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CAPITULO 3 Organización económica ESTE CAPÍTULO SE ENCARGA DE PRHSENTAR una descripción sobre las estrategias técnicas, y modos de apropiación del medio dentro de los grupos kamsá e inga del Valle de Sibundoy. Debemos advertir que el sólo hecho de la descripción implica un artificio, pues es obligatorio tomar un punto de referen- cia en la historia para describir los modos de producir de una comunidad. El punto de referencia para la descripción está dado por las investigacio- nes etnográficas. Es necesario tomar como parámetro las monografías de Haydée Seijas y Melvin Bristol, quienes tuvieron largas estadías en el Valle de Sibundoy durante los años sesenta. Ambos, aunque con intereses diferentes, describieron la actividad económica del Valle de Sibundoy haciendo énfasis en el grupo kamsá. Seijas (1969) tenía como propósito central estudiar el sistema médico sibundoy (kamsá), mientras que Bristol (1965) buscaba realizar una etnobotánica sibundoy (kamsá). De este modo se pasa de la dimensión histó- rica a la dimensión etnográfica. ¿Qué implica esto en cuanto a las fuentes? Se han abandonado los docu- mentos escritos para penetrar en los testimonios por partida doble: testimonios de los informantes de Seijas y Bristol, y testimonios de los mismos Seijas y Bristol. Bristol fue el primero en arribar al valle con el propósito de "conocer las interacciones mutuas entre el hombre primitivo y la vegetación que lo rodea" (1965: iii-iv). Allí Bristol se sorprendió porque los kamsá poseían un amplio y profundo conocimiento de los procesos y relaciones ecológicas de la vegetación, el desarrollo de una gran variabilidad de especies y un sistema de explotación de la chagra -polivariedad- que permitía obviar los peligros de los monoculti- vos de Occidente. Su sorpresa aumentó al examinar la variedad de borracheros sembrados por los sibundoy en sus chagras chamánicas, y constató que muchos de ellos son únicos en el mundo. Esta singularidad es producto de un manejo intencional de m\

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CAPITULO 3

Organización económica

ESTE C A P Í T U L O SE E N C A R G A DE PRHSENTAR una descripción sobre las estrategias técnicas, y modos de apropiación del medio dentro de los grupos kamsá e inga del Valle de Sibundoy. Debemos advertir que el sólo hecho de la descripción implica un artificio, pues es obligatorio tomar un punto de referen­cia en la historia para describir los modos de producir de una comunidad.

El punto de referencia para la descripción está dado por las investigacio­nes etnográficas. Es necesario tomar como parámetro las monografías de Haydée Seijas y Melvin Bristol, quienes tuvieron largas estadías en el Valle de Sibundoy durante los años sesenta. Ambos, aunque con intereses diferentes, describieron la actividad económica del Valle de Sibundoy haciendo énfasis en el grupo kamsá. Seijas (1969) tenía como propósito central estudiar el sistema médico sibundoy (kamsá), mientras que Bristol (1965) buscaba realizar una etnobotánica sibundoy (kamsá). De este modo se pasa de la dimensión histó­rica a la dimensión etnográfica.

¿Qué implica esto en cuanto a las fuentes? Se han abandonado los docu­mentos escritos para penetrar en los testimonios por partida doble: testimonios de los informantes de Seijas y Bristol, y testimonios de los mismos Seijas y Bristol.

Bristol fue el primero en arribar al valle con el propósito de "conocer las interacciones mutuas entre el hombre primitivo y la vegetación que lo rodea" (1965: iii-iv). Allí Bristol se sorprendió porque los kamsá poseían un amplio y profundo conocimiento de los procesos y relaciones ecológicas de la vegetación, el desarrollo de una gran variabilidad de especies y un sistema de explotación de la chagra -polivariedad- que permitía obviar los peligros de los monoculti­vos de Occidente.

Su sorpresa aumentó al examinar la variedad de borracheros sembrados por los sibundoy en sus chagras chamánicas, y constató que muchos de ellos son únicos en el mundo. Esta singularidad es producto de un manejo intencional de

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los ciclos reproductivos de las plantas nativas y de las introducidas por los chama­nes al valle. De modo que nos encontramos frente a procesos de hibridación y clonación. Pero no sólo los borracheros fueron adaptados y manipulados por los sibundoy, sino que su habilidad se extiende a plantas de uso alimentario, medi­cinal, ornamental y, en general, a plantas de botánica útil.

El conocimiento botánico de los kamsá, apreciado cuantitativamente, su­pera las doscientas especies para un suelo cuya degradación biológica es muy rápida y que, además, presenta condiciones de humedad únicas en el mundo (80% de humedad relativa). Esto no parece importante a primera vista, si no se tuviera en cuenta que los ciclos estacionales están profundamente afectados por estas mismas circunstancias, dando como resultado que las plantas deben crecer en condiciones de alta lluviosidad en suelos inundables.

Es aquí donde sobresale el manejo de suelos de los kamsá e inga. Para dese­car los suelos utilizan una planta prestada al mundo occidental, el eucalipto (Eucalyptus glohulus), el cual siembran alrededor de las chagras medicinales o de cultivo. El patrón de sembrado del eucalipto varía según la extensión del terreno y la variedad de plantas que se vayan a sembrar en la chagra. Igualmente, tienen en cuenta la procedencia ecológica de estas plantas.

Esto demuestra que son profundos conocedores de las relaciones suelo-planta-procedencia de la planta y destaca, sin duda, su carácter de mediadores entre la selva y los Andes, aspecto que se aborda en este texto. Bristol reporta una cantidad significativa de plantas procedentes del páramo y de la selva. De acuerdo con las observaciones de Bristol sobre terrazas prehispánicas, aún vi­sibles hoy en día en el valle, es fácil deducir el manejo microvertical que se aplicó como estrategia de control e intervención sobre la ecología.

Sin embargo, lo verdaderamente central es que, aunque modificado actual­mente el terraceo, las técnicas de control ambiental se trasladan al control mi-croambiental de las tierras planas del valle, logrando la misma variedad en los cultivos, lo cual no se lograría si las tecnologías no se mantuvieran vivas. Otra arista, de capital importancia, es la forma como agrupan las plantas medicina­les y las comestibles. El patrón de siembra se hace siguiendo la técnica de 'man­chas', como la denominan los propios indígenas. Ésta consiste en formar grupos de plantas de las mismas especies, o variedades de ellas, en un número relati­vamente pequeño, lo cual permite cambiarlas de sitio según su ciclo de creci­miento. Son como especies de almacigos, que se transplantan a medida que lo exigen las condiciones microambientales y las del propio ciclo de crecimiento. Se trata de una agricultura 'móvil' que aprovecha, al máximo, las diferencias

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

creadas por la estructura del sembrado en la distribución de las plantas. Así, una mancha se traslada buscando los vecinos que le convienen en un momen­to específico de su ciclo.

Igualmente, los grandes árboles, sean frutales o medicinales, están dispues­tos en la chagra como ejes fundamentales alrededor de los cuales se mueven las 'manchas'. La relación entre estos ejes se hace, igualmente, por combinacio­nes complejas entre sus ciclos. Las distancias que hay entre ellos devela el ciclo global en el que está inmersa toda la chagra. Así las chagras se constituyen en microsistemas, lo cual es igualmente válido, pero en menor escala, para cual­quier chagra, incluso para aquellas donde se siembran los cultivos principales de subsistencia, como el maíz (Zea mays) -en sus diferentes variedades; azul, rojo, negro, o las más recientes amarillos y blancos- y el fríjol (Phaseolus flavescens y P. vulgaris).

La acción sistemática sobre el medio encontrada por Bristol (1965), Seijas (1969) e Idrobo (1977) contrasta con la introducción de la ganadería en el valle, actividad que obliga a destinar gran parte de la chagra al sostenimiento del ga­nado; sin embargo, nunca se ha abandonado por completo la actividad agrícola. De esta actividad proviene la mayor diversidad de alimentos comestibles y me­dicinales, y surge la organización social del trabajo aborigen.

Baste enunciar, por ahora, que el chamán dedica toda su vida a la expe­rimentación etnoagronómica y etnobotánica, tanto en investigación dirigida a cultivos comestibles de diferentes ecologías como a la investigación de plan­tas medicinales y a la producción de plantas enteógenas, base fundamental de la actividad chamánica. Como se examinará, la chagra chamánica amerita por sí sola un estudio especial. Es de destacar que la chagra donde se cultivan plantas medicinales en mayor número es la del chamán, pero en todas las chagras de los inga y kamsá se encuentran plantas medicinales. La diferencia está en que los chamanes las agrupan para formar sus chagras de poder. Se den los cambios que se den en el manejo de las plantas medicinales, ésta es una actividad masculina. Las mujeres sólo pueden entrar en contacto con las plantas medicinales cuando les es solicitada su intervención por el chamán o el dueño de la chagra, siempre y cuando no tenga la menstruación.

Por contraste, las mujeres son expertas en el manejo de las chagras de las casas, donde se producen variados tipos de plantas, y prácticamente emplean su vida en la creación y reproducción de esta especialización del trabajo. Cuando Seijas llegó al Valle de Sibundoy reportó también el mantenimiento de esta di­visión del trabajo, concediéndole particular importancia a los cambios que se

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estaban experimentando con la introducción de la ganadería, que detallaremos en el capítulo sobre cambio cultural.

Bristol y Seijas se detienen y profundizan en el papel central dei uso y con­sumo ritual del vasé (orenarado aue contiene Banesteriosis caavi-Psvchotria virtáis

/ f~r ' i . i x i. /

y Dyplopteris cabrerana), manejado fundamentalmente por los chamanes, pero que es de capital importancia en la medicina tradicional y en la esfera de lo sa­grado, como se verá más adelante.

Para 1964, cuando estuvieron Seijas y Bristol, empezó un programa de de­secación y drenaje con el fin de adecuar tierras y parcelarlas posteriormente. Este programa continuaba los trabajos que desarrollaba la población por estímulo de los capuchinos. El Incora (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria) lo ini­ció en 1964, seguido por el Himat (Instituto Colombiano de Hidrología, Meteo­rología y Adecuación de Tierras), en 1978, el cual continuó las obras de ingeniería, coordinando con el Incora la adjudicación de tierras.

En el Cuadro 1 se puede apreciar las condiciones de la tierra correspondiente al distrito de riego, la distribución de la tierra entre indígenas y colonos, y su uso general para el año de 1966. Sobre el impacto en la tenencia y uso de la tierra que los proyectos de colonización de este siglo tuvieron sobre el Valle de Sibundoy y sus habitantes, se discutirá en el capítulo de cambio cultural.

Para la década de 1960 no se cuenta con datos discriminados para los inga y kamsá sobre tenencia y uso de la tierra. Se sabe que en un censo de 1958 en el corregimiento de Sibundoy, setenta familias aparecían sin tierra o propiedades muy reducidas, sin que se especifique el número total de familias, aunque sí el número de kamsá (2.165), lo cual podría corresponder a 433 familias (cinco miembros por familia) (Córdoba, 1982:461).

Para los años de 1980 domina el minifundio (menor de tres hectáreas), co­rrespondiendo al 43.4% de las propiedades entre los inga y al 55.5% entre los kamsá. El 34.7% de las propiedades entre los inga y el 22.2% entre los kamsá os­cilan entre tres y cinco hectáreas. Por encima de cinco hectáreas se encuentra sólo un 22% de los predios. Romo (1981:36) encontró que el 80% de los productores dedican sus parcelas a ganadería y agricultura de subsistencia, 5% a ganadería más intensiva, con lotes de ganado que van desde 10 a 30 cabezas, y el 10% res­tante, a la artesanía y el comercio.

En las pequeñas parcelas, la explotación del ganado ocupa una a dos hectá­reas con una a tres cabezas, y no es tecnificada. Se tienen razas criollas cruzadas con Holstein para la producción de leche, cría y para levante. La ganadería es la actividad económica predominante en el valle. Los indígenas, en su mayoría, se

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O R G A N I Z A C I Ó N E C O N Ó M I C A

Cuadro i. Distribución de la propiedad. I N D Í G E N A S C O L O N O S

r a n g o (Has) Predios % H a s % Predios X H a s %

T O T A L

Predios H a s Predios H a s % %

Antes de iniciarse

Menor de 1 De I a 3 De 3 a 5 De 5 a 10 De 10 - 50 De 50 a 100 De 100 a 200 De 200 a 300 Más de 300

Totales

J23 175 55 38 38 5 I

--435

la obra,

16.8 32.8 7,5 5.2 5.2 0.7 0.1

--59.3

año 1966"

70 315 203 261 736 312 185

--2.082

0.7 3.3 2.2 2.8 7.8 3.3 1.9

--22.0

46 56 38 37 83 26 12 1 misión

298

6.3 7.4 5.1 5.0 11.3 3.7 1.7 D.l 0.1

40.7

25 109 153 25H 1.888 1.830 1.743 237 1.092

7,335

0.3 1.2 1.6 2.8 20.0 19.4 18.6 2.5 11.6

78.0

169 231 93 75 121 31 13 1 1

735

95 424 356 516 2.624 2.142 1.928 237 1.092

9.417

23.0 31.4 12.6 10.3 16.5 4.2 1.8 0.1 D.l

100.0

1.0 4.5 3.8 5.5 27.9 22,7 20.5 2,5 11.6

100.0

Con obras veinte años después, 19862

Menor de 1 De 1 a 3 De 3 a 5 De 5 a 10 De 1 0 - 2 0 De 20 a 50 De 50 a 100 Más de 100

Totales

425 332 135 78 29 12 3* 1

1,015

23.3 18.2 7.4 4.3 1.6 0.7 0.2 0.1

55.7

170 647 507 546 405 375 28S 118

3.056

2.2 8.2 6.4 6.9 5.1 4.7 3.6 1.5

38.6

229 175 136 123 80 58 3 1

805

12.6 9.6 7.5 6.8 4.4 3.2 0.2 0.1

44.3

88 262 515 870 1.102 1.727 142 136

4.842

1.1 3.3 6.5 11.0 14.0 21.9 1.8 1.7

61.4

654 507 271 201 109 70 6 2

1.820

258 909 1.022 1.416 1.507 2.102 430 254

7.898

35.9 27.9 14.9 11.0 6.1 3.8 0.3 0.1

100.0

3.3 11.5 12.9 17.9 19.2 26.6 5.4 3.2

100.0

Fuente: V Víctor D. Bonilla 7 Registro General Usuarios HIMAT.

*Un indígena y dos empresas comunitarias indígenas.

Como puede observarse, el hectareaje disminuye y el número de predios y de propiedades

aumenta en el transcurso de los veinte años.

En cuanto a disminución del hectareaje se tiene:

a) Que el dato histórico no tuvo medida de precisión, b) Que se descuenta el área utilizada

por obras, c) Que no incluye zonas de tipo urbano (caso Misión).

En cuanto al número de propietarios:

a) Por parcelaciones y titulación aumentan, b) Crecimiento de la población.

Fuente: José Vicente Bello Torres, 1987.

vinculan por la facilidad del ingreso diario proveniente de la venta de leche que recogen los camiones recolectores en todo el Valle. Los orígenes de la vinculación a esta actividad económica se discutirán en el capítulo sobre cambio cultural.

En cuanto a animales domésticos, las gallinas (ponedoras y de doble utili­dad) y los cuyes (que corren alrededor de los fogones de las casas) se encuentran comúnmente entre los kamsá, y son vendidos a los colonos. En menor cantidad tienen patos y pavos, destinados más al consumo familiar (Seijas, 1969:89).

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Cabrera (1966:23, tabla xxii) encontró que, en una muestra, el 84.53% de los indígenas eran propietarios de ganado vacuno y el 64.64% del porcino, siendo 1.2 y i .3 el número promedio de ganado vacuno y porcino por familia, respectivamente.

No se puede dejar de mencionar el valor simbólico que los huevos y la carne tienen en cualquier acto ceremonial, reunión especial y grupos de tra­bajo; éstos en calidad y cantidad acorde con la posición económica, estatus y prestigio del oferente.

Los anteriores datos, obtenidos en los trabajos de campo y recolección de fuentes secundarias, que van de 1985 a 1991 en períodos intermitentes, han per­mitido tener un cuadro de lo que fueron las actividades económicas durante los primeros treinta años del siglo xx. Coinciden los informantes en afirmar que, en las zonas montañosas del valles, existían bosques plenos donde vivían animales de caza, como la danta, el venado e incluso osos. En consecuencia, gran parte de la formación de cualquier comunero kamsá o inga consistía en el apren­dizaje de preparación de trampas de cacería.

Así mismo, los utensilios de caza, en especial cerbatanas, eran elaborados por ellos mismos. Varios informantes se refieren a la actividad de la pesca, que por entonces era abundante en los ríos y constituía otra de las formas aboríge­nes de especialización del trabajo y de adquisición de bienes de consumo, has­ta el punto de que todavía se conserva el chalua cuyanguillo (sin identificar), planta sagrada utilizada por los pescadores para obtener buena pesca. En la ac­tualidad se colocan pedacitos de la planta en el anzuelo. Estos usos "económicos" de plantas sagradas revelan el profundo significado que lo vegetal tiene en el mundo cotidiano de los inga y kamsá, hasta el extremo de constituirse en el eje de referencia para guardar su memoria y los paradigmas de su historia.

El complejo del maíz La producción, distribución y consumo del maíz, cuyo significado en kamsá

es "aquello que fortifica", ocupa un lugar central en el marco de la economía de los kamsá e inga. Constituye, por sí solo, un complejo que lo inserta en la vida social y ritual del grupo. El maíz no es una planta más, es la planta emblemática de las cul­turas andinas y mesoamericanas. Representa, en sí misma, la adquisición del con­trol del manejo de la agricultura a gran escala. Por esta misma razón, está cargada de un fuerte contenido simbólico, el cual se relaciona con la hospitalidad y las bue­nas relaciones. El ciclo de cosechas marcaba antiguamente el año calendario. El car­naval de Sibundoy, como se verá, es una fiesta interestacional por excelencia, realizada siempre al final de la recolección de una cosecha y de la preparación de

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

los suelos para una nueva siembra. No existe ninguna actividad social que incluya la dimensión ceremonial en la que el maíz no se constituya en el centro de los in­tercambios. Ningún dueño de casa deja de recibir a sus huéspedes con chicha (be­bida de maíz fermentado), para señalar la calidad de las relaciones sociales que se están estableciendo. Ninguna ceremonia se efectúa sin la presencia de la chicha y el mute (maíz cocido). La fermentación y el cocimiento representan el valor co­munitario de la producción, pero también el cariño, la amistad, la cordialidad, la hospitalidad y el deseo de consolidar unos lazos sociales fuertes y duraderos.

Con mayor razón, acompaña el maíz la celebración de los ritos de paso, los grandes acontecimientos en el ciclo vital, bautizos, matrimonios, entierros. Igual­mente, está presente en las asociaciones de trabajo o mingas, a las que da carác­ter ritual y de compromiso sagrado. Todo gobernador de cabildo sabe que su prestigio social está en juego si no mantiene una buena provisión de chicha para las reuniones, las ceremonias de adjudicación de tierras y para la realización de todas las actividades sociales que competen a su cargo. Sin embargo, donde su prestigio se pone más en entredicho es en el carnaval. Todo gobernador sabe que para esa fiesta debe tener los suficientes toneles de chicha para brindar a cada uno de los miembros de la comunidad al menos una totumada.

La fiesta del carnaval es un conjunto de redes de intercambio centrado al­rededor de la chicha, puesto que todas las relaciones sociales deben ser limpiadas de la carga de odios, rencores y ambivalencias. Para lograr esto, en cada casa todas las personas intercambian con otras familias, con las cuales han tenido disgustos, homenajes recíprocos acompañados de chicha.

Existen fórmulas rituales, expresadas en piezas oratorias, que manifiestan este deseo de olvidar los agravios y reactivar los lazos solidarios indispensables para la supervivencia de la comunidad.

Salomón (1980) ha señalado que este complejo del maíz logró sobrevivir a la colonia y a la república, como en el caso de los sibundoy, detrás de las cele­braciones religiosas católicas. Incluso hizo un cálculo de la gran cantidad de maíz invertido en estas fiestas que a los ojos de los españoles, amenazaban con menguar marcadamente la capacidad de tributación. Pese a todos los hostigamientos, este complejo se ha logrado mantener, debido al carácter sagrado, que no es sólo intratribal, sino la clave fundamental para el mantenimiento de las relaciones interétnicas, en sus aspectos diplomáticos, comerciales y ceremoniales.

Tan importante es el valor simbólico del maíz que, en tiempos prehispáni-cos y durante la colonia, existían campos de labranza comunales dedicados exclusivamente a producir el maíz necesario para las celebraciones y usos co-

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lectivos. Incluso, se puede afirmar que los intercambios de las redes interétnicas deben su vida, en gran parte, al valor simbólico del maíz.

Como se ha venido señalando, las relaciones entre las comunidades andi­nas estaban determinadas por una rigurosa microverticalidad, tanto en el in­terior de la comunidad como con las comunidades con las cuales formaban redes. El señor étnico que representaba la figura política y religiosa por exce­lencia, y que en la mayoría de los casos era el propio chamán, cumplía la fun­ciones de preservar la circulación de bienes a través de estas redes de comunidades, gracias a las atenciones que dispensaba y le dispensaban otros señores étnicos. En este sentido, el complejo del maíz se insertó como pieza fundamental para el mantenimiento de estrategias ecológicas regionales.

Las mujeres cumplieron y cumplen, en este contexto, un papel de primer or­den, pues son las encargadas de sembrar, cuidar el cultivo, cosechar y transfor­mar el maíz en chicha o en mute. En el caso de la chicha, todavía se conservan prácticas en las cuales las mujeres mastican el maíz para desencadenar y acelerar el proceso de fermentación. Contrario a las ideas de Occidente, el ser masticado y envuelto en saliva representa el calor de los sentimientos puestos en la tarea.

Estas prácticas se conservan con vigor, a pesar de que ya no existen los cul­tivos comunitarios y que representa un verdadero sacrificio sembrar maíz en los minifundios para mantener viva esta práctica. Tanto más exigente y onero­so lo es para el gobernador del cabildo.

Este vínculo entre economía y ritual muestra la dificultad de separar la or­ganización económica como un ítem aislable. Viene a reiterar las dificultades señaladas al comienzo del capítulo.

Organización social del trabajo La unidad base de la producción, la distribución y el consumo es la fami­

lia extensa que habita una casa. La división principal se establece entre la mu­jer y el hombre. La mujer está dedicada a las labores domésticas, cuidado y crianza de los niños, y a la siembra, cuidado y cosecha de la chagra.

El hombre se dedica a la construcción de la casa. Antiguamente se dedica­ba a la cacería y a la pesca, los trabajos colectivos, la limpieza del rastrojo de la chagra, el cuidado de los canales de drenaje, a la construcción de terrazas, a la experimentación etnoagronómica y etnoagronológica. junto con las mujeres, se encarga también de las curaciones familiares que no requieren la presencia del chamán. Algunos de ellos se dedican por entero a los asuntos políticos, participación en el cabildo, etc.

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

Las responsabilidades y derechos se trazan conforme a criterios de edad y rango dentro de la estructura social. En la actualidad, tanto hombres como mujeres se dedican también a la producción de artesanías. Entre los kamsá, esta organización social de trabajo se ha mantenido y es propia de su comunidad. Los inga, aunque realizan todas estas actividades y mantienen la misma organi­zación social del trabajo, en menor escala, tienen como actividad principal el comercio itinerante desde épocas prehispánicas. Actualmente los inga operan por el sistema de diáspora extendiéndose a las ciudades y pueblos de Colom­bia, incluso fuera del país, en Venezuela, Ecuador, Panamá, etc. Los kamsá son los encargados, dentro de esta división del trabajo étnico, de experimentar y sembrar especies botánicas traídas por los inga en sus viajes. Proveen un buen abastecimiento de plantas medicinales a los primeros. Los inga, por su parte, se encargan de recoger los instrumentos de poder, talismanes, amuletos, imá­genes de la sociedad nacional, para incluirlas en sus repertorios curativos, al tiempo que inician a algunos chamanes kamsá en este oficio. Los inga, además, han sido los encargados de recoger los códigos de salud y enfermedad de las diferentes comunidades que visitan, para luego crear consultas itinerantes en estas comunidades.

Para el cultivo del maíz se selecciona el terreno procediendo a limpiar la maleza. Se abren hoyos de diez centímetros a un metro de distancia entre sí, con un palo pesado o un barretón, en los cuales se dejan caer dos granos de fríjol y cuatro de maíz. La semilla ha sido previamente seleccionada, labor en la cual se destaca la destreza de los chamanes.

El cultivo requiere limpiezas periódicas dictadas por el crecimiento del maíz. Cuando está llegando a la altura de la rodilla, se limpia la maleza que pue­da estar presente alrededor de la planta; igualmente cuando está a la mitad de su crecimiento, cuando empieza a florecer y, finalmente, cuando sale el fruto. Hojas y maleza se reúnen para formar habano.

En los límites de la chagra, sobre todo si el terreno es pedregoso, se siembran tubérculos como el tumaqueño (Xanthosoma jacquinii Schott y Colacasi escalenta Schott). Entre el maíz y el fríjol se siembra fríjol, col, habas, arveja y árboles fruta­les. Bristol (1965) documenta la presencia de variedades de algunas de estas espe­cies en estas chagras, incluidas por supuesto diversas variedades de maíz.

El trabajo comunitario que implica la construcción de vías, puentes, canales de drenaje y casas, así como, la preparación del suelo de la chagra, tumba de rastrojo, siembra y recolección, se lleva a cabo mediante dos modalidades, re­portadas inicialmente por Bristol y Seijas: las cuadrillas y las mingas.

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La "minga" parece ser una institución aborigen. La palabra es de origen quechua y

ha sido incorporada a la lengua kamsá y al español. En las tres lenguas quiere de­

cir grupo de trabajo que labora por comida y bebida. "Cuadrilla" puede ser de ori­

gen español. La palabra kamsá para cuadrilla es pegonga, probablemente derivada

del español peón, trabajador diario, como una traducción directa de peonada. De

modo semejante, la palabra kamsá para designar al líder de la cuadrilla es casi idén­

tica al español, caporal (Seijas, 1969:90).

Una cuadrilla es un grupo semipermanente, organizado para llevar a cabo ciertas tareas agrícolas en las parcelas de sus miembros de acuerdo con unas es­trictas normas de reciprocidad de trabajo. Aunque el dueño de la parcela en la cual se trabaja dé una comida para los trabajadores, es el trabajo y no la comida la unidad de intercambio. La unidad de intercambio en el sistema minga con­siste en cantidades fijas de carne cocinada y chicha, en concordancia con la can­tidad de terreno laborado.

En ambos sistemas la unidad de trabajo es un guacho, área que mide quince varas de largo por una de ancho. La vara es una medida que se obtiene de los largos de brazos y manos y se materializa en un palo de madera. La cantidad de energía o tiempo empleado en las diferentes tareas no importa; el intercam­bio de trabajo se mide solamente por el número de guachos trabajados. El con­trol de la cantidad de trabajo puede realizarse por escrito.

Las obligaciones de los miembros de la cuadrilla son estrictamente recí­procas. Si una persona no puede completar el trabajo que debe en el día asig­nado, debe volver en otra ocasión a completarlo, enviar un familiar o contratar un peón y cumplir.

La comida servida a la cuadrilla no debe incluir carne porque entonces sería una minga y, por tanto, quedaría cancelada la obligación del dueño de la par­cela de reciprocar con trabajo.

El tamaño de las cuadrillas varía considerablemente entre de 15 a 60 perso­nas. Cada cuadrilla tiene un líder o caporal, escogido por consenso, del cual de­pende también la duración y el cronograma de trabajo para el grupo. En la práctica, el cronograma se modifica de acuerdo con las necesidades individuales de los miembros.

Las cuadrillas incluyen hombres y mujeres. Generalmente los miembros vi­ven en la misma vereda y algunos son parientes; incluso tienen nombre que pue­de provenir del apellido familiar. Para retirarse de una cuadrilla se debe haber cumplido a cabalidad con las obligaciones personales para con los demás miem-

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

bros. Para sumarse a ella, se debe esperar a que ésta se encuentre trabajando en la parcela del caporal. Los miembros son expulsados por mal comportamiento.

Una minga es un grupo de trabajo temporal que se forma y deshace en un día. En este sistema no hay ninguna obligación de reciprocidad. El que tie­ne los medios deja saber que va a organizar una minga y acepta a todo aquel que quiera venir.

En la minga la carne se distribuye de acuerdo con los guachos trabajados por cada persona; aproximadamente una libra por guacho. La chicha se distri­buye en abundancia -recordando lo dicho en el complejo del maíz-; así la minga adquiere un carácter festivo que la diferencia de la cuadrilla, la cual se conside­ra que es verdadero trabajo.

La cuadrilla es una institución propia de los indígenas, pero las mingas son usadas por indígenas y no indígenas. Estos últimos pueden organizarías para llevar a cabo trabajos de beneficio comunitario, como construir puentes, re­parar y abrir caminos, etc.

De los dos tipos de asociaciones, la cuadrilla es la más frecuente. En 1966 aproximadamente el 40% de la población indígena entre los 15 y 59 años tra­bajaba en cuadrillas.

Debido al aumento en el costo de la comida, el tiempo que demanda la pre­paración de la comida y de la chicha, y sobre todo a la aceptación de una nueva racionalidad económica, los indígenas que tienen excedentes de cosecha prefie­ren vender ésta y contratar peones, que depender del trabajo de la cuadrilla. Las mingas son vistas como mal negocio por ambas partes; para el trabajador, la cantidad de carne y chicha recibidas no compensan del todo el trabajo y, para el dueño de la parcela, resulta bastante costoso, aunque a veces sirva para sal­var una cosecha o para aprovechar la muerte repentina de una res. Dentro de la nueva racionalidad, se acepta también que se pueda vender a un extraño el trabajo de la cuadrilla que corresponde a uno de sus miembros.

La vivienda y otras producciones Según varias afirmaciones de informantes, es posible pensar que las casas

de hace cien años fueron más amplias que las que los inga y kamsá tenían en los años sesenta. En primer lugar, hace cien años aún era importante la vivienda construida por fuera de los pueblos, dispersas en las chagras del valle o en la montaña vecina, donde habitaban familias extensas. En segundo lugar, las fa­milias eran más numerosas que las actuales.

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MUNDOS EN RED. LA CULTURA POPULAR FRENTE A LOS RETOS DEL SIGLO XXI

Sin embargo, la técnica de construcción, materiales, diseño y uso de los es­pacios de las casas de los años sesenta aún conservaban características tradi­cionales. Se trata de grandes casas rectangulares, de 4 a 5 metros de ancho por 9 a 12 metros de laron con techo a cuatro aauas. El meíor material nara cons­truir las paredes es el tronco partido y aplanado de la palma Ceroxylon o de ta­blas de Weinmania sp. El techo está cubierto por haces superpuestos de hojas de palma Prestoa sp. sobre elementos de soporte construido con vigas prove­nientes de troncos de árboles de helécho (Alsophilia conjuagata Spruce). Hoy en día aún se ve en las casas más antiguas cómo la viga que sigue el eje longitudinal del techo termina en ambos extremos con dos ventanas triangulares, medio ocul­tas por las hojas de palma.

La única entrada se abre al cuarto principal, utilizado para cocinar, comer, visitar y dormir. Entre los inga de San Andrés, sólo existía este espacio, sin otras divisiones en el interior. Los kamsá e inga de Colón y Santiago disponen de una división (tushenjanish en kamsá) situada hacia el extremo opuesto de la puer­ta. El pequeño cuarto es utilizado como sitio de almacenamiento, en especial de comida. En época más reciente se usa para cocinar. En el cuarto amplio, las tres grandes piedras que conforman el fogón están dispuestas cerca de la divi­sión. A su alrededor se encuentran banquillos redondos, hechos de una sola pie­za de madera con el asiento cóncavo (chanush en kamsá). El fogón, ya esté en el cuarto grande o en el pequeño, es un importante centro de cohesión social, aún hoy, como se pudo observar.

Alrededor del fogón se charla, se ríe, se come, se habla de las labores dia­rias, se planifica el día siguiente.

Hacia los años sesenta, en algunas casas se alineaban una o dos platafor­mas elevadas para dormir, y largos bancos hechos de una pieza de madera.

La construcción de las casas es una labor comunitaria de mingas durante varios días, aproximadamente ocho. La coordinación la realiza un 'albañero'. Hombres y mujeres trabajan recogiendo y preparando los materiales, tejiendo las hojas de palma, elaborando las estructuras, etc. Todas las noches se encien­de una vela al pie de una cruz, puesta donde se ubicará la división de los cuar­tos, para que San José envíe ayudantes. Al terminar de emparejar el piso se hace fiesta con música, se prende un fogón en el centro de la casa y se cuelgan del techo, a la altura del humo, a las personas que cometieron algún error durante la construcción, dentro de un ambiente de mofa y diversión. Al día siguiente se cubre el techo y los lados de la casa con el material dispuesto para ello. La fiesta continúa hasta que se termina la comida.

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

En general, en cada vivienda se pueden distinguir tres espacios diferenciados de relación social, ya sea que estén demarcados espacialmente por divisiones o no: el área social propiamente dicha, que generalmente es la habitación mayor, dispone de largos bancos donde las visitas pueden sentarse: las mujeres a la izquierda del anfitrión, los hombres a la derecha. La chicha circula siempre por la derecha. El espacio familiar que gira alrededor del fogón puede corresponder al cuarto donde la familia duerme y donde permanecen la mujer y los niños cuando llegan visitas al marido. Finalmente, es espacio sagrado, que en las casas grandes puede corres­ponder a un cuarto especial, donde se ubica el chamán cuando visita la casa. Este espacio debe estar alejado del fuego porque éste puede cortar el yagé.

Dependiendo del grado de contacto e integración con la economía de mer­cado, los enseres de la casa pueden ser manufacturados por los mismos indí­genas, intercambiados con otros o comprados.

Así mismo, dependiendo de si la casa está ubicada en la cercanía del poblado o en el mismo, varía su acceso a los servicios públicos de luz eléctrica, acueducto y alcantarillado. Hacia los sesenta, la mayoría de las viviendas estaban ubicadas en las veredas, no tenían servicios y presentaban una construcción tradicional. Aun cuando las casas sean construidas con ladrillo, cemento, teja, y la mano de obra sea contratada, el techado continúa siendo motivo de celebración colectiva. Se nombra un padrino de techado, con el cual se intercambia comida y bebida. Es común, entre los inga, dejar un motivo simbólico en el techo.

A continuación se estudiarán las principales manufacturas que elaboraban los indígenas en los años sesenta para comodidad de sus casas o para la vida social.

Cestería Bristol encontró dos tipos de cestas producidas entre los kamsá. Una cesta

cuadrada de lados bajos, con un borde circular, tejida apretadamente en líneas diagonales, utilizando nervaduras de un centímetro de ancho de la hoja de la palma Prestoa. Además de ser un recipiente de uso general en la casa, se usa como tapa para las grandes vasijas de chicha.

Se utiliza también una canasta (svaruco) para el transporte de productos de horticultura a la casa y al mercado. Se trata de un gran cilindro ampliado, ligero, con el tejido hexagonal laxo, de enredaderas, pero muy resistente.

Otro objeto tejido es un soplador en abanico para el fuego, en forma de diamante, tejido también con Prestoa. Tiene mucha demanda en Pasto.

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Tejidos El principal elemento tejido es una expresión simbólica y estética, cuya ma­

nufactura constituía una actividad usual entre ios kamsá de ios años sesenta. Hoy se han perdido muchos de sus significados. Se trata de las largas fajas o bandas con que las mujeres rodean su cintura. También se les llama 'chumbes'.

En un telar vertical fijado al suelo, se teje una banda compuesta de 33 a 69 hilos de lana y algodón. La franja central de la faja o chumbe está ocupada por una amplia variedad de diseños tradicionales codificados. Los diseños se elabo­ran mediante el cruce de los hilos de colores sobre la urdimbre blanca. Esta se hace de algodón. Los diseños centrales y los bordes usualmente difieren en colo­res; predominan el rojo, el rosado vivo y el azul.

Los kamsá utilizan también bolsas trenzadas a las cuales se les ponen lar­gas tiras con las que se cuelgan al hombro; sirven para llevar efectos persona­les. La mayoría de estas bolsas son obtenidas a través del comercio con nativos de las tierras bajas (siona, inga). En el Valle de Sibundoy se utiliza Ceroxylon hexandrun, separándola en fibras desde la mitad inferior de las hojas y torcién­dolas en cuerdas de dos cabos. Una vez que se dispone de una buena cantidad de material así procesado, se comienza a trenzar anudando en un palo. La bol­sa completa tiene forma de pera, se comienza a trenzar de abajo hacia arriba. Las bolsas, estrechamente trenzadas, son utilizadas por algunos para llevar se­millas de maíz en tiempos de siembra.

Las esteras para dormir se elaboran uniendo largos tallos de cañas (tojuasush) o tejiendo ramas de totorales. Estos últimos tienen una textura muy suave. Des­de Aponte llega la cerámica para los kamsá e inga. Aponte queda a día y medio de camino por entre montañas hacia el norte.

Otros artefactos Elementos para procesamiento de alimentos. Recientemente construyen pren­

sas en madera para caña de azúcar. Pequeños toneles o cubas son fabricadas a partir de pedazos de madera unidos estrechamente. Están destinados a la fabricación de chicha y a procesamientos de comida.

Instrumentos musicales. Los principales instrumentos musicales son flautas de varios tamaños. Pero también se conocen trompetas muy largas y tambores dobles, construidos por los artesanos indígenas.

Tallas en madera. Ya se habían nombrado los bancos cóncavos tallados en una sola pieza, especialmente cómodos para permanecer horas sentados sin cansarse. Ocasionalmente, se ven pequeñas figuras humanas talladas en ma-

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

dera. Y no se pueden olvidar las máscaras utilizadas para el carnaval, de las cuales se conocen dos modelos básicos, muy diferentes entre sí, estilísticamente y en el terminado. Mientras la una es ovalada y tiene rasgos que recuerdan las fac­ciones de los indígenas, ya sea en reposo o mostrando expresiones marcadas de disgusto o alegría, la otra tiene forma más rectangular, triangular en la base. Presentan rasgos más estilizados, inexpresivos o en actitud de soplar. Las pri­meras tienen un terminado sencillo, las segundas eran pintadas con tintes ve­getales muy duraderos, que proporcionan un elegante acabado. Para el carnaval, se usaban pieles de diversos animales y plumas para completar el tocado de las máscaras. Las pieles podían provenir de intercambio con indígenas del bajo Putumayo, a menos que circularan a través de las redes de chamanes.

Trampas. Una trampa se construye para matar pequeños mamíferos que se comen el maíz recien plantado. Aunque los mayores tienen el conocimiento so­bre trampas diversas para cacería y pesca, se mostraron reacios a hablar sobre algo que, en las actuales circunstancias ecológicas, no tiene ninguna utilidad ya que no hay qué cazar o pescar. Por la misma razón, nadie tiene cerbatanas.

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MUNDOS EN RED. LA CULTURA POPULAR FRENTE A LOS RETOS DEL SIGLO XX!

Tabla i. Manufacturas y trabajo. Servicios tasados en la región quillacinga y vecinas.

^ ^ Región

P r o d u c t o \ ^

Aceite

de linaza

Alfarjías

Algodón

hilado

Alpargatas

Artesas

Bateas

Botija

de miel

Cabuya

Carpintería

Cinchas

Chaquira

Chicha

Encomen­

deros

Esteras

Gañanes

Hortelanos

Hospital

serv.

Indios minas

Ingenio de

azúcar

Jáquimas

Loza

Mantas de

algodón

Muchacho

serv.

Papagayeros

Petacas

Reatas lana/

algodón

Reparación

casa

Serv. cacique

Tablas

Tala de

bosques

Tirantes

Valle de

Sibundoy

G V

X

X

X

X

X

X

Provincia de

la Montaña

G V

X

X

X

X

X

X

X

X

Jurisdicción

de Pasto

R A

X

X

X

G V

X

X

X

Camino

de Quito

TL

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Distrito de Almaguer

RA

X

X

X

GV

X

X

X

X

Camino de A l m a o i i p r v o ;

Popayán

TL

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Camino de Almaguer

G V

X

X

X

X

X

X

Fuente: Reelaborada a partir de Zajec, 1990

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ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

Tabla 2. Productos agropecuarios y mineros tasados en la región quillacinga y vecinas.

\ ^ Región

Producto\

Ají - axi Ajos Algodón Aves Cabras Caña dulce Carneros Cebada Coca Frijoles-frisóles Frutas Gallina Garbanzos Huevos Leña Maíz Nabos Maní Oro Ovejas Papas Pescado Puercos Sal Trigo Vacas Yeguas Yerva-yerba Yuca

Valle de Sibundoy

GV

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Provincia de la Montaña

GV

X

X

X

X

XP

X

X

X

Jurisdicción de Pasto

RA

X

X

X

X

X

X

X

XP

X

X

X

GV

X

X

X

X

X

XP

X

X

Camino de Quito

IX

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Distrito de Almaguer

RA

X

X

X

X

X

XP

X

X

X

X

X

X

X

G V

X

X

X

X

XP

X

X

X

Camino de Almaguer y

Popayán

TL

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Camino de Almaguer

GV

X

X

X

XX11

X l l

X

s

Fuente: Reelaborado a partir de Zajec, 1990.

De acuerdo con las visitas de RA (Relación Anónima 1559-60); GV (Visita de García Valverde

1570-71) y TL (visita de Tomás López 1558); xxi maíz de tierra fría, una cosecha anual y de tierra

caliente, dos cosechas anuales.

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