destaca sobremanera el cuadro del Greco titulado “El Expolio”. La Custodia de plata dorada, obra de Enrique de Arfe (1517/24) y el descomunal Transparente, obra del Arquitecto Mayor Narciso Tomé (1729/32), figuran entre las tantas maravillas que dan lustre al <<tesoro catedralicio>>, y que se ofrecieron a nuestra vista con las consabidas explicaciones de un experto guía.

Finalmente y tras una comida de

confraternidad retornamos a nuestra querida ciudad de León –no tan cansados como orgullosos del acto de homenaje realizado-, para depositar en la Sede de la Cofradía la replica del Pendón de San Isidoro que a buen seguro el Emperador de las Hispanias no sabría distinguir del original, pero de lo que no me cabe la menor duda es que su espíritu dormido se incorporó del lecho mortuorio para sobrevolar por sobre todos los presentes, satisfecho y agradecido de ver como sus leales caballeros cofrades al fin le rendíamos pleitesía.

J. F. Chimeno

LA BALADA DE LAS DAMAS DEL ANTIGUO REINO

Los artífices del devenir histórico no siempre fueron los reyes, los caballeros y los eclesiásticos, aunque, en la mayoría de los casos, la historia tal y como ha llegado hasta nosotros es el fruto de los designios de los estamentos gubernamentales vencedores.

Es llegado el tiempo de romper una lanza, metafóricamente hablando, ya que vamos movernos en los brumosos siglos del alto Medievo, a favor de importantes damas, reinas, infantas y abadesas que cual

Penélope tejieron y destejieron las tramas con las que se elaboró la urdimbre del antiguo Reino de León.

Sancha, la última heredera de la Dinastía Astur-Leonesa, por hermana de Bermudo III y primera reina de la Navarra, por su matrimonio con Fernando I, fue la promotora -por supuesto en total sintonía con su esposo- en 1063 de la embajada que, al mando de los Obispos Alvito de León y Ordoño de Astorga, fue enviada a las lejanas tierras de Al-Andalus para recuperar todas las reliquias posibles de santos y mártires para su posterior traslado a la Sede Regia de Léon. A más reliquias más prestigio y más ayuda espiritual para el Reino.

La comitiva regresó a la Romana Legio con un nutrido surtido de restos santos, entre los que brilló con un especial fulgor un arca con los restos del Doctor de las Españas, Isidoro de Sevilla.

La veneración al Santísimo Sacramento y el amor a San Isidoro potenciaron que Fernando I en las Cortes de León de 1063, impusiera una cláusula de privilegio, dada en Palencia, relativa a la virginidad que debían guardar las Infantas Leonesas que quisieran gozar del honor del Infantado al que iba anejo derechos de Señorío sobre el templo de San Isidoro, cabeza y fundamento del mismo Infantado, a sus mismas hijas, las Infantas Urraca y Elvira.

Según relata don Julio Pérez-Llamazares, en Vida y Milagros del Glorioso San Isidoro, Arzobispo de Sevilla y Patrono del Reino de León,

“¡Templo augusto del bendito Doctor de España, tú inspiras más profunda veneración a los leoneses que a los romanos inspirara el templo consagrado a Vesta! ¡También San Isidoro tuvo varios siglos vestales de sangre real a su servicio!”.

La antigua iglesia de San Pelayo, de titularidad regia, pasó a denominarse de San Isidoro y sufrió un proceso de engrandecimiento acorde con los restos que iba a albergar. Grandes reinas como Urraca se esmeraron en dotar de riqueza y prestigio a la basílica isidoriana, dejando su impronta en numerosas donaciones.

La vida de las reinas, infantas y damas de la Corte, en estos siglos, se desarrollaba entre las salas nobles de sus palacios donde bordaban primorosas labores y escuchaban baladas de músicos y trovadores y los templos en los que impetraban al Altísimo por sus hombres ausentes

y casi en una continua batalla contra las huestes agarenas. Entre un bordado, una canción y un rezo, se podía derrocar a un Rey o consagrar un Obispo que la delicadeza de una dama no tiene porque estar reñida con una personalidad fuerte y proclive a una decidida actuación en la complicada política de los Reinos Cristianos del cambio de milenio.

Y, como muestra, otra Sancha, hermana de Alfonso VII, que sería la que ordenaría que las monjas que habían residido desde hacía siglos en el antiguo cenobio de San Pelayo se trasladaran a otro convento situado en la localidad de Carbajal, desde donde, a su vez, en 1149, se desplazaron a San Isidoro, a las órdenes de Pedro Arias, los clérigos que habían de constituir el núcleo de los canónigos reglares de la Basílica.

Una vez lograda la instalación de los canónigos quiso ennoblecer el templo con privilegios singulares a cuyo fin acudió a la Santa Sede y consiguió del Papa Eugenio III (1145-1153) para la iglesia de San Isidoro el título de “Hija Especial de la Iglesia Romana” y muerto Eugenio volvió a acudir a su sucesor Adriano IV (1154-1159) que confirmó el título anterior y

además declaró a la basílica de San Isidoro “Hija de la especial jurisdicción y patrimonio de San Pedro”.

Cambiemos de escenario, pero no de época. Alfonso VII, como agradecimiento a San Isidoro por su intervención milagrosa en la conquista de la ciudad de Baeza, constituye en 1147, la Imperial y Real Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro.

Según relata Lucas de Tuy en “Crónica de España” una vez constituida la Cofradía , Isidoro se aparece en sueños, nuevamente, al Rey y le señala:

“La confradía que estableciste a honrra del nombre de Dios, encomendado a mis oraciones, yo la reçibo en mi guarda y seré ayudador a los que la guardaren fielmente en la vida y en la muerte”.

La Cofradía se constituyó por caballeros de la alta nobleza de la Corte Leonesa, que, cuando iban a la guerra, se agrupaban con sus mesnadas tras el pendón de San Isidoro, mandado bordar por el Emperador a las damas nobles para que llevara el triunfo a los campos de batalla y presidiera las diversas celebraciones y festejos en los tiempos de paz.

¡Ah, las laboriosas damas! Puntada a puntada, haciendo surgir del mundo de los sueños del Rey la efigie del Santo Isidoro. Cuenta la tradición que con cada puntada se musitaba una oración, con cada pespunte un salmo, enhebrados como en un hechizo con los hilos de oro y plata con los que fue tomando corporeidad la imagen del Doctor Etimológico, radiante sol brillando en un lienzo de seda adamascada carmesí. San Isidoro cabalgando al viento de la historia sobre una tela regia de Damasco: El triunfo de la Cristiandad sobre el Islam.

En 1331 el Legado Pontificio concede a las Damas la posibilidad de formar parte de la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, casi dos siglos se tardó en conseguirlo, pero ya se sabe, “las cosas de Palacio, van despacio”.

Según la tradición el Pendón de San Isidoro con sus huestes participó en la conquista de Granada y, francamente, no sería de extrañar, que, conociendo su recio carácter, la mismísima Isabel la Católica no lo hubiera enarbolado ante Boabdil.

Y, como en el Juego de la Oca, de Isabel I a Isabel II, como Reina de España y máxima autoridad de la Cofradía, también mantuvo enhiesto el Pendón en sus visitas a León.

El tiempo ha pasado, los siglos han ido derribando murallas y fortalezas, las gestas gloriosas de caballeros y damas apenas se recuerdan enterradas en el polvoriento devenir de la historia, pero lo que

sí se mantiene aún es una efigie de San Isidoro que manos de nobles damas bordaron con fe y con esperanza en un futuro de paz en el que la diestra de Isidoro guiara, no a los ejércitos a la batalla, sino a los espíritus hacia la Sabiduría y hacia la Luz.

Mª Jesús García Armesto y Arroyo de León

1100 ANIVERSARIO DEL REINO DE LEON

EL MONOLITO DEL PENDON DE SAN ISIDORO :

UNA SEÑA DE IDENTIDAD PARA LA HISTORIA

Amparados en la solidez que certifica la historia, nuestra propia historia y abrazados por tantos y tantos hitos y gestas en el devenir de los siglos, de esas nueve centurias y media que contemplan nuestra existencia, en los que nuestras Ilustres Damas y Caballeros Cofrades han derramado actos de heroicidad, fidelidad, compromiso, humanidad y caridad cristiana por todo el territorio de la Hispania Medieval hasta nuestra actual España contemporánea, esta antiquísima Hermandad de cristianos, en reunión de obispos, nobles y caballeros, bajo la iniciativa de la institución imperial del único emperador coronado en España, nuestro añorado Alfonso VII, ha pretendido dejar una huella imborrable, en nuestra ciudad de León, capital del antiguo Reino de León y referencia para los tiempos, con

un bagaje difícil de igualar. La Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, conocido popular y cariñosamente como “Pendón de Baeza”, por el origen de su fundación en Al-Andalus, en 1147, en aquel tiempo de la reconquista, territorio cristiano y leonés; acarició la idea, a principios de 2010, año de la conmemoración del 1100 aniversario del Reino de León, de dejar en esta ciudad, Corte de Reyes, una seña de esta celebración, que engarzara con nuestra Noble Institución. La idea fue tomando identidad e ilusionando a todos los cofrades, siendo aprobado por unanimidad, en el Capítulo General, celebrado de la Cuaresma de ese mismo año, decidiendo la implantación de un monolito de piedra, con nuestro Glorioso Pendón y nuestro Escudo, en bronce, estudiando su posible ubicación en la Plaza de San Isidoro. El reto estaba lanzado y aprobado. Pero había que materializarlo. Fueron varios frentes los que se abrieron para conseguir nuestros objetivos, que sabíamos iban a ser arduos. En primer lugar teníamos que valorar económicamente el proyecto y para ello solicitamos la colaboración del reconocido escultor leonés, Juan Carlos Uriarte, autor de varias esculturas muy significativas en la Plaza de Regla, Ordoño II y sobre todo la dedicada a las Cortes de León, en la plaza del mismo nombre, que nos une totalmente con nuestro pasado. Se prestó desinteresadamente a realizar un boceto del monumento, tal y como lo concebía para su ubicación en el lugar indicado. Ya podíamos dar el siguiente paso, que era valorarlo económicamente. Marmolería Leonesa se encargó de seleccionar la piedra que debería de ser de un tono que encajara en la Plaza de San Isidoro, con sus tonalidades de la piedra de Boñar, que mayoritariamente podemos ver. Se decidió que las más adecuada era una piedra denominada “arenisca de Alcañíz “, de más consistencia y duración. Ya teníamos la piedra y el presupuesto económico, que fue reducido prácticamente un 50%, por la colaboración de nuestro estimado Víctor, propietario de la citada marmolería y también miembro de la Orden del Santo Sepulcro, que ha

asistido, en representación, a alguno de nuestros actos. El siguiente paso fue iniciar el expediente administrativo ante el Excmo. Ayuntamiento de León, solicitando la autorización para la ubicación del monolito en el lugar elegido. Y aquí ya sabemos como se las gastan las administraciones públicas. Proyecto básico, estudio de impacto, comisión de urbanismo, todo ello para decirnos que había que elevar la petición a la Comisión Provincial de Patrimonio, puesto que el lugar donde queríamos ponerlo, la Plaza de San Isidoro, está declarada “zona protegida”. De ley es manifestar que contamos con la máxima colaboración del arquitecto municipal Manuel Guerra. Nueva solicitud, nuevo proyecto básico, memoria explicativa, informes municipales,…. Y después de dos reuniones de dicha Comisión, nos dieron luz verde. Habían pasado mas de nueve meses, pero ya teníamos el visto bueno de la Comisión de Patrimonio, especificando que únicamente podríamos ubicarlo en ese jardincillo de la plaza, por ser terreno vegetal de relleno y solamente ahí, podríamos hacer el basamento para el monolito, no teniendo que tocar el subsuelo, lo que hubiera requerido catas arqueológicas, con lo que ello hubiera supuesto. Nuevos trámites ante el Ayuntamiento, con el informe positivo de la Comisión de Patrimonio, para la autorización de utilización de suelo público para la instalación, permiso que fue aprobado por la diligente y positiva intervención del Vicealcalde Sr. Chamorro y del concejal Sr. Cardo, siendo concedida en mayo de 2011. Toda la parte burocrática estaba solventada. Ahora solamente quedaba la ejecución del mismo para lo cual, también el Ayuntamiento se había prestado a colaborar a través del Centro de los Oficios, donde las hábiles manos del profesor Juan Cuenca, hicieron la maravilla del moldeado del Pendón y del Escudo para la posterior fundición del bronce.

La inauguración tuvo lugar el día 1 de Julio de 2011, con asistencia del Alcalde al frente de la Corporación Municipal, con asistencia del Delegado del Gobierno, la Presidenta de la Diputación y demás autoridades civiles y militares, descubriendo el monolito, al unísono, nuestro Abad, el Alcalde y el Abad de San Isidoro, que previamente nos habían dirigido unas palabras, cerrando el acto la Banda de Música de la Academia Básica del Aire de León, que posteriormente ofreció un Concierto Extraordinario en el Claustro de San Isidoro, con afluencia masiva de leoneses, que disfrutaron de una inolvidable velada musical en tan extraordinario recinto y con tan especial acto. Queremos dejar presente nuestro total reconocimiento a todos los colaboradores, tanto económica, como personalmente, por su esfuerzo en conseguir esta seña de identidad de nuestra Orden, que pervivirá en la ciudad, lanzando la leyenda :

LA

MUY ILUSTRE, REAL E IMPERIAL

COFRADIA DEL MILAGROSO

PENDON DE SAN ISIDORO

ALFONSO VII – BAEZA – 1147

EN EL

1100 ANIVERSARIO DEL REINO DE LEON

910 - 2010

Gonzalo F. González-Cayón

OBITUARIO

Desgraciadamente durante el presente año hemos sentido la pérdida de cuatro de nuestros cofrades más antiguos. La Ilustre Dama Cofrade Elisa Robla Valladares y el Ilustre Caballero Cofrade Carlos Santos Pérez nos abandonaron, siendo aplicada de forma especial la Misa anual de difuntos del 17 de febrero por ellos. La Ilustre Dama Cofrade Elvira de Dios Fernández, falleció el pasado mes de

julio a la edad de ciento un años. Del mismo modo, en el mes de diciembre falleció nuestro Maestro de Ceremonias, el Ilustre Caballero Cofrade Urbano González Santos y Díaz-Caneja, con ochenta y siete años, que también había desempeñado el cargo de Abad en la década de los setenta del siglo pasado.

Que San Isidoro interceda por ellos y que descansen en paz.

IMPERIAL PENDÓN DE SAN ISIDORO

Se consume en la noche, fuego carnal Trémulo y fugaz bajo el cielo creado Con el sol y la luna, encadenado

Al paso de un tiempo breve, lineal.

Se alza la llama del místico fanal Firme y tenaz sobre el regio estrado, Vela en silencio un sueño del pasado

Entre las frías piedras del Panteón Real.

Fue al traspasar la Puerta del Perdón, El novel cofrade en el umbral nacía, Con Fe y gallardía ante la Tradición.

Fue el Caballero hacia la luz, abría

-Guiado entre sombras por el fiel león- Sus ojos sin velo a la sabiduría.

J. F. Chimeno