Mujeres que deciden y construyen

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MUJERES QUE DECIDEN Y CONSTRUYEN 8 de marzo Día Internacional de la Mujer #NiñezCiudadana

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Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, PAMI hace la entrega de estas historias de vida que resumen las vivencias de 8 mujeres seguras de sí mismas, inteligentes y libres.

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MUJERES QUE DECIDEN Y CONSTRUYEN8 de marzo Día Internacional de la Mujer

#NiñezCiudadana

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2 38 días, 8 mujeres

Presentación

Nuestro lema “Mujeres que deciden y construyen” subraya la determinación de infinidad de mujeres cotidianas, que no tienen ningún perfil mediático, para salir adelante; que han construido una vida para ellas mismas y para quienes aman; que han tenido que luchar toda su vida para labrarse oportunidades, zanjar enormes dificultades para sus hijos e hijas, para sus familias en general, y para las comunidades en cuyo desarrollo están involucradas y comprometidas.

Por ello, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, PAMI hace la entrega de estas historias de vida que resumen las vivencias de 8 mujeres seguras de sí mismas, inteligentes y libres que, a fuerza de coraje y tesón, han encontrado el camino correcto para conseguir una mejor vida para ellas y para quienes las rodean, a pesar de vivir en una sociedad desigual, con enormes conflictos sociales y económicos, que las ha colocado siempre en situación de desventaja.

PAMI agradece la oportunidad de conocer a estas 8 mujeres y, a través de sus historias y en nombre de todos y todas nosotras, rendirle un homenaje a la mujer.

Presentación

I. América García

11. Emiliana Sancoy

III. Ramona Cel

IV. Andrea Guiacain

V. Lenina García

VI. Sandra Arrivillalga

VII. Jessica López

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Contenidos

pami

Pami, 2015

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I. América García La mujer, un ser humano total

Nacida en un hogar integrado, América Beatriz García Barrera, compartió sus primeros años de vida con sus padres, una hermana y un hermano. Estudió primaria y básicos en Panajachel. A los 14 años se trasladó a la capital para estudiar en la Escuela Normal de Educación Física, de donde se graduó. Fue así como comenzó su carrera docente, a la cual ha dedicado su vida.

Desde el momento en que decidió, construyó su vida a través del amor por el deporte en general, y de la natación en particular, ha enseñado a tantos niños y jóvenes, que ya perdió la cuenta. Su visión, dice, ha sido abrirles oportunidades para que con la práctica del deporte encuentren la disciplina y la pasión por el trabajo que los lleve al éxito. Su esfuerzo se ha visto premiado con dos atletas panajachelenses campeones nacionales y miembros de la Selección Nacional de Natación. Actividades y logros conseguidos gracias a su participación como entrenadora ad honorem de la Asociación Departamental de Natación.

Tanta importancia y dedicación ha puesto en la realización de su vocación de maestra, que también trabaja con niños con capacidades especiales (meningocele y espina bífida) que ya saben nadar y que participan en eventos de natación adaptada.

A pesar de que su vida le ha planteado retos y dificultades, América Beatriz ha logrado superarlas dándole a cada una de ellas su justa dimensión. El amor a sus seres queridos y su desempeño como docente, han sido sus apoyos.

“La mujer es mujer. Un ser humano total, con sueños y proyectos para hacerlos realidad, especialmente cuando está consciente de su grandeza”, afirma América Beatriz… y los hechos demuestran la determinación de sus palabras.

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II. Emiliana Sancoy Mi infancia fue bonita, pero muy dura

Mi infancia fue bonita, pero muy dura a la vez, por las condiciones de pobreza en las que vivíamos. Cuando niña y sin ningún aviso, me fui a inscribir, solita, en la escuela, porque quería salir adelante. Allí, fui muy amada por mis maestros; me gustaba cantar y declamar poemas. Gané 6º. Primaria. Mi nombre es Emiliana Sancoy Mendoza y nací en San Marcos La Laguna el 30 de junio de 1966.

Cuando era pequeña, un maestro que era de de Coatepeque, nos dijo a otra compañera y a mí que su mamá estaba buscando muchachas para los oficios de la casa. Y nos fuimos con él a trabajar, pero la señora nos trató muy mal. Trabajábamos de 5 de la mañana a 12 de la noche, y nos hacía dormir con los cerdos. Yo no aguanté más. Un domingo le pedimos al maestro que nos queríamos regresar. Cuando regresamos a Panajachel, como era tarde, nos llevó a un hotel y quiso abusar sexualmente de nosotras, pero no nos dejamos.

Toda mi adolescencia me dediqué a trabajar por 5 centavos diarios, y ya más grande me fui a las fincas de la costa del país, en donde me pagaban 25 quetzales. Por esta época

tuve mi primer hijo, pero mi novio no lo reconoció, porque sus papás desconfiaban de mí. En ese tiempo no se hablaba mucho de los derechos de las mujeres, como ahora.

No obstante la pobreza que he vivido, el maltrato de los patronos, ser madre soltera y tener un esposo con problemas de alcoholismo, he alcanzado logros muy importantes. Entre ellos, participar en capacitaciones y organizar grupos de mujeres, con quienes tenemos una tienda de artesanías con productos elaborados por nosotras mismas.

Ahora conozco mis derechos, tengo un diplomado sobre derechos específicos de las mujeres y soy mentora social. Con esos conocimientos, he acompañado casos de mujeres que sufren violencias. Actualmente soy presidenta de la organización de mujeres Luna Kackchiquel. Otro gran logro que comparto con mi familia, es que dos de mis cuatro hijos ya se graduaron, uno de perito contador, el otro de músico.

Yo digo que las mujeres somos fuertes, porque nosotras trabajamos duro. No tenemos horario y cuando tenemos problemas, nos sentamos a pensar y a buscar soluciones. Nosotras actuamos y también construimos para nuestra vida y para la de quienes nos rodean.

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III. Ramona Cel Digo con firmeza: no somos el sexo débil

“Puedo decir con firmeza que no somos

el sexo débil. Al contrario. Hoy en día la

mujer ha resaltado en muchos aspectos en

nuestra sociedad, los cuales han permitido el

desarrollo completo de nuestras comunidades

y, ¿por qué no decirlo?, de nuestro país”. Así se

expresa Ramona Cel Domínguez, que nació en

Zunilito el 8 de julio de 1961.

Ramona estudió la primaria en la Escuela

Oficial, y básicos en Conalfa; diversificado lo

hizo por correspondencia, hasta alcanzar la

meta que se había propuesto: graduarse de

Bachiller en Ciencias y Letras.

Después de vencer algunas dificultades

relacionadas con su salud, encontró la persona

adecuada con la que habría de formar una

familia, se casaron y tuvieron cuatro hijos. En

el 2002, su esposo fue electo Alcalde de su

municipio y Ramona vio la oportunidad de

apoyar y ayudar a la comunidad, poniéndose

al frente de la Secretaría de Obras Sociales

de la Esposa del Alcalde (SOSEA), desde

donde ha tenido la autoridad de decidir y

construir proyectos en beneficio de niños,

jóvenes, mujeres y personas con capacidades

diferentes.

Gran parte de su preocupación es la

búsqueda de fondos para apoyar,

personalmente, a las personas que beneficia

con su actividad. Consigue sillas de ruedas,

muletas; gestiona becas escolares. Trabaja

con aproximadamente 500 mujeres, a

quienes gestiona capacitaciones para que

puedan adquirir destrezas que les ayuden a

ganarse la vida.

Desde su posición de esposa del

Alcalde del municipio, Ramona ha

debido enfrentar algunas críticas que,

desde su visión de vida, no han sido

sino el empuje para seguir adelante;

además, dice, uno de sus grandes

logros tiene que ver con su búsqueda

del bienestar de los niños, niñas,

adolescentes, mujeres, personas de la

tercera edad, y de los vecinos de su

comunidad, ya que ellos son, dice “…

la razón de nuestro trabajo”.

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IV. Andrea Guiacain Una madre con una visión diferente

Mi nombre es Andrea Quiacain Ixcaya y nací en San Pablo La Laguna, el 15 de junio de 1967. Toda mi vida la he vivido en mi pueblo. Allí estudié, allí trabajo por mi comunidad.

Cuando era niña, mi papá nos contó que había escasez de agua y que habría menos comida. Entonces, decidí irme de mi casa hacia la capital. Sólo tenía 9 años. Encontré trabajo en una casa, en donde también tenía que cuidar a un bebé. Con mi salario pude ayudar a mi familia, quienes me premiaron con un corte nuevo. No puedo describir la emoción que ese regalo me causó.

Atribuyo a mi condición de mujer las dificultades que tuve para culminar el nivel básico, debido a que económica, social y culturalmente, somos excluidas del derecho al estudio; sin embargo, siempre supe que saldría adelante y que sería un apoyo para el desarrollo de mi comunidad.

Muchas veces se me ha negado mi derecho a la participación; no obstante he sabido cómo incluirme para salir adelante y encontrar los espacios para trabajar, motivada por el deseo de apoyar el cambio y el desarrollo para mí, mi familia y mi comunidad

Trabajé en la Comisión que promovió la aprobación y ejecución de la Política Pública de la Niñez y Adolescencia y de la Mujer, del municipio. Soy representante de 15 organizaciones de mujeres del área Tzutujil, ante el CODEDE.

Actualmente, soy reconocida como una líder positiva que apoya el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas, adolescentes y mujeres; y además, sé que tienen la confianza para contarme sus problemas, porque encuentro siempre la manera de apoyar en las soluciones.

Cuando me preguntan si pienso que “las mujeres somos el sexo débil”, yo respondo que no lo somos. Lo que sucede, es que la sociedad solo nos valora cuando les conviene. Aún no nos han dado los espacios para demostrar lo fuerte que somos.

Pienso que las experiencias en mi vida, desde mi niñez, me han ayudado a adquirir grandes fortalezas y también a tomar decisiones con relación a mis hijos. Ahora, dos de ellos se han graduado ya de Diversificado… y tampoco puedo describir la emoción que esto me causa.

Soy una madre que educa a sus hijos con una visión diferente; soy una mujer que piensa y que construye…

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V. Lenina García Sueños que se hacen realidad

Lenina Amapola García López, nacida el 12 de febrero de 1992, tuvo una infancia feliz. Muy apoyada por sus padres vivió una vida con derechos, por lo que se dedicó a jugar, soñar e imaginar.

Debido al lugar donde creció, un barrio de la zona 7, rodeada de mercados y “zonas rojas”, de niñas y niños de escasos recursos, desarrolló un creciente interés por la problemática social del país y se formó una conciencia que la impulsó a hacer realidad su gran sueño: ser maestra. También, por su padre filósofo y su madre bibliotecóloga, que le inculcaron la pasión por la lectura, desarrolló amor por las letras y la educación.

Ya adolescente, trabajó con organizaciones estudiantiles y como voluntaria en diferentes espacios que la acercaron al Programa Educativo del Niño, Niña y Adolescente Trabajador, PENNAT. Allí, tuvo la oportunidad de aplicar para el cargo de “Coordinadora General “ y, con tan sólo 19 años y el acompañamiento de su grupo de trabajo, empezó su lucha por los derechos de la niñez.

El primero de sus grandes sueños comenzó a volverse una realidad: hacer un cambio en Guatemala, a través de la educación. Esta ha sido su mejor formación: estudiar la pedagogía de la vida de la mano de la niñez, a partir

de lo que Lenina afirma que su logro más importante es impulsar la educación de cientos de niños y niñas que estudian en el PENNAT.

Ser escritora y a través de la poesía y la narrativa expresar sus sentimientos, su otro gran sueño, también es ya una realidad. A la fecha ha publicado textos de ensayo y cuentos cortos en su obra “Poesía de la memoria”; y también en la antología del colectivo “Literatas que dan lata”. Además, participa en el programa radial Voces de mujeres, que trata el tema de feminismo e igualdad.

Algunas de sus dificultades en la vida tienen que ver con la violencia e inseguridad con las que las mujeres tienen que lidiar, con la visión masculina que predomina y con la visión adultocentrista de esta sociedad guatemalteca, que le han provocado algunas limitaciones para hacer su trabajo.

Para Lenina, mujer y hombre tienen los mismos derechos. Opina que es necesario iniciar un proceso de concienciación para que todos y todas sepan que las mujeres y los hombres son iguales y tienen las mismas capacidades. Lo cierto es que sus decisiones la han llevado a construir una vida plena, y su principal meta es seguir aportando cambios significativos a Guatemala, a través de la educaciòn y la literatura.

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VI. Sandra Arrivillaga No, señor. Nosotras también lo hacemos.

Soy una mujer casada y tengo dos hijos

que ya están mayores. Actualmente

no trabajo fuera de mi hogar, pero

participo activamente en actividades

de desarrollo, porque sueño con

cambios para mi municipio.

Mi nombre es Sandra Yaneth

Arrivillaga Sagastume y nací en la

aldea Los Cerritos, en Morales, Izabal.

A pesar de que fui una persona muy

tímida logré graduarme, como alumna

distinguida, de Bachiller en Ciencias y

Letras. Además, obtuve un diplomado

en Auditorías Sociales, por parte de la

Unión Europea.

A través de mi participación en

diferentes grupos sociales, movimientos

y espacios municipales fui aprendiendo

que tenía derechos y responsabilidad

que debo hacer valer. He obtenido

algunos reconocimientos, como el

diploma otorgado por la USAC y PAMI

por mi participación en el proceso

de Formación Ciudadana, y el de la

Red de Protección Integral de la Niñez

y Adolescencia, debido a que soy

miembro activo de la Red Municipal.

También fui nombrada Mujer Destacada

por la Gobernación Departamental.

Pienso que mis mayores logros en la

vida son el haberme graduado y el

tener la capacidad de servir, tanto

a mi familia como a mi municipio. Mi

participación me hace sentir motivada

para continuar creciendo y hacer un

mejor aporte al municipio. Puedo decir

que me siento feliz porque ayudo al

prójimo. Actualmente soy presidenta de

COMUJER y miembro, con voz y voto,

en el COMUDE.

Creo y sostengo que las mujeres somos

inteligente, responsables, dedicadas,

luchadoras. Jamás débiles. Cuando

decidimos, actuamos; y si alguien me

dice que algo es sólo para hombres,

yo digo: ¡No señor. Nosotras también lo

hacemos!

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VII. Jessica López Brazos que abrazan y trabajan para proteger.

Presidenta del COCODE en Ciudad

Nueva, Mazatenango, de donde es

originaria, Jesica Salomé López García ha

trabajado muchos años por el desarrollo

de su comunidad. Secretaria Oficinista, con

un diplomado en Formación Ciudadana,

participa en diferentes grupos porque lo

considera un deber ciudadano.

Su total entrega es hacia la comunidad

y hacia sus hijos. Su fe la ha llevado a

involucrarse con jóvenes que también

realizan actividades de ayuda a la

comunidad, a través del grupo Club

Conquistadores, así como también del

Grupo Misionero.

Jesica ha debido enfrentar grandes

dificultades en su vida, especialmente las

vinculadas con su situación económica, por

los gastos de educación y alimentación

de sus hijos (una mujer y dos varones),

también porque se le ha dificultado estar

al día con los avances de la tecnología.

Debido a las exigencias de su trabajo.

De cualquier forma, para ella el ver a sus

hijos sanos y sin vicios, con una educción

basada en valores (su hija mayor ya es

egresada de diversificado), el esfuerzo

supremo por no perder su casa y el trabajo

comunitario que realiza, son sus más

importantes logros.

Entre esto últimos, conseguir el adoquinado

para la comunidad, que llevaban

gestionando por más de 15 años; realizar

trámites para beneficiar a 38 familias cuyas

casas se vieron afectadas por los fuertes

vientos el año pasado; realizar asambleas

comunitarias para ceder área verde, por

parte de la comunidad Católica a la que

pertenece, a la espera ya de un acuerdo

municipal; cambiar la imagen del COCODE,

de tal forma que la comunidad ahora

confía en ellos.

Las mujeres, dice, “…tenemos muchas

facultades, capacidades. Con nuestros

brazos abrazamos y también trabajamos

para proveer… Tenemos ojos para ver

por nuestra familia y el peligro que hay a

su alrededor. Tenemos fuerza, voluntad y

mucho amor. Nosotras llevamos a nuestros

hijos por nueve meses dentro del vientre…

por esos somos responsables de ellos y

ellas, y de lo que sean, para bien o para

mal”.

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VIII. Claudia Cubillas Jamás pierdo el optimismo ni la esperanza

Después de graduarme de Bachiller y

Perito Contador, decidí dedicarme a

trabajar por la comunidad en donde he

vivido toda mi vida, a crear conciencia

social en las personas y a enseñarles

cómo defender sus derechos como seres

humanos, especialmente a quienes viven

en el área rural de Coatepeque, lugar

en donde vine al mundo el 7 de julio de

1936.

Mi nombre Claudia Josefa Cubillas Ruiz,

soy religiosa de la congregación Las

hijas de San José y por más de 55 años

he trabajado con mujeres en distintas

pastorales. Parte de mi trabajo consiste

en gestionar financiamiento con otros

países, con el propósito de atender las

necesidades de las personas con quienes

estoy comprometida. Actualmente hay

500 adolescentes organizadas en la

pastoral juvenil, 60 en la de salud y 40

mujeres en la pastoral de mujeres.

Me siento profundamente orgullosa de

los logros que hemos alcanzado en mi

comunidad. Entre ellos, puedo mencionar

una clínica óptica y una clínica de atención

para persona de escasos recursos. Esta

última, con el apoyo de la parroquia de

Coatepeque. Además, hemos ayudado a

las mujeres del área rural a organizarse,

lo mismo que hemos contribuido con

la formación técnica de jovencitas y

adolescentes.

Me preocupa especialmente la pérdida de

valores y el poco respeto hacia los sectores

vulnerables, como las mujeres, los niños,

niñas, adolescentes y personas de la tercera

edad, porque hacen muy difícil mi trabajo;

sin embargo, no pierdo el optimismo ni

la esperanza en que las cosas pueden

cambiar.

En mi experiencia de vida, he comprobado

que cuando una mujer se siente inferior,

es porque se lo han hecho creer así. Esto,

debido a que no tienen oportunidades de

formación. Por ello, creo que es necesario

que la escuela sea obligatoria para todas

las niñas.

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