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    Mujeres Libres (1936-1939). Una lectura feminista

    El anarquismo como movimiento social que persigue con fin ltimo unaemancipacin humana integral, una libertad plena que posibilite el pleno desarrollo de

    la personalidad humana, mostr desde fechas muy tempranas una extraordinaria

    preocupacin por el problema de subordinacin de las mujeres, que destacara

    considerablemente con respecto a otras corrientes ideolgicas obreristas. En su proyecto

    de sociedad futura, los anarquistas de orientacin comunalista, contemplaban una

    organizacin social no jerrquica, basada en el colectivismo, la autogestin y el

    espontanesmo, en la que fuesen compatibles el comunismo y la libertad individual.Para ello, deban ser abolidos el Estado y el sistema de produccin capitalista, por estar

    estos basados en relaciones autoritarias y opresoras. Conscientes, sin embargo, de que

    el lugar de trabajo no era el nico espacio en el que tenan lugar relaciones de

    dominacin y opresin, consideraron que en este proyecto revolucionario era esencial

    una transformacin de las relaciones personales y tendran una importancia fundamental

    las cuestiones relativas a la vida familiar y la sexualidad.1

    De la escisin de la I Asociacin Internacional de Trabajadores, que haba

    sido creada en Londres en 1864, surgiran las dos principales corrientes del movimiento

    revolucionario de los siglos XIX y XX. Los bakuninistas, expulsados en 1872 de la

    Internacional, rechazaron el socialismo cientfico y pusieron el acento en la

    individualidad, la libertad y espontaneidad, defendiendo los principios de autonoma y

    descentralizacin en oposicin a lo que consideraron autoritarismo marxista. A

    diferencia del marxismo que consideraba que la emancipacin de los trabajadores se

    alcanzara mediante la toma del poder poltico por parte de la clase trabajadora, los

    anarquistas propugnaron la supresin del aparato estatal, que representaba la negacin

    de la libertad humana al tiempo que tena su nica razn de ser en la proteccin de los

    intereses de la clase capitalista.2

    1Martha Ackelsberg, Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipacin de las mujeres,Barcelona, Virus, 2000; lvarez Junco, La ideologa poltica del anarquismo espaol 1868-1910,

    Madrid, Siglo XXI, 1991.2Vase Kolakowski,Las principales corrientes del marxismo, pp. 247-263; lvarez Junco,La ideologapoltica del anarquismo espaol, Madrid, Siglo XXI, 1991,

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    Las divergencias existentes entre marxismo y anarquismo con respecto al

    proceso de revolucin social implicarn modos distintos de concebir el proceso de

    emancipacin femenina. Para el marxismo, que centraba en el terreno econmico su

    anlisis de la opresin, todas las relaciones de dominacin y subordinacin tenan su

    raz en el sistema de produccin. Las condiciones materiales de vida determinaran la

    superestructura ideolgica de la que formaran parte las construcciones de gnero.

    Segn esta visin, la emancipacin de las mujeres sera un problema resuelto tras la

    revolucin que transformara las estructuras socioeconmicas y, en consecuencia, toda

    la sociedad. Engels, en su obraEl origen de la familia, la propiedad privada y el Estado

    relacionaba el patriarcado con la divisin de la sociedad en clases3, y posteriormente, el

    feminismo marxista en general insisti en la posicin que ocupaban las mujeres en el

    sistema de produccin y su condicin de oprimidas como productoras en el sistema

    capitalista, suponiendo que, pese a existir una opresin especficamente femenina en el

    seno de la sociedad capitalista, esta sera superada en la construccin de una sociedad

    socialista.4

    Frente a este enfoque, el anarquismo rechaz el determinismo econmico

    marxista y comprendi la multiplicidad y variedad de relaciones de dominacin

    admitiendo que una reestructuracin econmica, aunque era imprescindible, no sera

    suficiente para lograr la emancipacin humana.5 As, frente a las concepciones

    marxistas de toma del poder estatal, el anarquismo propugna el cambio social mediante

    un proceso de transformacin cultural y el desarrollo de nuevos modos de relacin de

    los que estn excluidos autoridad y coaccin. La ausencia de centralidad de las

    relaciones de produccin en su crtica al orden social establecido explica su especial

    atencin a las desigualdades de poder en el mbito de las relaciones personales y su

    especial atencin terica al problema de la subordinacin femenina. Una claraconciencia de las dimensiones polticas de lo sexual y del importante papel que

    desempean la vida familiar y sexual en la conformacin del orden social llevar a los

    anarquistas a considerar la reforma sexual y la emancipacin de las mujeres como

    aspectos esenciales del proceso de revolucin social.

    3August Bebel,La mujer y el socialismo, Madrid, Akal, 1997.4

    Cecilia Toledo, Mujeres: el gnero nos une, la clase nos divide, en http://www.marxismalive.org/5Martha Ackelsberg, Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipacin de las mujeres,Barcelona, Virus, 2000.

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    Defendern as el amor libre, la igualdad de gneros y la elevacin de una nueva moral

    que destruir la vieja moral burguesa, estrechamente relacionada con los valores de la

    sociedad capitalista. A travs de su propuesta de un nuevo orden social y amoroso

    antiautoritario, ideal heredado del socialismo utpico, el anarquismo contribuy a la

    conformacin de una conciencia feminista.

    La estructura bsica del anarquismo espaol, adems de los grupos especficos

    y de carcter cultural, se conformaba por un movimiento sindicalista revolucionario que

    centr su actividad en una lucha econmica entre clases, en su persecucin de una

    revolucin que se llevara a cabo mediante la expropiacin de la burguesa y la

    colectivizacin de los medios de produccin, poniendo fin a la sociedad de clases.6En

    esta lucha tendra un papel central la sindicacin de obreros fabriles quedando relegados

    a un segundo plano los problemas especficos de las mujeres, cuya especificidad sera

    ignorada e incluso negada. As, la lucha contra otros sistemas de opresin como el

    patriarcado, quedara desplazada por la lucha anticapitalista.

    La contradiccin existente en un movimiento libertario que propugnaba en

    teora la emancipacin femenina pero mantena una prctica patriarcal conducir, como

    veremos, al surgimiento de la organizacin Mujeres Libres, que defender la

    emancipacin femenina como condicin esencial de la Revolucin Social.7

    6Antonio Bar,La CNT en los aos rojos, Madrid, Akal, 1981.7

    Si de veras queremos la Revolucin Social, no olvidemos que su principio primero est en la igualdadeconmica y poltica, no solo de las clases sino de los sexos, en El problema sexual y la Revolucin,RevistaMujeres Libres, n 9.

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    La reforma sexual en el anarquismo espaol

    Dado que la revolucin que propugnan los anarquistas no se concibe

    exclusivamente como una transformacin de las relaciones de produccin y del sistema

    econmico, sino como una profunda transformacin ideolgica y cultural que afecte a

    todos los mbitos de la vida humana (poltico, econmico, cultural y sexual)

    suprimiendo las relaciones de poder, el problema sexual tendr una importancia crucial

    y se vincular estrechamente al poltico-econmico. Las propuestas anarquistas de

    reforma sexual, que parten de la consideracin de la influencia de lo sexual en la vida

    poltica y social y de la idea de que es necesaria una nueva moral sexual, se centrarn en

    dos aspectos: el amor libre y el control de la natalidad.

    Desde principios del siglo XX, hubo sectores libertarios que defendieron el

    control de la natalidad como estrategia de emancipacin obrera y femenina. El

    movimiento neomalthusiano anarquista reinterpret las teoras de Malthus de acuerdo

    con sus propios principios ideolgicos. Este autor, haba sostenido que el crecimiento de

    la poblacin tena lugar en progresin geomtrica mientras que el de las subsistencias lo

    haca en progresin aritmtica ocasionando un grave desequilibrio. Era pues necesaria

    una reduccin de las tasas de natalidad para frenar el desproporcionado aumento de lapoblacin mundial. Para ello, Malthus propugnaba la castidad y abstinencia sexual, sin

    llegar a preconizar los mtodos anticonceptivos. La ruptura del neomalthusianismo con

    las ideas de Malthus estribar precisamente en la defensa y divulgacin de la

    anticoncepcin como forma de control de la natalidad.8

    Uno de los introductores del neomalthusianismo en Espaa fue el pedagogo anarquista

    Francisco Ferrer Guardia, a travs del boletn de la Escuela Moderna y de su peridico

    La Huelga General. En su domicilio en Pars se celebr en 1900 el CongresoNeomalthusiano Internacional, en el que tambin particip la anarquista norteamericana

    de origen ruso Emma Goldman. En 1904, se haba creado adems la Liga

    Neomalthusiana en torno a la revista Salud y Fuerza, dirigida por Luis Bulffi, que en

    1905 publicara un folleto con el ttuloHuelga de vientres.9

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    Flix Mart Ibez, Consultorio mdico-eugnico, Tiempos Nuevos, pg. 1289Eduard Masjuan, Procreacin consciente y discurso ambientalista: anarquismo y neomalthusianismo enEspaa e Italia, 1900-1936,Ayer, n 46 (2002), pp. 63-92.

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    Ser a partir de los aos veinte cuando las ideas neomalthusianas tengan una

    amplia difusin a travs de revistas como Generacin Consciente y Estudios, que

    publicaban artculos de profesionales (mdicos, juristas, abogados), preocupados por la

    eugenesia y las cuestiones higinicas y sanitarias, as como de reformadores sexuales

    anarquistas. Ambas corrientes de reforma sexual, la libertaria y la protagonizada por la

    lite profesional, defendan la educacin sexual, el control racional de la natalidad

    mediante los procedimientos anticonceptivos, la abolicin de la prostitucin, la lucha

    contra las enfermedades venreas y la maternidad consciente.10

    Los anarquistas, a diferencia de los reformadores sexuales no vinculados al

    movimiento libertario, no conceban esta reforma sexual de un modo aislado sino que la

    insertaban en un proyecto revolucionario ms amplio.11Sus mximos representantes,

    los doctores Isaac Puente y Flix Mart Ibez, mantuvieron posiciones revolucionarias

    y no conceban una reforma sexual al margen de la transformacin de las estructuras

    socioeconmicas. Isaac Puente fue terico del comunismo libertario y Flix Mart

    Ibez defendi la socializacin de la medicina y su negacin a toda colaboracin con la

    guerra y el capitalismo.12

    Los neomalthusianos anarquistas concibieron adems el control de la natalidad

    como forma de resistencia poltica frente al capital y la guerra, refirindose

    continuamente a la negativa a producir carne de can, de lupanar, de presidio y de

    fbrica. Frente a otros autores anarquistas que consideraron el control de la natalidad

    como un freno a la revolucin proletaria, los neomalthusianos fueron conscientes de que

    el exceso de poblacin obrera favoreca al Estado, ocasionaba paro forzoso y

    abaratamiento de la mano de obra, al tiempo que nutra los ejrcitos capitalistas.13El

    neomalthusianismo anarquista implicar pues una oposicin directa a los discursospoblacionistas y pronatalistas caractersticos de los rgimenes totalitarios como la

    dictadura de Primo de Rivera en Espaa o la de Mussolini en Italia.

    10Mary Nash, La reforma sexual en el anarquismo espaol, en Bert Hofmann (ed.), El anarquismoespaol y sus tradiciones culturales, Vervuet Iberoamericana, Madrid, 1995.11Mary Nash, La reforma sexual en el anarquismo espaol, en Bert Hofmann (ed.), El anarquismoespaol y sus tradiciones culturales, Vervuet Iberoamericana, Madrid, 1995.12 Isaac Puente denunci el papel de puntal del capitalismo que desempeaba en este orden social la

    Medicina, cuya verdadera misin deba incluir el combate contra la miseria. La medicina ante el rgimencapitalista,Estudios, Octubre de 1931, pg. 18.13Sobre la procreacin, Generacin Consciente, septiembre de 1923, pp. 61-62.

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    Por ello, el birth control sera un instrumento emancipatorio en manos del

    proletariado, un instrumento revolucionario y medio de combate social, en palabras

    de la anarquista individualista brasilea Mara Lacerda de Moura:

    los motivos invocados para desencadenar la represin contra las ideas neomalthusianas

    resmense en el siguiente postulado burgus-capitalista-religioso: la patria necesita soldados; la

    fbrica, obreros; y la Iglesia, fieles.14

    Eduard Masjuan ha calificado el neomalthusianismo anarquista como

    movimiento protoecologista, anticapitalista y feminista de primer orden.15 La

    limitacin de nacimientos ser pues una forma de resistencia anticapitalista y

    antimilitarista, pero tambin feminista. El control de la natalidad ser tambin un medio

    emancipatorio para las mujeres. Mara Lacerda de Moura denunciaba que tanto para losrevolucionarios como para los reaccionarios,

    la mujer no es otra cosa que una mquina destinada a fabricar carne de can o de barricada.

    Para ellos, no existe el problema femenino. [] La mujer, para ellos, est al servicio de la

    procreacin irreflexiva e inconsciente. Es tan solo la matriz fecunda e inagotable, destinada a

    producir los soldados burgueses, o bien los soldados rojos de la revolucin social.16

    El mdico anarquista Isaac Puente, que difundi informacin acerca de los

    mtodos anticonceptivos en la prensa libertaria,17escriba que desde ningn punto de

    vista es tan defendible el neomalthusianismo que desde el de la maternidad consciente.

    Derecho de la madre a serlo plenamente y a dejarlo de ser. Emancipacin de la mujer de

    la esclavitud de su sexo: el parir incesantemente.18

    14Mara Lacerda de Moura, La ley de Malthus,Estudios, junio de 1932, pp. 7-9.15Eduard Masjuan, Procreacin consciente y discurso ambientalista: anarquismo y neomalthusianismoen Espaa e Italia 1900-1936,Ayer, n 46, pp. 63-92.16

    Ibdem.17Isaac Puente, Neomalthusianismo,Estudios, noviembre de 1930.18Isaac Puente, Neomalthusianismo,Estudios, octubre de 1930, pp. 2-4.

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    A su vez, el anarquista individualista francs Emile Armand, afirmaba que en

    la maternidad forzosa no hay emancipacin posible, ni intelectual, ni sexual, ni de

    ninguna especie. Frente al discurso dominante que identificaba a las mujeres con la

    maternidad sostena que para la mujer,

    la procreacin no es una funcin indispensable en la vida. Los procedimientos preventivos,

    permiten a nuestras compaeras, ser madres segn su voluntad. Es un medio de resistencia ms,

    contra la opresin y el determinismo de las circunstancias exteriores.19

    Los neomalthusianos denunciaron las nefastas consecuencias de las prcticas

    abortivas clandestinas y fueron asimismo partidarios de la esterilizacin voluntaria

    como medio para evitar la concepcin no deseada:

    Sobre este punto, como en todas las cosas, queremos que el individuo (hombre o mujer) sea y

    quede totalmente libre. Prohibir a cualquiera procrear nos parece tan absurdo y atentatorio a su

    libertad como absurdo y atentatorio a su libertad sera querer obligarle a procrear. Es padre o

    madre quien quiere y puede. Es un asunto puramente individual20

    Para los anarquistas, la transformacin de los modos de relacin entre los

    individuos propiciara el cambio social. En abierta oposicin a toda regulacin social

    convencional, defendern el amor libre como alternativa al matrimonio y la familia

    tradicional. Esta es considerada una institucin contrarrevolucionaria estrechamente

    relacionada con el capitalismo y la propiedad privada y destinada a la reproduccin de

    la ideologa dominante.21 El maestro racionalista Noja Ruiz, afirmaba que cualquier

    reforma de la familia implica un golpe de muerte para la presente organizacin social

    y si es eficaz, ataca a la sociedad en sus fundamentos y ha de ser considerada

    justamente subversiva.22 En las crticas anarquistas a la familia y el matrimonio

    encontramos un rechazo a la hipocresa de la vida sexual en la sociedad capitalista,

    basada en la doble moral, as como en el autoritarismo y jerarquizacin inherentes a la

    familia tradicional, instrumento de control social fundamentado en el poder masculino y

    la esclavitud de las mujeres.

    19Emile Armand, Tesis individualista de la procreacin voluntaria, Generacin Consciente, abril de1925, pp. 2-5.20 Isaac Puente, Neomalthusianismo, Estudios, noviembre de 1930; Isaac Puente, La vasectoma.Estudios, junio de 1933, pp. 24-25; Sebastin Faure, Alrededor del asunto de las esterilizaciones,

    Estudios, junio de 1935, pp. 3-5.21Mary Nash,Mujer y movimiento obrero en Espaa, Barcelona, Fontamara, 1981, pp. 37-41.22Noja Ruiz, Amor libre,Estudios, noviembre de 1930, pp. 15-18.

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    Mara Lacerda de Moura es la autora que presenta en su defensa del amor libre

    unas connotaciones ms marcadamente feministas. Sus crticas contra la institucin

    familiar se deben a las relaciones de poder que se establecen en su seno, en perjuicio de

    la libertad de la mujer: La institucin de la familia est basada en la ignorancia de la

    mujer, en el servilismo y la esclavitud femenina.23Asimismo, la monogamia implica la

    esclavitud sexual y amorosa de la mujer, y lo hace del mismo modo en el matrimonio y

    en las uniones libertarias que prescinden de la legalidad:

    Creen, los infelices, que la fmina no es ni debe ser duea de su cuerpo sino que ha de []

    pertenecer solo y exclusivamente a un varn: l. [] Su conducta es exactamente la misma de

    los partidarios del matrimonio legal, cannico o no, puesto que la unin mongama y la familia

    indestructible son la base y sostn de la Religin, del Estado y de la Propiedad Privada.24

    Esta autora propugnar el amor plural, rechazando tanto la monogamia como

    la camaradera amorosa preconizada por Emile Armand, que haba defendido el

    principio todas para todos y todos para todas, dirigiendo sus crticas hacia los celos,

    que calificaba de sentimiento autoritario. Mara Lacerda de Moura, en buena parte deacuerdo con Armand, se opondr sin embargo al comunismo sexual y la promiscuidad

    en la cual la mujer sigue representando el papel de cosa, objeto de placer, elegida

    siempre y casi nunca con derecho a escoger.25

    23Mara Lacerda de Moura, Tiene sexo la inteligencia?,Estudios, diciembre de 1931, pp. 10-13.24

    Mara Lacerda de Moura, Los libertarios y el feminismo,Estudios, julio de 1932, pp. 15-17.25Mara Lacerda de Moura, El amor plural frente a la camaradera amorosa,Estudios, mayo de 1934,pp. 22-23; Qu es el amor plural?,Estudios, abril de 1934, pp. 24-25.

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    En el contexto espaol de los aos veinte, otra mujer libertaria tratar

    ampliamente el tema, publicando una serie artculos en La Revista Blanca, en los que

    expone sus principales ideas con respecto al amor y el feminismo. Federica Montseny,

    se enfrentar tambin a la concepcin de la camaradera amorosa de Armand

    proponiendo un nuevo modelo de mujer que no se somete al medio, se rebela contra las

    coacciones de la moral del presente y concibe el amor como afn de superacin. Para

    ella, la familia se fundamenta tambin en la sumisin de la mujer, que debe

    convencerse de que el matrimonio legalizado o la unin libre, cualquier norma

    reguladora del amor y basada en la convivencia, es perjudicial para ella. Insiste

    asimismo en la idea de que en las uniones libres la mujer contina en una posicin

    subordinada con respecto al varn y propone como solucin el individualizamiento, el

    amor sin convivencia y la desaparicin del hogar.26

    Por su parte, Amparo Poch, una de las fundadoras de Mujeres Libres, atac la

    doble moral sexual sustentada sobre el matrimonio y la prostitucin, defendi la libertad

    sexual de las mujeres y su derecho al placer sexual y preconiz el amor libre rechazando

    el principio de la monogamia que relacionaba estrechamente con el capitalismo y la

    propiedad privada: Todo el armatoste opresivo del capitalismo defiende la monogamia en sus

    cdigos sexuales porque sabe muy bien que solo el derrumbamiento de este puntal poderoso

    har la verdadera Revolucin. Pareja humana, propiedad privada, capitalismo. He aqu tres

    principios que se sostienen mutuamente.27

    El inters de este discurso reside en el modo en que concibe la sexualidad

    como factor subversivo que puede constituir un medio de transformacin social y

    contribuir al cambio de las estructuras socioeconmicas al mismo tiempo que latransformacin de las relaciones de gnero.

    26Federica Montseny, La mujer, problema del hombre IV,La Revista Blanca, 15 de abril de 1927, pp.679-682; Intermedio polmico: Armand yLa Victoria,La Revista Blanca, 1 de julio de 1927, pp. 79-

    82.27Amparo Poch y Gascn, Prlogo aEl matrimonio libre, de Pedro Ribelles Pla, recogido en AntoninaRodrigo,Amparo Poch y Gascn. Textos de una mdica libertaria, Diputacin de Zaragoza, 2002.

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    El anarquismo y la cuestin femenina: origen de Mujeres Libres

    Ya hemos sealado la contradiccin entre teora y prctica del anarquismo con

    respecto a la cuestin de la emancipacin femenina. La central sindical anarquista

    espaola, Confederacin Nacional del Trabajo, desde su constitucin en 1910, haba

    mostrado un especial inters por la situacin social de las mujeres y el modo de lograr

    su emancipacin, y haba proclamado la igualdad de hombres y mujeres llamando a

    estas a la sindicacin. Sin embargo, y pese a este igualitarismo terico, la prctica

    sindical, centrada en la lucha econmica, fue fuertemente patriarcal. Se consider que

    las mujeres simplemente tenan que incorporarse a la lucha libertaria sin tener en cuenta

    las dificultades que las mujeres anarquistas experimentaban en los medios obreros a

    causa de las actitudes sexistas de sus compaeros que contribuan a su marginacin en

    los sindicatos y ateneos. Esta experiencia hara conscientes a las mujeres anarquistas de

    la necesidad de abordar por s mismas de un modo especfico la cuestin femenina, que

    a pesar de la teora no haba quedado resuelta en los centros libertarios donde las

    mujeres de militancia activa y constante constituan una minora. Es en la constatacin

    de esta contradiccin donde se sita el origen de Mujeres Libres como organizacin

    anarcofeminista que propondr una doble lucha: la lucha contra el Estado y el sistema

    capitalista, y la lucha especfica contra el sistema patriarcal, propugnando la

    emancipacin de las mujeres trabajadoras sobre las que se ciernen dos esclavitudes: de

    clase y de gnero.

    A finales de 1934 se haba constituido ya en Barcelona el llamado Grupo

    Cultural Femenino, que se convertira posteriormente en Agrupacin Mujeres Libres.

    La iniciativa parti de un pequeo grupo de jvenes militantes de los sindicatos y

    ateneos libertarios con la finalidad de realizar un trabajo de concienciacin entre lasmujeres conducente a su incorporacin activa a la lucha social. Las iniciadoras de este

    grupo fueron Apolonia de Castro, Felisa de Castro, Maruja Boadas, Mara Cerdn,

    Nicolasa Gutirrez, Soledad Estorach, Elodia Pou y Conchita Liao entre otras, que

    contaran con el apoyo y la colaboracin de destacadas y experimentadas militantes

    como la maestra racionalista Pilar Grangel, Libertad Rdenas y urea Cuadrado, que

    sera directora de la Casa de Maternidad en Barcelona durante la guerra.28

    28Sara Berenguer, Entre el sol y la tormenta. Revolucin, guerra y exilio de una mujer libre, Valencia,LEixam, 2004, pp. 211-215.

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    El nombre que eligieron para designarse, Grupo Cultural Femenino, era ya

    indicativo de su campo de actuacin, limitado a la concienciacin y captacin, al

    margen de lo estrictamente sindical. La agrupacin deba impulsar asimismo las

    relaciones de solidaridad entre mujeres, que se ayudaran mutuamente en aquellas

    dificultades especficas que, como mujeres, encontrasen en su actividad militante. Uno

    de sus acuerdos, por ejemplo, consista en establecer turnos para que una de ellas

    cuidase de los hijos de las dems, posibilitando as a las madres asistir a las reuniones

    sindicales. La carencia de un espacio propio limit sus posibilidades de actuacin.

    Consiguieron a pesar de ello organizar un exitoso mitin en el Teatro Olimpia de

    Barcelona, para el que solicitaron la colaboracin de Federica Montseny que, siempre

    reticente a los grupos especficos de mujeres, rechaz la propuesta. Colaboraron

    asimismo activamente en la campaa de solidaridad organizada por la CNT ante la

    huelga general en Zaragoza en 1934, en la que numerosas familias catalanas acogieron a

    los hijos de los huelguistas, poniendo en contacto a las mujeres catalanas con las madres

    zaragozanas.29

    El segundo ncleo inicial de la organizacin Mujeres Libres, tuvo su origen en

    Madrid en torno a la edicin de una revista editada y escrita de modo exclusivo por

    mujeres anarquistas. Esta surgi a partir de la iniciativa independiente de la escritora

    Luca Snchez Saornil, la periodista Mercedes Comaposada y la doctora Amparo Poch

    y Gascn, preocupadas por la falta de atencin del movimiento anarquista a la

    educacin social de las mujeres. La revista Mujeres Libresvio la luz en abril de 1936,

    tres meses antes del alzamiento militar contra la Repblica, tras un largo proceso de

    preparacin y numerosos incidentes, entre ellos el escaso apoyo del diario Solidaridad

    Obrera, que inicialmente ni siquiera public la propaganda, ya pagada, de la nuevapublicacin.30

    29Sara Berenguer, Entre el sol y la tormenta. Revolucin, guerra y exilio de una mujer libre, Valencia,LEixam, 2004, pp. 211-215. Vase tambin:Mujeres Libres. Luchadoras libertarias, Madrid, FundacinAnselmo Lorenzo, 1999, pp. 49-50, y Mary Nash, Mujer y movimiento obrero en Espaa, Barcelona,Fontamara, 1981, pp. 86-88.30El comit de Redaccin de la Revista escribira una carta al director de Solidaridad Obrera expresandosu decepcin ante el desinters y falta de apoyo demostrados por el diario anarcosindicalista, lo ms

    indicado hubiera sido hablarnos claramente si creais que nuestra labor no era de estimar, recogida enJess Mara Montero Barrado, Anarcofeminismo en Espaa. La Revista Mujeres Libres antes de laguerra civil, Madrid, Fundacin Anselmo Lorenzo, 2003, pg. 163.

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    La revista se diriga a mujeres de clase obrera con la intencin de atraerlas

    hacia las ideas libertarias pero no se identific explcitamente con el calificativo de

    anarquista por el rechazo inicial que este pudiese suscitar entre ellas: no podr ser de

    momento una revista confesional, porque esto, lejos de favorecer nuestros planes, tal vez los

    perjudicara a causa del atraso mental de nuestras mujeres []. La palabra anarquismo asusta

    demasiado a las mujeres.31

    Tambin ellas reclamaron la colaboracin de mujeres que, por su prestigio en

    el seno del movimiento libertario, podan otorgar legitimidad al proyecto, como Emma

    Goldman, que prest su inmediata colaboracin escribiendo un artculo ya en el primer

    nmero de la revista o Federica Montseny que, de nuevo, se mostr reticente a lo queentenda como un proyecto separatista.32 Es importante sealar que, a pesar de la

    solicitud de ayuda financiera y material, fue editada y escrita exclusivamente por

    mujeres, rechazando las propuestas de colaboracin voluntaria realizadas por hombres

    (entre ellos Hernndez Domenech, Morales Guzmn o Mariano Gallardo)33 :

    Agradecemos mucho tu ofrecimiento de colaboracin, sin embargo, la rehusamos

    cordialmente, porque nos hemos propuesto que la revista est hecha en su totalidad por

    mujeres; sabemos por experiencia que los hombres, por muy buena voluntad quepongis difcilmente atinis con el tono preciso, escriban en respuesta al libertario de

    la Unin (Murcia) Hernndez Domenech, que haba manifestado su apoyo y su voluntad

    de colaboracin34Respuesta similar reciba Morales Guzmn: Como ves, recibimos tu

    trabajo, que te devolvemos por haber aceptado como norma el que la revista est hecha

    exclusivamente por mujeres. Entendemos que la orientacin de la mujer es una cosa

    exclusivamente nuestra, de mujeres.35

    31Carta a Lola Iturbe, 18-4-1936, AHSN, C 432, recogida en Montero Barrado, Anarcofeminismo enEspaa. La revista Mujeres Libres antes de la guerra civil, Madrid, Fundacin Anselmo Lorenzo, 2003,pg. 143.32Ibdem, pp. 34-38.33Martha Ackelsberg, Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipacin de las mujeres,Barcelona, Virus, 2000, pp. 164-168.34

    Carta del Comit de Redaccin a P. Hernndez Domenech (27-5-1936), AHSN, C 432, recogida enMontero Barrado, pg. 162.35Carta del Comit de Redaccin a A. Morales Guzmn, 14-6-36, AHNS, C 432. Ibdem, pg. 174.

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    En las pginas de Solidaridad Obrera durante los ltimos meses de 1935,

    Luca Snchez Saornil ya haba manifestado al secretario de la CNT, Mariano R.

    Vzquez, su intencin de crear un rgano femenino independiente, tras analizar la

    posicin de las mujeres en el anarcosindicalismo y expresar su firme conviccin de la

    necesidad de la contribucin femenina a la lucha libertaria. En esta serie de artculos

    que llevan por ttulo La cuestin femenina en nuestros medios, Luca muestra su

    disconformidad con el hecho de que la cuestin femenina se considere un asunto

    secundario siempre postergado y expresa cierta decepcin hacia la actitud de los

    compaeros anarquistas varones.

    Mariano Vzquez, en un artculo publicado el 10 de octubre de 1935, afirmaba

    que a las mujeres, por ley natural, les corresponda el lugar de iguales y no de

    subordinadas. Sin embargo, responsabilizaba a las mujeres de su esclavitud:

    no hemos convenido en que no solo es responsable de la desigualdad quien manda

    sino ms an quien sumisamente obedece? Siendo as, reconoceremos que no solo cabe culpar

    al hombre por ser tirano, sino tambin a la mujer por avenirse a ser esclava.

    Sostiene asimismo que es muy lgico, natural y humano que el macho se sienta

    satisfecho teniendo una criada y que prefiera mandar que obedecer. Del mismo modo

    que la burguesa no va a ceder su posicin de privilegio con respecto al proletariado, el

    hombre no lo har con respecto a la mujer. Por ello, deben ser las mujeres las que tomen

    la iniciativa de su propia emancipacin, al igual que los trabajadores.36

    En estos artculos Luca expone las principales ideas de su pensamiento

    feminista concluyendo que la cuestin femenina es absolutamente trascendente, dado

    que no se trata tan solo de la emancipacin de las mujeres sino tambin de su aportacin

    a la labor constructiva revolucionaria y la edificacin de la nueva sociedad.

    36Mariano R. Vzquez, Por la elevacin social de la mujer, Solidaridad Obrera, 10 de octubre de 1935,p. 4.

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    Estas ideas derivan por una parte de su concepcin de la diferencia sexual y su

    conciencia de que las mujeres constituyen un grupo social especfico y diferenciado con

    una problemtica especfica. Partiendo de estas premisas, se propone no una

    inconsciente incorporacin de la mujer a los sindicatos sino una labor de concienciacin

    y educacin que la ponga en condiciones de comprender la necesidad de esta

    organizacin.37

    Luca critica la postura de Mariano Vzquez afirmando que culpar a las

    mujeres de su esclavitud es asumir un punto de vista masculino y respondiendo que:

    Fuera de nuestro campo, es muy comprensible, muy humano, que el hombre quiera

    conservar su hegemona y se sienta satisfecho de tener una esclava.[] Pero yo no hablaba de

    todos los hombres, yo hablaba de los anarquistas exclusivamente, [], el enemigo de todas las

    tiranas est obligado, si quiere ser consecuente, a arrancar de s cualquier fuero de despotismo

    que sienta apuntar.

    El anarquista, e insiste en que se refiere al anarquista, debe reconocer en la

    mujer a una igual pueslo contrario, ser muy humano, pero no ser anarquista. [] Loanarquista es dejar que la mujer acte en uso de su libertad, sin tutelas ni coacciones.38

    Luca Snchez concibe as como objetivo primordial crear en torno a la revista

    una organizacin autnoma de mujeres. Mujeres Libres nacer as con un objetivo de

    educacin y elevacin del nivel cultural de las mujeres, condicin esencial para su

    emancipacin as como para su toma de conciencia revolucionaria e incorporacin a la

    lucha anarcosindicalista.

    Debemos tener en cuenta, que la mujer ha sido concebida habitualmente como

    factor de retroceso, por la funcin de transmisin de la ideologa dominante que cumple

    en el seno de la familia tradicional, as como por su ignorancia que se traduca en una

    mentalidad contrarrevolucionaria y conservadora.

    37 Luca Snchez Saornil, Resumen al margen de la cuestin femenina. Para el compaero M. R.

    Vzquez, Solidaridad Obrera, 8 de noviembre de 1935, p. 2.38Ibdem

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    Segn esta idea tan extendida entre los distintos sectores de la izquierda espaola, la

    mujer habra desempeado un papel prcticamente contrarrevolucionario, al encontrarse

    en su mentalidad profundamente arraigada la supersticin religiosa. Se critica asimismo

    su supuesta falta de inters en los problemas y las luchas sociales. En este discurso, la

    cuestin femenina iba habitualmente vinculada al anticlericalismo. La religin cristiana

    era la culpable del atraso cultural de las mujeres y a su vez las instrumentalizaba en

    cierto modo como guardianas del orden social y la moral tradicional. Su misin era pues

    la perpetuacin y reproduccin del orden existente al tiempo que la reproduccin de la

    especie, en contraposicin con el hombre, que representara el progreso, la produccin y

    la innovacin.

    La propia Federica Montseny, percibindose siempre a s misma como mujer

    que superaba de modo individual al tipo comn de la mujer espaola, haba subrayado

    la ignorancia y la esclavitud femeninas como factor de retroceso social expresndose de

    forma muy dura con respecto a lo que las mujeres haban sido y continuaban siendo en

    el presente:

    criadas para el hogar, siervas del cura, sacerdotisas del dios qu dirn y de la diosa

    costumbre, cerradas a toda innovacin, sin ms horizontes que el matrimonio y la procreacin.

    [] Como es natural, esclava, ha esclavizado; embrutecida, ha embrutecido. [] Una mujerignorante, obtusa, cerrada al progreso; una mujer que rezar mientras el hombre se bata; una

    mujer que transmitir a los hijos todos sus prejuicios y supersticiones.39

    As, califica de fuerza muerta poderosa, potencia negativa, terrible e

    incalculable factor de retroceso, y cadena que nos liga al ayera una mujer que no se

    preocupar de la sociedad futura, para la que el porvenir se reduce al inmediato maana

    en que habr de ir a hacer la compra y hacer la colada.40Para ella, la emancipacin de

    la mujer y el desarrollo de una nueva personalidad femenina que rompa con este

    modelo, es pues indispensable para el triunfo de la revolucin social. Sin embargo,

    Federica propone al problema una solucin individual, preconizando un nuevo tipo de

    mujer que se eleve, se supere de forma individual y se rebele contra las limitaciones que

    el medio le impone.

    39Federica Montseny, La mujer, problema del hombre II,La Revista Blanca, 1 de febrero de 1927, pp.527-530.

    40Ibdem.

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    Frente a este enfoque individualista, Mujeres Libres desde una perspectiva ms

    adecuada a la realidad y la condicin social de la mujer de clase obrera, concebirn que

    la emancipacin femenina requiere una solucin colectiva, una amplia labor de

    educacin y concienciacin, en la cual debern incluso, estratgicamente, limitar la

    radicalidad de su discurso.41

    El fin esencial de Mujeres Libres fue crear una fuerza femenina consciente que

    actuase como vanguardia de la revolucin.42Ante la hostilidad manifiesta del resto de

    organizaciones del movimiento libertario hacia la existencia en su seno de un organismo

    especficamente femenino, Mujeres Libres se vera en la necesidad continua de justificar

    y dar legitimidad a su proyecto por lo que contamos con una amplia exposicin de sus

    razones de existencia que nos posibilitan el conocimiento y comprensin de sus puntos

    de vista respecto a la emancipacin de las mujeres y su papel especfico en el seno del

    movimiento libertario. Para Mujeres Libres existe un problema especficamente

    femenino puesto que las mujeres se hallan en situacin de desigualdad de derechos

    sociales y polticos con el hombre y padecen una triple esclavitud: de ignorancia, de

    mujer y de productora. Es necesario pues trabajar de modo especfico entre los sectores

    femeninos de la sociedad infiltrando en ellos, con tacto y ponderacin, una inclinacin

    espontnea hacia las ideas libertarias, mediante la difusin de estas ideas a travs de un

    rgano de prensa, la revista Mujeres Libres, que debe ser editada y orientada

    exclusivamente por mujeres anarquistas. Es necesaria asimismo una organizacin

    femenina que encauce las inquietudes y actividades de las mujeres en un contexto de

    extraordinaria agitacin poltica y social. En torno a la revista, deban surgir

    agrupaciones de mujeres que llegasen a adquirir una estructura orgnica organizando a

    un sector femenino que repudia, por naturaleza, la poltica, con una doble finalidad: la

    elevacin social de la mujer y su incorporacin activa a la lucha anarcosindicalista.Mujeres Libres vincular el problema femenino al problema social capacitando a la

    mujer para convertirla en individuo capaz de contribuir a la estructuracin de la

    sociedad futura con su aportacin especficamente femenina a la Revolucin Social

    anarquista.

    41

    Mary Nash, Dos intelectuales anarquistas frente al problema de la mujer: Federica Montseny y LucaSnchez Saornil, Barcelona, Convivium44-5, 1975.42Estatutos de la Agrupacin Mujeres Libres (AHNS, C 432).

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    La organizacin de mujeres se concibe as, no como una seccin femenina de la

    Federacin Anarquista Ibrica ni como un mero apndice del movimiento sindical, sino

    como organizacin autnoma de capacitacin ideolgica y profesional de las mujeres,

    que como individuos conscientes, se determinen por s mismas desde un ngulo de

    visin propio y femenino.43

    Tanto Karen Offen44 como Mary Nash45 han subrayado la necesidad de

    ampliar la definicin del feminismo histrico. Tradicionalmente, la equiparacin entre

    feminismo y movimiento sufragista ha conducido a la idea de que en Espaa no se haba

    desarrollado un fuerte movimiento feminista. En efecto, a causa de las singulares

    caractersticas del pas, el feminismo poltico de signo igualitario no tuvo un desarrollo

    significativo a diferencia de lo que ocurri en Inglaterra y Norteamrica. En el caso de

    Espaa, pese a la existencia de pequeos ncleos sufragistas, predomin un feminismo

    de signo social que desde la lucha centrada en la consecucin de derechos polticos

    para centrarse en reivindicaciones de carcter laboral y educativo, y en algunas

    ocasiones, buscando legitimidad mediante la apelacin a los tradicionales roles de

    gnero. Las mujeres anarquistas, del mismo modo que autores socialistas como August

    Bebel46 o Clara Zetkin47, enfocaron siempre el problema femenino desde una

    perspectiva de clase, vinculndolo al problema social. As, pese a que Mujeres Libres

    nace con un objetivo especfico de emancipacin femenina, se trata de una organizacin

    anarquista plenamente identificada con los objetivos generales de la CNT y la FAI y

    comprometida con una labor de captacin de mujeres para la lucha anarcosindicalista.

    De esta forma rechazarn el feminismo igualitario de signo poltico, que consideran no

    compatible con las amplias aspiraciones de transformacin social del anarquismo.

    Como organizacin anarquista Mujeres Libres no poda vincular el progreso a los

    derechos polticos ni a la participacin de las mujeres en un sistema parlamentarioburgus que mantena intactos el principio de autoridad representado en el Estado y la

    propiedad privada como fundamento del sistema social.

    43Anexo al Informe que la Federacin Mujeres Libres eleva a los Comits superiores del MovimientoLibertario y al Pleno del mismo, 1938, AHNS, C 1532.44 Karen Offen, Definir el feminismo: un anlisis histrico comparativo, Historia Social, n9,1991,pp.103-135.45Mary Nash, Experiencia y aprendizaje: la formacin histrica de los feminismos en Espaa,Historia

    Social, n20, 1994, pp. 151-172.46August Bebel,La mujer y el socialismo, Madrid, Akal, 1997.47Clara Zetkin,La cuestin femenina y la lucha contra el reformismo, Barcelona, Anagrama, 1976.

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    La especificidad de su anarcofeminismo reside pues en el rechazo al modelo

    autoritario imperante tanto en el mbito privado de las relaciones humanas como en el

    mbito pblico de la vida sociopoltica. Ya hemos visto como la crtica de Luca

    Snchez Saornil hacia el modelo imperante en las relaciones de gnero se centraba en la

    censura del autoritarismo masculino. Lo anarquista es dejar que la mujer acte en uso

    de su libertad, sin tutelas ni coacciones, afirmaba en Solidaridad Obrera. Argumentos

    muy similares encontramos en otras autoras como Emma Goldman o Mara Lacerda de

    Moura. En los tres casos, la conciencia feminista parece derivar de la propia ideologa

    anarquista de estas mujeres, cuya defensa de la igualdad de hombres y mujeres se centra

    de forma especfica en una crtica a la autoridad masculina. Y esta a su vez no queda

    aislada sino que se inserta en una crtica ms amplia al principio de autoridad en las

    relaciones humanas y en la organizacin social.

    Mujeres Libres es la consecuencia lgica de determinados planteamientos del

    anarquismo. Conscientes de que todo cambio social deba ser consecuencia de una

    profunda transformacin cultural y moral que se lograra mediante una amplia labor

    propagandstica y educativa de concienciacin, los anarquistas otorgaron a la cultura y

    la educacin un papel fundamental en la emancipacin humana. Puesto que la

    ignorancia y el atraso educacional de las mujeres constituyen una de las causas de la

    esclavitud femenina, el proceso de emancipacin femenina deber fundamentarse en la

    elevacin cultural de las mujeres. Esta labor educativa se centrar, como veremos, en

    los siguientes aspectos: capacitacin profesional y cultural, educacin para una

    maternidad consciente.

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    Mujeres Libres en la guerra y la revolucin

    El estallido de la guerra civil a consecuencia del fallido golpe militar el 18 de

    julio de 1936, abri el camino para el desarrollo de un proceso revolucionario que se

    diriga, para los anarquistas, hacia la instauracin del comunismo libertario, un nuevo

    orden social igualitario y antiautoritario, sin clases ni Estado. Este proceso

    revolucionario consisti fundamentalmente en la colectivizacin de tierras y fbricas

    por parte de las organizaciones obreras, que se hicieron con el control efectivo de la

    economa en buena parte de la zona republicana. Esta revolucin iniciada en el mes de

    julio, pese a que supuso el control obrero de buena parte de la produccin y la vida

    econmica, no fue acompaada por la desaparicin del aparato estatal, que coexisti con

    los nuevos rganos de poder revolucionario y fue reforzando paulatinamente su

    autoridad. La CNT, considerando que la unidad antifascista era la nica garanta de

    triunfo sobre el fascismo y ante la necesidad de no quedar al margen en la direccin de

    la guerra y la revolucin, decidi entrar a formar parte del gobierno republicano,

    desarrollando una poltica colaboracionista y de alianza con los otros sectores que

    integraban el Frente Popular antifascista. El 4 de noviembre de 1936, cuatro ministros

    cenetistas se incorporaban al segundo gabinete de gobierno del socialista Largo

    Caballero: Juan Lpez, como ministro de Comercio; Juan Garca Oliver, como ministro

    de Justicia; Joan Peir como ministro de Industria y Federica Montseny, al frente del

    ministerio de Sanidad y Asistencia Social.48

    El periodo blico supondr para las mujeres un momento de extraordinaria

    movilizacin y participacin activa, dada la necesidad de la contribucin femenina al

    esfuerzo de guerra, canalizada a travs de diversas organizaciones de mujeres.49Este

    contexto result especialmente favorable para el desarrollo de Mujeres Libres comoorganizacin.

    48

    Julin Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en Espaa (1931-1939), Barcelona,Crtica, 1997.49Mary Nash,Defying Male Civilization, Denver Arden Press, 1995.

    19

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    As, entre los das 20 y 22 de agosto de 1937 se constituira la Federacin Nacional

    Mujeres Libres, como organizacin de estructura federal fundamentada en la autonoma

    de las diversas agrupaciones locales y coordinada por un Comit Nacional de facultades

    extraordinarias dada la necesidad de una mayor eficacia en un contexto de guerra.50El

    proyecto de Mujeres Libres de emancipacin femenina es indisociable del proyecto de

    revolucin social propiciado por el movimiento libertario. De esta forma, Mujeres

    Libres rechazar la colaboracin con otras organizaciones femeninas del periodo, como

    la Agrupacin de Mujeres Antifascistas. La AMA, que tena su origen ya en 1933, se

    hallaba bajo el control del Partido Comunista y de acuerdo con la poltica de este,

    defenda la lucha antifascista y la Repblica democrtica, oponindose al proceso

    revolucionario. Mujeres Libres, por el contrario, insistiran en mantener su personalidad

    como organizacin libertaria:

    Nosotras, que somos antifascistas por revolucionarias precisamente, que somos antifascistas no

    por una simple negacin del fascismo, sino por una afirmacin de nuestras propias convicciones

    ideolgicas, no podemos separar la revolucin de la guerra.51

    Mary Nash ha sealado as como las divergencias ideolgicas impedirn el

    desarrollo de un movimiento femenino transpoltico durante la contienda, puesto que lasorganizaciones femeninas servirn a los intereses de una determinada organizacin

    poltica, teniendo este factor un mayor poder de cohesin que el factor gnero.52 Sin

    embargo, ello no quiere decir que no tuvieran en cuenta la cuestin femenina a la hora

    de defender estas opciones polticas. Por el contrario, las mujeres apoyaron las posturas

    que crean constituan la salvaguarda de sus derechos. La relacin de competitividad

    que se establece en este momento entre las distintas organizaciones femeninas por la

    captacin de mujeres, implicar pues no solo la defensa de una determinada opcinpoltica sino tambin de un proyecto especfico de emancipacin femenina. Para

    Mujeres Libres, esta solo es realmente posible en el marco de un proceso revolucionario

    que altere las relaciones de gnero al tiempo que las estructuras socioeconmicas.

    50Actas de la Conferencia Nacional de Mujeres Libres, 20- 22 agosto de 1937, Valencia, AHNS, C 1532.51

    Carta abierta de Mujeres Libres al Comit Nacional de Mujeres Antifascistas, CNT, 7 de diciembre de1937, p. 4.52Mary Nash,Defying Male Civilization, Denver, Arden Press, 1995.

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    El anarquismo haba considerado clave la incorporacin de las mujeres al

    proceso de produccin como modo de lograr su emancipacin. En este momento, y dada

    la necesidad de la contribucin femenina al esfuerzo de guerra, las mujeres se

    incorporarn al trabajo retribuido con la finalidad de sustituir los brazos masculinos y

    posibilitar as el desplazamiento de los hombres hacia el frente. Mujeres Libres crear

    en este momento distintas secciones de trabajo y desarrollar su programa de formacin

    de las mujeres a nivel cultural y profesional. El derrumbamiento del orden establecido

    ofrecer un contexto especialmente favorable a la transgresin de los tradicionales roles

    de gnero. As, las mujeres participarn activamente en la lucha mediante el trabajo en

    la retaguardia o bien mediante el combate armado en las milicias revolucionarias.

    Asimismo, en este contexto revolucionario de 1936 y durante los meses en que

    los anarquistas se integraron en el gobierno republicano, pusieron en marcha una

    poltica sanitaria que signific la materializacin de ideas defendidas desde largo tiempo

    atrs. El aborto ser legalizado en Catalua en diciembre de 1936 a iniciativa de Flix

    Mart Ibez, entonces director general de Sanidad y Asistencia Social de la Generalitat.

    El decreto de Interrupcin Artificial del Embarazo, que se defendi en la prensa

    anarcosindicalista como uno de los triunfos de la revolucin53, tena un claro contenido

    emancipatorio dado que admita la voluntad de la mujer y su autodeterminacin como

    motivo suficiente para la prctica del aborto.54

    Instauramos la prctica cientfica, controlada y exenta de peligros de la interrupcin del

    embarazo [] el aborto podr verificarse no solamente por causas teraputicas o eugnicas sino

    tambin con la finalidad de limitar voluntariamente la maternidad. [] La mujer quedar

    liberada de la tirana egosta masculina y tendr unos derechos, de los cuales destaca el derecho

    a disponer de s misma y a decidir sobre su maternidad.55

    53Flix Mart Ibez, En torno a la reforma eugnica del aborto, Solidaridad Obrera, 12 de enero de1937, p. 10.54

    Mary Nash, Gnero, cambio social y la problemtica del aborto,Historia Social, n 2, 1988.55 Flix Mart Ibez., Sanidad, Asistencia Social y Eugenesia en la Revolucin Social Espaola,Estudios, Enero de 1937, pp. 34-38.

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    Federica Montseny, al frente del ministerio de Sanidad, redact el decreto de

    legalizacin del aborto a nivel nacional, proyecto que qued frustrado por la oposicin

    de Juan Negrn, ministro de Hacienda que consider preferente destinar los recursos

    necesarios para ello al ministerio de Defensa.56

    Hemos visto como para los anarquistas, la reforma sexual y la maternidad

    consciente deban ser puntales bsicos del proceso revolucionario. Uno de los

    principales puntos del programa de actuacin de Mujeres Libres ser la educacin de las

    mujeres para una maternidad consciente. De acuerdo con la concepcin libertaria de que

    guerra y revolucin eran procesos indisociables, y asimismo, que esta revolucin lo era

    en sentido moral y no nicamente econmico, la organizacin no limitara su actividad a

    las necesidades ms inmediatas de la guerra sino que emprendera su proyecto de

    formacin de las mujeres como sujetos revolucionarios que deban contribuir

    activamente en la construccin de la nueva sociedad. En esta labor constructiva tena sin

    duda un papel fundamental la educacin y la formacin de las nuevas generaciones,

    papel que correspondera a las mujeres, en su calidad de madres. As, Mujeres Libres

    mostr una gran preocupacin por la educacin de las madres acerca del cuidado

    infantil. La Casa de Maternidad de la organizacin en Barcelona, dirigida por urea

    Cuadrado ofreca atencin mdica y clases de maternidad consciente y realiz una

    campaa a favor de la lactancia natural. En febrero de 1938 colaboraron con el doctor

    Pauls y los sindicatos de Sanidad en la creacin del Instituto de Puericultura y

    Maternologa que inclua una guardera y programas de formacin para puericultoras.57

    Amparo Poch escribi abundantes artculos de puericultura. Pese a que defiende en sus

    textos las capacidades intelectuales y profesionales de las mujeres, encontramos

    tambin en ellos una fuerte exaltacin de la maternidad. En su Cartilla de Consejos a

    las madres realizaba una descripcin detallada de los cuidados que estas deben tenerhacia sus hijos y se refera a la obligacin de la madre de proporcionar al hijo una

    lactancia natural.58Mujeres Libres no cuestion en ningn momento el hecho de que la

    responsabilidad del cuidado de los hijos recayera exclusivamente en las mujeres.

    56Susanna Tavera,Federica Montseny. La indomable, Madrid, Temas de Hoy, 2005.57Martha Ackelsberg,Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipacin de las mujeres,Barcelona, Virus, 2000, pp. 196-201.58

    Antonina Rodrigo,Amparo Poch y Gascn. Textos de una mdica libertaria, Diputacin de Zaragoza,2002, pp.151-164.

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    Mary Nash, ha sealado el silencio de Mujeres Libres con respecto a

    cuestiones relativas a la sexualidad, argumentando que esto se debi a la inhibicin

    femenina causada por el estigma social que conllevaba el uso de anticonceptivos y la

    condena moral hacia el aborto voluntario.59No podemos obviar sin embargo el hecho de

    que Amparo Poch, una de las fundadoras de la organizacin, en su prctica profesional

    como mdica se situ en esta corriente de reforma sexual, realiz en los medios obreros

    una labor de divulgacin de temas sexuales y fue una de las fundadoras del grupo

    Ogino, dedicado a la difusin de este mtodo anticonceptivo.60

    La maternidad consciente es, no obstante, una idea ciertamente ambivalente,

    dado que si bien implicaba el reconocimiento de los derechos reproductivos de las

    mujeres y la disociacin de actividad sexual y procreacin, tambin presupona la

    maternidad como autntica funcin social fundamentada en una base biolgica de

    carcter esencial. Significaba pues la liberacin de las mujeres mediante el control

    voluntario de la reproduccin al tiempo que puntal bsico en el proyecto de revolucin

    social por la importante labor de socializacin y educacin de los hijos que deban

    desempear las mujeres en su tradicional papel de transmisoras de ideas y valores. Con

    la excepcin de voces aisladas, en el anarquismo espaol exista la consideracin de que

    el rol maternal de las mujeres era un hecho biolgico natural. No solamente mdicos

    como Isaac Puente61, sino tambin libertarias como Federica Montseny o la maestra

    naturista Antonia Maymn, haban mantenido la idea de que la maternidad era el eje

    central de la identidad femenina62. Federica Montseny, que abog en sus escritos por un

    nuevo tipo de mujer indomable, no rompi en ningn momento con este discurso que

    identificaba a las mujeres con la maternidad. Su modelo era pues una mujer emancipada

    del varn pero siempre definida como madre: Mujer sin hijos es rbol sin frutos, rosal

    sin rosas, la cuestin est en saber ser madre y serlo consciente y voluntariamente.63

    59Mary Nash, Gnero, cambio social y la problemtica del aborto,Historia Socialn 2, 1988, pp. 19-35.60Antonina Rodrigo, Una mujer libre. Amparo Poch y Gascn, mdica y anarquista, Barcelona, Flor delViento, 2002.61Isaac Puente, Consciencia maternal,Estudios, febrero de 1932, pp. 7-9; Isaac Puente, Maternidad;Generacin Consciente, junio de 1925, pp. 68-69.62

    Antonia Maymn, Generacin Consciente, agosto de 1926, pg. 172.63Susanna Tavera, Federica Montseny y el feminismo. Unos escritos de juventud,Arenal, 1:2, julio-diciembre de 1994, pp. 307-329.

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    Amparo Poch tampoco pareci romper totalmente con esta identificacin de

    las mujeres con la maternidad, y en su texto La vida sexual de la mujer, estableca

    unas etapas de la vida sexual relacionadas con la fertilidad y la maternidad: pubertad,

    embarazo, parto y menopausia.64

    Mujeres Libres no impusieron una ruptura radical con respecto a los

    estereotipos tradicionales de feminidad y masculinidad e insistieron en la naturaleza

    complementaria del hombre y la mujer que haca necesaria la aportacin

    especficamente femenina en la nueva sociedad, en la que deban converger los dos

    ngulos de visin (masculino y femenino).65

    La organizacin pretenda emancipar a las mujeres haciendo de ellas

    individuos conscientes capaces de determinarse a s mismas. Defenda asimismo el

    derecho de las mujeres a la formacin profesional, el trabajo remunerado y la

    independencia econmica que posibilitaran su desarrollo individual y una amplia

    libertad en las relaciones personales. No obstante, la organizacin fue consciente de la

    realidad de las mujeres a las que pretenda concienciar y educar, mujeres de clase

    trabajadora con un nivel cultural muy bajo, y una buena parte de ellas, madres.

    Probablemente exista una gran distancia entre las ms de 20.000 mujeres que se

    afiliaron y participaron en las actividades de la organizacin, y el ncleo inicial de

    militantes que pusieron en marcha el proyecto y que integraban el Comit de redaccin

    de la revista Mujeres Libres. Eran estas mujeres con un alto nivel de formacin

    intelectual y que, en sus vidas, s rompan radicalmente con los modelos de gnero

    dominantes: basta pensar en el lesbianismo de Luca Snchez Saornil, o en el abierto

    rechazo a la monogamia de Amparo Poch, actitudes que difcilmente hubiesen sido

    ampliamente aceptadas en aquel momento por las mujeres del pueblo a las quepretendan acercar las ideas anarquistas con tacto y ponderacin. Esta distancia y la

    voluntad de llegar al mximo nmero posible de mujeres quiz limit la radicalidad de

    su discurso.

    64

    Amparo Poch, La vida sexual de la mujer, recogido en Antonina Rodrigo,Amparo Poch y Gascn.Textos de una mdica libertaria, Diputacin de Zaragoza, 2002.65RevistaMujeres Libres, n 1, pp. 1-2.

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    De hecho, la postura de Luca Snchez Saornil con respecto a la maternidad

    fue excepcional, mostrando su preocupacin por el hecho de que anulase la

    individualidad de las mujeres.66 Para ella, las mujeres son ante todo individuos

    autnomos y califica de terrible cantidad de egosmo masculino la actitud de aquellos

    que argumentan que la mujer es ante todo y por encima de todo, la madre, que la

    mujer ha nacido para destinos ms altos, ms en armona con su naturaleza. Luca

    denunciaba que a travs de este encendido ardor por la sublime misin de la mujer,

    lo que asomaba era en realidad la afirmacin de Oken: La mujer es solamente el

    medio, no el fin de la naturaleza. La naturaleza no tiene ms que un solo fin y objeto: el

    hombre.67

    66Mary Nash, Dos intelectuales anarquistas frente al problema de la mujer: Federica Montseny y Luca

    Snchez Saornil, Barcelona, Convivium, n 44-5, 1975.67 Luca Snchez Saornil, La cuestin femenina en nuestros medios II, Solidaridad Obrera, 9 deoctubre de 1935, pg. 2.

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    Conclusiones

    Los anarquistas vincularon estrechamente las esferas poltica y sexual

    considerando que su proyecto de revolucin social, no poda quedar reducido a la

    transformacin de las estructuras socioeconmicas sino que deba incluir un cambio

    fundamental en las relaciones de gnero, con el fin de suprimir las relaciones de poder.

    Una conciencia crtica con respecto al Estado y las relaciones de poder establecidas

    pudo propiciar el desarrollo de una conciencia feminista centrada en la crtica al

    autoritarismo en las relaciones interpersonales, as como la aparicin de un movimiento

    feminista autnomo en el seno del movimiento libertario espaol.

    La poltica sexual del anarquismo espaol fue, sin embargo, ambivalente y en

    su discurso, se constata una fuerte tensin entre la ruptura y la tradicin 68, puesto que si

    bien consideraron que a las mujeres les corresponda el lugar de iguales y no de

    subordinadas, no rompieron, salvo excepciones, con el discurso dominante de la

    diferencia sexual y la complementariedad entre los sexos, que se manifiesta por ejemplo

    en la identificacin entre feminidad y maternidad. No obstante, hay que tener en cuenta

    la gran heterogeneidad del pensamiento libertario y la existencia de considerables

    diferencias en el discurso de los distintos autores y autoras.

    Mujeres Libres, cuyo surgimiento y desarrollo solo podemos entender desde el

    anarquismo, corriente ideolgica que impregna todo su discurso, propugnar una

    redefinicin de las relaciones de gnero sobre bases igualitarias y antijerrquicas, as

    como una redefinicin del concepto de mujer. Desafiando las concepciones patriarcales

    de la feminidad, impulsaron la autodeterminacin y la autonoma de las mujeres, quedeban definirse a s mismas desde un ngulo de visin propio.

    68 Richard Cleminson, Beyond Tradition and Modernity. The cultural and sexual politics of spanishanarchism, en Spanish Cultural Studies, Oxford University Press, 1996.

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    La consideracin de la dimensin poltica de la vida privada y las cuestiones

    sexuales as como la defensa de la anticoncepcin y el control de la natalidad como

    instrumentos emancipatorios, anticipan la poltica sexual feminista de los aos sesenta y

    setenta. Esta pondra el acento en aspectos de la experiencia femenina como la

    maternidad y la sexualidad, insistiendo en la desvinculacin entre ambas y reclamando

    derechos reproductivos, incluido el derecho al aborto, que se convirti en una de las

    principales reivindicaciones del periodo.69

    Por otra parte, los anarquistas, en su defensa del amor libre y la libertad

    sexual de las mujeres, constituyeron un antecedente a la consideracin, por parte del

    feminismo de segunda ola, de la necesidad de desafiar las relaciones de poder que

    tenan lugar en el espacio privado y proponer nuevas formas de relacin antiautoritarias.

    Existen as evidentes conexiones tericas y prcticas entre el feminismo

    anarquista y las agrupaciones feministas de la segunda ola. Estas, surgidas en el

    contexto de los nuevos movimientos sociales en la dcada de los sesenta, se

    fundamentaron en relaciones de solidaridad, afinidad y experiencias compartidas,

    optando por la autogestin y por estructuras organizativas descentralizadas y

    conscientemente antijerrquicas, como oposicin a una cultura masculina fundamentada

    en relaciones de poder y dominacin patriarcal, al tiempo que se centraron en la

    reivindicacin de autonoma y libertad personal.70Quiz la principal diferencia de estos

    movimientos que, en contextos socioeconmicos tan distintos, realizaron

    planteamientos tan similares, sea el interclasismo propio de la segunda ola frente a la

    perspectiva proletaria y de clase de las anarquistas.

    Mujeres Libres, considerara a las mujeres como individuos conscientes

    capaces de determinarse por s mismas y participar activamente en la revolucin social

    anarquista, en la construccin de una nueva sociedad. Para Mujeres Libres, las mujeres

    deban ser, en definitiva, sujetos revolucionarios que propiciasen el cambio social con

    su oposicin a los esquemas existentes.

    69Mary Nash,Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza, 2004, pp. 163-200.70Ibdem , pp. 163-200.

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